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1 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ACATLÁN Origen e Historia de las Colecciones Especiales de la Biblioteca Central de la UNAM TESINA QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE Licenciado en Historia PRESENTA Rodrigo Callejas Torres Asesor: Maestra Irma Hernández Bolaños Octubre de 2015 Santa Cruz Acatlàn, Estado de México UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 AGRADECIMIENTOS A mis padres Malena y Javier por su apoyo incondicional, pero sobre todo por creer siempre en mí. A mis amigos, por estar junto a mí en este viaje y aguantar mis locuras, Tania, Fana y Alfa, sin ustedes no lo hubiera logrado. A Francisco por hacerme ver el lado positivo de las cosas y de mí y enseñarme a creer, te amo. A Ricardo tu ejemplo de vida es un constante recordatorio de que los limites se los pone uno mismo. A mi asesora Mtra. Irma Hernández por ayudarme a concluir este ciclo y sus valiosos consejos, aun me falta mucho por aprender. A mis sinodales, Mtra. Patricia Montoya, Mtra. Graciela Gaytan, Lic. Beatriz Zamora y Lic. Ricardo Govantes por su valioso apoyo y atinadas observaciones. 3 Índice Introducción 4 Capítulo 1 Las bibliotecas en México: desde las Biblioteca Nacional hasta la biblioteca Central de la UNAM 8 1.1 La cultura de las letras durante el siglo XIX en México 9 1.2 Las bibliotecas públicas en el México decimonónico 13 1.3 Las Ciudad Universitaria y el Departamento Técnico de Bibliotecas 16 1.4 La Biblioteca Central de la UNAM, la biblioteca de la Universidad 17 1.5 Proyecto de catalogación del Fondo Antiguo 20 1.6 Conceptos 22 1.7 Principales características del material estudiado 25 Capítulo 2 ¿Dónde quedó la bolita? O La Biblioteca de la Escuela Nacional Preparatoria 30 2.1 Creación de la Escuela Nacional Preparatoria y su biblioteca 30 2.2 La donación de Concepción Lombardo de Miramón 35 2.3 Crecimiento y expansión de la Escuela Nacional Preparatoria 39 Capítulo 3 Divide y destruirás. Las bibliotecas del Seminario de Morelia 44 3.1 Las bibliotecas de Morelia durante el siglo XIX 44 3.2 El Seminario Tridentino de Morelia 46 3.3 La biblioteca del Seminario Tridentino de Morelia 51 Conclusiones 55 Anexo: Lista de libros con ex libris de 2009 hasta marzo de 2013 58 Bibliografía 188 4 Introducción Las bibliotecas son los recintos donde muchos de los estudiantes universitarios invertimos buena parte de nuestra vida académica. Estos lugares del saber nos cobijan como un segundo hogar durante nuestro periodo de formación académica; dentro de sus paredes y entre sus estanterías podemos encontrar un sinfín de información que contribuye a nuestra formación académica y personal. No hay licenciatura que prescinda de los servicios bibliotecarios, ya sea Medicina, Química, Matemáticas, Informática Contabilidad o Historia, las bibliotecas siempre estarán presentes en la vida del universitario. Como estudiante de humanidades este vínculo es aún más estrecho, nuestra relación con las bibliotecas es profunda debido a la gran cantidad de tiempo que invertimos en ellas. Afortunadamente la modernización nos ha ayudado con el desarrollo de préstamos a domicilio y la digitalización de algunos materiales, esto sin duda alguna es de gran ayuda. Pese a la gran importancia que tienen las bibliotecas públicas y universitarias1 en México, no es muy común que se hagan trabajos sobre ellas como objeto y sujeto de estudio, situación que contrasta con la avasalladora cantidad de ensayos historiográficos que existen sobre libros. Con esto no quiero decir que las bibliotecas no sean objeto de estudio; existen trabajos históricos que versan sobre las bibliotecas, pero la mayoría de estas investigaciones se enfocan a la historia de la institución a la que pertenece la biblioteca o son sendos catálogos descriptivos de algunas colecciones del acervo sin fijar su mirada en la biblioteca y su historicidad. Lo que busca este trabajo es retomar la idea de Felipe Teixidor2 y colaborar en la elaboración de una historia de las bibliotecas en México, en este caso en particular se tomara como eje conductor las Colecciones Especiales de la Biblioteca Central (BC) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Por ello la temática de los libros no es una directriz que guie este estudio. La razón es que se busca conocer el 1 En este trabajo no hago mencion de las bibliotecas partículares, pues estas sin han sido objeto de estudio, debido a que permiten conocer el pensemiento y formación de una persona en particular. 2 Hacer una investigación sobre ex-libris que sea de utilidad a un público más amplio y no solo a coleccionistas. Felipe Teixidor, Ex-libris y bibliotecas de México, México, SEP, 1931, p. XXVII. 5 origen de las colecciones como una unidad, bajo la premisa de ir de lo general a lo particular, y con base en ello tener una noción de la evolución de la idea de biblioteca y de la importancia y reconfiguración que se le ha dado a lo largo de los siglos XIX y XX en México. El presente trabajo toma como referente la iniciativa interdisciplinaria generada por Beatriz Zamora,3 que busca, en un primer momento, clasificar todo el material que pertenece a las Colecciones Especiales que se resguardan en el piso doce de la Biblioteca Central de la UNAM, labor que ya casi está concluida gracias al trabajo de varios prestadores de servicio social, entre los cuales me encontraba yo. De ahí mi inquietud por conocer la historia de los Fondos Antiguos y las Colecciones Especiales, por lo que decidí elaborar una investigación sobre el origen de estas colecciones. Durante la realización de mi servicio social me encontré que muchos de los libros de las Colecciones Especiales cuentan con uno o más ex libris, es decir, marcas que se colocaban en los libros para indicar la propiedad de un particular o una institución Hablando de estos ex libris con la Lic. Beatriz Zamora consideramos viable el conocer su origen mediante las marcas en los libros. El objetivo de esta búsqueda tenía como intención conocer el origen de toda la colección y establecer los criterios de selección para el resguardo de dichos libros, sin embargo a lo largo de la investigación quedo claro que era imposible rastrear el origen de la totalidad de la colección mediante los ex libris, porque no todos los libros cuentan con alguno, así que se plantearon algunos criterios para hacer la búsqueda. Dicha búsqueda se hizo basada en tres criterios, el primero los ex libris más numerosos dentro del acervo, el segundo, la importancia del dueño del ex libris sin importar el número de ejemplares de los que se disponga y el tercero es la temporalidad, muchos de los libros tienen varias de estas marcas, por lo que la más antigua debe pertenecer al siglo XIX. Tomando en cuenta los criterios ya mencionados, los ex-libris seleccionados para este estudio son lossiguientes: el de la Escuela Nacional Preparatoria (ENP), donde se incluyen la donación particular de Concepción Lombardo de Miramón, porque 3 Beatriz Zamora tiene la licenciatura en bibliotecología por la UNAM y actualmente cursa la maestría Administración en la UVM. Lleva más de 10 años involucrada en los trabajos relacionados al Fondo Antiguo de la Biblioteca Central y es la actual encargada de las Colecciones Especiales. 6 es la biblioteca de dicha institución a donde se realizaron la donación y el del Seminario de Morelia. La memoria, el olvido, el rescate y la destrucción están presentes en la esencia de este trabajo, al hacer el rastreo de las bibliotecas y tratar de hacer conciencia de su importancia. Quisiera rescatar el último punto, la destrucción, pues un par de textos hablan precisamente de la destrucción de las bibliotecas. Me refiero a las obras de Fernando Báez4 y Lucien Polastron5. Estas dos obras me hicieron ver el tema de la conservación de bibliotecas desde una perspectiva diferente y bastante innovadora aunque obvia. Como señala Báez “desde hace 55 siglos se destruyen volúmenes, y apenas se conocen las razones. Hay cientos de crónicas sobre el origen del libro y las bibliotecas, pero no existe una sola historia sobre su destrucción”6 ya fuera intencional o accidentalmente, tanto por personas cultas como por ignorantes. Esto se debe a que el libro y donde se guardan (las bibliotecas) más que objetos materiales son objetos con una fuerte carga simbólica. Un libro generalmente no sólo se le relaciona con el autor de su contenido intelectual, sino, en mayor o menor grado, con toda una corriente de pensamiento y las bibliotecas son vistas como símbolos de regímenes o gobiernos. Por lo que es, hasta cierto punto lógico pensar que cuando una corriente ideológica es repudiada, los libros que contengan dicha forma de pensar quieran ser destruidos. Lo mismo ocurre con las bibliotecas, al caer gobiernos (de forma pacífica o violenta) caen sus instituciones y edificios representativos o icónicos y no sólo estoy hablando de siglos atrás, en la década pasada durante la invasión estadounidense a Irak en abril de 2003 el Museo Arqueológico fue totalmente saqueado y la Biblioteca Nacional de Bagdad incendiada. No tenemos que ir muy lejos para encontrar ejemplos de lo dicho anteriormente, en estas latitudes del globo los casos abundan. El más famoso es la quema de códices mesoamericanos por parte de los frailes evangelizadores en un intento de destruir la cultura pagana indígena; en el siglo XIX cientos de bibliotecas conventuales fueron saqueadas a raíz de las leyes de Reforma; a inicios del presente siglo muchos archivos municipales fueron quemados por tropas de diversos caudillos y los ejemplos siguen y 4 Francisco Báez, Historia universal de la destrucción de libros: desde las tabillas sumerias a la guerra e Irak, Barcelona, Ediciones Destino, 2004. 5 Lucien X. Polastron, Hilda H. García y Lucila Fernández Suárez, Libros en llamas: la historia de la interminable destrucción de bibliotecas, México, FCE, 2007. 6 Báez, Op. cit., p. 19. 7 siguen, dando una asombrosa muestra de que es frecuente y menos conocida la destrucción y el olvido. Tanto Báez como Polastron coinciden en que esta destrucción de la memoria responde a un impulso creador, de las cenizas nace el ave fénix, de eso se trata “quemar el pasado es renovar el presente.”7 La pasión “bibliocida” está presente a lo largo de la historia de la escritura desde el momento mismo de su nacimiento. Formas hay muchas, está la más evidente y visible, la destrucción directa cuya arma más efectiva es el fuego. También está el modo discreto para dar rienda suelta a este instinto bibliocida, el desmembrar colecciones y dispersarlas8. Es en éste último punto donde se inserta el tema de este estudio, rastrear el origen de una parte de las Colecciones Especiales de la BC responde en un primer momento a una necesidad de conocer el acervo resguardado, conforme avanzó la investigación me topé con que la desaparición o fragmentación de bibliotecas siempre da paso a un rescate de parte del acervo y esto debido a que también se reconoce la memoria patrimonial contenido en ellos, confirmando lo dicho por Polastron y Baéz. Dos caras de la misma moneda que nos dan un panorama más completo y que se tratarán en este trabajo. Dicho lo anterior, el primer capítulo versa sobre la cultura de las letras y las bibliotecas en México durante el siglo XIX hasta la creación de la Biblioteca Central de la UNAM a manera de contexto y antecedente para tener claro las circunstancias generales en las que las bibliotecas estudiadas fueron creadas. Para posteriormente hablar a fondo del material seleccionado para este estudio, sus características principales así como los criterios de selección. En el segundo y tercer capítulo se hablaran de las bibliotecas de la Escuela Nacional Preparatoria y el Seminario Tridentino de Morelia respectivamente su origen y las posibles vías por las que terminaron en la Biblioteca Central. Demostrando dos cosas, la primera es que las bibliotecas corren una suerte parecida a la de las instituciones a las que pertenecieron, y la segunda es que se tiene la idea de que las bibliotecas son algo valioso pero ya no es útil, por lo que se guardan enteras o en partes para que en un futuro puedan ser útiles de nuevo. 7 Ibidem, p. 25. 8 Polastron, Op. cit., p. IX. 8 Capítulo I Las bibliotecas en México: desde la Biblioteca Nacional hasta la Biblioteca Central de la UNAM Toda creación humana va cambiando con el tiempo, como sus mismos creadores, y las bibliotecas no son ajenas a esto. El concepto básico y muy general de biblioteca lo podemos encontrar en el diccionario. La Real Academia de la Lengua Española (RAE) nos da dos definiciones de “Biblioteca”, la primera: “Institución cuya finalidad consiste en la adquisición, conservación, estudio y exposición de libros y documentos”. La segunda: “Local donde se tiene considerable número de libros ordenados para la lectura.” La idea general en ambas definiciones es que se tratan de lugares para guardar libros. Aunque el concepto de biblioteca ha sido el mismo desde hace siglos, lo que ha variado a través del tiempo es el contexto en el que son creadas y por lo tanto la función que se espera, tengan los libros resguardados en ellas. En el caso específico de México no se espera los mismo de una biblioteca en la época colonial, que en el siglo XIX, incluso ya en el siglo XX su creación responde a circunstancias y motivaciones diferentes. De esto derivó que existan varios tipos de bibliotecas, las hay escolares o universitarias, públicas y privadas y confundir una con otra, equivale a “confundir la universidad con la escuela primaria o con el centro de bienestar social”.9 Conocer la historia de las bibliotecas en México, aunque sea de manera somera, es importante para este trabajo, ya que una biblioteca creada a mediados del siglo XX resguarda varias bibliotecas creadas en el siglo XIX. Por lo que es conveniente saber en qué contexto fueron creadas estas últimas para poder dimensionar la importancia de su conservación. Por lo que en el presente capítulo hablare sobre la historia de las bibliotecas en México durante el siglo XIX e inicios del XX hasta llegar a la creación de la Biblioteca Central (BC) de la UNAM, lugar donde actualmente se resguarda el material estudiado. 9 Ario Garza Mercado, Función y forma de la biblioteca universitaria. Elementos de planeación administrativa para el diseño arquitectónico, México, El Colegio de México, 1977, p. 23. 91.1 La cultura de las letras durante el siglo XIX en México En México el periodo que va del movimiento de independencia al segundo imperio (1810-1867) está marcado por una constante inestabilidad política que se piensa se hizo extensiva a los demás ámbitos de la sociedad, en especial a la cultura y la educación. El hecho de no tener gobiernos estables hace pensar que no había posibilidades de un desarrollo cultural o educativo. Recientes investigaciones10 han demostrado que lo anterior no es del todo cierto, pues mediante el estudio de las biografías de editores en la ciudad de México, del comercio de impresos al inicio de la vida independiente y del mercado de libros en el interior de la República, se ha demostrado que el desarrollo de la cultura en México durante el siglo XIX fue un elemento de enlace entre la permanencia de las tradiciones coloniales y la introducción de las innovaciones ideológicas y tecnológicas, es decir, la nueva era.11 Baste como ejemplo los casos de Ignacio Cumplido y Rafael de Rafael y Vilá. Ignacio Cumplido empezó su incursión en el mundo de las imprentas desde muy joven y desde abajo, siendo cajista, es decir, la persona que ordenaba las letras de lo que se iba a imprimir. Para el año de 1832 ya poseía un taller tipográfico lo que significó que a la corta edad de 21 años ya era un empresario en ascenso en el mundo de las letras.12 El éxito que tuvo su taller se debió en gran medida a la naturaleza de Ignacio Cumplido, un hombre escrupulosamente organizado y con un gran sentido del ahorro al punto de utilizar utensilios y materia prima al máximo para desperdiciar lo menos posible y siempre que dicho ahorro no redujera la calidad del trabajo13. Otras características que llevaron por buen camino este negocio fue la publicidad que aparecía en el periódico El Siglo XIX, que él mismo llegó a editar por un tiempo; la expansión de su mercado a las provincias del interior de la república, la diversidad de productos elaborados en su imprenta (caracteres vistosos, viñetas, etc.) y las novedades 10 Laura Suárez de la Torre (coord.), Constructores de un cambio cultural: impresores-editores y libreros en la ciudad de México 1830-1855, México, Instituto Mora. y Cristina Gómez Álvarez, Navegar con libros: el comercio de libros entre España y Nueva España: una visión cultural de la Independencia (1750-1820), México, México, UNAM, 2011. 11 Ibidem, p. 17. 12 María Esther Pérez Salas Cantú, “Los secretos de una empresa exitosa: la imprenta de Ignacio Cumplido”, en Laura Suárez de la Torre (coord.), Constructores de un cambio cultural: impresores- editores y libreros en la ciudad de México 1830-1855, México, Instituto Mora, pp. 105-106. 13 Ibidem, p. 103. 10 técnicas y editoriales (prensa de cilindro proveniente de los Estados Unidos de América y publicaciones periódicas con ilustraciones tipográficas de manera sistemática). Todas estas características nos dicen mucho del ambiente de las editoriales como negocio. Y si bien a principios de siglo XIX se calcula que solo el 10 % de la población sabía leer, el hecho de que el negocio de Cumplido no fuera el único habla de una demanda considerable por parte de la población. El caso de Rafael y Rafael también es significativo. Rafael y Rafael de Vilá fue un español que llegó a América aproximadamente a la edad de 20 años. Primero radicó en EUA donde buscaba “perfeccionar su arte” de impresor, por medio de otro español, Juan de la Granja, que tenía su imprenta en ese país, conoce a Ignacio Cumplido quien invita en reiteradas veces al joven De Vilá a irse a trabajar con él a México, invitación que acepta y después de dos años de trabajar con Cumplido y por conflictos con éste decide poner su propia imprenta.14 El hecho que un extranjero haya podido abrirse camino en un mercado tan difícil ya nos dice mucho. Pero no sólo pudo acomodarse en el mundo editorial mexicano de ese tiempo, sino que además tuvo un gran éxito durante los años que estuvo en el país ya que al compartir las ideas conservadoras de Lucas Alamán fundó junto con éste el periódico El Universal. Siendo este medio una gran herramienta de propaganda de las ideas de este grupo político. La situación política generada a raíz de la Independencia, pero sobre todo la posibilidad de participar en dichos acontecimientos o de conocer a los principales actores y su pensar generaron que las tipografías y editoriales se convirtieran en un negocio rentable, si se sabía explotar adecuadamente.15 Convirtiendo a las publicaciones periódicas en la principal fuente de información durante la primera mitad de siglo. En cuanto a la temática de las publicaciones, evidentemente una gran mayoría era religiosa (catecismos, sermones, manifiestos, reglamentos, etc.), pero en las bibliotecas particulares creadas a partir de la segunda mitad del siglo XVIII poco a poco temas que no tenían que ver con la religión se fueron abriendo un espacio en estos lugares. Ya para las primeras décadas del siglo XIX podemos encontrar junto con el tema sacro, títulos que hablan sobre las innovaciones científicas y tecnológicas o las 14 Javier Rodríguez Piña, “Rafael de Rafael y Vilá: El conservadurismo como empresa” en Laura Suárez de la Torre (coord.), Constructores de un cambio cultural: impresores-editores y libreros en la ciudad de México 1830-1855, México, Instituto Mora, pp. 305-306. 15 Ibidem, p. 104. 11 modas literarias, fenómeno que no sólo se da en el ámbito particular, sino también en el público, dentro de las librerías o los llamados cajones de lectura. En la ciudad de México existían espacios para la lectura que actualmente comienzan a llamar la atención de los académicos. Los cajones, alacenas y librerías eran parte de la vida cotidiana en la capital durante el siglo XIX. En ellos no sólo se vendían libros o impresos sino que además se rentaban para su lectura en el local, ya sea en silencio o en voz alta. Esta es una de las características de la naciente cultura de lectores pues en un país donde la mayoría de la población no sabía leer, la lectura en voz alta fue el medio por el que se difundían las nuevas ideas y los acontecimientos políticos o cotidianos.16 Otra particularidad que hay que tomar en cuenta durante la primera mitad del siglo XIX es la proliferación de folletos, periódicos y hojas volantes. La producción de éstos ofrecía varias ventajas frente al libro convencional. En primer lugar tenemos su bajo costo tanto de producción como de venta, el editor podía imprimir un mayor número de ejemplares y un mayor número de lectores podían adquirirlo. En segundo lugar su formato breve era idóneo para la publicación de noticias y novedades. Este formato propiciaba la lectura en voz alta, asegurando que el contenido llegara a un mayor número de personas.17 El libro fue ganando terreno poco a poco. Fue el medio por el cual importantes intelectuales de la primera mitad de este siglo expresaron sus ideas sobre la joven nación mexicana; sus características, la forma de gobierno que tenía que adoptar, su historia, etc. autores como Lucas Alamán, Carlos María de Bustamante y José María Luis Mora forman parte de esta intelectualidad productora de libros. A pesar del aumento en la producción de este material, durante la primera mitad del siglo XIX, éstos fueron considerados como un artículo de lujo,18 además, el proyecto que tenían en mente los políticos y literatos de esa época era llevar las letras al grueso de la población, para lo cual el folleto era un mejor vehículo. Una élite intelectual (políticos y escritores) veía en las letras la clave para el éxito de México. Muchos de ellos creían fervientemente que la eliminación del analfabetismo y, por lo tanto, la creación de una sociedad más culta eralo que se necesitaba para interesar al grueso de la población en los destinos del país. Como ya lo 16 Ibidem, p. 16. 17 Ibidem, p. 16. 18 Ibidem, pp. 57-58. 12 mencioné estaban interesados “en dar paso a algo nuevo, distinto y responsable, al mismo tiempo que preservar los valores de una sociedad moldeada por los principios hispánicos, asimilados a lo largo de tres centurias.”19 Si partimos de la premisa anterior habrá que añadirle una consecuencia lógica, la falta de bibliotecas. Las bibliotecas más importantes desde el punto de vista cualitativo y cuantitativo estaban en algunos conventos y en el seminario conciliar de la Pontificia Universidad […] tan deprimente situación cambió a lo largo del siglo, a mediados del mismo existía ya un remedo de Biblioteca Nacional y para 1900, las Academias Científicas y Literarias se habían multiplicado con sus respectivas bibliotecas, como la muy preciosa de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística e Historia, pero tampoco eran más que los dedos de la mano.20 Para el año de 1861 había tres bibliotecas abiertas a todo público: la de la Universidad, la de la Catedral y la del Colegio de San Gregorio21 (este último perteneciente a los jesuitas), a estas se sumaron los cajones, alacenas y librerías de la ciudad de México encontramos que la cultura de las letras se fue abriendo espacio entre la población a paso lento pero seguro, que ya existía un público consumidor del mercado de los libros que contaba con varias vías para satisfacer su demanda y que la lectura era algo que algunos mexicanos comenzaron a buscar y a exigir. No hay que dejar de lado un factor importante en el tema de la cultura del siglo XIX, la Ilustración. La necesidad de conocer las ideas extranjeras en boga hace que se busquen las fuentes de primera mano, es decir, en su idioma original. Por lo que los editores-impresores de la ciudad de México no solamente imprimían obras traducidas al español, también importaban los libros en sus idiomas originales. Mucho de este material importado provenía de Francia y forman gran parte de la colección a tratar en este estudio. A todo lo anterior hay que agregar a los extranjeros que venían a México a acrecentar el negocio de las letras. La gran mayoría venía a trabajar a las minas y el comercio, sin embargo, un reducido grupo de impresores y libreros llegó con el fin de iniciar o consolidar su posición en estas actividades o de dar a conocer los últimos avances tecnológicos y artísticos utilizados en el viejo mundo y los Estados Unidos.22 19 Ibidem, p. 16. 20 Ibidem, pp. 57-58. 21Carmen Vázquez Mantecón, Alfonso Flamenco Ramírez y Carlos Herrera Bervera, Las bibliotecas mexicanas en el siglo XIX, México, SEP, 1987, p.80. 22 María del Carmen Reyna, “Impresores y libreros extranjeros en la ciudad de México”, en Laura Suárez de la Torre, Empresa y cultura en tinta y papel 1800-1860, México, 2001, p. 121. 13 1.2 Las bibliotecas públicas en el México decimonónico A decir de Carmen Vázquez Mantecón “Las bibliotecas son como el termómetro que mide la temperatura cultural y educativa de cada uno de los periodos de la historia de un país,”23 y en efecto la recién creada República Mexicana contaba, sólo en la capital, con un número importante de colecciones bibliográficas. Sin embargo, estas colecciones eran de uso particular, en concreto de los colegios y conventos donde eran resguardadas, su uso estaba reservado a los miembros que estudiaban o habitaban dichos lugares. El contenido eminentemente religioso de esas bibliotecas no encajaba con uno de los proyectos educativos más importantes que tenían los liberales: la creación de una Biblioteca Nacional. Proyecto que se planteó desde los inicios de la vida independiente por Valentín Gómez Farías, pero que a partir de la segunda mitad de la centuria y tras la derrota del fugaz imperio de Maximiliano de Habsburgo, el gobierno liberal pudo llevar a cabo. Dos decretos de las llamadas Leyes de Reforma fueron fundamentales para obtener el grueso de libros con el que se inició la Biblioteca Nacional, a saber: La Ley de Nacionalización de Bienes Eclesiásticos y el Decreto de exclaustración. Estas leyes permitieron que la gran cantidad de libros que había en los colegios, conventos e iglesias de la Ciudad de México pasaran a manos del gobierno24, a pesar de que los saqueos mermaron estas bibliotecas considerablemente. Pese a la temática de la mayoría de las bibliotecas en la ciudad de México, fue este material el que formóla base de la tan esperada Biblioteca Nacional. En 1867 se estableció formalmente en el edificio que albergó a la orden de San Agustín en la época colonial y que desde 1861 estaba abandonado.25 Usando el acervo de la Biblioteca de la Universidad Real y Pontificia y las de los conventos expropiados26 (San Francisco, Santo Domingo, San Fernando y la Merced por mencionar algunos). Sin embargo abrió 23 Carmen Vázquez Mantecón, Alfonso Flamenco Ramírez y Carlos Herrera Bervera, Las bibliotecas mexicanas en el siglo XIX, México, SEP, 1987, p. 11. 24 José María Benítez rescató de los conventos y colegios varios ejemplares para formar parte de la Biblioteca Nacional los conventos y colegios fueron los siguientes: Convento de San Francisco; De Santo Domingo; De la Profesa; De la Merced; Del Colegio de San Pablo; Del Convento de San Agustín; Del Carmen, San Joaquín y San Ángel; De Porta Coeli; De San Diego; De San Fernando; De Santo Domingo (entregados por la policía); De Aránzazu; Universidad [Real y Pontificia]; Ministro de Relaciones; Ministro de Justicia; Ministro de Fomento, Ibidem, p. 107. 25 El edificio aún existe y se encuentra en la esquina de las actuales calles de Isabel la Católica y Republica de Uruguay. 26 Vázquez Mantecón, Op. cit., p. 12. 14 sus puertas hasta 1884, durante estos casi veinte años se trabajó en hacer un catálogo, clasificar los libros y adecuar el inmueble para colocar el acervo. Como se puede observar con lo anteriormente mencionado, el proyecto de la creación de un establecimiento donde el público interesado en la lectura pudiera ir a consultar material bibliográfico sin restricción, contó con bastante material para su conformación. Al ser inaugurada la Biblioteca Nacional, el 2 de abril de 1884, contaba con más de 100,000 ejemplares. Acervo que fue creciendo con el paso del tiempo gracias en gran medida a donaciones de bibliotecas particulares, entre las que destacan las de Juan Suárez Navarro, Juan Hernández Dávalos, José María Lafragua y Vicente Riva Palacio entre otros.27 El ambiente cultural e intelectual mejoró bastante en medio siglo y ya para finales del siglo XIX “Los establecimientos científicos y literarios eran: las academias de historia, ciencia y literatura y del idioma; dos ateneos; tres liceos; dos museos; la compañía Lancasteriana; la Sociedad de Geografía y Estadística; dos jardines botánicos, seis bibliotecas públicas y diez particulares.”28 Una de esas bibliotecas públicas fue la de la Nacional Preparatoria que en un periodo de veinte años se logró posicionar como una de las mejores bibliotecas públicas como se mostrará más adelante. Es pertinente aclarar dos puntos. El primero es que la Biblioteca Nacional no nace de la necesidad de crear un espacio que responderá a la demanda de lectura y novedades editoriales, llenando así un vacío existente. Pues los pocos que gozaban de este privilegio tuvieron siempre la manera de estar al día y formar colecciones invaluables. Se trataba de un proyecto educativo, creado por “una nueva sociedad, con nuevos ricos de la economía y la cultura, que crearon mundos que fueron perpetrados por el antes despreciado vulgo”29 El segundo que laBiblioteca Nacional es resultado de esta búsqueda incansable e interminable del prestigio y renombre en el extranjero. Contar con una biblioteca abierta a todo público contribuía a que se viera a México como una nación culta y estable, que se preocupaba por las letras y su difusión, aunque dicho establecimiento fuera usado en su mayoría por académicos e intelectuales y no tanto por obreros o cocineras. 27 Guadalupe Quintana Pali, et. al., Las bibliotecas públicas en México 1910-1949, México, Dirección General de Bibliotecas, 1988, p. 129. 28 Ibidem, p. 79. 29 Carmen Vázquez Mantecón, Carlos Herrero y Alfonso Flamenco, La biblioteca Nacional de México 1810-1910. Las Bibliotecas Mexicanas en el Siglo XIX ̧México, UAM Iztapalapa, p. 116. 15 Durante el porfiriato, en 1905, se creó la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes y una de sus funciones fue encargarse de la administración de la mayoría de las bibliotecas públicas de la Ciudad de México. La importancia de esta secretaría radicaba en que se había logrado reunir bajo una sola dirección a casi todas las bibliotecas públicas de la capital,30 entre ellas: “la de la Secretaria de Justicia, la de la Universidad (en 1912), la de la Escuela de Altos Estudios, Jurisprudencia, Medicina, Nacional de Ingenieros, Suprema de Comercio, Nacional de Agricultura, la de la Escuela Nacional, la del Museo de Tacubaya, y la del Observatorio Astronómico de Tacubaya.”31 En 1917, la Secretaría de Instrucción dejó de existir y las diferentes bibliotecas capitalinas empezaron a correr diferente suerte: la Nacional y todas las de enseñanza superior pasaron a depender del Departamento Universitario y de Bellas Artes. Las pocas bibliotecas escolares pasaron a manos de los ayuntamientos de la municipalidad a la que pertenecían; las bibliotecas de la Dirección General de Educación Pública, la de la Nacional Preparatoria y de las Escuelas Normales quedaron a cargo del Gobierno de la Ciudad de México.32 Con la creación de la Secretaria de Educación Pública (SEP) en 1921 quedaron bajo su jurisdicción todas las bibliotecas “populares” del país, y las de la Universidad Nacional se le incorporaron en 1924. Para 1929 cuando se le dio la autonomía a la Universidad, todas las bibliotecas pertenecientes a alguna escuela o facultad dejaron de estar al cuidado de la SEP, para pasar a manos de la máxima casa de estudios.33 A raíz de esto se fusionan dos instituciones existentes dentro de la Universidad, el Departamento de Bibliotecas Universitarias y la Biblioteca de Bibliografía y Catálogos, dando origen al Departamento Técnico de Bibliotecas, cuya sede fue la Escuela de Altos Estudios ubicada en Lic. Verdad #2 en el centro histórico. Poco después se trasladó a las Oficinas Generales de la UNAM y después al Colegio Chico de la Escuela Nacional Preparatoria, para retornar en 1934 a su local original en Lic. Verdad, lugar en que permaneció hasta 1954.34 30 Guadalupe Quintana Pali, et. al., Las bibliotecas públicas en México: 1910-1940, México, Dirección General de Bibliotecas, 1988, p. 86. 31 Ibidem, p. 85. 32 Ibidem, p. 86. 33 Ibidem., p. 390. 34 Cesar Augusto Ramírez Velásquez, et. al., La Dirección General de Bibliotecas: historia, organización y servicios, México, UNAM-Dirección General de Bibliotecas, 1993, p.1. 16 Desde entonces el Departamento Técnico de Bibliotecas tuvo entre sus objetivos y funciones encargarse de la adquisición y la organización de los libros que requirieron las varias bibliotecas que, antes de la existencia de Ciudad Universitaria, se localizaron en el Centro Histórico, en el Barrio Universitario.35 Tenemos aquí un primer antecedente de lo que posteriormente sería la Dirección General de Bibliotecas y la Biblioteca Central instituciones que coordinan algunas de las actividades de las bibliotecas de las facultades o escuelas. 1.3 La Ciudad Universitaria y el Departamento Técnico de Bibliotecas La Ciudad Universitaria vio la luz bajo el rectorado de Nabor Carrillo Flores (1953-1961). El caso de la creación de la Cuidad Universitaria es relevante en muchos sentidos pero principalmente porque es la prueba tangente de la reconciliación del Estado con la UNAM. La relación Universidad-Estado ha sido diferente a lo largo de la historia del país, dependiendo de las políticas estatales. Durante la presidencia de Lázaro Cárdenas, la UNAM vivió un periodo en el que su misma existencia estuvo en peligro. Las políticas populistas del presidente chocaron con la muy cara idea de la libertad de cátedra de los universitarios por lo que se llegó, incluso, a considerar la idea del abandono total por parte del Estado, dejando a la Universidad una “autonomía total” significando que se le retiraría todo apoyo económico por parte del gobierno. Cuando Cárdenas concluyó su periodo presidencial, llegó a la presidencia Manuel Ávila Camacho (egresado de la UNAM) y con él se inició un periodo de reconciliación pues el nuevo modelo capitalista buscaba la promoción individual, es decir, la educación como instrumento de movilidad social. Y para muestra un botón: Así durante esta etapa 1942-1956 en los momentos en que los gobiernos neoliberales (capitalistas) restringían violentamente las partidas presupuestales a las normales rurales, a la Escuela Nacional de Maestros y al IPN, la Universidad resurgía, como ave fénix, de las cenizas en donde por su política conservadora la tuvieron postrada los regímenes populistas. Es en este contexto que se establece una nueva relación UNAM-Estado. Mientras los estudiantes y profesores del sistema educativo cardenistas luchaban por 35 Celia Martín Marín, Biblioteca Central: libros, muros y murales, 50 aniversario, México, UNAM- Dirección General de Bibliotecas, 2006, p. 179. 17 sobrevivir, el nuevo pacto se sellaba, en pleno alemanismo, con la construcción de la flamante Ciudad Universitaria.36 De esta forma el rectorado de Nabor Carrillo se enmarcó en una nueva etapa para la Universidad pues los problemas que él enfrenta ya no son con el Estado sino con la comunidad misma. Muchos estudiantes, académicos, trabajadores y administrativos no veían con buenos ojos el traslado hacía San Ángel dadas las largas distancias y las deficiencias del transporte. 1.4 La Biblioteca Central de la UNAM, la biblioteca de la universidad Durante los dos años entre la conclusión e inauguración de Ciudad Universitaria (1952- 1954) se cambiaron algunos de los proyectos originales debido al rechazo de intelectuales, políticos y académicos, como era el traslado de la Biblioteca y Hemeroteca Nacional al edificio que se les diseñó en San Ángel (cuyo resguardo quedó en manos de la Universidad a partir de 1929). Este proyecto despertó muchas críticas entre las que destacaron las de Daniel Cosío Villegas, por lo que se decidió reparar la cede que hasta ese entonces la albergaba.37 De este modo se dejó el edificio creado por Juan O’Gorman, Gustavo Saavedra y Juan Martínez Velazco a disposición de las autoridades universitarias, quienes decidieron trasladar el Departamento Técnico de Bibliotecas a dicho edificio y crear una biblioteca universitaria. Mucho se ha discutido sobre la conveniencia y utilidad de la Biblioteca Central tomando en cuenta que cada instituto, facultad o escuela cuentan con una propia y en ocasiones con más de una biblioteca. La mayor parte de las críticas van enfocadas a la cuestión económica argumentando que es un desperdicio de recursos.38 Sin embargo, la importancia de esta biblioteca en particular radica precisamente en su particularidad, es una biblioteca universitaria, está destinada a servir al total de la comunidad y no a un sector en específico. En1956 cuando se inauguró la Biblioteca Central, se destacó el hecho de que se le promocionaba como un recinto con una colección totalmente moderna adquirida en el 36 Salvador Martínez Della Rocca, Centenario de la UNAM, Estado y Universidad Nacional. Cien años de conciliaciones y rupturas, México, Porrúa, 2010, p. 247. 37 Adolfo Rodriguez Gallardo, “Por qué una Biblioteca Central” en Biblioteca Universitaria, vol. 4, núm. 1, enero-junio, México, UNAM, 2001, p. 14. 38 Rodríguez Gallardo, Op. cit., p. 14. 18 lapso de dos años, para cubrir las “necesidades más apremiantes de la investigación y la docencia universitaria.”39 Las funciones de la Biblioteca Central son múltiples y de gran importancia para las actividades de la Universidad, sus servicios van más allá de la comunidad universitaria pues llegan a buena parte de la población de la Ciudad de México y en ocasiones de otras partes de la República: tiene un enfoque amplio que cubre el campo de la cultura en general, reúne todas las publicaciones de la UNAM, cuenta con uno de los catálogos de tesis más grandes y completos del país y en ella se han experimentado la mayor parte de los adelantos tecnológicos dentro del sistema bibliotecario de la UNAM (microfilms, catálogos digitales y préstamo automatizado).40 Al ser creada la Biblioteca Central como la biblioteca de la Universidad, el Departamento Técnico de Bibliotecas se convirtió en la Dirección General de Bibliotecas (DGB) en 1966, a partir de esa fecha la BC dependió orgánicamente de dicha dirección, hasta 1985 año en que se realizaron cambios en la administración y organización interna de la DGB. Y uno de ellos fue la creación de la Subdirección de Servicios Bibliotecarios, cuyo nombre actualmente es la Subdirección de Biblioteca Central y es desde donde se coordina las actividades de la biblioteca. 39 “Las bibliotecas universitarias”, en Gaceta de la Universidad, 1956, vol. 3, no. 4. 40 Este trabajo es una muestra de la experimentación, pues surge de un proyecto que busca regular un método efectivo para catalogar y preservar los diversos Fondos Antiguos en las bibliotecas de la UNAM. 19 Imagen 1 “Organigrama Biblioteca Central”, Reglamento de la Biblioteca Central, junio de 2005. Dirección General de Bibliotecas Subdirección de Biblioteca Central Comisión de Biblioteca Selección y Adquisición Bibliográfica Circulación Bibliográfica Fondo Antiguo y Colecciones Especiales Consulta Publicaciones Periódicas Tesis Turno Especial 20 1.5 Proyecto de catalogación del Fondo Antiguo Desde la inauguración este a Biblioteca Central varios pisos y los sótanos fueron utilizados como bodegas debido seguramente a la premura por ocupar el edificio. Si bien algunas dependencias guardaban libros, muchas otras almacenaban cosas que ya no les servían, a tal grado que para 1973 varias facultades e institutos guardaban sillas rotas y material que ya no servía en este lugar.41 Fue hasta la década de los 80’s en que se desalojó a los “inquilinos incómodos” y se inició una remodelación del inmueble. El material que hoy conforma el Fondo Antiguo y Colecciones Especiales, ocupa físicamente el actual piso 12 y el piso 7 del ala poniente del edificio. “El primero resguarda los ejemplares que se registraron en un primer inventario, por su parte el piso 7 resguarda el material contemporáneo (primera mitad del siglo XX), que en su mayoría fueron subidos de los sótanos en el año 2002”42 y del que no se ahondará en este trabajo, baste decir que fue resultado de un proyecto de rescate de la colección que se albergaba en los sótanos del edificio, creando el Fondo Antiguo y Colecciones Especiales bajo la dirección de Isabel Chong43 a partir de 2002. En el caso del material del antiguo piso 10, para tener un mejor control de los libros, se realizó un listado en una hoja de cálculo de Excel; este fungió como inventario hasta el año 2009, fecha en que dio inicio el proyecto de digitalización y con él toda la catalogación de todo el material. El listado en Excel se realizó entre los años 1994 y 199644 reportando un total de alrededor de 24 mil libros, lo que hace pensar que el material del actual piso 12 fue previamente seleccionado y separado del que se encontraba en los sótanos, es decir que hubo una selección previa del material a resguardar, aunque desconozco cuales fueros los criterios para dicha selección. Como resultado del proyecto de digitalización de parte del material resguardado en el antiguo piso 10 se separaron los libros que fueron editados durante la época colonial para pasarlos a formato digital y al material restante se le hizo un nuevo 41 Rodríguez Gallardo, Op. cit., p. 14. 42 Beatriz Zamora, Fondo Antiguo y Colecciones Especiales de la Biblioteca Central de la Dirección General de Bibliotecas de la UNAM: organización bibliográfica y preservación, Informe Académico por Actividad Profesional para obtener el título de licenciada en bibliotecología, UNAM, 2012, p. 58. 43 Isabel Chong es licenciada en biblioteconomía por parte de la Escuela Nacional de Biblioteconomía y Archivonomía y maestra en Bibliotecología y Estudios de la Información por parte de la UNAM, fue miembro del Colegio de Bibliotecología de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, desde 2003 funge como coordinadora académica y docente en el diplomado El Libro Antiguo en la División de Educación Continua de dicha facultad. Se especializa en los temas de servicios bibliotecarios y de información, libro antiguo, valoración y tasación en libro antiguo y catalogación en libro antiguo. 44 Zamora, Op. cit., p. 61. 21 inventario actualizado, sustituyendo al listado de Excel que se usaba para ese propósito. Durante el periodo de realización de mi servicio social dicho inventario aún estaba en proceso, pues se estaba haciendo un inventario riguroso indicando qué libros tenían ex libris, y justamente ese es el material que es objeto de estudio de este trabajo. A la fecha de término de mi servicio (marzo 2013), se habían inventariado 8,039 libros, de los cuales 4,200 cuentan con un ex libris. Imagen 2: Porcentaje de material con exlibris de los libros clasificados de 2009 a 2013. Sin duda ha sido una labor a largo plazo que aún no llega a su fin, pero los resultados son evidentes: actualmente dentro del organigrama de la Biblioteca Central ya figura el Fondo Antiguo; el material perteneciente a los siglos XVI al XVIII se encuentra catalogado en su totalidad, así como restaurado y resguardado debidamente en el piso 3. En cuanto a las Colecciones Especiales, ya fueron inventariadas en su totalidad y la catalogación está sumamente avanzada, por lo que el siguiente paso es conocer el origen de dichas colecciones. Esta tesina recoge las experiencias de ese proceso. libros con ex libris 41.4% libros sin ex libris 58.6% 22 1.6 Conceptos Cuando se habla de Fondos Antiguos generalmente se piensa en libros viejos. A primera vista el término mismo no necesita explicación o acotación alguna, sin embargo no es así. Basta con echar una rápida mirada a las diferentes bibliotecas de la UNAM para darse cuenta que al parecer si hay un pequeño problema con la terminología. Por ejemplo, tenemos la biblioteca Samuel Ramos de la Facultad de Filosofía y Letras, que cuenta con un Fondo Reservado; en el caso de la Facultad de Medicina se cuenta con toda una biblioteca que se encarga de resguardar los libros antiguos; la Dr. Nicolás León ubicada en el Antiguo Palacio de la Inquisición, y un ejemplo más, la biblioteca de la Facultad de Derecho Antonio Caso, quecuenta con tres rubros destinados al tema que nos compete: Colecciones Especiales, Colecciones Antiguas y Colecciones Particulares. Esta variedad terminológica dentro de las bibliotecas de la UNAM, tiene un posible origen en el Reglamento General del Sistema Bibliotecario de la Universidad Nacional Autónoma de México, en su artículo 4º del capítulo I se menciona que cada biblioteca contará con su propio reglamento, pero los Fondos Antiguos y Colecciones Especiales no se mencionan en dicho Reglamento por lo que no hay un apartado que unifique dichos conceptos. ARTÍCULO 4º.- Con el objeto de salvaguardar la información documental, cada biblioteca contará con su propio reglamento en el que se especificarán los servicios que proporciona y los derechos y obligaciones de los usuarios. Este ordenamiento será elaborado por la respectiva comisión de biblioteca y aprobado por el consejo técnico, interno o asesor, o por el titular de las dependencias que no cuenten con ellos, conforme a los principios del presente reglamento y a las características generales que establezca la Dirección General de Bibliotecas. 45 Las características generales mencionadas en este artículo están especificadas más adelante en el capítulo VI que consta de tres artículos y estos unicamente hablan de los horarios de atención y de los servicios báscicos con los que deben contar las biblioteccas. No se hace mención de las caracteristicas que deben de tener los acervos ni la distribución u organización de los mismos, como se puede ver acontinuación: CAPITULO VI DE LAS BIBLIOTECAS ARTÍCULO 15.- Con fines prácticos y de aplicación de políticas específicas, las bibliotecas podrán agruparse por niveles, subsistemas, en forma geográfica o de 45 Universidad Nacional Autónoma de México, Reglamento General del Sistema Bibliotecario de la Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1990, pp. 1-2. 23 acuerdo a las disciplinas de su espacialidad. El Consejo del sistema será la instancia que tomará las determinaciones para hacer operativo este artículo. ARTÍCULO 16.- Las bibliotecas, y en particular la Biblioteca Central, procurarán proporcionar servicio en horarios continuos de, cuando menos, doce horas diarias durante los días hábiles del año y los inhábiles que fueren necesarios. En todo caso los días y horarios de atención deberán ser suficientes para atender las necesidades de los usuarios según las características de cada dependencia. Las bibliotecas exclusivamente podrán suspender sus servicios en los días y horarios previstos en los respectivos reglamentos internos o en casos de fuerza mayor. ARTÍCULO 17.- Las bibliotecas podrán proporcionar a los usuarios, en los términos de los respectivos reglamentos internos, los siguientes servicios: I.Préstamo interno, consistente en facilitar el material documental a los usuarios, exclusivamente dentro de las salas de lectura de las bibliotecas. II.Préstamo interbibliotecario, consistente en facilitar el material documental de una biblioteca a otra. III.Préstamo a domicilio. IV.Orientación e información a usuarios. V.Consulta, consistente en conocer las necesidades de información de los usuarios para canalizarlos a las áreas de la biblioteca donde se encuentra el material que les satisfaga. VI.Reproducción del material bibliográfico como fotocopias, microfilmes, grabaciones, y otros análogos, de acuerdo a las políticas generales de cada dependencia, cuyo costo será cubierto por el usuario, y VII.Otros servicios de documentación e información46. Lo anterior es muestra del vacío legal existente en la UNAM en cuanto al tema de Fondos Antiguos y Colecciones Especiales, por lo que para encontrar una aclaración en cuanto a términos es necesario consultar las obras de académicos e investigadores del tema. José Martínez de Sousa y su Diccionario de bibliología y ciencias afines47 editado por primera vez en 1989, es una referencia obligada para todo aquel que quiere conocer el lenguaje manejado en el ámbito de las bibliotecas. Pero en el caso del área dedicada al resguardo de los libros antiguos, esta obra más que esclarecedora resulta confusa, pues hay varios términos que prácticamente son sinónimos48. Es por esa razón que me basaré en las definiciones dadas por Beatriz Zamora, quien actualmente es la encargada de las Colecciones Especiales y ha estado involucrada con el Fondo Antiguo de la BC desde hace más de 10 años. 46 Universidad Nacional Autónoma de México, Reglamento General del Sistema Bibliotecario de la Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1990, pp. 7-8. 47 José Martínez de Sousa, Diccionario de bibliografía y ciencias afines, España, Ediciones Trea, 2004. 48 Por ejemplo la definición para colección especial dice: “Colección de libros raros. Conjunto de material bibliográfico separado de la colección general de una biblioteca por su rareza, fragilidad o valor u otras causas”, p. 196. Y para colección en reserva nos dice: Conjunto de libros que por sus características internas o externas, tienen especial valor histórico, artístico, etc., como manuscritos, incunables, libros antiguos, etc., que rarísimas veces se prestan”, Martínez de Sousa, Op. cit., p. 196. 24 Antes de continuar es importante resaltar la importancia que tiene la terminología empleada por Zamora, pues cumple con una de las ideas principales para fundar la Biblioteca Central. A saber: “crear una entidad rectora y sistematizadora del conjunto de bibliotecas de la UNAM,”49 es decir, hacer de la Biblioteca Central un ejemplo a seguir para las demás bibliotecas de la Universidad en materia de organización. Además dicha terminología se deriva directamente de la experiencia de trabajar con el material del Fondo Antiguo, por lo que realmente puede cumplir con la idea y servir de guía para las otras bibliotecas de la UNAM. En cuanto a la definición de Fondo Antiguo Martínez de Sousa señala que se trata de aquella colección formada por libros e impresos que datan desde el nacimiento de la imprenta en 1453 hasta el año de 1800.50 Con esta definición coincide Manuel de Ezcurdia pero al referirse a las Colecciones Especiales, él dice que éstas son “todo acervo bibliográfico, hemerográfico o de material de archivo que por su antigüedad, temática, riqueza, rareza, entre otras razones, merecen tratamiento y uso diferentes a los de los materiales bibliográficos que forman parte de colecciones generales”.51 Es Zamora quien nos da una solución a esta confusión terminológica ya que ella divide al Fondo Antiguo en dos secciones: la Colección Reservada y la Colección Contemporánea. En la primera, encontramos el material que fue creado hasta el siglo XVIII y en el segundo caso se encuentra el material que fue producido en el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, este a su vez se puede dividir en Colecciones Especiales.52 En cuanto al Fondo Reservado y citando nuevamente a Martínez de Sousa, nos refiere que se trata de un “conjunto de libros que por sus características internas o externas tienen especial valor histórico, artístico, etc., como manuscritos, incunables, libros antiguos, etc. Que rarísimas veces se prestan.”53 Con esta definición podemos ver que lo que caracteriza al material de un Fondo Reservado es la “edad” de los libros, es decir, que es material que por su tipo de encuadernación, el lugar donde se imprimió, la 49 Armando Pavón Plata, Estudio de la frecuencia de uso de la colección bibliográfica de la Biblioteca Central de la UNAM, tesis para obtener el título de licenciado en bibliotecología, UNAM, 2005, p. 10. 50 José Martínez de Sousa, Op. cit., p. 504. 51 Manuel de Ezcurdia, Las colecciones especiales, México, Dirección General de Bibliotecas, 1987, p.13. 52 Beatriz Zamora, Fondo Antiguo y Colecciones Especiales de la Biblioteca Central de la Dirección General de Bibliotecas de la UNAM: organización bibliográfica y preservación, Informe Académico por Actividad Profesional para obtener el título de licenciada en bibliotecología, UNAM, 2012, p. 22. 53 Martínez de Sousa, Op. cit., p. 196. 25 época en que se realizó, son sumamente frágiles y por lo tanto deben de ser separados de la colección general, pues su pérdida sería irreparable. Por otro lado ya mencioné anteriormente que las Colecciones Especiales según Zamora forman parte de la Colección Contemporánea y están delimitadas por el año de su producción (siglo XIX y primera mitad del siglo XX). Esto, desde mi punto de vista, es de suma importancia pues se enfatiza el valor de las obras publicadas durante el siglo decimonónico. Como bien menciona Ezcurdia muchas veces se desconoce la importancia del material resguardado y por eso no se le da un tratamiento adecuado54, afortunadamente en la BC ya se dio el primer paso para conservar debidamente este material: clasificarlo. En este sentido también contribuyó la realización de un nuevo inventario al material ya catalogado pues permitió identificar los materiales raros y actualizar los registros que llegaban a estar duplicados o modificados. 1.7 Principales características del material estudiado La principal característica es que deben de contar con al menos un ex libris. Estos son, al igual que las marcas del fuego, son una marca de propiedad que particulares o instituciones suelen poner en los libros. Pueden ser manuscritos, cédulas adheridas con grabados o dibujos, sellos en tinta o manuscritos.55 Generalmente son objeto de estudio para conocer el origen de bibliotecas particulares y son considerados artesanías, ya sea por la imagen que representa o por la técnica de elaboración.56 Con base en la idea de Felipe Teixidor57 de hacer una investigación sobre ex libris que sea de utilidad a un público más amplio y no sólo a los coleccionistas, me enfocaré en dos de estas marcas, por ser las que más se repiten dentro de la colección y poder así rastrear parte del camino que han recorrido esos libros. La primera es el sello en tinta de la biblioteca de la Escuela Nacional Preparatoria, la segunda es la cédula o sello en tinta del Seminario de Morelia. 54 Ezcurdia, Op.cit., p. 15. 55 Ernesto de la Torre y Villar, Ex libris y marcas de fuego, México, UNAM, 2000, p. 29. 56 Si bien en la obra de Ernesto de la Torre y Villar no se usa la palabra “artesanía”, ese es el trato que el autor le da a los ex libris, al basar su investigación en las características de producción y diseño de dichas marcas. 57 Felipe Teixidor, Ex-libris y bibliotecas de México, México, Imprenta del a Secretaria de Relaciones Exteriores, 1931, p. XXVII. 26 Imagen 3: Ex libris del Seminario Tridentino de Morelia (izq.) en Beaufort, Francois Louis Charles Amédée d’Hertault, conde de, Historia de los papas, desde S. Pedro hasta nuestros días, Madrid: Imprenta de D. José Félix Palacios, 1843 y de la Escuela Naional Preparatoria (der.) en Quadri, Antoni, Huit jours à Venise, Venecia, Imprimerie Cecchini, 1852. Imagen 4: Detalle de los ex libris del Seminario Tridentino de Morelia (izq.) en Beaufort, Francois Louis Charles Amédée d’Hertault, conde de, Historia de los papas, desde S. Pedro hasta nuestros días, Madrid: Imprenta de D. José Félix Palacios, 1843 y de la Escuela Naional Preparatoria (der.) en Quadri, Antoni, Huit jours à Venise, Venecia, Imprimerie Cecchini, 1852. Aunque también se encuentran ex libris de la Escuela de Altos Estudios, de algunas facultades de la UNAM, del Departamento de Beneficencia Pública del Distrito Federal, de la Universidad Angelopolitana y de algunos particulares como Eduardo Prado, I. Sánchez Gabito, Miguel Alemán Valdez y Joaquín García Icazbalceta estos quedan fuera de este estudio por no ser tan abundantes como los primeros dos, o porque fueron donaciones hechas en el siglo XX. 27 Imagen 5: Ex libris de Manuel Payno (izq.) en Rabbe Alphonse, Compendio de la Historia de Portugal, desde el principio de la monarquía hasta el año de 1823, París, Casa de Rosa, 1827 y Balbino Dávalos (der.) en Kardec Allan, Espiritísmo experimental o El libro de los mediums […], San Martín de provensals, Establecimiento tipográfico de juan Torrents y Corral, 1896. La segunda característica es la temporalidad. Si bien en las Colecciones Especiales de la Biblioteca Central encontramos material que fue producido desde los inicios del siglo XIX hasta la primera mitad del siglo XX, el presente estudio únicamente se enfocará en conocer el origen del material impreso durante el siglo XIX. Esta decisión responde al gran interés mostrado por el personal encargado de resguardar esta colección, encabezado por Beatriz Zamora, que busca valorar y dimensionar el material producido en esa época. Esta temporalidad permite, hasta cierto punto, complementar los estudios encabezados por Laura Suárez de la Torre, en el sentido de que muestra a la cultura de las letras durante la segunda mitad del siglo XIX y el desarrollo de las bibliotecas públicas en México. Por otro lado la temática de los libros no es una directriz que guie este trabajo. La razón es que se busca conocer el origen de colecciones completas, y con base en ello tener una noción de la evolución de la idea de “biblioteca” y de la importancia que se le ha dado a lo largo del siglo XIX y XX en México. Por lo que los libros que son objeto de este estudio pueden hablar sobre la historia de los Papas, sobre los procedimientos que los médiums tienen para invocar espíritus, un método para aprender francés o una novela de la España del Siglo de Oro. Para ejemplificar lo dicho anteriormente se muestra en la siguiente tabla el porcentaje de temas de algunos de los libros, basado en el sistema de clasificación de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos que es el utilizado actualemnte el todas las bibliotecas de la UNAM, obtenido de los libros resguardados en el piso 12 de la BC con ex libris, editados durante el siglo XIX y que han sido catalogados hasta marzo de 2012, fecha en que concluí mi servicio social. 28 Obras Generales 0.3 % Filosofía, Psicología, Religión 18.9 % Ciencias auxiliares de la Historia 1.3 % Historia Universal 13.6 % Historia de E.U.A. 1.9 % Historia de América 5.0 % Geografía 1.9 % Ciencias Sociales 3.8 % Ciencias Políticas 2.2 % Derecho 5.3 % Educación 0.7 % Música 0.1 % Bellas Artes 0.7 % Lingüística, Literatura 29.1 % Ciencias 7.0 % Medicina 2.7 % Agricultura 0.6 % Tecnología 3.2 % Ciencias Militares 0.4 % Ciencias Bibliotecarias, recursos de información 0.4 % Imagen 6: Porcentaje por temática del material estudiado. Sin embargo, es conveniente conocer, al menos de manera superficial los libros que forman parte de este estudio, ya que es un material útil para futuros trabajos. Aquí solamente se está explotando una arista de las muchas que puede ofrecer el estudio de las bibliotecas, inclusive el estudio de las bibliotecas y de los ex libris se puede trabajar desde otros enfoques y uno de ellos es el de las historia de las mentalidades. Se puede conocer el pensamiento de una persona e incluso el pensamiento de una institución y su repercusión en sus estudiantes conociendo sus bibliotecas. Este estudio no se hace en este trabajo por dos razones, la primera es que, como ya mencioné, se busca conocer la historia de la biblioteca en sí, no de la institución de la que formó o forma parte, y la segunda porque al momento de la realización de este trabajo la lista de los ex libris estaba incompleta, solamente se tenían registro de los materiales con esta marca, más no se tenía cual o cuales marcas eran.Por lo que se incluye una lista de los libros que tienen ex libris que ya han sido debidamente catalogados e inventariados desde el 2009 hasta marzo de 2013. Esta lista está en orden alfabético y es una muestra del acervo resguardado en el piso 12 de la BC, como ya lo mencione puede servir para futuras investigaciones. Uno de los motivos iniciales para realizar este trabajo fue dar a conocer el material bibliográfico del siglo XIX, para su valoración y su posterior utilización. Este listado cumple con ese objetivo, pues se dan a conocer algunos de los títulos que forman 29 estas Colecciones Especiales, buscando despertar el interés particular de cada investigador que lea esta lista para que se pueda dimensionar el valor de estas colecciones y así tomar conciencia de la urgencia del rescate de este material decimonónico en otras bibliotecas, pues esto ayudará a comprender mejor el pensamiento en el siglo XIX. Es importante señalar que el criterio que se ha utilizado para la selección del material de esta investigación es la procedencia del mismo. Para conocer dicha procedencia es de suma importancia un elemento que encontramos en los libros: el ex libris. Gran cantidad del material resguardado en el piso doce de la BC contiene uno o más ex libris, cuestión que resultó llamativa y de gran relevancia, porque permitió conocer un poco de la historia de esos libros, los lugares donde han estado y las personas que los han consultado. Este criterio deja fuera del estudio a una parte de la colección. Por lo que no se dará a conocer el origen de todos los materiales que conforman las Colecciones Especiales del siglo XIX. Estos libros, por no contar con esta marca, hacen muy difícil e incluso imposible rastrear su origen. 30 Capítulo II ¿Dónde quedó la bolita? O La biblioteca de la Escuela Nacional Preparatoria 2.1 Creación de la Escuela Nacional Preparatoria y su biblioteca Como ya lo mencioné, mucho del material resguardado en el actual piso 12 de la Biblioteca Central perteneció a la Escuela Nacional Preparatoria (ENP). Por lo que en primer término es importante conocer la historia de la biblioteca de dicha institución para tener una idea de cuándo y cómo es que ese material terminó donde actualmente se encuentra. Teniendo eso en mente en este capítulo no se hablará de forma extensa y profunda de la historia de la ENP como institución, sino de un aspecto menos trabajado que es su biblioteca. El 2 de diciembre de 1867, el entonces presidente de la República Benito Juárez, expedía la Ley Orgánica de Instrucción Pública en el Distrito Federal, que reformaba con un espíritu cientificista y positivista todo el sistema educativo del país. La consecuencia palpable de este espíritu renovador fue la creación poco después, el 3 de febrero de 1868 de la Escuela Nacional Preparatoria.58 Se iniciaba así un nuevo capítulo en la historia de la educación en México. La introducción del pensamiento positivista a México se vio materializada con la creación de la Escuela Nacional Preparatoria. Primera institución de su tipo que buscaba formar alumnos bajo los cánones del método científico. Tratando de dejar a un lado la teología y la filosofía, es decir, el conocimiento que no pudiera ser demostrado mediante la experimentación en un laboratorio. Sin embargo hubo materias que al pertenecer a las humanidades no entraban en la categoría de ciencia y sin embargo no se podían dejar fuera del programa de estudios por el gran peso que tenía en la educación de los jóvenes. Un ejemplo de lo anterior es la enseñanza de la Historia, disciplina que antes de su enseñanza en la Nacional Preparatoria no tenía una formación institucionalizada. Los historiadores eran generalmente “aficionados” a las antigüedades o políticos conscientes 58 Ernesto Lemoine Villicaña, La Escuela Nacional Preparatoria en el periodo de Gabino Barreda 1867- 1878, estudio histórico, documentos, México, UNAM, 1970, p. 7. 31 de su importancia en la formación de los individuos y de las naciones, pero con su inclusión dentro de los planes de estudio de dicha institución educativa se comenzaron a crear los rudimentos de una “ciencia histórica”, estudiar el pasado siguiendo una serie de pasos, es decir, un método. Este método fue el mismo que se implantó a las demás áreas del conocimiento, el método científico. Cuyos elementos son la observación, la experimentación y la búsqueda de leyes que rigen los fenómenos o las relaciones entre ellos.59 Claro está que en la historia, y en las humanidades en general, es imposible la experimentación, sin embargo si se sigue un estricto sentido cronológico, siguiendo los principios de clasificación y jerarquía.60 Si bien se tenía en mente la importancia de la disciplina histórica dentro de la formación de los alumnos, en la práctica quedó algo reducida. En la Ley Orgánica del 2 de diciembre se establecían tres materias para la enseñanza de la historia, a saber: Cronología, Historia General e Historia Patria. Sin embargo en el Reglamento del 24 de enero de 1868 sólo se contemplaban dos clases; Historia y Cronología. Ya para el inicio de clases, Gabino Barreda, el entonces director, redujo a una sola materia el curso de historia bajo el nombre de Cronología, Historia General y del País, y fue hasta que Justo Sierra abogó por la materia que se separó definitivamente la Historia Universal y la Patria.61 Lo anteriormente descrito es un ejemplo de los problemas “logísticos” a los que se tuvieron que enfrentar los que encabezaban el proyecto positivista. Otro de los problemas con los que se enfrentaron, y que concierne enteramente a este trabajo, es la biblioteca, pues al momento del inicio de clases la institución carecía de una. Más adelante ahondaré en este punto. Es conveniente hablar sobre el inmueble que alojó a la Biblioteca de la ENP pues ahí permaneció desde su creación hasta la década de los ochenta del siglo XX, época en que la preparatoria abandono definitivamente el edificio de San Ildefonso. Del gran número de edificios coloniales que el gobierno poseía en la ciudad de México, Barreda seleccionó y Juárez aprobó, para residencia de la preparatoria, El Antiguo Colegio de San Ildefonso. 59 Charles A. Hale, La transformación del liberalismo en México a fines del siglo XIX, México, FCE, 2002, p. 226. 60 Ibidem, p. 227. 61 Lemoine Villicaña, Op. cit., p. 69. 32 El colegio desde su inauguración en 1589 funcionó como institución educativa tanto para laicos como para sacerdotes, como toda escuela jesuita. Después de la expulsión de los jesuitas de la Nueva España, algún tiempo San Ildefonso sirvió de cuartel pero en 1771 volvió a ser casa de estudios, bajo el patronato del rey y el vice patronato del virrey. La historia de San Ildefonso, como institución educativa controlado por el gobierno, arranca precisamente en 1771; y continua así hasta el nacimiento de la ENP exceptuando el lustro de 1815 a 1820 cuando regresó a manos jesuitas.62 Probablemente este historial de control gubernamental haya influido en Barreda para elegir dicho inmueble. Pero más importante aún es la tradición educativa del mismo. Por las aulas de San Ildefonso pasaron liberales de la talla de Sebastián Lerdo de Tejada, incluso el mismo Barreda fue un alumno en esta escuela. Ernesto Lemoine menciona que el rectorado de Lerdo de Tejada (1852-1853) fue la última etapa brillante del colegio como institución colonial.63 Tenemos entonces que el edificio actualmente ubicado en la calle de Justo Sierra 16, en la época de la República Restaurada tenía una larga tradición educativa y era el recinto en donde se educaron los liberales de ese tiempo, por lo que es muy probable que para continuar con esa tradición Barredahaya seleccionado ese lugar en particular. De hecho hubo un corto lapso, enero de 1869, en que convivieron bajo el mismo techo los antiguos alumnos de San Ildefonso que se examinaban y los nuevos preparatorianos que se inscribían.64 Es conveniente mencionar al último rector que tuvo San Ildefonso antes del nacimiento de la institución positivista pues está relacionado con el asunto de la biblioteca. Antonio Tagle estuvo a cargo del colegio del 17 de agosto de 1867 al 14 de diciembre de 1868, ya que el presidente Juárez no quería que los alumnos perdieran el año escolar. Por lo tanto su administración no fue de gran relevancia y transcurrió sin mayor problema. Lo que quiero rescatar es lo que ocurrió cuando concluyó su rectorado, pues cuando se va de San Ildefonso, Juárez lo nombra director de la Escuela Especial de Jurisprudencia a donde Tagle se llevó muebles, archivos y libros del colegio al Ex 62 Ibidem, pp. 24-25. 63 Ibidem, p. 29. 64 Ibidem, p. 46. 33 Convento de la Encarnación,65 dejando a la naciente Escuela Preparatoria sin una biblioteca. Es bajo el rectorado de Alfonso Herrera (1878-1884), diez años después de su creación, que finalmente se dota a la Escuela Preparatoria de una biblioteca. Fue a inicios de este rectorado cuando se anunció la transformación de la capilla en biblioteca.66 No queda muy claro el material que se usó como base para dicha biblioteca. Algunas fuentes mencionan que Alfonso Tagle se llevó todos los libros del antiguo colegio, sin embargo una nota periodística de inicios del siglo XX menciona que sí quedaron algunos libros del antiguo colegio y estos formaron la base del acervo de la nueva biblioteca: Bibliotecas Públicas de la Preparatoria Sigue en importancia a las bibliotecas anteriores (Biblioteca Nacional, Biblioteca Nocturna anexa a la Nacional) la de la Escuela Nacional Preparatoria, fundada en el año de 1879 por D. Alfonso Herrera con algunos libros que pertenecían al convento de San Ildefonso, y enriquecida más tarde con los valiosos donativos de la Sra. doña Concepción Lombardo de Miramón y del Sr. Don Eduardo Prado. Cuenta en la actualidad con 18 600 volúmenes […] El mundo ilustrado, México, 1907.67 Esta nota es de gran interés para este trabajo, por lo que será analizada en varias partes y por el momento solo retomaré lo que se dice respecto a la creación de la biblioteca y su acervo. El problema que plantea es que no se sabe a ciencia cierta el origen de la colección. En los libros que actualmente se resguardan en la Biblioteca Central, ninguno posee algún ex libris o marca de fuego que indiquen su pertenencia al antiguo Colegio de San Ildefonso. Es muy probable que Tagle dejara los libros que el considerase de poco valor o inútiles en la institución que quedó a su cargo. Por lo que surgen varias interrogantes: ¿cuántos eran los libros resguardados en San Ildefonso?, ¿existe un catálogo que haya sobrevivido hasta nuestros días?, en el caso de que efectivamente se haya dejado al inmueble “sin un solo libro” ¿de dónde salieron los ejemplares que formarían la nueva biblioteca?, ¿fueron donaciones, fueron comprados específicamente para ese fin? 65 Ibidem, p. 47. 66 Lilia Estela Romo Medrano, et. al., La Escuela Nacional Preparatoria. Raíz y corazón de la Universidad, México, UNAM-Escuela Nacional Preparatoria, 1998, p. 6. 67 El Mundo Ilustrado, México, 1907 en Clementina Díaz de Ovando, Elisa García Barragán, La Escuela nacional Preparatoria, los afanes y los días 1867-1910, México, UNAM, 1972, t. II, p. 519. 34 Una nota del periódico La voz de España plantea cuestiones aún más importantes: La Escuela Nacional Preparatoria Hablando un periódico de México de este establecimiento dice que […] la antigua capilla se ha transformado en biblioteca, que contiene 6 200 volúmenes de los cuales unos 4000 de julio último a la fecha. La voz de España, México 17 de septiembre de 187968 Aquí tenemos dos datos que llaman la atención, el primero es que ya se manejan cantidades de libros, si damos por cierta la información en la nota, entre julio y septiembre de 1879 el acervo creció en número de 4,000 libros, lo que nos deja 2,200 libros como posible acervo base de la biblioteca. Pero esta nota hace plantearse otra situación aún más relevante y es la fecha de creación de la biblioteca. El rectorado de Herrera comenzó el 16 de abril de 1878, por lo que tomando en cuenta la fecha de publicación de la nota y las fechas que en ella se manejan la inauguración debió haber tenido lugar entre el 16 de abril de 1878 y los primeros meses de 1879. Para los últimos años del siglo XIX se realizaron inventarios y adecuaciones a la antigua capilla de San Ildefonso, lo que trajo como consecuencia que a finales del porfiriato la biblioteca de la ENP se convirtiera en una de las tres bibliotecas públicas más importantes de la capital, las otras dos eran la Biblioteca Nacional y la Biblioteca Nocturna anexa a la Nacional.69 Resumiendo todo lo anterior, el nacimiento de la biblioteca de la Escuela Nacional Preparatoria es un misterio del que se tienen algunas pistas que no aclaran mucho la situación, solamente se sabe que su creación tuvo lugar entre 1878 y la primera mitad de 1879 y que los libros que se usaron para su creación probablemente fueron los pocos que dejó Antonio Tagle en San Ildefonso y algunos más que se adquirieron para ese fin. Esta falta de datos es reflejo de cómo son vistas las bibliotecas contemporáneas por la academia. Son lugares importantes en cuanto el material que resguardan, es decir la función educativa que cumplen. Pero poca atención ha recibido su evolución a lo largo del tiempo, en parte al corto tiempo de su existencia. Razón por la cual este trabajo pretende ser un llamado de atención para registrar con más cuidado el crecimiento de estos recintos, para que las futuras generaciones de investigadores que estén interesados 68 La voz de España, México 17 de septiembre de 1879 en Ibidem, p. 108. 69 Díaz de Ovando, Op. cit., p. 519. 35 en el tema, tengan material para conocer la historia de este aspecto de gran importancia en la historia de la educación y en general de todas las áreas del conocimiento. 2.2 La donación de Concepción Lombardo de Miramón Mención aparte requiere la donación hecha por Concepción Lombardo de Miramón por dos razones, la primera porque las fuentes indican que fue la primera donación realizada a la biblioteca de la Nacional Preparatoria y la segunda porque aporta datos para complementar la biografía de este particular personaje del siglo XIX. La figura de Concepción Lombardo de Miramón (1835-1921) comenzó a tener importancia entre los estudiosos del siglo XIX a partir de la década de los ochenta del siglo XX, a raíz de la publicación que hizo Felipe Teixidor de las Memorias que ella escribió en Europa sobre su vida en México y parte de los primeros años en el Viejo continente70. En este texto podemos encontrar datos variados pero a la vez importantes. Se nos muestra a una mujer consiente de los acontecimientos que ocurren a su alrededor, y que asume una actitud ante ellos, el más claro ejemplo es la actitud que toma ante diversas suertes que le ocurren a su marido, dando siempre una posición favorable a Miramón. Este libro también nos muestra varios aspectos de la vida cotidiana de una cierta élite mexicana,71 en éste tenemos un testimonio de la educación femenina durante el siglo XIX con las famosas “amigas” en donde el famoso lema “la letra con sangre entra” se hizo popular en México. En el texto de Concepción nos queda claro que estas “instituciones” más que educar eran para que los padres se libraran de sus hijos por unas
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