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Resumen Texto El Organismo, una Trama de Identidades sin Centro, F Varela - P Alvarado

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“El organismo, una trama de identidades sin centro”
Autor del texto: Francisco Varela
Resumen escrito por Pilar Alvarado
El texto trabaja sobre la dialéctica que enfrenta un organismo: se genera a sí mismo mediante un proceso que al mismo tiempo crea un mundo adecuado para él, del cual se distingue. La dialéctica se genera porque el organismo no puede existir sin el medio y porque las propiedades de ambos se adquieren gracias a su interacción. Esto constituye una paradoja: el sistema debe distinguirse de su medio y a la vez, mantenerse unido a él.
En esta primera afirmación destaca la noción de ‘sí mismo’, que el mismo autor determina como difícil de definir. Sin embargo, puede entenderse, según algunos autores, como una subjetividad, la idea del ‘yo’. Identifica que la relación entre organismo y ‘sí mismo’ tiene que ver con dos ideas superpuestas: el modo en que se constituye la identidad y el modo en que ésta interactúa con el medio. El rol del sí mismo sería entregar identidad al individuo, mediante la cual puede interactuar con su medio.
Este sí mismo está compuesto por varias modalidades, a las que el autor se refiere como ‘sí mismos regionales’, cada uno, con una identidad que tiene la capacidad de auto-constituirse. Estos sí mismos interactúan formando una totalidad, que es el organismo (así se le debe entender, no como un algo fragmentado). 
Identifica 5 sí mismos regionales: 
1) una unidad mínima o celular
2) un ser corpóreo en su base inmunológica
3) un sí mismo perceptuo-motor asociado a la conducta animal
4) un ‘yo’ socio-lingüístico de subjetividad
5) el colectivo social compuesto por la totalidad de las multiindividualidades.
Como unidad mínima o celular distingue a la bacteria y la describe como ‘autopoiética’, es decir, es un organismo, que mediante una red de procesos, es capaz de producirse en una unidad distinta y conectada.
Cabe destacar que el autor identifica una organización autopoiética más simple que la célula bacterial: un sistema de polimerización mediado por enzimas.
De este modo concluye que lo vivo no tiene relación con lo material de los organismos sino que reside en la clase de organización que poseen y es esa organización la que corresponde a su identidad. Esta organización autoproducida no da mayor prioridad a los elementos constitutivos o a la totalidad, cayendo en los extremos del vitalismo o el reduccionismo, sino que el único modo en que puede darse la organización es mediante “la causalidad recíproca entre las leyes locales de interacción y las propiedades globales de la entidad”. Lo local y lo global actúan necesariamente juntos, uno no puede existir sin el otro.
También destaca la necesidad de la bacteria de distinguirse de su medio (fisico-químico), mientras que depende de él. 
El autor realiza una distinción entre medioambiente y mundo. El primero corresponde a lo que rodea a la unidad autónoma, visto desde un observador. Y el segundo corresponde al medioambiente para la unidad, es aquel que crea la identidad de la unidad y que sólo existe en la definición mutua. En palabras del autor: “En el interior del medioambiente es observado el sistema, en tanto que en el interior del mundo opera el sistema.” 
El organismo interactúa con su medio-ambiente para obtener aquello que es significativo para él y que está definido por los procesos que lo conforman (por su constitución). Esta interacción no está controlada por algún tipo de agente central o por un orden preexistente, sino que se explica como una ‘falta’ en lo vivo, una búsqueda de significación, que siempre ‘pretende’ conservar la identidad (como señala el autor, no hay que ver ese objetivo o pretensión como una causa, sino como una lógica implícita a la autopoiesis). Esta acción, mediante la cual el organismo busca ‘lo que le falta’ es definida como la actividad cognitiva del sistema y es la característica que lo distingue notablemente del medio ambiente. Esta acción encierra una paradoja: establece una relación con un medio que constantemente desafía la coherencia interna de la unidad. Y al mismo tiempo, produce una diferenciación del sistema respecto de su medioambiente. 
Mediante el enlace que forma con el medio-ambiente adquiere, la ya nombrada, significación. De ahí que el término ‘cognitivo’ tenga dos dimensiones, una de enlace con el medio que mantiene su individualidad y una dimensión imaginaria, aquella referida a que la interacción del organismo con un medio físico está provista de significación.
Posteriormente el autor analiza los organismos multicelulares y coincide con Buss en que hay una ‘ecología somática’ que resuelve los conflictos entre célula e individuo, al mismo tiempo, que él último interactúa con el medio. 
Asume que estos organismos también poseen una identidad ‘porque delinean una identidad autónoma con respecto a su entorno.’ Éstos poseen redes de neuronas que coordinan la relación entre percepción y acción. Entonces, hay una constante interacción entre lo sensorial y lo motriz. Dicha interacción se ve influida por el contexto, por lo que las respuestas neuronales son inestables y dependen de él.
El organismo tiene una organización que se basa en el cierre operacional de su sistema nervioso: subredes neuronales que se vinculan y que dan origen a la actividad completa del organismo. Mediante esa actividad auto-producida el organismo se constituye en una unidad distinta de su ambiente, pero siempre acoplada a él. La manera en que se llega a eso lo transforma en un ‘ser cognitivo’, “Un ser que configura un mundo externo de percepción y acción”.
En la vida cotidiana, los agentes situados se enfrentan constantemente a actividades, que redefinen su actuar, dependiendo de la contingencia, de la improvisación y de un vínculo más flexible que planificado. Es por esto que se les llama ‘situados’, porque no tienen una relación previamente definida con su ambiente, sino que está basada en la emergencia de las características del agente y en las redefiniciones que efectúa para mantener su coherencia.
Al igual que en la célula bacterial, hay un acoplamiento con el entorno. Se enfrenta el medio con una unidad perceptuo-motora, interactúan y se crea una intención, propia de un sistema cognitivo vivo. El organismo no puede vivir sin este acoplamiento, pues es el contexto el que le da significación a las asociaciones o interacciones que tiene con el medio.
En conclusión, se distinguen dos aspectos centrales en el ser cognitivo. Primero, constituye una identidad, formada por subredes neuronales que actúan paralelamente y entretejidas, que generan modelos coherentes. Segundo, la cognición se refiere al proceso que permite que gane significación producto de su dinámica con el medio.
Finalmente, el autor se refiere a ‘el sí mismo como persona’, al hecho de que proyectamos en nosotros un centro, una especie de alma, o ‘una vaga idea del ser como proceso’. Probablemente la idea del ‘yo’ surge de la capacidad lingüística del humano, de su capacidad de auto-describirse y narrar. Al estar unido al lenguaje (fenómeno social), el sí mismo personal (‘yo’) está unido a la vida social y puede ser entendido para la interacción con otros y para la formación de esa vida social.
Al igual que la idea del yo, tenemos el proceso de autoconstitución muy arraigado, por lo que no tendemos a percibir que ‘hemos cambiado’. La identidad es un proceso prácticamente intrínseco, inalterable. Tendemos a vernos como una existencia ‘que está ahí’ y que no puede salir de sí. El uso del ‘yo’ evita la dispersión de los sí mismos que componen el organismo, pues contiene la idea de esos elementos que interactúan en una red y que pueden generar propiedades emergentes (carácter dinámico de la identidad) y que a la vez, hay una totalidad que condiciona aquellos componentes (carácter global).
En conclusión, lo vivo no se relaciona con la materialidad de los entes, sino con el proceso que permite su constitución. Esta idea debe ser lo suficientemente universal como para no limitar la definición de lo vivoa los materiales que conforman los seres y debe ser lo suficientemente explicita para poder identificar los patrones dinámicos de los sistemas que consideramos vivos y de aquellos que eventualmente consideraríamos como tales. Estos patrones se refieren a aquellos procesos que permiten que los organismos se constituyan a sí mismos como totalidades formadas por múltiples redes que interactúan entre sí y que también permiten su interacción con un medio, distinto de él, que le presenta desafíos, pero sin el cual no puede existir. Estos procesos permiten la creación de una idea de identidad, que en organismos como el humano, se ve muy arraigada. Una identidad que le permite interactuar con el medio, que pasa a ser el mundo en el momento en que le otorga aquello que le falta, ‘la significación’. Es así como los humanos son “seres movidos por la falta de significación que ellos mismos engendran al afirmar su presencia”.

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