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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO POSGRADO EN ECONOMÍA INSTITUTO DE INVESTIGACIONES ECONÓMICAS ECONOMÍA URBANA Y REGIONAL SEGMENTACIÓN Y PRECARIZACIÓN LABORAL EN LA INDUSTRIA MANUFACTURERA EN MÉXICO. UN ESTUDIO DESDE LA PERSPECTIVA DE GÉNERO (2005-2014) TESIS QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE: MAESTRA EN ECONOMÍA URBANA Y REGIONAL PRESENTA: SELENE FABIOLA CRUZ CALDERÓN TUTOR DR. EN C.S.P. ADOLFO SÁNCHEZ ALMANZA INSTITUTO DE INVESTIGACIONES ECONÓMICAS (UNAM) MIEMBROS DEL COMITÉ TUTORIAL DR. EN E.P. CARLOS BUSTAMANTE LEMUS (IIEc-UNAM) DR. EN E. MIGUEL ÁNGEL MENDOZAGONZÁLEZ (FE-UNAM) DRA. EN C.E.A. WENDY OVANDO ALDANA (UAEMex) DR. EN E. FELIPE TORRES TOREES (IIEc-UNAM) MÉXICO, CD. MX., MAYO 2016 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. A mis amados padres, cuánto los admiro. A mi gran e inolvidable amigo “renard”. AGRADECIMIENTOS Agradezco, en primer lugar, a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), institución que me brindó la oportunidad de realizar mis estudios de maestría y gran ejemplo de servicio al país y a la humanidad; al Concejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) por otorgarme la beca que me permitió realizar y culminar mis estudios. Agradezco profundamente el apoyo del Dr. en C.P.S. Adolfo Sánchez Almanza quien, con su paciencia, entrega y valiosos consejos, fue guía en la búsqueda por alcanzar los objetivos de la tesis; al Dr. en E. Miguel Ángel Mendoza González, por su gran apoyo y precisa asesoría en el desarrollo de esta investigación; a la Dra. en C.E.A. Wendy Ovando Aldana, por su orientación, consejos y por brindarme su valioso tiempo y finalmente, al Dr. en E. Felipe Torres Torres y al Dr. en E.P. Carlos Bustamante Lemus por su gran atención y apoyo. La realización de este trabajo de investigación requirió un gran esfuerzo y dedicación que no habrían sido posibles sin el apoyo, motivación y compañía de gente sumamente importante para mí. Mamá, tú eres el más claro ejemplo de fortaleza, claridad, decisión y valentía. Gracias, porque en esta etapa, donde culmina sólo uno de mis proyectos profesionales, no sólo has sido parte sino motivo. Te amo infinitamente. Papá, gracias por estar siempre presente. Tía Alicia, gracias por todos estos años de apoyo incondicional e inmenso cariño. Jean, gracias por haber sido mi gran amigo, mi cómplice y mi apoyo. Finalmente, agradezco a todos mis amigos y familiares, quienes fueron pieza importante a lo largo de todo este proceso. ÍNDICE INTRODUCCIÓN ............................................................................................................ 1 CAPÍTULO I. ESPACIO, MERCADO Y GÉNERO ......................................................... 8 1.1 La división del trabajo y el espacio. ...................................................................... 8 1.1.1 El factor trabajo en la teoría de la localización. ................................................... 8 1.1.2 División espacial del trabajo. ............................................................................. 12 1.1.3 La división internacional del trabajo y la globalización. ..................................... 14 1.1.4 Reestructuración productiva y transformaciones territoriales. .......................... 16 1.2 Género, espacio y división del trabajo. ............................................................... 18 1.2.1 Género y Espacio. ............................................................................................ 18 1.2.2 La división sexual del trabajo y sus manifestaciones simbólicas en el espacio. 20 1.2.3 Enfoques analíticos de los mercados de trabajo y desigualdad de género. ...... 22 1.2.4 La teoría de la segmentación del mercado laboral y la dimensión territorial. ...................................................................................................................................... 26 CAPÍTULO II. LA INDUSTRIA MANUFACTURERA EN MÉXICO. UNA MIRADA A SU ORIGEN Y EVOLUCIÓN .............................................................................................. 32 2.1 Crecimiento y auge de la industria manufacturera en México. ......................... 33 2.2 La industria manufacturera ante la reestructuración económica en México y la nueva organización territorial. ................................................................................... 35 2.3 Desarrollo y localización del empleo industrial manufacturero mexicano. ..... 39 2.4 Especialización y diversificación de la manufactura en el territorio nacional. 42 CAPÍTULO III. FLEXIBILIZACIÓN Y PRECARIZACIÓN DE LAS CONDICIONES LABORALES EN LA INDUSTRIA MANUFACTURERA EN MÉXICO ......................... 49 3.1 El concepto de flexibilidad y su expresión en el mercado laboral. .................. 51 3.2 El concepto de precariedad laboral y su presencia en el mercado laboral. .... 52 3.3 La precariedad laboral y sus implicaciones en las relaciones de género. ...... 55 3.4 La reforma laboral en México y sus implicaciones en la organización industrial. ..................................................................................................................... 58 CAPÍTULO IV. CARACTERIZACIÓN DEL EMPLEO DE LOS TRABAJADORES SUBORDINADOS Y REMUNERADOS DE MÉXICO Y DE LA INDUSTRIA MANUFACTURERA ..................................................................................................... 64 4.1 Organización y distribución territorial del empleo en la actividad económica manufacturera de México. .......................................................................................... 64 4.2 Distribución de la población ocupada en la industria manufacturera mexicana por rama de actividad económica.............................................................................. 65 4.3 Organización y distribución territorial del empleo en las principales ramas de actividad económica manufacturera de México. ...................................................... 69 4.4 Tendencias de precarización en el empleo asalariado en México 2005-2014. . 72 4.4.1 Las trabajadoras y trabajadores Subordinados y Remunerados en México. .... 72 4.4.2 Las trabajadoras y trabajadores Subordinados y Remunerados de la Industria Manufacturera en México........................................................................................... 90 CAPÍTULO V. DISTRIBUCIÓN REGIONAL DE LA PRECARIEDAD LABORAL DE LOS TRABAJADORES SUBORDINADOS Y REMUNERADOS DE MÉXICO Y DE LA INDUSTRIA MANUFACTURERA ............................................................................... 107 5.1 Estandarización por grado e intensidad de la precariedad laboral las trabajadoras y los trabajadores subordinados y remunerados en México. ......... 112 5.2 Estandarización por grado de la precariedad laboral de las trabajadoras y los trabajadores subordinados y remunerados de la industria manufacturera en México. ....................................................................................................................... 118 CAPÍTULO VI. ASOCIACIÓN ESPACIAL DE LA PRECARIEDAD LABORAL DE LOS TRABAJADORES SUBORDINADOS Y REMUNERADOS ENMÉXICO 2005-2014 128 6.1 Análisis Espacial del Índice de Precariedad Laboral en México. .................... 129 6.1.1 Trabajadoras y Trabajadores Subordinados y Remunerados 2005-2014. ...... 132 6.1.2 Trabajadoras y trabajadores Subordinados y Remunerados de la Industria Manufacturera 2005-2014. ....................................................................................... 140 6.2 Indicadores sociales y económicos de México y su relación con el índice de Precariedad laboral. .................................................................................................. 150 CONCLUSIONES ....................................................................................................... 159 ANEXOS ESTADÍSTICOS .......................................................................................... 166 Anexo 1. Participación de la población ocupada en la industria manufacturera en México (2009) ............................................................................................................. 166 Anexo 2. Índice de Precariedad laboral del conjunto de los Trabajadores Subordinados y Remunerados en México (2005-2014) .......................................... 167 Anexo 3. Índice de Precariedad laboral del conjunto de las Trabajadoras Subordinadas y Remuneradas en México (2005-2014) .......................................... 168 Anexo 4. Índice de Precariedad laboral de los Trabajadores Subordinados y Remunerados en México (2005-2014) ...................................................................... 169 Anexo 5. Índice de Precariedad laboral del conjunto de los Trabajadores Subordinados y Remunerados de la Industria Manufacturera en México (2005- 2014) ........................................................................................................................... 170 Anexo 6. Índice de Precariedad laboral de las Trabajadoras Subordinadas y Remuneradas de la Industria Manufacturera en México (2005-2014) ................... 171 Anexo 7. Índice de Precariedad laboral de los Trabajadores Subordinados y Remunerados de la Industria Manufacturera en México (2005-2014) ................... 172 Anexo 8. Intensidad de la precariedad del conjunto de los trabajadores subordinados y remunerados en México 2005-2014. ............................................. 173 Anexo 9. Intensidad de la precariedad de las trabajadoras subordinadas y remuneradas en México 2005-2014. ........................................................................ 174 Anexo 10. Intensidad de la precariedad de los trabajadores subordinados y remunerados en México 2005-2014. ........................................................................ 175 Anexo 11. Intensidad de la precariedad del conjunto de los trabajadores subordinados y remunerados de la industria manufacturera 2005-2014. ............ 176 Anexo 12. Intensidad de la precariedad del conjunto de las trabajadoras subordinadas y remuneradas de la industria manufacturera 2005-2014. ............ 177 Anexo 13. Intensidad de la precariedad de los trabajadores subordinados y remunerados de la industria manufacturera 2005-2014. ....................................... 178 BIBLIOGRAFÍA .......................................................................................................... 179 1 INTRODUCCIÓN Los estudios de Economía Urbana y Regional han fincado sus esfuerzos en tratar de responder preguntas centrales como: ¿por qué sólo algunas regiones y ciudades concentran la mayor parte de la actividad industrial y de los servicios modernos y sofisticados?, ¿cuál es el papel de los espacios económicos en ese proceso de concentración económica y en la estructura y funcionamiento de la actividad económica general? y ¿cuáles son las explicaciones sobre desarrollo regional y urbano reciente? Aunque hay un gran avance tanto en el orden teórico como en el epistemológico y práctico, se ha dejado de lado la formulación de otras preguntas de igual relevancia como: ¿cómo influyen las relaciones de género en la determinación de la actividad económica que se desarrolla en el espacio? y ¿cuáles son las características regionales que han incidido en una diferenciación de las relaciones laborales entre hombres y mujeres?, interrogantes que son de interés para este trabajo y que significan el planteamiento de nuevas perspectivas de análisis, así como la redefinición de conceptos y categorías que permitan conocer el cuerpo central de la conformación y funcionamiento del espacio. En este sentido, la actual recomposición en la fuerza de trabajo de la industria manufacturera demanda un análisis transversal con enfoque de género más profundo que tome en cuenta diferentes elementos, como son: el contexto regional, cultural, clase social, dinámica familiar, rama de actividad, grado de tecnología alcanzado, tipo de organización del trabajo, relaciones laborales, tipo de mercado laboral y culturas laborales asociadas a esta industria. Sólo bajo un análisis de este tipo se estaría en la posibilidad de no quedarse en aproximaciones reduccionistas sobre la recomposición de la estructura de la fuerza de trabajo que integra la industria manufacturera; lo cual, supone un reto tanto teórico como metodológico. A pesar de la complejidad, este tipo de análisis va adquiriendo relevancia en tanto ya han surgido diversos estudios en los que se propone ampliar la comprensión del trabajo femenino y masculino en la industria manufacturera a partir de las condiciones impuestas por el estilo de desarrollo económico en cada región, las 2 opciones de empleo predominantes en el mercado de trabajo, los perfiles sociodemográficos y las características de alta inestabilidad predominantes en industrias de la manufactura como la maquila de exportación (De la O, 2006). El agotamiento del antiguo modelo sustitutivo de importaciones significó el impulso de políticas económicas y de desarrollo industrial caracterizado por una mayor apertura comercial, que requería la implementación y desarrollo de un proceso de reestructuración económica impulsado desde la década de los ochenta. Un proceso acompañado por un escenario de globalización que, de acuerdo a lo planteado en diversos estudios como los de De Mattos (1995), Ciccolella (1999) o Hiernaux (1999), combina dos elementos que conforman la realidad nacional e internacional y que han dado lugar al surgimiento de cambios en la estructura territorial y socio laboral. Por lo anterior, se ha tenido como resultado la conformación de regiones con formas de organización diferenciadas, en donde los efectos sobre el empleo son también distintos (Sánchez, 2010). En suma, aspectos como la flexibilidad laboral, contratos temporales o a tiempo parcial, bajos salarios, ausencia de prestaciones laborales, sindicalización y acceso a seguridad social, han constituido formaciones de empleo precario que se han vuelto parte de la realidad nacional, pero con disimilitudes espaciales y entre la fuerza de trabajo. El caso mexicano da cuenta de una conformación diferenciada del escenario económico territorial, que distingue dos formas de organización industrial manufacturera; la que caracteriza a los estados del norte y fronterizos y la que caracteriza a la zona centro y sur del país, con una estructura del empleo determinada por esta dualidad, donde por un lado, se tienen empleos con condiciones más privilegiadas y por otro, empleos de menor calidad. Ante este contexto, y destacando el hecho de que se trata de un proceso con distintos matices de carácter social y territorial, surgió el interés por desarrollar una investigación en la que se verifique la existencia de diferencias espaciales significativas en el comportamiento de la precariedad laboral y sus distintas manifestaciones entre 3 los grupos de la población femenina y masculina y su distribución diferenciada.Para ello, se propone un estudio centrado en el caso y antecedentes históricos de la industria manufacturera nacional y su presencia en cada una de las entidades federativas, planteando las siguientes preguntas de investigación: ¿Cuáles son las características de precarización del mercado laboral de mujeres y hombres y de la existencia de una segmentación laboral para el territorio de México? Y ¿cómo se presenta la segmentación del mercado laboral en el territorio mexicano de acuerdo al empleo de mujeres y de hombres? Con base en estas preguntas de investigación, se tiene como objetivo general analizar la incidencia de la construcción y transformación del espacio, a partir del proceso de reestructuración económica en las relaciones laborales de género que llevan a condiciones de segmentación y precarización en el empleo de hombres y mujeres, en la industria manufacturera mexicana. Para responder a las preguntas y cumplir con el objetivo, se propone la comparación de las características de las condiciones laborales de mujeres y hombres en la industria manufacturera mexicana que se desarrollan en las distintas entidades federativas, evaluar el nivel e intensidad de precarización que se ha presentado en el empleo de mujeres y hombres en la industria manufacturera y analizar, mediante la exploración de antecedentes históricos, la existencia de patrones regionales que señalen la diferenciación de las relaciones laborales por género en esta industria. En este sentido, debe ponerse de manifiesto cuál será la teoría que se usará como eje referencial de la investigación, para lo que cabe decir que diversas corrientes teóricas denominadas “postfordistas” han tratado de explicar las cuestiones del mercado laboral, las desigualdades en el empleo de mujeres y hombres y las desigualdades regionales, desde enfoques de la economía clásica y neoclásica como la Teoría del Capital Humano y la Teoría de la Nueva Economía de la Familia, y enfoques heterodoxos como la teoría marxista e institucionalista de donde emana la Teoría de la Segmentación del Mercado Laboral. 4 Esta última teoría aborda de manera más amplia los efectos de la flexibilidad laboral, el deterioro de la calidad del empleo de las y los trabajadores, los factores que determinan las desigualdades laborales entre la fuerza de trabajo y realiza una mejor interpretación de las causas por las que mujeres y hombres se sitúan en empleos con distintas particularidades (Chávez, 2010). Además, de esta teoría se deriva un enfoque para el estudio de la segmentación en los mercados de trabajo locales impulsado por investigadores e investigadoras de la cuarta generación de segmentacionistas como Rumberger et.al (1980), Hanson y Pratt (1992), Peck (1992 y 1996), Rubery (1992), Banyuls y Cano (1996), Casado (2000) o Grimshaw et al. (1999), entre otros (Muñoz de Camacho y Pinillas, 2013), que integra la función del espacio y que supone que los cambios en la dinámica económica producen segregaciones y segmentaciones espaciales que estarán determinadas por la dinámica previa imperante en el territorio, produciendo porciones del territorio con condiciones diversas u opuestas. Así, diferentes territorios se comportan de diversas formas ante los procesos globales en función de las estructuras históricas que los caracterizan y la participación que tengan en ellos las empresas, instituciones y actores políticos y sociales, lo que favorece a la redistribución y reforzamiento de la división espacial del trabajo (Méndez, 1995). En este punto, la reestructuración económica se erige como tema central vinculado a nuevas inquietudes sobre el futuro del trabajo ante el cambio tecnológico y los efectos de las nuevas tecnologías, los nuevos modos de organización del trabajo y la flexibilidad de las relaciones laborales, que derivan en precariedad laboral. De lo anterior, es posible definir una hipótesis general y dos específicas: HG= La evolución de la calidad del empleo femenino y masculino, y sus diferencias interestatales, se asocian con los procesos de cambio del modelo territorial que caracterizan al país en las últimas décadas. H1= Las características de la industria manufacturera de las entidades federativas mexicanas ante el proceso de reestructuración productiva y su acepción de la 5 globalización determina la intensidad del proceso de segmentación de sus mercados y del empleo femenino y masculino. H2= Existen patrones regionales y territoriales en la industria manufacturera de México con predominios de mano de obra femenina o masculina en la industria manufacturera con condiciones laborales de precariedad diferenciadas, en donde las mujeres se encuentran posicionadas en empleos de mayor desventaja. La validación de estas hipótesis requiere relacionar variables como precariedad laboral, género y espacio, para lo que se realizó la selección de indicadores como: 1. La caracterización del espacio, requiere el análisis de la organización de la actividad económica manufacturera que caracteriza a las entidades federativas del país, su comparación y detección de agrupaciones de entidades con las mismas características de empleo. 2. Para evaluar la precariedad laboral en la industria manufacturera en general, se calculará un índice que considera seis variables: ingreso, jornada laboral, tipo de contrato, seguridad social, prestaciones y sindicalización recogidas de autores como Mora (2010). 3. En cuanto al género, se realizará un análisis por sexo de la tasa de participación de 2005 a 2014 en la industria manufacturera y las distintas ramas que la integran de las 32 entidades federativas. La importancia de una investigación de este tipo, radica en el hecho de que al análisis sectorial de la condición de precariedad laboral y su evolución se incorpora el enfoque de género y espacial, dos tipos de análisis que han sido poco abordados de forma conjunta en la mayoría de los estudios sobre precariedad de la fuerza de trabajo en México y en la industria manufacturera. Así mismo, es importante destacar que, como señala Doreen Massey (1993) citada por Soto (2003), la variable género puede matizar los resultados de una política de empleo regional e incluso comprender sus incidencias en la reorganización del espacio económico nacional, permitiendo ubicar la 6 conformación de culturas genéricas construidas localmente y detectar las variaciones geográficas en la construcción de la masculinidad y feminidad, así como la relación entre ambas. Con lo planteado anteriormente, resulta necesario puntualizar el tiempo y el espacio considerados. Se realizará un estudio posterior a la reestructuración económica y, tomando en cuenta que las bases de datos que permiten identificar características específicas del empleo de las y los trabajadores se homogenizan en la Encuesta de Ocupación y Empleo (ENOE) a partir de 2005, el periodo de análisis que se elige abarca de 2005 a 2014. En cuanto al espacio, se considera el conjunto de las 32 entidades federativas del territorio nacional. Se trata de un estudio cuantitativo que busca relacionar aspectos cualitativos del contexto territorial, aplicando técnicas del análisis estadístico multivariado para la elaboración de un índice de precariedad laboral y de intensidad de la precariedad. Además, se implementarán técnicas del Análisis Exploratorio de Datos Espaciales (AEDE) que permite la detección de asociaciones espaciales, concentraciones locales y distintos tipos de regímenes espaciales que se expresan a través de los datos. La estructura de este trabajo de investigación consta de seis capítulos. En el primero de ellos se expone la revisión de la literatura sobre el espacio, el mercado y el género, la incidencia de la globalización como un proceso de cambio en la naturaleza de la organización económica, con el fin de mantener posicionesde mercado y controlar los mecanismos de creación y apropiación del excedente económico mediante la descentralización de la producción. Se plantea la base teórica de esta investigación que proviene de la visión institucionalista, de donde emana la Teoría de la Segmentación de los Mercados Laborales, que rechaza la visión ortodoxa del mercado laboral, reconoce las desigualdades en el empleo de mujeres y hombres y la diferencia en el tiempo y espacio de los mercados de trabajo, por lo que, bajo este enfoque, la organización del territorio no se debe sólo a la sucesión de una forma de organización económica por otra, sino a la superposición y combinación de formas de organización 7 social y estructuras industriales volviendo más complejo el análisis de los territorios (Hiernaux y Lindón, 2006). En un segundo capítulo, se realiza una caracterización de la industria manufacturera desde el planteamiento de sus antecedentes a partir del periodo de industrialización en México, la transición del modelo sustitutivo de importaciones al modelo de apertura comercial y los cambios en la estructura territorial mexicana ante el proceso de reestructuración económica. En un tercer capítulo, se expone el proceso de flexibilización y precarización del empleo que se ha dado en la industria manufacturera mexicana, partiendo de la clara definición de estos conceptos, su expresión en las relaciones de género y la incidencia de la reforma laboral sobre la organización industrial. En el cuarto capítulo, se exponen las tendencias del empleo de los trabajadores subordinados y remunerados de la industria manufacturera, la distribución territorial del empleo manufacturero y sus principales ramas en México. Se exponen las tendencias de precarización laboral de las y los trabajadores subordinados a partir de variables como ingreso, seguridad social, contrato, jornada laboral, prestaciones y sindicalización. En el capítulo quinto, se exponen los resultados del cálculo del índice de precariedad laboral de los asalariados de la industria manufacturera para las 32 entidades federativas de México, su clasificación por estrato de precariedad y el cálculo de su intensidad de acuerdo a la población de cada entidad federativa. En un sexto capítulo, se analizan las tendencias de asociación espacial de la precariedad laboral a través de una metodología que ayude a la detección de patrones espaciales que ayuden a corroborar las hipótesis planteadas. Finalmente, se realizan una serie de conclusiones sobre los resultados encontrados a lo largo de la investigación, se colocan las fuentes de información consultadas y algunos anexos estadísticos para la mayor comprensión del texto. 8 CAPÍTULO I. ESPACIO, MERCADO Y GÉNERO Introducir en los estudios de la economía urbana y regional aspectos fundamentales como el género permitiría una evaluación más amplia y detallada de la política regional y una comprensión más profunda de la organización y reorganización del espacio económico nacional, reconociendo variaciones geográficas para la elaboración de análisis no esencialistas sobre el mercado de trabajo y la expresión territorial de los viejos y nuevos empleos (Massey, 1994). Partiendo de esta idea, el objetivo de este capítulo es fundamentar teóricamente la relación espacio mercado y género. 1.1 La división del trabajo y el espacio. 1.1.1 El factor trabajo en la teoría de la localización. En las últimas décadas, la teoría de la localización desde el punto de vista clásico y neoclásico ha enfrentado diversas críticas, gracias a las cuales se ha puntualizado una de las principales deficiencias de este enfoque: su visión del trabajo simplemente como “factor de la producción” sin que tenga mucha importancia para la localización (Storper y Walker, 1983). En teorías como las de Von Thünen, Weber, Christaller y Lösh, se explica la distribución de la actividad por la distancia física al mercado de consumo o al de materias primas y Alfred Marshall analiza por primera vez las economías de aglomeración señalando que se asocian con rendimientos crecientes que obtienen los agentes económicos al concentrarse (Yánes y Acevedo, 2010). Sin embargo, se ha planteado la necesidad de concebir al trabajo como algo más que una mercancía que se cambia en los mercados de trabajo por un salario y que se utiliza por la industria con el fin de optimizar su producto marginal (Storper y Walker, 1983). Los factores de localización que tradicionalmente se habían visto como determinantes para la construcción de una empresa, han sido trastocados con el proceso de globalización, pues las oportunidades para la ubicación bajo condiciones adecuadas para la producción rentable son mucho más amplias ante un incremento en 9 la capacidad locacional del capital que se observa a través de los avances en: la circulación, la producción y la organización. a) Circulación: las mejoras en el transporte disminuyen los costos de circulación del producto. Se da un proceso de difusión del mercado y estandarización de los productos en diferentes culturas. La internacionalización de los mercados y la producción abre nuevas fuentes de insumos y reduce las diferencias de costo, calidad y disponibilidad de la mayoría de los insumos de un lugar a otro. Con el incremento en la competencia, se fomenta la búsqueda de nuevos mercados y costos de insumos más bajos. b) Producción: Nuevas formas de automatización aumentan la separabilidad de las partes constituyentes de los sistemas de producción. Esta separabilidad deja en libertad a los diferentes centros de trabajo para buscar sus mejores localizaciones sin estar atados a otras unidades de trabajo con necesidades diferentes. Los avances tecnológicos han permitido que en donde las unidades de producción se vinculan más a sistemas de montaje de componentes múltiples cada vez más complejos, se vuelva difícil determinar una sola localización mejor respecto de los mercados de insumos. c) Organización corporativa: poseen un gran poder, ya sea directamente o a través del Estado pueden dar forma a las condiciones de producción en cualquier localización, haciendo accesibles ubicaciones anteriormente no rentables. La organización de sistemas de producción y mercadeo dentro de grandes corporaciones rompe la dependencia de las unidades de producción subsidiarias respecto de los mercados externos para muchos insumos y productos, permitiendo mayor flexibilidad en la localización. El comercio y la competencia son globales y la ventaja competitiva se desplaza de una nación a otra, lo que no sólo permite una ubicación más conveniente de las fábricas, sino que ha hecho más importante la atención al “factor trabajo” como la clave de la ventaja competitiva locacional (op. cit., p.2). En este sentido, con el incremento en la globalización el trabajo pasa a un primer plano debido a su alto grado de diferenciación espacial, por lo que la caracterización 10 geográfica del trabajo se origina en su naturaleza única como “factor de la producción” (op. cit., p.5). Detrás de toda la teoría de localización industrial se encuentran ciertos aspectos básicos relativos a los procesos económicos y sociales existentes, que crean el paisaje industrial: No se trata de un sistema de economía de intercambio o industrial, sino de un sistema capitalista de producción y una sociedad estructurada entorno al capitalismo que abarca a los dos anteriores. El objetivo de la producción capitalista es la acumulación de capital: a) Las vías que conducen a este fin son muchas y el grado de libertad cultural y de comportamiento es considerable, b) no todo en la sociedad sirve a ese fin sin presentar alguna contradicción, los objetivos pueden no ser alcanzados, la empresa o economía fracasa en la tarea de reproducirse a sí misma. El cambio tecnológico no se origina fuera delsistema económico. La gran empresa moderna no constituye la base de un enfoque totalmente nuevo de la economía y la localización, ya que la obtención de beneficios y la competitividad todavía guían a la empresa. Ni el mercado, ni la empresa, ni el sistema industrial son estrictamente autorregulables, ya que están sujetos a disfunciones. El avanzado nivel técnico y social de las modernas no augura una economía postindustrial ni postcapitalista. Toda actividad o cambio industrial tienen una dimensión social. Ésta incluye el componente vital de la reproducción social: el trabajador y trabajadora. Esto se produce sobre la base de las relaciones sociales de dominación, de clase, explotación y alienación (op. cit., 213). No obstante, el factor trabajo ha sido, a lo largo de los años, una consideración de primer orden para la industria y la tendencia hacia la mayor flexibilidad parece estar haciéndolo incluso más importante que en el pasado, un factor que posee tres características que permiten entender el origen de su importancia: los costes, el control 11 y la reproducción (op. cit., p.233). El factor costo se refiere a que el factor trabajo afecta los costos de producción de cualquier industria, en donde no únicamente los costes salariales cuentan en la valoración del coste del factor trabajo, sino también la cualificación de la fuerza de trabajo, siendo este un factor considerado de gran importancia en la localización, pero que queda corto, ya que hace una simplificación de las diferencias en las características del empleo y de los factores humanos que participan en la definición de la calidad de la fuerza de trabajo. El control, destaca la importancia de la cooperación de los y las trabajadoras y la prevención del sabotaje industrial en la productividad y continuidad de la producción en la que la dificultad para organizarla dependerá de la militancia trabajadora que a su vez se deriva de la socialización de la comunidad, la experiencia laboral y la sindicalización, especialmente en valores culturales sobre el tipo de trabajo, su intensidad y nivel de vida aceptables (Gintis, 1976; Edward, 1979; Sabel; 1978, op. cit., p.234). Finalmente, la reproducción, hace referencia al hecho de que a pesar de la disminución de las diferencias locacionales en precio, cantidad y calidad de los productos generados y de la mayor libertad para la localización de las plantas industriales, las ventajas competitivas en la localización se pueden obtener solamente explotando las diferencias en la oferta de trabajo, diferencias que siguen siendo más significativas de lo que lo son para las verdaderas mercancías, pues la fuerza de trabajo tiene que ser reproducida en una base estrictamente industrial (op. cit., p.235). Estas características son de gran importancia, ya que el trabajo, es un factor menos móvil que las otras mercancías debido a que la causa más importante de la diferenciación de la fuerza de trabajo radica en el modo en el que los trabajadores y trabajadoras son reproducidos fuera de su lugar de trabajo, en sus casas, familias y comunidades, pues los lazos con un lugar no se rompen fácilmente y la experiencia diaria de los trabajadores y trabajadoras está ligada a comunidades obreras que se desarrollan en determinados lugares. 12 1.1.2 División espacial del trabajo. El trabajo representa una vía para el análisis de la diferenciación regional; la existencia de desigualdades regionales ha sido un hecho histórico pero las desigualdades regionales en cuanto al atractivo y adecuación para la actividad económica significan una desigual distribución geográfica de las condiciones necesarias para una producción rentable y competitiva, que sin lugar a dudas cambia como resultado de dos procesos: los cambios en la distribución geográfica de los requerimientos de producción1 y por otro lado, modificaciones en los requerimientos del proceso mismo, es decir, cambios en las demandas de localización de la actividad económica rentable, que se dan como resultado de los imperativos del proceso de acumulación global (Massey, 1979). En este sentido, las pautas locacionales son constituidas por diferencias en las propiedades físicas y sociales específicas de los productos que se producirán, transportarán y consumirán ya que cada sector productivo enfrenta conjuntos de posibilidades y límites en el mercadeo, tecnología y organización de la producción fundamentalmente diferentes (Scherer, 1970; Bain, 1976; Storper y Walker, 1986). El concepto de división espacial del trabajo, considera que cualquier actividad económica responderá a las desigualdades geográficas en la producción a modo de maximizar las ganancias, sin embargo, destaca la variación en el modo en que las diferentes formas de actividad económica usan las desigualdades espaciales con el objetivo de maximizar ganancias y cómo esto varía de acuerdo al sector y a los cambios en las condiciones de producción, lo cual necesariamente derivará en distintas formas de desigualdad geográfica (Massey, 1979). Por tanto, las cambiantes condiciones de producción son precisamente las que están permitiéndole a la industria beneficiarse de la diferenciación espacial; un aprovechamiento que se basa cada vez más en la separación geográfica de las funciones de control y de investigación y desarrollo respecto a aquellos procesos de producción directa que aún requieren trabajadores calificados y también de aquellos en que tienen una importancia creciente 1 Estos cambios denominados espaciales o locacionales, se refieren a cambios reales en la distribución de la población o de los recursos, o cambios en las distancias relativas provocadas por el desarrollo en el transporte y la comunicación (Massey, 1979). 13 los elementos de producción masiva y el trabajo de ensamble para los cuales se necesitan sólo trabajadores semicalificados (op. cit., p.2). Ante la idea de un proceso de pérdida de cualificación a través de la generalización de las instalaciones de producción en masa y la descentralización de la industria desde los centros dotados de un alto componente de trabajo especializado hacia las periferias urbanas nacionales o internacionales, con mano de obra no especializada, el progreso técnico no siempre significará pérdida de cualificación ya que constantemente se crean nuevos y revalorizados empleos, sin embargo, la localización de una fuerza de trabajo apropiada consistirá en que la demanda de trabajo de una gran planta de producción incluirá trabajadores de diversos segmentos del mercado de trabajo y distintos niveles de cualificación y por tanto la planta ejercerá atracción sobre distintas comunidades. Además, el control laboral jugará un papel fundamental en la distribución de la industria, ya que las comunidades estables de trabajadores parecen mostrar una mayor resistencia y niveles de trabajo aceptables, ante lo cual, los capitalistas recurren a la contratación exterior, para dividir a la fuerza de trabajo en razón a su origen étnico o por medio de la relocalización (Piore, 1979; Hareven, 1978; op. cit., p.238). Entonces, estructuras espaciales diferentes implican distintas formas de diferenciación geográfica, en términos de patrones de diferenciación social entre áreas y en términos de estructuras de relaciones interregionales, por lo que, existen ciertas necesidades internas en la estructura espacial. Sin embargo, el hecho de que la estructura espacial de producción implique una división particular en funciones dentro del total de las relaciones de producción no dice nada acerca de cuáles grupos en la sociedad (definidos fuera de categorías ocupacionales) llevarán a cabo aquellas funciones, eso se determina por su propio conjunto de relaciones causales relacionadas a la estructura espacial; además, unadivisión en funciones no necesariamente implica el valor social el cual irá de acuerdo a aquellos que cumplan esas funciones, su estatus social o su remuneración monetaria y finalmente, la superposición y entrelazamiento de todas estas estructuras espaciales son la base para la división espacial del trabajo (Massey, 1994). 14 Estas circunstancias significan para las empresas ubicarse en áreas donde hay trabajadores con poca experiencia previa de trabajo asalariado, las cuales pueden ser, áreas que sufren el colapso de un sector industrial previamente dominante, casos en los que la fuerza de trabajo no provendrá, en primer lugar, de aquéllos previamente empleados en la antigua actividad sino más típicamente de las mujeres del área, y en aquellas áreas en dónde los trabajadores (que de nuevo son principalmente mujeres) no llegan a ser totalmente dependientes del trabajo asalariado ni se organizan en torno a él (Massey, 1979). De esta manera, el grado de desarrollo de los países determina la forma en la que se experimentan las transformaciones cuantitativas y cualitativas que se reflejan a su vez en los mercados de trabajo cuyos impactos territoriales están en estrecha relación con los procesos de globalización económica en las distintas regiones del mundo; algo a lo que se identifica como la nueva división espacial del trabajo (Massey, 1984; Escamilla y Santos, 2003). Es así, como las ocupaciones muestran un dinamismo muy desigual en función de las características de cada territorio relativas a la mano de obra femenina o masculina como calificación o salarios, el tipo de empresa que predomina, o la aplicación de estrategias orientadas a abaratar costos o elevar la calidad y valor de los bienes y servicios, junto a la productividad del trabajo (Méndez, 1997; op. cit., p.65). 1.1.3 La división internacional del trabajo y la globalización. La economía mundial ha evolucionado ligada a una división regional del trabajo que se da también a nivel mundial, en donde distintas regiones del mundo poseen diferentes formas de organización del trabajo para varios tipos de producción que, incluso, se imponen de fuera. En este momento se puede producir para el mercado mundial de forma rentable, en gran escala y con un volumen creciente en los países en desarrollo; para lo cual la producción fragmentada de mercancías se somete a la combinación más favorable de los factores de capital y trabajo. Claramente, una evolución de la economía mundial a la que se le ha llamado “la nueva división internacional del trabajo” (Fröbel, et. al; 1980) 15 Es así como el proceso de expansión capitalista ha modificado la división del trabajo tradicional y ha dado pie al surgimiento de países que producen partes y ensamblan bienes de consumo mundial, que no necesariamente responden a una gama de productos nuevos, sino únicamente a una nueva ubicación de la producción de los bienes ya existentes con nuevos mercados y un proletariado extendido internacionalmente. Esta nueva organización de la producción tiene un impacto sobre la fuerza de trabajo, y se da una reestructuración de las relaciones sociales y políticas dentro de cada país que llega a ser una determinante de mayor importancia en los cambios de las relaciones económicas internacionales que los cambios en el comercio de los bienes. Por tanto, la nueva división internacional del trabajo, no refiere únicamente a una relocalización de la producción de bienes, sino a una reestructuración global de la fuerza de trabajo para incluir nuevos segmentos de la población que ampliará los mercados locales, cambiará los patrones de interacción social y alterará las estructuras productivas (Barkin, 1998). Es así como en décadas recientes el panorama económico para los países en desarrollo ha sufrido varios cambios en su estrategia de desarrollo nacional, pues se ha pasado de un modelo sustitutivo de importaciones a una industrialización orientada a las exportaciones, además de ir acompañada de una transformación en la organización económica internacional hacia la segunda mitad del siglo XX, que ha vuelto más complejo el intercambio entre las áreas centrales y las periféricas (Gereffi y Wyman, 1990; Gereffi, 2001). Es en este momento en el que la globalización, entendida como como un proceso de cambio en la naturaleza y en el escenario de las grandes empresas y bloques comerciales, cuyo afán es mantener posiciones de mercado y controlar los mecanismos de creación y apropiación del excedente económico (Orozco, Orozco y Ortiz, 1998:1; Sobrino, 2002: 6), tiene lugar. En este sentido, una de las características más significativas de la globalización es que se presenta en donde las transacciones internacionales son más importantes que las nacionales al interior de un país; las fronteras internacionales no actúan como barreras a los flujos de bienes y servicios; la división espacial de las actividades económicas presenta una organización jerárquica y las de mayor orden se ubican en 16 las grandes ciudades de los países centrales, las cuales se convierten en ciudades mundiales o globales; para lo cual, la descentralización de la producción hacia nuevos puntos se dará como resultado de la rapidez del cambio tecnológico, la mayor movilidad del capital y la flexibilización del proceso productivo (Budd, 1998: 664-665; op. cit., p.6). Debido a este proceso, las empresas manufactureras han debido reestructurar sus actividades en la medida en la que se han ido internacionalizando mediante la relocalización geográfica de alguna o de todas sus fases de producción en lugares donde los costos y las condiciones regionales permiten el desarrollo de sus estrategias de crecimiento. En el caso del sector manufacturero mexicano, esta globalización económica, intensificada a partir de la década de los ochenta, derivó en su reestructuración tanto en estructura y tendencias a escala nacional como en cambios a escala regional, principalmente en los estados de la frontera norte (Mendoza y Martínez, 1999). 1.1.4 Reestructuración productiva y transformaciones territoriales. Ante los procesos de reestructuración económica de las últimas décadas marcados por la globalización, diversos autores coinciden en señalar que con ellos se ha dado lugar a cambios en la estructura territorial. Las transformaciones estructurales han traído cambios no sólo en las lógicas económicas, tecnológicas y sociolaborales sino también en las espaciales, que impactan el criterio de localización de las empresas, así como las ventajas competitivas con que cuentan las regiones y ciudades para impulsar su desarrollo (Méndez, 1997; Búffalo, 2008). Como antecedente a la reestructuración productiva, el proceso de reconversión industrial fue fundamental, ya que los modelos de desarrollo industrial practicados hasta antes de la crisis económica de la década de los ochenta estaban orientados, en primer lugar, al fortalecimiento del mercado interno a través de la sustitución de importaciones, utilizando mecanismos como la “protección arancelaria y la restricción cuantitativa de las importaciones para promover y defender la industria, lo que implicaba altos costos de producción y altos precios para los consumidores” (Méndez, 17 1990: 249; Rózga, 2001). Este proceso derivó en el desarrollo del crecimiento industrial bajo un ambiente poco competitivo que requería una reconversión industrial basada en una mayor apertura de la economía y principalmente del sector manufacturero, a través de una mayor participación de las exportaciones e importaciones de los grandes agregados de oferta y demanda (Méndez, 1990; op. cit., p. 44). Así, los cambios tecnológicos y productivos le confieren un nuevo significado al territorio, una nueva dimensión, estructura y nuevas situaciones de diferenciación territorial, pues los procesos de mundializacióne integración están imponiendo nuevas lógicas y formas de articulación y organización territorial (Schweitzer, 2002). De esta manera, el nuevo paradigma tecnológico–productivo ha generado un nuevo modelo selectivo de incorporación–exclusión de áreas, ha desencadenado una puja entre regiones por la radicación de inversiones, con repercusiones territoriales dispares en función de la adaptación de las regiones a las condiciones de operación de los aparatos productivos, con efectos en las posibilidades de desarrollo y de supervivencia de actividades productivas que requieren de nuevas estrategias y estructuras territoriales, acordes con el nuevo régimen de acumulación (op. cit., p.34). Bajo este contexto, si el régimen de acumulación fordista generó sistemas económicos y territoriales rígidos, casi autónomos, con reducidas posibilidades de asociación y cooperación entre países, el reemplazo por el nuevo régimen de acumulación flexible, tiende, al contrario, a generar sistemas económicos abiertos e interdependientes, compatibles y funcionales con las políticas de integración que se verifican en el plano internacional (Ciccolella, 1994; op. cit., p.34). Sin embargo, el surgimiento de un nuevo paradigma no significa la ruptura absoluta y mecánica con el modo de producción anterior, puesto que en este nuevo modelo conviven formas productivas de estadios tecnológicos anteriores, circunstancia a la que se le suma el hecho de que la aplicación de este modelo de producción flexible produjo la aparición de dos efectos contrarios, por un lado, una mayor concentración territorial que derivó en formas específicas de nuevas aglomeraciones, y por otro, se potencian las posibilidades de dispersión territorial dando lugar a una nueva división 18 regional del trabajo (Rózga, 2001). División que más adelante se estudiará para el caso mexicano y principalmente el de su industria manufacturera. 1.2 Género, espacio y división del trabajo. 1.2.1 Género y Espacio. El concepto de género ha sido objeto de múltiples interpretaciones, pero en este trabajo de investigación este concepto se concibe como un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen los sexos siendo una forma primaria de relaciones significantes de poder (Scott, 1986). Así mismo, es necesario ampliar el uso del concepto de género no únicamente como parte de un sistema de parentesco que sólo incluye a la familia, sino que tome en cuenta al mercado de trabajo, la educación y la política. Entonces, conceptualizar el género como un proceso lleva a una perspectiva de praxis orientada donde las identidades de género, relaciones e ideologías fluyen: no se fijan. Y reconocer que el género también está inmerso en las instituciones sienta las bases para analizar los factores estructurales que condicionan las relaciones de género además de factores ideológicos (Mahler y Pessar, 2001). El concepto de espacio y el de lugar requieren de una reconfiguración en la que se pueda concebir estos conceptos en términos de las relaciones sociales. Si se tiene en cuenta que conceptualizar el espacio implica verlo en su dimensión temporal y no como una dimensión absoluta e independiente, entonces podrá entenderse a lo espacial, como una construcción de la multiplicidad de las relaciones sociales, a través de todas las escalas espaciales, desde el alcance global de las finanzas y telecomunicaciones, a través de la geografía del poder político nacional, hasta las relaciones sociales dentro de la ciudad, el establecimiento, los hogares y el lugar de trabajo. Esto implicaría pensar en términos de una geografía siempre cambiante de lo social y de las relaciones de poder que fuerza a observar las verdaderas multiplicidades del espacio-tiempo; por tanto, si se logra concebir el espacio bajo estas características la visión de lugar también sufre cambios y se entendería ahora, como 19 una articulación particular de esas relaciones, un momento particular en esas redes sociales y entendimientos (Massey, 1994). Sin embargo, lo que llama la atención en este debate, es que la visión del espacio y lugar está ligada al género, a la polarización radical en dos géneros que es hoy típicamente hegemónica en sociedades occidentales y con una diversidad de características típicamente asignadas a cada uno. Por lo que, rescatar al espacio de la posición estática, pasiva y despolitizada que se le ha asignado, en donde se le ve como un polo separado del tiempo, significa conectarse directamente con un debate filosófico más amplio, en el que la generización y la construcción de las relaciones de género son centrales (op. cit., p.7). El espacio no es neutro desde el punto de vista del género, lo cual implica la necesidad de incorporar las diferencias sociales entre hombres y mujeres y las diferencias territoriales en las relaciones de género, por lo que, al analizar la inserción internacional regional desde un enfoque de este tipo, se manifiestan las relaciones entre trabajo productivo y reproductivo a diferentes escalas (Gómez, 2012). Así, los cambios recientes de los perfiles productivos regionales inciden en la inserción laboral de las mujeres y los hombres, según se combinen las actividades tradicionales y de exportación en la orientación comercial regional. La orientación exportadora fomentada por el nuevo perfil regional sólo está contemplando la dimensión económica de los cambios productivos y ha dejado de lado la dimensión social que acompaña el proceso de crecimiento económico ignorando, una vez más, el impacto que estos cambios productivos tienen sobre las mujeres y los hombres, su calidad de vida y su capacidad de decisión (op. cit., p.1). En este sentido, la frontera de México con Estados Unidos ha constituido un espacio representativo de los procesos de internacionalización del trabajo y se ha convertido en lugar central de la reestructuración neoliberal y del desenvolvimiento en México en la nueva modalidad de acumulación. La liberalización externa de la economía mexicana se ha desarrollado bajo condiciones poco propicias para el desarrollo integral de la competitividad de la planta productiva local por el propio 20 carácter asimétrico de la reestructuración capitalista mundial, y los procesos de reestructuración económica han dado lugar a marcadas transformaciones en la industria manufacturera y en su fuerza de trabajo, cambios en los que sobresalen: la pérdida de importancia de la actividad productiva y de la manufactura dentro del ámbito nacional y la nueva organización de las relaciones laborales y deterioro de la calidad del empleo (De la O, 2006). Cuando las ensambladoras iniciaron actividades en la frontera norte del país, se ocuparon mujeres porque era una fuente inagotable de mano de obra barata sin un marco comparativo laboral para saber lo que era o no justo (Carrillo y Gomis, 2013); no obstante, la intensidad del empleo femenino varía en función del país de origen, la localización de la sede de las empresas en el territorio nacional y el tamaño de su empleo. Además, existe el planteamiento de que la modernidad tardía que se vive en los países en desarrollo implica la reproducción de una estructura tradicional de la cultura, que lleva a que el proceso de transición a la modernidad sea incompleto, con irrupciones de elementos nuevos que por sí solos no terminan de fundar la modernidad ya que no se ha desarrollado un piso social, tecnológico y profesional favorable para su sostenimiento. Un planteamiento significativo que da cuenta de cómo el orden cultural de la región fronteriza del norte de México refleja los procesos contradictorios y heterogéneos de la conformación de esta modernidad tardía; por lo que, bajo este contexto, los cambios en la posición de género de las mujeres ocurren enfrentando múltiples resistencias conmomentos de avances y retrocesos (Solís, 2011). 1.2.2 La división sexual del trabajo y sus manifestaciones simbólicas en el espacio. La división sexual de las actividades refleja un sistema de relaciones que evoluciona con el tiempo a la par con las transformaciones de las características mismas del entorno laboral y de los colectivos de mujeres y hombres (Cacouault, 2000). La asignación social de un ámbito para cada sexo conlleva a una división social de las tareas de acuerdo a ello, con lo que el concepto de división sexual del trabajo hace referencia al hecho de que las actividades no se encuentran distribuidas de forma 21 neutral, por lo que, mujeres y hombres no se encuentran en igualdad de condiciones ni en el ámbito doméstico ni en el productivo (Anzorena, 2008). Esta división del trabajo está basada en la diferencia biológica, que se interpreta culturalmente como una diferencia sustantiva que marca el destino de las personas, con una moral diferenciada para unos y para otras y que divide la vida en esferas masculinas y femeninas que varían de cultura en cultura; una división que lleva a lo que se define como género (Lamas, 1986). Siguiendo estas premisas, la división sexual del trabajo, deriva en desigualdades, no únicamente en cuanto a remuneración y condiciones de trabajo, sino también en términos de oportunidades profesionales, que se legitiman debido a que el trabajo de las mujeres se ha considerado secundario con respecto a su papel reproductor y subordinado en relación a un ingreso masculino privilegiado (Molineux, 1994; Anzorena, 2008). Es así, como el carácter segregado de una estructura laboral, da cuenta de la medida en que las ocupaciones que la integran se clasifican como “masculinas” o “femeninas”, en donde mujeres y hombres se separan y concentran en actividades dominadas por miembros de su propio sexo (Oliveira y Ariza, 1999). En este contexto, patriarcado y capitalismo, producen diferentes determinaciones en las relaciones de género en diferentes lugares y tiempos; por lo que, la desigualdad en la forma de producción y distribución del espacio responde y se apoya en un sistema de producción capitalista, lo que influye en la forma como se asigna, utiliza, distribuye y transfiere el espacio entre los hombres y las mujeres; así, en cada una de las formas de concebir, asignar y experimentar el tiempo, se construye y manifiesta el género (Neil Smith, 1993, citado por Soto, 2003). El lugar, a su vez, se vuelve un actor que crea relaciones de género de orden social específico, cualquiera que sea la escala, el proceso es una acción de orden de género local; por lo que, aquello que se supone debe ser realizado por hombres y mujeres en diferentes lugares, es un proceso espacial, una generización con base espacial. Así, el diseño espacial es un resultado complejo de procesos sociales 22 formados por patrones históricos e interpretados por marcos culturales de entendimiento y negociación, tratándose de un diseño espacial que también está generizado y donde el trabajo es distribuido en diferentes mercados de manera codificada como trabajo de mujeres o de hombres siendo parte importante del proceso de reestructuración económica (Forsberg, 2014). Por otro lado, existen un conjunto de oposiciones simbólicas que se sostienen a través de la división sexual del trabajo y la precedente distribución estricta a cada uno de los sexos, de actividades, de espacios y tiempos, de instrumentos y objetos (Bordieu, citado por Soto, 2003). En este sentido, la división sexual del trabajo como categoría de análisis permite delimitar los lugares atribuidos a las mujeres al trabajo doméstico o a la esfera de la producción de la sociedad moderna; una división que junto con otras formas de división social permite la articulación de la división técnica e internacional del trabajo y cuestiona las teorías del ejército industrial de reserva y la segmentación del mercado de trabajo (Da Silva Blass, 1995, citado por Brunet y Alarcón, 2005). Bajo estas condiciones, debe considerarse un proceso dinámico de interacción entre oferta y demanda de la esfera de la producción y la oferta de trabajo condicionadas por las características de los distintos grupos sociales en la esfera de la reproducción, además, los roles y responsabilidades de la reproducción determinan las formas de integración en el mercado laboral y al mismo tiempo esta participación en el trabajo asalariado tiene efectos sobre la estructura familiar (op. cit., p.123). 1.2.3 Enfoques analíticos de los mercados de trabajo y desigualdad de género. Entender el porqué de las desigualdades salariales, la discriminación, las condiciones de pobreza, el desempleo entre otros fenómenos económicos y sociales que ocurren en el mercado de trabajo, ha significado el surgimiento de múltiples interpretaciones analíticas orientadas a explicarlos mediante el desarrollo de grandes esfuerzos de orden conceptual, al igual que metodológico y técnico. Propuestas como segregación ocupacional, discriminación salarial, precarización y feminización o masculinización (de las ocupaciones, los sectores y subsectores económicos) han permitido el análisis 23 de la estructura diferencial de oportunidades para mujeres y hombres en el mercado laboral (Oliveira y Ariza, 1999). La creciente participación de las mujeres en el trabajo asalariado ha configurado una nueva estructura ocupacional precaria diferencial por género, que parece estar afectando también en gran medida a los hombres, ya que en algunos países integrantes de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), “existen indicios claros de que el trabajo en jornada reducida está aumentando entre los hombres”, y que para comienzos de la pasada década “creció la proporción de hombres que trabajan con arreglo a esta modalidad en casi todos los países de la OCDE”. Sin embargo, este incremento en la precariedad de los hombres no significa la mejora en la calidad del empleo de las mujeres, sino más bien parece ser parte de una igualación a la baja entre la calidad del empleo de ambos (Castillo, 2001). No obstante, debe señalarse que existen posturas adversas que señalan que la reestructuración económica y la competencia internacional han llevado a los empresarios a intentar reducir de diversas formas los costos de la mano de obra tanto de mujeres como de hombres, por lo que, los aspectos que anteriormente sólo caracterizaban al empleo femenino se extienden al conjunto de la fuerza de trabajo (García, 2001) Teorías como la de La nueva economía de la familia de Gary Becker también han intentado explicar los factores que condicionan y limitan las posibilidades de inserción de las mujeres en el trabajo extra-doméstico. Para este autor existe una diferencia biológica que incide en la división del trabajo doméstico, pues las mujeres controlan el proceso reproductivo y asumen voluntariamente el cuidado de los hijos como resultado de una inversión biológica. Debido a una ventaja comparativa respecto de los hombres en las actividades domésticas, las mujeres dedican más tiempo al trabajo doméstico gracias a su mayor productividad relativa, lo que requiere una especialización (las mujeres trabajan en la esfera doméstica y los hombres en el mercado de trabajo) que resulta en la segregación del empleo ante la falta de la 24 inversión necesaria de las mujeres en capital humano. Esto explicará por qué su productividad y ganancias son menores a las de los hombres (Brunet, 2005). Sin embargo, esta teoría ha sido ampliamente criticada y rebasada, pues no logra explicar de dónde surgen esas ventajas comparativas que dividen a los hombres y a las mujeres en la especialización del trabajo (Borderías y Carrasco, 1994; Ribas y Sajardo, 2004). Además, su consideración de la familia como una unidad racional en dondecaben términos como elección y preferencia que siguen los preceptos de la teoría neoclásica, no se dan de esa manera, ya que la familia no es una unidad armónica exenta de conflictos y en la que las decisiones se toman en función de la maximización de las utilidades de cada uno de sus miembros, sino que se trata de una institución en donde, además de las relaciones de poder y valores culturales que influyen directamente, también se tomarán decisiones afectadas por factores externos como la existencia de los servicios sociales disponibles y las condiciones de trabajo entre otros (Benería, 2008). La corriente marxista también formula una teoría explicativa de las diferencias y desigualdades entre hombres y mujeres en el mercado de trabajo. Bajo esta corriente, las desigualdades de género se derivan del capitalismo, pues las mujeres asalariadas son útiles como ejército de reserva laboral, al verlas como trabajadoras de segunda clase por su dependencia parcial del salario de los hombres, orilladas a la esfera privada cuando no se necesiten en el mercado laboral (Brunet, 2005). El análisis desde esta perspectiva es criticado, al no identificar y explicar las relaciones de género implícitas en el trabajo doméstico ni abordar cuestiones más específicas sobre la desigualdad de género y la reproducción (Benería, 2003). Además, la perspectiva marxista del interés de clase excluye a las mujeres y la familia del ámbito de la racionalidad económica (Folbre y Hartmann, 2003), y no aborda los temas de la producción doméstica ni la crianza de los hijos e hijas, dificultando la conceptualización de una posible explotación en el hogar (Folbre, 1982; Folbre y Hartmann, 2003). La corriente institucionalista es otra de las que han tratado de dar explicación a estos fenómenos, y surge como contraste a la explicación neoclásica del mercado de trabajo, concibiéndolo como un mercado compuesto por un conjunto de segmentos 25 distintos, con mecanismos de formación salarial y de asignación diferentes entre sí, con obstáculos a la movilidad entre ellos (Fernández, 2010). A partir de estos planteamientos surge una concepción dual y de segmentación del mercado de trabajo por Michael Piore (1983) para quien la relación laboral es estructuralmente desigual en el modo de producción capitalista y no se explica sin el contexto institucional que regula el desarrollo de las relaciones sociales de carácter económico y las de empleo, pues el mercado se basa en normas e instituciones formales e informales y no únicamente en las leyes de oferta y demanda (Brunet, 2005). Bajo los preceptos de esta teoría, la difusión de los salarios y las condiciones es mucho más amplia que la difusión de la capacidad de rendimiento, y los trabajadores están divididos en "segmentos" jerárquicos entre los cuales hay relativamente poco movimiento (Doeringer y Piore, 1971; Edwards, Reich y Gordon, 1975; Storper y Walker, 1983). Se trata de dos grandes segmentos, el del mercado primario que contempla los buenos puestos del mercado de trabajo con salarios elevados, estabilidad y oportunidades de avance, y el mercado secundario con puestos de trabajo de salarios bajos, inestabilidad y pocas oportunidades de avance (Fernández, 2010). Además, existe otra división dentro del sector primario en el que se identifican un segmento superior y otro inferior, en el primero se presentan mejores salarios, estatus superiores, mayores oportunidades de promoción, ausencia de mecanismos formales de supervisión, espacio para la creatividad individual e iniciativa, etc. y en el segundo, se identifican características habituales de puestos manuales (op. cit., p.120). En este sentido, la existencia de una estructura dual del mercado de trabajo explica que las mujeres se sitúen como trabajadoras del segmento secundario con características laborales y salariales determinadas por aspectos no competitivos del mercado, ya que tienden a concentrarse en este sector debido a su posición en la familia que les obliga a interrumpir su carrera laboral y a poseer menor cualificación y capital humano que los hombres (Brunet, 2005). No obstante, esta teoría también es criticada al no lograr explicar por qué las mujeres obtienen menores niveles de educación, por qué el cuidado del hogar y los hijos se les atribuye, por qué continúa la segregación ocupacional por sexo a pesar de 26 que hombres y mujeres tengan habilidades similares y por qué las actividades que tradicionalmente se le han asignado a las mujeres se convierten en estereotipos que se trasladan a las ocupaciones de las mujeres a pesar de sus avances educativos a lo largo de las últimas décadas y su responsabilidad con el trabajo (Gámez y Ángeles, 2005). A pesar de lo anterior, como eje referencial en el análisis de las características que presenta el mercado de trabajo en la industria manufacturera nacional para mujeres y hombres, y las diferencias que ambos presentan en cuanto a niveles de precarización, en este trabajo de investigación se hará uso de la teoría de la segmentación del trabajo que permite ubicar e identificar los empleos precarios. Esta teoría hace una mejor interpretación y aplica medidas más adecuadas para lograr la equidad de género que reconocen la influencia de las pautas culturales y del estado, la familia, la escuela, el mercado de trabajo, etc. en las relaciones que se producen y reproducen en la sociedad y reconoce la influencia de la historia, el grado de desarrollo económico, y elementos que, en conjunto, establecen condiciones específicas para las mujeres. Además, el institucionalismo desarrolla una investigación multidisciplinaria que capta de mejor manera las circunstancias que definen las diferencias entre hombres y mujeres en el mercado de trabajo (Chávez, 2010). 1.2.4 La teoría de la segmentación del mercado laboral y la dimensión territorial. Hablar de la Teoría de la Segmentación del Mercado Laboral, implica pensar en un conjunto diverso de ideas, planteadas desde diferentes enfoques teóricos, motivadas inicialmente por la búsqueda de explicaciones más realistas del funcionamiento del mercado laboral. A comienzos de los años sesenta economistas de la tradición institucionalista norteamericana señalaron la persistencia, en el mercado laboral, de la pobreza, la discriminación racial y de género, las desigualdades en las ganancias, etc., fenómenos que no encajaban en el análisis económico predominante de corte neoclásico dominado por la teoría del capital humano. En este contexto, se comenzó a elaborar una concepción teórica diferente, donde el funcionamiento del mercado laboral 27 encontraba mejor explicación a partir de la idea de que éste no era uniforme, sino que se dividía en segmentos o sectores diferentes entre sí; inicialmente bajo una concepción dual del mercado laboral que posteriormente sería ampliada (Fernández, 2010). En la concepción dual del mercado laboral, éste estaría dividido en dos segmentos, el mercado primario (que englobaría los puestos “buenos” del mercado de trabajo, aquellos que presentan salarios elevados, estabilidad, oportunidades de avance, etc.) y el mercado secundario (de los puestos de trabajo menos deseables, al ofrecer salarios bajos, inestabilidad, escasas oportunidades de ascenso, etc.) (op. cit., pp.120). No obstante, después de los primeros planteamientos de la división dual del mercado laboral, se sugirió la existencia no sólo de dos segmentos sino de tres, cuatro y hasta una segmentación jerárquica (Bauder, 2001), y aún en textos económicos estándar sobre el trabajo, no se ha producido un solo esquema de segmentación ampliamente aceptado (Guittleman y Howell, 1995). En este sentido, pensar en un sector secundario caracterizado por empleos precarios implicaría, pensar en distintos segmentos con diferentes niveles de precariedad laboral, quese tomará en cuenta en este trabajo de investigación. En este sentido, a nivel macro, cada mercado representa un sector. Estos segmentos están bien diferenciados y son impermeables entre sí. El primer segmento se constituye de tres subsectores:1) El sector superior, o sea, los dirigentes y ejecutivos, con alta movilidad horizontal, más que vertical, y de promoción interna reducida; 2) El sector intermediario, que reúne a los artesanos; 3) El sector inferior, que reúne a los obreros. El sector secundario también tiene tres configuraciones:1) Un subsector desestructurado y temporal; 2) Un subsector que propone empleos internos al sector secundario, con una estructura formal de mercado, pero con salarios reducidos y una promoción restringida; 3) Empleos secundarios sin escala de promoción, pertenecen al mercado interno, pero sin sus privilegios. 28 De esta manera, el mercado de trabajo que inicialmente se veía bajo una estructura dual se organiza de manera más compleja, dividiéndose en diversos segmentos que no responden únicamente a aspectos dicotómicos de las relaciones laborales, sino que se determinan por las estrategias que lleva a los empresarios a crear un mayor o menor número de puestos de trabajo de acuerdo a la demanda de bienes y servicios y al nivel tecnológico de cada sector, empresa o proceso productivo determinado en el mercado de productos (Román, 2013). A esto se suma el hecho de que trabajos realizados por Peck (1992 y 1996) y Hanson y Pratt (1992), y más recientemente por Sánchez (2010), destacan la dimensión territorial en el estudio de los mercados de trabajo en general que inciden especialmente en el escaso desarrollo de los trabajos sobre segmentación laboral local (Muñoz de Camacho y Pinillas, 2013). Así, bajo un enfoque analítico que Peck (1996), citado por Sánchez (2010), señalaría como el punto de partida de la denominada “cuarta generación de segmentacionistas”, la estructura de la oferta laboral, creada de forma exógena al sistema productivo, es adecuada y útil para adaptarse a la estructura del empleo generada por factores asociados a la demanda; bajo esta visión se incorporan nuevos planteamientos al análisis de la segmentación laboral que hasta ahora sólo se tomaban como factores externos, como son los factores socio-institucionales y culturales, entre ellos la familia y los procesos históricos y evolutivos tanto de los sistemas productivos como de los reproductivos. Se aborda el análisis de los mercados de trabajo locales concretos, donde la segmentación aparece como resultado de complejas dinámicas que intervienen en la formación de la oferta y de la demanda de trabajo sobre el territorio y donde se plantea la necesidad de mantener una visión interdisciplinar del mercado de trabajo que considere el ámbito local como unidad de análisis importante para el estudio de la segmentación de los mercados laborales. Aunque las primeras generaciones institucionalistas suponían que cada segmento del mercado laboral funcionaba de forma similar independientemente del espacio físico donde se situase, como una concepción universalista (Peck, 1996), la 29 dimensión territorial de la segmentación laboral ha estado implícitamente presente en los trabajos segmentacionistas desde prácticamente la década de los setenta; sin embargo, las investigaciones destinadas al estudio de la segmentación en los mercados de trabajo locales como tales no destacan hasta principios de la década de los ochenta con investigadores e investigadoras de la cuarta generación de segmentacionistas como Rumberger et.al (1980), Hanson y Pratt (1992), Peck (1992 y 1996), Rubery (1992), Banyuls y Cano (1996), Casado (2000) o Grimshaw et al. (1999), entre otros. Al respecto, los estudios segmentacionistas recientes muestran que no es sólo que los segmentos se configuren de forma diferente en distintos contextos sino que evolucionan también en el tiempo al no configurarse ni de forma aislada ni independientemente de los procesos históricos que les sirven de contexto (Sánchez, 2010; Rubery, 2006; Muñoz de Camacho y Pinillas, 2013). Así, se plantea que la caracterización de los mercados de trabajo puede ser un indicador de gran valor para el diagnóstico territorial, como referente de aspectos económicos, demográficos, culturales o políticos (Méndez, 2002ª; Rodríguez y Díaz, 2007). En este sentido, un análisis que permita evaluar cómo es que el nivel de reestructuración productiva y globalización de los estados determina la intensidad del proceso de segmentación de sus mercados y cómo es que esto se manifiesta en el empleo de mujeres y hombres, daría luz en la identificación y comprensión de los distintos factores que intervienen en la conformación de las estructuras de empleo que caracterizan al territorio mexicano. Bajo este planteamiento, se pone en la mira el hecho de que con el proceso de transformación de las economías a partir del agotamiento del antiguo modelo de acumulación, la teoría de la segmentación y el concepto de dualización han sido retomados y reinterpretados para caracterizar y explicar la tendencia observada en distintos lugares del mundo afectados por el avance simultaneo e interrelacionado de la revolución científico-técnica de base informacional, la reestructuración productiva y la globalización (De Mattos, 2002). Así, la visión de dualismo supone que la nueva dinámica económica "conduce a la vez a una segregación y a una segmentación espaciales, a una marcada diferenciación entre el nivel superior de la sociedad 30 informacional y el resto de los residentes locales, así como a una segmentación sin fin y a la frecuente oposición entre muchos componentes de la fuerza de trabajo reestructurada y desestructurada" (Castells, 2001: 394; de Mattos, 2002) La segmentación territorial se ve determinada por la existencia de variantes en las condiciones previas de diversas porciones del territorio nacional (a escala regional o urbana) que implican diferencias en la integración de los nuevos postulados de modernización de la economía y, por tanto, la conformación de un territorio que opera a dos velocidades, pues existen sistemas territoriales con mayor capacidad para integrarse a las nuevas condiciones hegemónicas y otros atrasados en su integración o excluidos de los procesos dominantes; velocidades que determinan las pautas de comportamientos de sistemas socioterritoriales presentes en la realidad mexicana (Hiernaux, 1994). Dicho más claramente, la dualización se da como resultado de un proceso en el que convergen dos realidades opuestas, pues se da una fragmentación y/o polarización territorial, económica y social injusta producto de diversas inequidades como la exclusión social, falta de oportunidades, falta de acceso a la salud, a la educación, a vivienda digna, al empleo, etc. (Colmenares, 2006), donde existe una asimilación de la globalización diferenciada en la que regiones más avanzadas en este proceso mostrarán claras diferencias con las que apenas empiezan. En el análisis de los segmentaristas de la cuarta generación se observa la incorporación de nuevos planteamientos al estudio de la segmentación laboral que habían quedado relegados a la condición de factores externos como los socio- institucionales y culturales, la familia, los procesos históricos y evolutivos, tanto de los sistemas productivos como de los reproductivos, que son ahora considerados como las variables que determinan la estructura laboral. Así, bajo el análisis de diferentes trabajos empíricos es posible distinguir tres tipos de segmentación laboral: la segmentación ocupacional que se construye sobre la base de las características de los puestos de trabajo; la segmentación industrial que parte de características de las industrias como el tamaño de las mismas, el poder de mercado, la inversión en 31 investigación,
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