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mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
2 
 
Agradecimientos 
A CONACYT quien durante dos años, agosto del 2009 al 2011, me apoyó financieramente, 
y sin la cual no hubiese podido concluir esta tesis. 
En primer lugar, un agradecimiento muy especial a mis padres que con sus esfuerzos casi 
sobre humanos, ayudaron en todo cuanto fue posible para darme la mejor educación, sus 
gotas de sudor y sus manos callosas también hacen parte de esta tesis. A mi madre, que con 
sus lecciones de vida, me enseñó a no desfallecer y me legó su sentido de la 
responsabilidad; a mí padre por su desprendimiento material y los valores solidarios que me 
han hecho más humano. Les agradezco por su apoyo y cariño. 
A mi hermano, con quien he compartido momentos valiosos a lo largo de mi vida, con 
quien ha sido gratificante discutir y en ocasiones compartir angustias, deseos y proyectos. 
Te agradezco tu sinceridad, cariño y apoyo. 
A la memoria de mi tutor el Dr. Eduardo Ruíz Contardo, que aunque padecía una 
enfermedad muy complicada, tuvo la paciencia de leerme y hacerme comentarios. Así 
mismo, a mi tutor Massimo Modonesi, quien decidió apoyarme en la tutoría aunque 
quedaba poco tiempo para la culminación del proyecto y eran muchos los cambios a 
hacerle, por su interés en leerme y darme consejos que fueron muy valiosos para la 
culminación del mismo, por su disciplina y rigurosidad. 
A la Dra. Raquel Sosa, quien en sus clases nos permitió encontrarnos con nosotros mismos, 
quien nos dejó como lección el sentido de la responsabilidad con lo que se dice y se piensa, 
quien con sus consejos en los momentos más difíciles de mi estadía en México, permitió 
sobreponerme a las adversidades y encontrar un nuevo desarrollo en la presente 
investigación que dio como resultado la presente tesis. 
Al Dr. Lucio Oliver y a la Dra. Diana Guillén porque con su solidaridad, rigurosidad y 
compromiso con los y las estudiantes, han permitido que sigamos creyendo en la academia 
como un elemento que porta a la transformación de la realidad. 
 
3 
 
Un agradecimiento especial al Dr. Nayar López, pues aunque no tuve la oportunidad de 
conversar personalmente con él, sus comentarios y aportes enriquecieron la presente 
investigación. Gracias por su confianza y apoyo. 
A los profesores del postgrado con los que vi clase y pude aprehender de ellos valiosos 
conocimientos y perspectivas de ver el mundo, a ellos, porque también permitieron ampliar 
y madurar mis conocimientos. 
Un agradecimiento especial a mis compañeros de maestría, a Sarya, Joel, Alejandro, 
Yollozotchil, Rigo, Dora, Manuel quienes me aguantaron y soportaron, quienes con su 
alegría y espontaneidad me ayudaron a acoplarme a la ciudad y a descubrir nuevas manos 
amigas. A Jairito, amigo y compañero, pues se tomó la molestia, por segunda vez, de 
revisar la redacción de esta tesis, por escucharme y apoyarme. 
A Nadiezhda, quien tuvo la paciencia de leerme, de corregirme y de brindarme un abrazo 
sin esperar nada a cambio, quien me brindo su apoyo en un momento difícil en mi vida. 
También a María Rosa, soportaste gran parte de mi estadía en México, tu sonrisa 
desprevenida, tu mirada ingenua, tus comentarios inocentes y tu apoyo incondicional, me 
hicieron comprender lo importante que es contar con alguien como tu. 
A quienes no nombro, pero que de alguna manera, ya sea con sus palabras de aliento, con 
un abrazo, con oírme o escribirme siempre estuvieron ahí, apoyándome 
desinteresadamente. 
Agradecimientos a quienes permitieron que los entrevistase, pues hicieron posible estas 
páginas, que espero sirvan para comprender el pasado y para caminar. 
Por último, a mí compañera actual, Tania Prieto pues tu calor le devolvió color a mi vida, 
porque me permitiste volver a creer en un abrazo y en un beso sin medidas, sin tu apoyo, 
alegría y cariño esto no hubiese culminado. Espero poder seguir contando con tus abrazos y 
caminando a tu lado. 
 
 
4 
 
Tabla de contenido Pág. 
Introducción 7 
Estado del arte 10 
I Capítulo 
Reflexiones sobre la izquierda 12 
Marco teórico y conceptual 12 
La izquierda como concepto 12 
Igualdad y Libertad: un falso dilema en la izquierda 14 
Tiempo y cambio: dicotomía entre la izquierda y la derecha 15 
La crisis de la izquierda 17 
En busca del sujeto histórico y político 20 
La concepción del poder en las izquierdas 23 
Problematización de las caracterizaciones de izquierda en la actualidad 25 
Tipologías para las izquierdas colombianas 26 
 
II Capítulo 
Las izquierdas socialistas, el proceso democratización 
y el terrorismo de Estado en Colombia 29 
Escenario político colombiano 29 
Frente Nacional o bipartidismo político 30 
Democracia restringida 32 
La figura del estado de sitio en la democracia colombiana 33 
La violencia en los años ochenta 36 
Las izquierdas antes de los procesos de negociación y de 
Democratización en Colombia 41 
 
5 
 
Las izquierdas socialistas ante los procesos de solución 
Política y negociada del conflicto armado y la democratización 
En Colombia 47 
 Los procesos de negociación entre insurgencia y Estado 47 
El PCC ante el proceso de SPNCA y la democratización 51 
Surgimiento de ¡A Luchar! y su propuesta 56 
La elecciones de 1986, entre la abstención Electoral y la participación 60 
Las izquierdas socialistas frente a la Constitución de 1991 67 
Cambio de ¡A Luchar! y reafirmación del PCC. Con respecto a los 
espacios legales e institucionales 71 
El PCC y la Constitución de 1991 74 
Terrorismo de Estado y efecto en las izquierdas socialistas 80 
 
III Capítulo 
La caída de un socialismo histórico, el neoliberalismo y sus 
Impactos en las izquierdas en Colombia 89 
Caída del socialismo histórico en el ámbito internacional 89 
Implicaciones del derrumbe de la Unión Soviética para la Izquierda 
latinoamericana y el movimiento revolucionario mundial 90 
Impacto de la caída del socialismo histórico europeo en las Izquierdas 
colombianas 95 
Crisis teórica y copia acrítica en la izquierda colombiana 98 
Una mirada a la mirada de las izquierdas de Colombia. Hacia 
 la URSS e impacto sobre éstas. 101 
Lo organizativo. 112 
 
6 
 
Democracia al interior de las izquierdas 119 
Crisis de la vanguardia 126 
El neoliberalismo 133 
Colombia yel neoliberalismo 136 
Impacto sobre el sindicalismo y en la izquierda 138 
 
Conclusiones 149 
Bibliografía 153 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
7 
 
Introducción 
La presente investigación es un intento por analizar las transformaciones de las izquierdas 
en Colombia entre los años ochenta y noventa, ante una serie de cambios que transcurrieron 
en el país. También pretende contrastar ciertos criterios adjudicados a la “nueva izquierda” 
como el de luchar por la democracia, pues la izquierda colombiana encontró su mayor 
riqueza política justamente cuando se reencontró con estas prácticas. 
Para hablar de la trayectoria de la izquierda colombiana hay que remitirse a la historia del 
conflicto político que vivió el siglo XX en el país, pues el actor aquí estudiado tuvo que 
resistir embestidas: desde su exterminio físico hasta las pretensiones de sepultarlo 
ideológicamente, como anota Gramsci (1981 citado en Modonesi, 2003) “para escribir la 
historia de un partido hay que escribir la historia de un país” (p.17). 
Por eso la presente investigación trata de desentrañar procesos históricos que impactaron en 
las izquierdas colombianas. No se desea hacer una historia de las izquierdas en el sentido 
literal, sino más bien, una tesis interpretativa y explicativa de los cambios de las izquierdas 
socialistas. En este sentido se hace importante porque son pocos los análisis desde la 
academia para comprender este fenómeno. La importancia de estudiar a la izquierda como 
agrupación política surgió de una necesidad por comprender las proyecciones y las 
posibilidades de cambio en Colombia dado el auge de gobiernos alternativos en América 
Latina. 
La izquierda colombiana viene de varios procesos que han hecho modificar sus 
planteamientos frente al ejercicio del poder (estrategia), sus bases programáticas y sus 
relaciones con el movimiento social. Esto se ha debido a cuatro hechos: el primero 
relacionado con el proceso de guerra y paz, según el contexto, pues aunque la izquierda fue 
severamente perseguida y masacrada tanto por el Estado, como por grupos paramilitares, no 
renunció a lograr la paz mediante una solución política del conflicto. El segundo es el 
proceso de democratización con la “ampliación” de sus espacios y su inserción en los 
 
8 
 
mismos. El tercero la caída de la URSS1, que impactó profundamente en el escenario 
internacional y dejó en las izquierdas cierto sentido de derrota y frustración. El último 
elemento es la entrada del neoliberalismo al país, que modificó la estructura productiva y 
con ello redujo el papel del sindicalismo como actor central de las luchas sociales del siglo 
XX. 
Lo anterior implica analizar las izquierdas colombianas y su praxis a finales de la década 
del ochenta y comienzos de los noventa en relación con los procesos: de democratización, 
de guerra sucia, la caída de la URSS y la emergencia del neoliberalismo (estos son tomados 
como secuencias en la que coinciden lo temporal y su importancia). Sus posturas 
programáticas así como su definición de estrategia y táctica, es decir, cómo se reconfiguró 
ésta durante y después de estos transcursos, condujeron a estudiar dos sectores políticos de 
gran importancia en el país: el Partido Comunista Colombiano y ¡A Luchar! 
Las trayectorias de los sujetos sociales políticos no son lineales y mucho menos cuando se 
trata de quienes luchan por la transformación de la sociedad. El hecho de considerar, como 
en algún momento inicial de la investigación se formuló, que las izquierdas en Colombia 
pasaron de una fase defensiva a una fase propositiva era un error, pues las luchas sociales y 
los sujetos que participaban en ellas, tenían flujos y reflujos. Evidentemente existió crisis 
de las izquierdas en Colombia (fenómeno que para el caso colombiano fue más interno que 
externo), pues el terrorismo de estado liquidó gran parte de las izquierdas y sus bases 
sociales a su vez que los medios de comunicación trataron de sepultar lo que quedaba; sin 
embargo la crisis de la izquierda estuvo precedida de una gran lucha social por 
democratizar al país y es mediante ésta que las izquierdas se fueron transformando, en ese 
encuentro con su gente, donde el discurso abstracto contrastaba con la realidad. 
Es así, como en el primer capítulo se problematiza el concepto de la izquierda y se 
presentan las diferentes posturas políticas y académicas alrededor de su caracterización, 
esto se hace desde una perspectiva latinoamericanista y para ello se retoman autores como 
                                                            
1 El corte histórico de esta investigación se justifica por la percepción relativamente generalizada, en la 
academia como en la intelectualidad, de que a finales de los ochenta se cerró un ciclo histórico para la 
izquierda socialista… Incluso entre los que reconocen la subsistencia y la influencia de la izquierda socialista 
en las luchas sociales y políticas en curso, se asume que ésta es y será radicalmente distinta a la el pasado. 
Ibíd. p. 17. 
 
9 
 
Helio Gallardo, Martha Harnecker, James Petras, Daniel Chávez, Patrick Berret, Rodríguez 
Octavio, Atilio Boron, Carlos Vila, Isabel Rauber y Norberto Bobbio. 
El segundo capítulo tiene que ver con una caracterización sociopolítica del país, las 
herencias a las que tuvieron que enfrentarse las izquierdas y los peligros que se venían 
configurando desde los años sesenta con las dictaduras en el Cono Sur y que se veía como 
una posibilidad para el país. Se habla específicamente de dos procesos simultáneos y que se 
interrelacionan, la herencia bipartidista o frente nacionalista y el surgimiento del terrorismo 
de Estado como práctica coercitiva para enfrentar los procesos de cambio, pero a su vez 
analiza los cambios programáticos de las izquierdas frente a los procesos de negociación, la 
crisis del bipartidismo, la democratización y cómo enfrentaron la represión. El acento en 
este primer capítulo tiene que ver con la democracia y cómo la izquierda fue incorporando 
esta idea no como algo táctico sino además estratégico para la transformación del país. 
El tercer capítulo trata la manera cómo impactaron en las izquierdas colombianas la caída 
del socialismo histórico europeo y la entrada del neoliberalismo en el país. En este sentido, 
se analizó sus programas en lo referente a la copia acrítica de modelos preexistentes, como 
en el caso del Partido Comunista con el marxismo-leninismo de la URSS y en el caso de ¡A 
Luchar! con una lectura más cubana y centroamericana y cómo se van reconfigurando 
según las nuevas circunstancias. En otras palabras, se contrastaron los programas políticos 
de las izquierdas con algunas realidades como la caída del socialismo histórico europeo, el 
tema del sujeto político, los procesos de formación y la vanguardia. 
El presente estudio es un ensayo interpretativo y explicativo de cómo impactaron la caída 
del socialismo histórico europeo, la entrada del neoliberalismo en el país, el proceso de 
democratización y el terrorismo de Estado en las izquierdas en Colombia, para lo cual se 
recurrió a la metodología cualitativa, centrada en un estudio de caso (la izquierda en 
Colombia), en el cual se analizó el sujeto político en relación con los cambios en el 
contexto histórico-político, social y económico. 
 
La investigación está basada en fuentes primarias y secundarias (las primeras centradas en 
los programas políticos de las organizaciones estudiadas), entrevistas a dirigentes de 
 
10 
 
aquella época y en relatos autobiográficos de algunos protagonistas ya muertos. Las 
segundas son información recogida y sistematizada por algunos libros y ensayos 
consultados durante el trabajo de investigación y en archivos de prensa. Sin embargo, hacen 
falta fuentes documentales, como documentos internos de las organizaciones, a los cuales 
por una u otra razones fue imposibleacceder. 
Estado del Arte 
Las obras aquí expuestas son las más importantes dentro de los estudios de las izquierdas 
partidistas en Colombia. Particularmente sobre el tema no es que existan muchas 
investigaciones, pues es un campo inexplorado —no así el caso de las insurgencias, 
probablemente por sus implicaciones en la escena política y en el conflicto armado— de 
allí la necesidad del presente trabajo. 
No obstante que las izquierdas partidistas han sido un campo poco explorado por las 
ciencias sociales, estudios sistemáticos como tal resaltan los de Medófilo Medina (1980), 
Ricardo Sánchez (1995, 2001) y, recientemente las investigaciones de Klaus (2009) y 
Archila (2005, 2009). 
Medófilo Medina escribió la historia del Partido Comunista desde sus orígenes en 1930 
hasta finales de la década de los setenta, el libro surge como resultado de un trabajo 
designado por el Comité Central en los preparativos de la conmemoración de los cincuenta 
años del partido. En él, coloca en interrelación la situación política del país con la forma 
estratégica y táctica de enfrentar al sistema dominante. Así pues es un libro de carácter 
histórico donde se analizan los aciertos y desaciertos del PCC a lo largo de esos cincuenta 
años. Específicamente, se analiza la creación del PCC; la conformación del Frente Popular 
a lo largo de la década del treinta; lo que ellos denominan la desviación revisionista y, 
finalmente, la reconstrucción marxista leninista en la década de los cuarenta. 
Otra de las obras dedicadas al estudio de las izquierdas partidistas son los trabajos de 
Ricardo Sánchez (1995, 2001) quien analiza algunos ejes transversales como: la 
democracia, el conflicto social y armado, la paz, las terceras fuerzas alternativas y el 
movimiento sindical. Sin embargo, el autor no se centra en alguna organización en 
 
11 
 
particular, sino en el contexto al que se enfrentan las fuerzas de oposición y en algunos 
casos coloca experiencias para ejemplificar. No obstante, la obra es de interés académico en 
cuanto a que abre la discusión sobre las estrategias de las izquierdas. 
Recientes investigaciones como la de Klaus Meschkat y José María Rojas (2009) retoman a 
la izquierda colombiana dentro de los archivos de la URSS. Particularmente, el caso del 
Partido Comunista Colombiano, reabren debates desde una lectura crítica sobre el 
surgimiento del PCC, al considerar que el surgimiento del partido tiene como antecedentes 
profundos métodos antidemocráticos y en este sentido se analiza la injerencia de la URSS 
sobre esta organización. 
Por último, se encuentra la obra de Archila (2005); Cote; Delgado; García; Madariaga & 
Pedraza, Una historia inconclusa, izquierdas políticas y sociales en Colombia (2009). Es 
un análisis de las izquierdas en los ochentas y noventas, se recogen gran parte de la 
tradición y la historia de las izquierdas partidistas como el Partido Comunista, ¡A Luchar!, 
el M-19, el Partido Comunista Marxista Leninista. La investigación analiza las trayectorias 
de las izquierdas, los dilemas a los que se enfrentaron y las estrategias empleadas por los 
diferentes actores políticos. 
Existen otros trabajos importantes, sobre todo las biografías de quienes hicieron parte de los 
órganos de dirección del Partido Comunista Colombiano, como lo fueron ¿Qué paso 
Camarada? de Nicolás Buenaventura y Todo tiempo pasado fue peor de Álvaro Delgado, 
los cuales, a través de su historia de vida cuentan su paso por el partido comunista, los 
errores y aciertos del mismo, hasta el momento de su retiro. Estas obras son importantes 
porque nos aportan una visión crítica de hombres, que aún después de su retiro siguieron 
estando al lado de los sectores populares y que jamás renegaron haber sido del partido. 
 
 
 
 
12 
 
Capítulo I 
Reflexiones sobre la izquierda 
 
Marco teórico y conceptual 
El presente apartado presenta las herramientas conceptuales sobre las cuales gira el análisis 
de las izquierdas en Colombia; por ello se hace necesario en primer lugar problematizar lo 
que se entiende por izquierda, para en un segundo momento definir las aristas del debate y 
por último hacer una caracterización de la izquierda en el caso colombiano, la cual es una 
pequeña muestra de América Latina. 
Las izquierdas como concepto 
Como se sabe el concepto de izquierda proviene históricamente del lugar que ocupaban 
girondinos y jacobinos en la instauración de la Convención Nacional Francesa en 1791, los 
primeros se situaron al lado derecho y los segundos al lado izquierdo; sin embargo, más 
claramente va a quedar definido ante los sucesos del levantamiento en la Comuna de París 
en 1848. 
Para algunos intelectuales la izquierda es una noción topológica propia del espacio político, 
aunque también son nociones políticas e ideológicas que se contraponen una a otra en su 
forma de concebir las relaciones humanas, la naturaleza y el mundo; mientras la primera 
trata de transformarlo la segunda corresponde a la reacción o la contrarrevolución, en otras 
palabras, al statu quo. Sin embargo, no se puede decir que existe una única izquierda; por el 
contrario es necesario hablar en plural, ya que desde la I Internacional ésta se encuentra 
dividida en los sectores: socialista utópico, socialista científico (tendencia de Marx) y 
anarquista (tendencia organizada por Bakunin) y que a lo largo del tiempo se irán 
fragmentando en relación con la estrategia y el programa. 
No obstante, para algunos autores, como Helio Gallardo es imposible pensar la izquierda 
desde un lugar topográfico, la crítica que él señala es que “tal “lógica del espacio político” 
 
13 
 
no sería estructural sino situacional, porque el espacio político, entendido topológicamente, 
carece de determinaciones. Cualesquiera sean los contenidos de la oposición, los opuestos 
permanecerían” (Gallardo 2005, p. 37). 
Su crítica básicamente se dirige contra la idea de que el centro se presenta como la 
mediación entre estas fuerzas encontradas2, y que sería esta postura la que realmente 
defiende Bobbio en su análisis. Para Gallardo la izquierda puede vivir sin la derecha, pero 
ésta no puede vivir sin aquella, a no ser en un Estado dictatorial que necesita del asesinato 
para imponerse; para el autor se debe pensar la izquierda desde sí misma, lo cual “significa 
determinar los factores y sus jerarquizaciones que harían de su práctica política procesos de 
constitución o reconstitución de lo real social con sentido o sentidos liberadores.” (Gallardo 
2005, p. 44). En este sentido, se deberá pensar la izquierda en el esfuerzo por poner en 
tensión las estructuras y lógicas de dominación, y por la alternativa de construir una 
sociedad humana y liberada. 
Parece necesario no excluir la visión de Gallardo para entender la izquierda no sólo desde 
un lugar en lo político sino en su proceso identitario y la constitución de sujetos con el 
mundo, que en su praxis luchan por transformar estructuras y relaciones de dominación. La 
izquierda significa, por lo tanto, un horizonte radicalmente distinto al del capitalismo como 
forma de producción, a la discriminación social sea ésta de género, racial o sexual, implica 
una redistribución y socialización del poder, una construcción colectiva que se manifieste 
tanto al interior de la organización como en la praxis, que implica una valoración distinta de 
la naturaleza. Evidentemente, pueden existir diferencias en la estructura interna, la 
estrategia, la táctica, pero no en lo referente a un proyecto, a un horizonte de sociedad, la 
cual sería socialista con las características propias de cada país. 
                                                            
2 En una cita al pie de página Gallardo escribe “La respuesta personal, que desde el punto de vista analítico es 
el aspecto menos importante del asunto, la expone Bobbio en su mismo trabajo: él desea enfrentar tanto al 
fascismo como al comunismo(cf., N. Bobbio, op. cit., pp. 69-173). El problema es que “el” comunismo 
(socialismo, soviético, marxismo-leninismo, estalinismo) no es idéntico a “la” izquierda política 
revolucionaria ni en América Latina ni en Europa. Ver Gallardo, Helio. Siglo XXI, militar en la izquierda. 
Arlekín, San José de Costa Rica, 2005, p. 42. 
 
 
14 
 
La(s) izquierda(s) es un conjunto de grupos, movimientos sociales, organizaciones 
políticas, partidos políticos y movimientos insurgentes3 (los cuales para la presente 
investigación no son considerados), que pretenden transformar la sociedad capitalista y sus 
valores (anticapitalistas). Estos actores procuran construir una sociedad humanista, 
solidaria y/o con una democracia radical (socialista), utilizando distintas estrategias para 
llevarlo a cabo, siendo gobiernos nacionales o gobiernos locales por elecciones, y/o 
utilizando un repertorio de protesta diversificado que implica la toma de calles, de tierras, 
enfrentamientos con la fuerza pública como método de presión para adelantar reformas a la 
Constitución, es decir, el uso de la fuerza según sea el caso con el horizonte de construir 
una sociedad radicalmente distinta a la capitalista, es decir, una socialista. 
Igualdad y Libertad: un falso dilema en la izquierda 
Para Bobbio la característica central de la discusión acerca de que mientras la izquierda es 
más igualitaria, la derecha sería más libertaria, la opción del centro recogería ambas 
concepciones, por lo cual sería la alternativa más viable. Se ha acusado por una gran parte 
de la intelectualidad a la izquierda sobre todo marxista-leninista o la maoísta, de ser 
autoritaria tanto al interior de sus estructuras organizativas como exteriormente al hablar de 
dictadura del proletariado –por ende de totalitarismo-. Como ejemplos están los casos del 
socialismo realmente existente y, si bien esto fue así en el caso de la URSS y China, 
también es cierto que en el caso latinoamericano se apelaba a la dictadura del proletariado 
sobre todo como discurso, pues sólo en Cuba se llegó al poder. La derecha acudió a las 
dictaduras para acabar con cualquier opción alternativa ante la inmensa desigualdad del 
continente. En esta parte del planeta la izquierda se enfrentó a las dictaduras y pagó con su 
sangre y su vida el esfuerzo por liberar a sus países. Entonces la bandera de los derechos 
humanos fue recogida por la izquierda partidista y social, pues fue la que sufrió en los 
primeros momentos el terrorismo de Estado. 
Hoy se da como aceptado que la nueva izquierda retomó la libertad como principio4, sin 
embargo se olvida que ello no hubiese sido posible de no ser porque esa izquierda “vieja” o 
                                                            
3 Las FARC-EP y el ELN son agrupaciones político-militares de izquierda, pero en el presente trabajo no son 
estudiadas aunque si mencionadas. 
4 Daniel Chávez y Patrick Barret otorgan a la nueva izquierda esta característica. 
 
15 
 
“trasnochada” para algunos fijó en la praxis concreta la lucha por la democratización y el 
respeto a los derechos humanos, así como luchó contra las ocupaciones y/o dictaduras 
impuestas por los gobiernos estadounidenses en Latinoamérica a mediados de los cincuenta 
y los setenta. 
Un libro recientemente publicado en Colombia, titulado Una historia inconclusa: 
izquierdas políticas y sociales en Colombia, pretende resolver la dicotomía sobre la base 
del concepto egaliberté y que los autores del libro traducen como equilibertad, el cual 
consiste en que el uno no puede existir sin el otro, es decir, la igualdad no puede vivir sin la 
libertad (retomado por Callinicos de Balibar 2009, p.22), y así la izquierda recogió estos 
principios en esta parte del continente contraria a la diada establecida por Norberto Bobbio. 
Por lo tanto, en la presente investigación no se puede partir de que las izquierdas presenten 
dicha dicotomía, pues sus luchas, en el caso colombiano, se dirigieron contra la política de 
seguridad nacional, contra el terrorismo de Estado y por la democratización del país, 
aunque en algunos casos al interior de la izquierda y en sus estructuras organizativas fuesen 
rígidas, verticales y autoritarias. 
Tiempo y cambio: dicotomía entre la izquierda y la derecha 
Evidentemente izquierda y derecha se enfrentan en varios campos de la vida, como dice la 
introducción del libro Una historia inconclusa, retomando a Hobsbawn: la izquierda estaría 
por la transformación y el cambio, “progreso”, según sus palabras-, mientras la derecha 
apostaría a la estabilidad y el orden (Archila; Cote; Delgado; García; Madariaga & Pedraza, 
2009, p. 14); en otras palabras, éstas serían la contrarrevolución y aquella la revolución. 
Mientras la derecha ve epistemológicamente el tiempo como un proceso lineal y 
teleológico, mediante el cual la humanidad avanza lentamente hacia el desarrollo –
cualquier cosa que esto sea -, es decir, ganancias y avances tecnológicos para unos, pobreza 
y atraso para otros, perpetúan la idea de la acumulación capitalista como si fuese 
constitutiva e inherente a la humanidad. Así mismo, se impone la idea de individualización 
de la sociedad donde el sálvese quien pueda constituye el “triunfo” sobre lo comunitario. 
 
16 
 
Se puede decir que la sociedad al avanzar hacia el progreso camina sin mayores 
sobresaltos, de ahí que la idea del orden esté presente en la concepción de la derecha, para 
la cual el conflicto es lo anormal en la vida de las sociedades, y se estudia como algo 
disfuncional que debe ser superado por la vía de la cooptación o represión, en ninguno de 
los dos casos por la superación de las contradicciones que lo estimularon. En otras palabras, 
la derecha tiende a eternizar y a presentar como algo natural el capitalismo y sus formas de 
reproducción. 
Por su parte, la izquierda concibe el tiempo en espiral con bifurcaciones, no obstante que en 
la década de los sesenta se creía que el derrumbe de la sociedad capitalista se encontraba a 
la vuelta de la montaña, sólo por citar como ejemplo con la idea del foquismo en América 
Latina. Aunque persiste la visión teleológica en algunas tendencias de las izquierdas, el 
derrumbe del capitalismo daría como resultado una nueva sociedad socialista. Aquí reside 
una de las diferencias entre las izquierdas, las dos visiones acerca del cambio: 
estructuralismo y subjetivismo. 
Sin embargo, tras el fracaso de las experiencias socialistas europeas o asiáticas, como el 
desplome de la URSS en Europa y la conversión de la China comunista a la dictadura 
capitalista, después de un duro trasegar la izquierda ha logrado comprender no sólo que al 
capitalismo le quedaban fuerzas sino que se volvía hegemónico en el planeta, lo que 
condujo a una reconstrucción epistemológica y a la relectura de Marx en relación con la 
inevitabilidad de los procesos. Desde esta perspectiva, uno de los mayores aportes lo ha 
formulado la teoría del caos y la perspectiva de Inmanuell Wallerstein. 
La idea de bifurcación concibe que puedan existir regresiones en el tiempo histórico, 
cambios que encaminen a la humanidad hacia rumbos más abominables como el 
esclavismo, volver al feudalismo o a sociedades totalitarias con formas de explotación 
salvaje. Finalmente la idea del cambio en la izquierda supone que es necesaria la 
construcción de sujetos que hagan posible la utopía. De esta manera, la discusión entre 
subjetivismo y estructuralismo, aunque no resuelta del todo, empieza a ser replanteada; hoy 
se sabe que todo proceso es reversible y que las condiciones objetivas por sí solas no 
 
17 
 
pueden llevarnos al socialismo, así como la idea del cambio depende de los sujetos y de la 
correlación de fuerzas. 
En la investigación esto se expresa en la mirada que tenía una parte de la izquierda, 
particularmente el PCC, en la URSS, acerca de la inevitabilidad del triunfo del socialismo 
sobre el sistemacapitalista, cuestión no menor, pues se partía del reconocimiento de la 
nación soviética como retaguardia de los procesos revolucionarios. 
La crisis de las izquierdas 
En este debate no fueron pocos los intelectuales que salieron a la palestra pública a 
cuestionar a la URSS y la izquierda latinoamericana. Aplaudieron la crisis del socialismo y 
de las organizaciones que lo respaldaban, y con una salida derrotista terminaban por señalar 
que el camino no era ya el socialismo, sino un capitalismo con “rostro humano”. En este 
escenario se ubica el periodista Jorge Castañeda (1993A), quien concluía: 
La guerra fría ha terminado y el bloque socialista se derrumbó. Estados Unidos y el 
capitalismo triunfaron. Y quizás en ninguna en parte ese triunfo se antoja tan claro y 
contundente como en América Latina. Nunca antes la democracia representativa, la 
economía de libre mercado y las efusiones oportunistas o sinceras de sentimiento 
pronorteamericano habían poblado con tal persistencia el paisaje de una región donde 
antaño hombres y mujeres del mundo entero depositaron su fe revolucionaria en otro 
ideario, a partir de otra victoria: la Revolución Cubana. (p. 9) 
En otro texto, Castañeda (1993B) va más allá: 
Hay otros ejemplos, aunque no muchos, y no tan definitivos: el renovado partido 
Socialista en Chile, junto con el Partido para la Democracia, es quizás el más importante. 
La tradición democrática chilena, junto con la derrota del movimiento de Allende y el 
consiguiente exilio de la mayoría de los socialistas chilenos, tuvo un efecto positivo –
juntos, impulsaron a los izquierdistas chilenos a cambiar su actitud en los asuntos claves 
como democracia, lazos con las URSS y Cuba y las relaciones con los Estados Unidos-. 
Además, la política económica de mercado de César Augusto Pinochet indujo a muchos 
 
18 
 
de la izquierda, particularmente a aquellos dentro del Partido Socialista, a revisar su 
enfoque completo de la economía.(p. 78) 
Si se explaya tanto con estas citas es porque parece relevante demostrar que una parte de la 
intelectualidad latinoamericana no sólo estaba de acuerdo con la caída de la URSS, sino, a 
su vez, aplaudían y recibían con beneplácito el neoliberalismo. Dentro de este cinismo se 
vanagloriaban de las grandes gestas que los dictadores latinoamericanos impusieron a sus 
países a sangre y fuego, y como buenos papás concluían que gracias al manejo de la 
economía de los dictadores (el modelo neoliberal), la izquierda aprendió de ésta. 
Otros analistas, por el contrario hacían un balance riguroso respecto a la caída de la URSS 
y sobre sus efectos en la izquierda latinoamericana, no con un sentido derrotista ni 
disfrazando un discurso neoliberal en el fondo sino advirtiendo lo que debía modificarse 
dentro de las izquierdas y que el socialismo no había perdido vigencia, pues lo acontecido 
en la Unión Soviética era tan sólo un tipo, uno burocratizado, sin participación ni 
democracia directa en las bases para su construcción5. Uno de los autores que defendió 
dicha postura fue Adolfo Sánchez Vázquez (1999) “…entre el optimismo sin barreras y el 
pesimismo sin fondo hoy el socialismo como proyecto necesario, posible y realizable, pero 
realizable sólo si se cumplen las condiciones para ello, entre las cuales figuraran 
necesariamente la conciencia de su valor así como la decisión, organización y acción 
revolucionarias” (p. 139). 
Así pues, numerosos intelectuales salieron en defensa del socialismo como proyecto 
histórico, no sin antes hacer un balance de la izquierda latinoamericana y sus posibilidades 
históricas; entre ellos figuran Marta Harnecker (1999), quien señala tres elementos de la 
crisis de la izquierda: 
                                                            
5 Señalaba Adolfo Sánchez Vázquez al respecto: “Es más, yo diría que tanto Stalin como Lenin y Trotski se 
mueven en definitiva en el mismo marco de transición a la nueva sociedad, es decir, se mueven hacia un tipo 
Estado que centraliza el poder económico y el poder político, hacia la creación de una nueva clase que ya en 
esos años se perfila como tal; se mueven hacia una total exclusión de la democracia, y esto no solamente es 
una concesión al Estado sino una vieja concesión de Lenin al Partido, visto con el privilegio epistemológico 
de ser el depositario de la verdad, lo que crea, por principio, una separación radical entre partido y sociedad, 
lo cual, por otro lado, de acuerdo con lo que Trotski muy bien ha caracterizado como “sustituismo”, va a 
permitir no solamente la sustitución de la sociedad de la sociedad por el Partido sino, dentro del propio 
partido, la sustitución de la base por la sociedad.” En Adolfo Sánchez Vázquez, (Entre la realidad y la utopía: 
ensayos sobre política, moral y socialismo, Fondo de Cultura Económica, México, 1999, p. 163). 
 
19 
 
1. La crisis teórica: la cual es causada por tres orígenes –dice Harnecker-, en primer 
lugar la incapacidad de la izquierda latinoamericana para elaborar un pensamiento 
propio; en segundo la falta de análisis rigurosos acerca de las experiencias 
socialistas, que logren identificar las derrotas así como sus éxitos; por último, pero 
tal vez el origen más importante de la crisis teórica, tiene que ver con la falta de 
estudios críticos del capitalismo a finales del siglo XX. (p. 296) 
2. La crisis programática: ésta se encuentra vinculada con la crisis teórica, pues, como 
dice la autora, “existe un exceso de diagnóstico y una ausencia terapéutica”, lo que 
refleja una desarticulación entre el discurso científico y el político, es decir, hay una 
ausencia en las propuestas de la izquierda que permitan romper o la desconexión 
con el sistema mundo capitalista; de esta manera, se corre el riesgo de ser simples 
administradores de la crisis, pues no se actúa de acuerdo con el diagnóstico, sino 
sobre las posibilidades que permite el sistema reproduciendo de esta forma la misma 
política de los partidos tradicionales (clientelismo y corrupción). (pp. 310-311) 
3. La crisis orgánica: hace referencia a la incapacidad de la izquierda para entender 
los nuevos actores sociales, sus relaciones con la sociedad civil y la forma para 
llevarlo a cabo, lo cual se manifiesta en su poca capacidad de atracción y 
convocatoria en la juventud. La autora advierte que ello se debió y se debe a dos 
tesis que han hecho parte de la izquierda. Se trata de la vanguardia y el basismo, el 
primero porque ha concebido al partido como el poseedor de la verdad, el sabio, 
quien puede conducir a la masa atrasada e ignorante, lo que genera la 
instrumentalización del movimiento y autoritarismo en los partidos; el segundo 
concepto, la tesis opuesta, sobrevalora las potencialidades de los movimientos, pues 
piensa que pueden bastarse a sí mismos, lo cual lleva a un desprecio por cualquier 
instancia política y a percibir el poder como algo monstruoso6. (pp. 321-324) 
Otro de los autores que hace un balance de la izquierda en América Latina es Emir Sader 
(2006), esta vez desde una perspectiva histórica ubicando tres momentos en relación con 
los periodos de crisis económica: un primer, el proceso de exportación de materias primas y 
recursos estratégicos en el desarrollo de los países industrializados, más conocido como de 
                                                            
6 Más adelante retomaremos estos conceptos. 
 
20 
 
ventaja comparativa y que dio origen a la formación de los partidos comunistas; el segundo 
proceso es la industrialización de sustitución por importaciones, caracterizado por la crisis 
del modelo liberal de los años treinta y por las guerras interimperialistas situación que 
incentivó los regímenes populistas en toda Latinoamérica y, el tercero, la ola neoliberal, 
que se pudo introducir por la crisis de la deuda externa y las dictaduras militares, pero 
debido a sus frecuentes apuros por la financiarización de la economía(capital especulativo 
y por lo tanto volátil) y la apertura de los mercados produjeron distintos levantamientos 
populares en toda la región (el “caracazo” en Venezuela en 1989; los zapatistas en México, 
1994; el levantamiento popular por el “corralito” financiero en Argentina en 2001). Esto 
posibilitó el ascenso de gobiernos nacionales alternativos en Latinoamérica impulsados por 
movimientos sociales y la izquierda política. Tales son los casos del movimiento 
indigenista en Ecuador y Evo Morales en Bolivia, el Frente Amplio en Uruguay y la 
Revolución Bolivariana en Venezuela. 
La presente investigación recoge los aspectos de la crisis señalados por Marta Harnecker, 
pues, como se verá a lo largo del trabajo, hubo desconexión entre ideología, 
particularmente el marxismo-leninismo, y su proyección en la realidad. No obstante la 
copia acrítica en aspectos del socialismo histórico europeo, en los años ochenta la izquierda 
colombiana estuvo más cerca de la realidad, aunque evidentemente hubo una relectura del 
cambio social y de la irreversibilidad de los procesos después de la caída del socialismo 
histórico europeo. Sin embargo, hubo cosas que no cambiaron como el modelo organizativo 
basado en el centralismo democrático, y las izquierdas colombianas no renunciaron a 
transformar las estructuras de dominación y explotación, lo cual sucedió en países donde 
hubo dictaduras, como en el caso del Partido Socialista Chileno e incluso del Movimiento 
19 de Abril o M-19 en el caso colombiano. 
En busca del sujeto histórico y político 
El debate acerca del sujeto histórico, se presenta hoy por la crisis del proletariado y sus 
formas organizativas, dado su papel disminuido en las negociaciones patronales, lo cual ha 
sido producto de las reformas neoliberales que han informalizado el trabajo, empeorando y 
desestabilizando las condiciones laborales, lo que ha provocado una pérdida de afiliados al 
 
21 
 
sindicato. La discusión abierta al respecto ha sido en parte propuesta por posmodernos y 
posmarxistas, estos últimos concibiendo la emergencia de nuevos movimientos que luchan 
por la igualdad y la diferencia. 
Los sujetos de carácter anti neoliberal en los ámbitos mundial y latinoamericano entre estos 
últimos los zapatistas en México, el Movimiento Sin Tierra en Brasil, los piqueteros en 
Argentina, los pueblos originarios en Bolivia, las masas empobrecidas en Venezuela, son 
nuevos actores que se han visibilizado en la escena pública de distintas maneras (ya sea 
como movimientos armados o de acción colectiva) y que han buscado generar rupturas con 
el neoliberalismo, así como promover alternativas al mismo, en algunos casos han logrado 
adelantar cambios en la correlación de fuerzas nacionales. 
Con frecuencia, los análisis del marxismo durante la década de los setenta planteaban a la 
clase obrera como el sujeto histórico de la revolución; otros grupos y categorías sociales 
como: los campesinos, los estudiantes y los pueblos originarios sólo existían como posibles 
aliados del proletariado en su lucha contra el capitalismo, de ahí que los estudios de los 
conflictos sociales fuesen situados en el marco de las clases sociales. 
No obstante, a finales de los años ochenta nuevas teorías planteaban la emergencia de 
nuevos movimientos sociales con características propias y diferenciadas del análisis de 
clase, dentro de este grupo de autores se encuentran en el caso colombiano Mauricio 
Archila Neira y Alfonso Torres Carrillo. Ellos reconocen la incidencia teórica, organizativa 
y de confrontación de la izquierda heredada a los movimientos sociales7; sin embargo, 
anotan que hubo desencuentros ideológicos y culturales entre los actores sociales y la 
izquierda (por las críticas ya mencionadas) que “ocasionaron el anhelo de mayor 
autonomía” de los primeros (Archila (Comp.), 2005, p. 320). 
De esta manera, los teóricos del movimiento social analizaban a estos actores sociales como 
cuerpos diferenciados de la izquierda: 
                                                            
7 Las izquierdas construyeron o apoyaron organizaciones sociales y en no pocas ocasiones les ofrecieron 
proyección más allá de los estrechos marcos particulares y locales, ampliando sus objetivos… Las 
organizaciones de izquierda dieron educación política a muchos cuadros, no sólo por medio de los cursos 
formales sino con el ejemplo práctico de la que hemos llamado izquierda social. Mauricio Archila Neira. Idas 
y venidas, vueltas y revueltas: Protestas sociales en Colombia 1958-1990, CINEP, Colombia, abril de 2005. 
Pág., 318. 
 
22 
 
Si la lógica de la acción colectiva en Colombia se proyecta políticamente pero no 
encaja en la imaginativa de la lucha de clases agenciada por las izquierdas, 
debemos escudriñar otra vertiente explicativa, consistente en ubicar a los 
movimientos sociales como expresión organizada de una sociedad civil en mutuo 
fortalecimiento con el Estado (Archila, 2005, p. 333). 
El autor aclara que este fortalecimiento no anula la lucha de clases ni la confrontación 
social, lo cual quiere indicar que el movimiento se desprende de una autoexclusión y de la 
enemistad con el Estado. 
Sin embargo, esta mirada del movimiento social en la actual coyuntura latinoamericana 
quedó sujeta al debate, pues numerosos movimientos luchaban por un cambio de la 
sociedad, así mismo haciendo parte de los partidos de izquierda que gobernaban8 (aunque 
manteniendo su autonomía), lo que no implicaba un reduccionismo al análisis de clase: 
El esquema estrechamente clasista de conformación del sujeto social y político -
que en sentido estricto nunca se correspondió con la realidad social 
latinoamericana-, resulta hoy incontestablemente superado por la irrupción de 
nuevos y fuertes actores sociales y la presencia de nuevos problemas que hacen a la 
salvación de la humanidad9. Ello modifica -de hecho- la anterior concepción acerca 
del sujeto social y político de la transformación, supone reconocer su carácter y 
composición heterogénea, lo cual no implica -aunque algunos aún lo sostengan- la 
negación o rechazo del componente clasista de este sujeto. (Rauber, 2001, p. 13) 
En el caso colombiano, si bien la emergencia de estos “nuevos” movimientos sociales 
ocurrió a finales de la década de los ochenta, la cual también coincide con la baja afiliación 
sindical, la convocatoria a la movilización social la siguió manteniendo el sindicalismo, a 
pesar de la crisis por la que atravesó durante la década de los noventa. 
                                                            
8 Uno de los debates centrales es si el movimiento social es un grupo de presión que lucha para ser reconocido 
dentro del Estado o, si por el contrario sus luchas y demandas desbordan la institucionalidad, exigiendo 
cambios profundos y estructurales. De otra parte, entre los ejemplos en los cuales un movimiento hace parte 
de un partido de izquierda está el de Colombia. En el PDA se encuentran el sector LGTB, el CRIC y una gran 
parte del movimiento estudiantil. 
9 Entre ellos la preservación de la naturaleza y el medio ambiente, la superación de las discriminaciones 
étnicas y de género, la lucha contra la pobreza y la marginación de grandes mayorías y la preservación de la 
paz mundial. 
 
23 
 
El tema del sujeto es relevante para analizar cómo aunque las izquierdas hablasen del 
proletariado sus bases residían fundamentalmente en el campo, existiendo un desfase entre 
discurso político y su realidad concreta. De este modo se demuestra que existió un doble 
discurso o, en otras palabras, la ideología contrastaba con la experiencia, pues si bien en 
Colombia apelaban al proletariado como sujeto histórico, es decir, como el encargado de 
romper las cadenas, su base social no residía tanto en el ámbito urbano como en el 
campesino. 
La concepción del poder en las izquierdas 
Uno de los temas centrales del siglo XX en la izquierda fue el temadel poder. Las 
discusiones planteadas entre reformistas y revolucionarios a comienzos de la centuria, entre 
quienes figuran como máximos exponentes de dichas teorías Eduard Bernstein y Rosa 
Luxemburgo, giran alrededor de si lo más correcto para llegar al socialismo es la reforma o 
la revolución. 
Bernstein planteaba que el método para alcanzar el socialismo era el reformismo, lo que 
implicaba un cambio gradual desde la institucionalidad por medio del parlamento; por su 
parte, Luxemburgo expuso que si bien son necesarios los cambios reformistas, éstos sólo 
servirían para agudizar la lucha de clases, pues la ruptura con la sociedad capitalista sólo es 
posible mediante la revolución. 
Si bien estas discusiones llegaron a la izquierda latinoamericana, muchos fueron sus 
matices durante el siglo XX; tal vez el más importante, fue la discusión entre los partidos 
comunistas y las guerrillas conformadas a mediados de los años cincuenta después del 
triunfo de la revolución cubana10. El asalto al poder muchas veces se presentaba desde una 
                                                            
10 Como lo advierte Pablo González Casanova: “Las propias fuerzas populares y revolucionarias tienen 
distintos conceptos de democracia. Esto se advierte en sus debates internos. Uno de los más significativos ha 
distinguido ha dos grandes sectores de la lucha por el socialismo en América Latina: un amplio sector ha 
sostenido que es necesario dar la lucha por la democracia para acercarse a la lucha por el socialismo, otro que 
es necesario plantear directamente la lucha por el socialismo, marchar directamente hacia la revolución 
socialista. En el acerbo debate, los grupos que claman seguir por un camino directo han llegado a pensar y 
sostener que el proyecto de lucha por la democracia es un proyecto predominantemente burgués. Han 
invocado los textos de la trilateral y muchos documentos, declaraciones y medidas democráticas emitidos por 
las clases dominantes de América Latina, o por voceros del liberalismo, la socialdemocracia. La democracia 
cristiana y las nuevas formas del populismo para confirmar su desconfianza. Los otros le han contestado que 
 
24 
 
perspectiva simplista (pues sólo bastaba con tomar la casa presidencial para transformar la 
sociedad en su conjunto), lo que derivó en el descuido de los análisis del capitalismo, de sus 
relaciones entre norte y sur, entre centro y periferia, los estudios culturales y políticos. 
El poder fue equiparado al Estado y los sectarismos condujeron a un desprecio por la 
democracia, aun con las advertencias hechas por los marxistas revolucionarios del siglo 
XX, como León Trotski y Rosa Luxemburgo: “La democracia socialista es la más rotunda 
ratificación y extensión de esas libertades –formales a consecuencia del fetichismo 
imperante en la sociedad burguesa- mediante la democratización `sustantiva` de la fábrica, 
la escuela, la familia, en fin del conjunto de la sociedad” (Borón, 2004, p. 427). 
Sin embargo, a finales del siglo XX aparecieron los replanteamientos por la caída de los 
autoritarismos y las dictaduras tanto en el Este de Europa como en América del Sur, lo cual 
se conoce como “democratización”, proceso que implicaba la apertura de espacios 
democráticos tales como las elecciones presidenciales, la apertura de los parlamentos, y el 
restablecimiento de los derechos civiles y políticos, como a la libre expresión, la 
organización y la movilización. 
En la presente tesis dichos aspectos sirven para analizar el programa y la caracterización y 
la apuesta estratégica para transformar la sociedad, pues gran parte del debate de los años 
ochenta reside en si eran reformistas o revolucionarios, si se apostaba por las reformas y la 
negociación o por una salida revolucionaria a la crisis; en este sentido, las contradicciones 
al interior de la izquierda socialista estaban definidas, en alguna medida, por cómo se 
analizaba al otro; sin embargo, en algunos casos más tarde que temprano todos terminaban 
coincidiendo en que era necesario trabajar los espacios políticos legales y públicos, como 
acontecería en el caso de ¡A Luchar!. 
 
 
                                                                                                                                                                                     
es necesario dar esa lucha como propia, como parte de una larga y compleja batalla por la nueva sociedad, por 
un socialismo con profunda participación del pueblo en la toma de decisiones.” Pablo González Casanova y 
Marcos Roitman Rosenmann, Coordinadores. La democracia en América Latina: actualidad y perspectivas, 
Madrid, Complutense, 1992 p. 27. 
 
25 
 
Problematización de las caracterizaciones de izquierda en la actualidad 
La nueva correlación de fuerzas en el escenario latinoamericano ha abierto un debate con 
inusitado interés por caracterizar la izquierda, como analizar sus proyecciones y 
posibilidades históricas, como anota Wilfredo Lozano en la revista Nueva Sociedad: “el 
primer asunto que debemos tomar en consideración es la heterogeneidad de la izquierda y 
el cambio en su lugar histórico en la escena latinoamericana” (Lozano, 2005, p. 131); 
aunque no es el único en subrayar la diversidad de la izquierda, pues Alfredo Holguín, 
miembro del Partido Comunista Colombiano, escribió un libro titulado Ellos son grises, 
nosotros somos el arco iris, en el cual destaca las diferencias y coincidencias de las 
izquierdas en Colombia, señalando que, mientras éstas se encuentran llenas de matices, la 
derecha representa un solo color, el gris. 
Abordar la caracterización de la izquierda daría para describir cada categoría acuñada por 
diversos autores; sin embargo, como se trata de problematizar dichas categorías, el debate 
surge en torno desde dónde se les caracteriza. Hay tres grandes líneas en el debate 
internacional, éstas son: la primera caracterización hace referencia a dos tipos de izquierda, 
política o partidaria y la social, enfatizando en la nueva base social y la tradición (entre 
estos autores se encuentran (Harnecker, 1999 y Rodríguez, 2002); la segunda, hace alusión 
a la diada nueva izquierda- vieja izquierda (Rodríguez, Chávez, Barret, 2005), y su 
definición refiere al tiempo y las circunstancias y la tercera tipología, identifica a la 
izquierda según su grado de radicalidad, centro izquierda o izquierda reformista, izquierda 
fundamentalista o ultraizquierda (Bobbio, 2000 & Lozano, 2005). 
No obstante, se podría decir que las caracterizaciones de la izquierda social, la nueva 
izquierda o la izquierda reformista presentan atributos similares, pues se dice que son 
organizaciones con estructuras mucho más horizontales que los partidos, que no apelan a la 
revolución sino mantienen un carácter reformista y luchan por la democratización de la 
sociedad. De otro lado, la izquierda partidista mantenía estructuras jerárquicas y rígidas que 
apelaban a la dictadura del proletariado con un proyecto socialista. Habría que reformular 
dichas diferencias para ambos casos, pues unas y otras comparten elementos en la 
actualidad. 
 
26 
 
Tipologías de la izquierda colombiana 
Si bien existen autores desde la academia que trabajan el tema de la izquierda actual en 
Colombia, como son el caso de Darío Correa o César Rodríguez Garavito, lo hacen desde 
una postura en la cual se señala lo tradicional con lo radical y lo nuevo con lo 
democratizador. Veamos cual es su argumentación: 
El investigador César Rodríguez Garavito et al. (2005) se centra en la nueva izquierda, 
definiéndola no en un sentido valorativo sino descriptivo. “Por lo tanto, denota el hecho de 
que las formaciones de izquierda estudiadas son de origen reciente o que han ascendido en 
capacidad de movilización masiva (en el caso de los movimiento), en votos (en el caso de 
los partidos) o capacidad de gobernar (en el caso de las administraciones locales y 
nacionales)en los últimos años” (p. 22). Estos autores a la nueva izquierda le atribuyen 
cinco características: pluralidad y articulación en formas organizativas descentralizadas, 
multiplicidad de bases sociales y agendas políticas, relieve de la sociedad civil, reformismo 
y la profundización de la democracia. 
Para el autor la vieja izquierda serían los partidos comunistas surgidos en los veinte, la 
izquierda nacional o popular, las organizaciones insurgentes, los partidos reformistas y la 
izquierda social, comprendiendo por ésta a los sindicatos o ligas campesinas. Aquí no 
comparte el punto de vista acerca de las tipologías aunque sirvan de referencia para 
describir a las agrupaciones políticas, sobre todo cuando se usa antinomias para describir lo 
nuevo y lo “tradicional”, tales como reforma-revolución, partido político-movimiento 
social, toma de poder-renuncia y Estado como objetivo-estado como enemigo. 
En su tesis de maestría, Darío Correa Gutiérrez (2008, anotaciones previas, parra 1), 
distingue a la izquierda “como un tipo de orientación política mucho más amplia y 
heterogénea que el número de partidos y organizaciones inscritas en esta corriente”. Ésta se 
divide según Correa en “diferentes actores sociales, individuales y colectivos, legales e 
ilegales, reformistas o revolucionarios.” Por su tipo de estrategia y según su método para 
transformar la desigualdad, se reducen a dos tipos (la extrema izquierda y la centro 
izquierda). 
 
27 
 
Sin embargo, parece más acertado referirse a la izquierda desde una valoración ideológica y 
con unas tipologías a su interior, es decir, en el caso del Estudio de La crisis histórica de la 
izquierda mexicana, Modonesi (2001) propone hablar desde las autodefiniciones; así se 
distingue entre una izquierda socialista y una izquierda revolucionaria a finales de los años 
ochenta; en la II Internacional se hablaba de la socialdemocracia y en la I Internacional de 
socialistas científicos, socialistas utópicos y anarquistas. 
En consecuencia, para la presente investigación se retomó la tendencia de la izquierda: 
socialista, y en ocasiones se le contrasta con la nacional-popular; a su vez, habría que 
establecer una diferenciación en la primera, con el fin hallar lo que existe de nuevo y lo que 
no, pues se propone establecer una tipología, la de izquierda partidista para señalar lo 
tradicional11. 
Siguiendo a Harnecker (1999), se entiende por izquierda partidista, al conjunto de 
organizaciones y partidos socialistas que mantienen estructuras similares a la estructura 
organizativa leninista, es decir, centralizada por un comité ejecutivo. Gran parte de éstas 
nacieron después de la revolución rusa en 1917, y mantuvieron una lectura acrítica del 
materialismo histórico hasta finales de los ochenta. El partido así, fue concebido como el 
sujeto político, poseedor de la razón, eregido como la vanguardia del proceso 
revolucionario. En este escenario estarían el Partido Comunista Colombiano y ¡A Luchar! 
La izquierda social es el conjunto de individuos y movimientos sociales con un modelo 
horizontal en la estructura organizativa, o tratando de dirimir sus conflictos por medio de 
las asambleas, donde cada miembro de la organización puede expresar y votar por lo que 
cree conveniente, luchando por una sociedad solidaria y humanista. Dentro de esta tipología 
estarían el movimiento estudiantil, los pueblos originarios y los sindicatos. 
                                                            
11 Aunque no se trata de un remplazo de las categorías de lo tradicional por la izquierda partidista y de lo 
social por nuevo, pues esto implicaría simplemente una extrapolación, es una diferencia que aparece en un 
momento histórico a finales de los ochenta entre la izquierda partidista y los movimientos sociales que 
controlaban, ya que éstos reivindican su autonomía en la organización y las posturas políticas. Esta 
caracterización la retomo de Marta Harnecker y Octavio Rodríguez, aunque para este último la izquierda 
social no sería socialista y menos interesada por el poder. Ver Marta Harnecker, Haciendo posible lo 
imposible: La izquierda en el umbral de del siglo XXI. España, Siglo XXI, 1999. Rodríguez Araujo, Octavio. 
Izquierdas e izquierdismos. Editorial: Siglo XXI, México. 2002, p. 25. 
 
28 
 
Los sujetos aquí estudiados son específicamente dos, el primero es el Partido Comunista 
Colombiano fundado en 1930, con adscripción marxista-leninista, y pro soviético, regido 
por el centralismo democrático, con una larga tradición en las luchas sociales en el país. 
Formó las autodefensas campesinas comunistas durante la violencia en Colombia. Fue 
ilegal durante la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla 1953 y recuperó su registro después de 
la caída del dictador, a la cual contribuyó. Es un partido monolítico, por lo cual nunca se ha 
desintegrado, aunque han salido de él diferentes fracciones, como el Partido Comunista 
Marxista Leninista pro chino en los años sesenta e incluso la dirigencia del Movimiento 19 
de Abril. El PCC jugó un papel destacado en el proceso de democratización de los años 
ochenta, pues con las FARC formaría la Unión Patriótica, que llegó a obtener varios 
senadores, representantes a la cámara, alcaldes y concejales y se ubicaría como la tercera 
fuerza política del país en aquellos años. 
Por su parte, ¡A Luchar! es una organización surgida a mediados de los años ochenta, en la 
cual se agrupaban organizaciones políticas como el Partido Socialista de los Trabajadores 
(PST)12, la agrupación Pan y Libertad13, los Colectivos de Trabajo Sindical (CTS)14, la 
Corriente de Integración Sindical (CIS)15, el Frente Estudiantil Revolucionario Sin Permiso 
(FSP), todos de diferentes corrientes ideológicas pero compartiendo el rechazo a los 
procesos de negociación entre las FARC, el M-19 y el gobierno de Belisario Betancur, 
porque consideraban que esto desmantelaría las luchas sociales en Colombia. 
 
 
 
                                                            
12 El PST de Colombia es una organización de carácter socialista inspirada en el trotskismo. Surgió en 1977 y 
tenía como premisa fundamental que no era necesario pasar por las etapas democráticas para alcanzar la 
revolución socialista, y que a la cabeza de ésta, debería estar un partido dirigido por los mejores cuadros dela 
clase obrera y de la intelectualidad. 
13 Este proyecto venía del MIR Patria Libre, de las corrientes políticas que se escindieron del PCC-ML. No 
fue una organización que trabajase en la ilegalidad, pero compartía junto con el PST la idea de que no era 
necesario pasar por una etapa de transición, sino tomar el poder para construir la revolución socialista. 
14 Según el libro Flor de Abril, éstos fueron inspirados por el Ejército de Liberación Nacional; sin embargo, 
los CTS se declararonn independientes y autónomos. 
15 Los cuales provenían del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), que a su vez se constituyó en 
una organización insurgente en busca de la toma del poder. 
 
29 
 
Capítulo II 
Las izquierdas socialistas, el proceso democratización 
y el terrorismo de Estado en Colombia 
 
 
Escenario político colombiano 
Dos procesos fueron los elementos centrales en la década de los ochenta, heredados de 
décadas anteriores e interrelacionados, pero que definen el escenario al cual se enfrentan las 
izquierdas, por medio de las cuales se irán transformando. Se trata en primer lugar, del 
bipartidismo como forma de gobierno16, el cual configuró una serie de prácticas políticas 
que presenta características fundamentales, esto es: una democracia restringida, el estado de 
excepción permanente o estado de sitio. En segundo lugar, la violencia política y el 
terrorismo de Estado, que durante las décadas de los ochenta y noventa se recrudeció. En 
este contexto, las izquierdas aquí estudiadas definieron una estrategia y una táctica según el 
momentopolítico. 
La estrategia y la táctica se fue encaminando ha ampliar la democracia y lograr una paz con 
justicia social entre grupos insurgentes y el estado. Las izquierdas partidistas llegaran a esta 
conclusión en la medida en que vislumbraban para Colombia lo que había acontecido en el 
Cono Sur, esto es la dictadura militar. Como lo analizaremos en el presente capítulo, la 
apuesta por la democracia fue el eje central del Partido Comunista, y, a esta misma 
conclusión llegaría ¡A Luchar!, lo que no quiere decir que esta última organización no 
luchara por una democracia más amplia, pero lo hacía desde una estrategia revolucionaría. 
 
 
 
                                                            
16  Se parte del bipartidismo porque, como anota Ricardo Sánchez, en el país los dos también partidos 
tradicionales, liberal y conservador, también ejercían una hegemonía sobre la vida política, y en especial 
sobre el Estado… (p. 119) 
 
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Frente Nacional o bipartidismo político 
Es necesario analizar brevemente, aunque no sea objeto de este trabajo, la figura del Frente 
Nacional, este modelo de gobernar configuró prácticas políticas y modelos de ciudadanía y 
definió un rumbo para la izquierda socialista y nacional popular colombiana. 
En el escenario internacional la guerra fría era la lógica sobre la cual Estados Unidos y la 
URSS se enfrentaban en las periferias, pero nunca directamente entre sí. Con base en la 
lógica anticomunista el primero impulsó una vasta carrera armamentista y apoyó a los 
gobiernos colonialistas. En América Latina el gobierno estadounidense impulsó el golpe de 
estado contra el gobierno de Jacobo Árbenz Guzmán en Guatemala en 1954 e implementó y 
diseñó planes contrainsurgentes para toda la región. 
Así mismo, en Colombia las élites encontraron en el Frente Nacional la manera 
aparentemente “propicia” para resolver los conflictos violentos que aquejaban al país17 
mediante la sucesión presidencial, una estricta ecuación numérica que implicaba el reparto 
por mitades de los puestos burocráticos, la designación de alcaldes y la distribución de 
beneficios para las clientelas electorales. Su propósito fue consensuar un modelo de país en 
el que se mantenía el latifundio, mientras se respetara la iniciativa de la libre empresa con 
un proyecto de ciudadanía pasiva, por medio del cual los electores recurrieran simplemente 
a las urnas a legitimar un pacto de las élites representadas en los partidos tradicionales, esto 
es liberal o conservador, lo que generó dos actitudes de la población respecto al modelo 
democrático del país: uno era el abstencionismo y el segundo el clientelismo, el cual se 
expresaba en el congreso: 
Conformado entonces por jefes locales casi siempre vinculados a los poderes económicos 
regionales, no era un Congreso de partidos. Los parlamentarios servían a sus electores con 
beneficios, en la medida que fuera necesario para conservar su apoyo, pero no se sentían ni 
eran dependientes de una dirección nacional. El Congreso trabó casi todas las reformas que 
se le propusieron o las minimizó hasta el punto que resultaran compatibles con los intereses 
                                                            
17 El asesinato de Jorge Eliecer Gaitán, político de origen liberal, fue la gota que derramo el vaso y puso de 
manifiesto los conflicto entre conservadores y liberales que venían sucediendo en el campo colombiano, es 
tos es, el asesinato contra liberales a mano de conservadores; luego de su asesinato la violencia se extenderá 
por todo el país e incluso en la capital se dará el famoso Bogotazo. Para un estudio de la violencia en 
Colombia ver: Guzmán, German; Fals Borda, Orlando; Umaña Luna, Eduardo. La violencia en Colombia: 
estudio de un proceso social. Bogotá: Ed. Iqueima, 1962. 
 
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económicos de los sectores más privilegiados: terratenientes rurales y urbanos, grupos 
financieros, etcétera… (Zuleta, 1991, p. 119) 
Pero dicho consenso no logró la legitimación esperada dado que “los partidos perdieron su 
identidad ideológica y programática. Ya no podían servir para canalizar la opinión, ni 
representar los intereses de sectores y clases.” (Zuleta, p. 119). Así se produjo el 
desencantamiento de la población por los asuntos electorales, pues votaran o no lo hicieran 
sabían de antemano quién iba a ser el presidente de la nación y quiénes acudirían al 
Congreso. En últimas, la razón por la cual se recurría a las urnas era la de obtener los 
favores de los políticos en turno. Esto generó de un lado una ciudadanía sin un espíritu 
crítico, con serias deficiencias para votar programáticamente dado que los partidos no se 
distinguían; del otro crearía una población apática frente a los asuntos públicos. 
Otro de los aspectos importantes fue la fragilidad del Estado, como explica Daniel Pécaut 
citado por (Zuleta, 1999): 
La imagen de la unidad nacional ha sido siempre frágil, puesto que la sociedad ha estado 
sometida a la oposición de dos subculturas partidistas en varios aspectos pre-políticas. Dos 
consecuencias resultan de ello: la autoridad del Estado, sometida a las diversas fracciones 
de los dos partidos, siguió siendo sumamente precaria. No surgió una tecnocracia que ocupe 
un lugar comparable al que tienen Brasil o México. La tutela del Estado central no se ejerce 
sobre una gran parte del territorio nacional, en particular sobre las zonas de colonización. 
(p. 122). 
Así mismo, con la configuración del Frente Nacional tanto el Partido Conservador como el 
Liberal compartieron la definición del enemigo interno, y lo representaron en el 
comunismo, pues, aunque el Partido Comunista Colombiano era legal para entonces, la 
represión desatada contra comunistas no se hizo esperar en los gobiernos frente- 
nacionalistas, en particular durante la presidencia de Guillermo León Valencia (1962-1966) 
quien daría la orden de atacar con 16,000 hombres de la fuerza pública a las mal llamadas 
“repúblicas independientes”, las cuales eran habitadas por refugiados de la violencia 
bipartidista, quienes mantenían la figura de autodefensas campesinas ante la violencia 
terrateniente y conservadora, lo que originaría el comienzo del conflicto armado interno. De 
esta manera, bajo la administración de John F. Kennedy se implementó –Latin American 
 
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Security Operation (LASO)- para toda la región, y en Colombia se originó el plan LAZO, 
en el que se diseñó la operación Marquetalia, que daría origen a las FARC (Pizarro, 2004). 
El Frente Nacional sólo retrasó los conflictos por la ampliación de la ciudadanía, dado que 
en vez de abrir el escenario político lo restringió a los dos partidos a lo largo de la segunda 
mitad del siglo XX, y que encontraría, durante la década de los ochenta, tanto en la 
insurgencia como en la izquierda partidista y los movimientos populares a sus mayores 
demandantes. 
Uno de los elementos centrales del sistema bipartidista fue el de generar una democracia 
restringida, la cual excluyó a otros procesos políticos que hubiesen podido generar otras 
formas de gobierno y de participación democrática. Con ello sólo se perpetuó el conflicto 
amado entre la insurgencia y el Estado. 
 
Democracia restringida 
A diferencia de gran parte de América Latina, la figura de democracia restringida persistió 
en Colombia hasta finales de los años ochenta, pues en países como Chile, Argentina o 
Uruguay, cuando los partidos populistas, comunistas o socialistas les disputaron el poder a 
las burguesías nacionales por la vía electoral, éstas cerraron los espacios democráticos por 
medio de las dictaduras; por el contrario, en Colombia la democracia cohabitaba con la 
figura del estado de sitio. ¿Para qué tomarse la molestia de establecer dictaduras si el 
monopolio de la información y la coacción más violenta lograron mantener la figura 
política del bipartidismo con apoyo de ciertos sectores de la población? 
Se habla de unademocracia restringida en la medida en que se fortaleció el ejecutivo y se 
disminuyó las funciones de la rama ejecutiva y los organismos de control del gobierno, así 
como fueron limitadas las libertades, los derechos civiles, políticos y se otorgó facultades a 
la fuerza pública para enjuiciar civiles con base en la doctrina de seguridad nacional. “Las 
medidas anteriores se complementaban con la disminución de la representación de los 
partidos progresistas en el parlamento y demás órganos del poder legislativo, mediante la 
limitación creciente de las garantías para su actuación…” (Oviedo, 1984, p. 85). 
 
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La democracia restringida como forma de gobierno se interrelacionaba con el bipartidismo, 
pues excluyó de la participación electoral a cualquier otro partido18, en particular a la 
izquierda, a la vez que los puestos del Estado eran repartidos por igual entre liberales y 
conservadores. Las estructuras rurales entre las que se encuentran el caudillismo, el 
clientelismo y las relaciones de compadrazgo son características de la democracia 
restringida que permearon y fueron factores decisivos a lo largo del escenario político de 
Colombia a partir de la mitad del siglo XX. Otro de los elementos que hacían de la 
democracia colombiana, una democracia limitada, residía en el hecho del estado de sitio 
como figura permanente, es decir, como forma de gobierno. Lo que en otras partes del 
mundo fue conocido como Estado de excepción en el país fue un Estado permanente19, que 
le otorgaba poderes excepcionales al ejecutivo, como la “reforma constitucional de 1968 
que afianzó la tendencia presidencialista del régimen, a la vez que mediante el artículo 120, 
señala que el presidente electo debe constituir su gobierno con la representación 
proporcional del otro partido que le siga en votos, y mantiene el criterio de paridad para la 
Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado” (Oviedo, 1984, p. 89). 
 
La figura del estado de sitio en la democracia colombiana 
A medida que la crisis del bipartidismo se acentuaba, durante la década de los setenta, los 
gobiernos en turno recurrieron a la figura del estado de sitio para contener las luchas 
sociales y de esta manera mantener la hegemonía sobre la sociedad. Lo que supuso medidas 
excepcionales en Colombia terminó convirtiéndose en una medida permanente. El estado 
de sitio, el cual “permite limitar las libertades democráticas, otorga facultades al presidente 
de la república en materia de orden público y establece que los delitos del mismo tipo pasan 
a ser conocidos por la justicia penal militar”. (Oviedo, 1984, p. 89) 
                                                            
18 La sucesión de la presidencia, y el reparto por mitades del Congreso, las alcaldías y demás puestos 
administrativos se hizo mediante una reforma a la reaccionaria Constitución de 1986 en 1957. 
19 Esto lo afirmo con base en la investigación que realizó Gustavo Gallón Giraldo (1983) sobre el estado de 
sitio en Colombia 1958-1978, en la cual llega a la conclusión que esta duró quince años de los veinte 
estudiados. 
 
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Las fuerzas militares, sirvieron a los intereses de la oligarquía en el país en la medida que 
coadyuvó el sostenimiento de la democracia restringida y del estado de sitio. Como explica 
Gallón (1983): 
La presencia determinante de las Fuerzas armadas dentro del Estado no se explica por el 
hecho de que ellas hubiesen erigido en representantes de una importante franja social que 
le suministrara su respaldo, sino simplemente por el peso mismo de su poderío armado y 
la urgencia de los sectores dominantes de hacer especial uso especial de él para mantener 
su frágil prevalencia social… (p. 47) 
Ambos elementos permitían al personal castrense tener un poder sobre la sociedad en su 
conjunto y al ejecutivo dictar leyes a la conveniencia de los grupos privados. De esta 
manera, se frustró la modernidad política del país, y bajo la égida de enemigo interno y 
externo se reprimió a las terceras fuerzas, los movimientos sociales y la izquierda en su 
conjunto y se impidió una reforma agraria que redistribuyera las tierras para los campesinos 
que la trabajaran. 
Así, el estado de sitio entró a operar en los conflictos sociales en el país, ejemplo de lo cual 
se dio en el robo de las elecciones de 1970, al candidato Gustavo Rojas Pinilla, de la 
Alianza Nacional Popular (ANAPO), organización política que colocó en crisis la 
legitimidad del Frente Nacional. “Ante una ventaja considerable frente a Misael Pastrana 
Borrero del (FN), el gobierno reaccionó prohibiendo a la prensa transmitir datos no 
autorizados oficialmente; ante dicha situación aparecieron las movilizaciones populares por 
lo que se consideró de antemano un robo. Se pensó en defender por la fuerza lo que se 
había ganado legítimamente, y el gobierno promulgó el estado de sitio el 21 de abril de 
1970, prohibiendo las reuniones y las manifestaciones públicas, así como las 
concentraciones estudiantiles, religiosas o laborales, los paros cívicos o los “espectáculos 
que puedan alterar las actividades ordinarias” (Gallón Giraldo, 1979, p. 83). Los 
gobernadores fueron facultados para establecer la censura de prensa y tomar otras medidas 
en relación con la “difusión de noticias, informaciones y propagandas radiales o escritas” 
(Gallón Giraldo, 1979, p. 86). Así mismo, otorgó facultades a los gobernadores para vigilar 
 
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y restringir la circulación de personas y vehículos por las vías públicas20 y a las fuerzas 
militares para detener sospechosos de 15 a 90 días, por atentar contra el normal desarrollo 
de las actividades sociales o aquellos que escribieran “injurias” contra el Estado; así mismo, 
a los tribunales militares se les facultó para enjuiciar a civiles por “instigación para 
delinquir y apología al delito”. Tal era el trato que recibía la protesta popular en Colombia. 
No se trataba pues de un estado de excepción, sino de un ejercicio permanente de la fuerza 
militar para reprimir a los sectores sociales y a la izquierda, que pretendían democratizar la 
sociedad colombiana. 
De manera similar, fueron reprimidas las manifestaciones por una apertura democrática de 
la universidad colombiana. Tal fue el caso del movimiento estudiantil en 197121; el mismo 
año el sindicato de los maestros decidió adelantar una huelga nacional en abril por mejores 
condiciones salariales, por el pago de sus salarios y contra el estatuto docente. Estas 
expresiones fueron reprimidas por el estado de sitio. 
Otro ejemplo pertinente, es lo acontecido con el paro de septiembre de 1977, en el que los 
principales sindicatos llegaron a un acuerdo para cesar las labores y marchar por aumento 
de salarios y mejores condiciones de vida para la población. La acción se irradió en todos 
los centros urbanos del país y se sumaron al paro los sectores barriales. La unidad entre 
sectores cívicos, barriales y sindicatos logró un paro cívico que desestabilizó al gobierno, 
pero no lo derrocó, no obstante, este esquema es el que trataría de recoger la izquierda 
socialista en los años ochenta. 
Pero el gobierno nacional se adelantó al paro y promulgó el estado de sitio, declarando que 
las personas que entorpecieran el normal funcionamiento de las actividades serían detenidas 
por 180 días; además autorizó el despido con justa causa por participar en dichas 
actividades, censuró la prensa y sólo cinco días después levantó la mordaza; las cifras de 
“detenidos llegaron a 3,000, los muertos fueron 18 y un centenar heridos dejó la represión 
                                                            
20 Datos. Legs. 251 y 258 del 26 de febrero, 254 del 27 de febrero y 271 del 3 de marzo de 1971, en: Gustavo 
Gallón Giraldo, Quince años de estado de sitio en Colombia: 1958-1978. Editorial: América Latina, Bogotá, 
1979. 
21 El movimiento estudiantil universitario, tenía básicamente dos grandes fuerzas políticas.

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