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Hernández, Teodoro - Las tinajas de Ulúa Precursores de la Revolución Mésicana de 1901 a 1906 [Ed Hérmida México, 1943] - Judith Reyes Luna

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1943
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PROLOGO
EL UNIVERSAL CRAFlCO dió cabida a los artícu-
los que aparecen en esta pequeña obra.
Hemos querido tener la. satis~cción al escribirlos, de apor-
tar a la Historia de la Revolución .\fexiC/zna, que seguramente
habrá de escribirse, datc» au:énticos de los albores de la luchD
que, en nuestro concepto, dió principio en /906, al calor de los
sucesos de la huelga de Cananea en junio de ese año, y te-
niendo como bandera el programa lanzado por la Junta Reor-
gani:::adora del Parti~o Li::eral Mexicano el /0. de julio del
propio año.
Reconocemos que desee mucho antes, la Revolución se
venia incubando durante generaciones anterivres a la de /906:
pero ningún movimiento revobcionarjo anteríor contra la dicla-
dura del general Porfirío Díaz, tuvo la coordinación y la re-
sonancia nacional del iniciado en el repetido año de /906,
seguramente porque el malestar social había llegado a su pe-
riodo álgido con el consiguiente JesperÚlmiento cívico del pue-
blo, que los preCurSOres alentaban haciendo públicos los des-
manes de aquel régimen y sembrando la semilla revolucionaria
por todos los ámbitos del eopacio.
Desde este punto de <'ista, es indudable que los precursores
de la Revolución que salieron del Partido Liberal Mexicano,
constituyeron la célula primigwia para el desenvolvimiento de
la conmoción que todavía no concluye.
Como puede oerse. lo ?ublicado en EL UNIVERSAL
CRAFICO que ahora aparp<:e con algunas adiciones en esta
obrita, no es un engendro de la imaginación o de simple con-
tenido literario, sino la expresión de acontecimientos reales, que
tienen vinculación con las palpitantes corrientes sociales de esÚl
época y que reoelan el valor humano y moral de los precurso-
res e iniciadores de la vbra rWvlucionaria.
EL AUTOR.
LAS TINAJAS DE ULUA
Por TEODORO HERNANDEZ
CASTILLO DE SAN jUAN DE ULUA
I
"
Breves Antecedentes del Castillo
El Castillo de San] uan de Ulúa se halIa situaclo a cinco
kilómetros, poco más o menos, de la ciudad de Veracruz, en un
-isJote que la hacía de puerto después de la lIegada de'Grijalva y
de Cortés, al instaurarse el comercio de la Nueva España con la
Metrópoli. Ahí IIegab~n las naos con mercancías para ."los mer~
caderes encomend~ros de la V eracruz". I
La construcción del Castil!o de San Juan de Ulúa data de
los primeros tiempos de la colonia, es de piedra porosa, por donde
con facilidad se filtra el agua; abarca una superficie de cinco mil
}1letros cuadrados aproximadamente y lo constituía (porque ha
,ido cambiado casi radicalmente después de la RevolucIón). la
TEODORO HERNANDEZ
forta1eza, el arsenal, el dique flotante, las carboneras y las gale-
ras o sea la prisión.
Ulúa ha sido testigo mudo de hazañas cruentas que la his-
. toria tiene especificadas. En este trabajo nos vamos a oc"upar dtó
los aspectos de lo que fuera presidio, que dio albergue a proto-
mártires de la Independencia. como Melchor de T alamantes,
quien murió en una mazmorra, y a.i correr de un siglo fue también
asilo de precursores de la Revolución de J910. Lo haremos en
forma concisa, pues en opinión del extinto precursor Elfego Lugo,
quien estuvo confinado en Ulúa durante CinCOaños, sería necesa-
rio utilizar varios vohlmenes para describir aquellos antros infer-
nales y rnacabros, donde se pretendió inútilmente aherrojar el
pensamiento de los liberales precursores de la Revolución que des-
pués encabezó don Francisco L Madero. para acabar con la ti-
ranía que aquéllos comenzaron a combatir con denuedo.
y consideramos necesario dar a luZt este trabajo que se re-
fiere al trato que recibían, la forma en que se !es obligaba a tra-
bajar y en general, cómo vivían en Ulúa los iniciadores de la lu-
cha contra el régimen del general Porfirio Díaz, pues ciertamcn- -
te, "fuera de los brochazos literarios -porque ni a pinceladas ne-
gan- que don Federico Gamboa estampó en su obra "La Uaga",
acerca de la prisión de Ulúa, nadie ha parado mientes sobre aque-
llas fatídicas e inquisitoriales mazmorras que la pictadurautilizó
como castigo para sus enemigos políticos".
Allí fueron ,::onfinados centenares de rebeldes de la región de
Acayucan, Ver., por el levantamiento de septiembre de 1906, así
como de diferentes Estados de la República donde el movimiento
. estaba ramificado; pues su organización había sido lo más per-
fecta posible, y si fracasó fue debido a una traición; pero dejó~
sembrada la semijla para otros movimientos en J908. en Las Va-
cas' Viesca y otros lugares, hasta culminar. en 1910.
La prisión de Ulúa se vio poblada de gran número de re-
beldes y otros que no lo fueron en verdad, porque los jefes políti-
cos ejercieron muchas venganzas en sus enemigos personales; y.
además, c~m el objeto de aparecer muy celosos en el mantenimien-
to del orden y de la paz, enviaron a las mazmorras del Castillo a
8Quchos inocentes que jamás habían pensado en ser revolucionarios.
LAS TINAJA~DE ULUA 7
También estuvieron alejados en las mazmorras de Ulúa los
promotores de la !;lUelgade Cananea y los de la de Río Blanco..
La prisión de Ulúa estaba destinada más bien a reos del or-
den militar, pero durante los años de 1906 y 1907, fueron envia-
dos a la misma. como se ha dicho. centenares de reos políticos con
motivo de los movimientos que en el primero de los años citados,
estallaron en Acayucan, del Estado deV eracruz, y en Jiménez,
del de Coahuila.
.
Las bóvedas que formaban las "galeras" eran a manera de
catacumbas para sepultar en vida a l~s reos, y no en vano se ha .
dicho que la impresión que se recibía al llegar.. era la misma que
se experimenta al descender a una mina: oscuridad completa, com-
plementando lo tenebroso de las galeras. (calabozos debajo del
agua incrustados en las paredes). el clima, la falta completa de
ventilación, de luz y de aseo. el hacinamiento de seres humanos
convertidos en dantescos diablos, todos negros por el humo del car-
bón que llevaban encima los "rayados", nombre con que se de-
signaba a los prisioneros que salían a trabajos forzados y aspiran-
do eÍ humor de millares de gentes y la peste irresistible de la ma-
rihuana que fumaban los red usos. para amortiguar el sufrimiento
y la villanía de los cancerberos.
Con el nombre de "Cubas" se conocía en Úlúa el servicio de
excusados y mingitorios: eran las dichas "cubas" unas medias ba-
rncas.
A la entrada de cada galera, pasando a través de dos bo-
quetes perfectamente asegurados con pesadas puertas de madera
en forma de rejillas, se colaban tenues rayos de luz y algo de aire.
que renovaban, en mínima parte, la oscuridad y la atmósfera pes-
tilente de los antros, donde se hallaban instaladas las "cubas".
La oscuridad del presidio y especialmente en el lugar seña-
lado, era propicia para resbalar y caer de bruces sobre aquel lé-
gamo infecto, si no fuera porque los mismos miasmas lo delataban.
miasmas que envenenaban el organismo.
Con frecuencia; por los choques y la aglomeración, se volca-
ban aquellos vehículos de. la muerte, aquellos recipientes repletos
de microbios y, entonces regaban el lugar, alfombrando el piso
de por sí húmedo.
.
ó TEODORO HERNANDEZ
En sitios inmediatos a las "cubas" se hallaban las barrica s
que contenían el agua potable, que se utilizaba, a la vez, para el
aseo de los platos y vasos de hojalata en que se servía el rancho,
y utensilios que se lavaban en ocasiones con los orines de las "cu-
bas " .
Eran de tal manera oscuras las galeras, que viendo desde el
limbral de esos antros hacia los lugares donde ~e hallaban los re-
c!usos, sólo se les distinguía una especie de brillo felino en los ojos.
y estaban tan acostumbrados a la oscuridad que cuando los sa-
caban a la luz del sol no podían ver hasta después de varios mi-
nutos.
"La Puntilla" sé denominaba al Jugar que servía para en-
terrar a los muertos, por estar amanera de un brazo de islote, en
figura de ángulo agudo, e¡1 las estribaciones del Castillo, como a
un kilómetro más (, menos de las galeras, y la circu~daba por su
base un cerco de piedra muca, bañando su vértice, con frecuencia,
la marejada de la playa. ,
. Este era Ulúa en la época a que nos referimos, en .lo que toca
al aspecto de la prisión. ya veremos en subsecuentes artículos las
narraciones de reos políticos que ahí estuvieron confinados.
Las ergástulas de ese fatídico presidio fueron demolidas, tri-
butándose de este modo un homenaje' a la Revolución y a la Li-
bertad. La idea de la demolición, fué obra del Primer Jefe don. -
Venustiano Carranza. a quien los precursores, le consagran un re-
cuerdo de gra.titud, por haber mandado tra~sformar aquellos an-
tros infernales en centro de trabajo, civilización y cultura.
.
LAS TINAJAS DE ULUA 9
En e~ta puerta de Ulúa bien pudieron haberse escrito las palabras del 'autor'
de la "Divina Comedia": "Pierde toda Esperan=a".
/i
COMO SE VIVIA y MORIA EN LAS MAZMORRAS
I
Para los reos del orden común que se albergaban en Ulúa,
siempre había una regular cantidad de aire y sol que respirar, que
disfrutaban cuando salían a ejecutar las durí~imas faenas de la
prisión. Consistían estas faenas en lo siguiente: acarreo del agua
potable para el servicio de la pnsión, en carrera desenfrenada,
desde ¡os aljibes, teniendo que ascender y descender escalinatas
t"normes, seguidos ,de un capataz, o un par de estos verdugos, por
cada pareja de reos, dispuestos aquéllos a flagelar sin piedad las
espaldas desnudas o semidesIJudas de los prisioneros cada vez que'
éstos retardaban su marcha, por el cansancio.. o se detenían en su
canera, por fuerza mayor o involuntaria: carga y descarga de
c.arbón para las embarcaciones que atrac.aban, debiendo soporta)"
sobre sus desnudél.s espaldas hasta ciento cincuenta kilos de pie-
dr.. mineral. trabajos de pintura en el dique flotante, con perjui-
cio de caer con frecuencia al a\5ua Y perecer. pues había la con-
signa de no prestar ningún auxilio al que cayera al fondo; aca-
rreo a mañana y tarde de los excrementos humanos; para ar!"ojar-
los a la playa; el sacrificio de toros bravos, para la alimentación
10 TEODORO HERNANDEZ
de los reos, animales que había que lidiar improvisándose toreros,
para después sacrificar/os y dar a comer la carne envenenada por
la ira de la bestia, a los reclusos; los que no tenían arrestos ni ha-
bilidades, siempre eran empitonados y víctimas de las fieras.
El rancho que se servía a los presos se componía de caldo, en'
el que se cocía la carne muchas veces descompuesta, sopa de arroz
los domingos, y frijoles diariamente, de los sobrantes que queda-
tan de los restaurantes de Veracruz; en muchas ocasiones, un pan
tan duro como correoso.
Sin embargo, t~do esto resultaba insignificante y llevadero
comparado con el suplicio de los millones de parásitos que pulu-
laban por el cuerpo humano, chupando la sangre de los rec!usos,
parásitos que por su abundancia y la oscuridad de las galeras ha-
bía que ingerir, como medio más eficaz para matar/os., y qué diremos de la higiene: a los reclusos políticos se les
obligaba a lavar los platos de hojalata en que tomaban sus ali- ,
mentas ya descritos, en los orines de las cubas que los contenían,
porque el agua, a pesar de encontrarse los reos en medio de la mar,
escaseaba mucho, y en épocas brillaba por su ausencia absoluta.
Los baños para los reos políticos también eran motivo de in-
famia, pues se les obligaba a baÍlarse, cuando no en la charca
inmunda de la playa. donde se arrojaban todos los desperdicios
de la fortaleza, en un pozo infecto, debiendo extraer el agua su-
cia, en latas, y en ocasiones el baño se realizaba, en el preciso mo-
mento de arrojar los excrementos hum'anos él la mar, de manera
, que aparecían flotando sobre la superficie de las aguas, ~as in-
mundicias y los cuerpos humanos a la vez.
Conforme con el régimen militar impuesto, estaban destina-
das dos horas cada ocho días para el lavado y baño de la prisión,
Los guardianes dejándose llevar de la animalidad, constreñían a
lcf reclusos a efectuar el baño en una sola hora, y con la ropa
puesta, la que llcvaba forzosamente al inlcrior de 105 calabozos,
acentuaba la insalubridad normal y en consecuencia la emigra-
ción a la enfermería. Esta,' por su raquitismo, su pobreza y su es-
caso personal, cr~ una verdadera antesala de la muerte.
. -
Se daba a los rec!usos por prescripción médica, en los meses
de mayo y Junio, baños extraordinarios que por' las circunstancias
LAS TINAJAS DE ULUA 11
en que se tomaban y el lugar donde se efectuaba n (diferente al
ordinario) constituían un oprobio para la ciencia de Hipócrate~.
y no era 6bice para' que estos baños se tomaran aunque la marea
estuviera baj~; y así los noveciento5 presos que había en Ulúa, di-
vididos en tres secCiones. iban unQs~tras otros a revolcarse en el
cieno. llevando la peor parte los últimos que llegaban cuando e!
agua. escasa y estancada, estaba ya demasiado batida. pestilente
e impregnada de mortales gérmenes. como de los que deposita-
ban los desdichados presos enfermos.
En' los lugares nauseabundos y mortíferos de las galeras ha-
bía muchos procesados, en infecto hacinamiento, víctimas de la in-
salubridad y los malos tratos. Contáronse de estas víctimas por
centenares, sin que jamás, durante su permanencia en Ulúa. se
les instruyed proceso alguno. y no pocos de ellos sin 'haber to-
mado parte alguna en la conspiración. Enm inoc'entes. en quienes
se cebó e! odIO de los caciques. porque nO pudieron ,dar con los
verdaderos culpables y después de haberles incendiado sus casas y
destruído sus labores, fueron copados. inermes casi todos y remi-
Ldos a Ulúa. como presas de guerra.
Cada vez que moría algún infeliz desterrado, era conducido
a la necrópolis acuaria, a "La PuntilJa", por una pareja de re-
clusos, con :;u indispensable capataz. a la retagu~rdia. látigo en
mano. Los cadáveres eran enterrados a fler de tierra.
La inhumación se venficaba de esta manera: se hacía una
excavación como de cincuenta centímetros, y ahí se dejaban los
despojos.' envueltos en mugros~ y no menos piojosa frazada, que
en vida sirviera de abrigo a la víctima; "TIaera posible profundi-
zar la sepultura, pue~ en seguida manaba el agua salada de la
playa; tampoco se podía dejar ningún recuerdo del desaparecido.
$obre el montículo de. ~ierra que cubría sus hu.esos, porque cada
cadáver era pasto seguro de Jas jaibas y los cangrejos, que de
un día para otro los devoraban con avidez.
La forma de enterrar los cadáveres de los presos en Ulúa,
nos recuerda la forma en que se hacía la. de !os enganchados y
deportados al Valle Nacional.
El cadáver de! desventurado era envuelto en un petate, y
puesto en unas parihuelas improVisadas que otros dos de los com-
í2 TEODORO HERNANDEZ
,pañeros del fallecido, a quienes les esperaba la misma suerte, con-
ducían al sitIO que servía de cementerio. Este sitio encontrábase
en una especie de altozano erizada de rocas y de maleza, circun-
dado con una cerca de alambres con púas. Era de verse cómo el
cadáver mal envuelto en un 'guiñapo. de petate le salían las pier-
nas desnudas fuera de la parihuela y la cabeza le colgaba por la
otra parte haciendo movimientos de vaivén producido por el paso
de quienes lo conducían.
Pero la cosa era terrible en la estación de lluvias; entonces
el camino que conducía al llamado cementerio se inundaba de tal
manera que lo dejaban las lluvias convertido, una vez pasadas
algunas horas, en un lodazal que ]0 hacía intransitable. Por eso
es que, para conducir a los muertos que diariamente eran en bas-
tante n"úmero, se utilizaban carretas tiradas por bueyes. Y era
también de ver cu~ndo al subir la pendiente hacia la prominencia
en que h'allábase el cementerio, los bueyes resbalaban constante-
mente hasta 'sentir fatiga, atascándose ]a carreta hasta más arriba
del cubo de las ruedas. Como al entierro de los cadáveres siempre
iba uno de los capataces o de los llamados cabos, paravigilar a
los conductores á fin de que no se fugaran, resultaba ent0nces un
espectáculo por demás horripilante. El capataz o cabo azuzaba a
los bueyes con la garrocha que portaba hasta ha'cerIes sangre por
todas partes de] cuerpo, obligando por otra parte a los conductores
a que erribrazaran las ruedas del armatoste con todo su esfuerzo
posible para ayudar en 'su tarea a los animales. Pero como ni así
era posibie en muchos cases salir avante, estallaba en cólera el
instrumento de los negreros y la emprendía a palos con la misma
garrocha sobre los endebles cuerpos de los peones encargados de
guiar ]a carreta.
Una vez en el cementerio pedregoso, con las herramientas que
llevaban: azadón, pico y pala, se hacía la fosa, generalmente a
no más de medio metro de profundidad, de lo que result~ba que -
durante las lluvias torrenciales, 'ya por los deslaves o por el aflo-
jamiento de ]a tierra, los cadáveres quedaban casi a] descubierto
y bandadas de zopiJotes hacían su macabro festín en dIos.
Pero volvamos a la vida en San Juan de Ulúa.
LAS TINAJAS DE ULUA /3
\ ,
III
LO QUE ESCRIBIO CESAR E. CANALES EN SU
CAUTIVERIO'
La Cárcel de Belén, con todos sus horrores, de los que su-
pimos los que en ella fuimos aherrojados. era incomparable con el
presidio de San Juan de Ulúa. .
Ricardo Flores Magón escribió sobre la cárcel de Belén:
"Alguna vez, cuando aún era joven, fui internado durante varias
semanas en un calabozo, obscuro, tan obscuro que me impedía
verme las manos. El calabozo tenía por pavimento una capa de
fango, de tres o cuatro pulgadas de espesor, mientras que las pa-
redes rezumaban un flúido espeso' que impedía secar las expecto-
raciones que negligentemente habían arrojado sobre ellos los in-
contables y descuidados ocupantes anteriores. Del techo .pendían
enormes telarañas. desde las que acechaban negras l horribles'
arañas. En un rincón estaba el albañal. que era un agujero abierto,
por donde entraba el aire. Ese era uno de los calabozos en los
cuales s'e acostumbraba arrojar a los opositoreL. con la esperanza
de quebrantar sus espíritus. .. En mi horrible morada pude sopor-.
tar el viscoso contacto de las paredes -a cuyo recuerdo me estre-
mezco ahora-; mis pulmones, entonces jóvenes y sanos, pudieron
resistir el veneno de aquella tumba; mis nervios, aunque sensibles,
pudieron ser amaestrados por mi voluntad para responder con sólo'
un leve estremecimiento a los asaltos y mordiscos de las ratas en
léi obscuridad... Mi petate estaba húmedo, así como mi indu-
mentaria; de. vez en cuando un goipe en el petate o en el fango,
o de mañana en mi cuerpo, me indicaba que una araña había
caído y un estremecimiento recorría mi sistema. . . "
César E.' Canales, extinto ya. quien tomó parte activa en la
revolución inicial, escribió desde su cautiverio en Ulúa en 18 de
14 TEODORO HERNANDEZ
I
mayo de 1909. las siguientes línea~ que respiran la más profunda
amargura. y que hasta ahora se publican para compararla~ con lo
escrito por Flores Magón:
I
CONSECUENCIAS DE LA TIRANIA.-DOS CENTE-
NARES DE REOS POLITICOS. DESTINADOS A
MORIR LENTA Y DISFRAZADAMENTE
Si es verdad que "el grado de civilización de un pueblo se
mide por la situación de la mujer", no es menos cierto que también
se puede medir por el trato que en él reciben los r.eos políticos y
aun los delincuentes del orden común. Vemos, por ejemplo, que si
en Guatemala se encarcela y martiriza a quien osa levantar la
voz contra un gobierno despótico, Sé. fusila despiadadamente a pa-
triotaS' estudiantes y se. arma un brazo para suprimir al que refu-
giado en país vecino a~lama una gran cantidad de sus conciu-
dadanos, en España se honra y liberta al viejo León Necker. y
en Alemania se pone en departamentos especiales. se trata razo-
nablemente y se absuelve al fin. a qui~n sin miedo ni tacha levanta
el velo que escondía asquerosa podredumbre.
Hoy toca mi humilde turno, y aunque bien sé que al mos-
trar de un modo rudo nuestra incultura, seré calificado in'justa-
mente de antipatriota por mis desleales y miopes enemigos. levan-
to serena y decididamente los velos que tengo a mano. para decir
a nuestro pueblo. a la humanidad entera: mira los resultados de
la tiranía. cobra experiencia. vigoriza tus energías, "levántate;
anda"., '1
Pronto hará tres años que habiendo pretendido ~acu'dir el
}:ugo del actual gobierno ilegítimo, fuimos apr,ehendidos en los Es-
tados septentrionales y en el de Veracruz y tras de los asesinato~
de algunos compañeros. despojados de cuanto teníamos, quem;x-
dos hogares y sembrados, y conducidos al presidio de San Juan de
Ulúa. donde se nos ha escarnecido y escarnece de una manera que
me es imposible por ahora de modo minucioso detallar; se nos
rapó y vistió con el infamante traje del presidio; por algÚn tiempo
mézclados con asesinos y ladrones, apaleóse a algunos de nos-
otros; separados poco después los más responsables, estuvimos el
LAS TiNAJAS DE ULUA 15
año pasado entero. rigurosamente incomunicados. con. pretexto de
habérsenos interceptado cartas que por tratar en ellas de asuntos
íntimos. no queríamos fuesen leídas por nuestros guardianes. Aun
muy de lejos en lejos. tenemos la dicha de escribir a nuestros des-
venturados padres. esposas e hijos, que viviendo en el abandono
y la miseria. ni siquiera reciben el consuelo antes de morir agota-
dos por el hambre. de tener amplias noticias nuestras. Bien pode-
. mas decir que nuestra incomunicación ha sid.9 indefinida.
Como arril:ta dije. imposible me es por ahora describir mi-
nuciosamente las vejaciones y arbitrariedades de que hemos sido
víctimas. ias veces que nuestra Carta Magna y todos los Códigos
han sido pisoteados.' ni hacemos un estudio dél pésimo régimen que
aquí. como, en la mayor parte de las cárceles nacionales se obser-
va. porque además de no estar en condiciones a propósito. es un
trabajo que pensamos hacer más tarde unos u otros de los reos
políticos que sobrevivamos.
Haré en consecuencia. sólo un ligero bosquejo de nuestra si-
tuación. no sin manifestar de antemano para que se comprenda
hasta dónde pueden haber llegado los atropellos a nuestras per-
sonas. que en una ocasión en qu~ protestando contra los abusos
cometidos. alegábamos en nuestro favor, lo prescripto por la Car-
ta Fundamental y los Códigos. nos contestó textualmente el jefe
del fuerte. entonces coronel José M. Hernández. hoy general bri-
gadier: "Bah! Para las leyes. las muelles". .
Los calabozos en que' nos han tenido. verdaderas pocilgas.
(;strechos. inventilados. obscuros, húmedos, pestilentes y llenos de
bichos. tienen nombres. hasta ~mgestivos, tales. como "Gldria".
"Purgatorio". "infierno'" "Limbo". En este último está,asilado más
de, un año ha. nuestro buen amigo don JUAN SARABIA. To-
dos estos calabozos afectando la forma de enormes nichos o tum-
bas con bóvedas y muros' de ocho pies de espesor, son elocuentes
vestigios de la Edad Media y muy dignos del Santo Oficio. ¡De
cuántas escenas terribles. desesperadas,'.habrán sido testigos mu-
dos! iCuántos lamentos se habrán deslizado por las estrechísimas
rendijas. cuántas lágrimas se habrán ¡mezclado en el lodoso sÜe~
lo con el agu~ que en éste brota. y cuánta sangle habrá sqlpicado
las paredes húmedas. relucientes y viscosas; y no obstante. el
16 TEODORO HERNANDEZ
año pasado, 'en lo más rigu~oso de nuéstra incomunicación, cuan-
do para sop_ortar el calor teníamos que desnudamos, el señor F e-
derico Gamboa, actual Subsecretario de Relaciones Exteriores,
escritor de mucho talento y que goza fama 'de hombre observador
e mtachable,' habiendo visitado estos nuestros c~!abozos, y cuando
:saliendo preparábase para atravesar otro que conduce al patio
.del presidio, nos lanzó al rostro, aunque hablando con sus acom-
pañantes esta frase: .. ¡Qué fresco, parece que estamos en la pla-
ya"! Frase que nos pareció. un despiadado amén a nuestra si-
tuación.
El forzamiento a tomar el baño, hoy iba a tener consecuen-
cias desastrosas e inmediatas: siendo los últimos los aislados en
el calabozo "Gloria", arribamos a los fososcuando el agua es-
taba ennegrecida; ante tan repugnante circunstancia, los compa-
ñeros manifestaron deseos de no bañarse, pero maltratados brutal-
mente por el Mayor Victoriano Grinda. que como interino Segun-
. do Jefe de la Ptisión, vigilaba la escena, .cmpezaron a desnudarse.
Uno de los compañeros, el señor Román lVIarín, que respetuosa-
mente insistió en sus, deseos de no bañarse, fue soezmente ultraja-
do por Grinda y g~!peado por el capitán Chávez. Este último es
ayudante en el fuerte. Ambos ~ilitares tienen mtÍchos puntos de
contacto. Ibamos algunos enfermos; acerquéme al irascible l\IIa-
yor y serena y respetuosamente también, manifestele que no era
posible bañarme; que si él no podía resolver de acuerdo con mi
necesidad, se dignara permitirme hablar con el señor general Her-
nández, quien estaba cerca ; pero aquél, tras. de un torrente de
obcenidades y tras de gritar~e que nada le importaba mi enfer-
medad, echóse]TIe al cuello para arrancarme a tirones la chaqueta.
Sin perder serenidad manifestéle que no eran necesarios tales ex-
tremos, que. obedecería, pero que puesto que ni de ellos, ni dd
Gobierno podría obtener justicia, me quejaría a la prensa. Des-
pués supe que cuando el Mayor me estrujaba y llevaba su puño
a mi rostio, uno de los compañeros, indignado y sin poderse domi-
nar, levantó' el brazo para descargarlo sobre mi ofensor; afortu-
nadamente otro compañero mío du~ño de sí detuvo a aquél, evi-
tando de esa manera una dolorosísima tragedia.
. Terminado el baño, el señor Ramón Marín y yo, como si
LAS TINAJAS DE ULUA 17
,
hubiéramos cometido algún crimen, fuimos encerrados por dispo~
sición del Jefe del fuerte en "El Irzjiemo" .. Omito describir este an~
t,o, por haberlo hecho antes otros infortunados, sólo agregaré que
e".el peor de' todos, que no tiene en lo absoluto luz ni ventilación.
y que si la baja puerta de madera que tiene, se supliera por otra
de cal y canto, estaríamos verdaderamente emparedados. En el
momento que esto escribo, el calor nos sofoca y es de tal manera
estrecha nuestra cripta. que si extendiera el brazo. tocaría indis~
pensab!emente la cuba plétora de inmundicia.
Como no hay vigilancia que más tarde o más temprano no
se burle, supimos que el 9 del corriente, centenario de la muerte de
Fray Melchorde T al amantes, mártir de la libertad, que falleció
en una de estas mazmorras, efectuóse una fiesta (no sabemos si a
iniciativa privada o del Gobierno) con motivo de la inauguración
de un monumento erigido a la memoria. de aquella gran víctima.
Indudablemente deben haberse pronunciado oraciones en honor
del héroe y de su obra, lanzando vítores a la libertad. a la paz.
etc. Es indudable también que a la fiesta asistieron nuestros fieros
guardianes y rindieron su homenaje. ¿N o resulta esto triste, ridícu-
la. y desvergonzada farsa ? Fuera falsas modestias y expresémonos
cI&ramente. Nosotros, aunque pequeños y humildes, quisimos como
aque}Jos sublimes varones de nuestra primera. independencia, Sil-
cudir un yugo, romper la cadena que vergonzosamente nos suje..
ta, ofrecer en fin por la libertad del pueblo nuestra sangre en ho-
locausto a la patria. iY los hombres que -dóciles instrumentos---
coadyuvan con el Gobierno ilegal, a tiranizarnos. que nos opri-
men, escarnecen, vilipendian y acortan la vida, loan y bendicen
al mártir de J809, a quienes otros verdugos, como ellos, escarne-
cieron y asesinaron!
'
, Las Tínajas de Ulúa.-2
/8 TEODORO HERNANDEZ
IV
rCIPRIANO MEDINA RELATA SUS TORTURAS
PRIMERA PARTE
Hace algunos meses falleció en esta capital, siendo tenien-
te coronel retirado, Cipriano Medina, quien permaneció vario!'
años en los calabozos de Ulúa por su participación eJ el movimien-
to revolucIOnario de' 1906 en Acayucan.
Medina dejó escrita una relación sobre su e~tancia en aque-
Hos antros, y de ella publicamos !o que sigue:
LAS TINAJAS
,Allá por el año de J904, buscan-
do refugio de la persecución que me
hacían las autoridades de Oaxaca por
asuntos políticos, llegue a Coatzacoal-
- cos, hoy Puerto México, del Estado
de Veracruz, y en ese mismo año arri-
bó a la repetida población Hilaria C.
Salas como componente de una briga-
da sanitaria. Haciendo justicia diré
que Salas, oriundo de Oaxaca, era un,
hombre de carácter afable, de febril-_.>
actividad y un soñador de las ideas
Cipriano Medina Jibertaria~.
Por afinidad de ideales, muy pronto nació entre nosotros ese
afecto mutuo, hijo de la comprensión de pensamientos. y por ende
vino la amistad estrecha que trae aparejada la confianza que nos
hace partícipes de nuestros sentimientos.
""",".',
LAS TINAJAS DE ULUA /9
Un domingo de aquel año (la fecha escapa a mi memoria),
nos encontrábamos en la playa; recuerdo que contemplábamos una
p'Jesta de sol tropical; tai vez aguel hermoso paisaje entusiasmó
a Salas, quien de improviso fijó en mí su mirada y me dijo: "Hay
r:;ue hacer algo efectivo para difundir las ideas liberales; hay que'
irabajar para que el p.ueblo descorra la venda que cubre sus ojos
y pueda ver la triste realidad; hay que levantar su decaído espí-
ritu y hacer que del paria surja el ciudadano". Y yo, un poco re-
puesto de mi asombro, pues era la primera vez que Salas me ha-
blaba en tal forma, le dije: ¿Cuál es tu proyecto para acometer.
tamaña empresa? Y sin vacilar, c:>mo el hombre que tiene preme-
ditados sus planes, me contestó: "Reunir a los hombres que píen-
>t~ncomo nosotros; discutir la mejOl forma de iniciar los trabajos,
~i es posible formar un club; tú me ayudarás". Tales frases las pro-
nunció con el aplomo que caracterih la convicción".
De3ae aquel momento nuestros vínculos de amistad quedaron
más fuertemente atados por el juramento que en ~ilencio nos hici-
mos de trabajar en pro de la causa libertaria, pues comprendíamos
demasiado ~que la empresa nos acarrearía sinsabores.
Días después nos reunimos en' la casa habitación del señor
.rulián Esteva, que ya era nuestro correligionario, con un pequeño
grupo de adeptos, y después de manifestar.' Salas el objeto de la
Ieunión y de haber expuesto la idea entre' los concurrlntes, se
JIegó a la conclusión de formar un club, el que se llamó "CLUB
LiBERAL VALEi\!TIN. GOMEZ FARIAS", en memoria
del ilustre constituyente.
Hecha la elección de mesa directiva, resulté nombrado se-
cretario de la naciente agrupación. Como una de las bases ~ra le-
yantar el espíritu del pueblo, se e~tatuyó conmemorar los días de
gloria y de luto de nuestra Patria. en los que, según el ca~;o, se
harían fiestas o veladas. De nuestro peculio sosteníamos la agru-
pación y costeábamos las erogaciones, lo que a veces requería
yedaderos sacrificios para dades mayor lucimiento. pues nuestros
emolumentos eran reducidos. Salas. como dije al principio. era
empleado sanitario, y los demás eran artesanos; obreros de los'
la!ieres del ferrocarril, Deaueños comerciantes y yo. emnleado co-
mercia! de Ja casa Pe"rey'ra Hermanos.'
.
20 TEODORO HERNANDEZ
Los oradores nombrados al efecto enaltecían las glorias y
virtudes de nuestros héroes a la par que censuraban la adminis-
tración porfirista, para que el pueblo se diera cuenta de la abyec-
ción en que vivía. La labor fue fructífera, y unos meses más, el
reducido número de fundadores de la agrupación fue reforzado
por otros elementos, en su mayoría ferrocarril eras. Así nació y tu--
va vida el "Club Liberal Valentín Gómez F arías", que andando
el tiempo haría estremecer el soiio del rebelde de T uxtepec.,
N~estra propaganda se extendió a las poblaciones comarca-
n'as e Istmo de T ehuantepec. Formamos sucursales en Chinameca
y otros lugares, pudiendo así ensanchar nuestro radio de acción.
Ya en estas condiciones pensamos ir más lejos y comisiona-
mos a Salas para que se pusiera en contacto con la Junta Revolu-
cionaria presidida por Ricardo Flores Magón. Nació la "Segun-
da Agrupación Activa", a la que únicamente pertenecíamos los
que estábamos en e! secreto de los planes revolucionarios y en con-
tacto directo con la misma Junta.
En e! mes de febrero de 1906 acordamos levantar una esta-
tua alBenemérito de las Américas, licenciado don ijenito Juá-
rez con motivo del centenario de su natalicio. Sin contar con ele-
mentos, .pero sí con una inquebrantable ,,;oluntad y alentados por
la firmeza de nuestras ideas, emprendimos la obra que fue coro-
nada con el éxito, por haber contado con la cooperación unáni-
me de! pueblo, cuya simpatía nos habíamos conquistado después
de dos años de constante lucha. Este monumento, humilde por
cierto, como lo fueron los actos de nuestro ilustre patricio, es un
testigo mudo pero elocuente de nuestra tesonera labor, que paten-
tizará a la generación presente nuestro entusiasmo y que perpe-
tuará la memoria del "Club Liberal ValenLÍn Gómez F arÍas",
integrado por un grupo de jóvenes ilusos como nos llamaban los
pretorianos, pero en cuyo cerebro ardía la llama de la libertad, en
sus corazones la esperanza de triunfo y dispuestos siempre al sa-
crificio en holocausto a sus ideales. .
El día 21 de marzo de aquel año (1906), el pueblo se dio
cita en la plaza de Coatzacoalcos; la muchedumbre estaba an-
siosa de ver cuando se descubriera la efigie del patricio. Por mi
Eente jamás cruzó la idea de que desde aquelJa noche, en que
LAS TINAJAS DE ULUA 21
todo era gozo y satisfacción, comenzaría a descender por los pel-
daños de la escalera del dolor que el destino había colocado en
mi camino; su índic'e de fuego~me tenía señalado como la prime-
ra víctima, y acatando sus altos designios había que inmolarse.
La muchedumbre, con sus vítores y aclamaciones levantó nuestro
ánimo haciendo que nuestra imaginación volara en alas de la fan-
tasía.
El programa dio principio en medio de! júbilo, desbordante
de la multitud, y al llegar e! momento en que me tocaba cubrir el
número que se me tenía, encomendado, lleno de visible emoción
abordé la tribuna.
Carezco de dotes oratorias y mucho más de 'elocuencia; pero
en mi lenguaje sencillo hablé al pueblo, cuyo ánimo se enardeció
con mis frases candentes. F_ue una peroración virulenta; ácremen- ,
te censuré la administración porfirista y de una manera clara y,
abierta, hice una invitación al pueblo para que con las armas en
la mano defendiéramos nuestros derechos conculcados y derrocá-
ramos aquella odiosa dictadura.
Los esbirros, justamente alarmados, en esa misma noche y en
ese mismo momento, hicieron presión ante las autoridades locales,
que por cierto se encontraban presentes, para que ordenaran que
se me bajara de la tribuna y se me aprehendiera; pero compren-
dieron cuál hubiera sido en tal caso la actrtud del pueblo, de ese
pueblo que ya comenzaba 'a sacudir e! marasmo que lo dominara,
optando mejor por ponerlo en conocimiento de las autoridades su-
periores de Minatitlán, y al día siguiente se presentó el Jefe Po-
lítico Manuel Demetrio Santibáñez con las fuerzas del Estado,
tal como si. se tratara de un verdadero levantamiento. Mis com-
pañeros, temerosos por la suerte que pudiera yo correr por 'haber
provocado las iras de los pretorianos de la caduca administración,
me ocultaron, y horas más Úude salía en una máquina del ferro-
carril rumbo a Chinameca. Pero la persecución era tenaz: allí
también una fracción de rurales me buscaba con insistencia. Para
librarme de caer en sus garras, José María Novoa, que era Jefe
--de Estación en dicho lugar y hermano de nuestro inolvidable co-
rreligionario Enrique de! mismo apellido, me ocultó en la concavi¡
dad que forman los muros que sostienen los tanques para la toma
22 TEODORO HERNANDEZ
de agua de las máquinas. Dentro de aquella muralla. si así puede
decirse, reflexioné sobre mi situación; me sentí avergonzado por
haber abandonado el lugar que me corrcspondía en la lucha. y aun-
que mis compañeros optaban por la fuga, mi dignidad de hombre
me obligaba a sacrificarme en aras de mis ideales. Comprendí que
era -bochornoso expresarse de un modo viril cn la tribuna para
después emprender una retirada vergonzosa, y más en nosotros,
que nos habíamos impuesto el deber de trazar al pueblo el sendero
de la libertad y enseñarles como se cae, ;Jero a caer con dignidad.
Con tales reflexiones, regresé por la noche en otra máquina
ferrocarrilera a Coatzacoalcos. y al día siguiente, al ser visto ya
no traté de ocultarme y fui aprehendido con ~aña inaudita por
fuerzas del Estado y conducido desde luego a "Miramar"; nom-
brc qu~ cn -esa época se le daba a la prisión. Al día siguientc, a
¡as primeras horas ¿¡el día, con lujo de fuerza, haciendo aparecer
que éra consignado a las armas como contingente de sangre, se
me llevó hasta Juchitán, porque los cobardes esbirros comprendie-
ron que allí no me tenían seguro, pues el pueblo daba muestras
de amotinarse para libertarme. -
Haré aquí un paréntesis para hacer justicia a la conducta
observada por la -joven Josefa Tolentino, única mujer con que
Cf,ntábamos en el seno de la agrupación. Caminaba entre la nu-
merosa escolta que me conducía a la estación para tomar el fe-
rrocarril del Istmo, cuando de improviso, de una de las calles ad-
yacentes, surgió la figura de esa joven morena, en cuyo rostro se
Icflejaba el dolo.r, y sin que le infundiera temor la soldadesca, fi-
j;:ll1do en mí sus grandes y negros ojos, me habló de esta manera:
"Medina, vé tranquilo, que si te teca morir.y no hay quién ocupe
tu puesto, yo sabré ocuparlo". A esta muchacha, que frisaba en
los veinte años, todos le teníamos aprecio, admiración y respeto,
se había conquistado nuesÚas simpatías por sus ideas levantadas,
¡,er su amor a la causa y porque en la tribuna había demostrado
más de una vez con sus candentes peroraciones, dotes ~ratorias.
Al llegar a Juchitán se me condujo al cuartel del 250. Ba-
taJlón, pero no se me dió el trato que se acostumbraba para los
que tenían la desgracia de ser consignados a las armas, sino que se
me alojó en un cuarto tal vez para ser mejor vigilado. dc modo
I
LAS TINAJAS DE ULUA 23
que prácticamente me encontraba detenido en el mismo edificio.
Toda m'i corresDondencia era interceptada y hasta violada, así
íue cómo cayó ~n manos de mis verdugos y custodios una carta
que el hoy General de Brigada Juan José Ríos me dirigiera desde
San Juan del MezquitaI, Zac., de la que únicamente se me mos-
Iró el sobre; pero como suponía su contenido, creo no haber podi-
do disimular un gesto de disgusto, pues esa carta debÍadenun-
ciarlo como el principal conspirador el1 el Estado de Zacatecas.. .
Yaya había caído, per~ mis correligionarios siguieron traba-
je.ndo con el mismo tesón, aunque ya con más dificultades por las
persecuciones de que eran objeto, logrando hacer que el movimien-
te revolucionario estallara el 30 de septiembre de' 1906 en San
Pedro, Soteapam, del entonces Cantón de Acayucan, Chinameca
e Ixhuatlán, del Cantón de Minatitlán, acaudillados por Hilario
C. Salas, Enrique S. Novoa y Palemón RiveroIl, respectivamente.
Inmediatamente que tuvieron conocimiento las autoridades
militares de ese movimiento libertario, se me encerró en un calabo-
,:0 que estaba destinado a castigar a los soldados incorregibles, y
aHÍ permanecí hasta que la soldadesca ahogó en sangre aquel gri-
to de rebeldía. En los pri:neros días de octubre del mismo año de
. ¡
906 fui sacado de dicho calabozc y siempre con lujo de fuerza,
fui conducido a Veracruz e internado en la prisión "Las Gale-
las", y una hora después de mi llegada se me encerró en una "bar-
tolina", de donde fui sacado al día siguiente para Ilevarme a pre-
sencia de mi juez, ante un juez de aquella época, para quien toda
leyera la consIgna.
En el juzgado comencé a darme cuenta de cuanto había pa-
sado, pues com'J dije antes, se me tenía incomunicado; allí pude
ver a don] ulián Esteva, que (:ra conducido también para decla-
lar, y con quien únicamente pude cambiar una mirada. Al tomár-
seme declaración, aquel juez venai quiso increparme, y con tono
imperativo me dijo; ¿Quién es usted para atacar al gobierno y qué
m0tivos tiene para ello? "Lo atac::> con el derecho del ciudadano
':lue tiene libertad de pensar, y los motivos sería muy largo enu-
merar los", le contesté. Después, ya con vozmás suave me hizo
otras preguntas que no es del caso referir, y al terminar sarcástica-
mente dijo, como hablando consigo mismo: "He tenido la oportu- '"
24 TEODORO HERNANDEZ
.~
I
nidad de ver que todos los complicados en este asunto ha\"! tenido
el valor suficiente para a~umir cada uno su responsabilidad". Si
aún vive e! juez Bullegoyre que nos juzgó y llega a leer estas líneas,
tendrá que confirmar lo que asiento. Y es que hay episodios en la
vida que no cubre la brocha de! tiempo con el barniz del olvido, sino
que se graban en nuestra memoria 'con caracteres de fuego.
Terminada mi declaración fui conducido al malecón, en
donde abordamos una lancha que puso proa hacia el tenebroso
CastiJIo de San Juan de Ulúa, en donde ya se encontraban muchos
de mis compañeros de lucha. Antes de que ven'ciera el término de
¡.ey, en la misma fortaleza se nos dictó auto de formal prisión por
rebelión y sedición, Dara cubrir los requisitos constitucionales y de-
jar que el proceso, como se dice vulgarmente, durmiera el sueño del
justo, pues jamás se volvieron a ~cordar de nosotros, fiados tal vez
de que en aqueJIa prisión no podrÍamo~ sobrevivir por mucho tiem-
po. A los cinco días de permanecer en la galera número 1, en don-
de me encontré a otros, entre ellos al viril y simpático Cecilia E.
MOl!'ocini, quienes no terminaban de contarme los episodios de aque-
Ha cmitienda, sin experimentar ya la sati:;facción de vemos otra
vez reunidos, aunque en muy diferente forma, fui sacado de ese
antro para ser llcvádo a otro más tenebroso. "El Infierno". Tal
ñombre se daba a un calabozo que sólo tendría aproximadamente
unos ciento cincuenta centímetros de alto, doscientos veinticinco de
largo por unos ciento treinta de ancho. Era una concavidad for-
mada en las gruesas paredes del vetusto CastilJo en e! fondo de un
solitario calabozo; por lo que una vez cerrada la puerta que me-
diría unos ciento veinte centímetros de alto, el reo quedaba sepul-
tado en vida. Hasta allí no llegaba el meJQ.orrayo de luz, no se oia
rumor humano, era una noche interminable -en la cual perdí la no-
ción de! tiempo.
.
Lector, 'si alguna vez visitas esa fortaleza, que 'muy bien pu-
diera ser llamada la tumba del Golfo, interésate por conocer "El
Infjemo", contémplalo y compadéceme. -
Cuando fui exhumádo, si c~be la frase, salí con los cabellos
y ]a barb.:: sumamente crecidos, el cuerpo presentaba algunasúl-
cems producidas indudablemente por la higiene (?), pues mi baño
no era atto que las filtraciones de agua que llegaban hasta mi
LAS TINAJAS DE ULUA 25
tu~ba en las horas de pleamar. Al llegar a un amplio patio que
existe en ese Castillo, cuál no sería mi sorpresa ct:ando entrecerran-
do los ojos para ver mejor, pues los rayos del sol herían mis pupi-
las ya accstumbradas a las sombras, vi a varios centenares de reos
políticos, como nos llamaban. Por suerte en esa formación me tocó
quedar junto' a Moroncini, con quien crucé algunas palabras, co~
rriendo el peligro de que el corbacho acariciara nuestras espaldas,
pues me diJo que era considerado como grave delito hablar en for-
mación, y toda falta ~ra castig~éla con azote. Hasta entonces pude
darme cuenta de que había pérmanecido catorce largos meses en
aauella soledad; no recuerdo la fecha exacta, pero fue en la pri-
m~ra decena de noviembre de 1906 cuando entré a ese antro, y al
volver a la luz corría el mes de enero de 1908.
Momentos después fui internado en un calabozo al que por
sarcasmo, o por estar colocado en la parte alta de "El Infierno";
le llamaban "La Gloria". Tenía más altura, un débil rayo de luz
fonnaba la penumbra; pero las filtraciones de los aljibes que hay
en la parte superior del castillo formaban estalactitas, de donde
se desprendían las constantes gotas de agua que no sólo humede-
cían mi humilde indumeni:flria, sino las baldosas del piso, que es-
taba formado en el centro por una piedra co~pletamente lisa, por
lo que se podía tener la impresión de que se.caminaba en un pan
de jabón. Por fortuna permanecí allí úr;lÍcamente unas dos sema-
nas para pasar después a "libertad",' como se decía cuando un reo,
después de haber pasado por los calabozos de tormento, como eran
los que he descrito y "El Purgatorio", "El Jardín" y "La Leona", .
que sería largo describir, quedaba en común de presos.
En la "galera" número uno, que fue a donde se me internó,
se compone de tres amp1ios salones comunicados por pequeños ar-
cos. y por lo tanto en contacto con los presos rematados, o sea los
rayados, que por estar sent~nciados los vestían con un traje a rayas.
Estos salones inmundQs, poblados de parásitos, obscuros y hÚme-
dps por las filtraciones del agua de los mismos algibes, una vez se
inundaron en la estación de lluvias, habiéndonos !legado el agua
un poco más arriba de la rodilla. Imagínese el lector el cuadro que
formábamos aquellos esqueletos andantes, semidesnudos,movién...
26 TEODORO HERNANDEZ
dase como sombras chinesca~ en medio de aquella laguna limitada
por los negros muros de nuestra prisión.
Seguir relatando la dura prueba a que fui sometido sería tarea
larga, pues. tendría que describir uno 'a uno los episodios que du-
rante tanto tiempo se desarrollaron. escenas que conservo en la me-
moria y cuyo recuerdo sombrío. triste y lúgubre bajará conmigo a
la obscura región de lo ignorado.
Muchos de los compañeros. en su mayoría indígenas 'de 50-
teapan. Ixhuatlán y Fajapa. sucumbieron. y como héroes anóni-
mos. yacen sus restos olvidados en ti panteón de aquel islote cono-
cido con el nombre de "La Puntilla". ¡Loor a su memoria!
Los 'que sobrevivimos. al' recordar aquellos tiempos. sentimos
que el cuerpo se estremece, que la sangre se hiela. apareciendo en
el kaleidoscopio de nuestra imaginación aquellos cuadros Henos de
dolor y de miseria.
Cuando dedicábamos up recuerdo a los seres queridos. que no
podían tener ni aun siquiera el consuelo de recibir nuestras letras,
perdida la esperanza de volver a vemos e imposibilitados de tener
el consuelo de ir a nuestra anónima tumba para depositar sobre
ella las flores de amaranto y Úempreviva. entonces. buscando un
¡enitivo a' nuestro justo dolor, entonábamos esta canción. producto
de la fecunda imaginación ,de nu~stro querido e inolvidable Juan
Sarabia y la que fue inspirada. en las sombrías mazmorras, era
:Jara nosotros como el bálsamo consolador que restañaba las heri-
das de nuestro lacerado corazón:
LAS GOLONDRINAS
i Oh golondrina que C'J11raudo vuelo
Puedes cruzar ja vasta :nmtnsidad;
Dichosa tú que libre y con consuelo
Donde te llaman tm instintr"s, vas.
Yo prisionero por. amar mi patria
Al ver tu vuelo sobre el ancho mar.
¡Oh; golondrina, tu existencia envidio,
y sueño en mi perdida libertad.
LAS TINAJAS DE ULUA 27
Ave errabunda. vé con los que me
y que tal vez mi ausencia llorarán.
y hasta sus almas doloridas lleva
Los ecos de mi canto de pesar.
aman
Haz que conozcan los tormentos míos
y que no ingratos vayan a olvidar.
Lo que he sufrido por amar mi Patria
y por amar la santa libertad.
Existía la consigna de que el yoluminoso proceso se mantuvie-
ra abierto con el deliberado propósito' de no pronunciar sentencia,.
con la criminal intención d~ que uno a uno fuésemos sucumbiendo
por agotamiento físico y moral.
En tales condiciones no teníamos más esperanzas de que algún
día. tal vez a la muerte del dictador. las pesadas puertas de nues-
tra prisión giraran sobre sus robustos goznes para damos paso y re-
cobrar la ansiada libertad..
La simiente que depositamos en el surco germinó. dándonos la
libertad como sabroso fruto en junio de 191 l. cuando la Revolución
tmmfante se constituyó en Gobierno.
28 TEODORO /-fERNANDEZ
v
i,, .
ESCRITO DE EN.R/QUE NOVOA, REBELDE IRRE~,
DUCTIBLE, EN EL CALABOZO "EL INFIERNO".
Enrique Novoa encabezó en 1906 el movimientc revoluciona-
rio del entonces cantón de Mínatitlán, del Estado de Veracruz, Los
contingentes para el movimiento encabezado por Novoé'. lo dieran
los clubes liberales "Vicente Guerrero", de Chipameca, y "VaJen-
tín Gómez Farias", de PuertoMéxico, a los que se unieron elemen-
tos indígenas de la Sierra de Soteapan, del qúe fue cantón de Aca-
yucan, entre los que había hecho dicacísima propaganda revolucio-
naria Hilario C. Salas, consideradc como jefe del movimiento' en
el Estado' de Veracruz. y quien, cen elementos de la misma sierra.
atacó, el propio año de 1906, el 30 de septiembre, aJas .once de la
boche, la ciudad de Acayucan, siendo herido de gravedad cuando
ya estaba a punto de tomarla. .
Enrique Novoa fracasó en su empres~ y cayó prisionero, siendo
llevado al presidio de San ]win de Ulúa, en donde permaneció tres
alios, torturado en los más inmundos calabozos de la fatídica pri.
sión. Fue un hombre desventurado, que sufrió graves y numerosas
desazones, víctima de sus ideas, muriendo asesinado la noche del 28
de agosto de 1917 por una partida de hombres armados, encabeza-
da por Leonardo Hernández, quien a las órdenes del .:abecilIa huer-
tista Cástulo Pérez, hacía sus correrías por aquellos rumbos, cuando
Novoa haIlábase aun convaleciente de las varias heridas que recibió
en un descarrilamiento provocado por los rebeldes felicistas al tren
Interocéanico, en el lugar denominado Las Vigas, cerca de J aIapa.
Enrique Novoa, a pesar de que en su horrendo cautiverio de
CIÚa p'aIpó el fondo de t?d~ ¡as amarguras, no perdió en ningún
inslante un ápice de sus energías. revelando siemPre que permane-
cían incólumes sus convicciones, bajo cuyos estremecimientos pen-,
LAS TINAJAS DE ULUA 29
saba y escribía. Escribía ~I rumor de las olas del Golfo, que llega-
ban hasta su calabozo como cansadas, con pes3.dez que infundía
congoja, y del monótuno ,itmo de su salmo parecían desprenderse
ayes lastimeros, como si trajeran en su largo viaje quejas de muchos
náufragos y hondos secretos de tierras muy lejanas. .. Meditaba,
cuando la tarde morí¡~ v encendía!lse los fanales de Ulúa y de los
e~tremos de los maleco~es que guardan la rada, 'y las banderas de
barcos de guefi"a que se hallaban en bahía eran arriadas al toque
de corneta, cuyos acordes hacían vibrar el sensorio. j El alma se sa-
turabd del paisaje, en ella se dibujaba la dulzura melancólica de!
crepsúculo y la infinÍt'l tristeza de la ~arde!. .. T añían el "Ange-
1m" los campanarios de las iglesia~ de! puerto, que, coma doliente
ruego", inundaba el espacio y prolongado y lánguido permanecía
vibrando por algunos instantes como en las cuerdas de una lin
funeraria. .. y a su influjo misterioso apuntaban en su mente COIRO
traidas por el último reflejo lejano crepuscular, añoranzas de afec-
ciones, las más sentidas! . . .
En las siguientes iíneas inéditas del Precursor de la Revolu-'
(ión, pueden verse los conceptos sociológicos que sustentaba con' ma-
ravillosa observación de las. condiciones de! país, que hubieron de
provocar el movimiento insurreccional. 4
De uno de los escritos que conservamos inéditos, fechado e! 2S
de mayo del mismo mes, en que habla de la mentira de la justicia,
con los epígrafes de Pascal: "La Justicia es cuestionable. La Fuer-
za no lo es"; y de Montesquieu: "La Justicia debe ser como la
muerte; que no perdon'a a nadie", entresacamos lo siguiente: " . . .No
es nada estar aquí en manos de la Tiranía que dispone de nuestras
vidas a discreción, con ausenc,ia de toda ley, de todo a~paro, y aun
de toda humanidad. En Rusia tÍenen los tiranos una "Siberja" para
asesinar a los reos políti~os por medio de los trabajos, del látigo, de
los calabozos terribles donde mueren de frío! . .. En México tienen
los tiranos un "Ulúa" para asesina': a los reos políticos (como nos
están asesinando), por medio del !átigo de la "peste", de la hume-
dad, de la falta absoluta de higiene, de muchos tormentos más. . y
asfixiándonos en estos "calabozos-tumbas" por el caIcr excesivo
(allá el frio, aquí el calor). por la falta de aire, de ventilación, de
luz, d~ vida! 1
30 TEODORO HERNANDEZ
DESCRIPCION'DEL CALABOZO "EL INFIERNO".
. . ~
¿Es un' Infierno o una tumba? Es una "t~mba infernal". Des-
de que se da el primer paso, se 'nota un piso húmedo, que hasta
chasquea, como si fuese un chiquero de puercos. Una atmósfera ca-
liginosa y malsana invade los pulmones; la peste se hace inaguan-
table; la humedad es tanta y está el ambiente tan impuro, que ten-
go escoriadas ]a laringe y ]a nariz: ]a obscuridad es completa y
cterna; no hay ventilación de nmguna clase, pues todo el calabozo.
en forma de gran nicho, ahovedado, está rodeado por paredt's d('
dos y tres metros de espesor, las cuales chorrean agua. Jamás ha en-
trado aquí un rayo de luz. desde que' se construyó este mísero ca-
labozo, allá hace siglos por los Españoles; para deshonra de la hu-
manidad. Las par~des se tocan y están frías, como hielo" pero,es un
frío húmedo y terrible que penetra hasta los huesos, que cala, por
decirlo así. A la vez, el calor es insoportable, hay un bochorno asfi-
xiante; jamás entra Una ráfaga de aire, aunque haya Norte afue-
ra. Las ratas y otros bichos pasan por mi cuerpo, sin respeto, habién-,
dose dado el caso de que me roan los dedos por la noche. Ahora
procuro dejarles en el ~¡uelomigas de pan para que se entretengan,
Hay noches que despierto asfixiándome; un minuto más y tal vez
~noría, me siento,tme enjugo el sudol, me quito la ropa encharcada
y me visto otra vez para volver a-empezar. Cuando esto sucede, r'>
chino los dientes y digo con amargura ioh pueb]o! iohrpatria mía'
Hace cinco meses que estoy aquí enterrado vivo, casi sin comer, en-
fermo, con el hígado inflamado, arrojando los pocos ,alimentos que
,tomo y casi a líquidos. ¿Y creeréis que estoy arredrado? No. Yo
bien sabía de lo que se trataba. Mi "Manifiesto" probará a ustedes
que mi resignación es completa y qu~ sé que mi muerte está decretada
irremisiblemente. Llegué a esta "tumba" el'S de diciembre de 190(;,
y desde entonces estoy incomunicado, vigilado esirechamente y aun,
que antes he querido escribir, no he podido hacerlp, hasta hoy que
una mera casualidad me proporcionó papel y lápiz. Gracias, Dios
mío, porque voy por fin a poder comunicar a mis amigos, correli.
gionarios y compatriotas, los crímenes /de que estamos siendo vícti-
mas, principalmente yo, a quien el Juez 'Betancourt desearía tener
ya bajo tierr? para que se ignorara su maquiavelismo, que envidia-
LAS TINAJAS DE ULUA 31
rían. aún los tribunales especiales de los Borgia y dél Duque de
Parma. El día que n~gué a esta fortaleza. cuando salté de la lan-
cha al Castillo. venía yo ágil. fuerte. colorado; vedme hoy. j Soy
e! espectro de la muerte! Ese día el Juez Betancourt vino personal-
mente a recibirme con otras personas. El mismo pasó por delante.
entró al calabozo con paso vacilante, rayó'un cerillo y sonrió con ga-
tisfacción a sus acompañantes. El calabozo estaba bueno para un
hombre que se trata de asesinar. ¿Qué papel hizo en ese momento
el Juez Betancourt? ¿ Era] uez o verdugo? ¿ Esbirro o Iscariote?
jAh! Era un miserable. Pero yo no me fijé en ese refinamiento de
Betancourt sino hasta ahora después, que hilvanando los hechos. he
venido a sacar conclusiones terribles. Vosotros juzgaréis y veréis si
soy visionario o tengo razón en mis observaciones. A los 42 días que
llevaba yo de estar sumido en este calabozo, sin hablar con nadie.
sin ver nada, sufriendo las primeras calenturas. las primeras punza-
das .en el hígado y las primeras congestiones; fui sacado y llevado al
Palacio del Gobernador, donde esperaba' e! Juez Betancourt para
tomanñe declaración'. .. y no fe crea que es exageración. Octavio .
Mir; beau, nos habla de los chinos, como los inyentores de los tór-
mentos má horribles; tales como Íos de "la s~nsación" de los diferen-
tes órganos; de! de "la campaña". ctc. .
¿y qué os parece ellormento del olfato? ¿de la vista? ¿ del
enmudecimiento? ¿.de la sensación general? Pues aquí se está suje-
tó a todos esos tormentos. Sujeto a respirar ¡emanaciones impuras.
una atmósfera pesada y húmeda que no es_renovada jamás. porque
no hay ventilación, al grado que hay momentos en que la vela se apa-
ga por falta de aire. Agregad a éste los gases mefíticos quedespide
la cuba inmunda. sucia, antiquísima. sin ser desinfectada jamás; y
los microbios aglomerados aquí durante valios siglos. La vista. su-
jeta al tormento de la obscuridad eterna. L'a boca. atestada de mi-
crobios. y con ese mal sabor que tiene del hígado intoxi~ado.' El
enmudecimiento indefi~ido. Los dolores continuados del cuerpo en
general. ~ujeto a :a humedad por espacio de largo tiempo. .. y se
agrega a todo esto que se está enfermo. casi sin alimentos. etc. El
médico me ha dicho que las medicinas aquí son paliativos. pues todo
depende del lugar donde ~stoy. iY yo que no lo sé!
El único empleado que ha venido con frecuencia. dominando
32 TEODORO HERNANDEZ
J
por completo su repugnancia a este lugar miserable, es e! c.:,obrma-
dor de la fortaleza. Hay empleados que para llegar aquí, si quiera
sea a la puerta, encienden primero un cigano y hablan con los di~n-
tes apretados. Otras veces, al entrar al "pasillo" sin llegar aquí. di-
cen, tapándose la nariz: "1 Puah!" . . . con asco justificado, es ver-
.
dad. j Tienen mil veces razón! .
'Cuando me 9reguntan qué se me ofrece, conteste siempre: Na-
da. Estoy bi~n. ¿ Para qué molestar? Saben que estoy enfermo y
no depende de ellos mi estancia aquí, sino del juez e V erd~go Be-
tancourt. Cuando e! Corone! vino a mi calabozo a la mañana si-
guiente de mi arribo aquí, me preguntó cómo había pasado la no-
che, que cómo había dormido. Le contesté con naturalidad (y así
era en efecto): "Perfectamente bien". El Coronel no pudo menos
'de sonreirse, pues.le parecía que esto fuese imposible. IVlás que
exacto. Las primeros días estuve bien, a pesar de todo. Traía yo al-
macenado mucho aire puro y mucho sol de aquellos montes saluda-
bles y de aquel sol de la "Libertad", porque, el que huye, es libre,
mientras no cae, por supuesto.
Hasta ahora después, c.uando empecé a enfermarme, es cuan-
do he venido a sentir los rigores de los suplicios, de los tormentos a
que se me ha sujetado. j Y cuidado con e! tormento de la asfixia!
No es un lamento, ni una queja, lo repito. Es qu~ me di~'ijo al T ri-
bunal del pueblo para p~esentar una acusación terrible. Me atengo
a su fallo y lo espero con calma, aquí donde me" encuentro firme a
. ..
mIs CO!)VICClOnes.
...
---
LAS TINAJAS DE ULUA 33
,
..
VI
ALEJANDRO M. BRAVO SUFRIO TAMBJEN LO.~
RIGORES DE LAS TI1YAjAS
Un deber es para nostros dar a conocer, como
integrante del grupo de revolucionarios de aque~
lIa época, los' nombres de ellos y los esfuerzos y
sacrificios que desplegaron para despertar la con-
ciencia nacional, ya que, como alguien ha dicho,
la historia de los liberales precursores de la Re-
volución Mexicana no se ha hecho porque toda-
vía permanece el! la tinta de los juzgados.
Débiles en apariencia, por falta de elementos
para acción punitiva, tenían ,sin embargo, fuer-
za espiritual y moral bastántes, para mantener
in~ó¡ume el fuego de sus ideales, sin que, ni las
persecuciones, ni las prisiones, ni el sacrificio de la vida misma, en
fin, pudieran domeñar sus juveniles rebeldías. Los supervivientes
del precursorato que estuvieron en las mazmorras de Ulúa, llevan
en su sensorio bien impresos los padecimientos de aquel antro. .
La época de los precursores fue la más azarosa. Con clara
comprensión de los hombres y de las cosas, así lo expresó el doctor
Pedro de Alba en el discurso que pronunció en la velada que para
rendir homenaje á la memoria de ] Jan Sarabia, se efectuó el 29 de
octubre de 1932, en el Anfiteatro de la Escuela Nacional Prepara-
tona. .
Pero no siempre se ha honrado la memoria de los precursores
como es debido. En "El Universal" de 7 de agosto de 1937, eili-
Alejandro M.
Bravo
Las Tínajasde Ulúa.-]
34 TEODORO HERNANDEZ
cenciado Armando Z. Ostos hace una relación de las realizaciones
de carácter revolucionario llevadas a cabo por las autoridades de
T ampico. donde él. el licenciado Ostos. se ~ncontraba de visita; y
en alguna parte de esa relación. refiriéndose a la cárcel municipal.
expresa: "N o obstante que iba mal prevenido. siquiera puedo asen-
tar que no ando. mal lo relativo a higiene y que. si bien los reclusos
están aglomerados en las crujías por su poca capacidad. en cambio
disfrutan de sanos alimentos y .de suficiente agua para el aseo; ya
no se encuentran en el abandono de lejanos tiempos con sus galeras
insalubres y su alimentación .asesina. iFelizmente no son zahurdas
como existen en otras partes! Lo que me p.areció una ironía a la par
que una impertinencia. es que cada crujía lleve el nombre de alguno
de los precursores de la Revolución. ya que es una injusticia. verbi-
gracia. que Ricardo Flores Magón y Librado Rivera. como sím-
bolos de los esfuerzos para las nuevas transformaciones sociales. no
merezcan otro honor a su memoria que el de ser recordadé\s en los
antros de reclusión".
Estas palabras del licenciado Ostos dictadas seguramente por
la emoción de un temperamento revolucionario. sugieren en verdad.
melancólicas reflexiones.
Alejandro M. Bravo. fue de los más entusiastas por las ideas
reivindicadoras del pJleblo mexicano. en el Djstrito de Uruapan. del
Estado de Michoacán. Abrazó con ardor la causa que defendía el
Partido Liberal Mexicano al resurgir éste con motivo de la celebra-
ción del Congreso Liberal de San Luis Potosí organizado por inicia-
tiva del ingeniero Camilo Arriaga. Fue uno de los miembros más
activos del Club Liberal establecido en Uruapan en 1904. y a par-
tir de entonces su entusiasmo por la lucha 10 convirtió en un constan-
te propagandista de las ideas liberales. Convencido de que la dic-
tadura porfirista era la prin::ipal culpable de que se violaran las Le-
yes de Reforma. sus actividades se enderezaron contra ella. secun-
dando la fabor que hacía la prensa revolucionaria que encabezaba
RicardO' Flores Magón; y así se le pudo ver en los distintos I)Ue-
bIas que recorría del mencionado Distrito de Uruapan. sembrando
cada día con mayor éxito. la semilla de la Revolución.
Uno de sus familiares nos ha proporcionadc los siguientes datos
sobre las actividades desarrolladas por esa otra víctima que después,
LAS TiNAJAS DE ULUA 35
de cinco añcs de cautiverio. salió de Ulúa envejecido y enfermo pa-
ra morir al poco tiempo.
Al precipitarse los acontecimientos de 1906. con motivo de los
levantamientos de Acayucan, en el Estado de Vera cruz y de Jimé-
nez. en Coahuila. se encontraba Alejandro M. Bravo en lIma pan,
de donde iba a partir para uno de los pueblos del Distrito cnque '
lanzaría el grito de rebelión a la cabeza ae un pequeño grupo que
estaba organizando; pues había sido designado jefe del movimien-
to en el Estado de Michoacán, por la Junta Revoiucionaria presi-
dida por Flores Magón. Circunstancias imprevistas lo detuvieron
más del tiempo necesario en Uruapall y fue aprehendido por la au-
toridad política que para ello recibió orden telegráfica de carácter
urgente del Gobierno.
.
Con este motivo, los elementos que lo secundarían, según com-
promisos establecidos. se diseminaron por diferentes partes del Esta-
d<;,de Michoacán. e~ lugar de haber principiado l.a lucha por sí
mismos.
Alejandro M. Bravo fue conducido al día siguiente de su captu-
ra a la ciudad de Méx¡co y de aquí a la de Chíhuahua, donde se les
formó el proceso a todos los conspiradores que fueron c,apturados. El
gobernador de Chihuahua. Creel. después de dar los informes de los
arrestos. decía al general Díaz: "Las aprehensiones se hicieron ba-
jo la dirección del señor general don José María de la Vega y con
la ayuda muy eficaz del jefe político de Ciudad ]uárez, y de su co-
mandante de policía Antonio Ponce. También ha prestado muy bue-
nos servicios el Capitán Castro (Jiménez Castro). y mucho ha tra-
bajado el Cónsul Mallén. aunque le hacen algunos cargos por
haberle fa!tado tino para aprehender a Ricardo Flores Magón. . . .. ~
En El Paso se recogierona los presosdocumentosy correspon- ~ ~
dencia que dieron a la policía de Creel, base para n~evas aprehen- -
siones. El gobernador de Chihuahua se mostró satisfecho de la labor :-
""='
realizada.deplorando sólo que se "nos haya escapado Magón".: ::'."
~~
como dijo en su carta al general Díaz. ~ ;;
Ricardo Flores Magón consiguió escapar con Modesto Oíaz,: .., .~';
mientras la policía lo buscaba en El Paso, y refugiarse en Los An- - -
geles. California. .~
El 21 de octubre llegaron Juan Sarabia, César E:- Canales y -
36 T EODORO H ERN4NDEZ
. \
Vicente de la Torre, bien custodiados, a la cárcel de Chihuahl)a;
habiendo sido transportados de Ciudad Juárez para que el juicio
que se les siguiera hiciese un escarmiento; el gobernador Creel que~
ría que el juez de la causa estuviese bajo 'u s órdenes absolutamente.
El Presidente DÍaz telegrafió a su gobernador en Chihuahua, el 23
de octubre: ,¡... Diga usted al Juez que el caso es excepcional y
que debe emplear toda la severidad que sea posible y que quepa
dentro de la Ley, y en algunos casos preparar los procedimientos
para\ que quepa".
Con ese espíritu en las esferas oficiales había que esperar para
los presos el máximo de la pena: Juan Sarabia, César E. Canales
y Vicente de la Torre, fueron condenados a siete años de prisión, en
enero de 1907; otros liberales arrestados en el Estado de Chihua-
hua, Eduardo Conzilez, Antonio Balboa, Elfego Lugo, Nemesio
T ejada, Alejandro Bravo, fueron condenados a penas que varia-
ban de uno a cuatro años. Todos ellos fueron a dar con sus huesos
al fatídico presidio de Ulúa.
El 30 de octubre, Creel telegrafió al general DÍaz: "De las
personas comprometidas en Chihuahua, han sido aprehendidas has-
ta la última. Falta ahora limpiar otros Estados. . .". y la limpia
se hizo, numerosos revolucionarios, comprometidos o no en el levan-
tamiento frustrado, fueron encarcelados por largos años en las maz-
morr:J.s porfiristas. En la ciudad de México. cayeron, entre otros,
MartÍncz Carrión y Pérez F ernández, redactor y administrador de
"El Colmillo Público", y condenados a largos años de prisión. Mar-
tÍnez Carrión contrajo la enfermedad de tifo en la cárcel de Belén
.:;,.. y murió en el Hospital Juárez a donde se le condujo.
<:-; Alejandro M. Bravo, falleció en esta capital, como van des-
;;":'" apareciendo, cftsi todos los auténticos Precursores de la Revolución:
:z; *. _en la pobreza.
~ i>.< - En Chihuahua se le formó el proceso a Alejandro M. Bravo
:: .juptamente con los conspiradores de aquella entidad, entre los que
:;; .:se encontraban Juan Sarabia, César E. Canales, Vicente de la T 0-~ - ~;re y otros que fueron a dar con sus hu~sos a la fortaleza de San
~ Juan de Ulúa.
.
f!!.1t Al caer en poder del gobierno la lista de los conjurados en la
!;'" República, funcionó el telégrafo y se hicieron innúmeras aprehensio-
LAS TINAJAS DE ULUA 37
nes, y como el hecho de que la ] unta Revolucionaria con Sarabia y
los que lo acompañaban, se- constituyese en Ciudad Juárez, era la
señal para el levantamiento de todos los grupos de liberales, al ser
aprehendidos aquéllos por una traición, el movimiento general no
pudo cperarse, habiéndose levantado solamente los grupos de Aca-
yucan y de ]iménez en Coáhuila. \
./
Precursores de Sonora, conducidos a Ullía.-De izquierda a derecha, de pie: Cabriel Rubio, muer-
to; Manuel Zobarso, muerto; Jenaro Villarreal, vive; A braham Salcido, muerto; Plácido Ríos, oi-
Oe; Francisco D. Castro, muerto. Sentados: Carlos Humbert, oioe; Jesús Hernández, muerto en Ulúa;
Epifanio Vieyra, muerto; Lázaro Puente, muerto; José Bruno Treoiño, muerto; Luis Carda. oioe.
.,..."
LAS TINAJAS DE ULUA 39
VII
RELATO DE LUIS CARCIA SOBRE LA CAPTURA \
Y CONDUCCION DE LOS PRECURSORES DE
SONORA'
La jornada revolucionaria de 1906 constituyó la primera fase
del movimiento armado que derrocara al gobierno del general Por-
fino Díaz. sirviéndole de bandera el programa del Partido Liberal
Mexicano de 10,' de julio del mismo año, documento p~o cono-
cido por el pueblo. dada la censura que había en aquella época.
En el citado programa se explicaban los fundamentos tenidos
por los grupos dependientes del Partido Liberal. diseminados en
toda la República. para recurrir ~ las armas en contra del Go-
bierno. I ,
~ Sofocados los levantamientos de 1906, se desataron las per-
~ecuciones a los miembros del Partido Liberal, y muchos de ellos
fueron aprehendidos. como ya se ha dicho. El mayor contingente
para Ulúa lo dio la región de Acayucan donde los indígenas de
la Sierra de Soteapan, encabezados por' Hilario C. Salas. hicie-
¡¿n el movimient¿ más importante. posesionándose por algunas
horas del Palacio Municipal de 1a 'cabecera del.Cantón.
Ofrecemos ahora el relato que hace el precursor Luis Gar-
cía. quien estuvo sepultado varios años en las horrendas mazmo-
rras, de cómo fueron aprehendidos él y sus compañeros de Sono-
ra y conducidos a Ulúa.
Luis Garda. ya viejo y enfermo vive en esfa Capital des-
empeñando un modesto empleo en la Secretaría de Gobernación,
Su relato es el siguiente:
1'En el mes de agosto de 1905 que llegué a la ciudad de
Douglas. Ariz.. EE. UU.. tuve relaciones con el señor Lázaro
Puente. quien en unión de Antonio de P. Araujo. Tomás R. Es-
40 TEODOHO HERNANDEZ
pinosa y otras pelsonas, tenían formada una agrupación denomi-
nada Club Liberal "Libertad", miembro de la Junta Organiza-
dora del Partido Liberal Mexicano, que a la ~azón radicaba en
la ciudad de San Louis Missouri; era presiden tI': del club el señor
Puente, su secretario Tomás R.. Espinosa y tesorero el señor Ara u-
jO. El club tenía como órgano un periódico denominado "El De-
mócrata", cuyo director era el propio señor Puente.
Las sesiones se verificaban invariablemente dos veces por se-
mana, conquistándose adeptos continuamente para el fin que se
perseguía, o sea derrocar al gobierno de! general Porfirio Díaz,
de acuerdo con la Junta Revolucionaria de San Louis Missouri.
Así fu~ron desarrollándose las sesiones hasta septiembre de !906,
en que ya teníamos inscritos más de 300 miembros. Para esa fe-
cha el presidente de! club era e! señor Tomás R. Espinosa y -yo
su secretario. .
A nuestras sesiones ocurrían algunas veces miembros de la
policía americana con el carácter de espectadores; pero en rea-
lidad, según supimos después, con e! objeto de cerciorarse, si efec-
tivamente se trataba tn nuestras reuniones de trabajos contra el
gobierno mexicano. Siempre que, tales sujetos asistían procurába-
mos dar a la sesión un carácter de reunión cívica para la cele-
bración de las fiestas patrias.
.
El 5 de septiembre como a las cinco de la tarde n~s alistá-
bamos para salir esa noche de Douglas a tomar la aduana de
Agua Prieta, pues, para el efecto, ya contábamos con suficientes
armas y parque. Reunidos en e! salón de sesiones algunos mi~m-
bros del club a la hora citada, rodearon e! edificio como unos 30
o más "rangers", perfectamente montados y armados y nos apre-
hendieron, catearcn mi casa que ela el lugar en que se hacían las
sesiones, se posesionaron de las armas y parque que teníamos y de
toda la documentación de nuestro club, conduciéndonos 2. la pe-
queña cárcel de la ciudad. Entre los aprehendidos .se contaba e!
denunciante Trinidad Gómez que se había colado en nue~tra so-
ciedad y de quiei1 supimos después, era esbirro de! gobernador de
Sonora, coronel Rafael Izábal.
Al llegar. a la cárcel nos encontramos con otros compañeros
que ya habían sido capturados antes. Permanecimos ahí dos días,
LAS TINA/AS DE ULUA 41
al cabo de los cuales fuimo:, c:mducidos :1 la ciudad de T llcsan,
en donde después que nos examinaron las autoridades judiciales,
ri~diendo todos nuestras declaraciones y habiendo .logrado salir
algunos en libertad, al cabo de un mes más o menos, los que que-
damos, considerados como directores:.> responsables del movi- -
miento revolucionario que se preparaba, fuimos esposados de pies
y manos, de dos en dos, y con gran lujo ~e fuerza se nos condu-
jo a la plaza de Nogales, Arizona, y después en Ja misma forma
nes llevaron al edificio ocupado pOI la aduana de Nogales, Son.,
en donde ya nos espeJ aba una' gran escolta de la Federación.
Nuestros conductores nos quitaron las esposas y nosentregaron al
jefe de dicha escolta, siendo llevados a la pequeña e inmunda
cárcel del lugar.
~
Al día: sigui~nte por la madrugada, nos fueron sacando ¡'uno
por uno,'con intervalos de~cinco minutos más o menos, haciendo
el aparato de que nos iban a fusilar, pues á los pocos momentos
de que sacaban a alguno, se oían descargas; pero ya fuera, so-
lamente éramos conducidos a la estación del Ferrocarril, en don-
de ya se encontraba un carro destinado exclusivamente para nos-
otros, y la esc~lta, muy num~rosa por cierto, para los pocos que
éramos, siendo conducidos a la ciudad fuimos' internados en !a
Penitenciaría, en una celda cada uno, quedando así incomunica-
. dos y con centinela de vista, sin permitÍrsenos que habláramos con
nadie, que recibiéramos o expidiéramos correspondencia, consigna
que tenía el alcaide de la cárcel.
Desde el primer día que llegamos a Hermosillo, el goberna-
dor Izábal nos mandaba conducir diariamente a medianoche a
cada uno de nosotros á su domicilio, con el comandante de ]a po-
licía, que el propio' Izábal apodaba "El Negro", quien tenía fa-
ma de mu~ asesino, con el objeto de interrogarnos, haciendo gran-
des promesas si lograba que se le denunciara ]a trama revolucio-
naria; y como esto no ]0 consiguiera con ninguno de nosotros, hacía
]a pantomima de que nos iba a mandar fusilar: se .nos llevaba a
los suburbios de ]a ciudad, donde efectivamente se nos formaba el
"cuadro", y ya en el momento diz que de la ejecución, aparecía
un individuo con la orden de que se suspendiera el acto.
Una vez que el gobernador Izábal terminó de jI)terroo-arnos
.'"
42 TEODORO HERNANDEZ
a todos y de hacer la misma farsa con cada uno, fuimos consigna-
dos al juzgado de Distrito, que solamente para instruimos la cau-
sa correspondIente se trasladó de Nogales a Hermosillo.
En presencia del gobernador Izábal no pudimos menos que
recordar los sucesos de Cananea, más o menos recientes entonce",
en los que este mal gobernante permitió que se ultrajara la digni-
dad nacional.
Al frente del juzgado de Distrito se encontraba el licenciado
Rafael Huacuja Avila, quien nos extorsio~aba 'a todos al grado
de que a mí, después de haberme tenido incomunicado por más
de de dos meses, estando ya en' común de presos y habiendo ren-
dido mis primera~ declaraciones, a los quince días me mandó lla-
mar con el objeto. diz que de que las ampli~ra; pero era otro el
propósitO": el de que denunciara a mis demás compañeros, y como
no lo consiguiera, ordenó que se me incomunicara nuevamente,
permaneciendo incomunicado otros dos meses y medio.
Ya '.ma vez cerrada la causa y corridos. todos los trámites
de rigor, nos sent~nció a unos, y a otros los mandó poner en liber-
tad dándolos por compurgados, entre los que se contaba el que
después fuera general del ejército revolucionario, Manuel Zobar-
7:0, ya extinto. .
-
Una vez sentenciados fuimos conducidos a esta Capital y
de aquí a las mazmorras de San Juan de Ulúa, en donde perma-
necimos hasta el triunfo de la revolución maderista. Fuimos con-
ducidos hasta Ulúa procedentes de Douglas, los siguientes: José
Bruno Treviño, Abraham Salcido, Jenaro VilIarreal, Carlos
Humberto, Cabriel Rubio y yo. De Cananea: Manuel M. Dié-
guez, Esteban B. Calderón, Plácido Ríos y otros cuyos nombres
no recuerdo; y de Sahuaripa, Sonora: Lorenzo Hurtado, Epifa-
nio Vieyra y Adalberto Trujillo, todos a quienes nos instruyó pro-
ceso el juez Huacuja y Avila.
El profesor Epifanio Vieyra, del grupo que aparece en la
fotografía, aún no había sido capturado cuando lo fueron los de
Douglas y de Cananea en Sonora, y los de otras partes del país.
Así es como el 13 de octubre escribió a uno de los comorometidos
en Cuicatlán, Oax., Caspar Allende, diciéndole lo sigui~nte: "Re-
cibí su atenta de 20 de septiembre. Me perdonará usted que no
LAS TINAJAS DE ULUA 43
sea muy explícito, pues desgraciadamente, como simpre, en nues-
tras honradas filas sé han deslizado los reptiles; hay traidores. Ya
sabrá usted que nuestros hermanos de la frontera fueron sorpren-
didos por, la policía americana y su suerte está echada. Sabrá us-
ted que el Gobierno yanqui, cómplice de la Dictadura, sorprendió
la 'oficina de la Jmita y. está en posesión de documentos que nos
l .
comprometen a todos. El traidor Izábal debe estar placentero por-
que fusilará más mexicanos dignos. Los comprometic;losaquí sali- .
mm hoj,. mismo para la Sierra en observación. Hay buenas noticias
de Chihuahua. La orden general de la Junta es ésta: "Alístese a
1<.1lucha como pueda. Avise a los dignos mexicanos que ha llegado
el tiempo del sacrificio por la Patria".
Esa carta de Vieyra' enviada de Sahuaripa, Son., a Gaspar
Allende, cuando éste ya había sido capt!1rado y se le instr~ía pro-
ceso por el juez de Distrito de Oaxaca, cayó en manos de las au-
toridades. De la misma ,suerte a Mateo Almanza, aprehendido
en San Luis Potosí (después fue un general que se significó en la
Revolución) se le recogieron cartas de Caspar Allende.¡
Entre los conspiradores de Oaxaca se cuentan Plutarco Ga-
llegos y Miguel Maraver Aguilar, quienes también. sufrieron lar-
gas condenas en la Fortaleza de Ulúa.
/
/
.,
44 TEODOHO HEHNANDEZ
~
--
El famoso periodista Juan Sarabia
VIII
¡UAN SARABIA y SU ODISEA
, La figura de Juan Sarabia es de ]as de mayor relieve en la
Revo]ución Mexicana. Su actuación en el terreno cívico se des-
tacaba dc/singu]ar manera como púgil de ]a idea.
Co.n el ingeniero Cam:lo Aniaga. Librado Rivera y otros
liberales de San Luis Potosí. organiza el Congreso Liberal en di-
LAS TINAJAS DE ULUA 45
cha ciudad, que inaugura sus sesiones el 5 de febrero con delega-
dos .de clubes formados en todo el país a iniciativa del Club Po-
tosino "'Ponciano Arriaga" centro director de ellos.
Los orimeros fuegos de la Revolución se lanzaron en ese
Congreso ¡ibera!, en el que se hicieron severos cargos al gobierno
del general Porfirio Oiaz, por su política d~ conciliación que per-
mitía se infringieran las leyes c!e Reforma.
.
En ese Congreso se llegó a conclusiones de trascendencia pa-
lítica y secial. Se expuso la situación del país principalmente res-
pecto a la guardada por e! elemento campesino que seguía vi-
viendo bajo los trágices auspicios del feudalismo rural.
El Congreso adoptó resoluciones encaminadas a despertar
las ~asas para que interviniesen más activamente en la vida po-
lítica del país. Los congresistas no fueron ,molestados por las au-
toridades potosinas; pero al regresar a sus lares, fueron encarce-
lados unos, golpeados otros y aun asesinados por esbirros de los
cacIques.
Al año siguiente de 1902, el 24 de enero, estando en sesión
el Club "Ponciano Arriaga", fue asaltado por el diputado He-
riberto Barrón a la cabeza de gendarmes y soldados disfrazados
de paisanos, resultando la aprehensión de! ingeniero Arriaga, de
. Juan Sarabia.y de Librado Rivera, president~ y secretarios, res-o
pectivamente de dicho Club. Una vez. en libertad, les primeros se
trasladaron a la ciudad de México para 'instalar el Club "Pon-.
ciano Arriaga" el 5 de febrero de 1903, lanzando un Manifiesto
a la Nación, en el que se sostenía la continuación de la obra in--
oterrumpida por los atentados contra los clubes en 1902. Además.
de! "Ponciano Arriaga", existía en la capital otro Club de nom-
bre "Redención", presidido por Santiago de la Hoz. teniendo co-
. mo órgano al periódico "Excé!sior". .
Sarabia fue director d~ periódico "El Hijo del Ahuizote"
cuya campaña oposicionista fue de gran significación, causándole
desprestigio al régimen imperante que decidió acabar con él, em-
pezando por encarcelar en Belén a todos ]05 redactores y aún a
los obreros de la imprenta. y después haÓendo que los tribunales
pronunciaran un fallo prohibiendo la circ\1lación del periódico.
En verda~ las persecuciones contra los clubes liberales y los
46 TEODOHO HERNANDEZ .
periódicos que como "El Hijo del Ahuizote" y "El Colmillo Pú-
blico" exhibían las lacras políticas y sociales y caricaturizaban
con el notable pincel del artista Jesús Martínez

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