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salvo pequeños ajustes de Estados concretos, que finalmente se resolvieron abriendo un período de alegaciones. Pero tanto la cuestión de la creació...

salvo pequeños ajustes de Estados concretos, que finalmente se resolvieron abriendo un período de alegaciones. Pero tanto la cuestión de la creación del “Foco” como las limitaciones a la acción de seguir habían costado lo suyo. La libertad era un bien muy preciado en Humanos1; finalmente hubo entendimiento, y las decisiones ejecutivas reflejaban muy bien el sentir de los congresistas, y eso es lo que decían claramente las votaciones. Con todo y sin duda, el plato fuerte fue la ponencia central. Por primera vez Humanos1 definía su posición respecto a cómo podría encararse una transformación a nivel mundial. La síntesis final que operaba a modo de conclusiones había costado bastante más del tiempo previsto, afortunadamente la habilidad de Laura lo había hecho encajar todo. Al final, el ambiente en el Congreso era de que el resultado valía mucho la pena. Era éste: Conclusiones de Humanos1 sobre las condiciones para una transformación a nivel mundial 1ª. Se producirán de manera constante lo que cabe denominar como pequeños estallidos transformadores. Estallidos que harán avanzar a los elementos centrales, que finalmente dejarán claro que la transformación es irreversible o que incluso ya es una realidad. La Transformación Mundial no se producirá como consecuencia de un hecho, de la escala que sea, ni de una gran ola basada en un concepto de revuelta o de acto revolucionario propiamente dicho. 2º. La transformación tiene un profundo carácter sistémico. La instauración de cada elemento transformador en un territorio, como por ejemplo la igualdad de género o la preeminencia de la educación, repercutirá positivamente en la llegada de los restantes. Cada victoria será una “pequeña enorme victoria” que posibilitará la llegada de nuevas victorias. La distancia temporal entre la llegada de una victoria y la siguiente cada vez será menor, tanto a nivel de un Estado como regional o mundial. 3º. El movimiento habitual será siempre de pequeño a grande, de forma que, operando a modo de espejo multiplicador, lo que ocurra en un lugar de 10.000 habitantes será replicado en uno de 100.000 y después en las grandes urbes. La complejidad de lo grande dificulta los movimientos innovadores, mientras que la agilidad de lo pequeño permitirá abrir camino. Esto debe ser entendido también a nivel de Estado, lo que ocurra en un Estado y no importará si su tamaño es pequeño, repercutirá en su región y después en el mundo. 4º. Los elementos de la Transformación deben interesar a todas las generaciones y a todos los estratos sociales. La Transformación no será posible sin contar con acuerdos absolutamente amplios con los que literalmente todos los miembros de las sociedades implicadas se muestren de acuerdo. Incluir debe ser una constante de cualquier movimiento de transformación. El futuro no debe ir contra nadie y sí a favor de todos. 5º. Algunos elementos transformadores son generadores de condiciones para la transformación, como es el caso de: 1. La aceptación de la diferencia como camino para subrayar la coincidencia. 2. La educación. 3. La igualdad de género. 4. La independencia de los medios de comunicación, y 5. La Declaración de los Derechos Humanos como fuente de legislación. Otros elementos son ejecutores en sí mismos de la transformación. Es el caso de 6: La actividad económica vinculada a la cohesión social. 7. La energía y firmeza de los organismos reguladores del mercado. 8. La participación y la democracia real. 9. El peso creciente de los organismos con ámbito mundial dependientes de la ONU, y 10. El ejercicio de una espiritualidad dialogante libre de ataduras jerárquicas. La última decisión del plenario fue encargar al presidente la elaboración de un documento que desarrollara la quinta conclusión, de modo que su detalle no quedara “enterrado” entre los anexos al acta. La propuesta final fue lejos, y aprobó que la elaboración del documento se llevara a cabo bajo la modalidad de “Debate General”, lo que significaba que todos los miembros de Humanos1 podrían intervenir en él y que la duración no sería inferior a seis meses ni superior a un año. Claudio aceptó de buen grado el encargo. Sí, quizás fuera necesario imitar de algún modo al Manifiesto de Pueblo Verde. El plenario siempre era sabio. Tras el Congreso, de la mano de John, Claudio recibía la noticia de que la actuación de Laura había conseguido que en ese momento, pese a las nuevas restricciones, más del noventa por ciento del Consejo fuera su seguidor. Solo otro miembro del Consejo tenía un índice superior: el propio Claudio. Tras conocer la noticia, Claudio sonrió y sintió algo parecido a una cálida sensación de paz interior. Por supuesto, él nada podría hacer porque pasara, pero estaba seguro de que aquella mujer de cuarenta y pocos años, rubia, de pelo a lo chico, relativamente alta, delgada pero a veces no lo suficiente y cuando sonreía, atractiva, según él mismo podía comprobar. Aquella mujer iba a llevar a Humanos1 a visitar lugares que nadie jamás había imaginado. Sí, estaba muy seguro. XXVI Como si el nombre del Congreso hubiera resultado una auténtica premonición, el “salto” de Humanos1 era una práctica realidad, apenas seis meses después del Congreso contaba con cerca de un millón y medio de miembros. Eso había obligado, no sin un más que interesante debate, a ampliar el número de personas empleadas en Londres, si bien, y comparado con cualquier otra organización similar, Humanos1 simplemente no tenía empleados. Claudio pensaba que las cosas marchaban, se estaba haciendo un esfuerzo en la seguridad informática, se avanzaba en la disposición automática de los siete idiomas oficiales, y el debate sobre el documento ordenado por el Congreso había interesado muy vivamente a los miembros, reforzando el acierto del Pleno al decidir su realización. El avance de Laura era imparable, quizás ese mismo año ya fuera una de las veinticuatro personas a las que Claudio podría realizar peticiones de Consejo. Todo estaba bien, o al menos eso parecía. Laura sigue sin explicarse su ascenso en Humanos1, pero es espectacular y es una realidad. Ella repetía a quién quisiera escucharla y también a si misma que en la organización ella no era más que una mera informadora de lo que hacían otros. Estos seis meses han sido buenos para Laura. Definitivamente asentada como docente, disfrutaba viendo los evidentes progresos de Pueblo Verde, con Esperanza al timón. La aventura con Andrés había terminado definitivamente, y no parecía que ella echara mucho a faltar una pareja. Es cierto que algo sí había cambiado, cada vez era más frecuente que le demandaran impartir una conferencia o un taller, el objetivo era tanto explicar la experiencia de Pueblo Verde como trabajar el papel de la experiencia en la docencia. Algo muy bueno tenía todo eso: le llevaba a menudo a la capital, y eso significaba ver a su madre y a toda su familia, y sobre todo a Paula. Allí estaba de nuevo, en la casa de aquella niña entusiasmada ante la perspectiva de ir al teatro. Esta vez para hablar de docencia y también para aceptar un café que le había pedido Ángeles Perdomo, la funcionaria de Asignaciones que le envió a Pueblo Verde. Ángeles, sorprendentemente, la llamó y le dijo que sabía que impartiría en seguida un taller en la capital, y que ya que era así, prefería comentarle personalmente un asunto que quizás le interesara. Laura pensó que quizás habría recibido algún folleto del taller, pero en cualquier caso aceptó encantada, y no solo por lo de ese asunto que decía. Guardaba un grato recuerdo de Ángeles. Laura se dio un lujo: la cita era en uno de los más impecables cafés de la capital, en los que la palabra “café” cobra pleno sentido. Los saludos fueron más que cordiales, mucho más de los que se prodigan dos personas que solo se han visto una vez, y realmente hacía ya cierto tiempo. —Tenías razón, Ángeles, toda la razón, en Pueblo Verde pasaban cosas. —Lo sé, Laura, lo sé. Si alguien ha querido, se ha podido enterar de “todo” lo que pasaba “antes” y de todo lo que ha pasado “después” en Pueblo Verde. —Hay una gente magnífica allá abajo, Esperanza, Luisa, Joaquín, Víctor, Julián…. —Laura, ¿Me vas a permitir que sea un poco incisiva? Laura lo permitió, por supuesto, la flexibilidad formaba parte de ella. ¿Qué querría decirle Ángeles? —¿Cuándo vas a reconocer quién eres y lo que has hecho? No he leído absolutamente nada sobre Pueblo Verde que no diga que una tal Laura fue decisiva en todo momento, que su increíble acción a las

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