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FEMP_2019_A1_BILL_EGLINTON_FLORES_MARICAHUA

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UNIVERSIDADE FEDERAL DA INTEGRAÇÃO LATINO-AMERICANA FORMAÇÃO DOS ESTADOS E DO PODER [ECO 0005]
SEGUNDO SEMESTRE DE 2019 PROF. RODRIGO CANTU
1ª AVALIAÇÃO
Aluno: Bill Eglinton Flores Maricahua
Abaixo, você encontrará uma questão cobrindo o conteúdo estudado até aqui. A entrega da reposta deverá ser realizada pelo SIGAA até 23h59 de 30/10/2019. As respostas devem ser entregues em formato .doc, .docx ou .odt. Problemas técnicos com o SIGAA não serão aceitos como justificativa para a não entrega da avaliação. Recomenda-se que a submissão do arquivo com as respostas seja realizada antecipadamente para evitar transtornos.
Para submeter o arquivo com as respostas: a/ entrar no SIGAA; b/ clicar em “1ª Avaliação” na aula “Apresentação do curso”; c/ Realizar o upload do arquivo e clicar em “enviar”.
Observações:
· A resposta deve, ao menos, resumir os pontos importantes com relação à questão pedida com as próprias palavras do estudante. Não é necessário demonstrar uma erudição espetacular: é apenas um exercício a fim de verificar a competência do aluno para aplicar os raciocínios que vimos em aula e que podem ser encontrados nos textos de leitura obrigatória. É encorajada a discussão das teorias à luz de dados e evidências encontradas nos textos obrigatórios, apresentados em aula ou levantados pelo próprio estudante.
· Plágio, em suas variantes integral e parcial, é absolutamente proibido e resultará em nota zero. Sobre as variantes de plágio ver a seguinte cartilha: http://www.noticias.uff.br/arquivos/cartilha-sobre-plagio-academico.pdf.
· Para citações, usar padrão abnt. Um guia básico pode ser encontrado em: http://www.leffa.pro.br/textos/abnt.htm#citacoes
· Os alunos são encorajados a complementar a resposta com reflexões que abarquem outros autores e visões não vistas no curso
Considere três elementos que se relacionam com a construção do Estado na Europa do século XIV ao XX:
a/ O caso da Guerra dos Cem Anos (ver slides da aula e bibliografia complementar da sessão de 18/9) 
La Guerra de Cien Años fue una crisis político-militar que tuvo como protagonistas a los reinos de Francia e Inglaterra que transformó las relaciones sociales y económicas de los reinos del siglo XIV e XV. Por ende, en estas circunstancias podemos observar un cambio del poder de las coronas que tuvo como resultado un desarrollo social, pero con diversas aristas de la misma realidad. En este sentido, ahora el monarca con la acumulación de poder territorial, económico y político, tiene la capacidad de tomar decisión en relación a las interacciones sociales. 
Así los reinados acumulaban y tenían el monopolio de la fuerza que condiciona la interacción con otros grupos de poder, que al verse confrontados tenían en la guerra la oportunidad de estructurar una fuerza basada en el poderío militar, una especie de connotación realista en las relaciones internacionales, donde el poder era representado por la capacidad militar. 
Sin embargo, el poderío militar estaba condicionado y asociado a la reserva económica que tenían las coronas para adquirir recursos financieros y mantener los períodos largos de guerra a través de la recaudación de impuestos. De esta forma, se mantenía una relación militar-tributaria que posibilitaba la adquisición de armas y el sostenimiento de combatientes a lo largo de los conflictos bélicos. 
El monopolio de la fuerza y la recaudación de impuestos es el resultado de un proceso histórico que se estructuró en base de una aceptación social que brindaba por medio de cierto “contrato” el poder a los monarcas que tenían la responsabilidad de gobernar a través de la manutención de la “paz” en sus territorios. De esta forma, no podemos eliminar la relación económica y militar presente en la Guerra de los Cien Años; puesto que, como Perry Anderson señala, la adquisición de ventajas económicas y oportunidades de expansión territorial en inicios de la construcción del Estado moderno estaba circunscrita a una normalización del uso de la violencia y la fuerza militar. 
En esta línea, Talcott Parsons (1902-1979) nos brinda una contribución esencial al respecto; puesto que, el sociólogo estadounidense en su The Structure of Social Action (1937) se orienta por la definición de los sistemas sociales de acción, que está ligado con el elemento de interacción de actores individualizados dentro de una estructura que busca establecer el orden. 
Así, en esta acción social que se centra en crear mecanismos donde el orden del sistema está configurado, y que condiciona el actuar de los individuos, y se puede como ejemplo claro apreciar en el desenvolvimiento de los estados por medio del aumento del monopolio de la fuerza militar y la disminución de actores confrontados en la acumulación de poder. En suma, el monarca se convierte en el agente dinamizador de las relaciones sociales, económicas, políticas y religiosas de los individuos. 
En esta concepción, la rebeldía está vista como enemiga del orden; puesto que, la revolución campesina, por ejemplo, es un acto antinatural dentro de la sociedad. Por ello, dentro del orden del monarca, la contrariedad se presenta como un mecanismo carente de cualquier legitimidad. 
Esta situación por lo general eliminaría las dinámicas de contestación, debido a que los individuos se someten a las decisiones de los monarcas, no solo por la constante situación de guerra, sino por la escasa capacidad individual de reacción en los campesinos, que son afectados en la época por enfermedades. En este sentido, en la Guerra de los Cien Años podemos observar una tendencia a la monopolización de la violencia y de la tributación como mecanismos para la manutención del ejercicio de la fuerza militar, que mengua cualquier capacidad de reacción contra el monopolizador. Por ello, la mayoría de las dinámicas de contestación buscan ganancias pacíficas que no haga peligrar la integridad personal; puesto que, dado el contexto de inseguridad individual, a través de la adhesión a un monarca se disminuye el saqueo de tierras, y se consolida la interacción comercial, así como la unidad aduanera dentro del territorio. 
En síntesis, en la Guerra de Cien Años podemos observar la demarcación de la hipótesis militar y económica presente en la acumulación de poder por medio del uso de la violencia y la frecuente recaudación de impuestos, con la nimia capacidad de contestación por parte de los campesinos que ven en el cuidado del monarca el sostenimiento de su estilo de vida, ajeno a todo conflicto. En suma, el campesino tiene en la figura del monarca un mal necesario para el sostenimiento de su participación social y el monarca a su vez tiene en la tributación el elemento primordial para la manutención de períodos largos de conflictos bélicos. 
b/ O aumento das receitas da coroa na França e na Inglaterra nos séculos XVI e XVII:
El aumento del gasto de las coronas tanto francesa como inglesa en los siglos XVI y XVII estaba adscrita a los cambios que se gestaron en las revoluciones militares que iban desde el tipo de armamentos hasta tácticas más sofisticadas que evolucionaron la forma de hacer guerra en el siglo XVI y XVII. Esta situación llevó a que la guerra se mostrara como un contexto caro de mantener así como casi innecesario, aunque siempre presente en las relaciones sociales, económicas y políticas de las coronas que buscaban la hegemonía territorial. 
En este sentido, el interés por mantener el costo de la guerra y la innovación militar llevaba a que las poblaciones brindasen, debido a la coerción, dinero a las coronas con la finalidad de defender el “territorio” del enemigo. Así, las invenciones y las nuevas formas de hacer guerra modifican las estructuras económicas de las coronas, en donde las fuerzas productivas subyacían a los intereses de los monarcas que veían en la guerra la única forma de mantener su poder. 
Por lo tanto, con la creación de nuevas formas de interacción económica donde la superestructura estaba supeditada a los exigentes mecanismos de estructura monárquica, se hacía imperativa la idea de exigirde los súbditos más tributos. De esta forma, se mantenía un círculo vicioso donde los más afectados eran los campesinos y; los más favorecidos, los nobles y religiosos. 
El aumento del gasto de las dos coronas es la muestra fáctica de que los monarcas perseguían en el siglo XVII la consolidación de su poder territorial a través del uso eficiente del dinero, así como la reivindicación de sus “necesidades” político-militares. En este sentido, aunque se vivía un período feudal con indicios de mercantilismo en el que se puede vislumbrar la gesta de una interacción capitalista orientada a la subyugación de las clases vulnerables. Un contexto que, basado en la interpretación de Wallerstein (2004) muestra el desarrollo capitalista por medio de ciclos evolutivos de las sociedades mundiales con un final estructural en el imperialismo, o dicho de otro modo, el imperialismo categórico por sus implicancias sistémicas en el contexto de subordinación y dependencia de algunas esferas de poder. 
Por lo tanto, el aumento de inversión para la guerra no solo es un elemento para acumular poder, sino que también es la excusa perfecta para crear nuevos mecanismos de interacción económica; puesto que, la guerra también se muestra como un negocio para las clases nobles, un elemento que incluso podemos notarlo en la contemporaneidad: la guerra de Irak, que llevó a una potencia hegemónica a aplicar una política externa que iniciaba con el aumento de los impuestos a sus ciudadanos y terminaba en la invasión territorial de un Estado soberano como Irak. Conflicto que benefició a las principales empresas de armas presentes en los Estados Unidos de América. 
Así, como en el siglo XVI y XVII, en la actualidad podemos apreciar ciertos mecanismos que se repiten. Desde luego, las evidencias son históricas y obvias; sin embargo, se presenta este contexto a modo de ejemplo. 
En consecuencia, tras la guerra se gestan nuevas interacciones económicas provocadas por el profesionalismo de los ejércitos, así como de la táctica militar, que lleva a la promoción de estrategias que acaben con el enemigo en su totalidad. Deseo que, sin embargo, no es del todo completo; puesto que, ya se puede notar en los campesinos, una cierta molestia en relación a la creciente exigencia de los recaudadores de impuestos. 
A su vez, el trabajo, los bienes y el dinero, así como otros recursos exigidos por las coronas tras cruentas guerras estaba estructurada en una obligación que involucrada a las comunidades y familias, que veían en el poder monárquico una violenta invasión de su quehacer y una fuerza capaz de quitarle todo lo producido. Por ende, por la escasa capacidad de reacción, veían en la obediencia una única alternativa de supervivencia. 
En este sentido, el cuadro de gastos de las coronas francesas e inglesas comprueba la hipótesis militar y económica del nacimiento del Estado moderno, debido a que el aumento del gasto está ocasionado por el interés de las coronas de aumentar su poder territorial, así como imponer un modelo de interacción social en donde los factores de producción solo estén avocadas a generar mayor riqueza para las clases dominantes. Aunque, valgan verdades, los campesinos en el siglo XVII tanto en Francia como en Inglaterra mostraron un nuevo rostro en relación a la opresión monárquica por medio de la búsqueda de reivindicaciones sociales que iban desde la disminución de tributos hasta la negociación de tierras de cultivo. En suma, una dinámica tenue de contestación. 
En síntesis, el aumento de los gastos de estas dos coronas disímiles está supeditado a las complejas guerras que tuvieron que afrontar, así como al creciente aumento de la recaudación de impuestos, lo que llevaría al descontento popular que posteriormente tendría que buscar nuevos mecanismos de interacción por medio de la negociación con las élites dominantes. En consecuencia, el aumento del gasto de las dos monarquías se da por la gestación de las guerras, el interés de acumulación de poder, el profesionalismo militar, la evolución estratégica de la guerra, así como la expansión productiva para la generación de más recursos para mantener las guerras. 
Finalmente, el cuadro muestra que aquel que aumentara su capacidad de gasto, recaudación y expansión productiva sería la monarquía que podría mantenerse en la guerra y; por ende, poder pagar los gastos de los ejércitos profesionalizados y las noblezas inversoras en los conflictos bélicos. Aunque esto llevara a un descontento social que tendría décadas después una dinámica de contestación con las primeros levantamientos campesinos como la de Inglaterra en 1642. En consecuencia, la creación de Estado está directamente vinculada a la práctica de la guerra. 
c/ O aumento nos gastos com serviços sociais estatais, indicados na tabela abaixo (Tilly, 1996,p.188):
La culminación de situaciones complejas entres los Estados posterior a los siglos XVI, XVII, XVII y XIX llevaron a que los nuevos gobiernos se interesaran por la inversión en los servicios sociales; puesto que, la guerra ya no se presentaba como un aliciente para la manutención del poder estatal. En consecuencia, la máxima Estado para la guerra menguó para darle paso al Estado reivindicador; puesto que, las clases sociales vulnerables, especialmente las trabajadoras iniciaron un proceso de negociación que se orientaban a derechos básicos como acceso a la educación, la salud y la participación en la economía. 
Una subsecuente complejidad de interacciones que iniciaron en el siglo XVII con los movimientos de campesinos en Inglaterra, y con la caótica Revolución Francesa en el siglo XVIII, y la creación de un seguro de salud en Inglaterra lo que nos lleva a mencionar que la creación del Estado en principio estaba orientado al control de los competidores que desafiaban dentro del territorio exigido por el Estado. Por ello, la guerra en principio era un mecanismo que mantenía el poder de las monarquías que; sin embargo, provocan divergencias entre las interacciones sociales, una diferenciación entre la nobleza y las clases trabajadoras. 
Así, tras la protección de los súbditos, la extracción de recursos de la población, la aplicación de justicia, la distribución de los bienes creados por la población entre las clases dominantes, control de la producción y la creación de servicios para la población estaba sujeta a los intereses estatales tal como indica Tilly (1996, p. 160-164): 
As atividades do estado, portanto, tinham profundas implicações para os interesses da população em geral, para a ação coletiva e para os direitos dos cidadãos. No momento de executar todas essas atividades - prática da guerra, criação do estado, proteção, extração, aplicação da justiça, distribuição e produção -, os governantes e agentes do estado acabaram colidindo com os interesses definidos das pessoas que viviam dentro de sua área de controle; e esse impacto muitas vezes foi negativo, porque os estados repetidas vezes se apossaram, para uso próprio, de terras, capital, bens e serviços que antes haviam servido a outras finalidades. A maior parte dos recursos que os reis e ministros usaram para construir a força armada proveio, em última análise, do trabalho e da acumulação de pessoas comuns e constituiu um desvio de meios valiosos dos objetivos aos quais as pessoas comuns atribuíam uma prioridade muito maior. Mesmo que às vezes os capitalistas tenham investido voluntariamente nas finanças do estado e na proteção que o poder do estado deu ao seu negócio, a maioria das pessoas que haviam investido nos recursos de que os monarcas tentaram apoderar-se opuseram-se tenazmente às exigências reais.
O que fizeram os governantes quando se defrontaram com uma resistência, dispersa ou maciça? Negociaram. Ora, alguém pode fazer objeções ao uso da palavra “negociação” para designar o envio de tropas com o objetivo de esmagar uma rebelião contra impostos ou prender um contribuinte relutante. No entanto, o uso frequente de punição exemplar - o enforcamento de algumas cabeças da rebelião em lugar de todosos rebeldes, a prisão do contribuinte local mais rico em vez de todos os delinquentes - indica que as autoridades estavam negociando com a massa da população. Em todo caso, a negociação assumiu muitas outras formas mais aceitáveis: litígios com os parlamentos compras de funcionários da cidade com isenções de impostos, ratificação dos privilégios de guilda em troca de empréstimos ou emolumentos, regulamentação da tributação e da arrecadação de impostos contra a garantia de pagamento mais espontâneo, etc. 
En suma, la dinámica de la contestación que se inicia con una negociación frágil entre los líderes campesinos y los grupos de poder, es el resultado de las dinámicas económicas y sociales que se adscriben a un cambio radical en donde la guerra ya no promueve la creación de un Estado, sino que las reivindicaciones sociales se hacen presentes en las políticas estatales. En este sentido, la dinámica económica y militar también se aúna a una consolidación de un poder social capaz de imponerse al Estado en una especie de diálogo consecuente que afianza el dominio de las masas y condiciona el quehacer estatal. 
Por lo tanto, el aumento en los gastos sociales es una respuesta de los Estados ante las nuevas dinámicas sociales que tiene implicaciones no solo en los territorios nacionales, sino a escala de las relaciones internacionales; puesto que, con la apertura de mercados internacionales se hace preciso una adecuación de la estructura gubernamental que haga frente a las crisis económicas como las acaecidas en el 1930 y 1970, que erradican la idea de que solo la guerra configura el mecanismo principal para la hegemonía internacional dando espacio al argumento de que la hegemonía económica y tecnológica es el nuevo camino para el dominio internacional de los Estados en el Sistema Internacional. Aunque las dos guerras mundiales contrastan esta situación; puesto que, los Estados otra vez iniciaron un proceso de inversión en la guerra, donde los países hegemónicos fueron los más beneficiados. 
En síntesis, el gasto estatal está adscrito al aumento de la capacidad del Estado para crear un ambiente adecuado para la interacción económica. En la línea de Keynes, si el Estado crea bienestar social y empleo en la población, así como invierte en el dinamismo financiero, promueve un contexto de cooperación social que aumenta el domino y organización estatal, que mengua en algunos casos las dinámicas de contestación. En suma, el gasto público es más barato que la inversión en guerras, por lo que es mejor buscar una nueva forma de hegemonía en el escenario internacional. Un claro ejemplo de la última década del siglo XXI es China con la muestra de su poderío comercial que dista mucho de las dinámicas militares-económicas estadounidenses. 
Finalmente, en el cuadro podemos apreciar el resultado de constantes luchas de las clases sociales menos favorecidas a lo largo del desarrollo del Estado occidental, así como la inversión en la mejora de la calidad de vida social, tras largas épocas de guerras y contrastados con variables cambios económicos. 
Referencias
· PARSONS, T. The Structure of Social Action. Illinois: Glencoe, Ill, 1937. 
· PARSONS, T. The Social System. UK: Routledge & Kegan Paul Ltd, 1951.
· ANDERSON, P. O Estado absolutista no ocidente. In: Linhagens do Estado absolutista. São Paulo: Brasiliense, p.15-41, 2004 (1974)
· WALLERSTEIN, Immanuel. World-System Analysis. London: Duke University Press, 2004
· TILLY, Ch. Coerção, capital e Estados europeus. São Paulo: Edusp, 1996, pp.157-171, 180-193.

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