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i UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE MEDICINA Programa de Maestría y Doctorado en Ciencias Médicas, Odontológicas y de la Salud LA EXPERIENCIA PSICOLÓGICA DEL EMBARAZO DE ALTO RIESGO EN MUJERES CON SINTOMATOLOGÍA DEPRESIVA. T E S I S Q U E P A R A O B T E N E R E L G R A D O D E M A E S T R A E N C I E N C I A S P R E S E N T A : LAURA ELENA NAVARRETE REYES Directora de Tesis Dra. Ma. Asunción Lara Cantú. Cotutora Dra. Shoshana Berenzon Gorn MÉXICO, D.F. 2012 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. ii Agradezco el apoyo brindado por: CONACYT, a través del Proyecto Número C01-021 Instituto Nacional de Psiquiatría, División de Investigaciones Epidemiológicas y Sociales, a través del Proyecto Número 4186. Universidad Nacional Autónoma de México y al programa de Maestría y Doctorado en Ciencias Médicas, odontológicas y de la salud. A la Dra. María Asunción Lara Cantú, por su apoyo, paciencia y dedicación en la realización de este proyecto. A mi cotutora, la Dra. Shoshana Berenzon Gorn, por sus valiosas observaciones y tiempo dedicado a la revisión de este trabajo. A mí jurado: Dra. Carmen Lara, Dr. Francisco Morales y Dra. Guadalupe Acle por su tiempo y sus comentarios que enriquecieron este trabajo, muchas gracias. A la Dra. Eugenia Gómez, quien con su entusiasmo y capacidad para compartir sus conocimientos, le dio el último empujón a este proyecto. A Erika, Gabriela, Yazmín, quienes participaron en la logística y organización de los grupos de donde se obtuvo la información para esta tesis. A Brenda, quien colaboró en la transcripción de las sesiones. A Karla y Valeria que ayudaron en los detalles finales, gracias. A todos mis compañeros y profesores del Instituto Nacional de Psiquiatría, que me leyeron, me escucharon y me compartieron material para enriquecer este trabajo. Gracias por su talento. A estas 12 mujeres que compartieron sus miedos y culpas, sueños y alegrías y que amablemente regalaron un fragmento de su experiencia en este periodo de su vida. Millones de gracias por ser tan generosas. iii INDICE pag. Introducción 1 Capitulo 1. Embarazo Normal 4 1.1 Cambios físicos. 4 1.2 Cambios psicológicos. 7 1.3 Cambios sociales. 12 1.4 Planeación y deseo de ser madre 14 1.5 Maternidad 18 1.5.1 La maternidad a lo largo del tiempo 20 Capitulo 2. Embarazo de alto riesgo 24 2.1 Definición de embarazo de alto riesgo 24 2.2 Prevalencia del embarazo de alto riesgo 28 2.3 Consecuencias del embarazo de alto riesgo. 29 2.4 Efectos psicológicos del embarazo de alto riesgo en la madre. 30 2.5 Atención prenatal 32 Capitulo 3. Depresión en el embarazo 35 3.1 Depresión 35 3.2 Depresión en el embarazo 36 3.3 Factores de riesgo de la depresión en el embarazo 37 3.4 Embarazo de alto riesgo y depresión. 39 Capitulo 4. Relaciones interpersonales en el embarazo 41 4.1 Relación de pareja 42 iv 4.2 Relación con la madre 44 Capitulo 5. Metodología. 47 5.1 Planteamiento del problema y pregunta de investigación. 47 5.2 Objetivos 48 5.3 Supuestos teóricos 48 5.4 Estudio del que proviene la muestra. 49 5.5 Diseño de investigación. 51 5.6 Selección de participantes 54 5.7 Contenido de las videograbaciones 52 5.8 Procedimiento de análisis 55 5.12 Consideraciones éticas 59 Capitulo 6. Resultados. 62 6.1 Características de las participantes. 62 6.2 Categorías de análisis. 67 6.2.1 Salud de la mujer durante el embarazo 67 6.2.2 Proceso de embarazo 78 6.2.3 Relaciones interpersonales 88 Capitulo 7. Discusión 110 Capitulo 8. Conclusiones 127 Referencias 132 Anexo 146 1 Introducción El embarazo es un periodo lleno de cambios y de preparación para una de las grandes transformaciones de la vida: el nacimiento, no sólo de un bebé, sino también de la mujer como madre (Stern, 1997). Durante este periodo, es normal que la mujer experimente una serie de emociones que van desde la alegría, hasta el miedo y tristeza. Como en todo proceso, se dan cambios a nivel biológico, social y psicológico, que afectan a la futura madre, ya que el embarazo por sí sólo, representa un importante suceso en el ciclo vital femenino, con consecuencias duraderas en términos fisiológicos y físicos, actividad intrapsíquica e interpersonal, además de un cambio de rol social. En algunos casos, el embarazo puede presentar dificultades y volverse un problema de salud tanto en la madre como en el bebé, por lo que se le puede clasificar como de riesgo. El embarazo de riesgo se define como aquel en el que la madre, el feto o el recién nacido tienen o pueden tener un mayor riesgo de morbilidad o mortalidad antes, durante o después del parto. Hay muchos factores implicados, incluyendo la salud materna, antecedentes obstétricos y enfermedad fetal (Cortes, 2006). Ante este tipo de embarazo, la futura madre debe de enfrentarse a una gran carga emocional y a un ajuste psicológico en el que debe de afrontar la posibilidad de que su gestación no llegue a término (González, 1999). Ante la dificultad para ser madre, la mujer entra en conflicto ya que en la cultura en que vivimos, el rol de la mujer es definido a través de la maternidad, lo que propicia que se haga lo que sea necesario para tener un hijo, aunque la salud esté en riesgo (González, 1999). Según esta autora, a pesar de que durante elsiglo XX hubo una serie de cambios en la manera de vivir la maternidad, aun se puede llegar a considerar que la familia solo está completa cuando está conformada por el binomio “padres-hijos”. Esta ideología, provoca que la mujer busque ser madre, aunque no cuente con las fuentes de apoyo necesarias, ni las condiciones personales adecuadas, generando malestar emocional en este periodo. 2 A pesar de las dificultades a las que se enfrentan las mujeres con embarazo de riesgo, se han realizado pocos estudios que analicen cómo viven el embarazo estas madres y la manera en que su situación repercute en su salud mental. En México, la investigación en población obstétrica se ha limitado a validar diversos instrumentos, conocer la prevalencia de depresión y ansiedad durante esta etapa y al estudio del apego entre madre e hijo, pero no se encontró que hubiera trabajos que aborden la experiencia psicológica de las mujeres con embarazo de alto riesgo. Es por ello que el objetivo de este trabajo fue describir la experiencia psicológica del embarazo de alto riesgo en mujeres y cómo esta varía de acuerdo a la severidad del riesgo en el embarazo. La importancia de estudiar este tema radica en la necesidad de brindar atención a esta población que es vulnerable y que sin el cuidado adecuado, pueden afectar la salud de la madre y del bebé. Por lo tanto, se debe explorar la experiencia de estas mujeres y sus necesidades de atención para brindarles apoyo y herramientas que les ayuden a hacer frente a las adversidades de cada día. Este trabajo está organizado de la siguiente manera: en el capítulo 1 se hace la revisión teórica del tema iniciando por la definición de embarazo, los cambios físicos, psicológicos y sociales, el concepto de maternidad y el deseo y planeación del embarazo. En el segundo capítulo, se revisa la definición del embarazo de alto riesgo desde la norma oficial mexicana, así como los factores de riesgo, prevalencias reportadas en México y en el mundo, y las consecuencias en el feto y en la madre. En el tercer capítulo se habla sobre la sintomatología depresiva en el embarazo y los factores asociados, y su relación con el embarazo de alto riesgo. 3 En el capítulo 4 se habla de las relaciones interpersonales más importantes de la mujer durante el embarazo, con la pareja y la propia madre. En el capítulo 5 se mencionan los objetivos del estudio y la manera en que se abordara el problema, así como de dónde proviene la información que se va a analizar y a través de que metodología se examinaron los datos. En el capítulo 6 se describen las categorías que se establecieron a través del análisis de contenido y por nivel de severidad y estos resultados se discutieron en el capítulo 7. Finalmente, en el capítulo 8 se resumen los principales hallazgos y se sugieren nuevas líneas de investigación. 4 C A P I T U L O 1 EMBARAZO NORMAL. El embarazo normal es un periodo lleno de cambios, es también el momento de preparación para una de las grandes transformaciones de la vida: el nacimiento, no sólo de un bebé, sino también de la mujer como madre (Stern, 2007). Es considerado la primera etapa de un mismo proceso por el cual atraviesa una mujer, las siguientes etapas son parto y nacimiento. Este proceso inicia cuando un espermatozoide penetra en el óvulo y lo fecunda, dando así inicio al desarrollo de las distintas estructuras corporales que conformarán al nuevo ser (Delval, 1994; Salvatierra, 1989). Este proceso tiene como finalidad procrear una nueva vida y convertir a la mujer en madre (Salvatierra, 1989). El embarazo, como todo proceso, lleva a una serie de cambios en la vida de la mujer y en las personas que la rodean (Martínez, 2002). Su cuerpo, su mundo interno y su rol dentro de la sociedad sufren una metamorfosis para darle vida a un nuevo ser, esto, independiente a si es su primer embarazo o no. De igual manera, produce una importante reordenación de las funciones básicas y de las relaciones en el seno de la familia. Estos cambios requieren modificar la imagen que la mujer tiene de sí misma, alterar las actividades rutinarias, aprender nuevas aptitudes y ordenar de nuevo las relaciones con otras personas. La manera como se afronten estos cambios permitirá a la mujer, a su pareja y a su familia vivir el embarazo de manera estable (Meleis, Sawyer, Hilfinger, Messias, Shumacher, 2000). A continuación se describirán cada uno de estos cambios. 1.1 Cambios físicos. Cuando existe la posibilidad de estar embarazada, la mujer está al pendiente de la aparición de los “típicos” síntomas que anuncian la condición. Entre ellos se encuentra la amenorrea, cansancio físico inexplicable, frecuentes deseos de orinar, dolor y cambios en 5 los pechos, mareos, náuseas, antojos, saliva con sabor metálico, y aumento en la percepción olfativa (Martínez, 2002). Estos síntomas se deben a la producción de hormonas que se requieren para la implantación y desarrollo adecuado del embrión. Varios autores describen estos cambios, entre ellos Chasin (1978), quien describe brevemente los cambios que va sufriendo el feto mes por mes. En el primer mes de embarazo, el corazón del feto comienza a palpitar; hay bombeo de sangre, formación de vértebras y del canal del cordón espinal. Se forma el sistema digestivo. Hay unos bulbos que son los futuros brazos y piernas. El útero aumenta de tamaño. En el segundo mes se forma la cara además de los párpados, brazos, codos, antebrazos manos, muslos, rodillas, piernas y pies. Es clara la formación del cordón umbilical. Se desarrollan los huesos largos y los órganos internos. Durante el tercer mes la formación de los brazos se completa; también lo es para los dedos, manos, piernas, pies y talones. Se forma la mandibula y los ojos están casi desarrollados. Se oyen los latidos del corazón. Tiene 10 cm. de largo, pesa 45 g. y puede rotar de posición. Al cuarto mes tiene 18 cm. de largo y pesa alrededor de 200 g. El latido del corazón es fuerte, hay buena digestión y los músculos están activos. La piel es rosada y transparente cubierta por pelo. Se marcan la mayoría de los huesos. La cabeza es muy grande y aparecen las cejas. Concluye la formación de los nervios y a partir de este momento, el feto es sensible y se mueve de manera menos desordenada. Al quinto mes mide 25 cm de largo y pesa 500 g. La piel es rojiza y los pulmones no están completos. Aparece más pelo. En este mes la madre ya logra percibir el movimiento de su bebé. Al llegar al sexto mes mide 30 cm. y pesa alrededor de 1.000 g. La piel está arrugada y cubierta por una grasa. Los párpados se separan y se forman las pestañas. Las uñas llegan al final de los dedos. El feto se coloca en posición de alumbramiento al séptimo mes. En el cual mide 40 cm. y pesa aproximadamente 1.700 g. se ve rojo y arrugado borrándose esto último con la grasa. En el octavo mes mide 45 cm. y su peso será de 2.500 Kg. La piel es blanca o rosada con la cubierta grasosa y las uñas sobrepasan los dedos. En el noveno mes las contracciones uterinas irregulares se vuelven más 6 frecuentes. El útero desciende y el bebé se instala en la parte más estrecha del útero, próximo al cuello cabeza abajo y piernas arriba listo para nacer. Mientras esto ocurre en el útero, el resto del cuerpo de la madre también sufre cambios (Chasin, 1978): En el primer trimestre, el corazón de la mujer aumenta su frecuencia de latidos, su respiración se tornara más rápida para enviarle oxigeno al embrión, sus senos aumentarán de tamaño y de apariencia, tomando una apariencia azulada debido al aumento de afluencia de la sangre en esta área. El útero también comienza a aumentar de tamaño, pero no es notorio de manera externa hasta el segundo trimestre. Este crecimiento produce una presión sobre la vejiga,por lo que la mujer siente la necesidad de orinar frecuentemente (Chasin, 1978). En el segundo trimestre, el embarazo está bien consolidado y las molestias (náuseas, mareos, etc.) que aparecen en el primer trimestre suelen desaparecer. El vientre comienza a aumentar su tamaño, las encías, debido a las hormonas, suelen ser más sensibles y sangrar, el sistema digestivo sufre cambios, por un lado, la musculatura intestinal se relaja, causando acidez estomacal; por otro lado, se reduce la producción de jugos gástricos, haciendo más lentos los procesos digestivos. Al aumentar el volumen del cuerpo, la piel se estira y pueden aparecer estrías. El aparato circulatorio también puede producir problemas de varices en las piernas (Chasin, 1978). En el tercer trimestre, el útero se desplaza y modifica la ubicación del diafragma, disminuyendo la capacidad pulmonar, el crecimiento abdominal se hace más evidente, modificando su postura corporal, pues debe adaptarse al peso que carga en su vientre. Duerme poco, debido a la incomodidad producida por cambios de ubicación de sus órganos internos al ceder espacio al bebé. Su cadera comienza a “abrirse” preparándose para el momento del parto y su útero se acomoda buscando la mejor posición que permita la culminación de esta espera: el nacimiento del bebé (Chasin, 1978). 7 1.2 Cambios psicológicos. Los cambios psicológicos durante este periodo son intensos, en especial si es el primer embarazo. Existen diferentes teorías que describen estos cambios y a continuación veremos cada una de ellas. Para Brazelton y Cramer (1993) la futura madre va preparando su cuerpo y se tiene que enfrentar, desde su mundo interno, al proceso del embarazo. Tiene nueve meses para asumir las nuevas responsabilidades a las que se va a enfrentar, prepararse y adaptarse a su nueva condición de madre, elaborando experiencias anteriores. Este proceso de adaptación descrito por Brazelton y Cramer (1993), tiene tres etapas: 1. Aceptación de la noticia. Una vez que hay ausencia de menstruación, la mujer espera confirma el embarazo tras una prueba médica. Una vez que tiene la certeza, tanto el padre y la madre lo aceptan con felicidad, sobre todo cuando es planeado. Y es cuando comienza un momento de duda, ya que al recordar su propia infancia, los padres asumen que es un periodo complicado, y surgen dos fantasías: una es ser mejores padres comparados con los suyos, evitando sufrimiento innecesario a su hijo y la otra es que ellos si son los padres perfectos que cuentan con todas las capacidades para cuidar adecuadamente a su hijo. Estas fantasías se viven con ambivalencia pues es el momento en que los padres se preguntan si realmente están listos para ser los padres perfectos, si cuentan con las herramientas necesarias para formar una familia. Y en la mujer surge un temor mayor, ya que al ser ella la que tiene la relación más estrecha con el bebé, teme que cada una de sus conductas (alimentarias, físicas, pensamientos) afecte a su bebé. Para luchar contra esos miedos, idealiza a su bebé y lo ve perfecto, como un bebé sano y totalmente aceptado (aunque no haya sido deseado). Esta lucha entre los miedos y la idealización, requiere mucha energía que aunada a la demanda emocional que implica el cambio hormonal y los cambios hormonales, la vuelve vulnerable, por lo que busca establecer o fortalecer una relación con mujeres con experiencia, las cuales la puedan orientar en esta nueva etapa. En esta etapa la mujer también debe de adaptarse a la idea 8 de llevar a otro ser dentro de ella. Al principio lo considera un cuerpo extraño, pero con el paso de los días lo vive como algo propio. Toda esta etapa se vive con ambivalencia, manifestándose corporalmente con las náuseas y malestares matutinos. Pueden incluso presentarse deseos de perder al bebé lo que genera un gran sentimiento de culpa (Brazelton y Cramer, 1993) La segunda etapa consiste en ver al bebé como un ser separado. Esta etapa empieza alrededor del quinto mes, cuando la mujer comienza a sentir los movimientos del bebé. Es en este período cuando la mamá se da cuenta de que aquel cuerpo extraño que vive dentro de ella, tiene vida propia. En este momento es cuando empieza a generarse el vínculo y comienza a identificarse con su bebé. También es importante que vea en el padre el deseo de ser padre y el aceptar su condición, para que en ella no surja la fantasía de haber creado sola al bebé. Esto también le ayudará a no asumir completamente la responsabilidad en cuanto al cuidado del bebé. Sabrá que no es necesario que sea perfecta, ya que contará con el apoyo de su pareja. Podrá dejar entonces la culpa atrás. En esta fase sigue fantaseando respecto a su bebé, deseando que esté sano, para este momento ya conoce el sexo y sabe si está físicamente bien, sin embargo, siempre queda la duda de que algo salga mal, por lo que realiza rituales para protegerlo. Por otro lado, el conocer antes de tiempo el sexo del bebé dificulta el proceso de individuación, que no es un proceso fácil y requiere tiempo (Brazelton y Cramer, 1993). La tercera etapa es el Aprendizaje del futuro bebé. A lo largo de los meses de desarrollo del bebé, los padres van haciendo los preparativos para su llegada. Compran objetos, ropa, juguetes, acondicionan la casa, y todo esto sigue siendo parte de su propia preparación para el rol de padres. Los movimientos, que ahora son más frecuentes, ayudan a darle al bebé una personalidad. Esta creación de personalidad le ayuda a hacer más fuerte el vínculo entre madre e hijo. Los movimientos también ayudan a conocer la manera de reaccionar ante varios estímulos externos, como las actividades y emociones de la madre. Esto es visto como la forma en que el bebé se relaciona con su entorno y 9 cómo se comienza a interesar por el mundo que le espera afuera. Los padres, por su parte, al verlo activo y consciente de su entorno, lo ven listo para enfrentarse al mundo. Es en esta fase cuando toma más fuerza el miedo de no ser adecuada para el bebé (Brazelton y Cramer, 1993). Por su parte, Oquendo, Lartigue, González, y Méndez, (2008) describen al embarazo como un periodo de crisis, ya que se considera como un periodo de desequilibrio fisiológico y psicológico, que induce el crecimiento y maduración de la mujer (ya que cumple con la tarea de desarrollo psicosocial correspondiente). La experiencia del embarazo hace aflorar los conflictos de la infancia y la pubertad, especialmente los relacionados con la madre. La futura madre debe admitir rechazar o modificar el modelo materno, y debe hacerlo en un tiempo relativamente corto. En este periodo, se altera la conducta y la dinámica familiar, los problemas que se presentan no pueden solucionarse con los mecanismos acostumbrados (Oquendo, Lartigue, González, y Méndez, 2008). Sin embargo, 40 semanas es un periodo muy largo para una crisis, por lo que después de un periodo de adaptación se logra un sentimiento de equilibrio. Se le encuentra similitud con los periodos de adolescencia y climaterio, porque existen diferencias en los patrones conductuales antes y después de estos periodos (Caplan 1974; Salvatierra 1989). Para Caplan (1974), en una crisis, los viejos problemas regresan, llegan nuevos y surge la posibilidad de nuevas soluciones, ya sean más sanas a o más enfermas. Una persona en crisis, debido al desequilibrio emocional por el que está pasando, cambia su manera de relacionarse con las personas que están a su alrededor. Para Salvatierra, (1989) el embarazo es considerado como una fuente de estrés para la mujer. Se considera un evento estresante cuando se percibe al embarazo como ambiguo y anuncia la inminencia de nuevos acontecimientos que suceden durante nueve meses hasta el parto. El estrés del embarazo se debe en gran medida al parto,pero las náuseas, el mareo, cambio de apetito, etc., también puede ser una gran fuente de estrés en este momento de la vida. Para algunas mujeres el acudir a sus revisiones médicas, las 10 exploraciones y las pruebas pueden aumentar su tensión, sobretodo en mujeres que trabajan o tienen más hijos. Pero la causa principal de estrés en el embarazo se debe a que es percibido como desafío y amenaza. Es un desafío debido a que implica una tarea de crecimiento psicosocial en la que se deben desarrollar tareas más difíciles, comprometidas y exigentes. Es una amenaza, por la sobrecarga física y el dolor, así como la posibilidad de que genere un daño, o la muerte. La mujer está consciente de ello y experimenta preocupación y miedo. Existen tres periodos de aumento en el estrés durante el embarazo: el primero, cuando se confirma el diagnóstico de embarazo, el segundo, cuando se perciben los movimientos fetales y el tercero, la percepción inminente del parto (Salvatierra 1989). Para Fernández-MacGregor y Arcelus (1988) durante el primer trimestre es normal que la mujer se sienta confusa y ambivalente ante sus sentimientos con respecto al embarazo y a su papel de madre. Puede sentirse ansiosa por la responsabilidad que esto implica, así como dudar de su capacidad para sobrellevar todo el embarazo y manejar adecuadamente la demanda de un recién nacido. Además se siente preocupada por el tiempo que tendrá que dejar sus intereses y actividades en función del cuidado de su hijo. En esta etapa la mujer puede iniciar una reflexión en cuanto a su relación madre-hija centrándose en los sentimientos de amor-odio, frustración-satisfacción, dependencia- relación, cercanía-distancia que son parte de toda relación madre-hija. Es importante rescatar lo positivo de esta relación. La capacidad de la embarazada para manejar estas tensiones va a depender de su estructura de personalidad, del tipo de presiones reales que rodean el embarazo y de la calidad del apoyo que reciba (Fernández-MacGregor y Arcelus, 1988). Puede existir temor ante la posibilidad de un aborto, lo que causa culpa debido a la ambivalencia en que se encuentra la mujer con respecto a su embarazo. La ambivalencia se puede definir como los sentimientos encontrados en relación con el mismo fenómeno, que puede surgir durante el embarazo debido a todos los miedos y responsabilidades que éste implica, y en algunos casos por los malestares físicos si éstos son muy intensos. Si la mujer a veces siente rechazo hacia el embarazo, esto le produce 11 culpa, porque la sensación de rechazo no es general ni definitiva, se podría decir que es momentánea; por otro lado, siempre está la sensación de deseo y aceptación hacia el embarazo. Probablemente la tarea más importante para la pareja en este periodo es aceptar la realidad de su concepción y tomar conciencia de lo que implica esto (Fernández-MacGregor y Arcelus 1988). El segundo trimestre se caracteriza por ser el más estable. El temor al aborto pasa y también disminuyen o desaparecen los malestares del inicio del embarazo. Los sentimientos ambivalentes empiezan a definirse, el abdomen ha crecido y es ya una manifestación objetiva y palpable del embarazo, lo que facilita que el compañero participe, tomando una posición más activa en los cambios debidos al embarazo y a la futura presencia del nuevo bebé. Con la percepción de los movimientos del feto se tiene una mayor conciencia del ser que se está gestando, se percibe su vitalidad, lo que favorece que la mujer pueda empezar a diferenciar a su producto de ella misma (Fernández-MacGregor y Arcelus 1988). En el tercer trimestre pueden presentarse momentos de ansiedad ante la llegada del parto y el malestar físico posterior. La ansiedad puede canalizarse a través de sueños o fantasías. Muchas mujeres experimentan temores y fantasías de naturaleza muy dramática, las cuales invaden sus sueños y pensamientos. Sueñan con accidentes, o bien que su bebé nace muerto o deforme. Algunas se convencen temporalmente de que su bebé está muerto dentro de ellas. Para la mayoría estos sueños y sensaciones resultan inquietantes e inexplicables. Pero son tan generales en nuestra cultura que se pueden considerar normales, sin embargo, muchas no se dan cuenta de esto y piensan que son las únicas a las que les pasa. Esta clase de sueños son comunes, ya que la mujer está sometida a una tensión y cumple la función de ensayar mentalmente los posibles resultados, que por ser tan remotos y horrendos no son aceptados en los pensamientos normales. Es importante que la mujer hable de estas pesadillas con alguien que la escuche y la entienda (Macy y Falkner, 1980). 12 A finales de este trimestre las preocupaciones se centran en el parto, en cuanto a la intensidad del dolor y cómo van a comportarse en ese momento, si van a poder soportarlo todo o perderán el control. Se pueden preocupar también en cómo recibir al bebé, y en tener listo todo lo necesario para este evento. El volumen corporal se ha incrementado demasiado, lo que a veces puede incomodar a la mujer por su aspecto, además de causarle ciertas molestias e incomodidades físicas (Fernández-MacGregor y Arcelus 1988). Videla (1991) enumera algunos temores que son muy frecuentes durante el embarazo: temor a perder el atractivo físico, a tener un hijo anormal (sobre todo las primerizas), a no tener leche, a morir en el parto, a la muerte del hijo, sufrir mucho dolor en el parto, a no desempeñar bien el rol de madre y a no poder separarse del bebé después del parto. Por otra parte, Cabildo (2002) encontró que uno de los temores más frecuentes de las embarazadas era no lograr satisfacer sexualmente a su esposo (por temor a una infidelidad); sufrimiento en el parto, la posibilidad de morir en el parto y procrear un hijo anormal; así mismo, algunas sienten mucha angustia porque el nuevo hijo puede agravar la su situación económica, si es que ya tienen problemas de este tipo. El embarazo puede ser un periodo de ajuste o desajuste. Aquellas mujeres que mejor se adaptan al hecho de estar embarazadas son aquellas cuya valoración de sí mismas y del prójimo está más diferenciada, son más abiertas, no aspiran a ser madres perfectas, -que quizá intuyeron tampoco fue su propia madre-, que son capaces de evocar una imagen materna con la que ellas se sienten identificadas y no se ven como pasivas, respecto al estereotipo cultural de la feminidad (MacFarlane, 1977). 1.3 Cambios sociales. Ya hemos visto los cambios físicos y psicológicos a los que se enfrenta la mujer que modifican su entorno y su manera de vivir el embarazo. Y bajo esa misma línea, en el aspecto social también hay una serie de cambios que afectan especialmente el rol femenino y la autonomía de la mujer, en especial cuando hay riesgo. 13 La mujer se va definiendo de acuerdo a su relación con los otros; cuando es niña, es “la hija de”, después en su adolescencia, es definida desde sus parejas, siendo “la novia de”. Cuando su relación de pareja adquiere seriedad, ya sea a través del matrimonio o de la unión libre, se vuelve “la esposa de”. Y por esa razón, cuando no hay pareja, la mujer es vista como alguien incompleta, pues no hay “otro” que la defina. Durante el embarazo, donde su cuerpo el principal escenario de este evento, pierde protagonismo ante la llegada del bebé para volverse “la madre del infante”. Pero a la vez cumple con su “propósito” como mujer, que es dar vida y cuidar a los demás (Lagarde, 1993). Esta nueva condición, que de acuerdo con la ideología debe de ser la mayor satisfacción de una mujer, implica que en ocasiones, renuncie a su individualidad, por ejemplo a sus estudios o a su desarrollo profesional, ya que la crianza y el trabajo parecen ser incompatibles (Hays, 1998). A pesar de que la ley estipula que una madre debe de recibir el apoyode la empresa donde trabaja para dedicarle tiempo al cuidado del bebé, en pocas se lleva a cabo y las madres suelen ser marginadas ya que su rendimiento laboral no es el mismo que el de los hombres o mujeres solteras (Hays, 1998). Así mismo, el tiempo que dedicaba para sus actividades recreativas y de autocuidado tiene que dejarlo atrás para poder enfocarse en su totalidad a la maternidad (Everingham, 1997). Esta serie de cambios en su rol implica pérdidas, asociando el embarazo a algo negativo más que a una experiencia placentera. Para Nicolson (1999) existen cuatro sentimientos de pérdida en la etapa perinatal y posnatal: 1) La pérdida del propio tiempo y de la autonomía; 2) La pérdida de la apariencia anterior al embarazo; 3) La pérdida de la feminidad y/o de la sexualidad; y 4) La pérdida de la identidad ocupacional. En la pérdida de la autonomía y del tiempo, la madre se ve sobrepasada por el agotamiento y ve como su estado de ánimo se relaciona con esta condición. El cuidado del bebé le requiere toda su energía y tiempo, por lo que no puede realizar sus otras actividades, lo que la hace sentirse resentida y deprimida. La pérdida de la apariencia 14 puede generar diversos ansiedad y depresión, ya que, al tener poco tiempo para sí misma y para su cuidado personal, considera que no se ve atractiva, además de que el sobrepeso que adquirió durante el embarazo la predispone a sentimientos depresivos. La pérdida de la feminidad y de la sexualidad es parte de un proceso complejo donde el cuerpo de la mujer cambia y también las sensaciones. El dar a luz y el amamantar causa en la mujer nuevas emociones, además de que su cuerpo no funciona de la misma manera. Ya sea que el nacimiento del bebé haya sido por parto natural o cesárea, el útero debe de retomar su posición y a algunas mujeres les es incomodo tener relaciones sexuales en ese momento. Por esa razón en ese momento no se sienten sexualmente atractivas y se sienten tristes y culpables por no estar cerca de sus parejas. Finalmente, la pérdida de la identidad laboral no sólo implica el hecho de dejar de trabajar o pedir una licencia para cubrir la cuarentena, cuando las mujeres dejan de trabajar (ya sea temporal o permanentemente) sino también cuando el significado del trabajo cambia en la vida de la mujer después de dar a luz. Es así que dejar de trabajar se vive como la pérdida de una parte importante de su personalidad y de su desarrollo profesional. A través de la revisión podemos darnos cuenta que el embarazo no es un proceso sencillo, por el contrario, durante nueve meses, la futura madre debe de enfrentarse a diferentes situaciones que afectan su sentir y la manera en que vive el embarazo, luchando contra los miedos y temores y renunciando a su individualidad para asumir su rol de madre, sobre todo cuando no es en el momento en que ella deseaba tener un hijo, como veremos a continuación. 1.4 Planeación del embarazo y deseo de ser madre. La mujer que tiene una vida sexual activa, está consciente de que existe la posibilidad de resultar embarazada, sea planeado o no (Feinholz y Ávila, 1996). El deseo de tener un hijo debe de comenzar siendo propio, debe de ser un proyecto individual, que, si coincide en tiempo y deseo, se convierte en un proyecto de pareja. Cuando se llega 15 al acuerdo, comienza la búsqueda del bebé, volviéndose una fantasía por la que se hará todo lo posible por volverla realidad. Cuando finalmente se confirma el embarazo, hay una gran alegría en ambos padres y la notifican a todos sus allegados (Martínez 2002). El desear un embarazo no es constante, puede modificarse a lo largo de la espera de la noticia, debido al miedo que produce el enfrentarse a una situación nueva. El deseo de un hijo, no significa que la pareja se considere lista para el embarazo. Antes tendrá que evaluar si las condiciones económicas, laborales, afectivas de la pareja y hasta ambientales son las adecuadas (Martínez, 2002). Una vez que todo lo externo se encuentra en orden, la pareja se prepara físicamente para estar en las mejores condiciones para procrear un hijo sano. Cuando ya no queda duda y la pareja considera que es el momento “perfecto” para el embarazo. Y entonces comienza la búsqueda del bebé. Esta planeación de embarazo, tiene dos caras, por un lado, prepara a los padres y al sentirse dueños de la situación, disminuye sus miedos, la ansiedad y dudas que pueden tener alrededor de su papel como padre. El otro lado, es que, en lugar de disminuir la ansiedad, esta aumenta, dificultando la gestación, lo que causa malestar y resentimiento entre la pareja afectando las condiciones “perfectas” que tanto cuidaron (Martínez, 2002) A pesar de que el tener hijos sea parte de los planes de la pareja, el embarazo puede llegar en el momento menos esperado. Esto puede deberse a que la relación de pareja aun no es lo suficientemente estable como para formar una familia; el cuerpo de la mujer no ha llegado a su momento más optimo para la reproducción o por el contrario, está más cerca de la menopausia; la situación económica no es la propicia o el embarazo pone en riesgo la salud física de la mujer gestante. En este caso, surgen más dudas, los padres se cuestionan si contaran con las herramientas necesarias para cuidar adecuadamente a su bebé y aparece una ambivalencia en la los sentimientos de odio y amor conviven a lo largo del primer trimestre (Martínez 2002). Hay muchas ideas y fantasías que giran alrededor del hecho de tener un hijo. Muchas veces puede ser para demostrar la validez biológica, ya que generalmente la 16 sociedad presiona y cuando una pareja se tarda en tener hijos sea por propia decisión o por otras causas, no tardarán los comentarios de familiares y amigos: "¿Qué pasa?, ¿no puedes?, ¿no van a tener hijos o qué?, no se esperen tanto porque después ya no van a poder, etc.”. Aunque la pareja haya tomado sus decisiones al respecto, muchas veces estos comentarios, junto con la ideología, no dejan de tener cierto peso o influencia en ellos. A veces la pareja o la futura madre ni siquiera saben realmente si desea o no tener un hijo, o al menos si lo desean en ese momento, tal vez eso es algo que se da por un hecho, dejando fuera la posibilidad de reflexión y planeación al respecto. Hay muchas madres que mencionan que nunca planearon a sus hijos (Martínez, 2002) El deseo de una mujer de tener un hijo es producto de muchos motivos e impulsos diferentes. Es muy complicado poder determinar cada uno de los factores que intervienen en este deseo. Brazelton y Cramer (1993) proponen los siguientes factores. 1. Identificación. Desde muy pequeña, toda mujer ha vivido el cuidado materno. En ese momento, en sus juegos y fantasías, se convierte en cuidadora, en lugar del rol de cuidada. Aprenderá de las mujeres mayores que existen alrededor de ella, la manera de cuidar a los demás, de comportarse, las imitará en sus juegos y poco a poco introyectará esta imagen materna. 2. El deseo de ser completa y omnipotente. Otro de los motivos que puede tener la mujer para estar embarazada es el deseo de ser una persona completa y omnipotente, la cual pueda duplicarse o reflejarse en alguien más y a través de esa persona poder cumplir sus metas e ideales. Al sentirse completa, la mujer puede percibir a su cuerpo como potente y productivo; y de esta manera contrarrestar la sensación de vacío. El hijo se vuelve una extensión de ella misma, sobre el cual podrá tener control. 3. El deseo de fusión y unidad con otro. A la par del deseo de estar completa, está el deseo de simbiosis o considerar que ella y su hijo son uno mismo. Este deseo es un proceso 17 normal que ayuda al mantenimiento de la autoestima y ayuda en el establecimiento de relaciones de pareja. La mujer tiene la oportunidad de cumpliro satisfacer estas fantasías a través de los sueños tanto dormida como despierta. Una vez que nace el bebé, esta actitud dependerá de la manera que ella se relacione con sus fantasías de unidad con su propia madre. 4. El deseo de reflejarse en el hijo. La madre tiene la esperanza de que, al tener un hijo, ella podrá duplicarse. La frase, “sangre de tu sangre” y “el ser que mantendrá tu legado” nos habla del deseo de inmortalidad. Se ve al hijo como parte de una larga cadena que lo une a sus propios antepasados. Esto crea demasiadas expectativas, como que el hijo mantendrá los valores de la familia, el apellido, continuará con el negocio o con la profesión familiar y conservará el mismo nombre. Pero no sólo es mantener la tradición de la familia, la madre sueña con que sea perfecto, y que la haga sentir orgullosa de su rol, por darle vida a un ser libre de defectos. Es por eso que en aquellas mujeres en las que cabe la posibilidad de que exista un bebé con problemas, surja el sentimiento de rechazo y miedo, ya que asume la responsabilidad de la incompetencia de su cuerpo para procrear a un bebé sano. 5. Cumplimiento de ideales y oportunidades perdidos. Tanto la madre como el padre ven a su bebé como la oportunidad de superar y triunfar en aquellas situaciones en las que fracasaron. Es su oportunidad de superar limitaciones, y volver a escribir su historia. Los hijos entonces, tienen, antes de nacer, la obligación de cumplir todas las expectativas de sus padres, ya que mientras más fracasos tengan los padres, mayor serán las expectativas que se pongan sobre el hijo. Sin embargo, este deseo no necesariamente es negativo, ya que ayuda a que la madre vea a su hijo como algo único que le permitirá desarrollar adecuadamente el vínculo afectivo. Es también en este momento, donde la madre renuncia a sus propios deseos y sueños para dedicarse de lleno a su hijo, el cual, necesita sus cuidados y atención. Y esta renuncia se verá recompensada cuando el bebé nazca sano y confirme a la mamá que su cuerpo puede crear vida. En los embarazos de alto riesgo, sobre todo en aquellos que se debe a antecedentes de infertilidad, cuando finalmente terminan el 18 periodo de gestación de manera adecuada, sin pérdidas, sin problemas, finalmente se sienten útiles. 6. El deseo de renovar viejas relaciones. El deseo de tener un hijo también incluye el deseo de un nuevo compañero con el cual revivir y sanar viejas relaciones. Pueden ser relaciones de pareja o de amistad o relaciones con los padres que se vivieron de manera inadecuada. De igual forma se ve como la manera de sustituir relaciones con personas que ya no están físicamente al lado de la persona, como familiares cercanos que fallecieron recientemente, o embarazos que no se completaron, esto puede verse en mujeres que tienen embarazos de alto riesgo (Coddington, 1979). 7. La oportunidad tanto de reemplazar como de separarse de la propia madre. Durante el embarazo, la mujer vive una doble identificación, ya que se identifica tanto con la madre como con su hijo. Por un lado, podrá ser esa persona que cuidará, pero por otro lado podrá resolver los conflictos que haya vivido en su relación con su madre desde su rol de hija. De este modo, podrá relacionarse de una manera distinta y conocer la diferencia que existe entre la persona que es y quien es su madre. 1.5 Maternidad. A lo largo de la historia, la maternidad ha sido asociada a la fecundación, fertilidad, con la protección, afecto, cuidado incondicional, sacrificio. De igual forma, ha sido idealizada y por muchos siglos estuvo asociada a lo divino y a lo sagrado. Sin embargo la cultura patriarcal relegó a la mujer y a la maternidad a un plano inferior limitando su papel a la procreación. Es difícil establecer una sola definición de la maternidad, ya que se puede definir desde el aspecto biológico hasta lo cultural. De esta manera se llega entonces a la clasificación de Marta Lamas (1994), quien considera que una área corresponde a la “maternidad” que 19 refiere a la gestación, parto y lactancia y la otra área corresponde al “maternazgo” que refiere a la responsabilidad emocional, la crianza y el cuidado de los hijos. Desde los años setenta, las corrientes feministas han realizado un análisis de la maternidad señalando como la cultura ha sido fundamental en la manera en que es definida. Esto ha creado una discusión sobre cómo se debe de entender la maternidad. Para Sánchez-Bringas (1996) existen tres líneas de análisis: la primera, la cultura patriarcal en donde se habla de que por su maternidad la mujer ha sido construida desde la naturaleza en oposición al hombre, construido desde la cultura. La mujer es cuerpo, pero paradójicamente no tiene control sobre su propia naturaleza, ésta es regulada y normativizada por la cultura del hombre. El cuerpo femenino confina a la mujer al mundo de la naturaleza, en la medida en que la mujer no decide sobre sus procesos biofisiológicos. Este planteamiento propone que la maternidad parte de una capacidad biológica de las mujeres específica de su sexo, para constituirse en un género, con actividades, lugares, normas y conductas asignadas a las mujeres como propias e inscritas en la familia. La maternidad es también el núcleo básico de la identidad genérica: las mujeres viven una subjetividad dedicada a nutrir, comprender, proteger y sostener a otros. La segunda línea es la cultura de las mujeres donde se explica el lugar de la mujer, como un lugar ambivalente, contradictorio y diverso. En esta línea se considera que no hay una identificación directa de la mujer con la naturaleza, mientras que sí la hay del hombre con la cultura. Culturalmente, las mujeres son consideradas más próximas a la naturaleza y de ahí se desprende una posición intermedia: un lugar de subordinación, de mediación y de ambigüedad simbólica. Esta línea de pensamiento abre la posibilidad a la existencia de contenidos culturales heterogéneos: unos que se desprenden de la cultura patriarcal y otros que pertenecen a la cultura de las mujeres. 20 La tercera propuesta establece lo heterogéneo los contenidos culturales relacionados con la maternidad, y rompe con la explicación hembra-mujer-madre- femenino, como un todo. En esta línea, se han identificado dos marcos conceptuales de significados: uno que corresponde a la concepción tradicional de la mujer en su relación con la procreación, el maternaje, la familia y la pareja; y el otro que implica la modificación de las antiguas concepciones a favor una idea moderna de familia (pocos hijos), maternidad (cuyo objetivo es el desarrollo óptimo afectivo e intelectual de los hijos) y/o pareja, vinculada a cambios socioeconómicos vividos en años recientes. De esta manera, es importante ver el cómo ha cambiado la forma de ser madre a lo largo del tiempo para después poder explicar cómo se vive en la actualidad la maternidad. 1.5.1 La maternidad a lo largo del tiempo. La importancia que se le ha dado a la maternidad ha sido determinante en la organización social y la forma en que se concibe la mujer. Olivar (2002) menciona que en épocas antiguas, en Oriente y Europa, se dio una etapa matriarcal, en la que la mujer era enaltecida como madre. La arqueología presenta estatuillas, desde el período paleolítico, realizadas en hueso o marfil, que muestran las formas femeninas exageradas, haciendo gala de la exuberancia maternal. En el período neolítico hacían alusión a divinidades agrícolas y a la fertilidad. "El convertir lo crudo y salvaje en cocido y ahumado, lo que también hace con el semen que cuece en su vientre transformándolo en hombre – fruta". Fue exaltada a la calidad de deidad de la agricultura, la prosperidad, la fecundidad y la abundancia de la cosecha. Hacia el siglo IV antes de Cristo, cuando las culturasnómadas arrasaron con las sedentarias, se impone el patriarcado, en el que la mujer era rebajada a la condición de objeto; un objeto que sirve para el placer y la maternidad; ya que el principal elemento para que se desarrolle la vida es la semilla que porta el hombre y la mujer es el recipiente en el cual se desarrolla ésta. Algunos antropólogos suponen que la división sexual del 21 trabajo tiene su origen a causa del embarazo y la lactancia, debido a que en este periodo, las mujeres no eran tan rápidas y sí participaban en tareas de recolección o de caza, ponían en peligro al niño y al grupo entero. Y lo más importante en esa época era garantizar la descendencia (Chodorow 1984; Olivar 2002) En los siglos XV y XVI la campesina era principalmente reproductora y alimentadora, su rol biológico era vital para el mantenimiento del trabajo. Debido a la mala alimentación, al exceso de trabajo, a los pobres cuidados en el embarazo y en el parto; este último, era una carga muy pesada. Había una alta mortalidad de bebés y de madres. Las que llegaban a sobrevivir a los partos, envejecían rápido y morían jóvenes. En el siglo XVIII la revolución francesa cuestionó todas las tradiciones y se esforzó en pensar en un nuevo tipo de sociedad. De esta manera le otorgó un lugar especial a la maternidad, colocándola al servicio del hijo, futuro del mundo. La mujer que seguía subordinada al hombre, fue valorizada como madre. En el plano médico, los avances en la disección y el microscopio volvió digno de atenciones y cuidados el cuerpo de la mujer. La compasión materna fue convocada para socorrer a los desposeídos. La glorificación de la maternidad se impuso durante todo el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. En la segunda mitad del siglo XX se dieron importantes pasos para la emancipación del patriarcalismo, iniciando así, el proceso de formación de sociedades más justas, equilibradas, heterogéneas y equitativas (Molina, 2006). La revisión histórica de la maternidad nos lleva a ver cómo de ser un asunto “privado” se convierte en algo “público”, debido a las bajas tasas de natalidad, y esto se debió a acontecimientos sociales, políticos y científicos (Knibiehler 2001). Dentro de los acontecimientos sociales se encuentran, la primera y segunda guerras mundiales que trajeron cambios significativos, por un lado, para las madres era importante dejar de tener hijos por la mala situación económica y social que vivían, mientras que para los gobiernos era vital que se continuaran manteniendo altas tasas de 22 natalidad pues reflejaban mano de obra que mantuviera la economía de los países (Knibiehler 2001). Por otro lado, al cambiar las mujeres su rol de amas de casa a “mujeres trabajadoras”, llevó a las naciones a implementar nuevas políticas que contribuyeran a apoyar a las mujeres a llevar ambos roles. Entre las políticas se encontraban: la licencia por maternidad, el seguro de maternidad y subsidios a la madre en el hogar (Hays, 1996). Al mismo tiempo, surgió la píldora anticonceptiva y el DIU, lo cual llevó a las mujeres a reflexionar y decidir acerca de su maternidad, elegir el momento de procrear así como del número de hijos que tendría (Knibiehler 2001). Todos estos cambios llevaron a que la aspiración de las madres dejara de ser quedarse en la casa, para salir de ella. Si bien las madres y los hijos sufrían, esto no sucedía porque las madres trabajaran, sino porque soportaban malas condiciones de trabajo, faltas de apoyo y de lugares en donde se ocuparan de sus hijos. El avance en los conocimientos en el campo de la psicología, respecto al vínculo, contribuyó engañosamente a que las madres se sintieran culpables. Si un chico dormía o comía mal, si se movía mucho o poco, si tardaba en caminar o en hablar, la madre era la responsable por estar muy o poco presente, por preocuparse demasiado o demasiado poco, por ser demasiado posesiva o demasiada desaprensiva, etcétera (Evenrgingham, 1997). Por los múltiples cambios sociales y de roles, las mujeres reflexionaban más acerca de su maternidad, tomando en cuenta de que entre los veinticinco y los treinta y cinco años es el periodo más adecuado para estar embarazada, ya que los embarazos tienen límites de edad (después de los cuarenta y antes de los dieciocho años) (Molina, 2006). Estrellas mediáticas, modelos de identificación, le dieron una especial notoriedad a la maternidad tardía. Las madres adolescentes también plantean ahora un problema. No siempre quedan embarazadas por falta de información y, por otro lado, muchas se niegan a abortar. Es una época en la que la adolescencia pierde la esperanza, en la que los jóvenes, sobre todo los de los sectores desfavorecidos, no tienen ni estatus, ni función, ni posibilidad de recibir la atención. Pero luego, cuando el bebé llega, se sienten pérdidas 23 por las exigencias de la sociedad, agotadas por la carga que significa. Ahora bien, desde el punto de vista moral, la decisión de abandonarlo es mucho más difícil que la de abortar (Knibiehler, 2001). La maternidad elegida, también trajo cambios en la relación de pareja, las madres trabajadoras agotadas por llevar ambos roles buscaron en los padres la ayuda con las tareas de crianza y educación con los hijos (Knibiehler 2001). Las mujeres dan a luz cuando su entorno las ayuda a recibir y a criar a sus hijos. Éstos tienen que ser deseados no sólo por la que los trae al mundo, sino por el grupo social. La maternidad no pertenece únicamente a la vida privada, no es solamente la expresión de un deseo femenino, ni del amor de una pareja, responde a una necesidad social primordial: la renovación de las generaciones, la supervivencia del grupo (Evenrgingham, 1997). Los investigadores de la maternidad psíquica comprueban el aumento de las patologías en la relación madre-hijo. La maternidad, como todos los vínculos familiares, es una dialéctica de la autonomía y la dependencia, por ello es importante analizar las responsabilidades, roles sociales y los vínculos afectivos de las madres (Knibiehler 2001). El embarazo por sí mismo, conlleva una serie de cambios que, sumados a las cuestiones ideológicas y culturales que rodean a la maternidad, afectan la vivencia. De esta manera, podemos decir que el proceso de embarazo va a depender de las experiencias y del contexto en el que vive la mujer, aunado a su estado de salud. A continuación se verá brevemente como es el embarazo de alto riesgo y que implicaciones tiene. 24 C A P I T U L O 2 EMBARAZO DE ALTO RIESGO. Antes de entrar de lleno en el tema del embarazo de alto riesgo, es importante entender qué implica el riesgo para la salud de la madre y los factores que lo producen. El riesgo es la probabilidad de sufrir un daño, enfermedad o muerte en presencia de determinadas circunstancias que inciden en una persona, grupo de personas, comunidad o ambiente (Toledo, 2005). Un factor de riesgo es un atributo o característica que confiere al individuo un grado variable de susceptibilidad para contraer una enfermedad o alteración de la salud. Es la susceptibilidad individual en términos probabilísticos Es un factor de riesgo cualquier fenómeno físico, químico, biológico o psicosocial, o alguna enfermedad anterior al efecto que se esté estudiando, que por su presencia o ausencia esté relacionado con la enfermedad investigada. (Toledo, 2005). En el alto riesgo se encuentran el conjunto de personas en los que coinciden varios factores de riesgo o que muestran niveles de éstos, que están muy por encima de la media poblacional. Se puede clasificar a los factores de riesgo de dos maneras: los individuales que se relacionan con las condiciones y el estilo de vida del individuo y los colectivos o ambientales que afectan a grupos y su entorno. 2.1 Definición de embarazo de altoriesgo El embarazo de alto riesgo es definido por la Secretaria de Salud, a través de la Norma Oficial Mexicana como “aquel en el que se tiene la certeza o la probabilidad de estados patológicos o condiciones anormales concomitantes con la gestación y el parto, que aumentan los peligros para la salud de la madre o del producto, o bien, cuando la madre procede de un medio socioeconómico precario (NOM-007-SSA2-1993, Secretaria de salud). 25 Para considerar si un embarazo es de alto riesgo, se debe examinar el estado de salud y las condiciones de vida de la mujer embarazada para determinar si presenta condiciones o características que la expongan a ella o al feto a la posibilidad de enfermar o morir durante el embarazo. Existe una clasificación del riesgo perinatal en el embarazo basada en los factores de riesgo detectados. De esta manera, el embarazo se puede clasificar en riesgo bajo, riesgo medio y riesgo alto. En el riesgo bajo o sin riesgo se ubican las pacientes en las cuales no se detectaron factores que pongan en riesgo la salud de la mujer o del feto; por lo que estas pacientes pueden ser controladas con los recursos del primer nivel de atención. En el riesgo medio o alto se encuentran las mujeres en las cuales se han identificado factores de riesgo, ya sean previos y/o actuales que aumenten la probabilidad de daño para la mujer en el momento de la concepción el cual incluirá al producto. Lo cual implica brindar atención al binomio en una institución de tercer nivel para su control. Son varios los factores que ponen en riesgo la salud tanto de la madre como del bebé. La identificación de estos factores comenzó con la observación de ciertas características con resultados desfavorables. Los primeros estudios fueron retrospectivos, pues al encontrar efectos no deseados en el feto o en el recién nacido, se buscaba identificar los factores biológicos, psicológicos, socioeconómicos y ambientales presentes en la etapa prenatal que pudieran tener influencia en los efectos presentados (Cortes, 2006). Hoy en día, se conoce cuales son los aspectos que pueden afectar el curso del embarazo, estos se mencionan en la Tabla 1 (Secretaría de Salud, 2008; Ortigosa- Corona y Karchmer, 1996; Aguilar, Muñoz, Velasco, Cabezas, Ibargüengoitia, Núñez y Cerón, 2001) 26 Tabla 1. Factores de riesgo en el embarazo Riesgo preconcepcional Edad menor a 16 años o mayor de 35 Baja estatura (menor a 140 cm). Desnutrición aguda o crónica Enfermedades de transmisión sexual Tabaquismo, etilismo y otras adicciones Vivir en condiciones económicas desfavorables. Sufrir violencia intrafamiliar Presentar algún trastorno mental Antecedentes ginecobstétricos Dos ó más abortos consecutivos Dos ó más nacimientos prematuros Dos ó más hijos que nacieran con malformaciones congénitas Tres ó más cesáreas Cinco o más embarazos Embarazo múltiple Problemas de salud que complican el embarazo Diabetes Patología cardiaca Patología renal Trombofilias y conectivopatías Patología pulmonar e insuficiencia respiratoria VIH positivo ó SIDA Complicaciones en el embarazo Amenazas de aborto Embarazo ectópico Enfermedad trofoblástica gestacional Anomalías placentarias Coagulopatía intravascular diseminada Incompatibilidad hemolítica Enfermedades por hipertensión arterial Amenaza de parto pretérmino. Rotura prematura de membranas Traumatismo 27 A continuación se describirán brevemente los factores que se presentan con mayor frecuencia en esta las mujeres embarazadas: Embarazo Ectópico. Implantación del blastocito en sitio diferente a la cavidad uterina. (Clayton, Schieve, Peterson, Jamieson, Reynolds, Wright, 2006; Luo, Lim, Huang, Wu, Wong, Cheng, 2009) Aborto en evolución. Hemorragia de la primera mitad del embarazo que se acompaña de modificaciones cervicales y puede mostrar sintomatología dolorosa (Hasan,Baird, Herring, Olshan, Jonsson, Hartmann 2009). Embarazo molar. Desarrollo anormal del óvulo fecundado. (Niemann, Petersen, Hansen, Sunde, 2006; Miyoshi, Ohba, Fukunaga, Katabuchi 2011) Hiperemésis gravídica. Vómitos incontenibles durante el primer trimestre de la gestación que comprometen el equilibrio hidroelectrolítico y estado nutricional de la embarazada (Vikanes, Skjaerven , Grjibovski, Gunnes, Vangen, Magnus, 2010) Preeclampsia-eclampsia. Entidad patológica exclusiva del embarazo caracterizado por hipertensión arterial (TA sistólica mayor de 140 mm/Hg y diastólica mayor de 90 mm/Hg que se presenta durante la segunda mitad del embarazo; si se acompaña de convulsiones se denomina eclampsia). (Kuklina, Ayala, Callaghan, 2009; Martin, Sidman, 2003). Inserción baja de placenta. Inserción anormal de la placenta en la zona de la cavidad uterina situada entre el segmento inferior del útero y el orificio cervical interno. (Faiz, Ananth, 2003) Desprendimiento prematuro de placenta. Separación prematura de la placenta de su sitio de inserción en la cavidad uterina; se manifiesta por sangrado transvaginal en el tercer trimestre de la gestación (Salihu, Bekan, Aliyu, Rouse, Kirby, Alexander, 2005). Amenaza de parto prematuro. Cuando se presentan contracciones uterinas regulares después de las 20 semanas de gestación y antes de las 37, con intervalos de entre 5 y 8 minutos o menores entre cada contracción (Dodd, Flenady, Cincotta, Crowther, 2008). 28 Muerte fetal. Ausencia de latido cardiaco y de movimientos fetales después de semana 20 de gestación y antes del inicio de trabajo de parto espontaneo (Cousens, Blencowe, Stanton, Chou, Ahmed, Steinhardt, Creanga, Tunçalp, Balsara, Gupta, Say L, Lawn, 2011) Diabetes gestacional (DG). Estado de intolerancia a los carbohidratos que se diagnostica por primera vez durante el embarazo. Su detección debe realizarse desde la primera visita prenatal y repetirse entre las 24 y 28 semanas de la gestación (Taylor, Davison, 2007; Lawrence, Contreras, Chen, Sacks 2008). 2.2 Prevalencia del embarazo de alto riesgo. La prevalencia del embarazo de alto riesgo varía de acuerdo con los criterios que se utilicen para definirlo. Muchos factores participan y los efectos de cualquier factor específico difieren de una paciente a otra (Cortes, 2006). De igual forma, la proporción de mujeres en riesgo no se reporta en conjunto, sino que se separan por el tipo de patologías que presentan. Bruce y colaboradores (2008) encontraron que las enfermedades más frecuentes en el embarazo son los problemas de salud mental, de hipertensión (preeclampsia y eclampsia) y desnutrición. Getahun, Nath, Ananth, Chávez y Smulian (2008) reportan que del 2 al 3% de las mujeres embarazadas desarrollan diabetes gestacional. De igual forma, en México se han estudiado las diferentes enfermedades que son factores de riesgo durante el embarazo. Velasco, Navarrete, Pozos y Cardona. (1999), reportan una prevalencia de 4.75% de preeclampsia en hospitales de primer nivel de atención. Por su parte, Contreras, Arango, Zuluaga y Ocampo (2008) encontró que el 14% de las mujeres desarrollan diabetes gestacional en alguno de sus embarazos. Según datos del Sistema Nacional de Información en Salud (SINAIS) en el 2004 la SEDENA atendió a 15,339 mujeres embarazadas de las cuales el 11.67% eran de riesgo; en el INPER el 73% de las mujeres atendidas presentaban embarazos con hemorragias, desprendimiento de 29 placenta, preeclampsia, diabetes mellitus durante su embarazo, entre otros. En la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID; INEGI,2006), se encontró que entre 2001 y 2005, el 60.9% de las mujeres embarazadas presentaron complicaciones entre las cuales estaban presión arterial alta, amenazas de abortos, sangrado vaginal, diabetes.Según datos del observatorio del desempeño hospitalario (Secretaría de Salud, 2007), durante 2006, se brindaron alrededor de 5173917 consultas prenatales y en el puerperio, de las cuales 17.7% (917426) fueron por embarazo de alto riesgo. Es importante mencionar, que a pesar de que en el sistema de salud se busca brindar atención a todas las mujeres embarazadas a través del programa “Arranque parejo” (Secretaría de Salud, 2008), la falta de personal de salud y de recursos para hacer seguimientos, así como las barreras para solicitar atención médica, por parte de las pacientes, dificulta el diagnóstico oportuno de estos factores que puede causar hasta la muerte. 2.3 Consecuencias del embarazo de alto riesgo. A nivel físico, el embarazo de alto riesgo genera malformaciones congénitas en el feto, bajo peso, pobre desarrollo psicomotor y cognitivo. En la madre, pueden mantenerse las enfermedades que aparecen en el embarazo, como diabetes o hipertensión, además que de que puede presentarse la muerte antes, durante o después del parto. En la salud mental las consecuencias no son menos, la ansiedad es producto de las dificultades y problemas de salud que se presentan en la etapa perinatal. De igual forma, como vemos con más detalle más adelante, los factores de riesgo presentes durante el embarazo pueden causar depresión, falta de confianza en el rol materno y la sensación de fracaso como madre, causando así, baja autoestima. Otro consecuencia es la falta de apego entre madre-hijo. 30 2.4 Efectos psicológicos del embarazo de alto riesgo en la madre. La mujer, además de estar sometida al proceso madurativo normal propio de la maternidad, cuando es diagnosticada con alto riesgo, debe enfrentarse a una gran carga emocional y a un ajuste psicológico para una experiencia de maternidad que puede no culminar en lo que se espera. Si la mujer embarazada vive el diagnóstico como golpe a su confianza, puede experimentar un sentimiento de baja autoestima (Kemp y Page, 1987). Esto puede provocar que sienta que ha fracasado como mujer y como madre, disminuyendo su confianza en su capacidad para ser madre. Por otro lado, puede expresar tristeza, duelo o desesperación si ha realizado una gran inversión emocional en este embarazo debido a la pérdida previa de otros embarazos y ha anunciado su gestación a su familia y amigos. La futura madre, puede percibirse como un fracaso, presentar dificultad en la planeación de este embarazo y sentir incongruencia de los sentimientos entre ella misma y su pareja u otras personas importantes para ella (Gilbert y Harmon, 2003). Cuando el embarazo es de alto riesgo, la pareja vive la situación con más estrés de lo que implica un embarazo normal. La aparición de una situación de alto riesgo puede interrumpir la consecución de las tareas maternas o paternas, y esto puede originar nuevos factores de estrés. El temor por el bienestar de la madre puede causar una elevada ambivalencia respecto al embarazo. Pueden recordarse anteriores embarazos interrumpidos. Esto puede complicar la aceptación de la realidad de un embarazo actual y aumentar el riesgo de depresión prenatal y posnatal (Hughes, Turton y Evans, 1999) Si se producen signos de hemorragia u otros signos físicos de gravedad, puede resultar difícil creer en el embarazo. Los preparativos para el neonato pueden verse alterados. Cursos prenatales y de maternidad, tanto para la madre, como para su compañero, debe ser una opción que se ofrezca a una mujer enferma u hospitalizada. Las expectativas no cumplidas acerca del embarazo pueden ser una fuente de frustración en un momento en 31 que las actividades deben dirigirse hacia los preparativos para la paternidad (Gilbert y Harmon, 2003) Los preparativos para el proceso de parto pueden estar totalmente fuera del control de los padres si está en duda el bienestar de la madre. Los temores sobre procedimientos y cuidados específicos pueden estar priorizados sobre los planes habituales. El ritmo de crecimiento del cuerpo de la madre puede ser motivo de precaución. Las elecciones sobre la alimentación del niño, el proceso del parto o el soporte del equipo pueden resultar diferentes de lo que se esperaba (Gilbert y Harmon, 2003). Por su parte, la familia puede reaccionar de diversas formas ante el diagnóstico de un embarazo de alto riesgo. Depende del significado que den a esta situación, su experiencia para enfrentarse a las cosas, su capacidad para resolver problemas de forma efectiva y los apoyos situacionales disponibles (Gilbert y Harmon, 2003) La hospitalización previa al parto puede causar estrés a una familia con un embarazo de alto riesgo. Este estrés se debe a la separación del hogar, la familia y otras personas de apoyo, que puede hacer sentir a la mujer en soledad. Además de estrés, hay sentimientos de pérdida de control o impotencia, aburrimiento, cambios en las circunstancias familiares que causan diferencias en el funcionamiento familiar y la preocupación por los miembros de la familia que se quedan en el hogar. Las necesidades de dependencia pueden no quedar cubiertas. La relación con otras mujeres embarazadas puede resultar limitada (Gilbert y Harmon, 2003). Puede aparecer ansiedad cuando no se cubre las expectativas. En un embarazo de alto riesgo, la expectativa de un embarazo normal que culmina en el parto de un recién nacido normal se ve amenazada. La fuerza de las necesidades no satisfechas y el grado de consciencia de ello determinan el grado de ansiedad (Gilbert y Harmon, 2003) 32 Una vez que nace el bebé, si la madre o el recién nacido se encuentran enfermos, es posible que el establecimiento del vinculo sea más difícil de concretar, debido a que, con frecuencia tienen que estar separados por periodos largos (Cortes, 2006). Cuando el bebé es prematuro o está conectado a diversos aparatos, los padres pueden tener miedo de tocarle. El aspecto y la conducta del bebé pueden resultar tan nuevos para los padres que su inspección visual no encuentre nada para identificarlo. Finalmente, si se pensaba que el embarazo era de riesgo, los esfuerzos podrían haberse dirigido a seguir adelante en vez de a establecer el vínculo. Si esto es así, los padres deben resolver estos sentimientos antes de que puedan empezar a trabajar el vínculo. La intensidad de las emociones que rodean la posible muerte del niño puede ser tan fuerte que interfieran de forma permanente con el vínculo si no se exploran estos sentimientos (Gilbert y Harmon, 2003). El diagnóstico de alto riesgo durante el embarazo confronta a la mujer con sus mayores miedos y temores, pues de ser sólo una posibilidad, se vuelve una realidad el que su bebé este en peligro. Por esta razón, duda, sufre y busca, tanto en su pareja como en su familia, la contención que le servirá para hacer frente a esta situación, además de tener que acudir a consultas, cuidados, medicamentos y pruebas. En México, la Secretaria de Salud busca cubrir adecuadamente las necesidades de estas mujeres, como veremos en el siguiente apartado. 2.5 Atención prenatal. Hoy en día, la atención prenatal se ha convertido en una prioridad en los servicios de salud. En México seis de cada diez partos son atendidos en instituciones públicas. Con esto se busca reducir la mortalidad materna y perinatal, establecer acciones preventivas y atender los factores de riesgo que se presenten durante el embarazo. Una buena atención prenatal reduce el riesgo de que el infante presente trastornos como síndrome de insuficiencia respiratoria, bajo peso al nacimiento, nacimientos prematuros, lo que 33 permite reducir costos de atención posnatal (Villarreal, Garza, Núñez, Rodríguez, Rodríguez, 2007). La Norma Oficial Mexicana NOM-007-SSA2-1993, Atención de la mujer durante el embarazo, parto y puerperioy del recién nacido. Criterios y procedimientos para la prestación del servicio, en el apartado 5 de Especificaciones marca que la atención de una mujer con emergencia obstétrica debe ser prioritaria, y proporcionarse en cualquier unidad de salud de los sectores público, social y privado. Durante el embarazo y el parto debe vigilarse estrechamente la prescripción y uso de medicamentos, valorando el riesgo y beneficio de su administración. También se describen, las actividades que se deben realizar durante el control prenatal, y de las más importantes son las siguientes: elaboración de historia clínica; identificación de signos y síntomas de alarma (cefalea, edemas, sangrados, signos de infección de vías urinarias y vaginales); medición y registro de peso y talla, así como interpretación y valoración; medición y registro de presión arterial, así como interpretación y valoración; valoración del riesgo obstétrico; prescripción de medicamentos (sólo con indicación médica: se recomienda no prescribir en las primeras 14 semanas del embarazo); medidas de autocuidado de la salud; establecimiento del diagnóstico integral. Así mismo, enfatizan de que el control prenatal debe estar dirigido a la detección y control de factores de riesgo obstétrico, a la prevención, detección y tratamiento de la anemia, preeclampsia, infecciones cérvicovaginales e infecciones urinarias, las complicaciones hemorrágicas del embarazo, retraso del crecimiento intrauterino y otras patologías intercurrentes con el embarazo. Las unidades de salud deben promover que la embarazada de bajo riesgo reciba como mínimo cinco consultas prenatales, iniciando preferentemente en las primeras 12 semanas de gestación y atendiendo al siguiente calendario: 34 1ra. consulta: en el transcurso de las primeras 12 semanas 2a. consulta: entre la 22 - 24 semanas 3a. consulta: entre la 27 - 29 semanas 4a. consulta: entre la 33 - 35 semanas 5a. consulta: entre la 38 - 40 semanas En el caso de que el embarazo se prolongue después de las 40 semanas requiere efectuar consultas semanales adicionales con objeto de vigilar que el embarazo no se prolongue más allá de la semana 42. En este capítulo se puede observar el embarazo de alto riesgo es una condición delicada que está determinada por la presencia de varios factores de riesgo y que puede afectar tanto en la salud física como en la mental del bebé y que, en caso de no atenderse a tiempo, puede tener como desenlace la muerte. A pesar de los pocos estudios en México, se ha reportado una alta prevalencia de complicaciones durante el embarazo, por lo que es necesario atender las necesidades de esta población. 35 C A P I T U L O 3 DEPRESIÓN EN EL EMBARAZO En los capítulos anteriores, se revisaron los diferentes cambios que se experimentan en el embarazo. Se vio que el temor y la ansiedad van de la mano de este proceso y que suelen intensificarse cuando peligra la vida tanto de la madre como del bebé. Otro aspecto que puede aparecer durante este periodo es la depresión, qué, como veremos más adelante ocurre con frecuencia durante el embarazo. Es importante mencionar que para este estudio, la depresión fue una variable relevante, ya que la muestra de este estudio fue seleccionada con base en que tuvieran síntomas de depresión. 3.1 Depresión. La depresión es uno de los problemas psiquiátricos y psicológicos más comunes y se estima que en 2020 será la segunda causa de años perdidos de vida saludable a nivel mundial. Sin embargo, mucha gente no sabe que la padece pues no cuenta con la información necesaria para reconocerla. Esto se debe a que antes no se conocían las consecuencias negativas de la depresión y no se le daba la importancia necesaria. Hoy en día sabemos que afecta la vida diaria de la persona que la padece, tanto en el aspecto laboral como en el personal. En la mayoría de los casos, los síntomas regresan periódicamente y pueden presentarse de cinco a siete episodios a lo largo de la vida (O’Connor, Whitlock, Beil y Gaynes, 2009). La prevalencia reportada en Estados Unidos, va del 13.23% al 20.8% (Hasin, Goodwin Stinson y Grant 2005; Kessler, Sharp, y Lewis 2005). En México, la prevalencia reportada es de 9.1% (Medina-Mora y colaboradores. 2003). Hay dos maneras de clasificar a la depresión, una es por medio de categorías y otra es por medio de dimensiones continuas. En la clasificación categórica, los pacientes son diagnosticados con depresión sólo si se presentan los síntomas y la duración de éstos que 36 establece, por ejemplo, Manual diagnostico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV TR; López-Ibor y Valdéz, 2008). Para diagnosticar depresión se necesita la presencia de cinco o más síntomas durante un período de 2 semanas, y uno de los síntomas debe ser estado de ánimo depresivo o pérdida de interés o de la capacidad para el placer. La otra forma en que se clasifica a la depresión es por medio de dimensiones y se evalúan continuos como son la intensidad, la duración y el impacto de las funciones diarias. Se utilizan escalas de autoreportes para saber que tan deprimida esta la persona. 3.2 Depresión en el embarazo Como ya se ha mencionado, durante el embarazo ocurren cambios que afectan diversas áreas en la vida de la mujer. El tener dificultad para dormir, presentar cambios en el apetito y falta de energía pueden ser considerados como parte del embarazo. Sin embargo, si estos síntomas se vuelven incapacitantes, sumados a la tristeza extrema y a la pérdida de placer, estamos hablando de depresión en el embarazo. Diversos estudios han demostrado que el embarazo es un periodo que puede llegar a vulnerar a la mujer para sufrir algún trastorno psiquiátrico, ya que es un evento estresante. Los trastornos más frecuentes en el embarazo son los del estado de ánimo y los de ansiedad (Field, Diego, Hernandez-Reif, Figueiredo, Deeds, Ascencio,Schanberge, Kuhn 2008; Field, Diego, Hernandez-Reif, 2006). Se ha reportado prevalencia de depresión clínica que va del 5.1% al 15.5% (Felice, Saliba, Grech y Cox, 2004; Melville, Gavin, Guo, Fan, Katon, 2010). En población latina, Smith, Rosenheck, Cavaleri, Howell, Poschman y Yonkers (2004) reportaron una prevalencia del 6% en depresión mayor y 14% en depresión menor. Respecto a la sintomatología depresiva a nivel internacional, se ha reportado entre el 20.4% y el 30.6 (Leathers y Kelley, 2000; Marcus, Flynn, Blow, Barry, 2003). En algunos estudios que se han realizado con mujeres de origen hispano que viven en Estados Unidos han encontrado prevalencias de 51% y 18% respectivamente (Zayas, Cunningham, Mckee y 37 Jankowski 2002; Perry, Ettiner, Mendelson, Le 2011). En América latina, la prevalencia de sintomatología depresiva se encuentra entre 37.9 y 42% (Da-Silva, Moraes-Santos, Carvalho, Martins, Teixeira; 1998; Canaval, González, Martínez-Schallmoser, Tovat y Valencia 2000). En México, Ortega, Lartigue y Figueroa (2001) reportaron un 21.7% de mujeres embarazadas con sintomatología depresiva significativa y Lara, Navarro, Navarrete, Cabrera, Almanza, Morales y Juárez (2006) encontraron en una muestra de la Ciudad de México un porcentaje de 36.8% de mujeres con sintomatología depresiva significativa utilizando el CES-D. En un estudio mas reciente se encontró que 6.4% de la población presentó sintomatología depresiva en el embarazo (Ceballos, González, Martínez-Schallmoser, Tovat y Valencia, 2010). La detección temprana de la depresión en el embarazo se complica porque varios síntomas de la depresión como cambio en el apetito, cambio en el nivel de energía y en el patrón de sueño también ocurren en mujeres embarazadas no deprimidas. Sin embargo, en la depresión, todos estos síntomas somáticos van acompañados de los síntomas afectivos y
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