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Berzelius fue responsable de la introducción de artículos de equipamiento de laboratorio que ahora son familiares, como tubos de goma y papel de fi...

Berzelius fue responsable de la introducción de artículos de equipamiento de laboratorio que ahora son familiares, como tubos de goma y papel de filtro, pero, a diferencia de Bunsen con su mechero o de Davy con su lámpara de seguridad para mineros, no consiguió asociar su nombre a ellos. Introdujo conceptos y términos que desde entonces han resultado ser demasiado útiles para restringirlos al léxico científico: «catálisis» y «proteína» son neologismos suyos. Hizo una tarea valiosísima sobre las proporciones en que los elementos y sus compuestos se combinan entre sí, lo que apuntaló la teoría de los átomos que había propuesto el cuáquero inglés John Dalton, y por primera vez dio a la química unos cimientos cuantitativos sólidos. También fue Berzelius quien vio la necesidad de una notación abreviada para los elementos e inventó los símbolos químicos modernos. Su sistema de un código de una o dos letras, a menudo basado en el nombre del elemento en latín, se ha convertido desde entonces en clásico y va mucho más allá de la disciplina de la química. Poner juntas estas dos últimas ideas (el símbolo para cada elemento y comprender que se combinan entre sí en proporciones fijas) condujo inevitablemente a las primeras fórmulas químicas, esta concatenación de letras y números que lo significan todo para los químicos y que al resto de nosotros nos parecen simplemente aleatorios. («¡Ah, profesor, H2SO4!» es la impresión que tienen Flanders y Swann* de cómo se saludan entre sí los científicos en su tratamiento satírico de la polémica de C. P. Snow en relación a las «dos culturas» de las artes y las ciencias.) Este sistema de notación nos parece ahora a la vez familiar y alienante. Su aparición en 1811, sin embargo, fue una revelación gráfica. Las consecuencias para la comprensión científica de la materia fueron de gran alcance. En sus laboratorios modernos, y habiendo dejado claramente atrás la búsqueda alquímica, los científicos de la Ilustración habían empezado a demostrar que podían sintetizar compuestos sencillos que se encuentran en la naturaleza: Lavoisier había combinado los gases hidrógeno y oxígeno para producir sólo agua; los metales inflamables exóticos que Davy había aislado podían quemarse para recrear los óxidos que hay en los minerales que se encuentran en la naturaleza. El sistema de Berzelius borró finalmente cualquier distinción persistente entre la esencia de un material obtenido de fuentes naturales y el mismo material producido en el laboratorio. Una vez que una sustancia como el amoníaco, pongamos por caso, es identificada como NH3 en lugar de «espíritu de cuerno de ciervo», de repente resulta claro que ya no importa de dónde proceda para que sea lo que es. Esto sería suficiente para garantizar cualquier reputación química, pero todavía hay más. Porque Berzelius fue también el descubridor no sólo del cerio, sino de otros tres elementos químicos: torio, selenio y silicio, todos ellos elementos fuertemente ligados a la tierra por su naturaleza. Todos estos descubrimientos se basaron en su implicación íntima con la minería y la industria. Los minerales de silicatos de los que acabó extrayendo silicio puro proporcionan la roca madre de Suecia. Encontró selenio, un elemento relacionado con el azufre, en el sedimento de una planta de ácido sulfúrico en la que tenía una inversión. El torio y el cerio los aisló de especímenes minerales insólitos que se le enviaron para su examen. En el caso del cerio, en particular, Berzelius trabajó junto a su patrón, Hisinger, en Estocolmo, así como en la hacienda rural de Hisinger, y en las propias minas, electrolizando sistemáticamente diversas sales derivadas de los especímenes que se habían obtenido en una de las minas abandonadas de Hisinger. Berzelius eligió el nombre de cerio inspirado por el descubrimiento reciente del planeta enano Ceres, y siguiendo el precedente establecido con el uranio y Urano unos años antes. Aunque los suecos fueron los primeros en utilizar la electrólisis en el esfuerzo para obtener nuevos elementos, bregaron para obtener el reconocimiento debido de su prioridad en esto en relación a Davy. Cuando el químico francés Vauquelin supo de su obra, comentó que, si el Instituto de

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La Tabla Periodica La curiosa historia de los elementos
722 pag.

Biologia Universidad Nacional Autónoma De MéxicoUniversidad Nacional Autónoma De México

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Berzelius fue responsable de la introducción de artículos de equipamiento de laboratorio que ahora son familiares, como tubos de goma y papel de filtro, pero, a diferencia de Bunsen con su mechero o de Davy con su lámpara de seguridad para mineros, no consiguió asociar su nombre a ellos. Introdujo conceptos y términos que desde entonces han resultado ser demasiado útiles para restringirlos al léxico científico: «catálisis» y «proteína» son neologismos suyos. Hizo una tarea valiosísima sobre las proporciones en que los elementos y sus compuestos se combinan entre sí, lo que apuntaló la teoría de los átomos que había propuesto el cuáquero inglés John Dalton, y por primera vez dio a la química unos cimientos cuantitativos sólidos. También fue Berzelius quien vio la necesidad de una notación abreviada para los elementos e inventó los símbolos químicos modernos. Su sistema de un código de una o dos letras, a menudo basado en el nombre del elemento en latín, se ha convertido desde entonces en clásico y va mucho más allá de la disciplina de la química. Poner juntas estas dos últimas ideas (el símbolo para cada elemento y comprender que se combinan entre sí en proporciones fijas) condujo inevitablemente a las primeras fórmulas químicas, esta concatenación de letras y números que lo significan todo para los químicos y que al resto de nosotros nos parecen simplemente aleatorios. («¡Ah, profesor, H2SO4!» es la impresión que tienen Flanders y Swann* de cómo se saludan entre sí los científicos en su tratamiento satírico de la polémica de C. P. Snow en relación a las «dos culturas» de las artes y las ciencias.) Este sistema de notación nos parece ahora a la vez familiar y alienante. Su aparición en 1811, sin embargo, fue una revelación gráfica. Las consecuencias para la comprensión científica de la materia fueron de gran alcance. En sus laboratorios modernos, y habiendo dejado claramente atrás la búsqueda alquímica, los científicos de la Ilustración habían empezado a demostrar que podían sintetizar compuestos sencillos que se encuentran en la naturaleza: Lavoisier había combinado los gases hidrógeno y oxígeno para producir sólo agua; los metales inflamables exóticos que Davy había aislado podían quemarse para recrear los óxidos que hay en los minerales que se encuentran en la naturaleza. El sistema de Berzelius borró finalmente cualquier distinción persistente entre la esencia de un material obtenido de fuentes naturales y el mismo material producido en el laboratorio. Una vez que una sustancia como el amoníaco, pongamos por caso, es identificada como NH3 en lugar de «espíritu de cuerno de ciervo», de repente resulta claro que ya no importa de dónde proceda para que sea lo que es. Esto sería suficiente para garantizar cualquier reputación química, pero todavía hay más. Porque Berzelius fue también el descubridor no sólo del cerio, sino de otros tres elementos químicos: torio, selenio y silicio, todos ellos elementos fuertemente ligados a la tierra por su naturaleza. Todos estos descubrimientos se basaron en su implicación íntima con la minería y la industria. Los minerales de silicatos de los que acabó extrayendo silicio puro proporcionan la roca madre de Suecia. Encontró selenio, un elemento relacionado con el azufre, en el sedimento de una planta de ácido sulfúrico en la que tenía una inversión. El torio y el cerio los aisló de especímenes minerales insólitos que se le enviaron para su examen. En el caso del cerio, en particular, Berzelius trabajó junto a su patrón, Hisinger, en Estocolmo, así como en la hacienda rural de Hisinger, y en las propias minas, electrolizando sistemáticamente diversas sales derivadas de los especímenes que se habían obtenido en una de las minas abandonadas de Hisinger. Berzelius eligió el nombre de cerio inspirado por el descubrimiento reciente del planeta enano Ceres, y siguiendo el precedente establecido con el uranio y Urano unos años antes. Aunque los suecos fueron los primeros en utilizar la electrólisis en el esfuerzo para obtener nuevos elementos, bregaron para obtener el reconocimiento debido de su prioridad en esto en relación a Davy. Cuando el químico francés Vauquelin supo de su obra, comentó que, si el Instituto de

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