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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES La quinta dimensión de la realidad en la sociología del conocimiento de Norbert Elias: Una crítica sociológica a la epistemología kantiana T E S I S PARA OPTAR POR EL GRADO DE LICENCIADA EN SOCIOLOGÍA QUE PRESENTA CAMILA GONZÁLEZ PAZ PAREDES DIRECTOR: DR. FRANCISCO GIL VILLEGAS MONTIEL Ciudad de México Abril de 2016 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. ÍNDICE AGRADECIMIENTOS....................................................................................................... 7 INTRODUCCIÓN........................................................................................................... 11 El contexto: filosofía vs. sociología .................................................................... 15 Tesis central y tesis secundarias........................................................................ 18 Estructura general............................................................................................ 19 CAPÍTULO 1 Primera parte El contexto: Norbert Elias en la contracorriente........................................................... 23 1. Neokantismo e historicismo........................................................................... 24 2. Karl Mannheim y la sociología del conocimiento........................................... 26 3. Norbert Elias y la suerte del nuevo siglo........................................................ 28 Heidelberg: la influencia de Max Weber y Karl Mannheim.......................... 30 El exilio.................................................................................................. 34 Segunda parte Conceptos básicos en la sociología del conocimiento de Norbert Elias........................... 37 1. Conocimiento y sociedad............................................................................... 37 2. Símbolo y desarrollo social............................................................................. 39 3. La quinta dimensión..................................................................................... 47 CAPÍTULO 2 ¿Elias vs. Kant?............................................................................................................ 51 1. Kant: fundamentos de la filosofía trascendental............................................. 53 2. Herencia y crítica del kantismo en Elias: el a priori........................................ 59 Elias vs. el neokantismo............................................................................ 59 A priori: las formas innatas del homo clausus........................................... 62 A priori: la forma de la experiencia objetiva............................................... 70 CAPÍTULO 3 La quinta dimensión y las formas simbólicas: Elias y Cassirer........................................ 79 Primera parte Elias y Cassirer: Dos outsiders del neokantismo ortodoxo................................................ 81 1. El outsider marginado.................................................................................... 81 2. El outsider establecido................................................................................... 87 La influencia de Simmel: las formas culturales.............................................. 87 La filosofía de las formas simbólicas............................................................. 90 Sociedad y conciencia................................................................................. 94 Sujeto y objeto.......................................................................................... 96 Segunda parte Filosofía y sociología de las formas simbólicas................................................................ 99 1. Similitudes El animal simbólico y la nueva dimensión................................................... 99 Sobre la metafísica del sujeto y el objeto...................................................... 101 La historia social del símbolo ................................................................... 103 El símbolo y las formas de vivir................................................................ 105 La dirección evolutiva: distanciamiento y autoconciencia.............................. 107 2. Diferencias Espíritu vs. carne y hueso........................................................................ 108 Espontaneidad vs. aprendizaje y necesidad................................................. 109 Sobre la realidad del símbolo.................................................................... 112 Historia y estructura............................................................................... 113 CAPÍTULO 4 La condición social de la conciencia............................................................................ 115 1. Cosas: funciones básicas de la conciencia...................................................... 117 2. La totalidad imaginada............................................................................... 121 3. La dimensión social de la conciencia........................................................... 124 4. Símbolos a priori.......................................................................................... 129 5. Una realidad sin símbolos: ¿espacio y tiempo?.............................................. 134 CONCLUSIONES.......................................................................................................... 139 1. Puentes y lejanías: sociología del conocimiento y epistemología filosófica...... 139 Lejanías: del homo clausus al homines aperti ....................................... 140 Primer puente: la quinta dimensión como forma trascendental....................... 142 Segundo puente: sociología de las formas simbólicas....................................... 144 2. Hacia una sociología de la conciencia.......................................................... 145 3. Algunas aplicaciones de la quinta dimensión............................................... 148 BIBLIOGRAFÍA............................................................................................................ 155 AGRADECIMIENTOS Esta tesis es en gran medida una consecuencia no buscada de los cursos impartidos por el profesor Francisco Gil Villegas en El Colegio de México, de las lecturas y temas que trabajé con él dentro y fuera del salón de clases, y de las numerosas conversaciones que hemos sostenido desde hace varios años. A él debo mi primer interés en la sociología y mi creciente gusto por la filosofía. Sus sugerencias y su orientación han sido cruciales para la realización de este trabajo. Agradezco la atención minuciosa que Héctor Vera dedicó a mi proyecto y al borrador de esta tesis, que fue escrita y reescrita a la luz de sus observaciones. Trabajar y pensar con él han sido un privilegio invaluable. Los símbolos lingüísticos que pueblan estas páginas significan más de lo que pueden decir sobre cuánto le agradezco. Las profesoras Gina Zabludovsky, Mónica Guitián y Laura Hernández me ayudaron a mejorar este trabajo.Agradezco su lectura y sus comentarios. Muchas otras personas me acompañaron en la elaboración de esta tesis, pero debo un especial agradecimiento a Armando Bartra, siempre presto a escuchar mis inquietudes y alimentar mis ideas. Mis padres, Lorena Paz Paredes y Erando González, me prestaron sus oídos, paciencia e inteligencia; han sido los mejores aliados en mis ires y venires. Agradezco a David Maravilla, mi entrañable compañero en la vida universitaria; a Jorge González Olvera, por su apoyo en tiempos difíciles; a Julio Alcántara, por mi primer libro de Norbert Elias; a Ramsés Lagos y a todos mis compañeros de la revista Cuadrivio; a Karla López del Fondo de Cultura Económica; a mis amigos Octavio Macchetto, Liliana Martínez, Gabriela Ramírez y Cynthia Montaño. El hombre camina días enteros entre los árboles y las piedras. Rara vez el ojo se detiene en una cosa, y es cuando la ha reconocido como el signo de otra [...] Todo el resto es mudo e intercambiable; árboles y piedras son solamente lo que son. Finalmente el viaje conduce a la ciudad de Tamara. Uno se adentra en ella por calles llenas de enseñas que sobresalen de las paredes. El ojo no ve cosas sino figuras de cosas que significan otras cosas [...] La mirada recorre las calles como páginas escritas [...] Cómo es verdaderamente la ciudad bajo esta apretada envoltura de signos, qué contiene o esconde, el hombre sale de Tamara sin haberlo sabido. Fuera se extiende la tierra vacía hasta el horizonte, se abre el cielo donde corren las nubes. En la forma que el azar y el viento dan a las nubes el hombre se empeña en reconocer figuras: un velero, una mano, un elefante... Las ciudades invisibles, Italo Calvino 11 INTRODUCCIÓN Los seres humanos no viven en un mundo cuatridimensional, sino en un mundo de cinco dimensiones. NORBERT ELIAS1 El problema del conocimiento es fundamental en la sociología de Norbert Elias, para quien la estructura y la historia de las sociedades están estrechamente relacionadas con la manera en que los individuos perciben su mundo, se experimentan a sí mismos y a los otros. Para Elias, lo que una sociedad es en un momento histórico depende de lo que esa sociedad sabe, y viceversa; la estructura objetiva de las relaciones sociales no es una realidad independiente de la estructura subjetiva de la personalidad, la sensibilidad y el conocimiento de quienes las integran, ni la historia de esas relaciones objetivas acontece separada del proceso continuo en que las personas aprenden, valoran y transmiten lo que saben. He partido del concepto eliasiano de “quinta dimensión” para explorar cuán profundamente pueden la historia y la sociedad, que para Elias son lo mismo, determinar la percepción humana, y cuán cargado de aquéllas está eso que se vive como la realidad. Gran parte de esta investigación implicó estudiar las rupturas y continuidades que hay entre la sociología del conocimiento de Elias, la epistemología kantiana y la filosofía de las formas simbólicas de Ernst Cassirer, así que persigue el objetivo paralelo de enriquecer la lectura de uno de los sociólogos más importantes del siglo XX. 1 Norbert Elias, Teoría del símbolo: un ensayo de antropología cultural, Península, Barcelona, 2000, p. 189. 12 Que los grupos humanos conozcan el mundo de formas diferentes, no sólo quiere decir que piensen el mundo con diferentes conceptos y categorías, sino también y sobre todo que tienen experiencias diversas de la realidad. En términos de nuestra experiencia, podría decirse que vivimos mundos distintos. Y esto es así no porque estemos biológicamente dotados de diferentes capacidades cognitivas, o porque habitemos realidades escindidas, sino porque el mundo tiene diversos significados para los grupos humanos en sus particulares circunstancias sociales e históricas, y el sentido del mundo determina en gran medida cómo percibimos su calidad de real. Por eso, Elias afirma que a las cuatro dimensiones de la realidad momentánea, presente y tangible de la experiencia, donde todo suceso u objeto se presenta en tres dimensiones espaciales y una temporal, hay que añadir una quinta dimensión simbólica: “En ese sentido, tenemos que hablar de un universo de cinco dimensiones...”.2 Así, Elias pone el concepto de “quinta dimensión” en el centro de su sociología del conocimiento. Por enigmático y literario que parezca en un principio, este concepto quedaría gravemente subestimado si se leyera como simple metáfora y no se profundizara en él: es una categoría teórica con importantes consecuencias sobre nuestra manera de comprender y problematizar la realidad humana (en su doble sentido de condición humana y de realidad externa), y es fundamental en la sociología de Elias. Valga como indicio de su relevancia que su autor volviera a él con profundidad en su último libro, Teoría del símbolo, que lo mencionara como base de la sociología figuracional en Compromiso y distanciamiento3 y que siguiera recurriendo a él para caracterizar su punto de vista en 1980.4 2 N. Elias, Teoría del símbolo, op. cit., p. 195. 3 Norbert Elias, Compromiso y distanciamiento. Ensayos de sociología del conocimiento, Península, Barcelona, 1990. Encontramos, por ejemplo que “...de la suma de acciones individuales resulta el marco de trabajo, no planeado y pentadimensional, de una sociedad humana...” (p. 68) “La sociología figuracional... considera al ser humano en su conjunto. Se basa en un modelo pentadimensional de una pluralidad de seres humanos...” (p. 148, nota 1). (En ambos extractos el énfasis de las cursivas es mío.) 4 “I would now see their substrate [of the stages in a social development] as made up of five- dimensional people of flesh and blood.” (Énfasis en cursivas mío.) Norbert Elias, “Apendix II. On Re- Reading My Doctoral Dissertation”, en The Collected Works of Norbert Elias, vol. I: Early Writings, Richard Kilminster (ed.), University College Dublin Press/Norbert Elias Foundation, Dublin, 2006, p. 302. 13 Pero Elias se quedó lejos de resolver o siquiera plantear muchas preguntas e implicaciones de su quinta dimensión, así que en esta exploración probablemente rebasaré los límites de sus propias afirmaciones. Mi objetivo es alimentar el debate con propuestas, no encontrar “lo que Elias quiso decir” y encerrar sus riquísimos planteamientos en un supuesto sistema de pensamiento coherente y completo. Mi objeto de estudio es, pues, la quinta dimensión propuesta por Norbert Elias como centro de su sociología del conocimiento, dentro de la más amplia sociología figuracional e histórico-procesual que desarrolla. Este trabajo se suma al esfuerzo eliasiano por resolver “el endiablado problema de la conexión entre las estructuras psicológicas individuales... y las figuraciones que constituyen muchos individuos interdependientes, esto es, las estructuras sociales”,5 dilucidando qué tan profundamente depende nuestra percepción, nuestra conciencia, de condiciones sociohistóricas. La obra que más extiende los alcances del concepto de “quinta dimensión”, a mi parecer, es Sobre el tiempo. En ella, Elias no debate que el tiempo sea una dimensión del mundo de la experiencia, como ya se había afirmado en la filosofía; pero sobrepone a ésta, la cuarta en términos de la física, una quinta que da su contenido específico a la experiencia humana de lo temporal. Este contenido es significativo, porque está relacionado conla vida de la comunidad que mide el tiempo y lo determina, y tiene un valor para sus miembros puesto que orienta sus acciones, su entendimiento y sus posibilidades de comunicación. Es por eso que el tiempo –al igual que el espacio– adquiere el carácter de símbolo, de manera que al menos una parte (una dimensión) de la experiencia humana de los procesos temporales es construida socialmente en virtud de lo que significa para una comunidad y de la función que cumple en ella la medición –la determinación– del tiempo. Todo lo que es perceptible, incluidos los hombres, tiene una posición en cada una de las cuatro dimensiones del tiempo y del espacio. Pero he aquí que ahora el tiempo se presenta como símbolo y por tanto como elemento de un mundo humano de cinco dimensiones. […] Con el acontecimiento cuatridimensional se 5 Norbert Elias, El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas, FCE, México, 2009, p. 33. En esta edición, se tradujo figurations como composiciones, pero habría sido mejor conservar el término figuraciones, concepto clave de la sociología eliasiana. 14 introduce en el campo de observación también una quinta dimensión: los individuos que perciben y elaboran el hecho temporal y espacial y que… se miran como observadores de un hecho cuatridimensional que se sitúa en el penúltimo escalón de la escalera de caracol. Con lo cual se pone de relieve para ellos no sólo el acontecimiento cuatridimensional como tal, sino también el carácter simbólico de las cuatro dimensiones como medio que los hombres capaces de síntesis utilizan para orientarse…6 Elias enfatiza que el tiempo, en tanto dimensión de la experiencia humana, no es “algo” que subsista por sí mismo, sino que es una acción, un proceso mediante el cual sociedades humanas realizan una síntesis simbólica. Esta temporización (timing) es la puesta en relación de dos procesos, uno de referencia y otro que se quiere “medir”, por una comunidad humana con capacidad de recordar y sintetizar, esto es, con la capacidad de “imaginar como presente algo que no lo está y relacionarlo con lo que sucede aquí y ahora”.7 Esta síntesis permite a los seres humanos establecer un orden relacional de los fenómenos del mundo que comparten, de manera que un manto significativo cubre toda su experiencia con símbolos que posibilitan la comunicación entre los miembros de la comunidad y su orientación entre ellos, consigo mismos y respecto al mundo no-humano. Como la cita anterior deja claro, lo que ocurre con el tiempo es también válido para el espacio. Según Elias, la quinta dimensión indica la entrada a un nivel de ordenación del universo con características especiales, no reductibles a niveles inferiores, como los estudiados por la biología o la física. Este nivel lo constituyen las sociedades con capacidad simbólica –que son, para Elias, las únicas realmente humanas: “Continúan [los individuos] estando ubicados en las cuatro dimensiones del espacio tiempo, como todos los seres prehumanos, pero están además ubicados, como seres humanos, en una quinta dimensión...”.8 Donde la evolución biológica da lugar a la aparición de comunidades con un desarrollo histórico y social que depende no ya de la información genética heredada o del 6 N. Elias, Sobre el tiempo, FCE, México, 2010, pp. 57-58. 7 Héctor Vera, “Prólogo a la tercera edición en español”, en Ibid., p. 11. 8 N. Elias, Teoría del símbolo, op. cit., p. 90. 15 aprendizaje por imitación, sino de un acervo de saberes que pueden ser transmitidos mediante símbolos de una generación a otras muy lejanas en el tiempo, una quinta dimensión ha cubierto las otras cuatro. Así pues, en la experiencia humana no hay cosa o evento cognoscible que no sea al mismo tiempo un símbolo social. El espacio y el tiempo no son iguales para todas las personas en todo momento y lugar; cambian según lo que signifiquen para los grupos humanos que los simbolizan y los experimentan. Tal es la aportación sociológica de Elias a la epistemología, tradicionalmente filosófica, que no consideraba lo diversas que pueden ser las experiencias de lo espacio-temporal en virtud de los distintos rumbos del desarrollo social. Como objetivo central de este trabajo, me he propuesto investigar los alcances del concepto de “quinta dimensión”, profundizar y especificar con mayor claridad su función en los procesos cognitivos y en la experiencia espacio-temporal considerada sociológicamente, además de desarrollar algunas de sus implicaciones sobre la naturaleza humana y lo que podría ser una historia social de la conciencia. El contexto: sociología vs. filosofía Este trabajo entra en un debate vigente sobre la epistemología eliasiana y su distanciamiento sociológico de la epistemología filosófica de herencia kantiana, pues la idea de una dimensión específicamente humana que estructura el universo perceptible tiene mucho que ver con las condiciones trascendentales del conocimiento que sostenía Kant. En general, quienes han escrito sobre Elias, incluyendo a importantes intérpretes y especialistas, como Richard Kilminster9 y Johan Goudsblom,10 enfatizan las rupturas que hay entre la sociología del conocimiento eliasiana y la epistemología filosófica neokantiana, y el rechazo 9 Richard Kilminster, Norbert Elias: Post-Philosopical Sociology, Routledge, Nueva York, 2007. 10 Johan Goudsblom, “Elias and Cassirer, Sociology and Philosophy”, Theory, Culture & Society, vol. 12, 1995, pp. 121-126. 16 explícito de Elias hacia la tradición del idealismo trascendental que predominaba en el ambiente intelectual en que él se formó, primero como filósofo y después como sociólogo. En términos generales, el argumento central de quienes sostienen que hay una ruptura radical entre la tradición filosófica y la sociología eliasiana es que la filosofía problematizaba e “investigaba” –creo que muchos de estos autores usarían las comillas– el conocimiento, la realidad y la naturaleza humana a partir de tres supuestos dogmáticamente asumidos y sintetizados en el concepto del a priori kantiano: primero, que las categorías del conocimiento –como el tiempo, el espacio, la causalidad– son innatas, latentes en el sujeto que conoce por el solo hecho de estar dotado de razón, y manifiestas en la materia de su conocimiento como si fueran atributos de la realidad; segundo, que estas categorías se encuentran en cada ser humano, es decir, que el sujeto del conocimiento es el individuo, en tanto unidad de la conciencia, la percepción y el entendimiento; tercero, que estas categorías son trascendentales, es decir, universales, válidas para todo tiempo y lugar, en virtud de la uniformidad de la naturaleza humana. La idea de este a priori innato, individual y universal es la base de la epistemología filosófica kantiana de la que Elias se separa oponiendo tres afirmaciones respaldadas por evidencia empírica que, además, permiten que se investigue empíricamente aquello que la filosofía sólo podía especular a un nivel lógico-formal: primero, que las categorías del conocimiento no son innatas, sino que dependen de la experiencia y del aprendizaje; segundo, que el conocimiento no puede entenderse a nivel puramente individual, pues dependedel acervo de saber de una sociedad y de los procesos y estructuras de la misma, de modo que el sujeto de conocimiento no puede ser ya el individuo aislado, sino las sociedades en devenir (las figuraciones); tercero, que no hay categorías universales y estáticas del conocimiento humano, sino caminos abiertos del entendimiento y la experiencia que dependen del desarrollo social y de procesos históricos de largo plazo. Así, Elias se opone al sujeto ficticio de la epistemología kantiana, ese estático individuo eternamente adulto que contiene todas las claves del conocimiento humano con independencia de su experiencia y su contexto, el homo clausus, y lo sustituye sociológicamente por la pluralidad de seres humanos interrelacionados donde el saber es significativo, simbólico, dinámico y relativo: el homines aperti. 17 Con ello, Elias transitó “de la filosofía a la sociología”.11 Algunos especialistas incluso afirman que “Elias había, por así decirlo, ‘trascendido’ la filosofía”,12 siendo autor de una “sociología post-filosófica”.13 Uno se hace la idea de que Elias “rompió” con la filosofía, tanto con la tradición kantiana como con la manera filosófica de problematizar el conocimiento y de concebir la naturaleza humana. Parece también que Elias “superó” a la epistemología filosófica, dejándola como una antigüedad caduca en la historia del pensamiento. Por si fuera poco, esta idea de la (mala) relación entre la sociología y la filosofía se ve reforzada por la biografía de Elias, quien tuvo serios problemas en su carrera académica como filósofo por criticar los fundamentos del dogmático neokantismo y terminó mudándose a los terrenos más fructíferos de la sociología. Además, Elias suele hablar burlonamente de diversos filósofos clásicos, califica a otros de ser “ajenos a la realidad”,14 señala las ansias de los filósofos en general por “flotar en una dimensión de eternidad por encima del incesante flujo de la evolución”,15 y se queja del idioma filosófico altamente ritualizado y de su reducción compulsiva de los procesos a estados,16 entre otras muchas cosas. En efecto, Norbert Elias reformuló con acertadísimas críticas los supuestos, los problemas de investigación y los términos de la epistemología filosófica desde las ciencias sociales: quién y cómo conoce, qué es lo que conoce y cuáles son las consecuencias de esto para la vida individual, social e histórica del ser humano. También es cierto que, con todo 11 Richard Kilminster y Cas Wouters, “From Philosophy to Sociology: Elias and the Neo- Kantians (A response to Benjo Maso)”, Theory, Culture & Society, vol. 12, 1995, pp. 81-120. 12 “By his strong commitment to an historical and sociological perspective, Elias had, as it were, ‘transcended’ philosophy.” Ibid., p. 90. 13 R. Kilminster, Norbert Elias: Post-Philosopical Sociology, op. cit. 14 Norbert Elias, “¿Ciencia o ciencias? Contribución para una discusión con filósofos ajenos a la realidad”, en La civilización de los padres y otros ensayos, Vera Weiler (comp.), Editorial Norma, Bogotá, 1998, pp. 367-406. 15 “But for philosophers, the secularised heirs of theological ways of thinking it [the concept of validity] often acts as a symbol of their own aspirations to flow in a dimension of eternity above the ceaseless flow of evolution.” N. Elias, “Apendix II. On Re-Reading My Doctoral Dissertation”, op. cit., p. 303. 16 “It was certainly not easy to break free from the constraints of this highly ritualised philosophical idiom of thought, with its compulsory reduction of processes to states...” Idem. 18 esto, Elias conduce a revalorar el lugar de la sociología entre los saberes –aunque no necesariamente a desvalorizar la filosofía. En vista de que el presente trabajo forma parte de este debate sobre el lugar de Elias en la tradición kantiana y sobre el lugar de dicha tradición en la obra de Elias, como objetivo secundario me he dado a la tarea de cuestionar, a la luz de mis propios hallazgos, esa radical ruptura y ese antagonismo tan mentados entre la sociología de Elias y la filosofía de veta kantiana, no porque me parezca falso lo que tantos especialistas han dicho al respecto, sino porque el énfasis en las diferencias puede hacernos perder de vista las similitudes, las herencias y las continuidades, y dejarnos sin herramientas útiles para comprender la teoría eliasiana. Pretendo introducir un matiz en este cuadro de divorcio intelectual: me parece que no sólo es posible, sino provechoso, interpretar la quinta dimensión de Elias a partir de los conceptos básicos de la filosofía trascendental kantiana. Así he procedido en esta tesis y espero que los resultados sean defensa suficiente de esta opinión. Tesis central y tesis secundarias El atrevimiento que acabo de mencionar hace de Kant mi principal clave interpretativa, y en esto consiste la primera tesis a desarrollar: hay una continuidad entre la sociología del conocimiento de Elias y la tradición kantiana que podemos encontrar en la “quinta dimensión” interpretada bajo el concepto kantiano de forma. Incluso encontraríamos esta continuidad recuperando los conceptos de a priori y de “condición trascendental”, tal como los planteaba Kant, aunque Elias los cita sólo para criticarlos. Tales conceptos han sido simplificados por Elias mismo y sus intérpretes, dejando en las sombras lo mucho que la quinta dimensión les debe. Recurrir a ellos, principalmente al concepto de forma, nos ayudará a entender qué tan profundamente la naturaleza simbólica del conocimiento modela la experiencia y el entendimiento humanos. La segunda parte de esta tesis conecta las nociones filosófica y sociológica del concepto de forma a través de los volúmenes de la Filosofía de las formas simbólicas de Ernst Cassirer. En esta obra son fundamentales los conceptos de símbolo y de forma, y hay un 19 acercamiento tanto filosófico como histórico-antropológico al problema del conocimiento y la diversidad cultural. Comparé el trabajo de Elias con el de Cassirer para identificar lo propiamente sociológico de la quinta dimensión, siendo que propongo interpretarla como forma, y señalar qué distingue el enfoque sociológico de las formas simbólicas de un enfoque filosófico de la cultura. Expondré que la originalidad sociológica de Elias no es la historización y la relativización de las “categorías del conocimiento” o el rechazo del a priori trascendental –es decir, de las formas innatas de la experiencia y el entendimiento–, sino su vinculación con el desarrollo social concreto. Aquí pongo punto final a mi aportación sobre las continuidades y rupturas entre la sociología del conocimiento de Elias y la epistemología de herencia kantiana. Una vez atravesado este puente, llegaré a la propuesta central: que la quinta dimensión de Elias, como forma simbólica de la experiencia, no es un simple añadido sociocultural, significativo, al marco tetradimensional tradicionalmente aceptado: es, de hecho, la dimensión constitutiva de esa experiencia tetradimensional, su condición. Si seguimos la definición eliasiana de conocimiento, encontraremos que la quinta dimensión es, por decirlo de alguna forma, la primera; modela la operación básica síntesis/análisis en que se funda cualquier determinación de objetos de la experiencia y de sus relaciones en el conocimiento. En este sentido, la dimensión simbólica es un a priori aprendido y cambiante en virtud de las experiencias y el desarrollo de las sociedades; es la clave para comprender cómo se enlazan la historia y la estructura sociales con la manera en que los individuos conciben y experimentan el mundo. Bajo esta lectura, la quinta dimensión introduce a lo que podríamosdenominar una “sociología de la conciencia” a través de una sociología de las formas simbólicas. Estructura general Para desarrollar mi interpretación de la quinta dimensión de Elias e introducirla en el debate sobre sus continuidades y rupturas con la tradición kantiana, situaré la sociología eliasiana en el contexto en que se formó su autor y al que reaccionó como sociólogo, y expondré brevemente los principios de su sociología del conocimiento. Después haré 20 dialogar, por decirlo así, la teoría de Elias con algunos conceptos clave del idealismo trascendental de Kant, especialmente con los conceptos de forma y de a priori. La conversación entre Elias y los kantianos se alarga y concluye en la comparación con el neokantiano heterodoxo Ernst Cassirer, donde será más evidente lo que hay de específicamente sociológico en el planteamiento de Elias y lo que éste heredó de una tradición filosófica a la que pertenecía tanto como Cassirer. El primer capítulo nos sitúa en la teoría y el contexto histórico de Elias. En la primera parte expondré la trayectoria intelectual de Elias y el panorama que ofrecían las universidades más importantes de Alemania en sus años de formación, así como el contexto en que nació la sociología del conocimiento, a la que sumó sus esfuerzos. En la segunda parte expondré los fundamentos de su sociología del conocimiento, partiendo justamente de cómo define “conocimiento”. En el segundo capítulo expondré los fundamentos del idealismo trascendental y las principales críticas de Elias a su epistemología. Explicaré los conceptos kantianos clave para interpretar la quinta dimensión como forma simbólica y como condición trascendental del conocimiento. En el tercer capítulo insistiré en que Elias reaccionó contra el neokantismo ortodoxo, pero también en que su posición de outsider en la epistemología tradicional lo acercó a una veta heterodoxa del neokantismo, aquí representada por Cassirer, de quien Elias se fue distanciando al entrar de lleno en la sociología.17 En este capítulo hablaré de las 17 Ernst Cassirer es el único autor –además de Kant– citado en la polémica tesis doctoral de Elias. Sus ideas fueron importantes en la disputa de Elias con su tutor Richard Hönigswald. Sobre la relación entre sus obras y pensamiento pueden verse: Hanso Maso, “Elias and the Neo-Kantians: Intellectual Backgrounds of The Civilizing Process”, Theory, Culture & Society, vol. 12, 1995, pp. 43-79; R. Kilminster y C. Wouters, op. cit.; Johan Goudsblom, op. cit. Norbert Elias estaba al tanto del trabajo de Ernst Cassirer desde que estudiaba Filosofía en Breslau. En su obra reunida (The Collected Works of Norbert Elias, 18 vols., University College Dublin Press/Norbert Elias Foundation, Dublin, 2006-2014) hay tres referencias de Elias a Cassirer: la que hizo en su tesis doctoral (Idea and Individual: A Critical Investigation of the Concept of History, en The Collected Works of Norbert Elias, vol. 1: Early Writings, trad. de Edmund Jephcott, Richard Kilminster (ed.), 2006, pp. 23-57), donde cita el libro Kants Leben und Lehre (Kant: Vida y doctrina) de Cassirer (pp. 29-30) y comenta sobre el filósofo; en el artículo “Lucien Lévy-Bruhl and ‘The Question of the Logical Unity of Humankind’ ” (vol. 18: Supplements and Index to the Collected Works, Stephen Mennell, Marc Joly y Katie Liston [eds.], 2014, p. 119-120) y en la entrevista de 1984-1985 con Johan Heilbron “Sociology... Done 21 similitudes y diferencias entre la filosofía de las formas simbólicas de Cassirer y la sociología del conocimiento de Elias que me han parecido más importantes, aunque podrían hallarse muchas más. El cuarto capítulo consistirá en la exposición de una de las tesis centrales de este texto, que tiene que ver con los engranajes que trenzan la percepción, la experiencia y la conciencia de los individuos con el devenir de las sociedades. Argumentaré que la quinta dimensión, interpretada como forma simbólica, es condición para el desarrollo de lo que entendemos como conciencia, es decir, del sentido de realidad y de la capacidad de diferenciar y relacionar “cosas” en una totalidad de sentido, facultades que determinan la manera específicamente humana de experimentar la realidad –la quinta dimensión, en este sentido, no sólo nos hace humanos, también hace de la realidad un mundo humano, humanamente cognoscible y habitable. in the Right Way” (vol. 17: Interviews and Autobiographical Reflections, Edmund Jephcott, Richard Kilminster, Katie Liston y Stephen Mennell [eds.], 2013, pp. 146 y 148). 22 23 CAPÍTULO 1 PRIMERA PARTE Contexto histórico: Elias en la contracorriente Elias dirigió su crítica sociológica y su propuesta de la “quinta dimensión” a la epistemología filosófica de Kant, sin referirse a ningún intermediario ni discutir con los kantianos de su tiempo. Pero Elias no recibió a un Kant “en sí”, por un camino directo e inmediato, sino a un Kant construido e interpretado por una larga tradición intelectual y universitaria heterogénea, donde los caminos de otros autores, obras, lectores y lecturas se cruzaron. A continuación expondré las rutas más importantes de esta historia, concentrándome en Alemania y en el periodo que va de la segunda mitad del siglo XIX, cuando el neokantismo se asienta en las principales universidades alemanas, hasta la muerte de Elias, ocurrida en 1990, que interrumpe la elaboración de la Teoría del símbolo, complemento de la primera exposición de la quinta dimensión presentada en Sobre el tiempo. Salvo en el caso de Elias, cuya vida merece una breve narración, no me detendré en hechos históricos, más bien describiré a grandes rasgos las herencias intelectuales y las lecturas de Kant que darán un contexto interpretativo para estudiar la sociología del conocimiento de Elias. Primero, expondré cómo Elias acabó formando parte de la naciente sociología del conocimiento, cimentada por Karl Mannheim, con vena historicista y sede principal en Heidelberg. A pesar de lo importante que fue la cercanía con Mannheim para la sociología del conocimiento de Elias, no haré una comparación entre ambos autores ni recurriré demasiado a Mannheim en mi interpretación de la quinta dimensión; en vez de 24 eso, propongo seguir un camino que se separa tiempo atrás de la ruta que nos llevaría a Heidelberg: el neokantismo de Ernst Cassirer. Tanto Elias como Cassirer basan su discurso en Kant, el primero en tono decididamente crítico, el segundo en tono exegético de seguimiento; sin embargo, llegan a planteamientos asombrosamente similares.1 De hecho, los conceptos kantianos retomados y reinterpretados por Cassirer serán el puente principal entre Kant y la lectura de la quinta dimensión de Elias que propongo en este tesis. Tomando en cuenta ambas rutas –una sociológica e historicista, la otra filosófica y neokantiana– divergentes en espacio, tiempo y apariencia discursiva, pero con similitudes de contenido, podremos encontrar la médula kantiana de la que ambas se desprenden. 1. Neokantismo e historicismo La filosofía kantiana tiene sus raíces en una concepción de la naturaleza humana típica de la Ilustración, basada en la universalidad invariable de la Razón como característica distintiva de la humanidad y cualidad de cada individuo en todo tiempo y lugar. Kant encontró la universalidad de la Razón y el fundamento del conocimiento científico en los denominados juicios, conceptosy categorías a priori: condiciones de la percepción y el entendimiento dadas por la conciencia con independencia de la experiencia. En pocas palabras, estableció los principios de una lógica universal de la razón en virtud de características inherentes a la conciencia humana individual. Una vez que decreció el peso de Hegel en la filosofía alemana, la corriente llamada “neokantismo” volvió a abanderar la validez lógica universal de las categorías a priori. Desde mediados del siglo XIX y hasta las primeras décadas del siglo XX, el neokantismo cuidó celosamente su predominio en la filosofía alemana y en sus principales universidades. No obstante, emergió una contracorriente que subrayaba la esencia histórica, variable y significativa de la experiencia, resumida en la afirmación de que el ser humano no tiene naturaleza, sino historia: la contracorriente romántica del historicismo alemán. 1 Por supuesto, también hay importantes diferencias entre ambos planteamientos que serán consideradas en el tercer capítulo de este trabajo. 25 En el siglo XIX, la erudición histórica y la tradición filosófica eran indisputables en primacía a la intelectualidad alemana. Es por ello que en Alemania “el pasado –con toda su asombrosa variedad de maneras de pensar– se hizo presente ante la mente contemporánea” y de ello se desprendió el problema historicista que “puede describirse como el vértigo de la relatividad”,2 concepto que iba en dirección opuesta a la homogeneidad esencialista que enarbolaba la filosofía ilustrada. El enfoque historicista desafió la concepción de la naturaleza humana propuesta por la Ilustración, argumentando que la Razón no es una y la misma a lo largo de la historia ni en cualquier sociedad. Algunos de los principales exponentes de este enfoque fueron Ernst Tröeltch (1865-1923), Friedrich Meinecke (1862-1954), Max Weber (1864-1920) y Kal Mannheim (1893-1947). Esta tradición puso en entredicho la idea de una verdad absoluta al mostrar que la validación del conocimiento depende de ámbitos sociales e históricos diversos donde entran en juego valores y criterios irreductibles. Esto condujo a la relativización cultural, con sus consecuentes problemas en el ámbito de la religión, la ciencia, la ética, el arte y la política, y puso a temblar los cimientos universalistas y racionalistas de la tradición ilustrada. Siguiendo esa tónica, el historicismo buscó distinguir a las ciencias del espíritu como disciplinas con una metodología y una finalidad diferentes de aquéllas de las ciencias naturales, cuyo modelo se había intentado reproducir bajo un monismo metodológico. Una feliz consecuencia de las largas batallas historicistas contra los universalismos fue el nacimiento de una sociología del conocimiento, consolidada en la década de 1920 de la mano de Karl Mannheim. Desde entonces, esta disciplina interpretativa pretendió dar cuenta de la relatividad de los saberes, las creencias y los valores, y tender puentes entre la diversidad irreductible de la experiencia humana, social e histórica. Norbert Elias comulgó con esta corriente historicista y tuvo la suerte de coincidir en su formación como sociólogo con la consolidación disciplinaria de la sociología del conocimiento, a la que se sumaron sus investigaciones. Pero el historicismo no fue un paradigma dominante en el ambiente intelectual en que estudió Elias. Desde mediados del siglo XIX y hasta las primeras décadas del siglo XX, las escuelas neokantianas ostentaron 2 Peter L. Berger y Thomas Luckmann, La construcción social de la realidad, Amorrortu, Buenos Aires, 1968, p. 17. 26 celosamente ese predominio. Así pues, tanto Elias como la sociología del conocimiento son herederos del romanticismo historicista que durante el siglo XIX fue abriéndose paso a contrapelo del racionalismo ilustrado y la ortodoxia neokantiana, revitalizando a la filosofía desde la historia y, posteriormente, también desde la sociología. 2. Karl Mannheim y la sociología del conocimiento En términos generales, la sociología del conocimiento investiga las relaciones entre las diversas formas del conocimiento y las condiciones sociales en que son producidas, mantenidas, abandonadas o transformadas; estudia los vínculos de determinación entre elementos cognoscitivos (ideas, valores, paradigmas científicos, religiones, ideologías) y el contexto social en donde se manifiestan. La sociología del conocimiento también se dedica a estudiar los contextos sociales de significado y validez de las distintas formas de conocimiento con objeto de comprenderlas, salvando la brecha que separa los saberes y la vida de unas y otras sociedades. En este sentido, se considera que diferentes concepciones y saberes sobre el mundo constituyen diferentes formas de experimentar una realidad compartida y de vivir en ella, de manera que la sociología del conocimiento se vuelve una herramienta fundamental para comprender la diversidad cultural. En palabras de Peter Berger y Thomas Luckmann, “una ‘sociología del conocimiento’ deberá tratar no sólo las variaciones empíricas del conocimiento en las sociedades humanas, sino también los procesos por los que cualquier cuerpo de ‘conocimiento’ llega a quedar establecido como realidad”.3 Podemos rastrear los orígenes de la sociología del conocimiento hasta los trabajos de Montesquieu y Voltaire, quienes buscaban una asociación explicativa entre los factores materiales-existenciales de la vida y las formas de producción ideal y espiritual de las distintas sociedades. Tiempo después se desarrolló una sociología del conocimiento de corte materialista como crítica de las ideologías, donde se investigaba la relación entre la base existencial y las producciones mentales siguiendo la teoría marxista, donde la existencia 3 Ibid., p. 15. 27 social y material, ubicada en la base estructural de los modos de producción, determina las formas de pensamiento, la superestructura. Las preocupaciones de esta sociología giraban en torno a desacreditar las ideologías por su parcialidad o a denunciar la “falsa conciencia”. El primer gran paso hacia una sociología del conocimiento expresamente definida fue la sociología del saber de Max Scheler4, quien estableció tipos de saberes con determinantes históricos relativos. Sin embargo, la propuesta de Scheler no era propiamente sociológica y, de hecho, afirmaba que la relatividad cognoscitiva originada en las diversas condiciones sociales sólo tiene que ver con las formas de seleccionar los objetos del conocimiento y con los medios para conocerlos, pero que el objeto es, en términos filosóficos, una esencia absoluta y atemporal. La sociología del conocimiento con la que Elias entró en contacto era diferente. Se trataba de la Wissenssoziologie, una ciencia autoconsciente con un propósito expreso y un nuevo enfoque, nacida en Alemania en la segunda década del siglo XX bajo la pluma de Karl Mannheim, en la universidad de Heidelberg. Mannheim definió la moderna sociología del conocimiento como campo de estudio en su obra Ideología y utopía (1929), fundamental para el posterior desarrollo de la disciplina. Para Mannheim, el carácter histórico-social de cualquier experiencia, individual o colectiva, implica necesariamente unadeterminada “génesis significativa”5 y, por tanto, el estudio sociológico del saber demanda un enfoque interpretativo para acercarse al contenido significativo del conocimiento. Así, las discusiones sobre la validez de las ideas y los saberes en términos de su correspondencia con una supuesta realidad fundamental, bajo la dualidad verdad/falsedad, que desembocaban en la descalificación de ideologías y puntos de vista parciales, cedieron ante la necesidad de comunicarse entre diferentes ámbitos de significado y validez con relevancia práctica. Mannheim explica que “la sociología del conocimiento considera el acto cognoscitivo en relación con los modelos a los cuales aspira […] no como 4 En su obra de 1924 Ensayo de una sociología del saber [Versuche zu einer Soziologie des Wissens]. Aunque Scheler fue el primero en utilizar el término Soziologie des Wissens (sociología del saber), se considera que el punto de partida de la sociología del conocimiento alemana es la Soziologie des Erkennens (sociología de la cognición) del filosofo y sociólogo austriaco Wilhelm Jerusalem, quien usó el término en un artículo así titulado, publicado en Die Zukunft en 1909 (pp. 236-246). 5 Vid. Karl Mannheim, Ideología y utopía, FCE, México, 1941, p. 256. 28 una visión de las verdades eternas […], sino como un instrumento para tratar con situaciones vitales que está a disposición de una cierta especie de ser vital colocado en determinadas circunstancias”.6 Como se verá en el siguiente apartado, Elias emprendió su formación sociológica en Heidelberg, donde trabajó muy cerca de Mannheim mientras éste desarrolla Ideología y utopía. Esta cercanía académica y creciente amistad fue muy importante para Elias, sobre todo porque lo situó en una particular ruta sociológica,7 aunque fue alejándose cada vez más de la veta weberiana que caracterizaba el trabajo de Mannheim. Por desgracia, la suerte de Elias antes y después de su estancia en Heidelberg con su colega fue más bien complicada. Podría decirse que su vida ejemplifica las sacudidas que vivieron la cultura y el pensamiento alemanes entrando al siglo XX. 3. Norbert Elias y la suerte del nuevo siglo A pesar de la vitalidad intelectual con que terminó el siglo XIX, la tradición del historicismo alemán y sus avances en las ciencias sociales recibieron un duro golpe de historia en los años siguientes. El nuevo siglo que le tocó vivir a Norbert Elias fue oscuro y desesperanzador. Dos guerras mundiales desgarraron Alemania. El nazismo persiguió y dispersó a los intelectuales. En la posguerra, con Europa devastada, las ciencias sociales se desarrollaron fundamentalmente en Estados Unidos, donde el estructural-funcionalismo enterró por largo tiempo la tradición interpretativa alemana, que volvió a asomar la cabeza una vez roto el consenso parsoniano. En este contexto, Norbert Elias –judío asimilado, con dos carreras interrumpidas en filosofía y sociología, sin haber conseguido una cátedra universitaria, en frecuentes apuros económicos, su familia asesinada por el régimen nazi– quedó también bajo la sombra de la 6 Ibid., p. 260. 7 “Mannheim was very important for Elias during he early years of their association and helped to put him on a particular sociological track.” Richard Kilminster, “Norbert Elias and Karl Mannheim: Closeness and Distance”, en Eric Dunning y Stephen Mennell (eds.), Norbert Elias, vol. I, Sage Publications, Londres-Thousand Oaks (California)-Nueva Delhi, 2003, p. 107. 29 historia. Habiendo publicado su mayor obra, El proceso de la civilización, en 1939, sólo hasta 1960 su trabajo cobró importancia en Alemania, hasta 1970 comenzó a traducirse al francés y llegó a la lengua inglesa en la década de 1980. Norbert Elias nació en Breslau, Alemania, en junio de 1897; único hijo de una pareja de alemanes judíos. Tras estudiar de 1907 a 1914 en el Johannes Gymnasium de Breslau, donde lo marcaron sus lecturas de Kant y de los clásicos de la literatura germana (Schiller, Goethe y Heine), decidió estudiar filosofía y medicina. Su educación se vio interrumpida por la Primera Guerra Mundial, en la que participó uniéndose al ejército como telegrafista en 1915, en Polonia. Ingresó a la Universidad de Breslau en 1918, a los veintiún años de edad, para estudiar filosofía bajo la tutela del neokantiano Richard Hönigswald. Sus semestres de intercambio en las universidades de Friburgo y Heidelberg, donde tuvo la oportunidad de tomar clases con Karl Jaspers, Heinrich Rickert y Edmund Husserl, le hicieron optar finalmente por dedicarse de lleno a la filosofía. Norbert Elias hizo el doctorado en la Universidad de Breslau, pero su carrera en filosofía se vio truncada por la fuerte oposición de Richard Hönigswald frente a sus ideas, pues el joven filósofo insistía en criticar los apriorismos y el trascendentalismo universalista de la tradición neokantiana. Para Elias, la “ciencia de los principios”, la filosofía, no podía separarse de la ciencia histórica ni ignorar los sistemas culturales de las ideas que estudia. Alumno de una universidad neokantiana, asesorado por un tutor neokantiano, Elias mostraba graves síntomas de historicismo: “No hay, básicamente, posibilidad alguna de indicar un punto en que la filosofía deje de ser filosofía histórica”,8 escribió en su disertación doctoral Idea e Individuo: un estudio crítico sobre el concepto de Historia [Idee und Individuum: Eine Kritische Untersuchung zum Begriff der Geschichte]. En 1924, tras dos años de negociar su contenido con Hönigswald, Elias presentó la disertación y obtuvo el título de doctor en filosofía y psicología, pero los problemas con su tutor le impidieron acceder a la Habilitación posdoctoral que se requería para tener una 8 “There is fundamentally no possibility of indicating a point at which philosophy stops being historical philosophy.” Norbert Elias, Idea and Individual: A Critical Investigation of The Concept of History, en The Collected Works of Norbert Elias, vol. 1: Early Writings, trad. de Edmund Jephcott, Richard Kilminster (ed.), University College Dublin Press/Norbert Elias Foundation, Dublin, 2006, p. 46. 30 plaza como profesor. Elias no pudo continuar su carrera académica como filósofo en Breslau. A los veintiséis años, sin posibilidades de seguir estudiando ni de emplearse en la academia, y dada la difícil situación económica de su familia, tuvo que trabajar durante dos años en una fábrica de tubos de hierro. Sus ideas respecto al problema del conocimiento y las ciencias históricas finalmente lo acercaron a la universidad de Heidelberg, marcada por el legado de Max Weber, a donde emigró en cuanto su padre salió de la bancarrota y pasó la crisis inflacionaria. Durante cinco años, como otros estudiantes, Elias estuvo “en lista de espera” para que Alfred Weber, quien ocupaba la cátedra de sociología y había aceptado supervisar su investigación, lo tomara como posdoctorante.9 Weber aceptó asesorar la investigación de Elias, pero el trabajo entre ellos no prosperó. Heidelberg: la influencia de Max Weber y Karl Mannheim Desde mediados del siglo XIX, el neokantismo predominaba en las universidades de Alemania; Marburgo, Heidelberg y Friburgo, las más importantes. Por supuesto, el neokantismotenía variantes internas, de las cuales se podían distinguir hasta nueve tendencias diferentes.10 Aunque en el siglo XX la tradicional escuela neokantiana de Marburgo comenzó a integrar enfoques alternativos, y a pesar de que Friburgo se renovó con la vanguardista fenomenología de Husserl, fue en Heidelberg donde la sociología del conocimiento pudo desarrollarse desde el historicismo y donde la filosofía se empapó con las ciencias del espíritu. En aquel centro romántico la filosofía neokantiana de Baden, representada por Heinrich Rickert, se cruzó con preocupaciones historicistas y, gracias al carácter liberal de esta universidad, confluyeron personalidades de diversas naciones, 9 Vid. Robert Van Krieken, Norbert Elias, Routledge, Londres, 1998, cap. 2, pp. 16-17. El proyecto de la tesis doctoral que Elias pensaba trabajar bajo la dirección de Alfred Weber se titulaba La emergencia de las ciencias naturales modernas y habría sido un estudio de cómo cambió la manera de pensar y experimentar la naturaleza entre el final del medievo y el inicio de la era moderna en Occidente, y de cómo se fue conformando la nueva actitud mental y espiritual científica frente a la naturaleza, sus métodos y el modo de orientación que ofrecen al ser humano en el mundo natural. (Norbert Elias, The Emergence of the Modern Natural Sciences: Plan, en The Collected Works, vol. 1: Early Writtings, op. cit., pp. 111-123) 10 Francisco Gil Villegas M., Los profetas y el mesías, COLMEX-FCE, México, 1996, p. 226. 31 posiciones políticas y religiones; ahí, las ciencias del espíritu y la conciencia histórica eran el núcleo del trabajo intelectual, siempre vinculado con problemas culturales. Elias se nutrió del legado weberiano en la Universidad de Heidelberg –incluso se le ha considerado parte del “paradigma Heidelberg”.11 Su trabajo fue de la índole explicativa y comprensiva que caracterizó a la sociología de Max Weber, y retomó la noción weberiana de racionalidad al hablar de diferentes ethos histórica y socialmente relativos, como el ethos económico burgués y el ethos aristocrático cortesano descritos en La sociedad cortesana, donde la referencia a Weber es explícita.12 Para Elias, como para Weber, no hay una única forma racional de acción y visión del mundo, derivada de una ratio universal o superior, inmutable y absoluta. Por el contrario, Elias retoma la diversidad de racionalidades propuesta por Weber, y reconoce su dependencia de la estructura social y de su historia, de modo que lo aparentemente racional desde un punto de vista puede no ser racional desde otra perspectiva. Además, Elias afirma que es necesario comprender estas racionalidades en sus propios términos para explicar las acciones de los sujetos sociales y el mismo fenómeno de que tales racionalidades existan. Elias también siguió la tónica histórica y comparativa de Weber, aunque su sociología se concentró en la sociedad europea y enfatizó la comparación de sus distintos momentos en el largo plazo, más que dedicarse a la comparación entre diferentes sociedades, como hizo Weber. Como queda evidenciado en su introducción a El proceso de la civilización, Elias consideró de gran importancia el concepto weberiano de “consecuencias no buscadas” para explicar el desarrollo social, lo mismo que la afirmación de que hay “tendencias evolutivas” rastreables en la historia, sin que esto implique ninguna teleología o sentido inmanente en el curso histórico, como ya había señalado Weber. Así, Elias concilió la relatividad histórica y sociológica con la posibilidad de explicar científicamente el devenir de las sociedades. 11 Vid. Francisco Gil Villegas, Max Weber y la guerra académica de los cien años. La polémica en torno a “La ética protestante y el espíritu del capitalismo” (1905-2012), FCE/El Colegio de México, México, 2013, p. 1158. 12 Ibid., pp. 462-464. 32 Uno de los aspectos más importantes de la estancia de Elias en Heidelberg fue la amistad que entabló con Karl Mannheim, quien era cinco años mayor que él y daba clases como docente no titular (Privatdozent). Elias se volvió su ayudante de manera extraoficial y sin sueldo. Mannheim atraía a muchos de los estudiantes alejados de la “vieja guardia” encabezada por Alfred Weber.13 Entre éste y Mannheim había una tensión, expresada “de manera muy civilizada”,14 que fue creciendo junto con la división política de la sociedad alemana entre izquierda y derecha.15 Mannheim introdujo a Elias al círculo weberiano de Heidelberg, encabezado por la influyente Marianne Weber. Elias presentó su primera ponencia sobre sociología de la arquitectura gótica en un seminario realizado en casa de Marianne, y recibió una respuesta favorable de su auditorio.16 Gracias a la publicación de Ideología y utopía en 1929 –y a la muerte de Max Scheler, cuya cátedra quedó vacante– Mannheim obtuvo una plaza en la Universidad de Frankfurt en 1930 y pudo fungir como supervisor de la tesis posdoctoral de Elias, quien lo siguió a Frankfurt y finalmente alcanzó la Habilitación con una investigación que habría de convertirse en La sociedad cortesana, libro publicado en 1969. La influencia de Mannheim sobre Elias es particularmente clara en la insistencia de ambos sobre el enfoque sociológico interpretativo que debería tener la epistemología moderna: a contracorriente del paradigma neokantiano, afirman que no se puede estudiar los procesos del conocimiento partiendo de individuos aislados, porque el conocimiento tiene un contenido significativo que depende del contexto social que lo origina y en el que cumple una función práctica. El sujeto de conocimiento es para Mannheim, igual que para Elias, una sociedad en situación vital y en el flujo continuo de la historia. Ambos se oponían a los tradicionales dualismos filosóficos (interior/exterior, sujeto/objeto), a la metafísica, al 13 Vid. Stephen Mennell, Norbert Elias: An Introduction, University College Dublin Press, Dublin, 1992, p. 10. “His lectures [Mannheim’s] drew crowds of students away from Alfred Weber and the old guard.” 14 “There was a great tension between the two, though it was expressed in a very civilized manner.” Idem. 15 Alfred Weber siempre intentó conciliar y dar cabida a las posiciones divergentes de los estudiantes. A las clases de Mannheim no asistían alumnos de derecha. Vid. Enrique Guerra Manzo, Elias. Breve introducción al pensamiento de Norbert Elias, UAM, México, 2012, p. 25; S. Mennell, op. cit., p. 10. 16 S. Mennell, op. cit., p. 11. 33 estatismo ahistórico de la filosofía racionalista y al reduccionismo de la diversidad cultural, y los dos eran “decididamente escépticos sobre la vigente relevancia de la filosofía”.17 En contra de la tradición filosófica imperante, ambos sostenían que el pensamiento y la existencia social no son dos entidades o ámbitos de realidad independientes. El parecido entre estas palabras de Mannheim y las de Elias es evidente: “El primer punto en que debemos insistir es que [...] no se toma como punto de partida al individuo aislado y su pensamiento para elevarse después, como hacen los filósofos, a las abstractas regiones del ‘pensamiento en sí’ ” y Mannheim prosigue: “Bien miradas las cosas, sería un error decir que el individuo aisladopiensa. Habría que decir más bien que participa en el pensamiento de otros hombres que han pensado antes que él. Encuentra una situación heredada, con modos de pensamiento que se adaptan a esa situación”.18 Años después, Elias escribió: “Espero que el lector se de cuenta de que esta investigación sobre el tiempo prosigue con el desarrollo de […] una teoría sociológica del saber y conocer que no presenta al individuo como sujeto del saber, sino a las generaciones humanas o, si se prefiere, a la humanidad que va desarrollándose.” 19 Ambos afirman que no es posible estudiar el conocimiento como si tuviera su origen en funciones individuales, cualesquiera que sean, sin perder de vista su cualidad fundamental: su contenido significativo, sólo visible a la luz del bagaje de saberes y experiencias de varias generaciones y de la consideración de estos saberes y experiencias en el contexto de la vida que comparten sus miembros.20 A diferencia del periodo en Heidelberg, la estancia de Elias en Frankfurt no parece haber sido tan importante en su carrera. Max Horkheimer, Theodor Adorno y los demás integrantes del Instituto de Investigación Social de Frankfurt no simpatizaban mucho con 17 “Like Elias, Mannheim is... decidedly skeptical about the continuing relevance of philosophy.” R. Kilminster, “Norbert Elias and Karl Mannheim...”, op. cit., p. 108. 18 K. Mannheim, op. cit., p. 35. 19 Norbert Elias, Sobre el tiempo, FCE, México, 2010, pp. 52-53. 20 Comparaciones más extensas entre la sociología del conocimiento de Elias y la de Karl Mannheim pueden verse en el artículo de Héctor Vera, “De Ideología y utopía a Compromiso y distanciamiento”, en Gustavo Leyva, Héctor Vera y Gina Zabludovsky (coords.), Norbert Elias: Legado y perspectivas, Universidad Iberoamericana-Puebla/UNAM/UAM-Iztapalapa, México, 2002, pp 235-253; y en el trabajo de Richard Kilminster, “Norbert Elias and Karl Mannheim: Closeness and Distance”, en Eric Dunning y Stephen Mennell (eds.), Norbert Elias, vol. I, Sage Publications, Londres-Thousand Oaks (California)-Nueva Delhi, 2003, pp. 105-133. 34 Mannheim, por lo que Elias también se mantuvo lejos del grupo. Sin embargo, en este periodo profundizó en el marxismo, y la interdisciplinariedad fomentada por Horkheimer lo acercó más a la psicología.21 Comenzó a desarrollar una propuesta crítica frente a la oposición freudiana de instinto y sociedad, según la cual la civilización se construye reprimiendo la naturaleza humana, como si ésta fuera contraria a la socialización. Elias investigaría este punto durante un tiempo, concentrándose en los procesos por los cuales la coerción externa se interioriza en el Super-Yo; los resultados se verían en El proceso de la civilización. El exilio En 1933 Elias tuvo que huir de Alemania por el ascenso del nazismo. Dos años después, Harold Laski lo recibió en la London School of Economics and Political Science (LSE). Sin embargo, antes de asentarse definitivamente en Inglaterra en 1935, Elias ya había probado suerte en Basel, Zurich y Berna, buscando algún puesto académico. También intentó entrar a L’École Normale de París, mientras trabajaba en una tienda de juguetes de madera y esperaba que sus conocidos le consiguieran algún empleo académico. Ya en Londres, trabajó arduamente en El proceso de la civilización para obtener una plaza en la LSE. Durante ese tiempo, Elias casi vivió en la biblioteca del British Museum, donde tuvo acceso a diversas lecturas de sociología y antropología anglosajonas: los trabajos de William Sumner, Johan Huizinga, Charles Judd y Morris Ginsberg influyeron en la estructura final de El proceso de la civilización.22 El primer volumen del libro se publica en 1938 y el segundo un año después. Desafortunadamente, una publicación alemana en el exilio, dada la situación internacional, era un fracaso garantizado, de manera que, si bien la obra le mereció el Senior Research Fellowship en la universidad londinense, fue ignorada por la comunidad intelectual durante décadas. 21 Vid. Van Krieken, op. cit., pp. 16-17. 22 Ibid., pp. 20-28. 35 Elias consiguió establecerse laboralmente en la universidad de Leicester en 1954, a los cincuenta y siete años. Entonces pudo trabajar en obras completas y no únicamente en artículos esporádicos, como había hecho en años anteriores. Si a todo esto sumamos que no investigaba temas comunes entre sus contemporáneos ni debatía directamente con ellos, se comprende que su trabajo fuera ignorado durante mucho tiempo. Los científicos sociales (y aún los que aspiramos a serlo) estamos inmersos en nuestro objeto de estudio y somos parte de él; lo que le ocurre nos afecta y nos demanda una reacción. Habiendo vivido dos guerras, la primera en las filas de su nación y la segunda huyendo de ella; ante el ascenso de la violencia y la caída estrepitosa de las barreras morales en la comunidad europea, especialmente en Alemania; habiendo perdido a sus padres en los campos de concentración, la reacción de Norbert Elias fue distanciarse de la vorágine de su situación particular para comprender cómo y por qué su sociedad había llegado a ese punto de la historia y hacia dónde empujaba su fuerza. Pudo ver el panorama largo de la historia, donde las experiencias individuales se integran en la configuración de relaciones en movimiento; donde las consecuencias de las acciones rebasan los planes, los deseos y hasta la capacidad de entender qué está pasando. A pesar de la impotencia que debió experimentar frente a las difíciles situaciones que abarcaron décadas de su vida, Elias llegó a la conclusión de que los abismos que lo separaban del mundo, de la naturaleza, de las demás personas, que lo dejaban solo con sus emociones y angustias, atrapado en un flujo temporal inescapable y en ocasiones terrible, eran, contrario a lo que la experiencia, el lenguaje, la tradición intelectual y el sentido común indicaban, parte de la ligazón que lo unía a todo y a todos los demás. Su fuerte oposición al neokantismo se consolidó bajo la necesidad imperante, compartida por muchos de sus contemporáneos, de encontrar respuestas y salidas a un momento histórico macabro, aparentemente irracional e incomprensible. La noción kantiana de una estructura estática y universal del pensamiento no sólo era inútil para comprender lo que ocurría, además impedía el movimiento del pensamiento, al negarlo, e inhibía su desarrollo hacia nuevos modelos de comprensión y control del mundo social: Elias quería alentar el desarrollo de conocimiento sociológico adecuado como una ayuda para comprender, y por lo tanto contribuir para controlar, fuerzas sociales 36 ciegas. [...] Elias creía que (junto con el cartesianismo) la doctrina del a priori se originaba en y promovía una actitud derrotista frente a la tarea de desarrollar nuevas teorías y modelos para entender procesos sociales emergentes y contribuir a nuestra orientación y potencial control de ellos.23 23 R. Kilminster y C. Wouters, op. cit., p. 96: “Elias wanted to encourage the development of adequate sociological knowledge as an aid to understanding, and thus contributing towards controlling, blind social forces [...] Elias believed that (together with Cartesianism)the apriori doctrine stemmed from and encouraged a defeatist attitude in the face of the task of developing new theories and models for understanding emergent social processes and aiding our orientation and potentially our control of them”. 37 SEGUNDA PARTE Conceptos básicos en la sociología del conocimiento de Norbert Elias 1. Conocimiento y sociedad Para Norbert Elias, “el conocimiento es el significado social de símbolos construidos por los hombres tales como palabras o figuras, dotados con capacidad para proporcionar a los humanos medios de orientación”.1 Analicemos esta definición. Lo primero que debemos subrayar es que conocimiento es significado. Con esta perspectiva, Elias sigue el camino historicista de las ciencias del espíritu, donde toda acción es comprensible por su sentido sociohistórico, y donde la comprensión interpretativa de este sentido es un momento indispensable para la explicación científica de la acción social. Elias comparte la opinión de Karl Mannheim de que el conocimiento no se puede definir como la adecuación entre, por un lado, representaciones mentales y juicios y, por otro lado, cosas reales, separando sujeto y objeto, y reduciendo el problema del conocimiento al dualismo falso/verdadero. Podemos identificar esta concepción filosófica tradicional a la que se opone el enfoque sociológico en la definición kantiana de conocimiento –aunque ésta es bastante más compleja de lo que expresa la simplificación dualista sujeto/objeto–: “[los conocimientos] consisten en la referencia determinada de representaciones dadas a un objeto”.2 Esto nos remite a la capacidad racional del juicio mediante la relación de representaciones con objetos y mediante la relación de representaciones de objetos entre sí. 1 Norbert Elias, “Conocimiento y poder: una entrevista con Peter Ludes”, en Conocimiento y poder, La Piqueta, Madrid, 1994, p. 55. 2 Immanuel Kant, Crítica de la razón pura, B137, §17 (trad. Mario Caimi, FCE/UAM/UNAM, México, 2009, p. 334). 38 Pero también dice Kant: “...una percepción objetiva es conocimiento (cognitio). Éste es o bien intuición o bien concepto”.3 La intuición corresponde en Kant a la sensibilidad, y el concepto o categoría al entendimiento. Así, el conocimiento remite en la epistemología kantiana no sólo a los juicios sobre la realidad, sino a la experiencia completa de lo real, tanto a través de los sentidos sensibles como a través del entendimiento. Por supuesto, estas capacidades cognitivas son concebidas como condiciones universales y ahistóricas, por lo cual Kant omite toda referencia a un sujeto concreto de carne y hueso, y expresa su filosofía en términos formales y generales. Para definir “conocimiento” Elias no refiere a sus fuentes (sensibilidad, entendimiento) ni a sus referencias (el objeto, las representaciones), sino a su carácter significativo, ignorado en la epistemología filosófica ortodoxa. Con ello demanda una epistemología interpretativa y no meramente lógica. Una de las contribuciones más importantes de Mannheim, con la que comulga Elias, al estudio del conocimiento es el haber reconocido “que el pensamiento, además de ser una materia adecuada de la lógica y la psicología, sólo se vuelve plenamente inteligible cuando se le considera desde el punto de vista sociológico”.4 Y aquí pasamos al siguiente punto. En segundo lugar, conocimiento es significado social. Esto quiere decir que no hay conocimiento humano sin sociedad, y que el conocimiento tiene las características generales de los fenómenos sociales: es un proceso y no un acto o una situación estáticos; no ocurre “dentro” de un individuo como operación cerrada, sino que se construye continuamente en un haz de interdependencias humanas, en relaciones y estructuras sociales concretas a las que Elias denomina figuraciones: entramados de seres humanos orientados recíprocamente y en dependencia mutua.5 Un rasgo característico de la sociología del conocimiento que propone Elias es la vinculación de las formas de pensamiento y la historia del conocimiento 3 Ibid., B377, p. 334. 4 Louis Wirth, “Prefacio”, en Karl Mannheim, Ideología y utopía, FCE, México, 1987, p. 28. 5 Vid. Norbert Elias, “Introducción”, El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas, FCE, México, 2009, p. 70. En esta versión se tradujo figurations como “composiciones”. Con el concepto de figuraciones Elias también plantea una alternativa crítica a la separación de los niveles “micro” y “macro” de la sociología, y a la separación artificial entre individuo y sociedad (Vid. Gina Zabludovsky, Norbert Elias y los problemas actuales de la sociología, FCE, México, pp. 48-69). 39 con el desarrollo de las figuraciones, con la evolución de las estructuras sociales. Que la especificidad significativa del conocimiento sea social quiere decir que sabemos cosas en virtud de lo que significan para nuestra comunidad, y que nos resultan significativas porque constituyen un saber socialmente relevante. Aún el descubrimiento más íntimamente guardado por un individuo constituye conocimiento por referencia a otros saberes y otros significados de su comunidad, y por las relaciones que entabla en ella; y si el secreto no llegara a comunicarse, quedaría borrado de la historia de esa sociedad, como si nunca nadie lo hubiese sabido. 2. Símbolo y desarrollo social Conocimiento es significado social de símbolos construidos por los seres humanos. Los significados sociales que constituyen conocimiento tienen una concreción simbólica gracias a la capacidad humana, aparentemente ilimitada aunque biológicamente determinada, de sintetizar experiencias en símbolos, y al mismo tiempo debido a la necesidad humana de recurrir al símbolo para sobrevivir: “Lo que no se puede representar a través de la red de símbolos de un grupo humano específico, no lo conocen sus miembros. Al estar dotados por naturaleza de la capacidad de orientarse en el mundo por medio de símbolos lingüísticos, tienen también la necesidad de símbolos; han de adquirir los símbolos de un grupo...”6 A pesar de que el concepto de “símbolo” es fundamental en la sociología del conocimiento de Elias, no está expresamente definido. Rastreando su sentido general y buscando sus rasgos característicos, podemos decir que el símbolo es un hecho social en 6 Norbert Elias, Teoría del símbolo. Un ensayo de antropología cultural, Península, Barcelona, 1994, p. 104. En esta obra Elias parece centrarse exclusivamente en los símbolos lingüísticos. Sin embargo, no hay en su teoría razón que justifique la limitación de lo simbólico al lenguaje, y su concepto de quinta dimensión puede abarcar sin problema alguno cualquier manifestación simbólica, lingüística o no, incluyendo, por ejemplo, gestos u objetos (un saludo marcial, los zapatos de madera de una mujer china). No reiteraré esta consideración, pero el lector debe tenerla en cuenta siempre que me refiera a la dimensión simbólica o quinta dimensión del conocimiento y la experiencia; y, para fines de este ensayo, siempre que una cita textual de Elias acompañe el concepto “símbolo” de los términos “lingüístico” o “sonoro”, éstos últimos pueden ponerse entre paréntesis o considerarse un caso específico
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