Logo Studenta

No pudimos averiguar de quién procedían las palabras que respondieron a éstas que había proferido aquel a quien yo seguía; pero contestaron: —Venid...

No pudimos averiguar de quién procedían las palabras que respondieron a éstas que había proferido aquel a quien yo seguía; pero contestaron: —Venid con nosotros, a mano derecha, por la orilla, y encontraréis un sendero por donde puede subir una persona viva. Y si no me lo impidiera este peñasco, que doma mi soberbia cerviz, y me obliga a llevar la cabeza baja, miraría a ese que vive aún y no se nombra, para ver si le conozco, y para excitar su piedad por mi suplicio. Yo fuí latino e hijo de un gran toscano: mi padre fué Guillermo Aldobrandeschi; no sé si habréis oído alguna vez su nombre. La antigua nobleza y las brillantes acciones de mis antepasados me hicieron tan arrogante, que no pensando en nuestra madre común, tuve tanto desprecio hacia los demás hombres, que este desprecio causó mi muerte, como saben los sieneses, y como sabe en Campagnatico todo el que habla. Yo soy Umberto; y no es a mí solo a quien ha perjudicado el orgullo, sino que también ha acarreado la desgracia de todos mis parientes. Por mis pecados me veo en la precisión de soportar aquí este peso, hasta dejar a Dios satisfecho: ya que no lo hice entre los vivos, debo hacerlo entre los muertos. Al oirle, bajé la cabeza; y uno de ellos, que no era el que hablaba, se volvió bajo el peso que lo agobiaba: me vió, conocióme, y me llamó, teniendo los ojos fijos con gran trabajo en mí, que caminaba inclinado junto a ellos. —¡Oh!—le dije—; ¿no eres tú Oderisi, honor de Agobbio y de aquel arte que llaman de iluminar en París? —Hermano—me dijo—: más agradan los dibujos que ilumina Francisco Bolognese: ahora todo el honor es suyo, si bien yo participo de él. No hubiera yo sido en vida tan generoso, a causa del gran deseo de sobresalir en mi arte que dominaba mi corazón. De tal soberbia aquí se paga la pena; y estoy aquí, gracias a que, cuando aún podía pecar, volví mi alma a Dios. ¡Oh vanagloria del ingenio humano! ¡Cuán poco dura tu lozano verdor, cuando no alcanza épocas de ignorancia! Creía Cimabue ser árbitro en el campo de la pintura, y ahora es Giotto al que se aclama, de modo que ha quedado obscurecida la fama de aquél: de igual suerte un Guido ha despojado a otro de la gloria de la lengua, y acaso ha nacido ya quien arroje a los dos de su nido. El rumor del mundo no es más que un soplo, que tan pronto viene de un lado, como de otro, y cambia de nombres por lo mismo que cambia de sitios. ¡Qué mayor fama será la tuya de aquí a mil años, separando de ti tu cuerpo envejecido, que si hubieses muerto antes de dejar el

Esta pregunta también está en el material:

La_divina_comedia-Dante_Alighieri
444 pag.

Empreendedorismo Faculdade das AméricasFaculdade das Américas

Todavía no tenemos respuestas

Todavía no tenemos respuestas aquí, ¡sé el primero!

Haz preguntas y ayuda a otros estudiantes

✏️ Responder

FlechasNegritoItálicoSubrayadaTachadoCitaCódigoLista numeradaLista con viñetasSuscritoSobreDisminuir la sangríaAumentar la sangríaColor de fuenteColor de fondoAlineaciónLimpiarInsertar el linkImagenFórmula

Para escribir su respuesta aquí, Ingresar o Crear una cuenta

User badge image

Más contenidos de este tema