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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES LOS COMITÉS CIUDADANOS EN EL DISTRITO FEDERAL: ANÁLISIS DE CASOS Y UNA CRÍTICA DESDE EL MARGEN TESIS Que para obtener el título de Licenciado en Sociología PRESENTA Luis Alberto Cedeño Baltazar DIRECTORA DE TESIS Dra. Guadalupe Valencia García Ciudad Universitaria, Cd. de México, 2017 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. ÍNDICE Agradecimientos. Introducción. ................................................................................................................................... 1 0. Las herramientas para el análisis. ............................................................................................ 8 1. Introducción a la historia de la participación ciudadana en el Distrito Federal. Un bosquejo de la participación. ....................................................................................................... 12 1.1 El epicentro de la Participación Ciudadana. ........................................................................ 12 1.2 Esbozo radiográfico de la participación ciudadana en el Distrito Federal. ......................... 14 1.3 La participación ciudadana en nuestros días. ...................................................................... 28 2. La interacción en el campo de lucha: el impacto real de los comités ciudadanos. ................................................................................. 31 2.1 Del ciudadano de papel al ciudadano activo. ...................................................................... 34 2.2 Contribuciones teóricas. La construcción del individuo. .................................................... 41 2.3 ¿Cómo se da la lucha en el campo y por qué? .................................................................... 45 2.4 El mito comunitario. ............................................................................................................ 47 2.5 El diario de la interacción y los ejemplos de la lucha: La consulta ciudadana y la elección de comités (o ¿por qué se tolera la lucha?). ............................................................................... 49 2.6 La narración de la lucha....................................................................................................... 50 2.7 Otros pequeños ejemplos. .................................................................................................... 59 2.8 Los quejosos comités: (ejemplos de) corrupción y desencanto. .......................................... 62 2.9 Y, actualmente, ¿cómo vamos con los Comités Ciudadanos? ............................................ 71 2.10 El juego. ............................................................................................................................. 78 3. Vámonos haciendo… ¿comunidad? (propuestas, contrastes y ejemplos). .......................... 81 3.1 Ejemplos de la realidad que contrastan con la formalidad.. ................................................ 81 3.2 Derrumbes y re-construcciones. .......................................................................................... 84 3.3 Reiniciando el juego: del Campo de lucha a un nuevo campo de interacción. ................... 86 3.4 Sobre la Comunidad. ........................................................................................................... 91 3.5 De la apatía a la utopía... ..................................................................................................... 96 3.6 Construcción comunitaria: ¿es necesaria la identidad colectiva?. ....................................... 99 3.7 La construcción de la identidad colectiva.......................................................................... 100 3.8 ¿Identidad colectiva o participación ciudadana no institucionalizada?. ............................ 103 3.9 Propuesta... ........................................................................................................................ 105 3.10 El ejemplo desde el sur mexicano. .................................................................................. 107 3.11 Contrastes y similitudes.. ................................................................................................. 109 4. Consideraciones finales (a manera de conclusión). ............................................................. 110 Anexos. ........................................................................................................................................ 114 Apéndice. Sobre los Comités Ciudadanos. ............................................................................... 126 Bibliografía. ................................................................................................................................ 130 Agradecimientos Al mar, que hoy tiene nombre y que tempestuosa o calmadamente, me observa. Al recuerdo y al motor que me alentaron a terminar esto contra todos mis pronósticos. Antonio Cedeño… he cumplido. ____________________________ -Bueno… ¿qué no hay un manual para escribir estas cosas? -No. -¿Y cómo se supone que debo empezar? -Sólo agradece y ya. No puede ser tan difícil. -Pero es que hay tantas personas, que me daría mucha vergüenza olvidar a alguien. -¡Quién más leerá esto, sino los sinodales! -Tienes razón… -… -Y la escritura… ¿debe tener algún rigor? ¿Cómo le hago para que esto no se convierta en una carta cursi para todas las personas que voy a mencionar? -Suficiente, creo, debe ser el rigor de tu sinceridad. Si te refieres a cómo redactarlo, abandona por completo cualquier forma que hayas utilizado antes, en tu trabajo. Sólo siéntelo. -Ok, pero te culpo a ti de cualquier consecuencia. -Y eso, ¿cuándo nos ha importado? Al ritmo de la imaginación, y charlando conmigo mismo, es como prefiero comenzar esta parte que antecede al trabajo que presento; una manera lúdica (espero) que apreciará, querido lector y querida lectora. Quiero iniciar, agradeciendo a cada uno de mis sinodales, simplemente por tomarse la molestia de leer este trabajo (Juan, Marcela, Gerardo, Eli); por los consejos y por sacudirme para ampliar la visión de lo que, ciertamente, miraba de manera limitada. Gracias, por ampliar el panorama. Reconocimiento especial a Guadalupe Valencia, que con toda la carga de trabajo se hizo espacio para leerme, comentarme, asesorarme y darle seguimiento a mis actividades; por su amabilidad, comprensión y amistad. Y, aunque no son parte del jurado y quizá nunca lean este trabajo, agradecer también a Ramón Vargas, Mónica Guitián, Sandra Oceja y a Luis Gómez. Irónicamente, esta es la última parte que se escribe, y se ubica al inicio… lo cierto es que, hasta donde sé, me la he pasado agradeciendo a cada una de las personas que estuvieron en este largo camino desde mi ingreso a las aulas de la FCPyS, e incluso, desde que comencé mi vida en la UNAM, en el CCH Sur, después de haber coqueteado con el Poli, como le dicen de cariño… O sea, el IPN, pues. Y no agradezco sólo por lo que me hayan podido dar en lo que tiene que vercon el conocimiento, que siempre se aprecia. Sino, simplemente, por aparecer en la vida de uno, como se dice de manera cursi. Este camino inició años atrás, con otros temas, con otras ideas, con otras visiones del mundo. ¿Que por qué me tardé tanto en concluirlo? En algún momento se llenó de obstáculos, claroscuros, estrés. Si a alguien debo agradecer, es a los que hoy día permanecen aquí. ¿Perdí el tiempo en tardarme más de lo que hubiera deseado? Quizá. Si ganar experiencia en distintos campos, así como cosechar relaciones interpersonales enriquecedoras en mi vida, además de madurar en muchos otros ámbitos lejos de lo académico significa perder el tiempo, en efecto, he perdido mucho. Y lo agradezco. Y bueno, ¿cómo hacerle para mencionar a tantas personas sin que esto se convierta en la lista de los más buscados? Tampoco sé. Pero gracias a todos, y si se me escapa alguien, pardon. Dedico esta tesis a: Mis amigos de toda la vida y hermanos postizos: Gabriel, Alan, Enrique, Germinal; ese grupo al que se nos unió Franco, y con el que mantuvimos una hermandad musical por mucho tiempo y que ojalá en algún momento se logre retomar. Somos el ejemplo más claro del Almost Famous nacional. Antonio, Ernesto, por las charlas interminables acompañadas de jazz, café y cigarros, además de temas selectos que solíamos discutir arropados por una nube densa de ideas. Patricia, Ana, Ivonne, Marcela, Edna, Erandi, Rogelio, Emilio, Emiliano, Alberto, porque sin duda ustedes también deben aparecer en este listado de personas con las que me rodeé por años y que, de algún modo, lograron impregnar algo de ustedes en mí. Edgar, Pedro I., Pedro M., Denia, Pilar, Adriana, Oscar, Gerson, Kuri, Eduardo, Francisco, Orlando, Casildo, Rafael, Héctor, Miguel, Víctor, Mariano, José Luis, Iván; amigos que hasta la fecha tengo el gusto de seguir tratando y con los que he compartido la vida en distintas etapas. Tanisha, gran amiga, que ha sabido estar en los momentos difíciles y en los que la vida me ha sonreído. Por las charlas, las risas y la compañía. Brindemos. Marco Antonio, mi primo, que supo ser inspiración durante mucho tiempo, quizá, sin que se diera cuenta de ello. Carolina, mi tía, que me alentó a seguirle por este camino. Enrique B., Eduardo B., Clara, Mary, Cynthia, Luis, Carlos, Carlitos, Noemí, no se me olvidan. Por supuesto (claro que sí), debo mencionar a mis padres y a mi hermano, mi familia. Y aunque mi padre ya no se encuentra en el mismo plano desde hace unos ayeres, fue parte vital de este viaje que por fin logro concluir… me quedé con el carácter y el sentido de responsabilidad. A mi madre, que nunca se dio por vencida e hizo lo imposible por, como dicen los grandes, hacerme un hombre de bien, y de quien, sobre todo, aprendí a no rendirme y a pelear para conseguir alcanzar mis metas. Gracias por cada cuidado, y por cada minuto que has dado de tu vida para que llegara este momento. Estela, te adoro. Gracias por estar aquí. Y a Sara, con la que compartí, comparto y compartiré muchas cosas todavía en este camino que a veces se nos complica, pero que finalmente logramos atravesar con la frente en alto. Cómo no agradecerte si ayudaste tanto en la re-construcción de quien soy ahora. Gracias por todo, por estar aquí todavía, por guiarme cuando me perdí, por apoyarme, alentarme y por acompañarme ida y vuelta en este proceso. Por escuchar, por reír y por aparecer en mi vida… Te amo. 1 Introducción. Es al final (y no al inicio) que, más allá de las nociones que se tengan sobre el tema, me sigo preguntando “qué son los Comités Ciudadanos, para qué sirven, cómo funcionan y a grandes rasgos, qué justifica su existencia”. La respuesta sencilla (y algo obvia a estas alturas del desarrollo participativo que pueden tener estos grupos en la capital del país, en nuestras delegaciones y colonias para quienes han tenido la oportunidad de conocerles) la podemos encontrar a un simple click en las páginas oficiales que versan sobre este tema: la del Instituto Electoral del Distrito Federal, por ejemplo, nos llevará por el marco institucional, normativo y quizá histórico de estos grupos vecinales; otra bibliografía, sin embargo, se encargará de llevarnos por el camino histórico de la conformación de ellos y hasta las penurias que han tenido que pasar los habitantes de la ciudad para tener un mínimo cupo en lo que se conoce como participación ciudadana, o de manera más simple, en la manera en cómo se toman las decisiones en cada uno de estos espacios; además, encontraremos voces críticas del desarrollo de los mismos y algunas alentadoras de lo que son y lo que pueden ser. Pero, ¿es esto todo lo que son los comités ciudadanos? ¿Eso es todo lo que hacen? ¿Sólo para eso sirven? En las siguientes páginas se puede leer cómo es que se intenta dar respuesta a estas y otras preguntas relacionadas con el actuar de los Comités Ciudadanos (CC); no obstante, el objetivo de este trabajo no se ancla solamente a responder esas cuestiones sino a discernir qué causan estas figuras para las comunidades que los eligen; y sí, en efecto, qué son, qué hacen, para qué sirven. Estas preguntas podrían elaborarse solamente desde el campo de juego que la institucionalización de la participación ciudadana ha destinado para ello; lo cierto es que también desde las vías no institucionalizadas de esta actividad se puede describir, con mayor detalle, lo que aquí apenas se vislumbra, sobre todo en una ciudad como la nuestra, con tantas problemáticas que, sin lugar a dudas, merecen que la participación -sea cual sea esta- por parte de los ciudadanos se incremente. Siempre he sido fiel creyente de que la Ciudad de México va más allá de la figura del gobierno en turno y todas sus políticas; que va más allá de las instituciones encargadas del desarrollo de los – ahora– 8, 918, 653 habitantes distribuidos en las 16 delegaciones, con una población 2 mayormente urbana (99.5%-0.5% rural) 1 y donde se concentran el poder ejecutivo, legislativo y judicial. La hoy CDMX y antes DF, tiene su propia historia. Uno podría narrar o escribir maravillas del pasado mesoamericano de la ciudad y de su destino a manos del aquel entonces imperio español. Y todo lo que ello trajo consigo, hasta nuestros días. Bástenos entender que la ciudad que hoy caminamos y vivimos va más allá de ser ese “centro” del país en donde los tres poderes se concentran y que también es más que el centro laboral para muchas personas. Es una ciudad, hasta cierto punto, lastimada y reconstruida de muchas maneras. Que se levantó después de aquel terrible 19 de septiembre de 1985, cuando la naturaleza la sacudió potentemente. Aquejada por la sobrepoblación, la contaminación, y en sus últimos años, por el tránsito vehicular pesado que pinta paisajes surrealistas cada mañana, tarde o noche; entre muchas otras penurias. Pero esos paisajes tan conocidos para muchos de nosotros, tan cotidianos y normalizados, son también el escenario de distintas problemáticas que día con día se acrecientan y que, ciertamente, no son actuales, pero que con el tiempo se han ido agudizando. Ante estos problemas, las decisiones y acciones de cada habitante son cruciales para el buen porvenir de la misma; es cierto que, ante toda la maraña de problemas, el gobierno de la ciudad es quien tiene la batuta para combatir a cada una de ellas; sin embargo, la participación ciudadana es vital para, teóricamente, contribuir con el desarrollo de la ciudad. Cierto, también, que la participación ciudadana como hoy la conocemos (una institucionalizada) frena mucho el actuar del ciudadano limitándolo a tareas administrativas y de buró, si es que el susodicho decide aventurarse en el terreno de la toma de decisiones. Es en esta ciudad y con este contexto, que con una apertura democrática y como mecanismo institucional para que la ciudadaníapueda participar, surgen los comités vecinales y posteriormente los comités ciudadanos. Aunque de manera restrictiva, y es importante dejarlo claro, pues difícilmente los ciudadanos tienen peso en la toma de decisiones. Pero, ¿cómo 1 Esto, según el último censo por parte del INEGI http://cuentame.inegi.org.mx/monografias/informacion/df/default.aspx?tema=me&e=09 3 llegamos a esto? ¿Acaso los comités ciudadanos no desempeñan sus funciones como deberían o sí lo hacen pero los resultados no son los esperados? Para responder a esta cuestión, es necesario, en un primer momento, tratar el contexto de la ciudad de México, que es donde surgen los comités ciudadanos y cómo desde los primeros acercamientos de los habitantes a esta forma más abierta de participación los mismos se decepcionan por la manera en que los gobiernos en turno han intentado usarlos sólo para su conveniencia, sólo bajo sus formas y sólo para sus proyectos de ciudadanía. También, hay que dejar claro que esta figura –como hoy la conocemos– surge con el Partido de la Revolución Democrática en el gobierno y todo lo que trae consigo que por primera vez la oposición al partido histórico se posicione como la primera fuerza en la capital del país; y que, sin embargo, se hayan seguido reproduciendo todos los vicios que en un primer momento llevaron por el camino de la apatía a los que se atrevieron a participar de esta manera. Para llegar a explicar esto y comprenderlo de manera clara se requiere un análisis radiográfico de lo que fue y significó la participación ciudadana en el DF, que es el campo donde juegan los comités ciudadanos y después hablar de cómo son los procesos de interacción de los mismos para, finalmente, ver qué opciones tenemos dentro de esta democracia participativa. Es así que, Los Comités Ciudadanos en el Distrito Federal: Análisis de casos y una crítica desde el margen, es un trabajo en el que se presenta un análisis de los Órganos de Representación Ciudadana (ORC) conocidos como comités ciudadanos (CC) en el Distrito Federal; el cómo funcionan, cómo se eligen, cómo se integran o para qué sirven, también será parte importante de dicho estudio. En él, se muestra lo que considero el impacto real que tienen dichos órganos y se toman como base los del Distrito Electoral XXVII de Coyoacán (hoy Distrito Electoral XXVI, debido al cambio en el Marco Geográfico Electoral Local para el Proceso Electoral Ordinario 2014-2015 2 ). Lo anterior en un plano general. En lo particular, se mencionan casos específicos que no sólo muestran el funcionamiento o impacto que los mismos pueden tener en sus 2 Para mayor información, se puede revisar el Acuerdo del Consejo General del Instituto Electoral del Distrito Federal, por el que se aprueba el Marco Geográfico Electoral Local para el Proceso Electoral Ordinario 2014-2015. http://portal.iedf.org.mx/mge2014-2015/Acuerdo-MGEL2014-2015.pdf 4 comunidades electoras, sino que además, se devela lo que aquí presento como la lucha en el campo político, cómo se da y por qué se presentan estos casos. Lo que aquí se ofrece es un trabajo visto desde el ángulo sociocultural, si ha de llamarse de alguna forma, que se aleja de la mayoría de los estudios existentes que se enfocan principalmente en lo jurídico o legislativo de los mismos. Pero además, es un trabajo hecho desde adentro, con algo que considero valioso: la interacción con quienes integran dichos órganos de representación. De esta manera, el visualizar cómo es que se relacionan e interactúan los integrantes de los comités entre sí y con distintas figuras externas (como pueden ser el personal del Instituto Electoral del Distrito Federal, que de alguna forma es el encargado de los mismos, o las autoridades delegacionales, sólo por mencionar algunas), será fundamental para comprender su desarrollo, mismo que bajo los estándares del funcionamiento por parte del IEDF, son de bajo rendimiento de acuerdo a lo que la Ley de Participación Ciudadana del Distrito Federal (LPCDF) dicta en el caso de estas figuras. De ello, se desprenden interrogantes acerca del por qué estos grupos no participan como debieran hacerlo; además de qué papel pueden jugar sobre la comunidad en la que se encuentran o si cumplen o no su cometido y por qué, a qué se debe la baja participación ciudadana, no sólo al interior del comité sino en las colonias o pueblos. Partiendo de lo anterior, podemos hablar de por lo menos dos resultados: el que entrega el IEDF como parte de su trabajo con los Comités y el impacto real que menciono. Antes de seguir, debo aclarar que lo que aquí considero como impacto real no sólo tiene que ver con el impacto de los mismos para la sociedad, para sus colonias o pueblos; lo que considero el impacto real, no tiene que ver sólo con la realidad tangible que se muestra en los resultados, en el papel o con los datos cuantitativos que arrojan las encuestas o estudios de parametría. Lo que aquí llamo impacto real, es traducido como los vínculos que se pueden llegar a crear dentro de esos campos especializados además de la interacción que se da en los mismos: sea por la violencia emitida en el campo político, sea por la unión de los vecinos para un bien común, sea el trabajo que obtienen al usar los comités como trampolín para conseguir beneficios políticos o con sus mismos vecinos. De este modo, el impacto real aquí mencionado, tiene que ver con lo que estas figuras puedan imprimir (entiéndase cómo transforman/ayudan/qué papel juegan) en sus comunidades y en su 5 vida diaria, más allá de lo que marca la democracia de papel o los manuales operativos para cada uno de los ejercicios democráticos que se encuentran en la agenda de estos órganos vecinales, entre ellos, la participación ciudadana y todo lo que tiene que ver con ella y con los comités ciudadanos. El impacto real, como se menciona, tiene que ver con las relaciones que emanan o pueden emanar de este tipo de ejercicios, tiene que ver con la interacción y lo que puede surgir de ella. El impacto real es esa lucha en el campo 3 , lo que se sale del terreno hegemónico y que ocupa el terreno que no se apega a las leyes o reglas que brindan la ciudadanía y la participación ciudadana institucionalizada. Si se hace una crítica desde el margen, es justamente porque el análisis de estas figuras se sitúa desde una perspectiva que me permite observar todas las limitantes de la democracia participativa en el papel y al mismo tiempo vislumbrar la posibilidad (fuera de ella) de la comunalidad. Además, esta mirada nos demuestra que no se puede juzgar el actuar de estos grupos desde la mera formalidad cuando los mismos son atravesados por cuestiones socioeconómicas y culturales que rebasan las reglas que se imponen desde el campo institucional. Si llamo a una crítica desde el margen es porque posiciono mi mirada entre lo que nos puede ofrecer la democracia participativa en el papel y lo que sucede fuera de ella. La crítica es consistente y tiene que ver con la manera en que se desenvuelven en ese campo específico quienes en su actuar pretenden evaluar el desempeño de estos órganos autónomos sin más; es decir, en este caso el IEDF y los instrumentos que pretenden medir realidades distintas y entendidas de forma distante; pues mientras para el IEDF lo real es lo que reportan sus actas y demás, para los comités ciudadanos, por ejemplo, lo real es que el IEDF no les brinda nada de lo que ellos requieren para un buen funcionamiento. Está por demás mencionar que, en la confronta de estos personajes, el IEDF lleva el rol de la participación ciudadana institucionalizada. Dicho lo anterior, el trabajo se dividirá en 3 partes quedando de la siguiente manera: En el Capítulo 1 me centraréen la figura de los Comités Ciudadanos y su función como Órganos de Representación Ciudadana. Es decir, su organización, su desarrollo y su desempeño. Para ello 3 Siguiendo a Bourdieu, entiendo por campo al espacio social formado en torno a hechos que condensan las apuestas sociales (mediadas por los habitus). Cada agente ocupa un sitio; un lugar, es decir, un punto del espacio físico en el que están situados los agentes, donde también hay jerarquías. 6 se presenta un recuento de la historia de la participación ciudadana en la ciudad, a través de un esbozo que contiene un resumen de la misma; asimismo, se hablará de la Ley de Participación Ciudadana del Distrito Federal y sus reformas, de la participación ciudadana y el contexto que articula los primeros movimientos en torno a: los abandonos y la apatía. Necesario hacer esta radiografía detallada, para vislumbrar lo que sucede hoy: es la historia del pasado presente. Es el mismo guión repitiéndose. Aquí se detalla lo que significa que la participación ciudadana se encuentre institucionalizada, a estas alturas y sobre todo qué es y para qué sirve; lo que dicen que es y lo que la ciudadanía entiende por ello. Los órganos representativos que el Instituto Electoral, a través de la Comisión de Participación Ciudadana, debe vigilar y sus responsabilidades, nos llevan en un segundo momento a analizar y comprender cómo es que actúan en un campo político. En el Capítulo 2, que podría ser tomado como el microscopio de la interacción, hablaré de la interacción en el campo de lucha; comenzando por el análisis del no cumplimiento de los CC con lo que encomienda la LPCDF y sus causas, los factores que impiden el mismo en el espacio social, entendiendo que los CC se convierten en el vehículo ciudadano para obtener fines concretos, a veces, más allá de los fines que se les solicitan; además se remarcan y ejemplifican las grandes diferencias en el actuar de los grupos en la lógica hegemónica-institucional y lo que pueden construir lejos de los parámetros establecidos por la visión de papel. En el Capítulo 3 presentaré lo que considero una propuesta en el camino que se puede seguir, no para continuar legitimando al Comité Ciudadano como figura primigenia ante las instituciones, sino para reformular una nueva idea de una participación que puede darse realmente en comunidad. Un camino comunitario, posiblemente, con el que surge otra cuestión: ¿es posible un “trabajemos juntos” en un sistema que nos pone a prueba diariamente (competencia); o sea, en esta democracia de competencia? Vaya, no planteo ni quiero encontrar el hilo negro de cómo hacerle para mejorar nuestra participación en nuestro entorno o comunidad, pues sencillamente, hay muchos ejemplos que en la práctica pueden reducir cualquier propuesta a una simple descripción de lo que ya sucede en distintas latitudes del país; o hasta de la ciudad misma. Aunque sí se plantea que si el trabajo que se les encomienda a los comités se dirigiera a una construcción de comunidad, más que al de una mera ciudadanía operativa de buró limitada a 7 sólo seguir indicaciones o a jugar en el espacio reducido de la participación ciudadana institucionalizada, los resultados serían infinitamente distintos. En primer lugar, porque no se partiría de un razonamiento de competencia instaurado en el sistema sociopolítico y económico actual. Al crear comunidad, también se crea respeto hacia el otro; el “ciudadano” se construye frente a ése, ante su vecino. En efecto, siendo este capítulo el de la propuesta, se abre un hipotético y nuevo campo de interacción; y para llegar a él, es necesario presentar la idea de cómo los vínculos se forman en un primer momento desde la interacción cara a cara. Y cómo esos mismos vínculos se afianzan hasta crear una cadena más grande y fuerte. Una identidad colectiva. Con lo anterior, se plantea que es necesario un cambio de paradigma, uno que esté fuera de lo que el capitalismo atomizante nos ofrece, que dicho está de más, es muy poco. La propuesta se encamina hacia la acción comunitaria. Además, al final de este apartado hay un ejemplo que me interesa rescatar: el del EZLN, principalmente en lo que tiene que ver con su forma de organización. Abordando de manera muy general lo que representa esta figura para la acción en comunidad, planteo que esa misma acción y organización se podrían reproducir y socializar en los nuevos grupos vecinales a formar: los –hipotéticos- grupos vecinales comunitarios. Al final de este trabajo, más que una conclusión, se presenta una reflexión de la importancia del trabajo en conjunto y todos los resultados positivos que pueden traerle a la participación ciudadana. En resumen, este trabajo también muestra -desde una óptica distinta- lo que sucede con los personajes en la historia de la participación ciudadana en el DF y en él trato de reflejar la lucha cotidiana que se desenvuelve en el terreno donde los comités ciudadanos interactúan; también intento demostrar la participación ciudadana que se logra fuera del papel, la de los vínculos que son resultado de la empatía que se vislumbra después de la violencia. Hoy, la organización entre ciudadanos también es reflejo de otro tipo de violencia, aquella que atenta contra los derechos elementales; aquella que la participación ciudadana institucionalizada no ayuda a mitigar. Hoy más que nunca, es necesaria la vinculación y participación entre ciudadanos. Sin llegar a la exageración, es una urgencia dentro de esta ciudad que se cae a pedazos. 8 0. Las herramientas para el análisis. Es importante dilucidar que, todo comienza, en un primer momento, con base en mis experiencias como Administrativo Especializado ‘A’, encargado del Diagnóstico de los comités ciudadanos en el Distrito Electoral XXVII del IEDF en Coyoacán (realizado durante 8 meses), y el trabajo y observación que pudieron concretarse desde aquel entonces. Debo aclarar, antes de pasar al Capítulo 1 de este trabajo, que en este análisis no se hablará solamente de la veta histórica o legislativa de estos grupos vecinales. Ni tampoco se tratarán solamente los tópicos referentes a la constitución en forma de los comités ciudadanos, después de pasar por varias figuras institucionalizadas para la participación. Lo que se pretende en esta tesis es hacer un análisis de la lucha que se da en el campo político en el que los comités ciudadanos actúan; específicamente, los comités ciudadanos del Distrito Electoral XXVII, en Coyoacán (si bien no se hace un análisis de cada uno de ellos, el mismo es respuesta de los comités con los que pude interactuar). Antes de esto, es esencial hablar en un primer momento del contexto y desarrollo de la participación ciudadana en el DF, para después, explicar y analizar el funcionamiento de los comités, así como la lucha en el campo político. ¿Cómo entender este conflicto? Precisamente lo que planteo aquí es un análisis de la interacción. Para eso, me ayudo, en un primer momento, de los archivos de cada uno de estos comités; en segundo lugar, del trabajo y diario de campo, y posteriormente, de las herramientas teóricas, periodísticas y literarias que se presentan a lo largo de este trabajo. De distintas perspectivas y plumas como las de Pierre Bourdieu o Erving Goffman, a quienes considero que en un contexto como el nuestro, contribuyen no sólo a una crítica, sino que nos ayudan a comprender los juegos de poder e interacción que podrían darse en estos espacios. Pero además de eso, también ayudan a profundizar no sólo en la constitución o construcción de cada uno de nosotros, también son útiles para comprender de una mejor manera los lazos, que, con la interacción, pueden crearse para un mejor desarrollo en grupo, en comunidad. 9 Este trabajo nosólo es un desglose de resultados institucionales. Lo que aquí se presenta, también es un análisis de la lucha que emprenden los integrantes de los comités ciudadanos, y para ello es necesario contrastar el discurso de estos grupos y el de la Institución encargada de la supervisión de los mismos, en este caso el IEDF; es necesario analizar por qué los comités ciudadanos participan tan poco (según los diagnósticos y evaluaciones realizados durante la segunda mitad del 2012 y 2013) en el campo que se les asigna, para después demostrar que lo que en realidad se presenta es una evasión a las reglas del IEDF (lo que no implica que no se reconozcan, pues para evadir se deben reconocer; lo anterior, por parte de los comités que no participan, y que muchas veces, son los que hacen mayor labor para sus colonias); seguido de la lucha que se da en el espacio social. Me interesa también demostrar las relaciones por las que están atravesados, para al final poder proponer una nueva forma de organización: una comunitaria. Ya que debido al discurso hegemónico de la Institución amparado por la LPCDF, y a su vez por la Asamblea Legislativa del DF, en vez de conjuntar, se atomiza a los ciudadanos. Y al quedar huérfanos por la misma Ley de Participación Ciudadana (pues según la misma, son “autónomos”) buscarán conseguir privilegios a partir de su estancia en el Comité (desde la papelería que se les queda como parte de los recursos que entrega el IEDF, hasta un capital político y social) o trabajarán por su comunidad sin intereses de reconocimiento por parte de ninguna “autoridad”. Los comités como Órganos de Representación Ciudadana, son “autónomos”, aunque de cierta manera, se rijan por la misma. Los comités en cierto punto, son algo más allá de ese órgano representativo: se convierten en un medio para obtener fines concretos. Finalmente, es importante reconocer a los sujetos considerados en este trabajo, además de delimitarlos espacial y temporalmente. En primer lugar, tenemos a los comités ciudadanos del Distrito Electoral XXVII de Coyoacán, en general. Pero particularmente, presento algunos casos de Comités con los que viví más de cerca lo que planteo. Se debe mencionar que la línea temporal del trabajo se refiere a los 8 meses que laboré en el Instituto Electoral, pero también este análisis transparenta parte del Diagnóstico emitido en el año 2013; así como también se presenta parte de lo sucedido el 30 de septiembre del mismo año, momento en que hay elecciones para elegir a los nuevos integrantes de los comités ciudadanos en el Distrito Federal, además de la Consulta Ciudadana para el Presupuesto Participativo y lo que actualmente sucede con los mismos. 10 La importancia del análisis radica también en ver más allá de los datos cuantitativos. Significa visualizar el trabajo de los comités ciudadanos no solamente como el ente operativo cargado de valores jurídicos y cívicos, sino como el grupo ciudadano atravesado por una historia que se desarrolla en la colonia-calle-comunidad, con fines específicos y concretos. Se debe conocer y presentar la interacción de estos sujetos que históricamente han sido decepcionados por la promesa democrática. Se debe presentar no sólo su interacción, sino el cómo se construyen para relacionarse o actuar como lo hacen. Y es que, ¿de qué otro modo se puede entender lo que sucede alrededor de nosotros si no es a través de la unidad primordial en la sociedad? Me refiero al individuo y a su actuar. Cualquier fenómeno debe entenderse desde el contexto histórico en que se envuelve, sí. De quién domina y quién es dominado, de quién oprime y quién resiste, de quién dicta y quien acata. Pero ante todo, el individuo es el núcleo de todo esto. Que no se malentienda, porque no intento individualizar a la sociedad. Pero el simple entendimiento del sujeto, de su interacción, va creando poco a poco cadenas más complejas y más difíciles de romper. He ahí la importancia de la comunidad. La importancia de la identidad colectiva; la importancia de un análisis entre unos y otros -face to face- para comprender el bien mayor al que nos puede llevar la construcción de una cadena sólida en pos de la misma comunidad. De esto se trata el trabajo. No sólo es un análisis de cómo funcionan estos grupos vecinales. Tampoco es nada más un análisis del discurso ciudadano y el institucional. Ni tampoco se trata solamente de desenmascarar las cooptaciones políticas que aún subsisten a pesar de que se “erradicaron” en los tiempos mismos que el PRI dominaba. No se trata sólo de atestiguar y darle seguimiento a una figura tan compleja que pareciera irrisorio su actuar. Es antes que nada, un análisis de la interacción de los sujetos. De sus ritos, de sus formas de actuar ante un contexto violento económica y socialmente. Política y culturalmente. De su interacción en lo que aquí llamo campo de lucha. Se intenta, también, analizar con estas herramientas de la experiencia el actuar cotidiano de los comités, encerrados (sin más) y aprisionados en el papel que otorga la democracia participativa de la participación ciudadana institucionalizada; misma que los convierte en actuantes y administrativos más que en participantes y constructores de su porvenir en la comunidad y los 11 sujeta a la idea hegemónica de ciudadanía sin permitirles construir más allá de los muros que pone la participación ciudadana en el papel. 12 1. Introducción a la historia de la participación ciudadana en el Distrito Federal. Un bosquejo de la participación. 1.1 El epicentro de la Participación Ciudadana. El 19 de septiembre de 1985, aproximadamente a las 7:19 de la mañana y mientras la ciudad de México se preparaba para comenzar un día más, tuvo lugar uno de los eventos más famosos y catastróficos de la urbe: el gran movimiento telúrico que vive en el imaginario colectivo de cada uno de sus habitantes. La terrible magnitud de este evento natural, suscitó una gran movilización por parte de los habitantes de la ciudad, ya que, de alguna manera, el gobierno no actuó ante el tamaño de la catástrofe. Este gran levantamiento social, este vínculo que se creó a través de la catástrofe, de la violencia natural, es para muchos el inicio de la participación ciudadana como hoy la conocemos. Lo cierto, es que al menos formalmente, la participación ciudadana se remite mínimo unos 57 años atrás, cuando se aprueba la Ley Orgánica del Distrito Federal y de los Territorios Federales (LODFTF) en 1928, promovida por el general Álvaro Obregón y alentada por el entonces presidente Emilio Portes Gil. Desde ese entonces hasta el día de hoy, la participación ciudadana ha sido presentada con distintos matices, incluyendo al ciudadano, sí, pero muchas veces sólo desde el papel. La historia de este tipo de participación en la Ciudad de México nos cuenta también del abandono y la apatía de las personas por distintas causas que se analizarán en este capítulo y donde es necesario hacer un análisis radiográfico de la misma, con lupa, para comprender quiénes y cómo han actuado ante las reformas que surgieron con el paso de los años y cómo es que fueron conduciendo al ciudadano hacia la apatía generalizada debido a la cooptación de la participación gracias a mecanismos como pudieron ser el presidencialismo o el corporativismo, además de las prácticas clientelísticas, según Alicia Ziccardi 4 . Pero, ¿qué son estos? De manera laxa, el presidencialismo es un sistema de organización política en que el presidente de la república es también jefe del Gobierno, es decir, todas las decisiones recaen sobre el Poder Ejecutivo. Esto según la Real Academia Española. De manera más precisa, el presidencialismo en México se adoptaría por primera vez en 1824inspirándose (según Miguel Carbonell y Pedro 4 Alicia Ziccardi, Gobernabilidad y Participación Ciudadana en la Ciudad Capital, México, UNAM, 1998, pág. 126. 13 Salazar) en la constitución estadounidense, además de la constitución gaditana de 1812. Posteriormente, Venustiano Carranza presentaría su proyecto de reformas para la constitución de 1857, lo cual dotaría al presidente de muchas facultades. Posterior a ello, el presidencialismo abandonaría su forma caudillista para institucionalizarse cuando Lázaro Cárdenas expulsa a Plutarco Elias Calles del país; de ahí en adelante, todo el poder se construye en torno al presidente 5 y al PRI, que comenzaba a conformarse como el partido hegemónico que gobernó durante más de siete décadas. Por otra parte, Barbara Schröter nos dice que el clientelismo es aquel sistema que “denota el intercambio de bienes y servicios por apoyo político y votos” 6 , pero también denota las relaciones informales de poder y el intercambio de esta clase de servicios entre grupos desiguales. Es decir, un “intercambio de recursos públicos y beneficios por parte de los políticos a cambio de votos” 7 . También, en la época cardenista, el Estado conduciría un proceso donde la organización de la sociedad se llevaría a cabo a través de sindicatos, confederaciones, asociaciones, etc., logrando que las organizaciones de trabajadores se fortalecieran, al mismo tiempo que el Estado. De aquí en adelante, la organización política en México se sustentaría en la figura de la presidencia, el PRI, como partido de Estado y una estructura social corporativa 8 . Más adelante, como bien señala Jorge Mario Audelo Cruz, el PRI logró establecer una dominación corporativista con miras a obtener el control de las elecciones “mediante las corporaciones que dependían de él. El PRI cooptó y controló desde su creación, al sector obrero, campesino y popular de la sociedad civil organizada (limitando la participación social y también la política de estos clivajes para asegurarse el control político)…” 9 . 5 Miguel Carbonell, Pedro Salazar, División De Poderes Y Régimen Presidencial En México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, pág. 126. <http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/5/2295/14.pdf> 6 Barbara Schröter, “Clientelismo político: ¿existe el fantasma y cómo se viste?”, Revista Mexicana de Sociología, UNAM, Instituto de Investigaciones Sociales pág. 14. <http://www.ejournal.unam.mx/rms/2010- 1/RMS010000105.pdf> 7 Ibíd., págs. 152 y 153. 8 Orígenes del corporativismo <http://webpages.cegs.itesm.mx/servicios/hdem/reconstruccion/corporativismo.htm>. 9 Jorge Mario Audelo Cruz, Sobre el concepto de corporativismo: una revisión. En el contexto político mexicano actual, pág. 14. < http://bibliohistorico.juridicas.unam.mx/libros/4/1627/5.pdf> 14 Lo anterior es útil para comprender la apatía generalizada que fue de la mano con la participación ciudadana por mucho tiempo; no obstante, también nos ayudará a comprender la creación de los Comités Vecinales y posteriormente la de los Comités Ciudadanos (CC), parte central de este trabajo, así como las tareas y retos que tendrán estos últimos para el mejoramiento y desarrollo de su entorno, es decir, sus colonias. Uno de tantos matices con el que se nos ha presentado históricamente la participación ciudadana, es justamente el de negar al ciudadano sus derechos. También es una historia oscura, que va desde la manipulación del ciudadano a favor de los intereses políticos del partido en el gobierno, hasta la de coadyuvar con lo que diga la Ley de Participación Ciudadana (como se ve en nuestros días), o el seguir un esquema predeterminado para ciertos casos. Y si no se cumple con ese esquema, con ese protocolo, simplemente no se cumple con el trabajo, que hay que decir, es honorario. ¿Hay algo de malo en la participación ciudadana en nuestro presente; hay algo de malo en la participación ciudadana institucionalizada? Por supuesto que no. Ante todo es un ejercicio para convertir al individuo común en un ciudadano; aunque esto no quiere decir que sea lo mejor. Así que antes de sumergirse por completo en este tema, es necesario hacer la radiografía propuesta. Y la misma, comienza con un “esbozo” de la participación ciudadana en la ciudad. 1.2 Esbozo radiográfico de la participación ciudadana en el Distrito Federal. Para ofrecer un mejor panorama sobre la historia de la participación ciudadana, presento este esbozo, mismo que baso en el trabajo de Alicia Ziccardi en“Gobernabilidad y Participación Ciudadana en la Ciudad Capital” y en el trabajo de Mario Epinosa en “Historia y Cultura Política de la Participación Ciudadana en la Ciudad de México: entre los condicionamientos del sistema y el ensueño cívico” -sin dejar de mencionar que la síntesis es propia- donde se muestran de manera más precisa las distintas coyunturas que lograron hacer de la participación ciudadana sólo un instrumento de control y, de cierta manera, un placebo institucional en el tema de participación. La historia se remonta a 1928, cuando se da una modificación a la forma de gobierno de la ciudad y con ella desaparecen los municipios y se crea el Departamento Central, además de cinco 15 delegaciones, la Ley Orgánica del Distrito Federal y de los Territorios Federales (LODFTF) y El Consejo Consultivo de la Ciudad de México (CCCM), constituido por vecinos -que mínimo debían tener dos años de residencia-, por cámaras y por asociaciones de padres de familia, campesinos, industriales, comerciantes, etc. Los objetivos de este Consejo fueron disminuir los conflictos políticos que se daban en esa instancia, la participación social no partidaria; compensar la pérdida de la representación política, etc. Dentro de sus funciones, estaba el proponer reformas y reglamentos, revisar la cuenta anual del Departamento y denunciar faltas 10 . La LODFTD sería vigente hasta 1940; esto sentaría las bases para afianzar un modelo de participación corporativo y políticamente controlado. Con esta ley -promovida por el general Álvaro Obregón y alentada por el Presidente Emilio Portes Gil- desapareció el régimen municipal y el gobierno de la ciudad se volvió responsabilidad directa del presidente; quien lo “ejercería a través de un nuevo órgano”, el Departamento del Distrito Federal (DDF). Para 1941 se realiza una reforma a la Ley Orgánica del Departamento del Distrito Federal y se restringen las funciones de la participación ciudadana al reafirmar el carácter gremial de los Consejos Consultivos que quedarían marcados como una instancia ineficaz y sin capacidad de ser intermediarios entre las demandas ciudadanas y las instituciones del gobierno de la ciudad. Por lo tanto, sólo se limitaría a opinar sobre asuntos vinculados con los servicios públicos; en general, se limitaron sus funciones 11 , supeditando su funcionamiento a las decisiones del jefe de gobierno. En 1943 se crea la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP), la cual canaliza demandas urbanas de los sectores populares en vivienda, servicios urbanos suelo, etc. Sin embargo, fue una organización “clientelística” que funcionó como intermediaria para el suministro de bienes y servicios básicos a cambio de apoyo electoral 12 . Entre 1970 y 1980, la LODDF expedida en el sexenio de Luis Echeverría, “daría pie a la creación de nuevas instancias de representación ciudadana (junta de vecinos, asociaciones de residentes y comités de manzana), así como al desplazamiento del criterio gremial que privaba en la 10 Alicia Ziccardi, Gobernabilidad y Participación Ciudadana en la Ciudad Capital, México, UNAM, 1998, págs. 123 y 124. 11 Ibíd.,pág. 125. 12 Ibíd., pág. 126. 16 integración del CCCM, no introduciría mayores modificaciones en las formas de relación, integración, organización y función de la participación ciudadana” 13 . El CCCM quedaría integrado por los presidentes de las juntas de vecinos (una por cada Delegación, integradas por los presidentes de las asociaciones de residentes; contaría con una mesa directiva: un presidente, un secretario, y tres vocales). La Asociación de residentes se conformaría por los jefes de los comités de manzana en cada colonia, barrio, pueblo o unidad habitacional; igualmente, contaría con una mesa directiva: un presidente, un secretario y tres vocales. Los Comités de manzana se integrarían por los vecinos de una manzana, entre los que se elegiría directamente a un Jefe de Manzana, además de un secretario y tres vocales 14 . De manera más específica, en 1970 se puede apreciar un crecimiento poblacional y expansión urbana; con ello, se realiza una reforma al gobierno del DF que implicó la división territorial en 16 delegaciones con un delegado y un subdelegado al frente, donde funcionarían las Juntas de Vecinos (con al menos 20 miembros, entre los cuales tenía que haber -cuando menos- 4 mujeres y dos jóvenes menores de 25 años y durarían en sus cargos 3 años) que ampliarían la participación ciudadana restringida al Consejo Consultivo. Sus funciones serían informar y opinar al delegado y al mismo Consejo Consultivo sobre el suministro de servicios públicos 15 . En 1975 se publica un reglamento interno del Consejo Consultivo que fue una antidemocrática forma de representación vecinal constituida a través de mecanismos de elección y designación. Básicamente las funciones eran las de informar deficiencias en la administración pública. Se crea la Procuraduría de Colonias Populares del DF (al desaparecer la Oficina de Colonias), encargada de atender demandas urbanas de sectores populares, pero que otorgaba prioridad a demandas de colonos vinculados con el partido preponderante, en este caso, el PRI; lo cual, como era de esperarse, causa tensiones, ya que estas instituciones debieron actuar con la doble lógica de la administración y la política 16 . 13 Mario Epinosa, “Historia y Cultura Política de la Participación Ciudadana en la Ciudad de México: entre los condicionamientos del sistema y el ensueño cívico”, Andamios Revista de Investigación social, otoño-invierno, número 001, Universidad Autónoma de la Ciudad de México, México, D.F., Pág. 15. 14 Ibíd., Pág. 16. 15 Alicia Ziccardi, Gobernabilidad y Participación Ciudadana en la Ciudad Capital, México, UNAM, 1998, págs. 126 y 127. 16 Ibíd., pág. 128 y 129. 17 Llegado 1979, surge la exigencia por parte de la ciudadanía para elegir democráticamente al Jefe del Departamento del Distrito Federal. Desaparecen la Procuraduría de Colonias Populares y la Dirección General de la Habitación Popular del DDF y se crean órganos de colaboración vecinal y ciudadana, como las Juntas de Vecinos, Comités de Manzana, Asociaciones de Residentes de las juntas vecinales, etc. Aun así, estos fueron espacios de escaso interés para los ciudadanos, ya que eran vistos como órganos para legitimar las decisiones del gobierno. La década que va de 1980-1990 sería terreno para las movilizaciones protagonizadas por el Movimiento Urbano Popular y la Coordinadora Única de Damnificados, además de la Asamblea de Barrios. Estos movimientos incentivaron la participación autónoma de los capitalinos creando canales alternativos para la expresión ciudadana independiente, “con lo cual terminaron cuestionando los medios institucionales dispuestos a canalizar la participación ciudadana y, sobre todo, disputando energéticamente la hegemonía territorial de las intocables organizaciones priistas con las que, hasta entonces, el partido y las instancias gubernamentales controlaban férreamente las estructuras de participación” 17 . Con ello, en 1980 surge el interés ciudadano por participar autónomamente en la constitución de las organizaciones vecinales (principalmente en las capas medias), demandando administración urbana más eficiente, pero aun así, prevaleció la intolerancia a la presencia de representantes autónomos y se utilizaban recursos para garantizar que los miembros del Consejo Consultivo de la Ciudad fuesen simpatizantes o miembros del PRI. Queriendo “tapar el sol con un dedo”, se crean Asociaciones de Residentes y juntas de vecinos, pero con líderes vinculados con el partido gobernante; es decir, nuevamente fueron formas de participación clientelística. Esto da como resultado que las elecciones de representantes vecinales en aquel entonces hayan sido caracterizadas por la apatía y el ausentismo, debido a que la gente ya no creía en estos tipos de “gobierno” 18 . 17 Mario Espinosa, “Historia y Cultura Política de la Participación Ciudadana en la Ciudad de México: entre los condicionamientos del sistema y el ensueño cívico”, Andamios Revista de Investigación social, otoño-invierno, número 001, Universidad Autónoma de la Ciudad de México, México, D.F., pág. 19. 18 Alicia Ziccardi, Gobernabilidad y Participación Ciudadana en la Ciudad Capital, México, UNAM, 1998, págs. págs. 130, 131 y 132. 18 A falta de una verdadera representación ciudadana, los canales para procesar las demandas fueron: la confrontación y la movilización de los que pertenecían al Movimiento Urbano Popular, la participación autónoma en instituciones gubernamentales que se desarrollaron durante el proceso de reconstrucción de viviendas de los damnificados del sismo de 1985 y por supuesto, los ya tradicionalmente controlados por el PRI a través del intermediarismo y las prácticas clientelísticas comunes 19 . Sería hasta 1988 cuando se harían las primeras modificaciones en la LODDF, creando la Asamblea de Representantes del Distrito Federal (ARDF), la cual es resultado de la primera forma de participación autónoma y democrática donde los representantes fueron electos por la ciudadanía del DF. Cabe destacar que el génesis de esta reforma política se da en 1986, “a iniciativa del entonces presidente de la República Miguel de la Madrid Hurtado, se iniciaría con carácter de urgente con el objetivo de lograr una mayor gobernabilidad y garantizar más espacios de participación ciudadana” 20 . De 1990 a 1996, la ARDF se reestructura y se constituye la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF). “Establecida la autoridad de legislar de la nueva ALDF, el 10 de junio de 1995, conforme a lo estipulado en el EGDF, se promulgó la primera Ley de Participación Ciudadana de Distrito federal (LPCDF), con la cual, a pesar de su cuestionada legitimidad, se da paso, en noviembre de 1995, a la constitución y elección de los Consejos Ciudadanos” 21 . Con estos Consejos no sólo se recuperaba la idea de los Consejos Delegacionales (establecida en la LODFTF de 1928) y desaparecían formalmente otras instancias de colaboración ciudadana (CCCM y Juntas Vecinales) sino que “se establecía por primera vez… un organismo ciudadano con ciertas funciones ejecutivas” 22 . Para la elección de los consejeros ciudadanos se limitó la participación de los partidos políticos, prohibiendo la candidatura de sus miembros; en estos comicios hubo dificultades, ya que los requerimientos exagerados como el alto número de firmas para el registro de los candidatos, el abstencionismo por la falta de credibilidad, etc., 19 Ibíd., pág. 132. 20 Ibíd. 21 Mario Epinosa, “Historia y Cultura Política de la Participación Ciudadana en la Ciudad de México: entre los condicionamientos del sistema y el ensueño cívico”, Andamios Revista de Investigaciónsocial, otoño-invierno, número 001, Universidad Autónoma de la Ciudad de México, México, D.F., pág. 22. 22 Ibíd. 19 dieron como resultado órganos débiles, todo esto reflejo de lo sucedido en 1995 con la LPCDF (aprobada aceleradamente por la mayoría priista) y la poca legitimidad con la que nació este modelo de participación ciudadana. En palabras de un exconsejero ciudadano, las posibilidades de acción de estos órganos ciudadanos no sólo quedaron supeditadas al control del PRI, sino que además, en la práctica se disminuyó el alcance de sus funciones, pues para cumplir con las importantes potestades que la ley les otorgaba (aprobar el POA y el Programa de Desarrollo Urbano, por ejemplo) los consejeros electos requerían contar con conocimientos técnicos que muchas veces no poseían” 23 . Con los consejos delegacionales desaparecieron las juntas vecinales, mas no los jefes de manzana ni las asociaciones de residentes 24 . Una nueva Reforma Política llegaría en 1996 y con ella el gobierno capitalino ya no dependería exclusivamente de los poderes federales. En 1997 desaparecen los Consejos Ciudadanos. Al año siguiente, en noviembre de 1998 -con un Jefe de Gobierno y un órgano legislativo en manos de la oposición- “se aprobó la segunda Ley de Participación Ciudadana del Distrito Federal (LPCDF98) y se sustituyó a la LPCDF vigente desde junio de 1995” 25 . Con esta ley, “se establecían a los Comités Vecinales como el nuevo modelo de participación ciudadana institucional, la nueva estructura de representación ciudadana con la que se habría de sustituir tanto a los Consejos Ciudadanos, como a su ya caduca estructura vecinal (Jefes de Manzana y Asociaciones de Residentes). De acuerdo con dicha ley, los Comités Vecinales serían los nuevos órganos de representación ciudadana –constituidos formalmente por elección libre, secreta y directa en cada colonia, barrio o unidad habitacional–, cuya función principal consistiría en relacionar a los habitantes del entorno en que hayan sido electos con los órganos político-administrativos de sus respectivas demarcaciones territoriales, teniendo por objeto supervisar, evaluar, informar y opinar sobre la gestión y actos de gobierno desarrollados por dichos órganos político-administrativos” 26 . 23 Ibíd., Pág. 26. 24 Alicia Ziccardi, Gobernabilidad y Participación Ciudadana en la Ciudad Capital, México, UNAM, 1998, págs. págs. 133 y 134. 25 Mario Espinosa, “Historia y Cultura Política de la Participación Ciudadana en la Ciudad de México: entre los condicionamientos del sistema y el ensueño cívico”, Andamios Revista de Investigación social, otoño-invierno, número 001, Universidad Autónoma de la Ciudad de México, México, D.F., pág. 28. 26 Ibíd., Pág. 29. 20 Vale la pena mencionar, que con la aprobación de la segunda Ley de Participación Ciudadana del Distrito Federal, se da vida un año después –mediante un proceso electivo– a “1352 comités vecinales en las colonias, barrios, unidades habitacionales y pueblos de esta ciudad” 27 . Y que en el 2004, con la expedición de una nueva Ley de Participación Ciudadana se establecen órganos de representación ciudadana en las colonias y pueblos del DF: “los comités ciudadanos y los consejos ciudadanos. Además incluyó nuevos instrumentos de participación. Como la rendición de cuentas y las asambleas ciudadanas” 28 . Pero no es hasta el año 2010 que nacen mediante otra Ley de Participación Ciudadana los comités ciudadanos, punto central en esta investigación. De esta manera, “fueron electos e instalados 1700 comités ciudadanos. Esta ley estableció, además de los anteriores dos ORC: los consejos de los pueblos, de los cuales se instalaron 40, y los representantes de manzana. En enero de 2011 se dio continuidad al proceso con la instalación de 16 consejos ciudadanos delegacionales” 29 . Con ello, las 40 Direcciones Distritales hicieron entrega de: Constancias de Asignación a los integrantes, entre el primero y seis de noviembre de 2010; y posteriormente, el 19 de diciembre de 2010, “como resultado de las resoluciones emitidas por las instancias jurisdiccionales en materia electoral, fue realizada una Jornada Electiva Extraordinaria que se efectuó en siete colonias del Distrito Federal” 30 . Así, el Instituto Electoral del Distrito Federal (IEDF) organizó y efectuó la instalación, a partir del 1 de diciembre del mismo año, de 1, 734 Comités y Consejos que fueron electos. “Las sesiones de instalación se llevaron a cabo, con base en lo establecido en el artículo 152 de manera colectiva o individual. En tanto, los seis Comités restantes, aquellos que fueron electos en la jornada extraordinaria, iniciaron su instalación durante enero de 2011” 31 . 27 Temas de participación ciudadana en el Distrito Federal 5, “Derechos y obligaciones de los habitantes y ciudadanos del Distrito Federal”, Dirección Ejecutiva de Participación Ciudadana, Instituto Electoral del Distrito Federal, México, D.F. 2012, pág. 10. 28 Ibíd., Págs. 10 y 11. 29 Ibíd. Pág. 11. 30 Diagnóstico sobre el Seguimiento del Desempeño de los Comités Ciudadanos y Consejos de los Pueblos 2012, 31 de julio, 2012. pág. 2. En documento PDF. Disponible en la página electrónica del IEDF. 31 Ibíd. 21 Como se puede ver, durante el periodo anteriormente descrito se vivió la institucionalización de la Participación Ciudadana, representada por el presidencialismo, el corporativismo y el clientelismo, algo que del todo no ha desaparecido y sigue trastocando este tipo de participación, que en un supuesto es totalmente “ciudadana”. Aún con la última figura mencionada y aquí estudiada. La participación ciudadana (la institucionalizada, claro está) a través del tiempo ha sido un ejercicio mediado y controlado por las estructuras gubernamentales; sea en un primer momento por el PRI como partido hegemónico; sea en un segundo momento por la “oposición”, que también ha sabido generar cuadros que han aletargado un desarrollo ideal (para el ciudadano) de lo que es este ejercicio. Tanto su primer figura, como la ahora representada en este trabajo, han deteriorado los espacios públicos donde realmente pudiera empoderarse al ciudadano; según las palabras de Sergio Zermeño, los comités vecinales, en inicio, oscilaron entre “la atomización privatizante de los sectores y el despliegue de un neopatrimonialismo gestionario que ha pulverizado la solidaridad en extensos medios populares” 32 , afectando con ello todo lo que pudo ayudar el fortalecimiento de “la sociedad civil y que permiten enfrentar colectivamente los problemas de la ciudadanía: seguridad, servicios básicos, abasto” 33 , etc., lo que trajo consigo, sin lugar a dudas, que todas las formas que pudieron existir de participación ciudadana hayan sido “poco democráticas y/o subordinadas al partido hegemónico que gobernó el país durante más de setenta años” 34 . Eso en lo que tiene que ver con la mano hegemónica que mece la cuna. Por otro lado, la otrora oposición, hoy es parte de los reclamos que retumbaban años atrás, jugando en el mismo campo viciado que criticó durante la hegemonía del partido tricolor en el poder. Según algunas fuentes, en un inicio se trabajó mucho para intentar mermar clientelismo, corporativismo y otros parásitos que la democracia participativa había arrastrado tiempo antes; es decir, desde los primeros gobiernos del PRD en la capital del país, y aun siendo unos jóvenes 32 Participación ciudadana y políticas sociales del ámbito local, Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto Nacional de Desarrollo Social, Consejo Mexicano de Ciencias Sociales, VariosAutores, Alicia Ziccardi, Coordinadora, págs., 13 y 14 <http://ru.iis.sociales.unam.mx/jspui/bitstream/IIS/4420/1/Participacion%20ciudadana%20y%20politicas%20sociale s%20en%20el%20ambito%20local.pdf>. 33 Ibíd. 34 Ibíd., 16. http://ru.iis.sociales.unam.mx/jspui/bitstream/IIS/4420/1/Participacion%20ciudadana%20y%20politicas%20sociales%20en%20el%20ambito%20local.pdf http://ru.iis.sociales.unam.mx/jspui/bitstream/IIS/4420/1/Participacion%20ciudadana%20y%20politicas%20sociales%20en%20el%20ambito%20local.pdf 22 comités vecinales, el segundo gobernante de la ciudad más grande quiso convertir a estos órganos de representación en verdaderos gobiernos vecinales más allá de papeleros y administrativos. Sin embargo, víctimas de la nula “cultura” cívica de los ciudadanos, de la baja participación e indisciplina y bajo la visión de un todavía joven Andrés Manuel López Obrador que los quería como un cuarto piso en el gobierno, más ligados a lo administrativo en su estructura y dependientes de ello, los comités fueron desconocidos y sustituidos por Asambleas Vecinales, no sólo para vecinos sino también para representantes del gobierno local, que a diferencia de lo determinado para los comités, “proveería de un espacio de concurrencia igualmente legítimo para la participación de vecinos y representantes del gobierno central o delegacional, en donde éstos podrían presentar sus planes (y forzar un poco los consensos hacia ellos)” 35 . De esa manera, el equipo del hoy dirigente de Morena, particularmente la Secretaría de Desarrollo Social, harían propuestas para cambiar la LPCDF, intentando que los comités quedaran sujetos a las Asambleas Vecinales creadas por el mandatario, mismas que “ayudarían a los jefes Delegacionales y al jefe de Gobierno, como primer escalón del sistema de rendición de cuentas” 36 . Para completar este esbozo, vale la pena mencionar que durante la segunda gestión del PRD en la ciudad: la política de participación ciudadana conservó un lugar relevante entre los planteamientos estratégicos dirigidos a la gobernabilidad. Una de las concepciones centrales de la administración de Andrés Manuel López Obrador consistió en asumirse como un gobierno promotor y socialmente responsable, sustentado en tres ejes de identidad: 1) democracia participativa y justicia social; 2) eficiencia, transparencia y austeridad; y 3) optimismo para trabajar por la Ciudad de la Esperanza. A ello añadió el propósito explícito de profundizar el cambio democrático por el camino de la participación ciudadana basada en la diversidad, la tolerancia y el pluralismo, que emergen desde la base misma de la sociedad 37 . Con AMLO, la participación fluyó a través de los Comités Vecinales y de las 1, 352 unidades territoriales en las que se encontraba dividido el Distrito Federal, a través de la participación ciudadana muy ligada a la política social; sin embargo, cayendo en políticas clientelistas. 35 Ibíd., pág. 157. 36 Ibíd. 37 Lucía Álvarez Enríquez, “Institucionalidad y autonomía de la participación ciudadana en Ciudad de México. Alcances y desafíos”, En: Controversia no. 191 (diciembre 2008). Bogotá: IPC, FNC, CINEP, CR, ENS, 2008, pág. 113 <http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/Colombia/cinep/20100929081834/institucionalidadyautonomia.pdf>. http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/Colombia/cinep/20100929081834/institucionalidadyautonomia.pdf 23 Según Lucía Álvarez, los principales esfuerzos se dirigieron a las unidades territoriales y a la relación directa con los grupos más vulnerables y necesitados, mediante lo que se denominó Programa Integrado Territorial (PIT). El criterio establecido para la operación de este programa, de rasgos clientelistas, fue el de la asignación de una importante suma de recursos a la atención de las necesidades de los sectores más empobrecidos de la ciudad, a fin de mejorar su calidad de vida y promover distintas prácticas orientadas a propiciar en estos sectores, por una parte, el desarrollo de ciertas capacidades (el consumo, en el caso de los adultos mayores), y, por otra, el acceso gratuito a ciertos bienes y servicios (como el de la salud) 38 . Es por ello que la historia de la participación ciudadana en el Distrito Federal también debe considerarse como una serie de sucesos que han despojado al individuo de su poder de actuar ante y con los gobiernos; como una serie de recursos del poder en turno para manipular o cooptar los pocos esfuerzos “ciudadanos” –reales– necesarios para aportar un cambio común. Un proceso que –hasta la fecha- sigue avanzando. En el mejor de los casos, la oposición y la supuesta apertura democrática trajeron como resultado la creación y apertura de espacios y comités vecinales; aunque también “consagró los viejos liderazgos, y como nunca se reglamentó, su actuación suele ser una arena de alta conflictividad social e institucional, con baja capacidad de incidir en la gestión pública” 39 . El que la participación ciudadana se encuentre institucionalizada, para el caso específico de los grupos que nos atañen, significa dos cosas: una, que el actuar del individuo en el campo social se reduzca sólo a una serie de protocolos creados siempre desde el escritorio para llevar a cabo la sana vida social en la colonia, el estado o el país. Y por el otro lado, beneficia indirectamente el ejercicio delegacional o estatal que se cubre de gloria por un trabajo meramente ciudadano no remunerado, cuando tal trabajo se lleva de acuerdo a lo que la mencionada ley nos dice. Cuando no suceden ninguna de estas dos cosas, surgen una gama de posibilidades, que van desde la apatía total al proyecto grupal que supone el comité ciudadano –por ejemplo– hasta la vasta organización por parte de los vecinos para llevar a cabo algún proyecto; sea por la vía institucionalizada o por la simple organización vecinal. 38 Ibíd. Pág. 114. 39 Ibíd. Pág. 254. 24 Como ya se ha visto, la “evolución” de la participación ciudadana ha pasado por distintos estadios; en un inicio, el papel fundamental lo jugó el gobierno o los dirigentes de la ciudad capital; después pasó por una serie de normativas que al parecer brindarían mayor comodidad a los ciudadanos para ejercer sus derechos, aunque la mayor parte de estos se veían mermados por quienes encabezaban ciertos grupos; de esta manera, la apatía comienza a destacar más allá de lo que la participación casi nula podía ofrecer; más adelante se instauran una serie de reformas a estos pergaminos socioculturales y políticos para dar –en efecto– mayor control al ciudadano, claro, siempre cooptados por la mayoría que requería el partido hegemónico, en este caso, el PRI. Y así se avanza hasta que en 1996 se crea la Ley de Participación Ciudadana y posteriormente el IEDF, quien se encargaría de llevar de la mano a los comités ciudadanos en esta lucha por la educación vecinal. ¿Funcionó? En parte sí y en parte no. En sus primeros 3 años, los comités ciudadanos como Órgano de Representación Ciudadana, simplemente no rindieron de acuerdo a lo que se esperaba de ellos. Según un artículo de “Animal Político”, del 6 de septiembre del 2013 (esto es, 5 días después de los comicios para elegir nuevo comité ciudadano por colonia, además de la Consulta Ciudadana para el presupuesto participativo, mismos de los que se hablará en el Capítulo 2 de este trabajo), “A la mitad de los capitalinos no les interesa los comités ciudadanos: Parametría” 40 . Además, según el mismo reporte, “la apatía predominó en los capitalinos; más de la mitad de los entrevistados (57 %) mostraron poco o nulo interés en participar en las elecciones vecinales, a diferencia del 42 % […] que se manifestaron muy o algo interesados en participar en el nombramiento deestas figuras” 41 . Actualmente, basándome, entre otras cosas, en el trabajo de campo elaborado durante la Jornada electiva del 1º de septiembre del 2013, pareciera que regresamos a esos tiempos de cooptación; ese año, por ejemplo, en el caso de Coyoacán, se instauraron en estos Órganos de Representación los cuadros del entonces delegado perredista (Mauricio Toledo), sin más, como bien se explicará más adelante en el capítulo 2 de este trabajo. Hubo acarreos y demás vicios políticos heredados de la vieja escuela. Es decir, lejos de ser una fiesta democrática donde se renovarían estas figuras 40 “A la mitad de los capitalinos no les interesa los comités ciudadanos: Parametría” en Revista Animal político (en línea), 13 de septiembre del 2013. <http://www.animalpolitico.com/2013/09/a-mas-de-la-mitad-de-los-capitalinos- no-les-interesan-los-comites-ciudadanos-parametria/#ixzz2vjFEcrhK> 41 Ibíd. 25 y se participaría eligiendo en qué se gastaba el presupuesto, se convirtió en una gran ola de votos acarreados, no sólo en Coyoacán, sino en gran parte del aún entonces Distrito Federal: “acarreo de ambulantes, reparto de despensas y pago por sufragio fue el signo de las elecciones vecinales bajo el nulo control de electores por parte del Instituto Electoral del Distrito Federal (IEDF), además de que la apatía y el abstencionismo fueron el común denominador” 42 . Pero esto se tratará con más delicadeza y se explicará más adelante en este trabajo. Como se ha visto, la participación ciudadana en esta ciudad ha pasado por varios momentos en la historia de la urbe. Lo cierto es que parece que hemos regresado a esos momentos ominosos que se intentaron erradicar hace tiempo; lugares en la línea histórica de la ciudad y su participación que se creyeron resueltos en los viejos mundos de la historia de la nación. Actualmente, es complicado hablar de la participación ciudadana. En principio, ¿qué es? ¿Para qué sirve? Según el artículo 2 de la Ley de Participación Ciudadana del Distrito Federal y para efectos de la misma, “la participación ciudadana es el derecho de los ciudadanos y habitantes del Distrito Federal a intervenir y participar, individual o colectivamente, en las decisiones públicas, en la formulación, ejecución y evaluación de las políticas, programas y actos de gobierno” 43 . Y además de eso, la misma ley dice que: “La participación ciudadana contribuirá a la solución de problemas de interés general y al mejoramiento de las normas que regulan las relaciones en la comunidad […]”. Además, la participación ciudadana es: voluntaria, está enfocada al bien común, tiene impacto local, es organizada, proactiva; es informada, incide en políticas públicas; está basada en la responsabilidad y es respetuosa de la legalidad 44 . 42 Raúl Flores Martínez, “¡Corrupción en la elección de Comités Vecinales en el DF!”, Arsenal, Diario Digital, 2 de septiembre de 2013. <http://www.elarsenal.net/2013/09/02/corrupcion-en-la-eleccion-de-comites-vecinales-en-el- df/>. 43 Ley de Participación Ciudadana del Distrito Federal, Coordinación Editorial: María Ortega Robles, IEDF, México, 2012, Pág. 7. 44 Temas de participación ciudadana en el Distrito Federal, “Promoción y desarrollo de los principios de la participación ciudadana”, Dirección Ejecutiva de Participación Ciudadana, Instituto Electoral del Distrito Federal, México, D.F. 2012, Pág. 15. http://www.elarsenal.net/2013/09/02/corrupcion-en-la-eleccion-de-comites-vecinales-en-el-df/ http://www.elarsenal.net/2013/09/02/corrupcion-en-la-eleccion-de-comites-vecinales-en-el-df/ 26 Eso, desde un punto de vista oficial - institucional. Esa participación, desde ese modelo, tiene bastantes limitaciones propias de su diseño, de las instituciones e instrumentos en los cuales la intervención en la formulación, instrumentación y evaluación de las políticas, o la participación en la toma de decisiones, existen a veces como disposición o indicación pero no como procedimientos puntuales y atribuciones precisas en las instancias y en los mismos instrumentos, de tal manera que posibiliten realmente a la ciudadanía el acceso a esos niveles de intervención 45 . En síntesis, la participación ciudadana es concebida como el medio para crear una conciencia colectiva (social o comunitaria) para juntos –gobiernos y ciudadanía– enfrentar los retos que demanda una ciudad tan grande. De acuerdo a la Ley de Participación Ciudadana del Distrito Federal, los principios de la participación ciudadana son: democracia, corresponsabilidad, pluralidad, solidaridad, responsabilidad social, respeto, tolerancia, autonomía, capacitación para la ciudadanía plena, cultura de la transparencia y rendición de cuentas, derechos humanos 46 . Además de ser instrumentos de participación ciudadana el Plebiscito, el Referéndum; la Iniciativa Popular, la Consulta Ciudadana, la Colaboración Ciudadana, la Rendición de Cuentas, la Difusión Pública, la Red de Contralorías Ciudadanas, la Audiencia Pública, los Recorridos del Jefe Delegacional, las Organizaciones Ciudadanas y la Asamblea Ciudadana 47 . Y con ellos se pretende justamente concientizar al ciudadano hacía una participación colectiva, para mejorar su vida en el entorno inmediato. Pero no se busca –me atrevo a decirlo– llevar al ciudadano a otro estadio más amplio de participación; todo parecería circunscribirse al ámbito territorial que ocupa la colonia o el pueblo originario. Dicho de otra manera, la participación institucionalizada se estanca en un vals de trámites que se tienen que cumplir para estar en orden con las instituciones. Diría, la misma Lucía Álvarez: 45 Lucía Álvarez Enríquez, “Institucionalidad y autonomía de la participación ciudadana en Ciudad de México. Alcances y desafíos”, En: Controversia no. 191 (diciembre 2008). Bogotá: IPC, FNC, CINEP, CR, ENS, 2008, pág. 116 <http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/Colombia/cinep/20100929081834/institucionalidadyautonomia.pdf>. 46 Ley de Participación Ciudadana del Distrito Federal, Coordinación Editorial: María Ortega Robles, IEDF, México, 2012, Pág. 7. 47 Ibíd., Págs. 7 y 8. http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/Colombia/cinep/20100929081834/institucionalidadyautonomia.pdf 27 la política actual de participación ciudadana no propicia de manera expresa la construcción de ciudadanía sino la intervención de las personas en calidad de colaboradores, de instrumentadores, ejecutores, supervisores y, en ocasiones, únicamente de beneficiarios. Puntualizar esto del perfil que adoptan los ciudadanos en la participación institucionalizada es importante porque constituye una de las limitantes más claras que presenta la actual oferta gubernamental de participación de la comunidad 48 . Lo cierto es que al ciudadano común siempre se le ha dicho que la participación ciudadana surge justo para “equilibrar” el poder entre las instancias gubernamentales y los ciudadanos deseosos de participar y siempre pidiendo cambios aún con todo lo que significó el inicio de los grupos vecinales vigilados por el partido dominante. Empoderar al ciudadano para participar en las tomas de decisiones concernientes a su entorno y nada más, aunque fuese virtualmente. Esta participación terminó por institucionalizarse y hegemonizarse, a tal grado de decirle al mismo ciudadano en dónde, cómo y cuándo participar. A través de los años –como ya se vio en el Esbozo de la Participación– toda clase de interés en el qué-hacer político por parte del ciudadano, toda participación fue cooptada o redirigida a un uso siempre a favor del gobierno. De alguna u otra forma, siempre se encontraba el eje para articular esa participación de acuerdo
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