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Av. Hidalgo 935, Colonia Centro, C.P. 44100, Guadalajara, Jalisco, México bibliotecadigital@redudg.udg.mx - Tel. 31 34 22 77 ext. 11959 UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA COORDINACIÓN GENERAL ACADÉMICA Coordinación de Bibliotecas Biblioteca Digital La presente tesis es publicada a texto completo en virtud de que el autor ha dado su autorización por escrito para la incorporación del documento a la Biblioteca Digital y al Repositorio Institucional de la Universidad de Guadalajara, esto sin sufrir menoscabo sobre sus derechos como autor de la obra y los usos que posteriormente quiera darle a la misma. UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA CENTRO UNIVERSITARIO DE ARTE ARQUITECTURA Y DISEÑO MAESTRÍA EN ETNOMUSICOLOGÍA LA PAJCO EN LOS CAPOMOS: EL CONTEXTO PERFORMATIVO EN LA FIESTA YOREME EN EL NORTE DE SINALOA Tesis que para optar al grado de Maestro en Etnomusicología presenta: LUIS ALBERTO CARRERA VILLALOBOS DIRECTOR DE TESIS Dr. Luis Gómez Gastélum CODIRECTOR DE TESIS Dr. Miguel Olmos Aguilera Guadalajara, Jalisco, México Junio 2017. i © Luis Alberto Carrera Villalobos. Todos los derechos reservados. Se autorizan la reproducción y difusión total y parcial por cualquier medio, indicando la fuente. ii Agradecimientos El presente trabajo de investigación no pudo haber sido posible sin la colaboración, enseñanzas y el apoyo de mucha gente, con las que tengo una deuda enorme y una gratitud inmensa. En primer lugar quiero agradecer profundamente a mis padres por su apoyo incondicional desde el momento que supieron que tenían un hijo al que le encantaba estudiar, siempre con muestras de cariño desde todas las fronteras posibles, han contribuido y han sido un pilar esencial para el logro de mis metas académicas y personales, mismas que son suyas. Gracias también a mis amigos Nahuiollin Marmolejo y Francisco Miranda por ser mi puerta de entrada al mundo yoreme, por enseñarme tanto, por los “rides”, por las cervezas, por la música, por presentarme a tanta gente de Los Capomos y por la vida. También tengo que agradecer a Mario López y a Celsa Estrella, yoremes comprometidos con su cultura, conocedores profundos y excelentes personas que me brindaron su amistad, el calor de su casa, las palabras precisas y las enseñanzas siempre en el debido momento. A la comunidad de Los Capomos por permitirme acercarme a sus fiestas y compartir con ellos, sentiré siempre la necesidad de volver, seguir aprendiendo y disfrutar, gracias a Don Rosario alawasin y cantador de venado, por sus atenciones y su amabilidad, a don Demetrio por sus pláticas encantadoras, a Bernardo Esquer por compartirme tanto conocimiento y regalarme su valioso tiempo en las madrugadas de las fiestas, a todos los participantes de la pajco en Los Capomos. Agradezco enormemente a mis profesores del programa de maestría por sus valiosas enseñanzas, por compartirme sus experiencias y por regalarnos conocimiento a mis compañeros y a mí, sin importar que fuera en una mesa, un salón, un café, una banca, lo valioso de este programa es sin duda su cuerpo académico. Muchas gracias Dr. Arturo Chamorro por echar a andar el barco, Dra. Kim Carter por tu amistad y enseñanzas, Mtra. Enriqueta Morales (por aguantar a su alumno más necio), Dr. Nicolás Rey, Dr. José iii Luis Rangel, Dr. Rodrigo De La Mora, Dra. Carmen Vidaurre, Mtra. Guadalupe Acosta, Dr. Brahiman Saganogo y Mtra. Gabriela León. Una mención especial entre mis profesores al Dr. Luis Gómez Gastélum por su paciencia, guía puntual y apoyo en todo este largo proceso. Gracias a mis amigos Igael González por sus observaciones y consejos, Miguel Luna, David Cordero, Alan Montoya, Ana Carranza, Caro Valenzuela, Alfonso Alamea, Miguel Rosas y Anahí Acosta, la banda y familia norteña. Mis compañeros y amigos María González, Mariana Cruz, Eduardo Escoto y Yuliana Ibarra, gracias por todo. Por último estaré siempre agradecido con el Dr. Miguel Olmos Aguilera, Codirector de este trabajo, por sus comentarios atinados. Por la invitación a colaborar en el proyecto “El patrimonio cultural y la estética de las nuevas músicas indígenas y populares de la frontera MEX-USA”, permitiéndome ser becario del mismo durante mis estudios, gracias del mismo modo a El Colegio de la Frontera Norte y CONACYT. iv ÍNDICE Página Índice general Índice de figuras Introducción 1 Capítulo 1. Contexto histórico y etnográfico de los yoremes 7 1.1 La ocupación prehispánica en el norte de Sinaloa 8 1.2 Menciones sobre objetos sonoros en trabajos arqueológicos de la zona 11 1.3 la etnorregión yoreme 12 1.3.1 Breve historia de los estudios de región en México 13 1.3.2 Cómo entender una etnorregión yoreme 15 1.4 Los grupos cahitas: algunas descripciones etnográficas generales al momento del contacto 19 1.4.1 Cacería 22 1.4.2 Agricultura 23 1.4.3 Organización social 23 1.4.4 Guerra 24 1.4.5 Religiosidad 25 1.4.6 Instrumentos musicales, objetos sonoros y danzas 27 1.5 La colonización 28 1.6 La influencia Jesuita en las expresiones artísticas de los indígenas del norte de Sinaloa: ¿Aculturación, transculturación o inculturación? 33 1.6.1 Los jesuitas y el uso del arte como herramienta misional 35 1.7 Los yoremes y el proceso continuo de readaptación en su territorio 38 1.7.1 La expulsión jesuita y sus consecuencias 38 1.7.2 La eterna lucha por la tierra y los nuevos “colonizadores” 39 1.7.3 Territorio simbólico 40 1.8 Siglo XX en el territorio yoreme…”y sigue la yunta andando” 41 1.8.1 Yorem nokki 43 1.8.2 Juya ania 43 1.8.3 Organización social 44 1.8.4 Aspectos ceremoniales en la actualidad 46 1.8.5 Vivienda yoreme, permanencias entre el adobe y el cemento 47 1.8.6 Educación 48 1.8.7 Actividades económicas 49 v 1.8.8 La identidad yoreme ante los modelos de consumo occidentales 50 Capítulo 2. La investigación en la región yoreme: de la antropología a la etnomusicología 53 2.1 La antropología en el Noroeste de México 54 2.2 Breve balance histórico de trabajos antropológicos en el noroeste de México 56 2.2.1. Sobre los yoremes y otros grupos: estudios antropológicos de mitad de siglo XX a la fecha 59 2.2.2. Otras disciplinas, otras lecturas… 63 2.3 La Etnomusicología en el Noroeste de México 66 Capítulo 3. Sobre los contextos del performance. Marco teórico- metodológico. 72 3.1 El performance como línea de estudio desde la etnomusicología 73 3.1.1 ¿Etnomusicología? breves ideas para degustar 74 3.1.2 Performance 76 3.1.3 Performance cultural 3.1.4 El performance musical: de la oralidad, ocasión musical, contextos y otras consideraciones teóricas. 78 3.1.4.1 La transmisión del conocimiento musical, oralidad y performance. 78 3.1.4.2 Performance musical 79 3.1.4.3 Ocasión musical 80 3.1.4.4 Contexto y performance 81 3.1.4.4.1 Niveles de contexto en torno al estudio de la música 82 3.1.5 Interacción performer- audiencia: signos y significados en la música 87 3.1.5.1 Los signos y el fenómeno musical 87 3.1.5.2 Ícono o signos icónicos 88 3.1.5.3 Indicadores (index) 89 3.1.5.4 Símbolos 90 3.1.5.5 Efectos producidos por las relaciones signo-objeto 91 3.1.5.6 De la emoción a lo kinésico en la dinámica performer-audiencia 92 3.2 Conceptos y herramientas metodológicas 93 3.2.1 La etnografía 93 3.2.2 Conocimiento cultural 93 3.2.3 La entrevista etnográfica 96 3.2.4 Experiencia cultural: del trabajo etnográfico a los menesteres del etnomusicólogo 98 3.2.4.1 Observación participante 99 3.2.4.2 Registro sonoro en campo 100 3.2.4.3 Algunas consideraciones extras, improvisar en 102 vi el momento 3.2.5 Etapas del trabajo etnográfico en Los Capomos 103 3.2.5.1 Exploración y acercamiento104 3.2.5.2 Trabajo de campo 105 Capítulo 4. La fiesta yoreme en los Capomos 108 4.1 Los Capomos 108 4.1.1 Entorno ecológico 111 4.1.2 Los espacios festivos 115 4.1.3 La gente 118 4.2 Entre flores y pascolas: Las fiestas de Los Capomos 122 4.2.1 San Antonio de Los Capomos 125 4.2.2 Fiesta de la Virgen de Guadalupe 136 4.2.3 Velación 16 de diciembre 143 4.2.4 Fiesta de la Virgen de la Candelaria (Ocolome) 144 4.2.5 La Pajco de Semana Santa 148 4.3 Conclusiones del apartado 158 Capítulo 5. La pajco en la ramada: contextos performativos y personajes 159 5.1 Organización 159 5.1.1 La sewa o el “saludo” 160 5.2 La pajco jo´ota y los espacios performativos de la fiesta 162 5.2.1 La pajco jo´ota o ramada 162 5.2.2 La cruz mayor 167 5.2.3 El altar 168 5.2.4 Las cocinas y los cuartitos 170 5.3 Los oficios de la fiesta 173 5.3.1 Los personajes alrededor de la ramada: fiesteros, cocineras, rezadoras, entre otros 174 5.3.1.1 Los fiesteros o pajcoleros 175 5.3.1.2 Alawasin 176 5.3.1.3 Maistro rezandero, rezadoras y cocineras 178 5.3.2 Los personajes dentro de la ramada: actores directos del performance musical 180 5.3.2.1 Los momentos de la música en la fiesta 180 5.3.2.2 Las paradas 183 5.3.2.2.1 Parada de arpa y violín o de pascola 183 5.3.2.2.2 La parada de cantavenados 199 5.3.2.2.3 Parada de flauta y tambor 208 5.3.2.3 La audiencia y su participación 212 Conclusiones 215 Bibliografía 227 Anexos 236 vii INDICE DE FIGURAS Figura Página Figura . Etnorregión yoreme 19 Figura . Los pueblos del noroeste a fines del siglo XVI: Cahitas y cercanos. 21 Figura . Las misiones en el norte de Sinaloa y Sur de Sonora a fines del siglo XVII. 32 Figura 4. Centros ceremoniales yoremes 45 Figura 5. Conocimiento cultural 95 Figura 6. temporadas de campo 104 Figura 7. Los Capomos 110 Figura 8. El monte en los Capomos 113 Figura 9. Casa de adobe y terrado 116 Figura 10. Los Capomos y sus principales espacios festivos 117 Figura 11. Vendedora de ollas de barro, 120 Figura 12. Espacio performativo San Antonio 2014 128 Figura 13. Ramada de San Antonio 12 de Junio 2015 130 Figura 14. Parada de arpa y violín 131 Figura 15. Espectrogama 1 de la Fiesta de San Antonio 133 Figura 16. Espectrograma 2 de la Fiesta de San Antonio 134 Figura 7. Sonidos de la fiesta de San Antonio 134 Figura 18. Distribución del espacio festivo, Virgen de Guadalupe 2013 138 Figura 19. Recorrido alrededor de la cruz mayor 139 Figura 20. Oficios alrededor de la cruz 140 Figura 21. Pascolas y ramada al amanecer 143 Figura 22. Capilla y Cruz Mayor 146 Figura 23. Espacio performativo centro ceremonial, Fiesta de Semana Santa 2014 152 Figura 24. Campanero y judíos esperando correr gloria 154 Figura 25. Pascolas y altar 155 Figura 26. La sewa: pañuelo, cigarros, cerillos y dinero 161 Figura 27. Interior de ramada y pascola 165 Figura 28. Cruz mayor y jinanki al amanecer 168 Figura 29. Pascolas en el altar de San Antonio 170 Figura 30. Pascolas en la cocina 172 Figura 31. Tabla de personajes en la pajco 174 Figura 32. Rosario de fiestero 176 Figura 33. Alawasin cargando agua 178 Figura 34. Canto de maistro rezandero en San Antonio 179 Figura 35. Músicos de parada de pascola 184 Figura 36. Afinaciones yoremes en parada de pascola 195 Figura 37. Introducción al son de pascola la vaca 196 Figura 38. Introducción al son de pascola juya ania 196 viii Figura 39. Parte A del son de pascola juya ania jiapsi 197 Figura 40. Mulanza del son de pascola la vaca 198 Figura 41. Parada de cantavenados 201 Figura 42. Wejam y jirukiam 203 Figura 43. Campos semánticos del son de kanariam 206 Figura 44. Campos semánticos del son sewa maisuli 207 Figura 45. Tampolero 209 Figura 46. Introducción y tema A del son el gato de flauta y tambor 211 Figura 47. Tema B del son el gato de flauta y tambor 211 1 INTRODUCCIÓN Durante los días de Semana Santa del 2013 me encontraba vacacionando en el norte de Sinaloa, a mitad del primer semestre de la maestría en etnomusicología. Los meses anteriores los había pasado entre libros y lecturas que me volaron la cabeza en mi manera de entender la música y el mundo alrededor de ella, había estado dándole vueltas a como aterrizar mi proyecto de investigación, que en un principio pretendía encontrar las relaciones entre la música tradicional del grupo yoreme y la música popular en esta región. Días previos a la pajco de Semana Santa en Los Capomos, acompañé a un amigo al pueblo a visitar a Mario músico tradicional del lugar, la plática y lo compartido me bajaron de mi nube de académico en formación que soñaba con conceptos etnomusicológicos, para entender que antes de aspirar a un análisis comparativo de manifestaciones musicales tan amplias como éstas, debía profundizar en una de ellas, pero antes de todo acercarme a la gente, a sus fiestas, a sus dinámicas y estar atento para aprender de todo ello. Al regresar a clases con estas ideas y compartirlas con el doctor Arturo Chamorro quien en esos momentos nos impartía la materia de fundamentos de la etnomusicología, me regaló un segundo baño, primero escuchó con atención y después me dijo “olvídate de la música, eso es al final” para explicarme que primero tenía que profundizar en la historia de la región, saber quiénes habían investigado ahí, conocer la cultura y acercarme a ella, aprender a hacer etnografía y a lo último hablaríamos de música si es que la consideran como tal. El protocolo empezaba a tomar forma y gracias a los puntuales apuntes del doctor Luis Gómez en su seminario de investigación fui aprendiendo a delimitar mis objetivos y sobre todo a planear como llevarlos a cabo. Para el verano del mismo año realicé mi primera asistencia a la fiesta de San Antonio en el pueblo, la multitud y la inexperiencia me hicieron pasar por alto muchos aspectos y no pude acercarme a los actores con soltura, pero fue de bastante utilidad porque identifiqué qué era lo que pretendía describir y 2 analizar con mi trabajo. Por primera vez me enfrentaba al trabajo de campo en un contexto donde sucedían muchas cosas al mismo tiempo, discernir entre cuáles eran las más importantes me aturdió, esto me hizo comprender que en esta fiesta, existían dinámicas en torno a la ramada y a pesar de ella. La música y la danza no eran en sí el elemento central, lo que convocaba a la audiencia, sino todo un complejo ceremonial que podía tener distintas lecturas desde los espacios donde sucedían las acciones. Durante los siguientes semestres el acercamiento a los estudios del performance y el análisis de sus distintos niveles de contexto, me ayudaron a delimitar mi marco teórico, desde los planteamientos de Gerard Behague, Richard Baumann, hasta Norma Mc Leod y Marcia Herndon quienes desde su definición de los distintos niveles donde sucede el performance musical, me ofrecían las herramientas conceptuales para abordar mi objeto de estudio el cual se inclino hacia la descripción y análisis del contexto performativo de la fiesta yoreme. Particularmente los objetivos de esta investigación consistieron en la contextualización histórica y etnográfica de la región centrándome en este grupo. Además de realizar un balance sobre los estudios en la región principalmente antropológicos y etnomusicológicos. Una planeación y ejecución del trabajo etnográfico basado principalmente en las propuestas metodológicas de James Spradley, para documentar y describir el ciclo festivo de la comunidad, identificar a los personajes centrales, sus funciones, los contextos donde participan, las dinámicas con la audiencia, sus formas expresivas y los elementos que intervienen alrededor y dentro de esta celebración. La ejecución se dio entre 2013 y 2015 asistiendo a todas las fiestas consideradas, además de visitas a la comunidad y aotras poblaciones de la región. A la par de este trabajo de campo tuve la fortuna de ser apoyado como becario de un proyecto de investigación llamado “El patrimonio cultural y la estética de las nuevas músicas indígenas y populares de la frontera MEX- USA” dirigido por el Doctor Miguel Olmos del Colegio de la Frontera 3 Norte, recurso que me permitió además de costear viajes a la región, visitar otras comunidades yoremes en Sonora y observar otras dinámicas fuera de lo estrictamente tradicional, lo que enriquecería mi análisis y perspectiva para identificar los procesos de cambio en sus manifestaciones. La forma en como está presentado el trabajo tiene que ver precisamente con el proceso descrito anteriormente, es decir la investigación previa para contextualizar acerca de la historia y la etnografía de la región, pasando por el balance de estudios, los fundamentos teóricos y metodológicos hasta la descripción etnográfica del lugar y de su ciclo festivo, para concluir con la descripción puntual de los contextos y personajes, así como de los hallazgos que se prestan para entablar debates, preguntas y discusiones en torno al tema. En el primer capítulo se da cuenta de los procesos de las primeras ocupaciones en este territorio, destacando la antigüedad de los grupos humanos en éste, además de describir cómo se fue configurando la región a partir de los distintos grupos étnicos que existían y su relación con el entorno ecológico, el cual determinó en gran medida sus formas culturales. Además se describe a grandes rasgos el contacto español en la época de la conquista y las dificultades que se encontraron para asentarse y desplazar a los pueblos nativos, la intervención de la compañía de Jesús y la influencia que tuvieron en estas culturas, tanto así que la distribución actual de las comunidades tiene mucho que ver con dicho encuentro. Por último se aborda la historia reciente desde las políticas post revolucionarias nacionalistas hasta los nuevos procesos de las dinámicas globales que inevitablemente han impactado es estos sitios. En el segundo apartado se presenta un pequeño balance de la investigación en el Noroeste de México, con el objetivo de ilustrar lo que se ha trabajado y desde que enfoques, hasta llegar a los trabajos etnomusicológicos en la región resultando en un balance menor con relación a lo que se trabaja en el centro y sur del país, muchos de los primeros estudios como se describe 4 vienen de investigadores extranjeros, existiendo vacíos temporales en la labor de algunas disciplinas como la arqueología, o contribuciones muy recientes de otras como la etnomusicología. Otro de los objetivos de este capítulo es advertir sobre la importancia de trabajar estas regiones, para contribuir a un mejor entendimiento del territorio y de las culturas que conforman al mismo. Para el tercero, se presentan los fundamentos teóricos y metodológicos sobre los que se apoya esta investigación, iniciando con los alcances de la etnomusicología como disciplina, delimitando de alguna manera desde donde se pretende abordar el estudio, para dejar en claro que no pretende ser un trabajo que presenta hallazgos tajantes sino que abre la discusión en torno a lo aquí planteado, tratando de contribuir desde esta frontera al entendimiento de estos contextos. La sección continúa con las propuestas de Bauman en relación al performance, para enseguida dirigirlo al performance cultural de Singer, quien considera al mismo como estas exhibiciones encapsuladas de la cultura. Continuando con propuestas más dirigidas al fenómeno sonoro expresivo, siendo el performance musical una de ellas, y considerando al mismo desde su transmisión, ejecución, ocasiones y los sitios donde sucede, es decir los contextos performativos. Para esto último las consideraciones de Herndon y Mc Leod fueron elementales pues nos permiten ubicar y organizar el performance desde distintos niveles de contexto, como lo lingüístico, físico, individual, las ocasiones, con lo que considero se enriquecen las descripciones y análisis en relación al performance y sus actores. Para finalizar se presenta las relaciones entre audiencia y performers, desde una visión de los signos y símbolos basadas en Thomas Turino, sin pretender profundizar en el análisis semiótico, me pareció importante presentar sus propuestas pues giran alrededor de la actividad musical. En cuanto al apartado del método etnográfico, basado en las propuestas principalmente de Spradley y Chamorro, desde el conocimiento cultural hasta las técnicas de elicitación, además presento una pequeña sección con 5 propuestas sobre el registro sonoro en campo, herramienta necesaria para las labores etnomusicológicas. Concluyo esta parte con una descripción de las etapas del trabajo etnográfico en Los Capomos, así como una descripción de la experiencia del mismo. En el cuarto capítulo se presentan los principales datos etnográficos sobre la comunidad y sus miembros, así como una descripción de las principales fiestas, desde su historia, espacios performativos, actores, audiencia, infraestructura y dinámicas observadas en esta etapa. Para la quinta y última parte se presenta un análisis y descripción de la fiesta y sus elementos basado en los hallazgos que arrojó el trabajo de campo en esta comunidad. En primer lugar considerando los aspectos para su organización, los personajes que intervienen y la logística necesaria para llevar a cabo esta celebración, la cual es contenedora de gran parte de los elementos expresivos y ceremoniales de este grupo. Se continúa con el espacio central de esta celebración, es decir la ramada, para seguir con los otros espacios alternos a la misma, como la cruz, el altar y las cocinas. Enseguida se presenta una caracterización de los personajes que participan dentro y fuera de la ramada, describiendo sus funciones, jerarquías, momentos y roles. El análisis de las paradas o ensambles de músicos aborda tanto a sus miembros como sus formas expresivas desde sus distintos niveles de contextos. Pretendiendo explicar sus roles, técnica, su cultura material, repertorios y análisis de los mismos, formas de persistencia y adaptación, uso del arte verbal, competencia, para finalizar con la relación y dinámicas entre dichos actores y la audiencia. En términos generales y a grandes rasgos, en esto consiste este trabajo de tesis, desde un estudio basado en una comunidad específica, que inevitablemente voltea a la red que existe entre los pueblos yoremes debido a las dinámicas establecidas entre los mismos desde sus fiestas, estas son los pilares de los que se sostiene su identidad en un territorio compartido con las prácticas del mundo yori u occidental. Las lecturas aquí presentadas 6 pretenden aportar al debate y contribuir al registro de la memoria histórica de este pueblo. 7 Capítulo 1. Contexto histórico y etnográfico de los yoremes. Las formas expresivas de los pueblos indígenas en México actualmente son resultado de una historia de intercambios culturales. Algunos de ellos por las relaciones que existían entre los grupos indígenas antes de la llegada de los españoles, otros forzados durante los intentos de los colonizadores por dominar sus territorios ya fuese a través de las armas o de las misiones, además de distintas circunstancias históricas, sociales y políticas que han impactado en sus formas de vida. Podríamos reconocer una resistencia cultural, a partir de todos estos procesos de transculturación, y es en gran parte a través de la oralidad como se han mantenido muchas de sus tradiciones. Aunque son bastantes los aspectos conservados a través del tiempo, son también muchos los elementos que se han ido incorporando y volviendo parte la cultura de los mismos. La principal influencia en las prácticas indígenas contemporáneases la occidental, que se dio a partir de la colonización y del choque cultural entre los españoles y los indígenas. En los grupos del noroeste de México no fue la excepción pero el proceso de colonización fue distinto al resto del país, esto debido a distintos factores, entre los más importantes están la geografía de estas regiones, las condiciones climáticas en ocasiones extremas que dificultaron la entrada de los conquistadores, cabe mencionar que una de las principales actividades de estos grupos era la guerra, por eso el fuerte rechazo ante la presencia de los colonizadores. A continuación presento un recorrido sobre algunos acontecimientos históricos de los grupos humanos que ocupaban el norte de Sinaloa y de los distintos procesos que fueron moldeando lo que hoy es la región yoreme, desde los asentamientos prehispánicos, pasando por las descripciones de los misioneros donde presento un esbozo etnográfico de las características culturales generales de 8 los grupos que habitaban la región, el contacto español, hasta la situación actual de esta etnia. 1.1 La ocupación prehispánica en el norte de Sinaloa Es difícil aventurarse a señalar en qué momento aparecieron los primeros pobladores en la zona norte de lo que actualmente es Sinaloa1, esto debido principalmente a la escasez de trabajos de investigación arqueológica en la zona. Algunos apuntan a que pudo haber sido durante el Paleoíndio (aproximadamente 12,000 a.C. al 7500 a. C.) y que los primeros grupos fueron bandas nómadas de la tradición Clovis de alrededor de 10 a 20 personas, dedicados a la caza principalmente de animales grandes como el mamut, cabe señalar que se han encontrado restos de estas especies y artefactos de caza como lanzas que datan de la época en algunas partes de la región2. Durante el Arcaico comprendido entre 7500/7000 a.C. a 2000 a.C., se conformaron grupos humanos más numerosos, los cuales se desplazaban por la región de acuerdo a las estaciones y a las temporadas en que se podían encontrar los recursos para subsistir. Según menciona Carpenter basado en los estudios del geomorfólogo Ernsts Antevs, que es probable que durante el holoceno medio (5500 a.C. a 2500 a. C.) existió un periodo altitermal que obligó a los pobladores a reubicarse debido a los cambios climáticos que impactaron en el desierto de Sonora, poblando entre otras regiones la serrana y la planicie costera del sur de Sonora y norte de Sinaloa. Este territorio es considerado de gran importancia debido a la existencia de 1 Dicha región comprende los actuales municipios de Ahome, El Fuerte, Choix, Guasave y Sinaloa principalmente, además que la atraviesan dos ríos que nacen en la Sierra Madre Occidental, el río Fuerte y el río Sinaloa, siendo el primero el más caudaloso del estado. 2 John Carpenter, “Historia Cultural de la ocupación prehispánica del valle del río Fuerte”, en Castillo, Mercado y Heredia Coordinadores, El patrimonio histórico y arqueológico del antiguo Fuerte de Montesclaros, México: INAH, UAS, 2009, pp.46- 47 9 una gran diversidad de idiomas yutoaztecas en ese territorio tan reducido y referido como la cuna de los proto-yutoazteca-sonorenses3. Las siguientes etapas históricas representan una coyuntura más directa hacía lo que después sería la distribución de los grupos llamados cahítas, cuyos límites estaban determinados desde el río Mocorito en Sinaloa hasta el río Yaqui en Sonora. Por una parte el llamado periodo de agricultura temprana propició la formación de pequeños asentamientos en forma de aldeas en las planicies cercanas a los ríos, se presume la presencia del maíz desde alrededor de 2500 a. C. en el norte de Sinaloa4. Aproximadamente desde el año 200 d.C. se pueden considerar el establecimiento de las tradiciones cerámicas, debido a que la población indígena empieza a establecerse sedentariamente o a ocupar territorios determinados y a adoptar rasgos culturales provenientes del norte y del occidente de México, esto aunado a una serie de procesos donde intervienen la agricultura, el sedentarismo, el entorno ecológico, y que apuntan hacía la configuración de las culturas cahitas . El periodo cerámico está considerado en tres grandes etapas según Vicente y Carpenter: Cerámico temprano (200 d.C. a 500 d.C.), cerámico medio (500 d.C. a 1100/1200 d.C.) y cerámico tardío (1100/1200 a 1531 d.C.).5 Los trabajos arqueológicos realizados en la zona norte del estado dan muestra del flujo de elementos culturales que existían en esta región, considerando este punto como un puente entre las culturas prehispánicas del norte y las del sur. En algunos sitios arqueológicos de los municipios de Choix y El Fuerte en Sinaloa y Álamos en Sonora se han encontrado 3 Ibíd. Pp. 47-48. 4 Carpenter, Vicente y Sanchez, Proyecto arqueológico norte de Sinaloa; las rutas de intercambio, Informe de la temporada de campo 2008 presentado al Consejo de Arqueología en la sesión ordinaria del 21 de mayo de 2009, México: INAH, CONACYT, 2009, Pp. 30-31. 5 Julio Vicente López, La ocupación prehispánica y protohistórica en la provincia de Sinaloa: del siglo VI al XVIII, Tesis de licenciatura, México: Escuela Nacional de Antropología e Historia, 2013, p.52 10 evidencias materiales como algunas lozas texturizadas pertenecientes a la tradición río Sonora, cerámica rojo bayo de la tradición Aztatlán, navajas de obsidiana y cascabeles, que indican la relación de intercambio comercial con los pueblos del Occidente de México. Carpenter señala que los ancestros prehispánicos de los cinaloas y de los tehuecos, jugaban un papel importante en las redes de intercambio regional y de las de gran distancia en las cuales circulaban bienes exóticos entre sociedades mesoamericanas del occidente y comunidades agrícolas del noroeste de México y suroeste de Estados Unidos6. La investigación arqueológica además nos sugiere la existencia de dos grandes corredores culturales o vías de contacto, la primera que unía al valle de México con la región pueblo, pasando por la cuenca del Lerma- Santiago, costa de Nayarit, Sinaloa y Sonora, llamada “vía de Cibola” funcionando desde el siglo IX con vigencia hasta el contacto español. La segunda pasando por la Sierra Madre Occidental con auge en el primer milenio7. Uno de los sitios donde se encontraron unidades habitacionales complejas es el Rincón de Buyubampo, lo cual demuestra un asentamiento prehispánico que data de 1200 d.C. aproximadamente hasta el siglo XVIII evidenciando una continuidad sociocultural de las culturas indígenas en la región8, por la zona donde se encuentra este sitio se presume pudo haber sido habitado por los sinaloa o cinaloa, uno de los tantos grupos cahitas9 que existían al momento del contacto con los españoles. 6 John Carpenter, op.Cit, p. 54. 7 Bonfiglioli, Gutiérrez, Olavarría, “Las vías del noroeste: Hacía una perspectiva sistémica de una macrorregión indígena americana”, en Las vías del noroeste I: una macrorregión indígena americana, México: Universidad Autónoma de México 2006,p.19 8 Íbid, pp. 41-42. 9 El término cahita que significa en lengua yoreme “no hay”, fue el utilizado por los españoles para designar a los grupos indígenas que habitaban el sur de Sonora y norte de Sinaloa, se dice que fue la respuesta de los indígenas al ser cuestionados acerca del nombre de la lengua que hablaban. 11 1.2 Menciones sobre objetos sonoros en trabajos arqueológicos de la zona Por último y para cerrar este apartado, quisiera hacer mención de algunos hallazgos sobre objetos sonoros en esta zona y cercanías, aunque ya se menciona anteriormente algunos objetos como cascabeles, existen evidencias materiales de algunos otros que han seguido vigentesen la tradición yoreme. No hemos mencionado hasta este punto los trabajos arqueológicos de Gordon Ekholm 10 e Isabel Kelly 11 los cuales fueron pioneros en esta región y ayudaron a construir un panorama hasta entonces casi a oscuras de las culturas prehispánicas en la zona, fueron ellos los que identificaron una serie de objetos sonoros y los describieron como tales. Luis Gómez realiza un recorrido por los estudios arqueológicos del Occidente donde reflexiona desde la arqueología sobre fenómenos sonoros y su estudio, en el cual nos presenta los hallazgos de Kelly y Ekholm, desde los sitios de Chametla, pasando por Culiacán hasta las excavaciones en el sitio de Guasave. En el sitio Chametla Kelly encontró tambores, silbatos y sonajas, de los primeros describe que estaban hechos en vasos de cerámica sin fondo, de los silbatos señala dos variantes planos y de efigie, del segundo tipo se encontraron seis en distintos contextos, con representaciones zoomorfas y antropomorfas, algunas presentaron agujeros y pudiera ser considerada una flauta, de las sonajas se encontraron dos tipos tubulares y de efigie, entre ellas una representación de una bestia con cuernos. En Culiacán Kelly reconoce silbatos y sonajas en cerámica en sus hallazgos pertenecientes al periodo Medio, y quizás al Tardío, con formas animales entre ellas aves y cuadrúpedos en los silbatos y globulares las sonajas con mangos y algunas representaciones antropomorfas con caras en el globo. 10 Gordon Eckholm, Excavations at Guasave, Sinaloa, México. Nueva York: The American Museum of Natural History, Col. Antrhropological Papers, vol.XXXVIII, 1942. 11 Isabell Kelly, Excavations at Culiacan, Sinaloa, Berkeley-Los Angeles: University of California Press, Col. Iberoamericana, num. 25, 1945. 12 Otros hallazgos interesantes en el sitio son un cuerno en el cual se elaboró un raspador con muescas en el lado convexo, y algunos cascabeles en metal. Los raspadores y cascabeles, son un claro ejemplo de la continuidad cultural de objetos materiales sonoros en la región pues siguen estando presente en la cultura material de la música y danza yoremes utilizados actualmente en los sones de venado los primeros como instrumentos de percusión pero fabricados en madera y en las danzas de pascola los segundos. En el sitio de Guasave trabajado por Ekholm a finales de la década de los treinta del siglo pasado, se encontraron silbatos con características físicas parecidas a una ocarina o alguna especie de flauta, pues la describe como cuadrado, redondeado a los lados, con una proyección al extremo y de boquilla separada la cual presenta una serie de pequeñas marcas agujeradas alrededor del borde y una bajo el centro de cada lado. También encontró en abundancia cascabeles de metal, en forma de collares, sartales en los brazos, y en los tobillos12. No es objetivo de este trabajo profundizar en los objetos materiales sonoros prehispánicos de la región, pero el encontrar y mencionar algunos nos permite encontrar elementos que pudieran ser eslabones que dieron continuidad a las formas de expresión sonora indígena prehispánica y que han resistido una serie de reconfiguraciones culturales en estos pueblos. 1.3 La etnoregión yoreme A partir de estos periodos se empieza a definir una distribución en toda la zona con diferentes asentamientos y grupos humanos que tenían rasgos culturales que los definían, un grupo lingüístico común al cual los misioneros que recorrieron este territorio se referían como cahita y que los lingüistas 12 Luis Gómez Gastélum, “Notas para el estudio de los fenómenos sonoros en el antiguo occidente de México: reflexiones desde la arqueología”, en Chamorro, Zuñiga coord., Sustitutos acústicos del lenguaje verbal: una visión interdisciplinaria de los signos audibles, parafonías y comportamientos sonoros, Guadalajara: Universidad de Guadalajara, 2010, Pp.72-76. 13 ubican en la familia lingüística yuto azteca o uto nahua. Las relaciones sociales y comerciales entre los mismos grupos además de las características propias del entorno ecológico, daban cuenta ya de una configuración en la región que actualmente comprende al grupo yoreme. 1.3.1 Breve historia de los estudios de región en México Abordar el concepto de región desde un estudio etnomusicológico necesariamente nos conduce a buscar en otras disciplinas cercanas como la antropología, y la etnohistoria y los estudios de región hechos a partir de las mismas. Considero importante revisar un poco de la historia de los estudios de región en el caso de México. Uno de los pioneros en estudiar regiones fue Manuel Gamio quien insistía en que estos estudios tenían que ser interdisciplinares es decir abordados desde distintas ciencias, antropología, biología, geografía o botánica, y que las mismas eran resultado de historias sociales comprendidas desde la ciencia a partir de la comparación y la síntesis teórica13. Tiempo después durante el sexenio del presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940 ) se implementaron políticas públicas dirigidas a la integración de los pueblos indígenas en la sociedad mexicana dentro de un proyecto de nación donde los antropólogos fueron requeridos para ayudar a este proceso. De ahí surge un proyecto de integración nacional de las distintas regiones indígenas del país, el proyecto basado en el indigenismo y en las propuestas de Aguirre, y con la formación de los centros coordinadores del entonces Instituto Nacional Indigenista. Las regiones de refugio era como se refería Aguirre a los territorios de los pueblos indios donde se concentraba según él, el subdesarrollo y la vida tradicional heredada del régimen colonial, por tanto había que integrarlas al proyecto de nación, donde el objetivo no era el desarrollo intercultural sino monocultural, 13 Manuel Gamio Apud. Andrés Fábregas, Configuraciones regionales mexicanas, un planteamiento antropológico tomo I, México: Gobierno del estado de Tabasco, 2010, p. 44. 14 Fábregas señala que hasta este momento la regionalización no era tanto una exigencia analítica sino un reto de política práctica.14 Años posteriores surge una tendencia que dejaba atrás y que criticaba al indigenismo y al proyecto de nación entre algunos antropólogos mexicanos. Así lo planteaba Guillermo Bonfil quien afirmaba que el proyecto de nación era inviable debido a la existencia de un sistema social asimétrico, señalaba en estudiar a las comunidades dentro de un contexto más amplio como una región, además de argumentar este tipo de estudios en términos de desarrollo. Realizó estudios y trabajo etnográfico nombrando regiones tales como la región de Chalco-Amecameca-Cuauhtla en los años de 1967 a 1969. Para definirla Bonfil utilizó tres criterios: el criterio geográfico, histórico y etnográfico. 15 El trabajo de Bonfil fue determinante para que otros antropólogos empezarán a trabajar el concepto de región bajo otras posturas que no incluían seguir las políticas de integración dictadas por el Estado, y han abordado las regiones étnicas: Héctor Díaz en La cuestión étnico- nacional 16 , Gilberto López Antropología, minorías étnicas y cuestión nacional17, el mismo Bonfil en seminario sobre las regiones y desarrollo en México 18 , Alberto Federico Sabate la espacialidad social de la cuestión étnico-campesina y el desarrollo desigual del territorio19, Andrés Fábregas en Configuraciones regionales mexicanas un planteamiento antropológico20 , entre otros. El mismo Fábregas nos acerca a su concepción donde menciona que: 14 Andrés Fábregas, op. Cit. pp. 46-48. 15 Íbid 16 Hector Díaz Polanco, La cuestión étnico-nacional, México,Fontamara, 1988. 17 Gilberto López y Rivas, “Antropología, minorías étnicas y cuestión nacional”, Revista Cuicuilco, México, ENAH, 1988. 18 Guillermo Bonfil Batalla, Seminario sobre regiones y desarrollo en México, México: UNAM, 1973. 19 Alberto Federico Sabate, “la espacialidad social de la cuestión étnico-campesina y el desarrollo desigual del territorio en países de américa latina”, Boletín de antropología americana, núm.17, México, Instituto Panamericano de Geografía e Historia, 1982. 20 Andrés Fábregas Puig, Op. Cit. 15 Las regiones en su más amplia acepción, son el resultado de dinámicas históricas que vinculan en el tiempo y en el espacio a la sociedad, la cultura, el medio ambiente y la historia. La región como tal es el recipiente de una historia cuya cotidianidad aparece en la conciencia de sus protagonistas manifestándose en símbolos de identidad que reúnen las vivencias compartidas y las creaciones culturales con un sentido colectivo… 21 1.3.2 Cómo entender una etnorregión yoreme En este sentido el comprender o acercarnos a definir esta región indígena resulta un tanto complejo, como se esbozaba en líneas anteriores la zona que estudiamos estaba compuesta por distintos grupos humanos desde antes de la llegada de los españoles. Había puntos de encuentro, entre ellas la cercanía lingüística de la raíz yuto azteca, pero eran distintas etnias con territorios definidos, una zona heterogénea con dinámicas sociales y culturales entre los pobladores. Al momento del contacto y en adelante se vuelve a configurar el espacio por el desplazamiento, la fundación de villas, de misiones, la explotación de la tierra, y es durante estos procesos que desaparecen muchos de las sociedades indígenas que poblaban este territorio, quedando los mayos o yoremes, yaquis más al norte como únicos sobrevivientes de dicha invasión. En tiempos no tan lejanos, durante la segunda mitad del siglo XX, se sufre otra reconfiguración del territorio donde a partir de la construcción de redes carreteras, presas y un sistema agropecuario moderno. A partir de entonces se incrementa la población mestiza que se instala en pueblos de este grupo, incluso desplazando a la población indígena y orillándola a sobrevivir bajo las dinámicas económicas, sociales y políticas que representaban el “progreso” en la región. Los miembros de este grupo se han adaptado ante el avasallador sistema aún en condiciones de rezago, y han mantenido sus tradiciones y su ceremonial, y en menor medida su lengua. Son entonces estos sucesos a grandes rasgos 21 Andrés Fábregas Puig, Apud, Guerra, Sandoval y Ruiz, Etnorregión Yoreme en Sinaloa, México: Universidad Pedagógica Nacional, Universidad Autónoma Indígena de México, Ediciones del Lirio, 2012, p.16 16 los que nos muestran un territorio donde el indígena convive con mestizos, y otros grupos indígenas migrantes, construyendo desde su pasado y su presente una identidad en este entramado social y cultural. Es necesario aterrizar entonces que aquí las creaciones culturales a partir de vivencias compartidas y en sentido colectivo y lo símbolos de identidad que definen a una región, de los cuales nos habla anteriormente Fábregas funcionan en otro sentido, ya que no van hacia la misma dirección o pueden existir desde los distintos contextos y grupos que habitan el territorio. Al no ser una zona homogénea los planteamientos teóricos sobre etnoterritorios o etnorregiones me parecen adecuados para referirnos a la misma. Alicia Barabas se refiere al territorio cultural donde habitan grupos originarios desde los ámbitos de origen que dan sentido a la identidad histórica: Los territorios culturales o simbólicos que habitan los grupos etnolingüísticos pueden ser llamados etnoterritorios y ser entendidos como el territorio histórico, cultural e identitario que cada grupo reconoce como propio, ya que en él no sólo encuentra habitación, sustento y reproducción como grupo sino también oportunidad de reproducir cultura y prácticas sociales a través del tiempo. El etnoterritorio remite al origen y a la filiación del grupo en el lugar…22 La autora nos remite a un espacio histórico donde se han forjado las prácticas culturales e identitarias que definen a algún grupo, aunque habría que mencionar en el caso de los yoremes las condiciones que existen para reproducir la cultura, y los desplazamientos dentro del mismo territorio de comunidades que han sido claves para su historia cultural, para el caso habría que mencionar el ejemplo de pueblos como Huites que fue deshabitado para la construcción de la presa Luis Donaldo Colosio en el año de 1992, migrando la mayor parte de la población a Choix cabecera del municipio al norte de Sinaloa que lleva el mismo nombre. Guerra y Sandoval hacen señalamientos en la definición de lo que ellos nombran etnorregión 22 Alicia M. Barabas, “La construcción de etnoterritorios en las culturas indígenas de Oaxaca”, Revista Desacatos núm. 14, México, 2004, p.150. 17 yoreme, que son adecuados para entender la dinámica en la cual se desenvuelve este grupo: Esta etnorregion yoreme mayo, de referentes principalmente históricos se compone de un espacio y un territorio en los cuales se exhiben relaciones sociales e interculturales, relaciones de vida, relaciones económicas y culturales… es una etnorregión intercultural en la que tienen presencia diferentes etnias y culturas en planos diferenciales y asimétricos, constituyendo un sistema interétnico determinado por dinámicas de dominación y exclusión que ejercen los mestizos contra los indígenas en interacciones de competencia, de conflicto y de disensos.23 A manera de conclusión sobre una idea de lo que considero para este trabajo al referirme al territorio tanto geográfico como cultural ocupado por esta etnia, la etnorregión yoreme obedece a una serie de procesos históricos donde al principio distintos grupos humanos ocuparon dicho territorio que se fue configurando en asentamientos cercanos a los ríos Mocorito, Fuerte y Mayo, que con los siglos desarrollaron una serie de estructuras sociales y culturales cercanas y compartidas en ocasiones, donde su cosmovisión se centraba en el entorno ecológico, el mundo del monte. Con la llegada en un segundo momento de los españoles y sobre todo con el establecimiento de un sistema de misiones por parte de la compañía de Jesús se amalgama un rumbo por así llamarlo, de lo que ahora se puede observar en las creencias, ceremoniales, rituales, y expresiones culturales de esta gente donde se observan tanto la influencia del catolicismo como la indígena prehispánica. Se ha señalado con insistencia los procesos más recientes de ocupación mestiza debido a la dinámica económica global, y la idea de progreso capitalista que han explotado el territorio. Es verdad que las culturas no son 23 Guerra, Sandoval y Ruiz, Etnorregión Yoreme en Sinaloa, México: Universidad Pedagógica Nacional, Universidad Autónoma Indígena de México, Ediciones del Lirio, 2012,p.18 18 estáticas, son cambiantes y se adaptan o se reconfiguran hacia nuevas formas, pero también es evidente que los procesos de cambio son acelerados y las influencias externas son avasallantes en estos tiempos. Estas reflexiones son necesarias para el momento de pensar en etnorregión como un concepto que puede ser concebido desde distintos puntos de vista, dando lugar a cuestionarlos y redefinirlos. Referirnos entonces bajo esta concepción a la zona que habitan los yoremes es tener en cuenta un asentamiento histórico en un territorio simbólico y signado por el grupo desde diferentes circunstancias y relaciones al interior y al exterior del mismo24, tomando en cuenta que estas relacionesse dan en términos desiguales entre yoremes y mestizos. Una región donde existe una red de centros ceremoniales donde se vive el ceremonial de este grupo, dentro de un ciclo ritual determinado en su mayoría por el calendario cristiano pero representado desde una cosmovisión basada en el “monte sagrado” a través de sus danzas, rituales, música, cultura material y su discurso, mediante los cuales se reafirma su presencia y su existencia como yoremes con una filiación de origen en un territorio simbólico único dentro en un territorio geográfico compartido. Por ultimo un territorio donde existe una presencia lingüística distribuida mayormente en los pueblos, y las comunidades rurales. 24 Ibíd, p.19 19 Figura 1 Etnorregión yoreme, elaboración propia modificado de Olmos25 Actualmente podemos ubicar geográficamente a la etnorregión donde habita esta etnia en el norte del estado de Sinaloa, en los municipios de Ahome, El Fuerte, Choix, Sinaloa, Angostura y Guasave hasta la parte sur del estado de Sonora, en los municipios de Etchojoa, Huatabampo, San Ignacio, Benito Juarez, Quiriego, Navojoa y Álamos. 1.4 Los grupos cahitas: algunas descripciones etnográficas generales al momento del contacto Antes de entrar en tema de cómo fue el arribo de los colonizadores españoles al norte de Sinaloa y sur de Sonora, es necesario hacer una 25 Miguel Olmos, “Las creencias indígenas y neo-indias en la frontera MEX/USA”, revista Trace 54, México, CEMCA ,2008,p.46 20 contextualización acerca de la distribución de los pueblos indígenas que habitaban la zona. Existen algunas referencias históricas como los registros de Cabeza de Vaca, Baltasar de Obregón, el misionero Andrés Pérez de Ribas entre otros, y desafortunadamente los escritos por parte de los grupos indígenas de la época son inexistentes. Los grupos cahitas así denominados por los españoles ocupaban las zonas aledañas principalmente a los ríos desde el Yaqui hasta el río Mocorito, pero también habitaban zonas costeras y algunas regiones serranas. De acuerdo a los señalamientos de Ralph Beals los grupos que habitaban desde la costa a la montaña el río Sinaloa eran los guasaves, níos que según el autor era una tribu pequeña no cercana a los cahitas, y tres grupos que tenían filiaciones culturales más cercanas al grupo tahue más al sur, ogueras, cahuametos y chicoratos, y sobre el arroyo Ocoroní los ocoronis26. Distribuidos a lo largo del ahora río Fuerte y antiguo río Zuaque, empezando en su desembocadura al mar se encontraban los ahomes, después los comoporis, batucaris, zuaques, tehuecos, cinaloas, zoes y huites27. Más al norte, sobre la ribera del río Mayo, se encontraban los mayos cerca de su desembocadura, y en la parte serrano los macoyahuis, de igual manera los yaquis habitaban el valle del río homónimo a este grupo. La importancia de mencionar a estos grupos radica en la conexión histórica con el grupo yoreme actual. Se puede decir que son los antepasados que habitaron la región, puesto que hoy en día solo sobreviven los yoremes- mayos en Sinaloa y Sonora, yaquis, y el grupo guarijío en la serranía del sur de Sonora. Como se puede observar la región del norte de Sinaloa estuvo habitada por diferentes grupos étnicos o “naciones” como refieren los registros de Pérez de Ribas y el análisis de sus observaciones en cuanto a las características culturales nos da pie a hacer una reflexión en torno a la 26 Ralph Beals, Etnohistoria del noroeste, México: Siglo XXI editores, INAH, El Colegio de Sinaloa, 2011,pp.198-199 27 John Carpenter y Gilberto López, Etnohistoria del momento del contacto y establecimiento de misiones jesuíticas, en Castillo, Mercado y Heredia Coordinadores, el patrimonio histórico y arqueológico del antiguo Fuerte de Montesclaros, México: INAH, UAS, 2009,p. 90 21 continuidad de algunos elementos, la adaptación de otros y/o la desaparición de algunos más. Figura 2 Los pueblos del noroeste a fines del siglo XVI: Cahitas y cercanos, Elaboración propia modificado de Alejandro Figueroa28 El jesuita Andrés Pérez de Ribas hace una descripción general del territorio al que se refiere como la provincia de Sinaloa29, describiendo las principales 28 Alejandro Figueroa V., Los que hablan fuerte: desarrollo de la sociedad yaqui, Noroeste de México, Hermosillo: Centro regional del Noroeste INAH, SEP, 1985, p. 44. 22 actividades desarrolladas por los grupos cahitas las cuales eran la agricultura, la caza y la guerra, así como el entorno ecológico. El territorio de dicha provincia es descrito como una llanura de calores intensos en su mayoría pero con largos tramos de selvas espesas donde se encontraban principalmente palo de brasil y ébano, y a las orillas de los ríos, a los que se refiere como caudalosos, describe valles libres de maleza donde abundaban grandes alamedas. Los animales que habitaban los montes iban desde jabalís, venados, conejos, leopardos, tigres, gatos monteses, coyotes, codornices, tórtolas, faisanes, grullas, guacamayas, papagayos, en los ríos gran variedad de peces, incluso caimanes.30 1.4.1 Cacería La cacería era una actividad con distintos fines, sustento alimenticio por supuesto, pero también como entrenamiento para la guerra, otra actividad primaria de estos grupos, además para aprovechar las pieles que les servían de abrigo en ocasiones o para construir algunas habitaciones. En la caza se utilizaban diversas técnicas y herramientas principalmente el arco y la flecha, la cual envenenaban en la punta para mayor efectividad, también cercaban una zona y le prendían fuego, al salir los animales se les disparaba y si alguno escapaba herido, observaban el cielo a los días y donde sobrevolaban zopilotes se encontraba su presa. Entre los animales que se cazaban para alimento se mencionan venados, jabalís, conejos, iguanas, tórtolas, codornices, y para uso de pieles zorros, tigres y leones31 (¿puma 29 El gobierno y la administración de estos dominios tenía como unidad de organización territorial a la provincia, cuando se refiere a provincia de Sinaloa esta abarcaba el territorio entre el río Mayo al norte y el río Mocorito al sur, Sergio Ortega Noriega, Breve Historia de Sinaloa, México, Fondo de Cultura Económica, El Colegio de México, 1999, pp.86-89 30 Andrés Pérez de Ribas, Historia de los triumphos de nuestra santa fee entre gentes las mas bárbaras y fieras del nuevo orbe, Libro I, Madrid: Adolfo Paredes junto a los estudios de la compañía, 1645, pp. 2-4 31 Actualmente en algunas poblaciones serranas del norte de Sinaloa y suroeste de Chihuahua se refieren como “león” al puma americano. 23 americano?) 32. Actualmente sobre todo en las comunidades alejadas de los centros urbanos de esta región se sigue practicando la caza de jabalís, conejos, venado cola blanca, armadillo, iguanas y rata de campo, con otras técnicas, entre ellas algunas trampas, rifles, hondas y resorteras. 1.4.2 Agricultura La agricultura era practicada entre los cahitas y el producto más importante que se obtenía a través de ella era el maíz o batchi en lengua yoreme, distintas variedades de frijol, calabazas, tabaco, guajes y algodón, además que aprovechaban los frutos silvestres como la pitahaya, guamúchil, las vainas de mezquite, entre otros. Aprovechaban la planta de mezcal para distintos fines entre ellos hacer bebidas fermentadas, probablemente aguamiel y pulque, utilizaban las fibras como hilo, además de comer sus pencas asadas. Se sembraba endos temporadas primavera y otoño, se aprovechaba el desbordamiento de los ríos que humedecían las tierras, una vez vuelto a su cauce, se aprovechaba la humedad retenida y se sembraba. La propiedad de las tierras era comunal, aunque la siembra era una actividad que realizaban los hombres, las mujeres ayudaban en algunas ocasiones, para realizar dicha actividad se utilizaba un palo cavador o huika.33 1.4.3 Organización social La información acerca de la organización social de los antiguos cahitas es escasa, pero se mencionan algunos cargos o nombramientos que nos dan cuenta de sociedades estratificadas, entre ellos caciques, capitanes, jefes guerreros o cazadores, y hechiceros. Las poblaciones se establecían en las cercanas de los ríos en forma de aldeas o rancherías donde tenían sus tierras para siembra, las casas se construían de varas entretejidas enjarradas de barro, y algunas otras de petates sobre arcos de vara. Los matrimonios 32 Ibíd, pp.13-14. 33 Ralph Beals, op.Cit. pp.211-213 24 eran aprobados por los padres de la mujer y en algunos pueblos se usaba que al entregar a la joven se le retiraba un collar con una concha labrada que representaba la virginidad. Entre estas sociedades las uniones se podían disolver. Otro dato es que no existía la poligamia como práctica generalizada pues sólo los de mayor jerarquía como caciques o principales podían tener más de una mujer34. 1.4.4 Guerra Para la guerra, una actividad común entre estos pueblos se usaba el arco y la flecha envenenada, algunos mazos o macanas, para su defensa escudos hechos de cuero de caimán entre los principales o guerreros de mayor rango, además de que sus capitanes vestían con capas de algodón y dijes con conchas distinguiéndose así entre los guerreros. Se protegían también sembrando púas con puntas de madera envenenada en las zonas cercanas por donde pensaban los atacarían, aprovechando que los indígenas siempre andaban descalzos 35 . Antes de ir a la guerra se celebraban fiestas en las casas de los caciques donde se bailaba, utilizando grandes tambores y se embriagaban, así mismo cuando salían victoriosos de algún enfrentamiento y cortaban la cabeza a algún enemigo. Pérez de Ribas así lo describe: “Eran célebres estas embriagueces, y generales entre ellos, en ocasión que se preparaban o convocaban a guerras, para enfurecerle más en ellas, o cuando habían alcanzado alguna victoria o cortado cabeza de algún enemigo, que eso les bastaba para celebrarlas, juntándose a la borrachera baile general, a son de grandes tambores que sonaban y se oían a una legua.”36 34 Andrés Pérez de Ribas, op. Cit. P.11 35 ïbid, pp.10-12. 36 Ibíd. P.9 25 1.4.5 Religiosidad La religiosidad, creencias y ceremoniales entre los cahitas estaban muy relacionadas a fenómenos y seres representados por elementos de la naturaleza, lamentablemente en los registros se mencionan con frecuencia sin tanto detalle y profundidad en la descripción y frecuentemente se refieren a estas como obras del demonio, debido a la condición cristiana de los que escribían. En términos generales los grupos cahitas tenían como deidades al sol y a la luna, además de manifestar una serie de idolatrías que aparecen dispersas en los registros históricos. Beals realiza una reflexión en torno a las características de las creencias de estos grupos, por un lado menciona se tenían guardianes personales que se aparecían en forma de animales mayormente, mientras que las deidades aparecían en formas humanas o más abstractas, además de tener una posición más alta que los seres guardianes.37 Realiza además una mención de deidades específicas a las que se les construían ídolos en piedra o madera que se ocultaban en el bosque, estos dioses probablemente pertenecientes al panteón de los tehuecos o grupos cercanos: Ouraba: o fortaleza, Dios de guerra y venganza. Bamusehna: Dios de las aguas o señor de las lluvias. Shuatoba: Deidad de los placeres. Huayatoba: Luz de mediodía. Yoris: príncipe del inframundo (aquí Beals menciona que el manuscrito es confuso, pudiendo ser un término incorrecto por el uso actual de la palabra referido a los hombres blancos o no yoremes).38 Cocohuame: Dios de la muerte. Pérez de Ribas menciona a los hechiceros o curanderos como los principales transmisores de las creencias, y de ceremonias para curar o matar, los describe como personajes temidos y escuchados por los indígenas, también 37 Ralph Beals, op.Cit. p.269 38 Ibíd. Pp269-270. 26 menciona de las apariciones de estos seres en forma de animales a los que se referían como abuelo, se les levantaba además, algún ídolo en forma de palo o piedra. Estos curanderos dirigían en casas de los caciques o principales sermones llamados tlatolis donde realizaban un ritual que consistía en reunirse los más viejos y los curanderos a fumar tabaco, después el de más autoridad daba el sermón por todo el pueblo a paso lento repitiendo oraciones con voz cada vez más fuerte. Al finalizar los otros de más autoridad daban un discurso donde asentían y daban el apoyo al que había hablado, estas ceremonias se realizaban cuando se convocaba a guerra.39 También Pérez describe una ceremonia de adopción de huérfanos que se realizaba durante 8 días donde se encerraban a los huérfanos que recibirían a sus nuevas familias en casas de petate durante toda la celebración y se les alimentaba con atole de maíz, dibujaban además círculos donde ingresaban bailando y cantando con dos bordones en las manos, y dibujaban maíz, frijol, calabazas, y algunos animales junto a dos deidades: uriseva y uairuvi, siendo la primera madre de la segunda, no describe exactamente las características de éstas, argumentando que era confusa la explicación de los indígenas, aunque se puede inferir que son deidades con referencia a la fertilidad. 40 Sólo hago mención de algunas ceremonias y dioses mencionados en las fuentes, con el fin de dar una idea general de aspectos ceremoniales, seguramente existieron estos actos en función de la caza, la agricultura y algunos ritos de paso, también cabe señalar al alimento y la bebida como elementos que siempre están presente en las descripciones. Mucha de la información como ya se menciona es difusa debido al carácter con el que fue escrita. Otro aspecto importante es el uso de cantos y danzas en los rituales, además de algunos objetos materiales como bordones, plumas, vestimenta, 39 Andrés Pérez de Ribas, op.Cit. pp.16-19 40 Andrés Pérez de Ribas, op.Cit. Pp. 40-41 27 también el uso de tambores y algunos instrumentos musicales que a continuación se presentan. 1.4.6 Instrumentos musicales, objetos sonoros y danzas Ribas frecuentemente describía el uso de cantos y de bailes en las fiestas de los indígenas, así como el uso de grandes tambores que se escuchaban a gran distancia, además menciona en un pasaje máscaras, chirimías y trompetas: “ Lo hallé todo lleno de arcos con sus topiles y fiscales, con trompetas y chirimías, danzas y máscaras que salían hasta el pueblo…”41 el uso de máscaras, aunque no son instrumento musical es importante en las interpretaciones dancísticas de algunos tipos de sones yoremes en la actualidad. Beals menciona el uso de flautas, trompetas, atabales y tambores hechos de tronco hueco parecidos a los teponaxtles, y sugiere que la existencia de otros puede inferirse en algunos ejemplares modernos, habla también del uso de sonajas hechas de guajes parecidas a las utilizadas por los indios pueblo.42, en tal caso pudieran ser los ténabaris o capullos de mariposa, las jirukias o raspadores de madera que se utilizan en los sonesde venado, el tambor de agua o buejam, de los cuales se profundizará más adelante, pero que tienen filiación claramente indígena y no europea. Por último la mención de un elemento fundamental en la espacialidad de la fiesta la ramada o enramada: “Celebraron las fiestas con mucho contento y alegría, y con sus bailes a su modo… Tenían nuestros indios en la fiesta de navidad una grande ramada cercada toda con esteras y de allí salían muy pintados con muchos plumajes y cascabeles.”43Aunque Pérez las menciona también en esta ocasión se refiere a una celebración en particular, donde señala además las 41 Íbid, p.384 42 Ralph Beals, op.Cit., p.235 43 Memorias para la historia de Sinaloa, Colección de la biblioteca Bancroft de la Universidad de California, que consiste en copias de las Anuas de las misiones de Sinaloa y cartas de misioneros, pp.38-39, Apud, Ralph Beals, op.cit., p.280 28 representaciones graficas en el suelo, pero en este caso representado al dios católico en lugar de ídolos de los indígenas. 1.5 La colonización La llegada de los colonizadores españoles al territorio que hoy conocemos como Sinaloa fue comandada por Nuño Beltrán de Guzmán quien funda la villa de San Miguel de Culiacán en 1531. Beltrán de Guzmán ordenó las primeras expediciones tierras al norte de Culiacán con el motivo de extender sus alcances de poder y dominación. Ésta misión se le encomienda a su sobrino, Diego de Guzmán, quien encabeza una misión para explorar tierras arriba hasta llegar a la ribera del río Zuaque (hoy río Fuerte), y llegar hasta el río Yaqui donde es derrotado por los nativos que habitaban esa región. Marco Borboa Trasviña señala que desde 1531 los españoles encuentran una alta resistencia a la dominación por parte de los indígenas del territorio que corresponde actualmente al sur del estado de Sonora y al norte de Sinaloa, quienes luchan y defienden su territorio. Atribuye estas dificultades a su carácter ingobernable, determinado por las particularidades de su cultura que eran ser semi nómadas , guerreros, aunque adoraban al sol y a la luna no construían templos ni contaban con un sistema de organización social y religioso como el de las culturas del sur-centro de México, en este sentido concuerdo con lo del carácter bélico de estos pueblos sin embargo la falta de registros no implica que no tuvieran un sistema religioso ni social organizado, por lo menos existen algunas evidencias como las que se presentan anteriormente, además cabe señalar de la existencia de asentamientos que preceden los de los españoles en la zona44. Resulta evidente que debido a la resistencia de los pobladores como un factor principal, no es hasta 1564 que se hacen los primeros intentos por establecerse y colonizar el territorio del río Fuerte donde confluyen 44 Macori, Amabache, Tésila, Saroaca, Ubicari, Baroteny, entre otros pueblos, véase John Carpenter y Gilberto López, op. Cit. P.99 29 actualmente la mayoría de las comunidades yoremes del norte del estado. Se funda entonces la Villa de San Juan Bautista de Carapoa por parte de Francisco de Ibarra, pero esta misión fracasa debido a la resistencia de los indígenas quienes se niegan a rendir tributo a los colonizadores y los atacan constantemente 45 . Sergio Ortega Noriega menciona que hacia 1584 el gobernador de Nueva Vizcaya46, Hernando de Bazán encomendó al capitán Pedro de Montoya que poblara Sinaloa hasta el río Yaqui. Cabe señalar que ya se hacía referencia a la región al norte del río Mocorito como provincia de Sinaloa por Francisco de Ibarra. El intento por poblar los pueblos que habitaban los ríos Zuaque y Yaqui fracasa, el mismo Ortega señala: “Montoya penetró hasta el río Fuerte, e hizo violentos escarmientos en los indios que habían matado españoles. Luego reconstruyó la villa de Carapoa, ahora bajo la advocación de los santos Felipe y Santiago, repartió encomiendas entre los soldados que se quedarían a poblar y ordenó que trasladaran a sus familias que habían quedado en la villa de San Miguel de Culiacán. Pero los españoles no lograron que los cahitas pagaran tributo. Indios zuaques mataron a Montoya y a doce soldados, los sobrevivientes abandonaron la villa e iniciaron la retirada a Culiacán.”47 La dominación no estaba siendo entonces una empresa fácil para los españoles que a través de las armas no habían podido hasta ese momento dominar y someter a los indígenas. Obviamente estaban conscientes de que con la ocupación de sus tierras, se sustituirían sus costumbres, sus tradiciones, su cultura, puesto que la colonización era una avalancha que arrasaba con todo vestigio de las culturas que encontraba a su paso 45 Marco Antonio Borboa Trasviña, “La conquista de la provincia de Sinaloa y la evangelización de los indios Zuaques de Mochicahui”, Revista Ra Xhimai Vol.3, El Fuerte, México, Universidad Autónoma Indígena de México, 2007, Pp. 326-328 46 Territorio que comprendía el territorio de lo que hoy es Sinaloa, Sonora, Chihuahua y parte de Coahuila funcionando como una provincia del Reino de la Nueva España. 47 Sergio Ortega Noriega, Breve Historia de Sinaloa. Fondo de Cultura Económica, México: El Colegio de México,1999 pp.65 30 incluyendo a sus miembros, todo con el consentimiento y la encomienda de la corona española y de la Iglesia católica. Es aquí donde la Iglesia entra en juego, a través de las evangelizaciones. En primer término por parte de los frailes y después por parte de los misioneros jesuitas. Los primeros intentos según Borboa Trasviña se dieron a partir de 1540 con la llegada de fray Marcos de Niza de la orden franciscana por órdenes del virrey Antonio de Mendoza, la misión fue fallida pues después de recorrer y visitar algunas poblaciones con el fin de evangelizar, algunos de sus compañeros murieron en manos de los indígenas y tuvo que regresar a Culiacán habiendo fracasado en su intento. Borboa Trasviña menciona también que en la expedición de Francisco de Ibarra al norte de Sinaloa llegaron dos frailes, Pablo de Santa María y Juan de Herrera quienes murieron debido al atque de los indígenas. La llegada de los misioneros jesuitas a territorio sinaloense se concretó en 1591 a la villa de Felipe y Santiago después de una petición del gobierno de la Nueva Vizcaya, implementando como una estrategia los sistemas misionales para lograr la conquista de las naciones cahitas. Los primeros misioneros en llegar a la villa fueron Martin Pérez y Gonzalo de Tapia48, el segundo murió años después en un levantamiento cerca del pueblo de Ocoroní comandado por Nacabeba un indio que se oponía a las nuevas prácticas y dogmas que se querían enseñar a estos pueblos. 49 La implementación de misiones consistía en organizar y establecer comunidades, generalmente en las cercanías de los ríos desde la costa a la sierra, y agrupar a los pobladores para trabajar la tierra, aprender oficios, y sobre todo evangelizar estas naciones, la tierra era comunal según las leyes españolas, y lo que se producía era administrado por los jesuitas para el sustento de la misma misión. Entre 1608 y 1622 se realizaron asentamientos misionales con cabeceras y visitas en los ríos Sinaloa, Mocorito, Fuerte, 48 Sergio Ortega Noriega, op.Cit. Pp.71-72 49 Andrés Pérez de Ribas, op.Cit. p.49 31 Mayo y Yaqui. Las misiones lograron de alguna manera pacificar las relaciones entre españoles e indígenas además de integrar al sistema de gobierno de la corona española a estos pueblos. Los pueblos de misión mantenían los nombres de las naciones indígenas como Ahome, Tehueco, Huites, Guasave, por mencionar algunos, además de que los misioneros aprendíanla lengua de los indígenas para poder evangelizar. Fue a partir de estas relaciones que duraron cerca de 150 años hasta la expulsión de los misioneros donde se gestaron nuevas formas culturales y un sincretismo en las prácticas indígenas de los siguientes siglos. 32 Figura 3. Las misiones en el norte de Sinaloa y Sur de Sonora a fines del siglo XVII, Elaboración propia modificado de Sergio Ortega50 50 Sergio Ortega N., op. Cit. p.77 33 1.6 La influencia Jesuita en las expresiones artísticas de los indígenas del norte de Sinaloa: ¿Aculturación, transculturación o inculturación? Las formas y los choques culturales entre los indígenas del noroeste de México con los españoles son fenómenos complejos de explicar, aunque bien podría hablarse desde el concepto de aculturación entendiéndola como el proceso de cambio en el cual los miembros de una cultura asimilan las formas de otra dominante 51 . Los colonizadores llegaron a imponer sus prácticas culturales mediante un choque violento según nos muestra la historia, aun así las prácticas de los pueblos no fueron avasalladas por las españolas debido al grado de resistencia por parte de los mismos indígenas. Aunque con la evangelización, que al principio también fue un proceso difícil, se dio un fenómeno en el cual ciertos elementos de lo indígena permanecieron y otros fueron adoptados e impuestos por los jesuitas dentro de la tradición cristiana y católica. Desde la teología se maneja un concepto de connotación antropológica que alude a este fenómeno con marcada tendencia hacia justificar la evangelización; la inculturación. Para Ángel Salvatierra: “Podría resumirse el proceso de inculturación como una doble y recíproca apropiación entre evangelio y cultura. Apropiación por parte de la cultura de los valores y del sentido último de la realidad que propone el evangelio, así como de los medios adecuados para ello. Apropiación por parte del evangelio y de la Iglesia de elementos culturales, tales como lenguaje y estructuras que no se oponen a la fe, a fin de asegurar la comunicación del mensaje evangélico”52. Utilizar este concepto para referirnos al proceso histórico de la colonia y las misiones en este territorio sería justificar una serie de abusos, desplazamientos e imposiciones. Es verdad que las estrategias de los 51 Luis Pancorbo, Abecedario de antropologías, Madrid: Siglo XXI de España ed. 2010. Pág. 16 52 Ángel Salvatierra, “Inculturación y Teología”, Revista Lumen XLII, Vitoria, España, Faculta de Teología del Norte de España, 1993 p.510. 34 jesuitas fueron aprender las lenguas para así ser más efectiva la evangelización, y permitieron el uso de algunas manifestaciones como el uso de danzas, música, máscaras, ramadas, además de algunos rituales, siempre y cuando se cambiaran los objetivos hacia la tradición cristiana, o al menos eso pretendieron. Pero todo fue un método para lograr la dominación y la explotación de este territorio junto con sus pobladores. Otro fenómeno que podría resultar más adecuado para entender el resultante de este proceso es el de transculturación (concepto propuesto por el antropólogo cubano Fernando Ortiz) que explica una nueva realidad cultural a partir de un proceso más complejo, Malinowski en una obra de Ortiz menciona que la transculturación: “Es un proceso en el cual emerge una nueva realidad, compuesta y compleja; una realidad que no es una aglomeración mecánica de caracteres, ni siquiera un mosaico, sino un fenómeno nuevo, original e independiente. Para describir tal proceso, el vocablo de raíces latinas transculturación proporciona un término que no contiene la implicación de una cierta cultura hacia la cual tiene que tender la otra, sino una transición entre dos culturas, ambas activas, ambas contribuyentes con sendos aportes, y ambas cooperantes al advenimiento de una nueva realidad de civilización”53. Así mismo este concepto es de mayor utilidad, para explicar la configuración resultante de estos encuentros, y las manifestación sincréticas de los yoremes actualmente que reflejan por un lado una clara influencia europea y de carácter católico pero se observan también elementos de herencia indígena, que denotan una permanencia y continuidad de su cultura a través de lo que se podría entender como una resistencia en procesos de resignificación de su tradición. 53 Bronislaw Malinowski, “Introducción”, en Fernando Ortiz, Contrapunteo cubano del tabaco y del azúcar (Advertencia de sus contrastes agrarios, económicos, históricos y sociales, su etnografía y su transculturación), Madrid: Cátedra, 2002. P.12 35 1.6.1 Los jesuitas y el uso del arte como herramienta misional La orden de los jesuitas se caracterizaba en Europa durante los siglos XVI y XVII por realizar teatro acompañado siempre de música y danza, siendo una orden religiosa con una tradición importante en la formación y expresión de las artes, por supuesto con motivos religiosos. En su llegada a la Nueva España encuentran en el arte una forma de estimular la espiritualidad indígena con un sentido evangelizador que era su tarea principal, y a través del teatro se empieza a incluir a los miembros de estos pueblos en la práctica religiosa. Los religiosos se dieron cuenta de la importancia de las danzas y de las expresiones musicales usadas en los rituales de los pobladores y fueron permisivos en su uso pero dentro del marco de celebraciones cristianas, Simonett plantea que los misioneros de inmediato entendieron el poder de la música y la danza para la conversión de estos pueblos, pues observaron la importancia que tenían estos elementos expresivos en los rituales indígenas pre cristianos, y de cómo fueron cambiando lo que antes era danzas y música para la guerra después se usaba en las celebraciones en torno a una iglesia o templo católico54. En el noroeste de la Nueva España la enseñanza de las artes como el teatro y la música comienza a ser obligatorio en las misiones y en los colegios fundados por los jesuitas, aunque también el baile representa parte importante de la enseñanza. Cabe señalar que los jesuitas venían de una tradición europea donde las danzas moriscas eran muy populares, las cuales 54 Helena Simonett, “Narrativity and seelfhood in mayo yoreme mortuary rituals”, The world of music, Journal of ethnomusicology programme, vol. 51,Sheffield, Inglaterra, University of Sheffield, 2009, p. 49 36 se representan actualmente entre los indígenas en distintos países de latinoamérica 55. Andrés Pérez de Ribas menciona que: “por los años de 1620. Ya en ese tiempo era grande el fervor con que estos nuevos cristianos acudían a doctrina a misa aun los días entre semana; y los muchachos y mozos de las capillas, a aprender canto, leer, y escribir, a celebrar sus fiestas y a los demás ejercicios [espirituales] que se han contado en estas misiones”56 Refiriéndose a las que existían en el noroeste del país. Uno de los colegios donde se enseñaban estas prácticas es el Colegio de San Felipe en la misión de Sinaloa. También en otro pasaje de su obra Pérez de Ribas hace alusión a lo dóciles y capaces que eran los jóvenes ahomes en relación a las otras naciones de la provincia, para el aprendizaje de la lectura y la música: “el natural de los ahomes es dócil aprende con facilidad cualquier oficio, y su hijos a leer, escribir y cantar y tocar instrumentos músico (musicales)”.57 Olmos menciona que entre las formas artísticas que los jesuitas enseñaron en el noroeste de México se encuentran algunos géneros de música eclesiástica, salmos, himnos, letanias, alabados, por mencionar solo algunos,
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