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La-ciudadana-social-y-la-busqueda-de-una-democracia-con-calidad

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
 
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
LA CIUDADANÍA SOCIAL 
Y LA BÚSQUEDA DE UNA 
DEMOCRACIA CON CALIDAD 
 
 
 
 
Tesis que para obtener el título de 
Licenciada en Ciencias Políticas y Administración Pública 
 
 
 
 
 
Presenta: 
Dianell Pacheco Gordillo 
 
 
 
 
 
 
Asesora: Dra. Karla Valverde Viesca 
 
 
 
 
 
 
 
Ciudad Universitaria 
Distrito Federal, México Abril de 2013 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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A mi madre, 
por hacer de mí lo mejor. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Agradecimientos 
Agradezco, en primer lugar, a la Universidad Nacional Autónoma de México y a su 
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales por permitirme estos años de invaluable estudio 
y crecimiento como miembro de su comunidad, además quiero hacer un especial 
reconocimiento a quienes por su colaboración, soporte e inspiración, hicieron posible la 
integración de este documento. Valoro en específico la dirección de la Dra. Karla Valverde 
Viesca, a quien expreso mi gratitud por su apoyo e interés mostrado tanto para mi 
formación como para el diseño y elaboración de esta tesis. 
Gracias sobre todo, a mi familia, sin los cuales nada hubiera sido posible; en particular a 
mis padres, Lourdes y Gerardo, a mi hermano Diego, a mi abuela Margarita y a mis tíos 
Verónica y Benjamín, quienes con su amor, confianza, ánimo y ejemplo hicieron más fácil 
ésta y todas las tareas. Finalmente he también de reconocer a mis amigos por cada 
momento juntos, en los que la alegría y la reflexión cínica alentaron el camino a nuevas 
ideas y experiencias. 
 
 
 
ÍNDICE 
 
Introducción 
La falta de desarrollo en contextos democráticos ……………….....…………………. 6 
 
Capítulo I 
La evolución del concepto desarrollo y el debate sobre su relación con la 
democracia desde los organismos internacionales ……………………………………. 10 
1.1 El concepto de desarrollo…………………………………………………………….. 11 
1.1.1 Modernización y economía del desarrollo……………………………….. 13 
1.1.2 Teoría de la dependencia…………………………………………………… 15 
1.1.3 Las necesidades y los recursos naturales……………………………….. 16 
1.1.4 Consenso de Washington……………………………………………….…. 18 
1.1.5 Desarrollo humano…………………………………………………………… 19 
1.2 La relación entre democracia y desarrollo desde los organismos 
internacionales……………………………………………………………………..…... 21 
1.2.1 La interacción entre democracia y desarrollo ……………………….….. 22 
1.2.2 Banco Mundial ………………………………………………………….…… 30 
1.2.3 Banco Interamericano de Desarrollo ……………….……………….…… 32 
1.2.4 Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo .…………….……… 33 
1.2.5 Comisión Económica para América Latina …………………….……….. 34 
 
Capítulo II 
La opción e la ciudadanía social …………………………………..……………………… 37 
2.1 Los derechos sociales y la contribución del Estado de Bienestar……………… 38 
2.2 Consideraciones teóricas sobre la ciudadanía……………………………………… 46 
2.3 Construcción y definición de la ciudadanía social….……………………………. 49 
2.3.1 Desde los organismo internacionales hasta las medidas locales……... 51 
2.3.2 La solidaridad…………………………………………………………….….. 55 
2.3.3 Calidad de vida para una sociedad de bienestar…………………….…… 56 
 
Capítulo III 
En búsqueda de la calidad democrática y el impulso a la ciudadanía social…........ 62 
3.1 La calidad democrática……………………………………………………...….….… 64 
3.1.1 Reciprocidad (Responsiveness)……………………………………......... 66 
3.2 Retos alrededor de la ciudadanía social........................…………………………. 68 
3.2.1 Espacios públicos inclusivos…………………………………………….… 68 
3.2.2 Políticas sociales con derechos………………………………………..…. 74 
 
Conclusiones ………………………………………………………………………………….. 83 
 
Bibliografía …………..…………………………………………………………………….…... 90 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
La ciudadanía social y la 
búsqueda de una democracia 
con calidad 
 
 
 
“Contra tales instintos primitivos, 
enormemente poderosos, tenemos esto: 
 la capacidad de observarnos a nosotros 
mismos desde otros puntos de vista.” 
Doris Lesing, Las cárceles elegidas, 2007. 
 
 
 
 
 
 
 
6 
INTRODUCCIÓN 
La falta de desarrollo en contextos democráticos 
 
Latinoamérica es considerada por algunas mediciones internacionales como la 
región más desigual del mundo1. En el caso de México, mientras que el 10% de la 
población con mayores ingresos concentra alrededor del 36% de los mismos2, 52 
millones de personas viven en pobreza y en específico, 11.7 millones lo hacen en 
condiciones de pobreza extrema3, lo cual representa un 11% de la población total. 
Ahora bien, es importante señalar que esta desigualdad no implica solamente una 
disparidad en los ingresos de las personas, sino que representa tal diferencia en 
las oportunidades, que su calidad de vida se ve limitada, tanto por la pérdida de 
poder adquisitivo como por la imposibilidad de incorporarse al mercado de trabajo 
y a la vida en comunidad, lo que en general significa una falta de desarrollo. 
Al menos desde los años ochenta, los países latinoamericanos han vivido esta 
condición de desigualdad en paralelo a una apuesta por la transición democrática, 
estabilidad y gobernabilidad de los mismos. Lo que es más, actualmente es 
posible afirmar que las democracias en América Latina viven con desigualdad, 
tanto en términos de distribución del ingreso, como de poder, y esto se traduce en 
una concentración de ambos y en la limitación del acceso a la libertad y a la 
justicia. 
La relación del Estado con los ciudadanos es compleja y aún más, si estos 
ciudadanos viven en desigualdad. La democracia lo que conforma es un sistema 
de contrapesos y de dialogo, en el que todos los involucrados se permiten por 
distintos medios encontrarse y pensar en soluciones a problemas que aquejan a 
unos y a otros. Mientras que, en una democracia de calidad se esperara que estas 
 
1
 Véase Comisión Económica para América Latina (CEPAL), La hora de la igualdad. Brechas por cerrar, 
caminos por abrir, Santiago, CEPAL-ONU, 2010; Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), 
Nuestra democracia, México, PNUD-FCE-OEA, 2010. 
2
 INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía), Resultado de la Encuesta nacional de ingresos y gastos 
de los hogares 2008, Comunicado no. 191/19, Aguascalientes, 2009, Tabla E,p.6 
3 CONEVAL (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social), Informe de Pobreza en 
México y Entidades Federativa 2008-2010, Julio 2011. Fuente: estimaciones del CONEVAL con base en el 
MCS-ENIGH 2008 y 2010 http://web.coneval.gob.mx/Informes/Interactivo/Medicion_pobreza_2010.pdf 
http://web.coneval.gob.mx/Informes/Interactivo/Medicion_pobreza_2010.pdf
 
7 
diferencias tengan un cauce institucional que garantice condiciones equitativas 
para su resolución, si estos actores están en una disparidad de capacidades, 
oportunidades y posibilidades, poco será el diálogo posible y las instituciones no 
serán capaces de controlar o mediar los conflictos. 
En contextos democráticos con esta falta de desarrollo, de poco alcance o de baja 
calidad, lejos está el Estado de garantizar una comunicación entre los actores 
dispares y muchomenos de lograr una inclusión de todo tipo de demandas. Las 
funciones históricas del Estado, en todo caso, son, en palabras de Manuel Villa: 
“por una parte, la unidad social-territorial de la nación y por otra, la unidad 
horizontal de las fuerzas socioeconómicas del país, las nacidas de la intersección 
sociedad-mercado”4 Y cuando el Estado falla en equilibrar a estas últimas, 
entonces se produce un inestabilidad en ambas unidades lo que es, en última 
instancia, un fuerte reto para el propio Estado y para su brazo operativo que es el 
gobierno. 
En los últimos años y ante estas dificultades que enfrentan tanto los Estados como 
sus individuos, se han ofrecido distintos caminos y soluciones para llevarlos a un 
nivel mejor de desarrollo; dentro de estas iniciativas, los organismos 
internacionales han participado con proyectos encaminados por una parte, a 
establecer puntos en la agenda política mundial y por otra, a participar en aquellos 
planes, programas o acciones de fomento al desarrollo que así se lo permitan y 
que estén vinculados con sus objetivos propios. 
En ese tenor, una de las ideas que presentan algunas agencias internacionales 
relacionadas al desarrollo es la de la ciudadanía social, y aunque dicho fenómeno 
podría tener antecedentes claros en la teoría política o en la práctica de gobierno 
del último siglo, lo cierto es que la mayor parte de su impulso y apoyo proviene de 
estos organismos como el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo 
(PNUD) en cuyos informes se explican las bondades de su aplicación y las vías 
para su promoción en países en vías de desarrollo. 
 
4
 Manuel Villa, “Conceptos básicos para el análisis del Estado” en Revista Posibilidad Política, núm. 2, mayo-
agosto, 2012, México, pp. 1-21. 
 
8 
De estos mismos organismos internacionales se sugieren definiciones sobre este 
tipo de ciudadanía y describen que “la ciudadanía social se refiere a aquellos 
aspectos de la vida de los ciudadanos que afectan el potencial para desarrollar 
sus capacidades básicas.”5 Así, se presenta que el análisis de la construcción de 
una ciudadanía social parece oportuno en tanto que este proceso, provee a la 
población de las oportunidades y capacidades para interactuar dentro de la esfera 
pública. 
En este trabajo de investigación se lleva a cabo una descripción y análisis sobre la 
ciudadanía social desde la concepción e impulso de los organismos 
internacionales hacia ésta. Se ofrece en términos generales un panorama general 
sobre el debate actual de la relación entre desarrollo y democracia y la opción que 
la ciudadanía social representa en esa arena, siendo capaces de vislumbrarla 
como una nueva posibilidad para una sociedad de bienestar en los países 
latinoamericanos que a su vez viven la consolidación de una vida democrática. 
El documento que se presenta, está dividido en tres capítulos. En el primero, se 
analiza la articulación del desarrollo y la democracia en términos de exponer en 
qué condiciones se gesta la propuesta de la ciudadanía social. Para ello, se 
explica la evolución que ha tenido la noción o concepto de desarrollo desde el 
discurso del presidente Truman en 1949, hasta nuestros días, consolidándolo en 
estructuras e instituciones formales que lo promueven constantemente. Asimismo, 
se describen distintas posturas explicativas que, desde los organismos 
internacionales, muestran la existencia de una relación entre el desarrollo y la 
democracia, partiendo de una concepción integral, sustantiva y humana y que 
conducen al advenimiento de recomendaciones distintas entre las que se destaca 
la ciudadanía social. 
En un segundo capítulo, se introduce el tema de la ciudadanía social como 
eslabón en la relación del desarrollo y la democracia. En particular, como 
mecanismo que permite a la población participar y ejercer sus derechos sociales 
 
5
 Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), La democracia en América Latina: Hacia una 
democracia de ciudadanas y ciudadanos, PNUD, Alfaguara: Buenos Aires, 2004, p. 120. 
 
9 
en la búsqueda de una mejora de la calidad de vida. Para ello se explica el 
concepto de ciudadanía social alrededor de tres elementos básicos: origen teórico, 
componente social y de bienestar, e importancia, validez o contribución. 
Para el primer elemento se muestra el antecedente teórico de la ciudadanía como 
categoría general; para el segundo, se analiza la implementación del Estado de 
Bienestar en países industrializados y su consecuente universalización de 
derechos sociales siendo estos un factor esencial de la ciudadanía social, y por 
último para el tercer elemento, se analizan algunas definiciones otorgadas al 
concepto dando cuenta de su importancia, vigencia y utilidad frente a otras 
propuestas. 
En la última y tercera parte de esta investigación, se propone un análisis de la 
forma en la que se manifiesta la ciudadanía social, primero a través de la calidad 
democrática y luego alrededor de los retos que enfrenta su puesta en marcha. Se 
resaltan los valores de los espacios públicos y las políticas sociales como dos 
temas actuales, a través de los cuales, la ciudadanía social se manifiesta y 
demuestra su validez, complejidad y desafío en la vida pública. 
Al concluir este documento y a manera de reflexión final se expone la pertinencia 
de entender a la ciudadanía social como un vínculo del desarrollo y la democracia, 
el cual, es capaz de articular de manera propositiva ambos fenómenos. Así, la 
ciudadanía social representa un mecanismo para comprender esta relación, para 
fomentarla y en última instancia, que se vale de influir en las políticas públicas, 
para que de manera integral, se mejore la calidad de vida de la población y se 
consolide una democracia con calidad. 
Es así que el análisis en este documento permite vislumbrar el debate de la falta 
de desarrollo ante la búsqueda de la calidad democrática, abriendo espacios de 
reflexión sobre el reto que representa la desigualdad en democracia y las distintas 
opciones de ruptura, cambio y mejora que se generan a su alrededor. 
 
 
10 
CAPÍTULO I 
La evolución del concepto de desarrollo y el debate sobre su 
relación con la democracia desde los organismos 
internacionales. 
 
El concepto de desarrollo es en un principio utilizado de manera general en las 
ciencias sociales como proceso que acontece a partir de la determinación y 
participación de los individuos, sin embargo, ante el uso constante del término 
cada disciplina le ha otorgado distintos atributos que van dándole cierto matiz y 
haciendo categorías del mismo. 
Es así, que por ejemplo, la economía se ha enfocado en el mercado, la producción 
y por supuesto en el auge industrial propio de la época moderna; mientras que la 
ciencia política, en otro caso, se ha concentrado en las estructuras, normas e 
instituciones que determinan el poder y calidad de este desarrollo para la vida 
pública; de manera que, poco a poco todas las disciplinas le han dando un 
carácter formal al uso del concepto de desarrollo. 
Este manejo también implica la creencia en ciertas características del desarrollo y 
ello constituye la creación de una arreglo institucional que introduce formas de 
conducir acciones, planes, programas y agendas tanto formales como informales, 
las cuales canalizan intrínsecamente los ideales y supuestos de la concepción de 
desarrollo que enarbolan; porque, si bien en su vasta mayoría el desarrollo se ha 
concebido como algo bueno, este también juega en el lado político un papel 
ideológico que tiene como tal, una visión particular sobre la realidad social, política 
y económica y que por tanto, constituye un particular andamiaje institucional. 
Para este capítulo se introducirá el concepto de desarrollo como elemento del 
discurso políticoque, bajo distintos enfoques, escuelas y al cobijo de diferentes 
organizaciones, ha ido modificándose a lo largo del tiempo para constituir en la 
actualidad uno de los objetivos fundamentales en las políticas públicas y planes de 
gobierno local, nacional y regional. 
 
11 
Los organismos internacionales emanados de estas escuelas han tomando una 
voz en la agenda pública y, como actores de la escena política internacional, 
participan del debate y de las acciones de fomento al desarrollo; en los últimos 
años, han introducido en la discusión sobre este, el componente democrático, 
constituyendo así el tema de la relación democracia y desarrollo como punto 
importante de informes, discusiones, estudios y recomendaciones. 
Con esta relación de fondo, es que en un segundo apartado del presente capítulo 
se hará una breve descripción del camino que han tomado cuatro de las 
principales organizaciones internacionales con impacto en las agendas de 
desarrollo (Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo, Programa de 
Naciones Unidas para el Desarrollo, Comisión Económica para América Latina) y 
sus principales propuestas sobre el tema, de manera que se rescate entre ellas la 
ciudadanía social como un eslabón útil y propositivo entre las acciones para el 
fortalecimiento de la democracia y las dedicadas a la construcción y fomento de 
desarrollo humano. 
 
1.1 El concepto de desarrollo 
En primer lugar es necesario situarnos en lo que entenderemos por desarrollo, 
aclarando que ello no es sino producto de una construcción social, que ha pasado 
por diversas etapas y que de la misma forma puede en un futuro cambiar. Si bien 
el desarrollo ha acompañado al Estado contemporáneo y supone un ideal social o 
un estado de bienestar en el que la sociedad se plantea como buena, dicho 
concepto no tiene una definición única, ni una estrategia consensada. 
Es así, que existen diferentes aproximaciones al concepto político de desarrollo a 
partir de las cuales, se interpreta su origen y la distinción que se crea entre las 
naciones. Para algunos autores como Joan Prats: “la matriz intelectual del 
desarrollo se encuentra en el conjunto de ideas y creencias articuladas en torno al 
llamado ‘racionalismo constructivista’ (basado no sólo en la Ilustración, sino 
también en las concepciones de autores como Bacon, Descartes, Hobbes y 
 
12 
Newton), el cual se opone a otra tradición intelectual también occidental 
representada por el llamado ‘racionalismo evolutivo o crítico’”.6 
De cualquier forma, lo cierto es, que como fenómeno político y tema central en la 
agenda internacional, el desarrollo tiene su marca de origen en las palabras del 
presidente de Estados Unidos, Harry Truman, en el Punto IV de su discurso a la 
Nación en 1949. En ellas, más que hacer referencia al desarrollo lo hace al 
subdesarrollo, planteando una de las primeras razones para constituir el tema 
dentro de la agenda política mundial: la ayuda al desarrollo. 
Con ello se modifica el uso regular del término y a partir de ese momento la forma 
de ver al mundo cambia, los países dejaron de ser son ello, un conjunto 
heterogéneo para convertirse en un agregado, si bien con diferencias, conformado 
en dos grandes grupos: los desarrollados y los subdesarrollados. Como bien dicen 
algunos autores, “la palabra desarrollo ya había sido utilizada por otros autores 
vinculados con la ciencia económica, (sin embargo), a partir de este momento la 
noción adquiriría nuevas dimensiones al concebirse no sólo como la posibilidad de 
desarrollar las cosas, sino de desarrollar una región.” 7 Además, se innovó una 
forma de concebir al desarrollo en la que no sólo representaría un estado de las 
cosas sino un fenómeno o proceso modificable, dice Rist por ejemplo que “la 
aparición del ‘subdesarrollo’ sugiere no solamente la idea de un cambio posible 
dirigido hacia un estado final, sino sobre todo, la posibilidad de provocar este 
cambio.”8 
La denominación de subdesarrollados llevó tras de sí la clasificación de los países 
según los parámetros y elementos que los desarrollados consideraron importantes 
y determinantes para ser y estar en una etapa del progreso anterior a ellos. 
Nótese la palabra progreso porque sólo entendiendo esa postura es que se 
 
6 Joan Prats, “El desarrollo como construcción social: génesis de la idea de desarrollo.” En Joan Prats, et. al., 
A los príncipes republicanos. Gobernanza y desarrollo desde el republicanismo cívico, La Paz, Plural Editores, 
IIG, INAP Madrid, 2006, p. 298. 
7 Karla Valverde, “La institucionalización del desarrollo” en Karla Valverde y Alejandra Salas-Porras (coord.), 
El desarrollo, diversas perspectivas. En las ciencias, las instituciones, el Estado, la democracia, la cultura y la 
sociedad civil., México, ed. Gernika, 2005, p. 106. 
8 Gilbert Rist, El desarrollo: historia de una creencia occidental, Madrid, ed. Catara, 2002, p.88. 
 
13 
comprende una división tajante de países y de una caracterización tal, que se 
establecieron nuevas políticas y nuevas formas de intercambio. Es dentro de una 
concepción positivista sobre una sociedad y una realidad que se transforma 
constantemente, que el progreso y por tanto el desarrollo se plantea en la esfera 
de la política internacional y nacional. 
Ahora bien, esta idea de desarrollo no se aplicó uniformemente sino que fue 
modificándose a lo largo del tiempo a partir de los intereses de quienes se 
postulaban por acciones encaminadas tanto a la ayuda para el desarrollo como al 
fomento autogestionado. Así, podemos hablar de distintos bastiones o enfoques 
interpretativos de la realidad social desde los cuales el desarrollo ha adquirido 
nociones y significaciones diferentes y que a continuación se presentan. 
 
1.1.1 Modernización y economía del desarrollo 
El enfoque de la modernización nace en el conflicto entre socialismo y capitalismo 
durante la Guerra Fría y principalmente se desarrolla en las escuelas 
norteamericanas con aportes fundamentales de economistas, políticos y 
sociólogos. Este enfoque presenta distintas medidas o recetas que serán 
divulgadas en el llamado ‘Tercer Mundo’ por medio de organismos internacionales 
como la Organización de Naciones Unidas y el Banco mundial. 
El desarrollo como un recurso político y ligado a la idea del racionalismo fue poco 
a poco concibiéndose como un proceso mecánico que así como podría medirse, 
también sería planeado, diseñado y gestionado. Para ello se valió de enfoques 
sobre la productividad de bienes y de medidas de crecimiento que promocionaron 
una noción del desarrollo desde la economía. 
Desde raíz, mencionan algunos especialistas como Koldo Unceta, “…las enormes 
capacidades de transformación surgidas de la industrialización vinieron a 
corroborar las posibilidades de pensar en términos de progreso universal, 
desterrando el pesimismo y el conformismo de épocas anteriores, caracterizadas 
 
14 
por la escasez y por el dominio de las explicaciones del mundo basadas en la 
intuición o la religión.9 
Bajo esta óptica de la realidad social es que el desarrollo entrará en una fase de 
convivencia plena con la economía para constituirse en paralelo con el crecimiento 
económico, la productividad, la acumulación y la riqueza. La economía del 
desarrollo será el punto desde el cual las nuevas políticas económicas y de 
desarrollo social serán implementadas en los países subdesarrollados. Los 
indicadores de consumo y producción se considerarán como guías para 
determinar si el país es consecuente con las metas que el camino al desarrollo 
planteaba. 
Dentro de las aportaciones más importantes, la teoría de la modernización ofreció 
de la mano de Rostow un postulado de etapas para llegar al desarrollo, 
industrialización y redistribución del ingreso, específicamente, “habla de cinco 
etapas del desarrollo por las que debenpasar todos los países: la sociedad 
tradicional; las condiciones previas para el impulso inicial; el despliegue; la marcha 
hacia la madurez y, la era del gran consumo de masas.”10 
Con la economía del desarrollo se instalará una visión de este como crecimiento 
económico, el cual no sólo lograría impulsar el desarrollo social, sino que 
incrementaría la producción y reduciría la pobreza. El crecimiento sería la finalidad 
máxima y no un medio, las diferencias en las medidas o posturas se darían en 
torno al modo de acelerar dicho crecimiento y no en cómo se distribuiría. “El 
desarrollo se convertía así en un tema principalmente técnico que podía y debía 
abstenerse del contexto político, institucional y cultural. Se daba por supuesto que 
con la aplicación a la economía de las ciencias y las técnicas disponibles se 
aceleraría el crecimiento sin tener que pasar por los largos tiempos de 
construcción institucional y sin necesidad de lograr el equilibrio entre mercado y 
 
9
 Koldo Unceta Satrústegui, “Desarrollo, subdesarrollo, maldesarrollo y postdesarrollo. Una mirada 
transdisciplinaria sobre el debate y sus implicaciones” en Carta Latinoamericana. Contribuciones en 
desarrollo y sociedad en América Latina, s/ed., abril de 2009, no. 7, p.4. 
10 Marcel Valcárcel, Génesis y evolución del concepto y enfoques sobre el desarrollo. Documento de 
investigación. Departamento de Ciencias Sociales. Pontificia Universidad Católica de Perú, Lima, junio 2006, 
p.7. 
 
15 
poderes públicos sobre los que se había basado el desarrollo del mundo 
industrializado.”11 
 
1.1.2 Teoría de la Dependencia 
Las críticas hacia la idea del crecimiento no se hicieron esperar dados los embates 
de la Modernización y de las medidas económicas hacia la producción e 
intercambio de productos en los países subdesarrollados. Alrededor de los años 
sesenta, la Teoría de la Dependencia impulsada por la Comisión Económica para 
América Latina (CEPAL) y los países latinoamericanos puso de manifiesto con 
estas críticas, su inconformidad por la nula presencia de variables cualitativas 
dentro del análisis de la realidad social. 
La Teoría de la Dependencia impulsó un cambio en la visión del desarrollo y del 
crecimiento, poniendo hincapié en las diferencias estructurales entre los países 
desarrollados denominados “centro” y los subdesarrollados llamados “periferia”, 
las cuales para ese momento parecían evidentes y condenaban a estos últimos a 
una dinámica permanente de desigualdad. De esta manera, el desarrollo de los 
países sólo sería posible mediante el combate a los términos de intercambio, los 
cuales, dado su origen, permitían la concentración de poder y de recursos en 
países desarrollados y la permanencia de la pobreza en los países 
subdesarrollados. 
Con este debate y en un contexto de Guerra Fría los países subdesarrollados 
latinoamericanos impulsaron una serie de medidas sociales por las cuales el 
crecimiento de la región parecía posible. Se valieron de la puesta en marcha del 
Sistema de Sustitución de Importaciones y del incremento del gasto público para 
impulsar, desde el desarrollo interno y el cambio de parámetros económicos y de 
intercambio, el desarrollo de cada país y de la región. Sin embargo, distintos 
eventos como la crisis del petróleo, la crisis de la deuda y las presiones del los 
países desarrollados a través de las organizaciones internacionales como el 
Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, terminaron por vencer los 
 
11 Joan Prats, “El desarrollo como construcción social: génesis de la idea de desarrollo.”, op.cit., p. 301. 
 
16 
esfuerzos nacionales y replantear una estrategia capitalista globalizadora del 
desarrollo. 
En definitiva, la Teoría de la Dependencia implicó un viraje importante en la 
concepción del desarrollo, abriendo de manera significativa el debate y las 
consideraciones de todos los involucrados en los distintos procesos nacionales, 
regionales y mundiales. Con ello se cuestionó el papel de los distintos actores y se 
puso de manifiesto la necesidad de contemplar un desarrollo multidimensional que 
integrara acciones de los países subdesarrollados planteadas desde sí mismos. 
 
1.1.3 Las necesidades y los recursos naturales 
Entre 1970 y 1990 se incorporaron a la discusión del desarrollo nuevas ideas 
sobre las necesidades y los recursos naturales desde distintas perspectivas, con 
el fin de nutrir la reflexión sobre el rumbo del mundo y de la sociedad en su 
conjunto. 
Una de las posturas llegadas desde las Naciones Unidas y su Conferencia sobre 
Medio Ambiente Humano en Estocolmo en 1972, partió de la idea de que el 
desarrollo de los países y de las personas se enfrentaba a un escenario en el que 
los recursos naturales como agotables limitaban y ponían en riesgo la capacidad 
de crecimiento y por tanto se requeriría de su estudio, consideración y manejo 
eficiente. Con dicha conferencia se logró en 1973 en Ginebra, la creación del 
Programa de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente (PNUMA) el cual ya en 
específico marcaría la agenda global en estos estrenados términos. 
Además, la discusión fue alimentada y modificada por nuevos apuntes de estos 
problemas ambientales sobre todo en lo relacionado a la propagación de sus 
problemas y sus defensores específicos: los ambientalistas. Tal es el caso por 
ejemplo, de Ignacy Sachs, quien en 1974 caracteriza al llamado “ecodesarrollo” en 
términos de un proceso que consideraría entre sus ejes la prudencia ecológica, la 
eficacia económica, la dimensión cultural y territorial, la pertinencia social y la 
equidad de las soluciones propuestas. 
 
17 
Al “ecodesarrollo” se le sumo, en 1975, llamado “otro desarrollo”, con el cual el 
desarrollo se postuló con base en transformaciones estructurales y generado para 
la satisfacción de necesidades de manera autónoma, endógena y por supuesto en 
armonía con el medio ambiente. También, esta nueva fase, se alimentó del 
enfoque de “Necesidades básicas” promovido por la Organización Internacional 
del Trabajo, la cual, en 1976, declaró 4 grupos de necesidades básicas: el de 
necesidades mínimas para el consumo familiar y personal; el de acceso a los 
servicios esenciales; el de las concernientes al trabajo bien remunerado; y 
finalmente el de las cualitativas y necesarias para un entorno saludable y humano. 
Sin embargo, para 1980, estas dos posturas fueron puestas a un lado de la mano 
del nacimiento del denominado “desarrollo sostenido, sostenible o durable”, 
mediante el cual, el desarrollo y el medio ambiente, habrían de considerarse como 
parte de un mismo proceso en el que la sociedad debería plantearse siempre un 
crecimiento económico que no vulnerara los ecosistemas permanentemente y 
permitiera al desarrollo tener absolutamente un mayor alcance. Así mismo, se 
reconocía, no solo la pertinencia ecológica sino, una realidad en la que sin el 
respeto al medio ambiente no habría jamás un verdadero desarrollo. Incluso de 
manera oficial “el desarrollo sostenible” fue dotado de un significado a partir del 
informe “Nuestro futuro común” en 1987 de la Comisión Brundtland de las 
Naciones Unidas en el cual, se destaca que este desarrollo satisface las 
necesidades de las generaciones presentes sin comprometer la capacidad de las 
generaciones futuras para satisfacer las propias. 
Finalmente esta generación de ideas y más bien, de posiciones frente al 
desarrollo, permearon la agenda política y discursiva de tal modo, que durante las 
décadas subsecuentes y aún en el presente, términos como desarrollo sostenible 
o sustentable son, sin duda, uno de los hitos más grandes del mundo y de la 
reflexión sobre la propia sociedad y su futuro. Tal es el caso, que observamos 
eventos como las Cumbres de la Tierra de Naciones Unidas (la más recientecelebrada en junio de 2012 y llamada Río+20), con sus correspondientes 
 
18 
documentos como la Agenda 21 y en cuyos acuerdos los altos mandatarios de 
todo el mundo se reúnen a discutir acciones en estos términos el desarrollo. 
 
1.1.4 Consenso de Washington 
Al tiempo que la Teoría de la Dependencia y los enfoques ambientalistas 
permeaban el debate desarrollista en el mundo, la postura economicista hizo 
propuestas en las que se implicó la defensa de la “funcionalidad” de la 
desigualdad. Esta última era considerada como una realidad que tarde o temprano 
se superaría por el fenómeno de ajuste del mercado y la producción, y el 
crecimiento dependería de impulsar el capital, aunque fuera en algunos grupos, 
que después reinvertirían en el mismo crecimiento. 
Dichas posturas llevaron incluso al planteamiento y dictámenes del llamado 
Consenso de Washington por el cual, una serie de medidas se recomendaban a 
los países subdesarrollados para que pudieran alcanzar el crecimiento y el 
desarrollo. 
Con el Consenso de Washington se planteó en general el control de ciertos 
valores macroeconómicos para estabilizar a los debilitados países 
subdesarrollados, los cuales, luego de varias crisis aceptarían estas 
recomendaciones y seguirían los parámetros económicos en los que se instauraba 
de nuevo un intercambio de bienes y servicios con estándares mundiales y un 
control estricto del gasto público, cuyo exceso, bajo esta teoría, había provocado 
en el pasado la crisis en varios países e impedía en lo general que la economía y 
el mercado se ajustaran libremente y permitieran de esta forma el desarrollo. 
Aún con estas medidas, las disfuncionalidades continuaron y el seguimiento de las 
recetas que algunos países siguieron al pie de la letra terminó por llevar al debate, 
a la revisión y al replanteamiento de esta visión del desarrollo. Inclusive años 
después del Consenso y de la revelación de sus pasos al desarrollo se intentó 
modificar estos mismos y hacerles ajustes para adaptarlos a las condiciones 
reales de los países en vías de desarrollo, los cuales, a pesar de seguir sus 
 
19 
recetas, no lograban la efectividad de los programas y convivían con realidades 
muy lejanas al desarrollo o de las promesas propias del Consenso. 
1.1.5 Desarrollo Humano 
Para finales de los años ochenta, se inaugura una etapa en la discusión de 
desarrollo en la cual, se transforma la visión de crecimiento de bienes por una 
visión humanista en la cual, el desarrollo dependerá de valores tanto cuantitativos 
como cualitativos, la pobreza así, no sólo se medirá por la capacidad de consumo 
sino también por indicadores de bienestar y acceso a servicios. 
A partir de entonces, organismos internacionales, gobiernos nacionales, activistas 
y científicos sociales plantearon debates en torno a niveles de bienestar en 
términos de calidad de vida. Una de las principales y más importantes 
aportaciones estará a cargo de Amartya Sen, sobre todo en lo que se referirá a 
definir el desarrollo a partir de la libertad y las capacidades. 
El termino desarrollo con esta transformación migrará hacia una óptica holística e 
integral de desarrollo humano donde interactuarán la dimensión social, la cultural, 
la económica, la política y la ambiental. Para ser más exactos y en palabras de 
Prats: 
La aproximación del desarrollo humano que emergió a finales de los 
ochenta represento un cambio radical en dos sentidos. En primer lugar, 
el proceso de desarrollo abandona los supuestos utilitaristas para ser 
visto, siguiendo la orientación de Sen, como un proceso de expansión 
de las “capacidades” de la gente para elegir el modo de vida cada cual 
valora…En segundo lugar, también se desafía el supuesto de que el 
desarrollo depende fundamentalmente de la expansión del capital físico, 
es decir de la inversión en plantas y equipamiento. Inspirándose en los 
trabajos de Schultz, se enfatiza ahora la importancia de la acumulación 
de capital humano que implica fundamentalmente invertir en educación, 
salud, investigación y desarrollo, nutrición y planificación familiar…Una 
visión centrada en la producción de bienes es substituida por otra 
centrada en la ampliación de las capacidades de la gente.12 
Es así como una teoría sobre el Desarrollo Humano emerge, domina a los 
parámetros económicos limitados del desarrollo e integra un conglomerado de 
 
12 Joan Prats, “El desarrollo como construcción social: génesis de la idea de desarrollo.”, op.cit., p. 304. 
 
20 
posturas sobre el bienestar y la calidad de vida de manera tal, que para cuando el 
milenio termina, las opiniones sobre el desarrollo siguen en debate pero con una 
base sólida sobre la interpretación de este como un proceso multifactorial y social, 
y no únicamente como un crecimiento económico. 
Así mismo, es importante resaltar que para la concepción de desarrollo humano 
como calidad de vida son importantes tanto la participación como la integración 
social, y no sólo los mínimos de bienestar como agua, alimentación o poca 
mortalidad. 
La globalización así como muestra las realidades sociales distintas también es 
capaz de plantear nuevos escenarios para la discusión, sobre todo en términos de 
la necesidad de explorar caminos al desarrollo y aprender unos de otros, teniendo 
como objetivo la satisfacción de las demandas sociales y la resolución de los 
grandes problemas del mundo. En este sentido, los Objetivos del Milenio 
planteados por Naciones Unidas son parte de este esfuerzo por formalizar y 
estructurar una visión del desarrollo en la cual se integran indicadores sociales y 
políticos, con la cautela de que las posturas todavía no son claras ni 
determinantes y la necesidad de remediar la miseria, la pobreza y la desigualdad 
sigue en pie. 
 
La evolución del concepto político de desarrollo en el siglo pasado y actual es 
muestra de la incorporación gradual de las demandas sociales y realidades 
distintas en las que se unen tanto los objetivos económicos y políticos como la 
defensa social y ambiental. Distintos actores hacen su aparición y luchan por tener 
un lugar en la agenda política regional o mundial, poco a poco, ellos y el debate 
continuo en organizaciones, gobiernos y comunidades científicas incorporan 
nuevos elementos a la discusión y complementan el desarrollo de manera que, 
sea un concepto aprehensible y alcanzable. Se esfuerzan, día con día, por hacer 
del desarrollo no sólo un fin ético de la sociedad sino una pauta y guía de las 
políticas públicas en el mundo. 
 
21 
Por medio de la presencia de distintas teorías podemos comprobar que el 
desarrollo es un concepto en continua construcción y que en los últimos años se 
ha inclinado hacia un enfoque más complejo, multifactorial y humano, en el cual se 
le da relevancia tanto a los supuestos económicos como a las variables 
cualitativas, en las que, la participación de los agentes sociales es de vital 
importancia. 
Ahora bien, para continuar con el argumento inicial y considerando la existencia de 
múltiples visiones sobre el desarrollo es necesario presentar las posturas que 
siguen algunos organismos internacionales y sus propuestas en los últimos años, 
sobre todo, alrededor de la incorporación de la democracia como elemento que 
interactúa con este desarrollo humano. 
 
1.2 La relación del desarrollo con la democracia desde los organismos 
internacionales 
Durante la segunda mitad del siglo XX, la comunidad internacional integrada ya en 
organizaciones e instituciones de alto nivel, dio un impulso renovado para la 
construcción de la democracia en el mundo como la mejor forma de gobierno 
posible y deseable. Los países latinoamericanos no estuvieron al margen de estas 
recomendaciones, ideales y promesas e integraron a sus agendas la democracia 
como un punto focal. 
Sin embargo, al llegar al fin de siglo, la promesaque habían hecho los impulsores 
de la concepción de la democracia como un régimen que traería consigo mayor 
desarrollo para sus habitantes, pareció desvanecerse ante la persistencia de altos 
índices de desigualdad y ante la muestra de que esta falta de desarrollo sería un 
factor de inestabilidad para la propia democracia. 
Además, a esto se le sumó la evolución del concepto de desarrollo, que se expuso 
en el apartado anterior, y que en los últimos años desembocó en la apertura del 
propio concepto y en la introducción de elementos democráticos a la discusión, 
dejando ver así, la existencia de vínculos entre el desarrollo y la democracia. 
 
22 
A continuación entonces, y dejando en claro que esta relación desarrollo-
democracia ha sido y es motivo de debate en múltiples ocasiones y foros, es que 
este apartado presenta algunos de los principales ejes de esta discusión. Primero 
estableciendo que desde una definición contemporánea sobre la democracia se 
analiza la relación de ésta con el desarrollo y después mostrando algunas de las 
posturas que al respecto han promovido los organismos internacionales. 
 
1.2.1 La interacción entre democracia y desarrollo 
El considerar al desarrollo como un proceso integral sobre la calidad de vida 
permite examinar en qué medida el debate se abre hacia la articulación de este 
con la democracia y en qué términos esta variable se introduce en el debate actual 
del desarrollo humano. 
Para comenzar la discusión del tema, resulta pertinente aclarar la concepción que 
sobre la democracia se tendrá, pues si bien es cierto que existe un sentido clásico 
del término, también hay múltiples acepciones a partir de las cuales surgen 
distintos estudios, acciones y aproximaciones a los temas que de ella emanan. 
Algunas de las definiciones más importantes sobre la democracia apuntan esta 
como una forma de gobierno y procedimiento para el acceso al poder (Sartori, 
Bobbio, Lijpahrt, Dahl, Shumpeter13) sin embargo, desde una dimensión y 
concepción sustantiva (Tilly, Touraine14) la democracia toca al desarrollo humano 
y desde ahí entonces se puede ver como motivo de discusión en esta 
investigación porque en ella si se integran variables sociales y políticas que 
interactúan en el ejercicio del poder. 
La concepción sobre la democracia ha tenido una larga trayectoria dentro de las 
ciencias sociales; en su vasta mayoría, las definiciones se refieren a los 
procedimientos de acceso al poder y pocos se detienen en aspectos relacionados 
al ejercicio del poder o a las dimensiones extra-procedimentales. 
 
13 Me refiero a las obras: Giovanni Sartori, Elementos de la Teoría política, 1992; Norberto Bobbio, El futuro 
de la democracia, 2001; Robert Dahl, La democracia, 1999; Arend Lijphart, Modelos de la democracia, 2000; 
Joseph Shumpeter, Capitalismo, socialismo y democracia, 1942. 
14 Me refiero a las obras: Charles Tilly, Democracy, 2007; Alain Touraine, ¿Qué es la democracia?, 2006. 
 
23 
Tabla 1 Enfoque de las definiciones de democracia y autoritarismo 
 Procedimientos 
Dimensiones extra-
procedimentales 
 Poder Ejercicio 
“Teoría clásica” 
criticada por 
Schumpeter 
 
 
 
 
 
Estas definiciones no hacen 
referencia a los 
procedimientos relacionados 
con el ejercicio del poder 
Correspondencia entre 
los resultados políticos y 
las preferencias sociales 
Schumpeter 
“Mecanismos de 
adquirir el poder 
para decidir” 
 
Dahl 
“contienda [por el 
poder] y 
participación [en el 
gobierno]” 
 
Linz- Aut/Dem 
“Pluralismo limitado 
vs pluralismo 
ilimitado” 
 
Linz- Aut/Tot 
“Pluralismo limitado 
vs monismo” 
“Movilización vs 
inmovilización” 
“Mentalidades vs 
Ideología” 
Collier 
“Método de 
selección del 
gobierno” 
 
O’Donnell y 
Schmitter 
“Patrones de 
acceso al gobierno” 
 
Tomado de Sebastián Mazzuca, “Ampliando las concepciones sobre la democracia: acceso al poder versus ejercicio de poder” en 
Metodologías para el análisis político, p. 288. 
Sebastián Mazzuca revisa en su ensayo “Ampliando las concepciones sobre la 
democracia: acceso al poder versus ejercicio de poder” distintas teorías que se 
refieren a la democracia distinguiendo aquellas que lo hacen poniendo el énfasis 
en los procedimientos de acceso y la que lo hacen en los de ejercicio de poder 
político. En especial, se ha de retomar la definición de Schumpeter como la visión 
procedimental de la democracia más importante: 
Schumpeter enfatiza la contienda electoral, el atributo distintivo de la 
democracia, es un procedimiento para “producir gobiernos”, esto es, un 
mecanismo a través del cual “los individuos adquieren poder de 
decisión”…La democracia de Schumpeter describe explícitamente una 
serie de reglas que definen cómo se ocupan los principales cargos 
 
24 
gubernamentales, pero no tiene implicaciones sobre las reglas que las 
autoridades electas siguen en el ejercicio del poder mediante la 
administración de los recursos públicos.15 
Si se entiende por democracia un entorno de elecciones competitivas, partidos 
políticos y preferencias de los votantes, entonces será poca la relevancia de la 
democracia en el desarrollo, pues esos fenómenos situarían a la población en 
términos de su capacidad a participar políticamente en momentos determinados 
como los son las elecciones y no socialmente de manera constante como lo que 
ocurre en la construcción y fomento de espacios públicos. Mazzuca resalta que 
“los analistas de régimen excluyeron de las definiciones de democracia y 
autoritarismo no sólo rasgos de la sociedad y de la economía, sino también todos 
los aspectos políticos que no están estrictamente relacionados con los 
procedimientos de acceso al poder.”16 
Es así que para observar y analizar una relación de la democracia y el desarrollo y 
su correspondiente interacción se requiere no sólo una concepción de desarrollo 
humano sino una definición abierta de democracia que no se refiera únicamente a 
patrones procedimentales de acceso al poder político sino que comprenda una 
relación entre la sociedad y el Estado en la que se analicen distintas formas de 
ejercicio del poder y sus elementos sustantivos. 
Si bien tanto el desarrollo como la democracia son ideas que pueden y han 
caminado por separado y la democracia en su definición clásica no refiere algún 
potencial de desarrollo, el debate está abierto con una noción más integral y 
sustantiva de la propia democracia de manera que, la reflexión se ha instalado en 
las distintas recomendaciones y acciones de organismos internacionales que de 
alguna forma contribuyen a considerar una relación positiva y recíproca entre 
democracia y desarrollo. 
Boutros-Ghali, como secretario general de las Naciones Unidas, fue uno de los 
primero en pronunciarse a favor de esta discusión, planteaba que “los principios 
 
15 Sebastián Mazzuca, “Ampliando las concepciones sobre la democracia: acceso al poder versus ejercicio de 
poder” en Metodologías para el análisis político, p. 282. 
16 Ibíd., p. 285. 
 
25 
generales de la democracia, en efecto, pueden materializarse de distintas 
maneras en función del contexto, o dicho de otro modo: la democracia es el 
sistema en el que ‘el poder soberano reside en el pueblo’, pero su aplicación 
práctica podrá diferir según el sistema social y el grado de desarrollo económico 
de cada país, y tenderá además a evolucionar al hilo de las transformaciones 
políticas, demográficas, económicas y sociales que se vayan produciendo.”17 En 
ese sentido y ante un sistema social es necesario considerar un proceso conjunto 
de transformación entre el desarrollo y la democracia como una forma de vida. 
Si asumimos una postura de la democracia más abierta que las definiciones 
procedimentales entonces, tendremos que contemplarla con ingredientes activos 
socialmente, lo cual,se traduce en una democracia como construcción social y 
modo de vida en el cual la participación y la aplicación de los derechos civiles, 
políticos y sociales se manifiestan plenamente. De esta forma, “más que un 
conjunto de reglas, la democracia implica el reconocimiento del otro, la inclusión 
de todos los ciudadanos en una comunidad política, la promoción de la 
participación activa y el combate a toda forma de exclusión.”18 
En el entendido de esta democracia abierta es posible identificar al menos tres 
características sustantivas de la democracia actual: en primera instancia debemos 
recordar que para la democracia es de suma importancia la prevalencia del Estado 
de Derecho y la justicia como únicos medios de certidumbre a la población; en 
seguida es de considerarse el papel central del Estado en la construcción y 
consolidación democrática; y por último no hay que olvidar que la democracia 
requiere de la validación continua y consciente de los ciudadanos, ya que sólo así 
es posible que esta se modifique, evolucione y adquiera nuevos formas de 
representar sus intereses. 
 
17
 Boutros Boutros Ghali, La interacción entre democracia y desarrollo. Informe de síntesis, Paris, UNESCO, 
2003, p. 8 
18 Sonia Fleury, “Construcción de ciudadanía en entornos de desigualdad” en Carlo Binetti y Fernando 
Carrillo-Flórez, ¿Democracia con desigualdad? Una mirada de Europa hacia América Latina, Nueva York, BID, 
2006, p. 101. 
 
26 
Tal y como declararía Naciones Unidas en 2004 en su Informe sobre la 
Democracia en América Latina: “nuestra búsqueda por la libertad, la justicia y el 
progreso, y la lucha por el poder que se desarrolla cuando unos y otros tratamos 
de imponer nuestros intereses y pareceres sobre esos asuntos, han dado lugar a 
diversas maneras de organización de los seres humanos. Una de ellas es la 
democracia.”19 De esa manera, la democracia resulta un concepto, una idea, una 
forma de gobierno y más que nada, una forma de vida que se va transformando 
según intereses y necesidades sociales de forma que su concepción podrá 
vincularse con otros conceptos que le ayuden a tener una mayor comprensión del 
mundo y una mejor resolución de conflictos. 
La democracia responde en ciertas dimensiones como la rendición de cuentas o la 
reciprocidad a las necesidades sociales y entonces se vincula con el desarrollo 
humano, de hecho es así que cada día existen problemas más complejos y de 
índole mundial lo cuales tocan ejes del desarrollo y de la democracia. Y es en ese 
sentido en la que “la democracia es el resultado de una intensa y denodada 
experiencia social e histórica que se construye día a día en las realizaciones y 
frustraciones, acciones y omisiones, quehaceres, intercambios y aspiraciones de 
quienes son sus protagonistas: ciudadanos, grupos sociales y comunidades que 
luchan por sus derechos y edifican de manera incesante su vida en común”20. 
La democracia y el desarrollo son elementos diferentes, por ejemplo existen dos 
vínculos por los cuales es posible establecer cierta relación de reforzamiento 
mutuo e interacción: la paz y la satisfacción de las demandas. En el primer rubro 
es en el cual la cooperación y la ayuda para el desarrollo han concentrado sus 
aportaciones al debate y donaciones monetarias o en especie a los países en 
desarrollo. 
Alrededor del desarrollo humano, los organismos internacionales y algunos 
gobiernos nacionales han impulsado una serie de acciones con el objetivo claro de 
 
19 Programa de Naciones Unidas para el desarrollo, , La democracia en América Latina: hacia una 
democracia de ciudadanas y ciudadanos, Buenos Aires, PNUD, 2004, p. 33 
20 Ibíd., p. 51 
 
27 
reforzar la participación de la sociedad civil organizada y no organizada como uno 
de los requisitos claves para el equilibrio de poder, la rendición de cuentas y la 
transparencia; estos esfuerzos son tomados desde su óptica como un mecanismo 
que genera y refuerza, desde el desarrollo humano, buenos resultados alrededor 
de la democracia. 
De hecho, una muestra práctica del vínculo democracia y desarrollo se da por 
medio de la ayuda al desarrollo, en la que se proveen a algunos países de dinero, 
servicios, o beneficios sociales y que en algunas ocasiones, es condicionada al 
fortalecimiento de indicadores relacionados con la democracia. En esta área de la 
cooperación al desarrollo es posible que las medidas recomendadas o incluso las 
puestas en marcha, se enfrenten al problema de por un lado, seguir al pie de la 
letra el pacto o acuerdos hechos en conferencias y acuerdos internacionales y por 
el otro, hacer ajustes necesarios para que la realidad socio política de cada país 
tenga congruencia con estas acciones. Incluso Naciones Unidas reconoce que, 
“pese a cualquier giro del discurso hacia la integración de la democracia y el 
desarrollo en el plano analítico, a la hora de formular las políticas y de establecer 
los objetivos, el componente democrático tiende a brillar por su ausencia… 
(Mientras que) los partidarios de la condicionalidad democrática a menudo tienden 
a centrarse exclusivamente en las variables políticas y suelen verse tentados a 
considerar el bienestar social como un factor adicional optativo”21; provocando que 
las acciones reales de desarrollo se concentren en factores físico-sociales y las 
democráticas en los políticos anulando la interacción entre ambos esquemas. 
Por su parte, en el área del desarrollo sobre la satisfacción de necesidades, es 
donde se encuentra el mayor reto por encontrar un reforzamiento mutuo entre este 
y la democracia; porque es ahí donde la realidad los converge, en ese plano es 
donde la concentración de la riqueza y del poder busca como solución la claridad 
de atribuciones de los poderes públicos, pero no sólo en el ámbito de las 
instituciones democráticas sino también de su cara frente a las demandas y 
 
21 Ibid., p. 69. 
 
28 
necesidades sociales que requieren respuestas en el fortalecimiento del desarrollo 
y en la búsqueda de una mejor calidad de vida. 
En el caso de América Latina, los esfuerzos se han concentrado por una parte en 
emprender acciones para mitigar la pobreza y por otra, un tanto alejada, propiciar 
medidas de reforzamiento de la democracia, sin embargo como menciona Fleury, 
“las inequidades socioeconómicas son el resultado de una larga tradición de 
cultura política autoritaria y excluyente. En estos casos, sólo una radicalización de 
la democracia que incluya a aquellos que fueron apartados del poder, merced a un 
juego abierto e institucionalizado de negociación y/o deliberación, es lo que puede 
romper el círculo vicioso de la política, caracterizado por la enajenación de la 
ciudadanía, la ausencia de responsabilidad de los representantes y el 
autoritarismo de la burocracia.”22 
Con este tipo de visiones, en las cuales se le da un mayor impulso a las medidas 
de democratización, se pone de manifiesto la necesidad de que las mismas vayan 
acompañadas del desarrollo, pues si bien podrían ir solas, cuando hablamos del 
dialogo democrático lo hacemos refiriéndonos a que se comuniquen los pares. O 
si nos referimos a la rendición de cuentas y gobernabilidad también lo hacemos 
con apego a un espacio público abierto, ambos, requisitos que estarían 
determinados por un nivel de bienestar tal, que este tipo de acciones se dieran en 
un contexto garantizado de derechos político sociales. 
Y entonces tal y como lo reflexionan los expertos, “lo que debería darse en estos 
momentos es una reflexión seria… para llegar a la verdadera pregunta de fondo: 
¿se está construyendo el tipo de sociedad realmente democrática donde se 
responda a los derechos de todos los ciudadanos o simplemente en estos 
períodos de crecimientose consolida el esquema de muchas ganancias para 
pocos y unos cuantos subsidios para pobres?”23Es en esta discusión en donde las 
organizaciones internacionales y los gobiernos nacionales y locales se ponen al 
 
22 Sonia Fleury, op. cit., p. 101 
23
 Cecilia López Montaño, “Democracia y política social en América Latina” en Rodolfo Mariani, Democracia/ 
Estado/Ciudadanía. Hacia un Estado de y para la democracia en América Latina, Perú, PNUD, 2008, p. 342. 
 
29 
descubierto y en donde al construir políticas públicas son capaces de establecer 
los vínculos entre los conceptos y sobre todo entre los factores que den solución a 
los problemas. 
Dado que este debate académico y político sobre la relación entre la democracia y 
el desarrollo sigue abierto, las posiciones en torno a esta discusión se manifiestan 
tanto en las recomendaciones de organismos internacionales como en los planes 
de desarrollo que efectúan algunos países. En especial, algunos de los 
pronunciamientos más generales se han dado desde 1986 con la Declaración 
sobre el derecho al desarrollo y las subsecuentes Conferencias Internacionales, 
sin embargo fue hasta 1998 que se realizó un Panel de discusión en la 
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura 
(UNESCO) con motivo de la interacción del desarrollo y la democracia y en el cual 
se señaló la tesis de que ambos serían elementos que caminan mejor si van de la 
mano. 
Aún con estas menciones, que parecen tener una sola línea dentro de los 
organismos internacionales dedicados especialmente al desarrollo y los cuales 
dictan recomendaciones por las que se trazan algunos ejes de las políticas 
públicas, la realidad es que existen diferencias sobre cómo se vinculan el 
desarrollo y la democracia, principalmente por la aplicación de un lado hacia la paz 
y la cooperación y del otro el desarrollo regional, nacional o local. 
Los defensores de este tipo de esquemas apuntarán que: “las organizaciones 
internacionales son la piedra angular del dispositivo de cooperación para el 
desarrollo. Es más, la ayuda multilateral puede contribuir de modo efectivo al 
fomento de la democracia, y en este sentido es importante estimular la concesión 
de ayudas al desarrollo a regímenes democráticos nuevos o restaurados.”24 
Entonces, al referirse a la cooperación para el desarrollo existe una muy 
importante línea de apoyo y fomento a la gobernabilidad democrática, que 
refuerza las acciones de los países receptores de ayuda para enfrentar los 
considerados nuevos retos de la inclusión democrática como lo son el 
 
24 Boutros Boutros-Ghali, op.cit., p. 19 
 
30 
empoderamiento de las mujeres y las organizaciones civiles como actores 
políticos estratégicos. 
Su principal tarea, en ese sentido, es la consolidación de instituciones, la buena 
gestión de los recursos, las capacidades humanas en el sentido participativo 
dentro del espacio público, la rendición de cuentas, la transparencia, en pocas 
palabras, el buen gobierno. Pero la realidad a la que se enfrentan estos planes de 
apoyo es más compleja de lo esperado, pues aunque este tipo de ayuda se da en 
países en vías de desarrollo, es en estos donde la desigualdad permea aspectos 
como la justicia y la libertad, elementos que se creían garantizados. 
Ahora bien, para tener un panorama amplio de las posiciones en el debate resulta 
necesario decir que los organismos internacionales si bien tiene similitudes, no 
tienen las mismas prioridades en las líneas de acción frente al desarrollo y, es por 
ello que, además de haber presentado ciertos puntos de la UNESCO, a 
continuación se presentarán algunos de los asuntos más importantes que 
presentan algunos de los distintos organismos frente a la discusión de la 
interacción entre democracia y desarrollo y que serán sus posiciones ante la 
agenda del desarrollo y lo cual abona al análisis sobre lo que la ciudadanía social 
representa como propuesta emanada de estos organismos. 
1.2.2 Banco Mundial 
Este organismo internacional contempla desde 1999 un Marco Integral de 
Desarrollo en el que homogeneíza y fomenta planes para mitigar la pobreza que 
combinan los requisitos macroeconómicos con aspectos de desarrollo humano. Su 
tarea principal es el fortalecimiento económico desde una óptica capitalista en la 
cual, se despliegan los derechos individuales y las instituciones de mercado para 
traer en consecuencia el desarrollo de los países. 
En lo que se refiere al debate de la relación entre democracia y desarrollo, las 
publicaciones e informes del Banco Mundial no son muy activas en el tema, si se 
realiza una inspección y análisis de los últimos años lo que es posible establecer 
una apertura del tema del desarrollo económico hacia el humano, incrementando 
 
31 
las recomendaciones integrales que contemplan tanto instituciones de mercado 
como la actuación del Estado y otros actores en las políticas públicas. 
Por ejemplo, en su Informe de 199125, el Banco Mundial establece el desarrollo 
económico como tarea más importante de la humanidad y en la que fundamenta el 
desarrollo; para cumplir con esta tarea se plantea una acción recíproca entre el 
Estado y el mercado. Además, plantea que mejorar la calidad de vida comprende 
la eliminación de la pobreza, una educación mejor, mayores niveles de salud y 
nutrición, mejor medio ambiente, igualdad de oportunidades, libertad personal y 
una vida cultural fructífera. 
Por su parte, en el Informe 200326 aunque el Banco Mundial renueva su 
compromiso con el crecimiento económico, se refiere al desarrollo desde la 
productividad y la sostenibilidad ambiental y social. Así mismo, resalta dentro de la 
calidad de vida el valor del trabajo. Es en este informe donde se introduce la 
inclusión y el empoderamiento como factores claves del fortalecimiento de 
instituciones que en su labor llevan al desarrollo sostenible, aquí el Banco Mundial 
resaltará los procesos institucionales que le dan valor agregado a las acciones de 
desarrollo, lo cual implica un gran paso en el reconocimiento de procesos 
integrales de desarrollo y el papel que las instituciones tienen en estos. 
Finalmente en otro ejemplo, en el Informe 200627, tratando el tema de la equidad, 
se incrementan las menciones del papel de las instituciones como promotoras de 
un ambiente propicio para el crecimiento sostenible y el desarrollo; también es de 
resaltar el valor que se otorga a la equidad como eje central del desarrollo y que 
permite pensar e integrar el desarrollo humano, el mercado, la gobernanza y el 
empoderamiento. 
 
25 Banco Mundial, Informe sobre el Desarrollo Mundial 1991, Washington, D.C., Banco Mundial, 1991, pp.1-
13. 
26
 Banco Mundial, Informe sobre el Desarrollo Mundial 2003. Desarrollo sostenible en un mundo dinámico. 
Transformación de instituciones, crecimiento y calidad de vida, Washington, D.C., Banco Mundial, Mundi-
Prensa Libros y Alfaomega Grupo Ed., 2003, pp. IX- 11. 
27
 Banco Mundial, World development Report 2006. Equity and development, Washington, D.C., Banco 
Mundial y Oxford University Press, 2005, pp. 1-24, 226-230. 
 
32 
Es así como el pensamiento y posición del Banco Mundial es en la actualidad sí 
un enfoque capitalista y de mercado que para mitigar la pobreza impulsa el 
crecimiento económico pero también un sistema que reconoce el papel de las 
instituciones políticas, el del gobierno y el del Estado para crear procesos que 
retroalimenten y actúen en el desarrollo humano. 
1.2.3 Banco Interamericano de Desarrollo (BID) 
Los proyectos encaminados hacia el desarrollo por parte del BID utilizan varias 
visiones sobre las necesidades propias de los problemas que atacan; sin 
embargo, en el 2005 y con apoyo de la Comisión Europease propusieron crear un 
documento en el que reflexionaran sobre la dinámica de desigualdad en América 
Latina para proponer en lo general medidas de combate y ayuda.28 
En este documento plantean claramente la necesidad de la gobernabilidad en 
función del desarrollo y el bienestar, declarando que para ello es clave una base 
institucional, la cual se ha debilitado a causa de los fenómenos de exclusión y por 
tanto, requiere de flexibilidad, incorporando nuevos actores y expresiones de las 
fuerzas políticas y los cuales permitan resolver los problemas colectivos. Así 
mismo reconocen el proceso en el que la población reclama una reapropiación del 
espacio y por tanto hacen un llamado a una revitalización de la comunidad política 
que esté acompañada por derechos y participación ciudadana para en un futuro 
dar lugar al fortalecimiento del capital social. 
Lo que se puede observar al analizar los documento que emiten tanto el Banco 
Mundial como en específico el Banco Interamericano de Desarrollo es un enfoque 
sobre el desarrollo que pone en el centro al individuo y que alrededor de este, le 
coloca una actividad productiva y económica muy importante para el crecimiento 
de los países junto con elemento físicos, sociales y culturales importantes para las 
estructuras políticas, que permiten o no el desarrollo de los países. Es de 
reconocerse es que en los últimos años han abierto sus propias recomendaciones 
y discusiones hacia los temas político-sociales como el empoderamiento, la 
 
28
 Carlo, Binetti y Fernando Carillo. Florez (edit), ¿Democracia con desigualdad? Una mirada de Europa hacia 
América Latina, Nueva York, BID, 2006, p.59.170. 
 
33 
inclusión o el capital social, los cuales se toman en cuenta dentro del proceso de 
desarrollo y que demuestran una incorporación de las instituciones democráticas 
en el decidir y actuar de las políticas que estos bancos recomienda, ponen en 
marcha y apoyan, vinculando estas al proceso de desarrollo. 
1.2.4 Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)29 
En la última década este organismo ha publicado distintos informes que forman 
parte de un esfuerzo por reflexionar sobre el estado de la democracia y el 
desarrollo en los países latinoamericanos, sobre todo con el fin de proveer a los 
tomadores de decisiones y a la población en general de instrumentos que ayuden 
a fortalecer y consolidar tanto los procesos democráticos como los de apertura de 
oportunidades y desarrollo. 
En general existe una línea consolidada hacia el reconocimiento de la desigualdad 
y la pobreza como problemas graves en América Latina y hacia un enfoque de 
apoyo a las instituciones como una vía para su solución. En los primeros informes 
como en el del 2002 sobre Desarrollo Humano “se sugiere una fragilidad de 
democracia bajo la premisa de que los ciudadanos se sienten defraudados, toda 
vez que no ha significado oportunidades económicas y sociales para sus vidas”30. 
Sin embargo, en informes posteriores parece abandonarse un tanto esta idea para 
sustituirse por una visión en la que la que no se refieren a un peligro inminente 
sino a un proceso incompleto de consolidación democrática y de gobernabilidad 
que requiere de la participación para mejorar además de hacer alusión a una 
mejoría lenta y con rezagos pero importante en el desarrollo. 
En general entre las recomendaciones se advierte sobre un debilitamiento de la 
democracia dada una percepción de injusticia y desigualdad por parte de la 
población y por tanto, el beneficio que trae la contribución de distintos actores en 
proceso de desarrollo, considerando muy importante las acciones institucionales 
 
29
 Para esta sección se hizo una revisión y análisis de los siguientes documentos: 
s/autor, La democracia en América Latina: Hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos, Buenos Aires, 
PNUD, 2004. Rodolfo Mariani, Democracia/Estado/Ciudadanía. Hacia un Estado de y para la Democracia en 
América Latina, Perú, PNUD, 2008. Y s/autor, Nuestra democracia, México, PNUD, FCE, OEA, 2010. 
30
 Karla Valverde y Erika Palma, “Desarrollo y democracia: tarea pendiente en México” en Revista de FEPADE 
Difunde, núm. 11, México, 2006, p. 61. 
 
34 
para la promoción de un crecimiento más incluyente y haciendo una fuerte crítica a 
las pasadas reformas institucionales que olvidaron la dimensión de la ciudadanía 
por una reducción ideológica hacia el votante y de la política a la tecnocracia 
(economicistas/consumidor). 
Además se reconoce que la lucha contra la pobreza y la desigualdad, y el 
fortalecimiento de la gobernabilidad democrática son objetivos que se 
complementan. Ambos son parte de la estrategia, de manera que se propone la 
promoción de la inclusión de aspectos de la ciudadanía civil, social y cultural. En 
ese sentido, se indica un círculo virtuoso de legitimidad, estabilidad, democracia, 
expansión de derechos, bienestar ciudadano. 
1.2.5 Comisión Económica para América Latina (CEPAL)31 
Dada la naturaleza de este organismo, su interés ha girado en torno a una 
dimensión económica del problema de la pobreza y la desigualdad, considerando 
en algunas ocasiones, también un vínculo social y político muy importante. Desde 
los años noventa, los documentos que se emiten desde esta comisión han 
mantenido cierta confianza sobre la democracia como apta para superar 
obstáculos económicos. Sin embargo el enfoque que le dan a la democracia es 
desde lo social, en el cual se tendría como elemento principal la libertad. 
En un panorama amplio en los últimos años se ha reconocido que el modelo de 
democratización acompañado de la liberalización de los mercados no ha traído 
frutos y por tanto se considera importante tanto el valor económico de las 
medidas para estabilizar a los países latinoamericanos, como la relación entre las 
instituciones y el desarrollo, el cual contribuye de manera esencial a la buena 
gobernanza mediante la buena gestión de asuntos públicos. 
 
 
31
 Para esta sección se hizo una revisión y análisis de los siguientes documentos: 
Fernando Henrique Cardoso, “Democracia y desarrollo”, Discurso del 3 marzo de 1995 publicado en Revista 
CEPAL, no. 56, agosto 1995, Chile, p. 7-11. Bernardo Kliksberg, “Capital social y cultura, claves esenciales del 
desarrollo” en Revista CEPAL, no. 69, diciembre de 1999, Chile, p. 85-102. Y Christian von Haldenwang, 
“Gobernanza sistémica y desarrollo en América Latina” en Revista CEPAL, no. 85, abril 2005, chile, p. 35-52. 
 
35 
Hasta aquí se han analizado dos conceptos básicos: desarrollo y democracia. En 
primera instancia se entiende por desarrollo una concepción actual que se refiere 
a desarrollo humano como calidad de vida, la cual estará evaluada en términos de 
la libertad, el bienestar y las capacidades de la gente. Con ello, es posible tener 
una dimensión tal del desarrollo que se considerarán indispensables tanto los 
mínimos de bienestar para la supervivencia humana, como los derechos políticos, 
sociales, culturales y ambientales. 
Posteriormente se explora a la democracia como un fenómeno multidimensional, 
el cual no se ajusta únicamente a un procedimiento de acceso al poder, sino que 
se abre a considerar la vida democrática como un conjunto de prácticas 
articuladas en torno a manejar las tensiones propias de la vida en común y dentro 
de la cuales se requiere de un espacio público regulado y una participación 
constante de todos los involucrados; estos últimos para lograrlo participan a partir 
del goce de sus derechos. 
Con estos dos primeros parámetros sobre el desarrollo y la democracia es que es 
posible establecer una relación, sí compleja, pero de reforzamiento mutuo; y, 
aunque habrá que reconocer que dichos vínculos están en debate yen 
construcción lo cierto es que, tanto organismos internacionales como gobiernos 
intentan de otra manera entender esta conexión y procurar prácticas que 
beneficien a ambas caras de la realidad. 
Nuestro objetivo fue revisar las concepciones que sobre el desarrollo se han y 
siguen planteando para entender en qué nivel de la discusión es posible proyectar 
una relación del desarrollo y la democracia. Entonces, para ello es necesario 
considerar una perspectiva amplia de la relación que guardan entre sí el 
reforzamiento o medidas para la democracia y el desarrollo; no se trata de 
construir una relación forzada o un vinculo permanente, sino de observar en qué 
medida ambos comparten características en torno a la sociedad por las cuales 
sería necesario observarlos de manera conjunta. Porque además tal y como lo 
señala Prats: 
 
36 
“Actualmente, sabemos que no basta con iniciar un proceso de 
democratización para que se generen las fuerzas capaces de construir 
las instituciones y las políticas requeridas para el desarrollo humano. 
Contrariamente, hoy sabemos que en países de gran desigualdad y 
pobreza que carecen además de Estados institucionalizados y fuertes, 
el proceso democrático tiende a ser capturado por élites o coaliciones 
de diversa naturaleza que sólo impulsarán aquellas reformas que no 
alteren en su contra los equilibrios socio-políticos. La combinación de 
pobreza, desigualdad y debilidad institucional de los Estados tiende a 
generar una institucionalidad política informal, que dobla y pervierte la 
institucionalidad democrática formal y que se expresa en clientelismo, 
patrimonialización, prebendalismo, corporativismo, arbitrariedad y 
ausencia de transparencia y responsabilidad.”32 
Las posiciones que sobre la relación entre el desarrollo y la democracia se tomen 
se plantean y analizan bajo una dinámica compleja en la que no sólo cuenta la 
intervención de los actores político sociales sino que la realidad social está en 
juego; no se trata entonces, de lanzar una serie de dictámenes o 
recomendaciones con las que se está de acuerdo a nivel internacional, sino 
además de, tomar las medidas necesarias para cambiar las reglas de juego en 
cada uno de los contextos y efectuar los ajustes necesarios para que 
verdaderamente se retroalimenten y refuercen las políticas tanto de desarrollo 
como de democracia. 
Es necesario entonces encontrar aquellos eslabones que hagan posible entender 
y transformar esta relación entre desarrollo y democracia, requerimos encontrar 
puntos de encuentro entre un desarrollo con libertad y una democracia con 
derechos para que se retroalimenten positivamente y logren una mejor sociedad. 
Uno de esos eslabones podría ubicarse en la llamada ciudadanía social, es decir, 
en la búsqueda de un mecanismo que permita el ejercicio pleno de los derechos 
sociales y la participación de la sociedad en la toma de decisiones, de manera 
que, a mediano plazo propicie el bienestar para la población en general y una 
mejor calidad democrática. Por ello, en el siguiente capítulo abordaremos el origen 
teórico de la ciudadanía social y las características que la determinan. 
 
32
 Joan Prats, “La vía democrática al desarrollo” en Joan Prats, et. al., A los príncipes republicanos. 
Gobernanza y desarrollo desde el republicanismo cívico, óp. cit., p. 412 
 
37 
CAPÍTULO II 
La opción de la ciudadanía social 
 
En el capítulo anterior se propuso explicar y establecer la necesidad de concebir y 
propiciar una relación entre desarrollo y democracia de manera tal, que fuera 
posible encontrar soluciones y transformar las problemáticas actuales. Así, se ha 
de concebir que dentro de esta compleja relación se puedan encontrar distintos 
elementos que por su participación la dotan de características y procesos 
propositivos; por ejemplo, a través de las propuestas de organismos 
internacionales se ha sugerido que uno de estos mecanismos es posible ubicarlo 
alrededor del fomento a la ciudadanía social. 
La idea de la ciudadanía social existe a partir de la tensión entre la ciudadanía, la 
cual dota de una de una igualdad de status en lo legal y político, y el bienestar 
social que buscan los ciudadanos. A continuación se va a explicar en qué consiste 
la ciudadanía social, y se hará en torno a dos aspectos principales: el primero es 
el de su definición que trataremos en este capítulo y el segundo es a partir de sus 
retos o factores de contribución para el fortalecimiento del vínculo entre 
democracia y desarrollo y la futura solución de conflictos, lo cual se expone en el 
tercer capítulo. 
Con el fin de lograr los objetivos establecidos para este capítulo se empezará por 
ver algunas raíces teóricas del concepto de ciudadanía social y por las cuales 
adquiere los elementos que lo componen. En primer lugar, se nombrará al Estado 
de Bienestar como suceso y concepto que aporta muchos de los elementos 
distintivos de esta ciudadanía y los cuales dentro del debate abren la posibilidad 
de encontrar nuevos escenarios para lo público, lo colectivo, el bienestar, el 
desarrollo y la ciudadanía. 
En segundo lugar, también se toca el tema de la ciudadanía como origen y 
concepto desde el cual se desprende la ciudadanía social. Pues si bien la noción 
de ciudadanía no es un aporte reciente de la ciencia política, en la época moderna 
se dio una reconceptualización dentro de la cual aparece la parte social con los 
correspondientes derechos y por los cuales se le dota de un significado especial. 
 
38 
Incluso es en esta singularidad en donde el cuestionamiento a la propia 
ciudadanía comenzará, a decir de algunos autores, en la última parte del siglo XX: 
“la revisión contemporánea del concepto de ciudadanía comenzó por su dimensión 
social, acusada de esconder toda una serie de disfunciones que, más que 
enriquecer la vida civilizada, acaban por empobrecerla.”33 Porque además, antes 
de que se revise a la ciudadanía social lo cierto es que el tema de la ciudadanía 
como tal, en cualquiera de las teorías y posturas políticas, ha adquirido una 
importancia y legitimidad tal, que su promoción es ya una constante en los 
objetivos de las políticas públicas. 
Con esos elementos entonces, finalmente incorporaremos a la discusión las 
consideraciones y matices actuales por los cuales se define a la propia ciudadanía 
social; primero desde las significaciones que se le da desde los organismos 
internacionales o propuestas locales; y luego desde componentes internos como 
la concepción de la solidaridad y la búsqueda de la calidad de vida, ambos 
elementos distintivos de este tipo de ciudadanía. 
 
2.1 Los derechos sociales y la contribución del Estado de Bienestar 
Uno de los pilares teóricos de la ciudadanía social es la implementación y las 
subsecuentes consecuencias en todo el mundo de los modelos de Estado de 
Bienestar; sobre todo por su impacto en los derechos sociales, las políticas 
públicas y la concepción sobre el mismo bienestar y la calidad de vida. 
La aparición del Estado de Bienestar no está del todo definida por una fecha 
debido a que su presencia se dio en distintos países y bajo visiones diferentes con 
algunos componentes comunes que los hacen propios de este tipo de modelo. Al 
respecto Rafael Muñoz de Bustillo identifica ciertos cambios que propiciaron su 
aparición y consolidación: 
1.- la ruptura con los sistemas de organización social, y sus redes de 
seguridad, que supone la Gran Transformación, en terminología que 
Karl Polanyi utilizara para referirse a la consolidación de la economía de 
mercado que viene de la mano de la revolución industrial; 
 
33
 Marco Freijeiro Varela, “¿Hacia dónde va la ciudadanía social? (De Marshall a Sen)” en Revista Andamios, 
vol. 5, núm. 9, diciembre 2008, p. 159. 
 
39 
2.- la aparición, con

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