Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS COLEGIO DE HISTORIA El cabaret: espacio de sociabilidad homosexual y sus representaciones en la Ciudad de México, 1946-1955 P R E S E N T A Ismael Espinosa García DIRECTOR DE TESIS TESIS Licenciado en Historia Que para obtener el título de Dr. Rodrigo Laguarda Ruiz Instituto de Investigaciones “Dr. José María Luis Mora” Ciudad Universitaria, Cd. Mx., 2017 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 Ven, déjate caer conmigo en la cicatriz lunar de nuestra ciudad, ciudad puñado de alcantarillas, ciudad de cristal de vahos y escarcha mineral, ciudad presencia de todos nuestros olvidos, ciudad de acantilados carnívoros, ciudad dolor inmóvil, ciudad de la brevedad inmensa, ciudad del sol detenido, ciudad de calcinaciones largas, ciudad a fuego lento, ciudad de los nervios negros, ciudad de los tres ombligos, ciudad de la risa gualda, ciudad del hedor torcido, ciudad rígida entre el aire y los gusanos, ciudad vieja en las luces, vieja ciudad en su cuna de aves agoreras… Carlos Fuentes, La Región más Transparente. Debido a las distintas condiciones de los seres humanos, ocurre que ciertos actos son virtuosos para determinadas personas, en tanto adecuados y convenientes a su condición; mientras que, para otros, los mismos actos son inmorales, en tanto inadecuados a su condición. Tomás de Aquino, Suma Teológica 3 Agradecimientos A la Universidad Nacional Autónoma de México, por haberme dado los recursos para formarme como historiador en la Facultad de Filosofía y Letras. Mi eterna gratitud. Por sobre todo: a mis padres, familia, amigos, colegas y gente cercana que siempre estuvieron atentos en el desarrollo de este trabajo. Mis abuelas: Apolonia Montero Panuncio, por enseñarme a ser fuerte hasta el final; y Albertina Serna Vázquez, por contarme sus historias en los dancings de la Ciudad de México. Mención especial a Rosalba Guzmán e Ivette González por estos 11 años de amistad; a Mariana Medina y Andrea Castro, por haber estado ahí en las buenas y en las malas. A Diana Arenas, Alejandra Pozos, Andrea Morales, Anakaren Najera, por los primeros momentos en el andar por el camino de la Historia. A Daniela Méndez, Itzel Cruz, Abel Juárez y Osiris Vargas, por las ñoñadas y días de juerga. Mi cariño especial a Jesús Bustamante, hermano a la distancia, siempre echándome los ánimos en mis momentos cabizbajos. A Ernesto Reséndiz Oikión, por ser mi mentor en la literatura lésbica-gay. A Esmeralda Reynoso Camacho, por mostrarme otras facetas y funciones de la Historia. A mis sinodales. Al doctor Sergio Miranda Pacheco, por su seminario de Historia Urbana y por haberme mostrado una nueva visión de la Historia. A la doctora Estela Roselló Soberón, por sus comentarios. A la doctora Denisse Cejudo Ramos, por sus atinadas 4 anotaciones, correcciones y detalles puntuales. Al doctor Mario Santiago Jiménez, por sus exactas observaciones y sugerencias durante la revisión del borrador de este texto. Al doctor Rodrigo Laguarda Ruiz, quien creyó desde un principio en este proyecto y que estuvo siempre atento a los cambios, sugerencias y darle un puntual seguimiento a lo largo del camino burocrático que implicó este proceso. A mis profesores: Aurora Diez-Canedo Flores, Guadalupe Avilez Moreno, Alicia Mayer, Antonio Rubial, Marcela Terrazas y Ricardo Pérez Montfort, por darme una visión panorámica sobre la Historia del Mundo, de México, y la labor del historiador día con día. Finalmente, a los que me aguantaron y convivieron junto a mí a lo largo de este trayecto; y a los que no llegaron hasta este momento: gracias por sus enseñanzas, guardaré por siempre sus recuerdos. 5 ÍNDICE Introducción p. 7 Capítulo Uno. La vida homosexual y urbana en la Ciudad de México en la primera mitad del siglo XX p. 21 1.1 Del “baile de los 41” a La Estatua de Sal p. 24 1.2 Legislaciones sobre la homosexualidad en México p. 40 1.3 La Ciudad de México en los años 40 p. 48 1.4 La vida nocturna de la ciudad: sociabilidad y cosmopolitización p. 56 Capítulo Dos. Cabarets y centros nocturnos: espacios homosociales p. 68 2.1 Regulaciones de los centros nocturnos en el Distrito Federal p. 71 2.2 Puntos de encuentro p. 76 2.3 Lugares “de ambiente” p. 82 2.4 La formación de una identidad p. 92 Capítulo Tres. “Deberían estar en la Penitenciaria”: ideales sobre los homosexuales en la sociedad capitalina p. 102 3.1 Espacios del pecado p. 106 3.2 Redadas y detenciones p. 112 3.3 La nota policiaca p. 118 6 Capítulo Cuatro. El fin de una época p. 124 4.1 La llegada de Ruiz Cortines y Ernesto Peralta Uruchurtu al poder p. 126 4.2 Moralidad vs centros nocturnos p. 131 4.3 Los nuevos espacios e inicios de la vida gay p. 141 Consideraciones finales p. 149 Fuentes Consultadas p. 158 7 Introducción “Hubo siempre locas en México” Salvador Novo.1 La homosexualidad ha sido uno de los temas más silenciados y poco estudiados en diversos ámbitos académicos, científicos y sociales en México y parte de Latinoamérica. No habrán pasado al menos 15 años cuando comenzó a analizarse desde una perspectiva antropológica, política e histórica, inspirados en los múltiples trabajos de investigación sociocultural del mundo de habla inglesa que han aparecido desde la década de los años 70. En general, la segunda mitad del siglo XX en México ha sido poco estudiado por los investigadores de nuestro país, por lo que algunos académicos foráneos (especialmente de Estados Unidos) han sido pioneros en analizar a la sociedad mexicana de este periodo para exponer diversas propuestas de investigación en torno a la política, economía y cultura de esta época, así como el tema de la homosexualidad en nuestro país. Los trabajos realizados sobre la disidencia sexual en México se han enfocado principalmente en la historia y globalización del surgimiento del movimiento lésbico-gay en las décadas de los años 60 70 y, en contraparte, el control de la sexualidad durante la época virreinal. Fuera de estas temporalidades, es muy difícil encontrar análisis de dimensiones históricas, aunque en otro tipo de estudios, como los literarios, se han resaltado algunos eventos o expresiones 1 Salvador Novo, “Las locas y la Inquisición”, en Las locas, el sexo, los burdeles, Prólogo de Luis Guillermo Piazza, México, Diana, 1979, p. 11. 8 culturales en los que han participado personajes no heterosexuales, esto con la finalidad de entender mejor cómo es que se han llevado a cabo este tipo de relaciones socioafectivas quefueron condenadas por la mayor parte de la sociedad mexicana. Las preguntas siguen al aire: ¿qué hubo previo a esta conformación de grupos de lucha política por los derechos civiles de los homosexuales? ¿Qué espacios ocuparon dentro de la clandestinidad que las ciudades permitían para el encuentro de estos sujetos? Los pocos que han intentado dar un acercamiento sobre estas cuestiones sobre la vida de los homosexuales en la Ciudad de México han leído e interpretado textos como La Estatua de Sal, de Salvador Novo,2 quien escribió una autobiografía de sus años como estudiante de Preparatoria y sus primeros andares en el ámbito homosexual en la capital durante la década de 1920. Asimismo, los artículos de Carlos Monsiváis publicados en la revista Debate Feminista han servido para dar un contexto sobre la vida social de los homosexuales en el país: dos textos son los que dedica a la historia de los homosexuales en México, “Los iguales, los semejantes, los (hasta hace un minuto) perfectos desconocidos (A cien años de la redada de los 41)”,3 donde realiza un recorrido histórico sobre las representaciones de estos sujetos desde finales del siglo XIX hasta los años 20 de la siguiente centuria; y “Los gays 2 Salvador Novo, La Estatua de sal, Prólogo de Carlos Monsiváis, México, Fondo de Cultura Económica, 2008, 204 pp., Ils. (Vida y Pensamiento de México). Esta obra fue quedó inconclusa a finales de los años 50 y fue publicada en 1994. 3 Carlos Monsiváis, “Los iguales, los semejantes, los (hasta hace un minuto) perfectos desconocidos (A cien años de la redada de los 41), en Debate Feminista, año 12, vol. 24, octubre de 2001, pp. 301-327. 9 en México: la fundación, la ampliación, la consolidación del gueto”,4 en el que continúa su investigación en torno a la vida social de los homosexuales hasta principios de los años 60. Hay que señalar que Monsiváis utilizó como fuente primordial algunos testimonios recolectados a lo largo de diversas entrevistas; sin embargo, él subraya que estos informantes pertenecieron a una clase social alta y mantenía cierto estatus dentro del ámbito cultural e intelectual de esa época, por lo que sus textos podrían enfrentar un obstáculo para conocer otros círculos de sociabilidad homosexual que no fueran los de la burguesía. Dentro del sector académico hay que señalar que hubo una gran influencia por parte de la historiografía de lengua inglesa en revisar la vida de los homosexuales en diversas temporalidades. Gracias a múltiples líneas de investigación como la Historia Cultural, la Historia Urbana e incluso la Historia de las Mentalidades, se han estudiado varios ámbitos no sólo relacionados con la sexualidad: también las manifestaciones sociales y espacios de convivencia donde se han desarrollado muchas relaciones socioafectivas entre los homosexuales. Tal y como propusieron Michel Foucault y Marc Augé,5 hay espacios delimitados geográficamente que tienen una 4 Carlos Monsiváis, “Los gays en México: la fundación, la ampliación, la consolidación del gueto”, en Debate Feminista, año 13, vol. 26, octubre de 2002, pp. 89-115. 5 La heterotopía es definida como: “la invención en la geografía de las ciudades, o dentro de la conciencia individual o colectiva, de las posibilidades nuevas que eludan los sistemas establecidos”, es decir, espacios que pueden o no existir materialmente pero que tienen un significado especial para un individuo o colectividad fuera de un contexto implantado por alguna autoridad. La idea original es de Michel Foucault, pero es tomada de Didier Eribon, “Resistencia y Contradiscurso”, en Reflexiones sobre la Cuestión Gay, Trad. de Jaime Zulaika, España, Anagrama, 2000, p. 437, (Argumentos, 259), y Marc Augé, Los "no lugares", espacios del anonimato: una Antropología de la Sobremodernidad, Trad. de Margarita Mizraji. Barcelona, Gedisa, 1993, 125 pp. (Hombre y Sociedad, Serie: Cla-de-ma Antropología). 10 función establecida, pero otros sujetos pueden darle otro significado apropiándose virtualmente de ellos. Esto es definido como heterotopía y ha servido mucho para estudiar los espacios en los que se reunían los homosexuales: al ser señalados como enfermos o criminales, la medicina y el discurso criminológico hicieron de estos sujetos como cuerpos indeseables a los que se debía corregir o encerrar en prisión para su reinserción social. Sin embargo, los bares, cantinas y cabarets sirvieron como escudos sociales donde podían resguardarse de las normas que la esfera pública obligaba a mantener. Una de las primeras académicas en investigar este tipo de relaciones dentro de los bares fue Nancy Achilles en 1967. En su artículo “The Development of the Homosexual Bar as an Institution”, menciona que dentro de los bares “se conglomeran las actividades de la comunidad y se adaptan para la sociabilidad” además de proveer “una superestructura en la que los impulsos libidinosos pueden esconderse”.6 Cabe señalar que durante las décadas de los años 20 y hasta los 50, en Europa y Estados Unidos hubo una gran proliferación de bares y espacios dedicados específicamente para los homosexuales aunque también admitían al público heterosexual. En Alemania, previo al triunfo del movimiento nacionalsocialista en los años 30, Berlín fue considerada como una ciudad tolerante hacia las parejas del mismo sexo y los espectáculos travestis; quizá el bar más famoso fue Eldorado [sic], que contaba con tres secciones: una para hombres, otra para mujeres y una más para parejas heterosexuales. 6 Nancy Achilles, “The Development of the Homosexual Bar as an Institution”, en John H. Gagnon y William Simon (eds.), Sexual Deviance, Nueva York, Harper & Row, 1967, p. 232. [La traducción es del autor de esta tesis] 11 Por otra parte en Estados Unidos, en ciudades como Nueva York y California, se supo de la existencia de bares en los que marineros y obreros acudían para beber, ligar e incluso prostituirse con homosexuales burgueses; también se supo de bailes drag-travestis desde mediados del siglo XIX en Harlem, Nueva York, en los que se concursaba por ser el mejor personaje ataviado con trajes opuestos a su sexo. Sin embargo, hacia finales de la década de los años 40, en plena época de posguerra, los homosexuales fueron perseguidos e incluso encarcelados por ser un peligro para el país bajo la premisa de que podrían contagiar a otras personas, pues eran considerados como enfermos mentales y además atentar contra la moral social.7 Justo después de la Segunda Guerra Mundial la interacción entre varones se mantuvo dentro de los bares siendo medios de contacto y puntos de encuentro, esto añadido a la experiencia bélica que permitió que muchos homosexuales pudieran encontrarse con otros similares, algo que quizá nunca hubiera pasado si no hubiesen sido llamados por el ejército: fue la guerra la que determinó el amplio contacto homosexual en esa época. Tal como menciona John D’Emilio, la guerra provocó un gran coming out (salida del clóset) en Estados Unidos, dando pie a la proliferación de espacios y bares dedicados a estos sujetos.8 7 Sobre los espacios de interacción homosexual en esta época recomendamos revisar George Chauncey, Gay New York: Gender, Urban Culture, and the Making of the Gay Male World, 1890-1940, Estados Unidos, Basic Books, 1994, 496 pp., y Robert Aldrich (Ed.), Gays y lesbianas. Vida y cultura. Un legado Universal, Trad. de Beatriz Rendo Andaluz, Donostia, España, Nerea, 2006, 384 pp. Ils. 8 John D’Emilio y Estelle B. Freedman, “Redrawing the Boundaries”, en Intimate Matters. A History of Sexuality in America, 2a. ed., Estados Unidos, The University of Chicago Press, 1997, p. 289. [La traducciónes del autor de esta tesis] 12 Siendo más específicos en nuestra búsqueda sobre la vida social de los homosexuales en la capital mexicana encontramos cuatro trabajos en los que se hace un acercamiento al estudio a estos puntos de encuentro en el siglo XX. El primer texto que ha servido de utilidad para definir nuestra época de estudio, y dar un contexto sobre el tema, es la tesis de Carlos Medina Caracheo y Carlos David Vargas Ocaña: La vida nocturna en la Ciudad de México: centros nocturnos, cabarets y burdeles 1935-1945.9 En este trabajo los autores analizan cómo se consideraban los diversos espacios de entretenimiento: desde los centros nocturnos, los cabarets y los burdeles. El segundo de los trabajos revisados es el coordinado por Michael K. Schuessler y Miguel Capistrán: México se escribe con J. Una historia de la cultura gay.10 En esta obra se encuentran diversos ensayos sobre —como su nombre lo indica— la cultura gay en México, además de aportar algunos textos “fundacionales” que ayudaron al Movimiento de Liberación Homosexual de los años 70 a sustentar su postura política. En este trabajo se encuentra el texto de Juan Carlos Bautista. “La noche al margen. Brevísima relación de la vida nocturna gay”,11 en el que se hace un resumen de los lugares de sociabilidad gay desde principios del siglo XX hasta nuestros días. 9 Carlos Medina Caracheo y Carlos David Vargas Ocaña, La vida nocturna en la Ciudad de México: centros nocturnos, cabarets y burdeles 1935-1945, Tesis de licenciatura en Historia, México, UNAM, Escuela Nacional de Estudios Profesionales Acatlán, 1996, 175 pp. 10 Michael K. Schuessler y Miguel Capistrán (Coords.), México se escribe con J. Una historia de la cultura gay, México, Planeta, 2010, 271 pp. (Temas de Hoy). 11 Juan Carlos Bautista, “La noche al margen. Brevísima relación de la vida nocturna gay”, en Ibídem, pp. 209-228. 13 En tercer lugar, revisamos el libro de Rodrigo Laguarda, Ser gay en la Ciudad de México. Lucha de representaciones y apropiación de una identidad, 1968-1982.12 Si bien la construcción de la identidad gay en la capital (y a nivel mundial) se dio de manera posterior a nuestra época de estudio, este trabajo resume las principales características de cómo se conformó una nueva forma de identificación de los homosexuales tanto en un sentido histórico como cultural después del turbulento año de 1968 y en lo que ha sido llamado por muchos investigadores como el inicio de la revolución sexual. Por último, el trabajo de Xabier Lizarraga: Semánticas homosexuales. Reflexiones desde la antropología del comportamiento,13 analiza cómo es que a través del tiempo la identidad homosexual (tanto gays como lesbianas) se ha transformado desde las múltiples representaciones ofensivas por parte de diversos sectores sociales, sus comportamientos y formas de identificación, así como el vocabulario que usaban para referirse a ellos mismos. Como vemos sólo dos trabajos en concreto se han dedicado a rastrear la historia de los homosexuales en México en el siglo XX y son los realizados por Rodrigo Laguarda y Xabier Lizarraga, aunque en su trasfondo sean investigaciones de corte antropológico y no estrictamente de índole historiográfico. Es por ello que en este 12 Rodrigo Laguarda, Ser gay en la Ciudad de México. Lucha de representaciones y apropiación de una identidad, 1968-1982, México, Instituto Mora, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, 2009, 166 pp. 13 Xabier Lizarraga Cruchaga, Semánticas homosexuales. Reflexiones desde la antropología del comportamiento, México, Conaculta, INAH, 2012, 383 pp. (Antropología Física, Serie Enlace). 14 trabajo nos auxiliamos de dichos estudios para hacer las preguntas base que guiaron en esta tesis: ¿Qué tipo de lugares existían para los homosexuales? ¿Cuál era la visión de los propios homosexuales sobre los espacios de sociabilidad a los que acudían? El objetivo principal de este trabajo es tratar de localizar algunos de los puntos de encuentro y reunión al que asistían los homosexuales durante los años de 1946 a 1955, justo en el sexenio del presidente Miguel Alemán Valdés y parte del de Adolfo Ruiz Cortines. Esta temporalidad se debe a que, con la llegada de Alemán Valdés a la presidencia, México tuvo un gran incremento económico gracias al modelo de sustitución de importaciones que implementó, así como dar una nueva imagen de progreso y modernidad al país dejando atrás las reminiscencias del movimiento revolucionario. Fue en esta época en la que la Ciudad de México y el país, en general, comenzaron a tener una gran afluencia de turistas de talla internacional y, por ende, se dio pie a la apertura de diversos espacios de entretenimiento para el deleite de los visitantes creando diversos espacios de entretenimiento. Ante esta gran apertura de centros de diversión, muchos homosexuales encontraron en ellos refugios para poder establecer diversos contactos personales, afectivos e incluso sexuales; es por ello que aquí describimos algunos de los lugares que fungieron como espacios de encuentro para estos sujetos. Los trabajos mencionados arriba dan un breve esbozo de la vida nocturna y de contacto entre los homosexuales de esa época. Definimos a estos lugares como espacios de homosociabilidad dado que estos antros, bares y/o cabarets fueron lugares en donde podían relacionarse sin ninguna 15 represalia moral y sin ser sujetos de señalamientos como lo eran en casi toda la ciudad. Y a pesar de que el título de este trabajo dice “cabaret: espacio de sociabilidad”, nos centraremos en varios centros nocturnos, no nada más en los cabarets, dando un vistazo a grandes rasgos sobre la vida nocturna de los homosexuales de la capital. ¿Por qué estudiar la Ciudad de México y no otra zona? Hay que señalar que si bien hay homosexuales en cualquier parte del mundo, son las urbes los lugares por excelencia para poder desarrollar este tipo de relaciones gracias a que en la ciudad hay una “tolerancia permitida” donde, a pesar de que los homosexuales podían ser señalados como sujetos abyectos, delincuenciales y no saludables, muchos encontraron en las clandestinidades urbanas espacios en los que podían relacionarse libremente; y no sólo nos referimos a locales o bares, ya que hubo otras zonas de contacto, como parques y avenidas, donde corrían el riesgo de ser acusados por la Policía por cometer faltas a la moral. Asimismo, entendemos a la Ciudad de México como aquel territorio del centro de la capital y parte de lo que hoy conocemos como las delegaciones Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo y Benito Juárez ya que así quedó establecida en la Ley Orgánica del Departamento del Distrito Federal de 1941 (que era la entidad administrativa que regía a esta zona).14 En este trabajo analizamos desde el primer capítulo los antecedentes de la vida homosexual en México a partir de lo que ha 14 Gerardo G. Sánchez Ruiz, “El proceso industrializador y la reconformación de la ciudad 1940-1952”, en La ciudad de México en el periodo de las Regencias 1929- 1997. Dinámica Social, Política y Producción Urbano Arquitectónica, México, Universidad Autónoma Metropolitana unidad Azcapotzalco, División de Ciencias Sociales y Humanidades, Gobierno del Distrito Federal, 1999, p. 107. 16 sido considerado como una “forzosa salida del armario” en la vida nacional: el famoso escándalo del “baile de los 41”, un hecho en el que varios hombres fueron juzgados y enviados a realizar trabajos forzados a Vale Nacional, en Yucatán, sólo por asistir ataviados de mujeres a una fiesta. También revisamos qué sucedió durante la primera mitad del siglo XX con los homosexuales en materia penaly la visión médica que se tenía sobre ellos. Justamente sin estos elementos no entenderíamos por qué, lejos del discurso religioso que los condenaba, también lo fueron en el ámbito burocrático a pesar de que ninguna legislación prohibía este tipo de relaciones. Cabe señalar aquí los primeros estudios realizados por el criminólogo Carlos Roumagnac y el psiquiatra Alfonso Millán, donde calificaron a estos sujetos como seres criminales y con severas afectaciones mentales, por lo que proponían enviar a los homosexuales a la cárcel o a centros de salud psiquiátrica para su reinserción social. En el capítulo dos examinamos los centros nocturnos como espacios de sociabilidad homosexual. Entendemos a dichos lugares como los centros de reunión donde asistían varones en busca de otros similares para establecer desde una relación afectiva, social e incluso de ligue ocasional ante el temor de que no fueran extorsionados por las autoridades, quienes les pedían dinero a cambio de no delatarlos. Los bares, como ya hemos señalado, fueron el punto esencial donde muchos pudieron establecer relaciones socioafectivas por lo que a través de algunas fuentes (como crónicas y la prensa) pudimos conocer más a detalle cómo eran estos lugares tal y como mencionara Monsiváis en sus artículos. También nos enfocamos en la identidad que muchos homosexuales adoptaron en ciertos lugares pues no aceptaban a los “afeminados” por 17 considerarlos muy inferiores a ellos. Tal y como menciona Didier Eribon: un rasgo característico de la homosexualidad (la masculina, en todo caso): la polaridad entre virilidad y afeminamiento. El desprecio, el odio en ocasiones, de quienes se complacen en pensarse masculinos o viriles hacia los “afeminados”, ha sido una de las grandes estructuras de la divergencia no sólo en las representaciones que los homosexuales han querido dar de sí mismos, sino también en el discurso que ha acompañado a esas imágenes […] Más en general, casi siempre se encuentra en los discursos formulados por los homosexuales la voluntad de disociarse, de distinguirse de los demás homosexuales y de la imagen que éstos dan de la homosexualidad.15 En el tercer capítulo nos enfocamos precisamente en los imaginarios y estereotipos que la sociedad mexicana de la época comenzó a construirse sobre los homosexuales a través de la prensa. Si bien el discurso criminal y patológico colocaba a estos sujetos como entes enfermos que debían ser reivindicados, algunos periódicos prefirieron ser portavoces de un mal que tenía que ser corregido desde lo más bajo, así como el cierre de centros nocturnos ya que eran una mala influencia para la juventud mexicana. Aquí analizamos una revista llamada Magazine de Policía y su Suplemento (uno publicado los lunes y el segundo los jueves) siendo una revista de lo que hoy señalaríamos como de corte amarillista y única en la Ciudad de México. Sus notas podían escandalizar en esa época a muchas personas, pero aun así tendría un éxito inigualable antes de la llegada de otros periódicos como Alarma! en las décadas de los años 60 y 70. 15 Eribon, “Prefacio: las palabras de la tribu”, en op. cit., p. 13. 18 En el último capítulo describimos la llegada de Adolfo Ruiz Cortines a la presidencia de México y de Ernesto Peralta Uruchurtu como regente del Distrito Federal. Estos dos mandatarios fueron reconocidos por su mano dura contra los centros nocturnos que recién se habían inaugurado en el sexenio alemanista. En contraparte, los homosexuales parroquianos a muchos bares y cabarets fueron replegándose poco a poco hacia las zonas marginales fuera de los límites capitalinos para resguardarse de las redadas y detenciones arbitrarias de la Policía. Sin embargo, no significó el fin de la convivencia homosexual ya que con la llegada de turistas y residentes extranjeros (principalmente estadounidenses) a México trajeron consigo el nuevo estilo de la vida gay que poco a poco fue expandiéndose.16 Sin embargo, fue hasta la década de los años 70 cuando comenzó una lucha por el respeto y dignidad de los homosexuales desde la clandestinidad, y tanto los bares, como centros nocturnos, sirvieron para definir una postura política. En suma, este trabajo pretende ser una aportación sobre los espacios de interacción de los homosexuales de esta época dentro de la Historia de México. Las fuentes aquí presentadas son el resultado de un arduo trabajo de rastreo, ya que algunos textos fueron de difícil acceso o consulta debido a que muy pocos investigadores les han puesto la atención adecuada quedando en el olvido de diversos repositorios. Creemos que esta investigación 16 Cabe aclarar que el término ya comenzaba a utilizarse durante la década de los años 30 en Estados Unidos, pero fue hasta los años 50 y 60 cuando empezó a difundirse en círculos homosexuales como una forma de identificación. En los capítulos uno y cuatro veremos esto más a fondo. 19 puede dar pie a muchos otros temas de investigación no sólo desde la perspectiva social, cultural o histórica. Curiosamente nos encontramos ante una coyuntura política en la que la vida homosexual del país juega un papel importante en la sociedad mexicana. Casi a mediados del 2016, durante la conmemoración del Día Internacional contra la Homofobia, el 17 de mayo, el presidente Enrique Peña Nieto envió una propuesta para reconocer el matrimonio entre personas del mismo sexo;17 sin embargo, el sector conservador de México se manifestó tan enérgicamente creando un grupo llamado el Frente Nacional por la Familia. Al tratar de investigar antecedentes sobre la historia de la homosexualidad en nuestro país, quienes fueron entrevistados nunca señalaron alguna referencia o dato sobre los homosexuales en México, quizá por desconocimiento. Y esto pudiera deberse a lo poco que se ha tratado el estudio de la historia reciente de México, tal y como menciona Stephen Niblo: La renuencia de los historiadores a examinar las fuentes públicas recientes priva al país de un adecuado sentido de perspectiva. Dado que las décadas recientes han sido muy agitadas, el desconocimiento del pasado reciente dificulta asimismo formular políticas para abordar aun los más severos problemas contemporáneos. La ausencia de un corpus de análisis histórico también obstruye a los investigadores que se desempeñan en las ciencias sociales, la historia social y regional y temas culturales.18 17 “Peña Nieto anuncia cambios a la Constitución para reconocer el matrimonio igualitario”, en Animal Político, 17 de mayo de 2016, sección Nacional, en http://www.animalpolitico.com/2016/05/pena-nieto-anuncia-cambios-a-la- constitucion-para-reconocer-el-matrimonio-igualitario/ (Consultado el 15 de enero del 2017). 18 Stephen Niblo, “Introducción”, en México en los Cuarenta. Modernidad y Corrupción, Trad. de Enrique Mercado, México, Océano, 2008. p. 20. 20 Por ello, esperamos que este trabajo sea un granito de arena para la re-construcción de un pasado olvidado por una gran parte de los sectores sociales y académicos de nuestro país al que muy pocos se han acercado. 21 Capítulo Uno La vida homosexual y urbana en la Ciudad de México en la primera mitad del siglo XX A partir de la década de los años 20, México experimentó diversos cambios en los ámbitos políticos, sociales y económicos, dejando a un lado las viejas rencillas y problemáticas que habían surgido con el movimiento revolucionario iniciado en 1910. Entre los logros que hubo en esa época fue el inicio de una expansión urbana en la capital que alcanzaría su máximo esplendor durante los sexenios de Miguel Alemán Valdés y AdolfoRuiz Cortines. La población de la capital se incrementó rápidamente con la llegada de gente de provincia que buscaba un nuevo modo de vida en la ciudad, así como de turistas extranjeros que se sentían atraídos por la cultura del país. Ante esto también aumentaron las problemáticas de salud, drenaje, servicios públicos y los índices de criminalidad en la vida urbana del Distrito Federal por lo menos durante las primeras tres décadas del siglo XX.19 Mientras esto ocurría, la administración de la capital buscaba una nueva estructura gubernamental que eliminara a este territorio su estatus municipal; así, el primero de enero de 1929 se creó el Departamento del Distrito Federal (DDF),20 una forma de organización administrativa que duraría hasta mediados de la década de 1990. 19 Sergio Miranda Pacheco, “Problemática urbana, planificación y reforma política del Distrito Federal 1920-1928”, en La Creación del Departamento del Distrito Federal. Urbanización, política y cambio institucional, 1920-1934, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, 2008, p. 13. 20 Miranda Pacheco, “La reorganización institucional del Distrito Federal”, en op. cit., p. 53. 22 En el ámbito social, los años siguientes al periodo revolucionario fueron de gran importancia. Se buscaba el ideal de un nuevo mexicano en el que la patria y la dignidad fueran sus valores fundamentales, así como diversas manifestaciones artísticas y culturales que exaltaran el espíritu de la mexicanidad, aquello que representaba a la nación de forma histórica y culturalmente; incluso la charrería se convirtió en un deporte nacional convirtiendo al charro en la imagen esencial que representó a todo el país llamando la atención de los turistas.21 En esta época muchos pensadores e intelectuales trataron de dar una explicación sobre las raíces de la sociedad mexicana a través de la literatura, el cine y las artes, trabajos que surgieron como respuesta a los nuevos ideales de ciudadano que emergieron durante la posguerra tanto en Europa como en América, así como desde los grupos ultraderechistas como los de izquierda radical.22 La exaltación de festividades como el 15 de septiembre, el Día de Muertos, la reivindicación de la población indígena, el mestizaje y el folklor resultaron tan valiosos que serían el eje rector de esta búsqueda de la esencia mexicana. Carlos Monsiváis definió este tipo de expresiones como un “nacionalismo cultural” tratándose de “una técnica de resarcimiento que saca a flote, indistintamente, la resistencia antiimperialista, el orgullo ante posesiones y yacimientos 21 Cristina Palomar, “El papel de la charrería como fenómeno cultural en la construcción del Occidente de México”, en Revista Europea de Estudios Latinoamericanos y del Caribe, núm. 76, abril de 2004, p. 87. 22 Ricardo Pérez Montfort, “Representación e Historiografía en México 1930-1950. ‘Lo mexicano’ ante la propia mirada y la extranjera”, en Historia Mexicana, Vol. 62, núm. 4, abril-junio de 2013, p. 1654. 23 artísticos y el compromiso de atender las urgencias expresivas de una nación nueva o diferente”.23 El papel de los hombres y las mujeres se redefinió después de la lucha armada, dándole un lugar privilegiado a los varones al otorgarle funciones especiales para su “hombría”. Como señala Joseph Carrier: “En general, [en la sociedad mexicana] está previsto que los hombres sean dominantes e independientes. La tajante separación entre los papeles masculino y femenino en México parece deberse en parte a un ideal hipermasculino, […] conocido como ‘machismo’. El rol femenino ideal es considerado […] opuesto al masculino, y puede llamársele ‘marianismo’”.24 A finales de esta década, el filósofo Samuel Ramos publicó su obra más famosa: El Perfil del Hombre y la Cultura en México (1934), donde analiza la personalidad del mexicano e interpreta que vive en una cultura criolla, a imitación de su herencia hispana. Su crítica a la sociedad mexicana lo llevó a deducir que ésta se encuentra sometida ante los diversos accidentes históricos que ha vivido a lo largo de su existencia, por lo cual el hombre mexicano se siente menospreciado y se deja influir por agentes culturales extranjeros.25 Sin embargo, los discursos oficiales y tradicionales previos a esta época mantuvieron como tema tabú a la homosexualidad, algo 23 Carlos Monsiváis, “Nacionalismo Cultural”, en Historia Mínima de la Cultura Mexicana en el siglo XX, Edición de Eugenia Huerta, México, El Colegio de México, 2010, p. 212. 24 Joseph Carrier, “Roles sexuales, vida familiar y homosexualidad. Antecedentes socioculturales”, en De los Otros. Intimidad y Comportamiento Homosexual del Hombre Mexicano, Madrid, Talasa, 2001, p. 25 (Arcoíris, 2). Marianismo por la influencia de la devoción católica a la Virgen María o, en su advocación más popular en México, la Virgen de Guadalupe. 25 Samuel Ramos, “El perfil del hombre”, en El Perfil del Hombre y la Cultura en México, 3a. edición, México, Espasa Calpe, 1951, p. 100 (Austral). 24 que querían evitar a toda costa, fuera en el ámbito social o cultural. Ante esto, los homosexuales vivieron en una clandestinidad o como un secreto a voces, lejos del escarnio moral durante por muchos años. Hasta que un hecho los expuso es la esfera pública en la capital del país. 1.1 Del “baile de los 41” a La Estatua de Sal Durante la segunda mitad del siglo XIX la percepción de la homosexualidad en el mundo occidental tuvo diversos matices: lejos de ser un pecado y un castigo divino para algunas personas, la medicina y diversas disciplinas del campo de la salud mental comenzaron a investigar alrededor de esta condición humana considerándola como una patología sexual. La sociedad mexicana se encontraba inmersa en constantes luchas armadas y en un ferviente catolicismo, por lo que no se permitió que se tocaran los temas de sexualidad y mucho menos de las perversiones que ésta podía ocasionar, tal y como se pensaba sobre la homosexualidad. La percepción que se tenía de esta condición humana era el de seres abyectos, enfermos y unos pocos la consideraban como un tercer sexo. En algunas fuentes literarias de esta época en México se encuentran algunas novelas con personajes afeminados que reflejaron muy bien la imagen social que se tenía sobre estos sujetos, como Chucho el Ninfo escrita por José Tomás de Cuellar en 1871. En esta obra, de corte costumbrista y publicada como novela folletinesca en la prensa, nos relata la historia de Chucho: un niño “dócil, bonito, dulce, aunque también maleducado por la excesiva atención materna, que lo afemina, no sólo a nivel de gestos sino también de vestido, 25 pues es tan lindo que lo viste de niña.”26 Chucho aparece como el estereotipo de afeminado que recurre a una identidad no viril y que vive a expensas de su madre lo que ocasiona —según el autor de la novela— su trastorno mujeril. Otro personaje destacado que aparece en la literatura previa al inicio del siglo XX es el descrito por Heriberto Frías en su obra La Cárcel escrito durante su estancia en la Cárcel de Belén de la capital. En su texto describe a La Turca, un hombre casi anciano que se encontraba en el Patio de Talleres “contoneando con repugnantes coqueteos la cabeza de pelo largo ensortijado con artificios chinos, pelo largo embadurnado de pomada […] con una camisa de calicó, blanquísima, con cuello y puños bordados y con piquitos, cual camisa de mujer.”27 Recordemos que los homosexuales de ese entonces sólo podían convivir en la clandestinidad de las calles, en las cárceles, en determinados lugares privados o como un secreto a voces. Fuera de estas percepciones negativas, a principios del siglo XX se impusouna obsesión por imponer diversas medidas higiénicas en la sociedad, lo que obligó la apertura baños públicos en la capital. Muchos aprovecharían la oportunidad para ducharse o nadar en las albercas, mientras que algunos homosexuales sacarían ventaja para ver a otros hombres desnudos y establecer relaciones de contacto. No todos tenían acceso a estos lugares debido al costo que tenía el acceder a estos centros de limpieza corporal, por lo que los más 26 José Ricardo Chaves, “Afeminados, hombrecitos y lagartijos. Narrativa mexicana del siglo XIX”, en Michael K. Schuessler y Miguel Capistrán (Coords.), México se escribe con J. Una historia de la cultura gay, México, Planeta, 2010, p. 76 (Temas de Hoy). 27 Heriberto Frías, “La Turca”, en La cárcel y el boulevard, México, Planeta, Joaquín Mortiz, Conaculta, 2003, p. 13. 26 beneficiados eran los miembros de clases medias o altas. Al saber de estos peligros contra el pudor (pues varias familias y niños pequeños asistían a estos lugares) muchos baños cerraron sus puertas o pondrían medidas de estricta vigilancia para evitar que hubiera algún contacto inmoral en sus instalaciones.28 Pero la madrugada del 17 de noviembre de 1901 un hecho escandalizaría a toda la ciudad: en la Cuarta Calle de la Paz (hoy Ezequiel Montes, en la colonia Tabacalera):29 un curioso baile atrajo la atención de un policía quien rondaba por las calles aledañas. La nota que apareció el 21 de noviembre de 1901 en el periódico El Popular detalla perfectamente lo que sucedió en ese instante: Notó el gendarme de la Cuarta Calle de la Paz que en una accesoria se efectuaba un baile a puerta cerrada, y para pedir la licencia fue a llamar a la puerta. Salió a abrirle un afeminado vestido de mujer, con la falda recogida, la cara y los labios llenos de afeite y muy dulce y melindroso de habla. Con esa vista, que hasta el cansado guardián lo revolvió el estómago, se introdujo éste a la accesoria, sospechando lo que aquello sería y se encontró con cuarenta y dos parejas de canallas de éstos, vestidos los unos de hombres y los otros de mujer que bailaban y se solazaban en aquel antro…30 En aquella casa se encontraban miembros de la élite porfirista y de clases sociales acomodadas formando parejas y bailando sin ningún 28 Víctor Manuel Macías González, “Entre lilos limpios y sucias salesas: la homosexualidad en los baños de la ciudad de México”, en María del Carmen Collado (coord.), Miradas Recurrentes. La ciudad de México en los siglos XIX y XX, México, Instituto Mora, Universidad Autónoma Metropolitana, 2004, 2 v., t. II, pp. 293-309 (Historia Urbana y Regional). 29 Carlos Monsiváis, “Los 41 y la gran redada”, en Eduardo A. Castrejón (seud.), Los cuarenta y uno: novela crítico-social, Coordinado y estudio crítico de Robert McKee Irwin, Prólogo de Carlos Monsiváis, México, UNAM, Coordinación de Difusión Cultural, Dirección de Literatura, 2010, p. 43 (Rayuela). 30 Ibídem, p. 35, apud, El Popular. Diario independiente de la mañana, 21 de noviembre de 1901. 27 pudor. En principio se contaron 42 detenidos en esta fiesta, pero finalmente se concluyó que eran 41. Paralelo a esta historia se corrió un rumor que el desaparecido era nada más y menos que Ignacio de la Torre y Mier, yerno del entonces presidente Porfirio Díaz quien, se supone, había huido de la redada. El baile significó un brutal quiebre en la sociedad mexicana, especialmente la del sector burgués, por ello es que estos sujetos debían recibir un castigo ejemplar. Algunos de los detenidos utilizaron sus influencias políticas y obtuvieron amparos que les permitieron salir libres. La lista de los 41 detenidos nunca se publicó justamente por la relevancia que tenía el dar a conocer los nombres de aquellos que capturaron en una fiesta de afeminados. La mañana siguiente de la redada, los pocos detenidos que seguían encarcelados fueron obligados a barrer las calles principales de la ciudad vestidos de mujer, lo cual sirvió como burla y escarmiento ante la vista de todos. Días después de esta penalización fueron enviados en tren a Valle Nacional, en Yucatán, para realizar trabajos pesados. El “baile de los 41” fue un caso sin precedentes y utilizado para crear estereotipos y comunes denominadores con los que la gente podía reconocer a estos sujetos. Lo que también logró este hecho fue sacar de las penumbras el tema de la homosexualidad y convertirse en algo de lo que todos hablaran. A su vez circularon folletos con grabados hechos por el mismo José Guadalupe Posada que mostraban personajes feminoides y refinados: “Muy chulos y coquetones” fue el subtítulo que acompañaba a estas imágenes junto con un par de versos. Fue en esta publicación que se utilizó por 28 Hace aún pocos días Que en la Calle de la Paz, Los gendarmes atisbaron Un gran baile singular. Cuarenta y un lagartijos Disfrazados de la mitad De simpáticas muchachas Bailaban como el que más. La otra mitad con su traje, Es decir de masculinos, Gozaban al estrechar A los famosos jotitos. Vestidos de raso y seda Al último figurín Con pelucas bien peinadas Y moviéndose con chic. Sus caras muy repintadas con albayalde o con cal, con ceniza o velutina… ¡Pues vaya usté a adivinar! Llevaban buenos corsés con pechos bien abultados y caderitas y muslos… postizos… pues está claro. Figura 1.1 Folleto distribuido en la Ciudad de México con grabados de José Guadalupe Posada. primera vez la palabra “maricón” para denominar a los homosexuales. Otra de las expresiones que hubo ante este suceso fue la publicación en 1906 de la novela Los cuarenta y uno: novela crítico-social, escrita por Eduardo A. Castrejón que, hasta hace poco más de una década, fue redescubierta en el Fondo Rafael Heliodoro Valle que forma parte del Fondo Reservado de la Biblioteca Nacional de México y publicada en 2010 por la UNAM.31 31 Robert McKee Irwin. “Los cuarenta y uno: la novela perdida de Eduardo Castrejón”, en Eduardo A. Castrejón (seud.), op. cit., p. 25. 29 En este texto se reflejaron las costumbres morales y sociales que la gente tuvo a raíz de la redada del 17 de noviembre de 1901 en la capital. Sobre el autor de la trama, aún no se sabe con exactitud quien la escribió ya que probablemente el nombre de Eduardo A. Castrejón fuera un pseudónimo con el cual alguien se escudó moralmente para poder publicar una novela con esta temática.32 Sea como fuere, esta novela fue crucial para demostrar a la gente la perturbación y escándalo que se generó después de este hecho. Los editores de la novela justifican en su advertencia por qué publican un trabajo como éste: El autor de la novela que hoy publicamos ha cumplido con un deber social, sea cual fuera el éxito de lo que él llama su novela, y que es el relato fiel de un hecho que produjo el escándalo y que ha dejado en las llamas de la sátira una memoria que durará por muchos años. El autor del libro deja sentir la fuerza de su imaginación, detalla sus cuadros y flagela de una manera terrible un vicio execrable, sobre el cual escupe la misma sociedad, como el corruptor de las generaciones.33 En la novela aparecen ocho personajes que son los organizadores del baile de la Calle de la Paz y sufrirán las desventuras de los días posteriores: Mimí, Ninón, Estrella, Pudor, Virtud, Carola, Blanca y Margarita, nombres femeninos de familias de renombre, ya que en esa época no cualquier mujer era llamada así. El único personaje masculino de todos ellos es Ninón quien es 32 McKee Irwin señala que un probable autor de esta novela sea el Gral. Mariano Ruiz (1846-1932) pues en el ejemplar que se encuentra enla Biblioteca Nacional de México se avisa al lector de otro libro del mismo autor en próxima aparición: Reminiscencias históricas: cuadros de la Guerra de Reforma, de la Intervención y el Imperio, una “memoria nunca publicada del General Mariano Ruiz”, quien fuera diputado federal de 1866 a 1912 y gobernador de Nayarit de 1904 a 1911. Ibídem, p. 29-31. 33 “Dos palabras”, en Eduardo A. Castrejón (seud.), op. cit., p. 66-67. [Las cursivas son del autor de esta tesis] 30 señalado como el amante de Mimí descrito como “un Hércules de rostro seductor y varonil”.34 La trama de esta historia es, en efecto, el desarrollo del baile que prepara Mimí y sus amigos quienes se disfrazan de bellas señoras con afeites y vestidos de mucho chic. Así como la prensa vulgarizó e hizo sátira de los hechos ocurridos, en la narración de esta novela se pone mucho énfasis en los atuendos y modos de andar desde el momento en que son aprehendidas las parejas en el baile hasta su terrible final en los campos yucatecos. Incluso Ninón es reivindicado: si este personaje posee los atributos masculinos característicos de la época, debía corregir sus errores volviendo al camino de la virtud casándose con una mujer que conoce en Yucatán, mientras que Mimí (su amante) cumple su condena en los campos de Valle Nacional. Los soldados siguieron denigrándolos en el viaje y en las labores que realizaban, muchos de ellos quisieron suicidarse ante la presión y mancha social que los había marcado de por vida, pero no lo lograban: eran persuadidos por sus propios compañeros o por quienes los sorprendían en el acto. El “baile de los 41 maricones” permaneció en la memoria colectiva de la sociedad mexicana por mucho tiempo. Este número se convirtió en estigma y denigración masculina. Por ejemplo: los hombres nunca cumplían los 41 años, pasaban del 40 al 42 ipso facto.35 Quien se acercaba pronto a esa edad era víctima de burlas, señalamientos y albures. A más de 115 años de distancia este juego de palabras se ha ido olvidando y los jóvenes del siglo XXI no 34 Eduardo A. Castrejón (seud.), op. cit., p. 68. 35 Michael K. Schuessler, “Vestidas, locas, mayates y machos. Historia y homosexualidad en el cine”, en México se escribe con J, op. cit. p. 157. 31 conocen este suceso histórico del que pocos han escrito en algunos libros y artículos académicos. Otro caso similar (y acaecido poco tiempo después) al baile de los 41 se suscitó a principios de 1902 en el Barrio de Coyuya, en las afueras de la ciudad. En este baile “fueron aprehendidos los llamados el Bigotona y el de los Claveles dobles que tuvieron la osadía de interponer ante el Juez Primero de Distrito don Juan Pérez de León, el recurso de amparo contra la determinación del señor Gobernador del Distrito Federal para que fueran remitidos a Yucatán a trabajar en alguna hacienda”.36 Para evitar el escarmiento, estos sujetos pidieron un amparo para no sufrir la vergüenza y sufrimiento que los 41 pasaron pocos meses antes. Después del escándalo y el escarnio vivido por los detenidos en aquel baile de la Cuarta Calle de la Paz, la Policía y el sistema judicial comenzaron a fijarse en los homosexuales como sujetos criminales y de gran peligro para la sociedad en general. Robert Buffington encuentra en los estudios criminalísticos de los primeros años del siglo XX que: la desviación sexual, cualquiera que fuese su tipo, era antinatural y antisocial, y se relacionaba con la criminalidad innata; entre los rasgos peculiares de la identificable clase formada por los delincuentes estaban las tendencias homosexuales atávicas. Así, en la imaginación criminológica la desviación sexual indicaba criminalidad, la que a su vez constituía una amenaza para el desarrollo político, económico y social de la nación. La homosexualidad en particular atentaba contra la existencia misma del país, pues 36 Alberto Dallal, “Trayecto histórico de la Danza Popular en México”, en El dancing mexicano: la danza en México. Cuarta parte, 4a. ed., México, UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, 2000, p. 131 (Estudios y Fuentes del Arte en México; 70), apud Enrique de Olavarría y Ferrari, Reseña histórica del teatro de México, 1538- 1911, México, Porrúa, 1961, 5 v., t. IV, p. 2231. 32 inducía la consumación de uniones sexuales infértiles en una época obsesionada por la fecundidad nacional y la “lucha por la vida mundial”.37 Uno de los criminólogos que se dedicó plenamente al estudio de la homosexualidad en las cárceles de la Ciudad de México fue el periodista y literato Carlos Roumagnac quien publicó en 1904 Los criminales en México: ensayo de psicología criminal,38 donde analiza la relación que hay entre el delito y las desviaciones sexuales tal y como venían haciéndolo diversos estudios criminalísticos europeos.39 Entre estos análisis encuentra que la homosexualidad era en cierta medida “permitida” y con escasa vigilancia en las cárceles. Por ello, cuando uno de los directores de la Cárcel de Belén decidió concentrar en una sección a todos los “pederastas declarados”, éstos decidieron celebrarlo pues así se evitaban “sangrientas querellas motivadas por los celos” de sus demás compañeros.40 La pederastia fue una constante acusación por la cual los homosexuales eran encarcelados en la capital del país ya que hubo casos en que las relaciones entre hombres mayores con menores escandalizaron a la sociedad, además del no tan reciente juicio contra Oscar Wilde por parte del marqués de Queensberry en Inglaterra, que impactó a las altas esferas sociales e intelectuales 37 Robert M. Buffington, “Los Jotos: visiones opuestas de la homosexualidad”, en Criminales y Ciudadanos en el México Moderno, Trad. de Enrique Mercado, México, Siglo XXI, 2001, p. 192. 38 Carlos Roumagnac, Los criminales en México: ensayo de psicología criminal, México, Tipografía El Fénix, 1904, 389 pp. 39 Buffington, op. cit., p. 193. 40 Ibídem, p. 196. 33 del mundo.41 Cuando Roumagnac analizó a los presos de la Cárcel de Belén encontró varios casos de adolescentes detenidos que tenían relaciones sexuales entre ellos, donde el mayor de ellos jugaba un papel activo (penetrador) y el menor el pasivo (penetrado) siguiendo la imagen de masculino/femenino o de protector y protegido.42 Otra de las causas por la que los homosexuales eran detenidos fue cuando se les asociaba con crímenes pasionales y/o afectaciones psiquiátricas, ya que la conjunción de estos problemas, según las visiones de los criminólogos de esta época, daban como resultado la desviación sexual. Un ejemplo fue el caso de un hombre que violó y mató a un niño de cinco años: Roumagnac presenta al atacante con una conducta “alienada” teniendo como antecedentes el espiar a sus hermanas mientras se desvestían, ser observador de cópulas entre perros, consumir pornografía, ser aficionado al sexo grupal, y tener familiares con antecedentes psiquiátricos y tendencias alcohólicas, lo que derivó (en la lógica del autor) en dicho crimen.43 Por otro lado, durante el propio movimiento revolucionario iniciado en 1910 también hubo personas que callaron su condición homosexual ante el machismo y la intolerancia popular. Hasta hoy no se conoce un dato o hecho público que haya tenido una gran 41 Acusado de sodomía, Oscar Wilde fue encontrado culpable de haber pervertido a Lord Alfred Douglas, hijo del marqués de Queensberry y condenado a dos años de prisión. Para más detalle con respecto a la obra de Wilde y el enorme significado que tuvo para los homosexuales véase el apartado “Espectros de Wilde”, en Didier Eribon, Reflexiones sobre la cuestión gay, Trad. de Jaime Zulaika, Barcelona, Anagrama, 2000,pp. 195-335 (Argumentos, 259). 42 Buffington, op. cit., p. 195. 43 Ibídem, p. 197. 34 relevancia durante la lucha armada similar al baile de los 41. Lo que sí se puede asegurar es que los homosexuales siguieron movilizándose entre la clandestinidad, principalmente en las grandes urbes del país. Aquellos que eran detenidos tenían dos opciones: ser encarcelados o pagar una fuerte suma monetaria para evitar el escarnio público (y esto sólo aplicaba para quienes pudieran pagar una extorsión tan grande para resanar su “dispensa moral”).44 En las propias filas de los zapatistas dos personajes destacaron por escándalos en torno a su condición sexual: Zapata (quien fuera caballerango de Ignacio de la Torre y Mier) se entera que Manuel Palafox, uno de sus consejeros más cercanos, es homosexual debido a que “se había portado indiscretamente y convertido en objeto de desprecio en el cuartel general”;45 el Caudillo del Sur casi lo manda a matar, pero al ser uno de sus principales ideólogos y redactor de múltiples documentos políticos, sólo lo destituye de su cargo y lo envía con Gildardo Magaña, uno de los líderes zapatistas quien se ubicaba en el cuartel general de Tochimilco, en Puebla. Maurilio Mejía, otro líder del movimiento armado, rechaza a Palafox mencionándole: “Un pobre diablo de sexo equivocado como lo es usted no puede llamarse amigo de los hombres que lo somos de verdad”.46 De igual manera está el caso de Amelio Robles Ávila, un distinguido coronel de las filas zapatistas quien destacaría por su 44 Carlos Monsiváis, “Los iguales, los semejantes, los (hasta hace un minuto) perfectos desconocidos (A cien años de la redada de los 41)”, en Que se abra esa puerta. Crónicas y ensayos sobre la diversidad sexual, México, Paidós Mexicana, Debate Feminista, 2010, p. 91. 45 John Womack, “Reformas a la resistencia”, en Zapata y la Revolución Mexicana, 6a. ed., México, Siglo XXI Editores, 1969, p. 302. 46 Ibídem, p. 309. 35 condición personal, pues su nombre verdadero era Amalia Robles Ávila; es decir, una mujer travestida de hombre que manejó a su cargo diversos grupos militares del Ejército Libertador del Sur. Proveniente de Xochilapa, Guerrero, se unió al movimiento revolucionario en 1911. De 1912 a 1918 se mantuvo en armas siendo condecorada (o en ese momento, condecorado) como coronel. En 1924 se le negó dicho título cuando apoyó al gobierno de Álvaro Obregón contra la rebelión delahuertista debido a su condición biológica, pero siguió en pie de lucha con el grado de sargento. Su vida como Amelio y su indumentaria no sólo manifestaron su valentía al momento de enfrentarse en batalla, también se reflejó en su vida personal: en los años 30 conoció a Ángela Torres, pareja amorosa en esa época y seguramente de años posteriores.47 Al triunfar el movimiento carrancista, poniendo fin a la lucha armada, la Ciudad de México volvió a una “paz social” que le permitió reanudar sus actividades como capital del país. Es en esta época en la que surgen los espectáculos nocturnos y los centros de baile, así como un nuevo estilo y configuración de la convivencia homosexual. Ante los embates de la modernidad y la apertura de México frente al mundo, durante la década de los años 20 los homosexuales comenzaron a buscar espacios de convivencia y reconstruir nuevas redes de contacto. Esta nueva generación buscó determinadas zonas donde pudieran reunirse sin ningún impedimento escudándose en un ambiente de intelectualidad y 47 Olga Cárdenas Trueba, “Amelia Robles Ávila 1889-1984”, Bibliotecas Virtuales de México, Emiliano Zapata, en, http://www.bibliotecas.tv/zapata/zapatistas/amelia_robles.html (Consultada el 8 de octubre del 2015). http://www.bibliotecas.tv/zapata/zapatistas/amelia_robles.html 36 dandismo, “se visten enfadosamente, hablan varios idiomas con fluidez, son habitués de conciertos y obras de teatro (en especial son opera queens), y son devotos de los y, sobre todo, las cantantes populares con estilo”.48 Carlos Monsiváis ha llamado a estos grupos de homosexuales como la “primera generación de gays” ya que logran acaparar ciertos lugares como puntos de reunión y convivencia en la ciudad. En su polémica obra póstuma (y en parte autobiográfica) Salvador Novo describe en La Estatua de Sal parte de su vida en su estancia como estudiante en la Escuela Nacional Preparatoria, en lo que hoy es el Antiguo Colegio de Sal Ildefonso, y describe sus primeros encuentros sexuales con choferes de tranvías, en lugares clandestinos de la periferia, en vecindades que funcionaban como casas de citas y algunas calles donde se descubría “el mundo soslayado de quienes se entendían con una mirada”.49 Uno de estos lugares fue la calle de Madero en el Centro Histórico de la capital donde se podían encontrar a los fifíes, personajes que vestían a la última moda “parados en firme sobre su pierna izquierda y apoyados acaso en el bastón, el pie derecho a la languidez que le daba el aire de hallarse en el instante de echar atrás con él la cola imaginaria de un vestido de noche de prima donna, mientras lucían un rostro empolvado y de cejas depiladas, que el sombrero echado atrás”.50 En esta calle, bastante concurrida por ser 48 Monsiváis, “Los gays en México: la fundación, la ampliación, la consolidación del gueto”, en Que se abra esa puerta, op. cit., p. 110. 49 Salvador Novo, La Estatua de Sal, prólogo de Carlos Monsiváis, México, Fondo de Cultura Económica, 2008, p. 161 (Vida y Pensamiento de México). 50 Ibídem, p. 118. [Las cursivas son del autor] 37 uno de los lugares con más establecimientos comerciales, se encontraban diversos personajes: Allí, en guardia a la puerta de El Globo, estaba siempre, con su bastón, sus polainas, su chaleco de seda, la mirada vaga y alerta de su pince-nez, sus bigotes grises aderezados, el señor Aristi, a quien llamaban la Nalga que Aprieta; por la puerta de junto al Globo se subía al despacho del licenciado Solórzano […] y al que apodaban la Tamales porque hacía sus conquistas invitando a los jovencitos a merendar “unos tamalitos y una cerveza”. Por ahí andaba, a caza de clientela o de surtido, la Madre Meza— que nunca se acostaba con la mercancía que procuraba para sus compradores, supervivientes refinados del porfirismo. Abordaba a los muchachos, los inducía a aprender a tocar la guitarra […] y una vez en su cuarto, tomaba con una cinta métrica la medida de su verga, y les abría las puertas de una circulación perentoria, pero inmediatamente lucrativa, entre sus contados y ricos clientes.51 La narración de Novo describe la vida de homosexuales que tenían una cierta clase social elevada, que vivían dentro de los límites del centro de la Ciudad de México y que su nivel educativo era bastante alto para la gran mayoría de los habitantes de este lugar. Sin embargo, sus primeras experiencias sexuales fueron con gente que no tenía ninguna relación con su círculo intelectual ya fuera por miedo o porque la urbe permitía un anonimato social; es decir, que la gran movilidad de personas en la capital del país daba ciertas libertades mientras se mantuvieran en la clandestinidad. La vida de estos hombres que buscaban aquel “amor que no se atrevía a decir su nombre” estuvo marcado también por la sociabilidad nocturna, especialmente en una época en que los centros de entretenimiento, bares y cantinas tuvieron un despunte inigualable por lo menos hasta la década de los años 50. 51 Ibídem, pp. 161-162. 38 Un nuevo término se hizo bastante popular entre los homosexuales para poder identificarse: el ambiente. Este término denotaba el humor y el festejo característicos de las reuniones de homosexuales.Monsiváis cree que esta palabra fue una traducción de gay que en inglés significa alegre o divertido, pero al traducir esta palabra al español queda la connotación de festivo o animado que, en parte, describía la vida homosexual de quienes habitaban en la ciudad. Es por ello que la palabra ambiente se adecuaba perfectamente a estos personajes en lugares públicos pues era un modo de identificarse al señalar a alguien: “es de ambiente/entré al ambiente”.52 El ambiente estuvo más familiarizado con esta imagen del hombre afeminado y perteneciente a la nueva generación de dandis, pues quienes más la utilizaban eran aquellos que se referían a sí mismos en términos femeninos, los que se travestían en determinados lugares y aquellos que estaban siempre al pendiente de su comportamiento y apariencia a la moda, “con voz dulzona, y usando el darling como muletilla verbal”.53 Los bares tuvieron un papel esencial en esta época porque era el espacio masculino por excelencia y donde el ligue y el ambiente se conjugaron en una zona delimitada geográfica, moral y socialmente. Los lugares en los que se reunían eran sus casas o cuartos de descanso, estudios, cafeterías, restaurantes o fondas, centros de baile y cabarets que regularmente se encontraban en la periferia del centro de la ciudad, en su mayoría en zonas de fábricas e industrias. Elías Nandino –amigo y compañero intelectual de Novo— cuenta 52 Monsiváis, op. cit., pp. 110-111. 53 Ibídem, p. 114. 39 entre sus anécdotas juveniles cuando asistía junto con Xavier Villaurrutia y Roberto Rivera (con quien estudiaba la carrera de Medicina) a los salones de baile y cabarets de la época: Empecé a ir con Roberto, Xavier y Salvador a algunos cabarets, a bailar, tomar la copa y ver gente. A las pirujitas les invitábamos copas y las sentábamos en nuestras mesas para que nos contaran sus cosas. Nos divertíamos mucho porque después de esas “tertulias” se arrimaban los cinturitas y así la cosa se ponía interesante [...] Paulatinamente nos fuimos aficionando a ir a lugares de farándula honda –como el Playa Azul o el Salón México— después de que salíamos de ver alguna obra de teatro o exposición. Esos sitios nos atraían porque en ellos veíamos la vida crudamente pero, también, porque como se suele decir, quien busca la maldad es porque la quiere hacer. […] Íbamos a cantinas espantosas —allá por Tepito— a impresionarnos por la forma de tocar la música que tenían aquellas orquestas, y con la forma de bailarla que tenían las personas que acudían a estos sitios. Por ahí andaban unos pelados descalzos que bailaban con un ritmo que nos dejaban encantados nada más de verlos, y luego los músicos tocaban piezas que nos ponían los pelos de punta. [...] Entrábamos en las barriadas y en lugares en los que había peligro. Era una cosa bonita vernos amanecer tomando hojas de naranjo con alcohol entre una bola de pelados ¡rarísimos! Que nos veían con unos ojos preciosos como la noche. En algunas de esas parrandas llegamos a quedarnos dormidos en los puestos de comida que estaban enfrente de las cantinas o de los salones de baile, a esperar que se nos bajaran las copas. Así, de traje y todo, con nuestros relojes y carteras, despertábamos a las tres o cuatro de la mañana sin que nos hubieran quitado nada, y hubo veces en que fueron las mismas señoras de los puestos las que llegaron a despertarnos. Creo que en esas aventuras nunca nos robaron ni asaltaron porque logramos identificarnos con la gente de esos rumbos.54 54 Enrique Aguilar, Elías Nandino: una vida no/velada, 2a. ed., México, Océano, 2000, pp. 86-90 (Tiempo de México). Los cinturitas eran aquellos bailadores de danzón que se caracterizaban precisamente “por mover la cintura” de forma rítmica. [Las negritas son del autor de esta tesis] 40 El ambiente se convertía también en andar en los centros de esparcimiento que eran destinados para la gente de clases humildes. A pesar de que estos sujetos se consideraban de una élite educada no les importaba adentrarse en zonas donde lo marginal no existía, ya que ellos se identificaron plenamente con estas personas por su condición sexual excluyente. De esta manera, la convivencia homosexual comenzó por descubrir que los centros nocturnos podían convertirse en lugares de encuentro y de ligue, previo a que se abrieran otros lugares como los vapores, cines o cabarets donde podían reunirse con personas similares a ellos. Las cantinas ocuparon un lugar especial ya que era el centro masculino por excelencia y no se permitía la entrada a mujeres. Entre los asistentes podían encontrarse aquellos que se encontraban a través de las miradas o en casas de citas y burdeles. A pesar de que ya contaban con una libertad condicionada, las décadas de los años 30 y 40 fueron decisivos para que los homosexuales tuvieran sus propios espacios sociales en las calles de la capital. 1.2 Legislaciones sobre la homosexualidad en México A pesar de los distintos puntos de vista de los criminólogos porfiristas y de principios del siglo XX, los códigos penales de 1871 y de 1931 no contemplaron como delito las relaciones entre personas del mismo sexo. Lo que sí estaba definido como crimen eran aquellas acciones que se consideraran como ultrajes a la moral, atentados contra el pudor y las buenas costumbres, así como la corrupción de menores. 41 El artículo 789 del Código Penal Federal de 1871, también conocido como Código Martínez de Castro, definía el atentado contra el pudor como “todo acto impúdico que puede ofenderlo, sin llegar a la cópula carnal, y que se ejecuta en la persona de otro sin voluntad, sea cual fuere su sexo”.55 Este tipo de acciones se castigaban desde una multa que iba de los diez a los 200 pesos, o un arresto breve que podía llegar hasta los cinco años.56 Asimismo, los ultrajes a la moral se definían como las acciones que “en el concepto público estén calificada[s] de contraria[s] al pudor”.57 Este tipo de violaciones morales eran penados con un arresto mayor y multa de 25 a 500 pesos, aunque el acto fuera en un lugar público o privado y hubiera o no testigos. Es probable que estas reglamentaciones hayan sido utilizadas contra los detenidos en el “baile de los 41”, aunque algunos se hayan amparado o pagado multas que sobrepasaban las cantidades especificadas en legislación citada. Como ya mencionamos líneas arriba, el criminalista Carlos Rougmanac encontró en la Cárcel de Belén una zona restringida para los “pederastas declarados”.58 El crimen de pederastia y corrupción de menores se estipulaba en este mismo código como “el que habitualmente procure ó facilite la corrupción de menores de diez y ocho años, ó los excite á ella para satisfacer las pasiones 55 Artículo 789, en Código Penal para el Distrito Federal y territorio de la Baja California sobre delitos del fuero común y para toda la República Mexicana, Chihuahua, Librería de Donato Miramontes, 1883, p. 197, Revisado en Colección Digital de la Universidad Autónoma de Nuevo León, http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1020013105/1020013105.html (Consultado el 16 de noviembre de 2015). 56 Ibídem, Artículos 790 y 791. 57 Ibídem, Artículo 787. 58 Vid supra, p. 32. 42 torpes de otro”.59 Este delito aplicaba casi en la mayoría de los casos en que se vieron involucrados homosexuales y personas travestidas ya que podrían atentar en contra de los más jóvenes. Los casos de corrupción de menores eran considerados como “actos consumados” por lo que la pena era de dos años (si es que el afectado era mayor de 11 años) a cuatro años (si el corrompido era menor de 11 años). Si el reo tenía un parentesco familiar, le eran despojados sus bienes, así como la potestad de sus descendientes;si era una persona que tuviera una autoridad moral (como un tutor o maestro) o alguno de sus criados, la pena aumentaba “una cuarta parte” a lo señalado, es decir, su condena era de 2.5 a cinco años de prisión.60 Como tal, el Código Penal de 1871 no condenaba las relaciones homosexuales ni las uniones carnales de este tipo, sólo aquellas acciones que pudieran ofender moralmente (como la trasgresión social que significaban los travestidos y los detenidos en el baile de los 41) y que escandalizaran a la población. En comparación con otros países, México se apegó más al Código Penal Francés —o Código Napoleónico— con respecto a los temas íntimos o de alcoba y los de la esfera pública, contrario a otros códigos penales como el alemán y el inglés.61 Sin embargo, cabe señalarse que en algunos países era permitido el que algunos hombres pudieran utilizar vestidos femeninos siempre y cuando 59 Artículo 804, en Código Penal para el Distrito Federal, op. cit., p. 199. 60 Ibídem, Artículo 806. 61 En 1872 las autoridades alemanas establecieron en el Párrafo 175 de su Código Penal el encarcelamiento para los homosexuales. Siguiendo el ejemplo de los germanos, Inglaterra estableció la misma pena en 1879. Véase John Lauritsen y David Thorstad, Los primeros movimientos a favor de los derechos homosexuales (1864-1935), Trad. de Francesc Parcerisas y Pról. de Juan Gil-Albert, Barcelona, Tusquets Editores, 1977, 169 pp. 43 hubiera una razón médica o patológica que les permitiera ceñirse con largos faldones. Por ejemplo, a finales del siglo XIX en París, Francia, un vendedor de patatas obtuvo una autorización médica y legal que le permitió vestirse de mujer “a causa de una dolencia que le hace imposible llevar prendas de hombre”, esto significa que algunos médicos de la época ya comenzaban a estudiar a la homosexualidad como un severo problema médico el cual ya era también regulado por el sistema judicial.62 En la década de 1920, la medicina mexicana tendría a sus primeros especialistas en neurología: Manuel Guevara Oropeza, Samuel Ramírez Moreno, Leopoldo Salazar Viniegra, Guillermo Dávila, Mario Fuentes, Adolfo M. Nieto, Marín Ramos Contreras, Raúl González Enríquez, Edmundo Buentello y Alfonso Millán63 y que analizarían especialmente en el tema de la criminalidad y las degeneraciones mentales. Para la década de 1930 la criminalización de los homosexuales es inminente: médicos como Alfonso Millán (quien fuera director del Hospital Psiquiátrico de La Castañeda) y la peruana Susana Solano daban cuenta —con base en estudios endocrinológicos— que los homosexuales adoptaban diversos aspectos tanto femeninos como masculinos: “Del macho deriva un espíritu un tanto agresivo, hostil y envanecido, y de la hembra la 62 Christine Bernard, “La prohibición de vestirse de hombre (1800)”, en Historia política del pantalón, Trad. de Nuria Viver Barri, México, Tusquets Editores, 2012, p. 67 (Ensayo, 87). La autora señala que pudiera tratarse de diversas enfermedades, como la hipertrofia testicular o hemorroides de un tamaño fuera de lo común, en caso de que el paciente fuera obeso y los pantalones no le permitieran llevar una vida común y corriente a causa de las dolencias. A pesar de que no se detalla si este sujeto era homosexual o no, es resaltable que todo indicio que conllevara hacia el tema de la homosexualidad estaba regulado, a pesar de que el propio Código Napoleónico no daba una postura condenatoria sobre dicha condición humana. 63 Lourdes Beatriz Urías Horcasitas, “Degeneracionismo e Higiene Mental en el México Posrevolucionario (1920-1940)”, en FRENIA, Vol. IV, 2004, p. 50. 44 maquinación del chisme, la intriga sutil de los salones del siglo XVIII y la pérfida coquetería” así como poseer rasgos de “holgazán, indolente y egoísta” que “aumentan [su] peligrosidad”.64 En los campos de la ciencia y la medicina, la homosexualidad era considerada como una patología degenerativa e incluso una desviación mental que podía manifestarse en cualquier etapa de la vida de una persona. Gregorio Marañón, médico español dedicado a la sexualidad, describe en su estudio Los Estados Intersexuales del Hombre y la Mujer que la homosexualidad era un estado adquirido y congénito;65 de hecho, fue el primer investigador en desarrollar una teoría en la que plantea el estado innato de esta condición humana que se desarrolla en las secreciones internas de las glándulas sexuales de cada persona (es decir, en los testículos en los hombres y en los ovarios en las mujeres). Ante los métodos que varios investigadores realizaron en la búsqueda de una cura contra la homosexualidad, Marañón criticó los experimentos de médicos como Steinach-Lichtenstein, Lipschütz, Bauer y Kreuter, que realizaron cirugías opoterápicas que consistían en la castración de sujetos afeminados suplantándole testículos de un varón viril heterosexual. Los resultados fueron “favorables” en cuanto a un incremento voraz en el apetito sexual, pero recaían al tener relaciones sexuales con otros hombres. Por ello, Marañón señaló que estos procedimientos no quedaban exentos de la crítica ética y medicinal.66 64 Buffington, op. cit., pp. 199-200. 65 Gregorio Marañón, “La homosexualidad como estado intersexual”, en Los Estados Intersexuales del Hombre y la Mujer, México, Ediciones Arcos, 1951, p. 154. Este libro es la segunda edición de su obra La Evolución de la Sexualidad y los Estados Intersexuales publicado en 1930. 66 Ibídem, p. 132-133. 45 Tras 60 años de estar rigiendo la conducta de los mexicanos, en 1931 se promulgó un nuevo Código Penal que tendría diversas reformas y cambios en el ámbito político y social. En el tema de los delitos de moral pública y corrupción de menores se impusieron medidas más severas, además de que en esta nueva reglamentación aparecen por primera vez los delitos sexuales, de los cuales se catalogan los atentados al pudor, el estupro y la violación. El Artículo 24 establecía que una de las medidas de seguridad era la “reclusión de locos, sordomudos, degenerados o toxicómanos”,67 así como el artículo 68 señalaba que “los locos, idiotas, imbéciles o los que sufran cualquier otra debilidad, enfermedad o debilidad mental, y que hayan ejecutado hechos o incurrido en […] delitos” debían ser internados en centros de rehabilitación o especializados en determinados tratamientos.68 Por tanto, si los criminólogos de la época definían que si un homosexual detenido presentaba dichas características, podía ser recluido en la cárcel o algún centro psiquiátrico para su tratamiento y reinserción social. Sobre los delitos contra la moral pública y las buenas costumbres se aplicaban multas de cinco a 50 pesos al que ejecutara o hiciera ejecutar por medio de otra persona exhibiciones obscenas en sitios públicos o por cualquier otro medio.69 Asimismo, 67 Artículo 24, en “Código Penal para el Distrito y Territorios Federales en Materia de Fuero Común, y para toda la República Mexicana en Materia de Fuero Federal”, publicado en Diario Oficial de la Federación, 14 de agosto de 1931, p. 9, http://dof.gob.mx/nota_to_imagen_fs.php?cod_diario=193275&pagina=11&seccion= 3 (Consultado el 15 de marzo del 2016). [Las negritas son del autor de esta tesis] 68 Artículo 68, en Ibídem, p.17. 69 Artículo 200, Ibídem, p 42. 46 la corrupción de menores era penada con multas de cinco a mil pesos y de seis a dos años de prisión.70 Hacia 1935 el profesor de la Universidad de México Francisco González de la Vega publicó su estudio de Derecho Penal Mexicano, donde dedica un apartado sobre “delitos contra la libertad y el normal desarrollo psicosexual”. En esta sección indaga sobre el problema
Compartir