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http://booksmedicos.org CONTROVERSIAS EN NEFROLOGÍA Controversias en nefrología María Guadalupe Castro Martínez Médico especialista en Medicina Interna. Certificación vigente CMIM. Jefe de Posgrado, Facultad Mexicana de Medicina Interna, Universidad La Salle. Miembro del Comité Académico de Posgrado de Medicina Interna, Facultad de Medicina, UNAM. Profesor de Pregrado, Facultad de Medicina, UNAM. Miembro de la SNE. Expresidente del Colegio Mexicano de Medicina Interna y del Consejo de Medicina Interna de México. Alberto Francisco Rubio Guerra Médico Internista. Certificado por el Consejo Mexicano de Medicina Interna, A. C. Jefe de Enseñanza e Investigación, Hospital General de Ticomán, Servicios de Salud Pública del D. F. Investigador Nacional Nivel I, SNI. Profesor Adjunto al Curso de Especialización en Medicina Interna de la División de Estudios de Posgrado, Facultad de Medicina, UNAM. Expresidente del Colegio de Medicina Interna de México. Editorial Alfil Controversias en nefrología Todos los derechos reservados por: � 2013 Editorial Alfil, S. A. de C. V. Insurgentes Centro 51–A, Col. San Rafael 06470 México, D. F. Tels. 55 66 96 76 / 57 05 48 45 / 55 46 93 57 e–mail: alfil@editalfil.com www.editalfil.com ISBN 9�8–607–8283–20–0 Dirección editorial: José Paiz Tejada Editor: Dr. Jorge Aldrete Velasco Revisión editorial: Berenice Flores, Irene Paiz Revisión médica: Dr. Jorge Aldrete Velasco Ilustración: Alejandro Rentería Diseño de portada: Arturo Delgado Impreso por: Solar, Servicios Editoriales, S. A. de C. V. Calle 2 No. 21, Col. San Pedro de los Pinos 03800 México, D. F. Mayo de 2013 Esta obra no puede ser reproducida total o parcialmente sin autorización por escrito de los editores. Los autores y la Editorial de esta obra han tenido el cuidado de comprobar que las dosis y esquemas terapéuticos sean correctos y compatibles con los estándares de aceptación general de la fecha de la publicación. Sin embargo, es difícil estar por completo seguros de que toda la información pro- porcionada es totalmente adecuada en todas las circunstancias. Se aconseja al lector consultar cui- dadosamente el material de instrucciones e información incluido en el inserto del empaque de cada agente o fármaco terapéutico antes de administrarlo. Es importante, en especial, cuando se utilizan medicamentos nuevos o de uso poco frecuente. La Editorial no se responsabiliza por cualquier alte- ración, pérdida o daño que pudiera ocurrir como consecuencia, directa o indirecta, por el uso y apli- cación de cualquier parte del contenido de la presente obra. Colaboradores Dr. José Luis Aguilar Ponce Departamento de Oncología Médica, Subdirección de Medicina Interna, Institu- to Nacional de Cancerología. Capítulo 21 Dr. Jorge Aldrete Velasco Médico Internista colegiado. Director General de Paracelsus. Capítulo 14 Dra. Elvira Graciela Alexanderson Rosas Médico Internista, Pabellón 108, Hospital General de México y Hospital “Ánge- les Clínica Londres”. Secretaria del Consejo Mexicano de Medicina Interna. Pro- fesor de Pregrado, Facultad de Medicina, UNAM. Certificación vigente por el Consejo Mexicano de Medicina Interna. Capítulos 30, 33 Dra. Berenice Andrade Bravo Medicina Interna. HGR No. 1 “Dr. Carlos MacGregor Sánchez Navarro”, IMSS. Capítulo 25 Dr. Rubén Darío Barba Navarro Jefe de Residentes del Curso de Posgrado en Medicina Interna. Capítulo 10 V VI (Colaboradores)Controversias en nefrología Dra. Laura Basagoitia González Médico Nefrólogo. Capítulo 12 Nut. Victoria Eugenia Bolado García Licenciada en Nutrición, Universidad Veracruzana, Zona Xalapa, Veracruz. Doctora en Farmacia con especialidad en Biología y Patología Perinatales, Uni- versidad San Pablo CEU. Madrid, España. Capítulo 6 Dr. Luis Cabrera Miranda Residente de Cuarto Año de Medicina Interna, Hospital General de Ticomán, SSDF. Capítulo 8 Dr. Jaime Camacho Aguilera Médico Internista con certificación vigente por el Consejo Mexicano de Medi- cina Interna. Colegiado del Colegio de Medicina Interna de México. Jefe de la Unidad 108 de Medicina Interna, Hospital General de México. Profesor de la Facultad de Medicina de la UNAM y de la Universidad Anáhuac. Capítulos 30, 33 Dr. David Arturo Castán Flores Unidad Médica de Alta Especialidad, Centro Médico Nacional de Occidente, Departamento de Cardiología, IMSS. Capítulo 28 Dra. Lizbeth Castellanos de la Cruz Servicio de Medicina Interna, Hospital General de Ticomán, SSDF. Certificada por el Consejo Mexicano de Medicina Interna. Capítulo 18 Dra. María Guadalupe Castro Martínez Médico especialista en Medicina Interna. Certificación vigente CMIM. Jefe de Posgrado, Facultad Mexicana de Medicina Interna, Universidad La Salle. Miem- bro del Comité Académico de Posgrado de Medicina Interna, Facultad de Medi- cina, UNAM. Profesor de Pregrado, Facultad de Medicina, UNAM. Miembro de la SNE. Expresidente del Colegio Mexicano de Medicina Interna y del Consejo de Medicina Interna de México. Capítulo 37 Dr. David Castro Serna Internista, Servicio de Medicina Interna del Hospital General de Ticomán, SSDF. Certificado por el Consejo Mexicano de Medicina Interna. Capítulo 8 VIIColaboradores Dr. José Mauricio Cedillo Fernández Residente del Curso de Posgrado de Medicina Interna de la Universidad “La Sa- lle” con sede en el Hospital “Ángeles del Pedregal”. Capítulo 31 Dra. Eliana Cejudo Carranza Médico Internista con certificación vigente por el CMMI. Medicina Interna, Hospital de Gíneco–Obstetricia “San Ángel”, IMSS. Hospital “Ángeles del Pedregal”. Capítulo 29 Dr. Rogelio Chavira Hernández Servicio de Endocrinología, Hospital Civil de Guadalajara “Fray Antonio Alcal- de”. Capítulo 37 Dr. José Ángel Cigarroa López Médico especialista en Cardiología. Certificación vigente por el Consejo Mexi- cano de Cardiología. Jefe de Servicio, Clínica de Trasplantes, UMAE Hospital de Cardiología, CMN “Siglo XXI”, IMSS. Profesor de Posgrado de la especiali- dad de Cardiología, Facultad de Medicina, UNAM. Capítulo 28 Dra. Beatriz Cortés Carmona Dermatóloga, Hospital General de Ticomán, SSDF. Capítulo 16 Dra. Norma Angélica Díaz García Especialista en Medicina Interna y Geriatría. Certificada por el Consejo Mexica- no de Medicina Interna. Servicio de Medicina Interna del Hospital General Tlá- huac “Dra. Matilde Petra Montoya Lafragua”, SSDF. Capítulo 9 Dr. Enrique Juan Díaz Greene Profesor Titular del Curso de Posgrado de Medicina Interna de la Universidad “La Salle” con sede en el Hospital “Ángeles del Pedregal”. Capítulo 31 Dra. Ruth Sarminé Domínguez Narinián Especialista en Medicina Familiar, Hospital General de Ticomán, SSDF. Profe- sor de Medicina General 1, Facultad de Medicina, UNAM. Capítulo 11 Dra. Verónica Durán Gómez Médico Internista y Geriatra, Hospital General de Zona # 27, IMSS. Certificada por el Consejo Mexicano de Medicina Interna. Capítulo 35 VIII (Colaboradores)Controversias en nefrología Dra. Montserrat Berenice Durán Salgado Residente de Cuarto Año de Medicina Interna, Hospital General de Ticomán, SSDF. Capítulo 32 Dr. César Iván Elizalde Barrera Médico Internista, Hospital General de Ticomán, SSDF, y Hospital General de Zona # 30, IMSS. Profesor Asociado del Curso de Especialización en Medicina Interna, UNAM. Certificado por el Consejo Mexicano de Medicina Interna. Capítulo 13 Dra. Rossmery Espinosa Méndez Departamento de Posgrado, Facultad Mexicana de Medicina, Universidad La Sa- lle. Capítulo 38 Dr. Antonio Fernández Valiñas Médico Internista Colegiado. Capítulo 14 Dra. Nallely Haydee Flores Leal Médico Internista, Hospital General “Balbuena”, SSDF. Hospital General “Zara- goza”, ISSSTE. Certificada por el Consejo Mexicano de Medicina Interna. Capítulo 27 Dr. Miguel Alejandro Galindo Campos Residente del Curso de Posgrado de Medicina Interna de la Universidad “La Sa- lle” con sede en el Hospital “Ángeles del Pedregal”. Capítulo 31 Dra. Sara Georgina García Casal Servicio de Endocrinología, Hospital Civil de Guadalajara “Fray Antonio Alcal- de”. Capítulo 37Dr. Jorge Óscar García Méndez Departamento de Posgrado y Educación Médica Continua, Instituto Nacional de Cancerología. Capítulo 21 Dr. Sergio A. Godínez Gutiérrez División de Medicina, Hospital Civil de Guadalajara “Fray Antonio Alcalde”. Capítulo 37 Dr. Jesús Guerrero González Servicio de Medicina Interna, Hospital General “Iztapalapa”, SSDF. Profesor del CICS IPN. Asesor Clínico, UAM Xochimilco. Profesor Asociado al Curso de Es- IXColaboradores pecialización de Medicina Interna, Hospital General de Ticomán, SSDF. Certifi- cado y recertificado por el Consejo Mexicano de Medicina Interna. Capítulo 26 Dr. Saúl Huerta Ramírez Medicina Interna, Hospital General de Ticomán, SSDF. Profesor de Cuarto Año de Medicina, Universidad “Justo Sierra”. Certificado por el Consejo Mexicano de Medicina Interna. Capítulo 15 Dra. Dalila Huerta Vargas Servicio de Medicina Interna, Hospital General de Ticomán, SSDF. Certificada por el Consejo Mexicano de Medicina Interna. Capítulo 18 Dra. María Gabriela Liceaga Craviotto Jefe de Servicio de Medicina Interna, HGR No. 1 “Dr. Carlos MacGregor Sán- chez Navarro”, IMSS. Profesor de la Residencia de Medicina Interna, sede HGR No. 1 “Dr. Carlos MacGregor Sánchez Navarro”, UNAM. Capítulo 25 Dr. José Juan Lozano Nuevo Doctor en Ciencias y Médico Internista. Certificado por el Consejo Mexicano de Medicina Interna. Servicio de Medicina Interna del Hospital General de Tico- mán, SSDF. Profesor Titular del Curso de Especialización en Medicina Interna, División de Estudios de Posgrado, UNAM. Capítulo 27 Dr. Manuel Martínez Martínez Residente de 4ª Año de Medicina Interna, HGR Nº 1 “Dr. Carlos MacGregor Sán- chez Navarro”, IMSS. Capítulo 7 Dr. Eduardo Medina García Médico Internista, Hospital General de Ticomán, SSDF. Médico de Hemodiálisis en el Hospital General Regional Nº 72, IMSS. Certificado por el Consejo Mexi- cano de Medicina Interna. Capítulo 1 Dr. Sergio Alberto Mendoza Álvarez Médico Internista Certificado por el Consejo Mexicano de Medicina Interna. Servicio de Medicina Interna, Hospital de Especialidades, Centro Médico “La Raza”, IMSS. Capítulo 17 X (Colaboradores)Controversias en nefrología Dr Antonio Molina Corona Médico especialista en Medicina Interna. Certificado por el CMMI. Médico Ads- crito al Servicio de Medicina Interna, Hospital General Nº 20, Tijuana. Profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Baja California y de la Escuela de Medicina, Universidad Xochicalco, Tijuana, Baja California. Capítulo 22 Dra. Herlinda Morales López Algóloga, Paliativista y Tanatóloga, Hospital General de Ticomán, SSDF. Profe- sora Adjunta al Curso de Especialización en Anestesiología, División de Estu- dios de Posgrado, UNAM. Capítulo 36 Dra. Verónica Ochoa Capítulo 20 Dr. Luis Javier Pale Torres Médico Internista, Hospital General de Zona # 1 “Carlos MacGregor Sánchez Navarro”, IMSS. Certificado por el Consejo Mexicano de Medicina Interna. Capítulo 5 Dr. Rodolfo Palencia Díaz Medico especialista en Medicina Interna con certificación vigente por el CMMI, Médico de Base adscrito a Medicina Interna, Hospital de Especialidades, Centro Médico de Occidente, IMSS. Capítulo 24 Dr. Rodolfo de Jesús Palencia Vizcarra Miembro fundador del Colegio Jaliscience de Medicina Interna. Médico Inter- nista con certificación vigente, CMMI. Exsecretario del CMIM. Capítulo 24 Dra. Angélica Paniagua Pérez Médico de Medicina Interna, Hospital General de Zona # 58, IMSS. Certificada por el Consejo Mexicano de Medicina Interna. Capítulo 15 Dra. María José Pardinas Llergo Residente del Curso de Posgrado de Medicina Interna de la Universidad “La Sa- lle” con sede en el Hospital “Ángeles del Pedregal”. Capítulo 31 Dr. Carlos Lenin Pliego Reyes Medico Internista Inmunoalergólogo Clínico, Hospital Regional “Lic. Adolfo López Mateos”, ISSSTE. Capítulo 10 XIColaboradores Dr. Sajit Ramírez Carreto Médico Internista y Nefrólogo, Hospital “Enrique Cabrera”, SSDF, y Hospital General de México. Certificado por los Consejos de Medicina Interna y Nefrolo- gía. Capítulo 19 Dra. Fabiola Reyes Martínez Médico Internista con certificación vigente por el Consejo Mexicano de Medi- cina Interna. Hospital Regional de Alta Especialidad de Oaxaca (HRAEO). Capítulos 30, 33 Dr. Nicolás Roberto Robles Pérez–Monteoliva Cátedra de Riesgo Cardiovascular, Universidad de Salamanca, España. Capítulo 34 Dra. Alejandra Rodríguez Hernández Residente de Cuarto Año de Medicina Interna, Hospital General de Ticomán. SSDF. Capítulo 4 Dra. Leticia Rodríguez López Servicio de Medicina Interna, Hospital General de Ticomán, SSDF. Profesora de Medicina General 1, Facultad de Medicina, UNAM. Certificada por el Consejo Mexicano de Medicina Interna. Capítulo 2 Dr. Federico Leopoldo Rodríguez Weber Médico Internista. Profesor Titular de Introducción a la Clínica. Profesor Adjun- to del Curso de Residencia en Medicina Interna, Hospital “Ángeles del Pedre- gal”. Miembro de la Academia Nacional de Educación Médica. Capítulo 23 Dr. en C. Alberto Francisco Rubio Guerra Médico Internista. Certificado por el Consejo Mexicano de Medicina Interna. Jefe de Enseñanza e Investigación, Hospital General de Ticomán, SSDF. Investi- gador Nacional Nivel I, SNI. Profesor Adjunto al Curso de Especialización en Medicina Interna de la División de Estudios de Posgrado, Facultad de Medicina, UNAM. Expresidente del Colegio de Medicina Interna de México. Capítulos 3, 32 Dra. Sahira Salinas Ruiz Especialista en Medicina del Enfermo en Estado Crítico, UMAE HGO Nº 4 “Luis Castelazo Ayala”, IMSS, México, D. F. Capítulo 29 XII (Colaboradores)Controversias en nefrología Dr. Marco Antonio Sanmartín Uribe Cirujano de Trasplante. Capítulo 12 Dr. Alfredo Israel Servín Caamaño Médico especialista en Medicina Interna. Certificación vigente por el CMMI. Médico de Base Adscrito al Servicio de Medicina Interna, Hospital General de México, SS. Capítulos 30, 33 Dr. Mario Solares Sánchez Departamento de Urología, Instituto Nacional de Cancerología. Capítulo 21 Dra. Carolina Torres Anguiano Servicio de Endocrinología, Hospital Civil de Guadalajara “Fray Antonio Alcal- de”. Capítulo 37 Dr. Germán Vargas Ayala Médico Internista certificado por el Consejo Mexicano de Medicina Interna. Jefe del Servicio de Medicina Interna, Hospital General de Ticomán, SSDF. Profesor de Pregrado en la Facultad de Medicina, UNAM. Miembro del Mexican Group Research in Internal Medicine. Investigador Nivel I, SNI, por el CONACYT. Capítulo 4 Dr. Felipe Vázquez Estupiñán Médico especialista en Psiquiatría. Médico de Base adscrito al Servicio de Psi- quiatría, Hospital de Especialidades, CMN “Siglo XXI”, IMSS. Profesor de Pos- grado, especialidad de Psiquitría, Facultad de Medicina, UNAM. Capítulo 38 Contenido Prólogo XVII. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Alberto Francisco Rubio Guerra 1. Valoración integral del paciente nefrópata 1. . . . . . . . . . . . . . . Eduardo Medina García 2. Nefropatía diabética 13. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Leticia Rodríguez López 3. Nefropatía hipertensiva 31. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Alberto Francisco Rubio Guerra 4. Lipotoxicidad renal y obesidad 39. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Germán Vargas Ayala, Alejandra Rodríguez Hernández 5. Disfunción endotelial, inflamación y daño renal 55. . . . . . . . . . Luis Javier Pale Torres 6. Nutrición en el paciente renal 63. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Victoria Eugenia Bolado García 7. Anemia en la insuficiencia renal crónica 81. . . . . . . . . . . . . . . . Manuel Martínez Martínez 8. Hipertensión arterial en pacientes con insuficiencia renal crónica 91. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . David Castro Serna, Luis Cabrera Miranda 9. Insuficiencia renal en el adulto mayor 115. . . . . . . . . . . . . . . . . . Norma Angélica Díaz García XIII XIV (Contenido)Controversiasen nefrología 10. Glomerulopatías autoinmunitarias 129. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Rubén Darío Barba Navarro, Carlos Lenin Pliego Reyes 11. Pielonefritis 143. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Ruth Sarminé Domínguez Narinián 12. A quién se le administran esteroides, cómo y cuándo 151. . . . . . Marco Antonio Sanmartín Uribe, Laura Basagoitia González 13. Síndrome hemolítico urémico 159. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . César Iván Elizalde Barrera 14. Controversias en enfermedad por depósitos renales 189. . . . . . . Jorge Aldrete Velasco, Antonio Fernández Valiñas 15. Insuficiencia renal aguda 203. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Saúl Huerta Ramírez, Angélica Paniagua Pérez 16. Alteraciones cutáneas en pacientes con insuficiencia renal crónica 213. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Beatriz Cortés Carmona 17. Evaluación y manejo de las alteraciones del metabolismo óseo–mineral en pacientes con enfermedad renal crónica 233. . Sergio Alberto Mendoza Álvarez 18. Equilibrio ácido–base 251. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Lizbeth Castellanos de la Cruz, Dalila Huerta Vargas 19. Nefropatía intersticial 267. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Sajit Ramírez Carreto 20. Síndrome urémico 287. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Verónica Ochoa 21. Cáncer renal 301. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Jorge Óscar García Méndez, José Luis Aguilar Ponce, Mario Solares Sánchez 22. Nefropatía en pacientes con infección por virus de inmunodeficiencia humana 317. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Antonio Molina Corona 23. Manejo del paciente con hematuria 329. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Federico Leopoldo Rodríguez Weber 24. Glomerulopatías 339. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Rodolfo de Jesús Palencia Vizcarra, Rodolfo Palencia Díaz 25. Controversias en síndrome nefrótico 353. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . María Gabriela Liceaga Craviotto, Berenice Andrade Bravo 26. Acidosis tubular renal 367. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Jesús Guerrero González XVContenido 27. Síndrome hepatorrenal 371. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Nallely Haydee Flores Leal, José Juan Lozano Nuevo 28. Síndrome cardiorrenal 389. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . José Ángel Cigarroa López, David Arturo Castán Flores 29. Insuficiencia renal crónica y embarazo 421. . . . . . . . . . . . . . . . . . Eliana Cejudo Carranza, Sahira Salinas Ruiz 30. Nefropatía por inmunoglobulina A 431. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Alfredo Israel Servín Caamaño, Elvira Graciela Alexanderson Rosas, Fabiola Reyes Martínez, Jaime Camacho Aguilera 31. Nefrolitiasis 449. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Enrique Juan Díaz Greene, José Mauricio Cedillo Fernández, Miguel Alejandro Galindo Campos, María José Pardinas Llergo 32. Utilidad de los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina en el tratamiento de la enfermedad renal crónica 459. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Alberto Francisco Rubio Guerra, Montserrat Berenice Durán Salgado 33. Enfermedad renal poliquística autosómica dominante 481. . . . . Elvira Graciela Alexanderson Rosas, Alfredo Israel Servín Caamaño, Fabiola Reyes Martínez, Jaime Camacho Aguilera 34. Preservación de la función renal residual en la enfermedad renal crónica 501. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Nicolás Roberto Robles Pérez–Monteoliva 35. Terapia de la función renal de reemplazo en pacientes ancianos 519. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Verónica Durán Gómez 36. La tanatología y el paciente con enfermedad renal 531. . . . . . . . Herlinda Morales López 37. Hiperparatiroidismo en el paciente con enfermedad renal terminal 545. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Sergio A. Godínez Gutiérrez, María Guadalupe Castro Martínez, Carolina Torres Anguiano, Sara Georgina García Casal, Rogelio Chavira Hernández XVI (Contenido)Controversias en nefrología 38. La enfermedad renal crónica y los trastornos psiquiátricos 561. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Felipe Vázquez Estupiñán, Rossmery Espinosa Méndez Índice alfabético 573. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Prólogo Alberto Francisco Rubio Guerra Los padecimientos renales son una causa importante de consulta en las institucio- nes de salud, donde el internista suele ser el especialista que realiza el estudio y manejo —por lo menos inicialmente, pero habitualmente durante todo el proce- so— de los pacientes con enfermedades renales, las cuales frecuentemente son el resultado de enfermedades crónicas que provocan pérdida de la función renal, como es el caso de la diabetes mellitus y la hipertensión arterial; esto también requiere de la intervención del internista. Como consecuencia de la necesidad de actualización que los internistas tienen en el área, y del compromiso de estos especialistas de brindar una atención médi- ca de calidad a la sociedad, los editores ponen a disposición de la comunidad mé- dica este volumen de Controversias en nefrología, escrito por un grupo de desta- cados especialistas, expertos cada uno de ellos en los temas que desarrollaron, esperando que atienda exitosamente las necesidades de conocimiento en los te- mas desarrollados para una mejor atención a nuestros pacientes. Los temas revisados incluyen la fisiopatología de las distintas nefropatías, cómo realizar la evaluación de estos pacientes, el manejo integral de los enfermos de acuerdo a los distintos padecimientos y la prevención del daño renal; aunque la obra va dirigida al médico internista, la forma en que fueron abordados los te- mas permite que sea de utilidad también para profesionistas de otras especialida- des y para el médico general que se enfrenta al manejo del enfermo nefrópata. Reconocemos a los autores de los distintos capítulos su invaluable participa- ción, sin la cual este texto no llegaría a manos de los lectores. XVII XVIII (Prólogo)Controversias en nefrología E di to ria l A lfi l. F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. � 1 Valoración integral del paciente nefrópata Eduardo Medina García El paciente con enfermedad renal es un paciente que puede presentarse con un enorme abanico de posibilidades clínicas que hace en muchas ocasiones obvia la enfermedad y en otras puede esconder el diagnóstico, de manera que el clínico requiere el apoyo de múltiples herramientas diagnósticas para descubrir la etiolo- gía renal del padecimiento del paciente.1 Clínicamente el paciente con enfermedad renal puede ser un paciente asinto- mático, sin antecedentes de importancia que sugieran la posibilidad de enferme- dad renal y que sea descubierto como enfermo renal en una revisión de rutina. Puede ser un paciente añoso con antecedentes de sobra, como diabetes mellitus, hipertensión arterial, ingesta intensa de antiinflamatorios no esteroideos, etc., que expliquen desde su interrogatorio la sintomatología en el contexto de un en- fermo renal. Y también puede ser un paciente neonato o un joven por lo demás sano.1 El paciente puede tener historial de enfermedades renales en su familia, incluso con patrones de herencia mendelianos bien definidos (caso, por ejemplo, de la enfermedad poliquística renal y su más frecuente patrón de herencia autosó- mico dominante), o puede no tener antecedentes familiares con la misma enfer- medad referida (mutacionesde novo).2 Dentro de la sintomatología más frecuente el paciente con enfermedad renal puede presentarse con edema distal, con hematuria, con dolor en flanco o en el extremo, en anasarca, en falla cardiaca por sobrecarga hídrica o con acidosis me- tabólica. Puede presentarse con síndromes clínicos muy característicos bien defi- nidos, como por ejemplo el síndrome nefrótico, o con un síntoma aislado inespe- cífico (anemia). 1 2 (Capítulo 1)Controversias en nefrología Dicha heterogeneidad de la presentación clínica de la enfermedad renal hace necesaria en muchas ocasiones la realización de múltiples estudios de laborato- rio, que van desde la biometría hemática completa y química sanguínea completa hasta electrólitos séricos, perfil de lípidos, EGO, estudios inmunitarios, marca- dores tumorales, etc., todo lo anterior, de acuerdo a la presentación clínica y a los protocolos diagnósticos de cada una de las enfermedades, con el fin de encontrar tanto causas como efectos de la enfermedad renal.1 A continuación se hace un breve resumen de los estudios específicos más im- portantes realizados en los pacientes con enfermedad renal; tanto estos estudios como estudios generales serán abordados también de manera específica en cada uno de los padecimientos. FILTRACIÓN GLOMERULAR Equivale a la filtración de plasma de la suma de todas las nefronas, y es de 125 mL/min normalmente en un paciente de 1.75 m2 y, aunque con una variabilidad entre individuos, da una idea bastante clara de la afección renal. Debe ser cuanti- ficada en todo individuo bajo estudio nefrológico. Se debe decidir entre cuantificar y estimar. La forma de cuantificar es median- te el aclaramiento urinario de un soluto ideal que se filtre a nivel glomerular, que no se reabsorba a nivel tubular y tampoco se secrete a dicho nivel. Dicho soluto exógeno ideal es la inulina; sin embargo, esta sustancia es escasa, cara y su utili- zación implica infusión continua, cateterización vesical y múltiples muestras sanguíneas, lo que hace poco práctica su utilización. Aunque existen otras sustan- cias que se han utilizado para cuantificar la filtración glomerular que son menos incómodas o más prácticas, todas ellas tienen inconvenientes que las hacen poco utilizadas en la práctica clínica.3–5 Por lo anterior, en la práctica clínica se ha optado por la utilización de la creati- nina como soluto para estimar o cuantificar el filtrado glomerular. La creatinina es un derivado del metabolismo en el músculo esquelético y del consumo de car- ne en la dieta, y aunque se filtra libremente a través del glomérulo y no es reabsor- bida, sí es secretada a nivel tubular, siendo el porcentaje eliminado mediante este proceso de entre 10 y 40% del total de la creatinina eliminada. Por lo anterior, la relación entre la depuración de creatinina y el filtrado glomerular no tiene una relación directa.3,5 Para la cuantificación de la depuración de creatinina se solicita al paciente la colección de la orina de 24 h, y el día que se procesa la muestra se obtiene una muestra de sangre para la medición de la concentración de creatinina sérica. Aun- que el cálculo de la depuración de creatinina lleva implícito un error de 10 a 20% 3Valoración integral del paciente nefrópata E di to ria l A lfi l. F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. � aproximadamente en la estimación del filtrado glomerular producto de la creati- nina secretada a nivel tubular, este error se ha balanceado históricamente con el error opuesto en la misma magnitud obtenido con el método de picrato alcalino utilizado para la cuantificación de la creatinina; entonces, la forma universal para medir el aclaramiento urinario es utilizada con la depuración de creatinina: GFR = (UCr x V) / SCr, donde GFR es el filtrado glomerular, UCr es la concentración de creatinina urinaria, V el volumen urinario y SCr es la creatinina plasmática. Los inconvenientes de la cuantificación de la depuración de creatinina derivan por un lado de la colección de la muestra, que depende totalmente del paciente en el caso de que éste sea manejado de manera ambulatoria; obviamente, existe una subestimación del filtrado glomerular con una colección incompleta de la orina y una sobreestimación con una colección mayor de 24 h, mientras que, por otro lado, hay pacientes en quienes el porcentaje de secreción tubular de creatini- na es mucho mayor que la cantidad que puede ser amortiguada por el error opues- to del método de medición, lo que puede sobreestimar de manera considerable el filtrado glomerular.5 La estimación del filtrado glomerular es un método que permite de un modo más práctico calcular el filtrado glomerular, al igual que en la cuantificación de manera indirecta. La fórmula más conocida, y dado lo práctico de su cálculo tam- bién la más utilizada históricamente, es la de Cockcroft–Gault: FG = 140 – edad (años) x peso (kg) / creatinina sérica (mg/dL) x 72; el resultado se multiplica por 0.85 en las mujeres, en el entendido del menor porcentaje muscular. Esta fórmula parte del principio de que la filtración glomerular disminuye con la edad y que la producción de creatinina aumenta con la edad. Tiene el inconveniente de no considerar la superficie corporal (su consideración aumenta la precisión) y, por otro lado, fue desarrollada en un tiempo en que la obesidad no era el problema epidémico que es ahora, lo que pudiera sobreestimar el filtrado glomerular, ya que el paciente obeso tiene mayor peso pero menor porcentaje muscular.6 Otra fórmula ya universalmente utilizada y surgida del estudio Modificación de la Dieta en la Enfermedad Renal, al que debe su nombre, es la fórmula MDRD; aunque poco práctica para su cálculo manual, en la actualidad su uso es facilitado mediante hojas de cálculo o calculadoras en línea. Dicha fórmula, al igual que la Cockcroft–Gault, no considera la superficie corporal. La fórmula principal surgi- da de este estudio es la siguiente: GFR (expresada en mL/min/1.73 m2) = 170 x [creatinina en plasma]–0.999 x [edad]–0.176 x [0.762 si la paciente es mujer] x [1.180 si el paciente es de raza negra] x [BUN]–0.170 x [albumina]+0.318, y también, al igual que la fórmula de Cockcroft–Gault, es menos precisa cuando la filtración glome- rular es cercana a la normal. En caso de que efectivamente el paciente a valorar tenga un filtrado glomerular alto se sugiere una fórmula más recientemente desa- rrollada y con más precisión para este nivel de función renal, la fórmula CKD– EPI. Esta fórmula, desarrollada a partir de 10 grandes estudios que tomaron como 4 (Capítulo 1)Controversias en nefrología estándar la filtración glomerular medida con iotalamato al ser comparada con MDRD, fue superior en la determinación del filtrado glomerular en el grupo de pacientes con menor filtrado glomerular. Al igual que el MDRD, su uso es com- plejo, pero ya existen hojas de cálculo para su medición automática.7 Por último, se han propuesto alternativas a la utilización de la creatinina como modelo para la medición del filtrado glomerular; una de las sustancias endógenas más aceptadas es la cistatina C, sustancia que pertenece a una gran familia de sus- tancias de inhibidores de proteasas de cisteína. Esta sustancia, de bajo peso mole- cular, se filtra libremente a través del glomérulo, no se secreta y no se reabsorbe, aunque tiene el inconveniente que se metaboliza parcialmente en el túbulo renal; esto último impide que sea utilizada directamente como una sustancia para esti- mar el aclaramiento renal; sin embargo, los niveles de cistatina C han sido utiliza- dos con mucha frecuencia en estudios que han propuesto ecuaciones para estimar el filtrado glomerular, aunque teóricamente se ha propuesto que esta sustancia podría ser un buen marcador en subgrupos de pacientes con una baja producción de creatinina (niños, trasplantados renales, cirróticos, etc.); los estudios realiza- dos con el fin de exponer esto han sido contradictorios en sus resultados. Por lo anterior, la utilización de ecuacionesbasadas en cistatina C plasmática aún no han sido validados.7,8 EXAMEN GENERAL DE ORINA Conocido como la biopsia renal de los pobres, el EGO es un estudio no invasivo que permite conocer una muy variada información acerca de la etiología de la en- fermedad renal. La muestra debe procesarse entre 30 y 60 minutos posteriores a la obtención, posteriormente se centrifuga a 3 000 revoluciones por minuto por cinco minutos y el sobrenadante debe analizarse.9 El reporte del estudio debe incluir los siguientes parámetros: Urianálisis � Color: variando desde el color prácticamente transparente hasta un amari- llo marrón, dependerá sobre todo de lo concentrado de la orina. Dicha colo- ración puede tener variantes anormales, como ser una orina roja o café; dichas variantes se pueden deber sobre todo a hematuria, en cuyo caso la coloración roja se observará sólo en el sedimento y no en el sobrenadante; en el caso de que el sedimento sea normal y el sobrenadante rojo, lo más 5Valoración integral del paciente nefrópata E di to ria l A lfi l. F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. � probable es que sea hemoglobinuria la causa de la coloración anormal. Otras causas de orina roja pueden ser la ingestión de alimentos como la re- molacha, medicamentos como la fenazopiridina, colorantes artificiales de los alimentos o la hidroxicobalamina. En caso de que la ingesta de remola- cha sea la causa de orina roja ésta es debida a la excreción de betanina, lo que ocurre en 14% de los individuos, y aparentemente es debida a la absor- ción incrementada de dicha sustancia. Aunque es muy raro, puede darse el caso de que la orina tenga otros colores como blanco, que puede ser conse- cuencia de leucocituria importante, cristales de fosfato, cilindruria o la ad- ministración de propofol; orina verde por administración de azul de metile- no, amitriptilina o propofol; orina negra por hemoglobinuria, ocronosis (lo más frecuente en el contexto de alcaptonuria) y por último orina morada en pacientes con sonda urinaria y bacteriuria.9 � Hematuria y leucocituria: la realización mediante tira reactiva permite el diagnóstico de eritrocituria en cantidades incluso de 1 a 2 por campo de alta resolución, aunque con mayores casos falsos positivos que cuando se obser- va el sedimento urinario; sin embargo, los falsos negativos son muy raros. La tira reactiva puede detectar esterasa y nitritos leucocitarios; si bien esto no es suficiente para hacer el diagnóstico de infección de las vías urinarias, tiene especial valor ante la presencia de leucocituria sin infección (piuria estéril), que podría significar nefritis intersticial, tuberculosis renal o nefro- litiasis.9 � Proteinuria: la proteinuria reportada por las tiras reactivas es albuminuria, altamente específica pero poco sensible, ya que detecta sólo cifras de pro- teinuria de 300 a 500 mg/dL, no detecta otras proteínas como inmunoglobu- linas de cadenas ligeras y es factible que ante una orina muy concentrada sugiera una proteinuria muy intensa de manera falsa, caso contrario con una orina muy diluida. Dada la importancia de la microalbuminuria, el reporte negativo de proteínas por este método no deberá ser definitivo en el contex- to de un paciente, por ejemplo, con diabetes mellitus, que en caso de albu- minuria exige un manejo mucho más intensivo de este aspecto y el riesgo cardiovascular en general. Puede haber falsos positivos en caso de adminis- tración de medios de contraste yodados. La prueba previa puede enrique- cerse con otra prueba semicuantitativa, que es la prueba del ácido sulfosali- cílico, prueba que permite la detección de todas las proteínas en general, útil especialmente cuando esta prueba es altamente positiva y la tira reactiva es negativa, lo que indicará una proteinuria a causa de otro tipo de proteínas diferentes a la albúmina, habitualmente inmunoglobulinas de cadenas lige- ras. Finalmente, la proteinuria determinada de manera cuantitativa puede realizarse con la orina de 24 horas, que implica sólo la adecuada explicación para que el paciente colecte efectivamente la orina de 24 h, siendo la inade- 6 (Capítulo 1)Controversias en nefrología cuada colección la más frecuente causa de sobreestimaciones o subestima- ciones.9 � pH urinario: es especialmente útil en el contexto de acidosis metabólica en estudio, ya que un pH menor de 5 pudiera reflejar la presencia de una acidosis tubular renal. En el contexto de una infección de las vías urinarias un pH elevado puede sugerir el germen, ya que los productores de ureasa, como el Proteus mirabilis, elevan el pH incluso por encima de 7.5.9 � Osmolaridad urinaria: permite sobre todo evaluar la respuesta renal ante el estímulo hiperosmolar o hipoosmolar sérico, clínicamente útil en el con- texto de un paciente con hipernatremia o hiponatremia. � Gravedad específica: a falta de un osmómetro se puede recurrir a esta me- dición, que es el peso de la solución en relación con el peso de un volumen igual de agua destilada. Habitualmente entre 1.010 y 1.020, un incremento de ésta de manera indirecta sugiere un aumento en la osmolaridad urinaria (orina concentrada), mientras que una disminución sugiere una orina di- luida. � Glucosuria: la filtración de glucosa en el contexto de hiperglucemia y sin un defecto renal intrínseco ocurre cuando los niveles de glucosa exceden los 180 mg/dL; por otro lado, puede ocurrir glucosuria en relación a otros defectos proximales, como aminoaciduria, acidosis tubular renal, hipofos- fatemia e hipouricemia. Esta entidad es llamada síndrome de Fanconi, y puede ocurrir como un defecto primario o asociado a una amplia variedad de desórdenes (por ejemplo en el mieloma múltiple).9 Sedimento urinario El análisis del sedimento urinario debe ser precedido por la misma técnica de ob- tención y procesamiento de la muestra descrito previamente. Los principales da- tos reportados en este estudio son los siguientes: � Cristaluria: habitualmente de poca importancia para fines diagnósticos, tiene importantes excepciones, por ejemplo la presencia de cistina (en la sospecha de cistinuria) o de cristales de fosfato de magnesio y amonio; esto último, en caso de infecciones de vías urinarias recurrentes o de litiasis, hace el diagnóstico de cristales de estuvita. � Bacteriuria: habitualmente es secundaria a contaminación de la muestra, en el contexto de una bacteriuria asintomática; la mayoría de los casos no requieren manejo específico. � Células: se refiere a la presencia de glóbulos rojos, glóbulos blancos, célu- las epiteliales y de forma más rara incluso células tumorales. En el primer 7Valoración integral del paciente nefrópata E di to ria l A lfi l. F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. � caso la hematuria puede ser transitoria o persistente; el contexto clínico es importante, ya que una hematuria transitoria en un individuo joven es habi- tualmente carente de importancia, mientras que en un paciente mayor de 50 años de edad sugiere malignidad. La hematuria persistente siempre debe ser evaluada, haciéndose la diferenciación de si dicho sangrado es glomerular o extraglomerular, y es de importancia para dicha diferenciación la presen- cia de cilindros eritrocitarios, proteinuria y células rojas dismórficas (prin- cipalmente acantocituria). La piuria ocurre en la mayoría de las veces se- cundaria a una infección de las vías urinarias; en caso de una piuria estéril hay que considerar como causa la tuberculosis renal. En caso de eosinofilu- ria, ésta puede observarse en una nefritis intersticial aguda.9 � Cilindros: son elementos formados en esencia por una matriz producto de proteínas de Tamm–Horsfall y que, dependiendo de los elementos que pre- dominan en su formación, puede sugerir diagnósticos. Estos cilindros de- ben su nombre a la forma que adquieren, ya que se forman en los túbulos renales adquiriendo su forma. Se pueden dividir en hialinos, cuya presencia no suele ser indicativa de enfermedad y ocurre en lapresencia de una orina muy concentrada; eritrocitarios, que sugieren glomerulonefritis o vasculi- tis; leucocitarios, frecuentemente asociados a enfermedad túbulo–intersti- cial o pielonefritis aguda; epiteliales, sugerentes de necrosis tubular aguda y/o glomerulonefritis aguda; cilindros grasos, con frecuencia observados en el síndrome nefrótico; granulares, observados en numerosas alteraciones y que representan degeneración celular; serosos, que suelen representar una etapa avanzada de enfermedad renal y cuya formación está asociada con tú- bulos con muy poco flujo; cilindros amplios, que, como su nombre lo indi- ca, suelen ser más amplios que el resto de los cilindros y su apariencia suele ser granular o grasa; también se asocian con una falla renal avanzada y de- notan un muy bajo flujo de los túbulos implicados.9 Estudios de gabinete en la enfermedad renal Permiten diagnosticar alteraciones estructurales de riñones o vías urinarias que se relacionan directamente con la enfermedad renal. � Ultrasonido: dado que la obstrucción urinaria (sea cual fuere su origen) es una causa frecuente de enfermedad renal de origen incierto, todo paciente en este contexto debe ser evaluado mediante un ultrasonograma renal, ya que la solución de la obstrucción con frecuencia puede revertir la enferme- dad renal. Debe realizarse con la intención de diferenciar un quiste simple de uno complicado o un tumor sólido asociado (en este caso menos sensible 8 (Capítulo 1)Controversias en nefrología que la TAC); se utiliza como parte del protocolo diagnóstico en la enferme- dad poliquística renal; es útil también en la valoración de una pielonefritis con respuesta incompleta al tratamiento antibiótico específico, en cuyo caso pudiera haber complicaciones más severas, como un absceso perirrenal o una obstrucción. Puede complementarse mediante el Doppler renal para valorar un bajo flujo renal que deberá contextualizarse de acuerdo a la causa más probable (estenosis de la arteria renal, trombosis de la arteria renal, etc.).10 � Placa simple de abdomen: en la actualidad es de poca importancia en el diagnóstico de la enfermedad renal, limitando su uso al diagnóstico de ne- frolitiasis en un paciente con sintomatología; sin embargo, la ausencia de litos radioopacos en la placa no descarta la presencia de litos radiolúcidos. � Tomografía computarizada: complementa la información dada por el ul- trasonido; es el estándar de oro en la litiasis renal, el estudio de elección para estadificar el carcinoma renal y el método diagnóstico de la trombosis de la vena renal; por último, tiene mayor sensibilidad en el diagnóstico de en- fermedad poliquística renal que el ultrasonido.11 � Resonancia magnética nuclear: es el estándar de oro, junto con la TAC y la venografía, para diagnosticar la trombosis de la arteria renal. Puede complementar la información en la evaluación de un tumor renal y reciente- mente tiene un rol importante en la evaluación de la hipertensión renovas- cular. Sin embargo, el riesgo–beneficio debe ser muy bien evaluado en el contexto de enfermedad renal avanzada, ya que la administración de gadoli- nio se ha asociado con mucha frecuencia con el desarrollo de fibrosis sisté- mica nefrogénica.12 � Pielograma: es uno de los estudios más valiosos, pero ha ido cayendo en desuso ante la presencia de estudios menos invasivos. Tiene una gran sensi- bilidad para la detección de litiasis renal y da el plus de permitir evaluar el grado de obstrucción. La principal limitación es la necesidad de medio de contraste para su realización. � Arteriografía renal: mismo caso que el pielograma, ya que algunos estu- dios menos invasivos han venido a sustituirla, aunque en este caso continúa siendo muy importante en la valoración de la poliarteritis nodosa, ya que permite visualizar múltiples aneurismas en los vasos largos que obstruyen arterias penetrantes más pequeñas. � Venografía renal: en la actualidad la venografía selectiva renal continúa siendo uno de los estándares diagnósticos de la trombosis de la vena renal. � Estudio con radionúclidos: muy útil en el estudio del reflujo vesicourete- ral, el escaneo con succímero de tecnecio 99 (DMSA) tiene también mayor sensibilidad que el pielograma para la detección de cicatrices renales y sue- le ser preferido sobre el pielograma en la evaluación de reflujo vesicourete- ral en la población pediátrica.13 9Valoración integral del paciente nefrópata E di to ria l A lfi l. F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. � � Pielografía retrógrada o anterógrada: en muchos casos es sustituida por el ultrasonido o la tomografía para diagnosticar obstrucción urinaria. Es in- dicada especialmente cuando la historia clínica sugiere de manera muy im- portante la obstrucción y los estudios menos invasivos son no diagnósticos. Biopsia renal Biopsia renal percutánea Muchos años han pasado desde que Alwall y Pérez–Ara la describieron de forma separada y comenzaron a realizar las primeras biopsias renales percutáneas. En la actualidad dicho procedimiento es parte importante del diagnóstico y posterior manejo de múltiples enfermedades renales.14 Si bien la determinación de si una biopsia renal debe ser realizada corresponde al nefrólogo a cargo del paciente, en términos generales debe ser realizada en todo paciente con insuficiencia renal aguda cuya causa no sea claramente determina- da. En caso de que la causa de la biopsia sea debida a un síndrome nefrótico o a una proteinuria importante sin alcanzar niveles de síndrome nefrótico se deberá valorar si la biopsia podría ser trascendental para modificar tratamiento y evolu- ción. En el caso de los pacientes con síndrome nefrótico, pero que no se puede determinar un origen claro, la biopsia siempre suele ser determinante para el tra- tamiento, ya sea porque se identifica una glomerulopatía primaria o incluso por- que se identifica una causa extrarrenal. Por el contrario, hay situaciones en que la biopsia se puede obviar; por ejemplo, en el caso de pacientes pediátricos meno- res de cinco años, más de 90% de la proteinuria es secundaria a glomerulonefritis de cambios mínimos, por lo que el tratamiento puede instaurarse y la biopsia no se realiza. En caso de sospecharse o tener el diagnóstico de malignidad y también de manera concomitante síndrome nefrótico la causa suele ser una nefropatía membranosa, por lo que la biopsia renal no se realiza. En caso de sospecharse una amiloidosis sistémica o con afección a tubo digestivo es preferible realizar una biopsia menos invasiva, por ejemplo de grasa abdominal. Si la causa de valora- ción nefrológica es una hematuria microscópica glomerular la realización de la biopsia dependerá de si hay coexistiendo hipertensión o proteinuria, ya que en caso contrario los hallazgos de la biopsia con frecuencia no suelen requerir trata- miento (síndrome de Alport, nefropatía por IgA, etc.), y en este caso la progresión de la enfermedad puede valorarse mediante el seguimiento en búsqueda de los posibles síntomas o alteraciones urinarias. En caso de hematuria no glomerular no está indicada la biopsia y sí la referencia para evaluación urológica.15 Antes de la realización de la biopsia renal los pacientes deben ser evaluados mediante estudios generales, principalmente el tiempo de sangrado. Debe reali- 10 (Capítulo 1)Controversias en nefrología zarse un ultrasonido renal, lo que permitirá no sólo observar estructuralmente el riñón objetivo, sino que además permitirá evaluar el sitio anatómico en donde se realizará el procedimiento. Las contraindicaciones absolutas para la realización de una biopsia renal son una hipertensión arterial severa descontrolada, diatésis hemorrágica no controla- da y un riñón nativo solitario (esta última contraindicación probablemente se mo- difique con el advenimiento de nuevas técnicas de imagen que hacen el procedi- miento cada vez más seguro).15 Contraindicaciones relativas para la realización de una biopsia renal 1. Riñones pequeños (menos de 9cm). 2. Quistes bilaterales múltiples o tumor renal. 3. Hidronefrosis. 4. Infección renal o perirrenal activa. 5. Anormalidades renales que incrementen el riesgo. 6. Infección de la piel sobre el sitio a biopsiar. La edad avanzada no es una contraindicación para una biopsia renal; en caso de pacientes de la tercera edad se deberá evaluar sobre todo el pronóstico, indepen- dientemente de los resultados de la biopsia.15 La biopsia renal debe tener tras de sí preferentemente una infraestructura que permita realizar como mínimo la valoración mediante microscopia de luz, inmu- nofluorescencia e inmunoperoxidasa, y de ser posible microscopia electrónica. A su vez, la realización de inmunofluorescencia debe ser rutinariamente con al menos IgG, IgM, IgA, C3, c1q, albúmina, fibrina, cadenas ligeras de inmunoglo- bulina kappa y lambda. En casos especiales es necesario realizar la evaluación de depósitos de amiloide A, subclases de IgG, cadenas de colágeno, etc.16 La utilidad de la microscopia electrónica en la enfermedad renal está bien jus- tificada en la microscopia por inmunofluorescencia y microscopia óptica, ya que esto permite incrementar significativamente la información diagnóstica.16 REFERENCIAS 1. Almeras G, Argilés A: The general picture of uremia. Semin Dial 2009;22(4):329–333. 2. Pei Y: Practical genetics for autosomal dominant polycystic kidney disease. Nephron Clin Pract 2011;118(1):c19–c30. 3. Stevens LA, Zhang Y, Schmid CH: Evaluating the performance of equations for estimat- ing glomerular filtration rate. J Nephrol 2008;21(6):797–807. 4. Stevens LA, Padala S, Levey AS: Advances in glomerular filtration rate–estimating equa- tions. Curr Opin Nephrol Hypertens 2010;19(3):298–307. 11Valoración integral del paciente nefrópata E di to ria l A lfi l. F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. � 5. Schwartz GJ, Furth SL: Glomerular filtration rate measurement and estimation in chronic kidney disease. Pediatr Nephrol 2007;22(11):1839–1848. 6. Fesler P, Mimran A: Estimation of glomerular filtration rate: what are the pitfalls? Curr Hypertens Rep 2011;13(2):116–121. 7. Earley A, Miskulin D, Lamb EJ, Levey AS, Uhlig K: Estimating equations for glomerular filtration rate in the era of creatinine standardization: a systematic review. Ann Intern Med 2012;156(11):785–795. 8. Inker LA, Schmid CH, Tighiouart H, Eckfeldt JH, Feldman HI et al. Estimating glome- rular filtration rate from serum creatinine and cistatin C. N Engl J Med 2012;367(1):20–29. 9. Simerville JA, Maxted WC, Pahira JJ: Urinalysis: a comprehensive review. Am Fam Phys 2005;71(6):1153–1162. 10. Webb JA: Ultrasonography in the diagnosis of renal obstruction. BMJ 1990;301:944. 11. González C, Rodríguez JL, García E, Jiménez JI, Vela R: Radiotransparent litiasis. 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F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. � 2 Nefropatía diabética Leticia Rodríguez López INTRODUCCIÓN La nefropatía diabética (ND) es la principal causa de enfermedad renal crónica (ERC), la cual está asociada a un mayor riesgo cardiovascular, siendo una de las más importantes complicaciones a largo plazo en términos de morbilidad y mor- talidad en pacientes con diabetes mellitus (DM) a nivel mundial; afecta a 40% de los pacientes con diabetes tipos 1 y 2, con un incremento en los últimos 10 años, principalmente en la diabetes mellitus tipo 2 (DM2). Algunos estudios re- velan que el desarrollo de la ND se inicia en los primeros años de la enfermedad.1 Como se sabe, muchos factores contribuyen al desarrollo y la progresión de nefropatía diabética, como la hipertensión arterial que se asocia frecuentemente a la DM, la obesidad, el estilo de vida sedentario, el tabaquismo, la susceptibili- dad genética y la edad avanzada. Otros de los mecanismos implicados en la pro- gresión de la nefropatía diabética, además de la hipertensión, son el descontrol glucémico y la alteración del equilibrio entre el óxido nítrico y el sistema renina– angiotensina–aldosterona (SRAA).1 La nefropatía diabética adquiere una repercusión social y un impacto econó- mico trascendente, ya que se calcula actualmente en EUA un costo anual de 15 000 a 30 000 millones de dólares y más de 800 000 millones en Europa, hacien- do referencia sólo a los costos por diálisis como tratamiento sustitutivo. En México 14 de cada 100 diabéticos desarrollan nefropatía diabética. El objetivo actual en el paciente diabético es mejorar su calidad de vida y retrasar las complicaciones macrovasculares y microvasculares, especialmente de la nefropatía diabética.1 13 14 (Capítulo 2)Controversias en nefrología DEFINICIÓN La nefropatía diabética es una glomerulopatía definida por características estruc- turales y cambios funcionales. Es una complicación frecuente en los pacientes con DM tipos 1 y 2, que afecta a entre 30 y 40% de los pacientes que la padecen, de los cuales la mayoría evolucionan a ERC. La ND se define como la presencia de proteinuria en los pacientes diabéticos en quienes se han excluido otras causas de la misma, prácticamente junto con afectación de la retina. La forma de proteinuria puede variar según el estadio de la enfermedad: de microalbuminuria transitoria o permanente a macroalbuminu- ria, llegando a rangos nefróticos. La microalbuminuria se define como una elimi- nación de albúmina en 24 h que va de 30 a 299 mg en 24 h o una excreción > 20 y < 200 �g/min, mientras que la albuminuria se define como la pérdida urinaria � 300 mg/24 h o � 200 �g/min. Hay que recordar que la definición de síndrome nefrótico incluye rangos > 3 g/24 h. EPIDEMIOLOGÍA La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que habrá más de 366 millo- nes de diabéticos en el mundo en 2030. En México dicha cifra ascenderá a 6 130 000, encontrándose un crecimiento acelerado en los últimos años. Este in- cremento se debe a que existe un mayor porcentaje de pacientes con DM2. Apro- ximadamente de 20 a 30% de los pacientes con diabetes mellitus tipo 1 (DM1) tienen microalbuminuria después de 15 años de padecer la enfermedad. Menos de la mitad de estos pacientes progresan a nefropatía. La microalbuminuria pre- senta una regresión o permanece estable en una proporción sustancial de pacien- tes, probablemente relacionada con el control de la glucosa y de la presión. En EUA más de 35% de los pacientes diabéticos están en tratamiento sustitutivo de la función renal, generando un costo anual de 15 000 a 30 000 millones de dóla- res.1 La raza negra presenta un riesgo cinco veces más elevado que las personas de raza blanca. En México 14 de cada 100 diabéticos desarrollan nefropatía diabética.1 El Hospital General de Ticomán, de la SSDF, es responsable de más de 62% de los casos de ERC que requieren diálisis peritoneal.2 La prevalencia de DM en adultos mayores de 20 años de edad en 2006 fue de 14.4%, mientras que en las mujeres fue de 7.8 % y en los hombres fue de 7.2%.3 La ND afecta a entre 30 y 40% de los pacientes diabéticos. La prevalencia mun- dial de normoalbuminuria es de 51%, la de microalbuminuria va de 27 a 39% y la de albuminuria va de 9 a 10%.4,5 15Nefropatía diabética E di to ria l A lfi l. F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. � Cuadro 2–1. Riesgo de microalbuminuria y albuminuria en pacientes con DM2 (razón de momios)4HbA1C (por 1%) 1.13 Tensión sistólica arterial (por cada 10 mmHg) 1.10 Negros vs. caucásicos 1.48 Asiáticos vs. caucásicos 1.77 Retinopatía 1.49 Duración de la diabetes (por año) 1.02 Tasa de filtrado glomerular (por 10 mL/min 0.96 Lesiones diabéticas del pie Falla cardiaca congestiva 1.64 1.56 Estatura (por 5 cm) 0.96 Tabaquismo 1.15 Presión arterial diastólica (por cada 10 mmHg) 1.10 Edad (por cada 10 años) 1.04 FACTORES DE RIESGO La nefropatía diabética tiene factores de riesgo clínicos para su desarrollo. Entre ellos se encuentra la tensión arterial media, la cual por cada 5 mmHg de incre- mento presenta una razón de riesgo de 21% (RR 1.21), mientras que con cada 1% de incremento de la hemoglobina glucosilada el riesgo será de 24% (RR 1.24) y por cada año de duración de la DM el riesgo incrementa 6% (R: 1.06).6 Los demás factores de riesgo incluyen el grupo étnico, la presencia de retinopatía, la tasa de filtrado glomerular, las lesiones en el pie, la estatura, la falla cardiaca, el tabaquis- mo y la edad (cuadro 2–1).4 GENÉTICA Y NEFROPATÍA DIABÉTICA La NP afecta a entre 30 y 40% de los pacientes diabéticos, lo cual ha intentado explicarse mediante la vulnerabilidad genética. Múltiples estudios han demostra- do una mayor susceptibilidad en ciertos grupos étnicos, de los cuales algunos han demostrado su razón de riesgo y protección (cuadro 2–2), y otros han mostrado compromiso con el gen renina–angiotensina–aldosterona y en la vía de los polio- les, variantes genéticas en la vía de citocinas y angiogénesis.7 Algunas variantes genéticas se han encontrado en ciertos grupos, específica- mente en el caso del gen rs833061 de VEGFA (factor de crecimiento endotelial) localizado en el cromosoma 6,8 así como genes FRMD3 del chr9, CARS del chr11, PLEKHH2 del chr2 y MSC del chr8 en europeos con DM1. En los indios pima el gen encontrado con una razón de riesgo de 2.97 es el gen PVT 1 en el cromosoma ocho, lo cual sugiere la explicación de la alta prevalencia de ND en esta población.9 En los japoneses se han encontrado genes como SLC12A3 del 16 (Capítulo 2)Controversias en nefrología Cuadro 2–2. Genes implicados en el desarrollo de la nefropatía diabética Genes protectores Genes que incrementan el riesgo APOE E2/3/4 (E4) APOE E2/3/4 (E2) FEMD3 APOC1 CPVL/CHN2 GREMK1 FRMD3 AKRBI HSPG2 NOS3 CARS EPO NOS 3 r2179975 VEGFA ACE UNC13B AKRB1 CA repeat cromosoma 16 y ELMO1 de cromosoma 17, los cuales otorgaron una razón de riesgo de 2.53 y 2.7, respectivamente, para el desarrollo de ND. Gracias a estos hallazgos se encuentra la asociación entre estos polimorfismos y el desarrollo de la nefropatía diabética; sin embargo, hasta el momento no hay una implicación clínica. FISIOPATOLOGÍA El punto clave de la fisiopatología de la ND es la hiperglucemia, la cual induce cambios metabólicos y hemodinámicos, como son el incremento en los produc- tos finales de glucosilación avanzada (AGE), las especies reactivas de oxígeno, la generación y activación de proteincinasa C (PKC), las vías polioles y del sis- tema renina–angiotensina–aldosterona,10 así como la activación de linfocitos (cuadro 2–3).11 La hiperglucemia produce un mayor flujo renal, el cual sobreexpresa el GLUT 1 en las células mesangiales, que es modulado por el factor de crecimiento trans- formante beta 1 (TGF–�), produciendo una sobreproducción del mismo y esti- mulando el crecimiento mesangial y el engrosamiento de la membrana basal. Cuadro 2–3. Mecanismos fisiopatológicos implicados en la nefropatía diabética Factor de crecimiento transformante beta (TGF–�) Proteincinasa C Productos finales de la glucosilación avanzada Interleucinas 10 y 12 Interferón gamma Linfocitos Th1 17Nefropatía diabética E di to ria l A lfi l. F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. � Además, la hiperglucemia induce una activación anormal de proteincinasa C,12 la cual al producirse su segundo mensajero lipídico —el diacilglicerol— tie- ne como consecuencia un incremento en la permeabilidad del endotelio celular a la albúmina, además de expansión mesangial y producción de moléculas profi- bróticas.13 El rol de los AGE se ha demostrado al encontrar que sus niveles son elevados en los pacientes con nefropatía. Estos productos incrementan la lesión renal al activar vías de señalización de proteínas de matriz, por ejemplo la glucosilación no enzimática del colágeno tipo IV y la laminina, dando como consecuencia la reducción de su propiedad de electronegatividad, incrementando su permeabili- dad a la albúmina.10 Los AGE inducen la apoptosis celular y la sobreexpresión del factor de endotelio vascular en la células mesangiales, además de los perici- tos, que son la contraparte de estas células en la retina;14 esto produce disfunción mesangial y contribuye a la hiperfiltración de los estadios tempranos.10 Se dete- riora la capacidad de las metaloproteasas para degradar dicho aumento de la ma- triz extracelular, produciendo el engrosamiento de la membrana basal. Además, los AGE estimulan la expresión de proteína 1 estimulante quimioatrayente de monocitos (MCP–1), la cual está asociada a la infiltración de monocitos en fases tempranas de la ND. Los índices de MCP–1/creatinina en pacientes con DM2 y microalbuminuria fueron mucho mayores que en los controles, además de que el tratamiento intensivo disminuyó significativamente este índice.15 También es co- nocido que estos productos incrementan la producción de TGF–�, la cual se ve es- timulada al existir un flujo renal de glucosa, el cual es modulado por el GLUT–1.12 En estudios animales se ha mostrado que el rol de los receptores de AGE (RAGE), los cuales se han encontrado en los podocitos y las células mesangiales, contribuye a la sobreexpresión de factor de endotelio vascular. Dicha interacción entre RAGES y AGE produce estrés oxidativo, lo que conlleva a citotoxicidad de células renales, inflamación y reacciones fibrogénicas.10 La respuesta inmunitaria es involucrada, ya que la hiperglucemia influye sobre los macrófagos induciendo la producción de interleucina (IL) 12, la cual estimula la producción de interferón gamma (IFN–�) por parte de las células CD4, lo que se traduce en la mayor circulación de linfocitos activados en pacientes con protei- nuria en comparación con aquellos que no la desarrollan y, por ende, mayor daño tisular. Se ha encontrado una relación entre los niveles de interferón gamma, las citocinas de Th1 (IL–2) en relación con la proteinuria y la tasa de filtración glo- merular en pacientes con DM2. La relación entre células Th2, la producción de IL–10 y la cantidad de proteinuria ha sugerido el papel de ésta en la patogénesis de la ND. LA acumulación de dichas sustancias y la aplicación clínica aún es in- cierta. En modelos animales se ha observado que el uso de inmunosupresores re- duce la acumulación de linfocitos en los riñones y suprime el desarrollo de daño renal.11 18 (Capítulo 2)Controversias en nefrología La pregunta es: ¿el índice MPC–1/creatinuria podría ser un marcador de éxito terapéutico en pacientes con ND? ANATOMÍA PATOLÓGICA Las anormalidades estructurales se presentan antes de la presentación de la mi- croalbuminuria. Hay tres cambios histológicos en la nefropatía diabética: expan- sión mesangial, engrosamiento de la membrana basal y esclerosis glomerular. Existen dos cambios a nivel glomerular y tubulointersticial; se ha encontrado que existe una estrecha relación entre la expansión mesangial y el deterioro de la fil- tración glomerular, así como una correlación inversa con el área de superficie de la filtración capilar. Los cambios a nivel tubulointersticial incluyen engrosa- miento de la membrana basal tubular, atrofia tubular, fibrosis intersticial y ateros- clerosis. Asimismo, se encuentra acumulación de proteínas en el citoplasma de células tubulares proximales, que causa una reacción inflamatoria que lleva a le- siones tubulares.1 La clasificación de la nefropatía diabética tipo 1 y tipo 2 fue desarrollada por el comité deinvestigación de la Sociedad de Patología Renal; se definieron cua- tro clases de lesiones glomerular: � Clase I: engrosamiento de la membrana basal glomerular aislada. No hay evidencia de expansión mesangial, incremento en la matriz mesangial o glomerulosclerosis, involucrando > 50% del glomérulo. � Clase II: expansión mesangial leve (clase II a) o severa (clase II b). Una le- sión es considerada severa en áreas de expansión que involucran el lumen capilar; está presente en > 25% del total del mesangio. � Clase III: lesión de Kimmelstiel–Wilson (glomerulosclerosis intercapilar nodular). Se observa en la biopsia y en < 50% de la glomerulosclerosis glo- bal. � Clase IV: esclerosis diabética avanzada. Se observa más de 50% de glome- rulosclerosis global atribuida a nefropatía diabética.60 La gravedad de la lesión vascular e intersticial fue también asignada por puntua- ciones. Una puntuación de 0 fue asignada al intersticio, sin áreas de fibrosis in- tersticial y atrofia tubular (IFTA), mientras que las puntuaciones de 1, 2 o 3 se asignaron a la IFTA < 25, 25 a 50 o > 50%, respectivamente.60 EVOLUCIÓN Inicialmente los pacientes presentan hiperfiltración durante aproximadamente un periodo de cinco años. En un curso de 20 años el paciente presenta un deterioro 19Nefropatía diabética E di to ria l A lfi l. F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. � en la tasa de filtración glomerular y persistencia de microalbuminuria, la cual posteriormente se convierte en albuminuria; el paso final es el síndrome nefrótico hasta llegar a la enfermedad renal crónica terminal.12 TRATAMIENTO Ingestión de proteínas Las guías KDOQI 2007 recomiendan una dieta de 0.8 g/kg de peso corporal al día en pacientes con diabetes y nefropatía; sin embargo, el nivel de evidencia en dichas guías es B,16 aunque hay estudios que no muestran diferencia entre los dos tipos de dietas. Un metaanálisis mostró que el riesgo de falla renal terminal o muerte es de 27% con la dieta normoproteica y de 10% con la dieta hipoproteica, con significancia estadística y un riesgo relativo de 0.23.17 Ingestión de sal y proteinuria Un alto consumo de sal ha mostrado que disminuye el efecto antiproteinúrico de los inhibidores de angiotensina en pacientes con enfermedad renal no diabética. La restricción de sal y de diuréticos mejora el efecto del bloqueo renina–angio- tensina sobre la proteinuria en estos pacientes. Pocos estudios también han de- mostrado esto en pacientes con nefropatía diabética. Así, los pacientes con inhi- bidor de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) o antagonista de los receptores de angiotensina (ARA) no tienen una reducción suficiente de la protei- nuria a pesar de la apropiada presión sanguínea (presión sanguínea sistólica < 130).18,19 La restricción de sal < 70 mEq/día ha demostrado que mejora el efecto antiproteinúrico de los ARA en pacientes con DM2.20 Reducción de peso La marcada disminución de la proteinuria se ha observado en diabéticos obesos con reducción de peso. Esto fue ilustrado en un estudio aleatorizado de 30 pacien- tes con sobrepeso (índice de masa corporal > 27 kg/m2) con nefropatía proteinúrica y 14 con DM2; se observó una disminución significativa de la proteinuria a cinco meses de tratamiento dietético, en comparación con el grupo control sin dieta.21 Hiperlipidemia La hiperlipidemia es común en los pacientes diabéticos, con una tendencia a in- crementar el desarrollo de insuficiencia renal. La disminución de los lípidos es 20 (Capítulo 2)Controversias en nefrología una parte importante del manejo médico en todos los pacientes diabéticos, en quienes la diabetes es considerada como un factor de riesgo de enfermedad car- diaca coronaria. La aterosclerosis sistémica y una elevación en los niveles de lípi- dos pueden contribuir al desarrollo de glomerulosclerosis en la ERC. En un estu- dio prospectivo en pacientes con DM1 y concentraciones plasmáticas de colesterol de cerca de 220 mg/dL (5.7 mmol/L) fue un importante factor de riesgo para la progresión de enfermedad renal, particularmente con un efecto sobre la presión diastólica.22 La terapia con estatinas en la disminución de los lípidos pue- de lentificar la progresión de enfermedad crónica, incluyendo la nefropatía dia- bética.23 El mecanismo por el cual las estatinas tienen un efecto benéfico en la progresión de nefropatía, además de disminución en los niveles de colesterol y mejoría de la función endotelial, es su efecto antiinflamatorio; en las moléculas de adhesión disminuyen su expresión, así como reducen la excreción de proteínas en los pacientes diabéticos hipertensos, siendo utilizada como monoterapia o agregada a un inhibidor del eje renina–angiotensina. Las guías de la Asociación Americana de Diabetes recomiendan que se indique una estatina en todo paciente diabético mayor de 40 años de edad con al menos un factor de riesgo, indepen- dientemente de los niveles de colesterol, lo que abre la pauta para la realización de más estudios con estatinas y su función en la prevención de nefropatía por DM2. Otros fármacos son los fibratos que se han utilizado en pacientes con DM2, de los cuales el fenofibrato es uno de los más estudiados. El posible mecanismo benéfico con este fármaco incluye la supresión de inflamación y la disminución de la producción de colágeno tipo 1 en las células mesangiales. Este efecto puede estar relacionado con un incremento en la actividad del receptor activado prolife- rador del peroxisoma alfa.24–26 OBJETIVO TERAPÉUTICO El tratamiento de la enfermedad se basa en la detención de algunos aspectos, los cuales en este momento están enfocados en: 1. Control intensivo de la glucemia. 2. Prevención de la progresión y reversión de la microalbuminuria. 3. Control de la tensión arterial, el sobrepeso y el tabaquismo. 4. Manejo de complicaciones propias del síndrome nefrótico. 5. Preparación para terapia sustitutiva de función renal. Control intensivo de la glucosa El control intensivo de la glucosa quedó demostrado desde los estudios UKPDS, DDC, ACCORD y el VADT; sin embargo, no existe una definición universal de 21Nefropatía diabética E di to ria l A lfi l. F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. � Cuadro 2–4. Estudios que muestran la eficacia del control intensivo de la glucosa en los resultados sobre el funcionamiento renal1 Aparición o empeoramiento de la microalbuminuria y su razón de riesgo Falla renal o duplicación de la creatinina sérica Hipoglucemia severa UGDP 1.02 (0.41 a 2.45) UGPD 0.93 (0.51 a 1.68) –– UKPDS 0.83 (0.65 a 1.05) UKPDS 0.74 (0.26 a 2.11) 1.89 (0.69 a 5.19) PROactive 0.99 (0.87 a 1.13) –– –– 1.75 (0.66 a 4.62) ACCORD 0.81 (0.69 a 0.96) ACCORD 1.03 (0.98 a 1.08) 3.0 (2.42 a 3.73) ADVANCE 0.92 (0.84 a 1.0) ADVANCE 1.10 (0.70 a 1.73) 1.85 (1.30 a 2.63) VADT 0.63 (0.35 a 1.13) VADT 1.0 (0.68 a 1.49) 2.74 (1.57 a 4.77) HOME 1.06 (0.44 a 2.66) –– –– –– TOTAL 0.90 (0.85 a 0.96) 1.03 (0.98 a 1.08) 2.33 (1.62 a 3.36) este control, ya que varía de las guías clínicas o dichos estudios. Los estudios ACCORD y VADT consideraron en nivel de HbA1c < 6% en comparación con el estudio ADVANCE, en el cual fue < 6.5%. La ADA recomienda una meta < 7%, mientras que la Federación Internacional de Diabetes recomienda < 6.5%. De todos estos estudios sólo el ACCORD y el ADVANCE mostraron una protec- ción en cuanto a la razón de riesgo de desarrollar microalbuminuria o la progre- sión de la misma con 0.81 y 0.82, respectivamente.27 Hemmingsen muestra que este control intenso ha demostrado un riesgo relativo de nefropatía de 0.83, con intervalos de confianza de 0.64 a 1.06, siendo no significativo. Sin embargo, el riesgo relativo de hipoglucemia fue de 2.39 (IC 1.71 a 3.34),28 el cual se contrapo- ne a los resultados de Boussageon; en metaanálisis este control intensivo confirió una razón de riesgo de 0.9 para el desarrollo de microalbuminuria sin impacto en los niveles de creatinina. Sin embargo, es menos debatible queeste control inten- sivo no detiene la progresión de la enfermedad renal crónica, así como el riesgo de hipoglucemia severa de estos pacientes, el cual se presentó como evento ad- verso cuando la meta de hemoglobina glucosilada fue menor de 7%, como en los estudios ACCORD, ADVANCE y VADT, siendo menos evidente en los estudios en los cuales la meta fue de 7% (cuadro 2–4).27 En el grupo de pacientes con DM1 el uso de terapia intensiva se asoció con un mantenimiento de la tasa de filtración glomerular (TFG), en comparación con el grupo no intensivo, en 50% de los casos, con una incidencia acumulada de em- peoramiento de la TFG a los 20 años de 2% en el grupo de tratamiento intensivo contra 5.5% en el grupo estándar.29 Hipoglucemiantes orales El uso de rosiglitazona ha mostrado una reducción de 22% del índice de albumi- nuria creatininuria a las 32 semanas de su uso, así como una reducción de la ten- 22 (Capítulo 2)Controversias en nefrología sión arterial sistólica de 3.4 mmHg y de la tensión arterial diastólica de –2.5 mmHg, independientemente del control glucémico.30 Conclusión 1. El control de la glucosa es primordial para la prevención primaria de la nefropatía diabética, reduciendo la presentación de microalbuminuria y la progresión de la misma. 2. La meta de hemoglobina glucosilada más segura es de 6.5 a 7%, dado que las cifras menores de 6.5 conllevan un riesgo importante de hipoglucemia severa. 3. El control estricto de la glucosa no detiene la pérdida de la función renal. 4. No existe evidencia suficiente sobre la opción farmacológica para la pre- vención de la nefropatía diabética, por lo que los esfuerzos con hipogluce- miantes orales o con insulina se enfocarán en la HbA1C. CONTROL DE LA PRESIÓN ARTERIAL Prevención primaria El tratamiento intensivo de la hipertensión arterial implica una meta de 130/80 o una tensión arterial media menor de 128 mmHg. Sin diferenciar el uso de IECA o calcioantagonistas, se mostró una reducción significativa de la progresión a mi- croalbuminuria en pacientes de riesgo, así como la progresión de microalbumi- nuria a proteinuria, retinopatía y enfermedad vascular cerebral.31 Sin embargo, esto es contradictorio al estudio RASS, el cual no muestra diferencia en los pa- cientes con DM1 normotensos y sin albuminuria, en quienes el uso temprano de estos fármacos no mostró una diferencia histológica; no obstante, el grupo con losartán mostró un incremento de la tasa de albuminuria, pero con el enalapril no hubo diferencia. No se observaron cambios en la tasa de filtración glomerular.32 Prevención secundaria El control de la tensión arterial en el paciente con nefropatía diabética ha sido demostrado como medida nefroprotectora. El estudio UKPDS reportó que a seis años de control hipertensivo había una reducción de 29% de presentar microalbu- minuria, lo cual no ocurrió con la proteinuria.33 Para su control se han sugerido IECA o ARA II como fármacos de elección, aunque hay controversia en cuanto a su uso —uso único o en combinación— y su seguridad. 23Nefropatía diabética E di to ria l A lfi l. F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. � IECA o ARA II El uso de IECA o ARA ha sido el pilar del tratamiento de la nefropatía diabética; sin embargo, hay opiniones contradictorias en cuanto a su utilización solos o en combinación.34 Regresión de la microalbuminuria Los IECA reducen la progresión de microalbuminuria a macroalbuminuria (RR 0.29 a 0.69), igual que el uso de ARA II (RR 0.32 a 0.75), sin la presencia de dife- rencias al comparar estos dos fármacos.34 Regresión a normoalbuminuria Los IECA aumentan la regresión a normoalbuminuria frente a placebo (RR 3.06, 1.76 a 5.36), lo cual ocurre también con los ARA II frente a placebo en estos pa- cientes (RR 1.42; IC 10.5 a 1.93). En algunos estudios se compararon los IECA vs. los ARA, sin que se observaran diferencias significativas.35 Mortalidad La reducción de la mortalidad por todas las causas con el uso de IECA vs. placebo no fue significativa (RR 0.71 a 1.17), así como tampoco con el uso de ARA II (RR 0.85 a 1.17); no se observaron diferencias entre los IECA y los ARA.34 La supervivencia del uso de IECA previo a ERC a los tres años fue de 91.9%, de 81.6 % a los cinco años y de 6l.9% a los siete años, mientras que en el grupo de ARA II fue de 95.3, 82.1 y 78.2%, respectivamente (sesgado).36 Duplicación de creatinina Respecto a la duplicación de creatinina sérica, los IECA no mostraron una reduc- ción significativa (RR 0.39 a 0.93); sin embargo, en algunos estudios hubo indi- cios de ello (RR 0.47 a 1). Los ARA II mostraron que este riesgo es menor con el uso de estos últimos, con una RR de 0.67 a 0.91. Los IECA ante los ARA no constituyen un enfrenta- miento claro en los estudios uno contra uno.34 El uso de terapia dual con IECA y ARA no aporta beneficios al paciente en cuanto a la tasa de filtración glomeru- lar, aunque hay controversia acerca de su uso dual en cuanto a la disminución de proteinuria y la regresión de la misma.36,37 24 (Capítulo 2)Controversias en nefrología Toxicidad La tos es el principal evento adverso identificado, la cual es significativamente mayor (RR 3.17, IC 2.29 a 4.38) con el uso de IECA que con placebo, en compa- ración con los ARA II, los cuales no ocasionan dicho evento adverso. La hiperca- lemia constituye otro riesgo del uso de IECA y ARA II; este dato es controversial con el primer fármaco (RR 0.85, IC 0.32 a 2.21), pero con el segundo fármaco es mayor (RR 5.41, IC 1.85 a 15.65). La terapia dual en pacientes con tasa de fil- tración glomerular mayor de 55% es segura en cuanto al desarrollo de hipercale- mia.36,37 ¿Combinación de ARA más IECA? El uso de ARA no es inferior al uso de IECA para el tratamiento de la nefropatía diabética. Existen datos controversiales respecto a la terapia dual. El estudio ONTARGET de 2008 muestra que el uso de dicha combinación en pacientes con nefropatía diabética no ofrece mayor beneficio que la monoterapia, pero sí un ín- dice mayor de eventos adversos (diálisis, aumento al doble de creatinina y muer- te) tanto en pacientes con microalbuminuria como en pacientes con TFG ba- jas.38,39 Aun así, se han publicado algunos otros estudios, como el estudio VALIANT, en relación con el bloqueo de SRAA, aunque sus beneficios se obser- van en pacientes con falla cardiaca. Desde 2003 el estudio de Jacobsen mostró el bloqueo dual en dosis máximas, con una disminución de 25% de la proteinuria respecto al uso de IECA, manteniendo sin cambios la tasa de filtración glomeru- lar y potasio sérico.40 Tan mostró que la terapia combinada (enalapril y losartán) disminuye 11% la proteinuria.37 Por otro lado, en 2009 Krairittichai mostró que el uso de ARA II junto con IECA disminuye la proteinuria en pacientes diabéticos e hipertensos con dosis máximas toleradas de dichos fármacos, sin cambios en la tasa de filtración glomerular, 29% más que con el IECA solo y sin cambios en la concentración de potasio.36 Conclusión 1. El uso de IECA o ARA II, o su combinación, es eficaz para reducir la protei- nuria y su progresión. 2. Se deben administrar dosis máximas toleradas de IECA y ARA II. 3. El uso de IECA o ARA no disminuye la pérdida de tasa de filtración glome- rular. 4. El uso de IECA y ARA es seguro bajo una estrecha vigilancia. 5. El ARA II es más recomendable en caso de antecedente de tos por IECA. 25Nefropatía diabética E di to ria l A lfi l. F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. � 6. En caso de hipercalemia muestra mayor seguridad el uso de IECA que el de ARA II. TERAPIA COMBINADA Y OTROS FÁRMACOS El estudio Aliskiren in the Evaluation of Proteinuria in Diabetes (AVOID) in- cluyó a 599 pacientes diabéticos hipertensos con manejo previo de tres meses con losartán, encontrando una reducción de 20% de la proteinuria en la relación albú- mina/creatinina en el grupo con aliskiren —que es un inhibidor directo de la re- nina—, en comparación con el losartán, en ausencia
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