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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS COLEGIO DE LETRAS MODERNAS DEL TEXTIL AL TEXTO: UN ACERCAMIENTO AL CUENTO “HAIR JEWELLERY” DE MARGARET ATWOOD TESINA QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADA EN LENGUA Y LITERATURAS MODERNAS (LETRAS INGLESAS) PRESENTA XIMENA FLORES OVIEDO ASESORA MTRA. CLAUDIA ELISA LUCOTTI ALEXANDER MEXICO, D.F., 2016 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. A mi abuela Agradecimientos Son muchas personas a las que quiero agradecer y poco espacio, y palabras, para hacerlo. Primero que nada a mi abuela pues sin su amor, su cariño y, en general, su persona no sería quien soy. Aunque no te tocó ver este momento, yo sé que siempre estás y estarás conmigo, gracias por todo. A mi papá por la paciencia y el apoyo que me has dado, incluso cuando yo no creía que podía hacerlo. A mi hermano, por las pláticas, el fut, las comidas, los cafés y, en general, por todo lo que me has enseñado, incluso las series/películas malas. A los amigos que me han acompañado desde que tengo memoria: Los felices y justos en este mundo con los que he vivido los mejores momentos de mi vida; no sé qué haría sin ustedes, hermosos. A Max por sus pláticas y los buenos ratos que compartimos en la facultad y fuera de ella. Al Chinchón y a cada una de sus integrantes por todo lo que me han dado, gracias a todas. A mi asesora, Claudia Lucotti, quien me ha guiado por el camino gélido de la literatura canadiense. Gracias a sus consejos, lecturas y apoyo es que esta tesina es lo que es el día de hoy. A Rocío Saucedo por sus comentarios. A Noemí por su apoyo, sus consejos y, sobre todo, por alentarme a terminar este proyecto y perseguir la siguiente etapa. A Gerardo por sus sabias palabras, atinados comentarios y apoyo incondicional; no hay “Gefe” como tú. Por último, y no menos importante, a Isabel. Has sido la persona que ha creído en mí en los momentos difíciles, en la que he confiado y dado todo de mí, con la que he aprendido y he crecido. Gracias por todo. 4 Del textil al texto: un acercamiento al cuento “Hair Jewellery” de Margaret Atwood ÍNDICE Introducción 5 Capítulo I. El entretejido narrativo: el vestido de esta mujer 11 Capítulo II. El tejido textual: el texto desde la mujer 31 Conclusión 52 Bibliografía 54 5 Introducción El gran corpus literario de Margaret Atwood permite definir los intereses particulares que preocupan a esta escritora, ya que cada novela, cuento, cómic o poema indaga en un tema que ha tratado con anterioridad, pero de una manera distinta. El hecho de que dichas inquietudes se repitan a través de los años muestra que para ella no existe un texto cerrado y que cada tema tiene distintas ventanas, aperturas, que permiten más de una sola interpretación. Entre éstos uno de los más importantes es el de las mujeres, ya sea que trate de su posición en la sociedad, sus roles de género o simplemente su perspectiva del mundo, pues es en cómo se trata este tema (y la apertura de sus textos) que sus escritos ponen en crisis el discurso hegemónico.1 Aunque sus obras más recientes muestran la consolidación de una voz autoral, creo que es importante remitirnos a sus inicios como escritora no sólo por la riqueza de analizar textos poco estudiados sino también porque son sus primeros esbozos de la temática que formará su obra literaria. Cualquier análisis de un texto escrito por Atwood debe tomar en cuenta desde dónde escribe y por qué escribe; no es casualidad que sea una escritora canadiense ni que sus inicios hayan sido en los sesenta. De hecho, podemos encontrar dichos factores en sus textos, y en ella como autora, presentes de manera consciente o inconsciente.2 Aunque el texto no sea un espejo de su vida, y por lo tanto no es lo mismo hablar de la autora que de 1 Heidi Macpherson traza una breve cronología de los distintos temas que han interesado a los críticos; desde el cuerpo de la mujer, el medio ambiente, la política hasta la figura de Atwood en la literatura (111-20). 2 Debemos tener en cuenta que Atwood forma parte del movimiento nacional cultural que buscaba crear una literatura canadiense para los canadienses (360). Este impulso nacionalista por definir su lugar propio frente al mundo me parece que acompaña y ayuda a la autora en la formación de su propio discurso ya que le permite determinar desde dónde escribe no sólo como canadiense sino como mujer. 6 la narradora,3 creo que existen ocasiones en las que la voz de la autora se hace presente y se permite hablar a través de la narradora; las razones por las cuales esto ocurre serán parte del análisis de esta tesina.4 El trabajo narrativo al que me refiero es el cuento “Hair Jewellery”, que pertenece a la colección Dancing Girls and Other Stories de 1977, la cual surge años después de la segunda ola del feminismo,5 cuyo: “campo de batalla fue el cuerpo, su representación y los significados que adquiría de acuerdo con las diferencias biológicas” (Pilcher y Whelehan en Golubov 89). Hago alusión a esta postura porque es en este campo en el que Atwood busca la manera de modificar el discurso impuesto a la mujer; no obstante, lo importante para ella no es eliminarlo, sino subvertirlo, mostrar su artificialidad, por lo que en el cómo lograrlo es en donde reside la voz tan particular de sus narradoras. “Hair Jewellery” forma parte de una colección cuyas historias, según Heidi Macpherson, se caracterizan por: “a sense of miscommunication, or by the sense of an event happening slightly offstage. The heart of several of these stories is an inexplicable departure, a failure to connect events and disappearances, or a lack of communication about 3 A pesar de que encuentro conexiones entre la autora y la narradora, en esta tesina trabajaré principalmente con el aspecto narrativo de Atwood. No obstante más adelante mencionaré a la autora pues, a mi parecer, es una pieza clave en el funcionamiento del texto. 4 A pesar de que muchos críticos niegan que podemos encontrar la intención del autor, me parece que Atwood juega con los distintos niveles de autoridad (la narradora, la autora y la persona de carne y hueso) para exponer la complejidad de la construcción de un texto y de una identidad a partir de éste. Aunado a eso, en el trabajo de Atwood se nota una preocupación social que requiere un señalamiento hacia el exterior del texto, hacia la vida real; como ella explica en una entrevista: “I do see the novel as a vehicle for looking at society— an interface between language and what we choose to call reality, although even that is a very malleable substance. When I create characters in novels, those characters aren’t necessarily expressing something that is merely personal. I draw observations from a wide range of things” (“The Art of Fiction”). Ella intenta establecer un puente entre la realidad y la literatura no sólo para explicarla primera sino también para cuestionarla. En ese mismo proceso entiende que ambas son maleables por lo que pueden ser utilizadas para cuestionar la construcción del género sexual y del género literario a partir del trabajo que realiza dentro y fuera del texto. 5 El término segunda ola: “empezó a emplearse a finales de la década de 1960” y se ocupaba, principalmente, de la “liberación de la opresión porque la igualdad no se había logrado por medio de la emancipación” (Golubov 88). Es importante tener esto en mente pues forma parte del contexto en el que Atwood se desenvuelve como escritora. 7 the importance of events” (88). En el cuento que analizo, la falla en comunicar lo importante recae en la narradora, cuyo relato hace evidente que oculta lo que realmente tiene que decir.6 La narradora, como mujer, busca una identidad propia a pesar de que está limitada y condicionada por el contexto y por el medio en el que se expresa—el hecho de narrar dentro de un género con una cierta tradición—.Por esta tensión entre lo propio y lo social es que parece que esconde algo detrás de lo que dice, y es en lo que expresa en el silencio donde se muestra su posición frente a los límites predeterminados que tiene una mujer en una sociedad patriarcal. Antes de entrar en detalle, me parece pertinente introducir la perspectiva del posmodernismo en la literatura ya que dentro de sus postulados encontramos una preocupación por lo social, cultural, político, etc., y su relación con el individuo. Como punto de partida citaré de Linda Hutcheon su primer acercamiento al término posmodernismo: From what I can glean from the usage of the term, “postmodernism” would seem to designate art forms that are fundamentally self-reflexive—in other words, art that is self-consciously art (or artifice), literature that is openly aware of the fact that it is written and read as part of a culture, having as much to do with the literary past as with the social present. (1) Lo que destaca es que es un arte/ literatura consciente de su propia artificialidad, que, como tal, hace evidente las formas en que se piensa y se escribe una cierta cultura; es entonces un medio que se (pre)ocupa del presente social desde el punto de vista del arte, cuya 6 Para mi análisis utilizaré la triada historia/relato/narración que describe Genette en Figuras III: “propongo […] llamar historia el significado o contenido narrativo […], relato propiamente dicho al significante, enunciado o texto narrativo mismo y narración al acto narrativo productor y, por extensión, al conjunto de la situación real o ficticia en que se produce” (83). Es decir, la historia son los eventos que se cuentan, el relato el discurso que los cuenta y la narración es el acto que los produce; esta triada me permitirá mostrar cómo funcionan dichos niveles en este texto. 8 participación en la cultura es precisamente hacer reflexionar y cuestionar lo que tenemos frente a nosotros. Esta preocupación por lo social no es exclusiva del posmodernismo; de hecho, existen varios cruces entre éste y el feminismo que ayudarán al análisis de este cuento. Ambos buscan desestabilizar ciertas estructuras dominantes (sociales, políticas, culturales), no sólo en el arte sino también en el lenguaje, a partir del artificio mismo. En este sentido, el feminismo se posiciona en contra de la opresión de las mujeres, por lo que se interesa en el lenguaje —como vía para instaurar, y también cuestionar, dichas estructuras—y en la representación de las mujeres a partir de éste. Dicho ejercicio lleva a repensar su relación en el lenguaje y, como resultado, en la sociedad misma, lo cual lleva a que esta postura sea una externa a, y en contra de, la dominante.7 A esto podríamos agregarle el aspecto literario del posmodernismo para entender cómo estas preocupaciones se llevan a la literatura; como explica Hutcheon: Those contradictory acts of establishing and then undercutting prevailing values and conventions in order to provoke a questioning, a challenging of “what goes without saying” in our culture […] This almost inevitably puts the postmodern writer into a marginal or “ex-centric” position with regard to the central or dominant culture, because the paradox of underlining and undermining cultural “universals” (or revealing their ground in the “particular”) implicitly challenges any notions of centrality in (and centralization of ) culture. (3) Esta labor implica reconocer que los valores universales son en realidad de un grupo en particular al que la mujer no pertenece; debido a ello es que existe una resistencia a estas 7 En particular, el feminismo localiza la discriminación de las mujeres en el lenguaje: “porque el poder de los hombres se manifiesta a través de sus usos: el lenguaje no es un portador transparente de significados, sino un recurso de poder porque clasifica el mundo, es una forma de ordenar y nombrar la experiencia”. Además algunas estudiosas señalan que las mujeres “se han visto obligadas a emplear un lenguaje que les es ajeno y que les permite expresarse únicamente en términos masculinos” (Golubov 25). 9 convenciones que lleva al rechazo y a la exposición del poder centralizado. Sin embargo, la relación estrecha entre este poder y las convenciones hace que el cuestionamiento a estas estructuras sea inestable y no logre eliminarlos por completo sino mostrar la(s) posición(es) ex-céntrica(s), las cuales permiten que otras voces—en este caso, la mujer— también se expresen e identifiquen en una sociedad. A partir de esta idea, me propongo analizar cómo se construye la narradora en “Hair Jewellery”, enfocándome principalmente en el uso de la ropa,8 y cómo dicha construcción cuestiona la narración; el resultado de esto no es sólo una identidad indefinida sino también otra forma de pensar en la constitución del género (tanto sexual como literario). Este análisis está dividido en dos capítulos. En el primer capítulo hablaré del cuento como un ejercicio narrativo a partir del cual la narradora elabora una técnica que le permite escribir sobre lo que pasó. El foco de mi análisis será cómo el concepto mujer entra en juego en la construcción del relato; es decir, cómo a partir de la perspectiva de esta mujer en particular es que se cuestiona el universal Mujer, el rol de la mujer9 y qué implica que sea una narración elaborada por una mujer. Para realizarlo, partiré del mismo objeto que utiliza la narradora, la ropa, a partir del cual analizaré cómo ésta presenta los temas propuestos en un entretejido de telas que sirve como espacio de disputa donde enfrenta a su yo con la sociedad a la que intenta pertenecer. Además, analizaré cómo se construye la trama, pues la estructura del relato, episódica y elíptica, reúne la creación de la historia con la construcción de una identidad que condiciona y modifica cómo se escribe y se lee este 8Más adelante explicaré la relación que la misma narradora establece entre la ropa y la creación de identidad para luego hablar de cómo en ésta se entretejen los demás temas. 9 Tomo la idea de rol de la mujer como un universal —al igual que el concepto Mujer y Hombre con mayúscula—, que, gracias a la narrativa, se reinterpreta a partir de cómo esta mujer en particular lo entiende y, finalmente, lo practica. La distinción entre Mujer y esta mujer (con minúscula) es central para el argumento que se presenta a lo largo de la tesina; si bien se podría hablar de mujeres, en vez de mujer, me parece que en este cuento el propósito es resaltar la singularidad de la experiencia y, a veces, el deseo por establecer conexiones con otras sin por ello dar por sentado que habla por todas en vez de por sí misma. 10 texto. A partir de estas propuestas es que apuntaréa la artificialidad del texto que, en la construcción misma, discurre sobre los temas propuestos; además, ahondaré en las implicaciones que éstos tienen en cómo se presenta y entiende como texto. En el capítulo II profundizaré en la posición de la mujer escritora, teniendo en mente las preocupaciones clave del capítulo anterior, para analizar cómo ésta modifica la manera en que se formula el texto, desde cómo se presenta esta voz hasta cómo impacta el género literario al que se adscribe. Tomaré la imagen de la joya de pelo,10 presente en el título y en un momento particular del cuento, para hablar del texto como objeto de arte a partir del cual se hace una crítica al arte en sí. Hablaré de la artificialidad del texto para mostrar lo dinámico y estático del arte, que, en este caso, se propone como proceso y producto, en el que se puede replantear y reanalizar, a partir de cada lectura, cómo se entiende y escribe sobre la mujer desde esta mujer en particular. Después de este primer acercamiento, hablaré de la narradora como costurera que cose el texto y los textiles de la ropa que usa, para representarse (junto con sus problemáticas) tanto a nivel diegético (frente a la sociedad) como a nivel literario (frente al canon), todo en un mismo proceso. Esta idea, junto a la idea de artificialidad del texto, me permitirá apuntar hacia una autora que configura un texto fragmentario para cuestionar los límites del género sexual a partir las barreras inestables del género literario, y cómo, gracias a esto, también busca mostrar la particularidad de cada voz que se manifiesta en éstos. 10 En inglés, “hair jewellery” es una joya creada a partir del cabello del fallecido que sirve para recordarlo. 11 Capítulo I. El tejido narrativo: el vestido de esta mujer “Hair Jewellery” provoca desde el inicio; sin preámbulo, la voz narrativa enuncia una inquietud que intentará resolver mediante la narración. En vez de incitar la lectura a partir de la intriga— ¿qué va a pasar?—, este cuento11 enreda al lector en la construcción del relato gracias a una narradora que está consciente del papel que desempeña en ésta. A pesar de que este comentario pueda indicar un tipo de relato que apunta hacia una narración reflexiva en vez de anecdótica, en este texto se logra una combinación de ambos, donde lo anecdótico da paso a la reflexión gracias a que la historia, el relato y la narración funcionan en conjunto. Es decir, el tema no sólo se trata en la historia (en la exposición del conflicto) sino también en la narración ya que la forma en que se expone también entreteje otros elementos que lo complejizan. En este capítulo analizaré cómo la narradora utiliza el lenguaje y la ropa en su intento de crear una identidad propia para mostrar cómo se enfrenta tanto a la relación “amorosa” que quiere retratar como al género sexual asignado por su sociedad. En sí, la historia es sencilla: una mujer recuerda una relación fallida que tuvo en la universidad con un hombre, Bo,12 a partir de la cual empezó a cambiar —ella dice que “madura” pues cambia su forma de ver la vida; empieza a establecerse, forma una familia y se vuelve una académica destacada, algo impensable en sus años universitarios—.Es importante destacar que la narración juega con la primera y segunda persona, que se dirige, 11 En el segundo capítulo problematizaré la etiqueta de cuento pues me parece que se utiliza este género literario para exponer una preocupación de género sexual. 12 En realidad, su nombre nunca aparece. Bo proviene del poema de Edward Lear, “The Courtship of the Yonghy-Bonghy-Bo”, que recitaban en la universidad. Usa ese nombre porque se reconoce en este personaje ya que ambos, al menos en apariencia, disfrutan una vida sencilla y aislada, con pocas posesiones materiales. Además, tal como la mujer a la que corteja el Bo del poema, este Bo deja a la narradora en Nueva York esperando su regreso. 12 principalmente, a un Bo ficcional que ha idealizado desde el momento en que la dejó. El hecho de que este fantasma esté presente al momento de desarrollar la anécdota hace que la narradora intente encontrar una forma de escribir sobre esto; ella habla de una técnica que le permita ser imparcial: “There must be some approach to this, a method, a technique, that’s the word I want, it kills germs. Some technique then, a way of thinking about it that would be bloodless and therefore painless; devotion recollected in tranquility” (Atwood, “Jewellery”104). Parte de la técnica es que pueda disecar lo que pasó tal y como fue, sin respuesta inmediata; no obstante, lo más importante para ella es que sea un acercamiento profesional y metódico que le permita narrarlo. Ahora bien, la narradora utiliza la ropa como medio para (re)escribir su pasado pues en ésta recuerda sus experiencias en un tiempo y lugar determinado: "I shed identities like a snake, leaving them pale and shriveled behind me, a trail of them, and if I want any memories at all I have to collect, one by one, those cotton and wool fragments, piece them together, achieving at last a patchwork self, no defence anyway against the cold" (Atwood, “Jewellery” 105). Esto se debe a que además del valor personal que podría tener, la ropa acoge otros significados externos —culturales— que modifican la percepción de ésta en cuanto a que no sólo responde a la construcción del individuo como tal sino también a que éste se percibe en relación con una sociedad en particular. En esta tensión es que la narradora escribe sobre el pasado y construye una identidad de retazos —en ese sentido, no fija— teniendo en mente tanto lo impuesto como la respuesta que ella ahora da frente a esta situación.13 Gracias a la multiplicidad de significados que se entienden y expresan en la 13 Varios críticos han destacado la versatilidad de la moda, no sólo en su valor subversivo sino también en la posibilidad de crear distintos significados en un mismo objeto. Además, recalcan la constante lucha del individuo por ser sí mismo, pero aceptado dentro de una sociedad. Llewellyn Negrin habla de cómo percibimos estos accesorios y apunta hacia una propuesta de la industria más que una posibilidad: “No longer 13 ropa es que se propone una reevaluación de términos unívocos, que en realidad poseen una pluralidad de significados que responden a otras voces que el mismo término intenta desconocer. El de la Mujer como concepto universal es el ejemplo más claro del cual se desprenden otras voces, la de las mujeres en particular; a partir de este rompimiento, la narradora intenta resignificar el determinismo del género sexual a un valor social que puede modificarse. Antes de analizar cómo se modifica, hay que entender que el género se ha arraigado como una esencia, la cual engloba una serie de características que sirven para identificar al individuo; en el caso de la Mujer podemos pensar en belleza, sensualidad y emoción, contrarios al raciocinio del Hombre.14 Este pensamiento es el que predomina en las sociedades patriarcales, en las que se establece una jerarquía donde la Mujer es la otredad del Hombre, siempre inferior a éste; dicha disposición afecta la manera en que participa y se identifica en una sociedad: ser Mujer es pensarse y comportarse como opuesto e inferior a alguien. Tal idea implica que la pertenencia a esta sociedad significa una constante vigilancia de su cuerpo —cómo se ve, cómo se viste—y de sus movimientos: Through routine, habitual activity, our bodies learn what is “inner” and what is “outer”, which gestures are forbidden and which required, how violable or inviolable are the boundaries of our bodies, how much space around the body may be claimed, and so on. These are often far more powerfullessons than those we is the body seen as something that is fixed by biology and as having limits that cannot be transcended. Rather, it is seen as a cultural construction that is continuously being reconstituted and remodeled. The view that is prevalent today is that we can be whatever we want to be, or so the fashion and advertising industries would have us believe” (13). La noción de identidad bajo esta lógica es que uno puede ser quien quiera ser, noción que atrae a comprar “lo que uno quiera”; sin embargo, como veremos más adelante, resulta casi imposible eliminar el peso que tiene la cultura en la creación de una identidad, sobre todo si se trata de una mujer. 14Utilizo este término, junto con todos los posibles significados, para enfatizar la gran diferencia que existe entre Hombre y Mujer, ya que del primero se acepta: “como neutro, como si abarcara a ambos, y la repetición de esta práctica normaliza la invisibilidad de las mujeres” (Golubov 26). De ahí que vemos frases como “los avances del hombre”, “la historia del hombre” para referirse a la humanidad. 14 learn consciously, through explicit instruction concerning the appropriate behavior for our gender, race, and social class. (Bordo 16)15 El cuerpo y el género se construyen en un sistema de poder que se sustenta en la participación colectiva de cada integrante, en la que el cuerpo es un producto de la rutina y el aprendizaje.16 En esta sociedad, las miradas sentenciosas determinan lo que el sujeto debe o no hacer; por lo mismo, el individuo no se cuestiona quién es sino que aprende a actuar de cierta manera y encarna un género y una clase social. Si pensamos que la repetición de una actividad (rutina) le reafirma al individuo que pertenece a cierto género, el cambio de éstas también modifica dicha apreciación. Con esto quiero apuntar a que si bien hay una idea de identidad fija creada a partir de estas prácticas, no se puede obviar el hecho de que estas rutinas pueden cambiarla dependiendo de las acciones del individuo en una sociedad particular. Por esto, me parece que la labor que intenta realizar la narradora tiene que partir de la escritura de la experiencia y es justo en la revaloración de su propio cuerpo —el aprendizaje adquirido— que logra expresarse dentro de las construcciones sociales17 pero a partir de significados que ella misma le otorga. Retomemos la cita acerca de sus identidades: “I shed identities like a snake, leaving them pale and shriveled behind me”(Atwood, “Jewellery” 105). La narradora asemeja sus identidades a las mudas de piel de una serpiente pues busca reinterpretar la asociación que 15 Más adelante, Susan Bordo habla de cómo las imágenes han logrado homogeneizar y normalizar el cuerpo de la mujer a tal grado que es habitual pensar en los arreglos que se pueden hacer para ser de una u otra forma (24-5).Aunque la cita refiera exclusivamente al cuerpo me parece relevante en el análisis de la ropa pues es en ella donde también se manifiesta esta adscripción a un género, una sociedad, una clase social, una forma de vida, etc. 16 A pesar de estar atado a las mismas rutinas, el Hombre siempre logra una mayor libertad en cómo se define, cómo actúa y como interactúa con el otro. 17 Bordo afirma que: “the body that we experience and conceptualize is always mediated by constructs, associations, images of a cultural nature” (35). Aun pensarse en su cuerpo necesariamente implica hacerlo a partir de concepciones culturales que no pueden ser eliminadas. Lo interesante en este texto es cómo se logra dar uso a esas ideas predeterminadas para crear una voz con las distintas identidades que la constituyen. 15 se hace entre este animal y la mujer; ella se adjudica este mecanismo para expresar su propia adaptabilidad en la sociedad, dejando atrás las pieles que ya no sirven. Es decir, ella cambia de piel (ropa) para acoplarse a su entorno, aunque eso no significa que se logra normalizar por completo. Podríamos entonces pensar en la ropa como pieles desgastadas que contienen una versión de la narradora. En partes, cada una muestra las distintas marcas que dejó ese pasado; en conjunto, el yo hecho de retazos, funcionan como un catálogo de experiencias que representan a esta mujer en particular.18 Esta posibilidad de reinvención del sujeto, logrado mediante la indumentaria, es algo representativo de algunos de los personajes de Atwood; como explica Kuhn: “The clothed body often becomes a battleground as Atwood’s female protagonists respond to divisive cultural scripts through self-fashioning” (7). Mediante la ropa, la narradora no sólo se adapta sino que utiliza las propias hebras del telar, que deshace y rehace, para crear un yo que, aunque no logra escapar de estos libretos culturales, puede criticarlos. Esta labor implica un acto consciente que atribuye un cierto espacio —y por lo tanto valor—a cada experiencia, que afecta no sólo su relación con lo social sino también la percepción de sí. Cada parte que conforma este tejido forma un hilo complejo de imposición y elección pues en estos textos de identidad, como los llama Kuhn (44), se disponen dos identidades; por un lado, la que se intenta presentar mediante el uso de ciertas prendas y, por otro, la que otros interpretan a partir de éstas.19 La narradora desteje dichas identidades 18Cynthia Kuhn explica: “Within a given culture, dress can signal the possession or lack of power. Clothing can mark an attempt at rebellion made possible through a shared understanding of cultural codes” (9).Adueñarse de estas vías de comunicación permite que el ser, aunque atado a su contexto, pueda decidir qué lo define como este ser en particular. 19 Me parece importante mencionar este término porque engloba la idea de que es un texto que alguien “escribe” para conformar una identidad y que, necesariamente, busca que sus lectores lo lean o lo interpreten. Esto es lo que hace la narradora, presenta una identidad que es interpretada por los que la ven; sin embargo, más allá de ser una simple noción de lo que dice ella y lo que cree que los demás piensan, creo que lo que 16 a partir de diversas experiencias donde la ropa permitía que se identificara dentro de y como parte de una sociedad, incluso mostrando un grado de rebeldía adolescente gracias al tamaño o el estado de su ropa —en parte por el poco dinero que tenía aunque creo que se debe más a que no podía identificarse con los modelos a seguir que existían en ese momento—.A partir de esta rebeldía que ocurre de manera aislada en un principio, representada en pequeñas luchas del día a día, ella expone las dificultades de empezar a pertenecer a una sociedad y de consolidar una identidad en el periodo más decisivo de su vida—los años universitarios—, enfrentándose a lo que ella piensa de sí, lo que imagina que pensaban de ella y cómo actuaban frente a ella. Esta actitud casi paranoica concreta los distintos niveles en los que se mueve la narración, entre expresarse como sujeto que critica o comenta sus propias acciones y posicionarse como objeto de dichas críticas y de la misma narración. Esta doble existencia permite que la acción sea un punto de partida a partir del cual ella desarrolle sus pensamientos, que, a fin de cuentas, constituyen su identidad. En términos narrativos, esto se logra a partir de la división del yo en yo-narrado y yo-que-narra, que sucede cuando el narrador también es el protagonista de la historia; como explica Luz Aurora Pimentel: Aun cuando el sujeto sea la misma “persona”, narrativamente se desdobla en sujeto y objeto: en tanto yo-que-narra, el sujeto se toma a sí mismo en el pasado como objeto de suacto narrativo, y ambas funciones, vocal y diegética, lo escinden y lo colocan en distintos mundos; el yo-que-narra, qua narrador, opera en un mundo que ya no es el mundo narrado. El yo-que-narra habita el mundo del acto de narrar logra es llevar estas interpretaciones a una reflexión sobre las estructuras ideológicas en las que construimos e interpretamos la identidad, en especial, de la mujer. 17 mientras que el yo-narrado habita el mundo de acción humana que va construyendo la narración. (Pimentel, Constelaciones I 45-6) Así la narradora, al contar distintos momentos desde el presente, logra textualizar las múltiples construcciones de sí que, a pesar de ser representaciones de ella misma, logran evaluar y reconstruir su realidad desde un punto de vista distinto; es gracias a estos quiebres en el tiempo que se muestran las redes de significados que forman parte de un momento y de un punto de vista. Por lo mismo, el valor que puede tener la ropa en un momento específico cambia al agregarle la perspectiva que da el tiempo, lo cual implica que cualquier red es temporal y que, por lo mismo, su significado cambia. Esto señala a que ya no es sólo la narradora como esta mujer sino ella como esta mujer en este momento, lo cual permite que: “incluso en un relato en primera persona, la perspectiva pueda ser narratorial (centrada en el “yo” que narra) o figural (centrada en el “yo” narrado)” (Pimentel, Relato 109). Me parece interesante destacar las implicaciones de esta división ya que habla de un proceso de crecimiento en el que uno es distinto a otro precisamente por el acontecimiento que va a narrar; en ese sentido, se da valor al cambio que ocurre, tanto a nivel psicológico como a nivel emocional, y el aprendizaje que obtuvo de ello, algo que caracteriza la obra de Atwood. Con esto en mente, podemos localizar el punto de partida de estos quiebres en el abrigo negro—que se vuelve inseparable de esa época de su vida— desde donde empieza a trazar, con la ayuda de otras prendas, un camino de imágenes de sí que dan forma a ese pasado que desea contar. El momento en que describe lo que usaba, “Under the black coat I wear a heavy tweed skirt, grey in color, and a brown sweater with only one not very noticeable hole, valued by me because it was your cigarette that burned it” (Atwood, “Jewellery” 106), marca el inicio de la introspección; ella regresa a esa memoria, gracias al 18 abrigo, desde un presente marcado por las consecuencias de esa experiencia en la que, en principio, se privilegia una dificultad de concretizar deseos o planes imaginados con Bo. Esto ocurre en tres instancias: la primera, cuando se imagina una cita con él en el camisón rojo que planea remendar, pero se anticipa que dicho evento no ocurrirá desde que se da cuenta de que no tiene aguja e hilo para arreglarlo (Atwood, “Jewellery” 116). La segunda, cuando se imagina el fin de la relación en distintos escenarios pero con una gabardina que aún no compra y que al final no necesita porque ese evento nunca ocurrirá; la planeación ocurre antes de la cita pero concluye cuando él, después de faltar a ésta, le envía una carta y termina con ella (Atwood, “Jewellery” 119-20). Por último, y la que me parece más relevante, ocurre cuando años después se reencuentran en una conferencia y ella está usando un traje sastre que, a diferencia de todas sus ropas, se ajusta a su forma; a pesar de la transformación, notable en el cambio de elección de prendas, el final resulta tan decepcionante como los anteriores: ella no obtiene un cierre pues no logra olvidarlo. Destaco estos tres momentos pues me parece que la visualización de la ropa ayuda a crear estas tres imágenes de la narradora que predominan durante el texto; en algunas, me parece que se representa la tensión entre ella y lo que la sociedad le dice que significa ser Mujer20 y, en todas, la lucha entre ella y el sujeto al que se supone que debería interesarle cómo se ve. Además, estos eventos expresan más en la acción (o falta de) que en momentos cuando explora qué significaba que él no estuviera presente; por lo mismo, iluminan aspectos de la relación que ella misma no quería descubrir, pero que son esenciales para el crecimiento que cree lograr en su presente. Estas imágenes muestran tres etapas importantes de cambio—de ilusión a completa decepción—que culminan en el yo-que- narra, ya en su presente, aún determinado por los fantasmas del pasado: “You hung around, 20 Exploraré esto más adelante. 19 like a miasma or the smell of mice, waiting to deflate my attempts at optimism […]As if you were my darker twin or an adept in sinister telepathy I could sense on every occasion what your opinion would be” y más adelante: “I am a token as you never tire of pointing out. I dress well, too, as befits a token […] My coats no longer flap, and when I attend academic conferences nobody stares” (Atwood, “Jewellery” 121). Cada suceso aumenta la presencia de Bo, la cual se manifiesta en la mente de la narradora como lo que imagina que la ficción que creó de él diría y que, a su vez, se representa, en el textil, con el hoyo del suéter que él quemó; de ahí que el “you” (la narración en segunda persona) se haga más presente en el texto, en particular porque revela más sobre el tipo de relación que tuvo, y que de alguna manera sigue teniendo, que sobre la objetividad que tanto deseaba de tener. Si bien esta relación se construye a partir de la visión que comparten de la vida —no querer el futuro en que se están encaminando por sus estudios, sentirse desesperanzados — se mantiene porque ella se aferra a él, a pesar de que la abandonó: “We were stranded in the present as in a stalled, otherwise empty subway train, and in this isolation we clutched morosely at each other's shadows” (Atwood, “Jewellery” 110). Esta relación de dependencia aparece en toda la colección de Dancing Girls, una característica que rescata Reingard Nischik en su análisis: “In Dancing Girls, the characters often confuse their dependence on their partners with love. The stories make clear that dependence is often the result of a character’s personality defects or poor self-image—ideal prerequisites for becoming embroiled with an unfulfilling, harmful, and often loveless partner” (146). Así es como la narradora de “Hair Jewellery” se percibe al final de la historia, como una mujer que se siente atrapada por su propio recuerdo; de ahí que el control que cree ejercer en la narración y el intento de disecar la emoción es inestable y, en la última línea del relato, se resquebraja por completo: “You are supposed to turn and walk away past the steamer 20 trunks, around the corner into the laundry room, and vanish behind the twinset washer- dryer; but you do not move” (Atwood, “Jewellery” 123). A pesar de que el intento por mostrar el pasado “como fue” no se logra, me parece que, al culminar con la imagen de Bo, el relato muestra los dos lados que mueven a la narración; por un lado, el deseo de crear una identidad (principio) y por otro, la inolvidable marca de Bo (final). Ambas partes significan y resignifican los eventos que se van desarrollando pues cada una cambia cómo percibimos a la narradora y qué sentido le damos a lo que nos cuenta y a lo que nos esconde. Así, podemos ver cómo la configuración de su identidad se logra en una doble lectura, desde el doble entramado de la historia: la primera, desde su perspectiva y, la segunda, desde la perspectiva que crea el texto, a partir de lo que omite la narradora, donde se muestran la insatisfacción y el intento de objetividad que permean el relato. Si bien una de las propuestas planteadas por la narradora, elescribir sin revivir emociones, no se logra, es destacable cómo la propia técnica—en cuanto a que proporciona un alejamiento y, hasta cierto punto, una objetividad— permite crear un espejo donde se reflejan no sólo sus experiencias sino también las de otras mujeres.21 Entonces, el catálogo de experiencias no sólo implica una labor de recolección sino de análisis desde un punto crítico, incluso crudo, que quiere llevar a la empatía; por lo mismo es que toma cada una de esas prendas como muestra de batalla en donde enseña lo que aprendió.22 Un ejemplo ilustrativo es cuando habla de comprar ropa, un evento reconocible en la vida de las 21 Aquí también vemos la complejidad del concepto Mujer precisamente porque intenta generalizar una experiencia que tal vez no todas comparten o no de la misma manera. No obstante es un acercamiento a entender qué es ser mujer desde la experiencia propia, lo cual permite, al menos, establecer conexiones entre mujeres gracias a la narración. A partir del intercambio de experiencias y la relación entre ellas es que se crea un sentido de comunidad. 22 Me parece que la reflexión no se limita a las mujeres y sus relaciones sentimentales, sino que incluye la vida como universitaria, la vida dentro y fuera de la Academia y la vida en una ciudad como Nueva York. A pesar de que mi enfoque se centra en las mujeres, me parece que el análisis que realizo en las siguientes páginas puede ser aplicable a las otras críticas; en particular, me parece que el tipo de humor que utiliza y el fin al que intenta llegar, se reproduce en todas. 21 mujeres que vivieron, o todavía viven, esos momentos en las tiendas de segunda mano en donde la histeria refleja la dificultad de encontrar, entre miles ya usados, un atuendo que puedan utilizar: You often had to try them on in the aisles as there were few dressing rooms, and the cellar, for it was a cellar, low-ceilinged, dimly lit, dank with the smell of anxious armpits and harassed feet, was filled on bargain days with struggling women in slips and bras, stuffing themselves into torn and soiled designer originals to the sound of heavy breathing and a hundred sticking zippers. It is customary to laugh at bargain- hunting women, at their voraciousness, their hysteria, but Filene’s Basement was, in its own way, tragic. No one went there who did not aspire to a shape-change, a transformation, a new life; but the things never did quite fit. (Atwood, “Jewellery” 106) Aquí entonces vemos el paso de lo particular a lo general, con un cierto grado de alejamiento y una perspectiva crítica que se desenvuelve en un nivel de autoridad, cuyo fin es reconstruir un sentido de hermandad entre las mujeres al igual que desestabilizar el término Mujer. En esta reflexión quiero mencionar dos puntos importantes, que se conectan a través de la relación que tiene la narradora con la sociedad que retrata —la relación que tiene con el mundo narrado (Pimentel 136) —y que usa para expresar una opinión: el uso de la segunda persona, en este caso un narratario que no es Bo, y la voz pasiva en la construcción de identidad y la idea de transformación mediante la ropa. Primero, la narradora generaliza a partir del uso de la segunda persona; se dirige a un tú específico, a las mujeres que aspiran a ser la Mujer, que siente la necesidad de comprar cierto tipo de ropa a pesar de que sea de segunda mano. Este llamado a las mujeres, se plantea con un humor particular que se genera a partir de la relación entre el que se ríe, la audiencia y de 22 quien se ríen (Atwood en Dvorak 114),23 para criticar estas conductas. Estos participantes se unen a la reflexión ya que existe un reconocimiento entre el que se ríe y la audiencia con el objeto de la risa; es a partir de la descripción de estas mujeres que se ponen en evidencia los distintos roles que puede asumir una mujer en esta burla—ya sea como víctima, como ofensora o a veces ambas—, para poder cuestionarlos. En este tipo de humor, como elabora Dvorak, se hace uso de lo carnavalesco y la alusión a lo bajo para hacer reír: “The essential principle of grotesque realism is degradation, a practice which generates carnivalesque laughter by undermining elevated subjects through the low or trivial, notably the life of the belly (copulation, gestation, ingestion, digestion, elimination)” (115). Las excreciones del cuerpo y la violencia de sus acciones—las luchas con la ropa y con ellas mismas para encajar en ésta— crean una imagen grotesca de las mujeres que las hace el blanco de la risa pues muestra que el fin no justifica los medios, sino que es más bien degradante; en este caso, ejemplifica que el intento por ser la Mujer tiene que pasar por la violencia al y la deformación del cuerpo. El hecho de que se ponga en evidencia lleva a cuestionar si la humillación y el propio rechazo al cuerpo para moldearlo de acuerdo a ciertos estándares valen la pena. Esta crítica también se construye en cómo es desarrollada por la narradora, ya que, a través de la voz pasiva, expresa una costumbre (“It is customary to laugh”) para invertirla al concluir que lo que describe es en realidad algo trágico; la distancia que crea la voz pasiva permite que la risa, gracias al alejamiento entre el tú al que se dirige, quien refuerza este tipo de costumbres, y las mujeres que van a estas tiendas, sea un vehículo para llegar al 23 Dvorak describe el análisis que busca hacer Atwood sobre el humor particular de Canadá frente al humor británico y estadounidense; nota que: “The discrete dimensión of Canadian humor in her analysis rests not on techniques of production, but on notions of reception, or the complex relations between what she terms the ‘laugher’, ‘the audience’, and ‘the laughee’” (114). Utilizo las propias observaciones de Dvorak acerca del humor en la obra de Atwood como punto de partida para mi propio análisis. 23 reconocimiento y a la empatía. De esta forma, ya no hay separación entre una y las otras sino que todas las mujeres se ven reflejadas y juzgadas, tanto por intentar ajustarse al ideal como por burlarse de alguien con quien deberían simpatizar. Dvorak atribuye este tipo de humor a varias de las obras de Atwood: “In this sense, Atwood’s humor does indeed belong to the Canadian brand which she identifies as ‘concealed self-deprecation’ involving laugher, laughee and audience alike” (116).El término “concealed self-deprecation” me parece que redondea de manera adecuada el tipo de risa que quiere causar ya que no sólo habla, critica y hace objeto de burla a una mujer sino a todas, incluyéndose a sí misma—y, fuera del texto, a la audiencia—24 para que el menosprecio propio y externo inciten un cambio. El problema reside en que, como mencioné antes, estas actitudes entre mujeres son aprendizajes que se naturalizan y se repiten pues son medios para reconocerse y actuar como Mujer. En sí, no es sólo un problema de aprender rutinas, de ser instruida como un género en particular—sentir una presión social por ser Mujer—, sino también de los efectos que tiene pertenecer o no a éste y cómo esto afecta el reconocimiento propio; como explica Sandra Lee Bartky: “To have a body felt to be ‘feminine’—a body socially constructed through the appropriate practices—is in most cases crucial to a woman’s sense of herself as female and, since persons currently can be only as male or female, to her sense of herself as an existing individual” (39).25 El peso existencial que tiene el reconocimiento de pertenencia a un género permite que estas prácticas se mantengan; una mujer no es si no es 24 Más adelante hablaré de la audiencia o, mejor dicho, de las lectoras como parte elemental del funcionamiento del relato, ya que éste no sólo configurael relato sino que lleva la lectura a la sociedad en la que vive. 25 El artículo que cito es de 1998 y refleja una forma de pensar que, hoy en día, ha cambiado en ciertas sociedades; principalmente, me parece que podemos notar una mayor libertad en la representación de los géneros al igual que una mayor fluidez en el ser. Sin embargo me parece importante retomar esta idea porque si bien estos cambios se han dado, creo que todavía existe una gran brecha entre tolerar y aceptar la multiplicidad de géneros y que, me parece, proviene de la dificultad de dejar atrás el pensamiento binario. 24 Mujer, o incluso, si se rebela, primero debe hacerse consciente del constructo Mujer, y las actividades realizadas para encarnarlo, para luego poder enfrentarse a esta etiqueta. Por este cuestionamiento de la propia existencia es que no puede haber una negación rotunda de la importancia del rol sino que tiene que ser mediante otros mecanismos, como la risa, que la mujer pueda verse desde otra perspectiva y hacerse consciente no sólo de qué toma por sentado como algo “natural” sino también de qué es lo que hace que se reconozca como una mujer para reflexionar sobre su propia contribución a la permanencia de dichas prácticas. El segundo punto que quiero tratar es que en la construcción del cuerpo de la Mujer se ha heredado la idea de que la transformación puede lograrse mediante la ropa—como he mencionado anteriormente, como textos de identidad—; sin embargo, en la cita vemos que se privilegia la exageración del mal estado de las prendas (como “torn and soiled”) y la desproporción de éstas (con “struggling women” o “stuffing themselves”) para mostrar que la vestimenta que en teoría representa a todas las mujeres es en realidad exclusiva a una pocas. La idea de una posible transformación queda resquebrajada con la última línea: “No one went there who did not aspire to a shape-change, a transformation, a new life; but the thing never did quite fit” (Atwood, “Jewellery” 106).26 Lo que hay que destacar es que estas tiendas venden prendas que ya tienen una historia; cada una fue usada por alguien que, al dejarla atrás, como la piel de la serpiente, también está dejando sus recuerdos. Por lo mismo, es el intento por reutilizarlas de la misma manera lo que impide que realmente se 26 Este choque no sólo replantea el uso de la ropa sino también la complejidad de una identidad. En distintas obras, Atwood representa la dificultad de encajar en un estereotipo con la dificultad de encontrar una prenda que no sólo le guste sino que le quede. En “Clothing Dreams”, un breve cuento de la colección The Tent, la búsqueda de ropa entre estantes se vuelve una pesadilla constante; la narradora explica: “Why am I compelled to rifle through these outfits, tangling up the hangers, tripping on the ribbons, snagging myself on a hook or a button while feathers and sequins and fake pearls drop to the floor like ants from a burning tree? What is the occasion? Who do I need to impress?” (7). 25 logre una transformación; no es la ropa adecuada lo que logra construir una nueva vida — sobre todo si ya no es nueva— sino que es el estilo de vida el que demanda una vestimenta específica.27 Incluso, podría decirse que la ropa no otorga atributos sino los remueve; es decir, elimina las particularidades de cada cuerpo—hasta de cómo actúan— para que puedan convertirse en esta imagen de Mujer, la cual en realidad es inalcanzable. Así, las mujeres luchan contra su propio cuerpo—y, en discurso: “it is women alone who are responsible for their sufferings from the whims and bodily tyrannies of fashion” (Bordo 22)—para ajustarse a un tejido, a una piel, que ni siquiera las representa; esta lucha es un resultado de una realidad en donde se promueve una versión de belleza que intenta homogeneizar y normalizar la imagen de la mujer (Bordo 24-5) en vez de entender este concepto como inestable, ficcional y, por lo tanto, interpretable por cada mujer. La violencia al cuerpo se cuestiona y se ridiculiza pero se muestra como parte de la experiencia de cualquiera, en particular de esta narradora, cuya identidad se forja a partir de los conflictos que tuvo, y sigue teniendo, con este ideal. La violencia infligida en el cuerpo deja marcas evidentes, tanto físicas como psicológicas, que la narradora utiliza para exponer su experiencia como esta mujer en particular; ella exhibe el cuerpo—gracias a que es el objeto de la mirada colectiva— para hacer que su intento de crear una identidad sea un acto performativo, el cual privilegia narrativamente el acto en sí por encima del producto final; es decir, se antepone el cómo crea su identidad a la identidad en sí. Como explica Kuhn: “Atwood’s protagonists can be 27Esto lo vemos al final con su traje sastre: no es que ella haya creado su vida a partir del atuendo sino que éste se adecua a la vida académica que lleva; el crecimiento al que refiero en páginas anteriores ocurre en el momento en que la ropa deja de ser un vehículo de deseo para llegar a un estilo de vida (Calefato 83) y se convierte en la representación de la vida que lleva. Aunque no escapa de este proceso de significación, donde la ropa implica una serie de características, sí se posiciona en la sociedad como académica que da valor, a partir de su crítica, a los escritos por mujeres. 26 seen as performing artists, designing an identity through dress and storytelling as a technique of survival” (46).28 La narración exhibe el acto como un proceso consciente en el que se exalta la artificialidad de la identidad que se performa; en ese sentido, se presenta como esta mujer porque ha elegido ciertos “actos, gestos y realizaciones […que] son performativos en el sentido que la esencia o la identidad que pretenden afirmar son invenciones fabricadas y preservadas mediante signos corpóreos y otros medios discursivos” (Butler, 266). En esta fabricación, expone una aparente conciliación personal unificadora entre lo que tiene que ser, lo que quiere ser y lo que termina siendo, como un medio para sobrevivir en la sociedad. Esto es claro en el momento en que deja de usar sus ropas algunas tallas más grandes; de nuevo cito: “My coats no longer flap, and when I attend academic conferences nobody stares (Atwood, “Jewellery” 121). En la narración vemos que se logra dicha conformidad, a pesar de que es una que favorece la pertenencia a la sociedad más que los propios deseos. Sin embargo, gracias a la mezcla entre aspectos de su vida pasada—tanto la postura crítica que comparte con Bo como la rebeldía que muestra durante sus años de universidad— y los de su vida actual—ya como académica consolidada, en algo que disfruta y en un campo que pocas mujeres han incursionado aunque aún determinada por su género— podemos ver que la supervivencia depende de elegir de manera consciente este tipo de vida y de las repercusiones que podría tener esta decisión.29 En ese sentido, es 28Kuhn previamente cita a Carlson para definir a un actor: “performance artists draw ‘upon their own bodies, their own autobiographies, their own specific experiences in a culture or in the world, made performative by their consciousness of them and the process of displaying them for audiences” (46). Se considera a la audiencia como parte importante del acto performativo; por lo mismo, el énfasis en la ropa no sólo ayuda a crear una identidad sino a que la audiencia sea partícipe de esta reflexión. 29 La idea de supervivencia proviene del escrito de Atwood Survival: A Thematic Guide to Canadian Literature donde expresa que lo que caracteriza a Canadá es su posición de víctima; se puede escapar de dicha categoría si se logra superar las cuatro posiciones de víctima, la última siendo la posición de no-víctimacreativa (39). La narración me parece que muestra el proceso mediante el cual se abandona la posición de 27 importante notar cómo ella misma se nombra un símbolo, “token”, en primera instancia como muestra de la aparente integración de las mujeres a la academia y, en segunda, como ficha en ese mismo juego de poder en la que ella debe actuar su papel para hacer quedar bien a la institución.30 Ahora, a lo largo de este trabajo he mencionado la idea de una técnica que sirve para escribir sobre su pasado y para formar una identidad; puesta en práctica, desentraña una red de recuerdos, percepciones y opiniones que inevitablemente hacen resurgir sentimientos que la narradora creía que habían desaparecido. En ese proceso de dar orden, lo que resulta es una representación de toma de conciencia, donde cada recuerdo forma un paso hacia la gran revelación del final que, a su vez, siempre estuvo presente en la narración. Retomemos el principio: “That’s my technique, I resurrect myself through clothes. In fact it’s impossible for me to remember what I did, what happened to me, unless I can remember what I was wearing, and every time I discard a sweater or a dress I am discarding a part of my life” (Atwood, “Jewellery” 105). La propia estructura del relato condiciona la lectura a breves miradas a la vida de la narradora; es episódico y elíptica,31 donde cada parte significa y agrega significado a las demás. En su totalidad nos permite ver la construcción de una identidad como tal, haciendo evidente que lo fragmentario y los distintos víctima y se llega a la última posición; esto no significa que sea un acto completo ya que, a pesar de ser consciente de sus propias decisiones, ella sigue atrapada en una relación de poder en la que la ficción de Bo toma control. Además, inevitablemente, sigue perteneciendo a una sociedad en la que continúa siendo un objeto usado por los hombres 30 Aquí también vemos como, inevitablemente, sigue perteneciendo a una sociedad donde es víctima de una estructura patriarcal en la que se le incorpora al trabajo más para aparentar una igualdad entre géneros que por las capacidades que tiene. Por lo mismo, el reconocimiento al trabajo de Bo, a pesar de ser mediocre, al mismo nivel que el de ella. 31 Como he desarrollado en mi análisis, los recuerdos que cuenta van apareciendo conforme la narradora cree pertinente abordar. Es episódico en cuanto a que entremezcla recuerdos y opiniones más generales que asemejan el funcionamiento de la memoria, aunque siempre teniendo a Bo como el fantasma que da orden a los eventos; de ahí que sea elíptica pues sintetiza los momentos con, y los pensamientos acerca de, Bo que considera claves, dejando de lado el resto. Por ejemplo, después de la compra de ropa habla de por qué viaja a Salem seguido de una crítica al trabajo de los críticos literarios, el deleite de tener un amor no correspondido que se relaciona con el tipo de literatura que ella disfrutaba, para luego retomar el viaje en sí. 28 significados que cada episodio agrega complejizan cómo entendemos la identidad, ya no como algo fijo y otorgado por el género ni, incluso, por uno mismo sino como una red de significados en una cultura determinada y en un tiempo específico. De ahí que el salto entre presente y pasado de la narradora ofrezca una revisión de lo que ocurrió y, que con ello, cree dos perspectivas, dos redes que enlazadas pidan la de un tercero, el lector, éste desde su cultura y su tiempo. Esta resignificación puede ocurrir porque la técnica logra que sea la narración la que lleve a las partes más profundas de su ser; narra para encontrar qué fue lo que pasó. Si pensamos en Bo y la relación que tuvieron como el punto guía al que todos los recuerdos llegan, el entramado de la historia, podemos ver que el encuentro con el fantasma de Bo al final es la culminación de todo lo anterior; esto invita a pensar en la estructura como una construcción en abismo donde cada episodio sea un camino que guíe hacia el final del cuento. Para tenerlo más claro, me parece que el tipo de escritura que plantea Atwood en Negotiating with the Dead puede ser de ayuda; ahí expresa que: “[all writing] is motivated, deep down, by a fear of and fascination with mortality—by a desire to make the risky trip to the Underworld, and to bring something or someone back from the dead” (156).En el cuento, la narradora habla del miedo que le provoca conjurar a los muertos (104), que relaciono con el miedo de descubrir lo que había intentado ocultar de su pasado, pero que de igual manera intenta hacer para olvidarlo. Este viaje al fondo de su ser, empieza en el abrigo negro —la primera capa y punto de partida del descenso— y se va desenvolviendo en el tejido conformado por el resto de las prendas hasta el traje sastre que la acompaña al sótano de su casa32 donde reencontramos a Bo; además dicho descenso le permite al lector 32 Como explica Paul Huebener: “Atwood is concerned with the cave and its various incarnations, most commonly the cellar, where other forms of awareness—the unbelievable or imaginative, the past and the 29 ver estas tantas identidades en conjunto y, gracias a la misma estructura, que sea éste quien resignifique, una vez más, los episodios, tanto en un todo como en sus partes. El resultado entonces es un producto fragmentado que expone una narración en la que se destaca el proceso de construir no sólo una identidad sino un relato. Si junto con esto pensamos en la idea de performatividad (como la entiende Kuhn), entendemos que parte de la idea del descenso es mostrar cómo llegó al fondo, lo cual, además, funciona como un mapa de lectura para el lector, ya sea implícito o real. En ese sentido, al presentar la narración se crea un espacio entre el texto y la realidad en el que el arte se inmiscuye con ésta para hacer un cambio.33A pesar de que no logra ser objetiva, ni deshacerse de lo que siente, ella hace un relato de este conjunto de experiencias, el cual sobrepasa las limitaciones textuales y logra tener un impacto fuera de las mismas; depende del lector hasta dónde llega esta reflexión. Así, la narradora formula un contrato implícito con el lector, quien acepta formar parte de este juego narrativo al permitirle ser y ejercer su función de narradora. No obstante, la intención es que al guiar al lector, éste también se involucre de manera activa en la construcción del relato y permita que los hilos que apuntan hacia afuera del texto también conformen otro entretejido con la vida real. Sólo cuando el lector toma esa responsabilidad, es que se entiende a la figura narratorial como parte del artificio que la figura autoral utiliza con el fin de llevar la exploración del texto al mundo real; en ese unseen, the metaphorical voices of the dead—are experienced and associated cognitively with the “upper” realm of normal reality” (112). En este caso no es la voz de los muertos sino la de Bo, la que se asocia a la vida diaria de la narradora. 33 También en Negotiating with the Dead, Atwood explica: “The act of writing takes place at the moment when Alice passes through the mirror. At this one instant, the glass barrier between the doubles dissolves, and Alice is neither here nor there, neither art nor life, neither the one thing nor the other though at the same time she is all of these at once. At that moment time itself stops, and also stretches out, and both writer and reader have all the time not in the world” (57). Esta cita apunta al análisis que realizaré en el siguiente capítulo en cuanto a este doble dela narradora que, a mi parecer, se puede asociar con la autora, quien logra establecer el espacio entre el texto y la realidad —ella y la narradora— que permite que el lector se involucre en él. 30 sentido, al entenderlo como un producto artificial es que podemos notar cómo la voz autoral femenina sigue o se rebela en contra de ciertas convenciones literarias. Esto es lo que analizaré en el siguiente capítulo. 31 Capítulo II. El tejido textual: el texto desde la mujer Hasta ahora he hablado de la construcción del relato a partir de los elementos narrativos que utiliza. Además he apuntado a la importancia de la estructura, en la que se muestra no sólo una preocupación por el relato sino por quién relata y desde dónde; de ahí que esta inquietud se extienda al terreno de la literatura y a los textos escritos por mujeres. Por lo tanto, en este capítulo trataré con el texto en sí, a partir de cómo su construcción entretejida—como un textil— se ve afectada por el género sexual—qué implica que sea una mujer la que escribe— y el impacto que tiene en el género literario con el que se define. En el apartado anterior también hablé de cómo los episodios que constituyen este cuento se utilizan como guía para que el lector llegue al inframundo; podríamos apuntar a que es la autora la que guía al lector sin embargo, el poner en evidencia esta construcción en abismo va más allá de ser una guía, pues intenta desplegar las costuras del texto; por lo mismo analizaré cómo la autora exhibe y cuestiona el acto narrativo en la elaboración del mismo, en la que se hace del textil una metáfora para el texto. A partir de esto, analizaré la artificialidad del texto desde la idea de la construcción de un objeto, propuesta por la reflexión sobre la joya de pelo en el cuento; hablaré de cómo la estructura recrea y subvierte el discurso patriarcal al fragmentar el discurso de tal forma que se redefinen los límites del género, primero el sexual y, posteriormente el literario. Como vimos en el capítulo anterior, la narradora construye dos narraciones, constituidas por el yo-que-narra y el yo-narrado —presente y pasado—, a partir de los cuales une distintos eventos de su vida para criticarse a sí misma y a la sociedad en la que vive. Ahora bien, gracias a esto se logra la construcción del relato y, en especial, el 32 desdoblamiento de la técnica. Por este motivo el relato es igual de importante que el cómo se cuenta; el entramado en sí aporta otro nivel de significado que enriquece y complejiza la labor narrativa. En repetidas ocasiones, quien relata pone en evidencia su labor como narradora; es decir, muestra el proceso de escritura a medida que desarrolla el relato y reflexiona sobre el significado que le otorga a ciertos eventos a partir de cómo los manipula. La intervención de la narradora en el texto se repite en diversas ocasiones: “How do I know I’m not inventing both of us” (Atwood, “Jewellery” 104) o “I see it as December” (Atwood, “Jewellery” 105), incluso “And then, and then. What did I have on? My coat of course, and a different skirt, a sickly greenish plaid; the same sweater with the burnt hole in it” (Atwood, “Jewellery” 115). Estos breves señalamientos apuntan una construcción que parte de un yo, quien constantemente se cuestiona el orden y la veracidad del relato; además, hace evidente que su voz es la que está hilando este entramado. Es en estas dudas y problemáticas que se construye la imagen y voz propia no sólo del yo-narrado sino del yo-que-narra, quien utiliza el texto para declarar su postura. En principio, la narradora se propone como un dios en control del relato: “How do I know I’m not inventing both of us, and if I’m not inventing then it really is like conjuring the dead, a dangerous game” (Atwood, “Jewellery” 104), y luego: The usual explanation is that they have something to tell us. I’m not sure I believe it; in this case, it’s more likely that I have something to tell them. Be careful, I want to write. There is a future, God’s hand on the temple wall, clear and unavoidable in the new snow, just in front of them where they are walking… (Atwood, “Jewellery” 104-5).34 34 Hay una clara referencia al libro de Daniel (Viejo Testamento) cuando, en el banquete del rey Baltasar, aparece una mano que anuncia la caída de su reino por haber profanado las copas del templo de Jerusalén (el 33 En su afán de mostrar una posición propia frente al relato y el control que tiene sobre éste, vemos cómo la narradora se asocia a un dios que intenta advertir al yo narrado del futuro ominoso que le espera. Dicha posición, un poco de oráculo o vidente, propone a la voz narrativa como un ser omnipresente y sabio, que puede prever lo que ocurrirá; se atribuye una responsabilidad con su yo narrado que al final no puede manejar. En su propia elaboración toma en cuenta la posición desde donde escribe y realiza un trabajo que no es cerrado sino que cuestiona la propia elaboración en el cosido del texto. Lo que hay que destacar es que dicha postura antepone la labor narrativa, la cual, a su vez, cuestiona su función dentro del relato (entendido como el resultado de la creación de la narradora). En ese sentido, la exploración del pasado invita también a pensar en qué implica que sea esta narradora en particular, consciente de su lugar frente al texto y a la sociedad, quien relata y, sobre todo, quien ofrece la perspectiva de una mujer. Esta mirada hacia la voz narrativa es uno de los temas principales en la obra tanto crítica como literaria de Atwood, ya que nota que el hecho de ser una mujer que escribe, que narra o que produce una obra de arte implica una responsabilidad hacia su sociedad, la cual se vuelve parte de su obra. Por esta razón el espejo que refleja al yo-narrado también lo hace al yo-que-narra, en el que se desarrolla una postura acerca de la mujer en el arte como creadora. En esta posición, la narradora asume la tradición literaria a la que pertenece, en particular el trabajo de Wordsworth, pero la reelabora a partir de la diferencia que hay entre ambos; es decir, el ejercicio que promete al principio se vuelve sobre las tradiciones anteriores para proponer un acercamiento al ser que aborda ciertas cuestiones socioculturales distintas a las que texto aquí: https://www.biblegateway.com/passage/?search=Daniel%205). Es común encontrar esta referencia para anunciar una ruina inminente; en el caso de este cuento, la narradora apunta a la inevitable ruina que implicará esta relación a futuro. 34 existían en la época de Wordsworth. La cita “devotion recollected in tranquility” (Atwood, “Jewellery” 104) replantea una idea de Wordsworth—“emotion recollected in tranquility”— para mostrar un sujeto distinto que, en vez de recibir y buscar interpretar el mundo, se ve afectado por el exterior precisamente por el género que la define y mediante el cual se reconoce.35 En ese sentido, el cambio da pie a mostrar cómo el tiempo afecta no sólo la concepción del ser sino también cómo se concibe el arte—y lo que puede representar—. Además, las referencias a otros textos —en su mayoría góticos, pero también algunas baladas— ofrecen un panorama de cómo ha cambiado el entendimiento del arte, ya no sólo como la interpretación del mundo sino un espacio de reflexión acerca de nosotros o incluso, un espacio donde el lenguaje se antepone al significado. Tanto Wordsworth como las otras referencias literarias revelan que las estructuras discursivas más bien están guiadas por una predominancia masculina y que se ha relegado a la mujer a sólo algunas esferas sociales.36 Porlo mismo, el hecho de ser mujer complica cualquier intento de posicionarse frente a un texto, en un lugar propio, ajeno al impuesto por otros; como explica Hutcheon: “The reason is that you can asume selfhood (‘character formation’) or ‘subjectivity’ only when you have attained it” (5). A pesar de que la voz existe y se puede expresar, no deja de buscar formas de consolidar y escribir esta subjetividad, que tiene que partir de una posición ajena para intentar crear la suya. Esto se debe a que la subjetividad para la mujer no existe en los estándares que propone una sociedad patriarcal: “Subjectivity in the Western liberal humanist tradition has been defined in terms of rationality, individuality, 35 El crítico Mark J. Bruhn compara las ideas de Atwood con las de Wordsworth a partir de la figura de Lucy para explicar que aunque la concepción del ser como múltiple y fragmentado sea la misma, Wordsworth lo ve al final como un yo definitivo mientras que Atwood lo concibe como una construcción basada en “esencias” que hay que desnaturalizar para poder expresar al yo (453,455-56). 36 El cambio de “emotion” a “devotion” muestra que se intenta usar una misma forma de arte para otros fines. 35 and power; in other words, it is defined in terms of those domains traditionally denied women, who are relegated instead to the realms of intuition, familial collectivity, and submission” (Hutcheon 5). En este sentido, la subjetividad en la que ella se inventa tiene que partir de términos opuestos, o mucho más matizados, que los valorados en una sociedad patriarcal. Si bien los términos, en apariencia, son absolutos, se condicionan a una perspectiva múltiple y fragmentada para la construcción de una nueva postura, la cual permite desestabilizar cualquier precondición social de la que parte la mujer.37 Debido a esto, los pedazos de eventos que hila en su narrativa no buscan imitar la relación causa y efecto —un qué pasó después que se desenvuelve en evento tras evento tras evento— sino hacer una fragmentación en la narrativa en la que se privilegian ciertos momentos para representar el proceso de recordar, en el que se mezclan eventos y pensamientos que rodean un momento en el tiempo; de tal forma, se forma una estrecha relación entre sus reflexiones y el acto de narrar, la cual le otorga poder en tanto que configura una perspectiva consciente de sí y de los límites que le han impuesto por ser mujer. En consecuencia, se crea una brecha entre un relato tradicional y uno escrito por una mujer que se sabe excluida de una tradición y que, por lo tanto, hace imposible retratarse (y a la mujer) en ésta; reconocer esto permite que anteponga su perspectiva como “otro” tanto parte de como externo a la tradición. Esto por una parte muestra cómo afecta el género en la visión y construcción del mundo y, por otra, la relación directa que tiene con el contexto en el que se escribe un texto; es decir, cómo escribe una mujer canadiense. 37Como explica Cranny Francis: “Feminist writers must engage with, and contradict, traditional narrative patterning in order to (re) construct texts capable of articulating their marginalized, oppositional positioning both inside, described by, patriarchal ideology (as idealist construct, Woman) and outside that discourse, experiential witness to its contradictions, its mystifications (as women)” (en Bouson,“Woman”37). De la misma manera, la narradora hace un cuento rehilado en el que retrabaja conceptos universales con la experiencia propia de tal forma que se crea esa tensión entre Mujer y mujer. 36 Dicha preocupación la encontramos en Survival (37), donde Atwood expone las posiciones de víctima que caracterizan la literatura canadiense, la mujer siendo, casi siempre, una de número dos, quien explica su situación como un acto del destino o un precepto biológico. Si bien en el capítulo anterior mencioné que el acto narrativo es un proceso mediante el cual se intenta llegar a la posición de no víctima creativa (cuatro de acuerdo a Atwood), me parece que justo el desdoblamiento del relato permite ver que, en realidad, la narradora sigue atada a la explicación del mundo de otras personas; una no víctima creativa sería capaz de:“accept your own experience for what it is, rather than having to distort it to make it correspond with others’ versions of it (particularly those of your oppressors)” (Atwood, Survival 39).A pesar de que sí logra aceptar su experiencia por lo que fue, me parece que la ficción de Bo sigue mediando cómo ve y vive su vida, incluso busca que él apruebe las decisiones que ha tomado desde que se separaron. El momento que mejor muestra que no ha dejado de ser víctima sucede cerca del final del relato cuando nos percatamos de que este empoderamiento se pierde detrás de su incesante búsqueda por satisfacer a la ficción de Bo que ella ha creado: “My two children did not impress you, nor did the academic position which I subsequently achieved” (Atwood, “Jewellery” 120) y: “I am a token, as you never tire of pointing out. I dress well, too, as befits a token. The drab, defiantly woollen wardrobe you may remember vanished little by little into the bins of the Salvation Army as I grew richer, and was replaced by a moderately chic collection of pantsuit and brisk dresses” (Atwood, “Jewellery” 121). Por ello es que el tema resulta tan importante en la hechura del texto pues es donde se muestra que la narradora es un elemento del texto, cuya victimización lleva a pensar que la transición de víctima a no víctima creativa en realidad va más allá de la intención propia— ella intenta escapar de lo que la constriñe pero sigue atada a ello— y que más bien ella es 37 un ejemplo de cómo la mujer misma cae en sus propias costumbres al reproducir discursos patriarcales. La transición a no víctima creativa implicaría la desaparición tanto de las causas de dicha posición, internas y/o externas, como de la lógica de opresor y víctima (Atwood, Survival 38-9). Por lo mismo, me parece que la narradora funge como un elemento en el texto que es guiado por una voz autoral, quien se encuentra detrás de este ejercicio narrativo y que busca ejemplificar cómo el pensamiento dominante masculino se ha establecido tal que el propio deseo de escapar de la opresión se ve detenido por ella misma. A pesar de esto, me parece que el texto funciona en cuestionar valores establecidos, no tanto por cómo la voz narrativa confronta su realidad, sino que, al mostrar esta lucha, se busca desestabilizar preceptos arraigados en la cultura que se siguen transmitiendo a las generaciones posteriores en las narrativas y en el lenguaje que se utiliza diario. Por lo mismo, la artificialidad del texto debe estar siempre presente, ya no sólo como tejido construido por una voz narrativa, sino uno creado por una autora que usa el proceso de un trabajo narrativo para hacer brechas en el lenguaje y en cómo nos construimos—nos pensamos, nos expresamos— que permitan abrirse a una pluralidad que modifique las lógicas de víctima y opresor. Me parece que el título del cuento puede ser ilustrativo para esta parte del análisis ya que refiere no sólo al tema sino al uso que se le da al texto pensado como un artificio. Entre los recuerdos que relata, la narradora se encuentra en una exposición de joyas de pelo donde se interesa por la elaboración de estas piezas: “‘The funeral ones,’ I said to the woman at the desk. ‘I mean, how did they... did they cut the hair off before or after?’” (“Jewellery” 113). Ella se refiere a si cortan el pelo antes o después de que la persona 38 muriera; esto no sólo refleja un interés por saber por qué hacerlo sino también por saber de qué está hecho el objeto, es decir las hebras con las que lo crean; como la narradora explica: if
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