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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
POSGRADO EN FILOSOFÍA DE LA CIENCIA. 
 
El concepto de lo Social y su transformación en el campo CTS. 
 
TESIS 
QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE: 
 MAESTRO EN FILOSOFÍA DE LA CIENCIA. 
PRESENTA: DIEGO AXEL MORA ALCOCER 
 
 
TUTORA: 
 DRA. ADRIANA MURGUÍA LORES. 
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES. UNAM. 
 
MIEMBROS DEL COMITÉ TUTOR: 
DRA. SIOBHAN FENELLA GUERRERO MC MANUS. 
CEICH, UNAM. 
DRA. VIVETTE GARCÍA DEISTER. 
FC, UNAM. 
 
CIUDAD UNIVERSITARIA, CD.MX. ENERO 2018. 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
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 2 
 
INTRODUCCIÓN. 3 
CAPÍTULO 1. EL CONCEPTO DE LO SOCIAL EN EL ESTUDIO SOCIOLÓGICO DE 
LA CIENCIA. 11 
1.1. ANTECEDENTES; SOCIOLOGÍA DEL CONOCIMIENTO. 11 
1.2. MERTON Y LA SOCIOLOGÍA DE LA CIENCIA. 23 
1.3. PROGRAMA FUERTE DE SOCIOLOGÍA DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO. 29 
1.4. ESTUDIOS DE LABORATORIO. 37 
1.5. LA TRAYECTORIA DE LO SOCIAL EN LOS CTS. 43 
 
CAPÍTULO 2. TEORÍA DEL ACTOR-RED, UN PUNTO DE INFLEXIÓN. 47 
2.1. HETEROGENEIDAD, TRADUCCIÓN, IRREDUCTIBILIDAD E 
INSUSTANCIALIDAD DE LOS ACTANTES. 48 
2.2. LA TRANSFORMACIÓN DEL CONCEPTO DE LO SOCIAL. 52 
2.3. EL CONCEPTO DE LO SOCIAL COMO “ASOCIACIÓN”. 55 
 
CAPÍTULO 3. LO SOCIAL COMO “ASOCIACION” Y SUS IMPLICACIONES. 68 
3.1. EPISTEMOLOGÍA SOCIAL POLÍTICA COMO CRÍTICA GENERAL A LOS CTS. 73 
3.2. DEBATE FULLER-LATOUR SOBRE EL PAPEL DE LA SOCIOLOGÍA EN EL 
ESTUDIO DE LA CIENCIA. 80 
3.3. CONCLUSIONES. 114 
 
BIBLIOGRAFÍA. 121 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 3 
INTRODUCCIÓN. 
 
La ciencia y la tecnología modernas son empresas y proyectos sociales; se organizan, 
se configuran y se preservan en la historia como modos organizados de conocer y hacer 
en el mundo. Este modo de organizar el conocimiento y las prácticas que constituyen el 
trabajo científico-tecnológico, tiene rasgos y pautas que se han ido considerando objeto 
de estudio sistemático desde diversas coordenadas disciplinares. Esto se ha debido, 
sobre todo, al impacto que han tenido y tienen hoy día en la configuración y dirección de 
otras dinámicas de la sociedad en general. Nociones filosóficas como las de mundo 
tecnológico y tecnociencia, por ejemplo, expresan actualmente esta preocupación por 
analizar los rasgos más importantes de la producción y desarrollo de conocimiento 
científico y tecnológico. 
Esta preocupación cobra relevancia al recordar las lecciones que nos dejó la 
organización social de esta producción dentro de las coyunturas políticas más 
importantes del siglo pasado1. El concepto de mundo tecnológico, en este sentido, hace 
alusión a una unidad autorregulada compuesta de múltiples subsistemas técnicos que 
se interrelacionan, y que están “en expansión creciente y con capacidad de actuar de 
manera autónoma”2; el concepto de tecnociencia, por otro lado, alude a una nueva 
práctica social a gran escala que funge como “motor” del mundo tecnológico moderno, 
al operar de manera coordinada y bajo una racionalidad pragmática-tecnológica3, basada 
en la relación entre ciencia y tecnología. Los rendimientos de la tecnociencia y la 
tecnología son modelos de tipo pragmático que posibilitan y expanden la acción humana 
en el mundo. En este sentido, dichas nociones analizan y ponen de manifiesto el 
 
1 El siglo XX tuvo un gran cúmulo de revoluciones científicas (i.e. la teoría de la relatividad, la física 
cuántica, la biología molecular y la genética), pero también mostró una faceta controversial de la 
ciencia; la primera guerra mundial (“guerra de la química”, con el desarrollo del gas mostaza y la 
tecnología militar), y la segunda guerra mundial conocida como la “guerra de la física” (i.e. el desarrollo 
de la física atómica), así como la “guerra fría" y el temor por el llamado “invierno nuclear”, arrojaron, 
en su conjunto, cuestionamientos sobre la certidumbre de la ciencia y las consecuencias de su 
producción, pero también sobre el sentido de la técnica: ¿cómo orientar nuestra acción tecnológica?, 
¿con qué criterios evaluarla? Estos acontecimientos cimbraron la idea de la ciencia y la tecnología 
como empresas positivas y benefactoras por sí mismas. 
2 Linares, Jorge Enrique, (2008), Ética y mundo tecnológico, México, FCE, UNAM, FFyL, p.387. 
3 Es decir, bajo la idea de que la realidad es algo que se puede transformar y manipular con la finalidad 
de controlar el mundo y ser eficiente en él. 
 4 
“horizonte de las relaciones cognoscitivas y pragmáticas entre el ser humano y la 
naturaleza; […] un sistema-mundo que domina la vida social, una matriz cognitiva y 
pragmática a partir de la cual nos relacionamos con todo”4. De esta forma, bajo estos 
conceptos, se puede analizar la interrelación de sistemas técnicos, científicos y 
tecnocientíficos, que son en conjunto, un entorno para otros sistemas y dinámicas que 
componen lo social como un todo, i.e. el sistema político y el económico. 
Bajo estas consideraciones, se ha venido estableciendo un nuevo contexto de los 
procesos sociales de producción de conocimiento y tecnología, que supone una serie de 
desplazamientos. Desde la investigación guiada por la curiosidad intelectual, pasando 
por el financiamiento estatal, hasta las obligaciones contractuales con privados; del 
conocimiento científico como recurso público, a la propiedad intelectual; del paper a la 
patente; de los científicos individuales y comunidades, a los múltiples actores que 
producen conocimiento y artefactos. Estos desplazamientos son también las condiciones 
en las que se produce la emergencia de controversias que han requerido de nuevas 
aproximaciones para analizar la relación entre la ciencia y la sociedad. Controversias, 
por ejemplo, alrededor de la producción de conocimiento y tecnología en áreas de punta 
con gran potencial comercial e influencia social, como el big data, la neuroeconomía, la 
genómica, la genética o la biología sintética, entre otras. Es así que los rasgos y las 
pautas sociales de la ciencia y la tecnología se observan a través de estos 
desplazamientos, en conjunto con las nuevas conceptualizaciones que se aproximan a 
la relación entre la ciencia y otros subsistemas de la sociedad. 
En este sentido, la cuestión acerca de qué supone que la ciencia y la tecnología 
sean formassociales de conocer y hacer, se dirige, como mínimo, a explicitar y 
caracterizar un ámbito relevante para la indagación filosófica y sociológica respecto a la 
relación entre la ciencia y sociedad. Esto, a pesar de que parece trivial, dado el estado 
actual de la discusión, dentro de la cual nadie objetaría la relevancia de estudiar la 
“dimensión social” en la constitución y producción de la ciencia y el conocimiento 
científico. Por ejemplo, hay diversas respuestas a esta cuestión desde aproximaciones 
contemporáneas, en las que se afirma que la ciencia es una institución, una organización, 
 
4 Linares, (2008) Op.cit. p.365. 
 5 
una cultura, o un sistema de algún tipo; en la cual se involucran prácticas y conductas de 
diversa índole y, por tanto, que supone ciertos valores, normas, motivos e intereses, todo 
lo cual involucra agentes o individuos responsables de conocer y hacer en el mundo, así 
como productos (conocimientos científicos y artefactos tecnológicos). Esta afirmación se 
ha venido desarrollado, tanto en la filosofía de la ciencia, la epistemología social, así 
como en la variedad de estudios sociales de ciencia y tecnología o CTS, esto, a pesar 
de que no son aproximaciones coincidentes 5. 
Sin embargo, este trabajo pretende analizar no sólo el hecho de que la ciencia se 
configura dentro del entramado social, y de que es una actividad irreductiblemente 
colectiva6, sino también, que la forma particular en que se conciba lo social dentro de las 
disciplinas empíricas que investigan el trabajo y conocimiento científico, particularmente 
dentro del campo CTS, es determinante para definir las competencias de la sociología 
en torno al papel que juega dicha investigación en la sociedad, más allá de ser una 
práctica académica y científica. Es decir, las aproximaciones sociológicas acerca del 
carácter social del conocimiento y de la ciencia, tienen supuestos implícitos sobre lo 
social, y estos juegan un rol importante en el papel que tiene el estudio sociológico del 
conocimiento y de la ciencia como actividad misma dentro de la sociedad en general, 
yendo más allá de lo que supone como una actividad intelectual (sociológica) dentro de 
una disciplina particular. 
Lo anterior se puede entender bajo la idea de que la comprensión y explicación 
sociológica del trabajo científico, elabora dicho objeto de estudio, como algo que tiene 
 
5Al afirmar que esta respuesta es compartida y desarrollada por estos tres campos, estamos afirmando 
también, que nadie objetaría (sólo tal vez el enfoque de Bruno Latour) que la ciencia y el conocimiento 
científico suponen la puesta en marcha de prácticas que se configuran dentro de un sistema, institución 
u organización, y que son mantenidas y desarrolladas por individuos o agentes de diversa índole. 
6 La ciencia resulta en productos y manifestaciones sociales muy concretas: dentro de los primeros están los 
textos, revistas y artefactos tecnológicos; mientras que las manifestaciones sociales de la ciencia en 
disciplinas, grupos de investigación, laboratorios, y, bajo el contexto actual, en redes y sistemas de 
producción tecnocientífica, parecen apuntar al reconocimiento de una variedad de sujetos de la ciencia. 
Otra forma en que se expresa el carácter social de la ciencia es en fenómenos como los 
descubrimientos accidentales (i.e. la aspirina, la penicilina, el microondas, el oxígeno, etc.); los fraudes 
(i.e. el hombre de “pilldown”, el caso Lysenko, o el sonado caso del artículo del físico Alan Sokal que 
puso en entredicho algunas de las preferencias ideológicas de los editores de la revistas “Social Text”, 
y que a la postre se consideró como parte de una “guerra de las ciencias”); o la preponderancia de los 
hombres en la ciencia. 
 6 
características o propiedades sociales de algún tipo. Este objeto social, tiene pautas y 
dinámicas que se expresan en procesos, actores y grupos particulares, los cuales se 
examinan y analizan bajo diversas coordenadas teóricas. Son precisamente estos 
actores y procesos donde se ubica el carácter social de la ciencia. Y el análisis y la 
descripción de sus dinámicas y su organización, supone la competencia de la sociología 
de la ciencia y el conocimiento científico. 
En este sentido, y bajo el supuesto de que la competencia de la sociología no se 
agota en la descripción de estos elementos, sino que también puede y debe decir algo 
significativo sobre sus posibles dinámicas y organización en el futuro, se puede destacar, 
en las aproximaciones sociológicas sobre la ciencia, sobre todo las que definen su 
competencia como la sola descripción y análisis de ciertos grupos y dinámicas 
particulares, una posición explícita respecto a lo que implica hacer investigación 
sociológica como actividad dentro de la sociedad. De esta forma, dependiendo de a qué 
actores, grupos y procesos se ponga atención, y dependiendo de cómo sea este 
acercamiento, se podrá vislumbrar un papel particular del ejercicio sociológico sobre 
problemas que se relacionan con la organización social de los elementos que estudia. 
Por ejemplo, desde las coordenadas de los así denominados estudios sociales de 
la ciencia o estudios de ciencia, tecnología y sociedad (“CTS”), se ha puesto en 
evidencia, sobre todo a partir de las críticas a la sociología normativa de Robert K. 
Merton, y mediante una labor de carácter naturalista apoyada en aproximaciones 
sociológicas, antropológicas e históricas, el conglomerado de prácticas y actividades 
situadas que confeccionan el trabajo científico. En este sentido, la sociología de la ciencia 
en particular, ha tenido un papel relevante en la caracterización de lo social para 
aproximarse a la ciencia. Operando con conceptos como el de práctica, interés y 
negociación, y bajo el impulso de influencias filosóficas importantes para el campo, como 
la obra de Thomas Kuhnn y los últimos trabajos de Ludwig Wittgenstein, la sociología 
emprendió una aproximación en torno a la relación entre la ciencia y la sociedad en la 
que se puso en entredicho distinciones entre lo técnico y lo social, así como entre lo 
natural y lo cultural; esto, mediante un socio-construccionismo sobre la ciencia y el 
conocimiento científico que supuso la descripción de esta labor de construcción que se 
despliega en formas de vida, culturas o comunidades científicas. Este construccionismo 
 7 
se fue transformando en la medida en que el campo creció y se consolidó, lo que tuvo 
implicaciones importantes para la conceptualización de lo social en el campo. 
 Como se verá en este trabajo, la labor descriptiva del campo CTS que permitió 
adentrarse en el trabajo científico, marcará el camino de las competencias de una 
disciplina que se deslindó, bajo algunas modulaciones importantes, de las consecuencias 
de sus estudios. Es decir, los elementos contingentes que se han encontrado en la 
producción de conocimiento científico, no se han discutido en relación a las 
preocupaciones sobre la organización social de esta producción y los actores 
involucrados (beneficiarios, motivadores y usuarios), más allá de la institución o 
comunidad de científicos y su práctica. Esto conduce a discutir y reflexionar el objetivo 
de estudiar, desde las ciencias sociales, los sistemas de conocimiento, pero no 
solamente describiendo cómo se produce, transmite y aplica actualmente el 
conocimiento científico, sino también, desde interrogantes normativas acerca de cómo 
queremos, es decir, cómo quiere la sociedad que sean estos procesos en el futuro: 
¿como son actualmente, o de otra forma? Esto involucra tomar en cuenta la multiplicidad 
de actores involucrados para orientar y direccionar la organización social de estos 
procesos. 
Esto supone un problema de investigación relevante, pues en las definiciones 
sobre la ciencia y el conocimiento científico de lasociología, así como de los estudios 
antropológicos de laboratorio, se ha primado el análisis y estudio del grupo particular de 
científicos y expertos: todo aquello que los motiva, todo aquello que hacen y dicen en su 
práctica cotidiana dentro de su lugar de trabajo. Lo social, bajo este panorama, parece 
requerir una conceptualización para entender la relación ciencia-sociedad, en la que se 
vaya más allá del énfasis puesto en la investigación y en el grupo de actores particulares 
que la realizan. Lo que supone una mirada crítica a la forma en que se justifica la 
organización, producción y dirección del conocimiento científico, es decir, la investigación 
en la sociedad. Es en este contexto, en el que se sitúan las principales reflexiones de 
este trabajo. 
El análisis del trayecto de los principales desarrollos dentro del campo CTS-en 
particular, de las aproximaciones consideradas “clásicas” dentro del campo, 
representadas por los aportes de Robert K. Merton, David Bloor y Bruno Latour, permite 
 8 
observar una transformación del concepto de lo social7: primero una concepción 
funcionalista desde la sociología normativa de Merton, basada en un “realismo social”; 
después una caracterización que comparte este realismo, pero en términos de factores 
sociales causales; y concluyendo en una elaboración performativa, basada en un 
“constructivismo simétrico”8. Esta transformación, se afirma en este trabajo, es 
posibilitada por el punto de inflexión que representó la formulación y desarrollo de la 
Teoría del Actor-Red (“TAR”), así como el proyecto latouriano de una redefinición del 
objeto de estudio sociológico. Esto justifica una reflexión acerca de las características 
más importantes de la nueva concepción de lo social que emanan de la propuesta de la 
“metafísica empírica” que está en la base de las afirmaciones teóricas de la TAR y el 
proyecto latouriano en general, así como una discusión sobre sus implicaciones respecto 
a las competencias de la sociología de la ciencia. 
Bajo estas consideraciones, es posible formular una pregunta de investigación: 
¿qué implicaciones tiene para las competencias de la sociología de la ciencia, la 
transformación de la concepción de lo social desde una caracterización funcionalista y 
causalista, hacia una performativa? La hipótesis central del trabajo afirma que esta 
transformación tiene implicaciones respecto del papel que juega el trabajo sociológico 
que se aproxima a la ciencia en una sociedad democrática, es decir, tiene importantes 
consecuencias en términos de la capacidad que tienen las ciencias sociales para estudiar 
críticamente la ciencia. 
Por ejemplo, reflexionar acerca de lo social en general, es necesario para 
determinar la naturaleza del sujeto(s) de la ciencia, del sujeto epistémico; como lo expone 
Broncano9, la discusión se encuentra, en sí: 
[…] en la ciencia como empresa, los agentes individuales deben ser considerados como unidades 
básicas, de modo que toda comunidad o grupo no sea más que un derivado de acciones 
individuales, o si, por el contrario, la institución científica supone la presencia de sujetos 
esencialmente plurales cuales son los grupos, escuelas, disciplinas y comunidades científicas. 
 
7 A la par que una desdiferenciación de la institución y la práctica científica. 
8 El término es de Pignouli (2015). 
9 Broncano Fernando, (2009), “Individuo y Sociedad en la filosofía de la ciencia”, en Broncano y Pérez 
Ransanz, (2009), La ciencia y sus sujetos, ¿Quiénes hacen la ciencia en el siglo XXI?, México, Siglo XXI 
Editores, UNAM., p. 59. 
 9 
En este sentido, la caracterización de los sujetos de la ciencia con referencia a su 
naturaleza, sus relaciones, y su papel, así como la forma en que se constituyen o 
emergen, cruza, irremediablemente, las reflexiones acerca del nivel social e individual de 
esos sujetos. Entonces, si la elucidación de los sujetos de la ciencia pasa 
invariablemente por reflexionar acerca de lo social en general, una concepción de lo 
social determinada y particular influirá, por ejemplo, en cómo se conciba la 
responsabilidad, la legitimidad o el rendimiento de cuentas de estos sujetos de la ciencia. 
Esto último ha sido explorado por la propuesta del “eliminativismo sociológico” de Steve 
Fuller y su epistemología social política. Teniendo esto en cuenta, se afirma que, desde 
las coordenadas del proyecto de epistemología social fulleriano, la definición de lo social 
en términos performativos que defiende el proyecto de Latour, tiene virtudes para la 
investigación empírica, pero así también, limitaciones importantes para el papel crítico 
del estudio sociológico de la ciencia. 
Los dos objetivos principales de este trabajo son, entonces, por un lado, analizar 
la trayectoria y transformación del concepto de lo social dentro de las principales 
aproximaciones CTS, poniendo particular atención al punto de inflexión que jugó la 
formulación y el desarrollo de la Teoría del Actor-Red. Lo anterior permite elaborar sobre 
el segundo objetivo, a decir, examinar las implicaciones que tiene esta transformación 
conceptual para el campo CTS, particularmente en términos de la relación crítica que 
mantiene con su objeto de estudio. 
 El primer capítulo expone la trayectoria del concepto de lo social en las principales 
aproximaciones sociológicas sobre la ciencia y el conocimiento científico (Merton, Bloor, 
Latour) antes de la formulación explícita de la TAR, con lo que se responde a la cuestión 
acerca de ¿cómo se ha conceptualizado lo social en los enfoques clásicos10 dentro de 
los CTS? Posteriormente se muestra, en el segundo capítulo, la transformación del 
concepto de lo social a partir de la formulación de la TAR y el proyecto explícito de Latour 
respecto a la redefinición del objeto de estudio sociológico, para lo cual se expondrá la 
propuesta ontológica que articula esta aproximación, así como la nueva caracterización 
de lo social que resulta de ésta. Esto suma a la respuesta que se pretende delinear 
 
10 La literatura ha considerado a estos tres autores como los referentes principales para cualquier 
introducción al campo CTS. Véase Kreimer (1999). 
 10 
respecto a dos interrogantes particulares. En primer lugar, ¿qué elementos permiten 
entender la transformación del concepto de lo social? En segundo lugar, ¿qué nueva 
caracterización del concepto de lo social surge de esta transformación? En el tercer 
capítulo, se analizan las implicaciones de esta nueva noción para los CTS, vía el debate 
que mantiene Latour y Fuller acerca del papel de las ciencias sociales en el estudio de 
la ciencia. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 11 
CAPÍTULO 1. EL CONCEPTO DE LO SOCIAL EN EL ESTUDIO SOCIOLÓGICO DE 
LA CIENCIA. 
 
El capítulo hace una revisión del antecedente inmediato de las primeras formulaciones 
sociológicas acerca de la ciencia, la sociología del conocimiento. Posteriormente, se 
elabora un recuento de los principales desarrollos sociológicos abocados a estudiar el 
trabajo científico- los cuales han devenido en un enfoque multidisciplinario bajo la 
denominación CTS. Con esto se podrá explicitar cómo se ha concebido y utilizado el 
concepto de lo social en sus aproximaciones. Lo que permite analizar, en capítulos 
siguientes, las principales implicaciones de la transformación de este concepto para el 
trabajo sociológico que analiza la ciencia. 
 
1.1. ANTECEDENTES; SOCIOLOGÍA DEL CONOCIMIENTO. 
 
Las primeras reflexiones sociológicas que examinan la relación entre el conocimiento y 
factores sociales de algún tipo, se encuentran en el pensamiento de Karl Marx. Su 
análisis de la estructura económica- la organización de las relaciones de producción- y 
la súper-estructura (creencias y producciones culturales como la ley y el Estado)de la 
sociedad civil del siglo XVIII, así como su aproximación analítica acerca del conflicto y la 
ideología de clase, la alienación del trabajo, y, sobre todo, la determinación social de la 
conciencia, lo convierten en un antecedente obligado para cualquier estudio sobre el 
carácter social del conocimiento. 
En los “Manuscritos Económico-Filosóficos” de 1844, Marx articula una 
transformación desde el concepto hegeliano de “trabajo espiritual”, que enfatiza el 
carácter positivo de la actividad transformadora del hombre en términos abstractos y 
universales
1, hacia una caracterización que pone énfasis en la dimensión material y 
económica; de esta forma el trabajo se enmarca en un proceso de producción material, 
es decir, dentro de una dimensión económica que supone un producto como resultado 
 
1 Según el autor, Hegel “solo ve el lado positivo del trabajo, no el negativo. El trabajo es el devenir 
para sí del hombre dentro de la enajenación (Entäusserung) o como hombre enajenado (entäusserter 
Mensch). El único trabajo que Hegel conoce y reconoce es el abstractamente espiritual.” Marx, Karl, 
(2006), Manuscritos económico-filosóficos de 1844, Buenos Aires, Colihue, p. 193. 
 12 
del intercambio (dialéctica) entre el hombre y la naturaleza. El análisis de la dimensión 
económica del trabajo humano2 le permite a Marx observar las modalidades específicas 
de producción que se dan en la historia, así como su predominio en etapas particulares. 
Esto es relevante en la medida en que Marx puede identificar en la sociedad industrial 
de su época, una desvalorización del trabajo humano. 
De la misma manera que ocurre con el concepto de trabajo, la “enajenación” o 
“alienación” es caracterizada por el alemán desde coordenadas económicas y 
materiales. Con esto, el “trabajo alienado” se concibe como una imposición del hombre 
hacia el hombre en esta relación dialéctico práctica-productiva. El ““trabajo forzado” por 
oposición a actividad creativa libre, es, además, un tipo de trabajo tal, que de su producto 
se apropian otros, los “amos del sistema de producción””3. Esta noción de trabajo 
alienado permite entender la división de la sociedad en dos grupos, los productores 
directos y los dueños de los medios de producción; esta distinción será muy importante 
para interpretar cómo es que ciertas ideas y conocimientos que se producen en la 
sociedad tienen una relación muy estrecha con la forma en que está organizada la 
producción económica, pues, bajo la óptica marxista, existen ideas: 
impuestas por las clases pudientes que son alienadas porque reivindican y justifican un proceso 
de dominación del hombre por el hombre, definida como “conciencia en si" que es una especie de 
depravación del pensamiento. Por el otro, ideas que son emancipadoras y transformadoras del 
mundo tal y como lo conocemos, buscando en esencia una sociedad comunitaria e igualitaria, 
definida como “conciencia para sí". En suma, Marx considera que los límites y las posibilidades 
del conocimiento en la sociedad dependen de la manera en que la sociedad se organiza para 
producir bienes para su supervivencia, Frausto Gatica (2015: 203). 
En este sentido, en su obra “La Ideología Alemana” de 1845-1846 escrita junto con 
Friedrich Engels, Marx apunta que su concepción se basa en: 
 
2 Dussel afirma que lo económico no es solamente trabajo, necesidad y un producto, también es una 
relación característicamente social, es decir, una relación del productor del producto con otro ser 
humano: “Dicha relación interhumana se denomina prâxis. De aquí que el producto puede donarse o 
regalarse, intercambiarse, comprarse, venderse o robarse a otra persona. Es decir, es una relación 
compleja práctica (entre seres humanos) mediante el producto del trabajo (entre el ser humano 
necesitado y la naturaleza): es una relación dialéctico práctico-productiva”, Dussel, Enrique (2014), 16 
Tesis de Economía Política: interpretación filosófica, México, Siglo XXI Editores, pp.1-2. 
3 Bottomore, Tom (2001) “Marxismo y Sociología”, en Bottomore y Nisbet (comp.), Historia del 
Análisis Sociológico, Buenos Aires, Amorrortu, p.147. 
 13 
la exposición del proceso real de producción, partiendo de la simple producción material de la vida, 
y en la comprensión de la forma de intercambio ligada a este modo de producción y creada por él, 
o sea, la comprensión de la sociedad civil en sus diversas etapas como base de toda la historia, y 
en su acción como Estado. […] No explica la práctica a partir de la idea, sino que explica la 
formación de las ideas a partir de la práctica material, y consecuentemente llega a la conclusión 
de que todas las formas y productos de la conciencia pueden ser disueltos, no por una crítica 
intelectual […] sino solamente por la remoción práctica de las relaciones sociales efectivas que 
dieron origen a este embeleco idealista, Bottomore y Rubel (1956: 70-71, énfasis añadido)4. 
Pese al hecho de que estas primeras formulaciones están explícitamente 
orientadas al desarrollo de una teoría general marxista de la sociedad, será a través de 
éstas, ya sea como discusión o como un replanteamiento, que hacia finales del siglo XIX 
y comienzos del XX, se articulará un discurso sociológico, principalmente en Francia y 
Alemania, que hará frente a interrogantes del tipo: ¿cómo es que las sociedades 
adquieren, mantienen y desarrollan el conocimiento que tienen?; ¿por qué y para qué se 
sustentan determinadas creencias?; ¿de qué fuentes, y en qué condiciones emergen o 
son posibilitadas determinadas ideas o visiones del mundo? 
Estas preguntas expresan la preocupación sociológica por entender la relación 
entre la posición concreta de los individuos en la sociedad con el contenido del 
conocimiento, la visión de mundo o las creencias que sostienen. Dicha preocupación se 
trasladará hacia el ámbito del trabajo científico a mediados del siglo pasado, sobre todo 
a través de la crítica del sociólogo norteamericano Robert K. Merton, a ciertas ideas de 
la sociología del conocimiento de Karl Mannheim. A continuación, se presentan los 
elementos más relevantes que permiten distinguir las dos corrientes desde las que surge 
la sociología de la ciencia; se expone la formulación de Mannheim, así como el 
desplazamiento de la preocupación sociológica por el conocimiento en general, hacia el 
estudio de la ciencia como una institución particular de la sociedad. 
El desarrollo de las dos tradiciones de pensamiento sociológico que dan forma a 
la sociología del conocimiento se ubica en el periodo 1890-1930. Para Fuller, tanto la 
tradición francesa como la alemana se articularon bajo la idea de que la proximidad de 
las personas que conocen en el espacio y el tiempo es de suma importancia para resolver 
el tipo de interrogantes sociológicas ya mencionadas. La tradición francesa se enfocó 
 
4 Bottomore, Tom, (2001), Marxismo y Sociología…Op. Cit. p.148-149. 
 14 
principalmente en cómo las personas de distintos orígenes, concentradas en un espacio 
determinado adquieren una mentalidad común con el paso del tiempo, mientras que la 
tradición alemana se abocó a analizar cómo las personas que están dispersas sobre un 
espacio amplio, retienen una mentalidad común en virtud de haber nacido casi al mismo 
tiempo5. 
En la etapa de formación de la sociología del conocimiento, los aportes pioneros 
de cada tradición no fueron completamente independientes entre sí, a pesar de que 
terminaron siguiendo rutas contrapuestas. Antes de la popularización del término 
“sociología del conocimiento” (Wissenssoziologie) en la década de 1920-debido 
principalmente a los trabajos del ya mencionado Mannheim y de Max Scheler-, el más 
importante representante de la veta francesa, Emile Durkheim, reseñó, en 1909, el 
artículo del alemán WilhelmJerusalem “Soziologie des Erkennens” (“Sociología de la 
cognición”). Esta reseña pondrá de relieve algunas consideraciones paralelas entre las 
dos tradiciones, pero así también, distinciones importantes que darán identidad a cada 
tradición en el transcurso del primer tercio del siglo XX. 
 El artículo de Jerusalem se concibe como el primer proyecto expreso de una 
sociología del conocimiento, así como el punto de partida de este nuevo campo en 
Alemania. La reseña de Durkheim destaca, por un lado, el concepto de “condensación 
social”, el cual remite al hecho de que las impresiones de los individuos se establecen, 
consolidan y cristalizan socialmente. Esta idea será recurrente en los trabajos posteriores 
de Durkheim, aunque bajo otros términos (i.e., su discusión acerca de la naturaleza de 
los conceptos y categorías como acumulación social e histórica de experiencias) 6. Por 
otro lado, se hará evidente también en dicha reseña, la diferencia fundamental entre las 
dos tradiciones respecto a la relación entre el conocimiento, la ciencia y la sociedad; para 
Jerusalem, así como fue para Scheler y Mannheim posteriormente, la ciencia no es parte 
de la sociedad, sino una creación estrictamente individual y, por tanto, “no incluía a la 
 
5Fuller, Steve, (2006), The Philosophy of science and technology studies, Nueva York, Routledge, p.25, 
traducción propia. 
6Vera, Héctor, (2012), “Émile Durkheim, Wilhelm Jerusalem y los orígenes de la sociología del 
conocimiento. Presentación de “El problema sociológico del conocimiento””, en Revista de Filosofía 
(Universidad Iberoamericana), Vol. 133, julio-diciembre, p.180. 
 15 
ciencia dentro del área de competencia de la sociología”7. Durkheim, por el contrario, 
rechazará esta separación, defendiendo una posición más radical en la que la que “la 
sociedad tiene un papel creativo en todo pensamiento humano, no sólo en las mitologías 
y opiniones comunes, sino —y, sobre todo— en la ciencia y en la formación de nuevas 
ideas”8. 
Como se ha mencionado, la veta francesa de la sociología del conocimiento, 
representada en los trabajos de Durkheim9, estudia el contacto interpersonal constante 
dentro de un espacio particular. Este contacto espacial permite que se forje y mantenga 
una conciencia colectiva. Los estudios de Durkheim se basaron en un análisis etnográfico 
de los aborígenes australianos; en este sentido, en su obra escrita junto con M. Mauss, 
“Formas Primitivas”, Durkheim dejo entrever que la forma en que un individuo mapea el 
mundo: 
no es una función de la mente individual, sino que enraíza en un estrato más profundo, la 
organización social misma […] Comprender la estructura de una clasificación del mundo por una 
colectividad es, de hecho, comprender sus reglas o sus principios de organización social…El 
“sociologismo” de Durkheim en este aspecto equivale nada menos que a una revolución 
epistemológica respecto de la perspectiva filosófica tradicional. Para la cual el conocimiento es 
función del individuo cognoscente: Durkheim sostiene que es función de estructuras a priori de 
origen social, inculcadas al individuo en el proceso de socialización10. 
Junto con esta aproximación respecto de la clasificación como un fenómeno 
histórico y social, Durkheim se acercó a los rituales tribales en su obra “Las Formas 
Elementales”, como el sitio paradigmático donde se forma esta conciencia colectiva, la 
cual tendrá para el francés, una relación muy importante con la dimensión cognitiva. Para 
 
7 Vera (2012), Émile Durkheim… Op. cit., p. 181. Como veremos más adelante, Mannheim no afirma 
explícitamente la idea de que la ciencia no es parte de la sociedad, más bien defenderá la irrelevancia 
teórica de la génesis social e histórica de la ciencia, en particular, del conocimiento natural y 
matemático. 
8 Ibíd. 
9 Principalmente en lo que se conoce como su obra “tardía”, i.e. “De Ciertas Fromas Primitivas de 
Clasificación” de 1903, escrita junto con M.Mauss, y “Las formas elementales de la vida religiosa” de 1912. 
También es importante señalar el trabajo de Lucien Lévy-Bruhl como parte de esta tradición, 
principalmente sus obras, “Las Funciones Mentales de las Sociedades Inferiores” de 1910 y “La Mentalidad 
Primitiva”de 1922. 
10 Tiryakian, Edward A., (2001), “Emile Durkheim”, en Bottomore y Nisbet op cit. p. 244-245, énfasis 
original. 
 16 
Durkheim los símbolos son una corporización de los sentimientos colectivos de una 
sociedad, sin estas representaciones colectivas expresadas en emblemas y 
procedimientos canónicos, la existencia de los sentimientos y la afectividad de una 
sociedad se pone entredicho11. Bajo esta idea, la energía emocional, la afectividad de 
una colectividad, se puede traducir en este tipo de artefactos cognitivamente 
significativos. Así, los símbolos perpetúan el orden social, pues, según Durkheim “…el 
emblema no es meramente un proceso conveniente para clarificar el sentimiento que la 
sociedad tiene de sí misma; también sirve para crear ese sentimiento; es uno de sus 
elementos constitutivos”12. 
Esta tradición ha sido desarrollada para analizar la construcción social del 
conocimiento filosófico13 y científico14 De la misma forma, según Fuller, un “claro legado 
de esta tradición ha sido la antropologización de la sociología de la ciencia, que inició en 
los 70´s”15, particularmente con el trabajo de Bruno Latour y Steve Woolgar16 
En contraste, la tradición alemana, expresada en los trabajos de M. Scheler17 y 
Karl Mannheim18, fue influenciada por el historicismo. En lugar de analizar cómo el 
entorno físico-i.e. artefactos materiales- y la estructura social posibilitan y constriñen el 
desarrollo cognitivo, esta tradición se enfocó en la visión del mundo (Weltanschauung) 
 
11 Para el francés la conciencia, que se expresa en la vida social como un continuo que va desde momentos 
de efervescencia y entusiasmo íntimo, hasta instituciones y arreglos organizados con objetivos sociales 
particulares, tiene, tanto una dimensión cognitiva, como una afectiva, entendiendo la primera como la 
forma de mapear el mundo mediante representaciones y clasificaciones, y la segunda como emociones 
intersubjetivas, i.e. la solidaridad. En este sentido la conciencia colectiva se puede entender como los 
sentimientos o pasiones de una sociedad, una “corriente subterránea de afectividad” Tiryakian, (2001), 
Émile Durkheim… Op. cit. p. 252. Esta conciencia divide el mundo en términos de lo sagrado (un fin en 
sí) y lo profano (un medio, un instrumento), lo que forma parte de la dimensión religiosa que es 
considerada por Durkheim, junto con la dimensión económica, las dos actividades fundamentales de 
la vida social. 
12Durkheim, E., (1915), The Elementary Forms of the Religious Life (trad. Joseph Ward Swain), Nueva York, 
Free Press, p.230. 
13 Collins, R., (1998), The Sociology of Philosophies: A Global Theory of Intellectual Change, Cambridge, Harvard 
University Press. 
14 Bloor, David, (1976), Knowledge and Social Imagery, London, Routledge. 
15 Fuller (2006), Op. Cit. p.25, traducción propia. 
16 Latour, Bruno, y Woolgar S., (1979), Laboratory life: The Social Construction of scientific facts, Princeton 
NJ, Princeton University Press. 
17 Principalmente “Los Intentos de una Sociología del Conocimiento” de 1924. 
18 Su principal y más influyente obra fue “Ideología y Utopía” de 1931. 
 17 
general exhibida por un conjunto de textos producidos por las personas que se coordinan 
y organizan en el tiempo, es decir, una “cohorte generacional”: 
El carácter de esta investigación tendió a ser más humanístico que naturalista, modelado en la 
hermenéutica en lugar de la etnografía. Mannheim distanció su propia sociología del conocimiento 
de la de Wilhelm Jerusalem, quien acuño la palabra Wissenssoziologie en una traducciónalemana 
de Lévy-Bruhl. Lo que objetaba Mannheim era las potenciales implicaciones raciales de la tradición 
francesa, la cual acentúa la territorialidad y el linaje como fuentes de la solidaridad, en lugar del 
cúmulo (“gestalt”) de una experiencia de vida. Para Mannheim (1936), el vehículo paradigmático 
del conocimiento social era el partido político, el cual proyectaba una “ideología” o “utopía”, 
dependiendo de si la sociedad ideal del partido estaba localizada en el pasado o en el futuro 
respectivamente19. 
Una suposición que comparten estas dos tradiciones, continúa Fuller, es que los 
patrones colectivos de pensamiento son constituidos como actos de resistencia al 
entorno20. Así, desde la aproximación de Durkheim, se podría mostrar cómo los rituales 
religiosos permiten a los creyentes escapar de las limitaciones de sus condiciones 
materiales y oponerse a potenciales opresores, mientras que desde la aproximación de 
Mannheim, se podría mostrar cómo una ideología persistente permite que la experiencia 
de una generación particular delimite los parámetros de la política para la sociedad 
entera; “en los dos casos, la sociología del conocimiento pretende complementar, no 
reemplazar, la psicología de los procesos normales de pensamiento (o “lógica”, 
entendida como una psicología normativa) a través de la cual los individuos se adaptan 
a un mundo que no es, en su mayoría, de su creación”21. 
Ahora bien, es la obra de Mannheim, explícitamente vinculada a una problemática 
epistemológica, la que permite entender, vía la crítica de Merton, el tránsito hacia una 
sociología de la ciencia en sentido estricto. La propuesta teórica del alemán no se 
fundamenta en ningún desarrollo explícito de teoría social, sino que se desprende de 
problemas epistemológicos y trata de volver a ellos. 
 
19Fuller (2006), Op. Cit. p.25-26, traducción propia. 
20Ibíd., p.26. La interpretación de Fuller acerca de estos patrones colectivos de pensamiento, deja 
entrever un elemento importante de su concepción acerca de lo social en general, volveremos a esto 
en el tercer capítulo. 
21 Ibíd., traducción propia. 
 18 
Mannheim planteó una renovación de la epistemología22, renovación auspiciada 
por la tesis principal de su propuesta, la determinación social o existencial del 
pensamiento. Esta tesis afirma que las condiciones existenciales (histórico-sociales) en 
las que los sujetos se relacionan y se posicionan, son fundamentales para comprender 
y valorar su pensamiento. Es importante señalar que la preocupación epistemológica que 
a la postre marcará la dirección que tomará la sociología del conocimiento del alemán, 
es aquella que concierne a la naturaleza del conocimiento socio-histórico, lo que pone 
de manifiesto la limitación inherente a la tesis de la determinación existencial. Es decir, 
bajo el supuesto de que la naturaleza de los objetos de estudio determina el método 
apropiado para abordarlos, Mannheim sostuvo que la física y las matemáticas operan 
bajo una racionalidad privilegiada, interna y consistente, pero sobre todo distinta a la de 
las ciencias sociales, pues se asume que el conocimiento natural trata acerca de hechos, 
mientras que el conocimiento cultural (filosófico, histórico y sociológico) se aproxima a 
los significados humanos. Solamente este último tipo de conocimiento sería objeto de la 
determinación existencial. 
Con esto, se abre una nueva perspectiva que dará pie a una sociología del 
conocimiento donde el valor de la génesis histórica de los conocimientos culturales es 
relevante para su validez y sus contenidos. Según Gómez Muñoz (ibid), el énfasis que 
pone el alemán en la noción de sentido o significado como un todo, “Gestalt”, lo conduce 
a “buscar, más allá del propio objeto —la acción social, el producto cultural o el saber 
mismo—, la manifestación de una Weltanschauung histórica en él y a defender, en 
consecuencia, el carácter interpretativo del conocimiento cultural”. La restricción de 
Mannheim al conocimiento científico-natural no significa, cabe aclarar, que éste no pueda 
ser utilizado de forma ideológica, tampoco incluso que no pueda ser determinado 
 
22 Cabe destacar que en la obra de Mannheim anterior a 1923, sobre todo su tesis doctoral titulada El 
análisis estructural de la teoría del conocimiento (1918-1921), rechaza la posibilidad de que la teoría del 
conocimiento pueda ser autónoma. Es decir, desde la óptica de Mannheim la epistemología se alinea 
junto con todas las demás expresiones del conocimiento cultural (i.e. el pensamiento político, las 
ciencias socioculturales, así como el pensamiento cotidiano), pues está “sujeta a la misma estructura 
de los contenidos que ha de juzgar”, y así, “al proclamar la heteronomía e insuficiencia de la teoría del 
conocimiento, Mannheim abre las puertas a una revaloración del análisis histórico-extrínseco del 
conocimiento”, Gómez Muñoz (1993), “El retorno de la sociología del conocimiento de Mannheim a 
una epistemología de corte Weberiano”, en REIS, 62/93, p. 47. Esto pone en evidencia la importancia 
del pensamiento de Mannheim para comenzar a pensar una epistemología de carácter empírico. 
 19 
socialmente (en términos de su desarrollo), sino que no tiene relevancia teórica, a decir, 
epistemológica, para su validez, su génesis histórica y social. 
La traducción al inglés en 1936 de “Ideología y Utopía”, marca una pauta para el 
debate que mantendrá Robert K. Merton con el pensamiento de Mannheim. Serán las 
consecuencias relativistas de la aproximación de este último, las que establecerán una 
plataforma crítica para que se constituya una sociología de la ciencia; en particular, será 
la concepción mainnheiniana de una ideología total o general, la vía por la que Merton 
desarrollará su crítica. 
Mannheim rechazó las teorías clásicas de la ideología, incluyendo la noción 
marxista, que supone una distorsión, y que se concibe como algo opuesto a la 
racionalidad o a la ciencia, expresada en la falsa conciencia. Contra el uso polémico del 
concepto de ideología, Mannheim optará por una concepción general en términos 
sociológicos, no como un fenómeno de distorsión, ni un pensamiento incongruente, o 
socialmente regresivo, sino como pensamiento socialmente determinado. Lo que pone 
de relieve Mannheim es que “las dificultades epistemológicas atribuidas al pensamiento 
ideológico no pueden reducirse al fenómeno de la distorsión, que, por definición, es 
siempre particular, no estructural”23. En este sentido, el tránsito respecto de una 
concepción de la ideología en términos de distorsión, hacia una estrictamente sociológica 
basada, como se ha visto, en la interpretación, pasa por entender el carácter particular y 
total de este concepto de ideología. 
La categoría de totalidad es importante en este contexto, ya que es la herramienta 
metodológica con la que Mannheim da sentido al concepto de pensamiento 
existencialmente determinado, pues desde esta óptica no es posible mostrar la 
determinación de pensamientos particulares, como lo constata el rechazo al uso 
polémico que tiene como base mostrar fenómenos como el pensamiento distorsionado 
o regresivo; por el contrario, el pensamiento existencialmente determinado alude a una 
concepción del mundo, o a una ideología total: 
que, en paralelo con la noción lukacsiana de conciencia de clase, no se identifican ni con el 
pensamiento de los individuos concretos, ni con su suma, ni con su media, sino que hacen 
referencia a un modelo general de experiencia (que afecta a la totalidad de la conciencia y no sólo 
 
23 Gómez Muñoz, (1993), Op. Cit. p. 50. 
 20 
a determinados contenidos) o a una perspectiva típica común […] Por otro lado, concibe también 
como una totalidad a la realidad social. Desde un punto de vista analítico, afirma,cabe identificar 
a los grupos —en especial a las clases, pero también a las generaciones o a otros colectivos— 
como los sujetos sociales que están en la base de las distintas cosmovisiones24. 
La definición de ideología total de Mannheim, entonces, remite a una concepción total 
del mundo, una perspectiva, que sería determinada por el grupo social al que un individuo 
pertenece. 
Será esta concepción la que, a juicio de Merton, pondrá en evidencia las 
consecuencias relativistas de la sociología del conocimiento así concebida: 
La controversia gira en torno de la concepción de Mannheim acerca de la ideología total general, 
la cual, como se recordará, afirma que “el pensamiento de todos los partidos en todas las épocas 
es de carácter ideológico”. Esto lleva inmediatamente, a lo que parece, al relativismo radical con 
su familiar círculo vicioso en que las mismas proposiciones que afirman dicho relativismo son ipso 
facto inválidas. Está muy claro que Mannheim percibe la falacia lógica y el nihilismo intelectual 
implícitos en su posición25. 
El sociólogo estadounidense se pregunta, líneas después, cómo es que Mannheim sale 
de este “callejón sin salida relativista”26. En términos generales, ya que Mannheim definió 
la ideología total como perspectiva, la sociología del conocimiento examina, entonces, 
cómo afectan los factores extrateóricos (condiciones histórico-sociales) la perspectiva de 
un grupo determinado. 
Ahora bien, el perspectivismo que está operando en la concepción de Mannheim, 
parte de una estrategia relacionista, la cual “explica el carácter relacional de toda forma 
de conocimiento histórico, que sólo puede ser formulado con referencia a la posición del 
observador”27, y será esta estrategia la que Merton va a considerar limitada para evadir 
el relativismo, por cuanto no distingue entre la incorrección (invalidez) y la perspectiva 
(unilateralidad): 
Los enunciados perspectivistas probablemente no son incorrectos si su autor reconoce y admite 
su naturaleza parcial; entonces son simplemente formulaciones abstractas de ciertos aspectos de 
la situación concreta. Pero son definitivamente inválidos si se presentan como representaciones 
 
24 Ibíd. 
25 Merton, Robert K., (2002), Teoría y estructuras sociales, México, D.F, FCE, p.588. 
26 Ibíd. 
27 Kreimer, Pablo, (1999), De probetas, computadoras y ratones. La construcción de una mirada sociológica sobre la 
ciencia, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, p.59. 
 21 
muy completas de los fenómenos en cuestión (“falacia de la concreción mal colocada” de 
Whitehead). La frontera entre la invalidez y el mero perspectivismo es, pues, difícilmente tan clara 
como parece suponer Mannheim. 
Sin embargo, no sólo es la falta de claridad en la distinción entre incorrección y 
perspectiva lo que criticará Merton. El intento de Mannheim por establecer bases para la 
validez dentro de perspectivas dadas, implica un problema más general respecto de la 
comprensión de los fenómenos sociales y su carácter interpretativo28, lo cual se relaciona 
con la segunda objeción de Merton, que apunta a la crítica de las “garantías estructurales 
de validez” a las que alude Mannheim. 
Estas garantías suponen el problema de valorar “los méritos relativos de 
diferentes opiniones particulares y, además, de validar las que él llama “síntesis 
dinámicas””29. Es decir, la determinación social del pensamiento ya no se concibe como 
algo que lleve de modo inevitable al pensamiento ideológico, pues ya no aparece como 
un factor constitutivo de la objetividad, sino como un factor para interpretar el objeto. En 
este sentido, una perspectiva se manifiesta, por ejemplo, en la configuración del sentido 
y valoración del objeto de estudio, entendiendo esto en términos de la elección de 
problemas, conceptos y métodos, es decir, valores relevantes para la elaboración del 
problema científico, pero que serán irrelevantes para la validez de los resultados. De esta 
manera, ya no se habla de la perspectiva como un principio que restringa la objetividad, 
sino que está antes de la evaluación de ésta, a un nivel documental: 
No obstante, Mannheim insiste en que es epistemológicamente relevante. ¿Por qué? La razón que 
parece apuntar es que esa tarea preliminar nunca es de hecho sólo preliminar, precisamente 
porque una fijación completa del sentido del conocimiento es impensable y, por tanto, su ejecución 
real se solapa en la práctica con juicios veritativos. Esta dificultad —que Mannheim atribuye de 
manera específica al conocimiento sociocultural— le lleva a describir entonces la función que 
cumple la sociología del conocimiento ya no como una función de registro y ratificación del conflicto 
ideológico, sino como una función terapéutica: de conciencia de los límites en los que se mueve 
 
28Mannheim se opuso a la concepción causal de la sociología del conocimiento, ya que “como 
explicación de la ocurrencia del conocimiento, sólo permite presentar secuencias de hechos, pero no 
establecer relaciones significativas, es decir, no permite aclarar la conformidad de sentido entre ciertas 
constelaciones sociales y ciertas formas ideológicas: el problema de por qué se da una relación de tales 
constelaciones sociales con tales formas de pensamiento y no con otras. Esto último, a su juicio, sólo 
es accesible a la interpretación”, Gómez Sánchez, (1993), Op. Cit. p. 53, énfasis añadido. 
29 Merton (2002), Op. Cit. p.592. 
 22 
la perspectiva implícita del conocimiento como paso ineludible para su superación teórica o 
comunicativa, entendiendo tales límites en el sentido de su incompletitud, no ya en el de su ámbito 
subjetivo de validez. La sociología del conocimiento, afirma entonces, “es provechosa no en la 
discusión directa de la verdad, pero sí en la revelación de circunstancias que no carecen de 
relevancia para el descubrimiento de la verdad”30 
Es este papel el que atribuirá Mannheim a los criterios de objetividad. Estos 
supondrían la posibilidad indirecta de poder alcanzar la objetividad desde la conciencia 
de la propia perspectiva. Aquí se inserta la propuesta mainnheimiana de los intelectuales 
“sin clase”, quienes son socialmente independientes (sozialfreischewebende Intelligenz), 
y que pueden entender situaciones antagónicas de su época y, así, traducir diferentes 
perspectivas. Para Merton, sin embargo, “el papel de los intelectuales se convierte en 
una especie de paliativo tranquilizador de un relativismo implícito”31. 
En conjunto, Merton crítica no sólo las formas en que la sociología de Mannheim 
intenta salir del relativismo, implícito, según éste, en nociones como la de perspectiva, 
sino que también valora positivamente el ejercicio sociológico del alemán. Los hallazgos 
de Mannheim serían incluso adecuados para aclarar “las relaciones entre conocimiento 
y estructura social y que hasta ahora habían permanecido ocultas”32, esto, claro, 
“despojados de su impedimenta epistemológica”33, lo que marcaría el punto central 
desde el que se orienta la aproximación del mismo Merton; la relación entre la estructura 
social y el conocimiento será elaborada desde una reflexión sociológica de carácter 
funcionalista que entiende dicho conocimiento como el producto de una institución. A 
continuación, se expone su propuesta, que marca el comienzo de la sociología de la 
ciencia, y con esto también, una caracterización particular de lo social para entender el 
trabajo científico. 
 
 
 
 
 
 
30 Gómez Muñoz (1993), Op. cit. p. 57, énfasis añadido. 
31 Merton (2002), Op. Cit. p. 592. 
32Ibíd., p.594. 
33Ibíd. 
 23 
1.2. MERTON Y LA SOCIOLOGÍA DE LA CIENCIA. 
 
El enfoque sociológico de Robert K. Merton representa el primer estudio sistemático de 
la ciencia como institución. Esta aproximación considera la ciencia comouna 
configuración social que se institucionalizó y autonomizó en el tiempo, por lo que supone 
una estructura social particular y un sustento de valores que permite su desarrollo. En 
ese sentido, como actividad social organizada, la ciencia, aquella “clase particular de 
conocimiento que dimana del experimento o la observación controlados y vuelve a 
ellos”34, depende de ciertas condiciones sociales para su existencia. Es bajo este eje que 
la relación ciencia-sociedad va a comenzar a ser reflexionada y desarrollada, desde 
mediados de los años treinta hasta finales de los sesenta del siglo pasado. 
Este eje sociológico reúne varios elementos explicativos clave. Uno de estos 
elementos es la motivación de una síntesis teórica, a tono con el desarrollo conceptual 
de Merton, quien intenta articular, desde la teoría social clásica (Weber yDurkheim), 
observaciones sociológicas acerca de la relación entre valores y prácticas o actividades 
(i.e. la relación entre los valores del protestantismo ascético y el capitalismo moderno, 
explorada por Weber), dentro de un análisis estructural- funcionalista. Por otra parte, está 
el objetivo de confeccionar una estrategia teórico-metodológica que suponga un ejercicio 
de reconstrucción teórica mediante la interacción con la investigación empírica, a decir, 
una teoría de alcance intermedio.35 Por último, se tiene un elemento de investigación 
acerca de las demandas y necesidades socio-económicas (i.e. el desarrollo de la minería 
y de la navegación), y militares (i.e. la balística), que ejercieron influencia en el desarrollo 
de la ciencia moderna. 
Las observaciones teóricas de Merton sobre la estructura de la sociedad, desde 
las cuales se puede entender el análisis de la estructura normativa de la ciencia36, parten 
 
34Ibíd., p.617. 
35Este tipo de teorías no irían a contracorriente de las grandes teorías generales de la sociedad de ese 
entonces, como el funcionalismo, sino que representarían una forma de guiar la investigación empírica 
en la que los datos se puedan incorporar en enunciados teóricos aptos para la comprobación. Esto 
permitirá que Merton aduzca una interdependencia entre los intereses y motivaciones de distintas 
instituciones como la ciencia, la religión y la economía. 
36 Que, al combinarse con el análisis de los mecanismos de comunicación, reconocimiento y 
recompensa científico, suponen el objeto de estudio de la parte sustantiva de la obra de Merton 
 24 
de la forma en que éste concibe la realidad social; la sociedad según Merton, es una 
totalidad estructurada, la cual, según Mario Bunge en la introducción a la cuarta edición 
en español de “Teoría y Estructuras Sociales”: 
nos plasma y, al mismo tiempo, toda acción individual ocurre en un contexto social al que modifica. 
O sea que las acciones y reacciones que ocurren dentro de la sociedad se dirigen del individuo al 
todo y de éste al individuo37. 
Con lo que una de las características de la filosofía detrás del trabajo de Merton, según 
Bunge, es su concepción ontológica: 
para él la sociedad no es una bola maciza (holismo) ni un conjunto de átomos (individualismo), 
sino un sistema caracterizado por estructuras (vínculos) y mecanismos (procesos)38. 
La realidad social, entonces, es concebida en términos estructurales, bajo la idea de que 
existen vínculos y procesos dentro del sistema social. 
Bajo esta noción de sociedad, el proceso básico para Merton, a nivel micro, es la 
elección entre alternativas socialmente estructuradas, lo que remite a las decisiones de 
un individuo, a los fines que motivan tales decisiones y también a los medios para 
alcanzar ciertos objetivos. De esta forma, bajo el esquema medios-acciones-fines, una 
decisión particular puede analizarse sociológicamente desde las coordenadas 
funcionalistas, pues las consecuencias observables de esa decisión (expresadas en 
patrones sociales y culturales) serán interpretadas en torno a preguntas del siguiente 
tipo, ¿cómo impactan las decisiones sobre las estructuras?, y a su vez ¿cómo son 
influenciadas éstas por las estructuras?, ¿las afectan, moldean, refuerzan? Cualquiera 
que sea la respuesta, se entenderá en términos de que la afectación o la utilidad de cierta 
alternativa en la decisión se establece socialmente, lo que significa que se da bajo un 
orden normativo particular que el sociólogo puede estudiar. En términos macro, el 
proceso central que examina Merton en relación a la sociedad como un todo, es el de la 
distribución social, que se entiende como la concentración y diversificación de poder, 
 
respecto a la institución científica, el “corazón del paradigma mertoniano”, Kraimer (1999), Op. Cit. 
p.64. 
37 Merton, (2002), Op. Cit. p.4. 
38Ibíd., p.5, énfasis añadido. En páginas posteriores Bunge afirma que esta concepción ontológica se 
puede catalogar de sistemismo, mientras que su correlato epistemológico es el realismo científico, el cual 
supone que “el mundo exterior (en particular la sociedad circundante) existe realmente, se lo puede 
conocer, y que el mejor método para investigarlo es el científico”, ibíd., p.6-7. 
 25 
autoridad, prestigio e influencia, “lo que lleva a la formación de estructuras de control 
social las cuales, a su vez, cambian históricamente, en parte como resultado de procesos 
de “acumulación de ventajas y desventajas””39. 
Es importante señalar que esta concepción supondrá una crítica a los postulados 
clásicos del funcionalismo, así como una aproximación dinámica acerca de las 
estructuras sociales y culturales40. En este sentido, el objeto de estudio del análisis 
estructural-funcionalista mertoniano se concibe en contra de la idea de una sociedad que 
funciona en torno a patrones de conformidad que acentúan el consenso social, es decir, 
la integración y la estabilidad del sistema. La sociedad, en este sentido, no es una unidad 
funcional en la que “todas las creencias y prácticas culturales y sociales estandarizadas 
son funcionales para la sociedad en su conjunto, así como para los individuos que a ella 
pertenecen”41. Por el contrario, en las sociedades complejas, nos dice Merton, a 
diferencia de las primitivas, no se puede verificar, sobre todo a nivel empírico, un alto 
grado de integración, sino que “deberíamos estar preparados para encontrar un margen 
de grados de unificación”42. Lo anterior, junto con el rechazo tanto al postulado del 
funcionalismo universal, que afirma la idea de que toda estructura social o cultural cumple 
una función positiva, así como al postulado de indispensabilidad, que remite a la idea de 
que estas estructuras y funciones son indispensables para el mantenimiento de la 
 
39 Meja y Stehr (1998), “Robert K. Merton´s structural analysis. The Design of modern society”, en 
Mongardini y Tabboni (Eds.), Robert K. Merton and contemporary sociology, New Brunswick, Transaction 
Publishers, p.30. 
40 El entorno social que da forma a las decisiones bajo la óptica mertoniana, “necesita ser subdividido 
en una estructura cultural y en una estructura social, […] Merton usó estos términos para representar 
aspectos un poco distintos de la realidad social. En general, la estructura cultural consiste de ideas 
compartidas que moldean las imágenes de las personas acerca de la realidad social, proveen las 
motivaciones y justificaciones ideológicas de los patrones institucionales y de los productos culturales. 
Por otro lado, las estructuras sociales son patrones de relaciones sociales entre los individuos. Las 
estructuras sociales median entre los patrones culturales y los patrones de comportamiento resultado 
de las decisiones. Mientras que la estructura cultural establece objetivos (aunque es reforzada 
selectivamente por acuerdos sociales), las estructuras sociales proveen los medios para hacer e 
implementar las decisiones”,Crothers, Charles, (2004), “Merton as a General Theorist. Structures, 
Choices, Mechanisms and Consequences”, en American Sociologist, Vol. 35, No.3, p.27, traducción 
propia. 
41 Ritzer, George, (1997), Teoría Sociológica contemporánea, México, McGraw-Hill, p.128. 
42 Merton, (2002), Op. Cit. p.109. 
 26 
sociedad expresada en grupos e individuos43, permite entender las distinciones que 
Merton pondrá en operación para su análisis estructural-funcionalista. 
La noción tradicional de función, entendida como las consecuencias observadas 
que favorecen la adaptación del sistema, implica aceptar los postulados funcionalistas 
clásicos que Merton rechaza, por lo que éste desarrolla la noción de disfunción de los 
procesos sociales; la dicotomía función/disfunción apunta a la idea de que no se puede 
asumir a priori que los comportamientos y las normas tendrán siempre resultados 
positivos, por el contrario, existen fuentes de conflicto y desorden que permiten entender 
que ciertas estructuras e instituciones pueden tener consecuencias negativas para el 
sistema social. De la misma manera, la noción de alternativa o equivalencia funcional 
permite rechazar la supuesta necesidad de ciertas estructuras sociales44. Por último, la 
dicotomía mertoniana entre funciones manifiestas y latentes ayuda a analizar normas 
sociales que podría pensarse que son irracionales; las primeras serían aquellas que 
surgen de la motivación y acción consciente de un individuo o un grupo, mientras que las 
segundas apuntan a las consecuencias objetivas de la acción social. Así es posible 
entender la noción de consecuencias no previstas de la acción. 
 Este breve comentario acerca de los elementos del estructural-funcionalismo de 
Merton nos sirve de contexto teórico para entender el análisis que hace el autor acerca 
de la estructura normativa de la ciencia. En su tesis doctoral de 193545, Merton señaló la 
importancia de los valores puritanos en la Inglaterra del siglo XVII para la emergencia e 
 
43 Según Ritzer sobre este postulado:“Ninguna otra estructura o función podría funcionar mejor que 
la que de hecho se encuentra en cada sociedad. La crítica de Merton, de acuerdo con Parsons, era que 
al menos debíamos admitir que existían diversas alternativas funcionales y estructurales que podían 
adecuarse a la sociedad”, (1997), Op. Cit. p.129. 
44 A este respecto Bunge agrega que “el estructural funcionalismo de Merton […], es dinamicista y por 
lo tanto invita a la unión de la sociología con la historia. Por consiguiente, no se le aplica la crítica de 
que concibe la sociedad como un organismo que goza de perfecta salud y que explica el presente por 
el presente y no por el pasado”, Merton, (2002), Op. Cit. p.4. 
45Titulada “Ciencia, tecnología y sociedad en la Inglaterra del siglo XIX”. Kreimer señala que la 
importancia de esta obra se refuerza por el hecho de que la expresión “ciencia, tecnología y sociedad” se 
utilizó para definir el campo de estudios CTS, el cual no se agota en la reflexión sociológica, ya que a 
finales de los años sesenta y principios de los setenta, el campo se conformará desde diversas 
coordenadas disciplinares que van desde la historia de la ciencia y la tecnología, pasando por la 
antropología de la ciencia, hasta la economía de la ciencia, así como la epistemología social, (1999), 
Op. Cit. p.45. 
 27 
institucionalización de la ciencia moderna; en ese sentido, la ética puritana y sus 
imperativos ascéticos: 
Formaron una base para la indagación científica al dignificar, exaltar y consagrar tal indagación. 
El científico había tenido como recompensa la búsqueda de la verdad, ahora tiene nuevas 
razones para dedicar un celo desinteresado a su prosecución. Ahora hay una nueva justificación 
para la pesquisa científica46. 
Aquí se observa el acento que pone Merton en las condiciones sociales que posibilitan 
el desarrollo del trabajo científico; el éxito y, sobre todo, la utilidad técnica de la 
indagación científica, constituye para los filósofos naturales de la época, según Merton, 
un signo de gracia. 
Hacia194247, Merton desarrolla la reflexión sobre un ethos que se suponía era 
determinante de la conducta de los científicos. Bajo el análisis funcional de Merton, se 
pueden investigar las normas que supuestamente orientan y guían la acción por medio 
del concepto de rol social; el apoyo social que recibe un individuo al desempeñar un rol-
i.e. de científico- produce interacciones rutinarias que se ajustan a la norma, es decir, las 
consecuencias objetivas de cumplir algún rol pueden mantener dicha interacción 
rutinaria. Las cuatro normas principales que se le demandan a un científico según esta 
aproximación son: el universalismo, que demanda que las afirmaciones científicas sean 
sometidas a criterios impersonales preestablecidos; el comunismo, que demanda el 
carácter público de los descubrimientos; el desinterés, que no es una motivación 
personal, sino un elemento institucional que emana de los procedimientos científicos 
(epistemológicos y metodológicos) considerados adecuados, y por último, el 
escepticismo organizado, que promueve la crítica sistemática hacia el trabajo científico, 
propio y ajeno48. Para Merton, admitir y analizar las conexiones entre ciencia y sociedad 
no pone en entredicho el ethos científico, ya que el análisis se desarrolla a nivel 
institucional, es decir, a pesar del reconocimiento de que los científicos tienen muchos 
móviles, i.e. ganancia económica, curiosidad, altruismo, egoísmo, etc.: 
 
46 Merton (2002), Op. Cit. p.228. 
47 En el ensayo “Science and Technology in a Democratic Order”. 
48 A estos hay que sumar el imperativo de la originalidad, entendido como un producto del 
establecimiento de un sistema de recompensas, y el de la humildad, que es producto de los imperativos 
del escepticismo organizado y el desinterés. 
 28 
Los mismos móviles toman expresiones sociales diferentes en ámbitos institucionales diferentes, 
así como móviles diferentes pueden tomar aproximadamente la misma expresión social en un 
ambiente institucional dado. En un ambiente institucional, el egoísmo puede inducir a un científico 
a hacer progresar una rama de la ciencia, útil para las artes militares; en otro ambiente institucional, 
el egoísmo puede llevarlo a trabajar en investigaciones que no tienen, manifiestamente, uso militar. 
Examinar cómo y hasta dónde las estructuras sociales canalizan la dirección de la investigación 
científica no es acusar al científico por sus móviles49. 
La exploración funcionalista de la forma en que este ethos se respeta o se viola, 
va a suponer la idea de que este conjunto de valores y normas es real y está dado en la 
práctica, por lo que se utiliza como “punto de partida para explicar la conducta desviada, 
más que como parte de un ““sistema de creencias” que necesita ser verificado”50. Lo que 
pone de relieve uno de los puntos más controversiales de la propuesta de Merton, su 
análisis opera en la dimensión del discurso. Al rastrear aquello que los filósofos naturales 
expresaban sobre su trabajo y su práctica, Merton sólo pudo captar la racionalidad que 
le provee el discurso, y esta se identifica con el carácter público del trabajo científico, no 
con su práctica concreta. Las normas profesadas a las que alude Merton no pueden 
proporcionar reglas generales para discriminar entre cursos alternativos de acción, pues 
se encuentran sólo dentro del discurso de los científicos que acentúan, por ejemplo, 
valores como el escepticismo o el desinterés en situaciones de celebración o de conflicto. 
De esta forma, Merton hace de las normas principios explicativos de la conducta social, 
y formula la relación norma-acción como una de carácter causal. 
Esto abrió el camino a críticas importantes que han servido como una plataforma 
para elaborar una aproximacióndistinta a la ciencia. Por ejemplo, la relación entre 
normas y acción, entre otros elementos de la sociología de la ciencia mertoniana, será 
puesta en entredicho por desarrollos posteriores, los cuales pondrán en evidencia su 
carácter interpretativo, en contraposición a la caracterización mertoniana en términos 
causales. Esto es producto de la influencia de las ideas del matemático inglés David 
Bloor, quien constituirá un nuevo y radical programa sociológico para aproximarse al 
trabajo científico51. 
 
49 Merton (2002), Op. Cit. p.618. 
50 Kreimer (1999), Op. Cit. p.65. 
51 Véase Bloor, David, (1976), Knowledge and Social Imagery, London, Routledge.; Mulkay, Michael, 
(1980), “Sociology of science in the West”, en Mulkay y Milic, (1989), “The Sociology of Science in 
 29 
1.3. EL PROGRAMA FUERTE DE LA SOCIOLOGÍA DEL CONOCIMIENTO 
CIENTÍFICO. 
 
Como resultado de las críticas que se configuraron al enfoque de Merton, se produce un 
desplazamiento hacia una visión más compleja de la actividad científica, una que estará 
a la base de un nuevo programa de investigación sociológico. Este programa pondrá 
atención en la práctica concreta de los científicos, así como a la cultura técnica en la que 
se despliega ésta; ya no sólo en los productos terminados del trabajo científico. Ya que 
ahora se pone el énfasis en la práctica, lo que supone elementos mundanos como los 
intereses, las negociaciones, el conocimiento tácito y las distintas estrategias utilizadas, 
el sociólogo se aproxima al trabajo científico como una actividad social de entre muchas 
otras, desmitificando así la supuesta racionalidad distintiva y privilegiada, desligada del 
sentido común, con la que se identificaba a la ciencia. Bajo esta idea, la nueva sociología 
del conocimiento científico sostendrá que “no era la verdad lo que estaba en juego, sino 
la forma de legitimarla, de hacer que los enunciados sean creíbles y, por lo tanto, 
eficaces”52. Esto ofrecerá distintas rutas para entender la relación ciencia-sociedad, así 
como una caracterización de lo social particular para entender las prácticas científicas. 
 Como se ha visto, Merton intentó mostrar la razonabilidad, es decir, la 
funcionalidad de prácticas consideradas no- racionales o no-lógicas dentro de la ciencia. 
En este sentido se limitó al estudio de todo aquello que se considera una conducta 
desviada como el fraude o el llamado “efecto Mateo”53. Se estableció así, desde las 
 
East and West”, Current Sociology, Vol. 28, No.3. Otras críticas importantes al enfoque normativo 
mertoniano, y que se consideran pioneras, pueden encontrarse en King, Michael, (1971), “Reason, 
Tradition and the Progressiveness of Science”, History and Theory, Vol. X, No.1; Whitley, Richard, 
(1972), “Black Boxism and the Sociology of Science: A Discussion of the Major developments in the 
Field”, en Halmos, Paul, (1972), The sociological review monograph No. 18: the sociology of science, Keele 
University. 
52 Kreimer, Pablo, (2017) “Los estudios sociales de la ciencia y la tecnología: ¿son parte de las ciencias 
sociales? “, en Teknokultura. 14(1), p.146. 
53 Este efecto consiste en el incremento asimétrico de reconocimiento desde el sistema de recompensas 
de la ciencia, donde un científico particular es merecedor de más reconocimiento ante una 
contribución, que otro quien ha contribuido de forma semejante, por el sólo hecho de que el primero 
tiene una amplia reputación o trabaja en una institución de prestigio. Este efecto también tiene un 
aspecto positivo si se observa desde el sistema de comunicaciones científicas, ya que los grandes 
nombres, los más prestigiosos de un campo determinado, producen un mayor efecto cuando se 
presentan resultados. 
 30 
consideraciones de Merton, un objeto de indagación sociológica que se identifica con las 
condiciones histórico-sociales que favorecen o no el trabajo científico, es decir, sus 
dimensiones institucionales (normas y valores), no así el contenido mismo del 
conocimiento. Esto se ha venido a considerar una sociología del error; sólo el error, o de 
manera más precisa, lo que conduce al error, constituye el explanandum legítimo del 
sociólogo de la ciencia. Esto se puede entender debido a la visión positivista que está a 
la base de los planteamientos de Merton, la cual es parte de las posturas clásicas acerca 
del progreso de la empresa científica, su carácter racional y su posibilidad de ser objeto 
de estudio para la sociología. Siguiendo a Fuller, dichas posiciones, entre las que se 
cuenta la de Merton, comparten la tesis de Vilfredo Pareto en el sentido de que éste: 
fue quizá el más claro con respecto al estatus “no lógico” o “irracional” de las formas de 
conocimiento elegibles para el escrutinio sociológico. Pareto (quien estudio física) declaró que la 
racionalidad se explica sola, como el camino de menor resistencia entre fines y medios, mientras 
que la sociología se necesita para explicar la fricción del sesgo y error que usualmente se 
interpone, […] Fue así como filósofos de la ciencia de inclinación positivista desde Reichenbach 
(1938) hasta Laudan (1977) dividieron la tarea intelectual entre la epistemología y la sociología del 
conocimiento. En cada caso, se suponía que la ciencia siempre iba a caer en el lado racional de 
esta división, por lo que no requería un tratamiento sociológico. El mismo Mannheim justificó este 
supuesto bajo motivos reflexivos: no se puede confiar en la sociología para estudiar científicamente 
el conocimiento, a menos que ésta sea sistemáticamente inmune a los tipos de fricciones que 
Pareto identificó54 
Considerando esto, la postura de Merton implica que las causas sociales no pueden 
operar en la producción de conocimiento verdadero. Ya que sólo se puede acceder a las 
condiciones (estructurales y culturales, i.e. un marco institucional) que operan para que 
se exprese la desviación o el error, el conocimiento verdadero se explica desde la 
racionalidad y las posibilidades lógicas, es decir, es objeto de explicación de la filosofía 
de la ciencia y la epistemología. De esta manera el sociólogo de la ciencia se limita a 
explicar el error, aquellos factores sociales externos que condicionan o afectan la puesta 
en marcha de la racionalidad científica que produce creencias verdaderas acerca del 
mundo. 
 
54 Fuller, Steve (2006), The Philosophy of science and technology studies, Nueva York, Routledge, p. 15, 
traducción propia. 
 31 
 En contra de estas ideas, una sociología “amplia”, como se le ha llamado a un 
conjunto de trabajos críticos de la aproximación mertoniana55, reconocería que el 
contenido mismo del conocimiento, incluido el lógico-matemático, considerado no-social 
por excelencia, es objeto legítimo de análisis sociológico. 
En este contexto se destaca el trabajo pionero del matemático y sociólogo David 
Bloor, conocida figura de la escuela de Edimburgo56, quien planteó en un artículo de 
197357, basándose en las reflexiones que surgen de los últimos trabajos de Ludwig 
Wittgenstein58, la posibilidad de una teoría social del conocimiento que dé cuenta de las 
matemáticas y la lógica. Estas últimas habían sido entendidas, ya desde la sociología 
del conocimiento de Manhheim, como campos del pensamiento que no pueden ser 
condicionados ni determinados por factores sociales y existenciales (extrateoréticos). Sin 
embargo, desde las consideraciones respecto a “seguir una regla”, y bajo una 
interpretación escéptica de este problema59, Bloor aduce la relevancia de las 
explicaciones sociológicas para llenar el vacío que deja la indeterminación en la 
aplicación de reglas, y de paso también, “llenar el vacío que el realismo ha dejado en la 
interpretación de las matemáticas”60. 
La aplicación de cualquier regla o concepto puede hacerse de manera

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