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Reisch, G A (2009) Cómo la Guerra Fría transformó la filosofía de la ciencia Hacia las laderas de la lógica Bernal, Argentina Universidad Nacional de Quilmes - Berenice Ibañez

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George A. Reisch
Cómo la Guerra Fría transformó 
la filosofía de la ciencia
Hacia las heladas laderas de la lógica
Universidad 
Nacional 
de Quilmes 
Editorial
Berna], 2009
F ilo so fía y c ie n c ia
Colección dirigida por Pablo Lorenzano
CDD Reisch, George A.
501 Cóm o la Guerra Fría transformó la filosofía de
la ciencia . hacia las heladas laderas de la lógica.
- la ed. - B e rn a l: Universidad Nacional de
Quilines, 2009.
480 p. , 23x15 cm. - (Filosofía y ciencia)
Traducido por: Daniel Blanco
ISBN 978-987-558-178-4
1 Filosofía de 1a Ciencias I. Blanco, Daniel,
irad. II. Título
Título original;. Ilüto lite O M Wnr Irnnsformrit 
PI¡i¡om/t/ij n f Science. To the ¡ty Slujm a f 1j >¡¡¡c 
© Publísher by Syndicate o f the prest o f the 
University o f Cambridge, New York, 2005
Traducción: Daniel Blanco 
Revisión: Pablo Lorenzano
© Universidad Nacional de Quilines, 2009 
Roque Sáenz Peña 352 , (B 1876B X D ) Bernal 
Provincia de Buenos Aires
h tip Y /www.unq.edu.ar | edilorial@unq.edu.ar
IS B N : 9 7 8 -9 8 7 -5 5 8 -1 7 8 -4 
Diseño de tapa: Hernán Moriese
Q ueda hecho el depósito que m arca la ley 11.723
http://www.unq.edu.ar
mailto:edilorial@unq.edu.ar
índice
Prefacio y recon ocim ientos............... ...................................................................... 1]
1. Una introducción al em pirismo lógico y al movimiento
de Unidad de la Ciencia en ¡a Guerra Fría . ..........................................................21
2. Otto N euralh, Charles Morris, Rudolf Carnap y Philipp
Frank: filósofos de la ciencia con inclinaciones p olíticas.............................................. 49
3. La filosofía de la ciencia de izquierda en los Estados Unidos
y la recepción del empirismo lógico en la ciudad de Nueva York . . . . ,8J
4. “¿Condenado de antem ano al fracaso'’*''John Dewey
sobre el reduccionism o, los valores y la Enriclopedia Inlemacitmnl
di lr¡ Ciencia Unificada. . . . . ................................ . . . . 109
5. Filosofía de la ciencia roja: Blumberg, MalisofT, Somerville
y la temprana Philosophy o f Science ........................................................................... 125
6. El panoram a desde la izquierda; el empirismo lógico
y los filósofos radicales.................................................................................................... 149
7. El panoram a desde la extrem a izquierda: el empirismo
lógico y los filósofos com unistas ........................................................................................... 169
8. La desilusión de posguerra, el antiintelectualismo
y el debate acerca de los valo res.............................................................................................. 183
9. El ataque de H orace Kallen a la Unidad dc la Ciencia .................................... 205
10. Totalitarism o sigiloso, escolasticismo sigiloso:
Neurath, Frank y las inquietudes en torno a la se m án tica .......... . . .233
1 1. La cru zad a n e u ra th ia n a d e F rank , C ien cia , ilu stración y valores .251
12. “Un cam po muy fértil para la investigación” El anticolectivismo 
y el anticomunism o en la cultura popular y a ca d é m ica .........................
13. Las investigaciones anticomunistas, losjuram entos
de lealtad y el enojo de Sidney H oo k ....................................................... , . .311
14. Program as rivales para la filosofía de la ciencia de p o s g u e r r a ........................ 339
15. Celebrando la libertad. El declive profesional
de Philipp Frank y del movimiento de Unidad de la Ciencia..................................... 367
16. La marginalización de Charles M o r r i s ....................... . .395
17. Valores, axiomas y las heladas laderas de la l ó g i c a ................................................411
18. Profesionalismo, poder y lo que podría habersido. . . . . .437
Referencias bibliográficas . ............. . . . . , .459
En el m edio del siglo xx, cada acción presupone e involucra 
Ja adopción de una acúiud frenie a la empresa soviética.
Raymond A ron, til opio fie lo¿‘ inlektcluales (1955)
Prefacio y reconocimientos
U nos p ocos días después de finalizar los capítulos de este libro, tuve la 
op ortu n id ad d e ver p o r televisión un docum ental a cerca de la teoría de 
cuerdas, u no de los últim os enfoques p or m edio del cual los físicos p ro cu ­
ran d ar con una teoría unificada de la naturaleza. El p rogram a exp licab a 
q ue, al con sid erar a las partículas subatóm icas co m o lazos o pedazos de 
cu erd a , en lu gar de puntos sin dim ensión o cam pos de fuerza sim étricos, 
los físicos han d ado con nuevas posibilidades para lo g ra r una co n exió n 
m atem ática e n tre las fuerzas de la naturaleza. Algunos piensan que la 
largam en te buscada unificación de la relatividad gen eral y ln m ecán ica 
cuán tica p ro n to estará a la vista.
Para alguien que acababa de escribir un libro a ce rca del m ovim iento 
de U nidad de la Ciencia de las décadas de 1930 y 3940, este d ocum enta! 
rebosaba de im portancia. M e im agino que si los filósofos que lideraron 
este m ovim iento -O tto N eurath , Rudolf Carnap, Philipp Frank y Charles 
M orris- estuvieran vivos hoy y se sentaran conm igo frente a mi televisor, 
quedarían fascinados. El avance d e la ciencia los hubiera im presionado, 
p ero tam bién lo habrían h ech o los esfuerzos de la televisión pública p o r 
popularizar a la física con tem p orán ea y a su ímpetu unificacionista. Su 
m ovim iento de U nidad de la Ciencia era, en parte, un esfuerzo p o r h acer 
ju stam en te eso.
P o r o tro lado, si fueran a volver a la vida, estos filósofos bien podrían 
sentirse decepcionados. Porque a diferencia de la televisión pública, la 
disciplina de la filosofía de la ciencia que contribuyeron a cultivar en los 
Estados U nidos ya no tiene a la unidad de la ciencia en tre sus intereses y 
cuestiones centrales. Después de todo, especialm ente durante las décadas 
posm odernas de 1980 y 1990 , uno de los conceptos más aplaudidos en 
las hum anidades fue la desunidad La unidad llegó a significar, en tre otras
[!<¡
cosas, exclusión de culturas e ideas subalternas y desdén elitista y co n ser­
ra d o r para las particularidades y vitalidades de diferentes culturas. A ton o 
con los tiempos, algunos filósofos de la ciencia organizaron las observa­
ciones de la ecología, la biología, e incluso de la física de alta en erg ía para 
rep resen tar a las com unidades científicas co m o un m osaico de vecindades 
étnicas urbanas con diferentes lenguajes, prácticas y finalidades -co n tig u as 
pero no continuas, y ya n o com o una colectividad en búsqueda del en ten ­
dim iento general y unificado de la naturaleza.
Para los resucitados em piristas lógicos sentados en mi sala, ta cu es­
tión no es sñiri píem e m e que este cu a d ro de desunión se o p on e a su ideal 
de unidad. En sus días, co m o en los nuestros, las disciplinas científicas 
n o estaban bien unificadas ni tam p oco se sostenía que alguna co m p leta 
teoría unificada del todo estuviera esperánd on os a la vuelta de la esqui­
na. En cam bio, sí se sentirían d ecep cio n ad os p o r la desunión co n te m ­
p orán ea en tre la ciencia y la filosofía em ergid a de este in terés en el p arti­
cularism o y la d escon exión C om o re co rd ab a aquel d ocu m en tal a ce rca 
de la teoría de cuerdas, el im pulso p ara cre a r un en ten d im ien to sim ple 
y unificado de la naturaleza es una m otivación especial de la c ien cia 
ele hoy del m ism o m od o que lo fue p ara C o p érn ico , N ew ton, D anvin 
y otros héroes de la h istoria de la cien cia . P ero m u chos de los estudios 
co n tem p orán eos de la cien cia piensan de o tro m od o, siendo p erm itid o 
tal disenso p o r una cultu ra académ ica especializada y estrech a . M uchos 
eruditos en hum anidades creen que para en ten d er a !a cien cia u no sólo 
necesitauna adecuada m eta teoría del lenguaje (de usual p rov en ien cia 
francesa, alem ana o italiana) En p articu lar, uno no n ecesita atravesar 
fronteras y cruzar el patio in terior p ara ap ren d er cóm o los p ractican tes 
de la ciencia entienden lo que h acen , sin que m edien re in te rp re ta cio - 
nes m etateóricas.
Un em pirista lógico caracterizado en este libro in tentó ab ord ar estas 
varias desconexiones a finales de la década de 1940. P or en ton ces, Philipp 
Frank enseñaba tanto física com o filosofía en H arvard y observó que los 
profesores en ciencia y, a su vez, sus estudiantes estaban co m en zan d o a 
p ercib irá los filósofos com o poco operativos y desinf'ormados resp ecto de 
la ciencia. Los filósofos alentaron esta percepción , sugería Frank, al for­
jarse áreas de problemas especiales concernientes a! lenguaje y a la lógica 
formal. Frank advertía que los filósofos sentían poca necesidad de m an te­
nerse al día en lo que a la ciencia refiere, en especial porque su paso siem ­
pre p arecía acelerado y sus descubrim ientos revelaban enigm as n otab le­
m ente contraintuitivos. Todavía p eor, ninguna parle parecía dispuesta a 
unir fuerzas y a educar al público sobre las com plejidades de los m étodos 
científicos, de las teorías y de sus interpretaciones. Convencido de que se
estaban dejando pasar op ortu n id ad es históricas, Frank pasó las últim as 
dos décadas d e su vida p rom oviend o al em pirism o lógico co m o u na h erra ­
m ienta p ara ayudar a unificar a las “dos culturas" de los científicos y de los 
hum anistas y para equipar a los estudiantes con un en ten d im ien to crítico 
de la ciencia. Frank creía que en una era de arm as atóm icas e ideologías 
propias de la G uerra Fría , tal en tend im ien to era necesario p ara una d em o­
cracia saludable y productiva.
Fu era de estas con sid eracion es culturales, Frank y sus colegas em pi- 
ristas lógicos -y aun su rival filosófico, Karl P o p p e r- se h ab rían sentido 
im presionados p o r algunas con sid eracion es técnicas que se desprendían 
de esta presentación de la teoría d e cuerdas. Cuando el p ro g ram a llega­
ra al continuo debate acerca de si la teoría de cuerdas (o partes de ella) 
p ued e ser puesta a p ru eb a em p íricam en te , se hubieran sentido com o en 
su casa. U n físico se tom ó muy en serio el debate al d ecir an te la cám ara, 
“si no puedes p on er a prueba a tu teoría, entonces no se trata de c ien cia”. 
P op p er hubiera estado en fáticam ente de acuerdo, m ientras que C arn ap , 
sabiendo que las cosas n u n ca son tan simples, habría ob jetad o, tal vez, 
que debem os distinguir la contrastabüidad de la confirm abílidad. El gran , 
estrepitoso y fam osam ente com bativo N eurath habría estado tan sorp ren ­
dido d e encontrarse a sí m ism o coincidiendo con P op p er en este caso 
que bien podría haber d erram ad o su café en su ffbrigo incluso sin p ro­
ferir sus objeciones usuales - “¡M etafísica!" o "¡A bsolutism o!”- a sus cole­
gas. En realidad, estos filósofos discutieron a m enudo en tre sí, a veces con 
gran intensidad em ocional e incluso hiriendo susceptibilidades. P ero esto 
se debe a que com partían la con vicción de que la filosofía d e la ciencia 
im portaba más allá d e los confines de la academ ia. En un m u n d o dado a 
la superstición, a las guerras, a la reacció n social y a la p ersecu ción , desea­
ban in trod u cir una nueva clase de filosofía con fortaleza cultural, p ractica 
y científica -u n a de las cuales constituía la facultad de con trib u ir a clari­
ficar cuestiones en la p ráctica científica. P or lo tanto, se habrían sentido 
com placidos d e ver que los cien tíficos del siglo x x i todavía necesitaban de 
las herram ientas filosóficas que ellos diseñaron (tales co m o los criterios 
de significado, la contrastabüidad o la confirm abílidad) p ara co n trib u irá 
evaluar las aserciones de con ocim ien to y para evitar las abundantes y enga­
ñosas tram pas de la m etafísica y la seu d ocien d a.
Aun así, esLe sentido de fam iliaridad también habría involucrado una 
sorpresa, si no una decepción. En realidad, el físico dijo: “si no puedes 
co n trastar tu teoría , en ton ces no se trata de ciencia. Es filosojíá ' . En su 
opinión , la filosofía misma rep resen taba un rem anso de aserciones irre- 
levantes incontrastables, del tipo que los empiristas lógicos invirtieron 
m u ch o de sus carreras instando a los científicos y a los filósofos a que
eviten. E n con trán d o se a sí mismos olvidados, desoídos o ignorados tan to 
en la ciencia co m o en la filosofía de la ciencia, estos filósofos solo podrían 
co n clu ir q u e, en lo qué á sus am biciones culturales y científicas com p ete , 
algo había salido mal.
En parte, es la política lo que salió mal. Este libro no pretende o frecer un 
inform e com p leto de todos los eventos y circunstancias sociales, intelectua­
les, econ óm icas o de o lto tipo de historia que se relaciona con las ten den ­
cias que ad qu iriera la filosofía de la ciencia en los tiempos de posguerra. 
Pero s í p rop on e que cualquier tratam iento convincente debe incluir a la 
política del anticom unism o que, com o m uestran los siguientes capítulos, 
fue ejercida y, en un sentid o, unificó a algunas de las experiencias y circuns­
tancias que m arcan el ascenso y la caída del m ovim iento de U nidad de la 
Ciencia d u ran te la G uerra Fría. Para aquellos que suponen que la filosofía 
evoluciona de acu erd o a sus propias reglas intelectuales, sin verse afecta­
da p o r las irracionalidades de la política, el com ercio y la m oda fuera de 
la lorre de m arfil, esta aserción puede p arecer dudosa desde el com ienzo. 
Los filósofos de la ciencia, y en especial quienes aprecian las con trib ucio­
nes históricas del em pirism o lógico, tienden a ser im electualm ente p re­
cisos y con cep tu alm en te escrupulosos. Si los objetivos y valores políticos 
infectaran a su profesión, serían identificados y descartados antes de que 
alguien p u ed a d ecir "das Nichís selbst nichtet1'.'
L a afirm ación , sin em bargo, no es que los empiristas lógicos fracasa­
ron en sostener sus bien conocidos reparos respecto de la separación de 
la filosofía d e la política, tornándose así susceptibles a la influencia políti­
ca. Más bien, lo que se afirm a es que la adopción p or parte de ia profesión 
de aquellos reparos era , en un sentido, una respuesta a fuerzas an ticom u ­
nistas que eran extrem ad am en te poderosas y que ah ora han sido m ayor­
m en te olvidadas. U n o de los objetivos de este libro, p or lo tanto, consiste 
en exam in ar los senderos por los cuales el anticom unism o de la G uerra 
Fría y su instanciación conocida com o m acartism o ejercieron su labor en 
la vida acad ém ica e intelectual en las décadas inm ediatam ente posteriores 
a la S egunda G uerra Mundial
C om o ha d ocu m en tad o la historiadora Etlen Schrecker, los adm inistra­
d ores y académ icos en diversas disciplinas participaron de la “histeria'' de
* En alemán en el original. Léase: "La piopiii nada midea". expresión de Heidegger 
(H cidegger la utiliza en su 11™ ¿tí blctnphysik?. de 1929), Cam ap hace una bastante exten­
sa referencia a ella en su “La superación de la metafísica mediante el análisis lógico del 
lenguaje", com o ejem plar de las seudopi oposiciones metafísicas. Véase Cam ap, R. (193*2), 
''Übenvindung der Metuphysik durcli logische Analyse de Sprache", Erknmtnií, 2 (1), pp.
219-241 [N .d d T .]
Prelado y reconocimientos 1 5
la G uerra Fría en torn o a “la am enaza roja”. L o que el sociólogo C, W right 
Mills llam a, tal vez más acertad am en te, la "nueva celebración norteam eri­
can a” fue im pulsada p o r el patriotism o, el m iedo a la-guerra nuclear y-las 
segui'as d eclaracion es de W ashington y de la prensa conservadora de que 
los Estados U nidos estaban de h echo en guerra con una nación com unis­
ta p oderosaque buscaba activam ente la dom inación mundial. Las arm as 
que estaban siendo usadas no eran pistolas y bombas, sino más bien estra­
tegias p ara el con tro l geopolítico , la com petencia tecnológica y la propa­
ganda. Puesto que tanto M oscú com o W ashington eran expertos en cues­
tiones propagandísticas y en operaciones secretas, los miedos de que'los 
espías com unistas pudieran infiltrarse en las instituciones norteam ericanas 
(tales co m o la ed ucación superior) y derribar al capitalism o occidental sin 
disparar una bala no parecían necesariam ente exagerados. D urante estos 
mismos años, los espías de la c í a , a veces sin asistencia militar, orquesta­
ron golpes militares e instalaron gobiernos en naciones tales com o Irán 
y G uatem ala.
Estos miedos crecieron con fuerza en la cultura popular en torno a la 
academ ia, E ra creído casi umversalm ente que Moscú patrocinaba espías, 
financiaba (y así con trolab a) a m uchas organizaciones norteam ericanas 
cívicas y culturales y utilizaba sus avanzadas tecnologías científicas en pos 
de la búsqueda de la dom inación global y -c o n el satélite Sputnik en 1 9 5 7 - 
extraterrestre. Tam bién se creía que los soviéticos eran expertos en técnicas 
de m anipulación psicológica, más popularm ente conocidas com o “lavado 
de cerebros" y “control m ental" Así, cualquiera -am igos, vecinos y profe­
sores universitarios- podían sucum bir ante esta conspiración secreta para 
d erro car a la d em ocracia n orteam ericana desde adentro. Incluso aquellos 
que se esforzaron en ser “neutrales" respecto de las épicas confrontaciones 
ideológicas de la G uerra Fría -e n tre sociedades abiertas y cerradas, entre la 
d em ocracia y el totalitarism o, en tre los mercados libres y los planeamientos 
e co n ó m ico s- escogieron un cam ino arriesgado. Porque al no condenar al 
com unism o y al no arm arse de valor para ayudar a sus com patriotas contra 
su perniciosa influencia, los neutralistas a m enudo parecían estar tlel lado 
de los conspiradores. En general, solo las afirmaciones públicas y profesio­
nales resp ecto del aniieom unism o podrían proteger a alguien de ser sospe­
chado de ser “rosado" o “rojo”.
Incluso p ara aquellos que están m ás familiarizados con la gu erra de 
Vietnam o con la d estrucción de las torres gem elas que con el Sputnik y 
la crisis de misiles en Cuba, el m arcado poder del anticom unism o para 
m inim izar el disenso y cultivar el antiintelectunlism o y la conform idad 
política en los Estados U nidos de la década de 1950 , puede resultar fami­
liar en algún sentido. A ia vísia del público, los riesgos sociales y políticos
de ap a re ce r “tolerantes con el com unism o" durante la G uerra Fría n o era 
muy diferente d e los riesgos con tem p orán eos de ap arecer com o co m p re n ­
sivos con el terrorism o. En el albor de la Segunda G uerra M undial, co m o 
en el albor del I I de septiem bre d e 2 0 0 1 , los líderes nacionales definie­
ron a los eventos en crudos térm inos m orales: los invasores que ca re ce n de 
libertad y de los valores sociales y religiosos personificados p o r los Estados 
U nidos p rocu ran destruirlo activam ente. Aquellos que sostuvieron que las 
tensiones geopolíticas y las causas del terrorism o fueron más com plicadas 
y que entenderlas y m anejarlas req u ería de un con ocim ien to histórico, 
sociológico y econ óm ico de las naciones y de los pueblos, a m en u d o fue­
ron vistos con sospecha.
A los ojos de algunos, el em pirism o lógico y su m ovim iento de U nidad 
de la Ciencia también parecían sospechosos. O riginalm ente, el em pirism o 
lógico consistió en un proyecto que p rocu ró con scientem ente el co m p ro ­
miso no solo con la ciencia sino tam bién con el desarrollo social y cultural 
progresista (tan to en la E urop a de la d écad a de 192 0 com o en los Estados 
U nidos de las décadas de 1930 y 1 9 4 0 ). En el espacio de unos diez años, 
sin em b argo, desde aproxim adam ente 1949 a 1959 , se convirtió e n u n p ro ­
yecto escrupulosam ente no político de sem ántica y lógica aplicada que la 
mayoría de los filósofos de hoy asocian con el n om bre de “em pirism o lógi­
co" o “positivismo lógico". D ado que las carreras de varios em piristas lógi­
cos se cruzaron con la política anticom unista en las casas d e csu tdio , en 
im portantes organizaciones filantrópicas y en el f b i de J . E d g ar H oover, 
hay evidencia de que el anticom unism o fue una fuerza subyacente a esta 
transform ación. A fectó a la clase y a la gam a de problem as que perseguían 
los filósofos de la ciencia, a los m étodos y herram ientas que em pleaban y a 
las relaciones entre la filosofía de la ciencia y la propia ciencia.
U na palabra acerca de esta “transform ación” contribuirá a p resentar 
m ejor estas afirmaciones. Los filósofos de la biología distinguen en tre el 
cam bio evolutivo apuntalado por la tmnsfoiinatión y la selección d en tro de 
una población. Aquí, “transform ación” no es usada en un sentido técn ico , 
sino que refiere a un proceso de cam bio profesional y disciplinario que fue, 
m ayorm ente, selecciónista. La población en cuestión incluía a los filósofos 
de la ciencia norteam ericanos y europeos que cultivaron unánim em ente al 
empirismo lógico en la versión que prosperara en los Estados U nidos a fines 
de la década de 1930. Algunos, tales com o O tto Neurath, Philipp Frank y 
Charles Morris, comparu'an la creencia de que el em pirism o lógico, o de 
m anera más general, ¡a filosofía d e la ciencia, debería abordar n o solo los 
estudios formales y abstractos dc la teoría científica y el lenguaje científico, 
sino también tópicos social y políticam ente relevantes (tales com o el estudio 
de los valores en la ciencia, la sociología de la ciencia y la estructura lógica
y el con tenid o evidencial d e las ideologías y de tas aserciones ideológicas). 
Estos y otros tópicos, y la tarea d e popularizarlos en el seno de otras disci­
plinas y del público general, p erten eciero n al movim iento d e U nidad de la 
Ciencia que prom ovió todo esto a com ienzos de la d écada de 1930 . M ientras 
q ue casi lodos los empiristas lógicos estaban com placidos d e estar involucra­
dos de un m odo u otro en este m ovim iento, unasubpobtación (incluyendo, 
d e diferentes m odos, a C am ap , R eichen b ach , Feigl y R ichard R u d ner) favo­
reció una disciplina más estrecha, confinada a tópicos tales co m o la induc­
ción, la explicación y la sem ántica técnica, las cuales no era n adecuadas, o 
incluso categóricam ente inapropiadas, para tratar problem áticas ideológicas 
y d e la vida social. La transform ación en cuestión consistió m ayorm ente en 
u na pérdida de influencia y liderazgo del prim er grupo y del surgim iento 
y éxito del segundo. Así, estos líderes d e la profesión no “ced ie ro n ” simple­
m en te (y para usar la expresión p opular) a la presión política transform an­
d o sus creencias e investigaciones a causa de ella.
Este estudio está basado en fuentes históricas, n orm alm en te archivos y 
textos no publicados. C om o saben los inteleciuales profesionales de todos 
los cam p os, a m enudo existe una diferencia en el tono, así co m o tam bién 
en el con tenid o de lo que los eruditos se dicen en tre sí en con feren cias for­
m ales o a través de publicaciones y lo que dicen en conversaciones privadas 
o p o r in term edio de la co rresp on d en cia personal. Bajo la cu b ierta d e la 
noble práctica de la historiografía, este libro es m ayorm ente un p roto co lo 
de lectu ra del correo de estos filósofos. Esta invasión de la privacidad nos 
trae objetivam ente más ce rca de la hisioria del em pirism o lógico en los 
Estados U nidos que lo que estaríam os a partir de los registros publicados. 
P ero tam bién viene con desventajas de subjetividad. Este libro es selectivo. 
Algunas figuras en la historia de la filosofía de la ciencia n o rteam erican a , 
tales como E dgar Zilsel, V ictor Kraft, Egon Brunswik y Cari H em p el ape­
nas son m encionados (o algunos lo son solo ah o ra ). Ni tam p oco se p on e 
m u ch a atención al h om ólogo de H ans R eichenbach del C írcu lo de V iena, 
la Sociedad d e Berlín para la Filosofía Em pírica. La izquierda filosófica bri­
tánica tam bién es tratada solo cu an d o se en trecru za con el m ovim iento de 
U nidad de la Ciencia en los Estados Unidos.
Tal vez inevitablem ente, este libro es también-, en algún sentido, soli­
d ario con aquellos que lu ch aron p or sostener sus proyectos en un clim a 
hostil tanto política com o intelectualm ente, U n lector lo e n co n tró excesi­
vam ente favorable para co n O tio N eurath y las arengas co n tra la form ali- 
zación que a veces envió a sus colegas más talentosos y elocu entes, en espe­
cial C arnap. En la lógica form al y en la sem ántica, es c ierto , N eu rath n o 
esLaba tan dotad o com o m u chos d e sus colegas. Cosas similares podrían 
decirse de Frank y de M orris. Sin em b argo, lo que m uestran estos capítulos
es que la vida in telectual d e la G u erra Fría no garantizaba m eritocracia 
alguna p ara p rom over a los m ejores en d esm edro del resto de los co n cu r­
santes. C on im portantes ciudades u uivei si Urnas con du cien d o audiencias 
form ales y agen tes del f b i entrevistando a ios d ocentes y a las secretarias 
de d ep artam en to a ce rca de profesores sospechosos, la vida intelectual en 
la d écad a d e 1 9 5 0 com binaba eru d ició n , m iedo, presiones de investiga­
ció n , ostracism o y, a veces, patentes intim idaciones p or parte de los p ro­
pios colegas. A la larga, ganadores y p erd ed ores ya no siem pre se determ i­
naban de acu erd o con el talento intelectual.
L a solidaridad que hay en estos capítulos para con N eurath, Frank y 
M orris es sentim ental solo en p arte . Sus intereses en los aspectos históri­
cos y sociológicos del pensam iento científico (y filosófico) son en orm e­
m en te sugeren tes y dignos de un estudio con tem p orán eo. En especial 
cu an d o se lo com p ara con la “con cep ció n heredada" del em pirism o lógi­
co que abstrajo com p letam en te al con ocim ien to de sus con textos sociales 
e históricos, algo acerca del historicism o y e) con textual¡sm o de N eurath y 
Fran k p arece casi con toda seguridad acertad o aunque solo fuera porque 
la com p ren sión con textual es un req u erim ien to para dar sentido al cóm o 
y al p orq u é resp ecto del eclipse de sus intuiciones y de, sus proyectos en 
p rim e r lugar. P ara los filósofos de la ciencia que desean que su disciplina 
g o ce d e u n a m ayor autoridad y credibilidad públicas y un entendim iento 
y un com p rom iso más productivo con los científicos practicantes, cuestio­
nes tales co m o el contextualism o p arecerían ser invaluables. Porque una 
vez que las fronteras y los valores con tem p orán eos de la profesión son pro­
cesados p o r la historia y contextualizados, apenas pueden ser vistos com o 
necesarios e inmóviles. Pueden ser refutados y regulados tan ciertam en te 
com o en una oportunidad, en o tro tiem po, fueron transform ados en dife­
ren tes circunstancias sociales y culturales.
Me gustaría agrad ecer a m uchas personas p or el apoyo, las conversacio­
nes y las críticas de la investigación que eventualm ente llevaron a p rod u ­
cir este libro. R obert Richards, H ow ard Stein y Dan G arber asesoraron 
a la tesis d octoral escrita en la Universidad de C hicago de la cual e m e r­
gió esta obra. L a m ayor p arte de la investigación que se co ro n a con este 
libro fue p atrocin ada p o r la Fu n dación N acional d e la C iencia, bajo el 
n ú m ero d e subvención S E S 0000222 . M uchos otros alentaron , y a veces 
co rrig ie ro n , mis cam biantes visiones a ce rca de la h istoria del em piris­
m o lógico y del m ovim iento de U nid ad de la Ciencia. A quí incluyo a 
D on H ow ard, T hom as U ebel, M ichael Friedm an, Alan Richardson, Gary 
H ard castle, R ichard C reath , A ndré Carus, N athan H auser, David Suim p, 
Seth Sharpless, Michael Stóltzner, H ans-Joachim Dahms, V eronika H ofer,
Elliott Sober, S teveFu ller, A braham Edel, T om Ryckman, Ralph G regó 17, 
Jo h n M cC u m b er, G eorge M allen, R obert C ohén, Fred B eu ttler y David 
H ullingei. A giad ezco adem ás a Fricd rich Stadlcr y Elisabeth N em eth del 
Institut W ie n e r Kreis; M ichael Davis, W arren Schm aus, B ob L ad en son , 
Jo h n Ongley y Ja ck Snapper del Instituto de T ecnología de Illinois; y a 
dos referís an ón im os que prop u sieron y alen taron valiosas revisiones. 
A grad ezco tam bién a los equipos d e los siguientes archivos p o r el perm iso 
para c ita r d ocum entos de sus colecciones. C uando no es indicado explí­
c itam en te en el texto , las coleccion es involucradas son referenciadas de 
acu erd o a las siguientes abreviaciones:'
a s p r c : C olección R udolf C arnap, Archivo de Filosofía d e la Ciencia, 
B iblioteca H illm an, Universidad d e Pittsburgh, Pittsburgh, Pennsylvania.
c m p : A rtículos de Charles M orris, propiedad del Proyecto de Edición 
P e irce , U niversidad de Indiana, U niversidad de P urdu e Indianápolis, 
Indianápolis. (Al presente, los artículos de Charles M orris se m antienen 
sin p rocesar.)
Hi-p: A rtículos de H crb ert Feigl, Archivos de la Universidad, Universidad 
de M innesota, Ciudad Universitaria de Twin Cines, M inneapolis.
j r m c : C en tro de A rchivosJucleo-N orteam ericanosJacob A rd er M arcus, 
Ciudad U niversitaria de Cincinnati, Universidad Hebrew U nion , InsLiuito 
Ju d ío de Religión, Cincinnati, O hio.
o n n - L egad o O tto N eurath (Archivos W ien er K reis), Rijksarchief, 
N oord-H olland, H aarlem , H olanda.
r a c : C e n tro de Archivos Rockefeller, Slecpy Hollow, Nueva York, 
u s m p , u c p p , p p : Artículos del m ovim iento de U nidad de la Ciencia, 
A rchivos del E d ito rial de la U niversidad de C h icago, A rtícu los de 
Presidentes de la Universidad de C hicago, 1925-1945 , D ep artam en to de 
C oleccion es Especiales, Biblioteca RegensLein, Universidad de Chicago, 
C h icago, Illinois.
* Las abreviaciones de estas referencias siguen a las siglas conespondiem es a! original 
inglés o alem án, según el caso. [N. del T .]
Una introducción al empirismo 
lógico y al movimiento de Unidad 
de la Ciencia en la Guerra Fría
El em pirism o lógico es objeto de especial atracción para los interesados en 
la historia d e la filosofía de la ciencia. C om o las viejas fotografías de ton o 
sepia d e los ancestros que hicieron posible nuestras vidas al sobrevivir a 
las guerras, a las em igraciones y a las vicisitudes propias del paso del tiem ­
p o, el em pirism o lógico cu en ta con el nostálgico en can to d e los h um ean ­
tes cafés vieneses d on d e tom ó form a gran parte del m ovim iento, m ás de 
och en ta años atrás. El m arco y la historia son muy atractivos. En la Viena 
d e Freud , S ch ón b erg, W ittgenstein y otras lum inarias del siglo x x , los filó­
sofos, m atem áticos y lógicos que con form aron el C írculo de Viena estaban 
rodead os p o r la creatividad intelectual. Ellos mismos estuvieron al frente 
de los apasionantes desarrollos del siglo en física y lógica. Los m iem bros 
principales fueron M oritz Schlick, R udolf C arnap, K urt G ódel, Philipp 
Frank y O tto N eu rath , m ientras que sus colegas y partidarios en E u rop a 
y los Estados U nid os incluían a Hans R eichenbach , Cari H em p el, E rn est 
Nagel y W. V. O. Q uine. H asta la disolución y desaparición del círcu lo a 
com ienzos de Ja d écad a d e 1930 , estos líderes de la filosofía del p resen te y 
del futuro se en co n trab an regularm ente en la Universidad de V iena y en 
diversos cafés p ara d ebatir sus ideas acerca del con ocim ien to , la ciencia, 
la lógica y el lenguaje. Al tiem po que sorbían café y en cen dían sus pipas,inflam aron nada m enos que una revolución en filosofía y nos legaron la 
disciplina a h o ra con ocid a com o filosofía de la ciencia.
La nostalgia, desde luego, acarrea p oco peso filosófico. L a m ayoría 
de los filósofos con tem p orán eos, no im porta cuán to puedan ap reciar al
em pirism o lógico com o el m ovim iento fu ndador de su profesión, a cu erd a 
con que en las décadas de 1 9 5 0 y 1 9 6 0 el em pirism o lógico fue desenm as­
carad o co m o un catálogo d e e rro res, m alinterpretaciones, e hipersim pli- 
ficaciones acerca de la ciencia y de la epistem ología. M ucho ha cam b iad o 
en la filosofía de la ciencia. D e m an era más notoria, los cafés d e la d é cad a 
d e 1920 han dado lugar a tazas de café espum ante y luces fluorescentes de 
hoteles corporativos donde los filósofos de la ciencia, representando ah ora 
a un cam p o académ ico bien establecido, se reúnen para in terco n ectarsc , 
d eb atir asuntos y llevar ad elante tem as afines a la educación superior.
Con todo, recientes investigaciones han m ostrado que el viaje de ta 
profesión desde los cafés eu rop eos a los hoteles corporativos involucró 
m ás q u e un crecim iento de la m em bresía, el cam bio de localización e n el 
país y creencias revisadas y m ejoradas acerca de la ciencia y d e ia episte­
m ología Tam bién involucró drásdeos cam bios sustantivos que solo a h o ra 
están pasando a ser el cen tro de aten ción . Cuanto más aprendem os a ce rca 
del em pirism o lógico (sus valores básicos, m etas, m étodos y el s e n L id o d e 
m isión histórica com partida p o r algunos de sus p ractican tes), más distante 
y forán eo p arece al com p arárselo con la filosofía de la ciencia de nuestros 
días. Así, dos preguntas generales continúan dirigiendo los estudios a ce r­
ca del Círculo de Viena y del em pirism o lógico tem prano: p recisam en te, 
¿de qué se trataba origin alm en te el em pirism o lógico? y, el tem a principal 
de este libro, ¿cóm o evolucionó la filosofía de la ciencia en las muy dife­
rentes form as que asum e hoy?
L as respuestas con vin cen tes a la p rim era p regu n ta co m e n z a ro n a 
a p a re ce r en la d écad a de 1 9 7 0 , cu an d o historiadores y filósofos c o m e n ­
zaron a re cu p e ra r y a in te rp re ta r la rica historia del em pirism o ló g ico .1 
G racias a tan am plio e len co d e personajes, cuyas especialidades yacen en 
la filosofía, la lógica, las m atem áticas y las ciencias sociales, ha llegado a 
verse claram en te que ia m ayoría de los prim eros em piristas lógicos, si no 
' todos, estaban tan apasionados con los problem as culturales y políticos 
co m o lo estaban con los p rob lem as de la filosofía técnica y d e la episte­
m ología. En p articu lar, N eu rath , C arnap y Frank p ro cu raro n activam en ­
te fo ijar co n exion es p erson ales, intelectuales e institucionales e m re el 
em p irism o lógico y varias in stitu ciones culturales y políticas y m ovim ien­
tos en E urop a. E n tre estos in tereses, incluim os a la p e re n n e p reo cu p a­
ción de C arn ap p o r los lenguajes artificiales in tern acion ales y al trabajo
1 Para un r e ó c n ic y úul com pendio de'inform ación biográfica y filosófica relacionada 
con el C írculo de Viena y sus asociados, véase Stadler (2001). Para un panorama del “redes- 
cubrim iento" erudito del empirismo lógico, véase Uebel (1991), y de sus aspectos políticos, 
véase H eidelhergery Stadler (2003),
de N eu rath en m useos, en la ed u ca ció n pública y en el sistem a isotipo* 
d e ico n o g rafía visual, cuyos d escendientes gráficos ah ora son ubicuos 
en a e ro p u e rto s, paseos’ de co m p ra y otros espacios públicos. N eu rarh , 
C arn ap , H e rb e rt Feigl y Hans R eichen b ach fueron invitados a d a r co n ­
feren cias en la B auhaus, m ientras q u e N eurath co lab oró .adicionalm en­
te co n el C ongreso In tern acion al B elga para la A rq uitectura M od ern a 
( c i a m ) (Faludi, 1 9 8 9 ; Galison, 1 9 9 0 ) . H ubo tam bién debates con m arxis­
tas (L e n in in clu id o) y teóricos críticos de la escuela de Frank fu rt (L en in , 
19 0 8 ; H o rk h eim er, 193*7; D ahm s, 1 9 9 4 ) , así com o tam bién in tentos p o r 
p arte d e Philipp Frank , d e estab lecer am istad con los críticos neotom is- 
tas del cientificism o y del positivismo en las con feren cias sobre C iencia, 
Filosofía y R eligión, d e periodicidad anual, que tuvieron lu gar en Nueva 
York, d u ran te la d écad a de 19 4 0 (Frank , 1 9 5 0 ). A dem ás, al m en os dos 
em piristas lógicos no se restringieron a d ebatir cuestiones de teoría polí­
tica o de p olítica nacional y eco n ó m ica . N eurath tuvo un papel tum ul­
tu oso y casi fatal en la revolución socialista bávara de 1 9 1 9 y m ás tarde 
fue co n tra ta d o p o r M oscú p o r su d estreza vinculada al sistem a isoti­
po. El activism o socialista en los años de estudiante p o r p arte d e Hans 
R eich en b ach en la U niversidad de B erlín , a su tiem po le costó la o p o r­
tunidad de o b te n e r un em pleo allí.2
E sp e cíf ica m e n te , el C írcu lo de V iena alcanzó a un p ú b lico m ás 
am p lio p a ra p ro m o v e r sus críticas a la filosofía trad icional y p ara p o p u ­
larizar su Wissenschaflliche WelUiuffassung, o co n cep ció n cien tífica del 
m u n d o , co m o u n a alternativa sustituta. Así lo hicieron en V iena a través 
de la S ocied ad E rn st M uch y sus con feren cias públicas, y así lo h icieron 
en E u ro p a y los E stados U nidos a través del m ovim iento de U n id ad de 
la C ie n cia , de O tto N eurath El m ovim ien to prom ovió la ta re a de uni­
fica r y c o o rd in a r a las ciencias d e m o d o que pudieran ser utilizadas de 
m a n e ra m ás ad e cu a d a com o h erram ien tas para la fo rm ación y la pla­
n ificación d elib erad a d e ia vida m o d ern a- Y p ro cu ró cultivar la sofisti­
ca ció n cien tífica y ep istem o lóg ica , au n e n tre ciud adan os co m u n e s, de 
m o d o q u e p u d ieran evaluar m ejo r la re tó rica oscurantista p rov en ien te 
de los se cto re s an ticien tíficos y rea ccio n a rio s y co n trib u ir a p lan ificar 
m e jo r u n a fu tu ra c ie n cia u nificad a que con trib u iría con los objetivos 
colectiv os d e la sociedad .
Voz castellana que refiere ni acrónimo inglés íSOTyi’K, 'Jaltm iiliü tv ilS jilem tfT jjxgm fi/iie 
PiclurelCilucalian" Se irata de un sistema pictográfico destinado a transmitir inform ación de 
m anera rápida sin apelar al lenguaje natural. fN. del T.]
s Respecto de la política de Neurath, véase Cartwright m tiL (1996); sobre Reiehcnbach, 
véase Traignr (1984). Un relato informativo, aunque tendencioso, de la obra de Neurath en 
la URSS se encuentra en Chisten (1992).
Juncos, el em pirism o lógico y el m ovim iento de U nidad de la C iencia 
de N eurath estaban en la em presa del A ujkldntng' (S cott, 19 8 7 ; U ebel, 
1 9 9 8 ). B u scaban nada m enos que especificar y ayudar a cum plir la p ro ­
m esa del Ilum inism o francés d iecioch esco m ientras se tom aba plena ven­
taja de los desarrollos del siglo x x en ciencia , lógica, pensam iento social 
y política. Esta constructiva agenda iluminista es el tem a principal de. este 
libro. P orq u e solo al p on er en claro estas am biciones (propias d el em piris­
m o lógico) podem os ver tanto cuánto ha cam biado la filosofía de la ciencia 
en la últim a m itad del siglo x x , com o, a su vez, qué clase de con dicion es 
y fuerzas estuvieron involucradas en su transform ación.
El saber convencional acerca del empirismo lógico
Antes de p resen tarla tesis principal de este libro, es útil con sid erar algo del 
saber convencional -m ay orm en te e rró n e o - a cerca del em pirism o lógico. 
Antes d e este reciente florecer en el interés y la investigación, su alcance 
cultural y am biciones científicas se vieron eclipsadas p o r varias circunstan­cias, en especial en el m undo filosófico d e habla inglesa. Esto no es m enos 
cierto resp ecto de los ataques del em pirism o lógico a la m etafísica co n te m ­
p orán ea y tradicional y a la seudociencia. Estas fueron vividas m anifesta­
ciones d e p irotecn ia analídea que contribuyeron a que la naturaleza del 
proyecto adquiriera una im pronta negaúva y eliminativa. Adem ás, hasta 
que los escritos de N eurath com enzaron a ser traducidos y publicados en 
inglés en la década de 1970 , sus constructivos intereses en la ciencia uni­
ficada y en la política, y su finam ente ajustada perspicacia epistem ológi­
ca acerca del lenguaje y la ciencia, se vieron eclipsados p or su reputación 
com o el “original troglodita neopositivista" (U ebel, 1991, p. 5 ) que aplas­
tó a su propio club y que m urm uraba expresiones m achianas tales com o 
"azul aquí ah ora". O tro factor fue la influencia de Der logische Attjbau derWell 
(1 9 6 9 )” d e R udolf Carnap, el cual, no im porta cuán natural y m erecid a­
m ente cap tu rara la atención filosófica, es tom ado errón eam en te com o un 
paradigm a del em pirism o lógico com o un todo. T om ados con jun tam en te, 
estos y oü'os factores ayudaron a cre a r la im presión de que el em pirism o 
lógico, incluso a pesar de sus cam bios y liberaüzaciones subsecuentes, fue 
p oco más que un tem prano m om ento fenom enológico en la historia de 
la epistem ología occidental.
* En alemán en el original. Léase ‘ Ilustración" o "Itmninismo" [N, del T .)
El autor hace referencia aquí a la versión inglesa de esta obra, cuya versión original 
alemana data de 1928. [N. del T .J
Los escritos populares secundarios tam bién contribuyeron a em p a ñ a r 
los com p rom isos culturales del em pirism o lógico. El influyente The Logic 
o f Scientijic Discovery (1 9 3 5 ) de Karl P o p p er y su muy leíd o ensayo “C iencia: 
conjeturas y refutacion es" (P op p er, 1 9 6 9 ) p roclam ab an su ja c ta n c ia d e 
que solam en te él d iagnosticó una falacia inductiva en el n ú cleo del em p i­
rism o lógico (reforzan d o de ese m odo la posición de que su p royecto e ra 
esencialm ente, cu an d o no tam bién exclusivam ente, ep istem ológico). El 
aún más am p liam en te leído Language, Trulh and Logic (1 9 3 6 ) d e A. J . Ayer 
presentó al em pirism o lógico p rincipalm ente co m o la filosofía d e la cien ­
cia ca m a p ia n a (a través de la sintaxis lógica; C arnap , 1 9 3 7 c ) vista a tra­
vés de los lentes de la filosofía w iugensteiniana del lenguaje natural. A yer 
explicaba q u e el objetivo y propósito de la filosofía, y a p artir de allí, del 
em pirism o lógico , era m eram en te (p e ro no de m an era irrelevan te) asis­
tir al p rog reso de la ciencia -cu alq u iera sea la circu n stan cia en que fu era 
invocado— p o r m ed io de la provisión de análisis que clarifiquen el lengua­
j e científico (Ayer, 1936, p. 152). A unque el inform e de Ayer fue fiel al 
aspecto icon oclasta del m ovim iento (su rechazo a la m etafísica, su co q u e­
teo con el verificacionism o y con el fundam entalism o y su rech azo de lo 
sintético apriorí), n o m en cion a las am biciones constructivas del em piris­
m o lógico. Salvo p o r dos noLas al pie, la voz de N eurath está ausente en 
Language, Trulh and Logic porque Ayer buscó “enfatizar no tanto la unidad 
de la c ien cia” (el tópico y la m eta más cara para N eu rath ), "sino m ás bien 
la unidad d e la filosofía con la cien cia” (ibid., p. 1 5 1 ). N ingún lecto r del 
libro d e A yer sup on d rá el h echo que los fundadores del em pirism o lógico 
lo con cib iero n en p arte porque p rocu rab an acudir en ayuda de la co o rd i­
nación y el uso coord in ad o del con ocim ien to científico, para co o p e ra r en 
la tarea d e m o d ern izar y m ejorar la vida, la ed ucación y la organización 
social y econ óm ica .
Si bien Ayer com p rim ió a la am plia agenda del em pirism o lógico en 
un proyecto científico limitado aunque tam bién activo, p ara la d écad a de 
1970 el em pirism o lógico se vio reducido todavía más. N o siendo ya partíci­
pe de la cien cia , fue record ad o com o una escuela d e com en tarios acerca de 
la ciencia. L a antología de Suppe, The Stmcture of Scientijic Theories (1 9 7 7 ) , 
que se sitúa al lado de Language, Trulh and Logic en la biblioteca de lodo 
filósofo de la cien cia , presentaba al em pirism o lógico co m o un con ju n to 
de p roposiciones a ce rca d e la ciencia y sus m étodos. C om o verem os más 
adelante, y co m o tem ían algunos m iem bros del C írculo de V iena, el em pi­
rism o lógico se convirtió en , y fue record ad o com o , una secta cuyas d o c­
trinas eran el verificacionism o, el induclivismo y el fenom enism o. Suppe 
escribió que esia red u cid a agenda estrictam ente epistem ológica agotaba 
et legado del em pirism o lógico:
Durante unos treinta años, el empirismo lógico [ . . . ] proveyó el 
m arco básico para situar los problemas acerca de la naturaleza del 
conocim iento científico y también impuso límites respecto de lo 
que contaría com o soluciones apropiadas para estos problemas: 
el conocim iento singular de fenómenos directam ente observables 
era aproblem ático, m ientras que el conocim iento rem anente que 
la ciencia parecía proveer era en et m ejor de los casos problem ático 
(Suppe, 1977, p. 617 ).
C uando Suppe escribió esto, a fines de la década de 1960 , m ayorm ente 
se pensaba que el em pirism o lógico había caducado y esta caracterización 
del p rogram a provee una form a conveniente de en ten d er su desaparición. 
L o que ei p rogram a ofrecía para analizar “el con ocim ien to rem an en te 
que la ciencia se p rop on ía p rop orcio n ar” eran m odelos de exp licación , 
red u cción , inducción y confirm ación que fueron hallados deficientes en 
sí mismos. Dos influyentes obras, el artículo “Dos dogm as del em pirism o" 
(1 9 5 1 ) de Q uine y el fam oso libro de Kuhn, La estructura de las revolucio­
nes científicas (1 9 6 2 ) , estaban, p or entonces, contribuyendo a solidificar el 
consenso. E n tre otros problem as, el em pirism o lógico estaba paralizado, 
de acu erd o con Q uine, a causa de lo im precisa que resultaba la distin­
ción analítico-sintético (sin ca e r en circularidad). De acu erd o con Kuhn, 
el em pirism o lógico n o era capaz de elucidar el holism o con cep tu al de la 
ciencia y las alegadas discontinuidades en tre lo teórico y lo lingüístico que 
. puntúan a la historia d e la ciencia y, conjeturaban m uchos, a su naturaleza 
esencial, El em pirism o lógico estaba en un estado penoso. H abía perdido 
sus con exion es con la p ráctica científica, difícilm ente p od ría m an ten erse 
bajo su propio peso con cep tu al y la ciencia que p rocu rab a in terp retar era 
vista p o r la investigación hisiórica com o una m era ficción idealizada que 
existía solo en la im aginación dé los filósofos.
Una nueva explicación para la desaparición del empirismo lógico
D ado que ah ora sabem os que el em pirism o lógico fue o rig in alm en te un 
p royecto filosófico co n am biciones culturales y sociales, nos e n co n tra ­
m os en el m o m en to o p o rtu n o p ara p regu n tarn os có m o fue transform ada 
la disciplina y có m o se p erd iero n estas am biciones culturales y sociales. 
L a respuesta que se d efien d e aquí es que fue tran sform ad a d u ran te la 
d écad a d c 1950 al m en os p arcialm en te , si no p rin cip alm en te , p o r p re­
siones políticas q u e eran co m u n es a lo largo de toda la vida cívica, así 
co m o tam bién de la vida in telectu al, d u ran te la G u erra Fría que siguió
a la S egu nd a G u erra M undial. En gran p arte , estas presiones llevaron al 
em p irism o lógico a d esh acerse d e sus com prom isos culturales y sociales 
d ebid o al cam bio en el m ovim iento de U nid ad d é la C iencia de N eu rath .
El m ovim iento no era m eram en te un frente públicoy científico para 
un p rog ram a que de o tro m o d o hubiera sido filosófico e in dep end ien ­
te . C ontribu yó a d e te rm in a r qué clases de preguntas y tem as de investi­
gación eran perseguidos, y có m o eran perseguidos, en el corazón de la 
filosofía de la ciencia.
E sto no significa que, si n o fuera p or la G uerra Fría, la filosofía de la , 
ciencia con tem p orán ea sería en la actualidad una clase de sim en te públi­
c o ajen o a lo académ ico . En cam bio, lo que se alega es que el em pirism o 
lógico aspiraba originalm ente tanto a la sofisticación filosófica y técnica 
com o al com prom iso con los científicos y con las m odernas tendencias 
sociales y económ icas. La G u erra Fría, sostiene este libro, tornó imposi­
ble a esa agenda y forzó efectivam ente a la disciplina a ad op tar la form a 
apolítica y altam ente abstracta que es rem em orada en la ob ra The Structure 
o f Scientific Theories de Suppes, En oirás palabras, el abism o que separa a 
ese libro del com bativo m anifiesto del Círculo de V iena, ’Wissemchaflliche 
Weltauffassung, fue ob ra de la G uerra Fría. Esia in terpretación tam poco 
desestim a la perspicuidad de Q uine, cte Kuhn y de otros críticos del em pi­
rism o lógico. S í afirm a, sin em b argo, que se debe reco n o ce r el p od er de 
estas fuerzas políticas, y que de este m odo com enzam os a ensam blar, com o 
delineam os más adelante, una historia más com pleja y a la vez más precisa 
de la filosofía de la ciencia d u ran te el siglo x x .
A p artar lo h istoriográfico (y en última instancia lo m etafísico) puede 
con trib u ir a desm antelar un prejuicio que probablem ente enfrente esta 
tesis. Proviene, apropiadam ente, de Neurath, quien, com o vem os más ade­
lante, luchó m uchas batallas con otros filósofos cuya influencia y reputa­
ción term inaron eclipsando a la suya propia. Un elem ento guía en estos 
debates fue el pluralism o m uldfacético de N eurath y, especialm ente, su 
crítica d e lo que él denom ina “absolutismo". P or ejem plo, N eurath criti­
có la teoría sem ántica d e la verdad de Carnap y Tarski (según la cual, p o r 
ejem plo, el en un ciad o “la nieve es blanca" es verdadero si y sólo si la nieve 
es blanca) basándose en que erigía un orden dual en el que el lenguaje 
habla p rim ero a cerca de sí m ism o y ltíego del m undo, con el fin de perm i­
tir una com p aración en tre esos informes y una determ inación de si preva­
lecen las condiciones de verdad,
N eurath objetó esLo p orq u e, insistía, un em pirism o saludable nunca 
p ued e (incluso en una ab stracción filosófica) ign orar las con dicion es 
prácticas en las que op eran el lenguaje y la ciencia. Así, en su fam oso y 
en gorroso m od elo de en un ciad os de p rotocolo - “P rotocolo de O tto a las
3 :1 7 en punto: [a las 3 :1 6 en p unto O tto se dijo a sí m ism o: (a las 3 :1 5 
en punto había en la habitación una m esa que era percibida p o r O t to ) ]” 
(N eu rath , 1 9 3 2 /1 9 3 3 , p. 9 3 ) - , ’ el inform e más extrem o del en un ciad o es 
siem pre a cerca de una persona especifica y d e lo que ellas cre e n que ven 
y saben acerca de la nieve o d e la m esa ante ellas. P ara N eu rath , no hay 
dualismo legítim o alguno entre el lenguaje y el m u n do que pueda invocar 
una teoría de la verdad. El con ocim ien to , el discurso, el lenguaje y la co n ­
ducta p erm an ecen siem pre, com o habían enfatizado N ancy Cartw iight y 
Thom as U ebel acerca de nuestra com prensión de N eurath , en el m ism o 
“plano te rren al".3
A quí yace, p o r ejem plo, una de las antipatías de N eu rath con el 
popperianism o. En la metafísica de P o p p er dei prim er, segundo y te rce r 
m undo, el últim o está habitado, com o el cielo de Platón, p o r con cep tos 
objetivos u objetos estudiados p o r gen eracion es de filósofos y científi­
cos. Pitágoras y estudiantes con tem p orán eos de séptim o grad o , razonaba 
Popper, pueden saber y entender el teorem a de Pitágoras com o la misma 
cosa pórque este goza de un estatus on tológico com o un objeto d u rad e­
ro y etern o . N eurath no diría nada de esto, ni tam poco lo haría cualquier 
filósofo que viera con simpatía Ja tesis política de este libro .4 P orq u e si 
la filosofía de la ciencia está dedicada al estudio de algo sem ejante a un 
dom inio on tológico de los objetos o de las condiciones m etafísicas - l a ver­
dad, la explicación , la confirm ación, la significancia, la analiticidad, e tc é ­
te ra - la aserción de que las fuerzas políticas con trolaron su ca rrera en los 
Estados Unidos se verá contrarrestada con tinu am en te p o r la rép lica de 
que las fuerzas políticas podrían causar, a lo sum o, una distracción tem ­
poraria en el desarrollo histórico de la filosofía L a política n u n ca podría 
cam biar a la disciplina de un m odo fundam ental precisam ente porq u e las 
fuerzas políticas no pueden com unicarse (y p or lo Lanío n o lo h icieron ) 
con los objetos de o tro m undo que, com o los que invesiigan los filósofos, 
guían la práctica filosófica.
N eurath diría que esta multiplicación de mundos es fatua m etafísica, al 
tiem po que gritaba “¡M etafísica!", “¡M etafísica!" (y más tarde, para cu id ar 
su voz, sólo “¡M-r") en los encuentros de losjueves p o r la tarde del Círculo
En este y iodos los casos en los que se cita a este artículo a lo largo de la obra, se sigue 
Id versión en español según aparece en Ncnraih, O. (196!)), “Proposiciones protocolares'’, 
en A .J. Ayer, Elposilminna lógiai, trad. de L. Aldama, U. Friscli, C.. N Molina, F M T o rn er y 
R. R uii Harrel, México, Fondo de Cultura Económica, pp. 205-214. [N del T .]
s Girtwright y Uebel (1996). La frase proviene de Neurath, quien elogió la m etodo­
logía naiurnJista marxista según la cual “todo vace en el inisnio plano terrenal” (iVtm aifí, 
1928, p. 295)
H Para más sobre el debate de Neurath con Popper, véase Neurath (1935) y Cat ( !!)95).
de V iena .5 Es m etafísico para N eurath p orq u e esto n o tiene lu gar alguno 
d en tro de una rep resen tación honesta,-em pírica y científica de la filosoíla 
d e la cien cia com o algo que los seres hum anos (o algunos de ellos) hacen 
en n uestro p lano terrenal. L a filosofía de la cien cia debe ser con ceb id a 
co m o un con ju n to de prácticas, valores, m etas y term inologías que son 
escogidas, utilizadas y (con un p o co de suerte) m ejoradas p o r los indivi­
duos co n fo rm e a sus indagaciones intelectuales. Esas p rácticas son en se­
ñadas a otros y m odificadas p o r el debate, así co m o tam bién p o r presiones 
sociales o históricas, que m uchas veces no son detectadas. T odos esos p ro ­
cesos y los agentes que los sustentan existen en el m ism o plano terren al, 
ju n to a la cultu ra, la sociedad y la política.
C o m o m u estra este libro, m u chas d e las e leccio n es que realizaran 
los em piristas lógicos de la p rim era gen eración y sus estudiantes fu eron 
hechas a la p ar de presiones intelectuales, institucionales y p ersonales que 
surgieron d irectam en te de la G uerra Fría y del m acartism o. Esto explicará 
tanto có m o la filosofía de la ciencia fue rad icalm ente m odificada y despo­
litizada p o r estas presiones com o cóm o esta tesis n o d eb e p a re ce r m enos 
plausible que el h ech o m ejor con ocid o d e que la p rod u cción de una pelí­
cula de Hollywood tam bién se vio alterada p o r acción del m acartism o. No 
hay ni una Idea celestial del en treten im iento que co n tro la la historia del 
cine ni un dom inio etern o y objetivo de búsquedas y valores intelectuales 
que se en señ oree en torno a la filosofía d e la ciencia.
E l m o v im ie n to d e U n id a d d e la C ie n cia 
y la In tern atio na l E ncyclopedia o f U nified Science
El em pirism o lógico llegó a los Estados U nidos d u ran te la d écad a de 1930 
Con la e x cep ció n de H erb ert Feigl, quien em igró en 19 30 , la principal ola 
de em igración com en zó al p rom ediar la d écad a e incluyó a R u d olf C arnap 
en 19 3 5 , Karl M enger en 1936, Cari H em pel en 1937, H ans R eichen b ach , 
Félix K aufm an, G ustavB ergm ann y Philipp Frank. en 1938 y Kurt G ódel y 
E d g ar Zilsel en 193 9 (Stadler, 2 0 0 1 ). L a m ayoría llegó a ese país com o p ar­
ticipantes del m ovim iento de Unidad d e la,C iencia de N eu rath . A unque
5 La versión ele Neuralh de esta famosa anécdota m erece ser reproducida. Durame 
el “período wiu^ensteínirmo", recordaba Neuralh en 1944* "una y otra vez" durante las 
discusiones grupalcs del Tmciutits protesió diciendo "esto es metafísica" “Esta situación se 
lom ó m onótona y Halin sugirió que debería hablar sólo con la M, para acortar el sonido y 
desde entonces muy a m enudo digo M y sugirió que para rem arcar los m omentos en los que 
estaba satisfecho debería decir NM [por no metafTsicaJ" (Neurath a Carnap y Morris, 18 de 
noviembre de 1944, asi* kc 102-55-06),
N eurath m ism o n u n ca em igró a los Estados U nidos (a p esar del consejo y el 
deseo de sus co legas), prom ovió y organizó el m ovim iento d esde H olanda 
y más tarde desde In glaterra , m ientras hacía varios viajes a A m érica del 
N orte co in cid en tem en te con el desem barco de esta ola d e em igración . 
De este m odo, p ara los filósofos emigré* el m ovim iento se convirtió en una 
clase de hogar-lejos-del-hogar a nivel institucional, una clase de h ogar que 
los ayudó a sostener el co n tacto , el diálogo y el foco intelectual que habían 
m antenido en tre sí en V iena, Berlín y Praga.6 C om o verem os luego, esto 
también facilitó las con exion es en tre los émigrés y los filósofos n orteam e­
ricanos quienes, en algunos casos, ya estaban abocados a la búsqueda de 
un program a para la filosofía de la ciencia que estuviera com p rom etid o 
social y políticam ente.
El m ovim iento de U nid ad de la Ciencia fue tam bién la voz pública, 
pedagógica y científica del em pirism o lógico. Consistió en una serie de 
congresos in tern acion ales p ara la Unidad de la C ien cia (que tuvieron 
lu gar en P raga, en 1 9 3 4 ; en París, en 1935, en C op en h agu e, en 19 3 6 ; 
en París, en 1 9 3 7 , en C am bridge, Inglaterra, en 19 3 8 ; en C am bridge, 
M assachusetts, en 19 3 9 ; y en C hicago, en 1 9 4 1 ) ; en publicaciones tales 
com o la International Encyclopedia of Unified Science,r y una efím era en car­
nación inglesa de Erkenntnis llam ada Journal o f Unified Science, en anuncios 
regulares y artículos que ap arecieron en periódicos tales com o Philosojthy 
ofSciencey Synthese, y en alguna cob ertu ra en m edios populares (tales com o 
Time y el New York Times) Los empiristas lógicos fu eron recibidos en los 
Estados U nidos tanto co m o representantes de un nuevo m ovim iento social 
y cultural, así co m o tam bién co m o intelectuales, filósofos y lógicos.
Para los filósofos con tem p orán eos, el punto en com ú n en esta lista es 
la International Encyclopedia of Unified Science, la cual p o r décadas fue traída 
a colación con ju n tam en te con la portada de la fam osa ob ra d e Kuhn, La 
estructura de las revoluciones científicas. Aunque tuvo una influyente vida p ro­
pia desde sus com ienzos, el libro de Kuhn fue com isionado originalm ente 
com o una m onografía para la Encyclopedia luego de que la tarea de escri­
bir una m onografía histórica hubiera sido trasladada desde el filósofo e 
historiador italiano Fed erigo Enriques, a G eorge Sarton (quien declinó el 
ofrecim ien to), a I. B. C o h én , y finalm ente, a Kuhn. A unque nadie ha p ro­
ducido un detallado inform e histórico de cóm o la m onografía de Kuhn y 
sus ideas fueron influenciadas p or el m ovim iento de U nidad de la Ciencia,
En nanees en el original. Léase “emigrados" [N. del T .]
Esta observación me la liizo Abrahai» Edel (correspondencia persona!).
M ayohlicnle venim os “enciclopedia’ , o bien m anteniendo el original ' Eiiiyclupaiia", 
según el modo que la referencia el autor y/o según nos cviie cacofonías. [N. del T .]
sabem os lo suficiente com o p ara desechar un persistente lugar com ún, 
entiéndase, que Kuhn refutó al em pirism o lógico, al m od o d e un caballo 
de T roya .7 El libro d e Kuhn Fue escrito en los últimos años d e la d écad a do 
1950 y fue publicado en 196 2 cu an d o el proyecto de la en ciclop edia estaba 
m oribundo, alred ed or d e una d écad a después de su última ráfaga de vitali­
dad a com ienzos de la d écad a d e 195 0 (Reisch, 1995) P o r lo tanto, alguna 
o tra cosa ya había m atad o a la Encyclopedia y a buena parte del m ovim ien­
to de U nidad d e la Ciencia. El culpable es sugerido claram en te p or Jas 
fechas d e los congresos in ternacionales listadas arriba, la Segunda G uerra 
M undial casi detuvo al m ovim iento y, a pesar de los denodados esfuerzos 
d e alguno de sus líderes, las presiones de la G uerra Fría im pidieron que 
exp erim en tara siquiera un m om en to de recuperación
E n el curso de su historia, esos líderes fueron O tto N eurath , R udolf 
C arnap , Philipp Frank y el filósofo pragmatista n orteam erican o Charles 
M orris. M orris, de la Universidad de Chicago, fue extrem ad am en te útil 
a la h ora de contribuir a la m igración del em pirism o lógico. A m enudo, 
durante la d écad a de 1930 , dio charlas y escribió acerca del nuevo movi­
m iento de U nidad de la Ciencia, de su im portancia cultural y política y de 
su apropiado lugar al lado del pragm atism o norteam ericano com o parte 
de una exhaustiva teoría de los signos. Siguiendo a Charles Sanders Peirce, 
M orris llam ó a esta teoría “sem iótica” y la prom ovió sin descanso com o el 
futuro de la filosofía (M orris, 1 9 3 7 ). Al mismo tiempo, M orris favoreció 
la em igración de sus colegas. Los en contró prim eram ente en Praga en 
1934, en el O ctavo C ongreso Internacional de Filosofía, d on de N euralh 
celeb ró su p rim er en cu en tro en beneficio del m ovim iento de Unidad de 
la Ciencia y del nuevo proyecto de la enciclopedia. Morris recom en d ó a 
aquellos que planeaban venir a los Estados Unidos que debían publicar 
p ron tam en te un artículo o libro en inglés antes de buscar un puesto en 
u na universidad o colegio norteam ericano. Varios siguieron su consejo y 
acep taron la ayuda que Jes ofrecía. Morris p ron to se e n co n tró a sí mismo 
organizando traducciones, poniendo en contacto a autores con editoriales 
y escribiendo cartas a am igos y colegas en los Estados U nidos que tuvieran 
la posibilidad de co n tra ta r a algún filósofo de la ciencia .8 Con la ayuda de 
M orris, R eichenbach ocu pó un puesto com o adjunto en la u c : l a , Frank 
fue con tratad o com o p rofesor en Harvard y, en 1936, C arnap llegó a la
7 Véase por ejem plo Friedmnn (1991), Reisch (1991), Irak y Crünberg (1995).
H Morris describe la edición de un manuscrito de Reictienbach llam ado''Experience and 
Prediction" en Morris a Reichenbach, 8 de ju n io de 1937, cmi1. “Le agradezco mucho sus 
continuos esfuerzos por en com iar un puesio pañi m íen los Estados Unidos1' (Reictienbacli a 
M onis, 5 d eju lio de 1937, cm i1) Morris también ayudó a Philipp Frank a traducir y a publicar 
ensayos antes de su emigración.
|pftiversidacl d e C hicago donde estaba M orris (luego de o cu p a r d u ran te 
¡Üfraño un puesto en H arvard). A dem ásd e toda esta actividad, de sus pro- 
íftos escritos y enseñanzas, Morris’ tentó a ta editorial de la Universidad 
*dé Chicago para que publicara la nueva obra de N eurath , la International 
Encyclopedia of Unified Science.
fer^Con buen criterio , Morris esperaba que su universidad se convirtiera en 
el cen tro del m ovim iento de Unidad de la Ciencia en los Estados Unidos. 
Desde C hicago, él y C am ap editaron la Encyclopedia con form e sus m o n o­
grafías com en zaron a llegar en 1938, mientras que N eurath , su ed ito r en 
jefe , p erm an ecía viviendo en Holanda. Morris también asum ió la m ayoría 
de las negociaciones con la editorial de la Universidad de C hicago, nego­
ciaciones que m uchas veces fueron com plicadas y tensas, especialm ente 
aquellas que con cern ían al plan del m ovim iento para rescatar Eikenntnis 
(el vocero eu rop eo origina! del em pirism o lógico) a través de su co m p ra al 
editor alem án Félix M eincr (Reísch, 1995) Aun así, a pesar de esas y Qtras 
dificultades, la Encyclopedia fue inicialm ente un gran éxito. M ostrándose 
cauta resp ecto de co m p ro m eterse con un proyecto a largo plazo que 
podría no aca rre a r beneficios financieros, la editorial aco rd ó publicar la 
Encyclopedia a condición de recibir por adelantado al m enos 2 5 0 suscripcio­
nes. Ese obstáculo fue fácilm ente superado. Se habían recibido unas 5 0 0 
suscripciones para ¡a prim era unidad introductoria, titulada Foundaiions of 
llia Uvily of Science. la cunl contiene las veinte m onografías de la Encyclopedia 
que existen hoy T am bién las monografías individuales fueron vendidas 
rápidam ente en las librerías.'-1 Aunque no llegaron a publicar una m o n o­
grafía por mes com o habían program ado originalm ente -e n p arte a causa 
de ta distancia de N eurath - , 10 los ediLores estaban com placidos y la edito- 
nal nunca puso en duda su decisión de aceptar el proyecto.
Se podría d ecir que la Enciclopedia y el m ovim iento fueron p roclam a­
dos en la ciudad d e Nueva York, com o el corazón de m ediados de siglo 
de la vida intelectual de la nación. Jo h n Dewey era el filósofo de más 
edad de entre vanos, incluyendo a Ernest Nagel, Sidney H ook, H orace 
Kallen y M eyer Schapiro, quienes contribuyeron a que el fam oso grupo
!) Pnin et 31 de marzo de 19,1!!, se habían vendido unas 5*5 7 suscripciones y alrededor de 
1.000 copias de lodas las monografías publicadas (a William B. Harrell de parte de Bean, 6 de 
marro de 1931), ucim', caja 3-df», carpeta 1 )• Para 1945» se liabíun vendido aproximadamente 
1.800 copias de cada monografía publicada (a MDA de parte de JS , 19 de enero de 19*15, 
uuri* caja 346, earprta 4)
10 Para que Neurath revisara v editara cada monografía, las pruebas de galera tendrían que 
haber sido enviadas p o rco ire o a Holanda y luego regresar Además, Neurath estaba extraor­
dinariamente ocupado. En JU3Í), apareció su historia isotipo de ta vida moderna (Neurath, 
1939), Mon is, así com o también la editorial, a veces se sintieron frustrados por estas demoras. 
(Véase por ejemplo Bean n Ncurnih, 21 de abril de 1938, caja 348, carpeta 3.)
d e Intelectuales de Nueva York definiera las tendencias y valores de la 
vida intelectual de la nación, la cual p or en ton ces se en co n trab a altam en­
te politizada. En verdad, algunos intelectuales y filósofos de izquierda on ­
d earon a N eurath y a los empiristas lógicos habitualm ente sobre la base 
de que no estaban lo suficientem ente inclinados a la izquierda, o que no 
e ra n lo suficientem ente radicales, o m aterialistas dialécticos. P ero en la 
filosofía d om in an te y establecida de Nueva York, definida p o r los estudian­
tes de Dewey y M onis C ohén, los nuevos filósofos émigrés y sus proyectos 
fueron aplaudidos y aprovechados. Dewey, H ook y N agel, p o r ejem plo, 
enlistaron de distinto m odo a los em piristas lógicos y al em pirism o lógico 
en sus batallas con tra el neotom ism o, el m ovim iento p opular prom ovido 
p or M ortim er A dler y el presidente de la Universidad d e C hicago, R obert 
M aynard H utchins (cuya propia serie d e m onografías, Great Books o f the 
Western World, puede ser considerada com o un rival de la nueva Encyclopedia 
de N eurath) Aquellos que no socializaban ni in tercam biaban corresp on ­
dencia de m an era personal con N euratli, Carnap y los otros, fueron in tro­
ducidos al em pirism o lógico y al m ovim iento de N eurath a través de artícu- 
lo sen la Partisan Reviento p o r el prim o de N eurath , el escrito r sobre tem as 
científicos W aldem ar KacmpfTerL, quien elogió a N eu rath y a la nueva 
Encyclopedia en el Netv York Times.
P ara 1959 , ¡a Encyclopedia com en zó a tom ar form a. M orris, N eurath y 
C arnap persuadieron a la editorial para que anunciase la p rim era unidad 
no in trod u ctoria, seis volúm enes titulados MethocLs o f Science. En un boceto 
del p rosp ecto , M orris explicaba que esos volúm enes estarían dedicados a 
las ciencias específicas y a problem as internos a ellas relacionados con la 
unidad de la ciencia. C om o un Lod o, los volúm enes estarían
interesados por el desarrollo de un lenguaje científico unificado, 
con la presentación de tos resultados de análisis lógicos en varias 
ciencias, con problemas relevantes para Sos cimientos de las cien­
cias, con el análisis y la interrelación de conceptos científicos cen­
trales, con cuestiones relacionadas con el procedimiento científico 
y con el sentido en el cual la ciencia forma un todo unificado.11
En ese en ton ces, los planes d e N eurath m ostraban cuán am plia e influyen­
te esperaba que fuera la Encyclopedia. En la tercera unidad, M orris record ó 
más tarde, los nuevos enciclopedistas harían un inventario del “verdadero 
estado de sistematización d entro de las ciencias especiales y d e las con exion es
11 Esbozo de prospecto de Morris, uci>p, caja 346, carpeta I. Esie prospecto nunca fue 
distribuido.
que ob ten ían en tre ellas" L a unidad cuatro constaría de diez volúm enes 
que tratarían tem as com o la educación,-la ingeniería, la m edicina y la ley 
Todífi estas profesiones, esperaba N eurath , en co n trarían un h ogar e'ft el 
m ovim iento de U nid ad de la Ciencia (M orris, 1960, pp. 5 1 9 , 5 2 0 ).
M orris, N eurath y Carnap tam bién esperaban que los m étodos específi­
cos d e colab oración pudieran ser incorporados en la Encyclopedia a m edida 
que ésta creciera y gan ara notoriedad. Aunque las prim eras m onografías 
fueron leídas y editadas principalm ente p or ellos tres, las nuevas m on o­
grafías, exp licab a su n ota de prensa, circularían de m anera m ás am plia 
antes de su publicación.
Con el objetivo de evitar simples m alentendidos, los autores ten­
drán la oportunidad de discutir las contribuciones de otros antes 
de la publicación, de modo que quede sólo el meollo de lo que 
parecen ser diferencias genuinas. De este m odo, los problemas 
cruciales resueltos y no resueltos en los métodos actuales de la 
■ciencia sobresaldrán en varios cam pos particulares y en la ciencia 
com o un tod o .12
C om o los científicos, los nuevos enciclopedistas se esforzarían en minim i­
zar los falsos m alentendidos y en m axim izar su eficiencia y p od er intelec­
tual colectivos.
Los congresos internacionales
La Encyclopedia y sus diálogos de colab oración serían respaldados tam ­
bién p o r los con gresos in tern acion ales para la U nidad de la C iencia El 
p rim ero se realizó en 1935 en la Sorb on a d e París y acogió a unos 170 
p articip an tes .13 A dem ás de los em piristas lógicos líderes de V iena, Praga 
y Berlín y de sus p atrocin ad o res n orteam erican o s, el con greso recib ió a 
lum inarias líderes de la filosofía de Francia , In glaterra , Italia, Polon ia, 
Escandinavia y H olanda. Los títulos de las sesiones incluían las siguien­
tes áreas: filosofía de la cien cia y em pirism o lógico , la unidad de la cien­
cia (y la nueva e n ciclo p ed ia), lenguaje y seudoproblem as, in du cción y 
prob ab ilidad , lógica y exp erien cia , filosofía de las m atem áticas, lógica, e 
historia de la lógica y de la filosofía de la ciencia. El congreso proyectó la
12 Esbozo de prospecto de Morris, ucp!’, caja 346, carpeta 1
1 :i Esta y oti-a información acerca de los congresos internacionales recibe una presentación 
muy lili! en Stntiler (2001).
amplia colección de tópicos que abordaría el m ovim iento p or, ap roxim a­
dam ente, los siguientes cin co años.
A veces, los congresos subsiguientes tuvieron un foco de atención másrestringido. El segu nd o, que tuvo lugar en C openhague, en 1936 , estuvo 
dedicado a la filosofía d e la física y de la biología y, en p articular, a la inter­
pretación de C openhague de la m ecánica cuántica. Niels B oh r, el autol­
de la in terp retación de C openhague y ganador del P rem io Nobel, asistió 
sin m ayores problem as, dado que el congreso tuvo lugar en su espacio­
so h ogar A unque pocos norteam ericanos estuvieron presentes (m uchos 
habían gastado valiosos dólares de tiempos de la depresión durante el 
año an terior, al asistir al en cu en tro en París), el e len co de figuras siguió 
siendo am plio e in ternacional. El tercer congreso, tam bién llevado a cabo 
en París, en 19 3 7 , fue d edicado a la planificación y con cep ció n de la 
Enciclopedia y a asuntos centrales del em pirismo lógico. Tuvieron lugar 
grandes sesiones a ce rca de la unidad de la ciencia y la lógica y la m atem á­
tica, al tiem po que en sesiones más pequeñas se cubrían tem áticas en físi­
ca, biología y psicología.
Los con gresos se vieron cada vez más afectados p o r las inestabilidades e 
incertidum bres que p recedieron a la guerra. Las noticias del asesinato de 
Moritz Schlick p o r p arte de un estudiante perturbado llegaron a sus cole­
gas m ientras se en contraban participando del congreso de C openhague, 
m ientras la Anschluss* de Austria con la Alemania nazi ocu rría pocos meses 
antes del C u arto Congreso Internacional, Aquel con greso fue organiza­
do por L. Susan Siebbing y tuvo lugar en la Universidad de Cam bridge, 
en In glaterra, Fu e dedscado (ap rop iad am en te, d ada la influencia de 
W iltgensiein en la filosofía británica) al tem a del lenguaje científico, Este 
fue el últim o con greso que tuvo lugar fuera de los Estados Unidos.
Charles M orris organ izó el quinto congreso en H arvard , en 1939 . 
Acogió a alred ed or de 200 participantes, m uchos de California, Chicago, 
H arvard, Yale y de las universidades de Nueva York. U n a vez más, el con ­
greso se focalizó en la tesis d e la unidad de la ciencia y en los m étodos para 
la unificación de las ciencias, así com o también en temas vinculados con ta 
lógica y la filosofía form al de la ciencia. Morris aprovechó la oportunidad 
para am pliar el m ovim iento e incluir tópicos en ciencia social - a las que’ 
denom inó “ciencias socio-hum anistas”- , incluyendo el estudio científico 
de los valores prom ovidos por los pragmatistas n orteam ericanos e insisten­
tem ente enfadzados p o r Jo h n Dewey Com o organizador, publicó un artí­
culo previo al con greso en el cual detalló su agenda libe ral izado ra (M orris, 
1938b) P ero los asuntos que abordó fueron pron tam en te abrum ados p or
* Eli alemán en el original Léase: “anexión" [N. del T ]
las tensiones políticas m undiales. En la víspera deí con greso , los partici­
pantes supieron que la guerra en E urop a estaba p oco m enos que garanti­
zada. Al día siguiente, H orace Kallen, de la New S chool for Social R esearch 
[Nueva Escuela p ara la Investigación Social], un filósofo que había h ech o 
amistad tanto con N eurath co m o con M orris, presentó su sorp ren d en te 
tesis de que el m ism o m ovim iento de Unidad de la Ciencia había ascen di­
do a una d ase de totalitarism o autoritario que estaba aliado peligrosam en­
te con ideologías fascistas en Italia, España y en la A lem ania nazi
Para la m ayoría, sin em bargo, la políiica del m ovim iento n o e ra totali­
taria, sino más bien hum anitaria, progresista y pacifista. En 19 4 1 , luego de 
que estallara la gu erra , Milton Singer, estudiante de C arnap, y A braham 
Kaplan, estudiante de R eichenbach , escribieron acerca del con greso de 
H arvard en un artículo titulado “Ciencia uniíicadora en un m u n do des­
unido" (Singer y Kaplan, 1 9 4 1 ). En este escrito, detallaron la im p ortancia 
del m ovim iento p ara la ciencia y la educación y m ostraron que claram en te 
admiraban sus valores hum anitarios e internacionalistas. M orris transm i­
tió la misma actitud en un folleto prom ocional que escribió para el sexto 
y últim o con greso del m ovim iento, llevado a cabo en la Universidad de 
Chicago en 1941: “El com ité organizador sien Le que la condición presente 
del munclt) eleva, en lugar de restringir, la necesidad de una con tinu ación 
vigorosa del m ovim iento de Unidad de la C iencia”.1,1 A prop iadam ente, y 
dadas las amplias am biciones hum anitarias para el m ovim iento p o r parte 
de M orris, este con greso puso de relieve sesiones tales com o ciencia y valo­
res, ciencia y ética, tópicos históricos y una charla ab ord ó el L em a de la 
ciencia y d em ocracia .1-1
La guerra y la desaparición del movimiento
La gu erra obstaculizó ei proyecto de la enciclopedia y las actividades del 
m ovim iento de varias m aneras. Por lo general, tos autores eu rop eos tenían 
problemas más im portantes de qué p reocuparse que el de co m p letar las 
m onografías que habían prom etido a Neurath, y la lentitud y p oca confiabi- 
lidad del correo lentificó drásticam ente la com u n icación en tre los autores, 
los editores y la editorial, Com o m uchas otras revistas europeas, Synthese, 
que incluía un “F o ro para la Unidad de la C iencia” que ap arecía de m ane­
ra regular, cesó su publicación hasta después de la guerra. Un obstáculo
H Folleto promocional, UCS’I', aya 346, cárpela 3.
^Com unicado, "Última noticia: el Sexto Congreso Internacional para la Unidad de ¡a 
Ciencia", uci'i*, caja 346, carpeta 2.
todavía m ayor surgió, sin em b argo, en mayo de ] 9 4 0 , cu an d o N eurath ape­
nas escapó de una H olanda ocu pad a. H abiendo calcu lado m al el tiem po 
que le llevaría cam biarse de dom icilio y trasladar su taller de trabajo sobre 
ios isotipos para anticiparse a la ocu p ación nazi, N eurath y su asistente (y 
futura esposa), M arie Reidem esiter, escaparon en un p eq u eñ o y sob recar­
gad o bote pesquero, arriesgándose en Rotterdam ju sto antes de que zarpa­
ra. Se m antuvieron a la deriva hasta que fueron recogidos p o ru ñ a em b ar­
cación naval inglesa. A causa de su nacionalidad austríaca, fu eron tratados 
com o prisioneros de g u e rra y pasaron varios meses recluidos en Inglaterra. 
Quien los salvó fue L. Susan Stebbing, que les en co n tró un ab ogad o que 
apeló a las autoridades p ara conseguir su liberación a la vez que hizo los 
arreglos para su casam iento Varios meses más tarde, con apoyo financie­
ro y em ociona] de parte d e Stebbing y otros amigos y colegas, los N eu rat\ , 
se establecieron para vivir y trabajar en O xford, Inglaterra.
A unque para el verano de 1941 N eurath pudo rean u d ar sus obligacio­
nes editoriales, el proyecto p ron to luchó p o r m an ten erse a flote una vez 
más, en 1943 , cuando la editorial d e la Universidad de C h icago decidió 
suspenderla. H abiendo publicado solo nueve de las veinte-m onografías y 
con M orris y N eurath dando a la editorial nada m ás que prom esas acerca 
de m onografías en p rogreso, decidieron que el proyecto se estaba en care­
cien d o dem asiado (el sum inistro de papel, p o r ejem plo, estaba lim itado) 
y el n úm ero de suscriptores estaba disminuyendo. Las m onografías venían 
ap arecien d o con dem asiada posterioridad a la periodicidad anunciada de 
u na p or mes y la editorial creyó que los autores sustitutos que habían enlis­
tado los editores no eran de prim era categoría (Reisch, 1995)
Después de recibir la noticia, Neurath se enfureció y con habilidad 
persuadió a la editorial d e que cambiase de opinión. D ejó en claro que, 
si era necesario, podría llevar la Encydojie.dia a otra editorial. Supuso que 
H olanda p ron to sería liberada y tal vez podría llevar la Encyclopedia a "sus 
fieles editores holandeses”, Van SLockum Se Zoon, que habían publicado 
el p rim er volum en de la revista del movimiento, el Journal o f Unified Science. 
A rrem etió con esta expresión de ser “fiel al m ovim iento” p o r con

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