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Tesis Pulsión - P Rojas

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UNIVERSIDAD DIEGO PORTALES 
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS 
ESCUELA DE PSICOLOGÍA 
 
 
 
 
 
 
 
 
PULSIÓN 
 
 Tesis para optar al Grado de Licenciado 
en Psicología. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Alumno: Pablo A. Rojas 
Profesor Patrocinante: Michel Thibaut F. 
 
 
SANTIAGO - CHILE 
1999 
 
 
 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
2
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 A mi juicio, no hay cosa más digna de compasión en este mundo que 
la incapacidad de la mente humana para poner en relación todo su contenido. 
Vivimos en un apacible islote de ignorancia en medio de tenebrosos mares de infinitud... 
H. P. LOVECRAFT 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
3
 
ÍNDICE 
 
ÍNDICE ........................................................................................................................ 3 
 
RESUMEN ........................................................................................................ (Anexo) 
 
INTRODUCCIÓN ....................................................................................................... 5 
 
DE LA PULSIÓN EN FREUD ...................................................................................... 9 
a) Consideraciones preliminares ............................................................................. 9 
 a.1) La pulsión como producción y movimiento ....................................... 9 
 a.2) Los quiebres ......................................................................................... 11 
 a.3) El movimiento del concepto ............................................................... 12 
b) Desarrollo histórico del concepto ..................................................................... 15 
 b.1) Primeras teorizaciones (1890-1905) ............................................... 15 
 b.1.1) Del objeto y la meta ............................................................ 20 
 b.1.2) La pulsión es parcial........................................................... 24 
 b.1.3) Del conflicto ........................................................................ 26 
 b.1.3.1) El contrapunto pulsional ................................... 30 
 b.2) La sexualidad como fundamento (1905-1915) .............................. 32 
 b.2.1) Las pulsiones yoicas ........................................................... 32 
 b.2.2) Una visión de conjunto ...................................................... 35 
 b.2.2.1) Dos principios del acaecer psíquico ................. 37 
 b.2.3) Especificaciones en torno al narcisismo ........................... 39 
 b.2.3.1) La libido en movimiento .................................... 40 
 b.2.4) Una articulación fundante ................................................ 43 
 b.3) La pulsión de muerte (1915-1920) .................................................. 49 
 b.3.1) Manifiesto ........................................................................... 49 
 b.3.2) De un orden primero ......................................................... 50 
 b.3.3) Silencios obligados ............................................................. 52 
 b.3.4) Condenados a repetir ......................................................... 53 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
4
 b.3.5) Del entramado .................................................................... 56 
 b.3.6) De muerte ........................................................................... 58 
 b.4) Explicitaciones conceptuales (1920-1939) ..................................... 61 
 b.4.1) Intermezzo crítico .............................................................. 63 
 
DE LA PULSIÓN EN LACAN .................................................................................... 66 
a) De una revisión necesaria .................................................................................. 66 
 a.1) Reconocimiento ................................................................................... 67 
 a.2) Rearticulaciones terminológicas ....................................................... 69 
 a.2.1) L’inconscient ....................................................................... 70 
 a.2.1.1) Paréntesis lingüístico .......................................... 70 
 a.2.1.2) “Parlêtre” ............................................................ 72 
 a.2.1.3) De los orígenes .................................................... 76 
 a.2.1.4) Sexualidad e inconsciente .................................. 78 
b) El circuito de la subversión ................................................................................ 81 
 b.1) De una imposibilidad fundamental .................................................. 82 
 b.2) Dando vueltas y vueltas ..................................................................... 84 
 b.3) La pulsión es (y no puede ser sino) parcial ...................................... 86 
 
A MODO DE CONCLUSIÓN .................................................................................. 90 
 
BIBLIOGRAFÍA ......................................................................................................... 94 
 
AGRADECIMIENTOS ............................................................................................... 98 
 
 
 
 
 
 
 
 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
5
 
INTRODUCCIÓN 
 
Nur um der Hoffnungslosen 
ist uns die Hoffnung gegeben. 
WALTER BENJAMIN 
 
 Recorrer el movimiento histórico de la pulsión. Determinar su desarrollo continuo. 
Decantar concepciones sin estancar conceptos en definiciones. Asumir que delimitar no 
significa, ni por asomo, limitar. Estudiar un devenir en su movimiento. Esas son las metas 
primordiales de mi estudio. 
 
 Hay que comenzar sacándose de la cabeza la idea que el estudio de un concepto 
implica necesariamente su definición, en el sentido de poner fin a la cosa. Al contrario, la 
explicitación, la elucidación de un concepto debe centrarse primordialmente en señalar lo 
que de no logrado, lo que de no alcanzado, tiene la noción en cuestión. En otras palabras, 
las posibilidades teóricas y/o prácticas que podrían abrirse a partir de un determinado 
desarrollo conceptual. 
 
 Es así como, por ejemplo, en el caso que nos interesa, el Dr. Jacques Lacan (1901-
1981) no planea un retorno a Sigmund Freud (1856-1939) que signifique, en una lectura 
al pie de la letra, el encuentro de la “verdadera palabra” de Freud. Palabra que pondría fin 
a toda duda y que cerraría todo hueco. Al contrario, Lacan plantea una lectura posible de 
la obra freudiana, sin desconocer que existen otras (que estas otras sean reaccionarias, 
prefreudianas, que despojen al psicoanálisis de su contenido subversivo, es irrelevante en 
este contexto), tan posibles como la suya. El punto es que Lacan considera que su lectura 
es la más acertada. Pero no “más acertada” en el sentido de “más verdadera” o “más 
apegada a las ideas de Freud”. No, es más acertada porque mantiene el contenido 
subversivo del psicoanálisis, porque desarrolla un problema teórico a partir del punto en 
que Freud lo deja. 
 Lacan estructura su propio entramado conceptual utilizando como base el 
desarrollo freudiano. Sin embargo, el trabajo lacaniano es singular, discernible, en 
principio, del freudiano. Las claves que utiliza son absolutamente originales para el ámbito 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
6
psicoanalítico, tanto es así que la ortodoxia (los “apóstoles” de Freud, como los denomina 
Lacan) acaba por expulsarlo de sus filas. Lacan es peligroso por la misma razón que Freud: 
es subversivo, desarrolla las posibilidades de lo existente. No se conforma con lo 
establecido. Mostrar ese punto, la subversión psicoanalítica, a través de uno de sus 
conceptos fundamentales como es la pulsión, es uno de los ejes principales de este trabajo. 
 A mi parecer, por lo tanto, es posible sostener que la única corrientepsicoanalítica 
que mantiene algo de la subversión, del vigor originario de Freud, es la lacaniana. 
 Sin embargo, hay un punto en el que, a mi modo de ver, cojea gravemente. Según 
mi experiencia de aprendizaje del psicoanálisis lacaniano, creo que se comete un grave 
error en la manera de transmitirlo: se enseña a Freud, leído por Lacan, como si fuese 
Freud. Y se confunde así, en una mescolanza irresponsable a Lacan con Freud. La lectura 
lacaniana de la obra freudiana es interesantísima, pero tiene como condición sine qua non 
la lectura de la obra freudiana como tal. Leer a Lacan leyendo a Freud no es leer a Freud, y 
creer que se está leyendo a Freud puede conducir a aberraciones como pensar que Lacan 
sólo está leyendo a Freud, con lo que se desconoce el trabajo, nada despreciable, de la 
propia elaboración lacaniana. Es notable destacar que Lacan mismo parece haberse dado 
cuenta del problema al señalar que sus seguidores podían calificarse de “lacanianos” en 
tanto él mismo prefería seguir denominándose “freudiano”. 
 Es teniendo en consideración esa deficiencia que he estructurado mi trabajo de 
tal forma que enfatice el desarrollo histórico del concepto en Freud. Y es sólo sobre ese 
desarrollo que podremos colocar la estructura elaborada por Lacan. Pensándolo bien, 
puede que organizar de esta forma 
el trabajo no sea sino una forma de superar el déficit dejado por mi propio proceso de 
aprendizaje, proceso en el que se me enseñó un Lacan 
desarticulado, los conceptos base de su obra desparramados, inconexos y rodeados de 
vacuidad. Creo que la racionalidad y el sentido sólo pueden darse en la articulación que 
funda el campo conceptual, cualquiera que éste sea. La prepotencia con que se menciona 
ese campo, sin explicarlo, solo tapa a medias la ignorancia acerca del entramado teórico 
fundante. 
 Pero, aún si no tomamos en cuenta esas deficiencias, personales al fin y al cabo, 
creo que es posible sostener que, en primer lugar, un cierto desarrollo conceptual sólo 
puede comprenderse a cabalidad a partir de sus inmediatos antecesores y como 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
7
consecuencia de éstos (consecuencia en el sentido de “determinación”, no de 
“necesidad”). En segundo lugar, el trabajo realizado en pos de la comprensión de estos 
desarrollos conceptuales ha tratado de guiarse por la opinión que los propios autores 
tienen acerca de su lógica interna (la de sus conceptos). Así, por ejemplo, Freud piensa que 
la mejor forma de comprender sus ideas es siguiendo su desarrollo histórico. Es lo que se 
ha intentado hacer. Lacan, por su parte, puede ser catalogado como estructuralista, y es en 
forma de estructura que se ha intentado exponer sus ideas. 
 Por lo tanto, lo que intentaré realizar es una revisión bibliográfica del concepto de 
pulsión (de forma histórica para Freud, centrándome en un texto para Lacan), a fin de 
lograr una visión clara y precisa del mismo, que permita articularlo e insertarlo a 
cabalidad en el desarrollo teórico de ambos autores. Así pues, haremos una revisión 
longitudinal (histórica) del concepto de pulsión en Freud, desde sus orígenes primeros 
(bajo otros nombres) hasta sus últimas ideas. Se articulará esta base freudiana con la 
relectura y posterior desarrollo que hace Lacan de la pulsión, enfatizando lo que de 
subversivas y escandalosas tienen ambas estructuras teóricas para el prisma moderno, 
sustentado en un yo autónomo. 
 Creo que es posible sostener que la comprensión cabal de este concepto entregará 
una base teórica desde la cual será posible pensar la construcción de una crítica a fondo 
de la psicología contemporánea en tanto adaptacionista1. Lo que quiero sostener es que la 
radical consecuencia que podemos encontrar en ambos autores, cuando aseguran la 
división del sujeto y la imposibilidad de un objeto real que satisfaga la pulsión, es que lo 
que está en acto en el sujeto es la pulsión de muerte y, frente a eso, no hay adaptación 
posible. Así, como contraparte, entrega el fundamento conceptual de una praxis tan ajena 
(en tanto superación) a la modernidad como es el psicoanálisis. 
 
 
 Dicho lo anterior en plena posesión de mis facultades mentales y físicas, ha llegado 
el tiempo de partir. 
 
 
 
1 En realidad, la base conceptual entregada puede servir para repensar el movimiento histórico de la 
humanidad en su totalidad. 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
8
 
DE LA PULSIÓN EN FREUD 
 
Lo que sigue es especulación, a menudo de largo vuelo, 
que cada cual estimará o desdeñará de acuerdo con su 
posición subjetiva. Es, además, un intento de explotar 
consecuentemente una idea, por curiosidad de saber 
adónde lleva. 
SIGMUND FREUD 
 
 
 a) Consideraciones preliminares: 
 
a.1) La pulsión como producción y movimiento 
 
 Es indudable que el concepto de pulsión (así como el psicoanálisis) es una 
producción freudiana, en el sentido más estricto que esta palabra pueda tener. Y el hecho 
de que sea una producción podemos constatarlo en dos vertientes o dos dimensiones, 
complementarias, del trabajo freudiano. 
 Por una parte, Freud no comienza su construcción teórica desde un concepto ya 
elaborado sino, más bien, de una idea propia, totalmente nueva. Idea para la cual ocupa la 
etiqueta de “trieb”, preexistente en la lengua alemana. Esta palabra, “trieb”, hace 
referencia a impulsos, a fuerzas pasionales. Si buscamos sinónimos, en alemán, de esa 
palabra, el primero que se encuentra es “instinkt”2. Es Freud el que traza una clara 
distinción entre ambas nociones, es él quien la produce. No existe en la etimología de la 
palabra el extraño sentido que él le da. 
 Por otra parte, ese mismo concepto de pulsión va cambiando, desenvolviéndose, a 
medida que Freud va complejizando, sutilizando y 
afinando la construcción teórica psicoanalítica. Creo que es posible determinar un 
movimiento de este concepto atravesando longitudinalmente la obra de Freud. Desde las 
“excitaciones endógenas” del “Proyecto de psicología” (1895) hasta la final oposición 
 
 2Taschenwörterbuch der Spanischen und Deutschen Sprache; Langenscheidt; Berlin; 1992. 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
9
entre Eros y la pulsión de muerte (1920) hay un movimiento del concepto mismo, que 
nunca se detiene, que nunca se estanca. 
 
 Así, hay que tener siempre en mente la petición de principios epistemológica que 
Freud hace al comienzo de “Pulsiones y destinos de pulsión”: 
 
 ...el progreso del conocimiento no tolera rigidez alguna, tampoco en las 
definiciones. Como lo enseña palmariamente el ejemplo de la física, también los 
“conceptos básicos” fijados en definiciones experimentan un constante cambio de 
contenido.3 
 
 Es porque tomo estas ideas como pivote sustentador de mi trabajo que puedo 
presentar mi intención de seguir ese curso histórico del concepto. Es por eso que puedo 
pretender escarbar en los escritos freudianos para encontrar en ellos hitos, signos, que 
señalen la deriva que sigue el concepto. Si se piensa el concepto de pulsión como una 
definición, si se piensa en los conceptos, en general, como definiciones, sin duda que mi 
trabajo será considerado como una estupidez. Pero si yo pienso la noción, el concepto, 
como un movimiento que nunca se estanca, mi trabajo invariablemente, adquiere razón al 
hacerse parte de ese movimiento. 
 
 
a.2) Los quiebres 
 
 Quisiera referirme brevemente a un aspecto que he tocado tangencialmente unas 
líneas atrás. Me refiero al carácter extraño, nuevo, 
extraordinario, de las ideas freudianas. Carácter que deseo subrayar, destacando, en la 
medida de lo posible, el contexto histórico y social en que aparecen dichas ideas. 
Probablemente el sólo mencionar la Viena de principios de siglo nos sirva como el más 
conspicuo indicador. Sin embargo, quisiera recalcar aún más ese punto.Al respecto, es 
muy esclarecedor recordar que la seriedad con que Freud tomaba sus ideas trajo como 
 
3 Sigmund Freud “Pulsiones y destinos de pulsión” (1915) en Obras Completas Vol. XIV. Ed. Amorrortu. 
Buenos Aires. 1995. p. 113. 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
10
consecuencia quiebres definitivos e insalvables con varios de sus seguidores (los que, 
dentro de todo, podían ser considerados como progresistas para su época). Vale la pena 
citar los ejemplos de Jung (que propuso una energía libidinal no sexual que lo abarcaría 
todo) y Reich (que rompió con Freud en 1920, cuando no aceptó la teorización freudiana 
de la pulsión de muerte). 
 Es ilustrativo, a la hora de señalar la oposición que suscitaron las ideas freudianas 
en el ámbito científico de su época, citar el comentario que hace el psiquiatra vienés 
Conrad Rieger acerca de “Estudios sobre la histeria” (1893-5): 
 
 No creo que un psiquiatra experimentado pueda leer este artículo (“Estudios sobre 
la histeria”) sin sentir verdadera indignación. La razón de la misma estriba en el hecho de 
que Freud toma muy en serio lo que no es más que una sarta de disparates paranoides con 
un contenido sexual –sucesos puramente fortuitos-, que son totalmente insignificantes o 
enteramente inventados. Todo esto no puede conducir a nada más que a una “psiquiatría 
de porteras” absolutamente deplorable.4 
 Es más que seguro que ni en sus peores pesadillas pudo Rieger imaginar el alcance 
que llegaría a tener la incipiente “psiquiatría de porteras” que tan cáusticamente critica. 
 
 
a.3) El movimiento del concepto 
 
 Aunque no me interese señalar momentos exactos de aparición ni delimitar 
fronteras, creo que la lectura atenta de la obra freudiana, teniendo como norte el 
desarrollo del concepto que nos compete, nos muestra la existencia de un cierto vaivén 
regular, de ciertas oscilaciones que se repiten en la construcción teórica. No pretendo que 
esta proposición sea objetiva, en el sentido científico de la palabra. Lo que quiero sostener 
es que dichas oscilaciones, al ser puestas de manifiesto, pueden servirnos como faros que 
alumbren y enseñen el curso que van tomando las ideas freudianas. Creo que leer a Freud 
desde esta perspectiva, tomando estos puntos como hitos señeros, sirve como un primer 
facilitador de la comprensión del concepto de pulsión. De una u otra forma, el desarrollo 
 
4 Citado por J. M. Masson en “El asalto a la verdad (La renuncia de Freud a la teoría de la seducción)” (1984). 
Ed. Seix Barral. Barcelona. 1985. 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
11
conceptual comienza a tomar un orden, comienza a mostrar su propia deriva. Y es ese 
orden, ese desarrollo el que a mí me interesa poner de manifiesto. 
 Desde mi punto de vista, el movimiento de estas oscilaciones consiste básicamente 
en: la gestación de una idea, su aparición (primero esporádica y luego cada vez más 
frecuente) en los textos y, finalmente, su exposición, más o menos acabada, en un texto 
específico. Este texto puede calificarse como el núcleo del período. Y puede calificársele así 
por dos razones: en primer lugar, se pueden encontrar en él la mayoría de las ideas que 
han surgido con respecto al concepto, detalladas y explicadas. No ya la intuición genial 
primera, que lanza el trabajo de Freud, sino la explicitación cabal del entramado teórico 
que ha ido forjando. En segundo lugar, esa misma explicitación sirve como cierre de un 
ciclo, cierre que, a la vez, es un enganche, una articulación que abre la posibilidad de 
apertura de un ciclo nuevo. 
 
 Es posible situar una primera “oscilación” o período, como quiera llamársele, 
entre los escritos freudianos tempranos (1890 sirve como fecha aproximada) y 1905, 
fecha de aparición de los “Tres ensayos de teoría sexual” que son, desde mi punto de vista 
la piedra angular de esta época, la explicitación más acabada de la construcción que se ha 
gestado durante ese tiempo. 
 Un segundo período es situable entre los años 1905 y 1915, años en que las 
concepciones freudianas se van sutilizando y ampliando hasta ser expuestas a cabalidad 
en esa joya dentro de los ensayos freudianos que es “Pulsiones y destinos de pulsión”. 
 El paso siguiente es gigante. En el período comprendido entre 1915 y 1920 se 
gesta una de las explicitaciones teóricas que más problemas traería a Freud: la pulsión de 
muerte. El texto señero de esta época es, sin lugar a dudas, “Más allá del principio del 
placer”. 
 El período posterior, entre 1920 y 1939, que concluye con la muerte de Freud no 
alcanza a ser un ciclo completo. Más bien refiere a su primera etapa: afinamiento y 
revisión. 
 
 Sin duda es posible criticar y cuestionar los hitos que he propuesto como guías, 
señalando, por ejemplo, que son una simplificación burda de un trabajo que sólo tiene 
sentido dentro de su propio entramado, entramado que se resiste a ser encasillado dentro 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
12
de cualquier parámetro. Y, sin duda, son muchos los “¿por qué?” que yo debería contestar 
si me pusiera en ese nivel de discusión. Sin embargo, quisiera solicitar el beneficio de la 
duda hasta que se verifiquen los resultados de mi propuesta. Considero muy poco 
productivo, en un primer momento, atacar el por qué de utilizar esta forma de ordenar mi 
trabajo, ya que este “¿por qué?” sólo puede ser comprendido a cabalidad una vez 
aprehendido el conjunto de la obra. 
 
 Ahora bien, no puedo negar que la misma lectura de la obra freudiana es la que 
impone, de una forma u otra, este tipo de lectura (es decir, seguir su desarrollo histórico). 
De hecho, es la opinión del propio Freud. 
 
 Opino que el mejor modo de apreciar mi teoría sobre la importancia etiológica del 
factor sexual para las neurosis es seguir su desarrollo. En efecto, de ningún modo me 
empeñaré en desmentir que ha tenido un desarrollo y se ha modificado en su curso.5 
 
 Y si pretendo hacer una Tesis psicoanalítica, no puedo dejar de tomar en cuenta la 
opinión de Freud. 
 
 
 b) Desarrollo histórico del concepto: 
 
b.1) Primeras teorizaciones (1890-1905) 
 
 Tenemos referencias muy tempranas dentro de la obra freudiana (v. gr. el así 
llamado “Manuscrito E” cuya data se sitúa entre mediados de 1894 y comienzos de 1895) 
que perfectamente, al leerse a la luz de elaboraciones posteriores, nos muestran que, ya en 
esa época, Freud está poniendo las primeras piedras de lo que, posteriormente, será su 
teorización de la pulsión. Las ideas están ahí, sólo que sin desbastar. Sirva como ejemplo el 
siguiente fragmento del manuscrito anteriormente citado: 
 
 
5 Sigmund Freud “Mis tesis sobre el papel de la sexualidad en la etiología de las neurosis” (1906 [1905]) en 
Obras Completas Vol. VII. Ed. Amorrortu. Buenos Aires. 1993. p. 263. 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
13
 En una excitación exógena, el aumento (de tensión) es más simple. La fuente 
excitadora está fuera y envía a la psique un aumento de excitación que es tramitado con 
arreglo a su cantidad. Para ello basta cualquier reacción que aminore en el mismo 
quantum la excitación psíquica. 
 Diversamente ocurre con la tensión endógena, cuya fuente se sitúa en el cuerpo 
propio (hambre sed, pulsión sexual). Aquí sólo valen reacciones específicas, las que 
impiden que se siga produciendo excitación en los órganos terminales correspondientes...6 
 
 La semejanza que guardan estas ideas con la exposición de la dimensión fisiológica 
de la pulsión, que Freud realiza veinte años después (en “Pulsiones y destinos de 
pulsión”7) no deja de ser muy reveladora. 
 
 Ahora bien, lo que podemos ver aquí es nada menos que una primera delimitación 
de los parámetros fundamentales en que se asentará el desarrollo del concepto de pulsión 
(muy cercanaal concepto biológico de estímulo, por lo demás)8. Es decir, es una fuerza, 
una “tensión”, a la que es imposible sustraerse, que busca, de una manera particular, 
descargar. 
 
 Sin embargo, aunque podemos distinguir, en ciernes, las ideas que con el tiempo 
vendrán a constituir la teorización pulsional propiamente tal, existe una diferencia capital, 
un paso aún no dado. En esos años Freud es partidario de la teoría de la seducción como 
causa de las neurosis. Excede mis intenciones el examen detallado de esta teoría, mas, para 
lo que nos compete, es necesaria una breve explicación.9 
 El núcleo central de esta teoría es la idea de que en los niños existen, de forma 
latente, los elementos de la sexualidad. Los niños tendrían una especie de “sexualidad 
pasiva” que, si no es perturbada, advendría activa en la pubertad. Pero si esa sexualidad 
 
6 Sigmund Freud “Fragmentos de la correspondencia con Fliess” (1892-99) en Obras Completas Vol. I. Ed. 
Amorrortu. Buenos Aires. 1992. p. 231. 
7 Compárese en el apartado b.2.4. “Una articulación fundante”. 
8 Para examen detallado ver apartado b.2.4. “Una articulación fundante”. 
9 Una explicación sucinta y precisa tanto de la idea de “seducción” como del cambio que se produce en la 
conceptualización freudiana puede encontrarse en: Sigmund Freud “Mis tesis sobre el papel de la sexualidad 
en la etiología de las neurosis” (1906 [1905]) en Obras Completas Vol. VII. Ed. Amorrortu. Buenos Aires. 
1993. 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
14
“latente” del niño o la niña sufre una interferencia proveniente del mundo externo (si el 
niño es “seducido” por un adulto) se trastornaría su carácter pasivo, desbordaría, 
volviéndose activa prematuramente. Este desborde prematuro de la sexualidad sería la 
causa de la posterior neurosis. 
 
 No hay que olvidar que, por ese entonces, la idea generalizada en la sociedad 
europea de la época era que los niños eran seres prácticamente asexuados. La sexualidad 
era considerada tal sólo con la entrada en pubertad y la madurez física de los genitales. En 
otras palabras, se concebía a los seres sexuados como aquellos que están en condiciones 
físicas apropiadas para procrear. Es revelador, al respecto, escuchar la opinión que el 
propio Freud tiene acerca de las creencias de su sociedad: 
 
 La opinión popular tiene representaciones bien precisas acerca de la naturaleza de 
esta pulsión sexual. Faltaría en la infancia, advendría en la época de la pubertad y en 
conexión con el proceso de maduración que sobreviene en ella, se exteriorizaría en las 
manifestaciones de atracción irrefrenable que un sexo ejerce sobre el otro, y su meta sería 
la unión sexual o, al menos, las acciones que apuntan en esa dirección.10 
 
 Es decir, la teoría de la seducción es progresista si la comparamos con las ideas de 
la época, en tanto admite la existencia de elementos sexuales, aunque sea de forma pasiva, 
en los niños. 
 
 Freud, impertérrito, sigue su camino, camino que lleva a la superación de la idea 
de la seducción. Como veremos en el párrafo siguiente, desde un principio Freud no se 
manifiesta del todo satisfecho con esta idea. Trata de vislumbrar más allá, intuye que algo 
se le escapa. 
 
 En 1897 Freud, al comentar a Fliess su autoanálisis (el de Freud), escribe lo 
siguiente: 
 
 
10 Sigmund Freud “Tres ensayos de teoría sexual” (1905) en Obras Completas Vol. VII. Ed. Amorrortu. 
Buenos Aires. 1993. p. 123. 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
15
 ...más tarde (entre los dos años y los dos años y medio) despertóse mi libido hacia 
matrem en ocasión de viajar con ella de Leipzig a Viena, viaje en el cual debemos de haber 
pasado una noche juntos, teniendo yo la ocasión de verla nudam...Por fin, que recibí con 
los peores augurios y con reales celos infantiles a mi hermanito (un año menor que yo y 
muerto a los pocos meses), y que su muerte dejó en mí el germen de la culpabilidad.11 
 
 Lo que vemos aquí es nada menos que el esbozo de la idea de una sexualidad como 
elemento constituyente. Sin haber interferencia activa de terceros, Freud dilucida en su 
propia infancia mociones sexuales que impulsan su propia constitución como sujeto: 
“despertóse mi libido hacia matrem”, “celos infantiles”, son frases que nos indican sin 
lugar a dudas que, para él, la sexualidad está ya en ebullición per se a una edad tan corta 
como el año o los dos años. Ya entonces la sexualidad es un turbulento bullir que 
construye su propio devenir: “dejó en mí el germen de la culpabilidad”. Lejos estamos de 
la idea de la infancia como época de blanca pureza, impoluta por la “sucia” sexualidad.12 
 
 Sin embargo, en 1900, en un texto tan capital como “La interpretación de los 
sueños”, Freud hace una afirmación que, a primera vista, parece ser totalmente 
contrapuesta: 
 
 Si juzgamos dichosos a los niños porque todavía no conocen el apetito sexual, no 
desconozcamos que las otras grandes pulsiones vitales pueden convertirse para ellos en 
riquísima fuente de desengaño y de renunciamiento, y por lo tanto de estimulación 
onírica.13 
 
 ¿Está Freud renegando de la idea de la pulsión sexual como elemento constituyente 
del sujeto? Sin duda la respuesta es no. Con esta frase Freud está contradiciendo incluso 
afirmaciones tajantes que hace en ese mismo escrito (v. gr. las que refieren al complejo de 
 
11 Sigmund Freud “Los orígenes del psicoanálisis” (1887-1902) en Obras Completas Vol. III. Ed. Biblioteca 
Nueva. Madrid. 1973. p. 3581. 
12 Queda latente, por otra parte, la interesante pregunta de por qué Freud escribe las palabras clave del 
párrafo (matrem y nudam) en latín y no en alemán. 
13 Sigmund Freud “La interpretación de los sueños” (1900) en Obras Completas Vol. IV. Ed. Amorrortu. 
Buenos Aires. 1989. pp. 149-50. 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
16
Edipo) tanto como en escritos anteriores. Creo que, si consideramos que Freud está dando 
a luz una concepción totalmente revolucionaria de lo que es el sujeto humano, tendremos 
que reconocer que hay un largo camino de desarrollo conceptual, en el cual se van 
puliendo, poco a poco, las aristas de la idea. Freud aún se niega a dejar sus concepciones 
acerca de la seducción, como si no confiase todavía en su propia construcción y no 
quisiese desprenderse totalmente de su pasado.14 
 
 Es en los “Tres ensayos de teoría sexual” que Freud explicita, a cabalidad, la idea 
de que en los niños los impulsos sexuales operan en plenitud. Ese es el momento clave en 
que Freud se aparta definitivamente de la idea de la seducción. Y lo que hace es poner de 
manifiesto que la inmadurez genésica del aparato reproductivo no es lo que determina la 
existencia o no de los impulsos sexuales. Se abre así la posibilidad de pensar a la infancia 
como una época donde las pulsiones fluyen libremente y que el paso a la adultez consiste 
en la restricción de esa libertad y en la consciente negación de esos impulsos. 
 
 Resulta evidente que no se requiere de la seducción para despertar la vida sexual 
del niño, y que ese despertar puede producirse también en forma espontánea a partir de 
causas internas.15 
 
 Con esta idea en mente podemos ver que los “Tres ensayos” son un esfuerzo por 
reconducir la forma en que se constituye el sujeto al curso que ha seguido su sexualidad 
desde la infancia. Freud lo dice de una forma ejemplar: 
 
 De ese modo, nuestro interés se dirige a la vida sexual del niño; estudiaremos el 
juego de influencias en virtud del cual el proceso de desarrollo de la sexualidad infantil 
desemboca en la perversión, en la neurosis o en la vida sexual normal.16 
 
 
14 De hecho es recién en 1911 que introduce una nota a pie de página enmendando el sentido de la frase. 
15Sigmund Freud “Tres ensayos de teoría sexual” (1905) en Obras Completas Vol. VII. Ed. Amorrortu. Buenos 
Aires. 1993. p. 173. 
16 Sigmund Freud “Tres ensayos de teoría sexual” (1905) en Obras Completas Vol. VII. Ed. Amorrortu. Buenos 
Aires. 1993. p. 156. 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
17
 Se otorga así un estatuto fundante, constituyente, a la sexualidad del sujeto. Queda 
atrás la idea de la sexualidad como una parte del sujeto, como una parte entre otras. La 
sexualidad no es explicable ya en relación a los estímulos o al mundo exterior. Ahora la 
sexualidad es el sujeto y el sujeto es sexualidad. Anticipándonos un poco, podríamos decir 
que la pulsión es el principio y el fin o, mejor aún, que la pulsión es. 
 
 b.1.1) Del objeto y la meta 
 Un primer distingo que Freud realiza, al comienzo de los “Tres ensayos”, es la 
introducción de dos términos, cuya gravitancia es fundamental al momento de la 
comprensión del desarrollo del concepto, me refiero al objeto sexual y a la meta sexual. 
 
 ...llamamos objeto sexual a la persona de la que parte la atracción sexual, y meta 
sexual a la acción hacia la cual esfuerza la pulsión.17 
 
 Es destacable que Freud combine una definición tan concreta de objeto sexual (una 
persona) con una tan vaga de meta sexual. No es casual, como veremos más adelante. 
 
 Poco después, al referirse al objeto, Freud señala: 
 
 La fábula poética de la partición del ser humano en dos mitades –macho y 
hembra- que aspiran a reunirse de nuevo en el amor se corresponde a maravilla con la 
teoría popular de la pulsión sexual.18 
 Y, al referirse a la meta: 
 
 La unión de los genitales es considerada la meta sexual normal en el acto que se 
designa como coito y que lleva al alivio de la tensión sexual y a la extinción temporaria de 
la pulsión sexual.19 
 
17 Sigmund Freud “Tres ensayos de teoría sexual” (1905) en Obras Completas Vol. VII. Ed. Amorrortu. Buenos 
Aires. 1993. p. 123. 
18 Sigmund Freud “Tres ensayos de teoría sexual” (1905) en Obras Completas Vol. VII. Ed. Amorrortu. Buenos 
Aires. 1993. p.124. 
19 Sigmund Freud “Tres ensayos de teoría sexual” (1905) en Obras Completas Vol. VII. Ed. Amorrortu. Buenos 
Aires. 1993. p. 136. 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
18
 Aquí podríamos decir que Freud sí da una definición concreta y acotada de meta 
sexual. Sin embargo, eso sería llamarnos a engaño de una forma lamentable, puesto que de 
lo que Freud está hablando es de la meta sexual normal, no de la meta sexual propiamente 
tal. Tengamos esto en mente. 
 Que Freud no da puntada sin hilo es un hecho evidente a todas luces. Por lo tanto, 
debe ser una llamada de atención el hecho que comience su elucidación de los términos 
que acaba de introducir entregando definiciones propias de la “teoría popular”, como él la 
llama. No es un hecho casual que Freud exponga las cosas de tal forma que, de buenas a 
primeras, cualquier persona tienda a estar de acuerdo. Lo que dice no es nada nuevo, nada 
descabellado. Al contrario, suena muy razonable, algo aburrido quizás, pero razonable. 
¿Toma Freud ese punto de partida por casualidad o descuidadamente? En ningún caso. 
 
 Vamos por parte. Tomemos primero el elemento que Freud trabaja bajo el nombre 
de objeto sexual. ¿Elucida Freud este término a partir de la definición antes expuesta, 
describiéndolo prolija y linealmente? No, para nada. Al contrario, Freud expone las 
desviaciones20 que se presentan con respecto al objeto para, a partir de esas desviaciones 
extraer sus conclusiones. Y la desviación que toma como ejemplo central es la 
homosexualidad, la inversión. Sin embargo, la lectura de estos pasajes no esclarece mucho 
dicha desviación21. Da la impresión que a Freud no le interesa explicarla, que pone sobre 
el tapete las variadas posibilidades explicativas (muchas de ellas contrapuestas) que se 
presentan, sin intención alguna de trabajarlas más a fondo. Así, como él mismo reconoce, 
su presentación no esclarece el problema de la inversión. 
 Quiero sostener que lo que sucede es que a Freud no le interesa esclarecer ese 
problema, porque no le interesa la inversión propiamente tal, sino que la ocupa como un 
ejemplo cabal que le permita poner en cuestión las creencias del común de la gente, de la 
teoría popular, acerca del objeto sexual. Sucede que, en su desarrollo, Freud se está 
contraponiendo, punto por punto, con la pacífica definición que había dado en un 
comienzo. Freud está ocupando la inversión para mostrar que el objeto sexual no es algo 
predeterminado, que la fábula de la “otra mitad” es eso, una fábula sin correlato posible 
 
20 Con “desviación” me refiero a exclusivamente a “no correspondencia”. No estoy, en ningún caso, haciendo 
un juicio moral. 
21 Lo mismo sucede cuando trata la paidofilia y la zoofilia. 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
19
en la realidad. Que la correspondencia entre objetos sexuales es un imaginario, un ideal. 
Que la pulsión sexual no está atada a ningún objeto. En otras palabras, la pulsión sexual es 
libre de encontrar en cualquier objeto su satisfacción. 
 
 La experiencia recogida con los casos considerados anormales nos enseña que 
entre pulsión sexual y objeto sexual no hay sino una soldadura, que corríamos el riesgo de 
no ver a causa de la regular correspondencia del cuadro normal, donde la pulsión parece 
traer consigo al objeto. Ello nos prescribe que debemos aflojar, en nuestra concepción, los 
lazos entre pulsión y objeto.22 
 
 Esa idea (que la pulsión puede satisfacerse en cualquier objeto) se ve reforzada 
cuando se trata el problema de la meta sexual. Aquí, nuevamente, Freud no desarrolla la 
definición23 que da en un comienzo, sino que las desviaciones que existen con respecto a 
ella, desviaciones que trata bajo el nombre de perversiones. 
 El punto es que, por una parte, la existencia de las perversiones demuestra que la 
pulsión sexual no necesita, obligatoriamente, para su satisfacción, de la presencia física de 
un otro (recordemos que llamábase objeto sexual a la persona de la cual partía la 
atracción sexual). Da lo mismo si es una persona o un objeto inanimado, si es tangible o 
no, si está cerca o lo vemos a la distancia, si es concreto o si es virtual, etc. El objeto puede 
ser cualquier cosa. 
 Por otra parte, la existencia de las perversiones demuestra que si la meta sexual es 
la acción hacia la cual esfuerza la pulsión, esta acción no es, necesariamente, la unión de 
los genitales de personas de distinto sexo. Y es que lo que importa, cuando hablamos de la 
meta sexual, es la satisfacción, el alivio de la tensión sexual. La pulsión sexual esfuerza 
hacia cualquier acción que conlleve ese alivio. No interesa la acción puntual realizada en 
pos de ese alivio, puesto que no existe una acción específica, universalmente válida que 
asegure la satisfacción. En otras palabras, lo que interesa realmente a Freud es tratar la 
meta sexual más universal, sin estrechar su visión considerando sólo la normal. 
 
 
22 Sigmund Freud “Tres ensayos de teoría sexual” (1905) en Obras Completas Vol. VII. Ed. Amorrortu. Buenos 
Aires. 1993. p. 134. 
23 Me refiero a la definición de meta sexual normal. 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
20
 Vemos pues que Freud va, poco a poco, atacando seguridades profundamente 
arraigadas. Si antes se estudiaba las perversiones, la inversión, la paidofilia, la zoofilia, etc., 
como desviaciones respecto de la normalidad, que debían ser tratadas y corregidas, ahora 
se coloca en un plano de igualdad a las desviaciones y a la normalidad, puesto que se ha 
encontrado un fundamento universal que rige el aparato psíquico humano: la búsqueda 
de la satisfacción, el alivio de la tensión sexual. Si antes se concebía a la normalidad como 
fundamento, ahorano es sino una forma posible, entre muchas otras, de alcanzar la 
satisfacción. 
 
 b.1.2) La pulsión es parcial 
 Las consideraciones inmediatamente anteriores (referentes al objeto y a la meta) 
nos proporcionan la articulación necesaria para inquirir ahora acerca de las 
características del fluir pulsional, del “recorrido” que efectúa la pulsión en la búsqueda de 
su objeto y de su meta. 
 ¿Qué podemos decir, con los elementos que ya manejamos, de este fluir pulsional? 
La respuesta puede ser una sola: jamás se detiene. La búsqueda pulsional nunca cesa, y 
nunca cesa porque es una búsqueda que nunca se completa. Y nunca se completa porque, 
como ya vimos, no existe un objeto predeterminado para satisfacer a la pulsión, cualquier 
objeto puede servir a sus fines. La pulsión no genera un ciclo que se cierre (como podría 
ser el celo en los animales, por ejemplo), al contrario, si la pulsión sigue actuando es 
porque no existe posibilidad alguna de completar sus aspiraciones, de lograr sus fines. Si 
la aspiración de la pulsión fuese la reproducción biológica, se calmaría con ésta, sin 
embargo, nuestra experiencia nos demuestra que no es así. Si nos tomamos la libertad de 
ocupar palabras de Freud, la pulsión es parcial. Parcial con respecto de la (supuesta) 
finalidad biológica de la sexualidad, pues no se completa en ésta. 
 ...la pulsión sexual no es algo simple, sino que consta de componentes que en las 
perversiones vuelven a separarse. La clínica nos habría revelado así la existencia de unas 
fusiones que no se dan a conocer como tales en la conducta normal uniforme.24 
 
 
24 Sigmund Freud “Tres ensayos de teoría sexual” (1905) en Obras Completas Vol. VII. Ed. Amorrortu. Buenos 
Aires. 1993. p. 148. 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
21
 Al parecer, la intelección freudiana se centra en la consideración de las pulsiones 
parciales como representantes psíquicos de la estimulación proveniente de determinados 
órganos. Y es que Freud no deja de tener la intención de reconducir lo psíquico a lo 
orgánico, en este caso tratando de determinar las fuentes pulsionales. Sin embargo, lo que 
de hecho realiza es muy distinto. 
 
 Además de una “pulsión” no sexual en sí misma, proveniente de fuentes motrices 
de impulso, se distingue en ellas (en las pulsiones parciales) la contribución de un órgano 
que recibe estímulos (piel, mucosa, órgano de los sentidos). Este último debe designarse 
aquí como zona erógena: el órgano cuya excitación confiere a la pulsión su carácter 
sexual.25 
 
 Si leemos con cuidado, podemos ver que lo que Freud está haciendo aquí es marcar 
una tajante diferencia entre genitalidad y sexualidad, al reconocer que la pulsión sexual, 
descompuesta en parcialidades, tiene una multiplicidad de fuentes, no restringibles a los 
genitales. 
 Y, si nos atrevemos a pensar por nuestra cuenta, podríamos elaborar la siguiente 
conclusión: si con lo sexual nos estamos refiriendo a la totalidad del sujeto, es totalmente 
comprensible cómo la pulsión sexual, en sus múltiples expresiones, es constitutiva del 
sujeto mismo. Pero constitutiva de una forma muy especial, ya que dicha constitución 
requiere e implica una falta fundamental en el sujeto, una falta que lo constituye como 
sujeto. 
 
 Así, podríamos atrevernos a decir que es la eterna falta del circuito pulsional, la 
imposibilidad de su cierre, lo que abre la posibilidad a la existencia de la subjetividad 
humana, nuestra subjetividad. 
 Si creemos en la osadía intelectual, si le hacemos confianza, en este punto ya 
podemos hacer esta afirmación: la pulsión es sujeto26. 
 
25 Sigmund Freud “Tres ensayos de teoría sexual” (1905) en Obras Completas Vol. VII. Ed. Amorrortu. Buenos 
Aires. 1993. p. 153. n. 49. 
26 Si afirmo que la pulsión es sujeto, sólo la totalidad del desarrollo teórico que estoy siguiendo puede 
expresar cabalmente esa subjetividad. Sin embargo, y en pro de una mejor comprensión, creo que es posible 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
22
 El psicoanálisis freudiano se presenta cada vez más como superación de la ciencia. 
La ciencia supone, para conocer, un objeto transparente a la mirada del observador y, en 
éste, una conciencia transparente y autónoma. Freud nos muestra que esa pretendida 
transparencia no es sino opacidad que oculta la ignorancia del individuo respecto de la 
propia subjetividad, respecto de las propias determinaciones que, estrictamente, le son 
propiamente ajenas. 
 
 b.1.3) Del conflicto 
 Si retomamos ahora la ilación histórica del concepto, se nos hace evidente un 
aspecto de la doctrina de las pulsiones explicitado ejemplarmente por Freud en los “Tres 
ensayos” que, en esencia, no abandonará jamás, me refiero a la idea de conflicto. 
 La idea freudiana de pulsión es presentada siempre como un conflicto. Freud 
siempre expone sus ideas acerca de la pulsión introduciendo una dualidad, un 
contrapunto al libre fluir de la pulsión. En otras palabras, el devenir conceptual de la 
pulsión se caracteriza por desarrollarse como pares de opuestos. Hay que hacer, sin 
embargo, ciertas aclaraciones de base a este respecto. 
 Existe, a mi parecer, una premisa fundamental para comprender la idea freudiana 
de conflicto. Si no la explicitamos claramente desde un comienzo, nos veremos hundidos, 
de forma inevitable, en la tergiversación y la malinterpretación. Quiero hacer hincapié en 
el cuidado que pongamos en atender a esta premisa, puesto que ella es radicalmente 
opuesta a las concepciones que manejamos en nuestra cotidianeidad y que, generalmente, 
tendemos a extrapolar a todos los ámbitos de nuestra existencia. 
 Habitualmente la primera consideración a realizar frente a un conflicto es inquirir 
quién se halla en pugna con quién, quién se enfrenta a quién, quién se opone a quién. Es 
decir, se inquiere por los entes que están en conflicto. Entes a los que se supone 
independencia el uno respecto del otro. En otras palabras, existencias separadas. 
Existencias a las que sólo el azar o las circunstancias llevaron a entrar en una relación 
conflictiva. El punto clave es que la existencia de esos entes no depende para nada del 
conflicto en que se encuentran, ya que cada uno es, en esencia, independiente del otro. Es 
 
señalar que con la palabra “sujeto” me estoy refiriendo al ser que se determina. Que esas determinaciones 
puedan parecer ciegas e irracionales es una consideración irrelevante en este contexto. 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
23
posible, eso sí, que el conflicto termine con la vida de uno o de los dos entes, sin embargo, 
la existencia de ambos es perfectamente pensable sin necesidad de ese conflicto. 
 La idea freudiana (la “premisa” que mencioné anteriormente) es totalmente 
distinta. Cuando Freud habla de conflicto no se refiere a un enfrentamiento entre la 
pulsión y otra cosa separada e independiente de ella. No, para él, el conflicto concierne a 
la pulsión oponiéndose a sí misma. 
 A primera vista, las partes en conflicto se presentan como cosas totalmente 
distintas, pero con sólo escarbar un poco nos damos cuenta que no son sino diferentes 
manifestaciones de una misma cosa: 
 
 En este (en el período de latencia) la producción de excitación sexual en modo 
alguno se suspende, sino que perdura y ofrece un acopio de energía que en su mayor parte 
se emplea para otros fines, distintos de los sexuales, a saber: por un lado, para aportar los 
componentes sexuales de ciertos sentimientos sociales, y por el otro (mediante la represión 
y la formación reactiva), para edificar las ulteriores barreras sexuales. Así, a expensas de 
la mayoría de las mociones sexuales perversas, y con ayudade la educación, se edificarían 
en la infancia los poderes destinados a mantener la pulsión sexual dentro de ciertas vías.27 
 
 Es, entonces, la pulsión sexual la que se transforma en las barreras que la 
contienen. Es ella misma, puesta como dique, la que evita esa descarga a la cual, por otra 
parte, nunca deja de aspirar. 
 Por lo tanto, si las partes en conflicto son la misma cosa, entonces, la pulsión 
misma es, en principio, una sola. Tiene, como hemos visto, distintas formas de 
manifestarse, pero esas distintas formas adquieren su ser de una pulsión fundamental. 
 
 Creo que vale la pena hacer un pequeño paréntesis para caracterizar un poco más 
el estatuto de este conflicto dentro del pensamiento freudiano. 
 Si leemos cuidadosamente, podremos ver que Freud no se cansa de repetir que 
dicho conflicto es constitutivo tanto de las personas llamadas sanas como de las llamadas 
enfermas. 
 
27 Sigmund Freud “Tres ensayos de teoría sexual” (1905) en Obras Completas Vol. VII. Ed. Amorrortu. Buenos 
Aires. 1993. p. 212. 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
24
 ...en la base de las perversiones hay en todos los casos algo innato, pero algo que es 
innato en todos los hombres...Se trata de unas raíces innatas de la pulsión sexual, dadas en 
la constitución misma, que en una serie de casos (perversiones) se desarrollan hasta 
convertirse en los portadores reales de la actividad sexual, otras veces experimentan una 
sofocación (represión) insuficiente, a raíz de lo cual pueden atraer a sí mediante un rodeo, 
en calidad de síntomas patológicos, una parte considerable de la energía sexual, mientras 
que en los casos más favorecidos, situados entre ambos extremos, permiten...la génesis de 
la vida sexual llamada normal.28 
 
 Así pues, en Freud, el conflicto no es patológico, es constitutivo. No es posible 
ocupar dicho conflicto para establecer una demarcación entre salud y enfermedad. No 
tiene ningún sentido hacerlo porque tanto sanos como enfermos somos ese conflicto, 
estamos constituidos por él. En otras palabras, nuestro “ser humano” es en la medida que 
se hace parte de una aspiración a la satisfacción total y de la historia de los esfuerzos por 
alcanzar esa satisfacción. Somos humanos en tanto entramos en el circuito de 
imposibilidad fundamental de la pulsión, imposible en tanto el objeto que colma la pulsión 
no existe. 
 
 Retomando ahora nuestra ilación principal, podemos decir que, en esta época, la 
pulsión fundamental es, indudablemente, la pulsión sexual. Sin embargo, cabe destacar 
que tanto la pulsión que Freud pone a la base de lo psíquico, como los términos en 
conflicto, van cambiando en la medida en que las ideas freudianas se van desarrollando. 
Creo que este no es sino otro ejemplo del libre fluir del concepto en la obra freudiana. 
 
 b.1.3.1) El contrapunto pulsional 
 Ahora bien, en este momento histórico, ¿de qué habla Freud cuando habla 
de “pulsión sexual”? 
 Antes de abocarnos a esa pregunta es necesario poner de manifiesto un hecho, con 
el que hasta ahora hemos trabajado sin explicitar. Al respecto es muy ilustrativa la 
siguiente cita: 
 
28 Sigmund Freud “Tres ensayos de teoría sexual” (1905) en Obras Completas Vol. VII Ed. Amorrortu. Buenos 
Aires. 1993. p. 156. 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
25
 
 El hecho de la existencia de necesidades sexuales en el hombre y el animal es 
expresado en la biología mediante el supuesto de una “pulsión sexual”. En eso se procede 
por analogía con la pulsión de nutrición: el hambre. El lenguaje popular carece de una 
designación equivalente a la palabra hambre; la ciencia usa para ello “libido”.29 
 
 Creo que está de más indicar que ni biología científica clásica ni la actual ocupan 
esos términos tal como Freud dice que los ocupan. El punto es otro: la pulsión sexual (o 
“libido”, aquí no se hace mayor distinción entre ambas denominaciones) es un supuesto. 
En otras palabras, el valor del trabajo freudiano reside en que escapa de lo dado y hace 
pensable un más allá de los hechos, produce teóricamente ese “más allá”. 
 
 De esta forma podemos ya hablar de un cierto desarrollo del concepto y 
caracterizarlo. En primer lugar, es un supuesto que permite toda la subsecuente 
elaboración teórica. En segundo lugar, creo que es posible sostener que los ejes 
fundamentales, establecidos para el concepto, son dos, uno que tiene que ver con el 
empuje de la pulsión, su esfuerzo por descargar la tensión (que concierne a la meta 
pulsional), y otro que tiene que ver con el curso de ese empuje (que concierne al objeto y 
al circuito pulsional). 
 De eso es de lo que Freud nos está hablando. 
 Y así como la pulsión que en esta época interesa de manera absorbente a Freud es 
la pulsión sexual, los elementos que dan el contrapunto, que se oponen al libre fluir de 
ésta son la vergüenza, el asco, el horror y el dolor. Estos “poderes anímicos” (como Freud 
los llama) se yerguen frente a las aspiraciones pulsionales, que persiguen el alivio de la 
tensión sexual, circunscribiéndolas a ciertos márgenes, postergándolas. 
 
 ...la pulsión sexual tiene que luchar contra ciertos poderes anímicos en calidad de 
resistencias; entre ellos, se destacan de la manera más nítida la vergüenza y el asco. Es 
lícito conjeturar que estos poderes han contribuido a circunscribir la pulsión dentro de las 
fronteras consideradas normales, y que si se han desarrollado temprano en el individuo, 
 
29 Sigmund Freud “Tres ensayos de teoría sexual” (1905) en Obras Completas Vol. VII. Ed. Amorrortu. Buenos 
Aires. 1993. p. 123. 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
26
antes que la pulsión sexual alcanzara la plenitud de su fuerza, fueron justamente ellos los 
que marcaron la dirección de su desarrollo.30 
 
 Todo esto sin olvidar ni por un minuto que los elementos que hacen el contrapunto 
a la pulsión son, así mismo, pulsión.31 
 
 De eso es de lo que Freud habla, y habla como si estuviese contando una historia. 
¿Por qué? Porque él realmente está haciendo esa historia. Y es justamente en eso en lo que 
reside el valor de la obra freudiana. El mensaje central es éste: no todo puede ser 
calculado, la pulsión siempre escapa. 
 
 
b.2) La sexualidad como fundamento (1905-1915) 
 
 b.2.1) Las pulsiones yoicas 
 Freud ha ido colocando los pilares sustentadores de su concepción de la sexualidad 
como elemento fundante de la subjetividad humana. Ha puesto la sexualidad como 
fundamento. 
 Sin embargo, como hemos podido darnos cuenta, dentro de ese contexto, es 
perfectamente posible afirmar que la sexualidad no es todo. Como vimos, la pulsión 
sexual es capaz de transformarse en otras cosas (v. gr. asco, vergüenza, etc.) y oponerse, 
en la forma de esas otras cosas, a sí misma. 
 Sabemos que estas “otras cosas” que se oponen a la pulsión son parte de la pulsión 
porque es de ella que obtienen su energía. Pero aún no han recibido, explícitamente, el 
estatuto de fuerzas pulsionales. En 1910, en su texto “La perturbación psicógena de la 
visión según el psicoanálisis”, Freud da ese paso y emplea, por vez primera, de forma 
pública, la expresión “pulsiones yoicas”. 
 Ahora bien, ¿Qué es lo que nos permite asegurar que al hablar de pulsiones yoicas 
estamos hablando de un desarrollo conceptual de esas “otras cosas” que antes 
 
30 Sigmund Freud “Tres ensayos de teoría sexual” (1905) en Obras Completas Vol. VII. Ed. Amorrortu. Buenos 
Aires. 1993. p. 147. 
31 Ver apartado b.1.3. “Del conflicto” 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
27
mencionamos (de esos “poderes anímicos que se oponen a la pulsión sexual”, para ser más 
exactos)? Nos lo permite el hecho de que las pulsiones yoicas cumplen ahora las mismas 
funciones que antes se atribuíanal asco, a la vergüenza, al horror, etc. Es decir, formar 
una barrera frente a las aspiraciones de la pulsión sexual. 
 De esta forma, Freud elimina cualquier resto de ambigüedad posible: no es el yo ni 
la consciencia, como entes autónomos, los que se enfrentan a las pulsiones sexuales. Ahora 
sí el conflicto puede denominarse, explícitamente y con propiedad, “pulsional”. 
 
 Nos vimos llevados a advertir la significatividad de las pulsiones para la vida 
representativa; averiguamos que cada pulsión busca imponerse animando las 
representaciones adecuadas a su meta. Estas pulsiones no siempre son conciliables entre sí; 
a menudo entran en un conflicto de intereses; y las oposiciones entre las representaciones 
no son sino la expresión de las luchas entre las pulsiones singulares. De particularísimo 
valor para nuestro ensayo explicativo es la inequívoca oposición entre las pulsiones que 
sirven a la sexualidad, la ganancia de placer sexual, y aquellas otras que tienen por meta 
la autoconservación del individuo, las pulsiones yoicas.32 
 
 No está de más insistir en este punto: la diferenciación interna de las pulsiones 
sexuales que son las pulsiones yoicas es, de forma efectiva, otra cosa. Las pulsiones yoicas 
son una cosa absolutamente distinta de las pulsiones sexuales de las que provienen, de las 
que son parte. Son una modificación que no se reconoce como modificación, y que ve en 
su origen no su origen, sino su opuesto. 
 Quizás la metáfora visual no sea absolutamente correcta (no es que las pulsiones 
yoicas “vean” a las pulsiones sexuales y partan a contrarrestarlas), sin embargo, considero 
que sirve al propósito didáctico de tratar de explicar cómo algo puede ser igual y distinto 
al mismo tiempo. Propósito bastante complicado, por decir lo menos. 
 En mi favor, ante tan difícil empeño, y preparándome para empeños mayores, 
hago un llamado a Freud: 
 
 
32 Sigmund Freud “La perturbación psicógena de la visión según el psicoanálisis” (1910) en Obras Completas 
Vol. XI. Ed. Amorrortu. Buenos Aires. 1994. p. 211. 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
28
 ...establezco un distingo entre las pulsiones sexuales y las pulsiones yoicas...En lo 
que a mí atañe, advierto cabalmente la presencia del grupo de las pulsiones yoicas, así 
como todo lo que a ellas debe la vida anímica.33 
 
 No hay que tomar a la ligera esas palabras, “establezco un distingo”, es decir, 
como veíamos antes, una distinción. Se puede distinguir claramente entre ambas clases de 
pulsiones, sin embargo, ambas son pulsiones. Y es el pensarlas como pulsión, en 
universal34, lo que hace posible trascender el ámbito de su particularidad. Ambas son lo 
mismo, ambas son distintas. 
 Esta distinción y sus consecuencias se pueden encontrar, bajo otros nombres, o en 
otras palabras, desde épocas muy tempranas en la obra de Sigmund Freud. 
 
 Pero, demos un paso más. ¿Cuáles son esas consecuencias que tiene el distingo 
pulsiones sexuales - pulsiones yoicas35 en la vida anímica? Cuando Freud dice “todo lo que 
a ellas debe la vida anímica”, hay que tomar ese “todo” en lo que realmente vale, y en la 
obra freudiana ese todo es, radicalmente, todo, es decir: lo inconsciente. 
 
 b.2.2) Una visión de conjunto 
 Llegados a este punto, alcanzada la elucidación de las pulsiones yoicas, es 
imposible sustraerse, de una manera coherente, a insertar el desarrollo conceptual de la 
pulsión en el entramado del psicoanálisis freudiano. Creo que el campo de ese entramado 
puede denominarse, al menos por razones didácticas, campo de lo inconsciente. 
 Lo inconsciente, nadie puede negarlo, es la producción freudiana por excelencia. 
Freud marca un hito, un punto de inflexión en la conceptualización del inconsciente. 
Antes de él, lo inconsciente era simplemente lo no conocido, lo oculto, quizás lo olvidado, 
lo alguna vez sabido y luego perdido. 
 
33 Sigmund Freud “La perturbación psicógena de la visión según el psicoanálisis” (1910) en Obras Completas 
Vol. XI. Ed. Amorrortu. Buenos Aires. 1994. pp. 211-2. n. 1. 
34 Al decir “universal” me refiero, para decirlo de una manera coloquial, al sustrato común de ambas, 
sustrato que las constituye. Más técnicamente podría decir que universal refiere a algo que es un no-esto, que 
no es esto ni aquello, pero que es indistintamente esto o aquello. 
35 Tanto el distingo (aunque en otras palabras) como sus consecuencias (probablemente con las mismas 
palabras) aparecen mucho antes del período histórico [1905-1915] que estoy revisando. Si sitúo en este 
momento su explicitación es sólo por razones expositivas. 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
29
 Después de él, el mensaje radical es éste: lo inconsciente es el campo del que 
emergen las determinaciones de la conciencia, del yo que no es el amo en su propia casa36. 
Lo inconsciente es el lugar de constitución de la subjetividad. Lo inconsciente es la 
partitura que debemos ejecutar. 
 Escuchemos, al respecto, la palabra de Freud. Es necesario recalcar, antes que 
nada, que escribe el siguiente párrafo en el mismo texto en el que introduce la expresión 
“pulsiones yoicas”. No creo que sea una coincidencia. 
 
 El psicoanálisis es una concepción dinámica que reconduce la vida anímica a un 
juego de fuerzas que se promueven y se inhiben las unas a las otras. Cuando en un caso 
cierto grupo de representaciones permanece en lo inconsciente...asevera que una revuelta 
activa de otros grupos de representaciones ha causado el aislamiento y la condición de 
inconsciente de aquel grupo. Llama “represión” {esfuerzo de desalojo} al proceso que 
depara ese destino a uno de los grupos, y discierne en él algo análogo a lo que en el ámbito 
lógico es la desestimación por el juicio. Demuestra que tales represiones desempeñan un 
papel de extraordinaria importancia dentro de nuestra vida anímica, que a menudo el 
individuo fracasa en ellas y que el fracaso de la represión es la condición previa de la 
formación de síntoma.37 
 
 Simplemente genial. No hay otro comentario posible: genial. En poco más de diez 
líneas, Freud resume de una forma espantosamente sencilla el psicoanálisis. Es más, Freud 
no define el psicoanálisis, al contrario, nos dice lo que el psicoanálisis es, nos habla de su 
ser: una concepción dinámica. 
 Y ese ser es equiparable al ser que el psicoanálisis postula para la vida anímica: un 
ser dinámico, inestable, un ser que es un juego de fuerzas en perenne conflicto. Conflicto 
que se basa en una barrera fundamental: la represión. La represión produce el campo de 
lo inconsciente al denegar el acceso a la conciencia a ciertas fuerzas anímicas y aislarlas. 
Así, genera una división que las fuerzas aisladas están siempre tratando de llenar. Sólo 
 
36 Sigmund Freud “Una dificultad del psicoanálisis” (1917 [1916]) en Obras Completas Vol. XVII. Ed. 
Amorrortu. Buenos Aires. 1992. p. 135. 
37 Sigmund Freud “La perturbación psicógena de la visión según el psicoanálisis” (1910) en Obras Completas 
Vol. XI. Ed. Amorrortu. Buenos Aires. 1994. pp. 210-1. 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
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Freud puede explicar de forma tan llana y concisa conceptos de alcance tan vasto como 
represión e inconsciente. 
 Ahora bien, si nos fijamos bien, esas fuerzas en juego que el psicoanálisis postula 
como ser de la vida anímica son, ni más ni menos, las pulsiones.38 
 
 el “yo” (las comillas son de Freud) se siente amenazado por las exigencias de las 
pulsiones sexuales y se defiende de ellas mediante unas represiones...39 
 
 No hay que olvidar jamás que aquello que se puede llamar “yo” no es sino una 
etiqueta, un artilugio que confiere ilusión de unidad a un conjunto de muy diversas 
representaciones. 
 
 ...el abordaje psicoanalítico supondrá que esas representaciones (las inconscientes)han entrado en una oposición con otras, más intensas –para las cuales empleamos el 
concepto colectivo de “yo”, compuesto de manera diversa en cada caso- y por eso cayeron 
en la represión.40 
 
 Y es que ese “conjunto de muy diversas representaciones” no es sino las pulsiones 
yoicas41. Así, Freud adjudica a las pulsiones yoicas una función primordial: la represión. Es 
decir, es porque hay conflicto pulsional que hay represión. De forma más radical: la 
represión es un efecto de las pulsiones. 
 Freud está teorizando un campo donde lo psíquico es un efecto de la pulsión, de 
sus conflictos. 
 
 b.2.2.1) Dos principios del acaecer psíquico 
 Creo conveniente explicar brevemente dos formas de acción de las 
pulsiones, determinadas por la represión, que he tratado de manera implícita hasta este 
 
38 Ver apartado b.2.1. “Las pulsiones yoicas” 
39 Sigmund Freud “La perturbación psicógena de la visión según el psicoanálisis” (1910) en Obras Completas 
Vol. XI. Ed. Amorrortu. Buenos Aires. 1994. p. 213. 
40 Sigmund Freud “La perturbación psicógena de la visión según el psicoanálisis” (1910) en Obras Completas 
Vol. XI. Ed. Amorrortu. Buenos Aires. 1994. p. 211. 
41 Ver apartado b.2.1. “Las pulsiones yoicas” 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
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momento42. Lo que sucede es que esta separación radical, a la que me he referido en el 
párrafo anterior, determina dos formas totalmente distintas de la búsqueda pulsional de 
satisfacción. Las pulsiones sexuales tratan de lograr una descarga inmediata de la tensión 
presente al interior del aparato psíquico, sin mayores consideraciones; es lo que se puede 
denominar principio del placer. 
 
...la actividad del aparato psíquico...está sometida al principio de placer, es decir, es 
regulada de manera automática por sensaciones de la serie placer-displacer...el 
sentimiento de displacer tiene que ver con el incremento del estímulo, y el de placer con 
su disminución. La imprecisión de esta hipótesis es considerable; no obstante nos 
atendremos fielmente a ella...43 
 
 Las pulsiones yoicas, en cambio, buscan asegurar un cierto monto de placer, 
mediante la renuncia a la satisfacción total. 44 
 
 ...la sustitución del principio de placer por el principio de realidad no implica el 
destronamiento del primero, sino su aseguramiento. Se abandona el placer momentáneo, 
pero inseguro en sus consecuencias, sólo para ganar por el nuevo camino un placer 
seguro, que vendrá después.45 
 
 Hay aquí una idea importantísima que no debemos olvidar: sustituir no significa, 
ni por asomo, eliminar. Al contrario, significa asegurar. ¿Y qué es lo que asegura? Asegura 
una satisfacción sustitutiva. Una satisfacción que sustituye la aspiración a la descarga total 
por descargas parciales. Sin embargo, la aspiración destronada no está vencida. 
 
 
 
 
42 Ver apartados b.1.1. “Del objeto y la meta” y b.1.3.1. “El contrapunto pulsional” 
43 Sigmund Freud “Pulsiones y destinos de pulsión” (1915) en Obras Completas Vol. XIV. Ed. Amorrortu. 
Buenos Aires. 1995. p. 116. 
44 Ver apartados b.1.1. “Del objeto y la meta” y b.1.3.1. “El contrapunto pulsional” 
45 Sigmund Freud “Formulaciones sobre dos principios del acaecer psíquico” (1911) en Obras Completas Vol. 
XII. Ed. Amorrortu. Buenos Aires. 1993. p. 228. 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
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 b.2.3) Especificaciones en torno al narcisismo 
 En 1914, en “Introducción del narcisismo”, encontramos un primer paso hacia 
una nueva conceptualización de la doctrina de las pulsiones en la diferenciación que hace 
Freud entre libido yoica y libido de objeto. 
 Sin embargo, son necesarias ciertas consideraciones preliminares antes de entrar 
de lleno en la elucidación de esa diferenciación. La pregunta es la siguiente ¿de qué se 
habla cuando se habla de “narcisismo”? 
 Freud, en 1914, le otorga la paternidad del término a P. Näcke [1899]. Luego, en 
1920, dice haberse equivocado y reconduce el origen del término a Havelock Ellis [1898]. 
Ahora bien, el propio Havelock Ellis, en 1927, admite que, en honor a la verdad, la 
paternidad del término debe ser repartida entre Näcke y él mismo. Así, todos quedan 
felices. 
 El punto que me interesa es el siguiente, tanto Näcke como Ellis reconducen el 
término “narcisismo” a desviaciones más o menos patológicas46. Freud, por el contrario, 
hace pensable el narcisismo dentro del desarrollo “normal” del ser humano. Ese es su 
mérito. Nuevamente consigue hacer patente la fragilidad de la “normalidad”, nuevamente 
toma como punto de partida el ámbito de la desviación. 
 
 Por fin, surgió la conjetura de que una colocación de la libido definible como 
narcisismo podía entrar en cuenta en un radio más vasto y reclamar su sitio dentro del 
desarrollo sexual regular del hombre...El narcisismo, en este sentido, no sería una 
perversión, sino el complemento libidinoso del egoísmo inherente a la pulsión de 
autoconservación, de la que justificadamente se atribuye una dosis a todo ser vivo.47 
 
 El narcisismo es entonces una determinada colocación de la libido (la móvil 
energía de la pulsión sexual). Y lo que tiene de determinado es que la libido se “coloca” en 
el propio yo. 
 
46 Un resumen conciso de las ideas de ambos autores puede encontrarse en Sigmund Freud. Obras Completas. 
Ed. Amorrortu. Buenos Aires. Vol. VII. p. 164, n. 15; p. 199, n.17; y Vol. XIV p. 71 supra, n. 1. 
47 Sigmund Freud “Introducción del narcisismo” (1914) en Obras Completas Vol. XIV. Ed. Amorrortu. Buenos 
Aires. 1990. p. 71. 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
33
 Sucede que la libido, en su imperecedera búsqueda de satisfacción, puede 
depositar sus aspiraciones en cualquier objeto. Y el yo, en esa búsqueda, tiene el estatuto 
de un objeto. 
 La idea es esta: en un principio es la pulsión; luego se crea un yo48; la libido toma al 
yo como objeto y posteriormente, al desbordarlo, se sirve de él como una especie de “base” 
desde la cual extenderse a otros objetos; finalmente, bajo determinadas circunstancias, la 
libido colocada en otros objetos puede retrotraerse al yo. 
 
 Nos formamos así la imagen de una originaria investidura libidinal del yo, cedida 
después a los objetos; empero, considerada en su fondo, ella persiste, y es a las investiduras 
de objeto como el cuerpo de una ameba a los seudópodos que emite.49 
 
 Habiendo explicitado ya el lugar que ocupa el narcisismo con respecto a la libido 
(y, por lo tanto, con respecto a las pulsiones) podemos comenzar a revisar la división que 
Freud establece entre libido yoica y libido de objeto. 
 
 b.2.3.1) La libido en movimiento 
 Hasta ese entonces “libido” era un término usado para referirse, con 
exclusividad, a la expresión de la pulsión sexual. Ahora, por el contrario, también se 
utiliza para hablar de la expresión de las pulsiones yoicas. ¿Por qué? 
 
 La separación de la libido en una que es propia del yo y una endosada a los objetos 
es la insoslayable prolongación de un primer supuesto que dividió pulsiones sexuales y 
pulsiones yoicas.50 
 
 Ahora bien, el hecho es que, de todas formas, si ambas expresiones son “libido”, la 
confusión resulta fácil. Pero el problema se complica en tanto Freud no cesa de insistir en 
la tajante separación de ambas energías, adjudicándole carácter sexual sólo a la libido de 
 
48 Ver apartado b.2.2. “Una visión de conjunto” 
49 Sigmund Freud “Introducción del narcisismo” (1914) en Obras Completas Vol. XIV. Ed. Amorrortu. Buenos 
Aires. 1990. p. 73. 
50 Sigmund Freud “Introducción del narcisismo” (1914) en Obras Completas Vol. XIV. Ed. Amorrortu. Buenos 
Aires. 1990. p. 75. 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
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objeto, expresión de la pulsión sexual. Entonces ¿en qué quedamos? La misma 
denominaciónpodría hacer pensar en, al menos un origen común, pero, frente a eso 
Freud se muestra tajante: no existe algo así como una “energía psíquica unitaria”. 
 Para entender la aparente contradicción que se nos presenta, hay que remitirse al 
contexto histórico en que Freud escribe su “Introducción del narcisismo”. Es 1914 y el 
debate con Jung está al rojo vivo. La idea jungiana es que la libido es un “interés psíquico 
general”, del cual lo sexual es sólo una parte entre muchas otras. Es contra esa idea que 
Freud está luchando51. Las ideas de Freud sí tienen un fundamento común, lo que sucede 
es que, contrariamente a Jung, el fundamento común de la conceptualización freudiana es 
la sexualidad. Una sexualidad que, como hemos visto, puede distinguirse claramente de la 
genitalidad. Una sexualidad que es móvil, maleable, capaz de oponerse a sí misma. 
 
 De esta forma, si leemos atentamente, encontramos, en la misma argumentación 
freudiana, el esbozo de una conceptualización que subsume a las pulsiones yoicas dentro 
de las sexuales. 
 En primer lugar, ¿por qué llamar “libido” a la energía supuestamente no sexual de 
las pulsiones yoicas? Falta de imaginación (para crear otro término) no es una 
característica que podamos adjudicarle a Sigmund Freud. Pero, más importante aún, Freud 
mismo señala que existe una relación interna entre libido yoica y libido de objeto. 
 
 Vemos también a grandes rasgos una oposición entre la libido yoica y la libido de 
objeto. Cuanto más gasta una, tanto más se empobrece la otra.52 
 Si la libido yoica y la libido de objeto mantienen de hecho una relación 
directamente proporcional, no pueden sino estar intrínsecamente ligadas. Sucede que lo 
que afecte a una siempre afectará a la otra. Hay, por lo tanto, una oposición entre dos 
términos de una misma cosa; la diferencia entre ambas, libido yoica y libido de objeto, es 
una diferencia interna. 
 
51 Una interesantísima apreciación de Freud sobre este debate puede encontrarse (entre otras) en Sigmund 
Freud “La perturbación psicógena de la visión según el psicoanálisis” (1910) en Obras Completas Vol. XI. Ed. 
Amorrortu. Buenos Aires. 1994. n.1. pp. 211-2. Además, una refutación directa a Jung puede hallarse en 
Sigmund Freud “Introducción del narcisismo” (1914) en Obras Completas Vol. XIV. Ed. Amorrortu. Buenos 
Aires. 1990. pp. 74-8. 
52 Sigmund Freud “Introducción del narcisismo” (1914) en Obras Completas Vol. XIV. Ed. Amorrortu. Buenos 
Aires. 1990. pp.73-4. 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
35
 
 En definitiva concluimos, respecto de la diferenciación de las energías psíquicas, 
que al comienzo están juntas en el estado del narcisismo y son indiscernibles para nuestro 
análisis grueso, y sólo con la investidura de objeto se vuelve posible diferenciar una 
energía sexual, la libido, de una energía de las pulsiones yoicas.53 
 
 Es la pulsión oponiéndose a sí misma. 
 
 b.2.4) Una articulación fundante 
 Entre marzo y abril de 1915 Freud escribe “Pulsiones y destinos de pulsión”, 
trabajo que podría llamarse la primera elaboración formal y exhaustiva de su 
conceptualización de la pulsión, y que puede articularse directamente con los “Tres 
ensayos” pues Freud retoma las interrogantes impulsoras de dicho texto, a saber, la 
sexualidad y la pulsión como elementos constituyentes de la subjetividad, y las conecta en 
una construcción teórica mucho más clara, mucho más explícita. No es casualidad que 
muchos de los más importantes agregados a los “Tres ensayos” se hayan hecho en esta 
época (v. gr. la “Teoría de la libido”). 
 “Pulsiones y destinos de pulsión” consta de dos partes claramente distinguibles: la 
primera refiere a la pulsión propiamente dicha (Trieb), la segunda refiere a los destinos de 
pulsión (Triebschicksale). Esta consideración podría parecer, a primera vista, redundante 
(basta ver el título para imaginarla). Sin embargo, en tanto en la segunda parte sólo se 
revisan los destinos de la pulsión sexual, sin hacer referencia a características universales 
de la pulsión (como sí se hace en la primera parte), no lo es. Dado que mi lectura del texto 
tiene como meta la articulación con la conceptualización de la pulsión de muerte (el 
“universal de la pulsión”, como veremos), me limitaré a revisar la primera parte. 
 
 Un primer punto a destacar es cómo Freud se aparta, ahora claramente, de 
concepciones biologicistas, reconociendo de forma explícita que lo que le interesa 
expresamente es la dimensión psíquica. 
 
 
53 Sigmund Freud “Introducción del narcisismo” (1914) en Obras Completas Vol. XIV. Ed. Amorrortu. Buenos 
Aires. 1990. p. 74. 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
36
 El estudio de las fuentes pulsionales ya no compete a la psicología...El conocimiento 
más preciso de las fuentes pulsionales en modo alguno es imprescindible para los fines de 
la investigación psicológica.54 
 
 Aunque Freud pretenda estar llenando de contenido a la pulsión desde los aspectos 
fisiológico y biológico, de hecho está yendo más allá. Aquí no importan ni las funciones 
orgánicas ni los procesos somáticos, lo que en verdad importa es la pulsión como 
constituyente de lo psíquico. 
 
 Una primera línea explicativa (llamada por Freud “fisiológica”) trazada en 
“Pulsiones y destinos de pulsión” hace referencia a las características fundamentales de la 
pulsión apoyándose en la noción de estímulo y el esquema del reflejo: la pulsión como un 
estímulo para lo psíquico. Sin embargo, inmediatamente nos percatamos que Freud ocupa 
la palabra “estímulo” en un sentido muy distinto al habitual. 
 
 Todo lo esencial respecto del estímulo (en su acepción corriente) está dicho si 
suponemos que opera de un solo golpe; por tanto, se lo puede despachar mediante una 
única acción adecuada...55 
 
 Por el contrario, al referirse a la pulsión, Freud destaca como característica 
esencial el actuar como fuerza constante. No hay, por lo tanto, la posibilidad de una 
acción simple que alivie la tensión que la pulsión provoca. 
 
 ...hallamos la esencia de la pulsión en sus caracteres principales, a saber, su 
proveniencia de fuentes de estímulo situadas en el interior del organismo y su emergencia 
como fuerza constante, y de ahí derivamos uno de sus ulteriores caracteres, que es su 
incoercibilidad por acciones de huida.56 
 
54 Sigmund Freud “Pulsiones y destinos de pulsión” (1915) en Obras Completas Vol. XIV. Ed. Amorrortu. 
Buenos Aires. 1995. p.119. 
55 Sigmund Freud “Pulsiones y destinos de pulsión” (1915) en Obras Completas Vol. XIV. Ed. Amorrortu. 
Buenos Aires. 1995. p.114. 
56 Sigmund Freud “Pulsiones y destinos de pulsión” (1915) en Obras Completas Vol. XIV. Ed. Amorrortu. 
Buenos Aires. 1995. p.115. 
Pablo A. Rojas L. PULSIÓN 
 
 
 
37
 Una segunda línea explicativa nos presenta a la pulsión como un representante 
psíquico de los estímulos provenientes del interior del cuerpo. Es decir, la pulsión se 
situaría en el límite entre lo anímico y lo somático. 
 Freud nombra a esta segunda línea como biológica, sin embargo, salta a la vista 
que de biología tiene sólo el nombre. Lo biológico es, corrientemente, lo orgánico, en 
ningún caso refiere a la frontera que Freud menciona, el límite entre lo psíquico y lo 
orgánico; en ningún caso alude a este nuevo campo que Freud está creando. 
 Lo que sucede es que Freud está ocupando palabras propias del vocabulario 
científico para exponer una conceptualización absolutamente propia. 
 
 En este mismo texto Freud caracteriza cuatro términos que se usan en relación con 
el concepto de pulsión y que son: esfuerzo, meta, objeto y fuente. Si tenemos en mente la 
revisión ya realizada de dos de esos términos (objeto y meta)57, podremos constatar que no 
hay ningún cambio fundamental, sólo una sutilización y una

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