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Universidad Nacional Autónoma de México 
Facultad de Psicología. C.U. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Sobre el horizonte subjetivo y lo particular del síntoma. 
(Acto creativo y subjetivación del síntoma) 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Trabajo de tesis para la licenciatura en Psicología Clínica 
Elaborada por: Sergio Javier González Acosta 
300160970 
 
 
 
 
 
 
 
 
Director: Juan Carlos Muñoz Bojalil 
Revisora: Dra. Patricia Corres Ayala 
 
México D. F. 2011 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
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Índice. 
 
 
 
Introducción 
 
1. El estudio clásico del lenguaje 5 
 
2. El estudio contemporáneo del lenguaje 12 
 
3. Concepto de estructura. Sustancia y forma de los signos y los 
mensajes 27 
 
4. Comunicación humana 35 
 
5. Lenguaje y Subjetividad 43 
 
6. La interacción 54 
 
7. La constitución psíquica 61 
 
8. Conclusiones 70 
 
9. Anexo 99 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Introducción. 
 
 
El hombre en su conocimiento del mundo ha alcanzado diferentes grados de 
instrumentalización material y de complejidad simbólica a través de las épocas, lo 
que ha marcado de manera singular el desarrollo de los grupos humanos, 
dándoles un estatuto absolutamente particular en la forma de cultura y civilización. 
Sin embargo las características de la realidad humana son un hallazgo 
relativamente reciente en la historia del conocimiento, pues se contaba con que 
los datos de la percepción informaban de modo infalible sobre los objetos y la 
presencia del lenguaje había sido considerada una manera natural de traducir el 
mundo y la experiencia e incluso de influir en ella. Por siglos se ha visto una 
intencionalidad divina en las designaciones culturales eficaces en el plano 
simbólico, su carácter articulado y su variabilidad intrínseca quizá fueron intuidas 
de manera aislada por diferentes pensadores al servicio de los gobiernos en la 
historia, pero es hasta siglos recientes que esta intuición se formalizó al investigar 
el papel del lenguaje en la realidad humana. 
 
En este sentido, una concepción del lenguaje y sus efectos tiene consecuencias 
directas en la concepción del mundo y sus relaciones para un grupo humano 
determinado, tal como lo ilustran las mitologías de los pueblos y la articulación de 
su conocimiento, estrechamente relacionados a las causas existenciales en la 
subjetividad para los individuos que forman parte de ella. 
 
Las instituciones humanas reconocen el peso de poder del discurso y captan a los 
individuos para conducirlos a un trabajo de consumo que sistemáticamente aisla al 
sujeto, explotando el potencial de la ficción como articulador de la realidad 
humana. 
 
No obstante, el sentido crítico abierto por las investigaciones estructurales del 
lenguaje constituyen un parteaguas epistemológico especial, pues además de 
promover movimientos internos en las disciplinas que tienen por objeto al lenguaje 
y sus aplicaciones, alcanza los fundamentos mismos del conocimiento y posibilita 
un reordenamiento bajo efecto de la relativización semiológica. 
 
Las consecuencias arrojadas por esta operación son visibles en la forma del 
conocimiento a partir de los siglos XIX y XX, donde la certeza relativa al lenguaje 
queda afectada, la relación entre la palabra y la cosa aparece cuestionada, el 
sujeto en el conocimiento aparece dividido por sus efectos, pesa una duda sobre 
el lenguaje como traductor cristalino de una realidad en sí y finalmente se 
cuestiona el estatuto de la realidad humana en cuanto tal a partir de la íntima 
relación del hombre con esta dimensión, que revela un carácter alienante, 
estructurante y convencional. 
 
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La constitución psíquica del hombre puede ser vista desde una nueva perspectiva. 
Si bien es cierto que a lo largo de la historia, las civilizaciones han sabido recoger 
en instituciones los efectos de lenguaje que escapan a la lógica racional y que 
llegan a ostentar su amplio alcance en el cuerpo, es hasta este punto del 
conocimiento que se puede poner en perspectiva el funcionamiento del lenguaje 
como sistema y lo que produce y posibilita a nivel subjetivo. 
 
Este trabajo pretende introducir por esta vía hacia el descubrimiento del 
inconsciente como ese conjunto de efectos de lenguaje en el hombre, para 
aproximarnos a una visión dinámica de las complejas relaciones en las que la 
constitución psíquica humana alcanza su consistencia y sus posibilidades, así 
como las discontinuidades propias que esta dimensión inaugura desde lo más 
íntimo de la constitución de cada individuo. 
 
Con el Psicoanálisis señalaremos las condiciones de desarrollo del ser humano y 
la afectación de sus disposiciones por el entorno interactivo y las estructuras de 
lenguaje en sus funciones distintivas más elementales. 
 
No sin una posición crítica que pueda situarse más allá de los objetivismos en 
donde se pierde de vista lo particular y se reproducen modelos coercitivos de 
conocimiento y adaptación, pues el paradigma que aporta el estudio semiológico 
es capaz de proponer una nueva dimensión de comprensión que no se ciñe a la 
aspiración científica ya ingenua de atrapar la cosa en la cifra, sino que, advertida 
de sus efectos convincentes de deslumbramiento, busca lo que le es propio a 
cada sujeto por fuera de la marca mortificante generada también por el 
significante. 
 
Ante las condiciones actuales de la civilización la respuesta del sujeto encuentra 
dificultades inéditas, por lo que el dispositivo analítico se pondrá a prueba como 
una oferta capaz de marcar la diferencia y resistir a la inercia generalizante que 
pretende responder por el sujeto ahí donde el reconocimiento de lo sintomático 
particular podría ser efectuado, oponiéndo el trabajo dialéctico de subjetivación del 
síntoma a la lógica capitalista y su devastación. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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1. El estudio clásico del lenguaje 
 
Para Foucault
1
, el sistema de signos del mundo occidental era ternario desde el 
estoicismo (Grecia Helénica, siglo IV a.C.), ya que se reconocía en él al 
significado, al significante y la “coyuntura” como potencia organizadora de un 
fatum2*, es decir, se concebía una correspondencia causal perfecta entre el 
lenguaje y el mundo y se contaba con un logos del universo; esta concepción 
obligaba a postular que la determinación del mundo y sus complejas y dinámicas 
relaciones no son accesibles al conocimiento,exigía por tanto del individuo la 
actitud típicamente estoica de aceptación de las circunstancias. 
 
En el siglo XVI la disposición de los signos en la Lógica de Port-Royal** se 
establece por el enlace entre un significado y un significante. Ya en el 
renacimiento, a decir de Foucault, el problema de la designación en el lenguaje se 
complejiza, se muestra susceptible de establecer relaciones diversas entre sus 
formas y sus contenidos y la similitud tendrá un papel primordial en la reflexión de 
lo que liga las marcas lingüísticas con las cosas que designan. Tres niveles del 
lenguaje a partir del ser único de la escritura ordenaban para el pensamiento 
clásico las relaciones entre las cosas y sus representaciones, dando esta triada 
(marcas, contenido señalado y similitud) un resultado más bien unitario, donde era 
posible “leer” el mundo a través del recubrimiento que los signos articulaban sobre 
él. 
 
El orden que se establece en el renacimiento entre las cosas y las 
representaciones permitía pensar el lenguaje como un elemento natural que 
existía desde el principio, con un ser en bruto tan primitivo como la cosa, 
materializada en la escritura reservada para los grupos dominantes; se pretendía 
una relación no equívoca que descubría y presentaba al mundo de manera 
transparente en la construcción del conocimiento. Aún cuando la concepción 
clásica establece que la representación es un sistema cerrado sobre sí mismo y 
sobre las cosas, produce en su movimiento incesante nuevos niveles del discurso 
necesarias para su encuadre que para Foucault toman la forma de comentario y la 
forma de texto. 
 
El fin del renacimiento (siglo XVI) también es el fin de estas concepciones que 
oscilan entre uno y tres términos, estabilizándose en una concepción binaria y 
regular y dando lugar a que el lenguaje en lugar de pretender constituir el medio 
directo y cristalino de escritura material de las cosas, se organizará gradualmente 
entre los signos representativos, instaurándose por primera vez la necesidad de 
 
1
 Referencia a la obra de Foucault, Michelle; en “Las palabras y las cosas”, 1966, Siglo XXI editores. 
*Locución latina que denota al destino, se refiere a “lo que está dicho” y no se puede cambiar. 
**La logique, ou l´art de penser, importante manual de lógica publicado en 1662 en Port-Royal, es probable 
que Blaise Pascal haya participado en su redacción. 
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reconocer cierta distancia entre la representación y la cosa representada. Este 
momento epistemológico es crucial en lo que constituirá el pensamiento 
racionalista desde Descartes (siglos XVI y XVII) hasta la aparición de las ciencias 
empíricas en cuanto tales, que cuentan aún con cierta relación unívoca entre un 
signo y la cosa, orientando su actividad a la construcción y perfeccionamiento de 
arreglos simbólicos sobre un real supuesto del mundo y sus fenómenos en sí 
mismos. 
 
Así se inaugura el problema central de ¿cómo saber que un signo designa lo que 
significa?. En las ciencias humanas queda desarticulada la antigua ligazón del 
mundo con las palabras, el lenguaje queda desterrado en relación al mundo que 
hasta entonces se había encargado de materializar en la escritura, que ha perdido 
su exclusividad y su primado. La antigua uniformidad entre lo visto y lo leído, entre 
lo escuchado y lo sabido está trastocada y al fin es posible pensar que las 
palabras y lo que designan se articulan sin paralelismo ni reciprocidad obligada en 
la construcción del conocimiento. 
 
Una de las más notables consecuencias del abandono del teocentrismo medieval 
y el paso al antropocentrismo renacentista fue la pérdida del poder articulador que 
la semejanza lingüística había detentado hasta entonces (se pierde la confianza 
en las evidencias de verdad que el lenguaje ofrecía a primera vista, en el 
pensamiento aparece definido el discurso como ejercicio de poder, las metáforas 
que enlazaban las causas y los objetos se vuelven discursos relativos); Foucault 
ubica en los siglos XVII y XVIII importantes consecuencias de tan profunda ruptura 
epistemológica, volviendo consistente la noción de que todo discurso impregna y 
orienta la transformación del conocimiento, que todo discurso tiene un valor de 
poder y que se articula con base en reglas intrínsecas al sistema de la lengua. 
Este valor del lenguaje se presenta como una auténtica novedad y el ejercicio del 
lenguaje va a consistir no solamente en implementar y crear los signos de la 
representación de algo sino de disponer además de signos en torno a ella. Esta 
dimensión del discurso impregna las relaciones humanas hasta sus sistemas 
fundamentales, la familia detentará para nosotros una importancia central para 
nuestro estudio de la constitución subjetiva. Pero en sentido epistemológico, esta 
acción lógica de mostración y repliegue produce la necesidad crear herramientas 
para el estudio del asentamiento del discurso sobre sí mismo, que se desarrolla en 
vertientes demostrativas pero también y más que nunca decorativas, anunciando 
diversos intentos de formalización para el estudio global de los fenómenos 
lingüísticos. 
 
Para Ferdinand de Saussure (Suiza, 1857 – 1913), el estudio de la lengua ha 
pasado por tres grandes etapas antes de poder definir su objeto con especificidad 
satisfactoria. 
 
En un primer momento se produjo lo que llamamos Gramática. Este estudio 
inaugurado por los griegos se interesó en la forma de las palabras (morfología) y 
en las posibilidades de combinación de las mismas (sintaxis); está fundada en la 
lógica, como objetivo general busca describir una reglamentación de dichas 
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combinaciones para desembocar el estudio en las propuestas de un uso ideal de 
la lengua. En este sentido podemos decir que es una disciplina orientada a 
formalizar una ética del uso del lenguaje y describir al hablante ideal capaz aplicar 
adecuadamente las reglas de articulación de los enunciados, lo cual demostrará 
ser un punto de vista estrecho para dar cuenta de diversos fenómenos asociados 
a la lengua y el habla. 
Por otro lado, como un estudio paralelo y subordinado se produce la Etimología, 
que se ha interesado profundamente por el origen de las palabras. La palabra 
misma –etimología- es un cultismo formado del griego etymos = verdadero, se 
refiere a la raíz o a la palabra de la que procede un vocablo y logos = palabra, es 
muy común a los términos que expresan una relación a las palabras en sentido 
reflexivo o de razonamiento; podemos traducir su sentido como “relacionado a la 
verdad de la palabra”. 
De este modo dentro de la investigación etimológica han surgido variantes 
especializadas en aspectos particulares de la evolución de las palabras. Ejemplo 
de ello es el estudio de la etimología inmediata que explica la última procedencia 
de una palabra; en el caso de la palabra etimología su última procedencia sería el 
latín, debido a que durante el renacimiento (siglos XVI y XVII) la lengua de los 
romanos se convierte en la Lengua franca europea. Los cultismos y las 
etimologías inmediatas en general son relativamente recientes y se conserva de 
ellas cierta documentación impresa que incluye quien acuñó cierta palabra y 
cuándo lo hizo. En este punto de la descripción puede comprenderse que la 
etimología inmediata produzca insatisfacción en los filólogos que buscan conocer 
todas las transiciones evolutivas de la palabra y el recorrido que es capaz de 
hacer a través de las lenguas y los tiempos. 
Por esta razón, el estudio etimológico requiere una erudición que permita seguir 
las pistas de las palabras a través del tiempo y la geografía basándose en 
registros de acontecimientos históricos, reglas de estructura y sus cambios, 
derivación, composición, eufonía, gramática de la lengua de origen, las diversas 
alteraciones tanto ortográficas como prosódicas con el objeto de llegar a lo que se 
ha llamado una etimología primitiva, que sería aquella donde se recoge el origenprimitivo de un vocablo, el cual sería autóctono de un idioma y por tanto no habría 
sido tomado de otra lengua. Esta reflexión ha permitido que algunos eruditos como 
Sir William Jones3 hayan imaginado una antigua lengua proto-indoeuropea 
hablada hace unos 6000 años y que constituiría la base del Sánscrito (lengua de 
la India), el griego y el latín, que constituirían las raíces lingüísticas principales 
para la cultura occidental, sin embargo el estudio etimológico que consideraba a 
cada palabra como un problema aislado sufrirá un relevo en la medida que se 
revela el carácter sistémico de las relaciones internas de las lenguas. 
 
Según De Saussure, un segundo momento aparece con la Filología. En 
Alejandría (siglo III a.C.) ya existía una escuela filológica como lo enuncia el autor, 
 
3
 Promotora Española de Lingüística, Sitio electrónico de lingüística. 
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pero con él usaremos este término en relación al movimiento promovido a partir de 
1777 por Friedrich August Wolf. Originalmente interesada en la interpretación, 
conservación y crítica de los textos, avanza en la determinación de los textos 
auténticos, por lo que constituye un antecedente de la Semiología. Se le reprocha 
apegarse de manera muy servil a la lengua escrita y olvidar la lengua viva; 
además de estar absorbida casi por entero por la antigüedad griega y latina. 
 
El tercer periodo es ubicado por De Saussure a partir del descubrimiento de que 
las lenguas son comparables entre sí. A este estudio se le ha llamado Filología 
comparativa o Gramática comparada. Para Franz Bopp (1816), la estructura 
interna de las lenguas es la que va a dar soluciones completamente nuevas sobre 
la genealogía de las lenguas. El avance de esta intuición constituyó una de las 
más importantes y a la vez discretas rupturas epistemológicas que cayeron sobre 
las teorías de la representación en la cultura occidental; para Foucault, ahí con 
Bopp, la palabra perdió la función representativa que la época clásica le atribuía 
por sí misma y se procedió a una concepción donde lo principal será la 
organización de conjunto. La capacidad de representar ya no es entonces una 
propiedad constitutiva de la palabra por sí misma, lo que la palabra puede decir ya 
no está en función de una discursividad inmediata sino en las relaciones y los 
cambios, en sus posiciones y en su desplazamiento a través del tiempo 
encontraremos rastros de las leyes que los rigen y organizan en el interior de una 
misma lengua y entre lenguas distintas. 
 
Los desarrollos en gramática comparada proponen que la palabra no está 
vinculada de manera fija a una representación sino en la medida que forma parte 
de la organización gramatical de conjunto por medio de la cual le es posible 
definirse; solo inmersa en la totalidad gramatical que le da coherencia a la lengua 
se puede entender que son estas relaciones entre elementos lo fundamental y 
determinante en todo sistema lingüístico y lo que hace posible las comparaciones 
que revelan sus parentescos y derivaciones. 
 
Fue Bopp el primero que comprendió que las relaciones entre lenguas 
emparentadas podían constituir la materia de una ciencia autónoma. Schlegel 
elaboró la mejor sistematización disponible de la ciencia fundada por Bopp bajo el 
título de “Compendio de gramática comparada de las lenguas indogermánicas” 
(1861). Según el punto de vista de Saussure, en este campo aún no existía la 
preocupación por aislar la naturaleza de su objeto de estudio y, privada de un 
método propio, fue exclusivamente comparativa y no abordó sus aspectos 
históricos. No fue sino hasta 1870 que se elaboró la pregunta sobre la dimensión 
histórica y las condiciones de vida de las lenguas. 
 
Este contexto constituye el origen de la lingüística histórica y el primer paso formal 
lo da el norteamericano Whitney4 con “La vida del lenguaje” (1875) donde postula 
que el lenguaje no sería una propiedad biológica del hombre sino un hecho social 
 
4
 Arellano, Fernando en “Historia de la lingüística, tomo 1”. Universidad católica Andrés Bello, Estudios 
Humanísticos de investigación. 
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y una instancia inventada para establecer acuerdo y comunicarse, por lo que 
resalta el aspecto instrumental y de convención. Poco después surge la escuela 
de los Neogramáticos (Junggramatiker) cuyos principales exponentes eran todos 
alemanes. Esta escuela situó en perspectiva histórica los resultados de la 
comparación y encadenó así los hechos en su orden natural, es decir, su 
contribución fue decisiva para dejar de considerar a la lengua como un organismo 
que se desarrolla por sí mismo y fue situada como producto del “espíritu colectivo”. 
Establecieron que los cambios en la lengua se deben a necesidades intrínsecas 
del sistema y no solamente a la voluntad consciente de sus usuarios y enfatizaron 
el hecho de que dichos cambios se llevan a cabo de acuerdo con la organización 
interna cada lengua. El método por excelencia de esta escuela fue el comparativo, 
rastreando correspondencias entre las lenguas a partir de la comparación de sus 
elementos gramaticales pero orientaron sus resultados en una perspectiva 
histórica que pretendía esclarecer sus transiciones. De cualquier modo, aún no 
podemos decir que esta escuela haya echado luz sobre la cuestión del lenguaje 
en conjunto hasta este punto, ya que su esfuerzo más importante estaba orientado 
a introducir los métodos positivistas en auge en el estudio del lenguaje. 
 
Llegado el siglo XIX, para Foucault la literatura viene a mostrar el curso que ha 
tomado el problema de la representación y el lenguaje desde la época clásica, 
mostrando esta vez una profunda diferencia con aquella concepción en donde 
teníamos un lenguaje primordial, su ser en bruto unido de manera inextricable a 
las cosas y al mundo. Nuestro autor no encuentra ya a partir del siglo XIX los 
rastros de ese anhelo por la palabra primera y de este orden inicial que 
fundamentaba, organizaba y limitaba el mundo y el movimiento incesante del 
discurso en el pensamiento clásico; en adelante la investigación del lenguaje va a 
crecer sin puntos de partida, sin final y sin promesa como sentencia el autor, para 
quien la literatura se ha encargado de trazar día a día el recorrido de este espacio 
que declara vano y a la vez fundamental.5 
 
En el último cuarto del siglo XIX surge una derivación del estudio histórico de la 
lengua llamado Paleolingüística, que continuó el estudio histórico-comparativo de 
los parentescos de las lenguas pero de manera más global, intentando 
comparaciones masivas e integrativas de las grandes familias lingüísticas. 
 
De esta manera el siglo XIX emprende una investigación inédita sobre el lenguaje 
integrando la evidencia epistemológica radical de una distancia entre las palabras 
y las cosas, un origen perdido y un futuro impredecible del lenguaje; la literatura 
será la encargada por excelencia de hacer surgir los vaivenes de la 
representación, el movimiento de las identidades y las diferencias, explorando 
nuevos límites discursivos que pongan en evidencia las características de las 
relaciones del lenguaje con lo que designa. Es posible que esto ya constituya un 
marco para las primeras intuiciones de un carácter extraño del lenguaje en la vida 
del hombre que dará lugar al estudio del sujeto, y de una presencia del otro 
articulado en el sí mismo, revelando en sus redes relacionales un saber del que el 
 
5
 Foucault, Michel en “Las palabras y las cosas”. Siglo XXI editores. 
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el hablante no puede asumirse como agente, que conducirá por la vía del 
psicoanálisis a lo que se ha conceptualizado como lo inconsciente. 
 
“Nunca llegamos al hombre separado del lenguaje ni jamás lo vemos inventarlo”6, 
nos dice Benveniste para restablecer una crítica a la versión del lenguaje que 
reduce sus propiedades a las de un “instrumento”.Es ciertamente a la palabra a la 
que le toca la función de instrumentar y vehicular los mensajes lingüísticos, sin 
embargo para una comprensión más cabal de lo que garantiza su función es 
preciso tener en cuenta que la palabra necesita del lenguaje, el sistema que la 
habilite y del cual ella es una actualización en la inmediatez de la instancia del 
discurso. 
 
Así el estudio del lenguaje y la comunicación reflejaron un profundo cambio crítico 
hacia el siglo XIX, se trabaja en la producción de herramientas filosóficas de 
análisis del sentido y la significación, producto de esfuerzos sistemáticos por 
investigar la espesura histórica de los conceptos de una lengua e incluso 
deconstruirla. Esperamos haber señalado a la Gramática, la Etimología, la 
Filología y la Lingüística como disciplinas que tienen todas por objeto al lenguaje 
pero que se diferencian de maneras muy específicas entre sí y que abrirán un 
campo novedoso en el estudio del hombre. La candente discusión teórica produjo 
nuevos modelos que permitieron abordar muchas de las inagotables 
particularidades del fenómeno del lenguaje humano, del cual nuestra descripción 
pretende resaltar los aspectos más generales de su transición epistemológica sin 
poder ser exhaustiva, pues nos ayudará a comprender diversos niveles en los que 
el fenómeno del lenguaje tiene efectos estructurantes para el sujeto que se 
encuentra en relación intrínseca en él, es decir, es decir intentaremos comprender 
sus funciones más allá de su buen uso, su instrumentación tardía o sus aspectos 
voluntarios, ya que es la dimensión subjetiva la que se encuentra en nuestro 
horizonte. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
6
 Benveniste, Emile en “Problemas de lingüística general” cap xv De la subjetividad en el lenguaje. 
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Referencias. 
 
Foucault. Michelle; en “Las palabras y las cosas”, 1966, Siglo XXI editores. 
 
De Saussure, Ferdinand; en “Curso de lingüística general” 1907-1911, recopilación 
de notas estudiantiles de Charles Bally y Albert Sechehaye. 
 
Promotora Española de Lingüística. Articulos electrónicos disponibles en el sitio 
oficial de la asociación. 
http://www.proel.org/index.php?pagina=mundo/indoeuro/indoiran/indico/sanscrito 
 
Arellano, Fernando en “Historia de la lingüística, tomo 1”. Universidad católica 
Andrés Bello, Estudios Humanísticos de investigación. Hay una versión electrónica 
disponible: 
http://books.google.com/books?id=4WNtwWHBfc8C&printsec=frontcover&hl=es&s
ource=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false 
 
Benveniste, Emile en “Problemas de lingüística general I”, cap. XV De la 
subjetividad en el lenguaje. México, Siglo XXI, 1993. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
http://www.proel.org/index.php?pagina=mundo/indoeuro/indoiran/indico/sanscrito
http://books.google.com/books?id=4WNtwWHBfc8C&printsec=frontcover&hl=es&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false
http://books.google.com/books?id=4WNtwWHBfc8C&printsec=frontcover&hl=es&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false
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2. Estudio contemporáneo del lenguaje (siglos XIX y XX) 
 
A finales del siglo XIX y durante el siglo XX se desarrollaron importantes y 
novedosos trabajos que tuvieron por objeto el lenguaje como estructura; se 
produjo una discusión rica y heterogénea sobre las características y los alcances 
de este particular objeto de estudio. En el estudio estructural florecieron discursos 
heterogéneos que resaltaron diferentes aspectos del fenómeno lingüístico en el 
ser humano y se les atribuyeron pesos variables a los conceptos generales con el 
fin de penetrar en las bases que hacen posible el funcionamiento del lenguaje 
como sistema. Veamos algunos de los más representativos. 
 
A decir de Pierre Giraud (1971), la Semiología es la ciencia que estudia los 
sistemas de signos: lenguas, códigos, señalizaciones. A partir de esta definición la 
lengua sería una parte de la semiología pero se le reconoce un estatus 
privilegiado y autónomo, a partir del cual se puede definir a la semiología como “el 
estudio de los sistemas de signos no lingüisticos”7, que por lo demás si vamos a 
ubicarlos en su conjunto dentro del campo del lenguaje. Ferdinand de Saussure 
(1857-1913) aporta la primera formalización de este punto de vista, orientándola al 
estudio de los signos en el seno de la vida social; las leyes que se desprendan del 
conocimiento del signo en el seno social serán aplicables a la lingüística y es así 
como se pudo ligarla a la dimensión psicosocial de la relación del ser humano con 
el lenguaje. 
 
Casi simultáneamente, en América el estadounidense Charles S. Peirce (1839-
1914) en sus Escritos Filosóficos ha concebido una teoría general de los signos 
bajo el nombre de Semiótica. Para Peirce, la lógica en sentido general es 
solamente otra manera de nombrar a la Semiótica y las cualidades de los objetos 
estarían definidas por su aspecto práctico o pragmático, estructurado según su 
propuesta en el lenguaje, por lo que concentra su esfuerzo en el aspecto formal 
del fenómeno y señala que a partir de los caracteres de los signos, podemos ser 
inducidos a juicios “necesarios”, es decir, hace énfasis en el carácter estructurado 
y estructurante del lenguaje previo a la apropiación que un individuo hace de él y 
señala con ello cierto “lugar” de asentamiento o acotamiento del sentido. Así, de 
Saussure destaca la función social del signo y Peirce su función lógica, pero 
debido a que ambos aspectos están estrechamente relacionados, en la actualidad 
se utilizan igualmente los términos Semiología y Semiótica para referirse a la 
misma disciplina, siendo usado el primer término por europeos y el segundo por 
anglosajones. 
 
Es con estas bases que a finales del siglo XIX toma lugar en el pensamiento 
contemporáneo el Estructualismo, que intentará establecer una “lingüística 
científica” que sintetice las corrientes tradicionales a partir del uso del término 
 
7
 Giraud, Pierre en “La Semiología”. Siglo XXI, 1971. 
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sistema, que Ferdinand de Saussure vuelve operativo con el planteamiento de que 
la lengua está constituida por unidades lingüisticas diferenciales sin otro valor que 
el distintivo, estableciendo las bases del proyecto y permitiendo deducir que es un 
sistema en virtud de la relación de oposición e interdependencia de dichos 
elementos discretos llamados significantes, noción que conservarán todos sus 
seguidores agregando en cada caso algunas especificaciones. 
 
Saussure fue formado en el corazón de la corriente denominada de los 
Neogramáticos (Junggramatiker), que floreció en los años 70´s del siglo XIX. En 
1879 nuestro autor ya daba señales de estar abandonando los conceptos de esta 
escuela que para él encontraba su límite al considerar a la lengua como una 
ficción lógica y buscaba (con desesperación, según algunos de sus biógrafos 
como Mounin) un nuevo marco para la lingüística que pudo dibujar hasta principios 
del siglo XX. 
 
La obra que recoge los elementos centrales de la doctrina de Saussure es el 
“Curso de lingüística general”8, el cual por cierto fue publicado por sus alumnos 
Bally y Sechehaye con base en sus apuntes estudiantiles y otros materiales. Ello 
resulta relevante si se toma en cuenta que el teórico ginebrino no publicó más que 
dos obras durante su vida: “Mémoire sur le système primitif des voyelles dans les 
langues indo-européennes”, que le aseguró la notoriedad internacional a sus 21 
años y hasta su muerte y una tesis doctoral sobre aspectos especiales del 
Sánscrito. 
 
Para 1972 la doctrina de Saussure está en proceso activo de difusión y se 
reconoce lo que le debe al sociologismo de Èmile Durkheim y la psicología 
colectiva de Tarde. Su base es una serie de distinciones que resultan de la 
oposición de los elementos del lenguaje, que le han valido la atribución de una 
“manía dicotómica” de la que élera plenamente consciente, escribiendo alguna 
vez que la lengua podía reducirse a cinco o seis pares de cosas. Se han 
establecido diversas elucubraciones para explicar su reticencia en la publicación 
de sus textos entre los que se consideran un matrimonio desafortunado, un medio 
intelectual poco estimulante en Suiza que no le ofrecía impulso científico, una 
obsesión por no aceptar proposiciones que no fueran absolutas e incuestionables 
y un alcoholismo grave pero discreto que no fue sospechado por la comunidad 
académica.9 
 
Las principales dicotomías que desarrolla son: oposición entre las instituciones 
sociales y la semiología, resaltando aquello que todas las instituciones tienen de 
semejante y lo que tienen los sistemas de signos en específico. La segunda 
oposición es entre la semiología y el lenguaje (concebido aquí como la totalidad de 
los puntos de vista y donde se puede estudiar la facultad de hablar del hombre). 
Una tercera dicotomía opone al lenguaje en general cada una de las lenguas en 
particular. 
 
88
 De Saussure, Ferdinand en “Curso de lingüística general”. Ed. Planeta, España1985. 
9
 Mounin, Georges en “Lingüística del siglo XX” 1984 
- 14 - 
 
 
Las herramientas lingüísticas propuestas por Saussure se caracterizan por partir 
de la oposición entre lengua como tesoro (también Jacques Lacan hará uso de 
esta expresión en un sentido psicoanalítico) de unidades y reglas del sistema, y el 
habla como hecho individual y variable. Delimita a la lingüística como el estudio de 
la lengua y no del habla, lo que la ubica del lado del estudio sociológico. En la 
lengua misma distingue los elementos agrupados in absentia o clases de unidades 
disponibles en la memoria (eje paradigmático) y elementos agrupados in 
praesentia, en la cadena (eje sintagmático); a partir de ello propone estudiar la 
lengua desde dos puntos de vista opuestos, a saber, en un estado estable de la 
lengua en un punto dado del tiempo dónde tiene lugar la lingüística sincrónica (y 
que representa un estado de la lengua no abordada por los neogramáticos por 
considerar científico solo el estudio histórico) y por otro lado para la sucesión de 
estados históricos, evolutivos y regenerativos para la cuál es útil una lingüística 
diacrónica. 
 
Saussure propone una amalgama conceptual sumamente original para sostener la 
noción de las propiedades sistémicas del lenguaje. Para nuestro autor el signo 
lingüístico está formado por dos elementos interrelacionados, por un lado una 
imagen acústica con características fónicas materiales definidas; por otro lado un 
significado que correspondería al concepto o idea referida. 
 
10 
La relación establecida en este algoritmo funda la lingüística moderna, aquí se 
inscribe la original formulación de que “el nexo entre significante y significado es 
arbitrario”11, cuyo ejemplo más revelador se encuentra en el hecho de que no hay 
una relación necesaria y natural entre un significante determinado y un concepto, 
tal como lo muestran las diferentes designaciones que las diferentes lenguas 
poseen para la misma clase de objetos y su variación en el tiempo, sin relación 
necesaria ni fija. La lengua, sostiene Saussure, es forma y no sustancia, es el 
terreno de las articulaciones entre el plano de los conceptos y de la sustancia 
fónica. La lengua es un objeto psíquico, pero tiene una naturaleza concreta que 
son los signos, dado que ellos tienen un lugar real en el cerebro y son 
representables mediante imágenes convencionales. 
 
 
10
 http://www.capitanw.com/posts/libros/309/apuntes-sobre-curso-ling-istica-general/ 
11
 Ferdinand de Saussure “Curso de lingüística general”. Citado por Benveniste en “Problemas de lingüística 
general I” cap IV La naturaleza del signo lingüístico. 
- 15 - 
 
Así delimita el estudio de la lingüística como estudio de la forma exclusivamente, 
pero veremos que para nosotros será necesario ir más allá en la búsqueda de 
paradigmas que puedan abordar las relaciones constitutivas que se producen en 
cada encuentro de un ser humano con un campo determinado del lenguaje y su 
carácter constitutivo en relación a la subjetividad. 
 
Como puede verse, la dicotomía saussureana entre lengua/habla ha resultado la 
más discutible de todas y promovió posicionamientos teóricos particulares en sus 
continuadores. Otto Jespersen en Dinamarca puso por su parte el acento en el 
individuo, en el habla en lo que concierne a las relaciones de los individuos 
particulares con la comunidad lingüística, argumentando que el dato observable e 
inmediato con que contamos es únicamente el habla de un individuo. Hace una 
observación relevante para su inclinación epistemológica y es el hecho de que el 
individuo infantil aprende a hablar por y en la interacción con algunos adultos que 
lo cuidan y lo rodean y que hablan unos después de otros, pero no de la 
comunidad en cuanto tal. Se ha dicho que esto es una incomprensión del las 
propuestas saussureanas, pues son cuestiones tomadas en cuenta y expresadas 
por el mismo Saussure que opinaba que a pesar de que su concepto de lengua es 
una realidad abstracta, es posible encontrar sus rasgos en los hábitos que 
organizan el sistema utilizado por los hablantes individuales. 
 
En síntesis y de manera simplista, estas dimensiones del estudio lingüístico 
sugieren la existencia de la lengua como sistema independiente del hecho de que 
alguna vez se hubiese realizado un acto idiomático, aunque en las propuestas 
saussureanas se piensa la lengua como virtual o potencial y se busca su relación 
al habla se designa como real y material. 
 
Es debido a la aparición de estos problemas epistemológicos que Saussure 
introduce conceptos sociologizantes, para intentar dar cuenta de la existencia 
efectiva de un sistema potencial e inmaterial. Esta dicotomía es de especial 
interés, pues en el abordaje estructural se hace énfasis en la presencia del 
sistema en el individuo independientemente de su voluntad de apropiación y uso, 
se expone su dimensión social en tanto que esta no puede ser creada ni 
modificada por el hablante individual en cuestión sino que se asienta en la 
colectividad. Este punto de vista constituye otra oposición evidente a la propuesta 
neogramática. 
 
En este sentido, la adquisición de la lengua implicaría una imposición hacia los 
individuos, que recibirían en gran medida el sistema de la lengua de manera 
pasiva y no la construirán por cuenta propia. Los rasgos sociales de la lengua se 
encontrarían pues, presentes en cada individuo como una copia. Para nosotros 
evidentemente es necesaria una reformulación de la participación del bebé 
humano en la adquisición de la lengua, pues si bien es cierto que a este no se lo 
ve inventarla por ningún lado ni decidiendo sobre las estructuras que operan sobre 
él, tampoco está privado de una actividad propositiva y una experiencia siempre 
particular en su seno interactivo, lo que será abordado posteriormente. 
 
- 16 - 
 
Mientras tanto tenemos que es a partir de la dicotomía social-individual que se 
podrá hablar de las marcas subjetivas que le imprime el hablante a su producción 
de lenguaje y en ese nivel más o menos superficial del sistema, es posible 
articular determinados ensamblajes idiomáticos que dependen en alguna medida 
de actos voluntarios del individuo. Usa a voluntad elementos idiomáticos que se 
basan en cierta convención, fuera de la cual puede esperar sanciones, por 
ejemplo, ser marginado o no ser comprendido. En este nivel se intenta dilucidar la 
relación necesario/esencial-libre/accidental y en eso se basa una de las más 
importantes oposiciones (apoyadas en Durkheim) al neogramatismo, que 
consideraba a la lengua solo como una función psíquica y fisiológica del individuo. 
 
Es a partir del rechazo elaborado por el estructuralismo al intento neogramático de 
introducir en la lingüística histórica principios positivistas tan valoradosen la 
ciencia y la filosofía del momento, que se produce el estudio de la lengua como un 
sistema y ya no como organismo, propiciando el florecimiento de posturas 
relativamente diversas sobre las bases que el maestro ginebrino estableció en su 
Curso de Lingüística General. 
 
Sausurre fue activo y productivo en Paris; a principios de la década de los 90´s del 
siglo XIX se retira a Ginebra donde entra en un mutismo que se recrudece con el 
avance de los días y en 1894 envía una carta desesperada a su discípulo Antoine 
Meillet (quien lo sustituyera en su cátedra en L´école des hautes études desde 
1890), quién después daría testimonio de un complejo de frustración que 
sobrecogía al eminente maestro con una agudeza que rayaba en lo patológico. 
 
Meillet por su parte fue un amante de la música y fungió como un gran organizador 
de los estudios en lingüística francesa, distribuyendo con autoridad los sectores de 
exploración de este campo entre sus numerosos discípulos, se le reconoce gran 
claridad expositiva de la que da cuenta medio siglo de actividad lingüística en 
Francia presidida por él. 
 
Para él, la investigación más importante en lingüística es la de los caracteres más 
generales de los fenómenos lingüísticos, que considera de orden histórico, para 
rastrear las causas de las transformaciones de las lenguas. Así mismo aceptaba la 
hipótesis sociologista fundamental de que la lengua son hechos de la vida del 
hombre en sociedad y que los hechos de vocabulario reflejan los hechos de 
civilización. Dado que para Meillet, la estructura de la sociedad es la que provoca 
la constante variación de las lenguas, de lo que se trata es de determinar a qué 
estructura social responde una estructura lingüística determinada, a través del 
análisis de los lazos entre medios, capas sociales y económicas, dialectos, etc. 
 
No obstante, se le reprocha no haber distinguido la penetrante riqueza de las 
propuestas sausureanas contenidas en el Curso de lingüística general, lo cual 
promovió una difusión lenta del pensamiento propiamente saussureano en 
Francia, apareciendo antes sus mejores desarrollos en Praga y Copenhague que 
en Ginebra y Paris. Meillet cederá el puesto de Director de Estudios titular a su 
discípulo Benveniste en 1927. 
- 17 - 
 
 
Al este de Europa, el Círculo Lingüístico de Praga emerge en 1926 como una 
corriente funcionalista del estructuralismo, preocupada por la cuestión de las 
intenciones comunicativas y expresivas de los hablantes. Para el estudio funcional 
de la lengua es necesario ir más allá de la descripción de los hechos lingüísticos y 
buscar explicaciones para estos en consideración de las funciones generales que 
cumplen en el proceso social y sobre todo sus objetivos en la comunicación. 
 
Uno de los teóricos más influyentes de esta escuela fue Nicolai Trubetzcoy, quien 
propone una distinción entre unidades significativas y unidades distintivas; la 
distinción entre materia y forma de dichas unidades le confían al estudio de la 
Fonética y a la Fonología la investigación de los elementos distintivos de la 
lengua, con independencia de los elementos significativos y sus relaciones con la 
significación lingüística. Según Roman Jakobson, el otro gran continuador del 
funcionalismo estructural, Trubetzcoy se proponía una revolución de la conciencia 
que consistía en pasar del absolutismo al relativismo, sus preocupaciones 
filosóficas consistieron en un rechazo de los métodos atomistas (neogramáticos) 
por su carácter individualista y contraponiéndola a una fonología universalista que 
situaba del lado de la naturaleza. Se dice que quizá ante todo soñó con dar la 
tabla universal de los fonemas, pues afirmó en su doctrina que el fonólogo solo 
debe tener en cuenta en materia de sonido aquello que tiene una función 
determinada en la lengua, desalojando del concepto de fonema las nociones 
psicológicas y las que hacen referencia a sentimientos lingüísticos del hablante. 
 
El desarrollo filosófico derivado de su método mecanicista lo llevó a retornar a la 
concepción del sistema fonológico como una entidad orgánica en proceso de 
desarrollo, de la cual proponía que debe aceptarse que la evolución del sistema 
está dirigida por la tendencia a un fin. Este aspecto teleológico de la lengua le 
parecía imprescindible para dar cuenta de la evolución fonológica. 
 
Entre algunos lingüistas atomistas que escribieron antes de De Saussure, el 
proceso cotidiano de comunicación lingüística entre hablantes era juzgado como 
un ejercicio inadecuado de la lengua, como un proceso degenerativo de sus 
cualidades más elevadas y su sentido; en cambio para Saussure y más 
marcadamente para los funcionalistas, los cambios en la lengua son inevitables y 
necesarios para cubrir nuevas necesidades. 
 
Esta escuela del estructuralismo tiene en perspectiva el contexto en el que los 
grupos humanos hacen uso de la lengua, señalando pertinentemente que no es un 
proceso aislado y aséptico sino que está íntimamente relacionado a las 
experiencias que cobran alguna importancia en la vida de los grupos en particular, 
que por esta razón le confían a la lengua funciones diversas de organización, 
distinción y remembranza. Esta moralidad de la construcción del saber será objeto 
de penetrantes análisis llevados a cabo por pensadores que precipitaron la crítica 
de las condiciones del conocimiento sobre el discurso en tanto ejercicio del poder 
y su papel estructurante en la construcción de la realidad humana. 
 
- 18 - 
 
Es necesario tener en cuenta el dinamismo de la experiencia social al hacer uso 
del término Sistema, que no es de ninguna manera original de Saussure, pero es 
él quien lo aplica a los procesos lingüisticos para elucidar las relaciones más o 
menos estables que toman consistencia entre los elementos diferenciales de la 
lengua. Aún así el concepto de sistema daba a entender un cierto carácter estático 
y es precisamente donde el grupo praguense introduce una visión dínámica del 
sistema, considerando que este está en constante interacción con el uso que el 
hablante hace de él, lo que constituye una diferencia importante comparado con 
los modelos mecánicos para emprender la comprensión del lugar del lenguaje en 
la existencia de la criatura humana. Así mismo se busca superar la dicotomía 
Saussureana entre lengua/habla, proponiendo que la lengua se compone de un 
conjunto de subsistemas que se actualizan en cada caso de habla concreto y en 
cada situación concreta y particular; así, los cambios no deben ser considerados 
de manera aislada sino en función del sistema que los sufre. 
 
La consideración del sujeto hablante en el sistema de la lengua aparece apenas 
esbozado pero ya constituye una forma inédita y original de encuadrar la relación 
del ser humano con el lenguaje, introduce la necesidad de plantear el uso y 
análisis de la lengua por los particulares en relación al sistema de relaciones y sin 
la primacía de la lógica formal y las reglas de articulación, sino atendiendo la 
necesidad que el dinamismo propio de la lengua exige respecto de los cambios 
recíprocos que se producen entre el hablante y la lengua. 
 
Los últimos funcionalistas fueron André Martinet (1908-1999), quién aportó la 
concepción de la doble articulación, la idea de que el lenguaje está hecho de 
unidades por un lado de forma fónica y con sentido –monemas- y por otro de 
unidades no dotadas de sentido –fonemas- y Roman Jakobson (1896-1982), quién 
redujo los rasgos distintivos de las lenguas a doce oposiciones binarias sobre las 
que recae toda elección posible de una lengua, es decir, llevó a cabo un esfuerzo 
en la búsqueda de los universales o las constantes válidas para cualquier lengua. 
 
Jakobson toma el esquema de la Teoría de las comunicaciones presentado más 
adelante para definir seis funciones lingüísticas: 
 
12 
 
12
 Mounin, Georges. Op cit. 
- 19 - 
 
 
Las funciones básicas de una lengua para las combinatoriasde estos elementos 
del esquema según Jackobson, son las siguientes: 
 
Función referencial: base de toda comunicación, define las relaciones entre el 
mensaje y el objeto al que hace referencia 
Función emotiva: define las relaciones que hay entre el mensaje y el estado del 
emisor. 
Función connotativa o conminativa: define las relaciones entre el mensaje y el 
receptor, pues toda comunicación tiene por objeto obtener una reacción de éste 
último. 
Función poética o estética: Jackobson la define como la relación del mensaje 
consigo mismo, el mensaje deja de ser el instrumento de la comunicación y se 
convierte en su objeto. 
Función fática: tiene por objeto afirmar, mantener o detener la comunicación. 
Función metalingüistica: su objetivo es definir el sentido de los signos que corren 
el riesgo de no ser comprendidos por el receptor. 13 
 
En el sentido propuesto por las dicotomías de Jakobson puede decirse que 
“comprender y sentir” son los dos grandes modos de la expresión semiológica, la 
función referencial y emotiva serían las bases a la vez complementarias y 
concurrentes de la comunicación y frecuentemente nos referimos a ello por “doble 
función del lenguaje”, una cognoscitiva y objetiva, otra afectiva y subjetiva. Aquí 
encontramos ya un esbozo de lo que podremos llamar posiciones del sujeto, 
deducidas a partir de las características funcionales de la lengua; esta dicotomía 
presentará los polos de nuestra experiencia lingüística y sus relaciones serán 
abordadas de manera diversa, pues es posible que nunca se hallen dimensiones 
discursivas de comprensión y sensación aisladas en estado puro. 
 
La lingüística fundada por Saussure también dio lugar a otras corrientes 
estructuralistas desinteresadas del sujeto hablante y enfocadas en los aspectos 
formales de la estructura del lenguaje. Así Viggo Brondal y posteriormente Louis 
Hjelmslev, como los principales representantes de la escuela de Copenhague, 
desarrollaron trabajos orientados a descubrir las concepciones de la lógica natural 
en la lengua y determinar y definir las categorías lingüisticas, apoyado en el 
concepto de relación, trabajaron en la construcción de una teoría lingüística 
independiente a toda experiencia, desearon que este modelo fuera capaz de 
predecir cualquier texto compuesto en cualquier lengua, considerando ambos que 
lo consistente en una lengua son las relaciones, que denominan funciones y que 
se articulan en 2 planos distintos que denomina de expresión y de contenido, 
atribuyéndoles a los signos las propiedades de sustancia, materia y forma que 
serán expuestos en este trabajo. 
 
 
13
 Fuente: Mounin, Georges en “Lingüística del siglo XX” y Becker, Annette en: 
http://elies.rediris.es/elies17/cap2_1.htm 
- 20 - 
 
Aquí también se trata de establecer una lingüística científica que pretendía 
prolongar y ampliar bajo una forma más rigurosamente metódica las ideas 
planteadas por Saussure, de quien Hjelmslev se asumió como único y verdadero 
continuador; dijo con Saussure que la lengua es una forma y no una sustancia y 
por lo tanto el sonido y el sentido no tendrían ninguna importancia en sí por su 
carácter arbitrario; esta es una afirmación que no podemos valorar de la misma 
manera, pues para nosotros es fundamental rastrear los soportes de la relación de 
lenguaje entre sujetos y consideramos que muchas de sus funciones principales 
(sobre todo las más próximas a la dimensión afectiva del intercambio) se hayan 
precisamente en esa dimensión del discurso no contemplada en este modelo. 
Cabe agregar que para esta escuela la dicotomía lengua/habla genera la de 
esquema/texto. 
 
Este autor se distingue por su incansable tendencia a crear neologismos y por la 
aspiración a fundar su teoría sobre una axiomatización completa como los lógicos 
a los cuales admiraba, su principio de empirismo reagrupa los criterios de no 
contradicción, exhaustividad y de simplicidad y pretende que toda teoría es 
independiente de toda experiencia. Aún cuando desarrolló un trabajo admirable en 
cuanto al rigor y la precisión con que define su terminología propia, sus críticos 
opinan que exageraba ante sus propios ojos la novedad de su método. 
 
En Francia y sobre la pista del sujeto, los estudios del lingüista francés Emile 
Benveniste son de nuestro mayor interés, ya que sus propuestas sobre la 
subjetividad en el lenguaje serán nuestra primera plataforma para establecer la 
necesidad e importancia de este marco referencial. 
 
Con audaz claridad, Benveniste (1974) introduce una pregunta sobre la 
formulación saussureana de la arbitrariedad del signo lingüístico al señalar que el 
objeto referido queda excluido por principio en esta definición, lo cual instala una 
contradicción permanente que lejos de ser un callejón sin salida, remarca la 
necesidad de poner atención en la estructura de relaciones interna al fenómeno, 
ya que esta variabilidad significante es solamente una apariencia exterior que 
debe ser estudiada y descrita en relación al conjunto del que depende. Esto 
constituye un giro en la doctrina, al exponer que entonces la relación entre 
significante y significado no es precisamente arbitraria sino necesaria, abriendo 
espacio para aludir a las impresiones que el lenguaje dejaría en nuestro “espíritu” 
y rechaza que consista en formas vacías, como han pretendido las corrientes 
antimentalistas. Esta penetrante propuesta se puede articular en una relación que 
solo puede ser sostenida por una instancia subjetiva. No podemos concebir 
fácilmente que en el pensamiento humano hubiera posibilidad de diferenciación 
sin la presencia del signo, por lo que el espíritu no acogería tampoco cualquier 
forma sonora que perciba desde su comunidad lingüística sino las que le sirven de 
soporte a una representación que él (como sujeto del lenguaje) puede identificar. 
 
El problema de la relación del acuerdo del espíritu con el mundo por medio del 
lenguaje tiene un marcado rasgo metafísico que hace renunciar provisionalmente 
a Benveniste a apresurar algún esclarecimiento, que sitúa en el horizonte para los 
- 21 - 
 
lingüistas. No obstante, la cultura contemporánea produce métodos y dispositivos 
habilitados desde la palabra, capaces de extraer, exponer e intervenir material de 
lenguaje en el sujeto que acude a esas ofertas o genera esas demandas y que ve 
su economía subjetiva tocada por una u otra forma de tratar o eludir la cuestión del 
sujeto; en cuanto al método autocrítico de investigación que constituye el 
psicoanálisis, el lingüista francés le dedica un capítulo en su obra “Problemas de 
lingüística general”, pues el ambiente cultural de su país natal le permitía entrever 
las posibilidades explicativas de nuestra disciplina en este terreno. 
 
Ahora bien, el signo lingüístico al mismo tiempo que no puede ser cuestionado en 
su origen por una norma razonable, en ese mismo sentido está abierto a las 
modificaciones que se desprenderían del movimiento incesante de las relaciones 
entre el significado y significante en el seno de su uso por los seres hablantes. De 
este modo al hablar de sistema hablamos de una relación necesaria entre las 
partes de la estructura, una relatividad en donde se asienta la dependencia de los 
unos con los otros y se establecen sus posiciones, produciendo una sincronía 
dinámica que define su valor, siempre amenazada y siempre presta a retomar una 
organización en la relación de mutua oposición que mantienen sus elementos. 
 
En este sentido el término estructura constituye una reacción contra las 
concepciones históricas que conciben los elementos de la lengua como formas 
aisladas que cambian en el tiempo. La propuesta estructural implicará entonces 
que el análisis de los elementos de la lengua solo será posible en función de la 
solidaridad sincrónica que constituye el sistema y su definición estará en función 
de dichas relaciones. La enseñanza de Jacques Lacan nos ofrecerá un desarrollo 
estructural específicamentepsicoanalítico del sujeto en el lenguaje y nos permitirá 
establecer la relevancia de los arreglos, de las posiciones de los elementos de 
lenguaje en la subjetividad y que se muestran fundamentales en su constitución, 
pues determinarán modalidades específicas de relación a este campo y sus 
efectos. 
 
Por su parte en el continente americano, Leonard Bloomfield desarrollaba el 
distribucionalismo que puede considerarse como el estructuralismo 
estadounidense. De acuerdo a la tradición behaviorista norteamericana, 
Bloomfield sostiene una tesis mecanicista y se opone a la tradición mentalista. 
 
Su orientación, por ende, suele denominarse “antimentalista”, que representa la 
actitud positivista llevada al extremo en el exigente determinismo de la época. Su 
trabajo es un esfuerzo que continúa el de Whitney14 y su orientación pragmática, 
para hacer el análisis lingüístico tan científico como sea posible, delimitándolo 
para lograrlo a su propio terreno que es el de las señales lingüísticas y rechazando 
las terminologías teleológicas y animistas que sugieren la presencia de una 
subjetividad. Esta posición resulta interesante porque parece un tipo de higiene 
metodológica que no se dirige a contradecir epistemológicamente lo subjetivo, sino 
que lo coloca por fuera del estudio del lenguaje. 
 
14
 Fuente: Reynoso, Carlos en “Elementos de lingüística y semiótica” 2007 
- 22 - 
 
 
Esta delimitación sin embargo ha llevado a desviaciones en las aplicaciones 
continuadas por sus pupilos norteamericanos al maximizar la abstracción de las 
funciones y los significados de la lengua y llegando a descripciones basadas en el 
orden que prescinden del sentido. Este orden epistemológico nos recuerda de 
paso modelos educativos inflexibles que rigidizan las posibilidades interactivas de 
intercambio simbólico y afectivo, adoptado por padres que promueven condiciones 
de extrema dificultad subjetiva para el pequeño humano. 
 
Esta orientación claramente estadounidense trabaja en torno a la posibilidad de 
predecir todo comportamiento humano en consideración de las situaciones en las 
que aparece e independientemente de factores internos; propone que es posible 
explicar el proceso del habla como un modelo de respuesta a estímulos exteriores 
y no como efecto de pensamientos, emociones, intenciones, creencias o 
fenómenos subjetivos del hablante. Es evidente que lo importante en este modelo 
es encontrar las regularidades de la lengua y no atiende ninguna inserción cultural 
de sus propiedades, tampoco aborda la situación interactiva entre sujetos 
hablantes. El interés por esta sistematización de las lenguas naturales mediante la 
recolección de sus regularidades fue continuado por Zelling S. Harris, quien 
propuso que las propiedades esenciales del lenguaje son estructuras 
matemáticas. Este es el extremo de la orientación mecanicista que mantiene la 
subjetividad al margen del proceso comunicativo, ya que considera que los 
elementos de una lengua son elementos arbitrarios unidos a significados 
arbitrarios por pura convención y pretende estudiar estos elementos como objetos 
matemáticos vaciados de sentido, con el objetivo de describir el lenguaje desde un 
punto de vista radicalmente formal, es decir, preocupado por las formas 
lingüísticas y sus relaciones y con desinterés en los contenidos, el contexto y la 
relación cultural en la que lo habilita el ser hablante. 
 
Otros trabajos que resultan relevantes en lingüística estadounidense son los de 
Kenneth L. Pilke sobre su “teoría tagmémica”, que da prioridad a la función sobre 
la forma. Trata de observar y clasificar los hechos lingüísticos y se ocupa del 
estudio de cada elemento con el todo en sus niveles morfológico, sintáctico y 
fonológico de la lengua. 
 
En paralelo, el antropólogo y lingüista estadounidense Edward Sapir (1884-1939), 
realizó importantes trabajos sobre lenguas amerindias; es de interés señalar que 
no fue el primero, pues ya se contaban con antecedentes como los informes de 
Panduro y los trabajos de los hermanos Humboldt; Alejandro el viajero recogía 
materiales en sus expediciones y Guillermo el lingüista los analizaba, sin embargo 
el detalle y creatividad de sus experiencias con informadores amerindios 
actualmente son consideradas más formativas en lingüística que una gran 
cantidad de ejercicios repetitivos sobre lenguas inexistentes. 
 
En la presentación de sus datos señala que no hay relación unívoca entre función 
y forma del lenguaje, explicando que el sistema (de funciones) es una cosa y la 
utilización que un hablante hace de este sistema (forma) es otra, que la función 
- 23 - 
 
(tener algo que decir) precede a la forma (decirlo de una manera determinada). 
Durante el desarrollo de su trabajo se ve influenciado por el positivismo y el 
pragmatismo del contexto y le concede una importancia especial a la forma 
lingüística, poniendo como objetivo el establecimiento de una abstracción de sus 
funciones, lo cual lo condujo a tomar la lengua por su lado más aprehensible, los 
significantes y a hacer énfasis en los usos conscientes y voluntarios de la lengua. 
 
Sapir fue también músico, buen instrumentista y crítico musical, conocedor de 
Freud y Adler, aparece como defensor de la realidad psicológica del concepto de 
fonema dirigida contra los dogmas neogramáticos que proponían que los sonidos 
y los procesos fonéticos pertenecen a un sustrato puramente fisiológico o 
mecanico; influyó notablemente en otros lingüistas norteamericanos como 
Chomsky, quien fuera alumno de Harris en la Universidad de Pensilvania 
 
El interés en la Gramática inscribe paradojas aparentes entre los autores, que 
pueden despejarse al conocer lo que cada estudio enfoca del fenómeno general 
del lenguaje. Así, la Gramática toma un giro en la pluma de Noam Chomsky al 
designarla como una ciencia Generativa (o transformativa). El autor fue formado 
en el seno de la tradición antimentalista bloomfieldeana, sin embargo recibió la 
influencia de Jakobson que enseñaba una fonología antidistribucional, finalmente 
en Harvard entra en contacto con un eclecticismo intelectual organizado por la 
lógica matemática y la integración de la cibernética y el cómputo. 
 
La Gramática generativa situó a la sintaxis en el centro de su interés y reorganizó 
a su alrededor el itinerario de las investigaciones lingüísticas contemporáneas, su 
objetivo es establecer una lingüística individual que dé cuenta de las estructuras y 
principios más profundos del lenguaje para cuya justificación requirió 
representarse un “mecanismo innato” de adquisición del lenguaje o L.A.D. 
(Linguistic Acquisition Device), un dispositivo que operaría para todo ser humano y 
en estrecha dependencia a los procesos de maduración fisiopsicológica, que le 
permitiría al infante identificar el tipo de lengua a la que tendría que adaptarse. 
Esta posibilidad de diferenciación de esquemas fijos e innatos constituye una 
oposición a la propuesta skineriana de aprendizajes y encadenamientos sucesivos 
en la adquisición de la lengua, sin embargo ofrece múltiples dificultades de 
justificación en casos de hablantes reales. 
 
Observamos en el trabajo de este autor la constante estructuralista de la doble 
articulación de la lengua que en este autor toman el nombre de estructura 
profunda y estructura superficial. Estas definiciones aparecen explícitamente en su 
obra entre 1965 y 1966 y las formula de esta manera: “La estructura profunda se 
refiere al estructural abstracto que determinaría el contenido semántico del 
enunciado y que está presente en el espíritu cuando se emite o percibe la 
oración”15. Estos símbolos abstractos definirían las relaciones semánticas entre los 
elementos del fenómeno lingüístico, lo que está en concordancia con la idea de 
 
15
 Noam Chomsky en “Diogène”, citado por Mounin en “Lingüística del siglo XX” 
- 24 - 
 
sistema, pero le confiere a lasestructuras profundas un carácter casi universal que 
impide abordar las cuestiones particulares de la relación del hombre y el lenguaje. 
 
Por su parte, la estructura superficial de Chomsky “hace referencia a la 
organización de la oración en tanto que fenómeno físico”, “Una estructura 
profunda que comporta cierto número de proposiciones elementales, organizadas 
según ciertas relaciones en vista de un determinado sentido, es convertible en 
estructura superficial por una serie de operaciones formales que podemos llamar 
transformaciones gramaticales”16. La tentativa de señalar el relativismo interno del 
sistema y las modalidades particulares de la articulación son patentes, pero ahí 
donde sitúa la transformación gramatical automática nosotros nos apartaremos 
para buscar una concepción que incluya al sujeto como efecto del lenguaje y 
permita investigar las características de la relación entre aquello que es sistema y 
el ser humano. 
 
Los críticos de Chomsky coinciden en la dificultad de enmarcar al autor en un 
rubro fijo, la importancia de su modelo responde a un momento crítico de la 
disciplina lingüística donde las tradiciones ejercen su peso en la dirección y los 
límites de la investigación, por lo que se le puede considerar como la única teoría 
revolucionaria en lingüística contemporánea. Esto está de acuerdo con la acción 
política a la que el autor se ha entregado, estableciendo una aguda crítica a las 
políticas interiores y exteriores de su país y a los sistemas capitalistas y 
comunistas en general, definiéndose a sí mismo como un anarquista de tradición 
anarcosocialista, lo que le da un carácter cambiante e incluso contradictorio a su 
obra, sin embargo ha logrado inscribirse sintomáticamente en el interior de una 
crisis generalizada del saber y las consecuencias de sus aplicaciones técnicas. 
 
Así, ha elaborado documentos de crítica a las formas de control mediático y al 
intento humano de introducir una realidad suplementaria organizada por la lógica 
capitalista de consumo. Dada la importancia del lugar que logra ocupar con su 
teoría, este autor es imprescindible en el estudio contemporáneo del lenguaje y el 
comportamiento humanos, pero la discusión de los pormenores de su teoría se 
realiza en campos especializados del trabajo académico y está fuera de las 
intenciones de este trabajo. 
 
Así, el método científico clásico y sus reelaboraciones objetivistas no cuentan con 
las plataformas necesarias para afrontar el fenómeno de irreductibilidad lógica de 
la existencia humana en el lenguaje, ya que por el contrario se busca desalojar del 
discurso científico aquello que se presenta como particular y resistente a la cifra. 
Sin embargo nuestra oposición no se funda en un capricho sino en la necesidad 
misma de responder con modelos críticos ante las promesas insostenibles de un 
saber científico que se vuelve estéril por el fanatismo de la objetivación y por el 
contrario produce nuevas formas de dominación discursiva y de desalojo de la 
subjetividad. 
 
 
16
 Op cit. 
- 25 - 
 
El desplazamiento del lugar de la ciencia como saber absoluto de la naturaleza es 
una importante consecuencia epistemológica impulsada por el estudio del lenguaje 
en el siglo XX. La sistematización de las intuiciones a cerca del valor relativo del 
sentido y su potencial como poder, así como cierto punto de inconsistencia del 
sistema respecto de la cosa a la que, epistemológicamente, ya no está ligada, 
posibilitaron una crítica abordada desde diferentes referencias y en distintos 
campos del conocimiento, arrojando muy diversos diagnósticos y soñando 
variados objetivos, pero bajo la sostenida denuncia de ese carácter enigmático ya 
innegable del lenguaje; la verdad, la realidad y una larga serie de consideraciones 
surgidas desde la filosofía demandarán un reordenamiento. Es un efecto funcional 
de la confianza científica de duplicar sin fallas el mundo de los fenómenos en el 
plano simbólico y llevarlo a la reducción o vaciamiento de sentido en la fórmula. El 
pensamiento crítico en general y la lingüística estructural en particular perfilan la 
comprensión semiótica de los fenómenos, que aportan recursos en medio de las 
crisis internas al pensamiento científico y produce críticas a sus aplicaciones que 
cada vez demuestran con más consistencia un componente devastador. 
 
La crítica a los procedimientos científicos no constituiría un llamado al abandono 
del conocimiento, tampoco un rechazo irreverente del quehacer científico y la 
técnica y sus incidencias en la vida humana tanto como advertir de ella, lo que 
podemos definir como nuestra posición política. Se busca llamar la atención sobre 
la relativización del valor en la estructuración de la “verdad” para los sujetos, para 
buscar condiciones de existencia ante el ejercicio de poder que los discursos 
organizan y posibilitan en el seno de una cultura marcada por la estrecha relación 
entre capitalismo y ciencia. 
 
Estamos en condiciones de cuestionar los resultados de los paradigmas científicos 
puros para abordar la serie amplia de fenómenos subjetivos que desafían a la 
parte de la ciencia que es pura obligación lógica, pues algo más se presenta 
operando fuera de la ficción que revela el acto de nominación. 
 
De ahí proviene la importancia del giro epistemológico ocurrido en la lingüística a 
partir de los estudios de Ferdinand de Saussure, quien comprendió que la 
lingüística estaba en vías no solamente de consolidarse como ciencia autónoma 
sino de atravesar los fundamentos mismos del conocimiento y reorganizarlo, 
ofreciendo por primera vez la descripción de la lengua como un Sistema, cuyos 
elementos discretos (significantes) solo se habilitan y adquieren valor en relación 
al conjunto de relaciones, relativizando el lugar de la verdad y revelando de 
manera lateral el estatuto de la ficción en la vida humana. 
 
Este breve y no exhaustivo recorrido por los lineamientos generales de las 
corrientes estructuralistas del estudio de la lengua es suficiente para abrir 
interrogantes que intentaremos llevar al terreno de la subjetividad en este estudio. 
 
 
 
 
- 26 - 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Referencias. 
 
 
Giraud, Pierre en “La semiología”. Siglo XXI editores, México, 1971. 
 
Mounin, Georges en “Lingüística del siglo XX”, Ed. Gredos. Madrid, 1984. 
 
Heschen, Claus en “Cuestiones fundamentales de lingüística”, Biblioteca románica 
hispánica, Ed. Gredos, Madrid, 1975. 
 
Benveniste, Emile en “Problemas de lingüística general I y 2”, Siglo XXI editores, 
1974. caps IV De la naturaleza del signo lingüístico, cap V Comunicación animal y 
lenguaje humano, cap VII Observaciones sobre la función del lenguaje en el 
descubrimiento freudiano, cap VIII “Estructura” en Lingüística y cap XV De la 
subjetividad en el lenguaje. 
 
Robins, R. H. en “Breve historia de la lingüística”, cap 8. Ed. Paraninfo, Madrid, 
1987. 
 
Fuentes Navarro, Raul en “La comunicación como fenómeno sociocultural”. 
ITESO, Escuela de Ciencias de la Comunicación, Guadalajara, Jal. 1984. 
 
Sfez, Lucien en “¿Qué sé?, La comunicación” Presses Universitaires de France, 
1988. 
 
Paulín Pérez, Georgina en “Rudimentos del lenguaje articulado”m cap. 2 Doble 
estructura del sistema de la lengua, UNAM , FCPS. 
 
Reynoso, Carlos en “Elementos de lingüística y semiótica” 2007 
http://carlosreynoso.com.ar/archivos/clases-del-tema-7-semiotica.pdf 
 
 
 
 
 
 
 
http://carlosreynoso.com.ar/archivos/clases-del-tema-7-semiotica.pdf
- 27 - 
 
 
 
 
 
 
3. Concepto de Estructura. Sustancia y forma de los códigos y los 
mensajes. 
 
La armazón del concepto estructura, por sus características globales, ha 
promovido que corrientes muy divergentes disimulen sus diferencias y se agrupen 
bajo este rubro. Aunque el desarrollo y exposición de este concepto es básico en 
este trabajo este término no define su orientación; más precisamente funcionará 
como un riguroso auxiliar en la comprensióndel lugar del lenguaje en la vida 
humana, pero también nos hará percibir sus límites. 
 
Así, es de nuestro interés que la concepción saussureana de sistema permita 
pensar los elementos de la lengua funcionando en una “solidaridad sincrónica”17 
estrechamente interdependiente, y que sea posible establecer la primacía del 
sistema total de relaciones entre elementos sobre los elementos mismos que la 
componen. 
 
Para describir las propiedades que definen sustancia, forma y función de los 
elementos de la lengua, nos referiremos al proceso de comunicación verbal. A 
partir de la dicotomía propuesta por Saussure entre lengua/habla, podemos 
pensar la relación establecida entre código y mensaje; sin embargo tomemos en 
cuenta que la diferenciación de estas instancias solo tiene valor conceptual y es 
hipotética, pues nunca las encontramos operando de manera independiente. 
 
En términos generales, esta tesis es aceptada por los lingüistas que partieron del 
sistema saussureano para establecer las relaciones que le dan coherencia y 
cohesión a la lengua, expresaron su acuerdo respecto de la necesidad de analizar 
los fenómenos lingüísticos y sus elementos en función del sistema total en el que 
se gobiernan los unos a los otros, de este modo si se produce un cambio en 
alguna parte del sistema, podemos esperar que el conjunto entero resulte afectado 
de alguna manera, pues es necesario que el sistema mantenga coherencia. 
 
Ahí se hace necesaria implícitamente la consideración de una zona lógica vacía 
que permitiera tales movimientos y a pesar de la aparente simplicidad de esta 
concepción, tomará una función fundamental para la subjetividad estudiada por el 
psicoanálisis. 
 
El énfasis en las relaciones hace emerger cierta arbitrariedad de las formas de los 
elementos significantes y anuncia una ausencia de relación fija, natural y 
necesaria entre ellos y las “cosas” a las que se refieren. A este respecto los 
fonólogos del círculo lingüístico de Praga señalaron que el contenido sensorial de 
 
17
 De Saussure, Ferdinand en “Curso de lingüística general” Op cit. 
- 28 - 
 
la lengua sería una propiedad de importancia secundaria en comparación con las 
relaciones recíprocas que se establecen entre los elementos significantes en el 
seno del sistema, por lo que no podría determinarse el lugar de una palabra sino 
hasta después de haber estudiado las relaciones que lo configuran.18 Las 
relaciones internas del sistema serían el factor que articula y organiza las leyes de 
agrupación, separación y combinación particulares en cada caso, y consideramos 
a este arreglo interno de las unidades como lo que constituye la estructura. 
 
Aquí el sistema está definido como autónomo y autodeterminado por sus propios 
elementos, pero también en constante cambio y redefinición de sus relaciones con 
el fin de mantener cierta cohesión y coherencia. Esto abre ante nosotros una 
nueva perspectiva a cerca de los niveles en los que se lleva a cabo la acción del 
lenguaje y las funciones que le son propias. 
 
A este respecto encontramos una correspondencia propuesta por Mounin (1984), 
entre las dimensiones del lenguaje propuestas por Saussure y retomadas por 
Hjelmslev, Martinet y Chomsky. 
 
De Saussure Hjelmslev Martinet Chomsky 
Fases Planos Articulación Estructura 
Significante Expresión 2da articulación Superficial 
Significado Contenido 1ra articulación Profunda 
(1857-1913) (1899-1965) (1908-1999) (1928-) 
19 
En todas ellas se desplaza la intuición, atendida o ignorada en las derivaciones 
estructuralistas, que revela una relación inédita del ser hablante con lo que se 
dice. 
 
Estructura y articulación están estrechamente relacionadas en esta concepción e 
implican la posibilidad de descomposición de una cadena en sus elementos 
significantes, así como la referencia de estos elementos al conjunto de relaciones 
en el sistema. De manera análoga a la configuración de dos niveles de la 
organización del lenguaje, encontramos propuestas dicotómicas que intentan 
determinar las dimensiones que soportan el mensaje lingüístico, tales como los 
propuestos por Pierre Giraud20 (1989) a cerca de un nivel denotativo y objetivo del 
signo explícito, contrapuesto a un nivel connotativo y subjetivo del signo implícito. 
Esta indicación hace énfasis en una estadística imaginaria de la convención del 
signo para tratar de establecer la variación de su valor en una conversación y 
apunta a describir estructuras y estilos lingüísticos que se asientan en dos polos: 
la monosemia, propia de lenguajes científicos y técnicos por un lado, y 
articulaciones flexibles y polisémicas, cercanas a la subjetividad y la expresividad. 
 
 
18
 Mounin, Georges. Op cit. 
19
 Op cit 
20
 Giraud, Pierre. Op cit 
- 29 - 
 
Aquí volvemos la vista a las condiciones interactivas del sujeto con el sistema del 
lenguaje, ya no por una operación cognitiva exclusiva de aprehensión de la 
realidad, sino por las coacciones intersubjetivas y las condiciones impersonales de 
la interacción. 
 
Además de la doble articulación del sistema del lenguaje, pueden ser delimitadas 
algunas cualidades específicas de sus componentes: un signo tiene sustancia, 
forma y función. La discusión que gira en torno a la definición de estos aspectos 
del signo es muy amplia e incluso contradictoria según se trabaje en planos más o 
menos abstractos de la presencia del signo y alguna consideración del sujeto, por 
lo que distinguiremos entre sustancia entendida como materia; forma como 
manifestación distintiva de las relaciones y función como relación agregando 
también, tal como lo formula Jakobson, la finalidad de dicha relación. 
 
Incluir la finalidad implica una apertura mínima al papel del sujeto, por lo que 
tomamos a un autor que consideramos próximo al estudio de la subjetividad en el 
lenguaje; Benveniste nos propone una definición mínima del sentido del término 
estructura en la lingüística que se adjetiva con este término: “El principio 
fundamental es que la lengua constituye un sistema cuyas partes todas están 
unidas por una relación de solidaridad y dependencia. Este sistema organiza 
unidades –los signos articulados- que se diferencian y se delimitan mutuamente. 
La doctrina estructuralista enseña el predominio del sistema sobre los elementos y 
aspira a deslindar la estructura del sistema a través de las relaciones de los 
elementos, tanto en la cadena hablada como en paradigmas formales, y muestra 
el carácter orgánico de los cambios a los cuales la lengua está sometida” 
(Benveniste, 1974) 
 
En síntesis, proponemos que la elaboración y emisión de un mensaje es un 
proceso complejo que encuentra su soporte en el sistema y su producción no le 
está dada al sujeto de manera inmediata sino que es elaborada por la vía de la 
articulación. Podemos dividir artificialmente en dos etapas los procesos de 
articulación lingüística, pero tal como ocurre en la distinción operacional 
codigo/lengua de Saussure, las instancias que se consideren actúan de manera 
simultánea y recíproca durante el proceso comunicativo. La primera etapa sería 
nombrada de codificación del mensaje, que es en donde el emisor elabora el 
contenido del mensaje que pretende transmitir, escoge los elementos discursivos 
de entre su repertorio lingüístico y los organiza en una secuencia (cadena) a partir 
de las reglas del código y sus intenciones particulares, para hacer aparecer con 
más o menos éxito las asociaciones deseadas en su interlocutor. No olvidemos 
que este efecto de estructura no se realiza en un espacio puramente lógico sino 
que depende de coordenadas espaciales, corporales e instrumentales de las 
interacciones, lo que tendrá una influencia notable en sus características y 
propiedades como indicaremos más adelante. Una vez realizado el proceso de 
codificación, un locutor emite el mensaje deseado a un interlocutor a través de un 
canal de transmisión de

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