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! Sociología de la Ciencia! ! Mario Bunge! ! ! PRÓLOGO! ! La sociología de la ciencia es la rama de la sociología que estudia las influencias de la sociedad sobre la investigación científica, así como el impacto de esta última sobre la sociedad. Sus disciplinas hermanas son la sociología de la técnica, del arte, de las humanidades, de la moral, de la religión, y de las creencias populares.! La sociología de la ciencia fue cultivada ocasionalmente por un puñado de sociólogos clásicos, tales como Émile Durkheim. Pero no se desarrolló ni fue admitida oficialmente como una rama de la sociología sino hacia 1940, gracias principalmente a los trabajos de Robert K. Merton y sus numerosos colaboradores y discípulos.! Estas investigaciones contribuyeron a corregir el cuadro puramente internalista de la evolución del conocimiento científico que habían dibujado casi todos los historiadores y filósofos de la ciencia. Éstos habían sostenido con razón que el motor de la investigación científica es la curiosidad, pero habían descuidado los factores sociales que estimulan o inhiben la curiosidad, así como las condiciones sociales que favorecen o dificultan la recepción y difusión de nuevas ideas científicas.! Todo parecía indicar que marchábamos hacia una síntesis del internalismo con el externalismo, síntesis según la cual los factores endógenos se combinan con los exógenos, y el investigador aparece como un nudo en una red social compleja y cambiante. ! Pero este tren de ideas descarriló durante la etapa americana de la guerra de Vietnam. Por ese entonces irrumpió una nueva escuela en la filosofía y en la sociología de la ciencia. Esta escuela rompió con la tradición: minimizó el papel de la curiosidad y del talento, y acentuó la importancia de la presión y la convención sociales, y negó tanto la continuidad del esfuerzo científico como la posibilidad de alcanzar la verdad. Sus profetas fueron Thomas S. Kuhn y Paul K. Feyerabend.! Sociología de la ciencia Desde entonces los sociólogos de la ciencia se dividen en cos campos, que el eminente sociólogo francés Raymond Boudon llama el moderado (o moderno) y el maximalista (o posmoderno). El primero se inspira en las ciencias duras y en la filosofía rigurosa, mientras que el segundo se inspira en la literatura de ficción y en la filosofía blanda. El primero es canto y se esmera en fundamentar lo que dice. El segundo es iconoclasta y se esfuerza por épater le bourgeois.! Quien se ubica en el primer campo da por descontado que el investigador científico busca la verdad, y admite que la organización social condiciona la investigación pero niega que ella dicte los resultados de la pesquisa o dictamine sobre el valor de verdad de los mismos.! El adherente del segundo partido sostiene que la verdad es una ilusión o convención social. Afirma que todas las proposiciones científicas, incluso las matemáticas, tienen un contenido social y son aceptadas o rechazadas después de mucho negociar y politiquear.! ¿Quiénes dirán la verdad: los que la buscan o los que niegan la posibilidad de encontrarla? Si no hay verdad objetiva, ¿por qué los investigadores se empeñan en poner a prueba sus conjeturas? Si la verdad no es la moneda de la república de las ciencias, ¿cómo se explica que su falseamiento sea equiparado a la falsificación de la moneda corriente y castigado con el ostracismo de la comunidad científica?! El interés del asunto que nos ocupa va más allá de la sociología y la filosofía de la ciencia. También atañe al estudio de los profundos cambios culturales que vienen ocurriendo en el curso de las tres últimas décadas. Algunos acogen estos cambios con entusiasmo, porque juzgan que nos libran de las cadenas de la razón y de la contrastación empírica. (Este es el "pensamiento débil" elogiado por los apóstoles del llamado postmodernismo. ) Otros deploramos esos cambios porque creemos que sólo la racionalidad y la contrastación empírica pueden ayudarnos a comprender mejor el mundo y a diseñar un futuro en el que sea posible vivir. Como se ve, la elección entre ambos partidos no es un problema técnico sino parte de la elección entre dos concepciones del mundo.! He tenido la rara fortuna de que Hernán Rodríguez Campoamor, escritor, filósofo y sociólogo, entrañable y leal amigo de medio siglo y excelente traductor de mi libro La causalidad, haya accedido a traducir este trabajo.! ! MARIO BUNGE Foundations and Philosophy of Science Unit! McGill University, Montréal, Québec, Canadá! ! Sociología de la ciencia INTRODUCCIÓN! ! La sociología de la ciencia, otrora disciplina marginal, se ha convertido últimamente en un próspero ramo de actividades académicas, cultivado por un número cada vez mayor de estudiosos. Además de la plétora anual de libros en la materia, se están publicando una revista trimestral, Social Studies of Science, fundada en 1970, y un anuario, Sociology of the Sciences Yearbook, editado por primera vez en 1977, para no referirnos a los abundantes artículos aparecidos en las revistas sociológicas de índole general. Por otra parte, esta disciplina ha llegado a transformarse en asignatura ordinaria dentro de los programas de todas las principales universidades. Con frecuencia, viene a constituir el núcleo de los programas y centros designados en los países de idioma inglés con la sigla STS (science, technology and society).! Desde el decenio de 1960 han venido surgiendo nuevas orientaciones en la sociología de la ciencia. Si bien los estilos respectivos presentan múltiples diferencias, no dejan por ello de adherirse todos a una cantidad de dogmas compartidos. Se trata del externalismo, tesis en cuyos términos el contenido conceptual es determinado por el marco de referencia social; el constructivismo o subjetivismo, según el cual el sujeto investigador construye no sólo su propia versión de los hechos sino también los hechos mismos y eventualmente el mundo entero; el relativismo, para el que no existen verdades objetivas y universales; el pragmatismo, que destaca la acción y la interacción a expensas de las ideas, e identifica a la ciencia con la tecnología; el ordinarismo, que reduce la investigación científica a pura transpiración sin inspiración, negándose a reconocer a la ciencia un rango especial y a distinguirla de la ideología, de la seudociencia y hasta de la anticiencia; la adopción de doctrinas psicológicas obsoletas, como el conductismo y el psicoanálisis,' y la sustitución del positivismo, el racionalismo y otras filosofías clásicas por multitud de filosofías ajenas a La ciencia a incluso anticientíficas, como la filosofía lingüística, la fenomenología, el exis tencial ismo, la hermenéutica, la " teoría cr í t ica" , e l postestructuralismo, el deconstructivismo, o la escuela francesa de semiótica, según el caso.! Me propongo argüir que, como consecuencia de su adhesión a esos dogmas, los sociólogos de la ciencia de nuevo cuño son incapaces de entender la ciencia: en efecto, no explican nunca qué es lo que distingue al hombre de ciencia de los demás mortales; cuáles son, en su caso, las suposiciones filosóficas tácitas y las normas metodológicas; qué diferencia a la investigación científica de otras actividades humanas; cuál es su lugar en la sociedad, y por qué la ciencia ha tenido tanto éxito en la comprensión de la realidad y como propulsora de la tecnología. Y Sociología de la ciencia lo que es aun peor, niegan que los hombres de ciencia posean un ethos propio y que desarrollen una actividad cultural específica.! Con esto no se trata de menoscabar los pocos y modestos resultados que han obtenido a pesar de su deficiente filosofía y gracias a la concienzuda atención que dedican ocasionalmente a minucias. Pero sus contribuciones positivas a la ciencia de la ciencia son triviales comparadas con la enorme regresión que han acarreado a la sociología de la ciencia durante estos últimos años. Esta regresión es de tal magnitud que cualquierpersona con preparación científica debe considerar necesariamente la mayor parte de la producción actual en ese terreno como una grotesca caricatura de la investigación científica.! En el presente ensayo examino aquellas falacias que a mi entender constituyen los defectos fatales de las nuevas orientaciones de la sociología de la ciencia. Cada una de mis críticas se aplica por lo menos a una de las escuelas contemporáneas de esa tendencia, y algunas, a todas ellas. Empero, antes de abordar esas nuevas orientaciones, convendrá pasar revista sumariamente a la sociología de la ciencia clásica, pues por más que la denigren los "jóvenes turcos", contiene el embrión de muchos dislates de las nuevas corrientes, junto con tantos otros elementos que son, a la inversa, de valor perdurable.! 1. LAS RAÍCES MARXISTAS DE LA SOCIOLOGÍA DE LA CIENCIA! La sociología de la ciencia es, desde luego, una rama de la sociología del conocimiento, como lo son, y también de importancia, las de la tecnología, la medicina, el arte y la religión. Karl Mannheim ([1929] 1936), discípulo de Max Weber y estudioso de Marx fuertemente influido por George Lukács ([1923] 1971), es considerado como el padre fundador de la sociología del conocimiento, por haber inventado esa denominación (en alemán, Wissensoziologie), además de Denkstil, estilo de pensamiento. Pero al revés de sus predecesores Weber y Durkheim, Mannheim no efectuó ninguna investigación especializada, ni elaboró teoría detallada alguna. Básicamente, se limitó a destacar el condicionamiento social de las ideas, y por ende, la importancia de la sociología del conocimiento como anexo de la historia y de la filosofía del conocimiento. Puesto que nunca llegó a sostener que todas las ciencias tienen contenido social, es a menudo criticado por los exponentes de las nuevas orientaciones, quienes afirman que los hechos sociales son "constitutivos" de la ciencia, y no tan sólo factores "contingentes" que la influencien desde afuera.! ! En realidad, la moderna sociología del conocimiento no es creación de Mannheim. Fue en principio esbozada por Karl Marx y Friedrich Engels, y cultivada mucho después, en forma sistemática, por Emile Durkheim y Sociología de la ciencia por Max Weber (quienes dedicaron principal interés a la sociología de la religión), Max Scheler, John D. Bernal y su círculo, Robert K. Merton y sus colaboradores y discípulos, y varios investigadores más. Dado que Merton fue el último miembro eminente de la escuela clásica, y por haberse atenido al método científico y no ser, en consecuencia, ni constructivista ni relativista, los sociólogos de la ciencia de nuevo estilo lo han convertido en blanco de sus saetas y han dado en llamarse "posmertonianos", pretendiendo haber ido mucho más allá que él.! ! Marx y Engels son los abuelos de la moderna sociología de la ciencia, habiendo sido los primeros en sostener las siguientes tesis, harto conocidas:! ! 1. "No es la conciencia de los hombres la que determina su ser, sino, al contrario, su ser social el que determina su conciencia" (Marx 1859, en Marx y Engels 1986, 182; las bastardillas son mías, MB).! ! 2. "Sobre las diferentes formas de propiedad, sobre las condiciones sociales de la existencia, se levanta toda una superestructura de distintos sentimientos, ilusiones, modos de pensar y concepciones de la vida formados de manera peculiar. La clase, en su totalidad, los crea y los forma a partir de sus fundamentos materiales y de las correspondientes relaciones sociales. El individuo los recibe a partir de la tradición y de la educación" (Marx 1852, en Marx y Engels 1986, 118-119; las bastardillas son mías MB).! 3. La ciencia social tiene un compromiso ideológico. Promueve los intereses materiales de alguna clase social dada. En tiempos modernos, hay una ciencia social burguesa y otra proletaria. No obstante, mientras que la primera está repleta de errores y de ilusiones -al ser deformada por la ideología-, la segunda es objetivamente verdadera, puesto que el proletariado representa los intereses de la humanidad como un todo.! Estas ideas eran por cierto audaces a mediados del siglo XIX, y cada una de ellas encierra un grano de verdad. En primer lugar, la psicología del desarrollo y la psicología social han demostrado que el ambiente social condiciona la mentalidad del individuo. Pero no la determina por entero, por cuanto el genoma y el sistema nervioso, lo mismo que la acción individual, que a menudo va contra la corriente, tienen, sin exagerar en absoluto, una gran influencia en la materia (en la sección 5 de este trabajo figuran otras consideraciones al respecto).! ! Sociología de la ciencia En segundo lugar, como en una sociedad estratificada cada persona nace en alguna clase social, cuyos miembros comparten entre sí ciertos intereses, valores, creencias, expectativas, y así sucesivamente, la pertenencia a una clase influye desde luego sobre la actitud del especialista en ciencia social, pero esto no significa que el mismo no pueda superar tales límites, o que su clase social sea la que piensa por él. No deja de ser curioso que un materialista sostenga que una clase social, carente de cerebro, pueda pensar. Y es sencillamente falso que todas las ideas, hasta las de índole matemática, sean creadas a partir de las bases económicas de la sociedad. Volveremos a examinar este asunto en la sección 5.! ! En tercer lugar, es cierto que algunas ramas de la ciencia económica y política, particularmente las que se relacionan con la gestión de la economía y con el Estado, están contaminadas por los intereses de las clases dominantes. Basta con recordar las economías políticas neoclásicas, la doctrina de la disuasión recíproca y el leninismo. Sin embargo, desde que se ha instituido el estado de bienestar, en gran parte de los estudios sobre economía y politología se da por supuesto que el Estado, lejos de actuar como instrumento de las clases hegemónicas, debe hacer las veces de árbitro en la lucha de clases y distribuir parte del excedente en forma equitativa. Además, hasta en tiempos de Marx y Engels se realizaban estudios sociales objetivos, y muchos fueron utilizados por ambos para describir y condenar el capitalismo. En síntesis, la ciencia social básica o descriptiva es muy a menudo imparcial, por más que los estudios sociales prescriptivos o normativos sean con frecuencia partidarios.! ! Es notable que las opiniones de Marx y Engels sobre el condicionamiento social del conocimiento y la parcialidad de la ciencia social hayan sido tan influyentes, pues se trataba de puntos de vista esquemáticos, asistemáticos y no demasiado claros. ¿Qué significa exactamente la palabra "determina" en la frase "el ser social determina la conciencia"? ¿Quiere decir que la sociedad, en su conjunto, causa los procesos mentales, o que la posición social y el comportamiento del individuo ejercen una fuerte influencia sobre la forma en que piensa? Es obvio que la ambigüedad inherente al lenguaje ordinario se presta a múltiples interpretaciones.! ! Además, Marx y Engels fueron erráticos en esta materia. Por una parte, si bien sostenían a veces que la ciencia y la tecnología pertenecen a la Unterbau (infraestructura o base económica de la sociedad), en ciertas Sociología de la ciencia ocasiones las colocaban en la Überbau (superestructura). Por otra, aunque sostuvieron esporádicamente que toda idea es creación de una clase social, y en consecuencia está deformada por los intereses de clase, a veces alegaron que la ciencia natural básica y la matemática son independientes de éstos, sin perjuicio de estar determinadas por las circunstancias sociales. A raíz de tales vacilaciones, esquematismos a imprecisiones, hay en el campo marxista una considerable variedad de puntos de vista y polémicas que no llevan a conclusión alguna en esta materia.! 2. EL FLORECIMIENTO DE LA SOCIOLOGÍA MARXISTA DE LA CIENCIA! ! El historiador yfilósofo de la ciencia Boris Hessen ( [1931] 1971) escribió un "verdadero manifiesto de la forma marxista de externalismo en la historia de la ciencia" (Needham 1971, viii). En su ensayo "Las raíces sociales y económicas de los Principia de Newton" (publicado en inglés bajo el título de "The Social and Economic Roots of Newton's Principia"), sostuvo que la obra de Newton era hija de su clase y de su época, y que su trabajo científico fue un intento de resolver problemas tecnológicos creados por el auge del capitalismo. Evidentemente, hay en esta tesis una pequeña porción de verdad: Newton abordó problemas científicos que ni siquiera se habían planteado antes de la era moderna, lo hizo con ayuda de métodos completamente modernos, y el éxito de su obra se explica en parte por su utilidad para la tecnología empleada por la industria capitalista en rápida expansión.! Empero, esto no demuestra que las fórmulas mecánicas de Newton, y menos aún sus contribuciones al cálculo infinitesimal, tuvieran un contenido social. Su mecánica se refería a los cuerpos en movimiento y su matemática a las "fluxiones" (funciones dependientes del tiempo). Asimismo, ¿cómo explicar que Newton fuera el único "hijo de su clase y su época" que produjera esa obra monumental? ¿Por qué hubo sólo un libro como los Principia en vez de haber aparecido millares de otros similares escritos por sendos contemporáneos de Newton? Y por otra parte, si Newton estaba tan interesado en la industria como pretende Hessen, ¿por qué no diseñó ninguna máquina, ni proceso industrial alguno? ¿Por qué fue un físico teórico y matemático, y no un ingeniero? ¿Y por qué la misma clase social produjo tanto al ateo Hobbes como al deísta Newton? ¿No es acaso posible que los cerebros de los distintos individuos, al igual que los grupos sociales, tengan algo que ver con la producción de ideas originales?! ! Sociología de la ciencia El ensayo de Hessen ejerció una enorme influencia. Contribuyó a plasmar la sociología marxista de la ciencia en los países de Europa Occidental, que floreció entre 1935 y 1965, aproximadamente. La revista trimestral estadounidense Science and Society, que sigue publicándose con éxito en la actualidad, fue fundada en 1936. El libro de mayores alcances y más influyente surgido de esta escuela fue el de Bernal (1939): The Social Function of Science, que a criterio de Derek Price (1964) sentó las bases de la sociología de la ciencia. John Desmond Bernal, miembro de la Royal Society, fue un eminente cristalógrafo cuya obra resultaría de importancia decisiva para revelar la composición y la estructura de las proteínas, del ácido desoxirribonucleico y del ácido ribonucleico. Fue todo un precursor en materia de biología molecular, y sus colegas opinaban que sólo su militancia comunista impedía que se le otorgara el Premio Nóbel. Otros hombres de ciencia que colaboraron estrechamente con Bernal y que aportaron contribuciones a esta disciplina fueron los físicos P.M.S. Blacket (laureado con el Premio Nobel) y E.H.S. Burhop y los biólogos J.B.S. Haldane y J. Needham, todos ellos miembros de la Royal Society de Gran Bretaña, así como los matemáticos L. Hogben y H. Levy. (En Goldsmith y Mackay 1964 figura una muestra representativa de la obra de estos investigadores, y en Crowther 1941 una animada reseña con fines de divulgación.)! ! Es muy interesante observar que Bernal y sus amigos eran sociólogos de la ciencia marxista moderados, y que les interesaba más la política de la ciencia que la sociología académica de la ciencia. Destacaron tanto las condiciones sociales de la investigación científica como los usos y los abusos actuales y potenciales de la ciencia en materia social, pero no pretendieron que la matemática y la ciencia natural tuviesen contenido social. Hoy en día quizás se los clasificaría como internalistas, no como externalistas. Deseaban fervientemente que la ciencia recibiera el debido apoyo en las universidades, y que fuera utilizada como corresponde en la industria, la salud pública y la educación, así como en la defensa de Gran Bretaña contra la agresión nazi. Después de la Segunda Guerra Mundial desarrollaron una vigorosa campaña contra la bomba nuclear.! ! El principal interés que movía a los primeros sociólogos de la ciencia marxistas era práctico, no teórico. Lo que más les preocupaba eran las aplicaciones de la ciencia, que querían ver orientadas hacia los intereses del pueblo, y la organización de la ciencia y la tecnología. Ninguno de ellos contaba con una formación en materia de ciencias sociales. Eran todos aficionados en este terreno, se dejaron desorientar a menudo por dogmas marxistas, y pocas veces buscaron contraejemplos para poner a prueba sus precipitadas generalizaciones. (Sólo Needham llegó a Sociología de la ciencia convertirse en historiador profesional de la ciencia -y lo que es más, en el principal experto en historia de la ciencia y la tecnología chinas- y Price pasó de la física a la sociología y la historia de la ciencia. Pero ni uno ni otro habían sido marxistas ortodoxos.)! ! Con todo, el "colegio invisible" que rodeaba a Bernal produjo una cantidad de nuevas a importantes aportaciones conceptuales a la sociología de la ciencia; gracias a que sus miembros poseían una rigurosa formación científica, habían efectuado investigaciones originales en las ciencias "duras" y habían participado en la administración del quehacer científico, en su carácter de miembros de departamentos científicos universitarios y, durante la Segunda Guerra Mundial, también en reparticiones del Estado. A diferencia de los partidarios de la nueva sociología de la ciencia, que en el mejor de los casos han pasado un año como visitantes en un laboratorio, se trataba de hombres de ciencia distinguidos que sabían de qué estaban hablando y sobre qué estaban escribiendo, por más que a veces enfocaran sus propias especialidades con la óptica del materialismo dialéctico a histórico, filosofía más bien burda y anticuada.! ! Aproximadamente en esa misma época, un número apreciable de hombres de ciencia y de filósofos franceses se interesaron en la concepción marxista de la sociología, la historia y la filosofía de la ciencia. Cuando el Frente Popular salió triunfante en las elecciones de 1935, el nuevo gobierno de la República Francesa confió a varios de ellos la misión de organizar la investigación científica, actividad que venía padeciendo serias penurias de recursos materiales y humanos desde tiempos de la Primera Guerra Mundial. Irene Joliot-Curie, Fréderic Joliot y Jean Perrin -los tres laureados con el Premio Nobel-, así como Paul Langevin y otros eminentes hombres de ciencia, participaron en esta tarea. Los hubo a su vez que escribieron una cantidad de libros, en muchos casos publicados por la editorial comunista Éditions Sociales Internationales, la cual, dicho sea en su honor, publicó también antologías anotadas de distintos filósofos clásicos franceses que habían sido ignorados por el establecimiento filosófico -el cual se hallaba entonces, como ahora, en manos de idealistas a irracionalistas-. La principal revista de este grupo, que se editaba mensualmente, era La pensée, cuya publicación fue interrumpida por la ocupación alemana, pero que luego de haber resucitado al finalizar la guerra parece encontrarse ahora en sus postrimerías.! ! Sociología de la ciencia ¿Cuál es el saldo de todos esos entusiastas esfuerzos? Muy poca cosa, si se exceptúan ideas generales, hoy aceptadas por casi todo estudioso de la ciencia, a saber, que ésta no funciona en un vacío social, que desempeña una importante función en la sociedad, y que debería asumir otra todavía más importante. La principal contribución de estos trabajadores científicos fue la que aportaron a la política de la ciencia. Pero en lo que se refiere a su propuesta de planificar todas las investigaciones en la misma forma en que se hacía en la URSS, provocaronuna reacción contraria. En particular, el distinguido químico Michael Polanyi (1958) destacó la necesidad de la libertad de investigación y de la independencia respecto de toda ideología. Lamentablemente, exageró al mismo tiempo el aspecto tácito e irracional de la investigación científica, al sostener que el conocimiento tácito es superior al explícito. (Con respecto a esta tesis, y en general a la distinción entre el saber cómo y el saber por qué, véase Bunge 1983).! ! 3. ORÍGENES CIENTÍFICOS: LA ESCUELA DE MERTON! La principal influencia del materialismo histórico sobre la historiografía ha sido indirecta, ya que en él se reconoce uno de los principales orígenes de la escuela francesa de los Annales, cuyo exponente más conocido fue Fernand Braudel. Los miembros de esa escuela, en vez de limitarse a repetir consignas marxistas, efectuaron importantes investigaciones acerca de aspectos materiales (tanto ambientales como económicos) de distintas sociedades. Análogamente, el principal efecto del marxismo sobre la sociología de la ciencia fue también aquí indirecto: Marx es uno de los dos autores más influyentes en la obra de Roberto K. Merton y su escuela -el otro es Durkheim-. En ambos casos, el marxismo, para poder prestar alguna utilidad, tuvo que ser aguado y activado (en vez de ser recitado) -aguado, o sea, despojado de su tesis radical externalista según la cual el marco de referencia determina el contenido, y activado, es decir, transformado, de retórica, en investigación-.! Merton, sociólogo que adquirió su formación como tal en el ámbito universitario, y que ha trabajado en múltiples aspectos de la sociología - no sólo teórica, sino también empírica-, es el verdadero fundador de la sociología de la ciencia en tanto que ciencia y como profesión: sus predecesores habían sido aficionados. Cuando Merton inició su carrera universitaria, en el decenio de 1930, todos los estudiosos de la ciencia, con excepción de los marxistas, eran internalistas estrictos. Esto reza en particular para George Sarton, Alexandre Koyré, Aldo Mieli, Charles Singer y Albert Butterfield. Es cierto que Sarton se refirió ocasionalmente al "trasfondo social" de la ciencia, pero no estableció vínculos entre el mismo y la problemática y la perspectiva general del Sociología de la ciencia conocimiento científico. Además, se opuso vigorosamente a todo intento de explicar en principio la historia de la ciencia a partir de aspectos sociales o económicos. A su entender, "tal explicación sería válida, a lo sumo, para trabajadores rutinarios, pero muy difícilmente para los entusiastas ni para los excéntricos" (Sarton 1952, l:xiii).! La tesis doctoral de Merton, presentada en 1935 y publicada tres años después, se intitulaba "Science, Technology and Society in Seventeenth- Century England" (véase Merton [1938] 1970). (Las primeras cuatro palabras de este título son actualmente la denominación de un sector de estudios superiores con reconocimiento oficial.) La hipótesis central del libro se resume en lo que Merton mismo, con una arrogancia que por cierto no es característica de su personalidad, denominaría "la revolución copernicana en la sociología de la ciencia", a saber, que "no sólo el error o la ilusión o las creencias sin verificar, sino también el descubrimiento de la verdad, están social a históricamente condicionados". La hipótesis específica era que la ética puritana había promovido el florecimiento de la ciencia en Inglaterra (véase la antología de estudios sobre esta tesis que figura en Cohen 1990).! Ahora bien, un sociólogo especializado en sociología de la ciencia podría sostener, con razón, que la idea "estaba en el aire", particularmente si se toman en cuenta tres experiencias contemporáneas. Una de ellas fue la popularidad del marxismo entre los intelectuales de Occidente en el decenio de 1930, y la entusiasta recepción que éstos tributaron a las tesis externalistas radicales formuladas por los delegados rusos, y en particular por Boris Hessen, en el Congreso Internacional de Historia de la Ciencia y de la Tecnología, celebrado en Londres en 1931 (véase la sección 2). Otra fue el vigoroso apoyo a la investigación científica proporcionado por el gobierno soviético -antes de que éste emprendiera el desastroso camino del partinosty (partidismo) y de la caza de brujas en el ámbito de la ciencia-, apoyo tanto más notable si se recuerda el subdesarrollo económico de la Unión Soviética y si se lo compara con los míseros presupuestos do investigación científica que se aplicaban por entonces en países como Gran Bretaña y Francia. En tercer lugar, el surgimiento de la llamada "ciencia aria" (Rassenhunde, física alemana, y así por el estilo) y la persecución contra la llamada "ciencia judía" en la Alemania nazi, así como, en particular, el papel desempeñado por rectores universitarios y comparsas políticos, entre ellos Martin Heidegger y Ernst Krieck, en la formación de la nueva atmósfera antiintelectual (véase, por ejemplo, Kolnai 1938; Farías 1990).! ! En 1938 Merton escribió sobre el tema un brillante ensayo intitulado "Science and the Social Order" (véase Merton 1973). En él resumía el ethos de la ciencia como "honradez intelectual, integridad, escepticismo Sociología de la ciencia organizado, desinterés, impersonalidad", todo lo cual era "ultrajado por la sarta de nuevas convicciones que el Estado nazi pretende imponer en la esfera de la investigación científica" (pág. 259). No podía adivinar Merton en aquellos tiempos que la existencia misma de ese ethos sería desafiada treinta años después por los sociólogos de la ciencia posmertonianos, muchos de los cuales se consideran izquierdistas y por tanto se sentirían insultados si se les dijera que, aunque fuese inocentemente, han abrazado una porción principal del credo nazi, a saber, el desprecio por la ciencia pura y por las ideas en general.! ! No tendría mayor objeto resumir aquí las contribuciones de Merton a la sociología de la ciencia porque son bien conocidas, y porque su prosa, a diferencia de la de tantos sociólogos de la ciencia de nuevo cuño, es transparente, elegante, y por ello, todo un deleite para el lector.! ! Con todo, debemos formular dos observaciones. Una de ellas es que Merton parece haber sido el primero en declarar que la ciencia tiene un ethos propio, el cual comprende cuatro "imperativos institucionales": universalismo, o sea, no-relativismo; comunismo, es decir, participación sin restricciones en el conocimiento científico; desinterés, entendido como la exclusión de motivos o restricciones de índole política o económica; y escepticismo organizado, a saber, rigurosa observancia de la duda metódica, el libre examen y la comprobación (Merton 1957, 1973). Este aspecto de la cuestión fue desarrollado más tarde por Bronowski (1959) y por el autor del presente trabajo (Bunge 1961).! La segunda observación es que la labor de Merton y estudiosos afines se denominaría actualmente análisis del discurso: efectivamente, consistía en el análisis de documentos científicos, especialmente de publicaciones, y casi no implicaba investigación empírica alguna, fuera de cuestionarios ocasionales. Ninguno de esos hombres de ciencia tuvo la impertinencia de pasarse un año en un laboratorio científico contemplando y registrando el comportamiento ostensible y las "inscripciones" producidas por investigadores cuyos actos no podían de ningún modo entender, dada su falta de formación especializada (un ejemplo representativo de esa labor aparece en Barber y Hirsch 1962).! ! El análisis del discurso, en manos de estudiosos que entendían correctamente la índole y el objeto de la investigación científica, produjo una cantidad de obras clásicas, como los artículos de Merton "Singletons and Multiples in Science" (1961), "The Matthew Effect in Science" (1968), y, en colaboración con su esposa, Harriet Zuckerman Sociología de la ciencia (1972), "Age, Aging andAge Structure in Science". Otras valiosas contribuciones de la misma escuela son "The Case of the FloppyEared Rabbits: An Instance of Serendipity Gained and Serendipity Lost", por B. Barber y R.C. Fox (1958), "The Exponential Curve of Science", por D.J. Price (1956) y "Resistance to Scientific Discovery", por B. Barber (1961). (Estos trabajos aparecen reunidos en Barber y Hirsch 1962 o en Merton 1973).! ! En todos estos estudios se daba por supuesta la unicidad de la ciencia básica, proveniente de su universalismo, comunismo, desinterés y escepticismo organizado -unicidad que es negada por la nueva sociología de la ciencia-. No se trata, claro está, de que todos aquellos estudios fueran impecables. A mi entender, algunos de ellos fueron excesivamente externalistas, y han minimizado indebidamente la contribución, única en cada caso, de hombres de ciencia como Arquímedes, Newton, Darwin y Einstein. Por ejemplo, en su estudio justamente célebre sobre descubrimientos únicos y simultáneos, Merton (1973) escribía lo siguiente:! ! "Los hombres de ciencia geniales son precisamente aquellos cuyos descubrimientos, a la larga, terminarían por volver a producirse. Y no se trataría de redescubrimientos por investigadores a título individual, sino por todo un conjunto de hombres de ciencia. Desde este punto de vista, la persona dotada de genio científico es el equivalente funcional de un grupo considerable de otros investigadores con diversos grados de talento" (pág. 366).! ! ¿Pero cómo podemos cerciorarnos de que así ocurre en efecto? En realidad, no podemos. Sólo sabemos que en muchos casos la obra de un genio sólo ha sido reconocida al cabo de largo tiempo, y que en el caso de algunas revelaciones sensacionales, como sucedió en la génesis de la teoría de los quanta, de la teoría sintética de la evolución, de la psicología fisiológica y de la biología molecular, equipos enteros de hombres geniales trabajaron en la edificación de una nueva disciplina. Desde luego, hay casos -los estudiados por Merton- que confirman esta hipótesis, pero rara vez se trataba precisamente de descubrimientos científicos trascendentales.! ! En síntesis, la escuela de Merton pecó al suponer que la cantidad pueda compensar la calidad y, siendo estructuralista, exageró a veces el poder de la matriz social. Pero practicó una especie de síntesis del externalismo Sociología de la ciencia y el internalismo, nunca adoptó el constructivismo ni el relativismo, y no menospreció la importancia de las ideas. Es por ello que ha producido una cantidad de estudios serios sobre la ciencia como institución. A mi entender, la escuela de Merton sigue siendo hasta hoy el máximo exponente de la sociología de la ciencia. En el momento en que empezó a ser desplazada por la nueva sociología de la ciencia, a mediados del decenio de 1960, esta disciplina comenzó a rodar cuesta abajo, como se sostendrá en las páginas siguientes.! ! 4. EL "PROGRAMA FUERTE"! ! Durante los decenios de 1960 y 1970 surgieron en la sociología de la ciencia una cantidad de nuevas corrientes posmertonianas (véanse, por ejemplo, Knorr-Cetina y Mulkay 1983). Una de las más articuladas entre ellas es el llamado "programa fuerte", acometido por Barry Barnes, David Bloor y Steve Shapin, de la Sección de Estudios de la Ciencia en la Universidad de Edimburgo. Vamos a dedicarle una breve ojeada preliminar antes de entrar en detalles.! Tanto los sociólogos a historiadores de la ciencia marxistas occidentales como los mertonianos que trabajaron a partir de 1930 distinguieron el contenido conceptual de la ciencia de su marco de referencia social, y sostuvieron que este último influye sobre el primero, pero sin determinarlo plenamente. Además, eximieron a la matemática y a la ciencia natural de la acusación de ser ramas del conocimiento ideológicamente comprometidas. En cambio, la nueva sociología de la ciencia, y en particular el "programa fuerte", pretenden que todo el conocimiento es moldeado por la sociedad y que además tiene que ver en alguna forma con ésta, o sea, que posee un contenido social -por ende, en definitiva, no habría distinción entre contenido y contexto-.! ! Esto valdría incluso para la matemática:! ! "Si la matemática trata del número y de sus relaciones y si éstas son creaciones y convenciones sociales, entonces, evidentemente, es de índole social. En sentido indirecto es, por lo tanto, `referente' a la sociedad. Lo es en el mismo sentido en que Durkheim sostenía que la religión es referente a la sociedad. La realidad de la cual trata, al parecer, representa una intelección transfigurada del trabajo social que se ha invertido en ella" (Bloor 1976, 93).! Sociología de la ciencia ! Y Restivo (1992) asegura que la matemática es social "por donde quiera que se la mire".! ! Estas extraordinarias afirmaciones son, desde luego, meramente programáticas. No se ha desplegado ningún esfuerzo por reunir pruebas en su favor (en Restivo 1983, 1992, aparece una reseña completa de las fuentes). Pero no hay necesidad de buscar pruebas positivas cuando las negativas son tan abrumadoras. Para empezar, la matemática no se refiere solamente "al número y sus relaciones". Sólo la teoría de los números se refiere a los números (enteros) o mejor dicho a sistemas de números, y dicha teoría es una porción bastante reducida de la matemática contemporánea; ésta, a su vez, contiene muchos sectores' no numéricos, como la lógica, el álgebra abstracta, la teoría de las categorías y la topología. Sin embargo, ésta es nada más que una cuestión secundaria, la cual sólo contribuye a sugerir que nuestro sociólogo de la ciencia no está familiarizado con la disciplina acerca de la que escribe.! ! Lo importante es la afirmación de que toda ciencia, hasta la matemática pura, se refiere a la sociedad. Aunque se admita el hecho trivial de que la matemática es creación social, en el sentido de ser construida por personas que se relacionan entre sí y que aprenden unas de otras, no por ello se deduce que los axiomas, definiciones o teoremas matemáticos se refieran a la sociedad, y menos aún que la describan. Supongamos, por ejemplo, que una teoría de la referencia -una rama de la semántica filosófica- determine cuál es el objeto de un concepto o proposición matemática en particular; éste es un asunto que no se decide por decreto. Pues bien, cualquier teoría razonable de la referencia nos dirá que la afirmación "el número 2 es par" se refiere al número 2, que la declaración "los paréntesis de Poisson no son asociativos" se refiere a los paréntesis de Poisson, y que "la derivada de una función lineal es una constante" se refiere a una función lineal arbitraria (en Bunge 1974, figura una teoría exacta de la referencia, que se resume en el Apéndice del presente trabajo).! Si se procede a aplicar una teoría razonable de la referencia a la matemática de los matemáticos -no a la matemática imaginada por los partidarios de la nueva sociología de la ciencia se obtendrá el resultado nada sorprendente de que la teoría de los conjuntos se refiere a los conjuntos, el álgebra abstracta a los sistemas algebraicos, la topología a los espacios topológicos, la geometría a las variedades, el análisis a las funciones, y así sucesivamente. Si la matemática se refiriese a la Sociología de la ciencia sociedad, sería una ciencia social, y por lo tanto: 1) no podría aplicarse a la física, la química, la biología o la psicología; 2) sería puesta a prueba empíricamente, lo mismo que en principio deben serlo las hipótesis de la ciencia social; y 3) la ciencia social propiamente dicha resultaría superflua.! Pero en definitiva, una afirmación de la forma "x se refiere a y" debe formularse con ayuda de una teoría de la referencia, y sucede que los sociólogos de la ciencia de la nueva cosecha no han propuesto ni utilizado ninguna teoría por el estilo, sino que proceden en un asunto tan decisivo de manera dogmática, y porende, sin base científica. Esto es de mal agüero para el "programa fuerte". Pero ha llegado el momento de referirnos precisamente a él.! ! David Bloor (1976) propuso los cuatro principios siguientes del "programa fuerte" en la sociología de la ciencia:! ! 1. Causalidad. La sociología de la ciencia debería "ocuparse de las condiciones que originan creencias o estados de conocimiento"; el conocimiento "emana de la sociedad", es el "producto de influencias y recursos colectivos, y es peculiar de una cultura dada".! ! 2. Imparcialidad "con respecto a la verdad y la falsedad, la racionalidad o la irracionalidad; el éxito o el fracaso".! ! 3. Simetría con respecto a la explicación: "Los mismos tipos de causas explicarían, por ejemplo, las creencias verdaderas y las falsas".! ! 4. Reflexividad: "En principio, sus pautas de explicación deberían ser aplicables a la sociología misma".! ! Limitémonos por el momento a las siguientes observaciones críticas:! ! EL análisis causal no es suficiente y, además, es a veces inadecuado porque 1) se atiene a las condiciones exteriores, ignorando los motivos y los problemas cognitivos del investigador, o los atribuye en su totalidad a factores externos, presentando así al investigador como un mero Sociología de la ciencia instrumento y no como un creador, y 2) pasa por alto el azar, que está presente en todos los casos, tanto dentro como fuera del cerebro.! La imparcialidad es por supuesto necesaria mientras no se la interprete como una indiferencia entre la verdad y el error, como una tolerancia con la anticiencia o la seudociencia, o como una confusión de éstas con la ciencia, lo cual ya ha sucedido en cuanto a las tesis de algunos miembros de la escuela respecto al cociente de inteligencia y la polémica sobre la eugenesia, así como con el pretendido carácter científico de la parapsicología, de las especulaciones de Velikovsky y de la astrología (véase la sección 2). Una cosa es la imparcialidad, y otra la despreocupación por la verdad.! La simetría con respecto a las explicaciones es obviamente errónea en una perspectiva externalista y relativista, la cual requiere que los intereses creados disfracen la realidad, conduciendo más frecuentemente a errores que a verdades. También está equivocada dentro de la perspectiva clásica, particularmente cuando se la apareja con el requisito de la causalidad, con lo cual resulta o bien imposible, o bien fútil distinguir entre las "causas" de la creencia verdadera y las de la creencia falsa. En uno y otro caso, la sociología de la ciencia vendría a constituir un mero ejercicio académico en vez de uno de los tres medios a nuestro alcance para entender la ciencia y fomentar su progreso.! La reflexividad es un requisito honrado pero suicida. Si se observa el "programa fuerte" a la luz de sus propias tesis, debe ser interpretado como una respuesta a alguna clase de intereses no científicos, y por tanto no más fidedigna que una ideología. Pero de todos modos no parece que este principio haya sido aplicado.! Empero, este programa presenta otro problema aun más importante, a saber, que su mismo primer principio (la causalidad) es una petición de principios, en cuanto a determinar si en realidad las ideas científicas son causadas por circunstancias sociales. ¿No sería cosa de dejar esta cuestión librada a una investigación sin prejuicios, o se incurre acaso en ingenuidad al exigir que la nueva sociología de la ciencia se atenga al ethos científico esbozado por Merton? ¿Qué pasaría si un psicólogo de la ciencia demostrara que un estímulo social dado evoca la idea a en la persona A, la idea b en la persona B, y así sucesivamente hasta la persona N, mientras que no evoca idea alguna en las demás personas que integran su grupo experimental? (Después de todo, esto es lo que nos induce a esperar la llamada Ley Cero de la psicología experimental, hasta en el caso de las ratas.) ¿Y qué sucedería si un antropólogo de la ciencia, especializado en observar a los investigadores durante sus tareas cotidianas (y entendiendo lo que hacen sus sujetos de observación), llegara a demostrar que éstos unas veces son beneficiados y otras se ven estorbados por sus intercambios con colaboradores y colegas, pero que Sociología de la ciencia en cambio toman conciencia de muchos de sus problemas y conciben gran parte de sus ideas y de sus planes cuando trabajan por sí solos y en circunstancias inusitadas, como en la proverbial playa de Río de Janeiro?! ! Un ideólogo o un político tratan de demostrar que hay tal o cual situación, mientras que un hombre de ciencia investiga si en efecto la hay, y procura ser objetivo, aunque por alguna razón o sinrazón pueda desear que tal cosa ocurra (o que no ocurra). Un programa ideológico es una profesión de fe y un plan para reforzar y propagar la fe. Un programa científico es un proyecto de investigación a partir de ciertos problemas, y no de principios, con excepción de los principios filosóficos generales subyacentes en toda pesquisa científica -por ejemplo, que el mundo exterior es real, legal y cognoscible-.! En vista de todas estas consideraciones, es sumamente dudoso que el "programa fuerte" en sociología de la ciencia sea más científico que ideológico. No obstante, como se verá en breve, hay algo peor todavía: otras tendencias de la nueva sociología de la ciencia se alejan aun más de la ciencia auténtica al rechazar el realismo gnoseológico. Pero antes de examinarlas debemos inspeccionar más de cerca el externalismo y la forma en que la nueva sociología de la ciencia aborda el problema denominado "de micro y macro".! ! 5. EL EXTERNALISMO! La tesis externalista en sociología de la ciencia es que el marco de referencia determina el contenido, a incluso que no hay diferencia entre uno y otro: que las ideas, los procedimientos y las acciones de cada hombre de ciencia son determinados por su ámbito social, pudiendo llegarse al punto de afirmar que el mismo los "constituye". Como las expresiones "marco de referencia social", "determina" y "constituye" son vagas de por sí, la tesis externalista puede ser interpretada de diversas formas. En rigor, es dado distinguir al respecto las siguientes versiones:! 5. EL EXTERNALISMO! La tesis externalista en sociología de la ciencia es que el marco de referencia determina el contenido, a incluso que no hay diferencia entre uno y otro: que las ideas, los procedimientos y las acciones de cada hombre de ciencia son determinados por su ámbito social, pudiendo llegarse al punto de afirmar que el mismo los "constituye". Como las expresiones "marco de referencia social", "determina" y "constituye" son vagas de por sí, la tesis externalista puede ser interpretada de diversas formas. En rigor, es dado distinguir al respecto las siguientes versiones:! Sociología de la ciencia ! Externalismo moderado o débil: el conocimiento es socialmente condicionado! ! M1 (Local). La comunidad científica influencia el trabajo de sus integrantes.! ! M2 (Global). La sociedad, en términos generales, influencia el trabajo de sus miembros.! ! Externalismo radical o fuerte: el conocimiento es social! ! RI (Local). La comunidad científica emana o construye ideas científicas, todas las cuales tienen, en última instancia, contenido social.! ! R2 (Global). La sociedad, en términos generales, emana o construye ideas científicas, por lo tanto, no hay distinciones de interior-exterior, marco de referencia-contenido, discurso-praxis.! ! La tesis moderada local M1 presupone que la comunidad científica se autorregula; que establece su propio plan de acción y tramita sus propios asuntos. Esta tesis es tan templada que apenas puede distinguirse de la tesis internalista. La diferencia -entre las tesis M1 y M2 es que, a diferencia del internalismo radical inherente en la historia tradicional de la ciencia, que es individualista, el externalismo moderado global (M2) postula que los hombres de ciencia, atítulo individual, no actúan por su propia cuenta, sino como miembros de sus respectivas comunidades científicas, respetando las normas y las reglas imperantes en dichos sistemas, esperando que sus pares les otorguen reconocimiento y distinciones, y siguiendo, en la mayoría de los casos, a las modas contemporáneas en el medio científico. En general, los sociólogos de la ciencia vinculados con la escuela de Merton (sección 3) se han pronunciado por el externalismo moderado local, perfectamente compatible con la tesis internalista según la cual la investigación científica tiene sus propias normas y reglas y es impulsada principalmente por la curiosidad, como enseñaba Aristóteles. Además, es el complemento necesario del internalismo (véase Agassi 1981; Bunge 1983, cap. 3).! Sociología de la ciencia ! Algunos sociólogos de la ciencia de nuevo estilo afirman que Thomas S. Kuhn es un externalista radical, llegando hasta a clasificarlo como sociólogo de la ciencia externalista y padre de la nueva sociología de la ciencia (véase, por ejemplo, Barnes 1982; Collins 1981). Pero, en realidad, Kuhn es un historiador externalista global moderado, mucho más interesado en las ideas que en las circunstancias sociales de éstas. Lo cierto es que no aborda en absoluto los detalles al estudiar la estructura social y que se refiere a las comunidades científicas tan sólo como entidades que consagran o descartan ideas científicas. Además, nunca ha estudiado ninguna comunidad científica en particular y, como destaca Mendelson (1977, 7), nunca llegó a plantearse siquiera el problema de las posibles relaciones entre el conocimiento y las estructuras institucionales o las estructuras y procesos sociales más amplios.! ! Entonces, ¿por qué se ha saludado ocasionalmente a Kuhn como fundador de la nueva sociología de la ciencia? Pues por distintas razones, a saber: porque es relativista y convencionalista; porque se inclina a favorecer el irracionalismo con preferencia ya sea al empirismo o al racionalismo, y porque rechaza la idea de que la lógica y el método sean más fuertes que la intuición, la analogía, la metáfora, la convención social, o la moda.! ! Lo que he llamado la tesis moderada externalista global va mucho más allá: según ella, la ciencia está sujeta al dominio social externo más bien que a la regulación interna ejercida por la comunidad científica. Ésta es una concepción neomarxista; en realidad, Marx y Engels habían sido a veces bastante más radicales (véase la sección 1). Según la misma, la ciencia es una fuerza productiva y, por lo tanto, una parte de la infraestructura económica de la sociedad. Más precisamente, de acuerdo con esta escuela, todo problema científico es un problema de producción o de intercambio,* y la ciencia en general, por su parte, sólo es un instrumento para resolver problemas económicos; en tanto que la investigación científica es orientada por la ideología dominante, que expresa los intereses materiales de la clase hegemónica.! ! La obra modelo de esta escuela es el famoso ensayo de Hessen ([1931] 1971), intitulado "Las raíces económicas y sociales de los Principia de Newton" ("The Social and Economic Roots o Newton's Principia"), al cual se ha aludido en la segunda sección. Hessen formuló la siguiente Sociología de la ciencia pregunta: ¿Dónde ha de buscarse la fuente de genio creador de Newton? ¿Qué fue lo que determinó el contenido y la orientación de sus actividades? (pág. 151). A su entender, dicha fuente había de encontrarse, no en el cerebro de Newton, impregnado por la cultura de su época, sino en el capitalismo, la navegación y la guerra contemporáneos, que planteaban por igual problemas mecánicos. Estos problemas técnicos, relativos a las máquinas, la minería, el transporte, la artillería y otros análogos, vendrían a constituir el "núcleo terrenal" de los Principia de Newton (pág. 171). Hasta la pasión de éste por la alquimia, en los últimos años de su vida, sería resultado de su interés por la industria, particularmente por la metalurgia (págs. 172 y ss.). Sin embargo, Hessen no es del todo un determinista económico, pues reconoce la influencia de la ideología (en particular, de la religión), aunque, lo mismo que Marx, sólo en carácter de elemento deformante (págs. 82 y ss.).! Ahora bien, por más que Hessen fuera externalista, era moderado en comparación con los externalistas á la mode, porque después de todo reconoció que la investigación científica es una actividad intelectual, ejercida por personas individuales. Sostuvo que la ciencia tiene insumos y productos económicos (y secundariamente, también ideológicos), pero no que sea en sí social o que "emane" de grupos sociales. En consecuencia, no habría aceptado ninguna de las tesis externalistas radicales que examinaremos a continuación.! El externalismo radical es aquella tesis según la cual todo conocimiento es social, tanto en su contenido como en su origen. En otras palabras, dime en qué clase de sociedad vives y te diré lo que piensas. Esta concepción se parece bastante a una generalización de la notoria tesis de Feuerbach-Durkheim según la cual todas las religiones son transcripciones simbólicas de estructuras sociales reales -la cual fue confirmada por una serie de estudios (por ejemplo, Frankfort y otros [1946] 1949)-. Si eso mismo pudiera afirmarse de la ciencia, podríamos conocer a una sociedad con sólo haber conocido sus teorías científicas, así como Durkheim (1972) pretendía que "es mediante la religión como podemos averiguar la estructura de una sociedad" (pág. 189).! ! Pero, desde luego, nadie ha descubierto jamás nada acerca de la estructura social estudiando, pongamos por caso, las ecuaciones de Maxwell o la forma en que se miden las intensidades del campo electromagnético. Ello sucede porque la ciencia natural no está constituida a imagen y semejanza de la sociedad ni con el objeto de reforzar el orden social; su objetivo es investigar y representarse la naturaleza (para verificarlo, basta con remitirse a la bibliografía científica en su conjunto).! Sociología de la ciencia Hemos dicho anteriormente que el externalismo radical se da en dos formas: la local y la global. La tesis externalista radical local R1 sostiene que toda ciencia, y todo objeto de las ciencias, son creados literalmente por la respectiva comunidad científica. Esta tesis fue expuesta, en su forma clásica, por Ludwik Fleck ( [1935] 1979) en Genesis and Development of a Scientific Fact, oscuro libro rescatado del olvido por Thomas Kuhn. Al parecer, Fleck, bacteriólogo competente, fue el primero que investigó la sociogénesis del pensamiento médico. El tema de la obra en cuestión es la historia de las concepciones médicas y populares acerca de la sífilis, enfermedad a la cual califica de "hecho científico" (en Bunge 1981 figura una reseña sobre el particular).! Fleck era un constructivista, y como tal negaba que la ciencia estudiara cosas dotadas de existencia independiente. En particular, sostenía que "la sífilis, como tal, no existe". Examinaremos este aspecto de su obra en las secciones 7 y 8. Lo que aquí nos interesa es su tesis de que todo "hecho científico" es producto de una "colectividad de pensamiento", o comunidad de personas unidas por un "estilo de pensar". Rechaza la idea de que una persona pueda pensar y cita, aprobándola, la afirmación de Ludwig Gumplowicz según la cual "lo que en realidad piensa dentro de una persona no es el individuo mismo, sino su comunidad social" (págs. 4 6 - 4 7 ) . D e e l l o s e d e s p r e n d e q u e t o d o " h e c h o científico" (descubrimiento o invención) vendría a ser un hecho social. Además, lo mismo podría sostenerse a la inversa. Según Fleck, no existiría mundo exterior alguno. "Exterior" vendría a ser lo mismo que "interior". A su vez, "la realidad objetiva puede resolverse en secuencias históricas de ideas pertenecientes a la colectividad" (pág. 41). Esta forma colectivistadel subjetivismo, presagiada por el Husserl de los últimos años ([1931], 1960), ha sido adoptada por una cantidad de sociólogos (por ejemplo, Berger y Luckmann 1966), en particular de sociólogos de la ciencia (por ejemplo, Latour y Woolgar 1979). ¿Pero dónde están las pruebas de su veracidad? Aplazaremos la respuesta hasta la sección 7.! Producto más reciente de esta misma escuela de pensamiento, citado a menudo como una proeza de la nueva sociología de la ciencia, es el largo ensayo de Paul Forman (1971), "Weimar Culture, Causality and Quantum Theory, 1918-1927: Adaptation by German Physicists and Mathematicians to a Hostile Intellectual Environment" ("La cultura de Weimar, la causalidad y la teoría cuántica, 1918-1927: Adaptación de los físicos y matemáticos a un ambiente intelectual hostil"). El título lo dice todo: los inventores de la mecánica cuántica no superaron la ideología antiintelectualista que hacía estragos en la Alemania de posguerra; al contrario, se adaptaron a ella. En particular, "la tendencia a prescindir de la causalidad en física, que surgió tan repentinamente y floreció de manera tan lujuriante en Alemania después de 1918, fue ante todo un Sociología de la ciencia esfuerzo de los físicos alemanes por adaptar el contenido de su ciencia a los valores de su medio ambiente intelectual" (pág. 7).! ! Este trabajo de Forman, tan citado, presento unos cuantos defectos fatales. En primer lugar, es cierto que la filosofía predominante en Alemania durante la gestación de la teoría de lo quanta era anticientífica, vitalista a irracionalista. Basta para ello con recordar la filosofía de Husserl en su última época, y la de su discípulo Heidegger (dicho sea de paso, uno y otro son héroes de la nueva sociología de la ciencia). Pero ésta no era, en modo alguno, la filosofía aceptada entre los físicos. Éstos eran en su inmensa mayoría positivistas, y por lo tanto, procientíficos. Hasta Pasqual Jordan lo era, pese a tratarse de un nazi militante. (Hubo, desde luego, algunas excepciones: Einstein y Planck eran realistas, y Bohr no se convirtió al positivismo hasta 1935 aproximadamente). Tanto es así, que la interpretación ortodoxa, o de Copenhague, de la formulación de la mecánica cuántica, que prevaleció desde 1935 hasta hace poco tiempo, es universalmente tenida por positivista. Es posible, eso sí, demostrar que esta interpretación es incompatible con la formulación matemática de la teoría y que puede ser ventajosamente sustituida por una interpretación estrictamente realista (Bunge 1967, 1973, 1985a). Y por otra parte, cuando se originó la mecánica cuántica, el positivismo era una filosofía ilustrada, no oscurantista como la fenomenología, el existencialismo o el hegelismo.! ! En segundo lugar, al centrar la atención sobre Alemania, Forman olvida que la teoría de los quanta fue elaborada no sólo por los alemanes Heisenberg, Born y Jordan, sino también por el danés Bohr, el austríaco Schrödinger, el francés de Broglie, el inglés Dirac, y el ciudadano del mundo Einstein. Después de todo, el lugar adonde acudían en peregrinación físicos cuánticos de aquella época, y que recibió el nombre "Meca de la teoría de los quanta" fue Copenhague, no Gotinga, Berlín, Leipzig ni Munich. (Varios de los peregrinos, entre ellos mi maestro Guido Beck, hasta llegaron a casarse con dinamarquesas.)! ! En tercer lugar, la mecánica cuántica fue inventada no como un "esfuerzo para adaptarse al ambiente intelectual", como pretende Forman, sino para resolver problemas de larga data que habían venido intrigando a los físicos desde casi veinte años antes del nacimiento de la república de Weimar. ¿Cómo podría alguien haber inventado la mecánica de matrices, la mecánica ondulatoria, o la electrodinámica cuántica, tan sólo para dar gusto a unos cuantos filósofos oscurantistas? Lo cierto es que el positivismo -y no la Lebensphilosophie que se estaba Sociología de la ciencia popularizando y, favorecida por Husserl y Heidegger, entre otros, sugirió la interpretación (operacionalista) de la mecánica cuántica a la que acabamos de referirnos. También es verdad que Bohr padeció inicialmente la influencia de sus compatriotas Kierkegaard y Höffding, al concebir su oscuro "principio" de la complementariedad -pero en, realidad no se trata de un principio, pues no tiene ninguna implicación y de todos modos no desempeñó papel alguno en los cálculos-.! ! En cuarto y último lugar, ¿qué hay de oscurantista en la hipótesis de que el azar se entrelaza con la causalidad, en vez de reducirse meramente a nuestra ignorancia de ésta? ¿Por qué habríamos de desconfiar del azar? - ¿tan sólo por la confusión vulgar entre causas y razones?-. ¿Y qué tiene de oscurantista el primer intento fructífero de explicar la existencia misma y las principales propiedades de átomos, moléculas, fotones, sólidos, reacciones nucleares y químicas, y tantas otras cosas?! ! Lo mismo que Fleck antes de él, Forman es un externalista y relativista radical, aunque no un constructivista. Pero ambos han conservado la distinción entre lo interno y lo externo: Fleck con referencia a las comunidades científicas, y Forman en lo relativo a la intelligentsia en su conjunto, dentro de un país determinado y en un momento dado. Muy distinto es el caso de los externalistas radicales globales. Para ellos, precisamente porque los laboratorios científicos son instituciones públicas abiertas a los profanos (hasta a aquellos antropólogos y sociólogos de la ciencia ignorantes de las ciencias naturales), se trata de ámbitos sin muros, interpenetrados con la sociedad en general, y cuanto sucede en su interior es de lo más corriente (Latour, 1983).! ! Esto sucede porque en el laboratorio "el contenido se funde con el contexto" (Latour 1987) y no hay distinción entre discurso y praxis (Woolgar 1985). Por el mero hecho de que la investigación científica implica cierto grado de politiquería, y porque se la confunde a veces con la tecnología, puede llegar a ser concebida como la máxima fuente de poder en la sociedad moderna: "La ciencia es la política desarrollada por otros medios" (Latour 1983,168). En esta forma, también la distinción entre micro y macro termina por disolverse en el gran magma que la nueva sociología de la ciencia llama "ciencia" (a lo cual nos referiremos nuevamente en la próxima sección).! ! La tesis externalista radical, para la que todo conocimiento es social, hasta el punto de no poder formularse distinción alguna entre su Sociología de la ciencia contenido y su contexto, es falsa por las razones que se enumeran a continuación. En primer lugar, el hecho de que el contenido sea influido por el contexto no prueba que sean indiferenciables entre sí, del mismo modo que el hecho de que un organismo no pueda vivir si se cortan todos sus vínculos con su medio ambiente no refuta la distinción ente organismo y ambiente. (Por otra parte, en general, no puede haber interacción sino en tres cosas distintas.) Los biólogos especializado en citología y en el estudio de los organismos, si bien no niegan la existencia ni la importancia del medio ambiente, dedican su principal atención a los primeros, y no al segundo. En término semánticos, los referentes centrales de los enunciados biológicos son los organismos, mientras que el medio ambiente es su referente periférico. Análogamente, para el estudioso serio de la ciencia, ésta es el referente central de sus enunciados, y la sociedad, su referente periférico.! El externalista radical no establece tal distinción semántica: para él, tanto el centro como la periferia se confunden en una gran papilla dentro de la cual se ahogan las ideas científicas. Esta fusión es una treta conveniente para eludir cuestiones "técnicas", como la construcción y verificación de teorías científicas; de este modo, el estudioso puede prescindir de los elementos básicos de la investigación y dedicarse a sus instrumentos, aspectos exteriores ycontingencias diversas. Gracias a ese procedimiento el profano en la materia puede burlarse de los filósofos de la ciencia que ignoran la "ciencia en proceso", y hasta lisonjearse con la ilusión de que puede "explicar totalmente al experto su funcionamiento" (Latour 1987, 15). ¡Qué caso ejemplar de modestia científica!! En la sección 4 se había ya mencionado una segunda razón por la cual la tesis externalista radical es falsa, a saber, que cualquier teoría razonable de la referencia ha de indicar que los referentes de los enunciados matemáticos son objetos matemáticos, y los de los enunciados físicos, objetos físicos -no hechos sociales-. ¿Cuál es el contenido social de una función matemática, cuál el de una fórmula de reacción química? El externalista no da respuestas precisas a estos interrogantes. La circunstancia de que la creación de esos constructos exija aprender de otras personas y comunicarse con ellas, y de que algunos de ellos se utilicen en la industria y en el comercio mediante la tecnología, no transforma dichos constructos en hechos sociales, así como la naturaleza social de la producción y la venta de una caja de cereal para el desayuno no convierte tampoco en procesos sociales ni el cereal, ni nuestra ingestión y digestión del mismo.! Para resumir, los externalistas tienen razón; al sostener que los hombres de ciencia no viven en un vacío social. Y que, en consecuencia, la separación entre las ideas y prácticas científicas de los hombres de Sociología de la ciencia ciencia y de sus circunstancias sociales es puramente analítica, por más que sea indispensable para entenderlas y evaluarlas en tanto que ideas y prácticas. Pero afirmar que las contingencias sociales constituyen ideas y prácticas científicas es como sostener que, por vernos en la necesidad de respirar para vivir, estamos completamente determinados por la atmósfera, bien, según el externalismo radical, que estamos hechos de aire; y en este caso, del aire caliente que, como si se tratara de un globo, infla tal argumentación. (Otras críticas al externalismo pueden encontrarse en Shils, 1982).! 6. EL TEMA DE LA RELACIÓN ENTRE MACRONIVELES Y MICRONIVELES, O ENTRE ESTRUCTURAS Y AGENTES, EN LA SOCIOLOGÍA DE LA CIENCIA! Toda ciencia debe necesariamente encarar el problema de las relaciones entre microniveles y macroniveles, o sea, entre la parte (por ejemplo, el individuo y el todo (por ejemplo, la sociedad). Este problema reviste particular seriedad en la ciencia social (véase, vg. Knorr-Cetina y Cicourel 1981; Alexander et al. 1987). Los dos intentos clásicos de resolver (o eludir) este problema son el individualismo y el holismo, cada uno de los cuales presenta a su vez un aspecto ontológico y otro metodológico (véase, vg., Krimerman 1969; O'Neill 1973; Bunge 1979, 1995). Los holistas sostienen que el individuo es un peón de la sociedad, y por ello prefieren el enfoque descendente (o sea, del macronivel hacia el micronivel), de modo que son macrorreduccionistas. En cambio, los individualistas sostienen que todo acontecer social es resultado de actor individuales, y por tanto prefieren el enfoque ascendente (o sea, del micronivel hacia el macronivel), de modo que son microrreduccionistas. Mientras que Marx y Durkheim fueron en gran medida holistas, Weber y Schutz fueron predominantemente individualistas.! Con todo, puede alegarse que el holismo y el individualismo son tipos ideales. Por ejemplo, Marx no negó, sino que, al revés, realzó la acción individual (aunque concertada), particularmente cuando ésta tendía a modificar el orden social existente. Hasta los individualistas más radicales reconocen que el individuo tiende a comportarse de modo diferente en distintas situaciones sociales, pero no por ello intentan siquiera analizar el concepto macrosociológico de una situación en términos de actos individuales.! En síntesis, un especialista en ciencias sociales no puede ser, en la práctica, ni holista ni individualista en todos los casos. Ya sea que tenga o no conciencia de ello, todo hombre de ciencia es sistemista, es decir, se trata de alguien que estudia los sistemas sociales -como por ejemplo, las comunidades científicas- y la forma en que éstos son originados, conservados, reformados, revolucionados o desmantelados por medio de acciones individuales, así como la manera en que las mismas son a su Sociología de la ciencia vez condicionadas (y en particular, estimuladas o inhibidas) por la estructura social. El sistemista reconoce las distinciones y relaciones entre micro y macroniveles, y acepta la legitimidad de algunas reducciones (ascendentes o descendentes), pero a la vez destaca los límites que se oponen a la reducción, originados en el hecho mismo de que los sistemas sociales están compuestos de individuos y las acciones de éstos serán condicionadas por el medio ambiente social (véase Bunge 1979, cap. 5; 1985b, cap. 4; 1995, 1996, 1998).! ¿Cuál es la posición de las distintas escuelas de la sociología de la ciencia respecto del trilema individualismo-holismo-sistemismo? Evidentemente, Marx y Engels, en sus enunciados generales, eran holistas (recuérdese la sección 2), pero cuando juzgaban a algún hombre de ciencia en particular, al cual profesaban respeto, como Ricardo o Darwin, no lo trataban como a un mero portavoz de la burguesía ni afirmaban que sus ideas hubieran estado integradas con elementos de la infraestructura material. En cuanto a los hombres de ciencia marxistas occidentales, como por ejemplo Bernal, eran todavía menos holistas que Marx y Engels, pues no negaban la creatividad individual ni pretendían que todo enunciado científico tuviera contenido social. Se caracterizaban por destacar la influencia del contexto sobre el contenido social, sin desconocer la distinción entre uno y otro (véase la sección 3).! En cuanto a Merton, si bien se trata de un funcionalista-estructuralista, y por tanto, en cierto modo, de un holista, sus contribuciones y las de sus discípulos a la sociología de la ciencia no pueden catalogarse ni como holistas, ni como individualistas. En realidad, todas ellas tratan de hombres de ciencia a título individual, o de equipos de éstos que comparten una misma ética y un mismo fondo de conocimientos. Dado que esas contribuciones se refieren a individuos en el marco de una sociedad, así como a los insumos y productos sociales (en particular, económicos e ideológicos) de la labor desarrollada por hombres de ciencia individuales o por equipos de investigación, establecen vínculos entre macro y microniveles, en vez de intentar macrorreducciones (característica del holismo) o microrreducciones (inherentes al individualismo). En resumen, la escuela mertoniana de sociología de la ciencia puede caracterizarse como sistemista, aunque no puede asegurarse en modo alguno que el propio Merton hubiere de aceptar esta caracterización.! Pero, ¿qué decir de la nueva sociología de la ciencia? Pues bien, por unida que ésta se presente en otros aspectos, está dividida en cuanto al tema de los micro y macroniveles. Mientras que una minoría de sus cultores, particularmente los etnometodólogos, es individualista, la mayoría, y en especial los partidarios del "nuevo programa", es colectivista o, al menos, cripto-holista. En contraste con otras ramas de Sociología de la ciencia la sociología, no parece haber sistemistas entre los secuaces de la nueva sociología de la ciencia -mala señal-.! La principal filosofía en la cual se funda la etnometodología es la fenomenología, escuela fundamentalmente subjetivista y por ende individualista. Husserl, padre de la misma, exigía que el sujeto se contemplase a sí mismo para observar el flujo de su propia conciencia, y que colocase la realidad "entre paréntesis", o sea, que hiciese de cuenta como si no existiera. Además, de conformidad con esta doctrina, el sujeto se crea su propia realidad en torno a sí, particularmente su propia realidad cotidianao Lebenswelt. Es cierto que posteriormente (en 1931) Husserl encomendó esta tarea a "comunidades intersubjetivas de individuos". Pero aun así la idea básica es que la realidad carece por entero de existencia autónoma. El mundo real es "inseparable de la subjetividad trascendental", y además, constituye "una idea in finita, relacionada con infinidad de experiencias armoniosamente combinadas" (Husserl 1960, 62; las itálicas son del original). Es por ello que la fenomenología encarna "el más extremo contraste con las ciencias en el sentido hasta ahora aceptado de ciencias positivas, 'objetivas"' (Husserl [1931] 1960, 30; las bastardillas son del original).! En síntesis, el propio Husserl destacó que la fenomenología implica un enérgico rechazo del realismo gnoseológico peculiar de la ciencia y la tecnología y que caracteriza también la obra de los fundadores de la sociología. ¿Es realmente necesario explicar por qué una disciplina que ni siquiera intenta proporcionar una concepción objetiva de la realidad no puede ser considerada como científica por más que se otorgue esa denominación?! Berger y Luckmann (1967) -a la zaga de Schutz ([1932, 1967), quien siguió a Husserl, que a su vez siguió a Dilthey, seguidor por su parte de Kant y de Hegel- escriben, por lo tanto, sobre la construcción de la realidad, y no sobre el estudio de la misma (véase Outhwaite 1986, con respecto al linaje de la sociología fenomenológica), lo mismo que Harold Garfinkel (1967) y otros miembros de la escuela etnometodológica. Pero si bien los padrinos putativos de la etnometodología son el Husserl tardío y hasta el propio Heidegger, sucede que, a diferencia de estos filósofos, los etnometodólogos no son aprioristas, sino que efectúan investigaciones empíricas, aunque éstas se refieran a minucias. Es indudable que Husserl y Heidegger, quienes despreciaban la ciencia, habrían desaprobado enérgicamente dichas investigaciones empíricas por más que se hubieran deleitado con la jerga hermética que las acompaña.! ! Sociología de la ciencia La etnometodología se opone al externalismo radical porque, en su mayoría, los partidarios de éste dan por supuesta la realidad del mundo exterior, considerando además todos ellos que el individuo es por entero producto de su medio ambiente social. Este rechazo del externalismo sería acertado si no ignorase por completo la existencia de los grandes sistemas sociales y de las principales cuestiones de la sociedad, y si fuera acompañado por un estudio en profundidad de las actividades peculiares de los hombres de ciencia a título individual y de los equipos que ellos integran. Lamentablemente no es así.! En verdad, lo característico de los estudios etnometodológicos es el registro (en cintas magnetofónicas o de video) de minucias relativas a las actividades de la vida cotidiana (es decir, de lo familiar, no de lo extraordinario) y la asignación arbitraria a los sujetos o actores de un "sistema general de significado" otorgado por éstos a cada nueva situación que van enfrentando -en cuyo proceso el término clave, "significado" (o su equivalente pragmático, "interpretación") queda sin definir, conforme a la tradición de Dilthey y de Weber-.! Aquel etnometodólogo que estudia la ciencia sólo se interesa en los "objetos mundanos" (por ejemplo, los instrumentos de medición) que los hombres de ciencia utilizan en su "práctica concretada" (¿podría haber acaso una práctica no concretada?) y en los signos que emplean al hablar y al escribir, y no en las ideas científicas que confieren "significado" a dicha práctica y a las interacciones de los propios hombres de ciencia. Y no puede interesarse en ellas, porque no las entiende. El etnometodólogo es un forastero, y por ello, un externalista metodológico, aunque no ontológico. Tampoco se interesa en la acción recíproca entre ciencia y tecnología ni en las limitaciones y oportunidades que presentan la industria y el Estado. Volveremos a referirnos a la etnometodología en la sección 7.! Y sin embargo, muchos de los partidarios de la nueva sociología de la ciencia son holistas. Para ellos, el grupo precede y domina al individuo, y es quien concibe y aun quien profesa todas las creencias. Pero la tesis de que los sistemas de creencias pueden imputarse a grupos de la sociedad, y en particular a las clases sociales, tropieza con dos dificultades. Una de ellas, como lo destacara Barnes (1977), miembro fundador de la nueva sociología de la ciencia, es que pudo comprobarse que las creencias que al parecer eran las indicadas racionalmente por los intereses de una clase resultaban, con molesta frecuencia, comunes entre los miembros de otra; que las creencias dominantes de una clase eran a veces extraordinariamente reacias a una formulación racionalmente inteligible en términos de cualquier versión plausible de intereses objetivos; y a veces se encontraba en una clase tal diversidad de Sociología de la ciencia creencias y de pensamientos que era imposible proceder a un análisis para verificar las formas dominantes (pág. 45).! Para sintetizar, ocurre que las clases sociales no son ideológicamente homogéneas. Pero esto loo sabíamos mucho antes de que apareciera la nueva sociología de la ciencia. Por ejemplo, sabíamos que la Revolución Francesa, cuyo carácter burgués era reconocido, fue en parte efecto de los escritos y la acción de muchas personas que pertenecían a las categorías menos encumbradas de la nobleza o del clero. El caso de la Revolución Rusa fue análogo: entre sus promotores hubo numerosos integrantes de las clases privilegiadas, entre ellos, Lenin y Trotsky. Además, es dudoso que cualquier revolución sea posible a menos que se produzca una división en el seno de la clase dominante.! Sin embargo, la principal dificultad que presentan las tesis holísticas en cuanto a la atribución de las creencias reside en su presunción de que éstas pueden ser profesadas por grupos sociales, y no meramente por sus miembros. Pero una creencia es un estado o proceso mental, y por lo tanto sólo puede ser concebida, nutrida, sostenida o abandonada por una mente individual, o mejor dicho, por un cerebro. De modo que la atribución de creencias a grupos sociales sólo puede tener lugar en aras de la brevedad; por ejemplo, la expresión "el grupo social X profesa la creencia Y" debería interpretarse como una forma resumida de expresar: "Todos (o la mayoría de) los miembros (adultos) de X creen en Y". Éste es, desde luego, uno de los dogmas válidos del individualismo metodológico.)! Como hemos visto en la sección 5, Fleck ( [1935] 1979) fue quizás el primero en afirmar que "las comunidades de pensamiento", y no los individuos, construyen la ciencia, y no sólo ésta, sino también los hechos, como por ejemplo, la infección sifilítica. (La idea de que sólo las personas, naturales o sobrenaturales, crean los hechos, es, por supuesto, mucho más antigua. Recuérdese no sólo a George Berkeley, sino también a Ernst Mach y a Edouard Le Roy, el filósofo convencionalista a quien se debe la famosa frase le savant crée le fait). Según Fleck, cada Denkkollectiv tiene su propio Denkstil, y los diversos estilos de pensamiento son -como algunos dirían hoy- mutuamente "inconmensurables".! ¿Cómo llegó Fleck a concebir estas ideas? Probablemente tomó su principio básico del marxismo, que por ese entonces era bastante popular en Europa. ¿Y cómo llegó a confirmarlas? Concentrando su estudio en la historia de la prueba de Wasserman para descubrir los casos de sífilis, y, aun dentro de este tema, limitándose únicamente a un par de casos de trabajo en equipo de índole relativamente rutinaria, a ignorando por completo la labor individual. No comprendió que, si bien los descubrimientos y las invenciones pueden ser anónimos y están Sociología de la ciencia expuestos a las influencias de la sociedad, nunca son colectivos por la sencilla razón de que se trata de procesos mentales, que sólo ocurren
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