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MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 1 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
L e c t u r a 1 
 
 
Davison, G. (2003). Psicología de la Conducta 
Anormal. México: Limusa pp. 28-51 
 
 
 
 
 
 
 
 
Introducción....................................................................................2 
¿Qué es la conducta anormal? ......................................................4 
Infrecuencia estadística ..............................................................4 
Violación de normas ...................................................................5 
Aflicción personal........................................................................5 
Incapacidad o disfunción ............................................................5 
Imprevisibilidad ...........................................................................6 
Profesionales de la salud mental....................................................6 
Historia de la psicopatología ..........................................................7 
Inicios de la demonología ...........................................................7 
Somatogénesis ...........................................................................8 
Oscurantismo y demonología .....................................................8 
Los enfermos mentales como brujos ..........................................9 
El incidente de Salem: ¿brujería o envenenamiento?. .............10 
Fundación de asilos..................................................................11 
Tratamiento moral.....................................................................12 
Albores del pensamiento contemporáneo....................................13 
Somatogénesis .........................................................................13 
Psicogénesis.............................................................................14 
Ciencia un esfuerzo humano........................................................15 
Subjetividad en la ciencia: la función de los paradigmas..........15 
Un ejemplo de paradigmas en psicología de la conducta 
anormal .....................................................................................15 
 
 
 
 
 
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UNIDAD I. Introducción: factores históricos y científicos. Definición y caracterización de la conducta anormal 
 
MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 2 
 
 
 UNIDAD I. Introducción: factores históricos y científicos. Definición y caracterización de la conducta anormal 
 
 
IINNTTRROODDUUCCCCIIÓÓNN 
Sentado cómodamente en un sillón de cuero, Ernest H., un policía de 35 
años, miraba con escepticismo al terapeuta mientras traba de relatarle 
una serie de problemas. Desde hace poco, se sentí incapaz de mantener 
la erección al hacer el amor con su esposa, y ésa era la razón aparente 
por la cual había acudido al especialista. Sin embargo, luego de ciertas 
preguntas que éste le formuló, Ernest comentó otras dificultades, 
algunas de las cuales se remontaban a su niñez, pero la mayoría se 
habían suscitado en años recientes. 
La niñez de Ernest distaba de haber sido feliz. Amaba muchos a su 
madre, quien murió de repente cuando él tenía apenas 6 años, y los diez 
años siguientes vivió por temporadas con su padre, y otras con una tía 
por parte materna. Su padre bebía en tal medida que raras veces 
pasaba un día sin ingerir alcohol. Por otra parte, el estado de ánimo de 
este hombre era muy variable; había pasado varios meses en un 
hospital estatal con un diagnostico de “psicosis maníaco-depresiva”. Sus 
ingresos eran irregulares y nunca alcanzaban para pagar oportunamente 
sus deudas, y con ellos él y sus hijos sólo podían habitar en los barrios 
más humildes. En ocasiones, el padre era totalmente incapaz de cuidar 
de sí mismo, ya que no se diga de su hijo. En esos periodos. Ernest 
pasaba semanas, a veces meses, con su tía en su suburbio cercano. 
Pese a todas estas desventajas, Ernest logró terminar la preparatoria y 
entró a una universidad gratuita. Se ganaba la vida como mesero en un 
pequeño restaurante. Durante sus años universitarios empezó a 
preocuparse por sus problemas psicológicos. Con frecuencia se 
deprimía mucho, sin razón aparente, y estos accesos de tristeza a veces 
eran seguidos de periodos de júbilo maniaco. Estaba muy intranquilo por 
estas fluctuaciones de ánimo, ya que había observado este mismo 
patrón de conducta en su padre alcohólico. Asimismo, se sentía 
demasiado intimidado por personas que sentí que ejercían cierta 
autoridad sobre él: su jefe, profesores y hasta algunos condiscípulos, 
con quienes se comportaban desfavorablemente. En particular, se sentía 
acomplejado por sus ropas, que eran viejas y gastadas en comparación 
con las de sus compañeros; ellos pertenecían a familias de más 
recursos que la suya. 
El primer día de clases de su penúltimo año en la universidad, vio por 
vez primera a l que sería más tarde su esposa. Cuando esta joven, alta y 
esbelta, se dirigía a su asiento con gracia y gran seguridad, no llamaba 
únicamente la atención de Ernest. Durante todo ese semestre se dedicó 
a mirarla de lejos; procuraba sentarse donde pudiera observarla sin que 
ella se diera cuenta. Cierto día, cuando salían de clase, se toparon 
accidentalmente, y los encantos y cordialidad de la muchacha lo 
animaron a invitarle un café. Cuando ella aceptó, el muchacho casi 
deseo que no lo hubiese hecho. 
Con una rapidez sorprendente, a su modo de ver, se enamoraron, y 
antes de terminar la universidad contrajeron matrimonio. Ernest jamás se 
convenció de que su esposa, una mujer tan inteligente como bella, en 
verdad lo quisiera. Con los años, aumentó su inseguridad, así como la 
poca certeza de los sentimientos de ella por él. 
Él esperaba ingresar a la escuela de Derecho, y en vista de sus 
calificaciones y los estatutos pudo haberlo hecho. No obstante, decidió 
ingresar a la academia de policía. Sus motivos, según le contó al 
terapeuta, se relacionaban con su inseguridad acerca de sus habilidades 
intelectuales, así como su incomodidad cada vez mayor en situaciones 
donde sentía que era evaluado. En su último año de preparatoria ya no 
soportaba los seminarios, y tenía la esperanza de que la placa y 
uniforme de policía le ayudarían a obtener el reconocimiento y respeto 
instantáneos que parecía incapaz de conseguir por derecho propio. 
Para ayudarle con los gastos durante su entrenamiento en la academia, 
su esposa abandonó sus estudios y comenzó a trabajar como secretaría, 
aun cuando Ernest se había negado rotundamente a ello. Él sentía que 
su esposa era mucho más brillante que él y pensaba que era injusto que 
desperdigase sus, cualidades para ayudarlo a salir adelante. Pero al 
mismo tiempo, Ernest estaba consciente de su situación económica, y a 
regañadientes aceptó su ayuda. 
La academia de policía resultó peor que la escuela, ya que le provocaba 
demasiado estrés. Las fluctuaciones de ánimo de Ernest, aunque eran 
menos frecuentes, todavía lo intranquilizaban. Al igual que su padre, que 
en ese entonces se hallaba en un hospital psiquiátrico, comenzó a beber 
para mitigar su malestar psicológico. Sentía que sus instructores lo 
consideraban un tonto cuando tenía problemas para ponerse de pie 
frente a la clase y dar una respuesta, que él sabía que era correcta. 
Finalmente, cumplió con las exigencias físicas, intelectuales y sociales 
de la academia, y se le asignó como vigilante en uno de los sectores de 
mayor poder económico de la ciudad. 
MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA3 
 
 
 UNIDAD I. Introducción: factores históricos y científicos. Definición y caracterización de la conducta anormal 
 
 
Varios años después, cuando parecía que todo marchaba bien, Ernest 
se sentí a cada vez peor. Ahora que tenía 32 años de edad, un trabajo 
bastante seguro con un sueldo muy razonable, empezó a pensar en 
funda una familia. Su esposa deseaba lo mismo, y fue entonces cuando 
comenzaron sus problemas de impotencia. Primero pensó que se debían 
al alcohol. Todas las noches bebía al menos seis onzas de whisky, 
excepto si tenía turno nocturno. Sin embargo, pronto empezó a 
preguntarse si en realidad no evitaba la responsabilidad de tener un hijo, 
y más tarde supuso que quizás su esposa no leo encontraba atractivo y 
deseable. Mientras más comprensiva y paciente se mostraba ella ante 
sus desesperados esfuerzos por consumar el acto sexual, menos “viril” 
se sentía Ernest. Era incapaz de aceptar ayuda de su mujer, ya que no 
pensaba que ésta fuera la manera “correcta” de mantener una relación 
sexual. Los problemas en el lecho se extendieron hasta otras áreas de 
su vida. Mientras menos hacían el amor, más dudaba él de su cónyuge 
ya que ésta, al iniciar su cuarte década de vida, se había puesto todavía 
más hermosa y apasionada. Además, había sido ascendida al cargo de 
asistente administrativa en el despacho de abogados donde trabajaba. 
Su esposa acostumbraba platicarle (quizás para darle celos) acerca de 
comidas con martín celebradas con su jefe en un restaurante de la 
ciudad. 
Lo que impulso a Ernest a acudir con el terapeuta, fue una violenta 
discusión, con su mujer una hoce en que ella regresó a casa del trabajo 
después de las diez de la noche. Ernest había estado muy inquieto y 
agitado durante varios días. Para aplacar su temor de perder el control, 
cada noche retomaba casi una botella completa de whisky. Cuando su 
esposa llegó esa noche, Ernest estaba muy ebrio, y la agredió tanto 
verbal como físicamente a causa de su supuesta infidelidad. Invadida 
por la ira y el miedo, ella cuestionó su virilidad por golpearla y le echó en 
cara lo decepcionada que se sentí por el desenlace de sus últimos 
encuentros en el lecho. Ernest salió súbitamente de la casa, pasó la 
noche en un bar cercano, y al día siguiente logró calmarse lo suficiente 
para ir en busca de un especialista. 
Más adelante se retoma el caso de Ernest. 
Todos los días, las personas tratan de comprender a sus semejantes. Es 
difícil determinar por qué alguien hace o siente algo. En realidad, uno 
mismo no siempre comprende por qué se siente y comporta de 
determinada manera. De por si es complicado entender lo que se 
considera una conducta de los límites normales, por lo que resulta 
todavía más difícil comprender aquella que va más allá de la normalidad, 
como la del policía del caso anterior. 
En esta obra se enfoca la amplia diversidad de anormalidades, y se 
proporcionan las distintas explicaciones que se les han dado, tanto en el 
pasado como en la actualidad. Estas explicaciones ofrecen una serie de 
problemas. Antes que todo, son ambiguas, y es necesario manejar datos 
tentativos y a menudo contradictorios; hay que analizar dicha 
información, estudiarla e investigarla. Son obvias las complejidades de la 
psique humana, y ciertos aspectos de la misma no son todavía todo lo 
claros que uno, quisiera. Al emprender el estudio, de la psicopatología, 
área que se ocupa de la naturaleza y el desarrollo de los trastornos 
mentales, conviene recordar que el sujeto, ofrece pocas respuestas 
contundentes inmediatas. Aunque aquí se menciona todos esos 
hallazgos, gran parte e los datos incluidos son modificados por 
investigaciones posteriores. Pese a todo, como se hace evidente al 
explicar la orientación seguid aquí a la indagación científica, el estudio 
de la psicopatología no pierde valor aun si está llena de ambigüedades. 
La esencia de este campo está constituida por el tipo, de preguntas 
formuladas, más que por las respuestas especificas a las mismas. 
Otra dificultad por enfrentar al estudiar la psicopatología anormal 
consiste en no, dejar de ser objetivo. Su tema de estudio, es decir la 
conducta humana, es un aspecto muy personal. Los efectos tan 
penetrantes y perturbadores de la conducta anormal se infiltran en la 
vida de toda la gente. Por ejemplo, ¿quién no ha experimentado ideas y 
sentimientos irracionales?, ¿o quién no ha conocido a alguien, un amigo 
o tal vez un pariente, cuya conducta le hay parecido incomprensible? Si 
el lector ha comprobado esto, se dará cuenta de lo frustrante y 
atemorizante que resulta tratar de comprender y ayudar a una persona 
que sufre de problemas psicológicos. Aun cuando pocas veces se suele 
ser testigo directo de estos casos, nadie duda de que día con día se 
manifiestan actos que dan fe de una conducta aberrante. Con frecuencia 
se comenten acciones violentas tales como asesinatos con haba o con 
múltiples victimas. Una vez detenido, el criminal recibe de la policía o el 
psiquiatra el diagnostico de “enfermo mental”, y se descubre que cuenta 
con antecedentes de inestabilidad mental. En ocasiones, el delincuente 
ya ha estado internado en un hospital psiquiátrico. 
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 UNIDAD I. Introducción: factores históricos y científicos. Definición y caracterización de la conducta anormal 
 
 
La cercanía que tiene uno a su objeto de estudio, desde luego, aumenta 
su atractivo intrínseco. Por tanto, no es raro que los cursos de psicología 
de la conducta anormal sean de los más populares en las carreras de 
psicología. Su familiaridad con tal objeto de estudio anima a la gente a 
estudiar la conducta anormal, pero adolece de una desventaja muy 
característica. Todas las personas ya han desarrollado ciertas maneras 
de pensar y hablar acerca de la conducta; determinados términos y 
conceptos que de algún modo parecen encajar. Por ejemplo, algunos 
afirman que el estudio del miedo debe enfocar la experiencia inmediata 
del mismo, esto se conoce técnicamente como método fenomenológico. 
Este último es una forma de enfocar el miedo, pero no es la única. Como 
científicos conductuales, los especialistas han tenido que conciliar las 
diferencias entre la que sienten que es la manera adecuada de hablar 
sobre conducta y experiencia humanas, y la que podría ser una manera 
más productiva de definirla a fin de estudiarla y aprender acerca de ella. 
Si la mayoría de la gente habla de “sentimiento de terror”, uno se sentiría 
más inclinado a emplear una frase tal como “respuesta de miedo de gran 
magnitud”. Y al hacerlo, no se utilizarían simplemente juegos de 
palabras. Los conceptos y etiquetas verbales que se emplean para 
estudiar la conducta anormal científicamente deben mantenerse al 
margen de los sentimientos subjetivos que a menudo se atribuyen a 
determinados fenómenos humanos. Por consiguiente, esto equivale a 
pedir al lector que adopte marcos de referencia diferentes a los que a 
columbra, e incluso distintos a los que emplean los especialistas cuando 
no desempeñan funciones profesionales. 
El caso de estudio con que se inicia este capitulo, se presta a gran 
diversidad de interpretaciones. Sin duda el lector tiene algunas ideas 
acerca de cómo surgieron los problemas de Ernest, cuales son sus 
dificultades principales, y tal vez hasta cómo podría tratar de ayudársele. 
No existe un reto intelectual o emocional más grande que decidir dos 
cosas: cómo concebir la vida de una persona con problemas 
psicológicos, y el mejor tratamiento que puede proporcionársele. 
A continuación se estudia lo que se entiende por conducta anormal. 
Después se examina brevemente cómo ha evolucionado a lo alargo, de 
la historia la concepción de anormalidad hasta las perspectivas más 
científicos de hoy día. 
¿¿QQUUÉÉ EESS LLAA CCOONNDDUUCCTTAA AANNOORRMMAALL?? 
Definir la conducta anormal es uno de los restos más formidables para la 
psicopatología de laconducta anormal. Se han propuesta varios 
componentes de la misma que se estudian a continuación. Ninguno es 
por sí solo suficiente, aunque posee un mérito propio y todos en conjunto 
ayuda a conformar lo que vendría a ser una definición cabal de dicha 
conducta. Se vuelve a mencionar esta cuestión tan pronto se estudien 
los componentes de infrecuencia estadística, violaciones de normas, 
aflicción personal, incapacidad o disfunción, e imprevisibilidad. 
Infrecuencia estadística 
Un componente de la conducta anormal es que es infrecuente. Quienes 
estudian este aspecto de tal conducta por lo general miden 
características específicas de la gente, como son rasgos de la 
personalidad, formas de comportarse y la distribución de dichas 
características en la población. Cierto tipo de distribución poblacional, o 
se la curva normal, indica que la mayoría e la gente se encuentra en un 
punto medio en lo que respecta a determinada característica particular. 
Es decir, muy pocas personas quedan en cualquiera de los dos 
extremos. Al afirmar que alguien es normal, se da a entender que no se 
debía gran cosa del promedio en que se refiere a un rasgo o patrón de 
conducta en particular. 
La infrecuencia estadística se emplea estrictamente para diagnosticar el 
retraso mental. Aunque el diagnóstico, de retraso mental se basa en una 
serie de mediciones, el principal criterio que lo determina es un bajo nivel 
de inteligencia. Si el conciente de inteligencia de una persona es inferior 
a 70, se considera que su desempeño intelectual es a tal grado 
subnormal que se le diagnostica retraso mental. 
Si bien gran parte de las manifestaciones de la conducta infrecuente en 
verdad parecen anormales, hay casos en que no es valida esta relación. 
Por ejemplo, pocos poseen una tremenda habilidad atlética, pero no se 
les puede considerar como anormales en el sentido que aquí se emplea. 
Solo determinadas conductas inusitadas, como el ser víctima de 
alucinaciones o depresiones profundas, corresponden a la categoría de 
manifestaciones conductuales examinadas en esta obra. Sin embargo, 
existe el inconveniente de que el componente estadístico no es de gran 
ayuda para establecer cual es la conducta infrecuente que deben 
enfocar los psicopatólogos. 
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 UNIDAD I. Introducción: factores históricos y científicos. Definición y caracterización de la conducta anormal 
 
 
Violación de normas 
Se ha dicho que la conducta anormal es también aquella que viola las 
normas sociales y constituye una amenaza o produce ansiedad en 
quienes la observan. Este componente también es válido, aunque solo 
en parte. Estas definiciones concuerdan con la saña del psicópata. Lo si 
mimo que la en ocasiones conducta salve de un maniático o los 
manierismos tan extraños del esquizofrénico. Según este componente, 
la anormalidad es un concepto relativo; es decir, se pueden tolerar 
distintas formas de conducta inusitada, dependiendo de las normas 
culturales que rijan. No obstante, este componente es a la vez 
demasiado general y restrictivo. Los delincuentes y prostitutas violan las 
normas sociales, pero rara vez son objeto de estudio de la psicología de 
la conducta anormal. Asimismo, la personas con un alto grado de 
ansiedad que por lo general constituye el sujeto idóneo de esta área de 
la psicología, casi siempre pasa desapercibida para muchos 
observadores promedio. 
Por otra parte, las llamadas normas sociales pueden depender de lo que 
se considere como normal o no en cada cultura. 
Aflicción personal 
La anormalidad sugiere la idea de sufrimiento personal. En este sentido, 
la conducta es anormal si les produce a quienes la manifiestan una gran 
aflicción y tormento. Es claro que la aflicción personal es uno de los 
síntomas de varias de la formas de conducta anormal que se exponen 
en este libro, pues quienes experimentan trastornos por ansiedad y 
depresión en verdad sufren mucho. Sin embargo, no todos los trastornos 
generan aflicción. Por ejemplo, el psicópata trata a los demás con 
frialdad y puede transgredir constantemente la ley sin experimentar 
culpa. Remordimiento o ansiedad alguna. Por otra parte, esta área de la 
psicología no se ocupa por igual de todas las formas de aflicción 
(hambre o el o dolor de la niñez). Además, otro inconveniente de 
basarse en el malestar personal. Como característica esencial de 
psicopatología es su índole inherentemente sujetiva. Son las personas 
quienes se oponen y afirman estar sufriendo, pero es difícil comparar en 
qué medida lo hacen cada una, ya que son muy variables los criterios en 
que se apoyan para definir sus propios estados psicológicos. 
Incapacidad o disfunción 
Otro componente de la conducta anormal es la incapacidad, es decir, le 
individuo está imposibilitado de alcanzar alguna meta debido a su estado 
anormal. Por ejemplo, los trastornos por consumo de sustancias se 
definen con base principalmente en cómo la sustancia de que se trate 
provoca cierta incapacidad social u ocupacional (por ejemplo, escaso 
rendimiento en el trabajo, discusiones fuertes con el cónyuge, etc.). de 
modo semejante, una fobia puede indicar tanto aflicción como 
incapacidad si, por ejemplo, un acentuado temor a volar impide que 
alguien acepte un ascenso. Sin embargo, como sucede con el 
sufrimiento, la incapacidad se observa solo en parte de los trastornos. 
Por ejemplo, es difícil decidir si el travestismo (cuando la persona s viste 
con prende del sexo opuesto para experimentar placer sexual) es en 
todos los casos una incapacidad. La mayoría de travestís están casados, 
llevan vidas convencionales, y por lo general practican su peculiar 
costumbre en privado. Otras características que en determinadas 
circunstancias podrían catalogarse como incapacidades (por ejemplo, 
una baja estatura si el interesado desea ser jugador profesional de 
baloncesto), no atañen propiamente al domino de la psicología de la 
conducta anormal. Como sucede con la aflicción, como no se cuenta con 
una definición más precisa de lo que es una incapacidad, es difícil saber 
cuales corresponden o no a esta área de la psicología. 
En relación con la idea de que el trastorno constituye una incapacidad, 
Wakefield (1992) sugiere que un componente fundamental de la 
enfermedad o el trastorno es una disfunción perjudicial, es decir, alguna 
anomalía del funcionamiento normal de cierta estructura o mecanismo 
del organismo que le ocasiona daños a la persona. Por ejemplo, este 
autor afirma que las fobias son trastornos, porque la gente no se 
“diseño” para temer a cosas, ideas, o sucesos que no la pueden 
lastimar. Por tanto, si bien es normal sentir miedo a ahogarse si uno no 
sabe nada, es una fobia y una anormalidad asustarse ante la idea de 
zambullirse en el agua si se sabe bucear y no existen otros peligros 
evidentes en ella. La propuesta de Wakefield depende mucho de lo que 
se entienda (o se haya acordado) como normal, de cómo está 
coordinado el organismo humano y de cómo debe funcionar 
supuestamente. Sugiere que únicamente conociendo lo que constituye 
un funcionamiento normal, esto es, lo que el organismo esta diseñado 
para llevar a cabo, se pude contar con un criterio valido para establecer 
o no la existencia de trastorno. Pero puesto que la validez de esta 
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 UNIDAD I. Introducción: factores históricos y científicos. Definición y caracterización de la conducta anormal 
 
 
sugerencia depende de lo que se juzgue que es, en realidad, es estado 
anormal o funcionamiento interno del animal humano, podría estar más 
bien formulado una interrogante que despeja una duda. 
Imprevisibilidad 
Otro componente de la definición de anormalidad es que es imprevisible. 
El hambre es una respuesta previsible a no comer, por lo que no puede 
considerarse como un estado de aflicción concernientea la conducta 
anormal. En cambio, múltiples formas de dicha conducta son respuestas 
inesperadas a estresantes ambientales. En cambio, múltiples formas de 
dicha conducta son respuestas inesperadas a estresantes ambientales. 
Por ejemplo, se diagnostican trastornos por ansiedad cuando ésta es 
exagerada teniendo en cuenta las circunstancias, como cuando la gente 
se preocupa en demás de su situación económica aun siendo solvente. 
Con el tiempo se han modificado parte de las categorías de conducta 
anormal que aparecen en los manuales de diagnostico oficiales, pero 
ello no implica que se haya adoptado alguna definición en particular de 
la conducta anormal. En ciertos casos, las investigaciones clínicas han 
ayudado a identificar un nuevo síndrome. Por ejemplo, el autismo infantil 
no se incluyó entre los diagnósticos psiquiátricos oficiales hasta 1980, 
aun cuando en los años cuarenta se describió por primera vez en la 
literatura clínica. En otros casos, han variado las normas y valores. Por 
ejemplo, en el curso del siglo XX, cada vez más gente supuso que sus 
problemas psicológicos requerían de ayuda profesional. Con este mayor 
flujo de pacientes, terapeutas e investigadores enfrentaron problemas 
que nunca habían imaginado, y hubo que formular nuevos diagnósticos. 
En está obra se presenta una lista de estados que actualmente se 
catalogan como anormales, pero es casi seguro que dichos trastornos 
varíen con el tiempo. 
Debido a la naturaleza tan cambiante de esta área, es imposible ofrecer 
una definición simple de anormalidad que la englobe totalmente. Estos 
componentes de anormalidad que se acaba de describir sólo la definen 
en parte, pero no se aplican por igual a todos los diagnósticos. 
PPRROOFFEESSIIOONNAALLEESS DDEE LLAA SSAALLUUDD MMEENNTTAALL 
Los psicólogos clínicos, es decir, los distintos profesionales 
considerados como verdaderos especialistas en atención psicológica, 
pueden recibir distintos tipos de entrenamiento. Para la práctica de la 
psicología clínica se requiere por lo general un doctorado, que implica de 
cuatro a cinco años de estudios de postgrado. La preparación para el 
doctorado en psicología clínica es muy semejante al relativo a otra áreas 
especiales de psicología: cognitiva, experimental, fisiológica, social, del 
desarrollo, o de la edad avanzada, con gran uso de trabajo de 
laboratorio, diseños de investigación, estadística, así como el estudio 
empírico de la conducta humana y animal. Cómo en las demás áreas de 
la psicología el grado obtenido es básicamente de investigador por lo 
que los aspirantes deben redactar una extensa tesis sobre un tema 
especializado. Además, los aspirantes a psicólogos clínicos desarrollan 
habilidades en otras dos áreas que los diferencian de otras aspirantes al 
doctorado en psicología. En primer lugar, aprenden técnicas de 
valoraciones y diagnóstico de trastornos mentales; es decir, aprenden a 
determina si los síntomas o problemas de un paciente indican un 
trastorno en particular. En segundo, aprenden a practicar la psicoterapia, 
una forma esencialmente verbal de ayudar a que las personas 
atribuladas cambien sus ideas, sentimiento y conducta a fin de mitigar su 
aflicción y experimenten una mayor satisfacción. Los estudiantes toman 
cursos donde dominan técnicas específicas bajo la supervisión rigurosa 
de otro profesional. Más adelante, ruante un internado intensivo o 
entrenamiento posterior al doctorado, poco a poco asumen cada vez 
más responsabilidades en el cuidado de pacientes. 
Otros programas de postgrado están más enfocados a la práctica. Los 
mismos otorgan el relativamente nuevo grado de Doctor en Psicología. 
El plan de estudios es casi el mismo que el de Doctorado en general, 
pero hay menos interés por la investigación y más por el entrenamiento 
clínico. La razón de esto es que la psicología clínica ha llegado a un 
nivel de conocimientos y certidumbres que justifica, e incluso requiere, 
entrenamiento intensivo en técnicas específicas de valoración en 
intervención terapéutica, en lograr de una combinación de práctica con 
investigación. 
El psiquiatra ostenta el título, de médico y se ha sometido a 
entrenamiento posterior a esta preparación, denominado residencia, 
donde ha recibido supervisión en la práctica de la psicoterapia. En vista 
de sus estudios de medicina, el psiquiatra puede trabajar también como 
médico y realizar exámenes físicos, diagnosticar padecimientos médicos, 
etc. pero en realidad, el único aspecto de la práctica médica de la 
mayoría de os psiquiatras se relaciona con la prescripción de 
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 UNIDAD I. Introducción: factores históricos y científicos. Definición y caracterización de la conducta anormal 
 
 
fármacos psicoactivos, que son compuestas químicos que pueden 
modificar el modo de sentir y pensar de la gente. 
Recientemente se desató una enconada y en ocasiones mordaz 
controversia en torno a la conveniencia de permitir que psicólogos 
clínicos, con la debida preparación, prescriban medicamentos 
psicoactivos. Como es de esperarse, los psiquiatras se pondrían a ello, 
ya que sentirían invadido su territorio. Es cierto que aquellos obtendrían 
mayores ingresos económicos, pero no está claro si alguien que no es 
médico puede aprender lo suficiente sobre bioquímica y fisiología para 
vigilar los efectos de los medicamentos, y proteger a sus pacientes de 
los efectos colaterales adversos y la interacción de los fármacos. Sin 
duda, esta controversia se prologará durante algún tiempo antes de 
llegar a algún acuerdo. 
Un psicoanalista recibe entrenamiento especializado en un instituto 
psicoanalítico; el programa por lo general abarca varios años de 
capacitación clínica al igual que un psicoanálisis profundo del aspirante. 
Aunque Sigmund Freud estipuló que los psicoanalistas no necesitan 
entrenamiento médico, hasta hace poco la mayoría de institutos de 
psicoanálisis exigían para titularse el grado de médico y una residencia 
psiquiátrica. Por tanto, se pueden requerir hasta diez años de postgrado 
para convertirse en psicoanalista. 
Un trabajador social psiquiátrico obtiene el grado de Maestría en Trabajo 
Social. Existen asimismo programas de maestría y doctorado para 
psicólogos asesores, que son semejantes a un entrenamiento de 
postgrado en psicología clínica pero con menos labor de investigación. 
El término clínico con frecuencia se aplica a personas que, sin importar 
su grado profesional, ofrecen servicios de diagnostico y terapia al 
publico. Por tanto, entre ellos puede haber doctores en psicología clínica 
o de asesoramiento, doctorares en psicología, especialistas con 
maestría en trabajo social y psiquiatras. El término también se puede 
aplicar a gente que realiza tanto investigaciones como trabajo de 
investigación, como los autores de esta obra, cuando prestan servicios 
clínicos. La denominación de psicopatólogos se aplica a un grupo 
altamente diverso de personas. Estas conducen investigaciones de la 
naturaleza y del desarrollo de diferentes trastornos que sus colegas 
terapeutas intentan tratar. Los psicopatólogos pueden provenir de 
diferentes disciplinas: algunos son psicólogos clínicos., pero los estudios 
de los demás pueden ir de la bioquímica hasta la psicología del 
desarrollo. El común denominador que los une es su interés por la 
génesis de la conducta anormal. Puesto que todavía queda mucho 
aprender sobre psicopatología, es ventajoso que estos especialistas 
pertenezcan a campos tan variados y se interesen por aspectos tan 
diversos. Aún es demasiado pronto para estar seguro de cual es el área 
en que se harán los progresos más significativos. 
HHIISSTTOORRIIAA DDEE LLAA PPSSIICCOOPPAATTOOLLOOGGÍÍAA 
El psicopatólogo se interesa por las causas de la conducta desviada. La 
búsqueda de las mismas ha tenido lugar durante un periodo 
considerable. Antes de la era de investigación científica, todas lasmanifestaciones buenas y malas de poder fuera del control del hombre 
(eclipses, terremotos, tormentas, rayos y truenos, incendios, 
enfermedades graves e incapacitantes, oscuridad y luz, la periodicidad 
de las estaciones) eran consideras sobrenaturales. Cualquier conducta 
que también arréciese estar más allá del control del ser humano, se 
interpretaba de manera semejante. Los primeros escritos de filósofos, 
teólogos y médicos que estudiaron la mente trastornada, determinaron 
que sus desviaciones reflejaban la ira divina o posesiones demoníacas. 
Inicios de la demonología 
Se llama demonología a la doctrina según la cual un ser perverso 
parcial o totalmente autónomo, como el diablo, podría habitar dentro de 
una persona y controlar su mente. Los antiguos babilonios tenían en su 
religión un demonio específico para cada enfermedad. Idta era el que 
provocaba la locura. Existen ejemplos semejantes de ideas 
demonológicas en los anales de los antiguos chinos, egipcio y griegos. 
También entre los hebreos, la desviación se atribuía a malos espíritus 
que poseían a la persona, que había dejado de ser protegida por Dios a 
causa de algún disgusto. Se dice que Cristo curó a un hombre de 
“espíritu sucio”, al echar a los demonios que lo habitaban y arrojarlos a 
una manada de cerdos. Parece que después estos animales quedaron 
poseídos, y corrieron “violentamente por un lugar empinado hacia el 
mar” (Marcos 5:8-13). 
El exorcismo, que consistía en ahuyentar a los malos espíritus 
mediante cantos rituales o tortura por lo general asumía la forma de ritos 
con rezos muy elaborados, donde se producían ruidos raros o se 
obligaba a la víctima a beber menjurjes con un sabor muy desagradable, 
a veces se tomaba medidas más abominables, tales como azotes y 
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 UNIDAD I. Introducción: factores históricos y científicos. Definición y caracterización de la conducta anormal 
 
 
 
hacer pasar hables a la persona supuestamente poseída, a fin de echar 
a los demonios de su cuerpo. 
Somatogénesis 
En el siglo V a. de C. Hipócrates (¿460-377 a. de C.) recibió su primer 
entrenamiento médico en el famoso templo de Asclepíades en Cos. Se 
le ha considerado con frecuencia como el padre de la medicina moderna 
y se opuso al Zeitgeist u orientación intelectual y emocional de su 
época, al separa la medicina de la religión, magia y superstición, y 
rechazar la creencias griega prevaleciente de que los dioses enviaban 
enfermedades físicas graves y perturbaciones mentales como castigo. Él 
insistía en que tales padecimientos tenían causas naturales, por lo que 
había que tratárseles como otras enfermedades más comunes tales 
como resfriado o estreñimiento. Hipócrates pensaba que el cerebro era 
el órgano de la conciencia, o, la vida intelectual y emocional, y de ello se 
infería que si el razonamiento y la conducta se habían desviado, existía 
cierto tipo de patología cerebral. Se le ha considerado muchas veces 
uno de los fundadores de la hipótesis somatogénica, es decir la idea de 
que algo malo que le sucede al soma, o cuerpo físico, afecta sus ideas y 
acciones. En cambio, la psicogénesis es la creencia de que algo tiene 
su origen en lo psicológico. 
Hipócrates clasificó los trastornos mentales en tres categorías: manía, 
melancolía y frenitos o fiebre cerebral. Gracias a sus enseñanzas, los 
fenómenos de la conducta anormal pasaron a ser más de la 
incumbencia de médicos que de sacerdotes. Al tratar a los enfermos, 
Hipócrates buscaba remedios naturales para los que consideraba 
fenómenos naturales. Para la melancolía, prescribía tranquilidad, 
sobriedad, alimentos y bebidas saludables, y abstinencia sexual. 
Supuestamente, dicho régimen tenía efectos saludables en ele cerebro y 
el cuerpo. Como Hipócrates creía en causas naturales en vez de 
sobrenaturales, se basaba en sus agudas observaciones y su aportación 
como clínicos fue enorme. Realizó, descripciones sumamente detalladas 
de muchos síntomas que hoy día se reconocen en la epilepsia, el 
delirium tremens, la apoplejía y la paranoia. 
Sin embargo, la fisiología de Hipócrates resultaba primitiva, ya que 
concebía el funcionamiento normal del cerebro, y por tanto la salud 
mental, como aspectos que dependían de un delicado equilibrio entre 
cuatro humores o líquidos corporales a saber sangre, bilis negra, bilis 
amarilla y flema. Cualquier desequilibrio de los mismos provocaba 
trastornos. Por ejemplo, si una persona era perezosa y torpe, 
supuestamente había en su cuerpo un exceso de flema. Si predominaba 
la bilis negra, aparecía la melancolía. Demasiada bilis amarilla explicaba 
la irascibilidad y ansiedad, y demasiada sangre un temperamento muy 
variable. La patología basada en humores de Hipócrates fue desmentida 
por estudios científicos posteriores. Pese a ello, su premisa básica de 
que la conducta humana es determinada directamente por estructuras o 
sustancias corporales, y que la conducta anormal es producida por algún 
tipo de desequilibrio o incluso, daño, presagió algunos aspectos del 
pensamiento contemporáneo. En el curso, de los siete siglos posteriores, 
tanto antes como después del nacimiento de Cristo, el enfoque 
naturalista de Hipócrates fue unánimemente aceptado por otros griegos, 
como Platón, Aristóteles y Galeno, así como, por los romanos, quienes 
adoptaron la medicina de los griegos una vez que su ciudad se convirtió 
en cuna del poder del Mundo Antiguo. 
Oscurantismo y demonología 
Por lo general, los historiadores a menudo han sugerido que la muerte 
de Galeno, el último médico de la época clásica, marcó el inicio del 
oscurantismo para toda la medicina, en particular para el tratamiento y la 
investigación de la conducta anormal. Luego de varios siglos de 
decadencia, desaparecieron las civilizaciones griega y romana. Las 
iglesias adquirieron poder, en tanto que el papado pronto fue declarado 
independiente del estado y convirtió en un importante elemento de 
unidad. El monacato cristiano, a través de su labro misionaria y 
educativa, sustituyo a la cultura clásica. 
En los monasterios se cuidada y aliviaba a lo enfermos, y algunos de 
ellos servían como deposito de manuscritos médicos de la Grecia 
clásica, aun cuando no se aplicasen los conocimientos contenidos en los 
mismos. Al cuidar los monjes a los enfermos mentales, oraban por ellos 
y los tocaban con reliquias, o preparaban brebajes fantásticos para que 
los bebiesen en la fase menguante de la Luna. Las familias de los 
pacientes los llevaban a santuarios, o en ocasiones rompían sus lazos 
con ellos por miedo o superstición. Muchos de estos dementes vagaban 
por el campo, adquirían un aspectos cada vez más lastimo y perdían 
poco a poco todas sus facultades. 
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 UNIDAD I. Introducción: factores históricos y científicos. Definición y caracterización de la conducta anormal 
 
 
 
Los enfermos mentales como brujos 
Durante el siglo XIII y los inmediatos posteriores, un populacho que de 
por sí sufría de inconformidad social y hambrunas recurrentes, empezó a 
sentirse obsesionado por el demonio. Se consideraba que la brujería era 
instigada por el poderoso Satán y los herejes, y ahora era en sí mismo 
una herejía y una negación de Dios. Al ser testigo de hechos 
inexplicables y pavorosos, la gente tendería a aferrarse a cualquier 
explicación que se tuviese. El espíritu de la época era propicio para 
inculpar enormemente a aquellos considerados como brujos, y por ello 
eran perseguidos implacablemente. 
En 1484, el Papa Inocencia VIII, en una bula papal, exhortó a la 
comunidad religiosa de Europa a no dejar rincón sin examinar en la 
búsqueda de las brujas. Envió a dos dominicos, Jacob Sprenger y 
Henricus Institoris, al norte de Alemania como, inquisidores. Dos años 
después, estos publicaron un manual muy completo y explicito, Malleus 
Maleficarum(“el martillo de las brujas”), como guía en la caza de brujas. 
Se traba de un documento legal y teológico, que vino a ser considerado 
por católicos y protestantes como libro de texto sobre brujería. El “deseo 
carnal”, insaciable en algunas mujeres, era la razón de que tuviesen 
relaciones sexuales “hasta con los demonios”, y se convirtiesen en 
brujas. Se describían en el manual diferentes signos por los que podía 
descubrirse a una de estas mujeres, tales como puntos rojos o áreas 
insensibles en la piel, que supuestamente habían sido hechos por la 
garra del diablo al toar a la persona para sellar un pacto. En el, libro se 
confirmaba que las reglas que aplicaba la Inquisición a los herejes eran 
validas también con las brujas. Las acusadas de brujería debían ser 
torturadas si no confesaban, las convictas y pendientes debían ser 
encarceladas y de por vida, y las convictas no arrepentidas eran 
entregadas a las ley para su ejecución. En el manual se especificaba 
que si la persona perdía razón de repente, ello era un síntoma de 
posesión diabólica, y que la hoguera era el método usual para echar 
fuera al supuesto demonio. Se dice que en el curso de los siglos 
siguientes, varios centenares de mujeres, hombre y niños fueron 
acusados, torturados y ejecutados, pero no se cuenta con datos 
confiables. 
El primer freno a la caza de brujas tuvo lugar en 1610 en España, 
cuando el inquisidor Alonso Salazar y Frías concluyó que la mayoría de 
las acusaciones hechas en Logroño, Navarra, habían sido falsas. 
Ordeno que toas las acusaciones fuesen acompañadas de evidencias 
independientes, que se suprimiese la tortura y que no se confiscasen las 
partencias de las convictas. De ahí en adelante, las acusaciones de 
brujería se redujeron drásticamente en España. En febrero, de 1649, la 
Reina Cristina de Suecia escribió una carta a uno de sus ministros, en la 
que le ordenaba liberara todos los presos acusados de brujería, excepto 
a aquellos que evidentemente eran culpables de asesinato. En Francia, 
los juicios por brujería disminuyeron luego de un edicto emitido en 1682 
por Luis XIV. La última ejecución de una bruja se llevo a cabo en Suiza 
en 1782. 
Durante algún tiempo se ha pensado que todas las enfermas mentales 
de fines de la edad Media fueron consideras en su época como brujas 
(Zilboorg y Henry, 1941). En sus confesiones, las acusadas a veces 
admitían haber copulado con el diablo y asistido a aquelarres, que eran 
juntas secretas para practicas sus cultos. Estas narraciones han sido 
interpretas por autores modernos como, delirios o alucinaciones, por lo 
que se supone que algunas brujas eran psicóticas. Por otra parte para 
identificar gente con la “marca del Diablo”, esto es, áreas de la piel 
insensibles al dolor, cazadores profesionales de hechiceras iban de 
pueblo, en pueblo y enterraban agujas en el cuerpo de las acusadas. 
Como se piensa que la anestesia era un síntoma de histeria el hecho de 
que algunas “brujas” no reaccionaban a dichas agujas se consideraba 
como evidencia de su locura. 
Sin embargo, análisis más cuidadosos de estas cacerías de brujas 
señalan que si bien algunas de las supuestas hechiceras padecían un 
trastorno mental, se sometió a juicio a más personas sanas que 
dementes. Las confesiones que rayaban en el delirio por lo general se 
obtenían durante torturas brutales; llegaba un momento en que las 
torturadas aceptaban ser culpables de todo lo que decían sus 
acusadores y las creencias de su época por ejemplo, en Inglaterra, 
donde no se permitía la tortura, las confesiones casi nunca contenía 
descripciones que indicaran delirios o alucinaciones. Además, la 
insensibilidad al dolor tiene muchas otras causas, como disfunciones 
orgánicas. Y lo más importantes es que existen casos comprobados de 
mala intención. A menudo, la aguja estaba sujeta a una vara hueca, de 
modo que al tocar la piel e hundía en dicha vara y no en la persona, 
aunque a los observadores les parecía todo lo contrario (Schoeneman, 
1977, Spanos, 1978). 
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 UNIDAD I. Introducción: factores históricos y científicos. Definición y caracterización de la conducta anormal 
 
 
Al evaluar otras fuentes de información se observa que la brujería no era 
la principal interpretación que se daba a la enfermedad mental. A partir 
del siglo XIII a medida que se extendieron las ciudades europeas, los 
hospitales empezaron a quedar bajo la jurisdicción secular. Las 
autoridades municipales, al adquirir poder, tendieron a complementar o 
absorber algunas de las actividades de la Iglesia, una de las cuales era 
por supuesto encargarse del cuidado de los enfermos. El acta de 
fundaciones del Hospital de la Santa Trinidad en Salisbury Inglaterra que 
data de mediados del siglo XIV especificaban los propósitos del hospital. 
Entre ellos estaba “mantener la seguridad de los dementes hasta que 
recuperen la razón”. Durante este periodo, las leyes británicas permitían 
que los locos peligrosos y los incapaces de valerse por sí mismos 
pudiesen estar confinados en un hospital. Cosa interesante, a las 
personas que eran encerradas no se les describía como poseídas 
(Allderidge, 1979). 
Neugebauer (1979) examinó los anales de los juicios por locura en 
Inglaterra durante la Edad Media. Estos juicios se llevaron a cabo a partir 
del siglo XIII para determinar la cordura de una persona. Los mismos se 
realizaron bajo el derecho de la Corona de proteger al enfermo mental, y 
si se consideraba que el sujeto estaba loco, la Corona se convertía en 
albacea de sus bienes. En el juicio se examinaba la orientación del 
individuo, su memoria, intelecto, vida diaria y hábitos. Las explicaciones 
de conducta extraña por lo general se relacionaban con enfermedad 
física, alguna lesión o con un choque emocional. De todos los casos que 
examinó Neugebader, en sólo uno se habla de posesión diabólica. Por 
tanto, a juzgar por la evidencia, esta explicación de la perturbación 
mental no fue tan común en la Edad Media como alguna vez se pensó. 
A continuación se menciona el más famoso caso de brujería acontecido 
en los Estados Unidos, el incidente de Salem. El mismo también brinda 
la oportunidad de constatar cómo influyen diferentes puntos de vista al 
tratar de interpretar la conducta de las brujas acusadas. 
El incidente de Salem: ¿brujería o envenenamiento?. 
En diciembre de 1691, ocho muchachas que vivían en o cerca del 
pueblo de Salem fueron víctimas de “acceso de mal humor”, que hizo 
necesaria su atención médica. Sin embargo, los médicos no pudieron 
encontrar la causa de su habla desorganizada, posturas y gestos 
extraños, y ataques convulsivos. Una de ellas era hija del ministro, 
Samuel Parris, y ora su sobrina. Una vecina pronto logró que la esclava 
de Parris en Barbados, Tituba, preparase un “pastel de bruja” con 
centeno y orina de las enfermas, y se lo diese a comer a un perro para 
ver si era conveniente la brujería. Poco después, en febrero de 1692, las 
jóvenes acusaron de brujería a Tituba y a otras dos ancianas, y las tres 
fueron arrestadas. 
Pero ahora empezaron a haber acusaciones por parte de las muchachas 
y de otros residentes del pueblo. Las cárceles de Salem, de poblaciones 
vecinas, y hasta del lejano Boston, se llenaron de prisioneras en espera 
de ser juzgadas. Para fines de septiembre, 19 personas había sido 
envidas al patíbulo, y un hombre había sido prensado hasta morir. Las 
acusaciones había sido formuladas con base, en “evidencia espectral” (o 
sea, el acusador había visto una aparición de la acusada), y la prueba 
del toque (el ataque del acusador había cesado luego de ser tocado por 
la acusada). Las muchachas enfermas estuvieron presentes en los 
juicios y muchas veces interrumpieron con sus violentos ataques, 
convulsiones y aparentes alucinaciones de espectro y “familiares”. (Los 
familiares son espíritus, con frecuencia de forma animal, que 
supuestamente actúancomo enviados de una bruja). 
En enero de 1693, una corte superior convocó y recibió las 50 
acusaciones por bujería que ha habían sido formuladas por un gran 
jurado. Sometió a juicio a 20 personas, absolvió a 17 y condenó a tres, 
aunque no fueron ejecutadas. En mayo de 1693, el Gobernador Phips 
ordenó un indulto general, fueron liberadas alrededor de 150 personas 
que aún estaban cautivas acusadas de brujería, con lo que terminó este 
extraño episodio. 
Los sucesos de Salem sirven de ejemplo para demostrar como se 
maltrataba a estas desafortunadas enfermas mentales por la creencia de 
que estaban poseídas, aun cuando las supuestas brujas eran en su 
mayoría personas respetables de la comunidad. En ocasiones se arguye 
que estas acusadas eran esquizofrénicas. Debido a sus alucinaciones. 
Pero, es muy poco factible que la esquizofrenia ocurra simultáneamente 
en un grupo de jóvenes mujeres. Este episodio también es considerado 
por mucho como un ejemplo de “histeria colectiva”; pero la acusación de 
brujería, una vez formulada, por laguna razón se extendió 
incontrolablemente. No obstante, las primeras acusaciones de brujería 
en las comunidades puritanas de Nueva Inglaterra nunca habían tenido 
semejante resultado. Linda Caporael (1976) propuso una teoría 
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 UNIDAD I. Introducción: factores históricos y científicos. Definición y caracterización de la conducta anormal 
 
 
diferente, es decir, que la acusadoras sufrían de envenenamiento por 
cornezuelo. 
El cornezuelo, un hongo parasitario, crece en algunos granos, en 
particular el centeno, y su desarrollo es propiciado por temporadas 
calidas, lluviosas y de cultivo. Varios de los alcaloides del cornezuelo 
contienen ácido lisérgico, a partir del cual se puede sintetizar el LSD. 
Ingerir alimentos elaborados con harina contaminada de cornezuelo 
puede provocar hormigueo en la piel, comezón en los dedos, vértigo, 
dolor de cabeza, alucinaciones, vómito, diarrea y convulsiones. Los 
alcaloides del cornezuelo también puede inducir delirio y cambios de 
ánimo, tales como manía y depresión. 
¿Por qué sólo algunas personas sintieron que sus cuerpos gavia sido 
poseídos?. Caporael afirma que la parte occidental de Salem Village, 
donde el suelo es más bajo y los prados son más pantanosos, sería la 
fuente más probable de grano contaminado. Esta hipótesis concuerda 
con la zona donde vivían las jóvenes y otros acusadores; casi siempre 
vivían o comían grano cultivados en los campos occidentales. La 
mayoría de las brujas acusadas y sus defensores habitaban en la parte 
este del pueblo. 
Caporael presenta una serie de argumentos contundentes para 
sustentar su teoría de envenenamiento por cornezuelo. Por supuesto, no 
deja de ser una teoría, pero es interesante especular cuantas cazas de 
brujas a fines de la Edad Media podría haber sido originadas por este 
tipo de envenenamiento. 
Fundación de asilos 
Hasta el final e las Cruzadas, en el siglo XV prácticamente no hubo 
hospitales psiquiátricos en Europa. Sin embargo, antes de esta época 
existían miles de hospital para leprosos. Por ejemplo, en el siglo XII, 
Inglaterra y Escocia tenían 220 sobre una población total de millón y 
medio. Después de que concluyeron las principales Cruzadas, la lepra 
desapareció gradualmente de Europa, tal vez porque se perdió el 
contacto con las fuentes orientales de infección. Por tanto, como la lepra 
ya no preocupó tanto a la sociedad, la atención pasó a centrarse en los 
dementes. 
Los enfermos mentales empezaron a ser confinados formalmente en los 
siglos XV y XVI a veces en locales que había sido leprosarios. Algunos 
de estos dieron albergue a una población heterogénea, desde 
pordioseros hasta perturbados mentales. En ese entonces, los mendigos 
eran un grave problema social. En el siglo XV París contaba con 30,000 
de ellos en su población que no llegó a los 100,000 habitantes 
(Foucault, 1965). Estas instituciones no seguían ningún régimen 
específico para sus asilados excepto el ponerlos a trabajar. Empero, en 
ese periodo, comenzaron a aparecer hospitales más encaminados a 
confinar a los enfermos mentales. En 1243 se fundó el Priorato de Santa 
María de Belén. Para 1403, albergaba a seis hombres trastornados, y en 
1547 Enrique VIII lo entregó a la ciudad de Londres, y desde entonces 
se destinó únicamente a recluir enfermos mentales. Pero las condiciones 
en esta institución eran deplorables. Con los años, la palabra “bedlam” 
(manicomio), que era una contracción de su nombre original en ingles 
(Bethlehem) comenzó a ser utilizada para describir un lugar de gran 
alboroto y confusión. Para el siglo XVII el Belén acabó por convertirse en 
una gran atracción turística e Londres, que rivalizaba con ala Abadía de 
Westminiester y con la Torres de Londres. Incluso a fines de del siglo 
XIX, se consideraba un entretenimiento presenciar a estos violentos 
enfermos y sus extravagancias, por lo que se vendían boletos para 
entrar a Bedlam. En la Torre de Lunáticos, construida en Viena en 1784, 
los pacientes se hallaban confinados en los estaciones entre 
habitaciones cuadradas interiores y los muros que daban al exterior. Así, 
podían ser observados por los visitantes. El primer hospital psiquiátrico, 
de los Estados Unidos se fundó en Williamsburg, Virginia, en 1773. 
Sin embargo esto no significa que la inclusión de la conducta anormal 
dentro del terreno de la medicina y los hospitales necesariamente dio 
lugar a un tratamiento más humano y eficaz. Benjamín Rush (1745-
1813), quien inició la práctica de la medicina en Filadelfia en 1796 y 
participó activamente en la lucha de su país por la Independencia, es 
considerado como el padre de la psiquiatría norteamericana. Él pensaba 
que el trastorno mental era ocasionado por un exceso de sangre en el 
cerebro. Por tanto, su tratamiento preferido consistía en extraer del 
“demente” grandes cantidades de sangre, lo que llegaba hasta los seis 
litros en unos cuantos meses. Si se toma en cuenta eso, no sorprende 
que los enfermos así tratado se hayan sentido menos agitados (Farina, 
1976). Rush había formulado otra hipótesis, la cual consistía en que 
muchos “lunáticos” podrían ser curados si se les provocaba un susto. En 
uno de tales procedimientos, el médico debía convencer al paciente de 
que estaba a punto, de morir. Un doctor de Nueva Inglaterra puso en 
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 UNIDAD I. Introducción: factores históricos y científicos. Definición y caracterización de la conducta anormal 
 
 
práctica este método de manera ingeniosa. “el enfermo era introducido 
dentro de un tanque de agua…Dicha caja era mantenidota bajo el agua 
hasta que deban de salir burbujas de aire. En ese momento, se sacaba 
al paciente, se le daban masaje y se le revivía, si es que no esta ya bien 
muerto” (Deutsch, 1949, pág. 82). 
Tratamiento moral 
Un personaje destacado en el movimiento para el tratamiento 
humanitario de los asilados fue Phillippe Pinel (1745-1826). En 1793, 
durante el clímax d la Revolución Francesa, fue puesto a cargo de un 
asilo grande en París conocido como La Bicétre. Escribe un historiador 
acerca de la condiciones de este hospital: “los pacientes estaban atados 
a los muros de sus celdas, con collares de hierro que los mantenían 
rectos sobre la pared y apenas les permitían moverse…Era una regla 
que no pudiesen acostarse de noche…Con frecuencia había un aro de 
hierro alrededor de su cintura y también…cadenas en ambas manos y 
pies…Estas cadenas [eran] lo suficientemente largas para que el 
enfermo pudiese alimentarse de n tazón, y la comida casi siempre era 
gacha, o sea pan remojado en sopa aguada. Como se sabía poco de 
dietética, [no se cuidaba] el tipo de dieta proporcionada al paciente. Se le 
traba como a un animal…así que no importaba si la comida era buena o 
mala”. 
Con grandesesfuerzos, Pinel logró autorización para quitar las cadenas 
a los prisioneros de la Bicétre y tratarlos como enfermos en vez de cómo 
bestias. Muchos de ellos, que se habían mostrado excitados y 
totalmente incontrolables, se tranquilizaron y fue más fácil manejarlos. 
Pese a que antes se les había considerado peligroso, ahora deambulaba 
por le hospital y sus jardines sin intención alguna de provocar disturbios 
a lastimar a alguien. Salieron de las mazmorras para habitar cuartos con 
luz y ventilación. Algunos que había estado, encerrados guante años, 
pronto recuperaron la salud y finalmente fueron dados de alta. 
Pero liberar a los pacientes de sus ataduras no fue la única reforma 
humanitaria de Pinel. De conformidad con el espíritu igualitario de la 
nueva Republica Francesa, él opinaba que los enfermos mentales que 
estaban a su cuidado eran en esencia personas normales, que debían 
ser tratados con compasión y comprensión, y como individuos con 
dignidad propia. Y si bien aparentemente habían perdido la razón a 
causa de problemas personas y sociales graves, podía serles devuelta a 
través de una orientación adecuada y actividades bien planeadas. 
Cabe agregar que pese a todo el bien que hizo Pinel a los enfermos 
mentales, no se podría decir que actuó, con honestidad y equidad en 
cuanto al tratamiento que les proporcionaba. Reservaba el trato más 
humano para miembros de las clases altas, los de clase más bajas aún 
eran controlados a través del terror y la coacción, muestra palpable de 
los prejuicios imperantes durante le nacimiento de un nuevo gobierno 
(Szasz, 1974). 
Después de la revolucionaria labor de Pinel en La Bicetre, los hospitales 
establecidos en Europa y los Estados Unidos fueron durante un tiempo 
relativamente pequeños y auspiciados por particulares. Un comerciante 
y cuáquero de prestigio llamado William Tuke (1732-1822), impresionado 
por las condiciones de vida del Asilo York de Inglaterra, propuesta a la 
Sociedad de Amigos que fundasen su propia institución. En 1796, se 
estableció el Retiro York en una finca campestre. Proporcionaba a los 
enfermos mentales una atmósfera tranquila y religiosa donde vivir, 
trabajar y descansar. Comentaba sus problemas con los encargos, 
trabajaban en los jardines, y daban caminatas por el campo. En los 
Estados Unidos, el Asilo de Amigos, fundado en 1817 en Pennsylvania, 
así como en Retiro Hartford, establecido en 1824 en Connecticut, 
estaban inspirados en el Retiro York. Varios de los otros hospitales 
norteamericanos también emplearon el trato compasivo y considerado 
que proporcionaba Pinel y Tuke. De acuerdo con este enfoque, que llegó 
a ser conocido como el tratamiento moral, los pacientes estaban en 
estrecho contacto con los encargados, quienes hablaban con ellos les 
leían, además de alentarlo realizar actividades de provecho. Los 
residentes debían llevar vidas lo más normales posibles, y en eternal 
tenían que responsabilizarse de ellos mismo dentro de las limitaciones 
de sus trastornos. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XISX hubo 
que abandonar el empleo de este tratamiento moral. El personal de los 
enormes hospitales psiquiátricos públicos que se estaba construyendo y 
a donde se asignaba a quienes no tenían cabida en instituciones 
probadas, no estaba en condiciones de proporcionar dicha atención 
individualizada (Bockhoven, 1963). Por otra parte, estos hospitales eran 
administrados por médicos, quienes estaban más interesados en los 
aspectos biológicos de los padecimientos y en el bienestar físico de los 
enfermos mentales. El dinero que alguna vez sirvió para pagar a los 
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 UNIDAD I. Introducción: factores históricos y científicos. Definición y caracterización de la conducta anormal 
 
 
encargados personales de antaño ahora era destinado a equipo y 
laboratorios. 
Al analizar recientemente dos casos registrados del retiro de York de 
1880 a 1884, investigadores contemporáneos (Renvoize y Beveridge, 
1989) realizaron dos descubrimientos. En primer lugar, los fármacos 
eran el tratamiento más utilizado e incluía alcohol, cannabis, opio y 
clorhidratos (gotas noqueadotas. En segundo, los resultados obtenidos 
no parecían muy favorables. Menos de un tercio de los pacientes 
conseguiría ser dados de alta por mejoría o recuperación. Es por ello 
que tal vez el tratamiento moral no era todo lo milagroso que pretendía. 
AALLBBOORREESS DDEELL PPEENNSSAAMMIIEENNTTOO CCOONNTTEEMMPPOORRÁÁNNEEOO 
Somatogénesis 
Luego de la caída de la civilización grecorromana, los escritos de 
Galeno, discípulo de Sócrates, se convirtieron en la fuente oficial de 
información acera de enfermedades físicas y mentales. No fue sino 
hasta la edad Media que empezaron a verificarse cambio. Un suceso 
que ayudo al progreso, fue el descubrimiento por parte del Vesalio de 
que la presentación de la anatomía humana realizada por Galeno era 
incorrecta. Galeno había supuesto que la fisiología humana era como la 
de los monos que había estudiado. Pasaron más de mil años para que 
estudios efectuados en autopsias practicadas a seres humanos 
demostrasen el error de Galeno. La ciencia médica empírica se afianzó 
aun más con los esfuerzos del famoso médico ingles Thomas Sydenham 
(1624-1689). Sydenham fue determinante al proponer un enfoque 
empírico a la clasificación, que posteriormente influyó en aquellos 
interesados en los trastornos mentales. 
Uno de estos últimos fue el médico alemán Wilhelm Griesinger, quien 
insistía en que cualquier diagnóstico de trastorno mental debía 
especificar una causa fisiológica. Un texto sobre psiquiatría, escrito por 
su conocido seguidor Emil Kraepelin (1856-1926), y publicado primero 
en 1883, aportaba un sistema de clasificación para ayudar a determinar 
la naturaleza orgánica de las enfermedades mentales. Kraepelin percibió 
en los trastornos mentales cierta tendencia de determinado grupo de 
síntomas, llamado síndrome a aparecer juntos con la regularidad 
suficiente como para considerarse que poseían una causa física 
subyacente, muy parecida a un a enfermedad medica en particular, y su 
síndrome podía atribuirse a una disfunción fisiológica. El pensaba que 
padecimiento metal era distinto, de todos los demás, y tenía su propia 
génesis, síntomas, curso y desenlace. Aun si no se había determinado 
las curas para cada caso, al menos podía predecirse el curso de la 
enfermedad. Kraepelin propuse dos grupos básicos de enfermedades 
mentales graves: demencia precoz. Termino que antes que aplicaba a la 
esquizofrenia y psicosis maniaco-depresiva. Postulaba que la causa e la 
esquizofrenia era un desequilibrio químico, y que un metabolismo 
irregular explicaba la psicosis maniaco-depresiva. El esquema de 
Kraepelin para clasificar éstas y otra enfermedades mentales sentó las 
bases para las actuales categorías de diagnostico. 
En la segunda mitad del siglo XIX se aprendió mucho acerca del sistema 
nervioso, pero no lo suficiente todavía como para revelar todas las 
anormalidades esperadas en su estructura, que podrían originar 
alteraciones mentales. Pese a todo, se identificaron cambios generativos 
en las células cerebrales, asociados con psicosis seniles y preseniles, 
así como algunas patologías estructurales propias del retraso mental. La 
pelagra y la desorientación aguda provocada por ésta, fueron atribuidas 
a cierta deficiencia vitamínica. Tal vez el éxito clínico más sorprende fue 
el descubrimiento y el origen de la sífilis. Esta enfermedad venérea era 
conocida desde hacía siglos, y desde 1789 se sabia que varios enfermos 
mentales manifestaban un deterioro parecido y constante de sus 
habilidades tanto físicas como mentales. Se observa que estos 
individuos padecían de múltiples deterioros, incluso delirios de grandeza 
y parálisis progresiva. Poco después de detectar estos síntomas, se vio 
que dichos enfermos nunca se recuperaban. En 1825, este deterioro de 
lasalud física y mental dio nombre a una enfermedad, la paresis 
general. Así fue posible demostrar la relación entre sífilis y paresis 
general. En 1897, Richard von Krafft-Ebing inoculó a enfermos con 
sustancias tomadas de heridas sifilíticas. Estos individuos no 
desarrollaron sífilis, lo que indicó que ya antes había estado infectado. 
Por último, en 1905 se descubrió el microorganismo específico que 
causaba la sífilis. Se había detectado un nexo causal entre la infección, 
la destrucción de ciertas áreas cerebrales y cierta forma de 
psicopatológica. Si un tipo de psicopatología tenia una causa biológica, 
lo mismo podría suceder conotes que así como se emprendió su 
búsqueda. 
 
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 UNIDAD I. Introducción: factores históricos y científicos. Definición y caracterización de la conducta anormal 
 
 
Psicogénesis 
La búsqueda de causas somáticas predominó en la psiquiatría hasta 
bien entrado el siglo XX, en parte por los descubrimientos tan 
extraordinarios realizados sobre la paresis general. Sin embargo, en 
otras regiones de Europa occidental, a fines del siglo XVIII y a lo largo 
del XIX se consideró que los padecimientos mentales tenían un origen 
totalmente distinto. En Francia y Austria se popularizaron diversos 
puntos de vista psicógenos, los cuales atribuían los trastornos mentales 
aun funcionamiento psíquico deficiente. Por razones que aún no están 
claras, mucha gente de Europa occidental fue víctima por ese entonces 
de estados histéricos (en términos actuales, trastornos de conversión): 
sufrían de incapacidades físicas, que, desde el punto de vista anatómica 
carecían de sentido. 
Franz Antón Mesmer (1734-1815), médico austriaco que ejercía en 
Viena y París a fines del siglo XVIII, pensaba que las alteraciones 
histéricas eran ocasionadas por una distribución particular de cierto 
líquido magnético universal en el cuerpo. Por otra parte, suponía que 
una persona podía influir en el liquido de otra para generar un cambio en 
la conducta de esta última. Dirigió reuniones en el más completo misterio 
y misticismo, durante las cuales los enfermos se sentaban alrededor de 
un caldero cubierto, que era como un tina con pequeños tubos de hierro 
que salían de la cubierta y provenían de botellas con distintas sustancias 
químicas que había debajo. Mesmer entraba en la habitación, vestido 
estrafalariamente de lila, y tomaba distintos tubos de la tina para tocar 
partes afectadas del cuerpote sus pacientes. Se pensaba que los tubos 
transmitían “magnetismo animal” y ajustaban la distribución del liquido 
magnético universal con o que se eliminaban las anestesias histéricas y 
parálisis. Aunque hoy día podría parecer cuestionable esta explicación 
teórica y el procedimiento, Mesmer aparentemente ayudó a mucha gente 
a superar sus problemas histéricos. Mencionar los trabajo de Mesmer en 
este apartado de causas psicógena no deja de ser arbitrario ya que 
Mesmer suponía que los trastornos histéricos eran estrictamente físicos. 
Sin embargo en vista de la manera como Mesmer atendía a sus 
pacientes suele considerársele como uno de los primeros practicantes 
de la hipnosis actual. La palabra es mesmerizar es la denominación 
antigua de hipnotizar. Empero este fenómeno ya era conocido en la 
Antigüedad por todas las culturas, en particular brujos y magos. 
Hechiceros, faquires y curanderos apoyados en la fe. Aun cuando sus 
contemporáneos consideraban a Mesmer como un charlatán pronto se 
sistematizó el estudio de la hipnosis. Un gran neurólogo parisino Jean 
Martín Charcot (1825-1893) también se ocupó de los estados histéricos; 
no sólo anestesia y parálisis sino también ceguera, sordera, ataques 
convulsivos así como lagunas de la memoria ocasionadas por la histeria. 
Charcot inicialmente propuso un punto de vista somtogénico. No 
obstante cierto día sus entusiastas alumnos hipnotizaron a una mujer 
normal y le indujeron algunos síntomas histéricos. Lograron engañar a 
Charcot para que creyese que se traba de una verdadera enferma 
histérica. Cuando los estudiantes le mostraron que interpretaciones no 
físicas de estos fenómenos tan intrigantes. Pierre Janet (1859-1947), 
discípulo de Charcot, propuso otras teorías y realizó más investigaciones 
psicológicas. Él pensaba que en la histeria, una parte del sistema 
organizado de ideas, emociones y sensaciones se esperaba del resto 
debido a una debilidad del sistema nervioso. 
En Viena, a fines de siglo pasado, un medico llamado Josef Breuer 
(1842-1925) trató a una joven mujer que estaba abrumada por una serie 
de síntomas histéricos. Sus piernas y brazo derecho estaban 
paralizados, no veía ni escuchaba bien, ya menudo tenía problema para 
hablar. En ocasiones caía en un estado somnoliento, o “ausente”, 
durante el cual mascullaba consigo misma, aparentemente preocupada 
por ciertos pensamientos angustiantes. Durante una de las cesiones de 
tratamiento, Breuer hipnotizó a Anna O. y repitió algunas de las palabras 
que decía. Logró hacerla hablar con más libertad y emociona sobre 
algunos sucesos inquietantes del pasado. Al despertarla de estas 
sesiones hipnóticas, a menudo se sentía mejor. Con Anna O. y otros 
pacientes histéricos, Breuer descubrió que el alivio y la cura de sus 
síntomas parecía durar más si, bajo hipnosis, podían recordar el suceso 
original precipitante del síntoma y si, además, expresan su emoción 
original. Revivir una catástrofe emocional anterior y liberar la tensión 
producida por ideas y olvidos relativos a dicho acontecimiento, recibieron 
el nombre de abreacción o catarsis. El método de Breuer llegó a 
conocerse como método catártico. En 1895, publicó junto con un colega, 
Estudios sobre la histeria, obra considera como clave en la psicología de 
la conducta anormal. 
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 UNIDAD I. Introducción: factores históricos y científicos. Definición y caracterización de la conducta anormal 
 
 
CCIIEENNCCIIAA UUNN EESSFFUUEERRZZOO HHUUMMAANNOO 
En la exploración del espacio, se envían satélites altamente 
perfeccionados para realizar observaciones. También han llegado a la 
Luna astronautas que emplean sus sentidos humanos al igual que 
aparatos para efectuar muchas otras observaciones. Sin embargo, 
quizás se pasan por lato ciertos fenómenos debido a que los 
instrumentos no cuentan con dispositivos sensores capaces de registrar 
la presencia o ausencia de tales fenómenos y a que la gente no está 
entrenada para buscarlos. Cuando en Marte aterrizaron las naves 
Vikingo 1 y Vikingo 2 en julio y septiembre de 1976, y empezaron a tratar 
de detectar signos de vida, los científicos espaciales advirtieron muchas 
veces que no podía concluirse que no había vida en dicho planeta solo 
porque los instrumentos no habían logrado detectarla. Los científicos 
muy conscientes de que podrían incurrir en errores. La vida en otras 
planetas sólo puede ser buscada con los instrumentos que ellos mismos 
han desarrollado, pero estos dispositivos están limitados por prejuicios 
de estos especialistas. Las pruebas realizadas en Marte se apoyaban en 
suposiciones acerca de la naturaleza de la materia viviente, que talvez 
no concuerden con lo que ha evolucionado en este planeta distante. 
Esta explicación relativa a la exploración en el espacio exterior es una 
manera de dejar claro que la observación científica es una tarea 
humana, y como tal refleja las cualidades del ingenio y erudición el 
hombre, al igual que su incapacidad de conocer plenamente la 
naturaleza del universo. Los científicos sólo pueden diseñar 
instrumentos para efectuar observaciones de las que tienen una idea 
inicial. Se dan cuenta de que ciertas observaciones no se realizan 
porque sus conocimientos sobre la naturaleza general del universo son 
muy limitados. Thomas Kuhn, destacado filósofo de la ciencia, formula 
así el problema: “La decisiónde emplear determinado aparato, y de 
hacerlo de cierta forma, se basa en la suposición e que sólo surgirán 
cierto tipo de circunstancias” (1962, p. 59). Robert Pirsig, en Zen y el arte 
del mantenimiento de la motocicleta (1974) expresó esta punto de una 
manera más poética: “Tomamos un puñado de arena del infinito paisaje 
de conciencia que nos rodea, y llamamos a ese puñado” (p. 75.). 
Subjetividad en la ciencia: la función de los paradigmas 
Todo intento por estudiar la conducta anormal debe basarse en 
principios científicos. Sin embargo, aquí debe quedar claro que la ciencia 
no es una tarea completamente objetiva y absoluta. Según se deduce 
del comentario de Kuhn, la indagación científica abarca factores 
subjetivos, lo mismo que limitaciones en la perspectiva que se tiene del 
universo. En cualquier aplicación de principios científicos, opina Kuhn, es 
esencial el concepto de paradigma, que se define como un marco 
conceptual o modelo dentro del cual trabaja un científico. Según Kuhn, 
un paradigma es una conjunto de suposiciones básicas que describen el 
universo particular de la investigación científica, el cual específica tanto 
el tipo de conceptos que se consideran válidos, como los métodos que 
habrán de utilizar para reunir e interpretar los datos. De hecho, cualquier 
decisión relativa a que constituye un dato u observación científica, se 
toma dentro de un paradigma. Una paradigma influye bastante en la 
manera como operan los científicos en cualquier momento determinado, 
ya que la “gente cuyas investigaciones se basan en los mismo 
paradigmas, siguen las mismas reglas y lineamiento para la práctica 
clínica” (Kuhn, 1962, p. 11). Los paradigmas determinan cuáles son los 
problemas que investigarán los científicos, y de qué manera lo harán. 
Los paradigmas, son parte intrínseca de una ciencia y cumplen con la 
función vital de indicar cómo debe efectuarse el juego. En términos 
perceptivos, el paradigma puede compararse con un conjunto general, 
esto es, una tendencia a enfocar ciertos factores, a la ve que se hace 
caso omiso de otros. 
Aparte de generar sesgos inevitables en la definición y reunión de datos, 
un paradigma también puede afectar la interpretación de hechos. Es 
decir, el significado o trascendencia atribuidos a los datos dependen en 
grado considerable de un paradigma. 
Un ejemplo de paradigmas en psicología de la conducta 
anormal 
Langer y Abelson (1974) demuestran en un experimento este rasgo de la 
ciencia que podría resumirse como “creerlo para verlo”. Estos autores 
estaban interesados en la manera como diversas orientaciones teóricas 
podrían afectarse las formas en que clínicos entrenados conciben el 
“ajuste” de una persona. 
La terapia conductual nace de la rama de la psicología del conductismo-
aprendizaje, la cual considera que el propósito de esta terapia es la 
observación objetiva de conducta manifiesta, y ha formulado leyes que 
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 UNIDAD I. Introducción: factores históricos y científicos. Definición y caracterización de la conducta anormal 
 
 
 
describen el aprendizaje. Los terapeutas conductuales piensan que la 
conducta anormal se adquiere bajo los mismos principios de aprendizaje 
que la conducta normal y que la designación de una persona como 
enferma mental refleja un juicio social. Los clínicos cuya preparación ha 
sido más tradicional buscan el conflicto interno que supuestamente 
causa la conducta perturbada, y tienden más que los terapeutas 
conductuales a pensar en términos de enfermedad mental. Langer y 
Abelson pensaban que los terapeutas conductuales estarían menos 
prejuiciados que los clínicos anteriores si se les decía que una persona 
había estado enferma. 
Para poner a prueba esta suposición diseñaron el siguiente experimento. 
A un grupo de terapeutas conductuales y a otro de terapeutas 
entrenados en psicoanálisis se les proyecto una película de una 
entrevista entre dos individuos. Antes de ver la proyección se dijo a la 
mitad de sujetos de cada grupo que el entrevistado era un aspirante a 
obtener trabajo mientras que la otra mitad se le dijo que se traba de un 
paciente. Los clínicos tradicionales a quienes se les había dicho que el 
entrevistado era un enfermo supuestamente lo valoración como mas 
perturba que quienes lo consideraban aspirante a un empleo. También 
se predijo que los dos tipos de terapeutas conductuales tomarían menos 
en cuenta las etiquetas, por lo que sus estimaciones serian más bien 
semejante. 
La película que vieron todos los sujetos mostraba a un profesor con 
barba que entrevistaba a un joven de unos 25 años. El entrevistado 
había sido seleccionado por medio de un anuncio en el periódico que 
ofrecía diez dólares a alguien que recientemente hubiese solicitado 
empleo y estuviese dispuesta a ser entrevistado y filmado. El segmento 
de quince minutos tomado de la entrevista original presentaba un 
monólogo informal y autobiográfico de este hombre donde describía 
varios empleos anteriores y hacia hincapié en sus conflicto con 
oficinistas. Langer y Abelsen consideraban que su manera e hablar era 
intensa pero incierta; pensaban que podía considerársele como sincero y 
esforzado, o bien como confundido y con problemas. 
Un cuestionario medía las impresiones de los clínicos sobre la sauld 
mental del entrevistado. Si el entrevistado era identificado como 
aspirante a algún empleo, no había diferentas significativas en las 
valoraciones de ajuste realizadas por los clínicos tradicionales y los 
terapeuta conductuales. Sin embargo la etiqueta de paciente, como se 
había esperado, produjo diferencias marcadas. Si el ¡entrevistado era 
identificado como paciente los clínicos tradicionales lo valoraban como 
relativamente perturbado en mayor medida que los clínico tradicionales 
que enfocaban al individuo como aspirante a un empleo. En cambio los 
terapeutas conductuales valoraron al entrevistado “enfermo” como 
relativamente bien ajustado de hecho tan normal como los otros 
terapeutas conductuales que lo había valorado bajo el supuesto de que 
se traba de un aspirante a empleo. 
Las evaluaciones cualitativas obtenidas de los clínicos apoyaban sus 
valoraciones. En tanto que los terapeutas conductuales describieron al 
hombre como “realista”, “sincero” y “responsable” sin importar su 
etiqueta los clínicos tradicionales que lo juzgaron como paciente 
emplearon frases tales como “una persona cerrada y a la defensiva” con 
“conflictos de homosexualidad” y “su rigidez revela su impulsividad”. 
¿Por qué en este experimento los terapeutas conductuales no mostraron 
sesgo alguno? Langer y Abelson lo explican de la siguiente manera. El 
enfoque conductual propicia que los clínicos se concentren en la 
conducta manifiesta y sean escépticos con respecto a enfermedades 
que no son bastante visibles. Quienes seguían tal orientación estaban en 
ventaja en este estudio particular ya que sin importar lo mucho que 
divagase el entrevistado su conducta en general no parecía propiamente 
perturbada. Por otra parte los terapeutas tradicionales supuestamente 
habían sido entrenados para ver más allá de lo que es inmediatamente 
obvio en un cliente. Por tanto, cuando los terapeutas tradicionales 
escucharon los comentarios negativos acerca de los oficinistas, tal vez 
pusieron demasiada atención en ellos y sospecharon que había 
problemas con este hombre joven. 
Langer y Ableson advierten a los lectores de las limitaciones de su 
experimento y les recuerdan que un estudio diferente (quizás con un 
entrevistado que este evidentemente perturbado), pondría en desventaja 
a los terapeutas conductuales. El propósito del experimento, y esta 
exposición del mismo, no es enfrentar una orientación con la otra, sino 
ejemplificar como un paradigma puede afectar la percepción. De hecho, 
sicopatología puede estar en el enojo de quien la contempla. 
De este modo, los factores sujetivos, en forma de orientaciones

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