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2 Quera, V y Behar, J (1997) La observaciÃn Manual de evaluaciÃn psicolÃgica Madrid Siglo XXI - Maleno Baez

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MÓDULO 0614 - METODOLOGÍA II. EL MÉTODO CIENTÍFICO Y LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA 1 
 
 
UNIDAD II. FUNDAMENTOS TEÓRICOS Y PRÁCTICOS DE LA OBSERVACIÓN DIRECTA 
 
 
 
 
 
L e c t u r a 2 
Quera, V. y Behar, J. (1997). La observación. En G. 
Buela y J. Sierra (dirs.). Manual de 
Evaluación Psicológica. Madrid: Siglo 
XXI. (Cáp. 15). 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
INDICE 
 
 
UU NN II DD AA DD II II .. 
 
FF UU NN DD AA MM EE NN TT OO SS TT EE ÓÓ RR II CC OO SS YY 
PP RR ÁÁ CC TT II CC OO SS DD EE LL AA 
OO BB SS EE RR VV AA CC II ÓÓ NN DD II RR EE CC TT AA 
 
 
LA OBSERVACIÓN.......................................................................2 
Definición y características de la metodología observacional ...2 
Codificación de la conducta.......................................................3 
Elección de las conductas a observar....................................4 
Unidades conductuales..........................................................4 
Sistemas de categorías..........................................................5 
Recogida de datos observacionales..........................................6 
Medidas conductuales ...........................................................6 
Muestreo observacional y sesiones de observación..............7 
Reglas de muestreo intrasesional de sujetos y reglas de 
registro ...................................................................................9 
Obtención de medidas conductuales a partir del registro ....11 
Control de la calidad de los datos............................................12 
Fiabilidad..............................................................................12 
Precisión ..............................................................................14 
Validez .................................................................................14 
Sesgos del observador y de la observación ........................14 
Clases de análisis de datos .....................................................16 
Áreas de aplicación de la metodología observacional.............17 
 
 
 
 
 
 
 
MÓDULO 0614- METODOLOGÍA II. EL MÉTODO CIENTÍFICO Y LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA 2 
 
LLAA OOBBSSEERRVVAACCIIÓÓNN 
Definición y características de la metodología 
observacional 
 
En psicología existen áreas de estudio en las que el 
comportamiento de los sujetos no puede investigarse mediante 
ninguna de las estrategias tradicionales, como las metodologías 
experimental y selectiva o correlacional, sino que únicamente es 
accesible a través de la observación. Esto es así porque la 
observación sistemática es una estrategia científica que permite 
cuantificar la conducta espontánea de los sujetos en el momento 
en que se produce y en su entorno natural, sin introducir 
elementos de distorsión (Hutt y Hutt, 1970; Sackett, Ruppenthal y 
Gluck, 1978). Las características fundamentales de la 
metodología observacional son (Wright, 1960; Weick, 1968; 
Anguera, 1981, 1985; McRae, 1995; Bakeman, 1997; Bakeman y 
Gottman, 1997): 
 
1. Se aplica al estudio del comportamiento espontáneo, por lo 
que no existe una manipulación de variables con el propósito 
de averiguar cómo afectan al comportamiento. Por el 
contrario se registran, de un modo controlado, los valores de 
las variables, tanto ambientales como conductuales, y a 
continuación se analizan sus covariaciones. La ausencia de 
manipulación garantiza que no existe distorsión en el 
comportamiento registrado. 
2. Se emplean observadores adiestrados que registran la 
conducta en el momento en que se produce, y lo hacen 
ciñéndose a unos códigos conductuales que han sido 
definidos de forma objetiva por el investigador, y siguiendo 
unas reglas de registro y de muestreo determinadas. 
3. Los observadores son entrenados periódicamente y se 
controla la calidad de los datos que obtienen mediante 
técnicas de análisis de la fiabilidad y la precisión de sus 
registros. 
4. El investigador o investigadores dirigen y planifican el estudio, 
pero no actúan como observadores. Los observadores son 
personas adiestradas en ese fin concreto, a las que no se les 
suministra información acerca de las hipótesis y los objetivos 
de la investigación, con el propósito de evitar o minimizar sus 
expectativas, que falsearían, los datos obtenidos. 
5. Debe evitarse o reducirse el intrusismo del observador con el 
fin de que ello no provoque reactividad en el comportamiento 
de los sujetos observados, y su consecuente falta de 
espontaneidad. 
6. Permite estudiar conductas que no sería ético provocar (por 
ejemplo, el pánico). 
7. Puesto que el interés del investigador consiste en averiguar 
qué covariaciones existen entre el comportamiento y las 
variables externas a él, o entre diferentes tipos de 
comportamiento, es necesario que en los datos se refleje una 
amplia heterogeneidad de variables conductuales, aspecto 
que sólo es posible lograr obteniendo muchos datos de cada 
sujeto, es decir, observándolo durante largo tiempo. Los 
datos obtenidos al aplicar la metodología observacional 
pueden analizarse de muy diversas formas, siempre de 
acuerdo a las hipótesis y los objetivos prefijados; sin 
embargo, debido a que estos datos tienen la forma de 
secuencias temporales, un tipo de análisis idóneo es el 
llamado "análisis secuencial", que permite averiguar cuál es 
la dinámica temporal del comportamiento. 
 
La metodología observacional se aplica muchas veces en 
investigaciones de corte inductivo, y, por lo tanto, no basadas en 
teorías. Ello ha alimentado la creencia errónea de que la 
observación sistemática sólo debe emplearse en ausencia de 
hipótesis concretas. No obstante, la metodología observacional 
no es intrínsecamente inductiva, como tampoco la 
experimentación es intrínsecamente hipotético-deductiva. Sea 
cual sea la forma de proceder (inductiva o deductiva), el 
investigador observacional plantea objetivos y establece 
conjeturas acerca de qué espera encontrar en los datos. Si estas 
conjeturas se derivan de una teoría por deducción lógica, 
entonces se denominan, con todo rigor, hipótesis. Si se 
establecen sin que exista una teoría previa, basándolas, por 
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MÓDULO 0614- METODOLOGÍA II. EL MÉTODO CIENTÍFICO Y LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA 3 
 
ejemplo, en resultados de investigaciones anteriores, entonces 
pueden denominarse también hipótesis, con menos rigor, o 
simplemente conjeturas, lo cual no comporta que la investigación 
se deprecie o sea de rango menor. En cualquier caso, cada 
hipótesis que se plantea en la metodología observacional 
relaciona, como toda hipótesis, al menos dos variables 
totalmente operativizadas. En esta disciplina las variables que se 
utilizan son de tres tipos (Johnston y Pennypacker, 1980): 
 
1. Variables conductuales. Son códigos conductuales que toman 
dos valores, presencia y ausencia, y que el observador 
asigna a los segmentos de conducta del sujeto observado 
(Sackett y cols., 1978). Cada código es un tipo de conducta 
que el investigador ha definido de modo objetivo de acuerdo 
con los fines de su investigación. A lo largo de una sesión de 
observación se espera que cada uno de los códigos presente 
variabilidad. 
2. Variables ambientales. Son propiedades susceptibles de 
evaluación del entorno natural de los sujetos observados, que 
el investigador considera que pueden estar relacionadas con 
su comportamiento (por ejemplo, la presencia o la ausencia 
del maestro cuando se estudia la conducta de un alumno 
durante un examen). 
3. Variables de sujeto. Son atributos de los sujetos observados 
que no sufren variabilidad intrasujeto ni pueden ser alterados 
durante la investigación (por ejemplo, la edad, las variables 
de personalidad o el sexo). 
 
Como mínimo una de las variablesentre las cuales se 
establece relación en las hipótesis debe ser una variable 
conductuyal. Por ejemplo: 
1. «¿Lloran más los bebés de madres primíparas que los de 
madre; ras?». Una variable conductual, "el bebé llora", y una 
variable del sujeto "primiparidad". 
2. «¿Disminuye la probabilidad de que el bebé llore después de 
que hable?». Dos variables conductuales, «el bebé llora» y 
«la madre «¿La disminución de la probabilidad de que el 
bebé llore después la madre le hable es mayor cuando el 
padre está ausente que cuando está presente?». Las mismas 
variables conductuales que en el ejemplo anterior, más una 
variable ambiental, "presencia del padre". 
 
Es necesario que todas las variables estén operativizadas, 
lo que implica medibles de forma totalmente objetiva. Por lo 
tanto, es de capital importa las variables o códigos conductuales 
que se emplean en la investigación estés dos de manera que los 
observadores no puedan efectuar interpretaciones su o 
idiosincrásicas de las mismas. Ello requiere una especial 
atención cuando son de naturaleza molar e inferencial (por 
ejemplo, códigos como "agrede", etc.). Por tanto, la codificación 
de la conducta a observar etapa no sólo necesaria sino crucial en 
cualquier investigación observacional, Io que, junto con los 
observadores entrenados, constituye el instrumento de medí la 
metodología observacional (Bebas; 1991). 
Codificación de la conducta 
 
La metodología observacional debe enfrentarse a un 
material de enorme complejidad, la conducta, que es preciso 
acotar y cuantificar. Cualquier intento por alcanzar un 
conocimiento objetivo de la conducta debe pasar, como en toda 
ciencia, por obtención de unidades definibles y diferenciables. Si, 
con objeto de obtener datos sobre la conducta, se realizan 
únicamente observaciones no estructuradas; procediendo 
simplemente a anotar los eventos que se suceden, y utilizando 
para ello el lenguaje habitual, es muy difícil captar la estructura 
de la conducta o establecer relación entre diversos aspectos de 
la misma. Por esta razón es necesario, para conseguir una 
información objetiva y cuantificada de la conducta, ajustarse a 
ciertas normas y, de este modo, la elaboración de un sistema de 
categorías de conducta es una fase fundamental. En este 
apartado se trata de cómo transformar el flujo conductual en 
datos objetivos a partir de los cuales sea posible contrastar las 
hipótesis o conjeturas. 
 
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MÓDULO 0614- METODOLOGÍA II. EL MÉTODO CIENTÍFICO Y LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA 4 
 
Elección de las conductas a observar 
La cuestión ¿qué es lo que deseamos conocer, cuál es el 
problema planteado? lleva a delimitar ciertos aspectos del flujo 
conductual, a elegir unas partes de un todo; en definitiva, a 
realizar un muestreo conductual. Una vez concretado el objetivo, 
un primer paso aconsejable es proceder a una observación no 
sistemática de la conducta (León y Montero, 1995). En esta etapa 
el observador no realiza ningún control y se limita a recoger 
aquello que considera relevante para posibilitar la diferenciación 
de unos eventos de otros, y estimar cuáles guardan relación con 
las preguntas plantea-das. Sin esta precisión, y ante la duda de 
lo que es realmente importante, se recogería un número excesivo 
de datos que en realidad no guardarían relación con el objeto de 
la investigación. Esta fase de observación preliminar, cuyos datos 
no deben incluirse en el análisis final, proporciona material en 
bruto para plantearse cuestiones y formular hipótesis y asimismo 
facilita una aproximación a la conducta objeto de estudio que 
resulta imprescindible para proceder posteriormente a la 
codificación de la misma (Martin y Bateson, 1986). Los datos 
obtenidos en esta primera fase presentan las características de 
un sistema verbal (Fassnacht, 1982), con signos propios del len-
guaje y con una relación entre los signos correspondiente a la 
sintaxis. El uso del lenguaje cotidiano en el registro y la ausencia 
de cualquier tipo de norma o limitación en cuanto a qué registrar 
y cómo registrarlo implica: 
 
1. Subjetividad en la elección de las conductas a observar. 
2. No comparabilidad de los registros de observadores distintos, 
ya que pueden estar utilizando expresiones diferentes para 
describir una misma realidad. 
3. Dificultad en la cuantificación. 
 
Desde una perspectiva histórica los sistemas verbales 
fueron los primeros en ser utilizados en la observación, en una 
época en que la metodología observacional carecía de la entidad 
actual. En la actualidad, los sistemas verbales son una forma de 
registro inicial y casi imprescindible en toda investigación 
observacional, pues facilitan un primer abordaje de las conductas 
que serán objeto de estudio. 
Unidades conductuales 
El material obtenido a partir de la observación no 
sistemática debe ser estudiado y analizado con objeto de 
segmentar el flujo conductual y obtener así las unidades 
conductuales. Esta segmentación no puede ser arbitraria y debe 
apoyarse en determinados indicios. Existen diversos indicadores 
de segmentación en función de distintos criterios. Sulzer-Azarof y 
Reese (1982) proponen analizar las tareas y subdividirlas en 
diversos componentes o segmentos. Por ejemplo, la tarea 
"conducir un automóvil" podría subdividirse en los componentes: 
abrir la puerta, sentarse, cerrar la puerta, abrocharse el cinturón 
de seguridad, poner la llave de contacto, etc. Rosenblum (1978) 
sugiere tener en cuenta dos dimensiones: un cambio marcado en 
la intensidad motriz y un cambio en la orientación del sujeto 
durante la conducta. En el segundo criterio considera también la 
existencia de contacto con un objeto, ya sea inanimado o social. 
El tamaño de las unidades, es decir, su molaridad o 
molecularidad, viene también dictado en cierta medida por el 
objetivo de la investigación. Por ejemplo, si se desean estudiar 
las pautas motrices del recién nacido se impondrán de forma 
natural unidades moleculares que recojan con el mayor detalle 
posible los diversos movimientos que los bebés sean capaces de 
realizar. En cambio, en una investigación sobre habilidades 
sociales las unidades deberían reflejar conductas de mayor 
complejidad, que, al incluir diversos segmentos conductuales, 
implican mayor molaridad. Sin embargo, a pesar de esta 
determinación inicial, el investigador toma su propia decisión so-
bre el tamaño de las unidades a utilizar, y, aun respetando la 
orientación derivada del objetivo de la investigación, marca el 
grado de molaridad o de molecularidad. De este modo, en 
sistemas de codificación empleados para captar la interacción en 
la pa-reja es posible hallar desde sistemas como el MICS-III 
(Weiss,1985), con unidades de relativa molaridad, hasta otros 
como el DCS (Julien y cols., 1989), en el que cada unidad abarca 
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20 minutos. Si, por el carácter exploratorio del trabajo, los 
objetivos no están claramente definidos, es preferible codificar 
conductas moleculares y, posteriormente y si se considera 
oportuno, combinarlas para conseguir unidades molares. 
Por otra parte, en función de su contenido las unidades 
pueden clasificarse en estructurales (o morfológicas) y 
funcionales. Las primeras corresponden a localizaciones 
concretas en el dominio espacio-temporal (Schleidt, 1982). Por 
ejemplo, "dar patadas": golpe dado con la planta del pie; 
"acariciar", rozar suavemente alguna parte del cuerpo del otro 
con la mano. En estas unidades se realiza una descripción por 
operación. Las unidades funcionales se definen por las 
consecuencias que producen en el entorno físico o social, es 
decir, no por los movimientos que componen las acciones sino 
por losproductos de dichas acciones. Se trata de descripciones 
por con-secuencia; por ejemplo, "coser un vestido", "escribir un 
libro" o "hacer un programa de radio". Sean de uno u otro tipo, las 
unidades de conducta deben definirse de forma objetiva y 
completa. Objetiva, utilizando en la definición características ob-
servables de la conducta y evitando en todo momento cualquier 
tipo de interpretación; y completa, precisando los límites de la 
unidad, para de este modo facilitar la discriminación entre las 
diversas unidades. En la definición deben emplearse expresiones 
claras y sencillas que eviten la ambigüedad. De acuerdo con su 
duración, las unidades de conducta se consideran eventos 
cuando son segmentos de duración muy pequeña, o menor que 
la unidad de tiempo fijada por el investigador, y se consideran 
estados cuando su duración es mayor que esa unidad. En 
general, son eventos todos aquellos segmentos que son 
transitorios (por ejemplo, "levantar las cejas", "salir de casa", 
"sentarse"), y estados, todos aquellos segmentos que 
representan una permanencia (por ejemplo, "dormir", "estar 
sentado", "llorar"). 
Sistemas de categorías 
Las unidades de conducta deben articularse en un 
sistema o conjunto de manera que resulten claras las relaciones 
conceptuales entre ellas; asimismo, es aconsejable en ocasiones 
establecer separaciones temporales disyuntivas entre las 
unidades. Estas relaciones entre unidades de conducta son la 
mutua exclusividad y la exhaustividad. Un conjunto cíe unidades 
mutuamente excluyentes entre sí (tanto conceptual como 
temporalmente) y además exhaustivas (como mínimo 
conceptualmente) se denomina sistema de categorías de 
conducta. Un sistema de categorías es un sistema nominal 
(Passnacht, 1982). Un conjunto de unidades en las que no exista 
exclusividad mutua entre todas ellas y/o no sean 
conceptualmente exhaustivas recibe a veces el nombre de 
sistema de rasgos distintivos. Mientras que un sistema de 
categorías es cerrado, un sistema de rasgos distintivos puede 
considerarse abierto o incompleto. Definir sistemas de categorías 
es de especial utilidad, pues facilita el trabajo observar y registrar 
en vivo y permite llevar a cabo más cómodamente determinados 
análisis de los datos. Cuando las unidades de conducta son 
categorías, registrar una de ellas hace imposible registrar otra 
simultáneamente. Asimismo, siempre existirá una categoría para 
registrar los segmentos conductuales relacionados con el objetivo 
de la investigación, ya que el sistema debe ser conceptualmente 
exhaustivo. Es también posible, pero no siempre necesaria, la 
exhaustividad temporal. En cada categoría es posible diferenciar 
un núcleo conceptual y un nivel de plasticidad o grado de 
apertura (Anguera, 1991). El núcleo conceptual de una categoría 
está compuesto por los elementos comunes que existen en los 
diversos segmentos conductuales que son clasificados en la 
misma. Este núcleo confiere significado a la categoría y la 
identifica y diferencia respecto a otras categorías. El nivel de 
plasticidad o grado de apertura de una categoría es el grado de 
diversidad de los diferentes segmentos conductuales adscritos a 
ella. Si tras poner a prueba el sistema de categorías se verifica 
que éste no cumple los requisitos de exhaustividad conceptual y 
de mutua exclusividad de las categorías, es posible reelaborar el 
sistema hasta conseguirlo. De este modo, si se produce 
coocurrencia entre dos categorías (ausencia de exclusividad) 
cabe recurrir a dos procedimientos: 
 
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1. Establecer prioridades. Si dos unidades de conducta tienden 
a ocurrir simultáneamente, entonces se establece cuál de 
ellas debe registrarse, en detrimento de la otra; ello supone 
una pérdida de información. 
2. Crear una nueva categoría. Se mantienen ambas categorías 
en el sistema, y se define una nueva categoría por 
agrupación de las dos, lo que implica un incremento de la 
información. 
 
Si el problema es de falta de exhaustividad, cabe recurrir 
a: 
 
1. Creación de categorías vacías, que recogerán las ocurrencias 
de segmentos conductuales que se consideran irrelevantes y 
que son excluyentes con el resto de las categorías. 
2. Creación de categorías "cajón de sastre", que incluirán 
segmentos heterogéneos que, aun guardando relación con el 
objetivo de la investigación, ocurren raras veces y son poco 
importantes para el objetivo de la investigación. 
 
Utilizar sistemas de categorías es especialmente 
aconsejable cuando la observación ha de realizarse en vivo. Sin 
embargo, el comportamiento no es en sí mismo mutuamente 
excluyente en un sentido temporal. Por ejemplo, si se observa la 
interacción entre dos personas, las conductas de una y otra 
pueden perfectamente solaparse en el tiempo. Si la observación 
se efectúa con imágenes grabadas en vídeo, cabe la posibilidad, 
si así lo exigen los objetivos de la investigación, de definir 
unidades de conducta que coocurran, pues pueden registrarse a 
partir del vídeo con facilidad. La disponibilidad de sistemas de 
registro observacional informatizados (por ejemplo, The Observer 
de Noldus [1992] permite trabajar con unidades de conducta 
estructuradas en varios sistemas de categorías paralelos en el 
tiempo, por ejemplo, uno de exprcsion facial, otro de conducta 
verbal y otro de control postura( de un individuo). Asimismo, las 
técnicas de análisis de datos observacionales más actuales facili-
tan el tratamiento de secuencias de conducta en las que existen 
unidades con solapa-miento temporal (por ejemplo, Bakeman y 
Quera, 1995a). Por lo tanto, no siempre puede considerarse 
indispensable imponer la restricción de mutua exclusividad tem-
poral cuando es claro que el fenómeno conductual que se 
investiga puede analizarse con mayor profundidad empleando 
unidades de conducta que se solapan temporalmente. 
Recogida de datos observacionales 
Medidas conductuales 
La finalidad de la recogida de datos en la observación 
sistemática es la obtención de un registro conductual del que 
poder extraer medidas de la conducta que tengan variabilidad a 
lo largo de las sesiones de observación o dentro de una misma 
sesión de observación. Las medidas conductuales pueden 
dividirse en primarias y secundarias. Las medidas primarias son 
la frecuencia y la duración de las categorías (Johnston y 
Pennypacker, 1980; Barrett, Johnston y Pennypacker, 1986). La 
frecuencia de una categoría a lo largo de un período de 
observación es el número de segmentos conductuales a los que 
se ha asignado dicha categoría, o, en otras palabras, es el 
número - de veces que ha ocurrido la categoría. Se trata de una 
medida absoluta que se expresa en una escala de razón absoluta 
(cero y unidad no transformables). La unidad de medida de la 
frecuencia es el ciclo o "número de veces", aunque, puesto que el 
ciclo no es una dimensión física, se considera que la frecuencia 
es una medida adimensional. Es posible calcular frecuencias 
tanto de categorías estado como de categorías evento. La 
duración de ocurrencia es el tiempo ocupado por la ocurrencia de 
una categoría. Sumando las duraciones de todas las ocurrencias 
de una categoría a lo largo de un período de observación 
obtenemos su duración. Ambos tipos de duración son también 
medidas absolutas, expresadas en una escala de razón (cero 
absoluto, pero unidad transformable). La unidad de medida más 
corriente es el segundo (s). Sólo es posible obtener duraciones 
de categorías estado, pues las ocurrencias de una categoría 
evento tienen duración nula por definición. Otros tipos de 
duración son: el intervalo o lapso entre ocurrencias, o el tiempo 
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transcurrido desde que finaliza una ocurrencia de una categoría 
hasta que se inicia la siguiente ocurrencia de la misma categoría; 
y la latencia, o tiempo transcurrido desde que ocurre un cierto 
evento hasta el inicio de la primera ocurrencia de una categoría. 
El evento en cuestión puede ser la emisión de un estímulo, la 
ocurrencia de un evento en la conducta de otro individuo, etc. La 
frecuencia y la duración (en cualquiera de sus formas) no son 
útiles si no se proporciona información acerca del tiempo total 
que ha durado el período de observación o si no se relacionan 
una con otra. Por este motivo existen medidas relativas o 
secundarias, directamente interpretables, que se derivan de las 
anteriores. Las más empleadas son la tasa (frecuencia dividida 
por el tiempo total de observación), la frecuencia relativa 
(frecuencia dividida por la suma de las frecuencias de todas las 
categorías), la duración relativa (duración dividida por la suma de 
las duraciones de todas las categorías) y duración media 
(duración dividida por frecuencia). Todas las medidas anteriores 
caracterizan las categorías de una forma estática, es decir, se 
emplean para "re-sumir" la conducta que se produce durante un 
cierto período de observación. Sin embargo, para contrastar 
ciertas hipótesis es necesario caracterizar las categorías de 
forma dinámica: cuantificar cómo cambia la conducta momento a 
momento durante el período de observación (Bakeman y 
Gottman, 1997). El análisis del cambio conductual momento a 
momento se llama análisis secuencial, y sus características 
principales se exponen en un apartado posterior de este capítulo. 
Las medidas dinámicas básicas son la frecuencia de 
transición y la frecuencia relativa de transición (Castellan, 1979; 
Van Hooff, 1982). La frecuencia de transición es el número de 
veces que ocurre una transición entre un par de categorías. Para 
unas categorías A y B la frecuencia de transición de A a B es el 
número de veces que después de A ocurre B en la secuencia de 
datos. La frecuencia relativa de transición entre dos categorías A 
y B es la proporción de todas las transiciones desde A que 
terminan en B, o la estimación de la probabilidad de que después 
de A ocurra B, y se calcula dividiendo la frecuencia de transición 
entre A y B por el número total de transiciones observadas desde 
A. 
Muestreo observacional y sesiones de observación 
Para contrastar las hipótesis de una investigación, rara 
vez es posible acceder a toda la población de individuos a la que 
se desean generalizar los resultados. En la observación 
sistemática existen diversas poblaciones de interés que es 
imposible estudiar en su totalidad. Las principales son la 
población de sujetos y la población de tiempo. Ambas están 
delimitadas por los objetivos de la investigación. Así, en un 
estudio acerca de las interacciones entre madre y recién nacido 
durante el primer mes de vida del niño, la población de sujetos 
está compuesta por todas las parejas madre-recién nacido, y la 
población temporal consta de todas las unidades de tiempo 
comprendidas desde el momento del nacimiento hasta el término 
del primer mes de vida del bebé. Puesto que ni una ni otra 
población pueden estudiarse en su totalidad, es necesario 
seleccionar muestras de ambas que representen adecuadamente 
las poblaciones respectivas. Las selecciones posibles son las 
siguientes, de las cuales las tres primeras son necesarias y la 
cuarta es opcional: 
a. Muestreo de sujetos. Consiste en seleccionar una 
muestra representativa de sujetos a partir de la población a la 
que se quieren generalizar los resultados (Suen y Ary, 1989). En 
el ejemplo anterior se concretaría en seleccionar un grupo de 
parejas de madre y recién nacido. Este tipo de muestreo es 
común a todas las metodologías de investigación. 
b. Muestreo intrasesional de sujetos (Suen y Ary, 1989). 
Cuando se observa a más de un sujeto y se juzga imposible que 
el observador pueda mantener su atención en la conducta de 
todos a la vez, debe determinarse de antemano qué sujetos del 
grupo serán observados durante la sesión, y/o en qué orden van 
a ser observados. 
c. Muestreo intersesional de tiempo. Consiste en 
seleccionar los períodos o sesiones durante los cuales los 
sujetos van a ser observados, lo que implica seleccionar tanto la 
cantidad de sesiones como los momentos en que éstas se inician 
y terminan. 
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d. Muestreo intrasesional de tiempo. Si se decide 
segmentar el flujo conductual en unidades de tiempo, entonces la 
conducta de los sujetos será registrada de forma discontinua 
durante la sesión de observación, realizándose un muestreo del 
tiempo dentro de la misma. La alternativa es observar y registrar 
de modo continuo dentro de la sesión, sin efectuar ningún tipo de 
muestreo temporal. 
La sesión de observación es el período de tiempo durante 
el cual se observa y se registra siguiendo siempre la misma regla 
de muestreo intrasesional de sujetos y utilizando la misma 
técnica de registro. Cada sesión es una muestra del período de 
estudio o período de tiempo de la vida de los sujetos al cual se 
quieren generalizar los resultados de la investigación. Como 
ejemplos de períodos de estudio empleados por los 
investigadores podemos citar: el posparto, el primer curso de 
universidad, el año posterior a la jubilación, etc. Cuando el 
período de estudio es largo (por ejemplo, días, meses, años), es 
necesario extraer muestras de él porque es imposible 
permanecer observando a los sujetos durante días enteros, 
debido tanto a la disponibilidad del observador como a la 
disponibilidad de los sujetos. La duración de las sesiones 
dependerá de: 
 
1. El tipo de conducta a observar. La duración de las sesiones 
tiene que ser suficientemente larga para que en ellas tenga 
lugar una variabilidad aceptable en el comportamiento 
observado, es decir, para que ocurra un número grande de 
transiciones entre ocurrencias de categorías de conducta. 
Ello depende a su vez del grado de molaridad de las 
categorías y de sus duraciones medias. La duración total de 
la sesión ha de ser mucho mayor que las duraciones medias 
de las categorías conductuales. 
2. La fatiga del observador. La atención constante repercute en 
un aumento de la fatiga y un descenso de la calidad de los 
datos. Sin embargo, la utilización del vídeo en la observación 
sistemática permite grabar sesiones de larga duración que 
después pueden ser observadas durante sesiones de trabajo 
de menor duración. En la observación en vivo de sujetos 
humanos en interacción social una duración de sesión indi-
cativa oscila entre 30 y 60 minutos. 
 
La cantidad total de sesiones ha de ser suficiente para 
que el volumen de datos recogidos permita poner a prueba las 
hipótesis de investigación (Yarrow y Waxler, 1979). Cuantas más 
categorías de conducta se hayan definido y cuanto menor tasa 
tengan, más largas habrán de ser las sesiones y/o mayor número 
de ellas deberá haber para que las medidas de las categorías 
obtenidas sean aptas para realizar los análisis estadísticos 
pertinentes. Así por ejemplo, si estamos interesados en averiguar 
si la categoría "interacción verbal positiva de la madre" (A) activa 
secuencialmente la categoría "interacción verbal positiva del hijo" 
(B), necesitaremos observar el número de sesiones suficiente 
para que, en la pareja o en la totalidad de la muestra, las fre-
cuencias totales de A y de B sean grandes para poder estimar 
adecuadamente la probabilidad de que a A siga B y compararla 
con la probabilidad no condicionada de que ocurra B. Las 
técnicas estadísticas mediante las que se compararán dichas 
estimaciones de probabilidad exigirán que las frecuencias 
aludidas alcancen un mínimo, que puede ser 30 
aproximadamente. Para que la conducta registradaen una 
sesión sea representativa de toda la conducta restante que 
ocurre fuera de la sesión y no es observada, deben programarse 
adecuadamente los inicios y finalizaciones de las sesiones que 
van a realizarse con el fin de que no dependan de las 
preferencias del observador. Ello significa que los inicios han de 
ser seleccionados de forma que todos los puntos temporales del 
período de estudio tengan la misma probabilidad de ser inicios de 
sesiones, siempre que haya transcurrido un tiempo determinado 
desde el inicio de la sesión anterior. El muestreo intersesional de 
tiempo suele adoptar una de estas formas (Altmann, 1974): 
1. Muestreo aleatorio. Si se seleccionan los inicios de sesión 
mediante muestreo aleatorio dentro del período de estudio se 
da por supuesto que tanto los sujetos como el observador 
estarán disponibles en cualquier momento. Esta situación 
puede ser realista en casos muy concretos, como por 
ejemplo, si el período de estudio es de un día, o si es posible 
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obtener una grabación audiovisual permanente de los sujetos, 
pero en general cabe suponer que observador y observado 
están disponibles únicamente en ciertos subperíodos de la 
fase de estudio, es decir, a ciertas horas. En tal caso el 
muestreo intersesional ha de restringirse a dichos 
subperíodos y, por lo tanto, puede producirse algún sesgo en 
la muestra de conducta observada. 
2. Selección fija. También pueden iniciarse las sesiones siempre 
a las mismas horas del día. Ello tiene la ventaja de que es 
más cómodo para el observador pero sólo permite recoger 
datos representativos de esas horas. Por lo tanto, la muestra 
de los flujos conductuales que se obtiene puede estar 
sesgada. 
3. Criterios comportamentales. El observador permanece atento 
al comporta-miento de los sujetos sin registrarlo, hasta que 
ocurre por primera vez una determinada categoría conductual 
de interés, momento en el cual se inicia la sesión. Asimismo, 
la finalización de la sesión puede determinarse por la 
presencia o ausencia de otra cierta categoría. La selección 
por criterios comportamentales posee la desventaja de que la 
muestra de conducta que se obtiene únicamente es 
representativa de los períodos iniciados y terminados por las 
categorías en cuestión y, por lo tanto, puede contener un 
sesgo importante si lo que se desea es generalizar los 
resultados al resto del período de estudio. No obstante, si el 
período de estudio se define en función de la aparición de 
tales categorías, la selección por criterios comportamentales 
dará lugar a una muestra de conducta representativa. A modo 
de ejemplo, si estamos interesados en investigar las 
secuencias de agresión en una cierta especie animal bastará 
con que iniciemos las sesiones en el momento en que tiene 
lugar una cierta categoría que presumimos desencadenará la 
agresión (por ejemplo, una amenaza) y las terminemos en el 
momento en que los individuos se alejen unos de otros o 
inicien otro tipo de actividad (por ejemplo, comer). 
 
 
Reglas de muestreo intrasesional de sujetos y reglas de registro 
Las reglas de muestreo intrasesional de sujetos 
especifican qué sujetos han de observarse y cuándo, dentro de la 
sesión de observación. Si el registro va a realizarse en una díada 
o en un grupo, si ha de realizarse en vivo (porque no puede 
grabarse en vídeo para verlo posteriormente), y si el observador 
no puede prestar atención simultánea a la conducta de todos los 
sujetos, entonces es preciso aplicar una de las reglas que se 
especifican a continuación (Altmann, 1974; Martin y Bateson, 
1986; Qucra, 1991): 
 
1. Muestreo focal. El observador únicamente mantiene su 
atención centrada en el comportamiento de un individuo, sea 
un sujeto en un grupo, una díada en un grupo de díadas, o un 
subgrupo en un grupo formado por varios subgrupos 
similares. Si la investigación está orientada a obtener datos 
de sujetos individuales cuando se encuentran solos, el 
muestreo de sujetos siempre es focal. Se utiliza la 
denominación "focal" porque es más corriente observar 
sujetos que se encuentran en grupos que sujetos solitarios e 
interesa destacar que, ocurra lo que ocurra en el grupo, el 
observador centra su atención exclusivamente en uno de los 
sujetos. 
2. Muestreo de barrido o multifocal. El observador focaliza su 
atención en cada uno de los individuos durante un intervalo 
de tiempo corto y por turnos, de forma rotatoria. Durante la 
sesión, el barrido se efectúa un gran número de veces, razón 
por la cual el intervalo dedicado a cada individuo cuando se le 
observa es muy pequeño en comparación con la duración de 
la sesión. Todos los intervalos tienen siempre la misma 
duración. El orden en que los individuos son observados es 
siempre el mismo en cada turno, y se establece de antemano. 
 
Las reglas de registro especifican qué propiedades de las 
categorías de conducta han de ser registradas y en qué 
momentos. En cada sesión de observación se combina una regla 
de registro y una regla de muestreo intrasesional de sujetos. Las 
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reglas de registro observacional son las siguientes (Martin y 
Bateson, 1986; Quera, 1991; Bakeman y Gottman, 1997): 
 
1. Registro activado por transiciones (RAT). El observador anota 
todas las ocurrencias de las categorías del individuo focal o 
de los individuos que son multifocalizados, en la secuencia en 
que se producen; además el observador puede anotar en qué 
momento termina una categoría y se inicia la siguiente. 
Decimos que el registro está activado por transiciones porque 
el observador únicamente anota en aquellos momentos en 
que se produce una transición entre ocurrencias de 
categorías, efectuando por consiguiente una segmentación 
conductual del flujo. El RAT permite obtener información 
completa y precisa acerca de la frecuencia, la duración y la 
secuencia u orden temporal de las categorías de conducta. 
2. Registro activado por unidades de tiempo (RAUT). El 
observador anota las coocurrencias de las categorías de 
conducta del individuo focal o de cada uno de los individuos 
multifocalizados rigiéndose por unidades de tiempo llamadas 
intervalos. Mientras que en el RAT es la unidad de conducta 
la que determina la anotación, en el registro activado por 
unidades de tiempo es la finalización de cada unidad de 
tiempo o intervalo, indicada por un metrónomo o reloj, lo que 
activa al observador para que anote. Por lo tanto, se realiza 
una segmentación temporal y no conductual del flujo. El 
RAUT recibe a veces el nombre de "muestreo de tiempo" en 
referencia a que, según la técnica concreta que se emplee 
(véanse los párrafos siguientes), el observador puede 
prescindir de mantener la atención sobre los sujetos mientras 
no haya transcurrido la unidad de tiempo pertinente; se trata 
pues de un muestreo intrasesional del tiempo. Los tres tipos 
de RAUT más comunes son (Hansen, 1966; Altmann, 1974; 
Powell, Martindale y Kulp, 1975; Ary y Suen, 1983; Bakeman 
y Gottman, 1987; Suen y Ary, 1989): 
a. Muestreo instantáneo, momentáneo o puntual. La sesión de 
observación se divide en N intervalos de duración constante 
(longitud de intervalo) y el observador sólo registra cuál de las 
categorías está ocurriendo al término del intervalo o punto de 
muestreo. La distancia entre puntos de muestreo (o longitud 
de intervalo 7) ha de ser pequeña en comparación con la 
duración de la sesión (T), por lo que la cantidad de puntos de 
muestreo o intervalos (N) suele ser un número grande. Para 
cada una de las categorías el registro que se obtiene es una 
secuencia de unos y ceros que indican respectivamentela 
presencia y la ausencia de la categoría en los puntos de 
muestreo. Al utilizar el muestreo instantáneo se parte del 
supuesto de que todas las ocurrencias de las categorías de 
conducta poseen duración y que las transiciones entre ellas 
son instantáneas. Por lo tanto, el muestreo instantáneo es 
totalmente inadecuado cuando las categorías son eventos. 
b. Muestreo de intervalo parcial, de Hansen o "uno-cero ". La 
sesión se divide también en N intervalos y el observador 
registra en cada uno de ellos qué categorías han ocurrido, 
prescindiendo de cuántas veces han ocurrido, cuánto han 
durado sus ocurrencias, y en qué momentos han tenido lugar 
dentro del intervalo. Para cada categoría es un registro "todo 
o nada" o "uno-cero"; es decir, sólo interesa tener constancia 
de si la categoría se ha dado o no en el intervalo. Se trata de 
un RAUT no restrictivo porque basta que una categoría 
ocurra en cualquier instante de un intervalo para que sea 
registrada en el mismo. El observador no ha de esperar 
necesariamente hasta que termine el intervalo para anotar; 
basta que anote cada categoría cuando ocurre por primera 
vez dentro del intervalo. También en este caso el producto del 
registro es un conjunto de secuencias binarias, una por 
categoría. Este muestreo es utilizable tanto si las categorías 
de conducta son eventos como si son estados. 
c. Muestreo de intervalo total. La sesión se divide en N 
intervalos y el observador anota en cada uno de ellos cuál ha 
sido la categoría que ha ocupado la totalidad del intervalo. Se 
trata de un RAUT totalmente restrictivo porque no permite 
registrar categorías que ocurran sólo en una parte del 
intervalo. Si en un intervalo se produce una transición entre 
categorías entonces ninguna de ellas es registrada. Sólo los 
intervalos sin transiciones dan lugar a registro. Esta forma de 
registro no es adecuada cuando las categorías son eventos. 
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Si tiene lugar una transición durante el intervalo el observador 
puede sustraer su atención de la conducta de los sujetos, no 
registrar nada, y esperar a que se inicie el siguiente intervalo 
para volver a observar. 
 
En comparación con el RAT, el RAUT posee las 
siguientes ventajas: 
 
1. Produce menor fatiga en el observador, lo cual repercute en 
que tiene menos errores y los datos tienden a ser más fiables 
(Sackett, 1978; Mehm y Knutson, 1987). 
2. Los observadores pueden ser adiestrados más rápidamente 
(Bakeman y Gottman, 1987). Es más fácil de utilizar que el 
RAT porque el observador simplemente ha de anotar a 
intervalos regulares, en lugar de decidir cuándo hay o no 
transiciones entre categorías. Por lo tanto, en general, utilizar 
un RAUT repercute en un menor coste para la investigación 
(Sackett, 1978; Klesges, Woolfrey y Vollmer, 1985). 
 
En contrapartida, la desventaja del RAUT es que no 
produce una representación fidedigna de los cambios que 
ocurren en los flujos conductuales (Altmann, 1974; Suen y Ary, 
1989). Por lo tanto, no proporciona valores exactos de la 
frecuencia y la duración de las conductas, ni permite obtener 
información acerca de las secuencias. Sin embargo, si la longitud 
del intervalo es pequeña en comparación con las duraciones 
medias de las conductas, el registro obtenido se aproxima al que 
proporcionaría un RAT. Además, a partir de un RAUT es posible 
realizar estimaciones de las frecuencias y las duraciones 
mediante técnicas específicas (Suen y Ary, 1986, 1989; (lucra, 
1989, 1990, 1991). 
Obtención de medidas conductuales a partir del registro 
En el RAT la información acerca de la frecuencia, 
duración y secuencia es inmediata a partir del registro. Por 
ejemplo, supongamos que se definió este sistema de categorías 
para el intercambio verbal en una pareja: (M+, M-, Mo, H+, H-, 
Ho), donde M simboliza Mujer, H Hombre, + "intervención 
positiva", - "intervención negativa" y 0 "intervención neutra". Un 
RAT efectuado con este sistema podría dar como resultado estos 
datos en los que el primer elemento de cada par simboliza una 
categoría de conducta, y el segundo el tiempo en que se inició, 
correspondiendo el cero al comienzo de la sesión: 
 
M+ 0 H+ 12 Ho 15 M+ 17 Ho 24 M-31 H-35 
 
La última unidad de tiempo de la sesión fue la unidad 39 
(en total, 40 unidades de tiempo). La secuencia de categorías es, 
obviamente, M+ H+ Ho M+ 1 Ho M– H-. Las frecuencias (F) y 
duraciones (D) de las categorías son: 
 
 M+ Al— Mo H+ H— Ho 
F: 2 1 0 1 1 2 
D: 19 4 0 3 5 9 
 
En el RAUT la frecuencia y la duración de las conductas 
pueden estimarse mediante fórmulas a partir de las medidas 
proporcionadas por este tipo de registro. Las medidas 
proporcionadas por un RAUT son: 
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1. Frecuencia modificada (0). La frecuencia modificada de una 
categoría de conducta es la cantidad de unos de su 
secuencia binaria, es decir, el número de intervalos en los 
que la categoría ha sido anotada conforme a la regla de 
registro (Sackett, 1978). 
2. Seudofrecuencia (f). La seudofrecuencia de una categoría de 
conducta es el número de pares 01 de su secuencia binaria, 
esto es, la cantidad de ráfagas de unos de la misma (Suen y 
Ary, 1989; Quera, 1991). Si en una misma sesión se 
aplicasen simultáneamente los tres tipos de RAUT con la 
misma longitud de intervalo, las frecuencias modificadas 
obtenidas para cada conducta no coincidirían 
necesariamente. Lo mismo ocurriría con las 
seudofrecuencias. Luego, para la interpretación de ambas 
medidas se necesita conocer qué tipo de RAUT las ha 
producido y con qué longitud de intervalo. La frecuencia 
modificada no es en absoluto una estimación ni de la fre-
cuencia ni de la duración de la conducta. 
Control de la calidad de los datos 
 
Como en toda ciencia, en psicología y específicamente en 
la metodología observacional, una fase fundamental del proceso 
de investigación es la dedicada al control de calidad de los datos. 
Carece de sentido y puede dar lugar a conclusiones falsas aplicar 
sofisticadas técnicas estadísticas si no es posible disponer 
previamente de una cierta garantía de que los datos procedentes 
de la observación reflejan la realidad. Para realizar dicho control 
de calidad se dispone en metodología observacional de procedi-
mientos como la evaluación de la fiabilidad, la precisión y la 
validez de los datos. Además, puesto que se conocen las fuentes 
de los sesgos posibles del observador y del observado, es 
factible intentar evitar que éstos se produzcan. A continuación se 
realiza una somera aproximación a cada uno de estos conceptos. 
Para un tratamiento más detallado de la calidad de los datos 
observacionales, se remite al lector a los textos de Suen (1988) y 
Bakeman (1997). 
Fiabilidad 
Aun en el caso de que los registros observacionales se 
realicen con la ayuda de vídeo v computadores portátiles, en 
último término la intervención del observador es in-dispensable 
para determinar si se ha producido o no una cierta categoría de 
conducta, por lo que la tarea a desempeñar por el mismo es 
sumamente importante. Del observador depende en gran medida 
el grado de calidad de los datos. Es necesario que la observación 
la realicen como mínimo dos observadores con objeto de 
comparar sus registros y poseer así un control del grado de 
subjetividad incorporado al registro por cada uno de ellos y 
conseguir de este modo datos sin sesgo. Tal como indican Suen 
y Ary (1989, p. 100), «la evidencia de fiabilidad en los datos de 
observación conductual es necesaria para demostrar 
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públicamente que los datos reflejan la realidad». En la 
metodología observacional se define la fiabilidad como el grado 
de concordancia entre los datos proporcionados por dos o más 
observadores cuando registran independientemente la misma 
conducta en la misma ocasión (fiabilidad interobservadores); o 
bien, como la concordancia entre dos registros de una misma 
sesión obtenidos por el mismo observador en dos momentos 
diferentes, gracias a la grabación en vídeo (fiabilidad 
intraobservador o consistencia del observador) (House y House, 
1979). 
Existe una amplia gama de índices estadísticos 
empleados como coeficientes de fiabilidad. La elección de 
cualquiera de ellos debe venir marcada por el objetivo de la 
investigación y por la escala de medida a la que pertenecen los 
datos (Hartmann, 1977). Pueden distinguirse tres clases de 
coeficientes de fiabilidad: 
• Coeficientes globales o de sesión. Son correlaciones entre 
medidas globales como la tasa, la duración relativa, etc., de 
las categorías de conducta, obtenidas por dos observadores 
diferentes. Esta clase de coeficiente es el que deberá 
calcularse cuando las hipótesis relacionen variables 
expresadas en forma de medidas globales (véase el concepto 
de macroanálisis en el apartado v). 
• Coeficientes secuenciales. Son correlaciones entre las 
frecuencias de transición obtenidas por dos observadores 
diferentes. Estos coeficientes son los que han de calcularse 
cuando las hipótesis aluden a la existencia de relaciones 
secuenciales entre categorías (véase el concepto de 
microanálisis en el apartado v). 
• Coeficientes punto por punto. Son proporciones de 
concordancia momento a momento entre los observadores, y 
deben calcularse cuando las hipótesis aluden a relaciones 
temporales entre unidades de tiempo ocupadas por las 
categorías, dentro de la sesión de observación. Estos 
coeficientes son más estrictos que los de las dos clases 
anteriores. Para calcularlos es necesario construir una tablao 
matriz de confusión cuyas filas corresponden a las categorías 
tal como son registradas por uno de los observadores, y 
cuyas columnas corresponden a las categorías tal como son 
registra-das por el otro. En las casillas de la matriz se 
incluyen segmentos temporales, de modo que cada unidad de 
tiempo de la sesión se asigna a una casilla de la tabla. En el 
cuadro 15.2 se muestra una hipotética matriz de confusión. 
 
 
 
En dicha matriz, de las siete unidades de tiempo que, 
según el observador 1, han estado ocupadas por la categoría B, 
dos unidades fueron ocupadas por la categoría A según el 
observador 2. Cuando la concordancia es perfecta, todas las 
casillas de la tabla que no pertenecen a su diagonal principal 
contienen valores nulos. De entre los numerosos coeficientes 
existentes para la evaluación de la fiabilidad punto por punto, 
resumidos por Frick y Semmel (1978) o Wallace y Elder (1980), 
destaca el coeficiente Kappa de Cohen (1960), que es una 
proporción de concordancia en la que se corrige la concordancia 
que es posible lograr por azar. Para su cálculo se utilizan la 
proporción de concordancia total obtenida y la proporción de 
concordancia aleatoria esperada. Esto lo hace preferible a los 
diversos tipos de porcentajes de acuerdo ampliamente utilizados 
en metodología observacional (Hanley, 1987). El coeficiente 
Kappa se calcula así: k = (Po - P)/(1 - Pe), donde P, es la 
proporción de concordancia observada y Pe es la proporción de 
concordancia aleatoria. En el ejemplo del cuadro 15.2, P = 
(10+4+4)/22 = 0,818, P = (10x13+7x4+5x5)/22' = 0,378, k = 
(0,818-0,378)/(1-0,378) = 0,707. El grado eje concordancia es 
mayor cuanto más próximo a la unidad es el valor del coeficiente 
obtenido. 
 
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Precisión 
La precisión se define como el grado de concordancia 
entre un observador y un criterio establecido o registro estándar 
(Landis, 1975; Green, 1982). Fiabilidad y precisión están 
íntimamente relacionadas sin que ninguna de ellas implique la 
otra. En un registro puede ocurrir que la fiabilidad 
interobservadores sea alta pero la precisión baja, por haber 
cometido igual tipo de errores ambos observadores. Por ello se 
aconseja frecuentemente evaluar la precisión en lugar de la 
fiabilidad inter o intraobservadores (Foster y Cone, 1980; 
Johnston y Pennypacker, 1980). Sin embargo, la dificultad de 
disponer de registros estándar lleva a que se calcule el 
coeficiente de precisión en pocas ocasiones. Para el cálculo de la 
precisión pueden utilizarse las mismas técnicas que en la 
evaluación de la fiabilidad, con la única diferencia de que en lugar 
de evaluar la concordancia entre dos observadores con igual 
grado de adiestramiento, se evalúa la concordancia entre un 
observador considerado falible y un observador estándar. 
Además, existen coeficientes de precisión punto por punto 
específicos para la evaluación de la precisión: 
 
1. El coeficiente de sensibilidad, o la proporción de unidades de 
tiempo en las que verdaderamente ocurre la categoría, que 
son registradas correctamente por el observador falible; esta 
proporción es la estimación de la probabilidad de que el 
observador falible registre la conducta cuando debe hacerlo. 
2. El coeficiente de especificidad, o proporción de unidades de 
tiempo en las que verdaderamente no ocurre la categoría, 
que no son registradas por el observador falible; esta 
proporción es la estimación de la probabilidad de que el 
observador falible no registre la conducta cuando no debe 
hacerlo. 
Validez 
En su acepción más común la validez se refiere a la 
relación existente entre lo que se evalúa y lo que se desea 
evaluar (Martin y Bateson, 1986). Por lo tanto, debe establecerse 
la relación entre una variable, como la medida de una conducta, y 
otra variable externa, indicativa del objeto de la medida. En la 
metodología observacional se trata de comprobar la validez del 
sistema de categorías. Pese a la importancia del concepto, la 
metodología observacional no ha dedicado al mismo ni análisis 
teóricos frecuentes, ni su comprobación regular en las 
investigaciones. Posiblemente, dado que la conducta se observa 
directamente, sin intermediarios (tests, cuestionarios, 
autoinformes...), sin manipulación de variables independientes y 
sin realizar inferencias, no se pone en cuestión la validez de los 
datos obtenidos. Cuando en las definiciones de las categorías se 
realizan inferencias, por la utilización de categorías molares, la 
validez no es tan inmediata y se trata entonces de comprobar si 
las categorías son buenas definiciones operacionales de los 
elementos implicados en el problema. La vía óptima es comparar 
el registro del observador con una medida independiente de la 
misma variable. Si este procedimiento no es viable por la 
dificultad de conseguir dicho criterio externo, entonces puede 
procederse a hallar el grado en que los registros de los 
observadores son los mismos que si estuvieran determinados por 
una posición teórica bien formada y documentada (Anguera, 
1985). 
Sesgos del observador y de la observación 
La existencia del error de medida es un problema común 
al proceso de recogida de datos en cualquier disciplina científica. 
Los sesgos del observador son aquellos errores de medida que 
se deben al observador o al instrumento de observación, registro 
o medición, y se reflejan en los datos en forma de problemas de 
fiabilidad y/o precisión. Los sesgos de la observación son 
aquellos errores que se deben a fallos de diseño o de 
procedimiento que alteran la situación del registro y por lo tanto la 
conducta del sujeto observado, y que limitan la generalización de 
los resultados (Behar y Riba, 1993). Son sesgos del observador:1. Errores mecánicos de registro, debidos a la complejidad de la 
tarea a realizar. 
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2. Errores de interpretación del sistema de categorías, debidos a 
la deriva del observador, consensuada o no, que consiste en 
que los observadores desarrollan versiones idiosincrásicas de 
las definiciones originales de las categorías de conducta 
(Kazdin, 1977); o debidos a la complejidad del sistema cíe 
categorías, existiendo una relación inversa entre la 
complejidad y el grado de precisión (Mash y McElwec, 1974). 
3. Errores perceptivos, entre ellos el efecto de halo, que 
transforma la percepción presente en función de la evaluación 
antecedente (Muchielli, 1974). 
4. Efectos biosociales, como la incidencia de la edad, del sexo y 
de la etnia del observador en los datos que obtiene 
(Rosenthal, 1967). 
5. Efectos biográficos, psicosociales y situacionales, debidos a 
que la historia personal del observador, su situación familiar y 
social, su ideología y sus rasgos psicológicos parecen influir 
sobre sus registros, al percibir la realidad a través de su 
prisma personal. 
6. Expectancia, o tendencia del observador a obtener datos que 
se ajustan a las expectativas iniciales fruto de una teoría 
implícita o explícita. 
 
En la metodología observacional existe la posibilidad de 
controlar los sesgos del observador, siendo los procedimientos 
más eficaces y relevantes: 
 
1. La diferenciación entre investigador y observador a fin de que 
este último desconozca el objetivo final de la investigación y 
se evite así el sesgo de expectancia. 
2. La definición de sistemas de categorías no excesivamente 
molares, no ambiguas, especificadas clara y detalladamente, 
para evitar la subjetividad del observador en el registro. 
3. La elaboración de un manual de instrucciones, que al 
suministrar pautas específicas sobre el contexto en que debe 
realizarse el registro y sobre el iniclo y finalización del mismo, 
proporciona rigor y homogeneidad a la observación. 
4. El adiestramiento y entrenamiento del observador; con la 
finalidad de conseguir y mantener el aprendizaje, por parte 
del observador, del sistema de categorías y del manual de 
instrucciones y disponer de este modo de un instrumento que 
per-mita la objetividad en la medida. Tener en cuenta estos 
requisitos y evitar o reducir los posibles errores del 
observador es velar por la fiabilidad de los datos. 
 
Por lo que se refiere a los sesgos de la observación, éstos 
pueden resumirse en la noción de reactividad o cambios que 
puede sufrir la conducta de un individuo cuando desempeña el 
papel de sujeto en una investigación psicológica (Behar y Riba, 
1993). Se trata de una noción propia y exclusiva de las ciencias 
del comportamiento. Kazdin (1977), Kcnt y Eoster (1977) y Baum, 
Forehand y Zegiob (1979) han puesto en evidencia que la 
conducta de los sujetos observados es cualitativa y cuantitativa-
mente distinta a la que se hubiese producido si el observador no 
hubiese estado presente, y el sujeto no se hubiese sentido 
observado (Jacob, Tennenbaum y Krahn, 1987). Según Behar y 
Riba (1993), la reactividad viene modificada por diversos 
factores: el ambiente, los sujetos y la conducta. Las 
configuraciones ambientales complejas, en las que el observador 
desarrolla su tarea habitualmente, suscitan reactividad cuando se 
produce algún tipo de cambio en sus elementos. El mismo 
observador forma parte de estas configuraciones ambientales y 
en función de sus características personales, de sus rasgos 
físicos —como talla, peso, edad, sexo, etnia—y psicológicos, 
afecta de forma distinta al sujeto observado y da lugar a mayor o 
menor reactividad. No todos los sujetos presentan igual grado de 
reactividad, debido a sus rasgos de personalidad y a sus 
experiencias previas. La reactividad comporta resistencias del 
sujeto observado que lo llevan a inhibirse, sobreactuar o 
engañar. Asimismo, unas conductas son más sensibles que otras 
a la reactividad. Las conductas automáticas o involuntarias, las 
inducidas por mediadores hormonales, los hábitos, etc., 
presentan una reactividad prácticamente nula. Por el contrario, la 
conducta voluntaria, especialmente la verbal, con un objetivo 
preciso, es más sensible a la reactividad. La reactividad puede 
manifestarse en forma de conductas nuevas, que no formaban 
parte de las variables dependientes o del sistema de categorías 
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previsto, o bien en la desaparición de conductas previas y 
esperadas en el contexto de la observación. En todo caso la 
reactividad no afecta únicamente a las frecuencias y a las tasas 
de las conductas sino que pueden modificar su latencia y su 
duración. Es posible minimizar el sesgo de reactividad: 
 
a. Haciendo que el observador permanezca oculto, o bien 
que sepa inspirar confianza al sujeto observado para que éste se 
comporte de forma sincera y natural. 
b. Manteniendo al sujeto observado en la ignorancia del 
objetivo real de la investigación. 
c. Consiguiendo que el observador pase a ser un 
observador olvidado, es decir, que el sujeto observado llegue a 
habituarse a su presencia. La utilización de estos procedimientos 
no reactivos, especialmente el del observador oculto, está 
asociada a cuestiones éticas que pueden resumirse en el 
derecho de cualquier persona a no ser objeto de una 
observación, al igual que ocurre en cualquier investigación con 
humanos. 
Clases de análisis de datos 
 
La elección de una técnica concreta de análisis de datos 
observacionales depende de la clase de hipótesis que se desee 
verificar y de la escala de medida en la que se hayan expresado 
las variables. Podemos distinguir dos clases de análisis de datos 
en este contexto (Quera, 1986, 1993), que son complementarios 
porque hacen posible descubrir distintos tipos de relaciones o 
regularidades en los datos: 
 
a. Macroanálisis. Las variables conductuales implicadas 
en las hipótesis están expresadas en forma de frecuencias, 
duraciones, tasas, etc., es decir, medidas "globales" y "estáticas» 
en general. El término "global" se refiere al hecho de que dichas 
medidas son "resúmenes" de sesiones de observación, y para 
calcular sus valores no es necesario conocer la secuencia de 
códigos a lo largo de la misma. Como técnicas estadísticas 
aplicables pueden citarse los contrastes de medias, la 
correlación, el análisis de covariancia, el análisis de 
agrupamiento, el análisis factorial, etc. (véase Gottman, 1978), 
técnicas también utilizadas para analizar datos obtenidos 
mediante otras metodologías. 
La hipótesis «¿los niños de 5 años invierten mayor 
cantidad de tiempo en juego paralelo que los niños de 4 años?» 
puede ponerse a prueba a través de un macroanálisis; esta 
hipótesis relaciona una variable de sujeto, la edad, con una 
variable conductual, el juego paralelo (Bakeman y Gottman, 
1997), la cual se expresa en forma de duración, o mejor, la 
duración relativa o prevalencia. Para contrastar esta hipótesis 
compararíamos las duraciones relativas de la conducta "juego 
paralelo", obtenida a lo largo de unas sesiones de observación, 
en dos grupos de niños, uno de 4 años y otro de 5. La técnica 
estadística concreta podría ser, por ejemplo, el cálculo de un 
contraste t de Student entre los valores medios de las duraciones 
relativas de los dos grupos. Otro ejemplo de macroanálisis es el 
siguiente. Supóngase que las variables de una investigación 
sobre la interacción materno-filial son "primiparidad", 
"prematuridad", "tasa de vocalizaciones de la madre" y "tasa de 
lloro del bebé". Además, ambas tasas han sido obtenidas para 
cada pareja madre-hijoen dos puntos temporales, al final de la 
primera semana y al final de la cuarta semana de vida del bebé. 
Por tanto, en conjunto existen variables, cuatro de ellas 
conductuales, acerca de cuyas relaciones binarias, ternarias, 
etc., es posible formular hipótesis. Puesto que estas variables 
conductuales se evalúan en forma de tasas, se trata de un 
macroanálisis. Una de las hipótesis que podrían plantearse es 
«cuanto mayor es la tasa de vocalización de la madre en la 
primera semana, menor es la tasa de lloro del bebé en la cuarta». 
Otra hipótesis es «en las madres no primíparas, cuanto mayor es 
la tasa de vocalización de la madre en la primera semana, menor 
es la tasa de lloro del bebé en la cuarta, mientras que en las 
madres primíparas dichas variables no están relacionadas». 
Estas hipótesis podrían ponerse a prueba calculando las 
correlaciones entre las variables conductuales a partir de los 
datos de una muestra de parejas madre-hijo. En ambos casos, se 
trataría de un análisis longitudinal, pues se estaría averiguando la 
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MÓDULO 0614- METODOLOGÍA II. EL MÉTODO CIENTÍFICO Y LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA 17 
 
relación que existe entre variables evaluadas en puntos 
temporales diferentes. 
b. Microanálisis. Las variables conductuales están 
evaluadas en forma de frecuencias de transición, absolutas o 
relativas, o de frecuencias de coocurrencia, todas ellas medidas 
"dinámicas", esto es, que expresan el cambio conductual dentro 
de la sesión de observación (Kaye, 1982). Las técnicas 
estadísticas aplicables en este caso se engloban bajo el epígrafe 
de "análisis secuencial", y se basan en la aplicación de la teoría 
de los procesos estocásticos y de contrastes para tablas de 
contingencia bi o multivariadas (estadísticos chi-cuadrado, 
modelos log-lineales) (Gottman y Roy, 1990). He aquí un ejemplo 
de microanálisis. Las variables de una investigación acerca de la 
interacción verbal en parejas son "tipo de pareja" (con dos 
valores, "problemática" y "no problemática"), "intervención 
positiva del hombre", "intervención neutra del hombre", 
"intervención negativa del hombre", "intervención positiva de la 
mujer", "intervención neutra de la mujer", "intervención negativa 
de la mujer". Una hipótesis para cuya contrastación es necesario 
el análisis secuencial es, por ejemplo, «¿las parejas 
problemáticas tienen más reciprocidad negativa que positiva, al 
contrario de las no problemáticas, que tienen más reciprocidad 
positiva que negativa?». La reciprocidad negativa puede definirse 
como la tendencia de cada miembro de la pareja a intervenir 
negativamente después de que el otro miembro haya intervenido 
negativamente, y la reciprocidad positiva, corno la tendencia a 
intervenir positivamente después de una intervención positiva. 
Para contrastar dichas hipótesis deberíamos obtener las 
frecuencias de transición entre los códigos conductuales 
definidos para el hombre y la mujer, en nuestras parejas 
problemáticas y no problemáticas a lo largo de un conjunto de 
sesiones de observación. Estas frecuencias podrían disponerse 
en una tabla de contingencia de tres dimensiones: A ("tipo de 
pare-ja") x B ("tipo de conducta antes de la transición") x C ("tipo 
de conducta después de la transición"), donde cada una de estas 
dos últimas variables tiene dos valores, "intervención positiva (del 
hombre o de la mujer)" o "intervención negativa (del hombre o de 
la mujer)". Por tanto, se trataría de una tabla de contingencia con 
2 x 2 x 2 = 8 casillas, con la que es posible evaluar el ajuste de 
un modelo log-lineal acorde con la hipótesis, mediante un 
contraste chi-cuadrado. El análisis secuencial es pues la técnica 
adecuada cuando las variables implicadas en la hipótesis son 
códigos conductuales registrados en secuencia. Se trata de una 
técnica que ha sido objeto de una atención especial por parte de 
los investigadores durante los últimos años. El lector interesado 
tanto en los fundamentos metodológicos y estadísticos del 
análisis secuencia) corno en el tratamiento informático de los 
datos secuenciales puede consultar los textos de Van Hooff 
(1982), Gottman y Roy (1990), Bakeman y Quera (1992, 1995a, 
1995b), Quera (1993), Bakeman, Robinson y Quera (1996) y 
Bakeman y Gottman (1997). 
Áreas de aplicación de la metodología observacional 
 
Las áreas de aplicación de la metodología observacional 
son tantas como los ámbitos de actuación de la psicología. En 
tanto que la metodología observacional se ocupa de la conducta 
espontánea tal como ésta se produce, los únicos límites vienen 
marcados por el propio repertorio conductual, humano o animal y 
por la privacidad de determinadas conductas. Existen 
investigaciones en el marco familiar, como la de Bakeman y 
Brown (1977) que analiza la interacción madre-hijo, o la de 
Noack (1992) que estudia las relaciones que se establecen 
durante la primera adolescencia con los padres y con los iguales; 
en el marco escolar, sobre el rendimiento académico (Huston-
Stcin, Friedrick-Coffer y Susman, 1977), sobre el desarrollo del 
lenguaje, la adaptación escolar en niños de preescolar (Zazzo, 
1978), la interacción con iguales en la adolescencia durante la 
hora de recreo (Behar, 1987); en instituciones penitenciarias se 
ha utilizado para evaluar la evolución individual y grupal en un 
programa para tratar conductas adictivas (Pleite e Ibern, 1991). 
Abikoff, Gittelman y Klein (1980) desarrollaron un sistema de 
codificación para la observación en el aula de la conducta de 
niños hiperactivos entre 6 y 12 años. Se consideraron 
hiperactivos aquellos niños a los que el maestro y los padres 
valoraban como tales y que no presentaban ningún otro 
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MÓDULO 0614- METODOLOGÍA II. EL MÉTODO CIENTÍFICO Y LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA 18 
 
diagnóstico psiquiátrico. En total fueron observados 57 chicos y 4 
chicas con estas características, con una media de edad de 8 
años, 4 meses y una desviación tipo de 1 año y 4 meses. 
Asimismo, se observó un número igual de niños no 
hiperquinéticos del mismo nivel escolar, para proceder a la 
comparación con los anteriores Se utilizó un sistema de 
codificación de 11 categorías conductuales y la observación se 
realizó durante situaciones estructuradas de explicación del 
profesor y durante períodos de trabajo académico independiente 
bajo la supervisión del profesor. El niño fue observado al menos 
en tres sesiones de 16 minutos cada una. Los datos fueron 
recogidos por cuatro observadores que desconocían el objetivo 
de la investigación y las características clínicas de los sujetos 
estudiados. Para evitar la reactividad, los observadores se 
situaban siempre al final del aula, en ángulo con los sujetos a 
observar, para disponer de una vista de perfil de los mismos, 
pero estar fuera de su área de visión. Se obtuvo una mayor 
frecuencia en los niños hiperactivos que en el grupo control de 
todas las categorías de observación consideradas, como 
agresión verbal a los compañeros, agresión verbal al profesor o 
permanecer fuera de la silla. 
Para dar respuesta a la pregunta de si los padres 
proporcionan diferente socialización a niños y niñas, Fagot y 
Hagan (1991) realizaron una investigación observacional. La 
muestra estaba formada por 50 niños y 42 niñas de 12 meses, al 
inicio de la observación, y 42 niños y 40 niñas de 18 meses, 
también al iniciar la observación. Diez de los niños de 12 meses y 
doce de los niños de 18 meses vivían sólo con la madre, y el 
resto pertenecía a familias con padres casados o que vivían 
juntos, en pro-medio, desde hacía 4 años. Los datos se 
recogieron en casa de las familias, al volver el niño de la 
guardería, y cuando todos los miembros de la familia estaban 
presentes. A éstos se les pedía que no miraran la televisión, queatendieran al teléfono con la mayor brevedad posible, y que 
actuasen con la máxima normalidad. Para cada niño se 
realizaron cuatro sesiones de observación de una hora cada una. 
El sistema de categorías incluía cinco secciones diferenciadas: 
categorías de contexto o de actividades, categorías interactivas, 
receptores, reactores y reacciones. El niño era siempre el 
objetivo de la observación. Se codificaba la actividad del niño y 
su interacción, y a continuación el receptor de dicha interacción, 
el sujeto que reaccionaba y el tipo de reacción. Los observadores 
fueron adiestrados en el sistema de categorías durante un 
período antes de iniciar la recogida de datos, y para ser 
considerados fiables debían alcanzar un grado de concordancia 
del 90% (proporción de concordancia no corregida por el efecto 
del azar). Debido a la baja frecuencia de algunas de las 
conductas observadas en los niños se hicieron agrupaciones de 
las mismas: conductas motrices amplias, juegos típicos de niños 
y de niñas, comunicación con los adultos y conductas agresivas. 
Por su parte, las categorías de reacciones se agruparon en 
respuestas instructivas, respuestas positivas y respuestas 
negativas. Asimismo, se realizaron agrupaciones empíricas de 
aquellas conductas que ofrecían diferencias significativas entre 
niños y niñas. De entre los resultados que se obtuvieron cabe 
destacar los siguientes. Los padres tenían reacciones diferentes 
ante niños y niñas, con reacciones más positivas ante los niños 
cuando éstos desarrollaban conductas agresivas y cuan-do 
jugaban con juguetes típicamente masculinos. Las madres 
presentaban reacciones más positivas que los padres hacia los 
juguetes típicamente femeninos. Asimismo, los niños recibían 
reacciones más negativas que las niñas cuando intentaban 
comunicarse; los niños recibían reacciones más positivas al jugar 
con juguetes típica-mente masculinos, y al realizar conductas 
agresivas. Las más positivas por intentar comunicarse. A pesar 
de la diversidad de las aplicaciones reseñadas, se constata que 
en ellas los datos se obtienen directamente de la realidad, sin 
utilización de instrumentos intermediarios, y que se siguen las 
fases propias del método científico. Al mismo tiempo, presentan 
características propias y diferenciales respecto a otras 
metodologías, como la elaboración del sistema de categorías, el 
adiestramiento de los observadores y el control de los sesgos del 
observador y de la observación. 
 
UNIDAD II. FUNDAMENTOS TEÓRICOS Y PRÁCTICOS DE LA OBSERVACIÓN DIRECTA 
	LA OBSERVACIÓN
	Definición y características de la metodología observacional
	Codificación de la conducta
	Elección de las conductas a observar
	Unidades conductuales
	Sistemas de categorías
	Recogida de datos observacionales
	Medidas conductuales
	Muestreo observacional y sesiones de observación
	Reglas de muestreo intrasesional de sujetos y reglas de regi
	Obtención de medidas conductuales a partir del registro
	Control de la calidad de los datos
	Fiabilidad
	Precisión
	Validez
	Sesgos del observador y de la observación
	Clases de análisis de datos
	Áreas de aplicación de la metodología observacional

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