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Universidad Nacional Autónoma de México Facultad de Filosofía y Letras Estudio mitocrítico y psicoanalítico en Der Sandmann de E. T. A. Hoffmann Tesis que para obtener el título de Licenciado en Lengua y Literaturas Modernas (Letras Alemanas) presenta Alejandro Cayetano Anaya Rosas Asesora de tesis: Doctora Paciencia Ontañon Ciudad de México, 2007 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. Agradecimientos A la máxima casa de estudios de este país, la UNAM, y sus profesores; en especial a la doctora Paciencia Ontañon, el doctor Sergio Sánchez Loyola, el doctor Herwig Weber, la doctora Renata von Hanffstengel y el doctor Carl Böhne por compartir todos sus conocimientos. A las licenciadas Josefina Pacheco Vázquez y Geishel Curiel Martínez por aceptar ser lectoras de mi tesis. A Iván Llano, por encausar mi investigación. Al poeta Hernán Lavín Cerda por su locura. A Eugenia Falfán por todo. A Alfonso, Antonio, Lorenzo, Salvador, Guillermina, Dolores, Guadalupe, Olimpia, Isabel y demás vasta familia por el aliento que siempre me brindan. A mi padre, Alfonso Anaya, por su incondicional apoyo. Y, sobre todo, a la persona que siempre va a mi lado, mi madre Paula Rosas, por tanto apoyo y amor. P. D. Como diría el poeta: “gracias a todos y no se venguen tantos olvidados”. Tabla de contenido Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .3 Capítulo 1. La figura arquetípica del Hombre de Arena y el cruce del umbral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12 1.1 La función que cumple el Hombre de Arena dentro de Der Sandmann. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .22 1.2 El cruce del umbral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .32 Capítulo 2. Psicoanálisis e introversión. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .43 2.1 Teoría sexual. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45 2.2 Represión y neurosis. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48 2.2.1 Los dos principios del suceder psíquico. . . . . . . . . . . . . . . . .49 2.3 Introversión, primer paso. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53 Capítulo 3. Valoración de Nathanael. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .58 3.1 Primeros síntomas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .58 3.2 Tendencia al placer. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64 3.3 Complejo de castración. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .69 3.4 Trastornos y esquizofrenia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74 Conclusión. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .82 Bibliografía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .86 Introducción Una de las grandes pasiones del ser humano es el mar. Los individuos se acercan a éste con admiración y, a veces, con vehemencia. En momentos lo contemplan como la cosa más melancólica que existe sobre la tierra y le otorgan adjetivos como amargo. Esta extensa masa de agua ha sido en innombrables ocasiones surtidor de inspiración para todo tipo de artistas. Sin embargo, es un hecho innegable que la mayoría de las personas que a él se abocan, lo hacen para contemplar sus deslumbrantes tonalidades de color azul, para escuchar su poderoso bramido, para jugar con él y observar las diferentes efigies que las espumosas olas forman en su irremediable camino hacia la orilla, hacia tierra firme: Feroces leones. Furiosos caballos. Mas si son de espuma, ¿quién podrá domarlos?1 Aunque en menor cantidad, también hay individuos que se han aventurado a investigar acerca de lo existente en el interior de los océanos. Estas personas, que se sienten atraídas por los enigmas que entraña el profundo mar, saben que la tarea que pudieran llevar a cabo 1 Rafael Alberti, Antología poética, Barcelona, Óptima, 2000, p. 160. 3 en el interior de éste es tanto fecunda como peligrosa; empero, el simple hecho de saber que tal cantidad de agua encierra dentro de sí infinitos misterios, es lo que mueve a estos individuos a ejecutar tales trabajos. Algo similar ocurre en la literatura. Hay quien lee por placer, quien se acerca a determinada obra y disfruta del contenido manifiesto del texto sin tomar en cuenta aspectos como, por ejemplo, el contexto histórico de un libro. Pero también hay estudiosos de la literatura que lejos de ver las obras literarias como puro entretenimiento, se dan a la tarea de analizar a profundidad dichos materiales. Ellos saben que cada obra encierra dentro de sí algo a lo cual se le puede atribuir un significado especial y, de esta manera, las obras literarias toman otro tinte ante los ojos de estas personas y de quienes leemos sus trabajos. Por dar un ejemplo, Claudio Magris, estudioso de la literatura austriaca, pone de manifiesto el hecho de que la obra de Joseph Roth, “sin recurrir a burdas relaciones entre los acontecimientos históricos y los casos psicológicos”,2 más que simples narraciones bien formadas, vendría a ser la “epopeya”3 de la disolución de un imperio en decadencia, del imperio austrohúngaro. Entonces, la percepción de la obra de Roth cambia ante la mirada de nosotros, y en una novela como Radetzkymarsch no nos sería difícil encontrar la alegoría de la Mitteleuropa de la primera mitad del siglo veinte. 2 Claudio Magris, El mito habsbúrgico en la literatura austriaca moderna, México, UNAM, 1998, p. 409. 3 Ibidem, p. 412. 4 Pero esto es tan sólo un ejemplo de aproximación un tanto somera a los textos literarios; ya que existen infinidad de tipos de análisis que pueden hacer que nuestra percepción, con respecto a una obra, cambie. De entrada me pregunto qué pasaría si lejos de analizar estructuralmente o por contexto histórico o sociológico, optáramos por saber qué es lo que ocurre en la mente de Mirko Czentovic, o del Doctor B., personajes de la Schachspielnovel de Stefan Zweig; o por qué el señor Gustl, protagonista de Leutnant Gustl de Arthur Schnitzler, piensa de tal o cual manera; y qué tal si nuestra intención es encontrar la raíz de los problemas psicológicos de Nathanael, figura principal de Der Sandmann. Por principio de cuentas, los textos antes citados tienen algo en común: los autores juegan con la mente de los personajes. Y es un hecho que si nuestra intención es analizar una obra literaria, tomando la vertiente que nos lleva hacia el escudriño de lo que es el aparato psíquico, tenemos que dejar por un momento de mirar, al igual que un investigador submarino, la perspectiva superficial y sumergirnos enla búsqueda de respuestas que nos den un panorama distinto al que podemos encontrar a simple vista. La tarea tampoco es fácil, más aun si versados de la literatura y de la psicología creen que este tipo de trabajos carecen de un sustento que les otorgue validez. Sin embargo, no podemos hacer a un lado el hecho de que cada obra literaria posee variadas formas de interpretación y que “la mayoría 5 de los textos narrativos […], tienen un contenido manifiesto y un contenido latente que los hace susceptibles de una interpretación psicoanalítica y mitocrítica”.4 Es por eso que decidí inquirir en la mente de Nathanael, ya que, a mi modo de ver las cosas, este personaje literario podría representar un prototipo de trastorno mental dentro de las obras narrativas, y es el psicoanálisis el encargado de estudiar tales fenómenos; así que las teorías freudianas serán las encargadas de propugnar los resultados que de este trabajo deriven. Creo, pues, que Der Sandmann es un texto rico en demasía en lo concerniente a la psicocrítica y la mitocrítica; es decir que, debido al contenido manifiesto de esta narración, podemos apoyarnos en las teorías freudianas para hallar, en su contenido latente, una interpretación válida desde este enfoque. Ahora bien, el presente trabajo no sólo tiene como sustento teórico al psicoanálisis freudiano, ya que, como el título lo sugiere, éste también es un estudio de tipo mitocrítico. Es por eso que las teorías del psicoanalista suizo Carl Gustav Jung, con respecto al inconsciente colectivo, de igual manera están presentes como soporte teórico en este trabajo, apoyadas con un material fundamental en tal campo: El héroe de las mil caras de Joseph Campbell. 4 Iván Llano Alcántara, Elviaje en Lejos de Veracruz: psicoanálisis y mitocrítica. Tesis de licenciatura, Universidad Nacional Autónoma de México, 2006, p. 7. 6 Para continuar, me es menester aportar información un poco más detallada acerca del marco teórico que utilicé en este estudio, así como también de la estructura del mismo. La presente tesis consta de tres capítulos. En el primero de éstos analizo la obra basándome en el psicoanálisis del mito o mitocrítica, el cual sugiere que entre algunos tipos de narraciones, mitos, leyendas o cuentos existe cierto tipo de afinidad; ya que todos los seres humanos tenemos en común, dentro de nuestro aparato psíquico, lo que Jung denominó inconsciente colectivo; es decir que, la relación existente entre las antiguas civilizaciones y las presentes es innata. Todas las personas nacemos con ciertos contenidos y modos de comportamiento arraigados en el inconsciente colectivo y estos contenidos son nombrados arquetipos. “En otras palabras –el inconsciente colectivo-, es idéntico a sí mismo en todos los hombres y constituye así un fundamento anímico de naturaleza suprapersonal existente en todo hombre”.5 Dicho vínculo entre mitos, leyendas y narraciones es expuesto y ejemplificado por Joseph Campbell en El héroe de las mil caras, texto que, como lo he mencionado, utilicé en el primer capítulo de esta tesis para hallar una relación entre el Hombre de Arena y otras figuras narrativas, y así poder adjudicarle el título de arquetipo. La misma obra de Campbell me sirvió para estudiar el comportamiento del personaje central de Der Sandmann ante el Hombre de Arena y poder comprobar, debido a la conducta de éste, que sus actitudes son contenidos del 5 Carl Gustav Jung, Arquetipos e inconsciente colectivo, Barcelona, Paidós, 1988, p. 10. 7 inconsciente que se repiten en otros personajes o narraciones – arquetipos-, tanto antiguas como presentes, principalmente en la figura del héroe. En el segundo capítulo proporciono, de entrada, el marco teórico de los temas del psicoanálisis en los cuales me apoyé para realizar mi trabajo. Las teorías freudianas empleadas para dicho estudio son las referentes a la teoría sexual, los dos principios del suceder psíquico y el complejo de Edipo, las cuales elaboró Sigmund Freud. De igual forma, esta parte es el preámbulo de la evaluación del estado mental de Nathanael, la cual se realiza de forma detallada en el siguiente capítulo. Tal proemio se lleva a cabo con la introversión de nuestro personaje. En el tercero y último capítulo, intento demostrar cómo los comportamientos del personaje principal de Der Sandmann lo conducen a una sórdida muerte. Empleo el psicoanálisis para escudriñar en la mente de Nathanael, y con él procuro exponer las patologías que acosan a esta figura, debido al complejo de castración que se desarrolla en él a temprana edad y a que el principio de la realidad no llega a sustituir de forma afortunada al principio del placer. Concluyo este trabajo exponiendo los trastornos que aquejan a Nathanael y cómo tales efectos van evolucionando hasta desencadenar en la enfermedad o neurosis que éste experimenta ya al final de la obra de E. T. A. Hoffmann. Es un hecho que tal tipo de estudio encontrará cierta disensión en el campo de las letras y la psicología; empero, a mi modo de ver las 8 cosas, tal comportamiento sería despojar un poco de la riqueza que atesoran todos los textos literarios. Así que, el propósito esencial de este trabajo es exteriorizar una interpretación de la obra de E. T. A. Hoffmann, Der Sandmann, que bien pudiese ser válida y que quizá le otorgue otro significado a dicho texto. E. T. A. Hoffmann nace el 24 de enero de 1776 en la Prusia Oriental. Sus padres fueron Christop Ludwig Hoffmann y Louse Albertine Doerfer. Ernst Theodor Wilhelm Hoffmann es el tercero y último hijo de esta pareja, la cual se separa siendo éste todavía un niño. Debido a tal suceso Ernst Theodor vive en casa de su abuela materna. La muerte de su madre y, poco después, la de la abuela, dejan al pequeño bajo la tutela de sus tíos, los cuales le procuran una buena educación. E. T. A. Hoffmann estudió derecho en la Universidad de Königsberg; sin embargo, abandona esta profesión para dedicarse a la música, como compositor y crítico. Su amor por este tipo de arte, en especial por el compositor y músico austriaco Wolfgang Amadeus Mozart, lo llevan a cambiar su tercer nombre, Wilhelm, por el de Amadeus. Hoffmann es un hombre de naturaleza polifacética -pintor, caricaturista, músico-, pero es conocido por su obra literaria, la cual es un reino de naturalezas diversas y alucinantes, más que por sus otras actividades. Algunos acontecimientos en la vida de este hombre, por ejemplo el alcoholismo del padre, hacen que Hoffman se percate de que el mundo 9 es una galería cubierta con múltiples figuras, y que éstas pueden posarse e identificarse, al igual que sus personajes, con todo aquello que por lo general aterra a la gente: la locura, el fracaso, la monstruosidad, la noche. Entre sus escritos más importantes se encuentran Die Elixiere des Teufels -Los elíxires del diablo, 1816-, Nussknacker und Mausekönig – El cascanueces y el rey de los ratones, 1816-, Der Sandmann –El hombre de Arena, 1817-, Die Bergwerke zu Falun -Las minas de Falun, 1819-, Lebensansichten des Katers Murr -Opiniones sobre la vida del gato Murr, 1819/1821-, Die Serapions-Brüder -Los hermanos Serapio, 1821-, E. T. A. Hoffmann, quien es considerado uno de los escritores más importantes dentro del Romantik –Romanticismo-, muere en Berlín el 25 de junio de 1822 a causa de una terrible enfermedad. Hoffmann, el pintor, el músico, el escritor, el que adoptó el nombre de Amadeus en homenaje a Mozart, se mira fijamente en un espejo cóncavo y no ve nada más a estos entes que son él mismo; también observa al alcohólico, al loco, al inconforme; y, al percatarse de esta multiplicidad de seres, se estremece y huye despavorido. Pero no puede escapar del todo, susfantasmas no lo dejan dormir; y, a modo de exorcismo, escribe para liberarse de la razón y alzar su voz en pro de la libertad del espíritu, sea cual sea su naturaleza. 10 Capítulo 1. La figura arquetípica del Hombre de Arena y el cruce del umbral Los sueños [...] no deben apartarnos de la vida, sino enseñárnosla por dentro Luis García Montero. Cuando el ser humano duerme se traslada de la realidad consciente al mundo onírico. Este último es el encargado de mostrarnos imágenes o acontecimientos que, por lo general, escapan a nuestra comprensión. Sin embargo, no podemos dudar de su existencia y menos aun menospreciar sus significados. Lo vorágine del mundo actual nos ha conducido hacia una displicencia frente a los sucesos que se llevan a cabo en nuestras mentes mientras dormimos. Al despertar, abandonamos aquella tierra de imágenes alucinantes o incomprensibles; al mismo tiempo que también dejamos a un lado el interés por dicha materia: los sueños. Empero, no podemos pasar por alto el hecho de que, de una forma u otra, los eventos oníricos tienen una gran influencia en nuestras vidas, aunque su espacio esté en el inconsciente. Los tiempos modernos nos han arrebatado poco a poco el derecho de hacer reflexiones profundas. Las máquinas sustituyen al hombre en las tareas pesadas y los medios de comunicación esparcen, por lo 12 general, información e historias superfluas; con las cuales las personas se entretienen sin la necesidad de hacer trabajar su mente en demasía. Pero el inconsciente yace allí, en el interior de cada individuo, se refleja en algunos de sus comportamientos, es parte de la personalidad de cada cual y es el psicoanálisis el encargado de mirar hacia ese campo de los sueños, del inconsciente, e interpretarlo. No podemos llegar hasta este punto sin que algunas interrogantes surjan, por ejemplo, y en primer lugar: ¿Qué es el sueño? Terry Eagleton, con respecto al psicoanálisis, dice lo siguiente: Los sueños constituyen el “camino real” que conduce al inconsciente. Los sueños nos permiten echar un vistazo privilegiado a su funcionamiento. Para Freud los sueños son esencialmente realizaciones simbólicas de los deseos inconscientes; adoptan un molde simbólico porque si sus materiales se expresaran directamente podrían ser tan impresionantes y perturbadores que nos despertarían. Para que podamos gozar de un poco de sueño, el inconsciente caritativamente oculta, suaviza y deforma sus significados, con lo cual nuestros sueños se convierten en textos simbólicos que deben ser descifrados.1 Más adelante el mismo autor apunta que “los sueños proporcionan la principal –no la única- vía de acceso al inconsciente”.2 1 Terry Eagleton, Introducción a la teoría literaria, México, Fondo de Cultura Económica, 1988, pp. 188-189. 2 Ibidem, p. 189. 13 Sin duda, es esta materia onírica, por llamarla de algún modo, la que vive más allá de todo lo inminente. Cada imagen, cada visión que percibimos cuando soñamos, es un misterioso habitante del inconsciente y es esta palabra la que sembraría la siguiente duda: ¿Qué es, en sí, el inconsciente? Volviendo a Terry Eagleton, y de acuerdo con el resumen que realiza sobre la doctrina freudiana en su Introducción a la teoría literaria, el inconsciente “es a la vez lugar y no-lugar, completamente indiferente ante la realidad, que desconoce la lógica, la negación, la casualidad y la contradicción, por estar irrestrictamente entregado al juego de los impulsos del instinto y a la búsqueda del placer”.3 Sin embargo, cabría destacar que el autor se refiere únicamente a la teoría freudiana, la cual describe al inconsciente como algo que es único en cada individuo, como algo personal; no nos habla de aquella otra masa informe que existe, quizá, en una parte más insondable que el inconsciente personal, y de la cual Carl Gustav Jung se ocupa : En Freud, el inconsciente, aunque aparece ya –al menos metafóricamente- como sujeto actuante, no es sino el lugar de reunión de esos contenidos olvidados y reprimidos, y sólo a causa de éstos tiene una significación práctica. De acuerdo con ese enfoque, es por lo tanto de naturaleza exclusivamente personal, aunque el mismo Freud había visto ya el carácter arcaico-mitológico de lo inconsciente. 3 Ibidem, p. 188. 14 Un estrato en cierta medida superficial de lo inconsciente es, sin duda, personal. Lo llamamos inconsciente personal. Pero ese estrato descansa sobre otro más profundo que no se origina en la experiencia y la adquisición personal, sino que es innato: lo llamado inconsciente colectivo.4 Es sin duda este inconsciente colectivo una característica que nos relaciona con los demás individuos; y al decir esto me refiero no sólo a un tiempo sincrónico: es un hecho que ese sustrato que compartimos los seres humanos, data de tiempos muy remotos. Fueron nuestros antepasados primigenios los encargados de enfrentarse a los sucesos naturales de una forma más indefensa. Tales eventos podían llegar a ser de una naturaleza tan violenta, que el ser humano cargaba a cuestas un profundo temor hacia dichos fenómenos, a la par que buscaba una respuesta a las dudas que surgían en su mente. Las incógnitas y los misterios que poco a poco fue arraigando dentro de su conciencia, se volvían cada vez más insoportables; es por eso que, a falta de conocimientos científicos, el hombre primitivo comenzó a interpretar tales fenómenos como manifestaciones divinas, o de seres fantásticos; incluso le dio vida a cosas que por naturaleza carecen de ésta: animó lo inanimado, creando una especie de prosopopeya. Es en esta interpretación que le da el hombre a los fenómenos naturales, donde nace el mito; el cual puede ir sufriendo cambios en el 4 Carl Gustav Jung, op. cit., pp. 9-10. 15 transcurso del tiempo hasta desembocar en lo que conocemos hoy como leyenda. Según V. García de Diego, “el mito, mientras lo es, es una creencia; para los que la tienen, cierta, y para nosotros, supersticiosa o imaginativa. Y que cuando el relato simbólico o dramático va haciendo fijar la atención en sí mismo, atenuando o borrando el recuerdo de lo que simboliza, se hace leyenda”.5 Hay ciertas características que encierra este concepto, dichos rasgos distinguen a la leyenda de otros géneros como el cuento, la fábula o el mismo mito. Hablemos, por ejemplo, del cuento, el cual, por lo general, es un género que lleva dentro de sí un componente maravilloso, y su lugar de acción en ocasiones no está localizado. Los personajes, muchas veces, suelen responder a un concepto infantil del mundo y, al contrario de la fábula, algunos cargan una indiferencia moral,6 aunque siendo más rigurosos podemos ver que muchos cuentos guardan cierta connotación moral. El mito, por otro lado, versa sobre “los dioses y los seres divinos, combates de héroes y descensos a los infiernos, elementos contenidos en relatos conocidos y que, sin embargo, no excluyen la continuación de otra creación más avanzada.”7 Ya hemos hablado, pues, del inconsciente colectivo, nombre que el discípulo de Freud, Carl Gustav Jung, le da a la parte más recóndita de la mente, y que compartimos todos los seres humanos; la cual se ha 5 Antología de leyendas de la literatura universal, Tomo I, Barcelona, Labor, 1958, p. 8. 6 Ibidem, p. 9. 7 Carl Gustav Jung y Karl Kerényi, Introducción a la esencia de la mitología, Madrid, Siruela, 2004, p. 17. 16 heredado desde tiempos inmemoriales ya que su origen, según él, está en la experiencia vital de nuestros ancestros; pero no se ha abordado el punto de que este inconsciente colectivo trae consigo representaciones,las cuales se manifiestan a lo largo de la historia, de las más diversas formas y se transmiten en las leyendas o mitos, de forma oral o escrita, de generación en generación. Estas representaciones, imágenes o comportamientos también aparecen en individuos que, al parecer, carecen de conocimientos de tal índole “y que ni siquiera podían haberlos adquirido de modo indirecto, a través de ideas religiosas que tal vez conocieran, ni de figuras del lenguaje coloquial.”8 El nombre que Carl Gustav Jung le da a estas imágenes innatas y comunes en todos los seres humanos es el de arquetipos: En el individuo los arquetipos aparecen como manifestaciones involuntarias de procesos inconscientes, cuya existencia y cuyo sentido sólo pueden deducirse del modo indirecto [...] El arquetipo no resulta de hechos físicos sino que describe cómo vive el alma el hecho físico, y esa alma procede muchas veces tan autocráticamente que niega la realidad tangible y afirma cosas perfectamente contrarias a la realidad.9 Es aquí donde cabe relacionar el mito con los sueños; pues, al dormir, nuestro inconsciente revela imágenes arquetípicas, al mismo tiempo que con este acto se restablece al equilibrio psicológico, ya que 8 Ibidem, p. 97. 9 Ibidem, pp. 98-99. 17 los sueños funcionan “como válvulas de escape del inconsciente [...]. Los sueños infantiles, por ejemplo, se asemejan en sus contenidos a las narraciones antiguas, dado que los temores, angustias y fantasías de los niños son similares a las experimentadas por nuestros antepasados, debido al precoz estado de su aparato psíquico.”10 Hablando en una forma más concreta de los arquetipos, podríamos mencionar que éstos tienen su origen primigenio en el hecho de que nuestros antecesores personificaban los sucesos de la naturaleza. Los arquetipos se transmiten en las leyendas, los mitos y los cuentos de hadas, y los podemos encontrar representados, tanto en las formas artísticas más diversas, como en los sueños. También cabe mencionar que cuando el ser humano necesita resolver algunos de los problemas vitales que se le presentan, y carece de estrategias propias para llevarlas a conclusión afortunada, los arquetipos funcionan como patrones de conducta, es decir, ayudan al hombre a encontrar una respuesta. La manera en que nuestros antepasados otorgaban un significado a los sucesos desconocidos para ellos no la podemos especificar, se pierde en una sombría antigüedad; de la misma forma que tampoco podemos aclarar el cómo y el por qué de las imágenes arquetípicas que se le presentan al ser humano. Es un hecho que estas imágenes tienen variaciones tanto en distintas épocas como en diversos lugares del mundo. Empero, no cabe duda de que el ser humano nace con patrones de conducta heredados por sus padres, o de manera genética, y que 10 Iván Llano Alcántara, op. cit., p. 76. 18 ellos a su vez también los heredaron, sin saber a ciencia cierta de donde provienen. Dichos patrones los encontramos en diversas manifestaciones o conductas como, por ejemplo, el miedo a la oscuridad en las culturas donde la noche o el invierno no son tan largos, el miedo a los sucesos desconocidos, el miedo a seres que nos pueden causar daño al caer la noche: ”Nada tenemos que decir de la soledad, del silencio y de la oscuridad, salvo que éstos son realmente los factores con los cuales se vincula la angustia infantil, jamás extinguida totalmente en la mayoría de los seres”.11 Estas manifestaciones están dispersas por gran parte del mundo y de las más diversas formas. Por dar un ejemplo, y también para hacer un paralelismo con el cuento que nos atañe, citaré una obra de Manuel Gutiérrez Nájera (1858-1895): En Rip-Rip, cuento escrito en México en la segunda mitad del siglo XIX, el protagonista duerme dentro de una cueva; sin embargo, el tiempo que transcurre en su persona, no es el mismo que el percibido por los demás individuos. Al retornar este personaje a casa, descubre que su mujer ahora es pareja de Juan el del molino y que su hija no lo reconoce pues en Rip, el tiempo ha pasado vertiginosamente y sus facciones ahora son senectas. Sin embargo, lo que nos incumbe para el presente trabajo es la reacción que su propia hija tiene al observar a su padre: “¡Qué feo, mamá! ¡Qué miedo! ¡Es como el coco!”.12 Nos encontramos, pues, con una imagen o representación: el Coco. Éste ser irreal cumple la función de atemorizar a 11 Sigmund Freud, Lo siniestro, Buenos Aires, López Crespo, 1976, p. 65. 12 Manuel Gutiérrez Nájera, “Rip-Rip” en Cuentos y cuaresmas del duque Job, México, Porrúa, 1963, p. 74. 19 los niños. El Coco es un ser que también cumple la misión de que, sí los niños no van a la cama temprano, los raptará. Pero no es este desconocido ser el único que lleva a cabo tal cometido. Personajes semejantes los podemos encontrar en otras culturas y en otros tiempos, como, por ejemplo, el Sandmann en Alemania, el cual aunque su carácter tradicional es el de un personaje bondadoso, con Hoffmann adquiere una postura maligna,13 la cual más adelante se explicará y se analizará. Llegando a este punto, cabe justificar la relación que hago entre el Sandmann y el Coco. Ambos son personajes desconocidos físicamente (aunque se les den representaciones como, por ejemplo, el de un duende con un costal de arena, en sí ninguna persona les ha visto nunca) y los individuos más susceptibles a la posible presencia de cualquiera de estos dos seres, son los niños. Menciono esto porque podría pensarse que no existe relación alguna entre ambos seres, debido a la naturaleza de cada uno. Sin embargo, la siguiente cita puede servir de sustento a la analogía que llevo a cabo: Examinando material mitológico verdadera y propiamente dicho, o folklórico (especialmente materiales de literatura oral o popular), con independencia de la distinción entre mito y fábula, notamos la constante presencia de imágenes afines [...]: motivos que se repiten en las diferentes formas en que venimos a conocer cada caso, manteniéndose éstos a veces formalmente inalterados y otras veces con modificaciones relativas a 13 Hoffmann juega con esta primera imagen y, al igual que muchos escritores del Romantik, la transforma. De esto existen variados ejemplos, por citar uno nombraré la desmitificación del héroe por antonomasia, Aquiles, en la Penthesilea de Heinrich von Kleist. 20 la aparente naturaleza de los personajes y al proceso de la acción [...]. Sólo examinando de vez en cuando cada conexión entre dos imágenes y evitando el sacar conclusiones sobre la naturaleza de una determinada imagen a partir de la confrontación de las varias conexiones en que tal imagen figura, es posible captar el valor de las conexiones arquetípicas.14 Una vez establecido un paralelismo entre dos personajes de distintas culturas, como lo son el Coco y el Sandmann (hombre de arena), sólo nos restaría agregarles el valor de representaciones arquetípicas, ya que su estado físico nos es desconocido (dichos personajes los hemos heredado de generación en generación sin preguntar cuál es el origen de los mismos), a pesar de que éstos se manifiestan, en tal caso, infundiendo temor a los pequeños (seres vulnerables, los niños, por naturaleza) o incitándolos a hacer algo como el ir a la cama para dormir; y también “se presentan [...] como personalidades actuantes en los sueños y fantasías.”15 Esta figura del Sandmann será puesta bajo la lupa de las teorías jungianas, con respecto al inconsciente colectivo y los arquetipos, en el siguiente apartado. 1.1 La función que cumple el Hombre de Arena dentro de Der Sandmann14 Jesi Furio, Mito, Barcelona, Labor, pp. 119-122. 15 Carl Gustav Jung, op. cit., p. 44. 21 No nos deben parecer extrañas las similitudes que localicemos entre las narraciones antiguas y las contemporáneas. Las estructuras narrativas van cambiando, al mismo tiempo de que van surgiendo nuevas corrientes literarias y otros temas inéditos aparecen conforme la historia sigue su curso. Sin embargo, personajes que encontramos en cuentos actuales tienen sus raíces en las tradiciones propias de nuestros ancestros. Personajes como héroes, brujas, dragones o monstruos misteriosos, los vemos en narraciones como el Beowulf o en los cuentos que los hermanos Grimm recopilaron; y no nos sería muy difícil encontrar semejanzas entre estos seres y otros de la mitología clásica o de la misma narrativa contemporánea, como el héroe que emprende un viaje con una misión determinada. Estas personalidades viven dentro de leyendas, sagas, cuentos; habitan lugares desconocidos, geografías fantásticas; y, por supuesto, tienen una función determinada dentro de su existencia. Nuestros ancestros nos los transmiten por medio de narraciones imaginarias y, probablemente, nosotros los relataremos a las generaciones venideras. Uno de esos seres es el Sandmann, figura conocida en Alemania y que desempeña la función de invitar a dormir a los niños (en México su símil podría ser el Mago de los Sueños). Este personaje, “es un inofensivo gnomo que viene a echar arena a los ojos de los niños cuando ellos están cansados, facilitándoles así que se duerman rápidamente. Cuando se les entrecierran los ojos, la mamá dice que ya es tiempo de 22 irse a dormir, porque está por llegar Das Sandmännchen”;16 -esta última palabra es el diminutivo de Sandmann (Hombre de Arena), lo cual nos da otra prueba del carácter inofensivo de dicho personaje-. Sí bien esta enigmática figura no podría ser causa alguna de temor en los niños; ya que éste los ayuda a dormir (incluso sé de la existencia de un programa de televisión en Alemania, donde este personaje, el Sandmann, divierte a los pequeños antes de invitarlos a que duerman), en el texto que nos ocupa, esta figura toma dimensiones aterradoras; su configuración arquetípica ya no ofrece protección ni ayuda; por lo contrario, se transforma en algo amenazador. Esto podría deberse a que, según Jung, todos los arquetipos tienen un aspecto positivo y uno negativo17 y en este caso la persona que se dio a la tarea de cambiar el aspecto positivo de tal personaje, o que percibió lo negativo fue Hoffmann. Entrando de lleno en el texto que nos concierne; Nathanael, el protagonista, que tan sólo es un niño, pasa las tardes conviviendo con sus padres; empero, al momento en que el reloj marca las nueve de la noche, la madre de éste cambia su semblante, adoptando su rostro un rictus de tristeza y manda a Nathanael y a su hermana a la cama con la advertencia de que el Hombre de Arena llegará: An solchen Abenden war die Mutter sehr traurig und kaum schlug die Uhr neun, so sprach sie: „Nun Kinder! – zu Bette! Zu Bette! Der 16 Marcela Hortensia Bañuelas Cervantes, Análisis de problemas y fallas de la traducción del alemán al español de El Hombre de Arena de E. T. A. Hoffmann. Tesis de licenciatura, Universidad Nacional Autónoma de México, 1992, p. 6. 17 Cfr. Carl Gustav Jung, op. cit., p. 44. 23 Sandmann kommt, ich merke es schon. „ Wirklichn hörte ich dann jedesmal etwas schweren langsamen Tritts die Treppe heraufpoltern; das mußte der Sandmann sein.18 En la cita anterior, plasmo los primeros momentos en que el protagonista tiene contacto con la figura del Sandmann; que, si bien en un comienzo no inspira terror a Nathanael, sí produce cierta curiosidad en la mente del pequeño. En esta parte del cuento se utiliza la imagen de este ser como una amenaza real para que los niños no permanezcan en la habitación de trabajo del padre y se dirijan a la cama. Tan real es el peligro que percibe nuestro personaje, que incluso escucha los pasos del Hombre de Arena subir por la escalera. Sin duda la corta edad de Nathanael es un factor importante para que la figura arquetípica haga de las suyas en él; ya que, según Jung, “los arquetipos [...] se encuentran en cada individuo y ejercen su acción más intensa, es decir, hacen la realidad más antropomorfa, allí donde la conciencia es más limitada o más débil y donde la fantasía puede por lo tanto dominar los datos del mundo exterior.”19 La mente vulnerable de Nathanael recibe con incertidumbre la noticia del arribo del Hombre de Arena, y la parte consciente de su mente 18 Todas las citas en alemán se tomaron de E. T. A. Hoffmann, “Der Sandmann” en projektgutenberg.de, 5 de septiembre del 2007, http://gutenberg.spiegel.de/?id=5&xid=604&kapitel=1#gb_found “Aquellas noches, mi madre se ponía triste y, cuando el reloj daba las nueve, nos decía “¡Niños, a la cama, a la cama, que viene el hombre de la arena!”. Apenas pronunciaba estas palabras, oía yo en la escalera el ruido de unos pasos pesados: debería de ser el hombre de la arena”. Todas las citas fueron tomadas de la traducción de Carmen Bravo-Villasante en E. T. A. Hoffmann, Cuentos, I, Madrid, Alianza, 2002, p. 58-59. 19 Carl Gustav Jung, op. cit., p. 63. 24 va creando, poco a poco, no sólo una inseguridad en él, sino que ésta va desarrollando un temor, un miedo; debido a que tal personaje le es desconocido (físicamente). He aquí donde comienza lo sombrío y donde vemos reflejado el hecho de que casi todo lo desconocido causa temor; (estos tres conceptos –sombrío, desconocido y temor- se pueden resumir en uno solo: das Unheimliche) al tiempo de que también podemos percatarnos de que Nathanael, ya que es tan sólo un niño, carece de las herramientas psicológicas para darle una respuesta coherente al hecho de que tal vez existe un Hombre de Arena, o al hecho de que escucha sus pasos subir por la escalera. El aparato psíquico de Nathanael, el cual, por ser éste un niño, no se encuentra tan evolucionado, se podría comparar con el grado de avance que ha alcanzado el aparato psíquico del hombre primitivo, ya que nuestros ancestros no contaban, como los niños, con herramientas científicas u objetivas para darle una explicación a sucesos naturales; de ahí la afirmación que el protagonista hace al escuchar las pisadas sobre los peldaños de la escalera: “das mußte der Sandmann sein.“20 El pequeño no intuye que los pasos que él escucha pueden ser los de cualquier persona y no los de un ser fantástico. La respuesta que Nathanael le otorga a sus dudas con respecto al Hombre de Arena no la encuentra en sus experiencias vitales individuales, ya que carece en gran suma de éstas. Es, entonces, el inconsciente el encargado de afirmar la existencia de aquel ser, claro 20 “debería de ser el hombre de la arena” E. T. A. Hoffmann, op. cit., p. 59. 25 está, avalado por la madre, la cual es la autoridad y utiliza esta postura para atemorizar al niño. La parte más profunda de la mente del protagonista confiere las imágenes aterradoras que poco a poco va percibiendo la parte consciente de éste; ya que en este lugar se encuentran arraigados los símbolos o las figuras arquetípicas que nuestros ancestros daban a los sucesos desconocidos. La amenaza de la llegada del Hombre de Arena es un suceso que pone en estado de alerta al protagonista; tal acto estimula su imaginación y eleva los niveles de energía que Nathanael tiene, y es esta energía la causante de que los contenidos inconscientes salgan a flote: Resulta entonces posible que lo inconsciente albergue contenidos que posean una tensión energética tan grande que en otras circunstancias debieran ser perceptibles para el yo. Enla mayoría de los casos no son contenidos reprimidos sino contenidos que todavía no han llegado a la conciencia, es decir, contenidos subjetivamente realizados como, por ejemplo, los demonios y dioses de los primitivos [...]. Este estado no es patológico ni tampoco es algo extraño, sino que es el estado normal primitivo.21 Otras palabras que de la misma manera justifican la transmutación de un contenido consciente a uno inconsciente y que, al igual que la anterior cita, son expuestas por Carl Gustav Jung, son las siguientes: “los contenidos de consciencia caen por debajo del umbral y se vuelven 21 Carl Gustav Jung, op. cit., p. 120. 26 inconscientes debido a una pérdida de energía y [...] los procesos inconscientes se vuelven conscientes por un acrecentamiento de energía”.22 Ahora bien, la tranquilidad de Nathanael ha sido alterada. La amenaza de la llegada del Hombre de Arena es real, esto lo aprecia en el rostro de la madre, incluso él mismo percibe sus pasos por la escalera. El pequeño busca una respuesta a sus dudas. Pregunta a su madre sobre este misterioso ser y ella le responde que tal personaje no existe. Sin embargo, tal explicación no lo convence y, movido por la curiosidad, decide preguntarle a otra persona, a la anciana que cuidaba de su hermana. Empero, la respuesta que esta alte Frau le brinda al niño, contrasta bruscamente con la respuesta de su madre: “Ei Thanelchen”, erwiderte diese, “weißt du das noch nicht? Das ist ein böser Mann, der kommt zu den Kindern, wenn sie nicht zu Bett gehen wollen und wirft ihnen Händevoll Sand in die Augen, daß sie blutig zum Kompf herausspringen, die wirft er dann in den Sack und trägt sie in den Halbmond zur Atzung für seine Kinderchen; die sitzen dort im Nest und haben Krummen Schnäbel, wie die Eulen, damit picken sie der unartigen Menschenkindlein Augen auf“.23 22 Ibidem, p. 119. 23 “¡Ah, Thanelchen! –me contestó-. ¿No le conoces? Es un hombre muy malo, que viene en busca de los niños cuando se niegan a acostarse y les arroja puñados de arena a los ojos, los encierra en un saco y se los lleva a la luna para que sirvan de alimento a sus hijitos; éstos tienen, así como los mochuelos, picos ganchudos, y con ellos devoran los ojos de los niños que no son obedientes.” E. T. A. Hoffmann, Op. cit., p. 59. 27 Estas últimas palabras son el detonante de la angustia de Nathanael. La imagen terrorífica del Sandmann escapa de lo más recóndito de la psique del pequeño y emerge caracterizando las más espeluznantes formas. La explicación de la vieja hizo que el inconsciente del pequeño arrojara, hacia la parte consciente del mismo, una serie de íconos que vivían ocultos bajo el subsuelo de la mente del chico; ya que en esta parte habitan “fuerzas psicológicas inconvenientes o reprimidas que no hemos pensado o que no nos hemos atrevido a integrar a nuestras vidas [...]. Pero por otra parte, una palabra casual, el olor de un paisaje [...] o la mirada de un ojo pueden tocar un resorte mágico y entonces empiezan a aparecer en la conciencia mensajeros peligrosos”:24 Der Sandmann hatte mich auf die Bahn des Wunderbaren, Abenteuerlichen gebracht, das so schon leicht im kindlichen Gemüt sich einnistet. Nichts war mir lieber, als schauerliche Geschichten von Kobolten, Hexen, Däumlingen usw. zu hören oder zu lesen; aber obenan stand immer der Sandmann, den ich in den seltsamsten, abscheulichsten Gestalten überall auf Tische, Schränke und Wände mit Kreide, Kohle, hinzeichnete.25 24 Joseph Campbell, El héroe de las mil caras, México, Fondo de Cultura Económica, 1972, p. 15. 25 “El hombre de la arena me conducía a la esfera de lo maravilloso, de lo fantástico, idea que tan fácilmente germina en el cerebro de los niños. Nada me agradaba tanto como oír o leer cuentos de espíritus, de hechiceros y de duendes; pero, a todo esto, se anteponía el hombre de la arena, cuya imagen dibujaba yo con yeso o carbón en las mesas, en los armarios y en las paredes, representándolo bajo las figuras más extrañas y horribles”. E. T. A. Hoffmann, op cit., p. 60. 28 Se ha transgredido la frontera entre lo real y lo fantástico, entre el mundo de lo imaginario y lo material, la imagen arquetípica ha sido liberada del inconsciente del pequeño y, una vez que ésta ha hecho acto de presencia en la vida de Nathanael, le será muy difícil a éste último poder escapar de ella. Nathanael crece, pero el relato de la anciana sigue vigente en él. Comprende que un ser de tal naturaleza no puede existir, empero, el terror que siente al recordar a esta figura es fuera de lo común. Lo siniestro no desaparece conforme pasa el tiempo, ya que la persona desconocida sigue visitando la casa de Nathanael, sube las escaleras y éste, al escucharlo, vuelve a sentir pánico: Schon alt genug war ich geworden, um einzusehen, daß das mit dem Sandmann und seinem Kindernest im Halbmonde, so wie es mir die Wartefrau erzählt hatte, wohl nicht ganz seine Richtigkeit haben könne; indessen blieb mir der Sandmann ein fürchterliches Gespenst, und Grauen –Entsetzen ergriff mich, wenn ich ihn nicht allein die Treppe heraufkommen, sondern auch meines Vaters Stubentür heftig aufreißen und hineintreten hörte.26 Ahora bien, para seguir analizando al Hombre de Arena bajo la lupa del psicoanálisis del mito o mitocrítica, es conveniente hacer las 26 “Ya mayor, yo comprendía muy bien que el cuento de la anciana sobre el hombre de la arena y sus hijos en la luna podía no ser verdad; sin embargo, este personaje seguía siendo para mí un fantasma terrible, y me espantaba cuando le oía subir la escalera, abrir bruscamente la puerta del gabinete de mi padre y cerrarla después”. Ibidem, pp. 59-60 29 similitudes correspondientes; me refiero a que no podemos afirmar que el Hombre de Arena es una representación arquetípica, si no lo demostramos con ciertos paralelismos y con una base teórica. Para dicha tarea me basaré en la obra de Joseph Campbell, El héroe de las mil caras, la cual saca a la luz ciertas características que encierran los mitos, las leyendas, las tradiciones populares y los rituales. Tales peculiaridades llegan a tener cierta semejanza en distintas partes del mundo, así como también en distintas épocas. Por las características antes mencionadas, esto vendría a ser, como ya lo he mencionado, lo que Jung denomina inconsciente colectivo. Sin embargo, la obra de Campbell alude más a lo religioso, por eso no puedo dejar de mencionar que muchos cuentos tienen connotaciones mito-paganas. Creo, pues, conveniente hacer este paréntesis justamente en esta parte del trabajo, ya que lo subsecuente en el relato necesita, para su respectivo análisis, no sólo un sustento teórico, sino también la comparación con otros textos, para así poder afirmar que el Hombre de Arena posee un carácter arquetípico. Aclarada la parte referente al material en el cual me apoyo para el presente trabajo, volvamos al texto que nos ocupa. 30 1.2 El cruce del umbral Una parte importante dentro de Der Sandmann, es el hecho de que Nathanael rebasa la línea de lo ordinario. Con esto me refiero a que cualquier otra persona no sería capaz de enfrentarse al siniestro ser que representa el Hombre de Arena. Las personas comunes viven tranquilas bajo la protección que les brinda el estar alejados de lo desconocido, el hombre ordinario vive feliz bajo la protección de la misma sociedad y los niños se sienten protegidos bajo el abrigo de la madre; en fin, “la persona común está no sólo contenta sino orgullosa de permanecer dentro de los límites indicados y las creencias populares constituyen la razón de temer tantoel primer paso dentro de lo inexplorado”.27 Pero él no es una persona común. El pequeño Nathanael sigue los pasos de un héroe, aunque lejos esté de serlo, al enfrentarse a lo desconocido. Movido por la curiosidad el chico, que cuenta con tan sólo diez años, rebasará el umbral de lo siniestro, aunque las consecuencias sean, como lo vemos al final del relato, funestas: Als ich zehn Jahre alt geworden, wies mich die Mutter aus der Kinderstube in ein Kämmerchen, das auf dem Korridor unfern von meines Vaters Zimmer lag. Noch immer mußten wir uns, wenn auf den Schlag neun Uhr sich jener Unbekannte im Hause hören ließ, schnell entfernen. In meinem Kämmerchen vernahm ich, wie er bei dem Vater hineintrat und balddarauf war es mir dann, als verbreite sich im Hause ein feiner 27 Joseph Campbell, op. cit., p. 77. 31 seltsam riechender Dampf. Immer höher mit der Neugierde wuchs der Mut, auf irgend eine Weise des Sandmanns Bekanntschaft zu machen. Oft schlich ich schnell aus dem Kämmerchen auf den Korridor, wenn die Mutter vorübergegangen, aber nichts konnte ich erlauschen, denn immer war der Sandmann schon zu Türe hinein, wenn ich den Platz erreicht hatte, wo er mich sichtbar werden mußte.28 Nathanael, como lo he indicado, se arma de valor y decide encarar la presencia del Hombre de Arena. Al momento de tomar él esta decisión, y para el presente trabajo, no podemos seguir observando a Nathanael tan sólo como un pequeño, ya que ante nosotros aparece un personaje clásico tanto en las literaturas, como en los mitos y las leyendas: el héroe. Así como las mitologías populares y las religiones, los cuentos también poseen dentro de sí a esta singular figura (este es un argumento que nos ayuda en el símil entre el mito y los cuentos de hadas). Una de las particularidades principales de este personaje –el héroe- es el valor; característica que adopta el pequeño Nathanael. Es justo en este instante, en cuanto Nathanael decide encarar al Hombre de Arena, 28 “Cuando tuve diez años, mi madre me retiró de la habitación de los niños y me instaló en un cuartito que comunicaba con un corredor, cerca del gabinete de mi padre. Todavía entonces sabíamos que debíamos acostarnos cuando, al dar la nueve, oyésemos pasos del desconocido. Desde mi habitación le oía entrar en la de mi padre, y poco después me parecía percibir un olor extraño. Con la curiosidad se despertó en mí el valor suficiente para trabar conocimiento con el hombre de la arena; muchas veces me deslizaba con la mayor ligereza desde mi cuarto al corredor, cuando mi madre se había alejado, pero sin lograr descubrir nada, pues el hombre misterioso había entrado siempre, cuando yo llegaba al sitio donde hubiera podido verle pasar”. E. T. A. Hoffmann, op. cit., p. 60. 32 cuando el niño adquiere el rol principal dentro de la obra. La decisión que ha tomado lo aleja de la gente ordinaria. Comparemos ahora la figura de Nathanael con otro personaje para observar un lugar común dentro de ciertas narraciones, cabe aclarar que esta característica no es propia de cuentos, también la podemos encontrar en mitos y leyendas. En El muchacho que nunca tembló de los hermanos Grimm, el protagonista adquiere el papel principal hasta que hace lo que las otras personas no se atreven a hacer, en este caso su hermano mayor; el cual, aunque más listo que el pequeño, no se atreve a afrontar la oscuridad, ni a aventurarse en lugares alejados: Érase un padre que tenía dos hijos; uno era muy listo y agudo, y aprendía cuando le enseñaban. Pero el más pequeño era muy bobo, no podía aprender nada y parecía no tener imaginación [...]. Le pidieran lo que le pidieran, el mayor estaba siempre dispuesto a hacerlo. Pero cuando su padre le mandaba a buscar algo por la noche a un sitio que estuviese oscuro o fuese apartado, él le contestaba: -No me mandéis allí, padre; sólo pasar por ese sitio me hace temblar.29 Si bien el hermano pequeño desconoce tanto el valor, como el miedo, al ser éste la única persona capaz de enfrentar los sucesos terroríficos, como el pasar solo la noche con siete ahorcados;30 viene a 29 Jacob y Wilhelm Grimm, “El muchacho que nunca tembló” en Cuentos de Grimm, México, Porrúa, 1971, p. 30. 30 Ibidem, p. 31. 33 convertirse en el objeto de atención de dicho texto, en el cual se relega al hermano mayor por su falta de valentía. Es entonces que Nathanael, al igual que el protagonista de El muchacho que nunca tembló, es una persona fuera de lo común. Por un lado la ignorancia de este muchacho que no tiembla, porque no conoce el miedo, hace que éste traspase la línea divisoria de lo normal, de lo seguro, del lugar común; y por otro, es la curiosidad del pequeño Nathanael, la causante de que éste adquiera valor y también se aventure a rebasar los límites de lo ordinario. Es entonces cuando podemos darles el sustantivo de héroes a ambos personajes para así poder seguir con el trabajo en torno a la mitocrítica en Der Sandmann. Para seguir con el tema del personaje que adopta una posición de héroe, tomaré otro cuento de los hermanos Grimm como ejemplo: Juan de Hierro. En dicho texto, es un bosque el lugar que retiene a la gente: una vez que los cazadores se adentran en este sitio, ya no se les vuelve a ver jamás; es por eso que nadie se atreve a introducirse en este misterioso bosque. Sin embargo, un valiente cazador extranjero es el que osa penetrar en tal lugar: “–Esa selva no es segura y temo que, si os aventuráis en ella, os quedéis dentro, igual que los otros. Contestó el cazador: -Señor, tomo la responsabilidad de mi riesgo. Y no temo a nada.”31 Esta última acción del cazador extranjero es la causante de que los hechos den un giro de su transcurso normal a una historia fantástica. Y, aunque el cazador es la figura destinada a rebasar el umbral de lo 31 “Juan de Hierro” en Ibidem, p. 195. 34 acostumbrado, de la seguridad, no es está ruptura de lo común la que le da el vuelco principal al cuento; es, más bien, cuando el hijo del rey se atreve a abrir la celda donde se encuentra un “Hombre de la Selva”, el cual fue llevado hasta ese reinado por el valiente cazador extranjero desde el misterioso bosque. Hasta este momento nos hemos topado con una similitud en las tres historias mencionadas -El muchacho que nunca tembló, Juan de Hierro y Der Sandmann-. La semejanza a la cual me refiero es definida por Joseph Campbell como el cruce del primer umbral. 32 Este escritor dice en El héroe de las mil caras, que “las regiones de lo desconocido (desiertos, selvas, mares profundos, tierras extrañas, etc.) son libre campo para la proyección de los contenidos inconscientes”.33 Es entonces que surge la figura protagónica para irrumpir tales lugares, para rebasar el umbral de lo seguro. Es un hecho también que las mitologías, las leyendas e, inclusive, las religiones instalan seres fantásticos, peligrosos, desconocidos, engañosos, etcétera, dentro de los lugares más alejados de los sitios donde habita la mayoría de las personas. Cada zona desierta, intransitable u oscura es, por lo regular, el hogar de algún personaje fuera de lo común. Al exterior de los sitios ordinarios no sabemos lo que podemos encontrar, y las mitologías están repletas de este tipo de historias. Tomaré un ejemplo que cita el mismo Campbell en El héroe de las mil caras, y que proviene de las tradiciones orientales, 32 Joseph Campbell, op. cit., p. 77. 33 Ibidem, p. 78. 35 donde existe también tanto el lugar desconocido e inseguro, como el personaje que tiene el valor para adentrarse a tal región: ...se puso en el caminoque llevaba a la ciudad de su padre, el rey. Avanzó hasta que llegó a cierto bosque. La gente que vivía en la entrada del bosque trató de advertirle.”Señor príncipe, no entréis en este bosque –le dijeron-, aquí vive un ogro llamado Cabello Pegajoso; mata a todos los hombres que ve.” Pero el príncipe era confiado y valeroso como un león de melena. Entró en el bosque y cuando llegó al centro el ogro se le apareció. El ogro había aumentado su estatura a la altura de una palmera; se había creado una cabeza tan grande como una casa de verano con un pináculo en forma de campana, unos ojos como cestos de limosna, dos colmillos como bulbos o capullos gigantes; un pico de halcón; la barriga estaba llena de ronchas y las manos y los pies eran verde oscuro.34 Continuando con el trabajo, cabe recordar el sustantivo que le he otorgado a Nathanael en esta parte del cuento, el de héroe. También he mencionado que, movido por la curiosidad, el pequeño Nathanael se arma de valor para encarar al Hombre de Arena. Lo que sigue es aclarar el sitio en donde convergen estas historias, ese lugar común en los mitos, las leyendas y los cuentos. Cuando Nathanael, llevado por el impulso de su curiosidad, decide esconderse en la habitación de su padre, que es donde entra el 34 Ibidem, p. 84. 36 misterioso ser, para saber de una vez por todas quién es ese Hombre de Arena; toma la decisión de rebasar la línea de la seguridad y penetrar en lo ignoto. En el caso de Der Sandmann no es un bosque el lugar inhóspito, ni una cueva, ni un mar profundo; el territorio en el que nuestro protagonista se adentra para enfrentar lo desconocido o lo peligroso es tan sólo el cuarto del padre. Éste es el sitio que cumple la función de ser la parte impenetrable. De hecho, el pequeño tiene que esconderse para acceder a él, ya que el acceso al mismo es prohibido por los propios padres al mandar al niño a la cama. Sin embargo, adentrarse en estas desconocidas regiones es transgredir las reglas que rigen el orden del mundo, al tiempo que enfrentar fuerzas desconocidas. También significa toparse con un “guardián” y “es mejor no sacar al guardián de los límites establecidos. Y, sin embargo; sólo atravesando esos límites, provocando el otro aspecto de la misma fuerza, o sea el destructor, pasa el individuo, ya sea vivo o muerto, a una nueva zona de experiencia”35 El niño entra en la habitación del padre como el héroe penetra en un misterioso bosque o en una oscura cueva. Nathanael pasa de lo ordinario a la aventura y “la aventura es siempre y en todas partes un pasar más allá del velo de lo conocido a lo desconocido; las fuerzas que cuidan las fronteras son peligrosas; tratar con ellas es arriesgado, pero el peligro desaparece para aquel que es capaz y valeroso”.36 Empero, el 35 Ibidem, p. 81. 36 Loc. cit. 37 valor de Nathanael no es mayor a su curiosidad, ya que, una vez situado en el cuarto del padre, el temor hace presa de él: Leise –leise öffnete ich des Vaters Stubentür. Er saß, wie gewöhnlich, stumm und starr den Rücken der Türe zugekehrt, er bemerkte mich nicht, schnell war ich hinein und hinter der Gardine, die einem gleich neben der Türe stehenden offnen Schrank, worin meines Vaters Kleider hingen, vorgezogen war. –Näher - immer näher dröhnten die Tritte – es hustete und scharrte und brummte seltsam draußen. Das Herz bebte mir von Angst und Erwartung. –Dicht, dicht vor der Türe ein scharfer Tritt – ein heftiger Schlag auf die Klinke, die Tür springt rasselnd auf! – Mit Gewalt mich ermannend gucke ich behutsam hervor.37 El chico ha cruzado el umbral y ha desafiado a las fuerzas de lo ignoto, se ha convertido en el héroe antes mencionado, ya que se ha arriesgado a una aventura sin la protección paterna. Pero el valor lo ha abandonado y tendrá que afrontar las consecuencias, debido a que “aunque los terrores retroceden ante una genuina preparación psicológica, el aventurero demasiado temerario que se atreve más allá de su profundidad puede ser vergonzosamente deshecho”;38 y es esto lo que le sucede al chico. Al observar por fin al Hombre de Arena, 37 “Entonces abrí suavemente... suavemente la puerta del gabinete de mi padre. Estaba sentado como de costumbre, silencioso e inmóvil, de espaldas a la pureta, y no me vio. Un momento después me oculté en un armario destinado a colgar ropa, que sólo se cubría con una cortinilla. Los pasos se aproximaban... cada vez más cerca... la campanilla resonó con estrépito. El corazón me palpitaba de temor y ansiedad... Junto a la puerta se oyen los pasos... y la puerta se abre bruscamente. No sin hacer un esfuerzo; me atrevo a entreabrir la cortina con precaución”. E. T. A. Hoffmann, op. cit., p. 61. 38 Joseph Campbell, Op. cit., pp. 82-83. 38 Nathanael sufre un gran impacto, ya que este personaje no es otro que Coppelius, un viejo conocido de la familia. Empero, el mismo Coppelius viene a ser aun más terrorífico que el propio Hombre de Arena que habitaba la mente de Nathanael, y el estar frente a esta horrible figura hará estragos en la mente del pequeño, a tal grado, que Nathanael nunca podrá liberarse de todo lo aterrador que para él representa Coppelius: Der Sandmann steht mitten in der Stube vor meinem Vater, der helle Schein der Lichter brennt ihm ins Gesicht! – Der Sandmann, der fürchterliche Sandmann ist der alte Advokat Coppelius, der manchmal bei uns zu Mittage ißt! Aber die gräßlichste Gastalt hätte mir nicht tieferes Entsetzen erregen können, als eben dieser Coppelius.39 Hemos visto hasta este momento todo lo que representa el Hombre de Arena. Este personaje es aquel ser que habita lugares recónditos o inexplorables, y adentrarse a tales sitios, es toparse con esta figura. El arquetipo de la figura desconocida, del misterioso ser de fuerzas sobrenaturales está esparcido alrededor del mundo y de las más diversas formas. Este Hombre de Arena, bien puede ser el dragón de las leyendas de caballeros, aquel que vive en las profundidades de una 39 “El hombre de la arena está delante de mi padre y la luz de los candelabros se proyecta en su rostro... Aquel ser terrible que tanto me espantaba es el viejo abogado Coppelius, que come algunas veces en casa. La figura más abominable no me hubiera causado tanto horror como la suya”. E. T. A. Hoffmann, op. cit., p. 61. 39 cueva, la cual ninguna persona se atreve a visitar por temor a encontrarse con esa bestia que, aunque quizá nunca ha sido vista, es capaz de destruir a los más osados. La historia se repite de diferentes formas; bien puede ser un valiente guerrero el que enfrenta los terrores que pudiese encontrar en un recóndito bosque, o bien puede ser la figura de un profeta que parte hacia profundos e inhóspitos desiertos, aun sabiendo que allí puede toparse con la serpiente que representa el diablo o el mal. Lo que debe de quedar claro, y de lo cual ya he explicado algo, es que los arquetipos no son, en sí, los acontecimientos físicos, son más bien las actitudes que las personas toman ante algunos sucesos;40 en este caso la forma en que Nathanael se comporta ante el hecho de que el Hombre de Arena visite su casa. Para concluir esta parte del trabajo, hay que tomar en cuenta que seguramente hay quien piensa que el pequeño Nathanael lejos está de compararse con la figura del héroe, que es tan sólo un enfermo mental y que sería un grave error calificar sus actitudes como conductas heroicas. Sin embargo, no podemos pasar por alto el hecho de que éste es un estudio de tipo psicoanalítico –psicoanálisis del mito o mitocrítica- donde en los personajes o hechos analizados y comparados con otras figuras,las semejanzas quizá no existan a simple vista; empero, podemos, y sin forzar el análisis, hallar dicha equivalencia en el contenido latente del texto; así que antes de cerrarnos a toda posibilidad de interpretación que 40 Cfr. Jung y Kerényi, op. cit., pp. 98-99. 40 nos ofrezca la obra, tengamos en mente que en verdad nunca sabremos lo que el autor quiso decir y esa incógnita existirá por siempre; es por eso, entre otras cosa, que la literatura es tan rica e infinita. 41 Capítulo 2. Psicoanálisis e introversión Hoy en día la crítica literaria nos ofrece un amplio horizonte por el cual podemos acercarnos a los textos. El psicoanálisis forma parte de este confín de métodos de aproximación a la literatura; y no sólo eso, mediante un estudio psicoanalítico podemos darle a la obra puesta bajo la lupa, una interpretación que bien puede ser válida. En este capítulo realizo un estudio de tipo psicoanalítico a Nathanael, personaje principal de Der Sandmann. No me cabe la menor duda de que esta clase de análisis lejos está de complacer a una gran parte de gente que se dedica, tanto a la literatura, como a la psicología. Sin embargo, investigaciones similares se han producido en abundancia; así que este trabajo lejos de ser innovador, se suma a un cúmulo de estudios ya antes elaborados. Comenzaré poniendo en énfasis el objetivo principal de un estudio psicoanalítico, y para esto recurriré a palabras de Terry Eagleton: “El psicoanálisis, además de ser una teoría sobre la mente humana, es un método para curar a quienes se considera mentalmente enfermos o perturbados”.1 1 Terry Eagleton, Introducción a la teoría literaria, México, Fondo de Cultura Económica, 1988, p.191. 43 Si bien la finalidad de este trabajo no es curar a ningún personaje – cosa que además sería imposible-, sí intentaré dar un diagnóstico de acuerdo al psicoanálisis de Nathanael, figura central en Der Sandmann. Cabe mencionar que este tipo de trabajos tienen su margen de error; sin embargo, el escudriñar en la mente o aparato psíquico de cualquier persona –personaje, autor, paciente- basándonos en las teorías psicoanalíticas, siempre arrojará resultados inexactos. Pero si observamos los estadios mentales que presenta el personaje que nos ocupa y seguimos los cambios del mismo, podemos darnos cuenta de que el método psicoanalítico nos facilitará el camino hacia el resultado o valoración que arroje esta investigación. Antes de iniciar el trabajo, y para llegar a la interpretación del mismo, me es menester aportar información acerca del marco teórico que utilicé en esta investigación: el psicoanálisis. 44 2.1 Teoría sexual Una hipótesis importante dentro de las teorías freudianas, es que el adulto es el resultado de un complejo proceso que da inicio en la infancia. Es bien sabido que para Freud el origen de las perturbaciones o enfermedades mentales (neurosis, psicosis) que un adulto pudiese tener, lo podemos hallar en la infancia del mismo: La investigación psicoanalítica se ha visto obligada a dirigir también su atención sobre la vida sexual infantil, pues los recuerdos y asociaciones que surgen en la imaginación de los enfermos durante el análisis de sus síntomas alcanzan siempre hasta sus primeros años infantiles. Todas las hipótesis que hemos formulado sobre este hecho concreto han sido confirmadas, punto por punto, en la observación directa de sujetos infantiles.2 Según Freud, los seres humanos desde que nacen tienen una vida sexual; sin embargo, al principio ésta presenta una total incoherencia debido a que sus tendencias a buscar el placer son parciales o independientes; digamos, pues, que “la sexualidad infantil, considerada en conjunto, no presenta ni centralización ni organización, pues todas las tendencias parciales gozan de iguales derechos y cada una busca el 2 Sigmund Freud, “Teoría sexual” en Introducción al psicoanálisis, Madrid, Alianza, 2002, p. 354. 45 goce por su propia cuenta”.3 En este punto nos topamos con las fases que el padre del psicoanálisis atribuye a la sexualidad del infante. En primer lugar está la fase oral, que es cuando el pequeño encuentra la fruición por medio de la boca; así pues, la primera fuente de placer para el infante vendría a ser el pecho materno, pasando después esta función a otros objetos como el chupón o el mismo dedo del pequeño. En la siguiente etapa, la zona erógena del infante es el ano, ya que el niño experimenta placer al defecar. Sin embargo, el sujeto aprende también “una nueva forma de dominio y manipulación de los deseos de los demás mediante la expulsión (“concesión”) o la retención del excremento.”4 Después está la etapa donde la zona encargada de recibir el placer son los genitales. Empero, para continuar con la descripción de la teoría psicoanalítica, creo conveniente retroceder un poco. Situémonos, pues, en la etapa donde el niño obtiene el placer por medio del pecho materno, ya que es éste el primer objeto que le brinda satisfacción al pequeño. Pero el goce que experimenta no sólo se debe a que obtiene el alimento para subsistir, sino también a que su boca es una zona erógena receptora de placer. Así pues, podemos ver que la madre ocupa desde entonces un lugar primordial en la vida del sujeto, para después llegar a ser, como Freud lo denomina en su Teoría sexual, el “primer objeto de amor”: 3 Ibidem, p. 369. 4 Terry Eagleton, op. cit., p. 184. 46 Este objeto, si no es ya el seno materno, es, sin embargo, siempre la madre. Decimos, pues, de ésta que es el primer objeto de amor. Hablamos, sobre todo, de amor cuando las tendencias psíquicas del deseo sexual pasan a ocupar el primer plano, mientras que las exigencias corporales o sexuales, que forman la base de este instinto, se hallan reprimidas o momentáneamente olvidadas.5 Una vez que el pequeño tiene a la madre como un objeto de amor, se establece el llamado complejo de Edipo, el cual hace alusión a la tragedia escrita por Sófocles, donde se narra que el destino, dictado por un oráculo, de Edipo, hijo de Layo y Yocasta, es matar a su padre y desposar a su madre.6 Este complejo no es otra cosa que el deseo incestuoso que el niño siente para con la madre, poniendo como rival al propio padre. Veamos lo que Sigmund Freud dice al respecto: Vemos fácilmente que el pequeño ser quiere tener a la madre para sí solo, que la presencia del padre le contraría, que se enfarruña cuando el mismo da a la madre muestras de ternura y que no esconde su satisfacción cuando su progenitor se halla ausente o parte de viaje. A veces, llega incluso a expresar de viva voz sus sentimientos y promete a la madre casarse con ella.7 5 Sigmund Freud, op. cit., pp. 376-377. 6 Véase Sófocles, “Edipo Rey” en Tragedias completas, México, Letras universales, 1988, pp. 177-238. 7 Sigmund Freud, op. cit., p. 380. 47 Sin duda el infante abandona este deseo incestuoso, transfiriéndolo a otro objeto de naturaleza no incestuosa y reconciliándose con el padre. Empero, existe la posibilidad de que la conclusión no sea tan afortunada, tanto psicológica como socialmente, y es entonces cuando el individuo entra en una etapa de conflicto interno, por llamarla de algún modo, y se desarrolla en él una neurosis. “En este sentido es como el complejo de Edipo puede ser considerado como el nódulo de las neurosis”.8 Sin embargo, para adentrarnos en el tema de las neurosis, es necesario hablar de las represiones, así como también de los dos principios del suceder psíquico, lo cual realizo en el siguiente apartado.2.2 Represión y neurosis Es bien sabido que para subsistir el ser humano se ha visto en la necesidad de trabajar. Imaginemos una sociedad donde el trabajo no existiese. Seguramente las personas carecerían de elementos indispensables para sobrevivir, esto por un lado. Por el otro, cada individuo actuaría conforme se le antojase y buscaría saciar sus necesidades de una forma que perjudicaría a otros sujetos; por lo tanto, también su integridad estaría en peligro. En conclusión, sería una comunidad en caos, la cual no podría durar demasiado tiempo. Es por 8 Ibidem, p. 385. 48 eso que el ser humano tiene que reprimir ciertas tentaciones o impulsos y así formar parte de una sociedad en armonía. Cada individuo, para encajar en la sociedad, tiene que postergar ciertos placeres o en ocasiones eliminarlos, de lo contrario sería juzgado y castigado. Es así como se van formando las civilizaciones, por medio de leyes que rigen el comportamiento de sus integrantes; los cuales, llegan a convencerse de que si se pospone un deseo inmediato, el placer que después se alcance será mayor. Pero, ¿cómo es posible que los individuos alcancen este tipo de conductas? o, formulando la pregunta de una forma más acertada, ¿cómo se lleva a cabo este tipo de represión en las personas para así acoplarse a la vida en sociedad? Los dos principios del suceder psíquico nos darán la respuesta. 2.2.1 Los dos principios del suceder psíquico Una de las peculiaridades del ser humano es la vulnerabilidad que ostentamos al nacer. Estudios científicos nos han revelado la naturaleza prematura que poseemos una vez que abandonamos el vientre materno;9 es por eso que para asegurar la existencia, los humanos al nacer dependemos de personas de mayor edad, las cuales nos procuran los cuidados necesarios. Tal estadio, tanto físico como psíquico, hace que 9 Véase, por ejemplo, T. Berry Brazelton y Stanley I. Greenspan, Las necesidades básicas de la infancia, Barcelona, Graó, 2005, ó C. Henry Kempe (et al.), “El recién nacido” en Diagnóstico y tratamientos pediátricos, México, El manual moderno, 1983, pp. 40-93. , 49 los pequeños se habitúen a la obtención casi inmediata de todo lo necesario para sobrevivir. Empero, al mismo tiempo que el individuo obtiene estos recursos vitales, se percata que ciertas actividades pueden llegar a ser placenteras; por ejemplo, el mamar leche del pecho materno. Es entonces cuando el infante se da a la tarea de satisfacer la necesidad de obtener esas sensaciones placenteras que experimenta; lo comunica, a su manera, y vive para ello. Podríamos decir entonces que el niño se encuentra regido bajo el principio del placer, ya que debido a su precario estadio psíquico, el pequeño lo único que busca obtener es placer. Sin embargo, conforme el individuo crece, se da cuenta de que no puede seguir sometido únicamente a la búsqueda de fruición, ya que de continuar regido éste bajo el principio del placer, tendría que afrontar las consecuencias con la sociedad en que vive, las cuales serían, seguramente, un castigo o la exclusión de la misma. Debido a esto, las personas tenemos que reprimir la tendencia al placer inmediato y asegurar el bienestar propio y el de las personas que nos rodean. La sustitución que se lleva a cabo en nosotros es gradual y tal reemplazo nos aleja de nuestro mundo de fantasías y deseos para instalarnos el la realidad exterior. Es así que se sustituye el principio del placer por el principio de la realidad: “La sustitución del principio del placer por el 50 principio de la realidad […] no se desarrolla en realidad de una vez, ni tampoco simultáneamente en toda la línea”.10 Empero, el placer está allí y con la ausencia de éste la vida, quizá, no tendría sentido. Es por eso que la modificación que se realiza en el aparato psíquico con la sustitución del principio del placer por el de la realidad, no elimina del todo la tendencia hacia lo placentero. Las palabras de Sigmund Freud nos lo explican mejor: Así como el yo sometido al principio del placer no puede hacer más que desear, laborar por la adquisición del placer y eludir al displacer, el yo regido por el principio de la realidad no necesita hacer más que tender a lo útil y asegurarse contra todo posible daño. En realidad, la sustitución del principio del placer por el principio de la realidad no significa una exclusión del principio del placer, sino tan sólo un afianzamiento del mismo. Se renuncia a un placer momentáneo, de consecuencias inseguras, pero tan sólo para alcanzar por el nuevo camino un placer ulterior y seguro.11 Pero el reemplazo de principios no siempre tiene éxito y, en estos casos, las consecuencias son graves. En ocasiones la represión que una persona ejerce hacia su tendencia al placer es tan grande, que en su aparato psíquico se suscita un conflicto entre la realidad exterior y su propensión a la fruición. Sin embargo, debemos de tener claro que esa 10 Sigmund Freud, “Los dos principios del suceder psíquico” en El yo y el ello y otros escritos de metapsicología, Madrid, Alianza, 2004, p. 142. 11 Ibidem, p. 143. 51 búsqueda de placer está instalada en un tiempo pasado –fijación-, cuando tal tendencia no era reprimida. Es entonces que la disputa entre la realidad externa y la fijación llevan al sujeto a buscar una forma de sustituir el placer buscado y reprimido y surge una neurosis: “Sabemos ya que el neurótico se halla ligado a un determinado periodo de su vida pretérita durante el cual no se hallaba su libido privado de satisfacción y se sentía, por tanto, feliz”.12 Por ende, “los hombres enferman de neurosis cuando ven denegada la posibilidad de satisfacer su libido […], siendo los síntomas un sustitutivo de la satisfacción denegada”.13 Una de las causas que hacen que un individuo cambie del principio del placer al principio de la realidad es que éste en ocasiones se ve amenazado por la castración. Esto se debe a que el niño, en un estado de curiosidad sexual infantil, se percata de que la persona de sexo opuesto no posee el mismo órgano genital que él y no lo concibe. Es entonces que las amenazas de castración, que por lo general las lleva a cabo el padre, adquieren un tinte verídico. Tales intimidaciones son realizadas cuando el niño es sorprendido tocándose los genitales o, en ocasiones, cuando éste descubre a un adulto en el acto sexual. Cuando el niño ve en esta amenaza un peligro real, “cae de esta manera bajo el dominio de aquello que nosotros llamamos complejo de castración, cuya constitución influirá sobre su carácter si continua poseyendo una salud 12 Sigmund Freud, “Teoría sexual” en Introducción al psicoanálisis, Madrid, Alianza, 2002, p. 417. 13 Ibidem, p. 393. 52 normal, sobre sus neurosis si las contrae y sobre sus resistencias cuando es sometido a un tratamiento psicoanalítico”.14 2.3 Introversión, primer paso En adelante llevaré a cabo el estudio de tipo psicoanalítico en la persona de Nathanael. Los resultados que el presente análisis arroje estarán sustentados con las teorías freudianas, las cuales he expuesto anteriormente. Es importante recalcar esto, ya que en algunas personas este trabajo puede causar desacuerdos o resquemor. Para comenzar, recordemos que la obra en cuestión se inicia de una forma epistolar, donde el protagonista narra a su amigo Lothar el funesto impacto que le causó la visita de un vendedor de barómetros a su casa, para ofrecerle mercancía.15 Sin embargo, tal acontecimiento o, dicho de otra manera, tal impresión, tiene su origen en la infancia de Nathanael, la cual también es referida en la misma carta, debido a que éste reconoce
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