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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES LA CIUDADANÍA SOCIAL Y LA BÚSQUEDA DE UNA DEMOCRACIA CON CALIDAD Tesis que para obtener el título de Licenciada en Ciencias Políticas y Administración Pública Presenta: Dianell Pacheco Gordillo Asesora: Dra. Karla Valverde Viesca Ciudad Universitaria Distrito Federal, México Abril de 2013 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. A mi madre, por hacer de mí lo mejor. Agradecimientos Agradezco, en primer lugar, a la Universidad Nacional Autónoma de México y a su Facultad de Ciencias Políticas y Sociales por permitirme estos años de invaluable estudio y crecimiento como miembro de su comunidad, además quiero hacer un especial reconocimiento a quienes por su colaboración, soporte e inspiración, hicieron posible la integración de este documento. Valoro en específico la dirección de la Dra. Karla Valverde Viesca, a quien expreso mi gratitud por su apoyo e interés mostrado tanto para mi formación como para el diseño y elaboración de esta tesis. Gracias sobre todo, a mi familia, sin los cuales nada hubiera sido posible; en particular a mis padres, Lourdes y Gerardo, a mi hermano Diego, a mi abuela Margarita y a mis tíos Verónica y Benjamín, quienes con su amor, confianza, ánimo y ejemplo hicieron más fácil ésta y todas las tareas. Finalmente he también de reconocer a mis amigos por cada momento juntos, en los que la alegría y la reflexión cínica alentaron el camino a nuevas ideas y experiencias. ÍNDICE Introducción La falta de desarrollo en contextos democráticos ……………….....…………………. 6 Capítulo I La evolución del concepto desarrollo y el debate sobre su relación con la democracia desde los organismos internacionales ……………………………………. 10 1.1 El concepto de desarrollo…………………………………………………………….. 11 1.1.1 Modernización y economía del desarrollo……………………………….. 13 1.1.2 Teoría de la dependencia…………………………………………………… 15 1.1.3 Las necesidades y los recursos naturales……………………………….. 16 1.1.4 Consenso de Washington……………………………………………….…. 18 1.1.5 Desarrollo humano…………………………………………………………… 19 1.2 La relación entre democracia y desarrollo desde los organismos internacionales……………………………………………………………………..…... 21 1.2.1 La interacción entre democracia y desarrollo ……………………….….. 22 1.2.2 Banco Mundial ………………………………………………………….…… 30 1.2.3 Banco Interamericano de Desarrollo ……………….……………….…… 32 1.2.4 Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo .…………….……… 33 1.2.5 Comisión Económica para América Latina …………………….……….. 34 Capítulo II La opción e la ciudadanía social …………………………………..……………………… 37 2.1 Los derechos sociales y la contribución del Estado de Bienestar……………… 38 2.2 Consideraciones teóricas sobre la ciudadanía……………………………………… 46 2.3 Construcción y definición de la ciudadanía social….……………………………. 49 2.3.1 Desde los organismo internacionales hasta las medidas locales……... 51 2.3.2 La solidaridad…………………………………………………………….….. 55 2.3.3 Calidad de vida para una sociedad de bienestar…………………….…… 56 Capítulo III En búsqueda de la calidad democrática y el impulso a la ciudadanía social…........ 62 3.1 La calidad democrática……………………………………………………...….….… 64 3.1.1 Reciprocidad (Responsiveness)……………………………………......... 66 3.2 Retos alrededor de la ciudadanía social........................…………………………. 68 3.2.1 Espacios públicos inclusivos…………………………………………….… 68 3.2.2 Políticas sociales con derechos………………………………………..…. 74 Conclusiones ………………………………………………………………………………….. 83 Bibliografía …………..…………………………………………………………………….…... 90 La ciudadanía social y la búsqueda de una democracia con calidad “Contra tales instintos primitivos, enormemente poderosos, tenemos esto: la capacidad de observarnos a nosotros mismos desde otros puntos de vista.” Doris Lesing, Las cárceles elegidas, 2007. 6 INTRODUCCIÓN La falta de desarrollo en contextos democráticos Latinoamérica es considerada por algunas mediciones internacionales como la región más desigual del mundo1. En el caso de México, mientras que el 10% de la población con mayores ingresos concentra alrededor del 36% de los mismos2, 52 millones de personas viven en pobreza y en específico, 11.7 millones lo hacen en condiciones de pobreza extrema3, lo cual representa un 11% de la población total. Ahora bien, es importante señalar que esta desigualdad no implica solamente una disparidad en los ingresos de las personas, sino que representa tal diferencia en las oportunidades, que su calidad de vida se ve limitada, tanto por la pérdida de poder adquisitivo como por la imposibilidad de incorporarse al mercado de trabajo y a la vida en comunidad, lo que en general significa una falta de desarrollo. Al menos desde los años ochenta, los países latinoamericanos han vivido esta condición de desigualdad en paralelo a una apuesta por la transición democrática, estabilidad y gobernabilidad de los mismos. Lo que es más, actualmente es posible afirmar que las democracias en América Latina viven con desigualdad, tanto en términos de distribución del ingreso, como de poder, y esto se traduce en una concentración de ambos y en la limitación del acceso a la libertad y a la justicia. La relación del Estado con los ciudadanos es compleja y aún más, si estos ciudadanos viven en desigualdad. La democracia lo que conforma es un sistema de contrapesos y de dialogo, en el que todos los involucrados se permiten por distintos medios encontrarse y pensar en soluciones a problemas que aquejan a unos y a otros. Mientras que, en una democracia de calidad se esperara que estas 1 Véase Comisión Económica para América Latina (CEPAL), La hora de la igualdad. Brechas por cerrar, caminos por abrir, Santiago, CEPAL-ONU, 2010; Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Nuestra democracia, México, PNUD-FCE-OEA, 2010. 2 INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía), Resultado de la Encuesta nacional de ingresos y gastos de los hogares 2008, Comunicado no. 191/19, Aguascalientes, 2009, Tabla E,p.6 3 CONEVAL (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social), Informe de Pobreza en México y Entidades Federativa 2008-2010, Julio 2011. Fuente: estimaciones del CONEVAL con base en el MCS-ENIGH 2008 y 2010 http://web.coneval.gob.mx/Informes/Interactivo/Medicion_pobreza_2010.pdf http://web.coneval.gob.mx/Informes/Interactivo/Medicion_pobreza_2010.pdf 7 diferencias tengan un cauce institucional que garantice condiciones equitativas para su resolución, si estos actores están en una disparidad de capacidades, oportunidades y posibilidades, poco será el diálogo posible y las instituciones no serán capaces de controlar o mediar los conflictos. En contextos democráticos con esta falta de desarrollo, de poco alcance o de baja calidad, lejos está el Estado de garantizar una comunicación entre los actores dispares y muchomenos de lograr una inclusión de todo tipo de demandas. Las funciones históricas del Estado, en todo caso, son, en palabras de Manuel Villa: “por una parte, la unidad social-territorial de la nación y por otra, la unidad horizontal de las fuerzas socioeconómicas del país, las nacidas de la intersección sociedad-mercado”4 Y cuando el Estado falla en equilibrar a estas últimas, entonces se produce un inestabilidad en ambas unidades lo que es, en última instancia, un fuerte reto para el propio Estado y para su brazo operativo que es el gobierno. En los últimos años y ante estas dificultades que enfrentan tanto los Estados como sus individuos, se han ofrecido distintos caminos y soluciones para llevarlos a un nivel mejor de desarrollo; dentro de estas iniciativas, los organismos internacionales han participado con proyectos encaminados por una parte, a establecer puntos en la agenda política mundial y por otra, a participar en aquellos planes, programas o acciones de fomento al desarrollo que así se lo permitan y que estén vinculados con sus objetivos propios. En ese tenor, una de las ideas que presentan algunas agencias internacionales relacionadas al desarrollo es la de la ciudadanía social, y aunque dicho fenómeno podría tener antecedentes claros en la teoría política o en la práctica de gobierno del último siglo, lo cierto es que la mayor parte de su impulso y apoyo proviene de estos organismos como el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en cuyos informes se explican las bondades de su aplicación y las vías para su promoción en países en vías de desarrollo. 4 Manuel Villa, “Conceptos básicos para el análisis del Estado” en Revista Posibilidad Política, núm. 2, mayo- agosto, 2012, México, pp. 1-21. 8 De estos mismos organismos internacionales se sugieren definiciones sobre este tipo de ciudadanía y describen que “la ciudadanía social se refiere a aquellos aspectos de la vida de los ciudadanos que afectan el potencial para desarrollar sus capacidades básicas.”5 Así, se presenta que el análisis de la construcción de una ciudadanía social parece oportuno en tanto que este proceso, provee a la población de las oportunidades y capacidades para interactuar dentro de la esfera pública. En este trabajo de investigación se lleva a cabo una descripción y análisis sobre la ciudadanía social desde la concepción e impulso de los organismos internacionales hacia ésta. Se ofrece en términos generales un panorama general sobre el debate actual de la relación entre desarrollo y democracia y la opción que la ciudadanía social representa en esa arena, siendo capaces de vislumbrarla como una nueva posibilidad para una sociedad de bienestar en los países latinoamericanos que a su vez viven la consolidación de una vida democrática. El documento que se presenta, está dividido en tres capítulos. En el primero, se analiza la articulación del desarrollo y la democracia en términos de exponer en qué condiciones se gesta la propuesta de la ciudadanía social. Para ello, se explica la evolución que ha tenido la noción o concepto de desarrollo desde el discurso del presidente Truman en 1949, hasta nuestros días, consolidándolo en estructuras e instituciones formales que lo promueven constantemente. Asimismo, se describen distintas posturas explicativas que, desde los organismos internacionales, muestran la existencia de una relación entre el desarrollo y la democracia, partiendo de una concepción integral, sustantiva y humana y que conducen al advenimiento de recomendaciones distintas entre las que se destaca la ciudadanía social. En un segundo capítulo, se introduce el tema de la ciudadanía social como eslabón en la relación del desarrollo y la democracia. En particular, como mecanismo que permite a la población participar y ejercer sus derechos sociales 5 Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), La democracia en América Latina: Hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos, PNUD, Alfaguara: Buenos Aires, 2004, p. 120. 9 en la búsqueda de una mejora de la calidad de vida. Para ello se explica el concepto de ciudadanía social alrededor de tres elementos básicos: origen teórico, componente social y de bienestar, e importancia, validez o contribución. Para el primer elemento se muestra el antecedente teórico de la ciudadanía como categoría general; para el segundo, se analiza la implementación del Estado de Bienestar en países industrializados y su consecuente universalización de derechos sociales siendo estos un factor esencial de la ciudadanía social, y por último para el tercer elemento, se analizan algunas definiciones otorgadas al concepto dando cuenta de su importancia, vigencia y utilidad frente a otras propuestas. En la última y tercera parte de esta investigación, se propone un análisis de la forma en la que se manifiesta la ciudadanía social, primero a través de la calidad democrática y luego alrededor de los retos que enfrenta su puesta en marcha. Se resaltan los valores de los espacios públicos y las políticas sociales como dos temas actuales, a través de los cuales, la ciudadanía social se manifiesta y demuestra su validez, complejidad y desafío en la vida pública. Al concluir este documento y a manera de reflexión final se expone la pertinencia de entender a la ciudadanía social como un vínculo del desarrollo y la democracia, el cual, es capaz de articular de manera propositiva ambos fenómenos. Así, la ciudadanía social representa un mecanismo para comprender esta relación, para fomentarla y en última instancia, que se vale de influir en las políticas públicas, para que de manera integral, se mejore la calidad de vida de la población y se consolide una democracia con calidad. Es así que el análisis en este documento permite vislumbrar el debate de la falta de desarrollo ante la búsqueda de la calidad democrática, abriendo espacios de reflexión sobre el reto que representa la desigualdad en democracia y las distintas opciones de ruptura, cambio y mejora que se generan a su alrededor. 10 CAPÍTULO I La evolución del concepto de desarrollo y el debate sobre su relación con la democracia desde los organismos internacionales. El concepto de desarrollo es en un principio utilizado de manera general en las ciencias sociales como proceso que acontece a partir de la determinación y participación de los individuos, sin embargo, ante el uso constante del término cada disciplina le ha otorgado distintos atributos que van dándole cierto matiz y haciendo categorías del mismo. Es así, que por ejemplo, la economía se ha enfocado en el mercado, la producción y por supuesto en el auge industrial propio de la época moderna; mientras que la ciencia política, en otro caso, se ha concentrado en las estructuras, normas e instituciones que determinan el poder y calidad de este desarrollo para la vida pública; de manera que, poco a poco todas las disciplinas le han dando un carácter formal al uso del concepto de desarrollo. Este manejo también implica la creencia en ciertas características del desarrollo y ello constituye la creación de una arreglo institucional que introduce formas de conducir acciones, planes, programas y agendas tanto formales como informales, las cuales canalizan intrínsecamente los ideales y supuestos de la concepción de desarrollo que enarbolan; porque, si bien en su vasta mayoría el desarrollo se ha concebido como algo bueno, este también juega en el lado político un papel ideológico que tiene como tal, una visión particular sobre la realidad social, política y económica y que por tanto, constituye un particular andamiaje institucional. Para este capítulo se introducirá el concepto de desarrollo como elemento del discurso políticoque, bajo distintos enfoques, escuelas y al cobijo de diferentes organizaciones, ha ido modificándose a lo largo del tiempo para constituir en la actualidad uno de los objetivos fundamentales en las políticas públicas y planes de gobierno local, nacional y regional. 11 Los organismos internacionales emanados de estas escuelas han tomando una voz en la agenda pública y, como actores de la escena política internacional, participan del debate y de las acciones de fomento al desarrollo; en los últimos años, han introducido en la discusión sobre este, el componente democrático, constituyendo así el tema de la relación democracia y desarrollo como punto importante de informes, discusiones, estudios y recomendaciones. Con esta relación de fondo, es que en un segundo apartado del presente capítulo se hará una breve descripción del camino que han tomado cuatro de las principales organizaciones internacionales con impacto en las agendas de desarrollo (Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo, Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, Comisión Económica para América Latina) y sus principales propuestas sobre el tema, de manera que se rescate entre ellas la ciudadanía social como un eslabón útil y propositivo entre las acciones para el fortalecimiento de la democracia y las dedicadas a la construcción y fomento de desarrollo humano. 1.1 El concepto de desarrollo En primer lugar es necesario situarnos en lo que entenderemos por desarrollo, aclarando que ello no es sino producto de una construcción social, que ha pasado por diversas etapas y que de la misma forma puede en un futuro cambiar. Si bien el desarrollo ha acompañado al Estado contemporáneo y supone un ideal social o un estado de bienestar en el que la sociedad se plantea como buena, dicho concepto no tiene una definición única, ni una estrategia consensada. Es así, que existen diferentes aproximaciones al concepto político de desarrollo a partir de las cuales, se interpreta su origen y la distinción que se crea entre las naciones. Para algunos autores como Joan Prats: “la matriz intelectual del desarrollo se encuentra en el conjunto de ideas y creencias articuladas en torno al llamado ‘racionalismo constructivista’ (basado no sólo en la Ilustración, sino también en las concepciones de autores como Bacon, Descartes, Hobbes y 12 Newton), el cual se opone a otra tradición intelectual también occidental representada por el llamado ‘racionalismo evolutivo o crítico’”.6 De cualquier forma, lo cierto es, que como fenómeno político y tema central en la agenda internacional, el desarrollo tiene su marca de origen en las palabras del presidente de Estados Unidos, Harry Truman, en el Punto IV de su discurso a la Nación en 1949. En ellas, más que hacer referencia al desarrollo lo hace al subdesarrollo, planteando una de las primeras razones para constituir el tema dentro de la agenda política mundial: la ayuda al desarrollo. Con ello se modifica el uso regular del término y a partir de ese momento la forma de ver al mundo cambia, los países dejaron de ser son ello, un conjunto heterogéneo para convertirse en un agregado, si bien con diferencias, conformado en dos grandes grupos: los desarrollados y los subdesarrollados. Como bien dicen algunos autores, “la palabra desarrollo ya había sido utilizada por otros autores vinculados con la ciencia económica, (sin embargo), a partir de este momento la noción adquiriría nuevas dimensiones al concebirse no sólo como la posibilidad de desarrollar las cosas, sino de desarrollar una región.” 7 Además, se innovó una forma de concebir al desarrollo en la que no sólo representaría un estado de las cosas sino un fenómeno o proceso modificable, dice Rist por ejemplo que “la aparición del ‘subdesarrollo’ sugiere no solamente la idea de un cambio posible dirigido hacia un estado final, sino sobre todo, la posibilidad de provocar este cambio.”8 La denominación de subdesarrollados llevó tras de sí la clasificación de los países según los parámetros y elementos que los desarrollados consideraron importantes y determinantes para ser y estar en una etapa del progreso anterior a ellos. Nótese la palabra progreso porque sólo entendiendo esa postura es que se 6 Joan Prats, “El desarrollo como construcción social: génesis de la idea de desarrollo.” En Joan Prats, et. al., A los príncipes republicanos. Gobernanza y desarrollo desde el republicanismo cívico, La Paz, Plural Editores, IIG, INAP Madrid, 2006, p. 298. 7 Karla Valverde, “La institucionalización del desarrollo” en Karla Valverde y Alejandra Salas-Porras (coord.), El desarrollo, diversas perspectivas. En las ciencias, las instituciones, el Estado, la democracia, la cultura y la sociedad civil., México, ed. Gernika, 2005, p. 106. 8 Gilbert Rist, El desarrollo: historia de una creencia occidental, Madrid, ed. Catara, 2002, p.88. 13 comprende una división tajante de países y de una caracterización tal, que se establecieron nuevas políticas y nuevas formas de intercambio. Es dentro de una concepción positivista sobre una sociedad y una realidad que se transforma constantemente, que el progreso y por tanto el desarrollo se plantea en la esfera de la política internacional y nacional. Ahora bien, esta idea de desarrollo no se aplicó uniformemente sino que fue modificándose a lo largo del tiempo a partir de los intereses de quienes se postulaban por acciones encaminadas tanto a la ayuda para el desarrollo como al fomento autogestionado. Así, podemos hablar de distintos bastiones o enfoques interpretativos de la realidad social desde los cuales el desarrollo ha adquirido nociones y significaciones diferentes y que a continuación se presentan. 1.1.1 Modernización y economía del desarrollo El enfoque de la modernización nace en el conflicto entre socialismo y capitalismo durante la Guerra Fría y principalmente se desarrolla en las escuelas norteamericanas con aportes fundamentales de economistas, políticos y sociólogos. Este enfoque presenta distintas medidas o recetas que serán divulgadas en el llamado ‘Tercer Mundo’ por medio de organismos internacionales como la Organización de Naciones Unidas y el Banco mundial. El desarrollo como un recurso político y ligado a la idea del racionalismo fue poco a poco concibiéndose como un proceso mecánico que así como podría medirse, también sería planeado, diseñado y gestionado. Para ello se valió de enfoques sobre la productividad de bienes y de medidas de crecimiento que promocionaron una noción del desarrollo desde la economía. Desde raíz, mencionan algunos especialistas como Koldo Unceta, “…las enormes capacidades de transformación surgidas de la industrialización vinieron a corroborar las posibilidades de pensar en términos de progreso universal, desterrando el pesimismo y el conformismo de épocas anteriores, caracterizadas 14 por la escasez y por el dominio de las explicaciones del mundo basadas en la intuición o la religión.9 Bajo esta óptica de la realidad social es que el desarrollo entrará en una fase de convivencia plena con la economía para constituirse en paralelo con el crecimiento económico, la productividad, la acumulación y la riqueza. La economía del desarrollo será el punto desde el cual las nuevas políticas económicas y de desarrollo social serán implementadas en los países subdesarrollados. Los indicadores de consumo y producción se considerarán como guías para determinar si el país es consecuente con las metas que el camino al desarrollo planteaba. Dentro de las aportaciones más importantes, la teoría de la modernización ofreció de la mano de Rostow un postulado de etapas para llegar al desarrollo, industrialización y redistribución del ingreso, específicamente, “habla de cinco etapas del desarrollo por las que debenpasar todos los países: la sociedad tradicional; las condiciones previas para el impulso inicial; el despliegue; la marcha hacia la madurez y, la era del gran consumo de masas.”10 Con la economía del desarrollo se instalará una visión de este como crecimiento económico, el cual no sólo lograría impulsar el desarrollo social, sino que incrementaría la producción y reduciría la pobreza. El crecimiento sería la finalidad máxima y no un medio, las diferencias en las medidas o posturas se darían en torno al modo de acelerar dicho crecimiento y no en cómo se distribuiría. “El desarrollo se convertía así en un tema principalmente técnico que podía y debía abstenerse del contexto político, institucional y cultural. Se daba por supuesto que con la aplicación a la economía de las ciencias y las técnicas disponibles se aceleraría el crecimiento sin tener que pasar por los largos tiempos de construcción institucional y sin necesidad de lograr el equilibrio entre mercado y 9 Koldo Unceta Satrústegui, “Desarrollo, subdesarrollo, maldesarrollo y postdesarrollo. Una mirada transdisciplinaria sobre el debate y sus implicaciones” en Carta Latinoamericana. Contribuciones en desarrollo y sociedad en América Latina, s/ed., abril de 2009, no. 7, p.4. 10 Marcel Valcárcel, Génesis y evolución del concepto y enfoques sobre el desarrollo. Documento de investigación. Departamento de Ciencias Sociales. Pontificia Universidad Católica de Perú, Lima, junio 2006, p.7. 15 poderes públicos sobre los que se había basado el desarrollo del mundo industrializado.”11 1.1.2 Teoría de la Dependencia Las críticas hacia la idea del crecimiento no se hicieron esperar dados los embates de la Modernización y de las medidas económicas hacia la producción e intercambio de productos en los países subdesarrollados. Alrededor de los años sesenta, la Teoría de la Dependencia impulsada por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) y los países latinoamericanos puso de manifiesto con estas críticas, su inconformidad por la nula presencia de variables cualitativas dentro del análisis de la realidad social. La Teoría de la Dependencia impulsó un cambio en la visión del desarrollo y del crecimiento, poniendo hincapié en las diferencias estructurales entre los países desarrollados denominados “centro” y los subdesarrollados llamados “periferia”, las cuales para ese momento parecían evidentes y condenaban a estos últimos a una dinámica permanente de desigualdad. De esta manera, el desarrollo de los países sólo sería posible mediante el combate a los términos de intercambio, los cuales, dado su origen, permitían la concentración de poder y de recursos en países desarrollados y la permanencia de la pobreza en los países subdesarrollados. Con este debate y en un contexto de Guerra Fría los países subdesarrollados latinoamericanos impulsaron una serie de medidas sociales por las cuales el crecimiento de la región parecía posible. Se valieron de la puesta en marcha del Sistema de Sustitución de Importaciones y del incremento del gasto público para impulsar, desde el desarrollo interno y el cambio de parámetros económicos y de intercambio, el desarrollo de cada país y de la región. Sin embargo, distintos eventos como la crisis del petróleo, la crisis de la deuda y las presiones del los países desarrollados a través de las organizaciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, terminaron por vencer los 11 Joan Prats, “El desarrollo como construcción social: génesis de la idea de desarrollo.”, op.cit., p. 301. 16 esfuerzos nacionales y replantear una estrategia capitalista globalizadora del desarrollo. En definitiva, la Teoría de la Dependencia implicó un viraje importante en la concepción del desarrollo, abriendo de manera significativa el debate y las consideraciones de todos los involucrados en los distintos procesos nacionales, regionales y mundiales. Con ello se cuestionó el papel de los distintos actores y se puso de manifiesto la necesidad de contemplar un desarrollo multidimensional que integrara acciones de los países subdesarrollados planteadas desde sí mismos. 1.1.3 Las necesidades y los recursos naturales Entre 1970 y 1990 se incorporaron a la discusión del desarrollo nuevas ideas sobre las necesidades y los recursos naturales desde distintas perspectivas, con el fin de nutrir la reflexión sobre el rumbo del mundo y de la sociedad en su conjunto. Una de las posturas llegadas desde las Naciones Unidas y su Conferencia sobre Medio Ambiente Humano en Estocolmo en 1972, partió de la idea de que el desarrollo de los países y de las personas se enfrentaba a un escenario en el que los recursos naturales como agotables limitaban y ponían en riesgo la capacidad de crecimiento y por tanto se requeriría de su estudio, consideración y manejo eficiente. Con dicha conferencia se logró en 1973 en Ginebra, la creación del Programa de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente (PNUMA) el cual ya en específico marcaría la agenda global en estos estrenados términos. Además, la discusión fue alimentada y modificada por nuevos apuntes de estos problemas ambientales sobre todo en lo relacionado a la propagación de sus problemas y sus defensores específicos: los ambientalistas. Tal es el caso por ejemplo, de Ignacy Sachs, quien en 1974 caracteriza al llamado “ecodesarrollo” en términos de un proceso que consideraría entre sus ejes la prudencia ecológica, la eficacia económica, la dimensión cultural y territorial, la pertinencia social y la equidad de las soluciones propuestas. 17 Al “ecodesarrollo” se le sumo, en 1975, llamado “otro desarrollo”, con el cual el desarrollo se postuló con base en transformaciones estructurales y generado para la satisfacción de necesidades de manera autónoma, endógena y por supuesto en armonía con el medio ambiente. También, esta nueva fase, se alimentó del enfoque de “Necesidades básicas” promovido por la Organización Internacional del Trabajo, la cual, en 1976, declaró 4 grupos de necesidades básicas: el de necesidades mínimas para el consumo familiar y personal; el de acceso a los servicios esenciales; el de las concernientes al trabajo bien remunerado; y finalmente el de las cualitativas y necesarias para un entorno saludable y humano. Sin embargo, para 1980, estas dos posturas fueron puestas a un lado de la mano del nacimiento del denominado “desarrollo sostenido, sostenible o durable”, mediante el cual, el desarrollo y el medio ambiente, habrían de considerarse como parte de un mismo proceso en el que la sociedad debería plantearse siempre un crecimiento económico que no vulnerara los ecosistemas permanentemente y permitiera al desarrollo tener absolutamente un mayor alcance. Así mismo, se reconocía, no solo la pertinencia ecológica sino, una realidad en la que sin el respeto al medio ambiente no habría jamás un verdadero desarrollo. Incluso de manera oficial “el desarrollo sostenible” fue dotado de un significado a partir del informe “Nuestro futuro común” en 1987 de la Comisión Brundtland de las Naciones Unidas en el cual, se destaca que este desarrollo satisface las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las propias. Finalmente esta generación de ideas y más bien, de posiciones frente al desarrollo, permearon la agenda política y discursiva de tal modo, que durante las décadas subsecuentes y aún en el presente, términos como desarrollo sostenible o sustentable son, sin duda, uno de los hitos más grandes del mundo y de la reflexión sobre la propia sociedad y su futuro. Tal es el caso, que observamos eventos como las Cumbres de la Tierra de Naciones Unidas (la más recientecelebrada en junio de 2012 y llamada Río+20), con sus correspondientes 18 documentos como la Agenda 21 y en cuyos acuerdos los altos mandatarios de todo el mundo se reúnen a discutir acciones en estos términos el desarrollo. 1.1.4 Consenso de Washington Al tiempo que la Teoría de la Dependencia y los enfoques ambientalistas permeaban el debate desarrollista en el mundo, la postura economicista hizo propuestas en las que se implicó la defensa de la “funcionalidad” de la desigualdad. Esta última era considerada como una realidad que tarde o temprano se superaría por el fenómeno de ajuste del mercado y la producción, y el crecimiento dependería de impulsar el capital, aunque fuera en algunos grupos, que después reinvertirían en el mismo crecimiento. Dichas posturas llevaron incluso al planteamiento y dictámenes del llamado Consenso de Washington por el cual, una serie de medidas se recomendaban a los países subdesarrollados para que pudieran alcanzar el crecimiento y el desarrollo. Con el Consenso de Washington se planteó en general el control de ciertos valores macroeconómicos para estabilizar a los debilitados países subdesarrollados, los cuales, luego de varias crisis aceptarían estas recomendaciones y seguirían los parámetros económicos en los que se instauraba de nuevo un intercambio de bienes y servicios con estándares mundiales y un control estricto del gasto público, cuyo exceso, bajo esta teoría, había provocado en el pasado la crisis en varios países e impedía en lo general que la economía y el mercado se ajustaran libremente y permitieran de esta forma el desarrollo. Aún con estas medidas, las disfuncionalidades continuaron y el seguimiento de las recetas que algunos países siguieron al pie de la letra terminó por llevar al debate, a la revisión y al replanteamiento de esta visión del desarrollo. Inclusive años después del Consenso y de la revelación de sus pasos al desarrollo se intentó modificar estos mismos y hacerles ajustes para adaptarlos a las condiciones reales de los países en vías de desarrollo, los cuales, a pesar de seguir sus 19 recetas, no lograban la efectividad de los programas y convivían con realidades muy lejanas al desarrollo o de las promesas propias del Consenso. 1.1.5 Desarrollo Humano Para finales de los años ochenta, se inaugura una etapa en la discusión de desarrollo en la cual, se transforma la visión de crecimiento de bienes por una visión humanista en la cual, el desarrollo dependerá de valores tanto cuantitativos como cualitativos, la pobreza así, no sólo se medirá por la capacidad de consumo sino también por indicadores de bienestar y acceso a servicios. A partir de entonces, organismos internacionales, gobiernos nacionales, activistas y científicos sociales plantearon debates en torno a niveles de bienestar en términos de calidad de vida. Una de las principales y más importantes aportaciones estará a cargo de Amartya Sen, sobre todo en lo que se referirá a definir el desarrollo a partir de la libertad y las capacidades. El termino desarrollo con esta transformación migrará hacia una óptica holística e integral de desarrollo humano donde interactuarán la dimensión social, la cultural, la económica, la política y la ambiental. Para ser más exactos y en palabras de Prats: La aproximación del desarrollo humano que emergió a finales de los ochenta represento un cambio radical en dos sentidos. En primer lugar, el proceso de desarrollo abandona los supuestos utilitaristas para ser visto, siguiendo la orientación de Sen, como un proceso de expansión de las “capacidades” de la gente para elegir el modo de vida cada cual valora…En segundo lugar, también se desafía el supuesto de que el desarrollo depende fundamentalmente de la expansión del capital físico, es decir de la inversión en plantas y equipamiento. Inspirándose en los trabajos de Schultz, se enfatiza ahora la importancia de la acumulación de capital humano que implica fundamentalmente invertir en educación, salud, investigación y desarrollo, nutrición y planificación familiar…Una visión centrada en la producción de bienes es substituida por otra centrada en la ampliación de las capacidades de la gente.12 Es así como una teoría sobre el Desarrollo Humano emerge, domina a los parámetros económicos limitados del desarrollo e integra un conglomerado de 12 Joan Prats, “El desarrollo como construcción social: génesis de la idea de desarrollo.”, op.cit., p. 304. 20 posturas sobre el bienestar y la calidad de vida de manera tal, que para cuando el milenio termina, las opiniones sobre el desarrollo siguen en debate pero con una base sólida sobre la interpretación de este como un proceso multifactorial y social, y no únicamente como un crecimiento económico. Así mismo, es importante resaltar que para la concepción de desarrollo humano como calidad de vida son importantes tanto la participación como la integración social, y no sólo los mínimos de bienestar como agua, alimentación o poca mortalidad. La globalización así como muestra las realidades sociales distintas también es capaz de plantear nuevos escenarios para la discusión, sobre todo en términos de la necesidad de explorar caminos al desarrollo y aprender unos de otros, teniendo como objetivo la satisfacción de las demandas sociales y la resolución de los grandes problemas del mundo. En este sentido, los Objetivos del Milenio planteados por Naciones Unidas son parte de este esfuerzo por formalizar y estructurar una visión del desarrollo en la cual se integran indicadores sociales y políticos, con la cautela de que las posturas todavía no son claras ni determinantes y la necesidad de remediar la miseria, la pobreza y la desigualdad sigue en pie. La evolución del concepto político de desarrollo en el siglo pasado y actual es muestra de la incorporación gradual de las demandas sociales y realidades distintas en las que se unen tanto los objetivos económicos y políticos como la defensa social y ambiental. Distintos actores hacen su aparición y luchan por tener un lugar en la agenda política regional o mundial, poco a poco, ellos y el debate continuo en organizaciones, gobiernos y comunidades científicas incorporan nuevos elementos a la discusión y complementan el desarrollo de manera que, sea un concepto aprehensible y alcanzable. Se esfuerzan, día con día, por hacer del desarrollo no sólo un fin ético de la sociedad sino una pauta y guía de las políticas públicas en el mundo. 21 Por medio de la presencia de distintas teorías podemos comprobar que el desarrollo es un concepto en continua construcción y que en los últimos años se ha inclinado hacia un enfoque más complejo, multifactorial y humano, en el cual se le da relevancia tanto a los supuestos económicos como a las variables cualitativas, en las que, la participación de los agentes sociales es de vital importancia. Ahora bien, para continuar con el argumento inicial y considerando la existencia de múltiples visiones sobre el desarrollo es necesario presentar las posturas que siguen algunos organismos internacionales y sus propuestas en los últimos años, sobre todo, alrededor de la incorporación de la democracia como elemento que interactúa con este desarrollo humano. 1.2 La relación del desarrollo con la democracia desde los organismos internacionales Durante la segunda mitad del siglo XX, la comunidad internacional integrada ya en organizaciones e instituciones de alto nivel, dio un impulso renovado para la construcción de la democracia en el mundo como la mejor forma de gobierno posible y deseable. Los países latinoamericanos no estuvieron al margen de estas recomendaciones, ideales y promesas e integraron a sus agendas la democracia como un punto focal. Sin embargo, al llegar al fin de siglo, la promesaque habían hecho los impulsores de la concepción de la democracia como un régimen que traería consigo mayor desarrollo para sus habitantes, pareció desvanecerse ante la persistencia de altos índices de desigualdad y ante la muestra de que esta falta de desarrollo sería un factor de inestabilidad para la propia democracia. Además, a esto se le sumó la evolución del concepto de desarrollo, que se expuso en el apartado anterior, y que en los últimos años desembocó en la apertura del propio concepto y en la introducción de elementos democráticos a la discusión, dejando ver así, la existencia de vínculos entre el desarrollo y la democracia. 22 A continuación entonces, y dejando en claro que esta relación desarrollo- democracia ha sido y es motivo de debate en múltiples ocasiones y foros, es que este apartado presenta algunos de los principales ejes de esta discusión. Primero estableciendo que desde una definición contemporánea sobre la democracia se analiza la relación de ésta con el desarrollo y después mostrando algunas de las posturas que al respecto han promovido los organismos internacionales. 1.2.1 La interacción entre democracia y desarrollo El considerar al desarrollo como un proceso integral sobre la calidad de vida permite examinar en qué medida el debate se abre hacia la articulación de este con la democracia y en qué términos esta variable se introduce en el debate actual del desarrollo humano. Para comenzar la discusión del tema, resulta pertinente aclarar la concepción que sobre la democracia se tendrá, pues si bien es cierto que existe un sentido clásico del término, también hay múltiples acepciones a partir de las cuales surgen distintos estudios, acciones y aproximaciones a los temas que de ella emanan. Algunas de las definiciones más importantes sobre la democracia apuntan esta como una forma de gobierno y procedimiento para el acceso al poder (Sartori, Bobbio, Lijpahrt, Dahl, Shumpeter13) sin embargo, desde una dimensión y concepción sustantiva (Tilly, Touraine14) la democracia toca al desarrollo humano y desde ahí entonces se puede ver como motivo de discusión en esta investigación porque en ella si se integran variables sociales y políticas que interactúan en el ejercicio del poder. La concepción sobre la democracia ha tenido una larga trayectoria dentro de las ciencias sociales; en su vasta mayoría, las definiciones se refieren a los procedimientos de acceso al poder y pocos se detienen en aspectos relacionados al ejercicio del poder o a las dimensiones extra-procedimentales. 13 Me refiero a las obras: Giovanni Sartori, Elementos de la Teoría política, 1992; Norberto Bobbio, El futuro de la democracia, 2001; Robert Dahl, La democracia, 1999; Arend Lijphart, Modelos de la democracia, 2000; Joseph Shumpeter, Capitalismo, socialismo y democracia, 1942. 14 Me refiero a las obras: Charles Tilly, Democracy, 2007; Alain Touraine, ¿Qué es la democracia?, 2006. 23 Tabla 1 Enfoque de las definiciones de democracia y autoritarismo Procedimientos Dimensiones extra- procedimentales Poder Ejercicio “Teoría clásica” criticada por Schumpeter Estas definiciones no hacen referencia a los procedimientos relacionados con el ejercicio del poder Correspondencia entre los resultados políticos y las preferencias sociales Schumpeter “Mecanismos de adquirir el poder para decidir” Dahl “contienda [por el poder] y participación [en el gobierno]” Linz- Aut/Dem “Pluralismo limitado vs pluralismo ilimitado” Linz- Aut/Tot “Pluralismo limitado vs monismo” “Movilización vs inmovilización” “Mentalidades vs Ideología” Collier “Método de selección del gobierno” O’Donnell y Schmitter “Patrones de acceso al gobierno” Tomado de Sebastián Mazzuca, “Ampliando las concepciones sobre la democracia: acceso al poder versus ejercicio de poder” en Metodologías para el análisis político, p. 288. Sebastián Mazzuca revisa en su ensayo “Ampliando las concepciones sobre la democracia: acceso al poder versus ejercicio de poder” distintas teorías que se refieren a la democracia distinguiendo aquellas que lo hacen poniendo el énfasis en los procedimientos de acceso y la que lo hacen en los de ejercicio de poder político. En especial, se ha de retomar la definición de Schumpeter como la visión procedimental de la democracia más importante: Schumpeter enfatiza la contienda electoral, el atributo distintivo de la democracia, es un procedimiento para “producir gobiernos”, esto es, un mecanismo a través del cual “los individuos adquieren poder de decisión”…La democracia de Schumpeter describe explícitamente una serie de reglas que definen cómo se ocupan los principales cargos 24 gubernamentales, pero no tiene implicaciones sobre las reglas que las autoridades electas siguen en el ejercicio del poder mediante la administración de los recursos públicos.15 Si se entiende por democracia un entorno de elecciones competitivas, partidos políticos y preferencias de los votantes, entonces será poca la relevancia de la democracia en el desarrollo, pues esos fenómenos situarían a la población en términos de su capacidad a participar políticamente en momentos determinados como los son las elecciones y no socialmente de manera constante como lo que ocurre en la construcción y fomento de espacios públicos. Mazzuca resalta que “los analistas de régimen excluyeron de las definiciones de democracia y autoritarismo no sólo rasgos de la sociedad y de la economía, sino también todos los aspectos políticos que no están estrictamente relacionados con los procedimientos de acceso al poder.”16 Es así que para observar y analizar una relación de la democracia y el desarrollo y su correspondiente interacción se requiere no sólo una concepción de desarrollo humano sino una definición abierta de democracia que no se refiera únicamente a patrones procedimentales de acceso al poder político sino que comprenda una relación entre la sociedad y el Estado en la que se analicen distintas formas de ejercicio del poder y sus elementos sustantivos. Si bien tanto el desarrollo como la democracia son ideas que pueden y han caminado por separado y la democracia en su definición clásica no refiere algún potencial de desarrollo, el debate está abierto con una noción más integral y sustantiva de la propia democracia de manera que, la reflexión se ha instalado en las distintas recomendaciones y acciones de organismos internacionales que de alguna forma contribuyen a considerar una relación positiva y recíproca entre democracia y desarrollo. Boutros-Ghali, como secretario general de las Naciones Unidas, fue uno de los primero en pronunciarse a favor de esta discusión, planteaba que “los principios 15 Sebastián Mazzuca, “Ampliando las concepciones sobre la democracia: acceso al poder versus ejercicio de poder” en Metodologías para el análisis político, p. 282. 16 Ibíd., p. 285. 25 generales de la democracia, en efecto, pueden materializarse de distintas maneras en función del contexto, o dicho de otro modo: la democracia es el sistema en el que ‘el poder soberano reside en el pueblo’, pero su aplicación práctica podrá diferir según el sistema social y el grado de desarrollo económico de cada país, y tenderá además a evolucionar al hilo de las transformaciones políticas, demográficas, económicas y sociales que se vayan produciendo.”17 En ese sentido y ante un sistema social es necesario considerar un proceso conjunto de transformación entre el desarrollo y la democracia como una forma de vida. Si asumimos una postura de la democracia más abierta que las definiciones procedimentales entonces, tendremos que contemplarla con ingredientes activos socialmente, lo cual,se traduce en una democracia como construcción social y modo de vida en el cual la participación y la aplicación de los derechos civiles, políticos y sociales se manifiestan plenamente. De esta forma, “más que un conjunto de reglas, la democracia implica el reconocimiento del otro, la inclusión de todos los ciudadanos en una comunidad política, la promoción de la participación activa y el combate a toda forma de exclusión.”18 En el entendido de esta democracia abierta es posible identificar al menos tres características sustantivas de la democracia actual: en primera instancia debemos recordar que para la democracia es de suma importancia la prevalencia del Estado de Derecho y la justicia como únicos medios de certidumbre a la población; en seguida es de considerarse el papel central del Estado en la construcción y consolidación democrática; y por último no hay que olvidar que la democracia requiere de la validación continua y consciente de los ciudadanos, ya que sólo así es posible que esta se modifique, evolucione y adquiera nuevos formas de representar sus intereses. 17 Boutros Boutros Ghali, La interacción entre democracia y desarrollo. Informe de síntesis, Paris, UNESCO, 2003, p. 8 18 Sonia Fleury, “Construcción de ciudadanía en entornos de desigualdad” en Carlo Binetti y Fernando Carrillo-Flórez, ¿Democracia con desigualdad? Una mirada de Europa hacia América Latina, Nueva York, BID, 2006, p. 101. 26 Tal y como declararía Naciones Unidas en 2004 en su Informe sobre la Democracia en América Latina: “nuestra búsqueda por la libertad, la justicia y el progreso, y la lucha por el poder que se desarrolla cuando unos y otros tratamos de imponer nuestros intereses y pareceres sobre esos asuntos, han dado lugar a diversas maneras de organización de los seres humanos. Una de ellas es la democracia.”19 De esa manera, la democracia resulta un concepto, una idea, una forma de gobierno y más que nada, una forma de vida que se va transformando según intereses y necesidades sociales de forma que su concepción podrá vincularse con otros conceptos que le ayuden a tener una mayor comprensión del mundo y una mejor resolución de conflictos. La democracia responde en ciertas dimensiones como la rendición de cuentas o la reciprocidad a las necesidades sociales y entonces se vincula con el desarrollo humano, de hecho es así que cada día existen problemas más complejos y de índole mundial lo cuales tocan ejes del desarrollo y de la democracia. Y es en ese sentido en la que “la democracia es el resultado de una intensa y denodada experiencia social e histórica que se construye día a día en las realizaciones y frustraciones, acciones y omisiones, quehaceres, intercambios y aspiraciones de quienes son sus protagonistas: ciudadanos, grupos sociales y comunidades que luchan por sus derechos y edifican de manera incesante su vida en común”20. La democracia y el desarrollo son elementos diferentes, por ejemplo existen dos vínculos por los cuales es posible establecer cierta relación de reforzamiento mutuo e interacción: la paz y la satisfacción de las demandas. En el primer rubro es en el cual la cooperación y la ayuda para el desarrollo han concentrado sus aportaciones al debate y donaciones monetarias o en especie a los países en desarrollo. Alrededor del desarrollo humano, los organismos internacionales y algunos gobiernos nacionales han impulsado una serie de acciones con el objetivo claro de 19 Programa de Naciones Unidas para el desarrollo, , La democracia en América Latina: hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos, Buenos Aires, PNUD, 2004, p. 33 20 Ibíd., p. 51 27 reforzar la participación de la sociedad civil organizada y no organizada como uno de los requisitos claves para el equilibrio de poder, la rendición de cuentas y la transparencia; estos esfuerzos son tomados desde su óptica como un mecanismo que genera y refuerza, desde el desarrollo humano, buenos resultados alrededor de la democracia. De hecho, una muestra práctica del vínculo democracia y desarrollo se da por medio de la ayuda al desarrollo, en la que se proveen a algunos países de dinero, servicios, o beneficios sociales y que en algunas ocasiones, es condicionada al fortalecimiento de indicadores relacionados con la democracia. En esta área de la cooperación al desarrollo es posible que las medidas recomendadas o incluso las puestas en marcha, se enfrenten al problema de por un lado, seguir al pie de la letra el pacto o acuerdos hechos en conferencias y acuerdos internacionales y por el otro, hacer ajustes necesarios para que la realidad socio política de cada país tenga congruencia con estas acciones. Incluso Naciones Unidas reconoce que, “pese a cualquier giro del discurso hacia la integración de la democracia y el desarrollo en el plano analítico, a la hora de formular las políticas y de establecer los objetivos, el componente democrático tiende a brillar por su ausencia… (Mientras que) los partidarios de la condicionalidad democrática a menudo tienden a centrarse exclusivamente en las variables políticas y suelen verse tentados a considerar el bienestar social como un factor adicional optativo”21; provocando que las acciones reales de desarrollo se concentren en factores físico-sociales y las democráticas en los políticos anulando la interacción entre ambos esquemas. Por su parte, en el área del desarrollo sobre la satisfacción de necesidades, es donde se encuentra el mayor reto por encontrar un reforzamiento mutuo entre este y la democracia; porque es ahí donde la realidad los converge, en ese plano es donde la concentración de la riqueza y del poder busca como solución la claridad de atribuciones de los poderes públicos, pero no sólo en el ámbito de las instituciones democráticas sino también de su cara frente a las demandas y 21 Ibid., p. 69. 28 necesidades sociales que requieren respuestas en el fortalecimiento del desarrollo y en la búsqueda de una mejor calidad de vida. En el caso de América Latina, los esfuerzos se han concentrado por una parte en emprender acciones para mitigar la pobreza y por otra, un tanto alejada, propiciar medidas de reforzamiento de la democracia, sin embargo como menciona Fleury, “las inequidades socioeconómicas son el resultado de una larga tradición de cultura política autoritaria y excluyente. En estos casos, sólo una radicalización de la democracia que incluya a aquellos que fueron apartados del poder, merced a un juego abierto e institucionalizado de negociación y/o deliberación, es lo que puede romper el círculo vicioso de la política, caracterizado por la enajenación de la ciudadanía, la ausencia de responsabilidad de los representantes y el autoritarismo de la burocracia.”22 Con este tipo de visiones, en las cuales se le da un mayor impulso a las medidas de democratización, se pone de manifiesto la necesidad de que las mismas vayan acompañadas del desarrollo, pues si bien podrían ir solas, cuando hablamos del dialogo democrático lo hacemos refiriéndonos a que se comuniquen los pares. O si nos referimos a la rendición de cuentas y gobernabilidad también lo hacemos con apego a un espacio público abierto, ambos, requisitos que estarían determinados por un nivel de bienestar tal, que este tipo de acciones se dieran en un contexto garantizado de derechos político sociales. Y entonces tal y como lo reflexionan los expertos, “lo que debería darse en estos momentos es una reflexión seria… para llegar a la verdadera pregunta de fondo: ¿se está construyendo el tipo de sociedad realmente democrática donde se responda a los derechos de todos los ciudadanos o simplemente en estos períodos de crecimientose consolida el esquema de muchas ganancias para pocos y unos cuantos subsidios para pobres?”23Es en esta discusión en donde las organizaciones internacionales y los gobiernos nacionales y locales se ponen al 22 Sonia Fleury, op. cit., p. 101 23 Cecilia López Montaño, “Democracia y política social en América Latina” en Rodolfo Mariani, Democracia/ Estado/Ciudadanía. Hacia un Estado de y para la democracia en América Latina, Perú, PNUD, 2008, p. 342. 29 descubierto y en donde al construir políticas públicas son capaces de establecer los vínculos entre los conceptos y sobre todo entre los factores que den solución a los problemas. Dado que este debate académico y político sobre la relación entre la democracia y el desarrollo sigue abierto, las posiciones en torno a esta discusión se manifiestan tanto en las recomendaciones de organismos internacionales como en los planes de desarrollo que efectúan algunos países. En especial, algunos de los pronunciamientos más generales se han dado desde 1986 con la Declaración sobre el derecho al desarrollo y las subsecuentes Conferencias Internacionales, sin embargo fue hasta 1998 que se realizó un Panel de discusión en la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) con motivo de la interacción del desarrollo y la democracia y en el cual se señaló la tesis de que ambos serían elementos que caminan mejor si van de la mano. Aún con estas menciones, que parecen tener una sola línea dentro de los organismos internacionales dedicados especialmente al desarrollo y los cuales dictan recomendaciones por las que se trazan algunos ejes de las políticas públicas, la realidad es que existen diferencias sobre cómo se vinculan el desarrollo y la democracia, principalmente por la aplicación de un lado hacia la paz y la cooperación y del otro el desarrollo regional, nacional o local. Los defensores de este tipo de esquemas apuntarán que: “las organizaciones internacionales son la piedra angular del dispositivo de cooperación para el desarrollo. Es más, la ayuda multilateral puede contribuir de modo efectivo al fomento de la democracia, y en este sentido es importante estimular la concesión de ayudas al desarrollo a regímenes democráticos nuevos o restaurados.”24 Entonces, al referirse a la cooperación para el desarrollo existe una muy importante línea de apoyo y fomento a la gobernabilidad democrática, que refuerza las acciones de los países receptores de ayuda para enfrentar los considerados nuevos retos de la inclusión democrática como lo son el 24 Boutros Boutros-Ghali, op.cit., p. 19 30 empoderamiento de las mujeres y las organizaciones civiles como actores políticos estratégicos. Su principal tarea, en ese sentido, es la consolidación de instituciones, la buena gestión de los recursos, las capacidades humanas en el sentido participativo dentro del espacio público, la rendición de cuentas, la transparencia, en pocas palabras, el buen gobierno. Pero la realidad a la que se enfrentan estos planes de apoyo es más compleja de lo esperado, pues aunque este tipo de ayuda se da en países en vías de desarrollo, es en estos donde la desigualdad permea aspectos como la justicia y la libertad, elementos que se creían garantizados. Ahora bien, para tener un panorama amplio de las posiciones en el debate resulta necesario decir que los organismos internacionales si bien tiene similitudes, no tienen las mismas prioridades en las líneas de acción frente al desarrollo y, es por ello que, además de haber presentado ciertos puntos de la UNESCO, a continuación se presentarán algunos de los asuntos más importantes que presentan algunos de los distintos organismos frente a la discusión de la interacción entre democracia y desarrollo y que serán sus posiciones ante la agenda del desarrollo y lo cual abona al análisis sobre lo que la ciudadanía social representa como propuesta emanada de estos organismos. 1.2.2 Banco Mundial Este organismo internacional contempla desde 1999 un Marco Integral de Desarrollo en el que homogeneíza y fomenta planes para mitigar la pobreza que combinan los requisitos macroeconómicos con aspectos de desarrollo humano. Su tarea principal es el fortalecimiento económico desde una óptica capitalista en la cual, se despliegan los derechos individuales y las instituciones de mercado para traer en consecuencia el desarrollo de los países. En lo que se refiere al debate de la relación entre democracia y desarrollo, las publicaciones e informes del Banco Mundial no son muy activas en el tema, si se realiza una inspección y análisis de los últimos años lo que es posible establecer una apertura del tema del desarrollo económico hacia el humano, incrementando 31 las recomendaciones integrales que contemplan tanto instituciones de mercado como la actuación del Estado y otros actores en las políticas públicas. Por ejemplo, en su Informe de 199125, el Banco Mundial establece el desarrollo económico como tarea más importante de la humanidad y en la que fundamenta el desarrollo; para cumplir con esta tarea se plantea una acción recíproca entre el Estado y el mercado. Además, plantea que mejorar la calidad de vida comprende la eliminación de la pobreza, una educación mejor, mayores niveles de salud y nutrición, mejor medio ambiente, igualdad de oportunidades, libertad personal y una vida cultural fructífera. Por su parte, en el Informe 200326 aunque el Banco Mundial renueva su compromiso con el crecimiento económico, se refiere al desarrollo desde la productividad y la sostenibilidad ambiental y social. Así mismo, resalta dentro de la calidad de vida el valor del trabajo. Es en este informe donde se introduce la inclusión y el empoderamiento como factores claves del fortalecimiento de instituciones que en su labor llevan al desarrollo sostenible, aquí el Banco Mundial resaltará los procesos institucionales que le dan valor agregado a las acciones de desarrollo, lo cual implica un gran paso en el reconocimiento de procesos integrales de desarrollo y el papel que las instituciones tienen en estos. Finalmente en otro ejemplo, en el Informe 200627, tratando el tema de la equidad, se incrementan las menciones del papel de las instituciones como promotoras de un ambiente propicio para el crecimiento sostenible y el desarrollo; también es de resaltar el valor que se otorga a la equidad como eje central del desarrollo y que permite pensar e integrar el desarrollo humano, el mercado, la gobernanza y el empoderamiento. 25 Banco Mundial, Informe sobre el Desarrollo Mundial 1991, Washington, D.C., Banco Mundial, 1991, pp.1- 13. 26 Banco Mundial, Informe sobre el Desarrollo Mundial 2003. Desarrollo sostenible en un mundo dinámico. Transformación de instituciones, crecimiento y calidad de vida, Washington, D.C., Banco Mundial, Mundi- Prensa Libros y Alfaomega Grupo Ed., 2003, pp. IX- 11. 27 Banco Mundial, World development Report 2006. Equity and development, Washington, D.C., Banco Mundial y Oxford University Press, 2005, pp. 1-24, 226-230. 32 Es así como el pensamiento y posición del Banco Mundial es en la actualidad sí un enfoque capitalista y de mercado que para mitigar la pobreza impulsa el crecimiento económico pero también un sistema que reconoce el papel de las instituciones políticas, el del gobierno y el del Estado para crear procesos que retroalimenten y actúen en el desarrollo humano. 1.2.3 Banco Interamericano de Desarrollo (BID) Los proyectos encaminados hacia el desarrollo por parte del BID utilizan varias visiones sobre las necesidades propias de los problemas que atacan; sin embargo, en el 2005 y con apoyo de la Comisión Europease propusieron crear un documento en el que reflexionaran sobre la dinámica de desigualdad en América Latina para proponer en lo general medidas de combate y ayuda.28 En este documento plantean claramente la necesidad de la gobernabilidad en función del desarrollo y el bienestar, declarando que para ello es clave una base institucional, la cual se ha debilitado a causa de los fenómenos de exclusión y por tanto, requiere de flexibilidad, incorporando nuevos actores y expresiones de las fuerzas políticas y los cuales permitan resolver los problemas colectivos. Así mismo reconocen el proceso en el que la población reclama una reapropiación del espacio y por tanto hacen un llamado a una revitalización de la comunidad política que esté acompañada por derechos y participación ciudadana para en un futuro dar lugar al fortalecimiento del capital social. Lo que se puede observar al analizar los documento que emiten tanto el Banco Mundial como en específico el Banco Interamericano de Desarrollo es un enfoque sobre el desarrollo que pone en el centro al individuo y que alrededor de este, le coloca una actividad productiva y económica muy importante para el crecimiento de los países junto con elemento físicos, sociales y culturales importantes para las estructuras políticas, que permiten o no el desarrollo de los países. Es de reconocerse es que en los últimos años han abierto sus propias recomendaciones y discusiones hacia los temas político-sociales como el empoderamiento, la 28 Carlo, Binetti y Fernando Carillo. Florez (edit), ¿Democracia con desigualdad? Una mirada de Europa hacia América Latina, Nueva York, BID, 2006, p.59.170. 33 inclusión o el capital social, los cuales se toman en cuenta dentro del proceso de desarrollo y que demuestran una incorporación de las instituciones democráticas en el decidir y actuar de las políticas que estos bancos recomienda, ponen en marcha y apoyan, vinculando estas al proceso de desarrollo. 1.2.4 Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)29 En la última década este organismo ha publicado distintos informes que forman parte de un esfuerzo por reflexionar sobre el estado de la democracia y el desarrollo en los países latinoamericanos, sobre todo con el fin de proveer a los tomadores de decisiones y a la población en general de instrumentos que ayuden a fortalecer y consolidar tanto los procesos democráticos como los de apertura de oportunidades y desarrollo. En general existe una línea consolidada hacia el reconocimiento de la desigualdad y la pobreza como problemas graves en América Latina y hacia un enfoque de apoyo a las instituciones como una vía para su solución. En los primeros informes como en el del 2002 sobre Desarrollo Humano “se sugiere una fragilidad de democracia bajo la premisa de que los ciudadanos se sienten defraudados, toda vez que no ha significado oportunidades económicas y sociales para sus vidas”30. Sin embargo, en informes posteriores parece abandonarse un tanto esta idea para sustituirse por una visión en la que la que no se refieren a un peligro inminente sino a un proceso incompleto de consolidación democrática y de gobernabilidad que requiere de la participación para mejorar además de hacer alusión a una mejoría lenta y con rezagos pero importante en el desarrollo. En general entre las recomendaciones se advierte sobre un debilitamiento de la democracia dada una percepción de injusticia y desigualdad por parte de la población y por tanto, el beneficio que trae la contribución de distintos actores en proceso de desarrollo, considerando muy importante las acciones institucionales 29 Para esta sección se hizo una revisión y análisis de los siguientes documentos: s/autor, La democracia en América Latina: Hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos, Buenos Aires, PNUD, 2004. Rodolfo Mariani, Democracia/Estado/Ciudadanía. Hacia un Estado de y para la Democracia en América Latina, Perú, PNUD, 2008. Y s/autor, Nuestra democracia, México, PNUD, FCE, OEA, 2010. 30 Karla Valverde y Erika Palma, “Desarrollo y democracia: tarea pendiente en México” en Revista de FEPADE Difunde, núm. 11, México, 2006, p. 61. 34 para la promoción de un crecimiento más incluyente y haciendo una fuerte crítica a las pasadas reformas institucionales que olvidaron la dimensión de la ciudadanía por una reducción ideológica hacia el votante y de la política a la tecnocracia (economicistas/consumidor). Además se reconoce que la lucha contra la pobreza y la desigualdad, y el fortalecimiento de la gobernabilidad democrática son objetivos que se complementan. Ambos son parte de la estrategia, de manera que se propone la promoción de la inclusión de aspectos de la ciudadanía civil, social y cultural. En ese sentido, se indica un círculo virtuoso de legitimidad, estabilidad, democracia, expansión de derechos, bienestar ciudadano. 1.2.5 Comisión Económica para América Latina (CEPAL)31 Dada la naturaleza de este organismo, su interés ha girado en torno a una dimensión económica del problema de la pobreza y la desigualdad, considerando en algunas ocasiones, también un vínculo social y político muy importante. Desde los años noventa, los documentos que se emiten desde esta comisión han mantenido cierta confianza sobre la democracia como apta para superar obstáculos económicos. Sin embargo el enfoque que le dan a la democracia es desde lo social, en el cual se tendría como elemento principal la libertad. En un panorama amplio en los últimos años se ha reconocido que el modelo de democratización acompañado de la liberalización de los mercados no ha traído frutos y por tanto se considera importante tanto el valor económico de las medidas para estabilizar a los países latinoamericanos, como la relación entre las instituciones y el desarrollo, el cual contribuye de manera esencial a la buena gobernanza mediante la buena gestión de asuntos públicos. 31 Para esta sección se hizo una revisión y análisis de los siguientes documentos: Fernando Henrique Cardoso, “Democracia y desarrollo”, Discurso del 3 marzo de 1995 publicado en Revista CEPAL, no. 56, agosto 1995, Chile, p. 7-11. Bernardo Kliksberg, “Capital social y cultura, claves esenciales del desarrollo” en Revista CEPAL, no. 69, diciembre de 1999, Chile, p. 85-102. Y Christian von Haldenwang, “Gobernanza sistémica y desarrollo en América Latina” en Revista CEPAL, no. 85, abril 2005, chile, p. 35-52. 35 Hasta aquí se han analizado dos conceptos básicos: desarrollo y democracia. En primera instancia se entiende por desarrollo una concepción actual que se refiere a desarrollo humano como calidad de vida, la cual estará evaluada en términos de la libertad, el bienestar y las capacidades de la gente. Con ello, es posible tener una dimensión tal del desarrollo que se considerarán indispensables tanto los mínimos de bienestar para la supervivencia humana, como los derechos políticos, sociales, culturales y ambientales. Posteriormente se explora a la democracia como un fenómeno multidimensional, el cual no se ajusta únicamente a un procedimiento de acceso al poder, sino que se abre a considerar la vida democrática como un conjunto de prácticas articuladas en torno a manejar las tensiones propias de la vida en común y dentro de la cuales se requiere de un espacio público regulado y una participación constante de todos los involucrados; estos últimos para lograrlo participan a partir del goce de sus derechos. Con estos dos primeros parámetros sobre el desarrollo y la democracia es que es posible establecer una relación, sí compleja, pero de reforzamiento mutuo; y, aunque habrá que reconocer que dichos vínculos están en debate yen construcción lo cierto es que, tanto organismos internacionales como gobiernos intentan de otra manera entender esta conexión y procurar prácticas que beneficien a ambas caras de la realidad. Nuestro objetivo fue revisar las concepciones que sobre el desarrollo se han y siguen planteando para entender en qué nivel de la discusión es posible proyectar una relación del desarrollo y la democracia. Entonces, para ello es necesario considerar una perspectiva amplia de la relación que guardan entre sí el reforzamiento o medidas para la democracia y el desarrollo; no se trata de construir una relación forzada o un vinculo permanente, sino de observar en qué medida ambos comparten características en torno a la sociedad por las cuales sería necesario observarlos de manera conjunta. Porque además tal y como lo señala Prats: 36 “Actualmente, sabemos que no basta con iniciar un proceso de democratización para que se generen las fuerzas capaces de construir las instituciones y las políticas requeridas para el desarrollo humano. Contrariamente, hoy sabemos que en países de gran desigualdad y pobreza que carecen además de Estados institucionalizados y fuertes, el proceso democrático tiende a ser capturado por élites o coaliciones de diversa naturaleza que sólo impulsarán aquellas reformas que no alteren en su contra los equilibrios socio-políticos. La combinación de pobreza, desigualdad y debilidad institucional de los Estados tiende a generar una institucionalidad política informal, que dobla y pervierte la institucionalidad democrática formal y que se expresa en clientelismo, patrimonialización, prebendalismo, corporativismo, arbitrariedad y ausencia de transparencia y responsabilidad.”32 Las posiciones que sobre la relación entre el desarrollo y la democracia se tomen se plantean y analizan bajo una dinámica compleja en la que no sólo cuenta la intervención de los actores político sociales sino que la realidad social está en juego; no se trata entonces, de lanzar una serie de dictámenes o recomendaciones con las que se está de acuerdo a nivel internacional, sino además de, tomar las medidas necesarias para cambiar las reglas de juego en cada uno de los contextos y efectuar los ajustes necesarios para que verdaderamente se retroalimenten y refuercen las políticas tanto de desarrollo como de democracia. Es necesario entonces encontrar aquellos eslabones que hagan posible entender y transformar esta relación entre desarrollo y democracia, requerimos encontrar puntos de encuentro entre un desarrollo con libertad y una democracia con derechos para que se retroalimenten positivamente y logren una mejor sociedad. Uno de esos eslabones podría ubicarse en la llamada ciudadanía social, es decir, en la búsqueda de un mecanismo que permita el ejercicio pleno de los derechos sociales y la participación de la sociedad en la toma de decisiones, de manera que, a mediano plazo propicie el bienestar para la población en general y una mejor calidad democrática. Por ello, en el siguiente capítulo abordaremos el origen teórico de la ciudadanía social y las características que la determinan. 32 Joan Prats, “La vía democrática al desarrollo” en Joan Prats, et. al., A los príncipes republicanos. Gobernanza y desarrollo desde el republicanismo cívico, óp. cit., p. 412 37 CAPÍTULO II La opción de la ciudadanía social En el capítulo anterior se propuso explicar y establecer la necesidad de concebir y propiciar una relación entre desarrollo y democracia de manera tal, que fuera posible encontrar soluciones y transformar las problemáticas actuales. Así, se ha de concebir que dentro de esta compleja relación se puedan encontrar distintos elementos que por su participación la dotan de características y procesos propositivos; por ejemplo, a través de las propuestas de organismos internacionales se ha sugerido que uno de estos mecanismos es posible ubicarlo alrededor del fomento a la ciudadanía social. La idea de la ciudadanía social existe a partir de la tensión entre la ciudadanía, la cual dota de una de una igualdad de status en lo legal y político, y el bienestar social que buscan los ciudadanos. A continuación se va a explicar en qué consiste la ciudadanía social, y se hará en torno a dos aspectos principales: el primero es el de su definición que trataremos en este capítulo y el segundo es a partir de sus retos o factores de contribución para el fortalecimiento del vínculo entre democracia y desarrollo y la futura solución de conflictos, lo cual se expone en el tercer capítulo. Con el fin de lograr los objetivos establecidos para este capítulo se empezará por ver algunas raíces teóricas del concepto de ciudadanía social y por las cuales adquiere los elementos que lo componen. En primer lugar, se nombrará al Estado de Bienestar como suceso y concepto que aporta muchos de los elementos distintivos de esta ciudadanía y los cuales dentro del debate abren la posibilidad de encontrar nuevos escenarios para lo público, lo colectivo, el bienestar, el desarrollo y la ciudadanía. En segundo lugar, también se toca el tema de la ciudadanía como origen y concepto desde el cual se desprende la ciudadanía social. Pues si bien la noción de ciudadanía no es un aporte reciente de la ciencia política, en la época moderna se dio una reconceptualización dentro de la cual aparece la parte social con los correspondientes derechos y por los cuales se le dota de un significado especial. 38 Incluso es en esta singularidad en donde el cuestionamiento a la propia ciudadanía comenzará, a decir de algunos autores, en la última parte del siglo XX: “la revisión contemporánea del concepto de ciudadanía comenzó por su dimensión social, acusada de esconder toda una serie de disfunciones que, más que enriquecer la vida civilizada, acaban por empobrecerla.”33 Porque además, antes de que se revise a la ciudadanía social lo cierto es que el tema de la ciudadanía como tal, en cualquiera de las teorías y posturas políticas, ha adquirido una importancia y legitimidad tal, que su promoción es ya una constante en los objetivos de las políticas públicas. Con esos elementos entonces, finalmente incorporaremos a la discusión las consideraciones y matices actuales por los cuales se define a la propia ciudadanía social; primero desde las significaciones que se le da desde los organismos internacionales o propuestas locales; y luego desde componentes internos como la concepción de la solidaridad y la búsqueda de la calidad de vida, ambos elementos distintivos de este tipo de ciudadanía. 2.1 Los derechos sociales y la contribución del Estado de Bienestar Uno de los pilares teóricos de la ciudadanía social es la implementación y las subsecuentes consecuencias en todo el mundo de los modelos de Estado de Bienestar; sobre todo por su impacto en los derechos sociales, las políticas públicas y la concepción sobre el mismo bienestar y la calidad de vida. La aparición del Estado de Bienestar no está del todo definida por una fecha debido a que su presencia se dio en distintos países y bajo visiones diferentes con algunos componentes comunes que los hacen propios de este tipo de modelo. Al respecto Rafael Muñoz de Bustillo identifica ciertos cambios que propiciaron su aparición y consolidación: 1.- la ruptura con los sistemas de organización social, y sus redes de seguridad, que supone la Gran Transformación, en terminología que Karl Polanyi utilizara para referirse a la consolidación de la economía de mercado que viene de la mano de la revolución industrial; 33 Marco Freijeiro Varela, “¿Hacia dónde va la ciudadanía social? (De Marshall a Sen)” en Revista Andamios, vol. 5, núm. 9, diciembre 2008, p. 159. 39 2.- la aparición, con
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