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La-politica-cultural-del-Gobierno-del-Distrito-Federal-19982001--el-Instituto-de-Cultura-de-la-Ciudad-de-Mexico-la-propuesta-cultural-en-la-gestion-de-Alejandro-Aura

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1 
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
 
 
 
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
LA POLÍTICA CULTURAL DEL GOBIERNO DEL DISTRITO FEDERAL (1998-2001): 
El Instituto de Cultura de la Ciudad de México, la propuesta cultural en la gestión de 
Alejandro Aura. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
T E S I S QUE PRESENTA: 
ELSA MAYRA PERALTA MÁRQUEZ 
PARA OPTAR AL TÍTULO DE: 
LICENCIADO EN CIENCIAS POLÍTICAS Y ADMÓN. PÚBLICA 
ESPECIALIDAD CIENCIA POLÍTICA 
 
 
 
 
 
DIRECTORA: 
 
DRA. GUILLERMINA BAENA PAZ 
 
 
 
 
MÉXICO, D. F., 2006. 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 2 
 
 
 
DEDICATORIAS: 
 
 
 
A mi madre por brindarme siempre su apoyo incondicional, 
la confianza que ha depositado en mi, 
y por amarme tanto. 
 
 
 
 
A Armando, por permitirme apoyarme en su brazo 
para tomar fuerza y poder cerrar este período, 
por su paciencia, comprensión, entusiasmo, compañía, 
y el amor que compartimos juntos. 
 
 
 
 
A mi deseo por cerrar este ciclo, 
A la esperanza de proseguir y abrir otros caminos, 
A mis sueños aplazados, 
Al tiempo invertido, 
A mi compañera: la melancolía, 
A circunstancias que me hicieron tomar este sendero, 
A mis días sin dinero, 
A mi cuerpo resentido por el estrés, la ansiedad y la fatiga, 
A mi mente por intentar lucidez, 
A mis tardes y noches sin amigos, 
 
 
 
 
A los seres que amo, mi cobijo, 
Al amor, mi corazón, 
A la música, mi alimento, 
A la danza, mi cuerpo, 
Al vino, mi sangre, 
A mis pensamientos, mi pasión, 
A mis sueños, mi alma y mi voluntad. 
 
 
 3 
 
 
 
 
 
 
 
AGRADECIMIENTOS: 
 
 
 
 
 
A toda mi familia, Papá, Diana, Homero, Gil, 
a mis sobrinas, mis cuñados, por sus muestras de cariño y comprens ión. 
 
 
 
 
 
 
Norma, por ser un ejemplo para mí 
y brindarme su apoyo durante la carrera. 
 
 
 
 
 
A mis amigas y amigos, 
con los que pude compartir este proceso 
y de los cuales siempre tuve una palabra de aliento y apoyo. 
 
 
 
 
 
Muy especialmente, 
a la Doctora Guillermina Baena Paz, 
por aceptar ser mi asesora de tesis. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 4 
Í N D I C E 
 Pág. 
 
PRÓLOGO……………………………………………………………………………… 7 
 
INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………… 9 
 
1. Política y Cultura …………………..………..………………………………………. 12 
 
MARCO CONCEPTUAL……………………………………………………………… 13 
 
1.1 Cultura y Estado…..………………………………………………………………... 13 
 
1.1.1 Definición de Cultura……………………………………………………………. 13 
1.1.2 El poder de la cultura……………………………………………………………. 15 
1.1.3 El estado y la cultura…………………………………………………………….. 17 
1.1.4 La educación……………………………………………………………………... 19 
1.1.4.1 La educación en México…………………………………………………………. 21 
 
1.2 Política cultural…………………………………………………………………… 24 
 
1.2.2 Noción de políticas culturales …………………………………………………... 24 
1.2.3 Modelos de políticas culturales………………………………………………….. 30 
 
1.3 Democracia y Cultura……………………………………………………………. 32 
 
1.3.2 La democracia ……….…………………………………………………………. 32 
1.3.3 Democracia cultural y democratización cultural………………………………… 36 
1.3.4 Globalización cultural…………………………………………………………… 41 
 
2. Panorama cultural en México y en el Distrito Federal ………..…………………. 54 
 
2.1 Panorama de la política cultural en México…………………………….……….... 54 
 
2.2 Líneas de la política cultural anterior a 1997 en el Distrito Federal…………… 63 
 
2.3 El Distrito Federal y las políticas culturales del nuevo gobierno electo............... 63 
 
2.3.1 La llegada de Cuauhtémoc Cárdenas al gobierno del Distrito Federal………….. 67 
2.3.2 El proyecto de ciudad y de políticas culturales de Cuautémoc Cárdenas………. 69 
 
3. El Instituto de Cultura de la Ciudad de México ….....……………….…………… 75 
 
3.1 Creación del Instituto de Cultura de la Ciudad de México (ICCM).................... 76 
 
3.1.1 El Decreto y la Ley del Instituto de Cultura de la Ciudad de México…………….. 76 
3.1.2 Programas………………………………………………………………………….. 77 
 5 
3.2 El proyecto cultural del ICCM……………………………………………………. 79 
 
3.2.1 Visión Política……………………………………………………………………... 79 
3.2.2 Visión Administrativa……………………………………………………………... 80 
3.2.3 Visión Social………………………………………………………………………. 81 
3.2.4 Visión Cultural…………………………………………………………………….. 82 
3.2.5 Visión de cultura de Alejandro Aura……………………………………………… 82 
 
3.3 Las acciones del ICCM durante la gestión de Alejandro Aura…………………. 83 
 
3.3.1 El fomento a la lectura y la literatura……………………………………………… 83 
3.3.2 Teatro y Cine……………………………………………………………….……… 85 
3.3.3 Danza y artes plásticas…………………………………………………………….. 87 
3.3.4 Museos y Centros Culturales……………………………………………………… 90 
3.3.5 Agrupaciones musicales y formación cultural…………………………………….. 94 
3.3.6 “La calle es de todos” y el apoyo a otros centros culturales…………….……….... 96 
3.3.7 Ciudad Refugio y Relaciones Internacionales…………………………………...... 99 
3.3.8 Cultura cívica, Información y Difusión cultural…………………………………... 102 
3.3.9 Resultados en cifras……………………………………………………………...... 105 
 
4. Evaluación de las acciones del ICCM durante la gestión de Alejandro Aura …. 109 
 
4.1 Participación de diversos sectores………………………………………………... 110 
 
4.1.1 Relación con artistas e intelectuales………………………………………………. 110 
4.1.2 Relación con la iniciativa privada…………………………………………………. 113 
4.1.3 Una ciudad incluyente y participativa…………………………………………….. 115 
 
4.2 Los tropiezos……………………………………………………………………….. 116 
 
4.2.1 Centro Cultural Ollin Yoliztli…………………………………………………….. 116 
4.2.2 El rayo láser, Trova para niños y Desfiladero…………………………………….. 118 
4.2.4 Las finanzas y el presupuesto.…………………………………………………….. 121 
 
4.3 De la Renuncia de Alejandro Aura a la Creación de la Secretaría de Cultura… 124 
 
4.3.1 El proyecto político de Andrés Manuel López Obrador………………………...... 124 
4.3.2 La Renuncia de Alejandro Aura…………………………………………………... 124 
4.3.3 La creación de la Secretaría de Cultura del D. F………………………………….. 127 
 
4.4 ¿Una política cultural democrática? …………………………………………….. 129 
 
4.4.1 Democratización cultural o democracia cultural .……………………………….. 129 
4.4.2 Aciertos y Desaciertos…………………………………………………………….. 133 
4.4.3 La cultura como botín……………………………………………………………… 138 
4.4.4 Propuestas…………………………………………………………………….…… 139 
 
 6 
CONCLUSIONES……………………………………………………………………… 143 
BILBIOGRAFÍA……………………………………………..……………………….... 146 
HEMEROGRAFÍA…………………………………………………………………...... 148 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 7 
PRÓLOGO 
 
Durante la carrera realicé dos proyectos de tesis, en las materias de taller y seminario de 
investigación política, de los cuales no me sentía segura. Pensaba en la necesidad de escoger un 
tema que me apasionará a lo largo de toda la investigación. 
 
Tome un curso de periodismo cultural, y asistí a diversas actividades culturales. De esta manera, 
participé como espectadora en diversas actividades del Instituto, sobre todo durante 1999 y el 
2000. 
 
Me percaté que la forma de hacer política cultural, que en aquel momento no sabía con claridad 
su significado, del Instituto de Cultura de la Ciudad de México, y en sí de la propuesta de 
gobierno de Cárdenas intentaba ser diferente a anteriores administraciones. Era diferente no sólo 
la oferta cultural sinocomo lo vivía la gente. Me hice varios cuestionamientos al respecto: ¿Si un 
espectáculo gratuito podía generar interés y gusto por la cultura en ciudadanos que nunca, o en 
raras ocasiones habían estado en contacto con estas expresiones culturales? ¿Fomentaría un 
mayor consumo cultural? ¿Generaría una actitud diferente en los capitalinos? ¿Si llevar la cultura 
a la calle y de forma gratuita generaba una democracia cultural?, etcétera. 
 
A partir de lo que pude observar y de lo que reflexioné es que decidí hacer mi tesis acerca de 
políticas culturales, aunque no tenía muy claro el sujeto a investigar, sin embargo, busqué 
bibliografía, quería saber que había sobre el tema, eso fue, entre 2000 y 2001, eran muy pocos los 
textos que hacían referencia a la política cultural. Tuve que aplazar la investigación por causas de 
una estancia en el extranjero, y luego, y en el Estado de Morelos. Fue hasta finales del 2003, al 
regreso a la ciudad que pude retomar el tema. En esta segunda búsqueda de información, encontré 
nuevos textos, sin embargo, aún eran pocos y sobre la política cultural en la Ciudad de México, 
no había nada, había textos sobre políticas culturales en el ámbito mundial, sobre Latinoamé rica, 
Europa y la política cultural del Estado Mexicano. 
 
Posteriormente, me dirigí a la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, deseaba saber sobre 
los programas que había realizado el Instituto, la población beneficiada, cifras de asistentes, 
etcétera. Pero, me encontré con que no había nada o no querían informar nada, sólo me 
proporcionaron la Ley de creación del ICCM y la abrogación de dicha ley, también una media 
cuartilla que me dictaron, en la cual me explicaban el porqué de la creación del ICCM. Después 
de lo encontrado, no sabía si continuar, ¿Cómo era posible que no hubiera casi nada? 
 
En una de mis búsquedas en las librerías de viejo encontré algunos textos sobre políticas 
culturales en México y una memoria sobre el trabajo del Instituto durante el gobierno de 
Cuauhtémoc Cárdenas y Rosario Robles, fue casi un milagro, tendría por lo menos datos oficiales 
para guiarme. Para completar y contrastar esta información requeriría de búsquedas en periódicos 
y revistas. Por lo tanto, la búsqueda en periódicos se realizó del año 1997 al 2002, además de 
información que tenía de años más recientes, y debido a las pocas investigaciones precedentes, y 
que demuestran que este tema no se ha trabajado lo suficiente, el material necesario para la 
investigación abarca material hemerográfico, bibliográfico e informes oficiales. 
 
Inicialmente, pensé que podría encontrar más información sobre los informes que anualmente dio 
Alejandro Aura ante la Asamblea Legislativa, las posiciones partidistas y los vacíos que habría en 
 8 
dichos informes. Cuando busqué estos aspectos en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, 
no hubo mayor respuesta, me dijeron que esa información no la tenían, por lo tanto, sólo a través 
de los periódicos podría tener nociones de estos informes. Otro aspecto, que no pudo ser incluido 
en la investigación y que en un inicio estaba considerado, fue una especie de muestra de la 
opinión de los ciudadanos, el problema es que hace años que se llevó a cabo esta política cultural, 
y la gente ya no la tiene tan presente, así como una entrevista con Alejandro Aura, quien se 
encontraba en España. Por lo tanto, lo poco que se obtuvo fueron las crónicas de los periódicos, 
lo que se mencionó en su momento, opiniones de gente cercana y lo que yo observé como 
espectadora. Una de las limitantes de la investigación, es la falta de datos precisos sobre el 
impacto real de los actividades culturales del Instituto en la calidad de vida de los capitalinos. 
 
La propia búsqueda de material demuestra que es un tema que hasta ahora va tomando mayor 
importancia, y por lo cual se están realizando más investigaciones al respecto, pero, que hasta 
hace poco no era considerado como muy importante dentro del estudio del campo de la Ciencia 
Política y de otras disciplinas. En la ciencia política las políticas culturales han sido estudiadas 
por su relación con el estado y con las instituciones públicas creadas para el desarrollo y difusión 
de la cultura. Pero, debido a los cambios globales, de la democracia, y de la misma sociedad, 
cada vez se vuelve más necesario renovar la visión que se tiene de las políticas culturales para 
convertirlas en verdaderos instrumentos para el desarrollo de la sociedad, con mejores políticas, 
ya no sólo culturales, sino educativas y hasta económicas. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 9 
INTRODUCCIÓN 
 
La política cultural comprende programas, proyectos y acciones culturales generales, para 
satisfacer las necesidades culturales y propiciar el desarrollo cultural de la población, por 
gobiernos federales, estatales, por universidades y por empresas privadas. 
 
Históricamente la cultura y el arte han sido áreas que el estado, la iglesia y los grupos en el poder 
controlaban para sus propios fines, debido a que los alcances que puede tener la acción cultural 
son inmensos. Por ello, desde el siglo XX fueron tomando mayor importancia el desarrollo de las 
políticas culturales. 
 
Las políticas culturales han devenido más importantes en la medida que en varios países, 
principalmente en Europa, se les ha considerado como una pieza importante en el desarrollo de la 
sociedad, se considera que puede contrarrestar algunos problemas que los gobiernos no han 
resuelto del todo. A su vez, cada vez se usa más a la política cultural para proponer programas 
que propicien el turismo cultural, para incorporarse y competir con demás ciudades globales del 
mundo. Y por lo cual, frente a la globalización cultural las políticas culturales públicas deben 
enfrentar muchos y nuevos retos. 
 
Las políticas culturales durante el siglo XX se redefinieron, al ser la democracia la propuesta de 
modelo idóneo de gobierno en el mundo, pues impulsa el respeto a los derechos humanos y a una 
relación armoniosa de las aspiraciones individuales y colectivas. 
 
De esta manera se han generado dos modelos de políticas culturales: la democratización cultural 
y la democracia cultural. El primero, se genera durante el periodo de transición a la democracia 
generado en los años setenta, comprende la distribución y popularización del arte y la cultura, 
llevar el consumo a más capas de la sociedad. El segundo, se dirige más a promover la 
creatividad, suscitar la creación, circulación y usos de la cultura en muchas direcciones, agentes y 
sectores sociales. La primera propuesta conlleva y es la base de la segunda. 
 
En México, el desarrollo de la política cultural ha sido lento y no se ha podido combatir la 
elitización, el bajo presupuesto e interés en la cultura. Hay un acceso y consumo desigual de la 
cultura. La cultura y la educación siguen siendo para unos cuantos. 
 
En el Distrito Federal la mayor parte de la infraestructura cultural existente está a cargo del 
gobierno federal, y tal parecía que los gobiernos locales anteriores a 1997, no mostraron interés 
en mantener y utilizar la infraestructura a su cargo. Además, la infraestructura existente estaba 
mal distribuida. 
 
El incipiente proceso democrático que vive el país, ha propiciado una revisión en áreas de la 
política, en este caso de la cultural. En 1997 se realizaron las primeras elecciones para jefe de 
gobierno del Distrito Federal. Este hecho creó muchas expectativas en la población capitalina y 
en algunos sectores, entre estos el cultural, en donde se veía con buenos ojos el arribo del 
Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solorzano a la jefatura capitalina, era el candidato del Partido de 
la Revolución Democrática (PRD), considerado de izquierda. Previo a las elecciones, dicho 
candidato recibió el apoyo de intelectuales y artistas. 
 
 10 
En aquel momento la gestión cultural estaba centrada en SOCICULTUR (Dirección General de 
Acción Cívica, Cultural y Turística) éstainstitución no tenía un proyecto definido. Desde los 
años ochenta se vio reflejado el adelgazamiento estatal en la disminución de presupuesto para 
esta área, sin embargo, se fundaron algunas casas de cultura y en 1990 se creo el Patronato y 
Fideicomiso del Centro Histórico. 
 
En las elecciones de 1997 obtuvo el triunfo el candidato del PRD, el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas 
Solórzano, dentro de su programa de gobierno se proponía impulsar actividades culturales con 
mayor impacto para la población, crear un Instituto de Cultura para la ciudad, y recuperar los 
espacios públicos. Es así, que crea este Instituto bajo la dirección del escritor y dramaturgo 
Alejandro Aura. 
 
Las políticas culturales para la ciudad proponían la recuperación del uso colectivo de espacios 
públicos, combatir la exclusión, generar nuevas formas de relación entre productores culturales e 
instituciones, etcétera. 
 
Durante los tres años el Instituto fue muy polémico, hubo posturas en favor y posturas en contra, 
algunos escándalos, pero muchas actividades culturales y una participación significativa de 
diversos sectores de la sociedad. 
 
Es innegable la influencia que esta política generó para un nuevo triunfo de este partido en las 
elecciones del 2000. A la llegada del Lic. Andrés Manuel López Obrador a la jefatura de la 
ciudad con una política de austeridad y de acercamiento, el presupuesto del 2001 del Instituto de 
Cultura se vio fuertemente reducido. Alejandro Aura sintió que no se estaba apoyando su labor y 
decidió renunciar a su cargo. Con la llegada del historiador Enrique Semo, se pasó del Instituto 
de Cultura a la Secretaría de Cultura y se redujeron programas. La política cultural de la ciudad 
no volvió a ser la misma. 
 
Y aunque ambas administraciones han sido polémicas, en mayor medida la de Alejandro Aura, 
fue tachada de realizar “pan y circo”, hubo ruido con respecto a las finanzas, problemas con el 
Centro Cultural Ollin Yoliztli, con el programa dirigido a niños, etcétera. Por lo tanto, es 
necesario, entre otros, conocer su eficacia real, las ganancias que le dejó al gobierno capitalino, la 
participación de distintos sectores y la aportación para llegar a una democracia cultural. 
 
Es importante el estudio del caso del ICCM por el movimiento que creó en torno a él. El intento 
de propiciar la participación de diversos sectores sociales, por lo polémico de su labor, por las 
diversas preguntas que estaban sin responder de esta política cultural. Independientemente de los 
resultados que se obtengan de esta investigación, es fundamental el estudio de las políticas 
culturales para en impulsar cambios significativos en la sociedad, y sería de gran utilidad en la 
política actual mexicana. 
 
Esta tesis parte de la hipótesis de que la política cultural impulsada por el Gobierno del Distrito 
Federal a través del Instituto de Cultura de la Ciudad promovió una democracia cultural en 
el Distrito Federal. 
 
Para responder a esta hipótesis, el trabajo de investigación está dividido en cuatro capítulos: 
 
 11 
1) Política y Cultura, 
2) Panorama cultural en México y en el Distrito Federal, 
3) El Instituto de Cultura de la Ciudad de México, 
4) Evaluación de las acciones del ICCM durante la gestión de Alejandro Aura; 
5) y las Conclusiones. 
 
De inicio se establecerá el marco teórico conceptual. Par a entender la problemática se expondrá 
el concepto de cultura, el poder de la cultura y la utilización que el estado le ha dado, la 
vinculación de la educación con la política cultural, la importancia de la política cultural, su 
vinculación con la democracia y la explicación de los modelos de democratización cultural y 
democracia cultural. La situación de la política cultural en el ámbito internacional, y los nuevos 
retos que tiene frente a la globalización cultural. 
 
En el segundo capítulo se aborda el panorama de la política cultural de nuestro país, los 
antecedentes de la política cultural en el D. F., antes de 1997, el ambiente generado en torno a las 
elecciones para Jefe de Gobierno del D.F., de 1997, el proyecto de gobierno para la ciudad y para 
las políticas culturales de Cuauhtémoc Cárdenas y del PRD. Y la llegada de éste al gobierno 
capitalino. 
 
El tercer capítulo comprende el trabajo del ICCM, su creación, los programas, el proyecto 
cultural del Instituto, sus visiones política, administrativa, social y cultural. Las actividades que 
realizó y sus resultados en cifras. 
 
El cuarto capítulo representa la evaluación de las acciones del Instituto, el vínculo que estableció 
con diversos sectores sociales, los tropiezos y dificultades que tuvo con algunas actividades y las 
finanzas. Posteriormente, se aborda la renuncia de Alejandro Aura, la postura del nuevo Jefe de 
Gobierno Andrés Manuel López Obrador ante la cultura y la Creación de la Secretaría de Cultura. 
El último apartado corresponde a la evaluación de dicha política, sus aciertos y desaciertos, sus 
alcances, la efectividad y las propuestas, para luego, establecer las conclusiones y dar respuesta a 
la hipótesis de la investigación y determinar si realmente la política del Instituto de Cultura de la 
Ciudad de México impulsó una democracia cultural en la capital. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 12 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
CAPÍTULO 1 
Política y Cultura 
 
 
 
 
 
 13 
MARCO CONCEPTUAL 
 
“Quién potencie, estúpidamente, la banalidad, 
el espectáculo adormecedor, la basura, el famoseo[…] 
marginando el sentido en las propuestas y apuestas culturales 
de su museo, festival de música, programación anual de teatro[…] 
 Sabe perfectamente lo que está haciendo. El poder de la cultura es incalculable. 
Con la diversión zombi como falsa cultura uno puede atontar y envilecer. 
Con la cultura del sentido, exaltar, seducir, vigorizar la sensibilidad, 
Facilitar ciudadanía con ideas[…] 
Ambas propuestas provocan respuestas impulsivas. Complejas. 
Lo que proponemos lo reciben los ciudadanos. 
Y se establece un diálogo. Con consecuencias..”1 
 
1.1 CULTURA Y ESTADO 
 
1.1.1 Definición de Cultura 
 
A lo largo del tiempo el concepto de cultura se ha vuelto más dificil de definir. Primero, habrá 
que comentar algunas de las definiciones y formas de ver la cultura. 
 
En un sentido más general, se ve a la “cultura” como cultivo de la mente, puede significar un 
estado de desarrollo de la mente, como “una persona culta”, los procesos de este desarrollo, así, 
como los intereses y las actividades culturales y los medio de estos procesos, como las artes y las 
obras humanas intelectuales en la cultura.2 
 
Desde una perspectiva humanista, la cultura puede significar el desarrollo armonioso de las 
facultades del individuo, el conjunto de conocimientos que adquiere y las creaciones que realiza. 
A ésta a veces se le agrega o sustituye por el significado social, en el cual la “cultura” es 
equivalente a “civilización”, la cultura viene siendo la expresión y representación que la sociedad 
da a ella misma en todas las ramas de su actividad sociocultural y en su diversidad. Está integrada 
no sólo por el conjunto de artes y las letras, sino también los modos de vida, derechos humanos 
fundamentales, el sistema de valores, las tradiciones y las creencias. Dentro de la cultura, la 
sociedad puede modificar sus condiciones de vida, representar la responsabilidad y la conciencia 
del ciudadano.3 
 
También puede existir la definición de cultura en un sentido ideológico en el cual se relaciona 
cultura con ideología. Considerando a la ideología como una visión totalitaria del hombre, es la 
estructura objetiva y de la cual, la cultura es la expresión subjetiva de la ideología. 4 La sociología 
de la cultura, igualmente, se ocupa de los procesos sociales y de toda la producción que pueda 
denominarse ideología. 
 
 
1Toni Puig, La (indi)gestión cultural, p. 214-2152 Raymond Williams, Cultura. Sociología de la comunicación y del arte, p.11 
3 Pierre Emmanuelle, La politique culturelle, p.17 
4 Ibidem, p. 18 
 14 
En un sentido más cercano a la acepción antropológica, la cultura es el conjunto de procesos 
donde se elabora la significación de las estructuras sociales, se las reproduce y transforma 
mediante ejercicios simbólicos, en ella es posible ver la socialización de las clases, sus 
concepciones políticas y el estilo que la sociedad adopta para su desarrollo.5 
 
Dentro del uso antropológico y sociológico de cultura como “todo el modo de vida”, podría 
decirse que, la cultura abarca la totalidad de las interacciones sociales mediante las cuales los 
individuos hacen y dan sentido a su mundo individual y colectivo. Además, mediante la cultura 
los hombres se imponen y cumplen reglas para su existencia y dentro de sus actividades. 
 
Hay quien dice que habría que redefinir el concepto de cultura para verla como “la huella y la 
calidad de la presencia del ser humano en el universo como parte de él: factor determinante de la 
calidad de la vida, el ingrediente básico para accionar todas las fuerzas creativas y constructoras 
de una sociedad que, como la nuestra, quiere encargarse de su destino, superar el atraso, el 
atascamiento político y hacer posible el acceso a más altos niveles de convivencia y de 
bienestar”. 6 
 
Tomando en cuenta las anteriores concepciones, hay que separar en dos planos la constitución de 
la cultura, lo que para José Joaquín Brunner es el plano microscópico y el macrosocial-público. 
El plano microscópico, más cercano a la acepción antropológica, corresponde a lo cotidiano, a la 
esfera privada, donde los individuos interactúan entre sí elaborando directamente un mundo de 
sentidos compartidos. El plano macrosocial, público y de procesos institucionales corresponde a 
la parte donde la cultura es elaborada, transmitida y consumida de manera, relativamente, 
especializada. Es decir, “el conjunto de agentes, instituciones (o aparatos), procesos y medios que 
se encuentran involucrados en una producción simbólica socialmente organizada para llegar a 
públicos determinados a través de específicos canales de comunicación”. 7 
 
En este sentido más especializado de cultura como actividades intelectuales y artísticas, ahora se 
incluyen además de las artes, formas tradicionales de producción cultural, y prácticas importantes 
como el lenguaje, las artes, la filosofía, el periodismo, la moda y la publicidad. 
 
Como el concepto de cultura implica diversas acepciones y la política cultural tiene que ver más 
con una modalidad de política pública, es que la cultura será considerada como “una constelación 
movible de circuitos culturales que se engarzan unos con otros y que se entreveran, por así decir, 
desde dentro de la sociedad”. 8Y se debe entender que la cultura que se considera dentro de las 
políticas culturales no es toda la cultura, sino la parte que comprende la dimensión macrosocial y 
pública, con los procesos institucionales a través de los cuales la cultura será abordada, 
transmitida y consumida. 
 
Por lo tanto, el análisis cultural debe considerar, los medios de producción y circulación y las 
formas y condiciones de la recepción para así poder considerar los contextos en que una cultura 
puede ser interpretada. 
 
5 Néstor García Canclini, Políticas culturales en América Latina, p. 25 
6 Manuel Espinoza, Uno y múltiple. El arte y la construcción social para la democracia. p. 32 
7 José Joaquín Brunner, América Latina: cultura y modernidad , p.205 -208 
8 Ibidem, p. 279 
 15 
El sistema de organización de la cultura moderna produce realidades simbólicas que son 
transmitidas o comunicadas a los llamados públicos, los cuales son identificados como 
consumidores de bienes simbólicos. Actualmente la esfera de la cultura se ensancha y se hace 
cargo de nuevos circuitos de producción y transmisión simbólica, y a medida que la cultura se 
vuelve más rica y compleja con la incorporación de muchas más técnicas artísticas desarrolladas 
con un alto grado de especialización, la distancia social de muchas de las prácticas se hace 
mayor, y se crea un conjunto inevitable, complejo, de divisiones entre los participantes y los 
espectadores de las diversas artes. Sin embargo, otros dirán que las fronteras de la cultura 
desaparecen, que más bien es una torre de Babel, en donde el mismo programa está en muchos 
países, con todos los idiomas, en donde, se universaliza la educació n, se llevan la pintura desde 
los cuadros a la calle y a los cuerpos, body art, performance, etcétera.9 
 
1.1.2 El poder de la cultura. 
 
La cultura siempre ha expresado un orden simbólico e institucional hegemónico cuya 
reproducción se realiza por medio de desigualdades que existen estructuralmente. En el caso del 
arte, y de acuerdo con la posición marxista, refleja la estructura socio-económica de la sociedad 
en la que es producido. 10 
 
Por lo tanto, la cultura es un fenómeno que no debe considerarse aislado de la vida social. Es un 
instrumento y reflejo de la sociedad. Existe una relación desigual entre las culturas y con ello una 
lucha de poder, en donde las culturas que se establecen como legítimas y verdaderas se enfrentan 
a otras que se consideran inferiores. 
 
La lucha de poder es descrita por Antonio Gramsci dentro del término dominación, entre la alta 
cultura ( la clase dominante) y la baja cultura (clase subalterna). La clase dominante “posee una 
concepción del mundo elaborada, sistemática, políticamente organizada y centralizada”, y ha 
logrado imponerla al resto de la sociedad.11 La baja cultura está representada en el pueblo, el cual 
está formado por el conjunto de clases subalternas existentes. 
 
El grupo dominante ejerce su hegemonía, a medida que ejerce este proceso, esta clase logra que 
sus intereses sean impuestos y reconocidos por las clases subalternas y que estos intereses sean 
asumidos como suyos, aún cuando vayan en contra de sus propios intereses. Esta hegemonía 
busca la homogeneidad, es decir, que ambas clases compartan los mismos intereses, a pesar de 
sus diferencias. 
 
En este sentido la cultura puede ser considerada como un espacio de conflicto entre las clases, al 
ser parte de la lucha por la hegemonía, puesto que todo lo que no es hegemónico es subalterno. 
 
Hay una participación desigual en el capital cultural de la sociedad; en la concepción de mundo 
de la clase dominante vuelta hegemónica y convertida en saber y hábitos (culturales) acumulados 
y que son transmitidos, incluso, examinables, de ahí que lo popular de la cultura consista en una 
 
9 Ibidem, p. 21 
10 Ibidem, p. 32 
11 Ana María Zubieta (dir), Cultura popular y cultura de masas. Conceptos, recorridos y pólemicas, p. 37 
 16 
apropiación desigual de los códigos culturales dominantes. Hay una presentación simbólica de 
grupos subalternos, en conflicto, desigual, con la cultura hegemónica.12 
 
Sin embargo, la hegemonía a pesar de ser dominante, jamás será total o exclusiva. Debido a que 
formas alternas u opuestas siempre existirán en el seno de las prácticas culturales (cultura popular 
y cultura subalterna), y, regularmente, al margen de la cultura hegemónica, por consiguiente, 
siempre habrá relaciones de poder y zonas de resistencia.13 Estas formas alternas se definen no 
por su origen sino por su posición, a partir de su relación con las prácticas hegemónicas. De un 
lado, el sistema de dominio, el aparato productor, y del otro las prácticas de “los dominados”, “el 
hombre ordinario”, “el consumidor innumerable”, “la masa anónima”, “la mayoría marginal”.14 
 
En el siglo XIX la cultura era como marca de distinción entre la burguesía, desde antes ya en la 
aristocracia europea, servía para controlar el acceso a los espacios donde se detentaba el poder. 
La alta cultura nunca fue patrimoniode los pueblos, lo que ha marcado una noción de distancia o 
alejamiento entre el hombre “superior” y la masa. 
 
Aún en la actualidad persiste en algunos sectores la idea de cultura como algo exclusivo de la 
aristocracia. En una conferencia Agnes Heller utiliza cultura, como cultura del gusto, en el que 
”el gusto no es democrático, sino aristocrático”. Ella reivindica el arte como cultura y la cultura 
como arte en las sociedades.15 
 
Siendo el arte uno de los aspectos más representativos históricamente de la cultura es que es 
indispensable abordarlo. Canclini menciona que a principios del siglo XX, “la obra deja de ser el 
fruto individual de un genio para convertirse en “el producto de las condiciones materiales y 
culturales de cada sociedad”. 16 
 
El gusto por el arte es producido socialmente y por ello, se considera que toda estética debería 
partir del análisis crítico de las condiciones sociales en que se produce lo artístico, los vínculos 
entre las formas artísticas y las estructuras sociales, el análisis socioeconómico de la 
comunicación y la intervención de lo psicoanalítico, de la estructura del inconsciente.17 Además, 
el arte es una manifestación ideológica y toda obra artística representa las contradicciones 
sociales y las del artista. En cierto sentido el arte culto existe, porque existen los dominados. La 
superioridad del arte dominante no sólo se expresa socialmente en su precio, y en sus lugares de 
exhibición, sino en la existencia y comparación con el otro arte, con el popular, que se mantiene 
relegado. 
 
Las culturas populares son resultado de la reproducción desigual de la sociedad, de la apropiación 
desigual de los bienes económicos y culturales por parte de los diversos grupos y clases, la forma 
en que los sectores excluidos elaboran sus propias condiciones de vida y satisfacen sus 
necesidades, y las luchas con las clases hegemónicas en torno a la apropiación de aquellos bienes. 
 
12 Brunner, op. Cit., p. 14. 
13 Ana Ma. Zubieta (dir.), op. Cit., p.40 
14 Ibidem, p. 85 
15 Merry Mac Masters, “Preservar la élite cultural implicará que la democracia sobreviva: Heller”, La Jornada, 30 de 
mayo de 2000, p. 3a 
16 Ana Ma. Zubieta (dir.), op. Cit., p. 231 
17 Ibidem, p. 232 
 17 
Lo popular es una posición ante lo hegemónico, son prácticas contrahegemónicas, alternativas y 
resistentes. La concepción del mundo popular esta ligada con la risa, con el aspecto festivo. El 
arte popular es un arte de liberación, representa la realidad del pueblo de una manera crítica. 
 
Sin embargo, actualmente, la cultura popular es cada vez más expuesta de manera masiva y 
continua, y en contacto con la cultura producida por los medios industriales de comunicación, 
información y entretenimiento, lo cual significa una destrucción, una manipulación y una 
homogeneización de todas las diferencias bajo la forma de una alienante cultura de masas o 
cultura industrial. 18 
 
La cultura es y ha sido una pieza fundamental en el desarrollo de las sociedades, sino es que su 
motor. Al ser reflejo y producto de las sociedades, y dependiendo del uso que se le de, puede ser 
generadora de transformaciones, de valores, actitudes, visiones de la vida, etcétera, al mismo 
tiempo que, puede mantener las relaciones de poder de acuerdo con la conveniencia del grupo 
privilegiado. 
 
1.1.3 El estado y la cultura 
 
Debido al poder de la cultura, ésta estuvo siglos atrás estuvo monopolizada por la iglesia y por el 
Estado. La iglesia tuvo el control de la educación y el conocimiento, durante varios siglos. En el 
caso del Estado, éste asumía la función de determinar que se difundía, y por medio del 
mecenazgo controlaba y orientaba el contenido de las expresiones culturales, sobre todo del arte, 
dirigiendolas hacia una empatía con sus políticas. 
 
En el siglo XVIII, la cultura es el ámbito donde surge la esfera pública. La cultura como fuente 
de capital simbólico, es usada como marca de distinción entre la aristocracia europea, cobra 
mayor importancia como medio de estratificación social, con la burguesía del s. XIX museos e 
instituciones culturales proporcionaban el control del acceso a los espacios donde se detentaba el 
poder.19 
 
En los siglos XIX y XX, la cultura se convirtió en un medio para introducir el control social, a 
través de la disciplina y la gubernamentabilidad. La cultura proporcionó una elevación 
ideológica, se determinó que las personas poseían un valor humano, el comportamiento de la 
gente cambió al pasar por escuelas y museos, las maneras de vestirse y de hablar. La cultura ha 
tenido sus usos políticos sea para promover una ideología específica, con fines clientelistas o para 
obtener favores en las relaciones exteriores. Como en el Estado mexicano, el auspicio clientelista 
del muralismo.20 
 
El apoyo a la creación artística viene desde hace muchos años, pasando po r el mecenazgo, de 
familias nobles y cortes europeas, por el patronazgo de familias que asumían una responsabilidad 
y un honor, es donde los patrones se apropiaban de la obra, pasando por los patrocinios en los que 
la obra de arte es vista como mercancía pública (fundaciones, organizaciones o por fondos 
públicos), hasta llegar el apoyo gubernamental que se hace por medio de las instituciones 
 
18 Brunner, op. Cit., p. 155 
19 Toni Puig , La (indi)gestión cultural, p. 192 
20 George Yudice, El recurso de la cultura. Usos de la cultura en la era global, p. 24 
 18 
culturales, que durante mucho tiempo el gobierno apoyo la creación artística, pero creaba 
dependencia, y tendía a dirigir los contenidos, tratando de ajustarlos a la ideología oficial, lo cual 
ha cambiado actualmente. 
 
A lo largo de la historia la esfera cultural ha interactuado con la esfera política y la económica. 
En la actualidad, principalmente en países europeos como Francia, la cultura y las artes son 
elementos de la política del Estado en el mismo término que la agricultura, la defensa o la salud. 
 
El estado se ha ocupado, principalmente, del patrimonio nacional, de los monumentos, museos, 
actividades artísticas cultas y populares (folclóricas) y, posteriormente, en algunos países, de 
sostener las industrias culturales y los espectáculos que no podrían subsistir sin una ayuda 
pública, favorece las actividades culturales y artísticas en el conjunto del sistema educativo y 
alienta el mecenazgo mediante su política fiscal.21 
 
La utilización política de la cultura y de las artes, ha sido con distintas finalidades desde el 
control, la manipulación, el prestigio, hasta lo que ahora el francés Christian Ruby llama el 
Estado “estético”, en el cual la sensibilidad favorece fácilmente contactos entre las personas, 
puede ser tomado al servicio de una política de la interacción para preservar la cohesión social.22 
Él llamado estado “estético” comprende todo estado democrático que acrecienta el rol de la 
sensibilidad y del juego en las relaciones entre los individuos, a fin de llegar a un momento en el 
que puedan estar lado a lado individuos diferentes. Lo cual podría permitir la heterogeneidad de 
las prácticas o de los comportamientos.23 
 
Es un Estado que para mantenerse, dirige las actividades cívicas hacia la moral o la fiesta. “Esta 
política de encanto visible o lisible y audible en los lugares públicos determinados, a partir de 
esculturas, de manifestaciones colectivas, pero también de exhortaciones, excita los recursos 
virtuales de los sentidos, ofrece a los ciudadanos las obras para reencontrarlas, al lado de los 
cuales pueda alimentar su imaginario de unidad”. 24 Sin embargo, la cultura y las artes no pueden 
servir de substituto a una política ausente o a una política reducida a la gestión del presente. 
 
Sobre todo en Europa y en países desarrollados los hombres de Estado y sus expertos de la 
administración cultural, los mediadores culturales, deciden sacar provechode las expresiones 
estéticas para procurar la relación con obras de arte, reencuentros con otros espectadores y 
propiciar alegrías colectivas. Se apoyan en los medios de comunicación, insisten en sentimientos 
de unidad a partir de fiestas, en incitar una coexistencia de sensaciones, de afecciones o de 
pasiones, tratando de favorecer una comunidad “estética”. Bajo el auspicio de la estética, 
procuran dar un sentido a las diferencias que atraviesan el cuerpo social y político. 
 
El dominio actual del neoliberalismo, hace que estas políticas incluyan la liberalización 
comercial, la privatización y la reducción, y en algunos casos la eliminación de los servicios 
subsidiados por el Estado, ha fomentado un proceso de desgubernamentalización, evidente en el 
 
21 Jean-Pierre Warnier, La mundialización de la cultura, p. 79 
22 Christian Ruby, L’ État Esthétique. Essai sur l’instrumentalisation de la Cultura et des arts, p. 5-6 
23 Ibidem, p. 46 
24 Ibidem, p.55 
 19 
retiro del Estado benefactor y su remplazo por instituciones diversas cada vez más generados por 
la sociedad civil y las organizaciones sociales. 
 
Actualmente el papel del Estado se está redefiniendo en el ámbito cultural. Ya no se le pide que 
administre la cultura, sino que sea un coordinador, que asegure la autonomía, la libertad y la 
circulación de las obras. Que multiplique las oportunidades de acceso, provea educación, 
distribuya equitativamente los medios de participación de la cultura o que subsidie determinadas 
actividades culturales, sobre todo las que no podrían existir sin su apoyo. 
 
1.1.4 La Educación 
 
La Educación es un bien cultural básico, es un bien en sí mismo, es una fuente de prestigio, 
comprende un conjunto de estímulos, información y enseñanzas que recibe durante su vida el 
individuo. Es esencial para el progreso de una sociedad o de una nación, fundamental en el 
desarrollo lleno de las capacidades de todos los hombres y mujeres de la sociedad. 
 
Desde los siglos XIX y XX los Estados del mundo se apoderaron de las escuelas con la finalidad 
de “inculcar a todos los niños los aprendizajes fundamentales que los conviertan en ciudadanos y 
trabajadores competentes, socializarlos en un proyecto nacional más o menos impuesto por una 
minoría, más o menos democrático y, en consecuencia, unificar al país alrededor de la cultura 
transmitida por la escuela”. 25 La escuela al ya no ser sólo destinada a los clérigos se va 
transformando en el instrumento normal de la socialización de la cultura y su iniciación en la vida 
de los individuos. 
 
La educación se encuentra dentro de la política social de los gobiernos, y ésta política tiene como 
tarea la resolución de problemas sociales y legitimación social de las acciones públicas, debe ser 
un factor de cohesión. Es por ello que la educación debe incidir en la solución de esas 
problemáticas. 
 
Para Gramsci, el Estado “tiene una concepción de la vida que debe difundir, educando a las 
masas nacionales”. 26 La escuela es en este sentido un hecho estatal de primera importancia, ya 
que la escuela tendrá la tarea de expandir una conciencia nacional difundiendo la lengua 
dominante en el Estado, la literatura del país y socializando un sentido de la historia y de la 
identidad nacional; durante los primeros años la educación crea conciencia de las raíces. 
 
Se debe revalorizar el papel de la educación en la consolidación del sistema democrático, pues la 
educación constituye ciudadanía, camino de movilidad social y económica, necesitamos una 
educación que forme al individuo. La educación es una formadora de la mirada sobre los 
diferentes, la diversidad y la multiculturalidad. 
 
El Estado debe garantizar la igualdad de oportunidades para todos y en todos los niveles 
educativos, y debe atender de manera eficiente la demanda, fomentar la calidad en la enseñanza, 
disminuir los desequilibrios regionales en materia educativa, incrementar el gasto público en 
educación y tener una política científica y tecnológica. Una educación democrática debe dar 
 
25 Jean-Pierre Warnier, op. cit, p. 75 
26 J J Brunner, op. Cit, p. 145 
 20 
calidad y respuesta a demandas y expectativas de alumnos, profesores, padres de familia y 
pluralidad educativa. 
 
Para el escritor Carlos Fuentes, “La educación es la base de la productividad en las economías 
desarrolladas las industrias que actualmente ocupan el lugar central de la vida económica son las 
productoras y distribuidoras de conocimiento e información, más que de productos materiales”. 
En la aldea global, “la información y el conocimiento, se han convertido en las principales 
productoras de riqueza”. Y reconocen a la educación como la raíz.27 
 
Si la educación desarrolla las capacidades cognoscitivas, afectivas y sicomotoras armónicamente, 
estimula a pensar y actuar como individuos creativos y responsables. Se podría contribuir en el 
desarrollo no sólo intelectual sino también emocional y psicológico de los niños y jóvenes, que 
son el 50% de la población mundial. Sin embargo, en México, 35 millones de personas hay sin 
instrucción básica. En ciencia y tecnología el país sólo invierte 0.3% del PIB. ¿Qué pasará con la 
educación superior que cada vez tiende a conformar un conjunto de subcircuitos, ahora 
organizados por el mercado y que se tiende hacia la privatización de los circuitos culturales?. 
 
Por todo lo anterior, la educación debe complementarse con las acciones de la política cultural, 
puesto que estas acciones pueden ampliar la labor de la escuela pública, que tiene grandes 
deficiencias. Pues, la educación transmite valores culturales nacionales y universales, hoy se 
necesita una educación integral e innovadora que forme y renueve, que permita tomar conciencia 
de la realidad de su tiempo y de su medio, que favorezca el florecimiento de la personalidad, la 
autodisciplina, el respeto a los demás y la solidaridad social e internacional. De esta manera, se 
hace necesaria la interacción y coordinación entre políticas educativas y políticas culturales. 
 
La escuela reproduce el saber, reproduce la capacidad intelectual del género humano, retransmite 
la cultura acumulada por el género humano. Con la escuela crece la capacidad de hacer al hombre 
consciente y responsable de sí mismo, con la cultura crece la responsabilidad del ciudadano, sin 
la cual la democracia misma estaría en peligro. Muchas cosas cambiarían si creciera la cultura, la 
responsabilidad y la escuela. 
 
Por razones administrativas, tal parece que hay una dicotomía entre cultura y educación, como si 
fueran dos cosas diferentes, se les separa presupuestalmente y esto afecta regularmente a la 
cultura. Debe borrarse esta línea que divide cultura y educación, pues hay muchos campos en que 
cultura y educación no sólo se aproximan y se entremezclan, sino que se unifican, la enseñanza o 
educación artística, que debe impartirse fundamentalmente a través del propio sistema educativo, 
para formar ciudadanos participativos y no sólo consumidores pasivos. Para un buen desarrollo 
social es indispensable la formación artística y el desarrollo de la creatividad en la educación 
básica. Para evitar las diferencias, las injusticias, la marginación y reconstruir una nueva 
sociedad. Las políticas culturales y educativas tienen una visión muy estrecha con respecto al 
desarrollo de esta área para la evolución social. Se debe cultivar la creatividad, enseñar a pensar y 
estimular el desarrollo de las facultades en cada individuo para que se vea reflejado en su 
quehacer social. Para ello la educación y la política cultural deberían trabajar en proyectos 
conjuntos. 
 
27 Adriana Malvido, “La educación, pesadilla o sueño para millones de personas”, La Jornada, 2 de junio de 1997, 
p. 25-26 
 21 
1.1.4.1. La Educación en México. 
 
En 1917 sepromulga una nueva Constitución en México. En esta nueva ley fundamental se alude 
a la cultura vinculándose con la educación. Desde 1946 rige la definición que hace de la 
educación una práctica democrática, en el sentido de ser la democracia, además de “una 
estructura jurídica y un régimen político”, un modo de vida basado en “el constante mejoramiento 
económico, social y cultural del pueblo”, y de contenido nacional, es decir, encargada de velar 
por la continuidad de la cultura del país y acrecentarla. Para dicha tarea, se creó la SEP 
(Secretaría de Educación Pública). 
 
De acuerdo con el artículo tercero de la constitución, la educación proporcionada por el Estado, 
tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano y fomentará el amor a la 
patria y la conciencia solidaria internacional, será gratuita, laica, promoverá y atenderá todos los 
tipos y modalidades educativas, fomentará en el alumnado sus habilidades para aprender con 
autonomía, así como los valores personales y sociales que constituyen la base de la democracia, 
incluye la educación superior, apoyará la investigación científica y tecnológica y alentará el 
fortalecimiento y la difusión de la cultura de México. 
 
Desde entonces, los gobiernos han intentado cubrir el mayor número posible de habitantes con 
educación básica. Actualmente la matrícula de estudiantes en el ámbito secundario ha aumentado 
como resultado de su incorporación a la educación obligatoria, la federalización educativa, la 
modificación curricular y el incremento en el número de egresados de primaria. En el año 2000, 
65% de los jóvenes llegó a los 18 años con la secundaria terminada. En el mismo año, 90% de los 
mexicanos llegó a los 15 años terminó la primaria, y con ello, ha disminuido el número de 
estudiantes de extraedad. 
 
El sistema de telesecundaria aplicado desde hace 30 años, preferentemente en las zonas rurales, 
ha sido una de las formas más eficaces en cobertura, de acuerdo con la SEP, pero no en calidad, 
los estudiantes que egresan de estos sistemas son de los que tienen los niveles más bajos de 
aprovechamiento escolar. 
 
El analfabetismo ha disminuido, gracias a los programas de educación para adultos, pero no ha 
cesado, aún existen núcleos de población que no saben leer ni escribir o presentan niveles de 
escolaridad baja. Sin embargo, la educación para adultos puede reorientarse para constituir una 
opción viable de educación permanente de los individuos, flexible y adecuada a sus 
requerimientos. Se dice que “la educación a lo largo de la vida o la educación permanente, se 
vislumbra como uno de los grandes paradigmas del siglo XXI y uno de los retos mayores que 
habrán de enfrentar las sociedades del futuro”. 28 
 
El medio indígena ha sido muy complejo debido a la diversidad de lenguas y la dispersión de los 
grupos étnicos en el territorio nacional. Se estima que en el año 2000, de acuerdo a datos 
oficiales, 66 mil indígenas participaron en los cursos de alfabetización y que seis de cada 10 de 
ellos lograrán concluir satisfactoriamente su aprendizaje en su lengua materna o en español.29 
 
 
28 Ibidem, p. 7 
29 Ibidem, p. 75 
 22 
En cuanto a la educación normal, a pesar que desde 1984, se elevó al grado a licenciatura, existe 
la carrera magisterial, y se supone hay una actualización constante del profesorado, no han 
podido contrarrestar del todo la gran deficiencia en la formación de los docentes (efectos de su 
propia formación educativa). Ayudaría una transformación integral de la educación normal. 
 
Actualmente en el ámbito mundial se exige la existencia de un Sistema Normalizado de 
Competencia Laboral. Normas nacionales por rama de actividad productiva, los cuales sirven 
para la capacitación laboral, pero principalmente de carreras técnicas. Es por ello, que en la 
educación técnica, sus instituciones renuevan sus programas de estudio con base en el enfoque de 
competencia laboral. Pero, este sólo satisface las necesidades del mercado y no busca una 
desarrollo integral real del individuo. 
 
En el caso de la Educación Superior, la cual procura una formación integral que busque satisfacer 
las aspiraciones individuales de los estudiantes al tiempo que responde a las necesidades del país, 
y debe facilitar el desempeño de sus egresados en un ámbito laboral. En el transcurso de la 
década de los noventa se incrementó 56% la matrícula, en el 2000 comprendía la cifra de 1.9 
millones de estudiantes. Ingeniería, junto con las ciencias sociales y administrativas agrupan más 
de 80% de la demanda en el tipo superior. Además del aumento de la matrícula, se ha 
intensificado la educación abierta y a distancia ( uso de las redes electrónicas e Internet). 
 
Uno de los problemas actuales, no sólo en México, sino también en otros países, es que los 
egresados de la Educación Superior, no han sido absorbidos por el sector productivo, muy pocos 
logran encontrar un trabajo que corresponde a su carrera. Para el 2010, sólo tres de diez 
egresados encontrarán trabajo en su área de estudio. 
 
Para el año 2000, el gobierno mexicano destinó 6.1% del PIB en educación, pero, ¿éste es el 
gasto nacional en educación? No del todo, pues comprende la suma de inversión del gobierno y 
las familias, es decir, el gasto público comprende aportaciones de gobiernos federal, estatal y 
municipal, más el gasto de los particulares, inscripciones y colegiaturas, los gastos de la familia 
en útiles, uniformes y transporte. Es por ello que en el año 2000, 4.2% provenían de la 
federación, 0.7% de los gobiernos estatales y municipales y 1.2% de los particulares, lo cual es 
poco si se compara con el gasto solamente público de varios países: Noruega 6.8%, Finlandia 
6.7% y Zimbawe 6.7%. 
 
En cuanto al gasto, en el año 2000 la educación básica concentra, en México, 83.4% de la 
matrícula total y 65.5% del gasto, en cambio la educación superior, con 5.5% de la matrícula, 
absorbe 18.5% del presupuesto. Además, el gasto público en primaria se distribuye de manera 
uniforme entre los hogares de ingresos bajos y medios, en secundaria, hay mayor ingreso a 
escuelas públicas de los estratos medios y altos. En la educación superior, el gasto público 
favorecerá más a las familias de ingresos medios y altos. 
 
La desigualdad en el gasto en educación, de cierta forma, contribuye y refleja la desigualdad 
social que existe en la población mexicana. Lo cual, permea también las circunstancias del 
aprendizaje. Los alumnos de familias de bajos ingresos presentan bajas tasas de terminación de 
estudios, presentándose con mayor frecuencia la deserción o no-continuación de estudios debido 
al haber un desempeño escolar insuficiente, y debido a causas socioeconómicas, desnutrición y la 
necesidad de incorporación temprana a actividades laborales. Aunque se han implementado 
 23 
programas como el PROGRESA, durante la gestión de Ernesto Zedillo y la continuación de dicho 
programa durante la administración de Vicente Fox, en el que se otorgaron becas, se entregan 
libros de texto gratuito, etcétera, aún son tareas prioritarias para el gobierno actual y los venideros 
el aumento en la inversión en infraestructura, mejorar la calidad, el nivel educativo, reducir el 
rezago y la deserción, y por supuesto, mejorar la calidad de vida de los mexicanos. 
 
A pesar de que el gobierno de la República tiene como propósito cubrir el derecho a la educación 
para lograr que la población del país cuente con oportunidades de formación y superación. 
Subsiste rezago que afecta básicamente a los grupos de población en condiciones de extrema 
pobreza, indígenas, medios rurales, trabajadores agrícolas itinerantes y muchos jóvenes que no 
logran accesar a la educación media superior y los tantos que no llegan a la universidad. Estos 
grupos se convierten en excluidos, que no acceden a una educación y a opciones culturales, que 
les permita mejorar su nivel económico, a tener una visión diferentede la vida. Algunos 
sobreviven con trabajos mal remunerados, forman familias a las cuales no pueden proporcionar lo 
básico, otros forman las filas del ambulantaje y la delincuencia; y todos en cierta medida anidan 
un gran resentimiento social. 
 
Las políticas educativas deberán hacer planes a largo plazo considerando que la población en 
edades de cursar la enseñanza media superior y la superior, entre 15 y 24 años, habrá alcanzado 
su máximo volumen histórico en el año 2010. Actualmente la cobertura de la educación media 
superior es deficiente sólo el 46% de la población entre 16 y 18 años cursa la educación media 
superior.30 
 
Uno de los graves problemas actuales a los que debe hacer frente la educación es la baja calidad, 
la inadecuada orientación y desvinculación con el sector productivo. Las actividades de 
capacitación son escasas y se ha agotado el proceso de desarrollo educativo, es necesario 
renovarlo. 
 
La escuela ha dejado afuera el conocimiento del valor humano, ético y placentero del saber. 
Salen sin gusto por las artes, el pensamiento, el lenguaje o la noción de pertenecer a esta 
civilización. La cultura se ha convertido en algo optativo, en un pasatiempo, si hay tiempo, 
entonces se estudia alguna disciplina artística. 
 
Las políticas educativas en todos los planos deben considerar diversos aspectos como: mejorar la 
calidad, equidad, eficiencia. Revisar y actualizar en forma permanente los planes y programas de 
estudio con el fin de adecuarlos a las necesidades específicas del entorno económico y social, 
actualizar y mejorar la preparación de los docentes, valorar su trabajo, social y económicamente, 
supervisar su trabajo, implementar nuevas pedagogías que faciliten el aprendizaje, incorporar las 
actividades artísticas para ayudar en la formación más integral de los ciudadanos. En la educación 
superior se necesita brindar atención a la demanda creciente, la diversificación de la oferta y la 
vinculación con el ámbito laboral. Para todo ello, se necesita de un aumento del gasto público en 
educación 
 
De continuar la tendencia al empobrecimiento y la exclusión social y productiva, se alejará más 
la posibilidad de un desarrollo económico y social equilibrado, para la ciudad y el país. Parte de 
 
30 Dulce Ma. Nieto de Pascual Pola (coord), El perfil de Educación en México, p. 45 
 24 
esa exclusión es la falta de acceso a la educación y al arte. Para contrarrestar esta tendencia, es 
necesario proponer una política educativa que fortalezca los lazos que nos identifican a todos los 
mexicanos, que fortalezcan la unidad nacional, que favorezcan una cultura democrática, la 
participación de los individuos, con valores universales y una visión integral del ser humano, 
fomentando la creatividad, las habilidades artísticas y la inquietud por la cultura; que ofrezcan 
oportunidades educativas favoreciendo la superación de los pueblos indígenas, de los 
campesinos, los que viven en las zonas conurbadas de la ciudades, en las colonias más 
conflictivas, etcétera. 
 
Se debería considerar el propósito de educar a la sociedad, impulsar la educación como un 
proceso a lo largo de la vida, el proyecto de Educación para la sociedad, ofrecer opciones 
educativas de recreación y cultura, elaboradas por distintos sectores de la sociedad: padres de 
familia, niños, jóvenes, adultos, grupos indígenas y población con algún tipo de discapacidad, 
entre otros. 
 
Es necesario que se vincule la política educativa con la política cultural, no unir ambas en una, 
pero, crear muchos vínculos de colaboración y tener algunos objetivos en común. Ambos 
aspectos de la política tienen como finalidad el fomentar una cohesión social y favorecer el 
desarrollo de seres humanos, y por lo tanto de ciudadanos más integrales, en su desarrollo 
intelectual, en sus habilidades y en sus aspiraciones, seres armoniosos consigo mismo y con su 
entorno, que propicien la transformación de la sociedad, que amen a su país y que puedan 
integrarse como ciudadanos del mundo. 
 
1. 2. Política Cultural 
 
1.2.1 Noción de políticas culturales 
 
Hemos visto la importancia que ha tenido la cultura y como ha estado vinculada con el poder, y 
es en este sentido que cualquier intento de desarrollo en un país, además de considerar el aspecto 
económico y social, también debe ser considerado el cultural, si es que se busca la relación 
armónica entre individuo, sociedad y estado. 
 
En las primeras décadas del siglo XX, la llamada “política cultural” se relaciona con el 
mecenazgo oficial, expresado en el interés del Estado en fomentar la formación artística, los 
conservatorios y academias de música y bellas artes, archivos, museos y bibliotecas (casi todo 
nacional: Biblioteca Nacional, el Museo Nacional, etcétera). 
 
En los años veinte los poderes públicos manifestaron su preocupación por conservar y proteger el 
patrimonio histórico, para ello se crearon organismos administrativos nacionales. Después de los 
años de guerra, primera y segunda guerra mundial, los estados se reestructuran, no sólo material, 
sino en valores, creencias y principios, lo que originó la creación del Arts Council de Gran 
Bretaña en 1946, y que es considerado como la expresión que marca el nacimiento de la política 
cultural nacional moderna de los países occidentales.31Sin embargo, para otros es Francia el país 
en donde se empieza a desarrollar la política cultural. 
 
 
31 Edwin R. Harvey, Políticas culturales en Iberoamérica y el mundo. Aspectos institucionales, p. 28 
 25 
En 1948, en Bogotá se reconoce el derecho a los beneficios de la cultura para la persona, y meses 
después, la ONU aprueba, la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, consagrando el 
derecho mundial a la cultura, reestructurando la base jurídico normativa de la política cultural 
moderna. 
 
Se fueron creando organismos gubernamentales de cultur a de carácter cada vez más autónomos, 
como el INBA ( Instituto Nacional de Bellas Artes) de México, constituido el 30 de diciembre de 
1946 por institución del gobierno de Miguel Alemán. 
 
En los cincuenta la UNESCO (Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y 
la Cultura) y el CIC (Consejo Interamericano Cultural) comenzaron a desarrollar una activa 
acción de fomento cultural, aumentaron el número de organismos internacionales 
gubernamentales y no gubernamentales (entre 1951 y 1959 se crearon 524). Las industrias 
culturales y grandes festivales comenzaron a tener amplio respaldo gubernamental junto con un 
activo fomento a la cinematografía. 
 
En los 60’s se crearon nuevos organismos nacionales de carácter autónomo, administrativo y de 
dirección. Se manifestó “el desarrollo de nuevas técnicas, estructuras y recursos de 
financiamiento del desarrollo cultural y artístico del país, que sugieren los límites del mecenazgo 
de los poderes públicos y trascienden hacia una institucionalización del mismo servicio público 
especializado.32 
 
En 1970, se llevó a cabo en Venecia, la Conferencia Intergubernamental sobre los aspectos 
administrativos, institucionales, financieros de las políticas culturales y su relevancia como 
instrumento para alcanzar niveles de “democracia cultural”. El Consejo de Europa, en 1974, en 
Estrasburgo, da su carta de ciudadanía al concepto de “democracia cultural” y remarcan la 
intervención directa en una perspectiva de descentralización y pluralismo. 
 
En 1966, en la Conferencia General de la UNESCO, se aprueba la Declaración de la Cooperación 
Cultural Internacional en la cual se manifiesta que “toda cultura tiene una dignidad y un valor que 
debe ser respetado y protegido, todo pueblo tiene el derecho y el deber de desarrollar su cultura y 
todas las culturas forman parte del patrimonio común de la humanidad”.33 
 
En junio de 1976, la Convención de Oslo, trata a la política cultural como medio para mejorar la 
calidadde vida en las comunidades urbanas y rurales. 
 
En los setenta se fortaleció la acción cultural y aunque no fueron eliminadas las desigualdades 
entre las clases en el acceso a la cultura, se extendió su circulación y la democratización de sus 
contenidos, se crearon nuevos organismos de promoción del arte y la educación, se inicio una 
política institucional al respecto. En el caso de México, se fomento la valoración de las culturas 
populares, del folclor, de las culturas indígenas y urbanas. 
 
Del 26 de julio al 6 de agosto de 1982, se realizó la Conferencia Mundial sobre Políticas Públicas 
Culturales (MONDIACULT). Los programas comentados en dicha conferencia se orientaron 
 
32 Ibidem, p. 35 
33 Ibidem, p. 37 
 26 
hacia nuevas estrategias nacionales e internacionales de desarrollo, a estimular las aptitudes 
creadoras y el conjunto de la vida cultural, las aspiraciones y los valores de las poblaciones 
interesadas, su identidad cultural. 
 
En los ochenta y noventa se lleva a cabo el Programa Acción del Derecho, que se estructuró en 
cuatro rubros: reconocimiento de la dimensión cultural del desarrollo, afirmación y 
enriquecimiento de las identidades culturales, ampliación de la participación en la cultura y 
promoción de la cooperación cultural internacional. 34 
 
En la actualidad la política cultural al igual que otras áreas, cuenta con un campo de 
investigación, con principios generales y con instrumentos de análisis y de acción específicos. En 
la ciencia política ha sido estudiada por su relación con el estado y con la creación cultural de los 
poderes públicos y actualmente se ha abierto el estudio hacia la economía de la cultura, el 
financiamiento de la actividad cultural y la creciente participación del sector privado, o no 
gubernamental. 
 
La política cultural comprende programas, proyectos y acciones culturales generales por 
gobiernos federales y estatales, por universitarios y por empresas privadas. En lo concerciente a 
la política cultural de los gobiernos, es una estructura de medidas públicas para el sector cultural, 
pueden ser medidas municipal, estatal o nacional, las que requieren objetivos de largo, mediano y 
corto plazo especificamente definidos, siendo necesarios recursos, métodos y organismos para su 
planteamiento e implementación. 
 
Las políticas culturales tienen su campo de acción en el ámbito público e institucional de la 
cultura. Se aplican sólo al plano de la cultura macro, pública y relativamente institucionalizada. 
Uno de los objetos de las políticas culturales es la creción de instituciones y realizar su 
transformación, buscando incidir en la organización de la cultura y en su modificación. 
 
En un sentido más amplio que el estatal se entienden por políticas culturales el conjunto de 
intervenciones realizadas por el estado, las instituciones civiles y los grupos comunitarios 
organizados que tienen como finalidad guiar el desarrollo simbólico, satisfacer las necesidades 
culturales de la población y con otras instancias contribuir en la transformación de la sociedad.35 
 
Para Alfons Martinell, la gestión cultural de la política cultural en general, comprende la gestión 
municipal, centros culturales, centros cívicos, programación locales, servicios generales y 
participación social; los sectores emergentes, las relaciones cultura-turismo, empleo, desarrollo 
territorial, cohesión social y multiculturalidad. Además, la tarea cultural abarca: el patrimonio, 
museos, archivos, bibliotecas, hemerotecas, filmotecas, espacios expositivos; las artes escénicas, 
teatros, ópera, danza, circo; las artes visuales, galerías, exposiciones, crítica, museos, artesanía; la 
música y la fonografía; la literatura y la edición, artes audiovisuales; la participación cultural 
popular y tradicional (fiestas populares, folclor, asociacionismo tradicional); las relaciones y la 
cooperación cultural internacional.36 
 
 
34 Ibidem, p. 63 
35 García Canclini, Néstor, op. Cit., p. 26 
36 Alfons Martinell Sempere, La (indi)gestión cultural , p. 238 
 27 
Las funciones que hasta ahora han sido esenciales para la política cultural del Estado, han sido la 
protección, conservación, refuncionalización y puesta en valor de los bienes que integran el 
patrimonio cultural, aliento y apoyo a la creación artística, difusión cultual (teatro, bibliotecas, 
museos, conciertos, libros, publicaciones per iódicos, etcétera), gestión y promoción de las 
industrias culturales; la formación artística y cultural, no sólo de las bellas artes, sino de la 
educación permanente y de la formación estética de las diversas capas de la población, la 
cooperación internacional y las funciones instrumentales, financiamiento de las necesidades del 
desarrollo cultural, por medio de instituciones, la investigación y el perfeccionamiento de la 
legislación cultural. 
 
El patrimonio tradicional sigue siendo responsabilidad de los estados, la promoción de la cultura 
moderna es cada vez más tarea de empresas y organismos privados. Con ello, el estado busca 
legitimidad al aparecer como representante de la historia nacional y las empresas, por su parte, 
obtienen lucro. 
 
De acuerdo con las conferencias de Venecia, Bogotá y México, estos son los grandes temas de la 
política cultural moderna: Patrimonio cultural e identidad, creación y libertad de la cultura, 
derechos y democracias culturales, cultura y comunicación, desarrollo cultural, industrias 
culturales, financiamiento de la cultura, investigaciones y estadísticas culturales, legislación 
cultural, administración cultural, etcétera. 
 
Sin embargo, cada estado define su política cultural dentro de su contexto social, histórico, 
económico y político propios, en función de valores culturales y objetos fijados nacionalmente. 
Pero, una política cultural digna no debe fabricar una cultura de Estado sino favorecer el 
florecimiento de los valores y las aspiraciones culturales de la comunidad en su diversidad. 
 
De acuerdo con Brunner existen cuatro agentes habituales de la acción cultural: 1) productores 
profesionales, 2) empresa privada, 3) agencia pública y 4) asociación voluntaria. Y tres tipos de 
instancias organizativas, es decir, dispositiv os o mecanismos de organización social de 
actividades y también de regulación y control de ellos: El mercado, existe en donde hay 
competencia, la producción se controla por la demanda; la administración pública, en donde la 
producción, circulación y distribución de la cultura se administra por organismos públicos, cuyos 
productos no controla el mercado sino son encauzados por vía democrática; y la comunidad, es 
una instancia institucional y de organización de la producción, transmisión y consumo de la 
cultura.37 
 
El objetivo y terreno de las políticas culturales son los circuitos culturales. Los cuales son 
producto del cruzamiento entre diversos agentes habituales y las instancias organizativas, en los 
cuales los objetos de las políticas culturales son diferenciados. Cada combinación de agentes e 
instancias institucionales de organización es un circuito cultural, el cual, abarca las fases de 
producción, transmisión y consumo de los bienes culturales. A través de cada circuito, se realizan 
funciones de producción, de transmisión y de recepción, consumo y reconocimiento, de bienes 
simbólicos. 
 
 
37 Ibidem, p. 251-252 
 28 
Existen tres circuitos puros. Los circuitos privados de producción industrial para el mercado; los 
circuitos públicos cuya producción es organizada administrativamente; los circuitos de asociación 
voluntaria que organizan su producción comunitariamente y existen otros circuitos creados de las 
combinaciones de estos tres. Cada circuito se compone de agentes, medios de producción, de una 
base tecnológica, la propiedad de medios, la organización agentes-medios,los canales de 
comunicación, etcétera.38 
 
También hay políticas que intervienen en el nivel de los agentes: las políticas autoritarias que 
favorecen la formación de monopolios (exclusividad de medios, licencias, concesio nes, 
subsidios, etcétera); las políticas persuasivas que llevan a cabo agentes privados o públicos; las 
políticas relativas a los medios de comunicación y a los canales de comunicación; las políticas 
que tienen que ver con los públicos, el marketing y aquellas que tienen que ver con la creación y 
orientación de la demanda de productos culturales entre los diversos segmentos de consumidores. 
 
Las políticas frente a las instancias organizativas inciden en la organización, orientación y 
funcionamiento de los diversos circuitos culturales, para las tres instancias organizativas: para el 
mercado, la administración pública y para la comunidad. Las políticas en y frente al mercado, 
hacen que sean políticas competitivas, son políticas que consisten en limitar el acceso de 
competidores, imponer barreras, excluir agentes del mercado, etcétera. Las políticas en y frente a 
la organización administrativa pretenden introducir formas de control y de gestión, la 
descentralización, la participación de intereses profesionales, gremiales (o sindicales) y 
colectivos. Y las políticas en y frente a la organización de la cultura, que refuerzan el 
compromiso, la adhesión y la militancia.39 
 
Actualmente se considera necesario que las políticas culturales articulen los diversos circuitos 
culturales (públicos, privados y de asociación voluntaria). 
 
Los objetivos de la política cultural moderna comprenden el mejoramiento del nivel de desarrollo 
sociocultural de la población, tener planes y programas de acción cultural a largo plazo con 
objetivos claros y coherentes, metas definidas. Los objetivos dependerán de cada país, de cada 
régimen, ideología o desarrollo económico de cada estado, hay diferencia entre los objetivos de 
los países en desarrollo y los en vías de desarrollo, los primeros hacen hincapié en el pleno 
desarrollo del ser humano, en la democracia cultural, mejoramiento de las condiciones de los 
artistas, libertad de creación y de investigación, la formación estética de los niños y los jóvenes, 
en la descentralización, la participación cultural y la protección del patrimonio artístico, en 
cambio, el segundo grupo, agrega a estas preocupaciones las del desarrollo económico, la 
revalorización de las propias culturales, alfabetización, el desarrollo de las actividades culturales 
entre los jóvenes, la valorización de las culturas populares y el reconocimiento de las minorías,40 
los cuales siguen siendo rezago de sus políticas en los últimos años. 
 
Toda política cultural desarrolla unos objetivos y unas estrategias. La realidad del territorio 
genera necesidades y unas demandas que se unen con la voluntad de los agentes sociales que en 
la dirección de las organizaciones culturales, originan procesos de desarrollo político de acción 
 
38 Ibidem, p. 267 
39 Ibidem, p. 263-268 
40 Edwin R. Harvey, op. Cit., p. 132 
 29 
cultural en la región. El sistema político más próximo a la acción cultural es el que incide en 
forma más directa sobre la institucionalización de servicios, equipamientos, actividades, etcétera. 
 
Con la extensión de la institucionalización de organizaciones culturales, asociaciones y empresas 
e industrias privadas, el estado se convierte en mediador, árbitro y guardián del patrimonio, 
actuando junto con la sociedad civil. Asimismo, debe impulsar las iniciativas sociales menos 
lucrativas o débiles económicamente, así como ser árbitro en los conflictos entre intereses 
privados. Y debe evitar que los bienes culturales se reduzcan a mercancías, defender lo que no 
puede ser comerciable. 
 
Los aspectos que los gobiernos consideran relevantes para sus políticas culturales han aumentado 
durante los últimos años, a medida que la producción y la demanda de bienes artísticos 
destinados al consumo de masas se han extendido, junto con la conciencia de que muy diversas 
formas de expresión cultural moldean la identidad cultural. Sin embargo, en países como México 
se siguen reduciendo los fondos públicos para la educación, para investigar y difundir los bienes 
culturales, los salarios se empobrecen y estrechan la capacidad de acceder al conocimiento y al 
arte. En el momento en que comprendemos mejor el papel que la cultura puede cump lir en la 
democratización de la sociedad, estamos en las peores condiciones para desarrollarla, 
redistribuirla, fomentar la expresión y el avance de los sectores populares. Pero esto es no sólo 
una especie de crisis de la cultura sino de todo el conjunto de los sectores de gobierno, la 
economía y la política. 41 
 
Las políticas culturales, mayormente de carácter nacional, destinados al patrimonio tradicional 
(educación, patrimonio, el folclor y las artes “clásicas”) han dejado de lado las actividades que 
forman parte de las industrias culturales, lo que se maneja a escala supranacional, bienes 
territoriales, audiovisuales e informática, música, multimedia, cine, tv, video e Internet. Pues, su 
influencia no tiene que ver con las estrategias culturales de los organismos públicos. Esta acción 
transnacional y oligopólica de las grandes industrias culturales e informáticas esta reconfigurando 
la esfera pública. A las políticas culturales les corresponde favorecer el carácter sagrado de los 
bienes patrimoniales y monitorear su convivencia con las tendencias del mercado y las 
transformaciones. 
 
Ante la ampliación de los aspectos que considera la política cultural, ésta debe incorporar nuevas 
formas de dirección y administración, nuevos objetivos en el sector público y privado, mayor 
eficacia y eficiencia, debe usarse la creatividad, diversas alternativas, la innovación y debe haber 
mayor exigencia para justificar la inversión pública. El gestor cultural tiene la responsabilidad de 
definir unos objetivos y finalidades a desarrollar, proyecto, visión, etcétera. Hay que mejorar la 
toma de decisiones y diseñar proyectos basados en estudios profundos de la acción local y global. 
Se debe de aplicar la prospectiva como la anticipación para enfrentar los nuevos contextos de 
mundialización, establecer puentes entre sus diferentes lógicas: turismo, empleo, medio 
ambiente, cohesión social, educación, etcétera; y crear nuevos modelos organizativos mixtos, en 
donde lo privado y lo público colaboren y establezcan colaboraciones. 
 
En las políticas culturales suele haber desfase entre el diseño de la política, la puesta en práctica 
de la política (su implementación) y su desarrollo dentro de un conjunto poblacional concreto. 
 
41 Nestór García Canclini, op. Cit p. 26 
 30 
Puesto que, las políticas culturales han propuesto muchas teorías, pero carecen de experiencias 
con saber ciudadano. Es decir, se olvidan de la realidad de las necesidades de los ciudadanos. 
Los gestores son una elite que no tiene nada que ver con los ciudadanos y sus necesidades 
culturales. “No conocen a los que nunca leen un libro o a los que no pueden ir al museo.”42 Las 
políticas culturales deben tener correspondencia con la expectativa de los grupos y sectores 
sociales, crear vínculos con estos sectores para que ellos mismos participen en la realización de 
las polít icas culturales. 
 
Las necesidades culturales de las grandes ciudades requieren políticas multisectoriales, adaptadas 
a las zonas, los estratos económicos, educativos y generacionales, en suma, a la compleja 
heterogeneidad de lo que suele simplificarse como “el público”. Se manifiesta la necesidad de 
que las políticas culturales articulen los diversos circuitos culturales, públicos, privados y de 
asociación voluntaria, los gobiernos hagan participar más al sector privado y a la sociedad civil. 
 
Las políticas culturales deben abrirse

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