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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES 
 
 
LOS COMITÉS CIUDADANOS EN EL DISTRITO FEDERAL: 
ANÁLISIS DE CASOS Y UNA CRÍTICA DESDE EL MARGEN 
 
 
TESIS 
Que para obtener el título de 
Licenciado en Sociología 
 
PRESENTA 
Luis Alberto Cedeño Baltazar 
 
DIRECTORA DE TESIS 
Dra. Guadalupe Valencia García 
 
 
 
 
Ciudad Universitaria, Cd. de México, 2017 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
Restricciones de uso 
 
DERECHOS RESERVADOS © 
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
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mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
ÍNDICE 
 
Agradecimientos. 
 
Introducción. ................................................................................................................................... 1 
0. Las herramientas para el análisis. ............................................................................................ 8 
1. Introducción a la historia de la participación ciudadana en el Distrito Federal. Un 
bosquejo de la participación. ....................................................................................................... 12 
1.1 El epicentro de la Participación Ciudadana. ........................................................................ 12 
1.2 Esbozo radiográfico de la participación ciudadana en el Distrito Federal. ......................... 14 
1.3 La participación ciudadana en nuestros días. ...................................................................... 28 
2. La interacción en el campo de lucha: 
el impacto real de los comités ciudadanos. ................................................................................. 31 
2.1 Del ciudadano de papel al ciudadano activo. ...................................................................... 34 
2.2 Contribuciones teóricas. La construcción del individuo. .................................................... 41 
2.3 ¿Cómo se da la lucha en el campo y por qué? .................................................................... 45 
2.4 El mito comunitario. ............................................................................................................ 47 
2.5 El diario de la interacción y los ejemplos de la lucha: La consulta ciudadana y la elección 
de comités (o ¿por qué se tolera la lucha?). ............................................................................... 49 
2.6 La narración de la lucha....................................................................................................... 50 
2.7 Otros pequeños ejemplos. .................................................................................................... 59 
2.8 Los quejosos comités: (ejemplos de) corrupción y desencanto. .......................................... 62 
2.9 Y, actualmente, ¿cómo vamos con los Comités Ciudadanos? ............................................ 71 
2.10 El juego. ............................................................................................................................. 78 
3. Vámonos haciendo… ¿comunidad? (propuestas, contrastes y ejemplos). .......................... 81 
3.1 Ejemplos de la realidad que contrastan con la formalidad.. ................................................ 81 
3.2 Derrumbes y re-construcciones. .......................................................................................... 84 
3.3 Reiniciando el juego: del Campo de lucha a un nuevo campo de interacción. ................... 86 
3.4 Sobre la Comunidad. ........................................................................................................... 91 
3.5 De la apatía a la utopía... ..................................................................................................... 96 
3.6 Construcción comunitaria: ¿es necesaria la identidad colectiva?. ....................................... 99 
3.7 La construcción de la identidad colectiva.......................................................................... 100 
3.8 ¿Identidad colectiva o participación ciudadana no institucionalizada?. ............................ 103 
3.9 Propuesta... ........................................................................................................................ 105 
3.10 El ejemplo desde el sur mexicano. .................................................................................. 107 
3.11 Contrastes y similitudes.. ................................................................................................. 109 
4. Consideraciones finales (a manera de conclusión). ............................................................. 110 
Anexos. ........................................................................................................................................ 114 
Apéndice. Sobre los Comités Ciudadanos. ............................................................................... 126 
Bibliografía. ................................................................................................................................ 130 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Agradecimientos 
 
Al mar, que hoy tiene nombre y que tempestuosa o calmadamente, me observa. Al recuerdo y al motor que 
me alentaron a terminar esto contra todos mis pronósticos. 
Antonio Cedeño… he cumplido. 
____________________________ 
 
 
-Bueno… ¿qué no hay un manual para escribir estas cosas? 
-No. 
-¿Y cómo se supone que debo empezar? 
-Sólo agradece y ya. No puede ser tan difícil. 
-Pero es que hay tantas personas, que me daría mucha vergüenza olvidar a alguien. 
-¡Quién más leerá esto, sino los sinodales! 
-Tienes razón… 
-… 
-Y la escritura… ¿debe tener algún rigor? ¿Cómo le hago para que esto no se convierta en una 
carta cursi para todas las personas que voy a mencionar? 
-Suficiente, creo, debe ser el rigor de tu sinceridad. Si te refieres a cómo redactarlo, abandona 
por completo cualquier forma que hayas utilizado antes, en tu trabajo. Sólo siéntelo. 
-Ok, pero te culpo a ti de cualquier consecuencia. 
-Y eso, ¿cuándo nos ha importado? 
 
Al ritmo de la imaginación, y charlando conmigo mismo, es como prefiero comenzar esta parte 
que antecede al trabajo que presento; una manera lúdica (espero) que apreciará, querido lector y 
querida lectora. 
Quiero iniciar, agradeciendo a cada uno de mis sinodales, simplemente por tomarse la molestia 
de leer este trabajo (Juan, Marcela, Gerardo, Eli); por los consejos y por sacudirme para ampliar 
la visión de lo que, ciertamente, miraba de manera limitada. Gracias, por ampliar el panorama. 
Reconocimiento especial a Guadalupe Valencia, que con toda la carga de trabajo se hizo espacio 
para leerme, comentarme, asesorarme y darle seguimiento a mis actividades; por su amabilidad, 
comprensión y amistad. Y, aunque no son parte del jurado y quizá nunca lean este trabajo, 
agradecer también a Ramón Vargas, Mónica Guitián, Sandra Oceja y a Luis Gómez. 
Irónicamente, esta es la última parte que se escribe, y se ubica al inicio… lo cierto es que, hasta 
donde sé, me la he pasado agradeciendo a cada una de las personas que estuvieron en este largo 
camino desde mi ingreso a las aulas de la FCPyS, e incluso, desde que comencé mi vida en la 
UNAM, en el CCH Sur, después de haber coqueteado con el Poli, como le dicen de cariño… O 
sea, el IPN, pues. Y no agradezco sólo por lo que me hayan podido dar en lo que tiene que vercon el conocimiento, que siempre se aprecia. Sino, simplemente, por aparecer en la vida de uno, 
como se dice de manera cursi. 
Este camino inició años atrás, con otros temas, con otras ideas, con otras visiones del mundo. 
¿Que por qué me tardé tanto en concluirlo? En algún momento se llenó de obstáculos, 
claroscuros, estrés. Si a alguien debo agradecer, es a los que hoy día permanecen aquí. 
¿Perdí el tiempo en tardarme más de lo que hubiera deseado? Quizá. Si ganar experiencia en 
distintos campos, así como cosechar relaciones interpersonales enriquecedoras en mi vida, 
además de madurar en muchos otros ámbitos lejos de lo académico significa perder el tiempo, en 
efecto, he perdido mucho. Y lo agradezco. 
Y bueno, ¿cómo hacerle para mencionar a tantas personas sin que esto se convierta en la lista de 
los más buscados? Tampoco sé. Pero gracias a todos, y si se me escapa alguien, pardon. 
 
Dedico esta tesis a: 
Mis amigos de toda la vida y hermanos postizos: Gabriel, Alan, Enrique, Germinal; ese grupo al 
que se nos unió Franco, y con el que mantuvimos una hermandad musical por mucho tiempo y 
que ojalá en algún momento se logre retomar. Somos el ejemplo más claro del Almost Famous 
nacional. 
Antonio, Ernesto, por las charlas interminables acompañadas de jazz, café y cigarros, además de 
temas selectos que solíamos discutir arropados por una nube densa de ideas. 
Patricia, Ana, Ivonne, Marcela, Edna, Erandi, Rogelio, Emilio, Emiliano, Alberto, porque sin 
duda ustedes también deben aparecer en este listado de personas con las que me rodeé por años y 
que, de algún modo, lograron impregnar algo de ustedes en mí. 
Edgar, Pedro I., Pedro M., Denia, Pilar, Adriana, Oscar, Gerson, Kuri, Eduardo, Francisco, 
Orlando, Casildo, Rafael, Héctor, Miguel, Víctor, Mariano, José Luis, Iván; amigos que hasta la 
fecha tengo el gusto de seguir tratando y con los que he compartido la vida en distintas etapas. 
Tanisha, gran amiga, que ha sabido estar en los momentos difíciles y en los que la vida me ha 
sonreído. Por las charlas, las risas y la compañía. Brindemos. 
Marco Antonio, mi primo, que supo ser inspiración durante mucho tiempo, quizá, sin que se diera 
cuenta de ello. Carolina, mi tía, que me alentó a seguirle por este camino. Enrique B., Eduardo 
B., Clara, Mary, Cynthia, Luis, Carlos, Carlitos, Noemí, no se me olvidan. 
Por supuesto (claro que sí), debo mencionar a mis padres y a mi hermano, mi familia. Y aunque 
mi padre ya no se encuentra en el mismo plano desde hace unos ayeres, fue parte vital de este 
viaje que por fin logro concluir… me quedé con el carácter y el sentido de responsabilidad. A mi 
madre, que nunca se dio por vencida e hizo lo imposible por, como dicen los grandes, hacerme 
un hombre de bien, y de quien, sobre todo, aprendí a no rendirme y a pelear para conseguir 
alcanzar mis metas. Gracias por cada cuidado, y por cada minuto que has dado de tu vida para 
que llegara este momento. Estela, te adoro. Gracias por estar aquí. 
Y a Sara, con la que compartí, comparto y compartiré muchas cosas todavía en este camino que a 
veces se nos complica, pero que finalmente logramos atravesar con la frente en alto. Cómo no 
agradecerte si ayudaste tanto en la re-construcción de quien soy ahora. Gracias por todo, por estar 
aquí todavía, por guiarme cuando me perdí, por apoyarme, alentarme y por acompañarme ida y 
vuelta en este proceso. Por escuchar, por reír y por aparecer en mi vida… Te amo. 
 
1 
 
Introducción. 
 
Es al final (y no al inicio) que, más allá de las nociones que se tengan sobre el tema, me sigo 
preguntando “qué son los Comités Ciudadanos, para qué sirven, cómo funcionan y a grandes 
rasgos, qué justifica su existencia”. La respuesta sencilla (y algo obvia a estas alturas del 
desarrollo participativo que pueden tener estos grupos en la capital del país, en nuestras 
delegaciones y colonias para quienes han tenido la oportunidad de conocerles) la podemos 
encontrar a un simple click en las páginas oficiales que versan sobre este tema: la del Instituto 
Electoral del Distrito Federal, por ejemplo, nos llevará por el marco institucional, normativo y 
quizá histórico de estos grupos vecinales; otra bibliografía, sin embargo, se encargará de 
llevarnos por el camino histórico de la conformación de ellos y hasta las penurias que han tenido 
que pasar los habitantes de la ciudad para tener un mínimo cupo en lo que se conoce como 
participación ciudadana, o de manera más simple, en la manera en cómo se toman las decisiones 
en cada uno de estos espacios; además, encontraremos voces críticas del desarrollo de los 
mismos y algunas alentadoras de lo que son y lo que pueden ser. Pero, ¿es esto todo lo que son 
los comités ciudadanos? ¿Eso es todo lo que hacen? ¿Sólo para eso sirven? 
 
En las siguientes páginas se puede leer cómo es que se intenta dar respuesta a estas y otras 
preguntas relacionadas con el actuar de los Comités Ciudadanos (CC); no obstante, el objetivo de 
este trabajo no se ancla solamente a responder esas cuestiones sino a discernir qué causan estas 
figuras para las comunidades que los eligen; y sí, en efecto, qué son, qué hacen, para qué sirven. 
Estas preguntas podrían elaborarse solamente desde el campo de juego que la institucionalización 
de la participación ciudadana ha destinado para ello; lo cierto es que también desde las vías no 
institucionalizadas de esta actividad se puede describir, con mayor detalle, lo que aquí apenas se 
vislumbra, sobre todo en una ciudad como la nuestra, con tantas problemáticas que, sin lugar a 
dudas, merecen que la participación -sea cual sea esta- por parte de los ciudadanos se incremente. 
 
Siempre he sido fiel creyente de que la Ciudad de México va más allá de la figura del gobierno en 
turno y todas sus políticas; que va más allá de las instituciones encargadas del desarrollo de los –
ahora– 8, 918, 653 habitantes distribuidos en las 16 delegaciones, con una población 
 
2 
 
mayormente urbana (99.5%-0.5% rural)
1
 y donde se concentran el poder ejecutivo, legislativo y 
judicial. 
 
La hoy CDMX y antes DF, tiene su propia historia. Uno podría narrar o escribir maravillas del 
pasado mesoamericano de la ciudad y de su destino a manos del aquel entonces imperio español. 
Y todo lo que ello trajo consigo, hasta nuestros días. Bástenos entender que la ciudad que hoy 
caminamos y vivimos va más allá de ser ese “centro” del país en donde los tres poderes se 
concentran y que también es más que el centro laboral para muchas personas. Es una ciudad, 
hasta cierto punto, lastimada y reconstruida de muchas maneras. Que se levantó después de aquel 
terrible 19 de septiembre de 1985, cuando la naturaleza la sacudió potentemente. Aquejada por la 
sobrepoblación, la contaminación, y en sus últimos años, por el tránsito vehicular pesado que 
pinta paisajes surrealistas cada mañana, tarde o noche; entre muchas otras penurias. 
 
Pero esos paisajes tan conocidos para muchos de nosotros, tan cotidianos y normalizados, son 
también el escenario de distintas problemáticas que día con día se acrecientan y que, ciertamente, 
no son actuales, pero que con el tiempo se han ido agudizando. Ante estos problemas, las 
decisiones y acciones de cada habitante son cruciales para el buen porvenir de la misma; es cierto 
que, ante toda la maraña de problemas, el gobierno de la ciudad es quien tiene la batuta para 
combatir a cada una de ellas; sin embargo, la participación ciudadana es vital para, teóricamente, 
contribuir con el desarrollo de la ciudad. Cierto, también, que la participación ciudadana como 
hoy la conocemos (una institucionalizada) frena mucho el actuar del ciudadano limitándolo a 
tareas administrativas y de buró, si es que el susodicho decide aventurarse en el terreno de la 
toma de decisiones. 
 
Es en esta ciudad y con este contexto, que con una apertura democrática y como mecanismo 
institucional para que la ciudadaníapueda participar, surgen los comités vecinales y 
posteriormente los comités ciudadanos. Aunque de manera restrictiva, y es importante dejarlo 
claro, pues difícilmente los ciudadanos tienen peso en la toma de decisiones. Pero, ¿cómo 
 
1
 Esto, según el último censo por parte del INEGI 
http://cuentame.inegi.org.mx/monografias/informacion/df/default.aspx?tema=me&e=09 
 
3 
 
llegamos a esto? ¿Acaso los comités ciudadanos no desempeñan sus funciones como deberían o 
sí lo hacen pero los resultados no son los esperados? 
 
Para responder a esta cuestión, es necesario, en un primer momento, tratar el contexto de la 
ciudad de México, que es donde surgen los comités ciudadanos y cómo desde los primeros 
acercamientos de los habitantes a esta forma más abierta de participación los mismos se 
decepcionan por la manera en que los gobiernos en turno han intentado usarlos sólo para su 
conveniencia, sólo bajo sus formas y sólo para sus proyectos de ciudadanía. 
 
También, hay que dejar claro que esta figura –como hoy la conocemos– surge con el Partido de la 
Revolución Democrática en el gobierno y todo lo que trae consigo que por primera vez la 
oposición al partido histórico se posicione como la primera fuerza en la capital del país; y que, 
sin embargo, se hayan seguido reproduciendo todos los vicios que en un primer momento 
llevaron por el camino de la apatía a los que se atrevieron a participar de esta manera. 
 
Para llegar a explicar esto y comprenderlo de manera clara se requiere un análisis radiográfico de 
lo que fue y significó la participación ciudadana en el DF, que es el campo donde juegan los 
comités ciudadanos y después hablar de cómo son los procesos de interacción de los mismos 
para, finalmente, ver qué opciones tenemos dentro de esta democracia participativa. 
 
Es así que, Los Comités Ciudadanos en el Distrito Federal: Análisis de casos y una crítica 
desde el margen, es un trabajo en el que se presenta un análisis de los Órganos de Representación 
Ciudadana (ORC) conocidos como comités ciudadanos (CC) en el Distrito Federal; el cómo 
funcionan, cómo se eligen, cómo se integran o para qué sirven, también será parte importante de 
dicho estudio. En él, se muestra lo que considero el impacto real que tienen dichos órganos y se 
toman como base los del Distrito Electoral XXVII de Coyoacán (hoy Distrito Electoral XXVI, 
debido al cambio en el Marco Geográfico Electoral Local para el Proceso Electoral Ordinario 
2014-2015
2
). Lo anterior en un plano general. En lo particular, se mencionan casos específicos 
que no sólo muestran el funcionamiento o impacto que los mismos pueden tener en sus 
 
2
 Para mayor información, se puede revisar el Acuerdo del Consejo General del Instituto Electoral del Distrito 
Federal, por el que se aprueba el Marco Geográfico Electoral Local para el Proceso Electoral Ordinario 2014-2015. 
http://portal.iedf.org.mx/mge2014-2015/Acuerdo-MGEL2014-2015.pdf 
 
4 
 
comunidades electoras, sino que además, se devela lo que aquí presento como la lucha en el 
campo político, cómo se da y por qué se presentan estos casos. Lo que aquí se ofrece es un 
trabajo visto desde el ángulo sociocultural, si ha de llamarse de alguna forma, que se aleja de la 
mayoría de los estudios existentes que se enfocan principalmente en lo jurídico o legislativo de 
los mismos. Pero además, es un trabajo hecho desde adentro, con algo que considero valioso: la 
interacción con quienes integran dichos órganos de representación. 
 De esta manera, el visualizar cómo es que se relacionan e interactúan los integrantes de 
los comités entre sí y con distintas figuras externas (como pueden ser el personal del Instituto 
Electoral del Distrito Federal, que de alguna forma es el encargado de los mismos, o las 
autoridades delegacionales, sólo por mencionar algunas), será fundamental para comprender su 
desarrollo, mismo que bajo los estándares del funcionamiento por parte del IEDF, son de bajo 
rendimiento de acuerdo a lo que la Ley de Participación Ciudadana del Distrito Federal (LPCDF) 
dicta en el caso de estas figuras. De ello, se desprenden interrogantes acerca del por qué estos 
grupos no participan como debieran hacerlo; además de qué papel pueden jugar sobre la 
comunidad en la que se encuentran o si cumplen o no su cometido y por qué, a qué se debe la 
baja participación ciudadana, no sólo al interior del comité sino en las colonias o pueblos. 
 
Partiendo de lo anterior, podemos hablar de por lo menos dos resultados: el que entrega el IEDF 
como parte de su trabajo con los Comités y el impacto real que menciono. Antes de seguir, debo 
aclarar que lo que aquí considero como impacto real no sólo tiene que ver con el impacto de 
los mismos para la sociedad, para sus colonias o pueblos; lo que considero el impacto real, 
no tiene que ver sólo con la realidad tangible que se muestra en los resultados, en el papel o 
con los datos cuantitativos que arrojan las encuestas o estudios de parametría. Lo que aquí 
llamo impacto real, es traducido como los vínculos que se pueden llegar a crear dentro de 
esos campos especializados además de la interacción que se da en los mismos: sea por la 
violencia emitida en el campo político, sea por la unión de los vecinos para un bien común, sea el 
trabajo que obtienen al usar los comités como trampolín para conseguir beneficios políticos o con 
sus mismos vecinos. 
 
De este modo, el impacto real aquí mencionado, tiene que ver con lo que estas figuras puedan 
imprimir (entiéndase cómo transforman/ayudan/qué papel juegan) en sus comunidades y en su 
 
5 
 
vida diaria, más allá de lo que marca la democracia de papel o los manuales operativos para cada 
uno de los ejercicios democráticos que se encuentran en la agenda de estos órganos vecinales, 
entre ellos, la participación ciudadana y todo lo que tiene que ver con ella y con los comités 
ciudadanos. El impacto real, como se menciona, tiene que ver con las relaciones que emanan o 
pueden emanar de este tipo de ejercicios, tiene que ver con la interacción y lo que puede surgir de 
ella. El impacto real es esa lucha en el campo
3
, lo que se sale del terreno hegemónico y que 
ocupa el terreno que no se apega a las leyes o reglas que brindan la ciudadanía y la participación 
ciudadana institucionalizada. 
 
Si se hace una crítica desde el margen, es justamente porque el análisis de estas figuras se sitúa 
desde una perspectiva que me permite observar todas las limitantes de la democracia participativa 
en el papel y al mismo tiempo vislumbrar la posibilidad (fuera de ella) de la comunalidad. 
Además, esta mirada nos demuestra que no se puede juzgar el actuar de estos grupos desde la 
mera formalidad cuando los mismos son atravesados por cuestiones socioeconómicas y culturales 
que rebasan las reglas que se imponen desde el campo institucional. Si llamo a una crítica desde 
el margen es porque posiciono mi mirada entre lo que nos puede ofrecer la democracia 
participativa en el papel y lo que sucede fuera de ella. La crítica es consistente y tiene que ver con 
la manera en que se desenvuelven en ese campo específico quienes en su actuar pretenden 
evaluar el desempeño de estos órganos autónomos sin más; es decir, en este caso el IEDF y los 
instrumentos que pretenden medir realidades distintas y entendidas de forma distante; pues 
mientras para el IEDF lo real es lo que reportan sus actas y demás, para los comités ciudadanos, 
por ejemplo, lo real es que el IEDF no les brinda nada de lo que ellos requieren para un buen 
funcionamiento. Está por demás mencionar que, en la confronta de estos personajes, el IEDF 
lleva el rol de la participación ciudadana institucionalizada. 
 
Dicho lo anterior, el trabajo se dividirá en 3 partes quedando de la siguiente manera: 
 
En el Capítulo 1 me centraréen la figura de los Comités Ciudadanos y su función como Órganos 
de Representación Ciudadana. Es decir, su organización, su desarrollo y su desempeño. Para ello 
 
3
 Siguiendo a Bourdieu, entiendo por campo al espacio social formado en torno a hechos que condensan las apuestas 
sociales (mediadas por los habitus). Cada agente ocupa un sitio; un lugar, es decir, un punto del espacio físico en el 
que están situados los agentes, donde también hay jerarquías. 
 
6 
 
se presenta un recuento de la historia de la participación ciudadana en la ciudad, a través de un 
esbozo que contiene un resumen de la misma; asimismo, se hablará de la Ley de Participación 
Ciudadana del Distrito Federal y sus reformas, de la participación ciudadana y el contexto que 
articula los primeros movimientos en torno a: los abandonos y la apatía. Necesario hacer esta 
radiografía detallada, para vislumbrar lo que sucede hoy: es la historia del pasado presente. Es el 
mismo guión repitiéndose. 
Aquí se detalla lo que significa que la participación ciudadana se encuentre institucionalizada, a 
estas alturas y sobre todo qué es y para qué sirve; lo que dicen que es y lo que la ciudadanía 
entiende por ello. Los órganos representativos que el Instituto Electoral, a través de la Comisión 
de Participación Ciudadana, debe vigilar y sus responsabilidades, nos llevan en un segundo 
momento a analizar y comprender cómo es que actúan en un campo político. 
 
En el Capítulo 2, que podría ser tomado como el microscopio de la interacción, hablaré de la 
interacción en el campo de lucha; comenzando por el análisis del no cumplimiento de los CC con 
lo que encomienda la LPCDF y sus causas, los factores que impiden el mismo en el espacio 
social, entendiendo que los CC se convierten en el vehículo ciudadano para obtener fines 
concretos, a veces, más allá de los fines que se les solicitan; además se remarcan y ejemplifican 
las grandes diferencias en el actuar de los grupos en la lógica hegemónica-institucional y lo que 
pueden construir lejos de los parámetros establecidos por la visión de papel. 
 
En el Capítulo 3 presentaré lo que considero una propuesta en el camino que se puede seguir, no 
para continuar legitimando al Comité Ciudadano como figura primigenia ante las instituciones, 
sino para reformular una nueva idea de una participación que puede darse realmente en 
comunidad. Un camino comunitario, posiblemente, con el que surge otra cuestión: ¿es posible un 
“trabajemos juntos” en un sistema que nos pone a prueba diariamente (competencia); o sea, en 
esta democracia de competencia? Vaya, no planteo ni quiero encontrar el hilo negro de cómo 
hacerle para mejorar nuestra participación en nuestro entorno o comunidad, pues sencillamente, 
hay muchos ejemplos que en la práctica pueden reducir cualquier propuesta a una simple 
descripción de lo que ya sucede en distintas latitudes del país; o hasta de la ciudad misma. 
Aunque sí se plantea que si el trabajo que se les encomienda a los comités se dirigiera a una 
construcción de comunidad, más que al de una mera ciudadanía operativa de buró limitada a 
 
7 
 
sólo seguir indicaciones o a jugar en el espacio reducido de la participación ciudadana 
institucionalizada, los resultados serían infinitamente distintos. En primer lugar, porque no se 
partiría de un razonamiento de competencia instaurado en el sistema sociopolítico y económico 
actual. Al crear comunidad, también se crea respeto hacia el otro; el “ciudadano” se construye 
frente a ése, ante su vecino. En efecto, siendo este capítulo el de la propuesta, se abre un 
hipotético y nuevo campo de interacción; y para llegar a él, es necesario presentar la idea de 
cómo los vínculos se forman en un primer momento desde la interacción cara a cara. Y cómo 
esos mismos vínculos se afianzan hasta crear una cadena más grande y fuerte. Una identidad 
colectiva. Con lo anterior, se plantea que es necesario un cambio de paradigma, uno que esté 
fuera de lo que el capitalismo atomizante nos ofrece, que dicho está de más, es muy poco. La 
propuesta se encamina hacia la acción comunitaria. Además, al final de este apartado hay un 
ejemplo que me interesa rescatar: el del EZLN, principalmente en lo que tiene que ver con su 
forma de organización. Abordando de manera muy general lo que representa esta figura para la 
acción en comunidad, planteo que esa misma acción y organización se podrían reproducir y 
socializar en los nuevos grupos vecinales a formar: los –hipotéticos- grupos vecinales 
comunitarios. 
 
Al final de este trabajo, más que una conclusión, se presenta una reflexión de la importancia del 
trabajo en conjunto y todos los resultados positivos que pueden traerle a la participación 
ciudadana. 
 
En resumen, este trabajo también muestra -desde una óptica distinta- lo que sucede con los 
personajes en la historia de la participación ciudadana en el DF y en él trato de reflejar la lucha 
cotidiana que se desenvuelve en el terreno donde los comités ciudadanos interactúan; también 
intento demostrar la participación ciudadana que se logra fuera del papel, la de los vínculos que 
son resultado de la empatía que se vislumbra después de la violencia. Hoy, la organización entre 
ciudadanos también es reflejo de otro tipo de violencia, aquella que atenta contra los derechos 
elementales; aquella que la participación ciudadana institucionalizada no ayuda a mitigar. Hoy 
más que nunca, es necesaria la vinculación y participación entre ciudadanos. Sin llegar a la 
exageración, es una urgencia dentro de esta ciudad que se cae a pedazos. 
 
 
8 
 
0. Las herramientas para el análisis. 
 
Es importante dilucidar que, todo comienza, en un primer momento, con base en mis experiencias 
como Administrativo Especializado ‘A’, encargado del Diagnóstico de los comités ciudadanos en 
el Distrito Electoral XXVII del IEDF en Coyoacán (realizado durante 8 meses), y el trabajo y 
observación que pudieron concretarse desde aquel entonces. 
 
Debo aclarar, antes de pasar al Capítulo 1 de este trabajo, que en este análisis no se hablará 
solamente de la veta histórica o legislativa de estos grupos vecinales. Ni tampoco se tratarán 
solamente los tópicos referentes a la constitución en forma de los comités ciudadanos, después de 
pasar por varias figuras institucionalizadas para la participación. Lo que se pretende en esta tesis 
es hacer un análisis de la lucha que se da en el campo político en el que los comités ciudadanos 
actúan; específicamente, los comités ciudadanos del Distrito Electoral XXVII, en Coyoacán (si 
bien no se hace un análisis de cada uno de ellos, el mismo es respuesta de los comités con los que 
pude interactuar). 
 
Antes de esto, es esencial hablar en un primer momento del contexto y desarrollo de la 
participación ciudadana en el DF, para después, explicar y analizar el funcionamiento de los 
comités, así como la lucha en el campo político. ¿Cómo entender este conflicto? Precisamente lo 
que planteo aquí es un análisis de la interacción. Para eso, me ayudo, en un primer momento, de 
los archivos de cada uno de estos comités; en segundo lugar, del trabajo y diario de campo, y 
posteriormente, de las herramientas teóricas, periodísticas y literarias que se presentan a lo largo 
de este trabajo. De distintas perspectivas y plumas como las de Pierre Bourdieu o Erving 
Goffman, a quienes considero que en un contexto como el nuestro, contribuyen no sólo a una 
crítica, sino que nos ayudan a comprender los juegos de poder e interacción que podrían darse en 
estos espacios. Pero además de eso, también ayudan a profundizar no sólo en la constitución o 
construcción de cada uno de nosotros, también son útiles para comprender de una mejor manera 
los lazos, que, con la interacción, pueden crearse para un mejor desarrollo en grupo, en 
comunidad. 
 
 
9 
 
Este trabajo nosólo es un desglose de resultados institucionales. Lo que aquí se presenta, también 
es un análisis de la lucha que emprenden los integrantes de los comités ciudadanos, y para ello es 
necesario contrastar el discurso de estos grupos y el de la Institución encargada de la supervisión 
de los mismos, en este caso el IEDF; es necesario analizar por qué los comités ciudadanos 
participan tan poco (según los diagnósticos y evaluaciones realizados durante la segunda mitad 
del 2012 y 2013) en el campo que se les asigna, para después demostrar que lo que en realidad se 
presenta es una evasión a las reglas del IEDF (lo que no implica que no se reconozcan, pues para 
evadir se deben reconocer; lo anterior, por parte de los comités que no participan, y que muchas 
veces, son los que hacen mayor labor para sus colonias); seguido de la lucha que se da en el 
espacio social. Me interesa también demostrar las relaciones por las que están atravesados, para 
al final poder proponer una nueva forma de organización: una comunitaria. Ya que debido al 
discurso hegemónico de la Institución amparado por la LPCDF, y a su vez por la Asamblea 
Legislativa del DF, en vez de conjuntar, se atomiza a los ciudadanos. Y al quedar huérfanos por 
la misma Ley de Participación Ciudadana (pues según la misma, son “autónomos”) buscarán 
conseguir privilegios a partir de su estancia en el Comité (desde la papelería que se les queda 
como parte de los recursos que entrega el IEDF, hasta un capital político y social) o trabajarán 
por su comunidad sin intereses de reconocimiento por parte de ninguna “autoridad”. Los comités 
como Órganos de Representación Ciudadana, son “autónomos”, aunque de cierta manera, se rijan 
por la misma. Los comités en cierto punto, son algo más allá de ese órgano representativo: se 
convierten en un medio para obtener fines concretos. 
 
Finalmente, es importante reconocer a los sujetos considerados en este trabajo, además de 
delimitarlos espacial y temporalmente. En primer lugar, tenemos a los comités ciudadanos del 
Distrito Electoral XXVII de Coyoacán, en general. Pero particularmente, presento algunos casos 
de Comités con los que viví más de cerca lo que planteo. Se debe mencionar que la línea 
temporal del trabajo se refiere a los 8 meses que laboré en el Instituto Electoral, pero también 
este análisis transparenta parte del Diagnóstico emitido en el año 2013; así como también se 
presenta parte de lo sucedido el 30 de septiembre del mismo año, momento en que hay elecciones 
para elegir a los nuevos integrantes de los comités ciudadanos en el Distrito Federal, además de la 
Consulta Ciudadana para el Presupuesto Participativo y lo que actualmente sucede con los 
mismos. 
 
10 
 
La importancia del análisis radica también en ver más allá de los datos cuantitativos. Significa 
visualizar el trabajo de los comités ciudadanos no solamente como el ente operativo cargado de 
valores jurídicos y cívicos, sino como el grupo ciudadano atravesado por una historia que se 
desarrolla en la colonia-calle-comunidad, con fines específicos y concretos. Se debe conocer y 
presentar la interacción de estos sujetos que históricamente han sido decepcionados por la 
promesa democrática. Se debe presentar no sólo su interacción, sino el cómo se construyen para 
relacionarse o actuar como lo hacen. 
 
Y es que, ¿de qué otro modo se puede entender lo que sucede alrededor de nosotros si no es a 
través de la unidad primordial en la sociedad? Me refiero al individuo y a su actuar. Cualquier 
fenómeno debe entenderse desde el contexto histórico en que se envuelve, sí. De quién domina y 
quién es dominado, de quién oprime y quién resiste, de quién dicta y quien acata. Pero ante todo, 
el individuo es el núcleo de todo esto. Que no se malentienda, porque no intento individualizar a 
la sociedad. Pero el simple entendimiento del sujeto, de su interacción, va creando poco a poco 
cadenas más complejas y más difíciles de romper. He ahí la importancia de la comunidad. La 
importancia de la identidad colectiva; la importancia de un análisis entre unos y otros -face to 
face- para comprender el bien mayor al que nos puede llevar la construcción de una cadena sólida 
en pos de la misma comunidad. 
 De esto se trata el trabajo. No sólo es un análisis de cómo funcionan estos grupos 
vecinales. Tampoco es nada más un análisis del discurso ciudadano y el institucional. Ni tampoco 
se trata solamente de desenmascarar las cooptaciones políticas que aún subsisten a pesar de que 
se “erradicaron” en los tiempos mismos que el PRI dominaba. No se trata sólo de atestiguar y 
darle seguimiento a una figura tan compleja que pareciera irrisorio su actuar. Es antes que nada, 
un análisis de la interacción de los sujetos. De sus ritos, de sus formas de actuar ante un contexto 
violento económica y socialmente. Política y culturalmente. De su interacción en lo que aquí 
llamo campo de lucha. 
 
Se intenta, también, analizar con estas herramientas de la experiencia el actuar cotidiano de los 
comités, encerrados (sin más) y aprisionados en el papel que otorga la democracia participativa 
de la participación ciudadana institucionalizada; misma que los convierte en actuantes y 
administrativos más que en participantes y constructores de su porvenir en la comunidad y los 
 
11 
 
sujeta a la idea hegemónica de ciudadanía sin permitirles construir más allá de los muros que 
pone la participación ciudadana en el papel. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
12 
 
1. Introducción a la historia de la participación ciudadana en el Distrito Federal. Un 
bosquejo de la participación. 
 
1.1 El epicentro de la Participación Ciudadana. 
 
El 19 de septiembre de 1985, aproximadamente a las 7:19 de la mañana y mientras la ciudad de 
México se preparaba para comenzar un día más, tuvo lugar uno de los eventos más famosos y 
catastróficos de la urbe: el gran movimiento telúrico que vive en el imaginario colectivo de cada 
uno de sus habitantes. La terrible magnitud de este evento natural, suscitó una gran movilización 
por parte de los habitantes de la ciudad, ya que, de alguna manera, el gobierno no actuó ante el 
tamaño de la catástrofe. Este gran levantamiento social, este vínculo que se creó a través de la 
catástrofe, de la violencia natural, es para muchos el inicio de la participación ciudadana como 
hoy la conocemos. Lo cierto, es que al menos formalmente, la participación ciudadana se remite 
mínimo unos 57 años atrás, cuando se aprueba la Ley Orgánica del Distrito Federal y de los 
Territorios Federales (LODFTF) en 1928, promovida por el general Álvaro Obregón y alentada 
por el entonces presidente Emilio Portes Gil. 
 
Desde ese entonces hasta el día de hoy, la participación ciudadana ha sido presentada con 
distintos matices, incluyendo al ciudadano, sí, pero muchas veces sólo desde el papel. La historia 
de este tipo de participación en la Ciudad de México nos cuenta también del abandono y la apatía 
de las personas por distintas causas que se analizarán en este capítulo y donde es necesario hacer 
un análisis radiográfico de la misma, con lupa, para comprender quiénes y cómo han actuado ante 
las reformas que surgieron con el paso de los años y cómo es que fueron conduciendo al 
ciudadano hacia la apatía generalizada debido a la cooptación de la participación gracias a 
mecanismos como pudieron ser el presidencialismo o el corporativismo, además de las prácticas 
clientelísticas, según Alicia Ziccardi
4
. Pero, ¿qué son estos? 
 
De manera laxa, el presidencialismo es un sistema de organización política en que el presidente 
de la república es también jefe del Gobierno, es decir, todas las decisiones recaen sobre el Poder 
Ejecutivo. Esto según la Real Academia Española. De manera más precisa, el presidencialismo 
en México se adoptaría por primera vez en 1824inspirándose (según Miguel Carbonell y Pedro 
 
4
 Alicia Ziccardi, Gobernabilidad y Participación Ciudadana en la Ciudad Capital, México, UNAM, 1998, pág. 
126. 
 
13 
 
Salazar) en la constitución estadounidense, además de la constitución gaditana de 1812. 
Posteriormente, Venustiano Carranza presentaría su proyecto de reformas para la constitución de 
1857, lo cual dotaría al presidente de muchas facultades. Posterior a ello, el presidencialismo 
abandonaría su forma caudillista para institucionalizarse cuando Lázaro Cárdenas expulsa a 
Plutarco Elias Calles del país; de ahí en adelante, todo el poder se construye en torno al 
presidente
5
 y al PRI, que comenzaba a conformarse como el partido hegemónico que gobernó 
durante más de siete décadas. 
 
Por otra parte, Barbara Schröter nos dice que el clientelismo es aquel sistema que “denota el 
intercambio de bienes y servicios por apoyo político y votos”
6
, pero también denota las relaciones 
informales de poder y el intercambio de esta clase de servicios entre grupos desiguales. Es decir, 
un “intercambio de recursos públicos y beneficios por parte de los políticos a cambio de votos”
7
. 
 
También, en la época cardenista, el Estado conduciría un proceso donde la organización de la 
sociedad se llevaría a cabo a través de sindicatos, confederaciones, asociaciones, etc., logrando 
que las organizaciones de trabajadores se fortalecieran, al mismo tiempo que el Estado. De aquí 
en adelante, la organización política en México se sustentaría en la figura de la presidencia, el 
PRI, como partido de Estado y una estructura social corporativa
8
. 
 
Más adelante, como bien señala Jorge Mario Audelo Cruz, el PRI logró establecer una 
dominación corporativista con miras a obtener el control de las elecciones “mediante las 
corporaciones que dependían de él. El PRI cooptó y controló desde su creación, al sector obrero, 
campesino y popular de la sociedad civil organizada (limitando la participación social y también 
la política de estos clivajes para asegurarse el control político)…”
9
. 
 
 
5
 Miguel Carbonell, Pedro Salazar, División De Poderes Y Régimen Presidencial En México, Instituto de 
Investigaciones Jurídicas, UNAM, pág. 126. <http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/5/2295/14.pdf> 
6
 Barbara Schröter, “Clientelismo político: ¿existe el fantasma y cómo se viste?”, Revista Mexicana de Sociología, 
UNAM, Instituto de Investigaciones Sociales pág. 14. <http://www.ejournal.unam.mx/rms/2010-
1/RMS010000105.pdf> 
7
 Ibíd., págs. 152 y 153. 
8
 Orígenes del corporativismo <http://webpages.cegs.itesm.mx/servicios/hdem/reconstruccion/corporativismo.htm>. 
9
 Jorge Mario Audelo Cruz, Sobre el concepto de corporativismo: una revisión. En el contexto político mexicano 
actual, pág. 14. < http://bibliohistorico.juridicas.unam.mx/libros/4/1627/5.pdf> 
 
14 
 
Lo anterior es útil para comprender la apatía generalizada que fue de la mano con la participación 
ciudadana por mucho tiempo; no obstante, también nos ayudará a comprender la creación de los 
Comités Vecinales y posteriormente la de los Comités Ciudadanos (CC), parte central de este 
trabajo, así como las tareas y retos que tendrán estos últimos para el mejoramiento y desarrollo de 
su entorno, es decir, sus colonias. 
 
Uno de tantos matices con el que se nos ha presentado históricamente la participación ciudadana, 
es justamente el de negar al ciudadano sus derechos. También es una historia oscura, que va 
desde la manipulación del ciudadano a favor de los intereses políticos del partido en el gobierno, 
hasta la de coadyuvar con lo que diga la Ley de Participación Ciudadana (como se ve en nuestros 
días), o el seguir un esquema predeterminado para ciertos casos. Y si no se cumple con ese 
esquema, con ese protocolo, simplemente no se cumple con el trabajo, que hay que decir, es 
honorario. ¿Hay algo de malo en la participación ciudadana en nuestro presente; hay algo de 
malo en la participación ciudadana institucionalizada? Por supuesto que no. Ante todo es un 
ejercicio para convertir al individuo común en un ciudadano; aunque esto no quiere decir que sea 
lo mejor. Así que antes de sumergirse por completo en este tema, es necesario hacer la 
radiografía propuesta. Y la misma, comienza con un “esbozo” de la participación ciudadana en 
la ciudad. 
 
1.2 Esbozo radiográfico de la participación ciudadana en el Distrito Federal. 
 
Para ofrecer un mejor panorama sobre la historia de la participación ciudadana, presento este 
esbozo, mismo que baso en el trabajo de Alicia Ziccardi en“Gobernabilidad y Participación 
Ciudadana en la Ciudad Capital” y en el trabajo de Mario Epinosa en “Historia y Cultura 
Política de la Participación Ciudadana en la Ciudad de México: entre los condicionamientos del 
sistema y el ensueño cívico” -sin dejar de mencionar que la síntesis es propia- donde se muestran 
de manera más precisa las distintas coyunturas que lograron hacer de la participación ciudadana 
sólo un instrumento de control y, de cierta manera, un placebo institucional en el tema de 
participación. 
 
La historia se remonta a 1928, cuando se da una modificación a la forma de gobierno de la ciudad 
y con ella desaparecen los municipios y se crea el Departamento Central, además de cinco 
 
15 
 
delegaciones, la Ley Orgánica del Distrito Federal y de los Territorios Federales (LODFTF) y El 
Consejo Consultivo de la Ciudad de México (CCCM), constituido por vecinos -que mínimo 
debían tener dos años de residencia-, por cámaras y por asociaciones de padres de familia, 
campesinos, industriales, comerciantes, etc. Los objetivos de este Consejo fueron disminuir los 
conflictos políticos que se daban en esa instancia, la participación social no partidaria; compensar 
la pérdida de la representación política, etc. Dentro de sus funciones, estaba el proponer reformas 
y reglamentos, revisar la cuenta anual del Departamento y denunciar faltas
10
. La LODFTD sería 
vigente hasta 1940; esto sentaría las bases para afianzar un modelo de participación corporativo y 
políticamente controlado. Con esta ley -promovida por el general Álvaro Obregón y alentada por 
el Presidente Emilio Portes Gil- desapareció el régimen municipal y el gobierno de la ciudad se 
volvió responsabilidad directa del presidente; quien lo “ejercería a través de un nuevo órgano”, el 
Departamento del Distrito Federal (DDF). 
 
Para 1941 se realiza una reforma a la Ley Orgánica del Departamento del Distrito Federal y se 
restringen las funciones de la participación ciudadana al reafirmar el carácter gremial de los 
Consejos Consultivos que quedarían marcados como una instancia ineficaz y sin capacidad de ser 
intermediarios entre las demandas ciudadanas y las instituciones del gobierno de la ciudad. Por lo 
tanto, sólo se limitaría a opinar sobre asuntos vinculados con los servicios públicos; en general, 
se limitaron sus funciones
11
, supeditando su funcionamiento a las decisiones del jefe de gobierno. 
 
En 1943 se crea la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP), la cual 
canaliza demandas urbanas de los sectores populares en vivienda, servicios urbanos suelo, etc. 
Sin embargo, fue una organización “clientelística” que funcionó como intermediaria para el 
suministro de bienes y servicios básicos a cambio de apoyo electoral
12
. 
 
Entre 1970 y 1980, la LODDF expedida en el sexenio de Luis Echeverría, “daría pie a la creación 
de nuevas instancias de representación ciudadana (junta de vecinos, asociaciones de residentes y 
comités de manzana), así como al desplazamiento del criterio gremial que privaba en la 
 
10
 Alicia Ziccardi, Gobernabilidad y Participación Ciudadana en la Ciudad Capital, México, UNAM, 1998, págs. 
123 y 124. 
11
 Ibíd.,pág. 125. 
12
 Ibíd., pág. 126. 
 
16 
 
integración del CCCM, no introduciría mayores modificaciones en las formas de relación, 
integración, organización y función de la participación ciudadana”
13
. El CCCM quedaría 
integrado por los presidentes de las juntas de vecinos (una por cada Delegación, integradas por 
los presidentes de las asociaciones de residentes; contaría con una mesa directiva: un presidente, 
un secretario, y tres vocales). La Asociación de residentes se conformaría por los jefes de los 
comités de manzana en cada colonia, barrio, pueblo o unidad habitacional; igualmente, contaría 
con una mesa directiva: un presidente, un secretario y tres vocales. Los Comités de manzana se 
integrarían por los vecinos de una manzana, entre los que se elegiría directamente a un Jefe de 
Manzana, además de un secretario y tres vocales
14
. 
De manera más específica, en 1970 se puede apreciar un crecimiento poblacional y 
expansión urbana; con ello, se realiza una reforma al gobierno del DF que implicó la división 
territorial en 16 delegaciones con un delegado y un subdelegado al frente, donde funcionarían las 
Juntas de Vecinos (con al menos 20 miembros, entre los cuales tenía que haber -cuando menos- 4 
mujeres y dos jóvenes menores de 25 años y durarían en sus cargos 3 años) que ampliarían la 
participación ciudadana restringida al Consejo Consultivo. Sus funciones serían informar y 
opinar al delegado y al mismo Consejo Consultivo sobre el suministro de servicios públicos
15
. 
 
En 1975 se publica un reglamento interno del Consejo Consultivo que fue una antidemocrática 
forma de representación vecinal constituida a través de mecanismos de elección y designación. 
Básicamente las funciones eran las de informar deficiencias en la administración pública. Se crea 
la Procuraduría de Colonias Populares del DF (al desaparecer la Oficina de Colonias), encargada 
de atender demandas urbanas de sectores populares, pero que otorgaba prioridad a demandas de 
colonos vinculados con el partido preponderante, en este caso, el PRI; lo cual, como era de 
esperarse, causa tensiones, ya que estas instituciones debieron actuar con la doble lógica de la 
administración y la política
16
. 
 
 
13
 Mario Epinosa, “Historia y Cultura Política de la Participación Ciudadana en la Ciudad de México: entre los 
condicionamientos del sistema y el ensueño cívico”, Andamios Revista de Investigación social, otoño-invierno, 
número 001, Universidad Autónoma de la Ciudad de México, México, D.F., Pág. 15. 
14
 Ibíd., Pág. 16. 
15
 Alicia Ziccardi, Gobernabilidad y Participación Ciudadana en la Ciudad Capital, México, UNAM, 1998, págs. 
126 y 127. 
16
 Ibíd., pág. 128 y 129. 
 
17 
 
Llegado 1979, surge la exigencia por parte de la ciudadanía para elegir democráticamente al Jefe 
del Departamento del Distrito Federal. Desaparecen la Procuraduría de Colonias Populares y la 
Dirección General de la Habitación Popular del DDF y se crean órganos de colaboración vecinal 
y ciudadana, como las Juntas de Vecinos, Comités de Manzana, Asociaciones de Residentes de 
las juntas vecinales, etc. Aun así, estos fueron espacios de escaso interés para los ciudadanos, ya 
que eran vistos como órganos para legitimar las decisiones del gobierno. 
 
La década que va de 1980-1990 sería terreno para las movilizaciones protagonizadas por el 
Movimiento Urbano Popular y la Coordinadora Única de Damnificados, además de la Asamblea 
de Barrios. Estos movimientos incentivaron la participación autónoma de los capitalinos creando 
canales alternativos para la expresión ciudadana independiente, “con lo cual terminaron 
cuestionando los medios institucionales dispuestos a canalizar la participación ciudadana y, sobre 
todo, disputando energéticamente la hegemonía territorial de las intocables organizaciones 
priistas con las que, hasta entonces, el partido y las instancias gubernamentales controlaban 
férreamente las estructuras de participación”
 17
 . 
 
Con ello, en 1980 surge el interés ciudadano por participar autónomamente en la constitución de 
las organizaciones vecinales (principalmente en las capas medias), demandando administración 
urbana más eficiente, pero aun así, prevaleció la intolerancia a la presencia de representantes 
autónomos y se utilizaban recursos para garantizar que los miembros del Consejo Consultivo de 
la Ciudad fuesen simpatizantes o miembros del PRI. Queriendo “tapar el sol con un dedo”, se 
crean Asociaciones de Residentes y juntas de vecinos, pero con líderes vinculados con el partido 
gobernante; es decir, nuevamente fueron formas de participación clientelística. Esto da como 
resultado que las elecciones de representantes vecinales en aquel entonces hayan sido 
caracterizadas por la apatía y el ausentismo, debido a que la gente ya no creía en estos tipos de 
“gobierno”
18
. 
 
 
17
 Mario Espinosa, “Historia y Cultura Política de la Participación Ciudadana en la Ciudad de México: entre los 
condicionamientos del sistema y el ensueño cívico”, Andamios Revista de Investigación social, otoño-invierno, 
número 001, Universidad Autónoma de la Ciudad de México, México, D.F., pág. 19. 
18
Alicia Ziccardi, Gobernabilidad y Participación Ciudadana en la Ciudad Capital, México, UNAM, 1998, págs. 
págs. 130, 131 y 132. 
 
18 
 
A falta de una verdadera representación ciudadana, los canales para procesar las demandas 
fueron: la confrontación y la movilización de los que pertenecían al Movimiento Urbano Popular, 
la participación autónoma en instituciones gubernamentales que se desarrollaron durante el 
proceso de reconstrucción de viviendas de los damnificados del sismo de 1985 y por supuesto, 
los ya tradicionalmente controlados por el PRI a través del intermediarismo y las prácticas 
clientelísticas comunes
19
. 
 
Sería hasta 1988 cuando se harían las primeras modificaciones en la LODDF, creando la 
Asamblea de Representantes del Distrito Federal (ARDF), la cual es resultado de la primera 
forma de participación autónoma y democrática donde los representantes fueron electos por la 
ciudadanía del DF. Cabe destacar que el génesis de esta reforma política se da en 1986, “a 
iniciativa del entonces presidente de la República Miguel de la Madrid Hurtado, se iniciaría con 
carácter de urgente con el objetivo de lograr una mayor gobernabilidad y garantizar más espacios 
de participación ciudadana”
 20
. 
 
De 1990 a 1996, la ARDF se reestructura y se constituye la Asamblea Legislativa del Distrito 
Federal (ALDF). “Establecida la autoridad de legislar de la nueva ALDF, el 10 de junio de 1995, 
conforme a lo estipulado en el EGDF, se promulgó la primera Ley de Participación Ciudadana de 
Distrito federal (LPCDF), con la cual, a pesar de su cuestionada legitimidad, se da paso, en 
noviembre de 1995, a la constitución y elección de los Consejos Ciudadanos”
21
. Con estos 
Consejos no sólo se recuperaba la idea de los Consejos Delegacionales (establecida en la 
LODFTF de 1928) y desaparecían formalmente otras instancias de colaboración ciudadana 
(CCCM y Juntas Vecinales) sino que “se establecía por primera vez… un organismo ciudadano 
con ciertas funciones ejecutivas”
 22
. Para la elección de los consejeros ciudadanos se limitó la 
participación de los partidos políticos, prohibiendo la candidatura de sus miembros; en 
estos comicios hubo dificultades, ya que los requerimientos exagerados como el alto número de 
firmas para el registro de los candidatos, el abstencionismo por la falta de credibilidad, etc., 
 
19
 Ibíd., pág. 132. 
20
 Ibíd. 
21
 Mario Epinosa, “Historia y Cultura Política de la Participación Ciudadana en la Ciudad de México: entre los 
condicionamientos del sistema y el ensueño cívico”, Andamios Revista de Investigaciónsocial, otoño-invierno, 
número 001, Universidad Autónoma de la Ciudad de México, México, D.F., pág. 22. 
22
 Ibíd. 
 
19 
 
dieron como resultado órganos débiles, todo esto reflejo de lo sucedido en 1995 con la LPCDF 
(aprobada aceleradamente por la mayoría priista) y la poca legitimidad con la que nació este 
modelo de participación ciudadana. En palabras de un exconsejero ciudadano, las posibilidades 
de acción de estos órganos ciudadanos no sólo quedaron supeditadas al control del PRI, sino que 
además, en la práctica se disminuyó el alcance de sus funciones, pues para cumplir con las 
importantes potestades que la ley les otorgaba (aprobar el POA y el Programa de Desarrollo 
Urbano, por ejemplo) los consejeros electos requerían contar con conocimientos técnicos que 
muchas veces no poseían”
23
. Con los consejos delegacionales desaparecieron las juntas vecinales, 
mas no los jefes de manzana ni las asociaciones de residentes
24
. 
 
Una nueva Reforma Política llegaría en 1996 y con ella el gobierno capitalino ya no dependería 
exclusivamente de los poderes federales. En 1997 desaparecen los Consejos Ciudadanos. 
 
Al año siguiente, en noviembre de 1998 -con un Jefe de Gobierno y un órgano legislativo en 
manos de la oposición- “se aprobó la segunda Ley de Participación Ciudadana del Distrito 
Federal (LPCDF98) y se sustituyó a la LPCDF vigente desde junio de 1995”
 25
. Con esta ley, “se 
establecían a los Comités Vecinales como el nuevo modelo de participación ciudadana 
institucional, la nueva estructura de representación ciudadana con la que se habría de sustituir 
tanto a los Consejos Ciudadanos, como a su ya caduca estructura vecinal (Jefes de Manzana y 
Asociaciones de Residentes). 
 De acuerdo con dicha ley, los Comités Vecinales serían los nuevos órganos de 
representación ciudadana –constituidos formalmente por elección libre, secreta y directa en cada 
colonia, barrio o unidad habitacional–, cuya función principal consistiría en relacionar a los 
habitantes del entorno en que hayan sido electos con los órganos político-administrativos de sus 
respectivas demarcaciones territoriales, teniendo por objeto supervisar, evaluar, informar y opinar 
sobre la gestión y actos de gobierno desarrollados por dichos órganos político-administrativos”
 26
. 
 
 
23
 Ibíd., Pág. 26. 
24
 Alicia Ziccardi, Gobernabilidad y Participación Ciudadana en la Ciudad Capital, México, UNAM, 1998, págs. 
págs. 133 y 134. 
25
 Mario Espinosa, “Historia y Cultura Política de la Participación Ciudadana en la Ciudad de México: entre los 
condicionamientos del sistema y el ensueño cívico”, Andamios Revista de Investigación social, otoño-invierno, 
número 001, Universidad Autónoma de la Ciudad de México, México, D.F., pág. 28. 
26
 Ibíd., Pág. 29. 
 
20 
 
Vale la pena mencionar, que con la aprobación de la segunda Ley de Participación Ciudadana del 
Distrito Federal, se da vida un año después –mediante un proceso electivo– a “1352 comités 
vecinales en las colonias, barrios, unidades habitacionales y pueblos de esta ciudad”
27
. Y que en 
el 2004, con la expedición de una nueva Ley de Participación Ciudadana se establecen órganos 
de representación ciudadana en las colonias y pueblos del DF: “los comités ciudadanos y los 
consejos ciudadanos. Además incluyó nuevos instrumentos de participación. Como la rendición 
de cuentas y las asambleas ciudadanas”
28
. 
 
Pero no es hasta el año 2010 que nacen mediante otra Ley de Participación Ciudadana los 
comités ciudadanos, punto central en esta investigación. De esta manera, “fueron electos e 
instalados 1700 comités ciudadanos. Esta ley estableció, además de los anteriores dos ORC: los 
consejos de los pueblos, de los cuales se instalaron 40, y los representantes de manzana. En enero 
de 2011 se dio continuidad al proceso con la instalación de 16 consejos ciudadanos 
delegacionales”
29
. 
 
Con ello, las 40 Direcciones Distritales hicieron entrega de: Constancias de Asignación a los 
integrantes, entre el primero y seis de noviembre de 2010; y posteriormente, el 19 de diciembre 
de 2010, “como resultado de las resoluciones emitidas por las instancias jurisdiccionales en 
materia electoral, fue realizada una Jornada Electiva Extraordinaria que se efectuó en siete 
colonias del Distrito Federal”
30
. Así, el Instituto Electoral del Distrito Federal (IEDF) organizó y 
efectuó la instalación, a partir del 1 de diciembre del mismo año, de 1, 734 Comités y Consejos 
que fueron electos. “Las sesiones de instalación se llevaron a cabo, con base en lo establecido en 
el artículo 152 de manera colectiva o individual. En tanto, los seis Comités restantes, aquellos 
que fueron electos en la jornada extraordinaria, iniciaron su instalación durante enero de 2011”
31
. 
 
 
27
Temas de participación ciudadana en el Distrito Federal 5, “Derechos y obligaciones de los habitantes y ciudadanos 
del Distrito Federal”, Dirección Ejecutiva de Participación Ciudadana, Instituto Electoral del Distrito Federal, 
México, D.F. 2012, pág. 10. 
28
 Ibíd., Págs. 10 y 11. 
29
 Ibíd. Pág. 11. 
30
 Diagnóstico sobre el Seguimiento del Desempeño de los Comités Ciudadanos y Consejos de los Pueblos 2012, 31 
de julio, 2012. pág. 2. En documento PDF. Disponible en la página electrónica del IEDF. 
31
 Ibíd. 
 
21 
 
Como se puede ver, durante el periodo anteriormente descrito se vivió la institucionalización de 
la Participación Ciudadana, representada por el presidencialismo, el corporativismo y el 
clientelismo, algo que del todo no ha desaparecido y sigue trastocando este tipo de participación, 
que en un supuesto es totalmente “ciudadana”. Aún con la última figura mencionada y aquí 
estudiada. La participación ciudadana (la institucionalizada, claro está) a través del tiempo ha 
sido un ejercicio mediado y controlado por las estructuras gubernamentales; sea en un primer 
momento por el PRI como partido hegemónico; sea en un segundo momento por la “oposición”, 
que también ha sabido generar cuadros que han aletargado un desarrollo ideal (para el ciudadano) 
de lo que es este ejercicio. 
 
Tanto su primer figura, como la ahora representada en este trabajo, han deteriorado los espacios 
públicos donde realmente pudiera empoderarse al ciudadano; según las palabras de Sergio 
Zermeño, los comités vecinales, en inicio, oscilaron entre “la atomización privatizante de los 
sectores y el despliegue de un neopatrimonialismo gestionario que ha pulverizado la solidaridad 
en extensos medios populares”
32
, afectando con ello todo lo que pudo ayudar el fortalecimiento 
de “la sociedad civil y que permiten enfrentar colectivamente los problemas de la ciudadanía: 
seguridad, servicios básicos, abasto”
33
, etc., lo que trajo consigo, sin lugar a dudas, que todas las 
formas que pudieron existir de participación ciudadana hayan sido “poco democráticas y/o 
subordinadas al partido hegemónico que gobernó el país durante más de setenta años”
34
. Eso en 
lo que tiene que ver con la mano hegemónica que mece la cuna. 
 
Por otro lado, la otrora oposición, hoy es parte de los reclamos que retumbaban años atrás, 
jugando en el mismo campo viciado que criticó durante la hegemonía del partido tricolor en el 
poder. Según algunas fuentes, en un inicio se trabajó mucho para intentar mermar clientelismo, 
corporativismo y otros parásitos que la democracia participativa había arrastrado tiempo antes; es 
decir, desde los primeros gobiernos del PRD en la capital del país, y aun siendo unos jóvenes 
 
32
 Participación ciudadana y políticas sociales del ámbito local, Instituto de Investigaciones Sociales de la 
Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto Nacional de Desarrollo Social, Consejo Mexicano de Ciencias 
Sociales, VariosAutores, Alicia Ziccardi, Coordinadora, págs., 13 y 14 
<http://ru.iis.sociales.unam.mx/jspui/bitstream/IIS/4420/1/Participacion%20ciudadana%20y%20politicas%20sociale
s%20en%20el%20ambito%20local.pdf>. 
33
 Ibíd. 
34
 Ibíd., 16. 
http://ru.iis.sociales.unam.mx/jspui/bitstream/IIS/4420/1/Participacion%20ciudadana%20y%20politicas%20sociales%20en%20el%20ambito%20local.pdf
http://ru.iis.sociales.unam.mx/jspui/bitstream/IIS/4420/1/Participacion%20ciudadana%20y%20politicas%20sociales%20en%20el%20ambito%20local.pdf
 
22 
 
comités vecinales, el segundo gobernante de la ciudad más grande quiso convertir a estos órganos 
de representación en verdaderos gobiernos vecinales más allá de papeleros y administrativos. 
 
Sin embargo, víctimas de la nula “cultura” cívica de los ciudadanos, de la baja participación e 
indisciplina y bajo la visión de un todavía joven Andrés Manuel López Obrador que los quería 
como un cuarto piso en el gobierno, más ligados a lo administrativo en su estructura y 
dependientes de ello, los comités fueron desconocidos y sustituidos por Asambleas Vecinales, no 
sólo para vecinos sino también para representantes del gobierno local, que a diferencia de lo 
determinado para los comités, “proveería de un espacio de concurrencia igualmente legítimo para 
la participación de vecinos y representantes del gobierno central o delegacional, en donde éstos 
podrían presentar sus planes (y forzar un poco los consensos hacia ellos)”
35
. De esa manera, el 
equipo del hoy dirigente de Morena, particularmente la Secretaría de Desarrollo Social, harían 
propuestas para cambiar la LPCDF, intentando que los comités quedaran sujetos a las Asambleas 
Vecinales creadas por el mandatario, mismas que “ayudarían a los jefes Delegacionales y al jefe 
de Gobierno, como primer escalón del sistema de rendición de cuentas”
36
. 
Para completar este esbozo, vale la pena mencionar que durante la segunda gestión del PRD en la 
ciudad: 
la política de participación ciudadana conservó un lugar relevante entre los planteamientos 
estratégicos dirigidos a la gobernabilidad. Una de las concepciones centrales de la 
administración de Andrés Manuel López Obrador consistió en asumirse como un gobierno 
promotor y socialmente responsable, sustentado en tres ejes de identidad: 1) democracia 
participativa y justicia social; 2) eficiencia, transparencia y austeridad; y 3) optimismo para 
trabajar por la Ciudad de la Esperanza. A ello añadió el propósito explícito de profundizar el 
cambio democrático por el camino de la participación ciudadana basada en la diversidad, la 
tolerancia y el pluralismo, que emergen desde la base misma de la sociedad
37
. 
 
Con AMLO, la participación fluyó a través de los Comités Vecinales y de las 1, 352 unidades 
territoriales en las que se encontraba dividido el Distrito Federal, a través de la participación 
ciudadana muy ligada a la política social; sin embargo, cayendo en políticas clientelistas. 
 
35
 Ibíd., pág. 157. 
36
 Ibíd. 
37
 Lucía Álvarez Enríquez, “Institucionalidad y autonomía de la participación ciudadana en Ciudad de México. 
Alcances y desafíos”, En: Controversia no. 191 (diciembre 2008). Bogotá: IPC, FNC, CINEP, CR, ENS, 2008, pág. 
113 <http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/Colombia/cinep/20100929081834/institucionalidadyautonomia.pdf>. 
 
http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/Colombia/cinep/20100929081834/institucionalidadyautonomia.pdf
 
23 
 
Según Lucía Álvarez, los principales esfuerzos se dirigieron a las unidades territoriales y a la 
relación directa con los grupos más vulnerables y necesitados, mediante lo que se denominó 
Programa Integrado Territorial (PIT). El criterio establecido para la operación de este programa, 
de rasgos clientelistas, fue el de la asignación de una importante suma de recursos a la atención 
de las necesidades de los sectores más empobrecidos de la ciudad, a fin de mejorar su calidad de 
vida y promover distintas prácticas orientadas a propiciar en estos sectores, por una parte, el 
desarrollo de ciertas capacidades (el consumo, en el caso de los adultos mayores), y, por otra, el 
acceso gratuito a ciertos bienes y servicios (como el de la salud)
38
. 
Es por ello que la historia de la participación ciudadana en el Distrito Federal también debe 
considerarse como una serie de sucesos que han despojado al individuo de su poder de actuar 
ante y con los gobiernos; como una serie de recursos del poder en turno para manipular o cooptar 
los pocos esfuerzos “ciudadanos” –reales– necesarios para aportar un cambio común. Un proceso 
que –hasta la fecha- sigue avanzando. 
 
En el mejor de los casos, la oposición y la supuesta apertura democrática trajeron como resultado 
la creación y apertura de espacios y comités vecinales; aunque también “consagró los viejos 
liderazgos, y como nunca se reglamentó, su actuación suele ser una arena de alta conflictividad 
social e institucional, con baja capacidad de incidir en la gestión pública”
39
. 
 
El que la participación ciudadana se encuentre institucionalizada, para el caso específico de los 
grupos que nos atañen, significa dos cosas: una, que el actuar del individuo en el campo social se 
reduzca sólo a una serie de protocolos creados siempre desde el escritorio para llevar a cabo la 
sana vida social en la colonia, el estado o el país. Y por el otro lado, beneficia indirectamente el 
ejercicio delegacional o estatal que se cubre de gloria por un trabajo meramente ciudadano no 
remunerado, cuando tal trabajo se lleva de acuerdo a lo que la mencionada ley nos dice. Cuando 
no suceden ninguna de estas dos cosas, surgen una gama de posibilidades, que van desde la apatía 
total al proyecto grupal que supone el comité ciudadano –por ejemplo– hasta la vasta 
organización por parte de los vecinos para llevar a cabo algún proyecto; sea por la vía 
institucionalizada o por la simple organización vecinal. 
 
38
 Ibíd. Pág. 114. 
39
 Ibíd. Pág. 254. 
 
24 
 
 
Como ya se ha visto, la “evolución” de la participación ciudadana ha pasado por distintos 
estadios; en un inicio, el papel fundamental lo jugó el gobierno o los dirigentes de la ciudad 
capital; después pasó por una serie de normativas que al parecer brindarían mayor comodidad a 
los ciudadanos para ejercer sus derechos, aunque la mayor parte de estos se veían mermados por 
quienes encabezaban ciertos grupos; de esta manera, la apatía comienza a destacar más allá de lo 
que la participación casi nula podía ofrecer; más adelante se instauran una serie de reformas a 
estos pergaminos socioculturales y políticos para dar –en efecto– mayor control al ciudadano, 
claro, siempre cooptados por la mayoría que requería el partido hegemónico, en este caso, el PRI. 
Y así se avanza hasta que en 1996 se crea la Ley de Participación Ciudadana y posteriormente el 
IEDF, quien se encargaría de llevar de la mano a los comités ciudadanos en esta lucha por la 
educación vecinal. ¿Funcionó? En parte sí y en parte no. En sus primeros 3 años, los comités 
ciudadanos como Órgano de Representación Ciudadana, simplemente no rindieron de acuerdo a 
lo que se esperaba de ellos. Según un artículo de “Animal Político”, del 6 de septiembre del 2013 
(esto es, 5 días después de los comicios para elegir nuevo comité ciudadano por colonia, además 
de la Consulta Ciudadana para el presupuesto participativo, mismos de los que se hablará en el 
Capítulo 2 de este trabajo), “A la mitad de los capitalinos no les interesa los comités ciudadanos: 
Parametría”
40
. Además, según el mismo reporte, “la apatía predominó en los capitalinos; más de 
la mitad de los entrevistados (57 %) mostraron poco o nulo interés en participar en las elecciones 
vecinales, a diferencia del 42 % […] que se manifestaron muy o algo interesados en participar en 
el nombramiento deestas figuras”
41
. 
 
Actualmente, basándome, entre otras cosas, en el trabajo de campo elaborado durante la Jornada 
electiva del 1º de septiembre del 2013, pareciera que regresamos a esos tiempos de cooptación; 
ese año, por ejemplo, en el caso de Coyoacán, se instauraron en estos Órganos de Representación 
los cuadros del entonces delegado perredista (Mauricio Toledo), sin más, como bien se explicará 
más adelante en el capítulo 2 de este trabajo. Hubo acarreos y demás vicios políticos heredados 
de la vieja escuela. Es decir, lejos de ser una fiesta democrática donde se renovarían estas figuras 
 
40
 “A la mitad de los capitalinos no les interesa los comités ciudadanos: Parametría” en Revista Animal político (en 
línea), 13 de septiembre del 2013. <http://www.animalpolitico.com/2013/09/a-mas-de-la-mitad-de-los-capitalinos-
no-les-interesan-los-comites-ciudadanos-parametria/#ixzz2vjFEcrhK> 
41
 Ibíd. 
 
25 
 
y se participaría eligiendo en qué se gastaba el presupuesto, se convirtió en una gran ola de votos 
acarreados, no sólo en Coyoacán, sino en gran parte del aún entonces Distrito Federal: “acarreo 
de ambulantes, reparto de despensas y pago por sufragio fue el signo de las elecciones vecinales 
bajo el nulo control de electores por parte del Instituto Electoral del Distrito Federal (IEDF), 
además de que la apatía y el abstencionismo fueron el común denominador”
42
. Pero esto se 
tratará con más delicadeza y se explicará más adelante en este trabajo. 
 
Como se ha visto, la participación ciudadana en esta ciudad ha pasado por varios momentos en la 
historia de la urbe. Lo cierto es que parece que hemos regresado a esos momentos ominosos que 
se intentaron erradicar hace tiempo; lugares en la línea histórica de la ciudad y su participación 
que se creyeron resueltos en los viejos mundos de la historia de la nación. 
 Actualmente, es complicado hablar de la participación ciudadana. En principio, ¿qué es? 
¿Para qué sirve? 
 
Según el artículo 2 de la Ley de Participación Ciudadana del Distrito Federal y para efectos de la 
misma, “la participación ciudadana es el derecho de los ciudadanos y habitantes del Distrito 
Federal a intervenir y participar, individual o colectivamente, en las decisiones públicas, en la 
formulación, ejecución y evaluación de las políticas, programas y actos de gobierno”
43
. Y además 
de eso, la misma ley dice que: “La participación ciudadana contribuirá a la solución de problemas 
de interés general y al mejoramiento de las normas que regulan las relaciones en la comunidad 
[…]”. 
Además, la participación ciudadana es: voluntaria, está enfocada al bien común, tiene impacto 
local, es organizada, proactiva; es informada, incide en políticas públicas; está basada en la 
responsabilidad y es respetuosa de la legalidad
44
. 
 
 
42
 Raúl Flores Martínez, “¡Corrupción en la elección de Comités Vecinales en el DF!”, Arsenal, Diario Digital, 2 de 
septiembre de 2013. <http://www.elarsenal.net/2013/09/02/corrupcion-en-la-eleccion-de-comites-vecinales-en-el-
df/>. 
43
 Ley de Participación Ciudadana del Distrito Federal, Coordinación Editorial: María Ortega Robles, IEDF, 
México, 2012, Pág. 7. 
44
 Temas de participación ciudadana en el Distrito Federal, “Promoción y desarrollo de los principios de la 
participación ciudadana”, Dirección Ejecutiva de Participación Ciudadana, Instituto Electoral del Distrito Federal, 
México, D.F. 2012, Pág. 15. 
http://www.elarsenal.net/2013/09/02/corrupcion-en-la-eleccion-de-comites-vecinales-en-el-df/
http://www.elarsenal.net/2013/09/02/corrupcion-en-la-eleccion-de-comites-vecinales-en-el-df/
 
26 
 
Eso, desde un punto de vista oficial - institucional. Esa participación, desde ese modelo, tiene 
bastantes limitaciones propias de su diseño, de las instituciones e instrumentos 
 
en los cuales la intervención en la formulación, instrumentación y evaluación de las políticas, 
o la participación en la toma de decisiones, existen a veces como disposición o indicación 
pero no como procedimientos puntuales y atribuciones precisas en las instancias y en los 
mismos instrumentos, de tal manera que posibiliten realmente a la ciudadanía el acceso a 
esos niveles de intervención
45
. 
 
En síntesis, la participación ciudadana es concebida como el medio para crear una conciencia 
colectiva (social o comunitaria) para juntos –gobiernos y ciudadanía– enfrentar los retos que 
demanda una ciudad tan grande. De acuerdo a la Ley de Participación Ciudadana del Distrito 
Federal, los principios de la participación ciudadana son: democracia, corresponsabilidad, 
pluralidad, solidaridad, responsabilidad social, respeto, tolerancia, autonomía, capacitación para 
la ciudadanía plena, cultura de la transparencia y rendición de cuentas, derechos humanos
46
. 
 Además de ser instrumentos de participación ciudadana el Plebiscito, el Referéndum; la 
Iniciativa Popular, la Consulta Ciudadana, la Colaboración Ciudadana, la Rendición de Cuentas, 
la Difusión Pública, la Red de Contralorías Ciudadanas, la Audiencia Pública, los Recorridos del 
Jefe Delegacional, las Organizaciones Ciudadanas y la Asamblea Ciudadana
47
. 
 
Y con ellos se pretende justamente concientizar al ciudadano hacía una participación colectiva, 
para mejorar su vida en el entorno inmediato. Pero no se busca –me atrevo a decirlo– llevar al 
ciudadano a otro estadio más amplio de participación; todo parecería circunscribirse al ámbito 
territorial que ocupa la colonia o el pueblo originario. Dicho de otra manera, la participación 
institucionalizada se estanca en un vals de trámites que se tienen que cumplir para estar en 
orden con las instituciones. Diría, la misma Lucía Álvarez: 
 
 
45
 Lucía Álvarez Enríquez, “Institucionalidad y autonomía de la participación ciudadana en Ciudad de México. 
Alcances y desafíos”, En: Controversia no. 191 (diciembre 2008). Bogotá: IPC, FNC, CINEP, CR, ENS, 2008, pág. 
116 <http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/Colombia/cinep/20100929081834/institucionalidadyautonomia.pdf>. 
46
 Ley de Participación Ciudadana del Distrito Federal, Coordinación Editorial: María Ortega Robles, IEDF, 
México, 2012, Pág. 7. 
47
 Ibíd., Págs. 7 y 8. 
http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/Colombia/cinep/20100929081834/institucionalidadyautonomia.pdf
 
27 
 
la política actual de participación ciudadana no propicia de manera expresa la construcción 
de ciudadanía sino la intervención de las personas en calidad de colaboradores, de 
instrumentadores, ejecutores, supervisores y, en ocasiones, únicamente de beneficiarios. 
Puntualizar esto del perfil que adoptan los ciudadanos en la participación institucionalizada 
es importante porque constituye una de las limitantes más claras que presenta la actual oferta 
gubernamental de participación de la comunidad
48
. 
 
Lo cierto es que al ciudadano común siempre se le ha dicho que la participación ciudadana surge 
justo para “equilibrar” el poder entre las instancias gubernamentales y los ciudadanos deseosos de 
participar y siempre pidiendo cambios aún con todo lo que significó el inicio de los grupos 
vecinales vigilados por el partido dominante. Empoderar al ciudadano para participar en las 
tomas de decisiones concernientes a su entorno y nada más, aunque fuese virtualmente. 
 
Esta participación terminó por institucionalizarse y hegemonizarse, a tal grado de decirle al 
mismo ciudadano en dónde, cómo y cuándo participar. A través de los años –como ya se vio en el 
Esbozo de la Participación– toda clase de interés en el qué-hacer político por parte del ciudadano, 
toda participación fue cooptada o redirigida a un uso siempre a favor del gobierno. De alguna u 
otra forma, siempre se encontraba el eje para articular esa participación de acuerdo

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