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Universidad Nacional Autónoma de México 
F acuitad de Filosofía y Letras 
División de Estudios de Posgrado 
Historia del Arte 
Memoria y estudio del mobiliario virreinal 
de la Villa Alta de San Ildefonso, Oaxaca 
Tesis que para obtener la maestría en historia del arte presenta 
H ilda Urréchaga y Hernández 
Tutor de la tesis: Dr. Gustavo Curiel Méndez 
Cotutores: Dr. Pablo Amador Marrero 
Arq. Jorge F. Rivas Pérez 
2012 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para 
fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
2 
 
 
 
 
 
 
Agradecimientos 
uchas de las ideas, palabras, frases e imágenes de esta tesis se hallan 
estrechamente vinculadas a la exposición Arte y erudición en el mobiliario 
virreinal de la Villa Alta, Oaxaca,1 y al grupo de curadores, Carla Aymes, 
Gustavo Curiel y Alejandra Quintanar con quien tuve la oportunidad de preparar esta muestra 
desde enero de 2010. Para el desarrollo de este trabajo fue fundamental el viaje que se hizo a 
la Villa Alta de San Ildefonso en la Sierra Norte de Oaxaca. Para ello se contó con el apoyo de 
Arturo Pascual Soto, en aquel momento, Director del Instituto de Investigaciones Estéticas de 
la Universidad Nacional Autónoma de México, quien proporcionó la camioneta que nos 
permitió llegar a uno de los lugares más escarpados de la Sierra Zapoteca. 
Agradezco a mi tutor, el doctor Gustavo Curiel, estar siempre dispuesto a escuchar mis 
comentarios y preguntas, a orientarme en mis reflexiones y sobre todo compartir conmigo sus 
conocimientos y experiencia académica. Especialmente valoro su paciente revisión de las 
distintas versiones del trabajo y todas las sugerencias sobre el mismo. Hago extensivo los 
agradecimientos a los cotutores de esta tesis, el doctor Pablo Amador Marrero y el arquitecto 
 
1
 Esta muestra se llevó a cabo en el Museo Franz Mayer de la ciudad de México, de agosto a noviembre de 
2011. 
M 
3 
 
Jorge F. Rivas Pérez, quienes me ayudaron con sus proposiciones y consejos a mejorar el 
contenido de este trabajo. 
Gracias al doctor Renato González Mello, a la doctora Deborah Dorotinsky Alperstein, 
Héctor Ferrer y Teresita Rojas del Posgrado en Historia del Arte de la Facultad de Filosofía y 
Letras de la UNAM. Especialmente agradezco a Brígida Pliego su amabilidad y apoyo 
constantes. También valoro todas las atenciones de Carmen Block Iturriaga, Coordinadora de 
la Biblioteca Justino Fernández del Instituto de Investigaciones Estéticas y de su colaborador 
Alberto Sánchez Valdés. 
Siempre estaré en deuda con todos los coleccionistas que me permitieron tener acceso 
directo a las obras para poder estudiarlas en profundidad. Agradezco a Jorge Vertiz, Cuauhtli 
Gutiérrez, Carla Aymes y Alejandro Cuevas el haber tomado muchas de las fotografías que 
aparecen en este trabajo. 
 Asimismo, mi agradecimiento a Héctor Rivero Borrel, Director del Museo Franz Mayer de 
la ciudad de México, a Salvador Rueda Smithers, Director del Museo Nacional de Historia del 
Instituto Nacional de Antropología e Historia y Ana Martha Hernández Castillo, Directora del 
Museo Bello José Luís Bello y González de la ciudad de Puebla. 
Gracias a Dennis Carr, Carolyn y Peter Lynch Curator of American Decorative Arts and 
Sculpture Art of the Americas, del Museum of Fine Arts of Boston, por haberme 
proporcionado las fotografías del Escritorio de la Villa Alta de San Ildefonso y también los 
avances de los análisis microscópicos hechos a la pasta de zulaque, en el laboratorio del 
citado museo. 
Estoy en deuda con el restaurador Jesús Requena quién siempre estuvo dispuesto a 
aclarar mis dudas sobre temas de ebanistería. 
4 
 
 Agradezco a todos mis maestros y colegas especialmente a Elena Isabel Estrada de 
Gerlero, Nuria Salazar, Yanira Rodríguez, Casto Castellanos y Luis Martín Lozano su apoyo en 
este camino. 
Especialmente quiero agradecer a Guillermo Tovar de Teresa el haberme abierto los ojos 
al apasionante tema del mobiliario villalteco. Su generosidad y valiosas reflexiones han sido 
fundamentales para el desarrollo de este trabajo. 
Por último, y no por ello menos importante, gracias al verdadero motor de este trabajo: 
mi familia y mis amigos verdaderos, sin los cuales ninguna palabra de esta tesis hubiera 
podido ser escrita. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
5 
 
 
 
 
 
Índice 
 
Introducción 7 
El mobiliario de la Villa Alta en crónicas antiguas 11 
El mobiliario de la Villa Alta en los siglos XX y XXI 20 
La procedencia 20 
La cronología 23 
Las tipologías 26 
La iglesia de San Jerónimo Tlacochahuaya, Oaxaca 29 
La materialidad del mobiliario villalteco 32 
El zulaque 32 
El color 39 
Las maderas 41 
6 
 
Formas constructivas y decorativas 43 
Los talleres 50 
Antecedentes europeos 52 
Las representaciones 58 
Los herrajes 72 
Conclusiones 75 
Apéndice 82 
 Índice de documentos 83 
 Cuerpo de documentos 86 
Ilustraciones 110 
Bibliografía 158 
 
 
 
 
7 
 
 
 
Introducción 
as imágenes que exornan el mobiliario de la Villa Alta de San Ildefonso reflejan el 
esplendor de un tiempo lejano. La gran variedad de temas veterotestamentarios y 
mitológicos que aparecen en escritorios, papeleras, escribanías, cajas, baúles y 
contadores muestran directa o indirectamente el saber humanista de los individuos que los 
encargaron, adquirieron, y habitaron esta región oaxaqueña. Con igual contundencia, la 
maestría técnica y la selección de las maderas utilizadas, que ha permitido que muchas de las 
obras que se conservan se encuentren en óptimas condiciones, indican la sobrada 
competencia que los maestros que las crearon, tuvieron de su oficio. 
L 
8 
 
Desde la segunda mitad del siglo XVII hasta mediados del siglo XVIII se hicieron en la Villa 
Alta de San Ildefonso, un lugar situado en la zona más escarpada de la Sierra Norte de Oaxaca, 
un número considerable de muebles de taracea que participan de una técnica constructiva y 
decorativa única, misma que los distingue y coloca en un sitio de relevancia dentro de la gran 
variedad de trabajos que existen de este género tanto en México como en el extranjero. 
Famosos en su época y, en algunos casos, confundidos con muebles europeos, el origen de esta 
producción se perdió por más de un siglo y medio. 
Mi primer acercamiento al mobiliario de la Villa Alta, hace más de veinte años, fue gracias 
a Guillermo Tovar de Teresa, quien me abrió los ojos para apreciar la importancia de esta 
producción. Desde ese momento empecé a localizar y a registrar en Europa muchos muebles 
villaltecos que en algunos casos estaban catalogados como italianos, flamencos o españoles, 
tal es el caso de un escritorio que se encuentra en el Victoria & Albert Museum de la ciudad de 
Londres, que se creía era una producción del sur de España. En aquellos años estudiaba en la 
Escuela de Artes y Antigüedades de Madrid. El director de esta escuela, Casto Castellanos, 
tenía especial interés en este tema, ya que en su tesina para graduarse como licenciado en 
Historia del Arte por la Universidad Complutensede Madrid, había clasificado, erróneamente, 
uno de los muebles oaxaqueños más importantes que se conservan en España: el Escritorio de 
Orfeo y los animales que resguarda el Museo Arqueológico de Madrid.2 
 Fueron los artículos que sobre este tema había escrito Gustavo Curiel los que me llevaron 
al posgrado de Historia del Arte de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional 
Autónoma de México para realizar una tesis de maestría sobre el mueble oaxaqueño. Fue en 
su Seminario Artes Suntuarias en la Nueva España, donde tuve la oportunidad de presentar mi 
primer trabajo sobre este mobiliario. El tema se centró en una de las ornamentaciones más 
 
2
 Debido a las escazas noticias que se tenían en aquel entonces de estos muebles, Castellanos uno de los 
mejores conocedores de mueble español, había clasificado este mueble como flamenco. 
9 
 
utilizadas en el mueble villalteco: los grutescos. Paralelamente a este seminario se comenzó a 
preparar la primera exposición dedicada a este mobiliario: Arte y erudición en el mobiliario 
virreinal de la Villa Alta, Oaxaca. La curaduría de esta muestra estuvo a cargo de la maestra 
Carla Aymes, la bióloga Alejandra Quintanar, el doctor Curiel y yo. Fruto de esta exposición, en 
donde se reunieron cerca de setenta muebles, es el libro Taracea oaxaqueña. El mobiliario de 
la Villa Alta de San Ildefonso, realizado por el mismo equipo de trabajo. 
 Aunque el estudio del mobiliario novohispano en nuestro país, ha sido un área de 
investigación poco atendida en comparación con los estudios realizados en las artes plásticas, 
los muebles de la Villa Alta han empezado a ser debidamente estudiados y catalogados. Hasta 
este momento he podido registrar cerca de 100 muebles que se conservan tanto en 
colecciones públicas como en privadas de México y del extranjero. El estudio de este 
mobiliario unido al análisis de los 34 documentos recogidos en esta investigación me ha 
permitido abordar, con mayor profundidad, aspectos de su problemática como los que se 
relacionan con la procedencia, la cronología, las tipologías, la técnica de manufactura, los 
materiales utilizados, los antecedentes europeos y las representaciones. La puesta al día de 
todas estas cuestiones constituyen los distintos apartados de esta investigación. 
 La finalidad de este acercamiento a la obra villalteca es valorar y entender, un magnífico 
grupo de muebles virreinales, a los individuos que los encargaron o patrocinaron y a los 
artistas que los crearon. En este estudio se ha puesto especial atención a las noticias que sobre 
estos muebles aparecen en crónicas antiguas, tanto virreinales, como del siglo XIX. De igual 
manera, se han reunido más de treinta documentos novohispanos, tales como inventarios de 
bienes, cartas de dote, o legados testamentarios que contienen rica e importante información 
sobre los muebles villaltecos. También para este ensayo, se ha hecho una revisión 
10 
 
historiográfica muy completa con el fin de apuntalar una visión más amplia sobre este tema, 
ya sean aspectos técnicos, ya de iconografía, ya sobre las tipologías, entre otros. 
Como se verá, se ha puesto especial atención a la parte técnica, la cual presenta 
problemas muy serios, pues apenas se empiezan a hacer los análisis científicos necesarios que 
aporten información precisa sobre la peculiar manufactura de los muebles de la Villa Alta. 
Este trabajo analiza y cuestiona muchas de las noticias que se conocen de la producción 
villalteca. Aunque quedan aún muchas preguntas y dudas pendientes de resolver, el trabajo 
que ahora se presenta aborda el estudio de algunos aspectos del extenso tema del mobiliario 
de San Ildefonso de la Villa Alta. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
11 
 
 
 
 
 
El mobiliario de la Villa Alta 
de San Ildefonso en crónicas antiguas 
 
 
 pesar de las numerosas referencias sobre el mobiliario de la Villa Alta, localizadas 
en registros virreinales de la ciudad de Oaxaca, como inventarios de bienes, cartas 
de dote y legados testamentarios, pocas son las noticias en crónicas antiguas 
acerca del desarrollo de estos trabajos de ebanistería novohispana. Entre las referencias con 
las que se cuenta, se puede mencionar la Geográfica Descripción de la parte septentrional del 
Polo Ártico de la América, obra de fray Francisco de Burgoa, quién informa lo siguiente: 
a dos tiros de escopeta [se sitúa] el presidio que puso el marqués, de Mexicanos, que su 
nombre dicen Analco, y en toda esta cordillera, se dan las frutas, así de tierra fría como 
caliente, con grande vicio, […] en este lugar, o barrio de Mexicanos, se han labrado las 
obras de tanto aseo y pulimento, que llaman de la Villa, y se han extendido hasta Italia, así 
por lo curioso de la tagugía, como por lo precioso y fragante de las maderas, ricos cedros, 
caobanas, granadillo, especies de ébano, y boos amarillo, muy gualdo, que todos se traen 
de las visitas.3 
 
3
 Francisco de Burgoa, Geográfica Descripción de la parte septentrional del Polo Ártico de la América, 
México, Gobierno del Estado de Oaxaca, Instituto Oaxaqueño de las Culturas, Universidad Nacional 
Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Antropológicas, Consejo Nacional para la Cultura y las 
Artes, Instituto Nacional de Antropología e Historia, Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, 
Biblioteca Francisco de Burgoa, Grupo Editorial Miguel Ángel Porrúa, 1997, p. 291. Se ha modernizado en 
parte la puntuación del texto original. 
A 
12 
 
Con este testimonio, Burgoa sitúa en el barrio de Analco la producción de obras de 
taracea conocidas como “obra de Villa Alta”, concepto, este último, que aparece referido en 
forma constante en documentos de la época. Llama la atención que el dominico adjudique la 
elaboración de estos muebles al barrio de Analco y aclare puntualmente que sean los “que 
llaman de la Villa”, referencia por medio de la cual destaca la fama que tenían en aquellos 
momentos estos trabajos como “obras de la Villa Alta”. Lo anterior se comprueba con el 
escritorio perteneciente a la colección del Museo de Bellas Artes de Boston (Il. 2), en el que 
aparece, en un lugar preponderante y ocupando todo el espacio frontal de la tapa abatible, la 
representación de un mapa de la rica Alcaldía Mayor de la Villa Alta de San Ildefonso y no 
menos importante, en sus costados, dos sitios cardinales de la región: el Salto del Agua (Il. 3) y 
el Barrio de Analco (Il.4). Las inscripciones del mueble dicen a letra: “MAPA DE LA VI ALTA DE 
S ILEFONSO”, al frente, “SALTO D AGUA” en el lado derecho y “BARIO DANALCO”, en el 
izquierdo. Sobre este último Burgoa señala que se trata de un “barrio de Mexicanos”:4 
Indios Mexicanos muy leales, que en barrio aparte a la parte del Poniente fundaron el 
Pueblo, que en su lengua se nombra hasta hoy Analco donde se aumentaron, y crecieron 
edificando casas, plantando huertas, y jardines de frutales, y flores, que hicieron muy 
deliciosos entretenimientos, y aún con esta gente de guarnición nunca se aseguraban los 
Zapotecos de las hostilidades de los Mijes.5 
Cuando llegaron los españoles a la zona más escarpada de la Sierra Norte de Oaxaca, en 
1521, ésta se encontraba inmersa en un total estado de guerra debido a los constantes 
enfrentamientos entre mijes y zapotecos. La conquista de dicha región, conocida como “Las 
Zapotecas”,6 en donde se fundaría, en 1526, la Villa Alta de San Ildefonso, se logró con la ayuda 
 
4
 Ibidem, p. 281. 
5
 Ibidem, p. 271v. 
6
 John K., Chance, La conquista de la sierra. Españoles e indígenas de Oaxaca en la época de la Colonia, 
Oaxaca, Instituto Oaxaqueño de las Culturas/ Fondo Estatal para la Cultura y las Artes/ Centro de 
Investigaciones y Estudio Superiores en Antropología Social,1998, p. 25. 
13 
 
de indios naboríos, procedentes del centro de México, principalmente tlaxcaltecas.7 A este 
grupo de “Indios Mexicanos” como los llamó Burgoa, les fueron concedidos unos terrenos 
situados al oeste de la Villa, conocidos en un principio como Papalotipac, que significa: “hacia 
el lugar de las mariposas”. Para finales del siglo XVI este asentamiento era ya conocido como 
Analco, topónimo náhuatl que significa “al otro lado del rio”.8 Analco contaba con sus propios 
alcaldes, un regidor y un mayordomo, y sus pobladores estaban exentos de pagar tributo a 
cambio de prestar sus servicios a los pobladores españoles. Como señala el etnohistoriador 
John Chance “los indígenas de Analco ocupaban un nicho único y en muchos sentidos 
privilegiado dentro de la sociedad colonial de la Sierra Zapoteca”.9 
De esta manera, además de ubicar las obras en Analco y sugerir una posible autoría al 
mencionar a los pobladores del barrio, Burgoa informa que por su “aseo y pulimento”, es 
decir, por la maestría con la que habían sido ejecutadas estas obras eran ya conocidas hasta en 
Italia, lo que pone de manifiesto que la circulación de este mobiliario se dio desde épocas muy 
tempranas. El problema de la circulación fuera de la Nueva España -como adelante se 
desarrollará- ha llevado a confundir estos trabajos de ebanistería oaxaqueña con obras de 
factura europea, ya que los muebles en estudio comparten similitudes técnicas, decorativas, 
además de tipológicas con sus pares europeos. Prueba de que estos muebles se han 
confundido con obras italianas del siglo XVI es la siguiente información que se conserva en las 
notas a pluma sobre papel, posiblemente del siglo XIX, pegadas en el interior de dos cajones 
del mueble denominado “escritorio del rey Salomón”, de colección particular. 
La primera de ellas dice lo siguiente: 
 
 
7
 Una referencia visual de este cruento episodio histórico es el Lienzo de Analco que se encuentra 
resguardado en el Museo Nacional de Antropología (INAH). 
8
Gustavo Curiel, Carla Aymes, Hilda Urréchaga, “Arte y erudición. El mobiliario virreinal de Villa Alta, 
Oaxaca”, en Taracea Oaxaqueña. El mobiliario virreinal de la Villa Alta de San Ildefonso, México, Museo 
Franz Mayer, Artes de México, UNAM, UAM, The Getty Foundation, México, 2011, (Colección Uso y Estilo, 
12), p. 19. 
9
 John K. Chance, La conquista…, op. cit., p. 65. 
14 
 
An old italian Cabinet on/ Massonery carved a. i gilt/ Stand Period of Edward I/fitted with 
numerous Drawers/ and falling flap with curious/ Marqueters inlayand/Engraved by 
Cetorinos/ Eschibited at many art Collections and formerly stood/At Lowther Castle in 
grand/Saloon. 
En cuanto a la segunda leyenda el texto dice: 
This magnificent 16TH Century Cabinet was/ formerly the property of the late marquis/of 
Hastings of Dormington Hall………./ and stood in the grand saloon it 
represents/mythologies subjects in different forms the/ marqueters engraving being 
executed/by the celebrated San Antonio it is/ fitted with numerous drawers and/ fall 
down flattop………..make/ and mounted in a planed carved and gield/ table. Is in the 
possession of the/ family for many years.10 
A pesar de las diferencias técnicas y formales que distinguen a la producción del barrio de 
Analco de otros trabajos de marquetería europeos, los muebles de la Villa Alta han seguido 
siendo catalogados, aún en el siglo XX, como italianas, flamencas o españolas.11 
Retomando al cronista Burgoa, destacan dos valiosos aspectos relacionados con la 
materialidad de estas obras. Algo digno de observar es la importancia que da a “la tagugía”. 
Aunque este término no es del dominio público sí lo es la palabra “ataujía”. Conviene entonces 
explicar este término utilizando para ello el Diccionario de Autoridades y el de la Real 
Academia de la Lengua: El primero dice: “Cierto género de obra que los Moros hacen de oro, 
 
10
 El primero en referirse a una de estas etiquetas es Jorge Loyzaga en “Taracea en México”, en El mueble 
mexicano. Historia, evolución e influencias, México, Fomento Cultural Banamex, A. C., 1985, p. 87. 
Traducción libre: “Antiguo escritorio italiano con soporte tallado y dorado, periodo de Eduardo I, que tiene 
muchos cajones, una tapa abatible con curiosos embutidos de marquetería y grabado por Cetorinos. 
Expuesto en muchas colecciones de arte y que anteriormente estuvo en el salón principal del Castillo de 
Lowther.” La segunda traducción informa: “Este magnífico escritorio del siglo XVI fue propiedad del último 
marqués de Hastings y que estuvo en el salón principal de Dormington Hall; presenta temas mitológicos en 
diferentes formas, los grabados en marqueterías ejecutados por el celebrado San Antonio. Cuenta con 
numerosos cajones y tapa frontal abatible, montado en una grandiosa mesa tallada y dorada; en posesión 
de la familia por muchos años.” Como se observa, las mencionadas etiquetas, además de contener datos 
fantasiosos respecto a la autoría y lugar de manufactura del escritorio, así como a la datación, contribuyeron 
a crear un aura mítica de los muebles, a los que se trató de otorgar un prestigio europeo que tuvo que ver 
con la maestría técnica italiana. 
11
 Lo anterior ha ocurrido principalmente en el mercado de arte europeo, pero también en un escritorio 
villalteco de la colección del Victoria & Albert Museum de Londres que estuvo catalogado como procedente 
del sur de España hasta 2004. 
15 
 
plata, u otros metales embutidos unos en otros con suma delicadeza y primor, y con esmaltes 
de varios colores, que ordinariamente usan en los estribos de gineta, adorno de cabezadas de 
frenos, y en la guarnición de sus alfanges, cuya obra hoy se ve en muchas de estas cosas que se 
conservan en los guadarneses”.12 El segundo diccionario apunta: “Obra de adorno que se hace 
con filamentos de oro o plata embutiéndolos en ranuras o huecos previamente abiertos en 
piezas de hierro u otro metal.” Asimismo, esta palabra alude a “una labor primorosa o de 
difícil combinación o engarce”.13 A primera vista, todo parece indicar que la palabra tagugía 
como la entendió Burgoa tiene la intención de dejar constancia de una técnica precisa de 
embutido que usa materiales contrastantes. Esto puede referirse a la combinación de pasta de 
relleno negra sobre maderas amarillas, lo cual es una de las características en la producción 
de Villa Alta. Sin embargo, no se puede perder de vista que también hay ejemplares que usan 
ornamentaciones de tipo geométrico, propias de la ebanistería mudéjar, con lo cual también 
cabe la posibilidad de que lo que vio Burgoa hayan sido los trabajos de taracea con motivos 
islámicos. 
Una segunda noticia sobre la que incide Burgoa se refiere a las maderas utilizadas en 
estos muebles: “lo precioso, y fragante de las maderas, ricos cedros, caobanas, granadillo, 
especies de ébano, y boos amarillo, muy gualdo, que todos traen de las visitas”.14 
Un punto interesante es que las maderas que se llevaban a Analco procedían de las visitas 
dominicas cercanas a la Villa Alta.15 La asistencia de “exploradores celestiales”,16 como llamó 
Burgoa a los primeros frailes de la Orden de Santo Domingo que se adentraron en la Sierra 
Zapoteca para impartir la doctrina cristiana, comienza en 1531. La preeminencia de esta 
 
12
 Diccionario de Autoridades, Madrid, Editorial Gredos, 1990, p. 462. 
13
Diccionario de la Real Academia Española en línea. Vigésima segunda edición. Tomado el 17 de febrero de 
2012. 
14
 Francisco Burgoa, Geográfica Descripción…, op. cit., p. 291. 
15
Una visita es un lugar de evangelización en donde los frailes pueden pernoctar sin que necesariamente 
residan ahí. La comunidad de frailes dominicos de la Sierra Zapoteca radicaba en el convento de la Villa Alta. 
16
 Ibidem,p. 203. 
16 
 
orden en la región se prolongó por más de 250 años.17 No cabe duda que en la construcción 
del mobiliario de Villa Alta, el fraile dejó en claro que se utilizaban las maderas de la zona, 
asimismo, es muy posible que la mención al “boos amarillo” se refiera a la madera de boj 
usada comúnmente en trabajos de ebanistería europeos; aún así vale la pena señalar que en 
numerosas obras de la Villa Alta hay un predominio del color amarillo, característico de 
ciertas especies de maderas utilizadas, tanto en el fondo de las representaciones, como en los 
trozos embutidos que conforman las figuras. Estas maderas con predominio de color amarillo, 
fueron importantes en trabajos de ebanistería novohispana. Más adelante se aborda el 
problema de la madera de lignáloe, la cual es también de este color. Es fray Francisco de 
Ajofrín, quien en su obra Diario de viaje que hizo a la América en el siglo XVIII, registra otra 
madera amarilla en la zona de San Andrés Theutila, localidad que se encuentra próxima a la 
Sierra Norte oaxaqueña. Dice el viajero del siglo XVIII lo siguiente: “En el pueblo de San 
Andrés, jurisdicción de Theutila, y [a] 1 legua de distancia, se cría un árbol no muy grande que 
llaman amarillo por tener la madera de ese mismo color, la que se precia por ser muy fina, 
firme y durable”.18 
Hasta el momento no se han localizado menciones a los trabajos de ebanistería de la Villa 
Alta en otras crónicas de los siglos XVII o XVIII. Sin embargo, una referencia de especial 
interés, relacionada con una madera utilizada para forrar y embutir arcas y baúles en la región 
de la Sierra Norte de Oaxaca, es la que aparece en el ya mencionado Diario de Viaje del fraile 
Francisco de Ajofrín (1765): 
En unas hoyas profundísimas de esta jurisdicción [refiriéndose a San Juan Coyula] y de 
temperamento tan fogoso y ardiente que de allí al infierno me persuado de haber 
 
17
 Según Chance, la hegemonía dominica duró hasta principios del siglo XVIII cuando, debido a la escasa 
presencia de frailes, el obispo Ángel de Maldonado apoyado por el virrey y la audiencia, deciden secularizar 
las seis doctrinas dominicas que aún funcionaban en la Sierra Norte. 
18
 Francisco de Ajofrín, Diario de viaje que hizo a la América en el siglo XVIII, el P. Fray Francisco de Ajofrín, 
México, Instituto Cultural Hispano Mexicano, A.C., 1964, p. 45. 
17 
 
poquísimo, se cría el precioso y aromático árbol llamado de signaloe, cuya madera es 
suavísima y olorosa sin ofender la cabeza; preserva de corrupción y polilla la ropa con el 
olor que la comunica, y por eso echan astillas entre la ropa o forran y embuten los baúles y 
arcas por dentro. Este árbol es poco grueso; su tronco será poco más abultado que un 
muslo y así no pueden sacar tablas grandes, demás que su madera es bofa y de poquísimo 
peso.19 
Con este testimonio, Ajofrín sitúa en el pueblo de San Juan Coyula, localizado en la Sierra 
Norte de Oaxaca, la obtención de la madera de lignáloe. Asimismo, propone que por sus 
cualidades aromáticas, que preservan de la corrupción y la polilla, es que esta especie era 
utilizada para embutir y forrar arcas y baúles que circulaban por la zona. 
Las numerosas referencias que aparecen en documentos virreinales son testimonio de 
que esta especie fue ampliamente empleada en el mobiliario. En el caso particular de la 
producción villalteca, este tipo de madera aparece citada de la siguiente manera: “un baúl de 
lináloe, embutido de figuras, obra de la Villa Alta”; “una cajita de lináloe, obra de Villa Alta”.20 
“Un escritorio grande de lináloe, obra de Villa Alta”.21 “Un escritorio taraceado de lináloe con 
quince gavetas, obra de la villa alta”.22 Si tomamos en cuenta que San Juan Coyula se encuentra 
situado en la Sierra Norte, al igual que la Villalta, y cerca del camino real que comunicaba a 
Veracruz con Oaxaca, Guatemala y otras regiones, cabría plantearse las siguientes preguntas: 
¿La producción de obras del barrio de Analco se mantenía aún activa en la segunda mitad del 
siglo XVIII? ¿Hubo un tránsito de obras villaltecas por estas rutas? En relación a la circulación 
 
19
 Ibidem, p. 38. 
20
 Estoy en deuda con Maira Cristina Córdoba, quién localizó una serie de documentos en el Archivo General 
del Estado de Oaxaca, en el Archivo Histórico del Poder Judicial del Estado de Oaxaca y en el Archivo de 
Notarias de Oaxaca. En el caso de este último archivo se me proporcionaron imágenes digitales de las cuales 
hice la paleografía. En el caso de los documentos procedentes del Archivo General de Oaxaca, la paleografía 
es de Maira Cristina Córdoba. Se ha modernizado la ortografía y se ha dado puntuación a los enunciados 
virreinales. 1681. Testamento e inventario de bienes del obispo de Oaxaca don Nicolás del Puerto. Archivo 
General del Estado de Oaxaca (AGEO). Alcaldías Mayores; Legajo 3, expediente 1, 281 f., f. 55v., 64v. 
21
1691. Bienes del Almirante Don Isidro de Atondo y Antillón. AGEO. Alcaldía Mayores, Legajo, 8, 
expediente1, 151 f., f. 22r. 
22
1725-1729. Inventario de bienes de Don Gerónimo Fernández Franco. Archivo de Notarías de Oaxaca 
(ANOax.), escribano Joseph Manuel Álvarez de Aragón; libro 37, 149r. 
18 
 
de la obra de la Villa Alta Guillermo Tovar de Teresa se pregunta: ¿Esa población de 
carpinteros y ebanistas villalteños realizarían trabajos para mercaderes exportadores de 
productos del virreinato novohispano, situados allá para partir al Viejo Mundo, sin pasar por 
las ciudades importantes?23 Es decir, por la vía que comunicaba Villa Alta con el puerto de 
Veracruz. 
Ahora bien, el testimonio que registra el viajero alemán Eduard Mühlenpfordt, en la 
monografía dedicada al Estado de Oaxaca del Ensayo de una descripción fiel de la República de 
Méjico, con especial referencia a su geografía, etnografía y estadística, publicada en Hannover 
en 1840,24 señala que la producción de carpintería del barrio de Analco continuaba durante la 
primera mitad del siglo XIX, así como la fama y fortuna crítica que habían adquirido estos 
muebles. En este caso se trata de la información de un residente extranjero, con una sólida 
formación académica como arquitecto, llevada a cabo en la prestigiosa Universidad de 
Gotinga, que vivió y trabajó por varios años en Oaxaca (1829-1834). Dice Mühlenpfordt: 
Los bosques de sus proximidades proporcionan los tipos más finos de madera: cedro, 
jacaranda, caoba, xongolico, granadillo, ébano, madroño (Arbustus), etc. Asiduamente se 
elaboran mantas bastas y tejidos de pita y los habitantes de Analco son hábiles en 
diversos tallados en madera que incluso se exportan a España.25 
Al igual que Burgoa, Mühlenpfordt alude a la procedencia de estos muebles como de 
Analco y destaca también el alto oficio y la maestría de sus autores. De igual forma repara 
sobre una idea muy novedosa respecto a esta producción cuando utiliza la palabra “exportar”, 
lo cual indica el potencial comercial que Mühlenpfordt le atribuye a esta producción. No cabe 
duda que la presencia constante de muebles de lujo en colecciones públicas y privadas 
 
23
 Guillermo Tovar de Teresa, “Prologo”, en Taracea oaxaqueña…, op. cit., p. 8. 
24
 Víctor Jiménez y Rogelio González editores, Ensayo de una descripción fiel de la República de Méjico, con 
especial referencia a su geografía, etnografía y estadística. El Estado de Oaxaca, de Eduard Mühlenpfordt. El 
texto forma parte de los testimonios de viajeros y residentes extranjeros que pasaron por México recién 
consumada la Independencia, México, CODEX, 1993. (Tule). 
25
 Ibidem, p. 90. 
19 
 
europeas puede indicar que existió un comercio de mobiliario de la Villa Alta; sin embargo, 
aún queda por comprobar si efectivamente la circulación de estos objetos se debió a esta 
actividady si fue en época virreinal o decimonónica. Lo que sí es posible afirmar es que, en los 
últimos años, han aparecido en Europa numerosos ejemplares de este mobiliario, tanto en 
tiendas de anticuarios como en subastas de arte principalmente de España, Francia e 
Inglaterra; en algún caso, estas obras han pasado a formar parte de colecciones públicas, tal es 
el caso del Escritorio del mapa de la Villa Alta, en otros, los muebles han sido adquiridos por 
coleccionistas mexicanos y repatriados.26 
Por último, al igual que Burgoa, Mühlenpfordt resalta la gran riqueza y variedad de las 
especies arbóreas de la zona, con lo cual queda en evidencia el uso de maderas preciosas 
locales en la producción de los muebles de la Villa Alta. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
26
Entre los muebles que han aparecido en casas de subastas europeas se encuentra un baúl vendido en la 
Casa Durán de Madrid el 20 de marzo de 2001, ver lote 440. Actualmente esta pieza se conserva en una 
colección particular de México. En la casa Sotheby´s de Londres se han subastado las siguientes piezas: 
London, 28 october 2004, L04311, lot. 287. London, 31 october 2007, L07312, lote 182. London, 17 
november 2010, L10303, lot. 355. 
20 
 
 
 
 
 
El mobiliario de la Villa Alta 
de San Ildefonso en los siglos XX y XXI 
 
 
umerosos son los juicios que se han vertido, en pocas líneas, sobre la producción 
del mobiliario de la Villa Alta a lo largo de los siglos XX y XXI. Cabe advertir que 
muchos de los autores repiten juicios anteriores como “verdades absolutas” y 
pareciera que, las noticias de Burgoa y de Mühlenpfordt se las hubiera tragado la tierra, ya 
que se pierde totalmente el rastro de los ebanistas del barrio de Analco en la Villa Alta. A 
continuación se presenta un análisis muy completo de aspectos como la procedencia, la 
autoría, la datación, las tipologías, el proceso creativo, los significados, los usos, la movilidad 
de las piezas y la materialidad, que permiten valorar y entender, en su cabal medida, la 
producción del mobiliario villalteco. 
La procedencia 
Prueba de que el origen de este mobiliario se perdió en los juicios de mediados del siglo XX, es 
la contribución que hizo en “Taracea Mexicana”, Manuel Romero de Terreros en el Homenaje 
de Rafael García Granados (1960). En sus comentarios, un escritorio de la Villa Alta es 
reseñado dentro de la producción de muebles de marquetería poblana: “Excepcionalmente 
N 
21 
 
bien logrado fue el decorado de un baúl cajonero, de colección particular, en el que el ebanista 
poblano produjo, no sólo los usuales adornos foliáceos y a manera de rosetones, sino 
principalmente figuras femeninas bien logradas, alegóricas algunas de ellas”.27 
A pesar de que Romero de Terreros confunde el lugar de origen del mobiliario villalteco, 
debido a la fama y fortuna crítica que desde entonces tenían los trabajos de marquetería 
poblana, en contraposición al desconocimiento de la producción oaxaqueña, su buen ojo no 
dejó de percatarse de que se trataba de unos peculiares diseños de ebanistería de alta calidad 
que representaban figuras, algunas de ellas con contenidos simbólicos. (Il. 5) 
Es hasta la aparición de la publicación de la revista Artes de México, dedicada a al mueble 
mexicano, en donde Carlos de Ovando retoma el tema de la ebanistería oaxaqueña (1969): “En 
Oaxaca, principalmente en la Mixteca, a mediados del siglo XVII, tuvo gran auge la taracea 
mexicana”.28 
El relacionar a Oaxaca o a la Mixteca con el lugar de procedencia de la producción 
villalteca será repetido por varios autores: Marita Martínez del Río, Jorge Loyzaga, Virginia 
Armella y Gustavo Curiel, siempre en relación sobre los muebles oaxaqueños.29 
Si bien la mención a “Dos baúles de la Villa Alta, de vara y cuarta de alto, embutidos en 
lináloe”, se encuentra citada en un listado de objetos tomados de inventarios de ajuares 
 
27
 Manuel Romero de Terreros, “Taracea mexicana”, en Homenaje a Rafael García Granados, México, 
Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1960, p. 255. 
28
 Carlos Ovando, “La Taracea Mexicana”, en El Mueble Mexicano, México, Revista Artes de México, No. 118, 
1969, p. 62. 
29
 Marita Martínez del Río, “Muebles”, en Franz Mayer. Una colección, México, Bancreser, 1984, p. 159. 
Jorge Loyzaga, “Taracea en México” en El mueble mexicano. Historia, evolución e influencias. México, 
Fomento Cultural Banamex, A.C., 1985, p. 86. Virginia Armella de Aspe, Labores de ebanistería en la Nueva 
España. México, Gutsa, 1994. P. 60. Gustavo Curiel, “El ajuar doméstico del tornaviaje” en México en el 
mundo de las colecciones de Arte, Nueva España1, México, Grupo Azabache, 1994, p. 157. 
22 
 
domésticos novohispanos proporcionado por Gustavo Curiel en 1992,30 la primera vez que 
aparece en la historiografía moderna la palabra Villa Alta en forma puntual en relación a 
trabajos de taracea oaxaqueña se debe a Guillermo Tovar de Teresa (1994). Dice Tovar: “Cada 
época y cada región ofrece una especialidad: Oaxaca en el siglo XVII desarrolla la marquetería 
de la “Villa Alta” y produce muebles decorados con aplicaciones de maderas de distintas 
calidades”.31 Con estos juicios la Villa Alta volvió a entrar en escena en la historiografía del 
arte novohispano. 
A pesar de que la adjudicación a la Villa Alta que hace Tovar aparece entrecomillada en el 
prólogo del libro Labores de Ebanistería de Virginia Armella, esta valiosa aportación no se 
vuelve a mencionar, ni siquiera a cuestionar en el capítulo dedicado a la taracea oaxaqueña de 
ese libro, como tampoco se hace en los pies de fotografías de los muebles o detalles de la 
producción villalteca catalogados en esa obra. Por ello, es de destacar la afortunada la 
conexión que hace Tovar entre la marquetería de Villa Alta y los muebles en estudio. 
Vale la pena apuntar, que además de las incorrectas atribuciones a Puebla, Oaxaca o la 
Mixteca como lugar de procedencia del mobiliario villalteco, en algunos casos se ha creído que 
la Villa Alta se encuentra en la Mixteca Alta oaxaqueña (2006). Dice Curiel: “El grupo de 
bufetillos -cajas para escribir de formato pequeño- que tradicionalmente se dicen de Oaxaca, 
ahora se sabe que son producciones de la Mixteca Alta oaxaqueña tal vez de La Villa Alta”.32 
Para mayor confusión, en un artículo reciente (2011) Juan Manuel Corrales sitúa a la 
 
30
 Gustavo Curiel, “Consideraciones sobre el comercio de obras suntuarias en la Nueva España de los siglos 
XVII y XVIII”, en Regionalización en el Arte. Teoría y Praxis, México, Gobierno de Sinaloa, Universidad 
Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1992, p. 157. Este autor indicó con lo 
anterior, que en la Villa Alta había una producción de muebles “embutidos” en lignáloe. 
31
 Guillermo Tovar de Teresa, “Prólogo”, en Virginia Armella de Aspe, Labores de ebanistería en la Nueva 
España, México, Gutsa, 1994 p. 17. 
32
Gustavo Curiel, “Los ajuares domésticos novohispanos”, en Museo Franz Mayer 20 años de arte y cultura 
en México, México, Banco de México, Chapa Ediciones, 2006, p. 344. 
23 
 
población de San Ildefonso de la Villa Alta simultáneamente en dos regiones oaxaqueñas, en la 
Mixteca Alta y en la Sierra Zapoteca.33 
No fue sino hasta la aparición del escritorio que exhibe en su tapa frontal el mapa de la 
Villa Alta de San Ildefonso, cuando se empieza a situar en la Sierra Norte la procedencia de la 
producción oaxaqueña.34 Prueba de ello es la correcta atribución que hace Gustavo Curiel de 
las seis obras pertenecientes al Museo José Luís Bello y González de la ciudad de Puebla. Dice 
Curiel: “Un grupo de muebles de primerísima línea en este museo es el concerniente a la 
producción de intarsia de la Villalta oaxaqueña. Se hicieronen esa localidad de la Sierra Norte 
y no en la ciudad de Oaxaca, como se ha venido repitiendo”.35 
En relación a este importante tema sobre la procedencia del mobiliario villalteco, hay que 
subrayar que la atribución al barrio de Analco se da a conocer por primera vez en la 
exposición Arte y erudición en el mobiliario virreinal de la Villa Alta, Oaxaca. Esta noticia que 
localicé en la crónica de Burgoa y el ensayo de Mühlenpfordt fue llevada al “Seminario de 
ebanistería sobre muebles oaxaqueños con marquetería” que tuvo como fin preparar dicha 
exposición. 36 
La cronología 
Si bien las noticias que ofrecen Burgoa y Mühlenpfordt, parecen indicar que la producción de 
mobiliario en el barrio de Analco se desarrolló a lo largo de un amplio marco temporal que 
abarca más de 150 años, la historiografía moderna con Ovando, Martínez del Rio y Loyzaga, 
 
33
 Juan Manuel Corrales, “Muebles virreinales oaxaqueños realizados en zumaque. La marquetería de Villa 
Alta” en Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, enero-junio 2011, p. 68 
34
 Agradezco a Gustavo Curiel el haberme informado sobre la localización de este escritorio en la colección 
del anticuario Carlton Hobbs de Nueva York. 
35
 Gustavo Curiel, “Mobiliario”, en Museo Bello, México, Gobierno del Estado de Puebla, Museo Bello, José 
Luís Bello y González, Puebla, Elena Horz & Ricardo Salas, 2009, p. 92. 
36
 La exposición Arte y erudición en el mobiliario virreinal de la Villa Alta, Oaxaca, comenzó a prepararse en 
enero de 2010 al mismo tiempo en que se inició este trabajo de investigación. La citada exposición se llevo a 
cabo en el Museo Franz Mayer de la ciudad de México del 25 de agosto al 13 de noviembre de 2011. 
24 
 
sitúa los trabajos de ebanistería oaxaqueña principalmente durante el siglo XVII. En relación a 
este tema Curiel refiere: “Estos muebles se han situado cronológicamente por los expedientes 
decorativos que exornan, en los finales del siglo XVI y durante todo el siglo XVII. Sin embargo, 
todo parece indicar que la producción se continuó a lo largo del siglo XVIII”.37 
Por su parte, el testimonio que ofrece Armella en Labores de Ebanistería, en su capítulo 
sobre la producción oaxaqueña, es prueba que la cronología de estos muebles se ha hecho a 
partir de los motivos que en ellos se representaron: 
Mobiliario de este tipo de decoración lo encontramos en muebles del siglo XVI y continúan 
hasta el siglo XVIII […] Las piezas más antiguas están hechas de madera oscura e 
incorporan arquerías con balaustres, elementos de la decoración plateresca o del 
Renacimiento español […] Entre los dibujos que las exornan encontramos copias de 
grabados del siglo XVI.38 
Basándonos en dichas observaciones podríamos plantear: ¿Existen elementos formales 
específicos que hagan posible establecer una cronología precisa en esta producción? ¿Es 
posible afirmar, como lo hace Juan Manuel Corrales en una publicación reciente (2011), que 
las obras con motivos renacentistas y platerescos pueden situarse en la primera mitad del 
siglo XVII?39 Procedentes del ámbito europeo, los elementos decorativos que exornan los 
muebles de la Villa Alta no permiten asignar cronologías específicas o años de referencia 
concretos, por tratarse de motivos intemporales, tomados de un gran repertorio de fuentes 
grabadas que apenas empiezan a ser debidamente estudiadas. De igual manera, no hay que 
perder de vista que las ornamentaciones o representaciones que aparecen en el mobiliario 
oaxaqueño, recogidas de grabados, pudieron haber sido reutilizadas por los maestros del 
 
37
 Gustavo Curiel, “Mobiliario”, en Museo…, op. cit., p. 92. 
38
 Virginia Armella, Labores de ebanistería…., op. cit., p. 75. 
39
 Juan Manuel Corrales, “Muebles virreinales oaxaqueños….” en Revista de Dialectología…, op. cit., p. 66. 
25 
 
barrio de Analco a lo largo de un dilatado periodo de tiempo. No se entienda con esto que son 
anacrónicas. Su tiempo es precisamente el de la producción villalteca. 
Aunque es muy difícil asignar una datación precisa al mobiliario villalteco, cabe recoger la 
adjudicación y fecha que se da, en Arte y erudición. El mobiliario virreinal de Villa Alta, Oaxaca, 
al escritorio del mapa de la Villa Alta, a don Fernando Altamirano de Velasco Legazpi y 
Albornoz, III conde de Santiago de Calimaya, y VI adelantado mayor perpetuo de las Islas 
Filipinas, quien fuera Alcalde Mayor de la Villa Alta entre los años 1671 y 1672: 
En el interior del citado mueble de escribir aparece la figura de san Fernando Rey, ya en 
calidad de santo; recuérdese que su canonización –por Clemente X- tuvo efecto en Sevilla 
en 1671. A todas luces, los dos santos aislados que han aparecido en muebles de la Villalta, 
a saber un san Francisco y el ya mencionado san Fernando Rey, tienen que ver con 
devociones particulares concretas de los patrocinadores, de allí que el nombre de pila del 
conde permita plantear tal adjudicación y su consecuente datación, la cual debe 
relacionarse con la fecha de canonización del rey español.40 (Il. 6) 
Sobre este asunto queda aún por estudiar si es posible otorgar una misma cronología, es 
decir 1671, como propongo con Aymes y Curiel, a un grupo de muebles de gran calidad, que 
comparten características formales similares con el escritorio del mapa de la Villalta. Al 
respecto cabe señalar, que durante la preparación de la muestra Arte y erudición..., pudo 
observase que dentro de la gran producción de Analco existen grupos concretos de muebles 
que comparten soluciones formales comunes. Estos conjuntos fueron bautizados con los 
nombres del “grupo de las sierpes”, el “de las lacerías o nichos”, el “de color” y el “de las 
galerías”. Un grupo especial fue bautizado como el de la “greca escalonada”, nombrado así por 
incluir un marco de diseño escalonado que sirve para enmarcar distintas escenas.41 Sobre este 
 
40
 Gustavo Curiel, et. al., “Arte y erudición…”, op. cit., p. 23. 
41
 Debido a las similitudes que hay entre esta forma geométrica que enmarca las escenas historiadas en los 
muebles villaltecas y los diseños ornamentales geométricos que dialogan con las escenas mitológicas que 
pueblan el techo de la Galería Ulises del castillo de Fontainebleau en Francia, se ha pensado que dicha 
solución formal del manierismo puedo haber llegado a la Sierra Zapoteca a través de grabados. 
26 
 
tema se ha pensado que el conjunto de muebles que presenta este esquema, es decir, la greca 
escalonada, (Il.7) como es el caso del Escritorio del mapa de la Villa Alta, pueda datarse 
alrededor de 1671, momento que como se ha visto fue canonizado San Fernando Rey.42 
Las tipologías 
En cuanto a las tipologías del mobiliario de la Villa Alta, los autores que han tratado el tema, 
entre los siglos XX y XXI, son: Ovando, Martínez del Río, Loyzaga, Aspe, Curiel y Corrales.43 
Para describir los muebles, varios han recurrido a términos ajenos al momento de su 
producción. Si bien algunos de ellos han empleado palabras como arca, arcón, bargueño, baúl 
con zancos, bufetillo, cofre, arqueta, escritorillo de estrado, arquilla y cajonera, en muchos 
casos se trata de sinónimos relacionados con tipologías concretas que se conservan, lo que ha 
creado cierta confusión, más aún cuando estos términos no fueron los utilizados en la época 
en que fueron realizados. Debido a que estas referencias son constantes –y en algunos casos 
hasta repetitivas-, llama la atención que muy pocos autores se hayan interesado en nutrir sus 
investigaciones con un análisis documental que permita incluir los nombres que los 
valuadores y contemporáneos emplearon en su momento. 
Las noticias que aparecen registradas en documentos virreinales de la ciudad de Oaxaca, 
tales como inventarios de bienes, cartas dedote y legados testamentarios, proporcionan 
valiosa información sobre el tema de las tipologías; ahora se pueden conocer los términos 
utilizados durante los siglos XVII y XVIII para nombrar las características formales de los 
muebles de la Villa Alta. A continuación se citan algunos ejemplos: “un escritorio de la Villa 
Alta con cerraduras y con llave”; “Una cajita de costura de la Villa Alta que sirve de 
 
42
 Ibidem, p. 32. 
43
 Carlos Ovando, “La taracea...”, op. cit., p. 62. Marita Martinez del Rio, “Muebles”, en Franz Mayer, op. 
cit. p. 159. Jorge Loyzaga “Taracea…”, op. cit., p. 86. Virginia Armella, Labores…, op. cit., p. 75. Gustavo 
Curiel, “Los ajuares….”, en Museo Franz Mayer, op. cit., p. 344. Juan Manuel Corrales, “El zumaque. Un 
tesoro del Museo Franz Mayer”, en Casas & Gente, México, abril 2009, p. 22. 
27 
 
almohadilla”; “un baúl de lináloe embutido de figuras, obra de la Villa Alta”; “un baulito de 
media vara de alto y media de largo de la Villa Alta”; “una cajita de lináloe obra de Villa 
Alta”;44 “dos cajas taraceadas, obra de Villa Alta”;45 “una escribanía, obra de la Villa Alta”;46 “Y 
un contador, obra de Villa Alta para papeles”.47 Si se toma en cuenta la diversidad de muebles 
civiles que existieron en la época virreinal, las tipologías de escritorio, baúl, caja, escribanía o 
contador -que son las que hicieron los maestros del barrio de Analco- no son muy variadas. 
Sin embargo, dentro de estas tipologías, derivadas de las españolas, los muebles de la Villa 
Alta muestran un amplio repertorio de modelos, formas y tamaños, lo cual en algunos casos 
dificulta su correcta catalogación. 
Asimismo, la información documental consultada muestra en forma clara y sorprendente 
que, en muchos casos, se hicieron grupos de dos, tres, cuatro o más piezas que hacían juegos. 
Prueba de lo anterior son los siguientes registros documentales, donde se percibe claramente 
la forma en que fueron descritos los muebles, agrupados en conjuntos por los carpinteros que 
hicieron las descripciones: “Y también un contadorsito, obra de Villa Alta, con su escritorio de 
lo mismo”.48 “Dos escritorios, obra de Villa Alta, el uno con su contador, y ambos con sus 
cerraduras y llaves”.49 “Dos escritorios taraceados, obra de Villa Alta, de vara de largo y tres 
cuartas de alto, con sus cerraduras y llaves sobredoradas, el uno de once gavetas y el otro de 
nueve, con tirantes de plata, con dos escritorios escribanía de tercia de ancho y media vara de 
largo, el uno con tirantes de plata el otro de listones, con sus bufetes de madera ordinaria, 
 
44
 1681. Testamento de Don Nicolás del Puerto. AGEO. Alcaldías Mayores, legajo 3, expediente 1, 281f., f. 
41v., 42v., 55v., 64v. 
45
 1683. Bienes de Nicolás Oñes de Gamboa. AGEO. Alcaldías Mayores, legajo 4, expediente 14, 40f., f. 15v. 
46
 1698. Bienes de Francisco de Chavama. AGEO. Alcaldías Mayores, legajo 9, expediente 15, 14f., f. 11r. 
47
 1725-1729. Inventario de bienes de don Gerónimo Fernández Franco. ANOax. Joseph Manuel Álvarez de 
Aragón, escribano. Libro 37, f. 149r. 
48
 1681. Testamento de Juan Pardo de Figueroa. AGEO. Alcaldías Mayores, legajo 3, expediente 5, 14 f., f. 
9r. 
49
 1693. Bienes del capitán Juan de Chavarría. AGEO. Alcaldías Mayores, legajo 3, expediente 12, 27 f., f. 4r. 
28 
 
todo bien tratado, que se avaluaron a veinticinco pesos cada escritorio escribanía”.50 “Un 
escritorio y mesa con papelera, obra de Villa Alta”.51 
Como pudo verse en la exposición Arte y erudición…, la gran mayoría de los muebles están 
ligados al arte de escribir y en muchos casos tienen la característica de ser transportables. 
Como se desprende de los inventarios de bienes virreinales estos muebles formaban 
conjuntos. Una referencia visual sobre este aspecto escenográfico es el grupo de muebles de 
un mismo taller que aparecen apilados en la pintura anónima del nacimiento de Santo 
Domingo de Guzmán que se conserva en el ex convento de Teposcolula, Oaxaca.52 (Il. 8) La 
sugerente imagen de estas pilas de muebles -en este caso de maderas oscuras con 
incrustaciones de hueso o de marfil- unos sobre otros, indica que la posesión de estos objetos 
suntuarios domésticos era ante todo una cuestión de escenografía y de prestigio social. 
Queda aún por analizar a profundidad, el valor que tuvieron los muebles de la Villalta en 
relación a otras producciones de mobiliario novohispano. Sin embargo, como se desprende de 
los documentos virreinales, el precio de las obras villaltecas fue muy variado. De manera 
general se puede decir que existieron muebles muy costosos,: “un escritorio grande de lináloe, 
obra de Villa Alta, de cinco cuartas de largo, con su contador y mesa bien tratado con 
cerraduras y llaves, en cuarenta pesos”;53 o incluso de lujo extremo: “Ytem, otro dicho, obra 
de Villalta, de colores de poco menos de cinco cuartas de largo y tres de alto, con once gavetas, 
 
50
 1702. Bienes de doña Inés Guerrero. AGEO; Alcaldías Mayores, legajo 10, expediente 13, 17 f., f.8r. 
51
 1711. Testamento de Albriso Arteaga de la Torre y doña Nicolasa de Quintana viuda de Juan de los Reyes 
Quintano. ANOax. Joseph de Arauxo, escribano. Libro 104, f. 112v. 
52
 Una ilustración de este óleo aparece publicada en Gustavo Curiel y Antonio Rubial, “Los espejos de lo 
propio: ritos públicos y usos privados en la pintura virreinal, en Pintura y Vida Cotidiana en México 1650-
1950, México, Fomento Cultural Banamex, A.C., CONACULTA, 1999, p.112. 
53
 1691. Bienes del Almirante don Isidro de Atondo y Antillón, caballero de la Orden de Santiago y alcalde 
ordinario de la ciudad de Oaxaca. AGEO. Alcaldías Mayores, 10 de diciembre de 691, legajo 8, expediente 1, 
151f. 
29 
 
bien tratado con su bufete de cedro torneado, que se aprecio en setenta pesos”;54 pero 
también hubo obras de mucho menos valor: “Ytem, un escritorio, obra de Villalta, que se 
avaluó por el susodicho, con su cerradura y llave, en seis pesos”;55 “Ytem, una escribanía de 
obra de Villalta, con su herraje y llave, en dos pesos”56 
Aunque la gran mayoría de trabajos de ebanistería que se produjeron en el barrio de 
Analco están vinculados al mundo civil, algunos ejemplares de este mobiliario ocuparon 
espacios eclesiásticos. Un par de ejemplos son: la caja que se conserva en el museo del 
santuario de La Soledad en la ciudad de Oaxaca, y otra de gran tamaño que posee el Museo 
José Luis Bello y González de la ciudad de Puebla. Las tipologías de estos objetos 
corresponden con los que aparecen registrados en documentos de la época. La presencia de 
una iconografía religiosa con los cuatro evangelistas, los doce apóstoles, la Virgen María, un 
Salvador del Mundo y san Francisco de Asís, parece indicar que estos muebles fueron 
pensados para formar parte de ajuares religiosos; su función fue litúrgica. Asimismo, la 
presencia de escudos de la orden dominica en la tapa del escritorio del Museo de Brooklyn en 
Estados Unidos, o en la cubierta de la papelera del Museo Nacional de Historia del Castillo de 
Chapultepec, y también el escudo de la orden agustina que aparece en el cajón central de un 
escritorio de colección particular, muestra que hubo encargos concretos que hicieron las 
órdenes mendicantes. (Il. 9) 
La iglesia de San Jerónimo Tlacochahuaya, Oaxaca57 
 
54
 1721. Avalúo de bienes de don Agustín Sotto, tesorero de la catedral de Oaxaca. ANOax. Joseph Manuel, 
Albarez de Aragón, escribano. Antequera, 22 de diciembre de 1721, libro 32. 
55
 1695. Testamento de Nicolás Díaz, mestizo y vecino de la ciudad de Antequera. ANOax. Diego Días 
romero, escribano. 3de junio de 1695, libro 193. 
56
 1736. Inventario de doña Margarita de Asencio y Santillán,difunta. ANOax. Joseph Manuel Albarez de 
Aragón, escribano. Antequera, 4 de septiembre de 1736. Libro 52. 
57
En enero de 2010 se crea el “Seminario de ebanistería sobre muebles oaxaqueños con marquetería” con el 
propósito de preparar una exposición dedicada al mueble de la Villa Alta en el Museo Franz Mayer. Los 
participantes fueron la maestra Carla Aymes, el maestro Juan Manuel Corrales, el doctor Gustavo Curiel, la 
30 
 
En Arte y erudición. El mobiliario virreinal de la Villa Alta, Oaxaca, se menciona que alrededor 
del año 1735 se llevó a cabo la renovación de la iglesia de San Jerónimo Tlacochahuaya, 
ubicada en la región de los Valles Centrales del estado de Oaxaca. En esta remodelación se 
incluyeron muebles y objetos litúrgicos hechos por artistas de Villa Alta: 
Una baranda, que funciona como antepecho –con un crucifijo de doble travesaño que 
incluye en sus dos caras las figuras de Cristo y María-, y un facistol, se localizan en el coro 
de este recinto dominico. Hay, además, un púlpito en la nave de la iglesia con la figura de 
santo Domingo de Guzmán y el perro con la tea en el hocico, emblema de los dominicos. La 
sacristía tuvo una cajonera –hoy desaparecida- y se conservan dos armarios ahora 
repintados, que formaban parte de este mueble que servía para guardar ornamentos 
litúrgicos. En la sacristía también se localiza una cruz con características similares a la 
producción que se comenta.58 
Sobre estos muebles cabe destacar que aunque en la mayoría de ellos predomina el 
repertorio ornamental de bandas con decoraciones geométricas, (Il.10) es decir, los clásicos 
trabajos de embutido villalteco, en el púlpito aparecen tallas en relieve entre las que destacan 
cartelas manieristas. (Il. 11) 
Si bien hasta el momento sólo se conocen estos ejemplos de ajuar eclesiástico, la 
presencia del púlpito y el facistol en el templo de Tlacochahuaya, muebles de gran 
importancia dentro los espacios religiosos, son muestra del reconocimiento que las obras de 
la Villa Alta, mantenían en los pobladores de esa localidad de los Valles Centrales hacia la 
tercera década del siglo XVIII. (Il. 12) 
En relación a la presencia de trabajos de ebanistería villaltecos en otros ámbitos 
religiosos, comenta Armella: “Con este trabajo [el uso del zulaque] encontramos las lacerías de 
 
doctora Alejandra Quintanar y la licenciada Hilda Urréchaga. Gracias a las noticias de Georgina Reygadas 
Dahl este grupo de investigadores tuvo conocimiento de los notables trabajos de ebanistería del coro y del 
púlpito de la iglesia de Tlacochahuaya. Cabe señalar que esta información inédita, recogida sin crédito por 
Juan Manuel Corrales en “De lo sublime al olvido. La marquetería de la Villa Alta” en la agenda del Museo 
Franz Mayer del 2001, es fruto de los trabajos del citado Seminario. 
58
 Gustavo Curiel, et. al., “Arte y erudición…” op. cit., p .61. 
31 
 
la iglesia franciscana de Tlaxcala”.59 Sobre este tema falta aún por comprobar si efectivamente 
los querubines y los elementos ornamentales que se dispusieron en el alfarje de la iglesia del 
convento de San Francisco de Tlaxcala están realizados con la peculiar técnica del zulaque de 
la Villa Alta. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
59
 Virginia Aspe, Labores…, op. cit., p. 70. 
32 
 
 
 
 
 
La materialidad del mobiliario villalteco 
 
o es hasta los siglos XX y XXI cuando los historiadores de arte, en estudios 
generales, han abordado algo de la problemática de la materialidad de los 
muebles de la Villalta. Ha interesado, sobre todo, la parte técnica, la cual presenta 
problemas muy serios, pues apenas empiezan a realizarse los análisis científicos que 
aportarán la información necesaria sobre el peculiar procedimiento de manufactura de los 
maestros de Analco. A continuación se hace un examen sobre aspectos materiales y técnicos 
del mobiliario villalteco. 
El zulaque 
Uno de los temas que más ha llamado la atención a los autores que han abordado la 
materialidad de los muebles de la Villa Alta es el procedimiento de manufactura, el cual hace 
uso de una pasta negra para cubrir los trazos incisos que definen los rasgos de las figuras o los 
embutidos de las tiras de madera que conforman las cenefas que recorren los contornos de los 
muebles. Autores como Ovando, Martínez del Rio, Loyzaga, Tovar, Armella, Curiel y Gámez,60 
 
60
 Carlos Ovando, “La taracea…”, op. cit., p. 62. Marita Martínez del Río, “Muebles”, en Franz Mayer, op. cit., 
p. 159. Jorge Loyzaga, “Taracea…”, op. cit., p. 87. Guillermo Tovar de Teresa, “Prólogo”, en Labores de…, 
op.cit, p. 17. Virginia Aspe, Labores…, op. cit., p. 70. Gustavo Curiel, “Los ajuares…” en Museo…, op. cit., p. 
346. Ana Paulina Gámez, Artes y oficios en la Nueva España, México, Corunda, 2000, p. 38. 
N 
33 
 
con base en la observación directa, han relacionado la técnica usada por los maestros del 
barrio de Analco con la del grabado o la del pirograbado lo cual, a pesar de ser incorrecto, ya 
que ninguna de estas técnicas fue utilizada en Analco, se justifica si se toma en cuenta el 
aspecto final que muestra el mobiliario de la Villa Alta de San Ildefonso y es una de sus 
características. 
 Martínez del Río es la primera en tratar el tema de la composición de la pasta y la técnica 
de manufactura de los muebles de la Villa Alta: “en los de factura oaxaqueña se graban con 
fuego o con la técnica del zulaque o tinte vegetal, populares y elegantes escenas tomadas de 
estampas”.61 Para definir este material, ajeno a los usados comúnmente en otros trabajos de 
marquetería, Martínez del Río menciona en otro texto, de 1990: “en la Nueva España esto se 
hacía por medio de la aplicación de zulaque, una pasta como betún de cal calcinada, aceite y 
un tinte vegetal negro extraído del “palo tinte”, un árbol que abunda en la región”.62 
Al respecto, cabe señalar que a pesar de que el término zulaque es muy antiguo y se 
refiere concretamente a un “Betún en pasta hecho con estopa, aceite y escorias o vidrios 
molidos, a propósito para tapar las juntas de los arcaduces en las cañerías de aguas y para 
otras obras hidráulicas”,63 no es de extrañar que esta palabra haya sido usada para nombrar 
tanto a la pasta de relleno que aparece en los muebles villaltecos, como al proceso de 
manufactura. El material renegrido, se emplea en ambas técnicas y en los dos casos tiene la 
función de rellenar o cubrir hendiduras. Es decir, es un material y también una técnica. 
Como prueba del interés que, durante la segunda mitad del siglo XX, suscitó el empleo de 
un material inusual en otros trabajos de taracea novohispana, se cuenta con las recetas dadas 
por Jorge Loyzaga y Virginia Aspe para definir la composición material de la pasta utilizada en 
 
61
 Marita Martínez del Rio, “Muebles”, en Franz Mayer, op.cit., p. 159. 
62
 Marita Martínez del Rio, “Ficha de catálogo”, en México. Esplendores de Treinta Siglos, Nueva York, 
Metropolitan Museum of Art, 1990, op. cit., p. 440. 
63
 Diccionario de la Lengua Española, en línea. Vigésima segunda edición. Tomado el 20 de febrero de 2011. 
34 
 
la taracea de la Villa Alta. Loyzaga afirma que se trata de una: “Pasta hecha de pelo de chivo, 
cal, carbón vegetal y aceite de linaza, con la cual se forman hilos que se insertan a presión en 
las ranuras de la madera taraceada, destinados a la formación de motivos decorativos. Se 
sustituye el carbón vegetal con materiales colorantes, en el caso que dichos motivos lo 
requieran”.64 
Esta receta, que procede de la tradición oral recogida por H.H. Behrens en la ciudad de 
Oaxaca,apareció en un texto con motivo de la importante exposición sobre mobiliario que 
Fernando Gamboa hizo en el Palacio de Iturbide, en 1985. Por su parte, Virginia Armella, sin 
citar fuentes concretas, agrega lo siguiente: “Se me ha dicho que la pasta que cubre la incisión 
se hace -por lo menos en los trabajos oaxaqueños- con una mezcla de betún, pelo de chivo y 
tinta de huizache”.65 
Habrá que esperar los resultados científicos que se hacen para confirmar o desechar los 
componentes de las anteriores recetas del zulaque. El Museo de Bellas Artes de Boston, a 
través de Dennis Carr ha proporcionado ciertos avances respecto a la constitución de la 
mencionada pasta villalteca. Resumiendo el reporte del laboratorio de la citada institución, 
Carr comenta lo siguiente: “they found very tiny wood particles under the microscope that 
were remnants of burning to form charcoal. The protein was an animal skin glue, like rabbit 
skin glue (the binder). Simply stated, the substance is a simple mixture of charcoal (carbon 
black) and glue”,66 por lo tanto en un primer estamento científico quedan aparentemente 
descartados algunos materiales de las anteriores recetas. 
 
64
 Jorge Loyzaga, “Taracea…”, en El mueble…, op. cit., p. 87. 
65
 Virginia Armella, Labores de…, op. cit., p. 70. 
66
 Agradezco a Dennis Carr, Carolyn y Peter Lynch, Curator of American Decorative Arts and Sculpture Art of 
the Americas, del Museum of Fine Arts de Boston, sus comentarios sobre los análisis realizados en el 
laboratorio del citado museo. Traducción libre: Bajo análisis microscópico se encontraron pequeñas 
partículas, remanentes de madera quemada, para formar el carbón. La proteína es un pegamento de piel de 
35 
 
Ahora bien, en cuanto al uso del término zulaque no todos los autores que han abordado 
este tema a lo largo de la segunda mitad del siglo XX están de acuerdo. Virginia Armella, es la 
primera en cuestionar la utilización del término zulaque para denominar la técnica de 
manufactura de las obras oaxaqueñas. En su lugar propone se use el término “nielado” pues 
considera este procedimiento, que consiste en embutir un esmalte compuesto de plata y 
plomo fundidos en azufre en un metal como el oro o la plata, técnica que originó el grabado 
sobre metal, se acerca de forma directa al resultado final de las representaciones que 
aparecen en el mobiliario. Dice Armella que “Siendo muy semejante el sentido de ambos 
términos, adoptaremos el de nielado para aplicarlo a la labor de cubrir con una sustancia 
negra una incisión practicada en la madera”.67 
A partir de lo dicho por Armella, el término nielado, procedente del ámbito de la 
orfebrería, será adoptado por Ana Paulina Gámez68 y León R. Zahar quien comenta lo 
siguiente: “las incisiones en la madera se nielaban, es decir, se recubrían con una pasta negra 
que daba la impresión de grabado. Esta técnica permitió imitar los grabados alemanes y 
flamencos”.69 
No es sino hasta principios de este siglo cuando se hace evidente la necesidad de realizar 
estudios interdisciplinarios para explicar la técnica de manufactura de objetos en los que se 
utilizan materiales y procedimientos técnicos poco comunes, como el caso del zulaque. 
 
animal, como la cola de conejo (el aglutinante). De manera breve y concisa la substancia es simplemente 
una mezcla de carbón (negro) y pegamento. 
67
Ibidem, p. 60. 
68
 Ana Paulina Gámez, “Revaloración de un gusto: las artes aplicadas del Museo Bello”, en Revista Artes de 
México, No. 61, Año 2002, p. 56. 
69
León Zahar, Taracea Islámica y Mudéjar, México, Museo Franz Mayer, Artes de México, 2000, (Colección 
Uso y Estilo, 7), p. 71. 
36 
 
Entre los años 2009 y 2011 aparecen dos notas de divulgación y un artículo especializado 
de Juan Manuel Corrales sobre la marquetería del mobiliario de la Villa Alta.70 En ellas aborda 
la problemática del uso erróneo de la palabra zulaque, utilizada por otros autores, tanto para 
definir la materialidad de la pasta negra de relleno como para la técnica de manufactura de los 
muebles oaxaqueños. Lo primero que llama la atención es, que a pesar de haber hecho una 
revisión historiográfica muy completa, Corrales afirma que: “Tradicionalmente el término 
Zumaque, escrito indistintamente con “Z” o con “S”, hacía referencia a la pasta de relleno. En 
ocasiones se emplea la palabra Zulaque para referirse a ella, aunque de manera errónea, ya 
que el término corresponde a un tipo de mortero hidráulico empleado en la arquitectura 
acuática”.71 
La primera vez que aparece mencionada la palabra zumaque en la historiografía 
moderna, es en la ficha de catálogo de un bufetillo expuesto en La grandeza del México 
virreinal: tesoros del museo Franz Mayer.72 Dice Curiel: “Estos muebles comparten elementos 
comunes en la técnica de manufactura, tales como el uso de `zumaque´ sobre el esgrafiado”.73 
Es importante subrayar que este término aparece entrecomillado lo que puede suponer las 
dudas que tuvo Curiel al optar por esta palabra, que se refiere a un arbusto de la familia de las 
anacardiáceas, para definir al material empleado en las decoraciones en el mobiliario de la 
Villa Alta. Las preguntas planteadas por el mismo autor en Los ajuares domésticos 
novohispanos: muestran que el asunto referente a la técnica de manufactura todavía no estaba 
resuelto en 2006. Curiel se pregunta lo siguiente: “¿En qué consistió la técnica del zulaque? 
¿En todos los bufetillos que conforman este grupo específico de muebles se recurrió al uso de 
 
70
 Juan Manuel Corrales, “El zumaque…”, en Revista Casas & Gente, op. cit., pp. 22-23. “De lo sublime…” en 
Agenda 2011, “Muebles virreinales….”, en Revista de…. op. cit., pp. 59-67. 
71
 Juan Manuel Corrales, “El zumaque…” en Casas &…, op. cit., p. 23. 
72
 Esta exposición se llevó a cabo del 24 de marzo al 24 de agosto de 2002 en el Museum of Fine Arts, 
Houston. 
73
 Gustavo Curiel “Ficha de catálogo” en La Grandeza…, op.cit., p. 136. 
37 
 
embutidos, del zulaque y del pirograbado?”74 Prueba de que hasta hace poco tiempo este tema 
seguía aún por resolver, es el siguiente comentario de Curiel sobre la técnica de los muebles 
villaltecos del Museo Bello (2009): “Los surcos de los esgrafiados que representan escenas y 
recuadros geométricos fueron rellenados posteriormente con una pasta resinosa, llamada 
zulaque o zumaque”.75 
Como se ha podido analizar a partir del estudio de los muebles que se conservan, los 
maestros de Analco utilizaron la pasta negra de dos maneras diferentes: una para cubrir los 
trazos incisos, no muy profundos, que definen los rasgos principales de las dibujos y otra, para 
rellenar los bajos relieves de las tiras de madera que crean las cenefas que recorren el 
contorno de los muebles. (Il. 13) Sobre este aspecto material queda aún pendiente por 
comprobar si el zulaque fue utilizado en los distintos grupos de muebles villaltecos. 
Volviendo a lo mencionado por Corrales resulta difícil establecer de dónde procede su 
afirmación sobre el uso común del término zumaque (2009), ya que como se ha expuesto sólo 
Curiel lo había utilizado. Lo que sí se puede comprobar es que este término ha sido empleado 
por Corrales, para reiterativamente definir a una de las maderas que aparecen en los muebles 
de la producción villalteca y para nombrar su técnica de manufactura,76 es decir, le da dos 
significados al mismo término. Para justificar el uso de esta palabra en relación al 
procedimiento técnico utilizado en los muebles villaltecos, Corrales plantea que muy 
posiblemente la palabra zumaque, que también se refiere a la sustancia resinosa afín a la laca, 
segregada por una especiebotánica del género Rhus, fue empleada en los embutidos de pasta 
negra. Es conveniente citar ahora lo que al respecto informa este autor: 
 
74
 Gustavo Curiel, “Los ajuares…”, en Museo Franz Mayer, op. cit., pp. 344-345. 
75
 Gustavo Curiel, “Mobiliario”, en Museo Bello, op. cit., p. 92. 
76
 Juan Manuel Corrales, “El zumaque…”, en Casas &…., op. cit., p. 22. 
38 
 
Es muy probable que la resina empleada en esta pasta provenga de la sabia del propio 
arbusto del zumaque, del que en Japón se obtienen las lacas o maki de intenso brillo, gran 
resistencia y durabilidad. Si esto último se pudiera comprobar con análisis químicos, 
encontraríamos que el origen del término maque, con el que se definen algunas lacas 
novohispanas y el término zumaque podrían compartir tanto en las composiciones de las 
lacas como en la pasta de relleno de los muebles que nos ocupan.77 
Hay que dejar en claro que la palabra maki-e, es de origen japonés y se refiere a una 
técnica de manufactura muy concreta y nada tiene que ver con el término zumaque que sí se 
refiere a una madera de la familia de las anacardiáceas, comúnmente conocida como Rhus. 
Por lo tanto es muy difícil comprobar que exista un nexo entre los materiales de la pasta y la 
“resina” de la madera del zumaque. Asimismo, cabe subrayar que el término maque se usa en 
México para denominar a las lacas de imitación que se produjeron en época virreinal.78 Hay 
también referencias al zumaque de Japón concepto que se refiere muy posiblemente a las 
pinturas de imitación que semejaban el acabado de las lacas asiáticas.79 
A pesar de que las palabras zumaque y zulaque han sido utilizadas para nombrar al 
material y la técnica utilizada en el mobiliario oaxaqueño, hasta este momento, los análisis 
científicos únicamente permiten certificar que el carbón utilizado en la pasta procede de 
madera quemada y que como aglutinante se usó un pegamento originario de piel de animal. 
Por último, llama nuestra atención que, en contraposición a la importancia que se le ha dado a 
lo largo de los siglos XX y XXI, los testigos contemporáneos de la producción, no hayan 
mencionado algo al respecto ¿Es posible que este aspecto técnico, tan llamativo de los 
muebles villaltecos, haya pasado desapercibido para el fraile Francisco de Burgoa? ¿Pudo la 
 
77
 Juan Manuel Corrales, “De lo sublime ….”, en Agenda 2011, s/p. 
78
 Para mayor información sobre el maki-e y el maque véase: Sonia Pérez Carrillo, La Laca Mexicana, México, 
Editorial Patria, 1990. Sonia Pérez Carrillo y Carmen Rodríguez, “Influencias orientales y europeas”, en Lacas 
Mexicanas , Museo Franz Mayer y Artes de México, (Colección Uso y Estilo No. 5), 1997. 
79
 Agradezco a Gustavo Curiel sus comentarios sobre este tema. 
39 
 
palabra tagugía, utilizada por el cronista dominico, referirse a la técnica que hace uso de 
embutidos de pasta negra en maderas amarillas? 
El color 
Es interesante destacar que, aunque en los registros documentales de la época no se cita el 
término zulaque, ni el uso de una pasta de relleno en los embutidos de la taracea, en algunos 
documentos virreinales sí aparece mencionado el empleo del color. Conviene ver este punto a 
detalle. Para ello es necesario citar las referencias que aparecen en el avalúo de los bienes de 
don Agustin Sotto, tesorero de la catedral de Antequera, realizado en 1721. El inventario de 
este personaje incluye: “otro dicho [escritorio], obra de la Villalta, de colores”, “dos baúles, 
obra de Villalta, de colores con sus herrajes dorados”, “un contador, obra de Villa Alta, de 
colores”.80 Al no contar con referencias sobre el uso del color durante el siglo XVII, ¿Podrían 
indicar estas noticias que el uso del color en la producción villalteca puede datarse en el 
primer tercio del siglo XVIII? 
A diferencia del interés que suscitó a lo largo del siglo XX la utilización de una sustancia 
negra ajena a las comúnmente utilizadas en trabajos de taracea, el empleo de policromía en un 
grupo muy concreto de muebles de la Villa Alta, ha sido apenas mencionado. Sobre este tema 
la primera referencia que encontramos en la historiografía corresponde a Carlos Ovando, 
quien afirma: “En muchos casos policromaban algunos elementos”.81 
La segunda vez que se tocó el tema del color fue cuando, en 1994, Marita Martínez del Río 
se refirió a una sustancia utilizada para crear uno de los colores que destaca en la policromía 
de los muebles de la Villa Alta de San Ildefonso. Esta autora incluye su comentario en el 
primer libro que se hizo sobre el Museo Franz Mayer; allí, en el apartado de muebles, se dice: 
 
80
 1721. Avalúo de bienes de don Agustín Sotto. ANOax. Joseph Manuel Albarez de Aragón, escribano. Libro 
32, f.112r. 
81
 Carlos Ovando, “La taracea….”, op. cit., p. 66. 
40 
 
En algunos [muebles] más, los roleos, el follaje y los elementos renacentistas adquieren 
exuberancia tropical que se acentúa cuando el artesano añade roedores, serpientes y 
cuanto tiene a la vista, no dudando en embellecer aún más su trabajo con la grana 
cochinilla que abunda en las nopaleras de Oaxaca.82 
La mayoría de las afirmaciones que se han hecho sobre la materialidad de los muebles de 
la Villa Alta carecen de un sustento científico. La repetición de “verdades”, procedentes de la 
tradición oral o de la observación directa, permite establecer la necesidad de estudios 
interdisciplinarios en el momento de abordar la técnica de manufactura de los objetos que 
introducen nuevos procedimientos en sus procesos creativos. Sin embargo, en relación al uso 
de la grana cochinilla, mencionado por Martínez del Rio, es relevante considerar que durante 
los siglos XVII y XVIII, la provincia de Oaxaca era la principal exportadora de tinta cochinilla a 
Europa y, la Sierra Zapoteca, la mayor productora de grana, por lo cual es posible preguntarse 
si este material de intenso color rojo fue utilizado en el mobiliario de la Villa Alta. 
La aproximación al tema de la policromía ha sido abordada también por Curiel. En 
relación a este aspecto se pregunta “¿qué colores aparte del negro, tienen los embutidos de 
zulaque?”83 Aunque algunos de los muebles de la Villa Alta han perdido la policromía original, 
la repuesta más completa a esta interrogante quedó resuelta a raíz de la exposición de 
mobiliario villalteco en donde pudieron observarse varios muebles de esta producción. Entre 
los colores que destacan en estas obras están el rojo y el verde, pero también aparecen el 
amarillo, guinda, café, naranja y azul. En relación a la caja, obra maestra del color, conservada 
en el Museo José Luis Bello y González, pudo también observarse que para algunos detalles de 
los rostros, como en el caso del san Francisco, fue utilizada la pintura. (Il. 14) 
 Sobre este tema quedan aún muchas preguntas por contestar: ¿Cómo fueron utilizados 
los rellenos de pasta de color? ¿Existen diferencias técnicas entre las manufacturas que 
 
82
 Marita Martínez del Río, “Muebles”, en Franz Mayer…, op. cit., p. 159. 
83
 Gustavo Curiel, “Los ajuares…”, en Museo Franz Mayer…, op. cit., p. 346. 
41 
 
utilizan policromía y las que hacen uso de la pasta negra? ¿Dentro de la misma producción de 
color existen diferentes procedimientos? ¿Cómo explicar la presencia de la policromía, en 
algunos detalles de ejemplares que no pertenecen al grupo del color?84 (Il. 15) 
Las maderas 
En relación a las maderas utilizadas en los muebles de la Villa Alta que se conservan en el 
Museo Franz Mayer, Gustavo Curiel se pregunta: “¿Cuáles maderas se usaron para la 
elaboración de estas cajas de escribir? ¿Se usaron para esa manufactura maderas locales? 
¿fueron de zonas cercanas a los centros productores?”.85

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