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www.rinconmedico.org La Habana, 2007 AUTORES CUBANOS Edición: Marta Trigo Marabotto y Dra. Nancy Cheping Sánchez Diseño: DI. José Manuel Oubiña González Ilustraciones: Manuel Izquierdo Castañeda Emplane: Amarelis González La O y Xiomara Segura Suárez © Colectivo de autores, 2007 © Sobre la presente edición: Editorial Ciencias Médicas, 2007 Editorial Ciencias Médicas Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas Calle I No. 202 esquina a Línea, El Vedado, Ciudad de La Habana, CP 10400, Cuba. Teléfono: 832-5338/ 838-3375 ecimed@infomed.sld.cu Datos CIP- Editorial Ciencias Médicas Pediatría / Colectivo de autores; Editores científicos Ernesto de la Torre Montejo y Eduardo José Pelayo González-Posada. La Habana: Editorial Ciencias Médicas, 2007. 5t. (1358 p.) Figs. Cuadros. Tablas. Incluye una tabla de contenido general. Incluye una tabla de contenido del tomo. El libro está di- vidido en 5 partes con 41 capítulos con sus auto- res. Incluye bibliografías. ISBN 959-212-196-6 ISBN 959-212-199-0 WS 200 1. PEDIATRIA 2. ENFERMEDADES RESPIRATORIAS 3. HIPERSENSIBILIDAD 4. ENFERMEDADES HEMATOLÓGICAS 5. REUMATOLOGIA 6. OFTALMOLOGIA Editores científicos Dr. Ernesto de la Torre Montejo Doctor en Ciencias Especialista de II Grado en Hematología Profesor Titular y Consultante de Pediatría Profesor de Mérito Dr. Eduardo José Pelayo González-Posada Especialista de II Grado en Pediatría Profesor Titular y Consultante de Pediatría Profesor de Mérito PARTE XII. APARATO RESPIRATORIO Dr. José A. González Valdés Especialista de II Grado en Pediatría y Administración de Salud Profesor Titular y Consultante de Pediatría. Dra. Gladys Abreu Suárez Especialista de II Grado en Pediatría Profesora Auxiliar de Pediatría Dr. Manuel Rojo Concepción Doctor en Ciencias Médicas. Especialista de II Grado en Pediatría Profesor Titular y Consultante de Pediatría Dr. Roberto Razón Behar Doctor en Ciencias Médicas. Especialista de II Grado en Pediatría Profesor Titular y Consultante de Pediatría PARTE XIII. ALERGIA Dr. Rubén Rodríguez Gavaldá Doctor en Ciencias Médicas Especialista I Grado en Alergología Profesor Emérito Dra. Mercedes Jiménez Martínez Especialista I Grado en Alergología Dra. Cecilia Grisel Martínez Abreu Especialista I Grado en Alergología Dr. Reemberto Cantero Gutiérrez Especialista I Grado en Alergología Profesor Asistente Dr. Ariel Jesús Jauma Rojo Máster en Enfermedades Infecciosas Especialista I Grado en Inmunología Profesor Instructor PARTE XIV. HEMATOLOGÍA Dr. Ernesto de la Torre Montejo Doctor en Ciencias Médicas Especialista de II Grado en Hematología Profesor Titular de Pediatría Dra. Eva Svarch Guerchicoff Doctora en Ciencias Médicas Especialista de II Grado en Hematología Investigadora Titular Profesora Consultante Dr. Andrea F. Menéndez Veitía Especialista de II Grado en Hematología Investigador Auxiliar Profesor Auxiliar Dr. Juan Carlos Jaime Especialista de I Grado en Hematología Especialista de I Grado en MGI Investigador Agregado Dr. Sergio Machín Especialista de II Grado en Hematología Investigador Auxiliar Profesor Asistente Dr. Aramís Núñez Quintana Especialista de I Grado en Hematología Aspirante a Investigador Instructor Dr. Alejandro González Otero Especialista de II Grado en Hematología Investigador Auxiliar Profesor Auxiliar Dra. Delfina Almagro Vázquez Doctora en Ciencias Especialista de II Grado en Hematología Investigadora Titular Profesora Consultante Dra. Luz Marina Pérez Torres Especialista de I Grado en Hematología AUTORES PARTE XV. REUMATOLOGÍA Dra. Gloria Varela Puente † Doctora en Ciencias Médicas Especialista de II Grado en Pediatría Profesora Titular y Consultante de Reumatología Pediátrica Dra. Cecilia Coto Hermosilla Especialista de I Grado en Pediatría Especialista de II Grado en Reumatología Profesora Auxiliar de Pediatría Dra. Melba Méndez Méndez Especialista de I Grado en Pediatría Dr. Víctor Hernández González Especialista de I Grado en Reumatología PARTE XVI. OFTALMOLOGÍA Dr. Eugenio Jara Casco Doctor en Ciencias Médicas Especialista de II Grado en Oftalmología Profesor Auxiliar de Oftalmología Dra. Rosaralis Santiesteban Freyxas Doctora en Ciencias Médicas Especialista de II Grado en Oftalmología Investigadora Titular Profesora Titular de Oftalmología Dra. Gladis Colon Serra Doctora en Ciencias Médicas Especialista de II Grado en Oftalmología Profesora Titular de Oftalmología Colaboradores en Oftalmología Dr. Washington Rossel Puig Especialista de I Grado en Morfología Profesor Consultante Dr. Enrique Mendoza Santiesteban Especialista I Grado en Neurocirugía Profesor Instructor Dr. Carlos E. Mendoza Santiesteban Especialista de I Grado en Fisiología Normal y Patológica Profesor Asistente Diplomado en Neurooftalmología y Retina Dra. María Teresa de Jesús Méndez Sánchez Especialista de II Grado en Oftalmología Profesora Instructora Dra. Rosa María Naranjo Fernández Especialista de II Grado en Oftalmología Profesora Asistente Dra. Daysi Vilches Lescaille Especialista de I Grado en Oftalmología Dr. Ernesto Alemañy Rubio Especialista de I Grado en Oftalmología Dra. Nereida Martínez Suárez Especialista de II Grado en Oftalmología Profesor Instructor Dr. Alberto González García Especialista de I Grado en Oftalmología Profesor Asistente Dra. Elizabeth Escalona Leyva Especialista de I Grado en Oftalmología Profesora Dra. Dora Hitchman Barada Especialista de II Grado en Oftalmología Profesora Dra. Clara Gómez Cabrera Especialista de II Grado en Oftalmología Profesora Asistente Dr. Elier Ortiz González Especialista de II Grado en Oftalmología Profesor Asistente PRÓLOGO La pediatría cubana, tiene una rica y larga historia. A mediado del siglo XIX, con la apertura de la Cátedra de Obstetricia y Enfermedades Infantiles, del Sexo y Sifilítica, en la Universidad de La Habana, se inició la enseñanza en la atención médica a la madre y el niño. A comienzo del siglo XX se crearon los servicios de niños de los hospitales “Nuestra Señora de las Mercedes” y “Calixto García”, base docente y asistencial en la que se formaron nuestros primeros pediatras. En la primera mitad del siglo XX varios alcanzaron notoriedad en distintas ramas de su especialidad y en 1953 se realizó en La Habana el VII Congreso Interna- cional de Pediatría. Pero el cuadro de salud de la mayor parte de nuestros niños, como el de la población en general, estaba bien lejos de ser óptimo: más de la mitad de los médicos ejercían en la capital del país, los servicios médicos en las áreas rurales eran bien precarios y se practicaba una medicina esencialmente curativa y de carácter privado. Ni la atención médica ni los medicamentos estaban al alcance de una gran parte de la población. A partir de 1959, con el triunfo de la Revolución han habido cambios radicales, económicos, políticos y sociales. El pueblo con el liderazgo de Fidel Castro se unió para construir una nueva sociedad, justa, culta y sana. Se organizó un sistema de salud pública que tuvo entre sus principios esenciales ser accesible desde todo punto de vista, se estableció el servicio médico social rural y se dio especial importancia a la prevención y educación sanitaria. Se modificaron los planes y programas de estudios y se extendieron las facultades de medicina progresivamente a todas las provincias. Se instituyó un sistema de estudios de posgrado (residencias) en todas las especialidades médicas para así dar respuesta a la demanda de especialistas del sistema en desarrollo. Los pediatras cubanos han desempeñado con éxito un trabajo destacado en todo este esfuerzo: han aprovechado la experiencia precedente e incorporado, con las adecuaciones pertinentes, los avances científicos más recientes, han agregado la promoción y la prevención a la práctica médica cotidiana con una concepción social, humanista, sin distingos de índole alguno y han ofrecido sus conocimientos y experiencia a todo el que lo necesite, sea en Cuba o en cual- quierparte del mundo donde se soliciten sus servicios. Esta Pediatría de autores cubanos recoge la experiencia de profesores con años de trabajo y estudio en los distintos campos de la especialidad. Tiene su antecedente en textos publicados desde 1994 cuyos capítulos han sido revisa- dos y actualizados y a los que se han agregado nuevos temas hasta abarcar toda la pediatría. En este período de trabajo hemos perdido a cinco queridos profesores que fueron entusiastas iniciadores de este empeño: Liane Borbolla Vacher, Manuel Amador García, Luis Córdova Vargas, Eladio Blanco Rabasa y Raúl Riverón Corteguera. A ellos los recordamos y los sentimos presentes. Expresamos nuestro agradecimiento a la Editorial Ciencias Médicas que con la tenacidad y conocimientos de sus trabajadores ha hecho posible que se conclu- ya este texto. Esperamos que estudiantes, residentes, especialistas en pediatría y todo profe- sional de la medicina que desee obtener información sobre el cuidado del niño sano, la prevención de enfermedades y la adecuada atención al niño enfermo, encuentre en estas páginas ayuda y guía para su proceder profesional. Apre- ciaremos las sugerencias y críticas que sin duda, ayudarán a los autores a perfeccionar una futura edición. Contenido General Práctica pediátrica en Cuba Crecimiento y desarrollo Salud mental Promoción, prevención y accidentes Alimentación y nutrición Genética Médica Neonatología Diarreas agudas y persistentes Agua y electrólitos Terapia intensiva Inmunodeficiencias Enfermedades infecciosas Enfermedades alérgicas Aparato respiratorio Cardiología Hematología Neurología Oncología Reumatología Gastroenterología Nefrología Urología Ginecología infantojuvenil Enfermedades metabólicas Endocrinología Oftalmología Otorrinolaringología Dermatología Ortopedia Enfermedades quirúrgicas Enfermedades no clasificadas. Adolescencia Medicamentos Contenido Aparato respiratorio/ 865 Capítulo 69. Infecciones respiratorias agudas/ 865 Mecanismos de defensa del aparato respiratorio/ 865 Vías respiratorias superiores e inferiores/ 866 Las infecciones respiratorias agudas y su control/ 872 Magnitud del problema/ 873 Programa de control de las infecciones respiratorias agudas en Cuba/ 877 Factores de riesgo en las infecciones respiratorias agudas/ 879 Infecciones respiratorias agudas altas no complicadas/ 882 Rinofaringitis infecciosa aguda/ 882 Faringoamigdalitis con vesículas, nódulos o ulceraciones/ 883 Faringoamigdalitis con exudados o membranas/ 884 Infecciones respiratorias agudas bajas no complicadas/ 887 Crup infeccioso agudo / 888 Laringitis espasmódica aguda / 889 Epiglotitis infecciosa aguda/ 889 Laringitis, laringotraqueítis y laringotraqueobronquitis/ 890 Bronquitis aguda/ 892 Traqueítis bacteriana/ 893 Bronquiolitis/ 893 Neumonías agudas infecciosas/ 899 Neumonías en niños en los primeros 2 meses de vida/ 904 Tratamiento de las infecciones respiratorias agudas no complicadas/ 907 Cuadro de decisiones frente a una infección respiratoria aguda no complicada/ 927 Infecciones respiratorias altas complicadas/ 928 Otitis media aguda / 928 Sinusitis aguda/ 930 Infecciones respiratorias bajas complicadas/ 931 Complicaciones de las infecciones respiratorias bajas (IRA bajas)/ 931 Pleuresía purulenta (empiema)/ 932 Absceso pulmonar/ 934 Neumatoceles/ 936 Bibliografía / 937 Capítulo 70. Tuberculosis/ 944 Bibliografía/ 950 Capítulo 71. Afecciones pleurales/ 951 Neumotórax/ 953 Hemotórax / 954 Quilotórax / 954 Tumoraciones de la pleura/ 954 Bibliografia / 954 Capítulo 72. Síndrome coqueluchoide o pertussoide/ 955 Bibliografía/ 959 Capítulo 73. Afecciones respiratorias bajas crónicas o recidivantes/ 959 Bibliografía / 963 Capítulo 74. Malformaciones congénitas de vías aéreas inferiores y los pulmones/ 963 Anomalías de laringe, tráquea y bronquios/ 964 Anomalías laríngeas/ 964 Estenosis traqueal congénita/ 965 Atresia bronquial/ 965 Estenosis bronquial congénita/ 966 Agenesia, aplasia e hipoplasia pulmonar/ 966 Agenesia y aplasia pulmonar/ 966 Hipoplasia pulmonar/ 966 Secuestro pulmonar/ 967 Enfisema lobar congénito/ 967 Quistes congénitos de origen pulmonar/ 968 Malformación adenomatoidea quística congénita / 969 Linfagiectasia pulmonar congénita/ 969 Bibliografía/ 969 Capítulo 75. Diagnóstico de las masas mediastinales/ 970 Bibliografía/ 975 Capítulo 76. Asma bronquial/ 975 Patogenia y herencia del asma bronquial/ 976 Asma atópica/ 977 Asma no atópica/ 978 La herencia en el asma bronquial/ 980 Anatomía patológica del asma bronquial/ 981 Educación de los padres, otros familiares y otras personas en contacto con el niño o del paciente/ 993 Suprimir o evitar factores desencadenantes de las exacerbaciones o crisis agudas del asma bronquial/ 996 Medicamentos continuos o intermitentes/ 999 Entrenamiento físico adecuado/ 1001 Inmunoterapia/ 1001 Apoyo sicológico y emocional. Orientación profesional/ 1002 Otros aspectos/ 1002 Tratamiento de los episodios agudos de exacerbación o crisis agudas de asma bronquial/ 1004 Esquema de tratamiento de los episodios de exacerbación o crisis aguda de AB según su grado de severidad/ 1007 Bibliografía/ 1011 Capítulo 77. Fibrosis quística o mucoviscidosis/ 1012 Genética de la fibrosis quística/ 1013 Patogenia de la fibrosis quística en las vías aéreas y en los pulmones/ 1015 Exámenes que se deben indicar en la fibrosis quística/ 1026 Nueva clasificación de la FQ y afecciones relacionadas/ 1036 Bibliografía/ 1052 Capítulo 78. Enfermedades producidas en las vías aéreas por la inhalación o aspiración de materias extrañas/ 1055 Neumonía aspirativa principalmente por leche/ 1055 Neumonía lipoidea/ 1056 Neumonía aspirativa por otras sustancias/ 1056 Otras neumonías aspirativas/ 1057 Bibliografía / 1058 Capítulo 79. Otras enfermedades que afectan principalmente los bronquios/ 1059 Bronquitis crónica/ 1059 Bronquiectasias/ 1061 Discinesia ciliar primaria/ 1065 Bronquiolitis obliterante/ 1068 Bibliografía / 1070 Capítulo 80. Otras enfermedades que afectan principalmente los pulmones/ 1071 Neumonía hipostática/ 1071 Neumonías intersticiales difusas/ 1071 Pulmón eosinofílico/ 1074 Hemosiderosis pulmonar/ 1076 Proteinosis alveolar pulmonar/ 1079 Microlitiasis alveolar pulmonar/ 1080 Bibliografía / 1081 Alergia/ 1083 Capítulo 81. Enfermedades alérgicas/ 1083 Reseña histórica del desarrollo de los conocimientos en Inmunología y Alergología/ 1083 Alergia desde el nacimiento hasta los 6 meses/ 1084 Alergia en el niño y el adolescente/ 1084 Asma/ 1084 Dermatitis atópica/ 1084 Conjuntivitis alérgica/ 1085 Rinitis alérgica/ 1090 Urticaria/ 1094 Enfermedad del suero/ 1098 Bibliografía/ 1100 Hematología/ 1101 Capítulo 82. Hematopoyesis/ 1101 Bibliografía/ 1103 Capítulo 83. Anemias / 1103 Generalidades/ 1103 Anemia por producción inadecuada de glóbulos rojos/ 1104 Anemia por deficiencia de hierro/ 1104 Anemias megaloblásticas/ 1107 Anemia hipoplástica congénita (anemia de Blackfan-Diamond)/ 1109 Eritroblastopenia transitoria de la infancia / 1109 Anemia de las enfermedades crónicas/ 1110 Anemias diseritropoyéticas congénitas/ 1111 Anemias hemolíticas/ 1113 Intracorpusculares/ 1113 Extracorpusculares/ 1122 Bibliografía / 1130 Capítulo 84. Síndromes de insuficiencia medular/ 1131 Insuficiencias medulares congénitas/ 1131 Anemia de Fanconi/ 1131 Trombocitopenia amegacariocítica/ 1132 Disqueratosis congénita/ 1132 Síndrome de Shwachman Diamond/ 1132 Síndrome de Kostman/ 1132 Anemia aplástica adquirida/ 1132 Bibliografía/ 1133 Capítulo 85. Policitemia/ 1133 Policitemia vera/ 1133 Policitemias secundarias/ 1134 Policitemia relativa/ 1134 Bibliografía/ 1134 Capítulo 86. Alteraciones de los leucocitos/ 1134 Alteraciones en el número de los leucocitos/ 1135 Alteracionesde la función normal/ 1135 Las leucemias/ 1136 Alteraciones clonales con predisposición al desarrollo de enfermedades malignas/ 1143 Bibliografía/ 1144 Capítulo 87. El bazo/ 1144 Bibliografía/ 1144 Capítulo 88. Enfermedades del sistema histiofagocítico/ 1145 Histiocitosis a células de Langerhans/ 1145 Linfohistiocitosis hemofagocítica/ 1146 Enfermedad de Rosai Dorfman/ 1146 Bibliografía/ 1147 Capítulo 89. Hemostasia / 1147 Componentes del mecanismo hemostático/ 1147 Participación de los vasos sanguíneos en la hemostasia/ 1147 Participación de las plaquetas en la hemostasia/ 1148 Mecanismo de la coagulación sanguínea/ 1148 Sistema fibrinolítico/ 1150 Púrpuras vasculares/ 1150 Púrpuras vasculares hereditarias/ 1151 Púrpuras vasculares adquiridas/ 1151 Púrpuras vasculares inducidas por drogas/ 1152 Púrpuras vasculares inducidas por procesos infecciosos/ 1153 Escorbuto/ 1153 Púrpura mecánica/ 1153 Trastornos cuantitativos y cualitativos de las plaquetas/ 1153 Púrpuras trombocitopénicas/ 1153 Trombocitosis/ 1157 Púrpuras por trastornos cualitativos de las plaquetas/ 1157 Trastornos de los factores plasmáticos de la coagulación/ 1158 Trastornos congénitos de los factores de la coagulación/ 1159 Trastornos adquiridos de los factores plasmáticos de la coagulación/ 1164 Bibliografía/ 1167 Capítulo 90. Terapia transfusional/ 1169 Introducción/ 1169 Transfusiones de eritrocitos/ 1169 Transfusiones de plaquetas/ 1171 Transfusiones de granulocitos neutrófilos/ 1172 Transfusiones de plasma fresco congelado/ 1172 Selección de la sangre para transfusiones en pediatría/ 1173 Enfermedad hemolítica del feto y el recién nacido / 1173 Exanguinotransfusión/ 1173 Riesgo de las transfusiones sanguíneas/ 1174 Bibliografia/ 1175 Lupus eritematoso sistémico/ 1191 Esclerodermia/ 1198 Dermatomiositis juvenil/ 1202 Vasculitis/ 1206 Bibliografia / 1218 Oftalmología pediátrica/ 1221 Capítulo 92. Morfología del aparato de la visión/ 1222 Origen, desarrollo y constitución del aparato de la visión/ 1222 Bulbo ocular/ 1223 Órganos oculares accesorios/ 1227 Vasos sanguíneos y nervios del globo ocular/ 1229 Vías ópticas/ 1229 Variaciones morfofuncionales/ 1230 Bibliografía/ 1231 Capítulo 93. Examen oftalmológico en el niño/ 1231 Examen externo de los ojos/ 1231 Examen de los movimientos de los ojos y la acción de sus músculos extrínsecos/ 1232 Examen de los medios refringentes/ 1234 Examen de fondo de ojo/ 1234 Exploración subjetiva/ 1237 Estudio de la agudeza visual/ 1238 Otras pruebas de exploración objetiva/ 1239 Bibliografía/ 1241 Capítulo 94. Párpados/ 1241 Enfermedades de los párpados/ 1241 Anomalías congénitas/ 1241 Bibliografía/ 1245 Capítulo 95. Aparato lagrimal/ 1246 Enfermedades de la glándula lagrimal/ 1246 Alacrimia e hiposecreción/ 1247 Hipersecreción/ 1247 Enfermedades de las vías lagrimales/ 1247 Obstrución del conducto lacrimonasal/ 1247 Bibliografía/ 1249 Capítulo 96. Conjuntiva/ 1249 Anomalías congénitas/ 1250 Conjuntivitis/1250 Tracoma/ 1253 Tumoraciones de la conjuntiva/ 1254 Avitaminosis A/ 1254 Otras manifestaciones conjuntivales/ 1254 Bibliografía/ 1255 Capítulo 97. Enfermedades de la esclera y córnea/ 1255 Esclerótica/ 1255 Anomalías congénitas de la esclera/ 1255 Inflamaciones de la esclera/ 1256 Córnea/ 1257 Reumatología/ 1177 Capítulo 91. Enfermedades reumáticas/ 1177 Artritis idiopática juvenil/ 1177 Espondiloartropatías de inicio juvenil/ 1186 Anomalías congénitas de la córnea/ 1257 Enfermedades de la córnea/ 1258 Degeneraciones y distrofias de la córnea/ 1262 Bibliografía/ 1263 Capítulo 98. Enfermedades de la úvea/ 1264 Anomalías congénitas en la pupila/ 1264 Síndromes que se acompañan de anomalías del iris y pupila/ 1265 Enfermedades de la úvea/ 1266 Uveítis anterior o iridociclitis/ 1267 Uveítis intermedia/ 1267 Uveítis posterior/ 1267 Síndromes y complicaciones que se relacionan con la uveítis/ 1268 Tumores de la úvea/ 1269 Bibliografía/ 1270 Capítulo 99. Cristalino/ 1271 Anomalías congénitas/ 1271 Cataratas/ 1271 Bibliografía/ 1275 Capítulo 100. Glaucoma en el niño/ 1275 Glaucoma juvenil/ 1279 Bibliografía/ 1279 Capítulo 101. Enfermedades del vítreo/ 1279 Anomalías congénitas/ 1280 Enfermedades adquiridas/ 1281 Enfermedades relacionadas con síndromes/ 1283 Bibliografía / 1284 Capítulo 102. Afecciones de la retina/ 1284 Anomalías congénitas/ 1284 Inflamaciones coriorretineanas/ 1285 Distrofias retinianas y coroideas/ 1287 Enfermedades de los fotorreceptores/ 1289 Afecciones vasculares de la retina/ 1291 Tumores de retina/ 1294 Desprendimiento de la retina/ 1296 Bibliografía/ 1296 Capítulo 103. Enfermedades del nervio óptico y vía visual/ 1297 Anomalías congénitas de la papila/ 1299 Defectos adquiridos/ 1302 Neuropatías ópticas hereditarias/ 1306 Neuropatías toxiconutricionales/ 1307 Tumores y neuropatías compresivas del nervio óptico o la vía visual/ 1308 Otras atrofias ópticas/ 1310 Neuropatías isquémicas/ 1311 Traumatismos/ 1311 Bibliografía/ 1311 Capítulo 104. Enfermedades de las órbitas y su contenido/ 1312 Síntomas y signos/ 1312 Anomalías y enfermedades/ 1314 Lesiones inflamatorias de la órbita/ 1315 Lesiones vasculares de la órbita/ 1317 Lesiones quísticas/ 1318 Lesiones tumorales de la órbita/ 1319 Metástasis tumorales en la órbita/ 1322 Bibliografía/ 1323 Capítulo 105. Ambliopía y estrabismo/ 1323 Ambliopía/ 1323 Estrabismo/ 1324 Bibliografía/ 1330 Capítulo 106. Parálisis y otros trastornos de la motilidad ocular/ 1331 Parálisis y paresias musculares/ 1331 Lesiones supranucleares/ 1331 Parálisis nuclear/ 1332 Parálisis internucleares/ 1332 Lesiones en el tallo cerebral/ 1332 Unión neuromuscular/ 1335 Trastornos del propio músculo/ 1335 Nistagmo/ 1335 Bibliografía/ 1337 Capítulo 107. Refracción en el niño/ 1337 Defectos de refracción/ 1340 Astenopía/ 1340 Hipermetropía/ 1340 Miopía/ 1341 Astigmatismo/ 1343 Bibliografía/ 1344 Capítulo 108. Traumatismos oculares/ 1344 Examen del niño traumatizado/ 1344 Lesiones oculares traumáticas/ 1345 Prevención del trauma ocular/ 1350 Signos oculares del maltrato infantil/ 1350 Bibliografía/ 1351 Capítulo 109. Problemas funcionales y orgánicos que provocan ceguera y baja visión. Su prevención/ 1351 Examen oftalmológico/ 1353 Bibliografía/ 1356 Capítulo 110. Prevención en oftalmología pediátrica en Cuba/ 1356 Estudio investigativo/ 1356 Programa Nacional de Prevención de Enfermedades Oculares en el Niño/ 1356 Bibliografía/ 1358 Aparato respiratorio . Capítulo 69 . Infecciones respiratorias agudas José A. González Valdés, Gladys Abreu Suárez, Manuel Rojo Concepción, Roberto Razón Behar MECANISMOS DE DEFENSA DEL APARATO RESPIRATORIO El epitelio del aparato respiratorio constituye la mayor superficie anatómica del organismo expuesta a los agentes externos, y no es sorprendente por lo tanto, que las infecciones respiratorias sean las más comunes que afectan al ser humano. Para preservar la función respiratoria, dada por un eficiente intercambio de gases, existe un importante sis- tema de mecanismos locales de defensa pulmonar y se considera el pulmón como un órgano inmune único, ya que no siempre los eventos inmunes que ocurren en él se reflejan en cambios paralelos en la inmunidad sistémica. Este complejo sistema destinado a proveer las de- fensas, fundamentalmente contra las infecciones del aparato respiratorio, tiene varios componentes que pue- den ser mecánicos, como la tos, el estornudo y el acla- ramiento mucociliar, los humorales como las inmunoglobulinas y el complemento o celulares como los linfocitos, macrófagos u otros. El tipo de mecanismo de defensa que interviene está determinado no solo por la composición del mate- rial aspirado, sino también por el sitio donde se deposita este y la habilidad del huésped para responder: varios de estos mecanismos se combinan e interactúan entre sí, para evitar la acción de los distintos agentesagresores. Si dividimos el aparato respiratorio en dos partes: las vías respiratorias superiores y las inferiores, separa- das por la epiglotis, vamos a encontrar algunos de estos mecanismos en ambas partes por igual, a veces con pre- dominio en una de las dos. Sin embargo, en general, los mecanismos del aparato respiratorio superior van a di- ferir bastante de los del inferior (Cuadro 69.1). Cuadro 69.1. Mecanismos de defensa del aparato respiratorio Vías respiratorias superiores e inferiores: • Filtración aerodinámica • IgA y otras inmunoglobulinas • Reflejo de la tos • Aclaramiento mucociliar Vías respiratorias superiores: • Filtración nasofaríngea • Adherencia mucosa y fibronectina • Interferencia bacteriana • Glandulinas Vías respiratorias inferiores: • Epiglotis • Complemento • Células - Linfocitos - Macrófago alveolar - Neutrófilos y eosinófilos - Células epiteliales • Productos celulares - Lisozima - Lactoferrina - Surfactante pulmonar - Defensinas - Antiproteasas y antielastasas Vías respiratorias superiores e inferiores Filtración aerodinámica La filtración aerodinámica constituye un importan- te mecanismo de defensa del aparato respiratorio. Este sistema inerte se usa para remover grandes partículas suspendidas en la corriente de aire. Esta se debe en par- te a la filtración nasofaríngea, la epiglotis y el diseño anatómico del árbol traqueobronquial con sus múltiples bifurcaciones y está muy asociada a otros mecanismos. Las partículas que chocan en las vías aéreas entre la laringe y los bronquiolos respiratorios son limpiadas por el mecanismo de depuración mucociliar y las más pequeñas, que llegan a las terminaciones de las vías res- piratorias y alvéolos (de 0,5 a 2 μ), son ingeridas y trans- portadas por células como el macrófago alveolar por la superficie respiratoria, y también pueden ser removidas por el drenaje linfático y el flujo sanguíneo. La detención y expulsión de estas partículas del aparato respiratorio se potencializa por reflejos como el estornudo, la tos y la broncoconstricción, a través de la estimulación de receptores de estos que están localiza- dos por debajo del epitelio mucoso a lo largo de las vías respiratorias. Ellos provocan una rápida respuesta a dis- tintos irritantes mecánicos o químicos y esto limita su llegada a las profundidades del pulmón. IgA y otras inmunoglobulinas La IgA constituye un elemento importante en la protección de las vías respiratorias, sobre todo las supe- riores. Está constituida por un dímero de IgA unido a un componente secretor, por lo que se llama IgA secretoria (IgAs). Este es sintetizado por las células plasmáticas, cuyos precursores son los linfocitos B provenientes del tejido linfoide asociando al bronquio (TLAB). En las vías aéreas las secreciones que recubren las mucosas representan una mezcla de mucus, secreciones de glándulas bronquiales e inmunoglobulinas, de las cuales la IgA es la principal en la parte alta. Las secreciones nasales contienen IgAs y escasa IgG. En el epitelio alveolar de sujetos normales están presentes la IgAs, la IgE y la IgG, pero prácticamente no se detecta la IgM. La IgA tiene importantes funciones, ya que atra- pa y absorbe antígenos, bloquea ciertas reacciones alérgicas y evita el descenso de estos antígenos por las vías respiratorias. Además, impide la adherencia de cier- tas bacterias, aglutina microorganismos, bloquea la infectividad por virus de la influenza y otros, neutraliza toxinas y enzimas que hacen contacto con la mucosa y activa el complemento por la vía alternativa. Su función como anticuerpo es más importante al nivel de nariz, orofaringe y tráquea. 866 Algunas bacterias como el Streptococcus pneumoniae, Haemophilus. influenzae, Klebsiella, Pseudomona y Proteus producen proteasas que actúan sobre la IgAs. Niños con déficit de IgA en suero tienen tendencia a infecciones frecuentes del aparato respiratorio, y se encuentra disminución de esta al nivel de las vías respi- ratorias altas. También los déficits de IgG se acompa- ñan de infecciones respiratorias a repetición, sobre todo de causa bacteriana, y cursan con neumonías recurren- tes. La presencia de IgG en las secreciones respirato- rias es esencial para una óptima fagocitosis de ciertas bacterias, pues actúa primariamente en la mucosa y li- mita la invasión de los organismos. La IgE aparece en dos formas. Una de ellas libre, disuelta en el mucus y forma complejos no absorbibles con antígenos, y la otra en forma de IgE unida a mastocitos y basófilos que reaccionan con antígenos, y producen liberación de histamina y otros mediadores en las reacciones alérgicas. Reflejo de la tos La tos es un reflejo complejo que comienza con estimulación de un receptor o componente aferente. Estos estímulos son conducidos al sistema nervioso cen- tral (centro de la tos) desde donde se envían los impul- sos a través de vías eferentes como el vago, el nervio frénico y los nervios espinales de C3 a S2 que estimulan los músculos respiratorios con su consiguiente contrac- ción y elevación de la presión intratorácica. Los componentes aferentes son neurofibrillas, re- ceptores sensitivos situados entre las células epiteliales columnares ciliadas y están mayormente concentrados en laringe, pared posterior de la tráquea, carina, y a lo largo de bronquios gruesos, medianos y finos, y son muy sensibles a estímulos mecánicos y químicos. Los receptores de la tos no están presentes en el alvéolo por lo que esta puede no aparecer en la consolidación neumónica. Aclaramiento mucociliar Desde el pasado siglo había una creciente aprecia- ción de un significativo papel desempeñado por el me- canismo de depuración mucociliar en la eficiente función de remover sustancias extrañas y agentes patógenos en las vías respiratorias. Sharpey, en 1935, no solo describe la acción de los cilios, sino que también describe el movimiento ciliar en el aparato reproductivo y locomotor y su estrecha relación con las secreciones a lo largo de la capa de membrana epitelial, y el paso del aire de la nariz a la tráquea. Tomo III Posteriormente Lukas et. al. confirman el papel de los cilios en el aclaramiento nasal y llegan a la con- clusión de que el mucus es impulsado por los cilios. Los avances posteriores demuestran la presencia de dos componentes: el mucus y los cilios. La introducción de la microscopia electrónica sirve para demostrar la es- tructura de los cilios del aparato respiratorio (Fig. 69.1). El aclaramiento o la depuración mucociliar es la más importante defensa mecánica de las vías aéreas y brinda una fuerte línea de defensa del aparato respirato- rio contra las partículas inspiradas y es común, tanto para las vías respiratorias altas como bajas. Prácticamente, toda la superficie respiratoria ex- ceptuando la entrada de la nariz y algunas partes de la nasofaringe, la faringe y la laringe, están cubiertas por un epitelio pseudoestratificado columnar ciliado y mucosecretor, que se extiende hasta los bronquiolos res- piratorios. En los sacos terminales y la superficie alveolar no existe, ya que la capa simple epitelial no es ciliada. Cada célula tiene alrededor de 200 cilios, los cuales a su vez están constituidos por microtúbulos: 2 centrales y 9 pares periféricos con brazos de dineína que contienen ATPasa (Fig. 69.2). El mucus respiratorio es una mezcla compleja producida predominantemente por las glándulas mucosas y otras células productoras de mucus. Este Fig. 69.1. Epitelio respiratorio ciliado. Parte XII. Aparato respiratorio está constituido por glipoproteínas, proteoglicanos, lípidos, pequeñas cantidades de otras proteínas y a ve- ces DNA. Entre las proteínas más importantes se en- cuentran la IgA secretora, la lactoferrina y la lisozima. El mucus consta de dos capas bien definidas. Una de ellas es líquida, llamada sol, que es periciliar y otra viscosa 1lamada gel que cubre a la anterior. Los cilios ondulan o “baten” de manera sincrónica con un movimiento rápido y eficaz hacia atrás, seguido de un movimiento de recuperación. Lafuerza de propul- sión origina formación de ondas que desplazan las secreciones mucosas en las vías aéreas. El adecuado aclaramiento requiere un apropiado número de cilios, pulsaciones sincrónicas y una coordi- nación ajustada e interactuante con 1as propiedades fisicoquímicas del mucus para asegurar un transporte adecuado. Los cilios revisten el aparato respiratorio alto don- de el mucus es transportado hacia atrás en dirección a la faringe. En la porción distal del aparato respiratorio los cilios llegan a los bronquios terminales e impulsan las secreciones mucosas hacia la tráquea. La proporción de células ciliadas, la densidad de los cilios y su longitud disminuye de las vías aéreas más proximales hacia las periféricas, lo cual significa que el índice de depuración mucociliar es bastante más lento en las vías aéreas intrapulmonares de menor calibre que en los bronquios principales, donde la rapidez de transporte lineal de par- tículas varía de 5 a 12 mm/min. Cada día se transportan 10 mL de mucus hacia la parte superior. Este volumen se incrementa 20 ó 30 ve- ces en presencia de bronquitis crónica u otras enferme- dades respiratorias. Hay sustancias que regulan el movimiento ciliar, como los beta 2 adrenérgicos, la acetilcolina, bradiquinina y serotonina. La poca humedad y el incremento de bacterias tam- bién disminuyen el mecanismo de depuración mucociliar. Fig. 69.2. Corte transversal de un cilio normal. 867 El mecanismo de depuración mucociliar puede es- tar alterado en distintas afecciones como son: síndrome de discinesia ciliar primaria, asma, fibrosis quística, sín- drome de Young, infecciones por virus de la influenza A, micoplasmas, Bordetella pertussis, y pseudomonas, así como en el déficit de alfa 1 antitripsina y en fumadores. También por interferencia física como ocurre en pacien- tes con intubación prolongada, donde aparecen infec- ciones nosocomiales graves. En la acidosis y la fiebre alta de más de 40° también se afecta. Algunas drogas como la atropina, lidocaína, difenhidramina, y algunos antibióticos también lo afectan. Vías respiratorias superiores Filtración nasofaríngea. La nariz, por sus carac- terísticas anatómicas, ofrece una combinación de una pequeña sección para el cruce del aire, y finas curvas y pelos en su interior que aumentan también la posibilidad de impacto de las partículas. Al pasar el aire por la nariz las cavidades nasales realizan tres funciones que son: calentamiento, humedificación y filtración. Estas tres funciones reciben el nombre de “acondicionamiento de aire”. La filtración se debe en primer lugar, a los pelos existentes, porque estos suprimen partículas volumino- sas. Mucho más importante que la función de los pe- los es la eliminación por precipitación turbulenta. Esta se debe al choque del aire contra muchos obstáculos como los cornetes, el tabique nasal y la faringe. El aire cambia rápidamente su curso, pero las partículas no, y se precipitan. Cuando la nariz es sobrepasada por intubación o respiración bucal, grandes partículas y gases solubles en agua tienen un gran acceso a las vías aéreas y alvéolos. La profundidad hasta la cual las partículas son removi- das varía con el tamaño de estas y con los patrones de respiración. De esta manera, aquellas de 10 μ o más grandes son usualmente depositadas en la nariz y en el aparato respiratorio superior, y aquellas entre 2 y 10 μ son atrapadas en la bifurcación traqueal. Se pueden encontrar defectos anatómicos en la fil- tración nasofaríngea en asociación con pólipos nasales, hipertrofia adenoidea, desviación del tabique nasal, de- formidades pos-traumáticas o tumores locales, que crean predisposición a infecciones locales como sinusitis o a infecciones del aparato respiratorio inferior secundario a aspiraciones de colecciones locales supuradas. Adherencia mucosa y fibronectina. En la gran mayoría de las personas sanas un gran número de bac- terias no virulentas residen en la orofaringe y boca. Du- rante la hospitalización y otras condiciones de estrés algunas bacterias patógenas como los bacilos aerobios 868 gramnegativos comienzan a aparecer en las vías respi- ratorias altas. La presencia de este “cultivo” de gérmenes patógenos sin aún existir infección se llama “coloniza- ción”. Posteriormente, esta colonización por gérmenes gramnegativos predispone a neumonías, debido a peque- ñas y repetidas aspiraciones de las secreciones altas. Este fenómeno se explica porque en condiciones normales la superficie mucosa es resistente a esta colo- nización, pero en determinadas circunstancias, esta ba- rrera adherente disminuye, como ocurre en los pacientes sometidos a estrés, durante las hospitalizaciones e inter- venciones quirúrgicas. También en enfermedades como la fibrosis quística y la diabetes, se presenta este fenó- meno. Recientes estudios sugieren que en el estrés el de- fecto de la mucosa que produce disminución de la resis- tencia a la colonización se debe a una disminución de la fibronectina en la superficie celular, asociada a un incre- mento de una proteasa salival. La fibronectina es una glicoproteína de alto peso molecular que está presente sobre la superficie de las células epiteliales normales en la orofaringe, en el tejido conectivo, en el plasma y en otros fluidos del cuerpo. Tiene un papel inespecífico en los mecanismos de de- fensa del pulmón por bloquear la adherencia y coloniza- ción de las bacterias en la orofaringe, y este proceso es un mecanismo competitivo entre la fibronectina y los receptores de las superficies celulares para sitios de unión de las bacterias. El macrófago alveolar tiene la propiedad de sinteti- zar su propia fibronectina, por lo que se plantea que esta sustancia también desempeña un papel fundamen- tal en las defensas de las partes bajas del aparato respi- ratorio; además, interviene en la reparación del pulmón, y es uno de los productos más importantes segregados por el fibroblasto. Así, en pacientes con enfermedades pulmonares intersticiales, donde hay inflamación cróni- ca y remodelación de las estructuras pulmonares se en- cuentran elevados niveles de fibronectina. Interferencia bacteriana. En condiciones norma- les, la flora oral provee al aparato respiratorio de un tipo de protección por interferencia bacteriana, en la cual posibles patógenos como el estafilococo aureus y los bacilos gramnegativos se ven imposibilitados de desa- rrollarse en las vías respiratorias superiores. Cuando esta flora normal se altera, como puede ocurrir en aquellos casos de tratamientos con antibióticos, se favorece la colonización por estos gérmenes virulen- tos anteriormente señalados, con la consiguiente infec- ción del aparato respiratorio. Tomo III Glandulinas. Son pequeñas moléculas de las secreciones nasales que tienen acción bactericida con- tra múltiples bacterias y específicamente contra gramnegativas, principalmente Pseudomona aeruginosa. Vías respiratorias inferiores Epiglotis. Está demostrada la necesidad de una epiglotis anatómica y funcionalmente intacta para la pro- tección del aparato respiratorio inferior frente a mate- riales “infectivos” aspirados. Pacientes con alteraciones como deformidades congénitas o desgarros traumáticos, son más propensos a contraer infecciones de las vías respiratorias bajas. La disminución del reflejo normal de la tos y el nauseoso, asociados precisamente a disfunción de la epiglotis, es causa de riesgo de neumonía aspirativa. Complemento. El sistema de complemento está constituido por una serie de proteínas que tienen un im- portante papel en los mecanismos de defensa contra bacterias y virus, y es uno de los principales mediadores en la respuesta inflamatoria. Una gran variedad de com- ponentes del complemento son sintetizados por el macrófago alveolar (MA) y las células epiteliales. C3, C1, C1q, C4, C6 y C5 han sido demostrados en el lavado broncoalveolar (LBA). Pacientes con anormalidades del sistema de com- plemento presentan aumento de infecciones respirato- rias bacterianas. Los componentes delsistema de complemento son importantes en el pulmón por su habi- lidad para actuar como factor quimiotáctico al reclutar células inflamatorias al pulmón o al actuar como opsoninas que favorecen la ingestión y muerte de bacterias por células fagocíticas. Por otra parte hay evidencia clínica y experimental que implica al complemento en la injuria pulmonar. Células Linfocitos. Hay 4 niveles de organización del tejido linfoide y los linfocitos en vías aéreas y pul- mones: • Nódulos linfáticos extrapulmonares o nódulos linfáticos del hilio. • Tejido linfoide asociado al bronquio (TLAB). • Tejido linfoide intersticial. • Linfocitos libres en bronquios y alvéolos. Los nódulos linfáticos típicos están presentes en la región paratraqueal y adyacentes a los bronquios prin- cipales en el hilio pulmonar. Ellos reciben un drenaje linfático de las mucosas de los conductos aéreos y del Parte XII. Aparato respiratorio parénquima pulmonar, y son los ganglios linfáticos regio- nales del aparato respiratorio. Evidencias experimentales confirman que estos nódulos tienen un papel fundamental en la respuesta in- mune inicial a un antígeno depositado en el parénquima pulmonar. Ellos contienen el repertorio completo de linfocitos T y B antígenorreactivos requeridos para ac- tuar frente a antígenos extraños. La organización más fascinante del tejido linfoide está dada por el tejido linfoide asociado al bronquio (TLAB). Consiste en nódulos de células linfoides que están enmarcadas en la luz de las vías aéreas sobre todo al nivel de la bifurcación del árbol bronquial, recubiertos de una capa de linfoepitelio especializado formada por células epiteliales planas que carecen de cilios y están infiltradas por linfocitos, lo que facilita la captación de antígenos extraños. La población de linfocitos del TLAB está consti- tuida en su mayoría por linfocitos B y solo el 20 % de linfocitos T. Se plantea que los linfocitos B son los pre- cursores de las células plasmáticas productoras de IgA secretora en la mucosa bronquial y que son semejantes en su función a las del tubo digestivo en las placas de Peyer. El anillo de Waldeyer está constituido por las amíg- dalas faríngeas (adenoides), localizadas en la parte su- perior y media de la nasofaringe posterior, las amígdalas palatinas y las amígdalas linguales. Estos órganos linfoides y la congregación de linfocitos están compuestos principalmente por linfocitos B. Los linfocitos T representan solo el 40 % de estos. Su localización es favorable para el transporte. Además de estimular la producción de células B, las adenoides y amígdalas también segregan anticuerpos (Ig) localmen- te y las células T presentes pueden producir interferón gamma y otras linfoquinas. Aunque histológicamente el parénquima pulmonar normal se caracteriza por una relativa ausencia de tejido linfoide, algunos agregados de células linfoides que cons- tituyen el tejido linfoide intersticial, están presentes adyacentes a la pleura, pequeños vasos sanguíneos y bronquiolos terminales. Un pequeño número de células linfoides también están diseminadas en el intersticio y septum interalveolar. Estas células no tienen una estruc- tura organizada, pero bajo condiciones de inflamación aguda o crónica ocurre una infiltración masiva para de- mostrar el potencial de su aparición por reclutamiento y proliferación. El linfocito es el efector predominante en la res- puesta inmune específica. Representa del 8 al 10 % de las células presentes en el lavado broncoalveolar (LBA). 869 La mayoría de estos linfocitos libres son linfocitos T (60 a 75 %) y la relación CD4 (auxiliadores) y CD8 (supresores o citotóxicos) es de 1,5 a 1 igual que en la sangre. La generación de esta respuesta inmune específi- ca se debe a la interrelación entre las células accesorias presentadoras de antígenos (células dendríticas y macrófagos) y los linfocitos T y B. Los linfocitos activados CD4 (Th) producen gran variedad de citoquinas (interleucinas) que participan en el proceso inflamatorio. Los CD4 Th 1 secretan interferón gamma e interleucina 2 que son importantes en la hipersensibilidad retardada. Por el contrario los CD4 Th2 producen interleucina 4, interleucina 5 e interleucina 10 que estimulan la producción de anticuerpos (Ig) por los linfocitos B. Además las citoquinas de los linfocitos regulan las funciones positi- vas o negativas del macrófago, los neutrófilos, eosinófilos y otras células inflamatorias en diversas en- fermedades pulmonares como las infecciones, el asma y otras enfermedades pulmonares crónicas. Macrófago alveolar. El macrófago alveolar (MA), constituye la primera y más importante línea de defensa contra las partículas inhaladas que llegan al alvéolo. Su papel en los mecanismos de defensa incluye la ingestión y degradación de materiales extraños (fagocitosis), ac- túa como vehículo para transportar partículas fuera del pulmón y detoxifica materiales inhalados; además, pro- duce activación inmunológica del linfocito. El MA se deriva del monocito y representa el 90 % de las células efectoras presentes en la superficie del alvéolo pulmonar, cuando se realiza un lavado broncoalveolar (LAB). También se puede encontrar en el intersticio. Entre sus propiedades se pueden señalar la fagocitosis, la acción bactericida, la secretora y la lo- comotriz y a través de estas pueden actuar frente a una gran cantidad de estímulos inflamatorios y defen- sivos, y así secreta potentes sustancias que actúan como reguladoras o moduladoras e incluso producen inflamación y estimulan el tráfico y la motilidad de otras células inflamatorias. La actual lista de moléculas secretadas por el macrófago alveolar incluye más de cien productos como son los metabolitos del oxígeno, enzimas, proteasas, antiproteasas y sustancias media- doras entre otras. La fagocitosis está constituida por cuatro compo- nentes básicos: quimiotaxis, adherencia, ingestión y di- gestión. El inicio está dado por la migración de las células fagocíticas hacia el organismo o partícula invasora. El macrófago emigra hacia la partícula extraña en respuesta a una variedad de estímulos quimiotácticos que 870 incluye C5a, productos de la pared celular de los micro- bios, factores quimiotácticos derivados del neutrófilo y linfoquinas (citoquinas). Después de emigrar ocurre la fusión de la superficie celular y la partícula. Numerosos receptores del macrófago que se combinan con cuerpos extraños han sido identificados y la eficiencia de la fagocitosis está dada por la presencia de esos receptores. Con posterioridad, se produce la ingestión de las partículas y su destrucción por una serie de mecanismos digestivos. El MA genera especies tóxicas del oxígeno, específicamente anión superóxido, peróxido de hidróge- no y radical hidroxilo, así como derivados del nitrógeno como el óxido nítrico con los cuales destruye organis- mos. También contienen proteasas preformadas como colagenasa, elastasas y catepsinas, las cuales además del efecto potencial letal sobre agentes microbianos agre- sores, degrada la matrix extracelular, y complican la res- puesta inflamatoria. En el sitio donde el macrófago es activado, proteasas y radicales tóxicos del oxígeno rom- pen la actividad epitelial y endotelial con producción de daño hístico. Entre los mediadores que produce el macrófago se pueden citar las interleucinas 1 alfa y beta, el factor de necrosis tumoral alfa (FNT), el factor de crecimiento del fibroblasto, fibronectina, interferones, prostaglandinas, leucotrienos, tromboxano, factor activador plaquetario (FAP) y otras sustancias que intervienen en la homeostasis pulmonar, lo cual provoca distintas accio- nes, ya sean defensivas o de injuria hística. La actividad bactericida se produce fundamental- mente a través de la fagocitosis y la acción de radicales de oxígeno y proteasas. La regulación en la producción de los radicales de oxígeno, depende de múltiples facto- res como la susceptibilidad del germen, el tamaño y la cepa. Algunos organismos son destruidos de inicio por el MA y otros soningeridos por este, así se replican en su interior sin morir, por no estar aún el macrófago activa- do, como suele ocurrir con las micobacterias, salmonella, Neumocistis jirovecii, citomegalovirus CMV, mycoplasma, toxoplasma y criptococcus. Sin embargo, al ser activado el macrófago estos gérmenes son inhibidos o destruidos. La actividad del MA sobre los gérmenes grampositivos es mayor que sobre los gramnegativos. Los radicales de oxígeno, fundamentalmente el H2O2 tienen una importante actividad antitumoral, pro- ducto de su toxicidad. Pacientes con alteración de las distintas funciones del MA, se pueden ver en las proteinosis alveolares, donde se favorecen las infecciones neumónicas por nocardia y cándida y se debe a un detecto adquirido del MA, ya que no está alterada la acción bactericida, pero sí la fagocítica. Tomo III La motilidad del MA está alterada en los fumado- res lo que favorece la infección. La actividad bactericida está alterada en la esclerodermia. También la actividad del MA se encuentra alterada en enfermedades mieloproliferativas. Algunas infecciones virales inhiben la acción fagocítica del MA. Los esteroides disminuyen el número de MA, así como su actividad locomotriz y bactericida. La ciclofosfamida también disminuye el número. En general, el MA representa el principal mecanis- mo para el aclaramiento de partículas en el alvéolo pulmonar y por sí solo es capaz de realizar esta función, pero en otros casos tiene un papel colaborativo en parti- cular con el reclutamiento de otras células, PMN princi- palmente. Neutrófilos y eosinófilos. En sujetos normales, solo un pequeño número de polimorfonucleares neutrófilos y eosinófilos, menos del 1 %, están presentes en el total de células obtenidas en el lavado broncoalveolar (LBA). Estas células sin embargo se encuentran en el torrente sanguíneo, en los vasos pulmonares y en el lecho capilar específicamente, y existe un gran reservorio de estas. Dichas células van a ser atraídas por sustancias proteicas llamadas quimoquinas, que son citoquinas que inducen atracción de neutrófilos y eosinófilos. Estas se adosan al endotelio por interme- dio de las moléculas de adhesión, atraviesan el endotelio y pasan al epitelio del aparato respiratorio donde el neutrófilo y el eosinófilo activados producen diversas sustancias. Estas dos células, al igual que el macrófago alveolar van a producir especies tóxicas derivadas del oxígeno, como el anión superóxido, el peróxido de hidrógeno, ra- dicales hidroxilo, y derivados de la mieloperoxidasa, y todos matan organismos. Además, los neutrófilos y eosinófilos van a producir proteasas específicas que des- truyen la pared de las bacterias y otras barreras para eliminar agentes potencialmente infecciosos. El eosinófilo posee gránulos preformados como la proteína básica principal (MBP), la peroxidasa eosinofílica, la neurotoxina derivada del eosinófilo y la proteína catiónica eosinofílica (PCE). Estas sustancias, al ser liberadas, tienen una gran toxicidad sobre ciertos organismos como los parásitos, pero también van a pro- ducir daño hístico. Estas dos células también van a producir distintos mediadores como los productos derivados de la mem- brana (prostaglandinas, leucotrienos, FAP), citoquinas y otras que también participan en las defensas de las vías aéreas, pero a su vez también producen injuria de los tejidos. Parte XII. Aparato respiratorio Aunque en principio la actividad fundamental de- fensiva en el alvéolo la realiza el MA, los PMN interactúan con este en determinados momentos, y tie- nen gran importancia, sobre todo en infecciones por gér- menes gramnegativos. Las principales deficiencias inherentes a los PMN neutrófilos se manifiestan en la enfermedad granulo- matosa crónica, por problemas infecciosos severos aso- ciados a neumonías por gramnegativos y micosis. También en el déficit de glucosa 6 fosfato-deshi- drogenasa, el síndrome de Beguez-Chediak-Higashy, el déficit de mieloperoxidasa, enfermedades mieloprolife- rativas con neutropenia, los fumadores, la fibrosis quística y la diabetes mellitus, hay afectación de la actividad del PMN neutrófilo. En pacientes con sarcoidosis, algunas enfermeda- des intersticiales pulmonares como neumonitis por hi- persensibilidad, fibrosis pulmonar idiopática y el síndrome de distrés respiratorio agudo (ARDS) se encuentra un aumento de estas células en el pulmón. Al igual que ocurre con otras células fagocíticas, en determinadas circunstancias, el PMN neutrófilo pue- de producir injuria pulmonar. Células epiteliales. La capa de células epiteliales de las vías aéreas es el primer tejido en contactar con sustancias deletéreas como polutantes aéreos, aeroalergenos y microbios. La respuesta a estos estí- mulos por parte del epitelio incluye hipersecreción de mucus, actividad ciliar alterada y cambios en la función barrera/transporte de iones. Además de servir como dia- na, el epitelio de vías aéreas también sirve como efector, y produce mediadores inflamatorios. Frente a ciertos estímulos dañinos inhalados, el epitelio produce mediadores inflamatorios primarios como interferón gamma y factor de necrosis tumoral (FNT) lo que provoca a su vez producción de mediadores secun- darios por las propias células epiteliales, que incluye mediadores lipídicos, especies reactivas del oxígeno y nitrógeno y citoquinas. En muchas situaciones, estos mediadores inflamatorios desempeñan un importante papel en la patogénesis de enfermedades respiratorias crónicas como el asma. Productos celulares. Un gran número de sus- tancias producidas por distintas células participan acti- vamente en los mecanismos de defensa del pulmón. Previamente ya se han señalado muchas de ellas. Otros ejemplos de estos son la lisozima, la lactoferrina, el surfactante pulmonar, las defensinas, las glandulinas y las antiproteasas y antielastasas. Lisozima. La lisozima pulmonar humana es pro- ducida por la superficie de las células epiteliales, glándu- las de vías aéreas y los MA. 871 Son proteínas no específicas que tienen un amplio espectro de acción antimicrobiana. Esta sustancia des- crita por Fleming en las secreciones nasales humanas está constituida por moléculas que son capaces de ma- tar bacterias y prevenir la infección de la mucosa nasal por estos gérmenes. La actividad bactericida de la lisozima está rela- cionada con una acción sinérgica del complemento y los anticuerpos. También actúa como moduladora de la res- puesta inflamatoria pulmonar. Además inhibe la quimiotaxis y la producción de radicales tóxicos del oxí- geno por el neutrófilo, sin afectar la capacidad fagocítica de la célula. Lactoferrina. La lactoferrina es una proteína pro- ducida por células de las glándulas mucosas y los leucocitos PMN. Es un potente agente bacteriostático y bactericida y cuando se une al hierro es capaz de matar bacterias. Surfactante pulmonar. Es una sustancia de re- vestimiento alveolar constituida por fosfolípidos y pro- teínas específicas que reducen la tensión superficial alveolar durante la respiración. Las proteínas específi- cas A, B y C contribuyen a funciones biofísicas del surfactante y las A y D también tienen propiedades antimicrobianas. En ciertas condiciones como la enfer- medad pulmonar crónica y la toxicidad de oxígeno, la producción de esta sustancia por el neumocito tipo II está disminuida. La proteína específica A también favo- rece la migración del MA hacia los microbios y cuerpos extraños. Defensinas. Descubiertas recientemente, son péptidos antimicrobianos clasificados en alfadefensinas y betadefensinas. Las alfadefensinas son proteínas ce- lulares de los macrófagos y neutrófilos y poseen activi- dad antimicrobiana sobre hongos, virus y bacterias. Las betadefensinas provienen de las células epiteliales y par- ticipan en los mecanismos de defensa al prevenir la co- lonización y subsecuente infección de bacterias. Antiproteasas y antielastasas. Células de la in- flamación y principalmente el MA segregan proteasas y elastasas que producen daño hístico. Afortunadamente,hay antiproteasas y antielastasas que evitan e inhiben el posible daño que pueda producirse por las enzimas libe- radas por células fagocíticas activadas. La alfa 1 antitripsina es la más importante antielastasa al nivel del aparato respiratorio inferior, donde al nivel alveolar se une a la elastasa del neutrófilo para evitar el daño de esta, además de inhibir otras enzimas y proteasas presentes en el pulmón. 872 LAS INFECCIONES RESPIRATORIAS AGUDAS Y SU CONTROL Las infecciones respiratorias agudas (IRA) son un complejo y heterogéneo grupo de enfermedades causa- das por distintos gérmenes que afectan cualquier punto del aparato respiratorio; las entidades se describen de acuerdo con el lugar donde predominan los síntomas. Desde el resfriado común hasta la influenza, la infección respiratoria es una experiencia universal y en la mayoría de los casos una enfermedad menor, aunque a veces molesta y autolimitada casi siempre. Sin embargo, un grupo de pacientes pueden adquirir neumonía y si no reciben el tratamiento oportuno mue- re del 10 al 20 % de ellos. En la última Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas relacionados con la Salud (CIE-10), Décima Revisión de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que se utiliza para datos estadísticos de morbilidad y mortalidad y el llenado de certificados médicos y de defunción, las IRA comprenden un grupo de entidades que son las siguientes: Códigos. J00 - J06 Infecciones agudas de las vías respiratorias superiores. J-00 Rinofaringitis aguda (resfriado común) J-01 Sinusitis aguda. J-02 Faringitis aguda. J-03 Amigdalitis aguda. J-04 Laringitis y traqueítis aguda J-05 Laringitis obstructiva aguda (Crup) y Epiglotitis. J-06 Infecciones agudas de las vías respiratorias superiores de sitios múltiples o no especifi- cados. J10 - J18 Influenza (gripe) y neumonía. J-10 Influenza debida a virus de la influenza. J-11 Influenza debida a virus no identificado. J-12 Neumonía viral no clasificada. J-13 Neumonía debida a Streptococcus pneumoniae. J-14 Neumonía debida a H. influenzae. J-15 Neumonía bacteriana no clasificada en otra parte. J-16 Neumonía debida a microorganismos infeccio- sos no clasificados en otra parte. J-17 Neumonías en enfermedades clasificadas en otra parte. J-18 Neumonía por organismos no especificados. J20 - J22 Otras infecciones agudas de las vías respirato- rias inferiores. J-20 Bronquitis aguda. J-21 Bronquiolitis aguda. J-22 Infección aguda no especificada de las vías respiratorias inferiores. Tomo III Las IRA son causadas en más del 80 % de los casos por virus. Los más frecuentes son el virus sincicial respiratorio (VSR), influenza A y B, parainfluenza, rinovirus, adenovirus y coronavirus. También el virus del sarampión es frecuente en pacientes no inmunizados. Algunas veces están asociados a un síndrome específi- co, como por ejemplo el virus sincicial, con la bronquiolitis y el parainfluenza 1 y 2 con el crup. Sin embargo, el mismo síndrome puede ser causado por diversos agen- tes y el mismo agente causa una amplia gama de síndromes diferentes. En un número de casos, la infección viral es la cau- sa de la infección grave que puede terminar con la muerte o, lo más común, la infección viral se puede complicar con infección bacteriana, lo más frecuente en los países del Tercer Mundo, donde los niños menores de 5 años, sobre todo aquellos con factores de riesgo importantes tienen más probabilidades de adquirir neumonía y morir. El 90 % de las muertes por IRA es ocasionado por neumonía bacteriana y principalmente por dos gérme- nes, el neumococo y el H. influenzae. Magnitud del problema Las infecciones respiratorias agudas en el mundo En 1976 Jelliffe se refiere a la diarrea, la neumo- nía y la malnutrición proteicocalórica como “los tres grandes problemas” entre las enfermedades extermina- doras de la niñez. En 1980, Grant estimó que el 12 % de los niños que nacen cada año mueren durante sus 5 primeros años de la vida y la mayoría de estas muertes ocurren en los países más pobres, en algunos de los cuales la probabili- dad de que un niño celebre su primer cumpleaños solo llega al 50 %. Este importante mensaje va asociado al hecho de que estos niños mueren de enfermedades prevenibles y tratables, particularmente las IRA, las en- fermedades diarreicas agudas (EDA), sarampión, ma- laria y tos ferina. En 1980, el número de niños por debajo de 5 años fue de 554 millones y la UNICEF estimó que 10 millo- nes de ellos fallecían en el primer año de la vida y otros 4 a 6 millones fallecían en las edades de 1 a 4 años, con una tasa de 120 /1000 nacidos vivos. En 1997, según Mulholland la tasa disminuyó a 88 /1000 nacidos vivos en estas edades, lo que aparentemente fue un progreso. Sin embargo, la población de 554 millones en el 80 pasó a ser de 610 millones en 1997, por lo que el número total de fallecidos se mantuvo en cifras similares a las de 1980. En el presente, la OMS estima que la tercera parte de estos fallecimientos en menores de 5 años son cau- sados por las infecciones respiratorias agudas. Parte XII. Aparato respiratorio La mortalidad es un índice de las manifestaciones más graves de las IRA y estas muertes también propor- cionan un indicador del estándar general de la atención en salud. Aunque la magnitud de la mortalidad por neumonía en los países en desarrollo se ha reconocido, general- mente las instituciones internacionales se han referido principalmente a las enfermedades diarreicas y a la malnutrición. Con frecuencia, las neumonías y las bronconeumonías son parte del círculo vicioso de la malnutrición y los episodios repetidos de diarrea e in- fección respiratoria. El descuido casi general del problema de las IRA parece haber sido el resultado de la combinación de dos actitudes. Los clínicos, por una parte, opinando que las IRA eran solo una cuestión de diagnóstico y tratamiento con antimicrobianos; y para los planificadores de salud, las IRA constituyen un grupo complejo de entidades, por las cuales podría hacerse muy poco por tratarse de un problema comunitario, y esperan que el desarrollo socioeconómico mejore esta situación. Si miramos hacia atrás, dado la magnitud del pro- blema de las IRA en los países en desarrollo, parece extraordinario que el problema fuera ignorado por la OMS hasta 1976. Teniendo en cuenta la magnitud del problema que representan estas infecciones la 29 Asamblea Mundial de la Salud decide crear una sección dedicada al con- trol de las infecciones respiratorias agudas. En 1984, se oficializa el Programa Global de control de las IRA, se aprueba uno que cubre el período 1984 a 1989 y pos- teriormente otro para el período 1990 a 1995. En 1990, la División de Población de las Naciones Unidas estima en 12,9 millones las defunciones ocurri- das en el mundo en niños menores de 5 años. De ellos, 4,3 millones (el 33 %) se produce por IRA, principal- mente neumonías. Además, se reportan 880 mil defun- ciones por sarampión, 480 mil de las cuales fueron por complicaciones respiratorias y 360 mil por tos ferina, que contribuyen a aumentar las defunciones por estas afecciones. Aunque según la OMS estas cifras han disminuido a 3,5 millones en los últimos 10 años, constituyen una demostración palpable de la magnitud del problema pro- ducido por las IRA, y no son más que el reflejo de las condiciones de vida de las grandes masas desposeídas de los países del tercer mundo, que son los que aportan la gran mayoría de estos fallecidos, debido a la insalubri- dad, la desatención en salud, el hambre, la pobreza y la ignorancia en que están sumidas como consecuencia de la injusticia económica y social. 873 Como se puede observar, el reconocimiento de la importancia de las IRA como problema de salud en el mundo es un hecho prácticamente reciente, con menos de 30 años de existencia. En un Simposium realizadoen Australia en 1984, Douglas ya planteó: “Las IRA se hallan fuera de con- trol y representan un reto largamente ignorado en el cam- po de las enfermedades transmisibles. Millones de niños mueren todos los años y billones presentan morbilidad aguda y crónica por sus efectos. Es inaceptable que una comunidad científica que ha desarrollado microships y la capacidad de visitar planetas deba continuar ignoran- do un problema de salud de estas proporciones y acep- tar en forma pasiva el grado de ignorancia e impotencia que rodea actualmente este problema mundial”. Como se señala en una publicación internacional desde 1998, las IRA constituyen una pandemia olvida- da. La alta mortalidad no es noticia. Sin embargo, esta es el equivalente a un avión Jumbo Jet con 400 niños menores de 5 años que se estrella cada hora, día tras día todo el año. Estos niños que fallecen constituyen una verdadera desgracia internacional porque existen las medidas para prevenir estas muertes: las inmunizaciones y el tratamiento con antibióticos. A diferencia de las EDA, que producen mayor morbilidad y afectación en los países del Tercer Mundo, las IRA afectan por igual a todos los países y a todas las edades. Las IRA constituyen la primera causa de consul- tas médicas y de morbilidad tanto en los países desarro- llados como en los países en vías de desarrollo. La presencia de IRA en menores de 5 años es indepen- diente de las condiciones de vida y del grado de desarro- llo de un país. En la mayoría de los países se estima que los niños menores de 5 años presentan de 4 a 8 episo- dios de IRA por año. En un estudio realizado se observa la misma escala de incidencia en ciudades de Costa Rica, Etiopía, India y Estados Unidos. La diferencia entre los niños de países desarrolla- dos y los de en vías de desarrollo no radica en el núme- ro de episodios sino en su gravedad, y es debida al mayor riesgo de adquirir neumonía y morir en el curso de una IRA. La brecha existente entre los países desarrollados y subdesarrollados está dada como bien se señala por las cifras de mortalidad. Las condiciones del paciente y su medio son los que determinan esta diferencia. La la- ringitis, la bronquiolitis o las neumonías como causa bá- sica o como complicación del sarampión y tos ferina matan frecuentemente en los países del Tercer Mundo mientras que en los países desarrollados los niños pade- cen estas enfermedades pero raramente mueren, y el 874 sarampión y la tos ferina están erradicados por la inmu- nización. Existen grandes diferencias en la mortalidad rela- cionada con las IRA en los niños de países desarrolla- dos y subdesarrollados. La diferencia parece hallarse en la incidencia y gravedad de las IRA inferiores, y en particular la neumonía. La diferencia entre los países situados en extremos opuestos de la escala socioeco- nómica se ha ampliado progresivamente. La mortalidad por IRA disminuyó en Europa y Norteamérica en la pri- mera mitad del siglo pasado antes que se introdujera nin- guna intervención preventiva o terapéutica específica. La disminución fue el resultado del perfeccionamiento gradual de las condiciones socioeconómicas. La mortalidad por IRA es un índice de sus mani- festaciones más graves. Las muertes por esta propor- cionan un indicador operacional del estándar general de la atención en salud. El estándar de vida de los países en desarrollo está asociado con factores del huésped y ambientales, que aumentan el riesgo de IRA grave en los niños. Los ries- gos más importantes son el bajo peso al nacer y la malnutrición. La contaminación ambiental del aire inte- rior, la ausencia de lactancia materna, el humo del ciga- rro, el hacinamiento y otros factores también revisten gran importancia. Algunos pequeños datos y cifras de diversas publi- caciones sirven para mostrar el problema de las IRA en los países subdesarrollados, que constituye una verda- dera catástrofe: − En Paraguay mueren por IRA 1 560 menores de 5 años/1 000 nacidos vivos. Esta cifra es similar a la de Estados Unidos en 1911. − Cada año mueren en Australia por IRA 4,1 niños menores de 5 años/ 100 00 habitantes. En Filipinas la cifra es 71 veces mayor. − En la década del 80 fallecieron en Francia por IRA 1,7 menores de 5 años por 100 000 habitantes y en Holanda 1,1. Sin embargo en Egipto mueren 173 y en Guatemala 271 por 100 000 habitantes. − Cada semana mueren por IRA más de 50 000 niños menores de 5 años, la gran mayoría en paí- ses del tercer mundo. Entre el 30 y el 60 % de las consultas pediátricas en las instituciones de salud, y entre el 30 y el 40 % de los ingresos en hospitales, se atribuyen a IRA en países en vías de desarrollo. En países industrializados, la exposición a condi- ciones sociales adversas aumenta también la posibilidad de padecer IRA bajas, principalmente neumonía. Tomo III También los países desarrollados sufren las conse- cuencias, aunque diferentes, de las IRA. Estas repre- sentan del 30 al 50 % de las atenciones médicas en la edad pediátrica y constituyen en muchos de estos países el 30 % de las hospitalizaciones. Además, en estos países constituyen el 20 % de las consultas en todas las edades, el 30 % de las ausen- cias al trabajo, y el 75 % de las prescripciones de antibióticos, la mayoría de los cuales son innecesarios, favoreciendo la aparición de cepas bacterianas resis- tentes. Se calcula que en el mundo se utilizan 8 billones de dólares anuales en el tratamiento de los síntomas de las IRA. En un informe del Grupo Técnico Asesor en Infec- ciones Respiratorias Agudas en Ginebra, se señala que en los países europeos 20 millones de personas sufren de IRA anualmente y que las pérdidas económicas debi- do al ausentismo laboral, sobrepasan los 600 millones de días laborables al año, el equivalente a 3 000 millones de dólares, cifra que se eleva en épocas de epidemias. Kennedy y Forbes afirman que los fármacos antiinfecciosos y los medicamentos para el resfriado y la tos son responsables de más o menos el 50 % de las prescripciones realizadas a niños en la atención ambulatoria. Por su parte Hutton et. al. señalan que aproximadamente el 25 % de las preparaciones farma- céuticas prescritas a los niños incluyen medicamentos para la tos y el resfriado común. En Australia, se calcula que los síntomas respirato- rios en los niños, causan un mínimo de 50 millones de dólares de costos médicos y medicamentos por año, sin valorar los costos que influyen en la salud. En Estados Unidos se gastan 2 000 millones de dólares anuales en prescripciones de antibióticos para la otitis media sola- mente. Las infecciones respiratorias agudas en las Américas Cada año mueren alrededor de 140 000 a 150 000 niños menores de 5 años por IRA en las Américas. De ellos 100 000 son menores de un año y 40 000 a 50 000 de 1 a 4 años de edad. Mientras que las defunciones por IRA constitu- yen del 1 al 3 % de las muertes en países desarrollados, en ciertos países de América Latina y el Caribe esta cifra representa del 15 al 20 %, lo cual pone de mani- fiesto las grandes diferencias socioeconómicas exis- tentes entre los países desarrollados del norte, como Canadá y Estados Unidos, y los subdesarrollados del resto del continente . La tasa de mortalidad infantil por IRA en Canadá es de 0,1/1 000 nacidos vivos; en Estados Unidos es de Parte XII. Aparato respiratorio 0,15/1 000 nacidos vivos y en Cuba es de 0,3/1 000 naci- dos vivos en 2004. En el resto de los países esta cifra es muy alta, llegando en algunos casos como Guatemala, El Salvador, Haití, Perú, Bolivia, Nicaragua, República Dominicana y otros, a valores 20 y 50 veces superiores. La Investigación Interamericana de Mortalidad en la Niñez mostró que de los 35 065 defunciones de meno- res de 5 años estudiados en 15 proyectos en las Améri- cas, 5 741 ocurrieron por neumonía como causa básica, lo que representa el 16,3 %, y 10 299 tenían este ele- mento asociado, y se elevó al 29,3 %. Esto hace que las IRA ocupen el lugar más importantecomo causa básica de muerte en estos países. Al igual que en el resto del mundo, del 80 al 90 % de las muertes por IRA en los países de América son causadas por neumonías, y la mayoría de estas defun- ciones lógicamente ocurren en los países más pobres del continente. Las IRA también constituyen la primera causa de consultas y hospitalizaciones en todos los países del con- tinente. Del 30 al 50 % de las consultas pediátricas y del 20 al 40 % de las hospitalizaciones, se deben a estas afecciones según datos de la Organización Panameri- cana de la Salud (OPS). Las IRA constituyen, además, la principal causa de administración de antibióticos, el 70 % de los cuales son innecesarios, también causante de un uso inapropia- do e indiscriminado de antihistamínicos, antitusígenos y expectorantes. La otitis media aguda deja secuelas importantes como la hipoacusia y la sordera. La faringoamigdalitis por estreptococo betahemolítico es causa de complica- ciones como la glomerulonefritis y la fiebre reumática, en un número importante de pacientes, pues al no recibir la atención médica necesaria se presentan más secue- las e, incluso, se puede producir la muerte en un número de estos. Las infecciones respiratorias agudas en Cuba Al igual que en el resto del mundo, las IRA consti- tuyen uno de los principales problemas de salud en nues- tro país, y la primera causa de morbilidad y consultas, así como una de las 5 primeras causas de muerte en todas las edades. La influenza y la neumonía ocupan el cuarto lugar como causa de muerte en todas las edades, superadas solamente por las enfermedades del corazón, los tumo- res malignos y la enfermedad cerebrovascular. Durante 2004 fallecieron 6 571 pacientes por influenza y neumo- nía, de los cuales solo 52 fueron menores de 15 años. 875 La morbilidad se ha mantenido inalterable en todas las edades. Alrededor de 4 millones de atenciones médi- cas por IRA se reportan anualmente, a pesar de que muchos enfermos por ser autolimitada la enfermedad, no acuden al médico. El 25 % del total de consultas y al menos el 20 % de las hospitalizaciones son por IRA. En pediatría, a pesar de los avances alcanzados, las IRA siguen constituyendo uno de los principales pro- blemas de salud. Desde la época de los años 60 la mor- talidad por IRA, y principalmente por influenza y neumonía han ocupado una de las 5 primeras causas de muerte en el menor de 1 año, en el grupo de 1 a 4 y en el de 5 a 14 años, respectivamente. En el paciente menor de 1 año, en 1970, la influen- za y la neumonía ocuparon el 3er. lugar como causa de muerte, con una tasa de 5,1/1 000 nacidos vivos y un total de 1 202 fallecidos; en 2004, pasa al cuarto lugar con una tasa de 0,3 y solo 38 fallecidos; la tasa se redu- ce 17 veces y la cifra de fallecidos en el 98 %. En el niño de 1 a 4 años, en 1970, fallecieron 218 niños por influenza y neumonía, y en 2004 solo 9, con una reducción del 90 % de los fallecidos. La tasa des- ciende de 2,2/10 000 habitantes en el 70; a 0,2 en 2004 con una reducción de 10 veces. En el grupo de 5 a 14 años, fallecieron 50 en 1970, y solo 5 en 2004 con una reducción del 80 %. La tasa baja de 2,5/100 000 habitantes en el 70 a 0,3 en 2004, con una reducción de 9 veces. En 2005 la cifra de fallecidos por IRA es similar a la de 2004 en el paciente menor de 1 año. La neumonía bacteriana es la principal causa de muerte por IRA (90 %) en el menor de 15 años en los diferentes grupos etarios y la bacteria más común que la produce es el neumococo. La bronquiolitis aparece en epidemias anuales o cada 2 años, de septiembre a enero, y constituye la se- gunda causa de muerte por IRA en los menores de 1 año con cifras mínimas. Raramente alguna epiglotitis es causa de muerte en el país. También las IRA son, en la edad pediátrica, la pri- mera causa de consultas y de hospitalizaciones con el 30 al 40 % de estas. El esquema de inmunización cubre al 100 % de los niños e incluye, entre otras, las vacunas contra la tuber- culosis, la difteria, la tos ferina, el sarampión y el H. influenzae tipo b. La difteria está erradicada desde 1979, el sarampión, desde 1993 y se interrumpe la transmi- sión de la tos ferina, de la que no se reportan casos desde 1994. 876 La morbilidad, y sobre todo la mortalidad por IRA, ha tenido variaciones importantes en nuestro país en los últimos 30 años, de tal forma que nos coloca con cifras similares a las de los países más desarrollados. En América, solo Canadá y Estados Unidos nos superan ligeramente en algunos rubros, pero nuestras cifras son muy similares a las de ambos países. Muchos factores han contribuido a disminuir la mor- talidad por IRA en nuestro país, y entre ellos podemos citar las siguientes: • Amplia cobertura de los servicios de salud que permiten que el niño reciba una atención médica adecuada en cualquier lugar. • Creación de los servicios de Neumología en los hos- pitales pediátricos con personal especializado, y de- dicación exclusiva y a tiempo completo para el diagnóstico y el tratamiento de las IRA. • Creación de la Red de Unidades de Cuidados Inten- sivos e Intermedios Pediátricos a lo largo de todo el país. • Priorización del programa por los médicos de familia y especialistas de Medicina General Integral, con una cobertura del 100 % de la población en la atención primaria. • Conducta unificada de diagnóstico y tratamiento de estas enfermedades con la atención estándar de ca- sos, que incluye el ingreso “precoz” de todo niño que presente factores de riesgo importantes y terapia con antibióticos en aquellos pacientes que así lo re- quieran. • Programa de inmunizaciones al 100 % de los meno- res de 15 años que cubre un grupo de IRA. • Mejoría del estado nutricional de la población pediátrica así como la disminución del bajo peso al nacer, que fue de 5 % en 2005. • Incorporación en la docencia de pregrado y posgrado de rotaciones a tiempo completo por los servicios de Neumología pediátrica. • Capacitación a través de cursos nacionales y pro- vinciales en la actualización de la atención de las IRA a los especialistas en Pediatría y en Medicina Gene- ral integral entre otros. • Existencia de un Programa de Vigilancia Epidemiológica de las Infecciones Respiratorias Agudas. • Comunicación social mediante actividades educati- vas a las madres y población en general a través de medios masivos de difusión, programas de educación para la salud y otras formas. Tomo III Programa de control de las infecciones respiratorias agudas en Cuba Ya desde la década de los 60, con la mejoría en la cobertura de salud y a la atención pediátrica por la crea- ción de servicios especializados para las enfermedades respiratorias en los hospitales pediátricos, a las que se dedicaron el 20 % de las camas, se da inicio a la aten- ción preferencial de estas enfermedades. A esto se adi- ciona el comienzo de la aplicación del Programa Nacional de Inmunizaciones que se establece a partir de 1962, como un factor muy importante. El Programa de Enfermedades Respiratorias Agu- das (Infecciones) en el niño surge en 1970 como parte del Programa de Reducción de la Mortalidad Infantil y continúa durante los años 80 hasta el momento actual a manera de subprograma en el Programa Nacional de Atención Materno infantil. En 1989, se establece el Pro- grama de Reducción de Bajo Peso al Nacer que com- plementa el Programa de Reducción de la Mortalidad Infantil y reviste gran importancia en la prevención de las IRA. En 2000, el MINSAP aprueba y redacta el Pro- grama Integral de Atención y Control de las Infecciones Respiratorias Agudas, que cubre todas las edades, pero con dos vertientes bien definidas, una dirigida al menor de 15 años, ya preexistente, y otra dirigida al mayor de esta edad. El Programa tiene como objetivo general el de re- ducir la mortalidad y morbilidad por IRA en la población cubana. Este programa en el menor de 15 años está dirigido a: • Reducir la mortalidad por neumonía en los menores de 15 años. • Reducir el
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