Logo Studenta

íLleve-su-mantel-para-la-mesa-diez-pesos!--los-tianguis-como-espacios-de-reunion-publica-e-interaccion-social

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

UNIVERSIDAD NACIONAL 
AUTÓNOMA DE MÉXICO 
FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES 
ACATLÁN 
¡Lleve su mantel para la mesa, diez pesos!: Los tianguis 
como espacios de reunión pública e interacción social 
 
SEMINARIO TALLER EXTRACURRICULAR 
 
QUE PARA OBTENER EL TITULO DE 
LICENCIADO EN COMUNICACIÓN 
 
P R E S E N T A 
 
EDNA JAQUELINE CARPIO AGUILAR 
 
ASESOR: MTRO. EDGAR MORIN MARTÍNEZ 
 
ENERO 2009 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
Restricciones de uso 
 
DERECHOS RESERVADOS © 
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal 
del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). 
El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea 
objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para 
fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
AGRADECIMIENTOS 
A MIS PADRES 
 
Por que me han enseñado que el amor y control en la familia es lo más 
importante, por su apoyo incondicional y su infinito amor… 
Por todos los desvelos y pesares que han padecido por mi… 
Por la fortaleza y arrojo que han inculcado en mi… 
Por las grandes lecciones que hemos compartido siempre juntos… 
 
A MIS HERMANAS 
 
A Jacky, Liz , Mary; a Rosy y Sarahí que han completado conmigo grandes y 
fuertes pilares que no se derrumbarán tan fácil… 
Porque gracias a su apoyo y su gran corazón no me he sentido abatida… 
Porque me han enseñado el valor de la honestidad y la paciencia… 
 Porque si uno de esos pilares cae, entonces todos caerán… 
 
A RAÚL 
¡Gracias! Por tu inmenso amor cada momento de mi vida… 
Por los besos, guiños, enojos, decepciones y tristezas que han enriquecido 
nuestro amor… 
Porque hoy eres lo más importante en mi vida… 
Porque te amo, siempre te amo… 
 
 
 
 
A LOS PROFESORES 
 
En particular a los profesores del seminario y a todos aquellos que han 
trascendido en mi formación académica y han guiado mi trayectoria profesional 
hacia el camino del conocimiento y el éxito. 
 
Al Maestro Edgar Morín por asesorar mi tesis con dejo de libertad y confianza, 
por la orientación y los minutos otorgados. Por la paciencia y la honestidad en 
cada reunión. 
 
En especial, un profundo agradecimiento al profesor Fernando Martínez 
inmejorable ejemplo de compromiso, humildad y seriedad profesional. Gracias 
por enseñarme a disfrutar el arduo proceso de la investigación en 
comunicación. 
 
Dedico el presente a todos aquellos que hicieron posible mi curso de la 
licenciatura en comunicación, a mis tíos, primos, amigos, conocidos, todos parte 
importante de mi vida y siempre presentes en mi corazón. 
 
 
 
¡Gracias! 
 
ÍNDICE 
 
INTRODUCCIÓN 
 
CAPÍTULO I UNA MIRADA TEÓRICA: EL CONSUMO CULTURAL EN LOS 
TIANGUIS 
 
CAPÍTULO II UNA RETROSPECTIVA HISTÓRICA: LOS TIANGUIS EN 
MÉXICO 
 
CAPÍTULO III UNA NUEVA CONTEMPLACIÓN 
 
CAPÍTULO IV EL TIANGUIS DE “SAN ANDRÉS Y JACARANDAS”: EL 
COMERCIO EN MOVIMIENTO 
 
CONCLUSIONES 
 
BIBLIOGRAFIA 
 
ANEXOS 
 
INTRODUCCIÓN 
 
 En la vida cotidiana los seres humanos realizamos diversas actividades que 
se convierten en tradiciones y costumbres que lentamente, paso a paso se 
graban en la memoria colectiva. Las fiestas, la religiosidad, las prácticas 
culturales manifiestas en diversos ámbitos de los individuos enriquecen la 
experiencia cotidiana. 
 
 El comercio es una de ellas, es una actividad inherente al ser humano que le 
dota de múltiples capacidades y herramientas de socialización por medio de las 
cuales se inserta en el mundo social y simbólico que le circunda. 
 
Particularmente llama la atención el comercio en los tianguis, pequeños 
mundos polifacéticos y cargados de simbolismos y significados culturales que 
desentrañan una tradición prehispánica milenaria. 
 
 La investigación del tema del comercio se ha producido bajo diversos 
enfoques, el más obvio remite al ámbito de la economía donde podemos 
encontrar que los objetivos están encaminados a definir los tianguis, mercados 
y el ambulantaje como una actividad comercial pública en la que prevalece el 
carácter informal. Así tenemos que el enfoque economista de dicha práctica 
delimita el comercio informal al ambulantaje1, en el cual se propone una 
regulación administrativa de la derrama económica que anualmente generan 
estos espacios de compra-venta. Dichos estudios se ven limitados a la 
regulación del comercio informal y el ambulantaje, así como a la desprotección 
laboral de los comerciantes.2 
 
 Incluso se hace hincapié en la legitimación jurídica del comercio informal con 
el propósito de aumentar la riqueza, particularmente, en las zonas urbanas. De 
igual manera se establecen las razones que inducen a comprar en un tianguis, 
las cuales remiten a aspectos puramente económicos dejando fuera la 
 
1
 Pimentel Padilla, Leticia, “Razones que inducen a comprar en un tianguis”, 1998, Pp. 4-50 
2
 Valencia Hernández, José Guillermo, “La desprotección laboral en el comercio informal”, 2007, Pp. 2-
95 
interacción social de los actores y el consumo cultural. Además se identifican 
algunas de las causas que inducen a los comerciantes a laborar en dichas 
condiciones como es el caso del desempleo, el bajo nivel de escolaridad como 
obstáculo en el desarrollo profesional y la inserción en el mercado laboral, 
principalmente. 
 
 Por lo anterior podemos decir que sin duda el enfoque comunicativo sobre el 
comercio es abanico de posibilidades, de tal manera que enriquece las 
investigaciones hasta ahora realizadas a través de perspectivas orientadas a 
las prácticas culturales de los actores,3 como es el caso del estudio del graffiti 
en el tianguis cultural del chopo4 donde podemos encontrar una perspectiva 
comunicativa íntimamente relacionada con la cultura y la identidad de ciertos 
grupos sociales. 
 
 En esta línea de exploración encontramos el caso de Jesús Martín Barbero5, 
quien realiza un estudio topológico y topográfico de los mercados; toma como 
unidad de análisis la plaza del mercado urbano (Paloquemao y Santa Helena) y 
el supermercado (Carulla y Ley), ambos en la ciudad de Bogotá. El relato está 
basado en una investigación realizada por estudiantes de semiología en la 
Facultad de Comunicación Social de la Universidad de Tadeo Lozano. 
Concluye que en los mercados existe una matriz cultural que se encuentra 
deformada y dominada que confirma la lucha de clases en la sociedad y nos 
habla de dos economías: la primera en la que la significación de cada objeto 
depende de su valor y por lo tanto puede ser intercambiado por otro, y la 
segunda es en la que los objetos significan y valen por relación a los sujetos 
que los intercambian. 
 Esta propuesta teórica, es sin duda, la más cercana al objeto de estudio 
puesto que se concentra en la interacción social de los sujetos que acuden a 
 
3
 Castro Rivera, Rubén, “Reportaje: Tianguis cultural del Chopo”, 2005, Pp. 2-25, 70 
4
 Robles Lozano, Alfredo, “El graffiti y el tianguis cultural del Chopo”, 2001, Pp. 11-32, 60-87 
5
 Martín Barbero Jesús (1980), Procesos de comunicación y matrices de cultura, FELAFACS-Gustavo GILI. 
Capítulo III. De lo popular folclorizado al espeso masivo de lo urbano. Capítulo IV. De la comunicación 
como asunto de medios a la cultura como especio de identidades. 
 
los mercados así como el intercambio cultural que realizan en los distintos 
procesos de consumo. 
Aunadala propuesta teórica de Inés Cornejo6 quien realiza un estudio sobre el 
centro comercial Santa Fe desde la perspectiva del consumo material y 
simbólico como una experiencia que conforma el mundo social de los actores y 
trasciende en el uso y apropiación de los espacios y los productos que se 
ofertan. 
 Por ello surge la necesidad de abordar el referente de estudio desde una 
perspectiva que enriquezca los enfoques antes propuestos y que posibilite 
abarcar tópicos de investigación afines al tema de los tianguis. El estudio de los 
tianguis desde una concepción cultural-comunicativa permitirá ampliar el 
referente y su análisis. 
 Esto nos permitirá tener un acercamiento más profundo y establecer la 
complejidad de los procesos sociales y culturales dentro de un lugar con 
características y fines específicos como el tianguis; además nos permitirá 
abordar un enfoque poco estudiado y establecer algunas pautas de 
investigaciones para futuros análisis culturales del fenómeno de los tianguis. 
 Por tales motivos en el ámbito social se pretende resaltar la importancia de 
los tianguis como campos simbólicos en los que se generan procesos de 
interacción social a través del consumo y de la comercialización; de modo que 
el estudio de esta manifestación ilustre la forma en que los individuos se 
relacionan cotidianamente. 
 Abordar el tema de los tianguis desde una perspectiva teórico-comunicativo, 
nos permitirá extender al análisis del referente al campo de la comunicación, 
posibilitará su estudio desde un enfoque ligado a la cultura y no como un 
simple proceso de retroalimentación e información, folclor y tradición como se 
ha abordado anteriormente en reportajes y artículos. 
 Ello nos permitirá comprender mejor el fenómeno cultural de los tianguis a 
través de los procesos comunicativos estrechamente ligados a las prácticas 
 
6
 Cornejo Portugal, Inés. El lugar de los encuentros. Comunicación y cultura en un centro comercial, 
Universidad Iberoamericana, México, 2007, 20pp 
culturales, de modo que el enfoque no se limite al campo comunicativo sino 
que se nutra de algunas ciencias que estudian la cultura para tener una visión 
mas completa de los tianguis como lugares de reunión pública e interacción 
social. 
 En los tianguis es posible observar la evolución del comercio y las 
condiciones del país, son el reflejo del engranaje social en el que nos movemos 
diariamente, se han transformado en micro mundos que aún preservan las 
tradiciones y costumbres prehispánicas, muestra del pasado y el presente: el 
regateo, los colores, olores, sonidos, los gritos, la competencia, los productos, 
etc. 
 Si bien las diferencias físicas y mercantiles entre los tianguis y los 
supermercados son observables, las relaciones sociales y las prácticas 
comunicativas que realizan los actores –tanto los consumidores como los 
vendedores- están determinadas por los parámetros comerciales bajo los que 
opera cada lugar. Por ello cabe preguntarse ¿Cuál es la representación social 
que se tiene sobre la compra-venta en un tianguis? Y ¿Cuál es la idea que se 
tiene del consumo en los supermercados? Así como ¿Qué determina dichas 
concepciones y cómo se construyen o reafirman? ¿Por qué un individuo decide 
comprar en un tianguis y por qué en un supermercado? Los tianguis más allá 
de funcionar como centros de abasto popular ¿Qué es lo que ofrecen y de qué 
manera? 
 El comercio en los tianguis posibilita la comunicación y la socialidad, 
entendida como la trama de relaciones cotidianas que tejen los hombres al 
juntarse y en la que anclan los procesos primarios de interpelación y 
constitución de sujetos y las identidades; que es lo que constituye el sentido de 
la comunicación como cuestión de fines y no sólo de medios, en cuanto mundo 
de la vida en que se inserta y opera, la praxis comunicativa.7Dicho proceso se 
construye y reafirma de distinta manera en un tianguis, plaza mercado o 
supermercado, ello se relaciona estrechamente con lo que Jesús Martín 
 
7
 Martín, Barbero Jesús, (2002) Oficio de Cartógrafo. Travesías Latinoamericanas de la comunicación en 
la cultura, México, Fondo de cultura Económica, Pág., 227 
 
Barbero llama Competencias de Recepción o Consumo8 que no son más que 
la forma en que los sujetos, desde sus posiciones sociales, llegan a 
comprender e interpretar la realidad o formas simbólicas, refiere al manejo de 
los diferentes códigos de los que se sirven para competir con los demás 
actores. En el caso de los tianguis remite a los distintos códigos sociales y 
culturales que poseen los consumidores y comerciantes y de los que se valen 
para socializar, practicar el consumo cultural, comercial y ofertar un producto. 
 
 Tiene que ver con la manera en que los actores se relacionan socialmente y 
se comunican a partir de sus capitales cultural, simbólico y económico, pues 
estos les permiten competir en el consumo y establecer un intercambio cultural 
que posibilita la construcción o reafirmación de una identidad; al respecto 
surgen los siguientes cuestionamientos ¿De qué manera los tianguis forman 
parte de la cultura de los actores –consumidores y comerciantes-? ¿De qué 
manera intervienen los capitales cultural, económico y simbólico en las 
prácticas culturales y el consumo? Y si ¿El consumo en los tianguis puede 
construir o reafirmar la identidad de los actores? 
 
 Esta socialidad se refuerza a partir de la negociación que implica “el regateo”, 
proceso en el que los clientes llegan a un acuerdo con el comerciante respecto 
a la venta y/o precio de un producto; de tal manera que en el regateo los 
actores –cliente y tianguista- se valen de su capital simbólico, cultural y por 
supuesto económico, para competir por la adquisición del producto. Los 
comerciantes ofertan el producto y establecen una relación con el cliente la 
cual le permite, de acuerdo a las competencias de recepción, realizar la 
comercialización y venta del bien pero además esta actividad implica 
interacción social. 
 El consumo cultural dentro de los tianguis establece una competencia dirigida 
a relaciones específicas: consumidores-consumidores, consumidores- 
comerciantes, comerciantes-comerciantes; en donde los capitales cultural, 
simbólico y económico intervienen de manera determinante respecto a la 
 
8 Íbidem., Pág. 227 
 
apropiación y usos que hacen del producto. Mientras que el valor simbólico de 
un producto es mayor para un actor para otro no resulta igual, todo depende de 
la competencias de recepción que establezcan en el consumo; de igual manera 
ocurre con la socialidad que establecen los actores, pues depende de los 
capitales de cada uno para relacionarse socialmente. 
 El consumo trasciende a los usos y apropiación que los actores hacen de la 
visita a un tianguis como una práctica cultural en su vida cotidiana, el tianguis 
opera como una matriz cultural en la que no sólo se encuentran a públicos de 
distinta clase y grupo social que consumen económicamente, es posible 
advertir la manera en que los distintos actores realizan un intercambio cultural 
ya sea del consumidor al comerciante y viceversa, o entre el mismo público. 
 Dicho intercambio implica la apropiación de acciones, objetos y expresiones 
significativas diversas las cuales se encuentran en contextos estructurados 
socialmente en los que se producen, transmiten y reciben las formas 
simbólicas, tal como lo define John B. Thompson. 9Dicha apropiación de las 
formas simbólicas está determinada por la práctica y consumo cultural, y está 
mediada por las competencias de recepción de los clientes y tianguistas antes 
señaladas. 
 Por lo anterior la pregunta general de investigación refiere a ¿Cómo a partir 
delas prácticas culturales se da el consumo dentro de los tianguis y los actores 
se apropian y construyen procesos de interacción social? 
 
 Para responder a tal cuestionamiento el objetivo de la presente investigación 
será analizar las prácticas culturales en los tianguis, “San Andrés y 
Jacarandas” en Atizapán, Estado de México para conocer cómo se da el 
consumo y se construyen procesos de interacción social. 
 
La hipótesis señala que a partir del consumo de bienes materiales, culturales, 
así como de las competencias en la adquisición de un producto, los actores 
 
9
 Thompson, John B. (1999) “El concepto de cultura”. Ideología y cultura moderna, UAM, México, Pp. 
183-203 
 
construyen procesos de interacción social. A lo largo del presente trabajo se 
confirma la hipótesis positivamente 
El presenta trabajo de investigación está estructurado de la siguiente forma: 
 
En el primer capítulo se presentan los conceptos fundamentales a desarrollar 
en el presente trabajo, a partir de la teoría de las formas simbólicas de John B. 
Thompson, el consumo cultural de Néstor García Canclini y desde la 
perspectiva teórica de comunicación en la cultura de Jesús Martín Barbero. 
En el segundo capítulo se pretende ubicar en tiempo y espacio el fenómeno 
cultural de los tianguis en México para comprender cómo se ha transformado 
el comercio desde la época prehispánica hasta nuestros días, así como el 
cambio que ha sufrido la representación social de esta práctica comercial. 
 
En el tercer capítulo explicar de manera muy general la metodología 
cuantitativa y cualitativa, así como caracterizarlas y establecer el punto de 
reunión entre ambas, señalar la importancia de su aplicación en conjunto y las 
ventajas que conlleva establecer un multímetodo que se nutre de ambas 
perspectivas metodológicas, además ofrecer al lector un panorama de 
convergencia entre ambas. De igual manera establecer y determinar las 
técnicas metodológicas cuantitativas y cualitativas que se utilizarán para 
responder la pregunta general de investigación 
 
El cuarto capítulo tiene como finalidad interpretar los resultados obtenidos en 
un contexto específico, que involucre las categorías teóricas que fungieron 
como piedra angular de la investigación en un marco estrechamente 
relacionado al capítulo metodológico. 
Finalmente en el último apartado se presentan las conclusiones, en dicho 
apéndice se concluye que el consumo cultural en los tianguis de San Andrés y 
Jacarandas se realiza a través del intercambio comercial, ideológico y 
simbólico por medio del regateo y la construcción de lazos sociales y afectivos 
entre consumidores y tianguistas a partir de la proximidad del capital cultural, 
simbólico y económico que comparten. 
Cabe señalar que las limitaciones de la presente investigación obedecen a los 
recursos del investigador desde el tiempo disponible de planeación y desarrollo 
del proyecto hasta los recursos materiales, económicos y humanos necesarios 
para alcanzar el objetivo teórico y metodológico del presente estudio de los 
tianguis como fenómenos culturales. 
En particular, el presente trabajo carece de datos estadísticos que completen la 
visión global del fenómeno por lo que se propone al lector el estudio del 
fenómeno desde el campo comunicativo a través de una encuesta exploratoria 
que permita conocer a profundidad algunas características identitarias, 
sociales, culturales de los consumidores en el tianguis. 
Entonces dejamos abierta la puerta a aquel investigador que se interese en 
ampliar el estudio de los tianguis desde la óptica comunicativo-cultural y los 
procesos de consumo simbólico y apropiación que hay detrás. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
CAPÍTULO I 
 
 UNA MIRADA TEÓRICA: EL CONSUMO 
CULTURAL EN LOS 
TIANGUIS 
 
 
 El campo de la comunicación es harto extenso en su práctica y enseñanza, 
no sólo se limita al periodismo en medios escritos e internet, a los formatos 
televisivos y radiofónicos, o a la comunicación organizacional, razón por la que 
los comunicólogos se han merecido la frase y ya casi slogan “aprendices de 
todo, oficiales de nada”. 
 No obstante en la investigación científica la comunicación tiene un papel 
importante no sólo por la flexibilidad de la ciencia como tal y la permeabilidad 
que le adscribe sus características teóricas y pragmáticas, sino porque se ha 
extendido y nutrido de diversas disciplinas tales como la sociología y la 
antropología, por señalar algunas. 
 A su vez, dicha hibridación científica ha permito el estudio de diversos 
fenómenos culturales en la vida cotidiana. De acuerdo con Giménez1 la 
hibridación consiste en la fusión, recombinación o cruzamiento de 
especialidades o de fragmentos de disciplinas vecinas. Cabe señalar que no 
abarca las disciplinas completas, únicamente los sectores parciales de la 
misma. 
 Si en el ámbito periodístico y en medios electrónicos se han incorporado 
otras disciplinas como la literatura o el melodrama teatral respectivamente, y en 
el caso de la comunicación organizacional la psicología ha sido piedra angular, 
en dicha adscripción el campo de la investigación científica ha destacado aún 
más. 
 La comunicación ha expandido su campo al estudio de los fenómenos 
culturales y comunicativos a través de una fusión interdisciplinaria que ha 
permitido la incorporación de teorías, modelos, metodologías de investigación, 
técnicas, entre otros, de dichas ciencias sociales. 
 De acuerdo con Inés Cornejo Portugal autores como Fiske, Thompson, 
Griswold, Morley, Curran, Bordeui, Geertz y otros contribuyen con destacado 
aportes –a través de la sociología, antropología, etnografía, lingüística, 
semiótica- para analizar e interpretar, desde el actor intencional, las múltiples y 
 
1
 Gilberto Giménez en Cornejo Portugal, Inés. El lugar de los encuentros. Comunicación y cultura en un 
centro comercial, Universidad Iberoamericana, México, 2007, p.10 
diversas prácticas comunicativas y culturales.2 A ellos, tendríamos que añadir 
pertinentemente los nombres de Jesús Martín Barbero, Néstor García Canclini, 
Jorge González, José Manuel Valenzuela Arce. 
 Quienes a través de sus textos y aportes teóricos y metodológicos han 
logrado perfilar la relación entre comunicación y, concretamente, cultura 
popular. Así como proponer distintas líneas de investigación que finalmente 
convergen en el análisis cultural de los fenómenos más cotidianos, tal como 
señaló Jesús Galindo “Lo extraordinario de lo ordinario.” 
 Por lo que el objetivo del presente apartado teórico es ofrecer una 
perspectiva comunicativa-cultural respecto al fenómeno cultural del comercio 
público que nos permita analizar las prácticas culturales en los tianguis de “San 
Andrés y Jacarandas” Atizapán, Estado de México para conocer cómo se da el 
consumo cultural y se construyen procesos de interacción social; tomando en 
cuenta al sujeto como receptor y productor de cultura inserto en un contexto 
socio histórico estructurado. 
 Para ello es necesario redefinir el concepto de cultura desde una mirada 
holística y fuera de la concepción común que se tiene de “lo popular y lo 
folclórico” como una práctica exclusiva de las masas o los grupos socialmente 
subalternos. Plantearla desde una construcción teórica enfocada en la 
relevancia de las prácticas culturales y comunicativas de los actores así como 
la forma en que dichos actos configuran la construcción de sentido de la 
realidad. 
Cabe mencionar que para alcanzar tal fin, autores como John Thompson, 
Jesús Martín Barbero, Néstor García Canclini y en un segundo orden José 
Manuel Valenzuela Arce y Jorge González, servirán de eje teórico en la 
realización del presente capítulo.2
 Cornejo Portugal, Inés. El lugar de los encuentros. Comunicación y cultura en un centro comercial, 
Universidad Iberoamericana, México, 2007,pág.42 
1. Comunicación y cultura 
 
 ¿Qué entendemos por cultura? ¿Cuál es la definición más exacta? ¿Aquella 
que remite a la concepción elitista o la que enaltece el folclor y lo popular como 
únicos rasgos determinantes? 
 Históricamente el concepto ha cambiado y adaptándose a los contextos socio 
históricos y a los procesos de mercantilización y globalización, John B. 
Thompson3 plantea una definición de cultura fuera de esta concepción clásica y 
distingue tres términos: la concepción descriptiva, la concepción simbólica y la 
concepción estructural.. 
 La primera se refiere al conjunto de diversos valores, creencias, costumbres, 
convenciones, hábitos y prácticas característicos de una sociedad en particular 
o de un periodo histórico. Mientras que la segunda remite a los fenómenos 
culturales como fenómenos simbólicos. 
 Para Thompson la cultura consiste en significados, normas y valores que las 
personas producen activamente, partiendo de sus experiencias y relaciones 
sociales, es el contexto en el cual la gente construye su identidad. Una 
identidad que se ve conformada por las distintas prácticas comunicativas y 
culturales, que varían de acuerdo al contexto social, histórico, económico y por 
supuesto político en que convergen los actores. 
 Propone la concepción estructural de la cultura, como una tercera definición, 
y señala que los fenómenos culturales pueden entenderse como formas 
simbólicas en contextos estructurados; y el análisis cultural puede interpretarse 
como el estudio de la constitución significativa y de la contextualización social 
de las formas simbólicas. 
 Por ello, una vez contempladas estas perspectivas, es necesario reconstruir y 
redefinir el concepto de cultura pertinente para dicha investigación. 
Entendemos por cultura: “...el conjunto de creencias, costumbres, ideas y 
valores, así como los artefactos, objetos e instrumentos materiales que 
 
3
 Thompson, John B. (1999) “El concepto de cultura”. Ideología y cultura moderna, UAM, México, P. p., 
184-185 
adquieren los individuos como miembros de ese grupo o esa sociedad...”4“que 
se insertan en contextos y procesos socio históricos estructurados”5. 
 De hecho, dentro de esta redefinición de la cultura se configuran, lo que 
Thompson define como formas simbólicas,6 las acciones, objetos y expresiones 
significativas de diversos tipos en tanto significativos que se producen, 
transmiten y reciben de manera institucionalizada en un contexto socio-
histórico. 
 Como es el caso de los tianguis, las formas simbólicas son todas las 
expresiones de un sujeto para otro sujeto que significan y comunican para el 
otro siempre y cuando se comparta el escenario social y hasta la pertenencia 
social. Los comerciantes y consumidores de los tianguis se comunican 
constantemente a través de la actividad comercial, sin embargo el acto no se 
limita a una transacción monetaria sino que implica una serie de actos 
culturales y sociales que merecen una reflexión teórica. 
 Podemos señalar entonces, que en las prácticas culturales que los individuos 
realizan cotidianamente está implícito un acto comunicativo, que desentraña a 
su vez un acto simbólico que expresa y comunica por sí solo, y que además 
interviene en la interacción social de los actores; Lluis Duch7 señala que la 
comunicación es un dato antropológico fundamental, imprescindible e 
imprescriptible, porque, desde el nacimiento hasta la muerte, la constitución del 
ser humano exige inacabables procesos de transmisión que permiten -o 
deberían permitir- la conversación de la “mera” información en auténtica 
comunicación humana. 
 Cada acción y expresión que producen, transmiten y reciben los sujetos no 
se encuentran aislados sino que están mediados por el contexto en espacio y 
tiempo, en que se generan; en su construcción y desarrollo intervienen el 
escenario social, histórico y político que enmarca cada forma simbólica. Esta 
contextualización ayuda a comprender en mayor medida la construcción de las 
 
4
 Thompson, John B. (1999) “El concepto de cultura”. Ideología y cultura moderna, UAM, México, Pág. 
pág.,194 
5
 Thompson, Jhon B., Op. Cit. pág.,203 
6
 Íbidem., Pág.203 
7
 Duch ,Lluis. Estaciones de Laberintos. Ensayos de Antropología. Edit. Herder Barcelona, 2004 pp.90-91 
acciones expresiones y hasta los objetos culturales que cotidianamente 
realizan los individuos. 
 Ahora bien, retomando la relación comunicativa-cultural implícita y manifiesta 
en las prácticas cotidianas de los individuos, y de manera muy general, 
¿cuáles son las prácticas culturales que los consumidores del tianguis de “San 
Andrés y Jacarandas” realizan y de qué manera se insertan en la concepción 
estructural de la cultura antes señalada? ¿cómo se construyen los procesos 
comunicativos y de qué forma se relacionan socialmente los actores? 
 Antes de continuar con los cuestionamientos principales que guiaran la 
presente investigación, es necesario hacer la distinción entre la cultura popular 
y la visión elitista y clásica de la cultura que se mencionaba al inicio del texto. 
 
1.1.1 La concepción de la cultura popular 
 
 Derivado del concepto principal de cultura arriba señalado, puede 
contemplarse la cultura popular, urbana, obrera, de masas, contracultura, por 
mencionar algunas; todas las clasificaciones han sido estudiadas desde 
diversas lógicas y perspectivas teóricas. 
 José Manuel Valenzuela Arce8 señala que las conceptuaciones sobre lo 
popular elaboran nociones imprecisas sobre el pueblo, o los umbrales entre lo 
considerado culto/elitista y lo popular/subalterno; menciona la visión casi 
indigenista-antropológica sobre las prácticas culturales de los grupos 
dominados y lo folclorizado. Valenzuela Arce comenta que desde mediados de 
la década de los años setenta se han realizado una gran cantidad de 
investigaciones y textos que utilizan el concepto de cultura popular o culturas 
populares para el análisis de la compleja realidad de los sectores subalternos. 
No obstante, agrega que su profusa utilización, prevalece una visión 
heterogénea y polisémica de lo popular y sus implicaciones 
 
8
 Valenzuela, Arce José Manuel (2003), Los estudios culturales en México, México, Fondo de Cultura 
Económica-CONACULTA, pág. 211 
 
 Por su parte, Jorge González9 coincide con Valenzuela y refiere a la limitada 
concepción de lo “popular” como si se definiera exclusiva, pero doblemente, por 
la candidez curtida de los rostros del campo y por la embriaguez exótica de las 
grequitas y las plumas de sus atuendos. González10 afirma que esta visión 
propicio la construcción de un mirador, una terraza (y desde ella todo un 
panorama) a partir del cual se podía contemplar la cultura “popular” en toda su 
pureza y mexicanismo esplendor; donde la cultura vernácula, allá en el fondo 
aparecía –de pechito- lista para ser retratada, rescatada, y valorada por la 
“otra” cultura. 
 Valorada por aquella que estaba legitimada desde su producción e 
instauración por los grupos social y culturalmente dominantes que observaban 
las prácticas populares, de forma masificada y común, lejanas a las 
configuraciones estéticas y artísticas de la cultura clásica11 que prevalecía 
privilegiando el ennoblecimiento del alma y espíritu. 
 Valenzuela Arce12 ofrece una perspectiva en la que los grupos subalternos 
están sujetos las imposiciones de los dominantes y la configuración que éstos 
realizan en los ámbitos económico, político y principalmente social-cultural; de 
tal manera que el poder es ejercido hegemónicamente y de manerareconocida 
y legitimada. 
 Al respecto de tal distinción de cultura, acertadamente Carlos Monsiváis13 
considera que la cultura popular no es la suma mecánica de los ofrecimientos 
de una industria sino la manera en que una colectividad asume y asimila 
transformándolos en búsqueda de derechos: al trabajo, al humor, a la 
sexualidad, a la vida ciudadana. Inferimos entonces que la cultura popular no 
 
9
 González, Jorge A. (1994), Más (+) Cultura (s). Ensayo sobre realidades plurales, México, 
CONACULTA, pp. 54-55 
 
10
 Ibídem. Pág-55 
 
11
 Thompson, John B. (1999) “El concepto de cultura”. Ideología y Cultura Moderna, UAM, México. 
pág.184 
 
12 Valenzuela, Arce José Manuel (2003), Los estudios culturales en México, México, Fondo de Cultura Económica-
CONACULTA, Pág. 258 
 
13 Carlos Monsivais en Sunkel, Guillermo (1999), El consumo cultural en América Latina, Bogotá, Colombia, 
Convenio Andrés Bello, pp. 13-14 
 
equivale a la cultura de masas o a un proceso de construcción determinado 
únicamente por las lógicas mercantiles y los procesos de globalización sino que 
reúne las prácticas sociales y comunicativas y artísticas de los grupos que 
históricamente se conformaron de manera subordinada sólo en referencia a la 
cultura clásica dominante más no en el valor simbólico de dichas prácticas. 
 Finalmente Valenzuela Arce14 sintetiza la definición de lo popular como una 
condición situacional que define prácticas socioculturales propias, apropiadas, 
negociadas o recreadas de los sectores subalternos. Y asevera que las 
culturas populares cobran forma y sentido en redes de habitación social donde 
destacan aquellas referidas a los ámbitos de naturaleza íntima o cotidiana 
como la familia, el barrio y las redes de relaciones intensas (familiares y 
afectivas), que muchas veces se encuentran en disputa con los procesos de 
socialización institucional u oficial. 
 Con esta definición Valenzuela cerca el concepto de cultura popular a las 
prácticas culturales, sociales y comunicativas que los grupos socialmente 
dominados realizan en su vida cotidiana. 
 Mientras que John B. Thompson va más allá de las concepciones anteriores 
y hace referencia a la cultura popular15 desde otra mirada, ofrece un enfoque 
más amplio en el cual toda manifestación cultural es valiosa por el uso y 
apropiación que los actores hacen de ella. Thompson enfatiza en el valor 
simbólico de cada práctica popular en cuanto lo que significa, expresa y 
comunica así como en la forma en que los actores se apropian y reproducen 
las formas simbólicas en su vida cotidiana. 
 Ahora bien, una vez caracterizada la cultura popular podemos dar inicio al el 
desarrollo del marco teórico del consumo cultural en los tianguis de San Andrés 
y Jacarandas; para tal fin es preciso configurar y determinar las formas 
simbólicas insertas en una matriz cultural como lo es el tianguis y sus 
características primordiales. 
 
14
 Valenzuela, Arce José Manuel (2003), Los estudios culturales en México, México, Fondo de Cultura Económica-
CONACULTA, Pág. 258 
 
 
 
1.1.1.2 Las formas simbólicas dentro de la cultura popular en los tianguis 
 
 Los objetos, acciones y expresiones significativas que se producen, reciben 
y transmiten en los tianguis están determinadas por distintas características 
tales como la intencionalidad, la cual refiere a las expresiones de un sujeto 
para un sujeto, es decir, la relación que existe entre el consumidor y el 
vendedor como una práctica más que comercial: lo que el comerciante quiere y 
desea expresar a la clientela de un tianguis, y de igual manera lo que los 
consumidores expresan a los tianguistas, cabe preguntar ¿Cómo es la 
interacción entre los diferentes los actores dentro de los tianguis? 
 Dentro de los tianguis existen códigos y parámetros establecidos implícita o 
explícitamente por los comerciantes y los consumidores en la compra-venta de 
bienes materiales y culturales, se regula la producción de bienes así como las 
códigos de intercambio social y mercantil de los actores, se determina lo que 
está permitido y lo que no dentro del comercio público, es decir, lo 
convencional de las prácticas culturales se delimita en función de las lógicas de 
producción particulares y generales de los tianguis e incide en el 
comportamiento de los individuos. 
 La pregunta es ¿lo convencional del comercio público en los tianguis 
determina en cierta medida el comportamiento de los actores? Para contestar 
dicha interrogante es necesario llegar antes a lo estructural de las formas 
simbólicas, ya que implica las construcciones que representan una estructura 
articulada, es decir, la forma que determina en sí a la forma simbólica. Precisar 
la manera en que se construye, articula y organiza el tianguis de “San Andrés y 
Jacarandas” posibilita conocer la manera en que actúan socialmente los 
consumidores respecto a las características físicas y normativas del tianguis. 
 Además de analizar la forma en que se construye el comercio público en un 
tianguis: los espacios y zonas urbanas destinadas a los tianguis, la articulación 
y orden de los puestos, la organización social de los comerciantes, por 
mencionar algunos, cabe mencionar ¿Cuáles el reglamento bajo el que opera 
el comercio en San Andrés y Jacarandas como tianguis sujeto a una 
normatividad municipal? ¿Cómo se ejerce la institucionalidad de la forma 
simbólica del tianguis respecto al contexto social, económico y político de la 
demarcación a la que pertenecen? ¿Quién o quienes determina la organización 
y estructura del tianguis de San Andrés y Jacarandas? 
 
 En las prácticas culturales subyacen diferentes procesos de ritualidad que se 
plasman en la memoria colectiva y están determinadas por lo contextual de las 
formas simbólicas. Thompson hace hincapié en que toda forma simbólica, 
expresión de sujeto para otro sujeto, se encuentra inserta en un contexto socio 
histórico que a su vez determina las prácticas culturales. En la construcción 
social e histórica de los tianguis contexto permitirá conocer cómo se ha 
configurado su estructura y organización, es decir lo estructural de las formas 
simbólicas puede analizarse desde lo contextual de la forma y situarse en un 
marco actual. 
 Y es en el contexto socio histórico del comercio público en el que será 
necesario delimitar el campo en que se ubican las formas simbólicas de los 
tianguis como espacios de interacción familiar, para ello es preciso ubicar el 
espacio simbólico de esta matriz cultural. En otras palabras, el comercio 
público (nivel macro) equivale al campo que regula la interacción entre los 
consumidores y comerciantes (actores) específicamente en un tianguis (nivel 
micro): ¿Cual es el campo en que se ubican las formas simbólicas de los 
tianguis como espacios de interacción familiar? ¿Cómo está 
delimitado?¿Cuáles son sus características? 
1.1.1.3La producción de las formas simbólicas 
 En la presente investigación el análisis cultural de las formas simbólicas 
manifiestas en las prácticas de consumo en el comercio público, se limitara a la 
producción de las mismas aunque también están insertas en los procesos de 
transmisión y recepción de las mismas. 
 Entendemos la producción de las formas simbólicas en el comercio público, 
como los espacios simbólicos que generan procesos de interacción social en el 
que se crean códigos de los cuales se valen los actores para socializar y 
reafirmar el intercambio cultural e ideológico, así como el consumo de bienes 
materiales y culturales bajo un contexto social e histórico que condiciona o 
incide en la producción de las acciones y expresiones de los sujetos que se 
apropian de esta práctica comunicativa y cultural. 
 Respecto a la transmisión de las formas simbólicasseñalaremos que ésta 
remite a los modos en que interactúan los actores dentro del tianguis, ya sea al 
interior de las familias consumidoras, entre las familias y los comerciantes, o la 
socialización dentro de la red de comerciantes. 
 Las manifestaciones culturales que se presentan en los tianguis convergen 
en la memoria colectiva, los diferentes códigos con sus distintos simbolismos y 
significados, y la ritualidad del intercambio más que comercial entre los actores 
que consumen y/o practican esta manifestación popular posibilitan la 
interacción y conformación de grupos socialmente afines. 
 Por otro lado la recepción es un proceso en el que los actores se apropian de 
estas prácticas populares dentro de los tianguis, plazas y mercados, los usos 
que les dan a los diferentes códigos que se manejan en las prácticas de 
consumo y en la construcción de redes sociales. Cabe mencionar que los 
actores en el comercio público no sólo satisfacen sus necesidades de 
consumo, sino que posiblemente establecen una relación social con los 
comerciantes y refuerzan la interacción al interior del núcleo familiar en cada 
visita. 
1.1.1.4 El contexto socio histórico de las formas simbólicas 
 Por lo anterior, es posible analizar el contexto socio histórico, la constitución 
de las formas simbólicas en el comercio público, y su inserción en una 
estructura social a través del mapa esquematizado que propone Jesús Martín 
Barbero. 16 En el cual, la mirada histórica: el surgimiento de los tianguis, plazas 
y mercados desde la época prehispánica y como una herencia de los mexicas, 
los elementos que se han rescatado de los tianguis de antaño, los usos y 
 
16 Martín, Barbero Jesús (2002) Oficio de cartógrafo. Travesías latinoamericanas de la comunicación en la 
cultura, México, Fondo de Cultura Económica, Pág., 227 
 
costumbres que en ellos imperan así como las tradiciones, costumbres y su 
transformación -lo que Barbero llama los formatos industriales-, nos permitirá 
conocer, en una retrospectiva histórica, bajo que estructura se regula el 
funcionamiento del comercio público y cómo se diferencia de las grandes 
cadenas de supermercados. 
 En consecuencia, es necesario determinar las lógicas de producción bajo las 
que operan los tianguis, es decir, cuál es el funcionamiento mercantil al que 
obedece el comercio público: las lógicas capitalistas, el consumo y las 
relaciones de compra venta, la oferta y la demanda; para conocer cuales son 
las estructuras mercantiles que regulan la producción de los espacios 
comerciales. 
 Este enfoque nos permitirá conocer el momento en que surge el comercio, su 
desplazamiento a las áreas públicas y el surgimiento del comercio informal, así 
como los puntos de convergencia y diferenciación con el comercio -
“legitimado”- en los supermercados y tiendas de autoservicio. De igual forma 
nos permitirá conocer cuál es el imaginario simbólico que se tiene de las 
prácticas comerciales en el ámbito público-informal y cómo se contraponen al 
consumo en sitios reconocidos y legitimados socialmente como los 
supermercados. Si el consumo está determinado por el capital económico 
cultural y simbólico de los actores o por una cuestión de status social. 
1.2 El consumo cultural en los tianguis “San Andrés y Jacarandas” 
 El tianguis es un espacio social público que va más allá a un centro de abasto 
popular sino que propicia las relaciones sociales entre los sujetos que acuden a 
dichos centros de reunión pública. 
 Según Inés Cornejo17 El comercio, antes de significar una forma de 
intercambio comercial y el lugar físico donde se efectúa, designa tanto la 
manera de comportarse en sociedad como las relaciones que se establecen. 
Los lugares comerciales con sitios de intercambio tanto social y cultural como 
mercantil. Como espacio público, es decir, como “lugar de experiencia” de la 
 
17
 Cornejo Portugal, Inés. El lugar de los encuentros. Comunicación y cultura en un centro comercial, 
Universidad Iberoamericana, México, 2007, p.113 
alteridad, de “exposición de sí mismo a la mirada del otro”, constituye un lugar 
de intermediación en la relación público/privado. 
 El espacio físico en sí determina las acciones y prácticas culturales, 
comunicativas y por supuesto mercantiles de los actores de manera que el 
comportamiento de un individuo que acostumbra a comprar en un tianguis 
difiere de un sujeto que frecuentemente compra en un supermercado, plaza 
comercial o el llamado mall. Las reglas o lógicas de compra venta están 
mediadas por el espacio de intercambio comercial en cuanto a sus 
características simbólicas y la representación social y concepción que se tenga 
del lugar. 
 Inés Cornejo, por ejemplificar, señala que el centro comercial es un espacio 
de carácter público/mercantil que puede ser transformado en privado/simbólico. 
Con base en la noción de “frecuentación”, asumimos que las personas lo 
modifican de manera espontánea, siempre en relación con los demás, en 
espacio simbólico. Para Monnet, la frecuentación es una forma de apropiación 
que da u carácter privado o público al espacio, independientemente de su 
estatuto jurídico.18 
 De igual manera sucede con el comercio público en los tianguis, la diferencia 
esencial radica en lo estructural de la forma simbólica del tianguis y las que 
subyacen dentro de ésta. De manera que las instalaciones modernas y un tanto 
lujosas de los supermercados poseen características estructurales y estéticas 
que se contraponen notablemente a las calles y espacios urbanos destinados 
al comercio público en los tianguis. 
 Mientras los tianguis funcionan determinados días a la semana en el mismo 
sitio y por lo tanto la frecuentación de los consumidores está en función de las 
características normativas y de organización, los supermercados poseen una 
estabilidad mayor al contar con un espacio cerrado y accesible todos los días 
de la semana la lógica comercial bajo la que operan también esta determinada 
por la estructura y organización interna del supermercado. 
 
18
 Ibidemp.113 
 Sin embargo el punto donde convergen ambos espacios comerciales, el 
tianguis y el supermercado, se centra en el consumo cultural,19el cual está 
definido como un conjunto de procesos de apropiación y usos de los productos 
en que el valor simbólico prevalece sobre el valor de uso y cambio. 
 Inés Cornejo puntualiza que en los centros comerciales concurren las dos 
dimensiones del consumo: mercantil y la simbólica; sin embargo notamos 
también que la mayoría de las personas trascienden el ámbito mercantil del 
centro comercial a través de las acciones como el vitrineo, la apropiación 
simbólica del territorio y los vínculos emocionales temporales o espontáneos 
(socialidad), por medio de los cuales construyen micro colectividades20. 
 El consumo está determinado también por la oferta hacia el público, si bien el 
tianguis de la zona de “San Andrés” se caracteriza y configura de manera 
disonante con el de la parte de “Jacarandas” habría qué preguntar ¿cuál es la 
oferta y demanda de los consumidores que acuden a cada zona y si convergen 
en alguna oferta y de qué manera? 
Para conocer cuál es la oferta, demanda y los consumidores habría que 
contemplar, de ante mano, si existen procesos de apropiación en este consumo 
más que mercantil. Ello nos permitirá conocer las prácticas que realizan los 
sujetos y conocer cómo las reproducen en la vida cotidiana, por ello cabe 
cuestionar ¿si en los tianguis de San Andrés y Jacarandas existe una 
apropiación del espacio por parte de los consumidores? ¿Cuáles son las 
prácticas que propician el consumo cultural? Y a partir de éstas, ¿cómo se 
construyen procesos de interacción social entrelos sujetos que acuden al 
tianguis? 
 Cómo ratifica Sunkel Guillermo se trata de comprender las formas de 
socialidad que se producen en los trayectos de consumo, en los que éstos 
tienen de competencia cultural,21desde la perspectiva que contempla al tianguis 
 
19
 García Canclini Néstor, “El consumo cultural: una propuesta teórica” en Sunkel Guillermo /coord.) 
(1999), El consumo cultural en América Latina, Bogotá Colombia, Convenio Andrés Bello. Pág. 16 
 
20
 Ibidem pág.131 
21
 Sunkel, Guillermo (1999), El consumo cultural en América Latina, Bogotá, Colombia, Convenio Andrés Bello, 
p.21 
 
más allá de un centro de abasto de víveres y artículos para el hogar, sino 
desde la mirada que observa a la forma simbólica como un sitio de reunión 
pública y social que propicia la construcción de lazos y colectividades 
distinguibles. 
1.2.1 La identidad y la socialidad 
 Para entender llegar a comprender la interacción social de los actores es 
preciso definir la identidad Gilberto Giménez22 advierte que la teoría de la 
identidad permite entender y explicar mejor la acción e interacción social pues 
es la identidad la que permite a los actores ordenar sus preferencias y escoger, 
en consecuencia, ciertas alternativas de acción. Concibe a la interacción como 
el “médium” donde se forma, se mantiene y se modifica la identidad de tal 
forma que permite que los sujetos reconozcan los efectos de su acción como 
propios y se los atribuyan. 
 La identidad de los actores de y de consumo, los comerciantes como 
miembros de un grupo social dedicado a la venta de un bien material, la 
identidad de los miembros de cada familia que acude los tianguis como un 
ritual que forma parte de la convivencia social, serán analizadas en la presente 
investigación para identificar cómo es que se construyen y a partir de que 
prácticas se reafirman o transforman: cómo el consumo en el tianguis posibilita 
la diferenciación social o la construcción de la identidad de los actores. 
 Y en este tenor no es posible olvidar el universo simbólico que existe en los 
tianguis, la diversidad de los sujetos en cuanto a grupo y clase, pues la 
actividad comercial es parte de los seres humanos; de modo que es posible 
encontrar en los tianguis a individuos con capitales culturales distintos pero que 
convergen en prácticas culturales similares. 
 Pertenecer a un grupo o a una comunidad implica compartir –al menos 
parcialmente- el núcleo de representaciones sociales que los caracteriza y 
define. Las representaciones sociales, así definidas –siempre socialmente 
contextualizadas- sirven como marcos de percepción e interpretación de la 
realidad, y también como guías de los comportamientos y prácticas de losa 
 
22 Gilberto Giménez en Valenzuela Arce José Manuel (2000) Decadencia y auge de las identidades, México, El 
Colegio de la Frontera Norte, Pp.71-72 
gentes sociales.23 La idea o representación que se tiene del comercio público 
en los tianguis difiere del consumo en un supermercado, dicha construcción 
está configurada según de la mirada del sujeto respecto a la práctica, incluso 
se le atribuye un valor simbólico distinto. 
 Gilberto Giménez Montiel24 define las representaciones sociales como “un 
conjunto de informaciones, creencias, opiniones y actitudes a propósito de un 
objeto determinado.” Socialmente comprar en un supermercado es aceptado y 
reconocido mientras que comprar en un tianguis es desvalorizado y se ve como 
una práctica menospreciada porque se observa desde una lógica modernista 
en que los malls y grandes plazas comerciales han desplazado física, simbólica 
y culturalmente debido la idea de modernidad y vanguardia que se les atribuye. 
 Inés Cornejo, en el siguiente cuadro puntualiza algunas representaciones, por 
oposiciones semánticas, de los tipos de comercio en México25: 
ESTABLECIMIENTOS ESTABLECIDOS, PLAZAS 
COMERCIALES 
PLAZAS, TIANGUIS 
Ubicación 
Calidades 
Empresas/lógicas 
Proceso 
Paisaje 
Temporalidad 
Índice de desarrollo 
Público/privado 
Manzanas 
Grandes pequeñas 
Capitalistas, familiares 
Formalidad, ilegalidad 
Estética urbana 
Modernidad, tradición 
En vías de desarrollo 
Publicización del espacio 
privado 
Calles, plazas 
Microempresarios pero 
numerosos 
Sobrevivencia, ilegalidad 
Informalidad, precariedad 
Contaminación visual 
Arcaísmo, inercia 
Subdesarrollo 
Privatización, espacio 
público 
 Las representaciones sobre una forma simbólica intervienen en las 
características identitarias de los sujetos en cuanto operan como 
construcciones e interpretaciones de la realidad mediatizando las relaciones 
sociales que establecen los sujetos. 
 
23
 Ibidem., pág.54-55 
24
 Giménez Montiel, Gilberto. Teoría y análisis de la cultura, La concepción simbólica de la cultura. Vol1, 
CONACULTA,México, 2005. P.p. 82-84 
 
25 Cornejo Portugal, Inés. El lugar de los encuentros. Comunicación y cultura en un centro comercial, Universidad 
Iberoamericana, México, 2007, p.119 
 Las personas también se distinguen por una determinada configuración de 
atributos considerados como aspectos de su identidad. “Se trata de un conjunto 
de características tales como disposiciones, hábitos, tendencias, actitudes o 
capacidades, a lo que se añade lo relativo a la imagen del propio cuerpo”26 
Desde está posición los sujetos que consumen y ofertan en un tianguis se 
diferencian de los que lo hacen en un supermercado, respecto a las prácticas 
sociales distintas que realizan en un espacio comercial público, en cuanto 
algunas características identitarias como es el lenguaje. Ya que el lenguaje de 
un tianguista dela parte de “San Andrés” difiere notablemente al de un 
vendedor en un supermercado. 
 Hasta aquí hemos caracterizado el concepto de identidad y la manera en que 
su análisis posibilita entender la construcción de lazos sociales de los actores 
que realizan prácticas culturales en los tianguis de “San Andrés y Jacarandas”, 
ahora bien es preciso plantear cuáles son las características de los actores 
sociales que les permite entretejerse socialmente y comunicarse. 
1.2.2 Competencia cultural: el capital cultural económico, cultural y 
simbólico de los consumidores 
 Jorge González27 propone caracterizar a la cultura como una dimensión 
omnipresente de las relaciones sociales, mientras que Jesús Martín Barbero 
afirma que las relaciones sociales que se establecen en las prácticas de 
consumo dentro de los tianguis se ven atravesadas por la forma en que los 
sujetos, desde sus posiciones sociales, llegan a comprender e interpretar la 
realidad o formas simbólicas28. Refiere al manejo de los distintos códigos 
sociales y culturales que poseen los actores -consumidores y vendedores- y de 
los que se valen para competir con los demás en las prácticas de consumo 
cultural y comercial dentro de los tianguis, mercados y plazas. 
 Recordemos que John B. Thompson señala que las formas simbólicas 
pueden caracterizarse, por ejemplo, por ser relaciones asimétricas de poder, 
 
26
 Ibidem., pág.56 
27 González, Jorge A. (1994), Más (+) Cultura (s). Ensayo sobre realidades plurales, México, CONACULTA, pág. 
59 
28
 Llamadas Competencias de Recepción o Consumo. Martín, Barbero Jesús, (2002) Oficio de Cartógrafo. 
Travesías Latinoamericanas de la comunicación en la cultura, México, Fondo de cultura Económica, Pág., 
227 
por un acceso diferencial a los recursos y oportunidades, y por mecanismos 
institucionalizados para la producción, transmisión y recepción de las formas 
simbólicas.29 
 Esta competencia está mediada por el conjunto de bienes materiales y las 
posesiones del sujeto, es decir, los recursos económicos monetarios delos que 
se valen los actores para consumir bienes materiales dentro del comercio 
público, así como de los comerciantes para vender sus productos y competir 
con los demás vendedores. Barbero lo define como el capital económico. 
 Así como por los conocimientos y la percepción de los actores que delimita 
los códigos de recepción de los que echan mano los comerciantes para vender 
su producto y socializar, la habilidad de los consumidores para entretejerse 
socialmente con los comerciantes y la capacidad de los actores para establecer 
el intercambio cultural y reafirmar su ideología. Ello equivale al capital cultural 
de los sujetos. 
 No olvidemos que el reconocimiento social, prestigio, el status; es decir, la 
concepción social que se tiene del comercio público, la idea e imagen que se 
concibe de esta práctica – el capital simbólico – interviene en los procesos de 
consumo y socialización de los actores. 
 De modo que el capital económico, cultural y simbólico de los sujetos que 
acuden al comercio público determina la trama de relaciones cotidianas que 
tejen al juntarse y en la que anclan los procesos primarios de interpelación y 
constitución de las identidades.30Es decir, este proceso de socialidad nos 
permitirá conocer la forma en que los sujetos dentro del comercio público se 
relacionan y cómo construyen o reafirman su identidad a partir de las 
relaciones sociales establecidas. 
 Asimismo, cómo a partir de esta práctica definen e interpretan el mundo, 
orientan su acción y construyen sentidos socialmente objetivados, que lejos de 
 
29 Thompson, Jhon B., (1999) “El concepto de cultura”. Ideología y cultura moderna, UAM, México Pág., 
203 
30Íbidem., Pág. 227 
radicar en la pura subjetividad de los individuos, operan, funcionan, “viven” y 
son analíticamente destacables en y por las relaciones sociales.31 
 Incluso el modo en que los sujetos construyen su memoria colectiva a partir 
de las relaciones sociales que establecen en estas prácticas de consumo, 
induce y construye paulatinamente una ritualidad; son las formas o rituales que 
los actores realizan antes de acudir a un tianguis, cómo se relacionan a su 
llegada, durante el trayecto o recorrido y las actividades posteriores al 
consumo, las que crean un imaginario que se inserta en un proceso tradicional 
y de costumbres que se fija, a su vez, en las prácticas culturales de los sujetos. 
 A partir de las prácticas de consumo, los procesos de socialidad, así como 
las competencias de recepción que establecen los sujetos –aunado a su capital 
económico, cultural y simbólico- dentro del comercio público, es que los 
actores construyen su identidad. 
 Entonces podemos asumir la identidad como la auto percepción de un sujeto 
en relación con los otros; a lo que corresponde, a su vez, el reconocimiento y la 
“aprobación” de los otros sujetos. En suma, la identidad de un actor social 
emerge y se afirma sólo en la confrontación con otras identidades en el 
proceso de interacción social, la cual frecuentemente implica relación desigual 
y, por ende, luchas y contradicciones.32 
1.3 ¿Quienes visitan los tianguis?: Los frentes culturales o las arenas de 
lucha 
 El comercio público es un ámbito harto en diversidad cultural, físicamente, los 
tianguis se han convertido en lugares de reunión pública e interacción familiar, 
han evolucionado bajo una lógica mercantil y de producción que ha logrado 
marcar aún más la desigualdad respecto al consumo mercantil, cultural y por 
ende ha incidido en la construcción de lazos sociales que posibilita el comercio 
entre los consumidores; transformándolos así en frentes o arenas de lucha; 
 
31
 González, Jorge A. (1994), Más (+) Cultura (s). Ensayo sobre realidades plurales, México, CONACULTA, 
Pág. 64 
 
32
 Valenzuela, Arce José Manuel (2000), Decadencia y auge de las identidades, México, El Colegio de la 
Frontera Norte, Pág. 50 
 
simultáneamente, considerados como fronteras o límites de contacto ideológico 
entre las concepciones y prácticas culturales de distintos grupos y clases 
construidas que coexisten en una misma sociedad.33 
 De acuerdo con Jorge González34, los frentes culturales se constituyen como 
espacios sociales, entrecruces y haces de relaciones sociales no 
especializados en los que se lucha o se ha luchado por el monopolio legítimo. 
González agrega que es ahí donde, si se ha de construir una identidad 
colectiva (cualquiera que esta sea) se dan las condiciones ideológicas y 
objetivas para tal fin. 
 Por ello será necesario determinar cuáles son los grupos sociales que 
convergen en el comercio público, cuáles son sus prácticas culturales y de 
consumo y cómo establecen las competencias de recepción. Cuál es la 
construcción de sentido que se realiza de este consumo así como conocer cuál 
es su capacidad para convertir su cultura y la valorización de las formas 
simbólicas de otras clases como predominantes, en síntesis cómo se produce 
la hegemonía en un contexto socio histórico estructurado.35 
 La hegemonía presente en esta práctica transclacista36 supone un tipo de 
ideología dominante que se asume y legitima por los grupos sociales que 
reproducen la cultura del grupo dominante, no refiere ningún tipo de 
dominación sino que históricamente construye y se apropia de la cultura 
dominante. Este proceso de legitimación ocurre cuando el conjunto de los 
agentes reconoce la necesidad de esa relación desbalanceada de autoridad 
cultural (...) el mecanismo de legitimación de una relación siempre tiene una 
 
33
 Gonzáles, Jorge A. (1994), Más (+) Cultura (s). Ensayo sobre realidades plurales, México, CONACULTA, 
Pág. 63 
 
34
 Ibidem., pág.85 
35
 Un sistema de hegemonía nos define, para una cierta escala de representación y para un particular 
nivel de abstracción, el modo en que las clases sociales se relacionan entre sí, desde el punto de vista de 
significaciones. González Jorge A. (1994), Más (+) Cultura (s). Ensayo sobre realidades plurales, México, 
CONACULTA, Pág. 60 
 
36
 Prácticas culturales que consumen grupos de distintas clases sociales pero que no encuentran 
entremezclados, como es el caso de la misa católica a la que acuden actores pertenecientes a todo tipo 
de clases económicas pero que no se mezclan entre sí sino consumen una práctica cultural en común. 
Íbidem., Pág. 70 
doble cara: es, al mismo tiempo, un acto de reconocimiento y un acto de 
desconocimiento de las raíces sociales de la dominación.37 
 El comercio público se ve perfilado física y simbólicamente por los tianguis, 
plazas y mercados, los cuáles operan como instituciones que generan prácticas 
de consumo e interacción social, dichas prácticas están atravesadas por los 
campos ideológicos en los que se legitima el consumo; de tal manera que las 
formas de pensar sobre estas formas simbólicas se convierten en formas 
hegemónicas que construyen un sentido social y lo reproducen. Este proceso 
de legitimación transforma la cultura, las prácticas, los hábitos y los imaginarios 
simbólicos de los actores que consumen dentro de un tianguis. 
 
 Recordemos que el comercio en los tianguis es una práctica popular y las 
culturas populares refieren a conformaciones socialmente significativas. Son 
ordenamientos colectivos semantizados a partir de los cuales los grupos 
subalternos conforman el sentido de sus vidas. Para ello crean, recrean, se 
apropian y resisten los elementos provenientes de las clases dominantes. 38 
 
 Los cuestionamientos derivados de la identificación y ubicación de la 
hegemonía y el proceso de legitimación, nos permitirán conocer cómo se da el 
proceso de legitimación de la cultura dominante en el comercio público así 
como la manera en que los actores se apropian deella y la reproducen. 
 
 
 
 
 
 
37
 Íbidem. Pág. 70 
 
38 Valenzuela, Arce José Manuel (2003), Los estudios culturales en México, México, Fondo de Cultura Económica-
CONACULTA, Pág. 212 
 
A manera de conclusión… 
 
 El comercio, como una manifestación cultural perfilada física y 
simbólicamente en los tianguis, plazas y mercados, es una práctica cotidiana 
que en su análisis cultural ofrece una concepción distinta a la que asume a 
estos espacios físicos de compra-venta únicamente como grandes 
concentraciones y centros de abasto publico para la demanda diaria de los 
consumidores. 
 Los tianguis y mercados, gracias a su gran diversidad cultural nos permiten 
comprender nuestro pasado y presente así como ubicar nuestra posición en 
las redes sociales y organizar nuestra vida cotidiana. Son campos simbólicos 
donde convergen acciones, sonidos, expresiones, objetos, códigos y distintas 
prácticas de consumo cultural. 
 Uno de los elementos más relevantes de los tianguis –principalmente en los 
tradicionales- refiere a que en ellos puede observarse el desarrollo y evolución 
del comercio, la cultura y las formas de vida de algunos grupos sociales. De 
hecho, el estudio de los tianguis ha sido abordado desde diferentes 
perspectivas debido a que es un tema estrechamente ligado a las practicas 
culturales, y dicho análisis se torna más complicado si tomamos en cuenta la 
concepción elitista y clasista que se tiene de la cultura. 
 Así como delimitar el campo simbólico que abarcaremos, mismo que se 
encuentra determinado por las matrices culturales que subyacen en las 
prácticas de consumo en el comercio público, la identidad de los actores 
respecto a la pertenencia de un grupo social y de manera individual, los 
procesos de interacción social y las prácticas comunicativas a partir del 
consumo; además del análisis del proceso socio histórico del comercio público 
en un contexto determinado por las diferentes lógicas de mercantilización, 
producción comercial y tradición cultural. 
 Los tianguis operan como un lugar simbólico que permite la interacción social 
de los actores –principalmente dentro de la familia como un grupo social con 
identidad individual y colectiva- que se apropian de las diferentes prácticas 
culturales populares insertas en el comercio público; posibilitan los procesos de 
socialización e inserción de los actores en una colectividad -identificada pero 
diferenciada como es la red de comerciantes- donde además, las distintas 
prácticas comunicativas y culturales se encuentran atravesadas por distintas 
lógicas de producción en un contexto socio histórico. 
 Es así como a través de estas aproximaciones teóricas y se pretende guiar la 
presente investigación con el objeto de proporcionar un enfoque socio histórico 
y cultural del comercio público como espacio de reunión pública e interacción 
social en la cultura mexicana. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
CAPÍTULO II 
UNA RETROSPECTIVA HISTÓRICA: LOS 
TIANGUIS EN MÉXICO 
 
 
 El consumo cultural en los tianguis merece, como se señaló en el capítulo 
anterior, una reflexión teórica que permita analizar las prácticas culturales de 
los actores y la construcción de relaciones sociales a partir del intercambio 
comercial e ideológico. 
 El objetivo del presente apartado es contextualizar el comercio público 
específicamente en los tianguis de de “San Andrés y Jacarandas”, Estado de 
México, así como las formas simbólicas insertas en la matriz cultural del 
tianguis y su construcción socio histórica. 
 Para tal fin, se propone una breve retrospectiva histórica que permita dar 
cuenta de la evolución del comercio en México desde sus antecedentes 
prehispánicos hasta hoy en día, de lo general a lo particular cerrando con la 
historia del tianguis y su construcción como objeto de estudio. 
Se hace referencia a la aparición de los supermercados y la transformación 
comercial que acaeció con la imposición de nuevas lógicas mercantiles, donde 
el comercio en tianguis, plazas y mercados se vio desplazados por las grandes 
cadenas de supermercados, plazas comerciales y malls. 
 Por último, cabe mencionar que ante la falta de información documentada 
sobre los inicios del tianguis de “San Andrés y Jacarandas” se tomo como 
fuente principal la entrevista con José Delfino de 73 años, comerciante en “San 
Andrés” desde hace 55 años y habitante de la colonia San Andrés Atenco 
desde 1930; por considerarlo un informante clave en la contextualización del 
referente de a analizar. De igual manera fue útil la información proporcionada 
por otros entrevistados. 
 
 
 
 
 
Es domingo, caminas entre multitudes presurosas y otras de lento andar, percibes miles de 
olores entre mezclados pero cada uno perfectamente distinguible; continúas el trayecto con la 
mirada hacia los costados del camino: las mantas rosa mexicano y el intenso colorido de las 
frutas y verduras llama tu atención. Observas el incesante ir y venir de aquellos que desde 
tempranas horas de la madrugada, colocaron el puesto que han forjado como un patrimonio 
desde hace varios años, detienes la mirada en los menores acurrucados en huacales de madera. 
 
 -¡Lleve su mantel para la mesa, diez pesos!- Escuchas gritar enjundiosamente a un joven que a 
sus años debiese estar en la secundaria; al unísono el vendedor de quesadillas, el de jugos y 
esquimos, el de discos piratas y el pollero anuncian estruendosamente y con gran júbilo la oferta 
del día…El tianguis está a reventar, apenas si es posible pasar entre los puestos apretados y 
desorganizados, la multitud se pierde entre la ropa, los libros de segunda mano, la película de 
estreno en DVD clonada del original, entre el pescado y el polvo que se levanta al andar. Los 
comerciantes compiten despiadadamente por la clientela -¡Acá están las ofertas güerita!, -¡Pase 
de este lado que hoy estamos regalando! En una expresión: el regateo incesante y el comercio en 
movimiento. 
NOTA DE CAMPO 27 de Junio del 2008, Tianguis de San Andrés y Jacarandas en Atizapán, Estado de México. 
 
 
2.1 Del tianquiztli al tianguis y mercado 
 Los tianguis surgen en la época prehispánica en la Ciudad de la Gran 
Tenochtitlán como una manifestación física del comercio, sitios en los que se 
comercializaban productos básicos para las necesidades del mundo 
mesoamericano y que además servían como centros de reunión pública. Se 
les llamaba tianquiztli y se extendían ominosos por el imperio azteca, su 
capacidad como centros de abasto público no se limitaba a víveres o artículos 
de primera necesidad sino que obedecía al desarrollo de la vida social y 
cultural de la nobleza y la clase guerrera. 
 Según Hernán Cortés39 en la Plaza Central de Tenochtitlán, como la de los 
barrios, debía servir como mercado: tiene esta ciudad muchas plazas donde 
hay continuos mercados y trato de vender o comprar, y sin embargo, tiene otra 
plaza tan grande como dos veces la ciudad de Salamanca, toda cercada de 
portales alrededor, donde hay cotidianamente arriba de 60 mil ánimas 
comprando y vendiendo; donde hay todos los géneros de mercadurías que en 
 
39
 Jaque Soustelle en: García Alva, Lourdes Margarita, “Del tianquiztli al ambulantaje: la lucha diaria por 
las calles del Centro Histórico 1995 (tesis-reportaje)”, 2001, Pág. 16 
todas las tierras se hayan así, de mantenimientos, vituallas, joyas de oro, plata 
etc. 
 Según María Rebeca Yoma Medina40 en el mercado había infinidad de 
productos, que reflejan la variedad de las ramas de la producción en 
Tenochtitlán, la especialización en el trabajo y el potencial económico mexica, 
que incluso absorbía productores y mercancías de otras regiones y de otros 
mercados, para comercial dentro delpropio. 
 Podemos agrupar los productos en: bienes de consumo inmediato para el 
cotidiano abastecimiento; básicamente alimentos como los variados productos 
agrícolas, pesqueros avícolas, de cacería, de recolección, alimentos 
preparados, etcétera. Hay también otra clase de productos de primera 
necesidad como mantas, capas, vestidos y demás textiles. 
 La autora expone que en el mercado además una amplia agama de 
productos y bienes suntuarios, desde adornos y ornamentos hasta los más 
finos y exquisitos trabajos en metales, piedras, maderas o conchas preciosas. 
Finalmente, también existía una serie de servicios de diversa índole, como son 
el corte de pelo, el aseo, la carga y los comedores. 
 Por lo anterior, explica Yoma Medina41, es lógico que pensemos en la 
existencia de un mercado para el intercambio de productos de distintos niveles 
económicos de producción pertenecientes al barrio. Siendo el mercado una 
institución tan importante para una ciudad tan populosa, en donde el abasto 
será siempre indispensable, nuevamente se hace necesaria la existencia al 
menos de uno para cada barrio. 
 Yoma Medina agrega que debió existir un mercado, o centro de abasto, en 
cada uno delos barrios principales de la ciudad. Como ya es bien sabido, 
administrativamente Tenochtitlán estaba organizada en cuatro barrios 
 
40
 María Rebeca Yoma Medina y Luis Alberto Martos López (1990) Dos mercados en la historia de la 
ciudad de México: El volador y la Merced. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, pág. 
32-33 
 
41
 María Rebeca Yoma Medina y Luis Alberto Martos López (1990) Dos mercados en la historia de la 
ciudad de México: El volador y la Merced. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, pág. 28 
principales: Moyotlán, Zoquiapan, Cuepopan y Azcapotzalco; a su vez cada 
uno se subdividía en una serie de calpullis o barrios menores. 
2.1.1 Antecedentes prehispánicos de los tianguis 
2.1.2 Los tianguis más representativos: Tlatelolco, La plaza del volador, El 
parían 
 De acuerdo con la investigación de Ruiz Remolina, Ana Isabel42, sobresale el 
tianguis de Tlatelolco, el cual estaba organizado en secciones dependiendo de 
los productos, divididos en la sección de los animales, la de vegetales, 
legumbres y verdura, la sección de curanderos y la sección de cerámica por 
citar algunas. Donde se reunían diariamente más de 25 mil personas a 
intercambiar sus productos. 
 Ruiz Remolina apunta que para mantener el control en el interior del mercado 
los tres gobernantes del tianguis cuidaban que todos los puestos tuvieran 
perfectamente ordenados conforme a los productos que se intercambiaban, 
además tenían bajo sus órdenes guerreros que se encargaban de cuidar el 
orden. 
 “La plaza del volador”43, llamada así porque era el sitio de la danza ritual de 
este nombre (los voladores de Papantla) constituía el punto de comercio entre 
españoles y poco a poco se fue llenando de vendedores y compradores a sus 
alrededores, constituyéndose, la plaza mayor, lugar donde se realizarían las 
principales actividades comerciales de la época colonial. 
 Y “El parián”44, donde la gobernación de Filipinas –dependiente de los 
virreyes de la Nueva España- con vista al almacenaje de las diversas y valiosas 
mercancías que serían transportadas, construyó en el puerto de Manila un 
gigantesco almacén que recibió el nombre de Parián, el famoso Parián de los 
Sangleyes. Aquella construcción, que podría compararse con una moderna 
central de abastos, almacenaba todos los productos asiáticos destinados al 
 
42
 Ruiz Remolina, Ana Isabel, “Intervención urbano-arquitectónica en el centro histórico de la Ciudad de 
México propuesta arquitectónica para el comercio informal”, Tesis de Licenciatura en Arquitectura, 
UNAM, 2007, P. p. 32-38 
43
 Ibidem., pp.32-38 
44
 Ibidem., pp.32-38 
comercio con la Nueva España; ahí se concentraban mercaderías llegadas de 
Persia, India, Indochina, China y Japón. Por su parte La Alhóndiga fue el primer 
centro de abastos de la ciudad, destinada a la compra-venta de diferentes 
granos y almacenamiento de los mismos como previsión. Funcionó desde 1711 
hasta 1814. 45 
 Al respecto Yoma Medina46 señala que de esta manera cada una de las 
principales instituciones dominantes de la organización de México Tenochtitlán 
estaba reproducida dentro de cada uno de los barrios como una especia de 
pequeña sucursal de cada una de ellas. Así van a existir templos que cumplen 
con los servicios religiosos, tierras para el desarrollo de la producción agrícola, 
y escuelas para enseñar e inculcar la ideología dominante a la juventud. 
 Yoma Medina47 destaca que un hecho importante es que la economía mexica 
fue dirigida y regulada por el organismo político. La base de la economía 
descansa sobre una estructura de dominación definida por la existencia de dos 
estamentos fundamentales: los nobles o pipiltin, quienes conformaban la clase 
dominante y tenían el control de los medios materiales de producción, y los 
macehuales o plebeyos, quienes construían la clase trabajadora, dependiente 
política y económicamente de la clase dominante. 
 
 Donde las tierras se transmitían de generación en generación, por herencia, 
sujeta a la aprobación y consentimiento de las autoridades superiores. Así 
mismo, para cambiarlas o venderlas se necesitaba la orden del señor. 
 García Alva Lourdes Margarita48 coincide con Yoma Medina y aclara que 
fueron la nobleza y los sacerdotes mexicas los impulsadores de dicha actividad 
comercial, pues ésta les otorgaba la posibilidad de ser los productores 
principales y crear redes de comerciantes, que a través del parentesco y los 
 
45
 Ibidem., pp.32-38 
46
 María Rebeca Yoma Medina y Luis Alberto Martos López (1990) Dos mercados en la historia de la 
ciudad de México: El volador y la Merced. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, pág. 28 
47
 María Rebeca Yoma Medina y Luis Alberto Martos López (1990) Dos mercados en la historia de la 
ciudad de México: El volador y la Merced. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, p.p. 28-
29 
48
 Ibidem., pp17-18 
vínculos familiares, aprendieran un oficio o fuesen artesanos y mercaderes; 
creando así una trama de tianguistas que ha trascendido hoy en día y se 
aprecia en la organización de cualquier tianguis y mercado público. Además de 
la solidaridad entre comerciantes los lazos familiares fomentaban y propiciaban 
el comercio público al crear redes que facilitan desde la ubicación privilegiada 
de los puestos hasta la oportunidad de establecerse definitivamente dentro de 
un mercado, por mencionar algunos. 
 Incluso, García Alva49 agrega que los mercaderes prehispánicos, asumieron 
principalmente tres responsabilidades sociales: 
1. Ser promotores de la cultura, esto porque se enriquecía la ciudad y el pueblo 
mexica con la difusión de las técnicas artesanales de diversas regiones. 
2. La responsabilidad estaba relacionada con el Estado, ya que tenía a su 
cargo el comercio real. 
3. El comercio estaba logrado con la población en general, que se manifestaba 
en banquetes ofrecidos por los comerciantes, con fines religiosos. 
 Por su parte, Yoma Medina50 integra a la puntualización de García Alva, que 
es en este punto donde nuevamente se manifiesta la importancia del mercado 
como institución necesaria para el comercio, y su crecimiento y desarrollo 
paralelo con el del grupo.51Mientras que el estado era el encargado de 
establecer jueces en los mercados con la finalidad de regular el comercio y 
resolver cualquier conflicto que pudiese presentarse en el proceso de 
intercambio. Señala que existían además otras persona encargadas de velar 
por la seguridad de los comerciantes,

Continuar navegando