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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
 
 
 
FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ARAGÓN 
 
 
 
 
 
“EL ENCANTO TERMINA A LAS DOCE” 
 
(UNA VIDA ENTRE LAS CALLES Y LOS TRIBUNALES) 
 
 
 
 
INFORME DE DESEMPEÑO PROFESIONAL 
 
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: 
 
 
 
L I C E N C I A D O E N P E R I O D I S M O 
Y C O M U N I C A C I Ó N C O L E C T I V A 
 
 
 
P R E S E N T A : 
 
 
G A M A L I E L H E R N Á N D E Z M E N A 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
ASESORA: MTRA. MARÍA GUADALUPE PACHECO GUTIÉRREZ 
 
 
 
ARAGÓN ABRIL 2008 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
Restricciones de uso 
 
DERECHOS RESERVADOS © 
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respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
A G R A D E C I M I E N T O S 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 A DIOS: 
 
 
 PORQUE TODO LO 
 BUENO QUE TENGO 
 Y LO QUE EN ESTA 
 VIDA SOY LO DEBO 
 A ÉL 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 A MIS PADRES: 
 
 PEDRO HERNÁNDEZ + 
 ADELINA MENA 
 Y A MI ABUELITA + 
 PAULA HERNÁNDEZ 
 
 QUE DESDE LA NIÑEZ 
 ME ENSEÑARON EL 
 CAMINO, LA VERDAD 
 Y LA VIDA 
 
 POR SU EJEMPLO Y 
 SACRIFICIO DE AMOR 
 PARA DARLO TODO 
 SIN ESPERAR NADA 
 A CAMBIO 
 
 HAN SIDO, SON Y 
 SIEMPRE SERÁN 
 MI GUIA, CON SUS 
 SABIOS CONSEJOS 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 A MIS HERMANOS: 
 
 RUBICELIA 
 LUCIRALIA 
 RAQUEL 
 CARLOS 
 PEDRO 
 FRANCISCO JAVIER 
 ESTEBAN 
 HIDEKEL ZURIEL 
 
 
 CON QUIENES 
 COMPARTÍ Y 
 DISFRUTÉ LA VIDA 
 EN FAMILIA, ANHELOS 
 E ILUSIONES DE MÍ 
 NIÑEZ Y JUVENTUD 
 
 SON LA ESENCIA EN 
 LA UNIDAD DE 
 NUESTRA GRAN 
 FAMILIA 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 A MI AMADA ESPOSA 
 MARÍA GUADALUPE 
 VÁZQUEZ RAMÍREZ: 
 
 
 POR SU GRAN AMOR, 
 APOYO, CONFIANZA Y 
 COMPRENSIÓN QUE 
 HA DADO EN CADA 
 UNA DE LAS ETAPAS 
 DE MI EXISTENCIA 
 
 AL SER COMPAÑERA 
 IDEAL EN TODAS LAS 
 ACTIVIDADES QUE HE 
 DESEMPEÑADO EN MÍ 
 VIDA PROFESIONAL 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 A MIS HIJOS 
 CARLOS ALBERTO 
 CINDY PAOLA 
 GLORIA VALERÍA 
 
 
 QUIENES OCUPAN EL 
 CENTRO DE MI DIARIA 
 LABOR Y SON RAZÓN 
 SUFICIENTE EN ESTE 
 ESFUERZO 
 
 PARA CADA UNO DE 
 USTEDES MI ETERNO 
 AMOR Y PROFUNDO 
 AGRADECIMIENTO 
 POR EXISTIR 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 A VERO, JAVI Y KARI: 
 
 
 POR PERMITIRME 
 AMARLES Y SER 
 PARTE DE LA FAMILIA 
 QUE HOY FORMAMOS 
 
 PARA USTEDES 
 SIEMPRE SERÁ MI 
 GRATITUD 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 A MIS ASESORA DE 
 TESIS, MAESTRA 
 MARÍA GUADALUPEPACHECO GUTIÉRREZ 
 
 
 POR SU PACIENCIA, 
 ENSEÑANZA Y 
 DEDICACIÓN, PARA 
 CONCLUIR CON ÉXITO 
 ESTE TRABAJO 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 A LA UNAM Y EN 
 ESPECIAL A LA 
 ESCUELA NACIONAL 
 DE ESTUDIOS 
 PROFESIONALES 
 ARAGÓN: 
 
 
 ALMA MATER QUE 
 FORJÓ EN MÍ EL 
 DESEO POR 
 SUPERARME CADA 
 DÍA EN LO 
 ACADÉMICO Y 
 PROFESIONAL 
 
 AQUÍ APRENDÍ Y ME 
 FORJÉ COMO 
 PERIODISTA 
 
 SE CUMPLE UN 
 SUEÑO Y ALCANZO LA 
 META DE VIDA 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 AGRADECIMIENTO 
 ESPECIAL A TODAS Y 
 CADA UNA DE LAS 
 PERSONAS QUE 
 SIEMPRE CREYERON 
 EN MÍ 
 
 POR EL ETERNO 
 AMOR Y EL ORGULLO 
 QUE REPRESENTA 
 SER PARTE DE SU 
 DIARIA LABOR 
 
 
 
 
 
 
“EL ENCANTO TERMINA A LAS DOCE” 
(UNA VIDA ENTRE LAS CALLES Y LOS TRIBUNALES) 
 
 
 
INTRODUCCIÓN………………..…………………………………….…4 
 
 
CAPÍTULO I. Terminar la carrera…………………………........14 
 
 1.1. Cuatro años en la ENEP-Aragón…………………15 
 
 1.2. ¿Y ahora qué hago?…………………………........22 
 
 1.3. Primeros intentos…………….……………...……..26 
 
 1.4. Prácticas profesionales sin goce de sueldo. ¡Claro! 
 …29 
 
 
CAPÍTULO II. Llega la oportunidad…………………….……....35 
 
 2.1. El Nacional abre sus puertas……………..……..36 
 
 2.2. La oportunidad: ser reportero……………...……..43 
 
 2.3. Cobertura informativa de la fuente financiera…..47 
 
 2.4. Necesario capacitarse….…………………..……..56 
 
 
 
CAPÍTULO III. Consolidar lo aprendido…………………….......64 
 
 3.1. Ovaciones, la especialidad………………..……..65 
 
 3.2. Además de reportero, la mesa…………….……..80 
 
 3.3. Un breve paso por Presidencia…………….…….88 
 
 3.4. Con un pie en la calle: jefe de Información……..94 
 
 
 
CAPÍTULO IV. Dualismo………………………..………………...102 
 
 4.1. Periodista-Abogado………….…….....................103 
 
 4.2. Cambio de percepción…………………………...111 
 
 4.3. Servidor Público…………………………………..118 
 
 4.4. Fiscalía Especial para la atención de Delitos 
 cometidos contra Periodistas……………………122 
 
 
 
CONCLUSIONES……………….……..……………………………..137 
 
 
 
ANEXOS…………………...……….………………………………….149 
 
 
 
INTRODUCCIÓN 
 
 
Es en la diaria práctica profesional donde se adquiere la 
experiencia necesaria que permite aplicar los conocimientos y las técnicas 
aprendidas durante los años de estudio y desarrollar, con visión propia, el 
trabajo encomendado. 
 
Por ello, el periodista se convierte, de manera voluntaria o 
involuntaria quizá, en la memoria histórica de la sociedad, en el testigo fiel de 
los hechos, sucesos y acontecimientos que vive la nación cada día, cuya 
percepción se plasma en la nota informativa, el reportaje, la crónica o la 
entrevista que publica en el medio de comunicación donde labora. 
 
Sin embargo, no todo lo atestiguado es publicable. Existen 
reglas no escritas en el periodismo que limitan la labor y obligan al periodista a 
sintetizar el hecho, seleccionar la información e incluso, en algunos casos, 
aplicar la autocensura, en aras de conservar el empleo y hasta la vida. 
 
La madurez que necesita el periodista sólo se consigue con 
el paso del tiempo. Ninguna materia en el plan de estudios de la carrera de 
Periodismo y Comunicación Colectiva enseña lo que acontecerá en la actividad 
profesional de cada persona en el futuro. Sin embargo, hoy se conjunta la 
experiencia adquirida en la práctica profesional con la formación académica 
que se recibió durante los años de licenciatura. 
 
Por esa razón, se eligió la opción de Informe de 
Desempeño Profesional para obtener el título correspondiente, a fin de 
compartir con las nuevas generaciones algunos de los hechos y actividades 
realizadas durante la diaria labor como periodista. 
 
En el presente recuento de vivencias y experiencias 
registradas durante 20 años, hay que desandar en el tiempo y hablar de los 
inicios, sin olvidar que todo en la vida se encuentra en constante evolución, que 
la diaria labor permite crecer, avanzar y superar errores pasados. Nunca se 
termina de aprender, pero el propósito es alcanzar los más altos peldaños a 
nivel personal y profesional. 
 
La actividad periodística que se eligió, primero como la 
opción a estudiar y después como base del quehacer laboral, ha sido 
catalogada como “una adicción”, “un vicio”, porque sólo se necesita el primer 
contacto con el diarismo para que uno ya no pueda separarse de él. 
 
Consumir todos los días adrenalina pura en cantidades 
considerables hace que nuestro organismo dependa de ello e incluso se afirme: 
“si no la consumo me muero”; es decir, si todos los días no vivo con intensidad 
el ser periodista, la consecuencia es sentirme muerto. De manera particular me 
refiero a los periodistas dedicados a la actividad reporteril en un medio de 
comunicación escrito que se publica todos los días. 
 
Esta adicción se torna más profunda cuando el medio de 
comunicación escrito también imprime una edición vespertina, lo que obliga al 
reportero a trabajar casi al mismo ritmo que lo hacen las agencias noticiosas y 
los medios electrónicos, fundamentalmente la radio. 
 
Hablo en lo particular del periódico Ovaciones en sus dos 
ediciones, la primera que se publica encartada en el diario deportivo del mismo 
nombre, y la segunda, el vespertino que se colocó en el número uno de su tipo 
e incluso vio “morir” como competencia a El Gráfico de El Universal y a La 
Extra de Excélsior, en sus tres ediciones. 
 
Pero no aceleremos las cosas. Es el momento de hurgar en 
el archivo de mi memoria y recordar no sólo los mejores instantes en el 
desempeño de mi vida profesional, sino iniciar por las bases, por los cimientos,por las causas y los motivos que influyeron en mi vida para que hoy sea 
periodista. 
 
Esta titánica labor representa serios retos y limitaciones 
para el desarrollo del presente informe porque la memoria es traicionera, 
pueden recordarse algunas cosas, principalmente las más agradables, pero 
también olvidarse aquellos momentos no gratos e incluso no acordarse de 
hechos, lugares, nombres y personas importantes para mi formación 
profesional. 
 
Uno de los aspectos que puede limitar este informe es el 
lapso que considera. Se trata de dos décadas, tiempo en el cual se registraron 
diferentes acontecimientos, muchos de ellos no relacionados de manera directa 
con mi actividad periodística; otros, muy personales que no serán expuestos. 
 
Existe una base común en donde inicia mi interés por el 
periodismo. Casi al término del nivel bachillerato, conocí a Jazmín Ross, una 
reportera de lo que antes fue la agencia de noticias Informex, hoy convertida en 
Notimex, y a su marido, Jorge Bocanera, un exiliado argentino, periodista, pero 
sobre todo poeta, quienes al platicar y compartir sus vivencias conmigo, 
influyeron en mi decisión de estudiar periodismo en el nivel profesional. 
 
La actividad desarrollada entre los años 1987-2007, la he 
dividido en cuatro grandes etapas: la primera da inicio en el momento en que 
terminé la etapa académica de la carrera luego de cuatro años de acudir a 
clases en la ENEP-Aragón, y muestra aspectos de los incipientes esfuerzos 
realizados en la práctica profesional, sin goce de sueldo. 
 
Gracias a la Universidad Nacional Autónoma de México 
(UNAM), por siempre la mejor, pasé cuatro años de mi vida como alumno de la 
carrera de Periodismo y Comunicación Colectiva, en la entonces Escuela 
Nacional de Estudios Profesionales, plantel Aragón, la cual hoy goza de 
merecido nivel al obtener el grado de Facultad de Estudios Superiores. 
 
Al concluir los estudios, sin importar las calificaciones 
obtenidas y mucho menos el promedio alcanzado durante toda la carrera, la 
realidad me golpeó de frente. “Tendrás todos los estudios que quieras pero te 
encuentras solo, sin experiencia para solicitar trabajo y sin darle dirección ni 
sentido a la vida”, me dije. 
 
Mi padre (qecc) fue trailero por más de 50 años, pero ese 
oficio, aunque me encanta y hoy lo desempeño de manera empresarial, no 
estaba en mi mente desarrollarlo al término de mis estudios. 
 
Deambulé entonces por casi dos años, hasta que a 
mediados de 1988 conocí al señor Sirio B. Flores Muñoz, news editor de un 
periódico diario en idioma inglés llamado Mexico City Daily Bulletin, quien me 
dio oportunidad de realizar prácticas periodísticas, sin percibir remuneración 
alguna. 
 
Si en el idioma español es difícil el trabajo de mesa de 
redacción, en inglés es todavía más complicado, pero gracias a Dios aprendí y 
realicé la revisión de pruebas de galera, la corrección de errores en su 
trascripción al linotipo en cuanto a ortografía, así como comprobar que se 
efectuaran en la impresión final. 
 
La segunda etapa considera mi labor en el periódico El 
Nacional, el cual me abre sus puertas para colaborar en la mesa de redacción, 
hasta que llegó la oportunidad de ser reportero y realizar la cobertura 
informativa de la llamada fuente financiera, en ese mismo medio de 
comunicación. 
 
En 1990 se abre una plaza para ser corrector de estilo en la 
sección de Economía del hoy extinto periódico El Nacional, lo que me permitió 
aplicar los conocimientos y técnicas de redacción y fotocomposición. 
 
La diaria práctica profesional permite que nos demos 
cuenta de la importancia que tiene para el periodista contar con una formación 
académica, porque la labor de reportero es individual y el resultado se evalúa 
ya no en función de una calificación para acreditar la materia sino para obtener 
un ingreso digno que permita la manutención mediante del trabajo. 
Mediante la corrección de estilo consolidé el conocimiento 
de la ortografía, la redacción y la sintaxis de un texto periodístico, hecho que al 
paso del tiempo permitió ganar la oportunidad de ser reportero en la sección de 
Economía del propio periódico El Nacional. 
 
Fue entonces que tuve contacto por primera vez con la 
fuente financiera, a la cual corresponde la cobertura informativa de todas 
aquellas instituciones y dependencias del gobierno federal y la iniciativa privada 
que generan información económica. 
 
Para un mejor desempeño periodístico y laboral, fue 
necesario capacitarse en la terminología y significado de las diferentes 
variables macro y micro económicas, así como la interpretación de los análisis 
que realizan los centros de estudios económicos del sector privado y que 
presentan a través de gráficas y estadísticas. 
 
La tercera etapa como periodista inició en el año de 1991, 
con el ingreso a la redacción del periódico Ovaciones en sus dos ediciones 
primera y segunda, y durante un breve tiempo en el periódico Summa. Este 
último, de perfil netamente económico-financiero. 
 
Aquí puse en práctica otras de las técnicas y métodos 
aprendidos durante la formación académica, ya que además de reportero era el 
encargado de poner “cabezas” a las notas informativas del día, pie de foto al 
material gráfico, y realizar el diagramado de dos páginas asignadas a la 
sección Financiera en la primera edición del periódico Ovaciones. 
 
Otras de las fuentes en las que se tuvo oportunidad de 
realizar cobertura informativa fueron hacendaria, bancaria, bursátil, comercio, 
industria y de iniciativa privada. 
 
En el periódico Ovaciones fui reportero de la fuente de la 
Presidencia de la República durante los gobiernos de Carlos Salinas de Gortari 
y de Ernesto Zedillo Ponce de León, en distintos momentos. A los periodistas 
que llegan a cubrir esta dependencia del gobierno federal, los propietarios y 
directivos de los medios de comunicación impresos y electrónicos dan 
instrucciones específicas respecto del trato que se debe dar a la información 
que surja de la misma. 
 
La experiencia de dicha cobertura es importante, debido a 
que si bien es una sola fuente la que emite información, ésta debe obtenerse 
de actos públicos y corroborarse con las versiones estenográficas que se 
distribuyen en la sala de prensa, sobre todo en aquellos eventos que tienen 
lugar durante las giras de trabajo dentro o fuera del país. 
 
Cuando el periodista es enviado a realizar la cobertura 
informativa de diversos acontecimientos dentro y fuera del país, pone en 
práctica todos sus conocimientos, el sentido de la lógica y las capacidades de 
redacción “al vuelo”, porque en medios de comunicación como el Ovaciones 
en su segunda edición, la inmediatez en el envío de la nota informativa permite 
que ésta se publique en la edición que se pone a la venta el mismo día en que 
surge la noticia. 
 
Momento especial en mi labor periodística lo representa la 
cobertura informativa realizada a las negociaciones del Tratado de Libre 
Comercio que firmó México con Estados Unidos y Canadá; así como aquellas 
negociaciones iniciadas con Panamá, Costa Rica, Guatemala, Honduras y El 
Salvador. 
 
Con el propósito de elevar la calidad del trabajo periodístico 
en la cobertura informativa de la fuente económica-financiera, realicé diversos 
estudios de especialidad en Periodismo Económico, como el que impartió el 
Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) durante el año 1999. 
 
Pero “el encanto termina a las doce”. Lo anterior, porque 
los periodistas, sobre todo los que realizan la cobertura informativa de los 
sectores económico, financiero y privado se desayunan en el Camino Real, 
comen en la Hacienda de los Morales y cenan en el Nikko; pero a las doce, 
como en el cuento de “La Cenicienta”, se acaba el encanto y hay que salir 
corriendo porque cierran las puertas del metro o, en el mejor de los casos, ya 
no alcanzan el “pesero”para llegar a casa. 
 
Detengo la marcha de este acelerado recuento sólo para 
acotar que entre 1989 y 1993, ya trabajando como periodista, en mi loca 
aventura de ser estudiante, cursé y obtuve en la Facultad de Derecho de la 
UNAM el título de Licenciado en Derecho en 1996, situación que propició un 
gran cambio en mi percepción de las cosas como periodista, como se describe 
en la cuarta etapa del presente Informe. 
 
Ahora poseo mayor visión y un panorama más amplio para 
el manejo de la información, además de contar con mejores bases y elementos 
útiles al momento de cuestionar a los emisores de la información, ya sea en 
conferencias de prensa o en las llamadas entrevistas banqueteras, sin importar 
que sean servidores públicos o dirigentes del sector privado. 
 
Dentro de la labor periodística se dice que llegar a la 
jefatura de Información es tanto como colocar un pie fuera del medio de 
comunicación en que se labora. 
 
Esta sentencia fue una realidad para mí el año 2000, al 
enfrentar de manera directa al entonces director del Ovaciones en su segunda 
edición, quien presentó ante el director general del periódico una propuesta 
para dos de las denominadas “cabezas de ocho columnas” que se publicarían 
esa misma tarde, la cual no compartí y expuse mis motivos para ello con base 
y fundamento periodístico y jurídico; señalamientos que una vez analizados, 
sirvieron de base para que se ordenara cambiar las frases que formaban 
dichas “cabezas” y se escribieran como yo lo proponía, hecho que al paso del 
tiempo acarreó el descontento del directivo y como consecuencia, que pidiera 
mi separación de la fuente de trabajo. 
 
Otra faceta de mi vida profesional lo constituye la docencia, 
inquietud que hasta la fecha tengo pero que sólo en contadas ocasiones he 
podido desempeñar por falta de tiempo. En 1990 laboré como profesor de la 
asignatura “Régimen Jurídico y Legal de los Medios de Comunicación”, en el 
Centro de Estudios Universitarios Periodismo y Arte en Radio y Televisión 
(PART), periodo en el cual compartí conocimientos académicos y mi 
experiencia profesional como periodista y abogado, con medio centenar de 
estudiantes. 
 
En 2006 formé parte de la función pública como director de 
área en la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra 
Periodistas, de la Procuraduría General de la República. Aquí eché mano de lo 
aprendido y lo que viví en la práctica diaria del periodismo y en el ejercicio del 
derecho, aspectos que utilicé en mi labor de enlace entre los periodistas 
agredidos o víctimas de algún delito con los agentes del Ministerio Público 
Federal adscritos a la fiscalía, para que se les atendiera de manera pronta y 
expedita, además de tenerlos al tanto de los avances en las investigaciones 
relacionadas con la agresión sufrida, hasta alcanzar el pleno esclarecimiento 
de los hechos. 
 
Todo lo que muestra el presente informe de desempeño 
profesional, refleja que en la vida sabemos cuándo nacemos, pero todos 
ignoramos qué va a suceder después del instante en que respiramos. 
 
Recuentos como el que leerás a continuación, sólo es 
posible contarlos con el paso del tiempo, la constancia en la diaria actividad, y 
la acumulación de sucesos que permiten conformar una experiencia propia, 
distinta a la de los demás, y sobre todo, con hechos que son de una vez y que 
nunca más se volverán a vivir. 
 
En el periodismo no todo es miel sobre hojuelas, existen 
sinsabores aunque también enormes satisfacciones personales y 
profesionales. Corresponde a cada persona forjarse sus propias experiencias 
de acuerdo con los anhelos, ambiciones y deseos que se tengan. 
 
Siempre hay que seguir adelante, sólo detener la marcha 
para tomar nuevos ánimos. Somos periodistas de tiempo completo y 
disfrutamos de esta profesión hasta la muerte. 
 
 
 
 
 
CAPÍTULO I. Terminar la carrera…………………………….…....14 
 
 1.1. Cuatro años en la ENEP-Aragón……………………15 
 
 1.2. ¿Y ahora qué hago?……………………………........22 
 
 1.3. Primeros intentos…………….……………...……......26 
 
 1.4. Prácticas profesionales sin goce de sueldo. ¡Claro! 
 …29 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
CAPÍTULO I. Terminar la carrera 
 
 
Es ilusión de toda persona llegar a ser alguien en la vida, 
especializarse en un arte o en un oficio. Para los estudiantes, la meta es 
terminar una carrera y alcanzar el nivel de licenciatura. 
 
Para lograr este propósito se requiere la suma de 
voluntades entre estudiante y académico. Solo el alumno no puede avanzar, 
siempre es importante contar con el apoyo y en ocasiones la influencia de un 
amigo, y si éste es uno de los maestros de la carrera, qué mejor. 
 
Durante muchos años la Universidad Nacional Autónoma 
de México ha tenido en su seno a millones de estudiantes nacionales y del 
extranjero que ingresan, algunos desde el nivel bachillerato, con el deseo de 
culminar estudios en alguna de las carreras que se imparten en la Máxima 
Casa de Estudios. 
 
La demanda de un espacio en la matrícula de la UNAM ha 
ocasionado que la oferta sea rebasada, y hoy, aunque prevalezca su carácter 
de institución pública, el sistema de selección que se aplica es cada vez más 
exigente. 
 
Aunque se le ha tachado como una universidad de masas, 
miles de egresados de las diferentes carreras son prueba irrefutable de que la 
UNAM permite que “casi a cualquiera que se haya propuesto terminar una 
carrera universitaria”,1 pueda hacerlo. 
 
Para las personas que habitamos el Distrito Federal, ir a la 
universidad es un gran reto, sobre todo cuando se tiene hermanos mayores 
que han cursado estudios en la institución. 
 
1
 Hortensia Moreno, Ideas Fijas, Editorial Joaquín Mortiz, Serie El Volador, México, 1997, 
página 36. 
El reto es ser aceptado después de presentar el examen de 
admisión y que el plantel que se designe para cursar la carrera sea accesible 
en términos de transporte y tiempo para llegar a la hora de clase. 
 
Trasladarse hasta la entonces Escuela Nacional de 
Estudios Profesionales, en su plantel Aragón, allá por el año de 1984, 
representaba usar dos transportes públicos y caminar cerca de 20 minutos de 
la avenida Central al edificio de la carrera de Periodismo y Comunicación 
Colectiva. 
 
Sin importar cuánto esfuerzo representara, había que hacer 
ese recorrido con determinación para lograr la meta propuesta al iniciar los 
estudios a nivel licenciatura: terminar la carrera. 
 
 
 1.1. Cuatro años en la ENEP-Aragón 
 
 
Ingresé a la Escuela Nacional de Estudios Profesionales, 
plantel Aragón en 1984, al término de los estudios a nivel bachillerato en el 
Colegio de Ciencias y Humanidades, plantel Oriente. 
 
Antes de finalizar el CCH-O, conocí a la periodista Jazmín 
Ross, una reportera de lo que antes fue la agencia de noticias Informex, hoy 
convertida en Notimex, y a su esposo, el poeta Jorge Bocanera, un exiliado 
argentino y periodista, quienes al compartir sus vivencias conmigo, influyeron 
de manera directa en mi decisión de estudiar periodismo a nivel profesional. 
 
Para reafirmar la influencia periodística sobre mi persona, 
el poeta argentino me obsequió uno de sus libros Los ojos del pájaro azul, el 
cual, por cierto, ya no sé en dónde lo dejé. 
 
A su vez, Jazmín Ross me invitó para que estuviera 
pendiente de la transmisión de las noticias en la entonces empresa estatal 
Imevisión, ya que por ser del gobierno tanto la agencia como el canal televisivo, 
ambas utilizaban las notas de los reporteros, quienes no sólo redactaban la 
información sino también las grababan en audio. 
 
De esta manera comencé a interesarme en elperiodismo. 
Pero no sólo veía noticias por televisión, también las escuchaba en la radio y 
las leía en algunos periódicos de la época. 
 
Mi ingreso como estudiante de la carrera de Periodismo y 
Comunicación Colectiva a la ENEP-Aragón, significó un enorme avance en mi 
vida personal, porque iniciaba el camino en busca de terminar una licenciatura. 
 
Para mis padres, la elección de dicha carrera no fue muy 
grata, sobre todo cuando escuchaban en las noticias alguna agresión a 
periodistas o sobre la muerte de reporteros en el mundo. 
 
En esos momentos, sobre todo mi padre Pedro Hernández 
Corona (qecc), me llamaba en privado y me decía: “por qué no dejas de 
estudiar esa carrera y mejor te dedicas a otra. Puedes estudiar para abogado. 
Sería una buena opción”. 
 
Pero la semilla del periodismo ya estaba sembrada y en mí 
germinó la ilusión de trabajar en un medio de comunicación. Ser periodista y 
dar a conocer la información sobre los sucesos que a diario acontecían, como 
lo escuchaba de las personas que me influyeron. 
 
En ese entonces, muchos de los compañeros querían ser 
igual a Jacobo Zabludovsky, mientras que las compañeras soñaban con 
parecerse a Lolita Ayala, los dos locutores más escuchados y vistos de la 
televisión. 
 
Hoy, con el paso del tiempo sé que muchos compañeros no 
sólo fueron iguales sino que incluso lograron superarlos. Me siento orgulloso de 
ellos y de la generación de Periodismo y Comunicación Colectiva 1984-1987 
que formamos y forjamos, porque muchos se mantienen profesionalmente 
activos en radio, televisión, prensa escrita e incluso en oficinas de 
comunicación social públicas y privadas. 
 
En 1984 se gestó un movimiento estudiantil de 
consecuencias no imaginadas por quienes lo iniciaron. La ENEP permaneció 
tres o quizá cuatro meses con sus puertas cerradas, entre las principales 
exigencias estaba la renuncia del entonces director Sergio Rosas Romero. 
 
La fuerza que logró este movimiento estudiantil se 
transformó en la base principal que permitió germinara lo que se conoció años 
más tarde como el Consejo Estudiantil Universitario (CEU), que por su parte 
logró cerrar la UNAM en su conjunto entre 1999 y el 2000. 
 
De vuelta a los salones de clase, académicos y estudiantes 
tuvimos que trabajar a marchas forzadas para recuperar lo que algunos dieron 
por llamar “el tiempo perdido” del movimiento estudiantil. 
 
Así transcurrieron cuatro largos años, en los cuales las 
materias relacionadas con redacción se convirtieron en el “coco” de un gran 
número de alumnos. 
 
Quienes cursamos en el primer semestre de la carrera la 
materia de Redacción e Investigación Documental, conocimos al profesor 
Fredy Román, quien por calificación final señaló un trabajo de investigación. 
 
Un recuerdo no grato aparece entonces en mi mente, la 
mala experiencia de apoyar a compañeros en trabajos y exámenes. Me explico: 
el trabajo final de la materia de Fredy Román podía realizarse en equipo o de 
manera individual. 
 
Elegí hacerlo en lo individual. El día establecido para su 
entrega, por desidia no elaboré la carátula del trabajo y llegué con anticipación 
para terminarlo en la escuela. 
 
Grave error. Una compañera (de la cual me reservo el 
nombre para no ofenderla) reconoció que no había hecho el trabajo, por lo que 
me pidió que si podía la incluyera en el mío. 
 
Quizá por caballerosidad o más bien por idiotez, accedí a 
poner su nombre en el trabajo. El resultado fue catastrófico, el profesor se dio 
cuenta que la compañera no había hecho nada porque al cuestionarla sobre el 
contenido del mismo, ella no supo qué contestarle. 
 
Cuando me tocó el turno de conocer la calificación de dicho 
trabajo y por ende de todo el semestre, Fredy Román me dijo que lo entregado 
cumplía con los requisitos y merecía una buena calificación, pero por el hecho 
de pretender engañarlo, estaba reprobada mi compañera y a mí me dio una 
calificación de seis. 
 
Molesto por el resultado y aceptando mi estupidez salí del 
cubículo del profesor y me dirigí a conocer la calificación de otra materia. 
 
En el transcurso de un edificio a otro, me topé con la 
compañera mencionada, quien enojada e indignada porque había reprobado la 
materia, me dijo: “eres un pendejo, por tu pinche culpa Fredy me reprobó”. 
 
Mi sorpresa fue grande. Me encolerizó su reclamo y sólo 
atiné a decirle “para la próxima mejor haz los trabajos por tu cuenta”. Durante el 
resto de la carrera la compañera ya ni siquiera me dirigió la palabra. 
 
Sin embargo, aprendí que en la vida el esfuerzo es 
personal, nadie se va a preocupar por ti. Uno obtiene lo que quiere con trabajo 
y voluntad. 
 
A partir de ese momento, mi actitud como estudiante y 
compañero de clase cambió. Ya no colaboré con nadie para que pasara una 
materia. ¡¡¡La burra no era arisca, los palos la hicieron!!! 
 
Pero también hubo buenos momentos. Una influencia 
positiva que hasta la fecha existe en mi persona fue la de la maestra María 
Guadalupe Pacheco Gutiérrez, con quien tuve el agrado de cursar los cuatro 
semestres de la materia de Redacción Periodística con sus diferentes 
modalidades. 
 
De igual manera, la profesora Martha Patricia Chávez Sosa 
es un ejemplo a imitar. Sus vivencias profesionales y experiencias que 
compartió durante el tiempo en que nos dio clase, impulsaron el deseo de 
trabajar en un medio de comunicación una vez que se finalizaran los estudios. 
 
Hay quienes consideran que la escuela existe solamente 
para que al término de la carrera, si bien les va, encuentren trabajo, con título o 
sin título. Afirmo que están equivocados. La escuela ayuda a pensar, a 
formarse una cultura y tener las bases que forjen la propia opinión para que al 
expresar ideas y pensamientos, se promueva la discusión crítica. 
 
Como periodistas, debemos siempre provocar una reacción 
respecto de la información que se transmite a la opinión pública mediante 
alguno de los diversos géneros periodísticos. 
 
Por ello, desde que uno es estudiante se debe mantener al 
día en lo que a información se refiere. Estar al pendiente de los últimos 
acontecimientos y novedades que se registren dentro y fuera del país. 
 
En este esfuerzo, la materia de Redacción Periodística que 
impartía la maestra Pacheco, fue de gran utilidad, ya que desde el primer día 
de clases se obstinó porque estuviéramos al tanto de la llamada “nota de ocho” 
en los noticieros de radio y televisión, así como en los periódicos de la época. 
 
Sus exámenes express, de dos minutos pero de gran 
influencia personal, hacían llegar temprano a clase y estar atento a los 
espacios noticiosos. ¡Claro!, porque era ridículo que un estudiante de 
periodismo no tuviera contacto con el medio en que pretendía desarrollar su 
vida profesional. 
 
Leyendo periódicos, revistas y libros en general, una 
persona puede estar “informada”, lo que en la vida profesional se convierte en 
una valiosa herramienta de trabajo. 
 
Hay quienes afirman que “la información es poder”, lo cual 
es cierto y he comprobado en mi vida profesional en más de una ocasión, 
sobre todo en lo que en la práctica se conoce como “notas exclusivas”, cuya 
información muchos utilizan incluso como un producto comercial porque 
venden el espacio o simplemente cobran por no publicar el contenido 
informativo de su nota que atañe a algún hombre o nombre relevante. 
 
Para ello es necesario ejercitar también la memoria, 
aprender nombres de instituciones, dependencias, personajes, así como fechas 
y acontecimientos sin importar su preeminencia. 
 
El paso del tiempo ha demostrado que la historia es cíclica, 
y en muchas ocasiones, sobre todo a los personajes públicos, se les olvidan las 
frases y discursos que pronuncian de manera efusiva en diversos actos. Pero 
quien tiene memoria, encontrará las coincidencias y contradicciones en que 
incurren esos paladines de la políticay en ocasiones hasta de la justicia. 
 
Para el año de 1987 la carrera estaba ya concluida. 
Quienes acreditamos todas las materias y obtuvimos los créditos necesarios, 
así como aprobar los dos idiomas que se exigen en la misma, desde el 
siguiente día ya nos convertimos en ex alumnos que nada teníamos que hacer 
en la ENEP-Aragón como estudiantes. 
 
Atrás quedaron los días de largas filas para la reinscripción 
e inicio de semestre. El esfuerzo por obtener un lugar en la materia o con el 
profesor de nuestra elección. 
 
Reconozco la importancia de los cuatro años de estudio, 
pero para ese entonces todavía no era un periodista, esa amada profesión que 
ha sido tan importante para mí durante toda mi vida. 
 
Hoy que han transcurrido ya dos décadas, al hurgar en el 
archivo de mi memoria, recuerdo compañeros y compañeras con los que viví 
experiencias inolvidables, que incluso me gustaría revivir. 
 
Todos los alumnos que en el año de 1984 ingresamos a la 
carrera nos mantuvimos constantes hasta concluirla. Unos pocos se 
ausentaron y ya no volvieron, pero el resto terminamos la licenciatura sin 
detenernos a pensar en el promedio que se consignaría en nuestro historial 
académico. 
 
En ese momento teníamos algo en común, la escuela nos 
convertía en egresados de la carrera de Periodismo y Comunicación Colectiva, 
sin importar cuántos eran amigos o tenían rencillas. 
 
A partir de ese momento cada uno de nosotros era dueño 
de su propio destino. Debíamos caminar en la vida por el camino que habíamos 
trazado. 
 
Sin embargo, lamento que al final de la carrera, los 
integrantes de la generación formaron dos grupos antagónicos. El choque 
frontal incluso provocó que las celebraciones de graduación se realizaran por 
separado y en fechas distintas. 
 
Hubo quienes se empeñaron en alimentar la división con 
argumentos infantiles y estúpidos, pero siempre hay algunos que con la mente 
más fría se dedican a mantener la amistad y el compañerismo con todos. 
 
Con tristeza debo decir que en una reunión realizada en 
junio de 2007 entre periodistas destacados que forman parte de la generación 
1984-1987 de la carrera de Periodismo y Comunicación Colectiva, me 
informaron respecto de la muerte de algunos de los compañeros, el 
padecimiento de salud ya irreversible de otros más e incluso de la salida del 
país de algunos otros que trabajan en el extranjero. 
 
De inmediato registré un sinnúmero de sentimientos 
encontrados. El enorme gusto y orgullo de ver y escuchar el éxito que han 
tenido quienes estuvieron presentes en dicha reunión; y la tristeza y ansiedad 
sobre los que ya no están entre nosotros. 
 
¡Con orgullo lo digo!, los periodistas que forjó la carrera de 
Periodismo y Comunicación Colectiva en la ENEP-Aragón, hoy son parte de la 
fuerza laboral de las televisoras, de las estaciones de radio, de agencias 
noticiosas nacionales y extranjeras, de medios impresos, directivos en 
periódicos y revistas nacionales o estatales. 
 
Otros más están en el extranjero conduciendo noticieros e 
incluso hay quienes son servidores públicos a nivel federal, estatal o municipal, 
sin olvidar a quienes se han dedicado a la docencia y formación de nuevas 
generaciones de periodistas. 
 
Por todos ellos y para los que ya no están entre nosotros, 
es que tuve el impulso y el deseo de presentar este informe de desempeño 
profesional. Gracias por ser mis compañeros y permitirme aprender y convivir 
con todos los cuatro años de la carrera. ¡Éxito y larga vida! 
 
 
 1.2. ¿Y ahora qué hago? 
 
 
Concluida la carrera de Periodismo y Comunicación 
Colectiva, era necesario comenzar a buscar trabajo y una de las formas de 
acreditar los estudios es la Carta de Pasante. Para obtenerla, era necesario 
aprobar los créditos obligatorios y optativos que establece el plan de estudios, y 
lograr un promedio general en las calificaciones superior a siete. 
 
Una vez que se cuenta con el documento uno se enfrenta 
de golpe a la realidad. Se tendrán todos los conocimientos adquiridos y las 
mejores calificaciones o promedio, pero sin experiencia para solicitar trabajo y 
sin dirección ni sentido de la vida. 
 
En ese momento uno se cuestiona ¿qué voy a hacer 
ahora? Algunos dirán: escribir la tesis y obtener el título de licenciatura; otros 
buscarán trabajo de inmediato en los medios de comunicación; los menos, se 
dedicarán a una actividad distinta a la que estudiaron. 
 
Ignoro si todos los que egresan de una carrera profesional 
sufre algún síntoma similar o igual al que padecí, pero lo importante es tener 
ánimo y confiar en que se tiene la capacidad necesaria para desarrollar los 
conocimientos adquiridos en la universidad. La escuela no hace periodistas. La 
vida los forja y la experiencia les va mostrando el camino a seguir. 
 
Mi padre (qecc) fue trailero por más de 50 años. Pero ese 
oficio, aunque me encanta y hoy lo desempeño desde el punto de vista 
empresarial, no estaba en mi mente desarrollarlo al término de mis estudios. 
 
Durante todo el tiempo que acudí a la universidad nunca 
me preocupé por buscar trabajo relacionado con la carrera que cursaba. En las 
pocas ocasiones que presenté solicitud de empleo, lo primero que pidieron fue 
experiencia mínima de dos años, la cual, como es lógico, no tenía y mucho 
menos la iba a conseguir si no me daban una oportunidad. 
 
Quizá por decepción o tal vez por la necesidad de tener un 
ingreso, acepté de una de mis hermanas la propuesta de dar clases a nivel 
secundaria. 
 
En principio la idea me pareció interesante. Tener por fin la 
primera oportunidad de empleo, ganar un poco de dinero y, sobre todo, dejar 
de sentirme inútil y fracasado. 
 
Hay quienes no tenemos “papi” influyente o conocidos que 
nos recomienden para algún trabajo en el que el único requisito es terminar los 
estudios de licenciatura. Debemos entonces “picar” piedra en diversos lugares 
y tocar muchas puertas en busca de empleo, hasta que nos ofrecen la 
anhelada oportunidad. 
 
Desconozco si esa es una ley de la vida, pero lo que 
experimenté me permite afirmar que si a las nuevas generaciones no se les da 
una oportunidad para empezar y ocupar los lugares de quienes dejan sus 
espacios en el trabajo por edad o muerte, cada vez habrá más profesionistas 
realizando labores para las cuales no dedicaron varios años de su vida en 
estudio. 
 
La experiencia de dar clases fue grata, conocí nuevas 
personas e hice grandes amigos en el magisterio. También impartí clases en el 
plantel 16 del Colegio de Bachilleres. Pero anhelaba trabajar en lo que había 
estudiado: periodismo. 
 
Con el apoyo de mis padres, sobre todo económico, 
durante el tiempo que cursé la carrera de periodismo estudié el idioma inglés 
en el entonces Instituto México-Norteamericano de Relaciones Culturales 
(IMNRC), que dependía de la Embajada de Estados Unidos. El nivel de 
estudios alcanzado me permitió impartir clases a nivel secundaria y 
bachillerato. 
 
Sin éxito para trabajar en algún medio de comunicación, 
decidí hacer caso a la opinión de mi padre e inicié en el año de 1989 otra 
licenciatura. Me inscribí en la Facultad de Derecho y en el año de 1993 culminé 
los estudios. En 1996 hice mi examen profesional y obtuve el título de 
Licenciado en Derecho, profesión que a la fecha ejerzo de manera simultánea 
al periodismo. De esta experiencia y otros puntos relacionados con la abogacía 
trataremos más adelante. 
 
Los tumbos que comenzó a dar mi vida se complicaron al 
decidir y contraer nupcias. Hoy gracias a Dios tengo tres hijos, un varón a 
punto de culminar la carrera de Ingeniería en Computación en el Instituto 
Politécnico Nacional; una nenita que ingresó al nivel licenciatura en la carrera 
de Diseño Gráfico que imparte la Escuela Nacional de Artes Gráficas de la 
UNAM; y mi bebita que comienza el nivel bachillerato en una vocacional delIPN. 
 
Mis hijos no quieren ser ni periodistas ni abogados y qué 
bueno. Hay que innovar y conocer nuevos caminos. Aunque debo reconocer 
que me hubiera gustado que alguno fuera periodista. 
 
La interrogante ¿y ahora qué hago? cobró mayor fuerza 
con la responsabilidad de mantener una familia, además estudiaba en el 
sistema escolarizado la licenciatura en Derecho y carecía de posibilidades y 
expectativas de trabajo formal como periodista en un medio de comunicación. 
 
Por ello, cuando platicaba con algunos de los compañeros 
de generación y me decían que ya trabajaban como periodistas, entonces me 
cuestionaba si en realidad mi vocación era esa, porque ya habían pasado dos 
años y todavía me encontraba como el siguiente día en que dejé de ir a 
estudiar a la ENEP-Aragón: sin experiencia, inseguro, traumado y hasta cierto 
punto decepcionado. 
 
Habría que sobreponerse a ese estado de ánimo, por lo 
que redoblé mis esfuerzos para conseguir una oportunidad de trabajo o al 
menos obtener experiencia en la labor periodística. 
 
Las puertas no se abrieron en forma inmediata, pero el 
deseo y la voluntad de ejercer el periodismo fueron los dos más grandes pilares 
en este esfuerzo que a los pocos meses comenzó a tener éxito. 
 
 
 
 1.3. Primeros intentos 
 
 
La huella que en mi vida profesional dejó lo que pude 
aprender en cuatro semestres de la materia de Redacción Periodística, se 
convirtió con el paso del tiempo en la “llave mágica” que ha abierto muchas de 
las puertas para ingresar y mantenerme en un empleo. 
 
Explico lo anterior de la siguiente manera: la maestra 
Guadalupe Pacheco estableció un sistema ortodoxo de calificación final para 
los que queríamos acreditar su materia. 
 
Fueron cuatro los semestres que cursamos con ella, en 
donde las reglas se dictaron desde el principio para que no hubiera dudas y 
mucho menos reclamos posteriores. 
 
En el primer semestre, en la entrega del trabajo final, sólo 
aceptó diez errores de ortografía, redacción y sintaxis, quien superara esa cifra, 
de manera automática estaba reprobado. 
 
Para el segundo semestre las condiciones del trabajo final 
se mantuvieron, pero ahora sólo se aceptaban siete errores de ortografía, 
redacción y sintaxis para no reprobar la materia. 
 
Las cosas se complicaron conforme avanzó el tiempo en la 
clase de Redacción Periodística. Para el tercer semestre, la maestra Pacheco 
puso como nivel máximo cuatro errores de ortografía, redacción y sintaxis 
como condición para acreditarla. 
 
Al iniciar el cuarto y último semestre continuo de esta 
materia, la maestra fue muy clara, ahora se aceptaría sólo un error de 
ortografía, redacción y sintaxis en los trabajos que se entregaran para la 
calificación final. 
 
Muchos aceptamos el reto. Permanecimos en su clase. 
Entregamos los trabajos y aprobamos el curso. 
 
La importancia de todo ello es que ahora como periodista y 
abogado cuento con un nivel aceptable en los tres rubros que se exigen en 
toda redacción de textos. 
 
De hecho, desde el año de 1989, como alumno de la 
Facultad de Derecho, me atreví a corregir a diversos catedráticos al indicarles 
sus errores de ortografía, redacción y sintaxis en sus clases, publicaciones e 
incluso libros editados de la materia que impartían. 
 
Entre los compañeros de Derecho el impacto fue mayor. 
Muchos de ellos a pesar de que son familiares de políticos destacados o 
personas de renombre, lamentablemente no saben redactar. ¡Claro, los 
escritos siempre los hacen las secretarias! 
 
Por ese motivo, al iniciarse la publicación interna de una 
revista denominada Contraste, la cual editaban alumnos de la Facultad de 
Derecho, de inmediato me invitaron a participar como responsable de 
redacción. 
 
Durante el tiempo que se publicó esta revista, hubo 
momentos interesantes para mí, toda vez que en ella colaboraban desde los 
alumnos hasta catedráticos distinguidos de la propia facultad, y en ocasiones 
se invitaba a participar a personajes de la política y de la práctica del Derecho. 
 
Encargarse de la redacción de una veintena de textos, que 
en su mayoría era de entre tres y cinco cuartillas, no era fácil, sobre todo 
porque los entregaban dos o tres días antes de que se imprimiera la revista. 
 
La comunidad de la facultad aceptó con agrado nuestra 
publicación, pero de manera lamentable, al término de la carrera ya no tuve 
conocimiento si continuaron publicándola. 
Pero el esfuerzo no fue en vano. Uno de los reconocidos 
catedráticos de la facultad y titular en el Instituto de Investigaciones Jurídicas 
de la UNAM, Guillermo Floris Margadant, de nacionalidad holandesa y suiza, 
naturalizado mexicano en 1960, recibió con agrado las correcciones de 
ortografía, redacción y sintaxis relacionadas con sus publicaciones en revistas 
y libros especializados en la materia de Derecho Romano. 
 
La relación alumno-maestro floreció e incluso llegó a 
proponerme para que colaborara con él a través del departamento de 
publicaciones del propio instituto. Sin embargo, por ser un alumno que me 
encontraba al inicio de la carrera de Derecho, no cubría el perfil que la propia 
UNAM establece para esa plaza, ya que debía contar con al menos el 80 por 
ciento de los créditos aprobados. 
 
En un segundo intento por apoyarme, el doctor Floris 
Margadant me pidió que revisara la redacción, ortografía y sintaxis de las tesis 
de Derecho que asesoraba. En este punto, aclaro que el catedrático pidió a sus 
alumnos cubrieran los gastos por realizar dicho trabajo, lo que representó uno 
de mis primeros ingresos gracias a Dios. 
 
Pero ejecutar ese tipo de revisiones no era contar con un 
trabajo formal y mucho menos desarrollar el periodismo, razón por la cual 
continué buscando una oportunidad. 
 
A mediados de 1988 estudiaba inglés en un Instituto 
ubicado en la conocida “Zona Roza” de la Ciudad de México, en la delegación 
Cuauhtémoc. Ahí conocí a un señor de nombre Sirio B. Flores Muñoz, News 
Editor de un periódico diario en idioma Inglés llamado Mexico City Daily Bulletin 
que se distribuía gratuitamente. 
 
Con la gentileza que caracteriza a los hombres sencillos 
pero experimentados, me invitó a colaborar con él y me citó en su oficina para 
el día siguiente. 
 
El lugar de trabajo del señor Flores Muñoz era pequeño 
pero con un ambiente agradable. El edificio donde se ubicaba era antiguo pero 
muy bien conservado, ocupaba la planta baja, por lo que era frío y en 
ocasiones hasta lúgubre. 
 
Luego de una hora de amena charla y de explicarme la 
forma en que se trabajaba en el Mexico City Daily Bulletin, el News Editor, con 
voz pausada me preguntó que si me gustaría colaborar con él. 
 
Con gusto acepté. En mi pensamiento había concebido que 
si realizaba prácticas por algunos meses en ese periódico, contaría entonces 
con la “experiencia” que tanto exigían en los medios de comunicación a donde 
había acudido a solicitar trabajo. 
 
Sin pensarlo mucho me quedé colaborando en el diario por 
espacio de un año, sin que a cambio recibiera pago alguno, pero la experiencia 
que obtuve y la posesión del lenguaje del idioma inglés no tiene valor 
monetario. 
 
 
 1.4. Prácticas profesionales sin goce de sueldo. ¡Claro! 
 
 
Si en idioma español es difícil el trabajo que se realiza en la 
mesa de redacción, en el idioma inglés es todavía más complicado, pero 
aprendí a realizar la revisión de pruebas de galera, corrección de errores en su 
transcripción al linotipo en cuanto a ortografía, así como constatar que 
efectuaran las correcciones en las pruebas finales. 
 
El trabajo que realicé en el Mexico City Daily Bulletin, diario 
que se ubicaba en la calle de Gómez Farías número 41, cerca de las 
instalaciones de la poderosa Organización Editorial Mexicana (OEM), siempre 
me mantuvo interesado y aprendí los pormenores que seregistran en una 
mesa de redacción y el manejo de linotipos. 
 
Me autoasigné un horario de las 14:00 a las 18:00 horas, 
de lunes a viernes. Ya que no recibía pago alguno, creo que era lo mínimo de 
lo que podía gozar: establecer el tiempo de permanencia en el lugar. 
 
En la medida en que se incrementó mi interés por el 
trabajo que se realizaba en dicho periódico, el tiempo que le destiné fue en 
aumento, hasta completar más de seis horas. 
 
Fue entonces que el señor Flores Muñoz comenzó a 
invitarme de lo que le preparaban en su casa para la comida. Así lo pude 
conocer un poco más e incluso aumentar mis conocimientos sobre el trabajo 
que se realiza en la mesa de redacción. 
 
Los primeros días fueron para mí casi una tortura. La razón 
es simple: las personas hablaban todo en inglés y muchas de las veces ni 
siquiera atendían a mi presencia en el lugar, por lo que pasaba hasta dos horas 
sentadito en una silla sin hacer nada ni hablar con nadie. 
 
Pero ese tiempo me sirvió para conocer el esquema y la 
forma de la impresión del periódico y comenzar a detectar, desde mi punto de 
vista, los errores en la transcripción que se hacía al linotipo y darlos a conocer 
al editor. 
 
También en ese lugar por vez primera entré en contacto 
con las hoy extintas máquinas de linotipos (quizá algunas las conserven en el 
periódico Excélsior). 
 
Recuerdo un poco el proceso de edición. Iniciaba con la 
selección de noticias que llegaban a través del “hilo” a la pequeña sala de 
redacción, enviadas por la agencia internacional de noticias United Press 
Internacional (UPI). 
 
Primero se jerarquizaban de acuerdo con los temas que 
pudieran ser de interés para las personas que realizan alguna actividad en la 
“Zona Rosa”, sobre todo los de nacionalidad estadounidense. En seguida, tenía 
lugar una segunda selección de la información pero ahora la relativa a política, 
economía y deportes. Luego eran consideradas las notas de relevancia a nivel 
internacional y aquellas relacionadas con México. 
 
Correspondía al editor de noticias (News Editor) realizar la 
selección final de las notas que se trascribirían de la hoja de papel al linotipo. El 
linotipista, al igual que el editor, eran hombres de edad. Al menos más de 
cincuenta años, pero con mucha experiencia que yo debía aprovechar. 
 
A pesar de que el linotipo se parecía a una máquina 
mecánica de escribir pero muy muy grande, no era fácil manipular. Por ser una 
maquinaria ya de uso, el teclado estaba dañado y los “tipos” que golpeaban la 
lámina donde se escribía mostraban serias huellas de un trabajo constante y 
rudo, por lo que incluso al momento de imprimirse estaban desalineadas las 
letras. Sin embargo, el linotipista se las ingeniaba para reparar la máquina y 
hacer que las letras se escribieran de manera lineal, sin que se notara a 
primera vista el defecto en la impresión. 
 
Después del trabajo del linotipista, me correspondía iniciar 
la revisión de pruebas de galera, la cual se efectuaba de forma manual e 
independiente, lo que representaba un doble trabajo, porque las correcciones 
se tenían que realizar desde el original. En ocasiones se repetía la corrección 
hasta tres o cuatro veces. 
 
Las pruebas de galera consistían en contar el número de 
golpes de cada línea, verificar que lo escrito no excediera el espacio asignado y 
respetara las medidas destinadas para la impresión de una fotografía. 
 
También realizaba la corrección de errores en su 
transcripción al linotipo en cuanto a ortografía, para evitar que estuvieran mal 
escritas o mal separadas en lo que a sílabas se refiere. 
 
Conforme se aprobaban cada una de las páginas que en 
un todo serían el nuevo periódico del día siguiente, se registraba por separado 
cada una de las veces en que se corrigió, el tipo de error encontrado y la 
manera en que se subsanó. 
 
Esa especie de bitácora estaba bajo el control y 
supervisión del News Editor, quien debía aprobar una a una las correcciones y 
presentaciones finales de cada página. 
 
Inmersos en la cultura estadounidense de “perfección”, una 
vez que el editor de noticias daba el visto bueno a las páginas para su tiraje, 
tenía que realizar una “última” y rápida revisión de todo el periódico completo, 
porque “no debía existir algún error”, exclamaba orgulloso el señor Flores 
Muñoz. 
 
Llegaba entonces el momento de constatar que se 
hubieran efectuado las correcciones en las pruebas finales. Sólo hasta ese 
instante podía sentir que había cumplido con la labor encomendada. 
 
El tiempo que tuve la oportunidad de colaborar con el diario 
Mexico City Daily Bulletin fue grato. Aprendí y practiqué aspectos que durante 
las clases en la ENEP-Aragón se impartieron, pero hasta el momento de 
realizarlo por mi cuenta pude entender e incluso avanzar en el conocimiento de 
las actividades que se efectúan en una mesa de redacción. 
 
Llegó el tiempo en que me consideré apto en las 
actividades que me fueron encomendadas, porque dominaba el trabajo de la 
mesa de redacción e incluso en ausencia del News Editor quedé de encargado 
de la misma. 
 
Quise entonces probar de nueva cuenta otra oportunidad y 
me encaucé a solicitar empleo en algún medio de comunicación que tuviera un 
lugar vacante. Pasó más de un año de búsqueda y picar piedra para que 
pudiera entrar en contacto directo con los medios de comunicación. 
Antes de esa etapa, entre los meses de mayo a septiembre 
de 1990, la maestra Guadalupe Pacheco me invitó a impartir la materia de 
“Régimen Jurídico y Legal de los Medios de Comunicación” en México, a los 
alumnos del Centro de Estudios Universitarios PART. 
 
La escuela que dirigían los hermanos Pérez Verduzco, era 
conocida también como “la sucursal de Televisa”, porque en ella daban clase e 
incluso asistían como alumnos algunos personajes de esa empresa, sobre todo 
del área de deportes. 
 
Periodismo y Arte en Radio y Televisión es el significado 
de las siglas PART del centro de estudios, en donde compartí cátedra con 
Heriberto Murrieta el “primer espada” de Jacobo Zabludovsky y con el cronista 
deportivo Ernesto “Ché” Ventura, entre otros. 
 
A la fecha uno de mis alumnos, Daniel Rentería, colabora 
en Noticieros Televisa Deportes. Claudia Villegas quien también fue mi alumna, 
colaboró en materia de comercio exterior en el noticiero “Hoy por hoy” de la 
XEW, que conducía la periodista Carmen Aristegui. 
 
Muchos periodistas más, ya que tuve 60 alumnos, se 
encuentran actualmente trabajando en algún medio de comunicación, en 
oficinas de prensa o en empresas de publicidad. 
 
Imposible acordarme del nombre de todos, pero agradezco 
por siempre al entonces director académico del Centro de Estudios 
Universitarios PART, Francisco Sosa de la Peña, en donde quiera que se 
encuentre, la oportunidad que me dio de colaborar con él y sumar experiencia y 
currículo a mi vida profesional. 
 
CAPÍTULO II. Llega la oportunidad……………….…….……35 
 
 2.1. El Nacional abre sus puertas……………..…...36 
 
 2.2. La oportunidad: ser reportero…………………..43 
 
 2.3. Cobertura informativa de la fuente financiera...47 
 
 2.4. Necesario capacitarse….……………………….56 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
CAPÍTULO II. Llega la oportunidad 
 
 
El significado de la palabra oportunidad es la conveniencia 
de tiempo y de lugar; el momento propicio para algo. Si lo aplicamos a la 
experiencia personal significaría la conveniencia de tener la ocasión para 
trabajar en un medio de comunicación, un día y en un lugar, como era mi 
anhelo. 
 
Señalé en el capítulo anterior que tuve la necesidad de 
picar piedra por espacio de más de dos años hasta obtener la oportunidad de 
empleo. A pesar de colaborar sin goce de sueldo en el diario Mexico City Daily 
Bulletin; loque aprendí y puse en práctica respecto de la ortografía y redacción, 
así como el conocimiento del trabajo que se realiza en una mesa de redacción, 
me permitió considerar la posibilidad de solicitar empleo en algún medio de 
comunicación. 
 
La búsqueda fue difícil. El 10 de agosto de 1990 entré en 
contacto directo con un medio de comunicación: el periódico El Nacional. 
 
Como cuestión previa debo señalar que me encontraba 
impartiendo clases a nivel secundaria. Casi para concluir el ciclo escolar 
correspondiente, tuve la oportunidad de conocer a una persona, el señor Pedro 
Bautista. En breve conversación me comentó que trabajaba en el área de 
talleres del periódico El Nacional, y que formaba parte del sindicato en la 
misma empresa, que si me interesaba laborar ahí, él me recomendaría con el 
entonces dirigente, señor Clicerio Cedillo. 
 
Acudí en dos ocasiones a ver al mencionado dirigente en 
sus oficinas de la calle Independencia. En la primera no me recibió porque 
tenía mucho trabajo. La segunda vez que le visité, con amabilidad me atendió y 
me dijo que ya el compañero Pedro le había comentado de mí, que con gusto 
me ayudaría, pero tendría que esperar un par de semanas, a lo cual accedí: 
era la oportunidad que tanto había esperado. 
 
Pensé, dos semanas transcurren rápido. Vale la pena 
hacerlo si luego de ese tiempo ya estaré trabajando en un medio de 
comunicación como periodista. Sin embargo, la ansiedad acumulada durante 
tres largos años posteriores a culminar la carrera y la presión personal que 
sentía por no ejercer la profesión de periodista, me impacientaron a grado tal 
que no esperé el tiempo señalado y luego de una semana me presenté en las 
oficinas de Clicerio Cedillo, quien con asombro me dijo: “debes ser paciente, no 
comas ansias, la oportunidad está a la puerta, sólo es cuestión de algunos 
trámites internos de la empresa, pero tú vas a trabajar con nosotros”. 
 
Escuchar esas palabras me alentaron y ejercí la calma que 
se me pidió para iniciar mi vida como periodista en forma. 
 
 
 2.1. El Nacional abre sus puertas 
 
 
El Periódico El Nacional S.A. de C.V., se fundó el 1 de 
abril de 1986, como una empresa mercantil que tuvo por objeto realizar 
actividades periodísticas, a nivel nacional e internacional, y estableció su 
domicilio en la calle de Ignacio Mariscal número 25, colonia Tabacalera. 
 
Los campos (secciones) que abordaba eran: política, 
economía, ciencias, cultura, educación, fenómenos sociales, sindicales, 
industriales y gubernamentales, relacionados con los medios de 
comunicación.1 
 
Este periódico de circulación diaria tenía como slogan la 
frase “De la vida nacional”, y se mantuvo en el mercado cerca de setenta años. 
Es entre 1990 y 1991 cuando colaboré en el mismo, al formar parte de los 
correctores en la mesa de redacción de la sección de Economía y, 
posteriormente, como reportero de la fuente. 
 
 
1 Diario Oficial de la Federación del 28 de septiembre de 1998, en donde se publica la “Resolución 
mediante la cual se autoriza a la Secretaría de Gobernación, para que proceda a la disolución y 
liquidación de la empresa denominada Periódico El Nacional S.A. de C.V. 
Cuando El Nacional me abrió sus puertas, fue para mí 
como vivir un sueño: trabajaba ya en un medio de comunicación y pondría todo 
mi esfuerzo por superarme y lograr algún día ser reportero. 
 
Al mismo tiempo, lamento que mi ingreso se realizara por 
vía de la recomendación, pero hasta la fecha es la única forma como muchos 
de los nombramientos de trabajo en cualquier parte del país tienen lugar. 
 
Para iniciar mis labores en El Nacional nadie cuestionó mi 
nivel de estudios y mucho menos me pidió demostrar la mucha o poca 
experiencia que tenía para desarrollar el trabajo encomendado. 
 
Clicerio Cedillo, me explicó que solamente tenían 
disponible un lugar en la mesa de redacción de la sección de Economía, como 
corrector de estilo. Lo cual acepté gustoso. Pero aclaró que no me preocupara, 
que a la primera oportunidad que hubiera sería reportero en alguna de las otras 
secciones, sobre todo de política. 
 
Hasta ese momento ni yo sabía que el resto de mi 
actividad profesional como periodista, se desarrollaría principalmente como 
reportero de la fuente financiera. 
 
En agosto de 1990, llegué con mi carta de aceptación 
firmada por el dirigente sindical ante el coordinador de la sección Economía, a 
cargo del maestro en Economía, Fernando Calzada Falcón. Al paso del tiempo, 
este personaje, egresado de la Facultad de Economía de la UNAM, se 
transformó en político y llegó a ocupar la Secretaría de Finanzas en el gobierno 
de Roberto Madrazo Pintado, en el estado de Tabasco, entre otros cargos 
públicos desempeñados en su entidad natal. 
 
Fernando Calzada, altivo, gritón y con su acento 
tabasqueño, se molestó al principio por mi presencia en el lugar. Al parecer, la 
plaza que se me asignó ya la tenía ofrecida a una persona allegada a él de 
nombre María Luisa Alós, quien llegó a la misma sección dos meses después 
como reportera. 
 
Quizá fue por ese motivo que desde un inicio Calzada 
Falcón dejó en claro que me encontraba a prueba de 30 días y “si no das el 
ancho” en la mesa de redacción, “lo siento pero tendrás que irte a otro lugar”. 
 
De inmediato consulté con el dirigente del sindicato esa 
situación, quien con voz tranquila, seguro de sus palabras, me indicó que la 
decisión se había tomado en reunión con José Carreño Carlón, entonces 
director general del periódico El Nacional, y hoy encargado de la carrera de 
Comunicación en la Universidad Iberoamericana, campus Santa Fe. 
 
Los 30 días de prueba transcurrieron sin novedad. Desde 
el primer día el señor Calzada me encargó la redacción, ortografía y sintaxis de 
la columna que publicaba diariamente en la sección. Fue otra forma de 
ponerme a prueba. 
 
También me responsabilizó de las colaboraciones de otros 
columnistas amigos suyos y de las notas informativas que enviaban los 
principales reporteros de la sección: Laura Juárez (egresada también de la 
ENEP-Aragón), Virgilio Ramírez (quien se desempeñó como funcionario de la 
Secretaría de Energía) y Alberto Navarrete (quien fue funcionario del Fideliq). 
 
Otra forma en que el editor de la sección de Economía 
mostró su molestia hacía mi persona, fue el hecho de que ubicó mi lugar de 
trabajo en el área de información general. Esto significó que, a pesar de contar 
con un lugar específico y espacio suficiente para las personas que ahí 
laboraban, me consideró “el patito feo”, ya que prácticamente me exilió. 
 
Sin embargo, la emoción de estar en un medio de 
comunicación como El Nacional fue mayor a todos los rechazos recibidos al 
inicio de mi desarrollo profesional. 
 
Uno de los recuerdos más gratos de mi etapa en la mesa 
de redacción en el periódico, es haber conocido a un personaje único en su 
tipo: Héctor Castellanos, a quien le llamé “El Vikingo”, porque medía más de 
dos metros, tenía una barba casi roja y su complexión era en extremo robusta. 
 
Héctor, quien se decía heredero de un gran castillo en 
Alemania, desde el primer momento fue sincero conmigo y cuando ocupé la 
plaza de reportero me apoyó con la revisión de las notas informativas que 
enviaba. 
 
Al evocar al que fue uno de los primeros amigos con quien 
conté en mis inicios de periodista, debo destacar el enorme bagaje cultural que 
tenía. De ascendencia europea, políglota, con bastos conocimientos hasta de 
los temas más inverosímiles que se le pudieran tratar. 
 
Curiosamente rechazaba la economía y en particular el 
manejo informativo de números, que son parte esencial en los informes que 
emiten fuentes como el Banco de México, la Bolsa Mexicana de Valores y la 
Secretaría de Hacienda, sólo por mencionar algunos. 
 
Esa situación propició nuestro acercamiento.Como una 
forma de integrarme a la sección de Economía, buscaba estar presente en el 
área que ocupaba en el primer piso del edificio sede y, cuando molesto Héctor 
aventaba las notas de los compañeros que tenían números, me acercaba y con 
gusto le ofrecía ayudarle revisándolas por mi conducto. 
 
Para Héctor fue de enorme alivio el apoyo que recibió, por 
lo que a cambio me contó parte de su vida, los motivos por los que se 
encontraba en esa sección, la forma en que debía tratar a Fernando Calzada y, 
sobre todo, la manera en que se trabajaba en la misma. 
 
Nuestra amistad fue mayor cuando nos correspondió 
trabajar juntos los días domingo. Aquí me detengo para puntualizar que el 
periodista trabaja las 24 horas de los 365 días del año, porque es una misión y 
un compromiso de vida, el cual incluso en ocasiones provoca graves problemas 
en la familia y los sentimientos de quienes ejercemos este loable oficio. 
 
Tal era la preparación y cultura que tenía Héctor, que se 
pasaba gran parte del día leyendo diccionarios y enciclopedias, a los cuales 
llegó a encontrarles y señalar errores de impresión e incluso ortográficos. 
 
Es en este periodo en que se fortalecen mis conocimientos 
y experiencia respecto de la redacción y ortografía, lo cual es una importante 
herramienta y representa una gran ventaja en comparación con las personas 
que no la ejercitan. 
 
Los consejos y aportaciones que Héctor hizo a mi trabajo 
como corrector de estilo en la mesa de redacción de El Nacional, y 
posteriormente como reportero de la fuente financiera, son hoy un enorme 
sostén en mi vida profesional. 
 
Recuerdo que en una ocasión fui el hazme reír de la 
sección a consecuencia de no saber la forma en que se escribe correctamente 
la palabra “cantimplora”. Mi desconocimiento de esa palabra me llevó a 
escribirla como “comúnmente” se escucha: “cantimflora”. 
 
Sólo bastó que llegara a manos de Héctor lo que 
supuestamente había corregido, para que se mofara de mí en presencia de 
todos. ---- ¡Miren cómo escribe Gama la palabra cantimplora! 
 
De inmediato soltaron la carcajada. El estruendo de las 
risas fue tal que incluso de otras secciones que se encontraban en el mismo 
piso llegaron a preguntar los motivos de la “pachanga”, a lo que contestaron 
señalando mi gran error. Por supuesto, los demás compañeros que casi no me 
conocían también se rieron que dio gusto. 
 
Me salí al instante de la sección. Un doble sentimiento 
pasó por mi mente. Vergüenza por no saber escribir la palabra cantimplora, y 
coraje por la burla de que fui objeto y me hicieron propios y extraños en la 
redacción. 
 
Hasta el lugar que ocupaba llegó Héctor consternado y me 
preguntó: 
 
---- ¿Te enojaste Gama? 
---- No, por qué debía hacerlo, ya sé que tú eres el único 
experto en este lugar 
 
Pidió disculpas, se comprometió a que no volvería a ocurrir 
y se retiró a su lugar de trabajo. 
Hoy reconozco que si bien fue algo vergonzoso, el hecho 
más que negativo tuvo un efecto positivo. Acepté las disculpas de Héctor y 
continuamos nuestra amistad. 
 
Desde ese momento me comprometí conmigo mismo a 
elevar mi nivel de lectura, poner más atención en la forma en que se escriben 
las palabras, sobre todo las de difícil escritura y pronunciación, además de 
dedicarme a leer más libros para incrementar mis conocimientos, así como 
hacer uso de los diccionarios para desterrar dudas. 
 
Lo anterior siempre nos lo recalcaron a lo largo de los 
cuatro años de la carrera de Periodismo y Comunicación Colectiva, en la 
ENEP-Aragón. ¡Hasta qué momento lo aprendí! 
 
Gracias a tan inolvidable periodo, hoy aseguro que leo por 
lo menos 25 libros al año, de todo tipo y de diferentes autores. Por eso cuando 
me ha tocado cambiarme de casa lo primero que guardo son mis libros y 
encargo sean trasladados con gran cuidado, porque ¡ellos son mi tesoro! 
 
El cumplimiento de los 30 días de prueba concordó con la 
salida de El Nacional del entonces reportero de la fuente financiera Alberto 
Navarrete, quien desde hacía un mes estaba a prueba en el periódico 
Excélsior. 
 
“Beto” Navarrete, como le llamábamos, realizaba la 
cobertura informativa de la Secretaría de Hacienda y organismos afines a la 
misma, el Banco de México y la entonces Secretaría de Programación y 
Presupuesto, de la cual había salido el entonces presidente de la República en 
turno, Carlos Salinas de Gortari, y posteriormente saldría quien sería su 
sustituto, Ernesto Zedillo Ponce de León, para el periodo 1995-2000. El último 
presidente priísta del siglo XX. 
 
Unos días antes de su salida, “Beto” me llamó en privado y 
me dijo: 
---- Ponte listo Gama, me voy en unos días y me gustaría 
que te quedaras con mi fuente. 
 
Efectivamente, a los pocos días, luego de una agria 
discusión con Fernando Calzada, el periodista Alberto Navarrete dejó su lugar 
en El Nacional. 
 
Creí entonces que en automático me entregarían la plaza y 
sería reportero por primera vez aunque fuera de la fuente financiera. Las cosas 
se presentaron de manera diferente. 
 
Calzada Falcón me habló y me dijo que tenía un amigo 
estudiante de economía de la UNAM que necesitaba trabajar y que lo traería 
para ocupar el lugar vacante. 
 
Le manifesté que yo podía ocupar el lugar que dejó 
Navarrete porque era egresado de la carrera de Periodismo y Comunicación 
Colectiva y además ya conocía la fuente, así como la forma en que se 
manejaba la información en El Nacional. 
 
El editor de la sección fue tajante: 
 
---- No seas pendejo –--exclamó--- Para saber y escribir de 
economía sólo puede hacerlo un economista no un 
periodista. 
---- Un periodista –--le contesté con voz firme--- está 
capacitado para escribir de los temas de la vida nacional, 
cualquiera que sean. Pero, le aclaré tajante, para trabajar 
en un medio de comunicación primero hay que ser 
periodista; por lo tanto, para realizar la cobertura 
informativa de la fuente financiera primero hay que ser 
periodista y a lo mejor, luego economista. 
 
Desconozco qué fue lo que le convenció, si mi teoría de 
que para trabajar en un medio de comunicación primero hay que ser periodista, 
o reclamar mi derecho de antigüedad para ocupar la plaza vacante de reportero 
en la sección de Economía de El Nacional. 
 
 
 2.2. La oportunidad: ser reportero 
 
 
A finales de agosto de 1990 ocupé la plaza de redactor 
(reportero) en el periódico El Nacional y me asignaron el gafete número 650, 
con el que me acreditaba “como empleado de esta empresa”, según reza la 
leyenda que calza la firma correspondiente. 
 
En ese entonces El Nacional era un importante semillero 
de reporteros; es decir, una segunda escuela, porque quien iniciaba su 
actividad periodística en este medio de comunicación escrita, reforzaba los 
conocimientos adquiridos en la escuela y al mismo tiempo aprendía con la 
práctica todos aquellos aspectos que en alguna ocasión escuchara sobre la 
vida del reportero. 
 
Por la redacción y la mesa de El Nacional, pasaron 
cientos de egresados de la ENEP-Aragón, ya que siempre fue el trampolín para 
llegar a los grandes medios de comunicación del país. 
 
Ahora enfrentaba la realidad del periodista en vivo y a todo 
color. Había que cumplir la regla no escrita de trabajar teniendo como principal 
compañero una taza de café muy cargado, el cigarro en la mano y la botella de 
cerveza o vino en la mesa. Esos tres elementos fueron, han sido y siguen 
siendo principales compañeros del reportero durante su diaria labor. 
 
Quienes llegamos a romper dicha regla, siempre fuimos 
tachados de aburridos o de niños que regaña mami. Hubo quien en alguna 
ocasión, en una gira de trabajo me gritó que entonces por qué me decía 
periodista si no bebía café, no tomaba, no fumaba y, además, como si fuera 
una desgracia nacional, tampoco bailaba. 
 
Las órdenes de trabajo de cada día se elaboraban

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