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MÓDULO 2603- ANTECEDENTES Y DESARROLLO DE LA TERAPIA Y MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 1 L e c t u r a 1 Kazdin, A. (1983) Historia de la Modificación de Conducta. Bilbaro: Desclée de Brouwer. Pp. 159-193. UU NN II DD AA DD II II LL AA AA PP AA RR II CC II ÓÓ NN DD EE LL AA MM OO DD II FF CC AA CC II ÓÓ NN DD EE CC OO NN DD UU CC TT AA Introducción ...............................................................................................2 EVOLUCION Y EXPANSION DE LA TERAPIA DE CONDUCTA ............2 Intentos de síntesis entre la terapia de conducta y la psicoterapia.......4 Ampliación del ámbito de la terapia de conducta..................................6 DESARROLLO DE LA ACTIVIDAD PROFESIONAL................................7 Formación de grupos y organizaciones ................................................7 Conferencias y reuniones anuales ........................................................9 Publicaciones sobre modificación de conducta.....................................9 EL ENFOQUE ONDUCTUAL..................................................................12 Características generales....................................................................12 Evaluación, diagnóstico y tratamiento conductual ..............................13 TÉCNICAS PRINCIPALES DE LA TERAPIA DE CONDUCTA ..............16 Desensibilización sistemática..............................................................16 La inundación y la terapia implosiva ...................................................19 La terapia aversiva ..............................................................................21 Condicionamiento encubierto ..............................................................23 Terapia de modelado...........................................................................26 El biofeedback .....................................................................................27 Otras técnicas terapéuticas conductuales...........................................29 RESUMEN Y CONCLUSIONES .............................................................30 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA MÓDULO 2603- ANTECEDENTES Y DESARROLLO DE LA TERAPIA Y MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 2 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA IINNTTRROODDUUCCCCIIÓÓNN El desarrollo de la modificación de conducta abarcó distintas técnicas según los países. A principios de los años 60 investigadores de distintas nacionalidades compartían entre sí una serie de ideas, y su comunicación condujo a un movimiento común de dimensiones mucho más amplias. Nuestro propósito en este capítulo es describir el desarrollo de la modificación de conducta como un movimiento unificado, y el de las actividades profesionales relacionadas con ella. Describiremos las líneas maestras del enfoque conductual y las técnicas más importantes utilizadas en la modificación de conducta, esto es, la desensibilización sistemática, la inundación y la implosión, la terapia aversiva, el condicionamiento encubierto, el modelado y el biofeedback. EEVVOOLLUUCCIIOONN YY EEXXPPAANNSSIIOONN DDEE LLAA TTEERRAAPPIIAA DDEE CCOONNDDUUCCTTAA La terapia de conducta se convirtió en un movimiento apreciable a principios de los años 60. Las primeras publicaciones (Eysenck, 1960a, 1964), incluyendo la primera revista sobre terapia de conducta, Behaviour Research and Therapy (1963), proporcionaron un común denominador a todos los individuos que trabajaban en técnicas conductuales diferentes y con problemas y ambientes distintos. Durante esta época se dedicó bastante atención a criticar el enfoque intrapsíquico tradicional de la psicopatología, y a defender la modifica- ción de conducta como una alternativa legítima al modelo vigente. La terapia de conducta, al igual que muchos otros movimientos, nació como enfrentamiento al modelo dominante en la psiquiatría y en la psicología clínica, esto es, al modelo basado en el concepto de enfermedad, y en concreto a la teoría psicoanalítica (Eysenck, 1959; Rachman, 1963; Salter, 1949, 1952; Wolpe, 1961; Wolpe y Rachman, 1960). Y como con muchas otras ideologías, las críticas a las explicaciones tradicionales sirvieron para unificar los criterios de sus proponentes. Aunque más tarde se difuminaron muchas de las características distintivas de la modificación de conducta frente a la terapia psicodinámica, ese primer consenso sobre las insuficiencias de la teoría y el tratamiento psicodinámico tradicional, desempeñó un papel fundamental. Quizás tan importante como el ataque de la modificación de conducta a las conceptualizaciones tradicionales de la conducta fue la autodefensa de la modificación de conducta contra las críticas a su propia postura. A medida que la terapia de conducta iba desarrollando sus propios principios también éstos recibían críticas y se ponían en duda la naturaleza científica de las técnicas conductuales, sus vínculos con la teoría del aprendizaje y la eficacia de sus tratamientos. Las criticas polémica surgida con ellas contribuyeron a formular la definición d la terapia de conducta, definición que ha evolucionado desde entonces. Durante la mitad y los últimos años de la década de los 60 apareció una gran cantidad de literatura tomando postura a favor o en contra de la modificación de conducta. El artículo más importante fue .Critique and Reformulation of 'Learning Theory Approaches to Psychotherapy and Neuroses», escrito por Louis Breger y James L. McGaugh en 1965, y publicado en el Psychological Bullelin. En el artículo, Breger y McGaugh planteaban una serie de refutaciones y réplicas a los supuestos básicos y a la validez de la terapia de conducta (Bregcr y McGaugh, 1966; Eysenck, 1970; Katahn y Koplin, 1968; Rachman y Eysenck, 1966; Wiest, 1967). La serie de artículos que siguió al de Bregcr y McGaugh sirvió para dos cosas al menos: las críticas atrajeron una considerable atención hacia la terapia de conducta, y los artículos que las replicaron constituyeron una confrontación de ideas relativamente clarificadoras que no se había producido anteriormente en la literatura. En su artículo, Breger y McGaugh (1965) ponían en tela de juicio los fundamentos teóricos de la terapia de conducta y la evidencia empírica que demostraba la validez empírica de las técnicas conductuales. Por entonces, la modificación de conducta se definía como una serie de técnicas terapéuticas basadas en la teoría del aprendizaje. Se consideraba a las técnicas conductuales como aplicaciones de «leyes del aprendizaje» ya demostradas. Breger y McGaugh señalaban en su artículo que las propias «leyes del aprendizaje» aún estaban sin establecer, debido a que había temas fundamentales que todavía tenían que resolverse, co- mo el papel de las variables mediacionalcs en el cambio de la conducta, la naturaleza de las respuestas aprendidas, y las limitaciones que conllevaba un análisis del tipo E-R. También afirmaban que los terapeutas de conducta habían asumido erróneamente una teoría monolítica del aprendizaje. Si la propia teoría del aprendizaje no había resuelto MÓDULO 2603- ANTECEDENTES Y DESARROLLO DE LA TERAPIA Y MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 3 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA problemas fundamentales, ¿cómo podía la terapia confiar en ella como base teórica sólida? Un segundo problema suscitado por Breger y McGaugh se refería a que el vínculo entre las técnicas de la terapia de conducta y los conceptos del aprendizaje era puramente metafórico. Ellosafirmaban que muchos de los términos utilizados en la terapia de conducta se derivaban de la psicología del aprendizaje. Aunque los términos añadían respetabilidad científica a las técnicas, su relación real con la teoría del aprendizaje era muy débil. Así por ejemplo, en la desensibilización sistemática, una escena ansiógena imaginada por el paciente es considerada por los terapeutas de conducta como «estímulo». Sin embargo, en los experimentos realizados en la psicología del aprendizaje, el estímulo suele ser un evento definido claramente en términos objetivos y no como un «acontecimiento» privado. Según Breger y McGaugh, aunque sea lícito tomar prestada la terminología del aprendizaje, lo que es un error es dar por supuesta una semejanza entre la teoría del aprendizaje y la práctica de la terapia de conducta. Breger y McGaugh también mantenían que la evidencia empírica en favor de la terapia de conducta era insuficiente. Cuando se publicó su artículo la terapia de conducta disponía ya de tina gran cantidad de datos basados en casos clínicos (Eysenck, 1960a, 1964; Grossberg, 1964; Lazarus y Rachman, 1957; Rachman, 1959). De hecho, Wolpe (1954, 1958) y Lazarus (1963) basaban su defensa de la eficacia de la desensibilización fundamentalmente en la acumulación de casos, más que en pruebas empíricas. Bregcr y McGaugh llamaron la atención sobre la posible existencia de sesgos en la presentación de los datos, la selección de los casos, la evaluación de la mejoría terapéutica, y por otra parte, la ausencia de estudios bien controlados. Rachman y Eysenck (1966) respondieron a las críticas de Breger y McGaugh señalando que la terapia de conducta no se apoyaba en una teoría monolítica, sino en los datos empíricos del aprendizaje. Hallazgos como los conseguidos en el campo del condicionamiento clásico y en el del operante, podían extrapolarse para desarrollar técnicas terapéuticas conductuales. Rachman y Eysenck pusieron de relieve el valor heurístico que tenía el confiar en las mejores teorías disponibles, incluso cuando éstas no fueran perfectas o no estuvieran unificadas. Aunque ni la terminología ni los datos proporcionados por la psicología del aprendizaje pudieran dar cuenta de una técnica dada, su utilidad estaba precisamente en su posibilidad de generar técnicas (Eysenck y Bcech, 1971; Rachman y Eysenck, 1966). Rachman y Eysenck también revisaron la evidencia existente en favor de la terapia de conducta. En el intervalo comprendido entre el momento en que Breger y McGaugh escribieron su artículo y el momento en que Rachman y Eysenck les respondieron, aparecieron varias publicaciones. Después de ellas, para Rachman y Eysenck la evidencia en apoyo de la terapia de conducta era aún más convincente que antes. En una contrarréplica, Breger y McGaugh (1966) siguieron manteniendo que prácticamente todos los datos disponibles en favor de las técnicas conductuales se basaban en casos clínicos y que por lo tanto seguía sin poder descartarse la existencia de sesgos en la presentación de los datos, en la selección de los sujetos y en la interpretación de las verdaderas causas del cambio terapéutico. La polémica entre Breger y McGaugh, y Rachman y Eysenck puso de manifiesto que los datos en favor de la modificación de conducta no eran del todo convincentes. A finales de los años 60 comenzó a disminuir la controversia sobre el tratamiento tradicional, y las críticas y defensas de la propia modificación de conducta. A partir de ese momento empezó a atraer mucha más atención la investigación mediante la que se podía demostrar la eficacia de diversas técnicas. Aparecieron textos sobre la temática general de la modificación de conducta en los que se revisaban los datos experimentales existentes sobre diferentes técnicas (e.j., Bandura, 1969; Franks, 1969a; Kanfer y Phillips, 1970; Rachman y Tcasdale, 1969; Ullmann y Krasner, 1969; Yates, 1970a). De esta forma quedó injustificada una de las críticas fundamentales a la terapia de conducta, la de que no había demostrado su eficacia más que en casos clínicos y en unos cuantos estudios. Gracias al aumento de la investigación y de la actividad profesional, la modificación de conducta empezó a ganar solidez como escuela de pensamiento. La solidificación del movimiento dejó de depender tanto de la confrontación entre la terapia de conducta y el «modelo de enfer- medad» para depender más del desarrollo de un cuerpo de técnicas terapéuticas fundamentadas empíricamente. MÓDULO 2603- ANTECEDENTES Y DESARROLLO DE LA TERAPIA Y MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 4 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA Intentos de síntesis entre la terapia de conducta y la psicoterapia Debido a que la terapia de conducta nació en parte como rechazo del modelo psicodinámico de la conducta anormal y del tratamiento basado en dicho modelo, uno de los primeros objetivos de los terapeutas de conducta fue desarrollar un tratamiento que difiriera radicalmente de la teoría y de la práctica psicoterapéutica tradicional. A medida que se fue demostrando la eficacia de distintas técnicas conductuales en el manejo de ciertos problemas clínicos, comenzaron a aparecer intentos de integrar la terapia de conducta y la psicoterapia. Por supuesto, estos intentos no eran los primeros: ya habían comenzado poco después de conocerse bien los principios básicos del condicionamiento (French, 1933; Humphrey, 1933; Kubie, 1934). Dollar y Miller (1950) y Masserman (1943) también habían intentado conseguir con sus trabajos una síntesis entre la teoría del aprendizaje y la psicoterapia tradicional. Sin embargo, con la aceptación formal de la terapia de conducta, varios autores suscitaron la posibilidad, e incluso la conveniencia, de integrar la terapia de conducta y la psicoterapia en la práctica clínica (Birk, 1970; Feather y Rhoads, 1972a, 1972b; Kraft, 1969; Porter, 1968). La integración llegó a adquirir un mayor interés cuando los clínicos empezaron a darse cuenta de las semejanzas existentes entre la terapia de conducta y las prácticas clínicas tradicionales. En los primeros momentos de la terapia de conducta, las diferencias que las separaban de la terapia tradicional estaban algo exageradas. Naturalmente, ambas posturas se habían polarizado hacia las diferencias (Hunt, 1975). Sin embargo, una vez cristalizada la terapia de conducta empezaron a hacerse más nítidas sus semejanzas con el tratamiento tradicional. La terapia de conducta se distinguió de la psicoterapia en un principio en una serie de dimensiones, entre ellas su confianza en una «teoría coherente» y en la investigación científica, y por otra parte, en el hecho de centrarse en la conducta manifiesta más que en las “causas subyacentes” (Eysenck, 1959). Unos cuantos años más tarde se pusieron en duda algunas de esas diferencias planteadas en un principio. Por ejemplo, los terapeutas de conducta sostenían que las demostraciones de la eficacia de sus tratamientos eran más científicas que las demostraciones de la terapia convencional. Sin embargo, la terapia de conducta se apoyaba enormemente en los casos clínicos, lo cual es científicamente inaceptable cuando lo que se quiere es determinar la eficacia de una técnica. Además, la poco definida relación entre la terapia de conducta y la teoría del aprendizaje, ponía en tela de juicio el estatus científico ele la terapia de conducta. De hecho, algunas de las técnicas utilizadas por los terapeutas de conducta no tenían nada que ver con los principios del aprendizaje (Heller y Marlatt, 1969; Ullmann y Krasner, 1965). Los defensores de la modificación de conducta decían centrarse sobre las conductas y no sobre las causas subyacentes. Sin embargo, en algunos problemas conductuales, los terapeutas de conducta aludían a causas subyacentes que había que tratar. Por ejemplo, Eysenck(1959) apuntaba que algunas conductas motoras (tics, actos compulsivos) pueden activarse debido a sus propiedades reductoras de la ansiedad. Modificando la conducta motora, sin alterar la ansiedad que la provocaba, no se conseguiría una verdadera curación. Aunque Eysenck citaba el caso de las conductas motoras mantenidas por la ansiedad como una excepción de la regla según la cual las conductas «sintomáticas» pueden tratarse directamente, es un ejemplo de interés por las causas subyacentes similar al que se da en la terapia tradicional (Dytud, 1971). En cualquier caso, muchas de las características singula- res o específicas de la modificación de conducta fueron difuminándose con el tiempo. Aspectos específicos de la terapia de conducta que supuestamente la distinguían de la psicoterapia, empezaron a parecer menos claros (Hunt, 1965). Por ejemplo, los terapeutas de conducta señalaban que la substitución de síntomas se predecía desde la posición psicodinámica y desde el modelo de enfermedad en general, pero no en el tratamiento conductual (Ullmann y Krasner, 1965). Sin embargo, tanto autores de orientación psicodinámica como de orientación conductual señalaron que la sustitución de síntomas no se pronosticaba necesariamente en el modelo de enfermedad, ni incluso desde la teoría freudiana ortodoxa ( Weitzman, 1967). Por otra parte, algunos autores de orientación conductual señalaron que en muchos de los casos en los que la conducta era el objetivo terapéutico directo, podían aparecer nuevas conductas desadaptativas al finalizar el tratamiento (Cahoon, 19686). De esta forma, el tema de la sustitución de síntomas que había sido uno de los aspectos diferenciadores MÓDULO 2603- ANTECEDENTES Y DESARROLLO DE LA TERAPIA Y MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 5 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA fundamentales entre la terapia de conducta y la psicodinámica, empezó a ponerse en entredicho. Poco a poco fueron haciéndose evidentes otras semejanzas entre la terapia de conducta y la psicoterapia. Por ejemplo, a finales de la década de los 60 empezó a atraer la atención el trabajo clínico de Wolpe y Lazarus, que estaban por entonces en el Eastern Pennsylvania Psychiatric Institute de Philadelphia. La terapia de conducta (por ejemplo, la desensibilización sistemática) mostraba en la práctica un notable parecido con la psicoterapia individual tradicional (Klein, Dittmann, Parloff y GiII, 1969). Factores tales como la relación terapéutica, la sugestión y la manipulación de las expectativas del cliente con respecto a la mejoría de su problema, parecían jugar un papel importante en la desensibilización. Por otra parte, la eficacia de la desensibilización en casos clínicos complejos parecía ser menor de lo que se había supuesto (Lazarus, 1963; Wolpc, 1958). Y por último, se vio que existía un punto de unión más importante entre la terapia de conducta y la terapia tradicional: el que consistía en centrarse en los temas relacionados con las quejas del paciente y no en el propio problema conductual (Klein el al., 1969). En resumen, se hizo evic(ente que tina gran parte de los procedimientos empleados en la terapia de conducta no se derivaban de la teoría del aprendizaje per se (Heller y Marlatt, 1969). Todas estas semejanzas entre la terapia de conducta y la terapia tradicional se manifestaban en el papel asignado en cada una de ellas a los «acontecimientos» privados. La terapia psicodinámica se había distinguido de la terapia conductual en que la primera se centraba en los acontecimientos «mentales» o privados, tales como pensamientos, sentimientos, sueños, procesos inconscientes e ideas, mientras que la segunda se centraba en la conducta manifiesta. Sin embargo, la terapia de conducta poco a poco empezó a manejar estos acontecimientos privados: creencias, pensamientos, cogniciones y sentimientos. Uno de los criterios más sólidos para distinguir la terapia de conducta de la psicoterapia fue la eficacia del tratamiento. Desde un principio se consideró la eficacia de la terapia de conducta superior a la de la psicoterapia tradicional (e.j., Eysenck, 1960b, 1965). Wolpe (1958), por ejemplo, basándose en una serie de casos clínicos, afirmaba que el 90% de las personas que se sometían a una terapia de conducta basada en la inhibición recíproca, se curaban o mejoraban considerablemente, mientras que este porcentaje de éxito bajaba a un 60% en el caso de la psicoterapia tradicional. Así pues, las técnicas conductuales se conside- raban ya desde el principio como mucho más efectivas que otros métodos, al menos por parte de los defensores de la terapia de conducta. Últimamente ha recibido una gran atención el tema de la eficacia relativa de ambos tipos de terapias, no sólo en revisiones de la literatura (Luborsky, Singer y Luborsky, 1975), sino también en estudios comparativos entre diversas técnicas conductuales y psicoterapéuticas y con distintas poblaciones de sujetos (e.g., Argyle, Bryant y Trower, 1974; Hall, DcBoer y O'Kulitch, 1977; Hartlage, 1970; Oblcr, 1973; Sloane, Staples, Cristo!, Yorkston y Whipplc, 1975). Algunos autores han sugerido que el grado de éxito de ambas orientaciones terapéuticas en el tratamiento de problemas neuróticos, por ejemplo, es aproximadamente el mismo (Luborsky el al., 1975; Sloanc el al., 1975). Además, la extraordinaria cantidad de técnicas agrupadas bajo el encabezamiento general de «terapia de conducta», resta validez a las conclusiones de tipo global. La eficacia de una técnica conductual específica (e.j., la desensibilización sistemática, la inundación) puede compararse con una técnica tradicional (e.j., la terapia psicoanalítica) en un problema clínico dado. Kazdin y Wilson (1978) después de revisar la literatura existente sobre la comparación de la eficacia de ambos tipos de terapias, llegaron a la conclusión de que esa eficacia relativa varía según cuál sea el problema terapéutico en estudio. Y sobre la mayor parte de los problemas clínicos no se dispone de pruebas experimentales suficientes como para sacar conclusiones inequívocas sobre la superioridad de una técnica sobre otra. No obstante, hay ciertas áreas en las que las técnicas terapéuticas conductuales han demostrado una clara ventaja sobre los métodos tradicionales (véase Kazdin y Wilson, 1978). La gran atención que se le ha prestado a la comparación psicoterapiaterapia de conducta, refleja el escepticismo existente sobre la pretendida superioridad de la terapia de conducta. Muchos autores han puesto en tela de juicio el punto de vista según el cual las técnicas conductuales son más efectivas que las formas tradicionales en problemas clínicos concretos. Las reservas con respecto a la eficacia diferente de la terapia de conducta y la psicoterapia tradicional han difuminado las diferencias existentes entre ellas. La distinción entre la terapia de conducta y la psicoterapia puede MÓDULO 2603- ANTECEDENTES Y DESARROLLO DE LA TERAPIA Y MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 6 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA haberse hecho menos clara aún con los intentos de sintetizar ambos métodos de tratamiento. Especialmente en el tratamiento individual (externo) se han sugerido diversas formas de combinar aspectos de la terapia de conducta y de la psicoterapia. Esta síntesis se sugirió en parte debido a la supuesta utilidad de combinar diversos enfoques en el tratamiento de pacientes difíciles. Combinando la terapia de conducta con la psicoterapia se habían conseguido resultados satisfactorios en varios casos clínicos (Feather y Rhoads, 19726; Kraft, 1969). Los defensores de la modificación de conducta han tendido a rechazar la idea de la integración entre la terapia de conducta y lapsicoterapia tradicional, basándose en razones teóricas, metodológicas y empíricas (Krasner, 1960; Levis, 1970; Rachman, 1970). A nivel teórico el rechazo se basa en la incompatibilidad entre los conceptos fundamentales del modelo psicodinámico, tales como la formación de síntomas y el desarrollo psicosexual, y las formulaciones basadas en la teoría del aprendizaje. Las objeciones metodológicas se basan en que la terapia de conducta, a diferencia de la terapia psicodinámica, se fundamente en un enfoque científico y empírico. Los conceptos psicodinámicos no se han prestado a la verificación empírica (Levit, 1970). Y por último, a nivel empírico la integración entre ambos métodos terapéuticos se rechaza por la ausencia de pruebas empíricas que demuestran que la terapia de conducta combinada con la psicoterapia sea superior a la terapia de conducta sola. De hecho, la falta de capacidad de la propia psicoterapia para demostrar de forma convincente su eficacia clínica hace perder interés por los intentos de integración (Eysenck, 19526; Rachman, 1971). En lugar de una síntesis completa entre la modificación de conducta y la teoría psicodinámica, lo que algunos autores han sugerido es que el enfoque conductual puede servir para aclarar conceptos que han sido difíciles de definir en el trabajo psicoanalítico (Hunt y Dyrud, 1968). La modificación de conducta puede comprobar empíricamente variables implicadas en los conceptos psicodinámicos. Desde el punto de vista clínico, la reformulación de los conceptos psicodinámicos en términos conductuales sugeriría variables importantes a tener en cuenta en el tratamiento conductual (Hlunt, 1976). Las variables psicodinámicas podían traducirse a términos conductuales y llamar la atención sobre aspectos que de otro modo podrían pasarse por alto. Sin embargo, no es fácil que la modificación de conducta asuma explícitamente conceptos que proceden de una posición teórica y un modelo global de la conducta humana, al que ha estado enfrentada desde su aparición. Ampliación del ámbito de la terapia de conducta A pesar de su resistencia a integrarse con las técnicas tradicionales, la modificación de conducta se ha flexibilizado mucho más de lo que en un principio se imaginó. Las primeras definiciones de la terapia de conducta se basaban fundamentalmente en sus relaciones con la investigación y la teoría del aprendizaje. Eysenck (1968), por ejemplo, definía la terapia de conducta como ....el intento de modificar positivamente la emoción y la conducta humanas, según las leyes de la teoría del aprendizaje moderna. (p. 1). De forma semejante, Wolpe y Lazarus (1966) consideraban la terapia de conducta como ....”la aplicación de los principios del aprendizaje establecidos a través del método experimental” (p. 1) con el fin de eliminar los hábitos desadaptativos persistentes. La definición de la terapia de conducta se ha ampliado desde entonces, y el papel desempeñado por la teoría del aprendizaje se ha reducido considerablemente, hasta el punto de haberse puesto en duda. Así por ejemplo, Lazarus (19716) comentaba: Cuando un terapeuta de conducta aconseja a un paciente que defienda sus derechos, o cuando le asegura que la masturbación no es ni pecaminosa ni nociva, o cuando escenifica un acontecimiento personal importante, podríamos preguntar dónde puede advertirse, en cualquiera de esos pasos terapéuticos, la presencia de Thorndike o de Hull. ¿De qué forma ayuda al terapeuta el trabajo de Guthric o de Tolman, o quizá incluso el de Pavlov a decidir cuando está indicado un aborto, cuando es inminente un suicidio, o si un divorcio está justificado? (Lazarus, 1971b, p. 370). La mayor parte de los terapeutas de conducta mantienen que cualquier tipo de dato empírico puede ser útil en la práctica clínica. Aunque hayan sido especialmente útiles los datos procedentes de la investigación sobre el aprendizaje, muchos autores creen que la terapia de conducta no debería restringirse a la teoría del aprendizaje. El identificar la terapia de conducta con la teoría del aprendizaje puede obstaculizar la utilización de otras áreas de conocimiento importantes dentro de la MÓDULO 2603- ANTECEDENTES Y DESARROLLO DE LA TERAPIA Y MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 7 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA psicología experimental y de las ciencias sociales (Lazarus, 1967, 1971a; Ullmann y Krasner, 1975; Yates, 1970h). En la definición actual de la terapia de conducta se incluye la aplicación de datos empíricos procedentes de la psicología y de las ciencias sociales al cambio de la conducta (Franks y Brady, 1970; Krasner y Ullmann, 1973; Mahoney, Kazdin y Lesswing, 1974). Perty London (1972) ha puesto de relieve la importancia histórica del maridaje terapia de conductateoría del aprendizaje. Sin embargo, la relación entre las técnicas empleadas y su base teórica es cuestionable. Tal y como veremos más adelante en este capítulo, la base teórica de muchas técnicas tales como la desensibilización sistemática, el condicionamiento encubierto y la terapia aversiva, es dudosa, aunque su eficacia sea aceptada generalmente. London afirmaba que la tecnología de la terapia de conducta debería de considerarse independientemente de las teorías con las que se ha asociado. En realidad, los terapeutas de conducta siempre tuvieron, no tanto una teoría como una .ideología>... lo que los terapeutas de conducta llamaban teoría era más bien un punto de referencia convencional para entenderse al hablar del problema y de su tratamiento, y lo más importante, al hablar de la modificación del problema dentro de una serie de ope- raciones limitadas, esto es, dentro de unos límites técnicos (London, 1972, p. 916): Las innovaciones más recientes dentro de la terapia de conducta se han basado en un enfoque metodológico y empírico más que teórico. Esto es, en lugar de limitar la terapia de conducta a las técnicas derivadas del aprendizaje, se ha pensado en incorporar al tratamiento toda técnica que pueda demostrar su utilidad en el cambio de la conducta. Como London ha señalado: la teoría ha perdido valor para la modificación de conducta y... la tecnología, esencialmente del tratamiento, debe ocupar ahora un lugar nuclear, quizás, en sentido amplio, incluso para servir a propósitos científicos... el propio desarrollo... alcanza a la exploración sistemática de todo lo referente al proceso terapéutico, sin preocuparse de si se adecua a los principios del aprendizaje, al reforzamiento o a cualquier otra cosa, pero sí de si se ajusta a los hechos de la experiencia humana (London, 1972,p. 919). Lazarus ha sido el mayor defensor de la utilización de diversas técnicas terapéuticas independientemente de su origen teórico (Lazarus, 1966, 1967, 1971a). Ha fomentado el «eclecticismo técnico» (Lazarus, 1967), según el cual el terapeuta debe utilizar cualquier procedimiento que haya demostrado ser efectivo. El adherirse a unos principios concretos, como los de la teoría del aprendizaje, tiene, en opinión de Lazarus, la desventaja de restringir la gama de procedimientos de los que el terapeuta podría disponer. En Behaviour Theapy and Beyond, Lazarus (1971a) describe una larga serie de métodos utilizados por él mismo como complemento a las técnicas conductuales existentes. El enfoque de Lazarus, conocido como «terapia de conducta de amplio espectro» (Lazarus, 1966) incluye métodos como la hipnosis, regresión y proyección en el tiempo (la persona fantasea sobre acontecimientos problemáticos que le ocurrieron en el pasado y sobre otros posibles futuros), detención de pensamiento (el paciente aprende a interrumpir sus pensamientos obsesivos ante las instituciones del terapeuta o las suyas propias), exageración de acontecimientos atemorizantes (el paciente imagina consecuencias desagradables de sucesosanticipados) y escenificaciones exageradas. Lazarus cree que cuanto más amplia sea la gama de técnicas que utilice el terapeuta, mayores probabilidades de éxito tendrá. La forma en que Lazarus enfoca la terapia representa una tendencia cada vez más fuerte dentro de la modificación de conducta, a explorar otras técnicas no derivadas directamente del aprendizaje. Lazarus ha empleado métodos que aparentemente son efectivos. Sin embargo, la mayor parte de ellos, tanto utilizados solos como combinados, aún no han sido evaluados empíricamente. DDEESSAARRRROOLLLLOO DDEE LLAA AACCTTIIVVIIDDAADD PPRROOFFEESSIIOONNAALL La tendencia a la apertura mostrada por la modificación de conducta ha estado asociada al desarrollo de actividades profesionales de todo tipo relacionadas con el campo: creación de organizaciones profesionales, convocatoria de reuniones y simposios, y la publicación de revistas y libros sobre la temática general de la modificación de conducta. Formación de grupos y organizaciones Las dos organizaciones profesionales relacionadas con la terapia de MÓDULO 2603- ANTECEDENTES Y DESARROLLO DE LA TERAPIA Y MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 8 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA conducta más importantes en los Estados Unidos son la Association for Advancement of Behavior Therapy (AAB'l') y la Behavior Therapy and Research Society (BTRS). Un tercer organismo creado más recientemente es la Midwestern Association of Behavior Analysis (MABA) que aunque tiene en su origen un carácter regional, ha ido ganando importancia a nivel nacional. Cada una de estas organizaciones cumple propósitos algo diferentes. La AABT fue fundada en 1966 como una organización de interés multidisciplinario. Es una organización nacional aunque se nutre tanto de grupos locales procedentes de todos los lugares de los Estados Unidos como de grupos extranjeros. Para ser miembro de derecho de la AABT hay que pertenecer a la American Psychological Association o a la American Psychiatric Association. Sin embargo, personas con experiencia en la investigación o en la práctica de la terapia de conducta no necesitan cumplir este requisito. En un principio, la organización cumplía dos funciones fundamentales: la publicación de un boletín y la convocatoria de una reunión anual. El boletín, editado por C. M. Franks, incluía información sobre reuniones, simposios, comunicaciones y prácticas terapéuticas relacionadas con la terapia de conducta. El boletín era también un forum en el que se podían discutir aspectos teóricos o polémicos en general, proporcionando a un tiempo información sobre distintas formas de enfocar la terapia de conducta. En 1970, el boletín fue reemplazado por una revista, Behavior Therapy, que continúa siendo en la actualidad la publicación oficial de lakAABT. La revista incluye investigación académica. Últimamente ha vuelto a publicarse un boletín con noticias y notas breves. La Asociación sigue convocando una reunión anual. Las primeras reuniones coincidieron con el encuentro anual de la American Psychological Association, pero desde 1972 ambas reuniones se programan de forma independiente. El nombre original de la organización fue Association for Advancement for Behaviotal Therapies. Sin embargo, el nombre se cambió dos años después de que G. Terence Wilson y W. I. M. Evans (1967) hicieran una llamada en el boletín recomendando utilizar el término «terapia de conducta» en lugar de «terapias conductuales». El uso de la forma singular ponía el acento sobre la intervención clínica en general, y sobre una base teórica y experimental común a una serie de técnicas heterogéneas. El término «terapias», según Wilson y Evans, aunque hiciera referencia a esas mismas técnicas daba a entender una falta de relación entre ellas. A partir de 1969 la organización comenzó a denominarse Association for Advancement of Behavior Therapy. La Behavior Therapy and Research Society se fundó en 1970 con el fin de promocionar la investigación básica relacionada con la terapia de conducta, fomentar el intercambio de información y confeccionar una lista de terapeutas de conducta. Esta organización, por el contrario de la AABT, ha intentado formar un grupo profesional de terapeutas de conducta, y no simplemente un grupo de personas interesadas en el campo. Para pertenecer a la BTRS se requiere haber hecho una «aportación significativa a la terapia de conducta o a algún área afín» (Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry, 1970, p. 245), criterio evaluado por un comité ejecutivo. El énfasis puesto en la capacidad profesional se debió en parte al intento de crear un directorio de terapeutas de conducta con los que no hubiera necesidad de evaluar su calificación profesional (cf. Moss, 1972). La Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychatry, fundada en 1970, es la publicación oficial de la BTRS. Su encuentro anual coincide con el de la American Psychiatry Association. Estos encuentros suelen ser breves y siguen normalmente el sistema de presentación ele ponencias con una discusión a continuación. La Midwestern Association of Behavior Analysis se fundó en 1974. Esta fundación se debió, en parte, al lugar destacado que varias Universidades del medio oeste han ocupado como centros de investigación operante aplicada y experimental. (El protagonismo del medio oeste en el campo de la investigación operante se refleja en el hecho de que son dos de sus universidades, la Universidad de Indiana y la Universidad de Kansas las que administran, respectivamente, la Journal of the Experimental Ana/ysis of Behavior y la Journd of Applied Behavior Analysis). Las reuniones regionales patrocinadas por la Midwestern Psychological Association no proporcionaban una salida adecuada a esta concentración de investigación operante en el medio oeste, y la MABA se creó para llenar este hueco. La organización se reúne al mismo tiempo o inmediatamente antes de la reunión de la asociación regional. La convención se dedica por completo al análisis conductual experimental o aplicado. MÓDULO 2603- ANTECEDENTES Y DESARROLLO DE LA TERAPIA Y MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 9 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA Aparte de estas organizaciones creadas en los Estados Unidos se han fundado otras asociaciones de terapeutas de conducta en Inglaterra, Francia, Alemania, Países Bajos, Suecia, Israel, Japón, Méjico y Sudamérica, y hay una Asociación Europea de Terapia de Conducta fundada en 1971. Algunos de estos grupos se han asociado a la AABT, aunque siguen manteniendo actividades profesionales independientes de ella. Conferencias y reuniones anuales Una señal evidente del crecimiento de las actividades profesionales es la convocatoria de conferencias y reuniones anuales. La primera conferencia sobre modificación de conducta se realiza en la Universidad de Virginia en 1962. Esta conferencia, patrocinada por Wolpe, Salter y Reyna, se centró en las “terapias del condicionamiento". Las ponencias se publicaron después en forma de libro y con el mismo título (Wolpe, Salter y Rayne, 1964). A finales de los años 60, el número de conferencias y de reuniones había aumentado considerablemente. Como ya hemos señalado, la AABT comenzó a patrocinar una convención anual en 1968, y a ella le siguieron en un corto intervalo de tiempo varias conferencias de ámbito regional en los Estados Unidos. Las conferencias más importantes y su fecha de comienzo son: 1. Conferencia de California del Sur sobre modificación de conducta (1969). 2. Conferencia sobre el análisis de conducta en la educación (1969. Kansas). 3. Simposium de Brockton sobre modificación de conducta (1971, Massachusetts). 4. Conferencia nacionalsobre modificación de conducta (1971, Colorado). 5. Conferencia nacional sobre tecnología e investigación conductual en la educación superior (1973, Georgia). 6. Conferencia de la Universidad de Temple sobre terapia y modificación de conducta (1974, Pennsylvania). 7. Conferencia de Drake sobre aspectos profesionales del análisis de la conducta (1974, Iowa). 8. Convención de la MABA (1975, Illinois). Algunas de las conferencias anuales sobre modificación de conducta realizadas en otros países son: 1. Conferencia internacional de Banff (1969, Alberta, Canadá). 2. Simposium internacional anual sobre modificación de conducta (1970, Méjico). 3. Conferencia sobre modificación de conducta (1970, New Brunswick, Canadá). 4. Conferencia europea sobre modificación de conducta (1971). 5. Congreso latinoamericano sobre análisis conductual (1973). 6. Congreso mejicano sobre análisis conductual (1974). También se realizan con mucha frecuencia cursos de preparación, conferencias locales y simposios sobre temas específicos. Publicaciones sobre modificación de conducta El rápido desarrollo de la modificación de conducta se ha reflejado también en el aumento del número de publicaciones sobre su temática (Hoon y Lindsley, 1974). El aumento del número de artículos sobre terapia de conducta en las revistas de psiquiatría, psicología clínica, educación, educación especial, orientación psicológica, lenguaje, puesta en práctica de leyes y otras áreas, producido en la pasada década ha recibido atención documental (Brady, 1973; Kazdin, 1975c). Además de las publicaciones en revistas ya existentes, han aparecido nuevas revistas y ha aumentado también la publicación de libros y series anuales. Revistas. Una prueba del creciente interés despertado por la modificación de conducta es la creación de varias revistas principales sobre ella1. Todas estas revistas parten de un interés diferente, 1 Al utilizar la expresión <revista principal» intentamos distinguir las revistas profesionales de amplia difusión y publicadas por organizaciones o editoriales nacionales, de las publicaciones locales de difusión reducida. Al mismo tiempo que aparecían las revistas principales a finales de la MÓDULO 2603- ANTECEDENTES Y DESARROLLO DE LA TERAPIA Y MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 10 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA respondiendo a sus principios editoriales. En 1963 se comenzó a publicar en Inglaterra la revista Behaviour Research and Therapy (Pergamon Press) con Eysenck y Rachman como director y subdirector respectivamente. Con la publicación de la revista se pretendía proporcionar unas directrices al movimiento de la terapia de conducta. La BehaviourResearch and Therapy sigue publicando investigación y estudios sobre la aplicación de la “moderna teoría del aprendizaje” al tratamiento de la conducta anormal. El título de esta revista, la primera sobre terapia de conducta, fue significativo porque incluía las palabras “investigación y terapia”, poniendo de relieve la importancia que tenía el enfocar la terapia desde un punto de vista empírico y científico. Para acentuar la orientación científica de la revista, Eysenck citó a Watson en su defensa de la objetividad y la experimentación como los medios mejores pata predecir y controlar la conducta (Eysenck, 1963). En 1968 se fundó la Journal of Applied Behavior Analy.rir (JABA). La publica la Society for the Experimental Analysis of Behavior, y está dedicada a <...la investigación experimental referente a las aplicaciones del análisis de la conducta a problemas de importancia social» (Journal of Applied Behavior Analysir, pi.). A medida que iba aumentando la investigación operante, especialmente a principios y a mediados de la década de los 60, fue haciéndose más evidente que el campo aplicado disponía de poco hueco en las publicaciones existentes. Los artículos sobre aplicaciones que se enviaban a la Journal of Experimental Analysis of Behavior (JEAB) se rechazaban debido a la política de la revista de publicar fundamentalmente investigaciones animales de laboratorio en las que las respuestas se hubieran registrado automáticamente, y en los estudios sobre aplicaciones se utilizaban personas tanto como sujetos como observadores para registrar la conducta. Aunque la JEAB publicaba algunos artículos sobre investigación aplicada que utilizaban observadores humanos (e.g., Ayllon y Azrin, 1964; Ayllon y Michael, 1959) eran la excepción a la regla. Para solucionar este problema la Society for the Experimental Analysis of Behavior patrocinó una revista destinada a cubrir las publicaciones sobre el trabajo operante en el campo aplicado, y esta revista fue la JABA. década de los 60 y comienzos de la de los 70, también proliferó un grao número de revistas y boletines de menor importancia. Entre estas revistas se incluyen: School Applicationr of learning Theory (1968), BehaviorModrfcatron Monographs (1970) y Behavioral Engineedng (1973). Y entre los boletines y otras revistas menores podemos citar: Personalized System of Instructron (1971), Research Application of Techniques in Education (1972), The Boulder Behaviorist (1973), The Behavioral Varee (1973), Behavior Influence Newsletter (1974), Forum for Behavior Technology (1975) y Results Magazine (1975). La JABA publica estudios relacionados con aplicaciones de las técnicas operantes. La metodología del análisis experimental de la conducta se aplica a conductas con una relevancia clínica, social o educativa. (En el siguiente capítulo describiremos el ámbito general de aplicación del análisis conductual). Entre los directores de la JABA se encuentran Montrose M. Wolf, Donald M. Baer, Todd R. Risley, W. Stewart Agras y K. Daniel O'Leary, aparte de un gran número de directores asociados. En 1970 se crearon en los Estados Unidos otras dos revistas sobre terapia de conducta. La Behavior Therapy (Academic Press) fue, como ya vimos, tina publicación de la AABT. El director fue Cyril M. Franks y el director asociado John Paul Brady. En el primer número intentaban responder a la pregunta «¿qué es la terapia de conducta?», respuesta en la que definían los contenidos nucleares de la revista (Franks y Brady, 1970). La revista consideraba la terapia de conducta más relacionada con la forma de interpretar los datos clínicos que con la utilización de unas técnicas concretas, y la definía como multidimensional en lugar de basarla únicamente en la teoría del aprendizaje o en un modelo basado en el aprendizaje. Según Franks y Brady, la terapia de conducta debía incluir todos los aspectos aprendidos de la conducta como los biogénicos y los evolutivos. En 1970 se funda en los Estados Unidos la Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry (se publica en Inglaterra pero se edita en los Estados Unidos). Joseph Wolpe y Leo J. Reyna son el director y el director asociado respectivamente. Las intenciones de esta revista fueron algo más ambiciosas que las de otras revistas sobre terapia de conducta (Wolpe y Reyna, 1970). Aunque se dedicó fundamentalmente a las aplicaciones de la psicología experimental, la revista también prestaba atención a la investigación fisiológica y farmacológica en la medida en que guardara relación con la etiología o el tratamiento de problemas susceptibles de modificarse a través del MÓDULO 2603- ANTECEDENTES Y DESARROLLO DE LA TERAPIA Y MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 11 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA aprendizaje. Esta revista también ha dedicado una gran atención a la formación de psiquiatrasy psicólogos clínicos, incluyendo en sus páginas material didáctico, como trascripciones de entrevistas, descripción detallada de métodos y presentación de casos clínicos. En estos últimos años han aparecido algunas otras revistas. En 1977 se creó Behavior Modification, dirigida por Michcl Hersen y también destinada a cubrir el campo aplicado. Cognitive Research and Therapy también nació en 1977. Dirigida por Michael Mahoney, se centra fundamentalmente en la investigación relacionada con las técnicas terapéuticas cognitivas. Entre las revistas extranjeras destacan la Revista Mexicana de Análisis de la Conducta (1975), dedicada a las investigaciones operantes llevadas a cabo por psicólogos mejicanos y latinoamericanos en general, y la European Journal of Behavioral Analysis and Modif cation (1975) que publica artículos sobre terapia de conducta basada en distintas técnicas. Libros. Los textos sobre modificación de conducta comenzaron a publicarse a finales de los años 60 y principios de los 70. Los primeros libros que incluyeron en su título el término «terapia de conducta» fueron Behaviour Therapy and the Neuroses (1960a) y Experiments in Bebaviour Therapy (1964) ambos dirigidos por Eyscnck. Dos libros importantes en los Estados Unidos sobre técnicas de la terapia de conducta fueron Conditioned Reflex Therapy: The Direct Approach to the Reconstruction of Personal//ty (1949) escrito por Saber, y Psychotherapy by Reciproca/ Inhihition (1958) escrito por Wolpe. Otros dos libros que aun-que importantes para la modificación de conducta no pertenecen a ella per se son: Principies of Psychology (1950) de Keller y Schoenfeld, y Science and [fuman Behavior (1953a) de Skinner. Estos libros son importantes porque en ambos se desarrolla una teoría general de la conducta humana y, especialmente en el caso del libro de Skinner, se aplican los principios operantes a prácticamente todas las facetas de la conducta humana, incluidas la psicopatología, la psicoterapia y la educación. Los libros de Saber, Wolpe, Keller y Schoenfeld, y Skinner, constituyen piedras angulares de la historia de la modificación de conducta aunque no sean textos generales sobre ella. En ellos se defienden técnicas específicas o el enfoque general basado en la conducta, característicos del movimiento conocido como modificación de conducta. . A mediados de los años 60 aparecieron en los Estados Unidos algunos otros libros importantes sobre modificación de conducta. Entre ellos podemos citar: The Conditioning Therapies: The Challenge in Psychotherapy (1964) dirigido por Wolpe, Saltes y Reyna; Conditioning Techniques in Clinical Practice and Re.rearch (1964) dirigido por Franks; Human Learning: Studies Extending Conditioning Principies to Complex Behavior (1964) dirigido por Staars; The Causes and Cures of Neuroses (1965) escrito por Eysenck y Rachman; Research in Behavior Modifrcation (1965) dirigido por Krasner y Ullmann; Case Studies in Behavior Modification (1965) dirigido por Ullmann y Krasner; y por último Behavior Therapy Techniques: A Cuide to the Treatment of Neuroses (1966) escrito por Wolpe y Lazarus. Case Studies de Ullmann y Krasner ha ejercido una especial influencia. El libro tiene una extensa introducción en la que Ullmann y Krasner presentan una perspectiva histórica de la modificación de conducta y describen el enfoque general en el que se basa. El texto también incluye la descripción de una amplia gama de técnicas y problemas clínicos. A finales de los años 60 y principios de los 70 aparecieron varios textos sobre la temática general de la terapia de conducta que ahora se consideran clásicos en el campo. Podemos citar entre ellos Principies of Behavior Modification (1969) de Bandura, Behavior Therapy: Apprar:ral and Status (1969a) dirigido por Franks, Behavior Therapy (1970a) de Yates, y Learning Poundations of Behavior Therapy (1970) de Kanfer y Phillips. El número de libros publicados sobre el área de la terapia de conducta ha aumentado considerablemente desde 1970. Entre ellos se encuentran textos generales, manuales y folletos sobre técnicas concretas, situaciones de tratamiento, o poblaciones. Aparte de los textos aislados se han publicado también series anuales. En 1969 comenzaron a publicarse las actas de la reunión anual de la AABT bajo el título Advances in Behavior Therapy (Academic Press) con un director distinto cada año. (La serie se interrumpió cuando disminuyeron las ventas después de haber aparecido publicados cuatro volúmenes). En 1972 se empezó a publicar un texto anual sobre psicoterapia, orientación psicológica y modificación de conducta (Aldine Press), bajo la dirección de Gerald R. Patterson, 1. M. Marks, Joseph D. Matarazzo, Roger A. Myers, Gary E. Schwartz, y Hans H. Strupp. En esta serie anual se publican juntos artículos que ya han aparecido anteriormente en otras publicaciones. A principios de 1973, MÓDULO 2603- ANTECEDENTES Y DESARROLLO DE LA TERAPIA Y MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 12 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA Franks y Wilson fundaron el Annua/Review ofBehavior Therapy (Bruner/Mazel) cuyos números están formados también por una selección de artículos publicados. Michcl Hersen, Richard Eislcr y Peter M. Millcr iniciaron en 1975 una serie anual titulada I'rogre.rs in Behavior Modifrcation (Academic Press) en la que se publican contribuciones originales sobre áreas concretas de la modificación de conducta. EELL EENNFFOOQQUUEE OONNDDUUCCTTUUAALL Características generales La modificación de conducta se caracteriza por varios supuestos básicos sobre la evolución y modificación de la conducta, la adscripción a unos principios metodológicos determinados, y una forma específica de abordar tanto el proceso diagnóstico como el tratamiento. Dentro del propio movimiento de la modificación de conducta pueden distinguirse varias posturas según sus vínculos teóricos (e.j., Hull versus Skinner), el tipo de conductas sobre las que inciden (e.j., aspectos manifiestos versus internos), las técnicas empleadas (e.j., desensibilización sistemática versus contrato de contingencias) y los métodos de evaluación experimental (e.j., metodología de replicación entre grupos versus intrasujetos). A pesar de estas diferencias existen varios denominadores comunes lo suficientemente importantes como para que el enfoque conductual pueda considerarse un movimiento unitario. El modelo conductual de la conducta anormal. Un supuesto básico del enfoque conductual es el que se refiere a la continuidad de la conducta, esto es, el que las diferencias entre la conducta considerada como normal y anormal respectivamente no son cualitativas, sino que responden más bien a un continuum. Al dar por supuesta la existencia de una semejanza entre la conducta normal y la anormal, la modificación de conducta sostiene que es posible aplicar los principios del aprendizaje a todas las conductas. Las conductas se aprenden, se mantienen y se modifican por los mismos principios independientemente de que se las considere como “normales” o “anormales”, “sanas” o “enfermas”. Los practicantes de la modificación de conducta no niegan que existan conductas desadaptativas y que las personas tengan comportamientos desviados desde un punto de vista social. Sin embargo, la conducta desadaptativa puede desaprenderse y sustituirse por otra conducta adaptativa. Utilización de los datos proporcionados por la psicología experimental. La modificación de conducta pretende aplicar a la práctica clínica datos experimentales fiables y desarrollar técnicas terapéuticas a partir de teorías concretas. La mayor parte de las técnicas empleadas por la modificación de conducta, están en deuda con la psicología del aprendizaje, o bien porque se basan en ella, o bien porque les presta una explicación teórica, enel caso de que se hayan desarrollado de forma independiente al aprendizaje. Esta dependencia de la modificación de conducta con respecto al aprendizaje tiene una larga historia: Pavlov, Bechterev, Watson, Masserman, y otros, utilizaron los principios del condicionamiento para explicar, desarrollar y mejorar la conducta desadaptativa. Los trabajos de M. C.Jones, Burnham, los Mowrer, Salter y Wolpe, constituyen aplicaciones de los conceptos de la teoría del aprendizaje y de la investigación experimental suscitada por ella a los problemas clínicos. Con el paso de los años la modificación de conducta se ha ampliado hasta abarcar otras teorías y otros datos empíricos de la psicología en general. La definición de Yates (1970a) que transcribimos a continuación es un ejemplo de esta tendencia a la apertura: La terapia de conducta es el intento de utilizar sistemáticamente el conocimiento teórico y empírico, fruto de la aplicación del método experimental a la psicología y a las disciplinas más afines a ella (la fisiología y la neuroísiología), con el objeto de explicar la génesis y mantenimiento ele las pautas de conducta anormales, y de aplicar ese conocimiento al tratamiento y prevención de estas anormalidades mediante estudios experimentales controla• dos de caso único. tanto descriptivos como terapéuticos (Yates, 1970a, p, 18). El interés fundamental por la conducta. En las terapias tradicionales (como el psicoanálisis) la conducta se considera como una mera serial de un proceso psícodinámico. El interés del terapeuta de conducta se dirige fundamentalmente al cambio directo de la conducta por la que la persona ha acudido a la consulta, sin remitirse, normalmente, a los estados psíquicos que hipotéticamente la subyacen. MÓDULO 2603- ANTECEDENTES Y DESARROLLO DE LA TERAPIA Y MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 13 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA Entre los modificadores de conducta hay distintas opiniones con respecto al grado de incidencia sobre los estados internos del individuo, a la hora de tratar un problema. Wolpe, por ejemplo, al explicar la conducta de evitación, supone la existencia de variables intermedias, como la ansiedad (estado interno). La ansiedad se emplea en la modificación de conducta como variable intermedia y se vincula estrechamente con medidas más objetivas como el autoinforme, la conducta manifiesta y las medidas fisiológicas. Los terapeutas de conducta se refieren a veces a conductas encubiertas o a fenómenos privados tales como pensamientos, imágenes, sentimientos y otros estados personales, que no son evidentes al observador externo. En ciertas ocasiones, estos “acontecimientos” privados constituyen el objetivo terapéutico, como en el caso de los pensamientos obsesivos o de las autocríticas, y por consiguiente pueden examinarse directamente. Para algunos modifi- cadores de conducta los acontecimientos privados (e.j., los pensamientos sobre otras personas) tienen un papel importante en la génesis y el mantenimiento de la conducta problemática, y deben ser, por lo tanto, el centro del tratamiento. Otros muchos terapeutas evitan recurrir a estados mediacionales como la ansiedad, las conductas encubiertas y las cogniciones. Los profesionales que confían en la eficacia de las técnicas operantes, se concentran normalmente en la conducta manifiesta y en el ambiente del individuo, más que en los es- tados mediacionales o en los fenómenos internos. La metodología. La modificación de conducta se caracteriza por la evaluación que hace de la conducta y por la evaluación experimental del tratamiento. El campo de la modificación de conducta se ha desarrollado dentro de una tradición de experimentación y de eva- luación, y los investigadores normalmente someten sus técnicas al examen experimental, tanto evaluando la conducta que se va a modificar como poniendo a prueba la intervención. Para este fin, se utilizan diferentes métodos de investigación experimental. Aunque la mayoría de las técnicas se evalúan mediante diseños entre grupos, las técnicas derivadas del condicionamiento operante se evalúan normalmente con diseños de replicación intrasujetos que utilizan uno o muy pocos sujetos. La terapia de conducta se ha distinguido más que ningún otro método de tratamiento, por su interés en combinar el rigor científico con los intereses terapéuticos en la evaluación de la terapia (véase Kazdin y Wilson, 1978). Evaluación, diagnóstico y tratamiento conductual Diagnóstico. El diagnóstico conductual se centra en las conductas específicas y en las condiciones bajo las que se realizan. A diferencia del diagnóstico tradicional, el diagnóstico conductual no se dirige a asignar al individuo a una categoría diagnóstica concreta. Lo que pretende, por el contrario, es hacer recomendaciones explícitas con vistas al tratamiento. Y son las conductas objetivo que necesitan modificarse y los eventos ambientales que podrían ser útiles en la producción del cambio terapéutico los aspectos que reciben una mayor atención, Kanfer y Saslow (1965, 1969) proporcionaron una de las descripciones más explícitas del diagnóstico conductual, Su sistema está pensado para facilitar la elección del tipo de intervención terapéutica que se va a utilizar. El método consta de siete pasos: 1. Análisis inicial de la situación problemática, en el que se especifican detenidamente las conductas del cliente; 2. Clarificación de la situación problemática, paso en ci que se especifican los factores ambientales (e.g., condiciones estimulares bajo las que la conducta se realiza y consecuencias que la mantienen); 3. Análisis motivacional, mediante el cual se identifican los estímulos aversivos y los refuerzos positivos para el cliente; 4. Análisis evolutivo, en el que se identifican los cambios biológicos, sociológicos y conductuales que se han producido durante la historia del individuo y tienen una posible relevancia para el tratamiento; 5. Análisis del autocontrol, en el que se identifican las situaciones y conductas que el individuo puede controlar; 6. Análisis de las situaciones sociales, mediante el que se especifican las relaciones del individuo con otras personas de su ambiente, y sus cualidades aversivas o reforzautes; 7. Análisis del ambiente fisico-social-cultural, en el que se evalúan los criterios normativos de conducta del cliente y las facilidades y limitaciones con que se encuentra pata llevarlos a cabo. MÓDULO 2603- ANTECEDENTES Y DESARROLLO DE LA TERAPIA Y MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 14 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA Siguiendo este método pueden delimitarse las conductas sobre las que se va a centrar cl tratamiento y los medios ambientales que pueden utilizarse con fines terapéuticos. El método está pensado únicamente para facilitar la elección del tratamiento, y con él Kanfer y Saslow (1969) no pretenden sustituir la asignación del paciente a las categorías diagnósticas tradicionales, en el caso de que sea útil para fines administrativos o de investigación. Cautela y Upper (1973) han propuesto otro método de clasificación conductual alternativo al diagnóstico psiquiátrico. Este sistema denominado Behavioral Coding System proporciona un conjunto de categorías descriptivas de carácter general que abarcan una serie de conductas desadaptativas, como miedos, adicciones, disfunciones sexuales, problemas cognitivos, conducta antisocial, conducta autoptinitiva y hábitos inadecuados en la vida cotidiana. Dentro de cada categoría hay varios apartados que añaden una mayor flexibilidad y especificidad al sistema. Por ejemplo, en la categoría de miedos, se enumeran varios tipos de miedo específicos (e.j., a estar solo, a las alturas, a los lugarescerrados, a los lugares abiertos, a las multitudes, al agua, a la oscuridad, a los microbios o infecciones, a distintos animales, a medios de transporte). En la categoría relacionada con trastornos de pensamiento se enumeran pensamientos específicos (comentarios encubiertos a uno mismo) que producen sentimientos o conductas manifiestas inadecuadas (e.j., pensamientos acompañados de ansiedad o miedo, o de ira; pensamientos sobre las injusticias que cometen con uno; creencias falsas y exageradas). El Behavioral Coding System sirve para clasificar los problemas en términos de conductas concretas, observables, y para eliminar en la medida de lo posible las inferencias en cl diagnóstico. Aunque el método sirve como un índice de conductas específicas, no hace referencia a los tipos de tratamiento que pueden utilizarse en cada caso. En la práctica, no hay ningún sistema concreto de diagnóstico conductual que tiende a utilizarse con preferencia. Los terapeutas suelen referirse a clases generales de problemas de conducta, tales como déficits y excesos conductuales, control de estímulos inadecuados y repertorios (le respuestas aversivas (Bandura, 1968; Bijou y Peterson, 1971; Bijou y Redd, 1975; Gardner, 1971; Goldiamond y Dyrud, 1968; Kanfer y Saslow, 1969; Krasner y Ullmann, 1973; Stuart, 1970). Sin embargo, estas categorías tienen un carácter muy general y no constituyen una base formal para la clasificación o cl diagnóstico. El diagnóstico conductual incide, en primer lugar, sobre lo que la persona hace o deja de hacer y que constituye el motivo por el que ha acudido a tratamiento (Ullmann y Krasner, 1969). Una vez que se ha identificado esta conducta objetivo, el siguiente paso consiste en determinar las condiciones en las que ocurre y en las que no ocurre la conducta. Según la conducta objetivo de la que se trate, también puede ser de interés un análisis de los acontecimientos que la preceden o que la siguen. Cuando ya se conoce la conducta objetivo y las condiciones bajo las que se da, ha llegado el momento de seleccionar la estrategia de tratamiento. Así pues, el proceso diagnóstico consiste en especificar la conducta problemática, aislar los acontecimientos ambientales que controlan esa conducta y seleccionar las técnicas que se van a utilizar para modificarla. Uno de los fines fundamentales del diagnóstico conductual es el reformular el problema del cliente en términos conductuales. Esta reformulación no es simplemente una traducción. De lo que se trata, más bien, es de intentar aplicar los conceptos y procedimientos procedentes del laboratorio a la modificación, instauración y mantenimiento de conductas (Goldiamonel y Dytud, 1968). Los conceptos extraídos del laboratorio ayudan a sugerir variables que pueden ser importantes en la situación clínica. Una vez identificadas estas variables, pueden manipularse y aplicarse al cambio de la conducta. El replantear los problemas en términos conductuales también ayuda a identificar unidades conductuales de modo que tanto la conducta como su modificación puedan considerarse de forma más analítica de lo que suelen permitir las descripciones globales de los problemas clínicos. Por otra parte, el delimitar claramente la respuesta objetivo es de una gran utilidad en la observación y evaluación de las técnicas terapéuticas una vez que éstas se han aplicado. Básicamente, la descripción de los problemas clínicos en términos conductuales sugiere datos muy importantes para el proceso terapéutico, y proporciona al mismo tiempo una metodología para analizar y evaluar el propio cambio conductual. Evaluación. Al igual que el proceso diagnóstico, la evaluación conductual se centra en la conducta problemática. El instrumento fundamental utilizado en la evaluación conductual es la observación MÓDULO 2603- ANTECEDENTES Y DESARROLLO DE LA TERAPIA Y MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 15 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA directa. No obstante, los métodos de observación varían según el problema a tratar y según el procedimiento terapéutico utilizado (Ciminero, Calhoun y Adams, 1977; Flersen y Bellack, 1976). En muchos casos, la conducta se observa en la propia situación problemática. Este método es el más idóneo en intervenciones basadas en el condicionamiento operante, en las que el tratamiento se realiza en el «ambiente natural», esto es, la casa, la escuela o distintas situaciones sociales (e.j., Kazdin, 1975a; Tharp y Wetzel, 1969). Una conducta específica debe observarse en las situaciones en las que necesita modificarse. La observación directa de la conducta se hace a menudo en situaciones preparadas (Nay, 1977) en las que se encomienda al cliente una serie de tareas a través de las cuales se puede investigar una conducta problemática. Así por ejemplo, a una persona con déficits de habilidades de relación interpersonal se le puede pedir que haga una serie de escenificaciones mediante las que puede obtenerse información de primera mano sobre sus interacciones sociales. De igual forma, a una persona fóbica puede pedírsele que realice tareas en las que tenga que acercarse al objeto temido. En todas estas situaciones artificiales la conducta se cuantifica con sumo cuidado. La evaluación conductual puede centrarse también en «acontecimientos» privados tales como pensamientos, sentimientos o alucinaciones. En estos casos, la evaluación es directa sólo en el sentido de que la respuesta elegida es más nuclear con respecto al problema que otros fenómenos que se supone subyacen a esa respuesta. En el caso de los «acontecimientos» encubiertos, la evaluación depende, por supuesto, ele los informes del propio individuo o de sus correlatos conductuales manifiestos. Las medidas de autoinforme suelen emplearse con mucha frecuencia en la modificación de conducta, especialmente en la individual (Cautela y Upper, 1976; Tasto, 1977). Las explicaciones que de su propia conducta da el paciente por escrito se utilizan como aspectos seleccionados de la conducta objetivo. El empleo de las medidas de autoinforme en la modificación de conducta suele ser bastante diferente del que se hace de ellas en los métodos tradicionales. Según esto, los resultados de las medidas de autoinforme sirven para poner de manifiesto características de personalidad que se supone son las que están a la base de la conducta. En la modificación de conducta, las respuestas del autoinforme se consta tan como una muestra de la propia conducta y no la señal de algún rasgo oculto2. Así pues, el autoinforme es una conducta de interés por sí mismo. Por ejemplo, cuando un individuo manifiesta ansiedad en un autoinforme, además de tratar la evitación desadaptativa y la activación fisiológica concomitante, también se necesita modificar el propio autoinforme. Las medirlas de autoinforme también se incorporan a la evaluación directa de la conducta. Así, por ejemplo, una persona puede informar sobre sus sentimientos como parte de una prueba que evalúe su conducta de evitación manifiesta. Los métodos de evaluación fisiológica suelen utilizarse en el tratamiento de la ansiedad, de los trastornos fisiológicos y de la desviación y disfunciones sexuales (Kallman y Feuerstein, 1977). Las respuestas galvánicas de la piel (RPG), la presión sanguínea y la tasa cardiaca, registran la activación del individuo cuando se encuentra ante estímulos ansiosos. El volumen sanguíneo se utiliza normalmente como índice de la activación producida en respuesta a estímulos sexuales, como en la pletismografía penil. 2 Existen algunas excepciones claras en el uso de las medidas de autoinforme en la modificación de conducta que se describe aquí. En algunos estudios, las medidas ele autoinforme se utilizan como si se estuviera evaluando rasgos específicos(por ejemplo, características psicológicas subyacentes). Así por ejemplo, en el tratamiento de la conducta no asertiva se utilizan varias medidas de asertividad para evaluar el cambio conductual conseguido tras el tratamiento. No queda demasiado claro si los investigadores consideran el instrumento como una muestra de conductas relevantes, como un índice de un rasgo general, o como las dos cosas. MÓDULO 2603- ANTECEDENTES Y DESARROLLO DE LA TERAPIA Y MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 16 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA En la exploración de la conducta de un individuo suele incluirse la evaluación de su ambiente, teniéndose en cuenta las condiciones antecedentes y consecuentes que pueden estar influyendo sobre la conducta y que podrían emplearse en el procedimiento terapéutico. Entre estas condiciones ambientales se pueden observar directamente, por ejemplo, las instrucciones, las alabanzas y otras respuestas de las personas que interactúan con el cliente 3(5)., Tratamiento. En la modificación de conducta, el tratamiento está inextricablemente unido al diagnóstico y a la evaluación de la conducta. Una vez que se identifican y se miden las conductas desadaptativas específicas, el tratamiento se centra sobre ellas. Por lo general, es el interés sobre la conducta manifiesta lo que distingue a la terapia de conducta de la psicoterapia tradicional. Esta última se concentra normalmente en los estados psíquicos subya- centes para modificar la conducta manifiesta. Según el enfoque conductual la conducta problemática no es necesariamente síntoma de una causa intrapsíquica que haya que tratar independientemente de la propia conducta problemática. Eysenck (1959) reflejaba esta orientación predominante en la modificación de conducta al tratar los desórdenes neuróticos, afirmando categóricamente que .... no hay ninguna neurosis que subyazca al síntoma, sino simplemente el síntoma. Deshazle del síntoma y habrás eliminado la neurosis (pág. 65)»4. Aunque continúa vigente la idea expresada en la frase anterior, la conducta manifiesta no 3 El lector interesado en el tema de la evaluación conductual puede consultar las siguientes obras: Ciminero et al., 1977; Goldfried y Kent, 1972; Goldfried y Pomeranz, 1968; Goldfried y Sprafkin, 1974; Hersen y Bellack, 1976; Kanfer y Saslow, 1969; Mischel, 1968, 1971; Peterson, 1968. 4 Algunos modificadores de conducta han criticado el concepto de .síntoma. al describir el en-foque conductual. Esta palabra mantiene la analogía médica que implica la manifestación de un pro-ceso subyacente (enfermedad). El utilizar la palabra .síntoma» implica la existencia de un problema subyacente, análogo a la enfermedad, y al que la conducta desadaptativa está vinculada (Ullmann y Krasner, 1965). es siempre el núcleo del tratamiento. La terapia puede dirigirse a aliviar la ansiedad o a modificar procesos cognitivos que se supone son los responsables de una conducta manifiesta específica. No obstante, el tratamiento se concentra en el problema identificado y la conducta observable se considera como la confirmación de la bondad de esa forma de abordarlo. La estrategia terapéutica utilizada para modificar la conducta varía según la conducta en cuestión. La gran diversidad de técnicas de las que se dispone y su procedencia de distintos modelos de la conducta, hace difícil la tarea de extraer denominadores comunes a todos los tratamientos conductuales. A continuación describimos las principales técnicas utilizadas en el tratamiento conductual y las conductas a las que se suelen aplicar. TTÉÉCCNNIICCAASS PPRRIINNCCIIPPAALLEESS DDEE LLAA TTEERRAAPPIIAA DDEE CCOONNDDUUCCTTAA En este apartado revisaremos la desensibilización sistemática, la inundación y la implosión, la terapia aversiva, el condicionamiento encubierto, el modelado y el biofeedback. Describiremos los fundamentos históricos de cada una de estas técnicas, las variaciones que de ellas se hacen en la práctica clínica, el tipo de problemas con los que se emplean, las críticas y dudas que plantean y los aspectos de ellas que aún quedan por solucionar. Salvo alguna excepción, omitiremos las aplicaciones de las técnicas operantes en el campo clínico, educativo y de rehabilitación. Desensibilización sistemática La desensibilización sistemática es una de las técnicas más utilizadas y más investigadas en la modificación de conducta. Esta técnica se emplea fundamentalmente en el tratamiento de conductas desadaptativas basadas en la ansiedad y de reacciones de evitación. Tal y como se practica habitualmente, la desensibilización incluye tres elementos: entrenamiento en relajación, la elaboración de una jerarquía de situaciones ansiógenas y el emparejamiento de los ítems de esta jerarquía, normalmente imaginados, con el estado de relajación. Se supone que mediante este vínculo relajación-ítems-ansiógenos, y según el principio de la inhibición recíproca, la ansiedad se inhibirá. MÓDULO 2603- ANTECEDENTES Y DESARROLLO DE LA TERAPIA Y MODIFICACIÓN DE CONDUCTA 17 UNIDAD II. EL SURGIMIENTO DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA Antecedentes históricos. Como ya explicamos anteriormente, Wolpe desarrolló la desensibilización sistemática basándose en una generalización del concepto fisiológico de inhibición recíproca. No obstante, mucho antes de que la técnica fuera presentada formalmente por Wolpe, ya habían aparecido en la literatura varios procedimientos terapéuticos que guardaban un extraordinario parecido con la desensibilización. Procedimientos semejantes y en algunos casos prácticamente idénticos, habían aparecido en los escritos de M. C. Jones, Jacobson, llerzberg y Saber, trabajos todos ellos reconocidos en algún momento por Wolpe. Sin embargo, gran parte de las aplicaciones que se asemejan a la desensibilización sistemática no han llegado a tener una influencia tan clara como ella. Por ejemplo, en Francia, en 1893, Edouard Brissaud (1852-1909) inventó un procedimiento para tratar los tics, según el cual el paciente aprendía, mediante la realización de determinados ejercicios, a mantener los músculos inmóviles. El período de tiempo que el individuo necesitaba para mantener inmovilizados sus músculos iba aumentando gradualmente. También se repetían algunos ejercicios para sustituir el movimiento incorrecto (tic) por un movimiento normal. El uso de ejercicios para controlar convulsiones específicas y corea, había aparecido mucho antes en la literatura (Blanche, 1864; Jolly, 1892). En variaciones de la técnica de Brissaud algunas veces se recomendaba a los sujetos simplemente que pusieran en práctica conductas incompatibles con la respuesta, en lugar de que no movieran los músculos (Meige y Feindel, 1907). En una versión de esta técnica se utilizaba la respiración profunda como respuesta incompatible con cl tic. La práctica continua de los ejercicios de respiración debilitaba poco a poco el tic hasta llegar a eliminarlo completamente (Pitres, 1888; Tissie, 1899). En cualquier caso, la práctica de las respuestas inhibitorias para eliminar los tics había conseguido en Francia una relativa popularidad. En los años 20, un psicólogo alemán llamado Johannes H. Schultz ideó un procedimiento denominado «entrenamiento autógeno» (Schultz, 1932; Schultz y Luthe, 1959). El procedimiento nació a raíz de sus trabajos sobre la autosugestión y la hipnosis. La inducción de estados hipnóticos parecía producir reacciones similares, esto es, sensaciones de pesadez y de calor. Schultz mantenía que la relajación muscular (que explicaba la «pesadez») y la vasodilatación (que explicaba el «calor») eran elementos básicos en la producción de los estados hipnóticos.
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