Logo Studenta

Discriminacion-el-lado-oscuro-de-la-transexualidad

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

UNIVERSIDAD NACIONAL 
AUTÓNOMA DE MÉXICO 
 
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES 
CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN 
“Discriminación: El lado oscuro 
de la transexualidad” 
T E S I N A 
 
 
Que para obtener el título de 
 
L I C E N C I A D A E N C I E N C I A S 
D E L A C O M U N I C A C I Ó N 
 
P R E S E N T A 
 
 
 
GEORGINA MAGDALENA QUINTANA ÁNGELES 
 
 
 
ASESORA: Xóchitl Sen Santos 
México, D.F Marzo, 2012 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
Restricciones de uso 
 
DERECHOS RESERVADOS © 
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal 
del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). 
El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea 
objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para 
fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
A Georgina Ángeles, mi madre. Sin tu apoyo, esfuerzo y dedicación jamás 
hubiera llegado hasta este punto. Gracias por nunca dejar de creer en mí, a pesar 
de las adversidades y sobre todo por permanecer de pie a mi lado durante toda 
mi vida. Estas líneas nunca serán suficientes para agradecerte todo el amor y la 
confianza que me has dado. Mis logros te los debo a ti. Tu entereza y empeño en 
que fuera la mejor, han dado sus frutos. 
A Guillermo Quintana, mi padre. Te agradezco por guiarme sabiamente no solo 
en el plano personal y espiritual, sino en el académico. Mi amor por la UNAM te lo 
debo a ti, siempre me inculcaste que la educación es la base de todo. Gracias por 
contribuir a que este sueño sea una realidad; sin tu apoyo, no lo hubiera logrado. 
Eres parte fundamental de mi formación como persona, gracias por estar hoy 
aquí. 
A Eduardo González, mi pareja. Llegaste en el momento preciso de mi vida. Me 
has ayudado a ser una mejor persona en muchos sentidos; compartir mis días 
contigo no tiene precio, eres la mitad que me faltaba. Gracias por allanarme el 
camino desde que empecé este proyecto y por siempre alentarme a crecer 
profesionalmente. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
A Jonathan Orozco, amigo entrañable y gran luchador contra la discriminación. 
Sin tu valiosa ayuda, dedicación y contribuciones, este trabajo no tendría la 
misma esencia. Gracias por abrirme los ojos hacia el difícil mundo de la 
transexualidad. 
A todos mis entrevistados por ser parte fundamental de esta tesina. Sus 
testimonios han sido plasmados con mucho respeto y admiración; especialmente, 
a los activistas y maravillosos seres humanos Angie Rueda, Mario Sánchez y 
Diana Guerrero: su lucha ha valido la pena. 
A mi asesora Xochitl Sen, quien desde el día uno me alentó y me acompañó en la 
creación de este proyecto y en ningún momento dejó de creer que sería posible. 
Gracias por tu apoyo incondicional. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
A mis amigos de la Universidad, quienes a pesar del paso del tiempo, se han 
mantenido al pie del cañón apoyándome y alentándome para concluir este 
proyecto. Gracias por hacer de aquellos años, los mejores de mi vida. 
A todas aquellas personas que directa o indirectamente contribuyeron a que mi 
formación académica llegara hasta este nivel; este trabajo también es suyo. 
Todas sus aportaciones de buena voluntad serán retribuidas por el universo. 
Esta tesina está dedicada a todas aquellas personas que por su condición 
transexual son víctimas de la discriminación y exclusión. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Una de las compensaciones más hermosas de esta vida es que 
ningún hombre puede ayudar sinceramente a otro sin que se ayude 
él mismo. 
Ralph Waldo Emerson 
 
 
 
 
 
 
 
 
ÍNDICE 
 
INTRODUCCIÓN 1 
CAPÍTULO I. TRANSEXUALIDAD ¿QUÉ ES? 
Travestismo, transgeneridad y transexualidad 4 
Procedimiento para la concordancia sexo-genérica 17 
La sociedad y la familia: problemas a enfrentar 29 
El panorama legal 37 
CAPÍTULO II. LA DISCRIMINACIÓN EN MÉXICO POR LA CONDICIÓN 
TRANSEXUAL 
Discriminación, el rechazo a lo diferente 44 
Estigmas, prejuicios y estereotipos sobre transexualidad 49 
La comunidad transexual como blanco de discriminación 57 
CONCLUSIONES 68 
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 75 
 
 
1 
INTRODUCCIÓN 
Este trabajo permite al lector conocer el tema de la transexualidad y su problemática, 
la cual, siendo una condición humana presente en la sociedad mexicana, no solo es 
prácticamente desconocida, sino que es considerada tabú y origen de muchos mitos, 
prejuicios e incluso actos de violencia. 
El objetivo primario consiste en informar y explicar los procesos, naturaleza y 
connotaciones de la condición transexual, para mostrar las situaciones de 
segregación, discriminación e intolerancia que enfrentan cotidianamente estas 
personas. 
Dentro del colectivo Lésbico, Gay, Bisexual, Travesti, Transgénero, Transexual, 
Intersexual (LGBTTTI), la comunidad transexual es considerada la más invisible y por 
ende la más discriminada, ello a consecuencia de diversos factores que incluyen falta 
de información, homofobia y rechazo. 
Por otra parte, no existen cifras y datos oficiales o certeros en el país que posibiliten 
un censo de la comunidad, ya que actualmente la información que se tiene es 
manejada en comparación y/o aproximación con relación a estudios en otras 
naciones de vanguardia. 
Actualmente en México persiste la discriminación hacia las personas o colectivos que 
por su preferencia sexual no heterosexual o su identidad de género, son 
estigmatizadas, violentadas e incluso son objeto de crímenes de odio por homofobia, 
por lo que el segundo objetivo de este trabajo consiste en presentar las situaciones 
de discriminación que viven cotidianamente los transexuales. 
En esta investigación se aborda el fenómeno de la discriminación en México hacia la 
comunidad transexual y evidencia algunos factores sociales, familiares e 
institucionales que contribuyen a que la igualdad de derechos y oportunidades de las 
personas transexuales se vean limitadas o nulificadas y, en consecuencia, sean 
 
2 
segregadas en diversos ámbitos, especialmente en los ámbitos de salud, educación 
y trabajo. 
La idea de sensibilizar al lector en torno al tema, es también uno de los ejes centrales 
de este trabajo. Se espera que propicie reflexión acerca del clima de intolerancia y 
exclusión, con base en que la discriminación per se, es una violación a los derechos 
constitucionales de las personas y que adicionalmente, se tomen en cuenta la 
tolerancia y el respeto hacia los demás como valores primordiales en el proceso de 
entendimiento de la condición transexual. 
Si para Alberto Dallal1, el reportaje, más que un género periodístico, es un modo de 
acercarse al mundo, de permanecer frente a él para observarlo y registrarlo para 
proporcionar información general y particular inherente a un hecho; para Vicente 
Leñero2, amplía, completa, complementa y profundiza en los acontecimientos para 
explicar un problema, plantearlo o argumentarlo. En este sentido, se realiza este 
reportaje a fin de presentar diversas vicisitudes y problemáticas de personas 
transexuales por medio de sus testimonios. 
De acuerdo con Julio del Río3, los elementos que hacen relevante a un reportaje son 
principalmente, la existencia de un tema de actualidad y que éste sea deinterés 
social y permanente. La transexualidad es una condición que se manifiesta en todas 
las sociedades y persiste a través del tiempo. 
Entre sus características, Del Río destaca que el reportaje debe incluir una 
investigación social, que implique acudir a fuentes documentales a fin de fortalecer la 
información y que éste contribuya al mejoramiento social4. Y aclara que este género 
periodístico, más allá de tratar un acontecimiento “estudia una situación, el hecho y 
su contexto. El objeto de estudio es la realidad social con sus instituciones, grupos, 
comunidades, movimientos, patologías y las relaciones que establecen de carácter 
político, cultural y económico5”. 
 
3 
En este sentido, la importancia social que conlleva el presente trabajo radica en la 
comprensión que la sociedad debe tener de sí misma, ya que es somero tratar de 
paliar cualquier fenómeno social mediante la negación o aplastamiento brutal hacia 
quienes transgreden convencionalismos sociales de carácter sexual y de género. De 
tal manera que, si la población misma conoce y reconoce a sus integrantes y las 
formas diversas de pensamiento, estará propiciando desde su interior la generación 
de un ambiente de convivencia y sana tolerancia entre sus integrantes imbricados en 
la complejidad de un Estado de derecho. 
Como parte del proceso de investigación, se eligió la entrevista como el medio más 
adecuado para acceder a información de primera mano sobre la problemática que 
aquí se aborda. Del Río refiere de Pauline Young que la entrevista permite “ir más 
allá de la conducta y los fenómenos exteriores relativos a los miembros de una 
comunidad6” y lo complementa al argumentar que, son ellos quienes reflejan las 
costumbres, las tradiciones y la ideología de un organismo social; y, concluye que es 
ésta la técnica más efectiva para establecer contacto con la gente7. 
En el transcurso del primer capítulo se define, describe y explica la condición 
transexual, sus diferencias con otras manifestaciones de la diversidad sexual, los 
procedimientos tanto hormonales como quirúrgicos para la concordancia sexo-
genérica del individuo, la situación legal en México y la problemática familiar y social 
que afrontan las personas transexuales. 
El capítulo dos expone específicamente el tema de la discriminación hacia la 
transexualidad, su connotación social, los estigmas, estereotipos y prejuicios que 
existen alrededor de estas personas y, uno de los fenómenos más agresivos hacia 
ellos, la transfobia. 
Esta investigación incluye testimonios recopilados directamente por la autora que 
ilustran particularmente, no sólo las implicaciones y connotaciones de la condición 
transexual, sino las situaciones de exclusión y violación a sus derechos humanos y 
civiles. 
 
4 
CAPÍTULO I. TRANSEXUALIDAD ¿QUÉ ES? 
Travestismo, transexualidad y transgeneridad 
“Mis amigos, los que se quedaban a dormir en la casa, con los que iba al cine, a 
quienes platicaba mis problemas; amigos de mínimo 10 años... se dieron la vuelta y 
se fueron. ¿A partir de cuando dejé de ser aquél o aquélla, hasta dónde fui su amigo 
o soy su amiga? La respuesta es complicada. ¿Hasta dónde la amistad se rige por 
un género y no por un afecto? Con una mano puedo contar a los amigos que se 
quedaron. 
“Mi mamá se puso a llorar, me preguntaba que había hecho para merecer esto y le 
expliqué que no tenía que ver con ella, que era una condición mía y que cuando yo 
había nacido el doctor le dijo que yo era varoncito. Y ante eso, ¿qué le decía? Pues 
el doctor se equivocó. 
“Creo que la transexualidad, es tal vez la condición en la que más soledad se vive, 
por que asumir otra personalidad, otro nombre, otra imagen es algo que el mundo a 
nuestro alrededor no comprende, y quien nos conoció antes prefiere no estar cerca, 
se va. 
“Mi decisión no la tomé para lastimar a nadie y tampoco es una locura que se me 
ocurrió anoche. Es una condición que tengo y que ya me cansé de callar; estoy harta 
de seguir aparentando, estoy hasta la madre ¡Ya no quiero! ¡Déjenme vivir mi vida 
ahora!8”. 
Este testimonio pertenece a Irina Echeverría, una persona que ha sido 
reiteradamente discriminada por sus condiciones de discapacidad (polineuropatía 
degenerativa) y transexualidad, y en algún momento de su vida -según sus propias 
palabras- creyó que estaba loca, que a nadie más le pasaba lo que a ella y que la 
naturaleza se había ensañado con ella. 
 
5 
Como consecuencia del desconocimiento, la ignorancia y el particular rechazo e 
intolerancia familiar y social hacia los temas de diversidad sexual, las personas 
transexuales suelen ser consideradas por diversos sectores sociales como “raros”, 
“degenerados”, “anti natura”, “enfermos” o con variantes dialectales abigarradamente 
folclóricas o denigrantemente peyorativas. 
Al menos una de cada dos personas homosexuales, lesbianas o bisexuales 
considera que el mayor problema que enfrentan es la discriminación; muy por encima 
de la falta de aceptación9 de acuerdo con la información arrojada por la Encuesta 
Nacional sobre Discriminación en México (ENADIS) del 2010. 
Estas mismas cifras afirman que los grupos sociales más intolerantes en temas de 
diversidad sexual son principalmente la policía, la gente de su iglesia y el gobierno 
del Estado, cuyos actos discriminatorios afectan la dignidad, integridad y seguridad 
de las personas. 
La comunidad trans, como se le conoce al colectivo transexual, ha recibido muestras 
de indiferencia, desaprobación y rechazo por parte de la sociedad mexicana, de tal 
manera que la condena a situaciones de discriminación y agresión afectándolos no 
solo social, piscológica o laboralmente, sino que son víctimas de violencia física e 
incluso de la máxima expresión de exclusión: los crímenes de odio. 
Para ejemplificar los casos específicos de discriminación en la comunidad trans, es 
menester desarrollar y analizar conceptos que frecuentemente han sido ignorados o 
confundidos, ya que México, a pesar de su reciente apertura a estos tópicos, aún es 
un país en el que existe desigualdad, intolerancia, tabúes y estereotipos sobre la 
transexualidad. 
Con el fin de objetivar la definición específica de la condición humana transexual, es 
importante comprender, asimilar y diferenciar otros conceptos que están 
concatenados y que proporcionan un marco de referencia. 
 
6 
Las “Tres T”, como comúnmente se le conoce al colectivo Travesti, Transgénero y 
Transexual, conllevan implicaciones y diferencias entre sí. Éstas tienden a generar 
confusión social cuando las definiciones y características de cada una de éstas no 
están claras. Por ejemplo, es frecuente que existan prejuicios morales y tabúes como 
que cualquiera de estas condiciones son inherentes a la homosexualidad 
exclusivamente. 
Vale la pena indicar que estas condiciones humanas y manifestaciones de la 
diversidad sexual son totalmente independientes de la orientación sexual del 
individuo; ya que, cualquiera de ellos puede ser homosexual, bisexual, heterosexual 
o no, puesto que la identidad de género esta diferenciada de la preferencia u 
orientación sexual. 
Sexo 
El primer factor a considerar al respecto es el sexo, ya que es éste el que define 
mediante características biológicas específicas las diferencias entre el macho y la 
hembra y son determinados genéticamente a diferentes niveles: cromosómicos (XX: 
hembra, XY: macho) anatómicos (caracteres sexuales primarios como el pene o la 
vagina) y secundarios (vello facial, desarrollo de senos) así como también 
hormonales (estrógenos y testosterona en hembra y macho, respectivamente). 
Género 
David Barrios, médico cirujano, psicoterapeuta, sexólogo y especialista en 
transexualidad, define el género como “una construcción social e histórica que, 
basada en algunos aspectos del sexo, clasifica a los seres humanos en dos grupos: 
femeninos y masculinos. Además de ser una representaciónsocial de la persona, 
este concepto incluye identidades, actitudes, valores, papeles conductuales y modos, 
generalmente típicos y estereotipados de relaciones sociales intergenéricas y 
extragenéricas, es decir, dentro del grupo de clasificación (ellas-ellas; ellos-ellos) y 
con el otro grupo (ellos-ellas)10”. 
 
7 
Como consecuencia de lo anterior, se puede concebir que el género constituye en sí 
mismo, una convención social que se ha establecido desde tiempos remotos en que 
se decidió que el hombre salía a cazar y la mujer se quedaba en la vivienda al 
cuidado de la familia. 
Se han determinado a lo largo de los siglos los comportamientos, estilos de vida, 
costumbres y valores que cada sexo “tiene que” asumir en la sociedad, conductas 
que hasta en la actualidad se han reproducido. 
La coincidencia entre el sexo con el cual un ser humano nace y su género es lo más 
común; sin embargo, en los hechos existen variantes entre las representaciones de 
un género y su sexo, es decir, personas que se presentan, viven y se desempeñan 
en todos los ámbitos de su vida de manera contraria a su sexo biológico. 
Identidad genérica 
Angie Rueda11 define identidad genérica como “la percepción que tiene la persona de 
pertenecer a alguno de los géneros, masculino o femenino, a ninguno de los dos o 
ambos. Se establece entre los 12 y los 18 meses de vida y es inmodificable.” 
En la sociedad, suele suceder que sus integrantes den por hecho que el sexo debe 
coincidir con la identidad genérica, es decir, al nacer como hembra un individuo 
asumirá su identidad femenina y por ende un macho lo hará con la masculina. Sin 
embargo, como también menciona la autora, en muchos casos “La identidad de 
género es independiente de las características sexuales que presenta el individuo. 
Se considera que (la identidad de género) es el componente subjetivo o interno de la 
expresión de género12”. 
El hecho de que alguien se identifique y asuma su sexo con el género asociado y 
tenga la sensación y convicción de pertenecer a la masculinidad o femineidad 
respectivamente, es lo que la gente de muchas culturas y/o diversos grupos sociales 
consideran como lo “normal”. 
 
8 
Desde esta perspectiva, se puede observar que, con base en la cultura, costumbres 
y concepciones de la sociedad en la cual las personas se desenvuelven, son 
educadas y criadas bajo los preceptos que van acorde con su sexo, lo que concierne 
típicamente a lo masculino y/o femenino, cerrándose así la diversidad sexual y 
genérica y, en consecuencia, cualquier variación o excepción es rechazada o 
atacada por considerarse “rara”, “extraña” o “diferente”. 
Rol de género 
Una serie de estereotipos que hacen “diferente” al hombre de la mujer, 
esencialmente en el plano social y el desenvolvimiento en ella, constituyen el rol de 
género. Barrios lo define “el conjunto de manifestaciones relacionadas con la 
vestimenta, los manierismos y el comportamiento, con independencia de que en una 
sociedad determinada se considere o no propio del género masculino o femenino13”. 
El cómo se comporta un hombre o una mujer y cómo debiera presentarse ante la 
sociedad está sentado en todas las culturas del planeta, algunas completamente 
diferentes a las que se practican cotidianamente. En contadas aldeas africanas o de 
Nueva Guinea, la figura y el rol de la mujer es inherente a su poder; por lo que 
predominan los matriarcados y los regímenes marcados por ellas; sin embargo, en 
general se asume tajantemente que una persona debe tener un rol, pero no ambos ni 
el contrario. 
A pesar de la relativa revolución que en el siglo pasado lograron las mujeres respecto 
del papel que se le impuso y asumió durante generaciones, aún persisten ideas 
estereotipadas de desigualdad social, económica y cultural; por ejemplo, cuando 
realizan actividades idénticas a las del hombre con remuneraciones inferiores. 
Algo semejante sucede con los varones; por ejemplo si en algún momento elige por 
convicción propia hacer alguna actividad no convencional o acorde con su género; 
solo que éstos comúnmente son tachados y señalados como homosexuales, 
amanerados, blandos, etcétera. Ello incluye, por ejemplo, el hecho de que un hombre 
 
9 
realice labores domésticas, que se han adjudicado únicamente a la mujer, o que elija 
una profesión u oficio tales como la danza, el estilismo, el diseño de modas que 
muchas personas asocian con la homosexualidad y/o femeneidad. 
En México es común y constante el desprecio, rechazo e intolerancia hacia este tipo 
de situaciones sociales no convencionales, debido a las desafortunadas raíces 
machistas que aún se encuentran muy arraigadas tanto en hombres como en 
mujeres y que refuerzan los medios de comunicación; de modo que las personas lo 
aceptan y asumen como un hecho predeterminado e incuestionable. 
Por ejemplo, una de las ideas estereotipas más recurrentes es que, un hombre que 
se dedica al estilismo es afeminado y en consecuencia homosexual o que una mujer 
ingeniera y con vestimentas masculinas es lesbiana; no obstante, esto no es así 
cuando un hombre es abogado o una mujer bailarina, éstos son respetados sin tomar 
en cuenta su sexo. En este sentido ¿cuántas veces los programas de televisión y las 
telenovelas han etiquetado a los estilistas como amanerados y/o homosexuales y la 
gente lo ha asumido como verdadero? 
Al respecto Jonathan Orozco, jefe de información del Consejo Nacional para Prevenir 
la Discriminación, invita a reflexionar sobre la cantidad de veces que se ha visto en 
un comercial o publicidad la imagen dignificada de una persona trans; en realidad, 
ninguna. Ahondó que la ausencia de estas personas no es más que exclusión, pues 
afirma que “las empresas suponen que de ninguna forma pueden representar una 
imagen saludable, rentable, competitiva ni mucho menos estética14. 
"Posiblemente no veremos a una chica transgénero o transexual promocionando un 
artículo de belleza, un auto, un centro deportivo o servicios financieros y es como si 
este grupo de población no consumiera productos y servicios; la realidad es que 
están negados para la sociedad y los medios", puntualizó. 
Por mucho tiempo, diversos factores como la familia, la escuela, la iglesia y los 
medios de comunicación masiva han ido reforzando dichos roles y la percepción de 
 
10 
la orientación sexual asociada a una profesión, condición humana o comportamiento 
social; por lo cual, se requiere analizar y reflexionar mediante un panorama que 
evidencie la afección de éstos factores, ya que posteriormente propician exclusión 
que afecta directamente a las personas transexuales. 
La primera interrogante que surge al hablar de transexualidad es ¿cómo es una 
persona transexual? y ¿qué la hace diferente de los demás? 
Existen diversas manifestaciones y condiciones en el ámbito de la sexualidad 
humana, como la transgeneridad y el travestismo. Pero realmente, ¿cuáles son las 
diferencias entre un travesti, una persona transgénero y una transexual? 
Los testimonios de Ángel, Itzel y Tatiana que se muestran a continuación, 
ejemplificarán cada una de éstas condiciones mediante sus experiencias y 
percepciones personales a fin de ilustrar estos conceptos. 
Ángel, hombre Travesti 
“Me cae bien gordo que me digan vestida. Soy un showman, un artista. Es difícil que 
la gente lo entienda, juran que porque me arreglo para el show, soy jotita; ¡ni siquiera 
soy gay! o sea…me vale lo que piensen ¿no? Pero me juzgan sin saber. 
“Soy cantante y ésta es mi chamba; es cierto que podría cantar con smoking o 
vestido normalmente, me travisto para el show, el desmadre. O sea, no sería 
convincente que imitara a Daniela Romo o Tina Turner vestido de hombre y cantando 
como ellas, ¿verdad? Siempre me ha gustado imitar a las grandes: Lupita D’Alessio, 
Amanda Miguel, Dulce y ellas. La mejor manera de homenajearlas para mí, es 
imitándolas lo más que pueda, así que me pongovestidos, pelucas, joyas y me 
maquillo como ellas. 
“No creas que salgo así a la calle, soy un güey como cualquier otro, pero mi chamba 
incluye vestirme de mujer y punto. Tengo novia y de hecho viene a verme al show de 
 
11 
hoy, es mi fan e invita a sus amigas y hasta su familia. Aquí en el bar hay 
compañeros que sí son gays pero eso no cambia el show; somos artistas: la 
preferencia sexual no cuenta cuando estás en el escenario cantando y bailando15”. 
Tal y como le sucede a Ángel es muy común que se relacione el travestismo con la 
homosexualidad. Es necesario distinguir que la acción de travestirse no implica 
forzosamente homosexualidad en el actor, ni tampoco trae consigo alguna 
discordancia con la identidad de género y el sexo al que pertenecen. 
El travestismo es la acción de utilizar aspectos considerados tradicionalmente del 
género opuesto de manera temporal como el cabello largo, el maquillaje, la falda o 
un pantalón, por citar algunos elementos. Si bien es cierto que, es considerado una 
manifestación de la diversidad sexual16, ya que para algunos individuos este acto 
puede erotizarlos, también cabe aclarar que es una condición humana que no es de 
tiempo completo o continuo, es decir el individuo tiene clara su identidad sexo 
genérica y en el momento en que así lo desea; como Ángel, por ejemplo, que vuelve 
a su vestimenta cotidiana. 
Itzel, mujer Transgénero 
“Pues no sé qué piense la gente; pero obvio sé que no soy hombre. Tengo bien 
asumido que nací como niña y está bien; es cierto que me habría gustado ser 
hombre, sería más cómodo, pero no por eso creo que esté atrapada en el cuerpo de 
un güey. 
“Pues sí, me visto como niño, actúo como tal, soy activa (se refiere al rol sexual que 
implica dominio en la relación física y/o emocionalmente), tú sabes, soy todo un 
cabroncito; lo malo es que luego te encasillan como el hombre de la relación entre 
dos niñas, a muchas les molesta, pero si nos vestimos y comportarnos como ellos, 
pues que no esperen (las personas) que nos vean como mujercitas monas y lindas… 
 
12 
“…Me gusta que en la calle me confundan con un niño, significa que sí consigo mi 
objetivo; o sea, tú me ves y dudas. ¡¿Operarme?! No, no es para tanto. Lo más que 
llego a hacer es vendarme las boobies, así se notan menos y obvio pues las chicas 
me ven más como un niño17”. 
Itzel, quien adicionalmente asume su preferencia sexual como lésbica, representa a 
alguien cuya condición transgénero vive cotidianamente; está consciente de su 
género, aunque en otros casos puede no existir esta concordancia. Ella no siente 
aversión por su cuerpo, simplemente rechazó los patrones sociales de rol de género 
que le han sido impuestos acomodándole más el del género opuesto; hace algunas 
modificaciones o cambios cosméticos para estar más acorde en apariencia con el rol 
de género que elige, pero su intención no es modificar sus órganos sexuales. 
Existen también aquellas personas que viven la transgeneridad de manera temporal 
como parte del proceso para someterse a una cirugía de reasignación sexual (CRS), 
esto es con la finalidad de asumir, previamente a una decisión irreversible de 
modificación de órganos sexuales, el rol de género que añoran desempeñar; sus 
implicaciones sociales, culturales, laborales y hasta sexuales, todo ello para estar en 
armonía con su identidad de género y su sexo. 
Tatiana, mujer Transexual 
“Nunca he sido más feliz en toda mi vida. Toda mi niñez y adolescencia padecí 
burlas, humillaciones, groserías y hasta golpes por parte de mis compañeros de la 
escuela; me decían delicadito, amaneradito, mariquita... y, un sinfín de peladeces. 
Siempre me excluían de todo y me hacían ‘el feo’, aunque en realidad me valía 
porque siempre me juntaba con las niñas y me sentía muy identificada con su sentir, 
su pensar, los juegos, la ropita…todo. Hace tiempo que decidí tomar hormonas para 
empezar el proceso de ser YO realmente. 
“Nací siendo Rodrigo, pero desde que tengo uso de razón he sentido que no 
pertenezco a este cuerpo, siempre he sido una mujer y definitivamente creo que con 
 
13 
el tiempo voy a conseguirlo con la cirugía, aunque es poco a poco, porque ya sabes 
que barato no es; pero después de todo lo que he pasado, es lo mínimo que 
merezco. Tengo 27 años y nunca me había sentido tan plena; a pesar de que mi 
familia no lo entiende muy bien todavía, estoy contenta porque están leyendo libros 
del tema. 
“No vengo de una familia disfuncional, mis papás llevan 35 años casados y existe 
mucho amor en mi hogar, aunque claro no ha sido fácil para ellos, especialmente 
para mis hermanos, quienes son un poco herméticos al respecto y no están muy 
contentos con esto; son medio machos la verdad y no aceptan que aunque no soy 
Rodrigo sino Tatiana, sigo siendo su hermana. 
“Estoy tomando terapia de acompañamiento, no porque esté confundida sino porque 
requiero reafirmar mi identidad con mi vida diaria; relativamente tiene poco tiempo 
que acepté y comprendí mi condición y estoy muy contenta de darme cuenta que no 
era la única y que hay mucha gente como yo que necesita tener en paz el cuerpo y el 
alma en el sexo que en realidad nos corresponde18”. 
Tatiana ha llevado su condición transexual hasta este punto, no sin antes haber 
atravesado una etapa de confusión y dudas al respecto. La terapia de 
acompañamiento y la constante información la han ayudado a asimilar que no está 
frente a una enfermedad rara o un padecimiento extraño. 
Actualmente, la transexualidad aún es considerada como un trastorno de identidad 
sexual por el manual de psiquiatría DSM-IV publicado por la Asociación de 
Psiquiatría Americana. 
A pesar de ello, existen otras posturas en las que los especialistas, sexólogos, 
psiquiatras y estudiosos del tema difieren del hecho de considerarlo como un 
trastorno mental, ya que la premisa es que, una persona transexual no elige su 
condición, sino que existe una manifestación (puede ocurrir desde una edad 
temprana o avanzada) que se traduce en una oposición entre el género y el sexo con 
 
14 
el que se vive. Y que además, no tiene necesariamente nada que ver con la 
preferencia sexual elegida, como se tiende a pensar. 
Por otra parte, Rueda manifiesta que “la condición transexual no supone enfermedad 
alguna, sino la carencia de salud, entendida –según la Organización Mundial de la 
Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS)– como el mayor 
nivel de bienestar físico, emocional y psicosocial19”. 
Existen múltiples conceptos para el término transexualidad, sin embargo puede 
definirse como “la condición humana caracterizada por la discordancia entre el sexo 
y la identidad de género de una persona20”. Se puede inferir que una mujer 
transexual es aquella que nace con anatomía masculina y un varón transexual es el 
que nace con anatomía femenina; es decir, su designación depende del sexo con el 
cual se sienten identificados y no por el que le corresponde al nacer. 
Muchas opiniones sobre las personas transexuales, refieren que son aquellas que 
sólo quieren “cambiarse de sexo” o se hacen cirugías por inconformidad con su físico 
o por mero placer. Esta percepción es producto de la desinformación que existe; la 
condición transexual no implica necesariamente una cirugía de reasignación sexo-
genérica (término correcto) ni tampoco que exista un gusto o un placer por los 
procedimientos estéticos. Barrios considera que la concordancia sexo genérica no es 
un asunto de vanidad o estética, sino de salud y de derechos de las personas 
transexuales. 
Es importante puntualizar que el sexo con el que nace una persona, no puede 
cambiarse; en los casos de las cirugías de reasignación de sexo y sus previos 
procedimientos estéticos u hormonales ayudan a modificar algunos aspectos 
fisionómicos para lograr la concordancia sexo-género cuando existe alguna 
discordancia. 
Muchos de los testimonios compiladosa lo largo de los años por especialistas en el 
tema, concluyen en su mayoría, que una persona transexual siente que está 
 
15 
atrapada en el cuerpo del sexo contrario y que vive una mentira, ya que su ser, su 
pensamiento y su percepción son contrarios al cuerpo que ve en el espejo. 
En este sentido, el psicólogo Christopher Merchant afirma que es común que la 
transexualidad sea confundida a menudo con el travestismo, de la misma manera en 
la cual persiste la confusión entre sexo y género. 
“En general, las personas transexuales suelen tener un conflicto de identidad del rol 
o del género, más no del sexo. El sexo será de nacimiento, pero es dentro de ese 
sexo, dado el rol que representa en cada sociedad, que puede ser muy incómodo 
para la persona que se siente pertenecer a uno distinto con el cual nació21”. 
Merchant manifiesta que no hay nadie que pueda afirmar certeramente que la 
transexualidad es un desorden patológico y que no hay ningún estudio concluyente 
que lo pruebe; afirma que atreverse a decir de dónde viene es muy aventurado, ya 
que influyen muchos factores hormonales y genéticos, pero concluye que desde el 
punto de vista psicológico es poco ético señalarlo como desequilibrio mental. 
Contrastantemente, existen también otras opiniones como la de Carmen Arévalo, 
una persona que considera que la transexualidad “es una actividad para desviados y 
degenerados. Esas personas tienen vacíos espirituales que no llenan con nada y lo 
primero que se les ocurre es pensar que su cuerpo es un juguete del que pueden 
disponer, mutilar y destruir a su antojo. No es posible que un día ya no quieran ser 
hombres y ahora son mujeres. No están contentos consigo mismos. Están muy 
equivocados. Dios quiso que así nacieran mujercitas y hombrecitos, no hay más. 
Andar queriendo cambiar de persona es una aberración22”. 
Este testimonio recogido en pleno siglo XXI es un ejemplo de las concepciones que 
gran parte de la opinión pública con respecto a la transexualidad. Es este caso, 
Carmen lidera una casa de oración en su comunidad, sustentada en la religión 
católica. 
 
16 
Cuando existe discordancia entre el sexo y el género, es decir, cuando se vive en un 
cuerpo “que no es” la persona trans se enfrenta a diversos factores internos que 
incluyen confusión, infelicidad e insatisfacción en varios niveles (personal, 
profesional, emocional, laboral e inclusive sexual). 
En México no existen estadísticas reales de la existencia de la condición transexual. 
Sin embargo, pueden servir de indicativo las muestras de otros países como Estados 
Unidos de América, Inglaterra y Holanda; por lo que con base en esto, Mireille 
Brambila calcula que existe una persona transexual por cada 30,000 habitantes23; sin 
embargo, con la reciente relativa apertura hacia el tema en cuanto al aspecto social, 
civil y penal es probable que las cifras vayan en aumento. 
 
17 
Procedimiento para la concordancia sexo-genérica 
La intolerancia, rechazo y consecuente repudio a las personas transgénero y 
transexuales se ve comúnmente reflejada en las percepciones que tiene la gente con 
respecto a ellas, por ejemplo, existen individuos que consideran que la 
transexualidad, transgeneridad y/o travestismo son lo mismo. Un testimonio de estas 
características así lo muestra: 
“Lo primero que me viene a la mente es que (los transexuales) están mal de la 
cabeza. Además, pues como que los putos no están conformes con su condición de 
dizque hombres, necesitan rebajarse a ser una caricatura de mujer, porque aunque 
se hagan de todo, se les nota lo que son ¿a quién tratan de engañar? Se ponen 
chichis, se cortan allá abajo, pero lo triste es que siguen siendo hombres aunque no 
quieran, aunque hay algunos como la que le tocó a Salcido, que estaba guapísima y 
ahí ni cómo saberle, hasta que te das cuenta que traen todavía el paquete24”. 
El caso que menciona Gonzalo Medina, dueño de una microempresa de imprenta, 
aconteció en septiembre de 2010, cuando se suscitó un escándalo mediático que 
generó burlas y ataques en contra del futbolista seleccionado nacional Carlos 
Salcido, quien fue sancionado por la Federación Mexicana de Fútbol debido a que 
mientras estaba en concentración para un partido, participó en una fiesta privada, de 
la cual se hizo público que el jugador había tenido sexo oral con una mujer 
transgénero (que en su tiempo fue erróneamente llamada travesti por los medios). 
El impacto en la población fue tal, que entre medios electrónicos, impresos y redes 
sociales, el jugador fue juzgado, no sólo por la infidelidad cometida hacia su esposa, 
sino por el hecho de que Yamilé no era biológicamente una mujer. El público 
inmediatamente tachó a Salcido de “estúpido”, “homosexual” entre otros calificativos 
despreciativos y generó morbo alrededor del tema al intentar saber si la persona con 
la que el seleccionado nacional tuvo un encuentro sexual, tenía pene o no. 
 
18 
El argumento al cuestionarle de Yamilé en su momento la razón por la cual no 
mencionó a Salcido su condición transgénero fue: "Nada más fue un faje, porque yo 
me hacía para atrás y pensaba: '¿qué estoy haciendo, el chavo ni siquiera sabe?'... 
Me entró la cruda moral25”. 
Cabe aclarar que debido a la fama que obtuvo con el escándalo, posteriormente 
declaró a la prensa que ella no era travesti, ya que había pasado por procesos 
quirúrgicos y estéticos para asumir un rol femenino, y que lo que en realidad 
desengañó al futbolista de su condición fue que al momento de practicar sexo oral, 
Salcido pudo constatar que ella aún conservaba sus órganos masculinos. 
“Las personas no saben cuánto nos pueden lastimar, me atacan llamándome 
hombre” Yamilé26 
En aquel entonces se manejaron confusamente los términos travesti, transexual y 
transgénero, ya que existía la duda de su condición. Sin embargo, como lo aclaró 
ella, su intención siempre fue la de vivir con el rol de mujer que asumió 
gustosamente, pero eso no necesariamente implicó que requiriera de una cirugía de 
reasignación de sexo, ya que Yamilé no es una persona transexual que presenta 
discordancia con su identidad genérica y su sexo, ni tampoco travesti que volviera a 
su rol masculino posterior a su gusto o necesidad de travestirse; simplemente una 
mujer transgénero que vive y asume su rol femenino. 
Actualmente en México se han acuñado términos peyorativos y despectivos a lo que 
en realidad es una cirugía de reasignación sexual (CRS) tales como: “Cambio de 
sexo”, “Operación Jarocha”, que vulgarmente significa que “te quiten el pito y te 
pongan panocha”, entre otras. Todo ello evidentemente como resultado de la 
ignorancia e intolerancia que existe alrededor del tema. 
Se tiene documentado que la primera cirugía de reasignación sexo-genérica fue 
realizada en los años veinte, en Dinamarca a una mujer transexual llamada Lili Abner 
quien vivió muchos años como hombre biológico y murió unos meses posteriores a 
 
19 
su cirugía27; aunque en definitiva el primer caso que fue conocido a nivel mundial, fue 
el de un ex soldado norteamericano George Jorgensen, quien tras haberse sometido 
a una CRS logró ser Christine Jorgensen para posteriormente admitir públicamente a 
través de diversos medios su decisión y procedimiento, lo que generó una explosión 
mediática y la primera apertura al tema planteando como posibilidad real un “cambio 
de sexo”. 
A pesar de que en 1923 ya existía una concepción de transexualidad acuñada por el 
médico y sexólogo Magnus Hirschfeld, no fue sino hasta 1949 que el sexólogo David 
O. Cauldwell empezó a construir el concepto de transexualidad como el deseo de 
vivir en el género contrario y de someterse a una cirugía de reasignación de sexo. 
En aquel entonces las prácticas de electrochoques, terapias y especialmente 
medicación eran comúnmente orientadas a erradicar los trastornos que tuvieran que 
ver con la condición humana ya mencionada.Incluso, aún en la actualidad, se practican exorcismos, limpias, o se promueven 
retiros que aseguran eliminar la orientación homosexual o “corregir” a los desviados. 
En el estado de Puebla, por ejemplo, existe un grupo pastoral que está convencido 
que la homosexualidad es el síntoma de una “enfermedad profunda” y la 
manifestación de esta conducta puede ser “sanada” mediante crecimiento 
espiritual28. 
En la década de los sesenta, y tras haber estudiado y analizado varios casos, el 
sexólogo y endocrinólogo Harry Benjamin, discípulo de Hirschfeld, estableció las 
características inherentes a la transexualidad o disforia de género y le dio mayor 
consistencia y particularidad al término en su obra The Transexual phenomenon de 
la siguiente manera: 
1. Un sentimiento permanente, de toda la vida, de pertenecer al otro 
sexo/género. 
 
20 
2. Conductas y actitudes del otro sexo/género, con aparición temprana y 
persistente del gusto por “vestirse” sin erotizarse. 
3. Disgusto y aversión por sus propios órganos sexuales externos, sin canalizar 
placer a través de ellos. 
4. Desdén por conductas homosexuales, tomando en cuenta la identidad de 
género29. 
Según Barrios, connotado médico, psicoterapeuta y sexólogo clínico y de cuyas 
obras se hacen numerosas referencias al respecto de este tema, cree que Benjamin, 
“no sólo fue un investigador pionero en un campo virtualmente desconocido por la 
ciencia de aquel entonces, sino que (...) además, fue el primer clínico que estableció 
sólidamente que lo que hoy se conoce como orientación sexual es absolutamente 
independiente de la identidad de género30”. 
Se considera a nivel mundial a Benjamin, como el padre de la teoría de la 
transexualidad, dadas sus investigaciones y contribuciones sobre la condición trans, 
no sólo en el Hospital Universitario John Hopkins, donde realizó algunas 
intervenciones, sino posteriormente cuando compiló toda la información y 
experiencias recabadas para generar así el “Protocolo Harry Benjamin” que también 
se conoce como “Las normas de cuidado para trastornos de identidad de género”. 
Dicho documento es publicado actualmente por la “Asociación Profesional Mundial 
Para Salud Transgénera” cuyo nombre anterior era “Asociación Internacional Harry 
Benjamin de Disforia de Género”. Existe ya una sexta edición del Protocolo que fue 
lanzado por primera vez en 1979. 
El Protocolo de las Normas de Cuidado (NDC) indica básicamente los 
procedimientos y/o pautas flexibles al profesional de la salud con la finalidad de 
brindar ayuda con base en un tratamiento integral que incluye psicoterapia, programa 
endocrinólogo y quirúrgico. 
 
21 
A pesar de que el escrito incluye la transexualidad como un trastorno de identidad de 
género, el Protocolo aclara: “La calificación de trastornos de identidad de género 
como trastornos mentales no implica ningún permiso de estigmatizar a los pacientes 
ni de quitarles sus derechos civiles31” Afirma que, en realidad, para que se considere 
un trastorno mental, tiene que existir un patrón de conducta que resulte en provocarle 
sufrimiento mental a una persona o ponerla en una situación de desventaja 
maladaptativa. 
Siguiendo los lineamentos que sugiere el Protocolo inicialmente es la búsqueda del 
diagnóstico de una persona transexual; para realizarlo se sugiere la iniciación de 
psicoterapia con un profesional que, como requisito mínimo, debe contar con una 
maestría en un campo clínico de ciencia conductual (obviamente con las 
certificaciones y credenciales necesarias que lo acrediten) e instrucción, competencia 
y formación en psicoterapia específicamente en tratamiento de trastornos de 
identidad de género. 
Éste se considera como el primer requisito que servirá al profesional de la salud para 
acreditar y validar si una persona trans es elegible o idónea para el posterior 
tratamiento hormonal y, si así lo desea, quirúrgico. Como se había mencionado 
inicialmente, la idea de este acompañamiento psicoterapéutico no tiene como 
finalidad atemorizar al solicitante o hacerle sentir rechazo o repudio por su condición, 
ni mucho menos intentar curar la discordancia, sino concientizar acerca del proceso 
que conlleva reafirmar su identidad de género en evolución. 
Los criterios que se recomiendan considerar en un diagnóstico de transexualidad en 
una persona adulta de acuerdo con las NDC son: 
1. El deseo de vivir y ser aceptado como el sexo opuesto, generalmente 
acompañado por el deseo de hacer el cuerpo lo más similar posible al del 
sexo preferido por medio de cirugía y tratamientos hormonales; 
 
22 
2. La identidad transexual ha estado presente persistentemente durante por lo 
menos dos años; 
3. El trastorno no es un síntoma de otro trastorno mental ni de una anormalidad 
cromosómica32. 
A pesar de lo avanzadas que se encuentran hoy en día las investigaciones relativas 
a la transexualidad, no se han encontrado aún evidencias de que incluyan factores 
biológicos, anatómicos, cromosómicos que predispongan a la transexualidad como 
una enfermedad; así como, tampoco se puede generalizar que se deba a factores de 
crianza, de ausencia de figura materna o paterna, de violaciones o situaciones 
extremas en la niñez y mucho menos de alguna enfermedad mental como psicosis o 
esquizofrenia, por mencionar algunas que han sido correlacionadas con el tema. 
Debido a las implicaciones que conlleva un proceso psicoterapéutico, en muchas 
ocasiones una persona transexual no está totalmente convencida de iniciarlo, ya que 
en algunos casos no siempre se reconocen como transexuales. Dada la mala 
información que existe al respecto, muchos individuos ni siquiera saben que pueden 
estar viviendo una condición transexual como tal; simplemente pueden estar 
experimentando la discordancia entre su género y su sexo sin saber realmente lo que 
están enfrentando. 
Por las razones mencionadas, para la Asociación Profesional Mundial para Salud 
Transgénera es de suma importancia que un profesional de la salud intervenga, no 
sólo para esclarecer las dudas al respecto de la condición transexual, sino 
especialmente para realizar un diagnóstico correcto; ya que, es necesario considerar 
que, si en algún momento la persona decide realizar algún procedimiento quirúrgico 
irreversible con la idea equivocada de su condición, sería una experiencia traumática 
que ocasionaría graves trastornos e incluso el suicidio. 
Durante el proceso de acompañamiento, es relevante que una persona trans haya o 
esté desempeñando el rol del género con el cual se siente identificado durante un 
 
23 
tiempo considerable, el cual puede variar desde seis meses hasta dos años; a esto 
se le conoce comúnmente como “experiencia de la vida real”. 
Todo lo anterior, de acuerdo al Protocolo, tiene el propósito de reafirmar si el 
individuo es elegible para los siguientes pasos que implican la modificación corporal 
mediante procedimientos quirúrgicos irreversibles. Por otro lado, también ayudarán a 
la persona trans a desenvolverse con su rol de género en aspectos sociales, 
laborales y familiares para permitirles una mayor estabilidad y confianza con su 
identidad. 
Adicionalmente se les sugiere, por ejemplo, que busquen apoyo también en grupos 
de ayuda, redes sociales transgéneras y realizar actividades de recreación del sexo 
con el que se sientan identificados; de la misma manera que se documenten 
específicamente en aspectos legales, civiles y profesionales, para estar preparados 
ante cualquier eventualidad que se pueda presentar en algún momento de su 
proceso. 
El Protocolo también establece que, para recomendar el tratamiento hormonal 
posterior, es importante que el psicoterapeuta evalúe y comparta responsabilidad 
legal y ética con el doctor que autorice la medicación. Para muchas personas trans, 
la ingesta de hormonas puede ayudar en el proceso de reafirmación de identidad de 
género, ya que contribuye adesarrollar caracteres propios del sexo con el que se 
sienten identificados; aun así, se requiere que la persona tenga por lo menos tres 
meses en experiencia de la vida real. 
Los criterios a evaluar sugeridos por las NDC para que un psicoterapeuta pueda 
extender un certificado de autorización para solicitar un tratamiento hormonal, son los 
siguientes: 
1. La identidad y antecedentes del paciente; 
 
24 
2. Los diagnósticos (iniciales y en evolución) de género y sexuales, y otros 
diagnósticos psiquiátricos; 
3. La duración de la relación profesional y el tipo de psicoterapia o evaluación a 
que se sometió el paciente; 
4. Los criterios de elegibilidad con que cumplió el paciente, y la opinión 
especializada del profesional de salud mental que justifica la terapia hormonal 
o quirúrgica; 
5. El grado en que el paciente ya ha cumplido con las Normas de Cuidado, y la 
probabilidad que continuará cumpliendo con ellas en el futuro; 
6. Si el autor del certificado forma parte de un conjunto de terapia de género; 
7. Que se pueda realizar una llamada telefónica al profesional para verificar que 
realmente escribió el certificado33. 
Katia 
“Estaba cansada de solamente utilizar remedios naturales o maquillaje. Yo sabía que 
no estaba siendo Katia así. Me recomendaban miel combinada con clavo y otras 
hierbas en infusión para suavizar la voz, pero pasaba el tiempo y seguía escuchando 
ese horrible tono varonil que salía de mí y no correspondía a mi imagen. 
“Llegué a un punto de desesperación y en la estética donde yo iba, me atendía una 
chica trans que me recomendó empezar a tomar hormonas. Tontamente le hice 
caso; yo estaba muy chavita todavía tenía 18 años y aunque no tenía miedo de las 
consecuencias, había escuchado que tomar estrógenos te ponía de lo peor. 
“Al principio y cuando empecé con las dosis noté cambios padres; se suavizó mi voz, 
que era mi principal trauma, me empezó a disminuir el vello facial, y así. Como sentía 
que los cambios venían lentos y no acudí en su momento con un especialista, por 
 
25 
miedo al rechazo y a la discriminación, empecé a tomar hormonas a lo loco; lo único 
que anhelaba era verme como me sentía: una mujer. 
“Actualmente por el exceso de automedicación de esa época, vivo con problemas 
tiroidales y estoy un poco delicada del hígado. A quienes he conocido que inician su 
proceso trans, les diría que nunca se automediquen. Hasta en la tele lo dicen, nada 
con exceso, todo con medida y con la supervisión de un médico profesional34”. 
Con la intención de evitar problemas de salud posteriores a la automedicación 
hormonal, es que se sugiere sea autorizada y supervisada por un médico profesional, 
ya que no sólo se obtienen los beneficios deseados, sino que también implican 
riesgos a la salud y reacciones y/o efectos secundarios y consecuencias serias que 
pueden causar desde enfermedades como trombosis o tumores y, hasta la muerte. 
El Protocolo hace énfasis en que, los cambios que se esperan de una terapia 
hormonal pueden variar de persona a persona y la persona trans debe estar 
consciente de ello para no desalentarse si los resultados obtenidos no son tan 
inmediatos o tan notorios como quisieran. 
Si una mujer biológica se somete al tratamiento con testosterona, presentará 
cambios que en algunos casos son permanentes y en otros pueden ser reversibles: 
el crecimiento del clítoris, la detención en el desarrollo de las glándulas mamarias, 
crecimiento de vello corporal y facial como irreversibles; aumento de deseo y 
excitación sexual, agravamiento de la voz, aumento de peso y distribución de la 
grasa en las caderas como cambios temporales. 
En el caso de un varón biológico sometido a estrógenos y progestinas, se puede 
conseguir reducción del vello facial y corporal, crecimiento de senos, distribución de 
la grasa corporal acumulándose en cadera y muslos, disminución considerable de 
fuerza muscular y testículos, entre otros; todos ellos reversibles si se suspende el 
tratamiento. 
 
26 
Es importante considerar la creencia de que a mayor cantidad, mayores efectos, lo 
cual no es aplicable a estos casos. Es por ello que previamente a la medicación, 
también el Protocolo sugiere hacer una serie de estudios químicos, sanguíneos y 
endocrinos para determinar posibles efectos secundarios. Katia, con base a su 
experiencia comenta al respecto: 
“Todavía antes de haberme pasado de la raya, me recomendaron asistir con un 
endocrinólogo, quien después de que checó mi caso, me sugirió continuar con las 
hormonas, pero de manera moderada y con dosis muy pequeñas para que mi cuerpo 
no lo resintiera y obviamente para no cortar los efectos. 
“En ese entonces te digo, estaba muy chavita y no quería entender, ya sabes lo que 
siempre piensas ‘a mí no me va a pasar’; el doctor me advirtió que si no le paraba ya 
con los excesos que traía, iba a tener consecuencias muy malas. No le hice caso. 
“Me mandó a hacer estudios del hígado para verificar si ya había algún daño, pero 
estaban carísimos, no tenía el dinero suficiente y pues no me los puede hacer y lo 
dejé pasar. También me dijo que tomara terapia para poder llevar mejor mi proceso, 
pero lo tomé a mal y le dije que no estaba loca y que sabía lo que quería y que a final 
de cuentas era mi cuerpo y yo hacía lo que quería. Entonces me dijo que no había 
nada que hacer y me suspendió las recetas. 
“Me encabroné muchísimo y me frustré porque de por sí las consultas me salían en 
un ojo de la cara, ya tomaba dosis muy chicas y luego ya no iba tomar nada, sentí 
que todo mi esfuerzo y mi dinero se iban al caño, así que un cuate me las empezó a 
surtir a la mala. No pelé que debía tomar micro dosis sentí urgencia por desarrollar 
pechos y así; como no vi resultados en corto, empecé a duplicar y triplicar las dosis 
creyendo que entre más tomara iba a ser más rápido. La cagué. 
“Tiempo después lo resentí; se me inflamó el hígado, me salieron unos quistes en el 
pecho. Al final mi necesidad me salió carísima y todavía más porque en el Seguro 
 
27 
me trataban súper mal y me juzgaban. No me quedaron ganas ni de seguir 
medicándome35”. 
Toda vez que existan las condiciones idóneas tanto económicas como emocionales y 
físicas, se considera la posibilidad de la realización de una CRS. El Protocolo sugiere 
que sea posterior al procedimiento mencionado anteriormente (acompañamiento 
psicoterapéutico y terapia hormonal) aunque realmente existen variaciones en el 
orden de estos factores; así como que se expida un certificado médico que le permita 
al cirujano tener la certeza, competencia y pertinencia de la operación en la persona 
trans. 
La CRS no es considerada por Barrios un procedimiento estético o cosmético; sino 
que realmente pretende, a través de la realización de modificaciones quirúrgicas, 
generar y/o mejorar la auto percepción de la apariencia física con el fin de aliviar el 
sufrimiento en todos los ámbitos de una persona transexual. Aun así, no se 
recomienda y se considera poco ético, médicamente hablando, realizar una CRS sin 
haber antes constatado que la persona solicitante haya llevado por lo menos 2 años 
con el tratamiento mencionado. 
En el caso de una mujer transexual, las opciones quirúrgicas para una CRS pueden 
incluir: extirpación de los testículos (orquidectomía), remoción del pene (penectomía), 
y vaginoplastia, que consiste en la construcción de una neovagina y una vulva 
tomando como base el tejido del pene para colocarlo en el interior de la neovagina; 
todo ello con la intención de conservar las terminaciones nerviosas que harán posible 
la sensibilidad y excitación sexual. 
Existen también intervenciones como la clitoroplastia en la cual se moldea un clítoris 
utilizando el tejido del glande y la labioplastia vaginal, que básicamente aprovecha el 
escroto para dar forma y textura a los labios vaginales externos. 
Como todas las operaciones quirúrgicas, las CRS tambiéntienen sus riesgos, los 
cuales van desde los posibles percances con la anestesia general hasta 
 
28 
complicaciones post operatorias o inherentes al procedimiento mismo; como por 
ejemplo: infecciones de las vías urinarias u otros órganos, necrosis de los implantes, 
sangrados o simple rechazo natural del cuerpo, que en ciertos casos puede llevar a 
la muerte si no son bien realizados o tratados oportunamente. 
Adicionalmente existen otros procedimientos que son considerados estéticos para 
mejorar la apariencia femenina como implantes mamarios, liposucción, lipectomía, 
rinoplastia, reducción del hueso masculino conocido como “la manzana de Adán” 
remoción de vello corporal por hidrólisis, entre otros. 
A pesar de que por muchos años, las cirugías de reasignación sexual estuvieron muy 
lejos del alcance del bolsillo de la economía de los mexicanos interesados, el 
procedimiento ha sido adoptado por algunos cirujanos en el país, ya que todavía 
hace poco tiempo las personas trans tenían que recurrir a especialistas en países 
más avanzados en dichos procedimientos, tales como Estados Unidos, Tailandia, 
Canadá u Holanda por citar algunos, cuyos costos oscilaban aproximadamente entre 
los 10 mil y 35 mil dólares. 
De acuerdo con datos proporcionados por los entrevistados que han sido sometidos 
a cirugías de esta índole, en la Ciudad de México el precio varía entre 150 mil pesos 
y se puede elevar hasta los 400 mil, dependiendo del cirujano y el hospital donde se 
realice el proceso, por ejemplo en Médica Sur, Hospital Ángeles del Pedregal o 
alguna otra clínica. 
 
29 
La sociedad y la familia: problemas a enfrentar 
Para un individuo que jamás ha experimentado o siquiera ha pasado por su cabeza 
la idea de estar encerrado en el cuerpo de otra persona de sexo contrario, puede por 
un momento imaginar que un día se despierta y el cuerpo que ve, siente y percibe no 
es el suyo; que al verse al espejo no concuerda realmente el reflejo de sí mismo y 
que le guste o no, así tiene seguir y hacer su vida. 
Angustia, miedo y negación serían los primeros sentimientos que saldrían a flote en 
una experiencia así, por el hecho de estar encarcelado en el que, al parecer, no es el 
cuerpo que va con uno mismo. Empezarían las dudas, los cuestionamientos, y el 
tratar de definir primero si una situación así es sólo un sueño o parte de una locura 
temporal. Posteriormente surgiría la frustración al descubrir que no es así, que lo que 
vive es una realidad y que no es producto de una pesadilla o de su imaginación. 
Y no sólo eso, sino que durante el proceso de intentar que su cuerpo concuerde con 
la percepción de sí mismo y pueda dar su primeros pasos a la libertad (entendida 
como la meta de salir de “la cárcel” de ese cuerpo), la gente que lo rodea, que 
siempre ha dicho amarle y respetarle, amigos, compañeros de escuela, colegas de 
trabajo, las instituciones en las que ha confiado, etcétera, lo señalen, ataquen, 
ridiculicen y especialmente lo discriminen y lo priven de sus derechos. 
Y entonces, por un lado siendo consciente que no puede permitirse seguir viviendo 
bajo la angustia y el sufrimiento de ese encarcelamiento y por el otro, presenciar la 
intolerancia, los prejuicios y los ataques por parte de la sociedad en su contra, se 
preguntaría en algún momento ¿En verdad obtener su “libertad” y conseguir ser y 
verse como realmente es, es tan malo para la sociedad? y para lograrlo ¿realmente 
es necesario luchar en contra de todo y todos? 
Una situación similar enfrenta una persona trans día tras día desde que se percibe 
como tal, hasta el momento en que acepta su condición y comienza a hacer cambios 
drásticos en su forma de vida, de comportamiento, de hablar, de vestir y hasta de 
 
30 
pensar. En la gran mayoría de los casos, independientemente del sufrimiento 
emocional y personal que viven por su condición, las personas trans enfrentan la 
exclusión social. 
Considerando que el primer contacto que tiene un individuo con la sociedad es el 
núcleo familiar, es ahí donde se propicia el desarrollo de juicios de valor, 
percepciones y concepciones particulares del yo frente a los demás con sus 
diferencias. En México persiste la ausencia de una cultura de respeto a una persona 
diferente, específicamente en cuanto a lo sexual se refiere; ello no sólo por la 
carencia de información, sino por todos los estigmas, mitos y estereotipos que 
ocasiona. 
De esta manera, las personas trans se enfrentan al primer juicio, de los muchos que 
le esperan, en el momento en que deciden comentar con los miembros de su familia 
su disforia de género. Y, va a depender enteramente de la comprensión, tolerancia y 
respeto que haya en su hogar, para que una persona trans reciba apoyo o no desde 
el núcleo social básico. 
Diana 
“Primero les dije a mis familiares, y por principio de cuentas, a mi mamá. Ahí se ve 
que existen personas que aman a los hijos incondicionalmente y quienes no, 
simplemente los echan de la casa. Mis papás no lo hicieron, ellos me dijeron que no 
comprendían lo que me pasaba y que les daba gusto que me estuviera atendiendo, 
pero que necesitaban información al respecto. 
“Yo comprendo que no sea fácil para ellos y es que los padres se generan 
expectativas de los hijos, pueden esperar que se conviertan en médicos, abogados, 
astronautas o presidentes pero no en una persona transexual. 
“Les di toda la información posible para que leyeran y estuvieran conscientes de lo 
que me pasaba. También les dije a mis hermanos, aunque con ellos no hubo 
 
31 
problema y finalmente me abrí con algunos amigos. Te soy honesta, es muy 
diferente el decir las cosas a verlas realmente; en realidad lo que me importaba era 
que vieran que no era un extraterrestre. 
“Paulatinamente empezaron a conocerme y reconocerme, ya que a final de cuentas 
seguía siendo la misma persona, quizá con actitudes, vestimentas y actividades 
diferentes, pero la misma que ellos amaban36”. 
Para Diana fue una situación difícil, ya que no solo vivía su proceso de 
transformación y descubrimiento personal, sino que tenía que enfrentarse a las 
preguntas y a los cuestionamientos de su familia que, aunque la apoyaron, sabía que 
quizás en el fondo, había roto con algunos sueños o expectativas que pudieron llegar 
a tener de ella. 
Por otro lado, en el caso de Angie Rueda, quien es una mujer transexual y que tiene 
dos hijos adolescentes de su otra vida -como ella la denomina- sabe muy bien lo 
difícil que es poder encarar la situación y hablarlo con la familia: 
“Al respecto de quien fui, entiendo el duelo que viven mi hermana, mi hermano y mi 
mamá, porque el familiar que conocieron ya no está, se fue y como tal no volverá. 
“Me doy cuenta que no es fácil entenderlo (…) Si a mí, que he estado ya casi nueve 
años en diferentes tipos de psicoterapia y soy una persona muy analítica, me cuesta 
trabajo entenderme, pues para ellos (su familia) sí que está complicado. 
“A pesar de la enorme felicidad que me proporcionaba la presencia de mi hijo y mi 
hija, el malestar, la tristeza y la desolación que yo vivía entonces, me vaciaban el 
alma, aunque yo no lo acabara de entender, ni lo expresara, ni mucho menos lo 
comentara con la segunda mujer con quien me casé. 
Angie, en su otra vida, estuvo casada en dos ocasiones; sin embargo, ella confiesa 
que para cuando empezó a descubrir su transexualidad, su matrimonio ya tenía 
 
32 
aproximadamente 10 años y sus dos hijos habían nacido, por lo que la separación de 
ese núcleo familiar fue algo que ella considera como una ruptura violenta. 
Ella les ha hablado a sus hijos de sí misma, de la mujer que es; sin embargo y a 
pesar de haber ido construyendo una relación con ellos, en estos momentos se 
enfrenta a una situación incómoda y sobra decir bastante dolorosa, en la cual, debido 
a los prejuicios de su ex esposa, no le permite tener contacto con ellos. Angie sólo 
espera quecon el tiempo, este alejamiento involuntario de sus hijos, tenga 
momentos definitivos en un futuro, cuando ya sean mayores de edad. 
“Me queda claro que hubo condicionamientos sociales, familiares, de época, de 
educación, de idiosincrasia nacional, etcétera; pero al final, ha sido mi 
responsabilidad. Creo que, por primera vez en mi vida, estoy siendo y haciendo lo 
que real y fundamentalmente quiero, con todas sus satisfacciones y también con sus 
consecuencias adversas. 
“Soy la misma persona en el fondo y creo yo, en lo mejor que fui: un ser lleno de 
vida, ilusiones y convicción37”. 
Desafortunadamente, no sólo para Angie, sino para muchas personas con disforia de 
género, la posibilidad de mantener lazos familiares con aceptación, comprensión y 
sobre todo respeto y tolerancia, es a veces casi nula; sino que, por el contrario, se 
generan factores de rechazo, segregación y señalamiento. 
Por otra parte, Angie manifiesta su descontento por que, no conforme con la tensa 
situación del núcleo familiar, la sociedad no termina de reconocer, particularmente a 
las mujeres trans, como ciudadanas con derechos, personas o siquiera mujeres. No 
falta la común expresión despectiva al mirarlas: ¿qué es eso?. O, la estigmatización 
recurrente de que las mujeres trans son hombres frustrados, travestis, maricones, 
locas, perras, etc. 
 
33 
Al respecto, Diana Guerrero recuerda su experiencia y situaciones sociales que le 
llegaron a incomodar durante su proceso de transformación: 
“En la calle yo lo que percibí fueron dos cosas: cuando yo estaba como un tipo 
común y corriente simplemente pasaba desapercibido, era como un ‘equis’. Cuando 
empiezo el proceso de hormonación y empiezan a haber cambios físicos como que 
la grasa se distribuye de otra manera, se afinan los rasgos, iba al láser para quitarme 
la barba, empezaba a suavizarse el rostro, etc. En esa etapa inter yo me veía como 
un chico homosexual, lo que percibía en la gente eran señalamientos, porque para 
su percepción yo era homosexual. 
“Ahí es muy notable cómo la sociedad tiene señalamientos hacia la homosexualidad, 
como si ese rasgo humano fuera el peor de todos. La sociedad mete en una misma 
caja a lesbianas, bisexuales, transexuales y todos son lo mismo para ellos. Cuando 
ven a alguien y lo juzgan con ‘seguro es homosexual’ es como si le pusieran el peor 
estigma que pueden encontrar. Por eso se habla de homofobia, aunque ahí estamos 
incluidos todos”. 
En el país, salvo en el Distrito Federal en donde existe la posibilidad de solicitar una 
rectificación de acta de nacimiento por reasignación sexo-genérica, la posibilidad de 
contar con documentos que aprueben la identidad de las personas trans es hasta el 
día de hoy casi inalcanzable; es por ello que muchas de las personas trans que viven 
en provincia son invisibles y particularmente indocumentadas en su propia nación. 
Dicha situación (y otros factores en particular, por supuesto) han orillado a algunas 
personas trans, que no cuentan con estudios superiores o que se encuentran 
imposibilitadas para laborar con su nueva identidad, dado que la documentación que 
avala su conocimiento no concuerda con su imagen, a tomar caminos laborales que 
van desde el empleo informal hasta la prestación de sexo servicio. 
Ello debido a que las puertas de las oportunidades laborales que, de por sí con 
estudios son difíciles y sin ellos más, están drásticamente limitadas; aunado al hecho 
 
34 
de que para algunas instituciones y/o empresas la condición transexual es 
desconocida o está mal vista, simplemente las posibilidades de desarrollarse 
profesional o laboralmente y en consecuencia llevar un nivel de vida digno, son 
escasas. 
Para Angie, a pesar de que el camino ha sido engorroso y han existido algunas 
trabas, afortunadamente cuenta con un trabajo de jefatura de Servicios de Derechos 
Humanos en el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del 
Estado, previo a haber sido catedrática universitaria, servidora pública, entre otras 
labores. Ella está actualmente a escasos meses de obtener su doctorado, pero ella 
misma contrasta que no todas las personas trans tienen las mismas condiciones 
sociales: 
“Tendemos a la victimización como todos grupos de vulnerabilidad. Yo reconozco 
que, incluso inconscientemente, tiendo a una victimización; soy una chilletas 
profesional, pero también lucho porque, por un lado, efectivamente no he vivido las 
experiencias extremas a las que se enfrentan la mayoría de las chicas trans que no 
tienen estudios, que se ven limitadas al trabajo sexual, que las corren de sus casas, 
que son violentadas, que los estados ultraconservadores las segregan, pero por el 
otro, no significa que por ello viva sin discriminación o señalamientos. 
“Yo viví dos actos de agresión física, claros y violentos pero no tienen comparación a 
otros que he escuchado. También he vivido discriminación pero he tratado de hacer 
virtudes de mis limitaciones; como por ejemplo mi edad, en mi caso, hago una 
reconciliación a mi edad. 
“Yo no sé si hubiera podido sobrevivir este cambio tan brutal en mi vida en otra 
época de mi vida y que en los últimos años he contado con los recursos morales, 
sociales y económicos para sobrellevar la situación38”. 
La maestra Rueda sabe que es muy difícil generar un cambio a corto plazo, 
específicamente en la legislación federal, sin embargo confía en que la lucha social 
 
35 
por los derechos de lo que la sociedad considera minorías dé frutos en beneficio de 
las generaciones venideras de personas trans y que van a requerir, sin lugar a 
dudas, oportunidades de trabajo, ejercicio de sus libertades, derechos y obligaciones. 
“No voy a renegar ni a renunciar de quien he sido, en lo que he creído y por lo que he 
luchado (pero) duele y cansa estar siempre a la defensiva, justificando, pidiendo 
permiso para ser y estar39”. 
Adicionalmente, Tatiana describe a qué situaciones se enfrentó al momento de 
encarar y tomar el toro por los cuernos, como ella considera que fue cuando tuvo la 
iniciativa de gritarlo al mundo: 
“El problema fue allá afuera; mi familia está más o menos tranquila porque ve que 
voy en serio, que esto no es un juego y que realmente necesitaba ayuda. Ahora ya 
nadie de mis dizque amigos de la escuela me habla, me llama o si quiera me mira a 
los ojos; es como si nunca hubiera existido. 
“La gente a mi alrededor es lo peor; tengo una vecina que ha venido a echar agua 
bendita y a dejar estampitas de santos para que se vaya el diablo que está en mí; me 
pone muy nerviosa porque fue precisamente su hijo el que un día me aventó un 
zapato y me insultó hasta que se cansó. 
“El otro día que se me ocurrió ponerme una falda más corta de lo normal, un señor 
se me acercó y me preguntó que cuánto cobraba y que si aún tenía allá abajito. Sí 
me asusto y me duele, porque sé que no tengo necesidad de esto, pero mi vida no 
se va a venir abajo por gente como ésa. 
“Estoy de hecho ya tramitando lo de mi acta, te juro que ya me urge. Tengo amigas 
trans que no les molesta quedarse con sus nombres anteriores, pero a mí sí, 
especialmente porque quiero viajar y no quiero tener que travestirme de quien era 
antes para parecerme en la foto y porque además estoy viendo la posibilidad de irme 
a trabajar a Monterrey y empezar desde cero, sin cola que me pisen40”. 
 
36 
Si bien es cierto que posterior al proceso de reasignación sexual, una persona 
transexual debiera integrarse a la sociedad con su identidad actual (si es que cuenta 
con ella) sin ningún problema, para la gran mayoría les resulta muy complicado; ello 
por los enormes vacíos de defensoría de sus derechos y especialmente actos de 
discriminación en ámbitos legales y laborales que en ocasiones les impiden llevar 
una vida digna y protegida por las instituciones y la sociedad. 
 
37 
El panorama legal 
Posteriormente al proceso en el que una personatrans ya esté viviendo y 
desenvolviéndose cotidianamente con el género al que pertenece, se vislumbran 
inconvenientes que en ocasiones ponen en riesgo su identidad legal y jurídica por 
que en nuestro país no existe regulación o legislación específica al respecto que la 
considere; simplemente hay modificaciones a códigos civiles y locales que segregan 
y excluyen a la población trans en la mayoría de los estados de México. 
Independientemente de la promulgación y promoción de leyes y acuerdos que se han 
aprobado en diferentes rubros en materia legal en nuestro país, aún es imperceptible 
una protección global en cuanto a derechos, acceso a los servicios públicos de salud 
y prevención de la discriminación a las personas trans. 
Los principios de protección y defensa de los ciudadanos mexicanos están 
plasmados en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que 
garantiza en su artículo primero de Garantías individuales que: “...todas las personas 
gozarán de los derechos humanos reconocidos en esta Constitución (…), así como 
de las garantías para su protección, cuyo ejercicio no podrá restringirse ni 
suspenderse, salvo en los casos y bajo las condiciones que esta Constitución 
establece”. Así como también que en los ámbitos inherentes, las autoridades están 
obligadas a “promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de 
conformidad con los principios de universalidad”. 
Dicho de otra manera, el Estado tiene la obligación de velar por el bienestar de todos 
los ciudadanos, “sin excepción o distinción alguna41”. Sin embargo, el escenario real 
es diferente. La comunidad trans, dado que es considerada minoría, es tratada como 
tal, y está generalmente rodeada de exclusión legal, desigualdad y violación a sus 
derechos humanos y constitucionales; todo ello aunado a la carga social de 
discriminación y rechazo por parte de la sociedad. 
 
38 
En materia de derechos humanos y su aplicación, al respecto existen algunas 
iniciativas que protegen y avalan los derechos de la comunidad LGBTTTI, como las 
que refieren Rodolfo y Abril Alcaraz42: 
1. Declaración Internacional de los Derechos de Género. Promovida en 1993 
en Houston, Texas, indica el derecho no sólo de la libre expresión de género, 
sino de conseguir realizar modificaciones al cuerpo, identidad de género y tener 
acceso a un servicio médico profesional. 
2. Declaración sobre violaciones de los Derechos Humanos Basadas en la 
Orientación Sexual y la Identidad de Género. Sugiere y plantea que la no 
discriminación hacia todo lo relacionado con identidad de género y orientación 
sexual sean incluidos en la defensa de los derechos humanos. Fue presentada 
el 1 de diciembre de 2006 e incluía la participación de varios países de América 
(México participó), Asia y Europa. 
3. La resolución sobre derechos Humanos, Orientación Sexual e Identidad de 
Género. Durante la celebración del aniversario 60 de la Organización de 
Estados Americanos (OEA) en junio de 2008, se incluyeron los términos 
orientación sexual e identidad de género con la finalidad de reconocer un 
compromiso en asumir la exposición de las personas del colectivo LGBTTI a la 
violación de sus derechos humanos. 
4. Los principios de Yogyakarta. Con la participación de expertos en derechos 
humanos y leyes, se concluyó durante un seminario, en generar estándares 
legales que debían de ser acatados por los Estados en cuanto a derechos 
humanos relacionados con el tema de orientación sexual e identidad de género 
se refiere y que fueron presentados el 26 de marzo de 2007 al Consejo de 
Derechos Humanos de las Naciones Unidas. 
Sin embargo, es menester reiterar que, a pesar de los esfuerzos por generar un 
marco de referencia al respecto de la comunidad LGBTTI, aún no hay apartados 
específicos o contundentes que protejan los derechos a la no discriminación e 
igualdad de garantías con el fin de evitar las muy comunes, aún hoy en día, prácticas 
 
39 
de crueldad, maltrato e indiferencia que sufren las personas que no concuerdan con 
las convenciones sociales de género. 
El documento elaborado por Angie Rueda para el Consejo Nacional para Prevenir la 
Discriminación43 expone que algunos países han regulado y adaptado sus leyes para 
posibilitar la rectificación de la documentación oficial personal de los transexuales, 
pero sólo con el condicionante de una previa CRS tales como: Estados Unidos, 
Argentina, Australia, Italia y Sudáfrica. Por otro lado, naciones como Alemania, 
España, Finlandia, Holanda, Inglaterra y Suecia hacen posible el cambio del sexo y 
nombre en la documentación oficial sin necesidad de haberse sometido al 
procedimiento quirúrgico. 
En cuanto a América Latina se refiere, el mismo texto indica que en países como 
Chile es posible realizar cambios en documentos de identidad oficiales, tanto de 
nombre como de sexo con la única condicionante de una previa CRS; en Cuba, a 
pesar de que no se ha institucionalizado, las personas trans pueden tener acceso a 
los servicios públicos para la reasignación y concordancia sexo genérica. Asimismo, 
en Perú es posible solicitar un cambio de nombre por autorización judicial, pero en el 
acta de nacimiento el sexo permanecerá intacto. 
En lo que respecta a México, posterior a una votación en la Asamblea Legislativa del 
Distrito Federal, el 29 de agosto de 2008 se aprobó la reforma legal por medio de la 
cual las personas trans podrán solicitar una rectificación de acta por reasignación 
para la concordancia sexo-genérica sin la condicionante de una CRS previa, pero 
obviamente este beneficio únicamente aplica en la Ciudad de México44. 
En el plano federal, se creó la Comisión Especial Sobre No Discriminación Nuevos 
Sujetos y Nuevos Derechos que pretende, mediante iniciativas de ley, garantizar el 
derecho de libre expresión de género de los individuos, reconocimiento legal de sus 
respectivas identidades, respeto hacia su persona y el acceso a los servicios de 
salud requeridos incluyendo por supuesto la CRS como tal. 
 
40 
Una vez que una persona trans ha modificado en su totalidad la apariencia física, 
consecuentemente todas aquellas identificaciones legales y documentación con las 
que cuente no van a concordar con la imagen con las que inicialmente fueron 
tramitadas, las cuales van desde licencia de conducir, credencial de elector hasta 
certificados de estudios u otros. 
Como resultado del hecho de no contar con una identidad legal en su propio país 
como ciudadanos mexicanos, muchas de las personas trans se ven obligadas a 
conducirse como indocumentadas en su propio país. Lo cual conlleva a que sus 
principales ingresos provengan del comercio informal, de empleos sin derechos 
laborales y, en casos extremos, recurrir al trabajo sexual. 
Para la documentación oficial concordante, es necesario tramitar la acreditación de la 
identidad de género de un individuo transexual, lo que implica interponer un juicio de 
rectificación de acta de nacimiento donde aparezca el sexo y nombre actual; 
desafortunadamente es un proceso largo burocráticamente hablando y costoso, por 
lo que pocos son quienes lo realizan. 
La rectificación de actas ha existido desde hace mucho tiempo y está normado en el 
Código Civil el derecho a interponer un juicio para modificar algún dato en particular 
que se considere erróneo; pero el cambio de sexo en el acta no estaba considerado 
legalmente. Cuando se comenzó a realizar esta especificación, se hacían 
anotaciones al margen de la identidad anterior, así que posterior a un vasto análisis, 
se determinó que dicha anotación era discriminatoria, por lo que se procedió a la 
aprobación de la creación de una nueva acta. 
Es por ello que, como resultado de la iniciativa de los representantes de la asamblea 
del Distrito Federal, del apoyo de asociaciones civiles y especialistas en 
transexualidad, el 24 de noviembre de 2008 entró en vigor la modificación al

Continuar navegando