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trabajadores-sociales-en-la-justicia-de-familia-fazzio-garcia-godoy - Verónica Colín Peña

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DIRECTORAS 
CECILIA P.GROSMAN – NORA LLOVERAS 
AIDA KEMELMAJER DE CARLUCCI – MARISA HERRERA 
___________________________________________________ 
 
 
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DERECHO DE FAMILIA 
Revista Interdisciplinaria de Doctrina y Jurisprudencia 
 
ABELEDO PERROT Nº: AP/DOC/251/2015 
ASISTENCIA SOCIAL 
Autores: Fazzio, Adriana(*) ; García Godoy, Bárbara(**) 
Título: Trabajadores sociales en la Justicia de Familia: a más de veinte años de su incorporación 
Publicado: RDF 69-15 
Sección: DOCTRINA 
 
I. Introducción 
Al recibir el número anterior de esta revista celebrando los veinticinco años de su aparición, caímos en la cuenta de que hace 
aproximadamente la misma cantidad de tiempo que fueron incorporados los primeros trabajadores sociales a los Juzgados 
Nacionales de Familia de la Ciudad de Buenos Aires. Su inserción se debió a una novedosa y profunda experiencia de trabajo 
interdisciplinario que venía proponiendo, unos años atrás, un juez del fuero, el Dr. Eduardo Cárdenas. 
Desde el ámbito académico y profesional, creímos oportuno reflexionar sobre los resultados de dicha incorporación, en medio 
de las transformaciones que se fueron dando en la conformación de las familias, ante las distintas circunstancias históricas de 
nuestro país y del mundo. 
Las autoras de la presentación de ese número de la revista recuerdan, entre los propósitos que las guiaron en sus inicios, el de 
"contribuir a que la normativa, la interpretación, la lectura de las leyes, la formación o mirada de los operadores... sirviera para 
alentar su mejora o corregir los desvíos o silencios que vulneran los derechos de tantísimos ciudadanos"... y "mostrar el 
pensamiento innovador proveniente de ciertas voces del campo jurídico como no jurídico", entendiendo que "los conflictos de 
familia no podían ser afrontados sólo con la letra de la ley" (1). 
En la misma edición, nuestra colega Alicia Husni también aborda el papel de la interdisciplina en la institución judicial, diciendo: 
"Podríamos considerar la incorporación del modelo interdisciplinario en el trabajo con familias en litigio, como un cambio 
respecto de un modelo de trabajo dominante en el que sólo se reconocía al derecho como única alternativa para la resolución 
de los conflictos legales" (2). 
En otro capítulo de la revista, pero en la misma línea de análisis, la Dra. Mirta Ilundaín propone una mirada del derecho a la luz 
de los tiempos, analizando los cambios políticos, sociales y normativos producidos en las últimas décadas del siglo XX, 
definiendo los años transcurridos como la era del "fin de las ideologías", recordando la teoría de Fukuyama enarbolando las 
banderas del capitalismo económico y del liberalismo político en su fase de globalización, ante el desmoronamiento de los 
regímenes socialistas del este de Europa (3). 
Es precisamente en ese contexto histórico de pleno apogeo del Consenso de Washington, que tan claramente describe la Dra. 
Ilundaín, en el que un poder del Estado, con un modelo de prevalencia única del criterio jurídico para resolver cuestiones 
humanas, decide incorporar una mirada desde otra disciplina y precisamente desde el "Trabajo Social", sobre el que se 
presume una expertiz en la atención de la pobreza. 
Es por ello, que creemos indispensable reflexionar acerca de las razones por las cuales en la Argentina, en el año 1991, cuando 
se inauguraba un período de gobierno de corte netamente neoliberal, se decide destinar parte del presupuesto del Poder 
Judicial para incorporar profesionales que atiendan a "los vulnerables". A la luz de los acontecimientos históricos vividos, 
particularmente la situación de pobreza con la que el país inauguró el siglo XXI, podríamos aventurar algunas hipótesis. 
Comencemos primero por realizar una breve síntesis de los orígenes del Trabajo Social y su transformación durante el siglo XX. 
II. El Trabajo Social, breve recorrido histórico (4) 
El Trabajo Social como disciplina fue recorriendo diversas matrices teóricas que se desarrollaron en heterogéneos contextos 
histórico-políticos, generaron tensiones y debates a partir de permanecer con rasgos distintivos en las intervenciones del 
colectivo profesional, presentes aún hoy. Describir el Trabajo Social en su recorrido histórico requiere comprender esas 
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matrices de pensamiento imperantes en las distintas etapas y a su vez, superar una concepción de linealidad que crea que a 
una etapa se le sucedió otra, sin permanecer o coexistir formas diferentes de comprender lo social y las formas que adquirió la 
intervención profesional. 
La matriz positivista ha sido la corriente de pensamiento preponderante en el nacimiento y desarrollo de las ciencias sociales. 
En nuestro país también tuvo una influencia notable en la construcción del Estado moderno. Serán las instituciones vinculadas a 
la salud, la educación, la acción social y lo jurídico las que operarán sobre los pobres, gauchos y migrantes, haciéndose cargo de 
"construir y darle forma al ciudadano", desarrollando mecanismos de integración y coerción. La generación del '80 
decimonónica centrará sus miradas y explicaciones en la cuestión biológica y en las características raciales de la población, lo 
que se traducirá en el ámbito político en nuevos sentidos de las instituciones. Las ideas de progreso sustentadas por el 
positivismo y la sociología biologicista expresarán la mentalidad de las clases altas, medias y de la burguesía naciente (5). La 
pobreza se explicará como dificultad centrada en el individuo y se justificará la actuación sobre la población empobrecida, 
sobre todo luego de las epidemias de fin de siglo XIX y principios del XX. El espacio de la cotidianeidad será el lugar elegido para 
la intervención como espacio articulador de los discursos médicos y la cultura. 
Carballeda menciona algunos antecedentes del Trabajo Social en la Argentina en las instituciones creadas a principios de siglo 
XIX para ocuparse de pobres y niños, como la Sociedad de Beneficencia. Ensu proyecto educativo, la generación del '80 se basó 
en un discurso médico higienista y las prácticas desarrolladas en el área de minoridad basadas en el ideal rehabilitatorio. 
La matriz funcionalista-estructuralista ha dominado la intervención del Trabajo Social hacia mediados del siglo XX; en general, 
es situada entre los años 1940 y finales de los '60. Se trata de un período que es descripto como profesionalización del Trabajo 
Social, guiado por la idea que concibe a la sociedad como una estructura orgánica indivisible, cuya funcionalidad está en 
correspondencia con la funcionalidad de las partes. Las instituciones sociales vienen a desempeñar una importantísima función 
social, en vista al mantenimiento del sistema social. Desde una perspectiva pragmática e instrumental, el Trabajo Social inic ia 
una etapa tecnocrática en la que profundiza el desarrollo de sus "métodos". Desplegará el método de "desarrollo de la 
comunidad" desde una lectura societaria y menos individualista y también los llamados métodos auxiliares: administración de 
servicios sociales, planificación social e investigación social. En este marco, los trabajadores sociales constituirán el personal 
experto para promover el proceso de cambio como "agentes de cambio". Se buscará la investigación pormenorizada de las 
condiciones de vida de la población y el conocimiento de las "necesidades sentidas" como motor de la participación 
comunitaria, con indicadores que orientan la inserción en las comunidades y la posterior toma de conciencia de la situación real 
de su comunidad (6). 
La matriz dialéctica comienza a tener influencia en el Trabajo Social latinoamericano a partir de la década del '70. "En el Trabajo 
Social latinoamericano surge una interesante crítica de las prácticas profesionales 'colonizadas', comenzando una etapa de 
nuevas propuestas en la que los planteamientos críticos del positivismo y la apertura a la dialéctica surge con fuerza al interior 
del Movimiento de Reconceptualización" (7). En la Argentina, y como señala Carballeda, la reconceptualización tuvo entre sus 
características centrales el desarrollo de un proceso crítico en los ámbitos académicos, que reivindicaba la actuación política 
buscando una participación y contribución disciplinar en el proceso de transformación latinoamericana. 
Durante la década del '80 del siglo XX, el Trabajo Social retoma algunos debates de la reconceptualización, incorporando 
propuestas de carácter ecléctico. Así, se responde a las exigencias provenientes del Estado, con respuestas más focalizadas. Se 
observa un creciente interés por sistematizar experiencias y la producción teórica (8). Durante estos años, adquirió importancia 
para el quehacer profesional la aplicación de múltiples técnicas grupales, sociométricas, para comprender la dinámica compleja 
de los grupos. 
La matriz tecnocrática-neoliberal del siglo XX da cuenta de un proceso iniciado en los años '70 y consolidado en los 90, que 
impactó en todos los órdenes de la vida social, política y económica de los países de la región. Las políticas sociales, de a cuerdo 
a los parámetros establecidos por los organismos financieros internacionales, se reorientaron según los principios de 
focalización y descentralización. Aquín esboza la existencia de mutaciones socioculturales como resultantes de este proceso, 
que tienen efectos en el campo del Trabajo Social: a) "La interpretación de la cuestión social" mediante la naturalización de las 
desigualdades y su consecuente expropiación del carácter histórico y social de ellas, sumado a una "psicologización de la 
cuestión social", al ubicar como demandas individuales relativas a carencias de los sujetos lo que refiere a derechos sociales; b) 
"Cuestionamiento de la validez del concepto de derecho social", reemplazado por el concepto de "deber moral" que alude a la 
solidaridad de aquellos que se encuentran en condiciones de brindar ayuda; c) "Exigencia de parámetros de eficiencia y 
productividad", sumado a "exigencias de focalización tanto de las necesidades como de la población que merece ser atendida", 
lo que ubica a los trabajadores sociales "en el lugar de expertos habilitados para clasificar a las personas". Ello requirió del 
desarrollo de más y nuevos instrumentos clasificatorios, tanto para el diagnóstico como para el tratamiento social de los 
pobres (9). Se invocaba un saber tecnocrático, que recuperaba concepciones y herramientas acopiadas por la tradición 
positivista de la profesión, reactualizadas bajo formas de modernización tecnológica y sustentadas desde una "racionalidad 
técnica" (10). La pobreza era considerada "como una dimensión más del mismo proceso de modernización" (11), concepción 
que la situaba en el orden de lo inevitable. En esta etapa el Trabajo Social "incorpora técnicas para gestión social (...) mientras 
se desarrollaban innovaciones en el abordaje de la pobreza estructural y se destruía el sistema de integración y movilidad 
social" (12). Se le solicitó a esta profesión "instrumentalizar la focalización". En este contexto "el Trabajo Social como profesión 
se replegó en las instituciones y en los barrios, optimizó la administración de recursos escasos y movilizó contrapartes para 
poder ejecutar los programas sociales descentralizados" (13). 
III. Un balance después de un cuarto de siglo 
Vistas, entonces, las distintas matrices que enmarcaron el significado de nuestra profesión y retomando los interrogantes 
formulados en el punto I) del presente trabajo, aparece la necesidad de analizar el desenvolvimiento y resultados de la 
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incorporación de trabajadores sociales en la justicia de familia, en un momento en el que predominó la matriz tecnocrática-
liberal, cuando se pregonaba el achicamiento del Estado y se esperaba que la riqueza que promovería el liberalismo económico 
derramara sobre todos los sectores sociales, poniéndole fin a la pobreza. 
Aunque la llegada de los primeros profesionales del trabajo social a la justicia de familia se debió a una concepción 
interdisciplinaria de quienes la promovían, la rápida acogida de muchos magistrados y la decisión de la administración de la 
Suprema Corte de Justicia en el año 1991 de invertir recursos en la contratación de trabajadores sociales nos lleva a reflexionar 
acerca de la necesidad de esos tribunales de contar con una herramienta y una expertiz para atender a las familias de los 
sectores más vulnerables que comenzaban a desfilar por sus pasillos. 
Si algo caracterizó ese período fue la pérdida de puestos de trabajo y el consecuente aumento de la desocupación. Fueron los 
años del incremento exponencial de niños pobres, sin escolarizar, del más alto índice de desnutrición infantil, del aumento 
notable de los embarazos adolescentes, de la llegada masiva del consumo de drogas y la consecuente destrucción de la familia. 
Curiosamente, también fueron los años del mayor achicamiento del Estado, de la casi devastación del sistema de salud y del 
educativo, de las políticas públicas focalizadas y de la pérdida de derechos que creíamos consagrados en nuestro país. Fueron 
los años en que, por una parte, la Argentina daba rango constitucional a la Convención de los Derechos del Niño y, por otra, 
reflotaba la utilización de la Ley del Patronato gracias al decreto de creación del Consejo del Menor y la Familia. De hecho, esa 
década llevó al país a un final de siglo caótico, con un estallido social que pudo habernos sumergido en la desintegración y con 
índices de pobreza, indigencia y desocupación, inexistentes hasta ese momento. 
Muchas, muchísimas de las familias atravesadas por esas circunstancias sociales y económicas llegaron a los juzgados de 
familia. Algunas con la expectativa de que la justicia ordenara un proceso de separación conyugal, de violencia doméstica, o que 
los ayudara ante el padecimiento mental de alguno de sus miembros. Pero muchas otras fueron derivadas o denunciadas desde 
otros sectores de la sociedad (escuelas, hospitales, etc.), buscando la intervención judicial ante la inexistencia de políticas 
sociales. 
Y en todos esos años hubo un grupo de trabajadores sociales desempeñándose en los juzgados de familia, tratando, 
seguramente, de armonizar su formación teórica y su paradigma profesional con las expectativas institucionales, que no 
siempre debieron ser coincidentes. 
Precisamente esa es la cuestión sobre la que nos proponemos reflexionar y debatir para seguir avanzando, así como lo realizan 
en el presente distintos grupos profesionales, sociales o estamentos del Estado que se interrogan y reflexionan acerca de su 
papel en los diferentes momentos políticos del país. Efectivamente, cada vez más, existen en nuestra sociedad interesantísimos 
debates sobre el comportamiento de sectores de la ciudadanía durante la dictadura, en la recuperación de la democracia, en 
los períodos de graves crisis económicas y sociales, etc., por lo que no debemos perder esta oportunidad de analizar el 
desenvolvimiento y resultado de nuestra profesión, en uno de los poderes del Estado, en las décadas del más crudo 
neoliberalismo. 
Muchas son las preguntas que nos surgen y seguramente aparecerán muchas más: 
— Nos preguntamos, por ejemplo, si nuestra expertiz en el abordaje de personas en estado de vulnerabilidad, con una mirada, 
una escucha y un lenguaje diferente, facilitó realmente el acceso de éstas a la justicia. 
— Nos preguntamos si las personas humildes, las que están sufriendo una situación de violencia en su hogar o tienen algún 
padecimiento, habrán sentido que existen en los juzgados de familia personas que comprenden su lenguaje, su cultura, que 
conocen el barrio en el que viven, que no les hablan con palabras jurídicas que ellos no entienden. 
— Nos preguntamos si habremos podido trasmitir a los otros integrantes de los juzgados nuevos elementos que les permitan 
mirar desde otro ángulo las problemáticas de las familias o, por el contrario, los trabajadores sociales nos subsumimos al 
lenguaje jurídico y los rituales de un expediente. 
— Nos preguntamos si habremos logrado construir un puente entre la justicia y la comunidad o nos habremos encerrado entre 
los muros de los tribunales. 
— En definitiva, nos preguntamos si nuestro ingreso en la justicia ha servido para denunciar las deplorables condiciones en que 
se hallan los pacientes del Borda y del Moyano, para evitar la institucionalización innecesaria de niños o la entrega en adopción 
por causas sociales, para detectar más tempranamente situaciones de abuso sexual o maltrato y podríamos seguir enumerando 
situaciones dolorosas, difíciles e injustas que seguramente hemos visto en estos años en nuestros lugares de trabajo. 
La expectativa institucional, al igual que en otros espacios del Trabajo Social, parece conformarse con que evitemos situaciones 
de tensión dentro del ámbito de trabajo, con que aliviemos la tarea interna de los otros miembros del equipo o simplemente 
señalemos un lugar donde derivar el problema. Esta expectativa no siempre se condice con nuestras incumbencias 
profesionales y en algunos casos existe el mandato tácito de transformarnos en gerentes, controladores sociales o simples 
ejecutores de lo que ordena el superior jerárquico. Por ello, a la luz del proceso histórico vivido en nuestro país en la últ ima 
década del siglo pasado, creemos que resulta indispensable que quienes trabajamos en este campo, como en todos y cada uno 
de los espacios profesionales, tengamos una mirada retrospectiva y nos preguntemos, al igual que ese título del film 
norteamericano, "¿Qué hiciste tú en la guerra, papá?". 
En estos días, otros países, como Grecia o España, se encuentran atravesando gravísimas crisis económicas, con altos índices de 
pobreza y tasas de desempleo. En ese marco, es un ejemplo a mirar el posicionamiento que han tomado nuestros colegas del 
Ayuntamiento de Barcelona, que han rechazado participar en los desalojos de los ciudadanos que pierden su vivienda, 
argumentando que "los profesionales de este sector de la municipalidad se niegan a que su presencia en la ejecución del 
desahucio sirva para dar apoyo al personal judicial que lo lleva a cabo, y no para desempeñar la que, esencialmente, es su 
función: atender y acompañar a las personas sin recursos" (14). 
Pero más allá de nuestras reflexiones, la historia será quien juzgará nuestro accionar en el lugar y contexto histórico que 
desempeñamos nuestra función y dirá si supimos mantener nuestro paradigma de defensa de los derechos humanos, si 
estuvimos comprometidos con los más vulnerables, con quienes más sufrieron los despojos de sus derechos o, por el contrario, 
nos refugiamos en los muros de una institución, aislándonos de la realidad cuya pobreza clamó varias veces por nuestro 
compromiso con los humildes. 
Seguramente, todos, en forma individual o grupal, en espacios de formación, de participación política, de supervisión o 
terapéuticos hemos pensado sobre estas cuestiones. 
La reciente aprobación de la Ley Federal de Trabajo Social 27.072 nos marca un camino ineludible de poner nuestra tarea al 
servicio de la efectiva defensa de los derechos humanos. 
La puesta en común de nuestras reflexiones, autocríticas y propuestas sería de gran utilidad paralos actuales y futuros colegas. 
Contamos hoy con el compromiso de la Carrera de Trabajo Social de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA para acompañar 
estos procesos con recursos concretos. La propuesta queda planteada. 
 
(*) Lic. Trabajo Social. Docente UBA, UNLU y U. Barcelona. Fue directora nacional de la SENNAF. Trabajadora social J.C. 38. 
 
(**) Lic. Trabajo Social. Dra. Facultad de Ciencias Sociales. Docente e Investigadora UBA. Secretaria académica, Carrera Trabajo 
Social, Facultad de Ciencias Sociales, UBA. 
 
(1) Grosman, Cecilia P.; Lloveras, Nora; Kemelmajer de Carlucci, Aída - Herrera, Marisa, "Un cuarto de siglo en el combate por el 
progreso del derecho de familias, infancia y adolescencia", RDF 66-1. 
 
(2) Husni, Alicia, "La interdisciplinar como herramienta de decisión judicial", RDF 66-57. 
 
(3) Ilundaín, Mirta, "El tiempo y el derecho 1989-2014", RDF 66-68 y ss. 
 
(4) El recorrido histórico que aquí se desarrolla recupera sintéticamente el trabajo realizado en: García Godoy, B.; Manes, R.; 
Murdocca, L. - Robles, C., "El proceso metodológico y los modelos de intervención profesional. La impronta de su 
direccionalidad instrumental y su revisión conceptual actual", en Arias, Ana; Zunino, Elena - Garello, Silvana (comps.), Matrices 
teóricas de inscripción del proceso metodológico en Trabajo Social, Buenos Aires, 2013. Disponible en 
http://www.trabajosocial.fsoc.uba.ar/PMMIP.pdf. 
 
(5) Carballeda, Alfredo, Del desorden de los cuerpos al orden de la sociedad, Espacio, Buenos Aires, 2004, ps. 8/36. 
 
(6) Ander Egg, Metodología y práctica del desarrollo de la comunidad, 2ª ed., Humanitas, Buenos Aires, 1965. 
 
(7) Oneto Piazze, Leonardo, en AA.VV., Dialéctica. Perspectivas metodológicas en Trabajo Social, Espacio, Buenos Aires, 2001. 
 
(8) Vélez Restrepo, Olga, Reconfigurando el Trabajo Social - Perspectivas y tendencias contemporáneas, Espacio, Buenos Aires, 
2003. 
 
(9) Aquín, Nora, "Hacia la construcción de enfoques alternativos para el Trabajo Social en el nuevo milenio", Revista de Servicio 
Social, vol. 1, nro. 3, Buenos aires, 1999. Disponible en www.catedras.fsoc.uba.ar/elias/aquinnora2010.doc. 
 
(10) Aquín, Nora, Trabajo Social, Estado y sociedad. El Trabajo Social y las prácticas societarias, ts. 1 y 2, Espacio, Buenos Aires, 
2008. 
 
(11) Matus, Teresa, "Desafíos del Trabajo Social en los noventa", en AA.VV., Perspectivas metodológicas en Trabajo Social, 
ALAETS-CELATS, Chile, 1995. 
 
(12) Clemente, Adriana, "Conflicto y sociedad. Tensiones del Trabajo Social después de los 90", en Clemente, Adriana - Arias, 
Ana (comps.), Conflicto e intervención Social, Espacio, Buenos Aires, 2003. 
 
(13) Clemente, Adriana, "Conflicto y sociedad...", cit. 
 
(14) Carta dirigida al alcalde de Barcelona, Xavier Trias, publicada en el diario Página12 del 17/2/2015. 
http://www.abeledoperrotonline2.com/maf/app/documentVM?&src=laley&srguid=i0ad818160000014e92338530523c20c2&docguid=i097052062D98B805923E7BFB13562606&hitguid=i097052062D98B805923E7BFB13562606&spos=1&epos=1&td=1&ao=o.i0ADFAB86B68430E281B688BFF9CDE1BD&searchFrom=&savedSearch=false&context=5&crumb-action=append&startChunk=1&endChunk=1#FN14

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