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La-Conversacion-como-generadora-de-significados

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
FACULTAD DE PSICOLOGÍA 
 
La conversación como generadora de significados 
 
Tesis 
Que para obtener el título de 
Licenciada en Psicología 
 
Presenta 
Austria Colín Cortés 
 
Director 
Dr. Carlos Arturo Rojas Rosales 
Revisor 
Dr. Pablo Fernando Fernández Christlieb 
 
 
Ciudad Universitaria, Cd. Mx., 2018 
 
 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
1 
 
Agradecimientos. 
A mi familia: 
Mamá: gracias por la fortaleza. 
Papá: gracias por proveerme. 
Hermano: gracias por la compañía, comprensión y apoyo. 
 
A mis amigos: Quienes creyeron en mi canto como en un balbuceo hermoso. 
Montserrat: gracias por ayudarme a sanar mis heridas y ser mi apoyo cuando me 
sentí vulnerable. 
Io y Marysol: gracias por las aventuras y la sensatez. 
Rene: gracias por ser y estar después de todo este tiempo. 
Karen: Gracias por darme compañía en mis momentos más solitarios, por el café y 
todas las noches de cerveza. 
Alma: Gracias por tu cálida luz. 
Juan y Juan S.: gracias por todas las discusiones, reflexiones y cuestionamientos. 
Gustavo: gracias por todas las madrugadas frías y todas las tardes de libros. 
 
A Anuar: Gracias por escucharme y por atreverte. Gracias también por llegar a mi 
vida. 
 
A mis profesores: 
Del Área de Psicología Social y en especial a mi director de tesis, Carlos Rojas: 
gracias por enseñarme que si hay una alternativa. 
 
 
 
2 
 
Índice. 
 Pág. 
Introducción 3 
 
Capítulo 1. La conversación con un objetivo/ propósito 7 
 
1.1. Reconociendo al Otro 11 
 
1.2. Conversación como principal herramienta de generación 
de un hábitat 16 
 
1.3. ¿Se puede pensar en una conversación inútil? 18 
 
1.4. Las emergentes revoluciones de pensamiento 20 
 
 
Capítulo 2. La conversación como posibilidad de transformación de 
Significados 27 
 
2.1. Espacio Humano 32 
 
2.2. Espacio simbólico 35 
 
2.3. El desorden como posibilidad de transformación 40 
 
2.4. Conversación con un sentido 43 
 
2.5. Negociación sin negociar 46 
 
2.6. Conversación como proceso 47 
 
 
Capítulo 3. La conversación como generadora de lugares comunes 52 
 
3.1. Donde uno puede ser quien es 61 
 
3.2. Los recuerdos y los temas comunes. 65 
 
3.3. Lo íntimo. 66 
 
Conclusiones 74 
Referencias 77 
 
 
 
3 
 
Introducción 
La conversación es algo cotidiano, tanto, que no nos ponemos a pensar en ello. 
Desde que somos bebés nuestros padres tratan de decirnos cosas esperando a 
que nuestra respuesta sea emitir un sonido, y este, moldearlo cada vez más hasta 
que se parezca a una palabra. Estos intentos buscan que nosotros entablamos 
comunicación con nuestro entorno mediante la palabra dicha. El hablar constituye 
uno de los grandes logros dentro de nuestro desarrollo, dicho acontecimiento 
marca el inicio de nuestra vida social, a partir de ese momento seremos capaces 
de comunicarnos con todas las personas que nos rodean. 
 
En este sentido la palabra dicha es nuestra principal herramienta para socializar. 
El uso de la palabra es fundamental para la construcción de relaciones. “Las 
palabras significan las ideas de quien las usa, y por medio de aquéllas se pretende 
expresar éstas” (Muñiz, 1992, p. 86). 
 
Cabe preguntarnos, ¿Qué buscamos al interaccionar con las personas alrededor 
nuestro? Si somos lo que somos (y esto nos es claro) lo somos gracias al 
resultado de nuestra interacción con las personas que nos rodeaban. Acaso ¿lo 
que buscamos es seguir configurándonos como personas? Si no existiera una 
comunicación entre nosotros y el medio no seriamos capaces de desenvolvernos 
en él, estaríamos a ciegas, pues el medio no se alimentaria de lo que está en 
nuestra mente y nuestra mente no se configurarían a partir de nuestro medio. 
 
Una persona se configura como tal en la medida en la que convive con el medio 
que la rodea. Aprende los valores en turno dentro de su sociedad porque recibe 
castigos o premios dependiendo de la acción que acaba de realizar. Aprende las 
palabras precisas y los gestos correspondientes para llamar la atención de alguien 
dependiendo de las reacciones que las personas tienen ante tales palabras o 
gestos. Va a aprendiendo que palabras son agradables y cuáles no. Poco a poco 
esta persona en formación también va siendo capaz de hacer notar sus propias 
características, sus propios gestos, sus propios gustos; mismos que comparte con 
4 
 
otras personas (sus padres, amigos, maestros) sin embargo se encuentran 
ordenados y se manifiestan de manera distinta. 
 
Retomar a la conversación como un eje central de la vida social nos permite 
resaltar tanto su importancia en la construcción de la persona como en el tejido 
social, por esto mismo se vuelve un tema de relevancia para la psicología social. 
La conversación como tema para el análisis de lo social ha quedado rezagada 
pues se relaciona únicamente a fenómenos de comunicación en donde hay un 
receptor y un emisor, sin embargo, el conversar es algo que se hace 
constantemente a lo largo de la vida de las personas y las consecuencias de este 
acto van más allá de emitir y recibir información. 
 
La psicología social abre una nueva posibilidad de reflexión sobre la conversación, 
pues aporta visiones y conceptos que no solo incluyen al individuo, más bien, nos 
invita a enfocarnos en las relaciones y en los significados que se pueden modificar 
o generar a partir de la interacción entre las personas. Tenemos esta visión de que 
las acciones sencillas no tienen una repercusión “real” en la vida social y es por 
esto que estamos rodeados de discursos que elevan a las grandes acciones y las 
posicionan como las únicas alternativas para enfrentar las problemáticas actuales. 
 
En el siguiente trabajo pretendo describir cómo es que la conversación va 
teniendo diferentes consecuencias, según el nivel de relación que las personas 
mantengan. Cada nivel y cada consecuencia nos va acercando a lo más profundo 
que una persona tiene y a lo estrechas que pueden ser sus relaciones. En un 
trabajo de esta naturaleza, que busca la reivindicación de las prácticas cotidianas 
de las personas en el cambio estructural de la sociedad, la socialización: “ha 
devenido en un ingrediente central para entender los mecanismos de la 
reproducción del social y el papel de la vida cotidiana que en ella se realiza”. Del 
concepto de socialización retomo lo planteado por León (1999): “sus modalidades 
relacionales (individuos, grupos, estructuras) y sus funciones mediadoras 
(internalización/externalización)” (p. 79). Las modalidades de relación 
5 
 
corresponden, de alguna manera, a cada uno de los capítulos y dentro de cada 
capítulo se mantiene la atención en la función mediadora de internalización-
externalización. 
 
Retomando la primera modalidad propuesta por León (1999) En el primer capítulo 
describo lo que una conversación con objetivo implica en las relaciones entre 
individuos. En este capítulo explique lo que implica el establecer una relación entre 
un Yo y un Otro y como es que la conversación permite la creación de un hábitat 
entre estos dos actores. Así mismo este hábitat entendido como un lugar en 
donde se puede habitar-vivir surge a partir de la internalización-externalizaciónde 
ideas o pensamientos mediante la conversación. Así mismo, planteó una reflexión 
sobre la utilidad o inutilidad de una conversación en la vida de las personas. Esta 
última reflexión abrirá la puerta al siguiente nivel, mismo que se desarrolla en el 
segundo capítulo. 
 
La conversación como posibilidad de transformación de significados es el título del 
segundo capítulo, en él describo la capacidad del ser humano para la creación o 
re creación de conceptos y cómo estos cambios plantean modificaciones no 
solamente en la vida personal de los participantes de una conversación sino en 
niveles de organización social más grandes, pues: “ El significado de una pieza de 
razonamiento discursivo o de una actitud expresada, no reside meramente en el 
agregado de definiciones de diccionario de las palabras usadas para expresar una 
postura, sino que también reside en el contexto argumentativo” (Billing, M. (2003), 
p. 19). En este capítulo describo cómo es que la conversación deja de ser 
únicamente una herramienta que vincula para poder ser vista como un proceso de 
creación. Esta propuesta nos invita a dejar la linealidad de un emisor y un 
receptor, acercándonos a la reflexión sobre cómo la profundidad de los 
pensamientos y sentimientos compartidos por la personas dentro de una 
conversación es lo que permite una vinculación más estrecha entre las personas. 
 
6 
 
Aquello que vincula estrechamente por medio de lo más profundo que existe es lo 
que describo en el tercer capítulo, pasando por un análisis de lo que significa 
actualmente lo ‘común’ y como es que se puede pensar en una alternativa que no 
nos dirija inmediatamente a pensar en un espacio físico ni en la conglomeración 
de mucha gente, sino, en lo que es compartido y creado por todos mientras las 
relaciones sociales se van dando, es decir, lo común por lo tanto la comunidad 
nunca desaparece, más bien, adopta las características de las relaciones que se 
dan entre los involucrados. 
 
El concepto de intimidad aparece como una posibilidad de relación interpersonal 
que responde a la incapacidad y agotamiento de la individualidad como la manera 
que nos permite relacionarnos; la priorización de la diferencia sin la comprensión 
de la situación de esa diferencia es lo que ha dado como resultado esa sensación 
socialmente difundida de aislamiento. En este capítulo hago una invitación a 
conversar, pues, el compartir y a la vez crear en conjunto un espacio de expresión 
y análisis se puede desarrollar un sentimiento de pertenencia, de esta manera el 
sentido de comunidad, la participación, el cuestionamiento y el cambio dejarían de 
ser pasos a seguir de una metodología de cambio social, en cambio son vistos 
como características de un proceso mismo, hecho de instante a instante, en todo 
momento dentro de la cotidianidad. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
7 
 
Capítulo1. La conversación con un objetivo/ propósito 
 
En este capítulo hablaré de la conversación en un primer plano, es decir, haré una 
descripción de lo que se hace y lo que se piensa cuando se conversa en un primer 
momento, pues el propósito de este trabajo va más allá de la conversación, es 
decir, me dedicaré a describir a la conversación en diferentes niveles, como 
puente entre diferentes posturas, principalmente una de las consecuencias del 
modelo económico actual: el capitalismo en donde las lógicas de dar y recibir a 
cambio, costo beneficio, conquistar convencer, se contraponen con lo que una 
conversación genera: hábitats, espacios compartidos, lugares comunes, en donde 
las diferencias en vez de plantear separaciones conviven y transcurren sin 
necesidad de recurrir a los consensos, pues se establecen otras lógicas, donde los 
puntos medios en vez de referirse a la mitad exacta entre los opuestos, más bien 
se refieren a la posibilidad de ser uno u el otro, sin necesidad ya de llamar 
“opuestos” a situaciones distintas. 
 
Para ayudarme a ejemplificar pienso en dos personas que no se conocen y que 
por consecuencia de la situación social se ven en la necesidad de entablar una 
conversación ya sea para pasar el rato, o porque se quiere obtener algo de la otra 
persona. Esta primera visión de la conversación es claramente impersonal, se 
plantean objetivos y metas, no se piensa ni hay la posibilidad de una relación, 
únicamente se planeta el conversar para obtener algo. Sin embargo, dada la 
naturaleza de la conversación, este proceso que se supone unidireccional acaba 
por posibilitar la apertura de ambas partes, es decir, mientras existe el intento de 
conocer al Otro el otro también te va conociendo, y a su vez plantea un objetivo y 
metas en relación a ti. 
 
Una vez que reconoces la existencia de un Yo en relación con Otro, la 
conversación se transforma y en vez de existir dos objetivos distintos (uno por 
cada persona dentro de la conversación) tiene un solo objetivo, que en términos 
de conocer se transformaría en un ‘conocernos’. Al asumir que estamos en un 
8 
 
medio en donde las relaciones entre las personas son inevitables, las lógicas de 
utilidad, relacionadas a las lógicas de consumo tan arraigadas en nuestra 
sociedad, se relajan y ya no es válido pensar que la conversación es inútil bajo 
ninguna circunstancia, y el objetivo de conversar se cambia a uno más noble que 
es: generar un hábitat, entendido este como un lugar en donde se puede estar a 
gusto y en donde cualquier pensamiento, idea o sueño es válido. 
 
Cuando tú inicias una conversación o te interesa entablar conversación con 
alguien tienes un por qué: conocerlo, enamorarte, enamorarlo, sacar información 
que podrás utilizar en un futuro, etcétera. Las conversaciones inician así, con un 
objetivo claro. Lo que se intenta es “hacer algo” con la información que se te da, o 
que la conversación haga algo, que tenga una consecuencia muy bien definida. 
¿Cómo es que se puede plantear la posibilidad de hacer algo con palabras?, 
cuando se menciona la palabra “hacer” en lo que uno piensa es en una acción, 
¿Qué pasa si la acción “se hace” al momento de ser enunciada? Jurar o 
comprometerte son algunos de los ejemplos más claros en los que se identifica 
fácilmente lo que ocurre una vez que pronuncias las palabras. Austin (1955) en 
“Cómo hacer cosas con palabras” nos dice: “expresar las palabras es, […] un 
episodio principal en la realización del acto, cuya realización es también la 
finalidad que persigue la expresión”1. Austin (1955) en este texto buscaba describir 
por qué las palabras si son muestran de la realidad, aunque estas presenten 
errores lógicos a la hora de su análisis. Hay cosas que son hechas al momento de 
ser enunciadas, “¡Yo juro...!” “Te prometo…”, “me comprometo…” en estos 
ejemplos es claro ver que en el momento de enunciar estas frases se está 
jurando, se está prometiendo o se está comprometiendo, en cada caso. 
 
No hay que desviar la atención de en donde se está haciendo la acción; al decir 
“yo juro serte fiel” lo que se está haciendo es jurar que se llevara a cabo o no una 
 
1 Austin, J.L. (1955). Cómo hacer cosas con palabras. Edición electrónica de www.philosophia.cl . Página 7. 
http://www.philosophia.cl/
9 
 
acción en relación con la otra persona. Quiero rescatar aquí no la acción que se 
hará o se evitara al hacer juramento, sino, el juramento mismo. 
 
Esta conversación, la que tiene un objetivo es muy unidireccional, puede ser vista, 
incluso, como una entrevista. Te sientas, la otra persona se sienta y lanzas las 
preguntas, la otra persona únicamente responde. Es difícil ver que se esté 
llevando a cabo una conversación, pues la finalidad es muy clara: obtener algo. 
Ese algo es información o llevar a la persona a hacer algo que queremos. Esto 
pinta un escenario lleno de objetivos, oportunidades de triunfar y no de relación y 
vinculo, como si al iniciar una conversaciónno se pensara en estar platicando con 
alguien, una persona, sino, algo que atrapar, que escudriñar, que obtener. 
 
Este tipo de conversación plantea la relación entre los implicados de manera muy 
lineal, es decir, pone al sujeto que quiere conocer muy alejado y sin vinculación 
del objeto que desea conocer. A pesar de que las intenciones sean conocer al 
otro, esta postura frente a la conversación pone una pared entre los sujetos 
conversando. Hace una separación en donde hay alguien y allá, del otro lado hay 
otra cosa, de la que no quiero ser parte y que lo único que quiero es información 
para poder usar en un futuro. La intención es obtener y conquistar, o nada. 
Plantea una fuerza aplicándose a una superficie, un objeto con una forma muy 
bien delimitada acercándose a otro objeto igualmente delimitado sin que al 
juntarse se forme otra cosa. Hay límites, zanjas, diferencias. No existe la apertura, 
ni se imagina que mientras uno hace preguntas el otro también nos va conociendo 
un poco. 
 
Ver a la conversación como una vía de alcanzar objetivos deja de lado las 
posibilidades que se crean en la conversación misma. El platicar con alguien se 
convierte en un método para llegar a algo más, es visto como un camino que 
recorrer antes de obtener algo. No es de sorprendernos que los slogans de las 
compañías de telecomunicaciones hagan uso de frases del tipo “comuníquese de 
manera más fácil” y que las imágenes que acompañan tales slogans sean 
10 
 
emoticones, bajo una idea de comprimir la idea o el sentimiento que se quiere 
transmitir sin ocupar espacio ni tiempo, ya que eso no es eficiente. Lo que se 
busca es que el mensaje llegue directo y sea entendido sin mayores rodeos, pero 
la realidad social siempre nos sorprende, por mucho que se busque el disminuir el 
tiempo que le damos a compartir ideas, las personas saben que ese tiempo 
destinado a hacerlo es justamente lo importante de compartir ideas, pues allí 
también hay gestos, silencios cargados de significado, etc. 
 
En nuestras conversaciones diarias, esas que se llevan a cabo dentro de los días, 
la conversación fluye, esta persona contesta, a su vez pregunta, aportando ideas 
para seguir con la conversación. Incluso en el escenario de hacer cosas con 
palabras como lo plantea Austin (1955), al momento de hacer un juramento, no 
solamente estas tú, enunciando la acción, también está el otro validando esa 
acción. En un ejemplo más claro podemos ver la acción de apostar “Para que 
tenga lugar una apuesta, es generalmente necesario que haya sido aceptada por 
otro” (Austin, 1955, p.8). Lo mismo para los juramentos y las promesas, estas no 
se hacen al aire, alguien debe estar allí para hacerlas junto con uno. Jurar ser fiel 
se hace junto con un futuro esposo o esposa, jurar comprometerse se hace junto 
con alguien a quien se le ha fallado, y así, en diferentes circunstancias. 
 
Hasta ahora he dicho que la conversación debe verse como un puente que no 
nada más acerca un plano a otro, también viceversa, la conversación te permite 
conocer a alguien y que ese alguien te conozca, en el entendido de que ese 
alguien es desconocido para ti, suponiendo que hay distinción: “Para que puedan 
plantearse como mecanismos mediadores, requieren concebirse en sí mismos 
como un conjunto de relaciones que vinculan planos, que se asume son 
diferentes” (León, p. 73)2. 
 
2
 Emma León en su libro Usos y discurso teóricos sobre la vida cotidiana, tiene un capítulo dedicado a las 
teorías que nos hablan de la socialización. La conversación, sin duda forma parte de las acciones que 
llevamos a cabo a la hora de socializar. El supuesto principal de cualquier teoría alrededor de la socialización 
es que hay dos entidades totalmente distintas que se busca vincular: “La funciones mediadoras de la 
socialización están orientadas a vincular la percepción de los individuos de que se es una unidad con los 
11 
 
1.1. Reconociendo al Otro 
 
En la conversación existe un Yo y el Otro, con quien se conversa. Ese Instante en 
el que uno con todas las ganas de conocer a la otra persona (hablemos de 
“conocer” como el objetivo principal de una conversación) se topa no solo con algo 
que contesta preguntas, sino, alguien que las genera, alguien que responde con 
ideas distintas a las que uno plantea al iniciar la conversación, en ese momento 
aparece el Otro. 
 
Ese Otro también busca conocerte, el objetivo, de un momento a otro, se 
comparte, de esta manera las cosas fluyen bajo la misma línea: conocer a ese ser 
que está frente a mí. Se hacen las preguntas usuales, esas que creemos que nos 
dicen algo sobre las circunstancias de la persona: ¿Cuántos años tienes?, 
¿estudias?, ¿Qué color es tu favorito?, ¿prefieres los perros o los gatos? Estas 
preguntas se hacen como si se intentara dilucidar las piezas de las que se 
compone la otra persona. Como si las personas solo nos compusiéramos de 
piezas, sin importar el orden o el cómo estas piezas se relacionan. 
 
En el momento en el que se abre la posibilidad de existencia del Otro, se abre la 
posibilidad del Yo, pues ese que tengo en frente que habla, que cuestiona, que 
plantea, no soy yo, sin embargo compartimos el mismo objetivo: conocer. Incluso 
parece que tiene piezas mías, pero en él tiene un orden distinto, al fin y al cabo es 
una misma característica (esta puede ser el lugar de origen, gusto musical, color 
favorito, etc.) 
 
George Simmel (2012), en El Extranjero, nos habla sobre ese sentimiento de 
extrañeza delante de la situación de encontrar lo próximo y lo lejano en un mismo 
lugar: es así como identificamos a un extranjero. El extranjero es aquel que nos 
hace sentir lo lejano a la misma “altura” o “proximidad” de lo que nos es cotidiano, 
 
demás” (p. 72). Estas dos entidades pueden ser dos personas, la persona frente a un grupo o la persona 
frente a su sociedad. 
12 
 
incluso, eso lejano que nos trae parece no ser tan distinto a lo que conocemos, sin 
embargo, no nos es del todo familiar: “El extranjero nos resulta próximo en la 
medida en que sentimos que compartimos con él una misma naturaleza […] Pero 
también nos resulta distante en la medida en que esos mismos rasgos no 
pertenecen sólo a él y a nosotros sino que son propios de muchas más personas” 
(Simmel, 2012, p. 24). 
 
Estos rasgos de los que hace mención Simmel (2012), como ya describí pueden 
ser los gustos o ciertas circunstancias como: el lugar de origen, misma escuela 
primaria, misma edad, etcétera. Estos rasgos son precisamente los que nos hacen 
sentir proximidad con la otra persona, son características que compartimos, así 
mismo al ver que estas características se manifiestan de manera diferente y se 
relacionan de maneras distintas es que se vuelven extrañas para nosotros. En el 
momento en el que vemos esa proximidad-lejanía de estos rasgos ocurre una 
ruptura de las paredes que nos separan de los otros, pues si es cierto que el Otro 
es lejano a mí no significa que no pueda acercarme, pues hay algo más que nos 
vincula, hay algo que nos hace iguales. Se da la posibilidad a una apertura: esto 
que soy yo, que me configura de cierta manera, esto tan característico mío no solo 
es mío, no solo existe porque yo existo, también existe porque el Otro existe. 
 
Justo estas características que reconocemos en el otro es lo que no hace 
reconocer su existencia. Si no tuviera características similares a las que 
conocemos no seriamos capaces de reconocer lo que tendríamos en frente; sin 
embrago, estas cosas que nos hacen reconocer son las mismas que plantean la 
diferencia, en otras palabras, el Otro tiene algo que yo conozco pero que está en 
él, y en él se vuelve algo extraño, algoque si bien reconozco no puedo asumirlo 
como propio. 
 
Precisamente esta tensión “Mezcla sui generis de lejanía y proximidad, de 
indiferencia e interés” (Simmel, 2012, p. 24) es la que nos hace querer acercarnos, 
la que nos hace querer conocer, con la intención de descubrir si eso que veo en el 
13 
 
Otro y que reconozco es algo que verdaderamente está en mí y que a pesar de 
que lo llame durante tanto tiempo como “propio”, puedo llamarlo “ajeno” a la vez, 
buscando al final poder establecerlo como algo “común” , ya que : “Lo compartido 
por dos nunca es sólo común a ellos, sino que queda englobado en un concepto 
general que incluye mucho más, muchas más posibilidades de lo común” (Simmel, 
2012, p. 25). 
 
Bajo esta línea de pensamiento, esa persona que tenemos enfrente deja de ser 
algo de poca importancia para convertirse en un personaje principal de nuestra 
formación como personas. Esto no solo significa que cambiará nuestro día, si es 
que teníamos un día pesado, tampoco que únicamente cambiaremos un punto de 
vista sobre un tema en especial, significa que nuestra manera de ver el mundo, 
nuestra realidad, se desarrollara y la viviremos diferente a partir y con base en el 
encuentro con ese Otro que reconocemos (que no soy Yo) y que apareció en 
nuestra vida. Shotter (1993) en su texto Realidades conversacionales nos 
comparte esta frase: “En la medida en que todos participamos, ‘nosotros’ podemos 
ser los autores no solamente de nuestra ‘realidad’ sino también de nuestro propio 
‘Yo’ “ (p. 67). 
 
Después de la aparición de este Otro tan importante en la creación y recreación de 
nuestra realidad, cabe preguntarnos ¿Cómo es que al conversar con ese Otro se 
comienza una apertura?, Alfred Schütz (1974)3 nos dice: 
En la relación cara a cara, puedo captar los pensamientos del Otro en un 
presente vivido, a medida que son elaborados y construidos; lo mismo 
puede hacer él con respecto a mi corriente de pensamiento, y ambos 
conocernos y tomamos en cuenta esta posibilidad. El otro es para mí y yo 
soy para Otro, no una abstracción, no un mero ejemplo de conducta típica, 
sino -precisamente por compartir un presente vivido común- esa 
 
3
 El texto de Alfred Schütz se encuentra en: Simmel, G. (2012). El extranjero, Sociologia del extraño. Madrid: 
Sequitur. 
14 
 
personalidad individual única en esa situación particular única (Simmel, 
2012, p. 47)4. 
Cuando conversamos hacemos uso de palabras en las que uno nunca repara en 
su significado o sentido. Muchas más veces de las que nos gustaría admitir, 
hablamos con palabras que nos significan más de lo que los diccionarios nos 
dicen. La entonación de una palabra, una frase entera, un gesto acompañando 
una inflexión en la expresión, todo esto habla de algún recuerdo o alguna 
asociación de ideas que acompañan la palabra. Estas asociaciones de sentidos 
hablan de lo vivido, de nuestros recuerdos, de cómo se configura nuestro 
pensamiento. 
En este sentido, el ensayista Alejandro Tarrab (2016)5, nos presenta el Umbral, 
mismo que ejemplifica perfectamente lo que se siente ser un Yo frente a Otro: 
El umbral es la frontera en donde varios fenómenos entran en juego: la 
posibilidad de traspasar, corregir o detenerse; el deseo antagónico de 
ocultarse y a un tiempo mostrarse, fragmentariamente, desnudo. La 
sospecha de que algo está ocurriendo más allá de uno mismo. (p. 9) 
Al conversar, expresamos nuestro pensamiento y nuestro pensamiento es a su 
vez nuestra manera de ver la vida: “Muchas de sus expresiones son de tal 
carácter que su sentido no puede ser decidido por aquel que escucha a menos 
que asuma algo sobre la biografía y propósito del hablante” (Garfinkel, 1968, p. 
53)6. 
 
4
 Alfred Schütz (1974), en el ensayo de La vuelta al hogar, nos plantea ese tipo de extrañeza que se 
experimenta cuando alguien que se fue regresa después de un tiempo a nuestras vidas. La experiencia es 
similar a estar frente a un extranjero, pero con la diferencia de que aquí uno si conocía a la otra persona 
desde antes y se hacen visibles las diferencias producidas por la lejanía. El ejemplo es un soldado que 
regresa a casa después de experimentar la guerra. 
5
 Alejandro Tarrab es poeta y ensayista. En su libro Ensayos malogrados ahonda en la descripción del 
impulso de suicidio no como las ganas de terminar la vida, sino, traspasar a voluntad la última frontera. Del 
otro lado, de la última frontera, encontraríamos, según sus palabras: Después del umbral, las palabras 
empiezan a importarles. Éstas se agrupan en constelaciones y después en nebulosas […] Narrativas que se 
extienden y perduran (p.13). 
6
 Cita retomada de: Garfinkel, H. (1968). Estudios en etnometodología. Barcelona: Antrophos. P .53. Muchos 
otros autores retoman la importancia que tiene las propias vivencias a la hora de expresar nuestro 
pensamiento. 
15 
 
Cuando conversamos hablamos de nuestras experiencias, de nuestros más 
profundos secretos. Es imposible no hablar de lo que uno es, incluso dentro de la 
más banal de las conversaciones. “La vida del Otro pasa a ser, de tal modo, una 
parte de su propia autobiografía, un elemento de su historia personal” (Simmel, 
2012, p. 48). 
 
Más de una vez hemos tenido que explicitar porque nos referimos de una manera 
determinada ante alguna situación, por ejemplo: cuando se platica sobre los 
gustos en las flores y alguien se sorprende porque a cierta persona no le gustan 
las margaritas, la persona en cuestión al tratar de explicar el por qué no le gustan 
contando una anécdota desafortunada con las margaritas. En ese momento 
quienes estén conversando con esta persona no nada más van a saber el por qué 
no le gustan las margaritas, también sabrán la vivencia relacionada. 
Probablemente después de esa conversación resignifique las margaritas y estas 
ya no estarán relacionadas a un recuerdo triste. 
 
Roland Barthes (2014), nos describe esto de manera particular: “Muy a menudo es 
por el lenguaje que el otro se altera; dice una palabra diferente, y escucho zumbar 
de una manera amenazante todo otro mundo, que es el mundo del otro” (p. 42)7. 
Nuestra cotidianidad no solo es resultado de nuestras propias acciones, es 
también resultado de las respuestas de quienes nos rodean; es decir, la 
cotidianidad de uno es compartida con la cotidianidad del Otro. Cuando alguien 
cambia sus hábitos se nota, en otro ejemplo: uno siempre puede comprar el café 
en un puesto, hacer un pequeña broma, pagar y después dejar el lugar, para el 
vendedor esta situación es cotidiana, siempre vende un café a alguien que hace 
una broma, paga y después se va, cuando el comprador decide cambiar sus 
hábitos de consumo de café y evitar la broma mientras compra la bebida, el 
vendedor también sufrirá un cambio en su hábito de vender café. 
 
 
7
 Barthes, R. (1982/2014). Fragmentos de un discurso amoroso. México: Siglo XXI. A lo largo de este trabajo 
iré explicando las aportaciones de este autor, al tema de la conversación y los significados. 
16 
 
El mundo, nuestro mundo y la manera en cómo nos desenvolvemos en él no solo 
es responsabilidad “nuestra”, en el sentido más individualista del término, más 
bien es “nuestra” responsabilidad en el sentido más social. 
 
1.2. Conversación como principal herramienta de generación de 
un hábitat 
 
La conversación que responde a los objetivos supuestamente claros de conocer, 
está en el nivel más superficial de las relaciones sociales. Bien puede dejarse 
pasar y contestar cualquier cosa a las preguntas que se están haciendo. Se dice y 
parece claro que hay un objetivo, que el propósito es conocer a la otra persona, 
pero: “Es incoherente porque los intereses del individuo que determina la 
relevancia de los objetos elegidos para su ulteriorindagación no están integrados 
a su vez en un sistema coherente” (Simmel, 2012, p. 30)8. 
 
Es decir: las preguntas hechas en un nivel de conversación así, son preguntas sin 
sentido, realmente no van a ningún lugar y estas están inconexas de una idea más 
grande. Son preguntas al aire, a ver cuál es la que despierta el interés de ambos 
para adentrarse a un ritmo de conversación que les permita, de verdad, 
desaparecer los límites que existen entre el Yo y el Otro. 
 
A que nos referimos cuando preguntamos “¿Qué prefieres, gatos o perros?” 
exactamente ¿qué es lo que la respuesta nos va a representar? Las respuesta a 
estas preguntas nos dan datos sobre la persona que rara vez pueden ser 
pensados fuera de sus campos semánticos, es decir, estas preguntas tan 
concretas limitan el pensar en diferentes dominios de pensamiento, como por 
ejemplo saber por qué prefiere a los gatos se los perros, las experiencia y 
sentimientos asociados a esos datos pocas veces son accesibles mediante esas 
preguntas tan específicas. Estas preguntas no crean sentidos, ni crean 
 
8
 Schütz A., La vuelta al hogar, dentro de Simmel G. (2012). El extranjero. Sociologia del extraño. Madrid: 
Sequitur. 
17 
 
atmósferas. Y si vemos a la conversación como generadora de hábitat, entonces 
este nivel de conversación es más bien inútil. 
 
Actualmente vivimos en un mundo en donde generar cosas (no situaciones), 
distribuir información, acumular dinero, ahorrar tiempo, es lo que se valora, pero 
nunca se cuestiona ¿qué es lo que se busca al generar tantas cosas, a quien 
ayudamos si distribuimos tanta información, de que nos sirve tanto dinero, en que 
usamos ese tiempo que supuestamente nos ahorramos? En un mundo así, el 
hecho de platicar por el mero hecho de platicar, o sea, generar un hábitat nada 
más para sentirse más a gusto, cae en la lista de cosas inútiles que se pueden 
hacer, por lo tanto se convierte en una práctica que es mejor abandonar. 
 
Lo que se genera en una conversación es un lugar habitable, espacio donde 
cualquier ideal, proceso, proyecto tiene un lugar. Si estos pensamientos no giran 
en torno a conceptos de cantidad (mucho, poco, largo, corto) entonces se 
catalogan como inútiles. Este tipo de pensamiento “inútil” tiene más bien 
características de cualidad (bonito, feo, suave, frío). 
 
Un hábitat es el lugar en donde se vive. Hay que referirnos al acto de “vivir” como 
eso que hacemos mientras caminamos al camión o al poner la mesa antes de 
comer. El hábitat es esa atmósfera (situación) de comodidad en donde todo 
concepto de "eficacia", productividad y acumulación, desaparecen y lo único que 
se hace es dejar transcurrir el tiempo, mientras se abre la posibilidad de cualquier 
idea y se siente que cualquier cosa es posible. Los pensamientos y acciones 
llevados a cabo en hábitats (lugares, espacios simbólicos, donde se vive) no caen 
como cascadas ni son relaciones de ideas que se establecen como eslabones de 
cadenas, los pensamientos adquieren una velocidad distinta, pues fluyen, se 
deslizan en nuestra mente. Por eso cuando uno está en una buena conversación, 
no se siente el esfuerzo de seguir sacando tema de conversación, sino, 
simplemente, trascurre, se conversa. 
 
18 
 
Regresando a la conversación con un objetivo, el objetivo podría ser generar este 
mismo hábitat, un lugar, espacio simbólico en donde tú, o un Yo y el Otro puedan 
discurrir en el tiempo. Sin embargo, la lógica de los objetivos está muy en relación 
con la intencionalidad de hacer cosas, así mismo bajo una idea de generar, de 
producir, por lo tanto, muy alejada de la idea de un hábitat. El hábitat y estos 
espacios más bien son lugares en donde aparentemente no se hace nada, pues 
se generan no de esfuerzos físicos y consientes cargados de intención, más bien 
son generados de la soltura de la mente, de dar libertad a las ideas. En estos 
espacios no hay objetivo definido, en estos espacios se abren posibilidades y cada 
posibilidad es igualmente atractiva que cualquiera. 
El hábitat, por lo tanto es visto como un puente que une a él Yo con el Otro, en el 
sentido de que acerca a estas dos personas y dispone todo para que ambos se 
desenvuelvan con naturalidad, dejando de lado las intenciones de “hacer” o 
“producir”. Este espacio, posibilita el debilitamiento de las diferencias entre el Yo y 
el Otro, esta diferencias que los mantienen alejados. En este hábitat se asume que 
uno no vive solo ni aislado, este hábitat se sabe que no fue construido solo con las 
“intenciones” de uno, sino, que fue construido por la interacción llevada por ambos 
dentro de la conversación. 
1.3. ¿Se puede pensar en una conversación inútil? 
En este punto se puede pensar en las conversaciones “útiles”, es decir, el fin de 
conversar está en obtener o perseguir un objetivo muchas veces poco claro. Nos 
planteamos el objetivo de conocer a la persona, pero ¿qué es conocer a otra 
persona? en una primera instancia podemos definir conocer a alguien como: saber 
el color favorito, que le gusta beber, si prefiere a los gatos que a los perros, y esta 
información se puede catalogar de útil, pues eso lo podrás usar en un futuro en 
otra conversación. ¿Es útil la conversación porque obtienes información que vas a 
utilizar? ¿De qué manera se utiliza esa información?, ¿Esa información de verdad 
te acerca más a tu objetivo? Como ya mencione anteriormente, si se plantea a la 
conversación como generadora de lugares comunes, una conversación con 
19 
 
objetivo es más bien inútil. Por supuesto, no tiene lógica pensar en una 
conversación generadora de lugares comunes y continuar pensando que esta 
sigue una lógica de utilidad o inutilidad. 
 
Regresando a Austin (1955) y su ensayo Cómo hacer cosas con palabras, 
podemos recordar que el “hacer” no se refería a crear algo que se pueda utilizar 
en un futuro, sino hacer al mismo tiempo de decir, es decir, que nuestras palabras 
fueran, al mismo tiempo de ser enunciadas, realidad. Hacer un puente que vincule 
un Yo con Otro es algo que se puede hacer con palabras. Si catalogamos como 
“útil” el poder crear atmósferas, espacios simbólicos, hábitats, etc. entonces, es 
inútil sólo obtener información después de una conversación. 
 
Así que, respondiendo a la pregunta de ¿Se puede pensar en una conversación 
inútil? La respuesta es afirmativa: si se está dentro de una idea de utilitarismo, en 
donde alcanzar, utilizar, obtener son los objetivos principales. De esta manera 
cualquier conversación que no esté dirigida a alcanzar ese objetivo planteado será 
catalogada como una conversación inútil. 
 
Dependiendo del lugar en donde nos pongamos podemos catalogar de “útil” o 
“inútil” una conversación. En este punto, la “utilidad” es eso, una categoría que nos 
permite describir un nivel de la vida social donde la conversación apenas es un 
herramienta, en el sentido más pragmático del término. Retomando: la 
conversación que solo está destinada a obtener información, a convencer a 
alguien de una postura, la que busca cerrar un trato, es en este nivel una 
conversación “Útil”. La inutilidad radica en dejar pasar el tiempo, en transcurrir por 
la conversación y el tiempo destinado para esto, en hablar de sentimientos o 
fantasías no para buscar su realización, sino, sólo dar cuenta de que existen. Este 
tipo de conversaciones vinculan a las personas, sin intención de hacerlo. 
 
Algo dentro de nosotros nos reclama una conversación de esta naturaleza, inútil, 
pero no sabemos cómo hacerle, pues, el entorno nos exige que justifiquemos 
20 
 
nuestras acciones en torno a “generar cosas y después utilizarlas” y si no 
encontramos una justificación de esta naturaleza, nuestros argumentos son 
invalidados, y aparecen frases como “solo perdiste el tiempo”, como si este nos 
perteneciera. En las conversaciones inútiles podemos darnosla libertad, como ya 
mencione, de hablar de fantasías, utopías, suposiciones, ideas nuevas, es por 
esto que buscamos este tipo de conversaciones, para poder encontrarles un lugar 
a estos anhelos, no en el sentido físico, sino en el espacio simbólico, en el espacio 
humano, el cual describiré más adelante. 
 
Esto es una invitación abierta a buscar una alternativa que nos aleje de las ideas 
utilitaristas con las que tratamos a las personas que nos rodean. Si la 
conversación misma al desarrollarse se va a alejando de estos objetivos y poco a 
poco solo se piensa en continuar con la conversación por el mero hecho de 
conversar, sin importar si obtuvimos o no la información que queríamos, se puede 
pensar en que esto mismo suceda en diferentes niveles de pensamiento de la 
sociedad, donde las ideas utilitarista también hacen su manifestación. La 
conversación puede ser el acto que nos abra las puertas a estos diferentes 
niveles. 
1.4. Las emergentes revoluciones de pensamiento 
 
Las posibilidades abiertas en las conversaciones "inútiles" son de las 
consecuencias más comunes después de buenas conversaciones. Si es necesario 
retomar un ejemplo claro sobre esto, podemos retomar lo sucedido en los cafés 
previo a la revolución francesa9. La idea de juntarse a conversar era hacer gala de 
las buenas maneras y de la capacidad de la elocuencia, pero poco a poco ese 
objetivo se perdió y lo que se generó fueron ideas sobre un futuro, que germinaron 
poco a poco en las cabezas de los franceses, que nunca habían terminado de 
concretarse pues no habían sido compartidas entre ellos. Las ideas de democracia 
 
9
 Incluso dentro de la revolución cubana. Se dice que Ernesto “Che” Guevara y Fidel Castro se reunían en el 
café la Habana para planear la revolución cubana. 
21 
 
y ciudadanía existían como una posibilidad, ideas que no estaban en el orden 
preciso pero que jugaban un papel principal en la vida social de los franceses, 
tanto así que se cristalizaron al fin, cuando encontraron eco en las mentes de los 
franceses reunidos en los cafés a conversar. 
 
Benedetta Craveri (2003)10 hace la descripción de la importancia que tenía para la 
sociedad el hecho de que grupos de personas se pusieran a conversar: 
 
La conversación se concebía como una actividad de grupo que debía 
favorecer el progreso de la razón, ofreciendo un método de investigación 
abierto y atento a los mejores argumentos, y pensando para asegurar 
concretamente la cohesión social y para reforzar el interés por el bien 
público (p. 426). 
 
No solo hace referencia a que esta actividad en verdad ayuda a la cohesión social, 
en la cotidianidad de las personas, hace notar que esto tiene repercusiones a un 
nivel mayor, por decirlo de alguna manera. Tanto es estimulante para la persona el 
ejercicio de pensar en argumentos claros y válidos para el grupo social en el que 
habita, como para la sociedad el contar con miembros que gusten de reflexionar 
sobre la realidad en la que viven: 
 
Una vez más, Craveri (2003) nos habla de cómo es que la conversación mundana 
en Francia se volvió tan importante: 
 
Modelando poco a poco un sistema de comunicación que, basado 
exclusivamente en el respeto de las buenas maneras, permitía a la 
sociedad civil dotarse de un foro propio, de una <<asamblea libre a puerta 
cerrada>> donde poder expresar sus opiniones. Así, la palabra privada 
venía a suplir la ausencia de la palabra representativa y se abría a las 
formas igualitarias del dialogo y la confrontación de las ideas (p. 426) 
 
10
 Craveri, B (2003). La cultura de la conversación. Madrid: Siruela. 
22 
 
 
De esta cita resalto algunas ideas, como, la creación de un foro propio para la 
sociedad civil, en donde se pudiera decir lo que se pensaba de la realidad social, 
sin llegar a ser juzgados de ignorantes, pues al ser las conversaciones mundanas 
llevadas a cabo por el pueblo estas no contaban con la aprobación ni ideas tan 
populares dentro de la aristocracia. 
 
Así mismo, resalto que, no solamente la conversación mundana favorecía la 
reflexión y critica de lo establecido por la aristocracia, también empoderaban al 
pueblo, pues poco a poco las ideas generadas en las conversaciones mundanas 
se convirtieron en la voz del pueblo, en las ideas propias de la época. Así el foro 
propio en donde la opinión publica tenía su lugar y las ideas que se generaban de 
aquellas conversaciones se convirtieron rápidamente en la bandera de una 
revolución. 
 
Como ya describí en el inciso anterior, buscamos espacios en donde poder hablar 
de utopías, ideas de futuro que no seriamos capaces de decir frente a una 
audiencia institucional, por ponerle un nombre, pero si entre un grupo de amigos 
con el que normalmente se conversa cuestionando la realidad social. 
 
Tomando en cuenta la situación descrita por Craveri (2003) en su texto puedo 
suponer que, si nunca se hubiera dado una buena conversación, el pensamiento 
francés jamás habría creído en la posibilidad de la ciudadanía, pero no fue así. La 
posibilidad de un orden social distinto se cristalizó y eso desemboco en una 
revolución, no nada más de algún concepto, si no, de todo el pensamiento de una 
época. 
 
“En las relaciones Yo-Otro cotidianas, desordenadas y prácticas que constituyen el 
trasfondo comúnmente inadvertido de nuestra vida, construimos entre nosotros, 
sin saberlo, esas formas organizadas de relación […] relaciones persona-mundo” 
23 
 
(Shotter, 1993 p. 60)11. Mundos posibles, cambios de paradigmas, propuestas a 
soluciones de problemas sociales existen en las conversaciones llevadas a cabo 
en los lugares más comunes. Los cambios en los mundos simbólicos no están a 
cargo de las grandes acciones y acontecimientos. 
 
Si todo tema de conversación es posible, todo sueño o utopía parece ser 
totalmente realizable mientras se conversa. Al plantear algo que parece imposible 
dentro de una conversación lo primero que se busca es encontrar la descripción 
de la situación que ayudaría a que esa idea de primera vista imposible, fuera, en 
realidad, una idea con todas las posibilidades de ser realizable. No se encuentran 
baches o dudas y si acaso se llega a topar con una, esta se resuelve o se 
minimiza, diciendo frases como “Si, bueno, solo estamos conversando”, y aunque 
exista esa sombra permanente de la imposibilidad esta no evita el sentimiento de 
satisfacción que se genera a partir de creer que todo es posible. El ritmo dentro 
de la conversación se transforma en algo más fluido. 
 
“Una revolución, en suma -no lejos, tal vez, de la revolución política-: puesto que, 
en uno y otro caso, lo que fantaseo es lo Nuevo absoluto” (Barthes, 2014, p. 275). 
En esta frase de Barthes (2014) se concentra la idea que quiero plasmar en este 
apartado: una revolución y cambios desde el “fondo”, desde la primera capa, 
surgiendo algo nuevo, un nuevo absoluto. La conversación es una de las 
actividades más comunes y considerada, más superfluas de la vida social, sin 
embargo, al desarrollarse este ritmo más fluido se van posibilitando aperturas en 
diferentes niveles: personal, de la persona frente a otra persona, ideas 
establecidas, significados, símbolos, etcétera. Y lo que veíamos como una 
actividad pequeña y sin más repercusión, va teniendo eco en diferentes niveles de 
la vida social: desde la interacción hasta la mentalidad de una época. 
 
11
 Esto podría ser complementado por la siguiente cita, también dentro de la obra de Shotter: Estructuramos 
nuestra vida <<interna>> al vivir <<en>> y <<a través de >>, por así decirlo, las ocasiones o las posibilidades 
que nos ofrecen los <<otros>> y la <<otredad>> que se encuentran tanto a nuestro alrededor como dentro de 
nosotros. Por consiguiente nuestravida mental nunca es enteramente nuestra. Vivimos de manera que es 
receptiva y a la vez responde a lo que en cierto modo está <<dentro de nosotros>> pero que también es 
<<distinto de >> nosotros.(p. 76) 
24 
 
 
Las conversaciones aparecen y abren la posibilidad de ritmos distintos en la 
escuela, en el trabajo y en todos estos lugares que están influenciados por las 
propuestas del capitalismo, estas conversaciones tienen como objetivo (si es que 
se puede pensar en eso) hacer que ese hábitat de humanidad continúe existiendo. 
Hay un temor extendido de que ese hábitat se rompa, por eso las cafeterías 
resisten, las segundas citas se llevan a cabo y las segundas oportunidades se 
siguen brindando. Este hábitat de humanidad consiste en crear y recrear, en 
renovar lo establecido, no nos sentimos a gusto en lugares inmóviles, sino, en 
lugares que se mueven junto con nosotros. 
 
Cuando las conversaciones con objetivos dejan de existir y uno se entrega al ritmo 
que surgió dentro de la conversación, se piensa en lo importante que es vincularse 
con los otros, pues, además de acercarse a otra persona, al mismo tiempo uno dio 
un paso hacia el interior de uno mismo: entre más cercano se esté de los demás, 
más cercanos nos sentiremos a eso que decimos que tenemos dentro. 
 
Craveri (2003), sobre esta misma idea, nos dice: 
La mayoría de las veces, quien habla tiene solamente una idea incompleta 
que no ha desarrollado del todo, una intuición de la que no ha sacado todas 
las consecuencias. Si la enuncia en sociedad, alguno de los presentes 
quedará sorprendido. Encontrará algún nexo con alguna de sus propias 
ideas, deseara cotejarlas. Este cotejo estimula a su vez al primer 
formulador de la idea, que ve que sus opiniones iniciales son susceptibles 
de desarrollo; y cualquiera que contribuya a incrementar esta versión inicial 
no tardará en enriquecerse con la contribución común (p. 427). 
 
Las relaciones sociales que sostenemos enriquecen no solamente las ideas que 
tenemos como personas, también enriquecen el hábitat en que se dan estas 
mismas relaciones sociales. Compartir ideas con otros no solo significa dar a 
conocer lo que tenemos dentro, también significa que las ideas van a enriquecerse 
25 
 
y crecer. Si el acto de conversar en grupo aun fuera una práctica muy difundida, 
nos sorprenderíamos de todas las ideas que podríamos cristalizar, de todos los 
planes de futuro que podrían desarrollarse. 
 
Estas ideas pueden ser los anhelos de un futuro mejor para la sociedad en la que 
se vive, los anhelos siempre han estado relacionados con los deseos y 
sentimientos, por lo tanto se dice que son lo más profundo que tiene una persona, 
lo más oculto a la vista de los demás, sin embargo y bajo este argumento, el 
compartir esto tan profundo será lo que nos permita una vinculación con los 
demás, pues estos anhelos se comparten. 
 
A manera de resumen, en este capítulo exploré la posibilidad de una conversación 
con un objetivo, ¿Cómo es que la objetividad puede dar paso a una apertura? 
Simmel (2012) en su texto El extranjero nos da una alternativa: “La objetividad 
también puede definirse como libertad: el individuo objetivo no está limitado por 
ningún prejuicio que pueda comprometer su observación, comprensión y 
valoración de los hechos”(p. 23). 
Parece ser un sin sentido, tomando en cuenta lo que he venido planteando, sin 
embargo, pensémoslo de esta manera: si uno, al sentirse libre de prejuicios e 
influencias se acerca a una persona, entonces no encontrara ninguna razón por la 
cual plantear distancia o precauciones, más bien, al no saber nada (ni siquiera una 
idea previa) del Otro, es que nos damos la posibilidad de acercarnos, cada vez 
más, hasta que la barrera que separa desaparece. 
Una vez que se establece la existencia de un Otro diferente a un Yo y que estos 
se vinculan por la conversación, el objetivo (conocer, por ejemplo) se va perdiendo 
hasta que la conversación, por su mismo ritmo va formando un hábitat (lugar, 
espacio o situación en donde se puede estar) y es justo dentro de este hábitat que 
se da pie y lugar a cualquier idea que surja: todo pensamiento es posible. 
Entonces, dentro de esta lógica de proceso, en la conversación con un objetivo el 
26 
 
crear un hábitat es crear un puente que une al Yo y al Otro, hecho de las ideas, 
pensamientos y emociones expuestos por ambos dentro de la conversación. 
Dentro de todas las posibilidades que se abren se encuentran las emergentes 
revoluciones de pensamiento: estas ideas que pueden cambiar mundos enteros y 
que no son mencionados comúnmente, pues, en cualquier otro contexto pueden 
ser catalogados como imposibles o ideas inútiles, sin embargo, existen ejemplos 
que contradicen esta lógica de imposibilidad e inutilidad, como los son la 
revolución francesa o cubana, mismas que surgieron en la conversaciones dentro 
de las cafeterías. En estos casos el acto de conversar no solo posibilito la creación 
de un puente que vincula, también posibilita la apertura de los diferentes niveles 
de la vida social y la creación de diferentes maneras de desenvolverte en cada 
uno de esos niveles. Recordemos que la conversación no solo permite la reflexión 
y critica en una sola persona, sino, de todas las que se encuentren involucradas 
en la plática. 
En el siguiente capítulo me planteo ahondar en el significado de las palabras y 
como estas se modifican al ser modificadas las ideas asociadas a las palabras: el 
lenguaje del que se hace uso al conversar es muy importante para poder 
acercarse a la modificación de significados, pues las palabras son el recurso 
principalmente utilizado a la hora de querer dar muestra de las ideas dentro de 
nuestras mentes. 
Así mismo, estas ideas asociadas a las palabras no solo son abstracciones de lo 
que podría ser, también son imágenes completas de sentido, como sensaciones, 
emociones, experiencias y vivencias. 
Retomaré a la conversación como generadora de un hábitat solo para acercarnos 
a la descripción del espacio humano y simbólico, mundos en los cuales nos 
desenvolvemos diariamente. Así mismo, plantearé otro nivel de conversación: la 
conversación con un sentido. 
27 
 
Capítulo 2. La conversación como posibilidad de transformación 
de significados 
En el capítulo anterior, expuse lo que es una conversación con un objetivo, 
situación en la que se plantea apenas una relación entre dos personas. Al 
desarrollarlo describo como poco a poco se puede llegar a desvanecer el límite 
que separa a una persona de otra. En el último apartado de este primer capítulo, 
hablé de las emergentes revoluciones del pensamiento, de esas veces en las que 
te permites imaginar y compartir estas imaginaciones con la gente que te rodea o 
con quien te estés tomando un café y como resultado obtienes ideas nuevas, 
planes para la vida, soluciones a problemas cotidianos. En este segundo capítulo 
describiré como es que al conversar se puede hablar de cualquier tema, todo tema 
de conversación es posible. 
La mayoría de las veces cuando invitas a alguien a conversar o inicias una 
conversación no tienes como objetivo el tener nuevas ideas, ni encontrar 
respuestas a tus problemas cotidianos, normalmente las razones son conocer a 
esa persona, que nos platique algo sobre alguien más, incluso, no se busca que el 
otro hable, sino, convencerlo de nuestra postura. Sin embargo al llevar a cabo el 
acto de conversar uno queda “vulnerable”, por decirlo de alguna manera, al 
pensamiento del Otro y es en ese momento en el que las revoluciones de 
pensamiento aparecen, pues no se trata de convencer a alguien de mi postura, ni 
de maquinar todo un plan para que las cosas salgan como uno quiere, mas bien y 
sin darte cuenta, algo cambia en tu manera de ver el mundo, en tu manera de 
conducirte con las personas a tu alrededor, ya no crees en cosas que creías 
antes, las cosas ya no significan lo queantes significaban. 
Antes de empezar a describir cómo es que la conversación posibilita el cambio de 
significados, será importante definir a lo que me refiero por significado y sus 
características. Pensemos, por un momento, que el significado no existe por sí 
mismo; es decir, éste está relacionado a alguna palabra o imagen que lo pueda 
representar. 
28 
 
Ferdinand de Saussure (1857-1913) aportó a la lingüística la semiología, término 
que acuño pues a él le interesaban los signos dentro de la vida social. Para 
Saussure (2002) el signo o la entidad lingüística está configurada de un 
significante y un significado. El significante puede ser la palabra escrita o la 
palabra dicha; el significado es el concepto mental que está asociado al 
significante. En un ejemplo, la palabra “flor” es un significante cuyo significado 
(concepto mental) asociado puede ser la imagen de una margarita, una rosa o un 
tulipán. 
El significado es, entonces, una imagen mental que podría bien ser un recuerdo de 
una situación, sentimiento, emoción o el conjunto de todos estos. 
Lo que nos interesa de lo propuesto por Saussure (2002) es la arbitrariedad con la 
que se une el significante con el significado. Nada en la palabra “flor” nos da una 
pista de la imagen mental asociada a esa palabra, sin embargo, cuando alguien la 
dice entendemos a lo que se refiere. La vida social es la que da fortaleza a esa 
unión entre algún significante y su respectivo significado. Juntos forman el signo o 
identidad lingüística. 
El planteamiento de Saussure (2002) sobre el signo lingüístico o identidad 
lingüística puede ser resumido en estos puntos: 
1. No hay ninguna entidad lingüística que pueda ser dada, que sea dada de 
modo inmediatos por los sentidos; pues ninguna existe fuera de la idea que 
se le puede unir. 
2. No hay ninguna entidad lingüística simple, incluso reducida a su más 
sencilla obliga a tener en cuenta a la vez un signo y una significación […] 
3. La unidad de cada hecho de lenguaje es consecuencia […] de una unión 
en que en esencia, nada hay en común entre un signo y lo que significa. 
29 
 
4. […] Existen dos gramáticas, una que parte de la idea y otra que parte del 
signo; las dos son falsas o incompletas. (Saussure, 2002, p. 26)12. 
Estos cuatro puntos nos dejan en claro una cosa: si bien el signo esta hecho de 
dos cosas, no significa que pueda ser disociado para su estudio o análisis, una 
vez que desprendes el significado de su significante, el signo dejaría de cumplir su 
función, y lo único que quedaría sería un significante y un significado listos para 
ser anclados nuevamente y formar un nuevo signo. La figura vocal (en este caso, 
la palabra dicha) seria percibida como un balbuceo si no tiene una idea (entidad 
mental) asociada. Lo mismo pasa con una idea que no tiene un significante ya sea 
dicho o escrito, estas se convierten en una imaginación o un conjunto de 
sensaciones y anhelos, listos para ser anclados a otro significante. 
Lo que me interesa aquí es explicar cómo es posible, mediante el acto de 
conversar, transformar un significado. Si tomamos lo propuesto por Saussure 
(2002), el significado es ese concepto mental que asociamos a una palabra ya sea 
escrita o dicha, y esta relación es totalmente arbitraria, es posible pensar que se 
puede cambiar ese concepto mental no nada más por otro concepto mental, ya 
existente, sino, por uno que no existía hasta el momento: 
Podemos sustituir, si se quiere, significación por idea u otra cosa, sin grave 
inconveniente porque, como todo consiste en una diversidad y es por 
consiguiente relativo, no caeremos en la tentación de dar existencia positiva 
y acabada a uno de los dos términos. (Saussure, 2002, p. 56). 
Es de conocimiento general que hay experiencias que cambian nuestra vida, la 
manera en como vemos el mundo. Lo que pretendo es reconocer la experiencia 
de la conversación como el principal lugar en donde se llevan a cabo el cambio de 
significados. Mientras conversamos compartimos vivencias y reflexiones, ponemos 
sobre la mesa nuestros conceptos más usados y llegamos a describir el por qué 
ciertas cosas son más importantes que otras. Una vez que la conversación llega al 
punto en donde todo transcurre, es más fácil imaginar que las cosas que creíamos 
 
12
 Saussure, F. (2002/2004). Escritos sobre lingüística general. Barcelona: Gedisa. 
30 
 
inamovibles son, realmente, distintas o con posibilidad de cambio. Llegamos al 
punto en donde compartimos nuestros deseos de cambiar ciertas cosas y nos 
alegramos al ser alentados por la persona con la que conversamos, incluso esta 
persona nos comparte sus propias ideas. 
Al conversar, un significado con su significante, corren el riesgo de ser 
desanclados. El significante quedaría libre para ser anclado a cualquier otro 
significado, ya sea creado con anterioridad, o construido al momento de conversar 
con otro. 
Conversar es parte de la vida diaria de las personas, constantemente sostenemos 
conversaciones con la gente que nos rodea, es nuestra manera de socializar, es la 
manera en la que hacemos presente nuestra forma de pensar. Shotter (1993) lo 
describe así: “Vivimos nuestra vida social diaria en una atmósfera de 
conversación, discusión, argumentación, negociación, critica y justificación” (p. 
53)13. Es como si esto describiera un lugar poco cómodo para vivir, como si 
siempre estuviéramos peleando por encontrar un espacio en donde poder 
expresarnos sin encontrar una crítica o tener que justificar nuestro sentir y en 
muchas ocasiones es así, muchas veces debemos justificar o entrar en 
negociación con otras y nuestras posturas, sin embargo, esto no elimina la 
posibilidad de que se pueda construir algo. Como ya describí, llega un momento 
en una conversación en donde todo transcurre y es posible hablar de cualquier 
tema, no es hasta después de un buen rato que las personas se preguntan: 
¿Cómo fue que llegamos hasta aquí? Cuando esto ocurre, ese ambiente 
incomodo, desaparece, es por eso que es posible la construcción de significados 
nuevos. 
No solo el argumentar es parte de la naturaleza humana, el construir también lo 
es. Estos espacios cómodos además de posibilitar el conversar de cualquier tema, 
 
13
 John Shotter (1993), en su libro Realidades conversacionales: La construcción de la vida a través del 
lenguaje, reconoce el papel central de la persona en la construcción de la vida social. No nada más resalta la 
responsabilidad de uno con su sociedad, reconoce que esta vida social es la que configura a la persona. Así 
mismo reconoce el papel del lenguaje como principal herramienta de construcción, es por esto que muchos de 
los ejemplos dentro de ese texto remiten a situaciones en las que se conversa. 
31 
 
son los espacios en donde se posibilita la construcción de significados nuevos. 
Son los lugares en los que los signos lingüísticos descritos por Saussure (2002) se 
configuran nuevamente, en donde los significantes y sus significados asociados se 
sueltan y se posibilita el anclar nuevos significados a nuestros significantes. En 
palabras de Shotter (1993): “Haber formado un concepto es haber formado para 
uno mismo, a partir de las palabras de los otros, un “instrumento psicológico” 
mediante al cual podemos percibir y actuar” (p. 72). 
La construcción de la vida social es quehacer de todos, el día a día es lo que 
configura, después de mucho tiempo, las tradiciones. Pero si uno reflexiona sobre, 
alguna tradición familiar en específico, podrá encontrar modificaciones que se 
hicieron a lo largo de las generaciones. Lo mismo pasa con las situaciones o con 
las palabras, si uno investiga lo que significaban ciertas palabras a lo largo del 
tiempo en épocas específicas, podrá encontrar que el mismo significante a estado 
asociado a diferentessignificados. 
Pensemos en el significado, Saussure (2002) lo presenta como un “concepto 
mental”. Lo mental como aquello que no es visto por otros, sino, como algo que 
experimenta una persona. Al decir que la persona experimenta me refiero a toda 
clase de sensaciones: recuerdos, sentimientos, sensaciones que quedan ocultas 
para las demás personas, pues son fenómenos de naturaleza mental. Si estos 
conceptos mentales están configurados principalmente por experiencias pasadas, 
la principal manera de construcción de otro concepto mental distinto es la 
experiencia misma14. 
La experiencia de la conversación es la principal experiencia en la modificación de 
significados. ¿Por qué? Precisamente por sus características: dentro de la 
conversación se posibilita el abordar cualquier tema de cualquier índole, además, 
posibilita la apertura del Yo y el Otro, es decir, poco a poco se va desvaneciendo 
la separación entre las personas, disminuyendo la sensación de estar 
 
14
 No obstante lo pasiva o receptiva que sea, toda experiencia se convierte de inmediato en “constitución del 
ser” que ella recibe, como si el dato fuese extraído de si, como si el sentido que él anuncia estuviera dado por 
mí, como si fuera yo el que le atribuye el sentido que le pertenece. El ser lleva en sí la posibilidad del 
idealismo (E. Levinas (1967), La Huella del Otro. Mexico: Taurus. p. 49) 
32 
 
persiguiendo un objetivo. En este punto, la conversación no tiene objetivo de nada, 
la conversación es el objetivo mismo. Se crean significados nuevos, porque todo 
tema, recuerdo, sensación es material para ponerlo en la mesa y pensarlo, darle 
forma, modificarlo: todo es posible. 
Roland Barthes (2010), en el texto de Mitologías nos presenta una especie de 
moral del signo: 
El signo debería darse bajo dos formas extremas: o francamente intelectual, 
reducido por su distancia a un algebra, como en el teatro chino, donde una 
bandera significa todo un regimiento; o profundamente arraigado, inventado 
de algún modo cada vez, librando una faz interna y secreta, señal de un 
momento y no de un concepto (p. 34).15 
La forma profundamente arraigada es la que nos interesa, esa que habla de un 
momento, de la que se construye y de construye en el acto de conversar. Así 
mismo Barthes (2014) en otro de sus textos nos dice: “intuyo que el verdadero 
lugar de la originalidad no es ni el otro ni yo, sino nuestra propia relación” (Barthes, 
2014, p. 53)16. Así, los significados nuevos no se dan en la mente de uno o de 
otro, sino, en la relación, en la vinculación de dos o más mentes. 
2.1. Espacio Humano 
 
El espacio humano es todo lugar en el que nos desenvolvemos como sociedad, es 
ese lugar en donde se argumenta, se negocia, se refuta, se dé construye y se 
vuelve a reconstruir, pero también en ese lugar existe el espacio en donde se 
habita. En el primer capítulo plantee la posibilidad de generar un hábitat, un 
espacio en donde se puede vivir, este se construye mientras se conversa y en él 
se posibilita la construcción de ideas, la desarticulación de lo establecido y la 
 
15
Más adelante retomare a Roland Barthes y dos de sus textos más importantes: Barthes, R. (2010). 
Mitologías. México: Siglo XXI. y Barthes, R. (2014). Fragmentos de un discurso amoroso. México: Siglo XXI. 
16
 Barthes, R. (2014). Fragmentos de un discurso amoroso. México: Siglo XXI. 
33 
 
vinculación de lo que, en otro contexto, parecería imposible: es, principalmente, un 
puente que vincula planos que se asumen son distintos. 
En el espacio humano construimos y esto es lo que lo vuelve humano. Este 
espacio se genera por todas las cosas que creamos, y las cosas que creamos son 
las que nos convierten en humanos participes de su construcción, como diría 
Billing M. (2003): “Nuestras creencias y nuestras actitudes no ocurren meramente 
en nuestras cabezas, sino que también pertenecen a un contexto social de 
controversia más amplio” (p. 18). Esto nos invita a suponer que deberíamos estar 
en total armonía con la realidad social, sin embargo no es así, es por eso que 
seguimos transformando significados, sin embargo, el espacio es suficientemente 
cómodo como para que sintamos que pertenecemos y que no somos unos 
extraños. 
En palabras del semiólogo Barthes (2014), esto podría ser precisado de la 
siguiente manera: 
Es cierto, no hay una felicidad de la estructura; pero toda estructura es 
habitable, lo que constituye precisamente, tal vez, su mejor definición. 
Puedo muy bien habitar lo que no me hace feliz; puedo a la vez quejarme y 
quedarme; puedo rechazar el sentido de la estructura que sufro y atravesar 
sin disgusto algunos de sus tramos cotidianos (hábitos, pequeños placeres, 
pequeñas seguridades, cosas soportables, tensiones pasajeras); esta 
firmeza del sistema (que lo hace precisamente habitable), puede incluso 
proporcionarme un gusto.(p. 72) 
En la experiencia de la conversación se genera una atmósfera de confianza y de 
argumentación, en el sentido de que todo puede ser dicho, y aunque entre dos 
personas se lleguen a acuerdos sobre los temas que conversan esto no disminuye 
el ritmo de la conversación, incluso llega a alentarlo. Uno se siente cómodo en esa 
conversación por eso se empeña en que continúe, por eso se continua 
preguntando y argumentando. 
34 
 
Las conversaciones se desarrollan por esta misma lógica, los temas transcurren, 
los significados se transforman o se recrean, nunca parece ser suficiente y por eso 
los temas continúan fluyendo. Nos quedamos a seguir conversando porque dentro 
de ese transcurso, ese movimiento, ese “caos” sentimos que pertenecemos, pues 
somos nosotros quienes construimos esa atmósfera. 
Dejamos de lado el respaldo en el sentido del propio discurso, esto es, el 
apoyo en un referente del contexto inmediato y compartido, para basarnos 
en el significado en la sintaxis, vale decir en los lazos con los que ya se ha 
dicho o lo que podría decirse. En lo esencial, hay un decrecimiento de la 
referencia a lo que <<es>> y un aumento correlativo de la referencia a lo 
que <<podría ser>>, una referencia más abundante a un mundo imaginario 
construido. (Shotter, 1993, p. 73) 
Shotter (1993) hace esta descripción de manera académica, pero lo que está 
describiendo es esta atmósfera del espacio humano: se dejan de lado las 
explicaciones y las referencias de lo establecido para recurrir a las reglas 
construidas en la experiencia de la conversación. Estas nuevas reglas, además, ni 
siquiera son vistas como tal para quienes conversan, simplemente se dejan llevar 
por la atmósfera de la conversación. 
Este proceso en el que la conversación es y a la vez se construye no es percibido 
como una dualidad, se experimenta, de hecho, como un todo indivisible. Dentro de 
las mentes de las personas se experimenta como algo completo: el ambiente que 
posibilita que una conversación exista se crea a la vez que la conversación existe. 
Bajo esta misa idea y regresando a lo que Saussure (2002) nos plantea sobre el 
signo y los significados, me gustaría retomar este pasaje: 
Hay un primer ámbito, interior, psíquico, en el que existen tanto el signo 
como la significación, indisolublemente unidos; y hay un segundo ámbito, 
exterior, en el que sólo existe el <<signo>>, pero en ese instante el signo 
reducido a una sucesión de ondas sonoras sólo merece, en nuestra opinión, 
el nombre de figura vocal. (p. 26) 
35 
 
Es justo en este ámbito psíquico en el que quiero centrar la atención ahora, pues 
es justo ahí, como dice Sausurre (2002), en donde el sentido se presenta 
indisoluble, es en ese espacio en donde toda posibilidad aparece, pues no se 
entiende de diferencias o divisiones, en ese espacio se experimenta de manera 
completa un sentido y es en donde todos los significados son igualmente posiblesde anclar a cualquier significante que se presente. 
2.2. Espacio simbólico 
En el espacio humano se encuentra un lugar para todas estas ideas completas en 
sí mismas: el espacio simbólico. En él las separaciones no existen, únicamente el 
sentido completo. Es el espacio en donde los cambios de significados suceden 
realmente, donde las ideas mentales cobran vida al relacionarse con un 
significante. Un lugar donde las palabras no son necesarias, pues se puede llegar 
a comprender lo que se está viendo o leyendo sin necesidad de un diálogo. 
Para poder hablar de este espacio simbólico abordare a dos Autores: Gilbert 
Durand (antropólogo) y Roland Barthes (2010) (semiólogo). Ambos han descrito la 
significación en diferentes niveles: uno a nivel antropológico y otro a nivel social, 
sin embargo, esto no significa que tengan diferencias abismales entre uno y otro 
planteamiento, más bien, son complementarios, como podremos ver. 
Durand (1981)17 nos habla sobre la imaginación y como esta nos trae a la mente 
una imagen completa de sentido, en una forma distinta a como lo traería un 
recuerdo. Esta imagen poderosa cargada de sentido es el símbolo: “En el símbolo 
constitutivo de la imagen hay homogeneidad del significante y del significado en 
seno de un dinamismo organizador, y que por ello la imagen difiere totalmente de 
lo arbitrario del signo” (p. 25). 
De esta suerte de definición rescato lo siguiente: retomando lo descrito por 
Saussure (2002) sobre el signo, él hablaba de la arbitrariedad con la que se podía 
relacionar un significante con un significado. El significante (una palabra, por 
 
17
 El texto que utilice para todas las citas referidas a Durand es el siguiente: Durand, G. (1979/1981). Las 
estructuras antropológicas de lo imaginario. Madrid: Tauros. 
36 
 
ejemplo) se le relaciona con un significado (idea mental), esto da como resultado 
un signo. En cambio el símbolo es una imagen sin palabras. El lenguaje visto 
meramente como palabras, signos, significados no alcanza para describir toda la 
intención y todo el sentido que trae consigo un símbolo. Por supuesto que se 
pueden crear discursos (lenguaje) a partir de un símbolo. 
Siguiendo sobre esta misma línea de la imagen completa que es el símbolo, nos 
habla de la imaginación como una facultad de lo posible. Lo que rescata de la 
imaginación es la imagen total y completa que aparece en nuestro pensamiento, 
misma que puede ser considerada como símbolo de una idea o sentimiento más 
grande. En el texto, para ejemplificar lo anterior, nos explica de lo que es símbolo 
una cadena rota: la libertad no se resuelve con una cadena rota, pero la cadena 
rota es símbolo de libertad. 
Otra vez, uno puede crear un discurso para convencer a cierta población de una 
idea de libertad, en este discurso uno hace uso del símbolo de libertad para 
despertar en las personas ese sentimiento, esa idea que cada uno tiene de la 
libertad, porque ese símbolo es tan poderoso que evoca en la gente una imagen 
consolidada de lo que para ellos es la “libertad”. 
El símbolo es la homogeneidad entre el significante y el significado, no solo una 
relación arbitraria entre estos dos, no solo una relación lógica, la imagen se 
consolida no solo como un signo, pues nos solo se relaciona tomando la linealidad 
de las palabras, hace acopio de sentimientos, emociones, imaginaciones que aún 
no han sido dichas, es por esto que la imagen que se consolida es poderosa: 
La unidad del pensamiento y de sus expresiones simbólicas se presenta 
como una constante corrección, como un afinamiento perpetuo […] Puede 
decirse que el símbolo no pertenece al dominio de la semiología, sino es 
más incumbencia de una semántica especial […] cuenta con un poder 
esencial y espontáneo de resonancia. (Durand, 1981, p.26) 
37 
 
Otra vez, el símbolo cuenta con este poder esencial y espontáneo de resonancia, 
como lo describe Durand (1981), porque hace acopio de otros recursos de 
significación, como lo son las emociones o las experiencias. 
Esta especie de definición nos aporta dos cosas: 
a) Si bien el símbolo es algo poderoso y que nos parece incluso a temporal no 
escapa de los cambios y del “refinamiento”. Es posible hacer cambios en el 
espacio simbólico. Porque las emociones o experiencias de las que se alimenta 
siempre van cambiando: se pueden tener experiencias nuevas, se pueden 
experimentar otras emociones. 
b) Nos dice que no pertenece al dominio de la semiología, es decir, la lógica de 
Saussure (2002) no es adecuada para hablar del espacio simbólico pues no 
solamente se trata de palabras e imágenes mentales, se trata también de 
sensaciones y emociones. Durand (1981) nos dice que el símbolo es un vínculo 
afectivo representativo en el plano más básico de la expresión, une a un locutor 
con su receptor, a este plano lo llamó: plano locutorio. Este plano no tiene nada 
que ver con las percepciones y las cosas (la conversación con un objetivo se basa 
en la percepción y las suposiciones): el símbolo no es de naturaleza lingüística, 
por lo tanto no se desarrolla en una sola dimensión, es decir, tiene una naturaleza 
“espacial”, se dirige a todas direcciones: no solo adelante o atrás, una vez que la 
conversación adquiere profundidad, adquiere espacio en donde desarrollarse.18 
Barthes (2010)19, por su parte, retoma nuevamente a la semiología: “Postula una 
relación en dos términos, un significante y un significado. Esta relación se apoya 
en objetos de orden diferente; por eso decimos que no se trata de una igualdad 
sino de una equivalencia” (p.203). Es decir, para Barthes (2010), en la semiología 
si caben los sentimientos, emociones y sensaciones, además de las ideas y las 
 
18
 Durand, en el texto de Las estructuras antropológicas del significado, tiene como objetivo el encontrar un 
método que le permita acercarse a la naturaleza de la imagen y del símbolo, sin reducirlo como lo harían los 
métodos cientificistas. Nos plantea un método por convergencia en vez de por analogía. El método por 
convergencia nos permitiría encontrar constelaciones de imágenes y de términos semejantes en dominios 
diferentes de pensamiento. El método por analogía a su vez, únicamente, nos proporciona el reconocimiento 
de similitudes entre relaciones diferentes entre términos de un solo dominio de pensamiento (p.37). 
19
 Barthes, R. (2010). Mitologias. México: Siglo XXI. 
38 
 
palabras. En el libro de Mitologías da un ejemplo de las rosas, cuando son 
regaladas por un novio a una novia, no es que las rosas signifiquen por si solas la 
pasión que sienten. Este ejemplo es muy similar al de la cadena rota y la libertad 
de Durand (1981), no es que las rosas sean el amor del novio a la novia, pero 
estas rosas son símbolo de amor (lo mismo que podrían ser los chocolates, los 
peluches, etc). 
Así mismo en otro de los textos de Barthes (2014), rescató este pequeño pasaje: 
“Lo que entablo con el otro es una relación, no una correspondencia: la relación 
pone en contacto dos imágenes” (p. 62). Esta frase resalta dos cosas: la relación y 
nuevamente la imagen. La relación es parte fundamental de mi planteamiento, una 
vez descrito como es que la conversación ayuda a vincular planos que se asumen 
distintos, también la conversación está presente cuando esos dos planos se 
relacionan, es decir, cuando interaccionan. Sobre la imagen, una vez más, rescato 
el sentido completo, es decir, no nada más nos vincula las similitudes, mismas que 
pueden ser las equivalencias, cuando uno está en relación con el otro, incluso las 
diferencias nos ponen en contacto. 
En este espacio simbólico es donde la sociedad proyecta sus miedos y deseos, 
otorgándoles de cierta independencia, por decirlo de alguna manera, pues son 
nuestras creaciones. Durand (1981) y Barthes (2010) hablan de estas

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