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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ACATLÁN ¡Lleve su mantel para la mesa, diez pesos!: Los tianguis como espacios de reunión pública e interacción social SEMINARIO TALLER EXTRACURRICULAR QUE PARA OBTENER EL TITULO DE LICENCIADO EN COMUNICACIÓN P R E S E N T A EDNA JAQUELINE CARPIO AGUILAR ASESOR: MTRO. EDGAR MORIN MARTÍNEZ ENERO 2009 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. AGRADECIMIENTOS A MIS PADRES Por que me han enseñado que el amor y control en la familia es lo más importante, por su apoyo incondicional y su infinito amor… Por todos los desvelos y pesares que han padecido por mi… Por la fortaleza y arrojo que han inculcado en mi… Por las grandes lecciones que hemos compartido siempre juntos… A MIS HERMANAS A Jacky, Liz , Mary; a Rosy y Sarahí que han completado conmigo grandes y fuertes pilares que no se derrumbarán tan fácil… Porque gracias a su apoyo y su gran corazón no me he sentido abatida… Porque me han enseñado el valor de la honestidad y la paciencia… Porque si uno de esos pilares cae, entonces todos caerán… A RAÚL ¡Gracias! Por tu inmenso amor cada momento de mi vida… Por los besos, guiños, enojos, decepciones y tristezas que han enriquecido nuestro amor… Porque hoy eres lo más importante en mi vida… Porque te amo, siempre te amo… A LOS PROFESORES En particular a los profesores del seminario y a todos aquellos que han trascendido en mi formación académica y han guiado mi trayectoria profesional hacia el camino del conocimiento y el éxito. Al Maestro Edgar Morín por asesorar mi tesis con dejo de libertad y confianza, por la orientación y los minutos otorgados. Por la paciencia y la honestidad en cada reunión. En especial, un profundo agradecimiento al profesor Fernando Martínez inmejorable ejemplo de compromiso, humildad y seriedad profesional. Gracias por enseñarme a disfrutar el arduo proceso de la investigación en comunicación. Dedico el presente a todos aquellos que hicieron posible mi curso de la licenciatura en comunicación, a mis tíos, primos, amigos, conocidos, todos parte importante de mi vida y siempre presentes en mi corazón. ¡Gracias! ÍNDICE INTRODUCCIÓN CAPÍTULO I UNA MIRADA TEÓRICA: EL CONSUMO CULTURAL EN LOS TIANGUIS CAPÍTULO II UNA RETROSPECTIVA HISTÓRICA: LOS TIANGUIS EN MÉXICO CAPÍTULO III UNA NUEVA CONTEMPLACIÓN CAPÍTULO IV EL TIANGUIS DE “SAN ANDRÉS Y JACARANDAS”: EL COMERCIO EN MOVIMIENTO CONCLUSIONES BIBLIOGRAFIA ANEXOS INTRODUCCIÓN En la vida cotidiana los seres humanos realizamos diversas actividades que se convierten en tradiciones y costumbres que lentamente, paso a paso se graban en la memoria colectiva. Las fiestas, la religiosidad, las prácticas culturales manifiestas en diversos ámbitos de los individuos enriquecen la experiencia cotidiana. El comercio es una de ellas, es una actividad inherente al ser humano que le dota de múltiples capacidades y herramientas de socialización por medio de las cuales se inserta en el mundo social y simbólico que le circunda. Particularmente llama la atención el comercio en los tianguis, pequeños mundos polifacéticos y cargados de simbolismos y significados culturales que desentrañan una tradición prehispánica milenaria. La investigación del tema del comercio se ha producido bajo diversos enfoques, el más obvio remite al ámbito de la economía donde podemos encontrar que los objetivos están encaminados a definir los tianguis, mercados y el ambulantaje como una actividad comercial pública en la que prevalece el carácter informal. Así tenemos que el enfoque economista de dicha práctica delimita el comercio informal al ambulantaje1, en el cual se propone una regulación administrativa de la derrama económica que anualmente generan estos espacios de compra-venta. Dichos estudios se ven limitados a la regulación del comercio informal y el ambulantaje, así como a la desprotección laboral de los comerciantes.2 Incluso se hace hincapié en la legitimación jurídica del comercio informal con el propósito de aumentar la riqueza, particularmente, en las zonas urbanas. De igual manera se establecen las razones que inducen a comprar en un tianguis, las cuales remiten a aspectos puramente económicos dejando fuera la 1 Pimentel Padilla, Leticia, “Razones que inducen a comprar en un tianguis”, 1998, Pp. 4-50 2 Valencia Hernández, José Guillermo, “La desprotección laboral en el comercio informal”, 2007, Pp. 2- 95 interacción social de los actores y el consumo cultural. Además se identifican algunas de las causas que inducen a los comerciantes a laborar en dichas condiciones como es el caso del desempleo, el bajo nivel de escolaridad como obstáculo en el desarrollo profesional y la inserción en el mercado laboral, principalmente. Por lo anterior podemos decir que sin duda el enfoque comunicativo sobre el comercio es abanico de posibilidades, de tal manera que enriquece las investigaciones hasta ahora realizadas a través de perspectivas orientadas a las prácticas culturales de los actores,3 como es el caso del estudio del graffiti en el tianguis cultural del chopo4 donde podemos encontrar una perspectiva comunicativa íntimamente relacionada con la cultura y la identidad de ciertos grupos sociales. En esta línea de exploración encontramos el caso de Jesús Martín Barbero5, quien realiza un estudio topológico y topográfico de los mercados; toma como unidad de análisis la plaza del mercado urbano (Paloquemao y Santa Helena) y el supermercado (Carulla y Ley), ambos en la ciudad de Bogotá. El relato está basado en una investigación realizada por estudiantes de semiología en la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de Tadeo Lozano. Concluye que en los mercados existe una matriz cultural que se encuentra deformada y dominada que confirma la lucha de clases en la sociedad y nos habla de dos economías: la primera en la que la significación de cada objeto depende de su valor y por lo tanto puede ser intercambiado por otro, y la segunda es en la que los objetos significan y valen por relación a los sujetos que los intercambian. Esta propuesta teórica, es sin duda, la más cercana al objeto de estudio puesto que se concentra en la interacción social de los sujetos que acuden a 3 Castro Rivera, Rubén, “Reportaje: Tianguis cultural del Chopo”, 2005, Pp. 2-25, 70 4 Robles Lozano, Alfredo, “El graffiti y el tianguis cultural del Chopo”, 2001, Pp. 11-32, 60-87 5 Martín Barbero Jesús (1980), Procesos de comunicación y matrices de cultura, FELAFACS-Gustavo GILI. Capítulo III. De lo popular folclorizado al espeso masivo de lo urbano. Capítulo IV. De la comunicación como asunto de medios a la cultura como especio de identidades. los mercados así como el intercambio cultural que realizan en los distintos procesos de consumo. Aunadala propuesta teórica de Inés Cornejo6 quien realiza un estudio sobre el centro comercial Santa Fe desde la perspectiva del consumo material y simbólico como una experiencia que conforma el mundo social de los actores y trasciende en el uso y apropiación de los espacios y los productos que se ofertan. Por ello surge la necesidad de abordar el referente de estudio desde una perspectiva que enriquezca los enfoques antes propuestos y que posibilite abarcar tópicos de investigación afines al tema de los tianguis. El estudio de los tianguis desde una concepción cultural-comunicativa permitirá ampliar el referente y su análisis. Esto nos permitirá tener un acercamiento más profundo y establecer la complejidad de los procesos sociales y culturales dentro de un lugar con características y fines específicos como el tianguis; además nos permitirá abordar un enfoque poco estudiado y establecer algunas pautas de investigaciones para futuros análisis culturales del fenómeno de los tianguis. Por tales motivos en el ámbito social se pretende resaltar la importancia de los tianguis como campos simbólicos en los que se generan procesos de interacción social a través del consumo y de la comercialización; de modo que el estudio de esta manifestación ilustre la forma en que los individuos se relacionan cotidianamente. Abordar el tema de los tianguis desde una perspectiva teórico-comunicativo, nos permitirá extender al análisis del referente al campo de la comunicación, posibilitará su estudio desde un enfoque ligado a la cultura y no como un simple proceso de retroalimentación e información, folclor y tradición como se ha abordado anteriormente en reportajes y artículos. Ello nos permitirá comprender mejor el fenómeno cultural de los tianguis a través de los procesos comunicativos estrechamente ligados a las prácticas 6 Cornejo Portugal, Inés. El lugar de los encuentros. Comunicación y cultura en un centro comercial, Universidad Iberoamericana, México, 2007, 20pp culturales, de modo que el enfoque no se limite al campo comunicativo sino que se nutra de algunas ciencias que estudian la cultura para tener una visión mas completa de los tianguis como lugares de reunión pública e interacción social. En los tianguis es posible observar la evolución del comercio y las condiciones del país, son el reflejo del engranaje social en el que nos movemos diariamente, se han transformado en micro mundos que aún preservan las tradiciones y costumbres prehispánicas, muestra del pasado y el presente: el regateo, los colores, olores, sonidos, los gritos, la competencia, los productos, etc. Si bien las diferencias físicas y mercantiles entre los tianguis y los supermercados son observables, las relaciones sociales y las prácticas comunicativas que realizan los actores –tanto los consumidores como los vendedores- están determinadas por los parámetros comerciales bajo los que opera cada lugar. Por ello cabe preguntarse ¿Cuál es la representación social que se tiene sobre la compra-venta en un tianguis? Y ¿Cuál es la idea que se tiene del consumo en los supermercados? Así como ¿Qué determina dichas concepciones y cómo se construyen o reafirman? ¿Por qué un individuo decide comprar en un tianguis y por qué en un supermercado? Los tianguis más allá de funcionar como centros de abasto popular ¿Qué es lo que ofrecen y de qué manera? El comercio en los tianguis posibilita la comunicación y la socialidad, entendida como la trama de relaciones cotidianas que tejen los hombres al juntarse y en la que anclan los procesos primarios de interpelación y constitución de sujetos y las identidades; que es lo que constituye el sentido de la comunicación como cuestión de fines y no sólo de medios, en cuanto mundo de la vida en que se inserta y opera, la praxis comunicativa.7Dicho proceso se construye y reafirma de distinta manera en un tianguis, plaza mercado o supermercado, ello se relaciona estrechamente con lo que Jesús Martín 7 Martín, Barbero Jesús, (2002) Oficio de Cartógrafo. Travesías Latinoamericanas de la comunicación en la cultura, México, Fondo de cultura Económica, Pág., 227 Barbero llama Competencias de Recepción o Consumo8 que no son más que la forma en que los sujetos, desde sus posiciones sociales, llegan a comprender e interpretar la realidad o formas simbólicas, refiere al manejo de los diferentes códigos de los que se sirven para competir con los demás actores. En el caso de los tianguis remite a los distintos códigos sociales y culturales que poseen los consumidores y comerciantes y de los que se valen para socializar, practicar el consumo cultural, comercial y ofertar un producto. Tiene que ver con la manera en que los actores se relacionan socialmente y se comunican a partir de sus capitales cultural, simbólico y económico, pues estos les permiten competir en el consumo y establecer un intercambio cultural que posibilita la construcción o reafirmación de una identidad; al respecto surgen los siguientes cuestionamientos ¿De qué manera los tianguis forman parte de la cultura de los actores –consumidores y comerciantes-? ¿De qué manera intervienen los capitales cultural, económico y simbólico en las prácticas culturales y el consumo? Y si ¿El consumo en los tianguis puede construir o reafirmar la identidad de los actores? Esta socialidad se refuerza a partir de la negociación que implica “el regateo”, proceso en el que los clientes llegan a un acuerdo con el comerciante respecto a la venta y/o precio de un producto; de tal manera que en el regateo los actores –cliente y tianguista- se valen de su capital simbólico, cultural y por supuesto económico, para competir por la adquisición del producto. Los comerciantes ofertan el producto y establecen una relación con el cliente la cual le permite, de acuerdo a las competencias de recepción, realizar la comercialización y venta del bien pero además esta actividad implica interacción social. El consumo cultural dentro de los tianguis establece una competencia dirigida a relaciones específicas: consumidores-consumidores, consumidores- comerciantes, comerciantes-comerciantes; en donde los capitales cultural, simbólico y económico intervienen de manera determinante respecto a la 8 Íbidem., Pág. 227 apropiación y usos que hacen del producto. Mientras que el valor simbólico de un producto es mayor para un actor para otro no resulta igual, todo depende de la competencias de recepción que establezcan en el consumo; de igual manera ocurre con la socialidad que establecen los actores, pues depende de los capitales de cada uno para relacionarse socialmente. El consumo trasciende a los usos y apropiación que los actores hacen de la visita a un tianguis como una práctica cultural en su vida cotidiana, el tianguis opera como una matriz cultural en la que no sólo se encuentran a públicos de distinta clase y grupo social que consumen económicamente, es posible advertir la manera en que los distintos actores realizan un intercambio cultural ya sea del consumidor al comerciante y viceversa, o entre el mismo público. Dicho intercambio implica la apropiación de acciones, objetos y expresiones significativas diversas las cuales se encuentran en contextos estructurados socialmente en los que se producen, transmiten y reciben las formas simbólicas, tal como lo define John B. Thompson. 9Dicha apropiación de las formas simbólicas está determinada por la práctica y consumo cultural, y está mediada por las competencias de recepción de los clientes y tianguistas antes señaladas. Por lo anterior la pregunta general de investigación refiere a ¿Cómo a partir delas prácticas culturales se da el consumo dentro de los tianguis y los actores se apropian y construyen procesos de interacción social? Para responder a tal cuestionamiento el objetivo de la presente investigación será analizar las prácticas culturales en los tianguis, “San Andrés y Jacarandas” en Atizapán, Estado de México para conocer cómo se da el consumo y se construyen procesos de interacción social. La hipótesis señala que a partir del consumo de bienes materiales, culturales, así como de las competencias en la adquisición de un producto, los actores 9 Thompson, John B. (1999) “El concepto de cultura”. Ideología y cultura moderna, UAM, México, Pp. 183-203 construyen procesos de interacción social. A lo largo del presente trabajo se confirma la hipótesis positivamente El presenta trabajo de investigación está estructurado de la siguiente forma: En el primer capítulo se presentan los conceptos fundamentales a desarrollar en el presente trabajo, a partir de la teoría de las formas simbólicas de John B. Thompson, el consumo cultural de Néstor García Canclini y desde la perspectiva teórica de comunicación en la cultura de Jesús Martín Barbero. En el segundo capítulo se pretende ubicar en tiempo y espacio el fenómeno cultural de los tianguis en México para comprender cómo se ha transformado el comercio desde la época prehispánica hasta nuestros días, así como el cambio que ha sufrido la representación social de esta práctica comercial. En el tercer capítulo explicar de manera muy general la metodología cuantitativa y cualitativa, así como caracterizarlas y establecer el punto de reunión entre ambas, señalar la importancia de su aplicación en conjunto y las ventajas que conlleva establecer un multímetodo que se nutre de ambas perspectivas metodológicas, además ofrecer al lector un panorama de convergencia entre ambas. De igual manera establecer y determinar las técnicas metodológicas cuantitativas y cualitativas que se utilizarán para responder la pregunta general de investigación El cuarto capítulo tiene como finalidad interpretar los resultados obtenidos en un contexto específico, que involucre las categorías teóricas que fungieron como piedra angular de la investigación en un marco estrechamente relacionado al capítulo metodológico. Finalmente en el último apartado se presentan las conclusiones, en dicho apéndice se concluye que el consumo cultural en los tianguis de San Andrés y Jacarandas se realiza a través del intercambio comercial, ideológico y simbólico por medio del regateo y la construcción de lazos sociales y afectivos entre consumidores y tianguistas a partir de la proximidad del capital cultural, simbólico y económico que comparten. Cabe señalar que las limitaciones de la presente investigación obedecen a los recursos del investigador desde el tiempo disponible de planeación y desarrollo del proyecto hasta los recursos materiales, económicos y humanos necesarios para alcanzar el objetivo teórico y metodológico del presente estudio de los tianguis como fenómenos culturales. En particular, el presente trabajo carece de datos estadísticos que completen la visión global del fenómeno por lo que se propone al lector el estudio del fenómeno desde el campo comunicativo a través de una encuesta exploratoria que permita conocer a profundidad algunas características identitarias, sociales, culturales de los consumidores en el tianguis. Entonces dejamos abierta la puerta a aquel investigador que se interese en ampliar el estudio de los tianguis desde la óptica comunicativo-cultural y los procesos de consumo simbólico y apropiación que hay detrás. CAPÍTULO I UNA MIRADA TEÓRICA: EL CONSUMO CULTURAL EN LOS TIANGUIS El campo de la comunicación es harto extenso en su práctica y enseñanza, no sólo se limita al periodismo en medios escritos e internet, a los formatos televisivos y radiofónicos, o a la comunicación organizacional, razón por la que los comunicólogos se han merecido la frase y ya casi slogan “aprendices de todo, oficiales de nada”. No obstante en la investigación científica la comunicación tiene un papel importante no sólo por la flexibilidad de la ciencia como tal y la permeabilidad que le adscribe sus características teóricas y pragmáticas, sino porque se ha extendido y nutrido de diversas disciplinas tales como la sociología y la antropología, por señalar algunas. A su vez, dicha hibridación científica ha permito el estudio de diversos fenómenos culturales en la vida cotidiana. De acuerdo con Giménez1 la hibridación consiste en la fusión, recombinación o cruzamiento de especialidades o de fragmentos de disciplinas vecinas. Cabe señalar que no abarca las disciplinas completas, únicamente los sectores parciales de la misma. Si en el ámbito periodístico y en medios electrónicos se han incorporado otras disciplinas como la literatura o el melodrama teatral respectivamente, y en el caso de la comunicación organizacional la psicología ha sido piedra angular, en dicha adscripción el campo de la investigación científica ha destacado aún más. La comunicación ha expandido su campo al estudio de los fenómenos culturales y comunicativos a través de una fusión interdisciplinaria que ha permitido la incorporación de teorías, modelos, metodologías de investigación, técnicas, entre otros, de dichas ciencias sociales. De acuerdo con Inés Cornejo Portugal autores como Fiske, Thompson, Griswold, Morley, Curran, Bordeui, Geertz y otros contribuyen con destacado aportes –a través de la sociología, antropología, etnografía, lingüística, semiótica- para analizar e interpretar, desde el actor intencional, las múltiples y 1 Gilberto Giménez en Cornejo Portugal, Inés. El lugar de los encuentros. Comunicación y cultura en un centro comercial, Universidad Iberoamericana, México, 2007, p.10 diversas prácticas comunicativas y culturales.2 A ellos, tendríamos que añadir pertinentemente los nombres de Jesús Martín Barbero, Néstor García Canclini, Jorge González, José Manuel Valenzuela Arce. Quienes a través de sus textos y aportes teóricos y metodológicos han logrado perfilar la relación entre comunicación y, concretamente, cultura popular. Así como proponer distintas líneas de investigación que finalmente convergen en el análisis cultural de los fenómenos más cotidianos, tal como señaló Jesús Galindo “Lo extraordinario de lo ordinario.” Por lo que el objetivo del presente apartado teórico es ofrecer una perspectiva comunicativa-cultural respecto al fenómeno cultural del comercio público que nos permita analizar las prácticas culturales en los tianguis de “San Andrés y Jacarandas” Atizapán, Estado de México para conocer cómo se da el consumo cultural y se construyen procesos de interacción social; tomando en cuenta al sujeto como receptor y productor de cultura inserto en un contexto socio histórico estructurado. Para ello es necesario redefinir el concepto de cultura desde una mirada holística y fuera de la concepción común que se tiene de “lo popular y lo folclórico” como una práctica exclusiva de las masas o los grupos socialmente subalternos. Plantearla desde una construcción teórica enfocada en la relevancia de las prácticas culturales y comunicativas de los actores así como la forma en que dichos actos configuran la construcción de sentido de la realidad. Cabe mencionar que para alcanzar tal fin, autores como John Thompson, Jesús Martín Barbero, Néstor García Canclini y en un segundo orden José Manuel Valenzuela Arce y Jorge González, servirán de eje teórico en la realización del presente capítulo.2 Cornejo Portugal, Inés. El lugar de los encuentros. Comunicación y cultura en un centro comercial, Universidad Iberoamericana, México, 2007,pág.42 1. Comunicación y cultura ¿Qué entendemos por cultura? ¿Cuál es la definición más exacta? ¿Aquella que remite a la concepción elitista o la que enaltece el folclor y lo popular como únicos rasgos determinantes? Históricamente el concepto ha cambiado y adaptándose a los contextos socio históricos y a los procesos de mercantilización y globalización, John B. Thompson3 plantea una definición de cultura fuera de esta concepción clásica y distingue tres términos: la concepción descriptiva, la concepción simbólica y la concepción estructural.. La primera se refiere al conjunto de diversos valores, creencias, costumbres, convenciones, hábitos y prácticas característicos de una sociedad en particular o de un periodo histórico. Mientras que la segunda remite a los fenómenos culturales como fenómenos simbólicos. Para Thompson la cultura consiste en significados, normas y valores que las personas producen activamente, partiendo de sus experiencias y relaciones sociales, es el contexto en el cual la gente construye su identidad. Una identidad que se ve conformada por las distintas prácticas comunicativas y culturales, que varían de acuerdo al contexto social, histórico, económico y por supuesto político en que convergen los actores. Propone la concepción estructural de la cultura, como una tercera definición, y señala que los fenómenos culturales pueden entenderse como formas simbólicas en contextos estructurados; y el análisis cultural puede interpretarse como el estudio de la constitución significativa y de la contextualización social de las formas simbólicas. Por ello, una vez contempladas estas perspectivas, es necesario reconstruir y redefinir el concepto de cultura pertinente para dicha investigación. Entendemos por cultura: “...el conjunto de creencias, costumbres, ideas y valores, así como los artefactos, objetos e instrumentos materiales que 3 Thompson, John B. (1999) “El concepto de cultura”. Ideología y cultura moderna, UAM, México, P. p., 184-185 adquieren los individuos como miembros de ese grupo o esa sociedad...”4“que se insertan en contextos y procesos socio históricos estructurados”5. De hecho, dentro de esta redefinición de la cultura se configuran, lo que Thompson define como formas simbólicas,6 las acciones, objetos y expresiones significativas de diversos tipos en tanto significativos que se producen, transmiten y reciben de manera institucionalizada en un contexto socio- histórico. Como es el caso de los tianguis, las formas simbólicas son todas las expresiones de un sujeto para otro sujeto que significan y comunican para el otro siempre y cuando se comparta el escenario social y hasta la pertenencia social. Los comerciantes y consumidores de los tianguis se comunican constantemente a través de la actividad comercial, sin embargo el acto no se limita a una transacción monetaria sino que implica una serie de actos culturales y sociales que merecen una reflexión teórica. Podemos señalar entonces, que en las prácticas culturales que los individuos realizan cotidianamente está implícito un acto comunicativo, que desentraña a su vez un acto simbólico que expresa y comunica por sí solo, y que además interviene en la interacción social de los actores; Lluis Duch7 señala que la comunicación es un dato antropológico fundamental, imprescindible e imprescriptible, porque, desde el nacimiento hasta la muerte, la constitución del ser humano exige inacabables procesos de transmisión que permiten -o deberían permitir- la conversación de la “mera” información en auténtica comunicación humana. Cada acción y expresión que producen, transmiten y reciben los sujetos no se encuentran aislados sino que están mediados por el contexto en espacio y tiempo, en que se generan; en su construcción y desarrollo intervienen el escenario social, histórico y político que enmarca cada forma simbólica. Esta contextualización ayuda a comprender en mayor medida la construcción de las 4 Thompson, John B. (1999) “El concepto de cultura”. Ideología y cultura moderna, UAM, México, Pág. pág.,194 5 Thompson, Jhon B., Op. Cit. pág.,203 6 Íbidem., Pág.203 7 Duch ,Lluis. Estaciones de Laberintos. Ensayos de Antropología. Edit. Herder Barcelona, 2004 pp.90-91 acciones expresiones y hasta los objetos culturales que cotidianamente realizan los individuos. Ahora bien, retomando la relación comunicativa-cultural implícita y manifiesta en las prácticas cotidianas de los individuos, y de manera muy general, ¿cuáles son las prácticas culturales que los consumidores del tianguis de “San Andrés y Jacarandas” realizan y de qué manera se insertan en la concepción estructural de la cultura antes señalada? ¿cómo se construyen los procesos comunicativos y de qué forma se relacionan socialmente los actores? Antes de continuar con los cuestionamientos principales que guiaran la presente investigación, es necesario hacer la distinción entre la cultura popular y la visión elitista y clásica de la cultura que se mencionaba al inicio del texto. 1.1.1 La concepción de la cultura popular Derivado del concepto principal de cultura arriba señalado, puede contemplarse la cultura popular, urbana, obrera, de masas, contracultura, por mencionar algunas; todas las clasificaciones han sido estudiadas desde diversas lógicas y perspectivas teóricas. José Manuel Valenzuela Arce8 señala que las conceptuaciones sobre lo popular elaboran nociones imprecisas sobre el pueblo, o los umbrales entre lo considerado culto/elitista y lo popular/subalterno; menciona la visión casi indigenista-antropológica sobre las prácticas culturales de los grupos dominados y lo folclorizado. Valenzuela Arce comenta que desde mediados de la década de los años setenta se han realizado una gran cantidad de investigaciones y textos que utilizan el concepto de cultura popular o culturas populares para el análisis de la compleja realidad de los sectores subalternos. No obstante, agrega que su profusa utilización, prevalece una visión heterogénea y polisémica de lo popular y sus implicaciones 8 Valenzuela, Arce José Manuel (2003), Los estudios culturales en México, México, Fondo de Cultura Económica-CONACULTA, pág. 211 Por su parte, Jorge González9 coincide con Valenzuela y refiere a la limitada concepción de lo “popular” como si se definiera exclusiva, pero doblemente, por la candidez curtida de los rostros del campo y por la embriaguez exótica de las grequitas y las plumas de sus atuendos. González10 afirma que esta visión propicio la construcción de un mirador, una terraza (y desde ella todo un panorama) a partir del cual se podía contemplar la cultura “popular” en toda su pureza y mexicanismo esplendor; donde la cultura vernácula, allá en el fondo aparecía –de pechito- lista para ser retratada, rescatada, y valorada por la “otra” cultura. Valorada por aquella que estaba legitimada desde su producción e instauración por los grupos social y culturalmente dominantes que observaban las prácticas populares, de forma masificada y común, lejanas a las configuraciones estéticas y artísticas de la cultura clásica11 que prevalecía privilegiando el ennoblecimiento del alma y espíritu. Valenzuela Arce12 ofrece una perspectiva en la que los grupos subalternos están sujetos las imposiciones de los dominantes y la configuración que éstos realizan en los ámbitos económico, político y principalmente social-cultural; de tal manera que el poder es ejercido hegemónicamente y de manerareconocida y legitimada. Al respecto de tal distinción de cultura, acertadamente Carlos Monsiváis13 considera que la cultura popular no es la suma mecánica de los ofrecimientos de una industria sino la manera en que una colectividad asume y asimila transformándolos en búsqueda de derechos: al trabajo, al humor, a la sexualidad, a la vida ciudadana. Inferimos entonces que la cultura popular no 9 González, Jorge A. (1994), Más (+) Cultura (s). Ensayo sobre realidades plurales, México, CONACULTA, pp. 54-55 10 Ibídem. Pág-55 11 Thompson, John B. (1999) “El concepto de cultura”. Ideología y Cultura Moderna, UAM, México. pág.184 12 Valenzuela, Arce José Manuel (2003), Los estudios culturales en México, México, Fondo de Cultura Económica- CONACULTA, Pág. 258 13 Carlos Monsivais en Sunkel, Guillermo (1999), El consumo cultural en América Latina, Bogotá, Colombia, Convenio Andrés Bello, pp. 13-14 equivale a la cultura de masas o a un proceso de construcción determinado únicamente por las lógicas mercantiles y los procesos de globalización sino que reúne las prácticas sociales y comunicativas y artísticas de los grupos que históricamente se conformaron de manera subordinada sólo en referencia a la cultura clásica dominante más no en el valor simbólico de dichas prácticas. Finalmente Valenzuela Arce14 sintetiza la definición de lo popular como una condición situacional que define prácticas socioculturales propias, apropiadas, negociadas o recreadas de los sectores subalternos. Y asevera que las culturas populares cobran forma y sentido en redes de habitación social donde destacan aquellas referidas a los ámbitos de naturaleza íntima o cotidiana como la familia, el barrio y las redes de relaciones intensas (familiares y afectivas), que muchas veces se encuentran en disputa con los procesos de socialización institucional u oficial. Con esta definición Valenzuela cerca el concepto de cultura popular a las prácticas culturales, sociales y comunicativas que los grupos socialmente dominados realizan en su vida cotidiana. Mientras que John B. Thompson va más allá de las concepciones anteriores y hace referencia a la cultura popular15 desde otra mirada, ofrece un enfoque más amplio en el cual toda manifestación cultural es valiosa por el uso y apropiación que los actores hacen de ella. Thompson enfatiza en el valor simbólico de cada práctica popular en cuanto lo que significa, expresa y comunica así como en la forma en que los actores se apropian y reproducen las formas simbólicas en su vida cotidiana. Ahora bien, una vez caracterizada la cultura popular podemos dar inicio al el desarrollo del marco teórico del consumo cultural en los tianguis de San Andrés y Jacarandas; para tal fin es preciso configurar y determinar las formas simbólicas insertas en una matriz cultural como lo es el tianguis y sus características primordiales. 14 Valenzuela, Arce José Manuel (2003), Los estudios culturales en México, México, Fondo de Cultura Económica- CONACULTA, Pág. 258 1.1.1.2 Las formas simbólicas dentro de la cultura popular en los tianguis Los objetos, acciones y expresiones significativas que se producen, reciben y transmiten en los tianguis están determinadas por distintas características tales como la intencionalidad, la cual refiere a las expresiones de un sujeto para un sujeto, es decir, la relación que existe entre el consumidor y el vendedor como una práctica más que comercial: lo que el comerciante quiere y desea expresar a la clientela de un tianguis, y de igual manera lo que los consumidores expresan a los tianguistas, cabe preguntar ¿Cómo es la interacción entre los diferentes los actores dentro de los tianguis? Dentro de los tianguis existen códigos y parámetros establecidos implícita o explícitamente por los comerciantes y los consumidores en la compra-venta de bienes materiales y culturales, se regula la producción de bienes así como las códigos de intercambio social y mercantil de los actores, se determina lo que está permitido y lo que no dentro del comercio público, es decir, lo convencional de las prácticas culturales se delimita en función de las lógicas de producción particulares y generales de los tianguis e incide en el comportamiento de los individuos. La pregunta es ¿lo convencional del comercio público en los tianguis determina en cierta medida el comportamiento de los actores? Para contestar dicha interrogante es necesario llegar antes a lo estructural de las formas simbólicas, ya que implica las construcciones que representan una estructura articulada, es decir, la forma que determina en sí a la forma simbólica. Precisar la manera en que se construye, articula y organiza el tianguis de “San Andrés y Jacarandas” posibilita conocer la manera en que actúan socialmente los consumidores respecto a las características físicas y normativas del tianguis. Además de analizar la forma en que se construye el comercio público en un tianguis: los espacios y zonas urbanas destinadas a los tianguis, la articulación y orden de los puestos, la organización social de los comerciantes, por mencionar algunos, cabe mencionar ¿Cuáles el reglamento bajo el que opera el comercio en San Andrés y Jacarandas como tianguis sujeto a una normatividad municipal? ¿Cómo se ejerce la institucionalidad de la forma simbólica del tianguis respecto al contexto social, económico y político de la demarcación a la que pertenecen? ¿Quién o quienes determina la organización y estructura del tianguis de San Andrés y Jacarandas? En las prácticas culturales subyacen diferentes procesos de ritualidad que se plasman en la memoria colectiva y están determinadas por lo contextual de las formas simbólicas. Thompson hace hincapié en que toda forma simbólica, expresión de sujeto para otro sujeto, se encuentra inserta en un contexto socio histórico que a su vez determina las prácticas culturales. En la construcción social e histórica de los tianguis contexto permitirá conocer cómo se ha configurado su estructura y organización, es decir lo estructural de las formas simbólicas puede analizarse desde lo contextual de la forma y situarse en un marco actual. Y es en el contexto socio histórico del comercio público en el que será necesario delimitar el campo en que se ubican las formas simbólicas de los tianguis como espacios de interacción familiar, para ello es preciso ubicar el espacio simbólico de esta matriz cultural. En otras palabras, el comercio público (nivel macro) equivale al campo que regula la interacción entre los consumidores y comerciantes (actores) específicamente en un tianguis (nivel micro): ¿Cual es el campo en que se ubican las formas simbólicas de los tianguis como espacios de interacción familiar? ¿Cómo está delimitado?¿Cuáles son sus características? 1.1.1.3La producción de las formas simbólicas En la presente investigación el análisis cultural de las formas simbólicas manifiestas en las prácticas de consumo en el comercio público, se limitara a la producción de las mismas aunque también están insertas en los procesos de transmisión y recepción de las mismas. Entendemos la producción de las formas simbólicas en el comercio público, como los espacios simbólicos que generan procesos de interacción social en el que se crean códigos de los cuales se valen los actores para socializar y reafirmar el intercambio cultural e ideológico, así como el consumo de bienes materiales y culturales bajo un contexto social e histórico que condiciona o incide en la producción de las acciones y expresiones de los sujetos que se apropian de esta práctica comunicativa y cultural. Respecto a la transmisión de las formas simbólicasseñalaremos que ésta remite a los modos en que interactúan los actores dentro del tianguis, ya sea al interior de las familias consumidoras, entre las familias y los comerciantes, o la socialización dentro de la red de comerciantes. Las manifestaciones culturales que se presentan en los tianguis convergen en la memoria colectiva, los diferentes códigos con sus distintos simbolismos y significados, y la ritualidad del intercambio más que comercial entre los actores que consumen y/o practican esta manifestación popular posibilitan la interacción y conformación de grupos socialmente afines. Por otro lado la recepción es un proceso en el que los actores se apropian de estas prácticas populares dentro de los tianguis, plazas y mercados, los usos que les dan a los diferentes códigos que se manejan en las prácticas de consumo y en la construcción de redes sociales. Cabe mencionar que los actores en el comercio público no sólo satisfacen sus necesidades de consumo, sino que posiblemente establecen una relación social con los comerciantes y refuerzan la interacción al interior del núcleo familiar en cada visita. 1.1.1.4 El contexto socio histórico de las formas simbólicas Por lo anterior, es posible analizar el contexto socio histórico, la constitución de las formas simbólicas en el comercio público, y su inserción en una estructura social a través del mapa esquematizado que propone Jesús Martín Barbero. 16 En el cual, la mirada histórica: el surgimiento de los tianguis, plazas y mercados desde la época prehispánica y como una herencia de los mexicas, los elementos que se han rescatado de los tianguis de antaño, los usos y 16 Martín, Barbero Jesús (2002) Oficio de cartógrafo. Travesías latinoamericanas de la comunicación en la cultura, México, Fondo de Cultura Económica, Pág., 227 costumbres que en ellos imperan así como las tradiciones, costumbres y su transformación -lo que Barbero llama los formatos industriales-, nos permitirá conocer, en una retrospectiva histórica, bajo que estructura se regula el funcionamiento del comercio público y cómo se diferencia de las grandes cadenas de supermercados. En consecuencia, es necesario determinar las lógicas de producción bajo las que operan los tianguis, es decir, cuál es el funcionamiento mercantil al que obedece el comercio público: las lógicas capitalistas, el consumo y las relaciones de compra venta, la oferta y la demanda; para conocer cuales son las estructuras mercantiles que regulan la producción de los espacios comerciales. Este enfoque nos permitirá conocer el momento en que surge el comercio, su desplazamiento a las áreas públicas y el surgimiento del comercio informal, así como los puntos de convergencia y diferenciación con el comercio - “legitimado”- en los supermercados y tiendas de autoservicio. De igual forma nos permitirá conocer cuál es el imaginario simbólico que se tiene de las prácticas comerciales en el ámbito público-informal y cómo se contraponen al consumo en sitios reconocidos y legitimados socialmente como los supermercados. Si el consumo está determinado por el capital económico cultural y simbólico de los actores o por una cuestión de status social. 1.2 El consumo cultural en los tianguis “San Andrés y Jacarandas” El tianguis es un espacio social público que va más allá a un centro de abasto popular sino que propicia las relaciones sociales entre los sujetos que acuden a dichos centros de reunión pública. Según Inés Cornejo17 El comercio, antes de significar una forma de intercambio comercial y el lugar físico donde se efectúa, designa tanto la manera de comportarse en sociedad como las relaciones que se establecen. Los lugares comerciales con sitios de intercambio tanto social y cultural como mercantil. Como espacio público, es decir, como “lugar de experiencia” de la 17 Cornejo Portugal, Inés. El lugar de los encuentros. Comunicación y cultura en un centro comercial, Universidad Iberoamericana, México, 2007, p.113 alteridad, de “exposición de sí mismo a la mirada del otro”, constituye un lugar de intermediación en la relación público/privado. El espacio físico en sí determina las acciones y prácticas culturales, comunicativas y por supuesto mercantiles de los actores de manera que el comportamiento de un individuo que acostumbra a comprar en un tianguis difiere de un sujeto que frecuentemente compra en un supermercado, plaza comercial o el llamado mall. Las reglas o lógicas de compra venta están mediadas por el espacio de intercambio comercial en cuanto a sus características simbólicas y la representación social y concepción que se tenga del lugar. Inés Cornejo, por ejemplificar, señala que el centro comercial es un espacio de carácter público/mercantil que puede ser transformado en privado/simbólico. Con base en la noción de “frecuentación”, asumimos que las personas lo modifican de manera espontánea, siempre en relación con los demás, en espacio simbólico. Para Monnet, la frecuentación es una forma de apropiación que da u carácter privado o público al espacio, independientemente de su estatuto jurídico.18 De igual manera sucede con el comercio público en los tianguis, la diferencia esencial radica en lo estructural de la forma simbólica del tianguis y las que subyacen dentro de ésta. De manera que las instalaciones modernas y un tanto lujosas de los supermercados poseen características estructurales y estéticas que se contraponen notablemente a las calles y espacios urbanos destinados al comercio público en los tianguis. Mientras los tianguis funcionan determinados días a la semana en el mismo sitio y por lo tanto la frecuentación de los consumidores está en función de las características normativas y de organización, los supermercados poseen una estabilidad mayor al contar con un espacio cerrado y accesible todos los días de la semana la lógica comercial bajo la que operan también esta determinada por la estructura y organización interna del supermercado. 18 Ibidemp.113 Sin embargo el punto donde convergen ambos espacios comerciales, el tianguis y el supermercado, se centra en el consumo cultural,19el cual está definido como un conjunto de procesos de apropiación y usos de los productos en que el valor simbólico prevalece sobre el valor de uso y cambio. Inés Cornejo puntualiza que en los centros comerciales concurren las dos dimensiones del consumo: mercantil y la simbólica; sin embargo notamos también que la mayoría de las personas trascienden el ámbito mercantil del centro comercial a través de las acciones como el vitrineo, la apropiación simbólica del territorio y los vínculos emocionales temporales o espontáneos (socialidad), por medio de los cuales construyen micro colectividades20. El consumo está determinado también por la oferta hacia el público, si bien el tianguis de la zona de “San Andrés” se caracteriza y configura de manera disonante con el de la parte de “Jacarandas” habría qué preguntar ¿cuál es la oferta y demanda de los consumidores que acuden a cada zona y si convergen en alguna oferta y de qué manera? Para conocer cuál es la oferta, demanda y los consumidores habría que contemplar, de ante mano, si existen procesos de apropiación en este consumo más que mercantil. Ello nos permitirá conocer las prácticas que realizan los sujetos y conocer cómo las reproducen en la vida cotidiana, por ello cabe cuestionar ¿si en los tianguis de San Andrés y Jacarandas existe una apropiación del espacio por parte de los consumidores? ¿Cuáles son las prácticas que propician el consumo cultural? Y a partir de éstas, ¿cómo se construyen procesos de interacción social entrelos sujetos que acuden al tianguis? Cómo ratifica Sunkel Guillermo se trata de comprender las formas de socialidad que se producen en los trayectos de consumo, en los que éstos tienen de competencia cultural,21desde la perspectiva que contempla al tianguis 19 García Canclini Néstor, “El consumo cultural: una propuesta teórica” en Sunkel Guillermo /coord.) (1999), El consumo cultural en América Latina, Bogotá Colombia, Convenio Andrés Bello. Pág. 16 20 Ibidem pág.131 21 Sunkel, Guillermo (1999), El consumo cultural en América Latina, Bogotá, Colombia, Convenio Andrés Bello, p.21 más allá de un centro de abasto de víveres y artículos para el hogar, sino desde la mirada que observa a la forma simbólica como un sitio de reunión pública y social que propicia la construcción de lazos y colectividades distinguibles. 1.2.1 La identidad y la socialidad Para entender llegar a comprender la interacción social de los actores es preciso definir la identidad Gilberto Giménez22 advierte que la teoría de la identidad permite entender y explicar mejor la acción e interacción social pues es la identidad la que permite a los actores ordenar sus preferencias y escoger, en consecuencia, ciertas alternativas de acción. Concibe a la interacción como el “médium” donde se forma, se mantiene y se modifica la identidad de tal forma que permite que los sujetos reconozcan los efectos de su acción como propios y se los atribuyan. La identidad de los actores de y de consumo, los comerciantes como miembros de un grupo social dedicado a la venta de un bien material, la identidad de los miembros de cada familia que acude los tianguis como un ritual que forma parte de la convivencia social, serán analizadas en la presente investigación para identificar cómo es que se construyen y a partir de que prácticas se reafirman o transforman: cómo el consumo en el tianguis posibilita la diferenciación social o la construcción de la identidad de los actores. Y en este tenor no es posible olvidar el universo simbólico que existe en los tianguis, la diversidad de los sujetos en cuanto a grupo y clase, pues la actividad comercial es parte de los seres humanos; de modo que es posible encontrar en los tianguis a individuos con capitales culturales distintos pero que convergen en prácticas culturales similares. Pertenecer a un grupo o a una comunidad implica compartir –al menos parcialmente- el núcleo de representaciones sociales que los caracteriza y define. Las representaciones sociales, así definidas –siempre socialmente contextualizadas- sirven como marcos de percepción e interpretación de la realidad, y también como guías de los comportamientos y prácticas de losa 22 Gilberto Giménez en Valenzuela Arce José Manuel (2000) Decadencia y auge de las identidades, México, El Colegio de la Frontera Norte, Pp.71-72 gentes sociales.23 La idea o representación que se tiene del comercio público en los tianguis difiere del consumo en un supermercado, dicha construcción está configurada según de la mirada del sujeto respecto a la práctica, incluso se le atribuye un valor simbólico distinto. Gilberto Giménez Montiel24 define las representaciones sociales como “un conjunto de informaciones, creencias, opiniones y actitudes a propósito de un objeto determinado.” Socialmente comprar en un supermercado es aceptado y reconocido mientras que comprar en un tianguis es desvalorizado y se ve como una práctica menospreciada porque se observa desde una lógica modernista en que los malls y grandes plazas comerciales han desplazado física, simbólica y culturalmente debido la idea de modernidad y vanguardia que se les atribuye. Inés Cornejo, en el siguiente cuadro puntualiza algunas representaciones, por oposiciones semánticas, de los tipos de comercio en México25: ESTABLECIMIENTOS ESTABLECIDOS, PLAZAS COMERCIALES PLAZAS, TIANGUIS Ubicación Calidades Empresas/lógicas Proceso Paisaje Temporalidad Índice de desarrollo Público/privado Manzanas Grandes pequeñas Capitalistas, familiares Formalidad, ilegalidad Estética urbana Modernidad, tradición En vías de desarrollo Publicización del espacio privado Calles, plazas Microempresarios pero numerosos Sobrevivencia, ilegalidad Informalidad, precariedad Contaminación visual Arcaísmo, inercia Subdesarrollo Privatización, espacio público Las representaciones sobre una forma simbólica intervienen en las características identitarias de los sujetos en cuanto operan como construcciones e interpretaciones de la realidad mediatizando las relaciones sociales que establecen los sujetos. 23 Ibidem., pág.54-55 24 Giménez Montiel, Gilberto. Teoría y análisis de la cultura, La concepción simbólica de la cultura. Vol1, CONACULTA,México, 2005. P.p. 82-84 25 Cornejo Portugal, Inés. El lugar de los encuentros. Comunicación y cultura en un centro comercial, Universidad Iberoamericana, México, 2007, p.119 Las personas también se distinguen por una determinada configuración de atributos considerados como aspectos de su identidad. “Se trata de un conjunto de características tales como disposiciones, hábitos, tendencias, actitudes o capacidades, a lo que se añade lo relativo a la imagen del propio cuerpo”26 Desde está posición los sujetos que consumen y ofertan en un tianguis se diferencian de los que lo hacen en un supermercado, respecto a las prácticas sociales distintas que realizan en un espacio comercial público, en cuanto algunas características identitarias como es el lenguaje. Ya que el lenguaje de un tianguista dela parte de “San Andrés” difiere notablemente al de un vendedor en un supermercado. Hasta aquí hemos caracterizado el concepto de identidad y la manera en que su análisis posibilita entender la construcción de lazos sociales de los actores que realizan prácticas culturales en los tianguis de “San Andrés y Jacarandas”, ahora bien es preciso plantear cuáles son las características de los actores sociales que les permite entretejerse socialmente y comunicarse. 1.2.2 Competencia cultural: el capital cultural económico, cultural y simbólico de los consumidores Jorge González27 propone caracterizar a la cultura como una dimensión omnipresente de las relaciones sociales, mientras que Jesús Martín Barbero afirma que las relaciones sociales que se establecen en las prácticas de consumo dentro de los tianguis se ven atravesadas por la forma en que los sujetos, desde sus posiciones sociales, llegan a comprender e interpretar la realidad o formas simbólicas28. Refiere al manejo de los distintos códigos sociales y culturales que poseen los actores -consumidores y vendedores- y de los que se valen para competir con los demás en las prácticas de consumo cultural y comercial dentro de los tianguis, mercados y plazas. Recordemos que John B. Thompson señala que las formas simbólicas pueden caracterizarse, por ejemplo, por ser relaciones asimétricas de poder, 26 Ibidem., pág.56 27 González, Jorge A. (1994), Más (+) Cultura (s). Ensayo sobre realidades plurales, México, CONACULTA, pág. 59 28 Llamadas Competencias de Recepción o Consumo. Martín, Barbero Jesús, (2002) Oficio de Cartógrafo. Travesías Latinoamericanas de la comunicación en la cultura, México, Fondo de cultura Económica, Pág., 227 por un acceso diferencial a los recursos y oportunidades, y por mecanismos institucionalizados para la producción, transmisión y recepción de las formas simbólicas.29 Esta competencia está mediada por el conjunto de bienes materiales y las posesiones del sujeto, es decir, los recursos económicos monetarios delos que se valen los actores para consumir bienes materiales dentro del comercio público, así como de los comerciantes para vender sus productos y competir con los demás vendedores. Barbero lo define como el capital económico. Así como por los conocimientos y la percepción de los actores que delimita los códigos de recepción de los que echan mano los comerciantes para vender su producto y socializar, la habilidad de los consumidores para entretejerse socialmente con los comerciantes y la capacidad de los actores para establecer el intercambio cultural y reafirmar su ideología. Ello equivale al capital cultural de los sujetos. No olvidemos que el reconocimiento social, prestigio, el status; es decir, la concepción social que se tiene del comercio público, la idea e imagen que se concibe de esta práctica – el capital simbólico – interviene en los procesos de consumo y socialización de los actores. De modo que el capital económico, cultural y simbólico de los sujetos que acuden al comercio público determina la trama de relaciones cotidianas que tejen al juntarse y en la que anclan los procesos primarios de interpelación y constitución de las identidades.30Es decir, este proceso de socialidad nos permitirá conocer la forma en que los sujetos dentro del comercio público se relacionan y cómo construyen o reafirman su identidad a partir de las relaciones sociales establecidas. Asimismo, cómo a partir de esta práctica definen e interpretan el mundo, orientan su acción y construyen sentidos socialmente objetivados, que lejos de 29 Thompson, Jhon B., (1999) “El concepto de cultura”. Ideología y cultura moderna, UAM, México Pág., 203 30Íbidem., Pág. 227 radicar en la pura subjetividad de los individuos, operan, funcionan, “viven” y son analíticamente destacables en y por las relaciones sociales.31 Incluso el modo en que los sujetos construyen su memoria colectiva a partir de las relaciones sociales que establecen en estas prácticas de consumo, induce y construye paulatinamente una ritualidad; son las formas o rituales que los actores realizan antes de acudir a un tianguis, cómo se relacionan a su llegada, durante el trayecto o recorrido y las actividades posteriores al consumo, las que crean un imaginario que se inserta en un proceso tradicional y de costumbres que se fija, a su vez, en las prácticas culturales de los sujetos. A partir de las prácticas de consumo, los procesos de socialidad, así como las competencias de recepción que establecen los sujetos –aunado a su capital económico, cultural y simbólico- dentro del comercio público, es que los actores construyen su identidad. Entonces podemos asumir la identidad como la auto percepción de un sujeto en relación con los otros; a lo que corresponde, a su vez, el reconocimiento y la “aprobación” de los otros sujetos. En suma, la identidad de un actor social emerge y se afirma sólo en la confrontación con otras identidades en el proceso de interacción social, la cual frecuentemente implica relación desigual y, por ende, luchas y contradicciones.32 1.3 ¿Quienes visitan los tianguis?: Los frentes culturales o las arenas de lucha El comercio público es un ámbito harto en diversidad cultural, físicamente, los tianguis se han convertido en lugares de reunión pública e interacción familiar, han evolucionado bajo una lógica mercantil y de producción que ha logrado marcar aún más la desigualdad respecto al consumo mercantil, cultural y por ende ha incidido en la construcción de lazos sociales que posibilita el comercio entre los consumidores; transformándolos así en frentes o arenas de lucha; 31 González, Jorge A. (1994), Más (+) Cultura (s). Ensayo sobre realidades plurales, México, CONACULTA, Pág. 64 32 Valenzuela, Arce José Manuel (2000), Decadencia y auge de las identidades, México, El Colegio de la Frontera Norte, Pág. 50 simultáneamente, considerados como fronteras o límites de contacto ideológico entre las concepciones y prácticas culturales de distintos grupos y clases construidas que coexisten en una misma sociedad.33 De acuerdo con Jorge González34, los frentes culturales se constituyen como espacios sociales, entrecruces y haces de relaciones sociales no especializados en los que se lucha o se ha luchado por el monopolio legítimo. González agrega que es ahí donde, si se ha de construir una identidad colectiva (cualquiera que esta sea) se dan las condiciones ideológicas y objetivas para tal fin. Por ello será necesario determinar cuáles son los grupos sociales que convergen en el comercio público, cuáles son sus prácticas culturales y de consumo y cómo establecen las competencias de recepción. Cuál es la construcción de sentido que se realiza de este consumo así como conocer cuál es su capacidad para convertir su cultura y la valorización de las formas simbólicas de otras clases como predominantes, en síntesis cómo se produce la hegemonía en un contexto socio histórico estructurado.35 La hegemonía presente en esta práctica transclacista36 supone un tipo de ideología dominante que se asume y legitima por los grupos sociales que reproducen la cultura del grupo dominante, no refiere ningún tipo de dominación sino que históricamente construye y se apropia de la cultura dominante. Este proceso de legitimación ocurre cuando el conjunto de los agentes reconoce la necesidad de esa relación desbalanceada de autoridad cultural (...) el mecanismo de legitimación de una relación siempre tiene una 33 Gonzáles, Jorge A. (1994), Más (+) Cultura (s). Ensayo sobre realidades plurales, México, CONACULTA, Pág. 63 34 Ibidem., pág.85 35 Un sistema de hegemonía nos define, para una cierta escala de representación y para un particular nivel de abstracción, el modo en que las clases sociales se relacionan entre sí, desde el punto de vista de significaciones. González Jorge A. (1994), Más (+) Cultura (s). Ensayo sobre realidades plurales, México, CONACULTA, Pág. 60 36 Prácticas culturales que consumen grupos de distintas clases sociales pero que no encuentran entremezclados, como es el caso de la misa católica a la que acuden actores pertenecientes a todo tipo de clases económicas pero que no se mezclan entre sí sino consumen una práctica cultural en común. Íbidem., Pág. 70 doble cara: es, al mismo tiempo, un acto de reconocimiento y un acto de desconocimiento de las raíces sociales de la dominación.37 El comercio público se ve perfilado física y simbólicamente por los tianguis, plazas y mercados, los cuáles operan como instituciones que generan prácticas de consumo e interacción social, dichas prácticas están atravesadas por los campos ideológicos en los que se legitima el consumo; de tal manera que las formas de pensar sobre estas formas simbólicas se convierten en formas hegemónicas que construyen un sentido social y lo reproducen. Este proceso de legitimación transforma la cultura, las prácticas, los hábitos y los imaginarios simbólicos de los actores que consumen dentro de un tianguis. Recordemos que el comercio en los tianguis es una práctica popular y las culturas populares refieren a conformaciones socialmente significativas. Son ordenamientos colectivos semantizados a partir de los cuales los grupos subalternos conforman el sentido de sus vidas. Para ello crean, recrean, se apropian y resisten los elementos provenientes de las clases dominantes. 38 Los cuestionamientos derivados de la identificación y ubicación de la hegemonía y el proceso de legitimación, nos permitirán conocer cómo se da el proceso de legitimación de la cultura dominante en el comercio público así como la manera en que los actores se apropian deella y la reproducen. 37 Íbidem. Pág. 70 38 Valenzuela, Arce José Manuel (2003), Los estudios culturales en México, México, Fondo de Cultura Económica- CONACULTA, Pág. 212 A manera de conclusión… El comercio, como una manifestación cultural perfilada física y simbólicamente en los tianguis, plazas y mercados, es una práctica cotidiana que en su análisis cultural ofrece una concepción distinta a la que asume a estos espacios físicos de compra-venta únicamente como grandes concentraciones y centros de abasto publico para la demanda diaria de los consumidores. Los tianguis y mercados, gracias a su gran diversidad cultural nos permiten comprender nuestro pasado y presente así como ubicar nuestra posición en las redes sociales y organizar nuestra vida cotidiana. Son campos simbólicos donde convergen acciones, sonidos, expresiones, objetos, códigos y distintas prácticas de consumo cultural. Uno de los elementos más relevantes de los tianguis –principalmente en los tradicionales- refiere a que en ellos puede observarse el desarrollo y evolución del comercio, la cultura y las formas de vida de algunos grupos sociales. De hecho, el estudio de los tianguis ha sido abordado desde diferentes perspectivas debido a que es un tema estrechamente ligado a las practicas culturales, y dicho análisis se torna más complicado si tomamos en cuenta la concepción elitista y clasista que se tiene de la cultura. Así como delimitar el campo simbólico que abarcaremos, mismo que se encuentra determinado por las matrices culturales que subyacen en las prácticas de consumo en el comercio público, la identidad de los actores respecto a la pertenencia de un grupo social y de manera individual, los procesos de interacción social y las prácticas comunicativas a partir del consumo; además del análisis del proceso socio histórico del comercio público en un contexto determinado por las diferentes lógicas de mercantilización, producción comercial y tradición cultural. Los tianguis operan como un lugar simbólico que permite la interacción social de los actores –principalmente dentro de la familia como un grupo social con identidad individual y colectiva- que se apropian de las diferentes prácticas culturales populares insertas en el comercio público; posibilitan los procesos de socialización e inserción de los actores en una colectividad -identificada pero diferenciada como es la red de comerciantes- donde además, las distintas prácticas comunicativas y culturales se encuentran atravesadas por distintas lógicas de producción en un contexto socio histórico. Es así como a través de estas aproximaciones teóricas y se pretende guiar la presente investigación con el objeto de proporcionar un enfoque socio histórico y cultural del comercio público como espacio de reunión pública e interacción social en la cultura mexicana. CAPÍTULO II UNA RETROSPECTIVA HISTÓRICA: LOS TIANGUIS EN MÉXICO El consumo cultural en los tianguis merece, como se señaló en el capítulo anterior, una reflexión teórica que permita analizar las prácticas culturales de los actores y la construcción de relaciones sociales a partir del intercambio comercial e ideológico. El objetivo del presente apartado es contextualizar el comercio público específicamente en los tianguis de de “San Andrés y Jacarandas”, Estado de México, así como las formas simbólicas insertas en la matriz cultural del tianguis y su construcción socio histórica. Para tal fin, se propone una breve retrospectiva histórica que permita dar cuenta de la evolución del comercio en México desde sus antecedentes prehispánicos hasta hoy en día, de lo general a lo particular cerrando con la historia del tianguis y su construcción como objeto de estudio. Se hace referencia a la aparición de los supermercados y la transformación comercial que acaeció con la imposición de nuevas lógicas mercantiles, donde el comercio en tianguis, plazas y mercados se vio desplazados por las grandes cadenas de supermercados, plazas comerciales y malls. Por último, cabe mencionar que ante la falta de información documentada sobre los inicios del tianguis de “San Andrés y Jacarandas” se tomo como fuente principal la entrevista con José Delfino de 73 años, comerciante en “San Andrés” desde hace 55 años y habitante de la colonia San Andrés Atenco desde 1930; por considerarlo un informante clave en la contextualización del referente de a analizar. De igual manera fue útil la información proporcionada por otros entrevistados. Es domingo, caminas entre multitudes presurosas y otras de lento andar, percibes miles de olores entre mezclados pero cada uno perfectamente distinguible; continúas el trayecto con la mirada hacia los costados del camino: las mantas rosa mexicano y el intenso colorido de las frutas y verduras llama tu atención. Observas el incesante ir y venir de aquellos que desde tempranas horas de la madrugada, colocaron el puesto que han forjado como un patrimonio desde hace varios años, detienes la mirada en los menores acurrucados en huacales de madera. -¡Lleve su mantel para la mesa, diez pesos!- Escuchas gritar enjundiosamente a un joven que a sus años debiese estar en la secundaria; al unísono el vendedor de quesadillas, el de jugos y esquimos, el de discos piratas y el pollero anuncian estruendosamente y con gran júbilo la oferta del día…El tianguis está a reventar, apenas si es posible pasar entre los puestos apretados y desorganizados, la multitud se pierde entre la ropa, los libros de segunda mano, la película de estreno en DVD clonada del original, entre el pescado y el polvo que se levanta al andar. Los comerciantes compiten despiadadamente por la clientela -¡Acá están las ofertas güerita!, -¡Pase de este lado que hoy estamos regalando! En una expresión: el regateo incesante y el comercio en movimiento. NOTA DE CAMPO 27 de Junio del 2008, Tianguis de San Andrés y Jacarandas en Atizapán, Estado de México. 2.1 Del tianquiztli al tianguis y mercado Los tianguis surgen en la época prehispánica en la Ciudad de la Gran Tenochtitlán como una manifestación física del comercio, sitios en los que se comercializaban productos básicos para las necesidades del mundo mesoamericano y que además servían como centros de reunión pública. Se les llamaba tianquiztli y se extendían ominosos por el imperio azteca, su capacidad como centros de abasto público no se limitaba a víveres o artículos de primera necesidad sino que obedecía al desarrollo de la vida social y cultural de la nobleza y la clase guerrera. Según Hernán Cortés39 en la Plaza Central de Tenochtitlán, como la de los barrios, debía servir como mercado: tiene esta ciudad muchas plazas donde hay continuos mercados y trato de vender o comprar, y sin embargo, tiene otra plaza tan grande como dos veces la ciudad de Salamanca, toda cercada de portales alrededor, donde hay cotidianamente arriba de 60 mil ánimas comprando y vendiendo; donde hay todos los géneros de mercadurías que en 39 Jaque Soustelle en: García Alva, Lourdes Margarita, “Del tianquiztli al ambulantaje: la lucha diaria por las calles del Centro Histórico 1995 (tesis-reportaje)”, 2001, Pág. 16 todas las tierras se hayan así, de mantenimientos, vituallas, joyas de oro, plata etc. Según María Rebeca Yoma Medina40 en el mercado había infinidad de productos, que reflejan la variedad de las ramas de la producción en Tenochtitlán, la especialización en el trabajo y el potencial económico mexica, que incluso absorbía productores y mercancías de otras regiones y de otros mercados, para comercial dentro delpropio. Podemos agrupar los productos en: bienes de consumo inmediato para el cotidiano abastecimiento; básicamente alimentos como los variados productos agrícolas, pesqueros avícolas, de cacería, de recolección, alimentos preparados, etcétera. Hay también otra clase de productos de primera necesidad como mantas, capas, vestidos y demás textiles. La autora expone que en el mercado además una amplia agama de productos y bienes suntuarios, desde adornos y ornamentos hasta los más finos y exquisitos trabajos en metales, piedras, maderas o conchas preciosas. Finalmente, también existía una serie de servicios de diversa índole, como son el corte de pelo, el aseo, la carga y los comedores. Por lo anterior, explica Yoma Medina41, es lógico que pensemos en la existencia de un mercado para el intercambio de productos de distintos niveles económicos de producción pertenecientes al barrio. Siendo el mercado una institución tan importante para una ciudad tan populosa, en donde el abasto será siempre indispensable, nuevamente se hace necesaria la existencia al menos de uno para cada barrio. Yoma Medina agrega que debió existir un mercado, o centro de abasto, en cada uno delos barrios principales de la ciudad. Como ya es bien sabido, administrativamente Tenochtitlán estaba organizada en cuatro barrios 40 María Rebeca Yoma Medina y Luis Alberto Martos López (1990) Dos mercados en la historia de la ciudad de México: El volador y la Merced. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, pág. 32-33 41 María Rebeca Yoma Medina y Luis Alberto Martos López (1990) Dos mercados en la historia de la ciudad de México: El volador y la Merced. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, pág. 28 principales: Moyotlán, Zoquiapan, Cuepopan y Azcapotzalco; a su vez cada uno se subdividía en una serie de calpullis o barrios menores. 2.1.1 Antecedentes prehispánicos de los tianguis 2.1.2 Los tianguis más representativos: Tlatelolco, La plaza del volador, El parían De acuerdo con la investigación de Ruiz Remolina, Ana Isabel42, sobresale el tianguis de Tlatelolco, el cual estaba organizado en secciones dependiendo de los productos, divididos en la sección de los animales, la de vegetales, legumbres y verdura, la sección de curanderos y la sección de cerámica por citar algunas. Donde se reunían diariamente más de 25 mil personas a intercambiar sus productos. Ruiz Remolina apunta que para mantener el control en el interior del mercado los tres gobernantes del tianguis cuidaban que todos los puestos tuvieran perfectamente ordenados conforme a los productos que se intercambiaban, además tenían bajo sus órdenes guerreros que se encargaban de cuidar el orden. “La plaza del volador”43, llamada así porque era el sitio de la danza ritual de este nombre (los voladores de Papantla) constituía el punto de comercio entre españoles y poco a poco se fue llenando de vendedores y compradores a sus alrededores, constituyéndose, la plaza mayor, lugar donde se realizarían las principales actividades comerciales de la época colonial. Y “El parián”44, donde la gobernación de Filipinas –dependiente de los virreyes de la Nueva España- con vista al almacenaje de las diversas y valiosas mercancías que serían transportadas, construyó en el puerto de Manila un gigantesco almacén que recibió el nombre de Parián, el famoso Parián de los Sangleyes. Aquella construcción, que podría compararse con una moderna central de abastos, almacenaba todos los productos asiáticos destinados al 42 Ruiz Remolina, Ana Isabel, “Intervención urbano-arquitectónica en el centro histórico de la Ciudad de México propuesta arquitectónica para el comercio informal”, Tesis de Licenciatura en Arquitectura, UNAM, 2007, P. p. 32-38 43 Ibidem., pp.32-38 44 Ibidem., pp.32-38 comercio con la Nueva España; ahí se concentraban mercaderías llegadas de Persia, India, Indochina, China y Japón. Por su parte La Alhóndiga fue el primer centro de abastos de la ciudad, destinada a la compra-venta de diferentes granos y almacenamiento de los mismos como previsión. Funcionó desde 1711 hasta 1814. 45 Al respecto Yoma Medina46 señala que de esta manera cada una de las principales instituciones dominantes de la organización de México Tenochtitlán estaba reproducida dentro de cada uno de los barrios como una especia de pequeña sucursal de cada una de ellas. Así van a existir templos que cumplen con los servicios religiosos, tierras para el desarrollo de la producción agrícola, y escuelas para enseñar e inculcar la ideología dominante a la juventud. Yoma Medina47 destaca que un hecho importante es que la economía mexica fue dirigida y regulada por el organismo político. La base de la economía descansa sobre una estructura de dominación definida por la existencia de dos estamentos fundamentales: los nobles o pipiltin, quienes conformaban la clase dominante y tenían el control de los medios materiales de producción, y los macehuales o plebeyos, quienes construían la clase trabajadora, dependiente política y económicamente de la clase dominante. Donde las tierras se transmitían de generación en generación, por herencia, sujeta a la aprobación y consentimiento de las autoridades superiores. Así mismo, para cambiarlas o venderlas se necesitaba la orden del señor. García Alva Lourdes Margarita48 coincide con Yoma Medina y aclara que fueron la nobleza y los sacerdotes mexicas los impulsadores de dicha actividad comercial, pues ésta les otorgaba la posibilidad de ser los productores principales y crear redes de comerciantes, que a través del parentesco y los 45 Ibidem., pp.32-38 46 María Rebeca Yoma Medina y Luis Alberto Martos López (1990) Dos mercados en la historia de la ciudad de México: El volador y la Merced. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, pág. 28 47 María Rebeca Yoma Medina y Luis Alberto Martos López (1990) Dos mercados en la historia de la ciudad de México: El volador y la Merced. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, p.p. 28- 29 48 Ibidem., pp17-18 vínculos familiares, aprendieran un oficio o fuesen artesanos y mercaderes; creando así una trama de tianguistas que ha trascendido hoy en día y se aprecia en la organización de cualquier tianguis y mercado público. Además de la solidaridad entre comerciantes los lazos familiares fomentaban y propiciaban el comercio público al crear redes que facilitan desde la ubicación privilegiada de los puestos hasta la oportunidad de establecerse definitivamente dentro de un mercado, por mencionar algunos. Incluso, García Alva49 agrega que los mercaderes prehispánicos, asumieron principalmente tres responsabilidades sociales: 1. Ser promotores de la cultura, esto porque se enriquecía la ciudad y el pueblo mexica con la difusión de las técnicas artesanales de diversas regiones. 2. La responsabilidad estaba relacionada con el Estado, ya que tenía a su cargo el comercio real. 3. El comercio estaba logrado con la población en general, que se manifestaba en banquetes ofrecidos por los comerciantes, con fines religiosos. Por su parte, Yoma Medina50 integra a la puntualización de García Alva, que es en este punto donde nuevamente se manifiesta la importancia del mercado como institución necesaria para el comercio, y su crecimiento y desarrollo paralelo con el del grupo.51Mientras que el estado era el encargado de establecer jueces en los mercados con la finalidad de regular el comercio y resolver cualquier conflicto que pudiese presentarse en el proceso de intercambio. Señala que existían además otras persona encargadas de velar por la seguridad de los comerciantes,
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