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MÉX XICO D.F, U _ LAS DÉC EXT T MAEST CIUDAD UNIVERS ________ PO L IZQUIE CADA DE TERMIN D TESIS QU TRO EN E JUAN FE COTUTO UNIVERS SIDAD N DE _________ STGRAD LATINOA ERDAS E EL OCH NIO Y LA DEMOC UE PARA ESTUDIO PRE ELIPE QU OR: DR. M SITARIA NACION MÉXIC ________ DO EN E AMERIC EN COLO HENTA: A LUCH CRACIA OBTENE OS LATIN ESENTA: UINTERO MASSIMO AL AUT O ________ STUDIO CANOS OMBIA ENTRE HA POR L ER EL TÍT NOAME O LEGUIZ O MODON ENERO 2 TÓNOMA _______ OS EN LA EL LA TULO DE RICANO ZAMON NESI 2012 1 A E: OS UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 Agradecimientos A CONACYT quien durante dos años, agosto del 2009 al 2011, me apoyó financieramente, y sin la cual no hubiese podido concluir esta tesis. En primer lugar, un agradecimiento muy especial a mis padres que con sus esfuerzos casi sobre humanos, ayudaron en todo cuanto fue posible para darme la mejor educación, sus gotas de sudor y sus manos callosas también hacen parte de esta tesis. A mi madre, que con sus lecciones de vida, me enseñó a no desfallecer y me legó su sentido de la responsabilidad; a mí padre por su desprendimiento material y los valores solidarios que me han hecho más humano. Les agradezco por su apoyo y cariño. A mi hermano, con quien he compartido momentos valiosos a lo largo de mi vida, con quien ha sido gratificante discutir y en ocasiones compartir angustias, deseos y proyectos. Te agradezco tu sinceridad, cariño y apoyo. A la memoria de mi tutor el Dr. Eduardo Ruíz Contardo, que aunque padecía una enfermedad muy complicada, tuvo la paciencia de leerme y hacerme comentarios. Así mismo, a mi tutor Massimo Modonesi, quien decidió apoyarme en la tutoría aunque quedaba poco tiempo para la culminación del proyecto y eran muchos los cambios a hacerle, por su interés en leerme y darme consejos que fueron muy valiosos para la culminación del mismo, por su disciplina y rigurosidad. A la Dra. Raquel Sosa, quien en sus clases nos permitió encontrarnos con nosotros mismos, quien nos dejó como lección el sentido de la responsabilidad con lo que se dice y se piensa, quien con sus consejos en los momentos más difíciles de mi estadía en México, permitió sobreponerme a las adversidades y encontrar un nuevo desarrollo en la presente investigación que dio como resultado la presente tesis. Al Dr. Lucio Oliver y a la Dra. Diana Guillén porque con su solidaridad, rigurosidad y compromiso con los y las estudiantes, han permitido que sigamos creyendo en la academia como un elemento que porta a la transformación de la realidad. 3 Un agradecimiento especial al Dr. Nayar López, pues aunque no tuve la oportunidad de conversar personalmente con él, sus comentarios y aportes enriquecieron la presente investigación. Gracias por su confianza y apoyo. A los profesores del postgrado con los que vi clase y pude aprehender de ellos valiosos conocimientos y perspectivas de ver el mundo, a ellos, porque también permitieron ampliar y madurar mis conocimientos. Un agradecimiento especial a mis compañeros de maestría, a Sarya, Joel, Alejandro, Yollozotchil, Rigo, Dora, Manuel quienes me aguantaron y soportaron, quienes con su alegría y espontaneidad me ayudaron a acoplarme a la ciudad y a descubrir nuevas manos amigas. A Jairito, amigo y compañero, pues se tomó la molestia, por segunda vez, de revisar la redacción de esta tesis, por escucharme y apoyarme. A Nadiezhda, quien tuvo la paciencia de leerme, de corregirme y de brindarme un abrazo sin esperar nada a cambio, quien me brindo su apoyo en un momento difícil en mi vida. También a María Rosa, soportaste gran parte de mi estadía en México, tu sonrisa desprevenida, tu mirada ingenua, tus comentarios inocentes y tu apoyo incondicional, me hicieron comprender lo importante que es contar con alguien como tu. A quienes no nombro, pero que de alguna manera, ya sea con sus palabras de aliento, con un abrazo, con oírme o escribirme siempre estuvieron ahí, apoyándome desinteresadamente. Agradecimientos a quienes permitieron que los entrevistase, pues hicieron posible estas páginas, que espero sirvan para comprender el pasado y para caminar. Por último, a mí compañera actual, Tania Prieto pues tu calor le devolvió color a mi vida, porque me permitiste volver a creer en un abrazo y en un beso sin medidas, sin tu apoyo, alegría y cariño esto no hubiese culminado. Espero poder seguir contando con tus abrazos y caminando a tu lado. 4 Tabla de contenido Pág. Introducción 7 Estado del arte 10 I Capítulo Reflexiones sobre la izquierda 12 Marco teórico y conceptual 12 La izquierda como concepto 12 Igualdad y Libertad: un falso dilema en la izquierda 14 Tiempo y cambio: dicotomía entre la izquierda y la derecha 15 La crisis de la izquierda 17 En busca del sujeto histórico y político 20 La concepción del poder en las izquierdas 23 Problematización de las caracterizaciones de izquierda en la actualidad 25 Tipologías para las izquierdas colombianas 26 II Capítulo Las izquierdas socialistas, el proceso democratización y el terrorismo de Estado en Colombia 29 Escenario político colombiano 29 Frente Nacional o bipartidismo político 30 Democracia restringida 32 La figura del estado de sitio en la democracia colombiana 33 La violencia en los años ochenta 36 Las izquierdas antes de los procesos de negociación y de Democratización en Colombia 41 5 Las izquierdas socialistas ante los procesos de solución Política y negociada del conflicto armado y la democratización En Colombia 47 Los procesos de negociación entre insurgencia y Estado 47 El PCC ante el proceso de SPNCA y la democratización 51 Surgimiento de ¡A Luchar! y su propuesta 56 La elecciones de 1986, entre la abstención Electoral y la participación 60 Las izquierdas socialistas frente a la Constitución de 1991 67 Cambio de ¡A Luchar! y reafirmación del PCC. Con respecto a los espacios legales e institucionales 71 El PCC y la Constitución de 1991 74 Terrorismo de Estado y efecto en las izquierdas socialistas 80 III Capítulo La caída de un socialismo histórico, el neoliberalismo y sus Impactos en las izquierdas en Colombia 89 Caída del socialismo histórico en el ámbito internacional 89 Implicaciones del derrumbe de la Unión Soviética para la Izquierda latinoamericana y el movimiento revolucionario mundial 90 Impacto de la caída del socialismo histórico europeo en las Izquierdas colombianas 95 Crisis teórica y copia acrítica en la izquierda colombiana 98 Una mirada a la mirada de las izquierdas de Colombia. Hacia la URSS e impacto sobre éstas. 101 Lo organizativo. 112 6 Democracia al interior de las izquierdas 119 Crisis de la vanguardia 126 El neoliberalismo 133 Colombia yel neoliberalismo 136 Impacto sobre el sindicalismo y en la izquierda 138 Conclusiones 149 Bibliografía 153 7 Introducción La presente investigación es un intento por analizar las transformaciones de las izquierdas en Colombia entre los años ochenta y noventa, ante una serie de cambios que transcurrieron en el país. También pretende contrastar ciertos criterios adjudicados a la “nueva izquierda” como el de luchar por la democracia, pues la izquierda colombiana encontró su mayor riqueza política justamente cuando se reencontró con estas prácticas. Para hablar de la trayectoria de la izquierda colombiana hay que remitirse a la historia del conflicto político que vivió el siglo XX en el país, pues el actor aquí estudiado tuvo que resistir embestidas: desde su exterminio físico hasta las pretensiones de sepultarlo ideológicamente, como anota Gramsci (1981 citado en Modonesi, 2003) “para escribir la historia de un partido hay que escribir la historia de un país” (p.17). Por eso la presente investigación trata de desentrañar procesos históricos que impactaron en las izquierdas colombianas. No se desea hacer una historia de las izquierdas en el sentido literal, sino más bien, una tesis interpretativa y explicativa de los cambios de las izquierdas socialistas. En este sentido se hace importante porque son pocos los análisis desde la academia para comprender este fenómeno. La importancia de estudiar a la izquierda como agrupación política surgió de una necesidad por comprender las proyecciones y las posibilidades de cambio en Colombia dado el auge de gobiernos alternativos en América Latina. La izquierda colombiana viene de varios procesos que han hecho modificar sus planteamientos frente al ejercicio del poder (estrategia), sus bases programáticas y sus relaciones con el movimiento social. Esto se ha debido a cuatro hechos: el primero relacionado con el proceso de guerra y paz, según el contexto, pues aunque la izquierda fue severamente perseguida y masacrada tanto por el Estado, como por grupos paramilitares, no renunció a lograr la paz mediante una solución política del conflicto. El segundo es el proceso de democratización con la “ampliación” de sus espacios y su inserción en los 8 mismos. El tercero la caída de la URSS1, que impactó profundamente en el escenario internacional y dejó en las izquierdas cierto sentido de derrota y frustración. El último elemento es la entrada del neoliberalismo al país, que modificó la estructura productiva y con ello redujo el papel del sindicalismo como actor central de las luchas sociales del siglo XX. Lo anterior implica analizar las izquierdas colombianas y su praxis a finales de la década del ochenta y comienzos de los noventa en relación con los procesos: de democratización, de guerra sucia, la caída de la URSS y la emergencia del neoliberalismo (estos son tomados como secuencias en la que coinciden lo temporal y su importancia). Sus posturas programáticas así como su definición de estrategia y táctica, es decir, cómo se reconfiguró ésta durante y después de estos transcursos, condujeron a estudiar dos sectores políticos de gran importancia en el país: el Partido Comunista Colombiano y ¡A Luchar! Las trayectorias de los sujetos sociales políticos no son lineales y mucho menos cuando se trata de quienes luchan por la transformación de la sociedad. El hecho de considerar, como en algún momento inicial de la investigación se formuló, que las izquierdas en Colombia pasaron de una fase defensiva a una fase propositiva era un error, pues las luchas sociales y los sujetos que participaban en ellas, tenían flujos y reflujos. Evidentemente existió crisis de las izquierdas en Colombia (fenómeno que para el caso colombiano fue más interno que externo), pues el terrorismo de estado liquidó gran parte de las izquierdas y sus bases sociales a su vez que los medios de comunicación trataron de sepultar lo que quedaba; sin embargo la crisis de la izquierda estuvo precedida de una gran lucha social por democratizar al país y es mediante ésta que las izquierdas se fueron transformando, en ese encuentro con su gente, donde el discurso abstracto contrastaba con la realidad. Es así, como en el primer capítulo se problematiza el concepto de la izquierda y se presentan las diferentes posturas políticas y académicas alrededor de su caracterización, esto se hace desde una perspectiva latinoamericanista y para ello se retoman autores como 1 El corte histórico de esta investigación se justifica por la percepción relativamente generalizada, en la academia como en la intelectualidad, de que a finales de los ochenta se cerró un ciclo histórico para la izquierda socialista… Incluso entre los que reconocen la subsistencia y la influencia de la izquierda socialista en las luchas sociales y políticas en curso, se asume que ésta es y será radicalmente distinta a la el pasado. Ibíd. p. 17. 9 Helio Gallardo, Martha Harnecker, James Petras, Daniel Chávez, Patrick Berret, Rodríguez Octavio, Atilio Boron, Carlos Vila, Isabel Rauber y Norberto Bobbio. El segundo capítulo tiene que ver con una caracterización sociopolítica del país, las herencias a las que tuvieron que enfrentarse las izquierdas y los peligros que se venían configurando desde los años sesenta con las dictaduras en el Cono Sur y que se veía como una posibilidad para el país. Se habla específicamente de dos procesos simultáneos y que se interrelacionan, la herencia bipartidista o frente nacionalista y el surgimiento del terrorismo de Estado como práctica coercitiva para enfrentar los procesos de cambio, pero a su vez analiza los cambios programáticos de las izquierdas frente a los procesos de negociación, la crisis del bipartidismo, la democratización y cómo enfrentaron la represión. El acento en este primer capítulo tiene que ver con la democracia y cómo la izquierda fue incorporando esta idea no como algo táctico sino además estratégico para la transformación del país. El tercer capítulo trata la manera cómo impactaron en las izquierdas colombianas la caída del socialismo histórico europeo y la entrada del neoliberalismo en el país. En este sentido, se analizó sus programas en lo referente a la copia acrítica de modelos preexistentes, como en el caso del Partido Comunista con el marxismo-leninismo de la URSS y en el caso de ¡A Luchar! con una lectura más cubana y centroamericana y cómo se van reconfigurando según las nuevas circunstancias. En otras palabras, se contrastaron los programas políticos de las izquierdas con algunas realidades como la caída del socialismo histórico europeo, el tema del sujeto político, los procesos de formación y la vanguardia. El presente estudio es un ensayo interpretativo y explicativo de cómo impactaron la caída del socialismo histórico europeo, la entrada del neoliberalismo en el país, el proceso de democratización y el terrorismo de Estado en las izquierdas en Colombia, para lo cual se recurrió a la metodología cualitativa, centrada en un estudio de caso (la izquierda en Colombia), en el cual se analizó el sujeto político en relación con los cambios en el contexto histórico-político, social y económico. La investigación está basada en fuentes primarias y secundarias (las primeras centradas en los programas políticos de las organizaciones estudiadas), entrevistas a dirigentes de 10 aquella época y en relatos autobiográficos de algunos protagonistas ya muertos. Las segundas son información recogida y sistematizada por algunos libros y ensayos consultados durante el trabajo de investigación y en archivos de prensa. Sin embargo, hacen falta fuentes documentales, como documentos internos de las organizaciones, a los cuales por una u otra razones fue imposibleacceder. Estado del Arte Las obras aquí expuestas son las más importantes dentro de los estudios de las izquierdas partidistas en Colombia. Particularmente sobre el tema no es que existan muchas investigaciones, pues es un campo inexplorado —no así el caso de las insurgencias, probablemente por sus implicaciones en la escena política y en el conflicto armado— de allí la necesidad del presente trabajo. No obstante que las izquierdas partidistas han sido un campo poco explorado por las ciencias sociales, estudios sistemáticos como tal resaltan los de Medófilo Medina (1980), Ricardo Sánchez (1995, 2001) y, recientemente las investigaciones de Klaus (2009) y Archila (2005, 2009). Medófilo Medina escribió la historia del Partido Comunista desde sus orígenes en 1930 hasta finales de la década de los setenta, el libro surge como resultado de un trabajo designado por el Comité Central en los preparativos de la conmemoración de los cincuenta años del partido. En él, coloca en interrelación la situación política del país con la forma estratégica y táctica de enfrentar al sistema dominante. Así pues es un libro de carácter histórico donde se analizan los aciertos y desaciertos del PCC a lo largo de esos cincuenta años. Específicamente, se analiza la creación del PCC; la conformación del Frente Popular a lo largo de la década del treinta; lo que ellos denominan la desviación revisionista y, finalmente, la reconstrucción marxista leninista en la década de los cuarenta. Otra de las obras dedicadas al estudio de las izquierdas partidistas son los trabajos de Ricardo Sánchez (1995, 2001) quien analiza algunos ejes transversales como: la democracia, el conflicto social y armado, la paz, las terceras fuerzas alternativas y el movimiento sindical. Sin embargo, el autor no se centra en alguna organización en 11 particular, sino en el contexto al que se enfrentan las fuerzas de oposición y en algunos casos coloca experiencias para ejemplificar. No obstante, la obra es de interés académico en cuanto a que abre la discusión sobre las estrategias de las izquierdas. Recientes investigaciones como la de Klaus Meschkat y José María Rojas (2009) retoman a la izquierda colombiana dentro de los archivos de la URSS. Particularmente, el caso del Partido Comunista Colombiano, reabren debates desde una lectura crítica sobre el surgimiento del PCC, al considerar que el surgimiento del partido tiene como antecedentes profundos métodos antidemocráticos y en este sentido se analiza la injerencia de la URSS sobre esta organización. Por último, se encuentra la obra de Archila (2005); Cote; Delgado; García; Madariaga & Pedraza, Una historia inconclusa, izquierdas políticas y sociales en Colombia (2009). Es un análisis de las izquierdas en los ochentas y noventas, se recogen gran parte de la tradición y la historia de las izquierdas partidistas como el Partido Comunista, ¡A Luchar!, el M-19, el Partido Comunista Marxista Leninista. La investigación analiza las trayectorias de las izquierdas, los dilemas a los que se enfrentaron y las estrategias empleadas por los diferentes actores políticos. Existen otros trabajos importantes, sobre todo las biografías de quienes hicieron parte de los órganos de dirección del Partido Comunista Colombiano, como lo fueron ¿Qué paso Camarada? de Nicolás Buenaventura y Todo tiempo pasado fue peor de Álvaro Delgado, los cuales, a través de su historia de vida cuentan su paso por el partido comunista, los errores y aciertos del mismo, hasta el momento de su retiro. Estas obras son importantes porque nos aportan una visión crítica de hombres, que aún después de su retiro siguieron estando al lado de los sectores populares y que jamás renegaron haber sido del partido. 12 Capítulo I Reflexiones sobre la izquierda Marco teórico y conceptual El presente apartado presenta las herramientas conceptuales sobre las cuales gira el análisis de las izquierdas en Colombia; por ello se hace necesario en primer lugar problematizar lo que se entiende por izquierda, para en un segundo momento definir las aristas del debate y por último hacer una caracterización de la izquierda en el caso colombiano, la cual es una pequeña muestra de América Latina. Las izquierdas como concepto Como se sabe el concepto de izquierda proviene históricamente del lugar que ocupaban girondinos y jacobinos en la instauración de la Convención Nacional Francesa en 1791, los primeros se situaron al lado derecho y los segundos al lado izquierdo; sin embargo, más claramente va a quedar definido ante los sucesos del levantamiento en la Comuna de París en 1848. Para algunos intelectuales la izquierda es una noción topológica propia del espacio político, aunque también son nociones políticas e ideológicas que se contraponen una a otra en su forma de concebir las relaciones humanas, la naturaleza y el mundo; mientras la primera trata de transformarlo la segunda corresponde a la reacción o la contrarrevolución, en otras palabras, al statu quo. Sin embargo, no se puede decir que existe una única izquierda; por el contrario es necesario hablar en plural, ya que desde la I Internacional ésta se encuentra dividida en los sectores: socialista utópico, socialista científico (tendencia de Marx) y anarquista (tendencia organizada por Bakunin) y que a lo largo del tiempo se irán fragmentando en relación con la estrategia y el programa. No obstante, para algunos autores, como Helio Gallardo es imposible pensar la izquierda desde un lugar topográfico, la crítica que él señala es que “tal “lógica del espacio político” 13 no sería estructural sino situacional, porque el espacio político, entendido topológicamente, carece de determinaciones. Cualesquiera sean los contenidos de la oposición, los opuestos permanecerían” (Gallardo 2005, p. 37). Su crítica básicamente se dirige contra la idea de que el centro se presenta como la mediación entre estas fuerzas encontradas2, y que sería esta postura la que realmente defiende Bobbio en su análisis. Para Gallardo la izquierda puede vivir sin la derecha, pero ésta no puede vivir sin aquella, a no ser en un Estado dictatorial que necesita del asesinato para imponerse; para el autor se debe pensar la izquierda desde sí misma, lo cual “significa determinar los factores y sus jerarquizaciones que harían de su práctica política procesos de constitución o reconstitución de lo real social con sentido o sentidos liberadores.” (Gallardo 2005, p. 44). En este sentido, se deberá pensar la izquierda en el esfuerzo por poner en tensión las estructuras y lógicas de dominación, y por la alternativa de construir una sociedad humana y liberada. Parece necesario no excluir la visión de Gallardo para entender la izquierda no sólo desde un lugar en lo político sino en su proceso identitario y la constitución de sujetos con el mundo, que en su praxis luchan por transformar estructuras y relaciones de dominación. La izquierda significa, por lo tanto, un horizonte radicalmente distinto al del capitalismo como forma de producción, a la discriminación social sea ésta de género, racial o sexual, implica una redistribución y socialización del poder, una construcción colectiva que se manifieste tanto al interior de la organización como en la praxis, que implica una valoración distinta de la naturaleza. Evidentemente, pueden existir diferencias en la estructura interna, la estrategia, la táctica, pero no en lo referente a un proyecto, a un horizonte de sociedad, la cual sería socialista con las características propias de cada país. 2 En una cita al pie de página Gallardo escribe “La respuesta personal, que desde el punto de vista analítico es el aspecto menos importante del asunto, la expone Bobbio en su mismo trabajo: él desea enfrentar tanto al fascismo como al comunismo(cf., N. Bobbio, op. cit., pp. 69-173). El problema es que “el” comunismo (socialismo, soviético, marxismo-leninismo, estalinismo) no es idéntico a “la” izquierda política revolucionaria ni en América Latina ni en Europa. Ver Gallardo, Helio. Siglo XXI, militar en la izquierda. Arlekín, San José de Costa Rica, 2005, p. 42. 14 La(s) izquierda(s) es un conjunto de grupos, movimientos sociales, organizaciones políticas, partidos políticos y movimientos insurgentes3 (los cuales para la presente investigación no son considerados), que pretenden transformar la sociedad capitalista y sus valores (anticapitalistas). Estos actores procuran construir una sociedad humanista, solidaria y/o con una democracia radical (socialista), utilizando distintas estrategias para llevarlo a cabo, siendo gobiernos nacionales o gobiernos locales por elecciones, y/o utilizando un repertorio de protesta diversificado que implica la toma de calles, de tierras, enfrentamientos con la fuerza pública como método de presión para adelantar reformas a la Constitución, es decir, el uso de la fuerza según sea el caso con el horizonte de construir una sociedad radicalmente distinta a la capitalista, es decir, una socialista. Igualdad y Libertad: un falso dilema en la izquierda Para Bobbio la característica central de la discusión acerca de que mientras la izquierda es más igualitaria, la derecha sería más libertaria, la opción del centro recogería ambas concepciones, por lo cual sería la alternativa más viable. Se ha acusado por una gran parte de la intelectualidad a la izquierda sobre todo marxista-leninista o la maoísta, de ser autoritaria tanto al interior de sus estructuras organizativas como exteriormente al hablar de dictadura del proletariado –por ende de totalitarismo-. Como ejemplos están los casos del socialismo realmente existente y, si bien esto fue así en el caso de la URSS y China, también es cierto que en el caso latinoamericano se apelaba a la dictadura del proletariado sobre todo como discurso, pues sólo en Cuba se llegó al poder. La derecha acudió a las dictaduras para acabar con cualquier opción alternativa ante la inmensa desigualdad del continente. En esta parte del planeta la izquierda se enfrentó a las dictaduras y pagó con su sangre y su vida el esfuerzo por liberar a sus países. Entonces la bandera de los derechos humanos fue recogida por la izquierda partidista y social, pues fue la que sufrió en los primeros momentos el terrorismo de Estado. Hoy se da como aceptado que la nueva izquierda retomó la libertad como principio4, sin embargo se olvida que ello no hubiese sido posible de no ser porque esa izquierda “vieja” o 3 Las FARC-EP y el ELN son agrupaciones político-militares de izquierda, pero en el presente trabajo no son estudiadas aunque si mencionadas. 4 Daniel Chávez y Patrick Barret otorgan a la nueva izquierda esta característica. 15 “trasnochada” para algunos fijó en la praxis concreta la lucha por la democratización y el respeto a los derechos humanos, así como luchó contra las ocupaciones y/o dictaduras impuestas por los gobiernos estadounidenses en Latinoamérica a mediados de los cincuenta y los setenta. Un libro recientemente publicado en Colombia, titulado Una historia inconclusa: izquierdas políticas y sociales en Colombia, pretende resolver la dicotomía sobre la base del concepto egaliberté y que los autores del libro traducen como equilibertad, el cual consiste en que el uno no puede existir sin el otro, es decir, la igualdad no puede vivir sin la libertad (retomado por Callinicos de Balibar 2009, p.22), y así la izquierda recogió estos principios en esta parte del continente contraria a la diada establecida por Norberto Bobbio. Por lo tanto, en la presente investigación no se puede partir de que las izquierdas presenten dicha dicotomía, pues sus luchas, en el caso colombiano, se dirigieron contra la política de seguridad nacional, contra el terrorismo de Estado y por la democratización del país, aunque en algunos casos al interior de la izquierda y en sus estructuras organizativas fuesen rígidas, verticales y autoritarias. Tiempo y cambio: dicotomía entre la izquierda y la derecha Evidentemente izquierda y derecha se enfrentan en varios campos de la vida, como dice la introducción del libro Una historia inconclusa, retomando a Hobsbawn: la izquierda estaría por la transformación y el cambio, “progreso”, según sus palabras-, mientras la derecha apostaría a la estabilidad y el orden (Archila; Cote; Delgado; García; Madariaga & Pedraza, 2009, p. 14); en otras palabras, éstas serían la contrarrevolución y aquella la revolución. Mientras la derecha ve epistemológicamente el tiempo como un proceso lineal y teleológico, mediante el cual la humanidad avanza lentamente hacia el desarrollo – cualquier cosa que esto sea -, es decir, ganancias y avances tecnológicos para unos, pobreza y atraso para otros, perpetúan la idea de la acumulación capitalista como si fuese constitutiva e inherente a la humanidad. Así mismo, se impone la idea de individualización de la sociedad donde el sálvese quien pueda constituye el “triunfo” sobre lo comunitario. 16 Se puede decir que la sociedad al avanzar hacia el progreso camina sin mayores sobresaltos, de ahí que la idea del orden esté presente en la concepción de la derecha, para la cual el conflicto es lo anormal en la vida de las sociedades, y se estudia como algo disfuncional que debe ser superado por la vía de la cooptación o represión, en ninguno de los dos casos por la superación de las contradicciones que lo estimularon. En otras palabras, la derecha tiende a eternizar y a presentar como algo natural el capitalismo y sus formas de reproducción. Por su parte, la izquierda concibe el tiempo en espiral con bifurcaciones, no obstante que en la década de los sesenta se creía que el derrumbe de la sociedad capitalista se encontraba a la vuelta de la montaña, sólo por citar como ejemplo con la idea del foquismo en América Latina. Aunque persiste la visión teleológica en algunas tendencias de las izquierdas, el derrumbe del capitalismo daría como resultado una nueva sociedad socialista. Aquí reside una de las diferencias entre las izquierdas, las dos visiones acerca del cambio: estructuralismo y subjetivismo. Sin embargo, tras el fracaso de las experiencias socialistas europeas o asiáticas, como el desplome de la URSS en Europa y la conversión de la China comunista a la dictadura capitalista, después de un duro trasegar la izquierda ha logrado comprender no sólo que al capitalismo le quedaban fuerzas sino que se volvía hegemónico en el planeta, lo que condujo a una reconstrucción epistemológica y a la relectura de Marx en relación con la inevitabilidad de los procesos. Desde esta perspectiva, uno de los mayores aportes lo ha formulado la teoría del caos y la perspectiva de Inmanuell Wallerstein. La idea de bifurcación concibe que puedan existir regresiones en el tiempo histórico, cambios que encaminen a la humanidad hacia rumbos más abominables como el esclavismo, volver al feudalismo o a sociedades totalitarias con formas de explotación salvaje. Finalmente la idea del cambio en la izquierda supone que es necesaria la construcción de sujetos que hagan posible la utopía. De esta manera, la discusión entre subjetivismo y estructuralismo, aunque no resuelta del todo, empieza a ser replanteada; hoy se sabe que todo proceso es reversible y que las condiciones objetivas por sí solas no 17 pueden llevarnos al socialismo, así como la idea del cambio depende de los sujetos y de la correlación de fuerzas. En la investigación esto se expresa en la mirada que tenía una parte de la izquierda, particularmente el PCC, en la URSS, acerca de la inevitabilidad del triunfo del socialismo sobre el sistemacapitalista, cuestión no menor, pues se partía del reconocimiento de la nación soviética como retaguardia de los procesos revolucionarios. La crisis de las izquierdas En este debate no fueron pocos los intelectuales que salieron a la palestra pública a cuestionar a la URSS y la izquierda latinoamericana. Aplaudieron la crisis del socialismo y de las organizaciones que lo respaldaban, y con una salida derrotista terminaban por señalar que el camino no era ya el socialismo, sino un capitalismo con “rostro humano”. En este escenario se ubica el periodista Jorge Castañeda (1993A), quien concluía: La guerra fría ha terminado y el bloque socialista se derrumbó. Estados Unidos y el capitalismo triunfaron. Y quizás en ninguna en parte ese triunfo se antoja tan claro y contundente como en América Latina. Nunca antes la democracia representativa, la economía de libre mercado y las efusiones oportunistas o sinceras de sentimiento pronorteamericano habían poblado con tal persistencia el paisaje de una región donde antaño hombres y mujeres del mundo entero depositaron su fe revolucionaria en otro ideario, a partir de otra victoria: la Revolución Cubana. (p. 9) En otro texto, Castañeda (1993B) va más allá: Hay otros ejemplos, aunque no muchos, y no tan definitivos: el renovado partido Socialista en Chile, junto con el Partido para la Democracia, es quizás el más importante. La tradición democrática chilena, junto con la derrota del movimiento de Allende y el consiguiente exilio de la mayoría de los socialistas chilenos, tuvo un efecto positivo – juntos, impulsaron a los izquierdistas chilenos a cambiar su actitud en los asuntos claves como democracia, lazos con las URSS y Cuba y las relaciones con los Estados Unidos-. Además, la política económica de mercado de César Augusto Pinochet indujo a muchos 18 de la izquierda, particularmente a aquellos dentro del Partido Socialista, a revisar su enfoque completo de la economía.(p. 78) Si se explaya tanto con estas citas es porque parece relevante demostrar que una parte de la intelectualidad latinoamericana no sólo estaba de acuerdo con la caída de la URSS, sino, a su vez, aplaudían y recibían con beneplácito el neoliberalismo. Dentro de este cinismo se vanagloriaban de las grandes gestas que los dictadores latinoamericanos impusieron a sus países a sangre y fuego, y como buenos papás concluían que gracias al manejo de la economía de los dictadores (el modelo neoliberal), la izquierda aprendió de ésta. Otros analistas, por el contrario hacían un balance riguroso respecto a la caída de la URSS y sobre sus efectos en la izquierda latinoamericana, no con un sentido derrotista ni disfrazando un discurso neoliberal en el fondo sino advirtiendo lo que debía modificarse dentro de las izquierdas y que el socialismo no había perdido vigencia, pues lo acontecido en la Unión Soviética era tan sólo un tipo, uno burocratizado, sin participación ni democracia directa en las bases para su construcción5. Uno de los autores que defendió dicha postura fue Adolfo Sánchez Vázquez (1999) “…entre el optimismo sin barreras y el pesimismo sin fondo hoy el socialismo como proyecto necesario, posible y realizable, pero realizable sólo si se cumplen las condiciones para ello, entre las cuales figuraran necesariamente la conciencia de su valor así como la decisión, organización y acción revolucionarias” (p. 139). Así pues, numerosos intelectuales salieron en defensa del socialismo como proyecto histórico, no sin antes hacer un balance de la izquierda latinoamericana y sus posibilidades históricas; entre ellos figuran Marta Harnecker (1999), quien señala tres elementos de la crisis de la izquierda: 5 Señalaba Adolfo Sánchez Vázquez al respecto: “Es más, yo diría que tanto Stalin como Lenin y Trotski se mueven en definitiva en el mismo marco de transición a la nueva sociedad, es decir, se mueven hacia un tipo Estado que centraliza el poder económico y el poder político, hacia la creación de una nueva clase que ya en esos años se perfila como tal; se mueven hacia una total exclusión de la democracia, y esto no solamente es una concesión al Estado sino una vieja concesión de Lenin al Partido, visto con el privilegio epistemológico de ser el depositario de la verdad, lo que crea, por principio, una separación radical entre partido y sociedad, lo cual, por otro lado, de acuerdo con lo que Trotski muy bien ha caracterizado como “sustituismo”, va a permitir no solamente la sustitución de la sociedad de la sociedad por el Partido sino, dentro del propio partido, la sustitución de la base por la sociedad.” En Adolfo Sánchez Vázquez, (Entre la realidad y la utopía: ensayos sobre política, moral y socialismo, Fondo de Cultura Económica, México, 1999, p. 163). 19 1. La crisis teórica: la cual es causada por tres orígenes –dice Harnecker-, en primer lugar la incapacidad de la izquierda latinoamericana para elaborar un pensamiento propio; en segundo la falta de análisis rigurosos acerca de las experiencias socialistas, que logren identificar las derrotas así como sus éxitos; por último, pero tal vez el origen más importante de la crisis teórica, tiene que ver con la falta de estudios críticos del capitalismo a finales del siglo XX. (p. 296) 2. La crisis programática: ésta se encuentra vinculada con la crisis teórica, pues, como dice la autora, “existe un exceso de diagnóstico y una ausencia terapéutica”, lo que refleja una desarticulación entre el discurso científico y el político, es decir, hay una ausencia en las propuestas de la izquierda que permitan romper o la desconexión con el sistema mundo capitalista; de esta manera, se corre el riesgo de ser simples administradores de la crisis, pues no se actúa de acuerdo con el diagnóstico, sino sobre las posibilidades que permite el sistema reproduciendo de esta forma la misma política de los partidos tradicionales (clientelismo y corrupción). (pp. 310-311) 3. La crisis orgánica: hace referencia a la incapacidad de la izquierda para entender los nuevos actores sociales, sus relaciones con la sociedad civil y la forma para llevarlo a cabo, lo cual se manifiesta en su poca capacidad de atracción y convocatoria en la juventud. La autora advierte que ello se debió y se debe a dos tesis que han hecho parte de la izquierda. Se trata de la vanguardia y el basismo, el primero porque ha concebido al partido como el poseedor de la verdad, el sabio, quien puede conducir a la masa atrasada e ignorante, lo que genera la instrumentalización del movimiento y autoritarismo en los partidos; el segundo concepto, la tesis opuesta, sobrevalora las potencialidades de los movimientos, pues piensa que pueden bastarse a sí mismos, lo cual lleva a un desprecio por cualquier instancia política y a percibir el poder como algo monstruoso6. (pp. 321-324) Otro de los autores que hace un balance de la izquierda en América Latina es Emir Sader (2006), esta vez desde una perspectiva histórica ubicando tres momentos en relación con los periodos de crisis económica: un primer, el proceso de exportación de materias primas y recursos estratégicos en el desarrollo de los países industrializados, más conocido como de 6 Más adelante retomaremos estos conceptos. 20 ventaja comparativa y que dio origen a la formación de los partidos comunistas; el segundo proceso es la industrialización de sustitución por importaciones, caracterizado por la crisis del modelo liberal de los años treinta y por las guerras interimperialistas situación que incentivó los regímenes populistas en toda Latinoamérica y, el tercero, la ola neoliberal, que se pudo introducir por la crisis de la deuda externa y las dictaduras militares, pero debido a sus frecuentes apuros por la financiarización de la economía(capital especulativo y por lo tanto volátil) y la apertura de los mercados produjeron distintos levantamientos populares en toda la región (el “caracazo” en Venezuela en 1989; los zapatistas en México, 1994; el levantamiento popular por el “corralito” financiero en Argentina en 2001). Esto posibilitó el ascenso de gobiernos nacionales alternativos en Latinoamérica impulsados por movimientos sociales y la izquierda política. Tales son los casos del movimiento indigenista en Ecuador y Evo Morales en Bolivia, el Frente Amplio en Uruguay y la Revolución Bolivariana en Venezuela. La presente investigación recoge los aspectos de la crisis señalados por Marta Harnecker, pues, como se verá a lo largo del trabajo, hubo desconexión entre ideología, particularmente el marxismo-leninismo, y su proyección en la realidad. No obstante la copia acrítica en aspectos del socialismo histórico europeo, en los años ochenta la izquierda colombiana estuvo más cerca de la realidad, aunque evidentemente hubo una relectura del cambio social y de la irreversibilidad de los procesos después de la caída del socialismo histórico europeo. Sin embargo, hubo cosas que no cambiaron como el modelo organizativo basado en el centralismo democrático, y las izquierdas colombianas no renunciaron a transformar las estructuras de dominación y explotación, lo cual sucedió en países donde hubo dictaduras, como en el caso del Partido Socialista Chileno e incluso del Movimiento 19 de Abril o M-19 en el caso colombiano. En busca del sujeto histórico y político El debate acerca del sujeto histórico, se presenta hoy por la crisis del proletariado y sus formas organizativas, dado su papel disminuido en las negociaciones patronales, lo cual ha sido producto de las reformas neoliberales que han informalizado el trabajo, empeorando y desestabilizando las condiciones laborales, lo que ha provocado una pérdida de afiliados al 21 sindicato. La discusión abierta al respecto ha sido en parte propuesta por posmodernos y posmarxistas, estos últimos concibiendo la emergencia de nuevos movimientos que luchan por la igualdad y la diferencia. Los sujetos de carácter anti neoliberal en los ámbitos mundial y latinoamericano entre estos últimos los zapatistas en México, el Movimiento Sin Tierra en Brasil, los piqueteros en Argentina, los pueblos originarios en Bolivia, las masas empobrecidas en Venezuela, son nuevos actores que se han visibilizado en la escena pública de distintas maneras (ya sea como movimientos armados o de acción colectiva) y que han buscado generar rupturas con el neoliberalismo, así como promover alternativas al mismo, en algunos casos han logrado adelantar cambios en la correlación de fuerzas nacionales. Con frecuencia, los análisis del marxismo durante la década de los setenta planteaban a la clase obrera como el sujeto histórico de la revolución; otros grupos y categorías sociales como: los campesinos, los estudiantes y los pueblos originarios sólo existían como posibles aliados del proletariado en su lucha contra el capitalismo, de ahí que los estudios de los conflictos sociales fuesen situados en el marco de las clases sociales. No obstante, a finales de los años ochenta nuevas teorías planteaban la emergencia de nuevos movimientos sociales con características propias y diferenciadas del análisis de clase, dentro de este grupo de autores se encuentran en el caso colombiano Mauricio Archila Neira y Alfonso Torres Carrillo. Ellos reconocen la incidencia teórica, organizativa y de confrontación de la izquierda heredada a los movimientos sociales7; sin embargo, anotan que hubo desencuentros ideológicos y culturales entre los actores sociales y la izquierda (por las críticas ya mencionadas) que “ocasionaron el anhelo de mayor autonomía” de los primeros (Archila (Comp.), 2005, p. 320). De esta manera, los teóricos del movimiento social analizaban a estos actores sociales como cuerpos diferenciados de la izquierda: 7 Las izquierdas construyeron o apoyaron organizaciones sociales y en no pocas ocasiones les ofrecieron proyección más allá de los estrechos marcos particulares y locales, ampliando sus objetivos… Las organizaciones de izquierda dieron educación política a muchos cuadros, no sólo por medio de los cursos formales sino con el ejemplo práctico de la que hemos llamado izquierda social. Mauricio Archila Neira. Idas y venidas, vueltas y revueltas: Protestas sociales en Colombia 1958-1990, CINEP, Colombia, abril de 2005. Pág., 318. 22 Si la lógica de la acción colectiva en Colombia se proyecta políticamente pero no encaja en la imaginativa de la lucha de clases agenciada por las izquierdas, debemos escudriñar otra vertiente explicativa, consistente en ubicar a los movimientos sociales como expresión organizada de una sociedad civil en mutuo fortalecimiento con el Estado (Archila, 2005, p. 333). El autor aclara que este fortalecimiento no anula la lucha de clases ni la confrontación social, lo cual quiere indicar que el movimiento se desprende de una autoexclusión y de la enemistad con el Estado. Sin embargo, esta mirada del movimiento social en la actual coyuntura latinoamericana quedó sujeta al debate, pues numerosos movimientos luchaban por un cambio de la sociedad, así mismo haciendo parte de los partidos de izquierda que gobernaban8 (aunque manteniendo su autonomía), lo que no implicaba un reduccionismo al análisis de clase: El esquema estrechamente clasista de conformación del sujeto social y político - que en sentido estricto nunca se correspondió con la realidad social latinoamericana-, resulta hoy incontestablemente superado por la irrupción de nuevos y fuertes actores sociales y la presencia de nuevos problemas que hacen a la salvación de la humanidad9. Ello modifica -de hecho- la anterior concepción acerca del sujeto social y político de la transformación, supone reconocer su carácter y composición heterogénea, lo cual no implica -aunque algunos aún lo sostengan- la negación o rechazo del componente clasista de este sujeto. (Rauber, 2001, p. 13) En el caso colombiano, si bien la emergencia de estos “nuevos” movimientos sociales ocurrió a finales de la década de los ochenta, la cual también coincide con la baja afiliación sindical, la convocatoria a la movilización social la siguió manteniendo el sindicalismo, a pesar de la crisis por la que atravesó durante la década de los noventa. 8 Uno de los debates centrales es si el movimiento social es un grupo de presión que lucha para ser reconocido dentro del Estado o, si por el contrario sus luchas y demandas desbordan la institucionalidad, exigiendo cambios profundos y estructurales. De otra parte, entre los ejemplos en los cuales un movimiento hace parte de un partido de izquierda está el de Colombia. En el PDA se encuentran el sector LGTB, el CRIC y una gran parte del movimiento estudiantil. 9 Entre ellos la preservación de la naturaleza y el medio ambiente, la superación de las discriminaciones étnicas y de género, la lucha contra la pobreza y la marginación de grandes mayorías y la preservación de la paz mundial. 23 El tema del sujeto es relevante para analizar cómo aunque las izquierdas hablasen del proletariado sus bases residían fundamentalmente en el campo, existiendo un desfase entre discurso político y su realidad concreta. De este modo se demuestra que existió un doble discurso o, en otras palabras, la ideología contrastaba con la experiencia, pues si bien en Colombia apelaban al proletariado como sujeto histórico, es decir, como el encargado de romper las cadenas, su base social no residía tanto en el ámbito urbano como en el campesino. La concepción del poder en las izquierdas Uno de los temas centrales del siglo XX en la izquierda fue el temadel poder. Las discusiones planteadas entre reformistas y revolucionarios a comienzos de la centuria, entre quienes figuran como máximos exponentes de dichas teorías Eduard Bernstein y Rosa Luxemburgo, giran alrededor de si lo más correcto para llegar al socialismo es la reforma o la revolución. Bernstein planteaba que el método para alcanzar el socialismo era el reformismo, lo que implicaba un cambio gradual desde la institucionalidad por medio del parlamento; por su parte, Luxemburgo expuso que si bien son necesarios los cambios reformistas, éstos sólo servirían para agudizar la lucha de clases, pues la ruptura con la sociedad capitalista sólo es posible mediante la revolución. Si bien estas discusiones llegaron a la izquierda latinoamericana, muchos fueron sus matices durante el siglo XX; tal vez el más importante, fue la discusión entre los partidos comunistas y las guerrillas conformadas a mediados de los años cincuenta después del triunfo de la revolución cubana10. El asalto al poder muchas veces se presentaba desde una 10 Como lo advierte Pablo González Casanova: “Las propias fuerzas populares y revolucionarias tienen distintos conceptos de democracia. Esto se advierte en sus debates internos. Uno de los más significativos ha distinguido ha dos grandes sectores de la lucha por el socialismo en América Latina: un amplio sector ha sostenido que es necesario dar la lucha por la democracia para acercarse a la lucha por el socialismo, otro que es necesario plantear directamente la lucha por el socialismo, marchar directamente hacia la revolución socialista. En el acerbo debate, los grupos que claman seguir por un camino directo han llegado a pensar y sostener que el proyecto de lucha por la democracia es un proyecto predominantemente burgués. Han invocado los textos de la trilateral y muchos documentos, declaraciones y medidas democráticas emitidos por las clases dominantes de América Latina, o por voceros del liberalismo, la socialdemocracia. La democracia cristiana y las nuevas formas del populismo para confirmar su desconfianza. Los otros le han contestado que 24 perspectiva simplista (pues sólo bastaba con tomar la casa presidencial para transformar la sociedad en su conjunto), lo que derivó en el descuido de los análisis del capitalismo, de sus relaciones entre norte y sur, entre centro y periferia, los estudios culturales y políticos. El poder fue equiparado al Estado y los sectarismos condujeron a un desprecio por la democracia, aun con las advertencias hechas por los marxistas revolucionarios del siglo XX, como León Trotski y Rosa Luxemburgo: “La democracia socialista es la más rotunda ratificación y extensión de esas libertades –formales a consecuencia del fetichismo imperante en la sociedad burguesa- mediante la democratización `sustantiva` de la fábrica, la escuela, la familia, en fin del conjunto de la sociedad” (Borón, 2004, p. 427). Sin embargo, a finales del siglo XX aparecieron los replanteamientos por la caída de los autoritarismos y las dictaduras tanto en el Este de Europa como en América del Sur, lo cual se conoce como “democratización”, proceso que implicaba la apertura de espacios democráticos tales como las elecciones presidenciales, la apertura de los parlamentos, y el restablecimiento de los derechos civiles y políticos, como a la libre expresión, la organización y la movilización. En la presente tesis dichos aspectos sirven para analizar el programa y la caracterización y la apuesta estratégica para transformar la sociedad, pues gran parte del debate de los años ochenta reside en si eran reformistas o revolucionarios, si se apostaba por las reformas y la negociación o por una salida revolucionaria a la crisis; en este sentido, las contradicciones al interior de la izquierda socialista estaban definidas, en alguna medida, por cómo se analizaba al otro; sin embargo, en algunos casos más tarde que temprano todos terminaban coincidiendo en que era necesario trabajar los espacios políticos legales y públicos, como acontecería en el caso de ¡A Luchar!. es necesario dar esa lucha como propia, como parte de una larga y compleja batalla por la nueva sociedad, por un socialismo con profunda participación del pueblo en la toma de decisiones.” Pablo González Casanova y Marcos Roitman Rosenmann, Coordinadores. La democracia en América Latina: actualidad y perspectivas, Madrid, Complutense, 1992 p. 27. 25 Problematización de las caracterizaciones de izquierda en la actualidad La nueva correlación de fuerzas en el escenario latinoamericano ha abierto un debate con inusitado interés por caracterizar la izquierda, como analizar sus proyecciones y posibilidades históricas, como anota Wilfredo Lozano en la revista Nueva Sociedad: “el primer asunto que debemos tomar en consideración es la heterogeneidad de la izquierda y el cambio en su lugar histórico en la escena latinoamericana” (Lozano, 2005, p. 131); aunque no es el único en subrayar la diversidad de la izquierda, pues Alfredo Holguín, miembro del Partido Comunista Colombiano, escribió un libro titulado Ellos son grises, nosotros somos el arco iris, en el cual destaca las diferencias y coincidencias de las izquierdas en Colombia, señalando que, mientras éstas se encuentran llenas de matices, la derecha representa un solo color, el gris. Abordar la caracterización de la izquierda daría para describir cada categoría acuñada por diversos autores; sin embargo, como se trata de problematizar dichas categorías, el debate surge en torno desde dónde se les caracteriza. Hay tres grandes líneas en el debate internacional, éstas son: la primera caracterización hace referencia a dos tipos de izquierda, política o partidaria y la social, enfatizando en la nueva base social y la tradición (entre estos autores se encuentran (Harnecker, 1999 y Rodríguez, 2002); la segunda, hace alusión a la diada nueva izquierda- vieja izquierda (Rodríguez, Chávez, Barret, 2005), y su definición refiere al tiempo y las circunstancias y la tercera tipología, identifica a la izquierda según su grado de radicalidad, centro izquierda o izquierda reformista, izquierda fundamentalista o ultraizquierda (Bobbio, 2000 & Lozano, 2005). No obstante, se podría decir que las caracterizaciones de la izquierda social, la nueva izquierda o la izquierda reformista presentan atributos similares, pues se dice que son organizaciones con estructuras mucho más horizontales que los partidos, que no apelan a la revolución sino mantienen un carácter reformista y luchan por la democratización de la sociedad. De otro lado, la izquierda partidista mantenía estructuras jerárquicas y rígidas que apelaban a la dictadura del proletariado con un proyecto socialista. Habría que reformular dichas diferencias para ambos casos, pues unas y otras comparten elementos en la actualidad. 26 Tipologías de la izquierda colombiana Si bien existen autores desde la academia que trabajan el tema de la izquierda actual en Colombia, como son el caso de Darío Correa o César Rodríguez Garavito, lo hacen desde una postura en la cual se señala lo tradicional con lo radical y lo nuevo con lo democratizador. Veamos cual es su argumentación: El investigador César Rodríguez Garavito et al. (2005) se centra en la nueva izquierda, definiéndola no en un sentido valorativo sino descriptivo. “Por lo tanto, denota el hecho de que las formaciones de izquierda estudiadas son de origen reciente o que han ascendido en capacidad de movilización masiva (en el caso de los movimiento), en votos (en el caso de los partidos) o capacidad de gobernar (en el caso de las administraciones locales y nacionales)en los últimos años” (p. 22). Estos autores a la nueva izquierda le atribuyen cinco características: pluralidad y articulación en formas organizativas descentralizadas, multiplicidad de bases sociales y agendas políticas, relieve de la sociedad civil, reformismo y la profundización de la democracia. Para el autor la vieja izquierda serían los partidos comunistas surgidos en los veinte, la izquierda nacional o popular, las organizaciones insurgentes, los partidos reformistas y la izquierda social, comprendiendo por ésta a los sindicatos o ligas campesinas. Aquí no comparte el punto de vista acerca de las tipologías aunque sirvan de referencia para describir a las agrupaciones políticas, sobre todo cuando se usa antinomias para describir lo nuevo y lo “tradicional”, tales como reforma-revolución, partido político-movimiento social, toma de poder-renuncia y Estado como objetivo-estado como enemigo. En su tesis de maestría, Darío Correa Gutiérrez (2008, anotaciones previas, parra 1), distingue a la izquierda “como un tipo de orientación política mucho más amplia y heterogénea que el número de partidos y organizaciones inscritas en esta corriente”. Ésta se divide según Correa en “diferentes actores sociales, individuales y colectivos, legales e ilegales, reformistas o revolucionarios.” Por su tipo de estrategia y según su método para transformar la desigualdad, se reducen a dos tipos (la extrema izquierda y la centro izquierda). 27 Sin embargo, parece más acertado referirse a la izquierda desde una valoración ideológica y con unas tipologías a su interior, es decir, en el caso del Estudio de La crisis histórica de la izquierda mexicana, Modonesi (2001) propone hablar desde las autodefiniciones; así se distingue entre una izquierda socialista y una izquierda revolucionaria a finales de los años ochenta; en la II Internacional se hablaba de la socialdemocracia y en la I Internacional de socialistas científicos, socialistas utópicos y anarquistas. En consecuencia, para la presente investigación se retomó la tendencia de la izquierda: socialista, y en ocasiones se le contrasta con la nacional-popular; a su vez, habría que establecer una diferenciación en la primera, con el fin hallar lo que existe de nuevo y lo que no, pues se propone establecer una tipología, la de izquierda partidista para señalar lo tradicional11. Siguiendo a Harnecker (1999), se entiende por izquierda partidista, al conjunto de organizaciones y partidos socialistas que mantienen estructuras similares a la estructura organizativa leninista, es decir, centralizada por un comité ejecutivo. Gran parte de éstas nacieron después de la revolución rusa en 1917, y mantuvieron una lectura acrítica del materialismo histórico hasta finales de los ochenta. El partido así, fue concebido como el sujeto político, poseedor de la razón, eregido como la vanguardia del proceso revolucionario. En este escenario estarían el Partido Comunista Colombiano y ¡A Luchar! La izquierda social es el conjunto de individuos y movimientos sociales con un modelo horizontal en la estructura organizativa, o tratando de dirimir sus conflictos por medio de las asambleas, donde cada miembro de la organización puede expresar y votar por lo que cree conveniente, luchando por una sociedad solidaria y humanista. Dentro de esta tipología estarían el movimiento estudiantil, los pueblos originarios y los sindicatos. 11 Aunque no se trata de un remplazo de las categorías de lo tradicional por la izquierda partidista y de lo social por nuevo, pues esto implicaría simplemente una extrapolación, es una diferencia que aparece en un momento histórico a finales de los ochenta entre la izquierda partidista y los movimientos sociales que controlaban, ya que éstos reivindican su autonomía en la organización y las posturas políticas. Esta caracterización la retomo de Marta Harnecker y Octavio Rodríguez, aunque para este último la izquierda social no sería socialista y menos interesada por el poder. Ver Marta Harnecker, Haciendo posible lo imposible: La izquierda en el umbral de del siglo XXI. España, Siglo XXI, 1999. Rodríguez Araujo, Octavio. Izquierdas e izquierdismos. Editorial: Siglo XXI, México. 2002, p. 25. 28 Los sujetos aquí estudiados son específicamente dos, el primero es el Partido Comunista Colombiano fundado en 1930, con adscripción marxista-leninista, y pro soviético, regido por el centralismo democrático, con una larga tradición en las luchas sociales en el país. Formó las autodefensas campesinas comunistas durante la violencia en Colombia. Fue ilegal durante la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla 1953 y recuperó su registro después de la caída del dictador, a la cual contribuyó. Es un partido monolítico, por lo cual nunca se ha desintegrado, aunque han salido de él diferentes fracciones, como el Partido Comunista Marxista Leninista pro chino en los años sesenta e incluso la dirigencia del Movimiento 19 de Abril. El PCC jugó un papel destacado en el proceso de democratización de los años ochenta, pues con las FARC formaría la Unión Patriótica, que llegó a obtener varios senadores, representantes a la cámara, alcaldes y concejales y se ubicaría como la tercera fuerza política del país en aquellos años. Por su parte, ¡A Luchar! es una organización surgida a mediados de los años ochenta, en la cual se agrupaban organizaciones políticas como el Partido Socialista de los Trabajadores (PST)12, la agrupación Pan y Libertad13, los Colectivos de Trabajo Sindical (CTS)14, la Corriente de Integración Sindical (CIS)15, el Frente Estudiantil Revolucionario Sin Permiso (FSP), todos de diferentes corrientes ideológicas pero compartiendo el rechazo a los procesos de negociación entre las FARC, el M-19 y el gobierno de Belisario Betancur, porque consideraban que esto desmantelaría las luchas sociales en Colombia. 12 El PST de Colombia es una organización de carácter socialista inspirada en el trotskismo. Surgió en 1977 y tenía como premisa fundamental que no era necesario pasar por las etapas democráticas para alcanzar la revolución socialista, y que a la cabeza de ésta, debería estar un partido dirigido por los mejores cuadros dela clase obrera y de la intelectualidad. 13 Este proyecto venía del MIR Patria Libre, de las corrientes políticas que se escindieron del PCC-ML. No fue una organización que trabajase en la ilegalidad, pero compartía junto con el PST la idea de que no era necesario pasar por una etapa de transición, sino tomar el poder para construir la revolución socialista. 14 Según el libro Flor de Abril, éstos fueron inspirados por el Ejército de Liberación Nacional; sin embargo, los CTS se declararonn independientes y autónomos. 15 Los cuales provenían del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), que a su vez se constituyó en una organización insurgente en busca de la toma del poder. 29 Capítulo II Las izquierdas socialistas, el proceso democratización y el terrorismo de Estado en Colombia Escenario político colombiano Dos procesos fueron los elementos centrales en la década de los ochenta, heredados de décadas anteriores e interrelacionados, pero que definen el escenario al cual se enfrentan las izquierdas, por medio de las cuales se irán transformando. Se trata en primer lugar, del bipartidismo como forma de gobierno16, el cual configuró una serie de prácticas políticas que presenta características fundamentales, esto es: una democracia restringida, el estado de excepción permanente o estado de sitio. En segundo lugar, la violencia política y el terrorismo de Estado, que durante las décadas de los ochenta y noventa se recrudeció. En este contexto, las izquierdas aquí estudiadas definieron una estrategia y una táctica según el momentopolítico. La estrategia y la táctica se fue encaminando ha ampliar la democracia y lograr una paz con justicia social entre grupos insurgentes y el estado. Las izquierdas partidistas llegaran a esta conclusión en la medida en que vislumbraban para Colombia lo que había acontecido en el Cono Sur, esto es la dictadura militar. Como lo analizaremos en el presente capítulo, la apuesta por la democracia fue el eje central del Partido Comunista, y, a esta misma conclusión llegaría ¡A Luchar!, lo que no quiere decir que esta última organización no luchara por una democracia más amplia, pero lo hacía desde una estrategia revolucionaría. 16 Se parte del bipartidismo porque, como anota Ricardo Sánchez, en el país los dos también partidos tradicionales, liberal y conservador, también ejercían una hegemonía sobre la vida política, y en especial sobre el Estado… (p. 119) 30 Frente Nacional o bipartidismo político Es necesario analizar brevemente, aunque no sea objeto de este trabajo, la figura del Frente Nacional, este modelo de gobernar configuró prácticas políticas y modelos de ciudadanía y definió un rumbo para la izquierda socialista y nacional popular colombiana. En el escenario internacional la guerra fría era la lógica sobre la cual Estados Unidos y la URSS se enfrentaban en las periferias, pero nunca directamente entre sí. Con base en la lógica anticomunista el primero impulsó una vasta carrera armamentista y apoyó a los gobiernos colonialistas. En América Latina el gobierno estadounidense impulsó el golpe de estado contra el gobierno de Jacobo Árbenz Guzmán en Guatemala en 1954 e implementó y diseñó planes contrainsurgentes para toda la región. Así mismo, en Colombia las élites encontraron en el Frente Nacional la manera aparentemente “propicia” para resolver los conflictos violentos que aquejaban al país17 mediante la sucesión presidencial, una estricta ecuación numérica que implicaba el reparto por mitades de los puestos burocráticos, la designación de alcaldes y la distribución de beneficios para las clientelas electorales. Su propósito fue consensuar un modelo de país en el que se mantenía el latifundio, mientras se respetara la iniciativa de la libre empresa con un proyecto de ciudadanía pasiva, por medio del cual los electores recurrieran simplemente a las urnas a legitimar un pacto de las élites representadas en los partidos tradicionales, esto es liberal o conservador, lo que generó dos actitudes de la población respecto al modelo democrático del país: uno era el abstencionismo y el segundo el clientelismo, el cual se expresaba en el congreso: Conformado entonces por jefes locales casi siempre vinculados a los poderes económicos regionales, no era un Congreso de partidos. Los parlamentarios servían a sus electores con beneficios, en la medida que fuera necesario para conservar su apoyo, pero no se sentían ni eran dependientes de una dirección nacional. El Congreso trabó casi todas las reformas que se le propusieron o las minimizó hasta el punto que resultaran compatibles con los intereses 17 El asesinato de Jorge Eliecer Gaitán, político de origen liberal, fue la gota que derramo el vaso y puso de manifiesto los conflicto entre conservadores y liberales que venían sucediendo en el campo colombiano, es tos es, el asesinato contra liberales a mano de conservadores; luego de su asesinato la violencia se extenderá por todo el país e incluso en la capital se dará el famoso Bogotazo. Para un estudio de la violencia en Colombia ver: Guzmán, German; Fals Borda, Orlando; Umaña Luna, Eduardo. La violencia en Colombia: estudio de un proceso social. Bogotá: Ed. Iqueima, 1962. 31 económicos de los sectores más privilegiados: terratenientes rurales y urbanos, grupos financieros, etcétera… (Zuleta, 1991, p. 119) Pero dicho consenso no logró la legitimación esperada dado que “los partidos perdieron su identidad ideológica y programática. Ya no podían servir para canalizar la opinión, ni representar los intereses de sectores y clases.” (Zuleta, p. 119). Así se produjo el desencantamiento de la población por los asuntos electorales, pues votaran o no lo hicieran sabían de antemano quién iba a ser el presidente de la nación y quiénes acudirían al Congreso. En últimas, la razón por la cual se recurría a las urnas era la de obtener los favores de los políticos en turno. Esto generó de un lado una ciudadanía sin un espíritu crítico, con serias deficiencias para votar programáticamente dado que los partidos no se distinguían; del otro crearía una población apática frente a los asuntos públicos. Otro de los aspectos importantes fue la fragilidad del Estado, como explica Daniel Pécaut citado por (Zuleta, 1999): La imagen de la unidad nacional ha sido siempre frágil, puesto que la sociedad ha estado sometida a la oposición de dos subculturas partidistas en varios aspectos pre-políticas. Dos consecuencias resultan de ello: la autoridad del Estado, sometida a las diversas fracciones de los dos partidos, siguió siendo sumamente precaria. No surgió una tecnocracia que ocupe un lugar comparable al que tienen Brasil o México. La tutela del Estado central no se ejerce sobre una gran parte del territorio nacional, en particular sobre las zonas de colonización. (p. 122). Así mismo, con la configuración del Frente Nacional tanto el Partido Conservador como el Liberal compartieron la definición del enemigo interno, y lo representaron en el comunismo, pues, aunque el Partido Comunista Colombiano era legal para entonces, la represión desatada contra comunistas no se hizo esperar en los gobiernos frente- nacionalistas, en particular durante la presidencia de Guillermo León Valencia (1962-1966) quien daría la orden de atacar con 16,000 hombres de la fuerza pública a las mal llamadas “repúblicas independientes”, las cuales eran habitadas por refugiados de la violencia bipartidista, quienes mantenían la figura de autodefensas campesinas ante la violencia terrateniente y conservadora, lo que originaría el comienzo del conflicto armado interno. De esta manera, bajo la administración de John F. Kennedy se implementó –Latin American 32 Security Operation (LASO)- para toda la región, y en Colombia se originó el plan LAZO, en el que se diseñó la operación Marquetalia, que daría origen a las FARC (Pizarro, 2004). El Frente Nacional sólo retrasó los conflictos por la ampliación de la ciudadanía, dado que en vez de abrir el escenario político lo restringió a los dos partidos a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, y que encontraría, durante la década de los ochenta, tanto en la insurgencia como en la izquierda partidista y los movimientos populares a sus mayores demandantes. Uno de los elementos centrales del sistema bipartidista fue el de generar una democracia restringida, la cual excluyó a otros procesos políticos que hubiesen podido generar otras formas de gobierno y de participación democrática. Con ello sólo se perpetuó el conflicto amado entre la insurgencia y el Estado. Democracia restringida A diferencia de gran parte de América Latina, la figura de democracia restringida persistió en Colombia hasta finales de los años ochenta, pues en países como Chile, Argentina o Uruguay, cuando los partidos populistas, comunistas o socialistas les disputaron el poder a las burguesías nacionales por la vía electoral, éstas cerraron los espacios democráticos por medio de las dictaduras; por el contrario, en Colombia la democracia cohabitaba con la figura del estado de sitio. ¿Para qué tomarse la molestia de establecer dictaduras si el monopolio de la información y la coacción más violenta lograron mantener la figura política del bipartidismo con apoyo de ciertos sectores de la población? Se habla de unademocracia restringida en la medida en que se fortaleció el ejecutivo y se disminuyó las funciones de la rama ejecutiva y los organismos de control del gobierno, así como fueron limitadas las libertades, los derechos civiles, políticos y se otorgó facultades a la fuerza pública para enjuiciar civiles con base en la doctrina de seguridad nacional. “Las medidas anteriores se complementaban con la disminución de la representación de los partidos progresistas en el parlamento y demás órganos del poder legislativo, mediante la limitación creciente de las garantías para su actuación…” (Oviedo, 1984, p. 85). 33 La democracia restringida como forma de gobierno se interrelacionaba con el bipartidismo, pues excluyó de la participación electoral a cualquier otro partido18, en particular a la izquierda, a la vez que los puestos del Estado eran repartidos por igual entre liberales y conservadores. Las estructuras rurales entre las que se encuentran el caudillismo, el clientelismo y las relaciones de compadrazgo son características de la democracia restringida que permearon y fueron factores decisivos a lo largo del escenario político de Colombia a partir de la mitad del siglo XX. Otro de los elementos que hacían de la democracia colombiana, una democracia limitada, residía en el hecho del estado de sitio como figura permanente, es decir, como forma de gobierno. Lo que en otras partes del mundo fue conocido como Estado de excepción en el país fue un Estado permanente19, que le otorgaba poderes excepcionales al ejecutivo, como la “reforma constitucional de 1968 que afianzó la tendencia presidencialista del régimen, a la vez que mediante el artículo 120, señala que el presidente electo debe constituir su gobierno con la representación proporcional del otro partido que le siga en votos, y mantiene el criterio de paridad para la Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado” (Oviedo, 1984, p. 89). La figura del estado de sitio en la democracia colombiana A medida que la crisis del bipartidismo se acentuaba, durante la década de los setenta, los gobiernos en turno recurrieron a la figura del estado de sitio para contener las luchas sociales y de esta manera mantener la hegemonía sobre la sociedad. Lo que supuso medidas excepcionales en Colombia terminó convirtiéndose en una medida permanente. El estado de sitio, el cual “permite limitar las libertades democráticas, otorga facultades al presidente de la república en materia de orden público y establece que los delitos del mismo tipo pasan a ser conocidos por la justicia penal militar”. (Oviedo, 1984, p. 89) 18 La sucesión de la presidencia, y el reparto por mitades del Congreso, las alcaldías y demás puestos administrativos se hizo mediante una reforma a la reaccionaria Constitución de 1986 en 1957. 19 Esto lo afirmo con base en la investigación que realizó Gustavo Gallón Giraldo (1983) sobre el estado de sitio en Colombia 1958-1978, en la cual llega a la conclusión que esta duró quince años de los veinte estudiados. 34 Las fuerzas militares, sirvieron a los intereses de la oligarquía en el país en la medida que coadyuvó el sostenimiento de la democracia restringida y del estado de sitio. Como explica Gallón (1983): La presencia determinante de las Fuerzas armadas dentro del Estado no se explica por el hecho de que ellas hubiesen erigido en representantes de una importante franja social que le suministrara su respaldo, sino simplemente por el peso mismo de su poderío armado y la urgencia de los sectores dominantes de hacer especial uso especial de él para mantener su frágil prevalencia social… (p. 47) Ambos elementos permitían al personal castrense tener un poder sobre la sociedad en su conjunto y al ejecutivo dictar leyes a la conveniencia de los grupos privados. De esta manera, se frustró la modernidad política del país, y bajo la égida de enemigo interno y externo se reprimió a las terceras fuerzas, los movimientos sociales y la izquierda en su conjunto y se impidió una reforma agraria que redistribuyera las tierras para los campesinos que la trabajaran. Así, el estado de sitio entró a operar en los conflictos sociales en el país, ejemplo de lo cual se dio en el robo de las elecciones de 1970, al candidato Gustavo Rojas Pinilla, de la Alianza Nacional Popular (ANAPO), organización política que colocó en crisis la legitimidad del Frente Nacional. “Ante una ventaja considerable frente a Misael Pastrana Borrero del (FN), el gobierno reaccionó prohibiendo a la prensa transmitir datos no autorizados oficialmente; ante dicha situación aparecieron las movilizaciones populares por lo que se consideró de antemano un robo. Se pensó en defender por la fuerza lo que se había ganado legítimamente, y el gobierno promulgó el estado de sitio el 21 de abril de 1970, prohibiendo las reuniones y las manifestaciones públicas, así como las concentraciones estudiantiles, religiosas o laborales, los paros cívicos o los “espectáculos que puedan alterar las actividades ordinarias” (Gallón Giraldo, 1979, p. 83). Los gobernadores fueron facultados para establecer la censura de prensa y tomar otras medidas en relación con la “difusión de noticias, informaciones y propagandas radiales o escritas” (Gallón Giraldo, 1979, p. 86). Así mismo, otorgó facultades a los gobernadores para vigilar 35 y restringir la circulación de personas y vehículos por las vías públicas20 y a las fuerzas militares para detener sospechosos de 15 a 90 días, por atentar contra el normal desarrollo de las actividades sociales o aquellos que escribieran “injurias” contra el Estado; así mismo, a los tribunales militares se les facultó para enjuiciar a civiles por “instigación para delinquir y apología al delito”. Tal era el trato que recibía la protesta popular en Colombia. No se trataba pues de un estado de excepción, sino de un ejercicio permanente de la fuerza militar para reprimir a los sectores sociales y a la izquierda, que pretendían democratizar la sociedad colombiana. De manera similar, fueron reprimidas las manifestaciones por una apertura democrática de la universidad colombiana. Tal fue el caso del movimiento estudiantil en 197121; el mismo año el sindicato de los maestros decidió adelantar una huelga nacional en abril por mejores condiciones salariales, por el pago de sus salarios y contra el estatuto docente. Estas expresiones fueron reprimidas por el estado de sitio. Otro ejemplo pertinente, es lo acontecido con el paro de septiembre de 1977, en el que los principales sindicatos llegaron a un acuerdo para cesar las labores y marchar por aumento de salarios y mejores condiciones de vida para la población. La acción se irradió en todos los centros urbanos del país y se sumaron al paro los sectores barriales. La unidad entre sectores cívicos, barriales y sindicatos logró un paro cívico que desestabilizó al gobierno, pero no lo derrocó, no obstante, este esquema es el que trataría de recoger la izquierda socialista en los años ochenta. Pero el gobierno nacional se adelantó al paro y promulgó el estado de sitio, declarando que las personas que entorpecieran el normal funcionamiento de las actividades serían detenidas por 180 días; además autorizó el despido con justa causa por participar en dichas actividades, censuró la prensa y sólo cinco días después levantó la mordaza; las cifras de “detenidos llegaron a 3,000, los muertos fueron 18 y un centenar heridos dejó la represión 20 Datos. Legs. 251 y 258 del 26 de febrero, 254 del 27 de febrero y 271 del 3 de marzo de 1971, en: Gustavo Gallón Giraldo, Quince años de estado de sitio en Colombia: 1958-1978. Editorial: América Latina, Bogotá, 1979. 21 El movimiento estudiantil universitario, tenía básicamente dos grandes fuerzas políticas.
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