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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ARAGÓN LA REALIDAD INCONSCIENTE DE LA CONCIENCIA DE NUESTRO ENTORNO. LA TELEVISIÓN COMO DEFORMADORA DE LA REALIDAD E N S A Y O QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: LICENCIADO EN COMUNICACIÓN Y PERIODISMO P R E S E N T A : ÓSCAR PÉREZ MENDOZA ASESOR: Lic. Víctor Manuel García Santiago Ciudad Nezahualcóyotl, Estado de México. 2016 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. Índice Introducción 3 1. Tv, muéstrame el mundo 6 1.1 Arduas jornadas laborales de los padres repercuten en sus hijos 15 1.2 Más vale un menso mirando que cien literatos. Capital cultural 25 1.3 Soy espejo y me reflejo… ¿entonces soy o me parezco? Somos lo que vemos 31 1.4 Espectador que se duerme se lo llevan las tendencias. Está de moda estar de moda 46 2. Tv, dame un consejo 53 2.1 De chismosos y habladores, llenos los televisores. La tv no tiene la culpa 56 2.2 La tv pinta realidades, pero tampoco son como las pinta 61 2.3 Cómo estará el infierno que el diablo pide limosna. El bien y el mal 73 2.4 En país de ciegos, el tuerto es rey. Valores a conveniencia 89 3. Tv, por qué me has abandonado 95 3.1 Vemos lo que queremos ver, tanto en la vida como en la tv 95 3.2 Pequeños toques hacen grandes rasgos. Soy mi realidad 99 3.3 La verdad no está de parte del que más grite. En busca de una realidad estándar 114 4. Conclusiones 126 4.1 ¿Quién tiene la culpa, la sociedad o la tv? (Realidades de jóvenes de segundo grado de la preparatoria anexa a la normal número 3 de Nezahualcóyotl) 129 4.2 No apuestes con quien no apuesta nada. Ver televisión no es obligatorio 139 Epílogo. ¿Existe una realidad real, realidad universal? 146 Anexos 149 Fuentes de consulta 156 Introducción Generalmente la realidad es concebida como una constante de la vida; por desgracia, también se le ve como un elemento inalterable, circunstancia que conduce, a menudo, al individuo a tomar como referente del mundo sólo la visión personal de lo que le rodea, tanto así que cuando menos una vez toda persona ha juzgado la vida de otra sin conocer las particularidades de su historia específica, es decir, sin conocer la realidad de dicho individuo. El entorno de cada persona está formado por infinidad de realidades, mismas que en conjunto constituyen la realidad universal en que se cohabita y de la que al omitir esa verdad se está inconsciente, mientras se piensa lo contrario. Ese fenómeno puede, al ser comprendido, ser la guía a la empatía o, al ser ignorado, dejar sumido al individuo en la intransigencia por no aceptar otra versión del mundo más que la propia. Cuando nos referimos a la realidad inconsciente apuntamos en dirección a lo que no se escudriña por asumirse obvio, y por ende no se concientiza, no se interioriza, por lo tanto al momento de tomar decisiones o emitir juicios se desestima al, por lo ya mencionado, no ser significativo. Lejos de la introspección se suele creer que la realidad es inherente a la conciencia pero es opuesto, solo la consciencia puede hacernos partícipes del sinnúmero de realidades que han terminado por definir la nuestra, y, es hasta el encuentro con la consciencia que uno puede ubicar su realidad particular dentro de la universal. En las pantallas televisivas la realidad se encuentra alterada y es en el espejismo de su camuflaje con el entorno del televidente que se le considera inofensiva. De esta manera, al ocultarse tras la obviedad, la idea de esas realidades artificiales va adhiriéndose a la cosmovisión de cada televidente que, sin consciencia del hecho guarda poco a poco referentes de lo que no conoce o de 4 las aristas inexploradas de situaciones, lugares o hechos de los que parcialmente está al tanto. Es así que el propósito de este ensayo es exponer el fenómeno como observador, como el narrador del problema, sin dejar de lado la perspectiva propia del asunto que aquí nos ocupa. Al valerme –como apoyo teórico– de fuentes de consulta, pero también de la experiencia empírica que tanto el lector como quien escribe hemos acumulado a lo largo de la vida. Dicho fenómeno no se limita al televisor, de la voz griega τῆλε (tēle, «lejos») y la latina visiōnem (de visiō «visión»), en éste ensayo, “televisión” se toma no como un aparato, sino como un concepto, mismo que describe a toda pantalla que funja como sistema emisor de imágenes, sin importar que se sirva de señales satelitales, cable, internet o cualquier otro medio para transmitir sus contenidos. Mediante el ensayo, se busca contrastar y unificar las ideas de quien escribe, con las de los autores sobre las que este trabajo está cimentado, sin dejar de lado la opinión y experiencias de terceros –sujetos de estudio- alumnos de la Preparatoria Anexa a la Normal Número 3 de Nezahualcóyotl que son quienes finalmente aportan sus vivencias para enriquecerlo. Todo ello con la finalidad de abordar la información desde distintos ángulos; desde fuera, como intérprete de los datos y, desde dentro, al recabar los mismos en el trabajo de campo para no perder la perspectiva de la comunicación verbal; esto es, inmiscuido sin estar del todo incluido. A lo largo de éste ensayo se tocarán diferentes puntos que tienen como objetivo despertar la curiosidad del lector acerca de sí mismo, de qué lo forma, de qué está hecho: si reconoce en él o en su círculo inmediato alguno de los vicios o valores aquí mencionados, para finalmente llegar a una conclusión y decisión propia que lo encamine a tomar consciencia. 5 Conciencia del porqué ve televisión, conciencia de cómo todo lo que le rodea influye en su realidad pero, que es decisión de cada individuo de qué manera las pantallas, los libros, e incluso otras realidades pueden afectarle. Se sostiene que, si se observa la Tv conscientemente con el único fin de satisfacer una necesidad de entretenimiento, diversión, información o simplemente de llenar el vacío de compañía, se puede ver exactamente lo que se desea y obtener lo que se busca sin después sentirse defraudado, así la Tv dejaría de ser satanizada. Finalmente este texto no busca que estén de acuerdo con él, sino despertar el diálogo interno, la suspicacia; es decir, busca ser cuestionado y que cada lector responda esas preguntas según su realidad. De ser posible las empate con las particularidades de alguien más con quien pueda crecer sus ideas y por ende, su curiosidad. 6 La realidad inconscientede la conciencia de nuestro entorno. La televisión como deformadora de la realidad 1. Tv, muéstrame el mundo Sin duda, la vida sería otra si la televisión faltara; tal como dicta la sabiduría popular, el viaje ilustra; y es verdad, el descubrir nuevas maneras de vivir que se sospechaban inconcebibles siempre da pie a analizar la propia; la perspectiva existente de cómo la totalidad del cosmos se relaciona con las formas de vida a las que rodea se vuelve más fresca, se suma, es nueva; brinda al sujeto el regalo de la conciencia sobre lo que posee al tiempo que le hace notar que, cuando menos en la generalidad, desestima los recursos de los que sus circunstancias particulares le han provisto, principalmente si dicho viaje es a provincia; sin embargo, persistentemente las insuficiencias son insospechadas, sino es que desechadas al ni siquiera inferirlas. No obstante, al realizar un viaje se tiene la ventaja de ver “el todo”, de sentirlo, de olerlo, de vivirlo, de interpretarlo, no sólo el hecho o la forma de vida, sino que es posible descubrir el porqué de esa vida; mas si en aquel viaje el sujeto fuese guiado a un destino cualquiera con los ojos vendados y se le consintiera únicamente conocer sólo aquello que la “agencia de viajes” pretende sea advertido, por supuesto cada agencia con especial atención al giro que maneja, ya sea cultural, de entretenimiento, de denuncia social o cualquier otra, ¿qué pasaría entonces? Pensemos en las televisoras como pequeñas agencias de viajes. Si una trasladara a sus adeptos únicamente a aquellos lugares de los que se beneficiara por su visita y además los llevara sin permitirles ver el camino y con los oídos sordos durante todo el traslado hasta su llegada, para permitir a sus clientes únicamente ver y escuchar lo que a su rubro compete y conviene, no sería tan enriquecedor ¿verdad?, pues no verían un panorama completo. 7 Se obtendría únicamente información sesgada, un viaje editado que muestra sólo fragmentos de la vida del lugar; entonces, al no conocer el todo, ¿existiría la curiosidad de saber qué más hay en ese sitio?, ¿o simplemente se emprendería el regreso a casa con los sentidos distantes, como si de apagar el monitor se tratara? Esto sucede en todo momento, en las pantallas se ve una representación de la vida que no muestra lo que todos los humanos viven, sino la particularidad de unos cuantos, es apenas la caricatura de quienes viven o vivieron. No se muestra el panorama completo de los actores del mundo, inventores, explotadores, santos o pecadores, y tampoco de los hechos, de las crueldades, de los sobornos o actos de bondad de los que nunca sabremos; las pantallas muestran la información que quieren mostrar y no más. Los medios, con fines lucrativos, deciden qué llega a la audiencia, como sugiere Ana Meléndez: “En el umbral del siglo XXI, junto al resurgimiento del capitalismo salvaje, vivimos paradójicamente la era de la cultura de la imagen interactiva en un híbrido ambiente donde conviven los más rudimentarios medios de comunicación junto a sofisticadas tecnologías. Mensajes de naturaleza y con fines aparentemente diversos penetran nuestro espacio vital y nuestros sentidos, interactuando en complejas redes de comunicación. Estamos sujetos a influencias manipuladoras, persuasivas, motivacionales y, en menor proporción, informativas, orientadoras y formativas. “El vuelco del mundo contemporáneo hacia la globalización económica nos somete a un bombardeo de estímulos, sugerencias, promesas e invitaciones a lo emocional, lo sentimental, a la vanidad humana. Por todos los medios se repite la misma idea: no hay que aplazar la obtención del deseo y del placer, hay que comprar y consumir”.1 1 Meléndez Crespo, Ana, La tv no es como la pintan: ¿la maquillamos juntos?, p. 19. 8 Sin embargo, sería injusto que los medios cargaran con toda la culpa, hacen esto con base en las preferencias de las audiencias, que en su mayoría no encajan en el modelo que aquellas influencias motivacionales dictan; tal parece que después de ver los contenidos todo se olvida y la audiencia se queda con la sensación de bienestar o malestar general de alguna idea, pero olvida lo que ahí se dijo. Se olvidan palabras de un manual que, por los contenidos a los que se exponen algunos sectores de la población, se perderán en el mensaje si no se es consciente de lo que está viendo y para qué se ve. La conciencia en este tema no podrá ser alcanzada hasta que el consumista del contenido televisivo se percate de qué es lo que quiere y deje de ver sólo lo que le ofrecen, hasta que sepa en qué mundo desea vivir. La televisión exhibe fragmentos de lugares, segmentos de hechos, regularmente nunca muestra todas las aristas de un sitio o de un hecho, presenta una realidad editada pero, ¿acaso se tiene la curiosidad de saber si aquello es todo?, y en caso de tenerla, ¿aquella curiosidad llega a satisfacerse? “El acto de comprar se considera como un ejercicio de la libertad. Las sociedades consumidoras son democráticas porque, en apariencia, brindan opciones al comprador. Por el contrario, se pregona que en una sociedad en que el consumo es menor, la democracia está ausente. Como estas ideas se repiten una y otra vez, los perceptores tenemos pocas oportunidades para cuestionar la construcción de esa realidad impuesta. “En la información sobre el acontecer de lo cotidiano suenan débiles y aislados los mensajes que se levantan para contrarrestar la influencia de aquel 9 discurso de conducir al hombre a reflexionar sobre el ambiente que configuran las corporaciones trasnacionales más poderosas. “Muchos mensajes destinados a resolver problemas cotidianos de la ciudadanía, como los de orientación para el disfrute y óptimo uso de los recursos y los servicios públicos, están impregnados de un interés corporativo más que social”.2 La televisión se ha vuelto tan indispensable en la vida diaria que se relaciona con la humanidad a todas horas, sin importar la actividad que se realice es posible incluir a aquel amigo receptor de señales en cualquier momento de la cotidianidad. Incluso, para algunas personas la televisión llega a ser un excelente sustituto de compañía; en ocasiones, al llegar a casa, es sorprendente ver que antes de cualquier acción alguien ya tiene el control remoto en la mano o ya encendió la televisión manualmente. Es innegable que el televisor se reafirma día a día como uno de los medios de mayor presencia en la sociedad, tanto que ha adquirido ya un lugar privilegiado en los hogares, e incluso, aunque corra el riesgo de parecer fatalista o pecar al engrandecerlo, puede considerársele un integrante necesario en las familias, tanto como medio de comunicación social, como vínculo fundamental en el desarrollo general de los integrantes de cada conjunto familiar. El lugar privilegiado que hace tiempo ocupaban actividades como la charla a la hora de la comida o algún paseo dominical al campo, donde padres e hijos convivían sin más distracción que el afecto de unos por otros, fue sustancialmente invadido por la televisión y, lo que es más absurdo, ahora, en incontables hogares, las pantallas comienzan a invadir de nuevos horizontes, se mueven prestas a 2 Ibidem, p. 20. 10 ocupar el lugar del tío gracioso de la familia, el consejero, aquél que sabe las mejores bromas, ése que aparentemente no tiene preocupado a nadie por su futuro, pero que recibe toda la atención cuando está cerca; también el de aquel amigo con quien se puede hablar de cualquier tema, deportes, noticias, novelas, de amor e incluso tópicos escabrosos o prohibidos. La situación descrita por Meléndez aún hoy tienevigencia, lo que es más, se acentúa justo en el crecimiento de las tecnologías y se agrava en el surgimiento y desarrollo de las nuevas plataformas que, ofrecen alternativas a la televisión convencional solo para volver más dependiente al individuo de los contenidos mostrados en ellas. La revista Zócalo en su edición de julio 2016 habla de la crisis de la televisión mexicana, se lee que a pesar de que el televidente común no consume tanta “televisión” como antes, hoy dedica en promedio 2.4 horas a la televisión abierta y 1.72 horas a la de paga, no por ello ha dejado de lado las pantallas, más bien se ha mudado a otras más novedosas, dedicándole al internet un promedio de 6 horas al día. Ya sea en streaming, mediante descargas e incluso en redes sociales, la televisión, la visión sin frontera de otra realidad, no obstante la sequía de audiencia que sufren las televisoras, sigue estando presente hoy más que nunca en la sala de las casas, en las habitaciones e incluso, en los bolsillos de los dueños de dispositivos inteligentes. “Es tan cotidiano el avasallamiento visual y tan inconsciente a nuestra percepción el desequilibrio de los contenidos, que prácticamente no estamos capacitados para razonar y hacer frente a sus efectos. No advertimos que se nos manipula. No sabemos distinguir entre una información falsa y una veraz. No somos conscientes de cómo y cuándo los medios de comunicación explotan la 11 emotividad en vez de motivarnos al aprendizaje y al ejercicio de la libertad razonada”.3 El hecho de representar a la televisión como comunicador social repercute directamente en la cultura y valores de la sociedad pues, a través de sus contenidos y la percepción de cada individuo, se promueve que la cosmovisión de la población se altere. De este modo se modifica, influye e incluso se crean nuevos referentes del mundo circundante en los sujetos expuestos al nuevo concepto de realidad que maneja la pantalla. Esos referentes de falsa realidad se adhieren al televidente teniendo como principal aliado el poder de convencimiento y la certidumbre incuestionable que la televisión ha llegado a tener gracias al impacto social radicado en la percepción visual de los seres humanos, crédulos de todo lo que perciben con los ojos. Cuando se desconoce y, no se especula sobre lo desconocido. La experiencia del primer acercamiento con lo novedoso será preponderante al momento de construir un juicio de ello. Cuando aquel primer contacto es, por ejemplo, el de un relato, digamos de una persona en quien se confía, aquel individuo que comienza a escuchar cómo el otro habla de la percepción propia generalmente asumirá aquella postura o una muy cercana a la que ésta tiene sobre dicho tema u objeto al que se haga referencia a menos, claro, que se investigue un poco acerca del mismo. A pesar de no investigar lo expuesto en las pantallas, extrañamente se emiten juicios a favor o en contra de aquellos contenidos, pero no se llega a pensar en contradecirlos, esto último es aún más extraño. Desgraciadamente en muchos casos lo expuesto ahí se asume como verdadero, al considerar que cualquier contenido, una vez al aire, ya ha sido revisado y constatado por los 3 Ibidem, p. 20. 12 especialistas a cargo de los programas; por consiguiente se confía en la veracidad de los datos emitidos. En sí mismo, el aspecto antes descrito acerca del dogma de las pantallas es alarmante, pues si bien el adulto puede ser influido a pesar de poseer referentes consolidados de la vida, no es él quien más tiempo pasa generalmente frente ellas y, si en algunos casos la madurez no es suficiente para evitar engancharse en la información modificada, falsa o satirizada que ofrecen algunos contenidos, ¿qué se espera de la población más joven que apenas comienza a formarse una opinión acerca del espacio geográfico donde radica?, ¿qué se puede esperar que la niñez o el adolescente entiendan del mundo? Tristemente ellos, los niños y los adolescentes, son la población más vulnerable, quienes más tiempo se exponen a los conceptos mediáticos de la vida y desgraciadamente, cuando menos en la muestra manejada para este ensayo, tomada de los dos grupos, mixtos, del turno vespertino de segundo grado de la Preparatoria Anexa a la Normal número 3 de Nezahualcóyotl (en adelante PAN3), cuyas edades oscilan entre los 15 y 17 años de edad, es posible decir que pasan el mismo tiempo o aún más frente al televisor que en compañía de sus padres. Esta afirmación se basa en las respuestas que estos chicos dieron para la realización de éste ensayo. “Los niños de hoy nacen con la tv frente a la cuna. Nada asume un papel tan preponderante en la formación cotidiana como ese medio que actúa no sólo en las etapas básicas del desarrollo, sino permanentemente: su poder es tan imperceptible que los adultos no reparamos en él”.4 Con el propósito estricto de la reflexión debe considerarse la siguiente interrogante: ¿llegará la televisión a reemplazar funciones de los padres? Es una pregunta perturbadora, sobre todo en relación con la parte formativa. En muchos 4 Ibidem, p. 24. 13 casos, el tiempo que un niño pasa frente al televisor es mayor al que comparte con miembros de su familia, de manera tan satírica como desafortunada la televisión se ha ganado el nombre de “la niñera mexicana”, que educa y enseña a nuestros ciudadanos. “La televisión es una importante educadora en un sentido muy definido. Es la temprana escuela que crea, legitima e inculca formas determinadas de conducta, modos de concebir al hombre y a la sociedad. Por la amplitud de sus alcances no tiene comparación con otro medio de comunicación, pues al mismo tiempo que llega a los niños mucho antes que la escuela formal, alcanza prácticamente a todos los sectores, tanto alfabetizados como analfabetas. Así, la familia, la iglesia y la escuela actúan en un campo donde la televisión ya sembró las semillas de un mundo generalizable y de identificaciones colectivas”.5 Es materia del sentido común que la niñez es la etapa base de toda persona adulta, no obstante, hay un periodo en la vida determinante para la cristalización de preferencias, gustos, tendencias y sobre todo de la personalidad; es en la adolescencia cuando concluye el proceso de formación acerca de la visión completa que poseerá el individuo del mundo, tomando como referente lo aprendido de la vida durante la niñez y siendo esos referentes la base para interpretar la vida en el transcurso de los años siguientes. Dichos referentes se forman por los modelos a seguir, lo que se desea ser, lo que llama la atención a cada sujeto, e inclusive las figuras de autoridad, pero ¿qué es una figura de autoridad? ¿Cuándo se reconoce y en qué circunstancias son valoradas o sobrevaloradas? La figura de autoridad, aunque es un término empleado frecuentemente y esté de hecho presente a lo largo de la vida en cada momento, puede ser entendida desde perspectivas diferentes. 5 Idem. 14 Una es la entendida socialmente, encarnada en la persona o entidad a la que de alguna manera se le deben rendir cuentas y hasta acatar sus reglas, y que además puede imponerse con el propósito de guiar la vida de cada persona bajo su tutela. Por otra parte, existe la figura desde la visión personal de cada individuo, representada en aquella persona que cumple con los estándares, características y requerimientos que cada ciudadano valora como esenciales, mismos que hacen de la persona que los posee un ejemplo a seguir. “El niño y el adolescente son los telespectadores por excelencia, sea que miren el aparato dentro o fuera del círculo familiar.Los niños, no obstante, lo ven durante más tiempo que los adolescentes y los adultos desde el principio de su vida consciente, porque la consumen de manera constante durante las etapas básicas de su formación física, desarrollo mental y creación de hábitos y actitudes. “La televisión interviene en la formación conductual, afectiva, emocional y de formación del niño […] Entre niños mexicanos de cuatro a 12 años, la televisión es un medio gratificante ante necesidades de interrelación social y evasión, así como emocionales, de diversión y aprendizaje. “De modo que muchos niños encuentran placer en verla al regresar de la escuela y al acabar de comer, aunque la prendan sin el propósito de mirar un programa en específico. “Satisfacer la necesidad de compañía es también función emergente del televisor. Niños con problemas psicológicos, los que pasan mucho tiempo solos y aquellos a quienes les faltan motivaciones o espacios para jugar, tienden a refugiarse con frecuencia en el mundo de las imágenes y sonidos televisivos”.6 6 Ibidem, págs. 34-35. 15 1.1 Arduas jornadas laborales de los padres repercuten en sus hijos Los jóvenes de la PAN3, provenientes de familias de clase media baja cuyos padres trabajan la mayor parte del día, en su mayoría viven en Nezahualcóyotl y sus alrededores. Ellos al igual que los niños referidos por Ana Meléndez, están en soledad y además de ello lidian con los problemas propios de esa etapa de la vida. La escuela está situada en una zona meramente escolar rodeada de otros colegios como el Conalep que tiene a sus espaldas; es un recinto de aprendizaje de tamaño muy reducido para una preparatoria, con apenas dos grupos por cada grado, poblada en su mayoría por mujeres. No muestra, al menos no al nivel de otras preparatorias, señales de tener problemas graves en cuanto a riñas o malos comportamientos entre los alumnos, indistintamente del género de estos. Es una institución que brinda educación preparatoria general con un ambiente un poco menos opresor que la secundaria, pero sin llegar a ser tan permisivo como el de las preparatorias convencionales. Los estudiantes de esa escuela aún ven a sus padres como la principal figura de autoridad; sustancialmente consideran que, dado que sus progenitores están pendientes de ellos, deben guardarles respeto, y es precisamente aquí donde surge un punto clave en la idealización que cada individuo tiene del concepto, pues los adolescentes se ven reflejados en las personas con quienes se comparan, su primer referente, su ejemplo de lo que un ciudadano debe ser. Además de los cambios corporales, el enamoramiento y tantas otras situaciones propias del desarrollo humano, las nuevas generaciones se enfrentan a retos desconocidos por sus padres. Debido a los grandes cambios que han surgido en aras de “la fraternidad entre naciones”, la sociedad se ha vuelto víctima y cómplice de las constantes modificaciones en el comportamiento del ser humano, permitiéndole evolucionar y adaptarse a ellos para poder navegar 16 socialmente, e incluso ha dado lugar a conceptos como la transculturización, que básicamente adopta y adapta costumbres de otros países a nuestra cultura. Tal fenómeno afecta tanto al niño como al adolescente, aunque a este último en menor medida; sin embargo, en ambos implanta, mediante contenidos televisivos de otras latitudes, vidas que difieren de las que conocen, situaciones ajenas a las suyas, mismas que pueden o no ser mejores a las propias, pero siempre son distintas; no obstante, olvidan exponer que en esos lugares no todas las personas viven en la misma manera que plantean los programas. En la realidad de nuestro país nos encontramos con diferentes modelos de familia, mismos que invitan a cada individuo a contrastar lo visto en las pantallas con el contexto familiar en que éste se desarrolla. A pesar de los ejemplos televisivos, en la realidad de cada individuo deben cumplirse ciertos parámetros, obligaciones y responsabilidades, tanto de los hijos como de los padres. En el caso específico de los alumnos de la PAN3, los chicos no tienen, cuando menos en la generalidad, problemas familiares graves, sin embargo, tal vez debido al seguimiento que los profesores, adultos diferentes a sus padres o tutores le dan los alumnos, perciben o interpretan el poco contacto con sus progenitores como un desapego familiar. Los chicos refieren que sus padres se han empeñado o descuidado, como usted lo quiera ver, en involucrarse sólo en ciertos asuntos, aquellos con los que ellos mismos obtienen algún tipo de gratificación personal, principalmente los estudios de sus hijos; quizá al pensar que es parte de la privacidad de esta nueva generación, han dejado de lado ámbitos y cuestiones personales de los muchachos. Por sorprendente que parezca, encontramos que es precisamente esa soledad disfrazada de respeto lo que estos jóvenes reclaman; en muchos casos 17 se sienten perdidos y desatendidos. Es difícil guiar a alguien al no saber si desea ser guiado; sin embargo, tal responsabilidad debe ser asumida con la paternidad, en lugar de limitarse únicamente a proveer, para evitar lugares comunes como, “¿no sé qué pasó?”, “¿por qué fallaron las cosas si nunca le faltó nada? o “yo le di todo y así es como me paga”. El problema, aunque reconocido por los adolescentes, ha pasado a formar parte, inconscientemente, de una cotidianidad en ellos, supliendo ese “vacío” con la presencia de alguien, o algo más, en un entorno donde los amigos no siempre viven cerca y donde salir a convivir con los vecinos no suele ser la mejor opción, por la falta de camaradería en algunas colonias y por la propagación de los vicios y el crimen en algunas otras. Las pantallas se convierten automáticamente en la opción más segura, sana y a la vez entretenida para distraerse un poco de las preocupaciones diarias. De 97 encuestados, sólo 19 refieren una buena comunicación entre padres e hijos en sus hogares, mientras que la mayoría anhela establecer o acrecentar los vínculos existentes entre ellos y sus progenitores y desea encontrar a alguien con quien comunicarse fuera del entorno educativo, una guía en el aspecto social, de comunicación, convivencia, apoyo emocional y comprensión, con quien además de éxitos académicos puedan compartir su contexto social; buscan ser orientados a tomar decisiones y poner en contexto adecuadamente su estado emocional. Después de todo, una tarea difícil, pues justamente en esa etapa el adolescente se encuentra más vulnerable, aún no se consolida. Precisamente ahí es donde la paternidad debe hacerse presente, sin olvidar que la educación y fraternidad como sociedad dan el sentido de pertenencia. Nuevamente la televisión se hace presente al momento de sentir soledad, pues si se busca pertenecer hay que parecer del grupo, situación que puede 18 tornarse complicada sin alguien para guiar y orientar acerca de cómo son realmente estos grupos. Más allá de la apariencia, el adolescente podría seguir la tendencia dominante en la moda o la más acorde con el grupo al que desee pertenecer; no puede pasarse por alto el hecho de que una persona carente de una base sólida en autoestima hará todo lo que los integrantes del grupo le propongan, en aras de la integración, aunque esto contravenga algo que aparentemente se le enseñó en casa. Es incontable el número de casos en que jóvenes han cedido ante la presión social, ya sea para saltarse una clase, “experimentar” estupefacientes, temas relacionados con la sexualidad, e incluso actos vandálicos, entre otras cuestiones. Algunos, llanamente resignados, se conforman con la idea de que así es la vida y no tienen necesidad de algo más, creen que han aprendido o debenaprender a sobresalir solos, además de llenar ese vacío con las alternativas que el mundo ofrece en que la presencia de sus padres ya no es necesaria ni indispensable; es más, llegaría a ser una carga en sus actividades diarias. En todo momento es innegable la exposición a los cánones y convencionalismos sociales, esto tan cotidiano que ahora forma parte de la normalidad para la mayoría de las personas quienes no se toman el tiempo para analizar qué está bien o qué podría afectar distintos aspectos en la vida según su comportamiento dentro del propio círculo social o laboral, sujetos que a final de cuentas simplemente optan por adoptar un estilo o actitud de “moda” entre la sociedad a la que buscan pertenecer. El adolescente se enfrenta a cambios emocionales, sociales, psicológicos y hasta físicos que, si no son tratados debidamente y abordados con tacto, pueden 19 salirse de control; con el tiempo no solo serán problemas de una sola persona, pasarán a formar parte de esta desorientación o desorden social al que se enfrentan cada día. Un ejemplo de cómo algunos roles pueden ser desproporcionalmente exaltados mediante el televisor es el vandalismo, una de las temáticas explotadas con más frecuencia tanto en dramatizaciones como en ámbitos noticiosos. A pesar de que en el noticiario las imágenes son crudas, con el tratamiento adecuado, un entorno dramatizado puede hacerlo ver bastante atractivo cuando se ve en televisión a algún personaje que destruye, allana, roba o lleva a cabo un sinfín de actos atroces que se consideran dañinos para la sociedad y por los que, a final de cuentas, no recibe castigo alguno. En la vida real, sin importar la explicación ofrecida a las autoridades por algún acto criminal, las acciones son acompañadas por consecuencias, pero un personaje apenas y recibe, por así decirlo, una “nalgada” y es mandado al rincón; rara vez el castigo que recibe es proporcional a la medida de sus acciones. Lo anterior, dicho sin la pretensión de indicar que al ver televisión sin guía alguna, una oleada de adolescentes saldrá a inundar la calle con robos y actos carnales. Por otro lado cada individuo posee una personalidad distinta, y cada uno será atraído por diversas particularidades expuestas en las pantallas; no obstante, al ver televisión es cada vez más evidente la sexualización de los contenidos como herramienta para hacerse de audiencia, presente en todo tipo de programación y publicidad. Es claro que existe una edad en que toda persona comienza a sentir inquietud por dicho aspecto, pero también se ha visto que es más frecuente que dicha curiosidad despierte a edades cada vez más tempranas. Toda duda al respecto puede disiparse simplemente al abrir los ojos para observar lo que es incómodo de ver, al visitar la primaria o secundaria local y verificar en persona las actitudes de los jóvenes y niños de esas instituciones: 20 palabras antes no escuchadas en esos lugares, actitudes y vestimentas realmente inapropiadas para esas edades, la afirmación no pretende atacar a la moral directamente, sino ejemplificar como se ha modificado la realidad, los tiempos cambian y con ello lo que es o no permitido y tolerado. En las encuestas antes referidas, a pesar de las deficiencias que los alumnos de la PAN3 manifiestan acerca del comportamiento de sus padres, es importante resaltar que la mayoría continúa con la idea de que son un buen ejemplo a seguir; no obstante los errores que tengan, los muchachos minimizan la carencia de atención como factor determinante para considerarlos o no modelos a imitar. No hay mejor guía que alguien confiable, y si además se ha compartido gran parte de la vida con esa persona, el pronóstico parece ser mejor, especialmente con alguien que ha observado el desarrollo de la personalidad, actitudes y comportamiento, por así llamarlo, de un pequeño pupilo que no nace con el conocimiento de cómo es la vida, sino que la entiende a lo largo de la misma. En casi todos los casos, los padres ya han experimentado esas sensaciones y vivencias, de tal suerte que pueden orientar a sus hijos acerca de la diferencia entre lo visto en televisión, lo que ellos creen ver y la vida real. Las personas en general, especialmente los adolescentes, contrastan su información del mundo —lo que conocen mediante las pantallas— con su visión de la vida —lo que aprenden con la interacción humana—. Algunas veces este contraste resulta ser catastrófico, pues la vida en sí dista mucho de lo que alguna vez la pantalla les mostró que sería. En muchos casos desafortunados, la vida misma se encarga de abrir los ojos de una persona y en ese momento se percata que la existencia no es aquel lugar que se observa a través de las pantallas, en que todo sale bien para el protagonista, sin importar si se toman buenas o malas decisiones. 21 Desgraciadamente, cuando menos en general, cuando aquello se percibe, ya es tarde, o al menos se vislumbra mucho más difícil lograr lo que se esperaba de la vida propia pues, como más adelante se explica, el adolescente cree que lo que sucede únicamente le pasa a él, por única ocasión en la historia de la humanidad, mismo narcisismo que le imposibilita ver que quizá en algún momento se es el villano en la película de alguien más, mientras continúa con la creencia de ser el estelar de la propia. En el instante en que esa magia es vulnerada y alcanza a percibirse que todo puede pasarle a todos, llega el tiempo del shock. Evitar o suavizar aquel shock, el deber de enseñar que todas las historias de vida son distintas es responsabilidad de los padres, quienes deberían ver televisión con sus hijos, tener el control de lo que los chicos ven o, cuando menos, conocer a qué se exponen sus hijos al estar frente al televisor, además de resolver las dudas que la programación llegue a generar en ellos e inculcarles una visión amplia que los haga preguntarse si lo que muestran las pantallas tiene concordancia con la vida. Tal vez de nuevo se exige mucho, pues la velocidad de la vida de hoy es bien conocida. Es sabido de sobra que en la mayoría de los casos los padres apenas tienen tiempo suficiente para proveer y no siempre para educar, responsabilidad que casi siempre se delega a las escuelas, y si algo sale mal se tacha a las amistades de malas compañías que descarriaron al muchacho/a, pero si aquel individuo llega a ser un ciudadano de provecho, los padres no dudarán en vanagloriarse con el mérito. Esta manera irresponsable de actuar es básicamente dejar a la suerte el futuro de la persona a su cargo, es cierto que una amistad puede tanto ser de ayuda para motivar lo mejor de cualquiera, como acercar a alguien a un mal camino; sin embargo, influyen otros factores que deben ser tomados en cuenta por los tutores, por ejemplo, el ambiente tanto escolar como social, sin perder de vista 22 la programación a la que acceden sus hijos con más frecuencia, ya que nadie ve algo que no le guste, y bajo esta lógica es probable que adopten la conducta del personaje principal de su serie favorita, el más empático para ellos, sea aquella conducta positiva o negativa. Lo que se deja de lado en ocasiones es que esta formación es continua y conjunta; tanto tiene que ver la educación en casa como las amistades, además de la formación escolar y las actividades sociales dentro del círculo en el que se desenvuelven con padres, maestros, amigos y cualquier otro ámbito que tenga relación con el mundo, pues a final de cuentas el ser humano es social por naturaleza y, después de todo, lo que se es, es únicamente el conjunto del capital social, cultural y humano albergado en cada individuo. Los referentes del mundo son las bases donde se asienta todo lo que posteriormente aprendemos, mismos que a la postre determinarán a qué aspectosse les dará más relevancia en los años venideros. Desgraciadamente, los fundamentos ahora son cimentados por la televisión, en su mayoría, y es por infortunio también ella quien transmite a los televidentes los primeros “impactos educativos.” La concepción del “impacto educativo” de la televisión no educativa surge de la importancia y presencia que tiene en el nicho familiar, independientemente del tipo de programación y de cómo sea vista. En el libro La televisión y el niño, de Carlos Bautista y Fernando Collado, se habla de cómo los niños recurren a ella para solventar ciertas necesidades, por ejemplo, aprender a salir de algún problema, ya sea familiar o social. En este caso nos encontramos de nuevo con un aspecto formativo, es más sencillo ver cómo algún personaje ficticio se enfrenta a un problema similar que preguntar a algún tutor cómo hacer frente al mismo. 23 El problema es la existencia de un guion establecido, en el que puede presumirse de antemano que el personaje principal resolverá sus inconvenientes de un modo favorable, pero en la vida real son tan infinitas las personalidades y situaciones de vida de cada persona como las posibilidades de reaccionar ante alguna situación definida, realidad que es rara vez expuesta en televisión; sin embargo, dicha situación podría ser explicada por un guía, un padre, simplemente porque ya ha pasado por algo similar. “La relación del niño y la televisión no se da en el vacío, el niño desarrolla esta relación con base a las necesidades personales y circunstancias externas. Así, el niño usa la televisión, y este uso se ve determinado parcialmente por el medio social donde se desenvuelve, mismo que genera necesidades e influye en la conducta dirigida hacia su satisfacción…”.7 La televisión nos muestra un entorno distinto al nuestro, basado en una representación irreal del contexto de la cultura estadounidense en la gran mayoría de los programas vistos actualmente por nuestros niños y adolescentes. “Su contenido de realidad es todavía menor que el de las leyendas de los inicios de la época moderna; pero su efecto es incomparablemente más fuerte; en particular la publicidad, en los países ricos donde se produce es entendida sin problemas, como un simple sistema de signos sin referentes reales; en cambio, en el segundo y tercer mundo pasa por ser una descripción digna de consideración de un posible modo de vida. Ella condiciona en buena parte, el horizonte de las expectativas ligadas a la migración”.8 El filósofo austriaco Karl Popper, nacido en 1902, veía la televisión como una tecnología ajena e invasora y decía que ésta jamás entraría a su casa. Al percibir el problema desde fuera notaba que se modificaban las bases de la 7 Collado, Fernando y Bautista, Carlos, La televisión y el niño, p. 71. 8 Popper, Karl R., y Condry, John, La televisión es mala maestra, p. 36. 24 educación: “la televisión cambia radicalmente el ambiente y de ese ambiente tan brutalmente modificado extraen los niños los modelos que van a imitar”.9 9 Ibidem, p.10. 25 1.2 Más vale un menso mirando que cien literatos. Capital cultural Para el infortunio de nuestra sociedad, las televisoras son un negocio en el que los “mercenarios” del entretenimiento no luchan por proveer cultura o información a los televidentes para crecer como sociedad, sino por poseer los espacios publicitarios más rentables y atractivos para sus patrocinadores; ese nicho se consigue sólo de una forma: tener una gran cantidad de público cautivo enganchado a los contenidos que ofrece cada pantalla. “…la televisión es uno de los medios con mayor presencia en la sociedad. Lo que ha llegado a considerarla como uno de los medios básicos, de la comunicación social, lo cual repercute para que se contemple como el medio que dirige nuestra cultura y los valores que en ella se movilizan, el poder del medio radica en la capacidad de impacto, penetración social y medio hipnótico debido a su percepción audiovisual”.10 Al tener por entendido que la cultura es el conjunto de conocimientos, costumbres, desarrollo artístico, científico, industrial y tecnológico que definen a un grupo social en determinada época, es de llamar la atención que un medio de comunicación con tanta responsabilidad como la televisión no sepa, o más bien pretenda ignorar su función formadora, y opte por brindar a los televidentes espectáculo, sensacionalismo, sangre y sensualidad, fórmula que, a través de los años, ha transformado la cultura y moral de nuestra sociedad mexicana, la cual al mismo tiempo sufre como consecuencia la deformación de sus tradiciones, al introducir en nuestra sociedad valores y costumbres ajenas, mismas que los niños adoptan por imitación y, aún más grave, las interiorizan, “se vuelven ajenos.” Dicho aspecto invita a pensar irremediablemente en una conquista, cuando un pueblo pierde su cultura, pierde todo, es colonizado ideológicamente. 10 Cerezo, Mario, Teorías sobre el medio televisivo y educación: discurso de la televisión, p. 16. 26 Desde la niñez se produce la inclusión de la televisión en la vida cotidiana y paulatinamente adquiere más y más relevancia en el diario acontecer, hasta llegar al punto en que termina por marcar la infancia, e incluso puede tener importancia como para condicionar el desarrollo del proceso de socialización de los futuros ciudadanos. El proceso de socialización es cultural y tiene su origen en el nacimiento. Desde el momento en que se llega al mundo se observa todo lo que sucede en el entorno, se sigue la tendencia evolutiva de imitar a los adultos para adquirir las habilidades necesarias para el desenvolvimiento en la sociedad, además de reducir inseguridades frente al mundo exterior al adquirir los valores y reproducir también el comportamiento del entorno, hasta conformar un “ser social” dentro de un determinado grupo con normas y pensamiento determinados. A lo largo de este proceso formativo la televisión tiene una gran responsabilidad, debido a la penetración del medio en la vida cotidiana. La mayoría de la población pasa gran parte de su tiempo libre sentada frente al televisor, generalmente visto como entretenimiento, pero al mismo tiempo adquiere valores, comportamientos, actitudes, pensamientos y se apropia de imágenes e ideas del mundo que muestran las pantallas, e inconscientemente las vuelve parte de los referentes del entorno que ya posee, por lo que finalmente se altera la forma en que el ambiente es percibido, situación que se traduce en la perturbación de los referentes del ambiente circundante, tanto en lo individual como en la generalidad. Con frecuencia los adolescentes dicen que es indistinto para ellos cómo son tratados por los otros, esto es cierto en gran medida. En la particularidad son más tolerantes, pues al estar fuera de su grupo buscan la simpatía por la misma naturaleza social del ser humano; si los pusiéramos a platicar con cualquier persona, una vez saltada la barrera de la vergüenza y el primer acercamiento, se 27 lograría la convivencia y posteriormente el entendimiento; sin embargo, en lo colectivo las cosas son distintas. El afán de pertenecer al grupo hace que las personas hagan cosas que normalmente no harían como individuos, ese comportamiento se denomina conciencia colectiva, y si ésta es el primer referente de algo nuevo que conocemos en el mundo, por ejemplo una situación o grupo de personas determinadas, se da la intolerancia que, una vez permeada en el individuo a través de la colectividad, puede permanecer incluso en la singularidad. “La conducta irracional también puede derivar de conductasirracionales […] las creencias pueden ser subvertidas a las pasiones que supuestamente sirven”.11 En la conciencia colectiva, según Jon Elster “puede o no ser mejor para todos si todos lo hacen que si nadie lo hace. Y puede o no ser mejor si todos lo hacen, cooperar es actuar en contra del propio interés de una manera que beneficie a todos si algunos o posiblemente todos actúan de ese modo”. 12 De tal suerte se entiende que es justo en el punto entre la cooperación, la conveniencia y el deseo de pertenencia donde surge el problema, cuando por pertenecer no se toma una elección racional. En palabras de Jon Elster, “la teoría de la elección racional trata de explicar la conducta humana, […] determinar qué hará un apersona racional, […] Para que sea racional una acción debe ser resultado final de tres decisiones óptimas. Primero debe ser el mejor medio para realizar el deseo de una persona dadas sus creencias. Luego, esas creencias en sí mismas deben ser óptimas dada la prueba de que dispone la persona. Finalmente, la persona debe reunir una cantidad óptima de pruebas, ni demasiadas ni muy pocas. Esa cantidad depende tanto de sus deseos —de la 11 Elster Jon, Tuercas y tornillos. Una introducción a los conceptos básicos de las ciencias sociales, p. 45. 12 Ibidem, p.127. 28 importancia que le asigna a la decisión— como de sus creencias de los costos y beneficios de reunir más información”. 13 Cuando el deseo de pertenecer es mayor que la conciencia, se siguen tendencias sin reparar en los sucesos consecuentes derivados de aquellas decisiones impulsivas, se busca cooperar con el ideal del grupo con el objetivo de pertenecer. Tal deseo nubla la percepción que a última instancia desemboca casi siempre en decisiones que individualmente no se llevarían a cabo de la misma manera, ya sea por presión social o por desinformación, tanto de lo que se hace como de las consecuencias de esas acciones. Claro ejemplo son los estereotipos. Comúnmente es posible escuchar a los adolescentes decir frases tales como “yo no le hablo a los fresas, chacas, nacos, punketos”, etcétera; la sociedad se ha visto dividida y aislada de sí misma, ahora está sumida en un bloqueo por estereotipos, en que ya no importa tanto el tipo de persona que se es, sino lo que se parece. En este punto entra en juego la presión y aceptación social para pertenecer a uno u otro grupo. Aunque casi siempre el estereotipo visual de las personas ha jugado un papel importante en su aceptación social, fue con la llegada de los emos que surgió un fenómeno tanto aterrador como interesante, pues se dispararon los crímenes de odio contra un sector específico, pero esta vez no se trataba de un ataque por ideologías religiosas, color de piel, ni lugar de nacimiento, sino por cómo se veían los integrantes de esta “tribu urbana”. Gran parte de la sociedad comenzó a tener un odio sin sentido, motivos tan ridículos como detestar a estas personas únicamente por utilizar el color rosa en su vestimenta, usar flecos extravagantes sobre uno o ambos ojos, vestir de manera afeminada y afirmar que eran una mezcla de todos los estilos, según algunos de los detractores de aquel movimiento. Por éstas y muchas más razones 13 Ibidem, p. 39. 29 carentes de lógica este grupo fue odiado e incluso llegó a ser públicamente amenazado en las redes sociales. Esta situación explotó, podría decirse de manera casi inconsciente. La mayoría de los jóvenes no pertenecientes a la corriente emo comenzaron a sentir hastío y hasta desprecio por aquellos a quienes consideraron distintos, aun sin saber nada de ellos; “los normales” no soportaban la idea de convivir con el nuevo grupo social, sin siquiera saber dónde nació ese odio o por qué otros los aborrecían. El ejemplo anterior ilustra a la perfección la conciencia colectiva combinada con el error de toma de decisiones, en un caso en que tristemente las decisiones racionales no tuvieron cabida, al menos por parte de los detractores de los emos. Tal parece que la adolescencia es la edad en que no se es y se quiere pertenecer a como dé lugar, aunque para lograrlo deba aplastarse a otros. Ese odio colectivo comprueba que bajo el manto del tumulto puede hacerse lo que sea para ser parte de, pues se desea ser percibido como un ser sin errores o con deficiencias mínimas, y si para la masa es un error ser de tal o cual manera, si aquello no es tolerado por el vulgo, en ese caso yo tampoco lo tolero, luego entonces, pertenezco. El interés por pertenecer se extiende a toda la sociedad; pero, como ha podido observarse en el ejemplo anterior, el pertenecer no quiere decir que necesariamente se piense igual que los otros, pero sí puede decirse que se sigue una misma tendencia, claro, siempre y cuando ésta ayude a la integración del grupo al que se ambiciona pertenecer o mejore el estatus dentro del mismo. En cuanto a la sociedad, si se observa con atención, es evidente que los chicos, los adolescentes y también algunos adultos retoman la postura que se comenta día a día en el medio de comunicación que acostumbran ver, escuchar o 30 leer con más frecuencia, sea radio, internet, alguno de televisión, periódico, e incluso radio-patio (chismes). Esta actitud de la opinión desinformada sólo es el eco de los medios de comunicación, pues en ocasiones no va ni siquiera aderezada con lo que los mexicanos llamamos “ponerle de su cosecha”; la información es repetida tal cual y al final del día la postura de los medios termina por ser también la postura nacional. De la misma manera, tal como el medio de comunicación lo hace, todo mundo exige, todo mundo reclama, todo mundo dice que está mal, pero al día siguiente hay noticias nuevas y se deja detrás a la vieja información, no se les da un seguimiento e igual que entonces en aquel noticiario de las 10:00 pm, nadie hace nada pues, fieles a la costumbre, al día siguiente hablan de las nuevas noticias y nuevamente se repite el punto de vista de aquel informador de cabecera. 31 1.3 Soy espejo y me reflejo… ¿entonces soy o me parezco? Somos lo que vemos ¿Dónde queda entonces la identidad propia?, pues bien, ésta termina de formarse en la adolescencia, toma como base el capital cultural y como complemento todo lo aprendido del mundo hasta ese momento, argumento que resalta la importancia de los referentes que de la vida se adquieren a lo largo de la existencia. En la adolescencia se registran cambios importantes para el desarrollo de la vida adulta. Aunados a las transformaciones físicas que incomodan a los adolescentes, llegan también cambios psicológicos, factores que los dejan en un limbo de incertidumbre acerca de si han o no alcanzado la madurez. Los problemas que tienen para tomar decisiones y la manera de actuar que demuestran algunos de ellos, en la que se comportan como si todo el mundo girara a su alrededor, tienen un porqué. “Según el psicólogo David Elkind (1984, 1998), tal comportamiento se deriva de los intentos inexpertos de los adolescentes para utilizar el pensamiento de las operaciones formales. Esta nueva manera de pensar, que fundamentalmente transforma el mundo en que se ven a sí mismos y a su mundo, es tan poco familiar como la nueva forma de sus cuerpos y a veces se sienten igualmente incómodos utilizándolo”.14 Este comportamiento obedece, según el psicólogo David Elkind, a que es justo en esta etapa cuando comienza a adquirirse el pensamiento de las operaciones formales, el nuevo proceso cognitivo se encarga tanto de la percepción personal como de la visión que cada individuo posee de lo que le rodea, misma que al final se transforma en una suerte de incomodidad en la que14 Elkind D. (1984) “All grown up and no place to go. Reading, MA: Addison-Wesley” “Elkind D. (1998) Teenagers in crisis: All grown up and no place to go. Reading, MA: Perseus Books” en Papalis, Diana E., Wendkos, Sally y Duskin, Ruth, Psicología del desarrollo, de la infancia a la adolescencia, p. 492. 32 se perciben cosas que no eran percibidas antes y donde comienzan a tener lugar las contradicciones e incongruencias. En los datos recabados de los alumnos de la PAN 3 se estableció que la mayoría se expone a la televisión por no más de cuatro horas, además, los canales más vistos en sus casas son el 2 y el 5; a pesar de ello, la tendencia en cuanto a los canales que más prefieren estos adolescentes es muy heterogénea, pero también muy marcada, pues se encuentran dentro de lo que posteriormente ellos mismos calificaron como contenido deficiente; esta ambigüedad se explica en las etapas de la adolescencia clasificadas por Elkind. En libro Psicología del desarrollo, de la infancia a la adolescencia15 se puede ver la clasificación que hizo Elkind de aquellas seis etapas que atraviesa todo adolescente: el idealismo, la tendencia a discutir, la indecisión, la hipocresía, la autoconciencia y, por último, la sensación de invulnerabilidad. Ahondemos un poco más en ello. 1. Idealismo y tendencia a la crítica: recurrentemente en la adolescencia se piensa en un mundo ideal que se vislumbra cada vez más lejano. Invariablemente se culpa de esto a los adultos, los adolescentes se vuelven más críticos, más perceptivos, conscientes de la hipocresía, buscan y descubren errores en las figuras de autoridad e irremediablemente las critican. Es en esta etapa en que los adolescentes buscan su identidad, y el problema no es la búsqueda en sí, el inconveniente llega de mano de las figuras de autoridad de las nuevas generaciones. Si se observan detenidamente las situaciones particulares, puede advertirse que la mayoría de adolescentes, e incluso los adultos jóvenes, crecieron sin la retroalimentación de sus figuras de autoridad, ya que en la actualidad los hogares están compuestos por padres que trabajan casi todo el día y no están en casa. 15 Ibidem, págs. 492-493. 33 El hecho de no tener a los tutores en casa es más significativo de lo que parece, pues los chicos sólo cuestionan los errores de los adultos, de sus padres, pero no reciben una réplica, no hay algo que los orille a cuestionarse si lo que hacen los adultos es lo correcto por alguna razón. En el mejor de los casos simplemente se cree que así es, se acepta dicha idea, tal vez con inconformidad, pero desgraciadamente en la gran mayoría de las veces sin exteriorizar aquel sentir que alberga la juventud. Por el contrario con la televisión están frente a contenidos que muestran en su mayoría a jóvenes y/o niños que salen de cualquier problema a pesar de cometer infinidad de errores. No obstante, la mayoría de los televidentes no se cuestiona la forma en que los personajes consiguieron tales resultados, de esa manera comienzan a adquirir una falsa idea de que la vida se resolverá por sí misma, sin un esfuerzo mayor, por un chispazo de genialidad que surja de la desesperación o simplemente por un golpe de suerte. La situación era ya prevista por Popper, quien temía que llegara a nosotros la video dependencia. Él creía que sugestionaría a los jóvenes acerca de la modernidad y no les permitiría ver más allá de lo que les muestran las pantallas, sobre todo a todos aquellos que no han despertado una conciencia crítica. Principalmente, su preocupación era por la posibilidad de que la televisión implantara en las personas una conciencia crítica artificial que las privara de una actitud crítica racional, lo que provocaría que se transformaran en entes que sólo repiten lo que les aconsejó alguna pantalla. Este aspecto es mucho más evidente en las redes sociales, donde también es más fácil de verificar. El joven de hoy en día difícilmente investiga si lo que se dijo es cierto o si de verdad sucedió como se le relató en las pantallas, se limita a dar su apoyo a una tendencia. 34 2. Tendencia a discutir: Constantemente, los adolescentes quieren reafirmar su capacidad de razonamiento, así que discuten para validar cualquier punto; esta actitud es perfectamente normal, comprensible y debería ser aplaudida en toda persona que, como se dijo en el punto anterior, haya podido despertar una conciencia crítica; sin embargo, en el caso de no poseerla, solamente se discutiría con los estereotipos que la televisión ha formado. En otras palabras, si las personas no aprenden a temprana edad a discernir entre contenidos fantásticos y/o dramatizados que muestra la televisión y a separarlos del entorno que les rodea, al tiempo que contrastan dicho entorno con la información dada por los medios, hablar con ellos sería como discutir con sus programas favoritos, pues al no ir más allá no poseen más información, teniendo por ende la perspectiva que los medios les brindan. Popper sostenía que los medios de comunicación alimentan la corrupción moral y la decadencia cultural. Es fácil comprobar lo antes mencionado si se presta atención, en primera instancia, a lo que hablan los adolescentes y, en segundo lugar, a lo que ven en la televisión, pero más allá de ello, a las actitudes y acciones que llevan a cabo; con esa base es posible inferir si algún sujeto ha despertado o no una conciencia crítica, si ésta le ha hecho ir más allá para investigar algo por su cuenta, o cuando menos comparar la información obtenida por diversos medios para hacerse una opinión propia, o si por el contrario sólo ha decidido conformarse con lo que se mencionó en algunos programas y ha decidido validar y tomar aquella información como hecho, sin pensar más en ello ni cuestionar lo que se mostró en pantalla. Todo lo que rodea al adolescente tiene una función educativa, incluso la televisión misma, que por desgracia rellena los huecos formativos que en ciertas familias se originan por diversas causas; se puede decir que es sin lugar a dudas, 35 una “tutora complementaria” que adquiere relevancia simplemente porque las figuras de autoridad pierden fuerza al no hacer sentir su presencia. Simplemente con voltear a ver un lugar cualquiera en la calle o al salir a caminar, e incluso dentro de las escuelas, es difícil ver el respeto que antes existía de los niños hacia sus padres o sus maestros. Años atrás, tanto padres como profesores eran la máxima autoridad en sus terrenos, la escuela y los hogares, respectivamente, por desgracia hoy en día esto ha cambiado. Se aprende con base en lo que se observa, la educación que se da en casa es la que se arrastra toda la vida, pero al carecer de una figura de autoridad fuerte en el hogar, se encuentra un sustituto en las pantallas. Esto suele deberse al estilo de vida adquirido porque los padres no están en casa para corregir el mal comportamiento y dicha situación hace aún más difíciles las cosas en el entorno educativo. En la escuela es difícil que un profesor pretenda dar indicaciones a un niño o adolescente que no ha recibido órdenes ni de sus padres, sobre todo si al mismo tiempo tiene como referente de formación programas en que los protagonistas son personajes que burlan a la “autoridad” en cada oportunidad que se les presenta, sin asumir las consecuencias de sus actos, personajes con los que se identifica y de los que posteriormente, consciente o inconscientemente, adopta actitudes e incluso la personalidad y el comportamiento. En la actualidad, cotidianamente se encuentra en televisión contenido que tiende a lo sexual y sensacionalista, esto es perturbador pues el mundo que nos rodea está relacionado con la “realidad” presentada por la televisión,esto puede apreciarse principalmente en programas de corte cómico. Puede deducirse que nuestros jóvenes asumen este mundo como un ejemplo, sin importar si es bueno o malo, y dependen únicamente de su 36 conciencia crítica y de su capital cultural para decidir qué es mejor para ellos. Es decir, si se toma en cuenta que lo observado en televisión forma parte de los referentes adquiridos del mundo que nos rodea, lo único que previene a los individuos de actuar según lo que ven en ella es la educación que se adquiere fuera de las pantallas; lo conscientes que estén de su situación personal, de su entorno y del mundo que se muestra ahí, depende únicamente de su nivel de conciencia. 3. Indecisión: los adolescentes tienen muchas alternativas en mente, pero carecen de las estrategias para discriminar y resolver cuál es la mejor. Mientras la escuela pierde efectividad y relevancia en la educación, los medios masivos, principalmente los audiovisuales, adquieren un crecimiento protagónico y educativo, aunque no se lo propongan. Actualmente los medios de comunicación han penetrado en los hogares mexicanos y se han transformado en los principales pilares de cada acontecimiento familiar. Desde la niñez se produce esta inclusión de la televisión en la vida diaria. La situación de poder que adquieren los medios con respecto a la población marca la infancia, e incluso han llegado a ser tan importantes que condicionan en gran medida el desarrollo del proceso de socialización de nuestros niños y adolescentes, en sí de nuestros ciudadanos. El proceso de socialización es cultural y se inicia con el nacimiento, el bebé empieza a observar todo lo que sucede a su alrededor, tiende a imitar a los adultos para reducir su inseguridad frente al mundo exterior, adquiere los valores y formas de comportamiento del entorno en el que se desenvuelve, hasta llegar a conformarse como “ser social” dentro de un determinado grupo con normas y pensamiento establecidos. Para bien o para mal, dentro de este proceso la televisión tiene un papel fundamental debido a que cada vez es más frecuente que los bebés, niños, 37 adolescentes e incluso adultos pasen gran parte de su tiempo sentados frente al televisor, donde a la vez adquieren valores, comportamientos, actitudes, pensamientos, ideas del mundo que les rodea, sonidos e imágenes que inundan y alteran su forma de percibir el entorno. Fernando Collado, en colaboración con otros autores, escribió el libro La televisión y el niño, en el que da cuenta de un estudio realizado a infantes que revela datos muy interesantes respecto a su comportamiento y los hábitos de los menores, creados frente al televisor. “… Los niños se exponen a la televisión por una serie de necesidades tales como aprender, evadir problemas familiares o sociales, etc., que buscan satisfacer, y la televisión cumple una serie de funciones en sus vidas dependiendo, al menos en parte, de las expectativas de cada niño. La relación del niño y la televisión no se dan en el vacío, el niño desarrolla esta relación con base en sus necesidades personales y circunstancias externas. Así, el niño usa la televisión, y este uso se ve determinado parcialmente por el medio social donde se desenvuelve, mismo que genera necesidades e influyen en la conducta dirigida hacia su satisfacción…”.16 El análisis muestra que la televisión desempeña múltiples funciones en la sociedad, como entretener, informar, e inclusive influir, ya sea positiva o negativamente, aunque en la generalidad los niños aprenden cosas inapropiadas o incorrectas al exponerse a un contenido que no ha sido creado pensando específicamente en su edad o desarrollo. Con el paso de los años es evidente que cada generación que sucede a la anterior tiene un mejor entendimiento de las nuevas tecnologías, pues a medida que crecen se adaptan con mayor facilidad a este tipo de avances, pero poco a poco van dejando a un lado costumbres que existían anteriormente. 16 Collado, op. cit., p. 71. 38 “La familia, la escuela y los medios de comunicación son los agentes socializadores fundamentales junto con los partidos políticos y las organizaciones formales. Estos agentes son quienes transmiten las normas que el niño debe interiorizar, y no sólo las transmite sino que obligan al niño a aceptarlas, asumirlas y convertirlas en una parte institucional de su naturaleza...”. 17 Se puede concluir entonces que la sociedad está sometida a ciertos intereses de los poderosos, como Rafael Segovia menciona “… rico e influyente suelen identificarse: un influyente siempre es rico, pero no todos los ricos son influyentes...”18. En este caso el rico e influyente está presente en la figura de una empresa televisiva que trasmite el contenido que le conviene. La vida no sería la misma si la televisión no formara parte de ella. El aparato está presente a todas horas y en todo lugar, se ha adueñado de un sitio preponderante en el día a día, se ha convertido en uno de los medios de mayor presencia en la sociedad, es un emisario de la comunicación que repercute directamente en la cultura y valores sociales y tiene como principal aliado el poder e impacto social radicado en la percepción visual del público cautivo en su programación. La concepción del “impacto educativo” de la televisión no educativa parte de la influencia dada a la actividad diaria de ver televisión, independientemente del tipo de programación y de cómo sea vista. Al estar algún joven o niño expuesto a diferentes conductas de personajes televisivos, tenderá a analizarlas y evaluarlas, pasarán por un proceso de selección cuyos filtros son los valores éticos y morales de cada individuo y en el proceso se diferenciarán las características positivas de las negativas, situación 17 Segovia, Rafael, La politización del niño mexicano, p. 141. 18 Ibidem, p. 150. 39 alarmante si consideramos que los televidentes más jóvenes todavía no se han formado una concepción sólida del entorno que los rodea y pueden calificar como positivo algo negativo, sólo por parecer conveniente. El tema de la influencia de la televisión es parte importante del estudio del comportamiento del individuo. Puede tomarse como punto de partida que la familia y los medios de comunicación son los principales agentes socializadores, que además transmiten una serie de normas que regulan el comportamiento socialmente aceptado, código evidente en las pantallas según la época. Cuando se reciben datos de cualquier tipo, los individuos crean un proceso de “calificación de la información”. Los datos generan en cada individuo reacciones diversas, ya sean de aprobación, tolerancia, simpatía o rechazo, según los cimientos formativos de cada persona. La mayoría de los programas diseñados para el sector más joven de la población muestran ejemplos de desobediencia, tanto como de situaciones satíricas en las que se exageran cualidades propias de un adolescente inconsciente de las necesidades ajenas; se fortalece una imagen en la que se observa al protagonista de actos irreverentes salir de una situación difícil básicamente sin esfuerzo alguno, favoreciendo la idea de que las cosas simplemente saldrán bien porque así es la vida. Lo peor de este escenario se presenta cuando no hay un criterio formado, ya que el espectador acepta el hecho sin cuestionamientos, situación que posteriormente le hace pensar en aquello que vio por televisión como una opción considerable para salir de alguna situación difícil, y en casos extremos este razonamiento invita a algunos jóvenes a realizar acciones sumamente inadecuadas. 40 Ejemplo de ello es lo que nos relata la siguiente nota encontrada en laedición electrónica del 25 de mayo de 2013 de la revista Proceso. “Adolescentes fingen secuestro inspiradas en La rosa de Guadalupe, en Chihuahua LA REDACCIÓN 25 DE MAYO DE 2013 ESTADOS “MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- Inspiradas en un capítulo de la serie de Televisa “La rosa de Guadalupe”, tres estudiantes de una secundaria en Ciudad Juárez, Chihuahua, fingieron el secuestro de una de ellas para pedir el rescate a sus familiares. “Sin embargo, las jovencitas fueron descubiertas y detenidas por elementos de la Fiscalía General del Estado el pasado martes 21. “Deysi Nayeli, de 13 años; Lizbeth Noelia y Alondra Judith, ambas de 14, pretendían obtener dinero para adquirir ropa y celulares, para lo cual planearon el plagio de una de ellas durante la hora del receso, según El Diario de Juárez. “El portavoz de la Fiscalía, Arturo Sandoval Figón, explicó que Deysi Nayeli tuvo una discusión con su madre y les pidió ayuda a sus amigas para darle un susto. “La jovencita explicó a sus compañeras que pretendía irse de la casa pero que también quería darle un “castigo” a su mamá, motivo por el cual fingiría su secuestro. “Les aseguró que no volvería a su hogar y que le exigiría el dinero del “rescate” a su padre. “Tras salir de la escuela, las menores hicieron una primera llamada al padre de Deysi Nayeli para comunicarle que la tenían privada de su libertad. http://www.proceso.com.mx/?author=211282 http://www.proceso.com.mx/?cat=10 41 “En una segunda y tercera llamadas le pidieron al hombre que depositara 25 mil pesos en una cuenta bancaria, aunque no especificaron el nombre de la institución financiera donde debía hacer el depósito. “En la cuarta y última llamada, las jovencitas le aseguraron al padre de Deysi que la supuesta secuestrada ya no estaba en su poder debido a que él no hizo el depósito. “El padre de familia reportó el hecho ante la Fiscalía del Estado y comenzó una investigación para dar con el paradero de la adolescente. “El día que hicieron la última llamada, una de las menores, Alondra Judith, habló con su novio para pedirle que ella y sus amigas se quedaran en su casa esa noche, para lo cual se citaron en un centro comercial. “Sin embargo, tras enterarse de la situación, el novio de Alondra reportó el hecho a las autoridades y las adolescentes fueron detenidas. “Las tres jovencitas fueron presentadas a los medios de comunicación y luego puestas a disposición de un juez especializado en adolescentes infractores, indica El Diario.”.19 4. Aparente hipocresía: con frecuencia los adolescentes no reconocen la diferencia entre expresar un ideal y esforzarse para alcanzarlo. Ese deseo sin perspectiva, sumado a la falta de veracidad de los contenidos dramatizados y la vaga concordancia que el resto de la programación mantiene con la vida, son ejemplos para la sociedad, buenos o malos, e indistintamente del juicio valorativo que se les confiera causan diversos comportamientos, según el receptor de aquellos estímulos. 19 La redacción, 2013, recuperado de http://www.proceso.com.mx/?p=342978 42 En aquellos individuos que no son conscientes de que los programas que llegan a México provenientes del extranjero son sólo una sátira de aquellas sociedades, mas no el retrato de su modo de vida, esos contenidos tiene un efecto más contaminante, sobre todo en lo que a publicidad se refiere. Los contenidos de poca o nula correspondencia con la situación real del país del que proceden se convierten en breve en un modelo aspiracional de sus adeptos, así, tal como lo quiere la publicidad, crean en los espectadores una necesidad de adquirir el producto al construir la ilusión de pertenecer, en este caso, al estatus que la marca representa, y es junto con el desconocimiento que el inconveniente se vuelve más grande, entre menos se conoce el ímpetu del mercadeo por crear una necesidad, la misma se vuelve mayor. Existe una indecisión natural en los adolescentes, que se incrementa al exponerse al tipo de ejemplos sociales que la publicidad muestra, misma que únicamente consigue acrecentar las dudas y la distorsión del mundo. Regresando a la programación habitual, no sería extraño pensar que aquellos faltos de criterio considerarán cuando menos como una posible salida viable a sus problemas alguna acción mostrada en cualquiera de los contenidos que acostumbran ver, así como algunos ya han decidido creer que algún desodorante los volverá más populares. Los puntos 3 y 4 van de la mano, al no saber qué hacer ante una situación y buscar la salida más fácil se realizan acciones por demás ilógicas. En los casos más extremos, por esas decisiones que muchos ciudadanos podrían considerar absurdas suelen desencadenarse consecuencias que cualquiera que no estuviera tan inmiscuido en aquel mundo ficticio de la televisión, o bien que contara con un criterio sólido, hubiese previsto. Sin la guía correcta que en situaciones convencionales es proporcionada por padres y maestros, la percepción del entorno va saliendo cada vez más de 43 perspectiva, pues se combina la apreciación que de ella se tiene con el relato televisivo. 5. Autoconciencia: en esta etapa se puede pensar en el pensamiento propio y en el ajeno; sin embargo, el adolescente suele creer que los otros piensan en lo que a él le preocupa y con frecuencia lo relaciona con algo que le causa incomodidad, por ejemplo, lo mal que le queda ese nuevo corte de cabello. Elkind llama a esto audiencia imaginaria, que no es más que la conciencia de uno mismo. Cada individuo tiene en la cabeza distintas cosas, “por así llamarlas”, los pensamientos son diversos según la hora del día, con quien se socialice o los eventos recientemente acontecidos, además, en esas ideas también intervienen aspectos como el carácter, el capital cultural y el social, puntos que en suma, y dejando claro que son distintos en cada una de las personas, dan como resultado ideologías con diferentes enfoques para cada individuo. La frase “cada cabeza es un mundo” es perfecta para simplificar lo antes dicho. En esta etapa en que se descubre a la otredad como seres independientes y se toma conciencia, parcialmente, de que uno es un ser más en el planeta, es cuando se cree que el tema central de los pensamientos propios es también lo que más preocupa a quienes están alrededor. Mientras no se trate de un asunto trascendental de la vida, esto nunca será cierto, pero al adquirir conciencia de los otros se desea ser percibido prácticamente indefectible o, de no ser esto viable, en medida de lo posible, ser observado sin errores, por esta razón se busca encajar en los estereotipos del momento, de cualquier índole, mientras se recurre a lo socialmente aprobado, a todo lo que sea parte fundamental del propio círculo social. 44 Sin embargo, es justamente en el deseo de aceptación por parte de la otredad donde vive el conflicto, cuando convergen el deseo de ser subversivo, de querer discutir, de ser diferente, cuando se descubre la autoconciencia, la indecisión, cuando comienzan los problemas para esforzarse en alcanzar un objetivo y la facilidad de optar por el camino fácil, es ahí donde se gesta la indecisión más incómoda y se dificulta inferir qué es lo socialmente aceptado hoy, hecho que se complica aún más si no se tiene certeza de las opiniones propias. 6. Suposición de singularidad e invulnerabilidad: Elkind describe la percepción que los adolescentes tienen de sí mismos de ser especiales como una fábula personal, creen que su experiencia es única, que nadie ha pasado lo que ellos, que no están sujetos a las reglas del resto del mundo, y esto los impulsa a tomar diversos riesgos. Si a esta fórmula se añade una pizca de complicidad con la televisión,
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