Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
MÓDULO 0405- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD UNIDAD II. ESTRATEGIAS DE EVALUACIÓN EN PSICOLOGÍA DE LA SALUD L e c t u r a 1 Fernández-Ballesteros, R. (1994) Evaluación conductual hoy. Cap. 4: El proceso en evaluación conductual. Madrid: Pirámide. 111-158. Introducción....................................................................................2 2. Relación entre la evaluación y el tratamiento............................3 3. Principales propuestas sobre el proceso de evaluación conductual ......................................................................................4 3.1. Evolución histórica de las propuestas procesuales .............4 3.2. Selección de los comportamientos objetivo y análisis causal ....................................................................................................5 3.3. Modelo teórico y proceso.....................................................7 4. El proceso de evaluación (intervención) y valoración ................8 a) Observación y recogida de información inicial de las conductas objetivo ................................................................10 b) Observación y recogida de información sobre las condiciones socioambientales actuales y pasadas...............11 c) Primera exploración de las condiciones personales y biológicas potencialmente relevantes al caso.......................12 4.2. Primera formulación de hipótesis y deducción de enunciados verificables ............................................................13 a) La selección de procedimientos de recogida de información para la especificación y medición del problema....................14 b) La selección de procedimientos de recogida de información sobre las variables ambientales que en la actualidad pudieran controlar el problema de conducta........................................14 c) La selección de procedimientos de recogida de información de las variables personales que pudieran estar funcionalmente relacionadas con el problema y, en su caso, de exámenes biológicos........................................................15 4.3. Contrastación inicial de hipótesis Esta fase tiene un solo objetivo general, a saber: .........................................................16 a) Preparación del material y del procedimiento de administración .......................................................................16 b) La preparación del cliente y, en su caso, de sus allegados implicados en la evaluación..................................17 c) Aplicación de procedimientos de recogida de información establecidos ..........................................................................17 4.4. Resultados.........................................................................17 UU NN II DD AA DD II II .. EE SS TT RR AA TT EE GG II AA SS DD EE EE VV AA LL UU AA CC II ÓÓ NN EE NN PP SS II CC OO LL OO GG ÍÍ AA DD EE LL AA SS AA LL UU DD MÓDULO 0405- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD UNIDAD II. ESTRATEGIAS DE EVALUACIÓN EN PSICOLOGÍA DE LA SALUD a) Corrección, valoración y análisis de la información obtenida ................................................................................ 17 b) Examen de los resultados............................................ 18 c) Informe al sujeto y allegados sobre los resultados obtenidos y el plan de tratamiento........................................ 18 4.5. Formulación de hipótesis funcionales ............................... 19 a) Selección de las variables dependientes y de los criterios de cambio u objetivos ........................................................... 20 b) Selección de las variables independientes....................... 20 c) Selección de la/s técnica/s de manipulación de la/s variable/s independientes ..................................................... 22 4.6. Recogida de datos pertinentes a las hipótesis.................. 23 b) Selección y aplicación de las técnicas de evaluación y control de posibles variables contaminadoras de los efectos del tratamiento ...................................................................... 23 c) Preparación del sujeto y (en su caso) de sus allegados 23 d) Aplicación del tratamiento ............................................ 24 e) En su caso, evaluación continua del progreso del tratamiento............................................................................ 24 f) Finalización del tratamiento............................................... 24 4.7. Valoración de resultados................................................... 24 a) Aplicación de las técnicas de medida de las conductas problema y/o de las metas de tratamiento y, en su caso, de las variables relevantes ........................................................ 24 b) Análisis de datos .............................................................. 24 c) Comprobación de las hipótesis formuladas y valoración del tratamiento............................................................................ 25 4.8. Seguimiento ...................................................................... 25 5. Las técnicas y el proceso de evaluación conductual ............... 26 IINNTTRROODDUUCCCCIIÓÓNN Entendemos por proceso de evaluación aquel procedimiento sujeto a ciertas reglas a través del cual se lleva a cabo toda evaluación. Son muchos los autores que han puesto de relieve la importancia de ese proceso, hasta tal punto que algunos de ellos han definido a la evaluación, precisamente, como el proceso a través del cual se toman decisiones en torno a un sujeto individual (por ejemplo, Maloney y Ward, 1976; véase Silva, 1989) e, incluso, la actividad epistémica llevada a cabo por el psicólogo durante el proceso de evaluación ha sido considerada como un potencial paradigma de investigación en psicología (Blatt, 1990). Sin embargo, otros autores consideran que tal proceso no es más que una variante más del método científico, un procedimiento reglado, que rige en todo el conjunto de acciones evaluativas que conlle- va la evaluación psicológica (véase, por ejemplo, Fernández-Ballesteros, 1980). Como han puesto de relieve Westmeyer y Hagebóck (1992), procurar un proceso normativo, en el que se estipulen debidamente los distintos pasos y actividades realiza-das por el evaluador, es una de las condiciones para maximizar el rigor científico de la evaluación psicológica. Lo que está claro es que el proceso forma parte de toda evaluación cualesquiera que sean los objetivos de evaluación (diagnóstico, orientación, selección o tratamiento y el enfoque teórico del que se parta. Sin embargo, siendo la evaluación conductual una aproximación especialmente dirigida al tratamiento y cambio de conducta, es lógico que su proceso tenga particularidades específicas. En primer lugar, porque soda evaluación conductual conlleva una intervención con la que se pretende producir cambios en los comportamientos objeto de estudio. Y, en segundo lugar, porque d proceso evaluativo no finaliza hasta el momento de haber verificado (valorado) el susodicho cambio de conducta, lo cual, como luego veremos, permite ciertas contras-taciones experimentales del propio proceso. Es decir, como señalaba en otro lugar (véase Fernández-Ballesteros, 1980, 1983, 1992), el proceso de evaluación tiene dos fundamentales variantes. La primera de se caracteriza por contar como objetivos el de descripción, el diagnóstico, la orientación y/o selección (es decir, establecer predicciones sobre el comportamiento. 1 y por utilizar en su contrastación de hipótesis métodos correlacionales u observacionales. Por otra parte, la segunda variante del proceso está especialmente orientada al cambio de conducta y, por tanto, al tratamiento y cuenta con una necesaria contrastaciónexperimental de los supuestos planteados. En este capítulo trataremos de examinar las relaciones existentes entre la evaluación y el tratamiento para después centrarnos en las distintas MÓDULO 0405- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD UNIDAD II. ESTRATEGIAS DE EVALUACIÓN EN PSICOLOGÍA DE LA SALUD propuestas relativas al proceso en evaluación conductual. Posteriormente, presentaremos un modelo normativo de proceso en evaluación conductual que será ejemplificado mediante un caso y, finalmente, hablaremos de las técnicas aplicadas durante el proceso. 22.. RREELLAACCIIÓÓNN EENNTTRREE LLAA EEVVAALLUUAACCIIÓÓNN YY EELL TTRRAATTAAMMIIEENNTTOO Como se ha señalado en los dos anteriores capítulos, desde el propio nacimiento de la evaluación conductual, ésta ha sido considerada una respuesta a las necesidades evaluativas de la terapia y modificación de conducta (Goldfried y Pomeranz 1968). Es decir, no cabe duda que una de las principales características del modelo conductual en el abordaje de los problemas clínicos y de salud (o de cualquier otro tipo) la constituye su metodología científica tanto por lo que se refiere a los hallazgos que la sirven de base como a la forma de proceder en la práctica (por ejemplo, ver Marks, 1982). Así, la evaluación, no es sino una necesidad y un requisito antes de proceder al tratamiento, así como una vía de justificación de la efectividad de éste. En síntesis, como señalan diversos autores (véase, por ejemplo, Yates, 1975) la modificación y terapia de conducta se lleva a cabo mediante cinco fases fundamentales: 1. Evaluación del problema. 2. Selección de las conductas-clave que requieren modificación. 3. Selección de las técnicas de intervención pertinentes. 4. Aplicación del tratamiento. 5. Valoración de los resultados. Como señalaba en otro lugar (Fernández-Ballesteros y Carrobles, 1981b), la primera fase del proceso de modificación de conducta es propiamente evaluativa y con-lleva el análisis de la demanda, la estimación de ciertos parámetros relevantes al problema (ocurrencia, frecuencia, intensidad, duración, etc.), así como el análisis de las potenciales condiciones (ambientales, personales o biológicas) que pueden estar manteniendo, controlando o explicándolo funcionalmente. La segunda fase, muy estrechamente ligada a la primera, tiene lugar como una consecuencia directa del análisis de conducta realizado (generalmente mediante pruebas observacionales y correlacionales) desde el que se decide cuáles van a ser las conductas-clave a modificar. Por su parte, la tercera fase lleva consigo la selección de aquellas técnicas de intervención que se consideran idóneas. Es importante señalar que, desde una perspectiva idiográfica (que es la que mantenemos aquí) esta selección se lleva a acabo con base en la primera fase, es decir, tras el análisis pormenorizado del problema y de las potenciales variables relevantes al mismo. Sin embargo, también es cierto que muchos psicólogos prefieren utilizar paquetes de tratamiento que se aplican en forma estándar ante determinado tipo de problemas. No cabe duda de que la evaluación pretratamiento se requiere en ambos casos, puesto que es un requisito imprescindible tanto si se selecciona un tratamiento a medida' («idiográfico») con base en el análisis realizado o bien se opta por un paquete de tratamiento («nomotético»); sin embargo, también es cierto que la evaluación tiene una mayor relevancia en esta fase del proceso de modificación de conducta cuando se seleccionan tratamientos a medida que cuando al cliente se le va a administrar un «paquete» de intervención. Por otra parte, sea cual fuere la estrategia de tratamiento que se vaya a utilizar, una condición necesaria antes de aplicar el tratamiento será la del análisis de las potenciales variables contaminadoras (por ejemplo, tendremos que evaluar capacidades imaginativas si vamos a utilizar cualquier técnica de condicionamiento encubierto). La cuarta fase del proceso de modificación hace referencia a la aplicación del tratamiento. En ese caso, dependerá del tipo de diseño elegido para que la evaluación siga teniendo un papel o no durante la aplicación del tratamiento. Así, en los diseños de línea base, ya que se basan en medidas repetidas, se continúa la evaluación duran-te todo el proceso de tratamiento. No ocurre así en los diseños prepostest en cual- quiera de sus variantes en las cuales la evaluación se realiza antes y después del tratamiento. Finalmente, la fase de valoración de resultados vuelve a ser un momento pura-mente evaluativo en el que, nuevamente, se recoge información sobre las conductas problema y sobre las metas de tratamiento con el fin de detectar potenciales cambios y comprobar los resultados de la intervención. En la mayoría de los casos esta fase se prolonga en un seguimiento donde se constata el mantenimiento de los efectos duraderos del tratamiento. Vemos, pues, que, aunque la modificación y terapia de conducta tiene como principal objetivo el cambio de las conductas clave y, por tanto, su momento esencial es la administración de una determinada técnica de tratamiento, también hay que reconocer que el proceso de modificación exige varios momentos evaluativos. De todo ello se desprende el papel fundamental y continuo que la evaluación conductual desempeña en la planificación (evaluación pretratamiento) y como instrumento de control y valoración. Sin embargo, conviene resaltar que no sólo la evaluación (en su momento valorativo) resulta ser un elemento de control del proceso de intervención en terapia de conducta, sino que, también, tal proceso valorativo resulta ser una forma de control de la evaluación, ya que la MÓDULO 0405- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD UNIDAD II. ESTRATEGIAS DE EVALUACIÓN EN PSICOLOGÍA DE LA SALUD propia evaluación conductual puede, a su vez, ser evaluada a través de los resultados obtenidos del tratamiento (Bijou y Peterson. 1971; Barrios y Hartmann, 1986; Nelson y Hayes, 1986). Ello hace referencia a la validez de tratamiento, que no es otra cosa que la determinación de la utilidad práctica de la evaluación conductual en la medida en la que ésta contribuye a los resulta-dos del tratamiento. Como señala Silva (1989): «La pregunta (sobre)... el grado en el que la evaluación contribuye a mejorar los resultados del tratamiento no es una pregunta nueva en psicología clínica, y su planteamiento y profundización en evaluación conductual deben sin duda ser considerados beneficiosos. Entre los resultados que el concepto conlleva está, por ejemplo, la cuestión fundamental de preguntarnos por la eficacia relativa de una evaluación de tipo conductual en relación con otros tipos o modelos de evaluación» (pág. 181). Hay que reconocer que la validez de tratamiento de la evaluación conductual no tiene, por el momento, respuesta empírica. Como ha señalado (Silva, 1993), la investigación sobre este tema presenta una gran dificultad, ya que resulta difícil eliminar aunque sea una mínima evaluación pretratamiento y la comparación entre distintos tipos de evaluación resulta también dificultosa. No cabe duda de que esta importan-te cuestión deberá ser encarada en el futuro. 33.. PPRRIINNCCIIPPAALLEESS PPRROOPPUUEESSTTAASS SSOOBBRREE EELL PPRROOCCEESSOO DDEE EEVVAALLUUAACCIIÓÓNN CCOONNDDUUCCTTUUAALL El proceso de evaluación se ha venido tratando con poco rigor, tanto desde el modelo conductual como desde otras aproximaciones a la evaluación psicológica. Westmeyer (1972) ha puntualizado que existen cuatro enfoques al proceso de evaluación: 1. El enfoque descriptivo. El cual hace referencia a aquellos estudios que tratan de investigar distintas formas de utilización de los diferentes tests y procedimientos de medida, así como las formas de combinación clínicao estadística de los datos procedentes de la evaluación. 2. El enfoque explicativo. Estudia la propia naturaleza del juicio (o la actividad epistémica) que realiza el evaluador a través de distintos modelos. 3. El enfoque especulativo. Trata sobre el análisis racional de las etapas del proceso. 4. El enfoque normativo. Comprende investigaciones que tratan de contestar todas las posibles cuestiones relacionadas con el proceso (por ejemplo: «¿es posible y razonable formular prescripciones que puedan ser atendidas por el evaluador?», «¿hasta qué punto el proceso puede ser regulado por estas prescripciones?»', «¿puede mejorarse el output del proceso mediante tales prescripciones?». En definitiva, es posible concluir diciendo que tratar de normalizar el proceso, estableciendo prescripciones (pautas), especificar las sucesivas fases o tareas o actividades que permitan controlar mediante reglas el comportamiento del evaluador durante el proceso, así como verificar a través de procedimientos empíricos (sistema de expertos, investigación por fases o subfases, etc.) la idoneidad de tales propuestas es una tarea difícil pero extraordinariamente útil a la hora de convertir el proceso en un procedimiento científicamente replicable. 3.1. Evolución histórica de las propuestas procesuales Son muchos los evaluadores conductuales que se han esforzado en plantear un armazón aplicable al proceso de evaluación conductual. Así, Kanfer y Saslow (1965, 1969) propusieron un proceso alternativo al del diagnóstico tradicional a través de las siguientes tareas que tendrán que ser seguidos por el evaluador: 1. Análisis de la situación problema. 2. Clarificación de la situación problema. 3. Análisis motivacional. 4. Análisis del desarrollo. 5. Análisis del autocontrol. 6. Análisis de las relaciones sociales. 7. Análisis del desarrollo social-cultural-físico. A pesar de que es ésta una propuesta frecuentemente recogida por los evaluado-res conductuales (tal vez por ser la primera), adolece de no plantear una sistemática sucesión de momentos o tareas y más bien trata de presentar los contenidos que deben ser indagados a través de la evaluación. Por otra parte, se sustrae la tarea valorativa de enjuiciar los resultados del tratamiento. Por su parte, Schulte (1976), partiendo de la propuesta de Kanfer y Saslow, establece tres fundamentales momentos del proceso evaluador, ya que, cada uno de ellos, contesta a tres preguntas significativas: 1. Cuáles son los comportamientos específicos que necesitan modificación, sus parámetros o dimensiones (ocurrencia, frecuencia, intensidad, duración, etc.). 2. Bajo qué condiciones se adquirió el comportamiento y cuáles son los factores que lo mantienen en la actualidad. 3. Cuáles son las técnicas de tratamiento que pueden dar los mejores resultados. MÓDULO 0405- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD UNIDAD II. ESTRATEGIAS DE EVALUACIÓN EN PSICOLOGÍA DE LA SALUD En la propuesta de Schulte, el proceso se articula sobre tres pivotes fundamenta-les que tienen que ver con el establecimiento de las conductas clave, la formulación de hipótesis causales y la selección de las técnicas de manipulación más idóneas pero, como en el caso de Kanfer y Saslow, no termina con la propuesta de valoración del tratamiento. Sin embargo, Schulte introduce un elemento que va a cobrar cada vez más importancia en las formulaciones procesuales posteriores, a saber, que todo pro-ceso evaluativo lleva consigo una formulación o teoría causal sobre el caso. Haynes (1978, 1990)4, por su parte, propone siete objetivos básicos a aclarar durante el proceso evaluador: 1. Selección y especificación de las conductas-clave o del problema. 2. Especificación de los eventos antecedentes y consecuentes o, dicho en otros términos, identificación de las variables causales. 3. Diseño de programas de intervención. 4. Identificación de las clases funcionales de respuesta. 5. Selección de conductas alternativas. 6. Generación de análisis funcionales (causales) de la conducta problema. Las propuestas de Haynes enfatizan el análisis causal del problema, pero no considera la valoración de las hipótesis de ellos derivados que, además, tan importante es en la valoración de los tratamientos y/o en la estimación de los cambios que se han producido tras la intervención. Finalmente, nos vamos a referir a la propuesta de Hayes y Follette (1992) que trata de encerrar la síntesis entre el diagnóstico nosológico tradicional y el análisis funcional de la conducta (no reduccionista). Estos autores proponen las siguientes fases o etapas: 1. Identificar las características potencialmente relevantes del cliente, sus conductas y el contexto en el cual éstas ocurren desde una amplia perspectiva evaluativa. 2. Organizar la información recogida en la etapa 1 en un análisis preliminar de las dificultades del cliente en términos de los principios conductuales, con el fin de identificar importantes relaciones causales que haya que modificar. 3. Recoger información adicional basada en la etapa 2 y finalizar el análisis conceptual. 4. Diseñar la intervención basada en la etapa 3. 5. Implementar el tratamiento y evaluar el cambio. 6. Si los resultados no son aceptables, volver a la etapa 2 ó 3. La propuesta de Hayes y Follette realizado en 1992 es extraordinariamente similar a la realizada en la versión anterior de este texto por Fernández-Ballesteros y Carrobles en 1981: 1) formulación y evaluación del problema; 2) formulación de hipótesis (es decir, análisis causal o conceptual); 3) selección de las conductas-clave y variables relevantes; 4) tratamiento: recogida de datos pertinentes a las hipótesis; 5) valoración de los resultados, y 6) seguimiento. Conviene resaltar cómo, poco a poco, históricamente los evaluadores conductuales se han ido desembarazando del inductivismo que les caracterizaba en las prime-ras etapas de la evaluación conductual (véase capítulo 1) y han ido cada vez dando un mayor peso al análisis conceptual y a la formulación de hipótesis que conlleva toda evaluación psicológica. Vemos que sobre el establecimiento de las conductas objetivo y sobre el análisis causal pivota el proceso evaluativo. Examinemos esta cuestión con cierto detenimiento. 3.2. Selección de los comportamientos objetivo y análisis causal En 1985, en un número especial de la revista Behavioral Assessment (dirigido por Kratochwill), Kanfer, Evans, Kazdin y Mash discuten el importante tema de la selección de las conductas-objetivos. Kratochwill (1985) escribe en su artículo introductorio la previa definición de estas conductas: «Una de las más importantes actividades durante el proceso de terapia de conducta es la selección de las conductas clave. La conducta objetivo seleccionada va a guiar la actividad del terapeuta en el diagnóstico, evaluación e implantación del tratamiento y seguimiento. La importancia de una cuidadosa selección de las conductas problemáticas ha sido reconocida por los primeros autores en este ámbito, los cuales clarificaron temas conceptuales y metodológicos relacionados con la evaluación y el diagnóstico conductual (Kanfer y Saslow, 1965). Y, más adelante, añade: «Recientemente, los criterios para la selección de las conductas objetivo se han formulado de una manera más explícita tanto conceptual como empíricamente (por ejemplo, Mash y Terdal, 1981). Los criterios MÓDULO 0405- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD UNIDAD II. ESTRATEGIAS DE EVALUACIÓN EN PSICOLOGÍA DE LA SALUD conceptuales para la selección de las conductas objetivo incluyen factores tales como el peligro físico, tanto para el cliente como para otros, la probabilidad de ser mantenidas por otros, su valencia positiva, la importancia del desarrollo de otras conductas en la cadena ola jerarquía de desarrollo, maximización de flexibilidad o adaptación al ambiente y efectividad en el cambio de los sistemas de contingencia existentes como para promover un desarrollo positivo a largo plazo. Los criterios empíricos para la selección de las conductas objetivo incluyen la consistencia con el desarrollo de las normas locales, la relevancia de una ejecución con éxito, su positividad por acuerdo social, la capacidad de discriminación entre una ejecución habilidosa o no y, final-mente, que en el caso de no ser tratadas conllevaría un pronóstico negativo» (págs. 3-4). Vemos cómo en la descripción y explicación de lo que se entiende por selección de las conductas objetivo emerge el problema que se pretende tratar. Sin embargo, esto no parece haber sido entendido por algunos de los autores que tratan sobre este tema. Así, por ejemplo, Evans (1985) señala cómo tras la conducta problema objeto de la demanda (según sus palabras, el síntoma) existen otros «problemas» que hace falta tratar. Establece que las conductas clave (por las que consulta el sujeto) no son los verdaderos problemas del sujeto, el problema real es aquel responsable del más evidente (o socialmente más inadecuado) por el que consulta el sujeto. Así dice: «En el modelo de síntoma/enfermedad... las quejas actuales son frecuentemente tratadas como no importantes. Las enormes ventajas de la evaluación conductual en salir de la metáfora del «síntoma» ha sido que cuando buscamos otros problemas más fundamentales o significativamente subyacentes, no trivializamos o desvalorizamos el problema actual. Esencial-mente, reconocemos que los repertorios conductuales son complejos sistemas (Staats, 1975) y que las quejas presentes pueden ser la manifestación tanto de un malestar general del sistema o de una perturbación en una par-te del sistema que se produce como perturbación de otra parte del sistema... Un problema subyacente no es el problema «real» o incluso el problema más importante, sino, simplemente, el problema más básico en la cadena causal» (págs. 23- 24). Y, relacionándolo con el tratamiento, añade: «Entrenamos una respuesta para afectar a otra respuesta, para afectar a otra respuesta y así sucesivamente. Promovemos habilidades de comunicación para mejorar las relaciones interpersonales para decrementar la de-presión para reducir el exceso de bebida; entrenamos en automensajes cognitivos de autocontrol para reducir la impulsividad para incrementar el rendimiento académico para mejorar las habilidades básicas de mejora de las oportunidades laborales» (pág. 24). La ampliación de los comportamientos problema de los que son felicitados por el sujeto en su demanda y los que son establecidos por el evaluador durante el proceso de evaluación están en la misma línea que lo formulado por Nelson (1988) en el sentido de diferenciar entre «conductas clave» y las keystone target behavior (KTB). Como ya señalábamos en el capítulo 1 sustituir las conductas clave por las KTB no es ni más ni menos que sustituir las variables dependientes y poner en su lugar la su-puesta variable independiente (aquellas que consideramos son la causa del problema de conducta por el que consulta el sujeto). Conviene señalar que nuestra crítica a la confusión entre variables dependientes e independientes que se derivan de los trabajos de Evans (1985) y Nelson (1988) no debe confundirse con la necesidad de diferenciar, como lo hacen Rosen y Proctor (1981) entre objetivos últimos, intermedios e instrumentales. Los objetivos últimos serían aquéllos por los que consulta el sujeto (por ejemplo, las conductas depresivas)mientras que objetivos instrumentales e intermedios harían referencia a aquellas variables independientes que hace falta manipular, ya que se supone que el problema de conducta está causado por ellas. Así, por ejemplo, podemos suponer que para que la depresión se resuelva hace falta tratar las habilidades sociales del sujeto (ya que hemos apreciado un déficit en ellas). Con vistas a la valoración del tratamiento tendremos que examinar tanto si las habilidades sociales deficitarias han logrado ser entrenadas como si la depresión ha cedido. Así, estos autores señalan: «Tales valoraciones requieren explicación de las cadenas causales y las secuencias de cambio en el cliente y de cómo ello culmina en el último resultado (el problema consultado)» (pág. 421). De esta discusión, dos tendencias emergen claramente: de un lado, aquellas que enfatizan la especificación y definición operativa del problema de conducta o de los objetivos de cambio relacionados con la demanda y aquellas que disfrazan el análisis causal que, necesariamente, se desarrolla en todo proceso de análisis o evaluación conductual dentro de la selección de conductas objetivo. Así, Mash (1985) en un comentario final señala: «Dos conjuntos de cuestiones separadas pero interconectadas se comen-tan en los artículos (anteriores): la primera está relacionada con la definición del espacio problemático (necesario) para la evaluación y el tratamiento de las conducta-problema... El segundo conjunto de temas MÓDULO 0405- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD UNIDAD II. ESTRATEGIAS DE EVALUACIÓN EN PSICOLOGÍA DE LA SALUD implica la descripción y comprensión del proceso de toma de decisiones utilizado por los clínicos conductuales a la hora de seleccionar las targets para el trata-miento, qué factores las influencian y cómo tales elecciones pueden ser validadas» (Kazdin, 1985) (pág. 64). En definitiva, no cabe duda que, previo a una decisión sobre el tratamiento a adoptar, existen dos fundamentales tareas evaluativas que tienen que ver con la definición del problema y con la formulación de un modelo causal. Así, como señala Kanfer (1985): «El análisis conductual supone un esquema conceptual que guía la formulación y examen de las hipótesis para lograr el desarrollo de un programa de tratamiento. Es un proceso de múltiples etapas a través del cual las habilidades del clínico para resolver problemas y tomar decisiones juegan un papel dominante» (pág. 16). Sin embargo, es conveniente señalar algo que no ha sido enfatizado suficiente-mente todavía, a saber, que tanto la selección de las conductas objetivo —o formulación del problema— como el establecimiento de hipótesis explicativas —o formulación del modelo causal sobre el caso requieren, de una parte, una base de conoci- mientos (sobre el problema, sobre las potenciales causas, etc.) y, por otra parte, la contrastación empírica (a niveles observacionales y correlacionales) de cuáles son las más plausibles variables relevantes sobre el caso. Así, los planteamientos de Evans (1985) o de Haynes (Haynes, 1988, en prensa; Haynes y O'Brien, 1990) sobre el planteamiento de modelos causales han de basarse en una contrastación empírica. En definitiva, como he señalado en diversas ocasiones (Fernández-Ballesteros, 1980. 1983, 1993; Fernández- Ballesteros y Carrobles, 1981) el proceso de evaluación, modificación y valoración de conducta cuenta con dos momentos distintos, sucesivos y relacionados en el establecimiento de las conductas-problema y en la formulación de modelos teóricos y contrastación de hipótesis (o teorías sobre el sujeto). El primero de ellos se establece tras una primera recogida de información y los procedimientos de contrastación tienen una base observacional y correlacional; el segundo, con base en el primero, será el que guíe el tratamiento y su contrastación se realizará mediante pruebas experimentales teniendo como final tanto la valoración del tratamiento como la del proceso evaluativo. 3.3. Modelo teórico y proceso En el epígrafe anterior se resaltó la importancia de adoptar una teoría marco que sirva a modo de heurístico a la hora de plantear distintas alternativas o hipótesis causales de los distintos problemas clínicos y de salud'.Por otra parte, puesto que la aproximación conductual a la evaluación se caracteriza por estar ligada a un proceso de cambio (de modificación y terapia de conducta), el modelo a adoptar debe también implicar el tratamiento y la valoración de éste, lo cual, en definitiva, será una vía de contrastación experimental de las hipótesis formuladas. Tratando de dar respuesta teórica a estas cuestiones, y siguiendo con otras pro-puestas anteriores (Fernández-Ballesteros, 1983, 1992), a partir del conductismo paradigmático, en colaboración con Staats (Fernández-Ballesteros y Staats, 1992, véase capítulo 2) se ha formulado un modelo de evaluación que cuenta esencialmente con dos momentos esenciales: un momento de evaluación pretratamiento o análisis de conducta y un momento de (tratamiento) y valoración. Durante el momento de evaluación pretratamiento o análisis de conducta habrá de realizarse una definición y especificación de las conductas objetivo (C) (aquellas por las que consulta el cliente), así como recogerse información sobre todas las potenciales variables que puedan estar explicando el problema de conducta por el que se consulta y que, probablemente, han de proceder de las condiciones actuales (E2), los repertorios básicos de conducta (RBCs, o variables de la persona) y/o variables biológicas que en la actualidad puedan estar involucrando bien a los RBCs previa-mente adquiridos (02) bien a la recepción de las condiciones ambientales actuales (03). Finalmente, puede ser también necesario indagar las condiciones ambientales pasadas (E1) o sobre las condiciones biológicas (O1) potencialmente relevantes en la adquisición de los repertorios. Así, el esquema teórico aplicado al primer momento de evaluación queda definido de la manera siguiente: Así, por ejemplo, en el caso de un sujeto que presenta una serie de comportamientos depresivos y una vez establecidos y medidos éstos podemos plantearnos —con base en las informaciones obtenidas durante las primeras entrevistas y observaciones y en las microteorías explicativas sobre la depresión— hipótesis relativas a que el sujeto esté sometido a una baja tasa de refuerzos (E2) y/o si existe una atribución MÓDULO 0405- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD UNIDAD II. ESTRATEGIAS DE EVALUACIÓN EN PSICOLOGÍA DE LA SALUD de control interno de los eventos negativos, y/o si cuenta con un mundo de intereses deficitario y o si presenta ciertos errores de pensamiento (todas estas condiciones personales), etcétera, y/o si existen pérdidas sensoriales que impidan la recepción de fuentes externas de refuerzo (03) o si el sujeto está ingiriendo alguna droga depresora que esté in- volucrando condiciones biológicas centrales (02). Tras realizar los exámenes y análisis pertinentes, con base en nuestras observaciones, se formularán una serie de hipótesis sobre el caso a unos determinados niveles de probabilidad. Ejemplificando, a los mayores niveles de simplicidad posible (esto es, hipotetizar asociaciones bivariadas), si de nuestros exámenes se deriva que el único repertorio alterado se refiere a las habilidades sociales y no existe ninguna condición ambiental ni biológica que presumiblemente pueda controlar la depresión, podremos hipotetizar que el conjunto de conductas depresivas (C1: variables dependientes) se debe a un déficit de las habilidades sociales (es decir: C = f RBC1; RBC1: variable independiente). En este caso, procederemos a seleccionar cuál es el tratamiento más adecuado para lograr la más efectiva manipulación de las habilidades sociales. Lo que realmente vamos a implantar mediante el tratamiento son unas nuevas condiciones de aprendizaje de RBC1 que van a ser denominadas E3. Por otra parte, ya que hemos de contar con pruebas de que el tratamiento es efectivo en la manipulación de nuestras variables in-dependientes, nuevamente, estamos estableciendo una hipótesis funcional; es decir, su-ponemos que RBC1 = f E3. Además, una vez implantada la técnica terapéutica, procederemos a su valoración. En el caso de tener éxito nuestro tratamiento se habrá modi- ficado tanto RBC1 (pasando a la condición expectada, RBC2), así como se habrá producido el cambio esperado en la conducta problema (C2), ante las mismas condiciones ambientales antecedentes (E2). Así, nuestro esquema teórico será el siguiente: Por otra parte, es posible que el tratamiento tenga efectos sobre el repertorio (nuestra variable independiente) pero no sobre la conducta problema; en nuestro ejemplo, es posible que el sujeto mejore en su déficit de habilidades sociales, pero que no haya mejorado para nada de su depresión. En este caso, cabría concluir que nuestro tratamiento ha sido adecuado en la manipulación de nuestra variable independiente (RBC1) pero nuestra hipótesis funcional no se ha cumplido. En otras palabras. nuestra teoría sobre el sujeto no se ha contrastado. Por otra parte, también es posible que los resultados arrojen un cambio en la conducta problema (C2), pero que no se haya producido ninguna modificación en RBC. En este caso, nuestra hipótesis sobre el sujeto (la relación entre RBC y C) no se ha contrastado, así como tampoco se ha demostrado la efectividad del tratamiento en la manipulación del repertorio (es decir, la relación entre RBC y E3). Si hemos conseguido un cambio de conducta no sabremos, a ciencia cierta, por qué se ha producido. Finalmente, no habremos contrastado ninguna de nuestras hipótesis en el caso de que, tras la implantación del tratamiento, no se haya producido ningún tipo de modificación comportamental en el sujeto. Hasta aquí hemos presentado una hipótesis bivariada sobre potenciales relaciones entre el comportamiento objetivo y los repertorios potencialmente asociados con él. Pero otra posibilidad también bivariada, en este caso ambiental, emerge de sí del análisis de conducta se deriva la existencia de una condición ambiental que, en este momento, puede estar controlando el comportamiento problema; por ejemplo, que —en ausencia de repertorios básicos alterados— la familia del cliente está reforzando el comportamiento problema. En este caso, tendremos que manipular las condiciones ambientales actuales produciendo un cambio ambiental familiar al que vamos a denominar E4. En este caso, nuestro esquema sería el siguiente: E,->RBCs-C2 E4 De tener efectos nuestro tratamiento, una vez retirado éste, la depresión se habrá modificado en el sentido esperado. En este caso, el tratamiento habrá sido efectivo en la manipulación directa del comportamiento problema. Sirvan éstos como simple ejemplo bivariado que nos ha permitido explicar los dos fundamentales momentos a la hora de sistematizar el proceso de evaluación (tratamiento) y valoración. Con tales especificaciones queda claramente justificada la exigencia de dos momentos distintos en evaluación conductual: el correlacional- observacional, que hemos llamado análisis de conducta, y el interventivo-valorativo en el que, tras el tratamiento, procedemos a la valoración tanto de la intervención como de nuestras propias hipótesis (o nuestro modelo causal). El epígrafe siguiente versará sobre las distintas fases, actividades y objetivos del proceso con el fin de lograr, en la medida de lo posible, la mayor especificación de éste y, por tanto, llegar a una pro-puesta normativa. 44.. EELL PPRROOCCEESSOO DDEE EEVVAALLUUAACCIIÓÓNN ((IINNTTEERRVVEENNCCIIÓÓNN)) YY VVAALLOORRAACCIIÓÓNN Hasta ahora hemos dejado establecido que el proceso de evaluación conductual —ya que tiene por objetivo el cambio de conducta mediante MÓDULO 0405- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD UNIDAD II. ESTRATEGIAS DE EVALUACIÓN EN PSICOLOGÍA DE LA SALUD la aplicación de un tratamiento— requiere dos distintas momentos; en el primero, previo al tratamiento, el establecimiento delas conductas objetivo y la formulación de hipótesis sobre el caso se realiza mediante pruebas correlacionales. Partiendo de resultados correlacionales se extrae un modelo causal expresado en relaciones funcionales hipotéticas en las que están implicadas las conductas problemáticas y las variables que las mantienen. La contrastación en este caso se realiza mediante pruebas experimentales tras el tratamiento. Pero, además, todo proceso de evaluación implica la relación entre el evaluador y el sujeto mediada por la demanda que éste hace (que en nuestro caso es de cambio y tratamiento). Además, la base de conocimientos del evaluador (sus conocimientos teóricos, sus habilidades prácticas y experiencia) va a ser fundamental a todo lo largo del proceso. Por otra parte, ya se ha dicho repetidamente, la evaluación conductual requiere la colaboración del sujeto y sus allegados. En la figura 4.1 se presenta el diagrama tomado de Fernández-Ballesteros (1992a) en el que se sintetizan las distintas fases del proceso de evaluación conductual (entonces denominado proceso experimental) y donde se trata de expresar cómo la demanda (de cambio y tratamiento), el evaluador (con sus conocimientos, habilidades y experiencias) y el sujeto (su colaboración y motivación) interactúan. En tal figura se puede apreciar cómo existen dos grandes momentos, el primero de ellos (de la fase 1 a la fase 5) puede considerarse como una evaluación pretratamiento y culmina con la formulación de hipótesis. La segunda aborda la contrastación de las hipótesis formuladas y la valoración de la intervención y el seguimiento. Así pues, elaborando y especificando un poco más el proceso conductual formulado anteriormente por Fernández-Ballesteros y Carrobles, 1981, se especifican las siguientes fases: Primera recogida de información: especificación de la demanda y del problema. Primera formulación de hipótesis y deducción de enunciados verificables. Contrastación inicial de hipótesis. Resultados. Formulación de hipótesis funcionales. Recogida de datos pertinentes a las hipótesis y tratamiento. Valoración de resultados. Seguimiento. Resultados finales. Pero decía antes que la propuesta de un proceso de evaluación será tanto más valiosa cuanto mayor especificación exista. Tratando de conseguir un proceso lo másnormativo posible, en la tabla 4.1 se especifican los objetivos básicos de cada fase junto a las tareas que el evaluador habrá de acometer. A continuación vamos a presentar cada una de estas fases ejemplificando mediante un caso. MÓDULO 0405- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD UNIDAD II. ESTRATEGIAS DE EVALUACIÓN EN PSICOLOGÍA DE LA SALUD 4.1. Primera recogida de información: especificación de la demanda y del problema El primer contacto que un psicólogo tiene con un cliente ocurre mediante una entrevista en la que el sujeto expresa su demanda de atención y el psicólogo solicita información sobre los extremos que considera relevantes. Así, los objetivos que se establecen en esta fase son los siguientes: 1. Delimitación del problema. 2. Primera recogida de información sobre las condiciones ambientales, personales y, en su caso, biológicas que puedan estar asociadas al problema consultado. Estos dos objetivos se articulan mediante tres tareas básicas del evaluador: a) observación y recogida de información inicial de las conductas objetivo; b) observación y recogida de información sobre condiciones socioambientales actuales y pasadas, y c) primera exploración de las condiciones personales y biológicas potencialmente relevantes al caso. Veamos con cierto detenimiento estas actividades a realizar por el evaluador. a) Observación y recogida de información inicial de las conductas objetivo Partimos del supuesto de que la demanda formulada por el cliente es de trata-miento, ya que lo que se requiere es lograr un cambio; ello, generalmente, implica que el cliente consulta por un problema de conducta. Con cierta frecuencia, tal problema suele ser presentado en forma ambigua e imprecisa; así, una primera tarea de vital importancia es la de especificar, con suma minuciosidad, los comportamientos difíciles que constituyen «el problema». Distintas estrategias pueden ser utilizadas en esta primera recogida de datos. La primera de ellas tiene que ver con solicitar información a través de una entrevista mediante cuestiones que permitan ir recogiendo cada vez información más precisa. Así, de una pregunta general del tipo, «¿cuénteme, qué le ocurre?», se tratará de especificar las distintas modalidades de respuesta implicadas en el problema con preguntas como las siguientes: «¿qué es lo que siente cuando dice que se "encuentra mal"?», «¿qué piensa exactamente cuando dice que está "desesperado/a"?», «¿qué hace cuan-do se siente "horrorizada/o"?». Una vez lograda la especificación inicial del tipo de conductas objetivo, podremos pasar a establecer provisionalmente algunas dimensiones de la/s conducta/s problema «¿cuántas veces al día/semana/mes siente usted taquicardia?», «eso que me dice, ¿le ocurre a usted frecuentemente?». Finalmente, procederemos a establecer una primera aproximación al establecimiento de en qué situaciones ocurren la/s conducta/s problema mediante preguntas del tipo «¿en qué circunstancias, preferentemente, se produce eso que le incomoda?», «¿en qué momentos suele ocurrir eso que me cuenta?». La segunda estrategia de recogida de información, compatible con la entrevista tiene que ver con la posibilidad de auxiliarse de listados de conductas objetivo (aplicados también mediante entrevista o bien autoadministrados), de síntomas psicofisiológicos o de pensamientos MÓDULO 0405- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD UNIDAD II. ESTRATEGIAS DE EVALUACIÓN EN PSICOLOGÍA DE LA SALUD negativos que puedan ayudar al cliente a reconocer alguno de los malestares, quejas o conductas problemáticas (véase, por ejemplo. Cautela, 1979, 1981; Fernández-Ballesteros, 1983). Tales listados sirven no sólo para ayudar en la precisión de los comportamientos potencialmente problemáticos, sino también para recoger datos iniciales sobre dimensiones de respuesta (frecuencia, duración, intensidad, etc.), así como para establecer la referencia situacional del problema. Por otra parte, los listados de conductas, síntomas o situaciones sirven también a la hora de eliminar elementos no relevantes al problema. Así, por ejemplo, si le aplicamos un listado de síntomas físicos (véase, por ejemplo, Cautela, 1981), podremos indagar la existencia de componentes somáticos que pudieran covariar o presentarse al unísono con el/los problema/s de conducta. Veamos un caso a modo de ejemplo. María tiene 26 años, es la mayor de tres hermanas (a las que lleva dos años a cada una de ellas). Sus padres viven en un pueblo distante y la visitan «de vez en cuando». Se ha casado hace dos años, su marido tiene 29 años. No tienen hijos pero quisieran tenerlos; mientras que durante el primer año de matrimonio tomó anovulatorios, desde hace un año está «deseando quedarse embarazada». María es remitida por su médico de cabecera tras realizarle una serie de exploraciones médicas que arrojaron todas ellas resultados negativos: no se encuentra ningún trastorno biológico que justifique sus molestias. Consulta porque tiene taquicardia, palpitaciones, ahogos, opresión en el pecho, le flojean las piernas, a veces llora y se siente triste. Todo ello le ocurre muy frecuentemente, sobre todo cuando está sola en casa. Se le aplica el listado de indicadores psicofisiológicos y de pensamiento negativos de Cautela (1979) detectándose que «siente tensión en distintas partes de su cuerpo». «siente que el corazón le late fuertemente y se le va a salir del pecho». Además, con cierta frecuencia «se siente sola», «cree que el futuroes desesperanzador», «se siente inferior a otras personas», «piensa que se va a desmayar» y «que va a tener un ata-que de pánico». No aparecen otros síntomas físicos. Cuando se le cuestiona sobre su vida sexual informa sobre no haber sentido nunca orgasmo en sus relaciones sexuales, así como, en los últimos tiempos, sentir rechazo hacia cualquier contacto sexual con su marido (no le gusta ni siquiera que le acaricie «porque va a terminar con "eso"»). Todo ello lo achaca a sus problemas actuales «físicos». Aunque el motivo de la consulta no es ése, considera que la sexualidad es importante y que debería resolver también ese problema. b) Observación y recogida de información sobre las condiciones socioambientales actuales y pasadas Tres son las áreas de indagación importantes: historia del problema, condiciones ambientales actuales que pudieran estar provocando, manteniendo o controlando el problema y condiciones históricas relevantes a la situación problemática. En primer lugar, la reconstrucción de la historia del problema nos va a permitir establecer cuáles son sus potenciales elementos genéticos, lo cual será de ayuda a la hora de planificar la evaluación de establecer potenciales nexos causales en el pasado (generalmente) inmediato. En segundo lugar, el establecimiento de los antecedentes y consecuentes ambientales del problema nos permitirá, también, plantearnos hipótesis funcionales sincrónicas sobre el caso; es decir, qué variables —potencialmente— pueden estar controlando o manteniendo el problema de conducta. Finalmente, en tercer lugar, deberemos realizar una indagación en la biografía del sujeto a la hora de reconstruir cuáles son las condiciones ambientales pasadas que hayan podido ser relevantes tanto al problema como a la adquisición de repertorios de conducta básicos inadecuados o deficitarios (potencialmente asociados con las conductas objetivo) como aquellos que pudieran considerarse recursos positivos del cliente en los que basarse durante el proceso de evaluación y modificación de con- ducta. La evaluación de las condiciones históricas o biográficas ha sido, hasta cierto punto, desechada desde el modelo conductual radical y ello por cuanto se suponía que tales condiciones eran de imposible manipulación. Sin embargo, si ello es bien cierto, también lo es que las condiciones ambientales pasadas han ido conformando los repertorios básicos del sujeto que al fin y al cabo actúan como productos del pasado, y ellos sí son susceptibles de modificación y control. Así pues, la indagación de tales condiciones resulta también de importancia en evaluación conductual. Con este propósito, ya que estamos en un primer momento de recogida de información, las estrategias a utilizar para la indagación de las condiciones históricas del cliente tienen que ver, fundamentalmente, con la entrevista tanto administrada al cliente como a allegados; ello se puede ver auxiliado con cuestionarios autobiográficos (véase, por ejemplo, Cautela, 1979) Sigamos con el caso de María. María narra que su problema (las conductas psicofisiológicas, motoras y cognitivas que le aquejan) comenzó, aproximadamente, hace un año. No encuentra ningún incidente ni parece existir ninguna atribución sobre la génesis del problema. Se siente peor cuando está MÓDULO 0405- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD UNIDAD II. ESTRATEGIAS DE EVALUACIÓN EN PSICOLOGÍA DE LA SALUD sola y en muchas ocasiones ha de llamar por teléfono a su marido o a su madre; así se tranquiliza y se siente mejor. Ella describe que el marido es muy comprensivo y que cuando ella está «muy mal» tiene muchos detalles con ella (le lleva revistas o bombones a la cama los domingos). Su madre también la visita cuando se siente más alterada. Inicialmente, no recuerda haber padecido un problema semejante aunque cuando habla de su vida profesional comenta que cuan-do estaba trabajando (trabajó de secretaria antes de casarse) sufrió un incidente de acoso sexual por parte de uno de los compañeros de oficina y estuvo una temporada dada de baja por problemas de salud que, al describirlos, resultan semejantes a los actuales. Por lo que se refiere a su problemática sexual, describe que no ha tenido más relaciones sexuales que con su marido y ello desde que contrajeron matrimonio. In-forma que al principio de casarse sentía deseos sexuales pero que el sexo la decepcionó ya que le producía, inicialmente, dolor. Dice que su marido trataba de ser extraordinariamente «cuidadoso» con ella, pero que poco a poco «ha ido yendo a lo suyo». Ello hizo que poco a poco tratara de distanciar más y más sus relaciones sexuales. Considera también que en la actualidad un aspecto por el que se encuentra inapetente sexualmente es su problema «físico». El marido tolera la situación de mala gana «pero se da cuenta que tiene que ser comprensivo "porque estoy enferma" Todo ello es refrendado a través de una entrevista al marido que expresa sus buenas relaciones con su mujer a excepción del área sexual. Por lo que se refiere a la historia sexual, María parece haber crecido en una atmósfera familiar en la que «no se hablaba para nada de sexo» o, incluso, se hacían referencias negativas, cuando se veía alguna película «subida de tono» en la TV. Sus primeras informaciones sexuales las recibió de compañeras de escuela de manera confusa y no ha recibido ninguna otra información sexual ni siquiera por parte de su novio/marido. Una vez establecidas las condiciones socioambientales actuales y pasadas tan sólo nos queda realizar una primera aproximación a las potenciales variables relevan-tes personales y biológicas. c) Primera exploración de las condiciones personales y biológicas potencialmente relevantes al caso Ya hemos señalado cómo un problema de conducta puede no estar controlado o mantenido por circunstancias actuales, sino depender de (o estar funcionalmente relacionado con) variables de la persona (repertorios básicos de conducta) o del organismo en su sentido biológico. En primer lugar, como ya se ha dicho, con frecuencia los problemas conductuales están asociados a variables personales o, en otras palabras, son los repertorios básicos de conducta aprendidos en el pasado los responsables del problema del sujeto. Una vez recogida una primera información sobre las conductas objetivo y las variables socioambientales actuales potencialmente responsables del problema, queda por realizar una primera indagación sobre aquellos repertorios que, teóricamente, se ven asociados con el problema de conducta que analizamos. Así, por ejemplo, en un caso de depresión podemos cuestionarnos si el paciente presenta un déficit en habilidades sociales (Lewinshon, 1978), o si su estilo atribucional es estable y transituacionalmente «interno» para eventos negativos mientras que es «externo» para acontecimientos positivos (Seligman, 1975). Evidentemente, tales conceptos personales habrán de ser evaluados en un segundo momento del proceso de evaluación, pero es también posible realizar una primera y somera exploración inicial de tales repertorios a través de la entrevista. Así también, en algunos casos, problemas de conducta pueden estar funcionalmente asociados a condiciones biológicos. Así, por ejemplo, en el caso de un niño que presenta comportamientos agresivos, desatención y escaso rendimiento escolar podemos sospechar de la existencia de una disfunción cerebral y tratar de indagar su potencial existencia a través de una entrevista específica al sujeto y sus allegados para después solicitar exámenes médicos o biológicos del cliente. Esta primera exploración de las condiciones personales y biológicas puede ser ejemplificada a través de nuestro caso. Se pregunta a María sobre una serie de opiniones relativas al sexo. Entre otras cosas, considera que la masturbación y las relaciones prematrimoniales son «indecentes».Además se trató, mediante entrevista, de examinar el área social; en la actualidad tiene una baja tasa de interacción social como consecuencia (dice) de su estado físico de salud. Por lo que se refiere a potenciales problemas biológicos, la cliente aporta un amplio informe del médico sobre un excelente estado físico de salud. Cuenta con un amplio círculo de amigos/amigas que hace un año se vio perturbado por el traslado de piso de la pareja, lo cual coincidió con el comienzo de sus problemas de salud. En la actualidad, su mayor deseo es tener un hijo y sus expectativas de futuro residen en ser una buena madre, esposa y ama de casa. Todo ello teme no poder lograrlo por su problema «físico». No se encuentran otras áreas problemáticas, pero sí que el problema por el que consulta involucra toda su vida de relación familiar y social. MÓDULO 0405- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD UNIDAD II. ESTRATEGIAS DE EVALUACIÓN EN PSICOLOGÍA DE LA SALUD Una vez delimitado el problema comportamental base de la demanda y una vez que se ha recogido una información tentativa sobre las condiciones ambientales y personales que pueden estar funcionalmente asociadas al problema de conducta, es posible ya pasar a la segunda fase del proceso. 4.2. Primera formulación de hipótesis y deducción de enunciados verificables Aunque desde un punto de vista histórico recientemente', múltiples autores como Evans (1985) y Haynes (1988), han puesto de manifiesto la importancia que tiene el establecimiento de modelos causales en evaluación conductual. En contraposición con lo que ocurre en la aplicación de «paquetes» de tratamiento, el establecimiento de una «teoría» sobre el cliente cobra toda su importancia en los tratamientos «a medida» (idiográficos) especialmente concebidos en función, precisamente, del análisis conductual establecido. Como hemos puesto de relieve en el epígrafe anterior, tal análisis guiará tanto la evaluación como el tratamiento. Lo más importante es resaltar que el llamado análisis causal conviene sea entendido como una formulación de hipótesis. Como señalaba en otro lugar, la fase de formulación de hipótesis y deducción de enunciados verificables (que se realiza con base en las observaciones e informaciones recibidas previamente) «supone un primer momento inductivo en el cual de las observaciones realizadas se induce lo que podríamos llamar una «teoría sobre el caso» (Fernández-Ballesteros, 1992, pág. 65). Los conocimientos que el evaluador tiene sobre psicopatología, psicología del aprendizaje y clínica de la salud son vitales a la hora de establecer esta teoría inicial, como son también vitales los conocimientos y habilidades sobre instrumentos de evaluación a través de los cuales van a ser operacionalizadas las hipótesis durante el momento de deducción de conclusiones (véase figura 4.1). Por otra parte, a pesar de haber dicho repetidamente que las hipótesis idóneas en evaluación conductual son aquellas en las que se establecen relaciones funciona-les entre los comportamientos problema y ciertas variables que hipotéticamente explican, controlan o mantienen el problema de conducta, ha de tenerse en cuenta que el evaluador puede verificar distintos tipos de supuestos. Así, en otro lugar_ señalaba que existen al menos cuatro tipos de supuestos en evaluación psicológica 1. Supuestos de cuantificación. Mediante este tipo de supuestos se trata de contrastar que un determinado fenómeno objeto de estudio se da en una determinada medida. Por ejemplo, el sujeto llora, tiene pensamientos de suicidio, presenta taquicardia, etc., en una extensión o medida concreta. 2. Supuestos de semejanza. Este tipo de supuestos nos va a permitir recabar in-formación sobre hasta qué punto un sujeto presenta una serie de conductas semejantes a las de otros sujetos, previamente clasificados en una determina-da categoría. Así, por ejemplo, este sujeto actúa de forma similar a los que han sido diagnosticados como «esquizofrénicos». 3. Supuestos de asociación predictiva. Se considera mediante este tipo de su-puestos la extensión en la cual, en nuestro caso, se da una serie de conductas que permiten establecer predicciones apoyadas en asociaciones contrastadas empíricamente. Por ejemplo, la falta de rendimiento escolar de este muchacho concreto está asociada con comportamientos hiperactivos, o bien el sujeto presenta una serie de aptitudes que le capacitan para estudiar ingeniería. 4. Supuestos de relación funcional o explicativa. La falta de rendimiento escolar se debe a que el sujeto está afectado de una lesión cerebral o bien el sujeto no rinde, ya que su maestra refuerza positivamente sus conductas perturbadoras de rendimiento. Estos supuestos, generalmente, no pueden ser formulados en una primera aproximación al problema, ya que requieren el haber verificado previamente supuestos de asociación predictiva. En definitiva, si bien permitirán la explicación funcional de la conducta, tan sólo podrán ser comprobados, durante el proceso experimental, mediante pruebas experimentales (Fernández-Ballesteros, 1992, pág. 66). Repasando estos supuestos podemos decir que, como luego veremos, tendremos que establecer supuestos de cuantificación, en la medida en la cual suponemos que existen conductas que aparecen en exceso, defecto o que son inadecuadas. Por otra parte, conviene decir que si bien la mayor parte de los evaluadores conductuales se han opuesto a la clasificación, puede ser procedente (con vistas a una comunicación interprofesional o por razones legales o de simple screening) tratar de contrastar si el sujeto se parece o no a los individuos que reúnen las características de algunas tipologías psicopatológicas, siempre con las salvedades que fueron presentadas en los capítulos anteriores. Sin embargo, lo que está claro es que la fase segunda de nuestro proceso que comentamos tiene por objetivo prioritario establecer hipótesis de asociación predictiva que, en su caso, más tarde serán contrastadas experimentalmente. Es decir, en evaluación conductual las hipótesis están sometidas a dos tipos de contrastes. De una parte, el evaluador ha de verificar a nivel observacional, mediante h aplicación de MÓDULO 0405- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD UNIDAD II. ESTRATEGIAS DE EVALUACIÓN EN PSICOLOGÍA DE LA SALUD una serie de instrumentos, que las asociaciones predichas ocurren a unos niveles determinados de probabilidad en el sujeto de evaluación. Una vez realizado tal contraste, resultará posible pasar a un segundo momento de contrastación experimental de las supuestas asociaciones funcionales. Teniendo en cuenta todo lo dicho hasta aquí, en esta segunda fase del proceso procederemos a una primera formulación de hipótesis y deducción de enunciados verificables con dos objetivos esenciales: 1. Establecimiento de supuestos funcionales contrastables respecto a la/s conductas problema. 2. Deducción de predicciones verificables a partir de las hipótesis. Estos dos fundamentales objetivos se van a alcanzar a través de cuatro tareas fundamentales: a) la selección de procedimientos de recogida de información para la especificación y medición del problema; b) la selección de procedimientos de recogida de información sobre las variables ambientales que en la actualidad pudieran controlar el problema, y c) la selección de procedimientos de recogida de informa- ción de las variables personales que pudieran estar funcionalmente relacionadas con el problema y, en su caso, de los exámenes biológicos pertinentes. Conviene señalar desde el principio que, a pesar de que hemos listado estas tareas como independientes, hay que tener en cuenta que algunas de ellas pueden ser realizadas conjuntamente. Así, por ejemplo, si preparamos un autorregistro, una matriz de interacciones, un códigode observación, un test situacional de miedo, podremos recoger con el mismo instrumento la frecuencia, intensidad o duración (u otras dimensiones de respuesta) de las conductas objetivo, así como sus antecedentes y- consecuentes ambientales. Haciendo esta salvedad, pasemos a examinar los principales aspectos a tener en cuenta en la realización de cada una de estas tareas. a) La selección de procedimientos de recogida de información para la especificación y medición del problema Durante la primera observación y recogida de información, ya se ha dicho, se suele utilizar una metodología general (entrevistas al cliente y sus allegados, autoinforme, observación asistemática) a través de la cual es preciso establecer un listado provisional sobre las conductas objetivo. De este momento, podemos pasar ya a establecer hipótesis de cuantificación sobre las conductas objetivo y los instrumentos que vamos a utilizar en su contrastación. Nuestra hipótesis establece que las conductas objetivo se dan en una medida de-terminada bien por exceso, bien por defecto, bien que estas aparecen en forma inadecuada. Con el fin de llegar a establecer si una conducta aparece por exceso o por defecto, nuestro primer objetivo será el de obtener la ocurrencia, frecuencia, duración, intensidad o cualquier otra dimensión derivada, así como, también, podemos tener en cuenta si el comportamiento parece en forma inapropiada (véase Fernández- Ballesteros, 1992, capítulo 5). La cuestión es tratar de obtener una medición del comportamiento problema. Dos estrategias fundamentales pueden ser utilizadas; la primera tiene que ver con la administración de instrumentos específicos (por ejemplo, un autorregistro, medidas psicofisiológicas) que nos permitirán establecer en qué medida aparecen aquellas conductas más idiográficas de nuestro sujeto en examen. La segunda hace referencia a la utilización de instrumentos estándar de agrupaciones de síntomas, los cuales arrojan una puntuación que nos permite comparar a nuestro sujeto con un grupo normativo e, incluso, poder responder a hipótesis de semejanza. Hay que resaltar que ambas estrategias no son incompatibles, sino, muy al contrario, que ambas responden a preguntas distintas y que, además, puede ser conveniente la contrastación mutua de sus resultados (véase capítulo 3). Una última salvedad que ha de hacerse tiene que ver con la modalidad de respuesta que estamos evaluando y con la consideración mantenida en el capítulo anterior de no confundir métodos con sistemas de respuesta. Por otra parte, en el caso de haber formulado supuestos de clasificación será necesario contrastar éstos mediante la utilización de los sistemas clasificatorios más al uso como son el DSM-III-R o el CIE- 10. Los resultados que tales sistemas nos ofrecen tienen que ser tomados con las cautelas establecidas en capítulos anteriores. En definitiva, la tarea que comentamos tiene que ver con la planificación de cómo vamos a responder a los supuestos planteados (de cuantificación y semejanza) relativos a las conductas objetivo. b) La selección de procedimientos de recogida de información sobre las variables ambientales que en la actualidad pudieran controlar el problema de conducta Se trata aquí de proceder a realizar un análisis funcional sincrónico y secuencial en el sentido de contrastar cuáles son las condiciones ambientales actuales que ante-ceden o siguen a las conductas objetivo. Estamos hablando de aquellas variables ambientales que suponemos están asociadas con las conductas objetivo y, por tanto, involucradas en supuestos de asociación predictiva. Ya se ha dicho también cómo la recogida de información sobre tales condiciones se realiza al mismo MÓDULO 0405- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD UNIDAD II. ESTRATEGIAS DE EVALUACIÓN EN PSICOLOGÍA DE LA SALUD tiempo que la medición de comportamientos problemáticos. A la hora de recoger información sobre este punto existen dos estrategias funda-mentales; de un lado, aquellos instrumentos específicos que permiten el establecimiento de antecedentes o consecuentes idiográficos del caso. En el mismo sentido que en el apartado anterior, los autorregistros, las matrices de interacción, tests situacionales, etc., son adecuados procedimientos de recogida de información de este tipo que nos van a permitir verificar hipótesis de asociación predictiva. Por otra par-te, también podemos utilizar instrumentos estándar (códigos de observación están-dar, autoinformes, etc.) en los que figuran, junto a las respuestas, los antecedentes y consecuentes ambientales. c) La selección de procedimientos de recogida de información de las variables personales que pudieran estar funcionalmente relacionadas con el problema y, en su caso, de exámenes biológicos Ya se ha dicho cómo el evaluador durante la primera fase de recogida de información inicial y con base en sus conocimientos básicos, establecerá, con cierta probabilidad, supuestos de asociación predictiva entre los comportamientos problema y ciertas variables personales y biológicas. Así, por ejemplo, en un caso de depresión es posible hipotetizar (con base en la teoría y los hallazgos empíricos de Lewinshon, 1978) que tal vez el sujeto presentará un déficit en habilidades sociales. Así tendremos que proceder a verificar si tal asociación se da en nuestro sujeto aplicando pruebas de evaluación en habilidades sociales. Así, también, en un caso de hiperactividad podríamos suponer la existencia de una disfunción cerebral y tener que encargar los exámenes médicos pertinentes. A la hora de proceder a la medida de las conductas objetivo y de las variables ambientales que, en la actualidad, las están controlando, podemos utilizar tanto instrumentos específicos como estándar. Ahora bien, hemos de tener en cuenta que mientras los instrumentos estándar deben ser elegidos en función de sus características psicométricas, en las técnicas específicas que son preparadas ad hoc para el caso individual— deben ser investigadas sus garantías en ese particular caso (fiabilidad interjueces, estabilidad en el tiempo, concordancia con otras medidas, etc.; véase Fernández-Ballesteros y Maciá, 1992). Por otra parte, en la medición de las variables personales, por tratarse generalmente de constructos de relativo nivel de inferencia y molaridad, habremos de elegir instrumentos estándar de probadas garantías de rigor (véase capítulo 5) y en la investigación de relaciones funcionales entre condiciones ambientales actuales y conductas objetivo tendremos que tener en cuenta sus fuentes de error específicas. Por otra parte, en el caso de requerir exámenes biológicos será necesario enviar al sujeto a un especialista. En todo caso, una recomendación general es la de utilizar multimétodos (véase capítulo 3) en la evaluación de una misma variable, así como en seguir las indicaciones que aparecen en el capítulo 5 sobre las garantías que deben reunir los métodos de evaluación conductual. En la tabla 4.2 se presenta un Plan de Análisis Conductual (PAC) en el que aparecen las casillas correspondientes a todas las variables puestas en juego (conducta problema, variables personales, condiciones ambientales y biológicas) y a sus técnicas de medida. A continuación vamos a seguir con la descripción de nuestro caso: A través de las entrevistas iniciales y de listados de conductas inapropiadas habíamos obtenido un listado provisional de problemas, así como un listado provisional de potenciales variables relevantes. Por tanto, hipotetizamos un exceso de las siguientes conductas psicofisiológicas y físicas: temblor, sensación de ahogo, nudo en la garganta, flojera de piernas, taquicardia, palpitaciones y opresión precordial. Así, también, el exceso de las siguientes conductas motoras: llanto y aislamiento. Inadecuación de las siguientes conductas cognitivas: sentimientos de tristezay de soledad, pensamientos de inadecuación, angustia, temor a morirse y a tener un ata-que de pánico. Además, disfunción sexual y anorgasmia. MÓDULO 0405- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD UNIDAD II. ESTRATEGIAS DE EVALUACIÓN EN PSICOLOGÍA DE LA SALUD En resumen, encontramos tres áreas problemáticas fundamentales: una relacionada con el comportamiento fisiológico de ansiedad, una segunda que aparecía relacionada con comportamientos cognitivos de depresión y, finalmente, una seria disfunción sexual. Así, las hipótesis de cuantificación planteadas hacían necesaria la utilización de autorregistros sobre las conductas objetivo referidas a las conductas psicofisiológicas, físicas, motoras y cognitivas. Con el fin de contrastar hipótesis de asociación entre los comportamientos problema y consecuencias positivas, los autorregistros fueron preparados en forma tal que, junto a las conductas objetivo, aparecían sus antecedentes y consecuentes. Asimismo, se utilizaron procedimientos de evaluación de la ansiedad (Ansiedad-Rasgo de Spielberger, 1980, y el FSS-122 de Wolpe, 1990) y depresión (BDI de Beck y la Escala de Depresión de Zung, 1972b). Por lo que se refería a la evaluación de la disfunción sexual se utilizó el «Cuestionario de placer sexual» de Annon en adaptación de Carrobles (1981) para mujeres. Con el fin de contrastar hipótesis interactivas se preparó un autorregistro diferido sobre la activación presexual y, para ambos miembros de la pareja, una hoja de registro e interacciones ad hoc sobre comportamiento sexual. Por otra parte, tratan-do de contrastar una hipótesis de semejanza, se utilizó el DSM III8 en sus categorías de trastornos afectivos (depresivos) y de ansiedad. Finalmente, se hipotetizó que la cliente tenía un déficit de información sobre temas sexuales y había generado una serie de falsas creencias y actitudes negativas relativas al sexo. Ello se evaluó me- diante el «Inventario de conocimientos sexuales» de McHugh (1967) y la «Escala de actitudes heterosexuales» (para mujeres) de Robinson y Annon (1975). Puesto que contábamos con un informe médico sobre que sus síntomas motores y neurovegetativos no estaban asociados a ningún problema biológico, tan sólo se solicitó un in-forme del ginecólogo en el supuesto de que tuviera alguna perturbación que justificase la disfunción sexual. En resumen, la segunda fase del proceso de evaluación lleva consigo el establecimiento de hipótesis y sus derivados, es decir, la deducción de enunciados verificables, lo cual exige la programación de las técnicas de evaluación a través de las cuales van a probarse los supuestos formulados. Hay que recordar que cualquier teoría sobre un caso, para su contrastación, requiere de instrumentos de evaluación. 4.3. Contrastación inicial de hipótesis Esta fase tiene un solo objetivo general, a saber: 1. Recogida de información pertinente a los supuestos. Dos son las tareas que el evaluador debe realizar: a) preparación del material y del procedimiento de administración; b) preparación del cliente y, en su caso, de sus allegados implicados en la evaluación, y c) aplicación de procedimientos de recogida de información establecidos para recoger la información pertinente. a) Preparación del material y del procedimiento de administración La evaluación conductual conlleva la aplicación de métodos específicos con el fa de dar cuenta de los comportamientos más idiosincráticos del sujeto. Mientras las técnicas estándar requieren de muy escasa preparación por parte del evaluador, los instrumentos específicos exigen de una previa elaboración. Cómo preparar un autorregistro (véase capítulo 7), en qué condiciones registrar una respuesta psicofisiológica (véase capítulo 8), cómo preparar una matriz de interacciones (véase capítulo 6), entre otras son tareas que deben ser acometidas una vez decidido qué tipo de instrumentación se va a utilizar y antes de proceder a la administración de pruebas y a la recogida de información. El lector deberá pasar a la lectura de los capítulos correspondientes ala hora de establecer las estrategias de construcción de instrumentos específicos. Por otra parte, los instrumentos estándar requieren siempre del establecimiento de una metodología de administración. Así, por ejemplo, la observación mediante cualquier código estándar requerirá el MÓDULO 0405- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD UNIDAD II. ESTRATEGIAS DE EVALUACIÓN EN PSICOLOGÍA DE LA SALUD establecimiento de los intervalos de observación y registro más adecuados, establecer qué número de observadores van a participar en la observación, los lugares y situaciones de observación, etc. Así, también, un test situacional de medida de la ansiedad (véase, por ejemplo, el BAT en el capítulo 11) exige establecer cuáles son los parámetros que vamos a analizar (distancia del objeto, escalas de ansiedad percibida, medidas psicofisológicas etc.). Todo ello exige una preparación minuciosa. Finalmente, las pruebas de lápiz y papel requieren, generalmente, de una preparación estándar, la cual aparece en el manual de aplicación y en sus instrucciones generales. No obstante, siempre será necesario el establecimiento de decisiones referidas al orden de las pruebas, el lapso total de las sesiones de evaluación, etc. Ya que tales particularidades no son específicas de la evaluación conductual, no vamos a detenernos más en ellas. b) La preparación del cliente y, en su caso, de sus allegados implicados en la evaluación La evaluación conductual exige del cliente una actitud y conducta activa; es decir, gran parte de los procedimientos de evaluación conductual requieren de su participación (autorregistros, protocolos autocumplimentados, etc.) Por otra parte, en ocasiones, los familiares y allegados al sujeto participan durante el proceso de evaluación dirigidos por el evaluador: observan la conducta problema, registran ciertos eventos, etc. Por tanto, antes de proceder a la administración de los instrumentos (específicos y estándar) se requiere una mínima formación del sujeto y, en su caso, de sus allegados e, incluso, es conveniente realizar un pilotaje con el fin de cerciorarnos de que han entendido debidamente la tarea que se les va a encomendar. Por otra parte, en el caso de requerir observaciones en situaciones naturales, el evaluador deberá preparar psicológicamente al sujeto sobre todo tipo de eventualidad que conlleva ese tipo de métodos que implican la intromisión en el contexto natural del sujeto. c) Aplicación de procedimientos de recogida de información establecidos La administración de instrumentos en evaluación conductual no difiere de la que se realiza desde otros enfoques evaluativos si no es por lo que se refiere a los propios instrumentos conductuales y sus características específicas. En la parte segunda de esta obra se presentarán, con toda su extensión, las características, garantías y otras particularidades de administración de los distintos procedimientos de recogida de información más usuales en evaluación conductual, por lo que aquí no vamos a hacer mención a la cuestión. Solamente decir que esta recogida de información conlleva, temporalmente hablando, el grueso de la evaluación y puede exigir amplios períodos de tiempo dependientes de ciertos parámetros de la conducta problema. Por ejemplo, si tratamos de evaluar un comportamiento social ampliamente inadecuado pero de escasa ocurrencia y queremos evaluarlo en situación natural, no tendremos más remedio que esperar a su aparición. Seguiremos, a continuación, con la presentación sumaria de nuestro caso: En el caso de María, inicialmente, preparamos los autorregistros para la cliente (tanto los referidos a las conductas psicofisiológicas relativas al área de ansiedad como a la disfunción sexual) y las matrices
Compartir