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Historia-de-la-reeleccion-legislativa-en-el-Mexico-actual

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Este trabajo fue realizado con el apoyo del Centro de Investigaciones y Estudios 
Superiores en Antropología Social a través del subprograma de becas para tesis externas 
Promoción 2006-2007. Asimismo se contó con las facilidades presentadas por las 
autoridades del Archivo General de la Nación. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
1 
 
 
 
 
Agradecimientos: 
 
Dedico éste trabajo a mi madre, doña Raquel Torres y Romo, en quien siempre he 
encontrado apoyo, aliento e impulso y quien me ha enseñado el valor de la persistencia 
en la consecución de las metas. Del mismo modo ofrezco éste esfuerzo a la memoria de 
don Enrique Sánchez Bringas, padre, amigo y maestro, que con su vida me enseñó el 
valor de la honradez y el amor a México. 
 
Agradezco a la Universidad Nacional Autónoma de México, generosa madre intelectual, 
en cuyas aulas refrendé mi filia por la ciencia política; del mismo modo agradezco a los 
profesores y profesoras que empeñosamente intentaron transmitirme las herramientas y 
las experiencias que consideraron más importantes para mi formación. 
 
Agradezco a los miembros de mi jurado, Doctor Alberto Enríquez Perea, Doctora 
Georgette José Valenzuela, Maestro Samuel León González y Maestro Manuel Zúñiga 
Aguilar, por su disposición para intercambiar puntos de vista y mejorar algunos aspectos 
de ésta tesis. 
 
Agradezco a mi director, el Doctor Mario Trujillo Bolio quien confió en mí, aposto por 
mi esfuerzo y con su apoyo académico, intelectual y moral, supo orientarme durante esta 
etapa de mi vida. 
 
También agradezco a mi hermana Enquel, cuya disposición y tiempo la convirtieron en 
la primera lectora y crítica de ésta tesis, así como a mi hermano Enrique con quien 
comparto la pasión por la política y con quien construí muchos debates que me 
ayudaron a delimitar el tema de esta tesis. 
 
Agradezco a las autoridades del CIESAS por su aporte financiero para la realización de 
esta investigación. 
 
Finalmente quiero agradecer a Lulú, mi novia, cuya comprensión, apoyo emocional y 
moral constituyó un gran estímulo para la elaboración de éste trabajo; y a Antioko, 
Daniel, Lorena, Rafa y Rodrigo quienes a través de su camaradería ayudaron a que los 
momentos de estancamiento pasaran rápido. 
 
 
 
 
Ciudad de México, marzo de 2008. 
 
 
 
2 
 
 
 
 
Índice 
 
 
- INTRODUCCIÓN 3 
 
- CAPÍTULO I.- Caudillos, caciques e instituciones. Génesis de 20 
La formación de la clase política posrevolucionaria. 
 
1.1 Del Plan de Agua Prieta a la Bombilla 20 
1.2 Adolfo De la Huerta 1920, y su pacificación negociada 23 
1.3 El cuatrienio presidencial de Álvaro Obregón 1920-1924 24 
1.4 Plutarco Elías Calles en la presidencia 1924-1928 29 
1.5 Institucionalización de la lucha por el poder 1928-1929 35 
1.6 El contexto 1930-1933 47 
1.7 El Poder Ejecutivo 50 
1.8 El Partido Nacional Revolucionario 53 
1.9 El Congreso de la Unión 54 
2.0 Calles y Portes Gil 55 
 
- CAPÍTULO II .- Dinámica de la XXXIV Legislatura, 56 
La construcción de un escenario para negociar. 
 
 1.1 El Poder Legislativo y los intereses de nuestras élites 56 
1.2 La caída del laborismo y del Nacional Agrarista 58 
1.3 La Comisión Permanente 64 
1.4 Rojos contra Blancos 65 
1.5 La elección de la XXXIV Legislatura 71 
1.6 Las representaciones de la XXXIV Legislatura 74 
1.7 Dinámicas, alianzas, y compromisos 87 
 
- CAÍTULO III.- Negociación política y construcción constitucional 98 
de la no reelección Legislativa. 
 
1.1 El antirreeleccionismo y la XXXV Legislatura 98 
1.2 La Convención Nacional Extraordinaria del P.N.R. en 1932 104 
1.3 El modelo de negociación 115 
 
 
-CONCLUSIONES 121 
 
-ANEXO I 125 
 
-ANEXO II 139 
 
-FUENTES 163 
 
3 
 
Introducción 
 
Muchas son las voces que han coincidido en que los “problemas estructurales” 
concernientes a la democratización, profesionalización y la rendición de cuentas para la 
vida legislativa de nuestro país, están directamente relacionados con la manera en que los 
legisladores mexicanos son reelectos, idea que históricamente no se sostiene, sin embargo, 
este tópico ha generado un profundo interés en la reflexión sobre los motivos, fines y 
consecuencias del esquema vigente de reelección legislativa. 
 Entre los esfuerzos analíticos que se han realizado al abordar el tema, en cuanto a las 
motivaciones y consecución de la reforma, podemos encontrar dos categorías, una de 
actores políticos activos durante los años en que se presentó la reforma y otra compuesta 
por personajes ajenos al proceso de negociación y a la clase política del momento de la 
reforma. 
 En la primera categoría encontramos las visiones de personajes como Francisco 
Javier Gaxiola, secretario particular del presidente, en su obra El presidente Rodríguez, en 
la que dedica el capítulo VI para explicar sus puntos de vista sobre un suceso del que fue 
observador tangencial pero que evidentemente también transformó sus expectativas de 
desarrollo político.
1
 
Este autor planteó a lo largo de un capítulo, las reflexiones en torno a los momentos 
que vivió desde la secretaría particular del presidente Abelardo L. Rodríguez durante la 
construcción del orden constitucional vigente relativo a la reelección de los legisladores 
mexicanos. 
Así, durante las primeras páginas se aboca a justificar el antirreeleccionismo con 
respecto a la titularidad del Ejecutivo Federal y justifica en la página 132 la reelección de 
Obregón en función de las circunstancias particulares del caudillo y el país en esos 
momentos, pero afirma, que tras la desaparición física del estratega sonorense y la creación 
del Partido Nacional Revolucionario cambió la visión sobre el tema y afirma en su obra lo 
siguiente: “lo cierto es que un Congreso de Legislaturas de los Estados, convocado para 
principios de 1932 a efecto de procurar que se unificara la legislación electoral de la 
 
1
 Francisco Javier Gaxiola, El presidente Rodríguez, 1938, pp. 129-146. 
4 
 
República, planteó con entera franqueza y fuerza de su temario, el problema de la no 
reelección.”
2
 
El autor de El presidente Rodríguez narra en su obra cómo, según su impresión, los 
directivos del PNR se sensibilizaron ante la expresión antirreeleccionista del Congreso de 
Legislaturas, por lo que expresaron el 14 de enero que tras “la manifestación clara y precisa 
de numerosos grupos de opinión rígidamente antirreeleccionistas” y como así se justificó 
convocar a una Convención Extraordinaria para tratar el tema, a decir de Gaxiola, en el mes 
de abril de 1932. 
Sin embargo, la ponencia que se discutiría estuvo preparada hasta la Convención 
Extraordinaria de Aguascalientes el 30 de octubre, casi dos meses después de que el general 
Rodríguez había sido designado Presidente de la República
3
 
Gaxiola reconoce en su texto que era natural que la reforma encontrara mucha 
oposición e inconformidades respecto a las posturas iniciales, sin embargo,al final el 
resultado antirreeleccionista fue objeto de elogios y aclamaciones. 
El jurista mexiquense cita el discurso inaugural de Pérez Treviño en el que se 
reconocen diferencias de opinión entre moderados y radicales respecto al 
antirreeleccionismo, apela a la historia nacional como un argumento antireeleccionista. Se 
detiene para hacer un reconocimiento sobre la conciencia de derechos y responsabilidades 
que las grandes masas tienen a pesar de haber sido defraudadas históricamente. Finalmente, 
vincula a la revolución con la necesidad de mantener el valor antirreeleccionista y mantener 
la renovación de los puestos de elección popular. 
Hacia el final de la narración el político mexiquense apunta algunas consideraciones 
personales en torno al tema como una serie de cuestionamientos inherentes a los efectos de 
la reforma y afirma lo siguiente: “Sólo encuentro explicable, pero no justificada la rigidez 
de la reforma constitucional en cuanto a la No-Reelección. Explicable por reacción natural 
y por temores políticos, que llevaron a la Convención de Aguascalientes a extremos 
innecesarios.”. 
 Gaxiola considera que no hay justificaciones teóricas contra la reelección y señala 
como control de la misma el “Sufragio Efectivo” pero apunta que “…desgraciadamente, la 
 
2
 Ídem, pp. 133 
3
 Ídem, p. 134. 
5 
 
imperfección de nuestra democracia, la incultura de nuestras masas y la abstención de los 
ciudadanos concientes de todo lo que significa, no hay actividad política, sino función 
cívica…” “Quizás, el principio de la no reelección debió haberse limitado exclusivamente y 
por razones históricas que justifican el origen político de nuestra Revolución, al Presidente 
de la República… no imponer limitaciones absolutas que no solo cortan las carreras 
políticas, lo cual es secundario, sino que imposibilitan a la nación para utilizar a sus 
hombres capaces, experimentados y sinceros… nada hay que justifique una limitación para 
los miembros del Congreso, ni siquiera una pretendida independencia de criterios frente al 
Ejecutivo”
4
. 
Apunta además algunos rasgos de la necesidad de conocimientos especializados y 
señala cómo, para 1938, según su punto de vista, sólo se había logrado una rotación en las 
Cámaras y no la renovación que anunciaba Pérez Treviño en su discurso. Hacia lo último 
de su disertación, Gaxiola apunta también cómo la reforma afectó el desarrollo del 
Ayuntamiento al que define como la “célula política del organismo nacional”
5
. 
Si bien es cierto que este personaje aporta un testimonio cuya importancia radica en 
la cercanía con el poder presidencial, también lo es que su pertenencia a ese sector de la 
clase política implicó que sólo pudo observar pasivamente las negociaciones y en que no 
fue afectado directamente por las reformas, es decir, no tuvo que votar a pesar de su 
desacuerdo con una reforma que obstaculisara su carrera política, como fue el caso de 
Gonzalo N. Santos, ni atestiguar un cambio político constitucional que eliminara 
irremediablemente sus más grandes ambiciones políticas, como puede ser el caso de Emilio 
Portes Gil. 
También es cierto que en su narración constantemente plasma posturas que reflejan un 
sentido de disciplina y complicidad con el papel que le tocó jugar a su jefe el ex – 
presidente Abelardo L. Rodríguez lo que impide que aporte una postura plenamente distinta 
al discurso oficial en torno a la reforma antirreeleccionista de 1933. 
Otro personaje destacado fue el consejero de Plutarco Elías Calles y doctor en 
medicina J. Manuel Puig Casauranc, quien no sólo fue uno de los principales asesores del 
“Jefe Máximo” sino, además, fue un representante de ese sector callista de profesionistas 
 
4
 Ídem, p. 143. 
5
 Ídem, p. 145. 
6 
 
que llenaron las filas de los revolucionarios más conservadores, primero apoyando a los 
“Blancos” y después tomando posiciones “moderadas” salvo en el tema del reeleccionismo 
de 1932 del cual a juzgar por los relatos de Portes y Santos fue incluso uno de los 
principales incitadores, de cualquier modo nos ofrece algunas reflexiones en su libro 
autobiográfico
6
. 
De este modo Puig Casauranc en su obra Galatea rebelde a varios pigmaleones, 
afirma que Rodolfo Elías Calles en alianza con Montes de Oca impulsaron la causa de la no 
reelección pues como dice el propio Puig: “Es verdad que, con el texto constitucional como 
estaba por entonces podría ser reelecto Calles, en 1934, si decidía acabar de olvidar su 
mensaje de 1928, pero –y esto era lo serio para Montes de Oca y Rodolfo- podría también 
intentar una aventura electoral reeleccionista el ex-presidente Portes Gil… Y hallándose en 
Europa, y caído de la gracia del régimen dual ¿qué mejor oportunidad para cerrarle 
constitucionalmente el paso?”
7
 Así, el asesor predilecto de Calles continua el relato 
estableciendo el móvil de la maniobra, por un lado Calles no podría acceder a la reelección 
sin poner en riesgo la posición de la que gozaba gracias a la imagen de 1928, imagen del 
árbitro desinteresado, por lo que Rodolfo sólo quería cerrar el paso a Portes. 
El objetivo de Montes de Oca era, nulificar a Portes Gil (probablemente tenían 
diferencias más allá de la política acarreadas desde el interinato cuando Montes de Oca, 
auspiciado por Calles, no permitía movilidad financiera a la administración de Portes Gil) 
además, como otra explicación señala la idea de que el desprecio que los secretarios de 
Hacienda tienen por los líderes poderosos de las Cámaras (Montes de Oca fue secretario de 
hacienda). Por tal motivo, Puig afirma que Portes Gil con la finalidad de adquirir 
popularidad aprovechando la impopularidad de los líderes camarales había ofrecido anular 
la reelección de los legisladores. 
El relato acaba con varias expresiones en las que Puig hace patente su desprecio por 
los legisladores de carreras largas a quienes Portes impulsó con una reelección más en 
1932. 
Puig también nos comenta cómo fue que tanto el hijo de Calles como Montes de 
Oca querían imprimir los cambios desde 1931, pero que el “Jefe Máximo” se detuvo debido 
 
6
J. Manuel Puig Casauranc, Galatea rebelde a varios pigmaliones, 2003, pp.393-398. 
7
 Ídem, p.394. 
7 
 
a que se podía alborotar el gallinero, por lo que procuraron avanzar en la reforma hasta 
1932. Según Puig aprovecharon una confusión generalizada pues dice que “Creían en las 
Cámaras, que el pensamiento primitivo de Portes (no reelección para los miembros del 
Congreso), era el que se sostenía” de manera que no se sabían envueltos en el movimiento 
antirreeleccionista como en realidad sucedió.
8
 
De ese modo, a través del relato de Puig podemos tener la visión de los callistas en 
torno a la no reelección como un medio para mantener sin cambios el equilibrio de fuerzas 
políticas. 
El relato de Puig Casauranc ratifica las aseveraciones de Santos y de Portes Gil y al ser él, 
uno de los actores que directamente intervinieron en el proceso nos permite ratificar la tesis 
sostenida sobre la traslación del enfrentamiento entre radicales y conservadores al espacio 
del antirreeleccionismo. 
 Otro personaje que jugó un papel importante fue Emilio Portes Gil a quien al menos 
una parte de los resolutivos penerreanos de octubre dieron dedicatoria. El ex-presidente 
dedica en su obra Quince años de política mexicana algunas reflexiones para explicar su 
visión de los hechos que a su vez representa la visión de uno de los grupos desplazados 
durante el maximato y reubicados durante el cardenismo.
9
 
El ex-presidente Portes Gil hace pocos comentarios en torno a la reforma 
antirreeleccionista de los que se puede extraer la idea de que para él la reforma fue parte de 
la última embestida de Calles y su grupo íntimo para destruir las basesde poder 
portesgilistas y las posibilidades de que el tamaulipeco pudiese regresar a la arena política 
nacional. 
Al respecto, en sus memorias políticas dice lo siguiente: “La actitud de abierta 
oposición que hacia mí adoptó el general Calles no se limitó a estos hechos (Portes Gil se 
refiere a la manera en que Calles y sus hijos lo desplazaron en Tamaulipas), que 
conquistaron la mala voluntad de sectores importantes de la República. Ya para el año de 
1931, Rodolfo Elías Calles, su hijo, y Luis Montes de Oca, el secretario de Hacienda de 
Ortiz Rubio –según el doctor Puig Casauranc en su libro Galatea Rebelde a varios 
Pigamliones, pp. 394-395- intentaron, por instrucciones suyas, reformar la Constitución 
 
8
 Ídem, pp. 393-398 
9
 Emilio Portes Gil, Quince años de política mexicana, 1954, p. 474. 
8 
 
con el propósito de inhabilitarme políticamente para figurar cómo candidato presidencial, lo 
que al fin lograron en 1932, cuando se celebró en Querétaro la Convención del Partido 
Nacional Revolucionario, no habiéndolo hecho antes, según el propio Puig, por que Calles 
temía alborotar demasiado la gallera”
10
. De esa manera podemos ver como coincide 
parcialmente la visión del expresidente con la del cacique potosino en función del origen de 
la propuesta, situándolo, en la primera camarilla callista y la intencionalidad, en cuanto al 
control de la sucesión presidencial. El potosino hace mención de la intención de imponer a 
los hijos del general mientras que el abogado tamaulipeco se refiere a un control de la 
sucesión que lo excluya. 
En la versión de Portes Gil encontramos una crítica cuya ambición presidencial frustrada 
por la reforma podría alejarnos peligrosamente de la objetividad, pero la coincidencia que 
guarda respecto a la obra de Santos, cuando ambos autores ubican el origen y motivos de la 
reforma, nos ayuda a reafirmar las posiciones polarizadas que había respecto a este tema en 
el núcleo callista y si cruzamos las actas de la convención, las crónicas del Congreso de 
Legislaturas, las memorias y la información sobre los grupos que tomaban las posturas 
radicales y conservadoras en el Congreso de la Unían desde 1930, encontraremos la 
constante de esos veteranos contra agraristas, de esos conservadores contra revolucionarios 
radicales y de esos antirreeleccionistas radicales respecto a esos antirreeleccionistas 
moderados. 
 Otros representantes de esta categoría son Pascual Ortiz Rubio, Luis L. León y 
Gonzalo N. Santos, Es importante resaltar que Luis L. León quien probablemente podría 
reforzar alguna de las versiones no escribió nada al respecto ni en su Crónica del Poder ni 
en su artículo El presidente Calles. De igual modo Pascual Ortiz Rubio no menciona nada 
en su obra Memorias publicada en 1981. 
Sin embargo Gonzalo N. Santos en sus Memorias abordó el tema que en su 
momento implicó la necesidad de transformar el rol político que había jugado desde 1922, 
como operador político y posteriormente como uno de los lideres más destacados en las dos 
Cámaras, su versión de los hechos puede representar a todo ese sector que se planteó como 
reeleccionista durante el Congreso de Legislaturas, pero que ante las distintas 
manifestaciones de poder que hicieron manifiesta la hegemonía callista entre enero y 
 
10
 Ídem, año 1954, p. 474. 
9 
 
octubre de 1932 optó por operar políticamente un antirreeleccionismo moderado en la 
Convención Nacional Extraordinaria del P.N.R.
11
 
De este modo, Santos menciona que “de forma callada” Calles había instruido a 
Pérez Treviño para convocar al Congreso de Legislaturas con la finalidad de hacer “algunas 
reformas constitucionales”, Pérez Treviño –según Santos- le habló para avisarle del 
congreso y advertirle que en ese foro se había planteado una “reforma para que se haga la 
no reelección de las Cámaras” y que con ello, decía Pérez Treviño, “se va a destruir la 
maquina política de la revolución” del mismo modo, Santos afirma que Luis L. León 
mantenía la idea de que la maniobra antirreeleccionista era producto del contubernio entre 
Sáenz, Montes de Oca, Francisco Elías (primo de Calles) , Fernando Torreblanca y los hijos 
del general Calles, Plutarco y Rodolfo. Según Santos, León afirmaba que la intencionalidad 
política de la maniobra iba orientada a desplazar a su grupo y que “los revolucionarios 
aristocratizados, que capitaneaba Aarón, se apoderaran de las Cámaras”. Por tal motivo 
Santos asegura que lo conminaron a “intervenir” y evitar que “el Partido quedara en manos 
únicamente de una familia”. 
Por su parte este mismo autor les contestó que intervendría, que les daría batalla y 
los derrotaría, pero temía que se le vendría “el mundo encima” (en el texto Santos señala 
directamente que entendía a Calles por “el mundo encima”). Explicó que estaba de acuerdo 
en restringir las posibilidades de los presidentes, gobernadores y presidentes municipales 
pero no de los diputados y senadores. Santos afirma que ubicó las ambiciones frustradas de 
los hijos de Calles para dominar las Cámaras como el fundamento de sus sospechas y 
percibía que “al prohibir las elecciones en las Cámaras, diputados y senadores” serían 
“nombrados con el dedo”. Por tales motivos, estaba dispuesto a arriesgarse pero pidió el 
apoyo de Pérez y León, quienes a su vez, según Santos, se comprometieron a aliarse. 
En sus Memorias, Santos ubica el antirreeleccionismo en el representante de la 
legislatura de Tamaulipas Graciano Sánchez, también en el de la de Veracruz el siete veces 
reelecto Manlio Fabio Altamirano y en los representantes de las legislaturas de Sonora y 
Nuevo León que eran los operadores políticos de los hijos del general Calles, el diputado 
Remos y José Garza Tijerina. Según el relato del “Alazán tostado”, él consiguió la mayoría 
en el Congreso de Legislaturas con el argumento de que la reelección permitía el desarrollo 
 
11
 Gonzalo N. Santos, op. cit., pp. 475-504. 
10 
 
de las carreras políticas por lo que las Cámaras eran la “única escuela política verdadera 
que tenía el pueblo y la clase media”, señaló –según el relato de décadas posteriores- que 
“ningún representante tendría el valor de enfrentarse a un poderoso… pues sus días como 
senador o diputado estarían de antemano contados” dejando la política en manos de 
profesionistas y no de profesionales. 
Garza Tijerina
12
 contestó – según el relato de Santos- haciendo una analogía con la 
lucha del presidente Madero. La posición de Tijerina fue apoyada por Fabio Altamirano a 
quien enfrentó Santos. Finalmente, según el relato de este primer encuentro, Garza Tijerina 
hizo alusión a que el proyecto era sostenido por los hijos del general Calles, a lo que Santos 
contestó (y lo anota como un error político) lo siguiente: “no sabía que México era otra vez 
imperio y que el poder revolucionario del que disfruta el general Calles, sostenido por 
nosotros, es heredado a sus hijos” y cerró haciendo alusión a la convención de Querétaro en 
1929 en la que a pesar de la postura de los hijos de Plutarco Elías Calles, el candidato del 
PNR fue adverso a las preferencias de los hijos del “jefe máximo”. 
Durante el mismo día del posicionamiento de Santos en el Congreso de Legislaturas 
el político potosino consignó en sus Memorias que fue objeto de provocaciones a lo largo 
de la jornada y que al día siguiente con el pretexto de los enfrentamientos en que se vio 
involucrado, el general Calles había pedido su expulsión del partido al presidente Manuel 
Pérez Treviño quien, a decir del “alazán tostado”, dijo a Santos que intercedió ante el “Jefe 
Máximo” para que fuera sólo una suspensión provisional a cambio de que el potosino 
modificara su postura con respecto a la antirreelección. 
Gonzalo N. Santos fue suspendido, accióntras la cual legisladores de las dos 
Cámaras y Saturnino Cedillo intentaron interceder por él ante el general Calles. De manera 
simultánea el se hacía presente en las Cámaras y mantenía la comunicación con Pérez y 
León a quienes reclamo –conforme a lo escrito en las Memorias- por no apoyarlo tal y 
como habían acordado, sin embargo, era evidente que como supuestamente dijo Pérez 
Treviño “un apoyo en rebeldía sería un suicidio para todos”
13
, de manera que la única 
alternativa era hablar con el general Calles, y así se hizo. 
 
12
 José Garza Tijerina habría de ser llevado al senado por el clan Calles a partir de 1934, Íbidem, p. 477. 
13
 Ídem pp. 480 y 481. 
11 
 
Santos termina presentándose con Calles y expone su posición ya no como 
oposición a la antireelección y a Calles sino como una diferencia por considerar que “ 
diputados y senadores sin reelección son simples empleados” y que no aceptaba 
imposiciones de sus hijos, pero sí se podía disciplinar ante el general Calles. De esa manera 
Santos consiguió anular la suspensión y limar las asperezas con el “Jefe Máximo”; a 
cambio Calles hizo que el potosino cambiara su postura y operara a favor de la reforma. 
Según Santos, Calles lo llamó junto con Pérez Treviño, Melchor Ortega, Luis L. 
León y Carlos Riva Palacio y les giró instrucciones para que se realizara una Convención y 
desde ella impulsar de manera definitiva la: “NO REELECCION ABSOLUTA de los 
presidentes de la República, hayan sido estos constitucionales, sustitutos provisionales o 
interinos y la no reelección de los Senadores y Diputados al Congreso de la Unión y la de 
los diputados de las legislaturas de los estados y los presidentes municipales.”
14
 Ante 
“aquel decreto del general Calles” Gonzalo N. Santos se alineó con la disposición del “Jefe 
Máximo”, aunque no estuviese de acuerdo, pues según refiere en su libro: “En lo de la no 
reelección de los ejecutivos, desde el presidente de la república hasta los presidentes 
municipales, estaba completamente de acuerdo por convicción…pero en lo de los diputados 
y senadores sólo me tiré pecho a tierra para que no me volviera a “zumbar” don Plutarco.”
15
 
En esa misma reunión Calles – a decir de Santos- ordenó que se designara como presidente 
de la Convención a Carlos Riva Palacio. 
Camino a Aguascalientes, el político potosino afirma que acordó con Riva Palacio, 
Pérez Treviño, León y Ortega generar una oposición controlada para dar la apariencia de 
haber hecho una labor política complicada y poder imponer los modos de la reforma, 
ampliando los periodos de los senadores y los diputados y canjeando la no reelección 
absoluta por una reelección no inmediata, que permitiera saltar de una cámara a otra. 
Todo ello en palabras de Santos, con el objetivo de dejar satisfecho al general Calles 
sin destruir sus respectivos grupos políticos y su influencia en el Congreso. La operación 
del acuerdo hecho entre los cinco políticos implicó la completa secrecía del mismo y el 
cierre de este acuerdo fue al calor de unos coñac y un juego de baraja. 
 
14
 Ídem, p. 502. 
15
 Ídem, p. 503. 
12 
 
Por otra parte, Santos refiere que tras instalar la Convención, el primero en hablar 
fue Pérez Treviño con el famoso discurso de “quemar un derecho en aras de un principio”, 
a lo que el potosino apunta que en realidad era en “aras de la voluntad de don Plutarco” y 
para fortalecer a sus hijos en las Cámaras “barriendo a los veteranos valores 
parlamentarios”. Posteriormente habló a favor de la reelección el guanajuatense David 
Ayala, quien fue interpelado por Luis León. 
En repuesta a Luis L. León y su posición antirreeleccionista, argumentó el 
gobernador morelense Estrada Cajigal quien a pesar de ser antirreeleccionista señaló el 
cambio de posición de León quien en enero defendió el reeleccionismo. A media 
Convención, “el Alazán tostado” sostiene que la delegación veracruzana empezó a desviar 
la discusión y mostraron una pancarta que destapaba a Tejeda para la presidencia de la 
República, descontrol que fue aplacado por la mesa directiva de la convención. 
Para diciembre Santos y los “radicales” siguieron operando por una parte para 
destituir a los ortizrubistas que quedaban como Ignacio De la Mora y por otra para realizar 
la reforma constitucional que incluía el cambio antirreeleccionista del artículo 59 
constitucional. De cualquier modo el que posteriormente sería gobernador del San Luis 
Potosí da en la página 506 de su libro Memorias una lectura del interés de Calles en la 
reforma antirreeleccionista de la siguiente manera: “Calles buscaba, como ya he dicho, la 
eliminación de las Cámaras obregonistas, la del general Abelardo L. Rodríguez, presidente 
de la República, la del licenciado Emilio Portes Gil, ex-presidente de la República, para 
llegar, en un día no muy lejano, a colocar en la presidencia de la República a su hijo 
Rodolfo”. 
Toda la información vertida por el legislador potosino tiene que ser leída bajo dos 
consideraciones fundamentales: la primera es que las Memorias fueron realizadas muchos 
años después y algunos de los recuerdos vertidos en las mismas, no necesariamente de este 
tema, chocan con las percepciones plasmadas en otras biografías o en los documentos 
hemerográficos de la época. 
 El otro considerando es que al ser suyas las Memorias, sin duda, es probable que 
haya sobredimensionado su propio papel como actor político. 
 Considerando esos dos factores entonces podemos ubicar los rasgos generales de su 
narrativa como parte del proceso político de negociación si le asignamos al narrador un 
13 
 
valor equiparable al rol de Luis L. León o de Carlos Riva Palacio, de esta manera podemos 
encontrar la concordancia entre los sucesos y cambios de posturas registrados durante la 
convención y el Congreso de Legislaturas. 
 En cuanto a Pérez Treviño, en las referencias que publicó Alejandra Lajous, se 
observa una inconformidad por haber suprimido la reelección de legisladores, pero del 
proceso de reforma sólo se encuentra la postura de la justificación en virtud de permitir la 
participación de nuevos grupos. 
 Por otro lado, en la categoría de los académicos encontramos las visiones de Luis 
Javier Garrido, Rogelio Hernández Rodríguez, Benito Nacif Hernández y Jeffrey A. 
Weldon. 
Luis Javier Garrido en El partido de la revolución institucionalizada
16
 sostiene que 
las pugnas entre “Rojos” y “Blancos” dificultaban el consenso y la cohabitación con el 
partido, el ejecutivo y con el Congreso Federal por lo que el 30 de octubre, tras la victoria 
definitiva sobre Ortiz Rubio, Calles hizo del conocimiento público, su apreciación sobre la 
necesidad de restringir la reelección de los legisladores para “dar oportunidad a los jóvenes 
y atraer al partido a los grupos revolucionarios alejados de este”
17
. Es decir el “Jefe 
Máximo” originó la propuesta con el argumento de la movilidad política para reequilibrar 
al partido, el ejecutivo federal y la élite callista frente a los poderes locales que empezaban 
a imponer “el carro completo”. 
Garrido menciona en su análisis cómo fue que se polarizó la discusión en un grupo 
encabezado por Luis L. León, Carlos Riva Palacio y Gonzalo N. Santos posicionados 
contra el antirreeleccionismo frente a otro grupo liderado por Manlio Fabio Altamirano. 
El grupo que defendía la reelección lo hacía “aduciendo que ello conduciría al 
control del partido por parte de dirigentes caciquiles reaccionarios”. Su actitud produjo la 
suspensión de Santos con lo que la dirección nacional del PNR envió un mensaje 
antirreeleccionista y asimismo aceptó la realización de una convención que tratara el tema 
de la reelección. 
En lo tocante a la Ley electoral, este autor refiere que se anularon las candidaturas 
independientes, hecho que finalmentefortaleció al partido. 
 
16
 Luis Javier Garrido, El partido de la revolución institucionalizada, Siglo Veintiuno, México, 1998, pp. 135-
145. 
17
 Ídem, p. 136. 
14 
 
Para la renovación de la mitad de los 56 Senadores y de los 170 diputados Garrido 
comenta que se excluyó a los líderes “rojos” vinculados con Portes Gil y a los “blancos 
como consecuencia de la agonía política del presidente Ortiz. Durante el periodo 
comprendido entre el Congreso de Legislaturas y la Convención Extraordinaria, Calles 
negoció la no reelección y convenció a los principales líderes del partido preparando el 
camino para el antireeleccionismo. 
También Garrido asevera que cuando se celebró la convención extraordinaria, la 
oposición “roja” que se había formado ya había cambiado de opinión y finalmente el 
proyecto fue enviado por el CEN al Congreso de la Unión el 10 de noviembre de 1932. 
Garrido no aporta ideas que expliquen cómo es que se dio el cambio de posturas, por lo que 
podría quedar la idea del titiritero dueño de la voluntad de las marionetas en la persona de 
Calles, sin embargo, en otras partes de su obra este autor hace patente el carácter de árbitro 
no inobjetable que tenía Calles. Y si este entendido lo sumamos a las ideas que hemos 
venido desarrollando, fortalecemos la postura de que ese árbitro, Plutarco Elías Calles, supo 
moverse entre las corrientes para, a pesar de ellas, aprovechar su desunión y acercarse lo 
más que pudo a sus objetivos principales. 
 En cuanto al análisis de Rogelio Hernández, se desprende que la reelección 
inmediata nunca se aprovecho plenamente y que la reforma se justificó por las disputas 
entre caudillos y diputados reelectos, los conflictos inherentes a las ambiciones de los 
congresistas locales y por el interés del Ejecutivo Federal en detener las disputas al interior 
de las cámaras federales con la disciplina que aportaría la reelección intermitente.
18
 
Entendiendo que al referirse al Ejecutivo Federal no sólo considera a uno de los Poderes de 
la Unión, sino al partido y la élite callista. 
 En el análisis que al respecto hace Benito Nacif . quien se ha ocupado de manera 
destacada al tema y que en un artículo del libro Gobernar sin mayoría nos ofrece algunas 
de sus reflexiones. En su texto afirma que tras consolidarse la practica del “carro completo” 
el general Calles se dio cuenta de que los gobernadores empezaban a imponer con más 
facilidad a diputados y senadores y veía en ese hecho “uno de los obstáculos más 
importantes en la consolidación del poder de la dirigencia nacional del PNR” pues 
 
18
 Rogelio Hernández, La participación de los diputados en una época de reelección, en Gil Villegas 
Francisco, Los Legisladores ante las reformas políticas de México. El Colegio de México, México, 2001, pp. 
55-82. 
15 
 
“restringía la influencia del CEN en la designación de candidatos y era fuente de conflictos 
y enfrentamientos entre los políticos locales”, Nacif afirma que fue “el ex-presidente 
Plutarco Elías Calles quien identificó la práctica del carro completo como el problema más 
grave que enfrentaba el PNR , advirtió la necesidad de abrir las candidaturas a grupos y 
fuerzas políticas que se encontraban aún fuera del PNR . Calles propuso como solución a 
este problema una política de apertura a partir de incrementar la circulación de los cuadros 
políticos del PNR en los puestos de elección. El llamado de Calles culminó con las 
enmiendas constitucionales de marzo de 1933 que prohibieron la reelección consecutiva de 
los integrantes del congreso de la Unión de las legislaturas locales y de los 
ayuntamientos”
19
 
Esta última versión, aunque plantea a Calles como un hombre investido con el interés y 
visión de estadista, y a pesar de que respecto a Garrido, Santos y la señal que presentaron 
los hijos de Calles en el Congreso de Legislaturas, sinembargo no podemos dejar de señalar 
que como acertadamente expresa Nacif, uno de los principales activos de la reforma, que no 
enmienda, fue el centralizar el poder a partir de las candidaturas en la dirección nacional del 
PNR. 
 Finalmente, otra de las percepciones sobre el proceso la encontramos en Jeffrey A. 
Weldon quien no sólo se ha dedicado a estudiar el proceso histórico-político sino que 
también ha hecho una promoción destacada de la idea para reformar nuestra constitución y 
reinstalar la reelección legislativa inmediata. Dentro de su colaboración para el libro El 
legislador a examen, maneja la idea de que “el objetivo de la reforma era eliminar la 
posibilidad de reelección de cualquier ex-presidente y en consecuencia reducir la 
inestabilidad latente en cualquier intento de esa naturaleza”
20
, incluso sacrificando al 
mismo Calles y en cuanto a lo referente a la reelección legislativa, afirma que las 
“restricciones que se oponían a la reelección en el Congreso fueron cuidadosamente 
consideradas por Calles, por el resto del liderazgo del partido y por los propios miembros 
 
19
 Benito Nacif Hernández, El impacto del PNR en la lucha por la presidencia y la supervivencia de los 
legisladores (1928-1934), en María Amparo Casar, Gobernar sin mayoría México 1867-1997, CIDE, 
México, 2002, p.249. 
20
 Jeffrey A. Weldon, El congreso, las maquinarias políticas locales y el “maximato”: las reformas no 
reeleccionistas de 1933. en Fernando F. Dworak, El legislador a examen, Fondo de Cultura Economica-
Camara de Diputados, México, 2003. p. 33. 
16 
 
del congreso”
21
, es decir, todos los actores políticos relacionados con el poder legislativo, lo 
que en sí mismo no constituye ninguna aportación a la reconstrucción de las negociaciones 
políticas que condujeron a la reforma antirreeleccionista pero sirve para explicar lo que 
para Weldon implicó la reforma que centralizaba el poder en el CEN del PNR. 
 Tal y como el mismo afirma: “en primer lugar contribuyeron a la centralización de 
poderes en torno a dependencias federales de gobierno en manos del liderazgo del partido, 
específicamente del jefe máximo […] en segundo lugar, aceleraron la centralización del 
poder a nivel nacional, como parte de un proyecto de mayor envergadura que pretendía 
debilitar a los partidos y maquinarias políticas locales en beneficio del Comité Ejecutivo 
Nacional (CEN) del Partido Nacional Revolucionario (PNR)”
22
. 
En cuanto a la manera en que se construyó la negociación, Weldon sí sugiere como 
factores a considerar la suspensión de Gonzalo N. Santos y como motivación la dinámica 
de poder que hacia de la reelección un factor que debilitaba a los gobernadores, 
coincidiendo con Benito Nacif y Rogelio Hernández. 
 En las visiones contemporáneas a la reforma y académicas posteriores a la misma 
podemos percibir que no se tienen bien definidos los personajes que impulsaron las 
reformas y en consecuencia persiste una ligera duda en el ¿Cómo se impulsó?, ¿Qué fases 
planteó la negociación? y ¿Qué parte del callismo la impulsó?. 
 A través de esclarecer esos aspectos podemos corroborar una u otra visión, 
confirmar con otro tipo de elementos las conclusiones de los académicos que han abordado 
el tema y ofrecer un esquema que explique e integre las propuestas académicas e históricas 
en torno a las negociaciones para la reforma antirreeleccionista de 1933. 
 Por lo anterior, la presente tesis pretende aportar un análisis histórico y político 
sobre las circunstancias, etapas de negociación, motivos e intereses de la clase política en 
torno a las negociaciones para la reforma constitucional antirreeleccionista de 1933. 
 Esta reforma, que representó un elemento fundamental del proceso de 
institucionalización y centralización política, nos remite para su explicación a la primerapropuesta planteada en la primavera de 1930, al rescate de ésta durante el otoño de 1931, a 
 
21
 Ibidem, p. 34. 
22
 Ibidem, p. 34 
17 
 
las negociaciones generadas para su consecución durante 1932 y a su publicación en el 
Diario Oficial de la Federación en abril de 1933. 
 Motivos por los cuales, este texto pretende revisar el periodo, que por razones de 
conformación de las élites se expande de 1920 a 1933, las circunstancias en que se generó 
la propuesta y negociación de 1930 a 1933, los incentivos presentados durante las 
negociaciones de 1932 y los modos políticos que dieron origen a la reforma constitucional 
con la que se construyó el régimen actual de reelección legislativa en México. Con la 
finalidad de tratar de responder a las siguientes preguntas: ¿Cómo fue que llegamos al 
esquema vigente de reelección legislativa?, ¿Por qué se definió la no reelección 
intermitente y no de manera absoluta?, ¿Qué circunstancias e incentivos había de por medio 
para hacer que un legislador reformara la constitución aparentemente en su perjuicio?, 
¿Porque los legisladores de ese momento decidieron eliminar esa facultad constitucional?, 
¿Qué finalidad sistémica se perseguía?, y ¿Qué intereses particulares se atendían con la 
reforma? 
La manera en la que se intenta responder estas preguntas, es abordando el tema 
desde una óptica general para terminar en un análisis particular que no excluye la 
consideración histórico-política de los rasgos más característicos del periodo, recurriendo 
en el análisis a la lógica del realismo político, corriente del pensamiento que hace énfasis en 
el interés y la ambición del individuo; a la lógica planteada por la teoría de las élites; y a la 
teoría de Juegos, empleandola, en este caso, como una fuente de herramientas que ayudan a 
esquematizar y explicar la toma de decisiones a partir de buscar “la opción racional”. 
Así, con ayuda de estas herramientas para poder llevar a cabo el análisis 
pretendemos demostrar los siguientes planteamientos: 
Primero.- Demostraremos que limitar la reelección legislativa, trastocó la dinámica 
de negociación política entre los principales actores de la clase política durante el periodo, 
como los titulares del Ejecutivo Federal, los miembros del gabinete, el Partido Nacional 
Revolucionario local y nacional, los caciques y los gobernadores, frente a los integrantes 
del Poder Legislativo Federal dado que centralizó la capacidad de decidir las candidaturas a 
espacios en el Congreso de la Unión. 
 Segundo.- El estudio del proceso para la reforma de abril de 1933, corroborará que 
la flexibilización de posturas políticas a principios de la década de los treinta, se daba 
18 
 
mediante la asociación o concesión de espacios de poder político, administrativo y 
económico. Mientras que las posturas inflexibles encontraban la anulación electoral, 
administrativa y/o física de los sustentantes. 
 Tercero.- A través de los resultados de la investigación podremos reconstruir uno 
de los primeros ejemplos de disciplina política institucional tras la coyuntura de 1928-1929, 
en el que a pesar de la violencia inherente al contexto histórico-político, la negociación 
política fue el disuasivo más recurrente para el caso de la modificación a la reelección 
legislativa. 
 Cuarto.- Se justificará apoyar la postura académica que ve como una ambigüedad 
el catalogar a los legisladores de la época como Blancos o Rojos (grupos político-
legislativos en los que se cataloga a las corrientes internas del Bloque Nacional 
Revolucionario) y reiterar a través de éste análisis la falsedad del prejuicio en torno al 
dominio “indiscutible” del general Calles sobre los presidentes Emilio Portes Gil, Pascual 
Ortiz Rubio, Abelardo L. Rodríguez y demás actores pertenecientes a la clase política del 
periodo histórico conocido como “Maximato”. 
Para comprobar los planteamientos antes mencionados se consideraron los 
materiales biográficos y académicos con la finalidad de ubicar el problema, delimitar 
nuestro objeto de estudio y establecer un cronograma que nos sirvió como hoja de ruta en la 
investigación; posteriormente se establecieron los actores políticos activos (participantes) y 
pasivos (tangenciales o sólo receptores de la misma) a través de verificar la composición de 
las Cámaras, el gabinete presidencial y los gobiernos de los estados; más adelante se realizó 
el trabajo de investigación en el Archivo General de la Nación en la Hemeroteca Nacional, 
en textos biográficos, autobiográficos y académicos, con la finalidad de construir una base 
de datos biográficos e intentar establecer las redes de vínculos entre los legisladores que 
integraron a la XXXIV y XXXV Legislatura. Finalmente se revisó la información 
consignada en el Diario de Debates de la Cámara de Diputados, en las Actas de la 
Convención Extraordinaria del PNR, en periódicos de la época y en los textos biográficos 
para reconstruir el proceso de negociación y describirlo con las herramientas de Teoría de 
Juegos y Mediación de Conflictos. 
Ahora bien, cabe mencionar que la estructura de la presente tesis está desarrollada 
de la siguiente manera: En el primer capítulo se intentó entender los usos y costumbres que 
19 
 
caracterizaban a la clase política de la reforma antirreeleccionista, para ello realizamos una 
descripción del contexto a partir de tres etapas. Para la primera se contempló un lapso de 
tiempo que corre desde 1920 hasta 1928, momento en el que Obregón se impuso como el 
último caudillo cuya legitimación del poder estaba en las armas con las que triunfó el 
último levantamiento armado exitoso en México. 
En la segunda parte se describe la situación política en la que se empiezan a 
replantear las reglas del poder en torno a un partido político de corte hegemónico, 
impulsado tras el asesinato del caudillo, revisando un periodo que abarca de 1928 a 1930. 
Para finalizar ese capítulo se emprendió un análisis general de la escena política 
nacional, iniciando en 1930 cuando se presenta la primera iniciativa contra la reelección de 
los legisladores, y concluyendo en 1933, cuando se inscribe en el Diario Oficial de la 
Federación las reformas constitucionales que nos dieron el modo vigente de reelección 
legislativa en México. Asimismo, para el segundo capítulo se trató de realizar un estudio de 
la conformación de la Cámara de Diputados durante la XXXIV y la XXXV Legislaturas. 
Esto es, se describieron y analizaron algunos de los aspectos más relevantes de los grupos y 
dinámicas presentes en dicha cámara con respecto a las posturas que fueron tomando los 
actores políticos más relevantes en el Senado, en el Poder Ejecutivo Federal y en algunos 
ejecutivos locales, no sin contemplar la relación que los actores políticos mantenían con el 
general Plutarco Elías Calles durante el periodo que abarca de 1930 a 1933. 
 Para el tercer y último capítulo de la presente tesis se estableció una descripción y 
análisis de las negociaciones sostenidas durante el año de 1932 que permitieron elaborar la 
reforma publicada en 1933, para suprimir la reelección inmediata de los legisladores 
mexicanos. 
 
 
20 
 
CAPÍTULO I 
Caudillos, caciques e instituciones. 
Génesis de la formación de la clase política posrevolucionaria 
 
Durante el desarrollo de este capítulo describiré el contexto y las dinámicas sostenidas entre 
el Poder Ejecutivo Federal, el Congreso de la Unión y los actores políticos más 
representativos durante el periodo 1928-1933, reconstrucción histórica clave para entender 
a la clase política de la reforma antirreeleccionista. Para ello inicialmente haré una síntesis 
de los principales hechos políticos registrados desde el triunfo de la rebelión de “Agua 
Prieta” en 1920, hasta la desaparición física de Álvaro Obregón en 1928. Posteriormentenarraré algunos sucesos, conflictos y alianzas, que caracterizaron a los procesos de 
negociación política generados tras la muerte de Obregón, hasta la fundación del Partido 
Nacional Revolucionario (PNR) en 1929. Para finalizar este capítulo, describiré el contexto 
político que entre 1930 y 1933 enmarcó las reformas constitucionales que suprimieron, 
entre otras cosas, la posibilidad de reelegir de manera inmediata a los integrantes del Poder 
Legislativo. En esta última parte los ejes de la descripción del presente capítulo serán: las 
dinámicas establecidas entre el Ejecutivo Federal, los líderes del Bloque Nacional 
Revolucionario en el Congreso de la Unión, la Dirección Nacional del Partido Nacional 
Revolucionario, Plutarco Elías Calles y Emilio Portes Gil. 
 
1.1 Del “Plan de Agua Prieta” a “La Bombilla” 1920-1928 
Desde mediados de 1919 la tensión electoral de la sucesión presidencial empezó a dar 
cuenta de una escalada ascendente en los roces entre los candidatos. El oficialismo 
carrancista que operaba desde el gobierno federal manipulaba a algunos sectores de la 
prensa para apoyar la candidatura del ingeniero sonorense Ignacio Bonillas, abanderado del 
Partido Nacional Democrático y representante de los intereses de una de las subcorrientes 
del Partido Liberal Constitucionalista denominada civilista. Frente a la continuidad que 
ofrecía Bonillas estaba la auto postulación del general Álvaro Obregón quien en junio de 
1919 se auto proclamó candidato a la presidencia de la República. En el mismo mes se 
presentó la candidatura que la Liga Democrática pretendió hacer para el general Pablo 
Neevia docConverter 5.1
21 
 
González, sin embargo, para julio de ese año, el general González fue aprehendido y 
enjuiciado1 de manera que sólo se proyectó una contienda electoral entre Obregón y 
Bonillas. 
 Álvaro Obregón emitió su candidatura sin el concurso de partido alguno, sin 
embargo, posteriormente le fue ofrecido el apoyo de un gran número de fuerzas políticas 
entre las que figuraban el Partido Liberal Nacionalista y el Partido Liberal 
Constitucionalista, el último formado por cuadros políticos de los revolucionarios 
vencedores y liderado por Benjamín Hill2, a quien Álvaro Matute califica como la cabeza 
del obregonismo en la capital.3 Además, el general Obregón tenía fuertes simpatías en el 
ámbito agrario y se había fortalecido ante el carrancismo desde el asesinato de Zapata en 
abril de 1919; asimismo, en el Distrito Federal contaba con el apoyo de la red local del 
Partido Nacional Cooperatista dirigido por Jorge Prieto Laurens; e incluía, entre sus 
alianzas, a un sector organizado de la clase obrera liderado por Luis Napoleón Morones, 
quien ya para ese momento tenía el reconocimiento de importantes organismos obreros en 
todo el mundo. 
 El general Obregón trabajó su candidatura desde 1917 al separarse del epicentro 
político nacional, deslindándose de Carranza y cuidó su imagen política a través del “retiro 
momentáneo” mientras trabajó como empresario agrícola en su natal Sonora. Desde su 
feudo político, siguió moviendo sus influencias en el Congreso de la Unión a través de los 
diputados obregonistas electos por el Partido Liberal Constitucionalista, quienes en su 
mayoría fungían como representantes de los intereses político-económicos que rodeaban al 
sonorense y habían podido distinguirse de las otras corrientes del PLC gracias a maniobras 
políticas desarrolladas por Benjamín Hill4, de manera que tras emitir el manifiesto de La 
Resaca, sólo tuvo que esperar para aceptar las adhesiones que más le convinieron. 
 El Partido Liberal Constitucionalista había sido fundado por integrantes de la 
facción revolucionaria vencedora, contando entre sus impulsores a figuras como el mismo 
Obregón, Pablo González, Carlos Green y algunos representantes del carrancismo como 
Candido Aguilar. Sin embargo, a pesar de ser un partido de proyección nacional, el perfil 
 
1 Javier Mac Gregor Campuzano, Partidos Nacionales y programas políticos en México, 1918-1928, Tesis 
doctoral, El Colegio de México, México, 2005, pp. 161-162. 
2 Ibidem, p. 27. 
3 Álvaro Matute, Historia de la revolución mexicana 1917-1924, El Colegio de México, México,1995, p.263. 
4 Ibidem, pp. 259-260. 
Neevia docConverter 5.1
22 
 
faccioso hizo que representara un obstáculo en algunos de los asuntos legislativos que se 
trataron con el presidente Carranza debido, entre otras cosas, al corolario ideológico y de 
intereses creados que abarcaba, desde el conservadurismo extremo hasta los miembros más 
radicales y progresistas del bloque triunfador de la revolución.5 
 Para noviembre de 1919 se polarizó el ambiente político; por un lado, el intento de 
imposición carrancista, y por otro lado, la red de pactos que el obregonismo tendió con 
generales que fueron desplazados por el gobierno, quienes se creían con iguales meritos que 
Carranza para ocupar la silla presidencial y que veían con buenos ojos la posibilidad de 
acercarse a esa posición en el futuro mediante el apoyo a la candidatura de Álvaro Obregón. 
La presión ejercida por el oficialismo contra los aliados de Obregón y el hecho de que 
ningún actor de relevancia ajeno al primer círculo del “Barón de Cuatro Ciénegas” se 
pronunciara a favor de Ignacio Bonillas durante la contienda electoral de 19206, fueron 
hechos que facilitaron la salida de Obregón de la contienda electoral. Entre las presiones 
ejercidas a estos aliados del obregonismo se registró la crisis política entre el gobierno 
Federal y el gobernador de Sonora, misma que devino en el estallido de la rebelión de Agua 
Prieta7, con la que se perfiló una nueva etapa de caudillismo posrevolucionario inaugurada 
por la derrota y extinción del ex primer jefe del ejército constitucionalista. 
 El asesinato de Venustiano Carranza8 coronó el triunfo del último levantamiento 
armado exitoso en la historia del siglo XX mexicano, y el decrecimiento paulatino de la 
violenta efervescencia social que representó el conflicto armado iniciado en 1910. 
 En cuanto los sublevados se hicieron del poder, a través del interinato de Adolfo 
De la Huerta9, se plantearon tres prioridades por atender: la pacificación del país, la 
reconstrucción económica y la obtención del reconocimiento de gobiernos extranjeros. 
1.2 Adolfo De la Huerta 1920 y, su pacificación negociada 
 
5 Fernando Benítez, Lázaro Cárdenas y la revolución mexicana Tomo II El caudillismo, Fondo de Cultura 
Económica, México, 1995. pp. 110 y 111. 
6 Fernando Benítez describe con detalle algunos acontecimientos incluso anecdóticos con los que reconstruye 
una versión de los hechos político-electorales previos al estallido de la rebelión del Plan de Agua Prieta. 
Lázaro Cárdenas y la revolución mexicana II. El Caudillismo, 1996, p. 110. 
7 John W. F. Dulles, Ayer en México, Fondo de Cultura Económica, México, 2003, pp.36-37 
8 Registrado en la madrugada del 21 de mayo de 1920. 
9 El 24 de mayo de 1920 las cámaras se reúnen y con la mayoría obregonista definen a De la Huerta como 
presidente del 1 de junio al 30 de noviembre del mismo año. Tras vencer en la Cámara de Diputados con 224, 
Pablo González 29, Fernando Iglesias Calderón 1 y Antonio I. Villarreal 1. John W. F. Dulles, op.cit., pp.60-
61 
Neevia docConverter 5.1
23 
 
Durante el breve mandato en que Adolfo de la Huerta ejerció sus funciones en el interinato 
presidencial, buscó enfrentar las tres prioridades antes mencionadas, la pacificación del 
país, la reconstrucción de la economía y el reconocimiento del nuevo gobierno por parte de 
gobiernos extranjeros, avanzando considerablemente en el aspecto de la pacificación del 
país. De esta manera, el ex gobernador sonorense logró, ya sin la fuerza político-militar de 
Zapata,la rendición de los zapatistas, y la inclusión de uno de sus líderes en un proceso de 
institucionalización revolucionaria, a través del Partido Nacional Agrarista10. En cuanto al 
“villismo” se refiere, con Villa, el presidente De la Huerta, según Linda Hall, a pesar de la 
contrariedad de Obregón11, consiguió la firma del “convenio de Sabinas”, mediante el cual, 
los villistas depusieron las armas a cambio de la asignación de tierras en la hacienda de 
“Canutillo”, ubicada a unos kilómetros de Hidalgo del Parral, en el estado de Chihuahua.12 
En forma similar, el ejecutivo interino trato con los carrancistas a quienes terminó por 
indultar, asimismo, promovió dar de alta en el ejército al general Rodolfo Herrero, 
considerado como el verdugo del “Primer Jefe Constitucionalista”. El presidente interino 
también “perdonó” a varios levantados en armas contra el régimen revolucionario, como a 
Félix Díaz13 y a Pineda, en Chiapas; a los guerrilleros de Cantú, en Baja California; y en 
cuanto a Carlos Green, en Tabasco, dejó que las fuerzas políticas y militares locales 
dispusieran de él. En contraste, con los únicos personajes con quien De la Huerta ajustó 
cuentas fueron: Jesús Guajardo, asesino de Emiliano Zapata; y Francisco Cárdenas, 
responsable de la ejecución del presidente Francisco I. Madero, para quienes dispuso el 
paredón de fusilamiento14. Por lo tanto, podemos suponer que entre otros motivos para este 
tipo de “discriminación vital”, los aguaprietistas buscaban afianzar el apoyo de importantes 
políticos de extracción zapatista con la eliminación de Guajardo y legitimarse democrática 
e históricamente con la ejecución de Cárdenas. Puede establecerse que la primera división 
 
10 Ejemplo de este proceso fue la cercanía que el ideólogo zapatista Antonio Díaz Soto y Gama entabló con la 
actividad electoral del general Obregón a pesar de haber tenido roces durante los días de la Convención de 
Aguascalientes. Este gran orador zapatista, a decir de John W. F. Dulles, aparecía en los eventos flanqueando 
al candidato sonorense y representando al Partido Nacional Agrarista. John W. F. Dulles, op.cit., pp.84 y 90. 
11 Linda B. Hall, Obregón y De la Huerta, Boletín num.8, F.A.P.E.C. y F.T., México, 1991. p. 4. 
12 Enrique Krauze, Entre el ángel y el fierro, Fondo de Cultura Económica, México, 1995, p.102; John W. F. 
Dulles, op. cit., p.69 / Ortiz Rubio se opuso a que el presidente De la Huerta amortizara el costo de evaluación 
de las tierras que se le otorgarían a Pancho Villa, por cuenta de la secretaria que dirigía, surgiendo el primer 
rose entre el michoacano y el presidente De la Huerta. John W. F. Dulles, op.cit., p.82. 
13Cuando Calles perfilaba el fusilamiento de Félix Díaz, El presidente De la Huerta intervino, resolviendo el 
exilio del mismo con un apoyo financiero. John W. F. Dulles, op.cit., p.71. 
14 Ibidem, pp.72 y 89. 
Neevia docConverter 5.1
24 
 
dentro de la élite aguaprietista surgió cuando el presidente De la Huerta, al impulsar el 
interinato en Michoacán del general Lázaro Cárdenas, contravino los intereses del 
secretario de Comunicaciones y Obras Públicas Ing. Pascual Ortiz Rubio15; generando 
rencillas que al continuar durante el periodo de Obregón, propiciarían la salida del país del 
ingeniero en misión diplomática. 
 Tenemos también que durante los seis meses del interinato “delahuertista” en 
materia de educación implicaron la promoción de José Vasconcelos (intelectual del Ateneo 
de la Juventud, maderista, secretario de Educación del “gobierno” convencionista de 
Eulalio Gutiérrez y, según Mac Gregor, cofundador del Partido Nacional Agrarista16) como 
Rector de la Universidad Nacional de México17, y en materia de relaciones exteriores, se 
registraron varios acercamientos para buscar el reconocimiento de Estados Unidos e 
Inglaterra. 
 
1.3 El cuatrienio presidencial de Álvaro Obregón 1920-1924 
En septiembre de 1920 un grupo de candidatos de entre los que sobresalió el ex maderista y 
ex constitucionalista Alfredo Robles Domínguez se presentaron para competir contra 
Álvaro Obregón en las elecciones presidenciales. Siendo el divisionario sonorense 
candidato de la coalición del Partido Liberal Constitucionalista (P.L.C.)18, Partido Nacional 
Agrarista (P.N.A.)19 y Partido Nacional Cooperatista (P.N.C.)20 ganó por un amplio margen 
 
15De la Huerta destituye a gobernador de Michoacán, que era afín a Pascual Ortiz Rubio, para nombrar a 
Cárdenas, y poder declarar nulas las elecciones estatales e imponer a Múgica, como gobernador (quien a la 
sazón era amigo del presidente y del gobernador Cárdenas). Ortiz Rubio regresa al estado para retomar sus 
funciones, pero no logra equilibrar el ambiente de manera favorable para el rival de Múgica. Finalmente 
Múgica simplemente tomo posesión del palacio de gobierno, John W. F. Dulles, op.cit., p.82. 
16 Javier Mac Gregor, Op. cit. P178. 
17 Ibidem, p.112. 
18 Luis Javier Garrido afirma lo siguiente: “La fuerza del PLC no venia sin embargo de su implantación, que 
era débil en realidad, sino del hecho de ser el partido de un buen número de militares y de civiles que al 
oponerse al carrancismo se reconocían en las tesis del general Obregón”, Luis Javier Garrido, El partido de la 
revolución institucionalizada, Siglo Veintiuno Editores, México, 1998, p.43. 
19 Al respecto Arnaldo Córdova sostiene que: “la organización mas importante en el campo y que habría de 
capitalizar el apoyo de los trabajadores rurales a favor de Obregón, el Partido Nacional Agrarista 
(PNA).”Arnaldo Córdova, La Revolución en crisis La aventura del maximato, Cal y Arena, México, 1999, p. 
26 / A pesar de varios intentos por captar simpatías en el minoritario ámbito obrero, el Partido Nacional 
Agrarista nunca pudo conseguir ser representante firme en el espacio que por el contrario dominó la CROM y 
que representaba su brazo político el Partido Laborista Mexicano, del mismo modo, la CROM y el Laborismo 
a pesar de varios intentos, nunca pudieron competir de manera importante en el mayoritario espacio agrario 
frente a la fuerza probada del Partido Nacional Agrarista. José Rivera Castro, La clase obrera en la historia 
de México, ISS-UNAM Siglo Veintiuno, México, 1996, p.21. 
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y temporalmente generó una alianza electoral con la que contuvo a líderes locales y 
militares ansiosos de poder.21 Ya en la presidencia, la popularidad, carisma y trayectoria 
militar de Obregón le permitieron hacer y romper pactos políticos posteriores a las 
elecciones de 1920 y consolidar así la primera etapa de transición del “triangulo 
Sonorense”22. 
 Respecto a la política exterior y pacificación del país, Obregón dio importantes 
pasos a través de diversos acuerdos, mediante los cuales, el gobierno mexicano aceptó 
deudas y condiciones para pagarlas, a cambio del reconocimiento del gobierno 
estadounidense23. 
 En cuanto al desarrollo socio-económico impulsado por el obregonismo, destacan la 
renegociación de deuda, el reparto agrario restringido a través del cual se dotaron 1,200,000 
hectáreas y el apoyo a la educación, a través del secretario José Vasconcelos24. 
 En lo relativo a la pacificación del país, el periodo del general Obregón se 
caracterizó por un forcejeo entre el caudillo sonorense y el resto de los actores políticos. En 
este forcejeo la violencia como solución política, rondó del homicidio hasta el conflicto 
armado. Por todo esto, no fue casual que desde 1922 se registraran varias conspiraciones 
contra Álvaro Obregón, mismas que terminaron con el arresto o exilio de varios actores 
políticos, como el tabasqueño Carlos Green, Fernando Segovia, Francisco Murguía y el ex-
candidato presidencial Alfredo Robles Domínguez. 
 Entre los soportes de la oposición se encontraba Félix Díaz quien desde Nueva 
Orleáns,organizó al “Ejército de Reconstrucción Nacional” cuyo fin era fortalecer la 
conspiración de Murguía contra el gobierno obregonista, para tal efecto había planeado una 
alianza con el líder revolucionario Lucio Blanco. Sin embargo, el plan de Félix Díaz para 
 
20 John W. F. Dulles, op. cit., p.84. / además de una constelación de organizaciones que se adhirieron a su 
campaña a lo largo de todo el territorio nacional. 
21 “Apoyado en la XXIX Legislatura por las principales formaciones políticas – el gobierno de Obregón trato 
de consolidar un aparato estatal posrevolucionario y para ello le fue menester enfrentarse a los cientos de jefes 
militares que exigían cargos públicos y privilegios en virtud de su participación en la Revolución.” Luis Javier 
Garrido, op. cit., p. 46. 
22 Denominación histórica para referirse a Obregón, Calles y De la Huerta. 
23 Primero con los acuerdos De la Huerta-Lamont del 16 de junio de 1922 que reconocieron deuda y después 
las “Conferencias de Bucareli”, consistentes en tres acuerdos, que primordialmente atañen a intereses 
petroleros, financieros y de dotación de tierras, John W. F. Dulles, op. cit., pp.141 y 156-161. 
24 Muestra de ese apoyo se reflejó en las asignaciones presupuestales y esta consignada por el recuento de 
John W. F. Dulles quien sostiene lo siguiente: “La Secretaria de Guerra tenia la partida más alta, 113 millones 
de pesos. En segundo lugar estaba la Secretaria de Educación con 52 millones.”, John W. F. Dulles, op.cit, 
p.113. 
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apoyar a los sublevados con la ayuda de Lucio Blanco sucumbió, cuando el líder agrarista 
fue asesinado, aparentemente por un agente del Servicio Secreto Mexicano25. Del mismo 
modo la violencia que se registró en el obregonismo, alcanzó a Francisco Villa quien en el 
mismo periodo fue acribillado en Parral, por un grupo de sujetos liderados por el diputado 
Jesús Salas Barraza26, quien después de pasar unos meses en la prisión, continuó su carrera 
política. De acuerdo con Linda B. Hall, la muerte de Villa respondió a suprimir un riesgo 
potencial ante la posibilidad de ruptura militar con Adolfo de la Huerta27, asimismo, 
indirectamente benefició a las negociaciones con el gobierno norteamericano. 
En materia de relaciones exteriores se buscó constantemente el reconocimiento 
internacional y para tal efecto se realizaron los acuerdos De la Huerta-Lamont y 
posteriormente las conferencias de Bucareli. Estos instrumentos tenían una finalidad clara 
en materia de política exterior, pero los medios para su consecución tuvieron repercusiones 
en la política interna, pues algunas actitudes de desprecio hacia los planes de Obregón y de 
autopromoción política mostradas por De la Huerta en las negociaciones28, propiciaron los 
primeros conflictos en el gabinete y constituyeron un importante precedente para la 
posterior ruptura política entre el caudillo y el ex-gobernador de Sonora Adolfo De la 
Huerta, quien bajo el contexto de la lucha política preelectoral de 1923-1924 se levantó en 
armas antes del día de las elecciones. 
En cuanto al Congreso de la Unión y sus relaciones con el Ejecutivo Federal, el 
periodo presidencial de Álvaro Obregón nos ofrece tres etapas: la primera se caracteriza por 
un dominio en el Poder Legislativo por parte del P.L.C.29, fracción que al perder influencia 
y enfrentarse con el presidente, se colapsa ante las distintas fuerzas políticas legislativas. En 
la segunda etapa se puede observar que tras el colapso del P.L.C., dentro de las minorías 
congresionales destacó la del Partido Nacional Cooperatista y su líder Jorge Prieto Laurens, 
quienes cayeron al posicionarse contra el presidente Obregón rumbo a la sucesión 
 
25 Véase la descripción de estos hechos en: John W. F. Dulles, op. cit., pp.104-110. 
26 Enrique Krauze, Entre el ángel y el fierro, 1995, p.108-112 / “El asesinato de Villa en su retiro de Parral, 
Chih. (20 de julio de 1923) constituyo por el contrario, un motivo de tranquilidad para las autoridades, que 
iniciaron entonces un viraje decisivo en la política hacia Estados Unidos” Luis Javier Garrido, op. cit., p. 48. 
27 Linda B. Hall, op. cit. pp. 4 y 16. 
28 Ibid, pp 11-16. 
29 Javier Mac Gregor, op. cit. pp. 26-28 
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presidencial de 192430. Finalmente, la tercera etapa nos ofrece un bloque de minorías entre 
las que destacaron el Partido Nacional Agrarista y el Partido Laborista Mexicano, dicho 
bloque ayudó al presidente para desplazar a las redes políticas de Prieto Laurens. 
En suma, el derrumbe del P.L.C. tras la muerte del general Hill31 y después del P.N.C. 
ante diferencias de Prieto Laurens con Obregón y Calles, dio un mensaje de 
incompatibilidad política entre los intereses de las élites no obregonistas y los del grupo 
cercano al caudillo.32 
Dicha dinámica de intolerancia a lo “no obregonista”, se acentuó con el calendario 
electoral y el apoyo abierto de Obregón a Plutarco Elías Calles para sucederlo, 
repercutiendo a grado tal que seis de los siete candidatos opositores a Calles se sublevaron 
al final de 1923.33Así pues, el final del periodo obregonista y el inicio del periodo callista se 
verían empañados o definidos, según la óptica, por dos constantes: la represión a las 
fracciones opositoras del Congreso y los persistentes levantamientos armados. De manera 
 
30 Según Maria Eugenia Terrones, la ruptura se marca con la solución al problema electoral de San Luis 
Potosí, la contestación del informe presidencial de 1923 y la postulación de Adolfo de la Huerta. Terrones, El 
partido cooperatista, Boletín núm. 13, FAPEC y FT, México, 1993, p. 2 / Cabe mencionar que Emilio Portes 
Gil fue presidente de ese partido desde finales de 1922, pero renuncio en cuanto vio la posibilidad de 
enfrentarse al caudillo. Javier Mac Gregor, op. cit. p. 81. 
31Tras la muerte de Hill y el enfrentamiento con el presidente Obregón, se generó la formación de la 
Confederación Nacional Revolucionaria, formada por los cuatro partidos minoritarios del Congreso de la 
Unión, Partido Nacional Cooperatista, Partido Laborista Mexicano, Partido Nacional Agrarista y el Partido 
Socialista del Sureste, y en 1922 el PLC perdió el control del Congreso, John W. F. Dulles, op.cit., pp.123-
125. “Durante el segundo año de gobierno de Obregón, el PLC, sin ser el mejor implantado, continuaba 
siendo el mas importante de los partidos en el gobierno; tres de sus miembros se encontraban al frente de 
secretarias de Estado de importancia, acababa de ganar la Presidencia Municipal de la capital y tenia la 
representación mas numerosa en el congreso. Su carácter conservador y antipopular se fue acentuando sin 
embargo y comenzó entonces a oponerse a los principales proyectos de ley enviados a la Cámara de 
Diputados por el presidente Obregón, convirtiéndose por ello en el blanco de los ataques del PLM y del 
PNA.”, Luis Javier Garrido, op.cit., p. 46. / Javier Mac Gregor, op. cit. p. 28. 
32 John W. F. Dulles, op.cit., p.119 Otro autor que puede ilustrar en torno al declive del Partido Nacional 
Cooperatista es Luis Javier Garrido quien afirma lo siguiente: “La ruptura no se consumó sin embargo 
definitivamente sino cuando las autoridades reconocieron el triunfo de Aurelio Manrique, que había sido 
postulado por el PNA como candidato a la gobernatura de San Luís Potosí, ante Prieto Laurens que se 
consideraba electo (18 de septiembre de 1923), lo que provocó una conmoción política que conllevo a la 
ruptura de los cooperatistas.” Luis Javier Garrido, op. cit., p. 49. 
33 En cuanto al bélico desenlace de las campañas electorales de 1923-1924 que terminaron por reducir el 
número de candidatos debido al levantamiento armado Georgette José Valenzuela nos ofrecela siguiente 
reflexión histórica “Ocho fueron los “suspirantes” y solo dos los que llegaron al día de las elecciones. De 
septiembre a diciembre de 1923, los candidatos fueron los generales Plutarco Elías Calles, Raúl Madero, 
Salvador Alvarado, Roque Estrada, Antonio I. Villarreal y Ángel Flores, así como el industrial zapatero 
Carlos B. Zetina y el ex-secretario de Hacienda Adolfo de la Huerta; Finalmente, de mayo a julio de 1924, la 
contienda se dio sólo entre Flores y Calles.” Georgette José Valenzuela, Los Claroscuros de la presidencia de 
Plutarco Elías Calles: ¿El hombre fuerte de los años veinte?, en Will Fowler, Presidentes mexicanos Tomo II 
(1911-2000), 2005, p. 120 
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tal que la censura al Poder Legislativo reflejada en el golpeteo al P.L.C., P.N.C., el 
asesinato impune de Francisco Field Jurado34y la pulverización de las fuerzas políticas en el 
Congreso, impulsó gradualmente la centralización del poder hacia el Ejecutivo Federal.35 
Esa misma dinámica de violencia política desarrollada durante el cuatrienio de 
Obregón, revistió al levantamiento armado de 1923-1924, cuya virtud pero debilidad al 
mismo tiempo, fueron las grandes figuras revolucionarias que se adhirieron como: Adolfo 
De la Huerta, candidato del Partido Nacional Cooperatista; Fortunato Maycotte; Manuel M. 
Diéguez, gobernador de Jalisco y Raúl Madero36hermano del ex presidente y líder villista. 
Podemos señalar que la virtud estuvo fincada en la gran convocatoria que generó el 
levantamiento, y que la debilidad consistió en la carencia de un mando unificado y 
capacidad de movilidad de los contingentes.37Finalmente, la rebelión fracasó y con ello 
proyectó las carreras militares y políticas de varios actores que serían protagonistas durante 
la presidencia de Plutarco Elías Calles y el periodo conocido como “el maximato”. Tras la 
derrota de la rebelión, Calles prosiguió con su campaña electoral compitiendo contra el 
 
34 Desde el 14 de enero, la discusión en torno a los “Acuerdos de Bucareli”, se personalizó en el Senado, para 
el 20, Morones amenazaba a los lideres de la oposición entre los que estaba Field Jurado. El senador 
campechano enfrentó la amenaza de Morones, quien la hizo efectiva: “Cuando salía del Senado el 23 de enero 
de 1924 Field Jurado fue perseguido por dos hombres, a quienes rápidamente se unieron otros tres que 
esperaban fuera de Palacio Nacional en un automóvil Dodge (sin placas). Cuando el senador estuvo frente al 
número 130 de la calle de Tabasco, los hombres que estaban dentro del automóvil le dispararon. Corrió 
seguido por sus atacantes, pero cayó muerto por el número 86 de la calle Córdoba con, por lo menos, ocho 
heridas de arma de fuego.” John W. F. Dulles, op. cit., pp. 216-217 Georgette José Valenzuela atribuye como 
móvil del asesinato, la venganza de Morones por la manera en que los rebeldes ejecutaron a Felipe Carrillo 
Puerto. La campaña presidencial de 1923-1924 en México, 1998, p.215 / Uno de los móviles del asesinato fue 
el hecho de que el delahuertismo, en el que militaba Field Jurado, había asesinado a Carrillo Puerto 
arrebatándole un aliado en la península. José Rivera Castro, La clase obrera en la historia de México, 1996, 
pp. 44, 80 y 85. 
35 Esta incipiente centralización del poder se logró por dos motivo, por un lado a la ambición de poder entre 
las fracciones legislativas y por otro lado a la figura del caudillo, al respecto Luis Javier Garrido afirma lo 
siguiente: “El cuatrienio de Obregón estuvo caracterizado por una tentativa de vida parlamentaria sobre la 
cual el presidente logró imponerse aparentemente gracias al apoyo de varios “partidos”…varias reformas 
constitucionales hicieron que se transfiriesen ciertas facultades del Poder Legislativo al Ejecutivo, 
esencialmente con el objetivo de hacer frente a la oposición parlamentaria.” Luis Javier Garrido, op.cit., p. 51. 
36 El 7 de diciembre de 1923, De la Huerta se levantó en armas junto con una gran cantidad de caudillos y 
lideres de la lucha de 1910-1920, incluso muchos aguaprietistas, John W. F. Dulles, op.cit., p. 201. Candido 
Aguilar se unió al movimiento delahuertista: “Aguilar decidió que los actos de Obregón estaban 
transformando la rebelión en algo más valioso: “un movimiento nacionalista”. Desde San Antonio escribió el 
3 de enero de 1924 a De la Huerta, expresándole su adhesión al movimiento y ofreciendo colaborar con él, 
oferta que pronto fue aceptada” John W. F. Dulles, op. cit., p. 216. 
37 Mientras personajes como el general Enrique Estrada se autoproclamaban lideres del levantamiento 
“delahuertista”, otros se dedicaron a desgastarse políticamente por cargos en un gobierno que no se había 
impuesto o en comisiones para un levantamiento inestable y poco coordinado., John W. F. Dulles, op.cit., pp. 
202-203. 
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único opositor que no se levantó en armas, Ángel Flores, firmante del Plan de Agua 
Prieta38, ex gobernador de Sinaloa y abanderado entre otras organizaciones del Sindicato de 
Agricultores, la Liga Política Nacional, la Unión Revolucionaria Nacionalista y la Unión 
Patriótica electoral, a quien se le ha considerado como: “candidato de la oligarquía católica 
terrateniente y comercial (aliada a revolucionarios desplazados)”39. Si bien es cierto que los 
opositores de mayor prestigio quedaron anulados tras el levantamiento armado y que la 
figura del candidato Calles, se obvió como inobjetable40, también es de resaltar que el 
candidato presidencial vio reducido su capital político frente al de Obregón41 y el de una 
serie de caudillos y caciques, cuya factura a cambio del apoyo electoral, se planteó en 
contra de los partidos nacionales que habían sido su principal sostén político-electoral antes 
del levantamiento.42 
 
1.4 Plutarco Elías Calles en la presidencia 1924-1928 
La cooptación del Partido Laborista y el Nacional Agrarista para establecer conjuntamente 
la candidatura de Calles, hizo que se fortalecieran las vías locales de acceso y control del 
poder político, en beneficio de los caciques estatales, a través de una gran cantidad de 
 
38 Pedro Castro, De la Huerta y Calles: Los límites políticos de la amistad. Boletín núm.23, FAPEC y FT 
México, 1996. p.9. 
39 Georgette José Valenzuela, La campaña presidencial de 1923-1924 en México, 1998, p. 252./ “Sofocada la 
rebelión, se reanudo la última fase de la campaña presidencial que comprendió de marzo a los primeros días 
de julio de 1924. Ahora el contendiente de Calles era el general Ángel Flores” Georgette José Valenzuela en 
Will Fowler, Op. Cit., p. 121. y Jean Meyer, La cristiana II, el conflicto entre la Iglesia y el Estado, 1973, 
p.143. 
40 Este hecho también es sostenido por Georgette José Valenzuela quien afirma lo siguiente: “Calles, el 
elegido, contó con el apoyo del presidente y caudillo Obregón, pero también con el de los lideres de las masas 
obreras y campesinas, con el de algunos sectores urbanos, con el de algunos caciques y gobernadores, y con 
una parte del ejercito.” Georgette José Valenzuela en Fowler, Op. Cit. p. 120. / “Para marzo-abril de 1924 
prácticamente ya no existió ningún cuestionamiento respecto a que Calles iba a ser el sucesor de Obregón por 
parte de los grupos obregonistas: gobernadores afines, generales leales, diputados y senadores, a partir de ese 
momento la lucha se planteo por la nominación de candidatos a diputados y senadores. Es decir, se acepto a 
Calles pero no a los grupos representados por los partidos Laborista y Agrarista.” Georgette José Valenzuela, 
La campaña presidencial de 1923-1924 en México, INEHRM, México, 1998. p. 213. 
41Con respecto a esta redistribución del poder político a cambio del apoyo oficial Georgette José Valenzuela 
nos ofrece lo siguiente: “quien realmente salió fortalecido del triunfo sobre la rebelión delahuertista fue 
Obregón; es cierto que gracias

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