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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS CENTRO DE ESTUDIOS LATINOAMERICANOS Que circule la “palabracción” TEATRO, PENSAMIENTO Y PERFORMANCE EN AMÉRICA LATINA Tesis que presenta SILVANO HÉCTOR ROSALES AYALA para optar por el título de DOCTOR EN ESTUDIOS LATINOAMERICANOS TUTOR: DR. HORACIO CERUTTI Cuauhnáhuac, México, 2006 1 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. DEDICATORIAS Al Dador de la Vida. A todos los creadores que se fueron al inifinito y más allá en los años que nos tomó concluir esta travesía. A Graciela Aldana, mariposa colombiana. A mi mami mami. A mi ‘apá. A mis carnales A mis sobrinos y sobrinas Y, por supuesto, a mis amores: La Lupis, compañera entrañable y a Ángel Hekiwa, mi mejor maestro... 9 AGRADECIMIENTOS Uno de los sentimientos que me hacen sentir que la vida vale la pena, es la gratitud. Hay muchísimas personas que intervinieron en distintos momentos de la realización de esta tesis y que hicieron posible su culminación. No puedo mencionarlas a todas, pero deben saber que están conmigo en este momento en el que se vislumbra el cierre de un ciclo. Desde luego, agradezco a los académicos que leyeron y dictaminaron la tesis: Ileana Azor, Raúl Béjar, Patricia Cabrera, Delia Crovi, Antonio Prieto, Ambrosio Velasco, y en particular a mi tutor Horacio Cerutti, por sus cualidades de maestro y guía. A los creadores de teatro y performance de América Latina que forman parte de una entidad no solamente geográfica, sino espiritual y simbólica. Gracias por su entrega, por su pasión, por su inconformidad. A los integrantes de la Asociación Mexicana de Investigación Teatral, por su pasión por el conocimiento y por la apertura para dialogar con diferentes saberes. A mis maestros del doctorado: Lucio Oliver, Jorge Turner, Gilberto Giménez, Bolívar Echeverría, Carlos Solórzano y Hugo Zemelman. Al personal que trabaja en las librerías, bibliotecas y centros de documentación, especialmente en el Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, El Centro Nacional de las Artes, la Biblioteca Daniel Cossío Villegas de El Colegio de México, La Biblioteca Central de Ciudad Universitaria y la Biblioteca Samuel Ramos, de la Facultad de Filosofía y Letras. Finalmente le agradezco a la Universidad Nacional Autónoma de México, la oportunidad de estudiar y ser parte de ella. 11 EPÍGRAFES Yo he preferido hablar de lo imposible, porque de lo posible se sabe demasiado. Silvio Rodríguez ¿Existe algo más creador y peligroso que la duda? Eduardo Galeano Todo es un viaje. Las mejores obras de teatro tratan de un viaje. Andrés Pérez El performance es un espacio de libertad. Josefina Alcázar Y recuerden que el teatro es la vida Un niño 13 CAPITULADO Dedicatorias..............................................................................................................9 Agradecimientos…………………………………………………………………………11 Epígrafes………………………………………………………………………………….13 INTRODUCCIÓN………………………………………………………………………….15 I. LOS UNIVERSOS DE SENTIDO DE LA INVESTIGACIÓN 1. América Latina………………………………………………………………….27 2. Pensamiento……………………………………………………………………32 3. Teatro……………………………………………………………………………39 4. Performance…………………………………………………………………..41 5. Clave utópica………………………………………………………………….44 5.1 El teatro latinoamericano en clave utópica……………………….45 5.2 El performance latinoamericano en clave utópica……………… 49 3 I I. EXPERIENCIAS TEATRALES LATINOAMERICANAS 1. Aproximación histórica al teatro como arte de la representación…………53 1.1 Del teatro a la teatralidad……………………………………………..53 1.2 La dimensión ontológica……………………………………………..58 1.3 Origen pluricultural…………………………………………………….61 1.4 El enigma griego……………………………………………………....63 1.5 La tragedia y la comedia como claves de comprensión de la condición humana.................................................................66 1.5.1 Características de la tragedia……………………………..67 1.5.2 Características de la comedia…………………………….69 1.6 El teatro en el entramado histórico…………………………………71 2. Panorama histórico del teatro latinoamericano………............................74 2.1 Las historias sobre el teatro latinoamericano…………………….75 2.2 Algunas expresiones teatrales latinoamericanas del Siglo XX…76 2.2.1 El grotesco criollo………………………………………….76 2.2.2 El teatro épico………………………………………….......82 2.1.2.1 El teatro épico en América Latina, entre la moda y la antropofagia creativa…………...88 2.1.3 El teatro de la crueldad…………………………………..91 2.1.4 El teatro del absurdo…………………………………......99 4 2.1.5 El teatro de creación colectiva………………………..104 2.1.6 El teatro pobre…………………………………………..112 2.1.7 El tercer teatro…………………………………………..118 2.1.8 El teatro posmoderno…………………………………..124 3 La construcción del corpus. Experiencias teatrales seleccionadas………...131 3.1 Andrés Pérez. El viaje continúa en otra dimensión…………….....132 3.2 Anthunes Filho. Señor de la escena……………………………......136 3.3 Arístides Vargas. La memoria como territorio, la fraternidad como vivencia……………………………………………………….141 3.4 Atahualpa del Cioppo. Una leyenda tímida………………………..148 3.5 Augusto Boal. Los riesgos del éxito y la fama..............................152 3.6 Eduardo Pavlovsky. Teatro y psicoanálisis, encuentros y desencuentros…………………………………………………..161 3.7 Griselda Gambaro. La sublimación del horror………………….....166 3.8 Jesusa Rodríguez. Sentido lúdico y lucidez política………….......172 3.9 Joel Cano. Una aplicación artística de la teoría del caos………...177 3.10 Luis de Tavira. El teatro como camino…………………………......181 3.11 Marco Antonio de la Parra. La secreta creatividad de cada día......................................................................................187 3.12 Miguel Rubio. La fusión de lo personal y lo colectivo………….....191 3.13 Osvaldo Dragún. El arte de hacer posible lo imposible………......197 5 3.14 Ramón Griffero. La conjugación perfecta entre arte, Sociología y política…………………………………………….....201 3.15 Vicente Leñero. Una religiosidad crítica………………………......210 4. La Escuela Internacional de Teatro de América Latina y el Caribe. Un espacio para el cultivo de la creatividad y el pensamiento......................218 III. EXPERIENCIAS DE PERFORMANCE LATINOAMERICANO 1. Performance. Una oportunidad para ejercitar el pensamiento creativo.....227 2. Aproximaciones al performance como arte de la acción…………………..228 2.1 Aproximación histórica…………………………………………………228 2.1.1 Las fuentes…………………………………………………………..228 2.1.2 Selección de momentos……………………………………………234 2.1.2.1 Fluxus………………………………………………………...236 2.1.2.2 El “body art” o arte del cuerpo……………………………..237 2.1.2.3 El accionismo vienés……………………………………….238 2.1.2.4 El performance conceptual………………………………...239 2.1.2.5 El happening………………………………………………...240 2.2 Aproximación teórica (1)……………………………………………….241 2.3 Aproximación teórica (2)……………………………………………….246 2.4 De las aproximaciones a lasacechanzas…………………………...254 6 3. Panorama histórico del performance artístico en América Latina .............256 3.1 Fuentes para escribir la historia del performance Latinoamericano...................................................................258 4. La construcción del corpus. Experiencias creativas seleccionadas.........271 4.1 Ana Mendieta. La búsqueda apasionada del origen.......................272 4.2 Marcos Kurticz. Vivir para el arte, una utopía realizada..................275 4.3 Denise Stoklos. La convicción transformada en gesto....................279 4.4 Carlos Zerpa. La fuerza de la acción...............................................281 4.5 Guillermo Gómez Peña. La hormona, la rebeldía, la postmexicanidad.............................................................................284 4.6 Elvira Santamaría. Del vértigo de vivir a la conciencia de sí..........289 4.7 Alexander del Re. La exploración salina de la soledad y el dolor en el neoliberalismo........................................................................292 IV. REFLEXIONES CONCLUSIVAS.....................................................................298 IV. 1 TRES NOTAS PARA EL DEBATE....................................................311 Nota 1. Acerca del concepto de “palabracción”.........................................311 Nota 2. Teatro y performance. ¿Vecinos distantes?..................................316 Nota 3. Clave utópica, posmodernidad y prácticas escénicas...................319 BIBLIOGRAFÍA …………......................................................................................327 7 INTRODUCCIÓN Este es el relato de un viaje compuesto de múltiples incursiones por los laberintos de América Latina, del pensamiento, del teatro y del performance. El intento ha consistido en asumir la realización de la tesis de doctorado como una travesía creativa, es decir, como una experiencia donde se pone en juego la totalidad, <<el todo viviente>>, que constituye al sujeto-viajero-narrador cuando pretende dar cuenta de lo que buscaba y de lo que finalmente encontró. La premisa de que la vida es una travesía ha sido adoptada como el “espíritu interno” de esta investigación. El “vivir creativo”, recupera la idea de concebir la vida como un viaje. Esta idea la hemos adoptado como premisa fundamental para nuestro transcurso vital y no solamente como una metáfora adecuada para exponer los resultados de nuestra investigación. Le debemos a Graciela Aldana, queridísima maestra colombiana, el regalo precioso de este enfoque, muy adecuado para mantener vivas la esperanza y la fe en circunstancias históricas que inducen más bien a la desesperación y al desánimo. Desde luego, este vivirnos en creatividad nos invita a intentar hacer explícita la “cultura del viaje”, rodar tierra, construir sentidos. Se trata de adquirir y aplicar al funcionamiento cognoscitivo, la visión del tiempo y del espacio de aquel que se encuentra en tránsito, vagando o descifrando constantemente el contexto. El viaje es prueba y aprendizaje, pero también es impugnación, problematización, desestructuración de saberes. 15 Esta perspectiva es especialmente adecuada para introducirla en el estudio del teatro y del performance, no sólo porque la creatividad es inherente a estas actividades, sino porque nos permite centrar la atención en lo que podemos considerar como “su promesa”: en el teatro y en el performance hay algo más que re-vivir la vida, a través de su dimensión estética se ofrecen diversas interpretaciones de la sociedad en la que se vive y de la que se forma parte. Por esto, el teatro y el performance permiten una confrontación con las propias capacidades de asombro y con el cultivo de nuestra fuente interna de creatividad, entendida como nuestro mundo interno, de donde surgen los sueños, el uso de metáforas y analogías, los diálogos internos, las dramatizaciones espontáneas, la elaboración de mandalas y la ritualidad. (Aldana, 1996: 286-321). ¿Qué es lo que hacía necesario el viaje? Todo viaje alude a un cambio de parámetros, ya sean espaciales, temporales o existenciales. En este caso, en el marco de la especialidad conocida como “estudios latinoamericanos”, en la Universidad Nacional Autónoma de México, resultaba indispensable salir al encuentro de algunas coordenadas que permitieran comprender el momento histórico en que vivimos, tarea que tiene un alto nivel de complejidad, pero que resulta indispensable para estar en condiciones de construirnos sentidos renovados del por qué y para qué vivir inmersos en sociedades estructuradas y codificadas para la explotación y la violencia. Desde nuestra pequeña trinchera nos sentimos llamados a participar en los escenarios donde se juegan los dramas contemporáneos. Curiosamente, 16 elegimos para este fin, el transitar por dos de los lenguajes artísticos especializados en presentar y representar situaciones que condensan esa oscilación permanente de la condición humana entre lo trágico y lo cómico, entre lo trascendente y lo aparentemente trivial. Los estudios realizados en el doctorado, incluyendo el curso propedéutico, en el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, en el periodo 97-99, fueron útiles porque permitieron comprender las dificultades inherentes a un campo de conocimiento que no se define por un objeto teóricamente construido, sino por la denominación de una región del mundo que incluye a varias decenas de naciones y a un número indeterminado de culturas en continua transformación. La primera lección de la especialidad produce un efecto paradójico: estamos frente a un conjunto abigarrado de experiencias humanas, todas atractivas e inconmensurables. ¿Cuáles de ellas nos interesaría investigar? ¿Por qué razones? ¿Y desde qué enfoques? Es conocido que en los estudios latinoamericanos confluyen todas las disciplinas sociales, con el predominio del derecho, la economía, la ciencia política, la sociología, la antropología, la psicología, la comunicación, la arquitectura, el urbanismo y la geografía. En el campo de las humanidades destacan: la filosofía, la historia, la pedagogía, la estética y la literatura. ¿Por qué el teatro y el performance? 17 Si se tienen en cuenta las múltiples opciones disciplinarias que existen para adentrarse en los estudios latinoamericanos, ¿por qué se eligió al teatro y al performance? Esta pregunta merece diferentes respuestas. Inicialmente, la elección provino de una zona donde reina lo indeterminado, donde interviene la subjetividad del investigador, su libertad de elección, sus preferencias, filias e intuiciones. Es lo que Hugo Zemelman, retomando a Holton (1989), llama el eje “z”, es decir el ámbito donde el investigador no tiene que explicar o justificar sus decisiones, sino que las toma porque en su vida, ese tema de investigación se le presenta como una necesidad apremiante. (Zemelman, 1993: 642). En una etapa posterior, incursiones varias al universo de la investigación teatral, de manera directa en Colombia, Cuba y México, y, especialmente para el performance, nuestra participación en el Tercer Encuentro del Instituto Hemisférico de Performance y Política, en Lima Perú, además de indagaciones bibliográficas, hemerográficas y de navegaciones en internet, nos mostraron que el teatro y el performance son dos territorios (a veces superpuestos) que reclaman a los viajeros una entrega total y apasionada. De allí que algunos años de dedicación sean insuficientes para conocer a detalle todo lo que se ofrece a nuestra curiosidad. Una vez realizado ese acercamiento panorámico, fue posible distinguir un conjunto de experiencias creativas que constituyen el corpus de esta investigación. Después de explorar varias opciones, elegimos presentarnuestros hallazgos a través de un conjunto de personajes emblemáticos del teatro y del performance que se hace en América Latina. Sabemos que en su trayectoria biográfica y 18 creativa, cada uno de ellos nos vincula con grupos, textos, espectáculos, movimientos sociales, políticos y estéticos, además de que cada uno de ellos (y de ellas) nos remite a contextos temporales, espaciales y culturales específicos, lo cual requiere movernos con flexibilidad en un periodo que comprende varias décadas, especialmente de los años sesenta a nuestro presente. Cada creador nos remite también a diversos recorridos por la geografía espacial y la geografía simbólica de América Latina, continente en expansión a través de los desplazamientos poblacionales provocados por la injusta situación económica y política que prevalece en nuestros países y que se expresa como las múltiples diásporas latinoamericanas. Al iniciar el viaje la justificación teórica y política tuvo que ver con la empresa cognoscitiva formulada por Hugo Zemelman. En particular, su señalamiento de que es urgente y necesario idear una ofensiva epistemológica latinoamericana que proporcione el horizonte donde adquiera pertinencia y sentido la investigación en ciencias sociales. Una ofensiva epistemológica, según este autor, consiste en desarrollar un pensamiento crítico aprendiendo de los lenguajes no científicos (Zemelman, 1996: 28). Como parte de esa propuesta, esta travesía es una de las indagaciones que se interesan por los discursos simbólicos y analíticos presentes en las ciencias sociales, en la literatura y en el teatro, con la pregunta común de revisar cómo se piensa América Latina a sí misma. Como afirma nuestro autor: 19 Muchas enseñanzas implícitas en los lenguajes no científicos deberían enriquecer nuestra propia capacidad para generar pensamiento nuevo. Lenguajes que, como el literario y el plástico, dan cuenta de las realidades con una capacidad de síntesis y de sugerencias que muchas veces la ciencia no tiene. (Zemelman, 1996: 32). Aplicando un razonamiento en espiral se podían ensayar distintos caminos en el estudio de las relaciones entre pensamiento, expresiones artísticas (teatro y performance) y América Latina. Por ejemplo, si el interés se centrara en el teatro y en el performance, en las distintas formas de concebirlos y practicarlos, el pensamiento sería el mediador que utilizan sus agentes para adentrarse en la comprensión, apropiación, uso y resignificación de la realidad latinoamericana. Una segunda alternativa sería darle prioridad a América Latina, con lo cual tendrían relevancia los discursos teóricos, políticos, económicos, sociales, filosóficos y culturales que circulan acerca de esta región, así como su presencia o su ausencia en lo que ha sido y en lo que es el teatro y el performance latinoamericano. Finalmente, si el énfasis recayera en lo gnoseológico, entonces habría que profundizar en lo específico de los lenguajes teatral y performativo para argumentar cómo, a partir de ellos, sería posible enriquecer las formas de pensar América Latina. Hemos explorado estas tres opciones y a partir de ellas hemos derivado las preguntas específicas que guiaron nuestra indagación, a saber: ¿Qué formas existen, en algunos países latinoamericanos de concebir y practicar el teatro y el performance? ¿Qué recursos cognoscitivos utilizan los practicantes del teatro y del performance, en algunos países, para comprender y resignificar la realidad latinoamericana? ¿Cuáles son los principales discursos teóricos, políticos, 20 económicos, sociales, filosóficos y culturales que circulan sobre América Latina? ¿De qué manera se encuentran presentes estos discursos en algunas expresiones del teatro y del performance practicado por artistas que se autodefinen como latinoamericanos? ¿Cuál es la especificidad del lenguaje teatral? ¿Cuál es la especificidad del performance, entendido como un lenguaje artístico múltiple y polivalente? ¿De qué manera pueden enriquecer las formas de pensar América Latina algunas de las expresiones artísticas de teatro y de performance que se practican en la región o por artistas que se autoidentifican como latinoamericanos, aunque residan en otras regiones o países? En torno a estas preguntas hemos organizado nuestra exposición, aunque su orden no coincide necesariamente con el proceso de investigación. En una primera etapa, la búsqueda estuvo orientada por lo epistemológico. En esa fase suponíamos que el teatro y el performance proporcionan conocimientos privilegiados acerca de la realidad latinoamericana, pero todavía no nos deteníamos a reflexionar sobre la dimensión cualitativa o poíetica de ese conocimiento. Como se sabe, la epistemología se interesa por las condiciones (método, metodología, técnicas e instrumentos) que permiten obtener un conocimiento verificado. En el transcurso de la investigación se ha despertado nuestro interés por la gnoseología, la cual remite a la multiplicidad de lenguajes inventados por el hombre y a su potencialidad de imaginar con verosimilitud. Sólo la conjunción paulatina entre nuestra comprensión del teatro, del performance y de las teorías de creatividad, permitieron cambiar el interés por las condiciones que hacen posible obtener un conocimiento verificado, hacia las capacidades 21 generativas, constructivas y propositivas que tienen los lenguajes artísticos, y en especial el teatro y el performance para “traer mundo al mundo”, es decir, para configurar realidades que tienen su propia legalidad, racionalidad y existencia autónomas. Las estaciones del viaje El primer capítulo, titulado “Los universos de sentido de la investigación”, tiene como objetivo exponer algunas ideas generales en torno a los temas fundamentales que vertebran la tesis, a saber: América Latina, pensamiento, teatro, performance y clave utópica. El segundo capítulo: “Las experiencias teatrales latinoamericanas” inicia con un recorrido histórico sobre el teatro, entendido como arte de la representación, desde luego, no se trata de un estudio exhaustivo sino de señalar la importancia del teatro como fenómeno cultural y de la importancia de la codificación griega de la tragedia y de la comedia. En el caso del teatro latinoamericano, si bien reconocemos la importancia de pensar y documentar su profundidad histórica, lo que más nos interesa es caracterizar algunos momentos decisivos de su historia en el siglo XX. En particular, incluimos algunas presencias insoslayables: Brecht, Artaud, Grotowski, Ionesco, Beckett, Eugenio Barba, pero presentadas en el capítulo que dedicamos a algunas expresiones latinoamericanas del siglo XX: el grotesco criollo, el teatro épico, de la crueldad, del absurdo, de creación colectiva, el teatro pobre, el tercer teatro y el teatro posmoderno. Aunque nuestro principal 22 objeto de análisis es el corpus de experiencias teatrales que hemos seleccionado, ejemplificadas en la trayectoria creativa de quince personajes emblemáticos, muchas de ellas no podrían entenderse sin conocer las propuestas creativas de los autores mencionados. La vastedad del universo teatral latinoamericano rebasa ampliamente nuestras posibilidades de inventario, pero hemos elegido un conjunto que nos parece significativo de creadores (que nos remiten a algunos espectáculos, textos y trayectorias de grupo), a los que nos acercamos desde el ángulo que hemos elegido para nuestra indagación: la clave utópica. El tercer capítulo: “Las experiencias de performance latinoamericano” incluye una aproximación histórica al performance entendido como lenguaje artístico y un panorama de lo que ha sido el performance en América Latina. Es importante recordar que los temas y las características específicas del performance nos llevaron a revisar su vinculación con los movimientosde las vanguardias artísticas en las primeras décadas del siglo XX. En el caso del performance, la construcción del corpus da cuenta de siete experiencias creativas que tienen resonancia cuando se les interpreta desde el ángulo gnoseológico y desde la clave utópica. En el capítulo final, dedicado a las reflexiones conclusivas, retomamos la inquietud que justificó la realización de la tesis: la caracterización de nuestro momento histórico y la posibilidad de encontrar alternativas de transformación porque hay una configuración de situaciones que nos hacen rechazar al mundo como es hoy. La exploración de los universos del teatro y del performance en América Latina tendrá sentido si sabemos encontrar en ellos elementos que nos permitan renovar 23 el pensamiento crítico y darle un sentido nuevo a la utopía. Finalmente incluimos tres notas para el debate, la primera de ellas, para explorar los caminos y laberintos teóricos de la “palabracción”, la cual no remite para nosotros a la filosofía pragmática del lenguaje, sino a la dimensión axiológica, dialógica y profética de la palabra, ejemplificada, entre otros autores latinoamericanos por Paulo Freire. La segunda nota se refiere a algunas aportaciones recientes sobre performatividad y teatralidad en las prácticas escénicas latinoamericanas del siglo XXI, que muestran el acercamiento entre teatro y perrformance. En la nota final explicamos por qué se justifica, desde nuestra perspectiva, una aproximación al performance latinoamericano desde la clave utópica, aceptando que la posmodernidad es una dominante cultural de nuestra época. Cuando incluimos en el título de la tesis la frase: “Que circule la ‘palabracción’”, recordamos con nostalgia la experiencia vivida en el Tercer Encuentro del Instituto Hemisférico de Performance y Política en Lima, Perú (2002) cuando participamos en un ritual organizado por el grupo de trabajo sobre Migración e Identidad Cultural con la cooperación de un amplio grupo de artistas. Allí se usó la frase: “Oe que circule la palabra”, como una invitación incitante a la participación. Nuestro tiempo histórico nos interpela con tal intensidad que es urgente repetir mil veces la misma consigna, pero en una conjugación entre sonido y movimiento: palabracción. Tenemos confianza, nuevamente, en que la espiral creativa de la vida nos ofrece, en cada giro, múltiples opciones para ampliar nuestra conciencia. Hemos “experienciado” en carne propia lo que significan los estados de conciencia acrecentada, nuestros estados de ánimo han oscilado de los bucles de felicidad a 24 los “loops” de tristeza. Volvemos a creer en las capacidades humanas de embellecer la vida. ¿De qué color es la esperanza? La esperanza, es un arco iris de culturas y de sueños... 25 I. LOS UNIVERSOS DE SENTIDO DE LA INVESTIGACIÓN 1. América Latina ¿Cuál es el peso que tiene lo latinoamericano en nuestra investigación? ¿Por qué resulta pertinente y hasta indispensable el pensamiento crítico en América Latina? ¿Cómo nos relacionamos con la realidad y las circunstancias latinoamericanas? ¿Qué es para nosotros América Latina? ¿Realmente importa América Latina, no sólo como región geográfica o como tema de investigación, sino como realidad histórica con la cual se pueda construir una implicación emotiva e intelectual? No hay duda, para nosotros, que existe un nexo entre nuestros intereses cognoscitivos y los procesos sociales y culturales de América Latina. Una de las cualidades de la especialidad en estudios latinoamericanos, como se ofrece en México, es que permite la construcción de una afectividad crítica con lo latinoamericano. En el plano teórico, es posible tomar distancia o trazar afinidades con el conjunto de discursos que confluyen hoy en el debate sobre lo latinoamericano. Aunque no es el propósito central de la tesis, es conveniente mencionar las posiciones ideológicas actuantes en la segunda mitad del siglo XX: el liberalismo, el funcionalismo, diferentes variantes del marxismo, el desarrollismo, la teoría de la dependencia, la filosofía de la liberación y en particular las posiciones que se han derivado del debate modernidad/posmodernidad. A manera de hipótesis, puede 27 postularse que en la década de los años ochenta ocurre un quiebre teórico provocado por la extensión y difusión de un pensamiento neoconservador vinculado estrechamente a un nuevo modelo de dominación, sustentado en cambios tecnológicos aplicados a los sistemas productivos y al establecimiento de nuevos mecanismos que articularon el predominio del capital financiero con las posibilidades que ofrecen hoy las redes electrónicas. De manera simultánea, la caída del muro de Berlín en 1989 marca el advenimiento de una etapa nueva de estructuración de lo social, bajo la hegemonía del neoliberalismo y de los procesos múltiples conocidos como globalización, situación modificada y agravada por el atentado terrorista múltiple a Estados Unidos el 11 de septiembre del 2001, con la imagen emblemática de las Torres Gemelas derrumbándose, eventos que constituyen parte del imaginario social internacional de nuestra época. En el nuevo escenario, los discursos teóricos sobre y desde América Latina pasan a formar parte de un repertorio ampliado por la circulación de nuevas narrativas elaboradas desde múltiples lugares, principalmente los centros o departamentos de estudios latinoamericanos en Estados Unidos, Europa y los propios países de la región. De hecho, está pendiente un balance profundo del papel que han jugado estas instituciones académicas desde una perspectiva geopolítica. Otros ámbitos donde se disputa la legitimidad de las teorías y de las interpretaciones sobre América Latina son, por ejemplo la Latin American Studies Association o los congresos de la Asociación Latinoamericana de Sociología o el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. No hay duda que en la década de 28 los noventa, los cambios de contexto y la nueva fenomenología social y ambiental se articularon con formas de pensar y de actuar políticamente que configuran un escenario mundial, aparentemente sin opciones de transformación. De esta manera, diversos ideólogos metropolitanos pudieron declarar el fin de la historia y la derrota irreversible del comunismo. En los países latinoamericanos cambian las prioridades políticas, postergando cambios estructurales, por la aspiración de consolidar la democracia frente a la amenaza de que regresen los regímenes autoritarios; al mismo tiempo se hacen cada vez más visibles las nuevas dinámicas creadas por el efecto de los medios masivos y la gestión gubernamental se armoniza con la imposición de un nuevo orden económico corporativo transnacional. Este conjunto de procesos tiene repercusiones de orden epistemológico porque obliga a repensar qué es América Latina en la nueva escena global. En un contexto caracterizado por el agotamiento de las utopías socialistas, la formación de nuevas regiones macroeconómicas, la consolidación del Caribe como una región estratégica para la hegemonía estadounidense, las migraciones que cuestionan los supuestos lazos entre territorio y cultura, los procesos productivos multilocalizados, la extensión de la sociedad red, el debilitamiento creciente de lo nacional estatal, los nuevos movimientos sociales relacionados con identidades étnicas y formas de resistencia cultural, las nuevas formas de hegemonía estadounidense sobre la región, y los cambios en la esfera política que incluyen la especificidades nacionales (Venezuela, Bolivia, México...) ¿qué repercusiones se derivan para la producción intelectual y académica? 29 No sobra advertir que esta pregunta tiene que ver con los procesos que subyacen en el hecho “aparentemente natural” de que América Latina constituya un objeto de estudio legítimo para lasciencias sociales. En realidad, habría que revisar el origen de los centros e instituciones de estudios latinoamericanos para precisar sus proyectos. Cuando se concibe a los estudios latinoamericanos como “estudios de Área”, se derivan dos consecuencias: América Latina deja de ser el lugar donde se producen teorías, para continuar siendo el lugar que se estudia. Al mismo tiempo, la mirada “experta-institucional” transforma a América Latina en un área para ser estudiada, y no en un espacio donde se produce pensamiento. En resumen: hay una diferencia radical entre hablar sobre América Latina y hablar desde ella. No se trata solamente de la dimensión geográfica, lo que se critica es cualquier tipo de enunciación que busque integrar el referente “Latinoamérica” en un aparato global de conexiones teóricas, ligadas a una institucionalidad determinada. En este contexto, ante la evidente clausura del horizonte utópico en el campo de lo político y de la reducción de las ciencias sociales a saber instrumental, dirigimos nuestra búsqueda hacia una de las prácticas artísticas que se caracteriza por ser un ejemplo de la capacidad humana de resistir y de ensoñar. La clave utópica, construida como criterio metodológico, nos servirá de guía para elegir las experiencias teatrales con las cuales nos interesa dialogar, en los términos que hemos elegido en esta investigación. Esto significa que la elección del teatro latinoamericano no se ha hecho únicamente por criterios de delimitación 30 geográfica, sino por un interés histórico-concreto. De manera similar a lo que planteó César Fernández Moreno (1972) para el caso de la literatura, el conocimiento disponible y el que pueda generarse acerca del teatro puede servir para replantear un problema que sigue vigente: ¿Qué es América Latina? Esto significa que no se da por demostrada la unidad de América Latina, sino que se acepta como una hipótesis de trabajo de la cual se parte y que puede ser comprobada o no a lo largo de la investigación. La delimitación de lo latinoamericano funciona como un locus político y simbólico que permite mirar el mundo. Asumir la latinoamericanidad consiste en afirmarse como parte de una comunidad que se constituye en un “nosotros” no para segregarse, sino para construir vínculos significativos con los “otros” que tienen algo que decirnos, algo que enseñarnos y con quienes podemos confluir en tareas comunes porque compartimos un conjunto de atributos, necesidades, valores y deseos que configuran lo elementalmente humano. Con relación al teatro y la historicidad en América Latina es necesario recordar que existen múltiples formas de asumir la “experiencia” de ser latinoamericano, de acuerdo a situaciones vitales y coyunturas específicas; en el teatro de América Latina existen presencias y resonancias del teatro “universal”, es decir de origen “europeo/occidental”, pero no de manera gratuita. En otras palabras, el teatro se hace a partir de las múltiples matrices culturales de pertenencia que le dan a cada sujeto su concreción. Lo latinoamericano, a su vez, se configura en un proceso dialéctico entre lo local, lo regional, lo nacional y lo subcontinental-caribeño. 31 Frente a las múltiples prácticas del conocimiento colonizante, situados en América Latina y en la búsqueda de categorías que sustenten un pensamiento endógeno, se hace necesario un ejercicio hermeneútico que nos permita caracterizar el horizonte gnoseológico actual. Esta tarea conlleva contar con un panorama de los debates teóricos e ideológicos contemporáneos acerca de la modernidad, la posmodernidad, el poscolonialismo y otros discursos. En los límites que nos hemos planteado en esta investigación, no es nuestro propósito discutir estos temas, aunque algunos de ellos serán motivo de reflexiones específicas a lo largo de nuestra exposición, cuando las expresiones creativas del teatro y del performance retoman, comentan y reaccionan a estos contextos ideológicos y culturales. 2. Pensamiento ¿Por qué elegimos como uno de los ejes de nuestra investigación una categoría tan general como la palabra “pensamiento”? Para contestar esta pregunta, debemos recordar que esta investigación tiene una de sus motivaciones en la posibilidad de dialogar con la empresa política y epistemológica de Hugo Zemelman. La exposición que sigue no pretende resumir o reseñar la obra de este autor. Lo que queremos es intentar una apropiación creativa de algunos de sus planteamientos y de sus ideas. 32 En el libro: Horizontes de la razón, Zemelman se plantea una serie de preguntas centrales: ¿qué es conocer? ¿qué se conoce? ¿para qué se conoce? ¿cómo se conoce? (Zemelman, 1992). Para contestar estas preguntas se elige, como estrategia, la recuperación de la crítica como forma de razonamiento y, en particular, de la idea de totalidad como criterio de organización de esta actividad fundamental. La razón se define como un atributo humano, como una exigencia de libertad que permite replantear las relaciones entre pensamiento y realidad. La realidad se entiende, desde la perspectiva del pensamiento crítico, como una articulación compleja de fenómenos, como la articulación de procesos de diferentes niveles estructurales y escalas de tiempo y de espacio, como la articulación entre lo dado y lo potencial, como un producto histórico y como escenario de realización de opciones históricas. Con relación al pensamiento, este enfoque nos permite plantear, como un nudo problemático, la trayectoria de un tipo de pensamiento que dará origen a la ciencia moderna y al modelo hipotético deductivo, como forma predominante de conocimiento. La aplicación de estas ideas se despliega en una lógica argumentativa que permite situar la necesidad de conocer América Latina en una perspectiva amplia y sugerente. Una de las preguntas clave, que nos hace Zemelman, es la siguiente: ¿sabemos en qué momento histórico vivimos? Esta pregunta nos conduce directamente a confrontarnos con las diversas versiones de lo que es la realidad sociohistórica mundial y la realidad latinoamericana como parte de ella. La versión dominante plantea que el capitalismo es la única configuración posible de la realidad social e histórica. En el contexto de la lógica de reproducción del capital a 33 escala mundial no habría opciones alternativas. El proceso de trasnacionalización del capital, conocido como “globalización” sería una especie de clausura de la historia. Frente a esta versión dominante, resulta urgente preguntar ¿qué está pasando con el pensamiento latinoamericano de hoy? ¿qué significa pensar en América Latina? ¿desde dónde se piensa América Latina? ¿para qué se piensa en América Latina? El referente de este conjunto de preguntas es la realidad latinoamericana, entendida como una situación humana, social e histórica susceptible de problematización y transformación. Esa problematización conduce a plantear cuestiones epistemológicas que den respuesta al problema de la complejidad. Esto es lo que justifica el esfuerzo de Zemelman por recuperar posturas de razonamiento en la tradición del pensamiento dialéctico (Hegel y Marx), en el historicismo alemán (Rickert y Dilthey) y en la fenomenología (Husserl). Las cuestiones epistemológicas que le interesan a este autor están vinculadas a cuestiones éticas, en particular, enfrentar la problemática actual del momento histórico de América Latina. La articulación entre lo ético y lo epistemológico es posible a través de la categoría de conciencia histórica, la cual permite vincular la producción de conocimiento con la construcción de visiones de futuro y, sobre todo, con la identificación de sujetos que tienen la exigencia y la necesidad de conocer, más allá de los espacios académicos, en los escenarios concretos de la lucha social. 34 Algunos años atrás,especialmente en los sesenta y setenta, la relación entre las ciencias sociales y la realidad histórica latinoamericana parecía algo natural en las tradiciones educativas, sobre todo en las universidades públicas. Lo que sucede, en las últimas dos décadas, es una especie de claudicación del potencial de transformación que se le adjudicaba a la producción de conocimiento. Esto no es casual, hay una multiplicidad de factores que lo explican, en particular los cambios ocurridos a escala mundial, desde la crisis generalizada que se presentó en los países del llamado “socialismo realmente existente”, hasta el avance triunfal del capitalismo, bajo el liderazgo militar de Estados Unidos y las sucesivas revoluciones tecnológicas en informática, biotecnología, microelectrónica y otros campos. En estas condiciones se da un entrelazamiento entre la lógica de reproducción del capital y las funciones de la ciencia, sobre todo, la función sustantiva de “producir el mundo” (Bueno, 1995). Las ciencias sociales, en particular algunas vertientes de la psicología, la sociología y la antropología se especializan en realizar diagnósticos del presente, pero ya no parecen incorporar, el aliento utópico que tuvieron en otras épocas o cuando menos el propósito de contribuir al cambio social. Una de las tareas que se nos presenta, al imaginarnos como productores de conocimiento sobre América Latina, es asumir una posición frente a este señalamiento. ¿Qué significa hoy pensar la realidad latinoamericana? ¿Cómo se piensa? ¿Para qué se piensa? Pensar la realidad latinoamericana, para nosotros, significa hacer uso de la razón, entendida como un proceso humano e histórico que ha tenido múltiples formas de expresión, entre ellas, la vertiente que tiene un momento muy significativo en la 35 Grecia clásica, donde aparecen, de manera seminal, diversas trayectorias que se extienden hasta el presente. Una de ellas ha desembocado en la ciencia moderna, que surge en el entramado entre conocimiento, poder y tecnología, lo que se conoce, generalmente, como racionalidad instrumental. Pero la razón humana también se ha expresado en otras formas simbólicas además de la ciencia, de allí la importancia de las filosofías, de las religiones, y de las artes. Frente a la racionalidad científica dominante que busca, fundamentalmente, conocer para controlar y dominar, resulta urgente recuperar las capacidades gnoseológicas de la razón humana, entendida como un proceso abierto, inacabado y complejo. Frente a la fragmentación y la especialización del conocimiento, que forman parte del funcionamiento de la ciencia, entendido como complejo institucional, resulta estratégico recuperar diversas opciones de integración cognoscitiva. Algunas de ellas son: el pensamiento crítico y el uso epistemológico de la categoría de totalidad (Zemelman, 1992); el pensamiento complejo (Morin, 1984); el paradigma holográfico y en particular su aplicación para comprender lo social (Navarro, 1994); y los postulados del materialismo filosófico (Bueno, 1995). Estas opciones nos muestran parte del repertorio que nos ofrece nuestra época para enriquecer nuestra forma de pensar. Estamos, tal vez, ante el nacimiento de un paradigma de la complejidad que sea capaz de aceptar las aportaciones mencionadas, como parte de un proceso más amplio, de un cambio de conciencia, y, por consiguiente, de la forma en que la humanidad se ha pensado a sí misma y sus relaciones con la totalidad de lo existente. Este cambio paradigmático nos ofrece perspectivas muy sugerentes para pensar América Latina. 36 La cuestión de para qué se piensa en América Latina, tiene que ver, para nosotros, con la dialéctica opresión-liberación que ha estado presente desde la invasión europea del siglo XVI. Esta dialéctica es una clave de comprensión histórica de la realidad continental. Parte del ejercicio de este pensar tiene que ver con el cultivo de la memoria, memoria del fuego, como la llamó Eduardo Galeano, quien logra releer el devenir de individuos y colectivos en claves de resistencia, de esperanza y de liberación (Galeano, 1992). Otra dimensión fundamental consiste en recuperar el presente como un escenario abierto para múltiples formas de intervención. La identificación de contextos, escenarios y actores tiene que ver con concebir el pensamiento como actividad humana, como conciencia, como praxis y cotidianeidad. Se piensa para recuperar el sentido que tiene la praxis: conocer para transformar, en las escalas específicas en que se desarrolla la vida de las personas, sin presuponer la existencia de sujetos históricos privilegiados, sino en la multiplicidad de formas en que se despliega la diversidad de modos de vida y en la especificidad que adoptan las formas de explotación, dominación y hegemonía en las sociedades capitalistas. El pensar tiene también un sentido de proyección y de imaginación, a través de la función anticipadora que tienen los lenguajes simbólicos, y en el marco de nuestra investigación, las funciones utópicas y gnoseológicas que pueden cumplir el teatro y el performance. En síntesis, el problema que hemos identificado es la existencia de un bloqueo histórico que se traduce en el plano de la teoría en una especie de claudicación frente a la lógica económica y cultural dominante que presenta al capitalismo 37 como la única opción para organizar los procesos de producción y reproducción social. Desde nuestra ubicación latinoamericana asumimos como una tarea significativa la búsqueda de opciones alternativas a esta situación. De allí que encontremos en la obra de Hugo Zemelman, algunas ideas iniciales para emprender nuestra propia búsqueda, adentrándonos en los universos que nos ofrecen el teatro y el performance, con el supuesto de que encontraremos en estas expresiones artísticas algunos elementos que nos permitan enriquecer el pensamiento crítico, entendido como una racionalidad humana abierta y flexible, capaz de integrar los conocimientos científicos con la gnosis que proviene del arte y las humanidades. Recordemos que estamos interesados en los lenguajes artísticos porque suponemos que encontraremos en ellos algunas alternativas para enriquecer el pensamiento crítico, si las interpretamos desde la clave utópica. El pensamiento se expresa en el transcurso de la vida como un flujo constante de imágenes, ideas, ensoñaciones. A lo largo de la vida hay un diálogo interno que sólo puede detenerse mediante técnicas de meditación muy rigurosas. Para la mayoría, el pensamiento es una aparente obviedad, pero a la vez es doloroso, agotador, no obvio. Pensar duele. Porque cuando verdaderamente se piensa se descubren los límites de la vida. La conciencia de la muerte se presenta como un límite y como un desafío, la historia aparece como una serie interminable de violencia y destrucción, las sociedades humanas semejan dispositivos para el control y el sufrimiento. Para quien piensa parece inevitable esa confrontación con estas dimensiones sombrías. En busca de alternativas, tarde o temprano se apela a la 38 imaginación creativa, primer paso para descubrir que el hombre no es solamente y sobre todo, un <<sistema de necesidades>>, sino también y fundamentalmente necesidad metafísica. El hombre necesita, para ser hombre, de la verdad, del lenguaje, del bien, de la belleza (Kosík, 1993). 3. Teatro El teatro, desde nuestro ángulo de interés, es importante como universo de indagación porque ofrece imágenes de cada época histórica, ¿reproduce o reformula, procesa? artísticamente los principales conflictos, triunfos y fracasos de las comunidades humanas, elige situaciones en las que unos hombres hablan a otros hombres acerca de los acontecimientos de su realidad existencial y ofrece versiones concentradas de la realidad humana y de sus principales conflictos. A diferenciade otras formas culturales expresivas, en las obras dramáticas se presentan visiones de la vida en las que se mezclan elementos intelectuales y emocionales. El teatro, en este sentido, es un arte capaz de conmover, esto es, de poner en movimiento un conjunto complejo de emociones e ideas. Las ideas que la literatura dramática contiene y que el hecho teatral escenifica no son propiamente filosofía, sino un tipo de sabiduría que incorpora, al hecho de estar vivos, la conciencia de la muerte y de los límites que existen para el disfrute pleno de la vida. Esto habilita al teatro para ser portador de un pensamiento relacionado con nuestro goce, nuestro sufrimiento y nuestra mortalidad. Precisamente, la tragedia y la comedia, como las dos principales formas teatrales, abordan las 39 preguntas más profundas sobre el sentido de la vida, y expresan la actitud que se rebela ante la fatalidad, introduciendo el humor como una estrategia para afrontar los retos y los acontecimientos del transcurrir humano. Lo que enseña el hecho teatral, como lenguaje artístico, es que hay un encadenamiento entre dolor, emoción y experiencia. Con el teatro, al mismo tiempo que se aprende, se comprende el significado de las cuestiones cruciales de la vida y de la muerte. En el teatro están presentes las sucesivas imágenes del hombre, en sentido genérico. En el teatro hay una fuente inagotable de construcción de sentidos. El teatro es una forma cultural compleja especialmente adaptada para integrar el pensar y el sentir. El pensamiento, entendido como el efecto sensible del funcionamiento del cerebro humano, siempre está teñido de sentimiento. Es imposible pensar sin sentir a la vez. Las ideas encarnadas en los personajes teatrales y en las situaciones dramáticas son un repertorio de los principales conflictos que ha enfrentado la humanidad. De allí la importancia de conocer al teatro e interpretarlo como un lenguaje artístico portador de la gnosis teatral, entendida como un conjunto de visiones de la vida enfrentadas entre sí, y que le dan al teatro una gran significación histórica al ser uno de los espacios privilegiados para ver vivificadas las luces y las sombras de nuestra existencia. En el transcurso de la investigación nos hemos dado cuenta que el conjunto de ideas hasta aquí expresado, si bien justifican nuestro interés por el teatro en 40 cuanto manifestación cultural, deben complementarse con algunas reflexiones críticas que nos advierten acerca de las limitaciones que tiene el uso de la palabra “teatro”, cuando no se advierte la construcción histórica del concepto y su raigambre occidental. Este es un tema crucial para pensar las expresiones teatrales de América Latina y sobre todo, para incorporar, como parte de nuestro discurso crítico las discusiones recientes sobre teatro, teatralidad, diversidad cultural y política en América Latina. (Geirola, 2000, Villegas, 2000, Azor, 2004). En los momentos que consideramos oportuno damos cuenta de estas aportaciones que enriquecen el acervo teórico con el cual podemos pensar nuestra realidad. 4. Performance El performance, nos interesa como una práctica artística que tiene antecedentes históricos, especialmente en las vanguardias artísticas del Siglo XX, y en el arte conceptual, pero que emerge como arte posmoderno en países como Alemania, Japón, Austria y Estados Unidos en los años setenta y que también tiene una vertiente latinoamericana, generalmente ignorada por la literatura académica anglosajona. Precisamente, uno de nuestros propósitos es ocuparnos de la especificidad del performance latinoamericano, de sus interrelaciones con la producción artística metropolitana, pero que tiene una densidad, teórica y estética propia. Un tema de indagación específico para nosotros es encontrar en América Latina de qué manera se hace performance y a qué tradiciones artísticas apela en el entramado específico de la historia latinoamericana. 41 Desde un punto de vista incluyente podemos afirmar que el performance es uno de los resultados del ejercicio de la imaginación creativa asumida con una actitud crítica que revela procesos donde el artista se confronta con las situaciones económicas, sociales, políticas y culturales o con formas de opresión específicas, sexuales, de género, de edad, de xenofobia, racismo ó de índole histórico- estructural. En su respuesta artística el performer pone en juego todo su ser, su cuerpo, su biografía, sus atavismos, sus miedos y sus deseos para responder a su condición sensible y pensante. El performance, visto desde las artes visuales, nace estableciendo su identidad frente al teatro. No se desarrolla desde sus paradigmas. Por más que se utilicen recursos teatrales, en un performance se presentan acciones significativas mediante las cuales el arteaccionista busca exponer su conexión real con el mundo como un intento de participación real y no sólo metafórica. El “accionista” o performer no interpreta un personaje, es él mismo y continúa siendo él mismo. Su búsqueda es interior. Puede existir un guión a seguir, pero también se puede improvisar de manera muy espontánea. El performer no se disfraza, sino que utiliza un vestuario real, acorde con la acción a representar. En el performance no se trabaja con escenografía, sino con el espacio arquitectónico o natural, utilizando ambientaciones, ensamblajes, objetos o instalaciones. Aunque el performer puede utilizar gestos, movimientos, música, monólogos, diálogos, cantos o danzas, todo ello no es un fin en sí mismo, solamente son recursos que utiliza en una manifestación real de vida. Aunque el performance puede utilizar el 42 lenguaje del teatro en su realización, no es teatro, es un arte no-objetual y efímero que utiliza distintos lenguajes, entre ellos el teatral. Uno de los debates de mayor interés en el primer lustro del siglo XXI es en torno a las zonas fronterizas en las que se tocan performance y teatro, sobre todo cuando los límites entre lo real y lo ficticio también son inestables, cuando la realidad se teatraliza y los sujetos sociales, sin conocer necesariamente la historia del arte, del teatro o del performance, recurren a acciones cargadas de energía, simbolismo y ritualidad para contestar (disputar, testimoniar, resistir) los nuevos patrones de dominación, explotación y hegemonía, mismos que a su vez, en su necesidad de vigilar, controlar y castigar también realizan intervenciones sobre lo real que necesitan de la teatralidad y del performance para hacerse visibles. En este contexto se discute la importancia de que los practicantes del teatro y del performance que comparten una posición crítica frente a la realidad social contemporánea, se encuentren para intercambiar sus conocimientos, experiencias, sentimientos, su indignación y recursos expresivos. Tal vez estemos en el umbral de nuevas formas artísticas, acciones escénicas que serían parte de las respuestas que elaboran hoy los individuos y los colectivos para resistir, persistir y existir en las condiciones de un mundo hipertextual, posmoderno y globalizado. 43 5. Clave utópica El ángulo de interés que funcionó como una especie de faro o de estrella-guía en nuestra navegación por los estudios latinoamericanos, el teatro y el performance, es lo que definimos como clave utópica, y que nos vincula con un amplio abanico de autores. (Ainsa, 1997; Cerutti, 1991 y 2003; Zemelman, 1998). Lo utópico, en su traducción metodológica es un recurso heurístico para indagar la producción cultural. (Ruyer, 1971). Lo utópico permite construir una hermenéutica que no sólo recupera de manera descriptiva y analítica los hechos culturales, sino que ayuda a hacer explícito el “aún no” que se anuncia en el presente (Bloch, 1977). Lo utópico remite a la búsqueda de nuevos horizontes de pensamientopara acechar lo desconocido en los quehaceres cotidianos. Lo utópico, aplicado al estudio del teatro y del performance, puede impulsarnos a encontrar en las formas cotidianas, simbólicas e imaginarias, e incluso –tecnológicas- que se utilizan en los escenarios y en las acciones, cuando se convoca a ad-mirar la existencia en una espacialidad y una temporalidad controladas, es decir, intervenidas por la imaginación humana o, a partir de propuestas creativas, previamente pensadas. Los autores, expresiones artísticas, sujetos y movimientos sociopolíticos que nos interesan son aquellos que no aceptan la realidad <<capitalista>> como fatalidad o como destino. Se trata, para nosotros, de un conjunto de experiencias humanas que permiten vivir en la esperanza activa por un mundo humanizado, un mundo mejor. Esta clave utópica nos ofrece un principio de orientación fundamental, porque nos da un criterio de selectividad ante la gran cantidad de información que 44 se acumula sin cesar y nos ofrece, al mismo tiempo, un lugar imaginario desde el cual podemos dialogar con las producciones simbólicas y discursivas que forman parte de la atmósfera cultural de nuestra época, incluyendo los debates en torno a la modernidad, la posmodernidad y la globalización. Nuestra hipótesis fue que si podíamos leer desde la clave utópica, experiencias creativas que se han realizado en diferentes momentos discontinuos del teatro y del performance latinoamericanos, contaríamos entonces, con una serie de elementos para configurar un discurso crítico-utópico renovado, apto para abrir debates significativos sobre el presente y el futuro de las sociedades latinoamericanas. 5.1 El teatro latinoamericano en clave utópica Al evaluar la situación latinoamericana contemporánea, especialmente en la última década, es evidente que la realidad económica, política y social mundial muestra la clausura de los proyectos de liberación, tal y como habían sido imaginados en las décadas de los años sesenta y setenta. El lenguaje en el que se codificó el pensamiento de izquierda parece gastado. ¿De qué manera expresa el teatro la nueva situación? ¿Cómo se modificaron los discursos teóricos e interpretativos del teatro actual? ¿Cuáles agentes teatrales, en qué lugares y con qué estrategias se mantuvieron fieles a un proyecto de emancipación personal y social a través del teatro? Este conjunto de inquietudes tuvo una respuesta inicial en los artículos y 45 libros de Magaly Muguercia. Esta autora cubana nos ofrece un conjunto de claves para entender la nueva situación: Si postulamos que el sentido imaginario de la utopía consiste en intuir la posibilidad de que pueda existir un orden de vida mejor, podríamos preguntar si este sentido está presente en el teatro latinoamericano. Y si la respuesta es afirmativa, podríamos preguntar: ¿En dónde está? ¿En las formas? ¿En las estrategias de composición? ¿En los símbolos? ¿En las ficciones? Esta aproximación nos parece relevante para ir más allá de lo obvio, del interés por el teatro de liberación, el teatro de creación colectiva, el teatro popular o comunitario. Si se acepta la complejidad del hecho teatral y se toma en cuenta su evolución durante el siglo XX, podríamos encontrar que, en los afanes creativos que van de Stanislavski a Brecht o de Artaud a Grotowski, hay distintas, pero coincidentes visiones, sobre la plenitud y la dignidad humanas objetivadas en técnicas y lenguajes escénicos. Este enfoque nos conduce a ampliar los criterios con los cuales valoramos una propuesta escénica y a poner atención en los procesos de creación. Respecto a las expresiones del teatro latinoamericano podemos preguntarnos: ¿Cuáles son sus lenguajes? ¿Cuáles son sus técnicas? ¿Cuáles son sus poéticas? ¿Qué experiencias de teatro latinoamericano vinculan nuevas formas de conocer el mundo con el teatro y las utopías? 46 ¿En qué medida los lenguajes teatrales aportan técnicas, estrategias de simbolización y posturas filosóficas que intentan conocer de otra manera el mundo, no sólo imaginarlo mejor? (Muguercia, 1995, 1997). Sabemos que no es correcto hablar del teatro latinoamericano como si se tratara de un conjunto homogéneo, no obstante creemos que en cada experiencia teatral, podemos encontrar aspectos cualitativos que la vinculan con un devenir y con un proyecto histórico común. Al realizar un ejercicio de reflexión crítica sobre la idea de experiencia, descubrimos y revaloramos su potencial teórico. La noción de experiencia nos remitió a diferentes niveles de concreción de las prácticas sociales: en primer lugar, al transcurso vital. Lo que nos ocurre en un tiempo y espacio. Las experiencias se organizan a través del lenguaje: relatos, narrativas, dramas sociales y realizaciones culturales. Cada experiencia que narramos o que nos narran es un episodio de una historia posible. Cuando es interpretada, la experiencia es capaz de estructurar la vida sin fijarla. Una experiencia es una acción que enseña. Si pensamos en el universo teatral, ¿cuál es su principal enseñanza? ¿”Aprender del padecer”, como proponía Esquilo, porque lo que se aprende es a identificar los límites del ser hombre, la comprensión de que las barreras que nos separan de lo divino no se pueden superar? ¿O aprender que la condición humana se realiza en el afán de transgredir todas las formas de convencionalismo y en la oportunidad 47 de “experienciar” opciones de libertad? Recordemos que experienciar, a diferencia de experimentar, se refiere a una actitud atenta a lo que acontece en la vida, asumida como una travesía que va adquiriendo sus matices en el momento mismo de la acción. Nuestros pasos van trazando los senderos. (Michel, 1996: 23). Para nuestros propósitos, la categoría “experiencia”, tiene la flexibilidad necesaria para incluir en nuestra travesía múltiples aspectos del universo teatral latinoamericano que nos parecen significativos. De esta manera, podemos referirnos al teatro no solamente como espectáculo o como texto, sino a las distintas formas de vivir el hecho teatral: como hecho creativo que invita a una transformación individual y de grupo, o que existe como relato de acciones realizadas, o bien como experiencia cognoscitiva. Al hablar de “experiencias teatrales”, podemos comprender una heterogeneidad de prácticas que le dan al teatro su concreción histórica, aceptando que toda experiencia es única, irreversible e irrepetible. El desafío para el pensamiento consiste, entonces, en manejar la tensión que se produce entre el devenir continuo de las obras culturales, los procesos creativos, los afanes individuales y colectivos y el deseo de identificar algunos elementos que muestren sentidos que permanecen más allá de lo efímero y que permiten establecer criterios de comprensión de más largo aliento. En la investigación que nos ocupa, debimos aceptar la fugacidad como un elemento constitutivo de la realidad. 48 5.2 El performance latinoamericano en clave utópica Performance y teatro son dos lenguajes artísticos que dan cauce a las necesidades humanas de expresar sentimientos, ideas, estados de ánimo, denuncias, evasiones, encuentros, desencuentros, sueños, pesadillas, dudas, certezas y todo el conjunto de pasiones y pensamientos que conforman el ser y el estar humano en el mundo. Más allá de algunas posiciones irreductibles entre performanceros y teatristas, hay una serie de vasos comunicantes entre performance y teatro que al menos hay que considerar para un debate posible. Estamos de acuerdo con la afirmación de que el performance no es teatro mal elaborado ni experimental. El performance es acción significativa y no primordialmente espectáculo. El performance no es la actuación sino la acción de un artista. El sujeto no representa a otro sujeto (caso delactor), sino que es él mismo realizando una serie de acciones significativas. En el teatro, hay varios puntos de contacto con el performance que tienen que ver con su punto de partida común, que es la condición humana y la imaginación creativa. En el entrenamiento actoral, hay, sin duda, un esfuerzo por conocer y usar el cuerpo como recurso expresivo, hay técnicas específicas para entrenar la memoria, mejorar la dicción, la voz y la expresión gestual. El actor aprende a moverse en el espacio y a relacionarse con las personas y los objetos. Todas estas habilidades pueden considerarse “performáticas”. Aunque el teatro acepta la convención del como si, (Stanislavski, 1985) esto es, de la ficción o convención 49 teatral como premisa, en la actuación hay la búsqueda de la verosimilitud y de la creencia escénica. Hay una verdad artística que le da al teatro la posibilidad de ser un dispositivo adecuado para adentrarse en otros tiempos y espacios. En el performance también hay un elemento que apela a la convención: se crea una situación que aunque se inserte o irrumpa en lo cotidiano, abre un paréntesis o un cronotopo (Bajtin, 1995) en el cual los comportamientos reiterados o el transcurrir habitual de la vida social se ve alterado, precisamente con un propósito artístico. En el performance habría esa disposición a exhibir de manera abierta, sincera y arriesgada con una actitud de transgresión o de resistencia, un estado de alerta, una forma de conciencia que alerta a otras como una necesidad no solamente existencial, en un sentido restringido, sino porque lo que se quiere compartir es, precisamente, una extrañeza frente a lo “real”. Es la propia vida lo que se muestra, aunque el performance pueda integrar múltiples dimensiones históricas, tecnológicas o culturales, lo que sostiene al performance es su calidad de ser un acto real que se sobrepone, como realidad reflexiva sobre lo real impensado o no significado como problema. El performance es un lenguaje artístico que contribuye a mantener una actitud despierta y atenta a lo que sucede en el mundo. Lo que buscamos en el performance, desde la clave utópica, lo podemos expresar con una imagen: dada la importancia que tiene el cuerpo como el principal elemento del arte del performance, lo que deseamos en nuestra investigación, es reconocer en la obra/cuerpo de los artistas seleccionados, uno de sus tatuajes, en 50 el cúmulo de huellas y cicatrices que cubren su piel. Un tatuaje/huella que nos informe de una actitud humana básica, la inconformidad y la rebeldía. El performance en clave utópica, nos recuerda el pensamiento de Goethe: ¡en el principio fue la acción! O en otro registro: que lo que diferencia a la especie es su capacidad de autocreación mediante la praxis, una capacidad genérica hoy usurpada por el capital. 51 52 II. EXPERIENCIAS TEATRALES LATINOAMERICANAS 1. Aproximación histórica al teatro como arte de la representación 1. 1 Del teatro a la teatralidad La búsqueda de conocimiento es un hecho humano que supone riesgo, aventura y apertura a lo inédito. Esto no quiere decir avanzar a la deriva, sino aprender a navegar y trazar rutas flexibles que incorporen los hallazgos que se encuentren en el camino. En esta travesía el teatro constituye el material “océanico” que sustenta la navegación. La idea que servirá como principio de orientación concibe al teatro como un mundo con una historicidad propia, especializado en re-presentar la vida a través de un conjunto de recursos y modalidades que tienen en común la postulación de un juego entre la razón (Apolo) y la pasión (Dioniso), donde el arte actoral establece un equilibrio inestable que permite una forma de mirar y de conocer original. Según Heckel: Al través de toda la historia del teatro puede perseguirse esta esencia doble de Dionisios-Eros y Apolo-Logos, juego y orden, arte por el arte, ley y estructuración. (Heckel, 1971:148). En un primer acercamiento nos pareció útil la metáfora del teatro como espejo de la existencia. Aunque poco a poco fuimos descubriendo sus cualidades, pues a diferencia de los espejos comunes, estamos ante un dispositivo que no solamente 53 “refleja”, sino que revela, sugiere, indaga, construye. Se trata de un dispositivo inventado para hacer ver, de manera concentrada, las luces y sombras de la condición humana. En el teatro se vive una ficción que integra varios momentos donde la vida parece consciente de sí misma por intermediación de los sujetos que escenifican y en la interrelación entre actores y espectadores. Esto es posible gracias a la complejidad que se da entre el ser y el parecer, donde la fusión (o identificación total) está sometida a un control (el juego dramático) que limita la transgresión en términos espaciales y temporales. Los aspectos cualitativos del teatro, han hecho posible, por ejemplo, que en un ensayo reciente Carmen Leñero se refiera a la teatralidad, más allá de la pieza dramática o del hecho escénico, como toda modalidad de representación y de pensamiento. Según esta autora, la teatralidad es una modalidad holística, sujeta a los principios de escisión, paradoja y contradicción (la escisión entre ser y parecer, entre ser y mirarse ser: la paradoja de revelar porque se oculta y viceversa: la contradicción de provocar, de manera simultánea, identificación y distanciamiento). Así entendida, la teatralidad puede encontrarse en las conjeturas científicas, en las meditaciones filosóficas, en los juegos infantiles, en la terapia psicológica, en los espectáculos deportivos y políticos y en las más íntimas y personales ensoñaciones. (Leñero, 2001). La importancia del teatro radica en que es el ámbito privilegiado para explorar las cualidades esenciales de lo teatral. Por ejemplo: generar un espacio y un tiempo de excepción, como si se tratara de un todo condensado y autónomo, análogo al 54 estado de trance o al sueño, con sus propias leyes de cohesión y desenvolvimiento; negar la supuesta dicotomía del signo, ya que significante y significado están ambos presentes; conjugar elementos semióticos de distinta naturaleza y hacer comparecer en un aquí y ahora concretos al menos tres instancias o sujetos de percepción: personaje, actor y espectador; servir de mediación con esferas sobrenaturales o usualmente inaccesibles a la conciencia (lo sagrado, lo inconsciente, lo prohibido); crear un ámbito pródigo en metamorfosis, donde todo sentido puede encarnar y transitar de una sustancia a otra; ser montaje de varios lenguajes entrecruzados –el visual, el sonoro, el táctil, el verbal, el corporal- dando vida a un signo peculiar: el acto en situación. En este apartado deseamos reunir argumentos que permitan reconocer al teatro como una práctica compleja que, a través de la teatralidad, se vincula con múltiples aspectos sociales y culturales. El estudio del teatro y de la teatralidad, admiten múltiples acercamientos, desde el plano filosófico hasta los aspectos más específicos del montaje y de la escenificación. La actitud de apertura que nos interesa cultivar nos hace receptivos a estos diferentes planos, iniciando con el nivel más abstracto, para llegar, a través del entramado histórico, a las manifestaciones concretas del teatro y la teatralidad que podemos encontrar en el devenir de América Latina. La relación que existe entre el lenguaje teatral y la conciencia, entendida como un efecto de sincronización de rutas y mecanismos cerebrales que desatan el estado de atención, nos permite postular su presencia como un elemento constitutivo de 55 la especie, como un elemento constituyente de la socialidad, entendida como el nivel intelectivo del psiquismo humano. En este sentido, la conciencia humana puede imaginarse como un dispostivo complejo de reflexividad, como una especiede teatro interior donde la realidad se modela y conoce a sí misma a través de la intermediación del cerebro humano. El mundo o la realidad serían la representación de lo que sucede en nuestro cerebro. Un cerebro que percibe, interpreta, inventa, crea y representa. Precisamente la posibilidad de representar, hace que el teatro, entendido como un dispositivo privilegiado para el cultivo de la teatralidad, pueda cumplir la función de ser espejo de la conciencia porque la realidad teatral se apoya sobre las dinámicas cerebrales, las acelera y desnuda y así nos habla de lo que sucede entre nuestra conciencia y las cosas. El lenguaje teatral hace visible lo que ocurre en la intimidad de nuestra mente. Este punto de partida nos sugiere varios caminos para la exposición, entre los cuales elegimos referirnos, brevemente, a la dimensión ontológica del teatro, a su emergencia y consolidación como una actividad específica, y a las modalidades principales que ha adquirido. La finalidad no es resumir lo que ya se ha dicho de manera especializada en los estudios sobre historia del teatro, sino de abstraer los elementos constitutivos que le dan al teatro o si se quiere, a la teatralidad un lugar crucial en las sociedades humanas del pasado y del presente. En este sentido, nos parece importante distinguir teatro y teatralidad. De acuerdo con Luis A. Facelli, la teatralidad puede ser entendida como un sistema de signos en el que se encuentra encodificada la cultura, misma que le da 56 origen y sentido. La teatralidad no es una noción a priori, dada de antemano, a partir de la cual se construyen las representaciones concretas, por el contrario, la teatralidad es construida en la múltiple dialéctica de los sistemas representacionales de una formación cultural. Así entendida, la teatralidad es el elemento diferencial del teatro, en tanto manifestación estética y artística, pero no como un elemento que la informa sino como una categoría teórica que se infiere de él. (Facelli, 1997: 83). En consonancia con este planteamiento, podemos referirnos a la teatralidad, en su dimensión más general, como una cualidad representacional, presente en la cultura humana que se objetiva en diferentes modalidades teatrales. Como afirma Pablo Navarro: Somos, sin duda, los animales más dotados para el drama, somos especialistas congénitos en el acting out de nuestros estados emocionales. (Navarro, 1994:119). De esta manera, estamos en condiciones de entender que, en las diversas civilizaciones y culturas, la teatralidad se encuentra configurando las formas específicas de organización social. No obstante, es en la sociedad griega del siglo V a. C., cuando la teatralidad encuentra las formas canónicas que prevalecerán en las sociedades europeas y, posteriormente, en su expansión mundial. 57 1. 2 La dimensión ontológica Cuando se incursiona en la profundidad histórica del teatro y se enfrentan sus enigmas, aparecen un conjunto de preguntas fundamentales que están debajo de lo social perceptible y que remiten al magma o energía primaria que ubicamos en los orígenes de la condición humana. El teatro forma parte de las tradiciones agrarias seculares, de los mitos y ritos que caracterizan la forma “natural” de reproducción social. Según Gurméndez: La teatralidad del hombre deriva de que está obligado a construir la dinámica de su ser. Por consiguiente, se reproduce continuamente, repite sus actos, refleja sus movimientos, remueve sus emociones, padece sus penas, enjuga sus propias lágrimas y bebe sus pensamientos. (Gurméndez, 1997: 198-199). El surgimiento de la teatralidad está indefectiblemente unido a las expresiones primigenias de la especie, motivo por el cual su estudio está relacionado con el de muchas otras ciencias, desde la antropología y la historia, hasta la sociología, la comunicación, la psicología, las ciencias políticas, la semiótica o el arte. Así como se ha caracterizado al hombre como sapiens, locus, symbolicum, faber, oeconomicus, hierarchicus, videns, urbanus o ludens, también es posible subrayar su cualidad de homo dramaticus, si se considera que la especie vive inventando mundos distintos que transnaturalizan lo real (Echeverría, 1998) y que se fundan 58 en formas peculiares de diálogo de los hombres entre sí y de éstos con los elementos, los animales y el Cosmos. Según Zorrilla: Los orígenes del teatro se encuentran en el núcleo de la cultura chamánica, en aquellas imágenes de dioses internos que se percibían y presentaban inducidos por substancias narcóticas. La función del chamán es bajar al mundo de los muertos para luego experimentar la resurrección, experiencias que transmite a sus devotos. Muchas veces, si no casi siempre, el chamán recurre a drogas ‘sagradas? Que le permitan realizar ese viaje al inframundo, y lograr ponerse en contacto con el mundo visionario que, así, determina todo el complejo mítico de la cultura chamánica. (Zorrilla, et al, 1985: 6). En ese sentido, por ejemplo, podría suponerse que todos los libros sagrados son poemas teatrales, en la medida en que expresan el deseo humano de comprender/explicar/justificar/intervenir la realidad a través de mitologías. Según Girón: Todos los libros sagrados son poemas teatrales que con máscaras, disfraces y diálogos supremos expresan el deseo humano de cambiar la realidad en una mitología, en una superposición de elementos milagrosos sobre los elementos reales de la Naturaleza. (Girón, 1967:13). El valor mágico y simbólico del teatro está profundamente relacionado con las estructuras mentales y afectivas de la conciencia primordial, misma que se encuentra despierta durante la infancia y que en la etapa adulta se puede evocar, 59 cuando se experimentan formas de reintegrar el yo subjetivo con la realidad envolvente. En su origen, el conjunto de elementos que conceptualizamos como parte de la teatralidad, se integra a las primeras manifestaciones expresivas de la humanidad y tienen un carácter eminentemente simbólico. Lo que hacen nuestros antepasados más remotos es representar, en forma de imágenes, una zona de experiencia en la que es posible penetrar. En las primeras expresiones de la teatralidad el símbolo juega, como en la danza, un papel catalizador que no sólo estimula, sino que define su propia esencia. Gracias a su carga simbólica se transforma en una manifestación colectiva cuya pervivencia se garantiza por el símbolo. La teatralidad responde a la necesidad humana de simbolizar y abstraer, por esto forma parte de una constelación de conceptos que amplían la comprensión de nuestra especificidad: lenguaje, símbolos, mitos, poesía y metáfora. La teatralidad, por su carácter representativo, cumple una función de enseñanza y de transmisión de conocimientos, al incorporar la experiencia del “como si”, la cual juega un papel relevante en los procesos de socialización a tres niveles: en el primero, el símbolo evoca el subconsciente y se hace universal en el inconsciente colectivo; en el segundo, el “como si” estimula la experiencia del sujeto al integrar en su propia vida psíquica la experiencia “aún no vivida” de lo representado. Finalmente, la función simbólica es fuente permanente de creación, la cual origina una gran expresividad. 60 En síntesis, los fundamentos ontológicos del hecho teatral, tienen que ver con las cualidades específicas de la especie: su capacidad de simbolizar, de representarse a sí mismo, de elaborar mitos y de utilizar la expresión dramática como un medio para aproximarse o distanciarse de la vida, a través de situaciones ficticias que satisfacen su deseo inagotable de ser más. 1.3 Origen pluricultural En este punto interesa dejar constancia de que en cada una de las civilizaciones y culturas existieron, y aún existen, formas teatrales
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