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Sexualidad según el psicoanálisis
Dr. Héctor Ferrari
Freud dice que la sexualidad se manifiesta desde el comienzo de la vida, no solo en el registro de excitaciones genitales, sino por la intervención de otras zonas corporales no genitales, la boca, el ano, los pechos, etc.
Plantea la existencia de la sexualidad como una fuerza poderosa en la mente de los niños y adultos, a la que se designa como libido. 
La sexualidad es la búsqueda de experiencias de placer pero su contracara es la angustia. El Yo utiliza mecanismos de defensa, cuyo prototipo es la represión, para permitir expresar su sexualidad dentro de ciertos límites y modalidades. Frente a la actividad defensiva del Yo, la sexualidad infantil ira quedando atrás, incapaz de ser consciente pero eficaz para expresarse por medios indirectos. 
Por difícil que sea fijar sus límites, en el camino hacia una definición se pueden enumerar algunas de sus características:
· Cuando es considerada desde la generalización más amplia, la sexualidad se representa como una serie de estados de excitación asociados a estímulos corporales o psicológicos, que generan una tensión que requiere ser aliviada. En el ser humano, el abanico de sensaciones que pueden dar lugar al placer es tan amplio, que incluye hasta aquellas desagradables que generan dolor.
· Se origina por la excitabilidad de distintas zonas corporales.
· Se despliega en términos de organizaciones libidinales (fases del desarrollo psicosexual, fases de la libido). 
· El desarrollo de la vida erótica tiende gradualmente hacia la unificación de los componentes parciales de las distintas organizaciones libidinales previas. 
· La historia psicosexual del sujeto va a determinar la elección del objeto de amor y la modalidad de la actividad sexual en el adulto.
Todos los hechos humanos de carácter psicológico o social tiene una significación sexual o pueden ser entendidos desde las pulsiones sexuales y las transformaciones que les exige el Yo. Por otra parte, si bien la sexualidad participa en todo aquello que caracteriza a lo específicamente humano, no lo es todo. Siempre hay otra cosa a la que puede estar enfrentada. 
Instinto vs pulsión 
Instinto quiere decir impulso, son mecanismos del snc organizados, sensibles a impulsos a los cuales responden por medio de acciones cuya finalidad es contribuir al mantenimiento del individuo y la especie. Es animal. 
En cambio la pulsión es una tendencia, una fuerza, que hacer tender al organismo hacia un fin. No es algo observable. (Más desarrollado en seminario)
Complejo de Edipo
Es el conjunto organizado de deseos amorosos y hostiles que el niño experimenta respecto sus padres. Se trata de una experiencia de alcances universales, no algo que le ocurre solo a algunas personas. Es su resolución o su disolución lo que marca diferencias.
En el caso del niño, quiere tener a la madre para sí solo y hacerla objeto de una curiosidad sexual. La madre llega a ser un verdadero objeto de amor para el niño, cuyo hallazgo está marcado por las decisivas experiencias previas con ellas, en especial por la relación con el pecho. Desarrollo un deseo por tener su amor y admiración exclusivos. Quiere ser grande como papá, y hacer lo que el padre le hace a la madre, incluso darle bebés. Desde esa apasionada relación con la madre, el padre o los hermanos comienzan a ser sentidos como intrusos, a quienes se desea reemplazar, hacer desaparecer o que se mueran. Al niño lo enoja cualquier muestra de afecto entre los padres. 
Se trata de un apasionamiento sensual, corporal con el padre y de celos, rivalidad y odio con el padre.
La niña tiene idénticos sentimientos amorosos hacia el padre y trata de sacar del medio a la madre. 
Tanto el niño como la niña sufren mucho durante este periodo, tienen sueños de angustia o manifestaciones sintomáticas. Estos sentimientos se acompañan por lo regular de una actividad masturbatoria muy intensa. 
Los impulsos del Complejo de Edipo entonces son, las fantasías incestuosas con el padre del sexo opuesto y de deseos de muerte con el rival del mismo sexo. 
Complejo de Castración
El niño teme las consecuencias de que sus impulsos signifiquen la pérdida de su pene, al cual valora tanto. Sus deseos edípicos entran en conflicto, lo que lo lleva a abandonarlos eventualmente, o mantenerlos inconscientes. El complejo de castración es la salida del Edipo.
 La niña de entrada reconoce que no ha sido provista de ese órgano tan preciado como el del varón, lo que la lleva a la envidia del pene. Se torna hostil contra la madre por haber permitido que naciera en esas condiciones y así, desilusionada de ella, busca al padre como su principal objeto de amor y espera ocupar el lugar de la madre con él y tener hijos de él. Mortificada por sus sentimientos envidiosos y por el temor al daño genital consiguiente al deseo de ser penetrada por el padre, la niña también es forzada a renunciar a sus deseos edípicos o reprimirlos. 
De esta manera, tanto para el niño como la niña, el deseo va a estar ligado a la prohibición, a la afectividad de lo que se conoce como la Ley de prohibición del incesto.
Con el declinar de los impulsos edípicos en ambos sexos, la masturbación también disminuye temporariamente hasta la pubertad. Las fantasías que la acompañan se reprimen y un nuevo desarrollo tiene lugar, el súper-yo. Así, en lugar de desear u odiar a sus padres, que él cree prohíben y repudian sus deseos, se torna como ellos en el rechazo de esos deseos, como resultado de identificarse con los aspectos prohibidores de los padres.
Sobre las teorías sexuales infantiles
Sigmund Freud.
La primera de estas teorías consiste en atribuir a todos los seres humanos, un pene, como el que el varoncito conoce en su propio cuerpo. Si el varoncito llega a ver los genitales de una hermanita, no comprueba la falta del miembro, sino que dice a modo de consuelo que ella tiene pero todavía es chiquito y le crecerá. (Teoría de la premisa universal del pene)
Si esta representación de la mujer con pene se ha fijado en el niño, si resiste todos los influjos de la vida posterior y vuelve incapaz al varón de renunciar al pene en su objeto sexual, entonces el individuo se verá precisado a convertirse en un homosexual, a buscar sus objetos sexuales entre hombres que recuerden a la mujer. El niño gobernado por la excitación del pene ha solido procurarse placer estimulándolo con la mano, sus padres o las personas encargadas de cuidarlo, lo aterrorizaron con la amenaza de que se le seria cortado el miembro, esta es la amenaza de castración.
Los genitales de la mujer, percibidos luego y concebidos como mutilados, recuerdan aquella amenaza y por eso despiertan en lo homosexual horror en vez de placer. El clítoris se comporta de hecho en la infancia de la mujer como un pene genuino, se convierte en la sede de las excitaciones al tocarlo, su estimulabilidad presta al quehacer sexual de la niña un carácter masculino, y hace falta una oleada represiva en la pubertad para que surja la mujer. 
La niña pequeña desarrolla un gran interés por esa parte del cuerpo en el varón, interés que pronto pasa a estar comandado por la envidia. Se siente perjudicada, hace intentos de orinar en la postura posibilitada para el varón por la posesión del pene grande.
Que el niño crezca en el vientre de la madre no es suficiente respuesta, entonces el niño piensa que es probable que el padre tenga algo que ver, y que el pene ha tenido participación en esos procesos que no llega a entender. Entonces, cuando el niño parece estar en el mejor camino para postular la existencia de la vagina y atribuir al pene del padre esa penetración en la madre como aquel acto por el cual se engendra al hijo en el vientre materno, la teoría de que la madre posee pene como un varón, y la existencia de la cavidad que acoge al pene permanece ignorada por niño. (1°)
Su ignorancia por la vagina posibilidad al niño convencerse también de la segunda de sus teorías sexuales. Si el hijo crece en el vientre de la madre y es sacado de ahí, ello ocurrirá por la únicavía posible: la abertura del intestino. Es preciso que el hijo sea evacuado como un excremento. Si los hijos nacieran por el ano, el varón podía parir igual que la mujer, así, el muchacho podía fantasear que el mismo concebía hijos. De ese modo, no hacía más que activar todavía más su erotismo anal. (2°) (Teoría de la cloaca)
Si en años posteriores de la infancia la teoría de la cloaca se conserva en la conciencia, ella conlleva una solución, que no es más la imaginaria, para la pregunta por la génesis de los hijos. Uno come algo determinado y entonces concibe un hijo. 
La tercera teoría se ofrece a los niños cuando son testigos del comercio sexual entre sus padres, acerca del cual pueden recibir solo unas percepciones incompletas. Pero cualquiera se la pieza que observen, la posición de las dos personas, los ruidos que hacen, o ciertas circunstancias secundarias, siempre llegan a lo que podríamos llamar la misma concepción sádica del coito: ven en el algo que la parte más fuerte le hace a la más débil con violencia, y lo comparan con una pelea, y que no deja de ir contaminada por una excitación sexual. (3°) (Teoría del coito sádico)
Como confirmatorias de su concepción, el niño ve huellas de sangre que eventualmente descubre en la cama o la ropa interior de la madre, y piensa que la noche anterior se ha vuelto a producir una embestida del padre sobre la madre.
Hacia el décimo o undécimo año sobreviene la comunicación de las cosas sexuales a los niños. Un niño criado en condiciones sociales más desinhibidas, o que haya encontrado una oportunidad más feliz para observar, comunica a otros lo que sabe porque ello permite sentirse maduro y superior. Lo que los niños averiguan de ese modo es casi siempre lo correcto, es decir, se les revela la existencia de la vagina y su destinación, pero en lo demás estos esclarecimientos que ellos se proporcionan unos a otros van mezclados con falsedades, condicionados por las teorías sexuales más antiguas. Casi nunca son completos ni suficientes para la solución del viejo problema. El niño no puede colegir que del miembro sexual masculino se evacúe otra sustancia que la orina. 
Resumen SM SGR. Agustín Piga. Pág. 1.

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