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JESÚS MOSTERÍN LOGICA DE PRIMER ORDEN A R IE L Jesús Mosterín LÓGICA DE PRIMER ORDEN Desde finales del siglo xix, y después de un letar go de 2.000 años, la lógica se ha desarrollado a un ritmo acelerado, convirtiéndose en upa de las cien cias formales más sólidas y bien establecidas. Ac tualmente, algunos conocimientos básicós de ló gica resultan imprescindibles al filósofo y al mate mático, e incluso al lingüista, al programador y al interesado por la teoría de la información o la ci bernética. Las ramas de la filosofía contemporánea que han logrado un progreso indudable y un rico acopio de resultados y aclaramientos fecundos — tales co mo la filosofía de la ciencia y la filosofía del len guaje— se basan en la aplicación de técnicas y conceptos lógicos al análisis de sus problemas. In cluso en campos tan aparentemente alejados como la ética se empieza a hacer uso de la lógica como potente instrumento de dilucidación y sistematiza ción. Y no pocos filósofos actuales piensan que la filosofía entera no es otra cosa sino la actividad del análisis lógico. El progreso de la lógica llevó a principios de si glo al descubrimiento de las paradojas de la teoría de conjuntos y, con ello, a la más grave “crisis de fundamentos” de la matemática moderna. Pero pre cisamente con ayuda de la lógica se encontraron también las diversas soluciones a la crisis: teorías axiomáticas de conjuntos, teoría de tipos, matemá tica intuicionista, etc. Las relaciones entre lógica y matemática son estrechas y sus fronteras arbi trarias. Respecto a los conceptos fundamentales de la teoría de conjuntos nadie sabría afirmar si son lógicos o matemáticos. Y en la metamatemática lo gramos obtener resultados inequívocamente mate máticos por procedimientos lógicos y resultados tí picamente lógicos por procedimientos matemáticos. En cierto modo, se puede decir que la matemática se reduce a la lógica, pues la actividad matemá tica consiste en deducir consecuencias (teoremas) a partir de axiomas dados. En otro sentido se pue de decir que la lógica se reduce a la matemática, de la que constituye la parte más general. La asimilación de las nociones y técnicas lógicas elementales facilita grandemente la labor del lin güista, del programador, del cibernético, etc. Re cuérdese la importancia de la lógica en el desa r r o l l o de la leería general de la computabilidad o de las máquinas do Turing. Recuérdese también que l a s C O I ! K M des lingüísticas más recientes — gramá- 1 i r a g O l l i M aliva y 1 ransformaeional de Chomsky, K . U / . ele. halan de obtener para los lenguajes ■ m i l l í a l e ; . ,con | ui i los de reglas o algoritmos recur- ' . 1 V‘ i ) d e g , i M i e r a e i o n similares a los empleados para d rl i i in lo-, fm malí.-.mos lóg ieos. I n c lu s o e n l a p s i - lo l. ijpi i, 111 p e d a g o g í a v la j u r i s p r u d e n c i a e n c u e n t r a I a o 'U din I < i l o g a n ap i lene iones. w.áq-,1 / in v /m ' in ) COLECCION «CONVIVÍUM» - 11 LÓGICA DE PRIMER ORDEN COLECCION CONYIVIUM 1. Historia del espíritu griego 2. Metafísica 3. Literatura latina 4. Introducción a la latín por Wilhelm Nestle por Emerich Coreth por Jean Bayet sintaxis estructural del por Lisardo Rubio 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. ABC de la grafología por J. Crépieux-Jamin Literatura griega. Contenido, problemas y métodos por José Alsina Tragedia y política en Esquilo por Carlos Miralles La investigación científica por Mario Bunge Historia de la filosofía por Frederick Copleston Introducción a la lógica y al análisis formal por Manuel Sacristán Lógica de primer orden por Jesús Mosterín Los orígenes de la civilización anglosajona por Micaela Misiego Teoría axiomática de conjuntos por Jesús Mosterín Hipócrates y la nosología hipocrática por Eulalia Vintró Salustio. Política e historiografía por José-Ignacio Ciruelo Cálculo de las normas por Miguel Sánchez-Mazas JESÚS MOSTERlN L Ó G I C A DE P R I M E R ORDEN EDITORIAL ARIEL BARCELONA - CA R A C A S - MÉXICO 1. * edición: 1970 2. a edición: septiembre de 1976 © 1970 y 1976: Jesús Mosterín, Barcelona Depósito legal: B. 3 5 7 5 9 - 1976 ISBN: 84 344 3939 5 Impreso en España 1976. — ■ I. G. Seix y Barra! Unos., S. A. Av. J. Antonio, 134, Esplugues de Llobregat (Barcelona) PROLOGO A LA PRIMERA EDICIÓN Numerosas ciencias, desde la matemática hasta la meteorología, pasando por la química, utilizan símbolos. Así también lo hace la lógica, desde que ésta se constituye en ciencia en 1879, con la publicación del Begriffsschrift de Frege. El simbolismo usado por Frege tenía el inconveniente de ser bas tante complicado — las variables, por ejemplo, tenían distinta forma., según que estuviesen libres o ligadas — y, además, era bidimensional. Estos incon venientes fueron eliminados por Peano, que en 1894, en su Notation de logi- que mathématique, introdujo el primer simbolismo lógico simple y unidimen sional. El simbolismo de Peano, convenientemente ampliado, fue adoptado por Russell y Whvtehead en sus Principia Mathematica, de 1910-13. Sin em bargo, pronto se vio que este simbolismo no era muy elegante, pues sus sig nos no reflejaban algunas importantes relaciones entre las operaciones por ellos designadas, tales como la dualidad entre conyunción y disyunción, la equivalencia del hicondícional con dos condicionales de direcciones opues tas, la relación entre conyunción y cuantificación universal o entre disyun ción y cuantificación existencial, etc. Por esta razón, el simbolismo de Peano ha ido siendo abandonado (aunque algunos autores, como Quine, aún lo con servan) en favor de simbolismos más adecuados (en el sentido indicado) y elegantes. Desgraciadamente, todavía no se ha. llegado a una uniformidad en los signos lógicos empleados. En este libro adoptaremos el simbolismo que nos parece más intuitivo y que más claramente refleja las relaciones arriba indi cadas. Actualmente, este simbolismo es de uso universal en Alemania y la parte oeste de los Estados Unidos (California, etc.). La definición de la sustitución plantea serias dificultades. La primera versión completamente explícita de un sistema lógico de primer orden, la de Hilbert y Ackermann de 1928, resultó inconsistente por una mala defini ción de la sustitución. Tarski ha'mostrado en 1951 cóm.o la sustitución puede ser evitada. Sin embargo, el disponer de la sustitución en todo su alcance y potencia simplifica enormemente las deducciones y la metateoría. Al contrario de lo que frecuentemente pasa en la bibliografía lógica, en las páginas 42-43 de este libro se presenta una definición recursiva exacta 6 PRÓLOGO de la sustitución para todos los casos, incluidas las fórmulas cu-antificadas y las descripciones. En la mayoría de los libros de texto de lógica se introducen formalismos de primer orden sin identidad ni functores y, en cualquier caso, sin descrip ciones. Para estos formalismos pobres se definen los conceptos y se presenta un cálculo deductivo. Pero esto es de poca utilidad, pues cualquier teoría matemática o cualquier argumentación filosófica, a poco complicada que sea, necesita para su formalización de la identidad, los functores y las des cripciones. La teoría de conjuntos, por ejemplo, hace uso de las descripcio nes a cada paso. Esto suele arreglarse mencionando estos temas en un apén dice al final. Una de las peculiaridades de este libro es que aquí, desde un principio, se introducen los formalismos de primer orden en toda su potencia, incluyen do la identidad, los functores y las descripciones. Esta presentación exige un mayor esfuerzo inicial por parte del lector o alumno, pero representa una gran economía de esfuerzos al final, pues no hay que volver una y otra vez sobre lo mismo, complicándolo cada vez un poco más. Una de las tareas más importantes de la lógica consiste sin duda alguna en el desarrollo de algoritmos generales que nospermitan “mecanizar” o normalizar determinados procesos intelectuales. Especialmente importantes son los algoritmos o cálculos deductivos, que nos permiten mostrar la co rrección de las argumentaciones válidas, desarrollar las teorías axiomáticas, precisar el concepto de prueba o demostración, etc. El primer cálculo deductivo fue presentado por Frege en su citado tra bajo de 1879. Los cálculos lógicos posteriores a 1879 y anteriores a 1934 estaban formulados — igual que el de Frege — como sistemas axiomáticos. Había, por un lado, una serie de “axiomas lógicos” y, por otro, una serie de reglas de inferencia. La aplicación de estos cálculos resultaba engorrosa y artificial, y se parecía poco al proceso del razonamiento no formalizado, que parte de las premisas, y, paso a paso, llega a la conclusión. En 1934 Gentzen presentó los dos primeros cálculos lógicos sin axiomas y con sólo reglas de inferencia, cuya aplicación resulta más familiar y natural que la de los viejos cálculos, por lo que los llamó cálculos “de deducción natúral”. A partir de entonces se han presentado diversas variantes y simplificaciones de la idea de Gentzen. Aqui presentamos el cálculo deductivo expuesto por Kalish y Montague en 1964. Aunque un poco complicado a primera vista, resulta luego sorpren dentemente fácil de manejar y de aplicar. Además, tiene la ventaja de seguir muy de cerca el proceso normal de la prueba matemática. El lector que conozca otros cálculos observará que le resulta más fácil obtener deduccio nes en este cálculo que en los otros. En este sentido, es el cálculo más “na tural” que conozco. Ni que decir tiene que todos los cálculos clásicos de primer orden son equivalentes, es decir, que con ellos pueden deducirse las PROLOGO 7 mismas sentencias. Por eso, a la hora de elegir un cálculo entre otros, no cabe más que invocar motivos pragmáticos o estéticos — en este caso, más bien pragmáticos que estéticos, pues hay cálculos mucho más elegantes, aun que también mucho más difíciles de manejar y aplicar. En este libro se presenta la semántica de los formalismos de primer orden de un modo riguroso, comenzando por el concepto de interpretación de un formalismo y siguiendo por la dilucidación de los conceptos de satisfacibi- lidad, consecuencia, etc., llevada a cabo en el sentido de Tarski. La semántica aquí presentada es la semántica clásica, no la intuicionista. (Esto no implica juicio alguno de valor.) La semántica clásica está perfec tamente fijada. El único punto problemático es el de la interpretación de las descripciones, donde hemos adoptado una solución tipo Frege-Carnap-Mon- tague, asignando una designación arbitraria, pero única en cada interpreta ción, a todas las descripciones impropias. La solución resulta artificiosa y poco intuitiva, pero es la más cómoda a la hora de formalizar y manejar el cálculo. El mismo Quine, que siempre había preconizado una solución tipo Russell, a la hora de hacer teoría, en su Set theory and its logic, adopta una solución del mismo tipo que la aquí adoptada, para no complicarse exagera damente al vida. En la parte de semántica se ofrece la prueba detallada y entera del fun damental teorema de la completud semántica de nuestro cálculo deductivo. Este resultado fue obtenido por primera vez por Gódel, en 1930. En 1949 Henkin ofreció una prueba distinta y más simple del mismo resultado. En 1957, Kalish y Montague realizaron la prueba de la completud semántica referida al cálculo aquí presentado — más rico que el tomado como base por Gódel y Henkin. La prueba que nosotros ofrecemos representa una no table modificación y simplificación de la de Kalish y Montague, aprovechan do ideas de Hasenjaeger y Hermas. Sólo a los lógicos puros — que son muy pocos — interesa la lógica por sí misma. La mayoría de las personas — filósofos, matemáticos, etc. — que se interesan por la lógica se interesan sobre todo por sus aplicaciones. Saber aplicar la lógica, dominar la lógica como arte, consiste sobre todo en saber probar que una sentencia dada es o no es una consecuencia de un conjunto dado de sentencias, es decir, en saber hacer deducciones y pruebas de inde pendencia. Y esto, más que una teoría, es una praxis, que sólo se aprende practicándola. La experiencia muestra que los estudiantes encuentran difi cultades a la hora de buscar ocasiones de practicar, ejercicio resueltos. Por eso en este libro se ofrece una cantidad considerable de ejercicios de deduc ción y de prueba de independencia, que espero resulten útiles al lector. Este libro es de texto en el sentido estricto o estrecho de la palabra. Ha surgido de las clases de lógica que el autor ha dado en la Universidad de Barcelona en los últimos cuatro años y está destinado a servir de texto a cur sos de lógica de nivel universitario. 8 PROLOGO Para acabar, desearía expresar aquí mi agradecimiento a Hans Hermas, de quien he sido discípulo durante tres años, en Münster, y a los estudiantes de lógica de la Universidad de Barcelona de los cuatro últimos cursos, cuyo sentido de la crítica y del humor ha constituido para mí un constante ali ciente y una continua satisfacción. Barcelona, junio de 1970. J esús M osterín PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN Los manuales de lógica aparecidos en nuestro país en los seis años transcurridos desde la primera edición de esta obra han adoptado el sistema de signos lógicos aquí propuesto, lo cual no puede por menos de contribuir a la deseable uniformización de la terminología científica. En esta segunda edición se han corregido erratas y descuidos de la primera y se han añadido algunos ejemplos. Pero el carácter y articulación de la obra permanecen inalterados: la lógica de primer orden con functores, identidad y descripciones se presenta de una vez y desde el principio de un modo escueto y preciso, con la mayoría de las pruebas plenamente desarro lladas y con abundantes ejemplos y ejercicios que faciliten la asimilación de ¡as técnicas formales por parte del estudiante. Agradezco sus observaciones a cuantos lectores me las han hecho llegar, y en especial a Calixto Badesa. J esús M osterín Barcelona, junio de 1976. Í N D I C E Prólogo a la primera edición .............................................. 5 Prólogo a la segunda e d ic ió n ..................................................................... 8 INTRODUCCIÓN 1. N om b res................................................................................................... 13 2. Functores.................................................................................................... 14 3. S e n t e n c i a s ......................................... .................................................. 15 4. P r e d i c a d o s ............................................................................................ 16 5. C o n e c t o r e s ............................................................................................ 17 6. Variables................................................................................................... 19 7. Términos y fórmulas ............................................................................. 19 8. C u an tificad ores.................................................................................... 21 9. Descripciones........................................................................................... 22 10. P a r é n t e s i s ........................................................................................... 24 11. F o r m a liz a c ió n .................................................................................... 25 12. Form alism os............................................................................................ 27 13. Lenguaje y metaleriguaje..................................................................... 27 P a rte prim era SINTAXIS: GRAMÁTICA DE LOS FORMALISMOS 1.1. Signos comunes a todos los formalismos......................................31 1.2. Signos peculiares de un formalismo . . . . . . . 32 1.3. Filas de s i g n o s .................................................................................... 34 1.4. Términos y fórmulas..................................................... 35 1.5. Inducción se m ió tica ............................................................................. 37 1.6. Estancia libre y ligada de una variable ....................................... 39 1.7. Sustitución de una variable por un té r m in o ................................. 41 1.8. Convenciones notacionales . . . . . . . . . 43 P a rte segunda SINTAXIS: UN CÁLCULO DEDUCTIVO 11.1. Reglas primitivas de in fe re n c ia ...................................................... 49 11.2. D educciones.................................................................................................. 51 11.3. Reglas derivadas de in f e r e n c ia ...................................................... 54 11.4. Ejercicios de d e d u cció n ..................................................................... 57 11.5. Teoremas sintácticos sobre la deducibilidad............................... 88 11.6. Cuasieliminación de descriptores...................................................... 93 11.7. Consistencia y contradicción............................................................. 97 11.8. Consistencia máxima y ejem plificación................................................100 P a rte tercera SEMÁNTICA 111.1. Interpretaciones . 107 111.2. Denotación y satisfacción.............................................................................. 109 111.3. Interpretación y su stitución ...................................................................... 111 111.4. Satisfacibilidad, validez y co n secu en cia ................................................115 111.5. In d e p e n d e n c ia ..............................................................................................117 111.6. Ejercicios de prueba de in d ep en d en cia................................................119 111.7. Corrección semántica......................................................................................127 111.8. Consistencia y sa tisfa cib ilid a d ............................................................... 129 111.9. Completud s e m á n t ic a .............................................................................. 136 Bibliografía . 139 IN T R O D U C C IÓ N La cadena sonora que sale de nuestras bocas al hablar puede ser seg mentada de diversas maneras. De la mayoría de los segmentos no tendría sentido preguntar por el objeto o individuo al que se refieren o designan. No designan objeto alguno. A los segmentos de la cadena sonora que se refieren a algún objeto o individuo les llamamos designadores. Si en vez de analizar la cadena sonora analizamos textos escritos, nos encontraremos en una situación parecida. Podremos segmentar los textos (o sucesiones finitas de signos gráficos del alfabeto de que se trate, ampliado para abarcar los signos de puntuación y el espacio de separación) de muchas maneras. Algunos segmentos de texto designarán quizás algo o a alguien, y les llamaremos designadores. La mayoría no designan nada, no se refieren a nada. Hay muchos tipos de designadores. Uno de los más sencillos está cons tituido por los nombres. Todos conocemos ejemplos de nombres. Por ejemplo, “1”, “2”, “3 ”, “4 ”, “5”, “6” ... son nombres de números. “París”, “Roma”, “Barcelona”, “Reus”, “Sao Paulo”, “Yokohama”... son nombres de ciudades. “Pablo Picasso”, “An dró Gide”, “José María de Porcioles”, etc., son nombres de personas. “Marte”, “Tierra”, “Venus” ... son nombres de planetas. “R EN FE”, “UNESCO”, “ONU”, “NATO” ... son nombres de empresas u organiza ciones. Los nombres son —limitando ahora nuestra atención al lenguaje escri to— sucesiones de signos gráficos que designan algo — un número, una ciudad, una persona, un planeta, una empresa...— . En esto se comportan como el resto de los designadores, de los que se diferencian por ser gene ralmente más cortos, más sencillos, más unívocos, más independientes del contexto. Si digo: “yo he comido machacamoya”, “yo” actúa como designador, es un designador que se refiere a mí. Pero su referencia variará con el contexto, con la persona que pronuncie esa sentencia. Podría decir lo mismo, diciendo “Jesús Mosterín ha comido machacamoya”, utilizando el 1. Nombres 14 INTRODUCCION nombre “Jesús Mosterín”, cuya referencia permanecerá invariable, utilice la sentencia quien la utilice. En este caso, pues, aunque el nombre era más largo que el otro designador — el pronombre “yo" — , resultaba más unívoco, más independiente del contexto. Vamos a ir introduciendo un simbolismo sencillo para formalizar las expresiones lingüísticas que nos interesen. Así, en vez de los nombres del lenguaje ordinario, nosotros utilizaremos las primeras letras minúsculas del alfabeto latino: a, b, c, e, k, si es necesario con subíndices de diferenciación (íifl, di, d%, ..., etc.). Consideremos el texto: “Charles de Gaulle vive en París, que es la capital de Francia”. Podemos simbolizar a “de Gaulle” por a, “París” por b, y “Francia” por e, con lo que obtenemos: “a vive en b, que es la capital de e”. 2. Functores Los norfibres son designadores simples, en el sentido de que ninguna parte propia de ellos es a su vez un designador. Pero no todos los designa dores son así. Con frecuencia nos encontramos con designadores compuestos, designadores que pueden segmentarse en varias partes, algunas de las cuales son a su vez designadores. “El río que atraviesa la capital de Francia” es un designador, una expresión lingüística que se refiere a un objeto o individuo: el río Sena. “Sena” es su nombre, pero no la única expresión que lo designa. “La capital de Francia” es, una parte propia del designador citado y, a su vez, un designador, e incluso un designador compuesto también, pues una de sus partes, “Francia”, es ella misma un designador; un designador simple en este caso, es decir, un nombre. Hay algunas expresiones lingüísticas que, seguidas de un número deter minado de designadores, forman a su vez un designador. Estas expresiones se llaman functores. Un functor que, seguido de un designador de cierto tipo, forma un de signador, se llama functor monádico o monario. Así, hablando de personas, “la madre d e ...” es un functor monádico. Junto con los designadores perso nales “Pablo VI” o “Juan Ramón Jiménez” forma los designadores “la madre de Pablo VI” o “la madre de Juan Ramón Jiménez”. Hablando de números naturales, “...2” o “el siguiente d e ...” son functores monádicos. Junto con los designadores “3” o “4” forman los designadores “32” y “el siguiente de 3”, o “42” y “el siguiente de 4”. Un functor que necesita de dos designadores de un cierto tipo para formar un nuevo designador se llama functor diádico o binario. Así, hablan do de números naturales, “el máximo común divisor de... y...”, “el mínimo común múltiplo de... y...” son functores diádicos. SENTENCIAS 15 Junto con los dos designadores 7 y 5 forman los designadores “el m.c.d. de 7 y 5”, “el m.c.m. de 7 y 5”, “7 + 5”, “7 ■ 5”. Un functor que necesita de tres designadores para formar un nuevo designador se llama functor triádico o temario. En general, un functor que necesita de n (donde n es un número natural cualquiera) designadores para formar un nuevo designador se llama un functor n-ádico o n-ario. Obsérvese que los nombres señalan simplemente su objeto de referencia sin indicar nada acerca de él, mientras que los designadores compuestos (de un functor y otros designadores) señalan su objeto de referencia indi cando alguna relación en que ese objeto está con los otros objetos designa dos por los designadores componentes. Así, el nombre “9 ” no indica nada del objeto al que se refiere, mientras que su designador compuesto “32” indica que es el cuadrado de 3. Lo mismo puededecirse de “París” y “la capital de Francia”, etc. En nuestra simbolización, en vez de los functores del lenguaje ordinario, utilizaremos las siguientes letras minúsculas del alfabeto latino: f, g, 7i, si es necesario con subíndices de diferenciación (/0, fi, /2,---) etc.). Cuando lo creamos oportuno, indicaremos el número ádico o ario de un functor (es decir, el número de designadores que necesita para formar un nuevo desig nador) colocándolo en la parte superior derecha de la letra con que lo simbolicemos. Así, si “/ ” es un functor triádico y queremos indicarlo, escri biremos “f3”. Consideremos el texto: “El padre de Juan Sebastián Bach también era músico”. Podemos simbolizar al nombre “Juan Sebastián Bach” por o, y al functor “padre d e ...” por /, con lo que obtenemos, escribiendo delante el functor: “fa también era músico”. 3. Sentencias Un designador se refiere a algo. “El Sena”, lo mismo que “El río que atraviesa la capital de Francia”, se refiere al río Sena. Pero ¿qué sentido tendría preguntar si “el Sena” es verdadero o falso? Ninguno, evidente mente. De muchos de los segmentos en que podemos dividir la cadena sonora que sale de nuestras bocas o los textos escritos que salen de nuestra mano no podemos decir que sean verdaderos o falsos. Sólo de algunos. A éstos les llamamos sentencias. Una sentencia es una expresión lingüística de la que podemos decir que es verdadera o falsa, aunque no sepamos si es lo uno o lo otro. Así, por ejemplo, “París es la capital de Francia”, “5 + 5 = 12” y “Tengo unas ganas enormes de cantar” son sentencias. La verdad o false dad de las sentencias depende con frecuencia del contexto. “Ayer fui al cine” puede ser verdadera o falsa, según la persona que la diga y el día en que la diga. Nosotros nos interesaremos por sentencias que sean lo más 2 . — L Ó G I C A D E P R I M E R O R D E N 1 6 INTRODUCCION independientes posible del contexto, tales como muchas sentencias cientí ficas o notariales. Al decir “Ayer fui al cine” digo lo mismo que al decir “el día 8 de enero de 1969 jesús Mosterín fue al cine”, pero esta segunda sentencia es mucho más independiente del contexto que la primera. Hemos visto que podemos establecer una correspondencia entre desig- n adores del lenguaje y objetos del mundo. Algunos filósofos han buscado una correspondencia parecida para las sentencias, y han creído encontrarla en los hechos. Así como un nombre designa un objeto, una sentencia pre tendería describir un hecho. De una sentencia diríamos que es verdadera, si realmente describe un hecho; y que es falsa, en el caso contrario. 4. Relatores Habíamos visto que hay expresiones lingüísticas que, junto con un núme ro determinado de designadores, forman un nuevo designador. Las había mos llamado functores. Del mismo modo podemos observar que hay expre siones lingüísticas que, junto con un número determinado de designadores, forman una sentencia. Las llamaremos relatores. Un relator que, seguido de un designador de un cierto tipo, forma una sentencia se llama un relator monádico o monario. Así, hablando de perso nas, “... es bueno”, “... está enfermo”, ronca terriblemente”, vive en una casa de campo en las afueras de Amsterdam” son relatores moiuí- dicos. Junto con designadores tales como “Juan Peláez”, “el rey de Thai landia”, “el padre de Juan Peláez” y “el alcalde de Amsterdam”, forman sentencias tales como “Juan Peláez es bueno”, “el rey de Thailandia . está enfermo”, “el padre de Juan Peláez ronca terriblemente” y “el alcalde de Amsterdam vive en una casa de campo en las afueras de Amsterdam”. Un relator que necesita dos designadores para formar una sentencia se llama un relator diádico o binario. Así, hablando de personas “ ... ama a . . .”, y es mucho más alto que . . . ” son relatores diádicos. Junto con designadores tales como “Juan Peláez”, “la hija mayor del alcalde de Ams terdam”, “Julio Quebrantahuesos” y “el rey del Nepal”, forman sentencias tales como “Juan Peláez ama a la hija mayor del alcalde de Amsterdam” y “Julio Quebrantahuesos es mucho más alto que el rey del Nepal”. Un relator que necesita tres designadores para formar una sentencia se llama un relator triádico o ternario. Así, hablando de ciudades, " ... está situada entre ... y . . .” es un relator triádico. Junto con designadores tales como “Zaragoza”, “Madrid” y “Barcelona” forma sentencias tales como “Zaragoza está situada entre Madrid y Barcelona”. En general, un relator que necesita n designadores para formar una sentencia se llama un relator n-ádico o « ario. En nuestro simbolismo, emplearemos las letras mayúsculas del alfabeto latino H, P, Q, R, S para representar los relatores del lenguaje ordinario. CONECTORES 17 Sí es necesario, emplearemos subíndices de diferenciación : Po, Pi, P2, Cuando lo creamos oportuno, indicaremos el número ádico o ario de un relator (es decir, el número de designadores que necesita para formar una sentencia) colocándolo en la parte superior derecha de la letra con la que lo simbolicemos. Así, si R es un relator diádico y queremos indicarlo, escribiremos R*. Consideremos el texto: “Juan ama a su madre, pero no aguanta a doña Leovigilda”. Podemos simbolizar el nombre “Juan” por a, el nom bre “doña Leovigilda” por h, el functor “la madre de . . . ” por /, el relator ama a .. .” por P y el relator " ... aguanta a . . . ” por Q. Escribiendo el relator delante de los designadores con los que forma una sentencia, obte nemos : Paja, pero no Qab. ■5. Comedores Hay ciertas expresiones de las que no se puede decir que sean desig nadores o sentencias, pero que desempeñan un importante papel en la formación de sentencias compuestas a .partir de otras más simples. Éste es el caso, por ejemplo, de algunas de las partículas que los gramáticos llaman conjunciones: “y”, “o”, “no”, “pero”, “si ... entonces . . .”, etc. Estas partículas sirven, entre otras cosas, para determinar el valor de verdad (es decir, si es verdadera o falsa) de la sentencia compuesta en función de los valores de verdad de las sentencias simples que la componen. Así, una sentencia como “Juan duerme y Pedro estudia” será verdadera en el caso y sólo en el caso de que tanto la sentencia “Juan duerme” como la sentencia “Pedro estudia” lo sean. En nuestro simbolismo, utilizaremos el signo “~i” para representar la partícula “no” y otras de función parecida” tales como “ni”, “no es el caso que”, etc. Así, representaremos la sentencia “no Qab” por i Qab”. Para representar la partícula “y”, así como otras de función parecida, como “también”, “pero”, “igualmente”, “tanto ... como”, etc., utilizaremos el signo “a ”. A sí representaremos “Paja, pero no Qab” por “Pafa a —i Qab”. Al decir “de función parecida” en éste y en los otros párrafos, no hav que suponer ninguna concesión a la vaguedad. Puesto que los conectores sirven especialmente para determinar los valores de verdad de las senten cias compuestas, no nos interesan de ellos las connotaciones de otro orden que pudieran tener. Aunque “pero”, por ejemplo, se usa cuando hay una cierta oposición entre las dos sentencias que une, su contribución al valor de verdad de la sentencia compuesta resultante es la misma que la de “y” . Así: “Juan no viene hoy pero vendrá mañana” es verdadera en el caso y solamente en el caso en que lo sea “Juan no viene hoy y vendrá mañana”. La diferencia entre ambas sentencias es retórica,- no lógica. 18 INTRODUCCION Consideraciones semejantes pueden hacerse para las restantes partículas. La partícula “o” se utiliza al menos en dos sentidos, uno exclusivo (que excluye la verdad simultánea de las dos sentencias que conecta), como en “a estas horas ya le habrán aprobado o le habrán suspendido”, y otro no exclusivo (que no excluye la verdad simultánea de las dos sentencias que conecta), como “aprobarán los alumnos que hayan escrito un buen trabajo en casa o hayan hecho un buen examen”, “se requiere saber francés o inglés”, “todossus amigos son aficionados al cine o a la música”, etc. Repre sentaremos la partícula “o”, en su uso no exclusivo, mediante el signo “v ”. Así en vez de “Qab o no Qab”, escribiremos “Qab v —> Qab”. Para representar la expresión “si ..., entonces . . . ” u otras parecidas utilizaremos el signo Si A y B son dos sentencias, en vez de cual quiera de estas sentencias: si A, entonces B si A, B suponiendo que A, B B, si A B, a condición de que A A es una condición suficiente de B B es una condición necesaria de A escribiremos: “A —» B ”. Lo que queremos decir es que, siempre que A sea cierto, también lo será B. Para representar la expresión " ... si y sólo si . . . ” u otras parecidas utili zaremos el signo Si A y B son dos sentencias, en vez de A si y sólo si B A es una condición necesaria y suficiente de B si A, B, y si B, A, escribiremos: “A < ^ B ”. Lo que queremos decir es que A y B tienen el mismo valor de verdad, que las dos son ciertas o las dos son falsas. A estos signos: “ l, A, V, y a las expresiones lingüísticas por ellos representadas, les llamaremos conectares, porque sirven para conectar unas sentencias con otras (excepto ““ ó ), formando sentencias más complicadas a partir de otras más simples. Lo fundamental de los conectares es que determinan unívocamente el valor de verdad de la sentencia compuesta, por ellos conectada, en función de los valores de verdad de las sentencias componentes. Esto no ocurre VARIABLES. TERMINOS Y FORMULAS 19 siempre así con las expresiones del lenguaje ordinario. Pero nosotros sólo usaremos los nuevos signos aquí introducidos cuando esto ocúrra. “ i A será verdadero, si A es falso. En los demás casos, falso. A a B será verdadero, si tanto A como B son verdaderos. En los demás casos, falso. A v B será falso, si tanto A como B son falsos. En los demás casos, verdadero. A —» B será falso, si A es verdadero y B falso. En los demás casos, verdadero. A * > B será verdadero, tanto si A y B son los dos verdaderos, como si A y B son los dos falsos. En los demás casos, falso. 6. Variables Los matemáticos utilizan con frecuencia variables, sobre todo cuando quieren decir algo bastante general, como que la ecuación x + y = y + x siempre resulta satisfecha, cualesquiera que sean los números reales que pongamos en vez de las variables. En el lenguaje ordinario, los pronombres juegan con frecuencia el papel de variables. “Él ha sido el asesino”. ¿Él? ¿Quién? Es como decir: “x ha sido el asesino”. “Lo he visto con mis propios ojos”. ¿Lo? ¿Qué? Es como decir: “He visto x con mis propios ojos”. En realidad, a la hora de analizar textos del lenguaje ordinario y simbo lizarlos adecuadamente, nos daremos cuenta de que las variables constituyen un valioso recurso de simbolización. Como variables utilizaremos las últimas letras minúsculas del alfabeto latino: u, v, w, x, y, z. Si es necesario usare mos subíndices de diferenciación: x0, xu x2, X?.. ... 7 7. Términos y fórmulas Si en una sentencia sustituimos un designador por una variable (o va rios desígnadores por otras tantas variables), el resultado es lo que llamamos una fórmula abierta. Así, sustituyendo el designador “Juan” por la variable “x” en la senten cia “Juan ama a su prima”, obtenemos la fórmula abierta “x ama a su prima”. Del mismo modo, sustituyendo el designador “la madre de Luis” por “y” en la sentencia “la madre de Luis se pasa el día cosiendo”, obte nemos la fórmula abierta “y se pasa el día cosiendo”. Sustituyendo el 20 INTRODUCCIÓN designador “5 ” por “x” y el designador “7” por “y” éii la sentencia “5 7 > 10”, obtenemos la fórmula abierta “x-j- y ~ > 1 0 ”. Obsérvese que, mientras las sentencias son verdaderas o falsas, las fórmu las abiertas no son ni lo uno ni lo otro. “5 7 >• 10” es cierto, pero “x -f- y > 10” no es ni cierto ni falso. Si en un designador sustituimos un designador por una variable (o varios designadores por varias variables), el resultado es lo que llamamos un término abierto. Así, sustituyendo el designador “Luis” por la variable “x” en el desig nador “la madre de Luis”, obtenemos el ténnino abierto “la madre de x”. De igual modo, sustituyendo “el último rey de Francia” por “z” en el desig nador “la cabeza del último rey de Francia”, obtenemos el término abierto “la cabeza de z”. Y sustituyendo el designador “8 ” por “x” y el designador “9” por “y” en “(8 -f- 9)2”, obtenemos el término abierto “(x -f- y)2”. Obsérvese aquí también que, mientras los designadores designan o se refieren a un individuo u objeto determinado, los términos abiertos no se refieren a individuo u objeto alguno. Así, por ejemplo, “(8 -f- 9)2” designa al número 289, pero “(x - f - y)2” no designa número alguno. De ahora en adelante, llamaremos fórmulas tanto a las fórmulas abier tas como a las sentencias. Y llamaremos términos tanto a los términos abier tos como a los designadores. Según la terminología que hemos adoptado, “El padre de Enrique es amigo del alcalde de Reus” es una fórmula y, en especial, una sentencia. “x es amigo de y” es una fórmula y, en especial, una fórmula abierta. “Madrid es la capital de España” es una fórmula y, en especial, una senten cia (en este caso, verdadera). “5 -j- x = 10” es una fórmula y, en especial, una fórmula abierta (ni verdadera ni falsa). “La capital de Francia” es un término y, en especial, un designador (que designa París). “El padre de Fe lipe II de España” es un término y, en especial, un designador (que designa a Carlos I de España). “5 -j- 6 ” es un término y, en especial, un designador (que designa al número 11). “La capital de x”, “el padre de z” y “5 -f- y” son términos y, en especial, son términos abiertos, que no designan objeto alguno. El siguiente cuadro resume lo dicho: abierto término < [ designador (designa un objeto o individuo) fórmula CUANTIFICADORES 2 1 8. Cuantificadores A veces nos encontramos con expresiones lingüísticas que nos sirven para decir algo de todos los objetos de una clase determinada. Por ejemplo, la expresión “todos los” en “todos los chinos aman a Mao”, o la expresión “cada” en “cada uno tiene sus gustos”, o la expresión “el” en “el hombre es un mamífero”. Otras expresiones nos sirven para decir algo de algunos objetos de una clase determinada, para afirmar que en esa clase hay al menos un objeto que cumple lo que se dice. Por ejemplo, la expresión “unos” en “unos tipos sospechosos me seguían”, o la expresión “algunos” en “algunos chinos aman a Liu Chao-chi”, o la expresión “hay” en “hay personas que pesan más de 120 kg”. A todas estas expresiones las llama remos cuantificadores. A las primeras (“todo”, “cada”, “el” ...), cuantifica dores universales, alas segundas (“algún”, “unos”, “hay”, ...), cuantificado res particulares. Al cuantificador universal lo representaremos por “A ”, al particular por “V ”. Después del cuantificador escribiremos siempre una variable, a la que llamaremos variable cuantificada: Ax, Ay, Vz, \/w ... A partir de fórmulas abiertas podemos construir fórmulas cuantificadas, anteponiendo cuantificadores, seguidos cada uno de una variable. Si digo “todos mis amigos son gentes de fiar” quiero decir que, de cualquier x, se puede afirmar la fórmula abierta: si x es amigo mío, entonces x es de fiar es decir, x es amigo rnío —> x es de fiar. Para simbolizar enteramente la sentencia “todos mis amigos son gente de fiar”, he de añadir el cuantificador universal: Ax (x es amigo mío —» x es de fiar). O, simbolizando los relatores “... es amigo mío” y “... es de fiar” por “P” v “Q”, respectivamente: Ax (Px -» Qx). Obsérvese que, desde el punto de vista gráfico, el cuantificador univer sal, A, es como un conyuntor más grande, mientras que el cuantificador particular, V, parece un disyuntor de gran tamaño. También a nivel intui tivo existe una semejanza funcional entre estos dos pares ds signos. En efecto, si tomamos una clase finita como ámbito de referencia, entonces la cuantificaciónuniversal equivale a una conyunción repetida, mientras que la cuantificación particular es como una disyunción iterada. 0 9 INTRODUCCIÓN Así, por ejemplo, si en un club sólo hay tres socios: Juan, Pedro y Enri que, decir “todos los socios spn honrados” equivale a decir “Juan es honrado y Pedro es honrado y Enrique es honrado”; y decir “algún socio es un ladrón” equivale a decir “Juan es un ladrón o Pedro es un ladrón o Enrique es un ladrón”. Simbolizando “Juan” por a, “Pedro” por b y “Enrique” por c, el relator " ... es honrado” por H y “ ...e s un ladrón” por L, y convi niendo que nuestras variables se refieren a socios del club, tenemos que Ax Hx equivale a Ha a H '> a He Vx Lx equivale a La v Lb v Le Claro está que esto sólo ocurre, como ya hemos indicado, en el caso de que hablemos de una clase finita, como la de los miembros de un club. En el caso de clases infinitas, como la de los números naturales, la cuantifica- ción es insustituible. Si queremos decir que todos los números naturales poseen una determinada propiedad P, podemos escribir: A xPx Pero si quisiéramos escribirlo como conyunción repetida P1 a P2 a P3 a P4 a P5 a P6 a P7 a . . . no podríamos, pues no acabaríamos nunca de escribir esa conyunción. 9. Descripciones A veces nos referimos a un individuo indicando una característica que sólo él posee, caracterizándolo, describiéndolo unívocamente. La expresión lingüística que empleamos para ello es un designador, pues designa un individuo. Pero es un designador un tanto peculiar. Consideremos la fórmula abierta x mató a Robert Kennedy Supongamos que Robert Kennedy fue asesinado por una sola persona. En ese caso, la fórmula abierta que acabamos de escribir caracteriza o des cribe unívocamente a un individuo: al asesino de Robert Kennedy, al que mató a Robert Kennedy, al x tal que x mató a Robert Kennedy. Para simbolizar las caracterizaciones o descripciones unívocas de un individuo, introducimos el signo “i” (la iota griega), al que llamaremos el descriptor. El descriptor, como los cuantificadores, siempre va seguido de una variable. El designador “el que mató a Robert Kennedy” será simbolizado así: tx x mató a Robert Kennedy DESCRIPCIONES 23 o, más completamente, simbolizando el relator “...m ató a .. .” por M, y el nombre “Robert Kennedy”por k: ix Mxk Si simbolizamos el relator monódico " .. . es habitante de Barcelona” por H y el relator diádico “... es más anciano que . . .” por M, podemos simbolizar el designador “el más anciano habitante de Barcelona” por: ix (Hx a ~iV i/ (Hy a Myx)) que, en lectura detallada, dice: el x tal que: x es habitante de Barcelona y no hay ningún habi tante de Barcelona que sea más anciano que él. Hagamos que nuestras variables se refieran a números naturales, sim bolicemos el relator diádico " ... es divisor de . . .” por “ ” y el predicado diádico " ... es menor o igual que . . .” por “<T\ Podemos simbolizar el designador “el máximo común divisor de n y m” por: ix (x|n a x|nt a A y (¡/¡n a y m — < * ) ) que en lectura detallada, dice: el x tal que: x es divisor de n y de m, y cualquier otro número que es divisor de n y de m es menor o igual que él. “El menor número natural” se simbolizaría: tx Ay x < ¡y “El mayor número natural” sería ix A y y <1 x Ahora bien, mientras todos sabemos que el 0 es el menor número natu ral, el mayor no existe. La expresión “el mayor número natural” no describe unívocamente objeto alguno, no caracteriza a objeto alguno, aunque por su forma sea una caracterización. En el mismo caso están expresiones tales como “el actual rey de Francia”, “el hijo menor de Fulano” (donde Fulano no tiene hijos), etc. Ante estas caracterizaciones engañosas o descripciones impropias cabe tomar dos caminos por lo menos. Uno consiste en excluirlas del lenguaje, no admitirlas como términos (es el camino de Hilbert). Otro consiste en atribuirles una designación arbitraria, la misma para todas ellas. Cada descripción propia designaría su objeto unívocamente descrito, mientras que todas las descripciones impropias designarían un mismo objeto, arbi trariamente elegido por el hablante. Este camino resulta un tanto sofisticado 24 INTRODUCCIÓN v artificioso, pero tiene muy ciaras ventajas técnicas a la hora de forma lizar, Es el camino seguido por Frege y Camap y el que seguiremos noso tros aquí. 10. Paréntesis Las mismas palabras, colocadas en el mismo orden, pueden dar lugar a sentencias distintas, según las pausas que hagamos al pronunciarlas o los signos de puntuación que empleemos al escribirlas. Si, refiriéndonos a nues tro amigo John, decimos: “John habla en francés, o John habla en inglés y Pedro no le entiende”, damos a entender que Pedro no entiende el inglés, pero posiblemente sí el francés. Al decir: “John habla en francés o John habla en inglés, y Pedro no le entiende”, queremos más bien indicar que Pedro no entiende ni el francés ni el inglés, que son los idiomas que habla nuestro amigo, por lo que en cualquier caso no le entiende. Tratemos de formalizar estas dos sentencias, usando “H ” para “... habla francés”, “N ” para " ... habla inglés”, “E ” para “... entiende a . . .”, “a” para nuestro amigo “John” y “b ” para “Pedro”. Las dos sentencias arriba citadas podrían formalizarse de momento así: Ha v Na a ~i Eba Ahora bien, una de esas sentencias podría ser falsa y la otra verdadera. No pueden ser formalizadas de la misma manera. Al pronunciarlas, marcá bamos la diferencia mediante las pausas; al escribirlas, mediante las comas; al formalizarlas, marcaremos la diferencia mediante la distinta colocación de los paréntesis. Ha v (Na a —i Eba) (Ha v Na) a ~ i Eba serán la correcta formalización de la primera y la segunda sentencia, res pectivamente. Los paréntesis son al lenguaje formalizado lo que las pausas al lenguaje hablado y los signos de puntuación al lenguaje escrito normal. Los paréntesis se emplean mucho en la matemática. No es lo mismo 8 - ( - 7 - 5 que (8 -|~ 7) ■ 5 8 - ( - 7 - 5 es 43, mientras que (8 -(-7)-5 es 75. Tampoco es lo mismo 5 -|- 7"x -|- y que (5 -(- 7)2(x -|~ y). También en el lenguaje formal de la lógica los paréntesis están a la orden del día. Los paréntesis nos sirven para indicar hasta dónde llega el efecto de un cuantificador o de un descriptor. Supongamos que núes- FOBMALIZ ACION 25 tras variables se refieren a personas, “S” representa a " ... es sueco” y “E ” a es europeo”. “Si todos los hombres son suecos, x será un europeo” es una fórmula abierta y se formaliza así: AxSx —> Ex “Todos los suecos son europeos” es una sentencia y se formaliza asi: Ax(Sx —» Ex) La diferencia se indica, pues, únicamente por la colocación de los pa réntesis. Si nuestras variables se refieren a números naturales (0, 1, 2, 3, ..., etc.) y M representa a " ... es menor que . . .”, formalizaremos la descripción “el número natural menor que el 1” (que designa al 0) por ixMxl. Para formalizar la descripción “el número natural menor que el 2 y mayor que el 0” (que designa al 1) hemos de hacer uso de los paréntesis: ix (Mx2 a MOx). Si no lo hiciésemos, esto es, si escribiésemos llanamente: tx Mx2 a MOx, no sólo no conseguiríamos decir lo mismo, sino que, por añadidura, no diríamos nada. En efecto: la fila de signos anterior a “a ” es un término, mientras que la posterior es una fórmula, y sucede que los conectores han sido introducidos para unir precisamente dos fórmulas. (Por otra parte ‘\xMx2” no designa objeto alguno: no hay solamente un número natural menor que 2.) 11. Formalización Formalizar las expresiones del lenguaje ordinario significa simbolizarlas de acuerdo con las normas hasta ahora expuestas. Para formalizar unas expresiones hay que empezar por analizarlas, es decir, por ver si son sentencias, designadores, etc., y cuáles son sus componentes. A continua ción hay que indagar cuáles son los nombres, functores y relatores distintos que en ellas aparecen, asignandouna letra distinta correspondiente a cada uno de ellos. Finalmente, y por medio de ios siglos lógicos (conectores, cuantificadores y descriptor), las variables y los paréntesis, hay que tradu cir simbólicamente la estructura de las expresiones de que partimos. 26 INTRODUCCIÓN Pongamos varios ejemplos numéricos. Supongamos que nuestras varia bles se refieren a números naturales y simbolicemos los relatores monádi- cos " ... es par” y es impar” por “P” y “Q” respectivamente, el relator diádico " ... es menor que . . .” por “< ” y el functor monádico “el siguiente de . . . ” por “Hay por lo menos un número par menor que tres” lo simbolizare mos por \/x(Px A X < 3) “Hay a lo sumo un número par menor que tres” por A xy(Px APy A X < 3 A t j < 3 - > x = y) “Hay exactamente un número par menor que tres”, que equivale a las dos sentencias anteriores, juntas, puede simbolizarse uniendo sus simboliza ciones respectivas: \/x(Px a x < 3) a A xy(Px a P(/a x < 3 a ( / < 3 - > i = y) o, más brevemente, \/x(Px a x < 3 a Ay(Py a y < 3 -> x = y)) “El número siguiente de cualquier número par es impar” se conver tirá en Ax(Px -> Qfx) “El número siguiente de cuatro es cinco” será f4 = . 5 La silogística aristotélica, que es la teoría lógica más antigua, sólo se ocupa de sentencias de 4 tipos muy determinados: del tipo a: “todos los A son B”; del tipo i: “algún A es B ”; del tipo e: “ningún A es B” y del tipo o: “algún A no es B”, donde A y B son relatores monádicos. Nosotros sim bolizaríamos estas sentencias así: tipo a: Ax(Ax-+Bx) tipo i: Vx(Ax a Bx) tipo e : Ax(Ax -> Bx) tipo o: Vx(Ax a Bx) Así, por ejemplo, si nuestras variables se refieren a hombres, y las letras G, E y M representan los relatores monádicos “... es griego”, " ... es europeo” y " ... es mortal”, respectivamente, podemos simbolizar “todos los griegos son mortales” como Ax(Gx -» Mx) FORMALISMOS. LENGUAJE Y METALENGUAJE 27 “ningún griego es mortal” como Ax(Gx —i Mi) “algunos europeos son griegos” como \/x(Ex a Gx) y “algunos europeos no son griegos” como \/x(Ex a - i Gx). 12. Formalismos Podemos llegar a determinadas fórmulas o términos simbólicos como resultado de un proceso de formalización de textos del lenguaje ordinario, movidos, por ejemplo, por el deseo de aclarar o controlar una determinada argumentación. Pero también podemos interesarnos por las posibilidades que hay de construir términos y fórmulas a partir de determinados signos, con inde pendencia del lenguaje ordinario. Podemos definir propiedades de fórmulas y relaciones entre fórmulas. Podemos, en una palabra, interesarnos por los formalismos. Un formalismo no es sino eso: un conjunto de signos y de determinadas combinaciones de esos signos. Aquí vamos a considerar un tipo peculiar de formalismos: los de primer orden. Todos los formalismos de primer orden tienen ciertos signos comunes: los conectores, los cuantificadores, el descriptor, el relator diádico de igual dad, “= ”, y las variables. Pero unos formalismos se diferencian de otros en los distintos nombres, functores y relatores que poseen. Un formalismo es, en principio, un mero juego de signos y de combina ciones de signos, desprovisto de toda significación. Sin embargo, podemos interpretar un formalismo, cuando así nos interesa, atribuyendo significados a sus signos. Un formalismo así interpretado se convierte en un lenguaje formal. Claro que un mismo formalismo es susceptible de ser interpretado de muy diversas maneras, dando lugar a diferentes lenguajes formales. En la sintaxis estudiaremos los formalismos con independencia de toda interpretación. El estudio de las interpretaciones será objeto de la se mántica. 13. Lenguaje y metalenguaje Cuando un grupo de españoles vamos a clase de latín, el profesor nos habla en español acerca del latín. Utiliza la lengua española para hablar nos de la lengua latina. En ese sentido decimos que el español está siendo 2 8 INTRODUCCIÓN usado como metalenguaje para el estudio adecuado del latín, que es el lenguaje-objeto. Los formalismos son susceptibles de ser interpretados y, por tanto, de convertirse en lenguajes: lenguajes formales. Pero su estudio ha de reali zarse desde otro lenguaje que, respecto a ellos, es un metalenguaje. En este libro estudiaremos los formalismos —o lenguaje-objeto— utilizando como metalenguaje el castellano, o, mejor dicho, el castellano enriquecido con determinadas expresiones matemáticas y determinados signos ad hoc que iremos introduciendo. Hasta aquí hemos introducido una serie de conceptos de un modo intui tivo e insatisfactorio. Con ello espero haber conseguido lo que pretendía: que una serie de palabrotas técnicas empiecen a “sonarle” al lector. Tan pronto como pase al primer capítulo, es de esperar que el lector olvide lo leído en la introducción y se quede con las definiciones más precisas que de aquí en adelante encontrará. PARTE PRIMERA SINTAXIS: GRAMATICA DE LOS FORMALISMOS 1.1. Signos comunes a todos los formalismos El alfabeto de cada formalismo está constituido por dos clases de signos: los signos comunes a todos los formalismos y los signos peculia res de él. Los signos comunes a todos los formalismos son las variables, los signos lógicos y el igualador. Las variables constituyen un conjunto infinito recursivamente nume rable de signos distintos. Es decir, hay tantas variables como números natu rales. A cada variable corresponde un número natural distinto, al que lla mamos su índice. Así podemos hablar de la primera variable (o variable de índice 1), de la segunda variable (o variable de índice 2), ... de la n-ésima variable (o variable de índice n), etc. Inversamente, a cada número natural corresponde una variable: la que tiene ese número como índice. Variables distintas tienen índices distintos y una sola variable tiene un solo índice. Las variables pueden tener cualquier forma gráfica compatible con las anteriores exigencias. Por ejemplo, podrían tener la forma de cruces segui das de palotes (el número de palotes indicaría el índice) o de círculos con un número en su interior (donde el número en el interior de cada círculo indicaría el índice), etc. La forma concreta que tengan las variables nos resulta indiferente, pues nosotros no las usaremos, sino únicamente las mencionaremos. Para refe rirnos indistintamente a variables, introducimos como metavariables las primera variable ¢( segunda ” ¢( tercera * cuarta * © © 3 . — - L O G I C A DE P R I M E R O R D E N 32 SINTAXIS: GRAMÁTICA DE LOS FORMALISMOS últimas letras minúsculas del abecedario latino (provistas, cuando sea nece sario, de subíndices de diferenciación): u, v, w, x, y, z, un, uu ti2, th„ ü2, V3, Los signos lógicos son 8: 5 conectares, 2 cuantificadores y 1 descriptor. Constituyen, pues, un conjunto finito, disjunto con el de las variables. Es decir, no hay signos comunes, cada signo lógico es distinto de los demás y de cada una de las variables. Como estos signos son pocos, podemos darles nombres. A cada uno de los 5 conectares le llamaremos respectivamente: negador, conyuntor, disyuntor, condicionador y bicondicionador. A los cuantificadores les lla maremos universal o generalizador y existencial o particularizador, respec tivamente. Al descriptor le seguiremos llamando así. Los signos lógicos pueden tener cualquier forma gráfica compatible con las anteriores exigencias. Por ejemplo, el negador podría tener la forma de una pirámide roja o de una locomotora o de una golondrina. La forma concreta que tengan los signos lógicos nos resulta indiferente, pues nosotros no los usaremos, sino únicamente los mencionaremos. Así nos ahorramos el tener que estar escribiendo constantemente los signos entre comillas. Para referimos distintamente a los signos lógicos, introducimos como metanombres los siguientes signos: “ 1 como nombre para el negador \ A como nombre para el conyuntor j V como nombre para el disyuntor , conectores—> como nombre para el condicionador \ como nombre para el bicondicionador A como nombre para el generalizador \ piiQriHíípílílnrpQ V como nombre para el particularizador j LLtuiilJilLuvtUl vo t como nombre para el descriptor El igualador, finalmente, puede tener cualquier forma gráfica, con tal de que sea diferente de la de los demás signos. Tampoco usaremos el igualador, sino que únicamente lo mencionaremos. Para rei 'rirno.s distintamente al igualador introducimos como metanombre el signo El igualador es lo que llamaremos en 2. un relator diádico. Pero lo intro ducimos aquí, porque es el único relator común a todos los formalismos aquí considerados. 1.2. Signos peculiares de un formalismo Los alfabetos de cada formalismo se parecen en sus signos comunes, que acabamos de ver, y que son los mismos para todos ellos. Y se diferencian por sus signos peculiares, distintos en cada uno. SIGNOS PECULIARES DE UN FORMALISMO 33 Los signos peculiares son las constantes individuales, los funetores y los relatores. El número de ellos es variable, según los formalismos. Puede haber desde ninguno hasta una cantidad infinita numerable. fin formalismo determinado puede no tener ninguna constante indivi dual, o tener una, o dos, o tres, ..., etc., hasta un número infinito numerable de ellas. Para cada número natural n (n > 1), un formalismo determinado puede no tener ningún functor n-ádieo, o tener un funetor n-ádico, o tener dos, 0 tres, ..., etc., hasta un número infinito numerable de ellos. Igualmente, para cada número natural n (n > 1), un formalismo deter minado puede no tener ningún relator n-ádico, o tener uno, dos, tres, etc., relatores n-ádicos y hasta llegar a tener un número infinito numerable de ellos. (De todos modos, para n = 2, es seguro que cada formalismo tiene al menos un relator diádico: el igualador). Si un formalismo determinado tiene constantes individuales, éstas han de poseer un índice o estar numeradas. Ha de poder hablarse de la pri mera constante individual, de la segunda, etc. Y lo mismo puede decirse de los funetores o relatores n-ádicos, caso de que los haya. También entonces ha de poder hablarse del primero, segundo, tercero, etc., funetor o relator n-ádico. Pero mientras que las constantes individuales de un formalismo vienen caracterizadas sólo por un número: su índice, los funetores y rela tores vienen caracterizados por dos: su número ádico y su índice. Todos estos conjuntos de signos peculiares (de constantes individuales, de funetores n-ádicos, y de relatores n-ádicos para cada número n) han de ser disjuntos entre sí y con el conjunto de los signos lógicos y las variables. Es decir, todos los signos han de ser distintos entre sí. Los signos peculiares de un formalismo pueden tener cualquier forma gráfica compatible con las anteriores exigencias. Sin embargo, tampoco aquí necesitamos preocuparnos por ella. La forma concreta que tengan los signos peculiares nos resulta indife rente, pues no vamos a usarlos, sino únicamente a mencionarlos. Para re- 1 crirnos indistintamente a constantes individuales de un formalismo, intro ducimos como metavariables las primeras letras minúsculas del alfabeto latino (provistas, cuando sea necesario, de subíndices de diferenciación): a, b, c, ..., a0, au a-2, ..., b0, bu b2, ..., c„, cu c2, ... Para referirnos indistintamente a funetores n-ádicos de un formalismo, introducimos como metavariables las letras f y h cubiertas de un sobre índice n (y provistas, cuando sea necesario, de un subíndice de diferen ciación): /", hn, f" f ’y ..., /i“, hnv /i;;, ... Para referirnos indistintamente a relatores n-ádicos de un formalismo, in troducimos como metavariables las letras mayúsculas P, Q, R, S, cubiertas de un sobreíndice n (y provistas, cuando sea necesario, de un subíndice de di ferenciación): Pn,Q n ñ«, S”, ..., P“, P", P” ..., Qj. ()«, ()«, ... (Recuérdese 34 SINTAXIS: GRAMÁTICA DE LOS FORMALISMOS que para referirnos distintamente al especial relator diádico que es el igualador usamos el signo Cuando el número ádico de un functor o relator esté claro por el contexto, dejaremos de lado el sobreíndice n. Al conjunto de los signos comunes a todos los formalismos más los pecu liares de un formalismo determinado le llamamos el alfabeto de ese forma lismo. 1.3. Filas de signos 3.1. Cada formalismo tiene su alfabeto. Al resultado de escribir signos de ese alfabeto unos a continuación de otros (y con tantas repeticiones como se quiera) le llamamos una fila de signos de ese formalismo. Así, pues, una fila de signos es una sucesión finita y no vacía de signos, con posibles repeticiones. 3.2. También podemos definir las filas de signos desde un punto de vista combinatorio. Dado un formalismo ü?, para cada número natural n podemos llamar Z™ al conjunto de las variaciones con repetición de n ele mentos del alfabeto de ü?. Entonces podemos definir al conjunto de las filas de signos de Jz?, Z.z, del siguiente modo: = u z” n ~ 1 3.3. Para referirnos indistintamente a filas de signos de un formalismo introducimos la metavariable “£” (provista de subíndices de diferenciación, cuando sea necesario): £, £0, £i, £2, ... 3.4. La longitud de una fila de signos es el número de signos de que consta. Abreviando “la longitud de la fila de signos £” por “long (£)” y haciendo uso de la terminología de 3.2 podemos también establecer: long (£) = n si y sólo si £ e Ẑ , 3.5. La yuxtaposición o concatenación de dos filas de signos £1 y £2 es la fila de signos que resulta de escribir la segunda inmediatamente a conti nuación de la primera: £1 £2. Siempre ocurre: long (£x £2) = long (£: ) -f- long (£2). 3.6. Decimos que las filas de signos £1 y £2 son idénticas cuando son la misma fila de signos, es decir, cuando £1 y £2 tienen igual longitud y en cada lugar correspondiente aparece el mismo signo. Introducimos en el metalenguaje el signo “= ” para indicar la identidad de filas de signos. Mediante “ £1 = £2” indicaremos que las filas de signos £1 y £2 son idénticas. TÉRMINOS Y FÓRMULAS 35 1.4. Términos y fórmulas 4.1. De entre las filas de signos de un formalismo hay algunas que merecen nuestra especial atención. Se trata de las expresiones del formalis mo, es decir, los términos y las fórmulas. He aquí una definición constructiva simultánea de los términos y las fórmulas de un formalismo cualquiera 88. 1. ° Cualquier variable es un término de 88. 2. ° Cualquier constante individual de Jz? es un término de 88. 3. ° Si ¡b, ..., í» son términos de 88 y fn es un functor de Jz?, entonces fn ¡¡!, ..., Zn es un término de 58. 4. " Si ¡h, ...y'C.n son términos de 88 y Pn es un relator de 88, entonces i, es una fórmula de iz?. (En especial, si £i y ¡fe son tér minos de 88, = ¡¡i ¡fe es una fórmula de 8 8 ) 5. " Si £ es una fórmula de 88, entonces —i ’í, es una fórmula de 88. 6. ° Si ¡fe y ¡fe son fórmulas de ü?, entonces a ¡fe ¡fe, v ¡fe ¡fe, -> £i £2 y ¡fe ¡fe son fórmulas de 88. 7. ° Si C es una fórmula de 88, entonces (para cualquier variable x) Ax £ y V i í son fórmulas de 88. 8. ° Si £ es una fórmula de 88, entonces (para cualquier variable x) tx £ es un término de 88. Términos y fórmulas de 88 son todas y solas las filas de signos de 88 que como tales quedan caracterizadas por estas 8 reglas. Las expresiones de 88 son las filas de signos que son términos de 88 o fórmulas de 88. 4.2. Para referimos indistintamente a expresiones de un formalismo in troducimos como metavariable la letra griega “8 ” (provista, cuando sea preciso, de subíndices de diferenciación): -8, 8 0, -Si, -S2, ... Para referirnos indistintamente a términos de un formalismo introduci mos como metavariable la letra latina “t”, (provista, cuando sea necesario, de subíndices de diferenciación): t, fe, fe, f2, ... Para referimos indistintamente a fórmulas de un formalismo introduci mos como metavariables las letras minúsculas griegas “a”, “/3”, “y”, “8”, (provistas, cuando sea preciso,de subíndices de diferenciación): a, /3, T, 3, <f, “o, «1, «2, «3, •••, /3o, /3i, /32, ... Para referirnos indistintamente a conjuntos de fórmulas introducimos como metavariables las letras mayúsculas griegas ‘T ” y “A” (provistas, cuando sea necesario, de subíndices de diferenciación): F, A, Fo, Fj, r 2, ..., A0, Ai, a2, ... 36 SINTAXIS: DRAMÁTICA DE LOS FORMALISMOS 4.3. Según se desprende de la definición 4.1, todo término comienza por una variable, una constante individual, un functor o un descriptor. Un término se llama variable, constante individual, término functorial o descripción, según que su primer signo sea una variable, una constante individual, un functor o un descriptor, respectivamente. Las variables y las constantes individuales son términos simples (constan de un solo signo). Los términos functoriales y las descripciones son términos compuestos (constan de varios signos). Respecto a cada término, es decidible si se trata de una variable, una constante individual, un término functorial o una descripción. Basta con ver si el primer signo del término es uña variable, una constante individual, un functor o un descriptor. 4.4. Según se desprende de la definición 4.1, toda fórmula comienza por un relator o por un signo lógico distinto del descriptor. Una fórmula se llama predicativa, negación, conyunción, disyunción, condicional, bicon- dicional, generalización o particularización, según que su primer signo sea un relator, el negador, el conyuntor, el disyuntor, el condicionador, el bieon- dicionador, el generalizador o el particularizado!', respectivamente. Respecto a cada fórmula fes decidible si se trata de una fórmula predi cativa, negación, conyunción, disyunción, condicional, bicondicional, genera lización o particularización. Basta con ver si el primer signo de la fórmula es un relator, un negador, un conyuntor, un disyuntor, un condicionador, un bicondicionador, un generalizador o un particularizador. El igualador es un relator diádico. Por tanto, una fórmula que empiece por el igualador será una fórmula predicativa. Una fórmula predicativa cuvo primer signo es el igualador se llama una ecuación. 4.5. ¿Cuántos términos hay en un formalismo? Siempre hav un número infinito numerable de términos. En efecto, por lo menos hay un número infinito numerable, pues todas las variables son términos y hay un número infinito numerable de variables. A lo sumo hay un número infinito numerable de términos, pues todos los términos son filas de signos y sólo hay un número infinito numerable de filas de signos, ya que éstas son variaciones con repetición de elementos del alfabeto, éste es infinito numerable y sólo hay un número infinito numera ble de variaciones con repetición de elementos de un conjunto infinito numerable. Por tanto, hay un número infinito numerable de términos. ¿Cuántas fórmulas hay en un formalismo? Siempre hay un número infi nito numerable de fórmulas. Esto se puede probar con consideraciones parecidas a las del caso anterior. INDUCCIÓN SEMIÓTICA 37 1.5. Inducción semiótica 5.1. El conjunto de los números naturales es infinito numerable. Si qui siéramos probar algo para todos los números naturales (por ejemplo, que todos ellos tienen una propiedad ¡P), no tendría sentido que tratásemos de probarlo para cada número por separado, uno después de' otro, pues no acabaríamos nunca. ¿Qué haríamos? Procederíamos inductiva o recursiva mente, presentando una prueba por inducción o recursión, es decir, proban do lo que queríamos probar para 0 y, suponiendo que ya lo hubiésemos probado para un número cualquiera n, probándolo para n 1. Este tipo de pruebas se basan en el principio de la inducción aritmética: . i (1) 0 tiene la propiedad ¡P j :>1 ( (2) si n tiene ¿P, entonces n -f- 1 también tiene ¿P \ entonces: todo número natural n tiene la propiedad ¡P El mismo problema se nos plantea con las expresiones de un forma lismo. También ellas constituyen un conjunto infinito numerable. También aquí nos resultaría imposible probar algo para todas las expresiones de un formalismo (por ejemplo, que todos los términos tienen la propiedad ¿P, y todas las fórmulas tienen la propiedad £P2) procediendo a probarlo por separado de cada una de ellas. ¿Qué podemos hacer? Lo mismo que en la aritmética: proceder por inducción, probarlo por una prueba inductiva o recursivá. Y así como las pruebas aritméticas por inducción se basaban en el principio de inducción aritmética, así también las pruebas por inducción de las que hablamos se basan en un principio o teorema de inducción semiótica. 5.2. En lo que sigue entiéndase “constante individual”, “término”, “fórmula”, “P”, etc., como “constante individual del formalismo ¿z?”, “término del formalismo “fórmula del formalismo JS?”, “functor f dei formalismo Ü?”, “relator P del formalismo *£’\ etc. 5.3. Teorema de la inducción semiótica: si / entonces (1) toda variable x tiene la propiedad ¿Px (2) toda constante individual tiene la propiedad £P\ (3) si tu ..., f„ tienen ¿P¡, también jnti, ..., í,. tiene £Pi (4) si ti, ..., t„ tienen ¿Ply entonces P” tu ..., í„ tiene ¡P2 (5) si a tiene £P->, también —i a tiene tP-i (6) si a y p tienen tam bién a <x ¡ i , v a /3, —»■ a ¡3, a /3 tienen Sfi-¿ (7) si x tiene y a tiene Ax a, V x <x tienen (8) si a tiene £P2, ix a tiene tPi (a) todo término tiene (b ) toda fórmula tiene 38 SINTAXIS: GRAMÁTICA DE LOS FORMALISMOS 5.4. Demostración del teorema de la inducción semiótica. En esta de mostración damos por sentada la validez del principio de inducción arit mética, que aquí utilizaremos en la siguiente versión: Si algo vale para cualquier número natural m suponiendo que valga para todos los números menores que m, entonces eso vale para todos los números naturales. A continuación procedemos a demostrar 5.3 por inducción aritmética sobre la longitud de las expresiones. Toda expresión, como fila de signos que es, tiene una longitud deter minada. Probaremos que para cualquier número natural m el teorema vale para toda expresión de longitud m, suponiendo que ya valga para las de longitud menor. Con ello quedará probado que el teorema vale para todas las expresiones. 9 \ y AL sean propiedades que reúnen las condiciones (1), (2), ..., (8) requeridas por el teorema. ■8 sea una expresión cualquiera de longitud m. El teorema esté ya probado para todas las expresiones de longitud menor que m (supuesto inductivo). Tesis: ó tiene la propiedad 9 \ (si $ es un término) o la propiedad AL (si ó es una fórmula). La tesis puede ser demostrada examinando los casos posibles. ó = x. Entonces, ó tiene 9 \ , por (1). ó = a. Entonces, ó tiene 9 i , por (2). •$ = /” f'i,..., f„. Entonces, fi, tienen 9 i (por el supuesto inductivo, ya que long (t¡) < long (fntu ..., tn) para l < Z i 9 n). Luego ó tiene 9 i , por (3). ■^=Pntu . . . ,f„. Entonces, tx, . . . , f2 tienen 9 \ (por el supuesto inductivo, ya que long (t¡) < long (Pntu . . . , tn) para l < t < n ) . Luego ó tiene 9->, por (4). ■S = —i a. Entonces, a tiene 9 2 (por el supuesto inductivo, ya que long (a) < long (“ i a)). Luego ó tiene AL, por (5). •S = a a /3. Entonces, a tiene 9 2 y P tiene 9 2 (por el supuesto inductivo, ya que long (a ) < long (a a /3) y long (/3) < long (a a /3)). Luego ó tiene 9-2, por (6). Del mismo modo se muestra que si -S = v a /3, í s - > a p, o -S = a /3, entonces ó tiene 9%. ó = Ax a. Entonces, a tiene AL (por el supuesto inductivo, ya que kmg (a) < long (Axa)) y x tiene AL (pues long (x) < (Ax «)). Luego ó tie ne 9-2, por (7). Del mismo modo se muestra que si •&==Vxa, -8 tiene 9 2- ó — tx a. Entonces, a tiene 9 - , (por el supuesto inductivo, ya que long (a) < long (ix a)) y x tiene A L (pues long (x) < long ( t x a)). Luego ■& tie ne 9 \ , por (8). ESTANCIA LIBRE Y LIGADA DE UNA VARIABLE 39 5.5. En la aritmética, la inducción no sólo se utiliza para probar teore mas acerca de todos los números naturales,sino también para definir pro piedades, relaciones o funciones de números naturales. También aquí utili zaremos definiciones recursivas o por inducción semiótica para introducir nuevos conceptos aplicables a términos y fórmulas. 5.6. Si queremos definir un concepto para todos los términos y un concepto ^ 2 para todas las fórmulas, basta con ofrecer una definición por inducción semiótica, es decir, basta con: 1. ° Definir 9?i para cualquier variable x. 2. ° Definir r-£i para cualquier constante individual a. 3. ° Definir ‘g ’j para fnt 1, ..., tn, suponiendo que ya está definido para 4. ° Definir para P"ti, ..., tn, suponiendo que *̂ '1 ya está definido para ti, tn. 5. ° Definir c€ 2 para —1 a, suponiendo que Ao va está definido para a. 6. ° Definir ^ 2 para a a /3, v a /3, -> a /3, <-» a /3, suponiendo que ya está definido para a y para /3: 7. ° Definir ^ 2 para Axa, Vxa, suponiendo que ^ 2 ya está definido para a. 8. ° Definir A , para tx a, suponiendo que ré'2 ya está definido para a. 1.6. Estancia libre y ligada de una variable 6.1. Los cuantificadores y el descriptor siempre van seguidos de una variable. De esta variable se dice que queda ligada por ellos. Así, si en una expresión aparece la variable x detrás de un cuantificador o de un descrip tor, decimos que x está ligada en esa expresión. Los cuantificadores y el descriptor son, pues, signos ligadores. También en el lenguaje matemático normal nos encontramos con frecuencia con signos ligadores y variables ligadas. Así, en la expresión el signo X es un ligador que liga la variable n. En la expresión a 40 SINTAXIS: GRAMÁTICA DE LOS FORMALISMOS el signo J ... d ... es un ligador que liga la variable x. En la expresión y 1 m <«} el signo j... | ...j es un ligador que liga la variable 3. Si en una expresión aparece una variable que no está ligada, decimos que está libre. También puede ocurrir que esté tanto libre como ligada en ella. A eontinuación pasamos a definir inductivamente la estancia libre o ligada de una variable en un término o una fórmula. 6.2. Definición de la estancia libre de una variable en una expresión. x está libre en 3 syss x = z a nunca ” ” f h , . . . , tn syss x está libre en algún t¡ ( l < i < n ) syss x está libre en algún t¡ (1 < i < n) (en especial, ” ” = t\t-± syss x está libre en A o en t>) —i a syss x está libre en a a a /3 syss x está libre en a o én ¡3 v a d syss —> oe /3 syss <-»■ a /3 syss A z a syss x está libre en a y i ^ z Vz a syss t Z a syss 6.3. Definición de la estancia ligada de una variable en una expresión. x está ligada en 3 nunca a nunca syss x está ligada en algún tt (1 < i < n) Pntu , syss x está ligada en algún t¡ (1 < i '< n) (en especial, ” ” = t¡t-> syss x está ligada en t1 o en t2) i a syss x está ligada en a a a /3 syss x está ligada en « o en /3 a ¡3 syss v a ¡3 svssj —> <x /3 syss A 3 a syss x está ligada en a o x = z Vz a syss tz a syss SUSTITUCIÓN DE UNA VARIABLE POR UN TERMINO 41 6.4. Observaciones sobre la estancia libre o ligada de una variable en una expresión -3: x está en ■S si y sólo si x está libre en 3 o x está ligada en í o i está libre y ligada en 3. x no está en 3 si y sólo si x no está libre en i y r no está ligada en ó. Para cualquier variable x y cualquier expresión 3 se presenta uno de estos cuatro casos: (1) x no está en 3 ; (2) x está libre, pero no ligada, en ó; (3) x está ligada, pero no libre, en 3 ; (4) x está libre y ligada en 3. Para cualquier variable x y cualquier expresión 3, es decidible en cuál de esos cuatro casos x y 3 se encuentran. 6.5. Definición de designadores y sentencias. Un designador del formalismo Jz? es un término de Jz? en el cual ninguna variable está libre. En especial, los términos sin variables son designadores. Una sentencia del formalismo Jz? es una fórmula de Jz? en la cual nin guna variable está libre. En especial, las fórmulas sin variables son sen tencias. Un término abierto de Jz? es un término de Jz? que no es un designador de , es decir, un término de Jz? en el cual alguna variable está libre. Una fórmula abierta de Jz? es una fórmula de iz? que no es una sentencia de Jz?, es decir, una fórmula de Jz? en la cual alguna variable está libre. 6.6. Así, pues, obtenemos la siguiente clasificación de las filas de signos de un lenguaje formal: ̂ no expresiva fila de signos \ f expresión | término l fórmula j término abierto ( designador | fórmula abierta I sentencia 1.7. Sustitución de una variable por un término 7.1. La sustitución es una operación que a cada tríada formada por una variable, un término y una expresión aplica unívocamente otra expre sión, de la que decimos que es el resultado de sustituir la variable por el término en la primera expresión. Utilizaremos el signo 5 para indicar la sustitución. En vez de 5 (x, t, 3) escribiremos 5* 3. X 7.2. En la mayoría de los casos, 5 ' -3 se obtiene a partir de 3 por el sencillo procedimiento de borrar x en 3 y escribir en su lugar el término t. Así, por ejemplo: 5 / » —1 Ruu = ~ 1 Rfafa S^‘Rxa ’.tjPxy = u/PixRxay 42 s i n t a x i s : g r a m á t ic a d e l o s f o r m a l is m o s Sin embargo, hay casos en que esto no ocurre así, a fin de que la sustitución no varíe la estancia libre o ligada de las variables que ocupan determiandos lugares. Supongamos, por ejemplo, que queremos sustituir x por fy en Ay(Px v Qy). Si nos limitásemos a borrar x y escribir en su lugar fy, obtendríamos: Ay(Pfy v Qy). Pero entonces la primera variable estaría ahora ligada, mientras que antes estaba libre. Esto es algo que queremos evitar. Para ello, antes de borrar x y escribir en su lugar fy, cambiamos la variable cuantificada. En vez, de Ai¡(Px v Qy) escribimos Az(Px v Qz). Entonces borramos x y escribimos en su lugar fy, obteniendo: Az(Pfy v Qz). Ahora la primera variable sigue estando libre y la segunda ligada, exactamente como en la fórmula de que habíamos partido. Es pre cisamente a esta preocupación a lo que se debe la relativa complejidad de la definición de la sustitución en los casos de expresiones que empiezan por ligadores. 7.3. Definición de la aplicación 5 : S ' z - f ‘ - S l X~ Z ■" j z, si X # z 5 ‘ a = a X i, ..., tn = fn 5 ‘ fi, ..., 5(. t„ ..., t„ = P » 5 ‘ tx, ..., 5* tn (en especial, 5* = t11., = = 5* t1 5* t.) 5* x = —i S* a X X 5 ' a y . 3 a 5(, y 5( 3 íi' v i 3 = v 5 ' y 5 ' 3 x ' ./• ,r ^ 5 ( —» y (3 —» 5* y 5* ¡3 5 ‘ <-> y B = <-> 5 ‘ y 5* 8 X ^ X X ~ 5* Az y = X Az a Az 5* a X Av 5 f 5" a-V 2 si x no está libre en Az y sj í x está libre en Az a j z no está libre en t / x está libre en Az a I z está libre en t si / v no está en Az a ni en t (y es la va- I riable de mínimo índice que satis- l face esta condición). CONVENCIONES NOTACIONALES 43 5 ' Vz a = X 5 ' tz a = X Vz a , si Vz 5* a , si X Vv 5* 5" a , si tz a , si iz 5* a , si X tu 5* 5* a , si x no está libre en V za x está libre en V z« z no está libre en t x está libre en Vz a z está libre en t v no está en Vz a ni en t (y es la va riable de mínimo índice que satis face esta condición). x no está libre en tz a x está libre en iz a z no está libre en t x está libre en tz a z está libre en t v no está en tz. a ni en t (y es la va riable de mínimo índice que satis face esta condición). 7.4. Observaciones sobre la sustitución: Para cada expresión •S1, cada variable x y cada término t hay siempre una expresión S-¿, unívocamente determinada, tal que 5*. $ 1 = ó 2 (1) : Para cualquier x y cualquier -3: 5® 3 = 3. (2) : Si x no está libre en 3, entonces 5 * $ = $. (3) : Si x está libre en 3, entonces t está en 5 ) ó, y cada variable que esté libre en t está libre en 5 ' ó. X (4) : Si z no está en ó, entonces 5^5^3 = 3. (5) : Si x no está libre en t, entonces x no está libre en 5 * 3 . (6) ; Z está libre en 5® ó si y sólo si x está libre en 3 o z está libre en ó. (7) : z está libre en 5 ) ó si y sólo si al menos
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