Logo Studenta

coronel—. Preferiría por vos que todavía quedasen esas dos dificultades a franquear para ser de hecho el estatúder de Holanda. Evidentemente, hubie...

coronel—. Preferiría por vos que todavía quedasen esas dos dificultades a franquear para ser de hecho el estatúder de Holanda. Evidentemente, hubiese sido mejor —dijo el joven— que lo que acaba de suceder no hubiera ocurrido. Pero en fin, lo hecho está, y nosotros no tenemos la culpa. Apresurémonos, coronel, para llegar a Alphen antes que el mensaje que seguramente los Estados van a enviarme al campamento. El coronel se inclinó, dejó pasar a su príncipe delante, y tomó a continuación el lugar que tenía antes de que él le dirigiera la palabra. ¡Ah! Me gustaría —murmuró siniestramente Guillermo de Orange frunciendo las cejas, apretando sus labios y hundiendo sus espuelas en el vientre de su caballo—, me gustaría ver la cara que pondrá Luis el Sol, cuando sepa de qué forma acaban de tratar a sus buenos amigos los señores De Witt. ¡Oh! Sol, sol, como me llamo Guillermo el Taciturno; ¡sol, guarda tus rayos! Y galopó sobre su buen caballo ese joven príncipe, el encarnizado rival del gran rey, ese estatúder tan poco firme todavía la víspera en su nuevo poderío, pero al que los burgueses de La Haya acababan de ponerle un estribo con los cadáveres de Jean y Corneille, dos nobles príncipes tanto delante de los hombres como ante Dios. EL AFICIONADO A LOS TULIPANES Y SU VECINO Entretanto, mientras los burgueses de La Haya troceaban los cadáveres de Jean y de Corneille, mientras Guillermo de Orange, después de haberse asegurado de que sus dos antagonistas estaban bien muertos, galopaba por el camino de Leiden seguido del coronel Van Deken, al que hallaba demasiado compasivo para continuar otorgándole la confianza con que le había honrado hasta entonces, Craeke, el fiel servidor, montado por su parte en un buen caballo, y muy lejos de imaginarse los terribles sucesos que habían acontecido desde su partida, galopó sobre las calzadas bordeadas de árboles hasta que estuvo fuera de la ciudad y de los pueblos vecinos. Una vez en seguridad, para no despertar sospechas, dejó su caballo en una cuadra y continuó tranquilamente su viaje en barcos que por etapas le condujeran a Dordrecht pasando con habilidad por los caminos más cortos de esos brazos sinuosos del río los cuales estrechan bajo sus caricias húmedas aquellas islas encantadoras bordeadas de sauces, juncos y hierbas floridas, en las que ramoneaban indolentemente los gordos rebaños reluciendo al sol. Craeke reconoció desde lejos a Dordrecht, la ciudad alegre, al pie de su colina sembrada de molinos. Vio las bellas casas rojas con líneas blancas, bañando en el agua sus pies de ladrillos, y dejando flotar por los balcones abiertos sobre el río sus tapices de seda salpicados de flores de oro, maravillas de India y China, y al lado de aquellos tapices, esos grandes sedales, trampas permanentes para coger las voraces anguilas atraídas ante las viviendas por los desperdicios cotidianos que las cocinas lanzan al agua por sus ventanas. Craeke, desde el puente de la barca, a través de todos aquellos molinos de aspas giratorias, percibía en el declive de la colina la casa blanca y rosa, final de su misión. Los caballetes del tejado se perdían en el follaje amarillento de una cortina de álamos, destacando sobre el fondo sombrío que le proporcionaba un bosque de olmos gigantescos. Se hallaba situada de tal modo que el sol, cayendo sobre ella como en un embudo, venía a secar, templar e incluso fecundar las últimas neblinas que la barrera de vegetación no podía impedir al viento del río que llevara cada mañana y cada noche. Desembarcado en medio del tumulto ordinario de la ciudad, Craeke se dirigió enseguida hacia la casa de la que vamos a ofrecer a nuestros lectores una indispensable descripción. Blanca, limpia, reluciente, más propiamente lavada, más cuidadosamente encerada en los lugares ocultos que lo estaba en los sitios visibles, aquella casa encerraba un feliz mortal. Este feliz mortal, rara avis, como dice Juvenal, era el doctor Van Baerle, ahijado de Corneille. Habitaba en la casa que acabamos de describir, desde su infancia; porque aquélla era la casa natal de su padre y de su abuelo, antiguos mercaderes nobles de la noble ciudad de Dordrecht. El señor Van Baerle, el padre, había amasado en el comercio de las Indias de tres a cuatrocientos mil florines que Van Baerle, hijo, había hallado completamente nuevos, en 1668, a la muerte de sus buenos y queridos padres, aunque aquellos florines estuvieran grabados con las milésimas de 1640 unos, y 1610 otros; lo que probaba que había florines del padre Van Baerle y florines del abuelo Van Baerle esos cuatrocientos mil florines, apresurémonos a decirlo, no eran más que el efectivo, el dinero de bolsillo de Cornelius van Baerle, el héroe de esta historia ya que sus propiedades en la provincia le proporcionaban unos intereses de alrededor de los diez mil florines. Cuando el digno ciudadano que era el padre de Cornelius pasó a mejor vida, tres meses después de los funerales de su mujer, que parecía haber partido la primera para hacerle más fácil el camino de la muerte, como le había hecho más fácil el camino de la vida, díjole a su hijo abrazándole por última vez: Bebe, come y gasta si quieres vivir en realidad, porque no es vivir el trabajar todo el día en una silla de madera o en un sillón de cuero, en un laboratorio o en un almacén. Morirás a tu vez y, si no tienes la dicha de tener un hijo, se extinguirá nuestro nombre, y mis florines se asombrarán al hallarse con un amo desconocido, esos florines nuevos que nadie ha pesado nunca más que mi padre, yo y el fundidor. Sobre todo, no imites a tu padrino, Corneille de Witt, que se ha lanzado a la política.

Esta pregunta también está en el material:

El_tulipan_negro-Dumas_Alexandre
204 pag.

Literatura e Ensino de Literatura Universidad Bolivariana de VenezuelaUniversidad Bolivariana de Venezuela

Todavía no tenemos respuestas

Todavía no tenemos respuestas aquí, ¡sé el primero!

Haz preguntas y ayuda a otros estudiantes

✏️ Responder

FlechasNegritoItálicoSubrayadaTachadoCitaCódigoLista numeradaLista con viñetasSuscritoSobreDisminuir la sangríaAumentar la sangríaColor de fuenteColor de fondoAlineaciónLimpiarInsertar el linkImagenFórmula

Para escribir su respuesta aquí, Ingresar o Crear una cuenta

User badge image

Más contenidos de este tema