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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MEXICO PROGRAMA DE MAESTRÍA EN TRABAJO SOCIAL ESCUELA NACIONAL DE TRABAJO SOCIAL LA CULTURA Y EL SENTIDO DEL TRABAJO EN LA VIDA DE JÓVENES HIPHOPEROS. UN ANÁLISIS DESDE EL TRABAJO SOCIAL ANTIOPRESIVO TESIS QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE: MAESTRO EN TRABAJO SOCIAL PRESENTA: ACZEL FERNANDO CORNEJO PÉREZ TUTORA DRA. MARÍA ELENA FIGUEROA DÍAZ Ciudad Universitaria, Cd. Mx., enero de 2019 Margarita Texto escrito a máquina PROGRAMA DE MAESTRÍA EN TRABAJO SOCIAL UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 1 2 DEDICATORIA A la memoria de mi padre Fernando Cornejo que a 18 años de su muerte aún siguen vigentes, en mí, sus valiosos consejos… A mi pareja Rocío Hurtado, su apoyo ha resultado vertebral en el desarrollo de este trabajo de investigación… A mi madre Teresa Pérez que a pesar de no entender mí larga estancia escolar me apoya… A mi hermano Irvin Cornejo que con su recalcitrante dedicación a la cultura Hip Hop no permitió que esa flama se extinguiera de mí ser… A Bárbara Cornejo por permitirme utilizar la sala de su casa como estancia de reflexión y escritura durante largos lapsos en el desarrollo de esta tesis… A todos los militantes de la Kultura Hip Hop que siguen creyendo que una hegemonía alternativa es posible a través de los 9 elementos… 3 AGRADECIMIENTOS El significado que ha tenido en mi vida el desarrollo de esta tesis de maestría ha sido muy significativo en el ámbito profesional y personal, ya que me permitió confluir mis tres más grandes pasiones: el Hip Hop, el Trabajo Social y el estudio de las juventudes, lo cual también representó gran complejidad desde su concepción. La falta de referentes sobre el enfoque teórico antiopresivo y la cultura Hip Hop en la disciplina dificultaron su acompañamiento. Sin embargo, el poder trabajar en el tema representó un reto gratificante y enriquecedor, sobre todo porque el trabajo de campo en contraste teórico alumbró temas inesperados e interesantes. En este sentido, quiero agradecer a mis hermanos hiphoperos: Pazion, MC Chente, Scrop, Rojo y al muralista Abret, quienes con sus maravillosas vivencias dieron vida a la teoría que permitió explicar el fenómeno del trabajo y sus contradicciones en México. A la Universidad Nacional Autónoma de México; llegué como preparatoriano y hoy me sostiene como maestro. Al programa de Maestría en Trabajo Social, por su disponibilidad, apoyo y eficacia. A la Doctora María Elena Figueroa Díaz, mi tutora, por su apoyo; se convirtió, más que en mi guía, en mi cómplice académica, ¡gracias por creer en mí! A la Dra. Berenice Pérez Ramírez por sus pertinentes y valiosas aportaciones a este trabajo. Al Mtro. Francisco Calzada Lemus y al Dr. Mario Sandoval Manríquez quienes además de ser parte de mi comité tutoral se han convertido en dos grandes amigos. Al Mtro. Marco Osorio Orozco por esas cada vez más frecuentes y álgidas pláticas sobre la práctica del Trabajo Social en México. Otra vez a mi hermano Pazion, por la maravillosa portada de esta tesis que ahora llevo en mi piel. A abeja por su hermosa existencia y apoyo. Y sobre todo a la Kultura Hip Hop que para mí se ha convertido en ¡Hiphop!, además de salvar mi vida, me permite regresarle un poco de lo que tanto me ha dado, a través de este trabajo. 4 Capitulado Introducción………………………………………………………………..………...7 1. Marco teórico. Trabajo Social antiopresivo y Habitus: práctica crítica para pensar a los jóvenes y el trabajo desde su contexto cultural 1.1 Dos maneras disímiles de mirar el origen del Trabajo Social……………..24 1.2 La Intervención en Trabajo Social………………………………………….26 1.3 Práctica crítica en Trabajo Social…………………………………….…….28 1.4 Enfoque antiopresivo de Trabajo Social……………………………………32 1.5 Un acercamiento desde Pierre Bourdieu...………………………….……...42 1.6 Bourdieu y el Sentido del Trabajo………………………………………….52 1.7 Cultura y control cultural …………………………………………..………54 1.8 La cultura como instrumento de control social y subsidio al capital..………60 2. La situación del trabajo y la cultura del Hip Hop en jóvenes mexicanos 2.1 Juventud y Trabajo…………………………………………………………64 2.2 Breve historia sobre los jóvenes……………………………………………68 2.3 Jóvenes y Trabajo en México………………………………………………73 2.3.1 La desocupación en los jóvenes mexicanos………………………………..75 2.3.2 Acceso de los jóvenes al mercado de trabajo………………………………77 2.3.3 Precariedad e informalidad en el trabajo…………………………………...80 2.4 Jóvenes y el sentido del trabajo…………………………………………….83 2.5 Trabajo y consumo juvenil…………………………………………………85 2.6 Culturas e Identidades Juveniles…………………………………………...86 2.7 Kultura Hip Hop……………………………………………………………91 2.8 Hip Hop en México………………………………………………………..100 5 3. Pensando la resistencia desde las industrias culturales 3.1 La política Cultural en la era neoliberal…………………………………...109 3.2 El Hip Hop y la Industria cultural…………………………………………112 3.3 Resistencia y vínculo al sistema: los jóvenes hiphoperos…………………115 4.- Diseño metodológico 4.1 Una mirada desde la epistemología de los métodos cualitativos: pensando desde Creswell…………………………………………………………………………...122 4.2 Haciendo etnografía desde una mirada fenomenológica……………………...123 4.3 Métodos y técnicas de investigación……………………………………….….125 4.3.1 De recolección de datos………………………………………………….125 4.3.2 De análisis……………………………………………………………….126 4.4 Informantes………………………………………………………………….…126 4.5 Consideraciones éticas………………………………………………………....128 5.- Resultados 5.1 Biografías: un acercamiento a la vida de algunos jóvenes hiphoperos………131 5.2 Análisis de resultados…………………………………………………………157 5.2.1 Entrada temprana al Hip Hop……………………………………………….157 5.2.2 Sentido otorgado al Hip Hop………………………………………………..164 5.2.3 Redes de pertenencia………………………………………………………..167 5.2.4 El paso prematuro de la juventud a la adultez………………………………171 5.2.5 Sentido otorgado al trabajo………………………………………………….176 5.2.6 Postura frente a las industrias culturales…………………………………….181 Conclusiones……………………………………………………………………....186 Referencias…………………………………………………………………….…..198 6 Hoy nace el respeto cuando se habla más fuerte Con insultos denigrando o mostrando ser valiente Antes no era fácil nadie era eme ce Y el sentimiento se pasaba en tu mano con un cassette Los códigos a piel no tenían barra Hablar de rap era importante y nadie se insultaba Hoy todo forma parte de una gran amalgama que te define por su género cuando antes eran ramas hoy ellos nos ven como un producto una oportunidad de retomar lo marginal y hacerlo arbusto pa’ apaciguar el ghetto, venderte alguna tranza si cuando el rap llegó la ropa no era de la marca así es como te llega el valor para que fomente el arte de un sector que se rige por lo que siente y es que sabemos lo que sigue, no fue casualidad lo que le hizo la industria a Tupac Shakur y Biggie tomo el control pa’ hacer canciones bomba y así marcar el suelo como lo hace Dr. Hoffman mi mente no sigue las normas ni nada conozco cara a cara del poder y se dónde disparan ellos quieren el arte porque el arte es peligroso ellos quieren atarte a su concepto y negocio por eso la industria llega a cada rincón en donde el arte es la protesta encarnada en canción eso es el arte… Mira la escena hoy se mueve con el ego en un block tirando humo en la pantalla hablando blondie unlock ya se olvidaron de Bambaataa y lo que fue Planet Rock si para algunos moda es hablar de revolución hoy todo cambia al ritmo del complot y su comercio violencia armas, libertinaje, droga y sexo hablan por lo nuestros de calle y movimiento y la cultura que conocen fue establecida por red bull cuantos cabros quieren ir contra la ley y cuantos cabros ven su imagen reflejada en Lil Wayne ¿qué paso con Kanye West? ¿qué paso con Jay Z? ¿por qué la industria cambia los conceptos de cultura y MC? nadie sabe cuándo tu rap sale en comerciales logra que el mercado se imponga y prive libertades que detalle, vamos tu eres un gangstaa rapea sucio y que la calle te respeta y te aplauda el género te hace hablar de ti mismo hace del rap algo misógino mientras se vende al ritmo enfoca tu atención pa’ depender del fanatismo pero los conciertos llenos no representan nuestro Hip Hop, no les creo así mataron la conciencia y veo que de los yankees tu chaqueta no entiendes lo que rapeo ni tu video, ni tu ego forman parte de aquella arma que el sistema deja al margen, eso es el arte… INKOGNITO - Eso es el arte. 7 Introduccio n La cultura Hip Hop representa una salida palpable a las problemáticas de los jóvenes, pues en ella se encuentran códigos de pertenencia que vislumbran un horizonte distinto de percibir y enfrentar la vida, a través del arte, la cultura y un posicionamiento político que permite cuestionar la estructura y el funcionamiento social. Esta cultura encuentra en sus principales postulados, los cuales se encontrarán desarrollados en el segundo capítulo de este trabajo, una opción alterna de los jóvenes a los discursos oficiales para reivindicar su identidad, una manera de resistencia al sistema, de conformación de comunidad y de lucha por la obtención de derechos, a través de una militancia política, cultural y artística de quienes la conforman. Al respecto Zubillaga y Llorens recogen relatos de jóvenes hiphoperos en su investigación realizada en el año (2018) y que lleva como título “Luchas discursivas entre varones del movimiento hip hop caraqueño” en donde rescatan con claridad la implicancia que para ellos tiene el pertenecer a esta cultura El movimiento hip hop, de acuerdo con los relatos que hemos recogido, se ha constituido en un espacio de reivindicación de humanidad frente a los discursos oficiales y los de sentido común que les secuestra su condición de humanos banalizando (justificando) así su eliminación. Conforma entonces un espacio de resistencia simbólica en el que se forjan identidades valorizadas que permiten invertir la masiva estigmatización (p. 280). Es por esto que el Hip Hop “salva vidas” pues muchos de sus militantes han encontrado en este espacio un sentido distinto al establecido por los parámetros estructurales hegemónicos, condensados, en el caso de México, en el sistema neoliberal establecido a finales de la década de los ochenta del siglo XX. Este camino les puede resultar más enriquecedor y los aleja de la zona marginalizada a la que muchos se exponen en el actual sistema económico. El analizar, desde el enfoque del Trabajo Social antiopresivo, las perspectivas de los jóvenes que se adhieren a esta cultura en torno al trabajo y la cultura, permite 8 decantar un análisis mucho más enriquecedor y novedoso en términos disciplinares, pues se encuentran esos sentidos que permiten encumbrar las necesidades reales de los jóvenes, que difícilmente se recogen desde un análisis acrítico y apriorístico. Por lo tanto, investigar a los jóvenes hiphoperos ha sido un proceso de aprendizaje social, científico y espiritual. Como ciudadano adscrito a los valores del Hiphop y como investigador, suscribo un interés particular por encontrar respuestas al entramado que representa la condición de los jóvenes hiphoperos en el contexto nacional, pues es en ellos que se encuentra el desarrollo que hará que prevalezca, a través del tiempo, la maravillosa cultura que a mí también me salvó la vida. Este doble papel (militante hiphopero e investigador social sobre el tema) requiere de mi parte una constante auto-vigilancia para no perder el distanciamiento y el rigor que requiere el análisis y la práctica crítica. Esta implicancia, si bien parecería suponer una pérdida de la supuesta objetividad necesaria para la producción del conocimiento, en el ámbito de las ciencias sociales, y en la investigación cualitativa, se convierte en un elemento que no se puede dejar a un lado, y cuya conciencia es condición de rigor científico y de posibilidad de profundización en el análisis de los fenómenos a estudiar. Al estar inmerso en la realidad que se estudia, esa vigilancia se convierte en lo que Bourdieu llama “reflexividad”. Planteamiento del problema En la actualidad, la mayoría de los jóvenes encuentra dificultades para insertarse dentro del mercado laboral y para obtener ingresos que les permitan sobrevivir; por otro lado, manifiestan resistencia a entrar dentro de la determinada y rígida estructura del trabajo. Tampoco muestran interés en dedicar toda su vida a una sola actividad laboral. Parece ser que sus planes de vida se encuentran dentro de la inmediatez, el disfrute y la recompensa social a corto plazo. Dentro de este panorama, resulta interesante vislumbrar cuál es el nuevo sentido que algunos jóvenes con determinadas prácticas culturales, como las que se adscriben a la cultura Hip Hop, otorgan al trabajo y qué significado intrínseco tiene el tema de la cultura en sus vidas. Para lograr tales fines, este análisis se basa en el enfoque del Trabajo Social antiopresivo, que permite 9 crear una perspectiva mucho más integral de ellos ante los problemas económicos y sociales que el actual sistema conlleva, bajo la lógica de que el trabajo, en el actual modelo capitalista neoliberal, es fundamental para desarrollarse de manera libre y plena en torno a la socialización. el trabajo es para los jóvenes algo más que el medio para obtener dinero. Es fuente de subjetividad y los sentidos que construyen sobre él se vuelven centrales en su constitución como sujetos. En ese marco de ideas, una de las problemáticas que viven los jóvenes en este campo, la desocupación -y, hasta cierto punto, también la precariedad laboral-, no sólo les reduce sus posibilidades materiales, sino también los priva de reconocimiento personal y social (Cornejo, 2017, p. 39). En ese sentido, el tema de la cultura, como política social y de las expectativas laborales de los jóvenes (y el sentido que le dan a ambas) en el actual sistema económico que agudiza la desigualdad y la fragmentación social (Saraví, 2018), es un campo que también concierne al Trabajo Social. Por ello, generar estrategias desde una postura crítica y antiopresiva que no solo mire como finalidad única la intervención inmediata, permitirá que se desmenucen teórica y contextualmente dichas problemáticas a través de un análisis que recoja la condición de los jóvenes inmersos en dichas problemáticas, pero a través de su propia realidad aterrizada a su contexto específico, es decir su situación de vivir lo juvenil. Tener una mirada crítica ante los problemas estructurales que afectan, en específico, a este sector social permite desarrollar un Trabajo Social en México más incluyente y efectivo, ya que se busca una respuesta contextualizada desde lo social, en conjunto con los sujetos que padecen la problemática, sino que además aleja los vicios positivistas de crear diagnósticos apriorísticos, desde el imaginario institucional o político, homogeneizadores y carentes de sensibilidad para desmitificar las problemáticas que atañen a la juventud; por lo tanto, partir de una postura que cuestione las políticas sociales y culturales encausadas a la juventud debe ser prioritario en el actuar de los profesionales mexicanos de esta disciplina. 10 Se debe atender, desde la especificidad, las problemáticas que presentan los distintos grupos de jóvenes, partiendo de las diferentes situaciones y condiciones juveniles. Es decir, no podríamos pensar en una solución genérica y universal, sino particular para cada uno de ellos. En este sentido, el enfoque de Trabajo Social antiopresivo 1 permite mirar los problemas sociales desde la perspectiva de los jóvenes que padecen estas dificultades, y con una visión emancipadora pugnar porque este sector social supere las condiciones de precariedad, estigmatización, y vulnerabilidad de las cuales son objeto. Justificación Una vez planteada la problemática de los jóvenes que se dedican al Hip Hop, es relevante resaltar que la presente investigación tiene como objetivo encontrar el significado que los jóvenes le dan al trabajo y la cultura, pues es menester del Trabajo Social ocuparse de la problemática social de los diversos grupos que componen una sociedad, sobre todo si este se encuentra en una situación de desigualdad y vulnerabilidad, y más aún si se trata de grupos creadores y generadores de prácticas y expresiones culturales que dotan de sentido su existencia y que producen bienes de carácter simbólico. El grupo de lo juvenil representa 25.7% del total de la población (119, 530,753 habitantes) (INEGI, 2015), esto quiere decir que más de la cuarta parte de la población mexicana es joven. Se trata de un sector no siempre atendido o visible, que no cuenta con las garantías para que sus derechos humanos y sociales se cubran plenamente. Una forma novedosa y eficiente de acercarse a las problemáticas juveniles desde el Trabajo Social, en especial a las que atañen al tema del trabajo, lejos de segregarlos por grupos de edades, parece ser la de entenderlos desde una visión que responde a sus propias formas de agregación y pertenencia, y en lo que parece más importante, su formación de identidad, lo cual implica una mirada más compleja del fenómeno. El conocer sus sentimientos, gustos, expresiones y expectativas engendradas y vertidas en sus agrupaciones juveniles como los crews, en el caso de la cultura del Hip Hop, permite crear 1 Es un enfoque que emana del Trabajo Social Crítico y su concepción se desarrollara en el primer capítulo de este trabajo. 11 desde el Trabajo Social antiopresivo un análisis que irá enriqueciendo de manera holística el conocimiento dentro del campo de Trabajo Social. Bajo la premisa de que herramientas antiguas no sirven para brindar respuestas a problemas actuales, se dejarán de lado las viejas teorías y métodos del Trabajo Social “ferretero” 2 y se utilizará el enfoque antiopresivo, vertido de la teoría crítica, que hace un ajuste sustancial a la manera de teorizar en lo social (Matus, 2012). De esta manera, se trabajó con el enfoque antiopresivo para entender el tema de lo juvenil y su relación con el sentido del trabajo, desde la perspectiva cultural centrada en sus identidades, formas de agregación y producción cultural, en miras de una “intervención procedimental” rescatando la pluralidad de los jóvenes hiphoperos (Matus, 2017). Este enfoque fue complementado con la visión de la cultura 3 , desde su concepción simbólica (Giménez, 2010), como susceptible de ser propia, apropiada, enajenada o impuesta (Bonfil, 1991), pero también como fuente de riqueza y desarrollo, de acuerdo con lo planteado por la Agenda 21 de la Cultura (2008) acerca de la necesidad de ver a la cultura como un derecho que abre posibilidades de expresión, desarrollo y emancipación. Solo dando cuenta del significado del trabajo en la vida de los diferentes sectores juveniles, podemos entender las diferencias, similitudes y perspectivas laborales que estos tienen. Sin perder de vista, además, que el acercamiento de los trabajadores sociales hacia los jóvenes con los cuales se trabajará, debe implicar un proceso que fomente el desarrollo de sus potencialidades, habilidades, valores, vocación artística y social. Objetivos y preguntas de investigación En este trabajo de investigación se pretende comprender el significado que le dan al trabajo, la cultura y sus producciones culturales en la actualidad los jóvenes que se adscriben a la cultura del “Hip Hop”, y cómo impactan en ellos los principales problemas laborales que se viven en la ciudad de México: el desempleo, el trabajo precario y el trabajo informal. 2 Concepto mencionado por La Dra. Teresa Matus Sepúlveda, para describir el Trabajo Social se auxilia de anticuadas técnicas y herramientas para atender las problemáticas sociales, carece de sentido crítico y tiene una base teórica escueta o nula, conservadora e inactual. 3 Más adelante se desarrollará este término y su conceptualización para esta investigación. 12 En este sentido, el objetivo primordial de este trabajo gira en torno al siguiente objetivo: Comprender el significado que algunos jóvenes hiphoperos otorgan a sus prácticas culturales y al trabajo en un contexto de desigualdad social, a partir de la mirada del Trabajo Social antiopresivo como factor que devela las trabas estructurales de la condición juvenil. De este objetivo general se desprenden los siguientes objetivos específicos: Analizar el sentido que algunos jóvenes hiphoperos dan a la experiencia de la realidad laboral que viven a partir del significado dado al trabajo, así como de los recursos y las limitaciones con que cuentan. Comprender de qué manera el Hip Hop construye subjetividades, pertenencias y sentidos frente a la realidad que los jóvenes enfrentan. Determinar cuáles son los factores que intervienen en el posicionamiento de algunos jóvenes hiphoperos frente a las industrias culturales, en tanto consumidores y productores de cultura. Reflexionar sobre la manera en que el Trabajo Social antiopresivo puede ayudar a develar los factores sociales para que los jóvenes hiphoperos abandonen, comercialicen o le den un rumbo crítico a su práctica cultural. Los objetivos dan lugar a las siguientes preguntas de investigación, que son respondidas a lo largo de este trabajo: ¿Cómo experimentan algunos jóvenes hiphoperos la realidad laboral a partir del sentido que le dan al trabajo, así como los recursos y las limitaciones con que cuentan? ¿De qué manera el Hip Hop construye subjetividades, pertenencias y sentidos frente a la realidad que los jóvenes enfrentan en la actualidad? 13 ¿Cuáles son los factores que intervienen en el posicionamiento de algunos jóvenes hiphoperos frente a las industrias culturales, en la medida en que ellos fungen como consumidores, pero también y sobre todo, como productores de cultura? ¿De qué manera el Trabajo Social antiopresivo puede ayudar a develar los factores sociales que intervienen en las distintas salidas que los jóvenes hiphoperos encuentran frente a la realidad del trabajo (ya sea que se vean forzados a abandonar su práctica cultural, a ingresar al mundo de la industria cultural o bien a optar por el desarrollo de esta desde una postura crítica)? Antecedentes A pesar de que, actualmente, existe un gran mercado que gira alrededor de la cultura Hip Hop y la industria cultural generada como consecuencia del sistema capitalista que mercantiliza las expresiones culturales a su alcance, no existe dato de que trabajos anteriores, en México o en algún otro país de América Latina, hayan tocado el tema de los jóvenes hiphoperos en relación con el sentido que otorgan al trabajo y a sus prácticas culturales, con la finalidad de rescatar la intencionalidad, más allá del sentido mercadológico, que implica para los productores de estas expresiones artístico-culturales realizarlas y colocarlas en el plano de la mediatización. Desde el Trabajo Social, tampoco se encontraron registros de escritos que conjuguen el tema del Hip Hop como práctica antiopresiva con el trabajo en los jóvenes. En esta disciplina, al tratar el tema del trabajo se hace, regularmente, desde un enfoque estructural funcionalista, que si bien enuncia los problemas estructurales a los que el actual sistema condena a los jóvenes, con base en cifras que describen el actual contexto internacional, en sus propuestas o estrategias de intervención, no va más allá de propuestas de capacitación laboral, preparación de curriculum vitae, especialización en algún oficio o manualidad y canalización en el campo institucional. Por lo general, se busca reinsertar a los jóvenes al campo laboral bajo los términos que el sector industrial requisita, es decir que se busca que los jóvenes mejoren sus capacidades bajo la perspectiva de los empleadores. 14 El tema del Hip Hop en general ha sido desarrollado en diversos artículos académicos, libros y tesis profesionales. Entre ellos destacan los trabajos de: Silva (2017), Olvera (2016), Armenta (2018), Allochis (2014), Tijoux, Facuse y Urrutia (2012), Ángela Garcés Montoya (2011), Garcés, Tamayo y Medina (2006), Moraga y Solórzano (2005), Anki Toner (1998), Jeff Chang (2005), El Chojín (2010), Krs One (2009), Coy Guerrero (2011), Novoa Serrano, García Uricoechea, y González Rivero (2009), Rosenfeld (2005), Codocedo Sandoval, (2006), Carazo (2014), David Cortés (2004), Arturo Zavala (2007), Saúl González (2007), Manuel Torres (2009), Garibay Figueroa (2016), Edgar Sánchez (2016), San Pedro Hernández (2018) y Nelly Lara (2018). Existen diversas referencias que nos dan cuenta del desarrollo histórico y social a través del cual se signó la Cultura Hip Hop en algunos países de Latinoamérica. En el caso de México, la producción es escueta; sin embargo, sobresalen publicaciones sobre el fenómeno del rap con enfoque de género feminista. Un ejemplo es el trabajo de Silva (2017), que rescata el singular sentido que implica ser mujer joven rapera en Ciudad Juárez, Chihuahua, y que se ve impregnado en sus producciones culturales, las cuales buscan transgredir lo establecido con un sentido de reivindicación, transformando, mediante el rap, el orden social de violencia extrema imperante en esa zona del país; Olvera (2016), por su parte, traza en dos perspectivas la finalidad de las producciones culturales propias de la cultura Hip Hop; por un lado, busca enfatizar el significativo apoyo que representa la familia para el desarrollo del proyecto artístico en un joven y, por otro, intenta enfatizar las diferencias entre emprendedores que marcan tendencias de mercado a través del arte emanado del Hip Hop, es decir que lo hacen con fines lucrativos y aquellos hiphoperos individuales o colectivos que acentúan su actividad artística en el desarrollo de valores comunitarios, convirtiéndose en una estrategia de sobrevivencia ante la debacle social en la condición de las juventudes del país. En Brasil, Armenta (2018) destaca la cultura Hip Hop como medio de organización política y social ante la discriminación y criminalización social de los jóvenes, lo que resulta en el empoderamiento de sus enunciantes. En Argentina, Allochis (2014) retoma la imagen fotográfica como medio de transculturización y apropiación cultural, entre jóvenes de contextos distantes (New York y Buenos Aires). Tijoux, Facuse y Urrutia (2012) 15 refieren a las prácticas culturales de los hiphoperos en Chile como la resistencia táctica a través de la cual los jóvenes hacen frente a la marginación y segregación social. En Colombia Ángela Garcés Montoya (2011) realizó un trabajo de investigación desde la comunicación visual que nos habla del desarrollo comunicativo que han establecido los hiphoperos en portales web, estudios de grabación y radio difusoras independientes, establecidos en espacios apropiados por estos grupos de jóvenes en el interior de Medellín. En esta ciudad, Garcés, Tamayo y Medina (2006) visibilizan las formas de agregación cultural de los jóvenes y las fuerzas de atracción identitaria, a través de la concepción de Culturas Juveniles. En Iquique, Chile, Moraga y Solórzano (2005) estudian nuevas formas contraculturales de agruparse de los jóvenes, visualizando al movimiento cultural del Hip Hop como liberador de conciencia social. Como se puede apreciar, si nos remitimos a fechas anteriores, las publicaciones en América Latina con la temática del Hip Hop y los jóvenes, versan sobre la agregación identitaria y la apropiación cultural bajo el enfoque de las Culturas Juveniles y, si llegamos a las últimas décadas del siglo XX encontraremos términos como Tribus Urbanas. Ambos enfoques fueron esenciales para la comprensión de la conformación grupal de los jóvenes inmersos en el proceso de la globalización, entre ellos los adeptos al Hip Hop; sin embargo, los temas se han complejizado y estos paradigmas no logran abarcar el embrollo de estas realidades. Uno de los libros más importantes para el mundo de habla hispana es el libro HIP HOP, de Anki Toner (1998), realizado en EUA y traducido al español en Madrid por la editorial Celeste. En ese trabajo se relata en 250 páginas de manera detallada el contexto en el cual se gestó la cultura Hip Hop, así como quiénes fueron sus precursores y principales iniciadores. También nos da un paseo por los orígenes jamaiquinos y latinos de esta cultura gestada en el Bronx de New York, a través de un recorrido biográfico de las agrupaciones y los Mc´s más representativos. Nos lleva por intervalos de épocas hasta llegar a las letras de las canciones traducidas al español, que representan dichas etapas hasta llegar al año de 1998; por otro lado, en tres cuartillas se da cuenta del trabajo de grupos de rap en español y los cuales emergían como los más importantes: Sindicato del crimen, DNI, CPV, VKR o 7 16 Notas. Este libro es uno de los primeros y más importantes textos traducidos al español que dan cuenta de la cultura gestada en el Bronx de New York. El libro titulado Generación HIP HOP de la guerra de Pandillas y el Grafiti al Gangsta Rap del periodista americano Jeff Chang, editado en 2005, nos ofrece un recorrido por el contexto social y político en el cual se gestó y se ha desarrollado la cultura Hip Hop durante su historia, dando cuenta del carácter contestatario de las producciones culturales que de ella emergen, sirviendo de voz a las protestas sociales que en estos contextos sociales demandaban sus ciudadanos en su mayoría víctimas de la opresión racial (negros y minorías étnicas) que se vivía en los Estados Unidos de Norte América. Por otro lado, da cuenta del desarrollo cultural que se vislumbra en la ganancia de adeptos y en el posicionamiento en el mercado de la industria cultural. Otro gran aporte de este libro es el prólogo escrito por Dj Kool Herc, considerado el padre de esta cultura. Otro de los libros relevantes para entender el desarrollo de la cultura Hip Hop en español es el libro escrito por el Chojín Francisco Reyes, editado en 2010 y titulado Rap, 25 años de rimas. Este libro es el primer título que se escribió en español y que ahonda en la apropiación, re significación y el desarrollo de la cultura Hip Hop en el contexto español, a través de anécdotas, referencias musicales y fotografías nos lleva por los momentos más destacados del rap en España. El libro más significativo de los últimos tiempos para los militantes de esta cultura y los estudiosos de ella, sin duda es The Gospel Of Hip Hop o su traducción al español El Evangelio del Hip Hop editado en Brooklyn New York en el año 2009, escrito por Krs One, uno de los Hip Hop Head´s más relevantes en la historia de la cultura Hip Hop. La escritura de este libro está realizada de manera muy singular, pues da la impresión de estar leyendo un antiguo documento, en él se presentan además de la historia de esta cultura, los 18 preceptos más importantes para el desarrollo individual y colectivo de los adscritos a este movimiento cultural, basados en una perspectiva de paz, conciencia y conocimiento. Por otro lado, el tema del Hip Hop se ha tocado en diversos países de Latinoamérica, Colombia, Chile, y Argentina principalmente, en tesis de licenciatura y maestría desde diferentes disciplinas y con diferentes enfoques. 17 En Bogotá, Coy Guerrero (2011) escribió, desde la disciplina de la enfermería, un trabajo sobre la perspectiva de salud y enfermedad que estos jóvenes tienen, resaltando como principal aporte sus hábitos de autocuidado en comparación con los que no se adscriben a una práctica propia de esta cultura. Novoa Serrano, García Uricoechea, y González Rivero (2009) desde la Psicología indagaron sobre las construcciones sociales y los procesos de construcción de realidades que un joven hiphopero está procesando, así como el papel que están jugando en la conformación de su persona esas realidades. En Chile, desde principios de siglo XXI (Rosenfeld, 2005; Codocedo Sandoval, 2006) y hasta la actualidad se han desarrollado diversos trabajos de investigación desde una perspectiva sociológica, que giran en torno a las identidades y culturas juveniles que estos jóvenes construyen en el interior de esta cultura, la estigmatización que esto produce por parte de los adultos, también la poca participación en los programas sociales desarrollados para ellos y, por otro, lado apropiación de espacios públicos para desarrollar sus actividades culturales, intentando en todos los casos abonar al conocimiento científico sobre los comportamientos de estos grupos y pugnando por un posicionamiento en políticas públicas de estos temas. Caso similar ocurre en Argentina en trabajos revisados que se escribieron desde principios del presente siglo y hasta años recientes. Carazo (2014) versa sobre los procesos identitarios con que los jóvenes se reúnen en torno a los cuatro elementos artísticos de la cultura Hip Hop 4 , también de la cultura que se construye gracias al leguaje y comunicación que se desarrolla en el interior de este movimiento, la apropiación de espacios urbanos destinados al mundo de los adultos como el cine y el teatro y la utilización de los medios de comunicación y las redes sociales para establecer lazos culturales con hiphoperos de otras ciudades, convirtiendo el territorio de esta cultura en el espacio global. En México, existen solo ocho tesis en la Máxima Casa de Estudios (UNAM) que toman como eje central la cultura Hip Hop. La primera de ellas, escrita en 2004 por David Cortés en la maestría en comunicación de la Facultad de Ciencias Políticas, describe el proceso histórico mediante el cual los jóvenes de la ciudad y sus zonas conurbadas 4 a) Djing, b) Mcing, c) B-boying y d) Graffing. Estos se desarrollarán más adelante en el texto. 18 apropian, resignifican y producen esta cultura proveniente de los Estados Unidos, es decir intenta dar pistas sobre la génesis de esta cultura en el interior de la ciudad. En el año 2007, Arturo Zavala, de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, dentro de la licenciatura en Periodismo y Comunicación Colectiva, escribe un trabajo que intenta redactar los deseos y perspectivas de la población de una zona del estado de México que escucha un programa focalizado en la cultura Hip Hop transmitida por una radiodifusora pública. Saúl González (2007), por su parte, redacta también una tesis en la carrera de Pedagogía, en la Facultad de Filosofía y Letras que intenta crear, a través de las cuatro prácticas de esta cultura, un medio de propagación educativa que concientice a los jóvenes sobre su realidad y los encamine a la liberación y les proporcione valores para actuar en contra de la violencia. Además, Manuel Torres el año 2009, en la Escuela Nacional de Arte y Diseño concretamente en la Licenciatura de Diseño y Comunicación Social, realiza un trabajo de investigación que traza un análisis del graffiti Hip Hop desde su origen como medio de protesta contracultural y hasta su etapa dentro de la industria cultural, es decir cómo se da su apropiación por medio del mercado que lo regresa en forma de mercancía comunicacional. En esta misma licenciatura, pero ahora dentro de la recién nombrada Facultad de Arte y Diseño, surge años más tarde, un trabajo enfocado al tema de lo social a través del arte que se vierte a través de las cuatro elementos artísticos del Hip Hop, con la finalidad de que se conviertan en elementos que aporten a la concientización social y a su vez erradiquen la prostitución artística del movimiento cultural, entendida como la venta, sin sentido, más allá del lucrativo (Garibay Figueroa, 2014). Edgar Sánchez, en 2016, realizó en la Facultad de Estudios Superiores Aragón un reportaje como opción de titulación para conocer la manera en que se identifican en el interior de la cultura los hiphoperos, así como la forma en que se dan sus códigos comunicativos, para lo que realizaron entrevistas a destacados raperos del movimiento. En 2018, en la licenciatura de Historia de la FES Acatlán se vuelve a indagar sobre la conformación del movimiento Hip Hop en México, poniendo énfasis en la situación de los migrantes mexicanos que regresaron al país luego de una estadía en los Estados Unidos, 19 caracterizándolos como los principales gestores del movimiento mexicano (San Pedro Hernández , 2018). En este mismo año, Nelly Lara, dentro el programa de Doctorado en Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, desarrolla un tema que recoge la participación de las mujeres en el interior de la cultura mexicana del Hip Hop, el proceso divergente, en relación al de los hombres, su proceso de apropiación en un campo reconocido socialmente como masculino y sus tendencias teóricas encumbradas en la corriente feministas de sus producciones culturales (2018). Como se puede notar en los análisis de las diferentes trabajos de investigación en algunas universidades de América Latina y en la UNAM, las temáticas tratan primordialmente el tema del Hip Hop en su relación con las juventudes primordialmente enfatizando en su adscripción identitaria con que estas construyen comunidad, su sentido de pertenencia, y los códigos de comunicación que desarrollan en el interior de esta cultura. Por otro lado, el conocimiento de las cuatro expresiones artísticas de esta cultura, con el interés de convertirlos en instrumentos de concientización social, en contra de la violencia social, también es visible, sobre todo en los trabajos mexicanos, la necesidad de encontrar los orígenes del movimiento en el contexto nacional y sus principales representantes. Sin embargo, también existe una tendencia a retomar corrientes teóricas que se encuentran actualmente en boga como el feminismo e incluirlo en el análisis de la cultura Hip Hop en México. Cabe señalar que existen 40 tesis en el catálogo de la UNAM desde el año 1988 hasta el presente 2018, que si bien hablan del graffiti, lo hacen sin contextualizarlo en su relación con la cultura Hip Hop, es decir que lo ven como un fenómeno aislado y lo analizan como un movimiento pictórico de expresión de los jóvenes marginalizados, que modifican el espacio social, pero no enraízan su práctica cultural a los preceptos de la cultura Hip Hop. Existe un gran vacío disciplinar, en cuanto al estudio de esta cultura y, por lo tanto, son muchos los enfoques desde los cuales se pueden hacer investigaciones sobre el fenómeno de la cultura Hip Hop y su implicancia con los jóvenes, que abonen a un conocimiento científico que vaya más allá del sentido identitario y cultural que esto 20 representa, que rescaten más allá de los orígenes las expectativas, deseos y objetivos de los jóvenes que militan en el interior de esta cultura de presencia global. Por lo anterior, podemos afirmar que esta tesis contribuye a la disciplina del Trabajo Social, y más ampliamente, a las ciencias sociales, con el desarrollo de un tema que, como tal, no ha sido trabajado hasta la fecha. Breve descripción de la aproximación teórica y metodológica utilizadas En el marco teórico se abordaron de manera amplia los conceptos y teorías pertinentes al estudio, con el fin de contar con un soporte sólido a la hora de analizar los datos recabados en el trabajo de campo y de analizar el papel del Trabajo Social antiopresivo en esta problemática. Se utilizó la teoría de los campos, el concepto de habitus y el concepto de práctica social propuestos por Pierre Bourdieu (1990), para dar un sustento teórico al proceso cultural mediante el cual los jóvenes se apropian de sus producciones culturales como mecanismo para generar identidad, postura política, sentido de la vida y en ocasiones recursos, lo que les permiten adaptarse y sobrevivir en la estructura, desarrollar capital y ponerlo en juego en el campo. Otra concepto fundamental fue la idea de cultura, que por un lado se abordó desde su concepción simbólica (desde la revisión que hace Gilberto Giménez (2006), y que guarda relación con los planteamientos de Pierre Bourdieu y, en otro sentido, con los estudios de la cultura desde el marxismo (a partir de la propuesta de Raymond Williams (1980) y del concepto Gerald Sider (2003) de subsidio del capital) que enfatizan su relación con el capital. Asimismo, se abordó la teoría del control cultural de Guillermo Bonfil Batalla (1991). Estas ideas nos permitieron indagar sobre la construcción de la identidad, las formas subjetivadas de cultura, y el sentido que los jóvenes otorgan a sus prácticas culturales, así como también sobre el papel que diversas prácticas culturales marginales, surgidas en contextos de desigualdad, sirven al capital, y forman parte de lo hegemónico, espacio del que difícilmente se puede salir . 21 El enfoque de Trabajo Social antiopresivo fue el eje transversal de todo el trabajo, ya que la presente investigación optará desde el momento de su elaboración, por una propuesta de trabajo alterna a la establecida por el sistema actual capitalista, que vele por los oprimidos, por los sectores minoritarios que la estructura deja al margen, y que soslaya a un estado de precariedad y marginalidad laboral. Además, se abordó el tema de la juventud y el trabajo; el Hip Hop como cultura, y el tema de las industrias culturales, producto de un sistema y una época que ve nacer a la cultura del Hip Hop, y que en la actualidad no se puede dejar de lado a la hora de analizar la situación cultural y laboral del grupo estudiado. En cuanto al diseño metodológico, el objeto de estudio fueron los jóvenes que practican alguna de las expresiones culturales de la cultura Hip Hop. Su contexto fue el ambiente de trabajo, la cultura en su vida cotidiana y los espacios en los cuales se recrean, se expresan o realizan sus producciones culturales. El problema se definió a partir de la relación que establecen con el trabajo, partiendo del sentido que le otorgan a esta práctica social. Para ello la metodología a seguir fue la que se enuncia a continuación Siguiendo las consideraciones éticas propuestas en el cuarto capítulo de este trabajo, y al tratarse de un grupo cultural con prácticas e identidades comunes, el diseño metodológico que se trazó partió de una aproximación metodológica cualitativa-etnográfica desde una perspectiva interpretativista fenomenológica. Las herramientas afines a la metodología etnográfica que se utilizaron para el recabo de información fueron los métodos de entrevista a profundidad y observación participante, así como los técnicas de entrevista videograbadas y audiograbadas. Por lo anterior, se trabajó con una muestra no representativa ni válida estadísticamente; esta muestra cualitativa intencional se conformó por 5 informantes, de 23 a 25 años en cuatro casos y uno de 32, inmersos en la cultura del Hip Hop y que practican alguna de sus expresiones artísticas, en específico Rap y Graffiti, los cuales por ser los elementos de mayor representatividad de la cultura Hip Hop en el contexto mexicano, serán las únicas que se retomaron para el análisis del trabajo de campo realizado de noviembre de 2017 a septiembre de 2018. 22 Los resultados de esta investigación se orientaron a conocer de qué manera se adscriben los jóvenes a la cultura Hip Hop y, una vez dentro, cómo la significan en su vida y su cultura, y la función que cumplen las redes sociales que tejen en el interior de ella, así como la particularidad del proceso de tránsito de la juventud a la adultez. A su vez, se orientaron a develar el sentido que le otorgan al trabajo y a sus prácticas culturales como hiphoperos. Por último determinar su postura frente a la industria cultural. Se concluye que los jóvenes tienen la posibilidad de afrontar el camino laboral de distintas maneras, de acuerdo con el capital con que cuentan, las dificultades que viven personalmente (y que son reflejo y consecuencia de problemáticas estructurales producto de un sistema desigual y excluyente), así como a partir del sentido que le dan a sus prácticas culturales. Asimismo, se delinean las posibilidades que el Trabajo Social antiopresivo aporta para un mejor abordaje de problemáticas como las que aquí se presentan. 23 Capí tulo 1 Marco teórico Trabajo Social antiopresivo y Habitus: práctica crítica para pensar a los jóvenes y el trabajo desde su contexto cultural Ellos quieren mi cabeza porque saben que sueño ellos quieren mi intelecto me saben de adentro bello son ingenuos quieren que palabra traicione al pueblo hoy comprendo la opresión del empleo a través del cuerpo, me rehúso a doblar las manos y vivir autómata, preso en la doctrina de corbata gente hipócrita... (Fragmento de canción “Orgánico”, Diidxa, 2018). En este capítulo se plantea la estructura teórica que le da sustento al presente trabajo de investigación; por lo tanto, en primera instancia se describirán las dos perspectivas del Trabajo Social, la endogenista y la histórico-crítica, desde donde se puede situar la génesis del Trabajo Social, con la finalidad de hacer evidente el papel del trabajador social en el actual sistema capitalista. Lo anterior nos brindará una pista de la capacidad de este profesionista para trabajar como agente emancipador o por el contrario como legitimador delas actuales condiciones de opresión que viven los jóvenes frente al campo del trabajo. En este sentido, se abordará la línea del Trabajo Social Crítico que deriva de la Teoría Crítica de la Escuela de Frankfurt, para finalmente aterrizar en el enfoque de Trabajo Social antiopresivo, el cual nos permitirá explicar el posicionamiento epistemológico y disciplinar del presente trabajo. De tal manera que llegaremos a Bourdieu y su teoría de los campos, los conceptos de habitus, sentido práctico y el sentido que le da al trabajo, así como la expresión de la cultura en su forma objetivada y subjetivada. Esto último nos permitirá relacionarlo con la concepción simbólica de la cultura y la teoría del control cultural enunciado por Guillermo Bonfil Batalla (1991), para reflexionar los alcances y las limitaciones que el campo cultural presenta a los jóvenes militantes de la cultura Hip Hop. 24 1.1 Dos maneras disímiles de mirar el origen del Trabajo Social Existen dos grandes corrientes que analizan el origen del Trabajo Social. La primera es la visión endogenista. Algunos autores que han reflexionado sobre la temática con este enfoque son: Herman Kruse, Ezequiel Ander-Egg, Natalio Kisnerman, Boris Alexis Lima, Balbina Ottoni Vieira, en el caso particular de México Aida Valero, Elí Evangelista, entre otros, ubican la gestación de la disciplina en las “protoformas” de la ayuda social, la caridad y la filantropía; otros la sitúan en las formas de ayuda que surgieron con la llegada de la cuestión social propia del capitalismo a raíz del proceso revolucionario de industrialización, de tal manera que el desarrollo profesional estaría ligado al progreso de estas formas de ayuda. El análisis que se hace de esta corriente parte de una perspectiva teórico-metodológica basada en una crónica de carácter historiográfico que no relaciona los eventos profesionales con el desarrollo de la sociedad, sino que presenta los hechos sin una estructura lógica y sin relacionarlos, los cuales además, distan en tiempo, lugar y espacio (Montaño, 1998; Tello Peón y Arteaga Basurto, 2000). La segunda, la visión histórico-crítica a la cual se adhieren autores como Marilda Villela Iamamoto, José Paulo Netto, Vicente de Paula Faleiros, María Lúcia Martinelli, Manuel Manrique Castro, entre otros, plantea que el Trabajo Social surge para cumplir el papel político de legitimar el sistema capitalista, para mediar en la lucha de clases, velando por los intereses de la clase hegemónica, posibilitando así su dominio político y económico. Al respecto, Carlos Montaño (1998) nos plantea lo siguiente: La misma entiende el surgimiento de la profesión del asistente social como un subproducto de la síntesis de los proyectos político-económicos que operan en el desarrollo histórico, donde se reproduce material e ideológicamente la fracción de clase hegemónica, cuando, en el contexto del capitalismo en su edad monopolista, el estado toma para sí las respuestas a la “cuestión social” (p. 20). En este sentido, la cuestión social, por sí misma, no determina el surgimiento de la disciplina, sino que se da en el momento en que el Estado decide hacerse cargo de las necesidades sociales que demanda la población, como producto de la disparidad que trajo consigo el sistema capitalista, posicionándose mediante políticas sociales, sobre la iglesia y 25 las damas de la buena caridad en la atención de las necesidades, por lo que el Estado se devela como la fuente principal de empleo para los trabajadores sociales que desde esta mirada se entienden “como un profesional que desempeña un papel claramente político, teniendo una función que no se explica por sí misma, sino por la posición que ocupa en la división sociotécnica del trabajo” (Montaño, 1998, p. 21), todo esto para viabilizar el requerido dominio político-economico. Ambas perspectivas dan un sentido totalmente distinto al surgimiento y objeto de estudio del Trabajo Social. Dichas visiones parten- la primera, la endogenista- del primer paradigma 5 en que se construyó el cuerpo epistémico del Trabajo Social, el tradicional e incluso el que se gestó a raíz del procesos de reconceptualización, permeando en el desarrollo temático de todos los países hispanoamericanos y la segunda –la histórico crítica- se ve influenciada por los debates modernos en torno a este tema en la década de los ochenta en el contexto brasileño. Cabe señalar que ambas tesis fueron concebidas en tiempos históricos diferentes, por lo tanto no se puede hablar de un antagonismo teórico (Montaño, 1998). Teniendo sobre la mesa la perspectiva de ambas visiones, se pueden discernir de manera clara las grandes diferencias epistemológicas y metodológicas que implica el entender al Trabajo Social como producto y evolución de la caridad o como herramienta del Estado para la contención social que originó la “cuestión social”, es decir a favor del desarrollo del capitalismo. La primera visión implicaría la autodefinición de los trabajadores sociales como personas bondadosas, promotores de la buena voluntad, caritativos, promotores de los valores de la santa iglesia, que actúan por humanidad en sentido mesiánico y focalizan la acción profesional en los problemas de la población marginada, por lo que se abriría la posibilidad a cualquier persona que tenga este tipo de acciones por simple “doxa” 6 , a desarrollar prácticas como trabajadores sociales. 5 El término paradigma es retomado de Samuel Thomas Kuhn, desarrollado en su obra La estructura de las revoluciones científicas. Editorial Fondo de Cultura Económica, México, 2013. 6 La doxa comprendería dos grados: eikasia (εἰκασία) y pistis (πίστις), es decir, imaginación y fe o creencia. Platón contrapone la doxa al conocimiento científico (episteme) (Pérez Tamayo, 2014, p. 19). 26 Al situarse en la segunda perspectiva se puede vislumbrar con mayor claridad lo que implica profesionalmente la especificidad de Trabajo Social y decidir la características de su intervención, es decir, que el papel político del trabajador social permite dirigir su trabajo hacia cuestiones de contención entre las clases sociales; sin embargo, también le permite marcar una diferencia que rompa con el trabajo meramente institucionalizado y legitimador del sistema burgués, ubicándolo en el papel de liberador ante la opresión. 1.2 La Intervención en Trabajo Social A lo largo de su historia, la disciplina en Trabajo Social ha tenido diversos enfoques metodológicos que determinan no solo su accionar, sino el modo en que se lleva a cabo su ejecución. En estos términos la intervención ha sido, desde su origen, el mecanismo en el cual recaen las acciones propias del trabajador social; sin embargo, no se ha podido consensuar gremialmente lo que en realidad significa esta acción para la profesión. Como se ha planteado, lo anterior es producto de una estructura mucho más compleja que el mero consenso gremial. Es producto de una disputa de intereses, una lucha de clases, la cual siempre, por fuerza, es dirigida por esos que ostentan el poder: la clase dominante. Esta visión, que parecería muy vaga e insulsa, es ignorada por la gran mayoría de los profesionistas (también los que están en formación) de esta disciplina, reduciendo la intervención en Trabajo Social, por más radical que esta pueda o quiera parecer, a un instrumento normalizador y legitimador del funcionamiento estructural. Es en el movimiento de reconceptualización, gestado principalmente en países del cono sur del continente americano, en el afán por dejar atrás al Trabajo Social técnico, que se optó por desarrollar una teoría específica de Trabajo Social, con la principal enmienda de que “se debía conocer con la finalidad de actuar”, es decir que solo sería válida la investigación para fines de llevarla a cabo en un contexto en particular, provocando así un alejamiento de la profesión de la “teoría pura”, es decir que la investigación realizada desde Trabajo Social tendría que recaer forzosamente en la intervención, reduciendo la teoría a sistematizar la práctica o a la elaboración de diagnósticos sociales, por lo que la producción de conocimiento se redujo a algo instrumental y situacional para la acción (Montaño, 1998; Montaño, 2014). 27 Para Carlos Montaño (2014), la “especialización del Trabajo Social es emprendida a partir de una perspectiva de pulverización y segmentación de la realidad social en cuestiones sociales o problemáticas” (p. 21); por lo tanto, condiciona la manera de visualizar el contexto dentro del cual lleva a cabo su labor profesional, recae en el reduccionismo de tal manera que no se advierten causas estructurales, sino que se analizan con una visión positivista que parcializa la realidad en pequeñas problemáticas, se crean recetas apriorísticas que reducen el papel de los jóvenes a receptores de programas y con un enfoque estructural-funcionalista se busca reinsertarlos a la sociedad o convertirlos en “productivos” bajo las normas laborales del estado, y las medidas que el sector empresarial o institucional requisita, lo cual por supuesto no termina con el problema sino que solo lo atenúa, ya que “el conocimiento segmentado de la realidad condiciona la segmentación de la respuesta y lleva a cambios parciales de la misma”(p. 22). Esta forma de auto-visualización y auto-posicionamiento de los trabajadores sociales, como el profesionista por excelencia en implementación de políticas sociales segmentadas, responden al modelo del “racionalismo burgués moderno” y son en última instancia solo ordenamientos y prescripciones a la intervención profesional (Montaño, 2014), por lo que no permite al trabajador social situarse como parte del problema y, al quedar fuera, no se escucha la voz de los grupos con los cuales se trabaja en las estrategias o modelos de intervención; por lo tanto, la intervención resulta obsoleta y, en el mejor de los casos, brinda respuestas paliativas a los problemas que el tema de lo juvenil requisita. Es necesario resaltar que, al revisar trabajos teóricos y de intervención realizados desde Trabajo Social, la gran mayoría de estos aún retoman como eje transversal las metodologías de intervención propias del Trabajo Social clásico (caso, grupo, comunidad) e inclusive el “método único” que es la fusión de estos tres, por lo que además de dejar de lado el dinamismo de lo social y lo juvenil, se ignoran los nuevos enfoques de la teoría crítica que han surgido en torno a la disciplina, como el enfoque antiopresivo, trayendo como consecuencia una deslegitimación de la intervención como producto científico, ya que las principales maneras utilizadas para injerir se rigen bajo un esquema apriorístico cargado de sentido empírico y con poco acercamiento a la realidad social actual y a las personas con las cuales se va intervenir (Barreix y Castillejos, 1997; Tello Peón, 2000; 28 Montaño 2014), Aquí cabría tal vez cuestionarse sobre las implicaciones que tiene responder al método único en un contexto altamente cambiante como el mexicano y en donde las problemáticas día con día se complejizan tanto. 1.3 Práctica crítica en Trabajo Social Hablar de Trabajo Social crítico es alejarse de la forma “caricaturizada” del trabajador social tradicional, ese que proviene del área del psicoanálisis, la medicina o el derecho, que viste formalmente y que se caracteriza por su visión mesiánica e institucionalizada. Es en cambio, a través de la creatividad y el activismo encontrar cambios radicales y progresistas (Healy, 2001). La práctica crítica de Trabajo Social, en comparación con las basadas en las provenientes de las protoformas que radican en el conservadurismo, está muy en desventaja ya que se ha escrito muy poco desde este enfoque y, por lo tanto, se vuelve desconocida para muchos profesionistas de esta disciplina (Healy, 2001; Matus, 2018). Contrario a lo que se puede pensar, el auge de los movimientos sociales y las teorías sociales críticas progresistas de la época de los setenta del siglo XX, no influenciaron directamente la propagación y diversificación de la criticidad en el interior de la disciplina; en cambio, lo que sí lo hizo fue la radiante y alternativa esfera pública gestada en esta época, por lo cual representó la principal fundamentación política e intelectual, que permitieron virar hacia una reorientación critica de la teoría. Los antecedentes intelectuales de Trabajo Social crítico contemporáneo son muy diversos y recogen un amplio conjunto de teorías sociales críticas: las teorías feministas, el marxismo, el desarrollo comunitario, la teoría radical de la educación (sobre todo la obra de Freire), la antipsiquiatría, la sociología radical, las teorías críticas sobre la raza y el carácter étnico y la Teología de la Liberación (Healy, 2001, p. 24). La crítica es aquello que nos permite cuestionar el conocimiento, previo a la realización de un trabajo de intervención con una población, así como el valor que este 29 proceso violento representa para estos grupos y para el profesional del Trabajo Social, de tal modo que es una herramienta que permite, mediante la reflexión constante en el transcurso de atención a una problemática específica, la construcción y el reacomodo teórico-metodológico en cualquier momento del proceso, con la finalidad de avanzar en la resolución de una problemática específica. Este enfoque cuestionador es transformador. Transforma nuestra propia comprensión y, a veces, nos permite a nosotros y al cliente cambiar un aspecto de la situación. No podemos afirmar que va a cambiar el mundo, pero la interacción constante entre nuestras acciones y la deconstrucción y reconstrucción que comprende nuestra reflexión crítica nos da acceso para avanzar en nuestra práctica (Adams, R., Dominelli, L, y M. Payne, 2002, p. 21). La crítica no es una parte integral en el Trabajo Social; sin embargo, si es integrada puede trazar el camino para lograr un desarrollo óptimo en miras de la excelencia disciplinar, pues consiente en los trabajadores sociales desarrollar el sentido reflexivo que permita cuestionar el conocimiento teórico y empírico, además del involucramiento e interacción con las personas, en palabras de Adams, Dominelli y Payne (2002) “Nos permite evaluar situaciones con el fin de hacer conexiones estructurales que penetren en la superficie de lo que encontramos y ubicar lo que es aparente dentro de contextos más amplios” (p. 21). En este sentido, cabe hacer un señalamiento en primera instancia: la crítica en Trabajo Social no significa dejar de lado todo lo que anteriormente se hizo en el interior de la profesión, negar el pasado a través del cual se gestó y desarrolló esta disciplina, sino que a partir del cuestionamiento de su historia, ser capaces de utilizar esta herramienta para poder superar dialéctica y metodológicamente las posturas tradicionales (Matusevicius, 2014; Montaño, 2014). El punto de partida de la crítica (su objeto) es la realidad; su motor es la indignación (con las formas de desigualdad, dominación, explotación, subordinación) y la teoría es la herramienta (que permite pasar de la indignación al 30 conocimiento veraz de los fundamentos y la esencia de los fenómenos (Montaño, 2014, p. 25). Otro aspecto de gran relevancia a considerar es que se debe de dejar de pensar en la intervención y la investigación como una dicotomía. Pensar que la intervención está presente durante todo el proceso de trabajo del trabajador social y no solo como finalidad de su investigación o en el proceso para generar teoría. Esto permitirá crear, desde el enfoque crítico, una manera de entender y atender la realidad social, dejando atrás lo asistencial. Optar por esta postura no significa otra cosa que dotar de realidad la labor del trabajador social, fundamentada en una teoría que permita llegar a la esencia de los fenómenos en los que se trabaje y así poder generar un cambio de manera eficaz, sin que esto implique necesariamente un cambio radical o revolucionario en primera instancia. Para crear estrategias de intervención desde el Trabajo Social con carácter crítico e innovadoras es necesario emplear la reflexividad y dejar atrás diversos vicios positivistas, tal como la creación de recetas apriorísticas como pueden ser los modelos de intervención. Estos parcializan la realidad y se elaboran metodológicamente de manera previa al contacto con la población en campo, se crean a raíz de problemáticas emergentes y que requieren de respuestas inmediatas, a corto plazo, con la prenoción de que la realidad es cambiante y el modelo puede caducar. De esta manera se consigna al profesional a dejar de pensar a largo plazo, pues se les internaliza que su función requiere de respuestas inmediatas propias de la post-modernidad. Aquí subyace un desdoblamiento de aquel conservadurismo: el corto-plazo, lo local y singular y lo inmediato, hipotecando y dejando en segundo plano cualquier estrategia que tenga un horizonte de largo-alcance, universal y mediato. El conservadurismo aquí asume el nuevo ropaje post-moderno (Montaño, 2014, p. 35). Esto también es producto del “pensamiento social” que en América y Europa busca explicar, a través de manuales apriorísticos o estrategias de intervención, más detalladamente las problemáticas que las soluciones que se puedan conjeturar para su atención, además de que estas últimas son elaboradas bajo un enfoque ideal de 31 estandarización que singulariza a la población, alejando así la comprensión de problemáticas reales y su complejidad (Carballeda, 2010). La pauta para intervenir debe emanar del trabajo directo con el grupo con el cual se va trabajar, entendiéndolo en su generalidad y con una visión a corto, mediano y largo plazo, no segmentándolo en diferentes perspectivas. Así se determinará si se deben utilizar herramientas como la etnografía, la estadística u otras, para mirar al objeto en su realidad total, la cual previamente, debe analizarse en un contexto estructural global. Es importante señalar que no solo tiene la capacidad de hacer intervención quien para llevar a cabo su práctica se dio a la tarea de consultar diversos referentes teóricos y construir un soporte teórico propio acorde a una problemática, también los trabajadores sociales que están insertos en las instituciones de una manera diferente y emergente llevan a cabo procesos de intervención, pero esto no demerita su acción. Si bien el trabajo interventor institucional no permite el desarrollo teórico, sí permite la elaboración de un conocimiento situacional (sistematización de prácticas anteriores, elaboración diagnóstica) que en cierto modo subsana esta carencia y es igualmente válido a la hora de llevar a cabo este proceso. Esta forma de intervenir, si bien no proviene de una creación teórica propia, es necesario que tenga como base teorías previamente desarrolladas por otros profesionistas, para poder vislumbrar bajo una totalidad de la realidad los fenómenos a intervenir (Montaño, 2014). En otras palabras, la creación de estrategias situacionales de intervención adquieren validez siempre y cuando tengan el soporte de un análisis teórico, que dé paso a una elaboración metodológica situacional, y es aquí en donde la intervención académica y de campo adquieren igualdad; de lo contrario, solo se reproducen los vicios positivistas. Desde esta perspectiva, la teoría se convierte en algo imprescindible de la intervención de Trabajo Social, ya que permite al profesional hacer una asimilación más cruda de la realidad, tener una perspectiva mucho más integral y macro de los factores sociales que determinan dichas problemáticas, de otra manera solo se palia la problemática, no se soluciona, se legitima. En palabras de Jorgelina Matusevicius (2014): 32 No hay posibilidad de intervención profesional, es decir, acorde a una lectura rigurosa de la realidad, por lo tanto que se verifique eficaz en la resolución de problemáticas sociales, que desconozca estos determinantes estructurales. Mejor dicho, las intervenciones que prescindan de este análisis corren el riesgo de limi- tarse a administrar el sufrimiento, hacer más tolerable la pobreza, y contribuir al disciplinamiento (muchas veces sin quererlo conscientemente) de la población trabajadora (pág. 174). Crear una estrategia de intervención que parta del Trabajo Social crítico que busque dar solución a los problemas de los jóvenes implica, por un lado, desmitificar a la juventud, entenderla más allá de la categoría social totalmente definitoria, como un objeto en constante construcción, producto de un contexto en específico y aceleradamente cambiante, no como un ente estático y homogéneo. Por el otro, dar cuenta de las características particulares de los jóvenes, de sus agrupaciones juveniles en las cuales crean su identidad y observar estas en su totalidad, como parte de una estructura mucho más compleja. 1.4 Enfoque antiopresivo de Trabajo Social El origen metódico de los trabajadores sociales críticos, se remite a los análisis de los orígenes sociales de la opresión, en contraste con los trabajadores sociales ortodoxos: la representación profesional adquiere la figura del activista, cuya práctica se centra en los valores de equidad y justicia a favor de las poblaciones oprimidas La teoría de la práctica crítica abarca un conjunto amplio y diversificado de orientaciones: trabajo social antirracista y antiopresivo, trabajo radical comunitario, trabajo social feminista, trabajo social marxista, investigación-acción participativa, trabajo social radical y trabajo social estructural (Healy, 2001, p. 25). De tal forma que el Trabajo Social antiopresivo es una ramificación de la práctica crítica del Trabajo Social, que a su vez toma, como principal fundamentación, al paradigma de la teoría crítica de las ciencias sociales, pero también, como se mencionó en el apartado anterior, la gran diversidad poblacional que surgió en la década de los años setenta del siglo XX. Este enfoque pugna principalmente por una práctica que ayude a los oprimidos a liberarse de las ataduras que produce el actual sistema capitalista, de tal modo 33 que crear formas alternas de adaptación y subsistencia forma parte de sus principales postulados, bajo la premisa de que no basta con comprender el mundo, sino se debe optar por cambiarlo. La ciencia social crítica es un intento de comprender de manera racionalmente responsable las características opresivas de una sociedad, de forma que esta comprensión estimule a sus destinatarios a transformar su sociedad y, en consecuencia, a liberarse a sí mismo (Fay, 1987, p. 4). Es así que las prácticas antiopresivas tienen su génesis de incidencia en el Trabajo Social a finales de los años sesenta y principios de los setenta, cuando profesionistas que hacían trabajo comunitario comenzaron a cuestionarse y a desafiar los privilegios de la clase alta y las desigualdades que provocaba el racismo. Estos temas penetraron en el ambiente profesional; posteriormente, este ejercicio crítico llevó a la lucha profesional por la inclusión social de las mujeres (movimientos feministas) y los negros (anti-racismo), desarrollados en los años setenta y ochenta, adoptando la lucha por la diversidad como estandarte. Las prácticas anti opresivas albergan bajo este titular una serie de enfoques emancipadores, como el feminismo o el anti-racismo, que se vinculan en la crítica a la influencia significativa que la raza, la clase, el género, la orientación sexual o la edad ejercen sobre las inequidades de poder y de privilegios que se albergan en el seno de la sociedad capitalista. No se trata, para este enfoque, de cualquier tipo de inequidad, ni de cualquier sociedad: hablamos del sistema de relaciones discriminatorias y desiguales que la sociedad capitalista estructura en desmedro de las categorías sociales diversas (Petautschnig, 2010). Cabe mencionar que existe un grupo que se opone a la incorporación de estas prácticas en el Trabajo Social, dándose así un choque entre críticos y conservadores. Detrás de este debate se encuentran las influencias de la globalización, el desarrollismo que han permeado en el interior de la disciplina, el auge de los monopolios privatizadores incluyendo el sector salud y las grandes desigualdades sociales que han polarizado la 34 estructura social, en donde los ricos son cada vez más poderosos y los pobres se ven sumergidos en la marginación (Matus, 2018). Los argumentos de oposición a prácticas anti-opresivas en trabajo Social están basados en la idea que trabajadores sociales como seres profesionales no tienen derecho a participar en la acción política que desafía el orden social actual, ni exigir relaciones sociales igualitarias (Dominelli, 1998, en Matus, 2018). De tal forma que el Trabajo Social con enfoque antiopresivo crea una enorme disonancia con las formas conservadoras en que se escribió la historia del Trabajo Social en México y, por ende, en la forma en que se lleva a cabo su práctica profesional, la cual por lo general se inserta en una manera liberal y progresista que debe contribuir a la estabilidad del Estado y sus instituciones, poniendo freno al descontento social de las clases más bajas, de tal manera que contribuyen a la opresión del “bajo pueblo”. En una postura alternativa, el enfoque antiopresivo, a través de la recuperación de la experiencia de las personas que padecen la opresión sistémica, pugna por la generación de maneras alternas de adaptación a través de la resistencia activa para lograr su propio empoderamiento (Matus, 2018). Para comprender el enfoque antiopresivo en discrepancia con el enfoque tradicional en Trabajo Social, es necesario cuestionar sobre los escritos de corte endogenista que sustentan la génesis del Trabajo Social, es decir ¿quiénes son los que escribieron estas historias basadas en el asistencialismo y la caridad? Sin duda sobresaldrán autores que se ubican en una posición de elite social, pues no debemos olvidar que, en el contexto en que surgen la cuestión social y las políticas públicas, los que hacían servicio social eran damas burguesas de la caridad, filántropos y curas. Por otro lado, la base teórica multidisciplinaria (desde la sociología, psicología, historia, filosofía, política, antropología, etcétera) que ha desarrollado el Trabajo Social con la finalidad de ofrecer respuesta a la complejidad de la realidad social, en conjunción con los principios antiopresivos sustentados en las ideas existencialistas, liberacionistas y de activismo contenidas en los escritos de las feministas negras, permiten desmenuzar el embrollo de la realidad en la experiencia de la opresión y permite indagar desde las perspectivas de poder, falta de poder y opresión. 35 (…). El feminismo negro en Trabajo Social constituye una perspectiva dinámica, que no solo analiza interacciones de humanos basadas en igualdad, sino que también trata de la vinculación que existe entre la división social de clase, raza, género, discapacidad, sexualidad y edad, y cómo estos influyen en el individuo, la familia y la comunidad (Matus, 2018, p.102). La práctica antiopresivas en Trabajo Social señalan que las divisiones sociales y las inequidades estructurales que se dan en la sociedad, generan discriminación, estigmatización y opresión en contra de las personas por su raza, género y/o edad, por lo que adquieren el carácter de prácticas emancipadoras orientadas al cambio y a la justicia social (Dominelli, 1998, en Petautschnig, 2010). Para el desarrollo del enfoque antiopresivo dentro de la disciplina, es indispensable comprender que conlleva un doble propósito. Por un lado, como se ha enunciado en los párrafos anteriores, una crítica a las injusticias emanadas del sistema económico y social y, por otro, las que se reproducen en el interior de las prácticas de Trabajo Social. Este doble talante es lo que le da el toque de distinción. Al principio, prácticas anti-opresivas destacaron divisiones sociales específicos, tal como raza, clase, edad, género y sexualidad, en que el sentido social viene de relaciones de poder desiguales, creadas de parejas oposicionales en que una parte es dominante sobre el otro, por ejemplo, hombres sobre mujeres (Matus, 2018, p. 92). Por lo tanto, el Trabajo Social antiopresivo no solo señala, en su análisis crítico, las injusticias sociales, sino que además apela porque, en la resolución de esta iniquidades, el trabajador social no contribuya, a través de los métodos empleados, a las formas de discriminación, estigmatización y exclusión existentes a consecuencia de las injusticias sistémicas, sino que, por el contrario, pugne por un real cumplimiento de la justicia social y que se traduzca en el mejoramiento en la calidad de vida de los sujetos, grupos y comunidades, como lo afirma Teresa Matus (2018, p. 92) “El objetivo entonces, de estas prácticas anti-opresivas es asegurar cambios sociales”. En este sentido, las prácticas antiopresivas buscan esencialmente reducir la desigualdad estructural en la vida de las personas y pugnar por un proceso que las 36 empodere, esto a través de un previo análisis de la estratificación social y la creación de metodologías enfocadas a cumplir metas y objetivos que no estén encaminados a controlar a las personas a través del asistencialismo y ajustarlas a relaciones de poder. Por el contrario, en estas prácticas se parte de la realidad de las personas para que sea a partir de ellas que se generen estrategias de cambio. En este sentido, la importancia en la resolución de las problemáticas recaerá en la figura de las persona y no en el funcionamiento institucional (Dominelli, 2002, en Petautschnig, 2010; Matus, 2018). Así que el conocimiento empírico de la realidad en donde se trabaja tendrá un peso similar al conocimiento teórico y el conocimiento contextual (políticas públicas y programas de desarrollo social). El análisis para erradicar la injusticia social debe partir de analizar críticamente las relaciones oposicionales que se dan en potestad de unos sobre otros en “todos los aspectos de la vida sociocultural, instituciones, estructura legal, sistema político, estructura socio-económica y relaciones interpersonales que son constructos de la realidad social” (Matus, 2018, p. 92). De tal modo que el ejercicio profesional de un trabajador social antiopresivo busca erradicar la postura mesiánica en donde se observa a las personas con quienes se trabaja de manera inferior en escala jerárquica, es decir en una relación de poder en donde el profesionista tiene una posición superior. De la misma manera, esta perspectiva pugna por disminuir las regulaciones institucionales en donde se coloca a los profesionistas por encima de los usuarios. Crear investigaciones con énfasis en las prácticas antiopresivas, además de abonar a la perspectiva de trabajar con énfasis en las personas, genera en los profesionistas el desarrollo de su sentido crítico y reflexivo (Matus, 2018). Un trabajador social que se suscriba a los ideales de este enfoque, debe integrar a su práctica profesional tres niveles de conocimiento: 1. Intelectual. Entender intelectualmente las bases y métodos con lo que se va a trabajar. 2. Emocional. Confiar en este enfoque y aprender de los errores que llevan al incumplimiento de los objetivos trazados. 37 3. Práctica. Implementar las nociones adquiridas en experiencias durante las prácticas profesionales previas (conocimiento empírico) (Dominelli, 1998: en Matus, 2018, p.96). Para que el poder de transformación de las prácticas antiopresivas sea óptimo, es necesario que se sustenten en la complejidad de las relaciones sociales; por lo tanto, su conceptualización dependerá de la investigación realizada en el ámbito académico e institucional, así como también en las opiniones y conocimientos de las personas con quienes se trabaje. En este sentido, se puede analizar la estratificación social, el racismo, el sexismo, adultocentrismo, el uso y abuso de poder en los diferentes niveles estructurales, institucionales, organizacionales e individuales (sistema laboral, sistema cultural, sistema de salud, medios de comunicación, educación, economía, política, servicios sociales, etcétera) “Estos niveles no son exclusivos sino interconectados, formando y determinando la realidad social” (Matus, 2018, p. 103). Los principios antiopresivos propuestos por Clifford (1995, citado en Matus, 2018)
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