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(En aquellos días uno podía comprar fácilmente su propio salitre y mezclar su propia pólvora.) Se convirtió en cura y posteriormente capellán de la...

(En aquellos días uno podía comprar fácilmente su propio salitre y mezclar su propia pólvora.) Se convirtió en cura y posteriormente capellán de la Kimbolton School, donde enseñó la insólita combinación de teología y química. Las vacaciones estivales proporcionaban una gran oportunidad para realizar espectáculos pirotécnicos. En 1964 construyó un laboratorio para continuar sus experimentos pirotécnicos, y finalmente estableció la compañía. Para un hombre dedicado a proporcionar alegría así como salvación a la vida de las personas, encuentro al reverendo con un talante abatido. La industria no podrá sobrevivir durante mucho más tiempo, teme. Repasa una larga lista de obstáculos: «Propaganda sobre salud y seguridad, estrategia “Compre dos y pague uno” de los supermercados, importaciones de la China, burocracia». Un ciudadano airado escribió a Lancaster: ¿no le daba vergüenza que sus fuegos artificiales llenaran la atmósfera con cadmio y mercurio? «Le respondí: Considere los crematorios, y los empastes de mercurio, y los marcapasos que explotan, le dije». Puedo ver que se enfrenta a problemas. Después de una serie de accidentes «estúpidos» y de una vigorosa campaña en contra por parte de los consumidores, los distribuidores de fuegos artificiales se han visto sometidos a un conjunto cada vez más estricto de restricciones: se prohibieron los petardos más ruidosos, después los fuegos con vuelo errático, y otros fuegos artificiales vieron su ruido o su capacidad explosiva amortiguados. Pero la nueva legislación se debe más al uso antisocial que al peligro intrínseco de los fuegos artificiales. Más que nada, Lancaster lamenta el efecto colateral de todo esto, que ha sido iniciar una tendencia hacia la desaparición de los fuegos artificiales en el patio de casa y a restringirlos a los grandes acontecimientos municipales, lo que conduce «al control de los grandes espectáculos por parte de personas que odian la pirotecnia». El Cinco de Noviembre no ayuda, tampoco. «Es un día horrible». Lancaster cree que la Gran Bretaña sería más feliz con los fuegos de artificio si nuestra excusa anual para lanzarlos no cayera en este mes desagradablemente húmedo. Pero una especie de espíritu de Dunkerque significa que cada año lo repetimos obstinadamente, sin gozar realmente del espectáculo. «Nuestro enfoque flemático los ha matado. Vaya a España, y vea como los fuegos artificiales han de formar parte de cada fiesta* en cada comunidad.» Mediante el correo electrónico, encuesto a una selección de amigos en los Estados Unidos, Israel, Rusia, Italia, España... y, efectivamente, recibo como respuesta una avalancha de ocasiones festivas en las que se disparan fuegos artificiales. Por suerte, quizá, la pasión del reverendo Lancaster no hace funcionar el negocio, sino la investigación pirotécnica. Dirijo la conversación hacia el problema de los colores. El primer descubrimiento de Lancaster llegó cuando se le ofreció una partida de viruta de titanio procedente de un taller de motores de aviación. Aunque su manejo es delicado (esta viruta es muy dura, lo que la hace sensible a la fricción y, por lo tanto, expuesta a desencadenar una ignición accidental), encontró una manera de incorporarla sin riesgo a los fuegos artificiales, donde quema para producir hermosas chispas plateadas. Un siglo antes, el aluminio y el magnesio se introdujeron en los fuegos artificiales para producir un efecto similar, pero el titanio es más brillante y, además, inmune a la humedad. Durante un tiempo, en la década de 1960, sus destellos blancos se pusieron de moda. Uno de los propósitos de Lancaster era crear nuevos colores incandescentes intermedios entre los producidos por las sales químicas bien conocidas. Un objetivo era el verde de lima (el bario y el cobre queman con un color más parecido al verde mar). Puesto que trata con luz deslumbrante, el arte del pirotécnico es incluso más sutil que el del artista que mezcla pinturas, al combinar elementos de química, balística, óptica y percepción. En el caso del verde de lima, mezclar simplemente el verde del cobre o el bario con el amarillo del sodio no era la respuesta, porque cada color necesita una temperatura de llama diferente. La adición de magnalio (una aleación de magnesio y aluminio) permitió a Lancaster producir los colores componentes bajo un control mayor a una temperatura más elevada, pero entonces ello requirió la adición de otras sustancias químicas para conferirles intensidad. De la misma manera, la creación de una buena luz anaranjada no es simplemente cuestión de mezclar el rojo del estroncio, pongamos por caso, y el amarillo del sodio. Lancaster descubrió que, por alguna razón que tiene que ver con la percepción visual humana, también es necesario un poco de verde para producir el efecto deseado. Su momento ¡eureka! le llegó en el cine local, mientras contemplaba como las luces de la máquina de discos se mezclaban de rojo a verde, produciendo momentáneamente el color que estaba buscando. El azul ha resultado ser especialmente esquivo. En la Francia napoleónica, Claude-Fortuné Ruggieri fue el primero en emplear sistemáticamente sales metálicas para producir llamas de colores. Se utilizaban tanto para señales militares como para espectáculos públicos. Publicó muchas ediciones de sus Éléments de Pyrotechnie durante la primera mitad del siglo XIX, ofreciendo recetas para muchas composiciones de color, pero nunca una azul. No hay ningún metal o sal fácilmente disponible que produzca una emisión azul intensa; un azul requiere más energía que la que se libera típicamente de las transiciones electrónicas de los átomos excitados que generan luz. En el siglo XIX se probaron todo tipo de sustancias, desde el marfil al bismuto y el zinc, pero el mejor color que se pudo conseguir fue un blanco frío que sólo parecía azul cuando lucía junto a alguna luz más amarilla. El «azur» de Thackeray era una pura exageración. Sólo posteriormente se descubrió que las sales de cobre que queman de manera natural con una llama verde se podían modificar

Esta pregunta también está en el material:

La Tabla Periodica La curiosa historia de los elementos
722 pag.

Biologia Universidad Nacional Autónoma De MéxicoUniversidad Nacional Autónoma De México

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