Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE PSICOLOGÍA “TALLER PARA LA PREVENCIÓN DE MALTRATO INFANTIL DIRIGIDO A PADRES DE NIÑOS EN EDAD ESCOLAR” T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: LICENCIADA EN PSICOLOGÍA PRESENTA: ANA LILIA CAMACHO GARCÍA Director Lic. Noemí Barragán Torres Revisor Lic. Lidia Díaz Sanjuan México, D.F. Mayo, 2013 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. AGRADECIMIENTOS A mis papás: Aarón y Marisol por su amor y apoyo. Papá: Con tu ejemplo has sido siempre una inspiración en mi formación profesional. Tu apoyo y tus consejos conforman el camino hacia la consecución de mis logros. Este es uno de ellos. Gracias. Mamá: Tu amor, consejos y apoyo incondicional son fuente de motivación, seguridad y confianza para enfrentarme a la vida. Gracias. A Matías, por el amor y el tiempo compartido; tu apoyo y consejos son motivación a seguir adelante siempre. A Cris (Pichón) por los años de apoyo mutuo y la gran amistad, esperando que dure por mucho tiempo. A la Lic. Noemí Barragán Torres, por su valiosa dirección y su gran apoyo y sugerencias en la realización de éste trabajo. A mi revisora Lic. Lidia Díaz Sanjuan y a los sinodales: Lic. Aida Araceli Mendoza Ibarrola, Lic. María Eugenia Gutiérrez Ordoñez, Mtra. Alma Mireia López Arce Coria. Gracias. A la Universidad Nacional Autónoma de México y a la Facultad de Psicología, por permitirme adquirir los conocimientos para mi formación profesional. 3 Índice Resumen………………………………………………………………………………….4 Introducción………………………………………………………………………………5 Capítulo 1. Características del niño(a) en edad escolar……………………………..8 1.1. El desarrollo……………………………………………………………………...8 1.2. Niñez intermedia y tardía………………………………………………………10 1.2.1. Desarrollo físico………………………………………………………….10 1.2.2. Desarrollo cognitivo……………………………………………………..12 1.2.3. Desarrollo socio-emocional…………………………………………….13 Capítulo 2. Maltrato Infantil…………………………………………………………….17 2.1 Antecedentes…………………………………………………………………....17 2.2 Definición………………………………………………………………………...19 2.3 Teorías explicativas……………………………………………………………..21 2.4 Factores de Riesgo……………………………………………………………..26 2.5 Tipología…………………………………………………………………………29 2.6 Consecuencias……………………………………………………………….....33 Capítulo 3. Familia y cultura en la crianza…………………………………………...39 3.1. La familia………………………………………………………………………..39 3.1.1. Teoría del Aprendizaje Social………………………………………….42 3.1.2. Estilos de crianza………………………………………………………..48 3.2. La cultura del maltrato………………………………………………………….52 3.2.1. El castigo aversivo: disciplina o maltrato……………………………...53 Capítulo 4. Prevención del maltrato infantil…………………………………………..59 4.1 La prevención…………………………………………………………………...59 4.2 Estrategias para la prevención del maltrato infantil en la familia………….62 Capítulo 5. Metodología. Taller de prevención del maltrato infantil: “Disciplina inteligente para una convivencia armoniosa con mis hijos”……………………….66 Capítulo 6. Resultados………………………………………………………………….74 Discusión…………………………………………………………………………………82 Conclusiones…………………………………………………………………………….85 Anexos……………………………………………………………………………………86 Bibliografía……………………………………………………………………………...102 4 Resumen El presente trabajo tuvo como objetivo favorecer la adquisición de conocimientos sobre la problemática del maltrato infantil y habilidades preventivas, como habilidades sociales y prácticas de crianza positivas, implementando el taller “Disciplina inteligente para una convivencia armoniosa con mis hijos” dirigido a padres de familia de niños en edad escolar. El marco teórico incluye temas como las características físicas y psicológicas de los niños en edad escolar, el maltrato infantil y sus características, el papel de la familia y la cultura en la crianza y medidas de prevención del Maltrato Infantil. Tales tópicos fueron la base para la elaboración de la metodología con la que se diseñó el taller, el cual consistió en cinco sesiones. La adquisición de conocimientos de los padres de familia fue evaluada mediante la aplicación de un pretest – postest que exploró las áreas de falsas creencias e información. Los resultados del taller fueron sometidos a un análisis cualitativo, en donde se llevó a cabo una comparación del test aplicado antes y después del taller, análisis de resultados observados en los comentarios de los padres por sesión y comentarios generales de ellos al final del taller. El análisis cualitativo indicó que el taller a padres favoreció la adquisición de conocimientos sobre maltrato infantil, técnicas positivas de disciplina y habilidades sociales para prevenir el maltrato infantil. Palabras clave: Maltrato infantil, prevención, habilidades sociales, prácticas de crianza positivas. 5 “Para llegar a donde queremos con los hijos debemos tomar la ruta más larga, enseñándoles con nuestras mentes y corazones, más que con nuestras manos y cinturones” Penelope Leach, Autora. Introducción La violencia contra los niños, como víctimas o cómo testigos, es un problema multicausal, y es considerado como un problema de salud pública por las proporciones epidémicas que ha alcanzado (Margolin y Gordis, 2000 en Sanmartin, 2010); este problema se ha asociado a numerosos efectos psicológicos a corto y largo plazo en los niños, además de presentar un mayor riesgo en la aparición de conductas agresivas. De acuerdo con el Programa de Prevención del Maltrato del Menor (PREMAN), de 1995 al 2002, las agresiones cometidas contra los niños(as) se han ido diversificando en comparación con cifras anteriores, disminuyendo el maltrato físico, mientras que otros, tales como la omisión de cuidados, el maltrato emocional y la negligencia, aumentaron. Denuncias, casos comprobadosde maltrato a menores atendidos por el DIF-PREMAN, 1995-2002 Indicadores Año de denuncias 1995 1997 1999 2001 2002 Denuncias recibidas 15 391 25 378 25 045 29 060 23 585 Casos comprobados de maltrato 11 372 15 843 14 054 15 842 13 332 Niños(as) maltratados atendidos 19 043 25 259 24 927 28 511 22 453 Fuente: Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia. Dirección de Asistencia Jurídica. Subdirección de Asistencia Jurídica y Adopción, 2002b. 6 Posteriormente en 2004, los datos del PREMAN indicaron un aumento en el número de denuncias sobre maltrato infantil, que fue de 38mil 554, de las cuales en 59.2% se comprobó que hubo maltrato. Fuente: INEGI. Mujeres y Hombres en México 2006 Para 2011, las cifras del INEGI indicaron un total de 21mil 031 denuncias, en donde 14mil 289 casos fueron comprobados, o sea, el 67.9%. De acuerdo con la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), al ser considerado como un problema doméstico los casos de los que se tiene conocimiento son aquellos que derivan de una denuncia, sin embargo, se considera que por cada caso que conocen las autoridades, existen 100 más que no se registran, lo que revela la magnitud del problema. En éste sentido Paíno y Revuelta (2002), señalan que el maltrato dentro del ámbito familiar es un problema de ámbito social con difícil solución dada su característica de encubierto y privado. Fernández (2002) comenta que al ser fundamentalmente una situación que se produce en la intimidad del hogar familiar, uno de los grandes problemas de la intervención sobre el maltrato infantil es lo complicado de su detección. Explotación sexual comercial Explotación laboral Abuso sexual Abandono Negligencia Emocional Físico Omisión de cuidados Porcentaje de menores atendidos por tipo de maltrato, 2004 (cifras de enero a diciembre) 7 Según el PREMAN, el periodo en que se presenta la mayor incidencia de maltrato es cuando se está cursando la primaria, seguida de la etapa lactante (INEGI, 2011). De acuerdo con Sanmartin (2010), los niños expuestos a violencia familiar son niños que no se sienten seguros en el contexto del hogar, que es donde deberían sentirse protegidos, cuidados y apoyados para su normal desarrollo. Diversos tipos de maltrato tienden a coexistir y la violencia y exposición prolongada a esta situación tiene efectos a corto y largo plazo en el desarrollo físico, social y psicológico del niño. Exponer a los niños a violencia tiene el costo de modelar comportamientos violentos que se perpetúan; este hecho, aunado a las complicaciones en la detección e intervención intensifica la problemática. Es por esto que se considera necesario elaborar estrategias que permitan disminuir la presencia de dicho fenómeno, mediante la implementación de técnicas que se enfoquen en informar y concientizar a la población a través del trabajo de prevención con el fin de terminar con los factores que favorezcan la aparición del maltrato. Proporcionar información sobre la manifestación y las consecuencias del maltrato infantil, promover técnicas positivas de disciplina, fortalecer los vínculos paterno- filiales a través de habilidades sociales como la comunicación y la autoestima, junto con técnicas para un buen control de estrés, son algunas de las estrategias contempladas por diversos autores para prevenir el maltrato infantil, las cuales se pretenden desarrollar en el presente trabajo a través del taller a padres. 8 Capítulo 1. Características del niño(a) en edad escolar 1.1 El desarrollo Al hablar de desarrollo, nos referimos a continuidades y cambios sistemáticos en el individuo que ocurren entre la concepción (cuando el esperma del padre penetra en el óvulo de la madre creando un organismo nuevo) y la muerte. Al decir que los cambios son “sistemáticos”, se hace referencia a que son ordenados, siguen un patrón y son relativamente duraderos (Saffer, 2000). La mayor parte del desarrollo implica crecimiento, aunque también implica deterioro, como es el caso del envejecimiento y la muerte (Santrock, 2007). Es por esto que se debe entender al desarrollo como el patrón de evolución o cambio que comienza en la concepción y continúa a través de todo el curso de la vida. De acuerdo con Santrock (2007), este patrón de desarrollo del ser humano está creado por la interrelación de varios procesos: Procesos biológicos: Implican cambios en la naturaleza física del individuo. Los genes heredados de los padres, el desarrollo del cerebro, el aumento de peso y de estatura, las habilidades motoras y los cambios hormonales reflejan el papel de los procesos biológicos en el desarrollo. Procesos cognitivos: Implican cambios en el pensamiento, la inteligencia y el lenguaje del individuo. Las tareas de construir una frase larga, memorizar un poema y resolver un crucigrama implican un desarrollo cognitivo. Procesos socio-emocionales: Implican cambios en las relaciones individuales con otras personas, los cambios emocionales y los cambios en la personalidad. La sonrisa de un niño hacia sus padres, la agresión de un niño pequeño a un compañero de juegos, el desarrollo de la seguridad en sí misma de una niña, etc., reflejan el papel de los procesos socio- emocionales en el desarrollo. 9 Es importante mencionar que los procesos biológicos, cognitivos y socioemocionales están entrelazados de forma compleja y a lo largo de toda la vida y en muchas ocasiones son bidireccionales, por lo que los procesos biológicos pueden influir en los procesos cognitivos y viceversa. De manera específica, el desarrollo infantil se entiende como el estudio científico de los patrones de crecimiento, cambios y estabilidad que ocurren desde la concepción hasta la adolescencia (Feldman, 2008). Con propósitos de organización y comprensión, el desarrollo de los niños se suele describir en términos de periodos, los cuales se abarcan en rangos de edades aproximados. La clasificación de los periodos del desarrollo más utilizada describe el desarrollo del niño en términos de la siguiente secuencia: el periodo prenatal, la infancia, la niñez temprana, la niñez intermedia y tardía y la adolescencia. El periodo prenatal va de la concepción al nacimiento, y dura aproximadamente nueve meses. Durante esta época sorprendente, una sola célula se convierte en un organismo completo, con un cerebro y capacidades conductuales. La infancia es el periodo del desarrollo que se extiende desde el nacimiento hasta alrededor de los 18 a los 24 meses de edad. La infancia es una época de gran dependencia en los adultos. Muchas actividades psicológicas apenas están iniciando (la capacidad de hablar, de coordinar las sensaciones con los movimientos físicos, de pensar con símbolos, y de imitar y aprender de los demás). La niñez temprana es el periodo del desarrollo que va desde el final de la infancia hasta alrededor de los 5 a 6 años de edad; en ocasiones a este periodo se le conoce como la edad preescolar. Durante esta época, los niños pequeños aprenden a ser más autosuficientes y a cuidar de sí mismos; desarrollan habilidades que los preparan para la escuela (seguir instrucciones, identificar las letras), y pasan muchas horas jugando y con sus pares. El primer grado de primaria suele marcar el final de este periodo. 10 La niñez intermedia y tardía es el periodo del desarrollo que va desde aproximadamente los 6 a los 11 años de edad; en ocasiones a este periodo se le conoce como los años de escuela primaria. Los niños dominan las habilidades fundamentales de la lectura, la escritura y la aritmética, y se ven expuestos formalmente al mundo y a su cultura. El rendimiento escolar se convierte en un tema más central en el mundo del niño, y el autocontrol aumenta. La adolescencia es el periodo deldesarrollo que marca la transición de la niñez a la adultez temprana, e inicia aproximadamente entre los 10 y los 12 años de edad, y termina alrededor de los 18 a 22 años de edad. La adolescencia inicia con cambios físicos rápidos y el desarrollo de características sexuales. La búsqueda de la independencia y de la identidad son características importantes de este periodo del desarrollo. A continuación se mencionan las características físicas, cognitivas y socioemocionales de los niños en la etapa escolar y que es a la que se refiere el presente trabajo: la niñez intermedia y tardía. 1.2 Niñez intermedia y tardía 1.2.1 Desarrollo físico Durante la niñez intermedia y tardía, el cuerpo de los niños pasa por una etapa de cambio constante y de mejora en sus destrezas motoras y se produce un crecimiento corporal lento y regular (Santrock, 2006). El desarrollo físico es menos rápido en la niñez media que en los primeros años y existen grandes diferencias en estatura y tamaño (Papalia, 2010). Esta etapa supone un período de calma antes del rápido y repentino crecimiento de la adolescencia. Durante los años de la educación primaria, los niños crecen una media de 5 a 7 centímetros al año. En cuanto al peso, durante la niñez intermedia y tardía los niños ganan de 2 a 3 kilos al año, lo que se debe al 11 incremento del tamaño tanto de los sistemas muscular y óseo, como de los órganos internos. Entre los cambios más pronunciados en el crecimiento y las proporciones corporales se encuentra la disminución del diámetro craneal y de la cintura, así como de la longitud de las piernas con respecto a la altura del cuerpo. Además se duplica la fuerza, sobre todo en los niños, quienes normalmente son más fuertes que las niñas por el mayor número de células musculares que poseen. Durante la niñez intermedia y tardía el desarrollo motor de los niños se vuelve más uniforme y más coordinado que en la niñez temprana. A medida que pasan los años de la educación primaria, aumenta el control que los niños ejercen sobre el cuerpo y ya pueden permanecer sentados y atender durante períodos más largos. No obstante, su rutina diaria debería estar basada en la actividad física, ya que aún no están físicamente maduros y necesitan afinar las habilidades que están desarrollando. Correr, trepar, saltar la cuerda, nadar, andar en bicicleta y en patineta son sólo algunas de las muchas habilidades físicas que pueden dominar los niños en esta etapa gracias a la mejora en las habilidades motoras gruesas. Además, una vez que las dominan, estas habilidades físicas son fuente de gran placer y logro. Así mismo, escribir en un teclado de computadora, escribir en cursiva con pluma o lápiz y hacer dibujos detallados son sólo algunos de los logros que dependen de mejoras en la coordinación motriz fina que ocurre durante la niñez temprana e intermedia (Feldman, 2008). 12 1.2.2 Desarrollo Cognitivo Entre los siete y los doce años el niño se encuentra en la etapa de las operaciones concretas de la Teoría del Desarrollo Cognitivo de Piaget, que se caracteriza por el uso activo y adecuado de la lógica. Por ejemplo, cuando los niños en esta etapa se enfrentan a un problema de conservación (como determinar si permanece igual la cantidad de líquido que se vierte desde un contenedor a otro de diferente forma) usan procesos cognoscitivos y lógicos para responder, y ya no influye sólo la apariencia. En esta etapa ya son capaces de realizar operaciones mentales. Como son menos egocéntricos, son capaces de tomar en cuenta múltiples aspectos de una situación, una habilidad conocida como descentración (Feldman, 2008). Es en esta etapa donde tiene lugar el desarrollo moral, que implica el desarrollo de los pensamientos, sentimientos y comportamientos relacionados con las reglas y las convenciones sobre lo que la gente debe hacer en sus relaciones con otras personas (Santrock, 2006). De acuerdo con Piaget, el desarrollo moral se relaciona con la maduración cognoscitiva y ocurre en tres etapas a medida que el niño avanza de un pensamiento rígido a otro más flexible (Papalia, 2010). En esta etapa de la vida también se produce el desarrollo de la memoria a largo plazo, del pensamiento crítico, del pensamiento creativo y de la inteligencia, como el constructo que consiste en la capacidad para resolver problemas y en la habilidad para adaptarse a las experiencias diarias de la vida para aprender de ellas. En lo que respecta al desarrollo del vocabulario y de la gramática, durante esta etapa los niños se vuelven más analíticos y lógicos en su comprensión de las palabras y reglas gramaticales (Santrock, 2006). El uso del vocabulario, la gramática y la sintaxis es cada vez más complejo, pero el área de crecimiento lingüístico más importante es la pragmática (Papalia, 2010). 13 1.2.3 Desarrollo socio-emocional El yo El crecimiento cognoscitivo que tiene lugar durante la niñez media permite a los niños desarrollar conceptos más complejos de sí mismos y mejorar la comprensión y el control emocional. El yo interno, el yo social y el yo que se compara socialmente se convierten en factores más importantes durante la niñez intermedia y tardía. En esta época los juicios acerca del yo se vuelven más conscientes, realistas, equilibrados y generales a medida que los niños forman sistemas representacionales: autoconceptos amplios e inclusivos que integran varios aspectos del yo (Harter, 1993, 1996, 1998 en Papalia, 2010). La autoestima se desarrolla en formas importantes durante la niñez intermedia. Los niños se comparan cada vez más con otros, y mientras lo hacen, valoran qué tanto están a la altura de las pautas de la sociedad. Es por esto que es muy importante promover la autoestima de los hijos. Durante la niñez intermedia y tardía, los niños no sólo reconocen diferencias entre estados internos y externos, sino que, además, suelen hacer referencia a estados internos al definirse a sí mismos. Tienden a definirse por sus características psicológicas más que por sus características físicas. Durante los años de educación primaria, la auto-comprensión de los niños presenta cada vez mayores referencias a las comparaciones sociales. En esta etapa del desarrollo, los niños tienden a distinguirse de los demás en términos comparativos antes que en términos absolutos. De ésta manera, los niños de primaria ya no piensan acerca de lo que hacen o no hacen, sino acerca de qué pueden hacer en comparación con otros. Este cambio en el desarrollo aumenta la tendencia a establecer las diferencias que existen entre uno mismo como individuo y los demás. 14 Durante la niñez intermedia y tardía es donde se produce la cuarta fase de las fases del desarrollo humano establecidas por Erik Erikson (1968): productividad frente a inferioridad. El término productividad hace referencia a un aspecto esencial de este período: los niños se interesan en cómo se hacen y funcionan las cosas. Cuando se apoya a los niños en sus esfuerzos para crear, construir y trabajar (fabricando una maqueta, una pequeña cabaña, arreglando la bicicleta, resolviendo una suma o cocinando) logramos que aumente su sentido de productividad. No obstante, los padres que consideran que los esfuerzos de sus hijos son “travesuras” o “desastres” fomentan que el niño desarrolle un sentimiento de inferioridad (Santrock, 2006). En la niñez intermedia y tardía, los niños aprenden mucho más que “vocabulario” de términos emocionales, como ocurrió previamente en la niñez temprana; también aprenden sobre causas y consecuencias de los sentimientos (Denham, 1998) A continuación se presentan algunos cambios importantes en el desarrollo de las emociones que se producen durante la educación primaria (Kuebli, 1994; Wintre y Vallance, 1994): Una mayor capacidad para entender emocionescomplejas como el orgullo y la vergüenza (Kuebli, 1994). (Estas emociones se interiorizan y se integran en el sentido de la responsabilidad personal.) La comprensión de que se puede experimentar más de una emoción concreta en una situación determinada. Una mayor tendencia a tomar en consideración los hechos que dan lugar a una reacción emocional. Una notable mejoría en la capacidad para suprimir u ocultar reacciones emocionales negativas. El empleo de estrategias personales para reconducir los sentimientos. 15 A medida que los niños crecen, toman más conciencia de sus sentimientos y los de otras personas. Pueden regular o controla mejor sus emociones y responder al malestar emocional de otros (Saarni et al., 1998). A los siete u ocho años, es común que tengan conciencia de los sentimientos de vergüenza y de orgullo así como una idea más clara de la diferencia entre culpa y vergüenza (Harris Olthof, Meerum Terwogt y Hardman, 1987; Olthof, Schouten, Kuiper, Stegge y Jennekens-Schinkel, 2000). Esas emocionas influyen en la opinión que tienen de sí mismos (Harter, 1993, 1996). También entienden las emociones contradictorias. “Quiero a mi hermano aunque también hace cosas que me enojan”. En la niñez media los niños tienen conciencia de las reglas de su cultura relacionadas con la expresión emocional aceptable (Cole, Bruschi y Tammang, 2002). Los niños aprender qué les hace irritarse, sentir temor o tristeza y la manera en que otras personas reaccionan ante la manifestación de esas emociones, también aprenden a comportarse en consecuencia. Cuando los padres responden con desaprobación o castigo, emociones como la irritación y el temor pueden hacerse más intensas y dañar el ajuste social de los niños (Fabes, Leonard, Kupanoff y Martin, 2001). O bien pueden tornarse reservados y ansiosos respecto de los sentimientos negativos. A medida que se aproximan a la adolescencia temprana, la intolerancia de los padres respecto de la emoción negativa puede agudizar el conflicto entre los padres y el hijo (Eisenberg, Fabes et al., 1999). Durante la niñez intermedia y tardía el desarrollo cognitivo de los niños ha madurado hasta el punto de que ya es posible razonar con ellos acerca de cómo evitar conductas erróneas y de qué manera controlar el comportamiento. En la adolescencia, el razonamiento de los niños se vuelve más complejo, y resulta más improbable que acepten la disciplina impuesta por los padres. 16 El desarrollo moral implica el desarrollo de los pensamientos, sentimientos y comportamientos relacionados con las reglas y las convenciones sobre lo que la gente debe hacer en sus relaciones con otras personas. En la niñez intermedia y tardía, los niños se dan cuenta de que las reglas y leyes son creadas por los hombres y que al juzgar una acción se deben considerar tanto las intenciones como las consecuencias. De acuerdo con diversos autores, la disciplina activa, que utiliza el razonamiento y dirige la atención de los niños hacia las consecuencias que sus acciones pueden tener para los demás, ejerce una notable influencia en el desarrollo moral (Hoffman, 1970). También señalan que los valores morales de los padres influyen en el desarrollo de los pensamientos morales de los niños (Gibbs, 1993). Los niños tienden a volverse más empáticos y a inclinarse más hacia la conducta prosocial en la niñez media. Los sentimientos positivos como la empatía, contribuyen al desarrollo moral del niño. La empatía es reaccionar a los sentimientos de otros con una respuesta emocional que es similar a lo que otros sienten (Eisenberg, 2005; Hoffman, 2002). Aunque la empatía se experimenta como un estado emocional es, a menudo un componente cognitivo. El componente cognitivo es la habilidad de discernir los estados psicológicos internos de otros, o lo que se llama “tener perspectiva” (Santrock, 2006). Los padres que reconocen los sentimientos de aflicción de sus hijos y los ayudan a enfocarse en resolver la raíz del problema estimulan la empatía, el desarrollo prosocial y las habilidades sociales (Bryant, 1987; Eisenberg et al., 1996). (Papalia, 2010). 17 Capítulo 2. Maltrato Infantil 2.1 Antecedentes El Maltrato Infantil es un fenómeno que surge con el hombre, por lo que es tan antiguo como la humanidad. A lo largo de la historia han existido creencias y actitudes con respecto al maltrato a los menores. El significado que cada civilización le ha dado a las agresiones hacia los niños(as) varía ampliamente según las características culturales prevalecientes, siendo algunas veces condenado, pero otras abiertamente favorecido y legitimado. Hace 400 años Aristóteles decía: “Un hijo o un esclavo son propiedad, y nada de lo que se hace con la propiedad es injusto” (Mahler, 1990). En el siglo IV d. C., en Jericó (Ciudad de Cisjordania) los niños eran empotrados en los cimientos de las murallas, muros de los edificios y puentes, para supuestamente fortalecer tales edificaciones. El códice Mendocino describe diversos tipos de castigo que se imponían a los niños, como pincharlos con púas de maguey, hacerlos aspirar humo de chile quemado, dejarlos sin comer, quemarles el pelo, largas jornadas de trabajo, etcétera. El infanticidio se utilizaba como una forma de eliminar a los niños con defectos físicos; durante el nazismo se ordenaba matarlos con el propósito de alcanzar la supuesta pureza de la raza, y en algunos países como China, se usaba para controlar la natalidad (Santana, Sánchez y Herrera, 1998). El síndrome del niño golpeado fue descrito por primera vez en 1868 por Ambrosie Tardieu, catedrático de medicina legal en París, luego de realizar las autopsias de 32 niños golpeados y quemados; posteriormente, en 1962 Kempe y Silverman crearon la expresión síndrome del niño golpeado, la cual aludía a la presencia de heridas en los niños que fueron detectadas con base en las características clínicas descritas por los casos que ingresaban al servicio de pediatría del Hospital General de Denver, en Colorado (Mahler, 1990). Más tarde, el concepto del síndrome del niño golpeado fue ampliado por Fontana en 1979, al indicar que 18 los niños podían ser agredidos no sólo en forma física, sino también emocional o por negligencia, de modo que sustituyó el término “golpeado” por el de maltratado. Uno de los casos que logró una relevancia y trascendencia en la sociedad estadounidence y que representó el inicio de las investigaciones hacia el fenómeno de maltrato infantil fue el caso de Mary Ellen Wilson (1874), quien era cruelmente golpeada y encadenada por sus padres adoptivos. Ante tal situación, sus vecinos decidieron llevarla a los tribunales, pero tuvo que ser representada por la Sociedad Protectora de Animales al no existir instancia legal que la defendiera. A raíz del caso de Mary Ellen, surgió en Nueva York la Primera Sociedad para la Prevención de la Crueldad en los Niños, y posteriormente se crearon sociedades semejantes en varios países (Marcovich, 1978). Las primeras investigaciones sobre el Maltrato Infantil se empezaron a desarrollar en países como Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Suecia, Dinamarca, Suiza, Alemania, Irlanda del Norte, Australia, Bélgica, Sudáfrica, Uganda, Colombia, entre otros, a partir de los años sesenta (Simón, López y Linaza, 2000). En México fue hasta 1965 cuando en el Hospital de Pediatría del Centro Médico Nacional se evidenció al primer grupo de niños maltratados, iniciándose de esta manera los primeros estudios en relación al fenómeno; el impacto de la incipiente, pero sustancial evidencia, contribuyó a que la comunidad en general asumiera que el maltrato infantil era un fenómeno común dentro de todas las sociedades (Marcovich, 1978 en Acevedo, 2010). El escenario de crueldad a la que son expuestos los niños ha sido registrado por diversosmedios a lo largo de la historia, algunos sin darle la importancia debida por parte de las autoridades y la sociedad, y otros (pocos) han representado toda una fuente de inspiración para la investigación y creación de instancias que protejan el bienestar infantil (Mahler, 1990). Desgraciadamente en nuestro país, la mayoría de las veces es una práctica social aceptada y jurídicamente ignorada por las leyes. 19 2.2 Definición En la actualidad, no existe una única definición del maltrato infantil universalmente aceptada. A pesar del desarrollo de abundantes líneas de investigación sobre el maltrato infantil, sigue habiendo en nuestros días algunas deficiencias teóricas notables. (Sanmartín, 2005). La ausencia de una o unas definiciones que hayan alcanzado una aceptación general, hace que la mayoría de los investigadores desarrollen su propia definición particular para sus investigaciones, lo que provoca una imposibilidad evidente de comparar sus resultados (Arruabarrena y De Paúl, 1994). Se admite que los criterios para definir una situación de maltrato han de fundamentarse en las consecuencias en el niño, es decir, en las necesidades no atendidas (Dubowitz y cols., 1993 en Arruabarrena y De Paúl, 2001). Por esta razón, es importante tomar en cuenta tres criterios en la definición de maltrato infantil: a) La perspectiva evolutiva. La conceptualización de una acción o una omisión como maltratante o negligente y su nivel de gravedad se deben establecer en función de la edad del niño, ya que un mismo comportamiento parental puede ser dañino para un niño en la primera infancia, pero adecuado para un niño en etapa de niñez tardía. b) Presencia de factores de vulnerabilidad del niño. Un mismo comportamiento parental puede no ser dañino para un niño sano, mientras que en otro niño (con enfermedades crónicas severas o con retraso psíquico) puede ser considerado como maltratante o negligente. 20 c) Existencia de daño real o de daño potencial. Tomar en cuenta el daño generado y establecer una predicción de que en el futuro los comportamientos parentales serán dañinos en un determinado nivel de severidad. (Arruabarrena y De Paúl, 2001). Posterior a la Reunión de Consulta de la Organización Mundial de la Salud sobre la Prevención del Maltrato de Menores (OMS, 2003), y en consenso con la Sociedad Internacional para la Prevención del Maltrato y Descuido de Menores, al comparar las definiciones de maltrato de 58 países, se decide considerar que el maltrato infantil abarca: “Todas las formas de malos tratos físicos y emocionales, abuso sexual, descuido o negligencia o explotación comercial o de otro tipo, que originen un daño real o potencial para la salud del niño(a), su supervivencia, desarrollo o dignidad en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder” (OMS, 2003: 65). Los conceptos de maltrato utilizados dentro de las investigaciones en la última década se han caracterizado por la utilización de dos definiciones, una conceptual y otra operacional. La definición conceptual es entendida como la descripción en abstracto de lo que es el maltrato, sostiene de una manera general que se le debe considerar maltrato infantil a todos los actos o acciones cometidas u omitidas (con o sin intención) por los padres, tutores u otras personas o instancias a cargo del cuidado o atención de un niño(a) menor de 12 años que den como resultado un daño en una amplia gama de manifestaciones, como puede ser: en lo físico, psicológico, de atención, de cuidado, de explotación, de ausencia de protección y hasta de sobreprotección, entre otros. La definición operacional es entendida como la descripción en concreto de lo que es el maltrato y se centra en describir alguna o algunas tipologías de maltrato que pueda presentar el niño, describiendo de manera detallada la práctica, así como la sintomatología que presente la víctima (Acevedo, 2010) 21 2.3 Teorías explicativas Desde los años sesenta se han aducido diversos modelos, en particular el psiquiátrico, el sociológico, el socio-interaccional y el ecológico (García y Musitu, 1993). Modelo Psiquiátrico Los modelos teóricos bajo estas perspectivas son los más antiguos dentro del campo de estudio del maltrato infantil (Acevedo, 2010). En estos modelos se sostiene que los padres o cuidadores maltratan a sus hijos porque padecen de alteraciones psiquiátricas, ya sea esquizofrenia o psicosis maniaco-depresiva. Se entiende al maltratador como un individuo con alteraciones de la personalidad o problemas psiquiátricos. Hasta cierto punto se responsabiliza a la biología por lo sucedido. Lo cierto es que sólo una mínima parte (no más del 10%) de los malos tratos infantiles tiene ese origen (Sanmartín, 2005) Por esta razón, se fue produciendo un desplazamiento hacia la búsqueda de aquellas características del funcionamiento psicológico que, sin ser consideradas como patológicas, explicarían disfunciones en la ejecución del rol parental (Arruabarrena y De Paul, 1994). Fué así como comenzó a tomarse en cuenta la importancia que tienen los factores sociales y ambientales: Modelo Sociológico Para que exista el maltrato infantil deben existir ciertas condiciones sociales provocadoras que afectan el funcionamiento de la familia, como el estrés, los valores, prácticas culturales que estimulan la violencia social, la presencia de castigos corporales como forma de crianza y educación, el aislamiento social de la familia, la aceptación social de la violencia, la organización social de la comunidad, los problemas económicos. El uso de la violencia se considera como medio para resolver conflictos en las relaciones humanas. 22 Modelo Socio-Interaccional El maltrato infantil se presenta dependiendo de la interacción dinámica entre los padres, del niño y de la situación (Cantón y Cortés, 2002), así como los patrones de conducta entre los miembros de la familia, considerando la autoestima de los involucrados, la percepción de la conducta, esquemas cognitivos, distorsión cognitiva, expectativas inapropiadas, entre otros (Simón, López y Linaza, 2000). Entre otros modelos teóricos representativos se pueden mencionar el Modelo Intra-Personal, Teoría del Apego, el Modelo Psicosocial, Sociocultural, Modelo de la Vulnerabilidad del Niño, el Modelo Transaccional de Ciccheti y Rizley (1981), Componentes de Vasta (1982), Transicional de Wolfe (1987), Procesamiento de la Información Social de Milner (1993) y finalmente el Modelo del Estrés y del Afrontamiento de Hillson y Kurper (1994). Es importante mencionar que en estas teorías coinciden varios factores en la incidencia del maltrato infantil: la intolerancia al estrés y la frustración cotidiana que los padres experimentan, la incapacidad en las prácticas de crianza, las prácticas culturales que estimulan la violencia y su aceptación social y la imitación y repetición de una generación a otra de conductas violentas. De acuerdo con Belsky (1980), podría ser que nos quedáramos con todos los modelos explicativos o con ninguno, ya que los fenómenos psico-sociales son muy complejos y no suelen tener una sola causa, sino que suelen nacer de la interacción de variables muy diversas y complejas (Sanmartín, 2005). Uno de los modelos explicativos que ha adquirido una mayor aceptación por parte de la comunidad científica en los recientes años, ha sido el Modelo Ecológico, cuyo factor integrador no sólo toma en cuenta los aspectos de la persona y los elementos socioculturales, sino que considera también las relaciones que se tejen entre los individuos y entre éstos y los contextos de referencia de su sociedad. 23 Modelo Ecológico-Sistémico Bronfenbrenner (1979a) es el primero en proponer los estudios ecológicos para el desarrollo de la conducta humana. Tal perspectiva concibe al ambienteecológico como un conjunto de estructuras seriadas y estructuradas en diferentes niveles, donde cada uno de ellos contiene al otro. Bronfenbrenner denomina a esos niveles el microsistema, mesosistema, exosistema y macrosistema. Modelo Perspectiva Ecológica del Desarrollo de la Conducta Humana de Bronfenbrenner (1979a) El microsistema constituye el nivel más inmediato en el que se desarrolla el individuo; corresponde al patrón de actividades, roles y relaciones interpersonales que la persona experimenta en un entorno determinado (familia, la escuela, o el trabajo); el mesosistema comprende las interrelaciones de dos o más entornos en los que la persona participa de manera activa (para un niño, las relaciones entre el hogar, la escuela y el grupo de amigos; para un adulto entre la familia, el trabajo y la vida social); al exosistema lo integran contextos más amplios que afectan al individuo pero que no lo incluyen directamente (para un niño, el lugar de trabajo de los padres, la clase del hermano mayor o el círculo de amigos de los padres). Finalmente, al macrosistema lo configuran la cultura y la subcultura en la que se desenvuelve la persona (creencias, prácticas y valores de la sociedad). La capacidad de formación de un sistema depende de las interconexiones sociales entre ese sistema y otros, por tanto, se requiere de una participación conjunta de los diferentes contextos y de una comunicación entre ellos (Bronfenbrenner, 1979a). Macrosistema Exosistema Mesosistema Microsistema 24 Belsky (1980) retoma el modelo original de Bronfenbrenner (1979a) y lo aplica por primera vez al fenómeno del maltrato infantil. En su modelo se considera un nivel más: el ontosistema o nivel individual. El maltrato infantil es analizado en niveles que van desde lo individual a lo sociocultural (Larraín, 1994 en Acevedo, 2010). Modelo Ecológico de Belsky (1980) En el ontosistema o nivel individual, Belsky agrupa los aspectos propios del individuo, tales como la personalidad, el estado de ánimo y las prácticas de crianza, el conocimiento con respecto a las características evolutivas del niño y sus necesidades, los cuales, a su vez, están siendo afectados por la propia historia de crianza de los madres: maltrato, desatención severa, rechazo emocional a la que el sujeto fue sometido durante su infancia y la historia de desarmonía o ruptura familiar. Dentro del microsistema, considera el contexto familiar inmediato en el cual se producen las interacciones madre-padre-hijo. Dentro del exosistema, se considera la vecindad o el barrio en el cual está inserto el grupo familiar, el desempleo, ausencia de recursos económicos, ausencia de apoyo social, acceso a la salud y educación de calidad deficiente (Acevedo, 2010). Por último, dentro del macrosistema se incluyen tres tipos de variables: socioeconómicas (cuestiones relacionadas con los recursos económicos de una sociedad, crisis económicas, etc) , estructurales (aspectos de organización y funcionamioento de una sociedad) y psicosociales o culturales (forma de educar a los niños, satisfacer sus necesidades , las actitudes y creencias en torno a la violencia, el castigo como modo de educación de los niños) (Arruabarrena y de Paúl, 2001). Macrosistema Exosistema Nivel Individual Microsistema 25 Modelo Ecológico de Belsky (1980) Modelo ecológico del menor maltratado Ontosistema Variables relacionadas con la personalidad, el estado de ánimo y las prácticas de crianza, el conocimiento con respecto a las características evolutivas del niño y sus necesidades, entre otras. Microsistema Todas las variables que implican comportamientos concretos de los miembros de la familia, así como el efecto de las propias características de la composición familiar. Interacción entre ambos padres. Atributos de los padres (escasa capacidad empática, poca tolerancia al estrés, síntomas depresivos, alteraciones de la personalidad) y de su relación (desajuste marital, violencia en pareja). Características psicológicas Comportamientos de cada uno de los padres con los hijos. Estudio de la interacción entre los diferentes miembros. Aspectos que rodean al individuo y a la familia y les afectan de manera directa Mesosistema Ausencia de apoyo social. Relaciones sociales Aislamiento a sistemas de apoyo. Reducción de la tolerancia al estrés. Dificultad para afrontar la interacción cotidiana y el cuidado de los hijos. Macrosistémico Ámbito de trabajo Empleo. Tensiones o insatisfacciones del trabajo. Socioeconómicas Recursos económicos de una sociedad. Su distribución. Crisis económica. Tasa de desempleo. Estructurales Aspectos de organización y funcionamiento concreto de una sociedad o colectivo. Recursos asistenciales. Entramado de normas. Recursos en crisis. Psicosociales o culturales Actitudes y valores de cada grupo social. Momento histórico, formas de educar a los niños. Satisfacer sus necesidades. Comprensión del papel de cada miembro de la familia. 26 2.4 Factores de riesgo De acuerdo con la OMS, un factor de riesgo es cualquier rasgo, característica o exposición de un individuo que aumente su probabilidad de sufrir una enfermedad o lesión. En este caso, que aumente la probabilidad de sufrir maltrato infantil. No hay una causa única que origine el maltrato; en él confluyen una serie de factores personales, familiares, sociales y culturales, lo que aumenta el riesgo de que en las familias se maltrate a los niños (Sanmartín, 2010). Los factores de riesgo principales asociados con el individuo (nivel individual u ontosistema de modelo de Belsky) pueden distribuirse en tres grandes grupos: 1. Factores sociales. Se destacan dos factores: haber padecido malos tratos durante la infancia y se alcohólico o toxicómano. La transmisión intergeneracional viene a sustentar que el maltratado se convierte en maltratador. La toxicomanía se ha constituido en el principal factor de maltrato infantil (Peddle y Wang, 2001) 2. Factores biológicos. Figuran principalmente tres tipos de factores: a) Problemas psicofisiológicos: parece que estos problemas se relacionan con el procesamiento de la información, los cuales harían que los padres que maltratan a sus hijos percibieran los estímulos infantiles como estresantes y amenazantes. b) Problemas neuropsicológicos: aunque a veces se sustenta la hipótesis de que un bajo C.I. es u factor de riesgo, lo cierto es que no puede asegurarse nada a este respecto. c) Problemas de salud física: algunos autores han sustentado la hipótesis de que padecer minusvalías o problemas de salud física es un factor de riesgo. 27 3. Factores cognitivos. Hay padres que no interpretan bien el comportamiento de sus hijos y ven o creen ver defraudadas las expectativas puestas en ellos; la insatisfacción puede llevarles al maltrato infantil. Por otro lado, hay padres que no codifican de forma correcta la información que proviene de sus hijos. Por ejemplo, interpretar un “no puede” del niño como un “no quiere”. Los factores de riesgo asociados con la familia (microsistema de Belsky) se pueden clasificar en cuatro grupos: 1. Interacciones paterno-filiales: puede que entre padres e hijos surja una mutua aversión que, además, puede ir creciendo con el paso del tiempo. Frecuentemente, en estos casos se trata de padres que hacen uso de técnicas de disciplina coercitiva. 2. Interacciones conyugales: unas relaciones conyugales inestables, que se traduzcan en continuos conflictos entre los padres, suelen desembocar en maltrato infantil. 3. Características de la familia: una parte importantedel maltrato infantil ocurre en familias monoparentales (De Paúl y otros, 1988). Se destaca así mismo, que gran parte del maltrato infantil (en particular del maltrato físico) se da en familias en las que madre e hijos conviven con un varón que no es el padre biológico de éstos (Margolin, 1992). 4. Características del niño: se considera que el niño puede tener determinadas características que, en interacción con algunas de las descritas anteriormente en el caso de los padres, pueden inducir la aparición del maltrato. La edad, padecer frecuentes enfermedades, o tener alguna discapacidad física, psíquica o sensorial, o, finalmente, ser hiperactivo o agresivo, aumenta el riesgo a ser maltratado. 28 Los factores de riesgo asociados con las estructuras sociales que conforman el ambiente de la familia (exosistema de Belsky) y que pueden ser fuentes de estrés muy importantes, son las siguientes: 1. Estructura laboral: hay puestos de trabajo que causan gran estrés. Todavía mayor es el que suele acarrear no tener empleo. Este estrés, de no ser bien manejado, puede desembocar en la aparición del maltrato infantil. 2. Vivienda: como en el caso del desempleo, habitar en una vivienda inadecuada por sus dimensiones o condiciones sanitarias es otra fuente de estrés que puede inducir la aparición de malos tratos contra los niños. 3. Apoyo social: puede ocurrir que la familia maltratadora carezca de apoyos sociales, en particular por parte de vecinos, amigos y familiares. Esa falta de apoyos puede llevar a la familia a una cierta situación de insularidad social. (Salzinger y otros, 1983). Finalmente, el individuo, la familia y las estructuras sociales que la rodean se encajan en un entorno amplio constituido, entre otras cosas, por ideologías (macrosistema) que pueden llegar a justificar el uso de la violencia contra niños. En particular estas ideologías suelen presidir dos ámbitos principales: 1. Prácticas educativas: es común el uso de frases que aluden al uso de la violencia contra los niños como práctica educativa adecuada, entre ellos: “La letra con sangre entra”. 2. Actitud hacia la familia, la mujer y el niño: pese al tiempo transcurrido, todavía está vigente en amplias capas sociales la creencia de que la mujer es propiedad del marido y, muy en particular, el niño lo es de los padres. Los padres se sienten con derecho a maltratar a sus hijos porque son suyos y nadie debe entrometerse en sus asuntos. Además suele argumentarse que, si se maltrata a un hijo, es frecuentemente por su bien, para fortalecer su carácter y enderezarle por la recta senda de la vida (Sanmartín, 2005) 29 2.5 Tipología del maltrato infantil De acuerdo a las nuevas exploraciones y hallazgos, la tipología del maltrato infantil se ha incrementado a lo largo de los años; en la actualidad, esta clasificación incorpora a 13 tipos de maltrato: el físico, abandono físico, maltrato emocional o psicológico, abandono emocional, abuso sexual, explotación laboral o mendicidad, corrupción, síndrome de Münchausen por poder, incapacidad parental de controlar la conducta del niño, maltrato prenatal, secuestro y situación de identidad, maltrato institucional, y retraso no orgánico en el desarrollo del niño (Simón, López y Linaza, 2000; Sacroisky, 2003). El presente trabajo se centra únicamente en las dimensiones física y emocional (con excepción del maltrato sexual), en donde puede haber acción u omisión por parte de los padres o cuidadores primarios: Tipos de maltrato infantil más conocidos por sus efectos en el niño. Dimensión Acción Omisión Físico Maltrato físico Maltrato sexual Abandono físico Emocional Maltrato emocional Abandono emocional Fuente: Simón, López y Linaza, 2000: 129 Dimensión Acción Dentro de la dimensión de las acciones se encuentran las siguientes: Maltrato Físico. De acuerdo con Simón, López y Linaza (2000) y Sacroisky (2003), el maltrato físico es la forma de maltrato infantil más conocida y estudiada, es entendido como cualquier acción no accidental por parte de los padres o terceros, que provoque daño físico o enfermedad en el niño o lo coloque en grave riesgo de padecerlo, que estén relacionados o no con la disciplina. Existen casos en los que el progenitor u otra persona puede no haber tenido la intención de hacer daño (Herman-Giddens, 2004). En algunos casos, las agresiones se realizan porque se 30 rechaza al niño, pero también pueden estar motivadas por un impulso descontrolado de un padre o madre muy sobrecargado emocionalmente que no tiene intención de hacer daño al niño (Arruabarrena y de Paúl, 1994). En las familias monoparentales es más frecuente el maltrato físico, especialmente si el niño vive con el padre. En esta categoría se incluyen daños como resultado de castigos físicos severos, agresiones deliberadas con instrumentos (cuchillos, cigarrillos, correas…) o sin instrumentos, así como cualquier otro acto de crueldad física hacia los niños. (Acevedo, 2010). Maltrato sexual. El maltrato sexual incluye acariciar los genitales de un niño, el coito, el incesto, la violación, la sodomía, el exhibicionismo y la explotación comercial a través de la prostitución o la producción de materiales pornográficos (Hobbins, 2004, Hulme y Agrawal, 2004). Muchos expertos observan que el abuso sexual es el tipo de maltrato sexual menos denunciado por el secretismo o “conspiración de silencio” que a menudo caracteriza los casos de abuso sexual (Bonano y otros, 2003; Kogan, 2004; Roberts y otros, 2004). Maltrato emocional. El maltrato emocional es definido como la hostilidad verbal crónica con actitudes dirigidas a dañar la integridad emocional a través de manifestaciones verbales o gestuales que humillan o degradan al niño, generando sentimientos de desvalorización, baja autoestima e inseguridad. Se manifiestan en forma de insultos, agresiones verbales, amenazas, sarcasmos, humillaciones, desprecios, burlas, crítica, aislamiento, atemorizaciones, respuestas impredecibles e inconsistentes, constantes disputas familiares, comunicación caracterizada por dobles mensajes, privación de experiencias sociales normales que causen o puedan causar deterioro en el desarrollo emocional, social o intelectual del niño (Simón, López y Linaza (2000) y Sacroisky (2003) en Acevedo, 2010), frustrar las relaciones con otras personas, ridiculizar, asignarle responsabilidades inadecuadas, tener expectativas excesivas e inadecuadas sobre el niño, y amenazar de suicidio o abandono (Sanmartín, 2010) 31 Con respecto a la privación de experiencias sociales normales, los padres no cumplen con la necesidad de autonomía apropiada a la edad del niño para poder explorar el ambiente y mantener relaciones fuera de la familia, lo cual puede manifestarse en forma de: a) sobreprotección, en donde las actitudes y conductas de los padres impiden alcanzar la autonomía adecuada para su edad, y b) sobreexigencia, la parte contraria en donde las actitudes y conductas de los padres exigen al menor a alcanzar la autonomía por encima de su edad (García y Noguerol, 2007 en Carrillo Morales, 2010) De igual manera, el presenciar violencia también es un tipo de maltrato infantil que provoca consecuencias graves en los hijos. La violencia doméstica hace referencia a la violencia conyugal que se da en una relación íntima para ganar poder o control sobre esa persona. Con respecto a los niños, la violencia doméstica es considerada, en sí misma, como una forma de maltrato psicológico (Holden, 2003), que puede conllevar o no otras formas de maltrato. Actualmente, éste es uno de los problemas más importantes en nuestra sociedad. Los niños son, como denomina Osofsky (1995), las víctimas invisibles y, como no se tienen en cuenta, sus necesidades son también ignoradas. Sin embargo, se estima conservadoramente que alrededor de 3.3 millonesde niños al año son testigos de la violencia física y verbal entre esposos (Farnós y Sanmartín Esplugues, 2005). Distintos estudios señalan que entre 30 y 60% de los casos en los que la mujer es maltratada, los niños también lo son (Appel y Holden, 1998; Edleson, 1999) y que niños y mujeres son heridos a menudo en el intento de protegerse mutuamente del agresor (Mbilinyi, Edleson, Hagemeister y Beeman, 2007). Por último, cabe señalar que el maltrato emocional es el más común y casi siempre está presente cuando se identifica otras formas de abuso. 32 Dimensión Omisión No solo las acciones provocan daños en los niños, sino también las omisiones o también llamada negligencia. La negligencia se refiere a la no provisión de las necesidades del niño o a la falta de supervisión, en donde se le niegan los cuidados y los elementos indispensables para su crecimiento y desarrollo (Simón, López y Linaza 2000 y Sacroisky 2003 en Acevedo, 2010). La negligencia puede ser física o emocional: Abandono físico. El abandono físico se entiende como la situación en que las necesidades físicas básicas del niño (alimentación, vestido, higiene, protección y vigilancia en situaciones potencialmente peligrosas o cuidados médicos) no sean atendidas temporalmente o en forma permanente por ningún miembro adulto del grupo que vive con el niño. El abandono es entendido de igual manera como el desprendimiento total del niño. Abandono emocional. El abandono emocional es definido como la falta persistente de respuestas a las señales (llanto, sonrisas), expresiones emocionales y conductas de proximidad e interacción iniciadas por el niño y la falta de iniciativa de interacción y contacto por parte de alguna figura adulta, como ignorar o rechazar. Se presenta de igual manera cuando la crianza es inadecuada y el niño no recibe afecto, estimulación, apoyo, atención y protección necesarios en cada estadio de su evolución y que inhibe su desarrollo óptimo (Simón, López y Linaza 2000 y Sacroisky 2003 en Acevedo, 2010). En general, la negligencia aparece más relacionada con la falta de conocimiento de los padres que con una intención real de no querer atender al hijo (Dubowitz y Bennett, 2007). Se ha asociado con la pobreza, la falta de redes sociales, las familias monoparentales, la paternidad temprana y el abuso de drogas de los padres (Stowman y Donohue, 2005). Aunque cualquiera de estas formas de maltrato infantil expuestas (maltrato físico, maltrato emocional, abandono físico, y abandono emocional) se pueden encontrar por separado, frecuentemente ocurren juntas. 33 2.6 Consecuencias Todas las formas de maltrato tienen consecuencias negativas en los niños. Aunque el maltrato físico es el más observable y es el que causa más conmoción social, no es el que produce los peores efectos. Otros tipos de maltratos más silenciosos e insidiosos, como la negligencia o el maltrato emocional, son los que ocasionan las consecuencias más desoladoras en los niños (Sanmartín, 2010). El maltrato afecta al desarrollo y bienestar psicológico del niño, su biología, las relaciones con los demás, el rendimiento escolar y su salud mental. Secuelas psicológicas Estar expuesto a modelos de violencia enseña violencia. Los niños que han sufrido abuso, respecto a los no expuestos, atienden selectivamente a los aspectos amenazadores de las situaciones sociales, de modo que perciben más amenazas y son menos capaces de fijarse en los aspectos del entorno que proporcionan seguridad y alivio (Dodge, Pettit, Bates y Valente, 1995). Una persona que percibe sistemáticamente el entorno de esta manera tiene miedo y considera que le quedan dos salidas: retraerse (ansiedad) o defenderse (agresividad injustificada). Ambas respuestas, debidas a errores de percepción, son psicológicamente anormales. En consecuencia, es frecuente que los niños expuestos a violencia presenten trastornos en los que la agresividad es un componente importante, como en los trastornos exteriorizados (trastorno de conducta, trastorno por déficit de atención con hiperactividad o trastorno negativista desafiante). Estar expuesto a violencia injustificada y continuada provoca el sentimiento de indefensión aprendida, que es una de las causas de depresión, y genera sentimientos de ansiedad y profundo miedo en el niño. Es frecuente el trastorno por estrés postraumático, que ocurre ante acontecimientos sumamente traumáticos que amenazan la integridad física propia o de otros. 34 Los niños maltratados presentan retrasos en la capacidad para atribuir pensamientos, emociones o intenciones en los otros (teoría de la mente) y déficit en la internalización del código moral (Ciccheti y Toth, 2005). Las experiencias de maltrato afectan el rendimiento intelectual y cognitivo. Las víctimas de negligencia son las más afectadas en rendimiento, mientras que las víctimas de abuso físico lo son en disciplina dentro de la escuela (Eckenrode, Laird y Doris, 1993). Secuelas biológicas La exposición temprana a violencia afecta al desarrollo del cerebro del niño. Teicher et al. (2003) indican que el maltrato altera el desarrollo y la estructura de las siguientes áreas cerebrales: a) El hipocampo, implicado en la integración de la memoria, y relacionado con la disociación, los recuerdos fragmentados y los pensamientos ansiógenos intrusivos característicos del trastorno por estrés postraumático. b) La amígdala, asociada con el control de la agresividad. c) El cuerpo calloso, que comunica los dos hemisferios cerebrales y que en los niños maltratados se aprecia que es más pequeño. d) El vermis cerebral, vinculado a las alteraciones cognitivas, lingüísticas y afectivas. e) El córtex cerebral, que se ve afectado en su desarrollo, en la lateralización y en la maduración prefrontal. La violencia afecta la regulación neuroendocrina. El estrés continuado activa el sistema de respuesta al estrés, eje hipotálamo-hipofiso-adrenal, modificando su sensibilidad y su respuesta. Las hormonas implicadas en el estrés afectan la mielinización, la morfología neural, la neurogénesis y la sinaptogénesis (Margolin y Gordis, 2000). La alteración del eje hipotálamo-hipofisario (hormona del 35 crecimiento) repercute en el crecimiento y en la pubertad (De Bellis y Putnam, 1994). El funcionamiento de los neurotransmisores noradrenalina, dopamina y serotonina se ve afectado por el estrés en los niños maltratados (Ciccheti y Valentino, 2006). En concreto, las anomalías en la actividad noradrenérgica se relacionan con la ansiedad, el incremento de dopamina con la hipervigilancia y la disminución de serotonina con la depresión y la agresividad. Secuelas en las relaciones sociales Los niños que han sufrido abuso tienen más dificultades para relacionarse con los compañeros (Bolger, Patterson y Kupersmidt, 1998). Estas dificultades se asocian especialmente con el abuso físico, por modelamiento (imitación), tienden a comportarse más agresivamente, y esto favorece el rechazo de los demás. Otras formas de abuso también pueden obstaculizar las relaciones sociales del niño por la tendencia al aislamiento de la familia abusiva o la falta de competencia social y autoestima que genera el abuso. Son numerosos los estudios que documentan la contuniudad intergeneracional de la violencia: haber estado expuesto a violencia en la infancia aumenta el riesgo de comportarse violentamente en la edad adulta con otros (incluida la pareja sentimental) y con los propios hijos (Bowlus y Seitz, 2006; Pears y Capaldi, 2001). (Sanmartín, 2010). Esto se comprobó en un estudio realizado por Paíno y Revuelta, (2002) con una muestra de presos del Establecimiento Penitenciario de Villabona (Asturias), en donde se encontró que existe una relación significativa entre la existencia de maltrato en la infancia y la posterior conducta delictiva.A continuación se describen las consecuencias específicas que tiene cada uno de los tipos de maltrato: 36 Consecuencias del Maltrato Físico Se han relacionado los abusos físicos con la ansiedad, los problemas de personalidad, la depresión, los desórdenes de conducta y la delincuencia en los niños (Malmgren y Meisel, 2004; Maughan y Ciccheti, 2002; Shonk y Ciccheti, 2001). La agresividad y el rechazo de los compañeros son las consecuencias más específicamente asociadas con el maltrato físico. La agresividad es modelada por los padres en las interacciones con el niño y reproducida en las relaciones sociales con los demás. Esta agresividad y la dificultad para establecer un vínculo seguro explican la razón de que las víctimas de abuso tengan problemas en la interacción social a corto y largo plazo. Los adolescentes que han sufrido abuso físico son más propensos a implicarse en comportamientos de alto riesgo, como suicidio, abuso de sustancias, conductas sexuales de riesgo o paternidad en la adolescencia (Herrenkohl, Egolf y Russo, 1998 en Sanmartín, 2010) Consecuencias del Maltrato Emocional El maltrato emocional tiene peores consecuencias a largo plazo que las otras formas de maltrato (Kaplan et al., 1999) (Sanmartín, 2010). Los niños expuestos a maltrato emocional obtienen peores puntuaciones en las pruebas de desarrollo, rendimiento y lenguaje comprensivo y expresivo, tienden a aislarse de los demás y presentan, en comparación con otras formas de maltrato, más trastornos interiorizados. Con respecto a las consecuencias de la exposición a violencia doméstica en los niños, entre las alteraciones concretas se encuentran: comportamientos agresivos, estrés postraumático, sentimientos de ira y de rabia, depresión, ansiedad, miedos, enuresis, encopresis, abuso de sustancias, delincuencia, trastornos del sueño, problemas de aprendizaje, disminución de las habilidades sociales, afecto negativo, problemas escolares, retrasos en el desarrollo o 37 problemas de salud física (Holden, Geffner y Jouriles, 1998; Margolin, 1998; Osofsky, 1999; Trickett y Schellenbach, 1998). Al ser testigos de violencia en la familia, suelen aprender que esos comportamientos son aceptables y normales dentro de las relaciones familiares, que son una forma de resolver los problemas de la que el agresor sale impune, y que la violencia es una forma de controlar a otras personas (Osofsky, 2003). Estos aprendizajes desadaptativos pueden afectar sus relaciones a lo largo de toda la vida (Santrock, 2010). Consecuencias de la Negligencia u Omisión Los niños sometidos tempranamente a la falta de cuidados, en comparación con otras formas de maltrato, son menos entusiastas y más dependientes, muestran más frustración, disponen de peores estrategias de afrontamiento, logran el peor rendimiento intelectual y académico, tienen más trastornos interiorizados y muestran unos problemas socioemocionales más variados y graves (Hildyard y Wolfe, 2002). Este tipo de maltrato, junto con el maltrato emocional, es el que produce efectos más devastadores en los niños (Sanmartín, 2010). Consecuencias de Abandono Físico Esta forma de maltrato ocasiona problemas en la salud del niño, como problemas físicos o enfermedades, así como repetidos accidentes domésticos debidos a la falta de supervisión. Además, el abandono físico conlleva a diversos problemas sociales, tales como la indigencia y el fenómeno del niño en y de la calle. 38 Consecuencias del Abandono Emocional Específicamente, dentro de las consecuencias del abandono emocional se pueden presentar los siguientes indicadores del comportamiento en el niño: muestra desconfianza hacia el adulto en sus promesas o actitudes positivas; es apático en las relaciones con los progenitores; presenta una paradójica reacción de fácil adaptación a los desconocidos; parece excesivamente complaciente, pasivo, nada exigente; busca contactos físicos inapropiados; exhibe una ausencia de respuesta ante los estímulos sociales; se inhibe en el juego con otros niños; muestra conductas extremadamente adaptativas, que son demasiado “de adultos” (hacer el papel de padre de otros niños) o demasiado infantiles (mecerse constantemente, chuparse el pulgar, enuresis) indicando una inmadurez socio- emocional; tiene dificultad de adaptación a situaciones cotidianas y escasa habilidad en situaciones conflictivas; presenta un carácter asustadizo, tímido, pasivo o, por el contrario, comportamientos compulsivos, negativistas o agresivos; presenta disminución de la capacidad de atención, trastornos del aprendizaje; retraso en el lenguaje y/o fracaso escolar, presenta trastornos en las funciones relacionadas con el control de esfínteres (enuresis, encopresis). Presenta trastornos neuróticos o de relación (estructuras obsesivas, fobias, ansiedad, regresión); exterioriza trastornos psicosomáticos (cefaleas, abdominalgias) o finge síntomas; tiene baja autoestima y una visión negativa del mundo y de los progenitores; está deprimido, exhibe conductas de autolesión, ideación o intento de suicido; tiene comportamientos antisociales (vandalismo, hurtos, violencia, agresividad, fugas del hogar), participa en actividades delictivas y/o practica conductas de riesgo para la salud (uso y/o abuso de tabaco, drogas, alcohol; actividad sexual temprana y sin medidas anticonceptivas; promiscuidad sexual, prostitución) (Acevedo, 2010). 39 Capítulo 3. Familia y cultura en la crianza 3.1 La familia El ser humano se caracteriza por su desvalimiento al nacer, lo que lo convierte en un ser dependiente en forma absoluta de los adultos responsables de su integridad. Dichos adultos conforman su familia, sin la cual no podría sobrevivir, en primer lugar, ni formarse luego como persona. El grupo familiar constituye el marco referencial del que depende que los individuos adquieran hábitos, normas, costumbres y valores que formarán parte de su personalidad adulta (Corsi, 2006). Por lo tanto, la familia cumple un rol fundamental en la afirmación de cada uno como persona, en la conformación de una correcta autoestima y en la apropiación de la autonomía que posibilita un desarrollo óptimo. UNICEF describe a la familia como “el entorno donde, por excelencia, se debe dar el desarrollo integral de las personas especialmente de las niñas y los niños. […]” Arranz (2004) menciona que la familia es un entorno protector y optimizador del proceso del desarrollo. La literatura científica demuestra que cuando la familia no cumple su misión de nurtura, cosa que ocurre en los casos de maltrato, abuso y abandono, los efectos negativos en todas las áreas del desarrollo son evidentes y persistentes a lo largo del tiempo. Igualmente, las disfunciones en la interacción familiar aparecen asociadas, al desarrollo de diversos comportamientos psicopatológicos y sociopáticos, bien como factores etiológicos o como desencadenantes de dichos trastornos. De acuerdo con Papalia (2010), las familias caracterizadas por conflictos frecuentes, episodios recurrentes de enojo y agresión, y por una crianza fría, que no brinda apoyo o es negligente pueden generar la vulnerabilidad de los niños a problemas a largo plazo de salud física y mental, como conducta antisocial, delincuencia, ansiedad, depresión y suicidio. Los niños que crecen en tales familias suelen ser deficientes para controlar y expresar sus emociones y en competencia social. 40 En un estudio de 226 familias étnicamente diversas con hijos en edad escolar (Kaczinski, Lindahl, Malik y Laurenceau, 2006), se observó una relación permanente entre el conflicto matrimonial y la crianza ineficaz: los niños expuestos a la discordia de los padres y la mala crianza tendían a mostrar altos niveles de conductas de internalización, como ansiedad, temor y depresión, y de conductas deexternalización, como agresividad, peleas, desobediencia y hostilidad (Santrock, 2006). Grosman expresa que la familia en muchos casos constituye una escuela de la violencia donde el niño pequeño aprende que las conductas agresivas representan un método eficaz para controlar a las demás personas y para realizar sus propios deseos (Fernandez, 2002). Barudy (2005) señala que uno de los grandes daños de los malos tratos no es sólo el sufrimiento y el deterioro del desarrollo infantil, sino su repetición. Un porcentaje significativo de los padres y madres que violentan a sus hijos fueron precisamente niños o niñas maltratados que no fueron adecuadamente protegidos ni ayudados por la sociedad para superar el daño de estas experiencias. El concepto de transmisión intergeneracional de violencia se ha usado para explicar cómo la violencia es aprendida en el contexto de socialización de la familia (Straus, Gelles y Steinmetz, 1980). De esta manera, aquellos niños que observan conductas agresivas en el hogar o las sufren de forma directa pueden aprender a comportarse de la misma manera y en el futuro actuar con violencia hacia sus propios hijos o contra su pareja (Gómez y de Paúl, 2003; Kwong, Bartholomew, Henderson y Trinke, 2003). Además el aprendizaje social implicaría que los niños aprendieran formas similares de violencia (física, psicológica) a las empleadas por sus progenitores (Gámez-Guadix y Calvete, 2012). En este sentido, parece que la mayoría de los padres que han sido maltratados no abusan de sus hijos; sin embargo, para ser maltratador es casi un “requisito” haber sido maltratado en la infancia (Loredo, 2004). 41 Sabemos entonces, que el núcleo familiar no garantiza a los niños el cariño, la seguridad o los cuidados físicos que se espera que proporcione. La confluencia de múltiples adversidades personales, familiares, sociales y culturales hace que las familias maltraten a sus niños. Diversos tipos de maltrato tienden a coexistir. La vivencia y exposición prolongada a esta situación tiene efectos a corto y largo plazo en el desarrollo psicológico del niño. Exponer a los niños a violencia tiene el costo de modelar comportamientos violentos que se perpetúan (Sanmartín, 2010). Wainerman aporta que el espacio de la familia es más complejo, diverso y contradictorio. Las familias representan mucho más que el cuidado y apoyo mutuo. Para muchos de nosotros constituyen el espacio en el que realizamos nuestras más profundas experiencias humanas. Intimidad y pasión, identidad e individualidad, conexión con el pasado y creencia sobre el futuro, todo deriva de ese pequeño nexo. Porque los más profundos sentimientos humanos tienen su fuente en la familia, lo mejor (amor, compasión, crecimiento) y lo peor (destrucción intencionada, violencia, incesto, incluso asesinato) tienen lugar en ella (Fernández, 2002). Podemos decir entonces que muchas conductas, ya sean positivas o negativas, son aprendidas en el ámbito familiar y es muy probable que posteriormente, sean imitadas. La Teoría del Aprendizaje Social propuesta por Albert Bandura, explica como toma lugar este aprendizaje. 42 3.1.1 Teoría del Aprendizaje Social de Albert Bandura La teoría del aprendizaje social, subraya la idea de que las circunstancias sociales son factores importantes de la conducta (Bandura, 1971; Rotter, 1954). Miller y Dollard (1941) fueron los primeros en ver en esta teoría una aportación trascendental. Bandura (1983), sostenía que el ser humano no está bajo el dominio de fuerzas internas, como postula la teoría psicoanalítica, ni totalmente bajo el dominio del ambiente, como establece la teoría conductista. Más bien su funcionamiento es fruto de las interacciones entre ciertas conductas y las condiciones que las controlan. El aprendizaje por observación o modelamiento se basa en la suposición de que gran parte de la conducta humana se adquiere a través del aprendizaje vicario, esto es, aprendemos muchas cosas fijándonos en los otros. Esta capacidad de aprender observando, nos permite crear patrones de conducta sin necesidad de recurrir al ensayo y error. A través del modelamiento aprendemos a sentirnos motivados por ciertos objetos del entorno y también aprendemos determinadas respuestas emocionales ante algunas situaciones. El reforzamiento vicario se explica de forma detallada a continuación: Reforzamiento Vicario El reforzamiento directo de una respuesta incide en la conducta, lo mismo que el hecho de observar los efectos de la conducta de un modelo. Si vemos que a un modelo lo refuerzan por una conducta en particular, tenderemos a imitarla. En cambio, si vemos que lo castigan por una conducta en particular, estaremos menos dispuestos a imitarla. A estos patrones se les llama situaciones de reforzamiento vicario, porque modificamos nuestro proceder luego de observar las consecuencias que tiene la conducta ajena. En palabras de Bandura (1983): “El refuerzo vicario modifica la conducta de un observador en virtud del refuerzo administrado al modelo.” 43 En el aprendizaje por observación sin reforzamiento vicario podemos aprender algunas conductas con sólo observarlas, sin necesidad de ver sus consecuencias. En cambio, observar los efectos de recompensa o castigo que recibe un modelo por su conducta, influirá en la probabilidad de que la imitemos. Así, aunque no es necesario presenciar el reforzamiento o el castigo para que ocurra el aprendizaje por observación, sí incidirá en la probabilidad de que la imitemos o no. (Petri y Govern, 2006). Es por ello la mayoría de los niños desarrollan un hábito generalizado de reproducir las respuestas de distintos modelos (Bandura, 1983). En el aprendizaje por observación se aprenden las conductas potenciales aunque no se lleven a cabo. En este sentido Kimble (2002) afirma que la respuesta recién adquirida no siempre se efectúa inmediatamente después de ver al modelo y tal vez no se ejecute como él la hizo. Pero se retiene una respuesta mental del acto y se lleva a cabo más tarde en el momento apropiado. En opinión de Bandura (1977), el reforzamiento vicario es un criterio con el que comparamos las recompensas que recibimos. La imitación La imitación juega un papel importante en la adquisición de la conducta desviada y de la adaptada. En algunos casos, el observador puede aprender, de hecho, tanto como el ejecutante (McBrearty, Martson y Kanfer, 1961 en Bandura, 1983). Es un hecho que “los niños no hacen lo que los adultos les dicen que hagan, sino más bien lo que los ven hacer”. Por ello, las instrucciones de los padres a los hijos sobre como tienen que portarse influyen quizá mucho menos en su conducta social a menos que exhiban, como modelos, una conducta en consonancia con las instrucciones que dan. Bandura (1983) afirma que en la literatura educativa se presta mucha atención al uso por parte de los padres de “modelos ejemplares”. Los padres pueden emplear una amplia gama de modelos, como héroes o villanos. Los modelos ejemplares 44 pueden ser positivos, como cuando los padres ponen como ejemplo de comportamiento para su hijo a otro niño o un adulto, o negativo, en este caso los padres eligen determinada persona como ejemplo de conducta, actitudes o atributos indeseables, señalando con frecuencia sus consecuencias para el modelo, y exhortando al niño a no seguir sus huellas. El problema con el modelo negativo es que, al intentar disuadir a sus hijos de que actúen de forma socialmente indeseable, los padres tienen que subrayar y detallar muchas veces la conducta desviada, que de otra forma apenas hubiera recibido atención por parte de sus niños. De acuerdo con Bandura, los procedimientos de refuerzo son más eficaces cuando el agente de refuerzo es una persona con mucho prestigio y menos cuando tiene poco prestigio el
Compartir