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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS LAS TRANSFORMACIONES DE LA ESCATOLOGÍA LA TERCERA ÉPOCA DEL ESPÍRITU SANTO Y EL NOVUS DUX DE JOAQUÍN DE FIORE EN FRAY TORIBIO DE BENAVENTE “MOTOLINÍA” TESIS QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE MAESTRÍA EN HISTORIA PRESENTA: GABRIELA RODRÍGUEZ SANDOVAL DIRECTOR DE TESIS: DOCTOR ANTONIO RUBIAL GARCÍA MÉXICO, D.F. 2012 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. A mi familia DEDICATORIA A mi padre y a mi madre porque toda la vida han apoyado cada una de mis decisiones y por luchar día a día para que la vida sea mejor. A mi hermano por ser un ejemplo para mí, gracias por estar siempre conmigo, te quiero mucho. Y a Cucu por llenar mi vida de felicidad. AGRADECIMIENTOS Quiero agradecer al doctor Antonio Rubial García por haber aceptado dirigirme y por haber creído en este trabajo. Agradezco al sínodo que con sus observaciones mejoró este trabajo: doctora Patricia Escandón, doctora Marcela Corvera, doctora Rosa María Martínez Ascobereta y a la doctora Aurora Díez-Canedo. De igual forma agradezco a Guadalupe Mata y a Guillermina Mata por el apoyo que me han brindando todo este tiempo. Por último, quiero agradecer profundamente a la UNAM, que por medio de la Coordinación de Estudios de Posgrado, me otorgó una beca para la realización de mis estudios de Maestría. LAS TRANSFORMACIONES DE LA ESCATOLOGÍA LA TERCERA ÉPOCA DEL ESPÍRITU SANTO Y EL NOVUS DUX DE JOAQUÍN DE FIORE EN FRAY TORIBIO DE BENAVENTE “MOTOLINÍA” ÍNDICE Introducción 1 Capítulo 1 Del mesianismo davídico y del reino terrenal a la espera del Espíritu Santo y la tercera época 5 La doctrina de Zoroastro 7 Temas apocalípticos en el Antiguo Testamento: el Mesías y el Reino Terrenal 11 Algunos aspectos sobre el Apocalipsis y el milenarismo 16 ¿Terrores del año mil? 21 Los libros sibilinos cristianos y el emperador de los últimos días 24 La ruptura. Joaquín de Fiore 28 Vida 30 La visión histórica de Joaquín de Fiore 32 Capítulo 2 La penetración de las doctrinas de Joaquín de Fiore en el franciscanismo medieval 38 El pequeñuelo de Francisco 40 Las doctrinas de Joaquín de Fiore en los franciscanos. La Universidad de París 45 Algunos aspectos del franciscanismo en la Península Ibérica 53 Capítulo 3 La tercera época y el novus dux de Joaquín de Fiore en fray Toribio de Benavente “Motolinía” 58 Fin del imperio del demonio 62 Los franciscanos, los hombres espirituales 65 La tercera época del Espíritu Santo 71 El indio idílico, el indio pobre 75 Dos figuras apocalípticas: san Francisco de Asís y fray Martín de Valencia 77 Conclusión 83 Bibliografía 86 1 INTRODUCCIÓN Han pasado varios años desde que leí por vez primera El reino milenario de los franciscanos… 1 de Jonh Leddy Phelan. A pesar de las críticas que en ese momento tuve hacia el libro, me dejó maravillada, y desde entonces surgió mi interés por estudiar la influencia de Joaquín de Fiore en el franciscanismo 2 . El influjo del calabrés en los “doce” franciscanos que llegaron a América en 1524 y en Jerónimo de Mendieta ha sido ampliamente debatido, la presente investigación no pretende, de ninguna manera, poner fin a tal debate. Mi propósito para esta investigación es estudiar las influencias que fray Toribio de Benavente “Motolinía” recibió de Joaquín de Fiore, para lo cual, se hace necesario, en primer lugar, diferenciar las profecías del abad calabrés del joaquinismo y, en segundo lugar, de las muchas profecías que el abad calabrés pronunció, sólo deseo utilizar dos, que a su vez, van unidas: “la tercera época histórica del Espíritu Santo guiada por unos hombres espirituales”, los novus dux, que, invariablemente toca temas como la pobreza y la identificación de san Francisco como nuevo Cristo. 1 John Leddy Phelan, El reino milenario de los franciscanos en el nuevo mundo, México, IIH- UNAM, 1972 2 Dediqué mi tesis de licenciatura a Joaquín de Fiore, pues esta investigación ha sido a largo plazo. 2 Lo anterior me llevó a plantearme de dónde había surgido esa tercera época y el novus dux propuestos por Joaquín de Fiore; para tal efecto, me sirvió de mucho el trabajo de Jean Delumeau, Historia del paraíso… 3 ; el historiador francés indica que la sociedad cristiana de occidente ha deseado regresar a ese paraíso de los orígenes, al jardín de las delicias. En ese camino el cristianismo reconfiguró la figura del mesías y el paraíso terrenal; el Apocalipsis de san Juan con su milenio y su mesías eran ya una nueva manifestación del mesías davídico y del paraíso perdido, vividos, por supuesto, en la tierra y no en el más allá. Como bien se sabe, las doctrinas milenaristas fueron censuradas por la Iglesia hacia el siglo IV, desde entonces el cristianismo, en su forma ortodoxa o heterodoxa, ha encontrado formas de trasladar ese milenarismo, ese paraíso, a la tierra; un ejemplo de ello fue la profecía del “emperador de los últimos días” de los libros sibilinos cristianos. El reinado de este emperador sería un reinado de paz, de felicidad, de abundancia que precedería el fin de los tiempos. De igual manera, la tercera época de Joaquín con su novus dux podría ser vista como una reconfiguración de ese milenio, de ese paraíso en la tierra antes del fin del mundo. Lo que se da es un proceso en el que la escatología se empezó a secularizar, a hacerse más profana, y el deseo de encontrar en la historia el jardín de las delicias, al paso de los siglos, se convertirá en la idea de progreso: en una época mejor en la historia. El franciscanismo medieval recogió de Joaquín de Fiore –entre otras- las profecías de la tercera época y del novus dux, profecías que he encontrado dentro o fuera de la ortodoxia de los hermanos menores, principalmente en los espirituales, que se reconocieron 3 Jean Delumeau, Historia del paraíso. Mil años de felicidad, México, Taurus, 2003 3 como los novus dux que guiarían esa tercera dispensación en la historia y esto llegaría, al siglo XVI, con el descubrimiento de América, hasta Motolinía. No quiero que se entienda que sólo llegaron estas profecías, no es así; a lo largo de la historia del cristianismo ha habido confluencias de doctrinas apocalípticas y se han mezclado unas con otras, yo sólo muestro una interpretación de cómo ese mesías y ese paraíso del Antiguo Testamento se han transformado. Planteado así podríamos afirmar que al menos Motolinía sí identificó a su orden con el novus dux y que esa comunidad de cristianismo primitivo formada con los indios, bien podría identificarse con la tercera edad. Todo esto es una posibilidad, pero, como he dicho, no es la última palabrasobre el tema. De Motolinía he utilizado sus crónicas, en especial su Historia, así como, la carta al emperador y la epístola proemial. He empleado las crónicas a fin de encontrar en ellas ese aspecto medieval, escatológico, pero en modo alguno pretendo extraer datos, sino que deseo ver un poco del sentido que las envuelve. Cabe recordar que las crónicas se insertan en un contexto comunicativo muy diferente al actual, por eso, los temas escatológicos no son en absoluto raros. Por lo tanto, hay que leerlas con estas prevenciones, sin tratar de imponerles nuestras preocupaciones actuales. Ahora bien, he dividido esta investigación en tres apartados –no coincidentes con la división joaquinita-; el primero de ellos recorre un largo camino que empieza con las doctrinas de Zoroastro y pasa al estudio del mesías davídico y del paraíso terrenal del Antiguo Testamento, mediante la utilización de los profetas mayores y los menores, posteriormente analizo el Apocalipsis de san Juan y el emperador de los últimos días, para finalmente abordar la doctrina de Joaquín de Fiore. 4 El segundo capítulo refiere la influencia que ejerció el abad calabrés en los franciscanos, especialmente en los espirituales, y su peso en el marco de los conflictos eclesiológicos y escatológicos que se suscitaron en la Universidad de París hacia mediados del siglo XIII. Por último, el tercer capítulo aborda a fray Toribio de Benavente Motolinía, para mostrar cómo su pensamiento, un pensamiento medieval, está influido por la escatología; la sociedad de indios y frailes que él proyecta es una versión del paraíso terrenal, la tercera época, que es también, la secularización de esa escatología. Lo que no se contradice con su posición apocalíptica del fin de los tiempos, sólo que en su concepto, antes, hay que vivir esa época de felicidad en la tierra y luego en el más allá. Para esta investigación me he servido básicamente de bibliografía especializada que he encontrado en las diferentes librerías y bibliotecas de la Ciudad de México, así como, textos del franciscanismo medieval y crónicas de la conquista de América. 5 CAPÍTULO I DEL MESIANISMO DAVÍDICO Y DEL REINO TERRENAL A LA ESPERA DEL ESPÍRITU SANTO Y LA TERCERA ÉPOCA El Apocalipsis de san Juan ha tenido gran importancia para la civilización cristiana de occidente; ha sido objeto de numerosas interpretaciones y ha tenido seguidores y detractores. Particularmente el capítulo 20 ha generado grandes controversias dentro de la Iglesia, pues es el que ha unido al mesías y al reino terrenal, fijando su duración en mil años, mil años de felicidad: “… Dichoso y santo el que participa en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene poder sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo y reinarán con él mil años” 4 . El Apocalipsis de san Juan es un texto de compleja lectura, de un profundo simbolismo que entraña influencias judías, sirias, babilonias y griegas. Los temas escatológicos han recorrido un largo camino que, incluso, va más allá del Antiguo Testamento pues se remonta a las doctrinas zoroástricas que luego impregnaron tanto al judaísmo como al cristianismo. En este largo trayecto la escatología sufrió cambios considerables que han sido relacionados con cambios sociopolíticos y 4 Ap 20 6, en Biblia de Jerusalén, México, Porrúa, 1998 6 económicos. El presente capítulo pretende andar ese camino –sin pretensiones de exhaustividad- con el único objetivo de entender cómo en el siglo XII Joaquín de Fiore llega a una nueva interpretación. El abad calabrés, con su exégesis, introduce nuevas perspectivas en la escatología tradicional, pues en lugar de un reino terrenal anuncia la tercera época dentro de la historia y en lugar de un mesías espera al Espíritu Santo, hay un doble escathon en su interpretación. Por ello, es importante identificar los cambios que sufrieron los temas del mesías y del reino terrenal, a fin de comprender mejor las aportaciones de Joaquín de Fiore al pensamiento de la sociedad occidental y su repercusión en las órdenes religiosas, especialmente en los franciscanos, que, a la postre, llegaron a América. 7 La doctrina de Zoroastro Los pueblos antiguos concibieron la historia de manera cíclica, no así el judaísmo y el cristianismo o los cristianismos 5 que tienen una concepción lineal de la misma, atribuyéndole un principio y un final, un alfa y una omega, de manera que lo que en algún momento inició se dirige a su consumación. La noción de un final de la historia la tomaron de las doctrinas del profeta iraní Zoroastro o Zaratustra. Según Norman Cohn, fue posiblemente Zoroastro quien realizó un cambio de paradigma al concebir que la historia tendría una consumación 6 y que al término de ésta se produciría el “hacer maravilloso”, un mundo nuevo que reemplazaría al anterior imperfecto e inestable. El “hacer maravilloso” sería un estado de paz, de perfección, libre de toda amenaza, “un ámbito inmutable sobre el cual reinará el dios supremo con una autoridad que nadie habrá de desafiar jamás” 7 . Zoroastro concibió este estado en contraposición a la época de crisis, de sufrimiento y de destrucción en la que vivió; y como su doctrina proyecta un cambio total de su mundo, fue llamado por Cohn “milenarista” 8 . 5 Para un estudio sobre las microcristiandades ver: Peter Brown, El primer milenio de la cristiandad occidental, Barcelona, Crítica, 1997 6 Norman Cohn, “Cómo adquirió el tiempo una consumación “, en Malcolm Bull (comp.), La teoría del Apocalipsis y los fines del mundo, México, FCE, 2000. Para este apartado me he servido de este estudio. 7 Ibid., p. 45 8 Ibid., p. 41 8 Al parecer Zoroastro recibió influencias de los mitos de combate, principalmente de los indos védicos. Los mitos de combate presentan “fuerzas caóticas, simbolizadas por un monstruo” que están por desestabilizar el mundo ordenado; los dioses, encargados de salvaguardar el orden, se ven incapaces de derrotar al monstruo, no obstante, aparece un héroe-dios para acabar, momentáneamente, con el monstruo y rescatar al mundo, héroe- dios que se convierte en el nuevo gobernante universal, sin embargo, el héroe-dios tiene que seguir combatiendo al monstruo porque su victoria no es definitiva, es una lucha que no cesará 9 . En los himnos Rig Veda pasa lo mismo, los personajes importantes son dos: Indra y Vrtra. Indra es un “guerrero y dios” y Vrtra un “archidemonio”, que viven en constante combate, en un combate sin fin. Ahura Mazda y Angra Mainyu, dos espíritus gemelos que representan el bien y el mal, son los personajes centrales en el mito de combate de Zoroastro. Ahura Mazda y Angra Mainyu son los encargados de mantener el orden y de quebrantarlo. Sin embargo, Zoroastro introduce una gran novedad al reinterpretar el mito de combate y es que en lugar de que Ahura Mazda obtenga victorias repetidas, logra una victoria final ante el desorden, ante Angra Mainyu y su legión de demonios y sus adeptos humanos. Por tanto: “Zoroastro fue inspirado por el antiguo y poderoso mito de combate para crear otro… aún más poderoso, y que luego se convirtió en la primera fe escatológica del mundo” 10 . Zoroastro muestra un claro y absoluto monoteísmo, Ahura Mazda, el señor sabiduría, creador de todo cuanto hay y encargado de vencer el mal, tiene, asimismo, la tarea de resguardar el orden absoluto llamado Asha, orden que gobierna todo, el orden existente en la naturaleza, en la vida humana, el moral, el ritual. Las personas formaban 9 Ibid., p. 49 10 Ibid., p. 50 9 parte activa en el orden del mundo para “allanar elcamino para esa consumación final, cuando el mundo será perfecto” 11 . En el concepto del tiempo en Zoroastro se hace una diferenciación entre el tiempo de la tierra, limitado, y el tiempo de la eternidad, el ilimitado. En el tiempo limitado se escenifica la lucha entre el bien y el mal, entre Ahura Mazda y Angra Mainyu. Al final del tiempo limitado se dará la resurrección de los muertos y posteriormente se realizará el juicio universal en el que “cada quien será confrontado con sus buenas y malas acciones, y los que se salven se distinguirán tan claramente de los condenados como una oveja blanca de una negra” 12 . En la doctrina de Zoroastro hay un elemento mesiánico: como el profeta que se consideraba a sí mismo un enviado de Ahura Mazda, tenía la certeza de que el “hacer maravilloso” tendría lugar pronto, y sin embargo, el gran evento se fue postergando, creyó que “alguien más grande que el bien” le sustituiría. Surgió así la figura escatológica del Saoshyant, hijo del profeta (cuyo semen se conservó) y de una virgen, que actuaría al final del tiempo limitado antes del retorno de Zoroastro como “salvador”. La importancia de las doctrinas de Zoroastro fue tanta que para el siglo VI a.C., el zoroastrismo era la religión oficial del primer imperio iraní. Cada gobernante se decía ser el “representante” terrenal del Señor Sabiduría. Por cuestiones políticas, el “hacer maravilloso” se fue postergando, ya no se esperaba en un futuro próximo, sino en un futuro remoto. 11 Ibid., p. 42 12 Ibid., p. 44 10 De lo expuesto en este apartado se deduce el gran peso que las doctrinas de Zoroastro tuvieron en el judaísmo y más adelante en el cristianismo, pues uno y otro heredaron conceptos como el fin de los tiempos, el estado de paz, el monoteísmo, la lucha entre el bien y el mal, la resurrección de los muertos, el juicio final o la virgen encinta. Conceptos fundamentales que desde luego reinterpretaron. 11 Temas apocalípticos en el Antiguo Testamento: El Mesías y el Reino Terrenal El pueblo israelí, con su noción de elección, fijó la idea mesiánica 13 . La historia de Israel es la de un pueblo sometido, desterrado, sufriente, en busca de la justicia, por lo que, no es raro observar en los profetas mayores y menores el anhelo de regresar a la época de felicidad que se vivió en el paraíso de Adán y Eva. Este deseo de regresar al paraíso se realizaría por medio de un rey de la casa de David, en su reinado habría paz, justicia, felicidad, abundancia, armonía, etc., elementos que en algún momento hubo en el paraíso terrenal, por lo que, esta idea iba unida a la del mesías. Sería un error afirmar que en toda la literatura judía se habla de un mesías real, a lo largo del Antiguo Testamento existen diferentes manifestaciones, siendo la más común su pertenencia a la dinastía davídica. Existen numerosas definiciones de mesianismo, Xabier Pikaza afirma: Con este término [mesianismo] se evoca la esperanza de futuro y salvación del pueblo judío (o del conjunto de la humanidad). Suele centrarse en la figura del rey futuro, que restablecerá la justicia sobre el pueblo, creando de esa forma un orden político nuevo de concordia. Pero al lado del rey (mesías de David) puede y debe hablarse de otras figuras mesiánicas, de tipo sacerdotal (mesías de Aarón), legal (nuevo Moisés) e incluso profético (el Profeta del fin de los tiempos). En general, esta esperanza se abre a la búsqueda de transformación israelita (reunión de los dispersos, nueva Jerusalén) y de culminación de la humanidad, con la pacificación de la naturaleza (armonía universal, incluso con los animales). En este último caso, puede hablarse de un mesianismo del pueblo entero (o de la humanidad), sin necesidad de un mesías específico o personal 14 . 13 M. García Cordero, “Del mesianismo a la escatología en el Antiguo Testamento”, en Mesianismo y escatología. Estudios en memoria del Prof. Dr. Luis Arnaldich Perot, Salamanca, Universidad Pontificia, 1976, Bibliotheca Salmanticensis XVI, Estudios 14, p. 18 14 Xabier Pikaza, “Apocalíptica Judía y cristiana. Prehistoria y símbolos básicos del Apocalipsis,” en Blanca Acinas, (coord.), En torno al Apocalipsis, Madrid, BAC, 2001, p. 13 12 Lo que sucederá en el futuro es revelado por Dios a los profetas, hombres inspirados que reciben mensajes por medio de visiones, sueños, voces, etc., para interpretarlos y transmitirlos. Los profetas reciben su inspiración de los momentos de crisis que han vivido, ofrecen, pasando los períodos difíciles, un futuro esperanzador para quienes observen la ley de Moisés. El desarrollo del mesianismo, del deseo de regresar al paraíso de los orígenes y del apocalipsismo se encuentra en los profetas del Antiguo Testamento. Isaías no es un profeta apocalíptico, no obstante, su texto contiene un pequeño Apocalipsis 15 y empieza a tocar temas significativos de la escatología. Su mesías, en un primer momento, es de la casa de David, posteriormente, será presentado como un siervo doliente 16 . En este reinado mesiánico habrá armonía entre el hombre y los animales, los desterrados ya no lo serán más, se recobrarán la paz y la justicia: “Grande es su señorío, y la paz no tendrá fin sobre el trono de David y sobre su reino, para restaurarlo y consolidarlo por la equidad y la justicia” 17 . Su deseo del regreso al paraíso 18 es llevado a cabo mediante este rey. Otro elemento importante es el banquete mesiánico, donde habrá abundancia de manjares, de vinos y no existirán las lágrimas ni la muerte 19 . Ezequiel es el profeta del destierro, lleno de simbología, su contribución es grande porque en él los rasgos apocalípticos son más abundantes. Su mesías es representado por el 15 Is 24-27 16 Is 42 1-9; 49 1-9; 50 4-9; 52 13; 53 12 17 Is 9 6. Ver también: Is 11 1-9 18 Is 11 19 Is 25 6-8 13 “buen pastor”, descendiente de la casa de David, un príncipe y no un rey 20 . Cabe decir que el “buen pastor” sería recogido por Jesús y el cristianismo. El templo futuro, situado en un monte, es un pasaje mesiánico, pues en él existen elementos del paraíso, como frutas y su fuente de agua con abundancia de peces 21 . Otros elementos apocalípticos son: la resurrección 22 , la ira de Yahvé 23 , el carro de Yahvé 24 , así como, la peste, el hambre, las trompetas y la espada 25 . Es con Daniel que se puede hablar más propiamente de un género apocalíptico, los profetas anteriores lo anuncian, Daniel es apocalíptico por excelencia. Pero aun cuando las preocupaciones por el fin del mundo y la aniquilación del mal son en él más relevantes, el Antiguo Testamento al no tener sección dedicada al género apocalíptico clasifica a Daniel entre los libros proféticos. Su mesías no es real, es escatológico, trascendente y mostrado como “El hijo del hombre” 26 . La profecía de las cuatro bestias 27 , que va aparejada con el sueño de la estatua que tuviera Nabucodonosor 28 y que Daniel interpretara, muestra la sucesión de los imperios históricos, identificados con los babilonios, los medos, los persas y los macedonios (de Alejandro Magno) a los que seguiría el quinto, el reino escatológico, un reino que se instauraría en la tierra y no tendría fin: “vi venir sobre las nubes del cielo alguien parecido a un ser humano, que se dirigió hacia el anciano y fue presentado ante él. Le dieron poder, honor y reino y todos los pueblos, naciones y lenguas le servían. Su poder es eterno y nunca 20 Ez 34 1-25 21 Ez 47 22 Ez 37 23 Ez 7 1-27 24 Ez 1 4-28 25 Ez 5 12 26 Dn 7 27 Dn 7 28 Dn 2 29-45 14pasará y su reino no será destruido” 29 . Este quinto imperio puede ser interpretado como el regreso al paraíso perdido. Daniel es el profeta que más impacto tendría en el cristianismo medieval, pues durante siglos, la cristiandad se dedicó a reinterpretar y a reasignar la sucesión de los imperios. Otros elementos apocalípticos en Daniel son: el tiempo de la ira 30 , la visión del carnero y el macho cabrío 31 , la numerología, por ejemplo, el número 1260 32 , el combate escatológico entre Miguel y Satán 33 , el tiempo del fin 34 , y la silueta que hiciera del rey inicuo que aparecerá al fin de los tiempos y que en su libro se identificó con Antíoco Epífanes. De igual manera, los profetas menores contribuyeron a la visión apocalíptica de la historia. Amós es quien habló por primera vez de “el día de Yahvé”: “¡Ay de los que ansían el Día de Yahvé! ¿Qué creéis que es el Día de Yahvé? ¡Es tinieblas, que no luz!” 35 El texto de Zacarías se refiere a una Jerusalén mesiánica llena de felicidad, así como a una “nueva tierra” que se traduce como la “tierra prometida”. Su mesías es, por un lado, davídico, y por el otro, un mesías montado en un asno 36 . 29 Dn 7 13-14 30 Dn 10 31 Dn 8 32 Dn 7 25 33 Dn 10 9-19 34 Dn 10-12 35 Am 5 18; ver también: Jl 3 1-5; Jl 4 15-17 y So 1 14-18 36 ¡Exulta sin freno, Sion, grita de alegría, Jerusalén! Que viene a ti tu rey: justo y victorioso, humilde y montado en un asno, en una cría de asna. Suprimirá los carros de Efraín y los caballos de Jerusalén, será suprimido el arco de guerra, y él proclamará la paz a las naciones. Su dominio alcanzará de mar a mar, desde el Río, al confín de la tierra”. Za 9 9-10 15 Lo expuesto en estos apartados repercutió en el Apocalipsis de san Juan, deudor de la tradición apocalíptica judía, incluidos los apocalipsis de Qumrán, no obstante, inaugura el reino milenario. 16 Algunos aspectos sobre el Apocalipsis y el milenarismo La historia para el cristianismo tiene un sentido ya sea como dirección o como significación 37 . Pues lo que le da sentido es su final. El concepto de escatología es, sin embargo, moderno y se refiere a todos los acontecimientos del fin de los tiempos, del fin de la historia, del fin de la humanidad. La escatología es considerada una ciencia, “la ciencia de los fines” 38 , y se puede leer en dos planos, la individual –el fin de la existencia de cada persona- y la colectiva –el fin de la humanidad-. El cristianismo del occidente medieval le asignó a la escatología, a “las postreras cosas”, un papel preponderante, por lo que, el Apocalipsis de san Juan resultó un libro importante, aunque no el único, pues entendido literalmente habla de las cosas que van a suceder al fin de los tiempos. El Apocalipsis de san Juan, único aceptado en el canon del Nuevo Testamento, recoge la tradición judía del Antiguo Testamento (y como se vio también la zoroástrica), sin embargo, realiza una nueva interpretación, pues, temas como el mesías cambian en él de significación, al pasar de un mesías davídico a un mesías salvador del fin de los tiempos, identificado con Jesús y su segunda venida. El Apocalipsis de san Juan une los temas del mesías y del regreso al paraíso, e incluso, fija en mil años la duración de esta época de felicidad. Si bien es cierto que en la tradición antigua se esperaba el retorno al paraíso 37 André Vauchez, “El tiempo y la historia en el cristianismo Medieval”, en Medievalidades I, México, INAH-ENAH, 2006, p. 213 38 Ibid., p. 214 17 terrenal, es en esta obra, atribuida a Juan el Evangelista, en donde se fija la duración de ese reino mesiánico. Los escritos más sobresalientes durante el período intertestamentario fueron los apocalipsis, no obstante, la tradición judía ortodoxa rechazó los apocalipsis de Qumrán y sólo incluyó en la Tōrāh el libro de Daniel; por su lado, el cristianismo únicamente aceptó el Apocalipsis de san Juan. Se ha debatido cuál es el origen del género apocalíptico, por un lado, se dice que el movimiento profético es su antecedente, y por otro lado, se señala que su origen proviene de los libros de sabiduría del Antiguo Testamento 39 . Creo que el género apocalíptico es deudor tanto de los profetas como de los libros de sabiduría, preocupados, en primer lugar, por el futuro, y en segundo lugar, por las conexiones existentes entre el universo y la tierra, por las comunicaciones que se dan por medio de las visiones, sueños, etc., para tener contacto con lo invisible, con lo inefable, con Dios mismo para tener conocimiento sobre el futuro, ya sea próximo o el futuro del fin del mundo. Por eso, los apocalipsis están llenos de simbolismos que se prestan a múltiples interpretaciones. La investigación intitulada Historia del Paraíso. Mil años de felicidad 40 , del historiador francés Jean Delumeau, me ha servido de mucho. Delumeau hace un significativo estudio sobre la travesía del milenarismo en la sociedad cristiana del occidente medieval y señala que ésta vivió con la esperanza de recobrar, de retornar, al paraíso terrenal de los orígenes que se perdió a causa del pecado de Adán y Eva, porque a pesar de 39 Christopher Rowland, “Los que hemos llegado a los fines de los tiempos”: lo apocalíptico y la interpretación del Nuevo Testamento, en Malcolm Bull, (Comp.), La teoría… op. cit., p. 59-61 40 Jean Delumeau, Historia del paraíso. Mil…, op. cit. 18 que viviera con miedo al fin del mundo y al juicio universal, también vivía con la esperanza en esos mil años de felicidad terrenal vistos como un paraíso. La división histórica en milenios tuvo su origen en Irán y Babilonia, y fue recogida posteriormente por el Antiguo Testamento 41 . El libro de los jubileos y el salmo 90 versículo 4 se refieren al número mil 42 , haciendo una diferenciación entre el tiempo de Yahvé y el tiempo histórico: “porque mil años son como día en el cielo” 43 . El término milenarismo ha tenido diferentes connotaciones. Originalmente implicó para algunos el reino de mil años de felicidad que Cristo y sus elegidos vivirían en la tierra, mientras para otros los mil años debían ser interpretados no de manera literal sino simbólica, pero además de ello, su significado tradicional se vio rebasado con el tiempo; el historiador inglés Norman Cohn apunta: “El significado original del concepto “milenarismo” era limitado y preciso… En los últimos años, entre los antropólogos y sociólogos, y en cierta medida entre los historiadores, se ha difundido la costumbre de usar la palabra “milenarismo” en un sentido más amplio. El término se ha convertido de hecho en una etiqueta convencional para un tipo particular de salvacionismo…” 44 Para Cohn los movimientos milenaristas tienen ciertas características: colectivo, terrenal, inminente, total y milagroso 45 . Y asegura que en ocasiones, como entre los pobres –paupers- el milenarismo ha sido “violento, anárquico y, a veces, revolucionario” 46 . 41 Ibid., p. 36 y 37 42 Ibid. 43 Ibid. 44 Norman Cohn, En pos del Milenio. Revolucionarios milenaristas y anarquistas místicos de la Edad Media, Madrid, Alianza Editorial, 1981, p. 14 45 Ibid., p. 15 46 Ibid. 19 Durante los primeros siglos del cristianismo el milenarismo fue muy importante, pues se esperaba la segunda venida de Jesús y la instauración de su reino. Jesús era considerado por los evangelistas como el mesías davídico, el mesías doliente y el mesías trascendente de los últimos tiempos, en resumen, representaba a los mesías del Antiguo Testamento. La misma vida de Jesús y su lucha entreel bien y el mal fue considerada en términos escatológicos 47 . No obstante, la espera de Jesús y su reino milenario se fueron postergando. Hacia el siglo IV el milenarismo fue censurado por la Iglesia, apremiaba que el milenarismo tomara un sentido alegórico y se rechazaran las interpretaciones literales de Apocalipsis 20. Esto obedece a que para entonces el cristianismo se había convertido en la religión oficial del Imperio Romano y los exaltados milenaristas no iban a tono con sus nuevos intereses económicos, políticos y sociales. El encargado de fustigar el milenarismo fue san Agustín, quien siguiendo a Tyconio, propuso una nueva exégesis. Con el obispo de Hipona el milenarismo cobró un sentido más alegórico que literal, propuso que el milenio debía contabilizarse desde la primera venida de Jesús hasta el fin de los tiempos, la Iglesia debía ser considerada como la Nueva Jerusalén y que no habría que esperar más épocas en la historia 48 . San Agustín esperaba el juicio final y no el milenio, toda época nueva sería más allá de la historia, no en ella. El capítulo 20 del Apocalipsis fue reinterpretado y el reino temporal de Cristo desapareció, se tornó espiritual. 47 Xabier Pikaza, “Apocalíptica…”, op. cit., p. 58-80 48 Delno West y Sandra Zimdars-Swartz, Joaquín de Fiore. Una visión espiritual de la historia, México, FCE, 1986 (colección cuadernos de la gaceta no. 22), p. 12 y 13 20 No hay que olvidar que tanto el judaísmo como el cristianismo le aplicaron un sentido histórico a lo apocalíptico, el judaísmo se lo heredó así al cristianismo 49 , y por eso apremiaba traducir ese sentido histórico a uno más espiritual. La Iglesia, la ortodoxia, no espera un reino en la historia, sino en el más allá y en el caso de san Agustín, el milenio había iniciado con la Iglesia. A pesar de la censura de la Iglesia y la exégesis de san Agustín, el milenarismo siguió vivo, buscó nuevas formas de subsistir, los temas del mesías y del paraíso se reconfiguraron. 49 Christopher Rowland, “Los que…”, op. cit., p. 57 21 ¿Terrores del año mil? Se ha demostrado que los terrores del año mil no existieron. El “Renacimiento” haciendo una interpretación de la crónica de Sigeberto de Gemloux –escrita a principios del siglo XII-, le adjudicó los terrores de la sociedad medieval en general al año mil, pero sólo se trata de una invención 50 . Sigeberto fue la base sobre la cual se apoyó el “Renacimiento”, pero él, además de que no vivió en esos días, nunca habló de los terrores del año mil. El año mil de la encarnación no tuvo mucha importancia para la sociedad medieval, las fuentes de esa época son escasas y no dicen gran cosa. No obstante, sí había expectación 51 ; sobre todo quienes se atenían a la cronología de las seis edades –por referencia a los días de la creación del Génesis y a la interpretación agustiniana-, esperaban desde hacía tiempo la aparición del Anticristo –para lo cual cobró relevancia el tratado del Abad Adson de Montier- en Der-, el día de la cólera de Yahvé, la Parusía y el juicio final. Cabe señalar que se pensó en dos fechas distintas para el inicio tanto de las tribulaciones finales como para el inicio del milenio, a los mil años del nacimiento de Jesús o al cumplimiento de un milenio tras la muerte de éste. En la Edad Media lo importante era la 50 Georges Duby, El año mil. Una interpretación diferente del milenarismo, Barcelona, 2006. (1era edición en francés 1967). Para este apartado me he apoyado en este libro. 51 Ibid., p. 29 22 muerte y no el nacimiento de una persona, por lo que, se volvió apremiante la fecha del 1033 52 . Los hombres del siglo XI se movían en un mundo simbólico y teológico, lo relevante para ellos era describir lo excepcional, no lo cotidiano, de modo que lo que registraban eran los signos de los tiempos, tanto los que ocurrían en el universo como los de la historia, pues concebían a ambos mundos ligados, de manera que el universo afectaba fuertemente los acontecimientos que se desencadenaban en el mundo. Un orden coherente vinculaba el universo y lo invisible de éste con el mundo de la tierra, de manera que había agitaciones en el universo y la tierra sufría repercusiones, ya fueran naturales, políticas o humanas, por eso, las personas letradas –principalmente gente de la Iglesia-, se dedicaban a registrar los hechos, los signos y a interpretarlos. Según Duby poco tiempo antes del 1033 se creyó que se estaban multiplicando los prodigios, los signos de los tiempos: cometas, eclipses, epidemias, hambre, la simonía, la herejía y “la destrucción del santo sepulcro” 53 , y se intensificaría la lucha entre el bien y el mal, y entre los poderes del universo y los de la tierra, pues entonces intervendría el poder del Anticristo 54 . La ansiedad generada sirvió como ejercicio moral para ser buen cristiano, porque no se sabía cuándo había de llegar el fin, por lo mismo se incrementaron las penitencias y la búsqueda de la purificación mediante las limosnas, las peregrinaciones o la reclusión en monasterios. Y es significativo que las prácticas se volvieran colectivas. Cabe añadir que 52 Ibid., p. 30 y 31 53 Según Raoul Glaber: “En esa época, es decir el noveno año después del año mil, la Iglesia de Jerusalén en la que se hallaba el sepulcro del Señor nuestro Salvador, fue destruido por completo por orden del príncipe de Babilonia…” en ibid., p. 90 54 Ibid., p. 77-95 23 las peregrinaciones a la Ciudad Santa cobraron un significado escatológico y que aumentaron significativamente; según Raoul Glaber, pronto llegaría el Anticristo por esa ruta, signo inequívoco del fin del mundo 55 . La espera se postergó porque Dios realizó un nuevo contrato con la cristiandad 56 . El fin de los tiempos se mandó a un futuro indeterminado, no obstante, la escatología no pereció, siguió presente en los momentos de crisis de Occidente. La Edad Media vivió a la espera de los últimos tiempos. Durante la historia del cristianismo se observa que los comentarios al Apocalipsis no cesaron, su exégesis fue importante, ya fuera ortodoxa o no, baste mencionar a Papías, Cerinto, Justino, Ireneo, Tertuliano, Hipólito, Orígenes, Lactancio, Metodio, Victorino, Eusebio, san Jerónimo, Tyconio, san Agustín, Cesáreo, el Beato de Liébana, Joaquín de Fiore, etc. Sin embargo, el occidente medieval no sólo utilizó el Apocalipsis de san Juan y los evangelios sinópticos para la interpretación apocalíptica de la historia, también echó mano de otro tipo de literatura, por ejemplo, utilizó los libros sibilinos cristianos. 55 Ibid., p. 124 56 Ibid., p. 127 24 Los libros sibilinos cristianos y el emperador de los últimos días Después de la censura de la Iglesia al milenarismo se empezó a considerar otro tipo de literatura profética para seguir manteniendo viva la esperanza de encontrar en la tierra ese período de felicidad antes del fin del mundo. Recogiendo y transformando la antigua tradición de los oráculos sibilinos –en donde se manifiestan las profecías de las sibilas-, el judaísmo y el cristianismo redactaron lo que se conoce como los libros sibilinos cristianos para fusionar ciertos temas relacionados con las últimas secuencias de la historia, estos libros desempeñaron un papel considerable en el apocalipsismo medieval. Hacia el siglo IV se redactó el primer libro sibilino cristiano, La Tiburtina 57 . En ella se encuentra una nueva reconfiguración del mesías y del paraíso, pues la Tiburtina profetiza que llegaráun “rey mesiánico” antes del fin del mundo para traer a la tierra abundancia y felicidad. Con la Tiburtina empezó la difusión de un “emperador de los últimos días,” reemplazando así la segunda venida de Jesús. Cabe agregar que la Parusía no fue aniquilada, sólo postergada hacia un tiempo histórico-escatológico. La Tiburtina hace una descripción física del “rey mesiánico”, será griego y de nombre Constans, el reino que implante en la tierra durará 112 años, será de abundancia, en 57 De igual manera, en la Antigüedad existía la sibila tiburtina, conocida también, con el nombre de la sibila de cumas. 25 él no habrá lugar para el paganismo y los judíos se convertirán. El rey se encargará de entregar su reino a Dios y a Cristo en Jerusalén, será entonces cuando surja el poder del Anticristo, posteriormente, el arcángel Miguel lo aniquilará y llegará el fin de los tiempos y el juicio final 58 . La Tiburtina es un reflejo de los acontecimientos suscitados a la muerte de Constantino, por un lado, la sucesión, y por otro lado, el arrianismo, por lo que, la Tiburtina además de profetizar destrucción, profetiza unidad al Imperio y una época feliz 59 . El cristianismo al unirse al Imperio Romano adoptó y reinterpretó la tradición de deificar a los emperadores, sin embargo, para el cristianismo el “emperador” se convirtió en una figura escatológica, así, tanto Constantino, como los siguientes emperadores, fueron presentados de esa manera por los libros sibilinos cristianos: “Gracias a ellos, durante más de mil años la figura de Cristo guerrero se vio reemplazada en la mente de los cristianos por la del emperador de los Últimos Días” 60 . La Tiburtina gozó de gran difusión en el occidente medieval y los elementos del “emperador de los últimos días,” la época de felicidad, el Anticristo, el Juicio, etc., que presenta fueron recogidos en otros escritos. La sibilina de Pseudo-Metodio, escrita en el siglo VII, retoma esta fórmula. En el siglo X el Abad Adson de Montier-en-Der la incluyó, con cambios, en su tratado “De ortu et tempore antichristi,” pues su rey mesiánico no sería un griego, sino un franco 61 . Los libros sibilinos cristianos sufrieron modificaciones, de un 58 Jean Delumeau, Historia del paraíso. Mil…, op. cit. p. 59-72 59 Ibid. 60 Norman Cohn, En pos…, op. cit. p. 29 61 Jean Delumeau. Historia del paraíso. Mil…, op. cit., p. 59-72 26 emperador griego a uno franco y luego un alemán, todo dependiendo del tiempo y del contexto en que fueron escritos. El “emperador de los últimos días” estuvo vinculado tanto con la ortodoxia como con la heterodoxia y, como se podrá deducir, en muchos casos su utilización fue política. Reyes y emperadores y la misma Iglesia lo emplearon como argumento para la toma de decisiones, sin importar que no apareciera mencionado en los libros canónicos, baste recordar el llamado de cruzada que realizó Urbano II en Clermont 62 . Cabe añadir que la escatología del Apocalipsis de san Juan (ortodoxa o no) siguió funcionando 63 , y convivió con la profecía del “rey mesiánico” y con las de Joaquín de Fiore, como sucedió con la figura de Federico II. La reconquista de Jerusalén, en la sexta cruzada 64 , por parte de Federico II fue decisiva para que en su tiempo y en su imperio se le considerase, por un lado, “el emperador de los últimos días,” y por el otro, como el novus dux del que hablara Joaquín de Fiore. Sin embargo, los joaquinitas y el papado 65 lo consideraron como la bestia del Apocalipsis 66 , era un momento de abierta pugna entre la Iglesia y el Imperio. Según su pueblo tenía la misión de aniquilar al mal clero y dar inicio a la tercera época, pero, como éste murió en 1250, diez años antes del 1260, año por excelencia Joaquinita de iniciación de la tercera época, las esperanzas escatológicas se reconfiguraron en su persona, así, Federico II se convirtió en un “emperador durmiente que debía regresar un día como 62 Realizó su llamado en Clermont el año 1095, en ibid., p. 68 63 Norman Cohn, En pos…, p. 31 y 32 64 Esta cruzada duró sólo un año, de 1228 a 1229 65 Gregorio IX, puesto que Honorio III había fallecido en 1227 66 Norman Cohn, En pos…, p. 111 27 salvador” 67 . El mito del emperador dormido no sólo se aplicó a Federico, ya se le había atribuido a Constantino y a Carlomagno y más adelante a Balduino IX. Las profecías sibilinas cristianas atravesaron toda la Edad Media. En los siglos XIV-XVI reapareció en la Península Ibérica la profecía del “emperador de los últimos días,” no obstante, se hizo alusión a él, en un primer momento, con el nombre de Vespertilión, para después aparecer con el nombre de Encubierto. 67 Ibid., p. 112 28 La ruptura. Joaquín de Fiore 68 Como he referido anteriormente, a lo largo del tiempo los temas del mesías y del paraíso terrenal, fueron cambiando de significación y se fueron reconfigurado, por lo que en las fuentes de los siglos VIII a.C al siglo XIII encontramos desde un mesías davídico, hasta un “emperador de los últimos días.” Para el siglo XII habían adoptado la forma de una tercera época guiada por el Espíritu Santo. Esta nueva transformación de la escatología se debe al abad calabrés Joaquín de Fiore, quien tendría gran influencia en numerosos movimientos milenaristas. Tomando las palabras de Henri de Lubac, Joaquín de Fiore ha tenido una larga “posteridad espiritual,” pues se ha reconocido su influjo, incluso, hasta el siglo XX. Karl Löwith afirma que con el calabrés se inició la carrera de la secularización de la historia, que a la postre culminaría con la idea de progreso; en otras palabras, se trata de la idea de salvación que al secularizarse se convierte en progreso, la historia sagrada se manifiesta en la historia profana, esta idea de una época mejor en la historia tiene su primer intento con Joaquín de Fiore. 68 Para este apartado he utilizado bibliografía especializada en el tema: Delno West y Sandra Zimdars-Swartz, Joaquín de Fiore…., op. cit.; Henri de Lubac, La posteridad espiritual de Joaquín de Fiore, Encuentro, Madrid, 1989 (dos tomos); Karl Löwith, El sentido de la historia, implicaciones teológicas de la filosofía de la historia, Aguilar, Madrid, 1973; Jean Delumeau, La historia del paraíso. Mil…, op. cit.; José Ignacio Saranyana, et. al, Joaquín de Fiore y Tomás de Aquino. Historia doctrinal de una polémica, EUNSA, Pamplona, 1979, (Colección Teológica no. 22); José Ignacio Saranyana, y Ana Zaballa, Joaquín de Fiore…, op. cit.; Marjorie Reeves, “Pauta y propósito en la Historia: los periodos de la Baja Edad Media y el Renacimiento”, en Malcolm Bull (Comp.), La teoría…, op. cit. 29 El siglo XX ha sido de mucha relevancia para el estudio de Joaquín de Fiore y del joaquinismo; desde la década de los veinte la producción no cesa, siendo Europa y Estados Unidos los que encabezan la lista 69 , no obstante, no hay una sola traducción al español de su obra y gran parte de la bibliografía especializada tampoco ha sido traducida al castellano. 69 Ernst Benz, Ecclesia spiritualis, Stuttgart: Kohlhammer, 1934; H. Bett, Joachim of Flora. Londres: Methuen, 1931. Reimpresión, Merrik, Nueva York: Richwood Publishing Company, 1976; Herbert Grundmann, Neue Forschungen ubre Joachim von Fiore. Marburgo; Simons, 1950; Studien über Joachim von Fiore. Leipzig: Teubner, 1927. Reimpresión, Darmstadt: W.B. 1966; “Zur Biographie Joachims von Fiore und Raniers von Ponza”, Deutches Archivfür Erforschung des Mitteralters (1960), 16. P. 437-546; Marjorie Reeves y Beatrice Hisch-Reich, “The Seven Seals in the Writings of Joachim of Fiore”, Recherches de Théologie ancienne et medieval (1954), 21, pp. 211-247; ibid. The Figurae of Joachim of Fiore, Oxford: Clarendon Press, 1972, entre otros. E. Buonaiuti, Gioaccino da Fiore, Nápoles, Auria, 1960; Antonio Crocco, Gioaccino da Fiore, Nápoles, Auria, 1960; Cipriano Baraut, “Joachim de Fiore”, Dictionnaire de Spiritualité, 8, pp. 1179-1201; Marjorie Reeves, Joachim of Fiore and the Prophetic Future, Londres, SPCK, 1976; Prophecy in the Later Middle Ages, Oxford, Clarendon Press, 1969; Reeves y Hirsch-Reich, The Figurae of Joachim of Fiore, Oxford, Clarendon Press, 1972; “History and Prophecy in Medieval Thought”, Medievalia et Humanistica: Studies in Medieval and Renaissance Culture, Nueva Serie, Núm 5. Medieval Historiography, pp. 51-76; Marjorie Reeves and Gould Warwick, Gioacchino da fiore e il mito dell’evangelo eterno nella cultura europea, 2000, Viella (collana di Gioaccino da Fiore). Testi e Strumenti; “Pauta y propósito en la historia: los períodos de la… op. cit.; Henri Mottu, La manifestation de l’Espirit selon Joachim de Fiore, Neuchatel, París: Delachaux & Niestle, 1977; Fabio Troncarelli, Gioacchino da Fiore. La vita, il pensiero, le parole, 2002, Città Nuova (Collana Diografie); Il ricordo del futuro. Gioacchino da Fiore e il gioachimismo attraverso la storia, Adda, 2006; José Ignacio Saranyana, op. cit.; Henri de Lubac, La posteridad… op. cit.; W. Morton Blomfield, “Joachim of Flora: a Critical Survey of his Canon. Teaching, Sources, Biography, and Influence”, Traditio (1957), 13, pp. 249-311; Bloomfield, Morton y Marjorie Reeves, “The Penetration of Joachimsm into Northern Europe”, Speculum (1954), 29, pp. 772-793; Bernard McGinn, Visions of the End, Nueva York, Columbia University Press, 1979, etc.; Delno West y Sandra Zimdars-Swartz, Joaquín de Fiore. Una…, op. cit.; de Delno West: Joachim of Fiore in Christian Thought, dos volúmenes, Nueva York, Buró Franklin, 1975; coauthor de Christopher Columbus: The Great Adventure; “Between Flesh and Spirit: Joachite Themes in the Cronica of Fra Salimbene”, The Journal of Medieval History (1977); “The Reformed Church and the Friars Minor: The Moderate Joachite Position of Fra Salimbene”, Archivum Franciscanum Hisoricum (1971), etc. y de Sandra Zimdars: “The Fifth Order of Fire: The significance of the Exegetical Plan of Joachim of Fiore’s four Commentaries”, tesis doctoral inédita, Claremont Graduate School, 1978; “Joachim of Fiore and the Cistercian Order: A study of de Vita Sancti Benedicti”, Studies in Medieval Cistercian History, IV: Simplicity and Ordinariness, etc.; Daniel, E. Randolph, “Apocalyptic Conversion: The Joachite Alternative to the Crusades”, Traditio (1969), 25, pp. 127- 154 30 Vida La vida de Joaquín de Fiore aún permanece en la obscuridad, las fuentes fidedignas para acceder a ella son escasas 70 , y lo que existe son más bien anécdotas y leyendas que han sido utilizadas para promover su santidad 71 . Numerosos especialistas han señalado el año 1135 como el nacimiento de Joaquín, éste se dio en Calabria, Italia, en la diócesis de Cosenza en Célico y murió hacia 1202, tratando de demostrar (mediante su carta testamento) que no estaba en contra de la Iglesia. Durante su vida estuvo vinculado con papas y reyes, pues era reconocido como un importante exegeta y profeta. Después de haber sido predicador independiente, de haber sido abad de un convento benedictino en Corazzo e ingresar a un convento cisterciencie en Sambucina y en la abadía de Casamari 72 , Joaquín fundó en 1189 su propia abadía, la de san Juan de Fiore, en el Monte Nero. Recibió la aprobación de su orden en 1196 por parte de Celestino III, orden que, ya muerto Joaquín, recibió la confirmación de Inocencio III y de Honorio III 73 . 70 Se puede mencionar el Virtitum Beati Joachimi Sinopsis, biografía escrita por el secretario de Joaquín, Luca de Consenza; de autor anónimo está la Vita beati Joachimi abatis; se ha recurrido a las crónicas de Salimbene de Parma y Raph de Coggeshall. Asimismo, los escritos del monje fiorense Graecus Syllanous y de Gregorio de Laude. Los historiadores modernos se han apoyado en “leyendas apócrifas de la época”. Joaquín de Fiore casi no aporta información sobre su vida, sólo lo hace en su Epistola Prologasis y su Carta testamento, en West y Zimdars, Joaquín Fiore una…, op. cit. p. 14-16 71 Ibid., p. 14 72 Hay que recordar que la regla original, la de san Benito, llamada benedictina, sufrió reformas a lo largo de su historia, por ejemplo, la reforma cluniacense y la reforma cisterciense. 73 Ibid., p. 18 31 Entre los escritos de Joaquín de Fiore se pueden mencionar el Psalterium decem chordarum, Expositio in Apocalypsism y el Liber Concordia novi ac veteris Testamenti, que son sus principales obras, asimismo, el Tractatus super Quatuor Evangelia, su Carta testamento y su Epístola prologasis. También se le han atribuido, apócrifamente, numerosos estudios, entre los que están, el Super Hieremiam, Super Esaiam, De Septem Sigillis, pero el más famoso atribuido al abad es el Liber Figurarum, probablemente escrito por la primera generación de la orden de Fiore entre 1227 y 1239, no obstante, su autoría sigue en debate 74 . A pesar de este disputa, se ha afirmado que el Liber Figurarum y el De Septem Sigillis son los “que con mayor exactitud se atienen a las ideas de Joaqúin” 75 . Sin embargo, las obras más importantes son el Psalterium decem chordarum, Expositio in Apocalypsim y el Liber Concordia novi ac veteris Testamenti, y tanto que se ha llegado a decir que son una “comunidad de pensamiento indiscutiblemente integrada,” que “eran inseparables y debían leerse como un todo” 76 . 74 El Liber Figurarum se encuentra disponible en el Centro Internacional de Estudios Joaquinitas y se puede consultar por internet: www.centrostudigioachimiti.it; los originales se encuentran en la Biblioteca Bodleiana de la Universidad de Oxford. 75 Delno West y Sandra Zimdars, Joaquín…, op. cit., p. 114 76 Ibid., p. 20 http://www.centrostudigioachimiti.it/ 32 La visión histórica de Joaquín de Fiore Para el siglo XII la visión agustiniana de la historia seguía vigente, no obstante, se abría camino una nueva interpretación de la historia, la de Joaquín de Fiore. Con él resurgió con gran fuerza la apocalíptica, concibiendo una manera distinta de entender las Escrituras y el Apocalipsis de san Juan. Se ha llegado a pensar que Joaquín fue un revolucionario, que no tuvo precedentes y que su ruptura fue radical 77 . Joaquín de Fiore concedía gran importancia a la historia, y creyéndose con la capacidad de comprender el plan divino propuso que mediante la concordancia de los dos Testamentos y su Espiritualis Intellectus podría conocerse el destino de la humanidad 78 . Joaquín de Fiore propuso que en la historia de la humanidad habría tres grandes épocas –deducidas de la concordancia de los dos Testamentos-. A cada una le asignó una persona de la trinidad y para las dos primeras épocas un testamento. La primera época es la del Padre y le corresponde el Antiguo Testamento, la segunda época es la del Hijo y le corresponde el Nuevo Testamento, la tercera época es la del Espíritu Santo y no le corresponde un tercer testamento, sino, la comprensión de ambos. Cabe añadir que interpretaciones posteriores sí manifestaron el reemplazo del Nuevo Testamento por uno 77 Henri de Lubac, La posteridad… op. cit., p. 133, sobre todo el tomo uno, capítulo primero. 78 Delno West y Sandra Zimdars, Joaquín…,op. cit., p. 23 33 nuevo, ya fuera el Evangelio Eterno o las obras mismas de Joaquín de Fiore, como lo propuso el franciscano Gerardo de Borgo. La exégesis concordística y la división de la historia en tres etapas no es propia de Joaquín de Fiore, lo que sí es innovador y sin precedentes son los resultados a los que llegó; como acertadamente lo refiriera Henri de Lubac, Joaquín, en su división de la Historia, puso las “cesuras” en otra parte 79 , puesto que, en la exégesis tradicional la primera etapa es histórica, la segunda histórico-escatológica y la tercera etapa en el más allá; en cambio, para Joaquín de Fiore las tres etapas serían totalmente históricas. Las etapas propuestas por Joaquín quedaron marcadas por un conocimiento progresivo, por lo que la época del Espíritu Santo sería la cumbre del conocimiento, en ella se revelarían todos los secretos, lo que permanecía oculto, se conocería el sentido de la Historia y se comprendería de una vez por todas a los dos Testamentos -esta exégesis traería grandes controversias porque supone que la Iglesia y Cristo, pertenecientes a la segunda época, no conocen toda la verdad-, además, en esta época del Espíritu Santo el Evangelio se llevaría a todos lados, los judíos se unirían a la Iglesia de san Pedro y la libertad completa se alcanzaría en la tierra y no el más allá como lo propusiera san Agustín 80 . La conducción de este tercer estado estaría a cargo de unos hombres espirituales, los novus dux de la última dispensación, pertenecientes al monacato: “el orden de los 79 Henri de Lubac, La posteridad… op. cit., p. 21 y 22 80 Karl Löwith, op. cit., p. 166 y 167; ver también: Joaquín de Fiore, Liber Concordia novi ac veteris Testamenti, 112r, citado en Delno West y Sandra Zimdars-Swartz, Joaquín de Fiore. Una..., op. cit., p. 30 (LC112r) 34 monjes… pertenece al Espíritu Santo” 81 . Por tanto, la Iglesia no sería la responsable de este proceso. Joaquín de Fiore propuso que cada época duraría 42 generaciones de treinta años cada una: 82 …La primera época, sujeta a la ley de la circuncisión, comenzó con Adán. La segunda, florecida bajo el Evangelio, la instituyó Ocías. La tercera, basada en nuestro cálculo por generaciones, la anunció San Benito, y cerca del fin se verá su consumación en esplendor inigualable. En ese momento se revelará Elías y el pueblo infiel de los judíos aceptará al Señor. En ese momento, parecerá que el Espíritu Santo anuncia en voz alta. “El Padre y el Hijo han trabajado hasta este día, y ahora trabajo Yo. Las etapas propuestas por Joaquín de Fiore coexisten, como se puede deducir de la cita anterior y del The Trinitarian Circles 83 , todavía no ha finalizado una cuando la otra ha sido anunciada, en cada etapa hay tres momentos: la initiatio, la fructificatio y la consumatio 84 . Para la división del tiempo histórico, Joaquín de Fiore usó tres términos: Status, Tempus y Etas; el primero lo usó para su gran división de tres períodos, Tempus lo utilizó para referirse a las subdivisiones que tiene cada Status, por último, Etas fue usado para la división tradicional de la historia en siete períodos, “es decir, una división séptuple del tiempo, que va de un lado a otro y corresponde a los tres status” 85 . La obra de Joaquín ha generado grandes controversias, algunos le han atribuido errores trinitarios, otros yerros cristológicos. La exégesis propuesta por el abad da a 81 Joaquín de Fiore, Expositio in Apocalypsim, 5, citado en Delno West y Sandra Zimdars-Swartz, op. cit., p. 31 (EA5) 82 Jean Delumeau, Historia del paraíso. Mil años de… op. cit., p. 135 83 Perteneciente al Liber Figurarum 84 Jean Delumeau, Historia del paraíso. Mil… op. cit., p. 76 y 77 85 Delno West y Sandra Zimdarz, op. cit., p. 29 35 entender la superación de Cristo y de su Iglesia para dar paso a la tercera época del Espíritu Santo guiada por unos novus dux, puesto que, en el sistema de concordancias que propone Joaquín, la Iglesia de Cristo es la figura de la Iglesia del Espíritu Santo, Cristo deja de ser, para él, el centro de la fe católica 86 . Si bien a Joaquín se le ha acusado de ser heterodoxo, gran parte de la historiografía moderna no lo cree así y ha reivindicado al abad de Fiore, indicando, sin embargo, que fue ambiguo, por ejemplo, Delno West y Sandra Zimdars, en su trabajo, Joaquín de Fiore. Una visión espiritual de la historia, analizan las fuentes del calabrés, y concluyen que fueron san Agustín, Gregorio Magno, san Jerónimo, san Ambrosio, Hilario de Poitiers y san Bernardo de Clairvaux, entre otros, aunque, aseguran que sobre todo, Joaquín se basó en los padres de la Iglesia, dándoles una nueva interpretación 87 . En cuanto a sus “errores trinitarios” hay que señalar que existe un debate sobre un opúsculo atribuido al calabrés llamado De unitate seu essentia Trinitatis. Quae sit differentiae inter nomina essentialis et nomina relativa, que fue anatematizado por el IV Concilio de Letrán en 1215, ya que su autor cae en triteísmo 88 . Saranyana refiere que los errores trinitarios de Joaquín se deben a que en él confluyen dos tradiciones, la griega y la latina, pero asegura que en ningún momento cae en triteísmo 89 . Joaquín de Fiore no es ni un milenarista ni un mesianista en el sentido estricto, él espera la tercera época y no un milenio, espera al Espíritu Santo y no a Cristo, no obstante, 86 Henri de Lubac, La posteridad… op. cit., p. 65 y 66; Karl Löwith indica: “… La Iglesia actual, aunque fundada sobre Cristo, tendrá que ceder paso a la Iglesia futura del Espíritu, cuando la historia de la salvación haya alcanzado la época de su plenitud…” op. cit., p. 169 87 Delno West y Sandra Zimdarz, op. cit., p. 108 88 José Ignacio Saranyana, Joaquín de Fiore y Tomás… op. cit., ver el primer capítulo 89 Ibid., p. 39 y 40; Henri de Lubac tampoco cree que Joaquín haya sido triteísta, op. cit., p. 72 36 Joaquín claramente se encuadra en el milenarismo de sentido amplio, pues su pensamiento es totalmente escatológico. Joaquín penetró más allá de su época, influyendo a numerosos movimientos milenaristas, no nada más en su tiempo, sino hasta el siglo XX. Además de que activó los temas apocalípticos que habían vivido marginados desde la interpretación de san Agustín. Para finalizar, hay que señalar que dos concepciones interactuaron en la Edad Media, por un lado, la agustiniana, que confiaba en que tras dos etapas históricas, la segunda de ellas guiada por la Iglesia y Cristo, el juicio y fin del mundo, habría otra más allá de la historia y aquella que apareció en escena a finales del siglo XII, la de Joaquín, quien sostuvo que serían tres etapas históricas, la última de las cuales sería guiada por el monacato, a la que seguirían el juicio y el fin del mundo. Joaquín no niega pues el juicio ni el fin del tiempo; como bien refiere Karl Löwith, en la exégesis Joaquinita se espera un doble escathon, primero las perturbaciones antes de la tercera época y luego las del fin del mundo: “Esta consumación no ocurre más allá del tiempo histórico, al final del mundo, sino en la última época histórica. El esquema escatológico de Joaquín no consiste en un simple milenio, ni tampoco en una mera expectativa del fin del mundo, sino en un doble eschaton: una fase final histórica de la historia de salvación, que precede al eschaton trascendente de la nueva eon, anunciada por la segunda venida de Cristo…” 90 A la muerte del abad de Fiore sus escritos tuvieron gran difusión, sobre todo, entre los franciscanos y muchos de ellos llevaron al extremo sus interpretaciones, llegando a la heterodoxia. Por dichas versiones –principalmente las de los espirituales-, el pensamientode Joaquín de Fiore se vio envuelto en varios escándalos, como por ejemplo, el del IV 90 Karl Löwith, El sentido… op. cit., p. 170; ver también: Marjorie Reeves, “Pautas… op. cit. 37 Concilio de Letrán 91 , lo acaecido en la Universidad de París 92 , la comisión de Anagni y el Concilio provincial de Arles, que en 1263 anatematizó la obra del abad 93 . Sin embargo, la Santa Sede no ratificó su postura, pues, a pesar de todo, Joaquín había gozado siempre de buena reputación. Se le atribuyeron errores trinitarios y cristológicos, pero con la Carta Testamento que escribió antes de morir, quedaron paliados sus errores, porque no se creyó que hubiera querido ser heterodoxo; con esa Carta, demostró que no estaba fuera ni en contra de la Iglesia, aunque sus escritos pudieran sugerirlo. Pero como dije, Joaquín influiría de manera decisiva en la orden de los hermanos menores, éste será el tema del próximo capítulo. 91 Ocurrido en 1215 92 Los conflictos eclesiológicos y escatológicos que se desataron hacia la segunda mitad del siglo XIII, pero esto se verá en el siguiente capítulo. 93 Esto se expondrá en el próximo capítulo 38 Capítulo II LA PENETRACIÓN DE LAS DOCTRINAS DE JOAQUÍN DE FIORE EN EL FRANCISCANISMO MEDIEVAL Desde los inicios del cristianismo el tema de la pobreza, referido a la pobreza evangélica de Cristo, ha sido de gran relevancia y ha generado grandes controversias. A partir del siglo IV, cuando el cristianismo se hizo la religión oficial del Imperio, la pobreza empezó a adquirir un significado más simbólico que literal, lo cual determinó, que a lo largo de los siglos surgieran movimientos críticos a la riqueza de la Iglesia, que fueron considerados herejías por oponerse a la Institución. El siglo XIII no fue la excepción en este sentido, pues en él se dio uno de los más conocidos y más importantes de estos movimientos, sin embargo, se dio dentro de la misma y dentro de la ortodoxia -en un primer momento-. Por supuesto me refiero a la Orden de los Hermanos Menores, cuyo fundador es El Poverello, Francisco de Asís. Y es este mismo punto de la pobreza, aún en vida de Francisco, el que generará una de las rupturas dentro de la Orden. El tema de la pobreza no es privativo del franciscanismo –ni de Joaquín de Fiore-, pero con él adquiere otro sentido porque a Francisco de Asís se le reconocerá como a un nuevo Cristo (las llagas lo confirmaron), como el perfecto imitador de la pobreza 39 evangélica, y esta identificación hizo que los franciscanos se reconocieran como los elegidos para asumir la última etapa de la historia, la etapa del Espíritu Santo que predijera Joaquín de Fiore; ellos serían los novus dux según el sistema de concordancias propuesto por el abad calabrés. La visión de Francisco como Alter Christus fue común dentro de la orden, pero no por eso menos importante, y después de la muerte del Santo se produjo una vasta literatura que como tal lo exaltó. Como indiqué más arriba, el aspecto de la pobreza dividió a la Orden, ya muerto el Santo se radicalizó la ruptura, pues los espirituales alegaron que ésta iba por senderos que Francisco no había propuesto; incluso dijeron que se había traicionado su Testamento 94 . La siguiente y definitiva escisión se suscitó en la Universidad de París hacia 1254 con los conflictos eclesiológicos y escatológicos, contexto en que las ideas de Joaquín de Fiore fueron defendidas por los franciscanos espirituales seguidores del abad por lo que, serían anatematizados, como se verá más adelante. El presente capítulo tiene como objetivo principal mostrar cómo las ideas de Joaquín de Fiore penetraron en el franciscanismo medieval 95 . 94 Francisco de Asís, Testamento, en San Francisco de Asís, Escritos, Biografías, Documentos, BAC, Madrid, 2006, p. 143 95 Para lo cual me ha servido de mucho el trabajo Joaquín de Fiore y Tomás de Aquino… op. cit., de José Ignacio Saranyana, el cual aborda los conflictos de la Universidad de París. En un primer momento haré algunas referencias a los escritos de Francisco y posteriormente a los del franciscanismo. Cabe aclarar que no se pretende hacer un estudio general ni de Francisco ni de los franciscanos, para tal cuestión se recomienda el siguiente trabajo: Antonio Rubial, La hermana pobreza. El franciscanismo de la Edad Media a la evangelización novohispana, México, UNAM-FFyL, 2006. 40 El pequeñuelo de Francisco Tras haber llevado una vida relajada y despreciar la riqueza que le pertenecía por ser hijo único, Francisco de Asís tomó por esposa a la dama pobreza. Un momento relevante en su conversión fue el que vivió en la capilla de san Damián, en donde, se supone que un crucifijo le habló para pedirle que reparara su Iglesia que estaba en ruinas. Desde entonces, Francisco de Asís se sintió elegido por Dios para cumplir dicha tarea, misma que sería confirmada por Inocencio III quien en sueños vio a un pequeño religioso que sostenía la Basílica de Letrán salvándola de la ruina 96 , Francisco era ese restaurador. En los escritos del Santo 97 es evidente que se presenta como un elegido de Dios. Dios es quien le ha revelado cómo ha de vivir su fe; sus palabras, son palabras de Dios. Francisco ha sido elegido para llevar el Evangelio a todas partes y así alcanzar el Reino de los Cielos. En la obra del Santo se puede observar claramente su protagonismo, basta ver su Testamento para dar cuenta de ello, por ejemplo, menciona lo siguiente: “El Señor me dio una fe tal en las Iglesias, que así sencillamente oraba y decía…”; “así como me dio el Señor decir y escribir sencilla y puramente la regla y estas palabras, así también sencillamente y 96 Tomás de Celano, Vida segunda, en Francisco de Asís, Escritos, Biografías…, op. cit., cap. XI, p. 260 97 Francisco escribió personalmente muy poco, él dictaba y muchos de sus escritos son copias que se hicieron después de su muerte, hubo muchos copistas. Entre lo que él personalmente escribió están: Carta al hermano León, Alabanzas al Dios altísimo y Bendición al hermano León, en Introducción a los escritos de San Francisco, en San Francisco de Asís, Escritos… op. cit., p. 4 41 sin glosa habéis de entenderlas y observarlas con obras santas hasta el fin” 98 . Presenta todo su mensaje como revelado y su misma posición pudo hacer que sus hermanos de orden lo reconocieran como el nuevo Cristo. San Francisco de Asís basó su doctrina principalmente en el Evangelio, en la pobreza de Cristo y la imitación de su vida. Para el Santo la pobreza es trascendental, pero ésta tiene un nuevo cariz, es una pobreza radical, tanto individual como comunitaria. La lectura que hizo del evangelio fue literal, no poseer nada, aunque más adelante haya hecho concesiones, aceptando, por ejemplo, lugares fijos para la residencia, aunque jamás aceptó que fueran de la orden, sólo las aceptó como usufructo. Francisco de Asís no creó una teoría escatológica, no obstante, hay signos de ella en sus escritos. En ningún lugar de su obra menciona a Joaquín de Fiore o su doctrina, sin embargo, la conocía, al menos la trinitaria, ya que había asistido, al igual que Domingo de Guzmán, al IV Concilio de Letrán (1215) que condenara la teoría trinitaria del De Unitate seu essentia Trinitatis. Quae sit differentiae inter nomina essentialis et nomina relativa 99 , atribuida en ese momento al abad calabrés. En sus Cartas a los custodios 100 se observa el mayor escatologismo de Francisco; en la Primera Carta habla de los signos del fin de los tiempos, y lo que expone es primordial porque su discurso pudoser tomado como verdadera señal después de su muerte de que los franciscanos, incluido su fundador, habían sido elegidos para los tiempos escatológicos: “A todos los custodios de los Hermanos Menores a quienes llegue esta carta, el hermano 98 San Francisco, Testamento, op. cit. 99 José Ignacio Saranyana, Joaquín de Fiore y Tomás de Aquino…, op. cit., p. 31-33 100 Francisco de Asís, Cartas a los custodios, en San Francisco de Asís…, op. cit., p. 75 y 76. Ambas cartas se escribieron en 1220 42 Francisco, vuestro siervo y pequeñuelo en el Señor de Dios: salud en los nuevos signos del cielo y de la tierra, que son grandes y muy excelentes ante Dios, pero considerados de poca importancia por muchos religiosos y otros hombres” 101 . Al final añade: Y sepan que tienen la bendición del Señor Dios y la mía todos mis hermanos custodios a los que llegue este escrito, lo copien y lo tengan consigo, y hagan sacar copias de él para los hermanos que tienen el oficio de la predicación y el de la custodia de los hermanos, y prediquen hasta el fin todas las cosas que se contienen en él. Y sea esto para ellos verdadera y santa obediencia. Amén 102 . A lo largo de sus escritos, Francisco tiene en mente el fin del mundo, la segunda venida –la Parusía- y el Reino de los Cielos. En la Regla no bulada de los hermanos menores, redactada hacia 1221, Francisco indica lo siguiente: “Estad atentos a vosotros mismos para que vuestros corazones no se emboten con la crápula y la embriaguez y con las preocupaciones de esta vida, y no os sobrevenga de repente aquel día; pues como un lazo caerá encima de todos los que habitan sobre la faz del orbe de la tierra” 103 . Agrega: “Y te damos gracias porque este mismo Hijo tuyo ha de venir en la gloria de su majestad a arrojar al fuego eterno a los malditos, que no hicieron penitencia y no te conocieron; a decir a todos los que te conocieron y adoraron y te sirvieron en la penitencia: venid, benditos de mi Padre; recibid el reino que os está preparado desde el origen del mundo” 104 . 101 Francisco de Asís, Primera Carta a los Custodios, en ibid. Las negritas son mías. 102 Ibid., p. 75 y 76. Cabe señalar que en la Segunda Carta a los Custodios –que no es copia de la primera- cambia el primer párrafo por éste: “A todos los custodios de los Hermanos Menores a quienes llegue esta carta, el hermano Francisco, el más pequeño de los siervos de Dios: salud y santa paz en el Señor. Sabed que a los ojos de Dios hay algunas cosas especialmente altas y sublimes, que a veces son consideradas viles y despreciables entre los hombres; y hay otras que son estimadas y respetables entre los hombres, pero que por Dios son tenidas por vilísimas y despreciables”, en ibíd. p. 76. El parecido de estos dos párrafos es grande. 103 Francisco de Asís, Regla no bulada de los hermanos menores, en San Francisco…, op. cit., cap. IX p. 116 104 Ibid., cap. XXIII, p. 128 43 Aunque es bien sabida la adhesión de Francisco a la Iglesia, se muestra ambiguo. Afirma que la salvación se dará sólo si se siguen los preceptos de la Iglesia Católica y Apostólica 105 , pero, por otro lado, en su Carta a un ministro, probablemente dirigida al hermano Elías hacia 1218 y 1221, expresa que son los preceptos de él y de Dios los que se han de seguir para la salvación: Te digo, como puedo, respecto al caso de tu alma, que todas las cosas que te son un obstáculo para amar al Señor Dios y quienquiera que te ponga obstáculo, sea de los hermanos o de cualesquiera otros, aunque te azotaran, debes tenerlo por gracia. Y quiérelo así y no otra cosa. Y sea esto para ti verdadera obediencia al Señor Dios y a mí, pues sé firmemente que ésta es la verdadera obediencia 106 . Se dice que en 1224 Francisco recibió los estigmas en el Monte Alverna 107 , y que el único testigo de lo que ocurrió en ese lugar fue el hermano León, quien fungía como secretario y confesor del Santo. Francisco de Asís fue objeto de gran veneración, dos años después de su muerte – acaecida en 1226- fue canonizado por Gregorio IX. Desde entonces se produjo una vasta literatura exaltando su figura, fue visto como otro Cristo, su ejemplo en la pobreza y las llagas se lo confirmaron a sus hermanos de orden. La iconografía cristiana se ha ocupado, asimismo, del Santo. Hay series de su vida que están inspiradas en escritos de Tomás de Celano, de san Buenaventura, de Bartolomé de Pisa, en escritos de orientación joaquinita, en el Apocalipsis de san Juan, en los mismos 105 Ibid., p. 128 y 129 106 Francisco de Asís, Carta a un ministro, en San Francisco…, op. cit., p.77. El editor no está seguro de que la carta vaya dirigida a Elías. 107 Tomás de Celano, Vida primera, en San Francisco… op. cit., p. 220 44 escritos del Santo, etc. En la Basílica de Asís 108 –así como en numerosas iglesias tanto de Europa como de América- existe una serie dedicada a san Francisco, en la que se le muestra como un elegido, como otro Cristo, en resumen, como una figura apocalíptica. Baste mencionar: “La visión del palacio”, “El sueño de Inocencio III” 109 , “La visión de Francisco llevado en un carro de fuego”, “La expulsión de los demonios de la ciudad de Arezzo”, “Francisco en éxtasis”, “Francisco predicando delante de Honorio III”, “Francisco recibiendo los estigmas” 110 , “Muerte de san Francisco”, “La Verificación de los estigmas”, “Duelo de clara ante el cuerpo de Francisco”, “La canonización de Francisco”, “Aparición a Gregorio IX”, etc. Más adelante, haré referencia a los cuadros de América. 108 Para este punto me han servido los siguientes textos: “El mensaje de san Francisco”, Madrid, Celeste Ediciones, 1999, este estudio contiene “frescos de la Basílica de san Francisco de Asís”, con introducción de Maximiliano Mizzi OFM; Elisa Vargas Lugo, “Historia, leyenda y tradición en una serie franciscana”, en Revista Annales, IIE-UNAM, 1975, vol. XII, núm. 44, p. 59-82; José Ignacio Saranyana y Ana Zaballa, Joaquín de Fiore y América…, op. cit. 109 Tanto Tomás de Celano como Buenaventura tratan el tema, más adelante reproduzco el texto de Celano. En Buenaventura ver la Leyenda Mayor, capítulo 3, punto 10 110 De igual manera, tanto Tomás de Celano como Buenaventura relatan la visión de los estigmas; más adelante reproduzco el texto de Celano y en Buenaventura ver la Leyenda Mayor, capítulo 13, punto3 45 Las doctrinas de Joaquín de Fiore en los franciscanos. La Universidad de París En el período que va de 1254 a 1259 se suscitaron en la Universidad de París dos conflictos, uno de índole eclesiológico y el otro escatológico, que marcarían y dividirían a la orden de los Hermanos Menores. Desde la introducción de las órdenes mendicantes en el seno de la Universidad de París –llevada a cabo por el papado- 111 se generaron importantes controversias con el clero secular por varias razones; entre ellas, la nueva manera de ejercer la pastoral, la mendicidad, el prestigio que fueron adquiriendo en la Institución, la protección papal y la indiferencia que mostraron hacia los problemas internos de la Universidad, por ejemplo, las dos huelgas que se suscitaron en 1229 y 1253. Los conflictos llegaron a ser tan graves que los maestros seculares pusieron en el centro de la discusión la razón de ser de los mendicantes. Con lo que, el problema se tornó eclesiológico y alcanzó a la Santa Sede, pues, el papado había introducido a las órdenes mendicantes en la Universidad. La innovación del poder centralizador del papa chocó con la manera tradicional de concebir la autoridad, una concepción localista ejercida por el
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