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2 Kazdin_Unidad II Texto 2 - Maleno Baez

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MÓDULO 2603- ANTECEDENTES Y DESARROLLO DE LA TERAPIA Y MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 1 
 
 
 
 
 
 
 
L e c t u r a 1 
Kazdin, A. (1983) Historia de la Modificación de 
Conducta. Bilbaro: Desclée de Brouwer. 
Pp. 159-193. 
 
 
 
 
 
 
 
 
UU NN II DD AA DD II II 
 
LL AA AA PP AA RR II CC II ÓÓ NN DD EE LL AA 
MM OO DD II FF CC AA CC II ÓÓ NN DD EE CC OO NN DD UU CC TT AA 
 
Introducción ...............................................................................................2 
EVOLUCION Y EXPANSION DE LA TERAPIA DE CONDUCTA ............2 
Intentos de síntesis entre la terapia de conducta y la psicoterapia.......4 
Ampliación del ámbito de la terapia de conducta..................................6 
DESARROLLO DE LA ACTIVIDAD PROFESIONAL................................7 
Formación de grupos y organizaciones ................................................7 
Conferencias y reuniones anuales ........................................................9 
Publicaciones sobre modificación de conducta.....................................9 
EL ENFOQUE ONDUCTUAL..................................................................12 
Características generales....................................................................12 
Evaluación, diagnóstico y tratamiento conductual ..............................13 
TÉCNICAS PRINCIPALES DE LA TERAPIA DE CONDUCTA ..............16 
Desensibilización sistemática..............................................................16 
La inundación y la terapia implosiva ...................................................19 
La terapia aversiva ..............................................................................21 
Condicionamiento encubierto ..............................................................23 
Terapia de modelado...........................................................................26 
El biofeedback .....................................................................................27 
Otras técnicas terapéuticas conductuales...........................................29 
RESUMEN Y CONCLUSIONES .............................................................30 
 
 
 
 
 
 
 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 
 
 
MÓDULO 2603- ANTECEDENTES Y DESARROLLO DE LA TERAPIA Y MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 2 
 
 
 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 
IINNTTRROODDUUCCCCIIÓÓNN 
El desarrollo de la modificación de conducta abarcó distintas técnicas 
según los países. A principios de los años 60 investigadores de 
distintas nacionalidades compartían entre sí una serie de ideas, y su 
comunicación condujo a un movimiento común de dimensiones mucho 
más amplias. Nuestro propósito en este capítulo es describir el 
desarrollo de la modificación de conducta como un movimiento 
unificado, y el de las actividades profesionales relacionadas con ella. 
Describiremos las líneas maestras del enfoque conductual y las 
técnicas más importantes utilizadas en la modificación de conducta, 
esto es, la desensibilización sistemática, la inundación y la implosión, 
la terapia aversiva, el condicionamiento encubierto, el modelado y el 
biofeedback. 
EEVVOOLLUUCCIIOONN YY EEXXPPAANNSSIIOONN DDEE LLAA TTEERRAAPPIIAA DDEE CCOONNDDUUCCTTAA 
La terapia de conducta se convirtió en un movimiento apreciable a 
principios de los años 60. Las primeras publicaciones (Eysenck, 
1960a, 1964), incluyendo la primera revista sobre terapia de conducta, 
Behaviour Research and Therapy (1963), proporcionaron un común 
denominador a todos los individuos que trabajaban en técnicas 
conductuales diferentes y con problemas y ambientes distintos. Durante 
esta época se dedicó bastante atención a criticar el enfoque 
intrapsíquico tradicional de la psicopatología, y a defender la modifica-
ción de conducta como una alternativa legítima al modelo vigente. 
La terapia de conducta, al igual que muchos otros movimientos, nació 
como enfrentamiento al modelo dominante en la psiquiatría y en la 
psicología clínica, esto es, al modelo basado en el concepto de 
enfermedad, y en concreto a la teoría psicoanalítica (Eysenck, 1959; 
Rachman, 1963; Salter, 1949, 1952; Wolpe, 1961; Wolpe y Rachman, 
1960). Y como con muchas otras ideologías, las críticas a las 
explicaciones tradicionales sirvieron para unificar los criterios de sus 
proponentes. Aunque más tarde se difuminaron muchas de las 
características distintivas de la modificación de conducta frente a la 
terapia psicodinámica, ese primer consenso sobre las insuficiencias 
de la teoría y el tratamiento psicodinámico tradicional, desempeñó un 
papel fundamental. 
Quizás tan importante como el ataque de la modificación de conducta 
a las conceptualizaciones tradicionales de la conducta fue la 
autodefensa de la modificación de conducta contra las críticas a su 
propia postura. A medida que la terapia de conducta iba desarrollando 
sus propios principios también éstos recibían críticas y se ponían en 
duda la naturaleza científica de las técnicas conductuales, sus 
vínculos con la teoría del aprendizaje y la eficacia de sus tratamientos. 
Las criticas polémica surgida con ellas contribuyeron a formular la 
definición d la terapia de conducta, definición que ha evolucionado 
desde entonces. 
Durante la mitad y los últimos años de la década de los 60 apareció una 
gran cantidad de literatura tomando postura a favor o en contra de la 
modificación de conducta. El artículo más importante fue .Critique and 
Reformulation of 'Learning Theory Approaches to Psychotherapy and 
Neuroses», escrito por Louis Breger y James L. McGaugh en 1965, y 
publicado en el Psychological Bullelin. En el artículo, Breger y McGaugh 
planteaban una serie de refutaciones y réplicas a los supuestos básicos y a 
la validez de la terapia de conducta (Bregcr y McGaugh, 1966; Eysenck, 
1970; Katahn y Koplin, 1968; Rachman y Eysenck, 1966; Wiest, 1967). La 
serie de artículos que siguió al de Bregcr y McGaugh sirvió para dos cosas 
al menos: las críticas atrajeron una considerable atención hacia la terapia de 
conducta, y los artículos que las replicaron constituyeron una 
confrontación de ideas relativamente clarificadoras que no se había 
producido anteriormente en la literatura. 
 
En su artículo, Breger y McGaugh (1965) ponían en tela de juicio los 
fundamentos teóricos de la terapia de conducta y la evidencia empírica 
que demostraba la validez empírica de las técnicas conductuales. Por 
entonces, la modificación de conducta se definía como una serie de 
técnicas terapéuticas basadas en la teoría del aprendizaje. Se 
consideraba a las técnicas conductuales como aplicaciones de «leyes del 
aprendizaje» ya demostradas. Breger y McGaugh señalaban en su artículo 
que las propias «leyes del aprendizaje» aún estaban sin establecer, debido 
a que había temas fundamentales que todavía tenían que resolverse, co-
mo el papel de las variables mediacionalcs en el cambio de la conducta, la 
naturaleza de las respuestas aprendidas, y las limitaciones que conllevaba 
un análisis del tipo E-R. También afirmaban que los terapeutas de 
conducta habían asumido erróneamente una teoría monolítica del 
aprendizaje. Si la propia teoría del aprendizaje no había resuelto 
 
 
MÓDULO 2603- ANTECEDENTES Y DESARROLLO DE LA TERAPIA Y MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 3 
 
 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 
 
 
 
problemas fundamentales, ¿cómo podía la terapia confiar en ella como 
base teórica sólida? 
 
Un segundo problema suscitado por Breger y McGaugh se refería a que el 
vínculo entre las técnicas de la terapia de conducta y los conceptos del 
aprendizaje era puramente metafórico. Ellosafirmaban que muchos de los 
términos utilizados en la terapia de conducta se derivaban de la psicología 
del aprendizaje. Aunque los términos añadían respetabilidad científica a 
las técnicas, su relación real con la teoría del aprendizaje era muy débil. 
Así por ejemplo, en la desensibilización sistemática, una escena 
ansiógena imaginada por el paciente es considerada por los terapeutas de 
conducta como «estímulo». Sin embargo, en los experimentos realizados 
en la psicología del aprendizaje, el estímulo suele ser un evento definido 
claramente en términos objetivos y no como un «acontecimiento» privado. 
Según Breger y McGaugh, aunque sea lícito tomar prestada la 
terminología del aprendizaje, lo que es un error es dar por supuesta una 
semejanza entre la teoría del aprendizaje y la práctica de la terapia de 
conducta. 
 
Breger y McGaugh también mantenían que la evidencia empírica en favor 
de la terapia de conducta era insuficiente. Cuando se publicó su artículo la 
terapia de conducta disponía ya de tina gran cantidad de datos basados 
en casos clínicos (Eysenck, 1960a, 1964; Grossberg, 1964; Lazarus y 
Rachman, 1957; Rachman, 1959). De hecho, Wolpe (1954, 1958) y 
Lazarus (1963) basaban su defensa de la eficacia de la desensibilización 
fundamentalmente en la acumulación de casos, más que en pruebas 
empíricas. Bregcr y McGaugh llamaron la atención sobre la posible 
existencia de sesgos en la presentación de los datos, la selección de los 
casos, la evaluación de la mejoría terapéutica, y por otra parte, la 
ausencia de estudios bien controlados. 
Rachman y Eysenck (1966) respondieron a las críticas de Breger y 
McGaugh señalando que la terapia de conducta no se apoyaba en una 
teoría monolítica, sino en los datos empíricos del aprendizaje. 
Hallazgos como los conseguidos en el campo del condicionamiento 
clásico y en el del operante, podían extrapolarse para desarrollar 
técnicas terapéuticas conductuales. Rachman y Eysenck pusieron de 
relieve el valor heurístico que tenía el confiar en las mejores teorías 
disponibles, incluso cuando éstas no fueran perfectas o no estuvieran 
unificadas. Aunque ni la terminología ni los datos proporcionados por 
la psicología del aprendizaje pudieran dar cuenta de una técnica dada, 
su utilidad estaba precisamente en su posibilidad de generar técnicas 
(Eysenck y Bcech, 1971; Rachman y Eysenck, 1966). 
Rachman y Eysenck también revisaron la evidencia existente en favor 
de la terapia de conducta. En el intervalo comprendido entre el 
momento en que Breger y McGaugh escribieron su artículo y el 
momento en que Rachman y Eysenck les respondieron, aparecieron 
varias publicaciones. Después de ellas, para Rachman y Eysenck la 
evidencia en apoyo de la terapia de conducta era aún más 
convincente que antes. En una contrarréplica, Breger y McGaugh 
(1966) siguieron manteniendo que prácticamente todos los datos 
disponibles en favor de las técnicas conductuales se basaban en 
casos clínicos y que por lo tanto seguía sin poder descartarse la 
existencia de sesgos en la presentación de los datos, en la selección 
de los sujetos y en la interpretación de las verdaderas causas del 
cambio terapéutico. La polémica entre Breger y McGaugh, y Rachman 
y Eysenck puso de manifiesto que los datos en favor de la 
modificación de conducta no eran del todo convincentes. 
A finales de los años 60 comenzó a disminuir la controversia sobre el 
tratamiento tradicional, y las críticas y defensas de la propia 
modificación de conducta. A partir de ese momento empezó a atraer 
mucha más atención la investigación mediante la que se podía 
demostrar la eficacia de diversas técnicas. Aparecieron textos sobre la 
temática general de la modificación de conducta en los que se 
revisaban los datos experimentales existentes sobre diferentes 
técnicas (e.j., Bandura, 1969; Franks, 1969a; Kanfer y Phillips, 1970; 
Rachman y Tcasdale, 1969; Ullmann y Krasner, 1969; Yates, 1970a). 
De esta forma quedó injustificada una de las críticas fundamentales a 
la terapia de conducta, la de que no había demostrado su eficacia más 
que en casos clínicos y en unos cuantos estudios. Gracias al aumento 
de la investigación y de la actividad profesional, la modificación de 
conducta empezó a ganar solidez como escuela de pensamiento. La 
solidificación del movimiento dejó de depender tanto de la 
confrontación entre la terapia de conducta y el «modelo de enfer-
medad» para depender más del desarrollo de un cuerpo de técnicas 
terapéuticas fundamentadas empíricamente. 
MÓDULO 2603- ANTECEDENTES Y DESARROLLO DE LA TERAPIA Y MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 4 
 
 
 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 
Intentos de síntesis entre la terapia de conducta y la 
psicoterapia 
Debido a que la terapia de conducta nació en parte como rechazo del 
modelo psicodinámico de la conducta anormal y del tratamiento basado 
en dicho modelo, uno de los primeros objetivos de los terapeutas de 
conducta fue desarrollar un tratamiento que difiriera radicalmente de la 
teoría y de la práctica psicoterapéutica tradicional. A medida que se fue 
demostrando la eficacia de distintas técnicas conductuales en el 
manejo de ciertos problemas clínicos, comenzaron a aparecer intentos 
de integrar la terapia de conducta y la psicoterapia. Por supuesto, 
estos intentos no eran los primeros: ya habían comenzado poco 
después de conocerse bien los principios básicos del condicionamiento 
(French, 1933; Humphrey, 1933; Kubie, 1934). Dollar y Miller (1950) y 
Masserman (1943) también habían intentado conseguir con sus 
trabajos una síntesis entre la teoría del aprendizaje y la psicoterapia 
tradicional. Sin embargo, con la aceptación formal de la terapia de 
conducta, varios autores suscitaron la posibilidad, e incluso la 
conveniencia, de integrar la terapia de conducta y la psicoterapia en la 
práctica clínica (Birk, 1970; Feather y Rhoads, 1972a, 1972b; Kraft, 
1969; Porter, 1968). 
La integración llegó a adquirir un mayor interés cuando los clínicos 
empezaron a darse cuenta de las semejanzas existentes entre la 
terapia de conducta y las prácticas clínicas tradicionales. En los 
primeros momentos de la terapia de conducta, las diferencias que las 
separaban de la terapia tradicional estaban algo exageradas. 
Naturalmente, ambas posturas se habían polarizado hacia las 
diferencias (Hunt, 1975). Sin embargo, una vez cristalizada la terapia 
de conducta empezaron a hacerse más nítidas sus semejanzas con el 
tratamiento tradicional. 
La terapia de conducta se distinguió de la psicoterapia en un principio 
en una serie de dimensiones, entre ellas su confianza en una «teoría 
coherente» y en la investigación científica, y por otra parte, en el 
hecho de centrarse en la conducta manifiesta más que en las “causas 
subyacentes” (Eysenck, 1959). Unos cuantos años más tarde se 
pusieron en duda algunas de esas diferencias planteadas en un 
principio. Por ejemplo, los terapeutas de conducta sostenían que las 
demostraciones de la eficacia de sus tratamientos eran más científicas 
que las demostraciones de la terapia convencional. Sin embargo, la 
terapia de conducta se apoyaba enormemente en los casos clínicos, lo 
cual es científicamente inaceptable cuando lo que se quiere es 
determinar la eficacia de una técnica. Además, la poco definida 
relación entre la terapia de conducta y la teoría del aprendizaje, ponía 
en tela de juicio el estatus científico ele la terapia de conducta. De 
hecho, algunas de las técnicas utilizadas por los terapeutas de 
conducta no tenían nada que ver con los principios del aprendizaje 
(Heller y Marlatt, 1969; Ullmann y Krasner, 1965). 
Los defensores de la modificación de conducta decían centrarse sobre 
las conductas y no sobre las causas subyacentes. Sin embargo, en 
algunos problemas conductuales, los terapeutas de conducta aludían a 
causas subyacentes que había que tratar. Por ejemplo, Eysenck(1959) 
apuntaba que algunas conductas motoras (tics, actos compulsivos) 
pueden activarse debido a sus propiedades reductoras de la ansiedad. 
Modificando la conducta motora, sin alterar la ansiedad que la 
provocaba, no se conseguiría una verdadera curación. Aunque Eysenck 
citaba el caso de las conductas motoras mantenidas por la ansiedad 
como una excepción de la regla según la cual las conductas 
«sintomáticas» pueden tratarse directamente, es un ejemplo de interés 
por las causas subyacentes similar al que se da en la terapia tradicional 
(Dytud, 1971). En cualquier caso, muchas de las características singula-
res o específicas de la modificación de conducta fueron difuminándose 
con el tiempo. Aspectos específicos de la terapia de conducta que 
supuestamente la distinguían de la psicoterapia, empezaron a parecer 
menos claros (Hunt, 1965). Por ejemplo, los terapeutas de conducta 
señalaban que la substitución de síntomas se predecía desde la 
posición psicodinámica y desde el modelo de enfermedad en general, 
pero no en el tratamiento conductual (Ullmann y Krasner, 1965). Sin 
embargo, tanto autores de orientación psicodinámica como de 
orientación conductual señalaron que la sustitución de síntomas no se 
pronosticaba necesariamente en el modelo de enfermedad, ni incluso 
desde la teoría freudiana ortodoxa ( Weitzman, 1967). Por otra parte, 
algunos autores de orientación conductual señalaron que en muchos de 
los casos en los que la conducta era el objetivo terapéutico directo, 
podían aparecer nuevas conductas desadaptativas al finalizar el 
tratamiento (Cahoon, 19686). De esta forma, el tema de la sustitución 
de síntomas que había sido uno de los aspectos diferenciadores 
 
 
MÓDULO 2603- ANTECEDENTES Y DESARROLLO DE LA TERAPIA Y MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 5 
 
 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 
 
 
 
fundamentales entre la terapia de conducta y la psicodinámica, empezó 
a ponerse en entredicho. 
Poco a poco fueron haciéndose evidentes otras semejanzas entre la 
terapia de conducta y la psicoterapia. Por ejemplo, a finales de la década 
de los 60 empezó a atraer la atención el trabajo clínico de Wolpe y 
Lazarus, que estaban por entonces en el Eastern Pennsylvania Psychiatric 
Institute de Philadelphia. La terapia de conducta (por ejemplo, la 
desensibilización sistemática) mostraba en la práctica un notable parecido 
con la psicoterapia individual tradicional (Klein, Dittmann, Parloff y GiII, 
1969). Factores tales como la relación terapéutica, la sugestión y la 
manipulación de las expectativas del cliente con respecto a la mejoría de 
su problema, parecían jugar un papel importante en la desensibilización. 
Por otra parte, la eficacia de la desensibilización en casos clínicos 
complejos parecía ser menor de lo que se había supuesto (Lazarus, 1963; 
Wolpc, 1958). Y por último, se vio que existía un punto de unión más 
importante entre la terapia de conducta y la terapia tradicional: el que 
consistía en centrarse en los temas relacionados con las quejas del 
paciente y no en el propio problema conductual (Klein el al., 1969). En 
resumen, se hizo evic(ente que tina gran parte de los procedimientos 
empleados en la terapia de conducta no se derivaban de la teoría del 
aprendizaje per se (Heller y Marlatt, 1969). 
Todas estas semejanzas entre la terapia de conducta y la terapia 
tradicional se manifestaban en el papel asignado en cada una de ellas a 
los «acontecimientos» privados. La terapia psicodinámica se había 
distinguido de la terapia conductual en que la primera se centraba en los 
acontecimientos «mentales» o privados, tales como pensamientos, 
sentimientos, sueños, procesos inconscientes e ideas, mientras que la 
segunda se centraba en la conducta manifiesta. Sin embargo, la terapia de 
conducta poco a poco empezó a manejar estos acontecimientos privados: 
creencias, pensamientos, cogniciones y sentimientos. 
Uno de los criterios más sólidos para distinguir la terapia de conducta de la 
psicoterapia fue la eficacia del tratamiento. Desde un principio se 
consideró la eficacia de la terapia de conducta superior a la de la 
psicoterapia tradicional (e.j., Eysenck, 1960b, 1965). Wolpe (1958), por 
ejemplo, basándose en una serie de casos clínicos, afirmaba que el 90% 
de las personas que se sometían a una terapia de conducta basada en la 
inhibición recíproca, se curaban o mejoraban considerablemente, mientras 
que este porcentaje de éxito bajaba a un 60% en el caso de la 
psicoterapia tradicional. Así pues, las técnicas conductuales se conside-
raban ya desde el principio como mucho más efectivas que otros métodos, 
al menos por parte de los defensores de la terapia de conducta. 
Últimamente ha recibido una gran atención el tema de la eficacia relativa 
de ambos tipos de terapias, no sólo en revisiones de la literatura 
(Luborsky, Singer y Luborsky, 1975), sino también en estudios 
comparativos entre diversas técnicas conductuales y psicoterapéuticas y 
con distintas poblaciones de sujetos (e.g., Argyle, Bryant y Trower, 1974; 
Hall, DcBoer y O'Kulitch, 1977; Hartlage, 1970; Oblcr, 1973; Sloane, 
Staples, Cristo!, Yorkston y Whipplc, 1975). Algunos autores han sugerido 
que el grado de éxito de ambas orientaciones terapéuticas en el 
tratamiento de problemas neuróticos, por ejemplo, es aproximadamente el 
mismo (Luborsky el al., 1975; Sloanc el al., 1975). Además, la 
extraordinaria cantidad de técnicas agrupadas bajo el encabezamiento 
general de «terapia de conducta», resta validez a las conclusiones de tipo 
global. La eficacia de una técnica conductual específica (e.j., la 
desensibilización sistemática, la inundación) puede compararse con una 
técnica tradicional (e.j., la terapia psicoanalítica) en un problema clínico 
dado. Kazdin y Wilson (1978) después de revisar la literatura existente 
sobre la comparación de la eficacia de ambos tipos de terapias, llegaron 
a la conclusión de que esa eficacia relativa varía según cuál sea el 
problema terapéutico en estudio. Y sobre la mayor parte de los 
problemas clínicos no se dispone de pruebas experimentales suficientes 
como para sacar conclusiones inequívocas sobre la superioridad de una 
técnica sobre otra. No obstante, hay ciertas áreas en las que las técnicas 
terapéuticas conductuales han demostrado una clara ventaja sobre los 
métodos tradicionales (véase Kazdin y Wilson, 1978). 
La gran atención que se le ha prestado a la comparación 
psicoterapiaterapia de conducta, refleja el escepticismo existente sobre 
la pretendida superioridad de la terapia de conducta. Muchos autores 
han puesto en tela de juicio el punto de vista según el cual las técnicas 
conductuales son más efectivas que las formas tradicionales en 
problemas clínicos concretos. Las reservas con respecto a la eficacia 
diferente de la terapia de conducta y la psicoterapia tradicional han 
difuminado las diferencias existentes entre ellas. 
La distinción entre la terapia de conducta y la psicoterapia puede 
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 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 
haberse hecho menos clara aún con los intentos de sintetizar ambos 
métodos de tratamiento. Especialmente en el tratamiento individual 
(externo) se han sugerido diversas formas de combinar aspectos de la 
terapia de conducta y de la psicoterapia. Esta síntesis se sugirió en parte 
debido a la supuesta utilidad de combinar diversos enfoques en el 
tratamiento de pacientes difíciles. Combinando la terapia de conducta 
con la psicoterapia se habían conseguido resultados satisfactorios en 
varios casos clínicos (Feather y Rhoads, 19726; Kraft, 1969). 
Los defensores de la modificación de conducta han tendido a rechazar la 
idea de la integración entre la terapia de conducta y lapsicoterapia 
tradicional, basándose en razones teóricas, metodológicas y empíricas 
(Krasner, 1960; Levis, 1970; Rachman, 1970). A nivel teórico el rechazo 
se basa en la incompatibilidad entre los conceptos fundamentales del 
modelo psicodinámico, tales como la formación de síntomas y el 
desarrollo psicosexual, y las formulaciones basadas en la teoría del 
aprendizaje. Las objeciones metodológicas se basan en que la terapia 
de conducta, a diferencia de la terapia psicodinámica, se fundamente en 
un enfoque científico y empírico. Los conceptos psicodinámicos no se 
han prestado a la verificación empírica (Levit, 1970). Y por último, a nivel 
empírico la integración entre ambos métodos terapéuticos se rechaza 
por la ausencia de pruebas empíricas que demuestran que la terapia de 
conducta combinada con la psicoterapia sea superior a la terapia de 
conducta sola. De hecho, la falta de capacidad de la propia psicoterapia 
para demostrar de forma convincente su eficacia clínica hace perder 
interés por los intentos de integración (Eysenck, 19526; Rachman, 
1971). 
En lugar de una síntesis completa entre la modificación de conducta y la 
teoría psicodinámica, lo que algunos autores han sugerido es que el 
enfoque conductual puede servir para aclarar conceptos que han sido 
difíciles de definir en el trabajo psicoanalítico (Hunt y Dyrud, 1968). La 
modificación de conducta puede comprobar empíricamente variables 
implicadas en los conceptos psicodinámicos. Desde el punto de vista 
clínico, la reformulación de los conceptos psicodinámicos en términos 
conductuales sugeriría variables importantes a tener en cuenta en el 
tratamiento conductual (Hlunt, 1976). Las variables psicodinámicas 
podían traducirse a términos conductuales y llamar la atención sobre 
aspectos que de otro modo podrían pasarse por alto. Sin embargo, no es 
fácil que la modificación de conducta asuma explícitamente conceptos 
que proceden de una posición teórica y un modelo global de la conducta 
humana, al que ha estado enfrentada desde su aparición. 
Ampliación del ámbito de la terapia de conducta 
A pesar de su resistencia a integrarse con las técnicas tradicionales, la 
modificación de conducta se ha flexibilizado mucho más de lo que en un 
principio se imaginó. Las primeras definiciones de la terapia de conducta 
se basaban fundamentalmente en sus relaciones con la investigación y 
la teoría del aprendizaje. Eysenck (1968), por ejemplo, definía la terapia 
de conducta como ....el intento de modificar positivamente la emoción y 
la conducta humanas, según las leyes de la teoría del aprendizaje 
moderna. (p. 1). De forma semejante, Wolpe y Lazarus (1966) 
consideraban la terapia de conducta como ....”la aplicación de los 
principios del aprendizaje establecidos a través del método 
experimental” (p. 1) con el fin de eliminar los hábitos desadaptativos 
persistentes. 
La definición de la terapia de conducta se ha ampliado desde entonces, 
y el papel desempeñado por la teoría del aprendizaje se ha reducido 
considerablemente, hasta el punto de haberse puesto en duda. Así por 
ejemplo, Lazarus (19716) comentaba: 
Cuando un terapeuta de conducta aconseja a un paciente que 
defienda sus derechos, o cuando le asegura que la 
masturbación no es ni pecaminosa ni nociva, o cuando 
escenifica un acontecimiento personal importante, podríamos 
preguntar dónde puede advertirse, en cualquiera de esos 
pasos terapéuticos, la presencia de Thorndike o de Hull. ¿De 
qué forma ayuda al terapeuta el trabajo de Guthric o de 
Tolman, o quizá incluso el de Pavlov a decidir cuando está 
indicado un aborto, cuando es inminente un suicidio, o si un 
divorcio está justificado? (Lazarus, 1971b, p. 370). 
La mayor parte de los terapeutas de conducta mantienen que cualquier 
tipo de dato empírico puede ser útil en la práctica clínica. Aunque hayan 
sido especialmente útiles los datos procedentes de la investigación 
sobre el aprendizaje, muchos autores creen que la terapia de conducta 
no debería restringirse a la teoría del aprendizaje. El identificar la terapia 
de conducta con la teoría del aprendizaje puede obstaculizar la 
utilización de otras áreas de conocimiento importantes dentro de la 
 
 
MÓDULO 2603- ANTECEDENTES Y DESARROLLO DE LA TERAPIA Y MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 7 
 
 
 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 
psicología experimental y de las ciencias sociales (Lazarus, 1967, 
1971a; Ullmann y Krasner, 1975; Yates, 1970h). En la definición actual 
de la terapia de conducta se incluye la aplicación de datos empíricos 
procedentes de la psicología y de las ciencias sociales al cambio de la 
conducta (Franks y Brady, 1970; Krasner y Ullmann, 1973; Mahoney, 
Kazdin y Lesswing, 1974). 
Perty London (1972) ha puesto de relieve la importancia histórica del 
maridaje terapia de conductateoría del aprendizaje. Sin embargo, la 
relación entre las técnicas empleadas y su base teórica es cuestionable. 
Tal y como veremos más adelante en este capítulo, la base teórica de 
muchas técnicas tales como la desensibilización sistemática, el 
condicionamiento encubierto y la terapia aversiva, es dudosa, aunque su 
eficacia sea aceptada generalmente. London afirmaba que la tecnología 
de la terapia de conducta debería de considerarse independientemente 
de las teorías con las que se ha asociado. 
En realidad, los terapeutas de conducta siempre tuvieron, no 
tanto una teoría como una .ideología>... lo que los terapeutas 
de conducta llamaban teoría era más bien un punto de 
referencia convencional para entenderse al hablar del 
problema y de su tratamiento, y lo más importante, al hablar de 
la modificación del problema dentro de una serie de ope-
raciones limitadas, esto es, dentro de unos límites técnicos 
(London, 1972, p. 916): 
Las innovaciones más recientes dentro de la terapia de conducta se han 
basado en un enfoque metodológico y empírico más que teórico. Esto 
es, en lugar de limitar la terapia de conducta a las técnicas derivadas del 
aprendizaje, se ha pensado en incorporar al tratamiento toda técnica que 
pueda demostrar su utilidad en el cambio de la conducta. Como London 
ha señalado: 
la teoría ha perdido valor para la modificación de conducta y... 
la tecnología, esencialmente del tratamiento, debe ocupar 
ahora un lugar nuclear, quizás, en sentido amplio, incluso para 
servir a propósitos científicos... el propio desarrollo... alcanza a 
la exploración sistemática de todo lo referente al proceso 
terapéutico, sin preocuparse de si se adecua a los principios 
del aprendizaje, al reforzamiento o a cualquier otra cosa, pero 
sí de si se ajusta a los hechos de la experiencia humana 
(London, 1972,p. 919). 
Lazarus ha sido el mayor defensor de la utilización de diversas técnicas 
terapéuticas independientemente de su origen teórico (Lazarus, 1966, 
1967, 1971a). Ha fomentado el «eclecticismo técnico» (Lazarus, 1967), 
según el cual el terapeuta debe utilizar cualquier procedimiento que 
haya demostrado ser efectivo. El adherirse a unos principios concretos, 
como los de la teoría del aprendizaje, tiene, en opinión de Lazarus, la 
desventaja de restringir la gama de procedimientos de los que el 
terapeuta podría disponer. En Behaviour Theapy and Beyond, 
Lazarus (1971a) describe una larga serie de métodos utilizados por él 
mismo como complemento a las técnicas conductuales existentes. El 
enfoque de Lazarus, conocido como «terapia de conducta de amplio 
espectro» (Lazarus, 1966) incluye métodos como la hipnosis, regresión 
y proyección en el tiempo (la persona fantasea sobre acontecimientos 
problemáticos que le ocurrieron en el pasado y sobre otros posibles 
futuros), detención de pensamiento (el paciente aprende a interrumpir 
sus pensamientos obsesivos ante las instituciones del terapeuta o las 
suyas propias), exageración de acontecimientos atemorizantes (el 
paciente imagina consecuencias desagradables de sucesosanticipados) y escenificaciones exageradas. Lazarus cree que cuanto 
más amplia sea la gama de técnicas que utilice el terapeuta, mayores 
probabilidades de éxito tendrá. La forma en que Lazarus enfoca la 
terapia representa una tendencia cada vez más fuerte dentro de la 
modificación de conducta, a explorar otras técnicas no derivadas 
directamente del aprendizaje. Lazarus ha empleado métodos que 
aparentemente son efectivos. Sin embargo, la mayor parte de ellos, 
tanto utilizados solos como combinados, aún no han sido evaluados 
empíricamente. 
DDEESSAARRRROOLLLLOO DDEE LLAA AACCTTIIVVIIDDAADD PPRROOFFEESSIIOONNAALL 
La tendencia a la apertura mostrada por la modificación de conducta ha 
estado asociada al desarrollo de actividades profesionales de todo tipo 
relacionadas con el campo: creación de organizaciones profesionales, 
convocatoria de reuniones y simposios, y la publicación de revistas y 
libros sobre la temática general de la modificación de conducta. 
Formación de grupos y organizaciones 
Las dos organizaciones profesionales relacionadas con la terapia de 
 
 
MÓDULO 2603- ANTECEDENTES Y DESARROLLO DE LA TERAPIA Y MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 8 
 
 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 
 
 
 
conducta más importantes en los Estados Unidos son la Association for 
Advancement of Behavior Therapy (AAB'l') y la Behavior Therapy and 
Research Society (BTRS). Un tercer organismo creado más 
recientemente es la Midwestern Association of Behavior Analysis 
(MABA) que aunque tiene en su origen un carácter regional, ha ido 
ganando importancia a nivel nacional. Cada una de estas 
organizaciones cumple propósitos algo diferentes. 
La AABT fue fundada en 1966 como una organización de interés 
multidisciplinario. Es una organización nacional aunque se nutre tanto 
de grupos locales procedentes de todos los lugares de los Estados 
Unidos como de grupos extranjeros. Para ser miembro de derecho de la 
AABT hay que pertenecer a la American Psychological Association o a 
la American Psychiatric Association. Sin embargo, personas con 
experiencia en la investigación o en la práctica de la terapia de 
conducta no necesitan cumplir este requisito. 
En un principio, la organización cumplía dos funciones fundamentales: 
la publicación de un boletín y la convocatoria de una reunión anual. El 
boletín, editado por C. M. Franks, incluía información sobre reuniones, 
simposios, comunicaciones y prácticas terapéuticas relacionadas con la 
terapia de conducta. El boletín era también un forum en el que se 
podían discutir aspectos teóricos o polémicos en general, 
proporcionando a un tiempo información sobre distintas formas de 
enfocar la terapia de conducta. En 1970, el boletín fue reemplazado por 
una revista, Behavior Therapy, que continúa siendo en la actualidad la 
publicación oficial de lakAABT. La revista incluye investigación 
académica. Últimamente ha vuelto a publicarse un boletín con noticias y 
notas breves. La Asociación sigue convocando una reunión anual. Las 
primeras reuniones coincidieron con el encuentro anual de la American 
Psychological Association, pero desde 1972 ambas reuniones se 
programan de forma independiente. 
El nombre original de la organización fue Association for Advancement 
for Behaviotal Therapies. Sin embargo, el nombre se cambió dos años 
después de que G. Terence Wilson y W. I. M. Evans (1967) hicieran una 
llamada en el boletín recomendando utilizar el término «terapia de 
conducta» en lugar de «terapias conductuales». El uso de la forma 
singular ponía el acento sobre la intervención clínica en general, y sobre 
una base teórica y experimental común a una serie de técnicas 
heterogéneas. El término «terapias», según Wilson y Evans, aunque 
hiciera referencia a esas mismas técnicas daba a entender una falta de 
relación entre ellas. A partir de 1969 la organización comenzó a 
denominarse Association for Advancement of Behavior Therapy. 
La Behavior Therapy and Research Society se fundó en 1970 con el fin 
de promocionar la investigación básica relacionada con la terapia de 
conducta, fomentar el intercambio de información y confeccionar una 
lista de terapeutas de conducta. Esta organización, por el contrario de la 
AABT, ha intentado formar un grupo profesional de terapeutas de 
conducta, y no simplemente un grupo de personas interesadas en el 
campo. Para pertenecer a la BTRS se requiere haber hecho una 
«aportación significativa a la terapia de conducta o a algún área afín» 
(Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry, 1970, p. 245), 
criterio evaluado por un comité ejecutivo. El énfasis puesto en la 
capacidad profesional se debió en parte al intento de crear un directorio 
de terapeutas de conducta con los que no hubiera necesidad de evaluar 
su calificación profesional (cf. Moss, 1972). La Journal of Behavior 
Therapy and Experimental Psychatry, fundada en 1970, es la publicación 
oficial de la BTRS. Su encuentro anual coincide con el de la American 
Psychiatry Association. Estos encuentros suelen ser breves y siguen 
normalmente el sistema de presentación ele ponencias con una 
discusión a continuación. 
La Midwestern Association of Behavior Analysis se fundó en 1974. Esta 
fundación se debió, en parte, al lugar destacado que varias 
Universidades del medio oeste han ocupado como centros de 
investigación operante aplicada y experimental. (El protagonismo del 
medio oeste en el campo de la investigación operante se refleja en el 
hecho de que son dos de sus universidades, la Universidad de Indiana y 
la Universidad de Kansas las que administran, respectivamente, la 
Journal of the Experimental Ana/ysis of Behavior y la Journd of Applied 
Behavior Analysis). Las reuniones regionales patrocinadas por la 
Midwestern Psychological Association no proporcionaban una salida 
adecuada a esta concentración de investigación operante en el medio 
oeste, y la MABA se creó para llenar este hueco. La organización se 
reúne al mismo tiempo o inmediatamente antes de la reunión de la 
asociación regional. La convención se dedica por completo al análisis 
conductual experimental o aplicado. 
MÓDULO 2603- ANTECEDENTES Y DESARROLLO DE LA TERAPIA Y MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 9 
 
 
 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 
Aparte de estas organizaciones creadas en los Estados Unidos se han 
fundado otras asociaciones de terapeutas de conducta en Inglaterra, 
Francia, Alemania, Países Bajos, Suecia, Israel, Japón, Méjico y 
Sudamérica, y hay una Asociación Europea de Terapia de Conducta 
fundada en 1971. Algunos de estos grupos se han asociado a la AABT, 
aunque siguen manteniendo actividades profesionales independientes 
de ella. 
Conferencias y reuniones anuales 
Una señal evidente del crecimiento de las actividades profesionales es la 
convocatoria de conferencias y reuniones anuales. La primera 
conferencia sobre modificación de conducta se realiza en la Universidad 
de Virginia en 1962. Esta conferencia, patrocinada por Wolpe, Salter y 
Reyna, se centró en las “terapias del condicionamiento". Las ponencias 
se publicaron después en forma de libro y con el mismo título (Wolpe, 
Salter y Rayne, 1964). 
A finales de los años 60, el número de conferencias y de reuniones 
había aumentado considerablemente. Como ya hemos señalado, la 
AABT comenzó a patrocinar una convención anual en 1968, y a ella le 
siguieron en un corto intervalo de tiempo varias conferencias de ámbito 
regional en los Estados Unidos. Las conferencias más importantes y su 
fecha de comienzo son: 
1. Conferencia de California del Sur sobre modificación de 
conducta (1969). 
2. Conferencia sobre el análisis de conducta en la educación 
(1969. Kansas). 
3. Simposium de Brockton sobre modificación de conducta 
(1971, Massachusetts). 
4. Conferencia nacionalsobre modificación de conducta (1971, 
Colorado). 
5. Conferencia nacional sobre tecnología e investigación 
conductual en la educación superior (1973, Georgia). 
6. Conferencia de la Universidad de Temple sobre terapia y 
modificación de conducta (1974, Pennsylvania). 
7. Conferencia de Drake sobre aspectos profesionales del 
análisis de la conducta (1974, Iowa). 
8. Convención de la MABA (1975, Illinois). 
Algunas de las conferencias anuales sobre modificación de conducta 
realizadas en otros países son: 
1. Conferencia internacional de Banff (1969, Alberta, Canadá). 
2. Simposium internacional anual sobre modificación de 
conducta (1970, Méjico). 
3. Conferencia sobre modificación de conducta (1970, New 
Brunswick, Canadá). 
4. Conferencia europea sobre modificación de conducta (1971). 
5. Congreso latinoamericano sobre análisis conductual (1973). 
6. Congreso mejicano sobre análisis conductual (1974). 
También se realizan con mucha frecuencia cursos de preparación, 
conferencias locales y simposios sobre temas específicos. 
Publicaciones sobre modificación de conducta 
El rápido desarrollo de la modificación de conducta se ha reflejado 
también en el aumento del número de publicaciones sobre su temática 
(Hoon y Lindsley, 1974). El aumento del número de artículos sobre 
terapia de conducta en las revistas de psiquiatría, psicología clínica, 
educación, educación especial, orientación psicológica, lenguaje, 
puesta en práctica de leyes y otras áreas, producido en la pasada 
década ha recibido atención documental (Brady, 1973; Kazdin, 1975c). 
Además de las publicaciones en revistas ya existentes, han aparecido 
nuevas revistas y ha aumentado también la publicación de libros y 
series anuales. 
Revistas. Una prueba del creciente interés despertado por la 
modificación de conducta es la creación de varias revistas principales 
sobre ella1. Todas estas revistas parten de un interés diferente, 
 
1 Al utilizar la expresión <revista principal» intentamos distinguir las revistas profesionales de 
amplia difusión y publicadas por organizaciones o editoriales nacionales, de las publicaciones 
locales de difusión reducida. Al mismo tiempo que aparecían las revistas principales a finales de la 
 
 
MÓDULO 2603- ANTECEDENTES Y DESARROLLO DE LA TERAPIA Y MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 10 
 
 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 
 
 
 
respondiendo a sus principios editoriales. En 1963 se comenzó a 
publicar en Inglaterra la revista Behaviour Research and Therapy 
(Pergamon Press) con Eysenck y Rachman como director y subdirector 
respectivamente. Con la publicación de la revista se pretendía 
proporcionar unas directrices al movimiento de la terapia de conducta. 
La BehaviourResearch and Therapy sigue publicando investigación y 
estudios sobre la aplicación de la “moderna teoría del aprendizaje” al 
tratamiento de la conducta anormal. El título de esta revista, la primera 
sobre terapia de conducta, fue significativo porque incluía las palabras 
“investigación y terapia”, poniendo de relieve la importancia que tenía el 
enfocar la terapia desde un punto de vista empírico y científico. Para 
acentuar la orientación científica de la revista, Eysenck citó a Watson en 
su defensa de la objetividad y la experimentación como los medios 
mejores pata predecir y controlar la conducta (Eysenck, 1963). 
En 1968 se fundó la Journal of Applied Behavior Analy.rir (JABA). La 
publica la Society for the Experimental Analysis of Behavior, y está 
dedicada a <...la investigación experimental referente a las aplicaciones 
del análisis de la conducta a problemas de importancia social» (Journal 
of Applied Behavior Analysir, pi.). A medida que iba aumentando la 
investigación operante, especialmente a principios y a mediados de la 
década de los 60, fue haciéndose más evidente que el campo aplicado 
disponía de poco hueco en las publicaciones existentes. Los artículos 
sobre aplicaciones que se enviaban a la Journal of Experimental 
Analysis of Behavior (JEAB) se rechazaban debido a la política de la 
revista de publicar fundamentalmente investigaciones animales de 
laboratorio en las que las respuestas se hubieran registrado 
automáticamente, y en los estudios sobre aplicaciones se utilizaban 
personas tanto como sujetos como observadores para registrar la 
conducta. Aunque la JEAB publicaba algunos artículos sobre 
investigación aplicada que utilizaban observadores humanos (e.g., 
 
Ayllon y Azrin, 1964; Ayllon y Michael, 1959) eran la excepción a la 
regla. Para solucionar este problema la Society for the Experimental 
Analysis of Behavior patrocinó una revista destinada a cubrir las 
publicaciones sobre el trabajo operante en el campo aplicado, y esta 
revista fue la JABA. 
década de los 60 y comienzos de la de los 70, también proliferó un grao número de revistas y 
boletines de menor importancia. Entre estas revistas se incluyen: School Applicationr of 
learning Theory (1968), BehaviorModrfcatron Monographs (1970) y Behavioral 
Engineedng (1973). Y entre los boletines y otras revistas menores podemos citar: 
Personalized System of Instructron (1971), Research Application of Techniques in 
Education (1972), The Boulder Behaviorist (1973), The Behavioral Varee (1973), 
Behavior Influence Newsletter (1974), Forum for Behavior Technology (1975) y Results 
Magazine (1975). 
La JABA publica estudios relacionados con aplicaciones de las 
técnicas operantes. La metodología del análisis experimental de la 
conducta se aplica a conductas con una relevancia clínica, social o 
educativa. (En el siguiente capítulo describiremos el ámbito general de 
aplicación del análisis conductual). Entre los directores de la JABA se 
encuentran Montrose M. Wolf, Donald M. Baer, Todd R. Risley, W. 
Stewart Agras y K. Daniel O'Leary, aparte de un gran número de 
directores asociados. 
 
En 1970 se crearon en los Estados Unidos otras dos revistas sobre 
terapia de conducta. La Behavior Therapy (Academic Press) fue, como 
ya vimos, tina publicación de la AABT. El director fue Cyril M. Franks y 
el director asociado John Paul Brady. En el primer número intentaban 
responder a la pregunta «¿qué es la terapia de conducta?», respuesta 
en la que definían los contenidos nucleares de la revista (Franks y 
Brady, 1970). La revista consideraba la terapia de conducta más 
relacionada con la forma de interpretar los datos clínicos que con la 
utilización de unas técnicas concretas, y la definía como 
multidimensional en lugar de basarla únicamente en la teoría del 
aprendizaje o en un modelo basado en el aprendizaje. Según Franks y 
Brady, la terapia de conducta debía incluir todos los aspectos 
aprendidos de la conducta como los biogénicos y los evolutivos. 
 
En 1970 se funda en los Estados Unidos la Journal of Behavior Therapy 
and Experimental Psychiatry (se publica en Inglaterra pero se edita en los 
Estados Unidos). Joseph Wolpe y Leo J. Reyna son el director y el 
director asociado respectivamente. Las intenciones de esta revista 
fueron algo más ambiciosas que las de otras revistas sobre terapia de 
conducta (Wolpe y Reyna, 1970). Aunque se dedicó 
fundamentalmente a las aplicaciones de la psicología experimental, la 
revista también prestaba atención a la investigación fisiológica y 
farmacológica en la medida en que guardara relación con la etiología 
o el tratamiento de problemas susceptibles de modificarse a través del 
MÓDULO 2603- ANTECEDENTES Y DESARROLLO DE LA TERAPIA Y MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 11 
 
 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 
 
 
 
aprendizaje. Esta revista también ha dedicado una gran atención a la 
formación de psiquiatrasy psicólogos clínicos, incluyendo en sus 
páginas material didáctico, como trascripciones de entrevistas, 
descripción detallada de métodos y presentación de casos clínicos. 
 
En estos últimos años han aparecido algunas otras revistas. En 1977 
se creó Behavior Modification, dirigida por Michcl Hersen y también 
destinada a cubrir el campo aplicado. Cognitive Research and Therapy 
también nació en 1977. Dirigida por Michael Mahoney, se centra 
fundamentalmente en la investigación relacionada con las técnicas 
terapéuticas cognitivas. Entre las revistas extranjeras destacan la 
Revista Mexicana de Análisis de la Conducta (1975), dedicada a las 
investigaciones operantes llevadas a cabo por psicólogos mejicanos y 
latinoamericanos en general, y la European Journal of Behavioral 
Analysis and Modif cation (1975) que publica artículos sobre terapia de 
conducta basada en distintas técnicas. 
 
Libros. Los textos sobre modificación de conducta comenzaron a 
publicarse a finales de los años 60 y principios de los 70. Los primeros 
libros que incluyeron en su título el término «terapia de conducta» 
fueron Behaviour Therapy and the Neuroses (1960a) y Experiments in 
Bebaviour Therapy (1964) ambos dirigidos por Eyscnck. Dos libros 
importantes en los Estados Unidos sobre técnicas de la terapia de 
conducta fueron Conditioned Reflex Therapy: The Direct Approach to the 
Reconstruction of Personal//ty (1949) escrito por Saber, y Psychotherapy 
by Reciproca/ Inhihition (1958) escrito por Wolpe. Otros dos libros que 
aun-que importantes para la modificación de conducta no pertenecen a 
ella per se son: Principies of Psychology (1950) de Keller y Schoenfeld, y 
Science and [fuman Behavior (1953a) de Skinner. Estos libros son 
importantes porque en ambos se desarrolla una teoría general de la 
conducta humana y, especialmente en el caso del libro de Skinner, se 
aplican los principios operantes a prácticamente todas las facetas de la 
conducta humana, incluidas la psicopatología, la psicoterapia y la 
educación. Los libros de Saber, Wolpe, Keller y Schoenfeld, y Skinner, 
constituyen piedras angulares de la historia de la modificación de 
conducta aunque no sean textos generales sobre ella. En ellos se 
defienden técnicas específicas o el enfoque general basado en la 
conducta, característicos del movimiento conocido como modificación 
de conducta. . 
A mediados de los años 60 aparecieron en los Estados Unidos algunos 
otros libros importantes sobre modificación de conducta. Entre ellos 
podemos citar: The Conditioning Therapies: The Challenge in 
Psychotherapy (1964) dirigido por Wolpe, Saltes y Reyna; Conditioning 
Techniques in Clinical Practice and Re.rearch (1964) dirigido por Franks; 
Human Learning: Studies Extending Conditioning Principies to Complex 
Behavior (1964) dirigido por Staars; The Causes and Cures of Neuroses 
(1965) escrito por Eysenck y Rachman; Research in Behavior 
Modifrcation (1965) dirigido por Krasner y Ullmann; Case Studies in 
Behavior Modification (1965) dirigido por Ullmann y Krasner; y por 
último Behavior Therapy Techniques: A Cuide to the Treatment of 
Neuroses (1966) escrito por Wolpe y Lazarus. Case Studies de Ullmann 
y Krasner ha ejercido una especial influencia. El libro tiene una extensa 
introducción en la que Ullmann y Krasner presentan una perspectiva 
histórica de la modificación de conducta y describen el enfoque general 
en el que se basa. El texto también incluye la descripción de una 
amplia gama de técnicas y problemas clínicos. 
 
A finales de los años 60 y principios de los 70 aparecieron varios textos 
sobre la temática general de la terapia de conducta que ahora se 
consideran clásicos en el campo. Podemos citar entre ellos Principies of 
Behavior Modification (1969) de Bandura, Behavior Therapy: Apprar:ral 
and Status (1969a) dirigido por Franks, Behavior Therapy (1970a) de 
Yates, y Learning Poundations of Behavior Therapy (1970) de Kanfer y 
Phillips. El número de libros publicados sobre el área de la terapia de 
conducta ha aumentado considerablemente desde 1970. Entre ellos se 
encuentran textos generales, manuales y folletos sobre técnicas 
concretas, situaciones de tratamiento, o poblaciones. 
 
Aparte de los textos aislados se han publicado también series anuales. 
En 1969 comenzaron a publicarse las actas de la reunión anual de la 
AABT bajo el título Advances in Behavior Therapy (Academic Press) con 
un director distinto cada año. (La serie se interrumpió cuando 
disminuyeron las ventas después de haber aparecido publicados cuatro 
volúmenes). En 1972 se empezó a publicar un texto anual sobre 
psicoterapia, orientación psicológica y modificación de conducta 
(Aldine Press), bajo la dirección de Gerald R. Patterson, 1. M. Marks, 
Joseph D. Matarazzo, Roger A. Myers, Gary E. Schwartz, y Hans H. 
Strupp. En esta serie anual se publican juntos artículos que ya han 
aparecido anteriormente en otras publicaciones. A principios de 1973, 
MÓDULO 2603- ANTECEDENTES Y DESARROLLO DE LA TERAPIA Y MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 12 
 
 
 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 
Franks y Wilson fundaron el Annua/Review ofBehavior Therapy 
(Bruner/Mazel) cuyos números están formados también por una 
selección de artículos publicados. Michcl Hersen, Richard Eislcr y Peter 
M. Millcr iniciaron en 1975 una serie anual titulada I'rogre.rs in Behavior 
Modifrcation (Academic Press) en la que se publican contribuciones 
originales sobre áreas concretas de la modificación de conducta. 
 
EELL EENNFFOOQQUUEE OONNDDUUCCTTUUAALL 
Características generales 
 
La modificación de conducta se caracteriza por varios supuestos 
básicos sobre la evolución y modificación de la conducta, la adscripción 
a unos principios metodológicos determinados, y una forma específica 
de abordar tanto el proceso diagnóstico como el tratamiento. 
Dentro del propio movimiento de la modificación de conducta pueden 
distinguirse varias posturas según sus vínculos teóricos (e.j., Hull 
versus Skinner), el tipo de conductas sobre las que inciden (e.j., 
aspectos manifiestos versus internos), las técnicas empleadas (e.j., 
desensibilización sistemática versus contrato de contingencias) y los 
métodos de evaluación experimental (e.j., metodología de replicación 
entre grupos versus intrasujetos). A pesar de estas diferencias existen 
varios denominadores comunes lo suficientemente importantes como 
para que el enfoque conductual pueda considerarse un movimiento 
unitario. 
El modelo conductual de la conducta anormal. Un supuesto básico del 
enfoque conductual es el que se refiere a la continuidad de la conducta, 
esto es, el que las diferencias entre la conducta considerada como 
normal y anormal respectivamente no son cualitativas, sino que 
responden más bien a un continuum. Al dar por supuesta la existencia 
de una semejanza entre la conducta normal y la anormal, la modificación 
de conducta sostiene que es posible aplicar los principios del 
aprendizaje a todas las conductas. Las conductas se aprenden, se 
mantienen y se modifican por los mismos principios independientemente 
de que se las considere como “normales” o “anormales”, “sanas” o 
“enfermas”. Los practicantes de la modificación de conducta no niegan 
que existan conductas desadaptativas y que las personas tengan 
comportamientos desviados desde un punto de vista social. Sin 
embargo, la conducta desadaptativa puede desaprenderse y sustituirse 
por otra conducta adaptativa. 
Utilización de los datos proporcionados por la psicología experimental. 
La modificación de conducta pretende aplicar a la práctica clínica datos 
experimentales fiables y desarrollar técnicas terapéuticas a partir de 
teorías concretas. La mayor parte de las técnicas empleadas por la 
modificación de conducta, están en deuda con la psicología del 
aprendizaje, o bien porque se basan en ella, o bien porque les presta 
una explicación teórica, enel caso de que se hayan desarrollado de 
forma independiente al aprendizaje. Esta dependencia de la modificación 
de conducta con respecto al aprendizaje tiene una larga historia: Pavlov, 
Bechterev, Watson, Masserman, y otros, utilizaron los principios del 
condicionamiento para explicar, desarrollar y mejorar la conducta 
desadaptativa. Los trabajos de M. C.Jones, Burnham, los Mowrer, Salter 
y Wolpe, constituyen aplicaciones de los conceptos de la teoría del 
aprendizaje y de la investigación experimental suscitada por ella a los 
problemas clínicos. 
Con el paso de los años la modificación de conducta se ha ampliado 
hasta abarcar otras teorías y otros datos empíricos de la psicología en 
general. La definición de Yates (1970a) que transcribimos a continuación 
es un ejemplo de esta tendencia a la apertura: 
La terapia de conducta es el intento de utilizar sistemáticamente el 
conocimiento teórico y empírico, fruto de la aplicación del método 
experimental a la psicología y a las disciplinas más afines a ella (la 
fisiología y la neuroísiología), con el objeto de explicar la génesis 
y mantenimiento ele las pautas de conducta anormales, y de aplicar 
ese conocimiento al tratamiento y prevención de estas 
anormalidades mediante estudios experimentales controla• dos de 
caso único. tanto descriptivos como terapéuticos (Yates, 1970a, 
p, 18). 
El interés fundamental por la conducta. En las terapias tradicionales 
(como el psicoanálisis) la conducta se considera como una mera serial 
de un proceso psícodinámico. El interés del terapeuta de conducta se 
dirige fundamentalmente al cambio directo de la conducta por la que la 
persona ha acudido a la consulta, sin remitirse, normalmente, a los 
estados psíquicos que hipotéticamente la subyacen. 
 
 
MÓDULO 2603- ANTECEDENTES Y DESARROLLO DE LA TERAPIA Y MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 13 
 
 
 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 
Entre los modificadores de conducta hay distintas opiniones con respecto 
al grado de incidencia sobre los estados internos del individuo, a la hora 
de tratar un problema. Wolpe, por ejemplo, al explicar la conducta de 
evitación, supone la existencia de variables intermedias, como la ansiedad 
(estado interno). La ansiedad se emplea en la modificación de conducta 
como variable intermedia y se vincula estrechamente con medidas más 
objetivas como el autoinforme, la conducta manifiesta y las medidas 
fisiológicas. 
Los terapeutas de conducta se refieren a veces a conductas 
encubiertas o a fenómenos privados tales como pensamientos, 
imágenes, sentimientos y otros estados personales, que no son 
evidentes al observador externo. En ciertas ocasiones, estos 
“acontecimientos” privados constituyen el objetivo terapéutico, como en 
el caso de los pensamientos obsesivos o de las autocríticas, y por 
consiguiente pueden examinarse directamente. Para algunos modifi-
cadores de conducta los acontecimientos privados (e.j., los 
pensamientos sobre otras personas) tienen un papel importante en la 
génesis y el mantenimiento de la conducta problemática, y deben ser, 
por lo tanto, el centro del tratamiento. Otros muchos terapeutas evitan 
recurrir a estados mediacionales como la ansiedad, las conductas 
encubiertas y las cogniciones. Los profesionales que confían en la 
eficacia de las técnicas operantes, se concentran normalmente en la 
conducta manifiesta y en el ambiente del individuo, más que en los es-
tados mediacionales o en los fenómenos internos. 
La metodología. La modificación de conducta se caracteriza por la 
evaluación que hace de la conducta y por la evaluación experimental 
del tratamiento. El campo de la modificación de conducta se ha 
desarrollado dentro de una tradición de experimentación y de eva-
luación, y los investigadores normalmente someten sus técnicas al 
examen experimental, tanto evaluando la conducta que se va a 
modificar como poniendo a prueba la intervención. Para este fin, se 
utilizan diferentes métodos de investigación experimental. Aunque la 
mayoría de las técnicas se evalúan mediante diseños entre grupos, las 
técnicas derivadas del condicionamiento operante se evalúan 
normalmente con diseños de replicación intrasujetos que utilizan uno o 
muy pocos sujetos. La terapia de conducta se ha distinguido más que 
ningún otro método de tratamiento, por su interés en combinar el rigor 
científico con los intereses terapéuticos en la evaluación de la terapia 
(véase Kazdin y Wilson, 1978). 
Evaluación, diagnóstico y tratamiento conductual 
Diagnóstico. El diagnóstico conductual se centra en las conductas 
específicas y en las condiciones bajo las que se realizan. A diferencia 
del diagnóstico tradicional, el diagnóstico conductual no se dirige a 
asignar al individuo a una categoría diagnóstica concreta. Lo que 
pretende, por el contrario, es hacer recomendaciones explícitas con 
vistas al tratamiento. Y son las conductas objetivo que necesitan 
modificarse y los eventos ambientales que podrían ser útiles en la 
producción del cambio terapéutico los aspectos que reciben una mayor 
atención, 
Kanfer y Saslow (1965, 1969) proporcionaron una de las descripciones 
más explícitas del diagnóstico conductual, Su sistema está pensado 
para facilitar la elección del tipo de intervención terapéutica que se va a 
utilizar. El método consta de siete pasos: 
1. Análisis inicial de la situación problemática, en el que se especifican 
detenidamente las conductas del cliente; 
2. Clarificación de la situación problemática, paso en ci que se 
especifican los factores ambientales (e.g., condiciones estimulares 
bajo las que la conducta se realiza y consecuencias que la 
mantienen); 
3. Análisis motivacional, mediante el cual se identifican los estímulos 
aversivos y los refuerzos positivos para el cliente; 
4. Análisis evolutivo, en el que se identifican los cambios biológicos, 
sociológicos y conductuales que se han producido durante la 
historia del individuo y tienen una posible relevancia para el 
tratamiento; 
5. Análisis del autocontrol, en el que se identifican las situaciones y 
conductas que el individuo puede controlar; 
6. Análisis de las situaciones sociales, mediante el que se especifican 
las relaciones del individuo con otras personas de su ambiente, y 
sus cualidades aversivas o reforzautes; 
7. Análisis del ambiente fisico-social-cultural, en el que se evalúan los 
criterios normativos de conducta del cliente y las facilidades y 
limitaciones con que se encuentra pata llevarlos a cabo. 
 
 
MÓDULO 2603- ANTECEDENTES Y DESARROLLO DE LA TERAPIA Y MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 14 
 
 
 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 
Siguiendo este método pueden delimitarse las conductas sobre las que 
se va a centrar cl tratamiento y los medios ambientales que pueden 
utilizarse con fines terapéuticos. El método está pensado únicamente 
para facilitar la elección del tratamiento, y con él Kanfer y Saslow 
(1969) no pretenden sustituir la asignación del paciente a las 
categorías diagnósticas tradicionales, en el caso de que sea útil para 
fines administrativos o de investigación. 
Cautela y Upper (1973) han propuesto otro método de clasificación 
conductual alternativo al diagnóstico psiquiátrico. Este sistema 
denominado Behavioral Coding System proporciona un conjunto de 
categorías descriptivas de carácter general que abarcan una serie de 
conductas desadaptativas, como miedos, adicciones, disfunciones 
sexuales, problemas cognitivos, conducta antisocial, conducta 
autoptinitiva y hábitos inadecuados en la vida cotidiana. Dentro de 
cada categoría hay varios apartados que añaden una mayor flexibilidad 
y especificidad al sistema. Por ejemplo, en la categoría de miedos, se 
enumeran varios tipos de miedo específicos (e.j., a estar solo, a las 
alturas, a los lugarescerrados, a los lugares abiertos, a las multitudes, 
al agua, a la oscuridad, a los microbios o infecciones, a distintos 
animales, a medios de transporte). En la categoría relacionada con 
trastornos de pensamiento se enumeran pensamientos específicos 
(comentarios encubiertos a uno mismo) que producen sentimientos o 
conductas manifiestas inadecuadas (e.j., pensamientos acompañados 
de ansiedad o miedo, o de ira; pensamientos sobre las injusticias que 
cometen con uno; creencias falsas y exageradas). El Behavioral Coding 
System sirve para clasificar los problemas en términos de conductas 
concretas, observables, y para eliminar en la medida de lo posible las 
inferencias en cl diagnóstico. Aunque el método sirve como un índice 
de conductas específicas, no hace referencia a los tipos de tratamiento 
que pueden utilizarse en cada caso. 
En la práctica, no hay ningún sistema concreto de diagnóstico 
conductual que tiende a utilizarse con preferencia. Los terapeutas 
suelen referirse a clases generales de problemas de conducta, tales 
como déficits y excesos conductuales, control de estímulos inadecuados 
y repertorios (le respuestas aversivas (Bandura, 1968; Bijou y 
Peterson, 1971; Bijou y Redd, 1975; Gardner, 1971; Goldiamond y 
Dyrud, 1968; Kanfer y Saslow, 1969; Krasner y Ullmann, 1973; Stuart, 
1970). Sin embargo, estas categorías tienen un carácter muy general y 
no constituyen una base formal para la clasificación o cl diagnóstico. 
El diagnóstico conductual incide, en primer lugar, sobre lo que la 
persona hace o deja de hacer y que constituye el motivo por el que ha 
acudido a tratamiento (Ullmann y Krasner, 1969). Una vez que se ha 
identificado esta conducta objetivo, el siguiente paso consiste en 
determinar las condiciones en las que ocurre y en las que no ocurre la 
conducta. Según la conducta objetivo de la que se trate, también puede 
ser de interés un análisis de los acontecimientos que la preceden o que 
la siguen. Cuando ya se conoce la conducta objetivo y las condiciones 
bajo las que se da, ha llegado el momento de seleccionar la estrategia 
de tratamiento. Así pues, el proceso diagnóstico consiste en especificar 
la conducta problemática, aislar los acontecimientos ambientales que 
controlan esa conducta y seleccionar las técnicas que se van a utilizar 
para modificarla. 
Uno de los fines fundamentales del diagnóstico conductual es el 
reformular el problema del cliente en términos conductuales. Esta 
reformulación no es simplemente una traducción. De lo que se trata, 
más bien, es de intentar aplicar los conceptos y procedimientos 
procedentes del laboratorio a la modificación, instauración y 
mantenimiento de conductas (Goldiamonel y Dytud, 1968). Los 
conceptos extraídos del laboratorio ayudan a sugerir variables que 
pueden ser importantes en la situación clínica. Una vez identificadas 
estas variables, pueden manipularse y aplicarse al cambio de la 
conducta. El replantear los problemas en términos conductuales 
también ayuda a identificar unidades conductuales de modo que tanto 
la conducta como su modificación puedan considerarse de forma más 
analítica de lo que suelen permitir las descripciones globales de los 
problemas clínicos. Por otra parte, el delimitar claramente la respuesta 
objetivo es de una gran utilidad en la observación y evaluación de las 
técnicas terapéuticas una vez que éstas se han aplicado. Básicamente, 
la descripción de los problemas clínicos en términos conductuales 
sugiere datos muy importantes para el proceso terapéutico, y 
proporciona al mismo tiempo una metodología para analizar y evaluar 
el propio cambio conductual. 
Evaluación. Al igual que el proceso diagnóstico, la evaluación 
conductual se centra en la conducta problemática. El instrumento 
fundamental utilizado en la evaluación conductual es la observación 
 
 
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 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 
 
 
 
 
directa. No obstante, los métodos de observación varían según el 
problema a tratar y según el procedimiento terapéutico utilizado 
(Ciminero, Calhoun y Adams, 1977; Flersen y Bellack, 1976). En 
muchos casos, la conducta se observa en la propia situación 
problemática. Este método es el más idóneo en intervenciones 
basadas en el condicionamiento operante, en las que el tratamiento se 
realiza en el «ambiente natural», esto es, la casa, la escuela o distintas 
situaciones sociales (e.j., Kazdin, 1975a; Tharp y Wetzel, 1969). Una 
conducta específica debe observarse en las situaciones en las que 
necesita modificarse. 
La observación directa de la conducta se hace a menudo en 
situaciones preparadas (Nay, 1977) en las que se encomienda al 
cliente una serie de tareas a través de las cuales se puede investigar 
una conducta problemática. Así por ejemplo, a una persona con déficits 
de habilidades de relación interpersonal se le puede pedir que haga 
una serie de escenificaciones mediante las que puede obtenerse 
información de primera mano sobre sus interacciones sociales. De 
igual forma, a una persona fóbica puede pedírsele que realice tareas 
en las que tenga que acercarse al objeto temido. En todas estas 
situaciones artificiales la conducta se cuantifica con sumo cuidado. 
La evaluación conductual puede centrarse también en 
«acontecimientos» privados tales como pensamientos, sentimientos o 
alucinaciones. En estos casos, la evaluación es directa sólo en el 
sentido de que la respuesta elegida es más nuclear con respecto al 
problema que otros fenómenos que se supone subyacen a esa 
respuesta. En el caso de los «acontecimientos» encubiertos, la 
evaluación depende, por supuesto, ele los informes del propio individuo 
o de sus correlatos conductuales manifiestos. 
Las medidas de autoinforme suelen emplearse con mucha frecuencia en 
la modificación de conducta, especialmente en la individual (Cautela y 
Upper, 1976; Tasto, 1977). Las explicaciones que de su propia 
conducta da el paciente por escrito se utilizan como aspectos 
seleccionados de la conducta objetivo. El empleo de las medidas de 
autoinforme en la modificación de conducta suele ser bastante 
diferente del que se hace de ellas en los métodos tradicionales. 
Según esto, los resultados de las medidas de autoinforme sirven 
para poner de manifiesto características de personalidad que se 
supone son las que están a la base de la conducta. En la 
modificación de conducta, las respuestas del autoinforme se 
consta tan como una muestra de la propia conducta y no la señal 
de algún rasgo oculto2. Así pues, el autoinforme es una conducta de 
interés por sí mismo. Por ejemplo, cuando un individuo manifiesta 
ansiedad en un autoinforme, además de tratar la evitación 
desadaptativa y la activación fisiológica concomitante, también se 
necesita modificar el propio autoinforme. Las medirlas de 
autoinforme también se incorporan a la evaluación directa de la 
conducta. Así, por ejemplo, una persona puede informar sobre sus 
sentimientos como parte de una prueba que evalúe su conducta de 
evitación manifiesta. 
Los métodos de evaluación fisiológica suelen utilizarse en el 
tratamiento de la ansiedad, de los trastornos fisiológicos y de la 
desviación y disfunciones sexuales (Kallman y Feuerstein, 1977). 
Las respuestas galvánicas de la piel (RPG), la presión sanguínea y 
la tasa cardiaca, registran la activación del individuo cuando se 
encuentra ante estímulos ansiosos. El volumen sanguíneo se 
utiliza normalmente como índice de la activación producida en 
respuesta a estímulos sexuales, como en la pletismografía penil. 
 
2 Existen algunas excepciones claras en el uso de las medidas de 
autoinforme en la modificación de conducta que se describe aquí. En 
algunos estudios, las medidas ele autoinforme se utilizan como si se 
estuviera evaluando rasgos específicos(por ejemplo, características 
psicológicas subyacentes). Así por ejemplo, en el tratamiento de la 
conducta no asertiva se utilizan varias medidas de asertividad para 
evaluar el cambio conductual conseguido tras el tratamiento. No 
queda demasiado claro si los investigadores consideran el instrumento 
como una muestra de conductas relevantes, como un índice de un 
rasgo general, o como las dos cosas. 
 
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 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 
 
 
 
 
En la exploración de la conducta de un individuo suele incluirse la 
evaluación de su ambiente, teniéndose en cuenta las condiciones 
antecedentes y consecuentes que pueden estar influyendo sobre 
la conducta y que podrían emplearse en el procedimiento 
terapéutico. Entre estas condiciones ambientales se pueden 
observar directamente, por ejemplo, las instrucciones, las 
alabanzas y otras respuestas de las personas que interactúan con 
el cliente 3(5)., 
Tratamiento. En la modificación de conducta, el tratamiento está 
inextricablemente unido al diagnóstico y a la evaluación de la 
conducta. Una vez que se identifican y se miden las conductas 
desadaptativas específicas, el tratamiento se centra sobre ellas. Por 
lo general, es el interés sobre la conducta manifiesta lo que distingue a 
la terapia de conducta de la psicoterapia tradicional. 
Esta última se concentra normalmente en los estados psíquicos subya-
centes para modificar la conducta manifiesta. Según el enfoque 
conductual la conducta problemática no es necesariamente síntoma de 
una causa intrapsíquica que haya que tratar independientemente de la 
propia conducta problemática. Eysenck (1959) reflejaba esta orientación 
predominante en la modificación de conducta al tratar los desórdenes 
neuróticos, afirmando categóricamente que .... no hay ninguna neurosis 
que subyazca al síntoma, sino simplemente el síntoma. Deshazle del 
síntoma y habrás eliminado la neurosis (pág. 65)»4. Aunque continúa 
vigente la idea expresada en la frase anterior, la conducta manifiesta no 
 
3 El lector interesado en el tema de la evaluación conductual puede 
consultar las siguientes obras: Ciminero et al., 1977; Goldfried y 
Kent, 1972; Goldfried y Pomeranz, 1968; Goldfried y Sprafkin, 1974; 
Hersen y Bellack, 1976; Kanfer y Saslow, 1969; Mischel, 1968, 1971; 
Peterson, 1968. 
4 Algunos modificadores de conducta han criticado el concepto de .síntoma. al 
describir el en-foque conductual. Esta palabra mantiene la analogía médica que implica 
la manifestación de un pro-ceso subyacente (enfermedad). El utilizar la palabra .síntoma» 
implica la existencia de un problema subyacente, análogo a la enfermedad, y al que la 
conducta desadaptativa está vinculada (Ullmann y Krasner, 1965). 
 
es siempre el núcleo del tratamiento. La terapia puede dirigirse a aliviar 
la ansiedad o a modificar procesos cognitivos que se supone son los 
responsables de una conducta manifiesta específica. No obstante, el 
tratamiento se concentra en el problema identificado y la conducta 
observable se considera como la confirmación de la bondad de esa 
forma de abordarlo. 
La estrategia terapéutica utilizada para modificar la conducta varía 
según la conducta en cuestión. La gran diversidad de técnicas de 
las que se dispone y su procedencia de distintos modelos de la 
conducta, hace difícil la tarea de extraer denominadores comunes a 
todos los tratamientos conductuales. A continuación describimos las 
principales técnicas utilizadas en el tratamiento conductual y las 
conductas a las que se suelen aplicar. 
TTÉÉCCNNIICCAASS PPRRIINNCCIIPPAALLEESS DDEE LLAA TTEERRAAPPIIAA DDEE CCOONNDDUUCCTTAA 
En este apartado revisaremos la desensibilización sistemática, la 
inundación y la implosión, la terapia aversiva, el condicionamiento 
encubierto, el modelado y el biofeedback. Describiremos los 
fundamentos históricos de cada una de estas técnicas, las 
variaciones que de ellas se hacen en la práctica clínica, el tipo de 
problemas con los que se emplean, las críticas y dudas que 
plantean y los aspectos de ellas que aún quedan por solucionar. 
Salvo alguna excepción, omitiremos las aplicaciones de las técnicas 
operantes en el campo clínico, educativo y de rehabilitación. 
Desensibilización sistemática 
La desensibilización sistemática es una de las técnicas más utilizadas y 
más investigadas en la modificación de conducta. Esta técnica se 
emplea fundamentalmente en el tratamiento de conductas 
desadaptativas basadas en la ansiedad y de reacciones de evitación. Tal 
y como se practica habitualmente, la desensibilización incluye tres 
elementos: entrenamiento en relajación, la elaboración de una jerarquía 
de situaciones ansiógenas y el emparejamiento de los ítems de esta 
jerarquía, normalmente imaginados, con el estado de relajación. Se 
supone que mediante este vínculo relajación-ítems-ansiógenos, y según 
el principio de la inhibición recíproca, la ansiedad se inhibirá. 
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 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 
Antecedentes históricos. Como ya explicamos anteriormente, Wolpe 
desarrolló la desensibilización sistemática basándose en una 
generalización del concepto fisiológico de inhibición recíproca. No 
obstante, mucho antes de que la técnica fuera presentada formalmente 
por Wolpe, ya habían aparecido en la literatura varios procedimientos 
terapéuticos que guardaban un extraordinario parecido con la 
desensibilización. Procedimientos semejantes y en algunos casos 
prácticamente idénticos, habían aparecido en los escritos de M. C. 
Jones, Jacobson, llerzberg y Saber, trabajos todos ellos reconocidos en 
algún momento por Wolpe. Sin embargo, gran parte de las 
aplicaciones que se asemejan a la desensibilización sistemática no 
han llegado a tener una influencia tan clara como ella. Por ejemplo, 
en Francia, en 1893, Edouard Brissaud (1852-1909) inventó un 
procedimiento para tratar los tics, según el cual el paciente aprendía, 
mediante la realización de determinados ejercicios, a mantener los 
músculos inmóviles. El período de tiempo que el individuo necesitaba 
para mantener inmovilizados sus músculos iba aumentando 
gradualmente. También se repetían algunos ejercicios para sustituir el 
movimiento incorrecto (tic) por un movimiento normal. El uso de 
ejercicios para controlar convulsiones específicas y corea, había 
aparecido mucho antes en la literatura (Blanche, 1864; Jolly, 1892). En 
variaciones de la técnica de Brissaud algunas veces se recomendaba a 
los sujetos simplemente que pusieran en práctica conductas 
incompatibles con la respuesta, en lugar de que no movieran los 
músculos (Meige y Feindel, 1907). En una versión de esta técnica se 
utilizaba la respiración profunda como respuesta incompatible con cl tic. 
La práctica continua de los ejercicios de respiración debilitaba poco a 
poco el tic hasta llegar a eliminarlo completamente (Pitres, 1888; 
Tissie, 1899). En cualquier caso, la práctica de las respuestas 
inhibitorias para eliminar los tics había conseguido en Francia una 
relativa popularidad. 
En los años 20, un psicólogo alemán llamado Johannes H. Schultz 
ideó un procedimiento denominado «entrenamiento autógeno» 
(Schultz, 1932; Schultz y Luthe, 1959). El procedimiento nació a raíz de 
sus trabajos sobre la autosugestión y la hipnosis. La inducción de 
estados hipnóticos parecía producir reacciones similares, esto es, 
sensaciones de pesadez y de calor. Schultz mantenía que la relajación 
muscular (que explicaba la «pesadez») y la vasodilatación (que 
explicaba el «calor») eran elementos básicos en la producción de los 
estados hipnóticos.

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