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Universidad Nacional Autónoma de México Facultad de Filosofía y Letras LA ALTERNANCIA ENTRE OBJETO DIRECTO Y OBJETO INDIRECTO CON VERBOS EMOCIONALES EN ESPAÑOL Tesis Que para obtener el título de: Licenciada en lengua y literaturas hispánicas Presenta Vania Guzmán Bonilla Asesora: Chantal Melis Van Eerdewegh Ciudad Universitaria, Cd. Mx., 2017 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. A mis padres, porque éste es el fruto de tantos años de trabajo juntos ii AGRADECIMIENTOS Agradezco a mis padres, por todo el amor y apoyo que me han brindado, por guiarme con sabiduría, por permitirme ser quien soy, por darme todo lo que necesito y más, por ofrecerme las mejores oportunidades en la vida, porque me dejaron ir cuando fue necesario y porque de ellos aprendí a ser la mejor versión de mí misma. A Mariana, porque, aún sin palabras, siempre me ha apoyado y ha creído en mí. A mis abuelos —Amelia, Elsa, Rodolfo y Diego—, porque siempre son los primeros en interesarse por mí y porque siempre han estado en la primera fila de los grandes acontecimientos. A toda mi familia por ser el mejor grupo de apoyo que tengo. A Rubén, por las charlas interminables, las tardes de café, los recorridos gastronómicos, por haber creado tantos bellos recuerdos juntos, por aguantar mi estrés y por compartir mi amor por la lingüística. A Carina, porque siempre ha estado a mi lado en las buenas y en las malas, porque siempre ha estado dispuesta a escucharme, por las historias nocturnas, por todas las risas y por todos los momentos que hemos pasado juntas. A mi querida Wendy, por dejarme ser siempre la primera en escuchar sus historias, por alegrarme con su inconfundible risa, por las charlas eternas y por dejarme pasar tantas tardes a su lado. A Luis, porque siempre podemos hablar de las cosas importantes de la televisión y el cine, por escucharme y porque, de una u otra manera, siempre me recuerda que puedo lograr lo que quiera. A Fernanda, por haberme regalado la amistad más duradera que tengo, por las tardes de películas, los viajes fantásticos, los incontables momentos juntas y porque, a pesar de la distancia, sé que siempre estará ahí cuando la necesite. A Iridian, por ser mi mejor confidente y mi mayor fuente de información, por las tardes de charlas y risas en su casa y por ser tremendamente honesta. A iii Diana, porque siempre me puede sacar una sonrisa, por los desayunos que compartimos y, simplemente, por ser una gran amiga. A todas las personas grandiosas que conocí en la facultad, por haber pasado muchas tardes de charlas y risas, por regalarme tantos bellos recuerdos: Pedro, Jonathan Rueda, Pez, Ximena, Jonathan Rosas, Manuel, Gaby, Mayra, Andrea, María Fernanda, Noé, Alberto… Finalmente, a la doctora Chantal Melis, por acompañarme en este proceso, por compartir su conocimiento conmigo y por haberme enseñado tanto. A Fernanda Fernández, Axel Hernández, Diego Rodríguez y Bertha Lecumberri por su atenta lectura y sus comentarios. iv ÍNDICE INTRODUCCIÓN ................................................................................................................... vii CAPÍTULO I. LA TRANSITIVIDAD .................................................................................... 1 1.1 Introducción .................................................................................................................... 1 1.2 Definición de transitividad .............................................................................................. 1 1.3 Funciones semánticas ..................................................................................................... 5 1.4 Esquemas prototípicos y no prototípicos ........................................................................ 8 1.5 Verbos que rigen OI ......................................................................................................... 10 1.5.1 Verbos de incumbencia ..................................................................................... 10 1.5.2 Verbos de adecuación ....................................................................................... 11 1.5.3 Verbos de afección psíquica ............................................................................. 11 1.6 Objeto directo frente a objeto indirecto .......................................................................... 11 CAPÍTULO II. LOS VERBOS EMOCIONALES .................................................................. 14 2.1 Introducción .................................................................................................................... 14 2.2 Los verbos emocionales .................................................................................................. 14 2.2.1 La clase de amar ............................................................................................... 16 2.2.2 La clase de gustar ............................................................................................. 19 2.2.3 La clase de alegrar ........................................................................................... 21 2.3 La alternancia de OD y OI con los verbos de alegrar ...................................................... 22 2.4 Factores que propician la variación ................................................................................ 23 2.4.1 Animacidad del estímulo .................................................................................. 23 2.4.1.1 Sujetos oracionales ............................................................................. 30 2.4.2 Aspecto verbal .................................................................................................. 31 v 2.4.3 Orden ... . ........................................................................................................... 35 CAPÍTULO III. ANÁLISIS DE DATOS ................................................................................ 38 3.1 Introducción ....... ............................................................................................................ 38 3.2 Elaboración del corpus ................................................................................................... 38 3.3 Parámetros de variación .................................................................................................. 41 3.3.1 Semántica referencial del estímulo ................................................................... 41 3.3.2 Aspecto verbal .................................................................................................. 42 3.3.3 Posición del estímulo en la cadena oracional ................................................... 43 3.3.4 Polaridad ........................................................................................................... 44 3.4 Panorama global ............................................................................................................ 44 3.5 Polaridad ............ ............................................................................................................ 44 3.6 Semántica referencial del estímulo .................................................................................46 3.6.1 Sujetos oracionales ........................................................................................... 50 3.7 Aspecto verbal ... ............................................................................................................ 52 3.7.1 Aspecto verbal con el estímulo ‘cosa’ .............................................................. 55 3.8 Posición del estímulo ...................................................................................................... 56 3.8.1 Posición del estímulo ‘cosa’ ............................................................................. 58 3.9 Rasgos cruzados ............................................................................................................ 59 3.9.1 Semántica referencial y aspecto verbal ............................................................. 60 3.9.2 El comportamiento de las ‘cosas’ ..................................................................... 62 CONCLUSIONES ...... ............................................................................................................ 68 BIBLIOGRAFÍA ......... ............................................................................................................ 74 vi ÍNDICE DE TABLAS Tabla 1: Valencias y esquemas típicos ..................................................................................... 3 Tabla 2: Distribución global de la variación ............................................................................ 44 Tabla 3: Variación según el parámetro de la polaridad ............................................................ 45 Tabla 4: Influencia de la polaridad con los cuatro verbos ........................................................ 46 Tabla 5: Variación según la semántica referencial del estímulo .............................................. 50 Tabla 6: Distribución con ‘situaciones’ pronominales y oracionales ...................................... 52 Tabla 7: Variación según el aspecto verbal .............................................................................. 55 Tabla 8: El aspecto verbal con el estímulo ‘cosa’ .................................................................... 56 Tabla 9: Variación según la posición del estímulo .................................................................. 58 Tabla 10: Alternancia en función de la posición del estímulo ‘cosa’ ...................................... 59 Tabla 11: Transitividad regular con el estímulo ‘persona’ en una oración perfectiva ............. 61 Tabla 12: Predominancia del OI en oraciones con estímulo oracional y aspecto imperfectivo ............................................................................................................ 62 Tabla 13: Claras tendencias en el área de las ‘cosas’ ............................................................... 64 vii INTRODUCCIÓN En esta tesis nos enfocaremos en estudiar algunos verbos emocionales del español. Este tipo de predicados denotan un estado emocional y se caracterizan sintácticamente por tener dos participantes: el ser animado, típicamente humano, que percibe la emoción y recibe la función semántica de ‘experimentante’, por un lado, y por el otro, la entidad en relación con la cual el experimentante siente la emoción, que puede ser una persona, una cosa o un evento y que en este trabajo, siguiendo a algunos autores (por ejemplo, Dowty 1991), llamaremos el ‘estímulo’. Algunos verbos emocionales son amar, temer, gustar, agradar, apenar, irritar, odiar, entre otros. Nos interesa en particular el grupo de verbos conocidos como “causativos emocionales” (Cano Aguilar, 1987) o verbos de la clase de alegrar. Este grupo engloba un gran número de predicados como aburrir, angustiar, atemorizar, complacer, desanimar, distraer, entusiasmar, fascinar, incomodar, irritar, ofender, satisfacer, etcétera. En su uso básico, los causativos emocionales se comportan como verbos transitivos, que asignan la función gramatical de sujeto al estímulo y codifican al experimentante como objeto directo. Desde la perspectiva de estos verbos, el estímulo se presenta como la entidad que ‘causa’ que el experimentante sufra un cambio de estado interno. En (i) ilustramos el comportamiento de estos verbos, ofreciendo ejemplos con un estímulo referido a una persona (María en (ia)), otro que designa una cosa (cerámica en (ib)), y uno que remite a un evento expresado bajo la forma de una oración (lo que pasaba en la pantalla en (ic)): viii (i) a. Volvía a Belén, se situaba entre los animales del pesebre para estar al lado del Niño. ¿Y ella? ¿María? La extraña María lo inquietaba. No acababa de comprenderla (Gamboa, Santiago, Páginas de vuelta, Colombia, 1998, CREA). b. Tomaba el auto y daba unas vueltas, se decía que iba a empezar a estudiar algo, la cerámica la había aburrido, y que no volvería a lo de Alcirita, pero volvía inevitablemente tres días después (Canto, Estela, Ronda nocturna, Argentina, 1980, CREA). c. La vi dar un tirón al sacar el alfiler de entre mi carne y ya vengada volverse tan tranquila (mejor dicho, seguir en el mismo sitio en que estaba porque no se había alterado; no se movió para clavarme el alfiler, tal vez un imperdible), sonriendo siempre, como si la divirtiera lo que pasaba en la pantalla, que eran las angustias de Ella Raines (Cabrera Infante, Guillermo, La Habana para un infante difunto, Cuba, 1986, CREA). Ahora bien, la propiedad que ha llamado la atención de los estudiosos en el caso de los causativos emocionales del español radica en que son verbos que, con mucha facilidad, alternan entre la codificación directa (OD) e indirecta (OI) del experimentante. Esta alternancia no sólo se aprecia en el español peninsular, que tiende a ser leísta, sino que también existe en el español americano. Sirvan de ilustración los ejemplos de (ii), donde el experimentante aparece como objeto indirecto: ix (ii) a. Ludo se felicitó de no haber salido esa noche, pues al poco rato llegó su cuñado Genaro. Genaro le divertía, o más bien le asombraba. Era un prodigio de vitalidad (Ribeyro, Julio Ramón, Los geniecillos dominicales, Perú, 1983, CREA). b. Pero, claro, era que el tipo andaba tan metido en su itinerario de diecisiete años que ni cuenta se había dado de las palabras de Natalia, o sea que en absoluto tuvo que disculparse ella, tampoco, por haberlo interrumpido, por sus celos, por sus apreciaciones, por nada, y más bien le alegró la inmensa confianza que Carlitos estaba depositando en ella (Bryce Echenique, Alfredo, El huerto de mi amada, Perú, 2002, CREA). c. - ¡Pónsica, abre la puerta!... -dijo. Al principio, neciamente, le inquietó que ella no le respondiera. "Por Zeus, aún estoy dormido: Pónsica no puede hablar" (Somoza, José Carlos, La caverna de las ideas, Cuba, 2000, CREA). Debido al fenómeno de alternancia que exhiben, estos predicados han sido estudiados ampliamente por autores como Astrid Huygens (2007), Viola Miglio et al. (2013), Violeta Vázquez Rozas (2006), Stanley Whitley (1995), entre otros. En dichos estudios, los autores se preocupan por identificar los factores que motivan la alternancia. Entre los criterios discutidos, encontramos la (in)animacidad del sujeto estímulo. Al parecer, según sugieren los autores, el hecho de que el estímulo se refiera a una persona aumenta la probabilidad del comportamiento transitivo (experimentante-OD) de los causativos emocionales, frente a los estímulos de carácter x inanimado que provocan la intransitivización del predicado (experimentante-OI) con mayor frecuencia. También se menciona el aspecto de la predicación como fuerza motivadora de la alternancia. En este caso, se observa que el aspecto perfectivo, con su conceptualización del evento emocional como un todo realizadoy acabado, favorece la marcación directa (OD) del experimentante, en contraste con el aspecto imperfectivo, más propenso a disparar la presencia de un experimentante dativo (OI). Se sugiere, además, que la posición del estímulo en la cadena oracional incide en el fenómeno de variación entre transitividad e intransitividad. De acuerdo con este criterio, un estímulo colocado en la posición preverbal se asocia con rasgos de tópico, los cuales le confieren cierto grado de prominencia discursiva, y dicha prominencia ayuda a que los causativos emocionales conserven su esquema transitivo básico, a diferencia de los casos en que el estímulo aparece en la posición posverbal y, en ese sentido, no se comporta como el típico sujeto de un verbo transitivo. Como puede verse, los tres factores mencionados interactúan de modo estrecho con el continuum de transitividad propuesto por Hopper y Thompson (1980). En esta propuesta, las oraciones que describen una acción acabada (aspecto perfectivo) que efectuó un sujeto-tópico, humano y prominente, sobre otra entidad, concebida como paciente afectado, son más ‘transitivas’ que aquellas en las que las características de la predicación y sus participantes se desvían del prototipo. Al mismo tiempo, los ejemplos que presentamos en (i) y (ii) dejaron claro que los factores identificados por los autores no funcionan de modo absoluto en el uso. El rasgo [+ humano] del estímulo no impide que de vez en cuando éste se combine con un experimentante-OI (iia); el xi aspecto perfectivo no garantiza la conservación del esquema transitivo (iib, iic); y la posición posverbal del estímulo es compatible con la presencia de un experimentante acusativo (ic). En este trabajo, nos proponemos ahondar en el fenómeno de alternancia asociado con los causativos emocionales del español, mediante un estudio sistemático y pormenorizado del comportamiento de cuatro verbos y su uso en los dialectos no leístas del continente americano. De este modo, nuestro estudio se aparta de otros estudios antecedentes en los siguientes aspectos: 1) está basado en un corpus de datos de uso; 2) deja fuera el dialecto peninsular más inclinado hacia la intransitivización de los verbos emocionales (construcción con OI); y 3) profundiza en el comportamiento de unas cuantas unidades verbales con la idea de esto pueda revelar pautas de formalización con mayor claridad que cuando se analizan muchos verbos distintos. La hipótesis era que un estudio de esta naturaleza nos permitiría evaluar mejor la pertinencia de los criterios de variación mencionados en la bibliografía. Para los fines de nuestro estudio, elegimos los verbos aburrir, alegrar, divertir e inquietar y elaboramos un corpus conformado por oraciones construidas con estos cuatro verbos. Los ejemplos pertenecen al español americano y se obtuvieron del Corpus de Referencia del Español Actual (CREA) y del Corpus del Español del Siglo XXI (CORPES). Recolectamos más de 100 oraciones con cada verbo para tener un total de 500 ejemplos en nuestro corpus. En todas las oraciones aparece un experimentante de tercera persona formalizado como pronombre clítico de acusativo, lo(s)/las(s), o dativo, le(s). Descartamos los usos de primera y segunda persona (me, te, nos, etc.), ya que, como es sabido, estos pronombres tienen la misma forma en ambas funciones (OD y OI). Cabe mencionar que para elegir los predicados con los que trabajamos nos fijamos en que tuvieran cierta frecuencia en el uso para ser estudiados y en que presentaran una variación clara entre OD y OI. Además, por razones que explicaremos en su momento, seleccionamos verbos que xii contrastaran en cuanto a polaridad, es decir, dos verbos de emoción positiva (alegrar, divertir) y dos de emoción negativa (aburrir, inquietar). Con base en los datos de nuestro corpus, realizamos un análisis detallado de la variación entre experimentante-OD y experimentante-OI, enfocándonos en cuatro factores: la semántica referencial del estímulo (+/- animado), el aspecto de la predicación (perfectivo/imperfectivo), la posición del estímulo en la cadena oracional (preverbal/posverbal) y la polaridad del predicado (positiva/negativa). Adelantando los resultados de nuestro análisis, podemos decir que el hallazgo más llamativo e interesante consiste en haber descubierto que la variación en estudio resulta ser menos arbitraria de lo que parecen sugerir los ejemplos ilustrados en (1) y (2). Veremos, en efecto, que las elecciones por parte de los hablantes obedecen a tendencias muy claras que están controladas por los cuatro factores que mencionamos. Esta tesis se compone de tres capítulos. En el primero, abordamos el tema de la transitividad, concepto básico para estudiar la variación entre OD y OI. En este mismo capítulo, también introducimos algunas funciones semánticas y su relación con las funciones gramaticales. Por último, hablamos de la diferencia entre configurar un participante como acusativo o como dativo. En el segundo capítulo describimos detalladamente el tipo de predicados que analizamos, enfocándonos en su comportamiento semántico y sintáctico. Aquí, también revisamos y resumimos distintos trabajos que tratan la variación entre OD y OI. A partir de esta revisión bibliográfica, fue que determinamos los factores con los que analizamos nuestro corpus. En el capítulo final mostramos los resultados de nuestro análisis. Primero, discutimos los datos de alternancia arrojados por el estudio individual de cada factor. Y, después, realizamos xiii algunos cruces de rasgos para observar el comportamiento de los verbos cuando convergen en una misma oración dos criterios favorables a la transitividad o, por el contrario, dos propiedades que tienden a disparar la intransitivización de los causativos emocionales. 1 CAPÍTULO I LA TRANSITIVIDAD 1.1 INTRODUCCIÓN En este capítulo trataremos el concepto de transitividad, esencial para el estudio de la variación que analizaremos en esta tesis. De igual manera, presentaremos algunas funciones sintácticas que continuarán apareciendo a lo largo del trabajo. Por último, hablaremos sobre esquemas sintácticos prototípicos y no prototípicos, también para entender lo que ocurre con la variación que analizaremos. 1.2 DEFINICIÓN DE TRANSITIVIDAD Uno de los conceptos más utilizados en lingüística y, a la vez, con un significado controversial es el de transitividad. Muchas veces se nos ha dicho que un verbo es transitivo cuando designa una acción realizada por un ‘agente’ (sujeto) que pasa o afecta a una entidad codificada como objeto directo. Sin embargo, esta definición de libro de texto ha sido muy criticada por los lingüistas debido a su imprecisión y a que, aunque se ampliara, no abarcaría las construcciones transitivas no prototípicas. Existen otras definiciones para el término pero, podemos decir que, en general, se distingue entre transitividad semántica y transitividad sintáctica (García-Miguel 1995): a) Desde una perspectiva semántica de la lengua, un verbo transitivo denota un evento que requiere dos participantes. Uno tiene la función de sujeto y el otro puede aparecer codificado de distintas maneras. En español, como se verá más 2 adelante, el segundo participante se formaliza como objeto directo (OD), objeto indirecto (OI) o como objeto preposicional (OP). A este tipo de verbos se les denomina “bivalentes”. b) En una visión más sintáctica de la lengua, un verbo transitivo es el que tiene el esquema sujeto-verbo-objeto directo (S-V-OD). El concepto de transitividad semántica sigue las propuestas de la teoría de valencias, planteada por el francés Lucien Tesnière en su libro Éléments de syntaxe structurale (1959). Dicha teoría plantea dos conceptos básicos: actante y circunstante. El primero corresponde a los argumentos que el verbo necesita o rigepara ‘completar’ su significado; estos elementos pueden tomar la forma de SUJ, OD, OI o de OP. En cambio, los circunstantes o complementos marginales son elementos que el verbo no requiere semánticamente. En la gramática tradicional se les llama complementos circunstanciales y pueden aparecer de diversas maneras, como frase nominal en (1a), frase preposicional en (1b) o como un adverbio en (1c). (1) a. La semana pasada estuvimos en un campamento. b. Ana hará una fiesta en el jardín. c. Lo hizo allí/así/entonces. Ahora bien, con base en el concepto de argumentos regidos y no regidos, los verbos en español se pueden dividir en cuatro grupos, como se observa en la Tabla 1: 3 Valencia Esquema típico 0 V 1 (Monovalente) SUJ-V 2 (Bivalente) SUJ-V-OD SUJ-V-OI SUJ-V-OP 3 (Trivalente) SUJ-V-OD-OI SUJ-V-OD-OP SUJ-V-OI-OP Tabla 1: Valencias y esquemas típicos Algunos ejemplos de estas construcciones son los que aparecen abajo. En (2a), tenemos un verbo de valencia 0, en (2b) hay un verbo monovalente, en (2c) uno bivalente y en (2d) un verbo trivalente: (2) a. Llovió mucho. b. Mario corre muy rápido. c. Paola rompió la taza. d. Pedro le dio chocolates a Vanesa. Existen diferentes posibilidades para construir un verbo bivalente o uno trivalente. Sin embargo, es cierto que, en español, existen esquemas típicos para cada clase de verbos. Para los predicados de un argumento, el prototipo es <SUJ-V> como en (2b), para verbos bivalentes es <SUJ-V-OD> como (2c), y para los verbos de tres actantes es <SUJ-V-OD-OI> como se ve en (2d). 4 Los esquemas no prototípicos para predicados que rigen dos argumentos son <SUJ-V- OI> y <SUJ-V-OP>, como se aprecia en (3). Para los verbos trivalentes, los esquemas marcados serán <SUJ-V-OD-OP> y <SUJ-V-OI-OP>, como en los ejemplos de (4). (3) a. El premio le tocó a María. b. María disfrutó del premio. (4) a. Paco puso el vaso en la mesa. b. María nos habló de sus proyectos. Siguiendo esta postura semántica de la lengua, nos encontramos con que el OP puede aparecer como un argumento regido semánticamente por el verbo, es decir, es un actante. Sin embargo, desde el punto de vista sintáctico, el OP se caracteriza por tener un comportamiento ligeramente distinto frente a los demás actantes. En efecto, García-Miguel (1995) propone que las funciones centrales del español son el SUJ, OD y OI, mientras que el OP se identifica como función no-central. Las primeras se consideran funciones centrales por ser las que están más relacionadas con el verbo, tanto que las podemos encontrar integradas en él mediante morfemas de número y persona (5a) o a través de clíticos pronominales de acusativo (5b) o de dativo (5c) (García-Miguel, 1995: 37). Así, la mejor prueba para identificar funciones centrales es mediante la referencia cruzada en los verbos. (5) a. Juan saltó. b. El pastel lo comió Luis. c. Daniel le regaló flores a Ximena. En (5a), la morfología del verbo en tercera persona del singular, saltó, hace referencia al sujeto, Juan. En (5b) vemos que el clítico lo, masculino singular, hace referencia al OD, el 5 pastel. Finalmente, en el ejemplo (5c) el clítico le es correferencial con el OI, María. La prueba de referencias cruzadas no puede realizarse con el OP, puesto que no se puede sustituir por un pronombre clítico (6c). (6) a. Confío en mi vecina. b. Confío en ella. c. *Le/la confío. Como se muestra en (6c), los clíticos le y la no pueden hacer referencia a mi vecina. Es necesario sustituir esta frase nominal por un pronombre tónico, ella, acompañado por la preposición que le corresponde (en), como en (6b). 1.3 FUNCIONES SEMÁNTICAS Ahora bien, cabe mencionar que los argumentos de una oración no sólo desempeñan una función gramatical en ella, sino que también se caracterizan por tener una función semántica. A cada componente sintáctico se le asigna un rol semántico, según el papel que juegue en la predicación. Típicamente, las oraciones transitivas asignan los roles de ‘agente’ y ‘paciente’ al SUJ y al OD respectivamente. De esta manera, en una oración como la de (7), Marco es el sujeto-agente y la ventana el OD-paciente: (7) Marco rompió la ventana. En el ejemplo anterior, nos encontramos con un agente y un paciente prototípicos puesto que tienen las siguientes características: 6 ‘Agente’ ‘Paciente’ +origen -origen +animado -animado +volitivo -volitivo Además de tener las características mencionadas arriba, el paciente debe verse afectado por la acción que el agente realiza sobre él. De esta manera, obtenemos una oración transitiva como Hopper y Thomson (1980: 251) la definen: “Transitivity is traditionally understood as a global property of an entire clause, such that activity is ‘carried-over’ or ‘transfered’ from an agent to a patient”. Cabe decir que el agente, típicamente, estará en la función sintáctica de sujeto y el paciente en la de OD. Sin embargo, no existe una correspondencia necesaria entre el papel semántico y la función. Es decir, habrá casos en los que la semántica del verbo nos lleve a asignar la función de paciente a la entidad que ocupa la posición de SUJ como en (8): (8) El perro murió. Otro caso en el que la correspondencia típica de funciones y papeles se ve alterada es en las oraciones pasivas. En ellas, el OD-paciente de una construcción en voz activa pasa a ser el sujeto-paciente cuando la predicación se pasiviza y el sujeto toma la forma de un complemento agente, como vemos en (9): (9) a. Los alumnos cerraron la facultad como protesta (voz activa). b. La facultad fue cerrada por los alumnos como protesta (voz pasiva). 7 Ahora bien, hay otras funciones semánticas, además de agente y paciente. Podemos encontrar oraciones en las que el sujeto tenga el papel de ‘fuerza’ (10a) o ‘instrumento’ (10b); estos roles se diferencian del agente en que se identifican como [-animados, -volitivos], son similares porque también afectan a un paciente. (10) a. El viento abrió la puerta. b. El cuchillo corta bien el pan. También hay oraciones en las que, en lugar de un paciente, aparece un ‘tema’. La función semántica de tema se atribuye a las entidades de las cuales se predica la locación o el desplazamiento en el espacio. En comparación con los pacientes, un elemento definido como tema se ve menos afectado por la acción verbal. En (11), a la frase la pelota le corresponde el papel de tema: (11) Juan rodó la pelota. Otras funciones semánticas, que resultan de gran importancia en este trabajo, son las de ‘experimentante’ y ‘estímulo’. Estos roles suelen aparecer en oraciones cuyo predicado es un verbo de sentido ‘mental’ como oír, pensar, amar, gustar, etcétera (se hablará más de estos verbos en el siguiente capítulo). En el ejemplo de (12a), Ana es quien siente amor, por lo que le corresponde el papel de experimentante. Por otra parte, la playa es la entidad que produce el amor en Ana, por esto, es el estímulo. En cambio en (12b), Ana siente tristeza, lo que la vuelve experimentante, y Los días lluviosos provocan esa emoción en Ana y son el estímulo. (12) a. Ana ama la playa. b. Los días lluviosos entristecen a Ana. 8 Con los ejemplos de (12), nos damos cuenta de que funciones sintácticas y semánticas no tienen que coincidir, pues en (12a) el experimentante es sujeto y en (12b) es OD, y los estímulos también tienen una función sintáctica diferente en ambas oraciones. 1.4 ESQUEMAS PROTOTÍPICOS Y ESQUEMAS NO PROTOTÍPICOS Anteriormente, ya mencionamos que hay una diferencia entre esquemas prototípicos y marcados. Como vimos, los verbos bivalentes en español suelen seguir el esquema SUJ-V-OD. También es más típico que el agente tenga la forma de sujeto y el pacientela de OD. Además, este último es la función prototípica del segundo argumento de una oración como la que vimos en (2c), repetida aquí como (13): (13) Paola rompió la taza. Éste es un claro ejemplo de una oración transitiva con dos argumentos. Sin embargo, en español, podemos encontrar dos ‘desviaciones’ con respecto al esquema prototípico de los verbos bivalentes. La primera aparece con los llamados verbos de régimen preposicional, los cuales siguen el esquema SUJ-V-OP. El segundo argumento regido de estas construcciones está introducido por una preposición que tiende a ser fija por estar ya muy vaciada de contenido semántico. En la gramática de Alarcos Llorach (1999), se denomina a esta frase preposicional como suplemento. Algunos ejemplos de verbos de régimen preposicional son los que aparecen en (14): (14) a. En ocasiones, Fátima carece de sentido común. b. Todos aspiramos a cosas mejores. c. Siempre hemos confiado en ella. 9 d. Esos zapatos combinarían con tu vestido azul. Aquí cabe mencionar que hay verbos bitransitivos (trivalentes) que también se construyen con un argumento introducido por una preposición. Como vimos anteriormente, el esquema prototípico de los verbos trivalentes es SUJ-V-OD-OI. Sin embargo, con verbos de movimiento causado (tales como poner, quitar, sacar, llevar, etcétera), el tercer argumento se codifica como un OP, tal como se aprecia en estos ejemplos: (15) a. Paco puso el vaso sobre la mesa. b. Valeria quitó los libros de la cama. c. Daniel llevó comida a la fiesta. En este punto queremos hacer notar que hay una diferencia entre los OP que aparecen con verbos de régimen preposicional y los que suelen seguir a los verbos de movimiento causado. Como se dijo más arriba, los primeros pueden denominarse suplementos porque la preposición que los acompaña está ‘vacía’ de significado y, por ello, es casi imposible que varíe. Como vemos en (16), si cambiamos la preposición, la oración se vuelve agramatical: (16) a. En ocasiones, Fátima carece de sentido común. b. *En ocasiones, Fátima carece por/en sentido común. c. Siempre hemos confiado en ella. d. *Siempre hemos confiado por/con ella. En cambio, con los verbos bitransitivos que rigen un OP, la preposición aún tiene cierto contenido semántico y puede haber variación, como sucede en (17): (17) a. Paco puso el vaso sobre/en/detrás de la mesa. 10 b. Mario llevó a Karla hasta/hacia el parque. Además, estos OP se pueden sustituir por un adverbio (cf. poner algo allí). Por esta razón, García Miguel (1995) considera que las frases preposicionales que acompañan a verbos de movimiento causado son complementos adverbiales. 1.5 VERBOS QUE RIGEN OI Volviendo a los verbos bivalentes que no siguen el esquema prototípico SUJ-V-OD, encontramos verbos que obligatoriamente codifican su segundo argumento como un OI. Gutiérrez Ordóñez (1999) clasificó estos verbos en distintos grupos, según su comportamiento. Aquí sólo se hablará de tres de ellos. 1.5.1 Verbos de incumbencia Estos verbos “asigna[n] al complemento indirecto la responsabilidad, conveniencia… de la propiedad o del objeto inanimado que denota el sujeto” (Gutiérrez Ordóñez, 1999: 1878). En este grupo, se incluyen predicados como incumbir, competer, convenir, corresponder, etcétera. En (18) se citan algunos ejemplos del autor: (18) a. Le esperaba un porvenir radiante en la administración pública. b. A ellos esa disposición no les atañía. c. A él no le competía sancionar a los empleados (Gutiérrez Ordóñez, 1999: 1878). 11 1.5.2 Verbos de adecuación “Son predicados que pretenden mostrar la adecuación entre las necesidades de un ser animado (representado por el complemento indirecto) y una entidad o propiedad inanimada” (Gutiérrez Ordóñez, 1999: 1878). A este grupo pertenecen verbos como bastar y sobrar: (19) a. Me bastó su compañía b. A mi mamá siempre le sobra comida 1.5.3 Verbos de afección psíquica Este grupo será analizado más adelante y con mayor detenimiento: por el momento, señalamos que en él encontramos verbos relacionados con procesos psicológicos tales como gustar, encantar, preocupar, molestar, admirar, etcétera. Algunos ejemplos son los de (20): (20) a. A Marta le preocupan sus hijos (Gutiérrez Ordóñez, 1999: 1880). b. A Pedro le encanta la poesía. 1.6 OBJETO DIRECTO FRENTE A OBJETO INDIRECTO Antes de profundizar en los verbos de afección psíquica que nos interesan particularmente en esta tesis (Capítulo II), es importante tratar la diferencia entre codificar un objeto como OD o como OI. Si partimos de la función semántica prototípica de los OI, nos damos cuenta de que se realiza con verbos bitransitivos de transferencia, del tipo dar y decir, con los cuales la entidad codificada como OI toma el papel de ‘receptor’. Ricardo Maldonado (1999), siguiendo a Langacker (1987), menciona que el OI es un participante activo en el dominio de destino. Así, 12 en una oración como (21), la carta (OD) termina en el dominio de Héctor (OI), a quien consideramos activo porque establece una relación física y mental con el objeto dado, es decir, Héctor debe aceptar la carta para que la acción de dar esté completamente realizada. En palabras de Maldonado (1999: 55), “[l]a representación mental de esta categoría es compleja: constituye simultáneamente la meta concreta o abstracta de la transmisión de un elemento a través de una trayectoria y es también un elemento activo”: (21) Rubén le dio una carta a Héctor. Ese rasgo de actividad o involucramiento en un evento que posee el receptor es la diferencia fundamental que opone al OD y al OI. Como vimos anteriormente, prototípicamente el OD corresponde a un paciente (22a) o un tema (22b) que ‘sufre’ o padece la acción verbal. (22) a. Pedro rompió la taza. b. Juan rodó la pelota. Con esto, podemos ver que el OI tiene una codificación doble y ambigua. Por una parte, al denominarse objeto se acerca a la función de paciente que caracteriza al OD. Sin embargo, también se acerca semánticamente al agente por tener un rasgo activo o de involucramiento en el evento. Debido a esto, el caso dativo formalizado como OI resulta particularmente apropiado para codificar a los individuos que tienen el papel de experimentante, ya que quien experimenta un proceso mental puede verse como ‘afectado’, pero, al mismo tiempo, posee un rasgo de participante ‘activo’, en la medida en que dicho proceso emana de él. Esto último lo aclara Maldonado (1999: 54) como sigue: “El experimentante es activo dado que genera la actividad cognoscitiva necesaria para crear una representación interna del tema o para establecer contacto mental con un objeto perceptual o mental”. 13 Para concluir, en este capítulo definimos la transitividad desde dos perspectivas diferentes, una semántica y otra sintáctica. Para la primera, un verbo transitivo es el que rige dos argumentos sin importar su forma (OD, OI, OP). En cambio, un predicado transitivo en la perspectiva sintáctica de la lengua es el que tiene una configuración SUJ-V-OD, en la que el sujeto es un agente que realiza una acción sobre el OD, que tiene el papel de paciente. De igual manera, presentamos otras funciones semánticas como ‘fuerza’, ‘instrumento’, ‘tema’, además de ‘experimentante’ y ‘estímulo’. Las últimas dos resultan de mayor importancia en esta tesis, ya que aparecen con los verbos emocionales que estudiaremos más adelante (Capítulo II). El experimentante es el participante, normalmente humano, que reacciona ante el estímulo. En este punto, mostramos que experimentante y estímulo se pueden codificar sintácticamente de distintas maneras, y subrayamos que entre las funciones semánticas y las sintácticas no existen correspondencias unívocas.Por último, marcamos la diferencia entre codificar un participante como OD o como OI. El acusativo se refiere a entidades que se ven afectadas o que ‘sufren’ la acción verbal. En cambio, el dativo se concibe como un participante ambiguo, ya que como objeto se ve afectado por un sujeto, pero tiene ciertos rasgos agentivos que lo involucran en el evento. 14 CAPÍTULO II LOS VERBOS EMOCIONALES 2.1 INTRODUCCIÓN En este apartado, trataremos con mayor detenimiento la clase de verbos que nos interesan: los verbos emocionales. Empezaremos por situar los verbos emocionales dentro del campo semántico de la predicación ‘mental’. Mostraremos después que, en español, los verbos emocionales se pueden dividir en tres subclases de acuerdo con su comportamiento sintáctico. Los verbos del tipo de alegrar, también conocidos como ‘causativos emocionales’, son los que en este trabajo nos conciernen de manera particular. Se han estudiado en muchos trabajos porque presentan una llamativa alternancia en la codificación del participante experimentante como OD u OI y, en este capítulo, expondremos algunos de los factores que se han propuesto para dar cuenta de esta variación. 2.2 LOS VERBOS EMOCIONALES Para comenzar, es necesario mencionar que podemos clasificar los verbos del español de manera semántica. Así, encontramos verbos de movimiento (llevar, traer, poner), de comunicación verbal (decir, contar, declarar), de posesión (tener, tomar, perder) y verbos mentales, entre otros (Cano Aguilar, 1987). Estos últimos, los que nos interesan aquí, tienen en común que sus participantes toman los papeles semánticos de ‘experimentante’ y ‘estímulo’. Los verbos mentales describen un proceso interno que se lleva a cabo en un experimentante, entidad animada y típicamente humana, en asociación con un estímulo, representado por la persona, la cosa o el evento que induce el mencionado proceso en el 15 experimentante. A su vez, los verbos mentales pueden clasificarse en tres grupos distintos: verbos de percepción, de cognición y de emoción o psicológicos (Cano Aguilar, 1987; Maldonado, 1999). Los verbos de percepción refieren sensaciones que se notan a través de los sentidos corporales; algunos predicados que pertenecen a este grupo son sentir, oler, ver y oír. En español estos verbos se caracterizan por asignar la función gramatical de sujeto al experimentante, normalmente [+Humano], y la de OD al estímulo, como se ve en los ejemplos de (23): (23) a. He sentido unos pasos en la escalera (Cano Aguilar, 1987: 148). b. Juan está oliendo las flores del jardín (Cano Aguilar, 1987: 149). c. Se divierte (…) bebiendo, oyendo música, charlando (Cano Aguilar, 1987: 150). d. Pues entro a ver a Rosina (Cano Aguilar, 1987: 150). El segundo grupo de predicados mentales está conformado por los verbos de cognición. En este caso, en contraste con el grupo anterior, la percepción que denotan los verbos es de carácter intelectual (Cano Aguilar, 1987). Entre los verbos que pertenecen a este grupo, encontramos saber, conocer, ignorar, entender, recordar y olvidar, entre otros. Por lo general, en español, estos verbos, al igual que los del grupo anterior, se construyen con un sujeto-experimentante con el rasgo [+Humano] y un OD-estímulo, como en los ejemplos de (24): (24) a. No sé nada de la guerra (Cano Aguilar, 1987: 161). b. Ignoraban lo que iba a ocurrir (Cano Aguilar, 1987: 166). c. ¿Entiendes el francés? (Cano Aguilar, 1987: 167). 16 d. He olvidado ya hasta los árboles de mi calle (Cano Aguilar 1987: 169). Típicamente, dada la naturaleza no física del proceso referido, el estímulo que acompaña a los verbos de cognición suele ser una entidad abstracta, aunque puede ocurrir que el objeto designe un referente físico o concreto, sin que por ello el verbo deje de indicar una percepción meramente intelectual (Cano Aguilar, 1987). Finalmente, los verbos emocionales, también conocidos como verbos psicológicos o de sentimiento, indican que una persona (o un ser animado) experimenta un cierto proceso psíquico en relación con algo o alguien (Cano Aguilar, 1987: 66 y 197). La entidad en relación con la cual la persona sufre dicho proceso psíquico es el participante que, en este trabajo, hemos venido designando como estímulo. Este grupo psicológico es muy numeroso y los predicados que pertenecen a él pueden tener distintos comportamientos sintácticos. Por esta razón, los verbos emocionales se han clasificado en tres tipos diferentes según la función sintáctica que tengan el experimentante y el estímulo (Di Tullio, 1996; Maldonado, 1999; Vanhoe, 2001; Whitley, 1995). 2.2.1 La clase de amar Los verbos de esta clase se codifican con un sujeto-experimentante y un OD-estímulo, por lo que las construcciones que forman mantienen una estructura prototípicamente transitiva, es decir, con un esquema S-V-OD. Algunos predicados que pertenecen a este grupo son temer, desear, detestar y querer, entre otros. Semánticamente, estos verbos suelen expresar un estado psicológico más bien duradero, como vemos en (25). De acuerdo con Vanhoe (2001), en este tipo de eventos, los sujetos no tienen control sobre la reacción emocional, pero sí son conscientes de ella. Esta falta de control se hace evidente en que normalmente las oraciones que incluyen un verbo de esta 17 clase no tienen una interpretación activa. Esto se comprueba al obtener oraciones casi agramaticales, como las de (26), cuando la predicación está acompañada por el adverbio deliberadamente. (25) Juan teme el trueno (Vanhoe, 2001: 92). (26) a. ?Juan teme deliberadamente el trueno. b. ?Juan ama deliberadamente a su mujer. c. ?Juan odia deliberadamente a su hermano (Vanhoe, 2001: 92). En oposición a lo que dice Vanhoe respecto al control en estas predicaciones, Sergio Bogard (1993) concluye que los sujetos de los verbos de la clase de amar sí pueden tener algunos rasgos de sujeto agente. Para entender la postura de este autor, debemos tener en mente que en su trabajo se hace una distinción entre el estímulo –llamado ‘fuente’– que se concibe como un ‘objeto’ y el estímulo que expresa una ‘causa’. Cuando la fuente se presenta y codifica como ‘objeto’ (OD u OI), la estructura sintáctica que se proyecta tiene un sentido de percepción emotiva, tal como se aprecia en (27) y (28): (27) María ama/odia/tolera a Juan/las arañas/tu actitud. (28) María le teme a Juan/a las arañas/a tu actitud. En cambio, si la fuente es una ‘causa’, codificada como SUJ, el verbo proyecta un sentido de causación emotiva, como se ve en (29): (29) A María la asusta(n)/conmueve(n)/molesta(n) Juan/las arañas/tu actitud. 18 La diferencia entre percepción emotiva y causación emotiva radica en las interpretaciones que se pueden hacer de las construcciones en las que se encuentran los verbos emocionales. Así, la interpretación de (27) y (28) normalmente sería: (30) María SIENTE amor/odio/tolerancia/temor por Juan/las arañas/tu actitud (Bogard, 1993: 49). Mientras que (29) se interpretaría como: (31) A María le CAUSA(N) susto/conmoción/molestia/agrado/interés Juan/las arañas/tu actitud (Bogard, 1993: 49). Con esto en mente, el autor argumenta que los verbos que denotan percepción emotiva, tales como amar, odiar, temer, “pueden resaltar en condiciones discursivas apropiadas la capacidad inherente pero no necesariamente manifiesta del referente codificado como ‘experimentante’ para graduar su perceptividad, capacidad que se manifiesta en la posibilidad de que el ‘experimentante’ adquiera un rasgo del papel temático de ‘agente’, el de la volicionalidad” (Bogard, 1993: 53). De esta manera, podremos encontrar construcciones con adverbios que implican cierta volición, como las siguientes: (32) a. María ama clandestinamente a Juan. b. Maríaodia cordialmente a Juan. c. María le teme abiertamente a las arañas (Bogard, 1993: 52). Sintácticamente, observamos que los verbos de la clase de amar siempre se construyen con un sujeto [+Humano] o, al menos, [+Animado], que designa al experimentante. El estímulo, codificado como OD, y excepcionalmente como OI (cf. temer), puede ser un 19 sintagma nominal (SN) inanimado o animado. Además, Vanhoe (2001) menciona que algunos de estos verbos pueden aparecer en construcciones absolutas, es decir, sin complemento, o pueden aceptar una oración subordinada como OD (33b). (33) a. Confieso que es terrible dolor querer y no ser querido pero mayor sería amar y ser aborrecido (Vanhoe, 2001: 100). b. [Andrés Manzaneque] temía exponerse a un revolcón que el escritor no deseaba darle (Vanhoe, 2001: 100). 2.2.2 La clase de gustar Este grupo de verbos se caracteriza por codificar el experimentante como un OI y el estímulo como sujeto, en una construcción sintáctica de tipo peculiar ya que el experimentante-OI suele aparecer en posición inicial mientras que el estímulo-SUJ se coloca después del verbo. Obsérvese que el esquema <OI–V–SUJ> no sólo se encuentra con verbos emocionales como gustar (34), agradar, repugnar, doler o placer, sino que también aparece en oraciones formadas con los verbos de ‘incumbencia’ y ‘adecuación’ que discutimos en el Capítulo I. Los predicados emocionales que se comportan como gustar suelen expresar estados emocionales duraderos y tienen un sujeto no agentivo. (34) A Elizabeth le gusta la música rock. Desde la sintaxis, se observa que, con estos verbos, el experimentante [+Humano] siempre se codifica como OI. Aunque Whitley (1995) menciona que el OI puede ser opcional como ocurre en otras construcciones intransitivas (35), nos damos cuenta de que, en realidad, 20 el OI-experimentante está sobreentendido y la interpretación de un ejemplo como (35) es la que aparece en (36): (35) La música rock gusta en todas partes (Whitley, 1995: 574). (36) La música rock gusta [a la gente] en todas partes. Vanhoe (2001) dice que estos verbos aparecen con facilidad en construcciones absolutas en las que el estímulo no se expresa (37). Sin embargo, en ejemplos así, el estímulo se puede recuperar del contexto. Por otra parte, el autor menciona que en la posición de sujeto ocupada por el estímulo, podemos encontrar una FN que designe una cosa (38a) o a una persona (38b); estos verbos también aceptan que el estímulo tome la forma de una oración subordinada sustantiva (39): (37) A mí también me gusta. (38) a. No me gusta la ópera (Vanhoe, 2001: 121). b. Hormazábal muy bien para jugar a squash [sic] pero no le apetece [a Conesal] como compañero de mesa (Vanhoe, 2001: 121). (39) a. La traductora pensó que al premio Nobel le agradaría mantener un pulso y no hizo caso de la risotada que se escapó de los labios ya perennemente húmedos del achispado Sagarraz (Vanhoe, 2001: 121). Es importante destacar que los verbos de la clase de gustar nunca aceptan un experimentante con la forma de OD, pues se obtienen oraciones agramaticales (40): (40) a. A Mariana le (*la) gusta la música clásica. 21 b. El ruido de la calle le (*lo) desagrada a Paco. 2.2.3 La clase de alegrar Este grupo engloba una larga lista de verbos; Victoria Vázquez Rozas (2006: 23) enlista los siguientes: Abrumar, aburrir, admirar, afectar, afligir, alegrar, angustiar, apasionar, apenar, asombrar, asustar, atemorizar, aterrar, aterrorizar, atormentar, atraer, avergonzar, cansar, complacer, consolar, convencer, decepcionar, deleitar, desanimar, desconectar, desconsolar, desesperar, disgustar, distraer, divertir, emocionar, entretener, entristecer, entusiasmar, escandalizar, espantar, estorbar, exasperar, fascinar, fastidiar, favorecer, halagar, impresionar, incomodar, inquietar, interesar, intranquilizar, intrigar, irritar, maravillar, molestar, obsesionar, ofender, pasmar, perjudicar, preocupar, reconfortar, satisfacer, seducir, sorprender, tranquilizar. A diferencia de la clase de amar, estos verbos suelen expresar una reacción mental frente al estímulo y no un estado, por ello implican cierta dinamicidad y puntualidad. Desde la sintaxis, el experimentante se expresa como objeto directo [+Humano] o, al menos, [+Animado], y el estímulo puede codificarse como una FN que refiera a una cosa (41a) o a una persona (41b), también podemos encontrar oraciones subordinadas de infinitivo como en (41c): (41) a. Los días nublados entristecen a María. b. Mario siempre divierte a los niños c. Escuchar son cubano alegra a Carina. 22 Los verbos de esta clase se consideran como causativos emocionales (Cano Aguilar, 1987: 61), también denominados de reacción emocional. Corresponden, pues, a los verbos que Bogard (1993) identifica como de causación emotiva, según vimos arriba, y admiten la paráfrasis presentada en (31) y repetida aquí como (42). (42) A María le CAUSA(N) susto/conmoción/molestia/agrado/interés Juan/las arañas/tu actitud (Bogard, 1993: 49). Bogard (1993) también dice que los experimentantes de estos verbos no pueden adquirir rasgos de un participante agente porque su carácter de afectado es el que predomina en la oración. Los causativos emocionales, en efecto, son predicados que “en su forma básica rigen una construcción transitiva en la que el estímulo asume el papel de sujeto-causante y el experimentante el de objeto-paciente” (Melis, 1999: 51). De esta manera, dos rasgos importantes de estos verbos son que el experimentante de la emoción es pasivo y el estímulo puede ser bien activo (agentivo) o bien inactivo (Maldonado, 1999: 64). 2.3 LA ALTERNANCIA DE OD Y OI CON LOS VERBOS DE ALEGRAR El estudio de la distribución sintáctica de los verbos de la clase de alegrar resulta interesante puesto que en español, a diferencia de otras lenguas como el italiano, el estímulo puede presentarse de dos maneras distintas. En primer lugar, puede aparecer con la forma de un OD (acusativo), lo que implica que el experimentante se ve afectado por la acción del estímulo. Por otra parte, este participante puede codificarse como OI (dativo), en cuyo caso, como señalamos en el capítulo anterior (§1.6), el experimentante ya no se visualiza como paciente afectado, sino que adquiere los rasgos de un participante ‘activamente’ involucrado en el evento. Esta variación se ilustra en (43) y (44): 23 (43) No buscó a Diego, no quería molestarlo (Vázquez Rozas, 2006: 25). (44) También le molestaba mucho que Agus se metiera el dedo en la nariz (Vázquez Rozas, 2006: 25). Cabe destacar que la alternancia que existe entre el uso de OD y OI con los causativos emocionales ha llamado la atención de los estudiosos. Los trabajos dedicados a esta alternancia comparten una hipótesis de partida que consiste en suponer que no se trata de una variación completamente libre y desmotivada, por lo que debe haber razones que lleven a los hablantes a elegir una forma sobre la otra. Así, confiando en que sea posible identificar los factores que motivan la alternancia, los autores se dan a la tarea de poner al descubierto una situación donde “la zona de variación adquiere orden y sistematicidad organizándose en torno a unos cuantos principios fundamentales que hacen converger los usos y transforman los juicios personales en decisiones categóricas” (Melis, 1999: 49). 2.4 FACTORES QUE PROPICIAN LA VARIACIÓN Distintos autores (Huygens, 2007; Miglio, 2013; Vázquez Rozas, 2006; Whitley, 1995; entre otros) han dedicado algunos trabajos a estudiar los factores que motivan el uso de OD o de OI con los causativos emocionales. Para los propósitos de la presente investigación, nos enfocaremos en tres criterios: la animacidad del estímulo, el aspecto del predicado y el orden de losconstituyentes en la construcción. 2.4.1 Animacidad del estímulo Como vimos anteriormente (Capítulo I), la construcción transitiva prototípica tiene un SUJ[+HUM]-agente que actúa voluntariamente sobre un OD[-HUM] y lo afecta. Según la muy 24 conocida Hipótesis de la Transitividad de Hopper y Thompson (1980), en la que la transitividad se define en términos de un continuum, la agentividad del sujeto es una de las características que indica qué tan transitiva es o no una oración. Un participante más agentivo transfiere una acción en mayor medida que uno menos agentivo. Así, una acción agentiva que se transfiere con éxito está ligada a un objeto visualizado como totalmente afectado. Desde esta perspectiva, los verbos de alegrar, que requieren una estructura transitiva en su uso básico, se desvían del prototipo. En primer lugar, el OD-experimentante que aparece con estos verbos no es una cosa inerte y pasiva, sino que se trata de una entidad humana que participa en el evento. Por otra parte, el SUJ-estímulo puede referirse a un humano que intenta inducir un cambio de estado interno en el experimentante, pero en muchas ocasiones, el SUJ se refiere a cosas o situaciones que no tienen rasgos agentivos. De esta manera, se espera que la (in)animacidad del SUJ-estímulo tenga un papel importante en la sintaxis de los causativos emocionales, es decir, en que el experimentante se codifique como OD o como OI. Recordemos que el OD es la función gramatical reservada prototípicamente para las entidades afectadas por un SUJ-agente, mientras que el OI se asocia con participantes más activos y más involucrados en el evento. Por lo tanto, la probabilidad de que el experimentante se codifique como OI aumenta si el sujeto es no-humano (una cosa o una situación) porque estos sujetos no activan la imagen de una entidad agentiva que transfiere una acción a un objeto afectado. En efecto, los autores que han estudiado la variación entre OD y OI con verbos de alegrar han identificado la animacidad del SUJ-estímulo como un factor importante al momento de codificar al experimentante. Entre los autores que han estudiado la variación, se encuentra Stanley Whitley, quien en “Gustar and Other Psych Verbs: A Problem in Transitivity” (1995), se enfoca en el rasgo [+/- 25 HUMANO] del estímulo y menciona que el experimentante tenderá a codificarse como OI en los casos en que el sujeto-estímulo es no humano o inanimado, como en (45). Esto se debe a que el caso dativo refiere a una ‘entidad involucrada’ (involved entity) que resulta más activa que un participante codificado en acusativo, que se ve más ‘afectado’ (done-to) por una acción. (45) Eso le preocupa (Whitley, 1995: 576). Whitley (1995: 576-577) también ordena la codificación de entidades de más activa a menos activa. En su escala, los sujetos aparecen como los participantes más activos, el OI como menos activo y el OD como el menos activo o inactivo. Así, el que verbos como gustar, doler o importar siempre tengan un OI-experimentante, argumenta el autor, no se debe sólo a una intransitividad arbitraria, sino también a que estos verbos designan un estado psíquico con un sujeto inactivo, de modo que el experimentante se perfila como más activo que el estímulo-SUJ. En cambio, observa el autor, con verbos como los causativos emocionales que pueden tener una semántica más cercana a las acciones, el estímulo, en ocasiones, aparece como más activo que el experimentante. Para Whitley, esto explica que con este tipo de verbos un experimentante menos activo se codifique como OD cuando aparece un sujeto-estímulo relativamente activo (46a). Mientras que si el estímulo es una entidad inanimada, es más probable que el experimentante aparezca en forma de OI (46b): (46) a. (Yo) la sorprendí en el acto de robar. b. (A María) le sorprendió el resultado. Así, en palabras de Whitley (1995: 581), “the various understandings of case distinctions with psych verbs can be seen as differences in relative ‘kinesis’, ‘agency’, and/or 26 ‘object affectedness’”. Estos rasgos interactúan con la sintaxis de los causativos emocionales, puesto que determinan el grado de actividad de una entidad. Por otra parte, en “Spanish lo(s)-le(s) Clitic Alternations in Psych Verbs: A Multifactorial Corpus-Based Anaysis” (2013), Viola Miglio y sus co-autores presentan un estudio de los verbos emocionales y su alternancia entre acusativo y dativo en el uso. Los datos que utilizaron fueron obtenidos del Corpus del Español de Mark Davies, y algunas de las etiquetas que usaron para clasificar los datos son las siguientes (Miglio et al., 2013: 271): - ‘Experimentante’: acusativo vs. dativo; - Animacidad del estímulo: sí vs. no; - ‘Estímulo’ oracional: sí vs. no; - Tiempo: imperfectivo (imperfecto, presente) vs. perfectivo (perfecto vs. pretérito). En este apartado, nos interesa lo relativo al estímulo. Los resultados del análisis demuestran que cuando el estímulo es animado, existe una mayor probabilidad de que aparezca un experimentante acusativo; en cambio, si el estímulo se refiere a una entidad inanimada, es más probable que el verbo rija un dativo (le) (Miglio et al., 2013: 272). Así, los autores concluyen que cuando el estímulo es animado, adquiere más rasgos de agente y aumenta el nivel de transitividad de la oración. Por consiguiente, el experimentante se parecerá más a un paciente prototípico, afectado y sin control, y se codificará como OD (Miglio et al., 2013: 273). Victoria Vázquez Rozas, en un artículo titulado “Gustar-type verbs” (2006), también estudia el comportamiento de los verbos emocionales en español, con el fin de determinar cuáles son los rasgos que hacen que dichos verbos sean más o menos transitivos según lo propuesto en la Hipótesis de la Transitivad de Hopper y Thompson (1980). Los ejemplos que 27 la autora analiza en su trabajo provienen del corpus ARTHUS (Archivo de Textos Hispánicos de la Universad de Santiago) y los datos cuantitativos se obtuvieron de la Base de Datos Sintácticos (BDS). En primer lugar, Vázquez Rozas explica por qué los verbos emocionales, en general, se alejan del prototipo de la oración transitiva. Los parámetros que la autora retoma de Hopper y Thompson son: número de participantes regidos por el verbo; kinesis, aspecto y puntualidad; volición y agentividad; y afectación e individualidad del objeto. En su análisis, los experimentantes en acusativo están asociados con oraciones que tienen un alto grado de transitividad, mientras que los dativos corresponden a baja transitividad (Vázquez Rozas, 2006: 24). De acuerdo con la autora, uno de los factores que gobierna el grado de transitividad de las oraciones psicológicas es la naturaleza del estímulo que funciona como sujeto. Así, si el sujeto es animado y volitivo, el experimentante se verá más afectado y habrá más probabilidad de que se codifique como OD (47). Por el contrario, si el sujeto (nominal u oracional) es inanimado, es más probable que el experimentante tenga la forma de un dativo (48): (47) No buscó a Diego, no quería molestarlo (Vázquez Rozas, 2005: 25). (48) También le molestaba mucho que Agus se metiera el dedo en la nariz (Vázquez Rozas, 2005: 25). En el trabajo de Vázquez Rozas se distingue entre los sujetos animados con rasgos agentivos como el de (47), por un lado, y, por el otro, los animados que, o bien se refieren mediante partes del cuerpo, o bien se entienden como una suma de propiedades, características o actitudes como en (49). En estos casos, la probabilidad de que aparezca un OI aumenta: 28 (49) Los [estudiantes] más comprometidos en la lucha seguían en la facultad. A David le atraían (Vázquez Rozas, 2005: 25). Astrid Huygens en “El comportamiento pronominal de los verbos psicológicos” (2007) hace un análisis semántico, a partir deuna serie de entrevistas realizadas a hablantes de la región de Sevilla que, de acuerdo con la autora, no son tan leístas como en otras zonas de España. El problema con el que se encuentra Huygens es que los sevillanos pueden llegar a verse influenciados por el dialecto madrileño y esto provoca un aumento en el uso del clítico le. Esta autora se enfoca en los rasgos de actividad y volición del ‘estímulo’, basándose en la propuesta de Dowty (1991) en la que el proto-agente se caracteriza por ser [+volitivo], [+causativo], [+activo] y [+consciente] (Huygens, 2007: 485). Con respecto a los verbos emocionales, la autora observa que los estímulos en función de sujeto tienden a alejarse de esa caracterización, mientras que los experimentantes, típicamente humanos, comparten rasgos de agente, a pesar de codificarse como objetos; por ello, concluye que este tipo de verbos tienen una distribución sintáctica ambigua (Huygens, 2007: 485). En cuanto al rasgo [+activo], Huygens argumenta que, cuanto más activo es el estímulo, habrá menos leísmo, según los resultados obtenidos en sus encuestas. Esto se aprecia en el uso de lo y le en los siguientes ejemplos: (50) [Diego Maradona perseguido por periodistas]: A Diego lo persiguen, lo presionan, lo molestan (Huygens, 2007: 489). (51) Al alcalde le molesta que Madrid se haya convertido en escaparate de todas las protestas, manifestaciones y bombas efectistas del terrorismo vasco (Huygens, 2007: 489). 29 Los resultados indican que en la oración de (50), 41% de los hablantes usaron lo y el 59% le. Aunque sigue habiendo un uso mayor del dativo, estos datos contrastan con los de la oración de (51) en la que sólo el 0.4% de los hablantes usó lo. La diferencia porcentual (41% vs. 0.4%) muestra que cuando el estímulo es concebido como más activo hay una inclinación mayor por el uso del acusativo. Por otra parte, al poner la atención en el rasgo [+volitivo], Huygens concluye que cuanto más volición tenga el estímulo, habrá un menor uso de le. Para este caso, la autora vuelve a utilizar el ejemplo de (51) y lo contrasta con la oración de (52). La diferencia entre ambas oraciones radica en que el ‘estímulo’ de (51) no es volitivo ni intencional (cf. que Madrid se haya convertido en escaparate…) y el de (52) es volitivo e intencional (cf. para vengarse…ella): (52) Hace tres semanas Lorenzo rompió con Elena. Para vengarse, ella ahora a veces lo llama en mitad de la noche, otras veces le sigue por la calle. En fin, no pasa ningún día sin que ella le moleste (Huygens: 490). Con base en esta diferencia, se esperaría que en la primera oración haya un mayor uso de le que en la segunda. En efecto, los resultados que se muestran comprueban lo anterior: para (51) el 59% de los hablantes usa dativo y para (52) sólo el 44% de los hablantes usa le. Finalmente, Chantal Melis en “Variación sintáctica con los verbos de emoción” (1999) analiza la animacidad del sujeto en un corpus con datos del español del siglo XX. A partir de su análisis, la autora concluye que los estímulos animados, más especificamente los humanos, motivan la construcción transitiva debido a sus rasgos inherentes de agentividad y prominencia; concretamente, cuando el estímulo es animado, el 85% de las oraciones son 30 transitivas. En cambio, los sujetos inanimados aparecen 52% de las veces con oraciones intransitivas, es decir, tienen un experimentante-OI. En otro artículo, “Las emociones, la transitividad y el aspecto” (1997), Melis indica que la construcción intransitiva “sugiere una responsabilidad compartida: el estímulo sigue siendo el instigador del proceso mental, pero el experimentante participa de algún modo en la elaboración que lo afecta” (Melis, 1997: 395). De ahí que el OI aparezca con mayor frecuencia cuando el estímulo es una entidad inanimada. 2.4.1.1 Sujetos oracionales En relación con el factor de la animacidad del estímulo, suele establecerse otra distinción, para la cual se propone la oposición entre ‘cosas’ y ‘situaciones’ (Melis, 1997). Con la primera etiqueta, se hace referencia a los sujetos inanimados que aparecen bajo la forma de una frase nominal; la segunda, en cambio, se reserva para los referentes inanimados que se codifican como oraciones (con infinitivo o verbo conjugado). En ambos casos, el estímulo está alejado del prototipo del sujeto [+ Humano]. Sin embargo, en la Jerarquía de Participantes propuesta por Lehmann (1991) queda muy claro que las ‘situaciones’ ocupan el lugar más bajo, ya que no se pueden concebir ni siquiera como ‘entidades’. Desde esta perspectiva, por lo tanto, el estímulo oracional tiene menos probabilidades que las ‘cosas’ de disparar el uso de la estructura transitiva básica. En efecto, en su trabajo sobre la variación sintáctica con los verbos emocionales, Viola Miglio et al. (2013) tomó en cuenta el parámetro de la forma del estímulo inanimado. Para analizar esta característica, los autores cruzaron el rasgo oracional del sujeto con el factor de Género (discursivo). Así, encontraron que todos los géneros, excepto el académico, tienden a elegir un experimentante dativo con estímulos oracionales, mientras que los estímulos nominales suelen regir un OD. 31 Por otra parte, Vázquez Rozas (2005), quien también habla de los sujetos oracionales (53), menciona que tienen los rasgos menores de agentividad por ocupar el nivel más bajo en la Jerarquía de Animacidad. Por ello, los verbos que alternan entre objeto de acusativo y de dativo tienden a rechazar la construcción transitiva (con OD) cuando se combinan con un sujeto oracional. Para ilustrar, vemos que en (54) el sujeto nominal (el comienzo de la guerra) se puede combinar tanto con un experimentante OD como un OI; en cambio, en (55), se puede apreciar que el sujeto oracional (que comenzase la guerra) rechaza la construcción transitiva con OD. (53) Al viejo le agrada que ella no bisbisee oraciones (Vázquez Rozas, 2005: 9). (54) a. Le sorprendió mucho el comienzo de la Guerra. b. El comienzo de la guerra la sorprendió en París. (Vázquez Rozas, 2005: 9). (55) a. Le sorprendió mucho que comenzase la Guerra b. *Que comenzase la guerra la sorprendió en París (Vázquez Rozas, 2005: 9). 2.4.2 Aspecto verbal Como se sabe, el aspecto verbal es una categoría compleja que hoy en día se encuentra dividida entre aspecto ‘léxico’ y aspecto ‘gramatical’. El primero hace referencia a la constitución interna de los eventos designados por los verbos. En este caso, los rasgos pertinentes para la clasificación tienen que ver con que se trate de una situación ‘dinámica’ o ‘estativa’, con la presencia o ausencia de un término inherente (evento ‘télico’ o ‘atélico’) y con la oposición entre sucesos ‘puntuales’ y procesos o estados ‘durativos’ (Morimoto, 1998). 32 El aspecto gramatical, por su parte, se relaciona con la manera en que el hablante visualiza el desarrollo del evento en el tiempo. Aquí, el contraste fundamental gira en torno a las nociones de ‘perfectividad’ e ‘imperfectividad’. En la visión perfectiva, el evento se presenta como un todo, delimitado y acabado; desde un punto de vista imperfectivo, en cambio, lo que está en foco es una parte interna de la situación, una fase en proceso, sin principio ni fin. En español, el tiempo verbal más representativo del aspecto perfectivo es el pretérito perfecto, mientras que el aspecto imperfectivo está representado por las formas de presente y pretérito imperfecto o copretérito (García Fernández, 1998). Vale la pena observar, sin embargo, que en los estudios sobre verbos ocurre con frecuencia que los dos tipos de aspecto se mezclen. Esto se debe a que desde el momento en que un verbo es introducido en una oración, su aspecto léxico empieza a interactuar con el aspecto gramatical de su morfología. De este modo, encontramos referenciasa la ‘telicidad’ del evento, cuando lo que realmente está en juego es la ‘perfectividad’ de su forma de expresión (préterito perfecto), o se habla de un evento ‘no puntual’ cuando está contemplado de modo ‘imperfectivo’ (copretérito, por ejemplo). Ahora bien, en la Hipótesis de la Transitividad de Hopper y Thompson (1980) hay dos factores relacionados con el aspecto del predicado: telicidad y puntualidad. Para estos autores, una oración prototípicamente transitiva debe ser télica (con un final delimitado) y puntual; en cambio, un evento atélico y no puntual será intransitivo. Este factor también ha sido ampliamente estudiado y los autores confirman lo dicho por Hopper y Thompson. Viola Miglio et al. (2013) relaciona el factor tiempo y el género textual al que pertenecen sus datos, y concluye que los tiempos atélicos (es decir, imperfectivos) tienden a preferir experimentantes dativos en la literatura, en las noticias y en la oralidad. 33 Por otro lado, Victoria Vázquez Rozas (2006) señala que las oraciones con un OD tienden a denotar eventos télicos y dinámicos (56), mientras que las que tienen un OI se asocian a estados y eventos atélicos (57). (56) Los rugidos del león atrajeron al cazador, quien, sacándolo del fondo del foso, lo metió en una gran jaula y se lo llevó (Vázquez Rozas, 2006: 24). (57) El libro estaba encuadernado en piel y tenía el canto dorado, pero a ella no le atraía (Vázquez Rozas, 2006: 24). La autora indica que esto se debe a que una actividad implica dinamismo y control por parte del sujeto, lo que resulta en un evento télico culminado. En cambio, una oración con dativo no implica dinamismo ni control ni límites, ya que no produce un resultado (Vázquez Rozas, 2006: 25). Vázquez Rozas también retoma lo dicho por Dowty (1991) respecto a los verbos emocionales: los predicados con SUJ-estímulo, como los causativos emocionales, se pueden considerar incoativos porque el experimentante sufre un cambio de estado y se parece a un paciente; por el contrario, verbos como gustar tienen una lectura estativa que no permite que el experimentante se vea como paciente. Por ello, el caso acusativo suele acompañar un evento incoativo y el dativo un evento estativo (Vázquez Rozas, 2009: 25). Una autora que ha estudiado mucho la relación entre el aspecto y la variación es Ángela Di Tullio (1995, 1996, 2004). En términos generales, esta autora argumenta que la codificación del experimentante en acusativo está ligada a una lectura incoativa (dinámica, télica, puntual) en la que hay una afección del objeto y una acción del agente. En cambio, el dativo corresponde a una lectura estativa, que no afecta al experimentante y se ve más como una caracterización de éste; la oración evoca un estado que deriva de una sucesión sin límites de eventos emotivos (Di Tullio, 2004: 35). 34 Para demostrar lo anterior, Di Tullio (1995: 258) aplica ciertas pruebas a algunos pares de oraciones en los que se ve que el acusativo sugiere un evento dinámico y con control, mientras que el dativo no implica ninguna de estas características, por lo que las construcciones con OI constituyen predicaciones estativas. Estas últimas no admiten el imperativo, como se ve en (58): (58) a. No la molestes a María. b. *No le molestes a María (Di Tullio, 1995: 258). Los estados también resultan agramaticales en construcciones progresivas: (59) a. Juan la está molestando con sus insinuaciones. b. *Juan le está molestando (Di Tullio, 1995: 258). Otra prueba involucra las oraciones pseudohendidas construidas con el verbo hacer, que son posibles con un experimentante acusativo, pero no con un dativo: (60) a. Lo que Juan hace es molestar a María. b. *Lo que Juan hace es molestarle (Di Tullio, 1995: 258). Finalmente, Di Tullio (1995) observa que la interpretación de una oración en tiempo presente con OD es diferente a la de una con OI. En el ejemplo de (61a), con acusativo, el presente indica habitualidad, mientras que en (61b), el presente se asocia con una lectura genérica: (61) a. Juan la molesta con sus insinuaciones. b. Le molestan las insinuaciones de Juan (Di Tullio, 1995: 258). 35 Por último, Chantal Melis (1997) divide las predicaciones en tres tipos: ‘eventos’, que focalizan un cambio puntual en el estado anímico del experimentante; ‘procesos’, que expresan una experiencia durativa; y ‘estados’, que se refieren a una disposición permanente del experimentante (Melis, 1997: 401). Un rasgo que diferencia a los procesos y a los estados es que los primeros tienen un estímulo referencial, existente en el mundo, y “aluden a interacciones reales entre el estímulo y el experimentante, fijadas en el tiempo y espacio, mientras que los ‘estados’ establecen relaciones que no están vinculadas a ocurrencias de cambio interno” (Melis, 1997: 404). Tras analizar los datos, Melis muestra en sus resultados que la construcción transitiva se prefiere más con eventos (76.5% lo / 23.4% le); con los procesos no hay una diferencia tan marcada (55.2% lo / 44.7% le) y con los estados la preferencia por la construcción intransitiva es evidente (25% lo / 75% le). Esto se debe a que los eventos son puntuales, delimitados y evidencian más la causatividad del estímulo. En cambio, cuanto más nos acercamos a los eventos no puntuales en los procesos y los estados, más se prefiere la construcción con OI- experimentante. 2.4.3 Orden El último factor del que hablaremos es de carácter pragmático y tiene que ver con el orden de los constituyentes en la oración. Se sabe que en lenguas como el español, la posición inicial está asociada con un alto nivel de prominencia y, por ello, tiende a reservarse para las entidades que funcionan como tópico, entendido como la entidad de la que se habla o acerca de la que se predica. Aquí es importante tener en mente que en el esquema transitivo con experimentante-OD, el estímulo-SUJ tiende a ocupar la posición inicial (62), mientras que en el esquema 36 intransitivo con experimentante-OI, la entidad que suele aparecer en primera posición es el experimentante, y el estímulo normalmente se relega a la posición posverbal, como en (63): (62) el tema racial evidentemente perturbaba a Kennedy (Melis, 1999: 50). (63) le desesperaba el tránsito de la ciudad de México (Melis, 1999: 50). Desde esta perspectiva, lo que puede esperarse es que un estímulo prominente en el discurso (tópico) muestre mayor propensión a atraer la construcción transitiva, donde aparecerá en posición inicial. En cambio, un estímulo menos o poco prominente (entidad nueva, referente indefinido o genérico, etcétera) tenderá a motivar la construcción intransitiva con dativo, donde el experimentante será la entidad destacada que ocupe la posición inicial. En el artículo “Variación sintáctica con los verbos de emoción” (Melis, 1999), efectivamente, se demuestra que estas expectativas se cumplen en un análisis de corpus. En conclusión, las categorías que retomaremos de los estudios mencionados para analizar nuestro corpus serán las siguientes: 1) Animacidad del ‘estímulo’: Según lo que hemos visto, el OD es la función gramatical que refiere a las entidades afectadas por un SUJ-agente, mientras que el OI alude a un participante más activo dentro del evento. De esta manera, esperaremos que cuando el estímulo-SUJ sea una entidad inanimada (‘cosa’ o ‘situación’) aparezcan más experimentantes codificados como OI. 2) Sujeto oracional: Respecto a la forma del sujeto, se suele diferenciar entre sujeto nominal, relacionado con las ‘cosas’, y sujeto oracional, ligado a las ‘situaciones’. 37 Éstas ocupan el lugar más bajo en la Jerarquía de Participantes, por lo que esperamos que los sujetos oracionales aparezcan en mayor medida con un dativo. 3) Aspecto verbal: Aquí recordemos que para Hopper y Thompson
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