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La-alternancia-entre-objeto-directo-y-objeto-indirecto-con-verbos-emocionales-en-espanol

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Universidad Nacional Autónoma de México 
Facultad de Filosofía y Letras 
 
LA ALTERNANCIA ENTRE 
 OBJETO DIRECTO Y OBJETO INDIRECTO 
CON VERBOS EMOCIONALES EN ESPAÑOL 
 
Tesis 
Que para obtener el título de: 
Licenciada en lengua y literaturas hispánicas 
 
Presenta 
Vania Guzmán Bonilla 
 
Asesora: 
Chantal Melis Van Eerdewegh 
 
 Ciudad Universitaria, Cd. Mx., 2017 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
	
 
A mis padres, 
porque éste es el fruto de tantos años de trabajo juntos 
 
 
	 ii	
AGRADECIMIENTOS 
 
Agradezco a mis padres, por todo el amor y apoyo que me han brindado, por guiarme con 
sabiduría, por permitirme ser quien soy, por darme todo lo que necesito y más, por ofrecerme las 
mejores oportunidades en la vida, porque me dejaron ir cuando fue necesario y porque de ellos 
aprendí a ser la mejor versión de mí misma. A Mariana, porque, aún sin palabras, siempre me ha 
apoyado y ha creído en mí. A mis abuelos —Amelia, Elsa, Rodolfo y Diego—, porque siempre 
son los primeros en interesarse por mí y porque siempre han estado en la primera fila de los 
grandes acontecimientos. A toda mi familia por ser el mejor grupo de apoyo que tengo. 
A Rubén, por las charlas interminables, las tardes de café, los recorridos gastronómicos, por 
haber creado tantos bellos recuerdos juntos, por aguantar mi estrés y por compartir mi amor por 
la lingüística. A Carina, porque siempre ha estado a mi lado en las buenas y en las malas, porque 
siempre ha estado dispuesta a escucharme, por las historias nocturnas, por todas las risas y por 
todos los momentos que hemos pasado juntas. A mi querida Wendy, por dejarme ser siempre la 
primera en escuchar sus historias, por alegrarme con su inconfundible risa, por las charlas eternas 
y por dejarme pasar tantas tardes a su lado. A Luis, porque siempre podemos hablar de las cosas 
importantes de la televisión y el cine, por escucharme y porque, de una u otra manera, siempre 
me recuerda que puedo lograr lo que quiera. 
A Fernanda, por haberme regalado la amistad más duradera que tengo, por las tardes de películas, 
los viajes fantásticos, los incontables momentos juntas y porque, a pesar de la distancia, sé que 
siempre estará ahí cuando la necesite. A Iridian, por ser mi mejor confidente y mi mayor fuente 
de información, por las tardes de charlas y risas en su casa y por ser tremendamente honesta. A 
	 iii	
Diana, porque siempre me puede sacar una sonrisa, por los desayunos que compartimos y, 
simplemente, por ser una gran amiga. 
A todas las personas grandiosas que conocí en la facultad, por haber pasado muchas tardes de 
charlas y risas, por regalarme tantos bellos recuerdos: Pedro, Jonathan Rueda, Pez, Ximena, 
Jonathan Rosas, Manuel, Gaby, Mayra, Andrea, María Fernanda, Noé, Alberto… 
Finalmente, a la doctora Chantal Melis, por acompañarme en este proceso, por compartir su 
conocimiento conmigo y por haberme enseñado tanto. A Fernanda Fernández, Axel Hernández, 
Diego Rodríguez y Bertha Lecumberri por su atenta lectura y sus comentarios. 
 
	 iv	
ÍNDICE 
INTRODUCCIÓN ................................................................................................................... vii 
CAPÍTULO I. LA TRANSITIVIDAD .................................................................................... 1 
1.1 Introducción .................................................................................................................... 1 
1.2 Definición de transitividad .............................................................................................. 1 
1.3 Funciones semánticas ..................................................................................................... 5 
1.4 Esquemas prototípicos y no prototípicos ........................................................................ 8 
1.5 Verbos que rigen OI ......................................................................................................... 10 
 1.5.1 Verbos de incumbencia ..................................................................................... 10 
 1.5.2 Verbos de adecuación ....................................................................................... 11 
 1.5.3 Verbos de afección psíquica ............................................................................. 11 
1.6 Objeto directo frente a objeto indirecto .......................................................................... 11 
CAPÍTULO II. LOS VERBOS EMOCIONALES .................................................................. 14 
2.1 Introducción .................................................................................................................... 14 
2.2 Los verbos emocionales .................................................................................................. 14 
 2.2.1 La clase de amar ............................................................................................... 16 
 2.2.2 La clase de gustar ............................................................................................. 19 
 2.2.3 La clase de alegrar ........................................................................................... 21 
2.3 La alternancia de OD y OI con los verbos de alegrar ...................................................... 22 
2.4 Factores que propician la variación ................................................................................ 23 
 2.4.1 Animacidad del estímulo .................................................................................. 23 
 2.4.1.1 Sujetos oracionales ............................................................................. 30 
 2.4.2 Aspecto verbal .................................................................................................. 31 
	 v	
 2.4.3 Orden ... . ........................................................................................................... 35 
CAPÍTULO III. ANÁLISIS DE DATOS ................................................................................ 38 
3.1 Introducción ....... ............................................................................................................ 38 
3.2 Elaboración del corpus ................................................................................................... 38 
3.3 Parámetros de variación .................................................................................................. 41 
 3.3.1 Semántica referencial del estímulo ................................................................... 41 
 3.3.2 Aspecto verbal .................................................................................................. 42 
 3.3.3 Posición del estímulo en la cadena oracional ................................................... 43 
 3.3.4 Polaridad ........................................................................................................... 44 
3.4 Panorama global ............................................................................................................ 44 
3.5 Polaridad ............ ............................................................................................................ 44 
3.6 Semántica referencial del estímulo .................................................................................46 
 3.6.1 Sujetos oracionales ........................................................................................... 50 
3.7 Aspecto verbal ... ............................................................................................................ 52 
 3.7.1 Aspecto verbal con el estímulo ‘cosa’ .............................................................. 55 
3.8 Posición del estímulo ...................................................................................................... 56 
 3.8.1 Posición del estímulo ‘cosa’ ............................................................................. 58 
3.9 Rasgos cruzados ............................................................................................................ 59 
 3.9.1 Semántica referencial y aspecto verbal ............................................................. 60 
 3.9.2 El comportamiento de las ‘cosas’ ..................................................................... 62 
CONCLUSIONES ...... ............................................................................................................ 68 
BIBLIOGRAFÍA ......... ............................................................................................................ 74 
 
	 vi	
ÍNDICE DE TABLAS 
Tabla 1: Valencias y esquemas típicos ..................................................................................... 3 
Tabla 2: Distribución global de la variación ............................................................................ 44 
Tabla 3: Variación según el parámetro de la polaridad ............................................................ 45 
Tabla 4: Influencia de la polaridad con los cuatro verbos ........................................................ 46 
Tabla 5: Variación según la semántica referencial del estímulo .............................................. 50 
Tabla 6: Distribución con ‘situaciones’ pronominales y oracionales ...................................... 52 
Tabla 7: Variación según el aspecto verbal .............................................................................. 55 
Tabla 8: El aspecto verbal con el estímulo ‘cosa’ .................................................................... 56 
Tabla 9: Variación según la posición del estímulo .................................................................. 58 
Tabla 10: Alternancia en función de la posición del estímulo ‘cosa’ ...................................... 59 
Tabla 11: Transitividad regular con el estímulo ‘persona’ en una oración perfectiva ............. 61 
Tabla 12: Predominancia del OI en oraciones con estímulo oracional y aspecto 
 imperfectivo ............................................................................................................ 62 
Tabla 13: Claras tendencias en el área de las ‘cosas’ ............................................................... 64 
	 vii	
INTRODUCCIÓN 
 
En esta tesis nos enfocaremos en estudiar algunos verbos emocionales del español. Este tipo de 
predicados denotan un estado emocional y se caracterizan sintácticamente por tener dos 
participantes: el ser animado, típicamente humano, que percibe la emoción y recibe la función 
semántica de ‘experimentante’, por un lado, y por el otro, la entidad en relación con la cual el 
experimentante siente la emoción, que puede ser una persona, una cosa o un evento y que en este 
trabajo, siguiendo a algunos autores (por ejemplo, Dowty 1991), llamaremos el ‘estímulo’. 
Algunos verbos emocionales son amar, temer, gustar, agradar, apenar, irritar, odiar, entre otros. 
Nos interesa en particular el grupo de verbos conocidos como “causativos emocionales” 
(Cano Aguilar, 1987) o verbos de la clase de alegrar. Este grupo engloba un gran número de 
predicados como aburrir, angustiar, atemorizar, complacer, desanimar, distraer, entusiasmar, 
fascinar, incomodar, irritar, ofender, satisfacer, etcétera. En su uso básico, los causativos 
emocionales se comportan como verbos transitivos, que asignan la función gramatical de sujeto 
al estímulo y codifican al experimentante como objeto directo. Desde la perspectiva de estos 
verbos, el estímulo se presenta como la entidad que ‘causa’ que el experimentante sufra un 
cambio de estado interno. En (i) ilustramos el comportamiento de estos verbos, ofreciendo 
ejemplos con un estímulo referido a una persona (María en (ia)), otro que designa una cosa 
(cerámica en (ib)), y uno que remite a un evento expresado bajo la forma de una oración (lo que 
pasaba en la pantalla en (ic)): 
 
	 viii	
 (i) a. Volvía a Belén, se situaba entre los animales del pesebre para estar al lado del 
Niño. ¿Y ella? ¿María? La extraña María lo inquietaba. No acababa de 
comprenderla (Gamboa, Santiago, Páginas de vuelta, Colombia, 1998, CREA). 
 
 b. Tomaba el auto y daba unas vueltas, se decía que iba a empezar a estudiar algo, 
la cerámica la había aburrido, y que no volvería a lo de Alcirita, pero volvía 
inevitablemente tres días después (Canto, Estela, Ronda nocturna, Argentina, 
1980, CREA). 
 
 c. La vi dar un tirón al sacar el alfiler de entre mi carne y ya vengada volverse tan 
tranquila (mejor dicho, seguir en el mismo sitio en que estaba porque no se 
había alterado; no se movió para clavarme el alfiler, tal vez un imperdible), 
sonriendo siempre, como si la divirtiera lo que pasaba en la pantalla, que eran 
las angustias de Ella Raines (Cabrera Infante, Guillermo, La Habana para un 
infante difunto, Cuba, 1986, CREA). 
 
Ahora bien, la propiedad que ha llamado la atención de los estudiosos en el caso de los 
causativos emocionales del español radica en que son verbos que, con mucha facilidad, alternan 
entre la codificación directa (OD) e indirecta (OI) del experimentante. Esta alternancia no sólo se 
aprecia en el español peninsular, que tiende a ser leísta, sino que también existe en el español 
americano. Sirvan de ilustración los ejemplos de (ii), donde el experimentante aparece como 
objeto indirecto: 
 
	 ix	
 (ii) a. Ludo se felicitó de no haber salido esa noche, pues al poco rato llegó su cuñado 
Genaro. Genaro le divertía, o más bien le asombraba. Era un prodigio de 
vitalidad (Ribeyro, Julio Ramón, Los geniecillos dominicales, Perú, 1983, 
CREA). 
 
 b. Pero, claro, era que el tipo andaba tan metido en su itinerario de diecisiete años 
que ni cuenta se había dado de las palabras de Natalia, o sea que en absoluto 
tuvo que disculparse ella, tampoco, por haberlo interrumpido, por sus celos, por 
sus apreciaciones, por nada, y más bien le alegró la inmensa confianza que 
Carlitos estaba depositando en ella (Bryce Echenique, Alfredo, El huerto de mi 
amada, Perú, 2002, CREA). 
 
 c. - ¡Pónsica, abre la puerta!... -dijo. 
 Al principio, neciamente, le inquietó que ella no le respondiera. "Por Zeus, aún 
estoy dormido: Pónsica no puede hablar" (Somoza, José Carlos, La caverna de 
las ideas, Cuba, 2000, CREA). 
 
Debido al fenómeno de alternancia que exhiben, estos predicados han sido estudiados 
ampliamente por autores como Astrid Huygens (2007), Viola Miglio et al. (2013), Violeta 
Vázquez Rozas (2006), Stanley Whitley (1995), entre otros. En dichos estudios, los autores se 
preocupan por identificar los factores que motivan la alternancia. Entre los criterios discutidos, 
encontramos la (in)animacidad del sujeto estímulo. Al parecer, según sugieren los autores, el 
hecho de que el estímulo se refiera a una persona aumenta la probabilidad del comportamiento 
transitivo (experimentante-OD) de los causativos emocionales, frente a los estímulos de carácter 
	 x	
inanimado que provocan la intransitivización del predicado (experimentante-OI) con mayor 
frecuencia. 
También se menciona el aspecto de la predicación como fuerza motivadora de la 
alternancia. En este caso, se observa que el aspecto perfectivo, con su conceptualización del 
evento emocional como un todo realizadoy acabado, favorece la marcación directa (OD) del 
experimentante, en contraste con el aspecto imperfectivo, más propenso a disparar la presencia de 
un experimentante dativo (OI). 
Se sugiere, además, que la posición del estímulo en la cadena oracional incide en el 
fenómeno de variación entre transitividad e intransitividad. De acuerdo con este criterio, un 
estímulo colocado en la posición preverbal se asocia con rasgos de tópico, los cuales le confieren 
cierto grado de prominencia discursiva, y dicha prominencia ayuda a que los causativos 
emocionales conserven su esquema transitivo básico, a diferencia de los casos en que el estímulo 
aparece en la posición posverbal y, en ese sentido, no se comporta como el típico sujeto de un 
verbo transitivo. 
Como puede verse, los tres factores mencionados interactúan de modo estrecho con el 
continuum de transitividad propuesto por Hopper y Thompson (1980). En esta propuesta, las 
oraciones que describen una acción acabada (aspecto perfectivo) que efectuó un sujeto-tópico, 
humano y prominente, sobre otra entidad, concebida como paciente afectado, son más 
‘transitivas’ que aquellas en las que las características de la predicación y sus participantes se 
desvían del prototipo. 
Al mismo tiempo, los ejemplos que presentamos en (i) y (ii) dejaron claro que los factores 
identificados por los autores no funcionan de modo absoluto en el uso. El rasgo [+ humano] del 
estímulo no impide que de vez en cuando éste se combine con un experimentante-OI (iia); el 
	 xi	
aspecto perfectivo no garantiza la conservación del esquema transitivo (iib, iic); y la posición 
posverbal del estímulo es compatible con la presencia de un experimentante acusativo (ic). 
En este trabajo, nos proponemos ahondar en el fenómeno de alternancia asociado con los 
causativos emocionales del español, mediante un estudio sistemático y pormenorizado del 
comportamiento de cuatro verbos y su uso en los dialectos no leístas del continente americano. 
De este modo, nuestro estudio se aparta de otros estudios antecedentes en los siguientes aspectos: 
1) está basado en un corpus de datos de uso; 2) deja fuera el dialecto peninsular más inclinado 
hacia la intransitivización de los verbos emocionales (construcción con OI); y 3) profundiza en el 
comportamiento de unas cuantas unidades verbales con la idea de esto pueda revelar pautas de 
formalización con mayor claridad que cuando se analizan muchos verbos distintos. La hipótesis 
era que un estudio de esta naturaleza nos permitiría evaluar mejor la pertinencia de los criterios 
de variación mencionados en la bibliografía. Para los fines de nuestro estudio, elegimos los 
verbos aburrir, alegrar, divertir e inquietar y elaboramos un corpus conformado por oraciones 
construidas con estos cuatro verbos. Los ejemplos pertenecen al español americano y se 
obtuvieron del Corpus de Referencia del Español Actual (CREA) y del Corpus del Español del 
Siglo XXI (CORPES). Recolectamos más de 100 oraciones con cada verbo para tener un total de 
500 ejemplos en nuestro corpus. En todas las oraciones aparece un experimentante de tercera 
persona formalizado como pronombre clítico de acusativo, lo(s)/las(s), o dativo, le(s). 
Descartamos los usos de primera y segunda persona (me, te, nos, etc.), ya que, como es sabido, 
estos pronombres tienen la misma forma en ambas funciones (OD y OI). 
Cabe mencionar que para elegir los predicados con los que trabajamos nos fijamos en que 
tuvieran cierta frecuencia en el uso para ser estudiados y en que presentaran una variación clara 
entre OD y OI. Además, por razones que explicaremos en su momento, seleccionamos verbos que 
	 xii	
contrastaran en cuanto a polaridad, es decir, dos verbos de emoción positiva (alegrar, divertir) y 
dos de emoción negativa (aburrir, inquietar). 
Con base en los datos de nuestro corpus, realizamos un análisis detallado de la variación 
entre experimentante-OD y experimentante-OI, enfocándonos en cuatro factores: la semántica 
referencial del estímulo (+/- animado), el aspecto de la predicación (perfectivo/imperfectivo), la 
posición del estímulo en la cadena oracional (preverbal/posverbal) y la polaridad del predicado 
(positiva/negativa). 
Adelantando los resultados de nuestro análisis, podemos decir que el hallazgo más 
llamativo e interesante consiste en haber descubierto que la variación en estudio resulta ser 
menos arbitraria de lo que parecen sugerir los ejemplos ilustrados en (1) y (2). Veremos, en 
efecto, que las elecciones por parte de los hablantes obedecen a tendencias muy claras que están 
controladas por los cuatro factores que mencionamos. 
Esta tesis se compone de tres capítulos. En el primero, abordamos el tema de la 
transitividad, concepto básico para estudiar la variación entre OD y OI. En este mismo capítulo, 
también introducimos algunas funciones semánticas y su relación con las funciones gramaticales. 
Por último, hablamos de la diferencia entre configurar un participante como acusativo o como 
dativo. 
En el segundo capítulo describimos detalladamente el tipo de predicados que analizamos, 
enfocándonos en su comportamiento semántico y sintáctico. Aquí, también revisamos y 
resumimos distintos trabajos que tratan la variación entre OD y OI. A partir de esta revisión 
bibliográfica, fue que determinamos los factores con los que analizamos nuestro corpus. 
En el capítulo final mostramos los resultados de nuestro análisis. Primero, discutimos los 
datos de alternancia arrojados por el estudio individual de cada factor. Y, después, realizamos 
	 xiii	
algunos cruces de rasgos para observar el comportamiento de los verbos cuando convergen en 
una misma oración dos criterios favorables a la transitividad o, por el contrario, dos propiedades 
que tienden a disparar la intransitivización de los causativos emocionales. 
 
	 1	
CAPÍTULO I 
LA TRANSITIVIDAD 
 
1.1 INTRODUCCIÓN 
 
En este capítulo trataremos el concepto de transitividad, esencial para el estudio de la 
variación que analizaremos en esta tesis. De igual manera, presentaremos algunas funciones 
sintácticas que continuarán apareciendo a lo largo del trabajo. Por último, hablaremos sobre 
esquemas sintácticos prototípicos y no prototípicos, también para entender lo que ocurre con 
la variación que analizaremos. 
 
1.2 DEFINICIÓN DE TRANSITIVIDAD 
 
Uno de los conceptos más utilizados en lingüística y, a la vez, con un significado 
controversial es el de transitividad. Muchas veces se nos ha dicho que un verbo es transitivo 
cuando designa una acción realizada por un ‘agente’ (sujeto) que pasa o afecta a una entidad 
codificada como objeto directo. Sin embargo, esta definición de libro de texto ha sido muy 
criticada por los lingüistas debido a su imprecisión y a que, aunque se ampliara, no abarcaría 
las construcciones transitivas no prototípicas. Existen otras definiciones para el término pero, 
podemos decir que, en general, se distingue entre transitividad semántica y transitividad 
sintáctica (García-Miguel 1995): 
 
 a) Desde una perspectiva semántica de la lengua, un verbo transitivo denota un 
evento que requiere dos participantes. Uno tiene la función de sujeto y el otro 
puede aparecer codificado de distintas maneras. En español, como se verá más 
	 2	
adelante, el segundo participante se formaliza como objeto directo (OD), objeto 
indirecto (OI) o como objeto preposicional (OP). 
 A este tipo de verbos se les denomina “bivalentes”. 
 
 b) En una visión más sintáctica de la lengua, un verbo transitivo es el que tiene el 
esquema sujeto-verbo-objeto directo (S-V-OD). 
 
 El concepto de transitividad semántica sigue las propuestas de la teoría de valencias, 
planteada por el francés Lucien Tesnière en su libro Éléments de syntaxe structurale (1959). 
Dicha teoría plantea dos conceptos básicos: actante y circunstante. El primero corresponde a 
los argumentos que el verbo necesita o rigepara ‘completar’ su significado; estos elementos 
pueden tomar la forma de SUJ, OD, OI o de OP. En cambio, los circunstantes o complementos 
marginales son elementos que el verbo no requiere semánticamente. En la gramática 
tradicional se les llama complementos circunstanciales y pueden aparecer de diversas 
maneras, como frase nominal en (1a), frase preposicional en (1b) o como un adverbio en (1c). 
 
 (1) a. La semana pasada estuvimos en un campamento. 
 b. Ana hará una fiesta en el jardín. 
 c. Lo hizo allí/así/entonces. 
 
 
 Ahora bien, con base en el concepto de argumentos regidos y no regidos, los verbos en 
español se pueden dividir en cuatro grupos, como se observa en la Tabla 1: 
 
 
 
 
 
 
	 3	
Valencia Esquema típico 
0 V 
1 (Monovalente) SUJ-V 
2 (Bivalente) SUJ-V-OD 
SUJ-V-OI 
SUJ-V-OP 
3 (Trivalente) SUJ-V-OD-OI 
SUJ-V-OD-OP 
SUJ-V-OI-OP 
 
Tabla 1: Valencias y esquemas típicos 
 
 
 Algunos ejemplos de estas construcciones son los que aparecen abajo. En (2a), tenemos 
un verbo de valencia 0, en (2b) hay un verbo monovalente, en (2c) uno bivalente y en (2d) un 
verbo trivalente: 
 
 (2) a. Llovió mucho. 
 b. Mario corre muy rápido. 
 c. Paola rompió la taza. 
 d. Pedro le dio chocolates a Vanesa. 
 
 Existen diferentes posibilidades para construir un verbo bivalente o uno trivalente. Sin 
embargo, es cierto que, en español, existen esquemas típicos para cada clase de verbos. Para 
los predicados de un argumento, el prototipo es <SUJ-V> como en (2b), para verbos bivalentes 
es <SUJ-V-OD> como (2c), y para los verbos de tres actantes es <SUJ-V-OD-OI> como se ve en 
(2d). 
	 4	
 Los esquemas no prototípicos para predicados que rigen dos argumentos son <SUJ-V-
OI> y <SUJ-V-OP>, como se aprecia en (3). Para los verbos trivalentes, los esquemas marcados 
serán <SUJ-V-OD-OP> y <SUJ-V-OI-OP>, como en los ejemplos de (4). 
 
 (3) a. El premio le tocó a María. 
 b. María disfrutó del premio. 
 
 (4) a. Paco puso el vaso en la mesa. 
 b. María nos habló de sus proyectos. 
 
 Siguiendo esta postura semántica de la lengua, nos encontramos con que el OP puede 
aparecer como un argumento regido semánticamente por el verbo, es decir, es un actante. Sin 
embargo, desde el punto de vista sintáctico, el OP se caracteriza por tener un comportamiento 
ligeramente distinto frente a los demás actantes. En efecto, García-Miguel (1995) propone que 
las funciones centrales del español son el SUJ, OD y OI, mientras que el OP se identifica como 
función no-central. Las primeras se consideran funciones centrales por ser las que están más 
relacionadas con el verbo, tanto que las podemos encontrar integradas en él mediante 
morfemas de número y persona (5a) o a través de clíticos pronominales de acusativo (5b) o de 
dativo (5c) (García-Miguel, 1995: 37). Así, la mejor prueba para identificar funciones 
centrales es mediante la referencia cruzada en los verbos. 
 
 (5) a. Juan saltó. 
 b. El pastel lo comió Luis. 
 c. Daniel le regaló flores a Ximena. 
 
 En (5a), la morfología del verbo en tercera persona del singular, saltó, hace referencia al 
sujeto, Juan. En (5b) vemos que el clítico lo, masculino singular, hace referencia al OD, el 
	 5	
pastel. Finalmente, en el ejemplo (5c) el clítico le es correferencial con el OI, María. La 
prueba de referencias cruzadas no puede realizarse con el OP, puesto que no se puede sustituir 
por un pronombre clítico (6c). 
 
 (6) a. Confío en mi vecina. 
 b. Confío en ella. 
 c. *Le/la confío. 
 
Como se muestra en (6c), los clíticos le y la no pueden hacer referencia a mi vecina. Es 
necesario sustituir esta frase nominal por un pronombre tónico, ella, acompañado por la 
preposición que le corresponde (en), como en (6b). 
 
1.3 FUNCIONES SEMÁNTICAS 
 
Ahora bien, cabe mencionar que los argumentos de una oración no sólo desempeñan una 
función gramatical en ella, sino que también se caracterizan por tener una función semántica. 
A cada componente sintáctico se le asigna un rol semántico, según el papel que juegue en la 
predicación. Típicamente, las oraciones transitivas asignan los roles de ‘agente’ y ‘paciente’ 
al SUJ y al OD respectivamente. De esta manera, en una oración como la de (7), Marco es el 
sujeto-agente y la ventana el OD-paciente: 
 
 (7) Marco rompió la ventana. 
 
 En el ejemplo anterior, nos encontramos con un agente y un paciente prototípicos 
puesto que tienen las siguientes características: 
 
	 6	
‘Agente’ ‘Paciente’ 
+origen -origen 
+animado -animado 
+volitivo -volitivo 
 
 
 Además de tener las características mencionadas arriba, el paciente debe verse afectado 
por la acción que el agente realiza sobre él. De esta manera, obtenemos una oración transitiva 
como Hopper y Thomson (1980: 251) la definen: “Transitivity is traditionally understood as a 
global property of an entire clause, such that activity is ‘carried-over’ or ‘transfered’ from an 
agent to a patient”. Cabe decir que el agente, típicamente, estará en la función sintáctica de 
sujeto y el paciente en la de OD. 
 Sin embargo, no existe una correspondencia necesaria entre el papel semántico y la 
función. Es decir, habrá casos en los que la semántica del verbo nos lleve a asignar la función 
de paciente a la entidad que ocupa la posición de SUJ como en (8): 
 
 (8) El perro murió. 
 
 Otro caso en el que la correspondencia típica de funciones y papeles se ve alterada es en 
las oraciones pasivas. En ellas, el OD-paciente de una construcción en voz activa pasa a ser el 
sujeto-paciente cuando la predicación se pasiviza y el sujeto toma la forma de un 
complemento agente, como vemos en (9): 
 
 (9) a. Los alumnos cerraron la facultad como protesta (voz activa). 
 b. La facultad fue cerrada por los alumnos como protesta (voz pasiva). 
 
	 7	
 Ahora bien, hay otras funciones semánticas, además de agente y paciente. Podemos 
encontrar oraciones en las que el sujeto tenga el papel de ‘fuerza’ (10a) o ‘instrumento’ (10b); 
estos roles se diferencian del agente en que se identifican como [-animados, -volitivos], son 
similares porque también afectan a un paciente. 
 
 (10) a. El viento abrió la puerta. 
 b. El cuchillo corta bien el pan. 
 
 También hay oraciones en las que, en lugar de un paciente, aparece un ‘tema’. La 
función semántica de tema se atribuye a las entidades de las cuales se predica la locación o el 
desplazamiento en el espacio. En comparación con los pacientes, un elemento definido como 
tema se ve menos afectado por la acción verbal. En (11), a la frase la pelota le corresponde el 
papel de tema: 
 
 (11) Juan rodó la pelota. 
 
 Otras funciones semánticas, que resultan de gran importancia en este trabajo, son las de 
‘experimentante’ y ‘estímulo’. Estos roles suelen aparecer en oraciones cuyo predicado es un 
verbo de sentido ‘mental’ como oír, pensar, amar, gustar, etcétera (se hablará más de estos 
verbos en el siguiente capítulo). En el ejemplo de (12a), Ana es quien siente amor, por lo que 
le corresponde el papel de experimentante. Por otra parte, la playa es la entidad que produce 
el amor en Ana, por esto, es el estímulo. En cambio en (12b), Ana siente tristeza, lo que la 
vuelve experimentante, y Los días lluviosos provocan esa emoción en Ana y son el estímulo. 
 
 (12) a. Ana ama la playa. 
 b. Los días lluviosos entristecen a Ana. 
	 8	
 Con los ejemplos de (12), nos damos cuenta de que funciones sintácticas y semánticas 
no tienen que coincidir, pues en (12a) el experimentante es sujeto y en (12b) es OD, y los 
estímulos también tienen una función sintáctica diferente en ambas oraciones. 
 
1.4 ESQUEMAS PROTOTÍPICOS Y ESQUEMAS NO PROTOTÍPICOS 
 
Anteriormente, ya mencionamos que hay una diferencia entre esquemas prototípicos y 
marcados. Como vimos, los verbos bivalentes en español suelen seguir el esquema SUJ-V-OD. 
También es más típico que el agente tenga la forma de sujeto y el pacientela de OD. Además, 
este último es la función prototípica del segundo argumento de una oración como la que 
vimos en (2c), repetida aquí como (13): 
 
 (13) Paola rompió la taza. 
 
 Éste es un claro ejemplo de una oración transitiva con dos argumentos. Sin embargo, en 
español, podemos encontrar dos ‘desviaciones’ con respecto al esquema prototípico de los 
verbos bivalentes. La primera aparece con los llamados verbos de régimen preposicional, los 
cuales siguen el esquema SUJ-V-OP. El segundo argumento regido de estas construcciones está 
introducido por una preposición que tiende a ser fija por estar ya muy vaciada de contenido 
semántico. En la gramática de Alarcos Llorach (1999), se denomina a esta frase preposicional 
como suplemento. Algunos ejemplos de verbos de régimen preposicional son los que 
aparecen en (14): 
 
 
 (14) a. En ocasiones, Fátima carece de sentido común. 
 b. Todos aspiramos a cosas mejores. 
 c. Siempre hemos confiado en ella. 
	 9	
 d. Esos zapatos combinarían con tu vestido azul. 
 
 Aquí cabe mencionar que hay verbos bitransitivos (trivalentes) que también se 
construyen con un argumento introducido por una preposición. Como vimos anteriormente, el 
esquema prototípico de los verbos trivalentes es SUJ-V-OD-OI. Sin embargo, con verbos de 
movimiento causado (tales como poner, quitar, sacar, llevar, etcétera), el tercer argumento se 
codifica como un OP, tal como se aprecia en estos ejemplos: 
 
 (15) a. Paco puso el vaso sobre la mesa. 
 b. Valeria quitó los libros de la cama. 
 c. Daniel llevó comida a la fiesta. 
 
 En este punto queremos hacer notar que hay una diferencia entre los OP que aparecen 
con verbos de régimen preposicional y los que suelen seguir a los verbos de movimiento 
causado. Como se dijo más arriba, los primeros pueden denominarse suplementos porque la 
preposición que los acompaña está ‘vacía’ de significado y, por ello, es casi imposible que 
varíe. Como vemos en (16), si cambiamos la preposición, la oración se vuelve agramatical: 
 
 (16) a. En ocasiones, Fátima carece de sentido común. 
 b. *En ocasiones, Fátima carece por/en sentido común. 
 c. Siempre hemos confiado en ella. 
 d. *Siempre hemos confiado por/con ella. 
 
 En cambio, con los verbos bitransitivos que rigen un OP, la preposición aún tiene cierto 
contenido semántico y puede haber variación, como sucede en (17): 
 
 (17) a. Paco puso el vaso sobre/en/detrás de la mesa. 
	 10	
 b. Mario llevó a Karla hasta/hacia el parque. 
 
 Además, estos OP se pueden sustituir por un adverbio (cf. poner algo allí). Por esta 
razón, García Miguel (1995) considera que las frases preposicionales que acompañan a verbos 
de movimiento causado son complementos adverbiales. 
 
1.5 VERBOS QUE RIGEN OI 
 
 
Volviendo a los verbos bivalentes que no siguen el esquema prototípico SUJ-V-OD, 
encontramos verbos que obligatoriamente codifican su segundo argumento como un OI. 
Gutiérrez Ordóñez (1999) clasificó estos verbos en distintos grupos, según su 
comportamiento. Aquí sólo se hablará de tres de ellos. 
 
 1.5.1 Verbos de incumbencia 
 
Estos verbos “asigna[n] al complemento indirecto la responsabilidad, conveniencia… de la 
propiedad o del objeto inanimado que denota el sujeto” (Gutiérrez Ordóñez, 1999: 1878). En 
este grupo, se incluyen predicados como incumbir, competer, convenir, corresponder, 
etcétera. En (18) se citan algunos ejemplos del autor: 
 
 
 (18) a. Le esperaba un porvenir radiante en la administración pública. 
 b. A ellos esa disposición no les atañía. 
 c. A él no le competía sancionar a los empleados (Gutiérrez Ordóñez, 
 1999: 1878). 
 
 
	 11	
 1.5.2 Verbos de adecuación 
 
“Son predicados que pretenden mostrar la adecuación entre las necesidades de un ser animado 
(representado por el complemento indirecto) y una entidad o propiedad inanimada” (Gutiérrez 
Ordóñez, 1999: 1878). A este grupo pertenecen verbos como bastar y sobrar: 
 
 (19) a. Me bastó su compañía 
 b. A mi mamá siempre le sobra comida 
 
 1.5.3 Verbos de afección psíquica 
 
Este grupo será analizado más adelante y con mayor detenimiento: por el momento, 
señalamos que en él encontramos verbos relacionados con procesos psicológicos tales como 
gustar, encantar, preocupar, molestar, admirar, etcétera. Algunos ejemplos son los de (20): 
 
 (20) a. A Marta le preocupan sus hijos (Gutiérrez Ordóñez, 1999: 1880). 
 b. A Pedro le encanta la poesía. 
 
1.6 OBJETO DIRECTO FRENTE A OBJETO INDIRECTO 
 
Antes de profundizar en los verbos de afección psíquica que nos interesan particularmente en 
esta tesis (Capítulo II), es importante tratar la diferencia entre codificar un objeto como OD o 
como OI. 
 Si partimos de la función semántica prototípica de los OI, nos damos cuenta de que se 
realiza con verbos bitransitivos de transferencia, del tipo dar y decir, con los cuales la entidad 
codificada como OI toma el papel de ‘receptor’. Ricardo Maldonado (1999), siguiendo a 
Langacker (1987), menciona que el OI es un participante activo en el dominio de destino. Así, 
	 12	
en una oración como (21), la carta (OD) termina en el dominio de Héctor (OI), a quien 
consideramos activo porque establece una relación física y mental con el objeto dado, es 
decir, Héctor debe aceptar la carta para que la acción de dar esté completamente realizada. En 
palabras de Maldonado (1999: 55), “[l]a representación mental de esta categoría es compleja: 
constituye simultáneamente la meta concreta o abstracta de la transmisión de un elemento a 
través de una trayectoria y es también un elemento activo”: 
 
 (21) Rubén le dio una carta a Héctor. 
 
 Ese rasgo de actividad o involucramiento en un evento que posee el receptor es la 
diferencia fundamental que opone al OD y al OI. Como vimos anteriormente, prototípicamente 
el OD corresponde a un paciente (22a) o un tema (22b) que ‘sufre’ o padece la acción verbal. 
 
 (22) a. Pedro rompió la taza. 
 b. Juan rodó la pelota. 
 
 Con esto, podemos ver que el OI tiene una codificación doble y ambigua. Por una parte, 
al denominarse objeto se acerca a la función de paciente que caracteriza al OD. Sin embargo, 
también se acerca semánticamente al agente por tener un rasgo activo o de involucramiento en 
el evento. Debido a esto, el caso dativo formalizado como OI resulta particularmente 
apropiado para codificar a los individuos que tienen el papel de experimentante, ya que quien 
experimenta un proceso mental puede verse como ‘afectado’, pero, al mismo tiempo, posee 
un rasgo de participante ‘activo’, en la medida en que dicho proceso emana de él. Esto último 
lo aclara Maldonado (1999: 54) como sigue: “El experimentante es activo dado que genera la 
actividad cognoscitiva necesaria para crear una representación interna del tema o para 
establecer contacto mental con un objeto perceptual o mental”. 
	 13	
 
Para concluir, en este capítulo definimos la transitividad desde dos perspectivas diferentes, 
una semántica y otra sintáctica. Para la primera, un verbo transitivo es el que rige dos 
argumentos sin importar su forma (OD, OI, OP). En cambio, un predicado transitivo en la 
perspectiva sintáctica de la lengua es el que tiene una configuración SUJ-V-OD, en la que el 
sujeto es un agente que realiza una acción sobre el OD, que tiene el papel de paciente. 
 De igual manera, presentamos otras funciones semánticas como ‘fuerza’, ‘instrumento’, 
‘tema’, además de ‘experimentante’ y ‘estímulo’. Las últimas dos resultan de mayor 
importancia en esta tesis, ya que aparecen con los verbos emocionales que estudiaremos más 
adelante (Capítulo II). El experimentante es el participante, normalmente humano, que 
reacciona ante el estímulo. En este punto, mostramos que experimentante y estímulo se 
pueden codificar sintácticamente de distintas maneras, y subrayamos que entre las funciones 
semánticas y las sintácticas no existen correspondencias unívocas.Por último, marcamos la diferencia entre codificar un participante como OD o como OI. 
El acusativo se refiere a entidades que se ven afectadas o que ‘sufren’ la acción verbal. En 
cambio, el dativo se concibe como un participante ambiguo, ya que como objeto se ve 
afectado por un sujeto, pero tiene ciertos rasgos agentivos que lo involucran en el evento. 
 
	 14	
CAPÍTULO II 
LOS VERBOS EMOCIONALES 
 
2.1 INTRODUCCIÓN 
 
En este apartado, trataremos con mayor detenimiento la clase de verbos que nos interesan: los 
verbos emocionales. Empezaremos por situar los verbos emocionales dentro del campo 
semántico de la predicación ‘mental’. Mostraremos después que, en español, los verbos 
emocionales se pueden dividir en tres subclases de acuerdo con su comportamiento sintáctico. 
Los verbos del tipo de alegrar, también conocidos como ‘causativos emocionales’, son los 
que en este trabajo nos conciernen de manera particular. Se han estudiado en muchos trabajos 
porque presentan una llamativa alternancia en la codificación del participante experimentante 
como OD u OI y, en este capítulo, expondremos algunos de los factores que se han propuesto 
para dar cuenta de esta variación. 
 
2.2 LOS VERBOS EMOCIONALES 
 
Para comenzar, es necesario mencionar que podemos clasificar los verbos del español de 
manera semántica. Así, encontramos verbos de movimiento (llevar, traer, poner), de 
comunicación verbal (decir, contar, declarar), de posesión (tener, tomar, perder) y verbos 
mentales, entre otros (Cano Aguilar, 1987). Estos últimos, los que nos interesan aquí, tienen 
en común que sus participantes toman los papeles semánticos de ‘experimentante’ y 
‘estímulo’. Los verbos mentales describen un proceso interno que se lleva a cabo en un 
experimentante, entidad animada y típicamente humana, en asociación con un estímulo, 
representado por la persona, la cosa o el evento que induce el mencionado proceso en el 
	 15	
experimentante. A su vez, los verbos mentales pueden clasificarse en tres grupos distintos: 
verbos de percepción, de cognición y de emoción o psicológicos (Cano Aguilar, 1987; 
Maldonado, 1999). 
 Los verbos de percepción refieren sensaciones que se notan a través de los sentidos 
corporales; algunos predicados que pertenecen a este grupo son sentir, oler, ver y oír. En 
español estos verbos se caracterizan por asignar la función gramatical de sujeto al 
experimentante, normalmente [+Humano], y la de OD al estímulo, como se ve en los ejemplos 
de (23): 
 
 (23) a. He sentido unos pasos en la escalera (Cano Aguilar, 1987: 148). 
 b. Juan está oliendo las flores del jardín (Cano Aguilar, 1987: 149). 
 c. Se divierte (…) bebiendo, oyendo música, charlando (Cano Aguilar, 
 1987: 150). 
d. Pues entro a ver a Rosina (Cano Aguilar, 1987: 150). 
 
El segundo grupo de predicados mentales está conformado por los verbos de cognición. 
En este caso, en contraste con el grupo anterior, la percepción que denotan los verbos es de 
carácter intelectual (Cano Aguilar, 1987). Entre los verbos que pertenecen a este grupo, 
encontramos saber, conocer, ignorar, entender, recordar y olvidar, entre otros. Por lo 
general, en español, estos verbos, al igual que los del grupo anterior, se construyen con un 
sujeto-experimentante con el rasgo [+Humano] y un OD-estímulo, como en los ejemplos de 
(24): 
 
(24) a. No sé nada de la guerra (Cano Aguilar, 1987: 161). 
b. Ignoraban lo que iba a ocurrir (Cano Aguilar, 1987: 166). 
c. ¿Entiendes el francés? (Cano Aguilar, 1987: 167). 
	 16	
d. He olvidado ya hasta los árboles de mi calle (Cano Aguilar 1987: 169). 
 
Típicamente, dada la naturaleza no física del proceso referido, el estímulo que 
acompaña a los verbos de cognición suele ser una entidad abstracta, aunque puede ocurrir que 
el objeto designe un referente físico o concreto, sin que por ello el verbo deje de indicar una 
percepción meramente intelectual (Cano Aguilar, 1987). 
Finalmente, los verbos emocionales, también conocidos como verbos psicológicos o de 
sentimiento, indican que una persona (o un ser animado) experimenta un cierto proceso 
psíquico en relación con algo o alguien (Cano Aguilar, 1987: 66 y 197). La entidad en 
relación con la cual la persona sufre dicho proceso psíquico es el participante que, en este 
trabajo, hemos venido designando como estímulo. Este grupo psicológico es muy numeroso y 
los predicados que pertenecen a él pueden tener distintos comportamientos sintácticos. Por 
esta razón, los verbos emocionales se han clasificado en tres tipos diferentes según la función 
sintáctica que tengan el experimentante y el estímulo (Di Tullio, 1996; Maldonado, 1999; 
Vanhoe, 2001; Whitley, 1995). 
 
2.2.1 La clase de amar 
 
Los verbos de esta clase se codifican con un sujeto-experimentante y un OD-estímulo, por lo 
que las construcciones que forman mantienen una estructura prototípicamente transitiva, es 
decir, con un esquema S-V-OD. Algunos predicados que pertenecen a este grupo son temer, 
desear, detestar y querer, entre otros. 
Semánticamente, estos verbos suelen expresar un estado psicológico más bien duradero, 
como vemos en (25). De acuerdo con Vanhoe (2001), en este tipo de eventos, los sujetos no 
tienen control sobre la reacción emocional, pero sí son conscientes de ella. Esta falta de 
control se hace evidente en que normalmente las oraciones que incluyen un verbo de esta 
	 17	
clase no tienen una interpretación activa. Esto se comprueba al obtener oraciones casi 
agramaticales, como las de (26), cuando la predicación está acompañada por el adverbio 
deliberadamente. 
 
(25) Juan teme el trueno (Vanhoe, 2001: 92). 
 
(26) a. ?Juan teme deliberadamente el trueno. 
b. ?Juan ama deliberadamente a su mujer. 
c. ?Juan odia deliberadamente a su hermano (Vanhoe, 2001: 92). 
 
En oposición a lo que dice Vanhoe respecto al control en estas predicaciones, Sergio 
Bogard (1993) concluye que los sujetos de los verbos de la clase de amar sí pueden tener 
algunos rasgos de sujeto agente. Para entender la postura de este autor, debemos tener en 
mente que en su trabajo se hace una distinción entre el estímulo –llamado ‘fuente’– que se 
concibe como un ‘objeto’ y el estímulo que expresa una ‘causa’. Cuando la fuente se presenta 
y codifica como ‘objeto’ (OD u OI), la estructura sintáctica que se proyecta tiene un sentido de 
percepción emotiva, tal como se aprecia en (27) y (28): 
 
(27) María ama/odia/tolera a Juan/las arañas/tu actitud. 
 
(28) María le teme a Juan/a las arañas/a tu actitud. 
 
 En cambio, si la fuente es una ‘causa’, codificada como SUJ, el verbo proyecta un 
sentido de causación emotiva, como se ve en (29): 
 
(29) A María la asusta(n)/conmueve(n)/molesta(n) Juan/las arañas/tu actitud. 
 
	 18	
La diferencia entre percepción emotiva y causación emotiva radica en las 
interpretaciones que se pueden hacer de las construcciones en las que se encuentran los verbos 
emocionales. Así, la interpretación de (27) y (28) normalmente sería: 
 
 (30) María SIENTE amor/odio/tolerancia/temor por Juan/las arañas/tu actitud 
 (Bogard, 1993: 49). 
 
Mientras que (29) se interpretaría como: 
 
 (31) A María le CAUSA(N) susto/conmoción/molestia/agrado/interés Juan/las 
 arañas/tu actitud (Bogard, 1993: 49). 
 
Con esto en mente, el autor argumenta que los verbos que denotan percepción emotiva, 
tales como amar, odiar, temer, “pueden resaltar en condiciones discursivas apropiadas la 
capacidad inherente pero no necesariamente manifiesta del referente codificado como 
‘experimentante’ para graduar su perceptividad, capacidad que se manifiesta en la posibilidad 
de que el ‘experimentante’ adquiera un rasgo del papel temático de ‘agente’, el de la 
volicionalidad” (Bogard, 1993: 53). De esta manera, podremos encontrar construcciones con 
adverbios que implican cierta volición, como las siguientes: 
 
(32) a. María ama clandestinamente a Juan. 
b. Maríaodia cordialmente a Juan. 
c. María le teme abiertamente a las arañas (Bogard, 1993: 52). 
 
Sintácticamente, observamos que los verbos de la clase de amar siempre se construyen 
con un sujeto [+Humano] o, al menos, [+Animado], que designa al experimentante. El 
estímulo, codificado como OD, y excepcionalmente como OI (cf. temer), puede ser un 
	 19	
sintagma nominal (SN) inanimado o animado. Además, Vanhoe (2001) menciona que algunos 
de estos verbos pueden aparecer en construcciones absolutas, es decir, sin complemento, o 
pueden aceptar una oración subordinada como OD (33b). 
 
 (33) a. Confieso que es terrible dolor querer y no ser querido pero mayor sería 
amar y ser aborrecido (Vanhoe, 2001: 100). 
b. [Andrés Manzaneque] temía exponerse a un revolcón que el escritor no 
deseaba darle (Vanhoe, 2001: 100). 
 
 
2.2.2 La clase de gustar 
 
Este grupo de verbos se caracteriza por codificar el experimentante como un OI y el estímulo 
como sujeto, en una construcción sintáctica de tipo peculiar ya que el experimentante-OI suele 
aparecer en posición inicial mientras que el estímulo-SUJ se coloca después del verbo. 
Obsérvese que el esquema <OI–V–SUJ> no sólo se encuentra con verbos emocionales como 
gustar (34), agradar, repugnar, doler o placer, sino que también aparece en oraciones 
formadas con los verbos de ‘incumbencia’ y ‘adecuación’ que discutimos en el Capítulo I. 
Los predicados emocionales que se comportan como gustar suelen expresar estados 
emocionales duraderos y tienen un sujeto no agentivo. 
 
(34) A Elizabeth le gusta la música rock. 
 
Desde la sintaxis, se observa que, con estos verbos, el experimentante [+Humano] 
siempre se codifica como OI. Aunque Whitley (1995) menciona que el OI puede ser opcional 
como ocurre en otras construcciones intransitivas (35), nos damos cuenta de que, en realidad, 
	 20	
el OI-experimentante está sobreentendido y la interpretación de un ejemplo como (35) es la 
que aparece en (36): 
 
(35) La música rock gusta en todas partes (Whitley, 1995: 574). 
 
(36) La música rock gusta [a la gente] en todas partes. 
 
Vanhoe (2001) dice que estos verbos aparecen con facilidad en construcciones absolutas 
en las que el estímulo no se expresa (37). Sin embargo, en ejemplos así, el estímulo se puede 
recuperar del contexto. Por otra parte, el autor menciona que en la posición de sujeto ocupada 
por el estímulo, podemos encontrar una FN que designe una cosa (38a) o a una persona (38b); 
estos verbos también aceptan que el estímulo tome la forma de una oración subordinada 
sustantiva (39): 
 
(37) A mí también me gusta. 
 
(38) a. No me gusta la ópera (Vanhoe, 2001: 121). 
b. Hormazábal muy bien para jugar a squash [sic] pero no le apetece [a 
Conesal] como compañero de mesa (Vanhoe, 2001: 121). 
 
 (39) a. La traductora pensó que al premio Nobel le agradaría mantener un pulso y 
no hizo caso de la risotada que se escapó de los labios ya perennemente 
húmedos del achispado Sagarraz (Vanhoe, 2001: 121). 
 
Es importante destacar que los verbos de la clase de gustar nunca aceptan un 
experimentante con la forma de OD, pues se obtienen oraciones agramaticales (40): 
 
(40) a. A Mariana le (*la) gusta la música clásica. 
	 21	
b. El ruido de la calle le (*lo) desagrada a Paco. 
 
 
2.2.3 La clase de alegrar 
 
Este grupo engloba una larga lista de verbos; Victoria Vázquez Rozas (2006: 23) enlista los 
siguientes: 
Abrumar, aburrir, admirar, afectar, afligir, alegrar, angustiar, apasionar, apenar, 
asombrar, asustar, atemorizar, aterrar, aterrorizar, atormentar, atraer, avergonzar, 
cansar, complacer, consolar, convencer, decepcionar, deleitar, desanimar, 
desconectar, desconsolar, desesperar, disgustar, distraer, divertir, emocionar, 
entretener, entristecer, entusiasmar, escandalizar, espantar, estorbar, exasperar, 
fascinar, fastidiar, favorecer, halagar, impresionar, incomodar, inquietar, interesar, 
intranquilizar, intrigar, irritar, maravillar, molestar, obsesionar, ofender, pasmar, 
perjudicar, preocupar, reconfortar, satisfacer, seducir, sorprender, tranquilizar. 
 
A diferencia de la clase de amar, estos verbos suelen expresar una reacción mental 
frente al estímulo y no un estado, por ello implican cierta dinamicidad y puntualidad. Desde la 
sintaxis, el experimentante se expresa como objeto directo [+Humano] o, al menos, 
[+Animado], y el estímulo puede codificarse como una FN que refiera a una cosa (41a) o a 
una persona (41b), también podemos encontrar oraciones subordinadas de infinitivo como en 
(41c): 
 
(41) a. Los días nublados entristecen a María. 
b. Mario siempre divierte a los niños 
c. Escuchar son cubano alegra a Carina. 
 
	 22	
Los verbos de esta clase se consideran como causativos emocionales (Cano Aguilar, 
1987: 61), también denominados de reacción emocional. Corresponden, pues, a los verbos 
que Bogard (1993) identifica como de causación emotiva, según vimos arriba, y admiten la 
paráfrasis presentada en (31) y repetida aquí como (42). 
 
 (42) A María le CAUSA(N) susto/conmoción/molestia/agrado/interés Juan/las 
 arañas/tu actitud (Bogard, 1993: 49). 
 
Bogard (1993) también dice que los experimentantes de estos verbos no pueden adquirir 
rasgos de un participante agente porque su carácter de afectado es el que predomina en la 
oración. Los causativos emocionales, en efecto, son predicados que “en su forma básica rigen 
una construcción transitiva en la que el estímulo asume el papel de sujeto-causante y el 
experimentante el de objeto-paciente” (Melis, 1999: 51). De esta manera, dos rasgos 
importantes de estos verbos son que el experimentante de la emoción es pasivo y el estímulo 
puede ser bien activo (agentivo) o bien inactivo (Maldonado, 1999: 64). 
 
 
2.3 LA ALTERNANCIA DE OD Y OI CON LOS VERBOS DE ALEGRAR 
 
El estudio de la distribución sintáctica de los verbos de la clase de alegrar resulta interesante 
puesto que en español, a diferencia de otras lenguas como el italiano, el estímulo puede 
presentarse de dos maneras distintas. En primer lugar, puede aparecer con la forma de un OD 
(acusativo), lo que implica que el experimentante se ve afectado por la acción del estímulo. 
Por otra parte, este participante puede codificarse como OI (dativo), en cuyo caso, como 
señalamos en el capítulo anterior (§1.6), el experimentante ya no se visualiza como paciente 
afectado, sino que adquiere los rasgos de un participante ‘activamente’ involucrado en el 
evento. Esta variación se ilustra en (43) y (44): 
	 23	
 
(43) No buscó a Diego, no quería molestarlo (Vázquez Rozas, 2006: 25). 
 
 (44) También le molestaba mucho que Agus se metiera el dedo en la nariz 
 (Vázquez Rozas, 2006: 25). 
 
Cabe destacar que la alternancia que existe entre el uso de OD y OI con los causativos 
emocionales ha llamado la atención de los estudiosos. Los trabajos dedicados a esta 
alternancia comparten una hipótesis de partida que consiste en suponer que no se trata de una 
variación completamente libre y desmotivada, por lo que debe haber razones que lleven a los 
hablantes a elegir una forma sobre la otra. Así, confiando en que sea posible identificar los 
factores que motivan la alternancia, los autores se dan a la tarea de poner al descubierto una 
situación donde “la zona de variación adquiere orden y sistematicidad organizándose en torno 
a unos cuantos principios fundamentales que hacen converger los usos y transforman los 
juicios personales en decisiones categóricas” (Melis, 1999: 49). 
 
2.4 FACTORES QUE PROPICIAN LA VARIACIÓN 
 
Distintos autores (Huygens, 2007; Miglio, 2013; Vázquez Rozas, 2006; Whitley, 1995; entre 
otros) han dedicado algunos trabajos a estudiar los factores que motivan el uso de OD o de OI 
con los causativos emocionales. Para los propósitos de la presente investigación, nos 
enfocaremos en tres criterios: la animacidad del estímulo, el aspecto del predicado y el orden 
de losconstituyentes en la construcción. 
 
2.4.1 Animacidad del estímulo 
 
Como vimos anteriormente (Capítulo I), la construcción transitiva prototípica tiene un 
SUJ[+HUM]-agente que actúa voluntariamente sobre un OD[-HUM] y lo afecta. Según la muy 
	 24	
conocida Hipótesis de la Transitividad de Hopper y Thompson (1980), en la que la 
transitividad se define en términos de un continuum, la agentividad del sujeto es una de las 
características que indica qué tan transitiva es o no una oración. Un participante más agentivo 
transfiere una acción en mayor medida que uno menos agentivo. Así, una acción agentiva que 
se transfiere con éxito está ligada a un objeto visualizado como totalmente afectado. 
Desde esta perspectiva, los verbos de alegrar, que requieren una estructura transitiva en 
su uso básico, se desvían del prototipo. En primer lugar, el OD-experimentante que aparece 
con estos verbos no es una cosa inerte y pasiva, sino que se trata de una entidad humana que 
participa en el evento. Por otra parte, el SUJ-estímulo puede referirse a un humano que intenta 
inducir un cambio de estado interno en el experimentante, pero en muchas ocasiones, el SUJ se 
refiere a cosas o situaciones que no tienen rasgos agentivos. 
De esta manera, se espera que la (in)animacidad del SUJ-estímulo tenga un papel 
importante en la sintaxis de los causativos emocionales, es decir, en que el experimentante se 
codifique como OD o como OI. Recordemos que el OD es la función gramatical reservada 
prototípicamente para las entidades afectadas por un SUJ-agente, mientras que el OI se asocia 
con participantes más activos y más involucrados en el evento. Por lo tanto, la probabilidad de 
que el experimentante se codifique como OI aumenta si el sujeto es no-humano (una cosa o 
una situación) porque estos sujetos no activan la imagen de una entidad agentiva que 
transfiere una acción a un objeto afectado. 
En efecto, los autores que han estudiado la variación entre OD y OI con verbos de 
alegrar han identificado la animacidad del SUJ-estímulo como un factor importante al 
momento de codificar al experimentante. 
Entre los autores que han estudiado la variación, se encuentra Stanley Whitley, quien en 
“Gustar and Other Psych Verbs: A Problem in Transitivity” (1995), se enfoca en el rasgo [+/-
	 25	
HUMANO] del estímulo y menciona que el experimentante tenderá a codificarse como OI en los 
casos en que el sujeto-estímulo es no humano o inanimado, como en (45). Esto se debe a que 
el caso dativo refiere a una ‘entidad involucrada’ (involved entity) que resulta más activa que 
un participante codificado en acusativo, que se ve más ‘afectado’ (done-to) por una acción. 
 
(45) Eso le preocupa (Whitley, 1995: 576). 
 
Whitley (1995: 576-577) también ordena la codificación de entidades de más activa a 
menos activa. En su escala, los sujetos aparecen como los participantes más activos, el OI 
como menos activo y el OD como el menos activo o inactivo. Así, el que verbos como gustar, 
doler o importar siempre tengan un OI-experimentante, argumenta el autor, no se debe sólo a 
una intransitividad arbitraria, sino también a que estos verbos designan un estado psíquico 
con un sujeto inactivo, de modo que el experimentante se perfila como más activo que el 
estímulo-SUJ. 
En cambio, observa el autor, con verbos como los causativos emocionales que pueden 
tener una semántica más cercana a las acciones, el estímulo, en ocasiones, aparece como más 
activo que el experimentante. Para Whitley, esto explica que con este tipo de verbos un 
experimentante menos activo se codifique como OD cuando aparece un sujeto-estímulo 
relativamente activo (46a). Mientras que si el estímulo es una entidad inanimada, es más 
probable que el experimentante aparezca en forma de OI (46b): 
 
(46) a. (Yo) la sorprendí en el acto de robar. 
b. (A María) le sorprendió el resultado. 
 
Así, en palabras de Whitley (1995: 581), “the various understandings of case 
distinctions with psych verbs can be seen as differences in relative ‘kinesis’, ‘agency’, and/or 
	 26	
‘object affectedness’”. Estos rasgos interactúan con la sintaxis de los causativos emocionales, 
puesto que determinan el grado de actividad de una entidad. 
Por otra parte, en “Spanish lo(s)-le(s) Clitic Alternations in Psych Verbs: A 
Multifactorial Corpus-Based Anaysis” (2013), Viola Miglio y sus co-autores presentan un 
estudio de los verbos emocionales y su alternancia entre acusativo y dativo en el uso. Los 
datos que utilizaron fueron obtenidos del Corpus del Español de Mark Davies, y algunas de 
las etiquetas que usaron para clasificar los datos son las siguientes (Miglio et al., 2013: 271): 
 
- ‘Experimentante’: acusativo vs. dativo; 
- Animacidad del estímulo: sí vs. no; 
- ‘Estímulo’ oracional: sí vs. no; 
- Tiempo: imperfectivo (imperfecto, presente) vs. perfectivo (perfecto vs. pretérito). 
 
En este apartado, nos interesa lo relativo al estímulo. Los resultados del análisis 
demuestran que cuando el estímulo es animado, existe una mayor probabilidad de que 
aparezca un experimentante acusativo; en cambio, si el estímulo se refiere a una entidad 
inanimada, es más probable que el verbo rija un dativo (le) (Miglio et al., 2013: 272). Así, los 
autores concluyen que cuando el estímulo es animado, adquiere más rasgos de agente y 
aumenta el nivel de transitividad de la oración. Por consiguiente, el experimentante se 
parecerá más a un paciente prototípico, afectado y sin control, y se codificará como OD 
(Miglio et al., 2013: 273). 
Victoria Vázquez Rozas, en un artículo titulado “Gustar-type verbs” (2006), también 
estudia el comportamiento de los verbos emocionales en español, con el fin de determinar 
cuáles son los rasgos que hacen que dichos verbos sean más o menos transitivos según lo 
propuesto en la Hipótesis de la Transitivad de Hopper y Thompson (1980). Los ejemplos que 
	 27	
la autora analiza en su trabajo provienen del corpus ARTHUS (Archivo de Textos Hispánicos 
de la Universad de Santiago) y los datos cuantitativos se obtuvieron de la Base de Datos 
Sintácticos (BDS). 
En primer lugar, Vázquez Rozas explica por qué los verbos emocionales, en general, se 
alejan del prototipo de la oración transitiva. Los parámetros que la autora retoma de Hopper y 
Thompson son: número de participantes regidos por el verbo; kinesis, aspecto y puntualidad; 
volición y agentividad; y afectación e individualidad del objeto. En su análisis, los 
experimentantes en acusativo están asociados con oraciones que tienen un alto grado de 
transitividad, mientras que los dativos corresponden a baja transitividad (Vázquez Rozas, 
2006: 24). De acuerdo con la autora, uno de los factores que gobierna el grado de transitividad 
de las oraciones psicológicas es la naturaleza del estímulo que funciona como sujeto. Así, si el 
sujeto es animado y volitivo, el experimentante se verá más afectado y habrá más 
probabilidad de que se codifique como OD (47). Por el contrario, si el sujeto (nominal u 
oracional) es inanimado, es más probable que el experimentante tenga la forma de un dativo 
(48): 
 
(47) No buscó a Diego, no quería molestarlo (Vázquez Rozas, 2005: 25). 
 
 (48) También le molestaba mucho que Agus se metiera el dedo en la nariz 
(Vázquez Rozas, 2005: 25). 
 
En el trabajo de Vázquez Rozas se distingue entre los sujetos animados con rasgos 
agentivos como el de (47), por un lado, y, por el otro, los animados que, o bien se refieren 
mediante partes del cuerpo, o bien se entienden como una suma de propiedades, 
características o actitudes como en (49). En estos casos, la probabilidad de que aparezca un OI 
aumenta: 
	 28	
 
 (49) Los [estudiantes] más comprometidos en la lucha seguían en la facultad. 
 A David le atraían (Vázquez Rozas, 2005: 25). 
 
Astrid Huygens en “El comportamiento pronominal de los verbos psicológicos” (2007) 
hace un análisis semántico, a partir deuna serie de entrevistas realizadas a hablantes de la 
región de Sevilla que, de acuerdo con la autora, no son tan leístas como en otras zonas de 
España. El problema con el que se encuentra Huygens es que los sevillanos pueden llegar a 
verse influenciados por el dialecto madrileño y esto provoca un aumento en el uso del clítico 
le. Esta autora se enfoca en los rasgos de actividad y volición del ‘estímulo’, basándose en la 
propuesta de Dowty (1991) en la que el proto-agente se caracteriza por ser [+volitivo], 
[+causativo], [+activo] y [+consciente] (Huygens, 2007: 485). Con respecto a los verbos 
emocionales, la autora observa que los estímulos en función de sujeto tienden a alejarse de esa 
caracterización, mientras que los experimentantes, típicamente humanos, comparten rasgos de 
agente, a pesar de codificarse como objetos; por ello, concluye que este tipo de verbos tienen 
una distribución sintáctica ambigua (Huygens, 2007: 485). 
En cuanto al rasgo [+activo], Huygens argumenta que, cuanto más activo es el estímulo, 
habrá menos leísmo, según los resultados obtenidos en sus encuestas. Esto se aprecia en el 
uso de lo y le en los siguientes ejemplos: 
 
 (50) [Diego Maradona perseguido por periodistas]: A Diego lo persiguen, lo 
presionan, lo molestan (Huygens, 2007: 489). 
 
 (51) Al alcalde le molesta que Madrid se haya convertido en escaparate de todas 
las protestas, manifestaciones y bombas efectistas del terrorismo vasco 
(Huygens, 2007: 489). 
	 29	
 
Los resultados indican que en la oración de (50), 41% de los hablantes usaron lo y el 
59% le. Aunque sigue habiendo un uso mayor del dativo, estos datos contrastan con los de la 
oración de (51) en la que sólo el 0.4% de los hablantes usó lo. La diferencia porcentual (41% 
vs. 0.4%) muestra que cuando el estímulo es concebido como más activo hay una inclinación 
mayor por el uso del acusativo. 
Por otra parte, al poner la atención en el rasgo [+volitivo], Huygens concluye que 
cuanto más volición tenga el estímulo, habrá un menor uso de le. Para este caso, la autora 
vuelve a utilizar el ejemplo de (51) y lo contrasta con la oración de (52). La diferencia entre 
ambas oraciones radica en que el ‘estímulo’ de (51) no es volitivo ni intencional (cf. que 
Madrid se haya convertido en escaparate…) y el de (52) es volitivo e intencional (cf. para 
vengarse…ella): 
 
 (52) Hace tres semanas Lorenzo rompió con Elena. Para vengarse, ella ahora a 
veces lo llama en mitad de la noche, otras veces le sigue por la calle. En fin, 
no pasa ningún día sin que ella le moleste (Huygens: 490). 
 
Con base en esta diferencia, se esperaría que en la primera oración haya un mayor uso 
de le que en la segunda. En efecto, los resultados que se muestran comprueban lo anterior: 
para (51) el 59% de los hablantes usa dativo y para (52) sólo el 44% de los hablantes usa le. 
Finalmente, Chantal Melis en “Variación sintáctica con los verbos de emoción” (1999) 
analiza la animacidad del sujeto en un corpus con datos del español del siglo XX. A partir de 
su análisis, la autora concluye que los estímulos animados, más especificamente los humanos, 
motivan la construcción transitiva debido a sus rasgos inherentes de agentividad y 
prominencia; concretamente, cuando el estímulo es animado, el 85% de las oraciones son 
	 30	
transitivas. En cambio, los sujetos inanimados aparecen 52% de las veces con oraciones 
intransitivas, es decir, tienen un experimentante-OI. En otro artículo, “Las emociones, la 
transitividad y el aspecto” (1997), Melis indica que la construcción intransitiva “sugiere una 
responsabilidad compartida: el estímulo sigue siendo el instigador del proceso mental, pero el 
experimentante participa de algún modo en la elaboración que lo afecta” (Melis, 1997: 395). 
De ahí que el OI aparezca con mayor frecuencia cuando el estímulo es una entidad inanimada. 
 
2.4.1.1 Sujetos oracionales 
 
En relación con el factor de la animacidad del estímulo, suele establecerse otra distinción, 
para la cual se propone la oposición entre ‘cosas’ y ‘situaciones’ (Melis, 1997). Con la 
primera etiqueta, se hace referencia a los sujetos inanimados que aparecen bajo la forma de 
una frase nominal; la segunda, en cambio, se reserva para los referentes inanimados que se 
codifican como oraciones (con infinitivo o verbo conjugado). En ambos casos, el estímulo 
está alejado del prototipo del sujeto [+ Humano]. Sin embargo, en la Jerarquía de 
Participantes propuesta por Lehmann (1991) queda muy claro que las ‘situaciones’ ocupan el 
lugar más bajo, ya que no se pueden concebir ni siquiera como ‘entidades’. Desde esta 
perspectiva, por lo tanto, el estímulo oracional tiene menos probabilidades que las ‘cosas’ de 
disparar el uso de la estructura transitiva básica. 
En efecto, en su trabajo sobre la variación sintáctica con los verbos emocionales, Viola 
Miglio et al. (2013) tomó en cuenta el parámetro de la forma del estímulo inanimado. Para 
analizar esta característica, los autores cruzaron el rasgo oracional del sujeto con el factor de 
Género (discursivo). Así, encontraron que todos los géneros, excepto el académico, tienden a 
elegir un experimentante dativo con estímulos oracionales, mientras que los estímulos 
nominales suelen regir un OD. 
	 31	
Por otra parte, Vázquez Rozas (2005), quien también habla de los sujetos oracionales 
(53), menciona que tienen los rasgos menores de agentividad por ocupar el nivel más bajo en 
la Jerarquía de Animacidad. Por ello, los verbos que alternan entre objeto de acusativo y de 
dativo tienden a rechazar la construcción transitiva (con OD) cuando se combinan con un 
sujeto oracional. Para ilustrar, vemos que en (54) el sujeto nominal (el comienzo de la guerra) 
se puede combinar tanto con un experimentante OD como un OI; en cambio, en (55), se puede 
apreciar que el sujeto oracional (que comenzase la guerra) rechaza la construcción transitiva 
con OD. 
 
(53) Al viejo le agrada que ella no bisbisee oraciones (Vázquez Rozas, 2005: 9). 
 
(54) a. Le sorprendió mucho el comienzo de la Guerra. 
b. El comienzo de la guerra la sorprendió en París. (Vázquez Rozas, 2005: 9). 
 
(55) a. Le sorprendió mucho que comenzase la Guerra 
b. *Que comenzase la guerra la sorprendió en París (Vázquez Rozas, 2005: 9). 
 
2.4.2 Aspecto verbal 
 
Como se sabe, el aspecto verbal es una categoría compleja que hoy en día se encuentra 
dividida entre aspecto ‘léxico’ y aspecto ‘gramatical’. El primero hace referencia a la 
constitución interna de los eventos designados por los verbos. En este caso, los rasgos 
pertinentes para la clasificación tienen que ver con que se trate de una situación ‘dinámica’ o 
‘estativa’, con la presencia o ausencia de un término inherente (evento ‘télico’ o ‘atélico’) y 
con la oposición entre sucesos ‘puntuales’ y procesos o estados ‘durativos’ (Morimoto, 1998). 
	 32	
El aspecto gramatical, por su parte, se relaciona con la manera en que el hablante 
visualiza el desarrollo del evento en el tiempo. Aquí, el contraste fundamental gira en torno a 
las nociones de ‘perfectividad’ e ‘imperfectividad’. En la visión perfectiva, el evento se 
presenta como un todo, delimitado y acabado; desde un punto de vista imperfectivo, en 
cambio, lo que está en foco es una parte interna de la situación, una fase en proceso, sin 
principio ni fin. En español, el tiempo verbal más representativo del aspecto perfectivo es el 
pretérito perfecto, mientras que el aspecto imperfectivo está representado por las formas de 
presente y pretérito imperfecto o copretérito (García Fernández, 1998). 
Vale la pena observar, sin embargo, que en los estudios sobre verbos ocurre con 
frecuencia que los dos tipos de aspecto se mezclen. Esto se debe a que desde el momento en 
que un verbo es introducido en una oración, su aspecto léxico empieza a interactuar con el 
aspecto gramatical de su morfología. De este modo, encontramos referenciasa la ‘telicidad’ 
del evento, cuando lo que realmente está en juego es la ‘perfectividad’ de su forma de 
expresión (préterito perfecto), o se habla de un evento ‘no puntual’ cuando está contemplado 
de modo ‘imperfectivo’ (copretérito, por ejemplo). 
Ahora bien, en la Hipótesis de la Transitividad de Hopper y Thompson (1980) hay dos 
factores relacionados con el aspecto del predicado: telicidad y puntualidad. Para estos autores, 
una oración prototípicamente transitiva debe ser télica (con un final delimitado) y puntual; en 
cambio, un evento atélico y no puntual será intransitivo. 
Este factor también ha sido ampliamente estudiado y los autores confirman lo dicho por 
Hopper y Thompson. Viola Miglio et al. (2013) relaciona el factor tiempo y el género textual 
al que pertenecen sus datos, y concluye que los tiempos atélicos (es decir, imperfectivos) 
tienden a preferir experimentantes dativos en la literatura, en las noticias y en la oralidad. 
	 33	
Por otro lado, Victoria Vázquez Rozas (2006) señala que las oraciones con un OD 
tienden a denotar eventos télicos y dinámicos (56), mientras que las que tienen un OI se 
asocian a estados y eventos atélicos (57). 
 
 (56) Los rugidos del león atrajeron al cazador, quien, sacándolo del fondo del 
foso, lo metió en una gran jaula y se lo llevó (Vázquez Rozas, 2006: 24). 
 
 (57) El libro estaba encuadernado en piel y tenía el canto dorado, pero a ella no 
le atraía (Vázquez Rozas, 2006: 24). 
 
La autora indica que esto se debe a que una actividad implica dinamismo y control por 
parte del sujeto, lo que resulta en un evento télico culminado. En cambio, una oración con 
dativo no implica dinamismo ni control ni límites, ya que no produce un resultado (Vázquez 
Rozas, 2006: 25). Vázquez Rozas también retoma lo dicho por Dowty (1991) respecto a los 
verbos emocionales: los predicados con SUJ-estímulo, como los causativos emocionales, se 
pueden considerar incoativos porque el experimentante sufre un cambio de estado y se parece 
a un paciente; por el contrario, verbos como gustar tienen una lectura estativa que no permite 
que el experimentante se vea como paciente. Por ello, el caso acusativo suele acompañar un 
evento incoativo y el dativo un evento estativo (Vázquez Rozas, 2009: 25). 
Una autora que ha estudiado mucho la relación entre el aspecto y la variación es Ángela 
Di Tullio (1995, 1996, 2004). En términos generales, esta autora argumenta que la 
codificación del experimentante en acusativo está ligada a una lectura incoativa (dinámica, 
télica, puntual) en la que hay una afección del objeto y una acción del agente. En cambio, el 
dativo corresponde a una lectura estativa, que no afecta al experimentante y se ve más como 
una caracterización de éste; la oración evoca un estado que deriva de una sucesión sin límites 
de eventos emotivos (Di Tullio, 2004: 35). 
	 34	
Para demostrar lo anterior, Di Tullio (1995: 258) aplica ciertas pruebas a algunos pares 
de oraciones en los que se ve que el acusativo sugiere un evento dinámico y con control, 
mientras que el dativo no implica ninguna de estas características, por lo que las 
construcciones con OI constituyen predicaciones estativas. Estas últimas no admiten el 
imperativo, como se ve en (58): 
 
(58) a. No la molestes a María. 
b. *No le molestes a María (Di Tullio, 1995: 258). 
 
Los estados también resultan agramaticales en construcciones progresivas: 
 
(59) a. Juan la está molestando con sus insinuaciones. 
b. *Juan le está molestando (Di Tullio, 1995: 258). 
 
Otra prueba involucra las oraciones pseudohendidas construidas con el verbo hacer, que 
son posibles con un experimentante acusativo, pero no con un dativo: 
 
(60) a. Lo que Juan hace es molestar a María. 
b. *Lo que Juan hace es molestarle (Di Tullio, 1995: 258). 
 
Finalmente, Di Tullio (1995) observa que la interpretación de una oración en tiempo 
presente con OD es diferente a la de una con OI. En el ejemplo de (61a), con acusativo, el 
presente indica habitualidad, mientras que en (61b), el presente se asocia con una lectura 
genérica: 
 
(61) a. Juan la molesta con sus insinuaciones. 
b. Le molestan las insinuaciones de Juan (Di Tullio, 1995: 258). 
	 35	
Por último, Chantal Melis (1997) divide las predicaciones en tres tipos: ‘eventos’, que 
focalizan un cambio puntual en el estado anímico del experimentante; ‘procesos’, que 
expresan una experiencia durativa; y ‘estados’, que se refieren a una disposición permanente 
del experimentante (Melis, 1997: 401). Un rasgo que diferencia a los procesos y a los estados 
es que los primeros tienen un estímulo referencial, existente en el mundo, y “aluden a 
interacciones reales entre el estímulo y el experimentante, fijadas en el tiempo y espacio, 
mientras que los ‘estados’ establecen relaciones que no están vinculadas a ocurrencias de 
cambio interno” (Melis, 1997: 404). 
Tras analizar los datos, Melis muestra en sus resultados que la construcción transitiva se 
prefiere más con eventos (76.5% lo / 23.4% le); con los procesos no hay una diferencia tan 
marcada (55.2% lo / 44.7% le) y con los estados la preferencia por la construcción intransitiva 
es evidente (25% lo / 75% le). Esto se debe a que los eventos son puntuales, delimitados y 
evidencian más la causatividad del estímulo. En cambio, cuanto más nos acercamos a los 
eventos no puntuales en los procesos y los estados, más se prefiere la construcción con OI- 
experimentante. 
 
2.4.3 Orden 
 
El último factor del que hablaremos es de carácter pragmático y tiene que ver con el orden de 
los constituyentes en la oración. Se sabe que en lenguas como el español, la posición inicial 
está asociada con un alto nivel de prominencia y, por ello, tiende a reservarse para las 
entidades que funcionan como tópico, entendido como la entidad de la que se habla o acerca 
de la que se predica. 
Aquí es importante tener en mente que en el esquema transitivo con experimentante-OD, 
el estímulo-SUJ tiende a ocupar la posición inicial (62), mientras que en el esquema 
	 36	
intransitivo con experimentante-OI, la entidad que suele aparecer en primera posición es el 
experimentante, y el estímulo normalmente se relega a la posición posverbal, como en (63): 
 
(62) el tema racial evidentemente perturbaba a Kennedy (Melis, 1999: 50). 
 
(63) le desesperaba el tránsito de la ciudad de México (Melis, 1999: 50). 
 
Desde esta perspectiva, lo que puede esperarse es que un estímulo prominente en el 
discurso (tópico) muestre mayor propensión a atraer la construcción transitiva, donde 
aparecerá en posición inicial. En cambio, un estímulo menos o poco prominente (entidad 
nueva, referente indefinido o genérico, etcétera) tenderá a motivar la construcción intransitiva 
con dativo, donde el experimentante será la entidad destacada que ocupe la posición inicial. 
En el artículo “Variación sintáctica con los verbos de emoción” (Melis, 1999), efectivamente, 
se demuestra que estas expectativas se cumplen en un análisis de corpus. 
 
En conclusión, las categorías que retomaremos de los estudios mencionados para analizar 
nuestro corpus serán las siguientes: 
 
1) Animacidad del ‘estímulo’: Según lo que hemos visto, el OD es la función 
gramatical que refiere a las entidades afectadas por un SUJ-agente, mientras que el 
OI alude a un participante más activo dentro del evento. De esta manera, 
esperaremos que cuando el estímulo-SUJ sea una entidad inanimada (‘cosa’ o 
‘situación’) aparezcan más experimentantes codificados como OI. 
 
2) Sujeto oracional: Respecto a la forma del sujeto, se suele diferenciar entre sujeto 
nominal, relacionado con las ‘cosas’, y sujeto oracional, ligado a las ‘situaciones’. 
	 37	
Éstas ocupan el lugar más bajo en la Jerarquía de Participantes, por lo que 
esperamos que los sujetos oracionales aparezcan en mayor medida con un dativo. 
 
3) Aspecto verbal: Aquí recordemos que para Hopper y Thompson

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