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AVALADO POR COMITÉ EJECUTIVO 2000 - 2001 PRESIDENTE Dr. Enrique Camarena Robles PRESIDENTE ELECTO Dr. Marco Antonio López Butrón SECRETARIO GENERAL Dr. Luis Enrique Rivero Almanzar TESORERO Dr. Eduardo Núñez Bernal VICEPRESIDENCIA NORTE Dr. Héctor González Vargas VICEPRESIDENCIA CENTRO Dr. Juan Luis Vázquez Hernández VICEPRESIDENCIA SUR Dr. Arsenio Rosendo Franco SECRETARIO DE ASUNTOS INTERNOS Dr. José Díaz Martínez SECRETARIO AUXILIAR Héctor Rodríguez Juárez COORDINACIÓN INTERESTATAL COORDINADOR Dr. Oscar Benassini Félix SECRETARIO AUXILIAR Dr. José Luis Esquinca Ramos ACTIVIDADES CIENTÍFICAS NACIONALES COORDINADORA Dra. Rosa Isela Mézquita SECRETARIO AUXILIAR Dr. Miguel Herrera Estrella ACTIVIDADES CIENTÍFICAS INTERNACIONALES COORDINADOR Dr. Enrique Chávez León SECRETARIOS AUXILIARES Dra. Ma. del Carmen Lara Muñoz Dra. Martha Ontiveros Uribe Dr. Oscar Sánchez Guerrero COORDINACIÓN DE MEMBRESÍA Y ASUNTOS GREMIALES COORDINADOR Dr. Javier Alfaro Torres SECRETARIOS AUXILIARES Dr. Juan Carlos Rueda Dr. Jesús Alba Nieto COORDINACIÓN OPERATIVA DE EVENTOS ACADÉMICOS COORDINADOR Dr. Alejandro Córdova Castañeda SECRETARIOS AUXILIARES Dr. Rogelio Gallegos Casares Dr. Carlos López Elizalde COORDINACIÓN INTERINSTITUCIONAL COORDINADOR Dr. Jesús del Bosque Garza SECRETARIA AUXILIAR Alejandra Vázquez Ramírez COORDINACIÓN DE EDUCACIÓN CONTINUA COORDINADOR Dr. Francisco Lorenzo Martínez SECRETARIO AUXILIAR Dr. Fernando López Munguía COORDINACIÓN DE EVALUACIÓN Y DESARROLLO DE INVESTIGACIONES COORDINADOR Dr. Leopoldo Zárate Hidalgo SECRETARIO AUXILIAR Dr. Fernando Corona Hernández COORDINACIÓN DE PUBLICACIONES COORDINADOR Dr. Marco Antonio Dupont COORDINACIÓN DE SECCIONES PERMANENTES Y CAPÍTULOS ESTATALES COORDINADOR Dr. Juan Pablo Fernández Hernández SECRETARIO AUXILIAR Dr. Carlos Gutiérrez de Aquino EDITOR DE LA REVISTA PSIQUIATRÍA Dr. Héctor Ortega Soto PSIQUIATRÍA-3 PROGRAMA DE ACTUALIZACIÓN CONTINUA EN PSIQUIATRÍA DESCRIPCIÓN, EVALUACIÓN Y TRATAMIENTO DEL TRASTORNO POR DÉFICIT DE LA ATENCIÓN LIBRO 7 AUTORES DRA. HILDA PATRICIA CERVERA SILVA LIC. EN PSIC. GABRIELA MICHACA ABREGO MAESTRA EN PSIC. SHIRLEY RUBIO CARRASCO DR. OSCAR SÁNCHEZ GUERRERO COORDINADOR DEL LIBRO 7 DR. OSCAR SÁNCHEZ GUERRERO UN PROGRAMA EDUCATIVO PATROCINADO POR AUTORES DRA. HILDA PATRICIA CERVERA SILVA Médico Cirujano, egresado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Guadalajara. Especialidad en Psiquiatría en el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía "Manuel Velasco Suárez". Subespecialidad en Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México. Candidata a la Maestría en Ciencias Médicas, Instituto Nacional de Psiquiatría "Dr. Ramón de la Fuente". Secretaria de la Asociación Mexicana de Psiquiatría Infantil, A.C. Médico adscrito en el Departamento de Psiquiatría Infantil y Adolescentes en el Hospital Infantil de México "Federico Gómez". LIC. EN PSIC. GABRIELA MICHACA ABREGO Licenciatura en Psicología egresada de la Facultad de Psicología de la Universidad Iberoamericana. Curso de Neuropsicología Clínica. Maestría en Investigación Psicoanalítica. Psicóloga adscrita en el Servicio de Salud Mental del Instituto Nacional de Pediatría. MAESTRA EN PSIC. SHIRLEY RUBIO CARRASCO Licenciada en Psicología, egresada de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Maestría en Psicología Profesional, con Residencia en Medicina Conductual, Facultad de Psicología, Universidad Nacional Autónoma de México. DR. OSCAR SÁNCHEZ GUERRERO Médico Cirujano, egresado de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Puebla. Especialidad en Psiquiatría en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Guadalajara. Maestría en Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México. Candidato a la Maestría en Ciencias Médicas, Instituto Nacional de Psiquiatría "Dr. Ramón de la Fuente". Ex Presidente de la Asociación Mexicana de Psiquiatría Infantil, A.C. Ex Presidente de la Asociación Mexicana para la Salud de la Adolescencia, A.C. Tesorero de la Asociación Mexicana de Pediatría, A.C. Ex Jefe del Servicio de Adolescentes, Hospital Infantil de México "Federico Gómez". Ex Jefe del Servicio de Psiquiatría Infantil del Instituto Nacional de Pediatría. Miembro Numerario de la Academia Mexicana de Pediatría. Práctica privada en el "Grupo Psiquiátrico Infantil", México D.F. UNA EDICIÓN DE INTERSISTEMAS, S.A. DE C.V. EDUCACIÓN MÉDICA CONTINUA PAC® PSIQUIATRÍA-3 Primera Edición 2001 Copyright © 2002 Intersistemas, S.A. de C.V. Todos los derechos reservados. Este libro está protegido por los derechos de autor. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada en algún sistema de recuperación, o transmi- tida de ninguna forma o por ningún medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, sin autorización previa del editor. PAC® Es una marca registrada de Intersistemas S. A. de C. V. ISBN 970-655-342-8 Edición completa ISBN 970-655-454-8 Libro 7 Impreso en México El contenido del programa PAC® PSIQUIATRIA-3 es responsabilidad exclusiva de los autores. El editor no se responsabiliza de ninguno de los conceptos, recomendaciones, dosis, etc. vertidos por los autores y su aplicación queda a criterio de los lectores. Diseño de portada: Edgar Romero Escobar Autoedición: Marco Aurelio M. Nava CONTENIDO AUTOEVALUACIÓN INICIAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 353 INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 355 ANTECEDENTES HISTÓRICOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 357 ASPECTOS ETIOLÓGICOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 361 ESTUDIOS NEUROQUÍMICOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 363 HERENCIA GENÉTICA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 364 OTROS ASPECTOS BIOLÓGICOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 366 DATOS EPIDEMIOLÓGICOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 369 DESCRIPCIÓN CLÍNICA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 371 DATOS DEL DESARROLLO EN LA PRESENTACIÓN DE LOS SÍNTOMAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 373 ESTUDIOS PARACLÍNICOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 377 NEUROPSICOLOGÍA EN EL TRASTORNO DE ATENCIÓN . . . . . . . . . 379 CARACTERÍSTICAS NEUROPSICOLÓGICAS DE ESCOLARES CON TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN . . . . . . . . . . . . 379 MÉTODOS DE EVALUACIÓN NEUROPSICOLÓGICA . . . . . . . . . . 386 TRATAMIENTO DEL TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN . . . . . 391 MANEJO COGNITIVO-CONDUCTUAL PARA NIÑOS CON TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN . . . . . . . . . . . . 392 TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 397 BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 405 AUTOEVALUACIÓN FINAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 409 RESPUESTAS DE AUTOEVALUACIÓN INICIAL Y FINAL . . . . . . . . . . 411 353 1 El concepto del daño cerebral mínimo es un concepto actual para entender la fisiopatología del trastorno de atención. Falso Verdadero 2 La etiología del trastorno de atención es desconocida, no hay evidencias claras de lesiones orgánicas o daños estructurales. Falso Verdadero 3 Aproximadamente la mitad de los niños con trastorno de atención tienen electroencefalogramas normales. Falso Verdadero 4 En las tomografías y en la resonancia magnética, existen datos contradictorios acerca de la posible etiología del trastorno de atención. Falso Verdadero 5 La prevalencia del trastorno de atención es de 15% a 20%. Falso Verdadero 6 La tríada sintomática clásica del trastorno de atención es: ansiedad, agresividad y distractibilidad. Falso Verdadero 7 El electroencefalograma digital con mapeo cerebral permite hacer diagnóstico de trastorno de atención. Falso Verdadero 8 Las funciones cerebrales ejecutivas son una especie de “directorde orquesta”, que dirige la conducta, la autorregula y le da metas propositivas. Falso Verdadero 9 Los instrumentos más utilizados en la evaluación neuropsi- cológica son las pruebas proyectivas, el test H.T.P. y la valoración de A. Gesell. Falso Verdadero AUTOEVALUACIÓN INICIAL Ver respuestas en la página 411 10 En el tratamiento del trastorno de atención, las acciones terapéuticas deben ir secuenciadas, una después de otra para lograr mejores resultados. Falso Verdadero 11 Dada la etiología del trastorno de atención, los medicamentos de primera elección serían los anticomiciales. Falso Verdadero 12 La vida media del metilfenidato es de 2-5 horas, por lo que las dosis deben ser administradas dos a tres veces al día. Falso Verdadero PAC PSIQUIATRÍA-3 LIBRO 7 354 355 C on la denominación de Tras-tornos por déficit de atencióny comportamiento pertubador, y coloquialmente como TDA se co- nocen actualmente una serie de con- ductas infantiles, que tienen que ver con una problemática en relación al comportamiento y la atención, y que han sido siempre bastante difíciles de definir y de agrupar. Consideramos de particular im- portancia hacer una descripción de es- tos trastornos, así como de su eva- luación y tratamiento, porque como se verá más adelante, se ha convertido en un problema de Salud Pública dada la gran cantidad de niños afectados en mayor o menor grado por el problema, además de que por el poco conoci- miento que se tiene, existe un proble- ma de sobrediagnóstico y al mismo tiempo y paradójicamente de subdiag- nóstico, es decir, se está catalogando como tales a niños con otros proble- mas y no se está detectando adecuada- mente a otros que sí lo presentan. Por otro lado, nos parece impor- tante presentar una perspectiva del Trastorno por déficit de atención des- de el punto de vista de la Psiquiatría Infantil y la Neuropsicología, que fundamentadas en el Desarrollo in- fantil y en la comprensión global y multifactorial en etiología, plantee un tratamiento que debe ser de caracte- rísticas multimodales para poder ofre- cer las mejores opciones para estos niños en un camino difícil, largo y las más de las veces lleno de frustracio- nes, tanto para el niño como para su familia. Asimismo, nuestra idea es hacer énfasis en lo que se conoce en relación al manejo, ya que hoy día estamos invadidos de pseudotratamientos que una vez más llenan a la familia y al ni- ño de frustraciones y de la idea ante los repetidos fracasos, de que no pue- de hacerse nada por ayudarlos. Los trastornos de atención con hi- peractividad son bastante comunes en ciertas edades; es tal vez el trastorno más común en la infancia, hasta uno de cada seis niños podría estar afecta- do. Es sin embargo un problema sobre el que hay gran desacuerdo en cuanto a definición, frecuencia y significado, por lo que las actitudes de los clínicos difieren grandemente, de ahí el sobre y el sub-diagnóstico mencionados. La historia del trastorno ha sido marcada por modas conceptuales, dando lugar a hallazgos inconsisten- tes, pero que en los últimos años, con mayor rigor metodológico, se han lo- grado conocimientos importantes: a la luz del conocimiento actual, estos trastornos representan el resultado de influencias mutuas continuas entre un niño predispuesto constitucional- mente y estresores ambientales. La vulnerabilidad biológica puede ser traducida como disfunción neuroquí- mica, involucrando una gran canti- dad de neurotransmisores. La base de tal disfunción parece por lo menos parcialmente determinada genética- mente, ejerciendo su influencia en forma de un defecto cognitivo, y me- diada en muchos casos por medio de una alteración del lenguaje. El grado en el cual esta vulnerabilidad biológi- ca da lugar a hiperactividad relevante clínicamente está mayormente deter- minada por la presencia de estresores ambientales, que actúan como dispa- radores para la expresión conductual. Los factores en el ambiente social in- mediato del niño constituyen los dis- paradores más poderosos. De éstos, el INTRODUCCIÓN Los trastornos de atención con hiperactividad son bastante comunes en ciertas edades; es tal vez el trastorno más común en la infancia, hasta uno de cada seis niños podría estar afectado. PAC PSIQUIATRÍA-3 LIBRO 7 356 contenido afectivo de las interaccio- nes madre-hijo, bajo una depresión materna por ejemplo, es la más influ- yente: su efecto en la capacidad del niño para modular su nivel de activi- dad y atención es probable que sea mediada por retroalimentación emo- cional inconsistente, carencia de in- teracciones mutuas, bajo nivel de esti- mulación cognitiva y ausencia de experiencias recompensadoras. Así, la hiperactividad puede ser conceptuali- zada como un defecto en el Desarrollo de la motivación, que viene de una inefectividad aprendida y que lleva a transacciones menos recompensadoras con el ambiente, y a la pérdida de la motivación para intentar. De hecho, una de las explicacio- nes teóricas más interesantes del défi- cit de atención, es que en lugar de involucrar un defecto en la habilidad del niño para sostener la atención o procesar la información, el problema se constituye por una deficiente salida (output) que proviene de un trastorno en la autorregulación. Los problemas del deficiente ajuste personal, se acentúan en niños con un temperamento difícil y en el contexto de una relación padres-hijo no óptima, pueden favorecer la presencia de otros trastornos como el Trastorno disocial o el oposicionista desafiante, frecuente- mente relacionados con el trastorno por déficit de atención. Estos niños, cuando no son trata- dos adecuadamente, tienen riesgo considerable para problemas educati- vos y desajustes sociales futuros. El tratamiento más común, son los psicoestimulantes, que en ciertos casos reducen dramáticamente los síntomas, pero que en otros son de re- lativa efectividad y en otros casos de poco éxito, y por ello se han requeri- do otros medios de tratamiento de te- rapias psicológicas basadas en técnicas congnitivo-conductuales que influyen directamente en la habilidad del niño para la autorregulación y el automo- nitoreo. Se obtienen mejores resulta- dos combinando los aspectos farmacológicos y los cognitivo-con- ductuales. Sin embargo, a largo térmi- no, el pronóstico puede ser incierto para algunos de estos niños. Así, dada la grave problemática que estos trastornos pueden crearle al niño y a su familia, la búsqueda de sus causas y cura está justificada en todo el mundo. No pretendemos aquí hacer un estudio de todas las determinantes etiológicas que se conocen, ni discu- tir las diversas teorías que se han propuesto para entender la psicopa- tología, más bien deseamos hacer énfasis en la manera de evaluar los casos y en el tratamiento, global, en equipo, y con la idea de que los profesionales que atienden niños, puedan tener herramientas útiles para ayudar a estos niños y a sus familias, que finalmente es la meta de nuestra labor profesional. ■ Dada la grave problemática que estos trastornos pueden crearle al niño y a su familia, la búsqueda de sus causas y cura está justificada en todo el mundo. 357 Mucho se ha dicho que estediagnóstico es una especiede "moda", que no existía antes y que es una creación de la so- ciedad en la que vivimos, que no acepta la responsabilidad del mal manejo de los niños; sin embargo, hay muchos antecedentes que nos hablan de que es un problema viejo, con descripciones bastante claras, aunque efectivamente sin poder efec- tuar un diagnóstico y por supuesto sin una conceptualización de su ori- gen y de su manejo. Desde mediados del siglo XIX, se había empezado a hablar de conduc- tas alteradas (Maudsley, 1876; Bour- neville, 1897, etc.). Pero las más tempranas descripciones del trastorno son las de Still y Tregold que en 1902 en Londres describieron20 casos de niños con síntomas de hiperactividad, movimientos cuasi coreiformes, inca- pacidad anormal para mantener la atención, problemas escolares en au- sencia de retardo mental, y parecían no responder a los castigos. Still men- cionaba que eran niños con un "de- fecto del control moral", o niños con una especie de agenesia moral, consi- derándolo un defecto biológico resul- tado de una lesión pre o postnatal, que mostraban un comportamiento que salía de las normas sociales, pero que no entraba dentro de las psicosis o de las demencias precoces al decir de los médicos de la época, y que po- co a poco fueron adquiriendo ciertas certezas para definirlos como un gru- po aparte. Tregold en 1908, en su libro "De- ficiencia mental", describió muchos niños con características de hiperacti- vidad, y en general se concede que fue el primero en hablar del "daño cerebral mínimo" y denominaba a es- tos pacientes como "de alto grado de debilidad mental", y decía que no po- dían servirse de la educación escolar, pero sí de una atención e instrucción individualizada. Así mismo los consi- deraba proclives a un comportamien- to criminal, aunque hubieran sido educados en un ambiente adecuado, probablemente por "anormalidad or- gánica de los niveles cerebrales supe- riores". Suponía que estas áreas donde se localizaba el "sentido de la moralidad" eran áreas de reciente de- sarrollo en la evolución humana y por ello eran más susceptibles al da- ño. Creía también que era posible heredar este daño de generación en generación, dando lugar a diversos problemas: hiperactividad, migraña, formas suaves de epilepsia, histeria, neurastenia. Le llamó "diátesis neu- ropática", "diátesis psicopática", y "blastoforia". La liga entre conducta hiperactiva y daño cerebral demostrable se refor- zó por la epidemia de encefalitis en el mundo en 1917 y 1918. Al terminar, muchos clínicos encontraron niños que habiendo sobrevivido a la infec- ción, presentaron problemas conduc- tuales y déficits cognitivos. Entre los cambios predecibles por la enferme- dad estaban la hiperactividad, proble- mas de aprendizaje y cambios catas- tróficos de personalidad (Omán, 1922; Ebaugh, 1923). Se adoptó el término "trastorno de conducta post- encefalítico" para describir estas se- cuelas. Se insistía también que estos chicos sobrevivientes, eran los que habían sido más afectados por la en- fermedad y quedaron con mayor dis- función cerebral severa. Ciertamente había una asociación entre daño se- ANTECEDENTES HISTÓRICOS Tregold en 1908, en su libro "Deficiencia mental", describió muchos niños con características de hiperactividad, y en general se concede que fue el primero en hablar del "daño cerebral mínimo". PAC PSIQUIATRÍA-3 LIBRO 7 358 vero y severa alteración conductual, pero posteriormente se extrapoló co- mo si fuera lo mismo una conexión entre daño cerebral mínimo y grados menores de conductas alteradas. Desde principios de los años de 1940, y aun antes, se describió una conducta que tenía que ver con niños que se mostraban particularmente in- quietos, con baja tolerancia a las frustraciones y con gran impulsivi- dad. En esa época, Alfred Strauss un psiquiatra y Heinze Werner un psicó- logo estudiaron el cerebro de niños lesionados. Pretendieron encontrar patrones divergentes de funciona- miento en una población de niños alterados. Basados en sus historias del desarrollo, clasificaron a estos ni- ños en dos categorías: los que tenían o no daño extrínseco del cerebro. Al comparar a ambos grupos en lo cog- nitivo y en lo emocional, encontra- ron un traslape considerable. A pesar de eso, los que tenían historia de da- ño perinatal o en la infancia tenían más proporción de hiperactividad, labilidad emocional, trastornos pre- ceptuales, impulsividad, distractibi- lidad, rigidez y perseverancia. Y a ese grupo de niños se les empezó a lla- mar con daño cerebral, o con lesión cerebral, pero como no tenían com- probación de un daño cerebral evi- dente, se les catalogó como un "daño cerebral mínimo". Estudios posterio- res no corroboraron la existencia del tal daño, pero el término se quedó. Posteriormente, al evaluar a más niños, se encontró evidencia de un trastorno funcional sutil del sistema nervioso central (SNC) más que un daño cerebral. El énfasis cambió del daño a una disfunción o inmadurez del SNC. Ya que se consideró a la corteza cerebral como el área prima- ria de aprendizaje, otro concepto acuñado fue: "disfunción cerebral mínima". Clements recomendaba su uso enfatizando que estos niños su- frían de una combinación de proble- mas de aprendizaje, discapacidades, problemas emocionales, dificultades para la atención y la impulsividad, y se les agrupó bajo el rubro disfun- ción cerebral mínima, ya que no se encontraba una alteración estructu- ral que permitiera explicar el por qué de su conducta disruptiva. En 1935, Childers notó que solo una pequeña proporción de casos con hiperactividad parecían etiológi- camente relacionados a daño cere- bral. Su discusión de los niños sin evidencia de daño cerebral es notable para la diferenciación hecha entre ni- ños hiperactivos y niños con daño cerebral. A partir de los años de 1960 hu- bo grandes contribuciones para en- tender de manera diferente esta separación entre hiperactividad y da- ño cerebral; los trabajos de Laufer (en 1957) y de Chess (1960), fueron definiendo el síndrome hipercinético en cuanto a sus características clíni- cas, y también se fueron desarrollan- do herramientas para la evaluación, como la escala de Conners (1969, 1970), que permitieron una medi- ción estandarizada del comporta- miento infantil. Otros investigadores de otros campos observaron a estos niños, y conceptualizaron sus observaciones en términos de las disciplinas desde donde los estudiaban: así el niño que tenía problemas para leer tenía "dis- lexia", el que tenía problemas para las matemáticas o el cálculo tenía "discalculia", con el lenguaje escrito "disgrafía", cuando había problemas de lenguaje y auditivas se habló de "afasia congénita", se habló de dis- tractibilidad, de falta de atención, de hiperactividad o hipercinesia, y en general con dificultades para el aprendizaje. Por supuesto es importante co- mentar también que desde que el A partir de los años de 1960 hubo grandes contribuciones para entender de manera diferente esta separación entre hiperactividad y daño cerebral. principio del siglo XX los conceptos psicoanalíticos se organizaron como un cuerpo de conocimientos estable- cido, con una serie de teorías sobre la génesis de la enfermedad mental, y el desarrollo de los niños fue uno de los campos donde más conflicto hubo para explicar su conducta, y a los conceptos vertidos de una alteración "orgánica" del cerebro para explicar su conducta, se opusieron los ele- mentos "psicodinámicos" que pre- tendían de manera pura explicar el comportamiento, sin la participa- ción del tejido cerebral, como si el proceso mente-cuerpo fuera algo se- parado. En términos generales pode- mos decir que ésta ha sido una confrontación estéril, y que actual- mente, con el desarrollo de las neu- rociencias, cada vez es menos oscuro el panorama de esta comprensión dual del cerebro y de su funciona- miento, el proceso mental, con lo que en la actualidad, al decir del eminente patólogo mexicano Ruy Pérez Tamayo, "separar mente y cuerpo solo es propio de novelistas románticos del siglo XIX". Probablemente otro gran proble- ma para definir estos trastornos en niños, es la dificultad para establecer una serie de diagnósticos comparti- dos por los que nos dedicamos al es- tudio de tales problemas; durante muchos años han existido "escuelas" de pensamiento, con sus propias cla- sificaciones diagnósticas, y eso tam- bién ha impedido que se definan claramente los problemas. En la segunda mitad del siglo XX,se empezó un esfuerzo monumental para lograr que existiera un lenguaje común en los diagnósticos en Psiquia- tría, y uno de los grupos que mayores pasos han dado, es la Asociación Psi- quiátrica Americana, que a pesar de las críticas recibidas y de los defectos que puedan señalarse por otros gru- pos, ha realizado varias ediciones de su "Manual diagnóstico y estadísti- co de las Enfermedades mentales" (DSM). En el campo de los trastornos psi- quiátricos en niños, el capítulo de tras- tornos de comienzo habitual en la infancia y adolescencia, ha contado des- de la primera edición del DSM con des- cripciones de los problemas encon- trados y entendidos en esas épocas; así, en un principio se les agrupó por sínto- mas, hablándose del niño que prende fuego, del que se escapa de casa, del que roba, etc.; sin embargo, quedaba claro que esto era un trabajo puramente des- criptivo y que en general los niños con una conducta alterada tenían varias al mismo tiempo, y poco a poco aún, se fue separando en estos grupos a los ni- ños que no tenían una grave alteración conductual, pero que por su impulsivi- dad se metían en muchos problemas, aunados a que por su inquietud, y por su distractibilidad hacían un grupo que en la escuela llamaban poderosa- mente la atención ya que eran señala- dos por su conducta incontrolable, aunque no necesariamente agresiva. Así poco a poco, se fue acuñando el término trastorno por déficit de atención, para separar a estos niños de otros diagnósticos como el de trastor- no disocial, o trastorno de conducta, que presentaba otras características. En la literatura médica el término DCM fue muy común, pero a finales de los años de 1970 al editarse el DSM III ya se habló claramente de trastorno por déficit de atención, pero se consideraba que había una forma con hiperactividad y otra sin ella, lo que generó muchos problemas clasifi- catorios y se separaba a los problemas de aprendizaje en otras categorías. Noshpitz proponía que de cual- quier manera que se llamara el proble- ma, existían: a) Como hallazgo primario una o más áreas de problemas de apren- dizaje específicos. 359 Antecedentes históricos Así poco a poco, se fue acuñando el término trastorno por déficit de atención, para separar a estos niños de otros diagnósticos como el de trastorno disocial, o trastorno de conducta, que presentaba otras características. PAC PSIQUIATRÍA-3 LIBRO 7 360 b) Como hallazgo secundario: hi- peractividad y/o distractibilidad con un corto lapso de atención (aproximadamente 40%). c) Como hallazgo terciario: muchos desarrollan problemas emociona- les secundarios. Esta historia nos lleva actualmen- te a plantearnos de manera diferente la problemática del niño con un tras- torno de la atención e hipercinesia; sin embargo, como podrá observarse, no hay un acuerdo unánime en cuanto a la etiología del problema, por lo que se revisarán brevemente las principales corrientes que actual- mente pretenden explicar la génesis del problema. ■ 361 Debido a la gran importanciaque ha adquirido el conoci-miento de esta problemática, en pocas áreas de la Psiquiatría Infantil se ha hecho tanta investigación como en los factores etiológicos y en el trata- miento del trastorno por déficit de la atención (TDA); sin embargo, la in- formación con que se cuenta es a más de abundante, a veces contradictoria, tanto en un sentido como en otro, por lo que se intentará desarrollar algunas de las más importantes teorías explica- tivas del origen del trastorno. La etiología del trastorno por dé- ficit de la atención e hiperactividad es hasta hoy, aún desconocida. La mayo- ría de los niños con TDA no mues- tran evidencia de lesión estructural en el sistema nervioso central (SNC); y aún no se ha encontrado la base neu- rofisiológica o neuroquímica de dicho trastorno, aunque los estudios señalan tendencias prometedoras en cuanto al descubrimiento de las interacciones neurobioquímicas. En principio no se tiene totalmen- te claro cuales son las características específicas de este grupo de niños; hay aun gran ambigüedad en los límites con otras patologías, esto es algo que no debemos olvidar cuando queremos circunscribir la problemática. Los datos del funcionamiento ce- rebral no se pueden obtener directa- mente; la mayoría de los estudios actualmente realizables no reflejan ne- cesariamente las funciones cerebrales que están cubiertas por la barrera he- mato-encefálica, y aunque los mode- los animales son útiles en este estudio, no se puede extrapolar directamente la aparente hiperactividad e impulsi- vidad de animales experimentales a las de los humanos. Los hallazgos post mortem de los cerebros de niños hipercinéticos aún no están presentados. No tenemos aún localizada la lesión y la naturaleza de los neurotransmisores coexistentes, y por ello no se puede tener aún una in- terpretación precisa de las mediciones bioquímicas que se están estudiando. Aunque la asociación de la idea convencional del daño cerebral míni- mo con la hiperactividad y trastornos de atención ya no es válida, esto no significa que no haya una base orgáni- ca. La alta frecuencia de problemas del neurodesarrollo puede ser asocia- da diferencialmente con hiperactivi- dad global de inicio temprano y la posibilidad de que esto sea causado por una forma identificable de dis- función cerebral es una hipótesis útil aún en la moderna investigación con métodos modernos (Rutter, 1989). Algunos de los datos son la pre- sencia de los llamados signos neuroló- gicos blandos o suaves, que en alguna época fueron considerados como una prueba de esta Disfunción mínima, aunque hoy sabemos que tienen un valor clínico limitado para la investi- gación en problemas hipercinéticos, pero se mantienen como una de las características a estudiar dentro de es- ta hipótesis orgánica. Los estudios hechos con tomo- grafía axial computarizada (TAC) permiten localizar mejor las lesiones estructurales cerebrales, pero no se pueden hacer como estudio de rutina pues de cualquier manera se expone al sujeto a una dosis de radiación aun- que baja, pero que podría ser peligro- sa para el desarrollo de futuras formas de cáncer. Caparullo en 1981 repor- tó crecimiento de ventrículos laterales en una pequeña muestra de niños con ASPECTOS ETIOLÓGICOS Debido a la gran importancia que ha adquirido el conocimiento de esta problemática, en pocas áreas de la Psiquiatría Infantil se ha hecho tanta investigación como en los factores etiológicos y en el tratamiento del trastorno por déficit de la atención (TDA). PAC PSIQUIATRÍA-3 LIBRO 7 362 TDA. Shaywitz en 1983 no encontró diferencias entre niños con TDA y niños controles. Voeller en 1986 en- contró datos de daño en los hemisfe- rios derechos: lesiones parietales dere- chas, atrofia focal, dilatación de ventrículo lateral derecho y asimetría de los hemisferios; sin embargo, esta muestra fue de pequeño tamaño, solo de 14 casos. Ninguno de los estudios con TAC cerebral excepto los de Voeller, han encontrado anormalidades significati- vas. Así, la decisión para hacer un es- tudio de este tipo debe basarse en una idea clínica, lo que incluye la presen- cia de datos clínicos, neurológicos y conductuales, anormalidades elec- troencefalográficas, y no considerarla un estudio de rutina. La Imagen por resonancia magné- tica (MRI por sus siglas en Inglés) permite visualizar los cambios estruc- turales en el cerebro, pero por sus características técnicas, no es un método de fácil utilización ni está dis- ponible en todos los centros hospitala- rios. Hynd en 1993 encontró que había un patrón de asimetría en niños con Trastornos de atención, caracteri- zado por mayor tamaño de la cabeza del núcleo caudado derecho que el iz- quierdo, mientras que la asimetría normal es de mayor tamaño del lado izquierdo que del derecho. Esto sugirió que en los niñoscon TDA existiría una asimetría en los sistemas de neuro- transmisores en la región del núcleo caudado. Los llamados estudios funcionales (electroencefalogramas, tomografía por emisión de positrones, tomografía computarizada por emisión de fotón único) han permitido relativamente aumentar el conocimiento en estas posibles anormalidades funcionales cerebrales. El electroencefalograma es un re- gistro gráfico de la actividad funcional eléctrica cerebral, y en el trastorno de atención puede ser de utilidad para su estudio; sin embargo, es también im- portante decir que su utilidad se ha exagerado ya que en términos genera- les, en diversos estudios, se ha mos- trado que en 75 % de los casos, al menos, aún cuando hay datos clínicos de TDA, el resultado del EEG puede ser normal, y que los datos más en- contrados son la lentificación de los ritmos de fondo (las anormalidades en este estudio más continuamente encontradas son en las ondas alfa y beta, mayores ondas lentas, incremen- to de actividad theta frontal y central y no activación beta en regiones pos- teriores y temporales durante la reali- zación de tareas cognitivas), lo que no es de ninguna manera dato patogno- mónico de TDA. Existen múltiples ejemplos de niños con datos clínicos severos de TDA sin alteración en el EEG y el caso contrario es también posible, niños con EEG alterado y sin evidencia clínica de patología alguna. En los años de 1970 se publica- ron reportes de anormalidades en los EEG de rutina y esta frecuencia iba de 35 a 95%, una amplia variación. Se describieron alteraciones en el ritmo (disritmias leves, ondas lentas poste- riores); Voeller en 1986 encontró es- pigas parietales derechas, voltajes decrecidos en área parietal derecha, concluyéndose como factor causal un déficit del hemisferio derecho. Una variante del EEG convencio- nal es el estudio computarizado, a tra- vés del electroencefalograma digital (EEGD) y el mapeo cerebral, que muestran imágenes logradas por pro- gramas de computación, que determi- nan frecuencias de ritmos y otros aspectos, como la comparación con ciertos bancos de datos de pacientes que presentan diversas patologías, y permite guiar el criterio clínico para pensar en ciertas patologías que se co- rresponden con los trazos obtenidos, por simple frecuencia. Esta ha sido un Existen múltiples ejemplos de niños con datos clínicos severos de TDA sin alteración en el EEG y el caso contrario es también posible, niños con EEG alterado y sin evidencia clínica de patología alguna. 363 arma de dos filos, ya que existe en nuestro medio una tendencia a supo- ner que a través de este tipo de estu- dios se puede llegar la diagnóstico de TDA, y que no son necesarias las eva- luaciones clínicas o neuropsicológi- cas, encontrándonos incluso con reportes que dicen específicamente que los resultados mostrados son compatibles con un diagnóstico de TDA, y ante la población general, quedan como la última palabra. Sin embargo, es imprescindible insistir en que este tipo de estudios, hasta la ac- tualidad, no están completamente es- tandarizados, las poblaciones clínicas en que se han efectuado no necesaria- mente comparten la misma sintoma- tología, y que se requiere un juicio clínico alto para poder interpretar adecuadamente tales resultados, por lo que estos estudios siguen quedando como una guía para el diagnóstico, pero no como el diagnóstico mismo, actualmente son una gran promesa, pero aun se requieren mayores inves- tigaciones para decidir si estas anor- malidades encontradas son específicas para el TDA. La tomografía por emisión de po- sitrones permite investigar el metabo- lismo cerebral en vivo; muestra el flujo sanguíneo cerebral y la utilización de la glucosa y se le puede utilizar para medir receptores de neurotransmiso- res específicos. Este es un estudio que expone a mayor cantidad de radiación y no se permite su uso en niños; se han estudiado adultos con TDA y se ha re- portado una utilización menor de glu- cosa en 8% en la corteza superior prefrontal y premotora, que parecen estar involucradas en el control de la atención y de la actividad motriz. La tomografía computarizada por emisión de fotón único (SPECT) per- mite, a través de la inhalación de Xe, una medición cuantitativa y tridi- mensional del flujo sanguíneo cere- bral y por inferencia, de la actividad metabólica y funcional. Los estudios de Lou (1984, 1989, 1990) compa- raron niños con problemas de apren- dizaje y niños controles, encontrando que en los primeros había una activi- dad cerebral baja en las regiones es- triatal y periventricular posteriores y más alta en las regiones occipitales de los sujetos con diagnóstico de TDA. La administración de metilfenidato, mejoró tal actividad metabólica. Los datos son estadísticamente significati- vos, pero no hay certeza de que clíni- camente sean también significativos. Se considera que el núcleo cauda- do puede modular actividad polisenso- rial vía conexiones talámicas que son predominantemente inhibitorias, y que la falta de la inhibición estriatal de actividad polisensorial puede ser parte de la patogenia del TDA. Se concluye también por Lou que el núcleo estria- do es particularmente vulnerable a las lesiones hipóxicas isquémicas cerebra- les tempranas porque la incidencia de eventos antenatales y perinatales fue- ron altos en su grupo de pacientes es- tudiados, y el núcleo estriado está localizado en el límite entre las arterias cerebrales anterior y media. ESTUDIOS NEUROQUÍMICOS Existe un papel importante de los sistemas de neurotransmisores mo- noaminérgicos en la patogenia del TDA tanto por el efecto terapéutico de los estimulantes, y por estudios en animales que muestran que estos es- timulantes actúan inhibiendo la re- captura monoaminérgica, aumentan la liberación de aminas, e inhiben la actividad de la monoaminooxidasa. Todas estas acciones sirven para incrementar las concentraciones de noradrenalina, dopamina y serotoni- na en la unión sináptica. Un gran número de estudios neuropsicofarmacológicos han dado evidencia concreta de una probable Aspectos etiológicos Se considera que el núcleo caudado puede modular actividad polisensorial vía conexiones talámicas que son predominantemente inhibitorias, y que la falta de la inhibición estriatal de actividad polisensorial puede ser parte de la patogenia del TDA. PAC PSIQUIATRÍA-3 LIBRO 7 364 disfunción de los sistemas de neuro- transmisores en los trastornos de atención. Se han comparado las mo- noaminas y sus metabolitos en orina, plasma, plaquetas, y líquido cefalorra- quídeo de pacientes y sujetos control, pero los resultados no son concluyen- tes, es más son decepcionantes. No hay diferencias significativas entre los grupos, probablemente porque no es- tán comparándose cuadros clínicos semejantes, sino una variedad de con- diciones muy heterogéneas; también parece depender del tamaño de las muestras, los controles no son verda- deramente controles en términos pu- ros, y las concentraciones de neuro- transmisores no son las mismas en te- jidos periféricos que en el cerebro, y por último, los múltiples neurotrans- misores que coexisten en el cerebro, interactúan entre sí (se conocen has- ta 100 neurotransmisores posibles); por tanto, si bien los estudios neuro- químicos son también un área de in- vestigación con grandes posibilidades futuras, en la actualidad no son con- cluyentes para entender la compleja fisiopatología subyacente al trastorno. Recordemos que existen tres gran- des concepciones para explicar la fi- siopatología del TDA. En principio la hipótesis de las catecolaminas (defi- ciencia de dopamina), que no tiene gran sustento actualmente, la hipóte- sis de los sistemas de transmisión de noradrenalina (la depleción de nora- drenalina sería la responsable del défi- cit de la atención) que se basa fundamentalmenteen modelos ani- males y en la respuesta farmacológica de algunos compuestos usados para su tratamiento; sin embargo, los resulta- dos conocidos actualmente son aún muy contradictorios para llegar a con- clusiones firmes en el papel de este sistema de noradrenalina en el TDA. Por último, los estudios de sistemas basados en la transmisión serotoni- nérgica, que consideran que hay un descenso en los metabolitos de este neurotransmisor en los sujetos con TDA, no han mostrado suficiente evidencia que apoye el papel de la se- rotonina en la patogenia del trastorno de atención. HERENCIA GENÉTICA Debemos partir del hecho que en la actualidad se tiene claro que las enfer- medades no se transmiten de manera unicausal o no están unicausalmente determinadas, sino que más bien se juega una interconexión entre ele- mentos de transición genética, predis- posiciones constitucionales y las características del medio ambiente pa- ra que esas condiciones y herencias se expresen o no. De esta manera, las in- formaciones sobre aspectos genéticos deben ser evaluadas con relatividad, puesto que no se tiene aún la última palabra en cuanto a la etiología. Goodman en 1989 describió que existe 51% de probabilidades de que un gemelo verdadero de un niño con TDA lo padezca también. Gillis en 1992 reportó concordancia del diag- nóstico entre gemelos monocigóticos de 55 a 92% (y al asociar TDA con dificultades de lectura, la concordan- cia aumentó a más de 95%). Otros es- tudios reportan datos en esta misma línea, pero todos tienen muestras muy pequeñas y sobre todo, que se reporta también una serie de resultados que complican todos los estudios con ge- melos: que éstos tienen mayor riesgo de nacimientos prematuros, compli- caciones intrauterinas, y otros factores de riesgo, lo que aumenta la posibili- dad de complicaciones psiquiátricas, las cuales no son necesariamente espe- cíficas del TDA La información disponible apunta a una mayor frecuencia del síndrome en familias y en tanto más cercano sea el parentesco. En los gemelos dicigó- ticos aunque baja en relación a los La información disponible apunta a una mayor frecuencia del síndrome en familias y en tanto más cercano sea el parentesco. 365 monocigóticos, es más alta que en otros familiares: de 33 % (Goodman y Stevenson, 1989). También se ha podido observar que la descendencia de niños con este trastorno tiene has- ta dos veces mayor riesgo de presentar clínicamente la sintomatología de TDA que la población general. Los padres biológicos de niños con este trastorno tienen un mayor riesgo de haber sido portadores de un TDA que los padres adoptivos. Tapar concluye que el trastorno es un problema fami- liar, con una importante influencia ge- nética; sin embargo, si tomamos en cuenta las dificultades metodológicas que existen en estos estudios, se con- cluye que las muestras son más bien heterodoxas, y que los procesos de adopción pueden tener un sesgo previo lo que dificulte la objetividad en la se- lección de las muestras; de manera tal, que no hay una conclusión firme que apoye completamente la transmisión genética de los trastornos de atención. Se han buscado genes defectuosos en portadores del trastorno, específica- mente los relacionados con el transpor- te de dopamina cerebral. Su acción es en la corteza prefrontal y en ganglios ba- sales. Se ha postulado una alteración en los genes que codifican para receptores a dopamina y para la proteína transporta- dora. Se ha asociado este trastorno con el gene del receptor D2 a dopamina, en el cromosoma 11q (Commings, 1991). En las últimas décadas ha tomado gran interés el reconocer el rol de los factores genéticos en el TDA por lo que se ha propuesto un modelo poligé- nico en el TDA, que solo representa un menor grado de carga y expresión genética. Extrañamente el producto del gen C4B, localizado en el cromoso- ma 6 fue encontrado con disminución en el plasma de sujetos con TDA o sus madres o ambos, según estudios de Warren, en 1995, que han intentado correlacionar este problema de aten- ción con alteraciones inmunológicas Seideman y Biederman, han repor- tado la disminución de los niveles de C4B en el TDA; si este tipo de estu- dios se puede repetir, puede represen- tar un importante marcador para TDA (o para subgrupos de TDA), así como también puede ser un importante fac- tor etiológico. De la misma manera, se han estu- diado algunos otros aspectos relaciona- dos con la genética del metabolismo de los neurotransmisores para diferentes trastornos psiquiátricos, y en relación al Trastorno de atención, se ha evalua- do de manera diversa el papel de la monoaminooxidasa (MAO); pero esto ha sido difícil debido a la gran dificul- tad técnica que representa su medición in vivo como lo informan Murphy y Kalin desde 1980 en su reporte sobre la actividad de la MAO. Los métodos de biología molecular resultan ser importantes herramientas para el estudio de los genes de la MAO. Un interesante hallazgo fue reportado hace algunos años, en un estudio reali- zado en cultivos de fibroblastos de piel de un grupo de individuos; sugiriendo que los niveles de actividad de MAO es- taban determinados por la presencia de una forma alélica del gene de la MAO- A. Esta fuerte asociación propone que estos polimorfismos marcan diferencias estructurales en la expresión del gene se- gún Hotamisligil y Breakefield, consi- derando que un gene determina los niveles de actividad enzimática y que es- to tenga relación con el funcionamien- to de algunos neurotransmisores. Konradi ha reportado que existe un polimorfismo en el gene de la MAO-B y el análisis del polimorfis- mo de los dos genes, podría sugerir que alguno de los alelos actuara de manera diversa entre sí, interactuan- do en la susceptibilidad de un sujeto a presentar el TDA, o en la severidad de la presentación clínica. Brunner, Breakfiel y Ropers con- cluyeron en 1993 que si el desbalan- Aspectos etiológicos En las últimas décadas ha tomado gran interés el reconocer el rol de los factores genéticos en el TDA por lo que se ha propuesto un modelo poligénico en el TDA, que solo representa un menor grado de carga y expresión genética. PAC PSIQUIATRÍA-3 LIBRO 7 366 ce en la función combinada de los sistemas serotoninérgico/dopaminér- gico, en la manifestación del TDA, se encuentra relacionado con las fun- ciones regulatorias de la MAO en las vías metabólicas de estos sistemas, se podría sugerir que una disfunción de estas funciones regulatorias debi- da a variaciones moleculares en los genes de la MAO, quizá se encuen- tren asociados con cambios conduc- tuales que influyen en una mayor vulnerabilidad del organismo a ser influenciado fisiológica y conduc- tualmente por factores endógenos y exógenos para desarrollar el TDA. Algunos neurotransmisores se han asociado a los síntomas del TDA des- cribiendo una posible disfunción en los sistemas de la dopamina y la nore- pinefrina; no es clara la evidencia de la implicación de los neurotransmisores pero es un hecho que se encuentran al- teraciones a este nivel. La respuesta de los pacientes con TDA a la medicación que impide el transporte de dopamina que incluye al metilfenidato, anfetami- nas, pemolina, y el bupropion, nos hace considerar que el gene transpor- tador de la dopamina es un gene candidato primario para continuar la investigación sobre la etiología genéti- ca en el TDA según reportan Cook, Stein y Krawski, en 1995. Otro aspecto probablemente intere- sante en esta área es el estudio del Sín- drome de X frágil, que se ha asociado a alta prevalencia de trastornos psiquiátri- cos, en particular TDA y autismo (aun- que más frecuentemente a este último). Los estudios aún no son concluyentes, pero se continúa la investigación. OTROS ASPECTOS BIOLÓGICOS Toxinas ambientales La concentración alta de plomo en sangre, se ha correlacionadocon la pre- sencia de síntomas de hiperactividad, alteraciones cognitivas, etc.; sin embar- go, aunque sabemos que el plomo afecta el cerebro y puede causar una encefalopatía grave, no se ha estableci- do una especificidad en la relación de alta concentración de plomo con con- ducta hiperactiva. Los estudios más co- nocidos son los de David, Clarke y Voeller en 1972 y 1977, pero no han podido ser reproducidos, y en las revi- siones los resultados han sido modifi- cados. La conclusión aceptada hoy es que la exposición a plomo no es la ma- yor causa de hiperactividad, que sólo a altas dosis es una causa suficiente para ello, y que tiene un efecto contribu- yente débil e inespecífico a los trastor- nos de atención e hiperactividad. Aditivos en los alimentos Los colorantes saborizantes y preserva- dores sintéticos, han sido relacionados con la hiperactividad, desde los estu- dios clásicos de Feingold en 1975, pe- ro los estudios posteriores no han podido concluir efectivamente esta co- rrelación. Las propuestas de Feingold en cuanto a una dieta libre de estos ele- mentos, muestra más una importancia que no tiene que ver con la dieta mis- ma sino con cambios conductuales en las familias. Se intentó correlacionar la hiperactividad con problemas atópi- cos, y los estudios tampoco han sido concluyentes. Cuando se ha considera- do una dieta más estricta en cuanto a eliminar azúcares, chocolate, cafeína, considerados también como dispara- dores de la conducta hiperactiva, se ha encontrado que un grupo de casi la mitad de los sujetos estudiados mostra- ban una importante mejoría, con una significación estadística importante. En 1989, Marshall propuso que había reacciones alérgicas que provocaban un desbalance colinérgico/adrenérgico en el sistema nervioso central, lo que lle- vaba a niveles de respuesta pobremen- Algunos neurotransmisores se han asociado a los síntomas del TDA describiendo una posible disfunción en los sistemas de la dopamina y la norepinefrina; no es clara la evidencia de la implicación de los neurotransmisores pero es un hecho que se encuentran alteraciones a este nivel. 367 te regulados y a un comportamiento de hiperactividad, falta de atención, pobre concentración, pero es muy po- co probable que los mecanismos alérgi- cos tengan una función en la patogenia del TDA. Sin embargo, hay evidencia seria de que una pequeña parte de los ni- ños con TDA, probablemente 5 a 10%, pueda mejorar cuando se les aplica la dieta de Feingold; así pues, es probable que ciertos alimentos o aditivos tengan una cierta importancia en la conducta hiperactiva en algunos casos. Con todo lo anterior, no es posible en el estado actual del conocimiento, es- tablecer sin duda una causa única para el trastorno de atención; todas las líneas de pensamiento llevan a considerar que existe una disfunción de múltiples siste- mas de neurotransmisores, pero se re- quiere mucha mayor investigación, que en la actualidad tiene que ver no solo con el aspecto etiológico sino con la patoge- nia, incluyendo enfoques epidemiológi- cos, clínicos, neurofisiológicos, genéticos, sociopsicológicos, etc. ■ Aspectos etiológicos 369 E ste aspecto muestra desde ya los problemas existentes pues-to que existe una variación importante entre los datos de que se disponen, debido a que existen dife- rentes maneras de evaluar la presencia o no de un caso, y así según los repor- tes que se hagan, basados en cuestio- narios va de 5.3 a 13% si no es un cuestionario escolar y de 8 a 12.7% si es un cuestionario escolar según Buitelaar y Van Engeland. En relación a sexo los mismos au- tores refieren que la variación es desde 1.6:1 a 7:1 predominando en varones (promedio 2.4:1). La prevalencia muestra datos tam- bién sorprendentes: desde 2.0% has- ta 9.5% en niños y niñas; otros estudios muestran desde 17.9% hasta 26%, pero evidentemente hay discre- pancias metodológicas en estos escru- tinios. Hay según Bird, una mayor posibilidad de hacer el diagnóstico cuando hay desventajas sociales (des- empleo, divorcio, alcoholismo, crimi- nalidad, etc.). En general, se tiende a considerar la prevalencia entre 5.6% y 14%, tan- to para niños como para niñas. El DSM IV refiere que la prevalencia del trastorno por déficit de atención con hiperactividad se sitúa en 3 y 5 % en los niños de edad escolar, y que los datos de prevalencia en la adolescen- cia y la vida adulta son imprecisos. La incidencia del TDA en los Es- tados Unidos varía desde 2 hasta 20% en niños en edad escolar; de 3 a 5% en prepúberes correspondientes a educación media básica. La inciden- cia es mayor en niños que en niñas encontrando reportes de 5 a 1 hasta de 10 a 1 de acuerdo a la literatura in- ternacional. El trastorno es mucho más fre- cuente en varones que en mujeres, con proporciones varón a mujer que varían entre 4:1 y 9:1 (en función de si la población es general o clínica).■ DATOS EPIDEMIOLÓGICOS La incidencia del TDA en los Estados Unidos varía desde 2 hasta 20% en niños en edad escolar; de 3 a 5% en prepúberes correspondientes a educación media básica. Existen tres síntomas cardinales para llegar al diagnóstico: la Distractibilidad, la Impulsividad y la Hiperactividad. 371 Los hallazgos clínicos han sido di-versos, como se puede despren-der de la revisión de la historia del concepto; la conformación de cri- terios diagnósticos se ha logrado de manera penosa, tanto para integrar los síntomas como para entender que la expresión clínica es también diversa y eso puede aparentar no solo un cua- dro más suave, sin a veces un cuadro totalmente diferente. Existen tres síntomas cardinales para llegar al diagnóstico: la Distractibi- lidad, la Impulsividad y la Hiperactivi- dad. Y según la forma de combinación clínica de estos tres datos fundamenta- les, se determinarán los subtipos del tras- torno, así como la intensidad de dichos síntomas determinará el grado de seve- ridad (leve, moderado o grave). Cada uno de ellos tiene diversas maneras de expresarse, y con la finali- dad de hacer más sencillo el diagnósti- co, el DSM IV ha propuesto una serie de cinco criterios diagnósticos, que son fundamentalmente descriptivos de las conductas que tiene el menor, y que también han sido desarrollados por otras clasificaciones como la 10ª. Clasificación Internacional de Enfer- medades en el capítulo V (trastornos mentales y del comportamiento). Existen otras clasificaciones como la Clasificación Francesa de los Tras- tornos Mentales del Niño que agrupa dentro del capítulo 6 de Trastornos de las funciones instrumentales a aque- llas alteraciones motrices o del Desa- rrollo de las habilidades mentales, (lo que en la clasificación americana que- da como problemas de aprendizaje) y en este grupo, la hiperactividad, la inestabilidad psicomotriz, o la hiperac- tividad asociada a movimientos este- reotipados, quedan incluidos dentro de este gran rubro; sin embargo dentro del planteamiento principal de esta clasifi- cación, queda la idea de que se trata de una serie de problemas conductuales secundarios a las grandes entidades no- sológicas clásicas, con una visión más psicoanalítica, y que las muestra más como problemas reactivos. En la descripción de los diagnósti- cos, se aclara que el concepto Inesta- bilidad psicomotriz, equivale al del DSM IV de trastorno por déficit de la atención, y que se caracteriza por un aspecto psíquico: dificultades para fijar la atención, falta de constancia en las actividades, cierto grado de impulsivi- dad, y por un aspecto motriz: hiperac- tividad o agitación motriz incesante. Con la finalidad de facilitar la des- cripción de los síntomas, se reseñarán los criterios diagnósticos propuestos por el DSM IV que son bien conocidos y con los cuales podemos concordar. El nombre oficial de la problemá- tica que se estudiará es el de: Trastor-no con déficit de atención con hiperactividad (TDAH). El DSM IV determina que para hacer el diagnóstico, deben cubrirse cinco requisitos, denominados Crite- rios diagnósticos, y que según dicho Manual, son: Criterio A. Patrón persistente de desatención y/o hiperactividad-impulsi- vidad, que es más frecuente y grave que el observado habitualmente en sujetos de un nivel de desarrollo similar. Criterio B. El inicio de algunos síntomas de hiperactividad-impulsivi- dad o de desatención causantes de problemas pueden haber aparecido antes de los siete años de edad. Criterio C. Algún problema rela- cionado con los síntomas debe produ- cirse en dos situaciones por lo menos DESCRIPCIÓN CLÍNICA PAC PSIQUIATRÍA-3 LIBRO 7 372 (por ejemplo, en casa y en la escuela o en el trabajo). Criterio D. Debe haber pruebas claras de interferencia en la actividad social, académica o laboral propia del nivel de desarrollo Criterio E. El trastorno no aparece exclusivamente en el transcurso de un trastorno generalizado del desarrollo, esquizofrenia u otro trastorno psicótico, y no se explica mejor por la presencia de otro trastorno mental (por ejemplo, trastorno del estado de ánimo, trastorno de ansiedad, trastorno disociativo o trastorno de la personalidad). En el criterio A, debe haber una serie de síntomas que han sido desglo- sados según exista inatención, hiper- actividad, impulsividad o combinacio- nes de los tres, como sigue: Criterios para el diagnóstico de trastorno por déficit de atención con hiperactividad: A. (1) o (2): (1) seis (o más) de los siguientes síntomas de desatención han persisti- do por lo menos durante seis meses con una intensidad que es desadapta- tiva e incoherente en relación con el nivel de desarrollo: Desatención: a) a menudo no presta atención sufi- ciente a los detalles o incurre en erro- res por descuido en las tareas escolares, en el trabajo o en otras actividades. b) a menudo tiene dificultades para mantener la atención en tareas o en actividades lúdicas. c) a menudo parece no escuchar cuando se le habla directamente. d) a menudo no sigue instrucciones y no finaliza tareas escolares, encar- gos, u obligaciones en el centro de trabajo (no se debe a comporta- miento negativista o a incapacidad para comprender instrucciones). e) a menudo tiene dificultades para organizar tareas y actividades. f ) a menudo evita, le disgusta o es renuente en cuanto a dedicarse a tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido (como trabajos escolares o domésticos). g) a menudo extravía objetos necesa- rios para tareas o actividades (p. ej., juguetes, ejercicios escolares, lápices, libros o herramientas). h) a menudo se distrae fácilmente por estímulos irrelevantes. i) a menudo es descuidado en las ac- tividades diarias. (2) seis (o más) de los siguientes síntomas de hiperactividad-impulsivi- dad han persistido por lo menos du- rante seis meses con una intensidad que es desadaptativa e incoherente en relación con el nivel de desarrollo: Hiperactividad: a) a menudo mueve en exceso manos o pies, o se remueve en su asiento. b) a menudo abandona su asiento en la clase o en otras situaciones en que se espera que permanezca sentado. c) a menudo corre o salta excesiva- mente en situaciones en que es ina- decuado hacerlo (en adolescentes o adultos puede limitarse a senti- mientos subjetivos de inquietud). d) a menudo tiene dificultades para jugar o dedicarse tranquilamente a actividades de ocio. e) a menudo «está en marcha» o sue- le actuar como si tuviera un motor. f ) a menudo habla en exceso. Impulsividad: a) a menudo precipita respuestas an- tes de haber sido completadas las preguntas. b) a menudo tiene dificultades para guardar turno. c) a menudo interrumpe o se inmis- cuye en las actividades de otros (p. ej., se entromete en conversacio- nes o juegos). En el criterio A, debe haber una serie de síntomas que han sido desglosados según exista inatención, hiperactividad, impulsividad o combinaciones de los tres. 373 Subtipos Aunque la mayor parte de los indivi- duos tienen síntomas tanto de desa- tención como de hiperactividad- impulsividad, en algunos predomina uno u otro de estos patrones. El subtipo apropiado (para un diagnóstico ac- tual) debe indicarse en función del patrón sintomático predominante du- rante los últimos seis meses. DATOS DEL DESARROLLO EN LA PRESENTACIÓN DE LOS SÍNTOMAS Lactantes Algunas madres reportan que la hiper- actividad de sus hijos ya era notable aún en el embarazo. Los movimientos del producto eran particularmente fuertes e intensos. Por otro lado, casi la mitad de los niños que se diagnos- tican posteriormente como hiperacti- vos han sido reportados como extremadamente inquietos durante la lactancia (Rappaport, 1979); otros problemas a esta edad incluyen co- múnmente ser fácilmente despertados por estímulos externos, predisposi- ción a cólicos y problemas de sueño, reacción intensa a los cambios en las rutinas de alimentación (Greenhill, 1985). Se reportan también retrasos en el lenguaje y en el control de esfín- teres (Schain y Royhard, 1975). Preescolares La mayoría de los niños hiperactivos exhiben problemas considerables cuando llegan a los años preescolares, pero solo unos pocos son referidos con el especialista; esto es en parte a que los familiares y profesionales atri- buyen esta conducta hiperactiva a problemas en la habilidad de los pa- dres para educar adecuadamente al niño. Se le considera como parte de un "temperamento vital". Por su acti- vidad motriz incrementada, se expo- nen a una serie de riesgos, ya que no reconocen el peligro ni aprenden de las experiencias, por lo que constante- mente se están lesionando o intoxi- cando. Se les describe como poco dormilones, que se exaltan fácil y fre- cuentemente. Ya es notable en esta época su falta de consideración por los sentimientos de los demás, y esto lleva a que el niño sea evitado por sus compañeros, aprendiendo temprana- mente experiencias de rechazo social. Tanto la hiperactividad como las difi- cultades interpersonales son más evi- dentes en situaciones estructuradas, y no así en el juego libre (Cohen y Min- de, 1983; Conners, 1990). En gene- ral, los padres de este grupo de niños, notan más los problemas de disciplina y de interacción que de atención y concentración. Escolares Las peculiaridades del niño hiperacti- vo se hacen especialmente evidentes en la situación escolar. Mientras que durante los años preescolares la hiperactividad era vista como una búsqueda natural de mayor libertad y movimiento que otros niños, en el contexto escolar se hace tan disrupti- va que se requiere pedir ayuda profe- sional. La carencia de concentración e incapacidad para trabajar del niño en una manera organizada lleva a impe- dimentos en memoria y aprendizaje. Es particularmente el aprendizaje de conceptos abstractos y el reconoci- miento de comportamientos social- mente deseables lo que está afectado. La capacidad para escribir está dificul- tada por la impulsividad. Todo lo ante- rior agregado al sentido de frustración y falla en el niño. Los niños hiperactivos requieren considerable práctica para al- canzar habilidades de escritura acepta- bles y es particularmente en esta área Descripción clínica Aunque la mayor parte de los individuos tienen síntomas tanto de desatención como de hiperactividad-impulsividad, en algunos predomina uno u otro de estos patrones. PAC PSIQUIATRÍA-3 LIBRO 7 374 que sus dificultades en el manejo de consistencia se hacen más aparentes. Las situaciones en el salón de cla- ses donde el niño es parte de un gru- po, pero donde se requiere un trabajo individual requiere frecuentemente el mayor esfuerzo para el niño hiperacti- vo. Es especialmente cuando no pue- de manejar este trabajo individual en un grupo que el niño se siente tenta- do a dirigir su hiperactividadal papel del bufón de la clase. Sin embargo, en el recreo es frecuente ver a estos niños solos, o en los márgenes de un grupo. Esto es porque su comportamiento impetuoso es experimentado frecuen- temente como molesto por los otros niños, lo que hace que lo eviten. Por ello no es sorprendente que los maes- tros no necesariamente consideren tales niños para ayuda médica o psi- cológica sino como flojos o malos. La escuela se hace entonces un lugar de fracaso, regaños y rechazo. No sólo la situación escolar es problemática para estos chicos, tam- bién está el contexto familiar. Su comportamiento puede hacer que los padres no interaccionen en los con- tactos sociales usuales como familia extensa y amigos, ya que constante- mente se les está criticando por sus in- capacidades en el control de los hijos. Esto contribuye al aislamiento social de la familia y puede aumentar las tensiones interpersonales existentes. En el niño, la supervisión intensifica- da de los padres puede llevarlo a sen- tirse infantilizado e incapacitado para adquirir habilidades sociales para con- tender con sus compañeros. Puede haber también grandes rivalidades con los hermanos que resienten la atención extra que recibe el niño hi- peractivo. El pobre rendimiento esco- lar del niño hace que los padres tengan también sentimientos de de- cepción lo que aumenta la crítica al niño y la exigencia; asimismo existe también la posibilidad de que se le maltrate más fácilmente y con mayor intensidad dada la constante lucha y decepción que ofrece a los padres. Adolescentes En general, se tiende a considerar que la sobreactividad decrece con la edad pero la impulsividad y la distractibili- dad permanecen. Las demandas aca- démicas incrementadas durante la adolescencia remarcan las dificultades del niño hiperactivo aún más. Los problemas constantes para hacer ta- reas deterioran gravemente la relación padres-hijo (Greenhill, 1990) y el adolescente acumula evidencia de su pobre capacidad. El comportamiento disruptivo común es a veces un inten- to de cubrir los sentimientos subya- centes de culpa y tristeza, los que pueden ser completamente malinter- pretados por los padres. El comportamiento antisocial es particularmente común entre los ado- lescentes cuyos problemas previos han incluido tanto la hiperactividad como los problemas de aprendizaje. Cuando el comportamiento antisocial involu- cra también agresividad es más alta la probabilidad de que el joven se meta en problemas legales. En los pocos ca- sos en que el chico puede tener con- tacto psiquiátrico, la etiqueta de trastorno de personalidad puede tam- bién incluírsele, con connotaciones negativas severas para el futuro. Debemos recordar que la adoles- cencia agrega presiones específicas al joven, ya que tiene que pasar por va- rias etapas psíquicas para lograr un adecuado desarrollo, y en un chico con estos antecedentes, la presión in- trapsíquica es mayor que para otros, además de que no se le ayudará a nivel familiar a hacerse responsable e inde- pendiente, ya que constantemente está mostrando que es incapaz de hacerlo, cayendo así en un círculo vicioso de ne- cesidad de separación e independencia, En general, se tiende a considerar que la sobreactividad decrece con la edad pero la impulsividad y la distractibilidad permanecen. 375 poca confianza de los padres, frustra- ción y necesidad de alejamiento y sepa- ración confundida con independencia, cerrándose el círculo negativo. Un punto que no debe ser dejado de lado en esta descripción clínica es el relativo a la inteligencia de estos chicos. Si bien en los principios de la in- vestigación formal del trastorno se le pensaba asociado de manera impor- tante con el daño cerebral y con el re- traso mental, en la actualidad se considera que la inteligencia y la aten- ción son funciones mentales distintas y que los niños pueden tener inteli- gencia normal o incluso alta, pero que por las dificultades en la atención, su rendimiento académico y social será por debajo de lo esperado según estas capacidades. Así, es muy frecuente que estos niños tengan una buena ca- pacidad para aprender y adaptarse a situaciones novedosas como implica una definición de inteligencia, pero por las dificultades organizativas y de atención-concentración-impulsividad, no puedan utilizar adecuadamente ta- les recursos y funcionar como si no comprendieran o como si no pudieran aprender de la experiencia. Existe incluso la posibilidad de que siendo niños algunos de ellos con inteligencia alta, se tenga más proble- ma para reconocer la presencia del TDA, que los síntomas sean menos aparentes o sean negados por los pa- dres y maestros dadas las altas capaci- dades en otras áreas, pero de cualquier manera se llega a los mismos síntomas de minusvalía, de desesperanza y de baja autoestima al fallar pese a tal in- teligencia alta. En 2000, Brown re- portó que a pesar de tener CI alto, los chicos de su estudio a largo plazo mostraban abandono escolar en casi 42%, y que en la vida adulta, existía subempleo en 40% de ellos. ■ Descripción clínica En la actualidad se considera que la inteligencia y la atención son funciones mentales distintas y que los niños pueden tener inteligencia normal o incluso alta, pero que por las dificultades en la atención, su rendimiento académico y social será por debajo de lo esperado según estas capacidades. 377 Durante la explicación de losconceptos etiológicos se ex-presó ya la pertinencia de la realización de estudios como el elec- troencefalograma, la tomografía axial computarizada, o la resonancia mag- nética, por lo que solamente se comen- tará aquí algunos puntos insistiendo en lo que ya se anotó. Cuando existen datos clínicos de que la maduración cerebral se encuentra retardada se puede realizar un estudio paraclínico del tipo del electroencefalograma en donde se re- portan alteraciones en la secuencia eléctrica cerebral. Insistiremos una vez más en la inespecificidad de este estudio para el diagnóstico de TDA, aún en aquellos estudios que se desa- rrollan con el auxilio de programas de computación (EEG computarizado con mapeo cerebral), y que el diag- nóstico debe ser clínico a la luz del co- nocimiento actual. La tomografía computarizada de cráneo en niños con TDAH no mues- tra datos consistentes. En estudios realizados con tomografía por emi- sión de positrones se ha encontrado una disminución del flujo sanguíneo y metabólico en la región frontal de los niños con TDAH comparado con niños normales. Una teoría es que los lóbulos frontales en los niños con TDAH no están adecuadamente formados y tienen mecanismos inhi- bitorios en las estructuras bajas; sin embargo, la importancia clínica de es- tos estudios es bastante relativa y de- berá seguir a los criterios clínicos. ■ ESTUDIOS PARACLÍNICOS Cuando existen datos clínicos de que la maduración cerebral se encuentra retardada se puede realizar un estudio paraclínico del tipo del electroencefalograma en donde se reportan alteraciones en la secuencia eléctrica cerebral. En el caso de los niños menores de 12 años se debe tener en cuenta que muchos de estos procesos aún no están disociados o no tienen la maduración suficiente lo cual hace más difícil su medición. 379 CARACTERÍSTICAS NEUROPSICOLÓGICAS DE ESCOLARES CON TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN Introducción Al revisar la literatura sobre los hallazgos neuropsicológicos en niños con TDA se puede observar que los procesos psicoló- gicos valorados son diferentes, utilizan- do diversas metodologías de medición, sin un marco teórico definido lo cual ha- ce difícil repetir los estudios realizados. En varias investigaciones se han utiliza- do instrumentos como el WISC-R, el Wisconsin, la cancelación de tareas, el Stroop y otras pruebas que miden lec- tura y escritura. En el análisis de los diferentesfac- tores involucrados en cada paradigma se puede observar que los conceptos neuropsicológicos utilizados no siem- pre se relacionan con los hallazgos en- contrados en la clínica y una de las razones por la cual es difícil relacionar la prueba alterada con el proceso teó- ricamente involucrado es que cada paradigma utilizado mide varias fun- ciones, por lo que, para lograr dicha diferenciación en lugar de medir los aciertos se deben calificar y tipificar los errores realizados. Este tipo de me- todología fue utilizado por Luria en pacientes con lesiones focales. En el caso de los niños menores de 12 años se debe tener en cuenta que muchos de estos procesos aún no están disociados o no tienen la maduración suficiente lo cual hace más difícil su medición; y se requiera de un marco teórico del desarrollo neuropsicológico para comparar los resultados esperados para la edad con la ejecución lograda por el niño. Así mismo, es necesario to- mar en cuenta otras variables como son la escolaridad y el nivel de estimulación medioambiental para comparar los puntajes intrasujeto; es decir, realizar la comparación entre el nivel máximo de funcionamiento dado por la dotación natural del sujeto y el rendimiento en otras áreas, que a pesar de ser estimula- das, no tienen un funcionamiento ho- mogéneo, lo cual indicaría una falla en el sustrato neurológico del cual depen- de dicho proceso psicológico. Por otra parte, un área que co- múnmente se deja de lado al realizar una valoración neuropsicológica es la exploración de la dinámica familiar y el vínculo madre-hijo, situaciones que tienen una función importante en la adquisición y modulación de reglas, metarreglas, juicio social y razona- miento moral, y estos procesos rara vez son evaluados y frecuentemente están afectados en esta población. Es- tas variables se ha encontrado que pueden exacerbar los déficits neuro- psicológicos y son responsables de la comorbilidad de este padecimiento con problemas conductuales. Aspectos teóricos sobre las funciones ejecutivas Existen diversas teorías que ofrecen definiciones sobre el concepto de las funciones ejecutivas, implicando en cada una diferentes mecanismos cog- noscitivos. Pero en general el consen- so habla de que las funciones NEUROPSICOLOGÍA EN EL TRASTORNO DE ATENCIÓN PAC PSIQUIATRÍA-3 LIBRO 7 380 ejecutivas son como el director de or- questa que se encarga de dirigir la conducta, autorregularla y que tenga una meta propositiva (Barkley, 1997). Obviamente esto implica la capa- cidad para detectar los errores en la ejecución y corregirlos, verificando que el plan de acción intencional se lleve a cabo en forma correcta; y de lo contrario detectar cuál es el error y adaptarse a la situación, haciendo modificaciones al plan original. Barkley en sus diferentes artículos (1992) y libros publicados (1986, 1997) ha planteado un marco teórico que pretende explicar los procesos in- volucrados y la interacción entre los diversos aspectos de las funciones eje- cutivas. A continuación haremos una síntesis de las aportaciones realizadas por Barkley (1997), que están funda- mentadas en una amplia experiencia clínica y en métodos de estudio analí- ticos que integran no solamente la teoría cognoscitivista de las funciones ejecutivas, sino también la interacción que tiene el lenguaje con la conducta y como estos factores pueden ser mo- dulados por los afectos. a) La inhibición conductual El primer componente de la inhibición conductual está relacionado con la su- presión de conductas reforzadas que prueban ser poco efectivas. Barkley ex- plica que uno adquiere una serie de res- puestas condicionadas a determinados estímulos que tienden a generalizarse a otras situaciones. La inhibición conduc- tual supone la capacidad para detener dicha respuesta condicionada cuando el medioambiente manda una señal de que la respuesta empleada es inadecuada. Esto requiere de la detención y búsqueda de otras experiencias o de nuevas alternativas para adaptarse a dicha solución. Las alteraciones observadas en la clínica son la incapacidad para buscar una nueva estrategia de solución de problemas y continuar utilizando una respuesta que ha sido efectiva en oca- siones anteriores. Otro proceso involucrado en la inhibición conductual es la posibili- dad de interrupción de una conducta en curso ya que prueba ser poco efec- tiva. Cuando el sujeto recibe la señal de que su conducta es inadecuada y persis- te de forma repetitiva, existe una falta de flexibilidad en la conducta. Dicha flexibilidad permite al sujeto cambiar la estrategia o acción realizada dependien- do de las exigencias y dinámica de la si- tuación. Estos cambios deben ser detectados por el sujeto, lo cual, presu- pone cierto grado de automonitoreo y conciencia de las respuestas del pasado inmediato, lo que le permite al sujeto leer las señales del ensayo anterior que le permitan observar la necesidad de un cambio en el patrón de respuestas. El signo clínico de una alteración en este proceso son las perseverancias motoras o cognoscitivas. Una vez que la respuesta es inte- rrumpida, se abre una ventana de tiempo utilizada para evaluar la con- ducta y realizar los cambios pertinen- tes de manera que el sujeto pueda autodirigir la acción que dará lugar a otro patrón de conducta más efectivo. Esta ventana de tiempo entre la con- ducta previa y la siguiente requiere de un período de demora en la respuesta. El tercer proceso inhibitorio es el control de la interferencia, el cual protege el periodo de demora de otros estímulos internos o externos que puedan distorsionar la información y evitar que las señales recibidas sean procesadas adecuadamente. La inhibición conductual es la ba- se del resto de las funciones ejecutivas ya que inhibe las respuestas reforzadas previamente o interrumpe los patro- nes de conducta en curso que son ino- perantes. Esto crea un período de demora en el cual otras funciones eje- El primer componente de la inhibición conductual está relacionado con la supresión de conductas reforzadas que prueban ser poco efectivas. 381 cutivas (acciones internas autodirigi- das) ocurren. Estas otras funciones ejecutivas y la programación motora son dependientes de las inhibición conductual para su ejecución efectiva y autorregulada. En la revisión realizada por Barkley menciona que la inhibición conductual está relacionada con tres procesos, loca- lizados en distintas áreas de los fronta- les. La capacidad para inhibir respues- tas reforzadas y posponer la decisión para responder a una nueva conducta está situada en la región órbito-frontal. Mientras que la resistencia a la dis- tracción o control de interferencia, tiene un predominio hacia la región anterior prefrontal derecha. b) Memoria de trabajo no verbal Muchos autores han discutido la exis- tencia de diferentes tipo de memoria de trabajo, pero una de las característi- cas más importantes reside en que es una actividad autorregulada y privada. La memoria no verbal permite te- ner una conciencia sensorial del sí mis- mo al imaginarnos o escucharnos. Estas dos formas de acciones o conductas sensoriomotoras interiores, junto con otros tipos de conducta sensorial son información interna que es utilizada para guiar la conducta a lo largo del tiempo hacia una meta específica. Mantener los eventos en la me- moria no sólo se refiere a las modali- dades sensoriales visuales y auditivas, sino también al resto de los sentidos como son el olfatorio, gustativo, tác- til, propioceptivo, cinestésico; así como también las diferentes combi- naciones entre ellas a través de la inte- gración multimodal. Uno de los componentes de la memoria no verbal es la imitación y el aprendizaje vicario que son herra- mientas muy poderosas a través de las cuales el ser humano aprende nuevas conductas. La posibilidad de imitar a otra persona
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