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Analisis-de-la-soledad-desde-la-psicologa-colectiva

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA 
DE MÉXICO 
 
 
FACULTAD DE PSICOLOGÍA 
 
 “ANÁLISIS DE LA SOLEDAD DESDE LA 
PSICOLOGÍA COLECTIVA” 
 
T E S I S 
 
Que para obtener al grado de: 
LICENCIADO EN PSICOLOGÍA 
 
Presenta: 
JUAN ARMANDO SALMORAN SALDAÑA 
 
Director de tesis: 
DR. CARLOS ARTURO ROJAS ROSALES 
 
 
 Ciudad Universitaria, Cd de México Septiembre, 2018 
 
 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
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ÍNDICE. 
CONTENIDO 
 
RESUMEN. 1 
INTRODUCCIÓN. 2 
CAPÍTULO I. LA PSICOLOGÍA COLECTIVA. 10 
I.I INTRODUCCIÓN. 10 
I.II POR QUÉ HABLAR DE LA SOLEDAD DESDE LA PSICOLOGÍA COLECTIVA. 11 
I.III MEAD Y DURKHEIM. 17 
I.III.I GEORGE HERBERT MEAD. (1863-1931) 17 
I.III.II EMILE DURKHEIM. (1858-1917) 22 
I.IV HALBWACHS Y FERNÁNDEZ. 26 
I.IV.I MAURICE HALBWACHS. (1877-1945) 26 
I.IV.II PABLO FERNÁNDEZ CHRISTLIEB. 32 
I.V POR QUÉ ANALIZAR LA SOLEDAD DESDE LA PSICOLOGÍA ESTÉTICA. 36 
CAPÍTULO II. LA SOLEDAD DESDE LA PSICOLOGÍA COLECTIVA. 45 
II.I INTRODUCCIÓN. 45 
II.II CÓMO SE INTERPRETA LA SOLEDAD DESDE LA PSICOLOGÍA COLECTIVA.
 46 
II.III SOLEDAD DESDE EL LENGUAJE (GESTO) Y LOS GRUPOS SOCIALES. 53 
II.III.I EL GESTO EN MEAD. 53 
II.III.II LOS GRUPOS SOCIALES. 61 
II.IV SOLEDAD DESDE LAS MEMORIAS COLECTIVAS (ÉNFASIS EN LO 
AFECTIVO). 66 
II.V SOLEDAD DESDE LA CULTURA (FORMAS). 74 
CAPÍTULO III. FORMAS DE LA SOLEDAD DESDE LA PSICOLOGÍA COLECTIVA. 84 
III.I INTRODUCCIÓN. 84 
III.II LA FORMA DE LA SOLEDAD DESDE EL ARTE: LITERATURA Y MÚSICA 
(ROMÁNTICOS). 85 
III.II.I LA FORMA DE LA SOLEDAD DESDE LA LITERATURA. 85 
III.II.II LA FORMA DE LA SOLEDAD DESDE EL ARTE: MÚSICA. 102 
III.III LA FORMA DE LA SOLEDAD DESDE LA SOCIEDAD CONTEMPORÁNEA 
(LO IMPOSITIVO: MODERNIDAD E IDENTIDAD FORZOSA). 107 
III.IV LA FORMA DE LA SOLEDAD DE LOS INMIGRANTES. 114 
III.V LA FORMA DE LA SOLEDAD DE LOS MEXICANOS. 119 
 
 
III.VI LA FORMA DE LA SOLEDAD DE LOS VAGABUNDOS. 124 
III.VII LA FORMA DE LA SOLEDAD DE LOS CICLISTAS EN LA CALLE. 126 
CAPÍTULO IV. CONCLUSIONES. 131 
IV.I INTRODUCCIÓN. 131 
IV.II DE LOS QUEHACERES FUTUROS DE LA SOLEDAD DESDE LA PSICOLOGÍA 
COLECTIVA. 132 
IV.III DE LOS QUEHACERES FUTUROS DE LA SOLEDAD DESDE LA CULTURA 
(DECONSTRUCCIÓN). 138 
IV.IV POR QUÉ EL PENSAR Y SENTIR LA SOLEDAD COMO COLECTIVA Y NO 
COMO INDIVIDUAL SE VISLUMBRA COMO UNA REFLEXIÓN IMPORTANTE 
DEL QUEHACER FUTURO PARA LA SOLEDAD DE HOY DÍA. 153 
BIBLIOGRAFÍA Y/O HEMEROGRAFÍA CONSULTADA. 159 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
AGRADECIMIENTOS. 
 
 A Mina mi madre, a León mi padre y a Daniel, la inocencia sonriente de aquel otoño, ah y a 
uno que otro solitario que en suma quizá seamos todos. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
1 
 
 
RESUMEN. 
 
 La presente investigación se genera con la intención de interpretar la soledad desde la 
psicología colectiva; abordando la soledad como un fenómeno colectivo. En esta se analiza la 
forma en que las sociedades dieron construcción a la soledad, dando lugar al pensamiento 
individual y moderno de la actualidad. Se aborda la soledad desde los enfoques conceptuales 
propios de la psicología colectiva, que son: el pensamiento mítico, el lenguaje, los grupos, 
memoria colectiva, la afectividad colectiva y la cultura. Finalmente se concluye a la soledad 
entorno a la deconstrucción, y a la apuesta por la cultura desde la psicología colectiva. 
 
 Palabras clave: soledad, psicología colectiva, pensamiento mítico, lenguaje, grupos, 
memoria colectiva, afectividad colectiva, cultura, deconstrucción 
 
 
 
 
 
 
 
 
2 
 
INTRODUCCIÓN. 
 
 La presente investigación se refiere al tema de la soledad que ha sido un fenómeno analizado 
por la ciencia en su forma más general, sus acercamientos a la soledad, le han hecho 
investigarlo desde la función de las emociones, (Bericat, 2012). Siguiendo con este ejemplo 
para Bericat (2012) la soledad es una emoción secundaria o sentimiento dado que se distingue 
de las emociones primarias debido a que no responde a una experiencia fisiológica únicamente, 
como lo son para él las emociones primarias, que aunado a Ekman (1993) nos dice son: ira, 
asco, alegría, sorpresa, tristeza y miedo. Por lo tanto para Ekman (1993) como para Bericat 
(2012) la soledad es una emoción secundaria o sentimiento, pues este necesita de la interacción 
social para hacerse suscitar, a lo que se nos dice: “las emociones emergen, se experimentan y 
tienen sentido en el contexto de nuestras relaciones sociales. Soledad envidia, odio, vergüenza, 
orgullo, resentimiento, venganza, nostalgia, satisfacción, rabia, frustración, y otro sinfín de 
sentimientos” (Bericat, 2012, p. 4). 
 De lo antes mencionado suscita la razón para analizar la soledad desde una instancia que 
respete el carácter social de dicho fenómeno. Por ejemplo Gene, Ruiz, Obiols, Oliveras y 
Lagarda (2016) afirman que la soledad: “es la sensación subjetiva de tener menor afecto y 
cercanía de lo deseado en el ámbito íntimo (soledad emocional), de experimentar poca 
proximidad a familiares y amigos (soledad relacional) o de sentirse socialmente poco valorado 
(soledad colectiva)” (p.605). Y justo de esta pronunciación hacia la soledad podemos observar 
como el carácter de dicho fenómeno depende de la sociedad, de modo que podemos decir que 
la sociedad es un ingrediente fundamental de dicho sentimiento por el cual es necesario 
remitirnos a respetar dicho carácter. 
 Como hemos estado observando por medio del breve análisis en que se han abordado los 
sentimientos sobre el tema de la soledad en la presente investigación se visualiza como la 
 
3 
 
soledad se remite a ser analizada en términos individuales sujetos a las posturas científicas que 
segmentan y desentienden de la unidad de un sentimiento en su connotación social, razón por 
la cual se pierda en cierto sentido, el carácter colectivo del fenómeno. Esta razón es por la cual 
parte del planteamiento del problema es el de retomar el carácter colectivo de la soledad. 
Instancia que nos llevó a retomar este enfoque de la psicología: la psicología colectiva. 
 A consecuencia de lo dicho previamente, la característica principal de la soledad es que es 
un sentimiento ampliamente subjetivo debido a su característica social donde se observa con 
una enmarcación en la cual se le relativiza. Pues la soledad no es algo aislado y de ahí que para 
explorar de manera que se respete dicho carácter nos asomamos a la psicología colectiva, 
enfocándonos en algunos de sus conceptos como la vida cotidiana o la cultura como vemos en 
Fernández (2011) ya que es donde se desprende la importancia de analizar desde estos lugares 
a la soledad, pues dicho sentimiento en la presente investigación tiene cuatro niveles de 
importancia donde se corrobora la justificación de hacer análisis desde estos sitios de 
relevancia, dichas relevancias van de lo teórico, pasando por lo social, así mismo como lo 
cultural y lo personal. Por lo que atender a esta instancia sensible nos remite a comenzar por la 
relevancia teórica, pues es donde dicha importancias se refleja en términos que recuperen el 
sentido social y colectivo de dichos sentimientos tales como la soledad. Visión que enel énfasis 
teórico se busca reflejar en el presente trabajo haciendo connotar su carácter colectivo, así como 
la importancia cotidiana, pasando por lo político y cultural del análisis de la soledad; ya que al 
enfocarnos en el individuo se pierden todos estos niveles de análisis, en términos del marco 
teórico de referencia de la psicología colectiva. Por lo que Fernández nos dice al respecto: “El 
observador que quiera observar, cientificista y neutralmente, los sentimientos desde fuera, 
como si fueran toros, verá conductas, funciones, reacciones, gestos, escenas, etc., pero no 
sentimientos. Para conocerlos hay que estar dentro, para conocerlos hay que desconocerse” 
(2000, p. 26). 
 
4 
 
 Siguiendo con la continuidad de la relevancia antes mencionada, nos asomamos a la 
relevancia social en la cual al hacer análisis desde este método nos remite a corroborar la 
relevancia teórica antes descrita, ya que partimos de los acontecimientos sociales para hacer 
notar la importancia social. Haciendo reflejar el carácter social de la soledad en términos de la 
vida cotidiana. Puesto que en la actualidad se vive bajo una condición de suma individualidad, 
por la cual la mayoría de las sociedades sin importar que somos grandes colectividades, nos 
ignoramos sin más y así nos pasamos la vida como nos dice Lipovetzky (1986). Por ejemplo, 
para Sartre (1962) esto se debe en gran medida a la forma en que las sociedades fueron 
construyendo la realidad de hoy día, esto se ve también en su novela: “La náusea”. 
 La relevancia cultural nos hace constatar, que en gran medida, las formas de sentir, pensar y 
vivir el sentimiento de la soledad, son concebidas a partir de como experimentamos la cultura, 
nos dice Fernández (2011). Pues en muchos de estos casos, la vida tiene una interpretación 
desde la literatura, entendiendo a la literatura como esa forma de arte y al arte como esa forma 
de la cultura nos dice Fernández (2006). Por ejemplo para Kafka (1995) en su trabajo “Diarios”, 
la soledad se observa en relación al autor como un sentimiento humeante y sombrío, ya que 
enmarca las costumbres del vivir sin fundamento, sin sentido, mismo que espera la modernidad, 
pero como pensaba Orwell (1949) y Cortázar (2010) remotamente en sus obras “1984 y 
Rayuela”, la comodidad de estas épocas seria la encarnada deshumanización de los hombres, 
un mundo individual y de ahí que se vea a la soledad con esta forma. 
 En otro lado, la relevancia personal observa del carácter antes mencionado, es decir de 
percibir esta realidad individualista y ensimismada sobre sus mismas personas, donde se 
observa una realidad con un montón de artilugios tecnológicos, como lo son las redes sociales 
actuales que nos enreden con ellas a nuevos campos virtuales en las cuales las emociones 
parecen más una fotografía que otra cosa, es decir, solo algo que tomamos para luego guardarlo 
en el baúl de los recuerdos, pues incluso los recuerdos son acentuados por la real falta de 
 
5 
 
compañía nos dice Fernández (2005), en donde la compañía esta postergada por un vínculo 
artificial entre un mundo desconocido, abierto a una ventana virtual, reflejo de una sociedad 
cada vez más muda, ya que solo se comunica con símbolos tecnológicos, mensajes virtuales y 
emoticones en los cuales, la forma de interactuar con los otros se ve con respuestas poco 
afectivas y es justo de esta forma de ver a la realidad que surja la justificación de interpretar de 
estos niveles de relevancia a la soledad. 
 Una vez dicho lo anterior, en el presente trabajo, nuestro argumento central sostiene que la 
soledad tiene carácter colectivo ya que es un sentimiento o afecto, construido socialmente, por 
el pensamiento mítico y la cultura, (Fernández, 2000; 2001), esta atraviesa a todos las personas, 
en esta inclemencia debido al lenguaje, visto en Mead (2010) que tiene una composición tanto 
social como histórica, (Halbwachs, 2004); es decir socio-histórica, de allí su carácter social y 
cultural (Fernández, 2011) debido a esto; de nación en nación, de cultura en cultura, la soledad 
tiene una interpretación centrada en sus propias formas de sentirla, pensarla, leerla, (Fernández, 
2006), y por tanto de comunicarla (Mead, 1952), por dicho efecto la soledad en cada 
enmarcación cultural tiene una breve historia asociada a vivirla bajo influencia aislada. 
Carácter de la modernidad (Fernández, 2005). De ahí nuestro intención y énfasis por analizar 
a dicho fenómeno desde la psicología colectiva para ahondar en la búsqueda de una propuesta 
a dicha inclemencia social en los tiempos contemporáneos, basándonos en los recursos de la 
propia cultura. 
 Por otro lado, nuestro objetivo central consistirá en observar e identificar los rasgos de la 
soledad que aporten a interpretar de forma integral al fenómeno desde el marco de referencia 
de la psicología colectiva, además de intentar que desde la misma postura teórica se pueda 
retomar el carácter tanto social como cultural del fenómeno de la soledad. 
 
6 
 
 Los objetivos específicos por otro lado, han sido pensados en describir desde la psicología 
colectiva, por qué la soledad tiene carácter colectivo. Así mismo como la revisión de textos en 
los cuales se retoma el pensamiento mítico, el lenguaje, los grupos sociales, memoria colectiva, 
la afectividad colectiva y la cultura. Conceptos fundamentales para el análisis de la soledad 
desde la psicología colectiva. También se hace énfasis en los conceptos antes mencionados 
destacando la importancia de cada uno de ellos. Por lo que finalmente, se intenta indagar en 
quehaceres futuros de la soledad desde la postura teórica antes mencionada; enfocándonos en 
la visión cultural de la misma psicología colectiva, observando el proceso de deconstrucción 
de la modernidad. 
 La presente investigación es de corte documental ya que se basa en la obtención y análisis 
de datos provenientes de materiales impresos u otros tipos de documentos. (Martínez, 2004). 
Por lo cual la propuesta metodológica se centró en el marco teórico de los siguientes autores: 
George Herbert Mead, Emile Durkheim, Maurice Halwbachs y Pablo Fernández para instaurar 
la interpretación de la soledad en términos de la psicología colectiva. Retomándose así los 
conceptos de: el gesto, los grupos sociales, la memoria colectiva, la afectividad colectiva, el 
concepto de forma así como el pensamiento mítico y la vida cotidiana de los autores antes 
mencionados. 
 Por otro lado, la metodología, propia de la psicología colectiva, es de corte hermeneuta, 
pues esta parte de la noción de que se puede describir o interpretar diversos fenómenos sociales 
que competen a interpretaciones históricas, propias del carácter colectivo. Por lo antes dicho 
se citará un ejemplo del método utilizado en la postura teórica antes mencionada: 
 Un método es una forma de ver el mundo, una propuesta de cómo es la realidad, y así, aquí, 
se trataría de ver a la sociedad, a las situaciones, a las interacciones, a los objetos, como se ve 
una pintura, un paisaje, una escultura, una película, una cara, una fotografía, aunque, por 
supuesto, todo esto, que es visual, puede llevarse a terrenos auditivos, o literarios, escénicos, 
 
7 
 
dancísticos, y captar a la sociedad como si fuera una sinfonía, una canción, un cuento, una obra, 
según las preferencias del metodólogo (Fernández, 2006, p. 139). 
 Por lo antes dicho, la soledad se analizará desde la visión propia de la psicología colectiva. 
Para esto se hará énfasis en el método planteado anteriormente, ya que nos explica, que como 
parte de nuestra justificación, no es necesario hacer entrevistas de campo o llegar a recabar 
datos de las comunidades, ni cuestionarios, ya que en esta intención se pierde el carácter propio 
de la metodología, que tiene como sustento: las formas de la sociedad que son su cultura, 
(Fernández, 2006). En donde PabloFernández nos da un ejemplo de por qué no se debe hacer 
esto: “Cuando se dice que se trata de encontrar en las formas el pensamiento o sentimiento de 
la sociedad, ello no necesariamente significa describir qué sienten las gentes en esa situación.” 
(2006, p. 140). Razón por la cual no se hacen entrevistas o cuestionarios, sino el remitirse a las 
propias formas de sentir y de pensar la sociedad, que están en su propia cultura, cómo puede 
ser la literatura, que es un sentimiento y un pensamiento de la sociedad. Ya que “lo que un 
individuo sienta y piense no es en modo alguno el pensamiento de su sociedad, porque el 
pensamiento de su sociedad lo pensó nadie particular” (2006, p. 140). Y la literatura por otro 
lado, por ejemplo, es algo que ha estado pensando la sociedad, y que se gesta interpretando no 
a un autor en aislado, sino al pensamiento y sentimiento de una época: tiempo en que la 
sociedad vivió esas experiencias. Como lo fue por ejemplo: “El retrato de Dorian Grey”, de 
Oscar Wilde en la época Victoriana, en el siglo XIX. Obra que cabe decir, consumó de forma 
sublime una serie de críticas al pensamiento social de aquella época. 
 Por lo antes dicho, Pablo Fernández nos dice: “la afectividad de la sociedad no la siente 
nadie, porque no es ni la suma ni el promedio de los sentimientos de la población; 
encuestadores absténganse.” (2006, p. 140). Razón que hace énfasis y además justifica el por 
qué en la presente investigación, basados en el marco teórico antes descrito, no se debe hacer 
encuestas o recabar datos particulares, para describir o interpretar la soledad. Mismo sentido 
 
8 
 
por el cual se retoma el concepto de forma pues la sociedad al tener una cultura entonces tiene 
una forma y es a la misma a la que se le ha de preguntar para apelar a atender a dicha forma. 
 Por ello, para la presente investigación se retomará la psicología colectiva, ya que dicho 
método si respeta del carácter social de la soledad por la cual, lo que primeramente se hizo en 
el presente proyecto fue tomar la época del siglo XIX y XX, enfocado en los autores que más 
tarde retomamos para el marco teórico, estos fueron: George Herbert Mead, Emile Durkheim, 
Maurice Halbwachs y Pablo Fernández Christlieb, quienes tuvieron una razón muy importante 
para hablar desde el pensamiento de la psicología colectiva, ya que este justifica las razones 
por las cuales no se investiga a la soledad desde un método puramente cientificista por el cual 
se segmentan y se separan la realidad de la vida cotidiana, este es el método científico, razón 
de donde se observa a los sentimientos tales como la soledad como si fueran otras cosas menos 
sentimientos, y de ahí incluso el hacer análisis a dicho sentimiento se observe como una manera 
disuelta de hacer investigación pues al excluir y separar lo afectivo de lo racional se pierde el 
carácter de unidad del sentimiento de la soledad, puesto que al situarse en esta forma de pensar 
cientificista y racional, dejando de largo lo afectivo del sentimiento evoca en cómo se alude a 
una forma de pensar determinista y hegemónicamente, debido a que en la presente 
investigación se analiza a la soledad también en este carácter social como una serie de prácticas 
que se realizan por el pensamiento moderno donde también se hace referir a esto Lipovetzky 
(1986). 
 Por otro lado, la siguiente parte de la presente investigación, se dedicó como marco teórico 
a los siguientes autores que fueron: George Herbert Mead (2010) de quien trabajamos el 
concepto de gesto para hacer análisis de la soledad a través del lenguaje. También fue necesario 
remitirnos a Durkheim (1926) y el concepto de grupos para interpretar dicho fenómeno 
sensible. Así mismo al autor Halbwachs (2004) de quien ayudados bajo el concepto de memoria 
colectiva sirvió para análisis de la soledad. De igual forma nos asimos del concepto de 
 
9 
 
afectividad colectiva, así como del pensamiento mítico, además del concepto de forma, 
enfocados al ámbito de la cultura entorno al pensamiento colectivo de Fernández (2011) de 
quien apoyados bajo su literatura nos auxilió en el interés por analizar la soledad. Entendiendo 
a la soledad de forma integral como un sentimiento social y colectivo que transcurre por la vida 
cotidiana. 
 En el tercer capítulo del trabajo se le pregunto directamente a la cultura, ¿cómo? haciendo 
revisión de textos, donde se retomó a literatos y poetas tales como Pushkin, Cervantes, Kafka, 
Paz, Cortázar, Huxley, así también pasando por filósofos tales como Sartre, Camus, o al mismo 
Bergson, pues encontramos una respuesta en común, que la soledad es un sentimiento colectivo 
y que depende de la cultura y del sentido con el que se le mire entonces tendrá una forma de 
vivírsele, por lo cual en cuanto se iba tomando parte de este sentido también íbamos observando 
la importancia de la cultura que en su evolución nos describía quehaceres futuros ante dicha 
instancia afectiva. 
 En la parte final del trabajo, se llevará acabo las conclusiones, puesto que el capítulo se centra 
en los quehaceres futuros que corresponden a la soledad entorno al cómo se plantea desde la 
psicología colectiva, por lo cual se retomó el enfoque de la cultura para asirnos del concepto 
de deconstrucción en Derrida (1986), de donde se ve ya hay en distintos aspectos de la misma 
cultura, ciertos procesos de deconstrucción respecto a las formas de la soledad. Por lo cual 
creemos que algunos quehaceres futuros de la soledad desde la psicología colectiva están en 
estas formas donde se ve el proceso de deconstrucción, en el cual se ve a la soledad con una 
forma menos hegemónica y por lo tanto menos individualista de vivir, en la cual se cree está el 
quehacer futuro ante dicha inclemencia social. 
 
 
 
10 
 
 
CAPÍTULO I. LA PSICOLOGÍA COLECTIVA. 
 
 
 “Que somos sino la fragancia milenaria, línea horizontal estroboscópica a fotografías 
perfecta de conocimiento; dialéctica cotidiana, pregunta y respuesta consumada, una sociedad 
que deja mirar los instantes más delineados, sus múltiples efectos, retazos contradictorios de 
un ser que vivió desde el primer día hasta hoy. Consciencia viva y fresca de un humano que 
sabe y siente de una sociedad en soledad, soledad colectiva y soledad en instantes única e 
irrevocablemente sola, suya y de nadie más” (Armando). 
 
I.I INTRODUCCIÓN. 
 
 
 La intención del presente capítulo es justificar el por qué la soledad es colectiva de acuerdo 
a su carácter social. De este modo, primero se va argumentando con base en investigaciones 
del fenómeno de la soledad de corte individual; donde, dichas visiones individuales interpretan 
a la soledad como una creación social, corroborando el sentido por hacer énfasis en un análisis 
de corte colectivo. Lo segundo, es justificar por qué la mejor forma de analizar a la soledad es 
con una visión que respete el carácter colectivo de dicho fenómeno; en el presente caso la 
psicología colectiva. Finalmente se introduce cuatro conceptos propios de la psicología 
colectiva para abordar el fenómeno de la soledad, que son: el gesto, (en el lenguaje), los grupos, 
la memoria colectiva y la cultura como forma de pensamiento colectivo, dichos conceptos se 
retoman en términos colectivos, para ir dando sentido a este propósito de la soledad con carácter 
e interpretación social; también como parte del proceso se retoman algunos detalles de las 
épocas y vidas de sus respectivos autores, en este caso: Mead, Durkheim, Halbwachs y 
Fernández, para abordar este sentido, pues la visión colectiva incluye como proceso de cambio 
la realidad en la que se gesta, está entendiéndola como forma de situar y entender los 
 
11 
 
fenómenos en la vida cotidiana, que tiene mucho que ver con los épocas vividas de dichos 
autores, ya que ayudan a confirmar dicha justificación. 
 
I.II POR QUÉ HABLAR DE LA SOLEDAD DESDE LAPSICOLOGÍA COLECTIVA. 
 
 La psicología en general, ha puesto su acento atentivo para entender los sentimientos, y las 
emociones, vistas desde el método científico nos dicen Calhoun y Solomon (1996). “La teoría 
jamesiana, simplemente formulada, propone que la emoción es una reacción fisiológica, 
esencialmente en su acompañamiento sensorial: un sentimiento” (Calhoun y Solomon, 1996, 
p. 9). Por ello es que de manera común, el acento en estos fenómenos son analizados con este 
enfoque propio del método científico. 
 En contracorriente a este enfoque, suscita la visión de Aristóteles que en voz de Calhoun y 
Solomon (1996, p. 9) nos dicen que la emoción es: “como una forma más o menos inteligente 
de concebir cierta situación, dominada por un deseo (por ejemplo, en la cólera, el deseo de 
venganza)”. Postura en que se observan connotaciones sociales, ya que implica una situación 
o contexto determinado, de donde emergen estos sentimientos y se asoman a una instancia 
diferente, es decir: a una instancia más colectiva. 
 Por ello nos dicen los autores Calhoun y Solomon: 
 “Por otro lado, está el hecho de que nuestras emociones a menudo son inteligentes, y de 
hecho son a veces más apropiadas y perspicaces que las calmadas deliberaciones de lo que 
llamamos razón” (1996, p. 9). Motivo por el cual surgen intenciones que hacen notar ciertas 
posturas, donde se privilegia o a la razón o el sentido humano, pues: 
 
12 
 
 En el “calor del momento” (aunque no todas las emociones generan “calor”, como ya 
veremos), la inteligencia de nuestras emociones quizá no sea tan obvia como su condición física 
bruta. Sin embargo, estos dos conjuntos de consideraciones, el físico y el conceptual, son 
esenciales para dar cualquier respuesta adecuada a la pregunta “¿Qué es una emoción?” 
(Calhoun y Solomon, 1996, p. 9). 
 La soledad en una de las premisas antes mencionadas ha sido analizada desde la función de 
las emociones, (Bericat, 2012), y puesto que al preguntarse ¿qué es? Se responde de mejor 
manera desde la función la de las emociones que replica su sentido en una categoría menos 
cientificista, ya que su connotación es más sentimental-emotiva, que de otra explicación. 
 Sobre esto Bericat nos dice: “la mayoría de las emociones emergen, se experimentan y tienen 
sentido en el contexto de nuestras relaciones sociales. Soledad, envidia, odio, miedo, 
vergüenza, orgullo, resentimiento, venganza, nostalgia, tristeza, satisfacción, alegría, rabia, 
frustración, y otro sinfín de sentimientos“ (2012, p. 4). 
 Esta emoción: la soledad, ha sido vista como una emoción secundaria, ya que las primarias, 
son instancias generalmente fisiológicas y muy rápidas de forma general, sobre esto el autor 
nos dice: ”Las emociones primarias se consideran respuestas universales, fundamentalmente 
fisiológicas, evolutivamente relevantes y biológica y neurológicamente innatas. 
 Por el contrario, las secundarias, que pueden resultar de una combinación de las primarias, 
están muy condicionadas social y culturalmente” (Bericat, 2012, p. 2). Esta emoción: la 
soledad, ha sido vista como una emoción-sentimiento, razón por la que se retoman estas formas 
en que se han abordado las emociones o sentimientos, según las investigaciones de este 
fenómeno. Pero en la cual se retoman indicios donde la psicología colectiva entiende mejor de 
estas pertinencias de dicho sentimiento de connotación social. 
 
13 
 
 Bericat nos da un ejemplo: “La emoción es una conciencia corporal que señala y marca esta 
relevancia, regulando así las relaciones que un sujeto concreto mantiene con el mundo” (2012, 
p. 2). Razón, que empieza a dar forma al porque se retoma, una instancia, la cual retome el 
carácter social, en el que se hace referencia al fenómeno de la soledad. 
 La soledad, como bien se vio en párrafos pasados; tiene una connotación de emoción o 
sentimiento, (Bericat, 2012), pero al ser una emoción o sentimiento secundario, tiene carácter 
de tipo social, razón que va dando lugar al por qué analizar la soledad desde esta instancia, con 
carácter social, es decir: colectivo. 
 Por otro lado, nuestro interés por la presente investigación, es analizar las emociones o los 
sentimientos, tales como la soledad, desde un enfoque, el cual, nos brinde un acercamiento más 
humano, por ello vamos retomando postura de la psicología colectiva, ya que este tiene como 
carácter la función social a la que hace referencia Bericat, puesto que las emociones tienen esta 
característica (humana), de ahí nos vamos por la connotación aristotélica, ya que nos brinda un 
concepto, que nos acerca más al territorio social-humano, perdiendo un poquito la mirada 
fisiológica que privilegia los análisis en contextos adyacentes al entorno humano o de las 
personas; ya que el verlo desde el otro aspecto, el fisiológico, cientificista, haría perder mucho 
del carácter social-humano del análisis de la investigación, esto se debe a que las emociones 
tales como la soledad, se dan en estos entornos, es decir la sociedad y no en laboratorios, como 
se cree en las investigaciones de índole cientificista. 
 Sobre esto Calhoun y Solomon nos dicen al respecto: 
 En consecuencia, muchas de las teorías más modernas abarcan lo que algunos han llamado 
la perspectiva de “dos componentes” de la emoción, uno fisiológico, y el otro “cognoscitivo” 
(o sea, que abarcan conceptos y creencias). En psicología, los psicólogos de la Universidad de 
Columbia, Stanley Schachter y Jerome E. Singer, han afirmado contundentemente esta 
perspectiva neojamesiana de los “dos componentes”: una emoción es una reacción fisiológica, 
 
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como insistió James, pero también es una actividad cognoscitiva que “pone una etiqueta”, o 
sea, que identifica la emoción como una emoción de cierto tipo, y que abarca un conocimiento 
“apropiado” de las circunstancias (Colhoun y Solomon, 1996, pp. 9-10). 
 Pues como se puede ver en la cita anterior, es notorio que el carácter de una emoción, como 
la soledad, tiene mucho de tinte social, pues las emociones están al borde del día, y el día se 
efectúa en la vida y la vida pasa en lo cotidiano, no en un laboratorio, como se cree en las 
investigaciones de corte orientado a lo únicamente fisiológico; razón por la que se apuesta a 
analizar desde esta intención, la psicología colectiva, pues esta respeta el carácter social de 
dicha emoción. Motivo por el cual nuestros autores nos dicen de lo antes mencionado: 
 ¿Cuál es la conexión entre una emoción y ciertas creencias? Si una persona está avergonzada, 
debe creer que la situación es incómoda; por ejemplo, si una persona está enamorada, debe creer 
que el ser amado tiene por lo menos algunas virtudes o atractivos (Calhoun y Solomon, 1996, 
p. 10). 
 De lo antes dicho, se puede decir que la naturaleza de los sentimientos o las emociones tales 
como la soledad, son en interacción en un contexto, y hablando de los seres humanos o las 
personas, en donde su contexto común es la vida cotidiana y por ende la sociedad. Por ello nos 
dicen nuestros autores: 
 La naturaleza de la emoción es un tema común a numerosas disciplinas, incluyendo la 
psicología filosófica y la filosofía de la mente, la psicología de la motivación, la teoría del 
aprendizaje y la psicología educativa, la psiquiatría, la metapsicología, y la teología. Nos ofrece 
también una historia de las ideas particularmente iluminadora aunque a menudo ignorada 
(Calhoun y Solomon, 1996, p. 7). 
 De lo mencionado con anterioridad surge una razón fundamental por la que la psicología, 
ha hecho también análisis de dichos fenómenos entorno a diferentes connotaciones, propias del 
 
15 
 
pensamiento tanto científico como en otros menos científicos. Ya que se nos menciona, “que 
la emoción es un tema común a numerosas disciplinas”. 
 En las menciones antes citadas por Calhoun y Solomon, sehace énfasis en la investigación 
a las emociones tales como la soledad desde numerosas disciplinas, en donde se apremia a lo 
científico, pues se le da el prospecto de ser una verdad, sin reflexión, de donde se sustenta otro 
objeto de la soledad como forma de la sociedad contemporánea. Motivo por el cual se ha visto 
con desdén a las investigaciones con un enfoque menos adecuado al objeto con énfasis 
cientificista, misma justificación que se toma con menor atención a dichos argumentos 
investigativos. A razón de esto los autores nos dicen: 
 Algunos trataron las emociones con desdén, como la parte “más baja” del alma. Fue en 
respuesta a esas actitudes y al culto exclusivo a la razón que David Hume inició la rebelión que 
aún motiva gran parte de las controversias actuales: “La razón es, y debe ser, esclava de las 
pasiones” (Calhuon y Solomon, 1996, p. 7). 
 Una vez dicho esto de las emociones, sobre lo antes citado, entonces se intentó forjar por 
entendido un fundamento o sostén que pudiera dar claridad a estos fenómenos “bajos”: las 
emociones. Este fue el del culto a la razón, motivo por el cual se daría claridad incluso a las 
emociones, tales como la soledad, que son fenómenos oscuros que más tarde aclararía la luz de 
la razón, se pensaba con anterioridad en dichas formas de pensar. Calhoun y Solomon nos dan 
un ejemplo de ello: 
 Es mucho lo que podemos aprender sobre la historia y los paradigmas constantes de la 
filosofía y la psicología estudiando lo que los grandes pensadores, ocupados en construir “la 
gran cadena del ser” y en pulir las facultades de la “razón humana”, tendrían que decir acerca 
del aspecto “afectivo” de nuestra psicología (1996, p. 7). 
 Esta visión propia de la psicología cientificista hace del análisis de la emociones una visión 
restringida y técnica, en donde se diferencian, emociones, sentimientos, y afectos, tales como 
 
16 
 
la soledad, por su manera de aprenderse, (Ekman, 1992), haciendo separación de dichos afectos 
y dando entrada a visiones individualistas y de separación, haciendo perder el carácter social y 
colectivo de dichas emociones tales como la soledad. 
 Motivo suficiente para adoptar el enfoque propio de la psicología colectiva y no el de la 
psicología tradicional-científica, (la psicología colectiva, cabe decir tiene mucho de romántica, 
pues parte de estar en contracorriente del pensamiento ilustrado, que corrobora el pensamiento 
científico), ya que entiende de esta necesidad por analizar los sentimientos tales como la 
soledad en forma social y colectiva, y no de forma separativa-individual. A razón de esto nos 
dice Pablo Fernández: 
 Como se ve, hay una opción declarada contra el pensamiento cientificista que secciona, 
clasifica extrae y descompone la vida sin comprender nada, y al mismo tiempo, se entiende el 
apego romántico por entidades como la historia o la sociedad, que, en efecto, son entidades 
mucho mayores que los individuos, los grupos, los acontecimientos o los poderes y que los 
pueden incluir y comprender. Comprender siempre significa unificar (2004, pág. 23). 
 De lo antes dicho, podemos decir que la psicología colectiva busca entender a la sociedad y 
a sus sentimientos desde la unidad, que es en si la forma de la sociedad misma. Por ello es que 
se retoma la psicología colectiva que no ha perdido de vista este interés, Fernández nos dice 
con respecto a ello: 
 El nombre con el que empezó la psicología social fue el de “psicología colectiva”; luego se 
abandonó, pero, junto con él, se abandonó también un concepto, aquél que consideraba a la 
sociedad como una entidad psíquica y que intentaba estudiar el pensamiento de la sociedad. La 
intención del presente escrito es averiguar qué significaba y qué puede significar el nombre de 
la psicología colectiva (2004, pág. 4). 
 Como se ha estado narrando, existe una razón fundamental para retomar la psicología 
colectiva en el análisis de fenómenos sociales, como es el caso de las emociones, tales como la 
 
17 
 
soledad; ya que el no hacerlo hace perder la riqueza colectiva de dichos fenómenos, de modo 
que se abandonan estas miradas más humanas y menos determinadas por el enfoque de la razón. 
 Puesto que la psicología colectiva se ocupa de rescatar estas formas de sentido y de 
significado que vislumbran en hacer remarcar el sentido por la unidad y por lo humano, propias 
de las sociedades, que en el enfoque cientificista se han perdido, e incluso olvidado. Por ello 
Fernández nos menciona: 
 La psicología colectiva se ocupa de indagar las condiciones y cualidades de génesis, 
generación, genealogía, regeneración y degeneración del sentido y el significado generales de 
una sociedad, es decir, de aquello que la hace surgir, desarrollarse y deshacerse, o dicho en otra 
forma, de aquello que hace que valga la pena la vida o, en otras palabras, aquellas fuerzas o 
potencias que mueven desde el fondo a la sociedad (Fernández, 2004, p. 54). 
 Justo de este sentido, surge la necesidad de retomar esta visión disciplinar, propia de la 
psicología: la psicología colectiva que resalta los fenómenos en este carácter; el colectivo. Una 
vez dicho esto, se retoman a los siguientes autores Mead, Durkheim, Halwbachs y Fernández; 
que retoman el pensamiento colectivo. 
 
I.III MEAD Y DURKHEIM. 
 
I.III.I GEORGE HERBERT MEAD. (1863-1931) 
 
 Para entender el pensamiento de Mead es necesario remontarse a su época; pues en su época, 
pleno siglo XIX, había una amplia tendencia hacia el posicionamiento biológicista, por ello nos 
dice, un biógrafo de Mead, de nombre Gino Germani en la introducción de “Espíritu, persona 
y sociedad”: “ninguna parte del conocimiento parecía más segura que la doctrina de la 
evolución biológica” (Citado por Germani, 2010, p. 14). Razón por la que pensar de otra forma, 
 
18 
 
era situarse en un peldaño extremo-radical, del movimiento que se estaba gestando en aquel 
presente. 
 Por ello se nos dice que: “Esta doctrina había llamado dramáticamente la atención hacia el 
factor del cambio evolutivo en el mundo, así como la física y las matemáticas habían exhibido 
previamente el elemento de constancia estructural” (Citado por Germani, 2010, p. 14). Visión 
que justificaba, entender al mundo en esta forma, justo una visión científica; doctrinal, que 
dominaba esta época, por ello los aspectos humanos se veían con objeto de este enfoque, razón 
por las que se nos dice: “Ello parecía significar que, no sólo el organismo humano, sino también 
toda la vida del espíritu, tenían que ser interpretados dentro del desarrollo evolutivo, 
compartiendo su cualidad de cambio y surgiendo de la interactividad de organismo y medio” 
(Citado por Germani, 2010, p. 14). 
 Estas cualidades daban razón a las disyuntivas de aquella época, y por ello se seguían dichas 
instancias de pensamiento con lujo de detalle, para dar sentido a la vida en sí, corroborando 
que los aspectos más característicamente humanos, incluso los del alma, debían ser descritos 
por medio de esta razón. “El espíritu tenía que aparear dentro de la conducta y, 
presumiblemente, permanecer en ella.” (Citado por Germani, 2010, p.14). 
 De lo antes mencionado vemos que nuestro autor, va tomando otro posicionamiento 
partiendo de la intención de no presuponer toda la atención en la conducta según se veía en su 
época y connotación social, a lo que nos ejemplifica Germani siguiendo a lo que se planteaba 
en la época de Mead: 
 La confianza pragmatista en el método experimental, unida a la relación moral y evaluativa 
del movimiento con la tradición democrática, han producido una concepción de la filosofía que 
tendría una doble preocupación por los hechos y los valores, y una concepción del problema 
moral contemporáneo como reorientación y reformulación de los bienes humanos en términos 
 
19 
 
de actitudes y resultados del método experimental.El darwinismo, el método experimental y la 
democracia son las fuentes de la corriente pragmatista (Citado por Germani, 2010, pp.14-15). 
 Debido a lo antes mencionado en la época de Mead, se observa una aseveración a conocer 
desde otra concepción la forma en que se veían las cosas que suponían la intención de su época 
en la teoría de Mead, por ello nos dice su biógrafo: “El desarrollo y elaboración de esta teoría 
define la actividad de toda la vida de George H. Mead” (Citado por Germani, 2010, p. 15). Y 
por lo que se nos ejplifica: 
 Nuestra tarea, empero, no es la de considerar aquí esa filosofía en conjunto, sino, más bien, 
la base científica sobre la cual descansa (base que Mead, como hombre de ciencia, ha hecho 
mucho para crear) y algo de sus dimensiones éticas y sociales (Citado por Germani, 2010, p. 
15). 
 Razón por la que se le ve a Mead, como un psicólogo social, “Mead, como hombre de 
ciencia, fue un psicólogo social.” (Citado por Germani, 2010, p. 15). Puesto que para Mead 
asentado en una época que reinaba el pensamiento científico, fue difícil hacerse de una visión 
que compitiera con tal referencia de sentido que parecía otorgar el pensamiento científico, 
entonces vemos a Mead, tomando ideas de esa visión, biológicista de la vida pero otorgando 
un sentido más social a la visión de ese entonces: 
 Es cierto que los dos aspectos de la ciencia son, en definitiva, inseparables, y que las ideas 
científicas no pueden ser desarrolladas o analizadas fructíferamente sin hacer referencia a los 
hechos; pero las observaciones a que recurre Mead están en su mayor parte abiertas para 
cualquiera: no representan una técnica científica especial (Citado por Germani, 2010, p. 16). 
 Por ello es que vemos a Mead, con una representación más característica del enfoque social, 
en el cual, muchos de los fenómenos son aspectos fundamentales para connotar una versión 
más específico de ese mismo orden social. Por eso se nos dice que: “Su contribución no se 
hallará en cifras, diagramas e instrumentos, sino en discernimiento en cuanto a la naturaleza de 
 
20 
 
los espíritus, las personas y la sociedad” (Citado por Germani, 2010, p.16). En cuanto a Mead, 
vemos a un autor, interesado por un enfoque diferente al de su época pero que retoma cierta 
aseveración de su tiempo, razón por la que se le ve a Mead según su biógrafo como conductista, 
a razón de esto se nos dice: 
 Sí bien la posición de Mead es conductista, se trata de un conductismo social, no 
individualista y subcutáneo; no encontró, en ninguna de las etapas o escuelas de psicología, una 
respuesta acerca de cómo el espíritu –espíritu desarrollado, reflexivo, creador, responsable, 
consciente de sí- apareció dentro de la historia natural de la conducta. Otro factor tenía que ser 
tenido en cuenta: la sociedad (Citado por Germani, 2010, p. 16). 
 Pero este interés de Mead, no venía solo, sino que como bien se ha analizado en su biografía, 
se le pone atención a su época, que es lo que se estaba gestando, como interés social, puesto 
que si nace una corriente como la biológicista, es natural ver en contracorriente o antítesis de 
esas ideas, las propias ideas en Mead, razón por la que vemos a Mead interesado por estas ideas 
pero más en el territorio social. “Además, Mead tuvo también suerte en encontrarse en 
ambientes en los que la sociología y la psicología social comenzaban a tomar la forma de 
ciencias” (Citado por Germani, 2010, p.16), por eso vemos a Mead interesado por esta versión 
del pensamiento. 
 También se nos dice que durante ese periodo; Mead: “iba prestando gradualmente atención, 
especialmente a los alemanes, y a los aspectos sociales del lenguaje, a la mitología, a la 
religión” (Citado por Germani, 2010, p. 16). Fernández nos dice al respecto: “En la Universidad 
de Chicago es donde florece precisamente la psicología social norteamericana en su mejor 
faceta, con George Herbert Mead, alguna vez discípulo de Wundt” (2006, pág. 53). 
 Mead según vemos en la cita pasada, toma interés por las ideas de Wundt, tomando interés 
por un concepto, el del gesto, a través del lenguaje, pero con una visión más social, a lo que se 
nos ejemplifica: “no cabe duda de que a la influencia de Wundt debe reconocérsele el mérito 
 
21 
 
de haber ayudado a aislar el concepto del gesto, al contemplar el contexto social”, (Citado por 
Germani, 2010, p. 17), puesto que Mead, encuentra en ello una forma de expresión, basados en 
ese contexto, hablando de la vida humana: el social. 
 A razón de lo antes dicho se nos dice: “Mead piensa específicamente en el gesto en términos 
sociales, y en él encuentra los rastros del desarrollo de una verdadera comunicación de 
lenguaje” (Citado por Germani, 2010, p. 17). Visión a la que en la presente investigación se 
retomará a Mead, ya que la comunicación del lenguaje, gesta la forma en que se ubican ciertas 
relaciones sociales, sin dejar de largo los afectos; que son base de las relaciones sociales. 
 Cabe decir que Mead retoma este enfoque de Wundt, pero da una visión importante para el 
desarrollo del análisis del mismo Wundt; a razón de esto se nos dice: “En un sentido, pues, 
puede decirse que Mead siguió una senda parcialmente iniciada por Wundt, y por cierto que 
éste, mediante el empleo de categorías sociales, le ayudó a corregir las deficiencias de una 
psicología individualista” (Citado por Germani, 2010, p. 17), postura que hace hincapié en el 
carácter social y no en el individual, visión que retomamos para el presente trabajo. 
 Hablando de esta viveza colectiva, se pensará, porque se retoma a Mead, si en el sentido 
estricto, no es un psicólogo colectivo, pues bien, Mead, no es un psicólogo colectivo, pero 
retoma visiones del concepto de la psicología colectiva, sobre esto nos dice Fernández, en su 
obra, “La sociedad mental”: 
 La psicología colectiva también considera que un individuo aislado, un grupo, una ciudad, 
una emoción, una pieza de música, una casa o un evento cualesquiera, siendo entidades 
psíquicas, tienen todos la forma de una sociedad. Hay una cierta fractalidad en la concepción: 
una sociedad está llena de sociedades y dentro de estas hay más sociedades. La idea de Mead, 
(1927), el mejor fundador de la psicología social, de que una interacción de dos es ya una 
sociedad, y así entre tres, treinta o treinta mil, hace eco de esto (2004, p. 27). 
 
22 
 
 De la forma antes mencionada por Fernández, se retoma a Mead, en el parámetro de la 
psicología colectiva, ya que Mead a pesar de no ser psicólogo colectivo, toma función de la 
interacción como se ve desde la psicología colectiva, es decir: como el hecho de entender la 
interacción de dos personas en comunicación como si fuera una sociedad. Y es justo de esta 
línea donde se retoma al autor para abrir camino sobre el fenómeno de la soledad, ubicada en 
el lenguaje en interacción social. 
 
 I.III.II EMILE DURKHEIM. (1858-1917) 
 
 El hablar del pensamiento en Durkheim es hablar de un pensamiento que no es individual 
sino colectivo, a esto nos dice Fernández, del pensamiento de Durkheim: “la forma del 
pensamiento es estrictamente la forma de la realidad colectiva” (2006, p. 45). Durkheim es uno 
de los fundadores del pensamiento sociológico, y nombrado también, “el sociólogo francés por 
excelencia” (Fernández, 2006, p. 45). Durkheim, a diferencia de Mead, si es un psicológo 
colectivo, por lo que Fernández nos dice: “Durkheim denomina a su disciplina "psicología 
colectiva", y al igual que Wundt, para poder entender el pensamiento, retrocede a sus orígenes” 
(2006, p. 45). Recuperando de los origenes la viveza del carácter social propio del pensamiento 
de nuestro autor y el de la psicología colectiva para el análisis de las emociones, tales como la 
soledad. 
 Durkheim sin importar el caso concreto del pensamiento de su época, que era al igual que elde Mead, el biológicista, retoma plenamente un pensamiento menos enmarcado por la 
constitución de la visión científica, es decir: un pensamiento más colectivo, por lo que se le 
tachaba de radical, por lo que se nos dice: “Durkheim y su escuela, por ejemplo; negaron 
durante mucho tiempo la posibilidad y legitimidad de la psicología social, y los nominalistas 
reducían la sociología a una psicología de lo intermental.” (Citado por Germani, 2010, p, 5). 
 
23 
 
 De lo antes mencionado suscita la razón del porque se le legó la visión sociológica de hoy 
día. Motivo por la cual, se nos dice: “Esta noción de la interioridad de la sociedad en las 
conciencias individuales, y de su parcial trascendencia (en tanto objetivación cultural) es, 
puede decirse, patrimonio común de la sociología del presente” (Citado por Germani, 2010, p, 
5). Esto nos va llevando de la mano al pensamiento colectivo, más que al pensamiento 
individualista en que se asume la vida hoy día, ya que en estos se puede observar ciertas 
diferencias en las connotaciones, que hacen referencia a un pensamiento más ligado al de los 
individuos (psicología tradicional) y uno mayormente ligado al colectivo (psicología 
colectiva). 
 Por lo que es necesario remarcar este interés, de la psicología colectiva y del pensamiento 
de Durkheim, pues nos posibilita a dar una explicación más especifica según la connotación 
social y colectiva, que son vistas según la forma de las emociones o los sentimientos, tales 
como la soledad. Pues como se dijo con anterioridad, la soledad, al ser una emoción secundaria 
o un sentimiento, segun sus caracteristicas sociales, como vimos con Bericat (2012), la mejor 
forma de hacer análisis de ella es a través de una visión que respete el caracter social, es decir 
la psicología colectiva, como se menciono en el párrafo pasado. 
 Por otro lado, para Durkheim, la visión individualista ejercía en si misma una concepción 
reduccionista del pensamiento humano; razón fundamental, para hacer énfasis en su 
pensamiento, de donde se nos dice: 
 Pero Durkheim es el más irredento, recalcitrante y feroz antirreduccionista que puede 
encontrarse en la biblioteca, razón por la cual hay un paradójico y notorio desdén por la 
psicología, al mismo tiempo que su objeto de estudio es el pensamiento y la conciencia. Lo que 
detestaba Durkheim de la psicología era el individuo (Farr, 1996, p. 42), y es que, según 
Durkheim, "hay una irreductibilidad de la razón a la experiencia individual" (1912, p. 20) 
(Citado por Fernández, 2006, p. 48). 
 
24 
 
 A razón de lo antes dicho, vemos no solo el posicionamiento de nuestro autor, sino su forma 
de ver la sociedad, donde vemos yace la cultura, que es por sí misma, algo irreductible. Por lo 
que se corrobora justificando este sentido, el caracter social al que se tiene que hacer referencia 
para analizar la soledad segun sus caracteristicas sociales de dicha emoción. Pues: 
 la realidad social es pluridimensional; en ella se puede distinguir diferentes niveles, desde 
los más superficiales como los aspectos morfológicos y ecológicos de la sociedad, los objetos, 
los individuos y los comportamientos exteriores y visibles (lo que los antropólogos acostumbran 
denominar la "cultura manifiesta"), las objetivaciones socioculturales como las superestructuras 
organizadas y las pautas culturales (la "cultura no manifiesta"), hasta los niveles más profundos 
y espontáneos que corresponden a lo que Durkheim llamaba "las corrientes libres del psiquismo 
colectivo" (Citado por Germani, 2010, p. 6). 
 Esta la cultura; que es irreductible, de algún modo, yace llena de emociones o sentimientos 
debido a todas las formas en que se siente la sociedad misma. A razón de ello nos dice 
Fernández: 
 El antirreduccionismo radical de Durkheim se debe, parece ser, a que ha sido capaz de 
vislumbrar la extrañeza frágil de la sociedad, este objeto precioso que se deshace en las manos 
de los torpes, porque no consiste en poblaciones, en productos, en funciones y en otros atributos 
así de burdos, sino en sutilezas y rarezas como de flor azul (2006, p. 48). 
 Durkheim por otro lado, es un académico así como investigador arduo, por lo que se le ve 
de duro, en sus investigaciones y análisis, pero al entender de esta forma frágil de la sociedad, 
se intuye, tenga mucho de romántico, pues siempre esta viendo estas sutilezas de la sociedad. 
 A Durkheim por lo común se la ha considerado un académico duro, seco, sin entusiasmos ni 
ternuras, y tal vez lo sea en el ámbito de la academia, pero en el aislamiento de su escritura, 
cuando se encontraba a solas con su objeto de estudio, con la flor azul de su objeto de estudio, 
se le detecta un romanticismo profundo: una vez que él, o su lector, se imbuye en su teoría 
 
25 
 
social, empieza a sentirse la pasión y el cariño de alguien por su objeto de estudio (Fernández, 
2006, p. 49). 
 Así es como vemos a un Durkheim interesado por la sociedad y la manera en que piensa y 
siente la misma, y no por particularidades entorno a la idea del individuo, por lo que en sus 
propias palabras nos dice: 
 Pero la sociedad no puede desintegrarse sin que, en la misma medida, no se desprenda el 
individuo de la idea social, sin que dos fines propios no lleguen a preponderar sobre los fines 
comunes, sin que la personalidad particular, en una palabra, no tienda a ponerse por encima de 
la personalidad colectiva (Durkheim, 1928, p. 107). 
 De este modo, podemos ver un enorme enamoramiento por la personalidad colectiva; misma 
que atiende a la cultura, y a la sociedad que contiene una forma ampliamente sensible, como 
pudo ver nuestro autor, en las sutilezas de su objeto de estudio. Por lo que nos dice Fernández 
de nuestro autor: 
 Y finalmente cuando, al referirse a la sociedad, sin darse cuenta, la empieza a tratar como a su 
prójimo, o incluso alguien un poquito más cercano, y dice "este ser especial que es la sociedad" (p 445), 
que goza de "propiedades maravillosas" (p. 446), que "dispone de una potencia creadora que ningún ser 
observable puede igualar” (2006, p. 49). 
 Así mismo; vemos a un Durkheim capaz de ver los rasgos más delicados de la sociedad, con 
propiedades únicas, pues su vida es la de su historia, y la que comprende la vida en colectivo. 
Por ello nos dice Fernández: “Su sociedad es un alguien, y es ese alguien protector que nos ha 
dado los ideales y la fe” (Durkheim, 1912, p. 434). 
 “Dicho sin rodeos, Émile Durkheim es un académico enamorado a escondidas de su objeto 
de estudio” (2006, p. 49). A lo que concluye el mismo Fernández diciendo de nuestro autor, 
con el fin de remarcar la pasión por el objeto de estudio por Durkheim: “Debe haberle temblado 
 
26 
 
el pulso al escribir. Y Durkheim termina diciendo (p. 436): "pues una fe es ante todo, calor, 
vida, entusiasmo, exaltación de toda la actividad mental, transporte del individuo por encima 
de sí mismo. El único centro de calor en el que podríamos entibiarnos moralmente es el que 
forma la sociedad de nuestros semejantes".” (2006, pp. 49-50). 
 Y es por estas mismas palabras, las antes dichas que confieren el sentido por lo colectivo y 
las formas de representar a nuestro autor, por las que se atiende a retomar a Emile Durkheim, 
pues como se ha estado diciendo, es una manera que respeta el carácter social de retomar las 
emociones, tales como la soledad. 
 
I.IV HALBWACHS Y FERNÁNDEZ. 
 
I.IV.I MAURICE HALBWACHS1. (1877-1945) 
 
 Halwbachs de nacimiento francés, es discípulo de la escuela bergsoniana y también toma 
influencia del pensamiento de Durkheim: “Las sucesivas contribuciones de la corriente de 
Durkheim -de Lévy-Bruhl, Bouglé, Mauss, Halbwachs, etc.- han ido desarrollando sobre todo 
este aspecto de -las doctrinas del maestro, con lo cual fue reduciéndose su divergencia frente a 
las posiciones nominalistas” (Citado porGermani, 2010, p. 6). 
 Así es como se nos muestra a Halwbachs en una introducción a la vida de nuestro autor, en 
la obra, “Memoria colectiva”: “En su obra de 1925, Les cadres sociaux de la memoiré, Maurice 
Halbwachs se muestra como un durkheimiano exacto” (Duvignaud, 2004, p. 7). A lo que se 
 
1
 *Para el presente subcapítulo, me gustaría hacer precisión del por qué se cita a Halbwachs en el año del 2004, 
pues se hizo referencia a esta edición de 2004, de la obra: La Memoria colectiva de Halbwachs, pues esta atendía 
a tener una mayor referencia a una traducción más apegada a la época contemporánea, aunque el libro de nuestro 
autor fue publicado por vez primera, muchos años antes, razón por la que se cita en la edición del 2004, en la 
presente obra. 
 
27 
 
nos sigue diciendo del pensamiento de Durkheim, en la obra de Halwbachs: “Si bien, hablando 
de clases sociales y, pronto, de suicidio, desborda el pensamiento del maestro de la Escuela 
francesa, su análisis de la memoria se asemeja directamente a la inspiración de las Formes 
élémentaires de la vie religieuse.” (Duvignaud, 2004, pp. 7-8), de donde vemos, hay cosas muy 
importantes que se destacan del trabajo en Halbwachs, pero lo que resaltamos de esta forma de 
pensar las memorias para la presente investigación es la siguiente: 
 El autor demuestra aquí que es imposible concebir el problema del recuerdo y de la 
localización de recuerdos si no se toman como punto de aplicación los marcos sociales reales 
que sirven de puntos de referencia para esta reconstrucción que denominamos memoria 
(Duvignaud, 2004, p. 8). 
 De modo que el pensamiento de la memoria colectiva en Halbwachs, es fundamental para 
recuperar el sentido, afectivo, o emocional, de la memoria, pues este se centra como se dijo en 
la cita pasada, en los marcos sociales, que no pueden ser separados de las emociones en las 
que se vive día a día. Ya que como se ha estado diciendo, la soledad es una emoción, 
sentimiento, Bericat (2010), y este puede ser legible con base en el lenguaje, en las 
interacciones sociales como se ha estado observando en Mead (2010), de manera que esto 
concibe en sí, toda una repercusión en las relaciones sociales, que están en la cultura, que es de 
donde se fundan los sentimientos, Durkheim (1928). Y justo de esta enmarcación se retoma al 
autor Maurice Halbwachs para recuperar el carácter colectivo propio de la emoción o 
sentimiento; que en el presente caso, es la soledad. 
 También nos dice nuestro autor, sobre la contención de la memoria individual, que es en sí 
una forma en que se sostiene que la memoria colectiva está en estas formas de memoria y sin 
las memorias colectivas no podrían existir las memorias individuales, por lo que nos señala: 
 Cabe decir que cada memoria individual es un punto de vista sobre la memoria colectiva, que 
este punto de vista cambia según el lugar que ocupa en ella, y que este mismo punto de vista 
 
28 
 
cambia según el lugar que ocupo en ella y que este mismo lugar cambia según las relaciones 
que mantengo con otros entornos.” (Halbwachs, 2004, p. 50). 
 Visión importante que se retoma, porque depende del grupo y así mismo de la cultura, el 
trato que se le dará a la soledad; ya que un recuerdo, ya es un acontecimiento colectivo, y es ya 
una forma de interacción social, donde vemos, en esta interacción social ya va inmerso el 
sentimiento de la soledad, porque ya está dentro de los hábitos y costumbres, es decir dentro 
de la cultura que resguarda la sociedad. (Halbwachs, 2004) y (Fernández, 2006). Visión que se 
retomará más a detalle, posteriormente, (en el siguiente capítulo). 
 Por otro lado, retomando la época de nuestro autor para referir al sentido colectivo en el que 
se quiere hacer referencia según la vida de nuestro autor. Halbwachs se nos muestra, desde 
niño, como un pequeño muy serio y dedicado a los estudios. Por lo que en la introducción de 
“Memoria colectiva”, un biógrafo de nuestro autor, nos dice: “Fue un niño formal y serio, de 
familia universitaria, que leía a Julio Verne con un atlas; un estudiante normal hasta que, en el 
Instituto Henri-IV, se convirtió en alumno de Bergson” (Alexandre, 2004, p. 17), donde justo, 
en esos años (juventud de nuestro autor), se observa a un joven Halbwachs, destacado por su 
interés en la filosofía. 
 Por lo que se nos dice: “Deslumbrando por su personalidad y exaltado por la revelación de 
la filosofía, enseguida descubrió su vocación” (Alexandre, 2004, p. 17), razón por la que vemos 
a un Halbwachs, más adulto sumergido por esta corriente: 
 Y desde entonces —desde los veinte años— tras un aspecto discreto de cortesía y silencio, 
encarnó, por su parte, a esta especie humana a la vez respetada y contestada que es el filósofo: 
aquél para quien la primera preocupación es el pensamiento (Alexandre, 2004, p. 17). 
 Hablando de pensamientos, el interés por nuestro autor, no fue el de un pensamiento 
individual, como lo era en sí, el del pensamiento filosófico, razón que se desprende de la 
 
29 
 
intención por hacer una pequeña referencia del porque hacer un pequeño énfasis en la vida de 
nuestro autor, ya que se observa la importancia y la decisión por un pensamiento colectivo y 
no individualista por ello se nos dice: 
 No es que se encerrase en sí mismo ni que se centrase en el interior, él que tanto discutió la 
posibilidad de que existiese un pensamiento puramente individual. Al contrario, siempre 
concilio la meditación con una curiosidad casi universal: ya en el instituto y la escuela trabajó 
sobre Stendhal, Rembrandt y más a menudo sobre Leibniz; analizó el entramado social y 
político, con Péguy, y con Lucien Herr y Jaures (Alexandre, 2004, p. 18). 
 Así es como de esta manera, este encarnado interés por lo social, cubrió a nuestro autor, 
teniendo ciertos planteamientos contra su maestro Bergson, donde le hacemos referencia una 
vez más al sentido colectivo al que replico su trabajo y no al sentido individual, por lo que se 
nos menciona: “Si bien siempre reconoció lo que le debía a Bergson, se plantó también contra 
él en un efusivo movimiento de defensa. Pretendía ser más erudito que filósofo” (Alexandre, 
2004, p. 17). Estos planteamientos de carácter más social, entendiendo del afán por lo colectivo, 
influido por otros autores de aquella época, se nos dice que: ”Comte denominaba la «ciencia 
última», aquella en la que el objeto es lo más complejo, un lugar de encuentro entre lo mecánico 
y lo orgánico, por una parte, y lo consciente, por otra.“ (Alexandre, 2004, p. 18). 
 Esto más tarde lo llevo a conocer a Durkheim, en donde nos dice el biógrafo de nuestro 
autor: “Fue a ver a Durkheim, al que aún no conocía; postergando la enseñanza de la filosofía 
en el instituto, vivió precariamente en París gracias a una beca de estudios y volvió a la vida de 
estudiante” (Alexandre, 2004, p. 18). 
 Este interés de lo social, llevo a nuestro autor a pararse justo en este sentido: el colectivo, y 
desprenderse un poco de la mirada de la filosofía de aquella época, por lo que alexander nos 
señala: 
 
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 «Comprendamos bien que las formas materiales de la sociedad actúan sobre ella, no en virtud 
de una limitación física como la de un cuerpo que actúa sobre otro, sino por la conciencia que 
tomamos de ella, como miembros de un grupo que perciben su volumen, su estructura física y 
sus movimientos en el espacio. He aquí un tipo de pensamiento o percepción colectiva que 
podríamos denominar un dato inmediato de la conciencia social, que es determinante para todos 
las demás y que no ha sido suficientemente percibido por los propios sociólogos». «Datos 
inmediatos» que no se desprenden de la intuición bergsoniana ni de ninguna psicología y que 
no se pueden arrinconar tampoco en el inconsciente; la tarea del sociólogo, por unaexposición 
podemos denominar perfectamente fenomenología, es hacer que pasen al estado de nociones 
claras y diferenciadas (Citado por Alexandre, 2004, pp. 19-20). 
 De lo antes citado, vemos a un Halbwachs más encarrilado a la labor de la sociología, que 
a la de la filosofía, de donde se sigue haciendo acento atentivo por el carácter colectivo al que 
nuestro autor hace hincapié, por lo que Alexandre, biógrafo de nuestro autor nos señala: 
“Maurice Halbwachs consiguió, a fin de cuentas, dominar o despreciar los falsos problemas 
ontológicos que oponen al individuo y a la sociedad” (Citado por Alexandre, 2004, p. 20). Así 
es como en los años posteriores, vemos a un Maurice Halbwachs más enfocado a esta visión 
de tinte más social, es decir: a un enfoque más colectivo. A lo que se nos remite diciendo: 
 En ninguna parte se ha visto ningún observador más fiel de la vida social concreta y cotidiana, 
en ninguna parte se ha visto analista más penetrante, llegando a veces hasta la sutileza; cuando 
releemos todo lo que escribió sobre la nobleza, la propiedad, la relación entre generaciones, la 
función de los ancianos como guardias del pasado, el papel de los nombres de pila en el idioma 
y las relaciones humana (Alexandre, 2004, p. 22). 
 Del párrafo antes mencionado, vemos a nuestro autor, más interesado por lo colectivo, que 
por lo individual, y es de ahí, donde influenciado por Durkheim nace su interés por la vida 
social, de donde emana su interés como discípulo de Durkheim. Y entonces le podemos ver 
como psicólogo colectivo. Lo lamentable es que, todas estas acciones se ven frenadas, en 
 
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nuestro autor, al ser inmerso en un campo de concentración, de donde muere en el año de 1945. 
Por lo que se nos dice de la obra de Halbwachs: 
 Esta obra fue perseguida a través de la tormenta de la última guerra que afectó a los suyos 
con tanta insistencia y crueldad. En julio de 1944, quedó rota por la brutal tragedia que 
conocemos: su arresto por la Gestapo, tras el arresto de uno de sus hijos, y en marzo de 1945, 
su muerte en el campo de Buchenwald (Alexandre, 2004, p. 22). 
 Así es como vemos, el fin de la vida de nuestro autor, frenada por una guerra, donde a 
manera de exponer una idea que más tarde se expondrá con mayor énfasis, se puede observar 
la soledad como una serie de prácticas que incluso llevan a las personas a matar a otras por 
brechas ideológicas incomunicables, que es precisamente de donde se observa esta soledad que 
bien se contempla en la vida de nuestro autor. Por otro lado, quizá uno más romántico; 
podríamos decir, que nuestro autor, no murió, y es de donde se retoma todo este legado, ya que 
nuestro autor, al hablar de memoria, se remonta a ser recordado, y así mismo, a ser 
rememorado, bajo una condición muy humana, en la que siempre concedió la cualidad de lo 
afectivo a su objeto de estudio. 
 Y en lo que también es necesario observar, este carácter humano del que hablaba Halbwachs, 
en la sociedad que era su objeto de estudio, el cual, tiene múltiples condiciones, (no solo 
positivas, sino también negativas y viceversa), como lo son las memorias de las guerras, en lo 
que se nos dice: 
 Podrá parecer simbólico que uno de los hombres que más se empeñó en definir la noción de 
hombre como persona distinta de las cosas, lo cual supone la condena radical de la herramienta 
humana, del material humano, sufriera el infierno de un campo de concentración donde tanto la 
sociedad como el individuo se ven negados y anulados (Alexandre, 2004, p. 22). 
 En suma y en resumen desde este carácter: afectivo-humano, es decir: el colectivo, 
retomamos a este autor; que a través de su visión: “la memoria colectiva”, nos remite a analizar 
 
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el sentimiento de la soledad, que está inmerso en la historia humana, como un sentimiento de 
la sociedad que nos separa y nos aísla, llegando al extremo de asesinar a un prójimo, porque 
nuestras ideas son irreparables la una con la otra, pasando por la historia, pero pudiendo ser 
retomadas por la memoria. 
 
I.IV.II PABLO FERNÁNDEZ CHRISTLIEB. 
 
 Pablo Fernández es uno de los psicólogos colectivos, más importantes del siglo XXI, por 
ello, pensar en Fernández, es hablar de como dice uno de los títulos de sus libros: “La psicología 
colectiva un fin de siglo mas tarde“, o como dice otro de los títulos de sus libros, es sentir 
desde: “La afectividad colectiva“, o en su caso es conversar de, (siguiendo con los títulos de 
sus libros): “La sociedad mental“. Por otro lado, el de una visión más política, (también, 
siguiendo con los títulos de sus libros), es caminar por: “El espíritu de la calle“. 
 Y es que conversar desde estos títulos, o en si, de nuestro autor, es pensar la sociedad en 
términos muy románticos.“La psicología colectiva es una ciencia romántica” (Fernández, 2006, 
p. 9), pues, el romance como todo movimiento social, tiene su nacimiento como una reacción 
revolucionaria, en el presente caso, contra el racionalismo de la Ilustración, es decir: contra el 
movimiento digamos: “cientificista”, del siglo XVIII; confiriendo mayor importancia a 
los sentimientos. Sobre esto nos dice nuestro autor: 
 El romanticismo es un pensamiento a contracorriente, extravagante, excéntrico, que le dio 
por aparecer justo en el tiempo de la Ilustración, que era todo lo contrario. El pensamiento 
ilustrado es aquél que funda la racionalidad científica como método correcto del conocimiento 
de toda y cualquier realidad (Fernández, 2006, p. 9). 
 
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 De este modo, vemos instaurado, desde aquella época, un pensamiento, que nos recubre bajo 
la metáfora de la “máquina”, donde todas las piezas (engranajes) somos las personas, de una 
gran máquina, que en este caso, es la sociedad, omitiendo a los sentimientos, (cosas sensibles, 
cosas con carácter disfuncional, porque no sirven para funcionar como máquina, sin preguntas, 
sino como, un elemento que responde al uso de la “cabeza” de la máquina), porque entre mejor 
sirvas, funcionalmente hablando, (como máquina), representas mejor la función de engranaje, 
que le sirva a la gran máquina, que es la sociedad, en este caso la de la ilustración, es decir: la 
que busca la razón. Por ello nos dice nuestro autor: 
 Según él, la conclusión final del conocimiento era que la naturaleza es una máquina, y que 
ya habían sido descubiertas las leyes de la naturaleza y del universo, por lo cual la verdad ya 
estaba encontrada y el mundo quedaba resuelto. Hay quien dice en el siglo XVIII que ya no 
existe nada nuevo por conocer: todo, los animales, los planetas, los sentimientos, la sociedad, 
las ideas, era parte de la naturaleza y ésta consistía en una serie de piezas sueltas que operan 
unas sobre las otras y hacen que la enorme maquinaria del universo se mueva; sólo basta con ir 
desarmándola, separando las piezas componentes de la maquinaria y calcular sus pesos, 
tamaños, distancias, fuerzas y otras cantidades de esta mecánica universal para obtener 
cualquier respuesta presente o futura (Fernández, 2006, pp. 9-10). 
 De lo antes dicho, vemos una visión que busca darle sentido al mundo, desde la “verdad”, 
aquella que encontró la ilustración: la razón. En contracorriente como se ve a este pensamiento, 
surge el pensamiento romántico, que como se dijo en párrafos pasados, tiene la visión, de 
conferir prioridad a los sentimientos, aspecto que se acerca más a una connotación humana, y 
menos enmarcada bajo la metáfora de las máquinas. 
 Por ello es que la psicología colectiva se suma a este pensamiento romántico, tiende a ver la 
faceta de la vida desde una mirada muy humana, y de ahí el pensamiento de nuestro autor, que 
entiende que para ver la vida humana, es necesario remontarse al pensamiento social y por ende 
 
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colectivo, de donde su figura, no es, en si la persecución de la razón, sino más bien, los afectos, 
que es la forma con laque se entiende la cultura, que es la forma con la que piensa y siente la 
sociedad. 
 Sobre esto nos dice el autor: “Y el pensamiento de esta sociedad que no es social sino 
colectivo, que no es lingüístico sino imágico, no puede ser racional ni conceptual, sino que 
tiene que ser necesariamente no racional, o, para decirlo en positivo, afectivo” (Fernández, 
2006, p. 8). Razón fundamental para retomar el pensamiento de la psicología colectiva y por 
ende, el de nuestro autor; en este caso: Pablo Fernández Christlieb, quien retoma a los afectos, 
de la sociedad como objeto de estudio, por lo que nos dice nuestro autor: “el pensamiento 
colectivo requiere de formas, y es sensible y afectivo” (Fernández, 2006, p. 8). Las formas 
están en la cultura, (que cabe decir, es otro de los objetos de estudio de nuestro autor, como se 
vio, en su interés por el movimiento romántico y al que hace gala otro de sus libros, titulado: 
“Lo que se siente pensar o la cultura como psicología”) al igual que los afectos o los 
sentimientos, “la cultura es todo aquello que se localiza entre sentir y pensar” (Fernández, 
2011, p. 6), y de donde nos dice nuestro autor: “La cultura piensa con formas” (Fernández, 
2004, p. 9). 
 Para nuestro autor en su obra: “La afectividad colectiva”, los sentimientos, las emociones, 
los afectos, las sensaciones, son lo mismo; ya que la psicología colectiva, toma, como bien se 
ha estado diciendo, análisis de estas cualidades de la sociedad, (los afectos), en términos de la 
vida cotidiana, ya que así se sienten en la misma, (la vida cotidiana), sin diferenciación 
nominal, nos señala Fernández (2000). 
 Siguiendo con lo anterior, podemos decir, que la soledad al ser un sentimiento, o emoción, 
Bericat (2012), o sensación, o afecto, porque así se le entiende en la vida cotidiana, dejando el 
carácter reduccionista del nominalismo o del concepto, se refiere a eso mismo que se siente 
 
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con forma de soledad y es a lo que en el presente trabajo nos referimos con dicho fenómeno 
sensible. Por tal razón ubicando la viveza de la vida cotidiana nos referiremos a la soledad 
como sentimiento, sensación, o emoción, afecto, práctica o proceso, porque es el mismo sentir 
al que se refiere la vida cotidiana, entendiendo a esto como una afectividad, que no puede caber 
en una brecha nominal, sino en todas estas a las que se le pronuncia, pero siendo tomadas como 
sinónimo de aquello que se siente como soledad. 
 Y es de donde se retoma esta visión, propia de nuestro autor, donde nos referimos a la 
afectividad colectiva para interpretar la soledad, que como ya vimos, es una emoción o 
sentimiento, (Bericat, 2012), o inclusive afecto (Calhoun y Solomon, 1996). Una vez dicho 
esto, desde este enfoque, que cabe decir tiene mucho de romántico, (pues observa a los 
sentimientos desde su cualidad, la de “sentirse”, y no la de “objetivarse”) le retomamos, no 
haciendo perder el carácter social, y por tanto colectivo de dicha emoción: la soledad. 
 Por otro lado, también en el pensamiento de Pablo Fernández existe un concepto propio de 
la psicología colectiva, el de la cultura, de donde se concibe un concepto también muy 
importante: el de la “forma”, que es una forma en la que se interpretan los afectos en la vida 
cotidiana, con motivo de ello nos dice nuestro autor: 
 todos los rasgos o detalles de una forma se disuelven en un mismo movimiento que parece 
ceder y renovarse, avanzar y estacionarse, subir y bajar reiterada y cíclicamente, y al cual la 
percepción se puede abandonar cómodamente, como si ella misma estuviera hecha del mismo 
movimiento del ritmo, de modo que, a final de cuentas, la misma percepción se disuelven en la 
forma, y es entonces, y es por eso, que se debe hablar más de sensación y de afecto que de 
percepción, toda vez que el ritmo no se mira sino se siente (Fernández, 2006, pp. 161-162). 
 La forma como bien se vio en el párrafo pasado, tiene una función importante para el 
presente trabajo, que atiende a observar los sentimientos tales como la soledad, desde la cultura, 
que es la realidad social, a lo que nos dice Fernández: “En fin, esta realidad originaria y 
 
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permanente es, no obstante, genuinamente lo que podría llamarse una realidad psíquica 
colectiva, y que en el presente texto se denomina la cultura como psicología” (2011, p. 16). 
 Siguiendo con lo antes dicho, cabe decir, la psicología colectiva, tiene mucho que ver con la 
psicología “estética”, pues en el pensamiento de Fernández se retoma el concepto de forma 
para abordar la sociedad sin separaciones. Por lo que nos dice nuestro autor: “Las formas no 
son lógicas, funcionales, inteligentes, útiles ni científicas: las formas son estéticas.” 
(Fernández, 2006, p. 165). 
 Razón por la cual retomamos esta forma de pensamiento de nuestro autor, que como bien 
se ve tiene mucho de romántica. Por lo que puede decirse, en contracorriente al pensamiento 
ilustrado: “Y puede advertirse que el romanticismo es un movimiento cultural profundo” 
(Fernández, 2006, p. 11), por lo cual, es el motor del pensamiento de nuestro autor y en sí, de 
la psicología colectiva, que toma función del concepto de forma, para hacer interpretación de 
su objeto de estudio, lo cual, nos lleva a la siguiente parte del capítulo. 
 
I.V POR QUÉ ANALIZAR LA SOLEDAD DESDE LA PSICOLOGÍA ESTÉTICA. 
 
 La soledad es un sentimiento, propio de una cultura, (Bericat, 2012), es decir: de una 
sociedad, como unidad, inseparable, (a excepción del pensamiento científico, que hace 
disertaciones de este enfoque, pero que no puede abrir esta brecha, perdiendo el carácter de 
unidad de la forma de dicho sentimiento); dicho de otro modo, la sociedad ha ido dándole forma 
a la cultura y en esta yacen los sentimientos, sin excluir la soledad, que cabe decir, tiene una 
forma de gestarse. 
 Por lo que para atender a este fenómeno, o sentimiento, el de la soledad, será necesario hacer 
referencia a la psicología colectiva retomando cierto concepto de la estética, como lo es para 
 
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el pensamiento de Pablo Fernández, el de la forma. Por lo que nos dice Fernández: “La cultura, 
que quiere decir algo así realidad-y-sociedad al mismo tiempo, piensa con formas, y las formas, 
como la de las olas de ser de alguien, tienen la cualidad de la unidad” (2004, pp. 29-30). Visión 
que retomamos para hacer énfasis sobre el sentimiento de la soledad, con el objeto de no 
observarlo interpretado desde la separación, ya que en primer lugar, se respeta el carácter 
social, de unidad de la propia psicología colectiva, así como del sentimiento de la soledad, ya 
que al hacerlo uno respeta desde dentro al sentimiento y por ende el aspecto social que lo define, 
y segundo porque si se hace separar solo se emplea más del pensamiento separatista de las 
descripciones cientificistas y objetivistas que evocan la forma de pensar de la sociedad 
contemporánea, misma que hace suscitar a la soledad, como un sentimiento que separa de 
manera incomunicable. 
 Desde la visión antes mencionada por Pablo Fernández, retomamos la mirada de la 
psicología colectiva, para observar a la soledad como unidad, esto a su vez nos sirve para 
retomar el concepto de forma, que en voz de Fernández proviene de la estética para hacer 
interpretación de los objetos propios de la sociedad. De donde se nos dice: “Estético no es lo 
que tiene forma, sino lo que se siente, que es lo que significa etimológicamente la palabra 
aesthetica, aunque lo que se siente es lo que tiene forma” (Fernández, 2006, p. 173). 
 Por ello es que retomamos esta visión de Fernández, propia de la psicología colectiva para 
hacer interpretación de una emoción o sentimiento, tal como la soledad, ya que esta tal cual, es 
una emoción o sentimiento en sí, ya que se siente y de ahí su cualidad de forma, (Fernández, 
2006), y además de su cualidad de afectividad, (Fernández, 2000),

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