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Segmentacion-y-precarizacion-laboral-en-la-industria-manufacturera-en-Mexico--un-estudio-desde-la-perspectiva-de-genero-2005-2014

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
POSGRADO EN ECONOMÍA 
 INSTITUTO DE INVESTIGACIONES ECONÓMICAS 
ECONOMÍA URBANA Y REGIONAL 
 
 
 
 
SEGMENTACIÓN Y PRECARIZACIÓN LABORAL EN LA INDUSTRIA 
MANUFACTURERA EN MÉXICO. UN ESTUDIO DESDE LA PERSPECTIVA DE 
GÉNERO (2005-2014) 
 
 
 
TESIS 
QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE: 
MAESTRA EN ECONOMÍA URBANA Y REGIONAL 
 
 
 
 
PRESENTA: 
SELENE FABIOLA CRUZ CALDERÓN 
 
 
 
TUTOR 
DR. EN C.S.P. ADOLFO SÁNCHEZ ALMANZA 
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES ECONÓMICAS (UNAM) 
 
MIEMBROS DEL COMITÉ TUTORIAL 
DR. EN E.P. CARLOS BUSTAMANTE LEMUS (IIEc-UNAM) 
DR. EN E. MIGUEL ÁNGEL MENDOZAGONZÁLEZ (FE-UNAM) 
DRA. EN C.E.A. WENDY OVANDO ALDANA (UAEMex) 
DR. EN E. FELIPE TORRES TOREES (IIEc-UNAM) 
 
 
MÉXICO, CD. MX., MAYO 2016 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
Restricciones de uso 
 
DERECHOS RESERVADOS © 
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
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del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). 
El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea 
objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para 
fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
 
A mis amados padres, cuánto los admiro. 
A mi gran e inolvidable amigo “renard”. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
AGRADECIMIENTOS 
Agradezco, en primer lugar, a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), 
institución que me brindó la oportunidad de realizar mis estudios de maestría y gran 
ejemplo de servicio al país y a la humanidad; al Concejo Nacional de Ciencia y 
Tecnología (Conacyt) por otorgarme la beca que me permitió realizar y culminar mis 
estudios. 
Agradezco profundamente el apoyo del Dr. en C.P.S. Adolfo Sánchez Almanza quien, 
con su paciencia, entrega y valiosos consejos, fue guía en la búsqueda por alcanzar los 
objetivos de la tesis; al Dr. en E. Miguel Ángel Mendoza González, por su gran apoyo y 
precisa asesoría en el desarrollo de esta investigación; a la Dra. en C.E.A. Wendy 
Ovando Aldana, por su orientación, consejos y por brindarme su valioso tiempo y 
finalmente, al Dr. en E. Felipe Torres Torres y al Dr. en E.P. Carlos Bustamante Lemus 
por su gran atención y apoyo. 
La realización de este trabajo de investigación requirió un gran esfuerzo y dedicación 
que no habrían sido posibles sin el apoyo, motivación y compañía de gente sumamente 
importante para mí. 
Mamá, tú eres el más claro ejemplo de fortaleza, claridad, decisión y valentía. Gracias, 
porque en esta etapa, donde culmina sólo uno de mis proyectos profesionales, no sólo 
has sido parte sino motivo. Te amo infinitamente. 
Papá, gracias por estar siempre presente. 
Tía Alicia, gracias por todos estos años de apoyo incondicional e inmenso cariño. 
Jean, gracias por haber sido mi gran amigo, mi cómplice y mi apoyo. 
Finalmente, agradezco a todos mis amigos y familiares, quienes fueron pieza 
importante a lo largo de todo este proceso. 
 
 
 
ÍNDICE 
INTRODUCCIÓN ............................................................................................................ 1 
CAPÍTULO I. ESPACIO, MERCADO Y GÉNERO ......................................................... 8 
1.1 La división del trabajo y el espacio. ...................................................................... 8 
1.1.1 El factor trabajo en la teoría de la localización. ................................................... 8 
1.1.2 División espacial del trabajo. ............................................................................. 12 
1.1.3 La división internacional del trabajo y la globalización. ..................................... 14 
1.1.4 Reestructuración productiva y transformaciones territoriales. .......................... 16 
1.2 Género, espacio y división del trabajo. ............................................................... 18 
1.2.1 Género y Espacio. ............................................................................................ 18 
1.2.2 La división sexual del trabajo y sus manifestaciones simbólicas en el espacio. 20 
1.2.3 Enfoques analíticos de los mercados de trabajo y desigualdad de género. ...... 22 
1.2.4 La teoría de la segmentación del mercado laboral y la dimensión territorial.
 ...................................................................................................................................... 26 
CAPÍTULO II. LA INDUSTRIA MANUFACTURERA EN MÉXICO. UNA MIRADA A SU 
ORIGEN Y EVOLUCIÓN .............................................................................................. 32 
2.1 Crecimiento y auge de la industria manufacturera en México. ......................... 33 
2.2 La industria manufacturera ante la reestructuración económica en México y la 
nueva organización territorial. ................................................................................... 35 
2.3 Desarrollo y localización del empleo industrial manufacturero mexicano. ..... 39 
2.4 Especialización y diversificación de la manufactura en el territorio nacional. 42 
CAPÍTULO III. FLEXIBILIZACIÓN Y PRECARIZACIÓN DE LAS CONDICIONES 
LABORALES EN LA INDUSTRIA MANUFACTURERA EN MÉXICO ......................... 49 
3.1 El concepto de flexibilidad y su expresión en el mercado laboral. .................. 51 
3.2 El concepto de precariedad laboral y su presencia en el mercado laboral. .... 52 
3.3 La precariedad laboral y sus implicaciones en las relaciones de género. ...... 55 
3.4 La reforma laboral en México y sus implicaciones en la organización 
industrial. ..................................................................................................................... 58 
 
 
CAPÍTULO IV. CARACTERIZACIÓN DEL EMPLEO DE LOS TRABAJADORES 
SUBORDINADOS Y REMUNERADOS DE MÉXICO Y DE LA INDUSTRIA 
MANUFACTURERA ..................................................................................................... 64 
4.1 Organización y distribución territorial del empleo en la actividad económica 
manufacturera de México. .......................................................................................... 64 
4.2 Distribución de la población ocupada en la industria manufacturera mexicana 
por rama de actividad económica.............................................................................. 65 
4.3 Organización y distribución territorial del empleo en las principales ramas de 
actividad económica manufacturera de México. ...................................................... 69 
4.4 Tendencias de precarización en el empleo asalariado en México 2005-2014. . 72 
4.4.1 Las trabajadoras y trabajadores Subordinados y Remunerados en México. .... 72 
4.4.2 Las trabajadoras y trabajadores Subordinados y Remunerados de la Industria 
Manufacturera en México........................................................................................... 90 
CAPÍTULO V. DISTRIBUCIÓN REGIONAL DE LA PRECARIEDAD LABORAL DE 
LOS TRABAJADORES SUBORDINADOS Y REMUNERADOS DE MÉXICO Y DE LA 
INDUSTRIA MANUFACTURERA ............................................................................... 107 
5.1 Estandarización por grado e intensidad de la precariedad laboral las 
trabajadoras y los trabajadores subordinados y remunerados en México. ......... 112 
5.2 Estandarización por grado de la precariedad laboral de las trabajadoras y los 
trabajadores subordinados y remunerados de la industria manufacturera en 
México. ....................................................................................................................... 118 
CAPÍTULO VI. ASOCIACIÓN ESPACIAL DE LA PRECARIEDAD LABORAL DE LOS 
TRABAJADORES SUBORDINADOS Y REMUNERADOS ENMÉXICO 2005-2014 128 
6.1 Análisis Espacial del Índice de Precariedad Laboral en México. .................... 129 
6.1.1 Trabajadoras y Trabajadores Subordinados y Remunerados 2005-2014. ...... 132 
6.1.2 Trabajadoras y trabajadores Subordinados y Remunerados de la Industria 
Manufacturera 2005-2014. ....................................................................................... 140 
6.2 Indicadores sociales y económicos de México y su relación con el índice de 
Precariedad laboral. .................................................................................................. 150 
CONCLUSIONES ....................................................................................................... 159 
ANEXOS ESTADÍSTICOS .......................................................................................... 166 
Anexo 1. Participación de la población ocupada en la industria manufacturera en 
México (2009) ............................................................................................................. 166 
 
 
Anexo 2. Índice de Precariedad laboral del conjunto de los Trabajadores 
Subordinados y Remunerados en México (2005-2014) .......................................... 167 
Anexo 3. Índice de Precariedad laboral del conjunto de las Trabajadoras 
Subordinadas y Remuneradas en México (2005-2014) .......................................... 168 
Anexo 4. Índice de Precariedad laboral de los Trabajadores Subordinados y 
Remunerados en México (2005-2014) ...................................................................... 169 
Anexo 5. Índice de Precariedad laboral del conjunto de los Trabajadores 
Subordinados y Remunerados de la Industria Manufacturera en México (2005-
2014) ........................................................................................................................... 170 
Anexo 6. Índice de Precariedad laboral de las Trabajadoras Subordinadas y 
Remuneradas de la Industria Manufacturera en México (2005-2014) ................... 171 
Anexo 7. Índice de Precariedad laboral de los Trabajadores Subordinados y 
Remunerados de la Industria Manufacturera en México (2005-2014) ................... 172 
Anexo 8. Intensidad de la precariedad del conjunto de los trabajadores 
subordinados y remunerados en México 2005-2014. ............................................. 173 
Anexo 9. Intensidad de la precariedad de las trabajadoras subordinadas y 
remuneradas en México 2005-2014. ........................................................................ 174 
Anexo 10. Intensidad de la precariedad de los trabajadores subordinados y 
remunerados en México 2005-2014. ........................................................................ 175 
Anexo 11. Intensidad de la precariedad del conjunto de los trabajadores 
subordinados y remunerados de la industria manufacturera 2005-2014. ............ 176 
Anexo 12. Intensidad de la precariedad del conjunto de las trabajadoras 
subordinadas y remuneradas de la industria manufacturera 2005-2014. ............ 177 
Anexo 13. Intensidad de la precariedad de los trabajadores subordinados y 
remunerados de la industria manufacturera 2005-2014. ....................................... 178 
BIBLIOGRAFÍA .......................................................................................................... 179 
 
 
 
 
1 
 
INTRODUCCIÓN 
Los estudios de Economía Urbana y Regional han fincado sus esfuerzos en tratar de 
responder preguntas centrales como: ¿por qué sólo algunas regiones y ciudades 
concentran la mayor parte de la actividad industrial y de los servicios modernos y 
sofisticados?, ¿cuál es el papel de los espacios económicos en ese proceso de 
concentración económica y en la estructura y funcionamiento de la actividad económica 
general? y ¿cuáles son las explicaciones sobre desarrollo regional y urbano reciente? 
Aunque hay un gran avance tanto en el orden teórico como en el epistemológico y 
práctico, se ha dejado de lado la formulación de otras preguntas de igual relevancia 
como: ¿cómo influyen las relaciones de género en la determinación de la actividad 
económica que se desarrolla en el espacio? y ¿cuáles son las características 
regionales que han incidido en una diferenciación de las relaciones laborales entre 
hombres y mujeres?, interrogantes que son de interés para este trabajo y que significan 
el planteamiento de nuevas perspectivas de análisis, así como la redefinición de 
conceptos y categorías que permitan conocer el cuerpo central de la conformación y 
funcionamiento del espacio. 
En este sentido, la actual recomposición en la fuerza de trabajo de la industria 
manufacturera demanda un análisis transversal con enfoque de género más profundo 
que tome en cuenta diferentes elementos, como son: el contexto regional, cultural, 
clase social, dinámica familiar, rama de actividad, grado de tecnología alcanzado, tipo 
de organización del trabajo, relaciones laborales, tipo de mercado laboral y culturas 
laborales asociadas a esta industria. Sólo bajo un análisis de este tipo se estaría en la 
posibilidad de no quedarse en aproximaciones reduccionistas sobre la recomposición 
de la estructura de la fuerza de trabajo que integra la industria manufacturera; lo cual, 
supone un reto tanto teórico como metodológico. 
A pesar de la complejidad, este tipo de análisis va adquiriendo relevancia en 
tanto ya han surgido diversos estudios en los que se propone ampliar la comprensión 
del trabajo femenino y masculino en la industria manufacturera a partir de las 
condiciones impuestas por el estilo de desarrollo económico en cada región, las 
2 
 
opciones de empleo predominantes en el mercado de trabajo, los perfiles 
sociodemográficos y las características de alta inestabilidad predominantes en 
industrias de la manufactura como la maquila de exportación (De la O, 2006). 
El agotamiento del antiguo modelo sustitutivo de importaciones significó el 
impulso de políticas económicas y de desarrollo industrial caracterizado por una mayor 
apertura comercial, que requería la implementación y desarrollo de un proceso de 
reestructuración económica impulsado desde la década de los ochenta. Un proceso 
acompañado por un escenario de globalización que, de acuerdo a lo planteado en 
diversos estudios como los de De Mattos (1995), Ciccolella (1999) o Hiernaux (1999), 
combina dos elementos que conforman la realidad nacional e internacional y que han 
dado lugar al surgimiento de cambios en la estructura territorial y socio laboral. 
 Por lo anterior, se ha tenido como resultado la conformación de regiones con 
formas de organización diferenciadas, en donde los efectos sobre el empleo son 
también distintos (Sánchez, 2010). En suma, aspectos como la flexibilidad laboral, 
contratos temporales o a tiempo parcial, bajos salarios, ausencia de prestaciones 
laborales, sindicalización y acceso a seguridad social, han constituido formaciones de 
empleo precario que se han vuelto parte de la realidad nacional, pero con disimilitudes 
espaciales y entre la fuerza de trabajo. 
El caso mexicano da cuenta de una conformación diferenciada del escenario 
económico territorial, que distingue dos formas de organización industrial 
manufacturera; la que caracteriza a los estados del norte y fronterizos y la que 
caracteriza a la zona centro y sur del país, con una estructura del empleo determinada 
por esta dualidad, donde por un lado, se tienen empleos con condiciones más 
privilegiadas y por otro, empleos de menor calidad. 
Ante este contexto, y destacando el hecho de que se trata de un proceso con 
distintos matices de carácter social y territorial, surgió el interés por desarrollar una 
investigación en la que se verifique la existencia de diferencias espaciales significativas 
en el comportamiento de la precariedad laboral y sus distintas manifestaciones entre 
3 
 
los grupos de la población femenina y masculina y su distribución diferenciada.Para 
ello, se propone un estudio centrado en el caso y antecedentes históricos de la 
industria manufacturera nacional y su presencia en cada una de las entidades 
federativas, planteando las siguientes preguntas de investigación: 
¿Cuáles son las características de precarización del mercado laboral de mujeres 
y hombres y de la existencia de una segmentación laboral para el territorio de México? 
Y ¿cómo se presenta la segmentación del mercado laboral en el territorio mexicano de 
acuerdo al empleo de mujeres y de hombres? 
Con base en estas preguntas de investigación, se tiene como objetivo general 
analizar la incidencia de la construcción y transformación del espacio, a partir del 
proceso de reestructuración económica en las relaciones laborales de género que 
llevan a condiciones de segmentación y precarización en el empleo de hombres y 
mujeres, en la industria manufacturera mexicana. 
Para responder a las preguntas y cumplir con el objetivo, se propone la 
comparación de las características de las condiciones laborales de mujeres y hombres 
en la industria manufacturera mexicana que se desarrollan en las distintas entidades 
federativas, evaluar el nivel e intensidad de precarización que se ha presentado en el 
empleo de mujeres y hombres en la industria manufacturera y analizar, mediante la 
exploración de antecedentes históricos, la existencia de patrones regionales que 
señalen la diferenciación de las relaciones laborales por género en esta industria. 
En este sentido, debe ponerse de manifiesto cuál será la teoría que se usará 
como eje referencial de la investigación, para lo que cabe decir que diversas corrientes 
teóricas denominadas “postfordistas” han tratado de explicar las cuestiones del 
mercado laboral, las desigualdades en el empleo de mujeres y hombres y las 
desigualdades regionales, desde enfoques de la economía clásica y neoclásica como 
la Teoría del Capital Humano y la Teoría de la Nueva Economía de la Familia, y 
enfoques heterodoxos como la teoría marxista e institucionalista de donde emana la 
Teoría de la Segmentación del Mercado Laboral. 
4 
 
Esta última teoría aborda de manera más amplia los efectos de la flexibilidad 
laboral, el deterioro de la calidad del empleo de las y los trabajadores, los factores que 
determinan las desigualdades laborales entre la fuerza de trabajo y realiza una mejor 
interpretación de las causas por las que mujeres y hombres se sitúan en empleos con 
distintas particularidades (Chávez, 2010). Además, de esta teoría se deriva un enfoque 
para el estudio de la segmentación en los mercados de trabajo locales impulsado por 
investigadores e investigadoras de la cuarta generación de segmentacionistas como 
Rumberger et.al (1980), Hanson y Pratt (1992), Peck (1992 y 1996), Rubery (1992), 
Banyuls y Cano (1996), Casado (2000) o Grimshaw et al. (1999), entre otros (Muñoz de 
Camacho y Pinillas, 2013), que integra la función del espacio y que supone que los 
cambios en la dinámica económica producen segregaciones y segmentaciones 
espaciales que estarán determinadas por la dinámica previa imperante en el territorio, 
produciendo porciones del territorio con condiciones diversas u opuestas. 
Así, diferentes territorios se comportan de diversas formas ante los procesos 
globales en función de las estructuras históricas que los caracterizan y la participación 
que tengan en ellos las empresas, instituciones y actores políticos y sociales, lo que 
favorece a la redistribución y reforzamiento de la división espacial del trabajo (Méndez, 
1995). En este punto, la reestructuración económica se erige como tema central 
vinculado a nuevas inquietudes sobre el futuro del trabajo ante el cambio tecnológico y 
los efectos de las nuevas tecnologías, los nuevos modos de organización del trabajo y 
la flexibilidad de las relaciones laborales, que derivan en precariedad laboral. 
De lo anterior, es posible definir una hipótesis general y dos específicas: 
HG= La evolución de la calidad del empleo femenino y masculino, y sus diferencias 
interestatales, se asocian con los procesos de cambio del modelo territorial que 
caracterizan al país en las últimas décadas. 
H1= Las características de la industria manufacturera de las entidades federativas 
mexicanas ante el proceso de reestructuración productiva y su acepción de la 
5 
 
globalización determina la intensidad del proceso de segmentación de sus mercados y 
del empleo femenino y masculino. 
H2= Existen patrones regionales y territoriales en la industria manufacturera de México 
con predominios de mano de obra femenina o masculina en la industria manufacturera 
con condiciones laborales de precariedad diferenciadas, en donde las mujeres se 
encuentran posicionadas en empleos de mayor desventaja. 
La validación de estas hipótesis requiere relacionar variables como precariedad 
laboral, género y espacio, para lo que se realizó la selección de indicadores como: 
1. La caracterización del espacio, requiere el análisis de la organización de la actividad 
económica manufacturera que caracteriza a las entidades federativas del país, su 
comparación y detección de agrupaciones de entidades con las mismas características 
de empleo. 
2. Para evaluar la precariedad laboral en la industria manufacturera en general, se 
calculará un índice que considera seis variables: ingreso, jornada laboral, tipo de 
contrato, seguridad social, prestaciones y sindicalización recogidas de autores como 
Mora (2010). 
3. En cuanto al género, se realizará un análisis por sexo de la tasa de participación de 
2005 a 2014 en la industria manufacturera y las distintas ramas que la integran de las 
32 entidades federativas. 
La importancia de una investigación de este tipo, radica en el hecho de que al 
análisis sectorial de la condición de precariedad laboral y su evolución se incorpora el 
enfoque de género y espacial, dos tipos de análisis que han sido poco abordados de 
forma conjunta en la mayoría de los estudios sobre precariedad de la fuerza de trabajo 
en México y en la industria manufacturera. Así mismo, es importante destacar que, 
como señala Doreen Massey (1993) citada por Soto (2003), la variable género puede 
matizar los resultados de una política de empleo regional e incluso comprender sus 
incidencias en la reorganización del espacio económico nacional, permitiendo ubicar la 
6 
 
conformación de culturas genéricas construidas localmente y detectar las variaciones 
geográficas en la construcción de la masculinidad y feminidad, así como la relación 
entre ambas. 
Con lo planteado anteriormente, resulta necesario puntualizar el tiempo y el 
espacio considerados. Se realizará un estudio posterior a la reestructuración 
económica y, tomando en cuenta que las bases de datos que permiten identificar 
características específicas del empleo de las y los trabajadores se homogenizan en la 
Encuesta de Ocupación y Empleo (ENOE) a partir de 2005, el periodo de análisis que 
se elige abarca de 2005 a 2014. En cuanto al espacio, se considera el conjunto de las 
32 entidades federativas del territorio nacional. 
Se trata de un estudio cuantitativo que busca relacionar aspectos cualitativos del 
contexto territorial, aplicando técnicas del análisis estadístico multivariado para la 
elaboración de un índice de precariedad laboral y de intensidad de la precariedad. 
Además, se implementarán técnicas del Análisis Exploratorio de Datos Espaciales 
(AEDE) que permite la detección de asociaciones espaciales, concentraciones locales 
y distintos tipos de regímenes espaciales que se expresan a través de los datos. 
La estructura de este trabajo de investigación consta de seis capítulos. En el 
primero de ellos se expone la revisión de la literatura sobre el espacio, el mercado y el 
género, la incidencia de la globalización como un proceso de cambio en la naturaleza 
de la organización económica, con el fin de mantener posicionesde mercado y 
controlar los mecanismos de creación y apropiación del excedente económico 
mediante la descentralización de la producción. Se plantea la base teórica de esta 
investigación que proviene de la visión institucionalista, de donde emana la Teoría de la 
Segmentación de los Mercados Laborales, que rechaza la visión ortodoxa del mercado 
laboral, reconoce las desigualdades en el empleo de mujeres y hombres y la diferencia 
en el tiempo y espacio de los mercados de trabajo, por lo que, bajo este enfoque, la 
organización del territorio no se debe sólo a la sucesión de una forma de organización 
económica por otra, sino a la superposición y combinación de formas de organización 
7 
 
social y estructuras industriales volviendo más complejo el análisis de los territorios 
(Hiernaux y Lindón, 2006). 
En un segundo capítulo, se realiza una caracterización de la industria 
manufacturera desde el planteamiento de sus antecedentes a partir del periodo de 
industrialización en México, la transición del modelo sustitutivo de importaciones al 
modelo de apertura comercial y los cambios en la estructura territorial mexicana ante el 
proceso de reestructuración económica. 
En un tercer capítulo, se expone el proceso de flexibilización y precarización del 
empleo que se ha dado en la industria manufacturera mexicana, partiendo de la clara 
definición de estos conceptos, su expresión en las relaciones de género y la incidencia 
de la reforma laboral sobre la organización industrial. 
En el cuarto capítulo, se exponen las tendencias del empleo de los trabajadores 
subordinados y remunerados de la industria manufacturera, la distribución territorial del 
empleo manufacturero y sus principales ramas en México. Se exponen las tendencias 
de precarización laboral de las y los trabajadores subordinados a partir de variables 
como ingreso, seguridad social, contrato, jornada laboral, prestaciones y 
sindicalización. 
En el capítulo quinto, se exponen los resultados del cálculo del índice de 
precariedad laboral de los asalariados de la industria manufacturera para las 32 
entidades federativas de México, su clasificación por estrato de precariedad y el cálculo 
de su intensidad de acuerdo a la población de cada entidad federativa. 
En un sexto capítulo, se analizan las tendencias de asociación espacial de la 
precariedad laboral a través de una metodología que ayude a la detección de patrones 
espaciales que ayuden a corroborar las hipótesis planteadas. 
Finalmente, se realizan una serie de conclusiones sobre los resultados 
encontrados a lo largo de la investigación, se colocan las fuentes de información 
consultadas y algunos anexos estadísticos para la mayor comprensión del texto. 
8 
 
CAPÍTULO I. ESPACIO, MERCADO Y GÉNERO 
Introducir en los estudios de la economía urbana y regional aspectos fundamentales 
como el género permitiría una evaluación más amplia y detallada de la política regional 
y una comprensión más profunda de la organización y reorganización del espacio 
económico nacional, reconociendo variaciones geográficas para la elaboración de 
análisis no esencialistas sobre el mercado de trabajo y la expresión territorial de los 
viejos y nuevos empleos (Massey, 1994). 
 Partiendo de esta idea, el objetivo de este capítulo es fundamentar teóricamente 
la relación espacio mercado y género. 
1.1 La división del trabajo y el espacio. 
1.1.1 El factor trabajo en la teoría de la localización. 
En las últimas décadas, la teoría de la localización desde el punto de vista clásico y 
neoclásico ha enfrentado diversas críticas, gracias a las cuales se ha puntualizado una 
de las principales deficiencias de este enfoque: su visión del trabajo simplemente como 
“factor de la producción” sin que tenga mucha importancia para la localización (Storper 
y Walker, 1983). En teorías como las de Von Thünen, Weber, Christaller y Lösh, se 
explica la distribución de la actividad por la distancia física al mercado de consumo o al 
de materias primas y Alfred Marshall analiza por primera vez las economías de 
aglomeración señalando que se asocian con rendimientos crecientes que obtienen los 
agentes económicos al concentrarse (Yánes y Acevedo, 2010). Sin embargo, se ha 
planteado la necesidad de concebir al trabajo como algo más que una mercancía que 
se cambia en los mercados de trabajo por un salario y que se utiliza por la industria con 
el fin de optimizar su producto marginal (Storper y Walker, 1983). 
Los factores de localización que tradicionalmente se habían visto como 
determinantes para la construcción de una empresa, han sido trastocados con el 
proceso de globalización, pues las oportunidades para la ubicación bajo condiciones 
adecuadas para la producción rentable son mucho más amplias ante un incremento en 
9 
 
la capacidad locacional del capital que se observa a través de los avances en: la 
circulación, la producción y la organización. 
a) Circulación: las mejoras en el transporte disminuyen los costos de circulación del 
producto. Se da un proceso de difusión del mercado y estandarización de los productos 
en diferentes culturas. La internacionalización de los mercados y la producción abre 
nuevas fuentes de insumos y reduce las diferencias de costo, calidad y disponibilidad 
de la mayoría de los insumos de un lugar a otro. Con el incremento en la competencia, 
se fomenta la búsqueda de nuevos mercados y costos de insumos más bajos. 
b) Producción: Nuevas formas de automatización aumentan la separabilidad de las 
partes constituyentes de los sistemas de producción. Esta separabilidad deja en 
libertad a los diferentes centros de trabajo para buscar sus mejores localizaciones sin 
estar atados a otras unidades de trabajo con necesidades diferentes. Los avances 
tecnológicos han permitido que en donde las unidades de producción se vinculan más 
a sistemas de montaje de componentes múltiples cada vez más complejos, se vuelva 
difícil determinar una sola localización mejor respecto de los mercados de insumos. 
c) Organización corporativa: poseen un gran poder, ya sea directamente o a través del 
Estado pueden dar forma a las condiciones de producción en cualquier localización, 
haciendo accesibles ubicaciones anteriormente no rentables. La organización de 
sistemas de producción y mercadeo dentro de grandes corporaciones rompe la 
dependencia de las unidades de producción subsidiarias respecto de los mercados 
externos para muchos insumos y productos, permitiendo mayor flexibilidad en la 
localización. El comercio y la competencia son globales y la ventaja competitiva se 
desplaza de una nación a otra, lo que no sólo permite una ubicación más conveniente 
de las fábricas, sino que ha hecho más importante la atención al “factor trabajo” como 
la clave de la ventaja competitiva locacional (op. cit., p.2). 
En este sentido, con el incremento en la globalización el trabajo pasa a un primer 
plano debido a su alto grado de diferenciación espacial, por lo que la caracterización 
10 
 
geográfica del trabajo se origina en su naturaleza única como “factor de la producción” 
(op. cit., p.5). 
Detrás de toda la teoría de localización industrial se encuentran ciertos aspectos 
básicos relativos a los procesos económicos y sociales existentes, que crean el paisaje 
industrial: 
 No se trata de un sistema de economía de intercambio o industrial, sino de un 
sistema capitalista de producción y una sociedad estructurada entorno al 
capitalismo que abarca a los dos anteriores. 
 El objetivo de la producción capitalista es la acumulación de capital: a) Las vías 
que conducen a este fin son muchas y el grado de libertad cultural y de 
comportamiento es considerable, b) no todo en la sociedad sirve a ese fin sin 
presentar alguna contradicción, los objetivos pueden no ser alcanzados, la 
empresa o economía fracasa en la tarea de reproducirse a sí misma. 
 El cambio tecnológico no se origina fuera delsistema económico. 
 La gran empresa moderna no constituye la base de un enfoque totalmente 
nuevo de la economía y la localización, ya que la obtención de beneficios y la 
competitividad todavía guían a la empresa. 
 Ni el mercado, ni la empresa, ni el sistema industrial son estrictamente 
autorregulables, ya que están sujetos a disfunciones. 
 El avanzado nivel técnico y social de las modernas no augura una economía 
postindustrial ni postcapitalista. 
 Toda actividad o cambio industrial tienen una dimensión social. Ésta incluye el 
componente vital de la reproducción social: el trabajador y trabajadora. Esto se 
produce sobre la base de las relaciones sociales de dominación, de clase, 
explotación y alienación (op. cit., 213). 
No obstante, el factor trabajo ha sido, a lo largo de los años, una consideración de 
primer orden para la industria y la tendencia hacia la mayor flexibilidad parece estar 
haciéndolo incluso más importante que en el pasado, un factor que posee tres 
características que permiten entender el origen de su importancia: los costes, el control 
11 
 
y la reproducción (op. cit., p.233). El factor costo se refiere a que el factor trabajo afecta 
los costos de producción de cualquier industria, en donde no únicamente los costes 
salariales cuentan en la valoración del coste del factor trabajo, sino también la 
cualificación de la fuerza de trabajo, siendo este un factor considerado de gran 
importancia en la localización, pero que queda corto, ya que hace una simplificación de 
las diferencias en las características del empleo y de los factores humanos que 
participan en la definición de la calidad de la fuerza de trabajo. El control, destaca la 
importancia de la cooperación de los y las trabajadoras y la prevención del sabotaje 
industrial en la productividad y continuidad de la producción en la que la dificultad para 
organizarla dependerá de la militancia trabajadora que a su vez se deriva de la 
socialización de la comunidad, la experiencia laboral y la sindicalización, especialmente 
en valores culturales sobre el tipo de trabajo, su intensidad y nivel de vida aceptables 
(Gintis, 1976; Edward, 1979; Sabel; 1978, op. cit., p.234). 
Finalmente, la reproducción, hace referencia al hecho de que a pesar de la 
disminución de las diferencias locacionales en precio, cantidad y calidad de los 
productos generados y de la mayor libertad para la localización de las plantas 
industriales, las ventajas competitivas en la localización se pueden obtener solamente 
explotando las diferencias en la oferta de trabajo, diferencias que siguen siendo más 
significativas de lo que lo son para las verdaderas mercancías, pues la fuerza de 
trabajo tiene que ser reproducida en una base estrictamente industrial (op. cit., p.235). 
Estas características son de gran importancia, ya que el trabajo, es un factor menos 
móvil que las otras mercancías debido a que la causa más importante de la 
diferenciación de la fuerza de trabajo radica en el modo en el que los trabajadores y 
trabajadoras son reproducidos fuera de su lugar de trabajo, en sus casas, familias y 
comunidades, pues los lazos con un lugar no se rompen fácilmente y la experiencia 
diaria de los trabajadores y trabajadoras está ligada a comunidades obreras que se 
desarrollan en determinados lugares. 
12 
 
1.1.2 División espacial del trabajo. 
El trabajo representa una vía para el análisis de la diferenciación regional; la existencia 
de desigualdades regionales ha sido un hecho histórico pero las desigualdades 
regionales en cuanto al atractivo y adecuación para la actividad económica significan 
una desigual distribución geográfica de las condiciones necesarias para una producción 
rentable y competitiva, que sin lugar a dudas cambia como resultado de dos procesos: 
los cambios en la distribución geográfica de los requerimientos de producción1 y por 
otro lado, modificaciones en los requerimientos del proceso mismo, es decir, cambios 
en las demandas de localización de la actividad económica rentable, que se dan como 
resultado de los imperativos del proceso de acumulación global (Massey, 1979). 
En este sentido, las pautas locacionales son constituidas por diferencias en las 
propiedades físicas y sociales específicas de los productos que se producirán, 
transportarán y consumirán ya que cada sector productivo enfrenta conjuntos de 
posibilidades y límites en el mercadeo, tecnología y organización de la producción 
fundamentalmente diferentes (Scherer, 1970; Bain, 1976; Storper y Walker, 1986). 
El concepto de división espacial del trabajo, considera que cualquier actividad 
económica responderá a las desigualdades geográficas en la producción a modo de 
maximizar las ganancias, sin embargo, destaca la variación en el modo en que las 
diferentes formas de actividad económica usan las desigualdades espaciales con el 
objetivo de maximizar ganancias y cómo esto varía de acuerdo al sector y a los 
cambios en las condiciones de producción, lo cual necesariamente derivará en distintas 
formas de desigualdad geográfica (Massey, 1979). Por tanto, las cambiantes 
condiciones de producción son precisamente las que están permitiéndole a la industria 
beneficiarse de la diferenciación espacial; un aprovechamiento que se basa cada vez 
más en la separación geográfica de las funciones de control y de investigación y 
desarrollo respecto a aquellos procesos de producción directa que aún requieren 
trabajadores calificados y también de aquellos en que tienen una importancia creciente 
 
1 Estos cambios denominados espaciales o locacionales, se refieren a cambios reales en la distribución 
de la población o de los recursos, o cambios en las distancias relativas provocadas por el desarrollo en el 
transporte y la comunicación (Massey, 1979). 
13 
 
los elementos de producción masiva y el trabajo de ensamble para los cuales se 
necesitan sólo trabajadores semicalificados (op. cit., p.2). 
Ante la idea de un proceso de pérdida de cualificación a través de la 
generalización de las instalaciones de producción en masa y la descentralización de la 
industria desde los centros dotados de un alto componente de trabajo especializado 
hacia las periferias urbanas nacionales o internacionales, con mano de obra no 
especializada, el progreso técnico no siempre significará pérdida de cualificación ya 
que constantemente se crean nuevos y revalorizados empleos, sin embargo, la 
localización de una fuerza de trabajo apropiada consistirá en que la demanda de 
trabajo de una gran planta de producción incluirá trabajadores de diversos segmentos 
del mercado de trabajo y distintos niveles de cualificación y por tanto la planta ejercerá 
atracción sobre distintas comunidades. Además, el control laboral jugará un papel 
fundamental en la distribución de la industria, ya que las comunidades estables de 
trabajadores parecen mostrar una mayor resistencia y niveles de trabajo aceptables, 
ante lo cual, los capitalistas recurren a la contratación exterior, para dividir a la fuerza 
de trabajo en razón a su origen étnico o por medio de la relocalización (Piore, 1979; 
Hareven, 1978; op. cit., p.238). 
Entonces, estructuras espaciales diferentes implican distintas formas de 
diferenciación geográfica, en términos de patrones de diferenciación social entre áreas 
y en términos de estructuras de relaciones interregionales, por lo que, existen ciertas 
necesidades internas en la estructura espacial. Sin embargo, el hecho de que la 
estructura espacial de producción implique una división particular en funciones dentro 
del total de las relaciones de producción no dice nada acerca de cuáles grupos en la 
sociedad (definidos fuera de categorías ocupacionales) llevarán a cabo aquellas 
funciones, eso se determina por su propio conjunto de relaciones causales 
relacionadas a la estructura espacial; además, unadivisión en funciones no 
necesariamente implica el valor social el cual irá de acuerdo a aquellos que cumplan 
esas funciones, su estatus social o su remuneración monetaria y finalmente, la 
superposición y entrelazamiento de todas estas estructuras espaciales son la base 
para la división espacial del trabajo (Massey, 1994). 
14 
 
Estas circunstancias significan para las empresas ubicarse en áreas donde hay 
trabajadores con poca experiencia previa de trabajo asalariado, las cuales pueden ser, 
áreas que sufren el colapso de un sector industrial previamente dominante, casos en 
los que la fuerza de trabajo no provendrá, en primer lugar, de aquéllos previamente 
empleados en la antigua actividad sino más típicamente de las mujeres del área, y en 
aquellas áreas en dónde los trabajadores (que de nuevo son principalmente mujeres) 
no llegan a ser totalmente dependientes del trabajo asalariado ni se organizan en torno 
a él (Massey, 1979). De esta manera, el grado de desarrollo de los países determina la 
forma en la que se experimentan las transformaciones cuantitativas y cualitativas que 
se reflejan a su vez en los mercados de trabajo cuyos impactos territoriales están en 
estrecha relación con los procesos de globalización económica en las distintas regiones 
del mundo; algo a lo que se identifica como la nueva división espacial del trabajo 
(Massey, 1984; Escamilla y Santos, 2003). 
Es así, como las ocupaciones muestran un dinamismo muy desigual en función 
de las características de cada territorio relativas a la mano de obra femenina o 
masculina como calificación o salarios, el tipo de empresa que predomina, o la 
aplicación de estrategias orientadas a abaratar costos o elevar la calidad y valor de los 
bienes y servicios, junto a la productividad del trabajo (Méndez, 1997; op. cit., p.65). 
1.1.3 La división internacional del trabajo y la globalización. 
La economía mundial ha evolucionado ligada a una división regional del trabajo que 
se da también a nivel mundial, en donde distintas regiones del mundo poseen 
diferentes formas de organización del trabajo para varios tipos de producción que, 
incluso, se imponen de fuera. En este momento se puede producir para el mercado 
mundial de forma rentable, en gran escala y con un volumen creciente en los países 
en desarrollo; para lo cual la producción fragmentada de mercancías se somete a la 
combinación más favorable de los factores de capital y trabajo. Claramente, una 
evolución de la economía mundial a la que se le ha llamado “la nueva división 
internacional del trabajo” (Fröbel, et. al; 1980) 
15 
 
Es así como el proceso de expansión capitalista ha modificado la división del 
trabajo tradicional y ha dado pie al surgimiento de países que producen partes y 
ensamblan bienes de consumo mundial, que no necesariamente responden a una 
gama de productos nuevos, sino únicamente a una nueva ubicación de la producción 
de los bienes ya existentes con nuevos mercados y un proletariado extendido 
internacionalmente. Esta nueva organización de la producción tiene un impacto sobre 
la fuerza de trabajo, y se da una reestructuración de las relaciones sociales y políticas 
dentro de cada país que llega a ser una determinante de mayor importancia en los 
cambios de las relaciones económicas internacionales que los cambios en el comercio 
de los bienes. Por tanto, la nueva división internacional del trabajo, no refiere 
únicamente a una relocalización de la producción de bienes, sino a una 
reestructuración global de la fuerza de trabajo para incluir nuevos segmentos de la 
población que ampliará los mercados locales, cambiará los patrones de interacción 
social y alterará las estructuras productivas (Barkin, 1998). 
Es así como en décadas recientes el panorama económico para los países en 
desarrollo ha sufrido varios cambios en su estrategia de desarrollo nacional, pues se ha 
pasado de un modelo sustitutivo de importaciones a una industrialización orientada a 
las exportaciones, además de ir acompañada de una transformación en la organización 
económica internacional hacia la segunda mitad del siglo XX, que ha vuelto más 
complejo el intercambio entre las áreas centrales y las periféricas (Gereffi y Wyman, 
1990; Gereffi, 2001). Es en este momento en el que la globalización, entendida como 
como un proceso de cambio en la naturaleza y en el escenario de las grandes 
empresas y bloques comerciales, cuyo afán es mantener posiciones de mercado y 
controlar los mecanismos de creación y apropiación del excedente económico (Orozco, 
Orozco y Ortiz, 1998:1; Sobrino, 2002: 6), tiene lugar. 
En este sentido, una de las características más significativas de la globalización 
es que se presenta en donde las transacciones internacionales son más importantes 
que las nacionales al interior de un país; las fronteras internacionales no actúan como 
barreras a los flujos de bienes y servicios; la división espacial de las actividades 
económicas presenta una organización jerárquica y las de mayor orden se ubican en 
16 
 
las grandes ciudades de los países centrales, las cuales se convierten en ciudades 
mundiales o globales; para lo cual, la descentralización de la producción hacia nuevos 
puntos se dará como resultado de la rapidez del cambio tecnológico, la mayor 
movilidad del capital y la flexibilización del proceso productivo (Budd, 1998: 664-665; 
op. cit., p.6). 
Debido a este proceso, las empresas manufactureras han debido reestructurar 
sus actividades en la medida en la que se han ido internacionalizando mediante la 
relocalización geográfica de alguna o de todas sus fases de producción en lugares 
donde los costos y las condiciones regionales permiten el desarrollo de sus estrategias 
de crecimiento. En el caso del sector manufacturero mexicano, esta globalización 
económica, intensificada a partir de la década de los ochenta, derivó en su 
reestructuración tanto en estructura y tendencias a escala nacional como en cambios a 
escala regional, principalmente en los estados de la frontera norte (Mendoza y 
Martínez, 1999). 
1.1.4 Reestructuración productiva y transformaciones territoriales. 
Ante los procesos de reestructuración económica de las últimas décadas marcados por 
la globalización, diversos autores coinciden en señalar que con ellos se ha dado lugar a 
cambios en la estructura territorial. Las transformaciones estructurales han traído 
cambios no sólo en las lógicas económicas, tecnológicas y sociolaborales sino también 
en las espaciales, que impactan el criterio de localización de las empresas, así como 
las ventajas competitivas con que cuentan las regiones y ciudades para impulsar su 
desarrollo (Méndez, 1997; Búffalo, 2008). 
Como antecedente a la reestructuración productiva, el proceso de reconversión 
industrial fue fundamental, ya que los modelos de desarrollo industrial practicados 
hasta antes de la crisis económica de la década de los ochenta estaban orientados, en 
primer lugar, al fortalecimiento del mercado interno a través de la sustitución de 
importaciones, utilizando mecanismos como la “protección arancelaria y la restricción 
cuantitativa de las importaciones para promover y defender la industria, lo que 
implicaba altos costos de producción y altos precios para los consumidores” (Méndez, 
17 
 
1990: 249; Rózga, 2001). Este proceso derivó en el desarrollo del crecimiento industrial 
bajo un ambiente poco competitivo que requería una reconversión industrial basada en 
una mayor apertura de la economía y principalmente del sector manufacturero, a través 
de una mayor participación de las exportaciones e importaciones de los grandes 
agregados de oferta y demanda (Méndez, 1990; op. cit., p. 44). Así, los cambios 
tecnológicos y productivos le confieren un nuevo significado al territorio, una nueva 
dimensión, estructura y nuevas situaciones de diferenciación territorial, pues los 
procesos de mundializacióne integración están imponiendo nuevas lógicas y 
formas de articulación y organización territorial (Schweitzer, 2002). 
De esta manera, el nuevo paradigma tecnológico–productivo ha generado un 
nuevo modelo selectivo de incorporación–exclusión de áreas, ha desencadenado 
una puja entre regiones por la radicación de inversiones, con repercusiones 
territoriales dispares en función de la adaptación de las regiones a las condiciones 
de operación de los aparatos productivos, con efectos en las posibilidades de 
desarrollo y de supervivencia de actividades productivas que requieren de nuevas 
estrategias y estructuras territoriales, acordes con el nuevo régimen de 
acumulación (op. cit., p.34). Bajo este contexto, si el régimen de acumulación 
fordista generó sistemas económicos y territoriales rígidos, casi autónomos, con 
reducidas posibilidades de asociación y cooperación entre países, el reemplazo 
por el nuevo régimen de acumulación flexible, tiende, al contrario, a generar 
sistemas económicos abiertos e interdependientes, compatibles y funcionales con 
las políticas de integración que se verifican en el plano internacional (Ciccolella, 
1994; op. cit., p.34). 
Sin embargo, el surgimiento de un nuevo paradigma no significa la ruptura 
absoluta y mecánica con el modo de producción anterior, puesto que en este nuevo 
modelo conviven formas productivas de estadios tecnológicos anteriores, circunstancia 
a la que se le suma el hecho de que la aplicación de este modelo de producción flexible 
produjo la aparición de dos efectos contrarios, por un lado, una mayor concentración 
territorial que derivó en formas específicas de nuevas aglomeraciones, y por otro, se 
potencian las posibilidades de dispersión territorial dando lugar a una nueva división 
18 
 
regional del trabajo (Rózga, 2001). División que más adelante se estudiará para el caso 
mexicano y principalmente el de su industria manufacturera. 
1.2 Género, espacio y división del trabajo. 
1.2.1 Género y Espacio. 
El concepto de género ha sido objeto de múltiples interpretaciones, pero en este trabajo 
de investigación este concepto se concibe como un elemento constitutivo de las 
relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen los sexos siendo una 
forma primaria de relaciones significantes de poder (Scott, 1986). Así mismo, es 
necesario ampliar el uso del concepto de género no únicamente como parte de un 
sistema de parentesco que sólo incluye a la familia, sino que tome en cuenta al 
mercado de trabajo, la educación y la política. Entonces, conceptualizar el género como 
un proceso lleva a una perspectiva de praxis orientada donde las identidades de 
género, relaciones e ideologías fluyen: no se fijan. Y reconocer que el género también 
está inmerso en las instituciones sienta las bases para analizar los factores 
estructurales que condicionan las relaciones de género además de factores ideológicos 
(Mahler y Pessar, 2001). 
El concepto de espacio y el de lugar requieren de una reconfiguración en la que 
se pueda concebir estos conceptos en términos de las relaciones sociales. Si se tiene 
en cuenta que conceptualizar el espacio implica verlo en su dimensión temporal y no 
como una dimensión absoluta e independiente, entonces podrá entenderse a lo 
espacial, como una construcción de la multiplicidad de las relaciones sociales, a través 
de todas las escalas espaciales, desde el alcance global de las finanzas y 
telecomunicaciones, a través de la geografía del poder político nacional, hasta las 
relaciones sociales dentro de la ciudad, el establecimiento, los hogares y el lugar de 
trabajo. Esto implicaría pensar en términos de una geografía siempre cambiante de lo 
social y de las relaciones de poder que fuerza a observar las verdaderas 
multiplicidades del espacio-tiempo; por tanto, si se logra concebir el espacio bajo estas 
características la visión de lugar también sufre cambios y se entendería ahora, como 
19 
 
una articulación particular de esas relaciones, un momento particular en esas redes 
sociales y entendimientos (Massey, 1994). 
Sin embargo, lo que llama la atención en este debate, es que la visión del 
espacio y lugar está ligada al género, a la polarización radical en dos géneros que es 
hoy típicamente hegemónica en sociedades occidentales y con una diversidad de 
características típicamente asignadas a cada uno. Por lo que, rescatar al espacio de la 
posición estática, pasiva y despolitizada que se le ha asignado, en donde se le ve como 
un polo separado del tiempo, significa conectarse directamente con un debate filosófico 
más amplio, en el que la generización y la construcción de las relaciones de género son 
centrales (op. cit., p.7). 
El espacio no es neutro desde el punto de vista del género, lo cual implica la 
necesidad de incorporar las diferencias sociales entre hombres y mujeres y las 
diferencias territoriales en las relaciones de género, por lo que, al analizar la inserción 
internacional regional desde un enfoque de este tipo, se manifiestan las relaciones 
entre trabajo productivo y reproductivo a diferentes escalas (Gómez, 2012). Así, los 
cambios recientes de los perfiles productivos regionales inciden en la inserción laboral 
de las mujeres y los hombres, según se combinen las actividades tradicionales y de 
exportación en la orientación comercial regional. La orientación exportadora fomentada 
por el nuevo perfil regional sólo está contemplando la dimensión económica de los 
cambios productivos y ha dejado de lado la dimensión social que acompaña el proceso 
de crecimiento económico ignorando, una vez más, el impacto que estos cambios 
productivos tienen sobre las mujeres y los hombres, su calidad de vida y su capacidad 
de decisión (op. cit., p.1). 
En este sentido, la frontera de México con Estados Unidos ha constituido un 
espacio representativo de los procesos de internacionalización del trabajo y se ha 
convertido en lugar central de la reestructuración neoliberal y del desenvolvimiento en 
México en la nueva modalidad de acumulación. La liberalización externa de la 
economía mexicana se ha desarrollado bajo condiciones poco propicias para el 
desarrollo integral de la competitividad de la planta productiva local por el propio 
20 
 
carácter asimétrico de la reestructuración capitalista mundial, y los procesos de 
reestructuración económica han dado lugar a marcadas transformaciones en la 
industria manufacturera y en su fuerza de trabajo, cambios en los que sobresalen: la 
pérdida de importancia de la actividad productiva y de la manufactura dentro del ámbito 
nacional y la nueva organización de las relaciones laborales y deterioro de la calidad 
del empleo (De la O, 2006). 
Cuando las ensambladoras iniciaron actividades en la frontera norte del país, se 
ocuparon mujeres porque era una fuente inagotable de mano de obra barata sin un 
marco comparativo laboral para saber lo que era o no justo (Carrillo y Gomis, 2013); no 
obstante, la intensidad del empleo femenino varía en función del país de origen, la 
localización de la sede de las empresas en el territorio nacional y el tamaño de su 
empleo. Además, existe el planteamiento de que la modernidad tardía que se vive en 
los países en desarrollo implica la reproducción de una estructura tradicional de la 
cultura, que lleva a que el proceso de transición a la modernidad sea incompleto, con 
irrupciones de elementos nuevos que por sí solos no terminan de fundar la modernidad 
ya que no se ha desarrollado un piso social, tecnológico y profesional favorable para su 
sostenimiento. Un planteamiento significativo que da cuenta de cómo el orden cultural 
de la región fronteriza del norte de México refleja los procesos contradictorios y 
heterogéneos de la conformación de esta modernidad tardía; por lo que, bajo este 
contexto, los cambios en la posición de género de las mujeres ocurren enfrentando 
múltiples resistencias conmomentos de avances y retrocesos (Solís, 2011). 
1.2.2 La división sexual del trabajo y sus manifestaciones simbólicas en el 
espacio. 
La división sexual de las actividades refleja un sistema de relaciones que evoluciona 
con el tiempo a la par con las transformaciones de las características mismas del 
entorno laboral y de los colectivos de mujeres y hombres (Cacouault, 2000). La 
asignación social de un ámbito para cada sexo conlleva a una división social de las 
tareas de acuerdo a ello, con lo que el concepto de división sexual del trabajo hace 
referencia al hecho de que las actividades no se encuentran distribuidas de forma 
21 
 
neutral, por lo que, mujeres y hombres no se encuentran en igualdad de condiciones ni 
en el ámbito doméstico ni en el productivo (Anzorena, 2008). 
Esta división del trabajo está basada en la diferencia biológica, que se interpreta 
culturalmente como una diferencia sustantiva que marca el destino de las personas, 
con una moral diferenciada para unos y para otras y que divide la vida en esferas 
masculinas y femeninas que varían de cultura en cultura; una división que lleva a lo que 
se define como género (Lamas, 1986). 
Siguiendo estas premisas, la división sexual del trabajo, deriva en 
desigualdades, no únicamente en cuanto a remuneración y condiciones de trabajo, sino 
también en términos de oportunidades profesionales, que se legitiman debido a que el 
trabajo de las mujeres se ha considerado secundario con respecto a su papel 
reproductor y subordinado en relación a un ingreso masculino privilegiado (Molineux, 
1994; Anzorena, 2008). Es así, como el carácter segregado de una estructura laboral, 
da cuenta de la medida en que las ocupaciones que la integran se clasifican como 
“masculinas” o “femeninas”, en donde mujeres y hombres se separan y concentran en 
actividades dominadas por miembros de su propio sexo (Oliveira y Ariza, 1999). 
En este contexto, patriarcado y capitalismo, producen diferentes 
determinaciones en las relaciones de género en diferentes lugares y tiempos; por lo 
que, la desigualdad en la forma de producción y distribución del espacio responde y se 
apoya en un sistema de producción capitalista, lo que influye en la forma como se 
asigna, utiliza, distribuye y transfiere el espacio entre los hombres y las mujeres; así, en 
cada una de las formas de concebir, asignar y experimentar el tiempo, se construye y 
manifiesta el género (Neil Smith, 1993, citado por Soto, 2003). 
El lugar, a su vez, se vuelve un actor que crea relaciones de género de orden 
social específico, cualquiera que sea la escala, el proceso es una acción de orden de 
género local; por lo que, aquello que se supone debe ser realizado por hombres y 
mujeres en diferentes lugares, es un proceso espacial, una generización con base 
espacial. Así, el diseño espacial es un resultado complejo de procesos sociales 
22 
 
formados por patrones históricos e interpretados por marcos culturales de 
entendimiento y negociación, tratándose de un diseño espacial que también está 
generizado y donde el trabajo es distribuido en diferentes mercados de manera 
codificada como trabajo de mujeres o de hombres siendo parte importante del proceso 
de reestructuración económica (Forsberg, 2014). 
Por otro lado, existen un conjunto de oposiciones simbólicas que se sostienen a 
través de la división sexual del trabajo y la precedente distribución estricta a cada uno 
de los sexos, de actividades, de espacios y tiempos, de instrumentos y objetos 
(Bordieu, citado por Soto, 2003). En este sentido, la división sexual del trabajo como 
categoría de análisis permite delimitar los lugares atribuidos a las mujeres al trabajo 
doméstico o a la esfera de la producción de la sociedad moderna; una división que 
junto con otras formas de división social permite la articulación de la división técnica e 
internacional del trabajo y cuestiona las teorías del ejército industrial de reserva y la 
segmentación del mercado de trabajo (Da Silva Blass, 1995, citado por Brunet y 
Alarcón, 2005). 
Bajo estas condiciones, debe considerarse un proceso dinámico de interacción 
entre oferta y demanda de la esfera de la producción y la oferta de trabajo 
condicionadas por las características de los distintos grupos sociales en la esfera de la 
reproducción, además, los roles y responsabilidades de la reproducción determinan las 
formas de integración en el mercado laboral y al mismo tiempo esta participación en el 
trabajo asalariado tiene efectos sobre la estructura familiar (op. cit., p.123). 
1.2.3 Enfoques analíticos de los mercados de trabajo y desigualdad de género. 
Entender el porqué de las desigualdades salariales, la discriminación, las condiciones 
de pobreza, el desempleo entre otros fenómenos económicos y sociales que ocurren 
en el mercado de trabajo, ha significado el surgimiento de múltiples interpretaciones 
analíticas orientadas a explicarlos mediante el desarrollo de grandes esfuerzos de 
orden conceptual, al igual que metodológico y técnico. Propuestas como segregación 
ocupacional, discriminación salarial, precarización y feminización o masculinización 
(de las ocupaciones, los sectores y subsectores económicos) han permitido el análisis 
23 
 
de la estructura diferencial de oportunidades para mujeres y hombres en el mercado 
laboral (Oliveira y Ariza, 1999). 
La creciente participación de las mujeres en el trabajo asalariado ha configurado 
una nueva estructura ocupacional precaria diferencial por género, que parece estar 
afectando también en gran medida a los hombres, ya que en algunos países 
integrantes de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), 
“existen indicios claros de que el trabajo en jornada reducida está aumentando entre 
los hombres”, y que para comienzos de la pasada década “creció la proporción de 
hombres que trabajan con arreglo a esta modalidad en casi todos los países de la 
OCDE”. Sin embargo, este incremento en la precariedad de los hombres no significa la 
mejora en la calidad del empleo de las mujeres, sino más bien parece ser parte de una 
igualación a la baja entre la calidad del empleo de ambos (Castillo, 2001). 
No obstante, debe señalarse que existen posturas adversas que señalan que la 
reestructuración económica y la competencia internacional han llevado a los 
empresarios a intentar reducir de diversas formas los costos de la mano de obra tanto 
de mujeres como de hombres, por lo que, los aspectos que anteriormente sólo 
caracterizaban al empleo femenino se extienden al conjunto de la fuerza de trabajo 
(García, 2001) 
Teorías como la de La nueva economía de la familia de Gary Becker también 
han intentado explicar los factores que condicionan y limitan las posibilidades de 
inserción de las mujeres en el trabajo extra-doméstico. Para este autor existe una 
diferencia biológica que incide en la división del trabajo doméstico, pues las mujeres 
controlan el proceso reproductivo y asumen voluntariamente el cuidado de los hijos 
como resultado de una inversión biológica. Debido a una ventaja comparativa respecto 
de los hombres en las actividades domésticas, las mujeres dedican más tiempo al 
trabajo doméstico gracias a su mayor productividad relativa, lo que requiere una 
especialización (las mujeres trabajan en la esfera doméstica y los hombres en el 
mercado de trabajo) que resulta en la segregación del empleo ante la falta de la 
24 
 
inversión necesaria de las mujeres en capital humano. Esto explicará por qué su 
productividad y ganancias son menores a las de los hombres (Brunet, 2005). 
Sin embargo, esta teoría ha sido ampliamente criticada y rebasada, pues no 
logra explicar de dónde surgen esas ventajas comparativas que dividen a los hombres 
y a las mujeres en la especialización del trabajo (Borderías y Carrasco, 1994; Ribas y 
Sajardo, 2004). Además, su consideración de la familia como una unidad racional en 
dondecaben términos como elección y preferencia que siguen los preceptos de la 
teoría neoclásica, no se dan de esa manera, ya que la familia no es una unidad 
armónica exenta de conflictos y en la que las decisiones se toman en función de la 
maximización de las utilidades de cada uno de sus miembros, sino que se trata de una 
institución en donde, además de las relaciones de poder y valores culturales que 
influyen directamente, también se tomarán decisiones afectadas por factores externos 
como la existencia de los servicios sociales disponibles y las condiciones de trabajo 
entre otros (Benería, 2008). 
La corriente marxista también formula una teoría explicativa de las diferencias y 
desigualdades entre hombres y mujeres en el mercado de trabajo. Bajo esta corriente, 
las desigualdades de género se derivan del capitalismo, pues las mujeres asalariadas 
son útiles como ejército de reserva laboral, al verlas como trabajadoras de segunda 
clase por su dependencia parcial del salario de los hombres, orilladas a la esfera 
privada cuando no se necesiten en el mercado laboral (Brunet, 2005). El análisis desde 
esta perspectiva es criticado, al no identificar y explicar las relaciones de género 
implícitas en el trabajo doméstico ni abordar cuestiones más específicas sobre la 
desigualdad de género y la reproducción (Benería, 2003). Además, la perspectiva 
marxista del interés de clase excluye a las mujeres y la familia del ámbito de la 
racionalidad económica (Folbre y Hartmann, 2003), y no aborda los temas de la 
producción doméstica ni la crianza de los hijos e hijas, dificultando la conceptualización 
de una posible explotación en el hogar (Folbre, 1982; Folbre y Hartmann, 2003). 
La corriente institucionalista es otra de las que han tratado de dar explicación a 
estos fenómenos, y surge como contraste a la explicación neoclásica del mercado de 
trabajo, concibiéndolo como un mercado compuesto por un conjunto de segmentos 
25 
 
distintos, con mecanismos de formación salarial y de asignación diferentes entre sí, con 
obstáculos a la movilidad entre ellos (Fernández, 2010). A partir de estos 
planteamientos surge una concepción dual y de segmentación del mercado de trabajo 
por Michael Piore (1983) para quien la relación laboral es estructuralmente desigual en 
el modo de producción capitalista y no se explica sin el contexto institucional que regula 
el desarrollo de las relaciones sociales de carácter económico y las de empleo, pues el 
mercado se basa en normas e instituciones formales e informales y no únicamente en 
las leyes de oferta y demanda (Brunet, 2005). 
Bajo los preceptos de esta teoría, la difusión de los salarios y las condiciones es 
mucho más amplia que la difusión de la capacidad de rendimiento, y los trabajadores 
están divididos en "segmentos" jerárquicos entre los cuales hay relativamente poco 
movimiento (Doeringer y Piore, 1971; Edwards, Reich y Gordon, 1975; Storper y 
Walker, 1983). Se trata de dos grandes segmentos, el del mercado primario que 
contempla los buenos puestos del mercado de trabajo con salarios elevados, 
estabilidad y oportunidades de avance, y el mercado secundario con puestos de trabajo 
de salarios bajos, inestabilidad y pocas oportunidades de avance (Fernández, 2010). 
Además, existe otra división dentro del sector primario en el que se identifican un 
segmento superior y otro inferior, en el primero se presentan mejores salarios, estatus 
superiores, mayores oportunidades de promoción, ausencia de mecanismos formales 
de supervisión, espacio para la creatividad individual e iniciativa, etc. y en el segundo, 
se identifican características habituales de puestos manuales (op. cit., p.120). 
En este sentido, la existencia de una estructura dual del mercado de trabajo 
explica que las mujeres se sitúen como trabajadoras del segmento secundario con 
características laborales y salariales determinadas por aspectos no competitivos del 
mercado, ya que tienden a concentrarse en este sector debido a su posición en la 
familia que les obliga a interrumpir su carrera laboral y a poseer menor cualificación y 
capital humano que los hombres (Brunet, 2005). 
No obstante, esta teoría también es criticada al no lograr explicar por qué las 
mujeres obtienen menores niveles de educación, por qué el cuidado del hogar y los 
hijos se les atribuye, por qué continúa la segregación ocupacional por sexo a pesar de 
26 
 
que hombres y mujeres tengan habilidades similares y por qué las actividades que 
tradicionalmente se le han asignado a las mujeres se convierten en estereotipos que se 
trasladan a las ocupaciones de las mujeres a pesar de sus avances educativos a lo 
largo de las últimas décadas y su responsabilidad con el trabajo (Gámez y Ángeles, 
2005). 
A pesar de lo anterior, como eje referencial en el análisis de las características 
que presenta el mercado de trabajo en la industria manufacturera nacional para 
mujeres y hombres, y las diferencias que ambos presentan en cuanto a niveles de 
precarización, en este trabajo de investigación se hará uso de la teoría de la 
segmentación del trabajo que permite ubicar e identificar los empleos precarios. Esta 
teoría hace una mejor interpretación y aplica medidas más adecuadas para lograr la 
equidad de género que reconocen la influencia de las pautas culturales y del estado, la 
familia, la escuela, el mercado de trabajo, etc. en las relaciones que se producen y 
reproducen en la sociedad y reconoce la influencia de la historia, el grado de desarrollo 
económico, y elementos que, en conjunto, establecen condiciones específicas para las 
mujeres. Además, el institucionalismo desarrolla una investigación multidisciplinaria que 
capta de mejor manera las circunstancias que definen las diferencias entre hombres y 
mujeres en el mercado de trabajo (Chávez, 2010). 
1.2.4 La teoría de la segmentación del mercado laboral y la dimensión territorial. 
 
Hablar de la Teoría de la Segmentación del Mercado Laboral, implica pensar en 
un conjunto diverso de ideas, planteadas desde diferentes enfoques teóricos, 
motivadas inicialmente por la búsqueda de explicaciones más realistas del 
funcionamiento del mercado laboral. 
A comienzos de los años sesenta economistas de la tradición institucionalista 
norteamericana señalaron la persistencia, en el mercado laboral, de la pobreza, la 
discriminación racial y de género, las desigualdades en las ganancias, etc., fenómenos 
que no encajaban en el análisis económico predominante de corte neoclásico 
dominado por la teoría del capital humano. En este contexto, se comenzó a elaborar 
una concepción teórica diferente, donde el funcionamiento del mercado laboral 
27 
 
encontraba mejor explicación a partir de la idea de que éste no era uniforme, sino que 
se dividía en segmentos o sectores diferentes entre sí; inicialmente bajo una 
concepción dual del mercado laboral que posteriormente sería ampliada (Fernández, 
2010). 
 En la concepción dual del mercado laboral, éste estaría dividido en dos 
segmentos, el mercado primario (que englobaría los puestos “buenos” del mercado de 
trabajo, aquellos que presentan salarios elevados, estabilidad, oportunidades de 
avance, etc.) y el mercado secundario (de los puestos de trabajo menos deseables, al 
ofrecer salarios bajos, inestabilidad, escasas oportunidades de ascenso, etc.) (op. cit., 
pp.120). 
No obstante, después de los primeros planteamientos de la división dual del 
mercado laboral, se sugirió la existencia no sólo de dos segmentos sino de tres, cuatro 
y hasta una segmentación jerárquica (Bauder, 2001), y aún en textos económicos 
estándar sobre el trabajo, no se ha producido un solo esquema de segmentación 
ampliamente aceptado (Guittleman y Howell, 1995). En este sentido, pensar en un 
sector secundario caracterizado por empleos precarios implicaría, pensar en distintos 
segmentos con diferentes niveles de precariedad laboral, quese tomará en cuenta en 
este trabajo de investigación. 
En este sentido, a nivel macro, cada mercado representa un sector. Estos 
segmentos están bien diferenciados y son impermeables entre sí. El primer segmento 
se constituye de tres subsectores:1) El sector superior, o sea, los dirigentes y 
ejecutivos, con alta movilidad horizontal, más que vertical, y de promoción interna 
reducida; 2) El sector intermediario, que reúne a los artesanos; 3) El sector inferior, que 
reúne a los obreros. 
El sector secundario también tiene tres configuraciones:1) Un subsector 
desestructurado y temporal; 2) Un subsector que propone empleos internos al sector 
secundario, con una estructura formal de mercado, pero con salarios reducidos y una 
promoción restringida; 3) Empleos secundarios sin escala de promoción, pertenecen al 
mercado interno, pero sin sus privilegios. 
28 
 
De esta manera, el mercado de trabajo que inicialmente se veía bajo una 
estructura dual se organiza de manera más compleja, dividiéndose en diversos 
segmentos que no responden únicamente a aspectos dicotómicos de las relaciones 
laborales, sino que se determinan por las estrategias que lleva a los empresarios a 
crear un mayor o menor número de puestos de trabajo de acuerdo a la demanda de 
bienes y servicios y al nivel tecnológico de cada sector, empresa o proceso productivo 
determinado en el mercado de productos (Román, 2013). 
A esto se suma el hecho de que trabajos realizados por Peck (1992 y 1996) y 
Hanson y Pratt (1992), y más recientemente por Sánchez (2010), destacan la 
dimensión territorial en el estudio de los mercados de trabajo en general que inciden 
especialmente en el escaso desarrollo de los trabajos sobre segmentación laboral local 
(Muñoz de Camacho y Pinillas, 2013). 
Así, bajo un enfoque analítico que Peck (1996), citado por Sánchez (2010), 
señalaría como el punto de partida de la denominada “cuarta generación de 
segmentacionistas”, la estructura de la oferta laboral, creada de forma exógena al 
sistema productivo, es adecuada y útil para adaptarse a la estructura del empleo 
generada por factores asociados a la demanda; bajo esta visión se incorporan nuevos 
planteamientos al análisis de la segmentación laboral que hasta ahora sólo se tomaban 
como factores externos, como son los factores socio-institucionales y culturales, entre 
ellos la familia y los procesos históricos y evolutivos tanto de los sistemas productivos 
como de los reproductivos. Se aborda el análisis de los mercados de trabajo locales 
concretos, donde la segmentación aparece como resultado de complejas dinámicas 
que intervienen en la formación de la oferta y de la demanda de trabajo sobre el 
territorio y donde se plantea la necesidad de mantener una visión interdisciplinar del 
mercado de trabajo que considere el ámbito local como unidad de análisis importante 
para el estudio de la segmentación de los mercados laborales. 
Aunque las primeras generaciones institucionalistas suponían que cada 
segmento del mercado laboral funcionaba de forma similar independientemente del 
espacio físico donde se situase, como una concepción universalista (Peck, 1996), la 
29 
 
dimensión territorial de la segmentación laboral ha estado implícitamente presente en 
los trabajos segmentacionistas desde prácticamente la década de los setenta; sin 
embargo, las investigaciones destinadas al estudio de la segmentación en los 
mercados de trabajo locales como tales no destacan hasta principios de la década de 
los ochenta con investigadores e investigadoras de la cuarta generación de 
segmentacionistas como Rumberger et.al (1980), Hanson y Pratt (1992), Peck (1992 y 
1996), Rubery (1992), Banyuls y Cano (1996), Casado (2000) o Grimshaw et al. (1999), 
entre otros. Al respecto, los estudios segmentacionistas recientes muestran que no es 
sólo que los segmentos se configuren de forma diferente en distintos contextos sino 
que evolucionan también en el tiempo al no configurarse ni de forma aislada ni 
independientemente de los procesos históricos que les sirven de contexto (Sánchez, 
2010; Rubery, 2006; Muñoz de Camacho y Pinillas, 2013). 
Así, se plantea que la caracterización de los mercados de trabajo puede ser un 
indicador de gran valor para el diagnóstico territorial, como referente de aspectos 
económicos, demográficos, culturales o políticos (Méndez, 2002ª; Rodríguez y Díaz, 
2007). En este sentido, un análisis que permita evaluar cómo es que el nivel de 
reestructuración productiva y globalización de los estados determina la intensidad del 
proceso de segmentación de sus mercados y cómo es que esto se manifiesta en el 
empleo de mujeres y hombres, daría luz en la identificación y comprensión de los 
distintos factores que intervienen en la conformación de las estructuras de empleo que 
caracterizan al territorio mexicano. 
Bajo este planteamiento, se pone en la mira el hecho de que con el proceso de 
transformación de las economías a partir del agotamiento del antiguo modelo de 
acumulación, la teoría de la segmentación y el concepto de dualización han sido 
retomados y reinterpretados para caracterizar y explicar la tendencia observada en 
distintos lugares del mundo afectados por el avance simultaneo e interrelacionado de la 
revolución científico-técnica de base informacional, la reestructuración productiva y la 
globalización (De Mattos, 2002). Así, la visión de dualismo supone que la nueva 
dinámica económica "conduce a la vez a una segregación y a una segmentación 
espaciales, a una marcada diferenciación entre el nivel superior de la sociedad 
30 
 
informacional y el resto de los residentes locales, así como a una segmentación sin fin 
y a la frecuente oposición entre muchos componentes de la fuerza de trabajo 
reestructurada y desestructurada" (Castells, 2001: 394; de Mattos, 2002) 
La segmentación territorial se ve determinada por la existencia de variantes en 
las condiciones previas de diversas porciones del territorio nacional (a escala regional o 
urbana) que implican diferencias en la integración de los nuevos postulados de 
modernización de la economía y, por tanto, la conformación de un territorio que opera a 
dos velocidades, pues existen sistemas territoriales con mayor capacidad para 
integrarse a las nuevas condiciones hegemónicas y otros atrasados en su integración o 
excluidos de los procesos dominantes; velocidades que determinan las pautas de 
comportamientos de sistemas socioterritoriales presentes en la realidad mexicana 
(Hiernaux, 1994). 
Dicho más claramente, la dualización se da como resultado de un proceso en el 
que convergen dos realidades opuestas, pues se da una fragmentación y/o polarización 
territorial, económica y social injusta producto de diversas inequidades como la 
exclusión social, falta de oportunidades, falta de acceso a la salud, a la educación, a 
vivienda digna, al empleo, etc. (Colmenares, 2006), donde existe una asimilación de la 
globalización diferenciada en la que regiones más avanzadas en este proceso 
mostrarán claras diferencias con las que apenas empiezan. 
En el análisis de los segmentaristas de la cuarta generación se observa la 
incorporación de nuevos planteamientos al estudio de la segmentación laboral que 
habían quedado relegados a la condición de factores externos como los socio-
institucionales y culturales, la familia, los procesos históricos y evolutivos, tanto de los 
sistemas productivos como de los reproductivos, que son ahora considerados como las 
variables que determinan la estructura laboral. Así, bajo el análisis de diferentes 
trabajos empíricos es posible distinguir tres tipos de segmentación laboral: la 
segmentación ocupacional que se construye sobre la base de las características de los 
puestos de trabajo; la segmentación industrial que parte de características de las 
industrias como el tamaño de las mismas, el poder de mercado, la inversión en 
31 
 
investigación,

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