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La-vinculacion-clientelar-de-las-organizaciones-urbano-populares-y-el-gobierno-del-Distrito-Federal -Los-desafos-del-PRD-capitalino

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONÓMA DE MÉXICO 
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES 
CENTRO DE ESTUDIOS POLÍTICOS 
T E S I S 
QUE PARA OBTENER EL TITULO DE: 
LICENCIADO DE CIENCIAS POLÍTICAS Y ADMINISTRACIÓN 
PÚBLICA 
ESPECIALIDAD EN CIENCIA POLÍTICA 
 
ASESOR: 
DR. LORENZO ARRIETA CENICEROS 
PRESENTA: 
MIRIAM ORTEGA ENCARNACIÓN 
LA VINCULACIÓN CLIENTELAR DE LAS 
ORGANIZACIONES URBANO-POPULARES Y EL 
GOBIERNO DEL DISTRITO FEDERAL. LOS DESAFÍOS 
DEL PRD CAPITALINO 
CIUDAD UNIVERSITARIA, FEBRERO DE 2012 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
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mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
 
 
2 
 
Índice 
 
INTRODUCCIÓN …………………………………………………………………………... 5 
 
 
CAPÍTULO I. 
LOS PROBLEMAS ESTRUCTURALES DEL PRD 
 
 
 I.1 Las facciones en el PRD ………..…………………………………………………..... 22 
 I.2 Miembros y mecanismos de adhesión …..………………………………………….. 37 
 I.3 Comités de base ………………..……………………………………………………... 
 
50 
CAPÍTULO II 
EL PROCESO DE VÍNCULACIÓN CLIENTELAR ENTRE LAS ORGANIZACIONES 
URBANO-POPULARES Y EL GOBIERNO DEL DISTRITO FEDERAL 
 
 
 II.1 Organizaciones urbano-populares: actores de presión frente al régimen priísta, 
movilización social y participación política a favor de la izquierda…....…………. 
 
58 
 II.2 Primeros acercamientos del PRD capitalino con las organizaciones urbano-
populares .…………………………………………………………………………..… 
 
64 
 II.3 Las facciones más influyentes del PRD capitalino y sus organizaciones 
clientelares …………………………………………………………………………… 
 
73 
 II.3.1 Unión Popular Nueva Tenochtitlan: cimiento de la hegemonía de la 
Corriente Izquierda Democrática (CID) ...…………………………………….. 
 
74 
 II.3.2 Nueva Izquierda (los chuchos): sector aglutinador de las escisiones 
clientelares surgidas en la Corriente Izquierda Democrática ……………… 
 
79 
 II.3.3 Taxis piratas, principal soporte clientelar de la facción Unidad y Renovación 
(UNyR) ………………………………………………………………………….... 
 
81 
 II.4 El acceso de las facciones al Gobierno del D.F. El afianzamiento del 
clientelismo político ………………………………………………………………….. 
 
 
 
82 
 
 
 
3 
 
CAPÍTULO III 
RESPUESTA DE LAS DEPENDENCIAS PÚBLICAS CAPITALINAS A LAS 
DEMANDAS CLIENTELARES: LA PRESIÓN, BASE DE LA ACCIÓN 
 
 
 III.1 Bases del intercambio clientelar entre organizaciones y Gobierno del Distrito 
Federal ……….……………………………………………………………………….. 
 
104 
 III.2 Gestión de los dirigentes sociales en la solución de demandas clientelares. 
Presiones ejercidas por los clientes ……….………...…………………………….. 
 
107 
 III.3 Apoyo político de las organizaciones urbano-populares, la asimetría de poder 
entre patrones y clientes ………………………………………………………...….. 
 
120 
 III.4 Favores y beneficios colectivos obtenidos por la organizaciones urbano-
populares …………………………………………………………...…...……………. 
 
130 
 
CAPÍTULO IV 
LAS IMPLICACIONES DEL CLIENTELISMO EN LA DEMOCRATIZACIÓN DEL 
SISTEMA DE PARTIDOS EN EL D.F. 
 
 
 IV.1 Repercusiones del clientelismo en la institucionalización del PRD .……….…... 141 
 IV.2 Clientelismo, competitividad del sistema de partidos y PRD ……………...……. 159 
 IV.3 El bastión perredista en el Distrito Federal ……………………………………….. 163 
 IV.4 El clientelismo político, obstáculo para la consolidación democrática ….……… 169 
 IV.5 Caracterización del PRD a la luz del clientelismo político …………………........ 177 
 IV.6 Los retos del perredismo local ……………………………………………….,……. 
 
181 
CONCLUSIONES …………………………………………………………………………... 
 
187 
FUENTES DE CONSULTA……………………………………………………………….. 
 
195 
ANEXOS …………………………………………………………………………………….. 200 
 
 
 
 
 
 
4 
 
Agradecimientos 
 
 
Mi agradecimiento a todos aquellos que contribuyeron a la realización de este trabajo, pero ante 
todo aquellos que directa o indirectamente permitieron cerrar este ciclo de mi formación, 
En primer lugar este trabajo va dedicado a mis padres Carmen y Víctor por enseñarme a 
luchar día con día, y especialmente a mi madre por brindarme su apoyo y cariño incondicional; 
a mis hermanos Eliot y Heber quienes en todo momento me han regalado su grandiosa sonrisa 
y sus ánimos; a Chivis y Javi por cuidarme en todos estos años; a Dabu y papito, quienes en 
donde sea que se encuentren siempre los llevare en mi corazón. 
Y sin lugar a dudas, mi infinito agradecimiento al Dr. Lorenzo Arrieta Ceniceros por sus 
aportaciones y conocimientos pero sobre todo mi admiración por el enorme compromiso con 
su labor académica. 
 
Gracias a la Universidad Nacional Autónoma de México. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
5 
 
INTRODUCCIÓN 
El propósito fundamental de este trabajo es abordar, desde un enfoque politológico, el 
funcionamiento y actuar del Partido de la Revolución Democrática (PRD) más allá de lo 
establecido en su normatividad interna, es decir, explorar una práctica informal arraigada y 
tolerada en el instituto político, como lo es el uso clientelar de programas e instituciones 
públicas en el Distrito Federal. Por lo que será primordial precisar que el establecimiento dicha 
práctica supone la vinculación entre PRD y organizaciones urbano-populares, fuera de los 
cauces legales, en tanto que la relación se basa en el intercambio de favores que se utilizan 
para el interés privado, mientras que satisface demandas a través de la manipulación de los 
bienes públicos. 
Conforme a este enfoque, nuestro problema de investigación queda apuntalado bajo el 
argumento de que, desde su fundación el PRD se configuró como un partido constituido de 
múltiples corrientes en todos sus niveles de dirección, las cuales se han caracterizado por: 1) 
sus constantes enfrentamientos, descalificaciones y pugnas; y 2) por haber establecido vínculos 
clientelares con ciertas organizaciones urbano-populares –principalmente demandantes de 
vivienda y de regularización de transporte y comercio informal- constituyendo éstas su base de 
apoyo político y electoral ya sea en épocas de renovación de dirigencias como en selección de 
candidatos. Ambos fenómenos –conflictos y clientelismo- derivados del interés por escalar 
posiciones, ganar candidaturas y controlar presupuestos. 
Así, el PRD es una federación de facciones que se desenvuelven en el conflicto y la 
polarización debido a que el instituto político no ha propiciado la formación política de sus 
militantes, pero ante todo, porque las funciones de territorialización han recaído en las propias 
organizaciones urbano-populares y en sus líderes; actuando dichas organizaciones como 
comités de base y clientelas al mismo tiempo. Empero lo delicado de la situaciónes que ambas 
funciones se presentan fuera de las estructuras formales del propio partido. En este sentido, el 
PRD ha tenido la necesidad de contar con dirigentes y afiliados no formados por el partido, sino 
con líderes sociales convertidos en líderes de facción, quienes por lo demás se han ocupado en 
resguardar sus intereses de grupo y sus posiciones individuales de poder. 
Evidentemente, la existencia de afiliados a su vez son miembros de organizaciones sociales, 
supone una vinculación donde la lealtad del afiliado perredista se identifica con la organización 
y el líder que lo cobija, y no con el partido en su conjunto. Ello, como es natural ocasiona que la 
 
 
 
6 
membrecía sea un lazo clientelar, lo que obstaculiza el proceso de integración, unidad e 
institucionalización del partido. 
Con todo, el PRD capitalino conquistó la jefatura del Gobierno del D.F en 1997, pero su 
advenimiento no hizo más que confirmar, acentuar, reforzar y extender los lazos clientelares 
que había logrado entretejer durante los primeros años de fundación, pero ahora utilizando las 
estructuras y recursos gubernamentales, como la Secretaria de Transporte y Vialidad, la 
Secretaria de Desarrollo Urbano y Vivienda, la Secretaria de Desarrollo Social y el Instituto de 
Vivienda. Estas dependencias, por lo demás actuando en coordinación con determinados 
miembros de la Asamblea Legislativa y con autoridades delegacionales afines a dichas 
clientelas. 
Derivado de lo anterior, el periodo de estudio abarca desde 1997, año en el cual arriba el 
Partido de la Revolución Democrática a la Jefatura de Gobierno y concluye en el año 2010. La 
razón por la cual se ha decidido tomar estas fechas responde esencialmente a que se pretende 
hacer un balance general de las repercusiones que tiene para el partido, para la ciudadanía y 
para la consolidación democrática, los vínculos clientelares establecidos por el Gobierno del 
Distrito hasta la actualidad con las organizaciones sociales afines a las facciones del PRD-D.F. 
Así, el presente estudio, parte de la tesis de que el Gobierno del Distrito Federal, a través de 
las diferentes facciones que conforman el PRD capitalino mantiene vínculos clientelares con 
determinas organizaciones sociales, las cuales son su principal base de apoyo en épocas 
electorales así como su principal estructura partidaria. 
En este orden de ideas, la presente investigación se plantea como objetivo general, analizar 
y comprender cómo los líderes y miembros de facción del PRD capitalino vinculados 
clientelarmente con determinadas organizaciones urbano-populares, una vez que aquéllos se 
insertan en la estructura gubernamental, en tanto representantes populares o burócratas 
gestionan, extienden y consolidan las redes clientelares desde sus cargos públicos. 
Cabe destacar que, si bien en términos generales la lucha clientelar de la clase política 
perredista; la riña entre las facciones capitalinas; sus relaciones clientelares en el interior del 
PRD-DF y en general los problemas estructurales del sol azteca no son el objeto de estudio, 
omitir su mención limitaría el análisis y comprensión de la vinculación de intercambio clientelar 
entre organización y Gobierno del D.F. 
Dentro de los objetivos específicos del trabajo destacan los siguientes: 
 
 
 
7 
 Identificar las facciones más importantes del PRD-DF que lograron acceder y han logrado 
mantenerse en la estructura gubernamental capitalina desde el arribo al poder del 
perredismo en 1997, así como identificar las organizaciones urbano-populares que están 
vinculadas clientelarmente a éstas; 
 Desarrollar cuál es el papel y el trabajo que desarrolla el gestor gubernamental o 
intermediario desde su puesto público para favorecer y extender y consolidar las redes 
clientelares que lo vinculan a determinadas organizaciones, determinado su importancia 
en la reproducción del clientelismo, así como destacar las presiones que ejercen las 
clientelas políticas para la satisfacción de sus demandas; 
 Determinar cuáles son los incentivos y beneficios que obtienen las clientelas de la gestión 
de los miembros o líderes insertos en la estructura gubernamental, principalmente a 
través de la gestión en la Secretaria de Transporte y Vialidad, el Instituto de Vivienda, la 
Secretaria de Desarrollo Social y delegaciones políticas entre las que destacan 
Iztapalapa, Venustiano Carranza y Álvaro Obregón. 
 Demostrar que los problemas estructurales del PRD-DF que tiene como origen el poco 
trabajo partidario, múltiples facciones y redes clientelares que hacen del Gobierno del D.F. 
un botín político, dificultando la plena institucionalización del PRD capitalino. 
 Conocer y comprender los efectos e implicaciones que tienen este tipo de vínculos 
clientelares para la gestión gubernamental, para la ciudadanía, para el partido, para el 
sistema de partidos capitalino y, en general para la consolidación democrática, sobre 
todo cuando la capital del país es el principal bastión del PRD. 
 
Cabe destacar que, aun cuando el instituto político cuenta con una cantidad considerable de 
estudios, la mayoría de éstos se han concentrado en examinar la crisis política que dio lugar a 
su nacimiento y sus implicaciones en el sistema político mexicano. Si bien, en años más 
recientes los trabajos han destacado los problemas que enfrenta el partido derivado de los 
constantes enfrentamientos entre sus múltiples facciones y los alcances de éstos en su proceso 
de institucionalización partidista; cierto es que existen pocos estudios que destaquen el tipo de 
relación que tiene el partido con las organizaciones sociales. 
Al respecto, entre los estudios que podríamos mencionar que abordan de alguna manera las 
relaciones del PRD con organizaciones sociales, destacan tres. El primero de ellos, titulado 
 
 
 
8 
Actores sociales y demandas urbanas, coordinado por Silvia Bolos1, es la publicación de una 
serie de mesas redondas, que tuvieron como propósito compartir por parte de líderes sociales 
del Movimiento Urbano Popular (MUP) como Asamblea de Barrios, Unión de Colonias 
Populares y Unión Popular Revolucionaria Emiliano Zapata, su papel en la reivindicación de su 
derecho a disponer de los servicios de los que carecen a través de su vinculación política con 
los partidos políticos. Si bien, el trabajo aporta elementos para el análisis, la primera limitante 
es que data de 1994, y la segunda es que, su publicación es la transcripción de las 
intervenciones de los líderes sociales, es decir, de sus puntos de vista como actores y 
copartícipes dentro de una coyuntura especifica como lo fue la candidatura de Cuauhtémoc 
Cárdenas. 
Un segundo trabajo, es el publicado por Moisés Frutos titulado La participación electoral del 
Movimiento Urbano Popular y su contribución al cambio político en el Distrito Federal2. Este 
estudio tiene como propósito contribuir al análisis del cambio político en la Ciudad de México de 
1988 a 2003, a través del análisis de la participación electoral que el MUP ha tenido a partir de 
su conexión con los partidos políticos de izquierda en general, y específicamente las 
circunstancias bajo las cuales este movimiento pudo favorecer a la democratización del D.F. 
Las aportaciones del autor en relación a nuestro objeto de estudio, es que reconoce que 
algunos dirigentes del MUP trasmutaron a cargos directivos del PRD entre 1988 y 1994, con lo 
quela relación se complicó debido a que algunos líderes no han despreciado prácticas 
clientelares y corporativas para tener éxito. Sin embargo, lo limitado del estudio es que el autor 
no se interesa ni en el cómo ni en el por qué la interacción de las organizaciones con el PRD 
degeneró en una vinculación clientelar o qué organizaciones han participado en ella. 
El tercero y último trabajo corresponde a una tesis. Titulada Estudio de la relación política 
entre el PRD y la Asamblea de Barrios (1989-1997)3 de María Guadalupe Ayala, quien 
presenta la ventaja de haber desarrollado el cómo ésta organización se vinculó políticamente al 
PRD desde su fundación y cómo sus líderes y miembros fueron logrando puestos de 
representación popular, sustentando cada etapa en entrevistas a líderes y militantes de 
Asamblea de Barrios. 
 
1
 Bolos, Silvia (Coord.), Actores sociales y demandas urbanas, México, Universidad Iberoamericana, Plaza y Valdez, 
1995. 
2
 Frutos, Moisés, La participación electoral del movimiento urbano popular y su contribución al cambio político en el 
Distrito Federal ( 1988-2003) en Estudios Políticos, UNAM, N°5, mayo-agosto, 2005. 
3
 Ayala, María Guadalupe, Estudio de la relación política entre el PRD y Asamblea de Barrios (1989-1997), México, 
UNAM-FCPyS, 1997. 
 
 
 
9 
Desafortunadamente este trabajo abarca hasta 1997 y en ese sentido, carece de más 
elementos que nos puedan aportar la evolución de las relaciones entre estos actores, sobre 
todo si pensamos que el PRD consigue la Jefatura de Gobierno en ese año, y a partir de ese 
momento logra expandir sus vínculos clientelares. Sin embargo, su trabajo logra demostrar que 
en efecto, la discusión entre Asamblea de Barrios y PRD ha girado más en torno a los cargos 
que puedan obtener. Por eso para la autora el reto que debía afrontar el PRD ya como gobierno 
era contrarrestar una probable relación de dependencia que se estaba gestando a través del 
intercambio, es decir, otorgar cargos de representación popular y, por su parte los movimientos 
sociales dar a cambio al partido la base social y territorial que necesita. 
En este sentido, la relevancia y aportación de nuestro estudio radica en contribuir a una 
nueva línea de investigación poco explorada, que tiene que ver con el tipo de vínculos y 
relaciones que ha logrado establecer y desarrollar el PRD capitalino y su gobierno con las 
organizaciones sociales, pues como hemos vistos los trabajo que más se han acercado a esta 
línea, si bien advierten de una relación de dependencia, clientelar y/o corporativa, ningún 
estudio desarrolla a fondo en qué y cómo se sustentan esos vínculos. 
Es por ello, que el proceso de elaboración de este trabajo enfrentó sus primeros 
inconvenientes al carecer de un mínimo de fuentes bibliográficas y hemerográficas aceptables, 
dado que las pocas fuentes encontradas resultaban inaplicables al contexto de esta obra pues 
abordaban otros enfoques; paralelamente durante el proceso de recabación documental se 
solicitó información a diferentes dependencias públicas capitalinas, sin embargo el principal 
obstáculo fue la negativa por parte de éstas a proporcionar datos, o en su caso un acceso 
restringido, costoso, lento y de limitada infraestructura tanto en recursos materiales y humanos. 
Por ello, el principal apoyo de este trabajo fue la revisión de textos teóricos, tanto en libros 
como en revistas especializadas. Entre ellos se encuentran los textos relacionados con: los 
grupos en el interior de los partidos, la institucionalización partidista, el clientelismo político y 
sobre la calidad de la democracia en relación a las dificultades que ésta enfrenta cuando la 
vinculación clientelar representa el uso discrecional de los bienes públicos. Sin embargo, cabe 
destacar que este trabajo se nutrió esencialmente del soporte documental de la exploración de 
información hemerográfica en los principales diarios de circulación nacional, a través de la 
búsqueda minuciosa de declaraciones y datos que proporcionaran las herramientas de análisis 
de una práctica informal, de la cual se sabe que existe, pero al estar en la sombra poco se 
sabe de ella. 
 
 
 
 
10 
Para los fines de esta investigación, contar con una serie de herramientas teóricas y 
conceptuales que nos proporcionen un punto de partida es indispensable. Por ello, el primer 
punto a destacar dentro de la investigación es el qué debemos entender por organizaciones 
urbano-populares, siendo éstas las clientelas políticas del sol azteca. 
Las organizaciones sociales, en general, son grupos de personas que interactúan entre sí, 
en virtud de que mantienen determinadas relaciones sociales con el fin de obtener ciertos 
objetivos comunes. Las organizaciones sociales, a diferencia de los partidos políticos, no tienen 
la pretensión de tomar el poder y gobernar, pero sí procuran influir en los que gobiernan. En el 
caso que nos compete las organizaciones sociales, no son parte de nuestro objeto de estudio, 
sino más bien las organizaciones urbano-populares, es decir, un subconjunto de las 
organizaciones sociales. 
Al respecto, Juan Manuel Ramírez Saiz, estudioso del Movimiento Urbano Popular en 
México ubica lo específico de estas organizaciones, lo cual viene dado a partir de sus 
demandas y sus particularidades. Así, las organizaciones urbano-populares se caracterizan 
por definir objetivos y localizar sus actividades a partir de la base territorial, cuyo trabajo se 
ubica en el plano de la gestión urbana; entre las que destacan, el suelo urbano, en cuanto 
soporte de vivienda, la vivienda misma y los servicios urbanos. Sin embargo, es en el primer 
capítulo donde se ahonda en el estudio de las características y peculiaridades de las mismas. 4 
Un segundo elemento a tratar en nuestra conceptualización es la presencia de los grupos 
dentro de los partidos políticos, los que se denominan corrientes, fracciones y/o facciones. 
Los partidos políticos, a partir de la extensión del sufragio universal y el desarrollo de la 
democracia representativa, fueron surgiendo como formaciones políticas cuya función fuese dar 
cauce a las demandas e intereses de los distintos grupos y sectores sociales para estructurarlos 
alrededor de grandes proyectos de nación y atraer a ellos el respaldo de los electores.5 
Por tal motivo, los partidos políticos son agentes fundamentales de la representación política, 
y virtualmente, los únicos actores que tienen acceso a la competencia electoral. Los partidos 
son, antes que nada, maquinarias electorales. Su finalidad es ganar elecciones como medio 
para alcanzar y conservar el poder. Sin embargo, no hay que olvidar que nacieron como 
enlaces entre la sociedad y el Estado; primero para dar expresión a los principales intereses 
sociales y; posteriormente para promover la participación de los ciudadanos en los asuntos 
 
4
 Ramírez Saiz, Juan Manuel, El movimiento Urbano Popular en México, México, SXXI, 1986, pp. 26-28. 
5
 Peschard, Jacqueline. “Los retos de los partidos políticos en la postransición” Los partidos políticos en México 
¿Crisis, adaptación o transformación?, México, Gernika-UNAM, 2005, p. 41. 
 
 
 
11 
públicos y, a partir de ahí, organizar la representación política.6 
Con todo, los partidos pueden ser abordados,como lo hemos destacado, de modo unitario, 
es decir, como cuerpos de representación social, no obstante, en el ejercicio cotidiano los 
partidos son cuerpos, que con frecuencia funcionan como sistemas políticos que poseen su 
propia normatividad, autoridades, procesos de selección, elecciones internas, competencias, 
reclutamientos y grupos internos, etc.7 En esta línea de investigación, en el interior de todo 
partido se desarrollan fracciones o corrientes, es decir, una serie de agentes políticos que 
surgen o se aglutinan en función de factores que favorecen su conformación. Estos factores de 
cohesión se pueden dar en relación a ciertos intereses o valores comunes; por cuestiones 
ideológicas, de acuerdo a ponderaciones que pueden ir de moderados a radicales o por simples 
interpretaciones; cuando se comparten líneas de acción política o programáticas; en torno a un 
caudillo o líder; con la finalidad de obtener posiciones poder, o porque se tiene un mismo origen 
social, económico o de clase, entre otros. 
Retomando a Giovanni Sartori, 
… un partido es una suma de individuos que conforman una constelación de grupos rivales. Un partido cuando se 
le observa desde dentro, puede ser incluso una confederación flexible de subpartidos (…) el partido como 
sistema, es un sistema cuyas partes son las subunidades del partido.
8
 
 
Debido a esto, Sartori menciona que, muchas veces el carácter del partido se halla en el 
carácter de sus subunidades. Si bien, el partido político es un universo de grupos, nuestro autor 
menciona una triple articulación terminológica de subunidades en el interior de un partido 
político: fracciones (categoría general, no especificada), tendencias (conjunto establecido de 
actitudes) y facciones (grupo específico de poder). 
Cabe destacar que el término fracción, no es definido por Sartori, más bien nos menciona lo 
que no es una fracción en relación a lo qué es un partido y una tendencia. En ese sentido, el 
 
6
 En este sentido, el propósito fundamental ha sido asegurar que los intereses de la población estén presentes en 
los procesos de toma de decisiones, para con ello legitimar el ejercicio del poder; sin embargo, en la actualidad las 
funciones que los partidos han cumplido son: a) postulación de candidatos; b) movilización electoral; c) 
estructuración de temas de debate público; d) representación social; e) agregación de intereses; f) formación y 
sostenimiento de gobiernos e; g) integración social, en Reveles, Francisco. Partidos Políticos en México. Apuntes 
teóricos, México, Gernika-UNAM, 2008, p. 29. 
7
 Consultar Sartori, Giovanni, Partidos y Sistemas de Partido: marco para un análisis, Madrid, Alianza, 2005, pp.105-
119. 
8
 Sartori, Giovanni, Op. Cit., p. 105. 
 
 
 
12 
autor nombra a tres autores que han escrito acerca del partido y facción, entre ellos destacan 
Bolingbroke9, Hume10 y Burke11. 
Así para recapturar el mensaje, Sartori, enlista tres premisas: a) los partidos no son 
facciones: si un partido no es diferente a una facción, entonces no es un partido sino una 
facción. Las facciones valoran el yo, y desprecian al público. Los partidos son instrumentos para 
lograr beneficios colectivos y vinculan al pueblo y al gobierno; b) un partido es parte de un todo: 
partido comunica la idea de parte, esto señala el vínculo existente entre una parte y su todo. Un 
partido debe ser una parte capaz de gobernar en aras del todo; c) los partidos son conductos de 
expresión: Los partidos pertenecen a los medios de representación. Los partidos son un 
instrumento para representar a un pueblo al expresar sus exigencias ante las autoridades.12 
Derivado de lo anterior y, a partir del análisis de Sartori y Lucas Verdú, en este trabajo se 
entenderá como: Tendencia, una serie de actitudes que manifiestan los grupos en el interior del 
partido, en este caso, se trata de la expresión de posiciones ideológicas y no expresamente la 
búsqueda del poder13; Fracción, aquel “agrupamiento dueño de una estructura organizativa, 
cohesionada y disciplinada que intenta dominar los puestos claves del partido y establecer las 
directrices programáticas y tácticas considerándose auténtica representación de todo él”14 y; 
Facción, aquel grupo que busca y lucha por el poder, por lo tanto su actitud es excesivamente 
pragmática. Por tanto, una facción, es su sentido estricto, tiene actitudes pragmáticas y carecen 
en general de planteamientos ideológicos y programáticos.15 
 
9
 En términos generales este autor menciona que “…los partidos son un mal político, las facciones son las peores de 
todos los partidos”, Así, Bolingbroke habla del partido del país, es decir, aquel que debe formarse con arreglo a 
principios de interés común. El partido como necesidad en pro de una buena causa, en Sartori, Op. Cit, p. 31-33. 
10
 Respecto a las facciones, Hume, asimismo establece una tipología del partidismo haciendo una distinción entre 
los grupos personales y reales. Los primeros son característicos del pasado, mientras que las reales son 
características del mundo moderno. Las facciones reales, a su vez se subdividen en tres clases; por interés, por 
principios y por afectos, en Sartori, Op. Cit, p. 34-35. 
11
 Este autor manifiesta que los partidos superan a las facciones porque no se basan sólo en intereses sino también 
en principios comunes. Define al partido como un cuerpo de hombres unidos para promover el interés nacional es 
decir, “Esta generosa ambición de poder…[la del partido] se distinguirá fácilmente de la lucha mezquina e 
interesada por obtener puestos y emonumentos”, en Sartori, Op. Cit. p. 36-39. 
12
 Sartori, Op. Cit. p. 60-61. 
13
 Definición retomada de Richard Rose, en Sartori, Op. Cit. p. 110. 
14
 Verdú, Pablo Lucas, “Microanálisis de los partidos políticos: las corrientes intrapartidistas” en Principios de 
Ciencia Política, T.III, Estado contemporáneo y fuerzas políticas, Madrid, Tecnos, 1974, pp. 81 ss. 
15
 Al respecto Giovanni Sartori, añade al retomar a Hume, que una fracción como “categoría general, no especifica” 
puede ser diferenciada de una facción en su aspecto motivacional, en tanto que existen dos tipos de fracciones: las 
que se constituyen por interés y las fracciones por principios. En estricto sentido, las fracciones por interés son 
facciones: conjunto de miembros que actúan en la búsqueda del poder mismo y actúan por despojos 
caracterizándose por tener una base social clientelista, en Sartori, Op. Cit. p. 113. 
 
 
 
13 
De acuerdo a esta tipología, para nosotros los grupos del PRD pueden ser identificados 
plenamente como facciones, es decir, como grupos que actúan buscando expresamente el 
poder, las cuales no poseen una estructura clara y son de escasa duración.16 
Sin embargo, los partidos debido a su carácter de grandes mediadores entre la sociedad y el 
Estado, los partidos políticos y las organizaciones sociales, suelen encontrarse en un mismo 
plano de acción de lucha, que a veces los lleva a establecer relaciones con el fin de acumular 
fuerzas y seguidores, y así obtener mayor cantidad de apoyo a sus demandas y actividades. La 
relación entre partidos y organizaciones sociales puede ser ocasional y ocurrir sólo en 
momentos de lucha electoral o movilización social. Incluso, sus alianzas pueden provocar la 
modernización y el cambio institucional a través de reformas políticas dentro de una sociedad. 
En el caso del Partido de la Revolución Democrática dichas alianzas, a lo largo del tiempohan sido viciadas por el ejercicio clientelar entre facciones y organizaciones, pues más allá de 
la lealtad que éstas le puedan profesar al partido, las organizaciones y los líderes mantienen 
compromisos con las bases; y de la pervivencia de sus demandas depende su capacidad de 
presión y, por ende de negociación política. Además no se puede negar que la participación de 
las organizaciones se ha dado con un carácter de facción partidista, como grupo de presión que 
influye tanto en la elección de dirigentes y candidatos como en la propia orientación del partido. 
Así, un tercer concepto básico para el análisis de nuestra investigación, es el clientelismo 
político, el cual como fenómeno y como práctica social y política es definido por la mayor parte 
de la literatura existente como “un intercambio de favores y servicios de parte de líderes 
políticos partidarios por apoyo o lealtad política por parte de los ciudadanos, que en esta 
relación social adquieren el carácter de clientes.”17 
Para profundizar sobre el tema retomaremos a autores como Eisenstand y Roniger18 
quienes en conjunción con los postulados de Kaufman19, Scott20 y Trotta, presentaremos las 
 
16 Es importante mencionar que las subunidades dentro de los partidos políticos son categorías de análisis, lo cual 
desde luego no implica que su presencia dentro de las instituciones políticas sean desatinadas o su simple 
existencia sean atípicas en la configuración de los partidos de masas, sino más bien de cómo éstas llegan a influir en 
el funcionamiento del mismo. En este sentido, las subunidades dentro del PRD no quedan prohibidas o restringidas 
en ninguna de las reglamentaciones de carácter público y general, mientras que en los Estatutos del sol azteca 
tampoco las prohíbe, al contrario las reglamenta (ver artículos 20, 21, 22, 23, 24 y 25). 
17
 Trotta. Miguel. La metamorfosis del clientelismo político. Contribución para el análisis institucional, Argentina, 
Espacio, 2003, p. 24. 
18
 Eisenstadt S, Roniger L, Patrons, Clients and Friends: Impersonal Relations and the Structure of Trust in Society, 
Cambridge University Press, 1984 en Espinal Rosario, “Clientelismo”, Diccionario Electoral del Centro de Asesoría y 
Promoción Electoral-Instituto Interamericano de Derechos Humanos, Tomo I, Costa Rica, p. 140. 
 
 
 
14 
características más importantes de dicha práctica debido a que la mayoría de éstas son 
compartidas por los autores. 
Un elemento a destacar en el análisis de los vínculos clientelares es que, la relación de los 
clientes con el patrón no se apoya únicamente en su interés por los favores que pueden recibir 
a cambio de su adhesión, sino que está basada en la concepción que éstos se forman a partir 
de su experiencia del funcionamiento del poder, y en las expectativas que así desarrollan. Y 
aunque la relación entre cliente y patrón se establezca como asimétrica, existe en buena 
medida una dependencia mutua. 
En el caso del Gobierno de D.F. los vínculos con las organizaciones sociales no son más 
que la extensión de las relaciones clientelares ya existentes con las facciones del PRD-DF, el 
cual como partido depende de ellas tanto como base electoral como para “lo que se le ofrezca 
al gobierno” en determinados momentos coyunturales. Por ello, para integrar nuestra 
conceptualización más allá de las características del clientelismo, retomaremos la tipología de 
Susana Corzo, quien nos ofrece una propuesta analítica presentando tres tipos de relación 
clientelar basado en los bienes y recursos intercambiados, todo ellos específicos de contextos 
democráticos: el clientelismo electoral, el clientelismo de partido y el clientelismo burocrático. 21 
Lo destacado del perredismo capitalino es que este tipo de relaciones clientelares extendidas 
hasta el Gobierno del D.F, establecidas con las diversas organizaciones urbano-populares ha 
respondido a un problema estructural del propio partido, como lo es la presencia de facciones y 
en general, el escaso nivel de institucionalización que ha logrado el partido desde su fundación. 
En este sentido, parte de nuestra conceptualización plantea la institucionalización partidaria 
como eje de discusión de las deficiencias estructurales presentes en el perredismo local. La 
aplicación de este concepto en la presente investigación será entendida como la etapa de 
consolidación organizativa del partido político y, cuando este proceso se cumple, el partido 
adquiere un valor por sí mismo en función de los fines organizativos que persigue, los cuales 
 
19
 Kaufman, Robert “The Patron-client concept and macro polictic: Prospects and Problem” Comporative Studies in 
Society and History, Vol. 16, N° 4, London, 1974 en Espinal Rosario, Op.Cit.p.141. 
20
 Scott, J. “Patronege or explotations” in Patronages and clients in Mediterranean societies, Docworth, Londres, 
1977, en Trotta Miguel, Op. Cit, p. 25. 
21
 Corzo, Susana “El clientelismo político como intercambio”, Universidad de Granada, Barcelona, Working Paper, 
No 206, 2002, en http://www.recercat.net/bitstream/2072/1264/1/ICPS206.pdf. 
 
 
 
15 
son incorporados al partido y se convierten en inseparables e indistinguibles de él, a través de 
procedimientos internalizados, reconocidos, aceptados y valorados por sus integrantes.22 
Al respecto, se encontró un importante referente en la obra de Philip Selznick23, en la que se 
plantea una doble dimensión del concepto que hasta hoy ha perdurado. Por un lado, la 
institucionalización como rutinización de un sistema formal de reglas y objetivos y; la 
institucionalización como proceso de internalización de valores, en la cual la organización pasa 
de ser un instrumento material a convertirse en una valiosa fuente de satisfacción personal. 
Dentro de la primera concepción denominada formalista, abordaremos los estudios de Samuel 
Huntington y Ángelo Panebianco. 
Para el primero, la institucionalización representa el “proceso mediante el cual una 
organización logra la regulación, la estabilidad y la permanencia de sus procesos internos.24 
Por su parte, para Panebianco la institucionalización es, en general, un componente que junto 
al modelo originario de los partidos, determina su evolución organizativa, en tanto que son 
fórmulas interpretativas del funcionamiento originario.25 Por ello, para nuestro autor, la 
construcción de un partido por penetración territorial, sin instituciones externas patrocinadoras y 
sin liderazgos carismáticos, tiene más posibilidades de alcanzar un alto grado de 
institucionalización. 
El enfoque de este autor debe ser ponderado en cuanto a la idea de considerar que todo 
partido debiera llegar a una fase de institucionalización. Para reconocer el grado de 
institucionalización, Panebianco enlista cinco indicadores: 1) la presencia de una burocracia 
central fuerte; 2) la homogeneidad entre órganos internos del mismo nivel; 3) la regularidad y 
pluralidad de fuentes de financiamiento; 4) una relación del partido con organizaciones 
cercanas en la que aquél mantiene el predominio y; 5) correspondencia entre estatutos y 
estructura del poder organizativo.26 
La dificultad de este enfoque radica en que, la institucionalización equivale a la rutinización 
más acabada. Ante esta perspectiva y en complemento teórico, retomaremos los estudios de22
 Consultar Panebianco, Ángelo. Modelos de partido, organización y poder en los partidos políticos, Madrid, 
Alianza, 1990; y Randall, Vicky y Lars Svasand, “Party institutionalization in new democracies” Party Politics, (8), pp. 
5-29 en Martínez, Víctor Hugo, Fisiones y fusiones, divorcios y reconciliaciones. La dirigencia del Partido de la 
Revolución Democrática (PRD) 1989-2004, México, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Plaza y Valdés. 
23
 Selznick, Philip, El mundo en la administración: una interpretación sociológica, Madrid, Imprenta Nacional del 
Boletín del Estado, pp. 17- 30. 
24
 Huntington, Samuel, Orden Político en las Sociedades en Cambio, Buenos Aires, Paidós, 1972, pp. 410-430. 
25
 Panebianco, Ángelo. Modelos de partido, organización y poder en los partidos políticos, Madrid, Alianza, 1990. 
26
 Panebianco, Ángelo, Op.Cit., pp.123-125. 
 
 
 
16 
Vicky Randall y Lars Svasand27; y March y Olsen28, quienes establecen que los partidos 
consiguen la estabilidad a través de una institucionalidad menos formal. 
Desde este enfoque, Randall y Svasand, plantean que la institucionalización se consigue 
gracias a patrones rutinizadores acompañados de pautas de comportamiento no 
homogeneizadas, pero apegadas a los valores que el partido representa, es decir, la 
institucionalización como un proceso que implica la internalización de valores (infusión de 
valores). Así la institucionalización constituye “el proceso por el cual el partido se consolida en 
términos de patrones de conducta y de actitudes o cultura.”29 La característica fundamental de 
la institucionalización informal es transformar a la organización en un valor en sí mismo, allende 
requisitos técnicos formales pero a favor de una cultura partidista basada en identidades 
políticas y códigos generales de referencia. 
Por su parte, March y Olsen, afines a este tipo de pensamiento, sostienen que un alto nivel 
de institucionalización se alcanza cuando los miembros de una organización se apegan a un 
conjunto de normas y valores. Este planteamiento, denominado institucionalismo normativo, 
sostiene que del seguimiento, por parte de sus miembros, de las reglamentaciones y las rutinas 
que se desarrollan para poner en ejecución los valores de las instituciones dependerá el éxito 
de su estabilidad. En tanto, los individuos no sólo se comprometen con los objetivos de la 
organización sino que terminan por moldear su comportamiento para actuar bajo los preceptos 
de dichos valores y, en la medida en que los individuos hacen elecciones conscientes, éstas 
siempre estarán dentro de los parámetros establecidos por los valores institucionales 
dominantes de la organización.30 
Las implicaciones de la débil institucionalización del perredismo local aunado a las prácticas 
clientelares ejecutadas y extendidas por el GDF, sin lugar a dudas tienen sus manifestaciones 
más claras, en la modificación del sistema de partidos, entendido éste como las relaciones que 
guardan entre sí los diversos partidos políticos para la consecución del poder político, cuyas 
relaciones supone en primer lugar la competencia electoral entre ellos y, eventualmente la 
cooperación entre ellos en otros ámbitos, sobre todo dentro del poder legislativo.31 
 
27
 Randall, Vicky y Lars Svasand, “Party institutionalization in new democracies” Party Politics, (8), pp. 5-29 en 
Martínez, Víctor Hugo, Fisiones y fusiones, divorcios y reconciliaciones. La dirigencia del Partido de la Revolución 
Democrática (PRD) 1989-2004, México, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Plaza y Valdés, p. 43. 
28
 March y Olsen, en Gay, Peter, El nuevo institucionalismo, Barcelona, Gedisa, , 2003, pp. 45-68. 
29
 Randall V. y Svasand L. Op. Cit. P. 43. 
30
 March y Olsen, Op. Cit. p. 52. 
31
 Sartori, Partidos y sistemas de partidos, Op. Cit. pp. 157-167. 
 
 
 
17 
Es por ello que el sistema de partidos en la capital tiene relevancia, en la medida en que el 
PRD ejerce un gran control en la toma de decisiones no sólo en la Asamblea Legislativa sino en 
las Jefaturas delegacionales y de Gobierno a causa del predominio que posee, en detrimento 
de las otras fuerzas políticas. 
El sistema de partido predomínate que nosotros apuntamos que existe en la capital debe ser 
entendido en relación a un tipo de pluralismo de partidos en el cual es posible la alternancia en 
el poder político y de los puestos públicos, ya que el sistema político brinda amplias 
oportunidades para el disenso abierto y efectivo para oponerse al predominio del partido 
gobernante,32 en tanto que, principalmente el PAN ha podido arrebatarle al PRD capitalino 
jefaturas delegacionales y diputaciones locales y federales. 
Sin embargo, las implicaciones del clientelismo político en el proceso de consolidación 
democrática también resultan para nosotros trascendentales, en la medida en que la propia 
institucionalidad democrática, además de ser deficiente, se encuentra comprometida. Al 
respecto, el clientelismo como práctica de intercambio es visto como una institución informal 
dentro del sistema político, razón por la cual incorporaremos algunas ideas expuestas en los 
trabajos de Guillermo O’ Donnell, quien desde una nueva perspectiva repensó la experiencia de 
otro tipo de institucionalización básicamente informal.33 
En línea con lo planteado por O’ Donnell, América Latina en general adolece de una muy 
baja institucionalización de su democracia con un escaso y débil alcance. El lugar de esas 
instituciones es ocupado por otras prácticas no formalizadas, pero firmemente arraigadas como 
el clientelismo, el patrimonialismo y la corrupción. De este modo, el clientelismo no sólo 
adquiere la condición de institución informal dentro de las prácticas del sistema político, sino 
que su presencia contraviene uno de los principales aspectos del complejo institucional de la 
democracia: la distinción, en términos legales, normativos y de comportamiento, entre la esfera 
pública y la privada; en tanto que las funciones que asumen los individuos en las instituciones 
políticas no deben estar dominadas por motivos particulares sino por concepciones 
universalistas orientadas a la obtención del bien común. 
Asimismo, para complementar nuestro marco de análisis referente al papel del clientelismo 
como obstáculo de la consolidación democrática, retomaremos los argumentos expuestos por 
 
32
 Sartori, Partidos y sistemas de partido, Op. Cit. p.255. 
33
 O’ Donnell, Guillermo, “Otra institucionalización” en Política y Gobierno, vol. lll, núm. 2, segundo semestre de 
1996, p.224 en http://www.politicaygobierno.cide.edu/num_anteriores/Vol_III_N2_1996/O%27Donell.pdf. 
 
 
 
18 
Morlino y Diamond 34 referentes a las principales dimensiones que estos autores han 
destacado en el estudio de la calidad de la democracia, como elementos adicionales de los 
argumentos formulados por Guillermo O’ Donnell. 
En la conceptualización no podemos dejar de mencionar, que para nosotros parte del apoyo 
y de la fuerza política que ha tenido el gobierno perredista en la capital se ha debido al fuerte 
componente social de sus políticas públicas de corte populista, entendidas como aquellas 
políticas de gobierno donde se legitima por un criterio político, dirigiendo los programas a las 
zonas y grupos en conflicto,orientándose a los más pobres, marginados o a los núcleos 
empobrecidos.35 
Visto lo anterior, de acuerdo al nuestro problema de investigación, las hipótesis en 
manejamos en la investigación son las siguientes: 
1. Los vínculos establecidos entre el Gobierno del D.F. y las organizaciones urbano-populares 
están basados en el intercambio de servicios y gestión de demandas por parte de los 
servidores públicos a cambio de lealtad, apoyo político y electoral de parte de las 
organizaciones. Dichos vínculos, son el resultado de la extensión y la ampliación hacia las 
estructuras gubernamentales de los vínculos clientelares existentes entre las distintas 
corrientes del PRD-D.F. y sus organizaciones. 
Es decir, el vínculo clientelar a través del voto en elecciones internas, no se rompe en la 
selección ni el arribo del líder social o miembro de facción a los puestos partidarios o de 
representación popular, sino que se mantienen y refuerzan en cada gestión que ejecuta el 
servidor público desde las dependencias gubernamentales a fin de favorecer las demandas 
de las organizaciones, pues aquéllos entienden que de no actuar a favor de las clientelas, 
éstas pueden ser atraídas por otras facciones perredistas, y ver disminuida su 
2. Las causas de la existencia y el ensanchamiento de los vínculos clientelares hasta las 
instancias de la administración pública del D.F., tienen su origen en la presencia de múltiples 
facciones que conforman el PRD-D.F., la poca formación política de los militantes y cuadros 
partidistas y la existencia preponderante de clientelas, así como el escaso trabajo territorial y 
de base, la falta de una cultura de la transparencia y rendición de cuentas. 
 
34
 Morlino, L. “Calidad de la Democracia. Notas para discusión ” en Metapolítica, N°39, 2005, pp.37-53 y, Diamond, 
L. The global divergence of democracies, The John Hopkins Univresity Press, 2001 en Duhem, Mónica, “La 
importancia de definir un concepto de calidad de la democracia”, El Cotidiano, No 140, Vol. 21, UAM-Azcapotzalco, 
México, p. 58-66. 
35
 Cansino César y Covarrubias, Israel “Retóricas y dinámicas del populismo en México. Un análisis desde la teoría 
política” en Enfoque, núm. 7, segundo semestre, México, 2007, pp. 37-72. 
 
 
 
19 
3. Tales fenómenos en conjunto no han permitido la completa institucionalización del PRD 
debido a las constantes disputas por el control de la dirigencia, los recursos y los puestos 
públicos y administrativos a causa de no acatar las propias reglas estatutarias y al poco 
interés que la dirigencia muestra en la formación de cuadros profesionales. En este sentido, 
de acuerdo a los parámetros establecidos por el desarrollo teórico del término 
institucionalización partidista en su versión formal-rutinización (teniendo como máximo 
exponente a Ángelo Panebianco) e informal-infusión de valores (Randall y Svasand) dado 
su funcionamiento y actuar, el PRD capitalino exhibe serias deficiencias para considerarlo 
un partido con un alto grado de estabilidad e institucionalización. 
4. El PRD requiere de una sólida institucionalización, pues por principio de cuentas nos 
encontramos con un partido poco comprometido con los supuestos básicos de su 
reglamentación interna: el respeto al voto libre y secreto, la afiliación individual de 
ciudadanos, el respeto a sus autoridades y/o dirigentes y la trasparencia. Por tanto, como 
partido gobernante al practicar y establecer relaciones clientelares a través de sus facciones 
no contribuye al proceso y al avance democrático de la capital pues sus vínculos 
demuestran la carencia de trabajo territorial e incapacidad política para allegarse 
simpatizantes por medios legales y transparentes. Es por ello que, el PRD requiere de 
cambios que le permitan alcanzar las siguientes características: a) una militancia ciudadana 
e individual, no corporativa ni clientelar; b) una ideología definida que se exprese en su 
programa y en su línea política; c) movilización permanente de la mayoría de sus miembros 
más allá de los períodos electorales o coyunturales; d) trabajo arduo en comités de base; e) 
respeto a las normas y a sus propios principios de doctrina ; f) organización social y cuerpo 
de funcionarios altamente calificados. 
5. El sistema de partidos en el D.F. se ha visto modificado gracias a los constantes triunfos del 
PRD en el D.F. consecuencia de los vínculos clientelares con las organizaciones y su 
promoción desde el Gobierno del Distrito Federal. Así, el sistema de partidos imperante en 
el D.F. puede ser caracterizado como un sistema de partido predominante debido a que en 
las últimas tres elecciones la mayoría del PRD ha ido en ascenso tanto a nivel Jefe de 
Gobierno como Asamblea Legislativa, lo cual ha desalentado la participación y el trabajo 
partidista del PRI-PAN. En este sentido, se corre el riesgo del desencanto y abstencionismo 
en los ciudadanos del D.F., causando una mayor dependencia del PRD-DF hacía las 
organizaciones, las cuales seguirán dándole sustento electoral, reproduciendo las relaciones 
clientelares desde las estructuras gubernamentales, obstaculizando la consolidación 
 
 
 
20 
democrática. Las causas que pueden explicar el predominio del PRD capitalino, modificado 
con ello el sistema de partidos son: el impacto y beneficio de una gestión gubernamental 
sustentada en políticas de corte populista y vínculos clientelares que se traducen en un 
amplio apoyo electoral y un trabajo parlamentario que se ha sustentado en el predominio de 
una fuerza política y la debilidad de la oposición. 
Por último, la estructura el presente trabajo de tesis se compone de cuatro capítulos. El 
primer capítulo está dedicado a tres cuestiones: los grupos internos, el reclutamiento y la 
organización interna a nivel básico del Partido de la Revolución Democrática, los cuales en 
conjunto los hemos denominado los grandes problemas estructurales debido al alto grado de 
conflictividad que generan. Es importante mencionar que aun cuando la investigación está 
situada en el Distrito Federal, aquí se retoman en su generalidad los conflictos internos del 
partido porque a pesar de todo, la capital no sólo es el lugar donde se asienta el Comité 
Ejecutivo Nacional, y donde se toman y ejecutan las más relevantes decisiones, sino es 
muestra de las múltiples complicaciones a las que se enfrenta el PRD en el resto de las 
entidades, siendo la capital una de las entidades con mayor afiliación y simpatizantes 
perredistas, en tanto que además cuenta con la mayor cantidad de recursos materiales, 
humanos y financieros para lograr un buen funcionamiento del cual adolece. 
El segundo capítulo, por su parte, aborda el proceso de vinculación clientelar entre las 
organizaciones urbano-populares y el Gobierno del Distrito Federal y tiene como objetivo 
conocer los primeros acercamientos que asumieron las organizaciones y el PRD-DF; establecer 
el proceso de fortalecimiento de los vínculos clientelares entre las facciones perredistas y las 
organizaciones, y su acceso a las esferas del poder a partir de su arribo al Gobierno del D.F.; y 
señalar la consolidación de los vínculos clientelares entre organizaciones y PRD capitalino a 
través del uso de las estructuras gubernamentales para afianzar dichos vínculos. 
El tercer capítulo, lo dedicaremos a distinguir el clientelismo simple y el complejo, 
acentuando el papel del gestor social en la reproducción de dicha práctica, así como el uso de 
presiones ejercidas por los clientes para obtener beneficios;destacando el apoyo político y 
electoral otorgado al Gobierno del Distrito Federal, enfatizando que el binomio coacción-
intimidación es parte fundamental de la relación, dando paso a destacar los beneficios 
conseguidos por las organizaciones urbano-populares gracias a su vinculación clientelar con el 
Gobierno del Distrito Federal, a través del uso de las dependencias gubernamentales 
satisfactorias de dichas demandas. 
 
 
 
21 
El cuarto y último capítulo que compone este trabajo, establece cuáles han sido –y son- las 
repercusiones y las consecuencias del empleo y ejecución de las prácticas de intercambio 
informal, tanto para el sol azteca capitalino como para el gobierno del Distrito Federal; sus 
alcances y repercusiones en la competitividad del sistema de partidos; la institucionalidad 
democrática y sus implicaciones como obstáculo para el avance y el desarrollo de una 
democracia de calidad. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
22 
 
Capítulo I 
Los problemas estructurales del Partido de la Revolución Democrática 
 
El estudio de los partidos políticos, desde la visión organizativa, puede ser abordado desde dos 
ángulos, como un todo unitario y como un organismo formado por otros en su interior, es decir, 
como unidad o como un sistema compuesto por grupos. Esta segunda visión, hace referencia a 
que los partidos políticos pueden ser abordados como sistemas políticos que poseen sus 
propias reglas, elecciones internas, grupos, competencias, reclutamiento, etcétera. Desde esta 
perspectiva, el primer capítulo estará dedicado a tres cuestiones: los grupos internos, el 
reclutamiento y la organización interna a nivel básico del Partido de la Revolución Democrática, 
los cuales en conjunto los hemos denominado los grandes problemas estructurales debido al 
alto grado de conflictividad que generan. 
 
I.1 Las facciones en el PRD 
 
La fundación del Partido de la Revolución Democrática en mayo de 1989 estuvo marcada por el 
aglutinamiento de múltiples vertientes políticas, entre las que destacaron: 1) la Corriente 
Democrática del PRI; 2) el Partido Mexicano Socialista, representante de la izquierda 
independiente; 3) la izquierda social, representada por una gran variedad de movimientos 
sociales, vecinales, urbano-populares, estudiantiles, campesinos, etc., y; 4) algunos ex 
integrantes de los llamados partidos satélites o paraestatales, los cuales en unión configuraron 
un partido heterogéneo constituido de múltiples corrientes en todos sus niveles de dirección. 36 
Estas corrientes, también conocidas en la jerga política y periodística como ‘tribus’, ‘sectas’ o 
corrientes de opinión se han caracterizado por sus constantes enfrentamientos, 
descalificaciones y pugnas producto de que aquel gran movimiento ciudadano del 6 de julio de 
1988 se convirtió en un partido político marcado por las elecciones y la búsqueda de espacios 
públicos como centro de toda su actividad política aún sin haber establecido con antelación el 
contenido y la orientación de los documentos básicos del mismo. 
 
36
 Las corrientes o grupos de expresión en el PRD surgieron en los hechos desde la creación del partido, puesto que 
muchas de las cerca de cuarenta organizaciones políticas y sociales que le dieron origen buscaron mantener sus 
afinidades ideológicas, sus intereses partidarios y sus objetivos políticos. No olvidemos que el nuevo partido fue 
conformado por viejos militante provenientes de la izquierda comunista, socialistas, marxistas-leninistas, maoístas, 
nacionalistas, revolucionarios, líderes sociales sin militancia partidista, etcétera, que se propusieron buscar la 
democracia, la equidad y el nacionalismo. 
 
 
 
23 
Heberto Castillo, en un acto de campaña como candidato a la presidencia nacional de PRD 
adució en tono de queja “el PRD no abandera al pueblo, sólo busca votos”.37 Cinco años más 
tarde dentro de los trabajos del IV Congreso Nacional, el presidente del Congreso, Mario 
Saucedo, manifestó que el PRD había dejado atrás la “lucha social” para convertirse en un 
“partido electorero” por lo que hacía un llamado a propiciar un “cambio que permitiera al PRD 
estrechar sus vínculos con la sociedad en general.” 38 
Si bien, en sus inicios las elecciones y la búsqueda de espacios tuvieron como propósito la 
inserción del entonces Frente Democrático Nacional en el sistema político, más que pronto las 
diversas corrientes que confluyeron más tarde en la formación del nuevo partido lograron desde 
los primeros Congresos Nacionales reglamentar su existencia y convivir entre ellas a través de 
una política de pesos y contrapesos en donde estuvieran representadas tanto en candidaturas a 
puestos de elección popular como en el Comité Ejecutivo Nacional, o los comités estatales o 
municipales dependiendo de la fuerza y solides de cada una de ellas.39 
Con esto la militancia individual y territorial pasó a segundo término a favor de la pertenencia 
a alguna de las corrientes. Así prácticamente desde sus primeros meses de existencia ha sido 
una constante en el PRD la queja y crítica a los continuos y agudos enfrentamientos que 
escenifican las corrientes por excluir y desplazar a algún grupo en la disputa por mayores 
espacios. 
En 1990, ante las dificultades políticas y organizativas que sufría el partido, Porfirio Muñoz 
Ledo sentenció “Debemos comprender que si el Partido no se estabiliza rápidamente, corremos 
el riesgo de alentar divisiones internas, sin normas claras, corremos el riesgo de exponernos al 
predominio de determinados grupos”. Pedro Peñaloza, también sentenció “Ante la búsqueda de 
nuestro perfil, que es la etapa en la que estamos, hace falta incrementar el trabajo colectivo y 
abandonar la idea de ejercer presión para conquistar posiciones.”40 En el mismo sentido se 
manifestaron Ricardo Valero y Ricardo Pascoe apuntando que lo único que unificaba a esos 
grupos no era tanto una visión política “sino el interés por escalar posiciones, controlar 
 
37
 El Nacional, 25 de junio de 1993. 
38
 El Universal, 20 de marzo de 1998. 
39
 Cuando se fundó el PRD en 1989 se estableció el compromiso formal de que todas las agrupaciones sociales y 
partidos que acordaron conformarlo se disolverían para dar lugar a una organización partidista no corporativa ni 
sectaria, dotada de órganos de gobierno democráticos, sin embargo, en la práctica, el PRD se convirtió en una 
federación sumamente heterogénea de grupos que integraron bajo el acuerdo (tácito, no explícito) de compartir 
subsidio y, sobre todo, un ‘líder moral’. 
40
 Beltrán del Río, Pascal, “En busca de consolidarse, a un año de nacido el PRD no encuentra su perfil” en Proceso, 
núm. 705, 07 de mayo 1990, pp.31-32. 
 
 
 
24 
presupuestos y tomar decisiones” por lo que demandaban su reglamentación “a fin de que 
respondieran por sus actos.” 41 
Aunque para muchos autores las corrientes son uno de los grandes problemas a los que se 
enfrentan los partidos, otros más no asocian las crisis internas de ellos a su simple y llana 
existencia, sino más bien a cómo estás llegan a operar. Por ejemplo, autores como Sartori,mencionan que “un partido es una suma de individuos que conforman constelaciones de grupos 
rivales. Un partido puede ser incluso una confederación de subpartidos”42, por lo cual los 
“partidos no son ni deben ser monolíticos”, pues sería incorrecto concebirlos como una unidad. 
Un partido es un “sistema político en miniatura” impregnado de diferencias y contradicciones, y 
no pocas veces de fuertes luchas internas. No obstante, nuestro autor menciona tres términos 
que engloban las posibilidades de grupos en el interior de un partido: fracciones, facciones y 
tendencias. 
La facción es entendida como un conjunto de miembros que actúan buscando expresamente 
el poder, dicho de otra manera son excesivamente pragmáticas y egoístas, mientras que la 
tendencia, es una serie de actitudes que manifiestan los grupos en el interior del partido, en 
este caso, se trata de la expresión de posiciones ideológicas y no expresamente la búsqueda 
del poder, por su parte, la corriente o fracción “es un agrupamiento dueño de una estructura 
organizativa, cohesionada y disciplinada que intenta dominar los puestos clave del partido y 
establecer las directrices programáticas y tácticas considerándose auténtica representación de 
todo él.” 43 
 
41
 El Financiero, 25 de noviembre de 1991. 
42
 Sartori Giovanni, Op. Cit. p. 98. Ver nota de pie 5, de la página 12. 
43
 Verdú, Pablo Lucas, “Microanálisis de los partidos políticos: las corrientes intrapartidistas” en Principios de 
Ciencia Política, T.III, Estado contemporáneo y fuerzas políticas, Madrid, Tecnos, 1974, pp. 81 ss. 
Al respecto, Giovanni Sartori señala que una fracción como “categoría general, no especifica”, puede ser definida y 
diferenciada de las otras dos –facciones y tendencias- si se consideran cuatro aspectos: 1) El aspecto organizativo, o 
sea, si ha logrado organizarse o no, y cuál es su tipo de organización, lo que incluye si tiene mejor organización que 
el partido mismo, lo que en consecuencia les proporciona un margen de autonomía bastante amplia con respecto a 
la dirigencia. 2) El aspecto motivacional, en este se aprecian dos tipos: las fracciones que se constituyen por interés 
y las fracciones por principios. En sentido estricto, las fracciones por interés son facciones: conjunto de miembros 
que actúan en la búsqueda del poder mismo y actúan por despojos caracterizándose por tener una base social 
clientelista. Las facciones por principios se dividen, a su vez en fracciones ideológicas y de opinión. Las primeras 
sustentan un conjunto de valores colectivos, las segundas asumen ideas o posiciones respecto a temas, aunque por 
lo general estas fracciones no tienen base social definida. 3) El aspecto ideológico, el cual abarca el espectro 
fanático-pragmático, por lo tanto hay fracciones ideológicas y pragmáticas. Las primeras se clasifican como 
fanáticas porque son sumamente ideológicas, coherentes y consecuentes ideológicamente. Las pragmáticas se 
reconocen por su praxis y activismo y; 4) El aspecto izquierda-derecha, aunque en este caso resultará poco útil esta 
dimensión, pues al tratarse del Partido de la Revolución Democrática, resulta evidente que se posiciona en la 
izquierda, sin embargo, la ubicación en esta dimensión nos da una clasificación inicial, así sea poco objetiva. 
 
 
 
25 
Sin embargo, los grupos que combaten por posiciones dentro del PRD podrían ser 
caracterizados como ‘facciones por interés’ que actúan ‘sin escrúpulos’, por “poder y/o despojos 
o prebendas’ caracterizadas por tener un modo de operación de clientela. Estas ‘facciones por 
interés’ no se declaran como tal, sino que se camuflajean ‘con prendas ideológicas’ para 
disfrazar su auténtica razón de ser: la obtención de cargos o emolumentos.44 Ya la misma 
Rosario Tapia, en plena sesión del Consejo Nacional reconoció “Dicen que nos hemos 
convertido en un partido de cuotas. No nos convertimos, compañeros, así nacimos (…) Todos 
lo hemos aceptado y todos los hemos avalado”45, lo que hace del PRD una federación de 
facciones que suelen defender más bien el interés particular de su grupo que el interés general 
del partido en todos los niveles de dirección, seccional, municipal, estatal y nacional.46 
Una característica de las facciones perredistas, propia de la disputa constante por el control 
de puestos burocráticos y candidaturas, es su caótico proceso de encuentros y desencuentros, 
creación y desaparición, uniones y desuniones según cambian intereses y objetivos. Es decir, 
la transformación, continuidad, extinción y procesos de alianzas depende directamente de las 
coyunturas políticas y/o electorales internas o externas que se presenten en el partido. 
Por ejemplo, la facción Trisecta47 surgió para apoyar a Mario Saucedo a la dirigencia 
nacional de 1993, luego apoyó a Andrés Manuel López Obrador en 1996 hasta disolverse 
totalmente poco después. En el caso de la Coalición Arcoíris, sirvió para la postulación de 
Muñoz Ledo a la presidencia del partido en 1993, cumplido el objetivo desapareció de 
inmediato. De manera menos trascendente, han existido pequeños grupos, que tuvieron poca 
influencia y cuya existencia ha sido efímera, ahí tenemos a la Corriente por el Cambio 
Democrático, en la que estuvieron Heberto Castillo, y la Corriente por la Reforma Democrática, 
que agrupó a intelectuales y líderes urbanos.48 
 
44
 Sartori, Giovanni, Op .Cit., pp. 103-104. 
45
 Cano Arturo y Pastrana Daniela, “La autocrítica eterna”, en Masiosare. Política y Sociedad (La Jornada), año 3, 
núm. 137, 30 de julio de 2000, p.3. 
46
 Al respecto comentó Héctor Bautista, ex presidente municipal de Nezahualcóyotl “en las presidencias 
municipales en manos del PRD, priva la distribución de puestos en función de las cuotas prometidas a las diversas 
corrientes locales” (El Universal 15 de agosto de 2000). Rosario Robles, por su parte apuntó “el PRD es más bien 
una agencia de colocaciones en lugar de un partido político” (El Universal, 3 de agosto de 2000). 
47
 La Trisecta aglutinó a los miembros de la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria, Movimiento Revolucionario 
del Pueblo y al Partido Patriótico Revolucionario. 
48
 Existen perredistas que por su militancia, contactos y experiencia, han logrado moverse sin pertenecer a una 
corriente en concreto, los caso de Adolfo Gilly, Ricardo Pascoe o Arnoldo Martínez Verdugo son los más conocidos. 
Cabe destacar, que éstas individualidades también responden a una dinámica que sólo les permite existir a 
condición de contactos personales con los líderes del partido. 
 
 
 
26 
Por su parte, también han existido corrientes que por algún tiempo representaron un espacio 
de coordinación e ‘identidad’ para sus miembros, por ejemplo, los cardenistas (todos aquellos 
que giraron alrededor de Cuauhtémoc Cárdenas), los porfirios (gente cercana a Muñoz Ledo), 
los puntos (ex militantes de la Organización Revolucionaria Punto Crítico, los más connotados 
fueron Raúl Álvarez Garín, Fernando Campo y Marco Rascón), los peces (ex militantes del 
Partido Comunista Mexicano) o los cívicos (remanente de la Asociación Cívica Nacional 
Revolucionaria y que giran alrededor de Mario Saucedo), sin embargo estas también se han 
reagrupado según la coyuntura histórica y en la actualidad muy pocas subsisten. 
O qué decir de los sucesos exhibidos en 2006,cuando frente a un reagrupamiento interno 
nacional, se creó el Frente Político de Izquierda (FPI) alianza que aglutinó ocho corrientes con 
el propósito, según sus dirigentes,de convertirse en una fuerza política y social que influyera 
de manera decisiva en la conducción del PRD, el Frente Amplio Progresista y la Convención 
Democrática, así como para mantener y ampliar el apoyo ciudadano al Proyecto Alternativo de 
Nación encabezado por López Obrador, y contribuir a la derrota del proyecto de derecha 
basado en el modelo económico neoliberal, sin embargo, una vez que concluyó el X Congreso 
Nacional realizado en la Ciudad de México del 16 al 19 de agosto de 2007, y que inició el 
proceso para renovar la dirigencia nacional desapareció.49 
Inmediatamente desaparecido el FPI fue creada Izquierda Unida cuya finalidad fue impulsar 
la candidatura de Alejandro Encinas para la presidencia nacional del PRD prevista para marzo 
de 2008, facción que se mantuvo hasta las elecciones de 2009, pero que ahora parece haberse 
desmembrado por completo, sobre todo si tomamos en cuenta que el 14 de diciembre de 2009 
se reagruparon las corrientes y se formó la facción Unidad Nacional de Izquierdas.50 
 
49
 El Frente agrupó al Foro Nuevo Sol, Alianza Democrática Nacional, Izquierda Democrática Nacional, Izquierda 
Social, Movimiento de Bases Insurgentes, Red de Izquierda Revolucionaria, Unidad y Renovación y el Movimiento 
Nacional Organizado ‘Aquí Estamos’. Sin embargo en los hechos este aglutinamiento (FPI) se formó con el propósito 
de hacerle contrapeso a la facción Nueva Izquierda, la cual en ese momento contaba con el mayor número de 
delegados, consejeros, diputados federales, asambleístas y dirigencias locales. Todo ello en el marco de la próxima 
disputa a la dirigencia nacional en donde marcarían el rumbo que seguiría el PRD en temas como, su relación con el 
PAN, el gobierno de Calderón y su política de alianzas en las Cámaras, entre las más importantes. 
50
 La mayoría de los miembros de esa reciente expresión partidista dieron a conocer su renuncia a los referentes 
políticos a los que pertenecían. Así, el delegado en Gustavo A. Madero, Víctor Hugo Lobo; las diputadas locales 
Beatriz Rojas y Karen Quiroga, y el director de Regularización Territorial del Distrito Federal, Alfredo Hernández 
Raigosa, dejaron las filas de Izquierda Social y se adhirieron a UNI. De la misma manera, los legisladores Juan José 
Larios y Erasto Ensástiga; el delegado en Tláhuac, Rubén Escamilla, su antecesor, Gilberto Ensástiga, salieron de la 
facción Unidad y Renovación (Unyr) y se sumaron al nuevo grupo. En entrevista, Alejandra Barrales, una de las 
principales líderes de UNI, explicó que empezarían con 70 congresistas nacionales, 35 consejeros estatales y 10 
nacionales, tres delegados e integrantes del comité ejecutivo estatal del sol azteca. (La Jornada, 14 de diciembre de 
2009). 
 
 
 
27 
En el Distrito Federal, la situación no ha sido distinta, en 2006 por ejemplo, se creó la alianza 
Todos Unidos Con la Izquierda (Tucoi) impulsada por Nueva Izquierda cuya finalidad fue 
hacerle frente a la candidatura de Marcelo Ebrard aspirante serio para la Jefatura de Gobierno 
del Distrito Federal, pero una vez que éste fue el ganador de las elecciones primarias y 
candidato oficial del perredismo local, Tucoi se extinguió. 
Coyunturas políticas fuera del ámbito electoral también han ocasionado la movilidad de las 
propias facciones, un caso significativo en el Distrito Federal han sido los videoescándalos de 
marzo de 2004 donde se involucró a altos funcionarios del GDF en actos de corrupción, 
ocasionando que la facción de Bejarano-Padierna ‘Corriente Izquierda Democrática’ se viera en 
la necesidad de reagruparse modificando su nombre a Izquierda Democrática Nacional y 
causando el desmembramiento de la facción Izquierda Social, cuyo líder es el actual secretario 
de Desarrollo Social en el D.F., Martí Batres. 
 En este listado no hay que olvidar las facciones que han definido su comportamiento en 
relación con los líderes del partido. Nueva Izquierda, por ejemplo, se consolidó gracias a su 
relación con Andrés Manuel López Obrador, dado que Jesús Ortega se sumó a su candidatura 
a la presidencial nacional en 1996, con lo que el líder de NI alcanzó la secretaría general del 
PRD, convirtiéndose en el operador para resolver los procesos de selección de candidatos 
externos, sus conflictos en los estados y la relación con Gobernación, lo que le permitió a 
Ortega tejer relaciones en varios estados y consolidar a su facción en la burocracia del partido y 
en puestos del Gobierno del D.F. 
Un caso similar se presentó en la facción de los “amalios” quienes de 1993 a 1996 fueron la 
principal base de apoyo de Muñoz Ledo, aunque ante la renovación de la dirigencia nacional el 
1996, Porfirio no apoyó la planilla de Amalia García provocando su rompimiento, en tanto que 
los amalios se volcaron a buscar el favor de Cuauhtémoc Cárdenas, que por conducto de su 
hijo Lázaro apoyó a García para conquistar la dirigencia del partido en 1999. 
Es decir, en el PRD las facciones son móviles, irregulares e inciertas, son un ir y venir de 
alianzas coyunturales, búsqueda de equilibrios y descubrimiento de coincidencias y diferencias. 
El intentar hacer un mapa de todas ellas resultaría una tarea sumamente complicada debido 
que a lo largo de su historia el PRD ha tenido más de una treintena de facciones, lo cual nos 
hace concluir que una cantidad de esa envergadura en un partido que lleva apenas veinte años 
de existencia, habla de facciones cuya motivación es el despojo y el interés moviéndose en el 
pragmatismo y el egoísmo. 
 
 
 
28 
Es menester señalar que en el PRD algunas de las facciones cuentan con mayor poder y 
mejor estructura que el propio partido, todo ello propiciado por su propia reglamentación. En sus 
estatutos, no sólo las han reconocido, sino que además les han dado el derecho de disentir 
públicamente con las instancias de dirección; al mismo tiempo que llevan a cabo foros de 
discusión interna en cada uno de los grupos y elaboran propuestas en cuanto a los problemas 
nacionales e internos que aquejan al partido, teniendo además derecho a la representación 
proporcional en el Consejo Nacional. 
Normatividad que ha dado lugar precisamente a la constitución de facciones que no sólo 
ejercen internamente el control de los militantes o exigen sus correspondientes cuotas de 
poder, sino que con ello determinan en gran medida la vida y rumbo del partido. 51 
Controlar el máximo número posible de puestos de “elección-representación” en el interior 
del partido y en los poderes públicos ha sido y es el motor y argamasa de las facciones que, en 
ese afán carente de todo principio de izquierda han sido también capaces de enormes 
desatinos políticos. Incluso su actuar ha sido tan desaseado que Pablo Gómez rumbo a las 
elecciones por la presidencia nacional del PRD en 2008 expusó que lo que verdaderamente 
estaba en juego en el PRD era la posibilidad de cambiar 
 
…nosotros tenemos problemas muy serios, casi una venta de plazas, pues sí, el grupo que consigue un cargo, un 
empleo, cobra 10% del sueldo, porque no es una cuota para el partido o una donación voluntaria, es una forma 
de pagar los favores recibidos. Y a esto agrégale que hay gobiernos que encabezan nuestros compañeros que 
reparten despensas, puestos de comercio informal, con el propósito de ganar elecciones internas. Tenemos 
corrientes muy ricas, que tienen dinero y no dan cuenta de él al partido. Y por eso ahora tenemos asalariados 
políticos mientras que el trabajo militantes es cada vez más escaso. 
52
 
 
 En general, podríamos señalar que las facciones

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