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Ginar cómo he conseguido el acceso. Tengo la impresión de que esta chica de aspecto tan encantador, que para tu información se llama Sonya Namahl, ...

Ginar cómo he conseguido el acceso. Tengo la impresión de que esta chica de aspecto tan encantador, que para tu información se llama Sonya Namahl, significa mucho para ti. Debes saber que ella es la razón de que aterrizara en esta zona de Paraíso; me muero por conocerla. Ahora te enseñaré cómo debe tratarse a una mujer. Observa y aprende. La perspectiva del Espejo volvió a mostrar una escena más amplia, y Meldon pudo ver que Seid empleó de nuevo el poder de la magia para modificar su vestimenta, que adoptó la forma de unas túnicas azuladas más acordes con el estilo de Paraíso, aunque nada frecuentes entre los yshai, como bien sabía Mel. Seid también ocultó todo rastro de tecnología que pudiera delatarle. Una vez hecho aquello, corrió con sorprendente rapidez, aunque manteniendo el efecto de camuflaje casi perfecto que le proporcionaba Paraíso, hasta situarse más o menos a un kilómetro por delante de donde estaba Sonya, y exactamente en su dirección. Una vez allí, Seid anuló el camuflaje y se sentó con las piernas cruzadas, contemplando el mar en la lejanía, desde un lugar en el que la muchacha sólo le vería cuando estuviera a escasos pasos de él. Unos minutos después, durante los cuales Meldon fue incapaz de apartar la vista de los pasos firmes y rápidos de Sonya, que la llevaban de forma inexorable hacia un destino incierto, la joven llegó hasta donde estaba Seid. Al principio no le vio, pero de pronto sintió un estremecimiento y dio un respingo al descubrir a un hombre sentado sobre una roca que la miraba con intensidad. Fue incapaz de reprimir un grito y pensó en correr. Sin embargo, cuando estaba a punto de iniciar una desbocada carrera hacia la costa, se dio cuenta de que era demasiado tarde y se volvió para plantar cara al desconocido, que seguía tranquilamente sentado, sin inmutarse. —No hay por qué asustarse —dijo Seid con una encantadora sonrisa. Sonya no acertó a decir nada, desconcertada. —Me llamo Seid, y tan sólo observaba el paisaje. Sonya le estudió con atención: Seid era un hombre alto y atlético, de oscura y brillante cabellera negra y pálida piel. Sus penetrantes ojos azules miraban a Sonya con una peligrosa mezcla de diversión y curiosidad. La muchacha se dio cuenta de que no había contestado y dijo: —Yo soy Neela —Había decidido usar un nombre falso hasta que abandonara Arrecife—. ¿De dónde demonios has salido? —Encantado de conocerte… Neela. Estoy aquí desde hace rato. Hace más de una hora que te vi aparecer en el horizonte. —Vaya… —¿Puedo saber adónde vas? A Sonya le asaltó el temor de que aquel extraordinario desconocido fuera uno de los hombres de la Casa Keldar, pero descartó tal posibilidad enseguida. Dudaba mucho de que Seid fuera un mercenario, ni siquiera parecía un yshai. —¿Podría saber yo de dónde vienes y quién eres? —replicó ella—. Creo que eres tú el extraño en estas tierras. —Soy un extranjero de tierras lejanas. Por ahora tendrás que conformarte con eso. Seid se puso en pie y avanzó hacia Sonya. Los movimientos de Seid no eran amenazadores, pero la joven yshai detectó algo salvaje en ellos, algo que la inquietó y al mismo tiempo la sedujo. No se movió de donde estaba. —Pareces asustada y triste —dijo Seid—. ¿De qué huyes? —Eso no te incumbe. Ni siquiera te conozco. —Pero debes de llevar mucho tiempo sin hablar con nadie —dijo él—. Quizá desees hacer una breve parada para comer y compartir las penurias de tu huida con un viajero solitario e inofensivo como yo. —No pareces inofensivo. Seid sonrió sin decir nada y miró fijamente a los ojos de Sonya, que era incapaz de apartar la vista. —¿Quién eres? —preguntó al fin—. ¿Has nacido fuera de Arrecife? —Soy un viajero. Me gusta pensar que mi hogar está en todas partes y en ninguna al mismo tiempo. Me gusta sentirme ciudadano de todos los lugares en los que he estado. —Pero nadie puede visitar todos los lugares —objetó ella. —Es sólo un problema de tiempo —respondió él haciendo un gesto despectivo con la mano, como si fuera algo fácil de resolver. Sonya sonrió y se decidió a comer con el extraño viajero. Al fin y al cabo, ella era una poderosa hechicera, no una niña indefensa. Mientras tanto, Meldon no sabía qué hacer para calmar sus nervios. En cada palabra de Seid, en cada gesto, en cada mirada… veía la mentira y la traición que estaba preparando, sólo para torturarle a él. No quería ni imaginar lo que su hermano tenía pensado hacer con la maravillosa y desprevenida Sonya.

Esta pregunta también está en el material:

El espejo - Eduardo Lopez Vera
268 pag.

Empreendedorismo Faculdade das AméricasFaculdade das Américas

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